Bible Commentaries
Romanos 1

Comentario completo de Henry sobre la BibliaCompleto de Henry

Versículos 1-7

1-7 La doctrina de la cual el ap�stol Pablo escribi�, establece el cumplimiento de las promesas de los profetas. Hablaba del Hijo de Dios, incluso Jes�s el Salvador, el Mes�as prometido, que vino de David en cuanto a su naturaleza humana, pero tambi�n fue declarado Hijo de Dios, por el poder divino que lo levant� de la muerte. La profesi�n cristiana no consiste en un conocimiento nocional o un asentimiento simple, mucho menos en disputas perversas, sino en obediencia. Y todos aquellos, y solo esos, son llevados a la obediencia a la fe, que efectivamente son llamados de Jesucristo. Aqu� est�, 1. El privilegio de los cristianos; Ellos son amados por Dios, y son miembros de ese cuerpo que es amado. 2. El deber de los cristianos; para ser santos, a esto se les llama, a ser llamados santos. A estos los salud� el ap�stol, dese�ndoles gracia para santificar sus almas, y paz para consolar sus corazones, como brotando de la misericordia libre de Dios, el Padre reconciliado de todos los creyentes, y viniendo a ellos por medio del Se�or Jesucristo.

Versículos 8-15

8-15 Debemos mostrar amor por nuestros amigos, no solo orando por ellos, sino tambi�n alabando a Dios por ellos. Como en nuestros prop�sitos, as� tambi�n en nuestros deseos, debemos recordar decir, si el Se�or lo quiere, Santiago 4:15. Nuestros viajes se hacen pr�speros o no, de acuerdo con la voluntad de Dios. Debemos impartir f�cilmente a los dem�s lo que Dios ha confiado en nosotros, regocij�ndonos para alegrar a los dem�s, especialmente disfrutando de comunicarnos con aquellos que creen lo mismo con nosotros. Si somos redimidos por la sangre y convertidos por la gracia del Se�or Jes�s, somos completamente suyos; y por su bien, somos deudores de todos los hombres, para hacer todo el bien que podamos. Dichos servicios son nuestro deber.

Versículos 16-17

16,17 En estos vers�culos, el ap�stol abre el dise�o de toda la ep�stola, en la cual presenta una acusaci�n de pecado contra toda carne; declara el �nico m�todo de liberaci�n de la condenaci�n, por fe en la misericordia de Dios, a trav�s de Jesucristo; y luego construye sobre ella pureza de coraz�n, obediencia agradecida y deseos fervientes de mejorar en todas esas gracias y temperamentos cristianos, que nada m�s que una fe viva en Cristo puede producir. Dios es un Dios justo y santo, y somos pecadores culpables. Es necesario que tengamos una justicia para aparecer ante �l: existe tal justicia tra�da por el Mes�as y dada a conocer en el evangelio; un m�todo gracioso de aceptaci�n, a pesar de la culpa de nuestros pecados. Es la justicia de Cristo, quien es Dios, que viene de una satisfacci�n de valor infinito. La fe lo es todo, tanto en el comienzo como en el progreso de la vida cristiana. No es de la fe a las obras, como si la fe nos pusiera en un estado justificado, y luego las obras nos mantuvieran en �l; sino que�es todo de fe en fe; es la fe presionando hacia adelante y obteniendo la victoria sobre la incredulidad.

Versículos 18-25

18-25 El ap�stol comienza a mostrar que toda la humanidad necesita la salvaci�n del evangelio, porque nadie puede obtener el favor de Dios o escapar de su ira por sus propias obras. Porque nadie puede alegar que ha cumplido todas sus obligaciones con Dios y con su pr�jimo; ni nadie puede decir realmente que ha actuado completamente a la luz que le ha brindado. La pecaminosidad del hombre se describe como la impiedad contra las leyes de la primera mesa y la injusticia contra las de la segunda. La causa de ese pecado es mantener la verdad en la injusticia. Todos, m�s o menos, hacen lo que saben que est� mal, y omiten lo que saben que est� bien, de modo que la s�plica de ignorancia no puede permitirse por nadie. El poder invisible y la Divinidad de nuestro Creador se muestran tan claramente en las obras que ha realizado, que incluso los id�latras y los gentiles malvados quedan sin excusa. Segu�an tontamente la idolatr�a; y las criaturas racionales cambiaron la adoraci�n del glorioso Creador, por la de los animales irracionales, los reptiles y las im�genes sin sentido. Se alejaron de Dios, hasta que se perdieron todos los rastros de la verdadera religi�n, si la revelaci�n del evangelio no lo hubiera impedido. Por lo que se pretenda, en cuanto a la suficiencia de la raz�n del hombre para descubrir la verdad divina y la obligaci�n moral, o para gobernar la pr�ctica correctamente, no se pueden negar los hechos. Y esto muestra claramente que los hombres han deshonrado a Dios con las idolatr�as y supersticiones m�s absurdas; y se han degradado por los afectos m�s viles y los hechos m�s abominables.

Versículos 26-32

26-32 En la horrible depravaci�n de los paganos, se demostr� la verdad de las palabras de nuestro Se�or: "La luz vino al mundo, pero los hombres amaron m�s las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, porque el que hace lo malo odia la luz ". La verdad no era de su agrado. Y todos sabemos cu�n pronto un hombre se las ingeniar�, contra la evidencia m�s fuerte, para razonarse a s� mismo por la creencia de lo que no le gusta. Pero un hombre no puede ser llevado a una mayor esclavitud que ser entregado a sus propios deseos. Como a los gentiles no les gustaba mantener a Dios en su conocimiento, cometieron cr�menes totalmente contra la raz�n y su propio bienestar. La naturaleza del hombre, ya sea pagano o cristiano, sigue siendo la misma; y los cargos del ap�stol se aplican m�s o menos al estado y al car�cter de los hombres en todo momento, hasta que se sometan plenamente a la fe de Cristo y se renueven por el poder divino. Nunca hubo un hombre que no tuviera raz�n para lamentar sus fuertes corrupciones y su secreta�aversi�n a la voluntad de Dios. Por lo tanto, este cap�tulo es un llamado al autoexamen, cuyo fin debe ser, una profunda convicci�n de pecado y la necesidad de liberarse de un estado de condena.

Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Romans 1". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/mhm/romans-1.html. 1706.