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Bible Commentaries
1 Samuel 23

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

Este es un cap�tulo interesante, y contiene algunas dulces instrucciones pr�cticas para el creyente ejercitado, en sus puntos de vista de lo que aqu� se registra en la vida de David. Sa�l todav�a lo persigue para matarlo; Jehov� obra por David liberaci�n de los hombres de Keila; sin embargo, los hombres de Keila ten�an la intenci�n de entregar a David en manos de Sa�l. David se retira al desierto de Zif, y all� tiene una entrevista con Jonat�n; pero tras la traici�n de Zif, al invitar a Sa�l a venir y tomarlo, David escapa de all� y se retira a las fortalezas de En-gedi.

Versículos 1-4

(1) Entonces dieron aviso a David, diciendo: He aqu�, los filisteos pelean contra Keila y saquean la era. (2) Entonces David consult� a Jehov�, diciendo: �Ir� y herir� a estos filisteos? Y el SE�OR dijo a David: Ve, ataca a los filisteos y salva a Keila. (3) Y los hombres de David le dijeron: He aqu�, tenemos miedo aqu� en Jud�; �cu�nto m�s si llegamos a Keila contra los ej�rcitos de los filisteos? (4) Entonces David volvi� a consultar al SE�OR. Y el SE�OR le respondi� y dijo: Lev�ntate, desciende a Keila; porque entregar� a los filisteos en tus manos.

Si el lector consulta el cap�tulo anterior, en el quinto vers�culo, donde el profeta Gad le pide a David que vaya a la tierra de Jud�, entonces descubrir� tanto la causa de este rescate que el Se�or le ha destinado a Keila, como que podr�a tener un siervo del Se�or en la persona de Gad para su instructor en todos los casos dudosos. Es dulce en las providencias rastrear la mano del Se�or y conectar un evento con otro, a fin de observar los tratos del Se�or con su pueblo.

Pero es a�n m�s dulce contemplar, en los trazos de los ejercicios del pueblo del Se�or, cierta semejanza, por d�bil que sea, con Jes�s. En medio de todas las angustias privadas de David, el amor de Israel era lo m�s importante en su coraz�n. Pero �oh! Cu�n reducida es esta visi�n de David en comparaci�n con el Se�or de David, quien, en todas sus agon�as en el huerto y en el camino a la cruz, hubiera reprimido las l�grimas de las hijas de Jerusal�n, que estaban derramando por �l, para derramarlos sobre la amada Jerusal�n. Lucas 23:28 .

Versículo 5

(5) Entonces David y sus hombres fueron a Keila, y pelearon contra los filisteos, se llevaron sus ganados y los hirieron con una gran matanza. Entonces David salv� a los habitantes de Keila.

Qu� bendito testimonio fue esta victoria de que el Se�or estaba con David. Seguramente, lector, el Se�or da muestras, muchas muestras de amor por cierto, en medio de nuestros tristes caminos, si nos dimos cuenta, de su presencia y favor.

Versículo 6

(6) Y sucedi� que cuando Abiatar, hijo de Ahimelec, huy� a donde estaba David, en Keila, descendi� con un efod en la mano.

No fue una muestra insignificante de este ni del mismo favor, en el que el sacerdote trajo consigo el efod al desierto; porque, como David fue cortado de la casa del Se�or, fue agradable, y especialmente en aquellos d�as, que tienen los s�mbolos de su adoraci�n. El Urim y el Tumim estaban en el efod: y David, sin duda, los consider� como luces y perfecciones para instruirlo. Pero, lector, no pase por alto nuestros privilegios superiores.

Ya no necesitamos el Urim, ni el Tumim, el efod, ni el altar. En Cristo lo tenemos todo: �l es la suma y la sustancia, de los cuales esos s�mbolos eran la sombra y la figura. �Oh! precioso Jes�s! s� t� mi Sumo Sacerdote, mi Efod, mi Urim y Tumim, ambos Altar y Sacrificio. Sobre ti ofrecer� todas mis pobres ofrendas; y de ti recibir� todo lo que necesito.

