Bible Commentaries
2 Reyes 10

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

Versículo 15

2 Reyes 10:15

Existe toda la diferencia en el mundo entre las formas en que se dice la respuesta a esta pregunta; y hay una sola manera, un solo sentido, en el que se puede hablar con sinceridad, como ante Dios, desde el suelo del coraz�n.

I. Existe, por ejemplo, la respuesta descuidada, indiferente, fr�vola, la respuesta de aquellos que hasta ahora se han resistido a la gracia de Dios, y que, al descubrir que pueden pecar todav�a con muy poca tristeza, ni saben ni les importa realmente lo que es. significa religi�n. "�Mi coraz�n est� bien? S�, supongo que s�. Si no soy particularmente bueno, no soy particularmente malo", y as� sucesivamente. Tal respuesta no significa nada, o peor que nada. En su "S�", Dios lee "No". En tu "Mi coraz�n es recto", lee que es "enga�oso m�s que todas las cosas y desesperadamente perverso".

II. Acepte otra respuesta, no, como la anterior, totalmente hueca y poco sincera, sino demasiado impulsiva, demasiado confiada. "�Tu coraz�n est� bien?" "S�", dir� otro. "Sinceramente, me disgusta lo que es malo, y me desprecio por la debilidad con la que me rend�. Y ahora quiero ser muy diferente". Esta respuesta implica, no s�lo un deseo d�bil, sino un deseo fuerte; no solo un fuerte deseo, sino un esfuerzo decidido; no s�lo un esfuerzo resuelto, sino una pasi�n intensa y absorbente. Una resoluci�n d�bil, una resoluci�n a medias, una mera resoluci�n verbal, una resoluci�n hecha en tu propia fuerza, �de qu� sirve? Hay un proverbio perspicaz que dice: "El infierno est� empedrado de buenas intenciones".

III. "�Tu coraz�n est� bien?" Toma una respuesta m�s. Algunos pueden responder descuidadamente, otros con presunci�n, pero �no responder�n muchos con un esp�ritu m�s profundo, m�s humilde, m�s sincero y m�s serio? "Aunque mi vida no siempre ha sido correcta", dir�s, "sin embargo, espero, conf�o, que mi coraz�n est� bien. No es dif�cil. Mi propia fuerza es la debilidad, mi propia justicia es un pecado total, pero me levanto. sube mis ojos a las colinas, de donde viene mi ayuda. " "Hazme hacer lo que te agrada, porque t� eres mi Dios. Deja que tu amoroso Esp�ritu me conduzca a la tierra de la rectitud".

FW Farrar, En los d�as de tu juventud, p�g. 179.

Referencias: 2 Reyes 10:15 . S. Baring-Gould, Cien bocetos de sermones, p�g. 161. 2 Reyes 10:15 ; 2 Reyes 10:16 . A. Edersheim, Eliseo el profeta, p�g. 298.

Versículo 16

2 Reyes 10:16

Jeh�, el fundador de la quinta dinast�a de los reyes de Israel, nos interesa en parte por su carrera y logros, pero mucho m�s por el problema de su car�cter. Su primer logro fue la destrucci�n de toda la familia de Acab; el segundo fue la destrucci�n del culto a Baal, que hab�a sido importado de Fenicia.

Esforc�monos por formarnos una estimaci�n religiosa del valor del celo de Jeh�.

I. �Qu� es el celo? Es convicci�n en forma pr�ctica y funcional. Es el aspecto comercial del amor, ya sea de Dios o del hombre. Se muestra en el deseo de promover el amor de Dios, la adoraci�n de Dios, la alabanza de Dios, donde sea posible. El celo tambi�n est� atento a todo lo que vaya en contra de la voluntad de Dios y de su gloria. Reprende el vicio y combate el error.

II. Si el celo no es especialmente una virtud jud�a, la forma que tom� en el caso de Jeh� fue eminentemente jud�a. Se expres� en una terrible destrucci�n de vidas humanas. El celo de Jeh� pudo haber sido un celo por el Se�or, a pesar de la matanza a la que condujo. Debemos en justicia distinguir entre el est�ndar absoluto del derecho y el est�ndar relativo que estaba presente en la mente de Jeh�; y si hacemos esto, bien podemos aventurarnos a pensar que este acto en s� mismo no era para un hombre en su �poca y circunstancias incompatibles con un verdadero celo por el Se�or.

