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Romanos 3

Comentario del Pobre Hombre de HawkerComentario del Pobre Hombre

Versículo 1

CONTENIDO

�Qu� ventaja tiene entonces el jud�o? �O de qu� aprovecha la circuncisi�n? (2) Mucho en todos los sentidos: principalmente, porque a ellos les fueron confiados los or�culos de Dios. (3) �Y si algunos no creyeran? �Su incredulidad invalidar� la fe de Dios? (4) Dios no lo quiera: s�, sea Dios veraz, pero todo hombre mentiroso; como est� escrito: Para que seas justificado en tus dichos, y vencer cuando seas juzgado.

Por lo tanto, habiendo comenzado la pregunta en el primer verso, se abre de inmediato en el, para dar respuesta. Y comienza exponiendo, la gran ventaja que ten�an sobre las misericordias que ellos mismos ten�an, al abusar de ellas, hab�a sido muy pervertida. Y mientras observa que sus privilegios eran grandes en todos los sentidos, menciona uno, que de hecho, m�s o menos, comprend�a en su seno todos los dem�s; es decir, en tener los Or�culos de su santa Palabra, que tan benditamente proclam�, en tipo y sombra, as� como por promesa y profec�a absolutas, la venida del Se�or Jesucristo.

El Ap�stol est� aqu� procesando a�n m�s al Sujeto con respecto a los jud�os. �l prueba la plena condenaci�n de todo el mundo ante Dios por las obras de la ley. Al final, dulcemente predica a Cristo.

Romanos 3:1 �Qu� ventaja, pues, tiene el jud�o? �O de qu� aprovecha la circuncisi�n? (2) Mucho en todos los sentidos: principalmente, porque a ellos les fueron confiados los or�culos de Dios. (3) �Y si algunos no creyeran? �Su incredulidad invalidar� la fe de Dios? (4) Dios no lo quiera: s�, sea Dios veraz, pero todo hombre mentiroso; como est� escrito: Para que seas justificado en tus dichos, y vencer cuando seas juzgado.

�Qu� ventaja tiene entonces el jud�o? �O de qu� aprovecha la circuncisi�n? (2) Mucho en todos los sentidos: principalmente, porque a ellos les fueron confiados los or�culos de Dios. (3) �Y si algunos no creyeran? �Su incredulidad invalidar� la fe de Dios? (4) Dios no lo quiera: s�, sea Dios veraz, pero todo hombre mentiroso; como est� escrito: Para que seas justificado en tus dichos, y vencer cuando seas juzgado.

No podemos admirar suficientemente el m�todo tan delicioso que el Ap�stol se vio inducido a adoptar en este Cap�tulo, mientras continuaba su tema. Pone una pregunta en boca de la Iglesia, que previ� que surgir�a en la mente de la gente, a partir de lo que hab�a dicho, y la responde instant�neamente. Llegar a la conclusi�n de que, a partir del principio nivelador que hab�a hecho, de derribar de un solo golpe tanto a jud�os como a gentiles, por ser igualmente incapaces de justificarse ante Dios, har�a tambalear la fe de muchos, que hab�an concebido antes, como los jud�os desde el principio. hecho, altas nociones de sus privilegios; �l pregunta, �para qu� hab�a tendido toda la dispensaci�n de los jud�os? �Qu� ventaja tiene entonces (dice �l) el jud�o? �O de qu� aprovecha la circuncisi�n? Como si hubiera dicho: Si tu afirmaci�n es correcta, que el jud�o est� tan lejos de la salvaci�n por la ley, como lo es el gentil por naturaleza; �Con qu� prop�sito era nacer del linaje natural de Abraham, o de qu� serv�a para que todos sus hijos fueran circuncidados?

La respuesta a estas interesantes preguntas, a las que el Ap�stol sigue inmediatamente, de la manera m�s amplia y satisfactoria, da ocasi�n para exponer, con rasgos de car�cter a�n m�s fuertes, el objeto que siempre ten�a a la vista, de los completamente perdidos e indefensos. estado de cada hombre ante Dios, en cualquier cosa que le pertenezca. Y la gran deriva de todo esto es probar la absoluta necesidad de Cristo; y la completitud en Cristo, en forma de una justificaci�n plena, gratuita y acabada.

