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Bible Commentaries
2 Reyes 5

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

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Versículo 1

CONTENIDO

El interesante ministerio de Eliseo contin�a a lo largo de este cap�tulo. El profeta sana a Naam�n, el sirio, de su lepra. Rechaza los regalos y recompensas del sirio. Giezi su criado, tom�ndolos, en juicio es herido de lepra.

2 Reyes 5:1

Qu� hermoso es el relato que el historiador sagrado da de este Naam�n, a modo de plantear nuestras nociones de �l. �l era un gran hombre; y hombre honorable, y aunque pagano e id�latra, el Se�or le hab�a dado �xito en las armas; pero en medio de todas estas cosas, la espantosa y repugnante enfermedad de la lepra, lo convert�a en motivo de terror para todos los que se acercaban a �l, para que no fueran contagiados por �l.

Como dijo una vez un comentarista, al leer este relato de Naam�n, "no hab�a un esclavo en Siria que hubiera intercambiado su piel con �l". �Lector! �Eso es pecado! �Dondequiera que est� y en quien reina, echa por tierra todas las dem�s dotes!

Versículo 2

�No hubo una providencia dominante en el cautiverio de esta doncella israelita? �Lector! mire el tema tal como es en realidad. El Se�or ten�a misericordia reservada para Naam�n. Por tanto, hace que esta hija de su pueblo sea llevada cautiva. Ella habla del profeta de Israel y las maravillas que hab�a obrado. Y finalmente, para el mejor cumplimiento del prop�sito de Dios, se la lleva a la familia de Naam�n.

Cu�n a menudo el Se�or hace esto al difundir el olor de su gracia y dar a conocer su salvaci�n. El conocimiento temprano que esta peque�a doncella tuvo de Eliseo y sus milagros, puede servir para darles a los padres una provechosa lecci�n, por cierto, cu�n r�pidamente deben familiarizarlos con Jes�s y su gran salvaci�n. Los padres no saben cu�n pronto sus hijos ser�n enviados a la vida o ellos mismos ser�n arrebatados.

�Oh! que los padres y las madres, cuyas entra�as anhelan a sus peque�os, tomar�an esto en serio y muy temprano los educar�an en la disciplina y amonestaci�n del Se�or. Efesios 6:4 .

Versículos 3-4

No puedo dejar de pedir la atenci�n del Lector conmigo, a la historia de este caso de Naam�n por completo, porque concibo que tiene la intenci�n, en un sentido espiritual, de presentar tanto la gracia como la gratuidad de esa gracia, como un tipo. de Jes�s limpiando a los pobres leprosos pecadores. Y creo que es m�s notable, porque solo nos encontramos con el ejemplo de este gentil en el Antiguo Testamento hasta este punto; y el caso de otro gentil en el Nuevo, la mujer de Cana�n; aunque la enfermedad de su hijo no fue la lepra, sin embargo, Jes�s puede ser el �nico sanador de ambos. Mateo 15:22 etc.

Versículos 5-8

�Lector! observe la diferente conducta inducida por la naturaleza y la gracia en la mente de los hombres. Cuando el rey de Israel recibi� esta carta, la naturaleza, no ense�ada por Dios, hizo una interpretaci�n alarmante. Cuando Ezequ�as recibi� una carta de un pr�ncipe id�latra, la gracia lo impuls� a difundirla ante el Se�or. Isa�as 37:14 .

Versículo 9

�Lector! no dej�is de observar c�mo lleg� Naam�n. Sus regalos estaban en su mano, y �l mismo, sin duda, magn�ficamente vestido, para cubrir su cuerpo leproso. �Y pod�a esperar que un enemigo de Israel, el Dios de Israel, lo mirara? �He aqu� en este hombre, un emblema de la venida de todo pecador que no despierta! Viene a comprar su salvaci�n. Viene con sus mejores t�nicas, su mejor carro, sus dones para esconder su alma pecadora. �Pobre de m�! todos estos deben ser desanimados, y el pecador desciende de todos los altos vuelos de la bondad imaginaria, antes de que pueda obtenerse una cura para la lepra del alma.

