David salva a Keila de los filisteos, 1 Samuel 23:1 . Su peligro all� y liberaci�n de �l, 1 Samuel 23:7 . Permanece en el desierto de Zif, y Jonat�n lo visita, 1 Samuel 23:14 . Sa�l lo persigue, 1 Samuel 23:19 . Su escape estrecho, 1 Samuel 23:26 .
Entonces le dijeron O mejor dicho, Ahora le hab�an dicho a David. Porque es evidente por 1 Samuel 23:6 , que David hab�a recibido la informaci�n aqu� mencionada, e incluso hab�a entregado a los habitantes de Keila antes de que Abiatar viniera a informarle de la matanza de los sacerdotes. Los filisteos pelean contra Keila Probablemente los filisteos se animaron a hacer esta incursi�n en la tierra de Israel al escuchar que David se vio obligado a huir de su pa�s y que Dios se hab�a apartado de Sa�l. Cuando los pr�ncipes comiencen a perseguir al pueblo de Dios y a los ministros, que no esperen m�s que aflicci�n por todos lados. Keila era una ciudad de la tribu de Jud�, Josu� 15:44 . Roban las erasLos cuales, por lo general, estaban sin sus ciudades, por comodidad del viento, para separar la paja del ma�z. Ver Rut 3:2 .
David pregunt� al Se�or. No se sabe con certeza de qu� manera hizo la investigaci�n, ya que parece de 1 Samuel 23: 6 que Abiatar a�n no le hab�a tra�do a David el efod sagrado, con todas las cosas pertenecientes a �l que se utilizaron para consultar a Dios. �Ir� y golpear� a estos filisteos?Tenemos aqu� un ejemplo notable del amor de David por su pa�s; a lo cual no se convirti� en enemigo cuando fue desterrado de ella. Por el contrario, se apresur� a acudir en su ayuda sin que nadie lo solicitara. Esta acci�n de David, al ir al relevo de Keilah, es una de las m�s extraordinarias registradas en la historia. �Otro hombre, en el lugar de David, se habr�a regocijado con esta invasi�n, y quiz�s la habr�a alentado; y esto tanto de autoconservaci�n como de pol�tica; primero, porque no ten�a nada que temer por s� mismo, mientras Sa�l ten�a un enemigo as� en sus manos; y en segundo lugar, porque la angustia de su pa�s era el medio m�s probable de hacer que Sa�l entrara en raz�n y de obligarlo a recordar y reconciliarse con su mejor campe�n. Pero David estaba gobernado por otros puntos de vista distintos a estos estrechos; ni la seguridad ni el honor le eran deseables, comprado por la angustia de su pa�s y sus amigos. Su pecho lat�a con un ansioso deseo de aliviar a Keilah; pero no fue una aventura para emprender sin avisar; y por lo tanto �lPregunt� a Dios, diciendo: �Ir� y herir� a estos filisteos? Este es uno de esos pasajes de las Escrituras que dan evidencia de su propia verdad. Nadie m�s que un h�roe podr�a plantear la pregunta; y nadie m�s que Dios pudo resolverlo: Y el Se�or dijo a David. Ve, ataca a los filisteos y salva a Keila. Delaney.
Los hombres de David dijeron: He aqu�, tenemos miedo aqu� en Jud�. �Tuvieron bastante dificultad para defenderse de Sa�l donde estaban; �Y podr�a ser menos que una locura provocar m�s y mayores enemigos? Sin duda, Sa�l enviar�a fuerzas para derrotar a los filisteos, y luego ser�an reprimidos entre dos ej�rcitos hostiles. Y sin embargo, a pesar de todo esto, David emprendi� y logr� la aventura; lo cual era imposible que lo hiciera, contra tales temores y tales razonamientos de sus fuerzas, por cualquier motivo que no fuera la seguridad de la protecci�n y ayuda divinas. Lo cual confirma plenamente el relato b�blico de este asunto, que no lo emprendi� hasta que, para mayor satisfacci�n de sus asociados, volvi� a consultarlo y el or�culo divino le asegur� nuevamente el �xito ".
