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Isaías 43

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

Versículos 1-3

Isa�as 43:1

En este texto tenemos

I. Un cargo dado "No temas". Un temor justo y piadoso que pueda tener el creyente; pero la cobard�a del mundo, que es ruidosa para jactarse, y lenta para actuar, y r�pida para dudar, que es propensa a desconfiar incluso del Todopoderoso y no creer en el Todo verdadero, esto nunca debe saberlo. No se convierte ni en la dignidad de su vocaci�n ni en la fidelidad de su Dios.

II. Una raz�n asignada "T� eres m�o". Estas palabras fueron dichas a Israel seg�n la carne, y para ellos siguen siendo un pacto de paz, seguro y firme para siempre; sin embargo, como las relaciones denominadas Creador, Redentor y Salvador no son exclusivas de ellos, sino que todos los corazones creyentes las disfrutan en el mismo grado, podemos participar con seguridad de esta promesa animada. La certeza de la esperanza del creyente no depende de que retengamos a Dios, sino de que Dios nos sostenga, no de nuestra fidelidad a �l, sino de Su fidelidad a nosotros.

III. Una protecci�n prometida. Esto no consiste en ausencia de juicio y peligro; las expresiones del texto implican m�s bien su presencia, muchas en n�mero y de diversa �ndole. La protecci�n prometida en el texto consiste en la presencia constante con el alma de su invisible pero Todopoderoso Salvador. La mano preservadora nunca se retirar�, y la gracia del Consolador fortalecer� y alegrar� al alma a�n en sus momentos m�s dolorosos de dificultad y angustia.

E. Garbett, La vida del alma, p�g. 204.

Referencias: Isa�as 43:1 . R. Thomas, Christian World Pulpit, vol. xxvi., p�g. 88. Isa�as 43:1 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxii., No. 1895.

Versículo 2

Isa�as 43:2

(con Daniel 3 )

El texto contiene

I. Una pre-insinuaci�n de problemas. Aunque no tenemos en �l una afirmaci�n o predicci�n distinta de pruebas particulares, sin embargo, est� m�s clara y fuertemente impl�cita que las personas elegidas tendr�an que pasar por ellas. Dios nunca nos enga�a. �l nunca prev� una cosa para nosotros y nos dice que esperemos otra. �l se encuentra con nosotros, por as� decirlo, con sencillez y sinceridad, y dice: Mis caminos son caminos de m�xima felicidad, pero no de proximidad. La tribulaci�n es la causa misma de la bendici�n peculiar de la religi�n, el mismo padre y productor de su paz inconcebible. Aquellos que tienen la mayor parte del dolor invariablemente prueban la mayor parte del gozo.

II. Una promesa de socorro y liberaci�n divinos. El mismo pasaje que insin�a dolor y nos lleva a esperar persecuci�n por causa de Cristo, nos asegura tambi�n de la manera m�s alentadora una fuerza a la altura de nuestros d�as y la gracia para ayudar en todo momento de necesidad. La promesa nos asegura (1) la simpat�a del Salvador en nuestras pruebas: "Yo estar� contigo". Lo que Jes�s promete a sus elegidos no es un mero socorro de ayuda , es el socorro de una simpat�a �til.

(2) Marque el tipo de simpat�a que es. No es la simpat�a de la debilidad lo que solo puede llorar con nosotros, pero no tiene poder para ayudarnos. Pero esto es lo extraordinario y bendito de la simpat�a de Cristo, es la simpat�a humana aliada al poder Todopoderoso. Este compasivo Hijo de Dios es el Creador y Controlador del diluvio y el fuego. A todos sus siervos probados y fieles se les promete socorro y salvaci�n, defensa y liberaci�n.

R. Glover, Por las aguas de Babilonia, p�g. 133.

Referencias: Isa�as 43:2 . Spurgeon, Sermons, vol. vii., n�m. 397; R. Glover, Por las aguas de Babilonia, p�g. 133. Isa�as 43:3 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxi., No. 1831. Isa�as 43:4 .

Ib�d., Vol. xvi., n�m. 917, vol. xxviii., n� 1671; Isa�as 43:6 . Ib�d., Vol. xvii., n� 1007; Ib�d., Evening by Evening, p�g. 296. Isa�as 43:10 . Preacher's Monthly, vol. i., p�g. 52; Homiletic Quarterly, vol.

ii., p�g. 229, vol. xii., p�g. 134; Preacher's Monthly, vol. x., p�g. 106; Spurgeon, Sermons, vol. xi., n�m. 644; J. Hall, Christian World Pulpit, vol. xxviii., p�g. 270; J. Kennedy, Ib�d., Vol. i., p�g. 424. Isa�as 43:16 . Preacher's Monthly, vol. vii., p�g. 354. Isa�as 43:19 .

T. Stephenson, Christian World Pulpit, vol. v., p�g. 209. Isa�as 43:21 . JJ West, Penny Pulpit, n�m. 348; Revista homil�tica, vol. ix., p�g. 165.

