Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Comentario del Pobre Hombre de Hawker Comentario del Pobre Hombre
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto Cortesía de BibleSupport.com. Utilizado con Permiso.
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Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Kings 5". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/2-kings-5.html. 1828.
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Kings 5". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/
Versículo 1
CONTENIDO
El interesante ministerio de Eliseo contin�a a lo largo de este cap�tulo. El profeta sana a Naam�n, el sirio, de su lepra. Rechaza los regalos y recompensas del sirio. Giezi su criado, tom�ndolos, en juicio es herido de lepra.
2 Reyes 5:1
Qu� hermoso es el relato que el historiador sagrado da de este Naam�n, a modo de plantear nuestras nociones de �l. �l era un gran hombre; y hombre honorable, y aunque pagano e id�latra, el Se�or le hab�a dado �xito en las armas; pero en medio de todas estas cosas, la espantosa y repugnante enfermedad de la lepra, lo convert�a en motivo de terror para todos los que se acercaban a �l, para que no fueran contagiados por �l.
Como dijo una vez un comentarista, al leer este relato de Naam�n, "no hab�a un esclavo en Siria que hubiera intercambiado su piel con �l". �Lector! �Eso es pecado! �Dondequiera que est� y en quien reina, echa por tierra todas las dem�s dotes!
Versículo 2
�No hubo una providencia dominante en el cautiverio de esta doncella israelita? �Lector! mire el tema tal como es en realidad. El Se�or ten�a misericordia reservada para Naam�n. Por tanto, hace que esta hija de su pueblo sea llevada cautiva. Ella habla del profeta de Israel y las maravillas que hab�a obrado. Y finalmente, para el mejor cumplimiento del prop�sito de Dios, se la lleva a la familia de Naam�n.
Cu�n a menudo el Se�or hace esto al difundir el olor de su gracia y dar a conocer su salvaci�n. El conocimiento temprano que esta peque�a doncella tuvo de Eliseo y sus milagros, puede servir para darles a los padres una provechosa lecci�n, por cierto, cu�n r�pidamente deben familiarizarlos con Jes�s y su gran salvaci�n. Los padres no saben cu�n pronto sus hijos ser�n enviados a la vida o ellos mismos ser�n arrebatados.
�Oh! que los padres y las madres, cuyas entra�as anhelan a sus peque�os, tomar�an esto en serio y muy temprano los educar�an en la disciplina y amonestaci�n del Se�or. Efesios 6:4 .
Versículos 3-4
No puedo dejar de pedir la atenci�n del Lector conmigo, a la historia de este caso de Naam�n por completo, porque concibo que tiene la intenci�n, en un sentido espiritual, de presentar tanto la gracia como la gratuidad de esa gracia, como un tipo. de Jes�s limpiando a los pobres leprosos pecadores. Y creo que es m�s notable, porque solo nos encontramos con el ejemplo de este gentil en el Antiguo Testamento hasta este punto; y el caso de otro gentil en el Nuevo, la mujer de Cana�n; aunque la enfermedad de su hijo no fue la lepra, sin embargo, Jes�s puede ser el �nico sanador de ambos. Mateo 15:22 etc.
Versículos 5-8
�Lector! observe la diferente conducta inducida por la naturaleza y la gracia en la mente de los hombres. Cuando el rey de Israel recibi� esta carta, la naturaleza, no ense�ada por Dios, hizo una interpretaci�n alarmante. Cuando Ezequ�as recibi� una carta de un pr�ncipe id�latra, la gracia lo impuls� a difundirla ante el Se�or. Isa�as 37:14 .
Versículo 9
�Lector! no dej�is de observar c�mo lleg� Naam�n. Sus regalos estaban en su mano, y �l mismo, sin duda, magn�ficamente vestido, para cubrir su cuerpo leproso. �Y pod�a esperar que un enemigo de Israel, el Dios de Israel, lo mirara? �He aqu� en este hombre, un emblema de la venida de todo pecador que no despierta! Viene a comprar su salvaci�n. Viene con sus mejores t�nicas, su mejor carro, sus dones para esconder su alma pecadora. �Pobre de m�! todos estos deben ser desanimados, y el pecador desciende de todos los altos vuelos de la bondad imaginaria, antes de que pueda obtenerse una cura para la lepra del alma.
