Bible Commentaries
1 Corintios 3

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

Versículo 11

1 Corintios 3:11

Considere c�mo Cristo es el verdadero fundamento.

I. La naturaleza de Cristo. Fue Dios despojado de su circunstancia. Su gran poder, el secreto de Su maravillosa e incomparable carrera, no era Su Deidad, sino la inconmensurabilidad del Esp�ritu Santo que estaba en �l, el cual, sin estar nunca entristecido por el m�s m�nimo acercamiento del pecado, obr� en �l infinitamente. Pero �l era un hombre generalmente sujeto a las mismas leyes f�sicas y espirituales que cualquier otro mensajero de Dios comisionado divinamente y provisto sobrenaturalmente. Y toda esta hombr�a de Cristo es uno de nuestros cimientos.

II. La obra de Cristo. Estaba completo. Sellado con las unciones del Padre para este mismo fin, obr� con sacrificio como sacerdote lo que ahora da y aplica como rey. Cuando muri� ese Hombre representante, fue lo mismo que si toda la raza de la humanidad, a la que �l representaba, muriera en ese momento, en Su muerte. Entonces la deuda est� m�s que pagada, el rescate es m�s que equivalente, la justicia de Dios est� m�s que satisfecha. Esta es la obra de Cristo, y nuevamente este es el elemento de nuestro cristianismo.

III. Y, en tercer lugar, el reclamo de Cristo. �Qu� recompensa no tiene derecho a pedir una obra as�? Como Dios, �l exige Su propia obra creada dos veces, tu cuerpo, alma y esp�ritu, todo lo que tienes y todo lo que eres, debe ser Suyo y solo Suyo, amarlo, servirlo, glorificarlo por los siglos de los siglos. Si una vez se establecen los cimientos, nuestra vida tendr� ese triple poder, sin el cual no vale la pena vivir. (1) Habr� una mente en reposo.

(2) La compostura de un alma tranquila sustentar� una confianza que siempre manda al �xito. (3) Desde ese fundamento mediante procesos secretos, continuamente ir� emanando sobre todo el hombre una influencia oculta, fortaleci�ndolo, uni�ndolo, llen�ndolo, como para cada deber aqu�, para poder llevar el peso de la gloria en el cielo.

J. Vaughan, Cincuenta sermones, quinta serie, p�g. 83.

Referencias: 1 Corintios 3:11 . Spurgeon, Sermons, vol. xxv., n� 1494; BJ Snell, Christian World Pulpit, vol. xv., p�g. 56; J. Vaughan, Sermones, octava serie, p�g. 116.

Versículos 11-13

1 Corintios 3:11

La vida como estructura.

I. Hay una base puesta. La idea expresada en esta figura es la idea radical, que recorre toda la Escritura, de que algo debe hacerse fuera del hombre y fuera de �l, para permitirle incluso comenzar su propia vida ante Dios. Jesucristo es el fundamento. No podemos tomar estas palabras demasiado literalmente. El fundamento de todas las esperanzas de este mundo, en el plan de Dios y de la salvaci�n de todo hombre, es Jesucristo mismo, el Cristo hist�rico personal, que naci� en Bel�n y vivi� en Nazaret y muri� en el Calvario.

Esta es la piedra que fue desechada por los constructores, pero que Dios hizo la cabeza del �ngulo. Al luchar por el significado literal, no excluimos el doctrinal. Se incluyen todos los significados doctrinales verdaderos. La deidad, la humanidad, la vicaria, la justicia, el amor, el dolor, las l�grimas y la sangre, y la muerte y la resurrecci�n y la ascensi�n victoriosa "por todos los cielos para llenar todas las cosas". Todas estas cosas, con muchas m�s, est�n incluidas en el lenguaje hist�rico simple pero grandioso y alegre: "Nadie puede poner otro fundamento que el que est� puesto, el cual es Jesucristo".

II. Hay un edificio por levantar. Una fundaci�n sin edificio es un solecismo, un nombre. Un lugar del mundo es tanto una base como otro, a menos que vea una estructura en ascenso. La estructura en este caso debe ser levantada por el hombre. Se puede construir una casa; se debe construir un templo. El Ap�stol parece referirse a las casas ordinarias cuando habla de "madera, heno, rastrojo". Estos son los materiales que se utilizan para las casas comunes.

La vida y el alma de cada hombre deben ser un templo de Dios, nada menos. �Seguramente un noble llamado que cada uno de nosotros que creemos en Cristo, es requerido y esperado y ser� ayudado por Dios para edificar toda su existencia en un templo viviente para la habitaci�n de Dios a trav�s del Esp�ritu!

III. Hay un tiempo para terminar el trabajo. Y cuando llegue el l�mite de ese tiempo, el constructor no podr� poner una piedra m�s, ni un toque m�s al edificio en ninguna de sus partes antes del juicio. El Maestro nunca nos dir� cu�ndo terminar� nuestro trabajo y cu�ndo llegar� su recompensa. Pero �l nos dice esto, que estamos construyendo d�a a d�a. Veamos que vivimos para Cristo, que crecemos a Su imagen y que trabajamos y trabajamos en la construcci�n moral de nuestra vida que los �ngeles coronar�n y Dios bendecir�.

