Bible Commentaries
1 Tesalonicenses 3

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

Este es un cap�tulo breve pero interesante. Cada vers�culo expresa el amor del ap�stol por la Iglesia. En medio de sus sufrimientos, encuentra consuelo en la prosperidad de su alma.

Versículos 1-2

(1) ?� Por tanto, cuando ya no pudimos resistirnos m�s, pensamos que era bueno que nos dejaran solos en Atenas; (2) Y envi� a Timoteo, nuestro hermano y ministro de Dios, y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para afirmarte y consolarlo en tu fe.

Cuando Pablo envi� a Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, mientras �l mismo necesitaba mucho los servicios de este joven, descubrimos claramente lo poco que se consideraba a s� mismo cuando el bienestar de la Iglesia estaba ante �l. A menudo he pensado, y he orado pidiendo gracia para seguirlo, que toda la vida de los ministros de Cristo no debe dirigirse hacia la b�squeda de nadie m�s que la gloria del Se�or, esperando e indagando en las necesidades del pueblo del Se�or.

Si hubiera menos ego�smo en mi pobre coraz�n, no lo considerar�a una interrupci�n, sino m�s bien me regocijar�a en la ocasi�n que me llam� del (de lo contrario, el agradable empleo) del estudio, para escuchar las quejas y preguntas de los humildes y los d�biles. de la familia del Se�or. Y creo que entre los fieles al servicio de Cristo, que han buscado, sin esperar ser llamados, a los afligidos y tentados en la casa de la fe; han encontrado sus propias almas frecuentemente refrescadas, cuando el Se�or les ha hecho ministrar para el refrigerio de otros.

El mismo Pablo descubri� que este era el caso, porque le dijo a la Iglesia que anhelaba verlos, para poder impartirles alg�n don espiritual, con el fin de que pudieran establecerse, y �l mismo se consolara por la fe mutua en ellos. y �l. Romanos 1:11 . Y estoy muy seguro de que junto a la palabra de Dios, en las ense�anzas del Se�or, las habitaciones de los enfermos y las c�maras de los moribundos est�n los mejores libros, bajo los Esp�ritus que los explican, de donde un ministro, ordenado por Dios el Esp�ritu Santo, puede aprender temas. para predicar.

Versículos 3-4

(3) Para que nadie sea movido por estas aflicciones, porque ustedes saben que estamos destinados a ellas. (4) Porque en verdad, cuando estuvimos con ustedes, les dijimos antes que sufrir�amos tribulaci�n; incluso como sucedi�, y lo sab�is.

Parecer�a que parte de los dolores de los tesalonicenses fue por cuenta del Ap�stol. Sab�an que hab�a sido expulsado de ellos por la tormenta que se levant� en torno a la casa de Jason, de donde los hermanos hab�an despedido a Pablo de noche. Vea Hechos 17:1 . Y como se hab�a visto obligado a huir a Atenas desde Berea, aumentaron los temores por �l.

Con qu� dulzura les recuerda Pablo lo que �l hab�a predicado continuamente como las verdaderas marcas del car�cter apost�lico. Ning�n hombre debe dejarse conmover por las aflicciones. Es Jes�s quien los nombra, los vigila, los regula y los santifica. �Cu�n poco se comprenden esas cosas en la hora actual? Si se buscara un ministro fiel de Cristo, en la actualidad por esta marca de persecuci�n, �a qu� congregaci�n se har�a la investigaci�n? El rasgo general de los tiempos es, suavizar tanto como sea posible, doctrinas que no son agradables, para otros de esp�ritu m�s complaciente.

Los d�as primitivos de nuestros padres, despu�s de que el Se�or, en su misericordia, hizo que esta tierra emergiera del papado, fueron notables por proclamar la palabra de vida. Las grandes verdades de nuestra santa fe, como la elecci�n de Dios, la redenci�n totalmente por Cristo, la regeneraci�n por el Esp�ritu Santo y la seguridad eterna de la Iglesia, en la perseverancia final de los redimidos del Se�or, nunca se perdieron de vista. en su ministerio.

Pero, �c�mo se estiman estos en la hora actual, cuando, bajo el enga�oso pretexto de difundir las verdades de Dios, hombres de los principios m�s opuestos en la religi�n se mezclan, ocultando sus diferentes puntos de vista de la fe, para que no se ofendan unos a otros? . �Qu� le habr�a dicho Pablo a este esp�ritu sofocante si hubiera vivido en estos d�as? Su afectuosa ep�stola a los tesalonicenses, al ordenarles que no se conmovieran por las aflicciones de la persecuci�n, habr�a sido totalmente innecesaria.