Versículo 10

�Y no dice el profeta, en este caso, como el evangelio? Cree en el Se�or Jesucristo y ser�s salvo, es el dulce lenguaje que proclama. Ve, l�vate en la sangre del Cordero, no siete veces, porque el que ha sido lavado una vez, no necesita m�s sacrificio por el pecado. Hebreos 10:18 ., Y, como el mismo Jes�s dijo bondadosamente, no necesita sino lavarse los pies, sino que est� completamente limpio. Juan 13:10 .

Versículos 11-12

�Lector! Observe en la conducta de Naam�n, qu� enemigo mortal es el orgullo del hombre para la recepci�n y el disfrute de nuestras principales felicidades. Y observe adem�s, aunque este sirio ten�a motivos suficientes, en una enfermedad tan repugnante y repugnante, para haberlo hecho manso de coraz�n, sin embargo, no hab�a subyugado su orgullo. �Pobre de m�! cu�ntos hay bajo las situaciones m�s humillantes, que nunca son verdaderamente humillados en el alma. �No es la conducta de Naam�n, al preferir los grandes r�os de Damasco a los arroyos sagrados del Jord�n, similar a la de aquellos que son inconscientes de la diferencia entre los medios externos de la gracia y el poder interno?

�Y en d�nde! �Se diferencia Naam�n de los incr�dulos modernos que, ignorantes de la justicia de Dios, van a establecer la suya propia y emprenden sus propios lavamientos en los Abenas y Farpars de naturaleza no renovada en lugar de la sangre preciosa de Jes�s?

Versículos 13-14

Padre tiene el mismo sentido y significado aqu�, como maestro. Se puede decir que todo due�o de una familia es el padre de ella, desde este punto de vista. Pero lo que principalmente deseo del lector en este vers�culo es rastrear la mano del Se�or en la obra. Fue el Se�or quien hizo que esta peque�a doncella de Israel fuera llevada cautiva a Siria: y quiz�s entre otras causas, muy principalmente con miras a sentar las bases para la curaci�n de este leproso.

Nuestro Se�or mismo nos dice expresamente, que si bien hab�a muchos leprosos en Israel en este mismo momento en que Naam�n fue sanado, Eliseo ten�a la comisi�n de limpiar a nadie m�s que a �l. Lucas 4:27 Por tanto, fue el Se�or quien hizo que esta peque�a doncella fuera llevada cautiva. Fue por la misma providencia suprema del Se�or que la llevaron a la casa de Naam�n.

Fue el Se�or quien trajo a la mente de este joven israelita, mientras estaba en Damasco, el recuerdo del profeta Eliseo, en Israel. Y fue el Se�or quien la impuls� a recomendar al profeta de Israel a la esposa de Naam�n. �Y no fue el mismo Se�or Todopoderoso que oper� sobre los otros sirvientes de Naam�n para calmar la ira de su amo e inducirlo a escuchar razones? Y sobre todo, �qui�n sino el Se�or de los ej�rcitos, que es maravilloso en sus consejos y excelente en sus obras, pudo haber influido en este altivo sirio para que descendiera al Jord�n, despu�s de todo el odio y la rabia que hab�a manifestado contra �l?

�Pausa, lector! en la revisi�n de los m�ltiples medios adoptados para el cumplimiento de este �nico prop�sito, y aprender conmigo a admirar y adorar las providencias de Dios, cumpliendo as� maravillosamente los sagrados prop�sitos de su voluntad. Y no te detengas aqu�. Desde el mundo de la naturaleza sigue adelante y contempla la misma mano Todopoderosa comprometida incansablemente en el mundo de la gracia. �Qui�n fue, alma m�a, el que primero me hizo ver, en medio de toda mi grandeza e importancia imaginadas, que no era m�s que un pobre leproso! �Qui�n te habl� primero de Jesucristo? �Qui�n me inclin� a buscar de este Todopoderoso Profeta en Israel la cura de mi lepra? Y cuando, como otro Naam�n, me acerqu� a �l con todas mis mejores cosas, esperando comprar su favor present�ndole sus propios regalos; y el mensaje mortificante de su santa palabra me fue enviado, para lavarme en su sangre y ser limpio, mi orgulloso coraz�n de justicia propia se anim� a rechazar, con rabia, tal doctrina; �Qui�n fue el que desarraig� ese orgullo, que suaviz� esa rabia y me hizo estar dispuesto a ser salvo a la manera de Dios y por el propio poder del Se�or? �Oh! precioso, precioso Jes�s? �Nunca, nunca permitas que pierda de vista tu Persona, gracia y misericordia, sino del�itate en darte, lo que es tan justamente tu debido, toda la gloria!