Pablo, por tanto, habiendo comenzado la pregunta en el primer vers�culo, abre de inmediato en el, para dar respuesta. Y comienza exponiendo, la gran ventaja que ten�an sobre las misericordias que ellos mismos ten�an, al abusar de ellas, se hab�a pervertido mucho. Y mientras observa que sus privilegios eran grandes en todos los sentidos, menciona uno, que de hecho, m�s o menos, comprend�a en su seno todos los dem�s; es decir, en tener los Or�culos de su santa Palabra, que tan benditamente proclam�, en tipo y sombra, as� como por promesa y profec�a absolutas, la venida del Se�or Jesucristo.

Por tanto, habiendo comenzado la pregunta en el primer vers�culo, se abre de inmediato en el segundo, para dar respuesta. Y comienza exponiendo la gran ventaja que el jud�o ten�a sobre el gentil, a pesar de que las misericordias mismas hab�an sido muy pervertidas al abusar de ellos. Y mientras observa que sus privilegios eran grandes en todos los sentidos, menciona uno, que de hecho, m�s o menos, comprend�a en su seno todos los dem�s; es decir, en tener los Or�culos de su santa Palabra, que tan benditamente proclam�, en tipo y sombra, as� como por promesa y profec�a absolutas, la venida del Se�or Jesucristo.

Le ruego al lector que se detenga en este lugar. Y quisiera preguntarle si no le sorprende que, adem�s de estas cosas, entre los muchos designios benditos de Dios el Esp�ritu Santo, al encomendar los sagrados or�culos a la naci�n jud�a, que contienen tan abundantes pruebas y testimonios, de todas las doctrinas principales de nuestra sant�sima fe; que esto tambi�n fue muy importante: a saber, confirmar a todas las edades posteriores de la Iglesia, la verdad tal como es en Jes�s.

�Qui�n, que lee las Escrituras del Antiguo Testamento con un ojo iluminado, pero debe ver la doctrina de los Santos Tres en Uno, que dan testimonio en el Cielo, brillando con brillo completo en cada Libro? �Qui�n oye a los profetas prediciendo la venida del Mes�as, pero debe ser golpeado por su testimonio de la Deidad de Cristo? Todos, con una sola voz, dando testimonio de una misma verdad fundamental; he aqu� que tu Dios vendr� y te salvar�. �Entonces se abrir�n los ojos de los ciegos y se destapar�n los o�dos de los sordos !, Isa�as 35:4 ; Lucas 4:16 .

�Y qui�n lee tanto del derramamiento del Esp�ritu en la dispensaci�n de los �ltimos d�as sobre toda carne? puede dudar en concluir, pero que el dise�o principal por el cual se predijo tal gracia, fue que las mentes de la gente en la Iglesia de Dios, pudieran ser conducidas a descubrir, bajo su ense�anza Todopoderosa, los dulces rasgos de la Persona, Deidad y Ministerio del Esp�ritu Eterno ?, Joel 2:28 , con Hechos 2:17 ; 1 Corintios 12:1 todas partes.

El lector puede, si le place, aceptar el p�rrafo anterior como si estuviera escrito entre par�ntesis. No pude reprimir el pensamiento, que involuntariamente surgi� en mi mente, al ver que los sagrados Or�culos hab�an sido depositados todo el tiempo con Israel, para este, entre otros prop�sitos. Y espero que pueda resultarle �til. Con aquellos que ponen en tela de juicio esas verdades fundamentales de nuestra santa fe, no puedo suponer que sea interesante.

