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Deuteronomio 8

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

Versículo 2

Deuteronomio 8:2

I. El recuerdo del camino. Habr� (1) el recuerdo del favor, y como consecuencia del gozo. (2) Habr� el recuerdo del pecado, y como consecuencia del pecado el recuerdo del dolor.

II. Note los prop�sitos de la providencia divina en el viaje. (1) El primer prop�sito es inducir la humildad. (2) El segundo prop�sito es probarnos. (3) El tercer prop�sito es saber lo que hay en nuestro coraz�n.

III. Si ha viajado as� en el camino, habr� muchos usos de la memoria. Sabr� m�s de Dios al final de su viaje que al principio. Ver�s tanto la bondad como la severidad de Dios: la severidad que castiga el pecado dondequiera que se encuentre; la bondad que en s� misma proporciona un Sustituto y encuentra un Salvador.

W. Morley Punshon, Tres discursos populares, n�m. 1.

Deuteronomio 8:2

La intenci�n del "camino en el desierto" es doble: humillaci�n y probaci�n.

I. Todas las cosas son humillantes. Un per�odo mucho m�s corto de cuarenta a�os ser� suficiente para hacer que todos sientan la profunda humillaci�n de la vida. (1) Es muy humillante recibir bondad. (2) Hay dolores muy humillantes: enfermedad y duelo; nada puede ser m�s humillante que estos. (3) El pecado es el gran abasador. El fracaso est� marcado por mil cosas. Ning�n pensamiento es m�s humillante para el cristiano que el recuerdo de sus pecados.

II. Con la humillaci�n est� la libertad condicional. "Para humillarte y probarte". Fue el plan de Dios cuando hizo este mundo para convertirlo en un mundo de prueba. El per�odo de prueba es que Dios pone a prueba a un hombre para ver si lo ama y cu�nto lo ama. Lo que es una tentaci�n de parte de Satan�s por la malevolencia con la que lo usa, es una prueba de parte de Dios por el amor con que �l lo permite. Dios siempre prueba a su hijo, y cuanto m�s le da, m�s lo prueba. Siempre que otorga una gracia, la pone a prueba.

J. Vaughan, Sermones, 14� serie, p�g. 156.

(1) Enfatice la palabra todos, porque en esa palabra reside verdaderamente el �nfasis de la oraci�n. (2) Considere que es una forma. El car�cter del camino debe estimarse, no por la dificultad o el peligro presentes, sino por la importancia del final. (3) Considere la infinita variedad del camino. (4) Considere la belleza del camino. (5) Considere el pan del desierto. El milagro del man� se repite todos los d�as ante nuestros ojos.

(6) Recuerda los peligros del desierto. (7) Recuerda los pecados del desierto. (8) Acu�rdate de los castigos del desierto. (9) Recuerda los Elims del camino. (10) Considere el final del camino.

J. Baldwin Brown, Contemporary Pulpit, vol. VIP. 371.

Hay dos consideraciones principales sugeridas por este pasaje.

I. En qu� deber�amos estar ocupados principalmente cuando miramos hacia atr�s. (1) Deje que la memoria funcione bajo el reconocimiento distintivo de la gu�a Divina en cada parte del pasado. (2) Debemos juzgar las cosas que recordamos por su tendencia a formar car�cter, a hacernos humildes, a revelarnos a nosotros mismos ya tejernos en alegre obediencia a nuestro Padre Dios.

II. Pasemos ahora a la otra consideraci�n que puede ayudar a hacer del recuerdo algo bueno, a saber, las cuestiones a las que debe tender nuestra retrospectiva para que sea algo m�s que un recuerdo sentimental. (1) Recordemos y seamos agradecidos. (2) Recordemos y dejemos que el recuerdo nos lleve a la contrici�n. (3) Recordemos para que de la retrospectiva podamos obtener sabidur�a pr�ctica. (4) Recordemos que podemos tener esperanza.

A. Maclaren, El ministerio de un a�o, primera serie, p�g. 151.

Referencias: Deuteronomio 8:2 . Congregacionalista, vol. vii., p�g. 530; T. Binney, Weighhouse Chapel Sermons, primera serie, p�g. 13; T. Kelly, Pulpit Trees, p�g. 309.

Versículos 2-4

Deuteronomio 8:2

I. El texto nos muestra lo que Dios hizo con Israel. (1) Los envi� de regreso a vagar por el desierto durante cuarenta a�os, los envi� de regreso a la tierra que finalmente ten�a la intenci�n de darles. Vemos s�lo un breve tiempo ante nosotros como nuestro d�a en el que trabajar. Dios no se apresura, porque la eternidad est� ante �l como Su d�a de trabajo. (2) Dios expuso a su pueblo a muchas dificultades y dificultades, pero no permiti� que se hundieran en sus problemas. Se mantuvieron alejados de Cana�n durante mucho tiempo, pero Dios no abandon� a su pueblo.

