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Bible Commentaries
1 Samuel 9

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

En este Cap�tulo, el historiador sagrado primero nos presenta a Sa�l, a quien Dios hab�a determinado previamente nombrar rey de Israel. Por una providencia dominante, Sa�l, que estaba en busca de los asnos de su padre que se hab�an perdido, es llevado a Samuel. Y Samuel, amonestado en privado por Dios, le da a Sa�l el primer indicio del plan del Se�or con respecto a �l.

Versículos 1-2

(1) Hab�a un var�n de Benjam�n, que se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Sof�a, benjamita, valiente. (2) Y tuvo un hijo, que se llamaba Sa�l, un joven escogido y bueno; y no hab�a entre los hijos de Israel una persona m�s buena que �l: de hombros hacia arriba era m�s alto que cualquiera de los gente.

Primero se anota el �rbol geneal�gico de Saulo y luego se dibuja a l�piz el retrato de su persona. Es digno de la observaci�n del lector en los primeros esbozos de Saulo, que si bien su persona se destaca as� para la mayor ventaja, no se dice una palabra sobre las cualidades de la mente. �Querid�simo Jes�s! En los d�as de tu carne se dice de ti que tu rostro estaba m�s estropeado que el de ning�n hombre, y tu forma m�s que la de los hijos de los hombres.

Se�or, ens��ame desde aqu� a no juzgar por las apariencias. La hija del rey es gloriosa por dentro. Isa�as 52:15 ; Salmo 45:13 .

Versículos 3-5

(3) ?� Y los asnos del padre de Kish Sa�l se perdieron. Y Cis dijo a su hijo Sa�l: Toma ahora a uno de los siervos contigo, y lev�ntate, ve a buscar las asnas. (4) Y pas� por el monte de Efra�n, y pas� por la tierra de Salisha, pero no los encontraron; luego pasaron por la tierra de Shalim, y all� no estaban; y pas� por la tierra de Benjam�n, pero no los encontraron. (5) Cuando llegaron a la tierra de Zuf, Sa�l dijo a su criado que estaba con �l: Ven, volvamos; no sea que mi padre deje de cuidar los asnos y se preocupe por nosotros.

Es verdaderamente instructivo observar c�mo el Se�or en su Providencia anula y realiza los m�s grandes designios con los medios m�s esbeltos. El vagar de los asnos sent� las bases para que Sa�l los buscara; y al no encontrarlos, volvi� a allanar el camino para acercarlo a Samuel. As�, el Se�or a veces obra sin medios y otras con medios; pero es dulce, en las etapas posteriores, mirar hacia atr�s y ver c�mo el Se�or est� llevando a cabo, en todo lo que parecemos estar urdiendo y ordenando, un plan establecido de bondad y misericordia con respecto a nosotros.

Por tanto, la iglesia llega a una hermosa conclusi�n del amor de Dios a su pueblo, despu�s de dar una larga relaci�n de sus tratos con ellos: el que sea sabio meditar� sobre estas cosas y comprender� la bondad amorosa del Se�or. Salmo 107:43 .

Versículos 6-9

(6) Y le dijo: He aqu�, hay en esta ciudad un hombre de Dios, y es un hombre honorable; todo lo que �l dice, ciertamente se cumplir�: ahora vayamos all�; tal vez �l pueda mostrarnos el camino que debemos seguir. (7) Entonces dijo Saulo a su criado: Pero he aqu�, si vamos, �qu� le llevaremos al hombre? porque el pan se ha agotado en nuestras vasijas, y no hay presente para llevar al hombre de Dios: �qu� tenemos? (8) Y el criado volvi� a responder a Sa�l, y dijo: He aqu�, tengo aqu� la cuarta parte de un siclo de plata, que dar� al var�n de Dios para que nos indique nuestro camino. (9) (Antes en Israel, cuando un hombre iba a consultar a Dios, dec�a as�: Venid y vayamos al vidente; porque el que ahora se llama Profeta, antes se llamaba Vidente).

