Bible Commentaries
Colosenses 2

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

Pablo est� hablando muy bienaventuradamente de Cristo. Advierte a la Iglesia contra la filosof�a y el vano enga�o.

Versículos 1-3

(1) Porque quisiera que supiera el gran conflicto que tengo por ustedes, y por ellos en Laodicea, y por todos los que no han visto mi rostro en la carne; (2) Para que sus corazones sean consolados, unidos en amor, y en todas las riquezas de la plena certeza del entendimiento, al conocimiento del misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo; (3) En quien est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento.

La apertura de este Cap�tulo ofrece una hermosa representaci�n de la mente de Pablo. Nunca hab�a visto la Iglesia de los Colosenses. �Pero que hay de eso? Eran el reba�o de Cristo, y Pablo los amaba por eso. �Lector! �No es as� para nosotros con el mismo Cristo? T� y yo nunca hemos visto a Cristo en la carne. Pero �no podemos decir con uno de los antiguos acerca de �l, a quien amamos sin haber visto? en quien, aunque ahora no lo vemos, pero creyendo, nos regocijamos con gozo inefable y lleno de gloria, 1 Pedro 1:8

Observe cu�n gloriosamente el misterio de los Santos Tres en Uno, del que se habla, se conoce y se disfruta, cuando las almas del pueblo de Dios se entrelazan en amor. Y observe, cu�n benditamente se describe a CRISTO en su plenitud: En quien est�n escondidos todos los tesoros (p�gina 17) de la sabidur�a y el conocimiento. �Entonces, lector! si es as� (como seguramente lo es), de nada sirve buscar sabidur�a o conocimiento en otra parte.

Pero para el aliento de todos los que buscan a Cristo, sean sus circunstancias tan pobres o desdichadas, seguramente lo encontrar�n. S�, Jes�s, bajo su conocido car�cter de Sabidur�a, es representado como no esperando ser buscado, sino viniendo �l mismo para invitar a todo pecador miserable e ignorante, a quien Dios el Esp�ritu ha hecho ver su necesidad y miseria, para que venga y Compra de �l sabidur�a, sin dinero y sin precio, Isa�as 55:1 .

Y se dice que esos tesoros est�n ocultos, no significa que est�n ocultos por medio de un ocultamiento, sino por medio de seguridad y protecci�n. Ciertamente, est�n ocultos a los sabios y prudentes; es decir, los sabios en su propia opini�n y los prudentes en su propia opini�n; pero se revelan a los ni�os. Por eso Jes�s agradeci� a su Padre, Mateo 11:25 .

Y si el lector recurre al libro de los Proverbios, encontrar� a Cristo, como Sabidur�a, clamando en voz alta e invitando a su pueblo a que venga y encuentre la plenitud de la sabidur�a y el conocimiento. Amo a los que me aman (dice �l), y los que me buscan temprano me encontrar�n; har� heredar bienes a los que me aman, y llenar� sus tesoros, ver Proverbios 8:1 completo.

Versículos 4-10

(4) Y esto digo, para que nadie os enga�e con palabras seductoras. (5) Porque aunque estoy ausente en la carne, sin embargo estoy con ustedes en el esp�ritu, goz�ndome y contemplando su orden y la firmeza de su fe en Cristo. (6) Por tanto, de la manera que hab�is recibido al Se�or Jesucristo, andad en �l: (7) arraigados y edificados en �l, y firmes en la fe, como se os ha ense�ado, llenos de acci�n de gracias.

(8) Cu�dense de que nadie los eche a perder con la filosof�a y el vano enga�o, seg�n la tradici�n de los hombres, seg�n los rudimentos del mundo, y no seg�n Cristo. (9) Porque en �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. (10) Y vosotros est�is completos en �l, que es la cabeza de todo principado y potestad:

Dentro del alcance de estos pocos vers�culos, tenemos varios temas muy interesantes. Debo ser breve. Parece que en los d�as del Ap�stol, as� como en los nuestros, la Iglesia de Cristo tuvo que lidiar con lo que Pablo llama palabras seductoras de la sabidur�a del hombre. Estaba hecho de filosof�a, falsamente as� llamada, y vano enga�o. Pero aqu� estaba la l�nea de distinci�n, no fue despu�s de Cristo, luego fue contra Cristo, porque as� dice Cristo, el que no est� conmigo, contra m� es, Mateo 12:30 .