IV. "El fuego probar� la obra de cada uno, sea la que sea". Recordemos que nada en nosotros, perteneciente al coraz�n, a la vida o al car�cter, que sea verdaderamente cristiano, puede caer finalmente en esas llamas. Todos los principios cristianos y todas las obras cristianas son indestructibles. Aquel a quien sirvas recoger� todos los pedazos, para que nada se pierda. �l los re�ne d�a a d�a y los construye de manera compacta para el d�a de la prueba.

Y cuando llegue ese d�a, cuando se enciendan sus fuegos, cuando lo inflamable en nuestras vidas se encienda y se encienda al primer toque de la llama, nos regocijaremos con una alegr�a terrible al contemplar emerger de esos fuegos esa hermosa estructura. que ser� incorruptible, sin mancha y que nunca se desvanecer�.

A. Raleigh, Lugares tranquilos para descansar, p�g. 272.

Referencias: 1 Corintios 3:12 . Homilista, vol. ii., p�g. 355; Revista del cl�rigo, vol. iii., p�g. 80. 1 Corintios 3:11 . R. Davey, Christian World Pulpit, vol. xi., p�g. 262; vol. xxv., p�g. 84.

Versículos 12-15

1 Corintios 3:12

Este es un pasaje espantoso; uno cuya importancia ning�n hombre a quien se le ha confiado el cuidado de las almas puede realizar sin temblar. Pero tiene una lecci�n para todos los laicos, as� como para el clero, sobre quienes Dios ha puesto responsabilidad de cualquier tipo. San Pablo estaba muy preocupado por un relato que le hab�a llegado sobre el estado de cosas en Corinto. All� hab�a puesto los cimientos de una iglesia floreciente, y Dios hab�a prosperado grandemente Su obra; pero hab�an surgido disensiones.

La autoridad del Ap�stol fue censurada. Se establecieron maestros rivales; se formaron partidos rivales. Ya se exhib�a en peque�a escala el esp�ritu de desuni�n y divisi�n con el que la Iglesia en estos �ltimos d�as se ha distra�do lamentablemente. San Pablo les reprocha este estado de cosas. Es una evidencia, les dice, de la imperfecci�n de sus logros cristianos.

I. Tenemos aqu�, primero, a los constructores. Se trata principalmente de maestros religiosos, predicadores de la Palabra, ministros. Eso solo parece haber estado ante la mente del Ap�stol. Pero en un sentido secundario, el pasaje tambi�n tiene una lecci�n para los cristianos privados; ya que cada cristiano tiene un edificio que construir para Dios en su propia alma, sobre el fundamento que primero puso en su bautismo. Tambi�n puede estar en las almas de otros; y �ay que valga la pena si por su negligencia alguno de los edificios se consume en el d�a del juicio!

II. A continuaci�n tenemos la base. Esto el Ap�stol describe en una palabra a Jesucristo. Sobre la verdad cardinal de la crucifixi�n de Cristo descansan las esperanzas de la Iglesia, las esperanzas de cada cristiano individual. Miremos hacia nosotros mismos para no perderlo.

III. La superestructura que San Pablo supone construir sobre esta base. Esto, hablando en general, es el resultado complejo del ministerio de cada hombre de su doctrina y de su trabajo su resultado, como se manifiesta en las vidas y conversaciones de los conversos que ha ganado, o de las personas que se han encomendado a su cargo. El Ap�stol nos presenta dos superestructuras distintas, siendo el fundamento el mismo en ambas.

Representa a algunos constructores que levantan una tela s�lida y s�lida, oro, plata, piedras costosas. Su doctrina y el resultado de ella estaban de acuerdo con la gran verdad que �l mismo hab�a puesto como fundamento; la doctrina incorpor� el resultado, la santidad de vida y la conversaci�n por parte de quienes la recibieron, y lo que se puede pensar que ten�a especialmente en mente un esp�ritu de caridad y amor fraternal, en contraposici�n al esp�ritu de contenci�n y divisi�n, que prevalec�a tan infelizmente en Corinto, y que sin duda era en parte lo que �l quer�a decir con esa "madera, heno, rastrojo" que otros estaban construyendo.

Digo, en parte, no el todo; pues, como se desprende de la Ep�stola, hab�a otros males, tanto doctrinales como pr�cticos, de los que ten�a que quejarse, o m�s bien por los que ten�a que lamentarse; algunos de ellos, de hecho, tan incongruentes con los cimientos originales como un templo pagano o una mezquita mahometana construida sobre el sitio de una iglesia cristiana.

IV. F�jense a continuaci�n el d�a del que habla el Ap�stol, el d�a que declarar�, manifestar�, ante los hombres y los �ngeles, el car�cter de la obra de cada uno. En muchos casos, sin duda, ese car�cter es demasiado evidente en el instante. La falta de solidez y la inutilidad del edificio est�n abiertas de antemano, antes del juicio. Pero en otros siguen. Despu�s de un espect�culo enga�oso, la conformidad con el gusto popular y similares les hace ganar una amplia aceptaci�n, mientras que el trabajo verdadero y honesto es despreciado y condenado. El d�a en que vendr� el Se�or sacar� a la luz lo oculto de las tinieblas y manifestar� los consejos de los corazones.

