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1 Samuel 14

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

La historia de Israel bajo el reinado de Sa�l se ilumina un poco en este Cap�tulo. Jonat�n, el hijo de Sa�l, impulsado, al parecer, por un impulso divino, sale solo con su escudero, a una guarnici�n de los filisteos. Tiene �xito: - el ej�rcito de Israel, cuando se le informa de ello, lo sigue; y se logra una gran matanza sobre los filisteos. Al final de este Cap�tulo, tenemos una breve relaci�n de la familia de Sa�l.

1 Samuel 14:1

(1) Aconteci� un d�a que Jonat�n hijo de Sa�l dijo al joven que vest�a sus armas: Ven, pasemos a la guarnici�n de los filisteos, que est� al otro lado. Pero no le dijo a su padre.

Aparece tanta misericordia de Dios, manifestada en lo que leemos en este cap�tulo, que le ruego al lector, m�s particularmente que la considere: Cuando el Se�or obra sin medios, y a veces en contra de los medios, esto se convierte en una demostraci�n m�s sorprendente de su Mano todopoderosa. Deje que el lector, antes de entrar en los eventos registrados en este cap�tulo, observe el peligroso estado de Israel. Hab�a con Sa�l, pero seiscientos hombres, y temblaban de miedo; mientras que el ej�rcito de los filisteos consist�a en treinta mil carros y seis mil jinetes, y gente como la arena de la orilla del mar en multitud.

�C�mo fue que esta gran hueste no se hab�a tragado el pu�ado del ej�rcito de Sa�l? �No fue porque el Se�or los refren�? �Puede referirse a otra causa? Aunque Israel no mereci� nada de Dios, sino su disgusto, el Se�or no abandonar� a su pueblo por causa de su gran Nombre. Esto lo hab�a dicho Samuel, y esto lo hab�a encontrado la Iglesia, en todas las �pocas. Compare 1 Samuel 12:22 con Salmo 106:7 . �Y no puede el lector encontrar pruebas similares en su propia historia? �Oh! es dulce, es precioso, cuando descubrimos la abundancia de la gracia, sobre la abundancia del pecado. Sin embargo, hay una bendici�n en todas las historias del pueblo de Dios.

Versículos 2-3

(2) Y Sa�l se qued� en el extremo de Guibe� debajo de un granado que est� en Migr�n; y el pueblo que estaba con �l era como seiscientos hombres; (3) Ah�as, hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de El�, sacerdote del SE�OR en Silo, que llevaba un efod. Y la gente no sab�a que Jonat�n se hab�a ido.

Aunque Sa�l se redujo as� al estado m�s bajo, y sus temores ahora eran visibles, al refugiarse debajo de un �rbol, en lugar de enfrentar al enemigo, sin embargo, no encontramos humillaciones de alma. No env�a a buscar a Samuel, sino a Ah�as. Ciertamente, no volver� a invadir el oficio del sacerdote, sino que llamar� al sacerdote del Se�or y al arca: pero �ay! no se le ha hecho ning�n cambio salvador. Aunque lleva consigo el arca de la presencia divina, no encuentra fuerza ni confianza en la presencia del Se�or. �Pobre de m�! Los servicios de adoraci�n externos sin la gracia interna, solo tienden a mantener el coraz�n alejado de Dios, y no conducen a Dios.

Versículos 4-6

(4) Y entre los pasajes por los que Jonat�n quer�a pasar a la guarnici�n de los filisteos, hab�a una piedra afilada a un lado y una piedra afilada al otro lado; y el nombre de uno era Bozez, y el nombre del otro Seneh. (5) El frente de uno estaba situado al norte frente a Micmas, y el otro al sur frente a Guibe�. (6) Y Jonat�n dijo al joven que vest�a sus armas: Ven, y pasemos a la guarnici�n de estos incircuncisos; puede ser que el SE�OR trabaje por nosotros, porque no hay freno del SE�OR para salvarnos. por muchos o por pocos.

Esta es la primera introducci�n que tenemos, en la historia sagrada de Jonat�n, el hijo de Sa�l; y una de las m�s agradables que es. No cabe duda de que su mente estaba bajo las influencias de la gracia, debido a la fuerte confianza que expresaba en la soberan�a del Se�or. Sab�a lo suficiente de Jehov�, y que en una forma de pacto parece, de la l�nea que traza entre Israel y los filisteos incircuncisos, saber que pocos o muchos, no le sirven de nada.