Versículo 22

Isa�as 43:22

I. La naturaleza de este mal. Estar cansado de Dios es desear romper la conexi�n que existe entre nosotros y Dios. Es estar impaciente por una conexi�n continua con �l; estar cansado de invocarlo; cansado de pensar en �l; cansado de confiar en �l; cansado de esperarlo; cansado de servirle.

II. La naturaleza de este cansancio aparecer� a�n m�s si miras por un momento las formas en que se manifiesta. (1) Este cansancio se muestra primero por la formalidad en la adoraci�n Divina, (2) en el descuido externo de los requisitos Divinos, (3) en no buscar a Dios en busca de ayuda y socorro, (4) en el establecimiento de dioses falsos.

III. �Cu�l es la ocasi�n de la manifestaci�n de este cansancio? Por lo general, encontrar� una de las siguientes cosas desilusionada: la esperanza, el aguante de la aflicci�n o la prosperidad de los malvados.

IV. Los tratos de Dios, las dispensaciones de Dios, pueden ser la ocasi�n de que surja este cansancio, pero no podemos acusarlo a Dios. Su causa se encuentra en la ausencia del amor o en la debilidad del amor.

V. Mira los frutos amargos de este cansancio. Dios lo ve y no puede verlo sin sentirlo, eso ser�a imposible. �Qu� sentimiento, por tanto, debe brotar en la naturaleza divina? No puede ser alegr�a ni complacencia. �Qu� puede ser sino ira, qu� sino disgusto? Y surge el disgusto. Dios est� enojado y corrige, y corrige para que el castigo responda al pecado.

El hombre, hasta cierto punto, se ha apartado de Dios. Dios se aparta del hombre. �l priva al hombre de todas las influencias que tienden a promover su paz, alegr�a y descanso. Y si el coraz�n est� vivo, si es un coraz�n vivificado, este estado es de gran miseria hasta que el alma sea restaurada a Dios.

VI. �Cu�l es la prevenci�n, o mejor dicho, los medios de prevenci�n? Expulsar los primeros pensamientos duros de Dios, no ceder ni un momento a la indolencia en el servicio de Dios; seguir a Cristo impl�citamente en la conducta del esp�ritu hacia Dios; apreciando sagradamente las influencias del Esp�ritu Santo.

VII. Y cuando has ca�do en este estado maligno, �cu�l es su cura? (1) La plena confesi�n del cansancio. (2) Admisi�n de la bondad divina en la correcci�n mediante la cual se hace consciente de su cansancio. (3) Regrese a la cuidadosa observancia de las ordenanzas y preceptos de Dios, la obtenci�n del perd�n y la seguridad del perd�n.

S. Martin, el p�lpito de la capilla de Westminster, primera serie, n. � 19.

Referencias: Isa�as 43:22 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxii., No. 1895. Isa�as 43:24 . Ib�d., Evening by Evening, p�g. 144.

Versículos 24-25

Isa�as 43:24

I. Considere el terreno sobre el que se reprocha a Israel. La ca�a dulce, o c�lamo, es una ca�a arom�tica que era ex�tica en Palestina y se encuentra principalmente en la India. La demanda de ca�a dulce fue grande, porque formaba un ingrediente del incienso en la mayor�a de los pa�ses donde se usaba el incienso. Era una de las cosas que no se pod�an obtener mediante trueque. La acusaci�n es: "No descuidas los oficios de la religi�n, sino que los realizas descuidadamente; no retienes tus ofrendas, pero no ofreces lo mejor de ti". Malo es lo mejor que el hombre tiene para ofrecerle a Dios; pero menos de lo mejor que Dios no aceptar�.

II. �Cu�ndo sirvi� el Rey eterno, inmortal, invisible? �Cu�ndo se cans� Dios, el Omnipotente, de nuestras iniquidades? �Cu�ndo borr� el Juez de la tierra nuestros pecados? Nosotros, iluminados por el evangelio, podemos dar una respuesta que el Israel de anta�o no pudo. Respondemos: "Entonces, cuando el Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros", cuando Dios en la Segunda Persona de la Sant�sima Trinidad se encarn�. �l vino a servir, y cuando pensamos en �l, el Dios-Hombre, sirviendo bajo la ley, �es posible que preguntemos, con el esp�ritu de un esclavo, qu� poco puedo pagar al Se�or por todos Sus beneficios? �Qu� es lo m�nimo que �l exige, el m�nimo del deber? El gran principio es este, que nunca ofrecemos al Se�or lo que no nos cuesta nada, o lo que no implica ning�n pensamiento o problema.

No aceptar� la basura de nuestras manos. Y este principio debemos llevarlo a cabo en todo lo que se refiere a nuestra conducta moral y vida religiosa. Es aplicable tanto a nuestras devociones privadas como a nuestros servicios p�blicos. Est� impl�cito en el mandato de nuestro Se�or: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia".

WF Hook, Sermones parroquiales, p�g. 186.