Versículos 15-19

�Observe qu� vasta obra hab�a realizado el Se�or en el coraz�n de este sirio! La lepra de su piel no solo fue lavada, sino la lepra y la incredulidad de su alma, inmediatamente est� convencido de que el Dios de Israel debe ser el Dios verdadero, y que no puede haber otro. Observe, adem�s, c�mo se sinti� afectado su coraz�n al desear ahora que Eliseo tomara esta bendici�n, como �l la llamaba, ya no como el precio de su curaci�n, sino como la muestra de su amor.

Y observe cu�n preciosa era la mism�sima tierra de Israel a su vista, quien antes de esto hab�a despreciado su r�o sagrado. Tales, Lector, ser�n siempre los benditos efectos de un cambio de coraz�n y la verdadera conversi�n del alma a Dios. �Hombre pobre! en verdad tem�a verse obligado a disimular su religi�n cuando el rey, su amo, a su regreso a Siria, le hizo asistir a su adoraci�n de �dolos. Y aqu� representa sorprendentemente el caso de muchos j�venes convertidos en la primera apertura de su vida renovada.

T�midos y temerosos de que los amigos carnales se burlen de ellos o los maltraten, hay muchos, como este sirio, o como Nicodemo, que en sus primeros despertares visitan a Jes�s de noche. Juan 3:1 .

Versículos 20-24

No puedo pasar por alto la rese�a de estos vers�culos sin desear que el lector se detenga a comentar conmigo una o dos circunstancias que merecen nuestra observaci�n. �Qu� personaje tan espantoso era este Giezi! Aunque hab�a estado tanto tiempo con su maestro, hab�a visto sus milagros, escuchado sus discursos y estaba plenamente convencido de que el Dios de Eliseo pod�a suplir todas sus necesidades; �sin embargo, codicia las cosas lamentables de plata y oro que Naam�n hab�a tra�do consigo! �Y lector! no deje de observar, porque es un punto de la mayor importancia; que estar al servicio del profeta, ver sus milagros y escuchar sus sermones, no transmiti� gracia al coraz�n de Giezi.

Los siervos de Naam�n, aunque id�latras, fueron fieles. El de Eliseo, aunque adoraba al Dios verdadero, era vil e indigno. �Oh! �Qu� lecciones nos ense�an tales cosas! Y observe, en esta conducta mentirosa de Giezi, cu�n atrevidamente invoc� el nombre del Se�or en el hecho: Vive el Se�or, fue su expresi�n. Si no me equivoco, el Esp�ritu Santo ha marcado la existencia propia, la soberan�a y la supremac�a del Se�or Jehov�, bajo esta frase en las Escrituras, en muchas partes donde nos encontramos con ella.

Pero siempre es dicho por el Se�or mismo, o de la manera m�s reverencial por sus siervos, en referencia a �l. E implica que, hablando estrictamente y propiamente, nadie m�s que Dios mismo puede decirse que vive. Toda la otra existencia se deriva de �l. Si este es el estado real del caso, le ruego al lector que me comente, qu� espantosa profanaci�n debe ser de esta perfecci�n distintiva de Jehov�, cuando las mentes ligeras, y que es muy com�n en el mundo, en su conversaci�n trivial. , a modo de confirmar lo que dicen, asumir este lenguaje y gritar; como yo vivo; Isa�as 49:18 ; Jeremias 22:24 ; Ezequiel 14:16 ; 1 Reyes 18:15 , etc.