Versículo 10
�Y no dice el profeta, en este caso, como el evangelio? Cree en el Se�or Jesucristo y ser�s salvo, es el dulce lenguaje que proclama. Ve, l�vate en la sangre del Cordero, no siete veces, porque el que ha sido lavado una vez, no necesita m�s sacrificio por el pecado. Hebreos 10:18 ., Y, como el mismo Jes�s dijo bondadosamente, no necesita sino lavarse los pies, sino que est� completamente limpio. Juan 13:10 .
Versículos 11-12
�Lector! Observe en la conducta de Naam�n, qu� enemigo mortal es el orgullo del hombre para la recepci�n y el disfrute de nuestras principales felicidades. Y observe adem�s, aunque este sirio ten�a motivos suficientes, en una enfermedad tan repugnante y repugnante, para haberlo hecho manso de coraz�n, sin embargo, no hab�a subyugado su orgullo. �Pobre de m�! cu�ntos hay bajo las situaciones m�s humillantes, que nunca son verdaderamente humillados en el alma. �No es la conducta de Naam�n, al preferir los grandes r�os de Damasco a los arroyos sagrados del Jord�n, similar a la de aquellos que son inconscientes de la diferencia entre los medios externos de la gracia y el poder interno?
�Y en d�nde! �Se diferencia Naam�n de los incr�dulos modernos que, ignorantes de la justicia de Dios, van a establecer la suya propia y emprenden sus propios lavamientos en los Abenas y Farpars de naturaleza no renovada en lugar de la sangre preciosa de Jes�s?
Versículos 13-14
Padre tiene el mismo sentido y significado aqu�, como maestro. Se puede decir que todo due�o de una familia es el padre de ella, desde este punto de vista. Pero lo que principalmente deseo del lector en este vers�culo es rastrear la mano del Se�or en la obra. Fue el Se�or quien hizo que esta peque�a doncella de Israel fuera llevada cautiva a Siria: y quiz�s entre otras causas, muy principalmente con miras a sentar las bases para la curaci�n de este leproso.
Nuestro Se�or mismo nos dice expresamente, que si bien hab�a muchos leprosos en Israel en este mismo momento en que Naam�n fue sanado, Eliseo ten�a la comisi�n de limpiar a nadie m�s que a �l. Lucas 4:27 Por tanto, fue el Se�or quien hizo que esta peque�a doncella fuera llevada cautiva. Fue por la misma providencia suprema del Se�or que la llevaron a la casa de Naam�n.
Fue el Se�or quien trajo a la mente de este joven israelita, mientras estaba en Damasco, el recuerdo del profeta Eliseo, en Israel. Y fue el Se�or quien la impuls� a recomendar al profeta de Israel a la esposa de Naam�n. �Y no fue el mismo Se�or Todopoderoso que oper� sobre los otros sirvientes de Naam�n para calmar la ira de su amo e inducirlo a escuchar razones? Y sobre todo, �qui�n sino el Se�or de los ej�rcitos, que es maravilloso en sus consejos y excelente en sus obras, pudo haber influido en este altivo sirio para que descendiera al Jord�n, despu�s de todo el odio y la rabia que hab�a manifestado contra �l?
�Pausa, lector! en la revisi�n de los m�ltiples medios adoptados para el cumplimiento de este �nico prop�sito, y aprender conmigo a admirar y adorar las providencias de Dios, cumpliendo as� maravillosamente los sagrados prop�sitos de su voluntad. Y no te detengas aqu�. Desde el mundo de la naturaleza sigue adelante y contempla la misma mano Todopoderosa comprometida incansablemente en el mundo de la gracia. �Qui�n fue, alma m�a, el que primero me hizo ver, en medio de toda mi grandeza e importancia imaginadas, que no era m�s que un pobre leproso! �Qui�n te habl� primero de Jesucristo? �Qui�n me inclin� a buscar de este Todopoderoso Profeta en Israel la cura de mi lepra? Y cuando, como otro Naam�n, me acerqu� a �l con todas mis mejores cosas, esperando comprar su favor present�ndole sus propios regalos; y el mensaje mortificante de su santa palabra me fue enviado, para lavarme en su sangre y ser limpio, mi orgulloso coraz�n de justicia propia se anim� a rechazar, con rabia, tal doctrina; �Qui�n fue el que desarraig� ese orgullo, que suaviz� esa rabia y me hizo estar dispuesto a ser salvo a la manera de Dios y por el propio poder del Se�or? �Oh! precioso, precioso Jes�s? �Nunca, nunca permitas que pierda de vista tu Persona, gracia y misericordia, sino del�itate en darte, lo que es tan justamente tu debido, toda la gloria!