Entonces David y sus hombres fueron a Keila., &C. �Su �xito en esta ocasi�n fue muy extraordinario; salv� la ciudad y los habitantes; liber� al pa�s de los estragos del enemigo; hiri� a los filisteos con gran matanza y se llev� su ganado, por lo que pudo subsistir �l y sus fuerzas, sin ser una carga para su pa�s. Uno habr�a imaginado que este extraordinario �xito y liberaci�n de una ciudad tan grande podr�a haber asegurado a David un refugio seguro entre los hombres de Keilah; Pero no fue as�; tal es la naturaleza del hombre, �los peligros presentes r�pidamente anulan las obligaciones pasadas! La gratitud es, sin lugar a dudas, una de las virtudes m�s hermosas, �pero rara vez vive en los extremos de la adversidad o el �xito! Es como esos hermosos colores que las tormentas y los rayos del sol desfiguran por igual ". Delaney.
Baj� con un efod , m�s bien, con el efod , es decir, el efod del sumo sacerdote, en el que estaban el Urim y Tumim. Para Abiatar, habi�ndose dejado, es probable, para guardar el santuario, mientras que su padre Ahimelec y el resto de los sacerdotes iban a atender a Sa�l, tan pronto como se enter� de su matanza, tom� esta vestidura principal del sumo sacerdote, y se lo llev� a David. As�, Dios, en el curso de su providencia, le dio una oportunidad, mientras Doeg, el carnicero, mataba a sus hermanos, tanto para escapar de s� mismo como para llevarle a David el efod, del que ahora Sa�l estaba justamente privado.
Sa�l dijo: Dios lo ha entregado en mi mano David, quien juzg� la generosidad de otros hombres por la suya propia, esperaba que fuera protegido en Keilah; y Saulo, que juzg� de la misma manera la bajeza de ellos, crey� que no deb�a hacerlo; y por eso se regocij� al recibir la noticia de que David estaba encerrado all�, convencido de que ahora deber�a tomar posesi�n de su persona. Pero era extra�o que se imaginara que Dios hab�a tomado medidas para traer a su poder a un hombre inocente y piadoso, que era un despreciador de Dios, un quebrantador de sus mandamientos y que pisoteaba todas las leyes, humanas y divinas.
Traed el efod que, sin duda, se visti� Abiatar; de lo contrario, no podr�a haber consultado al Se�or por medio de ella. El Se�or dijo: �l descender�. �l tiene el prop�sito de venir si contin�as aqu�. Pues a�n as�, tanto la pregunta de David como la respuesta de Dios est�n condicionadas, a la suposici�n. Como el hecho de que David estuviera all� era el �nico motivo de la venida de Sa�l, entonces, si se marchaba, Sa�l no pod�a tener ning�n incentivo para venir. Y en consecuencia, encontramos que dej� a un lado su plan tan pronto como se le inform� que David hab�a escapado. Parece probable desde este lugar que la respuesta de Dios por Urim y Tumim no fue por ning�n cambio en el color o la situaci�n de las piedras preciosas en el pectoral del efod, sino por una voz o sugerencia de Dios al sumo sacerdote.
El Se�or dijo: Te entregar�n. Dios vio el car�cter vil y cobarde de los habitantes de Keila, quienes, aunque hab�an sido liberados recientemente por David, lo habr�an entregado si se hubiera quedado entre ellos, al principio. aparici�n del ej�rcito de Sa�l viniendo contra ellos. �Y aqu�, me parece�, dice Delaney, �hay un evento que resolver� f�cilmente esa dif�cil pregunta sobre la consistencia de la presciencia divina con el libre albedr�o humano. Un buen pol�tico, al que se le permiti� participar en el curso de las pr�cticas secretas de Sa�l con los hombres de Keilah, y tuvo buenas oportunidades de examinar sus disposiciones sobre el tema, podr�a pronunciarse con justicia sobre el evento; cu�nto m�s, entonces, ese Dios que todo lo ve, que escudri�a los secretos del coraz�n y ve los pensamientos de lejoslos ve en todos sus trabajos secretos, tendencias y tentaciones, y a trav�s de todos sus laberintos y m�scaras ". Para explicar esto un poco m�s: los habitantes de Keilah actuaron libremente, tal como sus propios corazones les dictaban; si se hubiera quedado entre ellos, ten�an libertad para comportarse fielmente con David, as� como para traicionarlo. Por lo tanto, Dios no pronunci� que lo entregar�an a Saulo, porque los hab�a puesto bajo una absoluta necesidad de hacerlo; sino porque vio los designios secretos de Sa�l, por un lado, y el funcionamiento secreto de sus mentes, y su tendencia al miedo y la bajeza, por el otro. Y, por tanto, cuando David le pregunt�, dijo: Te entregar�n.Si alguna persona hubiera podido conocer tanto de su coraz�n como Dios, podr�a haber pronunciado lo mismo con respecto a ellos. Sin embargo, es propiedad de Dios solo ver los secretos del coraz�n. Y como este poder en �l se extiende a todo hombre que viene al mundo, tan necedad como lo hizo con la gente de Keilah, podemos f�cilmente concebir c�mo Dios conoce de antemano todos los cambios de eventos en este mundo desde el principio hasta el fin, aunque deja que la mente humana act�e por s� misma libremente; y s�lo por su sabidur�a supervisora ??dirige todo, para lograr sus prop�sitos de gracia, y para educar el bien del mal.
