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Bible Commentaries
1 Tesalonicenses 4

Comentario popular de Schaff sobre el Nuevo TestamentoComentario del NT de Schaff

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Versículo 1

1 Tesalonicenses 4:1 . Adem�s entonces. M�s literalmente, en cuanto a lo que queda, o para el resto: 'marcando un acercamiento hacia la conclusi�n de la Ep�stola, aunque no necesariamente un acercamiento muy cercano' (Vaughan).

en el se�or S�lo como �rgano del Se�or Pablo se atreve a exhortarlos; y s�lo como creyentes unidos a Cristo, y viviendo en �l, espera que escuchen su amonestaci�n.

Como recibisteis. Pablo lo ve como una cosa posible para que ellos sepan hacer el bien y no lo hagan. Muchas personas, como el hijo de la par�bola, parecen pensar que su conocimiento del deber y su reconocimiento en conciencia es una especie de compensaci�n por no cumplirlo. Los tesalonicenses, sin embargo, caminaban como Pablo les hab�a indicado; pero conoc�a la tendencia que hay a contentarse con un curso a medio terminar, a dejar que quede algo de pecado porque mucho se ha desechado, a cansarse antes de que se complete toda la obra, y por lo tanto se empe�a en que "abunden todav�a". m�s.'

Versículos 1-8

Exhortaci�n a la Santidad de Vida.

As� como en todas sus ep�stolas Pablo al menos concluye con una extenuante y plena inculcaci�n de deberes morales, aqu� reitera a los tesalonicenses aquellos preceptos y advertencias que �l hab�a visto necesarios mientras �l mismo estaba entre ellos. No menos que en otras ciudades griegas, exist�a en Tesal�nica el peligro de que los pecados de impureza mancharan el car�cter de la joven comunidad cristiana. Pablo, por lo tanto, les ruega muy fervientemente que se mantengan puros de tales pecados, que se aprovechen de la salvaguardia natural contra la falta de castidad, y que vuelvan siempre a la consideraci�n de que era su santidad y pureza de toda contaminaci�n lo que Dios pretend�a cuando los llam�.

Versículo 2

1 Tesalonicenses 4:2 . Porque ya sabes. No os doy un nuevo c�digo de moral, pero os ruego que viv�is de acuerdo con las instrucciones que os di anteriormente. Los remito a mi ense�anza original, 'porque sab�is', etc.

Por el Se�or Jes�s. Fue el Se�or Jes�s quien movi� al ap�stol a entregar estos mandamientos. Cristo fue el agente en el asunto.

Versículo 3

1 Tesalonicenses 4:3 . Para esto. La raz�n por la cual los preceptos hab�an sido dados y deb�an ser guardados, era que Dios deseaba su santificaci�n.

La voluntad de Dios. Esto es lo que Dios quiere y pretende cuando os llama por el Evangelio. Lo que Dios quiere y se propone, �l tambi�n lo provee: de ah� el aliento que tiene el cristiano al saber que todos sus esfuerzos por la santidad est�n de acuerdo con esa voluntad que realiza todo lo que ella designa.

Que os absteng�is de la fornicaci�n. Esta es la virtud particular en la que deb�a manifestarse su santificaci�n. Y aqu� y en otros lugares se hace hincapi� en la pureza de vida, porque el libertinaje se inculc� en los huesos de los convertidos del paganismo, y la fornicaci�n en Grecia se consideraba una transgresi�n venial.

Versículo 4

1 Tesalonicenses 4:4 . Que cada uno de vosotros sepa poseer su propia vasija. Este es un deber positivo en materia de santificaci�n, como la cl�usula anterior declar� el deber negativo. Deb�an abstenerse de fornicaci�n; y, para que pudieran hacerlo, cada uno deb�a poseer una esposa propia.

