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1 Samuel 2

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

Tenemos en este Cap�tulo, el c�ntico de Ana en su devota acci�n de gracias al Se�or, por su Samuel. Ella hab�a dedicado al ni�o al servicio del Se�or, y luego cierra el tema con alabanza. Adem�s de esto, el Cap�tulo contiene un relato del aumento de la familia de Elcana: del pecado de la familia de Eli; un hombre de Dios enviado para reprender a El�: la amenaza de muerte de los dos hijos de El�, Ofni y Finees, en un d�a: la promesa de la gracia de que Dios se levantar� a s� mismo, un sacerdote fiel, y el estado degradado de la casa de El�.

1 Samuel 2:1

(1) Y Ana or� y dijo: Mi coraz�n se alegra en el SE�OR, mi poder es ensalzado en el SE�OR; mi boca se ensancha sobre mis enemigos; porque me regocijo en tu salvaci�n.

Hay mucho esp�ritu de profec�a, as� como esp�ritu de oraci�n y alabanza, en este himno de Ana y, por lo tanto, exige a�n m�s nuestra atenci�n. Aunque se llama oraci�n, contiene tambi�n un tema de informaci�n para la Iglesia. La misericordia especial que Ana hab�a recibido le da la oportunidad de consolar al pueblo de Dios en todas las �pocas con la seguridad de las misericordias del Se�or para con los dem�s.

Pero principalmente pedir�a al lector que observe cu�nto evangelio contiene y cu�n evidentemente el Esp�ritu Santo debe haber estado derramando sus dulces influencias sobre la mente de Ana, cuando habla como lo hace en este vers�culo, de regocijarse en La salvaci�n de Dios. �No se refiere esto claramente al Se�or Jes�s? �No dijo lo mismo el patriarca moribundo? G�nesis 49:18 . �Y no se llama expresamente Jes�s, la salvaci�n de Jehov�? Isa�as 49:6 .

Versículo 2

(2) No hay santo como el SE�OR, porque no hay nadie fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios.

Ruego al lector que no pase por alto la gran calidez de la devoci�n, expresada en esas palabras. Se nos dice que la santidad sin mancha de Jehov� suscita la adoraci�n incesante de los bienaventurados. Ana celebra primero esta gloriosa perfecci�n de nuestro Dios, que demuestra claramente que uno, y el mismo Esp�ritu, oper� en su mente y en la de ellos. Y aqu�, por cierto, lector, hay un plan abierto a su coraz�n, para ver si el mismo Esp�ritu opera sobre usted.

El c�ntico de los santos y de los �ngeles, y los esp�ritus de los justos perfeccionados, es de la santidad de Jehov�. Nadie m�s que las almas redimidas puede regocijarse en �l. Los demonios y los esp�ritus de las tinieblas saben que Jehov� es santo, pero no pueden amarlo por eso. Pero su pueblo se regocija en esta gloriosa perfecci�n, porque en la santidad de su fianza, el Se�or Jes�s, ven esta santidad glorificada y su redenci�n asegurada eternamente.

Quisiera que el Lector tambi�n considerara, y luego, como el Esp�ritu bendito que lo instruye, juzgue por s� mismo, si Ana cuando llam� a Jehov� una Roca, evidentemente no aludi� a Jes�s, quien en todos los viajes llenos de acontecimientos de Israel, a trav�s del desierto , fue la Roca que los sigui�, y quien el Ap�stol declara decididamente haber sido Cristo. Comp�rese con �xodo 33: 21-22; Exo_17: 6; N�meros 20:8 .

Versículo 3

(3) No hables m�s con orgullo; No salga de tu boca la arrogancia; porque el SE�OR es un Dios de conocimiento, y por �l se pesan las acciones.

Si el lector mira de cerca este vers�culo y el anterior, percibir� que Ana est� comprometida para celebrar varias de las perfecciones divinas de Jehov�. Primero su santidad; luego su Poder; luego su sabidur�a; y luego su Justicia. �Lector! es delicioso contemplar las asombrosas perfecciones de Dios, tal como son en �l mismo. Pero es doblemente as�, cuando los contemplamos, como todos comprometidos en compromisos de pacto, listos en cada ocasi�n, para ser llevados adelante en ejercicio, para la bendici�n y seguridad de su pueblo.