Que eran unos seiscientos. Sus fuerzas se incrementaron en doscientos desde su famosa victoria sobre los filisteos en Keila. Dondequiera que pudieran ir Al primer lugar conveniente y seguro al que se abr�a un camino. En el desierto de Zif Un desierto monta�oso, dentro de los precintos de la tribu de Jud� y en los confines de Edom, Josu� 15:2 . No estaba lejos de Maon y Carmel, 1 Samuel 23:25 ; 1 Samuel 25:5 . Dios no lo entreg� en su mano Sa�l pronunci� confiadamente, cuando descubri� que David hab�a entrado en Keila, que Dios lo hab�a entregado en su mano.Y, por lo tanto, para mostrar la vanidad de esa confianza mal fundada, el escritor sagrado hace uso de la misma expresi�n al rev�s, y declara que Dios no lo entreg� en sus manos, aunque Saulo lo busc� todos los d�as.
Jonat�n fue y fortaleci� su mano en Dios. Lo consol� y apoy� contra todos sus temores, con consideraciones sobre la bondad y el poder divinos, y record�ndole las fieles promesas que Dios le hab�a hecho y su providencia singular, que hasta ese momento hab�a sido: y todav�a estar�a con �l.
T� ser�s rey y yo ser� junto a ti O ocupar el segundo lugar en el reino; palabras que importan tanto: no pretendo ser rey yo mismo, como podr�a esperar por mi nacimiento, sino que t� ser�s rey, habiendo Dios as� designado, y yo s�lo en un lugar secundario, inferior a ti. La primera parte de esta frase bien podr�a hablar Jonat�n, ya que ten�a la promesa de Dios para ella, que debe mantenerse; pero el otro habl� con confianza humana, y el evento mostr� cu�n poco se puede construir sobre eso. �l deber�a, como todos deber�amos hacer con respecto a lo que es futuro y solo en expectativa, haber hablado en el idioma de Santiago: "Si el Se�or quiere, yo estar� junto a ti". Y eso tambi�n lo sabe mi padre Porque no pod�a dejar de recordar lo que Samuel le dijo ( 1 Samuel 15:28,) y, de los maravillosos �xitos de David, probablemente infiri� que �l era la persona de quien habl� Samuel.
Los dos hicieron un pacto ante el Se�or. Tenemos razones aqu� para admirar la sincera amistad de Jonat�n, que permaneci� tan inquebrantable con David en todos los eventos, tanto en su adversidad y peligros, como en su prosperidad y �xitos. Debe observarse que, despu�s de hacer este pacto, nunca se volvieron a juntar, lo que encontramos, en este mundo.
Luego vinieron los de Zif a Sa�l. Eran de la propia tribu de David, aunque por este comportamiento antinatural para �l los llama extra�os. Sa�l dijo: Bendito seas del Se�or. Sa�l, a pesar de toda su injusticia y crueldad hacia David, todav�a se supone que �l es el agraviado y su causa la justa. As�, con demasiada frecuencia, los hombres dejan que sus pasiones los ceguen para persuadirse a s� mismos de que las cosas m�s injustas son equitativas. Id, os ruego, prep�rense todav�a O, mejor dicho, est�n m�s seguros de esto , ya que las palabras se pueden traducir, y m�s agradables a lo que sigue.