Versículos 25-27

Deber�a parecer por lo que Eliseo le dijo a Giezi acerca de los olivares, vi�edos y cosas por el estilo, que el profeta no solo conoc�a por ense�anza divina el pecado de Giezi, sino el plan que ten�a al buscar la riqueza de Naam�n. Probablemente estaba planeando un plan para disponer del dinero, en la compra de esas cosas para �l y su familia. Observe, si es as�, qu� compra terrible hab�a hecho, en lugar de la que pretend�a.

�l y su simiente ser�n marcados con una enfermedad repugnante y con la infamia para siempre. �Oh! �Vosotros padres infelices, enga�ados y miserablemente equivocados! �No os traspas�is de muchos dolores cuando decid�is ser ricos? �Oh! Se�ores �Qu� felicidad real traes a tu descendencia, aunque les impongas las propiedades m�s grandes! Y si por la compra del tesoro de este mundo para tus hijos, sacrificas tu propio bien eterno; Piensa en una hora agonizante, con qu� reflejos en ti mismo, o con qu� agradecimiento y afecto real de ellos, tu mente se consolar�.

�Oh! para que esa solemne sentencia de nuestro adorable Se�or, sea escrita en las paredes de la casa de todo hombre mundano, y resuene en sus o�dos todos los d�as; �De qu� le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su propia alma? �O qu� dar� el hombre a cambio de su alma? Mateo 16:26 .

Versículo 27

REFLEXIONES

�LECTOR! aunque ya lo he detenido, al pasar por este cap�tulo, con varias reflexiones adecuadas, tal como aparecieron a mi vista y surgieron en mi mente, sin embargo, quisiera llamarlo antes de cerrar el libro, para reunir algunas m�s de naturaleza espiritual, que le ruego al Se�or que la aproveche.

Si hemos estado leyendo la historia de la lepra de Naam�n, como un asunto alejado de nosotros, y simplemente nada m�s y nada menos que como una transacci�n que ocurri� en los anales de Israel, hace muchos a�os; hemos perdido todos los bondadosos designios que el Esp�ritu Santo ten�a a la vista al hacer que se registrara un evento tan memorable. �Lector! t� y yo, y todo hijo de Ad�n, traemos al mundo la lepra del pecado.

�Mirad! (dice David) En maldad fui formado, y en pecado me concibi� mi madre. �Eres consciente de esto, lector? �Lo sabes? �Tu lo crees? �Oh! luego, digo como la sirvienta cautiva en Siria; �Ojal� estuvieras con el Profeta que est� en Samaria, el Se�or Dios de los profetas, el Se�or Jesucristo, porque �l te sanar�a de tu lepra!

�Y lector! no vengas, como lo hizo el sirio, con carros y caballos; no busques con regalos y recompensas comprar redenci�n. Nuestro Jes�s es demasiado rico para necesitar nuestro oro; demasiado amable para aceptar algo de sus criaturas. �l tiene una plenitud, una idoneidad, una suficiencia total en s� mismo; y su sangre preciosa limpia de todos los pecados. �Querid�simo Jes�s! he aqu� que vengo a ti. No Naam�n, no leproso al pie de la monta�a; Ning�n et�ope puede necesitar una limpieza m�s que yo, el clamor de mi alma, Se�or. si quieres, puedes limpiarme. �Oh! luego extiende tu mano misericordiosa; pon tu gracia soberana en mi alma, y ??pronuncia la palabra sanadora, lo har�; s� limpio; e inmediatamente mi alma ser� sanada.

Y sanado por ti, como Naam�n, mi alma estar� plenamente convencida de que no hay Dios en toda la tierra, ning�n otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, mediante el cual los pecadores puedan ser salvos. �Oh! por la gracia de saber con Pablo, ahora que somos lavados, que somos santificados, que somos justificados en el nombre del Se�or Jes�s, y por el Esp�ritu de nuestro Dios. Y pronto vendremos entonces a cantar ese c�ntico con toda la congregaci�n en el cielo, que una vez fuimos leprosos como nosotros, pero que han sido limpiados en la misma fuente de redenci�n; T� fuiste inmolado, y con tu sangre nos redimiste para Dios.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre 2 Kings 5". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/2-kings-5.html. 1828.
 
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