Pero el comentario del pobre est� dise�ado para una clase muy diferente, Santiago 2:5 . Y, todos de complexi�n contraria, son invulnerables a la convicci�n, no ense�ados por el Esp�ritu; �ni se les puede persuadir, aunque uno se levante de entre los muertos !, Lucas 16:31

El Ap�stol argumenta muy apropiadamente que la incredulidad de Israel no pudo anular las promesas de Dios, que no eran condicionales, porque esas promesas no depend�an del m�rito del hombre, sino de la fidelidad de Dios. Y el ejemplo de David es tan amable como sorprendente, a modo de confirmaci�n. La promesa de Dios a David, fue una promesa incondicional absoluta, que del fruto de su cuerpo, seg�n la carne, levantar�a a Cristo para que se sentara en su trono, Salmo 132:11 ; Hechos 2:30 .

Pero, �el pecado de David, en el caso de Betsab�, anular� esta promesa? Dios no lo quiera. S�, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso. El Se�or debe ser justificado en sus dichos. Su palabra debe mantenerse. Y, si hombres presuntuosos se atreven a acusar, ya sea la palabra del Se�or, o su sabidur�a, en cualquiera de sus dispensaciones; ser� hallado justificado y santo en todos. �Lector! por cierto, no pase por alto la bienaventuranza de esta doctrina, ya que puede ser y como debe ser aplicada a innumerables ocasiones en la vida.

Versículos 5-20

Pero si nuestra injusticia alaba la justicia de Dios, �qu� diremos? �Dios injusto que se venga? Yo (hablo como un hombre) (6) Dios no lo quiera: porque entonces, �c�mo juzgar� Dios al mundo? (7) Porque si la verdad de Dios sobreabund� en mi mentira para su gloria; �Por qu�, sin embargo, tambi�n yo soy juzgado como pecador? (8) �Y no (como se nos calumnia, y como algunos afirman que decimos), hagamos el mal para que venga el bien? cuya condenaci�n es justa.

(NOTA: Para Romanos 3:5 ver el final)

Pero si nuestra injusticia alaba la justicia de Dios, �qu� diremos? �Es injusto el Dios que se venga? Yo (hablo como un hombre) (6) Dios no lo quiera: porque entonces, �c�mo juzgar� Dios al mundo? (7) Porque si la verdad de Dios sobreabund� en mi mentira para su gloria; �Por qu�, sin embargo, tambi�n yo soy juzgado como pecador? (8) �Y no, m�s bien (como se nos calumnia, y como algunos afirman que decimos), hagamos el mal para que venga el bien? cuya condenaci�n es justa.

(9) �Entonces qu�? �Somos mejores que ellos? No, de ninguna manera; porque antes hemos probado tanto a jud�os como a gentiles, que todos est�n bajo pecado; (10) Como est� escrito: No hay justo, ni aun uno: (11) No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. (12) Todos se desviaron, juntos se volvieron in�tiles; no hay quien haga el bien, ni aun uno. (13) Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua han enga�ado; Veneno de �spides hay debajo de sus labios; (14) Cuya boca est� llena de maldici�n y amargura; (15) Sus pies son veloces para derramar sangre; (16) Destrucci�n y miseria hay en sus caminos; (17) Y el camino de paz no han conocido: (18) No hay temor de Dios ante sus ojos.

(19) Ahora sabemos que todo lo que dice la ley, a los que est�n bajo la ley les dice: para que toda boca sea cerrada, y todo el mundo sea culpable ante Dios. (20) Por tanto, por las obras de la ley nadie ser� justificado ante sus ojos; porque por la ley es el conocimiento del pecado.

Habiendo respondido el Ap�stol completamente a todas las objeciones, y demostrado, con los argumentos m�s claros e incontrovertibles, que ni los jud�os ni los gentiles pod�an justificarse ante Dios, estando ambos en el estado de naturaleza de Ad�n, de pecado original y de transgresi�n real; ahora pide a la Iglesia que considere su situaci�n, bajo la dispensaci�n evang�lica, y exige si se creyeron, en cuanto a los privilegios externos, mejorados, para poder contribuir en algo a su propia justificaci�n ante Dios. ? A lo que Pablo responde, tanto por s� mismo como por ellos, declarando lo contrario.

