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Bible Commentaries
Apocalipsis 15

Comentario Bíblico de SermónComentario Bíblico de Sermón

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Versículo 2

Apocalipsis 15:2

El mar de vidrio mezclado con fuego.

Con todo el misterio del Apocalipsis, de una cosa estamos seguros: que en �l tenemos el resumen de los procesos morales de todos los tiempos. Puede que haya o no un significado especial que se pueda descubrir en sus im�genes, pero ciertamente lo hay. El verso que es nuestro texto representa, de una manera altamente figurativa, el resultado de toda contienda moral. Podemos llamar a eso nuestro tema.

I. Los que hab�an obtenido la victoria sobre la bestia estaban parados sobre un mar de vidrio mezclado con fuego. �Cu�l es el significado de esta imagen? Confieso que no pretendo conocer en su totalidad lo que se pretende en el Apocalipsis con este t�rmino "la bestia". Pero, seg�n el principio que acabo de enunciar, creo que ciertamente significa, en su sentido m�s amplio, todo el poder del mal en todas sus manifestaciones terrenales, todo lo que tienta al alma del hombre a pecar o prueba su constancia con el sufrimiento.

El mar de vidrio es evidentemente el tipo de reposo, de reposo, de paz; y el fuego, con su naturaleza viva, �vida, escudri�adora, probando todas las cosas, consumiendo lo malo, purificando lo bueno, sin descansar ni un momento, nunca perdonar el dolor, a lo largo de la Biblia, el fuego es el tipo de prueba activa de todo tipo, de dificil. "El mar de vidrio", entonces, "mezclado con fuego", es reposo mezclado con lucha. Es paz, descanso y logro, con el poder de la prueba y el sufrimiento, pero vivo y trabajando dentro de �l. Es una calma a�n impregnada de la disciplina a trav�s de la cual se ha alcanzado.

II. Esta es nuestra doctrina, el valor permanente de la prueba de que cuando un hombre vence a sus adversarios y sus dificultades no es como si nunca los hubiera encontrado. Su poder, a�n conservado, est� en toda su vida futura. No son solo hechos de su historia pasada: son elementos de todo su car�cter presente. Su victoria est� te�ida de la dura lucha que la gan�. As� como toda la tierra fruct�fera, en lo profundo de su coraz�n, todav�a est� mezclada con el fuego siempre ardiente que est� desarrollando su aptitud qu�mica para su trabajo, as� la vida que ha sido volcada y volcada por la mano fuerte de Dios, llena de las fuerzas profundas y revolucionarias del sufrimiento, purificadas por los fuertes fuegos de la tentaci�n, mantienen para siempre su larga disciplina,

III. Hay varias aplicaciones especiales de nuestra doctrina a la vida cristiana que es interesante observar. (1) Toca todas las variaciones del sentimiento cristiano. El mundo redimido toda la fuerte vitalidad que ese nombre registra ser� el fuego que se mezclar� con la vidriosa serenidad de su vida obediente y rescatada. (2) Aqu� tenemos la imagen de la vida eterna. �Qu� ser� el cielo? Encuentro una gran idoneidad en la respuesta que nos dice que ser� un mar de vidrio mezclado con fuego.

�No es el cuadro m�s gr�fico de la experiencia del descanso, siempre impregnada de actividad, de contemplaci�n tranquila y transparente, siempre impregnada y mantenida viva por el trabajo y el servicio �vidos, que es nuestra m�s alta y m�s cristiana esperanza del cielo? El cielo no ser� puro estancamiento, ni ociosidad, ni un mero sue�o lujoso sobre el reposo espiritual que ha sido ganado con seguridad y para siempre, sino un trabajo activo, incansable, ferviente, un entusiasmo vivo y fresco por las altas labores que ofrecer� la eternidad.

Estas v�vidas inspiraciones jugar�n a trav�s de nuestro profundo reposo, y lo har�n m�s poderoso en el servicio de Dios que cualquier trabajo febril e insatisfecho de la tierra. El mar de vidrio se mezclar� con fuego.

Phillips Brooks, Veinte sermones, p�g. 110.

Versículo 3

Apocalipsis 15:3

El canto de la Iglesia triunfante.

Nuestro texto sugiere dos temas de discurso; pues da lo que podr�a llamarse una definici�n del c�ntico que canta la Iglesia triunfante, y luego proporciona las palabras que componen ese c�ntico. Tenemos, por tanto, en primer lugar, para examinar el lenguaje con el que se describe el c�ntico: "el c�ntico de Mois�s siervo de Dios, y el c�ntico del Cordero"; tenemos entonces, en segundo lugar, para considerar el lenguaje empleado: "Grandes y maravillosas son tus obras, Se�or Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos".

I. Ahora no admite discusi�n que cuando el c�ntico de la Iglesia triunfante se llama "el c�ntico de Mois�s siervo de Dios", la referencia es a la Iglesia de los israelitas y sus l�deres cuando el Fara�n y sus huestes hab�an sido enterrados en el aguas. Y es muy evidente, y en algunos aspectos casi misterioso, que deber�a ser este "c�ntico de Mois�s" al que los santos glorificados todav�a tocan sus arpas.