Versículo 25

Isa�as 43:25

Hay una cosa que Dios siempre hace con el pecado. Lo quita de Su presencia. Dios no puede vivir con el pecado. Cuando arroja el alma culpable a una distancia inaccesible, y cuando perdona a un alma arrepentida y la deposita sobre su regazo, est� haciendo lo mismo por igual en ambos casos, est� quitando el pecado absoluta e infinitamente.

I. Considere al Autor del perd�n. La expresi�n "yo, incluso yo" no es muy poco frecuente en la Sagrada Escritura; pero dondequiera que ocurra, ya sea en referencia a la justicia o a la misericordia, es la marca del Todopoderoso, que en ese momento toma para S�, en alg�n grado especial, alguna prerrogativa soberana. Aqu�, la magn�fica repetici�n de ese nombre, dada por primera vez en la zarza, evidentemente ten�a la intenci�n de mostrar un rasgo caracter�stico del amor de Dios. Perdona como un soberano. Todos sus atributos se aplican a nuestra paz. El pecador perdonado se apoya en el Eterno, se apoya en el Infinito y contempla lo que no se desvanece.

II. La naturaleza del perd�n. (1) En cuanto al tiempo. Observe, el verbo corre en tiempo presente "Yo, yo soy el que borro tus transgresiones". (2) En cuanto al grado. "Ocultar." No se pod�a leer a Satan�s no se pod�a leer un rastro por donde una vez pas� la mano destructora de Dios. (3) En cuanto a la continuaci�n. En el texto, el presente se expande hacia el futuro. �l "borra y no se acuerda".

III. La raz�n del perd�n. Mire hacia atr�s y encu�ntrelo en ese consejo eterno, en el que, antes de todos los mundos, Dios le dio a su amado Hijo un reino y un pueblo. Mire hacia adelante y encu�ntrelo en la voluntad de Dios, que habr� una multitud de santos lavados alrededor del trono de Su gloria, que le enviar�n alabanzas por los siglos de los siglos. B�scalo en ese amor insondable en el que �l es el Padre, el Padre amoroso de toda criatura que ha creado.

J. Vaughan, Fifty Sermons, 1874, p�g. 279.

Referencias: Isa�as 43:25 . G. Brooks, Outlines of Sermons, p�g. 94; Spurgeon, Sermons, vol. i., n�m. 24, vol. xix., n�m. 1142, vol. xxviii., No. 1685. Isa�as 43:25 . C. Corto, Expositor, primera serie, vol. ix., p�g. 150.

Versículo 26

Isa�as 43:26

I. No podemos dejar de comentar de inmediato sobre la aparente extra�eza de que deber�a haber alguna apelaci�n a la raz�n o al argumento cuando el asunto en cuesti�n es indudablemente la gran doctrina de la expiaci�n o la propiciaci�n. Un perd�n basado en una propiciaci�n, seguido de santificaci�n, es lo que Dios propone como su plan de redenci�n, y nos invita a discutir ese plan con �l en persona. Deje que la raz�n exprese toda su astucia; no hay temor de que su antagonista d� una respuesta en este alto debate.

Pero si todas las dificultades que la raz�n puede encontrar en el camino de la redenci�n residen en las necesidades del hombre o en los atributos de Dios, y si el plan de la redenci�n por medio de Cristo encuentra lo primero y produce lo segundo, de modo que incluso la raz�n misma pueda percibir que satisface todas las necesidades humanas y no compromete la perfecci�n divina, �por qu� no permitir que, siendo juez ella misma, el evangelio sea en todos los aspectos precisamente la comunicaci�n que conviene al caso?

II. Las palabras finales del texto, "Declara, para que seas justificado", parecen permitirte, si as� lo deseas, presentar cualquier excusa que puedas tener para no terminar con esa generosa oferta de salvaci�n por medio de Cristo. Si bien le prometemos, con la autoridad de la revelaci�n, que Dios borrar� sus transgresiones y no recordar� sus pecados, le pedimos que se aparte de los malos h�bitos, abandone los malos caminos y cumpla con los deberes justos.

Y aqu� cree que tiene motivos para objetar. Bueno, an�melo. Es Dios mismo quien dice: "Declara, para que seas justificado". Pero la respuesta es que las personas a quienes Dios comunicar� gracia adicional son aquellas que, en obediencia a su llamado, est�n esforzando todos sus nervios para abandonar los malos caminos. No es que sean capaces por s� mismos de elaborar una enmienda moral, sino que �l tiene la intenci�n de otorgarles la habilidad mientras hacen el esfuerzo.

Sin embargo, podemos adoptar otro punto de vista, quiz�s igualmente justo, de la controversia, que nuestro texto indica, aunque no deja al descubierto. Vengan, todos ustedes que piensan que Dios no los trata de ninguna manera. Ac�rcate y defiende tu causa. No guardes nada; sean tan minuciosos como quieran al exponer la dureza de los tratos de Dios, ya sea individualmente con ustedes mismos o en general con la humanidad; y luego, habiendo defendido tu propia causa, escucha la hermosa promesa: "Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por causa de m� mismo, y no me acordar� de tus pecados".

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 2299.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 43". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/isaiah-43.html.