En cuanto a los corintios ( 1 Corintios 7:2 ), Pablo dice: 'Para evitar la fornicaci�n, que cada uno tenga su propia mujer'. La palabra 'recipiente' es ciertamente susceptible del significado 'cuerpo', as� como el de 'esposa'; pero que aqu� tiene el �ltimo sentido es claro primero, por el significado de la palabra traducida en la Versi�n Autorizada 'poseer'.

Esta palabra no significa simplemente 'poseer', sino 'adquirir posesi�n de' y, por lo tanto, podr�a usarse solo para una esposa (como de hecho, se usa com�nmente as�, como en Ec. 36:29, en EV Sir 36:24), y no del propio cuerpo de un hombre. 2d, Del �nfasis que el ap�stol pone en las palabras 'lo suyo' (inadecuadamente traducido en la Versi�n Autorizada)

�nfasis que pretende contrastar 'su propio vaso' con el concubinato p�blico e indiscriminado a que se refiere el inciso anterior; y tambi�n con el mal infligido a otros hombres por el adulterio, contra el cual procede a advertirles. Que cada hombre tenga su propia esposa, para que ni la prostituta p�blica ni la esposa de otro hombre sean una tentaci�n para �l. Si suponemos que el ap�stol quiere decir 'cuerpo' cuando usa la palabra 'recipiente', no es f�cil ni posible explicar las palabras enf�ticas 'lo suyo'.

En santificaci�n y honor. Que cada hombre adquiera y conserve su propia esposa con motivos y de una manera de la que no tenga que avergonzarse. La impureza y la verg�enza est�n siempre relacionadas con apetitos mal regulados y pasiones sin ley; los hombres deben, pues, casarse para ser puros y sin verg�enza. Los lectores de los ap�crifos encontrar�n en el matrimonio, y especialmente en la oraci�n nupcial de Tob�as, alguna ilustraci�n de este pasaje.

Versículo 5

1 Tesalonicenses 4:5 . No en la p�rdida de la concupiscencia. El matrimonio debe contraerse no por una mera gratificaci�n corporal, sino para satisfacer sentimientos y anhelos m�s puros. Los casados ??deben vivir de tal manera que puedan ser mutuamente conscientes de que para ellos el matrimonio es un estado honorable, sin nada en �l que los averg�ence, y que promueve su santificaci�n.

Quien no conoce a Dios. No se puede esperar que los que no conocen a Dios tengan el mismo ideal de santidad y pureza. No han o�do las palabras: 'Sed santos, porque yo soy santo;' ni se han familiarizado con la santidad perfecta en el Dios encarnado. Cada cristiano, por lo tanto, debe sentir cu�nto m�s se requiere de �l que de los paganos. Mayor conocimiento es mayor responsabilidad.

Versículo 6

1 Tesalonicenses 4:6 . En este vers�culo Pablo contin�a con el mismo tema, y ??no pasa al pecado de la avaricia. 'Se nos presenta otro aspecto de los pecados de la carne; el mal hecho a nuestro pr�jimo' (Jowett). Esto se manifiesta de inmediato cuando se da la traducci�n adecuada a las palabras 'en el asunto'.

Es el asunto del que Pablo ha estado hablando, al que todav�a se refiere, el asunto de la falta de castidad; y como ha dicho de esto, que se abstengan de la fornicaci�n, y usen castamente su remedio natural, as� ahora denuncia el adulterio

y esto, no por su impureza, sino porque es una violaci�n de los derechos de nuestro pr�jimo. Fue bajo esta luz tambi�n que Nat�n le present� a David su gran pecado, seleccionando una par�bola que ilustraba no su impureza, sino el ego�smo despiadado que pod�a infligir un da�o tan grave a alguien que naturalmente podr�a haber buscado protecci�n en el rey.

