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Bible Commentaries
1 Corintios 1

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-9

Pablo, llamado a ser ap�stol de Jesucristo por la voluntad de Dios.

El saludo

I. El car�cter de Pablo.

1. Hab�a dos cosas que el ap�stol sab�a con confianza.

(1) Que �l �no era apto para ser llamado ap�stol�. La misma humildad deber�a marcarnos. Nuestra humildad, sin embargo, no debe debilitar la fe ni debilitar la energ�a. Para&mdash

(2) Pablo era un ap�stol. No somos �aptos� para ser salvos, pero nunca debemos dudar de nuestra salvaci�n cuando la Palabra de Dios nos lo asegura.

2. La fuerza y ??la nobleza del car�cter de Pablo se basaron en la confianza de que fue "llamado por Dios" para ser y hacer la obra de ap�stol. Una peque�a cosa no nos har� desanimarnos en nuestro trabajo si creemos que somos "llamados por Dios".

II. El car�cter de los corintios.

1. Tambi�n fueron "llamados por Dios" "para ser santos", es decir , separados para Dios. No se llamaban a s� mismos, para ser y hacer lo que quisieran. Fueron llamados por Dios para ser como Dios y hacer Su voluntad; estar separados de su antiguo yo.

2. Hab�an sido llamados a salir de una sociedad:

(1) Donde los griegos buscaban "sabidur�a" y los jud�os "se�ales".

(2) Eso fue moralmente corrupto.

3. El car�cter que Dios les ha dado debe inspirarles un cuidado celoso contra:

(1) La admisi�n en la Iglesia de los elementos de la sociedad corintia.

(2) El fanatismo e intolerancia religiosos: el esp�ritu del jud�o. Eran parte de la Iglesia.

III. La bendici�n. La gracia es esencialmente un elemento de "paz". Su gran dispensaci�n fue anunciada por "paz en la tierra". "Sina�" y "paz" no se conoc�an; pero �Calvario� y �paz� son uno. Aquellos que construyen sobre cualquier cosa que no sea la "gracia" no conocer�n la "paz". La Iglesia tambi�n se caracterizar� por la �paz� en la medida de la �gracia� en el coraz�n de sus miembros. El que rompe la paz nunca es un hombre "lleno de gracia". (El estudio .)

El saludo

I. La designaci�n de los escritores.

1. Un ap�stol significa �uno enviado�, un misionero para ense�ar la verdad que le ha sido encomendada; y la autoridad de esta misi�n apost�lica san Pablo fundamenta en 1 Corintios 1:1 , porque fue cuestionada. En la firme convicci�n de su llamado por la voluntad de Dios resid�a todo su poder. Ning�n hombre sinti� con m�s fuerza su propia insignificancia, pero sinti� m�s profundamente que �l era el mensajero de Dios.

Imag�nense que esa concepci�n se le ocurre en medio de su desaliento, y su alegre audacia contra la calumnia de sus enemigos y la duda de sus amigos es natural. �sta deber�a ser nuestra fuerza. Llamado a ser pol�tico, comerciante, m�dico. �Por qu� no todos y cada uno de nosotros deber�a sentir eso? Pero nos deshacemos de �l diciendo que Dios llam� a los ap�stoles, pero no nos habla. Pero observe la modestia del reclamo apost�lico. No deseaba que su pueblo recibiera su verdad porque �l, el ap�stol, lo hab�a dicho, sino porque era verdad.

2. La uni�n de San Pablo consigo mismo "hermano" S�stenes es otra prueba de su deseo de evitar el se�or�o sobre la herencia de Dios. Si S�stenes era el de Hechos 18:1 ., En qu� conquistador se hab�a convertido San Pablo, o m�s bien el cristianismo. Como el ap�stol, S�stenes ahora construy� la fe que una vez destruy�.

II. Las personas a las que se dirige.

1. �La Iglesia�, que, seg�n la derivaci�n de la palabra, significa la Casa de Dios. Es ese cuerpo de hombres en el que mora el Esp�ritu de Dios, y que existen en la tierra con el prop�sito de exhibir la vida divina, penetrar y purificar el mundo. Tiene una existencia continua a lo largo de los siglos, no sobre los principios de sucesi�n hereditaria o de elecci�n humana, sino sobre el principio de semejanza espiritual de car�cter, as� como la simiente de Abraham son los herederos de su fe.

2. Hay, sin embargo, una Iglesia visible e invisible; este �ltimo consiste en aquellas personas espirituales que cumplen la noci�n de la Iglesia ideal; el primero abarca en su interior a todos los que profesan el cristianismo, sean miembros propios o impropios de su cuerpo. San Pablo habla de la Iglesia invisible como "llamados a ser santos", "templos del Esp�ritu Santo". De lo visible como "carnal y andante como hombres", y cuando reprueba sus errores, tambi�n Cristo habla de lo mismo en las par�bolas de la red y la ciza�a.

Para ilustrar la concepci�n abstracta de un r�o es la de una corriente de agua pura, pero el r�o real es el Rin o el T�mesis, fangoso y descolorido. As� de la Iglesia. Abstracta e invisiblemente, es un reino de Dios en el que no hay maldad; en concreto, y de hecho, es la Iglesia de Corinto, Roma o Inglaterra, manchada de impureza; y sin embargo, al igual que el R�dano enturbiado es realmente el R�dano, y no de barro y R�dano, por lo que no hay dos iglesias, la iglesia de Corinto y la iglesia falsa dentro de ella, pero una Iglesia visible en el que se encuentra invisibles ocultos ( v�ase el par�bola de la vid).

3. � Pero m�s all� de los l�mites de lo visible no hay verdadera Iglesia? �Debemos considerar perdidos a Plat�n, S�crates, Marco Antonino y otros como ellos? Seguramente no. La Iglesia existe con el prop�sito de educar almas para el cielo; pero la bondad es bondad, encu�ntrala donde podamos. Existe una vi�a con el fin de cultivar la vid, pero ser�a un extra�o vi�ador que negara la realidad de las uvas porque hab�an madurado bajo un suelo menos afable, y m�s all� de los recintos de la vi�a.

4. La Iglesia visible de la que formaba parte la Iglesia de Corinto exist�a para exhibir lo que la humanidad deber�a ser para representar la Vida Divina en

(1) Devoci�n personal. Fueron "santificados en Jesucristo". Cuando la dignidad eclesi�stica hace de la piedad un medio de ganancia, o cuando el arte sacerdotal ejerce se�or�o sobre la herencia de Dios, entonces est� falsificando su misi�n.

(2) Santidad. Los conversos de Corinto salieron de una sociedad conflictiva y extremadamente corrupta, y llevaron a la Iglesia el sabor de su antigua vida, porque el odre conservar� durante mucho tiempo el sabor del vino. Encontramos la inmoralidad existente, la vieja filosof�a coloreando el cristianismo, la insolencia de la riqueza en la Cena del Se�or y los dones espirituales exhibidos por ostentaci�n. �As� era la Iglesia de Corinto, la Iglesia Primitiva de la que tanto se jactaban algunos! Sin embargo, todos est�n "llamados a ser santos" y su misi�n es acabar con todo mal.

(3) Universalidad: �Con todos los que, en todo lugar�, etc. La Iglesia de Corinto era s�lo una parte de la Iglesia universal como un r�o lo es del mar. Pablo no permitir�a que se pensara a s� misma como m�s espiritual o con mayor dignidad que la Iglesia de Jerusal�n o Tesal�nica. No hay centro de unidad sino Cristo: Nos jactamos de nuestras ventajas sobre los disidentes y los romanistas. Mientras que el mismo Dios y el mismo Cristo es "de ellos y nuestro".

(4) Unidad. Cristo fue el Salvador de todos, y su Esp�ritu los uni� a todos en una unidad viva e invisible. Cada uno de sus diversas formas contribuy� a llenar el mismo edificio en la misma Fundaci�n; cada uno en sus diversas formas eran miembros distintos del cuerpo de Cristo, desempe�ando diferentes oficios, pero unidos en uno bajo la misma Cabeza; y la misma variedad produjo una unidad m�s perfecta y duradera.

III. La bendici�n: "Gracia y paz", etc. Los paganos comenzaron sus cartas con el saludo, "�Salud!" Hay una vida de la carne y una vida del esp�ritu, una vida m�s verdadera, m�s real y m�s elevada, y por encima y m�s all� de todas las cosas, el ap�stol les deseaba esto. No les deseaba ni "salud" ni "felicidad", sino "gracia y paz", etc. Y entrometida surge la pregunta: �De qu� sirve esta bendici�n? �C�mo se podr�a dar la gracia y la paz como una bendici�n a aquellos que rechazaron la gracia y no creyeron, no sintieron paz? Su validez depend�a de su recepci�n por los corazones a los que iba dirigida. Si lo recibieron, se convertir�an de hecho en lo que hab�an sido por derecho desde el principio. ( FW Robertson, MA )

Los saludos apost�licos

El elogio aqu� otorgado, aunque no mayor que el con el que se abren otras ep�stolas, es notable por estar dirigido a una Iglesia que se cree merecedora de severas censuras. Pero hay que observar:

1. Que la alabanza concedida all� a la fe y la santidad se limita aqu� casi a dones como el conocimiento y la sabidur�a, que evidentemente no eran incompatibles con la degradaci�n moral en la que hab�an ca�do algunos de los miembros de la Iglesia. Y est� de acuerdo con el m�todo del ap�stol aprovechar, en primera instancia, alg�n punto de simpat�a y felicitaci�n, no s�lo de una pol�tica prudencial, sino de la cortes�a y la generosidad naturales.

2. Que esta pr�ctica apost�lica es una ejemplificaci�n de la regla general, seg�n la cual la Escritura presenta con fuerza el ideal del todo sin describir los defectos y pecados de las partes. La sociedad visible de cristianos era para los ap�stoles, a pesar de sus muchas imperfecciones, la representaci�n del reino del Mes�as. Y luego, aunque la congregaci�n cristiana en cada ciudad o pa�s era distinta de la comunidad pagana en la que estaba situada, era, por as� decirlo, el representante cristiano de esa comunidad.

Un cristiano de Corinto o �feso puede viajar hacia atr�s y hacia adelante de uno a otro; pero por grandes que fueran los des�rdenes de uno o las excelencias del otro, no se le pidi� que intercambiara comuniones a menos que realmente dejara de residir en Corinto o �feso. El supuesto deber de conseguir pros�litos de comunidades cristianas distintas a la nuestra, y la consiguiente divisi�n de las Iglesias por otras que no sean sus denominaciones locales y nacionales, son ideas ajenas a la �poca apost�lica.

�Spartam nactus es; hanc exorna �, era una m�xima de la sabidur�a apost�lica, no menos que de la griega. Ninguna Iglesia de �pocas posteriores ha presentado un ejemplo m�s sorprendente de corrupci�n o laxitud que el que se exhibi� en Corinto, sin embargo, el ap�stol no pide a sus conversos que abandonen su ciudad o su comunidad; y �l mismo fija constantemente su punto de vista en el lado mejor y redentor. ( Dean Stanley .)

La Iglesia en Corinto

I. El escritor: "Pablo, un ap�stol", etc.

1. Un ap�stol es el enviado, como Cristo fue enviado por el Padre ( Juan 17:18 ). Por lo tanto, era una oficina que nadie pod�a tomar para s� mismo, ni tampoco una promoci�n de un servicio anterior. Esto explica una de las caracter�sticas m�s destacadas de Pablo: la combinaci�n de humildad y autoridad. �l �no es digno de ser llamado ap�stol�, sin embargo, nunca duda en afirmar su afirmaci�n de ser escuchado como el embajador de Cristo. Y esto es para todos nosotros la fuente de la humildad y la confianza. Es una fuerza completamente nueva con la que un hombre se inspira cuando sabe que Dios lo llama a hacer esto o aquello.

2. No podemos decir qu� participaci�n en la carta ten�a S�stenes. Puede que lo haya escrito, y puede que haya sugerido un punto aqu� y all�. Pablo no se qued� a preguntar si S�stenes estaba calificado para ser el autor de un libro can�nico; pero conociendo la posici�n autoritaria que hab�a tenido entre los jud�os de Corinto, naturalmente une su nombre con el suyo.

II. Las personas a quienes se dirige esta carta (vers�culo 2).

1. Con ellos se unen �todo eso en todo lugar�, etc. Y, por lo tanto, podemos deducir que Pablo habr�a definido a la Iglesia como aquellos que "invocan el nombre de Jesucristo". Esto implica confianza en �l y reconocimiento de �l como Se�or supremo. Esto es lo que une a los hombres como Iglesia cristiana.

2. Pero de inmediato nos enfrentamos a la dificultad de que muchas personas que invocan el nombre del Se�or lo hacen sin convicci�n de su necesidad, y sin dependencia real de Cristo o lealtad a �l. De ah� la distinci�n entre la Iglesia visible, que est� formada por todos los que nominalmente pertenecen a la comunidad cristiana, y la Iglesia invisible. Donde est� la Iglesia visible, se pueden contar sus miembros, estimar su propiedad, escribir su historia. Pero de la Iglesia invisible, ning�n hombre puede escribir completamente la historia, ni nombrar a los miembros, ni valorar sus propiedades, dones y servicio.

3. Desde los tiempos m�s remotos se ha dicho que la verdadera Iglesia debe ser una, santa, cat�lica y apost�lica. Eso es cierto si se quiere decir la Iglesia invisible. Pero no es cierto de la Iglesia visible. Pablo aqu� nos da cuatro notas que siempre deben encontrarse en la verdadera Iglesia.

(1) Est� compuesto por personas consagradas. La palabra �santificar� significa aquello que se aparta para usos santos. La palabra del Nuevo Testamento para Iglesia, ecclesia, una sociedad "llamada", muestra que no existe para prop�sitos comunes, sino para dar testimonio de Dios y de Cristo y para mantener ante los hombres la vida ideal realizada en Cristo.

(2) Sus miembros est�n llamados a ser "santos". Esta Iglesia estaba en peligro de olvidar esto. Uno de sus miembros hab�a sido culpable de inmoralidad; y de �l dice Pablo: �Apartaos de entre vosotros a ese malvado�. Incluso con los pecadores de un tipo menos flagrante, no se deb�a celebrar la comuni�n. Sin duda existe riesgo y dificultad en la aplicaci�n de esta ley. El pecado oculto m�s grave puede pasarse por alto, la transgresi�n m�s obvia puede ser castigada.

Pero el deber de la Iglesia de mantener su santidad es innegable, y aquellos cuya funci�n es velar por la pureza de la Iglesia se salvar�an de toda acci�n dudosa si los miembros individuales estuvieran conscientes de la necesidad de una vida santa.

(3) No se encuentra en un pa�s o �poca, en esta o aquella Iglesia, ya sea que asuma el t�tulo de �cat�lica� o nacional, sino que se compone de �todo eso en todos los lugares�, etc. Ninguna Iglesia visible puede pretender ser cat�lica por el hecho de ser coextensiva con la cristiandad. El catolicismo no es cuesti�n de m�s o menos; no puede ser determinado por una mayor�a. Ninguna Iglesia que no pretenda contener a todo el pueblo de Cristo sin excepci�n puede pretender ser cat�lica.

(4) El Se�or de todas las Iglesias es un Se�or; en esta lealtad se centran, y por ella se mantienen unidos en una verdadera unidad. Claramente, esta nota s�lo puede pertenecer a la Iglesia invisible. Es dudoso que sea deseable una unidad visible. Teniendo en cuenta lo que es la naturaleza humana y cu�n susceptibles son los hombres de ser impuesta por lo que es grande, probablemente sea tan propicio para el bienestar espiritual de la Iglesia que est� dividida en partes.

Las divisiones externas se hundir�an en la insignificancia, y no ser�an m�s lamentadas que la divisi�n de un ej�rcito en regimientos, si existiera la unidad real que brota de la verdadera lealtad al Se�or com�n y el celo por la causa com�n m�s que por los intereses de nuestros propios intereses particulares. Iglesia. Y los cristianos comienzan a ver cu�nto m�s importantes son aquellos puntos en los que est� de acuerdo toda la Iglesia que los que dividen a la Iglesia en sectas.

4. Pablo, con su habitual cortes�a y tacto, comienza con un sincero reconocimiento de las distintivas excelencias de la Iglesia de Corinto (vers�culos 4-6).

(1) Pablo fue uno de esos hombres de gran naturaleza que se regocijan m�s en la prosperidad de los dem�s que en cualquier buena fortuna privada. El gozo de Pablo fue ver el testimonio que hab�a dado de la bondad y el poder de Cristo confirmado por las nuevas energ�as y capacidades de aquellos que cre�an en su testimonio. Los dones de los cristianos corintios hicieron evidente que la presencia y el poder divinos proclamados por Pablo eran reales. Y es la nueva vida de los creyentes ahora la que confirma con m�s fuerza el testimonio acerca del Cristo resucitado.

(2) Es algo siniestro que la honestidad incorruptible de Pablo solo pueda reconocer su posesi�n de �dones�, no de esas excelentes gracias cristianas que distingu�an a otros. Pero la gracia de Dios siempre debe ajustarse a la naturaleza del destinatario. La naturaleza griega carec�a de seriedad y solidez moral; pero durante muchos siglos hab�a sido entrenado para sobresalir en demostraciones intelectuales y oratorias. Estos dones naturales fueron avivados y dirigidos por la gracia. Cada raza tiene su propia contribuci�n que hacer para completar la madurez cristiana.

(a) Pablo agradeci� a Dios por su don de expresi�n. Quiz�s si hubiera vivido ahora, podr�a haber tenido una palabra que decir en alabanza del silencio. Hoy en d�a existe m�s que el riesgo de que la conversaci�n sustituya al pensamiento y la acci�n. Pero esta declaraci�n fue un gran regalo. En ning�n otro idioma las ideas cristianas podr�an haber encontrado una expresi�n tan adecuada y hermosa. Y en esto Pablo vio la promesa de una propagaci�n r�pida y eficaz del evangelio. Que leg�timamente podamos tener esperanza en la Iglesia cuando aprehende tanto su propia riqueza en Cristo como para animarse a invitar a todo el mundo a compartir con ella.

(b) Pero la expresi�n est� bien respaldada por el conocimiento. A menudo, la determinaci�n de satisfacer el intelecto con la verdad cristiana ha sido reprendida como ociosa e incluso perversa. La fe que aceptaba el testimonio era un don de Dios, pero tambi�n lo era el conocimiento que buscaba recomendar el contenido de este testimonio a la mente humana.

(3) Pero por ricos en dones que tengan, los corintios deben sentir que ning�n don puede prescindir de la necesidad de entrar en conflicto con el pecado. Los hombres ricos a menudo est�n m�s expuestos a la tentaci�n y sienten m�s intensamente que otros el peligro real de la vida humana. Por lo tanto, Pablo asigna como raz�n de su seguridad que ser�n irreprensibles en el d�a de Cristo, que "Dios es fiel", etc.

Dios nos llama con un prop�sito en mente y es fiel a ese prop�sito. �l nos llama a la comuni�n con Cristo para que aprendamos de �l y seamos agentes adecuados para llevar a cabo toda la voluntad de Cristo. ( M. Dods, DD )

El llamado de Dios es

1. El fundamento de la autoridad ministerial.

2. El motivo de la utilidad ministerial. ( J. Lyth, D. D. )

La autoridad del ministro cristiano

�l es&mdash

1. El mensajero de Cristo.

2. Divinamente llamado.

3. Apartado por la voluntad de Dios como lo indica Su Providencia. ( J. Lyth, D. D. )

Y S�stenes nuestro hermano. -

S�stenes un hermano

I. �Qui�n era S�stenes?

1. Despu�s de que Pablo comenz� a trabajar en Corinto, Crispo, el gobernante principal de la sinagoga, se convirti�; y que Pablo lo consider� un caso notable lo prueba el hecho de que �l personalmente lo bautiz�. Pero como Pablo se vio obligado a dejar la sinagoga, es probable que Crispo tambi�n tuviera que irse; y el hecho de que S�stenes sea mencionado posteriormente como gobernante principal implica que Crispo fue depuesto.

Pablo continu� sus conferencias al lado de la sinagoga, y su �xito naturalmente enfurecer�a a S�stenes, quien sin duda fue el l�der de la conspiraci�n que llev� a Pablo ante Gali�n. Conocemos el resultado. Los jud�os se hab�an levantado en rebeli�n; ahora fue el turno de los griegos, quienes hicieron de S�stenes el objeto especial de su ataque.

2. Parece probable que el S�stenes del texto sea el mismo que el de Hechos 18:1 .

(1) Es probable que si se convirtiera abandonara Corinto. Su conversi�n crear�a un resentimiento m�s profundo que el de Crispo, porque no solo hab�a sido el gobernante principal de la sinagoga, sino tambi�n el perseguidor de la nueva religi�n.

(2) Si Crispo tuviera que dejar Corinto, naturalmente se interesar�a profundamente en la Iglesia all�, como lo hacemos nosotros en la casa de nuestro primer nacimiento y de nuestro segundo.

(3) Pablo seguramente considerar�a a S�stenes con especial inter�s. �l mismo hab�a sido un perseguidor ac�rrimo. Y si tuvo que huir de Corinto, es natural que se hubiera aferrado a Pablo y Pablo a �l.

(4) Pablo orar�a y se esforzar�a por su conversi�n. Despu�s de su absoluci�n, Pablo "se detuvo todav�a un buen tiempo" en Corinto, y lamentar�a profundamente el ataque contra S�stenes, algunos de cuyos asaltantes, si no los corintios, sin duda estaban apegados a Pablo, lo que llevar�a a una expresi�n de pesar por parte de el ap�stol. �Y qui�n puede decir a qu� conducir�a semejante disculpa? Quiz�s Paul, durante la entrevista, se refiera a su propia conversi�n y lleve a su oyente a ver en ella un reflejo de su propio caso. Y luego, Pablo ver�a en S�stenes a alguien que se parec�a tanto a lo que hab�a sido.

(5) A menos que este S�stenes sea el de Hechos 18:1 . es dif�cil entender por qu� Pablo debi� haber introducido aqu� su nombre, que no se encuentra en ninguna otra parte; pero si los dos son iguales, nada es m�s natural.

II. Las lecciones.

1. � Cu�n maravillosa es la gracia de Dios en sus operaciones! Aqu� hay un hombre que el �ltimo esperar�a convertirse en cristiano.

2. No se desespere por ning�n caso. S�stenes estaba en el cargo, y los funcionarios siempre son dif�ciles de mover, y las indignidades que sufri� lo exasperar�an contra el cristianismo.

3. Aprecia un esp�ritu perdonador. Cu�n completamente perdon� Pablo a su enemigo y lo admiti� en su amistad.

4. Cultivar sentimientos de bondad hacia los amigos cristianos con quienes hemos estado o estamos asociados. Los primeros cristianos que conoci� S�stenes estaban en Corinto. Al principio los odi�, pero despu�s los am� como nunca antes hab�a amado a sus amigos; pero la fraternidad estaba en ambos lados. ( A. Scott .)

A la Iglesia de Dios.

El t�rmino, ????????? (iglesia), formado por las dos palabras �fuera de� y �para llamar,� denota en lengua griega ordinaria una asamblea de ciudadanos llamados fuera de sus viviendas mediante una convocatoria oficial ( cf . Hechos 19:41 )

. Aplicada al dominio religioso en el Nuevo Testamento, la palabra conserva esencialmente el mismo significado. Aqu� tambi�n hay un invocador: Dios, que llama a los pecadores a la salvaci�n mediante la predicaci�n del evangelio ( G�latas 1:6 ). Est�n los pecadores convocados, llamados a la fe desde entonces para formar la nueva sociedad de la que Cristo es la Cabeza.

El complemento "de Dios" indica a la vez Aquel que ha convocado a la asamblea y A qui�n pertenece. El t�rmino "la Iglesia de Dios", por lo tanto, corresponde a la frase del Antiguo Testamento, "la congregaci�n del Se�or"; pero hay esta diferencia, que este �ltimo fue reclutado por filiaci�n, mientras que en la nueva alianza la Iglesia es formada y reclutada por la adhesi�n personal de la fe. ( Prof. Godet .)

Santificaci�n triple

( Judas 1:1 , texto y 1 Pedro 1:2 ): - Marque la uni�n de las tres Divinas Personas en todos sus actos de gracia. Cu�n insensatos son todos aquellos que prefieren las Personas de la Trinidad. En su amor y en las acciones que se derivan de �l, son uno.

Especialmente es esto en el caso de la santificaci�n. Siendo este el caso, �qu� valor debe darle Dios a la santidad! Dios podr�a dejar de ser tan pronto como dejar de ser santo, y antes renunciar a la soberan�a del mundo que tolerar algo imp�o. Medios de santificaci�n:

I. Apartar - tomar algo que leg�timamente podr�a haber sido utilizado para usos ordinarios solo para el servicio de Dios.

1. Por ejemplo, en �xodo 13:2 Dios reclam� el primog�nito de los hombres y del ganado. La tribu de Lev� fue apartada para ser los representantes de los primog�nitos. En G�nesis 2:3 , Dios apart� para Su propio servicio lo que antes hab�a sido una parte ordinaria del tiempo.

De modo que Lev�tico 27:14 estaba destinado a ser una direcci�n para los jud�os devotos, que ten�an la intenci�n de que el producto del campo o la ocupaci�n de la casa se entregara �ntegramente a Dios. As� que en �xodo 29:44 leemos que Dios dijo: �Santificar� el tabern�culo de �xodo 29:44 y el altar.

�Al mismo efecto son la santificaci�n del altar, los instrumentos y los vasos ( N�meros 7:1 ), la separaci�n de Eleazer para guardar el arca ( 1 Samuel 7:1 ) y el establecimiento de ciudades de refugio ( Josu� 20:7 ).

Este uso de la palabra en el Antiguo Testamento explica Juan 10:26 . Inmaculadamente concebido y preservado de toda mancha de maldad, Cristo no necesit� obra santificadora dentro de �l. Todo lo que se pretende aqu� es que �l fue apartado ( Juan 17:19 ). Ahora entiendes el texto de Judas. Dios el Padre ha apartado especialmente a su pueblo.

2. Qu� pensamientos solemnes y sugerentes hay aqu�.

(1) Si somos santificados por Dios, nunca deber�amos ser usados ??para ning�n otro prop�sito que no sea para �l. Ustedes no son suyos; sois comprados por precio. "�Pero no debemos trabajar y ganarnos nuestro propio pan?" �S�! pero a�n como "servir al Se�or". Si alguien dice: "Tengo una ocupaci�n en la que no puedo servir al Se�or", d�jela, no tiene ning�n derecho en ella; pero no hay ning�n llamamiento legal en el que no puedas decir: �Todo lo hago para la gloria de Dios.

�El cristiano no es m�s un hombre com�n que el altar un lugar com�n. Es un sacrilegio tan grande para los cristianos vivir para el mundo como lo hubiera sido para los jud�os usar el fuego sagrado para su propia cocina.

(2) Fue un crimen que trajo destrucci�n a Babilonia cuando Belsasar hab�a tra�do las copas del Se�or, el despojo del templo en Jerusal�n �. Justo cuando la vasija sagrada toc� el labio sacr�lego, se vio una mano escribiendo misteriosamente su condenaci�n. Oh, mirad, vosotros que profes�is ser santificados por la sangre del pacto, que no lo consideren cosa imp�a. Procurad que no hag�is esclavos del pecado vuestros cuerpos que profes�is apartar para el servicio de Dios.

Si usted y yo somos tentados a pecar, debemos responder: �No, deje que otro hombre haga eso, pero yo no puedo; Soy el hombre de Dios ". Cuando Ant�oco Ep�fanes ofreci� una cerda en el altar, su espantosa muerte podr�a haberse predicho f�cilmente. �Oh! cu�ntos hay que hacen una alta profesi�n, que han ofrecido carne inmunda sobre los altares de Dios; han hecho de la religi�n un caballo al acecho de su propio salario.

II. Que la cosa apartada para usos santos debe ser considerada, tratada y declarada santa.

1. Por ejemplo , en Isa�as 8:13 , se dice: "Santifica al Se�or de los ej�rcitos". Ahora bien, el Se�or no necesita ser apartado para usos santos ni purificado, porque �l es la santidad misma. Cuando Nadab y Abi� ( Lev�tico 10:1 .

) pusieron fuego extra�o en el altar, y el fuego del Se�or los consumi�, la raz�n fue: �Ser� santificado en los que se acercan a m�; con lo cual quiso decir que ser�a tratado como un Ser Sant�simo con quien tales libertades no deb�an tomarse (ver tambi�n N�meros 10:12 , y �santificado sea tu nombre� en el Padrenuestro).

2. �No tenemos aqu� alguna luz con respecto a nuestro segundo texto: �Santificados en Cristo Jes�s�? En Cristo Jes�s, los santos son considerados por Dios como santos y tratados como tales, es decir, son justificados. Un Dios santo no puede tener tratos con hombres imp�os; pero �l nos ve, no en nosotros mismos, sino en nuestra Cabeza federal, el Segundo Ad�n. Podemos entrar con valent�a en el Lugar Sant�simo, donde nada imp�o puede venir, porque Dios nos ve como santos en Cristo Jes�s. Ahora llegamos a ...

III. En realidad, para purificar o santificar.

1. En �xodo 19:10 santificaci�n consisti� en ciertas acciones externas por las cuales fueron puestos en un estado limpio y sus almas fueron llenas de reverencia. En Josu� 3:1 ., Cuando Israel estaba a punto de pasar el Jord�n, deb�an prepararse para ser espectadores de una escena tan augusta.

En los tiempos antiguos, los hombres eran rociados con sangre y, por lo tanto, santificados de la contaminaci�n y considerados puros a los ojos de Dios. Este es el sentido en el que vemos nuestro tercer texto, �Santificaci�n por el Esp�ritu�, el sentido en el que generalmente se entiende.

2. La santificaci�n comienza en la regeneraci�n y se lleva a cabo de dos maneras: mediante la mortificaci�n, mediante la cual se someten los deseos de la carne, y la vivificaci�n, mediante la cual la vida que Dios ha puesto en nosotros se hace brotar en vida eterna. Esto se lleva a cabo todos los d�as en lo que llamamos perseverancia, y llega a la perfecci�n en la "gloria". Ahora bien, esta obra, aunque com�nmente hablamos de ella como la obra del Esp�ritu, es tambi�n la obra de Cristo.

Hay dos agentes: uno es el obrero que obra eficazmente esta santificaci�n, que es el Esp�ritu; y el otro, el agente, el medio eficaz por el cual el Esp�ritu obra esta santificaci�n es Jesucristo y Su sangre m�s preciosa. Hay una prenda que debe lavarse. Aqu� hay una persona para lavarlo, y hay un ba�o en el que debe lavarse: la Persona es el Esp�ritu Santo, pero el ba�o es la preciosa sangre de Cristo.

3. El Esp�ritu de Dios como Autor de la santificaci�n emplea un agente visible. Santif�calos en tu verdad. Tu Palabra es verdad �. Entonces, cu�n importante es que se predique la verdad.

4. En otro sentido, somos santificados por medio de Cristo Jes�s, porque es Su sangre y el agua que fluy� de Su costado en la que el Esp�ritu lava nuestro coraz�n de la contaminaci�n y la propensi�n al pecado ( Efesios 5:25 ). No hay ser santificado por la ley; el Esp�ritu no usa preceptos legales para santificarnos.

No; As� como cuando las aguas de Mara estaban amargas, Mois�s mand� echar un �rbol, y eran dulces, as� el Esp�ritu de Dios, al encontrar amarga nuestra naturaleza, toma el �rbol del Calvario, lo arroja al arroyo y todo se purifica. Nos encuentra leprosos, y para limpiarnos, moja el hisopo de la fe en la sangre preciosa, la roc�a sobre nosotros y quedamos limpios. La sangre de Cristo no solo satisface el pecado, sino que obra la muerte del pecado. La sangre aparece ante Dios y le agrada; cae sobre nosotros, la lujuria se marchita y las viejas corrupciones sienten el golpe de la muerte.

5. As� como el Esp�ritu solo obra mediante la verdad, la sangre de Cristo solo obra mediante la fe. Nuestra fe se aferra a la expiaci�n, ve a Jes�s sufriendo en el madero y dice: �Prometo vengarme de los pecados que lo clavaron all�; y as� Su sangre preciosa obra en nosotros un aborrecimiento de todo pecado. ( CH Spurgeon .)

Tres notas de la Iglesia

I.Es de Dios - pero para distinguirlo de los paganos ????????? - un nombre nunca usado en griego profano para denotar una asamblea religiosa - sino para distinguirlo del ??????, que es el antagonista del reino y del cual la Iglesia se llama. Aunque el nombre ecclesia fue tomado de los clubes o asociaciones de la �poca, el ap�stol descubre en �l una idea cristiana: la de la separaci�n del mundo. Decir que la Iglesia es una ecclesia es decir que es de Dios.

II. Como resultado de su ser un ecclesia, la Iglesia es santificado ( cf . Juan 17:16 ). El significado principal es la consagraci�n. El cristiano entra en el lugar que hasta ahora ocupaba la Iglesia jud�a. Pero la consagraci�n en su forma cristiana se resuelve en santidad. Cristo toma posesi�n de toda moralidad y la eleva a la espiritualidad.

Toda bondad se convierte en religi�n, uniendo el alma a Dios. �En� significa que los creyentes no solo son santificados �mediante la ofrenda de Cristo� ( Hebreos 10:10 ), sino que tambi�n contin�an siendo santos en virtud de la uni�n con Cristo ( cf. Romanos 15:16 ).

III. Consiste en hombres "llamados a ser santos". Son santos en raz�n de un llamado Divino desde afuera as� como de una operaci�n Divina desde adentro ( cf. Romanos 1:6 ; Lev�tico 23:2 )

. La noci�n de santidad es en las Escrituras inseparable de la de ser contado, de ser asignado un lugar por Dios. ( Director Edwards .)

Gracia a vosotros y paz. -

paz y gracia

La gracia es favor y la paz sus frutos. El primero incluye todo lo que est� comprendido en el amor de Dios ejercido hacia los pecadores; y este �ltimo todos los beneficios que se derivan de ese amor. Todo bien, por tanto, providencial o espiritual, temporal o eterno, se comprende en estos t�rminos: justificaci�n, adopci�n y santificaci�n, con todos los beneficios que los acompa�an o se derivan de ellos.

Estas infinitas bendiciones suponen una fuente infinita; y como no se buscan menos de Cristo que de Dios el Padre, Cristo debe ser una persona divina. Cabe se�alar que Dios es nuestro Padre y Cristo nuestro Se�or. Dios como Dios no solo nos cre�, sino que nos renov� y adopt�. Dios en Cristo nos ha redimido. �l es nuestro due�o y soberano, a quien nuestra lealtad se debe inmediatamente; quien reina y gobierna sobre nosotros, defendi�ndonos de todos sus enemigos y de los nuestros.

�sta es la forma peculiar que asume la piedad bajo el evangelio. Todos los cristianos consideran a Dios como su Padre y a Cristo como su Se�or. Aman a su persona, obedecen a su voz y conf�an en su protecci�n. ( C. Hodge, D. D. )

La paz del cristiano

Conf�a en Dios y tu alma ya no ser� como �el mar que no puede descansar�, llena de deseos turbulentos, llena de deseos apasionados que se quedan en nada, llena de significados sin fin, como el oc�ano sin hogar que siempre est� trabajando y nunca se levanta. cualquier producto de su trabajo excepto espuma y malas hierbas quebradas; pero tu coraz�n se aquietar�, como un lago sin litoral, donde no hay vientos ni tempestades, y en su tranquila superficie se reflejar� el claro resplandor del azul despejado y la perpetua luz del sol que nunca se pone.

No hay paz sin cristo

El barco en el que atravesamos el mar de la vida siempre es impulsado por vientos contrarios hasta que el Se�or se embarca. ( J. Pulsford .)

Bendiciones divinas

Observar&mdash

I. La bendici�n que anunciamos.

1. Gracia y paz.

2. Necesitado por todos.

3. Ofrecido a todos.

II. Su fuente.

1. Dios.

2. Padre Nuestro.

3. Por Cristo.

4. Por tanto, la oferta es inagotable. ( J. Lyth, D. D. )

Versículos 4-13

Doy gracias a mi Dios ... por la gracia de Dios que os es dada por Jesucristo.

Acci�n de gracias apost�lica por

I. La gracia que hab�an recibido.

1. Entregado gratuitamente.

2. Ricamente abastecido.

3. Ampliamente confirmado.

II. La esperanza que esperaban. Esperaron confiadamente ...

1. La venida de Cristo.

2. Su justificaci�n final.

3. Comuni�n eterna con �l. ( J. Lyth, D. D. )

Felicitaci�n y advertencia apost�licas

I. La felicitaci�n apost�lica. "Doy gracias a mi Dios", etc.

1. En el coraz�n de San Pablo, el desinter�s del cristianismo hab�a convertido este mundo en una fiesta perpetua. Si queremos saber c�mo fue su vida, 2 Corintios 11:1 ; sin embargo, estaba lleno de la bendici�n que surge de la capacidad de disfrutar las bendiciones de los dem�s como si fueran nuestras.

Personalmente obtenemos muy poco en este mundo; y si vamos a lamentar que nunca tuvimos un hijo completo para nosotros "para divertirnos", la vida se volver� realmente desolada. Solo diciendo: �Es conveniente que nos regocijemos y alegr�monos� con nuestros hermanos, la vida puede ser una bendici�n. As�, el ap�stol, en todo su cansancio y persecuciones, se regocijaba siempre con sus Iglesias.

2. Aqu� se regocija por tres dones a los corintios:

(1) El de la expresi�n. Para Pablo, una bendici�n no era nada a menos que pudiera impartirse a otros. Conocer una verdad es una cosa, poder expresarla es otra, y atreverse a expresarla es otra. "Expresar" implica tanto poder como coraje. Una verdad oculta es improductiva. Y, por tanto, el poder de la expresi�n se convierte, por la gracia de Dios, en una facultad divina.

(2) Pero puede haber expresi�n sin conocimiento. San Pablo deseaba expresarse para expresar algo en �l. Para muchas personas, la expresi�n es s�lo verborrea. Busquemos, no meramente tener expresi�n, sino tener algo digno de ser pronunciado. Aseg�rese de hablar de lo que sabe, y nada m�s.

(3) La actitud de expectaci�n (vers�culo 7), como si fuera el mejor regalo de todos.

(a) Debemos buscar una Iglesia del futuro, no del pasado ni del presente. La venida de Cristo incluye el estado perfecto de la sociedad humana, y aqu�, Cristo viene a nosotros, no nosotros vamos a �l. Y debemos estar esperando esto; no ocupados en sue�os y lamentos por el pasado, ni alabando complacientemente el presente, sino agradecidos a Dios por lo que tenemos, sintiendo que el pasado era necesario y, todav�a insatisfechos con nosotros mismos, esperando algo mejor a�n, tanto para Iglesia de Dios y mundo.

(b) Implica un estado humilde de espera; no dogmatizar, no temer, sino simplemente esperar. El reino de Dios est� dentro de nosotros; pero el reino de Dios desarrollado ser� como el rel�mpago, repentino y universal.

3. Note la base de la esperanza para la continuaci�n y el �xito de esas bendiciones. No en la estabilidad de la bondad humana, sino en el car�cter de Dios (vers�culo 9). �No hab�a tenido Saulo alguna vez el Esp�ritu? �No hab�a tenido Judas alguna vez dones? �Qui�n, entonces, podr�a decir que los corintios no har�an naufragio de su fe? El ap�stol responde a esto, no contando con su fidelidad a Dios, sino con la fidelidad de Dios a ellos.

