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Deuteronomio 6

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

Versículo 4

Deuteronomio 6:4

(con Mateo 28:19 )

Observar:

I. Que la Trinidad de las Escrituras implica que Dios es Uno. Lejos de estar en contra de la verdad cardinal de la unidad de Dios, en realidad la asume. La Trinidad de nuestra fe significa una distinci�n de personas dentro de una naturaleza Divina com�n e indivisible. Si preguntamos: �Cu�l es el principal beneficio espiritual que obtenemos del conocimiento de la unidad de Dios? la respuesta es esta: la unidad de Dios es la �nica base religiosa para una ley moral de justicia perfecta e inquebrantable.

Es una unidad de car�cter moral en el Gobernante y, por lo tanto, de gobierno moral en el universo. Es una unidad tal que excluye todo conflicto dentro de la voluntad divina, toda inconsistencia en la ley divina, toda debilidad en la administraci�n divina.

II. �Qu� ventajas religiosas obtenemos del nuevo descubrimiento cristiano de una Trinidad dentro de esta unidad de la naturaleza divina? (1) A esta pregunta respondemos, que la doctrina de la Trinidad ha elevado y enriquecido nuestra concepci�n de la naturaleza de Dios. (2) Esta doctrina proporciona una base para esas relaciones de gracia que le ha agradado a Dios sostener para con nosotros en la econom�a de nuestra salvaci�n.

J. Oswald Dykes, Sermones, p�g. 123.

I. La creencia en un Dios le da descanso al hombre activo; satisface su ser intelectual, moral, emocional, espiritual.

II. En el campo de la investigaci�n cient�fica, esta fe nos inspira una confiada esperanza de reducir todos los fen�menos a la ley, ya que todos proceden de una mano y expresan una sola voluntad creativa. Esta fe proporciona lo que la ciencia f�sica carece y, sin embargo, requiere, es decir, un motor primario y un poder sustentador.

III. En la moral, esta fe act�a de la manera m�s poderosa sobre nuestra voluntad y nos impulsa a exaltar la naturaleza superior y reprimir la inferior El polite�smo deifica las pasiones humanas y convierte los puntos de vista de la adoraci�n en actos de religi�n; pero si hay un solo Dios, entonces nuestras aspiraciones m�s elevadas deben darnos la imagen m�s fiel de �l.

IV. La fe en un Dios trae paz al doliente y al que sufre, porque sabemos que el que ahora env�a el problema es el mismo Dios cuya bondad hemos sentido tantas veces. Habiendo aprendido a amarlo y a confiar en �l, podemos aceptar el sufrimiento como el castigo de la mano de un Padre. Si hubiera muchos dioses, podr�amos considerar los problemas de la vida s�lo como los actos rencorosos de alguna deidad mal�vola; debemos sobornar a sus compa�eros dioses para que se opongan a �l.

En un solo Dios podemos concentrar todos los poderes del alma, nuestras emociones no se disipan, nuestros esfuerzos religiosos no se desperdician en una variedad agradable de caracteres, sino que la imagen de Dios se renueva constantemente en el alma, y la comuni�n con Dios se hace cada vez m�s estrecha.

FR Chapman, The Oxford and Cambridge Undergraduates 'Journal, 22 de enero de 1880.

La ense�anza del texto es que el "Dios �nico" debe ser "amado" y servido por todo el hombre. Considere c�mo se debe cultivar el amor de Dios.

I. No podemos amar una abstracci�n. Dios debe ser un Dios personal antes de que podamos amarlo. Debemos tener un sentido de propiedad en �l. Debe ser nuestro propio Dios.

II. La presencia es esencial para el amor, incluso en el amor humano. Si no tenemos una presencia de hecho, siempre la hacemos con fantas�a. Hay una presencia imaginaria de la persona que amamos siempre con nosotros. Dios dice: "Mi presencia ir� contigo".

III. Debe haber oraci�n. La comuni�n con el ausente a quien amamos es esencial para la existencia y el crecimiento del amor.

IV. Dios es realmente un Dios presente. Por lo tanto, debemos hacer actos que lo tengan a �l en ellos. Los actos de amor hacen el amor.