Que ning�n hombre se extralimite ni defraude. El primero de estos t�rminos denota un desd�n desde�oso de los derechos de otros hombres; el otro, una extralimitaci�n codiciosa de otros para nuestro propio placer o ventaja, elementos ambos que entran en el pecado del adulterio. Que ning�n hombre practique as� con su hermano y se mofe de enga�ar a un marido cr�dulo o f�cil, porque el ad�ltero tiene que ver no s�lo con el hombre, sino con Uno que no puede ser enga�ado, y de quien no hay escondite.

El Se�or es el vengador de todas estas cosas . En todos estos asuntos, Dios es el vengador. Los hombres pueden no ser capaces de reivindicar sus propios derechos, o infligir el castigo justo y justo por un da�o irreparable; pero el Se�or tiene un ojo en cada uno de esos casos, y traer� a la luz las cosas ocultas de las tinieblas, y har� que el ofensor sienta que es �l mismo a quien ha enga�ado. Como nada se afirma m�s enf�ticamente en la Palabra de Dios, nada est� m�s legiblemente escrito en la vida de los hombres, que la dolorosa y segura retribuci�n espera de los pecados de la carne.

Versículo 7

1 Tesalonicenses 4:7 . Porque Dios no nos llam� a la inmundicia. Pablo vuelve a la idea del tercer vers�culo, la idea de que tales pecados eran antag�nicos al prop�sito y la obra de Dios en los cristianos. Si profesamos estar respondiendo al llamado de Dios, entendamos claramente cu�l es; lo que debemos abandonar, y lo que debemos buscar. Es un llamado de una condici�n moral a otra.

Versículo 8

1 Tesalonicenses 4:8 . El que rechaza, es decir , el que con desd�n o por negligencia se niega a escuchar estos mandatos y advertencias.

No hombre. No soy yo, el ap�stol que os transmite este mensaje. No entrego estos preceptos morales por mi propia autoridad. Son los mandamientos de Dios. Con frecuencia los hombres hacen del medio humano a trav�s del cual llega la luz a su conciencia, una excusa para no atenderlo. S�lo se convencen la estupidez de un entusiasta, la perdonable ansiedad de un padre, el impertinente consejo de un oficioso; pero, rechazando lo que la conciencia aprueba, no desprecian a los hombres sino a Dios.

quien tambi�n os ha dado su Esp�ritu Santo. El hecho de que Dios d� el Esp�ritu Santo a todos los creyentes deber�a alentarlos a perseverar en la b�squeda de la santidad y disuadirlos de los pecados que son especialmente ofensivos para el Esp�ritu, cuyo t�tulo peculiar es 'Santo'. Este don deber�a vincular a�n m�s a los cristianos por la evidencia que ofrece de que, independientemente de lo que hagan con respecto al llamado de Dios, Dios es serio al respecto y fielmente lleva a cabo Su parte.

Los pecados de la carne son especialmente antag�nicos a la obra del Esp�ritu; se burlan de todas las aspiraciones m�s nobles del hombre, y hacen de la indulgencia el fin de la vida, y cualquier refinamiento y aparente susceptibilidad a lo bueno que dejan en la superficie, debajo, toda la naturaleza est� podrida, d�bil, tosca.

Versículo 9

1 Tesalonicenses 4:9 . El amor fraterno es amor a los 'hermanos', es decir , a los cristianos, que han recibido el esp�ritu de adopci�n y el poder para convertirse en hijos de Dios. As� como el gran motivo de la venida de Cristo fue el amor por nosotros, el gran objetivo de su venida fue capacitarnos para amar a Dios ya los dem�s; para ponernos en paz con Dios y los hombres.

Y �l realiza esto, en primer lugar, entreteji�ndonos a �l mismo. Al amarlo nos simpatizamos con todos los que lo aman, y tambi�n contraemos su propia manera de mirar a los hombres. De modo que donde la religi�n hace a los hombres m�s severos que tiernos, m�s censuradores que mansos y esperanzados, m�s orgullosos que humildes, m�s poco caritativos en sentimientos y actos que considerados y serviciales, su religi�n es un fracaso ( 1 Juan 4:20 , etc.).