III. Pero hay dos rasgos en el celo de Jeh�, especialmente dos, que parecen mostrar que no puede haber sido tan genuino y saludable como quisi�ramos. Fue estropeado (1) por la ostentaci�n. Jeh� le pidi� a Jonadab que viniera y viera qu� pod�a hacer por el Se�or. Su celo por el Se�or se vio frustrado por el celo por su propio cr�dito y reputaci�n. (2) Por inconsistencia, no por inconsistencia de debilidad, sino por inconsistencia de falta de principio. "No se apart� de los pecados de Jeroboam" (es decir, del culto al becerro establecido), "que hizo pecar a Israel".

IV. Las lecciones que nos ense�a la carrera de Jeh� son: (1) Dios constantemente logra grandes resultados por medio de instrumentos muy imperfectos. (2) Jeh� nos ense�a el riesgo de intentar realizar obras p�blicas de car�cter religioso o moral sin alguna disciplina previa del coraz�n y la vida.

HP Liddon, Penny Pulpit, No. 1123.

Referencias: 2 Reyes 10:16 . CJ Vaughan, Lecciones de vida y piedad, p. 222; T. Chamberlain, Sermones para domingos, festivales y ayunos, segunda serie, vol. iii., p�g. 134; Revista del cl�rigo, vol. ix., p�g. 87; J. Edmunds, Sixty Sermons, p�g. 343; T. Kelly, Pulpit Trees, p�g. 328; E. Monro, Sermones pr�cticos sobre el Antiguo Testamento, vol. ii., p�gs.235, 251.

2 Reyes 10:16 , 2 Reyes 10:31

Jeh� no es en ning�n sentido una persona interesante. Era un hombre en�rgico y valiente, r�pido en la acci�n, decidido y minucioso, insensible y sin escr�pulos, bien preparado para su obra particular, una obra de juicio sobre aquellos que hab�an pecado m�s all� de la misericordia. Su culpa fue que, si bien ten�a un celo real, no ten�a verdadera obediencia. Se nos transmite, no como un ejemplo, sino m�s bien como una advertencia, mientras que en su tumba leemos la inscripci�n condenatoria: "Celo sin consistencia; celo sin obediencia; celo sin amor".

I. Celo es la misma palabra que fervor. En su en�rgico significado original, es el burbujeo del esp�ritu hirviente; lo contrario de una indiferencia impasible y despiadada; el estallido de la indignaci�n generosa que no soporta ver a la derecha pisoteada por el poder; el desbordamiento de gratitud, devoci�n y amor a Dios. El celo de Jeh� era de un orden inferior a este. Sin embargo, incluso Jeh� puede reprender.

Mostramos nuestro celo principalmente mediante la imposici�n de castigos arbitrarios a los infractores, no contra la ley moral de Dios, sino contra la ley moral del mundo. Tal celo com�nmente est� divorciado y separado de la obediencia.

II. Podemos aplicarnos a nosotros mismos, a modo de consejo, una advertencia de la parte desfavorable del car�cter que tenemos ante nosotros. Jeh� ten�a celo por Dios, pero Jeh�, sin embargo, no hizo caso de andar en la ley de Dios con todo su coraz�n. (1) "No hizo caso". La mayor parte de nuestros pecados se debe a la negligencia de la naturaleza humana. (2) "Con todo su coraz�n". La falla en nuestro servicio es que el coraz�n no est� bien con Dios. El celo cristiano, como la fe cristiana, obra por el amor.

CJ Vaughan, Contemporary Pulpit, vol. ii., p�g. 171.

Referencia: 2 Reyes 10:18 ; 2 Reyes 10:19 . E. Thring, Uppingham Sermons, vol. i., p�g. 413.

Versículo 31

2 Reyes 10:16 , 2 Reyes 10:31

Jeh� no es en ning�n sentido una persona interesante. Era un hombre en�rgico y valiente, r�pido en la acci�n, decidido y minucioso, insensible y sin escr�pulos, bien preparado para su obra particular, una obra de juicio sobre aquellos que hab�an pecado m�s all� de la misericordia. Su culpa fue que, si bien ten�a un celo real, no ten�a verdadera obediencia. Se nos transmite, no como un ejemplo, sino m�s bien como una advertencia, mientras que en su tumba leemos la inscripci�n condenatoria: "Celo sin consistencia; celo sin obediencia; celo sin amor".

