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Bible Commentaries
Deuteronomio 30

Notas de Mackintosh sobre el PentateucoNotas de Mackintosh

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Versículos 1-20

Este cap�tulo es uno de profundo inter�s e importancia. Es prof�tico y nos presenta algunas de las "cosas secretas" a las que se hace referencia al final del cap�tulo anterior. Revela algunos de los m�s preciosos recursos de la gracia atesorados en el coraz�n de Dios para que se desarrollen cuando Israel, habiendo fallado por completo en guardar la ley, sea esparcido hasta los confines de la tierra.

�Y acontecer� que cuando te hayan venido todas estas cosas, la bendici�n y la maldici�n que he puesto delante de ti, y las recordares entre todas las naciones adonde te ha arrojado Jehov� tu Dios, y te vuelvas a Jehov� tu Dios, y oigas su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, t� y tus hijos, con todo tu coraz�n y con toda tu alma, para que entonces Jehov� tu Dios haga volver tu cautiverio , y tendr� compasi�n de ti, y volver� y te recoger� de todas las naciones, donde Jehov� tu Dios te ha esparcido.�

�Qu� conmovedor, qu� perfectamente hermoso es todo esto! No se trata de guardar la ley, sino de algo mucho m�s profundo, mucho m�s precioso; es volver el coraz�n, todo el coraz�n, toda el alma a Jehov�, en un momento en que la obediencia literal a la ley es totalmente imposible. Es un coraz�n quebrantado y contrito que se vuelve a Dios, y Dios, con profunda y tierna compasi�n, se encuentra con ese coraz�n. Esta es la verdadera bienaventuranza, en todo momento y en todo lugar.

Es algo que est� por encima y m�s all� de todos los tratos y arreglos dispensacionales. Es Dios mismo, en toda la plenitud y la inefable bienaventuranza de lo que �l es, encontr�ndose con un alma arrepentida; y podemos decir verdaderamente que cuando estos dos se encuentran, todo queda divina y eternamente resuelto.

Debe quedar perfectamente claro para el lector que lo que tenemos ahora ante nosotros es algo tan alejado de la observancia de la ley y la justicia humana como lo est� el cielo sobre la tierra. El primer vers�culo de nuestro cap�tulo prueba, de la manera m�s clara posible, que se considera que el pueblo est� en una condici�n en la que el cumplimiento de las ordenanzas de la ley es una simple imposibilidad. Pero, bendito sea Dios, no hay un lugar sobre la faz de la tierra, por remoto que sea, desde el cual el coraz�n no pueda volverse a Dios.

Las manos pueden no ser capaces de presentar una v�ctima para el altar; es posible que los pies no puedan viajar al lugar de culto designado; pero el coraz�n pod�a viajar a Dios. S�; el pobre coraz�n abatido, quebrantado y contrito pod�a ir directamente a Dios, y Dios, en la profundidad de su compasi�n y tierna misericordia, pod�a encontrarse con ese coraz�n, vendarlo y llenarlo hasta rebosar con el rico consuelo y consuelo de su amor, y el pleno gozo de su salvaci�n.

Pero prestemos atenci�n a�n m�s a esas "cosas secretas" que "pertenecen a Dios", cosas preciosas m�s all� de todo pensamiento humano. "Si alguno de los tuyos fuere arrojado a los confines del cielo tan lejos como pudiera ir "de all� te recoger� el Se�or tu Dios , y de all� te traer� ; y te llevar� Jehov� tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y la poseer�s; y �l te har� bien, y te multiplicar� m�s que a tus padres�.

�Qu� precioso es todo esto! Pero hay algo mucho mejor a�n. No s�lo los reunir�, traer� y multiplicar�, no s�lo actuar� con poder para ellos, sino que har� en ellos una poderosa obra de gracia de mucho m�s valor que cualquier prosperidad externa, por deseable que sea. "Y el Se�or tu Dios circuncidar� tu coraz�n" el centro mismo de todo el ser moral, la fuente de todas aquellas influencias que van a formar el car�cter "y el coraz�n de tu descendencia, para amar al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n " el gran regulador moral de toda la vida "y con toda tu alma, para que vivas.

Y pondr� Jehov� tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre los que te aborrecen, que te persiguieron�. �Una palabra solemne para todas aquellas naciones que siempre han tratado de oprimir a los jud�os! voz del Se�or, y cumple todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy.