No ten�is necesidad de que os escriba. Pablo insin�a su exhortaci�n a un mayor logro, d�ndoles cr�dito por lo que ya han logrado.

Porque vosotros mismos sois ense�ados por Dios. No necesit�is que nadie os ense�e, porque vosotros mismos ya est�is ense�ados

ense�ados directamente por Aquel de quien somos ministros, ense�ados por Aquel cuya ense�anza no s�lo ilumina la conciencia sino que anima la voluntad, para que el resultado de su ense�anza se manifieste en vuestra conducta.

Versículos 9-12

Exhortaci�n al amor fraterno y la laboriosidad

La conexi�n entre los dos temas de este p�rrafo, el amor fraternal y la laboriosidad tranquila, es algo oscura. Puede ser que aquellos que hab�an abandonado sus llamamientos ordinarios y pasaban su tiempo en la ociosa expectativa de la venida del Se�or, o en chismes y entrometi�ndose en los asuntos de otros hombres, estaban amortiguando su propio amor fraternal y tentando a sus vecinos m�s industriosos. al abuso y la recriminaci�n.

La conexi�n de todo el p�rrafo con el anterior radica probablemente en la sugerencia que hace 1 Tesalonicenses 4:6 del tema del amor fraternal.

Versículo 10

1 Tesalonicenses 4:10 . Porque en verdad lo hac�is. Prueba de la cl�usula anterior.

todos los hermanos que est�n en toda Macedonia. 'Lo que implica una relaci�n animada con los cristianos en Filipos, Berea, y tal vez en peque�as estaciones dispersas, ramificaciones de las iglesias centrales.'

Versículo 11

1 Tesalonicenses 4:11 . Haz que tu ambici�n sea estar callado. Los griegos eran naturalmente inquietos y ambiciosos. Juvenal en un pasaje bien conocido (iii. 76) satiriza su inestabilidad, su vuelo de una b�squeda a otra, su disposici�n a participar en cualquier cosa que prometiera una remuneraci�n sin trabajo duro, 'para abrir escuelas de gram�tica, ret�rica o geometr�a, o dibujar, o luchar; decir la voluntad del cielo, o bailar sobre la cuerda floja; para administrar medicinas o encantamientos.

Eran especialmente ambiciosos de los cargos municipales, en los que su lengua f�cil podr�a salvarlos de un trabajo duro y darles la oportunidad de entrometerse en los asuntos de otros hombres. Esta natural excitabilidad y ociosidad de los griegos hab�a encontrado alimento en la expectaci�n que aparentemente hab�an formado los tesalonicenses acerca de la pronta proximidad del fin del mundo; y probablemente tambi�n en la circunstancia de que fueron llamados a una ciudadan�a celestial que podr�a parecer que los exoneraba de la servidumbre terrenal, ya una hermandad de la que podr�an esperar recibir apoyo.

Que algunos de los tesalonicenses estaban 'andando desordenadamente' y rehusando trabajar, y actuando como 'entrometidos', leemos en la Segunda Ep�stola. Estas eran con toda probabilidad personas que deseaban ser consideradas como espirituales, ansiosos por la venida del Se�or, consejeros e instructores capaces de otros hombres. A estos Pablo les dice: Que vuestra ambici�n no os lleve a una vida fr�vola, excitada, bulliciosa e indolente, que se supone superior al trabajo de otros hombres, pero que en realidad depende de �l, sino a un compromiso tranquilo, constante y sin ostentaci�n en sus propias ocupaciones ordinarias.

Trabaja con tus propias manos. De esto puede deducirse probablemente que la mayor parte de los convertidos de Tesal�nica eran trabajadores o mec�nicos.

como te mandamos. Incluso mientras a�n estaba con ellos, Paul hab�a visto s�ntomas de la inquietud que luego se convirti� en lo que �l solo pod�a llamar conducta desordenada, s�ntomas tan significativos que los mismos mandatos a una conducta tranquila y laboriosa prosecuci�n de sus llamamientos ordinarios eran incluso entonces necesarios.