V. �Qu� se entiende por fuego, del cual se dice: "El d�a ser� revelado, y por el cual se probar� la obra de cada uno"? Algunos han entendido esto de la persecuci�n, y sin duda la persecuci�n muchas veces ha servido de prueba, zarandeando a la Iglesia y separando el trigo de la paja. Pero es una prueba que solo se ha aplicado parcialmente. Muchos obreros nunca han tenido su trabajo sometido a �l, e incluso donde se ha aplicado, no siempre ha resultado una prueba infalible; ha habido confesores y m�rtires tanto de la herej�a como de la verdad.

Pero San Pablo est� hablando de una prueba a la que ser� sometida la obra de todo hombre, y de una prueba de cuyo escrutinio escrutado no escapar� ninguna falta de solidez o deshonestidad en la obra. El fuego del que habla el Ap�stol es sin duda ese escrutinio minucioso, al que se hace referencia repetidamente en otras partes de la Escritura, al que en el gran y terrible d�a del juicio ser� sometida la obra de todo hombre, cuando el gran trono blanco sea puesto, y los muertos, peque�os y grandes estar�n delante de Dios, y los libros ser�n abiertos, y los muertos ser�n juzgados por las cosas que est�n escritas en los libros seg�n sus obras; y entre estas obras, la obra del ministerio de cada hombre, en el caso de los ministros de Dios, ocupar�, podemos estar seguros, el lugar m�s importante.

VI. El Ap�stol, cuando habla de la salvaci�n del constructor torpe, debe entenderse, por supuesto, que lo hace bajo la presunci�n de que el hombre mismo ha conservado personalmente su asimiento de Cristo, y que, por amor de Cristo, el fracaso de su obra, ya sea por ignorancia. , la enfermedad o cualquier causa menos perdonable es perdonada misericordiosamente. Tal persona, dice el Ap�stol, perder� su recompensa. Aparecer� ante el Se�or con las manos vac�as, sin ofrenda para presentar de almas ganadas del reino de Satan�s o fortalecidas y confirmadas en fe y santidad.

Ser� feliz s�lo en esto, que mientras toma con verg�enza el lugar m�s bajo y se maravilla, mientras lo toma, de que tal gracia se le extienda, ese lugar todav�a est� dentro de la casa de su Padre.

C. Heurtley, Oxford and Cambridge Journal, 4 de noviembre de 1880.

Versículos 14-15

1 Corintios 3:14

Dos constructores en una base.

I. Considere, primero, los dos constructores y su trabajo. La aplicaci�n original de estas palabras es claramente para los maestros cristianos. La madera, el heno y el rastrojo claramente no son herej�as, porque el constructor que los usa est� en el cimiento; y si Pablo hubiera estado pensando en herej�as reales, habr�a encontrado palabras de condenaci�n m�s agudas para estigmatizarlas que aquellas que simplemente las designan como endebles e insustanciales.

Pero lo que se quiere decir es la ense�anza in�til que los hombres buenos pueden presentar cuando "las ovejas hambrientas miran hacia arriba y no se alimentan"; mientras que, por otro lado, el oro, la plata y las piedras preciosas son las verdades s�lidas, permanentes y satisfactorias del alma que se nos revelan en Jesucristo.

II. Piense en los efectos dobles de una obra. La llama juega alrededor de ambos edificios. �Qu� fuego es? El texto nos responde a la pregunta "el d�a lo declarar�". El Ap�stol no cree que necesite decir qu� d�a. Saben bastante bien a qu� se refiere el d�a. El d�a es el d�a en que Cristo vendr�. Y el fuego no es m�s que el s�mbolo que siempre acompa�a a la aparici�n divina en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

Ese fuego revela y prueba. Lo que soporta la prueba es glorificado por ello; lo que no se quema y se aniquila. Los constructores han estado trabajando, si se me permite decirlo, como veis a los constructores hoy en d�a, en circunstancias especiales y en grandes edificios trabajando de noche, con alguna iluminaci�n m�s o menos suficiente. Amanece, y el edificio en el que han estado trabajando en la penumbra se destaca revelado en toda su belleza o deformidad. Sus verdaderas proporciones se manifiestan por fin.

III. Mire el doble efecto sobre los constructores. El uno recibe una recompensa; el otro sufre la p�rdida de todo su trabajo; No recibe salario por un trabajo que no dur�, es arrastrado por el fuego y el humo, y acaba de salvarse de ser quemado. Se queda ah�, asombrado y empobrecido, en medio de las ruinas de su hogar. Estos dos son como dos barcos, uno de los cuales llega al puerto con una rica carga y gran �xito, y es recibido con un tumulto de aclamaciones; el otro golpea en la barra. "Algunos sobre tablas, y otros sobre pedazos rotos del barco, todos llegan sanos y salvos a tierra"; pero el barco, el cargamento y las ganancias de la empresa se pierden. "�l sufrir� p�rdida, pero �l mismo ser� salvo".

A. Maclaren, Cristo en el coraz�n, p�g. 157.

Referencia: 1 Corintios 3:15 . T. Binney, Tower Church Sermons, p�g. 173.

Versículo 16

1 Corintios 3:16

Considere los oficios del Esp�ritu Santo.