No hay nada neutral en esta guerra. Y le ruego al lector que observe a�n m�s, esta malicia hacia la Iglesia de Jes�s no vino de los abiertamente profanos. No fue la oposici�n de los licenciosos o los imp�os atrevidos, sino de los profesores de religi�n. S�, deber�a parecer, por lo que Pablo dijo de sus palabras seductoras y seductoras, que estaban muy celosos de una vida y una conversaci�n santas. Tales eran los fariseos de los d�as de nuestro Se�or.

Tales deber�an parecer eran los de los d�as de Pablo. Tal ha sido en todos los d�as. Y esos, estoy seguro, est�n en el nuestro. Pero el Esp�ritu Santo ha marcado su verdadero car�cter por medio de su siervo, cuando dice, �no son despu�s de Cristo!

�Pero lector! nos preocupa mucho m�s saber qu� remedio ha se�alado aqu� Dios el Esp�ritu Santo, por su siervo Pablo, para contrarrestar su falacia, que ir en una b�squeda m�s profunda de su car�cter. Y estoy seguro de que lo que el bendito Esp�ritu ha ordenado en esos pocos vers�culos, si se le presta atenci�n y se acompa�a con su bendici�n, debe resultar el preservador m�s eficaz contra toda una hueste de fariseos, hombres de falsa filosof�a y los rudimentos de la religi�n. el mundo.

No puede fallar, pero debe silenciar para siempre toda oposici�n, tanto de la levadura del fariseo como de la hipocres�a, porque es totalmente de Cristo, viene de Cristo, conduce a Cristo y todo descansa sobre Cristo. �Se�or! Dir�a por m� mismo y por todo su pueblo: �Danos a escuchar en esta dulce escritura lo que el Esp�ritu dice a las Iglesias! Y as� habla el se�or. As� que, de la manera que hab�is recibido a Cristo Jes�s el se�or, as� andad en �l, arraigados y edificados en �l, y afirmados en la fe como se os ha ense�ado, abundando en ella en acci�n de gracias. Examinemos estos grandes puntos uno por uno.

Y primero. Como hab�is recibido al Se�or Jesucristo. La pregunta es �c�mo lo has recibido? No puede haber m�s que una manera adecuada, y es cuando un hombre recibe a Cristo como se supone que un pobre, necesitado, arruinado y pecador deshecho debe recibirlo, Lector. si ha recibido a Cristo, es f�cil para usted describir c�mo lo recibi�. Viniste, si viniste bien, bajo el sentido m�s completo, de que no ten�as nada m�s que pecado, no eras m�s que un pecador, y necesitabas a Cristo como un Salvador total y completo.

Ahora bien, es Dios el Esp�ritu Santo, quien en este pasaje de las Escrituras manda positivamente, que as� como lo recibieron primero, as� lo deben recibir ahora. Porque no tienes m�s para traerle el �ltimo d�a de tu morada en la tierra, como recomendaci�n, que el primer d�a que o�ste de su bendito nombre. Y como no lo dividi� a la mitad con Cristo cuando huy� a �l en busca de salvaci�n, tampoco tiene nada que dividir con �l ahora.

Y me atrever� a decir que si se siguiera de cerca este bendito precepto de Dios el Esp�ritu Santo, y los puntos de vista de Jes�s, como los sostiene aqu� el Esp�ritu Santo, se mantuvieran vivos en todos los corazones, predicados por todos los ministros en todas las Iglesias del pueblo del Se�or, y por la gracia perseguida por todos los que profesan las verdades eternas del Evangelio, tender�, bajo la bendici�n divina, a silenciar m�s eficazmente el orgullo sin humildad del fariseo, que nunca ha conocido la plaga. de su propio coraz�n, que todas las exhortaciones al carnal, ya los seguidores de la falsa filosof�a y los rudimentos del mundo.

En segundo lugar. La misma recepci�n de Cristo de esta manera, tanto la primera como la �ltima, har� que el pobre y sensible pecador lo acepte bajo todos sus oficios y car�cter. Lo recibir� como Cristo, es decir, Dios y hombre en una Persona, el Cristo de Dios, el ungido de Dios, el elegido de Dios, el enviado de Dios, el sellado de Dios. Por lo tanto, lo recibir� en el nombre y la autoridad de Dios. Lo recibir� como Jes�s, un Salvador, porque tal era, es y ser� su nombre, para salvar a su pueblo de sus pecados, Mateo 1:21 .