Versículo 12

1 Tesalonicenses 4:12 . para que hag�is andar decorosamente hacia los de afuera. Esta es 'la designaci�n regular de aquellos que no eran cristianos;' una designaci�n que simplemente define sin emitir ning�n juicio sobre su condici�n. (Ver 1 Timoteo 3:7 ; Colosenses 4:5 ; 1 Corintios 5:12-13 .

) Probablemente se deriva de las expresiones 'sin el campamento', 'sin la sinagoga'; y transmite la idea de exclusi�n no s�lo de la Iglesia, sino de todo lo que satisface al hombre. compensaci�n Apocalipsis 22:15 . Como muestran los pasajes a los que se acaba de hacer referencia, Pablo estaba siempre sol�cito (como tambi�n lo estaba Pedro, 1 Pedro 2:12-19 ) de que los cristianos sobresalieran tanto en las virtudes dom�sticas, en las decencias y cortes�as comunes y en los deberes de la vida, como para permitirse los paganos no tienen ocasi�n de reprocharlos, despreciarlos o sospechar de ellos. Una conducta decorosa e intachable, excelencia en las virtudes que el mundo reconoce, diligencia en el servicio p�blico, estas cosas encomian a la religi�n que las ordena.

Y puede tener falta de nada. Ellicott prefiere traducir estas palabras 'puede no tener necesidad de ning�n hombre', es decir, puede, al trabajar con sus propias manos, ser independiente del apoyo que otros hombres pueden brindarle. Este significado se adapta muy bien al contexto, pero la traducci�n com�n es m�s natural e igualmente se adapta al contexto; y la diferencia entre las dos representaciones es pr�cticamente imperceptible. Pablo desea que se ocupen de sus propios asuntos y trabajen con sus propias manos, para ser independientes; y para evitar que el reproche de la inutilidad y la pereza manche su religi�n.

Versículo 13

1 Tesalonicenses 4:13 . no queremos que seas ignorante. 'Una frase con la que San Pablo frecuentemente introduce un tema nuevo e importante.' Ver referencias.

Los que est�n dormidos. Tanto los escritores paganos como los cristianos llaman a la muerte sue�o y, por lo tanto, es probable que el eufemismo haya sido primero sugerido por la quietud y el reposo, y el cese de las relaciones con las cosas externas, que caracterizan ambas condiciones. Lo que sabemos del sue�o es que es un estado en el que no hay conciencia de los objetos de los sentidos; y esta es una caracter�stica principal de la muerte.

Pero para el cristiano la semejanza es m�s completa y significativa. Ning�n sue�o dura para siempre, de lo contrario no es sue�o; un despertar sigue a cada sue�o. Y por eso la muerte se llama sue�o, para recordarnos que no es una cesaci�n final de la vida, ni siquiera en el caso del cuerpo, sino s�lo un estado transitorio del cual surgir�n juntos el cuerpo y el alma. Y en segundo lugar, lo que el sue�o es para el trabajo de nuestro d�a, lo es la muerte para el trabajo de nuestra vida.

El cuerpo desgastado por el trabajo o desperdiciado por la enfermedad yace de nuevo en los brazos de la muerte, y todo su cansancio ha terminado, todo su dolor olvidado. Al amparo de esa insensibilidad el hombre se rehabilita y revive de todo lo que lo ha desgastado.

que no os entristezc�is. Estas palabras no prohiben meramente las penas que sufren los desesperanzados, sino todas las penas. Los que no esperan la resurrecci�n, afligir�n a los muertos, pero vosotros no deb�is hacerlo. Lamentar su condici�n est� completamente fuera de lugar, aunque expresar nuestro propio dolor y lamentar nuestra propia p�rdida es natural y adecuado.