I. Es el oficio del Esp�ritu Santo efectuar un cambio tal que el pecador pueda ser descrito como nacido de nuevo y hecho un nuevo hombre en Cristo Jes�s. La estructura deteriorada del alma se reconstruye, sus poderes perdidos se restauran, el prejuicio ciego se quita del entendimiento, y el sesgo de la voluntad se vuelve de la tendencia al mal, y as� el que ha sido criado como un hijo de ira con pasiones rebeldes. e inclinaciones, y sin amar nada m�s que lo que Dios desaprueba, se transforma en un hijo de Dios, con capacidad para aprehender las cosas espirituales, disposici�n para entretenerlas y fortaleza para perseguirlas.

Y as� como es a trav�s de la obra del Esp�ritu Santo que el hombre es creado de nuevo para Dios en justicia y verdadera santidad, as� es debido a este Divino Agente que luego est� capacitado para seguir con firmeza el camino cristiano. Ni siquiera ser�a nada que Cristo carg� con nuestros pecados en Su propio cuerpo en el madero, si no hubiera una agencia sobrenatural para aplicarnos la virtud expiatoria del sacrificio de Cristo. Es el oficio del Esp�ritu trasladarnos del reino de Satan�s al reino del amado Hijo de Dios.

II. Habiendo realizado este maravilloso cambio, el Esp�ritu Santo no deja a su sujeto solo, porque necesita asistencia incesante, y nunca, mientras est� en la tierra, alcanza un punto en el que su propia fuerza sea suficiente para su seguridad. Debe orar continuamente, y no sabe qu� pedir como debe orar; debe trabajar en pos de la santidad, y encuentra otra ley en sus miembros que lucha contra la ley de su mente; debe contar todas las cosas excepto la p�rdida para poder ganar a Cristo, pero los objetos de la vista tienen una gran ventaja sobre los objetos de la fe, y es muy dif�cil dar a lo futuro el predominio requerido.

Pero en todos estos deberes y dificultades, el oficio del Esp�ritu es comunicar la fuerza suficiente para la ocasi�n, y el Esp�ritu lleva a una consumaci�n misericordiosa la obra que ha comenzado en el coraz�n del hombre. Reconstruye el tejido ca�do y profanado; ministra continuamente en sus altares y hace brillar sus paredes con la esperanza de la inmortalidad.

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 2067.

1 Corintios 3:16

I. Todo cristiano es una morada de Dios. �sta no es una met�fora. El templo exterior era la met�fora. La realidad es lo que usted y yo, si somos hijos de Dios en Jesucristo, experimentamos. Que Dios more en mi coraz�n es posible solo por el hecho de que �l habit� en toda Su plenitud en Cristo, a trav�s de quien lo toco. Ese templo consagra todos los santuarios del coraz�n; y todos los adoradores que se mantienen cerca de �l participan con �l del Padre que habitaba en �l.

II. Como templos, todos los cristianos deben ser manifestantes de Dios. El significado del Templo de todos los templos es que all� se revelar� la Deidad que mora en nosotros, y si es cierto que los cristianos y las cristianas somos, en una realidad profunda y bendita, los lugares de permanencia y morada de Dios, entonces se sigue que estaremos en el mundo como el gran medio por el cual Dios se manifiesta y se da a conocer, y eso de una doble manera para nosotros y para otras personas.

III. Como templos, todas las vidas cristianas deben ser lugares de sacrificio. La diferencia entre todas las dem�s nobles y menores de la vida y la belleza suprema de una verdadera vida cristiana es que el sacrificio del cristiano es propiamente un sacrificio, es decir, una ofrenda a Dios, hecha por causa del gran Amor con el que ha amado. nosotros. As� como Cristo es el �nico Templo verdadero y nosotros llegamos a serlo al participar de �l, as� �l es el �nico Sacrificio por los pecados para siempre, y nos convertimos en sacrificadores solo a trav�s de �l.

IV. Esta gran verdad del texto refuerza la solemne lecci�n de la necesaria santidad de la vida cristiana. La primera idea clara del templo es un lugar apartado y consagrado a Dios. El cristianismo es intolerante. Habr� una imagen en el santuario. Uno de los antiguos emperadores estoicos romanos ten�a un pante�n en su palacio, con Jesucristo en un pedestal y Plat�n en el otro junto a �l; y algunos de nosotros estamos probando el mismo tipo de cosas que Cristo all�, y alguien m�s aqu�.

Recuerde, Cristo debe ser todo o nada. Las estrellas pueden ser sembradas por millones, pero para la tierra hay un solo sol. Y t� y yo debemos santificar a un querido invitado, y solo uno, en lo m�s rec�ndito de nuestros corazones.

A. Maclaren, Christian Commonwealth, 6 de mayo de 1886.

Cristianos el Templo de Dios.

I. Un templo es un lugar en el que se supone que mora especialmente la Deidad, y en el que se le puede acercar en adoraci�n. Supone la existencia de Dios y su voluntad de mantener relaciones sexuales con sus criaturas, y estas son verdades que han sido universalmente admitidas. La verdadera morada del esp�ritu es el esp�ritu; el verdadero templo de Jehov� es el alma humana. Cristo no parece abolir la santidad, sino extenderla; no para profanar la tierra santa, sino para santificar toda la tierra; no para demoler templos, sino para multiplicarlos haciendo que las almas humanas sean la morada de Dios m�s verdadera que nunca el santuario sobre la colina sagrada. Y as�, nuestro Ap�stol Jud�o, aunque era, llam� la atenci�n desde lo externo y visible, diciendo: "�No sab�is que sois templo de Dios, y que el Esp�ritu de Dios mora en vosotros?"