�Lector! �Qu� lecci�n es esta, para ti y para m�? �Ten�a Jonat�n tanta confianza en Dios, y nuestra fe ser� menor? Ruego al lector que me comente los fundamentos de esta fe bien formada de Jonat�n, a saber, la gloria divina. Sin duda hab�a o�do hablar de las interferencias anteriores del Se�or en las angustias de Israel. Ahora, dice Jonat�n, este es el momento de que Dios act�e. La gloria debe ser totalmente suya, si nos salva.

�Oh! �Lector! que el Esp�ritu Santo nos d� a ti y a m� para beneficiarnos de este punto de vista de la fe, en alguien que nunca posey� las ventajas para el ejercicio de ella, lo cual t� y yo hacemos. Hemos visto a Jes�s, el Autor y Consumador de nuestra fe, logrando la redenci�n: y su promesa, como �l mismo, es inmutable. �l dice; Si tenemos fe como un grano de mostaza, podr�amos decirle al sic�moro: Arr�mate de ra�z, y te obedecer�. Lucas 17:6 . Se�or, yo dir�a, �aumenta nuestra fe!

Versículos 7-10

(7) Y su paje de armas le dijo: Haz todo lo que est� en tu coraz�n; convi�rtete; he aqu�, estoy contigo seg�n tu coraz�n. (8) Entonces dijo Jonat�n: He aqu�, pasaremos a estos hombres y nos descubriremos a ellos. (9) Si nos dicen as�: Espera hasta que lleguemos a ti; entonces nos quedaremos quietos en nuestro lugar y no subiremos a ellos. (10) Pero si dicen as�: Sube a nosotros; entonces subiremos, porque el SE�OR los ha entregado en nuestras manos, y esto nos ser� por se�al.

Deber�a haber sido casi una costumbre, en las edades tempranas, determinar la realidad de ser comisionado por el Se�or, por alguna se�al. As� el siervo de Abraham; ( G�nesis 24:12 ) y Gede�n respecto a los madianitas: Jueces 6:36 .

Y Lector, no s� qu� puede proporcionar su propia experiencia de tales cosas, pero confieso que, en las circunstancias de mi vida, siento una confianza creciente en las seguridades divinas, cuando se abren a mi vista por instrucciones divinas. Considero esa misericordia, sea la que sea, tan buena como pose�da, que el Se�or me lleva a pedir en la fe de Jes�s. �Oh! es un empleo dulce y gratificante observar al Se�or Jes�s en todas las cosas: de seguro lo estoy, que entonces, en todas las cosas, lo encontraremos velando por su pueblo para bien.

Qu� escritura tan preciosa es la del Se�or por medio del profeta con este prop�sito: S�, me regocijar� por ellos para hacerles bien, y los plantar� en esta tierra con seguridad, con todo mi coraz�n y con toda mi alma. . Jeremias 32:41 .

Versículos 11-13

(11) Y ambos se hallaron en la guarnici�n de los filisteos; y los filisteos dijeron: He aqu�, los hebreos salen de las cuevas donde se hab�an escondido. (12) Y los hombres de la guarnici�n respondieron a Jonat�n y a su escudero, y dijeron: Sube a nosotros, y te mostraremos algo. Y Jonat�n dijo a su paje de armas: Sube en pos de m�, porque el SE�OR los ha entregado en mano de Israel. (13) Y Jonat�n trep� sobre sus manos y sus pies, y su paje de armas tras �l; y cayeron delante de Jonat�n; y su escudero mat� tras �l.

�A qu� fuente, sino a la soberan�a del Se�or, podemos atribuirlo, que cuando estos dos pobres soldados solitarios del ej�rcito de Israel estaban subiendo y estaban tan expuestos al peligro, que los filisteos no los destruyeron de inmediato? �Cu�n evidentemente domin� el Se�or las mentes de los filisteos? Y conf�a en ello, lector, as� es en mil casos en la vida. El Se�or Dios prometi� a su pueblo enviar avispas entre sus enemigos. �Y qu� es esto, sino el poder restrictivo de su mano omnipotente sobre sus mentes? Deuteronomio 7:20 .

Versículos 14-15

(14) Y la primera matanza que hicieron Jonat�n y su paje de armas, fue como veinte hombres, dentro como un medio acre de tierra, que un yugo de bueyes podr�a arar. (15) Y hubo temblor en el ej�rcito, en el campo y en todo el pueblo; la guarnici�n y los saqueadores; tambi�n temblaron, y tembl� la tierra; y fue un gran temblor.