Nada puede ser m�s moralmente hermoso que todo esto. �El pueblo se reuni�, recogi�, multiplic�, bendijo, circuncid� de coraz�n, se dedic� por completo a Jehov� y rindi� una obediencia amorosa y de todo coraz�n a todos Sus preciosos mandamientos! �Qu� puede exceder esto en bienaventuranza para un pueblo en la tierra?

�Y te har� Jehov� tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, y en el fruto de tu ganado, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehov� volver� a gozarse sobre para bien, como �l se regocij� por vuestros padres", "si oyeres la voz de Jehov� tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos que est�n escritos en este libro de la ley, y si te volvieres a Jehov� tu Dios, con todo tu coraz�n y con toda tu alma.

Porque este mandamiento que yo te mando hoy, no te es oculto, ni est� lejos. No est� en el cielo, para que digas: �Qui�n subir� por nosotros al cielo, y nos lo traer�, para que lo oigamos y lo hagamos? Ni est� m�s all� del mar, para que digas: �Qui�n cruzar� por nosotros el mar, y nos lo traer�, para que lo oigamos y lo hagamos? Pero la palabra es

muy cerca de ti, en tu boca y en tu coraz�n , para que lo hagas� (vers�culos 10-14).

Este es un pasaje singularmente interesante. Proporciona una clave para "las cosas secretas" a las que ya se ha hecho referencia, y expone los grandes principios de la justicia divina, en contraste v�vido y hermoso con la justicia legal en todos los aspectos posibles. Seg�n la verdad aqu� desplegada, no importa en lo m�s m�nimo d�nde pueda estar un alma, aqu�, all� o en cualquier parte; "La palabra est� cerca de ti". No podr�a estar m�s cerca.

�Qu� podr�a ser mejor que "En tu boca y en tu coraz�n?" No necesitamos, como decimos, mover un m�sculo para conseguirlo. Si estuviera por encima o m�s all� de nosotros, la raz�n ser�a que nos quej�ramos de nuestra total incapacidad para alcanzarlo. Pero no; no hay necesidad ni de manos ni de pies , en este asunto bendito y de suma importancia. El coraz�n y la boca son llamados aqu� al ejercicio.

Hay una alusi�n muy hermosa al pasaje anterior en el cap�tulo d�cimo de la ep�stola a los Romanos, a la cual el lector puede referirse con mucho inter�s y provecho. De hecho, est� tan lleno de dulzura evang�lica que debemos citarlo.

"Hermanos, el deseo de mi coraz�n y mi oraci�n a Dios por Israel es que sean salvos. Porque les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ellos, ignorando la justicia de Dios , y tratando de establecer su propia justicia, no se han sometido a la justicia de Dios. Porque Cristo es el fin del d�a para justicia de todo aquel que cree , no de todo aquel que dice creer, como en Santiago 2:14 .

�Porque Mois�s describe la justicia que es por la ley, que el hombre que hace estas cosas vivir� por ellas. Pero la justicia que es por la fe habla as�: No digas en tu coraz�n, �qui�n subir� al cielo? (que es, para derribar a Cristo") �un par�ntesis sorprendente! �Maravilloso ejemplo del uso que hace el Esp�ritu de las escrituras del Antiguo Testamento! Lleva el sello distintivo de Su mano maestra "O, �qui�n descender� a lo profundo? (esto es, para resucitar a Cristo de entre los muertos.

) Pero �qu� dice? Cerca de ti est� la palabra, en tu boca y en tu coraz�n; es decir, la palabra de fe que predicamos; " �Cu�n perfectamente hermosa es la adici�n! �Qui�n sino el Esp�ritu podr�a haberla suplido? "Que si confesares con tu boca que Jes�s es el Se�or, y creyeres en tu coraz�n que Dios ha resucitado de entre los muertos, ser�s salvo. Porque con el coraz�n se cree para justicia; y con la boca se confiesa para salvaci�n Porque la Escritura dice: Todo aquel que en �l creyere, no ser� avergonzado.�

F�jate en esta hermosa palabra, "cualquiera". Seguramente, incluye al jud�o. Lo encuentra dondequiera que est�, un pobre exiliado, en los confines de la tierra, en circunstancias en las que la obediencia a la ley, como tal, era simplemente imposible; sino donde la rica y preciosa gracia de Dios, y su glorios�sima salvaci�n, pudieran encontrarse con �l, en la profundidad de su necesidad. All�, aunque no pod�a guardar la ley, pod�a confesar con su boca al Se�or Jes�s, y creer en su coraz�n que Dios lo hab�a resucitado de entre los muertos; y esta es la salvaci�n.

