Bible Commentaries
Isaías 1

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

Versículos 12-13

Isa�as 1:12

Textos como �ste deber�an aterrorizarnos. Porque hablan de personas religiosas y de una naci�n religiosa, y de un terrible error que estaban cometiendo y de un terrible peligro en el que hab�an ca�do.

I. Isa�as les dice a los jud�os religiosos de su �poca que su adoraci�n a Dios, su asistencia a la iglesia, sus s�bados y sus fiestas se�aladas eran un cansancio y una abominaci�n para �l. Que Dios los aborrec�a y no escuchaba las oraciones que se le dirig�an. Que todo el asunto era una burla y una mentira a sus ojos. Estas son palabras lo suficientemente espantosas como para que Dios odie y aborrezca lo que �l mismo hab�a designado; que lo que ser�a, uno pensar�a, una de las vistas m�s naturales y placenteras para un Padre amoroso en el cielo, es decir, que sus propios hijos lo adoren, bendigan y alaben, deber�a ser horrible a sus ojos.

II. El texto deber�a hacernos pensar: �Por qu� voy a la iglesia? �Porque es la moda? �Porque quiero escuchar al predicador? No; adorar a Dios. Adorar a Dios por su bondad y orarle para que nos haga buenos es la suma y sustancia de toda adoraci�n sana. Entonces, es un hombre apto para ir a la iglesia, con sus pecados y todo, si lleva sus pecados a la iglesia, no para llevarlos a cabo de nuevo de manera segura y cuidadosa, como todos solemos hacer, sino para arrojarlos a los pies de Cristo. Cruz, con la esperanza (y nadie esper� jam�s esa esperanza en vano) de ser aliviado de esa carga, y dejar algunos de ellos al menos detr�s de �l.

C. Kingsley, Las buenas nuevas de Dios, p�g. 51.

Referencias: Isa�as 1:13 . Preacher's Monthly, vol. ii., p�g. 365. Isa�as 1:16 . Homiletic Quarterly, vol. ii., p�g. 263. Isa�as 1:16 ; Isa�as 1:17 . J. Keble, Sermones desde el Adviento hasta la Nochebuena, p�gs. 424, 435, 446; HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xxi., p�g. 228; D. Burns, Ib�d., Vol. xxix., p�g. 83.

Versículos 16-18

Isa�as 1:16

Ya en la �poca de Isa�as encontramos que la doctrina de la reforma del car�cter dependiente del perd�n de los pecados se ense�a claramente.

Considerar:

I. La demanda realizada. (1) La naturaleza de la demanda. Es para reformar la pr�ctica. En una palabra, es reforma. Este es el �nico llamado Divino al hombre ca�do. En un momento es un mandamiento antiguo, en otro es uno nuevo. Ya sea la fe o el amor, la esperanza o la paciencia, lo que se ordena, todo ello debe traducirse en la elevaci�n moral del car�cter del hombre. (2) La palabra "aprender" sugiere un pensamiento adicional, a saber, el fundamento de esta demanda de reforma. El fundamento de la demanda es la perversidad de la voluntad humana. (3) Considere la justicia de la demanda. Es Dios quien lo hace. Pero no podr�a haberlo logrado a menos que fuera solo para hacerlo; ni lo habr�a hecho a menos que el hombre pudiera afrontarlo.

II. C�mo satisfacer la demanda de reforma de Dios. (1) La respuesta de la naturaleza. La creencia en la capacidad del hombre para reformarse a s� mismo se basa en la ignorancia de la naturaleza real de su condici�n moral, como era el caso en el mundo pagano, o en una negativa deliberada a reconocer la verdad cuando se presenta en relaci�n con esa condici�n. como fue el caso del juda�smo, y es el caso en la actualidad de aquellos que se persuaden a s� mismos de creer en la infinita capacidad intr�nseca de la naturaleza humana.

(2) La respuesta de la gracia. Un poder externo es absolutamente necesario para que el hombre pueda satisfacer la demanda de reforma. Este poder es el perd�n de Dios. ( a ) El perd�n es un incentivo al arrepentimiento, que es el primer paso en la reforma del car�cter, ( b ) El perd�n elimina, o m�s bien es en s� mismo, como su nombre lo indica, la eliminaci�n del pecado. Cuando el pecado mismo se elimina con el perd�n, todas sus consecuencias tambi�n desaparecer�n pronto; y aliviados de nuestra carga, nos sentiremos libres y listos para asumir los deberes de la nueva vida.