Por supuesto, esta doctrina puede ser mal utilizada. Podemos apoyarnos demasiado en ello y, por lo tanto, volvernos desapercibidos y supinos; pero, sin embargo, es una verdad preciosa, y sin ella no puedo entender c�mo un hombre se atreve a salir a trabajar por la ma�ana, o por la tarde recostar la cabeza sobre la almohada para dormir.

II. La advertencia y la reprensi�n del ap�stol.

1. Hab�an surgido partidos en Corinto.

(1) Aquel que se llam� a s� mismo por el nombre de Pablo. Ahora bien, la ense�anza de este ap�stol difer�a de la de los dem�s en la prominencia que dio a ciertas verdades: la justificaci�n por la fe, la salvaci�n de los gentiles y la libertad cristiana. Algunos de los corintios exageraron todo esto, y dijeron: "Esta es la verdad y nada m�s": en consecuencia, hicieron de la doctrina de la justificaci�n por la fe una excusa para el libertinaje, y la doctrina de la libertad cristiana un manto de malicia.

(2) Lo que se nombr� a s� mismo en honor a Apolos, la diferencia entre quien y Pablo parece no ser tanto una diferencia de puntos de vista como en el modo de expresar esos puntos de vista; la elocuencia de San Pablo fue tosca y ardiente, la de Apolos fue m�s refinada y pulida.

(3) El llamado por el nombre de Cefas, entre quien y Pablo hab�a esta diferencia: que mientras que el Esp�ritu de Dios hab�a separado a Pablo del juda�smo por un impacto repentino, en el coraz�n de Pedro el cristianismo se hab�a desarrollado lentamente; hab�a conocido a Jes�s primero como el Hijo del Hombre, y luego como el Hijo de Dios. Pas� mucho tiempo antes de que se diera cuenta del prop�sito de Dios de amar a los gentiles. Por tanto, todos los jud�os conversos prefirieron seguirlo.

(4) El que se llama a s� mismo por el nombre de Cristo, quien sin duda se enorgullec�a de su espiritualidad y luz interior, y miraba con desprecio a los que profesaban seguir la opini�n de cualquier maestro humano. Quiz�s ignoraron por completo la ense�anza apost�lica y proclamaron la doctrina de la comuni�n directa con Dios sin la ayuda del ministerio u ordenanzas.

2. La culpa de estos partidarios no resid�a en tener puntos de vista diferentes entre s�; la culpa del cisma es cuando cada parte, en lugar de expresar plenamente su propia verdad, niega que los dem�s est�n en la verdad. Nada devora m�s el coraz�n y la vida de la religi�n que el esp�ritu de fiesta. El cristianismo es amor; el esp�ritu de fiesta es la muerte del amor. El cristianismo es uni�n en medio de una variedad de puntos de vista; el esp�ritu de partido es la desuni�n.

En estos d�as de esp�ritu de fiesta, inste solemnemente en nuestro coraz�n que �nos amemos unos a otros�. La precisi�n de la vista vale poco en comparaci�n con la calidez del coraz�n. Es f�cil amar a los que est�n de acuerdo con nosotros. Aprendamos a amar a quienes difieren de nosotros. ( FW Robertson, M. A. )

Agradecimiento ejemplar y confianza preciosa

Dos estados mentales benditos: -

I. Agradecimiento ejemplar. "Doy gracias a mi Dios siempre en tu nombre". La gratitud aqu� fue ...

1. Altruista. "En su nombre." Est� bien y es bueno alabar a Dios por lo que ha hecho por nosotros, pero es algo m�s noble alabarle por lo que ha hecho por los dem�s. Nadie aprecia correctamente una bendici�n si no desea que otros participen en ella. La sublimidad de un paisaje se disfruta m�s del doble cuando uno o m�s est�n a su lado para compartir su admiraci�n.

2. Por el bien espiritual. "Por la gracia de Dios".

(1) Esa gracia que �enriqueci� en toda expresi�n y en todo conocimiento� - dos dones espl�ndidos donde est�n inspirados por la �gracia de Dios� y debidamente relacionados. La �expresi�n� aparte del �conocimiento� es in�til y perniciosa, volubilidad del vicio, locuacidad de los males sociales. El "conocimiento" no tiene ning�n valor para los dem�s, a menos que tenga una "expresi�n" eficaz. El conocimiento con una oratoria poderosa mover� el mundo; ha estremecido dinast�as, convertido a millones y creado iglesias.

(2) Esa gracia que confirm� en su experiencia el testimonio de Cristo. �Qu� regalo m�s grande que este: una realizaci�n personal del cristianismo?

(3) Esa gracia que los inspir� con una esperanza pr�ctica de la aparici�n de Cristo.

3. Un estado mental habitual. "Doy gracias a Dios siempre". No fue un sentimiento ocasional. Fue una actitud firme de coraz�n.

II. Confianza preciosa.

1. En Cristo perfeccionando el car�cter. �El cual tambi�n os confirmar� hasta el fin�. Perfeccion�ndolo para que sea "irreprensible". Todas las imperfecciones morales eliminadas.

2. En Su aparici�n de nuevo. El d�a en que �l aparecer� es el d�a de los d�as para la humanidad.

3. Al concederles compa�erismo. �A la comuni�n de Su Hijo Jesucristo el Se�or�. �Donde yo estoy, vosotros tambi�n estar�is�. ( D. Thomas D. D. )

La gracia y los dones de Dios

Pablo usa aqu� dos expresiones, colocadas en otra parte en la misma conexi�n cercana (ver Romanos 12:6 ; 1 Pedro 4:10 ), �gracia� (?????) y �regalo� - no ????? o sus palabras afines (que podr�an incluir cada bendici�n natural com�n a paganos y cristianos), pero ??????? , la bendici�n espiritual conectada con la "gracia" de Dios y que fluye de ella. Tenga en cuenta que&mdash

I. Ambos son caracter�sticos de la dispensaci�n del evangelio.

1. Es cierto que la "gracia" se menciona en el Antiguo Testamento, y se proclama que Dios es "misericordioso", pero esto rara vez. Es en el Nuevo Testamento donde tenemos una revelaci�n completa de esto, y primero tenemos la frase frecuente "la gracia de Dios".

2. Y esto porque �la gracia� vino por Jesucristo� ( Juan 1:17 ; Tito 2:11 ). As� que en el texto. El favor m�s pleno y libre de Dios para un mundo pecador, hecho posible por el sacrificio de Cristo, manifestado por Su vida y ministerio, y entregado a Sus disc�pulos como posesi�n permanente en el derramamiento del Esp�ritu.

3. Los "dones" de Dios son as�:

(1) La herencia de la Iglesia cristiana, que es la esfera especial de las operaciones del Esp�ritu Santo ( 2 Corintios 6:16 ; Efesios 2:22 ).

(2) Distribuido a los creyentes por �l como Dios (cap. 12: 4, 11).

(3) El resultado de la gracia divina de nuestro llamado cristiano ( Romanos 12:6 ), y argumentar la posesi�n de esa gracia ( 1 Pedro 4:10 ).

II. Ambos deben ser utilizados por nosotros.

1. La �gracia� mira principalmente hacia el lado de la santificaci�n personal. San Pablo suplica a sus conversos que no �reciban en vano la gracia de Dios� ( 2 Corintios 6:1 ), muestra c�mo �l mismo hab�a sido cambiado de ser el principal de los pecadores �por la gracia de Dios� ( 1 Corintios 15:10 ), y gracias a Dios por haber sido part�cipes de la misma bendici�n (texto y 1 Corintios 6:11 ).

2. Los �dones� miran principalmente hacia el lado de la edificaci�n de la Iglesia. Deben usarse para otros ( 1 Pedro 4:10 ). Algunos tienen m�s y otros menos; algunos tienen uno y otros. En nuestro texto, San Pablo menciona dos, "expresi�n" (o quiz�s la exposici�n de "doctrina" - ?????) y "conocimiento" de las cosas espirituales. En el cap. 12. �l muestra c�mo esta Iglesia fue �enriquecida� por una abundancia (ver vers�culos 8-10, 28).

3. Como todo cristiano de coraz�n sincero ha recibido tanto la gracia como alg�n don o dones espirituales, debemos tener cuidado de usar ambos correctamente.

(1) Aprovechar todos los "medios de gracia".

(2) Ensayar alg�n trabajo en la Iglesia.

4. La gracia y los dones de Dios pueden ser desatendidos o mal utilizados. Ilustre con la par�bola de las diez libras por "gracia" y de los diez talentos por "d�divas".

III. Ambos apuntan hacia el final que tenemos ante nosotros.

1. La santificaci�n es para esa �santidad sin la cual nadie ver� al Se�or� ( Hebreos 12:14 ); a que sea �como �l�, para que podamos �verlo como �l es� ( 1 Juan 3:2 ).

2. La obra cristiana no es un fin, sino el medio para un fin, incluso la preparaci�n para la segunda venida de Cristo.

3. Este segundo advenimiento, y no la muerte, es el gran fin que se establece en el Nuevo Testamento como la meta de las esperanzas y los esfuerzos del cristiano. Entonces nuestro texto.

Conclusi�n: Dejemos que este tema conduzca a ...

1. Agradecimiento por la gracia de Dios manifestada en el progreso de su obra entre nosotros.

2. Humildad en el reconocimiento de nuestros dones espirituales como de Su gracia �nicamente.

3. Seriedad en el cumplimiento de nuestra obligaci�n de �ministrar los mismos unos a otros�.

4. Unicidad de prop�sito al mirar hacia el final de la obra de Dios en nosotros y por nosotros: la venida de nuestro Se�or Jesucristo. ( TH Barnett .)

Las bendiciones que el evangelio

I. Implantes

1. Una mente iluminada.

2. Un esp�ritu de espera.

II. Asegura&mdash

1. La preservaci�n continua de los creyentes.

2. Su aceptaci�n final.

Solicitud:

1. Sea agradecido si es part�cipe de esta gracia.

2. Tenga cuidado de caminar digno de ella.

3. Recuerda en qui�n est� toda tu fuerza. ( C. Simeon, MA )

Excelencia cristiana

Pablo aqu� nos presenta esto como:

I. Un hecho de la experiencia humana.

II. Un producto de la influencia divina.

III. Un tema de agradecimiento a Dios. ( J. Willcox. )

Nuestro Se�or Jesucristo es

I. El canal de la gracia divina. Si somos �llamados a ser santos�, �participantes del llamamiento celestial�, todo es en y por medio de �la gracia dada por Jesucristo� (vers�culo 4).

II. La fuente de todos los dones espirituales. �Enriquecido por �l en toda expresi�n y en todo conocimiento� (vers�culo 5); �Para que no os qued�is atr�s en ninguna ofrenda� (vers�culo 7); �El cual tambi�n os confirmar� hasta el fin� (vers�culo 8); �Para que se�is irreprensibles� (RV).

As�: Dones de ...

1. Predicaci�n.

2. Audiencia.

3. Milagros ( 1 Corintios 12:4 ).

4. Perseverancia.

5. Santidad - Todos se remontan a �l como el Autor.

III. El tema de la predicaci�n apost�lica. �El testimonio de Cristo� significa el testimonio dado acerca de Cristo. Cristo es el Alfa y la Omega de toda predicaci�n verdadera. Cristo en toda su obra y oficios, especialmente "Cristo crucificado".

IV. El objeto de la expectativa cristiana (vers�culos 7, 8). Lo buscamos con fe, esperanza y amor. Su venida ser� una revelaci�n de Su gloria y de nuestro juicio. Que seamos "irreprensibles" a sus ojos. ( Mundo clerical .)

Que en todo sois enriquecidos por �l -

Las riquezas espirituales de Cristo

I. Hombre pobre por naturaleza ( Apocalipsis 3:17 ). Perdi� su primogenitura, su herencia.

1. Pobre en el tiempo. Si no se enriquece, pobre en la eternidad.

2. "Pobre" en el habla, porque pobre en el conocimiento. Su lenguaje imp�o, necio, ocioso, etc.

3. �Pobre�, aunque posee riquezas terrenales. "No hagas nada".

4. �Pobres�, porque sin �l, �sin quien nada es fuerte�.

II. El hombre enriquecido por la gracia ( Apocalipsis 3:18 ). Se restaur� la primogenitura. Herencia asegurada. "Si son hijos, entonces herederos".

1. "Rico" en expresi�n - "toda expresi�n" - porque rico en "todo conocimiento". Palabras santas, amorosas y agradecidas. Oraci�n y alabanza.

2. �Rico�, aunque posee poco de la riqueza de este mundo. "No teniendo nada todav�a", etc.

3. "Rico", porque "en Cristo", "en quien habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". "Riquezas inescrutables". Enriquecido por �l. Todo de Cristo, "quien por nuestro bien se hizo pobre para que nosotros ... pudi�ramos ser enriquecidos". ( J. Cornford .)

El poder enriquecedor de Dios

"En todo" - en tu

(1) f�sico,

(2) intelectual,

(3) emocional,

(4) naturalezas espirituales.

Toda la naturaleza muestra esta abundancia de Dios. Nos enriquecemos en todas nuestras relaciones: en el hogar, en la sociedad, etc. "En �l." Esto no se puede decir de nadie m�s que de Dios. Los presidentes y reyes pueden ayudarnos a hacer justicia. Millonarios, magnates ferroviarios y banqueros tienen el poder de enriquecernos temporalmente. Solo de Dios se puede decir que en todo ustedes son enriquecidos por �l. �De qu� manera nos enriquecemos?

1. La mejor manera de obtener verdaderos honores es hacer que nuestras vidas se ajusten a los principios cristianos.

2. Las ideas de inspiraci�n enriquecer�n el intelecto de manera m�s amplia y permanente que los borradores extra�dos de otras reservas de sabidur�a. Todos los dem�s est�n recibiendo dep�sitos: la Biblia es una fuente fuente.

3. El hombre cuyo negocio se lleva a cabo sobre una base cristiana seguramente ser� rico en el mejor sentido de la palabra. Nadie es rico si no es rico en contentamiento y en buenas obras.

4. Estamos capacitados en Dios para creer y afirmar nuestra inmortalidad.

5. En �l tenemos una riqueza de espiritualidad cada vez mayor. No le afecta la tumba. Si nos falta algo bueno, pedimos y recibimos. Todas las cosas son nuestras. Si tal es para nosotros el poder enriquecedor de Dios en la tierra, �cu�nto m�s enriquecedor ser� ese poder en el mundo venidero! ( N. Schenk, D. D. )

Enriquecido por Cristo

1. Cristo ha enriquecido la vida intelectual del mundo. Rango de pensamiento humano inmenso, pero finito. La grandeza del arte y la literatura del mundo evidencia los altos y poderosos poderes del hombre. Cristo ha tocado y refinado el arte y la literatura del mundo. Literatura antigua, excepto los escritos sagrados jud�os, paganos, una masa de gloria y verg�enza mezcladas. La influencia purificadora de Cristo. Hoy en d�a, el arte y la literatura del mundo son cristianos.

2. Cristo ha enriquecido la vida moral del mundo. Debilidad fatal de los moralistas humanos. Carec�a de autoridad. Cristo habl� con autoridad. Sus ense�anzas no son opiniones, sino reglas vivas de vida y conducta. Las ense�anzas de Cristo han cambiado la vida moral del mundo. Lo m�s importante.

(1) La Paternidad de Dios. Nuevo significado dado al s�mil del Antiguo Testamento, "Como un padre", etc.

(2) La hermandad del hombre. Fuerte y sabio para ayudar al d�bil y al ignorante. "Sobrellevad los unos las cargas de los dem�s y cumplid as� la ley de Cristo".

(3) Necesidad de un cambio moral para preparar a los hombres para el reino de los cielos.

(4) Vida e inmortalidad sacadas a la luz. Solo Cristo habla aqu� con autoridad. "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones".

3. Cristo ha enriquecido la vida social del mundo. Verdades que enriquecen el pensamiento y la vida moral del mundo est�n obligadas a influir en su vida social. Poder vivo en pensamientos nobles y verdaderos para fermentar el car�cter. Verdad subjetiva en su influencia sobre la mente; objetivo en car�cter e influencia sobre otros. El pensamiento cristiano puede moldear la vida de una naci�n.

(1) La vida humana hecha sagrada.

(2) Por la elevaci�n de la mujer. ( Tiempos metodistas ).

Vida enriquecida por Cristo

Si quieres ser su disc�pulo, �l enriquecer� tu vida, la limpiar� de su contaminaci�n, conquistar� tus concupiscencias, iluminar� tu mente, profundizar� en ti todo lo que es generoso, rico, fraterno, verdadero y verdadero. solo. �l har� que valga la pena tener su vida, s�, cada vez m�s valiosa, a medida que gane en experiencia de Su poder y Su amor, incluso hasta el final. Tocar� tus sufrimientos y tus trabajos con la gloria de su simpat�a; �l profundizar� sus esperanzas para ustedes y los dem�s con la seguridad de una perspectiva eterna.

Al final, �l te purificar�, perfeccionar� y te dar� la bienvenida. Solo que no cometa el error fatal de imaginar que su vida es cristiana de todos modos, o que puede ser cristiana por cualquier otro proceso que no sea por su aceptaci�n deliberada y valiente de la ley de Cristo, porque desea ser su disc�pulo. ( Chas. Gore, M. A. )

El poder de la expresi�n

Hay otro poder que cada hombre deber�a cultivar seg�n su capacidad, pero que est� muy descuidado en la masa de la gente, y es el poder de la expresi�n. Un hombre no fue hecho para encerrar su mente en s� mismo, sino para darle voz e intercambiarla por otras mentes. El habla es una de nuestras grandes distinciones del bruto. Nuestro poder sobre los dem�s no reside tanto en la cantidad de pensamiento que tenemos dentro como en el poder de sacarlo a relucir.

Un hombre de m�s vigor intelectual que el ordinario puede, por falta de expresi�n, ser un cifrado, sin importancia, en la sociedad; y un hombre no s�lo influye en los dem�s, sino que ayuda en gran medida a su propio intelecto al expresar sus pensamientos de forma clara y contundente. Nos entendemos mejor a nosotros mismos, nuestras concepciones se vuelven m�s claras, por el mismo esfuerzo de explic�rselas a los dem�s. Nuestro rango social tambi�n depende en gran medida de nuestro poder de expresi�n. Para tener relaciones sexuales con personas respetables debemos hablar su idioma. ( HE Channing, DD )

Expresi�n y conocimiento

Los dos dones especiales de los corintios consistieron en parte en la elevaci�n y consagraci�n de sus caracter�sticas nacionales. El habla ocupa un lugar no menos prominente en el Nuevo Testamento que entre los griegos. Tiene por objeto dar testimonio de Cristo, y es un �don� de Dios por el que el ap�stol da gracias. El cristianismo irrumpi� en el mundo como una nueva revelaci�n que, al ser contada y repetida por todos lados, es poderosa para regenerar a los hombres. Este es el origen y la vida de la predicaci�n; porque, como dice Pascal, "los santos nunca han callado". ( Director Edwards .)

As� como el testimonio de Cristo fue confirmado en ti . -

Dando testimonio de la verdad

Nota&mdash

I. El testimonio de Jes�s. Cuando fue llevado ante Pilato, el interrogatorio fue: �Cu�l era su misi�n? La respuesta fue que �l ten�a un reino, no de este mundo, y por lo tanto deb�a ser Rey. El suyo era el reino de la verdad; y las armas de su guerra no eran carnales, sino espirituales. Vino al mundo para dar testimonio de la verdad. Los fariseos lo acusaron de testificar por s� mismo.

La respuesta no fue una negaci�n de los hechos, sino una reafirmaci�n de que �l deber�a ser la luz del mundo y dar testimonio de la verdad. Cuando Juan, en su exilio, comenz� a ver las revelaciones de Dios, declar� que Jes�s era el Testigo fiel: que �l era el Pr�ncipe de los reyes de la tierra. Por lo tanto, ya sea que lo veamos en la profec�a o en la historia, o en la revelaci�n que hizo de s� mismo a sus siervos, vemos que su misi�n era la de Testificar.

II. Jes�s, habiendo dado Su evidencia de la verdad, ahora le queda a cada relevista confirmar ese testimonio al mundo en su vida con palabras y hechos. El mundo no cree en el Hijo de Dios. Los fariseos le dijeron que su testimonio no era verdadero. �l, por otro lado, cuando pretendi� ser el testigo de la verdad, hablando como nunca nadie ha hablado, obrando con el gran poder de Dios, se vuelve hacia sus seguidores y les dice: �Vosotros ser�is mis hijos. testigos.

�La idea aqu� evidentemente es que Jes�s, una vez depuesto, deben presentarse para confirmarlo ante el mundo. Es, por as� decirlo, el principal testigo en el tribunal. El esfuerzo es quebrantarlo cuando dice ser el Rey de la verdad. Su palabra ha sido hablada, y ahora Su pueblo est� dando su testimonio; pasa silenciosamente al jurado, y el veredicto se toma r�pidamente, ya sea a favor o en contra del Hijo de Dios.

Los hombres deben recibirlo. Esto lo har�n cuando vean a Sus disc�pulos corroborando en sus vidas el testimonio que �l dio de la verdad. Este testimonio corroborador de la Iglesia se da de esta manera: lo hacemos por Dios, o lo damos por �l, o sufrimos por �l. El mundo rinde un tributo especial a la �tica cristiana cuando dice: Tu credo es bueno, pero tu vida no est� a la altura. Podemos imprimir literatura religiosa y esparcirla por la tierra, pero el mundo no leer� libros: est� demasiado ocupado, demasiado inquieto, demasiado ansioso; pero te leer�, y recibir� o rechazar� las afirmaciones de la religi�n de Cristo en la medida en que encuentre en la vida cotidiana el registro que los creyentes est�n haciendo all�, el testimonio que est�n dando. ( RK Smoot, D. D. )

Versículos 7-8

Para que no os qued�is atr�s en ning�n regalo.

Regalo

Esta palabra juega un papel importante en esta ep�stola. Como indica la forma del griego, denota en general todo producto concreto en el que se encarna la gracia. Los diversos poderes, que tan a menudo en los escritos de San Pablo llevan el nombre de ????????? , son ciertamente los efectos de la vida sobrenatural debida a la fe en Cristo; pero se ajustan, no obstante, a las aptitudes naturales preexistentes en los individuos y los pueblos.

El Esp�ritu Santo no sustituye al alma humana; Lo santifica y consagra sus talentos innatos al servicio de la obra de salvaci�n. Mediante esta nueva direcci�n, los purifica y exalta, y les permite alcanzar su perfecto desarrollo. Esto era lo que hab�a sucedido en Corinto, y as� especialmente el testimonio apost�lico hab�a sido confirmado divinamente en la Iglesia.

Vemos c�mo Pablo todav�a evita cuidadosamente (como en 1 Corintios 1:5 ) hablar de los frutos morales del evangelio, porque este era el mismo aspecto en el que hab�a una grave deficiencia en Corinto. ( Prof. Godet .)

Dones y gracias

Los regalos muestran lo que tiene un hombre; gracias, lo que es .

Regalos y oraci�n

En las explotaciones mineras, los vagones o buques llenos y vac�os conectados entre s�, los que se han vaciado se elevan de vez en cuando en el ascenso por el descenso de los que se han llenado. De esta manera, deja que el descenso de las misericordias de Dios y los dones otorgados de Su plenitud levanten tus vasos vac�os para recibir una y otra vez de Su tesoro inagotable todo lo que necesites. ( R. Bickersteth .)

Esperando la venida de nuestro Se�or Jesucristo.

Esperando la venida del se�or

I. El objeto de la expectativa de todos los verdaderos creyentes. "La venida de nuestro Se�or Jesucristo". M�s bien deber�a haber sido traducido, el descubrimiento o manifestaci�n de nuestro Se�or Jesucristo. La idea principal es la de quitarse una prenda, enrollar una cortina o quitar una pantalla; y bajo cualquiera de estos aspectos que contemplemos la imagen representada por el ap�stol, volver� a casa con el mismo poder que nuestra propia conciencia de fragilidad, nuestra propia propensi�n a la muerte.

Pr�cticamente, ese momento ser� para nosotros la manifestaci�n de Cristo como Juez, que se despojar� de esta vestidura de la mortalidad, quitar� la cortina oscura de la tumba y quitar� la pantalla que nos separa del mundo invisible. El creyente, como el que est� consciente de un pecado no reconocido y sin arrepentimiento, no parte del juicio con aprensi�n y alarma. No es un Juez que se manifestar� a su punto de vista espiritual, adornado con rel�mpagos y asistido por ministros de ira; no es un Juez as�, sino nuestro Se�or Jesucristo: s�, incluso puede decir, con toda la confiada apropiaci�n. del ap�stol Pablo, �Cristo Jes�s, mi Se�or, cuya excelencia de conocimiento es la vida eterna, y en quien deseo ser hallado, no teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo,

II.El modo de prepararse para la venida o manifestaci�n de Cristo Jes�s, que ser�, no la aprehensi�n del mal inminente, sino 'la expectativa de un bien cierto y duradero. El ap�stol habla de Dios "confirmando a estos corintios hasta el fin". Confirm�ndolos, te preguntar�s, �en qu�? La referencia es al cuarto vers�culo, en el que San Pablo habla, primero, de la causa productora, en la cual la �nica preparaci�n hab�a comenzado o podr�a comenzar, incluso la "gracia que hab�a sido dada por Jesucristo"; y luego del efecto que se hab�a producido por ello - "que se enriquecieron en toda expresi�n y en todo conocimiento"; en cuya expresi�n, siendo la declaraci�n de una buena confesi�n - y en cuyo conocimiento, siendo lo que es para la vida eterna - desea que por la misma gracia, y por el mismo poder, sean confirmados.

III. La consecuencia de haber sido as� preparados por gracia y confirmados por Dios hasta el fin: es decir, que seremos hallados sin culpa en el d�a de Jesucristo. Esta palabra "irreprensible" es estrictamente un t�rmino forense, aplicable al juicio del alma en el tribunal supremo del cielo, y por Dios, el Juez de todos. Cualesquiera que sean los descubrimientos del �ltimo d�a, o quienquiera que lo haya hecho, de una cosa estamos seguros, m�s all� de todo temor a una contingencia, "no hay condenaci�n para los que est�n en Cristo Jes�s". ( T. Dale, M. A. )

Esperando

1. Todos estamos haciendo esto de una forma u otra. Algunos vigilantes y fieles en nuestro puesto, en medio de un mundo perverso, como el centinela que muri� de guardia en la pecadora Pompeya; algunos en el olvido perezoso, como las v�rgenes insensatas; otros con un miedo abyecto, como criminales condenados que esperan la llegada del verdugo; muchos, conf�o, con paciencia, esperanza y paz.

2. Esperar es un trabajo muy duro, mucho m�s dif�cil que hacerlo. Esperando tambi�n incertidumbres y tiempos mejores que tal vez nunca lleguen; �Esperar contra esperanza�, con esa �esperanza diferida que enferma el coraz�n�, es una de las tareas m�s dif�ciles que tenemos que hacer. Esperar al Se�or Jesucristo tambi�n es un trabajo duro, debido al pecado que est� en nosotros y a nuestro alrededor, pero no es desesperado ni dudoso. "A su debido tiempo cosecharemos si no desmayamos".

3. �Cu�l es la mejor forma de esperar esto?

4. Aunque estamos esperando la venida del Se�or Jes�s, en cierto sentido, �l est� siempre con nosotros.

5. Debemos esperar la venida de nuestro Se�or con nuestra armadura ce�ida y al frente de la batalla. ( HJW Buxton, M. A. )

La venida de cristo

Cuando esperamos a alguien, volvemos los ojos de esa manera, como la esposa mira hacia el mar cuando espera el regreso de su esposo. Seguramente, entonces, si esperamos la venida de Cristo, mantendremos nuestros ojos hacia el cielo y nuestras mentes ocupadas con el pa�s de donde viene.

La segunda venida de cristo

No tenemos miedo de ir solos en un viaje a un lugar extra�o cuando estamos seguros de que un amigo nos encontrar� al final del viaje. El esposo en una ciudad lejana telegrafia a su esposa para que venga a �l, y �l estar� en la estaci�n para recibirla.

Fe y preparaci�n para la segunda venida de Cristo

La venida de Cristo se refiere literalmente a Su aparici�n en el �ltimo d�a, pero en su significado sustancial, y en cuanto a todos sus efectos pr�cticos, puede considerarse como equivalente a nuestra muerte, porque no solo est� determinada nuestra condici�n futura, sino que Entramos en esa escena en la que Su premio nos fijar� cuando pronuncie nuestra sentencia final. Consideremos, entonces, lo que implica la espera del cristiano por la venida de nuestro Se�or Jesucristo.

I. Una firme convicci�n de que Cristo vendr�. En cualquier otro estado de �nimo, el t�rmino "espera" ser�a inaplicable. Y, de hecho, la segunda venida de Cristo forma parte del credo deliberado y apreciado de todo verdadero disc�pulo. No es una mera especulaci�n permitida porque sea agradable; una conjetura sugerida por las apariencias y aceptada como probable y �til; el resultado de un proceso de razonamiento, susceptible de errores y dudas; es un punto de fe firme, que el cristiano sostiene porque se basa en el testimonio de Aquel que es igualmente omnisciente y verdadero.

Es el tema de una predicci�n divina, de una promesa divina, de una seguridad divina; y, por tanto, no podemos negar nuestro pleno asentimiento a ella sin impugnar la perfecci�n absoluta de ese Ser absolutamente perfecto por quien ha sido atestiguada. Y recuerde que no se establece simplemente como uno de una multitud de eventos que suceder�n, sino como una parte constitutiva de ese plan que el Hijo de Dios se comprometi� a ejecutar como Redentor de los hombres pecadores. Cristo fue "ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, y a los que le esperan, Cristo aparecer� por segunda vez, sin pecado, para salvaci�n".

II. Que este evento es objeto de pensamiento y contemplaci�n habituales. �C�mo, en verdad, puede ser de otra manera, viendo que es tan cierto y tan importante en Su opini�n? Si se tratara de una circunstancia meramente probable, un hecho de poco inter�s o nada m�s que una seca verdad abstracta, la mente del cristiano no podr�a entretenerlo con mucha cordialidad, o esperar el per�odo de su realizaci�n con alguna intensidad de sentimiento. .

Pero cu�n diferente debe ser afectado hacia �l, cuando considera su indudable certeza, las conmovedoras preocupaciones que involucra, las diversas atracciones que presenta en todos sus aspectos, y la influencia que tiene en todo lo que ahora es. y todo lo que ser� para siempre.

III. Una preparaci�n diligente y fiel para ello. A menos que tuvi�ramos esta preparaci�n, no se podr�a decir con propiedad que esperemos la venida de Cristo, porque, si no estamos preparados para Su venida, ser�a un evento temible y despreciado. Cristo vendr� con dos prop�sitos: recompensar a su pueblo y castigar a sus enemigos. Pero si estamos entre el n�mero de Sus enemigos, entonces, cuando �l venga, debemos sufrir la condenaci�n que �l ha amenazado contra todos aquellos que se han negado o descuidado para llegar a ser lo que �l pidi� que fueran. Aquellos que esperan Su venida y est�n preparados para ese evento, son:

1. Creyentes. Confiando en Cristo en el ejercicio de una fe verdadera, podemos esperar su venida, porque su m�rito, apropiado por esa fe, ha cancelado nuestra culpa, cuya prevalencia habr�a hecho terrible su venida, y ha obtenido un t�tulo para nosotros. al reino celestial, al que nunca podr�amos haber entrado por nuestras propias acciones o merecimientos.

2. Santos: personas santas. Cuando Cristo venga, ser� para conducir a su pueblo a su recompensa. Pero, �c�mo puede �l llevarnos a la casa de Su Padre, si nuestros principios, disposiciones y h�bitos est�n en hostilidad irreconciliable con los ejercicios y goces de esa morada bendita? Nada de lo que contamina puede entrar en la Nueva Jerusal�n.

IV. Un decidido y ardiente deseo por ello. El sentimiento est� dictado por toda nuestra experiencia presente y por todas nuestras perspectivas futuras. Hay males de los que solo ese evento puede emanciparnos, y hay goces a los que solo ese evento puede introducirnos. Y si es correcto desear la liberaci�n de uno y el logro del otro, entonces es correcto desear la segunda venida de Cristo, porque eso se identifica con ambas ventajas.

1. Aqu� est�s sujeto a la enfermedad, a su dolor, a su languidez y a su resultado mortal. Pero cuando venga tu Salvador, te pondr� la corona de la vida, y no enfermar�s, ni sufrir�s, ni morir�s m�s.

2. Aqu� su reputaci�n puede resultar herida por ignorancia, envidia, prejuicio o malevolencia. Pero cuando venga tu Salvador, te colocar� entre aquellos a quienes Dios ha justificado, y a quienes ning�n hombre puede condenar, en cuya sociedad la calumnia no puede alcanzarte y el oprobio no puede lastimarte.

3. Aqu� puede que tenga que luchar con los numerosos males y dificultades de la pobreza. Pero cuando venga tu Salvador, no tendr�s necesidades que �l no suplir� con abundancia inagotable.

4. Aqu� tus queridos amigos pueden traicionarte cuando eres m�s confiado, y aquellos que eran queridos para ti como tu propia alma pueden ser arrancados de tu abrazo por la implacable mano de la muerte. Pero cuando venga su Salvador, pondr� fin a esta escena de prueba y lo llevar� a lugares donde la ingratitud, la traici�n y la disoluci�n sean desconocidas.

5. Aqu� tienes la plaga del pecado para molestarte y atormentarte. Pero cuando su Salvador venga, �l lo colocar� donde estar� m�s all� del alcance de la tentaci�n, y m�s all� del miedo y la capacidad de transgredir.

6. Aqu� sus ojos y su coraz�n se sienten a menudo dolidos por la vista de la abundancia de iniquidad. Pero cuando venga tu Salvador, te conducir� a una regi�n tan pura como feliz.

7. Aqu� sus mejores servicios y logros m�s altos se mezclan con mucha imperfecci�n y debilidad. Pero cuando su Salvador venga, �l los har� "perfectos, como su Padre que est� en los cielos es perfecto".

8. Aqu� todos sus placeres, por exquisitos, multiplicados y prolongados que sean, se mezclan en el mejor de los casos y pronto terminan. Pero cuando venga su Salvador, �l les impartir� una felicidad inmortal como las almas que han de disfrutarla, como la fuente no creada de la que debe fluir.

9. Aqu� es una prueba para su paciencia que la Cruz de Cristo sea una roca tan ofensiva, y que Aquel que carg� con su agon�a y su verg�enza sea despreciado y rechazado por los hombres. Pero cuando venga tu Salvador, sus enemigos ser�n destruidos, los innumerables trofeos de su humillaci�n y su sangre se reunir�n para honrarlo, y todas las huestes del cielo se unir�n con todos los redimidos de la tierra para atribuirle la bendici�n, y dominio, que tan ricamente hab�a ganado.

V. El ejercicio de la paciencia y la resignaci�n. La sumisi�n a los arreglos divinos es una parte necesaria del car�cter cristiano, y particularmente en este sentido. Debes esperar con paciencia la segunda venida de Cristo, porque:

1. El per�odo de esa venida est� fijado por el nombramiento de Dios. Es parte del plan que �l ha formado para tu salvaci�n. Tiene su origen en la misma misericordia que lo impuls� a entregar a su Hijo al sufrimiento y la muerte por ti. �Y no te obliga toda visi�n de las perfecciones divinas a aceptar todo lo que ha sido fijado en cuanto a la segunda venida, as� como a todo lo que tuvo lugar con respecto a la primera venida de Cristo?

2. Es propicio para su propia mejora y ventaja. El presente es un escenario de preparaci�n para el futuro. Cada tentaci�n que resiste con �xito; cada obligaci�n que cumplas fielmente; cada ensayo al que se somete pacientemente; cada paso que avanzas en la carrera de la piedad y la virtud; Cada victoria que logres sobre el diablo, el mundo y la carne, por esa fe y paciencia que caracterizan a los santos de Dios en la tierra, pondr� una nota m�s elevada en tu c�ntico de alabanza y agregar� otra joya a tu corona de justicia. y gloria en el cielo.

Teniendo en cuenta, entonces, que su continua estancia aqu� es propicia para su beneficio eterno, no permitan que sus almas sean abatidas, y no permitan que sus deseos de liberaci�n traspasen los l�mites de la devota resignaci�n a la voluntad de Aquel que ha dispuesto su suerte en este mundo. con miras a tu destino m�s all� de �l, y cuya misericordia redentora lo llevar� a hacer que todas las cosas trabajen juntas para tu bien.

3. Es para beneficio de sus hermanos y semejantes. Este fue uno de los motivos de Pablo, cuando en medio de sus anhelos de partir y estar con Cristo, todav�a estaba contento de permanecer donde la gran Cabeza de la Iglesia lo hab�a ordenado trabajar. "Sin embargo", dijo, "permanecer en la carne es m�s necesario para ti". ( A. Thomson, D. D. )

La incertidumbre de la venida de Cristo

Esta mezcla de luz y oscuridad.

I. Nos deja en un estado m�s adecuado y m�s provechoso que la ignorancia absoluta o el conocimiento perfecto.

1. Despierta sentimientos que el primero no podr�a excitar y que:

2. Estos �ltimos se apagar�an a medida que surgieran.

II. Est� especialmente adaptado para mantener viva la expectativa, al traernos enf�ticamente ante nosotros la posibilidad perpetua de una manifestaci�n inmediata. Nos mantiene en un estado de ...

1. Esperanza viva;

2. Vigilancia;

3. Humildad;

4. Fidelidad;

5. Investigaci�n seria en pos de la verdad;

6. Reverencia y pavor. ( WA Butler, MA )

La revelaci�n de Jesucristo

Esta "revelaci�n" har�a dos cosas:

I. �Conf�rmalos hasta el fin� ( 1 Corintios 1:8 ). "Todo lo que est� bien que termine bien." El "fin" del cristiano confirmar� la sabidur�a de su elecci�n de tal "fin". Por tanto, "el fin de una cosa es mejor que el principio". El mundo lo llama "tonto"; el d�a de Cristo �confirmar� su sabidur�a.

El mundo lo llama innoble; el d�a de Cristo �confirmar� sus pretensiones de grandeza y gloria. El mundo lo llama pobre; el "d�a de Cristo" "confirmar�" sus afirmaciones de una "herencia incorruptible", etc. Ahora estamos �confirmando el testimonio de Cristo� y demostr�ndole veraz ( 1 Corintios 1:6 ). En "ese d�a" Cristo confirmar� nuestro testimonio y demostrar� que somos veraces. Ser� la manifestaci�n de los hijos de Dios.

II. Hazlos libres de culpa. Entonces todas las imperfecciones terminar�n. Las brumas h�medas del pecado ya no se elevar�n para oscurecer los cielos morales. Lecciones:

1. Est�mulo al trabajador fiel.

2. Confianza. �Las circunstancias parecen desalentadoras en sus labores de amor? �Se demoran los deseos largamente buscados? �Las nubes deseadas se niegan a romper en bendiciones sobre el coraz�n reseco? Tener fe. La bendici�n vendr�, aunque demore, "porque Dios es fiel", etc. ( 1 Corintios 1:9 ). Cumplir� sus promesas, etc.

3. Est�mulo. "La venida del Se�or Jesucristo" ser� una revelaci�n de "dones" no reconocidos o no desarrollados. Por lo tanto, "no te quedes atr�s en ning�n regalo", etc. Cuando amanezca ese d�a, se llevar� a cabo el gran servicio de confirmaci�n, �confirmando� lo bueno y lo malo por igual. ( El estudio .)

Quien tambi�n os confirmar� hasta el fin.

