Bible Commentaries
1 Corintios 8

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

El Ap�stol en este Cap�tulo trata sobre el tema de las carnes ofrecidas a los �dolos. Afirma muy felizmente los Privilegios del Pueblo del Se�or, en su Libertad Cristiana; pero muestra, con qu� precauci�n debe andar un hijo de Dios, para no herir a un hermano d�bil.

Versículos 1-6

(1) En cuanto a las cosas sacrificadas a los �dolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero la caridad edifica. (2) Y si alguno piensa que sabe algo, a�n no sabe nada como deber�a saber. (3) Pero si alguno ama a Dios, es conocido por �l. (4) Por tanto, en cuanto a comer lo que se ofrece en sacrificio a los �dolos, sabemos que un �dolo no es nada en el mundo, y que no hay otro Dios sino uno.

(5) Porque aunque haya quienes sean llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos se�ores), (6) Pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre, del cual todos son cosas, y nosotros en �l; y un Se�or Jesucristo, por quien son todas las cosas, y nosotros por �l.

Al comienzo de este Cap�tulo, deber�a parecer que los corintios le hab�an escrito al Ap�stol sobre el tema de cu�n pecaminoso era comer de la carne que se ofrec�a a los �dolos. Debe recordarse que los corintios, por naturaleza y por pr�ctica, eran id�latras: y como muchos del pueblo del Se�or, ahora formado en una Iglesia en Corinto, hab�an sido antes de su conversi�n adictos a la idolatr�a, y muchos con los que estaban conectados, todav�a estaban bajo este enga�o; sus mentes, sin duda, estaban solemnemente ocupadas sobre el tema, y ??por lo tanto hab�an escrito al Ap�stol para conocer su opini�n al respecto.

Ruego al lector que note, y es muy digna de su atenci�n, qu� ocasi�n aprovech� el Ap�stol, de la pregunta y la indagaci�n de los corintios, para establecer este gran y fundamental punto, de la gloria de Dios en un triple car�cter de Persona. . Primero muestra que no hay, no puede haber, tal cosa en realidad como un �dolo. Los hombres pueden, y los hombres lo hacen, construirse una ficci�n de su cerebro y llamarlo �dolo o dios.

Pero s�lo muestra el estado oscurecido y depravado del coraz�n humano, en su presente estado ca�do, que puede asumir una idea tan ignorante y est�pida. El Ap�stol procede entonces a hablar con toda la reverencia posible, del Se�or Dios, en su car�cter revelado y oficios, como existiendo en un car�cter triple de Personas. Bellamente los describe, de acuerdo con la revelaci�n de las Escrituras: y particularmente con la vista puesta en sus distintos oficios en el Pacto de gracia.

No necesito detenerme en el tema, ni engrosar las p�ginas del Comentario del hombre pobre al repasar en este lugar, �Qu� m�s o menos, es la suma y sustancia de toda la Biblia? Me refiero m�s bien a algunos de los pasajes m�s llamativos, que est�n en prueba. Ver Mateo 3:17 y Comentario; Mateo 28:20 ; 1 Juan 5:7 .

Versículos 7-13

(7) Sin embargo, no en todo hombre hay ese conocimiento; porque algunos, con conciencia del �dolo hasta esta hora, lo comer�n como ofrenda a un �dolo; y su conciencia, que es d�bil, se contamina. (8) Pero la comida no nos encomienda a Dios; porque ni si comemos, somos mejores; ni, si no comemos, somos peores. (9) Pero ten cuidado, no sea que esta libertad tuya se convierta en un obst�culo para los d�biles.

(10) Porque si alguno te ve, el sabio, sentado a la mesa en el templo de los �dolos, �no se animar� la conciencia del d�bil para comer lo que se ofrece a los �dolos? (11) �Y por tu conocimiento perecer� el hermano d�bil por quien Cristo muri�? (12) Pero cuando as� pec�is contra los hermanos y hir�is su d�bil conciencia, pec�is contra Cristo. (13) Por tanto, si la carne escandaliza a mi hermano, no comer� carne mientras el mundo est� en pie, para que no haga escandalizar a mi hermano.