Y, como lo hab�a mostrado antes, que tanto jud�os como gentiles resultaron ser pecadores; as� que la Iglesia, considerada en la naturaleza de Ad�n de un estado ca�do, lo era igualmente ante Dios, Y, en confirmaci�n de esto, el Ap�stol cita en general, lo que las Escrituras mal comunicadas mucho antes, sobre este punto trascendental, que trajo en el mundo entero culpable ante Dios. Ruego encarecidamente al lector que se detenga sobre este tema y considere su importancia.

Por muy humillante que sea, es importante ser conocido. Porque, en proporci�n a la convicci�n de ello en la mente, as� ser�, m�s o menos, nuestra verdadera consideraci�n por el Se�or Jesucristo y su salvaci�n. Para las palabras al final de este p�rrafo, por la ley es el conocimiento del pecado: Ver Romanos 7:7 y Comentario.

Romanos 3:5 Pero si nuestra injusticia alaba la justicia de Dios, �qu� diremos? �Dios injusto que se venga? Yo (hablo como un hombre) (6) Dios no lo quiera: porque entonces, �c�mo juzgar� Dios al mundo? (7) Porque si la verdad de Dios sobreabund� en mi mentira para su gloria; �Por qu�, sin embargo, tambi�n yo soy juzgado como pecador? (8) �Y no (como se nos calumnia, y como algunos afirman que decimos), hagamos el mal para que venga el bien? cuya condenaci�n es justa.

Pero si nuestra injusticia alaba la justicia de Dios, �qu� diremos? �Es injusto el Dios que se venga? Yo (hablo como un hombre) (6) Dios no lo quiera: porque entonces, �c�mo juzgar� Dios al mundo? (7) Porque si la verdad de Dios sobreabund� en mi mentira para su gloria; �Por qu�, sin embargo, tambi�n yo soy juzgado como pecador? (8) �Y no, m�s bien (como se nos calumnia, y como algunos afirman que decimos), hagamos el mal para que venga el bien? cuya condenaci�n es justa.

El Ap�stol previ� cu�n dispuestos estar�an los carnales e imp�os a ofenderse por esta declaraci�n; como si la doctrina condujera al libertinaje. Y adem�s, el infiel ir�a m�s all� y acusar�a a Dios de injusticia, mientras castigaba por el pecado, en un caso, mientras que en otro, aprovechando el pecado, magnificaba y mostraba las riquezas de su gracia. Pero el Ap�stol refuta la acusaci�n injusta; y, por la declaraci�n m�s clara, muestra que es justo en Dios el elogiar su justicia al perdonar a su pueblo, porque, en la Persona de su gloriosa Cabeza, ha recibido un equivalente completo por su transgresi�n.

Mientras que, por otra parte, Dios no es injusto cuando se venga de los imp�os, que desprecian la redenci�n por Cristo; porque est�n sobre el fondo de la seguridad propia y, en consecuencia, caen en el d�a del juicio. Y, con respeto por la calumnia falsa y maliciosa, lanzada sobre el pueblo del Se�or, como si afirmaran lo que niegan totalmente, para que puedan vivir como les plazca; este cargo no est� tan directamente dirigido al pueblo del Se�or, como al Se�or mismo.

Surge del odio mortal del Diablo contra Cristo y su pueblo. Y por lo tanto, despierta las mentes de los hombres carnales para que se indignen contra la soberan�a de Jehov� y contra la gloriosa doctrina de la justificaci�n enteramente por Cristo. Son estas preciosas verdades las que se procesan en la barra del hombre. Son estas cosas las que excitan tanto el odio m�s amargo de Satan�s como a los pecadores que no han despertado. Pero, elevar el tono y clamar contra el Se�or mismo por sus dispensaciones, ser�a demasiado abierto y descarado; y por lo tanto, la acusaci�n se presenta contra el pueblo del Se�or, como si sus doctrinas condujeran al libertinaje.