Parecer�a que un efecto similar, como el que el Se�or obr� en el ej�rcito de Madi�n, debe haber sido inducido para causar esta gran consternaci�n y temblor. La cosa era del Se�or. Jueces 7:22 .

Versículos 16-17

(16) Y miraron los centinelas de Sa�l en Guibe� de Benjam�n; y he aqu�, la multitud se desvaneci�, y siguieron golpe�ndose unos a otros. (17) Entonces dijo Saulo a la gente que estaba con �l: Numeren ahora y vean qui�n se ha ido de nosotros. Y cuando hubieron contado, he aqu�, Jonat�n y su escudero no estaban all�.

Probablemente, los centinelas de los muros fueron capacitados por algo m�s que un simple descubrimiento externo, para discernir la mano del Se�or en esto. La historia de Israel proporcion� ejemplos de interposici�n divina para la liberaci�n de su pueblo. Se supone que los centinelas sobre los muros de Si�n, como los ministros del evangelio de Jes�s, deben mantener comunicaci�n con el cielo mediante la oraci�n. Isa�as 62:6 .

Versículos 18-19

(18) Y Sa�l dijo a Ah�as: Trae el arca de Dios. Porque el arca de Dios estaba en ese tiempo con los hijos de Israel. (19) Y aconteci� que mientras Sa�l hablaba con el sacerdote, el ruido que hab�a en el ej�rcito de los filisteos iba y aumentaba; y Sa�l dijo al sacerdote: Retira tu mano.

No puedo dejar de comentarle al lector, en la historia de Saulo, cu�n parecido, indiferente a la aflicci�n o la prosperidad, el coraz�n de este hombre parece haber sido hacia el Se�or. Realmente organiz� una investigaci�n, al ordenar al sacerdote que trajera el arca; pero al recibir una mayor convicci�n de que el ej�rcito de los filisteos estaba en peligro, cualquiera que fuera la causa que lo indujo, no espera la direcci�n del Se�or. �Pobre de m�! �Hasta qu� triste grado de degeneraci�n es capaz de madurar el coraz�n vac�o de gracia!

Versículos 20-23

(20) Y Sa�l y todo el pueblo que estaba con �l se reunieron y vinieron a la batalla; y he aqu�, la espada de cada uno estaba contra su compa�ero, y hab�a un gran desconcierto. (21) Adem�s, los hebreos que estaban con los filisteos antes de ese tiempo, que subieron con ellos al campamento de los alrededores, tambi�n se volvieron para estar con los israelitas que estaban con Sa�l y Jonat�n.

(22) Asimismo, todos los hombres de Israel que se hab�an escondido en el monte de Efra�n, cuando oyeron que los filisteos hab�an huido, tambi�n los siguieron de cerca en la batalla. (23) Entonces el SE�OR salv� a Israel aquel d�a, y la batalla pas� a Betaven.

El cierre de este relato de la batalla, no dej� lugar a dudas, pero que esta salvaci�n era del Se�or. �Cu�n dulce es observar en todas las victorias espirituales del pueblo del Se�or, que solo el brazo del Se�or trae la salvaci�n!

Versículos 24-46

(24) Y los hombres de Israel se angustiaron aquel d�a, porque Sa�l hab�a conjurado al pueblo, diciendo: Maldito el hombre que comiere cualquier pan hasta la tarde, para que yo me vengue de mis enemigos. As� que ninguna de las personas prob� comida. (25) Y todos los de la tierra llegaron a un bosque; y hab�a miel en el suelo. (26) Y cuando la gente lleg� al bosque, he aqu� que la miel cay�; pero nadie se llev� la mano a la boca, porque el pueblo tem�a el juramento.

(27) Pero Jonat�n no oy� cuando su padre orden� al pueblo el juramento; por tanto, extendi� la punta de la vara que ten�a en la mano, la moj� en un panal de miel y se llev� la mano a la boca; y sus ojos se iluminaron. (28) Entonces respondi� uno del pueblo, y dijo: Tu padre orden� estrictamente al pueblo con un juramento, diciendo: Maldito el hombre que coma hoy. Y la gente se desmay�.

(29) Entonces dijo Jonat�n: Mi padre alborot� la tierra; te ruego que mires c�mo se han iluminado mis ojos, porque prob� un poco de esta miel. (30) �Cu�nto m�s, si acaso el pueblo hubiera comido hoy libremente del bot�n de sus enemigos que encontraron? porque �no hab�a habido ahora una matanza mucho mayor entre los filisteos? (31) Aquel d�a hirieron a los filisteos desde Micmas hasta Ayal�n, y el pueblo se desmay�.