Pero David y sus hombres estaban en el desierto de Ma�n. Habiendo o�do lo que hab�an emprendido los Zifitas, David decepcion� su plan al ir a otro lugar que, probablemente, no conoc�an tan bien. Porque Ma�n era un desierto distante de Zif, aunque ambos pertenec�an a la tribu de Jud�. Tambi�n Sa�l y sus hombres fueron a buscarlo , oyendo, es probable, por los Zifitas, adonde se hab�a ido. Por tanto, descendi� a una roca en alg�n lugar escarpado y desolado, donde pens� que Sa�l no lo encontrar�a; o m�s bien, en una cueva que estaba en la roca, donde, al principio, podr�a pensar en esconderse; pero, al considerarlo m�s a fondo, se apart� de all� cuando se acerc� Sa�l.
Vino un mensajero a Saulo. � Ve la providencia de Dios! Su sabidur�a nunca pierde las formas y los medios para preservar a su pueblo. Nada podr�a ser m�s angustioso, nada m�s desesperado que la situaci�n de David en este momento. Estaba rodeado por todos lados, y parec�a que no quedaba forma de escapar; pero como aprendemos del Salmo 54, compuesto por �l en esta ocasi�n, se dirigi� en oraci�n a su Salvador todopoderoso, quien pronto le mostr� que puede librar en todo momento y en todas las circunstancias, por peligrosas y angustiosas que sean. Llamaron a ese lugar [??? ???????] Sela-hammah-lekoth , es decir, la roca de las divisiones. Porque Dios, por esta interposici�n de los filisteos invadiendo la tierra justo en este momento, separ� a Sa�l de David, y de alguna manera lo apart�, cuando este �ltimo estaba ahora casi a su alcance.
Información bibliográfica Benson, Joseph. "Comentario sobre 1 Samuel 23". Comentario de Benson. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/rbc/1-samuel-23.html. 1857.
Introducción
AM 2942. BC 1062.
David salva a Keila de los filisteos, 1 Samuel 23:1 . Su peligro all� y liberaci�n de �l, 1 Samuel 23:7 . Permanece en el desierto de Zif, y Jonat�n lo visita, 1 Samuel 23:14 . Sa�l lo persigue, 1 Samuel 23:19 . Su escape estrecho, 1 Samuel 23:26 .
Versículo 1
Entonces le dijeron O mejor dicho, Ahora le hab�an dicho a David. Porque es evidente por 1 Samuel 23:6 , que David hab�a recibido la informaci�n aqu� mencionada, e incluso hab�a entregado a los habitantes de Keila antes de que Abiatar viniera a informarle de la matanza de los sacerdotes. Los filisteos pelean contra Keila Probablemente los filisteos se animaron a hacer esta incursi�n en la tierra de Israel al escuchar que David se vio obligado a huir de su pa�s y que Dios se hab�a apartado de Sa�l. Cuando los pr�ncipes comiencen a perseguir al pueblo de Dios y a los ministros, que no esperen m�s que aflicci�n por todos lados. Keila era una ciudad de la tribu de Jud�, Josu� 15:44 . Roban las erasLos cuales, por lo general, estaban sin sus ciudades, por comodidad del viento, para separar la paja del ma�z. Ver Rut 3:2 .