Sin esperanza. Aqu� y all�, un individuo entre los paganos habla de la muerte como la 'interrupci�n, no la extinci�n de la vida' (S�neca), o es impulsado por la muerte de un amigo noble a esperar una vida m�s all� (Horace, Odes, i. 24 ), pero en el mejor de los casos esa vida futura es sombr�a, incolora, fr�a y poco atractiva (Propertius, El. 1 Tesalonicenses 4:7 ). El hecho es que sin el conocimiento de la resurrecci�n del cuerpo, la esperanza de la inmortalidad y las nociones de una vida futura deben ser oscuras, perplejas y vacilantes.

Versículos 13-18

Consuelo para los afligidos sobre las perspectivas de los difuntos.

Pablo hab�a predicado a los tesalonicenses la doctrina de la segunda venida de Cristo, y aparentemente hab�an asumido la impresi�n de que el Se�or regresar�a muy pronto. Por lo tanto, cuando uno y otro de los cristianos que esperaban la venida de Cristo murieron, sus amigos quedaron perplejos y ansiosos por su condici�n y perspectivas. Parece que tem�an que los muertos no testificaran ni participaran de la gloria de la aparici�n de Cristo. Es para eliminar estos malentendidos que Pablo escribe este p�rrafo de instrucci�n y consuelo.

Versículo 14

1 Tesalonicenses 4:14 . Porque si creemos. Pablo contin�a explicando la raz�n de la esperanza que debe tenerse con respecto a los cristianos difuntos. Se basa en la creencia cristiana universal y fundamental de que Jes�s muri� pero resucit�. El argumento se desarrolla m�s completamente en 1 Corintios 15 , en cuyo pasaje, como aqu�, Pablo procede sobre el hecho de la resurrecci�n de Cristo, y de ah� infiere la certeza de la de su pueblo.

En este argumento est� envuelto el importante principio de que Jesucristo es la Cabeza y Representante de Su pueblo, en tal sentido que en Su historia humana vemos la historia y la experiencia de cada cristiano representada en todas sus partes esenciales. Los miembros no pueden separarse de la Cabeza en ninguna parte importante de Su destino. En Su regreso triunfal deben compartir.

Los que duermen por Jes�s, es decir , los que por la intervenci�n de Cristo esperan ahora pac�ficamente la resurrecci�n. Se observar� que mientras Pablo usa la palabra consoladora 'dormir' cuando habla de los creyentes, usa la palabra 'muri�' cuando habla de Cristo. Lo hace porque entre la muerte de Cristo y la de su pueblo hubo una diferencia esencial; uno siendo una resistencia de la maldici�n, el otro estando exento de esta picadura. Cristo 'gust� la muerte por cada hombre' y por la qu�mica infalible de Su amor sac� el veneno de la copa de cada hombre, de modo que se convirti� en un somn�fero.

Dios traer� con �l, es decir , con Jes�s.

Versículo 15

1 Tesalonicenses 4:15 . Por la palabra del Se�or. El relato de la segunda venida del Se�or que sigue es una de esas revelaciones que el razonamiento humano ni siquiera podr�a ayudar al ap�stol a predecir. Debe ser revelado directamente. Algunas verdades espirituales que Pablo alcanz� por el crecimiento de su propia experiencia; el Esp�ritu obraba imperceptiblemente junto con y sustentaba su propia indagaci�n y conocimiento; pero tambi�n hab�a algunos asuntos que no pod�an ser descubiertos o discernidos de esa manera, y estos solo pod�an ser revelados por una iluminaci�n total y directamente sobrenatural. Entre estos estaba la Epifan�a del Se�or. La ocurrencia de esta expresi�n aqu� nos recuerda que la posibilidad de error est� excluida en lo que sigue.

nosotros los que vivimos, los que sobramos, es decir , nosotros, seamos quienes seamos, los que estamos vivos en la venida del Se�or. '�Est� San Pablo hablando aqu� de su propia generaci�n solamente? �O se pone a los vivos en un momento particular por los vivos en general, habl�ndose de ellos en primera persona a modo de contraste con los muertos de los que se separan? Podemos considerar " nosotros los que vivimos" como una figura de los vivos en general, as� como " los que est�n dormidos", aunque se refiere principalmente a los muertos en la Iglesia de Tesal�nica, tambi�n se usa para los muertos en general' (Jowett ).