II. Eche un vistazo a la historia pasada de este templo. Esta en ruinas. Las l�mparas se han apagado y el altar est� volcado. Ning�n incienso sale del incensario, ning�n himno sale del coro. Majestuoso, sigue siendo hermoso incluso en descomposici�n; pero el viento gime en medio de las columnatas, la suciedad desfigura las reliquias cinceladas, el b�ho chill�n anidando en la hiedra y la v�bora silbando entre las malas hierbas que crecen alrededor de unas pocas columnas destrozadas que todav�a est�n erguidas. �Ah! Cu�n elocuentemente declaran estas cosas: "�No sab�is que el hombre fue una vez templo de Dios, y que el Esp�ritu de Dios habit� en �l? Si alguno profana el templo de Dios, Dios lo destruir�".

III. Considere la reconstrucci�n del templo. Esta fue la gran obra de Cristo. �l mismo era un templo. Este mundo ha sido consagrado por Jesucristo, el Sumo Sacerdote del universo. No solo eso; �l nos hace templos individualmente. Fuimos contaminados, contaminados por el pecado; pero limpia el templo de su contaminaci�n. Somos llevados bajo la influencia del Esp�ritu de Dios a deplorar la desolaci�n, a anhelar la reconstrucci�n del templo, y cuando se produce este cambio en nuestro coraz�n, el templo es reconstruido.

Cristo es el constructor de ella; �l es la principal piedra del �ngulo. Por haber contaminado el pecado, Dios lo abandon�; pero debido a que Cristo lo ha purificado, Dios ha vuelto a �l, habita en �l, lo hace glorioso con Su presencia; pero para que no volvamos a contaminarlo, y suceda algo peor, nos llega la voz solemne desde el lugar sant�simo: "�No sab�is que sois templo de Dios, y que el Esp�ritu de Dios mora en vosotros? a cualquiera que profanare el templo de Dios, Dios lo destruir� ".

Newman Hall, Penny Pulpit, No. 3890.

Referencias: 1 Corintios 3:16 . Preacher's Monthly, vol. viii., p�g. 124; Homiletic Quarterly, vol. v., p�g. 327; GEL Cotton, Sermones y discursos en Marlborough College, p�g. 38; Hutchings, La persona y obra del Esp�ritu Santo, p�g. 118.

Versículos 16-17

1 Corintios 3:16

I.Cuando la ca�da del hombre derrib� el altar dentro de �l y esparci� el fuego, y su visi�n de Dios se oscureci�, no se sigui� que el Esp�ritu Santo se retirara del mundo porque se permiti� que la aberraci�n de la voluntad del hombre lo expulsara de �l. el coraz�n humano. Todo lo que le pertenec�a a �l como Dador de vida, continu�. "Toda la creaci�n", dice un padre, "est� rodeada por el Esp�ritu de Dios". "El grano de trigo que cae en la tierra", dice otro, "y se disuelve, brota multiforme por el Esp�ritu de Dios que sostiene todas las cosas.

"Y cada vez que la br�jula de la voluntad del hombre, completamente perturbada por el pecado, apuntaba de nuevo al polo del cielo y lo guiaba verdaderamente, aunque aqu� y all� por una temporada, se ve�a nuevamente la luz; el amor se calentaba de nuevo, y era sinti� que Dios todav�a estaba cerca.

II. De esta manera podemos inferir de los beneficios conferidos a todos los cristianos por el Esp�ritu Santo cu�l fue la bendici�n de nuestra herencia original perdida por la ca�da. �l gu�a a toda la verdad, ense�a todas las cosas y trae a la memoria todas las cosas, todo lo que Cristo ha dicho. El amor y el gozo, la paz y la paciencia, todos pensamientos santos y amables, obra �l en nosotros. Entonces, �l impregna el intelecto y el esp�ritu del hombre; todo lo que es distintivo del hombre por encima de las otras criaturas est� bajo Su control.

Incluso m�s lejos que eso llega Su influencia; los poderes superiores del hombre se injertan sobre los inferiores, los movimientos de su esp�ritu se mezclan con las leyes de su vida f�sica mientras se elevan por encima de ellas. Y el que gobierna los elementos superiores controla tambi�n a los inferiores.

III. Est� en la ra�z misma de toda adoraci�n creer no solo que Dios est� cerca de nosotros, sino que ha hecho un templo dentro de nosotros. Cada facultad que tenemos no es m�s que el reflejo de Su luz en nosotros; nuestra sabidur�a y nuestro amor, que parecen tan verdaderamente nuestros, son realmente Suyos, como los ni�os creen que las ventanas est�n en llamas cuando sus mayores saben que no es m�s que el rayo del sol poniente reflejado desde ellos. Todo lo que es bueno en nuestro cuerpo o mente es el trabajo presente del Creador; nada es nuestro sino el pecado.