Hay algo muy humillante para el alma, en lo que se dice en el primer verso de este p�rrafo: no hay en todo hombre ese conocimiento. El lector recordar� a qui�n escribe el Ap�stol y de qui�n habla, a saber, la Iglesia; es decir, cristianos verdaderamente regenerados. Fueron llamados con un llamamiento santo: 2 Timoteo 1:9 , hab�an sido hechos part�cipes de la naturaleza divina, por una obra de gracia sobre sus almas: 1 Pedro 1:3 , y sin embargo, tan peque�o e insignificante era su conocimiento en cosas divinas, que a�n no hab�an alcanzado la clara convicci�n de lo que el Ap�stol hab�a dicho antes, saber que un �dolo no es nada en el mundo.

Por vivir en medio de la sociedad de los paganos, que adoraban �dolos y les ofrec�an sacrificios, y por el largo prejuicio de haber sido educados de esa manera, no pod�an apartar sus mentes de conservar algo de veneraci�n por ellos; y en lugar de comer de la parte de la misma carne que los paganos ignorantes ofrec�an a sus �dolos, como alimento com�n, ileso por su superstici�n y necedad; y comi�ndola para mostrar que despreciaban al �dolo, y consideraban la carne perfectamente pura de cualquier contaminaci�n derivada de su debilidad que la hab�a ofrecido al �dolo; comen de ella con una especie de temor religioso y asombro, y por lo tanto hieren sus conciencias, Romanos 14:14

As� como este primer vers�culo del p�rrafo es humillante para la contemplaci�n, al contemplar la debilidad de algunas almas t�midas en la vida divina, el siguiente vers�culo describe la fuerza de otros, que como el Ap�stol pudieron, y vieron, la locura y el pecado. de �dolos e id�latras; y como tal, consideraba la carne que ofrec�an aquellos paganos como comida com�n tan pura despu�s de que se hab�a actuado sobre su locura, como lo era antes; y lo consider� con tan perfecta indiferencia, que comieran o no de la carne, no los mejoraba ni empeoraba.

Pero el Ap�stol, muy sabia y amablemente, aprovech� la ocasi�n, por la fuerza del entendimiento en uno y la debilidad en el otro, para plantear un tema de instrucci�n, que no s�lo se adaptaba a las circunstancias de aquellos corintios sobre este asunto, sino tambi�n para la Iglesia de Dios en todos los dem�s puntos, donde la fuerza del conocimiento en las cosas divinas, en algunos creyentes, podr�a resultar beneficiosa, en lugar de perjudicial, para otros, con respecto a una mayor libertad, de lo que las mentes t�midas podr�an suponer que son apropiadas en innumerables ocasiones.

Y el Ap�stol plantea el tema desde un punto de vista llamativo, mediante varios argumentos. Es como si hubiera dicho, que ninguno de los que son fuertes en la gracia que es en Cristo Jes�s piense, que por el desprecio que con justicia tienen por los �dolos y los sacrificios id�latras, pueden sentarse impunemente a la mesa entre los id�latras e incluso en su templo �dolo. Esto estar�a mal, independientemente del desprecio privado que abrigaran en su coraz�n contra �l.

Porque un hermano d�bil, un seguidor del Se�or Jesucristo, que lo vio y no supo lo que pasaba por el coraz�n de su hermano m�s fuerte, podr�a sacar conclusiones err�neas de ello y sufrir una herida en la conciencia. Nunca, agrega el Ap�stol, comer�a carne en tales condiciones, para que no hiciera ofender a mi hermano. Porque herir a uno de los peque�os de Cristo, es herir, al mismo Cristo, como ha dicho el Se�or, Zacar�as 2:8 .

Ruego al lector que note la expresi�n del Ap�stol en ese vers�culo, donde dijo: �Y por tu conocimiento perecer� el hermano d�bil por quien Cristo muri�? No perezca eternamente, ni siquiera perezca a tiempo. Porque no es posible que cualquiera por quien Cristo muri� pueda ser condenado. As� lo hab�a dicho el mismo Cristo mucho antes. Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen. Y les doy vida eterna, y no perecer�n jam�s, ni nadie las arrebatar� de mi mano, Juan 10:27 .

El pecado de otros tampoco puede afectar a las personas del pueblo de Cristo. Puede angustiarlos, herir sus mentes, herir sus conciencias; pero sin da�ar su inter�s en Jes�s. Pero el sentido es, �un hijo de Dios ser� desdichado y sus comodidades destruidas por la falta de atenci�n de sus hermanos? �Y t�, dijo el Ap�stol, que eres fuerte en gracia, herir�s a un hermano d�bil? �Ser� que su conocimiento, siendo m�s que el suyo, ser� tan mal aplicado como para convertirse en el medio mismo de hacer esto? Esta fue una violaci�n de la caridad, y una violaci�n que ni siquiera puede alegar ignorancia como excusa; �porque es inducida por una perversi�n de un mejor conocimiento!