Pero entonces, si se trata de "cualquiera", no es posible que se limite al jud�o; es m�s, no puede ser confinado en absoluto; y por eso el ap�stol contin�a diciendo: "No hay diferencia entre el jud�o y el griego". Hab�a la mayor diferencia posible bajo la ley. No pod�a haber una l�nea de demarcaci�n m�s amplia o m�s clara que la que el legislador hab�a trazado entre el jud�o y el griego; pero esa l�nea est� borrada, por una doble raz�n: primero, porque "todos pecaron y est�n destituidos de la gloria de Dios".

" ( Romanos 3:23 .) Y, en segundo lugar, porque "El mismo que es Se�or de todos, es rico para con todos los que le invocan. Porque todo aquel que invocare el nombre del Se�or, ser� salvo".

�Qu� benditamente simple! "Llamando" "creyendo" "confesando!" Nada puede superar la gracia trascendente que resplandece en estas palabras. Sin duda, se supone que el alma es realmente en serio; que el coraz�n est� comprometido. Dios trata con realidades morales. No es una creencia mental nominal, nocional; sino la fe divina forjada en el coraz�n por el Esp�ritu Santo una fe viva que conecta el alma, de una manera divina y por un v�nculo eterno, con Cristo.

Y luego est� la confesi�n con la boca, el Se�or Jes�s. Esto es de capital importancia. Un hombre puede decir: "Creo en mi coraz�n, pero no soy de los que hacen alarde de mis creencias religiosas. No soy un hablador. Guardo mi religi�n para m�. Es un asunto totalmente entre mi alma y Dios; no Creo en la intrusi�n perpetua de nuestras impresiones religiosas sobre otras personas. Muchos de los que hablan en voz alta y en gran medida sobre su religi�n en p�blico, son una figura lamentable en privado, y ciertamente no quiero que me identifiquen con tales. Aborrezco completamente toda hipocres�a. Hechos, no palabras para m�.

Todo esto suena muy plausible; pero no puede permanecer ni por un momento a la luz de Romanos 10:9 . Tiene que haber la confesi�n con la boca. Muchos quisieran ser salvos por Cristo, pero rehuyen el reproche de confesar Su precioso Nombre. Les gustar�a llegar al cielo cuando mueran, pero no quieren ser identificados con un Cristo rechazado.

Ahora Dios no es due�o de tales. �l busca la confesi�n plena, audaz y clara de Cristo, frente a un mundo hostil. Nuestro Se�or Cristo tambi�n busca esta confesi�n. �l declara que quien lo confiese delante de los hombres, lo confesar� delante de los �ngeles de Dios; pero el que lo niegue delante de los hombres, �l lo negar� delante de los �ngeles de Dios. El ladr�n en la cruz exhibi� las dos grandes ramas de la verdadera fe salvadora.

Crey� con el coraz�n y confes� con la boca. S�, le dio una contradicci�n rotunda a todo el mundo sobre la pregunta m�s vital que alguna vez se plante� o que jam�s se pudo plantear, y esa pregunta fue Cristo. Fue un disc�pulo de Cristo completamente declarado. �Vaya! �que hab�a m�s as�! Hay una cantidad terrible de indefinici�n y frialdad a medias en la iglesia profesante, gravosa para el Esp�ritu Santo, ofensiva para Cristo, aborrecible para Dios.

Anhelamos una decisi�n audaz, un testimonio absoluto e inequ�voco del Se�or Jes�s. �Que Dios el Esp�ritu Santo despierte todos nuestros corazones y nos gu�e, en una m�s completa consagraci�n de coraz�n, a Aquel bendito que libremente dio Su vida para salvarnos de las llamas eternas!

Cerraremos esta secci�n citando para el lector los �ltimos vers�culos de nuestro cap�tulo en los que Mois�s hace un llamamiento peculiarmente solemne a los corazones y las conciencias del pueblo. Es una palabra de exhortaci�n muy poderosa.