�Qu� amor no debe despertar en m� este amor hacia Aquel que es en verdad mi Padre! �Qu� atm�sfera de gloria y santidad reviste a cualquier otra alma que sea o pueda ser due�a del mismo excelente privilegio!

Arzobispo Thomson, Lincoln's Inn Sermons, p�g. 278.

Referencia: 1 Corintios 3:16 ; 1 Corintios 3:17 . Revista del cl�rigo, vol. i., p�g. 49.

Versículo 17

1 Corintios 3:17

I. El alma humana El templo m�s verdadero de Dios. Esta verdad expresa uno de los grandes cambios introducidos por el cristianismo. La pregunta que debe responderse, para ilustrar su significado, es la siguiente: �Por qu� el cristianismo aboli� la �nica casa local, derrib� el lugar santo y consagr� al hombre mismo como la morada del Alt�simo? Para mostrar por qu� esta debe ser la raz�n por la que solo el hombre puede ser el verdadero templo, debemos rastrearlo a partir de dos de los grandes principios del cristianismo; porque a menos que veamos c�mo esta verdad surge de los hechos fundamentales del cristianismo, no veremos claramente su significado y poder.

(1) El primer principio es Dios igualmente presente en todas partes. Yo llamo a eso un gran hecho cristiano: aunque reconocido en el juda�smo y expresado por los profetas, nunca estall� en su maravillosa gloria hasta que apareci� Cristo. Y al observar toda la tendencia de las ense�anzas y la vida de Cristo, encontrar� que el cristianismo es enf�ticamente la revelaci�n del Dios cercano y que todo lo rodea. Cristo mostr� que la naturaleza no era una m�quina muerta, sino la obra viva de un Padre omnipresente.

(2) Dios se manifiesta m�s claramente en la humanidad. Obviamente, esto est� incorporado en la encarnaci�n de Cristo. All� en Cristo estaba el Lugar Sant�simo. All� estaba el altar que hac�a que todos los dem�s incendios del altar palidecieran y expiraran. El Hombre, el Hombre Divino, afligido y sacrificado, se convirti� en el templo de Jehov�. Re�na, ahora, estos dos principios: Dios igualmente presente en todas partes del antiguo Templo desapareci�; Dios manifest� en lo m�s alto a la humanidad, el alma cristiana, el templo de Dios, por lo tanto, �ustedes son templos de Dios!

II. La forma de realizarlo. Por supuesto, s�lo se puede lograr mediante la morada del Esp�ritu Divino en el hombre. En el hombre hay una trinidad de poder pensamiento, emoci�n y acci�n. Para convertirse en templo, todos estos deben ser consagrados. (1) Intelecto para darse cuenta de la presencia de Dios. (2) Emoci�n el fuego de la devoci�n apasionada. (3) Acci�n. El pensamiento y el sentimiento son vanos sin esto.

III. Los resultados de la realizaci�n. (1) Dios manifestado al mundo. (2) Elevaci�n de la vida por encima de lo pecaminoso, insignificante, terrenal. Date cuenta de lo Divino dentro de ti y no profanar�s el templo de Dios. Deje que la esperanza inmortal glorifique su trabajo. La suya no es una vida vana que, por medio del Esp�ritu, se ha convertido en templo de Jehov�.

EL Hull, Sermones, primera serie, p�g. 286.

Referencias: 1 Corintios 3:17 . Preacher's Monthly, vol. ii., p�g. 258; EL Hull, Sermones, primera serie, p�g. 246. 1 Corintios 3:18 . H. Hird, P�lpito de la Iglesia de Inglaterra, vol. x., p�g. 426; AD Davidson, Lectures and Sermons, p�g. 415.

Versículos 18-19

1 Corintios 3:18

El investigador sabio.

Investiguemos cu�l es la vana sabidur�a del mundo, y entonces veremos mejor c�mo extrav�a a los hombres.

I. Ahora bien, cuando se dice que confiar en nuestras propias nociones es algo incorrecto y una sabidur�a vana, por supuesto que esto no se refiere a todas nuestras nociones; porque debemos confiar en nuestras propias nociones de una forma u otra, y algunas nociones que formamos son correctas y verdaderas. Las nociones en las que podemos confiar sin reproche son las que nos llegan a trav�s de nuestra conciencia, porque proceden de Dios. Tales son las opiniones y sentimientos de los que un hombre no se enorgullece.

�Cu�les son aquellos de los que probablemente se enorgullezca? Aquellos que obtiene, no por naturaleza, sino por su propia industria, habilidad e investigaci�n; las que posee y otras que no. Todo el mundo est� en peligro de valorarse a s� mismo por lo que hace, y por lo tanto, verdades (o verdades imaginarias) que un hombre ha obtenido para s� mismo despu�s de mucho pensamiento y trabajo, de las que es capaz de hacer mucho y de confiar, y esta es la raz�n. fuente de esa vana sabidur�a de la que habla el Ap�stol en el texto.

