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Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario del Pobre Hombre de Hawker Comentario del Pobre Hombre
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con Permiso.
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Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Chronicles 19". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/2-chronicles-19.html. 1828.
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Chronicles 19". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
CONTENIDO
Hemos relatado en este cap�tulo un relato adicional del reinado de Josafat. Regresa a su reino despu�s de la batalla de Ramot de Galaad. Pone jueces sobre la tierra.
2 Cr�nicas 19:1
Sin duda, la paz de la que se habla aqu� significa el sentido que tuvo de la bondad del Se�or al preservar su vida en un momento de peligro tan cr�tico en la batalla. Es probable que en ese momento la mente del rey se hubiera sentido inducida a considerar que se hab�a salido del camino del deber y, por lo tanto, la misericordia que hab�a recibido era una doble misericordia, y que se distingu�a tanto del destino de Acab. , no pudo dejar de regresar a su casa y su familia en paz.
Versículos 2-3
Este Jeh� era el hijo de ese profeta fiel a quien su padre Asa puso en la c�rcel por su fidelidad. Un hijo digno de un padre tan digno. Pero observemos m�s bien la gracia y la misericordia del Se�or para con Josafat. El Se�or lo salv� en el d�a de la batalla, aunque la ira del Se�or estaba sobre �l, como est� dicho. �Lector! es precioso contemplar c�mo el Se�or, en medio del juicio, recuerda la misericordia.
Dulcemente, el salmista ve esto en su s�plica penitencial. Si t�, Se�or, tuvieras en cuenta las iniquidades, �oh Se�or que permanecer�s! Pero hay misericordia, Jes�s est� contigo. Su sangre y justicia abogan cuando las iniquidades testifican contra sus hijos: Salmo 130:3 .
Versículos 4-11
No escuchamos de Josafat ni de quejas ni de ira como las de Asa por la reprensi�n del profeta. Pero encontramos, por el contrario, su coraz�n puesto en una reforma mayor en su reino. Vive en su casa en Jerusal�n, su capital, y no va m�s a guerras extranjeras. Su salida es solo a trav�s de su propio reino, para vigilar a los magistrados que hab�a designado para presidir al pueblo. Y qu� piadosa acusaci�n se registra aqu� en relaci�n con su discurso a los jueces.
Sin duda, nada puede ofrecer una vista m�s hermosa que lo que aqu� se presenta de Josafat. En todo punto, como rey, como siervo del Se�or y como amigo del pueblo, Josafat aparece verdaderamente ilustre; y el Esp�ritu Santo ha transmitido su memoria con gran honor a todas las generaciones venideras de la iglesia.
Versículo 11
REFLEXIONES
�Lector! Deteng�monos en la historia que aqu� se nos presenta, y recopilemos de la lectura algunas de esas dulces e interesantes instrucciones que se presentan a nuestra meditaci�n.
En el regreso pac�fico y feliz de Josafat a su casa despu�s de una liberaci�n tan misericordiosa, aprendamos a estimar las misericordias divinas y a recibirlas correctamente. �No es cada regreso a nuestra casa, a nuestras familias, a nuestro hogar, una muestra del favor divino? Y no se intensifican esas misericordias si, en alg�n momento, como Josafat, hemos salido sin oraci�n, sin buscar la bendici�n divina, sin direcci�n divina; no, tal vez, como Josafat, en oposici�n a la voluntad y el placer divinos.
No, m�s que estos; cuando, como en el caso que tenemos ante nosotros, nuestro regreso a nuestra casa en paz se ha distinguido de otros que, como Acab, salieron sanos como Josafat, pero no regresaron m�s. �Qu� innumerables ejemplos de un tipo similar est�n sucediendo en la hora actual en el mundo, en el que se nos pide que marquemos la misericordia distintiva? Y nuestros corazones irreflexivos �no se detendr�n a veces, y contemplar�n la mano del Se�or dirigiendo y trayendo a casa en paz y seguridad?
Y si un verdadero seguidor del Se�or Jes�s llega a tener tales puntos de vista del favor divino, �no ver� las se�ales como diez veces m�s brillantes, y las disfrutar� con diez veces m�s dulzura, cuando las vea como bendiciones del pacto y las acepte como tales por su inter�s? en Jes�s! �Ha tra�do Dios un Dios en Cristo bendiciones tanto para el alma como para el cuerpo? ha prometido, en virtud del pacto de redenci�n en la sangre y la justicia de su amado Hijo, bendecir a su pueblo tanto en su canasta como en su tienda; en su salida y su entrada; bendiciones en la ciudad y bendiciones en el campo; bendiciones en el tiempo y bendiciones para toda la eternidad? �Y no encontrar� todo seguidor del Se�or Jes�s un deleite y una dulzura del tipo m�s rico al percibir el amor del pacto con el que cada uno de ellos es llevado a casa en el coraz�n?
�S�! �T�, Jes�s querido! cuando veo tu amor en la misericordia, y los preciosos frutos de tu redenci�n en el favor, sea lo que sea; ya sea al salir o al regresar a casa en paz, entonces mi gozo ser� completo. Es Jes�s en la bendici�n, y el amor de Jes�s con la bendici�n, que da el gozo final a todos y proporciona un gozo inefable y lleno de gloria.
En la fidelidad del profeta, no solo contemplemos la hermosura de ser siempre firmes en la causa del Se�or, sino oremos pidiendo gracia para seguir un ejemplo tan brillante. La apertura e integridad de conducta al hablar verdades, por desagradable que sea, no se limita al ministerio; hay pocos personajes en la vida, pero pueden encontrar ocasi�n para ejercerla en innumerables situaciones: un padre para su hijo o un sirviente para su amo. Y cuando Dios y nuestra conciencia demandan tales servicios, no debe haber vacilaci�n.
Finalmente. En la reforma establecida por Josafat, podemos reunir una instrucci�n dulce y preciosa, c�mo opera la gracia, cuando el Se�or la despierta en la mente. No escuchamos reproches, protestas, enojos ni excusas de parte de Josafat hacia el profeta. La gracia estaba en el coraz�n de Josafat, mientras el profeta entregaba su mensaje del Se�or. Y los benditos efectos de ambos, en la palabra del Se�or desde afuera, y la gracia del Se�or en el interior, produjeron esas dulces consecuencias en la mente de Josafat.
Aprendamos de ah� c�mo estimar la obra de la gracia. No es el que simplemente confiesa el pecado, pero la promesa es que el que lo confiesa y lo abandona, encontrar� misericordia a trav�s de Jes�s y su salvaci�n completa.