I. Celo es la misma palabra que fervor. En su en�rgico significado original, es el burbujeo del esp�ritu hirviente; lo contrario de una indiferencia impasible y despiadada; el estallido de la indignaci�n generosa que no soporta ver a la derecha pisoteada por el poder; el desbordamiento de gratitud, devoci�n y amor a Dios. El celo de Jeh� era de un orden inferior a este. Sin embargo, incluso Jeh� puede reprender.

Mostramos nuestro celo principalmente mediante la imposici�n de castigos arbitrarios a los infractores, no contra la ley moral de Dios, sino contra la ley moral del mundo. Tal celo com�nmente est� divorciado y separado de la obediencia.

II. Podemos aplicarnos a nosotros mismos, a modo de consejo, una advertencia de la parte desfavorable del car�cter que tenemos ante nosotros. Jeh� ten�a celo por Dios, pero Jeh�, sin embargo, no hizo caso de andar en la ley de Dios con todo su coraz�n. (1) "No hizo caso". La mayor parte de nuestros pecados se debe a la negligencia de la naturaleza humana. (2) "Con todo su coraz�n". La falla en nuestro servicio es que el coraz�n no est� bien con Dios. El celo cristiano, como la fe cristiana, obra por el amor.

CJ Vaughan, Contemporary Pulpit, vol. ii., p�g. 171.

Referencia: 2 Reyes 10:18 ; 2 Reyes 10:19 . E. Thring, Uppingham Sermons, vol. i., p�g. 413.

2 Reyes 10:31

Entonces, �era Jeh� un hip�crita? �Fue todo su celo por el Se�or falso y afectado? Cualquiera que dijera eso perder�a el sentido del car�cter de Jeh� y la moraleja de su historia. Es porque hay una mezcla tan grande de bien y mal en sus hechos, porque hay tanto en su car�cter que merece ser imitado y, al mismo tiempo, tiene un defecto mortal que estropea su belleza. , que su historia es digna de un estudio particular.

I. N�tese, primero, que en la doble misi�n a la que Jeh� fue llamado para llevar a cabo la destrucci�n de la casa de Acab y de la adoraci�n de Baal, no fue necesaria la abnegaci�n de su parte. El deber al que fue llamado no fue uno que cruzara violentamente cualquier propensi�n, ni se interpusiera en el camino de ning�n sentimiento ego�sta. Sus palabras a Jonadab, "Ven y mira mi celo por el Se�or", son una clave para el estado de la mente de Jeh� cuando se propuso reformar la religi�n; su celo iba a ser el objeto destacado a mirar; el terrible espect�culo del pueblo de Dios se rebelaba contra la adoraci�n de Jerusal�n, el doloroso deber de matar a miles de seguidores de Baal no ser�a nada comparado con el espect�culo que el celo de Jehonadab mostr� a Jonadab.

II. El celo de Jeh� ardi� intensamente y quem� todo lo que ten�a ante s�, siempre que fuera avivado por la excitaci�n del inter�s propio y un temperamento naturalmente tormentoso; pero no todo el coraz�n estaba en ello; era "celo por Dios cuando responde a mi prop�sito", no "celo por Dios, me cueste lo que me cueste". Era un hombre que servir�a a Dios siempre que al hacerlo pudiera servirse a s� mismo. La verdad que Jeh� no vio, y que deber�amos ver, es que Dios, si es que es servido, debe ser servido con todo nuestro coraz�n, alma y fuerzas; que nuestro servicio debe ser completo y gratuito, como aquellos que sienten que todo lo que pueden hacer deben quedar infinitamente cortos en una adoraci�n perfecta del Dios infinito.

Obispo Harvey Goodwin, Sermones parroquiales, tercera serie, p�g. 48.

Referencias: 2 Reyes 10:31 . EC Wickham, Wellington College Sermons, p�g. 174; Spurgeon, Sermons, vol. xii., No. 685. 2 Reyes 10 Parker, Fountain, 26 de abril de 1877. 2 Reyes 11:10 .

Spurgeon, Sermons, vol. xvii., n�m. 972. 2 Reyes 11 Parker, vol. viii., p�g. 217. 2 Reyes 12:2 . D. Moore, Penny Pulpit, No. 3101. 2 Reyes 13:14 .

Preacher's Monthly, vol. VIP. 113. 2 Reyes 13:14 . A. Edersheim, Eliseo el profeta, p�g. 309. 2 Reyes 13:14 . JR Macduff, Atardeceres en las monta�as hebreas, p�g. 163, y Good Words, 1861, p�g. 527. 2 Reyes 13:14 . Revista del cl�rigo, vol. i., p�g. 164.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 10". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/2-kings-10.html.