(32) Y el pueblo vol� sobre los despojos, y tom� ovejas, vacas y becerros, y los mat� en el suelo; y el pueblo los comi� con la sangre. (33) Entonces avisaron a Sa�l, diciendo: He aqu�, el pueblo peca contra el SE�OR al comer con la sangre. Y �l dijo: Hab�is transgredido; rodadme hoy una gran piedra. 34) Y Sa�l dijo: Dispersos entre el pueblo, y decidles: Traedme cada uno su buey, y cada uno sus ovejas, y degolladlos aqu� y comed; y no peques contra el SE�OR al comer con la sangre.

Y toda la gente trajo cada uno su buey con �l aquella noche, y los degoll� all�. (35) Y Sa�l edific� un altar a Jehov�, el cual fue el primer altar que edific� a Jehov�. (36) Y Sa�l dijo: Bajemos en pos de los filisteos de noche, y los saqueamos hasta que amanezca, y no dejemos a ninguno de ellos. Y ellos dijeron: Haz todo lo que te parezca bien. Entonces dijo el sacerdote: Acerqu�monos ac� a Dios.

(37) Y Sa�l pidi� consejo a Dios: �Descender� tras los filisteos? �los entregar�s en manos de Israel? Pero �l no le respondi� ese d�a. (38) Y Sa�l dijo: Ac�rcate ac� todos los jefes del pueblo, y sepan y vean en qu� ha sido este pecado hoy. (39) Porque vive Jehov�, que salva a Israel, que aunque sea en Jonat�n mi hijo, de cierto morir�. Pero no hubo un hombre entre toda la gente que le respondiera.

(40) Entonces dijo a todo Israel: Vosotros estar�is a un lado, y yo y Jonat�n mi hijo estaremos al otro lado. Y el pueblo dijo a Sa�l: Haz lo que bien te parezca. (41) Entonces Sa�l dijo a Jehov� Dios de Israel: Da suerte perfecta. Y fueron apresados ??Sa�l y Jonat�n, pero el pueblo escap�. (42) Y Sa�l dijo: Echad suertes entre mi hijo Jonat�n y yo. Y Jonat�n fue apresado. (43) Entonces Sa�l dijo a Jonat�n: Dime lo que has hecho.

Y Jonat�n se lo cont�, y dijo: Prob� un poco de miel con la punta de la vara que ten�a en la mano, y he aqu� que tengo que morir. (44) Y Sa�l respondi�: Dios haga esto y m�s tambi�n; porque ciertamente morir�s, Jonat�n. (45) Y el pueblo dijo a Sa�l: �Morir� Jonat�n, que ha realizado esta gran salvaci�n en Israel? Dios no lo quiera: vive el SE�OR, que ni un cabello de su cabeza caer� a tierra; porque hoy ha obrado con Dios. Entonces el pueblo rescat� a Jonat�n para que no muriera. (46) Entonces Sa�l dej� de seguir a los filisteos, y los filisteos se fueron a su lugar.

Sin duda, hay algo de oscuridad en este pasaje. Toda la conducta de Sa�l fue incorrecta. En un celo falso y equivocado por Israel, somete al pueblo a una fuerte maldici�n, si com�an algo de comida, hasta que terminara la batalla. En esto, no escuchamos de ninguna consulta con el Se�or, ninguna instrucci�n de �l: y sin embargo, el Se�or da una respuesta decidida, se�alando al ofensor, en la persona de Jonat�n. Y, sin embargo, por otro lado, los ojos de Jonat�n estaban tan iluminados al comer la miel, que a partir de este refrigerio, su capacidad para perseguir la victoria ciertamente aument�.

Quiz�s el sentido del pasaje es que los siervos m�s favorecidos del Se�or pueden verse en problemas; y, como Jonat�n, aunque evidentemente levantado por el Se�or, para la liberaci�n de su pueblo, puede sufrir la persecuci�n de aquellos sobre quienes tienen el mayor reclamo de favor. Y probablemente, como Saulo en su estado carnal, cada d�a se apartaba m�s y m�s de Dios, se le permiti� caer bajo el terrible juramento que hab�a hecho por otro, para finalmente convertirse �l mismo en v�ctima.