Versículos 4-5

(4) Los arcos de los valientes se quebraron, y los que tropezaron se ci�eron de fuerza. (5) Los que estaban hartos se alquilaron por pan; y cesaron los hambrientos, y la est�ril dio a luz siete; y la que tiene muchos hijos se debilita.

Algunos han pensado que Hannah est� aqu� triunfando sobre Penninah, quien antes la insult�. Pero concibo que la mente de Hannah estaba volando hacia un tema m�s elevado. Es el triunfo de la Iglesia de Jes�s sobre todos sus adversarios lo que ella ten�a en mente. Y aqu� hay un amplio campo para la ilustraci�n de estas preciosas verdades. Los votos carnales, en su propia fuerza, se rompen. Los llenos en su propia justicia son enviados vac�os. Mientras que, por el contrario, el Se�or colma de bienes al hambriento; y las pobres almas est�riles se sacian del pan de vida.

Versículos 6-8

(6) El SE�OR mata y da vida; hace descender al Seol y hace subir. (7) El SE�OR empobrece y enriquece; humilla y enaltece. (8) �l levanta del polvo al pobre y al mendigo del muladar, para ponerlo entre pr�ncipes y para hacerles heredar el trono de gloria; porque las columnas de la tierra son del SE�OR, y �l ha puesto el mundo sobre ellos.

Todas estas son tantas hermosas repeticiones de la misma doctrina importante, al afirmar la soberan�a de Dios sobre todas las cosas, tanto en los reinos de la providencia como de la gracia. Y es dulce cuando el coraz�n encuentra un asentimiento cordial, en todas las circunstancias de nuestra propia guerra. �Lector! �Qu� puede proporcionar una alegr�a m�s s�lida, que la contemplaci�n del Se�or Jes�s, en el car�cter en que Juan lo vio, y que corresponde a lo que aqu� se dice: �l tiene las llaves del infierno y de la muerte? Apocalipsis 1:18 .

Versículos 9-10

(9) Guardar� los pies de sus santos, y los imp�os callar�n en las tinieblas; porque con la fuerza nadie prevalecer�. (10) Los adversarios del SE�OR ser�n quebrantados; Desde los cielos tronar� sobre ellos: Jehov� juzgar� los confines de la tierra; y dar� poder a su rey, y exaltar� el poder de su ungido.

Estas son expresiones muy preciosas, y todas evidentemente se refieren a las misericordias del evangelio. Aqu�, por primera vez, nos encontramos con el t�tulo del Se�or Jes�s, como el Ungido del Padre: uno de los personajes m�s hermosos y distintivos del Redentor; el Mes�as, es decir, el enviado, el Sellado, el Ungido. �Lector! es el gozo y el triunfo peculiar de los seguidores del Se�or Jes�s, que �l es el Cristo de Dios.

Y qu� dulce pensamiento es que nuestro Cristo es el Cristo de Dios. Nuestro elegido es el elegido de Dios. Nuestro Santo, es el Santo de Dios. Para que Jehov� y el pecador aqu� se unan y se re�nan. Ana ciertamente sab�a esto, y bajo el pleno triunfo de ello, declara positivamente que el Se�or guardar� los pies de sus santos. Y si los pies, seguramente, el coraz�n, la cabeza. Y bien deben ser guardados los que el Se�or guarda.

�Oh! preciosa certeza, fundada en un precioso Redentor ungido. Pero esto no es todo. Mientras el Se�or guarda a su pueblo, a los suyos y a sus adversarios, destruir�. Jes�s es nuestro Rey, y pondr� bajo sus pies a todos sus enemigos. De modo que he aqu� la seguridad de que el mismo Se�or ungido salvar� a su pueblo y consumir� por completo a sus enemigos. �Que perezcan, pues, todos tus enemigos, oh Se�or! fue el final del c�ntico de D�bora, como est� profetizado aqu� al final del c�ntico de Ana: mientras que los que le aman ser�n como el sol cuando sale con su fuerza. Jueces 5:31 .

Versículo 11

(11) ?� Y Elcana fue a Ram� a su casa. Y el ni�o ministraba al SE�OR delante del sacerdote El�.

Mientras Elcana regresa a su casa con su familia, el ni�o Samuel queda bajo el ministerio de El�. Es dulce e interesante contemplar la temprana introducci�n de los ni�os al servicio de Dios. Este fue el elogio de Timoteo; 2 Timoteo 3:15 .

Versículo 12

(12) Los hijos de El� fueron hijos de Belial; no conocieron al SE�OR.