La fuerza del cristiano

Los escritos de San Pablo contienen frecuentes garant�as para los conversos de la continuidad y el aumento de la bendici�n de Dios y la gracia de Cristo, y de la fuerza para sostenerlos en sus pruebas, para superar sus dificultades y hacerlos �m�s que vencedores por el que los am� �( Romanos 8:37 ; Filipenses 1:6 ; Romanos 8:31 ; Romanos 8:38 ; 1 Corintios 1:4 , & c.

). �En qu� sentido y con qu� restricciones necesarias deben entenderse siempre promesas como �stas? Es manifiesto, tanto por la raz�n de las cosas como por las Sagradas Escrituras, que algunas bendiciones espirituales son obra de Dios tan enteramente, que, consideradas en s� mismas, es imposible que el hombre pueda contribuir a ellas o tener parte en su vida. terminaci�n. Por tanto, el perd�n de los pecados; adopci�n en la familia de Dios; una resurrecci�n de entre los muertos; y el don de la vida eterna; aunque supongan que el hombre debe prepararse debidamente, el arrepentimiento, la fe, la esperanza, la caridad, los prop�sitos fijos de obediencia y la perseverancia en el bien hacer son en s� mismos los dones absolutos de Dios, simples en su naturaleza y, hasta donde podemos percibir , no admitiendo adici�n ni disminuci�n.

Pero hay otras bendiciones o dones, que implican aumento y variedad, en cuyo avance el hombre debe asumir su parte y trabajar con Dios. Tales son las gracias que califican al alma humana para el perd�n, la paz y la gloria eterna; que son los rudimentos o primeros principios del car�cter celestial. Porque estos parten, en su mayor parte, desde comienzos peque�os y a menudo imperceptibles, y se fortalecen y maduran en h�bitos mediante el ejercicio y la disciplina piadosa.

Por lo tanto, cuando San Pablo asegura a los conversos que Dios "los confirmar� hasta el fin, para que sean irreprensibles en el d�a de nuestro Se�or Jesucristo", no los consuela con una seguridad de apoyo, divorciado de todas las condiciones. y contingencias; tampoco nos lleva a creer que haya personas en particular a las que Dios, en todo caso, dote de una perseverancia inquebrantable. Por lo tanto, dado que en las Escrituras se habla de la fe a veces como un don de Dios, a veces como un deber del hombre, es evidente que el don y el deber se implican mutuamente.

Por un lado, nuestra fe no puede comenzar ni continuar ni perfeccionarse sin la gracia y la bendici�n de Dios. Por otro lado, no tenemos ning�n fundamento para suponer que �l �confirmar� nuestra fe hasta el fin�, a menos que tratemos de �retener nuestra propia fe�, mejorarla mediante actos de piedad y obediencia, y abundar en ella. m�s y m�s. El hombre est�, por s� mismo, fuertemente inclinado al mal: tiene una naturaleza pecaminosa que se agita dentro de �l: sus pasiones lo est�n provocando continuamente a transgredir las restricciones de la conciencia y la raz�n, y las leyes que le revela su Dios.

Dios, por tanto, que conoce bien su indisposici�n para resistir el poder de la corrupci�n, misericordiosamente promete tomarlo en sus manos, disciplinar su imaginaci�n y sus afectos ( Ezequiel 36:26 ; Deuteronomio 30:6 ).

Pero aunque Dios promete as� circuncidar los corazones de Su pueblo y someterlos a Sus propios prop�sitos, en otros pasajes de las Sagradas Escrituras �l los llama a circuncidar sus propios corazones, y a dominarse y mortificarse a s� mismos ( Deuteronomio 10:16 , Deuteronomio 10:16 . Jeremias 4:4 ; Efesios 4:22; Colosenses 3:5 ).

Pero para completar el car�cter cristiano, el hombre necesita una mejora continua en la justicia y la verdadera santidad, la renovaci�n diaria de su mente y h�bitos confirmados de piedad y obediencia. Pero como, sin ayuda, no tiene poder en s� mismo para ayudarse a s� mismo, y es, en el mejor de los casos, un mero principiante en el oficio de la virtud, Dios ha prometido amablemente renovarlo y proporcionarle la suficiencia espiritual ( Ezequiel 11:19 ; Ezequiel 36:26 ).

Sin embargo, estas promesas de gracia y socorro espiritual van acompa�adas de fervientes exhortaciones al cumplimiento de nuestro deber, y la presi�n nos llama a hacer por nosotros mismos lo que Dios, de alguna manera, se ha comprometido a hacer por nosotros ( Ezequiel 18:31 ; Efesios 4:23 ).

De ah� se sigue que las promesas de ayuda de Dios para perfeccionar nuestro hombre interior, requieren diligencia y esfuerzo de nuestra parte; que nuestras oraciones de renovaci�n no traer�n ninguna bendici�n, si no nos esforzamos por renovar el esp�ritu de nuestra propia mente; y que es peor que ocioso presumir que Dios no nos dejar� ni nos desamparar�, si Efesios 5:1 nuestro deber, y nos dejamos y nos desamparamos ( Efesios 5:1 ; Colosenses 3:14 ). Dar� algunas lecciones pr�cticas que naturalmente sugiere la consideraci�n de este tema.

1. Debe ocuparse de estudiar toda la Palabra de Dios y, en la medida de sus posibilidades, comparar y combinar su contenido; y no deben acostumbrarse a detenerse en las partes particulares de �l con la exclusi�n de otras partes que requieren un grado igual de consideraci�n y deferencia.

2. Aprender� de las declaraciones de la doctrina b�blica que le han sido presentadas, la locura y presunci�n de confiar en la bondad de Dios, y la gracia y las promesas de Cristo, sin el ejercicio, por su parte, de la labor religiosa y industria espiritual.

3. Cualquiera que sea la medida de laboriosidad religiosa que ejerza, cualquier progreso que pueda hacer en el mejoramiento de su alma y la reforma de su coraz�n y sus h�bitos, recuerde que le debe todo a Dios; que ustedes mismos est�n inclinados al mal, y que es su deber ineludible remitir todos los deseos santos, los buenos consejos y las obras justas al Autor y Dador de toda bondad. ( Bp. Bethel .)

Gracia confirmadora

I. �Qu� incluye? - Confirmaci�n.

1. En fe, santidad, amor.

2. Hasta el final.

II. �C�mo se efect�a?

1. Por Cristo.

2. Por los medios de la gracia.

III. �Por qu� es tan necesario?

1. Para que se�is irreprensibles.

2. En el d�a de Cristo. ( J. Lyth, D. D. )

Firme hasta el final

La constancia es una de las caracter�sticas m�s importantes de un cristiano. �Qu� son el amor, la abnegaci�n, la paciencia y la fe sin �l? No es el mejor regimiento el que realiza la carga m�s precipitada, pero el que puede mantenerse firme. Las leyes prohib�an a los espartanos huir. En el Paso de las Term�pilas se encuentra un monumento a Le�nidas y sus seguidores, con esta inscripci�n: �Ve, forastero, y dile en Lacedemonio que aqu� morimos en obediencia a nuestras leyes.

�Lo que queremos, como soldados de Cristo, no es tanto celo, o entusiasmo, o profesi�n exterior, como firmeza hasta el fin, firmeza para morir, si es necesario, por las leyes de nuestro Dios. Encontramos muchos profesores celosos, pero despu�s de un tiempo el fuego se apaga y se convierte en cenizas muertas; no tienen poder de permanencia. Nota&mdash

I. Algunos de los peligros de la Iglesia ahora.

1. El esp�ritu inquieto de la �poca. Este es el resultado de varias causas.

(1) La difusi�n de la educaci�n. A los hombres se les ense�a a cultivar la cabeza al precio de su coraz�n.

(2) El crecimiento de la literatura barata. El hecho es que algunos de nosotros en estos d�as nos estamos volviendo demasiado inteligentes. Tenemos algunas gotas de aprendizaje y nos imaginamos que podemos verter todo el oc�ano de conocimientos en nuestra pobre botella. La verdadera educaci�n nos hace humildes, porque nos muestra nuestra ignorancia. �Qu� te van a dar los esc�pticos y los incr�dulos a cambio de lo que te roban? Pueden quitarle al Salvador y solo dejarle a usted sus pecados. Pueden burlarse de usted por creer en la resurrecci�n. Pero, �pueden re�rse de ti por creer en la muerte?

2. Un deseo constante de algo nuevo y, si es posible, sensacional. Y, sobre todo, esta gente quiere una religi�n f�cil. No tienen nada que objetar a que se les salve siempre que el proceso sea r�pido y econ�mico. Se apartan del pensamiento de la abnegaci�n, etc. deben hacerse buenos todos a la vez. Cuidado con esta religi�n de hongos; el mejor fruto no es el que madura m�s r�pidamente, y el mejor cristiano ciertamente no llega a la madurez en un momento.

La f�bula persa nos cuenta c�mo una calabaza se enrosc� alrededor de una palmera alta y en pocas semanas trep� hasta su cima. La calabaza pregunt� a la palmera su edad, y el �rbol respondi�: "Cien a�os". Entonces la calabaza respondi� jactanciosamente que hab�a crecido tan alto como la palma en menos d�as de los que el �rbol pod�a contar a�os. "Es cierto", respondi� la palmera, "todos los veranos ha trepado a mi alrededor una calabaza, tan orgullosa como t� y tan ef�mera como t�".

3. �sta es una �poca especialmente ocupada. Todos los �mbitos de la vida est�n llenos de gente y la competencia es muy intensa. Ahora bien, existe un gran peligro en todo esto para la vida espiritual de un hombre, si no tiene a Dios con �l en su obra. Se volver� ego�sta y sin escr�pulos.

II. El medio por el cual Cristo te confirmar� hasta el fin. ( HJW Buxton, MA )

Inmaculado en el d�a de� Cristo. -

Intachable

�Para estar intactos en el d�a de nuestro Se�or�; porque cuando los santos se presenten ante el tribunal de Cristo, en verdad no se hallar�n libres de pecado en su vida terrenal, sino que habiendo perseverado en la fe y en las buenas obras se encontrar�n bajo el ala y el amparo de la justicia de Dios, a salvo de todo juicio pol�tico. ��Impecable� de qui�n? Probablemente del "acusador de los hermanos", el adversario Satan�s.

Pero habiendo sido hallado santo en Cristo e irreprensible para Dios, ��qui�n, pues, acusar� a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica �( Colosenses 1:22 ). ( Canon Evans .)

Eterna inocencia

I. Judicial. La palabra usada aqu� es la judicial. Un cristiano es aquel contra quien no solo no hay condenaci�n, sino acusaci�n. Es un pecador, pero ning�n hombre, �ngel o diablo puede acusarlo o mencionar su culpabilidad a Dios.

II. Sacerdotal. Podr�a llamarlo sacrificial. La palabra usada en lugares como Efesios 1:4 es la misma que en 1 Pedro 1:19 , "el Cordero sin defecto y sin mancha". Esta impecabilidad tiene especial referencia a nuestra aptitud para la adoraci�n y el servicio.

III. Personal ( Filipenses 2:15 ; 1 Tesalonicenses 3:13 ). Somos perdonados y liberados de la ira para que seamos personalmente santos; santo en coraz�n y en vida; salvo del pecado, conformado a Cristo. La santidad debe estar en todas partes dentro y alrededor del hombre. Entonces, si te llamas cristiano, considera cu�nto se espera de ti. Considerar&mdash

1. Tus nombres. Son "santos", "cristianos", "redimidos de entre los hombres", "seguidores del Cordero". �No te llaman �stos a la inocencia?

2. Sus designaciones. Vosotros sois las luces del mundo, la sal de la tierra; peregrinos, forasteros, v�rgenes, portadores de la cruz, reyes y sacerdotes; un templo, una habitaci�n de Dios.

3. Tu vocaci�n. Est�s llamado a la gloria, el honor y la inmortalidad.

4. Tus esperanzas.

5. Tus compa�erismos. Todos son celestiales y puros. Se cortan viejas amistades y se forman nuevas. Si son cristianos, sean coherentes. Sean cristianos por completo; Cristianos a cada hora, en cada parte y en todo asunto. Tenga cuidado con el discipulado a medias. ( H. Bonar, D. D. )

Versículo 9

Dios es fiel, por quien fuisteis llamados a la comuni�n con su Hijo.

La fidelidad de dios

En esta fidelidad eterna y autoexistente podemos descansar con seguridad.

I. Est� bien que tengamos algo seguro, porque hablamos como queramos de la fidelidad del hombre y de la mujer, hay mucho que decir tambi�n de su infidelidad.

1. �Qui�n puede decir, en la amistad, en el amor, lo que no puede producir una semana, un mes, un a�o? En la fuerza misma del afecto humano reside su fragilidad. Y es en las horas en que esto se da cuenta, cuando parece que nos lanzamos sobre un mar cambiante navegando sobre el amor humano, que nos volvemos hacia la firmeza eterna de la fidelidad de Dios.

2. Pero a�n m�s que en otros reconocemos esta falta de fe en nosotros mismos. �Con qu� frecuencia somos fieles solo porque nos averg�enza ser de otra manera, y con qu� frecuencia hemos traicionado lo que nos fue dado para guardar? Miramos en nuestros propios corazones y sabemos cu�n ligeros y temblorosos, cu�n cambiantes hemos sido a menudo, c�mo incluso disfrutamos nuestro cambio. �Qu� maravilla, entonces, si nos apartamos de la debilidad de nuestra propia fidelidad para buscar un centro para ella y un poder de ella en la fuerza inalterable de la fidelidad de Dios, y clamamos: �Fiel Maestro de la fidelidad, entra en mi vida y hazlo todo en fidelidad ".

II. �Qu� respuesta nos da Dios a eso? No es que debamos esperar al principio. Hemos huido del hombre a Dios, Dios nos env�a de regreso al hombre. Si un hombre no encuentra fidelidad en su hermano a quien ha visto, �c�mo podr� encontrar fidelidad en Dios a quien no ha visto? Hemos estado mirando la infidelidad que hemos encontrado en el hombre. Nada puede ser peor para nosotros. Nos invita a buscar la fidelidad y la encontraremos.

1. En el coraz�n de quienes nos aman. Y en el momento en que toda nuestra posici�n cambia, y miramos un nuevo lado de los hechos, recordamos toda la paciencia sin quejas del amor largo que madre y padre, esposa y hermana, nos han otorgado. Recordamos que hay amigos que nunca nos han fallado, para dudar de qui�n ser�a un crimen.

2. Con esta nueva luz miramos dentro de nuestros propios corazones y somos conscientes de que hemos sido fieles a muchos. Sorprendidos, nos preguntamos: �Qu� es esta fidelidad en medio de la infidelidad, esta estabilidad en la naturaleza humana que acompa�a a la inestabilidad? �Oh! es lo que buscamos, es lo que huimos del hombre para encontrarlo. Es la fidelidad de Dios mismo lo que se mueve y vive dentro de Sus hijos. El reino de Dios est� entre ustedes .

III. Habiendo aprendido esa lecci�n, aprendemos de ella:

1. Amar y honrar mucho m�s a los hombres. No estamos tan dispuestos a imputar la infidelidad, y somos m�s amables y bondadosos, y siendo as�, descubrimos que los hombres y las mujeres nos son m�s fieles, pues hemos perdido las cualidades malignas y desagradables que hac�an que la gente se cansara de nuestro amor. Creyendo en la fidelidad la hacemos crecer. Entonces, nuestro poder de crear fidelidad tiene una acci�n refleja en nuestra propia fidelidad. Lo que hacemos crecer en los dem�s, crece con ese mismo esfuerzo en nosotros mismos.

2. Un ideal de fidelidad a Dios. La belleza de la fidelidad humana nos obliga a aspirar a una fidelidad m�s bella, lo real nos conduce hacia el ideal.

IV. Sin embargo, un ideal permanece siempre algo vago. Pero para nuestro maravilloso consuelo, la fidelidad de Dios se realiza en la humanidad, en Cristo, la imagen de Dios en el hombre. "El que me ha visto a m�, ha visto al Padre". El que ha visto la fidelidad humana de Cristo, ha visto la fidelidad divina de Dios.

1. Su fidelidad fue fidelidad al deber. A los doce a�os estaba claramente concebido. "�No sab�is que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" Durante dieciocho a�os reflexion� sobre su deber, y a los treinta fue aceptado y nunca lo dej� ir. El imperativo de Su posterior dicho: "Debo hacer las obras del que me envi� mientras es de d�a", fue dicho con el mismo fervor que hab�a dicho con el gozoso entusiasmo del muchacho; y cuando lleg� la hora suprema de la vida, pudo decir: "Consumado es". �Qu�? tetas �El negocio del padre!

2. Ese es el aspecto exterior de la fidelidad de Cristo al deber; su aspecto interior era la Verdad Eterna. Ten�a algunas concepciones claras y dominantes sobre las que se bas� toda su vida. A estas ideas, tales como la Paternidad universal de Dios, la uni�n de lo Divino y lo humano, la existencia de un reino espiritual y la necesidad de que el hombre sea un creyente en estas cosas y se haga uno con Dios a trav�s de �l. -Toda la vida interior de Cristo fue fiel.

Pod�a decir, con absoluta veracidad, sintiendo que toda su vida interior les hab�a sido fiel en todo momento: �Para este fin nac�, y para esto vine al mundo, para o�r testimonio de la Verdad�. Esta fue la fidelidad de Cristo, la imagen de Dios.

V. Pero, �qu� deber puede decirse que tiene Dios al que es fiel? No se le puede imponer ning�n deber desde afuera, de lo contrario, habr�a otro m�s grande que �l. Pero puede haber un imperativo dentro de Su propia naturaleza que es para �l el deber que ten�a para con Cristo y para con nosotros.

1. Con respecto a nosotros, ese deber es el deber de un Padre para con Sus hijos. Por ese imperativo de la Paternidad, �l nunca puede dejar de cuidarnos, velar por nosotros, educarnos y finalmente perfeccionarnos.

2. Esa es la forma exterior. Pero la idea central de la que es la forma, y ??a la que en Su propia vida interior �l es eternamente fiel, es esta: �Yo soy el Todo espiritual eterno. Me entrego en todo lo que piensa, ama, act�a y es �. Siendo eso as�, es inconcebible que �l alguna vez sea infiel a Su pensamiento, porque ese pensamiento es Su propia realizaci�n de S� mismo, y si �l le fuera infiel, Dios le fue infiel a Dios, lo cual es absurdo.

Por tanto, a esta idea ya todos los deberes que conlleva, Dios es absolutamente fiel; No puede ser de otra manera. "Yo soy", dice, "porque yo soy". Conclusi�n: esa es nuestra seguridad. Hemos llegado a su concepci�n a trav�s de Cristo, a trav�s de nuestra propia humanidad asumida y colmada de divinidad. Y una vez que lo hemos captado, transfigura la vida y nos da una roca sobre la que apoyarnos en medio de las arenas movedizas de nuestro propio sentimiento, en medio de la vacilaci�n de la fidelidad humana. El fundamento de Dios permanece firme. ( Stopford A. Brooke, MA )

La fidelidad de dios

I. Resulta de, o est� conectado con, todas sus otras perfecciones.

1. Su poder ( Salmo 146:6 ). Esto le permite, sin posibilidad de fracaso, cumplir todas sus promesas y amenazas. Los hombres honestos pueden verse impedidos de cumplir su palabra por dificultades inesperadas; pero los designios del Todopoderoso no pueden frustrarse ( Mateo 19:26 ; G�nesis 18:14 ; Romanos 4:20 ; 2 Timoteo 1:12 ).

2. Su santidad; sin �l, de hecho, no podr�a ser santo ( Salmo 92:15 ; Tito 1:2 ; Hebreos 6:18 ; N�meros 23:19 ).

Bien podr�a decir el salmista: "Dios ha hablado en su santidad; me regocijar�" ( Salmo 60:6 ), porque la santidad de Dios es garant�a de su fidelidad.

3. Su inmutabilidad. Los �ngeles han cambiado y se han convertido en demonios; el hombre es cambiado y se vuelve rebelde; pero Dios no cambia ( Malaqu�as 3:6 ). Los hombres cambian frecuentemente de opini�n, a veces del bien al mal, otras veces del mal al bien; sus segundos pensamientos son los mejores: pero los pensamientos de Dios no pueden ser mejorados ni depravados ( Santiago 1:17 ).

Las promesas y los votos de los hombres (como los de Jeft� y Herodes) a veces son ilegales o se hacen de manera imprudente, de modo que "puede haber m�s honor en el incumplimiento que en el cumplimiento de ellos". No as� los compromisos del cielo ( Job 23:13 ).

4. Su sabidur�a. Entre los hombres, el incumplimiento de las promesas se produce con frecuencia por circunstancias que la prudencia humana no pod�a prever; y por tanto los hombres buenos no deben hacer promesas apresuradamente, y nunca sin hacer referencia a la advertencia de Santiago 4:15 ( Santiago 4:15 ). Pero no se necesitan provisiones cuando Dios hace una promesa. No se le pueden ocurrir dificultades, ni decepciones; Sus instrumentos est�n siempre a mano y todos servir�n a Sus santos designios.

5. Su misericordia, amor y bondad ( Salmo 138:2 ). Su amor lo inclina a hacer la promesa y su veracidad lo induce a cumplirla.

II. Nuestra confianza en �l se ve confirmada por los siguientes hechos.

1. Las promesas se hacen en y para Cristo, como Cabeza de Su Iglesia; y la fidelidad a �l, as� como a nosotros, asegura su cumplimiento ( 2 Corintios 1:20 ; Tito 1:2 ; Efesios 1:6 ).

2. Dios ha confirmado Su promesa mediante un juramento ( G�nesis 22:16 ; Hebreos 6:13 ; Hebreos 6:17 ).

3. La experiencia del pueblo de Dios en todos los tiempos.

(1) La primera promesa ( G�nesis 3:15 ) tiene abejas cumplidas ( 1 Juan 3:8 ; G�latas 4:5 ). Recuerde que no hay nada como una distancia de tiempo en la mente de Dios entre la promesa y el cumplimiento ( 2 Pedro 3:8 ), y por lo tanto, los profetas hablan de algunos eventos como presentes, o incluso como pasados, que a�n est�n por llegar. venir.

(2) �Estaba amenazado el diluvio universal y No� con su familia estaban seguros? El hecho se correspondi� con la amenaza, aunque intervinieron ciento veinte a�os.

(3) �Ten�a Abraham, cuando ten�a cien a�os y no ten�a hijos, una vasta posteridad? Cada jud�o que vemos es un testigo de que la promesa se ha cumplido.

(4) As� con la liberaci�n de Israel, etc. Conclusi�n:

1. Aprenda lo irracional y pecaminoso de la incredulidad ( 1 Juan 5:10 ).

2. Que Dios sea honrado en su fidelidad con una confianza adecuada en ella.

3. Intentemos, en nuestra humilde medida, imitar a Dios en este Su glorioso atributo ( Efesios 5:1 ). ( G. Burder. )

Fiel es el que te llama

Considerar&mdash

I. C�mo trata Dios contigo, llam�ndote para unirte a Su Hijo. Fielmente en todas partes. El es fiel

1. En descubrirle su caso.

2. Encomend�ndote a Su Hijo.

3. Al presentarte a Cristo, en forma gratuita, como tuyo.

4. En no arrepentirse de Su llamado.

II. El fin de esta vocaci�n. Est�s unido a Su Hijo, y de tal manera que tienes todas las cosas en com�n.

1. Intereses comunes. Los intereses que Cristo tiene como ...

(1) Aliado de Dios, son id�nticos a los del Padre.

(2) Su Hijo, son id�nticos a los nuestros.

2. Un personaje com�n.

3. Una historia com�n. Con respecto a&mdash

(1) Un nacimiento.

(2) Un bautismo.

(3) Una obra.

(4) Una cruz.

(5) Una corona. ( R. Candlish, D. D. )

La llamada especial y el resultado infalible

I. Tu vocaci�n.

1. Su origen divino. El texto dice: �Dios te llam�, �no prueba tu experiencia lo mismo? Pensamos que no hab�amos tenido otro llamado que el que ven�a a trav�s de nuestras Biblias, buenos libros, etc. �Pero no le�mos los mismos libros a�os antes? pero nunca tocaron una cuerda en nuestro coraz�n; por tanto, llegamos a la conclusi�n de que esa vez debi� haber sido el dedo de Dios. Nos hab�an llamado decenas de veces antes, pero siempre hac�amos o�dos sordos. Pero cuando lleg� esta llamada en particular, arrojamos nuestra espada y dijimos: "�Dios m�o, me rindo!"

2. Su gentileza. �Qu� hab�a en ti que sugiriera un motivo por el que Dios deber�a llamarte? Algunos de ustedes eran borrachos, profanos, injuriosos. John Bradford, cuando vio un carro lleno de hombres que se iban a Tyburn para ser ahorcados, dijo: "Ah� va John Bradford, pero por la gracia de Dios". Un buen escoc�s llam� para ver a Rowland Hill y, sin decir una palabra, se qued� quieto durante unos cinco minutos, mir�ndolo a la cara.

Por fin, Rowland le pregunt� qu� le llamaba la atenci�n. Dijo �l: "Estaba mirando las l�neas de tu rostro". "Bueno, �qu� haces con ellos?" "�Por qu�?", ??Dijo �l, "que si la gracia de Dios no hubiera estado en ti, habr�as sido el mayor sinverg�enza".

3. Los privilegios que aporta.

(1) Perd�n.

(2) Justicia.

(3) Filiaci�n.

(4) Cielo.

II. �Con qu� fin te llam� Dios? Para que tengas comuni�n con Cristo. Ahora bien, la palabra " koinonia " no debe interpretarse aqu� como una sociedad, sino como el resultado de la sociedad; es decir, el compa�erismo radica en intereses mutuos e id�nticos. Un hombre y su esposa tienen comuni�n entre s�, en lo que es com�n a ambos y disfrutan en comuni�n en consecuencia. Ahora, cuando fuimos llamados a Cristo, nos hicimos uno con �l, de modo que todo lo que Cristo hab�a llegado a ser nuestro. Este fue el acto de fe. Ahora tenemos comuni�n con Cristo.

1. En sus amores. Ama a los santos, a los pecadores, al mundo, y anhela verlo transformado en el huerto del Se�or. Lo que �l ama, nosotros amamos, y lo que �l odia, lo aborrecemos.

2. En sus deseos. �l desea ver multitudes salvas, la gloria de Dios, que los santos puedan estar con �l donde �l est�; nosotros deseamos lo mismo.

3. En sus sufrimientos. No morimos una muerte sangrienta; sin embargo, muchos lo han hecho y hay millones dispuestos a hacerlo. Pero cuando se le reprocha, tambi�n hemos aprendido a soportar su reproche. Bebemos unas pocas gotas de su copa, y a unos se les ha dado m�s que a otros para "llenar lo que queda detr�s de las aflicciones de Cristo por amor de su cuerpo, que es la Iglesia".

4. En sus alegr�as. �Es feliz? Estamos felices de pensar que Cristo es feliz.

5. En sus riquezas. Si tiene riquezas para perdonar, apoyar, instruir, iluminar, santificar, preservar o perfeccionar a los cristianos, todas son nuestras. �Es preciosa su sangre, completa su justicia, dulces sus m�ritos? Son mios. �Tiene poder en la intercesi�n, tiene sabidur�a, justicia, tiene algo? Es m�a.

6. En Su gloria. No lleva una corona, pero nosotros tenemos parte de ella; es m�s, no hay una gema que resplandezca en Sus coronas, pero que brille para nosotros y para �l. Para nosotros las calles doradas, el carro, los �ngeles que se amontonan; el grito de ��Aleluya! porque t� fuiste inmolado �, etc., la segunda venida con todos sus esplendores, reinado universal de Cristo, el d�a del juicio.

III. Todo esto nos lleva a percibir nuestra seguridad. Los santos deben ser salvos.

1. Porque Dios los ha llamado. �Los dones y la matanza de Dios son sin arrepentimiento�, porque ...

2. Dios los ha llamado a tener comuni�n con Cristo, y esa comuni�n, si Dios es fiel, debe ser completa. Has compartido sus sufrimientos, su fidelidad asegura el resto. ( CH Spurgeon .)

La comuni�n del Hijo de Dios

1. El ap�stol escribe como pacificador. Las luchas entre partidos hab�an debilitado la vida espiritual, y una vida espiritual debilitada hab�a sido fruct�fera en otros males. San Pablo remediar�a todos los males y restablecer�a la armon�a. Encuentra su poderoso hechizo en el Nombre que est� por encima de todo nombre, y recuerda a los cristianos corintios la consideraci�n del Salvador com�n, y su �nica esperanza, que es por �l y en �l. Cristo Jes�s es todo para todos y para cada uno de ellos. As� es que a lo largo de estos vers�culos iniciales este nombre aparece una y otra vez.

2. En las Escrituras se habla a menudo de la comuni�n divina. En el Nuevo Testamento es naturalmente m�s familiar, porque all� Dios se ha acercado m�s al hombre y, por lo tanto, el hombre puede acercarse a �l. Este es el mensaje del evangelio de que, "hecho cercano por la sangre de Cristo" hay, para todos, "denuedo para entrar en el Lugar Sant�simo". "Nadie viene al Padre sino por m�". Entre Dios y los hombres hay un solo Mediador. La comuni�n con Dios debe ser ante todo la comuni�n de Su Hijo Jesucristo.

3. �Pero qu� es este gran privilegio? Por lo general, el t�rmino sugiere el intercambio de simpat�a y pensamiento, o asociaci�n en actos de adoraci�n cristiana y participaci�n en alegr�as y tristezas comunes. La palabra en s� tiene un significado que, en su aplicaci�n a los asuntos ordinarios, es muy definido y claro. Se habla dos veces de los hijos de Zebedeo como "socios" de Sim�n. Sin ning�n tipo de violencia, por lo tanto, podemos leer: �La asociaci�n de su Hijo Jesucristo nuestro Se�or� ( cf . Hebreos 3:14 )

. En esta vida ajetreada, las asociaciones son comunes; pero nunca en el comercio humano los hombres miraron a uno as�. Supongamos que una empresa se arruina por completo y sin remedio. Un hombre rico pide ser admitido como socio. Como hombres honestos, los quebrados deben protestar porque el oferente no sabe lo que est� haciendo. Luego viene la respuesta de que todo es conocido, que la riqueza est� disponible m�s que suficiente para satisfacer todas las necesidades, y que la sabidur�a pr�ctica tambi�n mediante la cual la ruina puede ser reconstruida sobre una base segura y duradera.

Sin embargo, esto, y m�s que todo esto, est� en el evangelio. Una raza arruinada puede escudri�ar el presente o mirar, como quiera, hacia el oscuro futuro. El pecado produjo verg�enza y muerte. Sin embargo, ahora, en medio de la ruina total, se encuentra Uno que ofrece mucho, como ofrece la vida, que lo da todo, como se da a s� mismo. Esto es cierto para todos y cada uno, sin respeto por las personas y sin limitaci�n de don.

4. �Qu� le ha aportado esta comuni�n al Salvador mismo? Pronto se da la respuesta. �l tom� sobre S� nuestra naturaleza, "semejanza de carne de pecado". Comparti� al m�ximo su debilidad, cansancio, dolor y muerte. Una carga no la comparti�; porque �l mismo lo ha llevado todo. �Por s� mismo� �l �limpi� nuestros pecados�. M�s all� de esto, no ten�a nada. El gozo se volvi� Suyo, �el gozo que le fue puesto delante de �l�, el de presentar �sin mancha ante la presencia de Su gloria� a los hijos redimidos de los hombres. Se le ha dado gloria, pero es la gloria del "poder sobre toda carne, para que d� vida eterna". Y estas cosas las ha �recibido del Padre�, y no de la humanidad.

5. Pero vayamos al otro lado, la relaci�n del hombre con esta comuni�n. En el mundo comercial, las asociaciones no son todas iguales. La sociedad moderna, bajo la presi�n de circunstancias alteradas, ha inventado la invenci�n de la "responsabilidad limitada". Pero en la antig�edad, cuando cualquier hombre entraba en una empresa, se llevaba consigo todo lo que pose�a. A partir de entonces, ninguna de las cosas que ten�a pod�a, en presencia de la necesidad com�n, llamarse suya.

De tal sociedad, el joven gobernante retrocedi�: "Vende lo que tienes", etc. Los primeros cristianos entraron alegremente en tal sociedad, porque "ten�an todas las cosas en com�n". En tal asociaci�n se nos llama - una de responsabilidad ilimitada. La consagraci�n completa es el primer requisito. "No eres tuyo". �Ya sea que com�is o beb�is o hag�is cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

�Cristo tendr� todo, o nada. En esta condici�n esencial, la asociaci�n est� abierta a todos. Vino �para llamar a los pecadores al arrepentimiento� y, cuando vienen los pecadores, son aceptados tal como son. Ning�n hombre puede aportar menos que todo a la comuni�n de Cristo; pero ning�n hombre puede traer m�s. De modo que el siervo tembloroso viene con su carga de responsabilidad consciente. Su todo es una deuda de diez mil talentos; pero el Salvador lo admite a la sociedad.

El pobre vagabundo derrochador y desperdiciado viene, con harapos y verg�enza como su �nica contribuci�n, pero no se encuentra con la negaci�n. �Alma penitente y necesitada! Pon tu ofrenda, todo lo que has sido, todo lo que eres, ponlo todo sobre el altar. Es Su voluntad, es Su mandato; por lo tanto, por una vez, obedece. El regalo es aceptado, porque �l lo ha prometido. Porque "fiel es Dios, por quien" has sido llamado a esta comuni�n.

6. Una vez admitido, "todas las cosas son tuyas". En las sociedades terrenales, aunque puede haber una responsabilidad ilimitada, solo hay una oferta limitada. No puede ser que todos los socios tengan el poder de aprovechar los recursos comunes. La cuenta bancaria est� estrictamente protegida; y los fondos disponibles se reparten entre todos y cada uno, no seg�n necesidad, sino seg�n reclamaci�n legal. Para los hombres pecadores, todo esto es afortunadamente de otra manera. El tesoro de la gracia es la plenitud de Dios. �Hay "suficiente para todos, suficiente para cada uno, suficiente para siempre!" "Pero todo lo que tiene para m�, lo reclamo".

7. Si, ahora, aprendemos algo de la riqueza que compartimos con y en Cristo Jes�s, podemos leer sus propias palabras ( Juan 17:22 ). La gloria de Cristo es posesi�n de su pueblo. Esa gloria consiste en lo que �l es y en lo que tiene; las riquezas de la vida y los dones del amor. ( GW Olver, B. A. )

Compa�erismo con Cristo

I. Nuestra posici�n distintiva como cristianos es que tenemos comuni�n con el Hijo de Dios. Los hombres a menudo se distinguen de los dem�s por la fraternidad, corporaci�n o empresa particular a la que pertenecen. Nosotros, como cristianos, somos miembros de la firma del Hijo de Dios; porque la palabra aqu� significa co-asociaci�n.

1. Los fundamentos de esta beca son:

(1) La aceptaci�n divina de la obra de Cristo.

(2) �La consecuente concesi�n Divina a Cristo de todo el poder y los dones de la salvaci�n para el beneficio de todos los que deber�an convertirse en socios de �l.

2. Sus t�rminos o condiciones: entrega total. La fe recibe a Cristo "tal como es presentado en el evangelio" , es decir, en todas sus relaciones. Para Cristo, la confianza de un Salvador es confianza, como la confianza de un Maestro es capacidad de ense�anza, como un Gobernante es obediencia, como un l�der que sigue, como un rey homenaje, como un hombre simpat�a, como adoraci�n a Dios. Que no haya ning�n error aqu�. Muchos ponen su confianza en Cristo como Salvador, pero no como Rey; como hombre, no como Dios.

Tomar�n todo lo que �l tiene para dar, pero no dar�n nada a cambio, o en todo caso su dinero, excepto Hot ellos mismos. Pero Cristo no busca a los tuyos, sino a ti. No requiere gran capital, conocimiento, habilidad, arte, etc., aunque los recibir� cuando se los ofrezcan; lo que s� requiere es todo tu afecto y confianza ilimitada.

3. Sus perspectivas. Nuestra posici�n es la de socios: en la vida espiritual, la hermandad y el servicio; pero no en igualdad de condiciones. No tomamos nada en la preocupaci�n m�s que la debilidad y la pobreza. Sin �l no podemos hacer nada, pero con �l realizaremos conjuntamente el ideal de humanidad de Dios. Las compa��as militares o comerciales se han propuesto muchas veces la conquista del mundo; esta sociedad tiene el mismo objetivo y lo lograr�, s�lo que en un sentido m�s noble.

II. Dios nos ha llamado a la comuni�n de Su Hijo. En las invitaciones del evangelio, Dios est� llamando a los hombres a ser socios de Cristo; pero la mera invitaci�n no llega al pleno significado del t�rmino, y nuestro coraz�n debe decir cu�l es ese pleno significado. El coraz�n hace de Dios el autor de toda su salvaci�n. "Por la gracia de Dios soy lo que soy". Esa gracia marca la diferencia entre un extra�o y un socio de Cristo.

III. Todo debe depender de la fidelidad de Dios. Esta comuni�n desde el principio hasta el final es Su creaci�n; de �l depende hacerla un fracaso o un �xito.

1. Por tanto, nuestra confianza descansa inmediatamente en Dios. En los asuntos mundanos, los hombres suelen contemplar el �xito a trav�s de las leyes naturales y las propiedades materiales. Los agricultores conf�an en las virtudes de la semilla, etc., los comerciantes en los vientos y las olas, los guerreros en el esp�ritu de sus tropas; pero incluso en tales casos, un esp�ritu devoto reconocer� la presencia de Dios en todas las causas secundarias y lo har� al menos la base de su esperanza. Pero en esta gran co-asociaci�n no tenemos intervenciones para distraer nuestra fe. Vamos directo a Dios de inmediato.

2. Descansamos sobre lo m�s parecido a Dios en Dios: Su fidelidad, que sostiene el universo. Nuestra comuni�n con Cristo se coloca as� m�s all� de la posibilidad de fallar en Dios. Ninguna tormenta puede romper nuestra corteza, ninguna plaga destruir� nuestras cosechas, porque Dios es fiel. �Y qu� est�mulo para esforzarnos tenemos en esto! Debido a que Dios es tan fiel a m�, le ser� fiel. En consecuencia, la comuni�n de Cristo se convierte para nosotros en el �nico inter�s permanente en este mundo incierto.

No hay posibilidad de quiebra; no se nos puede superar la oferta ni vendernos menos; porque la nuestra es la capital de las Fichas inescrutables de Dios. Su nombre est� comprometido con toda aceptaci�n en la que est� involucrada nuestra seguridad, y mientras su trono permanezca, nuestra seguridad y gloria est�n aseguradas. ( Prof. JM Charlton .)

La llamada divina y su dise�o

I. El llamado comprende todos los prop�sitos, decretos, providencias y medios de salvaci�n.

II. El dise�o de este llamado de Dios es que todos los que lo obedezcan puedan tener para siempre �comuni�n� o comuni�n con Su Hijo nuestro Salvador. Comuni�n significa participaci�n conjunta en cualquier cosa, buena o mala. Aqu� todo est� bien. Dios llama al creyente

1. A la comuni�n con Su Hijo, en Su formaci�n milagrosa en el �tero. El Esp�ritu crea de nuevo a los creyentes "en Cristo Jes�s para buenas obras".

2. En su pureza del pecado. El Esp�ritu protege nuestra nueva naturaleza del pecado.

3. En crecimiento en gracia. El Esp�ritu lleva "a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo".

4. En forma para cada deber. El Esp�ritu lo ungi� y ungi� al creyente.

5. Al obrar milagros. El Esp�ritu permite al creyente vencer a Satan�s, el pecado, el mundo, la muerte y el infierno.

6. Con comodidad. El Esp�ritu lo consol� y consuela a los verdaderos creyentes.

7. Muerto.

8. En estado de muerte. El Esp�ritu preserv� su santo cuerpo para que no viera corrupci�n. El Esp�ritu mantendr� los cuerpos de los creyentes "todav�a unidos a Cristo, hasta la resurrecci�n".

