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Bible Commentaries
Salmos 39

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

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Versículo 1

Salmo 39:1

I. Cu�n importante es que busquemos ordenar correctamente nuestro discurso, viendo que nuestras palabras son el resultado de nuestro coraz�n m�s �ntimo, la revelaci�n de las cosas m�s profundas y ocultas que est�n all�.

II. Cu�n importante es que ordenemos bien nuestro discurso, viendo que las palabras llegan tan lejos, ejercen una influencia tan vasta. A veces se les ha llamado "alados", y as� son, viajando lejos y r�pido por sus propios caminos.

III. Bien podr�amos rezar esta oraci�n, teniendo en cuenta la dificultad del deber que aqu� nos proponemos: una dificultad tan grande que Santiago podr�a decir: "Si alguno no ofende de palabra, ese es un hombre perfecto, y capaz tambi�n de frenar todo el cuerpo ".

IV. Considere el juicio estricto y la cuenta a la que Dios nos llamar� por nuestro uso de este excelente talento del habla. "Por tus palabras ser�s justificado, y por tus palabras ser�s condenado"; y por otros dichos de Cristo nuestro Se�or, es de temer que muchas palabras ligeras, como parece ahora, resultar�n bastante pesadas en el d�a del juicio: muchas palabras que se pronuncien ahora con ligereza tendr�n que ser consideradas en gran medida entonces.

RC Trench, Sermones en la Abad�a de Westminster, p�g. 114.

Referencias: Salmo 39:1 . R. Duckworth, Christian World Pulpit, vol. xx., p�g. 200; C. Wordsworth, Sermones en la escuela Harrow, p�g. 198; Spurgeon, Evening by Evening, p�g. 74; JE Vaux, Sermon Notes, tercera serie, p�g. 60.

Versículos 1-2

Salmo 39:1

El juicio t�cito de la humanidad.

Las Escrituras hablan de dos formas diferentes acerca de juzgar a los dem�s. Por un lado, dice: "No juzgu�is nada antes de tiempo, hasta que venga el d�a del Se�or"; por otro lado, dice: "El espiritual juzga todas las cosas", y se nos dice que consideremos al Esp�ritu Santo, del cual participamos, como un Esp�ritu de discernimiento. La bondad como tal tiene sabidur�a; conoce lo que lo atrae y lo atrae hacia s� mismo, y lo que no lo atrae; conoce el car�cter con el que simpatiza y est� de acuerdo, y con el que no.

I. �Qu� significa entonces que se nos diga que no debemos "juzgar nada antes de tiempo, hasta que venga el d�a del Se�or", etc.? Estos textos significan (1) que no debemos juzgar apresuradamente, no juzgar a otros por cosas peque�as y dudosas; Indiscutiblemente, nos limitan y nos controlan a la hora de juzgar a los dem�s. (2) Pero quiz�s la gran ley con respecto al juicio que se establece en estos textos es que el juicio en este mundo, cuando se encuentra en el punto cr�tico de la bondad o maldad de los hombres, se suspende con respecto a su ejecuci�n; que no est� permitida su plena expresi�n y manifestaci�n.

La franqueza es la caracter�stica misma del juicio final. Pero y esta es la gran distinci�n entre los dos, la lengua del juicio intermedio est� atada. No tenemos la libertad de decir abiertamente lo que pensamos de los dem�s, aunque sea cierto.

II. En el temperamento del salmista observamos una fuerza mayor que la del otro temperamento de expresi�n impetuosa y prematura, fuerza no s�lo de dominio propio, sino de sentimiento y pasi�n reales. Intentar exponer lo malo en este mundo ser�a luchar con todas las condiciones de nuestro estado en este mundo por otra raz�n. Se encontrar�a que la acusaci�n no podr�a seguir el ritmo de la explicaci�n, pero que la explicaci�n, por las leyes de la sociedad, la superar�a, porque por estas mismas leyes lo que la sociedad como tal requiere y con lo que se contenta es diferente de lo que satisface. el individuo.

Una cosa es verdad, sumamente verdadera, hasta que la dices; pero si lo dices, si sale de tus labios, si se dice una vez, �oh, qu� falso se vuelve! Se abren las compuertas de la explicaci�n. Est� aplastado y no puede resistir un momento contra todos los recursos de una defensa convencional.