Ruego al lector que no pase por alto la expresi�n, no conoc�an al Se�or; es decir, no conoc�an al Se�or en forma de comuni�n y compa�erismo. Lo conoc�an por el relato de o�das de su Hacedor, pero no de una manera de gracia. �Y qu� terrible relato da el Se�or mismo de todos estos ministros en el d�a del juicio? Ver Mateo 7:22 .

Versículos 13-17

(13) Y la costumbre de los sacerdotes con el pueblo era que cuando alguno ofrec�a sacrificio, ven�a el criado del sacerdote, mientras la carne estaba hirviendo, con un garfio de tres dientes en la mano; (14) Y lo met�a en la olla, o en la olla, o en el caldero, o en la olla; Todo lo que tra�a el anzuelo, el sacerdote se lo llevaba. As� hicieron en Silo con todos los israelitas que vinieron all�. (15) Tambi�n antes de quemar la grosura, vino el criado del sacerdote y dijo al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no querr� de ti carne cocida, sino cruda.

(16) Y si alguien le dijera: No deje de quemar la grosura ahora, y luego tome todo lo que desee tu alma; entonces �l le contestar�a que no; pero t� me lo dar�s ahora; y si no, lo tomar� por la fuerza. (17) Por tanto, el pecado de los j�venes fue muy grande delante de Jehov�; porque los hombres aborrecieron la ofrenda de Jehov�.

Incluyo todos estos vers�culos dentro de un punto de vista, y una visi�n triste que exhiben del horrible estado de los hijos de El� en su conducta ante el Se�or. �Ay, ay! �Qu� mente miserable deben haber pose�do estos j�venes, por la cual su pecado no solo fue grande ante el Se�or, sino que incluso la mente del pueblo fue desviada de ese modo para aborrecer la ofrenda del Se�or! Quiero que el lector observe c�mo el Se�or habla de personajes tan horribles, Malaqu�as 2:8 .

Versículos 18-19

(18) Pero Samuel, siendo ni�o, ministraba delante del SE�OR y se ce��a un efod de lino. (19) Su madre tambi�n le hac�a una t�nica y se la tra�a de a�o en a�o, cuando sub�a con su marido para ofrecer el sacrificio anual.

Como Rameh no estaba a m�s de diez u once millas de Shiloh, probablemente hubo una comunicaci�n m�s frecuente entre Samuel y sus padres. El Esp�ritu Santo solo tiene ocasi�n en este lugar para comentar c�mo Samuel se vest�a anualmente de la atenci�n de su madre. El efod de lino que llevaba era la distinci�n de los levitas.

Versículos 20-21

(20) Y El� bendijo a Elcana y a su mujer, y dijo: El SE�OR te d� simiente de esta mujer para el pr�stamo que se preste al SE�OR. Y se fueron a su propia casa. (21) Y visit� Jehov� a Ana, y ella concibi� y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el ni�o Samuel creci� delante del SE�OR.

�Cu�nto ganan los que dan al Se�or! La observaci�n de Salom�n est� bien fundada; El que se compadece del pobre, presta al Se�or; y mira lo que ha dado, se lo devolver�. Proverbios 19:17 .

Versículos 22-24

(22) El� era muy viejo y oy� todo lo que sus hijos hac�an con todo Israel; y c�mo se acostaron con las mujeres que se hab�an reunido a la puerta del tabern�culo de reuni�n. (23) Y les dijo: �Por qu� hac�is tales cosas? porque he o�do de tus malas acciones por parte de todo este pueblo. (24) No, hijos m�os; porque no es buen informe lo que oigo: hac�is transgredir al pueblo de Jehov�.

No parece que El� mismo estuviera preocupado por este mal de su casa. Sin duda, hab�a educado a sus hijos en el conocimiento del Se�or. Quiz�s estaba demasiado relajado en la disciplina de su familia; y sus reprensiones no fueron tan duras como deber�an haber sido. �Pero lector! no dej�is de recordar que la gracia no es hereditaria. De lo que sigue en la �ltima parte de este cap�tulo, parece que El� no entr� en la vista completa de la enormidad de la transgresi�n de sus hijos. No escuchamos de ninguna oraci�n o clamor que envi� a Dios para reclamarlos.

Versículo 25

(25) Si un hombre peca contra otro, el juez lo juzgar�; pero si alguno peca contra el SE�OR, �qui�n rogar� por �l? Sin embargo, no escucharon la voz de su padre, porque el SE�OR los matar�a.