�Lector! No puedes ser ajeno a estas cosas, si observas lo que est� sucediendo en el d�a de hoy, entre lo que se llama el mundo religioso; porque es exactamente lo mismo que fue en los d�as del Ap�stol. De hecho, es una prueba bendita, y los fieles deben considerarla como tal, que la fe y la pr�ctica del Ap�stol eran las mismas entonces, como la fe y la pr�ctica de la hora presente, entre los verdaderos seguidores de Cristo, ya que est�n sujetos a la misma calumnia.

Sabemos, y nuestros opositores saben, que aquellos que por principios rectos profesan fe en la �nica justificaci�n por Cristo, no pueden llevar una vida inadecuada para esta preciosa doctrina. La cosa es imposible. Porque son regenerados por Dios el Esp�ritu Santo, viven de ese modo en uni�n con Cristo y son seguidores de Dios el Padre, como hijos amados. Por tanto, pueden, y lo hacen, desafiar a todo el vecindario donde habitan, ya sean ejemplos de los creyentes, en palabra, en conversaci�n, en caridad, en esp�ritu, en fe, en pureza, 1 Timoteo 4:12 .

Ese hermoso retrato que Pablo ha dibujado en su Ep�stola a los Filipenses, es el car�cter que todo hijo de Dios busca para la gracia para copiar y para formar su vida. Finalmente, hermanos, (dijo �l), todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay alguna virtud, si hay alguna alabanza, piensa en estas cosas, Filipenses 4:8 .

Versículos 21-26

Pero ahora la justicia de Dios sin la ley se manifiesta, siendo testificada por la ley y los profetas; (22) La justicia de Dios, que es por la fe de Jesucristo para todos y para todos los que creen; porque no hay diferencia; (23) Por cuanto todos pecaron, y est�n destituidos de la gloria de Dios; (24) siendo justificado gratuitamente por su gracia mediante la redenci�n que es en Cristo Jes�s: (25) a quien Dios ha puesto como propiciaci�n mediante la fe en su sangre, para declarar su justicia para la remisi�n de los pecados pasados, mediante la paciencia de Dios; (26) Para declarar, digo, en este tiempo su justicia: para que �l sea justo, y el que justifica al que cree en Jes�s.

Aqu� Pablo llega al gran objeto, que todo el tiempo se hab�a estado preparando para traer; y ante la sola menci�n de lo cual, toda su alma parece arder, Jeremias 20:9 . Lo hab�a mirado antes, Romanos 1:17 . Pero aqu� se detiene m�s en ello.

Y lo que �l marca como el rasgo distintivo de ella es que no tiene ninguna conexi�n con ning�n otro, ni con ning�n otro principio. Pero ahora, (dice �l), la justicia de Dios sin la ley se manifiesta; s�, dice Pablo, es atestiguado por la ley y los profetas. Ambos, con gozo dan su testimonio de la justicia de Dios completa, plena y totalmente justificadora, que es por la fe de Jesucristo.

Con mucho gusto ministran para proclamar su propia nada, y la suficiencia total de Cristo, a modo de justificaci�n. �Lector! Les ruego que hagan una pausa en este precioso testimonio que Dios el Esp�ritu Santo ha dado aqu�, por medio de su siervo Pablo, a la justicia de Dios nuestro Salvador. Mire la ley en todos sus aspectos. Por la ley, dice Pablo, es el conocimiento del pecado. �S�! la ley ense�a el pecado, muestra lo que es el pecado; pero no puede mostrar una justicia que salve de ella.

Esto solo lo proclama el Evangelio. �Y de su bienaventuranza, su plenitud y su plenitud, tanto la ley como los Profetas testifican con gozo! Daniel 9:24 ; Romanos 4:25

Pero, lo que le ruego al lector que no pase por alto, en esta preciosa declaraci�n, de la justicia de Dios nuestro Salvador, es que es una justicia tan universalmente adecuada para el pueblo del Se�or, en todos los aspectos, ya sean ni�os en Cristo o viejos santos de Dios, para todos y para todos los que creen, porque no hay diferencia. �Lector! calcula, si puedes, la inmensa bienaventuranza de lo que aqu� se dice.