Observe que, aunque ni Sa�l ni sus siervos hab�an visto a Samuel, conoc�an su reputaci�n como profeta del Se�or. �Pero lector! No deje de observar adem�s, que en la investigaci�n propuesta que pretend�an hacer, no hay una palabra sobre Dios, o c�mo obtener su favor. �No es as� ahora? �No est� el mundo entero enviando la pregunta, qui�n nos mostrar� algo bueno? Pero cu�n pocos son los clamores: �Se�or, alza sobre nosotros la luz de tu rostro! Salmo 4:6 .

Versículos 10-13

(10) Entonces dijo Saulo a su criado: Bien dicho; ven, v�monos. Fueron, pues, a la ciudad donde estaba el hombre de Dios. (11) Y mientras sub�an la colina hacia la ciudad, encontraron doncellas que sal�an a sacar agua y les dijeron: �Est� aqu� el vidente? (12) Y ellos les respondieron, y dijeron: �l es; he aqu�, est� delante de ti; apres�rate ahora, porque ha venido hoy a la ciudad; porque hay un sacrificio del pueblo hoy en el lugar alto: (13) Tan pronto como llegu�is a la ciudad, lo encontrar�is inmediatamente antes que suba al lugar alto a comer, porque el pueblo no comer� hasta que venga, porque bendice el sacrificio; y luego comen lo que se les ordena. Ahora, pues, lev�ntate; porque por este tiempo lo encontrar�is.

Vale la pena observar que esas j�venes no eran ajenas a lo que suced�a en los servicios religiosos. Es muy apropiado que tanto los sirvientes como los amos, los bebedores de agua y los que se sientan a la mesa con vino, conozcan salvrosamente todos los grandes principios de la religi�n. No me atrevo a decir si este sacrificio del pueblo en el lugar alto fue una fiesta con el sacrificio o un servicio con el sacrificio.

Pero sea tampoco, es delicioso observar que, como fue el sacrificio del pueblo, debe haber sido con la mirada puesta en Cristo. �Oh! Cu�n preciosa debe ser aquella ofrenda todo suficiente del cuerpo de Jesucristo, de una vez por todas, considerada a los ojos de Dios nuestro Padre, cuando todo lo que se hace en los servicios y fiestas de su pueblo se refiere a ella. Hebreos 9:6 .

Versículos 14-17

(14) Y subieron a la ciudad; y cuando llegaron a la ciudad, he aqu�, Samuel sali� contra ellos para subir al lugar alto. (15) El SE�OR se lo hab�a dicho a Samuel en su o�do un d�a antes de que viniera Sa�l, diciendo: (16) Ma�ana a esta hora te enviar� un hombre de la tierra de Benjam�n, y lo ungir�s para que sea capit�n de mi pueblo de Israel, para que �l salve a mi pueblo de la mano de los filisteos; porque he mirado a mi pueblo, porque su clamor ha llegado a m�. (17) Y cuando Samuel vio a Sa�l, el SE�OR le dijo: He aqu� el hombre de quien te habl�. �ste reinar� sobre mi pueblo.

Espero que el lector no pase por alto c�mo trabaja el Se�or mientras estamos inconscientes. Sa�l est� en busca de sus asnos, el sirviente no tiene m�s ansiedad que esta, mientras que todos los grandes eventos que iban a seguir en la vida de Sa�l fueron doblados en el resultado de esta entrevista con Samuel. De todos los temas sobre la tierra, �qu� puede ser tan dulce e interesante para la revisi�n de una mente bondadosa, como los primeros amaneceres de la gracia?

�Lector! Si usted es el feliz participante de ella, no encontrar� ninguna dificultad para que se detenga en este lugar y observe c�mo esa gracia se le manifest� por primera vez a pesar de todos sus inmerecidos, cu�n sorprendente, cu�n inesperado, cu�n inesperado, cuando Jes�s Primero te mir� en tu sangre, y te orden� vivir. Su cuidado, como el de Sa�l y su siervo por los asnos, no se trataba m�s que de satisfacer los deseos de la carne y las b�squedas del mundo; y entonces fue que el ojo de Jes�s te estaba se�alando por su gracia como el ojo estaba sobre Sa�l, cuando el Se�or le hab�a dicho a Samuel en su o�do acerca de �l para un reino.