Qu� dulce verso es este, extra�do de la familia de El� y aplicado al caso de los cristianos en general. �Qui�n rogar� por el pecador? Yo respondo, Jes�s; porque as� dice Juan: "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo, y �l es la propiciaci�n por nuestros pecados". Precioso Redentor! eres nuestro Abogado y Propiciaci�n; nuestro Juez y Salvador. T� eres todo lo que necesitamos, por las transgresiones de nuestra naturaleza.

1 Juan 2:1 . Observe c�mo el pecado endurece el coraz�n, en el caso de los hijos de El�. El Se�or los hab�a entregado a una ceguera judicial. �Oh! por gracia a todos los pobres pecadores, para ofrecer continuamente la oraci�n de la Iglesia: "�De toda ceguera de coraz�n, l�branos, buen Se�or!

Versículo 26

(26) Y el ni�o Samuel creci� y goz� de gracia tanto con el SE�OR como con los hombres.

C�mo la mente del Lector se alivia una y otra vez en este relato melanc�lico de los hijos de El�, en la relaci�n que da el Esp�ritu Santo, del estado progresivo de Samuel en los caminos del Se�or. �Lector! �No os trae esto a la memoria lo que se dice aqu� del Se�or de Samuel? Ver Lucas 2:52 .

Versículo 27

(27) Y vino un var�n de Dios a El� y le dijo: As� ha dicho Jehov�: �Me he aparecido claramente en la casa de tu padre cuando estaban en Egipto, en la casa de Fara�n?

Observe con qu� solemne introducci�n se menciona aqu� al hombre de Dios; y qu� mensaje m�s espantoso trajo. Probablemente la revelaci�n de la que se habla aqu�, de la aparici�n del Se�or en la casa de su padre, se refiri� a la liberaci�n general de Israel de la servidumbre de Egipto; o si se aludi� a algo m�s personal o particular, podr�a haber sido la aparici�n del Se�or a Aar�n, el gran padre de los levitas. �xodo 4:27 .

Versículo 28

(28) �Y lo eleg� de entre todas las tribus de Israel para que fuera mi sacerdote, para ofrecerlo sobre mi altar, para quemar incienso, para llevar un efod delante de m�? �y di a la casa de tu padre todas las ofrendas encendidas de los hijos de Israel?

Aar�n fue elegido eminentemente y apartado para el oficio sacerdotal; y por tanto se convirti� en objeto de envidia. Ver N�meros 16:8 .

Versículo 29

(29) Por tanto, dais coces a mi sacrificio y a mi ofrenda que orden� en mi morada; �Y honras a tus hijos m�s que a m�, engordando con lo mejor de todas las ofrendas de Israel mi pueblo?

Deber�a parecer m�s que probable a partir de ah�, que aunque El� mismo no cometi� el pecado de profanaci�n aqu� acusado sobre sus hijos, sin embargo, le gui�� un ojo y particip� en el saqueo. Porque de otra manera no se podr�a decir que se hubiera engordado con las principales ofrendas del pueblo. Sea como fuere, es cierto que, por la severidad de la reprensi�n que el hombre de Dios ten�a por encargo de entregar a El�, el anciano sacerdote no era tan celoso como deber�a haber sido por el honor de Dios; pero, en lugar de deshonrar a sus hijos y sacarlos de su cargo, se content� con hacer una simple protesta. �Pobre de m�! c�mo la naturaleza y los sentimientos naturales ciegan el ojo a la mirada fija de la gloria y el honor de Dios.

Versículo 30

(30) Por tanto, el SE�OR Dios de Israel dice: Ciertamente dije que tu casa y la casa de tu padre andar�an delante de m� para siempre; pero ahora dice el SE�OR: Al�jate de m�; a los que me honran honrar�, y los que me desprecian ser�n tenidos en poco.

Es cierto que en la primera concesi�n del sacerdocio a Aar�n, la concesi�n era condicional. Y es notable que El� descendiera del hijo menor de Aar�n, Itamar, y no de Eleazar, el mayor. Pero no se toma en cuenta en la historia sagrada, c�mo se hab�a transferido de la familia de Eleazar a la de Ithamar, como en el caso de El� debi� haberse hecho. Pero concibo que un objeto infinitamente superior el Esp�ritu Santo tiene en vista, en la expresi�n contenida en este vers�culo, y que est� destinado a transmitir la abolici�n total de la dispensaci�n lev�tica, mediante la introducci�n del evangelio en el Se�or Jes�s.