9. En la resurrecci�n. El Esp�ritu lo levant�; y el mismo Esp�ritu levantar� al creyente.

10. En gloria. El Esp�ritu glorific� a nuestro Se�or; y tambi�n glorificar� al verdadero creyente. ( Jas. Kidd, DD )

Filiaci�n y compa�erismo

Consideremos su comuni�n o asociaci�n con Cristo en los siguientes aspectos:

I. Asociaci�n con �l en lo que �l era. Fue crucificado, muri�, fue sepultado, resucit�. En todos estos tenemos parte.

II. Asociaci�n con �l en lo que es. No solo ha resucitado, sino que ha ascendido. Compartimos Su actual dignidad; porque se dice que estamos sentados con �l en los lugares celestiales, y Dios nos trata como tales. Compartimos Sus oficinas; somos profetas, sacerdotes y reyes; herederos de Dios y coherederos de Cristo Jes�s.

III. Asociaci�n con �l en lo que �l ser�. Gran parte de Su gloria est� todav�a en reserva; porque ahora no vemos a�n todas las cosas sujetas a �l. ( H. Bonar, D. D. )

Versículos 10-16

Ahora les ruego ... que hablen lo mismo, y que no haya divisiones entre ustedes.

La exhortaci�n apost�lica a la unidad

I. Lo que incluye: unidad.

1. En confesi�n.

2. En esp�ritu.

3. En objeto.

II. C�mo se hace cumplir - por el nombre de Cristo, lo que implica&mdash

1. Su voluntad.

2. Su autoridad.

3. Sus reclamos sobre nuestro amor y obediencia. ( J. Lyth, D. D. )

Unidad de sentimiento

I. Las razones por las que los cristianos deber�an pensar de la misma manera sobre temas religiosos.

1. Dios les ha dado una regla de fe infalible. Su Palabra contiene un sistema completo de verdad Divina. Siendo ese el caso, es evidente que �l requiere que ellos crean que es un sistema completo, y tambi�n que crean todas las verdades particulares que componen el sistema.

2. Esa regla de fe es suficientemente clara e inteligible para todos. Todos los que son capaces de saber que son criaturas de Dios son igualmente capaces de saber lo que �l les ha pedido que crean acerca de �l, su propio car�cter, su situaci�n presente y su estado futuro.

II. Las objeciones que se han formulado contra esta doctrina desagradable.

1. La gran y visible diversidad en las facultades intelectuales y circunstancias externas de los cristianos. Pero la unidad de sentimiento no requiere igualdad de conocimientos. As� como una estrella se diferencia de otra, los �ngeles se diferenciar�n de los santos y los santos entre s� en gloria. Pero su diferencia de conocimientos no generar� diversidad de opiniones respecto a los mismos temas. Los santos estar�n de acuerdo con los �ngeles en la medida en que se extienda su conocimiento; pero en la medida en que falle, esperar�n m�s luz.

2. La gran diferencia en la educaci�n de los cristianos. Pero como tienen la Palabra de Dios en sus manos, est� en su poder llevar sus propias opiniones y las de sus instructores a un est�ndar infalible, y decidir por s� mismos lo que deben creer o no creer.

3. El derecho a juicio privado. Se concede f�cilmente que todo cristiano tiene derecho a recopilar pruebas y, despu�s de eso, a juzgar de acuerdo con las pruebas. Pero no tiene derecho a examinar y juzgar bajo la influencia de prejuicios y formar su opini�n contraria a la raz�n y la Escritura.

4. Eso en Romanos 14:1 . el ap�stol permite que los cristianos difieran en sus sentimientos religiosos, y solo los exhorta a ver sus diferencias con un ojo sincero y caritativo. Pero esto s�lo se aplica a los ritos mosaicos, que eran cosas indiferentes y que pod�an observarse o descuidarse bajo el sentido del deber. Pero les recuerda que todos deben comparecer ante el tribunal de Cristo, donde sus opiniones y acciones ser�an aprobadas o condenadas.

III. Las verdades que fluyen naturalmente del tema. Si Dios requiere que los cristianos crean igualmente sobre temas religiosos, entonces ...

1. No es indiferente qu� sentimientos religiosos abrazan.

2. Han contra�do mucha culpa de una �poca a otra al abrazar y propagar el error.

3. Los cristianos que est�n unidos en la creencia de la verdad tienen derecho a culpar a los que piensan de manera diferente a los temas religiosos.

4. Parece no ser correcto intentar unirlos en afecto sin unirlos en sentimiento.

5. A todos los que reconocen la verdad y la divinidad del evangelio les preocupa seriamente utilizar todos los m�todos adecuados para unirse por completo en sentimientos.

(1) Para este prop�sito, por lo tanto, que examinen libre y sinceramente los diversos puntos en los que se diferencian mutuamente.

(2) Hay varias consideraciones que instan a los cristianos a cultivar una uni�n sentimental entre ellos.

(a) Tiende directamente a unirlos en afecto. Encontramos que aquellos que est�n de acuerdo en el arte o la ciencia com�nmente sienten un v�nculo mutuo que surge de su coincidencia en las opiniones. Y la unidad de fe nunca deja de producir una estima y un afecto mutuos entre los cristianos.

(b) La segura palabra prof�tica predice la paz y la armon�a futuras de la Iglesia como resultado del conocimiento de la verdad.

(c) Al unirse en sentimientos, los cristianos eliminar�n uno de los prejuicios m�s fuertes de los incr�dulos contra la Biblia.

(d) Se fortalecer�n y animar�n mutuamente en la promoci�n de la causa de Cristo. ( N. Emmons, D. D. )

Divisiones en la Iglesia

Apenas hab�an transcurrido cinco a�os desde que Pablo predic� el evangelio por primera vez en Corinto, cuando se ve obligado a escribir a sus conversos, ahora en el lenguaje de la s�plica paternal, ahora en el lenguaje de la reprimenda m�s aguda, y aunque todav�a puede dar gracias. a Dios con sincera gratitud por el crecimiento de su fe en Cristo. Entonces, �cu�l es la culpa que le causa tanta ansiedad? No es herej�a, no es apostas�a, no es una separaci�n abierta de la Iglesia de Cristo: es un asunto que podr�amos estar inclinados a considerar como mucho menos trascendental que cualquiera de estos: es el crecimiento y la propagaci�n del esp�ritu de partido. dentro de su cuerpo.

Est�n degradando los nombres de los ap�stoles en consignas de divisiones. �Cristo est� dividido! exclama indignado San Pablo. Est�s destrozando Su cuerpo, est�s cortando los miembros que no pueden existir aislados. La combinaci�n armoniosa de m�ltiples partes, todas subordinadas a un fin y unidas por una Cabeza; esta es la idea esencial del cuerpo f�sico. La misma ley se aplica al cuerpo m�stico de Cristo.

Si ignora el orden divino, el resultado solo puede ser la muerte. Esta divisi�n en partidos no es una ofensa venial, ning�n entusiasmo perdonable para los maestros cuyos nombres deshonras de este modo: es la ruina de la unidad por la que Cristo or�: "Para que todos sean uno". Es una obra de la carne: el resultado de las malas inclinaciones de tu naturaleza no renovada.

I. �Cu�les son las causas de las divisiones partidistas?

1. Creo que la causa �ltima radica en un malentendido radical de la naturaleza de la verdad. La verdad de Dios es infinita. La mente del hombre es finita. Est� en la naturaleza de las cosas imposibles que nosotros, con nuestras capacidades limitadas, comprendamos toda la verdad. Todo lo que podemos hacer es captar algunos fragmentos, aqu� un poquito y all� un poquito: la verdad en verdad suficiente para nuestras necesidades personales, si buscamos bien con fe y paciencia, pero inconmensurablemente qued�ndonos por debajo de la realidad.

Nuestras visiones de la verdad son, por tanto, parciales, inconexas; y es inevitable que hombres con mentes entrenadas de manera diferente aprehendan diferentes partes y diferentes aspectos de la verdad. Esta variedad no es en s� misma un mal. Lejos de ahi. Puntos de vista tan diferentes son complementarios, no antag�nicos. As� como la verdad de Dios fue revelada al hombre �en muchas partes y de muchas maneras�, as� solo en �muchas partes y de muchas maneras� puede ser captada e interpretada por el hombre.

Solo a medida que pasan las edades y cada generaci�n contribuye con su parte hacia el resultado final, aprendemos lentamente la grandeza del evangelio. Las diferencias no deben ser ignoradas ni disimuladas, sino francamente reconocidas: la �combinaci�n en la diversidad�, se ha dicho, es el rasgo caracter�stico de la Iglesia de Cristo, y debe ser el rasgo caracter�stico de toda organizaci�n que verdaderamente representa a esa Iglesia.

La combinaci�n en la diversidad es un rasgo caracter�stico de la Sagrada Escritura. Necesita los registros de cuatro evangelistas para dar un retrato verdadero del Hijo del Hombre en Su ministerio terrenal. No debemos considerar a uno como m�s fiel que otro, no debemos considerar a ninguno como completo en s� mismo, sino encontrar en la armon�a de toda la verdadera delineaci�n de esa perfecci�n que solo podemos realizar al contemplarla en sus varias partes.

San Pablo y Santiago, San Pedro y San Juan, cada uno nos ofrece diferentes aspectos de la verdad; uno es el ap�stol de la fe, otro de las obras; uno de esperanza, otro de amor; pero si cada uno tiene alguna gracia o deber especial sobre el cual insiste, no es para descuidar o excluir otras gracias y deberes: ni debemos enfrentarlos unos a otros.

2. As� vemos que son necesarias varias escuelas de pensamiento para la representaci�n completa de la verdad. Aportan, adem�s, "ese antagonismo de influencias que es la �nica seguridad real para el progreso continuo". Pero las escuelas de pensamiento son dolorosamente propensas a degenerar en partidos. Concentramos natural y correctamente nuestra atenci�n en ese fragmento de verdad que nos hemos dado cuenta de que es verdadero y precioso: gradualmente llegamos a pensar que esto es la verdad completa.

Dividimos el creciente r�o de la verdad en mil arroyos miserables, y cada uno grita: Ven a beber en mi arroyo, porque �l, y solo �l, es puro e incontaminado. Bien para nosotros, entonces, si el agua de la vida no se evapora y se pierde en medio de las arenas del �rido desierto de la contienda.

3. El siguiente paso es f�cil. Afirmamos que debido a que los dem�s no ven con nuestros ojos, est�n envueltos en las brumas del error peligroso; la resistencia a sus principios se convierte en un deber, y en la ferocidad de la controversia se olvida la caridad, y las contiendas partidistas de la Iglesia cristiana se convierten en un espect�culo que provoca la risa desde�osa de los demonios y hace llorar a nuestros ang�licos observadores. La ausencia de humildad, la fuerza de la voluntad propia, el esp�ritu que desea la victoria en lugar de la verdad, todo contribuye al resultado espantoso, y la imperfecci�n de nuestro conocimiento es pervertida por nuestra locura pecaminosa en la fuente de da�o incalculable para nosotros y para aquellos. a nuestro alrededor.

4. Especialmente en los d�as de reactivaci�n de la vida religiosa, existe el peligro de disputas entre partidos. La convicci�n es intensa, el entusiasmo ilimitado, las viejas verdades resucitan, las nuevas verdades aprehendidas, y cada individuo aprecia su propio descubrimiento y lo proclama como el �nico elemento vital de la verdad con exclusi�n de otros en realidad no menos importantes.

5. El uso de la fraseolog�a partidaria tambi�n tiende a acentuar la diferencia entre varias escuelas de pensamiento. �Por este medio, y sobre todo las diferencias reales de opini�n que existen, se introduce una nueva causa de separaci�n entre aquellos que quiz�s, si se explicaran con franqueza sus respectivas declaraciones, no tienen en estos principios ning�n motivo real para la desuni�n. "

6. Los extremos engendran extremos: si un grupo de hombres se forman en un partido exclusivo, con visiones y objetivos estrechos, la consecuencia casi segura es que aquellos que tienen el modo de pensar opuesto formar�n un partido para resistirlos. Pero es un expediente infiel. �A trav�s de contiendas, y no de contiendas, la Iglesia de Dios ha seguido su camino�.

II. �Cu�les son los males que surgen de las divisiones partidistas?

1. El esp�ritu de fiesta causa la decadencia de la vida espiritual: porque el amor es el aliento de la vida, y donde el amor no lo est�, la vida debe marchitarse y morir. Pero, �c�mo pueden coexistir las suaves brisas del amor con las feroces r�fagas ardientes del siroco de la controversia? A medida que cada c�rculo del partido deja adem�s de mantener la comuni�n con sus vecinos y se alimenta m�s exclusivamente de sus propias verdades limitadas, existe el peligro de que incluso estas se vuelvan sin vida y se petrifiquen en f�rmulas duras y sin sentido. No s�lo la p�rdida de conocimiento y la estrechez de la simpat�a, sino incluso la muerte, pueden ser la consecuencia del aislamiento.

2. El esp�ritu de fiesta es un grave obst�culo para el crecimiento del reino de Dios. Esto es lo que alimenta la desconfianza entre el clero y los laicos, y abre esa brecha que a veces se nos dice que se ensancha cada d�a. �Cu�ndo aprenderemos que el reino de Dios no consiste en una fraseolog�a, sino en �justicia, paz y gozo en el Esp�ritu Santo�?

3. El esp�ritu de fiesta es un desperdicio de fuerzas.

4. Las divisiones entre partidos son un obst�culo para los creyentes d�biles. �Qu� vamos a pensar cuando veamos a hombres cuyo car�cter personal es igualmente estimable denunci�ndose unos a otros con absoluta amargura?

5. Las divisiones partidistas son el hazmerre�r de los incr�dulos. �Mira c�mo estos cristianos se aman unos a otros�, es la burla desde�osa. Y as� perdemos ese testimonio de Iglesia unida que era el ideal contemplado por nuestro Se�or.

III. �Cu�les son los remedios para las divisiones partidistas?

1. El v�nculo fundamental de la unidad religiosa es este: "Vosotros sois de Cristo". No principalmente en la organizaci�n exterior, por valiosa que sea, no en los credos, por m�s necesarios que sean, sino en uni�n viva con nuestra Cabeza.

2. Otro remedio se encuentra en el franco reconocimiento de que en la Iglesia de Cristo la variedad no s�lo no es incorrecta, sino natural y necesaria; porque las opiniones de cualquier individuo o grupo de individuos pueden ser, en el mejor de los casos, encarnaciones parciales de toda la verdad. Cuando sostenemos que nuestra visi�n parcial es la completa y la �nica verdadera, es como si los habitantes de los valles que rodean alguna monta�a poderosa, un Mont Blanc o un Matterhorn, se encontraran y compararan sus ideas sobre su tama�o y forma: y porque estas ideas no concuerdan, y los contornos de sus pendientes, picos y precipicios son descritos de manera diferente por cada uno, deber�an negar inmediatamente la identidad del objeto de su argumento; o impugnar la veracidad de sus vecinos, y separarse con sentimientos de rabia y amargura.

3. Un examen sincero y paciente de las opiniones de quienes difieren de nosotros contribuir� en gran medida a moderar el esp�ritu de partido. Los hombres de innegable honestidad, escrupulosidad, celo, santidad, difieren de nosotros. �Por qu� es esto? No pueden estar completamente equivocados. Ninguna vida santa se basa enteramente en premisas falsas. Ning�n sistema se basa completamente en una mentira.

4. Una vez m�s, se encontrar� un remedio para las divisiones en la cooperaci�n pr�ctica siempre que sea posible.

5. Si lamentablemente la controversia fuera inevitable, como puede serlo en algunas ocasiones, y para algunos individuos, debemos tener cuidado de que se lleve a cabo con serena sobriedad, moderada raz�n y con el deseo de la verdad, no del �xito. Pero es un recurso peligroso: mucho m�s saludable para nosotros si podemos abstenernos de enredarnos en �l. "Ora por la paz de Jerusal�n: prosperar�n los que te aman". ( AF Kirkpatrick, MA )

Divisi�n en la Iglesia contraria al esp�ritu de Cristo

Porque&mdash

I. Contrario a la doctrina de Cristo. Cristo aqu� por Su siervo:

1. Exhorta a la unidad en

(1) Confesi�n;

(2) Esp�ritu;

(3) Juicio.

2. Condena toda desuni�n.

II. Incompatible con nuestras obligaciones para con Cristo. Divisiones

1. Surgen del apego pecaminoso a personas, intereses u opiniones.

2. Divida el cuerpo de Cristo.

3. Transfiera el honor que le corresponde a otro. ( J. Lyth, D. D. )

De ideas afines

Un predicador eminente dice: �Hace algunas semanas caminaba por una hermosa arboleda, los �rboles estaban distantes unos de otros y los troncos eran rectos y rugosos. Pero a medida que ascend�an, las ramas se acercaban, y a�n m�s alto, las ramitas y las ramas se entrelazaban. Me dije a m� mismo, nuestras iglesias se parecen a estos �rboles; los troncos cerca de la tierra se mantienen r�gidos y toscamente separados; cuanto m�s ascienden hacia el cielo, m�s y m�s se acercan, hasta que forman un hermoso dosel, bajo el cual los hombres disfrutan tanto de refugio como de felicidad. Luego pens� en esa hermosa oraci�n del Salvador: 'Que todos sean uno'. Aquellos que tienen el Esp�ritu de Cristo, que andan siempre haciendo el bien, ser�n de ideas afines �.

Divisiones, como curar

Cuando tanto se hab�a hecho en Marburgo para lograr un acuerdo entre Lutero y los helv�ticos, Zwingle y sus amigos, resolvi� magn�nimamente que no deb�an otorgar mayores concesiones para la paz, ni llevarse el honor de tener m�s deseos de uni�n que �l. Sugiri� que ambas "las partes interesadas" deber�an "apreciar cada vez m�s una caridad verdaderamente cristiana entre s�" e implorar sinceramente al Se�or por medio de Su Esp�ritu que las confirme en "la sana doctrina". ( W. Baxendale .)

El mal y el peligro del cisma

La Iglesia de Corinto ahora yac�a sangrando de sus heridas, no por sus enemigos, sino por sus propios hijos. El ap�stol se aplica a la curaci�n de esta Iglesia desgarrada y rota en esta pat�tica exhortaci�n a la unidad. Nota&mdash

I. La obligaci�n, "Hermanos".

1. Una compulsi�n bondadosa, por la que se esfuerza por insinuarse en sus afectos; porque es dif�cil para los ministros fieles mantener los afectos de las personas donde antes entraban las divisiones.

2. Un argumento a favor de la unidad: les recuerda que son hermanos; y es vergonzoso que los hermanos se caigan por las orejas ( G�nesis 13:8 ; G�nesis 45:24 ).

II. La obsesi�n, "Te lo suplico, por el nombre", etc. Pablo se vuelve un peticionario por la paz de la Iglesia, y les ruega, como lo hizo con el carcelero ( Hechos 16:28 ), que no se hagan da�o a s� mismos, sino que caigan bajo la espada de la contienda; y para que tenga m�s peso, interpone el nombre de Cristo. Es tanto como si hubiera dicho ...

1. Como ten�is alguna consideraci�n por la autoridad del Se�or Jesucristo, el Pr�ncipe de Paz, que tantas veces ha ordenado la unidad y el amor fraternal a Sus seguidores, cuidado con las divisiones.

2. Como aman al Se�or Jes�s, cuando ofrecen Su honor y gloria, que no haya divisiones entre ustedes; porque el nombre de Cristo sufre tristemente por tus contiendas.

III. El asunto de su exhortaci�n.

1. Los exhorta a la unidad de principios, �para que todos habl�is lo mismo�; porque ahora algunos lloraban una cosa, otros otra, como aquella multitud confundida ( Hechos 21:34 ), hasta que algunos de ellos llegaron finalmente a negar la resurrecci�n (cap. 15).

2. Los aparta de los cismas, lo que significa propiamente un corte en un cuerpo s�lido, como en el corte de madera. As�, la �nica Iglesia de Corinto se dividi� en diversas facciones, algunas segu�an a una, otras segu�an a otra; por eso dice el ap�stol: "�Est� Cristo dividido?" �D�nde conseguir�s que un Cristo encabece tu partido diferente y dividido? A trav�s de estas divisiones, seg�n parece, de 1 Corintios 11:33 , ten�an comuniones separadas, no se demorar�an el uno en el otro.

El ap�stol tambi�n califica sus divisiones como carnales ( 1 Corintios 3:3 ), donde la palabra "divisiones" significa propiamente una posici�n separada, donde una parte est� de un lado y otra parte del otro lado, tal disensi�n, en la que uno separa a uno. de otro.

3. Los exhorta a enmendar lo que ya estaba mal entre ellos en ese asunto, a estar perfectamente unidos, en oposici�n a sus contiendas y divisiones. La palabra en el original es muy enf�tica y significa:

(1) Restaurar a los miembros inconexos a sus lugares apropiados nuevamente ( G�latas 6:1 ). Es una met�fora de los cirujanos que vuelven a colocar miembros o articulaciones.

(2) Establecer en el estado en el que se restaura una persona o cosa; y as� denota una uni�n firme entre los miembros de esa Iglesia como un cuerpo, y adem�s a�ade aqu� los lazos de esta uni�n, la misma mente, es decir, el mismo coraz�n, voluntad y afectos, como se toma la palabra mente. ( Romanos 7:25 ), y el mismo juicio u opini�n sobre asuntos; si no se puede conseguir el �ltimo, sin embargo el primero puede.

IV. De las palabras extraemos las siguientes doctrinas:

1. Ese cisma es un incidente maligno para las Iglesias mientras est�n en este mundo.

2. Que los profesantes deben tener cuidado de ello, ya que ofrecen la autoridad y el honor de nuestro Se�or Jesucristo.

3. Cuando el cisma entre en una Iglesia, habr� grandes calores, gente que se contradice entre s� en materia de religi�n.

4. Por muy dif�cil que sea, es posible sanar a una Iglesia desgarrada.

5. Que es deber de todos los miembros de la Iglesia esforzarse por la unidad de la Iglesia y la curaci�n de los cismas; y en particular, es deber de los miembros inconexos volver a ocupar sus propios lugares en el cuerpo.

6. Que los cismas, como son dolorosos para todos los hijos de la paz, tambi�n pesan de manera especial y afligen a los ministros fieles del evangelio de la paz. ( T. Boston, D. D. )

Ha sido declarado ... por los de la casa de Cloe que hay contiendas entre vosotros . -

Contenciones en la Iglesia

I. C�mo surgen. Por apegos indebidos a personas u opiniones.

II. C�mo deber�an ser reprimidos.

1. No buscando el triunfo de una parte sobre la otra, ni mediante el absoluto sacrificio de la opini�n privada.

2. Pero exaltando estos puntos en los que todos est�n de acuerdo y cultivando una sola mente y esp�ritu.

III. Por qu� deber�an ser reprimidos: por amor a Cristo.

1. Su cuerpo es uno e indiviso.

2. Fue crucificado por nosotros.

3. Somos bautizados en Su nombre.

4. Ning�n otro tiene ning�n derecho sobre nosotros. ( J. Lyth, D. D. )

Las facciones

I. Hab�a cuatro partidos en la Iglesia de Corinto.

1. Aquellos que sostuvieron por el mismo Pablo. Le deb�an su salvaci�n; y habiendo experimentado la eficacia de su evangelio, pensaron que no hab�a otro modo eficaz de presentar a Cristo a los hombres. As� que probablemente cayeron en el error de todos los meros partidarios y se volvieron m�s paulinos que Pablo, y corrieron el peligro de volverse m�s paulinos que cristianos.

2. Los que estaban agrupados alrededor de Apolos, quien reg� lo que Pablo hab�a plantado. Encaj� el evangelio en su conocimiento previo, y les mostr� sus relaciones con otras religiones, y les revel� su riqueza �tica y su relaci�n con la vida. Su ense�anza no se opon�a a la de Pablo, sino que la complementaba; y 1 Corintios 16:12 muestra que no hubo celos entre los dos hombres.

3. Los que se gloriaron en el nombre de Cefas, el ap�stol de la circuncisi�n, cuyo nombre se us� en oposici�n al de Pablo como representante del grupo original de ap�stoles que se adhirieron a la ley jud�a. Los judaizantes extremos encontrar�an en esta fiesta un terreno f�rtil.

4. Lo que se llam� a s� mismo "de Cristo". De 2 Cor 10: 7-18; 2 Corintios 11:1 ; 2 Corintios 12:1 , parece que este grupo fue dirigido por hombres que se enorgullec�an de su ascendencia hebrea ( 1 Corintios 11:22 ), y de haber aprendido su cristianismo de Cristo mismo ( 1 Corintios 10:7 ).

Afirmaron ser ap�stoles de Cristo ( 1 Corintios 11:13 ) y �ministros de justicia� ( 1 Corintios 11:15 ); pero cuando ense�aron �otro Jes�s�, �otro esp�ritu�, �otro evangelio� ( 1 Corintios 11:4 ), Pablo no duda en denunciarlos como falsos ap�stoles.

II. El ap�stol se entera de estas fiestas con consternaci�n. Entonces, �qu� pensar�a del estado de la Iglesia ahora? Todav�a no hab�a en Corinto ninguna perturbaci�n exterior; y de hecho, Pablo no parece contemplar como posible que los miembros del �nico cuerpo de Cristo se reh�sen a adorar a su Se�or com�n en comuni�n unos con otros.

1. Los males que acompa�an a tal condici�n de cosas pueden sin duda magnificarse indebidamente; pero el da�o causado por la desuni�n no debe ignorarse. La Iglesia estaba destinada a ser el gran unificador de la raza; pero en lugar de esto, la Iglesia ha enajenado amigos; y los hombres que hacen negocios y cenan juntos, no adorar�n juntos. Si el reino de Cristo hubiera sido visiblemente uno, no habr�a tenido rival en el mundo.

Pero en lugar de esto, la fuerza de la Iglesia se ha desperdiciado en luchas civiles. El mundo mira y se r�e mientras ve a la Iglesia dividida por peque�as diferencias mientras deber�a estar atacando el vicio, la impiedad y la ignorancia. Y, sin embargo, se piensa que el cisma no es pecado.

2. Ahora que la Iglesia est� hecha pedazos, el primer paso hacia la unidad es reconocer que puede haber uni�n real sin unidad de organizaci�n externa. La raza humana es una; pero esta unidad admite innumerables diversidades. De modo que la Iglesia puede ser verdaderamente una en el sentido que nuestro Se�or pretendi�, una en la unidad del Esp�ritu y el v�nculo de la paz, aunque contin�en existiendo varias divisiones y sectas.

As� como en medio de todas las diversidades de gobierno y costumbres, es deber de los Estados mantener su hermandad com�n y abstenerse de la tiran�a y la guerra, as� tambi�n es deber de las Iglesias, por muy separadas que sean en la forma de gobierno, mantener y exhibir su unidad.

3. Puede haber uni�n real sin unidad en el credo. Esta unidad es deseable; y Pablo ruega a sus lectores que sean de un mismo parecer.

(1) Es cierto que la Iglesia ha ganado mucho con las diferencias de opini�n. Si todos los hombres estuvieran de acuerdo, podr�a existir el peligro de que la verdad se quedara sin vida por falta del est�mulo, y la doctrina se ha determinado y desarrollado en respuesta al error.

(2) Pero como una visita del c�lera puede resultar en limpieza, pero nadie desea que venga el c�lera; y como la oposici�n en el Parlamento es un servicio reconocido al pa�s, cada partido desea que sus sentimientos se vuelvan universales; as�, tambi�n, a pesar de todo buen resultado que pueda surgir de la diversidad de opiniones sobre la verdad divina, el acuerdo es a lo que todos deber�an aspirar.

(3) Pero, �qu� verdades me han de convertir en t�rminos de comuni�n? La respuesta es que la Iglesia de Cristo est� formada por aquellos que conf�an en �l como el poder de Dios para salvaci�n. �l est� en comuni�n con todos los que as� conf�an en �l, sean grandes o peque�os sus conocimientos; y no podemos negarnos a comunicarnos con aquellos con quienes �l est� en comuni�n. Por lo tanto, ning�n error doctrinal que no subvierte la fe personal en Cristo debe permitirse que separe las iglesias.

Pablo estaba contemplando a Cristo, y no a un credo, como el centro de la unidad de la Iglesia, cuando exclam�: "�Est� Cristo dividido?" En todos los cristianos y en todas las iglesias, el �nico Cristo es la vida de cada uno. Y es monstruoso que aquellos que est�n virtualmente unidos a una Persona y vivificados por un Esp�ritu no reconozcan de ninguna manera su unidad. Es con algo parecido al horror que Pablo contin�a preguntando: "�Fue Pablo crucificado por ti?" Da a entender que s�lo con la muerte de Cristo se puede fundar la Iglesia. Quita eso y la conexi�n personal del creyente con el Redentor crucificado, y te quitas la Iglesia.

III. De esta expresi�n casual de Pablo vemos su actitud habitual hacia Cristo.

1. Nunca tard� en afirmar el endeudamiento de las j�venes Iglesias cristianas consigo mismo: era su padre, pero no su salvador. Ni por un momento supuso que podr�a ocupar hacia los hombres la posici�n que ocupaba Cristo. Entre su obra y la de Cristo se fijaba un abismo infranqueable. Y lo que le dio a Cristo este lugar especial y reclamo fue Su crucifixi�n. Pablo no dice: �Fue Pablo tu maestro de religi�n y dirigi� tus pensamientos a Dios? �Pablo con su vida te mostr� la belleza del sacrificio y la santidad? sino "�Fue Pablo crucificado por ti?"

2. Sin embargo, no fue el mero hecho de Su muerte lo que le dio a Cristo este lugar, y lo que reclama la consideraci�n y la confianza de todos los hombres. Paul realmente hab�a dado su vida por los hombres; pero Pablo sab�a que en la muerte de Cristo hab�a un significado que el suyo nunca podr�a tener. Fue el �nico sacrificio humano neto y divino que se manifest� all�. A trav�s de esta muerte, los pecadores encuentran el camino de regreso a Dios y la seguridad de la salvaci�n.

3. Este trabajo �nico, entonces, �qu� hemos hecho con �l? Paul encontr� su verdadera vida y su verdadero yo en ella. Llen� su mente, su coraz�n, su vida. Este hombre, formado en el tipo m�s noble y m�s grande, encontr� lugar solo en Cristo para el pleno desarrollo y ejercicio de sus poderes. �No es evidente que si descuidamos la conexi�n con Cristo que Pablo encontr� tan fruct�fera, estamos cometiendo la mayor injusticia y preferimos una prisi�n estrecha a la libertad y la vida? ( M. Dods, D. D. )

El punto de vista del ap�stol sobre el esp�ritu de partido

Pablo lo denuncia como un pecado en s� mismo, independientemente de las opiniones correctas o incorrectas relacionadas con �l; y la verdadera salvaguarda contra ella es el recuerdo del gran v�nculo de comuni�n con Cristo que todos tenemos en com�n. �Christianus mihi nomen est�, dijo un antiguo obispo en respuesta a tal distinci�n; "Catholicus cognomen".

1. El primer deber del ap�stol era perderse por completo en la causa que predicaba. Los detalles o formas m�s importantes eran tan insignificantes en comparaci�n que Pablo habl� de ellos como si no se preocupara por ellos. �Cu�n a menudo, en �pocas posteriores, los medios y las instituciones de la Iglesia han sustituido al fin! La antig�edad, la novedad, una frase, una ceremonia, una vestidura, cada una a su vez ha desequilibrado el �nico objeto principal para el que, sin duda, se inculcan todos los objetos inferiores. A todos estos casos se aplica la respuesta del ap�stol: "Cristo no me envi� a bautizar, sino a predicar el evangelio".

2. El pecado de los corintios no consisti� en la mera adopci�n de nombres eminentes, sino en el esp�ritu de partido que les da m�s importancia que a la gran causa que todos los hombres buenos tienen en com�n. Incluso el sagrado nombre de Cristo puede ser as� profanado; y como el ap�stol reprende a los que dijeron: "Yo soy de Cristo", no menos que a los que dijeron "Yo soy de Pablo", etc., as� nuestro Se�or se neg� a tomar el t�tulo de "bueno" ( Lucas 18:19 ). , y �no bautiz�, sino sus disc�pulos� ( Juan 4:2 ).

Si el Nombre m�s sagrado se puede convertir as� en una consigna de partido, si el cristianismo mismo puede volverse as� hacia los prop�sitos de una facci�n, mucho m�s cualquiera de sus manifestaciones subordinadas. El car�cter de nuestro Se�or se distingue de todos los dem�s por el hecho de que se eleva muy por encima de cualquier influencia local o temporal, y tambi�n porque, en su mayor parte, ha escapado, incluso en el pensamiento, de cualquier asociaci�n con ellos.

De modo que el car�cter del ap�stol, aunque en menor medida, se reivindica en este pasaje de cualquier identificaci�n con la parte que se llam� a s� misma por su nombre; y es un verdadero ejemplo de la posibilidad de realizar una gran obra y trabajar arduamente por grandes verdades, sin perder de vista el terreno com�n del cristianismo, o convertirse en el centro de un esp�ritu mundano y partidista.

3. Es al vislumbrar las salvajes disensiones que rugieron en torno a los escritos apost�licos que podemos apreciar mejor la unidad y la respuesta de esos mismos escritos: es al ver cu�n completamente se han borrado las disensiones, que podemos comprender mejor c�mo marcada fue la diferencia entre sus resultados y los de divisiones an�logas en otra historia. Sabemos c�mo los nombres de Plat�n y Arist�teles, de Francisco y Domingo, de Lutero y Calvino, han continuado como punto de uni�n de escuelas rivales; pero las escuelas de Pablo, Apolos y Cefas, que una vez libraron una guerra tan encarnizada entre s�, se extinguieron casi antes de que comenzara la historia eclesi�stica.

En parte, esto se debi� a la naturaleza del caso. Los ap�stoles no podr�an haberse convertido en fundadores de sistemas, incluso si lo hubieran hecho. Su poder no era el suyo, sino el de otro. "�Qu� ten�an que no hubieran recibido?" Si alguna vez reclamaron una autoridad independiente, su autoridad desapareci�. Los grandes fil�sofos, conquistadores, heresiarcas dejan sus nombres incluso a pesar de ellos mismos. Pero tales los ap�stoles no pod�an ser sin dejar de ser lo que fueron; y la extinci�n total de los partidos que fueron llamados despu�s de ellos es de hecho un testimonio de la Divinidad de su misi�n.

Y es dif�cil no creer que en la gran obra de reconciliaci�n de la que el volumen exterior del Sagrado Canon es el monumento principal, ellos mismos no fueron meros instrumentos pasivos, sino agentes activos; que a�n debe extraerse una lecci�n del registro que han dejado de su propia resistencia a las afirmaciones de las facciones que en vano se esforzaron por dividir lo que Dios hab�a unido. ( Dean Stanley .)

Sectas y partidos

I. Su variada variedad ocasion�:

1. Por las peculiaridades de la naturaleza humana en general.

2. Diferencias nacionales.

3. Diferencias personales.

4. Apego a las personas, como en el texto.

II. Su unidad a�n es posible, deber�a haber ...

1. Un idioma, una mente.

2. Un juicio sobre principio fundamental.

3. Especialmente una fe en Jes�s crucificado.

4. Y un bautismo en Su nombre. ( J. Lyth, D. D. )

Las disensiones de la Iglesia primitiva

I. C�mo se originaron.

1. En las disputas de los cristianos jud�os y gentiles.

2. Por tanto, uno era de Pedro y otro de Pablo; los de Cristo y los de Apolos parecen haber sido modificaciones de �stos.

II. �Qui�nes fueron los impulsores de ellos?

1. Ni Pablo ni Pedro, etc.

2. No los dispuestos en paz, ni los que amaron a Cristo sobre todas las cosas.

3. Pero ...

(1) Algunos que idolatraron indebidamente al ser humano en la religi�n.

(2) Personas ignorantes, que ten�an celo sin conocimiento ( Romanos 10:2 ).

(3) Personas contenciosas, que se saldr�an con la suya ( Filipenses 1:16 ).

III. �Cu�l fue el efecto?

1. Cristo estaba dividido.

2. Sus afirmaciones olvidadas.

3. Alg�n �dolo humano exaltado en su lugar. ( J. Lyth, D. D. )

Cada uno de ustedes dice: Yo soy de Pablo� y yo de Cristo. -

El faccioso que afecta a un pastor sobre otro

Podemos, y debemos, dar una porci�n de respeto de Benjam�n a aquellos que se destacan en edad, dolores, partes y piedad; pero el prodigar al por mayor todo el honor en uno, y escasamente vender al por menor alg�n respeto al otro, es lo que Pablo reprueba.

I. Las travesuras que surgen de esta pr�ctica.

1. Disensi�n entre ministros. As� como los griegos ( Hechos 6:1 ) murmuraron contra Abe Hebreos, los ministros se sienten agraviados de que la gente los pase sin ser atendidos. Quiz�s el asunto puede volar tan alto como lo hizo entre Mois�s y Aar�n ( N�meros 12:2 ). No solo enojar� a Saulo, un simple hombre carnal, sino incluso a aquellos que tienen grados de gracia, decir: "Convirti� a sus miles, pero el tal a sus diez mil".

2. Disensiones entre la gente. Como las mujeres que suplicaron ante Salom�n ( 1 Reyes 3:22 ), sostienen �El ministro viviente es m�o; el que tiene esp�ritu y actividad, pero el ministro muerto es tuyo; no viene a los vivos, no toca la conciencia �. �No�, dijo el otro, �mi ministro es el ministro vivo, y el tuyo es el muerto.

Tu pastor est� lleno de fuego, de mal genio e indiscreto celo; 'pero el Se�or no estaba en el fuego': mientras que mi ministro es como una 'voz quieta'; resiste al penitente de coraz�n sangrante y echa el aceite del evangelio en la conciencia herida �.

3. Regocijo a los imp�os, a cuyos o�dos nuestras discordias son la m�s dulce armon�a. Que no se caigan los pastores de Abraham y Lot, mientras los cananeos a�n est�n en la tierra.

4. Gran deshonra para Dios mismo. Aqu� hay tal mirada en el embajador que no se hace caso del rey.

II. Para evitar estas travesuras, tanto los pastores como las personas deben ayudar.

1. Empiezo por los pastores.

(1) Aquellos que tienen las audiencias m�s densas.

(a) Que no se enorgullezcan de la burbuja del aplauso popular, a menudo tan descuidada como perdida inmerecidamente. �No hemos visto a quienes han preferido los pulmones antes que el cerebro y el sonido de una voz antes que la solidez de la materia? Que los pr�ncipes cuenten el cr�dito de sus reinos en la multitud de sus s�bditos: lejos de que un predicador se glor�e cuando su congregaci�n se hincha por el consumo de la audiencia de su vecino.

(b) Que desalienten la admiraci�n inmoderada. Cuando San Juan hubiera adorado al �ngel, "Mira, no lo hagas", dice: "adora a Dios". Conoce a quien te encanta hartarse con los aplausos de la gente, resultar� en los �ltimos pinchazos en tus ojos y espinas en tu costado, porque sacr�legamente le has robado a Dios su honor.

(c) Trabajen tambi�n para congraciar a todo pastor que lo merezca con su propia congregaci�n. Fue la bendici�n que Sa�l le suplic� a Samuel: "H�nrame delante de mi pueblo". Y seguramente es s�lo una raz�n por la que debemos buscar la gracia del pastor en presencia de su reba�o.