El c�ntico no solo era de acci�n de gracias al Se�or, sino de j�bilo por los imp�os, regocij�ndose por su destrucci�n. El c�ntico de la Iglesia triunfante se describe no s�lo como "el c�ntico de Mois�s", sino tambi�n como el del "Cordero". "Cantan el c�ntico de Mois�s, siervo de Dios y del Cordero". Ahora bien, se puede decir que nos sentimos m�s a gusto con "el c�ntico del Cordero" que con el de Mois�s, porque este es un c�ntico del que incluso ahora podemos tocar algunas notas; mientras que miramos el de Mois�s con una especie de asombro y pavor, como si no fuera apropiado para una juglar�a como la nuestra.

"El c�ntico del Cordero", que oy� el evangelista, puede considerarse como el "c�ntico nuevo" que se da en otras partes del libro del Apocalipsis, cuya carga es la "dignidad" del Redentor. Las "mil veces diez mil de miles" que est�n "alrededor del trono" fueron escuchadas por San Juan diciendo a gran voz: "Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir poder, riquezas, sabidur�a y fuerza, y honra y gloria y bendici�n.

"Hay algo similar a esto en la tensi�n que se mezcla con la de elevado j�bilo cuando la Iglesia contempla a sus enemigos derrocados. Y si, por lo tanto," el c�ntico de Mois�s "es uno que muestre tal subyugaci�n o refinamiento del sentimiento humano como casi ininteligible, al menos "el c�ntico del Cordero" est� en completa armon�a con lo que ahora sienten y cantan los creyentes; es el c�ntico de confesi�n agradecida de que le debemos todo al Redentor, y que Su sangre y justicia han sido las �nicas procurando la causa de nuestra liberaci�n de la ruina y nuestro derecho a la inmortalidad.

II. "Grandes y maravillosas son tus obras, Se�or Dios Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, Rey de los santos". Esa es una parte del noble himno. Tomando este himno en su aplicaci�n m�s amplia, podemos decir que celebra la grandeza del plan de Dios como se muestra en los acontecimientos del d�a del juicio. Y es muy digno de nuestra atenci�n que estas dos caracter�sticas deben declararse finalmente para distinguir todo el asunto del juicio.

Ser� "una obra grande y maravillosa" cuando la "ciza�a haya sido separada del trigo", toda injusticia detectada y expuesta, los imp�os desterrados y los fieles exaltados. Y este no es todo el coro. La Iglesia afirma que los "caminos" de Dios son "justos y verdaderos", as� como sus "obras grandes y maravillosas"; y esta es una afirmaci�n sumamente importante cuando se la considera provocada por las transacciones del juicio.

El juicio incluir� en sus b�squedas y sentencias al mundo pagano, as� como a los hombres cristianos que no han tenido m�s que la m�s m�nima porci�n de revelaci�n y aquellos que han sido bendecidos con su plenitud. E incluso en una comunidad cristiana existe la mayor diferencia entre los medios y las oportunidades que se ofrecen a los diferentes hombres; algunos est�n apenas dentro del sonido del Evangelio, mientras que otros est�n continuamente colocados dentro del sonido de sus mensajes.

Todo esto parece invertir con gran dificultad el asunto del juicio. Muestra que debe haber varias normas: una para los paganos y otra para los cristianos; uno para este pagano o este cristiano y otro para aqu�l. Y hay algo abrumador en la idea de que los incontables millones de la poblaci�n humana se someter�n a un escrutinio individual; que vendr�n hombre por hombre al tribunal de su Juez, cada uno para ser juzgado por sus propios privilegios y poderes.

Dif�cilmente podemos desprendernos de la sensaci�n de que en un juicio tan enorme habr� casos comparativamente pasados ??por alto, en los que no se har� la debida concesi�n, o en los que la sentencia no se basar� en una estimaci�n completa de las circunstancias. Pero cualesquiera que sean nuestras dudas y sospechas de antemano, "justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos", es la confesi�n que seguir� al juicio. Es una confesi�n, estamos obligados a decir, en la que los perdidos se unir�n a los redimidos.

El sentimiento de todo condenado ser� que, si no hubiera nadie m�s que �l para ser juzgado, su caso no podr�a haber recibido una atenci�n m�s paciente o una decisi�n m�s equitativa. La alabanza que se canta en el mar cristalino y ardiente nos dice que Dios ser� justificado cuando hable y claro cuando juzgue.

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 1656.

Referencias: Apocalipsis 15:3 . Spurgeon, Sermons, vol. iii., n�m. 136; Homilista, tercera serie, vol. iv., p�g. 20; H. Wonnacott, Christian World Pulpit, vol. xiv., p�g. 186.

Versículos 3-4

Apocalipsis 15:3

El triunfo de la bondad.