Versículo 2
David pregunt� al Se�or. No se sabe con certeza de qu� manera hizo la investigaci�n, ya que parece de 1 Samuel 23: 6 que Abiatar a�n no le hab�a tra�do a David el efod sagrado, con todas las cosas pertenecientes a �l que se utilizaron para consultar a Dios. �Ir� y golpear� a estos filisteos?Tenemos aqu� un ejemplo notable del amor de David por su pa�s; a lo cual no se convirti� en enemigo cuando fue desterrado de ella. Por el contrario, se apresur� a acudir en su ayuda sin que nadie lo solicitara. Esta acci�n de David, al ir al relevo de Keilah, es una de las m�s extraordinarias registradas en la historia. �Otro hombre, en el lugar de David, se habr�a regocijado con esta invasi�n, y quiz�s la habr�a alentado; y esto tanto de autoconservaci�n como de pol�tica; primero, porque no ten�a nada que temer por s� mismo, mientras Sa�l ten�a un enemigo as� en sus manos; y en segundo lugar, porque la angustia de su pa�s era el medio m�s probable de hacer que Sa�l entrara en raz�n y de obligarlo a recordar y reconciliarse con su mejor campe�n. Pero David estaba gobernado por otros puntos de vista distintos a estos estrechos; ni la seguridad ni el honor le eran deseables, comprado por la angustia de su pa�s y sus amigos. Su pecho lat�a con un ansioso deseo de aliviar a Keilah; pero no fue una aventura para emprender sin avisar; y por lo tanto �lPregunt� a Dios, diciendo: �Ir� y herir� a estos filisteos? Este es uno de esos pasajes de las Escrituras que dan evidencia de su propia verdad. Nadie m�s que un h�roe podr�a plantear la pregunta; y nadie m�s que Dios pudo resolverlo: Y el Se�or dijo a David. Ve, ataca a los filisteos y salva a Keila. Delaney.
Versículos 3-4
Los hombres de David dijeron: He aqu�, tenemos miedo aqu� en Jud�. �Tuvieron bastante dificultad para defenderse de Sa�l donde estaban; �Y podr�a ser menos que una locura provocar m�s y mayores enemigos? Sin duda, Sa�l enviar�a fuerzas para derrotar a los filisteos, y luego ser�an reprimidos entre dos ej�rcitos hostiles. Y sin embargo, a pesar de todo esto, David emprendi� y logr� la aventura; lo cual era imposible que lo hiciera, contra tales temores y tales razonamientos de sus fuerzas, por cualquier motivo que no fuera la seguridad de la protecci�n y ayuda divinas. Lo cual confirma plenamente el relato b�blico de este asunto, que no lo emprendi� hasta que, para mayor satisfacci�n de sus asociados, volvi� a consultarlo y el or�culo divino le asegur� nuevamente el �xito ".
Versículo 5
Entonces David y sus hombres fueron a Keila., &C. �Su �xito en esta ocasi�n fue muy extraordinario; salv� la ciudad y los habitantes; liber� al pa�s de los estragos del enemigo; hiri� a los filisteos con gran matanza y se llev� su ganado, por lo que pudo subsistir �l y sus fuerzas, sin ser una carga para su pa�s. Uno habr�a imaginado que este extraordinario �xito y liberaci�n de una ciudad tan grande podr�a haber asegurado a David un refugio seguro entre los hombres de Keilah; Pero no fue as�; tal es la naturaleza del hombre, �los peligros presentes r�pidamente anulan las obligaciones pasadas! La gratitud es, sin lugar a dudas, una de las virtudes m�s hermosas, �pero rara vez vive en los extremos de la adversidad o el �xito! Es como esos hermosos colores que las tormentas y los rayos del sol desfiguran por igual ". Delaney.
Versículo 6
Baj� con un efod , m�s bien, con el efod , es decir, el efod del sumo sacerdote, en el que estaban el Urim y Tumim. Para Abiatar, habi�ndose dejado, es probable, para guardar el santuario, mientras que su padre Ahimelec y el resto de los sacerdotes iban a atender a Sa�l, tan pronto como se enter� de su matanza, tom� esta vestidura principal del sumo sacerdote, y se lo llev� a David. As�, Dios, en el curso de su providencia, le dio una oportunidad, mientras Doeg, el carnicero, mataba a sus hermanos, tanto para escapar de s� mismo como para llevarle a David el efod, del que ahora Sa�l estaba justamente privado.
Versículo 7
Sa�l dijo: Dios lo ha entregado en mi mano David, quien juzg� la generosidad de otros hombres por la suya propia, esperaba que fuera protegido en Keilah; y Saulo, que juzg� de la misma manera la bajeza de ellos, crey� que no deb�a hacerlo; y por eso se regocij� al recibir la noticia de que David estaba encerrado all�, convencido de que ahora deber�a tomar posesi�n de su persona. Pero era extra�o que se imaginara que Dios hab�a tomado medidas para traer a su poder a un hombre inocente y piadoso, que era un despreciador de Dios, un quebrantador de sus mandamientos y que pisoteaba todas las leyes, humanas y divinas.