La secuela de la historia de Saulo muestra esto con demasiada claridad. Y el pecado, al que por su imprudencia, llev� al pueblo, cuando en su hambre extrema, comen la sangre con su comida, parece haber sido una de esas cosas que agravaron sus transgresiones. Ver G�nesis 9:4 . y la nota en el Comentario sobre G�nesis 9:4 .

Versículos 47-52

(47) Entonces Sa�l tom� el reino de Israel, y pele� contra todos sus enemigos por todas partes: contra Moab, contra los hijos de Am�n, contra Edom, contra los reyes de Zoba y contra los filisteos; y dondequiera que se volviera, los irritaba. (48) Reuni� un ej�rcito, derrot� a los amalecitas y libr� a Israel de manos de los que los despojaban. (49) Los hijos de Sa�l fueron Jonat�n, Ishui y Melquis�a; y los nombres de sus dos hijas fueron estos; el nombre del primog�nito Merab, y el nombre del menor Mical. (50) Y el nombre de la mujer de Sa�l era Ahinoam, hija de Ahimaas; y el nombre del capit�n de su ej�rcito, Abner, hijo de Ner, hijo de Sa�l. t�o.

(51) Y Cis fue el padre de Sa�l; y Ner, padre de Abner, era hijo de Abiel. (52) Y hubo una guerra encarnizada contra los filisteos todos los d�as de Sa�l; y cuando Sa�l ve�a a alg�n hombre fuerte o valiente, lo llevaba consigo.

La victoria, que comenz� con medios tan peque�os e insignificantes, como Jonat�n y su escudero, se llev� a cabo con grandes haza�as. Deber�a parecer, como si el Se�or quisiera que Israel aprendiera de ello, cu�nto fue su misericordia para con su pueblo, a pesar de sus inmerecidos. si espiritualizamos el tema, en lo que concierne al pueblo de Dios, ahora se nos muestra la misma lecci�n de gracia. Podemos, sin ir muy lejos en la investigaci�n de nuestras vidas, ver lo suficiente como para descubrir que nuestro �xito est� totalmente en el favor de Dios, no en el m�rito del hombre; que la gracia no es otorgada por nuestros m�ritos, ni retenida por nuestras transgresiones.

La salvaci�n rica y plena de Jes�s, fundada como est� en el amor libre y soberano, como el roc�o del cielo, no espera al hombre, ni se demora en los hijos de los hombres; sino que nos llega por la misericordia del Se�or, y tiene por principio el amor de Dios y por fin la gloria de Dios. Porque de �l, por �l y para �l, son todas las cosas; a �l sea la gloria por los siglos de los siglos. Am�n.

Versículo 52

REFLEXIONES

Haz una pausa en este cap�tulo, alma m�a, y marca, en la historia de Saulo, las consecuencias seguras de la rebeli�n contra Dios. La palabra del Se�or nos asegura que, cuando los caminos de un hombre agradan al Se�or, aun a sus enemigos hace que est�n en paz con �l. Pero, cuando los pecadores descuidan y desprecian al Se�or, �l puede convertir sus propias comodidades en cruces. Y Saulo, aunque est� a la cabeza de un reino, ser� afligido y su corona se llenar� de espinas.

Pero, alma m�a, mientras remarca, como en la historia de este hombre, las consecuencias seguras del pecado, remarca no menos en su historia y en la tuya, cu�n misericordioso es el Se�or, a pesar de todas nuestras m�ltiples transgresiones. El Se�or no retendr� su ira para siempre, porque se deleita en la misericordia. Con alg�n instrumento delgado, como el de Jonat�n, lograr� la liberaci�n de su pueblo. �Oh! alma m�a, aprende a grabar en tu mente esas cosas preciosas de la gracia de Dios.

Y en todas tus m�ltiples inmerecidos, nunca pierdas de vista el amor divino. Y cuando en cualquier momento se presenten pruebas y dificultades para el ejercicio de la fe, mant�n los ojos fijos en Jes�s, para que sea iluminado con los excrementos de su gracia, como lo hizo la miel con �l. Y conf�e en ello, en la fuerza del Se�or Jes�s, se encontrar� que todas las dificultades son como nada. �l puede, y te har� m�s que vencedor, a trav�s de la soberan�a de su poder. Todos los obst�culos, en el camino hacia el cumplimiento de su santo prop�sito, ser�n como nada, porque no hay restricci�n para el Se�or, �l salva, por muchos o por pocos.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Samuel 14". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-samuel-14.html. 1828.