II. �C�mo un pecador, que ha formado su car�cter sobre la incredulidad, confiando en la vista y la raz�n en lugar de la conciencia y las Escrituras, c�mo comenzar� a arrepentirse? �Qu� debe hacer �l? �Es posible que pueda superarse a s� mismo y renovar su coraz�n al final de sus d�as? Que es posible, no con el hombre, pero con Dios, que da la gracia a todos los que piden por ella; pero s�lo de una manera, a la manera de Sus mandamientos, mediante una autodisciplina lenta, tediosa y laboriosa; lento, tedioso y fatigoso, es decir, para quien lleva mucho tiempo endureci�ndose en su aversi�n y entreg�ndose a los r�pidos vuelos y f�ciles victorias de su raz�n.

Solo hay un camino al cielo, el camino angosto; y quien se disponga a buscar a Dios, incluso en la vejez, debe entrar por la misma puerta que los dem�s. Debe volver sobre su camino y comenzar de nuevo desde el principio como si fuera un ni�o. Y as�, trabajando, velando y orando, parece probable que, despu�s de todo, progrese muy poco durante el breve remanente de su vida.

JH Newman, Parochial and Plain Sermons, vol. i., p�g. 215.

Referencias: 1 Corintios 3:21 . J. Pulsford, Christian World Pulpit, vol. xv., p�g. 312. 1 Corintios 3:21 ; 1 Corintios 3:22 . Homilista, nueva serie, vol. i., p�g. 422.

Versículos 21-23

1 Corintios 3:21

Considerar:

I. C�mo los siervos de Cristo son se�ores de los hombres. "Todas las cosas son tuyas: Pablo, Apolos, Cefas". Estos tres maestros eran todas luces encendidas en la luz central y, por lo tanto, brillaban. Cada uno era solo una parte del todo poderoso, un peque�o segmento del c�rculo. En la medida en que los hombres se adhieran a Cristo y lo hayan tomado como suyo, en esa medida son liberados de toda dependencia indebida, y m�s a�n, de toda sumisi�n servil a cualquier maestro individual o aspecto de la verdad. La verdadera democracia del cristianismo, que abjura de jurar por las palabras de cualquier maestro, es simplemente el resultado de una adhesi�n leal a la ense�anza de Jesucristo.

II. Los siervos de Cristo son los se�ores del mundo. La frase se usa aqu�, sin duda, en el sentido del universo material externo. Estas criaturas que nos rodean, nos pertenecen, si nosotros pertenecemos a Jesucristo. Ese hombre es due�o del mundo que lo desprecia. Es due�o del mundo que lo usa como arena o campo de lucha, en el que, mediante el trabajo, puede ganar fuerza y ??en el que puede prestar servicio. El antagonismo ayuda a desarrollar los m�sculos, y el mejor uso del marco exterior de las cosas es que lo tomaremos como el campo en el que podemos servir a Dios.

III. Los hombres cristianos que pertenecen a Jesucristo son los se�ores y amos de "vida y muerte". Ambas palabras se usan aqu�, seg�n me parece, en su sentido f�sico simple, vida natural y muerte natural. (1) En cierto modo, todos poseemos vida, ya que todos estamos vivos. Pero ese don misterioso de la personalidad, ese don terrible de la existencia consciente, s�lo pertenece, en el sentido m�s profundo, a los hombres que pertenecen a Jesucristo.

La verdadera propiedad de la vida depende del dominio propio, y el dominio propio depende de dejar que Jesucristo nos gobierne por completo. (2) Incluso la muerte, en la que parecemos ser tan abyectamente pasivos y en la que muchos de nosotros somos arrastrados a rega�adientes de todo lo que nos preocupamos por poseer, puede convertirse en una cuesti�n de consentimiento y, por lo tanto, en un acto moral. Si sentimos nuestra dependencia de Cristo y le entregamos nuestra voluntad, entonces podemos estar bastante seguros de que la muerte tambi�n ser� nuestra sirvienta, y que nuestra voluntad estar� preocupada incluso en la desaparici�n de la vida.

IV. Los siervos de Cristo son los se�ores del tiempo y la eternidad, "lo presente o lo por venir". Todas las cosas presentes, la luz y la oscuridad, las ganancias y las p�rdidas, todo ser� reconocido si tenemos la sabidur�a que proviene de la sumisi�n a la voluntad de Jesucristo como nuestra, y ministrando a nuestra m�s alta bendici�n. Y luego "todas las cosas por venir"; el futuro vago y oscuro ser� para cada uno de nosotros como un oc�ano iluminado por el sol que se extiende sin orillas hasta el horizonte; cada peque�a onda destellando con su propio sol brillante, y todos llev�ndonos hacia el Trono que se encuentra en el mar de vidrio mezclado con fuego.

A. Maclaren, Christian Commonwealth, 2 de diciembre de 1886.

I. "Cristo es de Dios". Esta es la mayor salida del amor infinito. Inefable, inconcebible es la satisfacci�n del Padre en Cristo como sustituto y abogado de los hombres. El deleite del Padre en el Hijo encarnado es el eslab�n m�s alto de la cadena de la que pende toda nuestra esperanza por la eternidad.

II. "Vosotros sois de Cristo" Su propiedad y posesi�n. Piense en esto en dos aspectos. (1) C�mo obtiene Su propiedad, y (2) C�mo la usar�. Lo obtiene ( a ) por el don soberano de Dios, ( b ) por el precio de su propia sangre, ( c ) por la renovaci�n del Esp�ritu Santo. �l usar� los suyos ( a ) como objetos sobre los que ejercer bondad, ( a ) como siervos para hacer Su obra, ( c ) como ep�stolas vivientes en las que el mundo puede leer las riquezas de Su gracia, ( d ) como compa��a a Su pr�ximo.