Versículos 9-11
Traed el efod que, sin duda, se visti� Abiatar; de lo contrario, no podr�a haber consultado al Se�or por medio de ella. El Se�or dijo: �l descender�. �l tiene el prop�sito de venir si contin�as aqu�. Pues a�n as�, tanto la pregunta de David como la respuesta de Dios est�n condicionadas, a la suposici�n. Como el hecho de que David estuviera all� era el �nico motivo de la venida de Sa�l, entonces, si se marchaba, Sa�l no pod�a tener ning�n incentivo para venir. Y en consecuencia, encontramos que dej� a un lado su plan tan pronto como se le inform� que David hab�a escapado. Parece probable desde este lugar que la respuesta de Dios por Urim y Tumim no fue por ning�n cambio en el color o la situaci�n de las piedras preciosas en el pectoral del efod, sino por una voz o sugerencia de Dios al sumo sacerdote.
Versículo 12
El Se�or dijo: Te entregar�n. Dios vio el car�cter vil y cobarde de los habitantes de Keila, quienes, aunque hab�an sido liberados recientemente por David, lo habr�an entregado si se hubiera quedado entre ellos, al principio. aparici�n del ej�rcito de Sa�l viniendo contra ellos. �Y aqu�, me parece�, dice Delaney, �hay un evento que resolver� f�cilmente esa dif�cil pregunta sobre la consistencia de la presciencia divina con el libre albedr�o humano. Un buen pol�tico, al que se le permiti� participar en el curso de las pr�cticas secretas de Sa�l con los hombres de Keilah, y tuvo buenas oportunidades de examinar sus disposiciones sobre el tema, podr�a pronunciarse con justicia sobre el evento; cu�nto m�s, entonces, ese Dios que todo lo ve, que escudri�a los secretos del coraz�n y ve los pensamientos de lejoslos ve en todos sus trabajos secretos, tendencias y tentaciones, y a trav�s de todos sus laberintos y m�scaras ". Para explicar esto un poco m�s: los habitantes de Keilah actuaron libremente, tal como sus propios corazones les dictaban; si se hubiera quedado entre ellos, ten�an libertad para comportarse fielmente con David, as� como para traicionarlo. Por lo tanto, Dios no pronunci� que lo entregar�an a Saulo, porque los hab�a puesto bajo una absoluta necesidad de hacerlo; sino porque vio los designios secretos de Sa�l, por un lado, y el funcionamiento secreto de sus mentes, y su tendencia al miedo y la bajeza, por el otro. Y, por tanto, cuando David le pregunt�, dijo: Te entregar�n.Si alguna persona hubiera podido conocer tanto de su coraz�n como Dios, podr�a haber pronunciado lo mismo con respecto a ellos. Sin embargo, es propiedad de Dios solo ver los secretos del coraz�n. Y como este poder en �l se extiende a todo hombre que viene al mundo, tan necedad como lo hizo con la gente de Keilah, podemos f�cilmente concebir c�mo Dios conoce de antemano todos los cambios de eventos en este mundo desde el principio hasta el fin, aunque deja que la mente humana act�e por s� misma libremente; y s�lo por su sabidur�a supervisora ??dirige todo, para lograr sus prop�sitos de gracia, y para educar el bien del mal.
Versículos 13-14
Que eran unos seiscientos. Sus fuerzas se incrementaron en doscientos desde su famosa victoria sobre los filisteos en Keila. Dondequiera que pudieran ir Al primer lugar conveniente y seguro al que se abr�a un camino. En el desierto de Zif Un desierto monta�oso, dentro de los precintos de la tribu de Jud� y en los confines de Edom, Josu� 15:2 . No estaba lejos de Maon y Carmel, 1 Samuel 23:25 ; 1 Samuel 25:5 . Dios no lo entreg� en su mano Sa�l pronunci� confiadamente, cuando descubri� que David hab�a entrado en Keila, que Dios lo hab�a entregado en su mano.Y, por lo tanto, para mostrar la vanidad de esa confianza mal fundada, el escritor sagrado hace uso de la misma expresi�n al rev�s, y declara que Dios no lo entreg� en sus manos, aunque Saulo lo busc� todos los d�as.