Y lo recibir� como mi Se�or, porque todos los afectos de mi alma se inclinar�n ante �l, cuando el Se�or me haya dispuesto en el d�a de su poder, Salmo 110: 3 . Y, �oh! �Qu� bendita seguridad encontrar� contra el pecado, y todas las tremendas consecuencias de �l, al recibir a Cristo Jes�s el Se�or en toda la plenitud de su salvaci�n consumada; y como remedio de Dios el Padre, de su propia provisi�n, al librar de la ira venidera.

En tercer lugar. Y cuando, por medio de la ense�anza divina, el alma es conducida diariamente a ver y sentir su necesidad diaria de Cristo, para recibirlo todos los d�as, como fue recibido el primer d�a, y para que se haga consciente de que igualmente ser� necesaria para �l. el �ltimo d�a, un alma as� ense�ada por Dios, no correr� peligro de caer en la filosof�a o en vano enga�o. Caminar en Cristo y actuar con fe en Cristo ser� el principio rector del alma.

�Cada deber ser� asumido solo en su fuerza, y cada deseo del alma ser� solo para su gloria, lector! �det�ngase en esta vista del tema! �Puede un hijo de Dios hacer otra cosa que caminar en Cristo, siempre que haga de Cristo la salvaci�n total? �No est� ese hombre arraigado y edificado en Cristo, cuyas fuentes de vida espiritual est�n todas en �l? �No est� �l establecido en la fe quien hace de Cristo tanto el Alfa como la Omega, el primero y el �ltimo en su salvaci�n? Pero si un hombre viene a Cristo al principio como un pecador pobre y condenado a s� mismo, y en las etapas posteriores de la vida cree que ahora tiene algo que llevar al Se�or, y, por lo tanto, trae lo suyo como causa de procuraci�n. , o, como algunos lo llaman, las evidencias de su vocaci�n, �Qu� es esto sino una desviaci�n del plan original de venir? No se puede decir que ahora est� caminando en Cristo Jes�s el Se�or como lo recibi� por primera vez. Y, por tanto, no se obedece este mandato del Esp�ritu Santo.

�Lector! tengan paciencia mientras digo que, seg�n mi visi�n de las cosas, a esta �nica causa se le debe atribuir la delgadez de la Iglesia en la actualidad, e incluso algunos, que, en tiempos pasados, han aprendido la verdad como est� en Jes�s. Hay muchos que, cuando el Se�or los llam� por primera vez de las tinieblas a la luz, emprendieron el dulce plan de recibir a Cristo, como Dios el Esp�ritu Santo lo ha presentado aqu�.

Pero se puede decir de ellos, como el mismo Se�or Jes�s dijo a la Iglesia en �feso, tengo algo contra ti, porque has dejado tu primer amor, Apocalipsis 2: 4 . Es una consideraci�n melanc�lica que nuestro afecto por Cristo disminuya, y que pensemos que no lo necesitamos tanto en las etapas posteriores de la vida, como cuando llegamos a �l por primera vez, condenados a nosotros mismos y con desprecio por nosotros mismos; cuando es notorio para todo hombre que no es ajeno a la plaga de su propio coraz�n, que multiplicamos las transgresiones como multiplicamos los d�as.

Por �ltimo, no agregar m�s. Este dulce mandamiento de Dios el Esp�ritu que nos invita a caminar en Cristo, bajo las mismas circunstancias de necesidad en que recibimos a Cristo por primera vez, nos invita tambi�n a abundar en Cristo con acci�n de gracias. Preciosa consideraci�n para un hijo de Dios, que es recibir diariamente de la plenitud de Cristo, y gracia por gracia. Habr� motivo para alabanza incesante y abundantes acciones de gracias mientras estemos extrayendo de las fuentes de la salvaci�n.

Mientras viva de las limosnas diarias de mi Se�or, cada visita a su propiciatorio abrir� un nuevo motivo de gozo, porque saldr� vac�o y regresar� lleno. Perder� de vista mi nada en la suficiencia total de mi Se�or. Y de recibir a Cristo Jes�s el Se�or como lo recib� el primer d�a, ser� arraigado y edificado en �l en el �ltimo d�a. Jes�s ser� incesantemente precioso cuando encuentre mi alma establecida en �l. Y mientras me conduce por sendas de justicia por amor de su Nombre, �l ser� mi fortaleza y mi c�ntico, y abundar� en �l con acci�n de gracias.