II. �Qu� quiso decir Dios al tratar as� con Israel? (1) Los trat� de esta manera para humillarlos. (2) Los trat� as� para mostrarles de qu� material estaban hechos. (3) �l deseaba mostrarles m�s lo que pod�a hacer. (4) Su fin en Su trato con Israel fue la instrucci�n y la correcci�n, y todas las ventajas espirituales que se derivar�an de ello.

III. Note lo que Dios requiere con respecto a esa instrucci�n y correcci�n. "Te acordar�s." �Qu� efecto tan poderoso tiene la memoria en la vida! A trav�s del poder de la memoria, el hombre encuentra en el pasado y en el presente una vida continua. Acu�rdate del camino que te ha guiado el Se�or . Todo hombre tiene un camino hacia s� mismo, y todo hombre de Dios ve a Dios eligiendo ese camino y gui�ndolo por ese camino.

S. Martin, El p�lpito de la capilla de Westminster, cuarta serie, n�m. Ix.

Versículos 2-5

Deuteronomio 8:2

�sta es la lecci�n de nuestras vidas. Este es el entrenamiento de Dios, no solo para los jud�os, sino para nosotros. Leemos estos vers�culos para ense�arnos que los caminos de Dios con el hombre no cambian; que su mano paternal est� sobre nosotros, as� como sobre el pueblo de Israel; que sus bendiciones son nuestras bendiciones, sus peligros son nuestros peligros; que, como dice San Pablo, todas estas cosas est�n escritas para nuestro ejemplo.

I. "Te humill�, y te dej� tener hambre". Cu�n fiel a la vida es eso; cu�n a menudo le llega a un hombre, al comenzar su vida, un momento que lo humilla, cuando sus buenos planes le fallan, y tiene que pasar por un momento de necesidad y lucha. Su mism�sima necesidad, sus luchas y su ansiedad pueden ser la ayuda de Dios para �l. Si es serio y honesto, paciente y temeroso de Dios, prospera; Dios lo hace pasar. Dios lo sostiene, lo fortalece y lo refresca, y as� el hombre aprende que el hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

II. Hay otro peligro que nos aguarda, como aguardaba a esos viejos jud�os: el peligro de la prosperidad en la vejez. Es f�cil para un hombre que ha peleado la batalla con el mundo, y ha conquistado m�s o menos, decir en su coraz�n, como Mois�s tem�a que esos viejos jud�os dir�an: "Mi fuerza y ??el poder de mi ingenio me han tra�do esto. riqueza ", y olvidar al Se�or su Dios, quien lo gui� y entren� a trav�s de todas las luchas y tormentas de la vida temprana, y as� volverse una confianza en vano, mundana y de coraz�n duro, no devoto e imp�o, aunque pueda mantenerse a s� mismo suficientemente respetable, y no caer en pecado manifiesto.

III. La vejez en s� es la medicina m�s sana y bendita para el alma del hombre. Es bueno todo lo que nos humilla, nos hace sentir nuestra propia ignorancia, debilidad, nada, y nos entregamos a ese Dios en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, y a la misericordia de ese Salvador que muri� por nosotros en el Cruz, y en ese Esp�ritu de Dios de cuya santa inspiraci�n solo proceden todos los buenos deseos y buenas acciones.

C. Kingsley, Disciplina y otros sermones, p�g. 40.

Versículo 3

Deuteronomio 8:3

Si este texto es cierto, �qu� comentario tan extra�o es el mundo en este momento! Acuda a cualquier clase de nuestros compatriotas que desee, y con cada acento de sus voces oir� expresar su creencia pr�ctica de que pueden vivir solo de pan. Es por el pan, es decir, por las cosas materiales por lo que los hombres se afanan, se esfuerzan y agotan sus mejores energ�as. Ahora, si es que alguna vez, es necesario tronar en los o�dos de nuestros compatriotas: "No s�lo de pan vivir� el hombre". Y como estadistas, fil�sofos y sacerdotes contemplan estas cosas, cada uno presenta su Evangelio para la humanidad.

I. Tenemos el "Evangelio de la educaci�n": cuidemos que cada ni�o aprenda los principios elementales del conocimiento, y debemos esperar que la pr�xima generaci�n tenga una forma superior de vida nacional y social. La educaci�n es buena, pero si los hombres la ven como una panacea para los males que los rodean, seguramente alg�n d�a descubrir�n su terrible error. El hombre no vive solo de los frutos del �rbol del conocimiento.