RE Morris, El p�lpito gal�s de hoy, p. 295.

Versículo 18

Isa�as 1:18

�Cu�les son algunas de las l�neas principales de la instrucci�n de Dios al alma?

I. Ense�a a trav�s de la conciencia. La conciencia es una "idea necesaria". Nada es tan seguro como eso; de este a oeste, de norte y sur, viene testimonio de ese hecho. Los poemas de Homero, las terribles insinuaciones y advertencias de los tr�gicos poetas de Grecia, las ense�anzas religiosas del lejano Oriente, la forma �tica de la fuerte fe egipcia en la inmortalidad, se combinan para registrar la existencia de esta "idea necesaria". Obedezcamos cada uno la invitaci�n manteniendo un o�do listo para las advertencias de la conciencia; no perdamos tiempo. "Venid ahora, y razonemos juntos, dice el Se�or".

II. El alma es instruida por la providencia de Dios. La Biblia, de principio a fin, siempre exhibe esta bendita verdad. Las hermosas historias de los primeros patriarcas, los episodios incidentales (como esa dulce imagen de obediente devoci�n en el Libro de Rut), las proclamas de los Profetas, los tiernos versos de los Salmos, as� como toda la historia del pueblo elegido. , conspiran para dar testimonio del hecho consolador de que "el Se�or se preocupa por su pueblo".

"Para aprender, con la mente lista, las lecciones de la providencia divina es escuchar la invitaci�n divina:" Venid, razonemos juntos, dice el Se�or ". Entre sus muchas lecciones, seguramente hay dos que �l nos ense�ar�a: (1) la bendici�n de un esp�ritu brillante y paciente en aquellos que est�n tratando de servir a Dios; (2) busque fervientemente la gu�a de Dios en todo momento de dificultad y conf�e en �l con confianza.

III. Dios instruye el alma de la criatura por la revelaci�n de Jesucristo. �Qu� ense�a Jesucristo? (1) En su ejemplo, como se exhibe en el Evangelio, �l nos muestra una justicia tan trascendente que corrobora las ense�anzas de la conciencia, un curso de acci�n de tal ternura invariable que ilustra y manifiesta la providencia de Dios. (2) �l da la m�s v�vida, la m�s espantosa revelaci�n del pecado humano; pero con ella, lo que la conciencia nunca pudo hacer del perd�n m�s amoroso, m�s completo al penitente, y de la m�s brillante esperanza (despu�s del dolor) en cuanto al destino humano, en la tragedia, la tragedia marcada por el amor de la Pasi�n.

(3) Y m�s all� de eso, �l nos muestra una perspectiva y un poder de alcanzar las alturas del anhelo espiritual, al revelar el m�todo y confirmar la promesa de implantar Su propia vida, de Su propia imagen, cada vez m�s. plenamente en el alma de su criatura, que es la obra diaria y horaria del bendito Esp�ritu de Dios en aquellos que lo buscan diligentemente.

WJ Knox-Little, Manchester Sermons, p�g. 1.

I. Dios, habiendo hecho esta proposici�n, procede con la suposici�n de que �l mismo sabe que tiene raz�n en este caso.

II. Dios parte de la suposici�n de que el hombre debe estar preparado para vindicar su conducta con razones.

III. Se invita al pecador a llevar su caso a la fuente. Es Dios quien nos invita a exponer el caso directamente a �l mismo.

IV. De una proposici�n de este tipo, �qu� puedo inferir sino que el prop�sito de Dios es, al hacerlo, mezclar la misericordia con el juicio?

V. El pecador queda absolutamente sin excusa.

Parker, City Temple, vol. iii., p�g. 49.

Referencias: Isa�as 1:18 . Spurgeon, Sermons, vol. vii., n�m. 366 y vol. xxii., n�m. 1278; Ibid., Mis notas para sermones: Eclesiast�s a Malaqu�as, p�g. 213; J. Vaughan, Fifty Sermons, 1874, p�g. 33; G. Brooks, Outlines of Sermons, p�g. 117; S. Cox, Exposiciones, tercera serie, p�g. 427; RW Evans, Parochial Sermons, vol.

ii., p�g. 193. Isa�as 1:22 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xx., p�g. 228. Isa�as 1:31 . Preacher's Monthly, vol. v., p�g. 207.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 1". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/isaiah-1.html.