Versículo 7

(7) ?� Y le dijeron a Sa�l que David hab�a llegado a Keila. Y Sa�l dijo: Dios lo ha entregado en mi mano; porque est� encerrado, entrando en una ciudad que tiene puertas y rejas.

Ruego al lector, a lo largo de toda la historia de Saulo, que marque conmigo el progreso del pecado. Ha llegado a ese grado de madurez en la iniquidad, que ahora no solo se ha quitado la m�scara al perseguir abiertamente a David, sino que se atreve a unirse a Dios mismo con �l como comprometido en su causa. As�, lector, nos dice el ap�stol, que los hombres malos y los enga�adores ir�n de mal en peor, enga�ando y siendo enga�ados. 2 Timoteo 3:13 .

Versículos 8-9

(8) Y Sa�l convoc� a todo el pueblo a la guerra, para bajar a Keila y sitiar a David y a sus hombres. (9) Y David sab�a que Sa�l en secreto le hac�a da�o; y dijo al sacerdote Abiatar: Trae el efod.

Esto proporciona una interesante visi�n de David. En su angustia, �qu� hace? No toma consejo de sus amigos, no compromete nada con sus propias fuerzas; pero �l vuela hacia el Se�or: trae aqu� el efod. Lector, adoptemos lo mismo en todas nuestras pruebas menores. �A d�nde ir�n los cansados ??con sus angustias, sino al Se�or? �Traiga aqu�, dir�a yo, la palabra de Dios, y d�jeme buscar consejo all�! �Oh! es un gran privilegio tener un Dios en Cristo a quien acudir, quien est� comprometido en un pacto para liberar a su pueblo; �Y cu�ndo es m�s probable que cuando lo invocan?

Versículos 10-13

(10) Entonces dijo David: Oh SE�OR, Dios de Israel, tu siervo ciertamente ha o�do que Sa�l quiere venir a Keila para destruir la ciudad por mi causa. (11) �Me entregar�n los de Keila en sus manos? �Bajar� Sa�l, como ha o�do tu siervo? Te ruego, oh SE�OR, Dios de Israel, que lo digas a tu siervo. Y el SE�OR dijo: Descender�. (12) Entonces dijo David: �Me entregar�n los de Keila a m� y a mis hombres en manos de Sa�l? Y el SE�OR dijo: Te entregar�n.

(13) Entonces David y sus hombres, que eran unos seiscientos, se levantaron y salieron de Keila, y fueron adonde pod�an. Y le dijeron a Sa�l que David se hab�a escapado de Keila; y se abstuvo de salir.

La pregunta de David y las respuestas del Se�or se adecuaban a sus circunstancias actuales. No era que Sa�l bajara, sino que ten�a la intenci�n de bajar; y, por lo tanto, implicaba la necesidad de la partida de David. El Se�or se complace en proporcionar las providencias adecuadas, cuando tales cosas respondan a su bendito prop�sito, sin salirse del camino ordinario, para liberar a sus siervos.

Versículos 14-15

(14) Y David se qued� en el desierto en fortalezas, y se qued� en un monte en el desierto de Zif. Y Sa�l lo buscaba todos los d�as, pero Dios no lo entreg� en sus manos. (15) Y vio David que Sa�l hab�a salido a buscar su vida; y estaba David en el desierto de Zif, en un bosque.

Todos los d�as Sa�l procur� cumplir sus prop�sitos, y todos los d�as, el Se�or entreg� a menudo a su siervo. Tales son las liberaciones del Se�or para todo su pueblo. �Oh! cu�n precioso ser�a para las almas de los fieles, si todos los d�as vivieran, cuidaran la casa y se deleitaran con esto; porque la verdad es cierta; el Se�or mismo dice: Yo, el Se�or, lo guardo; Lo regar� en todo momento: para que nadie lo lastime, lo guardar� de d�a y de noche. Isa�as 27:3 .

Versículos 16-18

(16) Y se levant� Jonat�n el hijo de Sa�l, y fue a David al bosque, y fortaleci� su mano en Dios. (17) Y �l le dijo: No temas, porque la mano de Sa�l mi padre no te encontrar�; y t� ser�s rey de Israel, y yo ser� junto a ti; y eso tambi�n lo sabe Sa�l mi padre. (18) E hicieron pacto los dos delante de Jehov�; y David se qued� en el bosque, y Jonat�n se fue a su casa.