Ahora ruego al lector que preste atenci�n a lo que se incluye en la �ltima parte de este p�rrafo. Pablo, habiendo dicho en lo anterior la necesidad de recibir siempre a Cristo como el mismo, aqu� da la raz�n de ello: Porque en �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Y, como si el temor de una contemplaci�n tan estupenda pudiera abrumar la mente (como bien podr�a suponerse), agrega, est�is completos en Aquel que es la cabeza de todo principado y poder.

�Lector! �No espere una explicaci�n de este maravilloso misterio, Dios manifestado en carne, Dios habitando en carne, s�, toda la plenitud de la Deidad morando en �l corporalmente! Esta no es competencia de los hombres ni de los �ngeles para desarrollar. Tampoco se revela para el objeto de nuestro descubrimiento, sino para nuestra fe. S�lo un punto que pido especialmente notar en �l, a modo de recomendarlo m�s afectuosamente, como un art�culo de fe, al coraz�n del lector y al m�o: a saber, lo que se dice aqu� de la plenitud de la Deidad que habita en Cristo corporalmente, m�s evidente y claramente significa en Cristo personal.

No como se dice en las Escrituras que Dios debe habitar con su pueblo y andar en �l, lo que no significa m�s que un camino de gracia. Pero por la morada de la Deidad corporalmente en Cristo, significa una unidad y uni�n de Dios y el hombre en una Persona; de modo que la naturaleza humana de Cristo est� llena de la naturaleza divina, y ambas est�n tan inseparablemente unidas, que forman una sola y misma Persona. �Oh! la gloriosa verdad! �Oh! la inmensa dignidad conferida a la Iglesia!

Pero, �c�mo se realza esta inmensa bendici�n a nuestra vista, cuando el Ap�stol agrega, y ustedes est�n completos en �l? Completa, no solo en toda la bienaventuranza que surge de los oficios de Cristo en redenci�n, justificaci�n, santificaci�n y similares, sino completa por medio de la uni�n de la Iglesia con Cristo, y su unidad con �l. Porque como Cristo Personal, Dios y Hombre en Uno, forma su glorioso nombre, Cristo; de modo que la uni�n de la Iglesia con Cristo trae consigo un inter�s en todo lo que le pertenece como Cristo.

Es una uni�n personal de la Iglesia con �l, como Cabeza y Esposo. Y de ese modo se convierte en una uni�n vital, espiritual, viviendo en �l y viviendo por �l: porque el que se une al Se�or es un solo Esp�ritu, 1 Corintios 6:17 ; Efesios 5:32

No debo transgredir en llamar al lector a la contemplaci�n de la mil�sima parte de las bendiciones que surgen de esta uni�n. Pero una doctrina llena de tales reservas de consuelo no debe pasar completamente desapercibida. Le rogar� que note algunos.

Y primero. Como fuente y manantial de todo, que el lector se detenga sobre esta preciosa visi�n de Uno en su propia naturaleza, en quien la plenitud de la Deidad habita corporalmente. Aunque no podemos formarnos una idea que pueda tener la menor proporci�n con lo que realmente es, en las infinitas dimensiones de la Deidad llenando la humanidad de Cristo; Sin embargo, podemos suponer que el Hijo de Dios, en esta belleza y gloria del Ser, debe ser un objeto de excelencia y grandeza sin igual, ya que Dios Padre, al contemplarlo y traerlo a la Iglesia, se oy� hablar de �l. ; Elegido m�o, dice Dios, en quien se deleita mi alma. Isa�as 42: 1 .

Tal es la gloria de su Persona como Dios-hombre, que, independientemente de todos los actos u obras que posteriormente realice, Cristo mismo es infinitamente m�s hermoso y m�s amado en la estima de Dios que cualquier otro objeto. Millones de mundos, incluidos todos sus habitantes, se reducen a la nada en comparaci�n, Mateo 3:17 ; Lucas 9:35 ; Juan 12:28

En segundo lugar. �Qu� vista ofrece la contemplaci�n de tal Ser al alma de un creyente regenerado, cuando agrega al pensamiento de lo que una Persona tan llena de gloria es en s� mismo, es tambi�n en las infinitas perfecciones de dispensar a otros! Me temo que esta visi�n de nuestro adorable Cristo no es considerada, ni siquiera por la Iglesia de Dios, como deber�a en toda la extensi�n del tema. Tendemos a limitar nuestra visi�n de Cristo como DIOS-hombre Mediador, como si su oficio se limitara a su cuerpo, la Iglesia.