III. Este juicio, que se esconde en el fondo de los corazones humanos, es el verdadero juicio, aunque en el presente s�lo mudo y expectante. Teme a este adversario oculto; y si no es demasiado tarde, tr�talo pronto mientras est�s en el camino con �l.

JB Mozley, University Sermons, p�g. 223.

Referencias: Salmo 39:1 . JL Adamson, Dundee Pulpit, 2 de marzo de 1872. Salmo 39:3 . Spurgeon, Sermons, vol. x., n�m. 576; JB Aitken, Christian World Pulpit, vol. xiv., p�g. 113. Salmo 39:4 .

J. Budgen, Parochial Sermons, vol. i., p�g. 157. Salmo 39:5 . W. Lindsay Alexander, Pensamiento y trabajo cristianos, p�g. 106. Salmo 39:6 . AC Tait, Lecciones para la vida escolar, p�g. 209.

Versículo 6

Salmo 39:6 , Salmo 39:12

I. Observe la expresi�n muy contundente que se da aqu� al pensamiento de la vida com�n a ambos vers�culos. (1) "Todo hombre anda en vano espect�culo". La fuerza de la expresi�n que emplea el salmista se da correctamente en el margen, "en una imagen" o "en una sombra". La frase equivale a decir, camina en el car�cter o semejanza de una sombra, o, como deber�amos decir, camina como una sombra. Es decir, toda la vida y actividad exterior de cada hombre se representa como fugaz e insustancial, como el reflejo de una nube que oscurece leguas de la ladera de la monta�a en un momento, y antes de que un hombre pueda decir: �He aqu�! se ha ido de nuevo para siempre.

(2) Mire la otra imagen empleada en la otra cl�usula de nuestro texto para expresar la misma idea: "Soy un forastero y un forastero, como lo fueron todos mis padres". La frase tiene historia. En esa narraci�n m�s pat�tica de un dolor del viejo mundo que desde hace mucho tiempo se calm� y consol�, cuando "Abraham se levant� de delante de sus muertos" y anhelaba un lugar de enterramiento para su Sara de los hijos de Het, su primera s�plica fue: "Yo soy un extra�o y un peregrino contigo ". Era extranjero, no naturalizado. Y tal es nuestra relaci�n con todo este marco visible de cosas en las que habitamos.

II. Perm�tanme se�alar, en segundo lugar, el vac�o l�gubre y sin rumbo que ese pensamiento separado de Dios infunde en la vida. La sombra se opone a la sustancia, a lo real y a lo duradero. No importa c�mo te vayas en el mundo, aunque puedas cumplir cada sue�o con el que comenzaste en tu juventud, ciertamente encontrar�s que sin Cristo como tu Hermano y Salvador, Dios como tu Amigo y el cielo como tu esperanza, tu vida. , con toda su plenitud, est� vac�o.

Las olas con cresta parecen amontonarse a medida que se alejan del ojo hasta llegar al horizonte, donde se ven kil�metros de tormenta pero como una l�nea de roc�o. As� que cuando un hombre mira hacia atr�s en su vida, si ha sido una vida imp�a, tenga la certeza de que ser� una retrospectiva oscura y triste sobre un yermo arrojado, con un borde blanco de espuma errante y est�ril atormentada por la tempestad.

III. Observe, finalmente, c�mo nuestro otro texto, en sus palabras significativas, nos da la bienaventuranza que brota de este mismo pensamiento cuando se lo mira en conexi�n con Dios: "Soy extranjero contigo y extranjero". (1) Un extra�o contigo, entonces somos los hu�spedes del Rey. (2) Un extra�o contigo, entonces tenemos un Compa�ero constante y una presencia permanente. (3) Extra�os contigo, entonces podemos llevar nuestros pensamientos hacia el momento en que vayamos a nuestro verdadero hogar, y no deambulemos m�s por la tierra que no es nuestra.

A. Maclaren, Sermones predicados en Manchester , tercera serie, p�g. 15.

Versículos 6-7

Salmo 39:6

I. La superficialidad central de esta �poca, y de lo que se llama a s� misma su teolog�a, es que est� tan ocupada con cosas de los sentidos o del intelecto que no se relacionan con la naturaleza interior del hombre, que se olvida de s� misma y de su relaci�n con Dios. Trata con Dios, no con la tierna familiaridad del amor reverencial, sino con la tranquila complacencia de alguien cuyos derechos Dios est� obligado a respetar y que, en general, est� en buenos t�rminos con Dios; y por lo tanto es falso y vac�o para Dios y para s� mismo.

