Bible Commentaries
Isaías 63

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

Este es un cap�tulo sumamente bendecido, que describe las victorias del Se�or Jesucristo sobre sus enemigos y los triunfos de su amor y gracia en la redenci�n.

Isa�as 63:1

No puedo entrar en este Cap�tulo sin antes mirar hacia arriba para bendecir a Dios por ello. Seguramente nunca hubo una descripci�n m�s gloriosa de la Persona y obra del Se�or Jesucristo; que lo que aqu� se le da a la Iglesia, en el lenguaje de la profec�a, tantos a�os antes de la venida de Cristo. Algunos escritores, para disminuir la fuerza de las cosas preciosas, refiri�ndose a Cristo, nos dir�an que la escritura no es m�s que un relato del triunfo de Israel sobre Babilonia, cuando, por la destrucci�n de ese reino, Israel fue liberado de la servidumbre.

Pero esto es del todo imposible. Se dice que el poderoso Conquistador que se describe aqu� proviene de Edom, con vestiduras te�idas de Bosra. Ahora bien, estos lugares se encuentran al sur de Jerusal�n, mientras que en las Escrituras siempre se habla de Babilonia como el Pa�s del Norte. Ver Jeremias 31:8 . Por lo tanto, nada puede ser m�s claro que la victoria de la que se habla aqu� es la conquista personal de la salvaci�n por parte de Cristo, en la cual, como dice la Escritura, del pueblo no hubo nadie con �l.

Edom y Bosra, se mencionan, probablemente en alusi�n a la antigua enemistad de Esa�, el jefe de la casa de Edom, contra Jacob, su hermano. Porque de Abel y Ca�n, uniformemente a trav�s de toda la raza, en la simiente separada y distinta, el que naci� seg�n la carne persigui� al que naci� seg�n el esp�ritu, G�latas 4:29 .

Pero le ruego al lector que considere todas las consideraciones menores y que siga al Profeta en lo que aqu� se dice, con la mirada puesta solo en Cristo. Y que Aquel que gui� la pluma del Profeta, gu�e el coraz�n tanto del escritor como del Lector de este Comentario, para que podamos contemplar a Jes�s benditamente representado en todo. El profeta abre el Cap�tulo con una pregunta, como si se sorprendiera de lo que contemplaba.

Ve a uno que se acerca a �l, bajo un personaje que no podr�a explicarse a s� mismo. Lo ve venir como de guerra, no cansado ni fatigado, sino que viaja con gran fuerza; y, sin embargo, sus vestidos son como los del sirviente m�s humilde, que hab�a subido del lagar, oficio que siempre desempe�aban los m�s humildes del pueblo. El Profeta, impresionado con la vista, pregunta, �qui�n es este? A lo que el Se�or, con gran gracia, responde instant�neamente: Soy yo, poderoso para salvar; y hablando con justicia.

El Profeta no pudo sino comprender perfectamente, por esos personajes, qui�n era. Nadie excepto Jes�s, el Salvador prometido, podr�a ser poderoso para salvar; porque la salvaci�n no est� en ning�n otro. Y esto lleg� a ser el cumplimiento del pacto de Dios en sus promesas, y manifest� la fidelidad de Jehov�, Deuteronomio 7:9 . �Lector! �Cu�n bienaventurado es ver, en una y la misma Escritura, la fidelidad de Dios el Padre, y la perfecta justicia y completa salvaci�n del Se�or Jesucristo!

Versículo 2

El Profeta, animado por la respuesta amable y condescendiente que hab�a recibido, se aventura ahora a ir m�s all� en su investigaci�n y pregunta, �c�mo es posible que alguien tan grande y glorioso aparezca en un cargo tan mezquino y humilde? Y esto, lector, es y ser�, entre todos los redimidos, el tema eterno de asombro, alabanza y gozo por toda la eternidad. �Oh! la condescendencia del Se�or Jes�s, al despojarse de su gloria y tomar sobre �l la forma de un siervo. Seguramente, por esta degradaci�n, y por la obediencia y muerte que obr� en la Persona del Mediador, la ley de Dios ha sido m�s honrada y glorificada que lo que podr�a haber sido hecho por la obediencia sin pecado y la muerte de �ngeles y hombres, a todos. eternidad.

Versículos 3-6

Aqu� el Se�or Jesucristo da bondadosamente una respuesta completa y satisfactoria a la pregunta del Profeta, y en ella explica de la manera m�s bendita, para el gozo de la Iglesia, el tema de su triunfo personal en la redenci�n. El lagar que Jes�s pis�, fue el lagar de la ira de Dios, en el cual nuestra naturaleza merec�a haber sido arrojada, y, de no ser por la interposici�n de Jes�s, debi� haber sido arrojada, y permaneci� para magullar por toda la eternidad; Apocalipsis 14:19 .