�Mi hermano! P�dale a Dios el Esp�ritu Santo que elimine esta noci�n estrecha y glorifique m�s al Se�or Jesucristo a su vista, y ver� a Cristo como Dios - hombre Mediador, llevando a cabo toda la parte ejecutiva de la administraci�n de Jehov�, en todos los departamentos de la naturaleza. , providencia, gracia y gloria. Nuestro Se�or Jesucristo form� mundos, y al mismo tiempo sostiene todas las cosas y gobierna todas las cosas. Y esto lo hace como Mediador.

Sin esta uni�n de Dios y el hombre, la creaci�n misma habr�a querido un fundamento. Por �l todas las cosas subsisten. De ah� la dulzura y la preciosidad de esta escritura, as� como su gloria. En �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. �Oh! �Qu� glorioso objeto de amor, adoraci�n y deleite eternos es nuestro Se�or Jes�s! Bien podr�a llamarlo el salmista, alabanza de todos sus santos, Salmo 148: 14

En tercer lugar. Pero lo que agrada a la vista de todo hijo de Dios verdaderamente regenerado, y hace tan dulce nuestra meditaci�n de Jes�s, es que mientras se nos ense�a a conocerlo como el Dios-hombre, en quien habita toda la plenitud de la cabeza. corporal; no menos se nos ense�a a contemplarlo como la cabeza de su cuerpo, la Iglesia, la plenitud que lo llena todo en todo. Por lo tanto, todo lo que es en esta relaci�n, es para su gente.

Y est�n completos en �l. No solo completos al ser aceptados en �l, como el Se�or su justicia, santos en su santidad, y perfeccionados en su perfecci�n, sino considerados como uno con �l, se convierten en su cuerpo m�stico. Y como la Cabeza da vida y perfecci�n al cuerpo; as� Cristo, como Cristo, da vida y perfecci�n a los suyos. Y, por tanto, as� como est�n completos en �l como su cabeza, as� Cristo est� completo en ellos como sus miembros.

La cabeza de cualquier cosa no puede ser completa sin un cuerpo, ni tampoco Jes�s, como cabeza de su cuerpo, la Iglesia, puede estar completo sin la Iglesia, su cuerpo. �Lector! �Reflexiona bien sobre la misericordia inefable! Est�s gimiendo 'a diario, bajo un sentido consciente de un cuerpo de pecado y muerte que llevas contigo. M�ralo a �l, en quien solo est� toda tu perfecci�n. M�ralo como es en s� mismo. En �l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.

M�relo como es para su Iglesia, est�is completos en �l. M�relo como es en su relaci�n con esa Iglesia, �l es la Cabeza de todo principado y poder. �Cu�nto m�s a su propio cuerpo? Piensa, hermano m�o, en qu� se desarrollar� ese gran d�a de Dios, cuando la perfecci�n de esta Cabeza Todopoderosa nuestra manifestar� su perfecci�n, no s�lo en las glorias de su propio cuerpo personal, sino en la perfecci�n de su propio cuerpo m�stico, hecho bello en su hermosura y perfecto en su perfecci�n. �Oh! �el gozo de la vasta multitud de todos sus innumerables miembros, cuando todos lo ver�n tal como es, y conocer�n incluso como ellos son conocidos!

�Oh! el rapto de todos los redimidos por el Se�or, que luego regresar�n a Sion con c�nticos de gozo eterno sobre sus cabezas, cuando Cristo sea contemplado en toda la plenitud de la Divinidad corporalmente. Y, �oh! Mi pobre alma, �cu�l ser� tu gozo en ese gran d�a de Dios, cuando despu�s de todo el estallido de tus corrupciones aqu� abajo, los dolores de coraz�n y los dolores de cabeza, a causa del pecado, los dardos ardientes de Satan�s, y los desprecios del mundo? , cuando no solo contemples a tu Jes�s en todo lo que es bendito y glorioso en �l, sino que te encuentras a ti mismo como un miembro de su cuerpo m�stico, una parte del mismo Jes�s, como uno entre los miembros de su cuerpo, la Iglesia. �Se�or! �Me postro ante la abrumadora contemplaci�n! �Cu�ndo amanecer� y huir�n las sombras? Date prisa, amado m�o, y s� como el ciervo sobre los montes de especias.