II. Tenemos entonces el mensaje de los fil�sofos: comamos del �rbol de la ciencia y vivamos para siempre. Pero la ciencia no es el pan de la humanidad afligida y pecadora. Este no es el �rbol cuyas hojas son para la curaci�n de las naciones.

III. El �nico poder que puede ganar almas de su ego�smo y pecado es la predicaci�n de un Cristo crucificado personal; el Verbo de Dios Encarnado es todav�a y siempre el pan del que deben vivir las naciones y los hombres. No era una ciencia nueva, no era una filosof�a mejorada, no era la vida id�lica de un campesino galileo, que los hombres predicaron en los primeros d�as, en el amanecer p�rpura, del cristianismo, y con su predicaci�n sacudi� el imperio. y revolucion� el mundo.

Y no es mediante una vaga "teolog�a complaciente", sin una articulaci�n doctrinal que, a modo de poliomielitis, flota sobre las mareas del pensamiento humano, subiendo a medida que suben, bajando a medida que caen, que los hombres y las naciones pueden salvarse ahora. Es como en la antig�edad por la predicaci�n de la Palabra, Jesucristo y �l crucificado. "Yo soy el Pan de vida", dijo Cristo.

I. Teignmouth Shore, La vida del mundo venidero, p�g. 39.

Referencias: Deuteronomio 8:3 . A. Macleod, The Gentle Heart, p�g. 211; Spurgeon, Sermons, vol. vii., No. 418. Deuteronomio 8:3 . Ib�d., Vol. xvi., n�m. 939; Parker, Christian Chronicle, 4 de junio de 1885.

Versículos 11-18

Deuteronomio 8:11

En el texto tenemos la respuesta de Mois�s a la primera gran pregunta en pol�tica: �Qu� hace que una naci�n sea pr�spera?

A eso los sabios siempre han respondido, como respondi� Mois�s: "El buen gobierno es el gobierno seg�n las leyes de Dios". Eso por s� solo hace que una naci�n sea pr�spera. Pero la multitud, que no es sabia, responde de otra manera. Dicen: "Lo que hace que una naci�n sea pr�spera es su riqueza".

I. Mois�s no niega que la riqueza sea algo bueno. Da por sentado que los jud�os se har�n muy ricos, pero les advierte que sus riquezas, como todas las dem�s cosas terrenales, pueden ser una maldici�n o una bendici�n para ellos. Cuando las riquezas se multiplican, pueden olvidarse de Dios y decir: "Mi poder y la fuerza de mi mano me han dado esta riqueza".

II. Dios da poder para obtener riqueza de dos maneras: (1) �l da la materia prima; (2) Da el ingenio para usarlo. Mois�s le pidi� al pueblo que recordara que le deb�an todo a Dios. Lo que ten�an, lo ten�an del regalo gratuito de Dios. Lo que eran, eran de la gracia gratuita de Dios. Por tanto, no deb�an jactarse de s� mismos, de su n�mero, de sus riquezas, de sus ej�rcitos, de su tierra hermosa y f�rtil. Deb�an jactarse de Dios, de la bondad de Dios.

III. Si como naci�n seguimos confiando en nosotros mismos y no en Dios; si mantenemos dentro de nosotros el esp�ritu duro y autosuficiente, y nos jactamos de nosotros mismos, "Mi poder y la fuerza de mis manos me han conseguido esto y aquello", y, de hecho, vivimos bajo la noci�n, que muchos tienen, que podr�amos hacerlo muy bien sin la ayuda de Dios si Dios nos dejara solos, entonces estamos acumulando ruina y verg�enza para nosotros mismos y para nuestros hijos despu�s de nosotros. En este sentido, Dios es en verdad un Dios celoso, que no dar� Su honor a otro, sino que castigar� a los que conf�an en cualquier cosa que no sea �l mismo.

C. Kingsley, Evangelio del Pentateuco, p�g. 197.

Referencias: Deuteronomio 8:15 . JM Neale, Sermones en Sackville College, vol. ii., p�g. 336. Deuteronomio 8:16 . Parker, vol. iv., p�g. 168. Deuteronomio 8:18 .

Ib�d., P�g. 188; Resortes ocultos, p�g. 254. Deuteronomio 8:19 . WJ Butler, Sermones para hombres trabajadores, p�g. 353. Deuteronomio 8 Parker, vol. iv., p�g. 160.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Deuteronomy 8". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/deuteronomy-8.html.