II. Estos dos objetos de conocimiento, a diferencia de lo que son, de Dios y de nosotros mismos, se condicionan mutuamente, y eso en parte porque Dios se nos ha revelado principalmente en referencia a nosotros mismos. El alma que no se conoce a s� misma y no se ha purificado por la gracia de Dios, no ver� claramente la imagen de Dios, que ha deformado en s� misma.

III. Pon a Dios delante de ti, y la religi�n farisea del d�a no ser� tuya. Caminar�s, no en un ser sombr�o, como ser�a esta vida en s� misma, sino arriba y abajo con Dios; en Dios descansar�s, con Dios conversar�s; Su sabidur�a ser� tu sabidur�a, Su verdad tu luz, Su amor tu gozo. Y si este es el espejo, �qu� es el "cara a cara"? "Y ahora, Se�or, �qu� es lo que siempre he deseado? Mi anhelo de esperanza es para ti".

EB Pusey, Sermones de Cuaresma, p�g. 278.

Versículo 9

Salmo 39:9

I. "T� lo hiciste". Es algo que se ha aferrado firmemente a un hecho. Se gana mucho cuando el dolor se ha atribuido a Dios.

II. "T� lo hiciste" tiene algunos tesoros de conocimiento para nosotros. A medida que lo rodeamos, comenzamos a hacer descubrimientos. (1) Dios lo hizo; entonces s� que la sabidur�a infinita lo hizo. (2) Dios lo hizo; entonces s� que el poder infinito lo hizo. (3) Dios lo hizo, y por eso s� que el amor infinito lo hizo.

MR Vincent, Dios y el pan, p. 207.

Referencias: Salmo 39:12 . RDB Rawnsley, Sermones en iglesias rurales, primera serie, p. 175; Expositor, tercera serie, vol. iv., p�g. 7; J. Budgen, Parochial Sermons, vol. i., p�g. 166; Spurgeon, Ma�ana a ma�ana, p�g. 76. Salmo 39:13 . Sermones para ni�os y ni�as, p�g. 77.

Versículo 12

Salmo 39:6 , Salmo 39:12

I. Observe la expresi�n muy contundente que se da aqu� al pensamiento de la vida com�n a ambos vers�culos. (1) "Todo hombre anda en vano espect�culo". La fuerza de la expresi�n que emplea el salmista se da correctamente en el margen, "en una imagen" o "en una sombra". La frase equivale a decir, camina en el car�cter o semejanza de una sombra, o, como deber�amos decir, camina como una sombra. Es decir, toda la vida y actividad exterior de cada hombre se representa como fugaz e insustancial, como el reflejo de una nube que oscurece leguas de la ladera de la monta�a en un momento, y antes de que un hombre pueda decir: �He aqu�! se ha ido de nuevo para siempre.

(2) Mire la otra imagen empleada en la otra cl�usula de nuestro texto para expresar la misma idea: "Soy un forastero y un forastero, como lo fueron todos mis padres". La frase tiene historia. En esa narraci�n m�s pat�tica de un dolor del viejo mundo que desde hace mucho tiempo se calm� y consol�, cuando "Abraham se levant� de delante de sus muertos" y anhelaba un lugar de enterramiento para su Sara de los hijos de Het, su primera s�plica fue: "Yo soy un extra�o y un peregrino contigo ". Era extranjero, no naturalizado. Y tal es nuestra relaci�n con todo este marco visible de cosas en las que habitamos.

II. Perm�tanme se�alar, en segundo lugar, el vac�o l�gubre y sin rumbo que ese pensamiento separado de Dios infunde en la vida. La sombra se opone a la sustancia, a lo real y a lo duradero. No importa c�mo te vayas en el mundo, aunque puedas cumplir cada sue�o con el que comenzaste en tu juventud, ciertamente encontrar�s que sin Cristo como tu Hermano y Salvador, Dios como tu Amigo y el cielo como tu esperanza, tu vida. , con toda su plenitud, est� vac�o.