Versículo 18

(18) Entonces Sa�l se acerc� a Samuel en la puerta y dijo: Te ruego que me digas d�nde est� la casa del vidente.

Ahora, el Se�or, en su providencia, hab�a llevado a Sa�l a Samuel, y todos los grandes eventos que esas dos personas tuvieron que realizar juntas, como lo muestra la secuela de su historia, comenzaron de esta manera. Quisiera que el Lector comentara conmigo que, aunque Sa�l era tan apuesto en su persona, el gran profeta Samuel era tan pobre y sencillo que Sa�l no ten�a conciencia de qui�n era cuando lo abord�. Tal, depende de ello, es el pueblo de Dios en mil diez mil casos en cuanto a cualquier atracci�n externa. Como su gran cabeza, no hay belleza en las apariencias externas para que las deseemos.

Versículos 19-20

(19) Y Samuel respondi� a Sa�l, y dijo: Yo soy el vidente; sube delante de m� al lugar alto; porque hoy comer�s conmigo, y ma�ana te dejar� ir y te dir� todo lo que hay en tu coraz�n. (20) Y en cuanto a tus asnos que se perdieron hace tres d�as, no pongas tu mente en ellos; porque son encontrados. �Y sobre qui�n est� todo el deseo de Israel? �No es sobre ti y sobre toda la casa de tu padre?

Aqu� Samuel da el primer indicio de la futura grandeza de Sa�l y de su propia habilidad presente como profeta del Se�or. Al hablarle de la seguridad de sus traseros, le dio a entender que conoc�a su misi�n antes de comunic�rsela; y con la promesa de contarle todo lo que ten�a en el coraz�n al d�a siguiente, prepar� su mente para lo que ten�a que comunicar. Pero lo que desear�a particularmente que el Lector comentara, en esta primera entrevista entre Samuel y Sa�l, es c�mo el profeta pas� por alto todo hasta que llam� al rey elegido al sacrificio.

Aunque todos los grandes objetivos del reino previsto estaban en la mente del profeta, y todos en plena perspectiva ante �l, la oraci�n y la alabanza deben preceder a cualquier otra consideraci�n. Cu�n dulce es ver esta graciosa conformidad en cada alma verdaderamente despierta en todas sus acciones. Estas cosas ser�n espont�neas y, como los labios del esposo, caer�n libremente como el panal de miel; no por coacci�n, ni por presi�n, sino por s� mismos y continuamente. Cantares de los Cantares 4:11 .

Versículo 21

(21) Y Sa�l respondi� y dijo: �No soy yo hijo de Benjam�n, de la m�s peque�a de las tribus de Israel? �Y mi familia, la m�s peque�a de todas las familias de la tribu de Benjam�n? �Por qu�, pues, me hablas as�?

Sin duda Sa�l hab�a o�do que Israel iba a tener un rey, porque Guibe� de Sa�l, la residencia de Cis, no estaba a m�s de veinte millas de la casa de Samuel en Ram�. Pero aunque hab�a o�do hablar de esta cosa intencionada, no podr�a haber tenido la idea m�s distante de ser la persona, a menos que por insinuaci�n divina, como la ten�a Samuel. Y toda la vida de Saulo manifiesta que �l era un extra�o a esta comuni�n con Dios.

Benjam�n era el m�s joven de las tribus de Israel, y por el evento de esa infeliz guerra registrada en Jueces, ( Jueces 20:48 .) Toda la tribu se redujo mucho.

Versículos 22-24

(22) Y Samuel tom� a Sa�l y a su criado, los llev� a la sala y los hizo sentar en el lugar m�s destacado entre los invitados, que eran unas treinta personas. (23) Y Samuel dijo al cocinero: Trae la raci�n que te di, de la cual te dije: Ponla para ti. (24) Entonces el cocinero tom� la paleta y lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Sa�l. Y Samuel dijo: He aqu� lo que queda. Ponlo delante de ti y come; porque hasta este tiempo te ha estado guardado desde que dije: He invitado al pueblo. Entonces Sa�l comi� con Samuel ese d�a.