III. "Todas las cosas son tuyas". Aqu� hay una verdadera promesa real. El grito de un Rey est� en el campo de los cristianos. Toda la plenitud de la Deidad corporalmente ha sido atesorada en Cristo, expresamente para que est� al alcance de su pueblo. (1) El ministerio. No es el mayor de los dones de Cristo, en su propio valor intr�nseco, sino que parece ser el m�s grande en este momento, ya que ocupa el primer plano de la vista, el primero en la lista de posesiones que pertenecen a los hijos del Rey, vienen Pablo, Apolos y Cefas. ministros a trav�s de los cuales hab�an cre�do.

(2) "El mundo". El mundo es un lugar de nacimiento para la nueva criatura y un campo de ejercicio para vigorizar la vida espiritual. (3) "Vida". La vida en el cuerpo tiene un valor indescriptible para el hombre que, estando en Cristo, vive de nuevo y vive para siempre. (4) "Muerte". Cuando la muerte est� cerca, el cristiano la recibe con calma, si no con alegr�a, como la puerta oscura y estrecha en la pared divisoria entre el tiempo y la eternidad, a trav�s de la cual los hijos son conducidos desde el lugar del exilio a las mansiones de la casa del Padre.

(5) "Cosas presentes o cosas por venir". Todas las cosas son suyas, cristianos, ya sea que se encuentren dentro del horizonte del tiempo o m�s all� de �l en la eternidad invisible. Todo lo que el Padre posee se convierte en la porci�n de Sus hijos.

W. Arnot, Roots and Fruits, p�g. 119.

La posesi�n del cristiano.

I. Mire primero la lecci�n principal del texto. Es uno que las iglesias de la cristiandad a�n no han dominado. �No debemos declararnos culpables de algo que se corresponde estrechamente con el partidismo feroz e intolerante de la Iglesia de Corinto? Es la voluntad de Dios que la unidad de toda Iglesia se componga de diversidad, pero un aspecto tras otro de la verdad divina debe ser acentuado peri�dicamente por una mente maestra y recomendado de nuevo a la conciencia de los hombres.

Es por Su designaci�n que ahora un San Pablo se destaca como el campe�n de la fe y ahora un Santiago como el campe�n de las obras. Pero el error desastroso que se repite con tanta frecuencia es considerar a los maestros de estos diferentes tipos como antag�nicos en lugar de ser lo que Dios quiere que sean, complementarios entre s�.

II. Mire los elementos de la riqueza ilimitada de los que el Ap�stol ha hecho un inventario: (1) El mundo, dice, es suyo. Hay, entonces, un sentido en el que podemos ganar el mundo entero y no perder nuestras almas. Es m�s, San Pablo dir�a que s�lo a trav�s del cuidado del alma se puede ganar el mundo, en un verdadero sentido. Pero observe, aqu� est� hablando de todo el marco de la creaci�n, toda la obra de Dios, y declara que esto pertenece al cristiano.

No solo las fuerzas invisibles y su orden m�stico son anuladas para nosotros, sino que todos sus dispositivos, todos sus recursos, son nuestros si somos de Cristo. Centra tus afectos en estas cosas, trabaja por ellas, vive en ellas aparte de Cristo, y realmente dejar�n de ser tuyas; ellos no te pertenecen a ti, sino t� a ellos. Es solo una rendici�n a Cristo lo que puede ense�ar a cualquier hombre el uso elevado de este mundo. (2) "La vida es tuya.

"Todo lo que significa, todo lo que involucra, todas las reservas de alegr�a que atesora a diario, todo lo que debe crecer a lo largo de la eternidad, todo es tuyo. �Y por qu�? Porque cada carga, cada dificultad ha sido soportada, cada peligro enfrentado, toda la presi�n de la tensi�n de la vida medida, por Aquel que te am� con una ternura infinita. (3) La muerte es tu muerte, el �ltimo enemigo que ser� destruido, el m�s despiadado y arbitrario de los tiranos, cuyo terrible dominio es tan vano disputa.

La muerte es tuya, despojada de sus terrores, entregada a ti, tu esclavo y no tu amo; porque perteneces a Aquel que tiene las llaves de la muerte y del infierno, y compartes los frutos de Su victoria sobre la tumba. "Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios".

R. Duckworth, Christian World Pulpit, vol. xviii., p�g. 145.

Referencias: 1 Corintios 3:21 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xi., p�g. 408; J. Caird, Sermones, p�g. 247; J. Duncan, Mesa de p�lpito y comuni�n, p�g. 221; T. Arnold, Sermons, vol. iv., p�g. 49. 1 Corintios 3:22 .

Spurgeon, Sermons, vol. XV., Nos. 870, 875. 1 Corintios 3:22 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. ii., p�g. 291. 1 Corintios 3:23 . Spurgeon, Ma�ana a ma�ana, p�g. 12. 1 Corintios 3:23 . Preacher's Monthly, vol. VIP. 189.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 1 Corinthians 3". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/1-corinthians-3.html.