Versículo 16
Jonat�n fue y fortaleci� su mano en Dios. Lo consol� y apoy� contra todos sus temores, con consideraciones sobre la bondad y el poder divinos, y record�ndole las fieles promesas que Dios le hab�a hecho y su providencia singular, que hasta ese momento hab�a sido: y todav�a estar�a con �l.
Versículo 17
T� ser�s rey y yo ser� junto a ti O ocupar el segundo lugar en el reino; palabras que importan tanto: no pretendo ser rey yo mismo, como podr�a esperar por mi nacimiento, sino que t� ser�s rey, habiendo Dios as� designado, y yo s�lo en un lugar secundario, inferior a ti. La primera parte de esta frase bien podr�a hablar Jonat�n, ya que ten�a la promesa de Dios para ella, que debe mantenerse; pero el otro habl� con confianza humana, y el evento mostr� cu�n poco se puede construir sobre eso. �l deber�a, como todos deber�amos hacer con respecto a lo que es futuro y solo en expectativa, haber hablado en el idioma de Santiago: "Si el Se�or quiere, yo estar� junto a ti". Y eso tambi�n lo sabe mi padre Porque no pod�a dejar de recordar lo que Samuel le dijo ( 1 Samuel 15:28,) y, de los maravillosos �xitos de David, probablemente infiri� que �l era la persona de quien habl� Samuel.
Versículo 18
Los dos hicieron un pacto ante el Se�or. Tenemos razones aqu� para admirar la sincera amistad de Jonat�n, que permaneci� tan inquebrantable con David en todos los eventos, tanto en su adversidad y peligros, como en su prosperidad y �xitos. Debe observarse que, despu�s de hacer este pacto, nunca se volvieron a juntar, lo que encontramos, en este mundo.
Versículos 19-22
Luego vinieron los de Zif a Sa�l. Eran de la propia tribu de David, aunque por este comportamiento antinatural para �l los llama extra�os. Sa�l dijo: Bendito seas del Se�or. Sa�l, a pesar de toda su injusticia y crueldad hacia David, todav�a se supone que �l es el agraviado y su causa la justa. As�, con demasiada frecuencia, los hombres dejan que sus pasiones los ceguen para persuadirse a s� mismos de que las cosas m�s injustas son equitativas. Id, os ruego, prep�rense todav�a O, mejor dicho, est�n m�s seguros de esto , ya que las palabras se pueden traducir, y m�s agradables a lo que sigue.
Versículos 24-25
Pero David y sus hombres estaban en el desierto de Ma�n. Habiendo o�do lo que hab�an emprendido los Zifitas, David decepcion� su plan al ir a otro lugar que, probablemente, no conoc�an tan bien. Porque Ma�n era un desierto distante de Zif, aunque ambos pertenec�an a la tribu de Jud�. Tambi�n Sa�l y sus hombres fueron a buscarlo , oyendo, es probable, por los Zifitas, adonde se hab�a ido. Por tanto, descendi� a una roca en alg�n lugar escarpado y desolado, donde pens� que Sa�l no lo encontrar�a; o m�s bien, en una cueva que estaba en la roca, donde, al principio, podr�a pensar en esconderse; pero, al considerarlo m�s a fondo, se apart� de all� cuando se acerc� Sa�l.
Versículos 27-28
Vino un mensajero a Saulo. � Ve la providencia de Dios! Su sabidur�a nunca pierde las formas y los medios para preservar a su pueblo. Nada podr�a ser m�s angustioso, nada m�s desesperado que la situaci�n de David en este momento. Estaba rodeado por todos lados, y parec�a que no quedaba forma de escapar; pero como aprendemos del Salmo 54, compuesto por �l en esta ocasi�n, se dirigi� en oraci�n a su Salvador todopoderoso, quien pronto le mostr� que puede librar en todo momento y en todas las circunstancias, por peligrosas y angustiosas que sean. Llamaron a ese lugar [??? ???????] Sela-hammah-lekoth , es decir, la roca de las divisiones. Porque Dios, por esta interposici�n de los filisteos invadiendo la tierra justo en este momento, separ� a Sa�l de David, y de alguna manera lo apart�, cuando este �ltimo estaba ahora casi a su alcance.