Versículos 5-10

(5) Por eso, cuando ya no pude resistir, envi� a conocer tu fe, no sea que el tentador te haya tentado de alguna manera, y nuestra labor sea en vano. (6) � Pero ahora, cuando Timoteo vino de ustedes a nosotros, y nos trajo buenas nuevas de su fe y caridad, y que siempre nos recuerdan bien, deseando mucho vernos, como tambi�n nosotros vernos a ustedes: ( 7) Por tanto, hermanos, fuimos consolados sobre vosotros en toda nuestra aflicci�n y angustia por vuestra fe: (8) Porque ahora vivimos, si est�is firmes en el Se�or.

(9) �Qu� gracias podemos dar a Dios otra vez por ustedes, por todo el gozo con que nos alegramos por ustedes delante de nuestro Dios? (10) D�a y noche orando mucho para que podamos ver tu rostro y perfeccionar lo que falta en tu fe.

En la actualidad del Evangelio, cuando el esp�ritu de persecuci�n s�lo se conoce de nombre, es dif�cil concebir c�mo se ejercitaba la mente de los fieles, cuando, como dice aqu� Pablo, ya no pod�a abstenerse de saber c�mo. se mantuvieron firmes en la fe; y c�mo el coraz�n del Ap�stol se regocij�, por las nuevas que recibi�, del bienestar de la Iglesia. Es una bendici�n cuando la Iglesia se centra todo en Cristo.

La menor desviaci�n de esto es salirse de los cimientos. Pero cuando todo descansa en Cristo, y todo est� edificado en Cristo; la paz perfecta y la felicidad marcar�n el orden y la alegr�a del pueblo. Bendito Pablo llama a esta vida. Porque ahora viviremos (dice �l) si permanec�is firmes en el Se�or.

Versículos 11-13

(11) ?� Ahora bien, Dios mismo y nuestro Padre, y nuestro Se�or Jesucristo, dirigen nuestro camino hacia vosotros. (12) Y el Se�or los haga crecer y abundar en amor los unos para con los otros, y para con todos los hombres, as� como nosotros lo hacemos para con ustedes: (13) Al fin, �l podr� afirmar sus corazones sin mancha en santidad delante de Dios, nuestro Padre. , en la venida de nuestro Se�or Jesucristo con todos sus santos.

Algunos han pensado que todas las Personas de la Deidad est�n incluidas en esta oraci�n del Ap�stol. Dios mismo el Esp�ritu Santo, el gran Autor de su santa palabra; y nuestro Padre; y nuestro Se�or Jesucristo. Pero sea as�, o no, ciertamente toda la Deidad est� comprometida, en esos actos del Pacto, en relaci�n con la Iglesia. Y en todos nuestros traslados, de un lugar a otro, el pueblo del Se�or est� bajo la presencia y bendici�n especial y personal de toda la Deidad.

Ver Joh_14: 23; Joh_14: 26; Apocalipsis 1:4 . Y es muy precioso para un hijo de Dios, cuando encuentra un efecto correspondiente en su propia alma, que su acceso a Dios y la comuni�n con Dios, as� como las visitas llenas de gracia de Dios; todos est�n trayendo testimonio con ellos de esas bendiciones. Porque esto se convierte en una evidencia pr�ctica de vivir bajo la influencia constante del amor de Dios, la gracia del Se�or Jesucristo y la comuni�n del Esp�ritu Santo. 2 Corintios 13:14 .

Versículo 13

REFLEXIONES

�Qui�n puede contemplar el afecto manifestado por el Ap�stol a la Iglesia, como se establece en este Cap�tulo, sin tener la convicci�n de que hay, debe haber, en todo ministro fiel de Cristo ordenado y enviado, como Pablo? era, por el Esp�ritu Santo, algo del mismo amor y afecto. �C�mo es posible que ese hombre sea ferviente al servicio de las almas, cuya propia alma no se derrite por la gracia, en un deseo ardiente, por su bienestar eterno? La frialdad, la muerte y la indiferencia discuten, s�, prueban, una falta de idoneidad para el ministerio.

Y, cualesquiera que sean los dones y talentos de la cabeza que un hombre pueda poseer, en el mero conocimiento literal de las verdades de Dios; nunca entrar� en el ministerio con fervor para ganar almas, a menos que el sentido de su propia salvaci�n lo haga sentir por los dem�s. El beato Pablo lo cuenta su vida, mientras vivi� la Iglesia. La salvaci�n del pueblo era su esperanza y corona de regocijo. Y por lo tanto, pudo, y dijo: como has reconocido, as� confiamos en que reconocer�s hasta el final, que somos tu regocijo, como t� tambi�n lo eres, en el d�a del Se�or Jes�s.

�Lector! Ser� su felicidad, y la m�a, descubrir nuestros corazones llevados a la misma unidad de esp�ritu, en Cristo. Suya es la gloria y nuestra es la felicidad. Y, mientras tanto el ministro como el pueblo, est�n establecidos por su gracia, en �l; entonces seremos aceptados, intachables en santidad en �l, ante Dios, nuestro Padre, en la venida de nuestro Se�or Jesucristo con todos sus santos.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 1 Thessalonians 3". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/1-thessalonians-3.html. 1828.