Habr� trabajado en mis comentarios sobre este Cap�tulo, con muy poco prop�sito, si el Lector, bajo la ense�anza divina, no se ve inducido a mirar m�s all� de los l�mites de la Iglesia de Corinto como era entonces, a lo que la Iglesia cristiana de todos los tiempos tiene. estado, y ahora es; como propenso a los errores que se arrastran, desde la debilidad y perversidad de nuestra pobre naturaleza ca�da, en esa parte corrupta de ella que la gracia no renueva en la vida presente.

Aunque no haya �dolos descubiertos, ni carnes ofrecidas en sacrificio a los �dolos, en el d�a en que vivamos y en la tierra donde habitamos; sin embargo, los tropiezos de la iniquidad que los hombres ponen delante de su rostro, los errores en las doctrinas, las costumbres y las actividades placenteras del mundo, y la profanaci�n de las cosas sagradas, en el descuido del d�a del Se�or, y las innumerables ofensas innumerables, que distinguen la actual generaci�n que desprecia a Cristo y deshonra a Dios; exigen una gran vigilancia entre los creyentes regenerados y verdaderamente despiertos.

Si fue as�, angustiante para una mente d�bil, en la Iglesia de Corinto, cuando vio a un hermano al que consideraba mejor ense�ado que �l, en el templo de un �dolo; �No debe ser ahora ofensivo contemplar a los que profesan amor por nuestro Se�or Jesucristo, mezcl�ndose en sociedad con los que niegan su Deidad? �Puede ese hombre ser sincero en el apego a su Se�or, que toma cordialmente de la mano a aquellos que se esfuerzan por todas las estratagemas que pueden idear para disminuir la gloria de Cristo y hacer de la sangre de la Alianza algo imp�o? �Lector! el d�a es espantoso.

Se est�n haciendo intentos en la religi�n para unir el hierro y el barro, y desperdiciar las grandes y trascendentales verdades de nuestra sant�sima fe, en acomodaci�n a lo que se llama cristianismo racional. Se considera marcas de un esp�ritu estrecho, contender por la fe que una vez fue entregada a los santos. En tal d�a, que el Se�or haga fieles a todos sus redimidos. Que todo hijo de Dios verdaderamente regenerado sea guiado por la gracia, a participar en su protesta contra un esp�ritu que sirve al tiempo; pero como el amado ap�stol Juan, da testimonio de la palabra de la gracia de Dios, que el Hijo de Dios ha venido, y en prueba de ello le ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero, y que est� en el que es verdadero. , incluso en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna. Hijitos, guardaos de los �dolos, am�n. 1 Juan 5:20 .

Versículo 13

REFLEXIONES

Quien ve a Cristo ofreciendo su preciosa alma en ofrenda por el pecado, y por fe considera la vasta e infinita importancia de esa ofrenda, en lo que concierne a su propia alma, se sentar�a para siempre en el templo del �dolo. Y sin embargo, hermano m�o, �en qu� difiere el pecado, cuando la indiferencia y la frialdad hacia la Persona de Cristo y el inter�s por la Iglesia distinguen la conducta de cualquiera de sus seguidores profesos? Seguramente el esc�ndalo de la cruz no cesa.

Y un hombre debe ser verdaderamente singular, en la actualidad de la Iglesia, si, como Pablo, se glor�a en esa cruz, y las ofensas no vienen. Benditamente el Ap�stol lo ha marcado en este cap�tulo. Pero si alguno ama a Dios, lo mismo se sabe de �l. Es bendito ser conocido, bendecido ser notado, bendecido ser reprochado por causa de su Nombre. O�d la palabra del Se�or, los que tembl�is ante su palabra. Vuestros hermanos que os odiaban, que os echaron fuera por causa de mi Nombre, dijeron: Sea Jehov� glorificado; pero �l aparecer� para vuestro gozo, y ellos ser�n avergonzados.

�Lector! busquemos la gracia para ser fieles a Dios ya las almas. Y mientras el Perdido) est� manifestando su fidelidad en el pacto de amor, en la persona, las regal�as, las perfecciones y la salvaci�n consumada de su amado Hijo; Mirad que no ofendamos a ninguno de sus peque�os que conf�an en �l, ni por un momento herimos a aquellos por quienes Cristo muri�.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Corinthians 8". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-corinthians-8.html. 1828.