Versículos 11-15

(11) en quien tambi�n sois circuncidados con la circuncisi�n hecha sin manos, al despojarnos del cuerpo de los pecados de la carne mediante la circuncisi�n de Cristo: (12) sepultados con �l en el bautismo, en el cual tambi�n hab�is resucitado con �l por medio de la fe de la operaci�n de Dios, que lo levant� de entre los muertos. (13) Y a vosotros, estando muerto en vuestros pecados y en la incircuncisi�n de vuestra carne, os ha vivificado juntamente con �l, habi�ndoos perdonado todas las ofensas; (14) Borrando la escritura de las ordenanzas que estaba en contra de nosotros, que era contraria a nosotros, y la quit� de en medio, clav�ndola en su cruz; (15) Y habiendo saqueado principados y potestades, los exhib�a abiertamente, triunfando sobre ellos en ella.

Sobre el tema de la circuncisi�n, al que se refieren estos vers�culos, no creo que sea necesario ampliar, habi�ndome detenido ya en los cap�tulos segundo y sexto de Romanos. S�lo quisiera, adem�s, aprovechar lo que aqu� se dice para observar cu�n necesario es mirar a Cristo en todo. La circuncisi�n hecha con manos y la incircuncisi�n hecha sin manos ten�an a Cristo como �nico objeto. La circuncisi�n del jud�o y el bautismo del gentil, ambos miraron a �l, centrados en �l, y en �l tuvieron su realizaci�n. Todo menos Cristo es sombra. �l solo es la sustancia.

Detengo al lector en la expresi�n al final de este p�rrafo, para comentar que cuando se dice que Cristo despoj� a los principados y potestades, y los exhibi� abiertamente, triunfando sobre ellos en �l; el original es mucho m�s fuerte, pues dice, triunfando sobre ellos en s� mismo, es decir, que sus triunfos fueron personales. Jes�s se llev� la gloria a s� mismo. Y el margen de la Biblia lo ha retenido muy apropiadamente.

Siempre es una bendici�n contemplar la Persona de Cristo en todo, porque su Persona, en toda la obra de redenci�n, es el glorioso objeto de nuestra fe y esperanza. Ver Colosenses 1:20 y Comentario.

Versículos 16-23

(16) Por tanto, nadie os juzgue en comida o bebida, o en cuanto a un d�a santo, o la luna nueva, o los d�as de reposo, (17) que son una sombra de lo que vendr�; pero el cuerpo es de Cristo. (18) Que nadie os enga�e de vuestra recompensa con humildad voluntaria y adoraci�n a los �ngeles, meti�ndose en lo que no ha visto, en vano envanecido por su mente carnal, (19) Y sin sostener la Cabeza, de la cual todos el cuerpo por las articulaciones y las ligaduras que se alimentan y se entrelazan, aumenta con el aumento de Dios.

(20) Por tanto, si est�is muertos con Cristo de los rudimentos del mundo, �por qu�, como viviendo en el mundo, est�is sujetos a ordenanzas, (21) (No tocar; no gustar; no tocar; (22) Que todos perecer�n con el uso;) seg�n los mandamientos y doctrinas de hombres? (23) las cuales tienen en verdad una demostraci�n de sabidur�a en la adoraci�n de la voluntad, la humildad y el descuido del cuerpo; no en honor a la saciedad de la carne.

El lector debe observar, para la correcta comprensi�n de lo que aqu� se dice sobre el tema de la disputa acerca de las ordenanzas, que se relacionan con la Iglesia jud�a y gentil. Los jud�os convertidos al Evangelio trajeron consigo muchos de sus prejuicios jud�os. Y los gentiles, que no ten�an ning�n apego a esas cosas, eran reprendidos con frecuencia, al parecer, por sus hermanos los jud�os, por no observarlos.

Pablo desea que estas cosas se desvanezcan, y que ya no se escuche m�s censura cruel sobre las fiestas de la luna nueva, o la alteraci�n del d�a de reposo jud�o al primer d�a de la semana, en honor a la resurrecci�n del Se�or. Su objetivo es llamar la atenci�n de ambos, de la sombra a la sustancia, de las ordenanzas a Cristo.