Primero, de la justicia misma, que es totalmente de Dios. No de la provisi�n del hombre, sino de la designaci�n de Dios. No por el m�rito del hombre, sino por la gracia gratuita de Dios. No hay causa predisponente sino el amor eterno de Dios en Cristo, que tiene algo que ver en el asunto. S�, la fe misma, por la cual un hijo de Dios est� hecho para poseerla y disfrutarla, no tiene ning�n m�rito a modo de recomendaci�n. El Se�or, que es el �nico autor y dador de esta justicia, es el �nico autor y dador de fe tambi�n para recibirla, creerla y disfrutarla, de modo que la fe, como un acto nuestro, no es m�s que el efecto, y no el porque; la mano para recibir, y no para promover, la inmensa misericordia.

El alma altamente favorecida, que se hace rica participante de la bendici�n; a �l se le ha concedido sentir su falta de justicia en s� mismo, contemplar la justicia de Cristo como todo se adapta a �l y a sus necesidades, aceptar de rodillas la misericordia ofrecida y recibirla para la gloria divina y su propia felicidad.

En segundo lugar. Se dice que esta justicia es para todos y para todos los que creen, porque no hay diferencia. No hay diferencia en la cosa en s�, ni en la aplicaci�n de la misma. Porque el Se�or, de quien es, lo da a todos con igual mano, y ama a todos con igual amor, y justifica a todos con igual franqueza de gracia. Porque no es lo que son en s� mismos, sino lo que son en Cristo, lo que los convierte en objetos del favor divino.

Es una bendici�n, s�, una gran bendici�n, tener una gran mano de fe para recibir la mayor parte de la gracia de la fe, para disfrutar de las bendiciones del Se�or de todo tipo, con mayor plenitud. Pero nuestro disfrute es una cosa, y la justicia del Se�or, que justifica, otra. El que tiene poca fe y est� en Cristo, es tan completamente justificado por Cristo, como el que tiene la mayor parte de fe para aprehender con mayor deleite sus misericordias.

Por �l, (dice el Ap�stol, es decir, por Cristo), todos los que creen, sean creyentes fuertes o d�biles, sean ni�os en Cristo o padres en la fuerza de Cristo; son justificados de todas las cosas, Hechos 23:35 . Y se da la raz�n. Porque la justicia que justifica tambi�n justifica a todos y sobre todos.

Es para ellos y sobre ellos; no dentro de ellos, ni de ellos. Y por lo tanto, estando completamente fuera de s� mismos, y nada dentro, no hay santidad inherente en la criatura, de la que algunos hombres hablan, pero nadie sabe; no puede haber diferencia en el receptor o en el acto de justificaci�n por parte del Dador. Porque, como a�ade el Ap�stol en los siguientes vers�culos: Todos pecaron y est�n destituidos de la gloria de Dios.

Y, por tanto, la justificaci�n de todos, no puede sino. sean iguales el don gratuito de Dios, y no la m�s m�nima diferencia en el hombre. Siendo justificado (dice el Ap�stol) gratuitamente por su gracia, mediante la redenci�n que es en Cristo Jes�s.

Al final de este p�rrafo, el Ap�stol habla con mucha bendici�n de la grandeza del sacrificio de Cristo; y en la gracia de Dios, en la maravillosa ordenaci�n de ella; y, por la uni�n de ambos, muestra c�mo Jehov�, en su car�cter triple de Personas, puede, y de hecho justifica, al creyente en Jes�s, preservando a los suyos. gloria, en la perfecci�n plena de todos los derechos de su justicia. A quien Dios (dice �l) ha establecido una propiciaci�n mediante la fe en su sangre.

El lector se dar� cuenta de que no presto atenci�n en este pasaje a esas palabras, ser, que est�n en it�lica y que no tienen nada que ver all�; porque Cristo no iba a ser presentado entonces; porque esto se hab�a hecho desde la eternidad. El Se�or me posey� al principio de su camino, antes que sus obras de anta�o. Fui creado desde la eternidad, Proverbios 8:22 .