I. Mois�s no debe ser considerado aqu� exactamente como un personaje hist�rico; ciertamente no es el c�ntico que compuso lo que se quiere decir, ni el c�ntico que fue compuesto por el Cordero; pero aqu� est� el tema: Mois�s y el Cordero. �Y qu� era Mois�s en este cuadro celestial, para los pensamientos de aquellos a quienes se dirig�a sino el comienzo de una gran dispensaci�n divina de misericordia y de educaci�n? �l, all� en el desierto y en los comienzos y fuentes de la historia, organiz� la verdad, la belleza y la rectitud, y puso en marcha esos grandes servicios mediante los cuales el alma deb�a ser enriquecida y ennoblecida.

En otras palabras, era el principiante. El c�ntico, comenzando con Mois�s y terminando con el Cordero, conectaba el primer amanecer de la verdad divina, en los per�odos m�s tempranos, con su primer fluir y todas sus mutaciones claras hasta el tiempo de Jesucristo, qui�n estaba en Jerusal�n y qui�n. ahora en la nueva Jerusal�n se tipifica como el Cordero. Para nosotros, la figura est� casi muerta, pero para el jud�o, que hab�a estado acostumbrado a asociar con el cordero del sacrificio todo lo que era dulce, lo que era hermoso, lo que era puro y no mundano en perfecci�n, la figura significaba inmensamente m�s de lo que significa para nosotros.

II. La canci�n fue de triunfo. Fue el grito, el clamor jubiloso del universo, que permaneci� alrededor del fin de las cosas, mirando hacia atr�s al principio y viendo el camino de Dios a trav�s de toda la dispensaci�n del tiempo en el mundo, ahora cumplido y llevado a un final. cierre triunfal en la otra vida. Todo lo que hab�a en los diferentes h�roes, todo lo que hab�a en las diferentes dispensaciones, todos los juicios, todos los sufrimientos, todas las reformas, todos los crecimientos, todos los desarrollos, todas las victorias, todo lo que hab�a ido a formar la moral. elementos en la historia humana, en el hogar y en asuntos relacionados con los oficios sacerdotales y las cualidades prof�ticas en aquellos que testificaron en el desierto, en las c�rceles y en las monta�as, las administraciones apost�licas y todos los per�odos posteriores, y sin duda todo lo que ha descendido desde la �poca de los Ap�stoles hasta la nuestra; todas estas cosas constituyen el tema de ese gran canto celestial y arrebatador.

�Y cu�l es el resultado de ello? Es simplemente el canto del viejo bardo mediante el cual se narran las haza�as de su jefe, mientras narramos los logros, empresas, batallas y victorias de un h�roe. "Grandes y maravillosas son tus obras, Se�or Dios Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, Rey de los santos. �Qui�n no te temer�, oh Jehov�, y glorificar� tu nombre? Porque solo t� eres santo; porque todas las naciones vendr�n y adora delante de ti, porque tus juicios se manifiestan.

"Aqu�, entonces, se hundi� la cat�strofe divina del mal; las imperfecciones aumentaron hasta la perfecci�n; la falta de crecimiento y la crudeza se elevaron a la madurez y la belleza; la bondad triunfante a trav�s del reino universal. Todas las naciones vendr�n a Ti, ninguna quedar� fuera.

III. �sta era la visi�n, no del tiempo, sino de la esfera superior; y fue esto: el triunfo absoluto de la parte Divina en el hombre. Los que han ido antes, y durante generaciones, los que nos seguir�n, deben ver la carne m�s fuerte que el esp�ritu en la gran masa de la humanidad. El tiempo, visto desde cualquier punto de vista elevado, es una experiencia muy triste y l�gubre, a menos que tengamos alguna salida, a menos que tengamos alguna compensaci�n en alguna parte.

La fuerza y ??el poder de �pocas pasadas ha sido f�sico, apasionado, sensual, diab�lico; y aunque aqu� y all� ha habido salpicaduras de bondad, aunque aqu� y all� se han escuchado mil voces dulces, sin embargo, en general, el canto del tiempo ha sido ronco, �spero, cacof�nico. En general, el movimiento de la raza humana ha sido el movimiento de vastos cuerpos con vastos sufrimientos, vastos despilfarros y vastos in�tiles.

Pero los que est�n desconectados de la ignorancia y la oscuridad del tiempo, los que est�n elevados y est�n en un punto de visi�n donde pueden ver el pasado, el presente y el futuro, los contemplo, no d�ndonos testimonio de nosotros, sino en su propia inconsciencia estallando en �xtasis de alegr�a porque Dios es justificado. Aquel que trajo a la existencia este globo, con todas sus miserables poblaciones, en el �ltimo estado permanecer� y ser� glorificado en el pensamiento y el sentimiento de aquellos que contemplan el fin as� como el principio.

"S�lo t� eres santo". "Todas las naciones vendr�n y te adorar�n". �Por qu�? "Porque tus juicios son manifiestos". Hay caridad; hay explicaci�n; hay reconciliaci�n; hay armonizaci�n; y al final aparecer�, cuando veamos desde el principio hasta el final de este tremendo, y a�n ininterrumpido, enigma de la vida y el tiempo, con un ojo despejado y con una visi�n justa, verdadera y perfecta, entonces parezca que Dios es hermoso y hermoso.

HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. viii., p�g. 165.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Revelation 15". "Comentario Bíblico de Sermón". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/sbc/revelation-15.html.
 
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