El 'nosotros ' abraza junto con el ap�stol a todos los cristianos tesalonicenses 'entonces vivos; si, por lo tanto, la expresi�n implica que Pablo esperaba vivir hasta la reaparici�n de Cristo, igualmente implica que esperaba que todos los tesalonicenses sobrevivieran hasta ese tiempo; que nadie es lo suficientemente resistente para mantener. Que las palabras que usa Pablo son susceptibles de un significado que implicar�a que esperaba vivir hasta que viniera el Se�or, es evidente por la circunstancia de que algunos de los tesalonicenses, para quienes el griego era la lengua materna, entendieron as� sus palabras.

Pero que Pablo mismo no quiso que se entendieran as� es evidente por su clara afirmaci�n a este efecto en la Segunda Ep�stola; que aparentemente fue escrito principalmente con el prop�sito de corregir esta falsa impresi�n y los des�rdenes ocasionados por ella. Lo que las palabras implican es la posibilidad, pero no la expectativa, de que algunos o todos ellos puedan ver el d�a del Hijo del hombre antes de morir.

El comienzo del siguiente cap�tulo muestra que Pablo no estaba dispuesto a hablar definitivamente de los tiempos y las sazones; y la Segunda Ep�stola muestra que el �nico punto en el que confiaba era que otros eventos deb�an ocurrir antes de la segunda venida. 'Un hombre vivo naturalmente se clasifica a s� mismo con los vivos, en contraposici�n a los que est�n muertos. No lo leemos como una afirmaci�n expresa de que St.

El mismo Pablo ciertamente estar�a entre los vivos en el advenimiento de Cristo. En la actualidad pertenec�a a esa divisi�n de la raza humana; no sab�a sino que podr�a serlo todav�a en esa gran �poca, de la cual el d�a y la hora son conocidos s�lo por el Padre, pero que cada generaci�n de la Iglesia debe estar constantemente esperando. La Segunda Ep�stola corrige expresamente la falsa inferencia de que San Pablo aqu� predice un regreso inmediato de Cristo; y, por implicaci�n al menos, la idea de que �l mismo presume de vivir para contemplarlo' (Vaughan).

De ninguna manera preceder�, es decir , no anticipar� ni estar� de antemano con; 'no llegar�n a la presencia del Se�or, y compartir�n las bendiciones y glorias de Su advenimiento, delante de otros' (Ellicott).

Versículo 16

1 Tesalonicenses 4:16 . Para. No suceder�n las cosas como tem�is, porque el siguiente es el orden en que han de suceder las �ltimas cosas.

El Se�or mismo descender� del cielo. El enf�tico '�l mismo' parece tener la intenci�n de descartar de las mentes de los tesalonicenses la idea de que los vivos podr�an por s� mismos hacer alg�n uso de su aparente superioridad sobre los muertos, y as�, mientras sus amigos a�n dorm�an, entrar en el gozo del Se�or. Por el contrario, no son ellos los que deben apresurarse hacia el Se�or, sino el Se�or mismo quien debe venir a ellos; y, como contin�a diciendo, la primera indicaci�n de su venida ser�n las se�ales dadas no a los vivos sino a los muertos.

El grito que oigan los muertos ser� la primera nota de amonestaci�n a los vivos. Sin embargo, no se debe pasar por alto el significado m�s amplio. 'No ser� una mera mejora, gradual o repentina, de la condici�n de la Iglesia o del mundo; no un mero desplazamiento del mal o triunfo del bien, no una mera crisis de los asuntos humanos, que desemboca en tiempos de bendici�n y felicidad universales; ser� una venida personal' (Vaughan).