�Y se dice que Cristo fue, el cordero inmolado desde la fundaci�n del mundo !, Apocalipsis 13:8 . Y Cristo ha sido, es y ser� el mismo, en la eficacia perpetua e incesante de su sangre, por toda la eternidad.

No nos encontramos con esta palabra propiciaci�n, sino tres veces en toda la Biblia, una vez en este lugar y dos veces en la Primera Ep�stola de Juan, 1 Juan 2:2 y 1 Juan 4:10 . Cristo, en verdad, es tanto la propiciaci�n como la propiciatoria. �l es la propiciaci�n o sacrificio; el propiciatorio, o propiciatorio y altar, sobre el cual se ofrec�a ese sacrificio; y �l es el sumo sacerdote, o sacrificador, para hacer la ofrenda.

Los jud�os estaban acostumbrados, por este motivo, a llamar al propiciatorio Ilasterion. Porque aqu�, en alusi�n a todos los grandes eventos relacionados con la Persona de Cristo, y sus Oficios y Car�cter; el Se�or prometi� venir y encontrarse con su pueblo, �xodo 25:22 . Y, solo en la Persona de Cristo, este encuentro puede ser, ya sea en el tiempo o en la eternidad.

�Bien podr�a llamarse Maravilloso su Nombre! Porque, mientras todos los Atributos divinos se encuentran en su Persona y brillan en una constelaci�n completa; todos nuestros pecados se encuentran en �l, (as� se traduce en el margen de nuestras antiguas Biblias, Isa�as 53:6 ) como centrados en Cristo, no en Cristo; y el Se�or Jes�s lav�ndolos a todos con su sangre.

De modo que Cristo, en el sentido m�s amplio de la palabra, es la propiciaci�n y la �nica propiciaci�n por el pecado; habiendo por esa �nica ofrenda de �l ofrecido una vez, perfeccionado para siempre a los santificados, Hebreos 10:14 .

Versículos 27-31

�D�nde est� entonces la jactancia? Est� excluido. �Por qu� ley? de obras? No, sino por la ley de la fe. (28) Por tanto, concluimos que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley. (29) �Es �l solo el Dios de los jud�os? �No es tambi�n de los gentiles? S�, tambi�n de los gentiles: (30) Porque uno es Dios, el cual justificar� la circuncisi�n por la fe, y la incircuncisi�n por la fe. (31) �Entonces invalidamos la ley por la fe? Dios no lo quiera: s�, establecemos la ley.

Habiendo mostrado el Ap�stol, y por medio tan claro y claro, que el camino de la salvaci�n es solo en Cristo, y por Cristo; ahora vuelve a su tema original, en relaci�n con la total incapacidad de los jud�os o los gentiles para justificarse ante Dios. Y, para hacer esto con mayor fuerza de argumentaci�n, pone en forma de preguntas todas las objeciones que la debilidad o perversidad de la mente humana, no ense�ada por Dios, pudiera traer.

�D�nde est� entonces la jactancia? Est� excluido. �Por qu� ley de obras? No, sino por la ley de la fe. Todo est� excluido en la criatura, mientras que s�lo Cristo es exaltado en la infinita grandeza y glorias de su Persona, y en el infinito m�rito de su obra, en su sangre derramada y en su justicia. El jud�o y el gentil son distinciones pero de nombre, mientras que Cristo es todo, y en todos. Porque Dios, como Dios del pacto en Cristo, es el Dios de ambos, en cada caso individual de su Iglesia, entregado por Dios a Cristo y elegido por Dios en Cristo, antes de la fundaci�n del mundo, Efesios 1:4 .

Este antiguo asentamiento de la eternidad tuvo lugar, no solo antes de que se conociera el nombre de jud�o o gentil, sino antes de que el pecado hubiera entrado en el mundo para hacer esas distinciones; s�, antes de que el mundo mismo fuera llamado a existir. Y por tanto, como la Iglesia de Cristo hab�a estado en Cristo, desde la eternidad; la recuperaci�n de la Iglesia de la ca�da de Ad�n por el pecado, en este estado de tiempo de su ser, hab�a sido siempre prevista: y el pueblo de Cristo, ya fuera jud�o o gentil, era suyo, y el objeto de su amor y gracia. y favor, desde toda la eternidad.