Debe haber sido algo muy refrescante para el coraz�n de David, esta entrevista con Jonat�n. Y, sin duda, el Se�or gentilmente hizo que sucediera como un alivio para el pobre David, para soportarlo en su angustia. Pero, lector, espero que no necesites que te recuerde que si la visita de Jonat�n fue tan dulce y oportuna para David, �cu�les deben ser sus visitas a sus pobres en apuros, que es un Amigo en todo momento? y un Hermano nacido para la adversidad? Ciertamente, querido Jes�s, si la bondad, la amistad y el amor de Jonat�n fueron tan constantes, bien puedo depender de ti, cuyo amor es eterno y cuya amistad es como t�, el mismo ayer, y hoy, y para siempre.

�Veo a Jonat�n, una pobre criatura como yo, y cuya amistad, en lo m�s alto, no podr�a ser m�s que amistad de criaturas, fiel a su David? y dudar� cada vez m�s de tu amor, de tu amistad, querido Jes�s, cuando ambos son el resultado de los afectos del Creador y del Redentor. �Oh! por la gracia de contemplar tus frecuentes visitas en los bosques de este mundo y el estado del desierto, y con la misma frecuencia para renovar los compromisos del pacto delante de Jehov�, en los que t� has prometido ser mi porci�n, y yo ser la compra de tu sangre para siempre .

Versículos 19-26

(19) Entonces subieron los de Zif a Sa�l en Guibe�, diciendo: �No se esconde David con nosotros en fortalezas en el bosque, en la colina de Hachila, que est� al sur de Jesim�n? (20) Ahora pues, oh rey, desciende conforme a todo el deseo de tu alma de descender; y nuestra parte ser� entregarlo en manos del rey. (21) Y Sa�l dijo: Benditos vosotros del SE�OR; porque ten�is compasi�n de m�.

(22) Vayan, les ruego, preparen todav�a, y conozcan y vean su lugar donde est� su guarida, y qui�n lo ha visto all�; porque se me ha dicho que trata muy sutilmente. (23) Mira, pues, y conoce todos los lugares al acecho donde se esconde, y vuelve a m� con la certeza, y yo ir� contigo; y suceder�, si est� en la tierra, que lo buscar� por todos los millares de Jud�.

(24) Y ellos se levantaron y fueron a Zif delante de Sa�l; pero David y sus hombres estaban en el desierto de Ma�n, en la llanura al sur de Jesim�n. (25) Tambi�n Sa�l y sus hombres fueron a buscarlo. Y se lo dijeron a David: por tanto, descendi� a una pe�a y se qued� en el desierto de Ma�n. Cuando Sa�l oy� eso, sigui� a David por el desierto de Ma�n. (26) Y Sa�l fue a este lado del monte, y David y sus hombres al otro lado del monte; y David se apresur� a huir por temor a Sa�l; porque Sa�l y sus hombres rodearon a David y sus hombres para tomarlos.

Tenemos motivos para bendecir a Dios por estos continuos ejercicios de David, por dolorosos que sean para �l, nos resultan provechosos. Esos dos preciosos Salmos, Salmo 54:1 y Salmo 63:1 , fueron escritos por �l en esas ocasiones, como el lector percibir� al consultarlos en la portada.

Y, lector, puede estar seguro de que la vida en gracia ser� especialmente honrada por el Se�or, es decir, peculiarmente marcada con situaciones para el ejercicio de la gracia y la fe, y la demostraci�n de la fidelidad de Dios al llevar al creyente a trav�s de ellas. Si el Se�or ha prometido su presencia a su pueblo en la aflicci�n, �no deben ser llevados a problemas para que se cumpla esa preciosa promesa?

Versículos 27-29

(27) Pero vino un mensajero a Sa�l, diciendo: Date prisa, y ven; porque los filisteos han invadido la tierra. (28) Por tanto, Sa�l dej� de perseguir a David y fue contra los filisteos; por eso llamaron a aquel lugar Selahammahlekoth. (29) David subi� de all� y habit� en fortalezas en Engedi.