Con aclamaci�n, con voz de arc�ngel, y con trompeta de Dios. La palabra aqu� traducida como "grito" es literalmente "palabra de mando", siendo el t�rmino com�n y t�cnico para la palabra militar de mando, o para el fuerte grito del contramaestre dando tiempo a los remeros. La palabra de mando a la que aqu� se hace referencia debe ser dada por el arc�ngel, convocando, en una forma de palabras que es ociosa conjeturar, a los muertos para que despierten del sue�o y se levanten; o m�s bien, la expresi�n 'con la trompeta de Dios', parece indicar que la convocatoria o se�al no debe darse en forma de palabras sino como un clar�n militar, cuyas diversas llamadas son entendidas por el ej�rcito.

Toda la representaci�n, la hueste ang�lica con su l�der arcang�lico, la trompeta 'sonando cada vez m�s fuerte', la bajada del Se�or mismo, encuentra su origen en la bajada de Dios sobre el monte Sina� ( �xodo 19:16 ).

Los muertos en Cristo, es decir , los que murieron creyendo en Cristo, y por tanto en verdadera uni�n espiritual con �l.

Se levantar� primero. Antes de que suceda cualquier otra cosa, y especialmente antes de que los vivos sean reunidos con el Se�or. 'El primer acto del �ltimo drama es la resurrecci�n de los muertos, que han de encontrarse con Cristo; el segundo, la reuni�n hacia ellos de los habitantes de la tierra' (Jowett).

Versículo 17

1 Tesalonicenses 4:17 . Despu�s. Inmediatamente despu�s de que los muertos en Cristo hayan resucitado.

Ser� arrebatado juntamente con ellos en las nubes. Esta Ascensi�n de la Iglesia a su Se�or presupone el 'cambio' del que habla Pablo en 1 Corintios 15:52 . La ascensi�n corporal ser� una se�al de las nuevas condiciones a las que ha pasado el cuerpo, y servir� para identificar el cuerpo glorificado del creyente con el de Cristo.

Pero, como comenta Lutero, este pasaje es de tipo simb�lico, y no presionamos cada expresi�n en su significado literal exacto. Se transmite la idea general de una reuni�n con el Se�or, pero una representaci�n literal de todos los detalles aqu� mencionados no nos proporcionar�a una imagen precisa de lo que realmente suceder�. 'Tal intento es como pintar un cuadro de las escenas del Apocalipsis, las cuales, en el momento en que se juntan, parecen tener un significado prof�tico y simb�lico, no una unidad art�stica' (Jowett).

Siempre con el Se�or. Esto es lo que llena el futuro del cristiano y le hace el cielo. La restauraci�n de los amigos perdidos es mucha, pero se realza con la introducci�n a Cristo y la residencia eterna con �l. Cualesquiera que sean las relaciones f�sicas y las condiciones por medio de las cuales se cumplir�n estas palabras, engendran la esperanza de que seremos conscientes de que la influencia de Cristo impregna todo lo que tenemos que hacer, y especialmente nuestra propia alma.

Versículo 18

1 Tesalonicenses 4:18 . Por qu�. No hay base para que supongas que tus amigos muertos sufrir�n alguna desventaja por morir antes de que Cristo venga.

Consolaos unos a otros con estas palabras . Pablo apenas espera que los propios dolientes recuerden en su dolor lo que deber�a aliviarlo; pero llama a sus hermanos cristianos a asumir el oficio de consolador. Y para que nadie se disculpe por no tener consuelo que ofrecer, les da de qu� mitigar la amargura del duelo.

Información bibliográfica
Schaff, Philip. "Comentario sobre 1 Thessalonians 4". "Comentario popular de Schaff sobre el Nuevo Testamento". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/scn/1-thessalonians-4.html. 1879-90.
 
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