El respeto mostrado a Saulo por el profeta, claramente insinuado algo muy importante. No podemos dejar de admirar la conducta de Samuel en esta ocasi�n. Aunque el hecho de convertir a Sa�l en rey se inclin� por los hijos de Samuel, que estaba disminuyendo, sin embargo, en obediencia al mandato de Dios, el profeta lo hizo con la mayor alegr�a.

Versículos 25-27

(25) Y cuando descendieron del lugar alto a la ciudad, Samuel habl� con Sa�l en el terrado de la casa. (26) Y se levantaron de madrugada; y aconteci� que hacia la primavera del d�a, Samuel llam� a Sa�l al terrado de la casa, y le dijo: Lev�ntate, para que yo te despida. Y se levant� Sa�l, y salieron ambos, �l y Samuel, al extranjero. (27) Y mientras bajaban al final de la ciudad, Samuel dijo a Sa�l: Dile al siervo que pase delante de nosotros, (y �l pas�), pero qu�date quieto un rato, para que yo te muestre la palabra. de Dios.

Lo que pas� en esta entrevista no est� registrado, pero sin duda la conversaci�n fue preparatoria para el gran evento que estaba por seguir en la vida de Sa�l. Probablemente el hombre de Dios le abri� a la vista los designios del Se�or en la cosa misma, y ??le mostr� que era del Se�or. �Qu� asombrado debe haber estado el hijo de Kish! Y qu� tren de pensamientos debe haber ocupado su mente.

Versículo 27

REFLEXIONES

�Mi alma! Te encomiendo al leer este cap�tulo de la providencia del Se�or acerca de Saulo, que busques diligentemente en los registros de tu propia vida, los testimonios de los tratos del Se�or contigo, tanto en su mundo de providencia como de gracia.

Haga una pausa y vea si el mismo Dios misericordioso, mientras usted ha estado escudri�ando las cosas del tiempo y los sentidos, no ha ido ante usted, anticip�ndose a sus peticiones, bendici�ndole con cosas no solicitadas y excediendo infinitamente todos sus pensamientos y expectativas, con la prevenci�n. y refrenando la misericordia y la gracia? En las cosas temporales, c�mo se han abastecido todas tus necesidades, se ha dado tu pan, y tu agua ha sido segura, y Dios mismo ha sido tu defensa como la munici�n de las rocas.

Y en las cosas espirituales, �c�mo se ha escapado de todos tus deseos! Es m�s, mientras te opon�as a �l y lo hac�as servir con tus pecados, y agotabas su paciencia con tus iniquidades, entonces el Se�or tuvo misericordia de ti, incluso antes de que te dieras cuenta de la falta de misericordia; y te salv�, aunque sab�a que actuar�as con mucha traici�n, y fuiste transgresor desde el vientre.

�Mi alma! Ten esto siempre en cuenta, para hacerte humilde, para agradar a Jes�s, para ocultar el orgullo de tus ojos y para hacer que la obra redentora de tu Dios sea cada vez m�s dulce e importante. Y �oh! por gracia, gracia continua, para hacer devoluciones adecuadas de amor, alabanza y obediencia, donde la misericordia y el favor se dan tan libremente. Est�s llamado a un reino inamovible. Jes�s ha hecho a todos sus hijos reyes y sacerdotes para Dios y el Padre.

Cualesquiera que sean las pruebas que nos asedien en el camino hacia la posesi�n de la gloria futura, no hay ning�n estado que pueda ser llamado verdaderamente sin consuelo mientras Jes�s sea nuestra porci�n. Tampoco puede uno de sus hijos estimar peque�a su misericordia si se salva del infierno y se lleva al camino seguro del cielo.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Samuel 9". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-samuel-9.html. 1828.
 
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