La palabra hebrea Sela-hammah-lekoth, significa la roca de las divisiones. �Y no hay una divisi�n eterna entre los Sa�l y los David en todas las edades de la iglesia? Lector, observe c�mo, en el mismo momento de la inevitable destrucci�n, como deber�a parecernos, el Se�or aparta al enemigo de la persecuci�n: as� es el caso de Sa�l frente a David. Y en un caso a�n m�s notable, en el caso de otro Saulo, en los tiempos del evangelio, cuando estaba amenazando y exhalando nada m�s que muerte y matanza contra los disc�pulos del Se�or.

Es dulce rastrear la mano del Se�or en nuestras liberaciones. Vea esas escrituras; Hechos 9:1 e Isa�as 37:28 .

Versículo 29

REFLEXIONES

LECTOR, hagamos una pausa en la lectura de este cap�tulo, si no es con otro prop�sito que el de comentar el cuidado misericordioso de un Dios del pacto sobre su pueblo; y observar que, aunque muchas son las aflicciones de los justos, el Se�or libra de todas ellas. Pero aprendamos m�s a partir de su vista, cu�n bondadosamente el mismo Se�or misericordioso soporta las pruebas de su pueblo y hace que su espalda se adapte a su carga; que como es su d�a, as� ser� su fuerza.

Seguramente nada m�s que la gracia del Se�or podr�a haber sido suficiente para haber sostenido la mente de David bajo tan pesadas aflicciones. Y qui�n, as� apoyado, pero debe haber sido obligado a decir lo que dijo; �Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos? si la angustia, la malicia y la persecuci�n de nuestros enemigos, se conviertan en los medios, en la mano de nuestro Dios m�s sabio y misericordioso, para hacer que nuestro coraz�n viva en �l; y si (como es m�s probable) sin estos ejercicios, nuestro coraz�n no se encontrar�a tan unido al Se�or; �Oh! que no desear�a ser expulsado de toda comodidad de criatura, para que podamos experimentar un gozo tan dulce y santo como lo hizo David, en comuni�n con Dios.

Pero principalmente, a partir de la lectura de este cap�tulo, perm�tanos, lector, mirar a Jes�s. �No estaba ese precioso Cordero de Dios representado en todos los problemas de David? �Sa�l caz� a David de ciudad en ciudad y de un lugar a otro? �Y podemos olvidar c�mo los fuertes toros de Bas�n lo acosaron alrededor, hasta que su fuerza se derram� como agua? y su coraz�n, como cera, se derriti� en sus entra�as. �S�! �T� querid�simo Jes�s, Se�or e Hijo de David! Fuiste expuesto a la ira de los demonios y de los imp�os en el d�a de tu aflicci�n.

Soportaste tal contradicci�n de los pecadores contra ti mismo; y fuiste sometido a opresi�n y sufrimiento, hasta que tu vida fue hecha ofrenda y sacrificio por el pecado. Pero aqu�, bendito Jes�s, en vista de tus inigualables sufrimientos, que siempre conecte con ella la causa. Todo esto no fue para ti, sino para tu pueblo. En medio de todo, t� eras santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho m�s alto que los cielos.

Y cuando te veo en estas situaciones de prueba y sufrimiento, y te veo personificando a tu pueblo, el heredero de todas las cosas, y sin embargo, sin d�nde recostar tu cabeza; el resplandor de la gloria de tu Padre y, sin embargo, tu rostro estrope� m�s que el de cualquier hombre: el asombro, la alabanza, la adoraci�n de los �ngeles, y sin embargo, como t� mismo dijiste, un gusano y nadie; oprobio de los hombres y marginado del pueblo. �Oh! Precioso, precioso Jes�s, qu� amor debe haber encendido tu coraz�n, para que llegues a ser todo esto, e infinitamente m�s que esto, incluso pecado por nosotros, para que podamos ser hechos justicia de Dios en ti.

�Granizo! santo Salvador! misericordioso Se�or Dios, Emmanuel! a�ade una bendici�n m�s, e inclina todo coraz�n a amarte, para que toda rodilla se doble ante ti, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Se�or, para gloria de Dios Padre. Am�n.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Samuel 23". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-samuel-23.html. 1828.
 
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