�l es en verdad el gran Sumo Sacerdote, que ha honrado debidamente la justa ley de su Padre, y como tal, Jehov� est� comprometido a honrarlo. Y todos sus hijos son as� hechos reyes y sacerdotes para Dios y el Padre. �El dulce Jes�s! eres sacerdote para siempre, y de sacerdocio eterno. Y t� haces preciosas las ofrendas de tu pueblo en tu salvaci�n; porque t� eres el sacerdote y la ofrenda y el altar que santifica la ofrenda.

Versículos 31-33

(31) He aqu� vienen d�as en que cortar� tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, y no habr� anciano en tu casa. (32) Y ver�s enemigo en mi morada, en todas las riquezas que Dios dar� a Israel; y no habr� anciano en tu casa para siempre. (33) Y tu var�n, a quien no cortar� de mi altar, consumir� tus ojos y entristecer� tu coraz�n; y todos los frutos de tu casa morir�n en la flor de su edad.

Estas son denuncias horribles, y van acompa�adas tanto de se�ales espantosas como del comienzo de la amenaza de visita. Perder a los dos hijos en un d�a; y que El� mismo fuera el testigo de esta visitaci�n, es una prueba de que todos los dem�s males amenazados seguramente vendr�an en su tiempo. Ver 1 Samuel 4:17 .

�Y qu� triste cat�logo iba a seguir? Ninguno de los miembros de la raza de Eli deber�a vivir mucho tiempo; no habr� anciano en tu casa para siempre; que la familia de El� vea enemigo en la morada de Dios; tal vez hombres imp�os ejerciendo el oficio sacerdotal; los de la familia de El�, a los que se les permiti� vivir, deber�an ser m�s que para oprobio ; tal vez viviendo de una manera escandalosa: y que tan lejos de estar en el ejercicio del sacerdocio, que de haber sido bien dirigido, se habr�a perpetuado en la familia de El�, los oficios m�s bajos de los sirvientes de los sacerdotes, deb�an buscarse ansiosamente despu�s por su posteridad para evitar que mueran de hambre.

�He aqu�, lector! las terribles consecuencias del pecado. Vea en los tristes ejemplos de Ofni y Finees, que cuando los obsequios m�s bondadosos del pueblo no los satisfac�an; su posteridad necesitar� un bocado de pan. Observa ese espantoso pasaje de las Escrituras que se cumple de manera sorprendente, al visitar la iniquidad de los padres sobre los hijos. �xodo 20:5 .

Quiz�s esta visita a la familia de El� se mostr�, adem�s de casos menores, de manera m�s sorprendente en los d�as de Salom�n, cuando Abiatar, que estaba entre los descendientes de El�, fue expulsado del oficio del sacerdote. 1 Reyes 1:49 ; 1 Reyes 1:49 .

Versículos 34-35

(34) Y esto te ser� por se�al que vendr� sobre tus dos hijos, Ofni y Finees; en un d�a morir�n los dos. (35) Y me levantar� sacerdote fiel, que har� conforme a lo que est� en mi coraz�n y en mi mente; y le edificar� casa segura; y andar� delante de mi ungido para siempre.

En medio de todas las terribles denuncias sobre la familia y la posteridad de El�, �qu� preciosa escritura, qu� preciosa promesa, entra aqu� para consolar la mente? No puedo pensar, como algunos han pensado, que esta escritura tuvo su cumplimiento en la persona de Sadoc, y que el ungido, ante quien se dice que caminaba este fiel sacerdote, significaba David, rey de Israel. Seguramente, lector, nadie m�s que el bendito Jes�s podr�a merecer el t�tulo de fiel sacerdote.

Ninguno podr�a ser considerado como el verdaderamente ungido de Dios, sino Aquel a quien el Esp�ritu fue dado sin medida, y quien en verdad fue ungido para ser, al mismo tiempo, el Profeta, el Sacerdote y el Rey de su pueblo. poblado. Si pareciera que surgiera alguna dificultad en la mente del lector, �c�mo Jes�s podr�a ser este fiel sacerdote y, sin embargo, caminar delante de s� mismo, por as� decirlo, en su otro car�cter, como el ungido de Jehov�; esta objeci�n se elimina de inmediato, considerando solo cu�n imposible ser�a prefigurar a quien ocupa todos los cargos, a menos que sea por esos medios.