Las olas con cresta parecen amontonarse a medida que se alejan del ojo hasta llegar al horizonte, donde se ven kil�metros de tormenta pero como una l�nea de roc�o. As� que cuando un hombre mira hacia atr�s en su vida, si ha sido una vida imp�a, tenga la certeza de que ser� una retrospectiva oscura y triste sobre un yermo arrojado, con un borde blanco de espuma errante y est�ril atormentada por la tempestad.

III. Observe, finalmente, c�mo nuestro otro texto, en sus palabras significativas, nos da la bienaventuranza que brota de este mismo pensamiento cuando se lo mira en conexi�n con Dios: "Soy extranjero contigo y extranjero". (1) Un extra�o contigo, entonces somos los hu�spedes del Rey. (2) Un extra�o contigo, entonces tenemos un Compa�ero constante y una presencia permanente. (3) Extra�os contigo, entonces podemos llevar nuestros pensamientos hacia el momento en que vayamos a nuestro verdadero hogar, y no deambulemos m�s por la tierra que no es nuestra.

A. Maclaren, Sermones predicados en Manchester , tercera serie, p�g. 15.

Versículo 13

Salmo 39:13

Estas son las palabras finales de la m�s bella de las sagradas eleg�as. Es la expresi�n pat�tica de un coraz�n que a�n no est� sometido a la perfecta resignaci�n, pero que est� celoso con un santo celo para que no traiga deshonra a su Dios. El pensamiento que obsesion� al salmista con tan cruel persistencia y sugiri� la duda de la realidad de una Providencia amorosa, fue el pensamiento que desde tiempos inmemoriales ha puesto a prueba la fe de miles de corazones sinceros, el pensamiento de la fragilidad e insignificancia de la vida humana. "Ciertamente todo hombre camina en vano espect�culo", grita; "�l amontona riquezas y no sabe qui�n las recoger�".

I. A lo largo de las edades divididas, nos sentimos atra�dos al coraz�n mismo de ese luchador sin nombre cuyos conflictos identificamos con los nuestros. Porque si tenemos un refugio al que huir y al que los autores de estos lamentos del viejo mundo no conoc�an, si podemos mirar hacia arriba, como ellos no pudieron, con una visi�n casi abierta, a un Protector Divino, que ha venido entre nosotros y nos ha dado en Cristo nuestro Se�or la garant�a segura de su amorosa previsi�n y las arras de una reparaci�n perfecta, por otra parte, c�mo el mismo avance que hace el mundo pone de manifiesto la burlona incompletitud del papel que tenemos que desempe�ar en �l.

II. En el texto tenemos un testimonio de esa convicci�n profunda y universal de que la vida y la fuerza son cosas buenas. Cuando le damos gracias a Dios por nuestra creaci�n y preservaci�n, somos fieles a un instinto que rara vez es dominado. Lo que hace que la recuperaci�n de las fuerzas sea tan bienvenida si una vez que sabemos qu� asuntos dependen de nuestro uso de ella es la perspectiva de un nuevo per�odo de prueba, una nueva oportunidad de emplear correctamente la maravillosa dotaci�n de vida de Dios. El cristiano ora para ser perdonado sobre todo para poder hacer m�s por Dios, por sus semejantes. Sabe que los d�as prolongados, a menos que sirvan para estos fines, no pueden ser de gran ayuda.

R. Duckworth, Christian World Pulpit, vol. xx., p�g. 200.

Referencias: Salmo 39:13 . J. Keble, Domingos despu�s de Trinity, Parte II., P. 485. Salmo 39 A. Maclaren, Life of David, p�g. 236. Salmo 40:1 . S. Martin, el p�lpito de la capilla de Westminster, cuarta serie, n�m.

15; Revista del cl�rigo, vol. xx., p�g. 21. Salmo 40:1 . J. West, Penny Pulpit, Nos. 3886 y 3887; Spurgeon, vol. xxviii., n� 1674; RM McCheyne, Restos adicionales, p�g. 25; G. Brooks, Outlines of Sermons, p�g. 135. Salmo 40:2 ; Salmo 40:3 . G. Matheson, Momentos en el monte, p�g. 216.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Psalms 39". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/psalms-39.html.
 
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