Versículos 15-19
�Observe qu� vasta obra hab�a realizado el Se�or en el coraz�n de este sirio! La lepra de su piel no solo fue lavada, sino la lepra y la incredulidad de su alma, inmediatamente est� convencido de que el Dios de Israel debe ser el Dios verdadero, y que no puede haber otro. Observe, adem�s, c�mo se sinti� afectado su coraz�n al desear ahora que Eliseo tomara esta bendici�n, como �l la llamaba, ya no como el precio de su curaci�n, sino como la muestra de su amor.
Y observe cu�n preciosa era la mism�sima tierra de Israel a su vista, quien antes de esto hab�a despreciado su r�o sagrado. Tales, Lector, ser�n siempre los benditos efectos de un cambio de coraz�n y la verdadera conversi�n del alma a Dios. �Hombre pobre! en verdad tem�a verse obligado a disimular su religi�n cuando el rey, su amo, a su regreso a Siria, le hizo asistir a su adoraci�n de �dolos. Y aqu� representa sorprendentemente el caso de muchos j�venes convertidos en la primera apertura de su vida renovada.
T�midos y temerosos de que los amigos carnales se burlen de ellos o los maltraten, hay muchos, como este sirio, o como Nicodemo, que en sus primeros despertares visitan a Jes�s de noche. Juan 3:1 .
Versículos 20-24
No puedo pasar por alto la rese�a de estos vers�culos sin desear que el lector se detenga a comentar conmigo una o dos circunstancias que merecen nuestra observaci�n. �Qu� personaje tan espantoso era este Giezi! Aunque hab�a estado tanto tiempo con su maestro, hab�a visto sus milagros, escuchado sus discursos y estaba plenamente convencido de que el Dios de Eliseo pod�a suplir todas sus necesidades; �sin embargo, codicia las cosas lamentables de plata y oro que Naam�n hab�a tra�do consigo! �Y lector! no deje de observar, porque es un punto de la mayor importancia; que estar al servicio del profeta, ver sus milagros y escuchar sus sermones, no transmiti� gracia al coraz�n de Giezi.
Los siervos de Naam�n, aunque id�latras, fueron fieles. El de Eliseo, aunque adoraba al Dios verdadero, era vil e indigno. �Oh! �Qu� lecciones nos ense�an tales cosas! Y observe, en esta conducta mentirosa de Giezi, cu�n atrevidamente invoc� el nombre del Se�or en el hecho: Vive el Se�or, fue su expresi�n. Si no me equivoco, el Esp�ritu Santo ha marcado la existencia propia, la soberan�a y la supremac�a del Se�or Jehov�, bajo esta frase en las Escrituras, en muchas partes donde nos encontramos con ella.
Pero siempre es dicho por el Se�or mismo, o de la manera m�s reverencial por sus siervos, en referencia a �l. E implica que, hablando estrictamente y propiamente, nadie m�s que Dios mismo puede decirse que vive. Toda la otra existencia se deriva de �l. Si este es el estado real del caso, le ruego al lector que me comente, qu� espantosa profanaci�n debe ser de esta perfecci�n distintiva de Jehov�, cuando las mentes ligeras, y que es muy com�n en el mundo, en su conversaci�n trivial. , a modo de confirmar lo que dicen, asumir este lenguaje y gritar; como yo vivo; Isa�as 49:18 ; Jeremias 22:24 ; Ezequiel 14:16 ; 1 Reyes 18:15 , etc.