De ah� Jos�, quien en todos los grandes acontecimientos de su descenso a Egipto; encarcelado, exaltado a la diestra de Fara�n, y gobernador de toda la tierra; En todos estos, y en otros innumerables rasgos de car�cter, tipificaba con m�s fuerza al Se�or Jes�s: sin embargo, Jud�, quien como se�al� notablemente al Se�or Jes�s, en su dulce oficio de Intercesor, es, en esa misma historia, representado intercediendo ante Jos�. .

Por lo tanto, nunca debemos estirar tanto ninguna parte de la palabra sagrada, como para no recordar la imposibilidad de representar las cosas divinas, por humanos, de otra manera que en parte. Sin duda, en todo el santo volumen, Jes�s es la suma y la sustancia. A �l se refiere todo tipo; todo sacrificio se�ala: en �l se cumplen todas las promesas; y se explica cada profec�a, Jes�s es el Alfa y la Omega de todos; o, como habla Pablo, Cristo es todo, y en todos. Colosenses 3:11 .

Versículo 36

REFLEXIONES

�LECTOR! Qu�dese quieto y contemple plenamente el car�cter de Ana, y observe c�mo el arpa que antes colgaba del sauce, ahora se enciende y suena para alabanza de Jehov�. Mira, c�mo se cambia su nota. Y el rostro que antes estaba triste, ahora se ilumina en alabanza y acci�n de gracias. Y al destacar los benditos efectos de la gracia, en la experiencia de esta mujer; no pase por alto el rasgo principal de la misma, en el sentido de que su canto de gozo no est� dirigido meramente a alabar a Dios por su don, sino a alabar al gran Dador.

No se detiene en la hermosura de su Samuel y celebra, como se supone que har�a un padre cari�oso, los rasgos de su cuerpo o los rasgos prometedores de su mente. Pero toda su alma parece estar absorta en adorar al Dios y dador de su Samuel. �Oh! �Cu�n deliciosamente presenta la santidad, la fidelidad, la bondad y la sabidur�a de un Dios que escucha y contesta las oraciones! salvaci�n.

�Lector! no pase por alto que este precioso Dios del pacto es el Dios del creyente en Jes�s, en todas las generaciones. Es el mismo ayer, hoy y siempre. �Y por qu� no deber�amos t� y yo encontrar la misma confianza? �Oh! por la gracia para adoptar la misma seguridad de fe, y en la contemplaci�n de todas sus ricas misericordias en Jes�s, para clamar, con uno de los antiguos, porque este Dios es nuestro Dios, por los siglos de los siglos; �l ser� nuestro gu�a hasta la muerte.

Mientras que el triste contraste con la canci�n de Ana, en el terrible ejemplo de la familia de El�, debe llenar nuestras mentes con reflexiones adecuadas, y hacer que la oraci�n se mantenga alejada de todas las transgresiones presuntuosas; Dej�monos de lamentarnos por el estado miserable y corrupto de todos los ministerios lev�ticos y sacerdotales, dirijamos nuestros pensamientos e invoquemos nuestros m�s c�lidos afectos a Jes�s, ese fiel sacerdote de Dios nuestro Padre, Mediador de un mejor pacto, fundado en mejores promesas.

�S�! T�, claro Redentor, eres en verdad el sacerdote fiel que nuestro Dios prometi� levantar. Todo lo has hecho, conforme a lo que hab�a en tu coraz�n y en el de nuestro Padre, y en su mente. Y Dios nuestro Padre te ha edificado casa segura para siempre. �Oh! Concede, gran Melquisedeck, que nosotros, a quienes en el pasado hiciste reyes y sacerdotes para Dios y tu Padre, caminemos delante de ti, el ungido del Se�or, para siempre. Y danos a regocijarnos de tener tal Sumo Sacerdote, que es santo, inofensivo, sin mancha, separado de los pecadores y hecho m�s alto que los cielos.

Y mientras, como en el caso de El�, percibimos que ninguno de los hijos de Aar�n, cuya raza es mortal, y cuya estirpe corrupta, puede estar exento de pecado: aunque la ley haga sumos sacerdotes a hombres enfermos; la palabra del juramento, que fue desde la ley, hace al Hijo, que es consagrado para siempre.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Samuel 2". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-samuel-2.html. 1828.