I. Era una tierra, una buena tierra, que Mois�s mir�; era una tierra prometida que Dios hab�a preparado. Cana�n era, en cierto sentido, el cielo de la esperanza de Israel: m�s parecido al cielo, tal vez, porque era un rasgo tan hermoso de nuestro mundo, porque era una tierra en la que un pie pod�a plantar firme y gozosamente un hogar en que un hombre y una familia, una naci�n, pudieran vivir noblemente. San Pedro habla de "un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que mora la justicia". San Pedro y San Juan buscaban una escena que les resultara familiar, aunque transfigurada, una escena que mantuviera su car�cter hogare�o, aunque transformado.
II. Las im�genes que los escritores sagrados emplean como m�s expresivas cuando tratan del cielo son todas tomadas de las formas superiores del desarrollo de la vida social y nacional del hombre. Esto significa que los intereses y asociaciones humanos se prolongan en su integridad a trav�s de la muerte y constituyen la esfera m�s alta de inter�s y actividad en el mundo eterno. Un hogar, una ciudad, un pa�s, un reino, estas son las im�genes; en el desarrollo de estas ideas, los escritores de las Escrituras emplean toda su fuerza.
III. Esa buena tierra m�s all� del Jord�n ten�a aqu� alguna caracter�stica celestial: iba a ser el teatro de la asociaci�n humana m�s elevada y m�s santa, en las condiciones m�s favorables para el desarrollo m�s perfecto, y en una atm�sfera de vida en la que la bendici�n de Dios deber�a crear una atm�sfera. de dicha.
J. Baldwin Brown, El �xodo y la peregrinaci�n del alma, p�g. 361.
Información bibliográfica Nicoll, William R. "Comentario sobre Deuteronomy 3". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/deuteronomy-3.html.
Versículos 1-29
Deuteronomio 3:25
I. Era una tierra, una buena tierra, que Mois�s mir�; era una tierra prometida que Dios hab�a preparado. Cana�n era, en cierto sentido, el cielo de la esperanza de Israel: m�s parecido al cielo, tal vez, porque era un rasgo tan hermoso de nuestro mundo, porque era una tierra en la que un pie pod�a plantar firme y gozosamente un hogar en que un hombre y una familia, una naci�n, pudieran vivir noblemente. San Pedro habla de "un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que mora la justicia". San Pedro y San Juan buscaban una escena que les resultara familiar, aunque transfigurada, una escena que mantuviera su car�cter hogare�o, aunque transformado.
II. Las im�genes que los escritores sagrados emplean como m�s expresivas cuando tratan del cielo son todas tomadas de las formas superiores del desarrollo de la vida social y nacional del hombre. Esto significa que los intereses y asociaciones humanos se prolongan en su integridad a trav�s de la muerte y constituyen la esfera m�s alta de inter�s y actividad en el mundo eterno. Un hogar, una ciudad, un pa�s, un reino, estas son las im�genes; en el desarrollo de estas ideas, los escritores de las Escrituras emplean toda su fuerza.
III. Esa buena tierra m�s all� del Jord�n ten�a aqu� alguna caracter�stica celestial: iba a ser el teatro de la asociaci�n humana m�s elevada y m�s santa, en las condiciones m�s favorables para el desarrollo m�s perfecto, y en una atm�sfera de vida en la que la bendici�n de Dios deber�a crear una atm�sfera. de dicha.
J. Baldwin Brown, El �xodo y la peregrinaci�n del alma, p�g. 361.
Referencias: Deuteronomio 3:25 ; Deuteronomio 3:26 . Preacher's Monthly, vol. vii., p�g. 299. Deuteronomio 3:27 .
Parker, vol. v., p�g. 3. Deuteronomio 3 Parker, vol. iv., p�g. 90. Deuteronomio 4:1 . Revista del cl�rigo, vol. iv., p�g. 212. Deuteronomio 4:2 .
HL Mansel, Conferencias de Bampton, 1858, p�g. 1. Deuteronomio 4:5 . J. Sherman, Penny Pulpit, No. 1901. Deuteronomio 4:6 . FW Farrar, Christian World Pulpit, vol. xxii. pag. 273.