(2) Paso ahora a los ministros desatendidos, mientras que otros, quiz�s menos merecedores, son m�s frecuentados. Nunca te preocupes si prefieres a otros antes que a ti. Tienen su tiempo; son medialunas en su creciente, mares en decadencia en su fluir: no envidies por su prosperidad. Tu turno de honor puede llegar a continuaci�n. Uno le dijo a un estatista griego que se hab�a merecido excelentemente de su ciudad, que la ciudad hab�a elegido veinticuatro oficiales y, sin embargo, lo hab�a dejado fuera.

"Me alegro", dijo, "la ciudad ofrece veinticuatro personas m�s capaces que yo". Y practiquemos el precepto de San Pablo, �con honor y deshonra, con buena fama y deshonra�, y digamos con David: �Se�or, aqu� estoy; haz con tu siervo como te plazca �.

2. En este momento, creo, oigo a la gente decir, como soldados a Juan Bautista: "�Pero qu� haremos?"

(1) Conserva siempre una estima reverente por el ministro que Dios ha puesto sobre ti. Porque, si un gorri�n no se posa en el suelo sin la providencia especial de Dios, seguramente ning�n ministro es otorgado en ninguna parroquia sin una disposici�n m�s peculiar; y seguramente su propio pastor est� mejor familiarizado con sus enfermedades y, por lo tanto, es el que mejor sabe aplicar la f�sica espiritual a las mismas. Y as� como la Palabra de Dios tiene una bendici�n general en todo lugar, m�s particularmente es bendecida para los feligreses de la boca de su ministro leg�timo.

No sea, por tanto, preferido al extranjero, que hace una fiesta con un prop�sito determinado para entretener a nuevos invitados, antes que a tu propio ministro, que mantiene una mesa constante, alimentando a su propia familia. Por tanto, que todos los efesios se limiten a su Timoteo; Los cretenses a su Tito; cada congregaci�n a su pastor apropiado. En cuanto a aquellos cuyas ocasiones necesarias exigen su ausencia de sus reba�os, que se encarguen de proporcionar sustitutos dignos.

(2) Que no hagan comparaciones odiosas entre ministros de altos cargos. Se dice tanto de Ezequ�as ( 2 Reyes 18:5 ) como de Jos�as ( 2 Reyes 23:25 ) que no hubo ninguno como ellos. El Esp�ritu Santo no prefiere ninguna de las dos cosas para bien, pero concluye ambas de la mejor manera; y as�, entre los ministros, cuando cada uno difiere de los dem�s, todos pueden ser excelentes en su tipo.

Como, al comparar varias personas hermosas, se supera en belleza de rostro; un segundo, para un cuerpo bien proporcionado; un tercero, por la belleza del porte: as� sea entre varios pastores. La excelencia de uno puede consistir en desenredar una controversia conocida; otro, en una clara exposici�n de las Escrituras; uno, los mejores Boanerges; otro, el mejor Bernab�: nuestros juicios pueden estar mejor informados por uno, nuestros afectos movidos por un segundo, nuestras vidas reformadas por un tercero. Concede algunos en partes muy inferiores a otros: �no era Abisai un capit�n digno, aunque no alcanz� el honor de los tres primeros? �Y no pueden muchos ser �tiles en la Iglesia, aunque no en el primer rango?

(3) Considere esto por una cierta verdad, que la eficacia de la Palabra de Dios no depende de las partes del ministro, sino de la bendici�n de Dios, de Su ordenanza. ( T. Fuller, DD )

Sectas y partidos

I. �Qu� tan lejos est�n en lo cierto? En cuanto a ellos ...

1. P�rese sobre los cimientos comunes de Cristo.

2. Se ocupan de salvar almas y no de hacer pros�litos.

3. Estimarse, amarse y ayudarse mutuamente.

4. Exhibir una santa emulaci�n al exaltar a Cristo.

II. �Cu�ndo se equivocan?

1. Cuando exaltan los nombres de los partidos y las diferencias por encima de Cristo.

2. Cuando est�n servilmente apegados a su partido y lo conviertan en el gran objeto de su celo.

3. Cuando notan y desprecian a los dem�s y los excluyen de su compa�erismo.

4. Cuando buscan glorificar a su partido por encima de todos los dem�s. ( J. Lyth, D. D. )

�Est� Cristo dividido? o

"�Es el Cristo hecho una parte?"

�No es un todo, sino s�lo una parte, coordinado con otros tres? �Ya no es �l el c�rculo completo alrededor del cual est� reunida en su unidad la Iglesia de Corinto, consider�ndolo por todos lados como el �nico Salvador? pero, �est� reducido a un solo cuadrante de ese c�rculo, siendo los otros cuadrantes Pablo, Apolos y Cefas? Si esto es cierto, la sorprendente inferencia es que Cristo, siendo un Salvador de los suyos, los otros tres l�deres son salvadores subordinados, cada uno de sus propios seguidores; y por eso les pregunto, mientras me alejo del pensamiento (tal es la fuerza del griego), �fue Pablo (para tomar como ejemplo el nombre de la primera de las tres cabezas) crucificado por ustedes? �O fuisteis bautizados? &C.

Y, sin embargo, esta es la conclusi�n, tan absurda como monstruosa, mejor dicho, blasfema, a la que est�s derivando en las olas de opiniones y profesiones partidistas. Por tanto, les ruego, por ese Nombre que est� sobre todo nombre, el Nombre de Aquel que es nuestro Se�or, que es el Cristo, el �nico Salvador de todos, que mueran las divisiones entre ustedes, y que la uni�n y la armon�a revivan en la atm�sfera pura. de igualdad de opini�n y prop�sito, que conduce a la igualdad de confesi�n.

Otra traducci�n que difiere ligeramente de la anterior, pero que finalmente converge con ella en la misma conexi�n l�gica es esta : "�Se distribuye Cristo?" �Asignado como una porci�n es �l? La palabra "porci�n" aqu� denota relaci�n m�s con su propio reclamante o apropiador que con otras partes coordinadas. El reclamante de Cristo como su propia porci�n exclusivamente es en este caso, por supuesto, la �ltima parte nombrada de Cristo.

Si esta es la traducci�n m�s correcta, un v�nculo subyacente de conexi�n entre "�Cristo repartido?" y "�Fue crucificado Pablo por ti?" debe ser provisto mentalmente; un destello intermedio de pensamiento tan obvio que se habr�a perdido tiempo en redactarlo. Este v�nculo silencioso se expresa en la cl�usula en cursiva: si Cristo, el �nico Salvador, se ha convertido en herencia de una de las partes, �qu� ser� de la salvaci�n de las otras tres? ��Fue Pablo crucificado por ti?�, Etc. ( Canon Evans .)

�Est� Cristo dividido en

1. Su persona.

2. Sus oficinas.

3. Su salvaci�n.

4. Su Iglesia. ( WW Wythe .)

Las diferencias entre los cristianos no hay objeci�n al cristianismo

I. C�mo es que los hombres llegan a diferir en moral y religi�n. Casi toda acci�n, car�cter o doctrina sobre la que se nos pide que formulemos una opini�n es m�s o menos compleja; es decir, tiene m�s de un lado o aspecto. No se sigue que uno sea verdadero y el otro falso: ambos pueden ser verdaderos; es decir, representaciones fieles de una misma realidad, solo que bajo diferentes aspectos. No tengo conocimiento de una sola acci�n viciosa que alguna vez se haya considerado correcta, a menos que, dadas las circunstancias, realmente tuviera un lado bueno o plausible, en el que solo, por alguna causa, se contempl�, toda la acci�n se juzg� por esta un lado.

Tambi�n se debe dar el mismo relato del origen de la mayor�a de nuestras diferencias en la doctrina religiosa cuando se las considera con sinceridad. Tomemos, por ejemplo, la que quiz�s sea la diferencia m�s fundamental de todas, las diferentes opiniones que han prevalecido respecto a la naturaleza humana. �Qui�n no sabe que el hombre realmente aparece bajo todos estos diversos aspectos? A veces, pero un poco m�s bajo que los �ngeles, y otras veces, solo un poco mejor que un demonio.

De ah� que los puntos de vista m�s extremos y contradictorios sobre este tema est�n tan bien fundados como �ste, que son representaciones fieles de las fases reales de la naturaleza humana, y el error no consiste en malinterpretar alguna fase �nica, sino en juzgar toda nuestra naturaleza s�lo por ella. Y as� se sigue que lo que llamamos errores no son tanto falsas como visiones parciales de la realidad.

II. Siendo tal el origen y la naturaleza de la mayor�a de las diferencias religiosas, lo siguiente ser� para indagar por qu� motivos se las puede considerar como motivo u ocasi�n para pensamientos esc�pticos, c�nicos o abatidos. En primer lugar, �nos brindan alguna raz�n o pretexto para negar la confiabilidad o competencia de las facultades humanas? Ciertamente no. Si pudi�ramos ser inducidos a considerar el objeto exactamente bajo las mismas luces y aspectos, sin duda lo ver�amos de la misma manera; y mejor a�n, si se nos indujera a considerar el objeto bajo todas las luces y aspectos, sin duda no s�lo lo ver�amos de la misma manera, sino que lo ver�amos como es.

En consecuencia, las diferencias entre cristianos no deben interpretarse como evidencia de la incompetencia de las facultades humanas consideradas en s� mismas, sino s�lo de su aplicaci�n parcial. Cuando comenzamos nuestras indagaciones con respecto a cualquier tema, debemos comenzar, por supuesto, mir�ndolo desde un lado: nuestras opiniones deben ser parciales al principio; pero no se sigue que siempre deban continuar as�. �Qu� es, de hecho, el progreso en cualquier investigaci�n sino la ampliaci�n gradual de nuestros puntos de vista? Y de ah� el hecho reconocido de que el pensamiento y el estudio, y una cultura m�s generosa, tienden a disolver las diferencias y unir a los hombres.

Para aquellos, por lo tanto, que piensan encontrar argumentos para el escepticismo o la desesperaci�n en las divisiones de los cristianos, y que est�n listos para pronunciar las opiniones parciales que prevalecen como in�tiles y mutuamente destructivas entre s�, la respuesta es clara. Primero, incluso la m�s parcial de estas opiniones vale mucho; porque son visiones parciales de una verdad important�sima y, como tales, contienen mucho de lo que es perdurable y eterno.

Una vez m�s, como el error de estos puntos de vista se debe principalmente a que son parciales, es de esperar que pertenezcan a las primeras etapas de toda investigaci�n, pero que desaparezcan gradualmente a medida que avanza la investigaci�n. Finalmente, aunque puede que nunca llegue el momento en la tierra en que la multitud de puntos de vista parciales se perder�n en un solo punto de vista que lo abarca todo, a�n este conocimiento "en parte", y las pruebas y responsabilidades que pertenecen a tal condici�n, pueden ser esenciales. a la disciplina que nos preparar� para ese mundo, donde �lo que es en parte ser� eliminado.

Sin embargo, admitiendo todo esto, pregunto, entonces, qu� hay en la controversia - no digo condenar, porque, considerando c�mo a menudo se conducen, hay suficiente en ellos, Dios lo sabe, para condenar, pero para disculpar en los espectadores, �indiferencia o incredulidad? Ciertamente de s� mismos no argumentan indiferencia o incredulidad, sino todo lo contrario. Una �poca de controversias es eminentemente una �poca de fe; No es probable que un hombre discuta seriamente a menos que crea en algo y le conceda importancia.

Adem�s, �c�mo va en otras cosas? Nombra, si puedes, un solo tema de investigaci�n interesante que no haya dado lugar a controversias. El mundo est� tan dividido y distanciado en cuestiones cient�ficas, pol�ticas y filantr�picas como en cuestiones religiosas. Pero, �infieren los hombres que no existe la verdad en ninguno de estos asuntos, o que no tenemos facultades para descubrirla? �Dios no lo quiera! Obviamente, por tanto, no puede ser la controversia, como tal, lo que se objeta a este respecto, sino algo peculiar de la controversia religiosa.

Primero, se dice que la controversia est� bastante bien cuando realmente tiene el efecto de ayudar a avanzar la verdad, o de difundirla y establecerla; pero en religi�n no hace ninguna de las dos cosas, dejando cada pregunta exactamente donde la encontr�. Respondo que, incluso si esto fuera as�, no ser�a el prop�sito: se seguir�a, de hecho, que la controversia no tiene ninguna utilidad en la religi�n y debe evitarse; pero de ello no se seguir�a que la religi�n en s� misma sea in�til, o que la controversia la haya hecho menos �til o menos segura.

Pero toda la afirmaci�n es err�nea. �Qui�n tiene todav�a que aprender los invaluables servicios de discusi�n y controversia para establecer las leyes de la evidencia de las que dependen la autenticidad y autenticidad de los Libros Sagrados, y las leyes de interpretaci�n por las que se determina su importancia? Tambi�n se lo debemos a la discusi�n y la controversia, que las doctrinas cristianas generalmente se han desarrollado, aclarado y reformulado.

Una vez m�s, se objeta la controversia religiosa debido a sus asperezas y esp�ritu de denuncia, que sobre tal tema son peculiarmente odiosos, creando en algunas mentes un disgusto invencible por la religi�n misma. Esa controversia religiosa, incluso entre cristianos, a veces asume el car�cter que aqu� se le da, lo confieso; pero es f�cil ver que no es porque los cristianos sean cristianos, sino porque los cristianos son hombres, que tienen las debilidades e imperfecciones de los hombres.

Una vez m�s. Creo que existe una vaga noci�n en algunas mentes de que el honor de Dios se ve comprometido de alguna manera por los vergonzosos altercados que ha dado a luz el cristianismo. El hecho de que �l no interfiera para reprimirlos crea un sentimiento de inquietud y desconfianza, como si la revelaci�n no fuera en realidad de �l. Esas personas har�an bien en recordar que Dios nos da la verdad, como nos da todo lo dem�s, no para nuestra aceptaci�n, sino para nuestra adquisici�n.

Incluso se espera que las verdades de la revelaci�n nos hagan tanto bien al ejercitar nuestra imparcialidad mental y nuestro amor por la verdad, en la aceptaci�n e interpretaci�n de Su Palabra, como por la luz que dan. A la pregunta, entonces, cu�l de las diversas opiniones parciales y discordantes va a adoptar, esta es mi respuesta: adopte la suya propia; af�rrate a la tuya. Permitir que otros tengan sus puntos de vista, ser fiel y justo a su propio punto de vista; esforz�ndome, por supuesto, por agrandarlo d�a a d�a, pero adhiri�ndote a �l, mientras tanto, y reverenciando, como una visi�n al menos de la verdad, y de ese lado de la verdad que se vuelve hacia ti, y que, por lo tanto, t� Debe presumirse que est� m�s preocupado por saberlo. Sobre todo, recuerde que, aunque estamos divididos, Cristo no lo est�. ( J. Walker, D. D. )

�Fue crucificado Pablo por ti? -

�Fue crucificado Pablo?

I. La ocasi�n de esta pregunta: el estado dividido de la Iglesia en Corinto. Marque el terreno peculiar de la discordia (vers�culo 12). Pablo fue el fundador de la Iglesia; y algunos de los miembros mayores, naturalmente, podr�an sentirse peculiarmente apegados a �l. Apolos sucedi� a Pablo, un hombre de elocuencia m�s completa; y algunos, que se unieron a la Iglesia bajo su ministerio, podr�an, como es natural, apegarse a �l. Pedro era especialmente el ap�stol de los jud�os, y los jud�os convertidos lo preferir�an. Otros fingieron menospreciar a todos y dijeron: �Somos de Cristo.

Seguramente fue un estado de cosas sumamente infeliz hacer que un predicador chocara con otro, y parecer que alguno de ellos chocaba con Cristo. Entonces, Pablo dice: ��Hay un Salvador separado para cada una de las cuatro partes? porque eso es lo que pareces decir �; luego agrega: "�Fue crucificado Pablo por ti?"

II. La verdad envuelta en la pregunta.

1. Alguien hab�a sido crucificado por ellos. Ese era un hecho que ninguna de sus divisiones pod�a pretender negar. Pero, �qui�n era este crucificado? �Fue Paul? �No! Fue el Amo, no el sirviente. �Y Cristo fue crucificado por nosotros! No ten�a ninguna culpa propia por la que sufrir. El pobre ladr�n que estaba a Su lado hizo este reconocimiento, y la profec�a lo hab�a explicado 700 a�os antes: �Fue herido por nuestras transgresiones�, etc.

2. Y este fue el hecho m�s memorable de su historia. Hablar de la sangre de Cristo ofende el gusto de algunas personas y est� en desacuerdo con su teolog�a. Pero, �cu�l es la teolog�a de la Biblia? El tabern�culo y el templo estaban llenos de sangre; porque "sin derramamiento de sangre no hay remisi�n de pecados". Entonces, en el Nuevo Testamento leemos que nuestro Se�or �tom� la copa� y dijo: �Esta es mi sangre�, etc.

Y Pedro les record� a sus hermanos en la fe: "Hab�is sido redimidos con la sangre preciosa de Cristo", y Juan escribi�: "La sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado". Y la raz�n de todo esto se da claramente. El pecado es algo que un gobernante justo y santo del universo no puede pasar por alto. Debe ser castigado, si no en nosotros, en otro en nuestro lugar. Y el gran mensaje del evangelio es que Dios carg� sobre Cristo la iniquidad de todos nosotros, de modo que "en �l tenemos redenci�n por su sangre", etc. Ahora bien, si esto es as�, lo m�s memorable en la historia de Cristo es que �l �fue crucificado por nosotros�.

3. Tan claramente es la ense�anza de Pablo. �Hablas demasiado de la sangre de Cristo? ( 1 Corintios 2:2 ). �El tema desagradable y ofensivo? ( G�latas 6:14 ; cf. 1 Corintios 3:23 ).

III. La fuerza de la pregunta. �Qu� pretensi�n tengo de ti en comparaci�n con la de Cristo? Note la delicadeza de la mente del ap�stol, �l podr�a haber pedido lo mismo con respecto a Pedro o Apolos.

1. Pablo ten�a alg�n derecho sobre ellos, porque fue �l quien primero les trajo el evangelio. �Y qu� creyente de Corinto, pero estaba obligado a bendecir el nombre del ap�stol? �Y no lo bendices a veces, creyente ingl�s? �No ha sentido que el ap�stol Pablo ha sido uno de sus mejores amigos?

2. Pero ahora lo escucho decir: �No hables de m�, no hables de Maestro. �Qu� pretensiones tengo yo de ti en comparaci�n con las suyas? No fui yo el que fue su sustituto, yo necesitaba un sustituto tanto como usted. Ustedes, los corintios, hablan de m� y de Apolos como predicadores �tiles. �Qui�nes somos sino ministros en quienes cre�steis, como el Se�or nos dio a todos? 'No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jes�s el Se�or' �, etc.

Y por eso ustedes, los ingleses, hablan de m� como alguien a quien est�n obligados a reverenciar y amar. �Pero mira hacia arriba inmensamente m�s alto! arriba, donde los �ngeles se postran ante un Cordero que ha sido inmolado. �Ah� est� tu mejor amigo! �Dale tu m�s profunda reverencia, tu m�s c�lido amor! "�Fue crucificado Pablo por ti?"

3. El texto es adecuado, a modo de advertencia, para estos d�as en que la tendencia es mezclar a Cristo con otros maestros famosos. Y sin duda cada uno de ellos le ha ense�ado al mundo lo que antes se hab�a olvidado. Pero, �puede alg�n cristiano ponerlos al mismo nivel que nuestro Se�or? �Me estremezco de solo pensarlo! "�Est� Cristo dividido?" �Hay un Salvador para los chinos, otro para los indios y otro para los �rabes? �Confucio fue crucificado por los pecadores? �O Buda? �O Mahoma? �No, hermanos! Mantente firme en la fe. �No hay otro nombre�, etc. "Nadie puede poner otro fundamento". ( F. Tucker, BA )

Jes�s el �nico Salvador de los hombres

Esta pregunta ten�a la intenci�n de asustar a los lectores de Paul. Se hab�an dividido en grupos separados, designados por nombres que representaban ideas que nunca deb�an separarse, a saber, libertad cristiana, filosof�a cristiana, autoridad y organizaci�n de la Iglesia y devoci�n personal a Cristo. Pero estos griegos llevaron sus viejos h�bitos mentales a la Iglesia. Durante siglos, hab�an identificado cada tono de opini�n en filosof�a con el nombre de un maestro individual.

Para ellos era natural ver el cristianismo como una adici�n al pensamiento del mundo, que admit�a ser tratado como otros sistemas. Adem�s, la religi�n es percibida y presentada de manera diferente por mentes diferentes. La �nica Verdad que predicaron Pedro, Pablo y Apolos se present� en diferentes formas. La culpa de los corintios radica en tratar una diferencia en la forma de presentar la verdad como si fuera una diferencia en la verdad misma.

Para ellos, Pablo, etc., eran los maestros de distintas religiones. Es m�s, el Nombre m�s sagrado de todos se difundi� entre los nombres de Sus mensajeros. De ah� el dolor que se desahoga en la pregunta: "�Fue crucificado Pablo por ti?" Esta pregunta&mdash

I. Sugiere la diferencia entre la deuda que los cristianos tienen con Cristo y la que tienen con los m�s favorecidos de sus siervos.

1. No era una deuda menor la que los corintios ten�an con el ap�stol: su conversi�n, su Iglesia, su conocimiento sobre temas de mayor inter�s para el hombre; su naturaleza, la naturaleza y las relaciones de Dios, y el futuro eterno. Era una deuda que nunca podr�a pagarse. Pero el ap�stol sugiere su absoluta insignificancia relativa con su pregunta: "�Fue Pablo crucificado por ti?"

2. No es que San Pablo les hubiera ense�ado a los corintios la fe de Cristo sin sufrimiento ( 1 Tesalonicenses 2:2 ; Hechos 18:5 ; Hechos 18:12 ). Pero todos esos sufrimientos hab�an diferido en especie de lo que se vio con la pregunta: "�Fue crucificado Pablo por ti?"

3. Su relaci�n con Cristo era completamente diferente a la que exist�a entre los alumnos y su Maestro, por ejemplo, entre Plat�n y S�crates. Para San Pablo, Cristo no era simplemente el autor del cristianismo, sino su tema y su sustancia. San Pablo no fue realmente crucificado; fue decapitado algunos a�os despu�s, como m�rtir de Cristo. Pero a excepci�n del testimonio que dio as� de la verdad que predic�, su muerte no tuvo resultados para el mundo.

No fue decapitado por nadie. Y si hubiera sido crucificado en Corinto, el pecado de ning�n corintio habr�a sido lavado por su sangre. Haga, ense�e o sufra lo que pueda, no era m�s que un disc�pulo.

II. Nos dice cu�l fue la obra de Cristo que tuvo el primer reclamo sobre la gratitud de los cristianos.

1. No sus milagros. Fueron dise�ados, sin duda, para hacer que la fe en su misi�n divina fuera natural y f�cil. Eran m�s: frecuentemente obras de misericordia que de poder. Fueron par�bolas representadas. Pero otros tambi�n han obrado milagros. Y los milagros de Cristo no han tocado el coraz�n del mundo m�s que Sus palabras.

2. No su ense�anza. Ciertamente, ning�n discurso humano dir� m�s a la conciencia que el Serm�n de la Monta�a, o m�s al coraz�n que el discurso en el comedor. Sin embargo, �l mismo da a entender que lo que hizo tendr�a mayores derechos sobre el hombre que lo que dijo.

3. Ni su triunfo sobre la muerte en su resurrecci�n. Ciertamente ese fue el certificado supremo de su misi�n divina. Pero el reclamo de la resurrecci�n sobre nuestra gratitud es tan grande, porque est� �ntimamente ligado a la tragedia que la hab�a precedido.

4. Pero Su Cruz (vers�culos 23, 24; 1 Corintios 2:2 ; G�latas 6:14 ), en la cual �l nos recuerda nuestra total miseria e impotencia hasta que seamos ayudados por Su poder redentor ( Juan 15:13 ; 1 Pedro 2:24 ; 2 Corintios 5:21 ; Apocalipsis 1:5 ; Romanos 3:25 ; Efesios 1:7 ; 2 Corintios 5:18 ; Hebreos 2:17 ).

Expandir, conectar, explicar, justificar estos aspectos de Su muerte expiatoria es sin duda una labor de vastas proporciones. Pero en su forma simple se encuentran con cada ni�o que lee el Nuevo Testamento, y les explican el poder de Cristo crucificado en el coraz�n cristiano. Y entendemos el patetismo y la fuerza de la apelaci�n: "�Fue Pablo crucificado por ti?"

III. Nos permite medir el verdadero valor de los esfuerzos para mejorar la condici�n de la humanidad.

1. Bien podemos agradecer a Dios que haya puesto en tantos corazones el apoyo a instituciones y empresas tan ricas en su benevolencia pr�ctica. Pero cuando se insin�a que esfuerzos de este tipo satisfacen todas las necesidades del hombre, nos vemos obligados a vacilar. Las necesidades del alma son al menos tan reales como las del cuerpo. El dolor de la conciencia es al menos tan tortuoso como el de los nervios. El mundo invisible no debe proporcionarse menos que el mundo de los sentidos y el tiempo. A veces casi nos vemos presionados, en vista de las exageradas pretensiones de una filantrop�a secular, a preguntarnos si esta o aquella persona benevolente fue crucificada por los pobres o los que sufren.

2.De la misma manera, cuando Renan dice que todos deber�amos ser mucho mejores si le dedicamos m�s tiempo y pensamiento al emperador Marco Aurelio, naturalmente escuchamos. Debe reconocerse francamente que Marco Aurelio estuvo marcado por excelencias eminentes. Pero la infidelidad literaria le ha hecho un mal a este hombre por los mismos excesos de su paneg�rico. Porque no podemos dejar de preguntarnos si su virtud caracter�stica era m�s que un lujo social; si tuvo el menor efecto sobre las multitudes degradadas que viv�an cerca de su palacio; si le imped�a elegir como colega a un insignificante insignificante o legar sus responsabilidades a un buf�n derrochador; si incluso sugiri� un escr�pulo con respecto a sus crueles persecuciones a los cristianos. Estas son preguntas que la historia puede dejar para responder.

3. S�; Solo Uno fue crucificado por amor a los pecadores y con la voluntad y el poder de salvarlos. La fe predicada por san Pablo protege a la sociedad de peligros inseparables del progreso humano en determinadas etapas. Porque esta fe en Cristo crucificado se dirige a cada uno de esos polos de la sociedad que, abandonados a los ordinarios impulsos ego�stas de la naturaleza humana, tienden a volverse antag�nicos.

Para los ricos y los nobles, la figura del Salvador crucificado es un predicador perpetuo del autosacrificio por el bien de los pobres y necesitados; y para los pobres no es menos una lecci�n perpetua de la belleza, la majestad de la completa resignaci�n. As�, la verdad que est� en el coraz�n mismo del credo cristiano contribuye de la manera m�s poderosa a la coherencia y el bienestar de la sociedad; y vivimos tiempos en los que la sociedad no puede prescindir de sus ayudas. ( Canon Liddon .)

Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de ustedes, sino a Crispo y Gayo. -

La modestia de pablo

Este es un hermoso rasgo del car�cter de Paul. La mayor�a de los predicadores se complacen en participar de manera destacada en la recepci�n p�blica de sus conversos. Pero Pablo vio el peligro de esto, como una tendencia a exaltar al predicador ante los ojos de los hombres. Por lo tanto, se coloc� a prop�sito (vers�culo 15) y sistem�ticamente en tales ocasiones en un segundo plano ( cf. Hechos 10:48 ).

. �l bien podr�a permitirse hacer esto debido al mayor honor que se le ha otorgado al predicar el evangelio y as� conducir a los hombres a Cristo. Quer�a que los hombres pensaran, no en el predicador exitoso, sino en Aquel cuyos supuestos siervos eran los bautizados. �Cu�n diferente fue el objetivo de quienes escribieron el nombre de Pablo en la pancarta de su partido! Pablo agradece a Dios por su propia conducta. Porque toda buena acci�n es impulsada por Dios y enriquece al actor. ( Prof. Remolacha .)

Bautismo cristiano

contiene dos cosas: algo de parte de Dios y algo de parte del hombre. Por parte de Dios es una revelaci�n autorizada de su paternidad: por parte del hombre es una aceptaci�n del pacto de Dios. En 1 Corintios 10:1 San Pablo expresa el significado del bautismo como s�mbolo del discipulado. Cuando los israelitas atravesaron el Mar Rojo, se separaron para siempre de Egipto, de modo que, hablando en sentido figurado, en esa inmersi�n fueron bautizados en Mois�s, porque as� se declararon sus seguidores y dejaron todo para ir con �l.

Y as�, as� como el soldado que recibe el dinero de la recompensa est� comprometido a servir a su soberano, as� el que ha pasado por las aguas bautismales est� comprometido a luchar bajo el estandarte del Redentor contra el pecado, el mundo y el diablo. Y entonces Pablo argumenta as�: �A qui�n fuisteis cuando fuisteis bautizados? �A qui�n se comprometieron en el discipulado? Si a Cristo, �por qu� os llam�is por el nombre de Pablo? Si todos fueron bautizados en ese �nico Nombre, �c�mo es que solo unos pocos lo han adoptado como propio? Sobre esto hacemos dos comentarios.

I. La v�lvula y la bienaventuranza de los sacramentos.

1. Son signos y s�mbolos autorizados. Hay mucho contenido en esta idea; por ejemplo, en algunas partes del pa�s es costumbre dar y recibir un anillo en se�al de compromiso; pero eso es muy diferente del anillo de matrimonio. No tiene autoridad ni tiene la sanci�n de la Iglesia. Habr�a sido perfectamente posible que el hombre hubiera inventado otro s�mbolo de la verdad transmitida en el bautismo, y entonces no habr�a tenido autoridad y, en consecuencia, habr�a sido d�bil e in�til.

2. Sirven como ep�tomes de la verdad cristiana. El antinomianismo se hab�a infiltrado en la Iglesia romana. Pablo responde a esto apelando al bautismo ( Romanos 6:1 ). Y nuevamente, en referencia a la Cena del Se�or, en la Iglesia de Corinto ese sacramento se hab�a convertido en una fiesta de glotoner�a y una se�al de divisi�n. Este error se esfuerza por corregir haciendo referencia a la instituci�n de la Cena misma: "El pan que partimos, �no es la Comuni�n del cuerpo de Cristo?" El pan �nico, partido en muchos fragmentos, contiene en su interior la verdad simb�lica de que la Iglesia de Cristo es una.

Aqu�, en el texto, San Pablo hace el mismo llamamiento: apela al bautismo contra el sectarismo, y mientras lo retengamos, es una protesta eterna contra todo aquel que rompe la unidad de la Iglesia.

II. El peculiar significado del sacramento. Hay quienes creen y ense�an que los hombres nacen en el mundo como hijos del diablo, y sostienen que el instrumento para su conversi�n en hijos de Dios es el bautismo; y crean que a los ministros de la Iglesia se les da el poder de trasmitir en ese sacramento al Esp�ritu Santo, quien efect�a este maravilloso cambio. Si un ministro realmente cree que tiene este poder, entonces es s�lo con miedo y temblor que debe acercarse a la fuente.

Pero si este punto de vista es cierto, entonces el ap�stol agradeci� a Dios por no haber regenerado a nadie, por no haber transmitido el Esp�ritu de Dios a nadie m�s que a Crispo y Gayo, y a la casa de Est�fanas. ( FW Robertson, M. A. )

Versículos 17-31

Porque Cristo no me envi� a bautizar, sino a predicar el evangelio.

La predicaci�n de Pablo

I. Exalt� la Cruz de Cristo como el elemento central del evangelio. El ap�stol no ense�a que las verdades asociadas con los detalles de la fe y la vida cristianas no sean temas apropiados para el p�lpito; ni que las observancias ritualistas no tengan importancia; ni que considerara como nada la sabidur�a humana vista tanto en l�gica como en habilidad; lo que quiso decir fue que el evangelio como medio de salvaci�n revelado por Dios era en todas partes la carga de su mensaje. Ni las observancias ni los credos de la iglesia, ni la filosof�a del hombre pueden convertirse en un sustituto de esta verdad esencial.

II. Hizo que la agencia de Dios fuera esencial para hacer que la Cruz de Cristo tuviera poder salvador.

1. Pablo da a la raz�n del hombre el lugar que le corresponde en la comprensi�n de la verdad, y la verdad, as� comprendida, el lugar que le corresponde en relaci�n con la regeneraci�n; pero nunca ense�a que la verdad sola, por m�s entendida que sea, asegurar� la salvaci�n. Ser salvo no es un proceso intelectual solamente, aunque el sacrificio de Cristo sea la verdad considerada. S�lo salva.

2. La predicaci�n de Pablo insisti� en que esta agencia divina puede hacer que los d�biles:

(1) Capaz de apropiarse del evangelio en su poder salvador. El orgullo de la alta posici�n y la marcada habilidad no servir�an de nada, pero la humildad de la indignidad y la dependencia confesadas de aquel que atraer�a el favor de Dios e inclinar�a a su poseedor a aceptar al Salvador que �l ha provisto. Por lo tanto, el pobre, el ignorante, el malvado, el ni�o, no encontrar�n barreras alrededor de la Cruz cuando se vuelvan hacia ella en busca de ayuda.

(2) �til para deshacerse de la oposici�n y hacer que el evangelio triunfe ( 1 Corintios 1:27 , etc.).

III. Declar� que el resultado de la presentaci�n adecuada del evangelio debe ser que Dios, y no los hombres, tendr� toda la gloria ( 1 Corintios 1:29 ; 1 Corintios 1:31 ). Conclusi�n: la predicaci�n de Pablo declara:

1. Que la verdadera salvaci�n es la aceptaci�n penitente y confiada del Cristo crucificado.

2. Que la verdadera religi�n es la lealtad a Dios. ( J. Exells, D. D. )

El verdadero trabajo del predicador

Pablo trat� de ense�ar que hab�a diferentes funciones que pertenec�an a los oficiales de la Iglesia. Algunos deb�an �servir mesas�, otros para administrar las ordenanzas. No despreci� las ordenanzas, pero declar� que se le hab�a asignado una obra especial.

I. El oficio de predicador surgi� con el Salvador. Anteriormente hab�a instructores. Los profetas fueron mucho m�s maestros que predictores. Los rabinos cuando Cristo estuvo en la tierra eran maestros. El m�todo de ense�anza de Cristo fue completamente diferente. Exteriormente era lo mismo: iba de un lugar a otro, ense�aba sentado, etc. pero el contenido interior de su ense�anza era muy diferente. Cristo habl� "con autoridad"; tambi�n lo hace todo hombre que habla desde las ra�ces y los elementos fundamentales de la verdad.

II. La predicaci�n es ense�ar de manera vitalizadora verdades �ticas, verdades que unen a los hombres con Dios y entre s�. Deben ser ense�ados para que respiren la vida de Aquel que ense�a. Deben llevar poder personal.

III. No debe pensarse que esta funci�n de la Iglesia cristiana haya cesado incluso en los sectores de la sociedad educados y cultivados liberalmente. Miremos de cerca y preguntemos: �Es temporal la funci�n del predicador? �Pasar� alguna vez? Hay un elemento que pertenece distintivamente al predicador que le dar� para siempre un lugar y una funci�n que nunca podr� cambiar: llevar la verdad al hogar de los hombres en una forma viva. A la luz de esto, observe el genio y la esfera de la predicaci�n:

1. De esta esfera quedan excluidas en gran medida las formas superiores de especulaci�n teol�gica, porque no es posible llevarlas a casa a los hombres de forma viva. Su tarea distintiva es ocuparse de aquellas verdades que pueda tomar en su conciencia y, habi�ndoles dado una expresi�n personal de s� mismo, enviarlas verdades vivas. Su esfera adecuada es la verdad �tica. Lo que los hombres m�s necesitan saber es c�mo amar perfectamente a Dios y al hombre. Este es todo su deber. Ense�ar este deber es la esfera del predicador.

2. Esto incluye todas las condiciones de la humanidad.

3. De esto se desprende que ning�n hombre es un verdadero predicador cuyo principal negocio sea la organizaci�n del culto, la conducci�n de los asuntos de la Iglesia o la mera administraci�n pastoral. El verdadero predicador es el que dice la verdad.

4. Entonces, como ning�n hombre puede representar en s� mismo todas las formas de la mente humana, o tener una concepci�n completa de toda la verdad, el predicador debe ser necesariamente un parcialista. El petirrojo canta como petirrojo, los p�jaros azules como p�jaros azules. Un hombre tiene un gran poder de imaginaci�n, otro una emoci�n desbordante, etc. Todos son predicadores fragmentarios. Ning�n hombre fue jam�s construido lo suficientemente grande como para predicar la totalidad de Dios.

5. El orgullo, la vanidad y la vida no espiritual evitar�n eficazmente que el predicador se convierta personal y experimentalmente en una presentaci�n de la verdad a la gente. ( HW Beecher. )

Predicaci�n

I. La sabidur�a divina ha ordenado que el evangelio, en la medida de lo posible, se valga de los canales ordinarios de comunicaci�n e influencia para difundirse por el mundo.

II. El secreto del poder de la predicaci�n.

1. Transmite mucho mejor que cualquier otro veh�culo la afirmaci�n de todo el hombre - toda su naturaleza, toda su experiencia - a la materia que desea comunicar.

2. Pone en juego todas las afinidades, simpat�as y afectos del ser y, por tanto, es el instrumento m�s poderoso para llegar a la verdad.

3. Mucho es cierto de toda predicaci�n. Pero en la predicaci�n del evangelio hay una fuente de poder especial: el principio de representaci�n, el poder y el derecho de hablar a los hombres en el nombre de Dios. ( J. Baldwin Brown, B. A. )

La predicaci�n de Pablo

1. Observe, Pablo no dice �predicamos a Cristo� como si la declaraci�n de la dignidad personal del Dios-hombre fuera todo. Tampoco hace hincapi� en el �crucificado� como si fuera suficiente el plantear la muerte de Jes�s como la de un m�rtir y como ejemplo. Pero combina los dos. Se necesitaba la dignidad del Cristo para dar eficacia al sacrificio en la Cruz, y se requer�a el sacrificio en la Cruz para completar la obra del Cristo.

2. En la prosecuci�n de su obra, Pablo se reuni� con tres clases, cada una de las cuales trat� su mensaje de una manera peculiar. El jud�o y el griego, sin probar el evangelio por s� mismos, lo rechazaron, uno por su falta de poder y el otro por su falta de sabidur�a; pero la tercera clase, actuando sobre el �nico principio filos�fico verdadero de probar el asunto por medio del experimento personal, encontr� en �l tanto el poder de Dios como la sabidur�a de Dios.

Hoy en d�a se insiste firmemente en que no se recibir� nada salvo lo que se base en la observaci�n y la experimentaci�n, pero eso es todo lo que pide el evangelio; y aqu� vemos que los que lo rechazan son los que se niegan a ponerlo a prueba. �Cu�l de las dos clases es m�s cient�fica? Los fil�sofos baconianos no deber�an dudar en la respuesta. Cristo crucificado es ...

I. "El poder de dios".

1. S�, pero este poder no es f�sico como el de un ej�rcito; ni material, como el que est� relacionado con el desarrollo de la materia; ni mec�nico, derivado de cualquier tipo de mecanismo, sino din�mico, ejercido por esp�ritu sobre esp�ritu. Es "poder para salvaci�n". Por lo tanto, no debe probarse con medidores de material, como se mide la presi�n en una caldera de vapor o se estima la potencia de un motor. Debemos buscar su operaci�n en el coraz�n humano. Sus tr�ficos son de car�cter y sus resultados est�n en vida.

(1) T�melo en el caso de un individuo, y la transformaci�n producida en hombres como Pablo, Agust�n y John Newton, bien puede ilustrar su realidad y eficacia.