Bien podr�a el Se�or Jes�s agregar, en este relato, que del pueblo no hab�a ninguno con �l. �Porque los pecados que carg�, cuando fue hecho pecado por nosotros, si hubieran sido puestos sobre su pueblo, habr�an aplastado a toda la raza en la ruina para siempre! �Dulce pensamiento! El que carg� con nuestros pecados y carg� con nuestros dolores, realiz� toda la redenci�n. Sobre �l carg� el Se�or las iniquidades de todos nosotros. �Y lector! Si el propio brazo de Jes�s obr� la salvaci�n, �no le dar�s, con alegr�a y gratitud, toda la alabanza? Y observe, el d�a de la venganza de los enemigos de Cristo ha llegado, cuando llega el a�o de sus redimidos.

Porque mientras salva a su pueblo de sus pecados, hollar� con destrucci�n eterna el pecado, la muerte, el infierno y el sepulcro. Ambos puntos de vista estuvieron en su coraz�n desde la eternidad; y solo Jes�s cumple los sagrados prop�sitos de los suyos y de la voluntad de su Padre. Por lo tanto, cu�n dulcemente puede cada alma redimida, tomar la canci�n del Profeta y decir; �Cantad, cielos! porque el Se�or lo ha hecho! Gritad, profundidades de la tierra; �Pr�ndete a cantar, monta�as, oh bosque, y todos los �rboles que hay en �l! porque el Se�or redimi� a Jacob y se glorific� en Israel. Isa�as 44:23 .

Versículos 7-9

Aqu� se cambia el tema, as� como la Persona que habla. El Profeta, probablemente contemplando lo sucedido, comienza a celebrar la bondad divina y, sobre todo, con la mirada puesta en las misericordias de la Iglesia en el pasado. Es digno de observar cu�n a menudo se alude a la redenci�n de la iglesia de Egipto y a las bendiciones en el desierto en diferentes partes de la palabra de Dios. As�, el Esp�ritu Santo ense�� a la Iglesia a ejercer fe en todo lo que vendr�a, al relatar la bondad del Se�or por todo lo que hab�a pasado; y ciertamente nada contribuye m�s a la consecuci�n de este fin.

Salmo 77:3 . �Qui�n puede leer el relato, aqu� dado, de la participaci�n de Jes�s en toda la aflicci�n de su pueblo en el desierto, sin que sus corazones se lleven con amor y alabanzas al Redentor?

Versículos 10-14

�Hubo alguna vez una representaci�n m�s conmovedora de la natural falta de amabilidad del coraz�n humano, y la tierna misericordia del Se�or Jes�s, que la que estos vers�culos exponen? �Precioso Se�or, que nunca lo pierda de vista! para que, si bien induce a la humildad del alma, todav�a pueda recordar, �tu incomparable compasi�n por los pobres pecadores! No necesito detener al lector para comentar la escritura a la que se refieren estos vers�culos. El hecho de que el Se�or est� guiando a su pueblo por el desierto no puede pasarse por alto.

Versículos 15-19

�Lector! �quieres un ejemplar de oraci�n? He aqu� uno de los m�s bendecidos; en el que tanto la s�plica como la alabanza, las santas s�plicas y las esperas, se combinan de la manera m�s hermosa. Y qu� argumento incontestable para ser escuchado se utiliza para recordarle a Dios su Pacto. Esas son las s�plicas m�s fuertes en la oraci�n, cuando estamos capacitados para decirle al Se�or lo que el Se�or nos ha dicho primero; que todas las bendiciones est�n en Jes�s, y que todo lo que pidamos en su nombre, creyendo, lo recibiremos, Juan 16:23 .

Versículo 19

REFLEXIONES

�Mi alma! reflexiona bien sobre las cosas benditas contenidas en este Cap�tulo; y mientras el Profeta, en nombre de la Iglesia, pregunta humildemente qui�n es Cristo y con qu� vestimenta aparece; mira si puedes responder a la pregunta, para tu gozo, con las muestras m�s satisfactorias de la Persona y la justicia de tu Redentor. �Qui�n es �ste, que sube con salvaci�n, sino el Se�or, poderoso para salvar, es Uno con Jehov�, en la naturaleza divina; y no menos uno con nosotros en lo humano; hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne.

Su nombre es verdaderamente maravilloso, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Pr�ncipe de Paz. Ciertamente, Se�or, tu brazo trajo la salvaci�n, y de los pueblos no hubo nadie contigo; y aunque en todo te conven�a ser semejante a tus hermanos; sin embargo, en la obra de redenci�n, pisaste solo el lagar de la ira de Dios. Y en medio de todas nuestras rebeliones y olvido de ti, nunca nos olvidaste ni renunciaste a nuestros intereses.

En todas nuestras aflicciones, fuiste afligido. Tu amor, y tu compasi�n, no permitieron disminuir, porque t� siempre fuiste Jes�s: el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. �Oh! Entonces, Se�or, nada de la extrav�o de tus hijos frustra los bondadosos designios de tu amor; pero recuerda que no somos m�s que polvo, y que tu fuerza y ??tu celo, y el sonido de tus entra�as, nunca se contengan. Nos dedicamos a la relaci�n del Pacto, y te suplicamos, Dios nuestro, que recuerdes esa bendita promesa, en la que has dicho: No me apartar� de ellos para hacerles el bien y pondr� mi temor en sus corazones, que no se apartar�n de m�.

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre Isaiah 63". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/isaiah-63.html. 1828.