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Bible Commentaries
Isaías 5

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

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Versículos 1-2

Isa�as 5:1

I. "Esperaba que diera uvas". Seguramente esto no es descabellado. Es exactamente lo que t� y yo deber�amos hacer. Nadie negar� que estamos recibiendo las mayores ventajas que jam�s haya tenido el mundo. Dios podr�a desafiarnos a decir lo que no ha hecho. Vivimos (1) en el d�a de la plena revelaci�n, (2) bajo la civilizaci�n m�s elevada. "Produjo uvas silvestres" y, sin embargo, se hizo todo lo que se pod�a hacer.

La posibilidad de que un hombre descienda a las tinieblas a trav�s de la luz misma del santuario, la posibilidad de tomar la lluvia y el roc�o y la luz del cielo y transformarlos en veneno, y ofrecer una amarga decepci�n al coraz�n de Dios, es un pensamiento terrible. .

II. F�jate en lo que pasa con la vi�a. Quitar� su cercado, y ser� devorado; derribar� su muro y ser� hollado. Y si Dios hace as� con la vi�a que plant� en la antig�edad, �qu� dir� a las nubes, qu� dir� a la tierra, qu� dir� a todas las influencias de nuestra vida, cuando hayamos consultado juntos? y mat� a su Hijo, y empap� la vi�a en la sangre de su amado?

Parker, Penny Pulpit, No. 384.

Referencias: Isa�as 5:1 . Homilista, Excelsior Series, vol. v., p�g. 107. Isa�as 5:1 . Revista del cl�rigo, vol. v., p�g. 276.

Versículo 2

Isa�as 5:2

A nosotros Dios nos dice, como al Israel de anta�o: "�Qu� m�s podr�a hacer a mi vi�a que no haya hecho? �Por qu�, entonces, cuando buscaba uvas, produc�a uvas silvestres?"

�No es cierta esta acusaci�n? Ning�n verdadero patriota, y mucho menos cristiano, puede mirar sin gran ansiedad los gustos y tendencias de la �poca en que vivimos. Por todas partes se producen uvas silvestres, ofensivas para Dios, da�inas para los dem�s y ruinosas para nosotros. El labrador describe algunos de ellos.

I. La codicia desmedida de ganar el ego�smo opresivo que pisotea las pretensiones de la hermandad y los derechos de los hombres.

II. El llanto pecado de la intemperancia.

III. La obstinada carrera tras el placer; las locuras y frivolidades de las decenas de miles cuyo tiempo, gustos y talentos se depositan perversamente en el santuario de los placeres sensuales.

IV. Sensualidad en sus formas m�s groseras y sucias.

V. Infidelidad. "Ay de los que no hacen caso de la obra del Se�or, ni consideran las operaciones de sus manos".

VI. Fraude, falsedad y deshonestidad. "�Ay de los que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo", etc.

Tales son algunos de los elementos de da�o moral que amenazan con la ruina de nuestra amada tierra. Si Inglaterra sigue viva y crece en brillo a medida que vive, debe ser porque el rey Emanuel es monarca indiscutible del coraz�n nacional, director incontrolado de la pol�tica nacional y la voluntad nacional.

J. Jackson Wray, Light from the Old Lamp, p�g. 241.

I. Considere los rasgos distintivos que, en la alegor�a de Dios, separan la uva de la uva silvestre. (1) La uva buena no se encuentra en estado natural; la uva silvestre es. O no ha tenido cultura o no ha respondido a su cultura. Por eso es salvaje. El secreto de su estado radica en esa �nica palabra "salvaje". (2) La uva silvestre no crece ni madura con el uso. Brota, cuelga de la rama y cae por s� mismo.

Ning�n hombre es mejor para eso. Nadie re�ne all� fuerzas, refrigerio o deleite. (3) La uva silvestre no tiene la dulzura de la verdadera. Es �spero y amargo, porque (4) la uva silvestre nunca ha sido injertada.

II. Lo primero de todo, sin lo cual todo lo dem�s en la religi�n es solo un espacio en blanco, es, y debe ser, una uni�n viva real con el Se�or Jesucristo. Por esa uni�n, la vida que no hab�a cambiado, era ego�sta, ins�pida o amarga, y sin Cristo, se convierte en una vida nueva, expansiva, amorosa, semejante a la de Cristo, y la uva silvestre en el desierto se convierte en la verdadera uva del para�so.