Pero aunque en estas disputas la Iglesia de Dios no se preocupa ahora, sin embargo, se puede mejorar mucho lo que Pablo ha dicho aqu� sobre el tema de las ordenanzas. Ha sido en todas las �pocas, y todav�a es demasiado la propensi�n en la mente humana, a poner m�s �nfasis en los medios de la gracia que a considerar el fin. Nos preocupa m�s observar la sombra que cuidar la sustancia. La canal se sustituye por la vida.

Los hombres se alimentan, como dice el Profeta, de cenizas, Isa�as 44:20 . Por lo tanto, cualquier cosa, y todo menos Cristo, forma una forma, donde no hay poder de piedad. El Ap�stol resume todo este atractivo de la religi�n, con plena comprensi�n, cuando lo llama, en vano envanecido por su mente carnal. �Pobre de m�! �Qu� forma pura de adoraci�n se encuentra en la actualidad totalmente libre de esta levadura? �Qu� Iglesia de Cristo hay en la tierra que sostenga la Cabeza de tal modo que reciba todo el alimento solo de �l y aumente con el crecimiento de Dios?

�Lector! Dejemos que usted y yo aprendamos de este sorprendente pasaje, la necesidad de estar muerto con Cristo de los rudimentos del mundo, para que podamos usar las ordenanzas y no estar sujetos a ellas. Un alma muerta con Cristo a esas cosas, tiene vida con Cristo en las cosas espirituales. La vida de Cristo en el alma tiene compa�erismo y comuni�n con Cristo en todo lo que le pertenece, su vida, su obediencia, su muerte, su resurrecci�n, ascensi�n, gloria.

El alma es justificada gratuitamente, plena y eternamente. �l es uno con �l y aceptado en �l. Por lo tanto, aunque usa ordenanzas, pero como m�diums solo para conducir a Cristo, como carros para llevarlo a Cristo. No est� sujeto a ellos, mucho menos para sustituirlos en el lugar de Cristo, o convertirlos en salvadores en parte. Todos est�n subordinados y como cosas que perecen con el uso. Cristo es el �nico y �nico objeto en cada deseo, en todas las b�squedas y en todos los logros.

Lo que dijo uno de los antiguos, todos encuentran, y toda la bienaventuranza sigue en este disfrute. �A qui�n tengo yo en los cielos sino a ti? y no hay nadie en la tierra que yo desee fuera de ti. Mi carne y mi coraz�n desfallecen; la fortaleza de mi coraz�n eres t�, y mi porci�n para siempre, Salmo 73:25 .

Versículo 23

REFLEXIONES

Qu� hermosa vista abre este Cap�tulo del amor de Pablo a la Iglesia, en sus ejercicios del alma para su bienestar espiritual. Y, qu� contradicci�n de los pecadores soport� Cristo contra s� mismo por su Iglesia y su pueblo, para que sus ejercitados no se desmayaran y se fatigaran en sus mentes. �Oh! �T� modelo inigualable de todo lo que es bello, bueno y hermoso!

�Oh! �Se�or el Esp�ritu Santo! que tu Iglesia te alabe por el gracioso remedio que has ense�ado en este cap�tulo contra la filosof�a y el vano enga�o, la tradici�n de los hombres y los rudimentos del mundo. Es, de hecho, un alivio seguro, cuando un pobre pecador es capacitado, a trav�s de todo el tiempo-estado de la Iglesia, para recibir a Cristo como lo recibi� por primera vez, cuando fue llamado de las tinieblas a la luz, y tanto para recibir a Cristo como para venir a Cristo, y vivir en Cristo, de principio a fin, el mismo pecador necesitado, desamparado, condenado a s� mismo, que se odia a s� mismo todav�a. �Se�or! sea ??mi porci�n as� recibir a Cristo, y as� caminar en Cristo, y ser arraigados y edificados en �l, para la gloria del Se�or y mi gozo.

�Se�or! evita que tu Iglesia sea enga�ada con palabras seductoras. Evita que todos tus redimidos se envanezcan en vano con una mente carnal. Ministros de mi Dios, sostengan en alto la Cabeza gloriosa, de la cual todo el cuerpo, que se nutre y se entrelaza, puede crecer con el crecimiento de Dios. �Padres, den a conocer su nombre a los hijos!

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre Colossians 2". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/colossians-2.html. 1828.