(2) T�melo en el caso de las comunidades, y el cristianismo ha implantado o estimulado el respeto por la personalidad de los m�s d�biles y los m�s pobres; respeto por la mujer; el deber absoluto de cada miembro de las clases afortunadas de criar a los desafortunados; humanidad para el ni�o, el prisionero, el extra�o, el necesitado e incluso el bruto; oposici�n incesante a todas las formas de crueldad; el deber de pureza personal; el car�cter sagrado del matrimonio; la necesidad de la templanza.

2. � Pero estamos seguros de que es �el poder de Dios�? S�, porque solo hay dos poderes espirituales en el mundo: el del mal y el del bien. Por lo tanto, es muy evidente que un resultado como el de la conversi�n de un hombre y la revoluci�n de la sociedad, del mal al bien, debe remontarse a Dios. El hombre no puede hacerlo por s� mismo, porque as� como el agua no puede elevarse por encima de su nivel, el alma no puede cambiar su naturaleza por sus propios esfuerzos. Y lo que un hombre no puede hacer por s� mismo, el conjunto de hombres no puede hacerlo por la raza. Se les dieron cuatro mil a�os para hacer el experimento, y aqu� (vers�culo 21) est� el resultado.

II. "La sabidur�a de Dios".

1. La sabidur�a se manifiesta en la elecci�n de los medios que mejor se adapten a la producci�n del fin. El problema que debe resolverse en la salvaci�n de los hombres es: "�C�mo se perdonar� al pecador sin debilitar las sanciones de la moral y alentar el mal?" Ahora la raza luch� en vano con eso durante cuatro milenios; pero la desesperaci�n de la humanidad es la oportunidad de Dios, porque en "Cristo crucificado" se nos muestra "un Dios justo y un Salvador".

2. La sabidur�a se ve en la consecuci�n de diferentes fines por un mismo medio. De modo que la salvaci�n no es meramente perd�n; tambi�n es regeneraci�n y crecimiento en santidad. Su resultado m�s elevado es el car�cter, y la renovaci�n de eso es producida por el Esp�ritu Santo. Ahora bien, la dispensaci�n del Esp�ritu Santo hubiera sido imposible salvo por el sacrificio de Cristo en la Cruz; mientras que, nuevamente, el amor de Cristo, manifestado en Su sacrificio en la Cruz, es el gran medio usado por el Esp�ritu para la regeneraci�n y santificaci�n del creyente. Conclusi�n: De todo esto se siguen cuatro inferencias. Si Cristo crucificado es poder de Dios para salvaci�n, entonces ...

1. Cualquier pecador puede ser salvo por la fe en �l.

2. No hay otro camino de salvaci�n.

3. Cuando los hombres son salvos por este medio, toda la gloria de su salvaci�n se debe a Dios.

4. Si queremos ver resultados de nuestra predicaci�n como los que siguieron a la de Pablo, debemos predicar el mismo evangelio, "Cristo crucificado". Este es el evangelio para nuestra �poca, porque es el evangelio para todas las edades. ( WM Taylor, D. D. )

El evangelio predicado por Pablo

I. Hay un evangelio para predicar. En medio de toda la diversidad de doctrinas y rituales, hay algunas cosas que deben encontrarse en toda predicaci�n cristiana: que solo Cristo puede salvar a los hombres; que puede salvar a cualquier hombre ya todos los hombres; que salva a los hombres por completo y para siempre. No se puede decir que ning�n hombre predique el evangelio si no hace que estos pensamientos sean centrales y controladores. Puede que predique una verdad muy importante y �til; pero hasta que haga de Cristo la base, el motivo y el fin de su ense�anza, no es un predicador del evangelio.

El evangelio es una buena noticia. No es la publicaci�n de la ley moral. No se trata de decirle a los hombres lo que deben ser y hacer. No se necesitaba el ministerio de Cristo para ense�ar esa lecci�n. La conciencia lo proclama y la experiencia universal lo confirma. No equivale a la afirmaci�n de la Paternidad eterna y universal del Santo. Implica esto, pero es m�s. Ese pensamiento consolador est� incrustado en el Antiguo Testamento.

Paul afirm� m�s que eso. En su predicaci�n, la persona de Cristo asume un protagonismo central y permanente. En �l se cumple y se honra la ley de Dios. En �l el amor de Dios salta de los cielos a la tierra se vincula con el peso y la culpa de la humanidad, desaf�a los poderes de las tinieblas y el poder de la muerte, logrando una victoria pr�ctica y eterna. El miedo gobierna el paganismo, la esperanza sonr�e en el Antiguo Testamento, la seguridad es la nota clave resonante del evangelio. Hasta aqu� el contenido del evangelio. Se api�a en esta oraci�n: "Cree en el Se�or Jesucristo y ser�s salvo".

II. Pero, �necesita el mundo tal mensaje? �No podemos llevarnos bastante bien sin �l? Esa es la misma cuesti�n que Pablo discuti� en Romanos 1:1 . �Qu� necesita el mundo? Justicia. Eso asegurado y el milenio estar�a ah�. Pero lo que m�s se necesita es lo m�s dif�cil de crear y promover.

No se puede decir que haya habido una falta de intentos serios. Confucio, Sakya-Muni, Zoroastro y S�crates intentaron suplir la necesidad. Pero las multitudes estaban sordas a su s�plica; y Roma en el cenit de su cultura no era m�s que una "brutalidad venerada". Y tan poderosamente dotado como fue el Judiasmo, no logr� ni siquiera lograr su propia reforma. Los hombres que se jactaban de la ley la pisoteaban todos los d�as. Se necesitaba una mano m�s poderosa que la de S�crates o la de Mois�s para salvar al mundo. Una mano m�s que humana, aunque nerviosa por un coraz�n inspirado, debe golpear las filas del mal.

III. Pero reconociendo que el mundo necesita solo la ayuda que el evangelio declara que le ha sido tra�da. ��Incluso esto asegurar� el resultado deseado? A esto solo podemos responder, primero, si no es as�, entonces Dios est� clara y desesperadamente derrotado, porque un mayor que Cristo no puede venir al rescate; y segundo, si Cristo es lo que el evangelio afirma que es, el triunfo de la justicia es una conclusi�n inevitable.

Por tanto, el tono de la victoria en el Nuevo Testamento est� siempre en tiempo presente. "Gracias a Dios, que nos da la victoria". "Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe". �sta es nuestra mayor garant�a. Recibe una confirmaci�n impresionante en los triunfos hist�ricos del cristianismo. Su conquista moral de las civilizaciones de Roma y Grecia es incuestionable. Su energ�a reprimidora y reorganizadora durante la Edad Media es admitida libremente.

Su profunda y saludable influencia sobre la vida moderna es irrefutable; pero hay una prueba m�s directa y viviente de su poder. Cientos de entre ustedes pueden dar testimonio de la gracia de la salvaci�n en Jesucristo. Lo que el evangelio ha hecho por ti, lo puede hacer por todos. ( AJF Behrends, D. D. )

El evangelio ni ritual ni filosof�a

I. A una gran clase de mentes les gusta convertir su religi�n en una superstici�n. Las meras palabras dirigidas al entendimiento y al coraz�n parecen demasiado d�biles, demasiado inmateriales. Anhelan estar en armon�a con lo sobrehumano de una manera realista. Establezca alguna "se�al". Pablo, generalizando por lo que vio ante sus ojos, llama jud�a a esta exigencia de la naturaleza humana; pero es com�n en todas partes. Ha penetrado en todas las religiones desde los d�as de los caldeos hacia abajo.

Uno tras otro, el juda�smo, el budismo, el parsis, el mahometismo, el cristianismo, han sucumbido a esta demanda de signos materiales. Cada uno de ellos ha degenerado en un sistema ceremonial y se ha rebajado para complacer el gusto sensual de sus devotos.

II. Hay en el hombre una tendencia, no tan extendida, pero m�s noble que el vulgar inclinado a la superstici�n, tras la satisfacci�n intelectual y un conocimiento exhaustivo de la verdad.

1. Tan pronto como apareci� el cristianismo, este apetito se apoder� de �l, lo cuestion�, pens� en encontrar en �l lo que no hab�a podido encontrar en otra parte. Generalizando, nuevamente, Pablo llam� a esto el h�bito mental griego. �El griego�, dice, �busca la filosof�a�; pero es tan poco exclusivamente griego como la predisposici�n a la superstici�n es exclusivamente jud�a. En nuestros d�as no es menos profundo, inadecuado o ansioso que nunca.

Los hombres afirman que ser� tan sistem�tico, exhaustivo y demostrable como una ciencia; que contribuir� a resolver los problemas de la existencia sin respuesta; que abjurar� de todas las pretensiones de ser sobrenatural; que cada uno de sus hechos sea explicable sobre bases naturales; y que su presumida virtud de salvar resultar� tan inteligible como la acci�n de cualquier otra verdad sobre las mentes humanas.

2. Siga esta concepci�n del cristianismo en sus temas, y �qu� tiene? No es una verdadera revelaci�n del cielo; no el advenimiento de un poder divino para salvar; pero simplemente algunas verdades muy hermosas y elevadas, discernidas primero por un cierto jud�o de Palestina y agregadas por �l al tesoro del pensamiento del mundo, pero compitiendo con muchos descubrimientos de tiempos m�s modernos. �No es a tal apreciaci�n del evangelio a lo que tiende gran parte de la discusi�n moderna entre los eruditos? Es m�s, �no hay una manera de predicar y defender el evangelio, una manera que Pablo evit� en la especulativa Corinto, que en realidad invita a los hombres a calificar su valor tan bajo como este entre los sistemas rivales de la sabidur�a humana?

3. Contra tal concepto err�neo de la esencia del evangelio, �cu�l es la protesta de San Pablo? Es cierto, parece decir, que el evangelio es una palabra racional y no un rito m�gico. Es la verdad hablada y act�a, como la verdad, a trav�s de los malentendidos de los hombres. Pero, por todo eso, no es una filosof�a. Con la verdad abstracta tiene poco que ver; pero proclama a Jes�s el Mes�as, y lo proclama como crucificado por los pecados de los hombres.

Su car�cter real es este: es un testimonio de Dios que no estamos llamados a discutir tanto como a dar cr�dito. En esto, en consecuencia, reside su poder. Por el poder que indudablemente posee. Solo no el mero poder de la sabidur�a, sino el silencioso poder personal de la autoridad del Portavoz y el amor del Portavoz. Especula sobre esto y puede parecer una locura a tus ojos sagaces. Pero deja de criticar y s� lo suficientemente humilde para creerlo, para entregarte a Aquel que habla; entonces demostrar� ser divinamente sabio y fuerte en su experiencia. Obrar� en ti como ninguna sabidur�a humana obra; te salvar� como ning�n sistema intelectual salva.

4. De este lado tambi�n creo que una Iglesia fiel necesita ahora hablar en tono claro. No es la primera vez en la historia de nuestra fe que el evangelio ha perdido su esp�ritu caracter�stico por evaporaci�n. Tr�telo como trata un sistema de pensamiento ordinario, y terminar� (como Pablo tem�a terminar) haciendo que la cruz de Cristo �no tenga efecto�. Extra�as su esencia misma como evangelio.

Porque, �qu� lo convierte en un evangelio? Solo esto, que es el propio registro de Dios de Su peculiar manera de tener misericordia de los pecadores. Es un llamamiento sencillo, pr�ctico y personal de nuestro Padre reconciliador a cada alma errante entre nosotros; o no es nada. ( J. Oswald Dykes, D. D. )

La necedad de la predicaci�n

Mientras Pablo repudia la idea de que �l hab�a apoyado la fundaci�n de un partido paulino, se le ocurre que algunos dir�n: Es cierto que no bautiz�; pero su predicaci�n pudo haber ganado partidarios de manera m�s eficaz de lo que hubiera podido lograr incluso bautiz�ndolos en su propio nombre. Y as� Pablo contin�a mostrando que su predicaci�n no fue la de un demagogo o l�der de un partido, sino que fue una mera declaraci�n de un hecho, adornado con absolutamente nada que pudiera desviar la atenci�n del hecho ni al orador ni a su estilo. Pablo les explica a los corintios:

I. El estilo de predicaci�n que hab�a adoptado mientras estaba con ellos.

1. Su tiempo en Corinto, les asegura, lo hab�a gastado, no en propagar un sistema de verdad que podr�a haber sido identificado con su nombre, sino en presentar la Cruz de Cristo. Al acercarse a ellos, hab�a sopesado necesariamente en su propia mente los m�ritos comparativos de varios modos de presentar el evangelio, y sab�a muy bien que una nueva filosof�a revestida de un lenguaje elegante probablemente asegurar�a varios disc�pulos. Y estaba en el poder de Pablo presentar el evangelio como una filosof�a; pero �l "determin� no saber nada entre ellos sino a Jesucristo y al crucificado".

2. Pablo entonces confi� deliberadamente en la mera declaraci�n de hechos y no en ninguna teor�a sobre estos hechos. Al predicar a audiencias con las que los hechos est�n familiarizados, es perfectamente justificable sacar inferencias de ellos y teorizar sobre ellos. El mismo Pablo habl� de "sabidur�a entre los perfectos". Pero lo que debe notarse es que para hacer la obra propia del evangelio, para hacer cristianos a los hombres, no es la teor�a ni la explicaci�n, sino el hecho, lo que es eficaz.

Es la presentaci�n de Cristo tal como se presenta en los Evangelios lo que se encuentra en el primer rango de eficiencia como medio de evangelizaci�n del mundo. El actor no instruye a su audiencia sobre c�mo deber�a afectarles la obra; presenta la escena de tal manera que instintivamente sonr�en o encuentran que se les llenan los ojos. A los espectadores de la crucifixi�n que se golpeaban el pecho no se les dijo que deb�an sentir remordimientos; les bast� que vieran al Crucificado. As� es siempre; es la visi�n directa de la Cruz, y nada de lo que se dice de ella, lo que es m�s eficaz para producir penitencia y fe.

3. El mero hecho de que fuera una Persona, no un sistema de filosof�a, lo que Pablo proclamaba era prueba suficiente de que no estaba ansioso por convertirse en el fundador de una escuela o en el l�der de un partido. Y lo que distingue permanentemente al cristianismo de todas las filosof�as es que presenta a los hombres, no un sistema de verdad para ser entendido, sino una Persona en quien confiar. El cristianismo es para todos los hombres y no para unos pocos selectos y altamente educados; y depende, por tanto, no de la capacidad excepcional de ver la verdad, sino de las emociones humanas universales de amor y confianza.

II. Por qu� hab�a adoptado este estilo.

1. Porque Dios hab�a cambiado Su m�todo (vers�culo 21).

(1) Incluso los m�s sabios de los griegos hab�an alcanzado s�lo visiones inadecuadas e indefinidas de Dios. Pasar incluso de Plat�n al Evangelio de Juan es pasar de las tinieblas a la luz. Plat�n filosofa, y algunas almas parecen por un momento ver las cosas con mayor claridad; Pedro predica y tres mil almas cobran vida.

(2) Lo que, de hecho, ha dado a conocer a Dios es la Cruz de Cristo. Sin duda debe haber parecido una mera locura convocar al buscador de Dios lejos de las altas especulaciones de Plat�n a una forma humana farfullada en la cruz de un malhechor. Nadie conoc�a mejor que Pablo la infamia asociada a esa muerte maldita, pero tambi�n conoc�a su poder (vers�culos 22-24). Como prueba de que Dios estaba en medio de ellos, los jud�os requer�an una demostraci�n de poder f�sico.

Incluso al final, les habr�a satisfecho que Cristo descendiera de la Cruz. La Cruz les parec�a una confesi�n de debilidad, y era un obst�culo que no pod�an superar. Y, sin embargo, en �l estaba todo el poder de Dios para la salvaci�n del mundo. Porque el poder de Dios que se requiere para atraer a los hombres hacia �l no es el poder de alterar el curso de los r�os o cambiar el lugar de las monta�as, sino el poder de simpatizar, de sacrificarse, de dar todo por las necesidades de Sus criaturas. Es este amor de Dios el que domina a los hombres y les hace imposible resistirlo.

2. Pablo apela a los elementos que realmente componen la Iglesia.

(1) Est� claro, dice, que no es por nada generalmente estimado entre los hombres que usted mantiene su lugar en la Iglesia (vers�culo 26). No son los hombres quienes por su sabidur�a encuentran a Dios y por su nobleza de car�cter se encomiendan a �l; pero es Dios quien llama a los hombres, y la misma ausencia de sabidur�a y posesiones hace que los hombres est�n m�s dispuestos a escuchar su llamado (vers�culos 27-29). Todo es obra de Dios ahora; es �de �l est�is vosotros en Cristo Jes�s.

�La sabidur�a humana tuvo su oportunidad y logr� poco; Dios ahora, por la locura de la Cruz, eleva a los despreciados, etc., a una posici�n mucho m�s alta que la que los sabios y nobles pueden alcanzar con su poder y sabidur�a.

(2) Pablo, por tanto, justifica este m�todo por sus resultados. La cruz puede parecer un arma muy poco probable con la que lograr grandes cosas, pero es Dios quien la usa y eso hace la diferencia. De ah� el �nfasis a lo largo de este pasaje en la agencia de Dios. Pero por esta raz�n tambi�n se quita todo motivo de jactancia a los que est�n dentro de la Iglesia cristiana.

(3) En los d�as de Pablo, este argumento de la pobreza general y la insignificancia de los miembros de la Iglesia cristiana fue f�cilmente extra�do. Las cosas han cambiado ahora; y la Iglesia est� llena de sabios, poderosos, nobles. Pero la proposici�n principal de Pablo permanece: todo el que est� en Cristo Jes�s, no por sabidur�a o poder propio, sino porque Dios lo ha elegido y llamado. Y el resultado pr�ctico permanece. Que el cristiano, mientras se regocija en su posici�n, sea humilde.

3. Pablo afirma que si hubiera usado �palabras seductoras de sabidur�a humana�, los oyentes podr�an haber sido indebidamente influenciados por la mera apariencia en la que se present� el evangelio y muy poco influenciados por la esencia del mismo. Tem�a adornar el relato sencillo para que la atenci�n de su audiencia no se desv�e de la sustancia de su mensaje. Estaba decidido a que la fe de ellos no se basara en la sabidur�a de los hombres, sino en el poder de Dios.

Aqu� nuevamente las cosas han cambiado desde la �poca de Pablo. Los asaltantes del cristianismo lo han defendido y sus apologistas se han visto obligados a demostrar que est� en armon�a con la filosof�a m�s s�lida. Era inevitable que esto se hiciera; pero Pablo consider� que la �nica fe s�lida y confiable se produc�a por el contacto personal directo con la Cruz. Y esto permanece siempre cierto. ( M. Dods, D. D. )

El verdadero ministro de Cristo

I. Su comisi�n.

II. Su obra primordial.

1. No bautizar, mucho menos ocuparse de mil otras cosas.

2. Pero predicar el evangelio.

III. Sus m�todos prescritos.

1. No con sabidur�a de palabras.

2. Pero simple, llana y deliberadamente.

IV. Su motivo.

1. Que nada pueda obstaculizar.

2. Pero todo promueve el efecto de la Cruz de Cristo. ( J. Lyth, D. D. )

El objetivo del ministerio

En la iglesia de una aldea en uno de los valles tiroleses, vimos sobre el p�lpito un brazo extendido, tallado en madera, cuya mano sosten�a una cruz. Notamos que el emblema est� lleno de instrucciones en cuanto a lo que debe ser y debe ser todo verdadero ministerio: una presentaci�n de la Cruz de Cristo a la multitud como la �nica confianza de los pecadores. Jesucristo debe ser presentado evidentemente crucificado entre ellos. Se�or, haz de este el objetivo y el h�bito de todos nuestros ministros. ( CH Spurgeon .)

No sea que la Cruz de Cristo sea invalidada .

La Cruz de Cristo sin efecto

I. "La cruz de cristo" es un instrumento destinado y adaptado para producir un cierto "efecto". En lo que respecta al hombre, se pretend�a humillar a un profeta a quien muchos honraban, matar como malhechor a un hombre cuya gran falta era no tener ninguna culpa. En la medida en que Dios tuvo que ver con eso, se pretend�a que fuera una fuerza divina. La Cruz de Cristo debe ser una fuerza Divina con un �efecto� retrospectivo, aspectivo y prospectivo.

1. La Cruz cumpli� la primera promesa; era lo "bueno" de lo que los sacrificios eran una sombra; era el acontecimiento hacia el que hab�a tendido el curso de todos los acontecimientos.

2. La Cruz arroj� una sombra larga y profunda sobre Tierra Santa; su gente peculiar; su sacerdocio, templo y ritual; una sombra de noche de muerte para cubrir un tiempo de cambio en el que las cosas viejas pasar�an y todas se volver�an nuevas.

3.La Cruz alumbr� las tinieblas del mundo e indic� los impulsos de la misericordia divina que terminaron en la proclamaci�n de la salvaci�n al mundo. Como cuesti�n de historia, desde que la Cruz de Cristo ha comenzado a surtir efecto, ha hecho que los sistemas religiosos envejecidos por el tiempo y arraigados por diez mil fibras en el coraz�n de la gente sean dejados a un lado como vestiduras gastadas. Ha extendido la civilizaci�n a muchas naciones; ha sido una clave para descubrir los tesoros de todo conocimiento �til; ha elevado el arte, ha ampliado el comercio, ha quitado las cadenas al esclavo; ha fundado hospitales y escuelas, ha detenido el duro gobierno de los gobernantes, ha sofocado la anarqu�a de los s�bditos, ha devuelto a la mujer su posici�n primitiva, ha impartido paz y alegr�a al hogar, ha exaltado a las naciones y ahora es a la vez luz y levadura del mundo.

II. Pablo habla de que la cruz fue "invalidada".

1. Hacer que el sol no tenga ning�n efecto enviar�a a nuestro mundo de vuelta al caos, pero esta ruina ser�a ...

2. Peque�o comparado con negar la Cruz de Cristo. Y Pablo nos dice que si hubiera exhibido la Cruz con �sabidur�a de palabras�, habr�a sido impotente en sus manos. No puede referirse a palabras inteligibles y aceptables; porque sin ellos la Cruz no podr�a manifestarse en absoluto. Por "sabidur�a de palabras" se entiende los artificios de la ret�rica, etc. Si la Cruz fuera una joya para atesorar y esconder, har�a su lecho de lana; pero como es una joya para usar, d�jame verla como es.

Si la Cruz fuera una joya inferior, podr�a aumentar su valor y belleza por el engaste; pero como su valor est� m�s all� del precio, que su entorno sea lo m�s simple posible. Sin embargo, la cuesti�n no es de gusto, sino de utilidad. �Mezclaremos con nuestro pan de cada d�a aquello que nos privar� de su efecto nutritivo?

3. La Cruz no tiene efecto cuando:

(1) Se hace id�ntico al crucifijo, como si la Cruz no fuera m�s que Su crucifixi�n. El crucifijo para el ojo vulgar presenta exclusivamente los sufrimientos corporales de Cristo, y su efecto es hacernos sentir simpat�a por ellos. Este es el efecto de la pintura, la poes�a y la m�sica cuando se emplean sobre el mismo tema. Pero la Cruz de Cristo no es simplemente un ejemplo de sufrimiento, sino el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo".

(2) Se ense�an doctrinas falsas y especulaciones al respecto. El efecto de la Expiaci�n est� en s� mismo, no en su filosof�a. Y si el intento de explicaci�n fracasa y la filosof�a es falsa, exhibo una cruz enmarcada por mi propia vana imaginaci�n. Entonces, �qu� he hecho? He llevado a los hombres de las aguas vivas a la apariencia de una fuente en arena brillante.

(3) Se exhibe sin reconocimiento personal de sus pretensiones. Lo que digas acerca de �l no ser� cre�do a menos que parezca importante y verdadero, y no puede parecer real y trascendental a menos que se muestre en la fe. La fe engendra fe.

(4) Sus requisitos se multiplican y complican. Dice: �Venid a m�; "M�rame"; "Cree en mi." Si lo rodeamos con un credo largo y dif�cil; si lo vestimos con un elaborado ritual; si lo plantamos en el santuario de una pol�tica eclesi�stica particular, y requerimos que los hombres vengan a �l, con esto lo invalidamos.

(5) Falta fe en su poder. Es impotente en manos de un incr�dulo. Nuestra fe no afecta el valor y la eficacia de la Cruz a los ojos de Dios; pero lo hace a los ojos del hombre.

(6) Cuando se utilice para objetos ajenos a s� mismo. Los eclesi�sticos lo han utilizado para satisfacer su imp�a ambici�n; gobernantes pol�ticos como motor de gobierno; individuos privados como esp�a en un campamento usan la contrase�a y se han levantado prejuicios contra ella.

Conclusi�n:

1. �Cu�l es el efecto de la Cruz de Cristo sobre ustedes?

(1) Hijo de padres cristianos, has sido dirigido a �l desde que tus ojos se abrieron para ver. Otras cosas han surtido efecto. Las escenas de tu vida temprana; los libros que ha le�do; los compa�eros con los que se asoci�, & c. �Y cu�l ha sido el efecto de la Cruz de Cristo? Te ha repelido o te ha atra�do. �Te repeli�! �El im�n de la eterna misericordia te repeli�!

(2) � Alumno de una escuela cristiana!

(3) Oidor de la predicaci�n cristiana y poseedor de la Sagrada Escritura, a menos que seas salvo por ella, ser�s condenado por ella. Hermanos cristianos, �cu�l es su efecto diario en sus corazones y vidas? �Est�s crucificado con Cristo? Es su efecto cautivar tu coraz�n; para comandar sus energ�as; para santificar tu vida?

2. �Cu�l es el efecto de la Cruz en tus manos? M�s que tememos que los cristianos y las iglesias de Cristo hayan hecho mucho para que la Cruz de Cristo no tenga efecto. ( S. Mart�n .)

La mayor bendici�n del mundo y su mayor maldad

I. La mayor bendici�n del mundo: "la Cruz de Cristo". Por "la cruz de Cristo" el ap�stol no quiso decir, por supuesto, la madera en la que Cristo fue crucificado, o cualquier imitaci�n de la madera, etc. �l usa la palabra como s�mbolo, como nosotros usamos las palabras Corona, Corte, Banco, etc. Se refer�a a los principios eternos de los cuales la Cruz de Cristo fue a la vez efecto, evidencia y expresi�n, es decir , todo lo que entendemos por evangelio. Y esta es la mayor bendici�n del mundo de hoy. M�ralo

1. Como revelador. Toda la verdadera doctrina teol�gica y ciencia �tica nos llega a trav�s de la Cruz. Es la luz moral del mundo.

2. Como educador. La Cruz es para el alma humana lo que el rayo de sol primaveral es para la semilla; penetra, calienta, acelera y saca a la perfecci�n todos sus poderes latentes.

3. Como libertador. La Cruz lleva una pluma para anular la sentencia, un b�lsamo para curar la herida, un arma para romper la cadena. Tal, e infinitamente m�s, es la Cruz. �Qu� ser�a de la vida humana sin �l? Un viaje sin br�jula, carta ni estrella.

II. El mayor mal del mundo. Hacer de esta Cruz "sin efecto" , es decir, en lo que respecta a su gran misi�n. Alg�n efecto debe tener; profundizar� la condenaci�n donde no salva. �Somos para Dios olor grato�, etc. Este tremendo mal es ...

1. Manifestar dolorosamente. Intelectual, social y pol�ticamente ha hecho maravillas por la humanidad; pero moralmente, �qu� poco! �Qu� poca santidad genuina, filantrop�a desinteresada, abnegada devoci�n a la verdad y a Dios, cristiandad de vida!

2. Explicado f�cilmente. El ap�stol indica una forma, a saber, por "sabidur�a de palabras" , es decir, ret�rica magn�fica. La Iglesia lo ha hecho por

(1) Sus teolog�as. En su nombre ha propuesto dogmas que han chocado con la raz�n y han ultrajado la conciencia.

(2) Su pol�tica. Ha sancionado guerras, establecido jerarqu�as, que se han alimentado de la ignorancia y pobreza del pueblo.

(3) Su esp�ritu. El esp�ritu de la Cruz es amor abnegado, el esp�ritu de la Iglesia ha sido en gran medida el de ego�smo, codicia, ambici�n y opresi�n. La mala representaci�n de Cristo por parte de la Iglesia es el instrumento que ha hecho que la Cruz "no tenga efecto".

3. Terriblemente criminal. Es maravilloso que el hombre tenga el poder de pervertir as� las instituciones y bendiciones Divinas; pero tal poder tiene. Forja metales en armas para asesinar, convierte el ma�z en l�quidos para condenar la raz�n y el alma de los hombres. Un crimen mayor que no puedes concebir. Si fueras a convertir todo el pan en veneno, convertir los r�os en pest�feros, apagar la luz del sol, cubrir las estrellas con cilicio, no penetrar�as en una maldad tan enorme como la de hacer que la Cruz de Cristo �no tenga efecto�. . " Conclusi�n:

1. �Cu�l es la influencia espiritual de la Cruz sobre nosotros? �Nos ha crucificado el mundo?

2. �Qu� estamos haciendo con la Cruz? �Estamos abusando de �l o lo estamos empleando correctamente? ( D. Thomas, D. D. )

La Cruz neutralizada por las teor�as al respecto

La fuerza de ????? ( cf. 1 Corintios 15:14 ; Romanos 4:14 ) puede ser transmitida por las palabras "vac�o de contenido, irreal, sin existencia objetiva, que consiste s�lo en opiniones, especulaci�n de sentimientos". La Cruz de Cristo es una causa real en el orden moral de las cosas. Sustituir el hecho de la muerte de Cristo por un sistema de nociones, por verdadero y ennoblecedor que sea, es como confundir la teor�a de la gravitaci�n con la gravitaci�n misma. ( Director Edwards .)

La predicaci�n que el ap�stol condena por ineficaz

La predicaci�n escol�stica, que ...

1. Apunta s�lo al intelecto, no al coraz�n.

2. No da satisfacci�n sobre el punto principal: la religi�n.

3. Se ocupa de especulaciones filos�ficas que perjudican m�s que edifican.

II. Predicaci�n ret�rica.

1. Que procede no del celo por la verdad, sino del deseo de agradar.

2. Este modo indigno de tratar con la verdad divina priva a la Cruz de su efecto, porque desv�a la atenci�n de la verdad hacia el que habla y distrae el coraz�n &mdashporque excita un anhelo de gratificaci�n meramente intelectual&mdash porque la impresi�n producida es se refer�a a la habilidad del predicador y no a la verdad misma. ( J. Lyth, DD )

Versículo 18

Porque la predicaci�n de la cruz es locura para los que perecen; pero para nosotros los que somos salvos es poder de Dios.

La predicaci�n de la cruz

I. Su car�cter.

1. Simple en sus hechos.

2. Humillante en sus doctrinas.

3. Sorprendente en sus anuncios.

II. El resultado.

1. Locura a los que se pierden.

2. El poder de Dios para los que son salvos. ( J. Lyth, DD )

La palabra de la cruz

En 1 Corintios 1:17 Pablo hab�a renunciado a la "sabidur�a de las palabras". Est� claro, por tanto, que hay una elocuencia que privar�a al evangelio de su efecto debido. Esta "sabidur�a de palabras" -

1. Vela la verdad que debe exponerse de la manera m�s clara posible.

2. Explica el evangelio. Es posible refinar una doctrina hasta que su alma misma se haya ido. Con el pretexto de ganar los intelectos cultos de la �poca, gradualmente nos ha llevado a la negaci�n de esos primeros principios por los que murieron los m�rtires.

3. Se usa con frecuencia con la intenci�n de hacer que el evangelio parezca m�s hermoso. Pintar�an la rosa y esmaltar�an el lirio, agregar�an blancura a la nieve y brillo al sol. Con sus velas miserables nos ayudar�an a ver las estrellas. Adornar la cruz es deshonrarla.Uno de los viejos maestros descubri� que ciertos vasos que hab�a representado sobre la mesa sacramental atra�an m�s atenci�n que el mismo Se�or, y por eso los tachaba de inmediato: hagamos lo mismo siempre que sea necesario. la nuestra aparta la mente de Jes�s.

4. Se emplea para aumentar el poder del evangelio. Pablo dice que lo deja sin efecto (ver 1 Corintios 2:4 ). Habiendo despejado nuestro camino de la sabidur�a de las palabras, llegamos ahora a la palabra de sabidur�a.

I. �La palabra de la cruz� (RV).

Esto es exactamente lo que es el evangelio. De lo que deduzco que la Cruz ...

1. Tiene una ense�anza uniforme. No hay dos evangelios como tampoco hay dos Dioses: no hay dos expiaciones como tampoco hay dos Salvadores ( 1 Corintios 3:11 ; G�latas 1:8 ).

2. Es una palabra que se contrapone a muchas otras palabras que se pronuncian constantemente. La voz de Cristo desde la Cruz es: "M�rame y s� salvo"; pero otra voz grita en voz alta: "Haz esto y vivir�s". La doctrina de la salvaci�n por obras o sentimientos no es la palabra de la Cruz. Mucho menos es la palabra del ceremonialismo y el arte sacerdotal.

3. Deber�a poder hablar por s� mismo. Grita, escuchemos esta palabra de la Cruz, porque en efecto mi texto dice: "Dejemos que la Cruz hable por s� misma".

(1) Dios debe ser justo. La Cruz truena m�s terrible que el Sina� contra el pecado. Si Dios golpea al perfecto que lleva nuestro pecado, �c�mo castigar� al culpable que rechaza su amor?

(2) Dios ama a los hombres y se deleita en la misericordia. Dios nos encomienda su amor, etc.

(3) Se acepta el �nico sacrificio y se completa la expiaci�n. "Dios estaba en Cristo", etc.

(4) � Ven y bienvenido! "El que quiera", etc.

II. La palabra de sus despreciadores.

1. Llaman a la doctrina de la expiaci�n "necedad".

(1) �Porque�, dicen, �mira c�mo lo acepta la gente com�n. Vaya, los mismos ni�os pueden creerlo ". Pero, �son los hechos bien conocidos de la naturaleza una tonter�a porque est�n abiertos a todos? �Es bastante seguro que toda la sabidur�a del mundo habita con los caballeros superfinos que se burlan de todo y reciben una cr�tica? Ojal� su cultura les hubiera ense�ado la modestia.

(2) Porque esta doctrina de la Cruz no es fruto de la raz�n, sino el don de la revelaci�n. Todos los pensadores de todas las �pocas continuaron pensando, pero nunca inventaron un plan de salvaci�n. Como pensamiento, se origin� en la Mente Infinita y no podr�a haberse originado en ning�n otro lugar. Es Dios dici�ndoles a los hombres algo que ellos no podr�an haber sabido de otra manera, y esto no conviene a los pensadores profundos, quienes deben tener necesidad de excogitarlo todo.

(3) Porque cualquier cosa que demuestre que un hombre es un necio, inmediatamente les parecer� muy necio a los hombres. Nuestra conciencia est� embotada y, por lo tanto, tomamos represalias contra quienes nos dicen una verdad desagradable.

(4) Porque trata sobre temas que no nos preocupan. Si pudiera mostrar c�mo obtener ganancias ilimitadas, todo el mundo 'escuchar�a; pero cuando el serm�n es solo acerca de la Palabra de Dios, y la eternidad, y el alma y la sangre de Jes�s, la mayor�a de la gente da media vuelta. Llaman necedad al evangelio porque buscan la mayor oportunidad y se preocupan m�s por el cuerpo que por el alma.

(5) Porque consideran todas las verdades de las que trata como nimiedades insignificantes.

2. Estos caballeros ...

(1) No est�n calificados para formarse un juicio sobre el tema. Un ciego no juzga los colores, un sordo al sonido y un hombre que nunca ha sido avivado a la vida espiritual de las cosas espirituales.

(2) Son pruebas de su propia locura y de los tristes resultados de la incredulidad. Pablo dice que esos hombres est�n pereciendo. �Qu� calamidad! Los hombres que no viven para Dios est�n perdiendo el fin de su ser y, como casas abandonadas, est�n cayendo en ruinas. All� hay un �rbol: alrededor de su tronco la hiedra se ha retorcido, agarr�ndola como una enorme pit�n y aplast�ndola en sus pliegues. Multitudes tienen pecados y errores que est�n carcomiendo su vida, est�n pereciendo.

Aquellos que no creen en Jes�s van a la deriva hacia una inmortalidad de miseria; y sin embargo, mientras perecen, condenan los medios de salvamento. �Marineros de fantas�a ahog�ndose burl�ndose del bote salvavidas! �Imag�nese a un hombre enfermo ridiculizando el �nico remedio!

III. La palabra de los que creen. �Qu� dicen de la Cruz? Lo llaman poder, el poder de Dios.

1. El fen�meno de la conversi�n es un hecho. Los hombres y las mujeres han cambiado por completo y toda la forma de vida se ha modificado. La palabra de la Cruz nos ha librado de ...

(1) El amor al pecado: ning�n pecado es ahora nuestro amo. Caemos en el pecado, pero nos lamentamos por ello, y odiamos el pecado y nos odiamos a nosotros mismos por haberlo cometido.

(2) Del pavor que una vez nos mantuvo en servidumbre y nos hizo temblar ante nuestro Padre y nuestro Amigo. Pero ahora lo amamos y nos deleitamos en �l.

(3) Del poder de Satan�s.

(4) De uno mismo y del mundo, y de todas las cosas que nos cautivar�an. Somos salvos. Sentimos que el cielo nace dentro de nosotros, nacido por la palabra de la Cruz a trav�s del Esp�ritu.

2. El poder con el que Dios cre� y sostiene al mundo no es mayor que el poder con el que nos hizo nuevos hombres en Cristo y con el que sostiene a su pueblo bajo prueba; e incluso la resurrecci�n de los muertos no ser� mayor demostraci�n de ello que la resurrecci�n de las almas de los muertos de sus tumbas espirituales. Conclusi�n: Cree en el poder de la Cruz para la conversi�n de quienes te rodean. No digas de ning�n hombre que no puede ser salvo. La sangre de Jes�s es omnipotente. ( CH Spurgeon .)

Dos clases de oyentes del evangelio

I. Uno se est� muriendo, el otro se est� salvando. La muerte y el ahorro son graduales.

1. Hay una clase que pierde gradualmente la sensibilidad, contrae una nueva culpa, etc. No est�n condenados a la vez.

2. Hay una clase que se est� salvando gradualmente. La salvaci�n en su m�xima extensi�n no es algo instant�neo, como algunos suponen.

II. Para una clase el evangelio es locura, para la otra el poder de Dios.

1. Es una locura para los que se pierden, porque no tiene sentido, no tiene realidad.

2. Es un poder divino para los que se salvan. Iluminador, renovador, depurativo, ennoblecedor. El poder de Dios se opone a la mera filosof�a y elocuencia humanas. ( D. Thomas, D. D. )

La dispensaci�n del evangelio y sus efectos

I. Su tema: la Cruz.

II. Su dispensaci�n mediante la predicaci�n.

III. Su recepci�n ...

1. Para los que no creen, tanto el tema como los medios son locura, porque humillan el orgullo humano, el m�rito del desprecio, se oponen a la sabidur�a de este mundo.

2. Para los que creen, es el poder de Dios en la conciencia, el coraz�n, la vida.

IV. El problema - los que perecen - estos se salvan. ( J. Lyth, D. D. )

El evangelio el poder de Dios

I. Por "predicaci�n de la cruz" entendemos la predicaci�n del evangelio. Hay dos circunstancias que pueden haber llevado al uso de este nombre.