De modo que el que es el Dios en alianza para el jud�o, tambi�n lo es para el gentil; ya que es Su justificaci�n de ellos, ya sean circuncidados o incircuncisos, y no sus diferentes pretensiones de favor, lo que se convierte en la causa de su aceptaci�n. Y tan lejos est� todo este camino bendito y aprobado, de ser totalmente justificados por Cristo, de dejar de lado la ley, que de hecho se convierte en el �nico establecimiento de ella.

Ya que prueba, que en lugar de una jota o tilde de la santa ley de Dios deber�a fallar; el Hijo de Dios cumplir� todas sus justas demandas, y dar� su alma en ofrenda por el pecado, por las quebrantamientos de �l por parte de su pueblo. Y es el gozo de todos los redimidos, tanto en el cielo como en la tierra, que por la obediencia y muerte de Cristo, el Hijo de Dios en nuestra naturaleza, haya hecho m�s para magnificar y honrar la santa ley de Dios, de lo que podr�a haber sido hecho por la obediencia sin pecado de toda la creaci�n de (Dios, por toda la eternidad, Daniel 9:24 .

Versículo 31

REFLEXIONES

�Lector! �He aqu� el terrible estado por naturaleza, tanto de jud�os como de gentiles! Mira, qu� retrato para humillar nuestras almas al polvo, el Se�or el Esp�ritu ha dibujado dos veces, en sus p�ginas sagradas; una vez por David, y aqu� por Pablo, de nuestro estado completamente perdido y arruinado, por naturaleza y por pr�ctica; mientras estamos en nosotros mismos ante Dios. Y esto, se nos dice, fue el resultado de esa pregunta, cuando el Se�or mir� hacia abajo desde el cielo, para ver si hab�a alguien que quisiera ver a Dios.

Todos se apartaron del camino. Todos juntos se vuelven in�tiles. Ninguno bueno, no, ninguno. �Y entonces c�mo podr�a ser de otra manera, que mientras se contempla en nuestra naturaleza de Ad�n, y sin ser considerado en Cristo, todo el mundo debe volverse culpable ante Dios?

Y, �puede necesitar alg�n argumento de persuasi�n, para incitar al coraz�n convencido de esto, a mirar a Jes�s? s�, para huir a �l, de la ira venidera? �Estoy, est� usted, convencido de estas verdades m�s incuestionables, y nos detenemos, o permanecemos est�pidos y sin sentido, a la vista de estas vastas preocupaciones? �Ha presentado dios a su amado hijo como propiciaci�n mediante la fe en su sangre? y dudamos en aceptarlo? �Se declara desde el cielo que por las obras de la ley, ninguna carne puede ser justificada ante los ojos de dios? �Y estamos esperando ese barrio, ya sea en su totalidad o en parte, para el favor del se�or? �Oh! �Se�or! si en ese terrible tribunal, cuando Dios venga a juzgar al mundo con justicia ya ministrar juicio verdadero al pueblo, se nos encuentra sin la justicia de Jes�s y su propiciaci�n para ser nuestra seguridad; que palidez, �Qu� horror marcar� el rostro de todo hijo e hija de Ad�n? �Precioso Se�or Jes�s! s� t� mi propiciaci�n, mi sumo sacerdote, mi altar, el se�or mi justicia ahora; y seguro que t� ser�s entonces mi gloria eterna.

Cuando la ley y la justicia, en la multitud de infracciones que he cometido contra ambos, dieran su veredicto contra m�: �T� responder�s por m�, oh se�or mi dios! �Oh! la preciosidad de esa voz ahora escuchada por el o�do de la fe, y luego confirmada con la determinaci�n inalterable desde el trono: l�bralo de descender al abismo: �he encontrado un rescate!

Información bibliográfica
Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre Romans 3". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/pmc/romans-3.html. 1828.