V. No hay amor como la uni�n conyugal. Y as� a trav�s de este misterio de uni�n el amor se hace cari�oso, intenso, eterno. Todo nuestro ser se concentra en un solo foco, y la exigencia del texto se hace posible, y el deber se convierte en una necesidad.

J. Vaughan, Sermones, d�cima serie, p�g. 6.

Referencias: FW Robertson, Sermons, 4� serie, p. 261; J. Oswald Dykes, La ley de las diez palabras, p�g. 35; Revista del cl�rigo, vol. xii., p�g. 271. Deuteronomio 6:6 ; Deuteronomio 6:7 . EM Goulburn, Evangelio de la infancia, p�g.

37. Deuteronomio 6:7 . RW Evans, Parochial Sermons, p�g. 21. Deuteronomio 6:16 . J. Edmunds, Sixty Sermons, p�g. 205; H. Melvill, Penny Pulpit, n�m. 2178. Deuteronomio 6:20 . Parker, vol. iv., p�g. 145.

Versículo 24

Deuteronomio 6:24

I. Examinemos la idea popular sobre la excesiva severidad y formalidad de esta ley. Para un transgresor que no ten�a en �l el principio viviente de la obediencia, era, sin duda, terriblemente formal y severo. As� es nuestro libro de estatutos para un delincuente, mientras que para ti y para m� se sienta tan ligero como el aire. El juda�smo se le dio desde el Sina� a esa gente para el bien de esa gente. Fue el mejor regalo de Dios para ellos mientras estaban all� frente a la monta�a. Su relaci�n con el futuro era su relaci�n con el futuro; al capacitarlos, educarlos y desarrollarlos, estaba haciendo posible un futuro para su naci�n y para el mundo.

II. Note que el n�cleo del coraz�n de una dispensaci�n de la ley es el deber, y el deber es la llave maestra de la vida. La ley es el contrafuerte del derecho; su objeto es fortalecer el alma obediente. El verdadero objeto de la ley es ayudar a los hombres a obrar bien y, por lo tanto, a evitar el mal de la manera m�s eficaz; a menos que haya un sentimiento de deber latente al que la ley pueda apelar y provocar, es un trabajo desalmado y desesperado.

III. La recepci�n de una ley fue el primer paso del pueblo en una nueva y gloriosa carrera de desarrollo personal y nacional, que, aunque se han perdido la corona, los ha dejado como la raza m�s notable, poderosa y capaz del mundo. En otras palabras, les abri� la carrera de un hombre noble; te abrir� lo mismo.

IV. Pero, por mucho que la magnifiquemos, y por muy justa que sea, la ley no es un evangelio, y de ninguna manera puede reemplazar el lugar de un evangelio al mundo. La dispensaci�n de la ley en nuestras historias individuales no es m�s que un "maestro de escuela para llevarnos a Cristo". El Evangelio es el instrumento de la reconciliaci�n que la ley declara necesaria, pero que no puede asegurar.

J. Baldwin Brown, El �xodo y la peregrinaci�n del alma, p�g. 202.

Referencias: Deuteronomio 6:24 . AW Hare, Sermones a una congregaci�n rural, vol. ii., p�g. 367. Deuteronomio 7:2 . T. Arnold, Sermons, vol. VIP. 24. Deuteronomio 7:6 .

J. Keble, Sermones para el a�o cristiano: Pascua al d�a de la Ascensi�n, p. 192. Deuteronomio 7:8 . Parker, vol. v., p�g. 6. Deuteronomio 7:9 . El p�lpito del mundo cristiano, vol. xxxi., p�g. 165; Parker, vol. v., p�g. 7 Deuteronomio 7:9 ; Deuteronomio 7:10 .

RDB Rawnsley, Village Sermons, segunda serie, p�g. 21. Deuteronomio 7:12 ; Deuteronomio 7:13 . J. Keble, Sermones para el a�o cristiano: Pascua al d�a de la Ascensi�n, p. 375. Deuteronomio 7:20 . Spurgeon, Sermons, vol. xii., p�g. 673.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Deuteronomy 6". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/deuteronomy-6.html.