1. El ap�stol no predic� el evangelio como para ocultar la Cruz. Esto se ha hecho a veces. Los misioneros cat�licos romanos que salieron hacia el este ocultaron el hecho de que el gran Salvador hab�a muerto en la ignominia sobre la cruz, y les dijeron a sus oyentes solo aquellos hechos concernientes a �l que ten�an una apariencia gloriosa, como Su resurrecci�n y ascensi�n. Y los primeros disc�pulos pueden haber simpatizado con ese sentimiento. La Cruz tendi� a deshonrar a Cristo y a Su evangelio. Pero los ap�stoles no lo hicieron; contaron toda la historia.

2. La crucifixi�n suministr� y fue todo el origen de los grandes temas que conten�an su predicaci�n del evangelio. No habr�a sido nada para Pablo haber predicado la resurrecci�n, etc., si no hubiera predicado su muerte. Estos hechos no tienen gloria ni significado evang�licos si los separa de la Cruz. Quita la Cruz y te quita la vida y el alma del evangelio mismo.

II. Este evangelio est� pervertido.

1. Por aquellos que dicen que deriva su poder no tanto de la muerte de Cristo, sino principalmente de Su vida. Ahora bien, no pretendo menospreciar la vida de Cristo, que fue superlativamente grandiosa y sorprendente en todos los aspectos. Pero la presentaci�n al mundo de una vida de virtud no influir� en ning�n grado en su regeneraci�n, y en cuanto a presentar un aspecto de la benignidad de Dios, �ste se excede infinitamente en la muerte de Cristo. Lo que Pablo predic� no fue la vida de Cristo, sino la muerte de Cristo.

2. Por aquellos que dicen que la muerte de Cristo tiene una influencia, pero que no es una expiaci�n. �Entonces que es? �Es una �forma de hablar�! A esto yo dir�a:

(1) Si Dios nos habla de una expiaci�n, y realmente no la hay, eso no es verdad.

(2) A menos que la Expiaci�n sea un hecho, no puede ser un poder.

III. El evangelio es un poder en el sentido de que presenta un conjunto de temas y consideraciones que pretenden trabajar en el coraz�n y la conciencia de los hombres. Si la muerte expiatoria de Cristo es un hecho,

1. � Qu� hecho debe ser el pecado mismo! �l es Dios haciendo una vasta provisi�n por la muerte humillante de Su propio Hijo para la expiaci�n del pecado del mundo. �Qu� prueba del estado perdido del hombre!

2. � Qu� hecho es la justicia de Dios! El pecador dice: "Bueno, he pecado, pero Dios es misericordioso". Bueno, ahora ven de nuevo conmigo a la Cruz. Ver un Salvador moribundo; est� la venganza de Dios contra el representante del hombre.

3. Cu�n grande es el amor de Dios a un mundo rebelde. Vea el gasto que ha hecho para salvarlo.

4. Qu� hecho es el fundamento de la esperanza de un pecador. Nadie necesita desesperarse; todo aquel que crea en �l, ser� salvo.

5. Qu� hecho es la obligaci�n de un creyente de ser devoto y amor. Si nos han comprado a ese precio, ya no somos nuestros, sino de nuestro Comprador.

6. � Qu� hecho es la garant�a de la fe de un creyente! �El que no escatim� ni a su propio Hijo�, etc.

Conclusi�n:

1. � Qu� maravilloso es que Dios se complace en tratar as� con los hombres!

2. Qu� pensamiento para los imp�os es que hay un poder divino en el evangelio, y que en �l Dios pone todo su poder de persuasi�n.

3. Y nos corresponde recordar que el evangelio es un poder para todas las exigencias de la vida cristiana. ( JH Hinton, M. A. )

Procesos continuos de salvaci�n y destrucci�n

Una ligera variaci�n de la traducci�n, que se encontrar� en la Versi�n Revisada, resalta el verdadero significado de estas palabras. En lugar de leer "los que perecen" y "nosotros los que somos salvos", deber�amos leer "los que se pierden" y "nosotros los que somos salvos". Es decir, el ap�stol representa las dos condiciones contrastadas, no tanto como estados fijos, presentes o futuros, sino m�s bien como procesos que est�n sucediendo y que son manifiestamente, en el presente, incompletos.

Eso abre algunas consideraciones muy solemnes y pr�cticas. Entonces puedo se�alar adem�s que esta ant�tesis incluye a la totalidad de las personas a quienes se predica el evangelio. En una u otra de estas dos clases est�n todos. Adem�s, debemos observar que la consideraci�n que determina la clase a la que pertenecen los hombres es la actitud que adoptan respectivamente hacia la predicaci�n de la Cruz.

I. Primero, deseo mirar las dos condiciones contrastadas, "perecer" y "ser salvo". Comprenderemos mejor la fuerza del m�s oscuro de estos dos t�rminos si primero nos preguntamos cu�l es la fuerza del m�s brillante y radiante. Si entendemos lo que el ap�stol quiere decir con "salvar" y "salvaci�n", tambi�n entenderemos lo que quiere decir con "perecer". Entonces, si nos volvemos por un momento a la analog�a y ense�anza de las Escrituras, encontramos que la palabra �salvaci�n�, muy usada, comienza con un doble significado metaf�rico.

Se utiliza tanto para sanar como para estar a salvo. En un sentido, a menudo se emplea en las narraciones evang�licas de los milagros de nuestro Se�or. Implica la met�fora de un enfermo y su curaci�n; en el otro, involucra la met�fora de un hombre en peligro y su liberaci�n y seguridad. La enfermedad del alma y los peligros que amenazan la vida fluyen del hecho central del pecado. Y la salvaci�n consiste, negativamente, en barrer todo esto, ya sea el pecado mismo, o la fatal facilidad con que nos rendimos, o la desolaci�n y perversi�n que trae a todas las facultades y susceptibilidades o la perversi�n de la relaci�n con Dios, y los males consiguientes, aqu� y en el m�s all�, que se agolpan alrededor del malhechor.

El enfermo es sanado y el que corre peligro es puesto a salvo. Pero, adem�s de eso, hay mucho m�s. La cura es incompleta hasta que la marea completa de salud sigue a la convalecencia. Cuando Dios salva, no solo cierra la puerta de hierro por la que las huestes del mal se precipitan sobre el alma indefensa, sino que abre de par en par la puerta de oro por la que las alegres tropas de bendiciones y de gracias se agolpan alrededor del esp�ritu liberado y enriquecen. con todas las alegr�as y con todas las bellezas.

Entonces, el lado positivo de la salvaci�n es la investidura del hombre salvo con una salud palpitante a trav�s de todas sus venas, y la fuerza que proviene de una vida Divina. Es el otorgamiento al hombre liberado de todo lo que necesita para la bendici�n y el deber. Este, entonces, siendo el un lado, �qu� pasa con el otro? Si la salvaci�n es la cura de la enfermedad, la muerte es el final fatal de la enfermedad incontrolada.

Si la salvaci�n es la liberaci�n de las garras extendidas de los males de las arp�as que se agolpan alrededor del alma temblorosa, entonces perecer es la fijaci�n de sus garras envenenadas en su presa, y su desgarro en fragmentos.

II. Ahora note, en segundo lugar, la progresividad de ambos miembros de la alternativa. Todos los estados del coraz�n o la mente tienden a aumentar, por el mismo hecho de continuar. Mire, entonces, este pensamiento del proceso por el cual estas dos condiciones se vuelven cada vez m�s confirmadas y completas. La salvaci�n es algo progresivo. En el Nuevo Testamento tenemos esa gran idea vista desde tres puntos de vista. A veces se habla de que se ha cumplido en el pasado en el caso de cada alma creyente - "Hab�is sido salvados" se dice m�s de una vez.

A veces se dice que se ha cumplido en el presente. Se dice m�s de una vez: �Vosotros sois salvos�. Y a veces se relega al futuro: "Ahora est� m�s cerca tu salvaci�n que cuando cre�as", y cosas por el estilo. Pero hay una serie de pasajes del Nuevo Testamento que coinciden con este texto al considerar la salvaci�n, no como la obra de un momento determinado, sino como una operaci�n continua que atraviesa la vida.

Como, por ejemplo, "El Se�or a�ad�a a la Iglesia todos los d�as a los que estaban siendo salvos". Con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. De modo que el proceso de ser salvo contin�a mientras un cristiano viva en este mundo. Ah, yo, esa noci�n de una salvaci�n progresiva, que opera en todos los verdaderos cristianos, casi se ha desvanecido de las creencias, ya que casi ha desaparecido de la experiencia, de huestes de ustedes que se llaman a s� mismos seguidores de Cristo, y no son un un poco m�s lejos de lo que estabas hace diez a�os; no est�s m�s curado de tus corrupciones (quiz�s menos, porque las reca�das son peligrosas) de lo que estabas entonces.

Los cristianos en crecimiento - �me atrevo a decir? - no son la mayor�a de los cristianos profesantes. Y, por otro lado, como ciertamente, hay un deterioro progresivo y una aproximaci�n a la desintegraci�n y la ruina. Estoy seguro de que esta ma�ana hay personas en este lugar que eran mucho mejores, y mucho m�s felices, cuando eran pobres y j�venes, y a�n pod�an emocionarse con emoci�n generosa y temblar ante la Palabra de Dios, de lo que son hoy.

Ahora, f�jense, el ap�stol trata a estas dos clases como si cubrieran todo el terreno de los oyentes de la Palabra y como alternativas. Si no est� en una clase, estamos en la otra. Si no eres m�s salvo, eres menos salvo. Adem�s, tenga en cuenta qu� luz tales consideraciones como estas, que la salvaci�n y la muerte son procesos vitales - "que contin�an todo el tiempo" - arrojan sobre el futuro. Claramente, los dos procesos est�n incompletos aqu�.

Obtienes la direcci�n de la l�nea, pero no su terminaci�n natural. Y as�, un cielo y un infierno son demandados por los fen�menos de bondad creciente y de maldad creciente que vemos a nuestro alrededor.

III. Y ahora, por �ltimo, f�jate en la actitud determinante hacia la Cruz que asienta la clase a la que pertenecemos. De modo que se sugieren dos pensamientos que suenan como si estuvieran combinados de manera il�gica, pero que, sin embargo, son ambos verdaderos. Es cierto que los hombres perecen, o se salvan, porque la Cruz es para ellos respectivamente "locura" o "el poder de Dios". Y la otra cosa es verdad, que la Cruz es para ellos �locura� o �poder de Dios�, porque respectivamente est�n pereciendo o siendo salvos.

Eso no es poner el carro delante del caballo, pero ambos aspectos de la verdad son ciertos. Si no ven nada en Jesucristo, y Su muerte por todos nosotros, excepto "necedad", algo que no sirve para hacer ning�n bien, y que no debe ser tomado en cuenta en sus vidas, esa es la condenaci�n de sus ojos, y no de lo que miras. Si un hombre, mirando el sol a las doce en punto de un d�a de junio, me dice: "No hay luz", lo �nico que tengo que decirle es: "Amigo, es mejor que vayas a un oculista. .

Y si para nosotros la Cruz es �necedad� es porque ya un proceso de �perecer� ha llegado tan lejos que ha atacado nuestra capacidad de reconocer la sabidur�a y el amor de Dios cuando lo vemos. Pero, por otro lado, si agarramos esa Cruz con simple confianza, encontramos que es el poder que nos salva de todos los pecados, dolores y peligros, y "nos salvar�", por fin, "en Su cielo celestial. Reino." Ese mensaje no deja a ning�n hombre exactamente como lo encontr�. ( A. Maclaren, D. D. )

El evangelio no es una sabidur�a

Esto lo demuestra el ap�stol:

1. Por el car�cter irracional del hecho central del evangelio ( 1 Corintios 1:18 ).

2. Por el modo de ganar miembros y la composici�n de la Iglesia ( 1 Corintios 1:26 ).

3. Por la actitud adoptada en medio de ellos por el predicador del evangelio. ( Prof. Godet, D. D. )

El triunfo del evangelio sobre la sabidur�a de este mundo

Mirar&mdash

I. Los medios - la simple predicaci�n de la Cruz - que -

1. Es necedad para los sabios.

2. Sin embargo, triunfa sobre la sabidur�a humana.

3. Efectos de lo que la sabidur�a de este mundo no ha logrado.

4. Y a pesar de la oposici�n del jud�o y la filosof�a del griego, Cristo demuestra la sabidur�a y el poder de Dios.

II. Los agentes: "no muchos sabios, no muchos nobles son llamados".

1. Dios ha elegido los instrumentos m�s inveros�miles.

2. Y los hizo exitosos a trav�s de Cristo.

3. Para que ninguna carne se glor�e en su presencia. ( J. Lyth, D. D. )

Se demuestra la divinidad del evangelio:

I. En aquellos que perecen, lo consideran una tonter�a, pero confunde su sabidur�a, triunfa donde ha fallado.

II. En los que se salvan, porque vence su oposici�n, y se convierte en ellos en el poder de Dios y la sabidur�a de Dios. ( J. Lyth, DD )

Versículos 19-21

Porque escrito est�: Destruir� la sabidur�a de los sabios.

Verdadera sabidur�a

El descubrimiento de lo verdadero y la pr�ctica de lo bueno son los dos objetos m�s importantes de la filosof�a. ( Voltaire .)

Sabiduria humana

I. Su car�cter.

1. Presuntuoso en sus intentos.

2. Orgulloso de sus suposiciones.

3. Insatisfactorio en sus conclusiones.

II. Su destrucci�n - efectuada&mdash

1. Por tiempo.

2. Por revelaci�n.

3. Por el Esp�ritu Divino.

4. Por la aparici�n de Cristo. ( J. Lyth, DD )

La vanidad de la sabidur�a de este mundo

I. Dios lo averg�enza.

1. A menudo comete errores en sus teor�as.

2. Siempre en relaci�n con las cosas divinas.

3. Generalmente conduce a errores pr�cticos.

II. Ha fracasado por completo en regenerar el mundo. En lugar de enmendarlo, ha empeorado: f�jense en la filosof�a de los griegos y la "edad de la raz�n".

III. Est� completamente expuesto por el cristianismo, que ...

1. Tiene �xito donde falla.

2. Triunfa sobre ella.

3. Finalmente lo destruir�. ( J. Lyth, D. D. )

El ministerio del evangelio: su superioridad sobre los m�todos humanos

Tenemos aqui&mdash

I. La inferencia extra�da de los efectos del evangelio sobre aquellos que lo hab�an recibido.

1. Hab�a logrado lo que la sabidur�a del mundo no hab�a logrado ( 1 Corintios 1:20 ). El sabio, el escriba, el disputador, incluyen respectivamente al pensador, al escritor y al hablante. El pensamiento y sus dos medios de expresi�n eran los grandes agentes de la educaci�n mundial y hab�an logrado crear una literatura sin igual.

Pero, �qu� hab�an hecho para la regeneraci�n de la humanidad? Nada. "�D�nde est� el sabio?" &C. En el mundo de la filosof�a, de la poes�a, del arte, puedo ver su trabajo; pero en el �mbito de lo espiritual han dejado el mundo como lo encontraron. Dios cambia las tornas sobre esos sabios jactanciosos. Ellos llaman a su plan �necedad�, pero su efectividad prueba que la necedad est� con ellos. Y el cristianismo no est� solo en su frustraci�n de las predicciones de los sabios.

Cuando Fulton construy� un barco de vapor para cruzar el Atl�ntico, gritaron: "Ah� va la locura de Fulton". Sin embargo, la historia posterior ha demostrado que eran tontos y Fulton el sabio. Entonces, cuando el cristianismo estaba comenzando su gran viaje, cargado de salvaci�n para un mundo afligido por el pecado, los sabios lo llamaron "necedad". Pero cu�n extra�amente ha demostrado la historia su propia locura enamorada.

2. Este glorioso resultado lo logr� el evangelio sin tener en cuenta las nociones preconcebidas y los prejuicios de los hombres ( 1 Corintios 1:22 ). Los jud�os y los griegos ten�an sus propias teor�as sobre cu�l deber�a ser el car�cter de cualquier mensaje religioso que pudiera dirigirse a ellos. El jud�o, desde el punto de vista de su expectativa de un Mes�as pol�tico conquistador, anunciado por maravillas sobrenaturales, buscaba una se�al.

El griego, desde su punto de vista de la cultura intelectual, buscaba sabidur�a. De estos, sin embargo, el ap�stol no tom� conocimiento, pero interpretando correctamente el esp�ritu del cristianismo, predic� con valent�a �Cristo crucificado�. Hay algo sublimemente �nico y grandioso en esta actitud. Otras religiones buscan acomodarse a los pensamientos y caminos de aquellos a quienes buscan ganar.

II. Pero a pesar de su atrevido desaf�o a las preciadas preferencias, el evangelio, siendo el poder y la sabidur�a de Dios, suministr� en su forma m�s elevada las mismas cosas que sus rechazadores deseaban.

1. Era el "poder", es decir, el milagro "de Dios" correspondiente a la "se�al" que buscaban los jud�os. Las operaciones ordinarias de la naturaleza, aunque son expresiones de Su poder, nunca son llamadas el "poder de Dios". Pero el evangelio es una revelaci�n tan trascendente del amor de Dios, una interrupci�n tan extraordinaria del curso ordinario de lidiar con el pecado, que bien puede ser llamado un milagro; y sus efectos morales sobre aquellos que caen dentro del alcance de su influencia son tan maravillosos, que lo convierten en un milagro moral mucho m�s all� de cualquier milagro f�sico.

2. Es "la sabidur�a de Dios". Para los griegos, la sabidur�a significaba aprendizaje y conocimiento, pero sobre todo solo ingenio en el uso de la dial�ctica. Pero lo que merece ese nombre es "el uso de los mejores medios para alcanzar los mejores fines". Y la Cruz propone el mejor fin dentro de todo el alcance de la benevolencia divina para concebir la liberaci�n del pecado, y constituye el mejor medio para lograrlo.

III. El evangelio ejerci� tal poder sobre la conciencia de los hombres porque era divino. Si es locura, aun as� es locura de Dios; y la necedad de �Dios debe ser m�s sabio que los hombres. Si es debilidad, a�n es debilidad de Dios; y la debilidad de Dios debe ser m�s fuerte que los hombres. As�, el �xito del evangelio est� asegurado por el simple hecho de su relaci�n con Dios.

IV. Los pensamientos que forman la carga del argumento.

1. El valor comparativo de la Cruz y la cultura humana en la regeneraci�n moral de los hombres. El ap�stol muestra que no se trata de grado de eficacia, sino de fracaso absoluto en un caso y de �xito trascendente en el otro. La cultura tiene su misi�n, y la m�s importante en su propia esfera. Pero el coraz�n humano, con su pecado y culpa, tiene necesidades que la cultura m�s elevada no puede satisfacer en lo m�s m�nimo.

La historia moral de aquellas comunidades que han alcanzado el m�s alto grado de cultivo lo atestigua de manera inequ�voca. El �nico remedio para el pecado es Cristo crucificado. La fe de algunos sigue siendo que �la dulzura de la luz�, la disciplina y el refinamiento intelectual, disipar� la grosera oscuridad moral en la que yacen los hombres. Un poco de cualquiera de las sales de sodio introducidas en la llama de una l�mpara de gas le da a esa llama el poder de impartir a cada objeto coloreado un tinte amarillo verdoso; pero cualquier negro en ese objeto sigue siendo negro. La llama de sodio no tiene el poder de afectar este tono sombr�o. Lo mismo ocurre con la educaci�n en relaci�n con el pecado.

2. El m�todo simple de predicaci�n frente a la ret�rica. El ap�stol pone en contra de la "sabidur�a de palabras", tan estimada por los corintios, su propia "sencillez de habla" habitual. Parece particularmente aprensivo ante la posibilidad de que algo se interponga entre la verdad y la conciencia sobre la que se pretende influir. Cuanto m�s encantada la mente por el estilo del mensaje, menos probable es que la conciencia se sienta pinchada por su verdad.

La religi�n es una cosa tan del coraz�n, que sus verdades llegan al alma mucho m�s a trav�s de la comprensi�n espiritual y la simpat�a vivida que por procesos l�gicos. En una de las exposiciones industriales de Westminster, un trabajador exhibi� dos hermosos violines de metal. Sin embargo, no se le otorg� el premio m�s alto debido a que el instrumento hecho de tal material no cumpl�a el prop�sito de un viol�n.

El metal superior se ve�a bonito, pero el material m�s grueso emit�a un sonido mucho m�s dulce. De modo que los logros acad�micos superiores pueden producir sermones, pero, como el viol�n de metal, fracasar�n en su prop�sito, mientras que los discursos del predicador menos pulido emitir�n m�sica, a menudo m�s capaz de tocar el coraz�n. El genio culto de Milton produjo "Paradise Lost", pero la ingeniosa madre inculta de Bunyan produjo "The Pilgrim's Progress". La refinada perspicacia de Butler produjo el "An�lisis", pero fue el fervor inexperto de Whitefield que despert� el coraz�n de Inglaterra de su letargo espiritual. ( JA Parry .)

�D�nde est� el sabio? donde esta el escriba? &mdash�D�nde!

1. �Qu� no han intentado?

2. �Qu� no han prometido?

3. �Qu� han logrado?

4. �C�mo se reducen a nada? ( J. Lyth, D. D. )

Filosof�a y evangelio

El "sabio" se refiere especialmente a los sabios de Grecia. Fueron llamados al principio "hombres sabios", y luego asumieron un t�tulo m�s modesto, "amantes de la sabidur�a", "fil�sofos". El "escriba" se refiere a los eruditos entre los jud�os. El atractivo del texto, por tanto, es la sabidur�a o la filosof�a del mundo, incluida la del griego o el jud�o. Aqu� tenemos la filosof�a

I. Desafiado por el evangelio. El ap�stol aqu� desaf�a a los sabios del mundo a lograr el fin que el evangelio ten�a en mente. Ese fin fue la impartici�n a los hombres del conocimiento salvador de Dios. �D�nde, sin ayuda, hab�a logrado lograr esto? �Qui�n de los sabios se presentar� para dar un solo ejemplo?

II. Confundido por el evangelio. "�No se ha vuelto Dios insensato?" &C.

1. Haciendo lo que la filosof�a no pudo. "El mundo por sabidur�a no conoci� a Dios". Aunque las p�ginas de la naturaleza estaban abiertas a los ojos, con la firma de Dios en cada l�nea, el hombre no lo descubri� (ver Romanos 1:1 ).

2. Haciendo, por la m�s simple instrumentalidad, lo que la filosof�a no pudo hacer. La proclamaci�n de la historia de Jes�s de Nazaret, y que por unos pocos hombres sencillos, considerada como la limpieza de todas las cosas, hizo el trabajo. �No ha Dios de esta manera "enloquecer la sabidur�a de este mundo"?

III. Reemplazado por el evangelio. �Agrad� a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaci�n�. La predicaci�n no es una tonter�a en s� misma, solo en la estimaci�n de los aspirantes a sabios. La gran necesidad de los hombres es la salvaci�n: la restauraci�n del alma al conocimiento, la semejanza, la comuni�n con Dios. Esta necesidad no puede suplir la filosof�a, pero el evangelio s�. Lo ha hecho, lo est� haciendo y seguir� haci�ndolo. ( D. Thomas, D. D. )

La coronaci�n de la nesciencia

Nuestro alardeado conocimiento consiste en gran parte en astutas conjeturas sobre las apariencias superficiales. El �ltimo resultado de la cultura es la coronaci�n de la nesciencia. Su logro m�s orgulloso es fijar los l�mites del pensamiento. El cerebro m�s vigoroso no puede escalar esas barreras adamantinas que convierten la autopista de la raz�n en una "no v�a". ( Dr. Howard Duffield .)

El fracaso de la filosof�a mundana

Lessing, despu�s de esforzarse en la tarea de establecer una moralidad que deber�a ser independiente de la revelaci�n, confiesa su fracaso con este grito quejumbroso: �Si alguien puede convencerme de que el cristianismo es verdadero, me conferir� el mayor beneficio que pueda ofrecerle. otro."

Insuficiencia de la filosof�a

La filosof�a, en la noche del paganismo, era como la luci�rnaga del tr�pico haci�ndose visible, pero no irradiando la oscuridad. Pero el cristianismo, al revelar el sol de la justicia, arroja m�s que la plena luz del sol de esos tr�picos sobre todo lo que necesitamos ver, ya sea por el tiempo o la eternidad. ( Coleridge .)

Cristo la sabidur�a de Dios

Justino M�rtir vaga en busca de la m�s alta sabidur�a, el conocimiento de Dios. Lo intenta un estoico, que le dice que su b�squeda es en vano. Se vuelve hacia un segundo fil�sofo, cuyo tono mercenario apaga cualquier esperanza de ayuda de �l. Apela a un tercero, que requiere conocimientos preliminares de m�sica, astronom�a y geometr�a. Solo piense en un alma sedienta de Dios y que se le diga el perd�n y la paz. No puede entrar al palacio y tener acceso a la fuente hasta que haya dominado la m�sica, la astronom�a y la geometr�a.

�Qu� escalada m�s fatigosa para la mayor�a! �Qu� precipicio tan inaccesible para muchos de nosotros! En su impotencia, se dirige a un seguidor de Plat�n, bajo cuya direcci�n comienza a abrigar alguna esperanza de que alg�n d�a se emprenda el camino que conduce a la cumbre deseada. Pero en una hora memorable, cuando andaba a tientas por el camino, se encuentra con un anciano sin nombre, que le habla acerca de Jesucristo. Sin m�s pre�mbulos, est� al final de su b�squeda. "Inmediatamente", dice Justin, "una llama se encendi� en mi alma".

Orgullo, el antagonista del evangelio de Cristo

I. En el encuentro de San Pablo y el antiguo paganismo en Corinto hubo todo para conmover a cada uno hasta lo m�s �ntimo de sus profundidades.

1. Todos los elementos de la sociedad estallan aqu�, como el torbellino rompe sobre el gigante del bosque, sobre toda su naturaleza intelectual, moral y espiritual. En ninguna ciudad del antiguo paganismo fue m�s fuerte el esp�ritu del mundo. Las grandes familias de los Bacchiadae, e incluso los descendientes de las dinast�as posteriores de Cypselus y Periander, con sus recuerdos ancestrales humanizadores, hab�an perecido todos por la espada de Mummius.

Un siglo despu�s, el ojo perspicaz de Julio C�sar se fij� en Corinto como el sitio de una colonia; y creci� marcado por la dureza poco el�stica del viejo soldado y la bajeza exaltada de los hijos de esclavos. Pero, plantado donde estaba, no pudo sino hacerse rico y pr�spero. Nueva Corinto reuni� para s� a los comerciantes del mundo, quienes multiplicaron a la vez su maldad y su riqueza. Muchas causas se combinaron para promover la desmoralizaci�n de tal sociedad.

Las saludables lecciones del trabajo ordinario no fueron ense�adas dentro de �l. El suelo �rido del Istmo desanim� la agricultura. Fabrica no ten�a ninguno. El comercio, profundamente manchado por todas las contaminaciones del paganismo, lo era todo en Corinto. Los hombres se reun�an all� para enriquecerse por todos los medios, o para gastar sus riquezas adquiridas en la sensualidad m�s desenfrenada. La religi�n, entre otros poderes, les ayud� a exaltarlos y divertirlos.

Los que disputan este mundo especular�an sobre los misterios egipcios, se burlar�an de las supersticiones jud�as, jugar�an con la mitolog�a griega y aprender�an los augurios romanos. Cada hombre asumi� su parte de esta distinci�n y, por tanto, crey�ndose sabio, de hecho se convirti� en un necio. En tal sociedad, el ap�stol se arroj� con la doctrina de la Cruz de Cristo.

2. Si la reuni�n llev� a lo m�s profundo de su esp�ritu poderoso, no menos perturbador fue para todos los elementos existentes de la sociedad corintia: no m�s grande, si el brazo vigoroso de su progenitor imaginario hubiera arrojado una de sus propias colinas a las olas azules. que dorm�an alrededor de su istmo - no habr�a sido mayor el tumulto de aquellas olas desgarradas, que el impacto del estancamiento moral de su vida sensual al arrojar entre ellos la maravillosa doctrina que predicaba el ap�stol.

Podemos se�alar sus efectos en el breve relato de los Hechos, y a�n m�s en las dos ep�stolas. En ellos podemos rastrear la intensa agudeza del conflicto evang�lico con los h�bitos cism�ticos engendrados por una democracia feroz, con la grosera sensualidad de los voluptuosos paganos, con el temperamento especulativo de una filosof�a falsa e irreal, con el fr�o desprecio de la abundante riqueza que cierra los ricos y nobles de la elecci�n celestial.

II. Pero podemos discernir a lo largo del conflicto, como fundamento y barrera protectora de todo, otras formas de maldad, un orgullo que se exalta a s� mismo.

1. Con esto el ap�stol no conecta oscuramente un brote dentro de la nueva comunidad de m�s libertinaje gentil; mientras que en todas partes fuera de la Iglesia habla de ella como el obst�culo m�s insuperable para la recepci�n de la verdad. "�D�nde?" - mirando a su alrededor a la compa��a reunida con la mirada triste de ese ojo perspicaz - pregunta, "�es el sabio?" &C. Nadie, insin�a, ha escuchado el llamado del evangelio.

2. No es dif�cil ver por qu� trat� as� a este esp�ritu de orgullo como su principal antagonista. No fue simplemente porque alguna vez record� las consecuencias culpables de su propia altivez jud�a, o porque cada circunstancia de su propia conversi�n estuvo siempre ante sus ojos; pero fue sobre todo una profunda comprensi�n de la naturaleza del hombre y de las relaciones con ella del evangelio que predicaba.

3. Porque esa naturaleza, en efecto, da testimonio de la absoluta necesidad de humildad como requisito previo para todo verdadero saber. Quien quiera aprender las verdades comunes de un negocio o un arte, debe, para que ese aprendizaje tenga �xito, someterse a adoptar esta postura de humildad. A medida que las verdades que deben dominarse se vuelven m�s dif�ciles de descubrir, aumenta la necesidad de humildad. En casi todos los asuntos, alg�n sesgo, preconcepci�n, suposici�n, perturba el curso del descubrimiento; y se necesita una gran humildad de esp�ritu para dejarlos y seguir pacientemente el camino inesperado.

Sin embargo, sin hacerlo, el progreso es casi imposible. La historia del descubrimiento filos�fico ilustra sorprendentemente todo esto. Antiguamente, el hombre hab�a contemplado el misterio de la naturaleza que lo rodeaba y hab�a tratado de imponerle como leyes las conjeturas de su propio intelecto, a menudo impaciente. Lleg� a ella como un razonador sin humildad, y no aprendi� nada de ella. La ciencia no estaba, hasta que el hombre consinti� humildemente en abandonar las teor�as, para contentarse con acumular hechos y dejar que esos hechos le ense�aran gradualmente su lecci�n a menudo oscuramente �ntima.

Se sabe que uno de los mayores adelantos del conocimiento fisiol�gico en esta tierra hizo diez mil disecciones mientras, dejando a un lado experimento tras experimento sin obtener la pista que quer�a, sigui� un hecho tras otro con humilde conciencia, hasta que finalmente la revelaci�n que anhelaba. porque alegr� su coraz�n. El mayor descubridor ingl�s de la ciencia matem�tica registra que se diferenciaba de los dem�s s�lo en la mayor amplitud de su paciencia.

M�s all�, adem�s, de la humildad de la mera espera, debe haber humildad al ver desaparecer las viejas preposiciones. Ning�n m�dico de m�s de cuarenta a�os, cuando Harvey descubri� la circulaci�n de la sangre, recibi� la verdad reci�n descubierta. El sacrificio de viejas opiniones fue una prueba demasiado severa de la humildad del aprendiz.

4. Pero si en estas preguntas comparativamente fr�as e incoloras la humildad debe preparar la mente del aprendiz, cu�n inmensamente mayor debe ser la necesidad de ella para quien quiera recibir en su sencillez los secretos de la verdad moral y espiritual; porque contra ellos se colocan no s�lo las conclusiones intelectuales anticipadas, y la impaciencia que el esp�ritu siente al alejarse, y su fatigado retraimiento del trabajo de una investigaci�n inquietante y apasionada, sino tambi�n las fuerzas inquietas e impetuosas de los apetitos y afectos particulares que Resienten la imposici�n de una nueva ley de moderaci�n, que es absolutamente incompatible con sus goces habituales o incondicionales.

Entonces, el evangelio exig�a a los hombres, que se consideraban orgullosamente a s� mismos los poseedores tradicionales de esa maravillosa mitolog�a que el genio, el arte, el lenguaje, el paisaje y el clima hab�an conspirado para hacer tan hermosa, para dejarlo todo a un lado; para recibir, de lo que ellos consideraban torpes manos jud�as, una ense�anza que pisoteaba todas estas maravillosas creaciones de la imaginaci�n natural; que, adem�s, no s�lo era exclusivo, sino indeciblemente real; que reclam� a todo el hombre, su cuerpo y mente, su alma y esp�ritu; que no deb�a ser especulado ni discutido, sino que deb�a vivirse; lo cual le revel� tal profundidad de corrupci�n, culpa e impotencia dentro de s� mismo, que estaba completamente sin esperanza de perd�n, a menos que el Hijo Eterno hubiera muerto por �l; e impotente para cualquier bien, a menos que el Esp�ritu Bendito insuflara en �l el aliento de una nueva vida.

Seguramente, entonces, podemos ver por qu� en la rica, exaltada, comercial y sensual Corinto, la predicaci�n de ese evangelio bendito, en el cual estaba todo el poder de Dios, debe haber sido �para los jud�os una piedra de tropiezo, y para la necedad de los griegos ".

III. La aplicaci�n de todo esto a nosotros mismos es muy directa. Nosotros tambi�n debemos convertirnos y llegar a ser como ni�os peque�os, o no podremos entrar en el reino de los cielos; y hay mucho dentro y alrededor de nosotros que nos lleva a resistir el llamado. De hecho, la prueba es en gran medida diversa para hombres de diferente temperamento, pero para todos es real, urgente, inevitable. Para uno, la humillaci�n radica en recibir simplemente los dogmas de la fe como la verdad de Dios, en lugar de tratarlos como juguetes intelectuales, y as� disolver su realidad en los colores fugaces de especulaciones pasajeras, o desarrollar a partir de alguna supuesta conciencia interna sus complementos. , o correcciones, o sustitutos.

Para otro, la prueba es refrenar los apetitos del cuerpo y los afectos particulares de la mente por la ley del nuevo reino. Para otro, es entregar la vida a la �nica voluntad de Dios. Para otro, recibir en su sencillez la expiaci�n que nos produjo la muerte de nuestro Maestro, y anhelar mansamente el derramamiento de Su Esp�ritu. Para otro, es el ser conducido, como habla el ap�stol, con cosas tan humildes como reglas e instituciones externas, ya sea de la Iglesia o de la sociedad particular a la que la providencia de Dios nos ha arrojado. �Cu�n real es esta prueba, cu�n inevitables son sus problemas!

Conclusi�n:

1. Busque de Dios un don especial de su Esp�ritu regenerador, una se�al especial de predestinaci�n para vida.

2. Ponga siempre ante sus ojos el modelo de la humildad de nuestro Se�or. Si el camino es duro, sus pasos lo han recorrido.

3. Vigila tu coraz�n con diligencia y sabidur�a. Cuidado con las muchas artima�as del orgulloso esp�ritu enga�ador. Procura ser, no parecer humilde. Ning�n orgullo es m�s mort�fero en su funcionamiento que el orgullo de ser humilde. ( Bp. S. Wilberforce .)

�No ha enloquecido Dios la sabidur�a de este mundo? -

La locura del ate�smo

1. La sabidur�a del mundo y la necedad de la Cruz se representan como rivales comprometidos en la regeneraci�n de la raza. Por "sabidur�a de este mundo" se entienden todas las especulaciones engendradas por la antipat�a hacia la concepci�n de Dios, y que pretenden reemplazar su autoridad, incluyendo las labores y el esp�ritu de aquellos a quienes no les gusta retener a Dios en su conocimiento. Ahora bien, en este relato de la sabidur�a del mundo no podemos incluir la ciencia, sus descubrimientos o la literatura.

La obra m�s exaltada de Dios que conocemos es la mente humana. Incluso en un eclipse parcial, se trata de la m�s brillante de las creaciones conocidas, y cuando las Escrituras se refieren a ella, siempre es en un lenguaje de respeto. No es el trabajo intelectual realizado con honestidad, ni los descubrimientos y la conducta, que son el premio de su �xito, lo que provoca las denuncias de la Escritura. Es la mente la que insiste en ense�ar a todo el mundo, pero no se dignar� a que nadie le ense�e.

Es la mente la que persigue como fin principal las distinciones, la adoraci�n de mentes inferiores, y se deja enga�ar por los enga�os de grandeza y autoridad hasta que no reconoce a otro Dios que no sea su propia vanidad. Ahora, la Biblia no tiene misericordia de los hombres de esta clase; y por una raz�n muy clara: en todas las �pocas estos hombres son enemigos de la fe; y, lo permitan o no, son igualmente enemigos de la moral. Est�n expuestos en todos los libros de las Escrituras.

2. Y ahora perm�tanme preguntar: �Cu�l es la virtud preeminente, seg�n nuestros adversarios, del saber y la especulaci�n? Los devotos de estos poderes profesan, mientras tienen sus logros en refinar el gusto y proporcionar una ocupaci�n elegante para las horas de ocio, que su misi�n principal es elevar el nivel de vida, alentar sus luchas contra el vicio, la indolencia y la miseria; para refinar y multiplicar sus ardientes movimientos; para aumentar el valor personal y preparar a toda la comunidad para grandes cosas.

Estoy de acuerdo con eso. Pero aqu� difiero de ellos. La sabidur�a que har�a de la mente humana, as� cultivada, la m�xima autoridad en todas las cuestiones morales y convertir�a el entrenamiento de las facultades humanas en la fuente del poder moral, ha sido embrutecida por Dios porque ha fracasado universalmente. Al esforzarse por curar la enfermedad de la humanidad, la sabidur�a del hombre no ha tocado las ra�ces de la enfermedad. Ha curado la superficie, pero nunca ha sondeado la herida.

3. Si el hombre fuera un mero animal, podr�amos buscar un tipo de familia que se haya formado en las condiciones m�s favorables y tratar de difundir esas condiciones en el exterior. Pero el hombre no es un animal. Concedo que donde el clima es amable y la selecci�n territorial feliz, la tribu se convierte en un pueblo y el pueblo en una naci�n poderosa. Pero niego que este progreso signifique necesariamente la grandeza distintiva del hombre.

Si miro las pir�mides de Egipto o el Coliseo de Roma, veo una imagen impresionante de grandeza. Pero, entonces, la grandeza en s� misma es realmente el ascendiente de la inteligencia moral, inteligencia que hace crecer la rectitud. La sabidur�a del mundo en sus estados de �nimo superiores lo confiesa. Pero, �d�nde est� la gente entre quienes la sabidur�a del mundo se ha convertido en justicia? Confieso que no puedo imaginar nada m�s enfermizo que la historia de la civilizaci�n, como se la llama.

Visit� Italia no hace mucho y estudi� en sus nobles y pat�ticos restos la sabidur�a de Roma. En esa ciudad el hombre que escribi� mi texto pas� dos a�os de su vida. Era un hombre de buen gusto, y vio sus hermosos palacios, su exquisita provisi�n para las producciones artificiales del lujo, sus arcos triunfales, sus anfiteatros, y ley� su literatura y vio a sus grandes hombres; y esta era su opini�n sobre su filosof�a y su an�lisis de ella.

�Ten cuidado, no sea que nadie te eche a perder con la filosof�a y el vano enga�o�, etc., y las obras que la filosof�a no se atrevi� a reprender, y que no pudo detener por completo, est�n oscurecidas en otro vers�culo, �No particip�is en las obras infructuosas de las tinieblas, porque es una verg�enza hablar de las cosas que se hacen de ellos en secreto ". Escribe con un gran y agradecido aprecio por el bien dondequiera que lo encuentre.