"Mira, he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, y la muerte y el mal". As� es siempre en el gobierno de Dios. Las dos cosas est�n inseparablemente unidas. Que nadie se atreva a romper el enlace. Dios "pagar� a cada uno conforme a sus obras; vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad; mas a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino Obedezcan a la injusticia, a la ira, a la ira, a la tribulaci�n y a la angustia, sobre toda alma humana que hace lo malo, del jud�o primeramente, y tambi�n del gentil; pero gloria, honra y paz a todo aquel que hace el bien al jud�o primeramente, y tambi�n a los gentiles.Porque para Dios no hay acepci�n de personas.� ( Romanos 2:6-11 )

El ap�stol, en este gran pasaje pr�ctico, no entra en la cuesti�n del poder; �l simplemente declara el hecho amplio, un hecho aplicable en todo tiempo, y bajo todas las dispensaciones, gobierno, Ley y Cristianismo; siempre se sostiene que "Dios pagar� a cada uno conforme a sus obras". Esto es de la �ltima importancia posible. Que siempre lo tengamos en cuenta. Quiz� se pueda decir: "�No est�n los cristianos bajo la gracia?" S� gracias a Dios; pero, �debilita esto, en lo m�s m�nimo, el gran principio gubernamental mencionado anteriormente? No, lo fortalece y lo confirma inmensamente.

Pero, de nuevo, algunos pueden sentirse dispuestos a decir: "�Puede una persona inconversa hacer el bien?" Respondemos, esta pregunta no se plantea en la escritura que acabamos de citar. Todo aquel que ha sido ense�ado por Dios sabe, siente y reconoce que ni un �tomo de "bien" se ha hecho jam�s en este mundo sino por la gracia de Dios; que el hombre abandonado a s� mismo s�lo har� el mal, el mal continuamente. �Toda buena d�diva y todo don perfecto es de lo alto, y desciende del Padre de las luces.

Todo esto es muy benditamente cierto, y afortunadamente reconocido por toda alma piadosa; pero deja totalmente intacto el hecho establecido en Deuteronomio 30:1-20 y confirmado por Romanos 2:1-29 que la vida y el bien, la muerte y el mal son unidos por un v�nculo inseparable. �Que nunca lo olvidemos! �Que permanezca siempre en el recuerdo de los pensamientos de nuestros corazones!

�Mira, he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; te mando hoy que ames a Jehov� tu Dios, que andes en sus caminos, y que guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus juicios. , para que vivas y te multipliques, y el Se�or tu Dios te bendiga en la tierra adonde entras para poseerla. Pero si tu coraz�n se aparta y no oyes, sino que te desv�as y te inclinas a otros dioses y servidlos; os denuncio hoy que ciertamente perecer�is, y que no prolongar�is vuestros d�as sobre la tierra adonde hab�is de pasar el Jord�n para ir a poseerla.

A los cielos ya la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendici�n y la maldici�n; escoge, pues, la vida, para que vivas t� y tu descendencia; para que ames al Se�or tu Dios, y para que puedas obedecer su voz, y para que puedas adherirte a �l" , lo m�s importante, lo esencial, para cada uno, para todos, la fuente misma y el poder de toda religi�n verdadera, en en toda edad, en todo lugar "porque �l es tu vida, y la duraci�n de tus d�as" �Cu�n cerca! �Cu�n vital! �Cu�n real! �Cu�n precioso! "Para que habites en la tierra que el Se�or jur� a tus padres, Abraham, a Isaac y a Jacob, para darles.� (Vers. 15-20.)

Nada puede ser m�s solemne que este llamado final a la congregaci�n: est� en pleno acuerdo con el tono y el car�cter de todo el libro de Deuteronomio, un libro marcado por las exhortaciones m�s poderosas que jam�s hayan llegado a o�dos mortales, no tenemos tal alma. -Apelaciones conmovedoras en cualquiera de las secciones anteriores del Pentateuco. Cada libro, no necesitamos decirlo, tiene su propio nicho espec�fico que llenar, su propio objeto y car�cter distintos; pero la gran carga de Deuteronomio, de principio a fin, es la exhortaci�n; su tesis, la palabra de Dios, su objeto, la obediencia de todo coraz�n, ferviente, amorosa obediencia basada en una relaci�n conocida y disfrutada de privilegios.

Información bibliográfica
Mackintosh, Charles Henry. "Comentario sobre Deuteronomy 30". Notas de Mackintosh sobre el Pentateuco. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/nfp/deuteronomy-30.html.
 
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