J. Vaughan, Cincuenta sermones, cuarta serie, p�g. 95.

Versículo 4

Isa�as 5:4

I.La primera forma de plantear, o m�s bien de vindicar, la cuesti�n de nuestro texto es cuando afirmamos que el ate�smo tiene una disculpa mucho mejor para resistir las evidencias de un Dios que se extienden sobre la creaci�n, que la mentalidad mundana para manifestar insensibilidad a redenci�n por medio de Cristo. El ate�smo puede pedir una esfera m�s amplia de expansi�n y un sello de divinidad m�s resplandeciente, ya que est� dentro de nuestro poder concebir una manifestaci�n m�s rica de la Divinidad Invisible.

Pero los mundanos no pueden pedir una prueba m�s conmovedora del amor del Todopoderoso, o una provisi�n m�s generosa para las necesidades humanas, o motivos m�s conmovedores para el arrepentimiento y la obediencia. Lo que se ha hecho por la vi�a, teniendo en cuenta la augustez del Ser que lo hizo, nos proclama arruinados si no damos los frutos que Dios requiere de nuestras manos.

II. Podemos afirmar que se ha hecho todo lo posible por la vi�a, teniendo en cuenta la integridad y plenitud de la obra, as� como la grandeza de su Autor. �No se ha hecho mucho por la vi�a, ya que la redenci�n satisface as� todas las necesidades de los culpables, los desamparados y los miserables por las criaturas que encontr� en la m�s baja degradaci�n, y no las deja hasta elevarlas a la m�s noble exaltaci�n?

III. Mucho de lo que se ha hecho por la vi�a consiste en la grandeza de la recompensa que el Evangelio propone a la justicia y en la grandeza del castigo que denuncia a la impenitencia. No fue la redenci�n del mero mal temporal lo que efectu� Jesucristo. Las consecuencias de la transgresi�n se esparcen por la eternidad; y el Salvador, cuando inclin� la cabeza y dijo: "Consumado es", hab�a dispuesto la eliminaci�n de estas consecuencias en toda la inmensidad, ya sea de su magnitud o de su duraci�n.

Dios ha hecho mucho, mucho m�s, por la vi�a, viendo que ha abierto ante nosotros perspectivas para la eternidad, de las que la imaginaci�n no puede concebir ninguna m�s brillante si cerramos con las ofertas, y ninguna m�s espantosa si la rechazamos.

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 1796.

Referencias: Isa�as 5:4 . CC Bartholomew, Sermones principalmente pr�cticos p. 219. Isa�as 5:6 . Spurgeon, Mis notas del serm�n: Eclesiast�s a Malaqu�as, p�g. 219. Isa�as 5:9 .

WV Robinson, Christian World Pulpit, vol. xxviii., p�g. 148. Isa�as 5:18 ; Isa�as 5:19 . RW Evans, Parochial Sermons, vol. i., p�g. 82.

Versículo 20

Isa�as 5:20

I. El pecado contra el cual quisiera advertirles es el pecado de ignorar, e incluso en el m�s m�nimo grado de subestimar, las eternas distinciones entre el bien y el mal; es, en una palabra, el pecado de ver las cosas en sus aspectos incorrectos, o de llamar a las cosas por sus nombres incorrectos. Hablar de pecado de otra manera que no sea triste y seriamente es pecado.

II. La causa del pecado es una leve apreciaci�n del mal moral; una manipulaci�n, una destrucci�n de ese sano instinto que se rebela contra �l. Es la naturaleza misma del pecado, que cuanto m�s lo conocemos, menos lo conocemos; cuanto m�s nos familiarizamos con �l, menos comprendemos su vileza.

III. El castigo de este pecado es nada menos que el fracaso de toda vida, el desperdicio, la p�rdida, el naufragio del alma humana, el debilitamiento de toda fuerza moral y todo instinto vital. Y esta es la muerte. Este es el peor infortunio que puede sobrevenir finalmente a aquellos que han aprendido a llamar a las cosas por sus nombres incorrectos para llamar al mal bien y al bien mal.

FW Farrar, En los d�as de tu juventud, p�g. 129.

Referencias: Isa�as 5:20 . Revista del cl�rigo, vol. ii., p�g. 36; FW Farrar, Preacher's Monthly, vol. x., p�g. 178.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 5". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/isaiah-5.html.
 
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