Versículos 25-27
Deber�a parecer por lo que Eliseo le dijo a Giezi acerca de los olivares, vi�edos y cosas por el estilo, que el profeta no solo conoc�a por ense�anza divina el pecado de Giezi, sino el plan que ten�a al buscar la riqueza de Naam�n. Probablemente estaba planeando un plan para disponer del dinero, en la compra de esas cosas para �l y su familia. Observe, si es as�, qu� compra terrible hab�a hecho, en lugar de la que pretend�a.
�l y su simiente ser�n marcados con una enfermedad repugnante y con la infamia para siempre. �Oh! �Vosotros padres infelices, enga�ados y miserablemente equivocados! �No os traspas�is de muchos dolores cuando decid�is ser ricos? �Oh! Se�ores �Qu� felicidad real traes a tu descendencia, aunque les impongas las propiedades m�s grandes! Y si por la compra del tesoro de este mundo para tus hijos, sacrificas tu propio bien eterno; Piensa en una hora agonizante, con qu� reflejos en ti mismo, o con qu� agradecimiento y afecto real de ellos, tu mente se consolar�.
�Oh! para que esa solemne sentencia de nuestro adorable Se�or, sea escrita en las paredes de la casa de todo hombre mundano, y resuene en sus o�dos todos los d�as; �De qu� le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su propia alma? �O qu� dar� el hombre a cambio de su alma? Mateo 16:26 .
Versículo 27
REFLEXIONES
�LECTOR! aunque ya lo he detenido, al pasar por este cap�tulo, con varias reflexiones adecuadas, tal como aparecieron a mi vista y surgieron en mi mente, sin embargo, quisiera llamarlo antes de cerrar el libro, para reunir algunas m�s de naturaleza espiritual, que le ruego al Se�or que la aproveche.
Si hemos estado leyendo la historia de la lepra de Naam�n, como un asunto alejado de nosotros, y simplemente nada m�s y nada menos que como una transacci�n que ocurri� en los anales de Israel, hace muchos a�os; hemos perdido todos los bondadosos designios que el Esp�ritu Santo ten�a a la vista al hacer que se registrara un evento tan memorable. �Lector! t� y yo, y todo hijo de Ad�n, traemos al mundo la lepra del pecado.
�Mirad! (dice David) En maldad fui formado, y en pecado me concibi� mi madre. �Eres consciente de esto, lector? �Lo sabes? �Tu lo crees? �Oh! luego, digo como la sirvienta cautiva en Siria; �Ojal� estuvieras con el Profeta que est� en Samaria, el Se�or Dios de los profetas, el Se�or Jesucristo, porque �l te sanar�a de tu lepra!
�Y lector! no vengas, como lo hizo el sirio, con carros y caballos; no busques con regalos y recompensas comprar redenci�n. Nuestro Jes�s es demasiado rico para necesitar nuestro oro; demasiado amable para aceptar algo de sus criaturas. �l tiene una plenitud, una idoneidad, una suficiencia total en s� mismo; y su sangre preciosa limpia de todos los pecados. �Querid�simo Jes�s! he aqu� que vengo a ti. No Naam�n, no leproso al pie de la monta�a; Ning�n et�ope puede necesitar una limpieza m�s que yo, el clamor de mi alma, Se�or. si quieres, puedes limpiarme. �Oh! luego extiende tu mano misericordiosa; pon tu gracia soberana en mi alma, y ??pronuncia la palabra sanadora, lo har�; s� limpio; e inmediatamente mi alma ser� sanada.
Y sanado por ti, como Naam�n, mi alma estar� plenamente convencida de que no hay Dios en toda la tierra, ning�n otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, mediante el cual los pecadores puedan ser salvos. �Oh! por la gracia de saber con Pablo, ahora que somos lavados, que somos santificados, que somos justificados en el nombre del Se�or Jes�s, y por el Esp�ritu de nuestro Dios. Y pronto vendremos entonces a cantar ese c�ntico con toda la congregaci�n en el cielo, que una vez fuimos leprosos como nosotros, pero que han sido limpiados en la misma fuente de redenci�n; T� fuiste inmolado, y con tu sangre nos redimiste para Dios.