�l dice: "Todo lo que es verdad", etc. �Oh! reflexionar sobre la condici�n moral de Roma cuando Pablo estaba all�, all�, donde los logros de los hombres, donde la sabidur�a del mundo en todos los aspectos en los que concierne a esa sabidur�a, hab�a agotado sus recursos, la moralidad no se encontraba ( ver Romanos 1:1 .).

4. A toda costa la locura, la maldad del esp�ritu ateo debe hacerse flagrante. Y se hicieron flagrantes. El esp�ritu ateo en inter�s de la humanidad ha sido desde el principio un fracaso universal e incondicional. No ha hecho nada por la humanidad; no ha dejado m�s que desastre. Ha enga�ado al adorador, traicionado al legislador, arruinado a la gente, y si no fuera por el hecho de que Dios ha puesto un testimonio en su propia mente para contradecir este ate�smo, un testimonio que los h�bitos esc�pticos que han continuado durante mucho tiempo no pueden dominar, que los deseos m�s violentos No puedo intimidar, un testimonio confirmado por la naturaleza que nos rodea, y por la sorprendente providencia de Dios - pero por eso, creo que la raza habr�a perecido por completo.

El hombre que impugna mi veredicto est� obligado a se�alar, si puede, en el vasto desierto en el que el ate�smo ha estado trabajando durante todas estas eras pasadas, para se�alar un solo acre recuperado del desierto y hecho florecer como la rosa.

5. El ap�stol clama con triunfo perdonable: "�D�nde est� el sabio?" Y podemos retomar la par�bola y preguntar d�nde est�n. �D�nde est�n los problemas que dicen haberse hecho propios? Te lo dir�.

(1) El problema de la degeneraci�n de la raza y c�mo detenerla. Les deseo lo mejor por eso.

(2) El problema de recuperar la hombr�a de las tribus salvajes. D�jelos hacer todo lo posible con eso.

(3) El problema de vigorizar y limpiar a las naciones de la tierra - las naciones estancadas de China e India - el problema de proporcionar un suministro adecuado de conocimiento, simpat�a y coraz�n para satisfacer las necesidades de la raza. Estos son sus problemas. Llevan mucho tiempo sentados ante ellos. �D�nde est�n los sabios hoy? Deber�an estar en el campo si son sinceros. Pero no les gusta el campo. �Est�n en casa, escribiendo, discutiendo, criticando! Lo estaban haciendo en los d�as de Pablo: lo est�n haciendo hoy. �Es su vocaci�n!

6. �Qu� est� haciendo hoy la doctrina de la Cruz? Cambiando el mundo. El otro d�a estaba pensando si podr�a encontrar una sola fuerza actuando en beneficio de la raza humana que no tuviera su origen en la Cruz. No puedo encontrar uno. �Qui�n descubri� el mundo interior de �frica? Misioneros. �Qui�n resolvi� el problema de predicar la libertad a las mujeres de la India? Misioneros y sus esposas.

�Qui�n introdujo por primera vez en la geograf�a moderna los r�os y r�os ocultos de China, abri� para su inspecci�n la erudici�n y abri� para el enriquecimiento del comercio el mayor imperio de Oriente? Misioneros. �Qui�n desafi� primero a las regiones can�bales y convirti� a los lobos en una naci�n? Misioneros. Para estar m�s cerca de casa. �Qui�nes son los europeos que ahora alzan la voz contra la guerra, esa horrible perversi�n del intelecto y del alma del hombre? �Qui�nes dedican sus medios e influencia contra el vicio en los lugares altos y bajos, y contra la imposici�n del mal sobre los indefensos? �Qui�nes son aquellos cuyo ejemplo de rectitud, pureza y mansedumbre se ajusta a su propio esp�ritu la legislaci�n de los gobiernos y los sentimientos de la sociedad? Los seguidores del Nazareno. ( EE Jenkins, LL. D. )

Versículo 21

Porque despu�s de eso, en la sabidur�a de Dios, el mundo no conoci� a Dios por sabidur�a.

Sabidur�a y salvaci�n

I. Pablo quiso decir que los hombres hab�an tratado de conocer a Dios en Su sabidur�a, no en Su justicia, no en Su amor, y hab�an fallado.

1. La sabidur�a de Dios se revela en el universo, en el hombre y en la historia, revelada pero oculta. Los sabios se han esforzado por construir una filosof�a del universo y llegar a Dios alcanzando Su pensamiento, ya que es la base del orden universal. No lo han logrado. En nuestros tiempos, el esfuerzo por dominar las leyes de la naturaleza ha tenido un �xito brillante; pero esto es ciencia, no filosof�a. La filosof�a intenta descubrir qu� hay detr�s y sobre todas las leyes.

Pregunta de d�nde y d�nde vino el universo, y no se contenta con conocer su estructura actual o su historia. Intenta reducir todas las cosas a la unidad: determinar la relaci�n del hombre con todas las cosas, verificar la certeza del valor real del conocimiento humano y descubrir la verdad sobre el destino. Si hubiera tenido �xito, habr�a llegado al pensamiento de Dios, y as�, en cierta medida, al mismo Dios.

2. Pero Pablo declara que en esta gran aventura hab�a fallado la sabidur�a humana; Dios, en su sabidur�a, permaneci� desconocido para los m�s sabios. La tarea de la filosof�a hab�a demostrado estar m�s all� de la fuerza humana. La escuela tras la escuela hab�a aumentado en Grecia y la cuesti�n suprema segu�a sin resolverse. Hab�a una sensaci�n de agotamiento, y hab�a un �ltimo intento desesperado por alcanzar el objeto mediante la especulaci�n trascendente, la mortificaci�n asc�tica y el �xtasis. Pero el neoplatonismo fracas� y la filosof�a antigua se hundi� en un completo agotamiento.

3. Los corintios, muchos de ellos, buscaban a Dios a la antigua usanza; y cuando lleg� Pablo, esperaban que satisficiera su deseo de sabidur�a y les explicara todo. Cuando habl� de Cristo, y de su muerte como propiciaci�n, pasaron de inmediato con cierta impaciencia por el hecho, y quer�an alguna especulaci�n nueva y m�s profunda sobre el pecado, alguna discusi�n sobre la naturaleza de la vida eterna; alg�n relato de la raz�n por la cual la muerte de Cristo deber�a estar relacionada con estas grandes cosas.

Paul se neg� a escuchar sus demandas. Dios no le hab�a dado una filosof�a para dar a conocer a los hombres de actividad intelectual, sino una serie de hechos al alcance de los menos inteligentes. Dijeron: H�ganos saber la filosof�a de su mensaje. No, dijo Paul, para ti solo tengo el hecho. Dices que no explica nada y que es una tonter�a. Otorgado; pero viendo que el mundo, en su sabidur�a, no conoc�a a Dios en su sabidur�a,

III. Fue el benepl�cito de Dios salvar a los creyentes mediante la locura de la predicaci�n. Pablo no quiere decir que a Dios le agrada salvar a los hombres mediante una predicaci�n necia. No hay nada que salve a los hombres en la debilidad intelectual y la locura. Esta ep�stola en la p�gina siguiente dice: "Hablamos sabidur�a entre los perfectos". Cuando un hombre ha recibido la vida divina, y esa vida ha alcanzado una cierta madurez, es capaz de moverse a regiones de pensamiento incluso m�s sublimes que las que son familiares a la filosof�a m�s elevada, y a la luz del Esp�ritu de Dios el pensamiento de Dios le llega a conocer.

Pero al principio, mientras trata con aquellos que a�n no han recibido a Cristo, Pablo no teorizar� ni filosofar�. No es la teor�a la que mantiene a los planetas en sus �rbitas, sino la fuerza que la teor�a intenta explicar. Y si esa fuerza dejara de actuar, podr�a tener la comprensi�n m�s perfecta de la teor�a, pero todos volar�an al espacio. Aqu� est�n los hechos - esta es la posici�n de Pablo - descansando en el testimonio de los ap�stoles; hechos que han sido testigos de su propia realidad en millones de corazones.

El Hijo Eterno de Dios se hizo hombre, muri� por los pecados de los hombres, resucit� y no ha abandonado el mundo que vino a salvar. �Como sabemos? Por qu�, edad tras edad, los hombres le han hablado y �l ha respondido; le han tra�do la carga de la culpa, y al toque de su mano la carga se ha ido. D�biles, en presencia del deber, le han pedido fuerza y ??se han hecho fuertes. Esa fue la necedad de la predicaci�n de Pablo, y esto ha demostrado ser m�s sabio que toda la sabidur�a del hombre, porque a trav�s de esto los hombres realmente han encontrado a Dios, y a trav�s de esto han podido traducir la voluntad de Dios en vida y vida. conducta.

La Encarnaci�n es la base de una filosof�a del universo, la muerte de Cristo por el pecado contiene una filosof�a de la naturaleza humana; y del orden divino del universo moral, la resurrecci�n de Cristo aporta nuevos elementos a la filosof�a de la vida humana. S�; sobre estos grandes hechos puede descansar una filosof�a majestuosa; pero entre los hechos y nuestra filosof�a hay una diferencia tan amplia como entre todos los dem�s hechos y nuestras teor�as sobre ellos; y si debe ser persuadido de recibir los hechos por las teor�as que se construyen en relaci�n con ellos, su fe, para usar las palabras de Pablo, se mantendr� en la sabidur�a del hombre y la mot en el poder de Dios. Debemos comenzar con los hechos y pasar a la filosof�a. ( RW Dale, D. D. )

La insuficiencia de la sabidur�a mundana

En este vers�culo tenemos dos partes generales especialmente considerables de nosotros. Primero, la mala mejora del mundo y el descuido de las oportunidades de conocimiento que a veces se les ofrec�an. En segundo lugar, el suministro de esta negligencia mediante un nuevo tipo de dispensaci�n para ellos. El primero lo tenemos en estas palabras, "el mundo por sabidur�a no conoci� a Dios"; el �ltimo lo tenemos en estos: "Despu�s de eso ... agrad� a Dios con la necedad", etc.

Comenzamos en primer lugar con el primero. Primero, la sabidur�a de Dios. �Cu�l es el significado de este? La sabidur�a de Dios se toma de diversas maneras en las Escrituras. Primero, se toma como un atributo esencial de Dios ( Job 12:13 ; Proverbios 8:14 ). Pero esta no es la sabidur�a a la que se refiere aqu� en este lugar.

En segundo lugar, la sabidur�a de Dios a veces se toma por Cristo mismo, que es la sabidur�a del Padre: as� aqu� en este mismo texto ( 1 Corintios 1:24 ), "Cristo el poder de Dios y la sabidur�a de Dios". En tercer lugar, la sabidur�a de Dios se toma por esa sabidur�a que est� en nosotros, participativa y derivada de Dios.

Por eso la sabidur�a de Salom�n se llama sabidur�a de Dios ( 1 Reyes 3:28 ). A Jos� se le dice: �El Esp�ritu de Dios estaba en �l� en cuanto a su sabidur�a ( G�nesis 41:38 ); y de Daniel, se dice de �l que era un hombre �en quien el Esp�ritu de los dioses santos y la sabidur�a como la sabidur�a de los dioses se hall� en �l� ( Daniel 5:11 ).

En cuarto lugar, la sabidur�a de Dios a veces se toma por la Escritura y la Palabra de Dios, como Lucas 11:49 . En quinto lugar, la sabidur�a de Dios se toma con m�s moderaci�n por la doctrina del evangelio y los grandes misterios que est�n contenidos en eso ( 1 Corintios 2:7 ; Efesios 3:10 ).

Por �ltimo, se toma la sabidur�a de Dios para la creaci�n del mundo; esa sabidur�a que resplandece en la criatura, y las obras de Dios al respecto. Y, por tanto, debe entenderse particularmente aqu� en este lugar. Cuando se dice que �el mundo no conoci� a Dios en la sabidur�a de Dios�, el significado es este, que no mejoraron tanto esa ventaja para el conocimiento de Dios por la creaci�n, como de hecho les conven�a hacerlo.

Esta obra de la creaci�n se llama apropiadamente la sabidur�a de Dios, porque la sabidur�a de Dios en ella se aparece mucho a todas las personas que la tomar�n nota ( Romanos 1:20 ; Salmo 104:24 ). El segundo es qu� se entiende por mundo.

Y seguramente aqu�, como en el primer t�rmino, se entendi� el mundo por el marco del mismo, as� tambi�n en este segundo t�rmino se entiende el mundo por sus habitantes. Ese mundo que se opone a la Iglesia, este es el mundo al que el ap�stol Pablo se�ala aqu� en diversos aspectos.

1. Porque son la mayor parte del mundo en cuanto a su n�mero.

2. La mayor�a en el mundo en lo que respecta a sus intereses.

3. La mayor�a en lo que respecta a sus afectos.

El tercero es, lo que se entiende por sabidur�a, "el mundo por sabidur�a"; seguramente esa es la sabidur�a del mundo, como la otra era la sabidur�a de Dios. Bueno, pero �c�mo llamas ahora a eso aqu� en este lugar? Podemos reducirlo a dos ramas, o en primer lugar, la sabidur�a de las partes y el ingenio y la sagacidad naturales; o en segundo lugar, la sabidur�a del estudio y la industria, el aprendizaje y la filosof�a; su sabidur�a que consist�a en el conocimiento de las cosas naturales.

Primero, lo conoc�an confusamente, pero no claramente; lo conoc�an en general, pero no en referencia a la persona adecuada. En segundo lugar, conoc�an a Dios imperfectamente, y de acuerdo con algunas aprensiones d�biles y esbeltas que ten�an de �l en sus mentes, pero no lo conoc�an en la latitud de las excelencias que se encuentran en �l. En tercer lugar, conoc�an a Dios te�ricamente y en la especulaci�n; ten�an algunas aprensiones de �l en su Entendimiento.

Pero ellos no lo conocieron en la pr�ctica y en los efectos, por lo que este conocimiento tuvo alguna influencia en sus corazones para el orden de sus vidas y conversaciones. En cuarto lugar, conoc�an a Dios esencialmente, seg�n lo considerado en Su propia naturaleza, pero no lo conoc�an de manera dispensada y representativa, como se muestra en Cristo. Paso ahora a la proposici�n misma as� explicada tal como est� en el texto, de que "en la sabidur�a de Dios, el mundo no conoci� a Dios por sabidur�a", lo que nos permite esta observaci�n, como la moraleja de todos, de que el Los mayores ingenios del mundo, que no tienen m�s que la luz com�n de la naturaleza, a menudo se deben buscar en extremo en el conocimiento espiritual y salvador de Dios.

Y me esforzar� por hacerlo bien mediante una consideraci�n triple, y que se fundamenta en las palabras del texto. Primero, la insuficiencia del m�dium, y esa es la gloria de Dios que brilla en las criaturas, lo que aqu� se llama la sabidur�a de Dios. Esto en s� mismo es insuficiente para producir un tipo de conocimiento como �ste. No hay la menor aguja de hierba, pero presenta un dios a nuestros pensamientos, mucho m�s el cuerpo entero de la creaci�n.

Esto muestra a Dios mucho m�s plenamente. Pero, sin embargo, Dios, tal como �l es revelado en el evangelio, y tal como �l es dado a conocer en la predicaci�n de la Palabra, esto la criatura 'no lo muestra, ni puede hacerlo. En segundo lugar, debido a la debilidad de la facultad, el mundo por sabidur�a no conoci� a Dios; es decir, por su propia sabidur�a, y esa sabidur�a que est� dentro del alcance de s� mismo, por lo que no lo conoci�. La sabidur�a del mundo es insuficiente por s� sola para llevar a cualquier pueblo al conocimiento salvador de Dios: esto se desprende de varios lugares de la Escritura ( Mateo 16:17 ).

De modo que veamos c�mo los hombres pueden abundar mucho en sabidur�a mundana y, sin embargo, no alcanzar el conocimiento evang�lico. Primero, porque este misterio del evangelio es algo que depende simplemente de la voluntad y el consejo de Dios mismo. Nuevamente se dice que est� escondido en Dios ( Efesios 3:9 ), es decir, en el secreto de su propio prop�sito y consejo eterno.

En segundo lugar, as� como est� escondido en Dios, tambi�n est� escondido por Dios; y el de prop�sito, a menudo, de aquellos que por lo dem�s son los hombres m�s sabios del mundo ( Mateo 11:25 ). En tercer lugar, el mundo por la fuerza de la sabidur�a natural no puede conocer a Dios en Cristo, en cuanto a la desproporci�n entre la facultad y el objeto, siendo el conocimiento de Cristo de una naturaleza y condici�n muy diferente y contraria a esto.

Sabemos que ninguna facultad puede actuar m�s all� de su propia esfera, ni alcanzar un objeto que est� por encima de ella. Como los ojos corporales no pueden ver las sustancias espirituales, el ingenio y la sagacidad natural tampoco pueden alcanzar el conocimiento de Dios en Cristo, que es un objeto que le trasciende. La mejora de este punto para nosotros no es (como algunos lo dir�an) de ah� para lanzar un reproche y menosprecio sobre el ingenio y el saber humano.

Hay un triple menosprecio, especialmente el que arrojamos con justicia sobre el aprendizaje humano y la sabidur�a del mundo. Primero, comparativo y exclusivo, lo menospreciamos y lo minimizamos. El aprendizaje humano, si lo comparamos con el Divino, y la sabidur�a mundana con la sabidur�a de arriba; aqu� es Filipenses 3:8 nada ( Filipenses 3:8 ).

En segundo lugar, menospreciamos la sabidur�a humana, como base o argumento de orgullo, jactancia y confianza carnal. En tercer lugar, y m�s principalmente para nuestro prop�sito actual, menospreciamos la sabidur�a humana en referencia a un efecto como este, que es llevar a los que la tienen al conocimiento salv�fico de Dios en Cristo. Aqu� la sabidur�a del mundo es demasiado d�bil y de poco o ning�n efecto; no puede hacer esto. Vaya ahora, veamos entonces en qu� sentido menospreciamos esta sabidur�a del mundo; a saber, como en otro caso, tambi�n parece que despreciamos las buenas obras; esto no se considera simplemente en s� mismo, sino en aras de la justificaci�n y el m�rito.

El tercero es, por la perversidad de los sujetos; es decir, aquellas personas en las que se encontraba esta sabidur�a, no cumplieron con su deber con este prop�sito como debieran, y de ah� que a menudo suceda que son como son. El mundo por sabidur�a podr�a haberlo conocido m�s que ellos, si se hubieran entregado a �l. Pero hab�a una gran obstrucci�n sobre ellos, que es un gran obst�culo para esto.

Al principio, su falta de asistencia, que no prestaron atenci�n ni aplicaron sus mentes a estas cosas. Un erudito que mira fuera de su libro nunca aprender� sus letras, deje que se escriban o impriman antes que �l en un car�cter nunca tan justo y elegante. En segundo lugar, procede de la holgazaner�a y de la necesidad de tomarnos algunas molestias para sumergirnos en estas cosas. Un erudito no solo debe leer sino estudiar, eso mejorar� en cualquier conocimiento.

Un tercer obst�culo a este conocimiento es el orgullo y el desprecio de esp�ritu, porque los hombres se creen demasiado buenos para que se les ense�e o aprendan algo. Bien, para cerrar todo ahora con una breve palabra de aplicaci�n, consideremos qu� resulta de estas verdades para nuestro propio uso. Y primero tomemos nota aqu� de la naturaleza corrupta que hay en el hombre, para ser humillados y humillados por ello. En segundo lugar, viendo el mundo por sabidur�a no conoc�a a Dios, trabajemos entonces para encontrar algo m�s en nosotros que la sabidur�a del mundo.

En tercer lugar, que aquellos que conocen a Dios y tienen esta sabidur�a mundana, vean qu� motivo tienen para bendecir a Dios y reconocer su bondad para con ellos. Y de nuevo, aquellos que deseen esta sabidur�a, que aprendan a velar y cubrir al otro, y dejarlo en orden al otro, donde hace cualquier oposici�n y resistencia. Sin embargo, para concluir, perm�tanme agregar una cosa m�s, y es esta, que aunque el ingenio humano no da gracia por s� mismo, sin embargo, a veces adelanta los medios de la gracia y, en consecuencia, debe ser mejorado por nosotros; como la estrella condujo ocasionalmente a los magos a Cristo.

Una vez m�s, aunque las partes no nos hacen buenos al principio, sin embargo, cuando somos buenos, lo son, nos ayuda a hacernos mejores y m�s �tiles en el ejercicio de la piedad; y de la misma manera debemos usarlos concienzudamente. ( Thomas Horton, D. D. )

Filosof�a y evangelio

I. El fracaso de la filosof�a.

1. Exhibidos en la ignorancia de Dios.

2. Ocasionado por la sabidur�a.

3. La conformidad con la sabidur�a de Dios.

II. El �xito del evangelio. Aunque sea el desprecio del hombre,

1. La salvaci�n de los creyentes.

2. El placer de Dios. ( J. Lyth, DD)

El plan de salvaci�n de Dios es un remedio para la ignorancia del hombre

A cada hombre se le conf�a su m�s alto bienestar como un encargo muy solemne. La pregunta es, �por qu� m�todo puede obtener la salvaci�n? Para saber cu�les son sus deberes, debe conocer a su Gobernante. Por tanto, es indispensable un verdadero conocimiento de Dios. Consideremos las afirmaciones del texto.

I. Un verdadero conocimiento de Dios no alcanzado por la sabidur�a del hombre. Considerar&mdash

1. Las admisiones de los hombres m�s sabios de la antig�edad. El lamento de Plat�n fue que fue muy dif�cil descubrir al Padre del universo, y que nunca parece haber llegado a la concepci�n de Dios como un Ser personal, vivo y consciente de s� mismo. S�crates consider� la mayor felicidad conocer la voluntad de los dioses; pero no pudo decir c�mo se obtendr�a este conocimiento; quiz�s recurriendo a la adivinaci�n.

2. La baja moralidad del paganismo en sus per�odos m�s brillantes. Vicios tolerados que ahora son reprobados. Las mitolog�as son vergonzosas. Todo esto muestra una ignorancia pr�ctica de Dios.

3. Las afirmaciones de la filosof�a moderna: que ha desalojado a la teolog�a de su elevado pedestal y la ha convertido en una curiosa especulaci�n. El mundo por sabidur�a ahora no conoce a Dios, ni parece probable que lo conozca. Rechaza el �rgano de conocimiento designado y se asemeja a un hombre que intenta aprender el significado de los sonidos con el ojo en lugar del o�do.

II. El remedio de Dios para la ignorancia del hombre es la necedad a los ojos del mundo. El remedio es "predicar", que incluye lo que se predica y el acto de predicar. Esta predicaci�n es locura para la sabidur�a del hombre, porque:

1. Simplemente declara hechos, no teor�as ni razonamientos. Los ap�stoles vinieron simplemente para "dar testimonio" de Cristo.

2. Enuncia hechos que pueden provocar desprecio. El jud�o no quer�a un Mes�as sufriente; el griego no pod�a entender a un Dios crucificado,

3. Hace que la salvaci�n dependa de la fe, no de la sabidur�a. "Para salvar a los que creen".

III. La manifestaci�n conspicua de la sabidur�a de Dios. La sabidur�a se puede descubrir.

1. En todo el plan, en ese hombre se le ense�� primero su debilidad. Un maestro sabio deja que su alumno vacile un poco para que pueda aprender una lecci�n de humildad. As� que los siglos antes de Cristo son una reprimenda permanente para el hombre, record�ndole su impotencia. Por tanto, ninguna carne puede "gloriarse en la presencia de Dios". El santo no puede, porque todo lo que sabe le fue ense�ado; el predicador no puede, ya que el "tesoro" no depende del "vaso de barro" para su valor; los hechos que tiene que entregar no son exitosos por su elocuencia, pensamiento o exposici�n.

2. En el plan de la proclamaci�n, en cuanto capacita a todos los cristianos a ser predicadores. Solo tiene que dar testimonio de lo que ha visto, probado y sentido.

3. Al hacer que la salvaci�n dependa de la fe, al hacer posible la salvaci�n para todos. ( SR Aldridge, B. A. )

La interposici�n de Dios para el mundo

I. Su condici�n: ignorante de Dios; como consecuencia

1. Alienado.

2. Culpable.

3. Depravado.

4. Miserable.

II. Su impotencia, no aliviada por ...

1. Filosof�a.

2. Art.

3. Legislaci�n.

4. Sistemas religiosos: infidelidad.

III. Su creencia, por la locura de la predicaci�n, ejemplificada en ...

1. El predicador.

2. El sujeto.

3. La condici�n.

4. El resultado. ( J. Burnet .)

El procedimiento de Dios con el mundo

I. Su sabidur�a.

1. En retrasar la revelaci�n del evangelio.

2. Brindando al hombre amplias oportunidades para probar la insuficiencia de la raz�n.

3. Y por su sabidur�a mundana para resolver su propia miseria.

II. Su placer.

1. En el descubrimiento de su misericordia.

2. En su libre dispensaci�n por la locura de la predicaci�n - a todos los que creen. ( J. Lyth, D. D. )

La necesidad del mundo y el remedio de Dios

I. El estado del mundo entonces pagano.

1. "No conoci� a Dios". No fue en una �poca b�rbara que el ap�stol dio este testimonio; pero al anochecer de la era augusta, cuando el intelecto del hombre se hab�a desarrollado al m�ximo. No fue en la tienda del �rabe, ni en el wigwam del indio, donde se inscribieron estas palabras; pero estaba en los pulidos m�rmoles de Atenas y en los orgullosos muros de la Roma imperial. Y no s�lo hablaba de esa edad en particular; pero parece mirar hacia atr�s a las edades m�s tempranas, "Despu�s de eso", etc.

Despu�s de que pasaron cuatro mil a�os, mirando hacia atr�s al lugar donde naci� y se acun� la ciencia, a Egipto con sus dioses reptiles, a Babilonia donde la ciencia fue alimentada y apreciada, y adonde los sabios griegos fueron a encender sus l�mparas.

2. Estaba en una condici�n perecedera. Los hombres no habr�an necesitado ser salvos si no estuvieran perdidos.

II. El m�todo de creencia que Dios proporcion�. "Le agrad� a Dios". Aqu� hay algo en lo que el Se�or se deleita. �Y qu� fue lo que "agrad� a Dios"? Eso era lo que el hombre despreciaba. Cuidado con decir una palabra en contra de la predicaci�n y ensalzarla o despreciarla a favor de los sacramentos. Pero, �qu� es esta predicaci�n? Anunciando, el llamado del rebelde a la sumisi�n, la exhibici�n del leg�timo Soberano, la proclamaci�n de la misericordia del "Rey de reyes", etc.

�Y cu�l es la esencia de esta predicaci�n? Cristo, en todas las glorias de Su persona; en toda la suficiencia de sus oficios y en todas las riquezas de su gracia. Pero esto no es todo. Hay un car�cter peculiar en esta predicaci�n, por la locura de la predicaci�n, el ap�stol se refiere a su sencillez. Es posible predicar a Cristo y su evangelio hasta el punto de despojarlo de su poder. Esc�ndelo en la mara�a de la sofister�a humana; adornarlo con las flores de la elocuencia humana; obscurecerlo con el manto oscuro de la antig�edad; v�stelo con el magn�fico plato; y tu que haces Destruyes su poder oculto.

Puede atraer la atenci�n del hombre de la perla preciosa al hermoso engaste de ella; y que haces entonces Es "un sonido incierto" que da la trompeta, y nadie los "preparar� para la batalla". Son solo declaraciones b�blicas claras y afectuosas de la verdad de Dios, sin reservas, plenas, libres, del coraz�n y en el poder y la demostraci�n del Esp�ritu, las que pueden salvar a los que creen.

III. El resultado de la aplicaci�n de este remedio. A Dios le agrad� salvar por la locura de la predicaci�n. �A qui�n? �todo el mundo? cada criatura? No; "Los que, creen". El efecto de los primeros esfuerzos de evangelizaci�n, en el mejor de los casos, �qu� es? "Y sucedi� que unos creyeron y otros no". Pasaron casi tres siglos antes de que el mundo civilizado se hiciera cristiano. Pero en todos los casos la predicaci�n "salv� a los creyentes"; y hay una verdad importante en la que fijar la mente.

Mira a los conversos; si estaban en los jud�os, en Corinto o en Atenas; dondequiera que pudiera estar, el efecto que sigui� a la predicaci�n del evangelio fue el mismo. �A todos los que le recibieron, les dio poder para llegar a ser hijos de Dios�, etc. Los leones se convirtieron en corderos; hombres licenciosos puros; los hombres imp�os se volvieron piadosos. Estos fueron los efectos que siguieron uniformemente en aquellos que creyeron. ( Dean Close .)

Sabidur�a divina mostrada en el evangelio

I. La religi�n cristiana es una ciencia sobrenatural. "El mundo por sabidur�a no conoci� a Dios". La religi�n genuina es un tema de pura revelaci�n y no puede ser descubierta por la raz�n humana, en su estado m�s perfecto. Es �una ciencia espiritual, y solo puede ser comprendida por la fe y realizada a trav�s de las operaciones del Esp�ritu Santo ( 2 Corintios 2:14 ).

II. El evangelio es un desarrollo completo del m�todo de salvaci�n. �Agrad� a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaci�n�. Por lo tanto, el evangelio no es solo una revelaci�n del plan de salvaci�n, sino tambi�n un instrumento de su cumplimiento en el creyente ( Romanos 1:16 ).

III. El evangelio es una gloriosa demostraci�n de sabidur�a infinita. "En la sabidur�a de Dios", etc. El Ser Divino act�a siempre seg�n la sabidur�a infinita y la verdad eterna. En la dispensaci�n de la gracia, el Se�or ha propuesto los mejores fines posibles y los cumple por los mejores medios posibles. No es solo una demostraci�n de la sabidur�a de Dios, sino que es el medio de todo el conocimiento cristiano.

IV. El evangelio es una clara manifestaci�n de la benevolencia y el amor divinos. �Agrad� a Dios�, etc.

V. El evangelio prescribe la fe como un principio esencial de la salvaci�n. �Agrad� a Dios salvar a los que creen�. ( Bosquejos del serm�n .)

Sentido, raz�n y fe

Aqu� tenemos tres tipos de evidencia referida: la se�al buscada por los jud�os; la filosof�a perseguida por los griegos; y la sabidur�a y el poder de Dios. Esto lleva a observaciones sobre ...

I. El dominio de los sentidos. La �poca actual es una �poca en la que se exalta indebidamente el conocimiento. Esto surge en parte del vasto avance de la ciencia f�sica y en parte del desarrollo del comercio que deja poco tiempo o inclinaci�n para el estudio de las cosas espirituales.

1. Pero el conocimiento de los sentidos es ...

(1) Extremadamente limitado. Sabemos muy poco de la experiencia directa; la mayor parte de la informaci�n se basa en testimonios. Incluso en la ciencia, la gran masa no tiene tiempo, medios ni capacidad para realizar experimentos y, por lo tanto, para verificar las teor�as que defienden con tanta audacia. Siempre debemos creer mucho m�s de lo que podemos saber.

(2) A menudo enga�oso. El estado de nuestra mente siempre da color a las cosas eternas. Vemos en la naturaleza lo que le damos a la naturaleza la capacidad de ver. El mismo escenario produce efectos muy diferentes en mentes diferentes y en la misma mente en momentos diferentes.

(3) Nunca se extiende m�s all� de la superficie de las cosas. Detr�s del dominio de nuestra experiencia se esconde todo un mundo de cosas que nunca podremos conocer con ning�n �rgano de los sentidos.

2. El cristianismo se basa en tanto conocimiento sensorial como sea suficiente para probar su verdad. La resurrecci�n de Cristo es el hecho m�s grande de la historia; y al principio su apelaci�n se hizo directamente a los sentidos. Para nosotros es una cuesti�n de testimonio; pero el testimonio es irresistible. Si, como el jud�o, por lo tanto, exigimos una se�al, est� pr�xima.

II. La provincia de la raz�n.

1. Esta provincia tambi�n es muy limitada. Un correcto proceso de raciocinio de ninguna manera asegura la exactitud de la conclusi�n a la que se llega, ya que las premisas pueden ser incorrectas. Butler ha se�alado muy bien que "la naturaleza insatisfactoria de las pruebas, que estamos obligados a asumir en el curso de la vida diaria, apenas se expresa". La raz�n, por s� misma, es incompetente para informar al hombre de algunos de los hechos m�s importantes que parecen estar completamente en su propio dominio.

No puede describir la esencia ni de la materia ni de la mente. La libertad de voluntad con la que ha demostrado ser absolutamente incompetente. La raz�n no es de ninguna manera perfecta en su propio dominio, porque ...

(1) El conocimiento en el que se basa el proceso es a menudo demasiado limitado.

(2) Los instrumentos que se emplean son muy defectuosos.

2. El hombre no se deja solo a la gu�a de la raz�n. El impulso, el entusiasmo, el sentimiento, la pasi�n, el amor y la fe son independientes de la raz�n y, a menudo, conducen a mejores resultados.

3. El cristianismo se sustenta en la raz�n en la medida en que coinciden sus poderes. Las evidencias de la autoridad divina de la religi�n de Cristo son concluyentes si se juzgan por la raz�n. Aquellos, por tanto, que buscan la filosof�a, como los griegos, pueden encontrarla aqu�.

4. Muchas verdades cristianas son superiores a la raz�n, pero no se oponen a ella. El cristianismo conduce a una regi�n donde la raz�n no puede seguir. Hay misterios en la religi�n, como tambi�n los hay en la naturaleza. El hombre est� rodeado de misterio y es �l mismo el mayor misterio de todos. Y el misterio se profundiza a medida que aumenta el conocimiento.

III. La regi�n de la fe. Esto pertenece peculiarmente a la religi�n. Aqu� podemos discutir la conciencia, el alma y la relaci�n del hombre con Dios. La raz�n podr�a descubrir la existencia de la Deidad, pero nunca podr�a decirnos de Su relaci�n con el hombre. La ciencia moderna pone a Dios, cuando lo admite, al final del universo. La revelaci�n lo coloca al principio. Los hombres de ciencia no dudan de nuevo en proclamar al Dios desconocido, haci�ndonos retroceder dos mil a�os en la historia. Hay una tendencia en esta �poca a condenar la fe, pero la sociedad no podr�a existir una semana sin ella. Cristo es descrito como:

1. La sabidur�a de Dios. Todo lo que se ve a Su luz es claro. Por �l leemos el enigma del universo. El prop�sito de Dios en la creaci�n se ve en �l y en ning�n otro lugar.

2. El poder de Dios. Su influencia en las edades es mayor que la de todos los dem�s sistemas combinados. Y solo �l puede salvar el alma.

3. Cristo es la �sabidur�a de Dios y el poder de Dios� solo para aquellos que creen. Se vuelven uno con �l y reciben de la plenitud de Su gracia. ( G. Sexton, LL. D. )

Agrad� a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaci�n. -

La necedad de la predicaci�n

La "locura" de Dios es la sabidur�a m�s elevada; la m�s alta "sabidur�a" del hombre no es m�s que una locura. La necedad de la predicaci�n se contrasta aqu� con la sabidur�a de la ense�anza humana.

I. �En qu� consiste la �locura de la predicaci�n�?

1. Dios elige y usa los medios m�s simples para salvar a los hombres, que los fil�sofos humanos habr�an despreciado. Es la proclamaci�n de un mensaje. El plan de Dios es, en primer lugar, dar a conocer a los hombres las buenas nuevas de una salvaci�n plena y gratuita. Una vez que hayan cre�do y aceptado el don de Dios, se les debe ense�ar m�s plenamente la gama completa de los mandamientos de Cristo. Pero, al principio, solo se�ala al Cordero de Dios y clama: �He aqu�!

2. Dios toma a los creyentes m�s humildes e iletrados como sus heraldos.

3. Dios no exige mucho a las almas a las que llega el evangelio. Es solo "Oye, cree, confiesa". La salvaci�n se pone as� al alcance de todos, incluso de la mente m�s d�bil y el pecador m�s grande ( Romanos 10:1 ).

II. Al emplear este m�todo:

1. Dios descart� la ayuda de toda sabidur�a humana para salvar a los hombres: "�No ha enloquecido Dios la sabidur�a de este mundo?" Ning�n rasgo de Su plan redentor fue tomado de las filosof�as de los hombres. El fracaso total de la filosof�a humana es uno de los hechos m�s destacados de la historia. Culmin� en el pante�smo, el ate�smo, el materialismo, el racionalismo, el agnosticismo o en un ego�smo refinado, como el estoicismo y el epieure�smo. Dios no solo descart�, sino que contradijo las ense�anzas de la filosof�a del hombre.

(1) Present� pensamientos divinos muy por encima de los pensamientos del hombre; misterios por encima de la comprensi�n, aunque no por encima de la aprehensi�n; cosas demasiado elevadas y elevadas para que la sabidur�a humana las capte, y que el hombre natural no podr�a recibir.

(2) Se atrevi� a presentar paradojas, aparentes contradicciones, irreconciliables por la filosof�a del hombre, como la uni�n de dos naturalezas en una persona en el Dios-hombre; la uni�n de tres personas en un Dios; las doctrinas de la soberan�a divina y el libre albedr�o humano, un Dios inmutable y sin embargo la oraci�n prevaleciente, etc.

(3) Toda la filosof�a de la redenci�n, del pecado y su m�rito, la ley y sus exigencias, la salvaci�n por sufrimiento vicario, etc., est� por encima de la raz�n del hombre para idear, o incluso explorar. En ella hasta los �ngeles desean mirar.

2. Dios descart� todo m�rito humano. El evangelio no solo humilla al intelecto orgulloso, sino tambi�n al coraz�n m�s orgulloso. �Una salvaci�n gratuita es la "ofensa de la Cruz?"

III. En todo esto aparece la sabidur�a de Dios. Para&mdash

1. Dios hace posible que todos los pecadores sean salvos. Quien puede pecar, puede comprender la salvaci�n. Todas las filosof�as estaban dirigidas a unos pocos elegidos: f�jense en los pocos disc�pulos de Plat�n, y Pit�goras, con sus escuelas exot�ricas y esot�ricas.

2. Dios hace posible que todos los creyentes sean predicadores del evangelio y ganadores de almas.

3. Dios suprime las odiosas distinciones entre pecadores y creyentes. Todos est�n al mismo nivel, como culpables, condenados e indefensos; todo en un nivel, como salvado por gracia sin obras.

4. Dios presenta una fe tan grandiosamente superior a todas las ense�anzas humanas que no hay riesgo de confundirla con la filosof�a del hombre o de confundirla con una invenci�n humana.

5. Dios se reserva para S� mismo toda la gloria. El hombre no tiene motivos para jactarse o autocomplacerse, etc.

6. Dios ense�a a los hombres sumisi�n y obediencia impl�citas. ( EN Pierson, D. D. )

La sabidur�a de Dios predicando

Primero, el orden de trabajo, Despu�s de eso, etc. En segundo lugar, el cari�o por la obra, "agrad� a Dios". En tercer lugar, los medios por los que se realiza la obra, "la locura de la predicaci�n"; y en cuarto lugar, la obra o dise�o en s�, "Para salvar a los que creen". Comenzamos con el primero, a saber, el orden de trabajo, "Despu�s de eso", donde debemos notar que esta palabra "despu�s", tiene una doble fuerza y ??�nfasis, ya sea en primer lugar como una palabra restrictiva; �Despu�s�, es decir, no antes; o en segundo lugar, como palabra de resoluci�n, �despu�s�, i.

e., para estar seguro entonces. Primero, t�malo en el sentido restrictivo. Primero, para que por este medio pudiera convencer m�s plena y palpablemente al mundo de su negligencia; d�jelos primero solos y ver qu� har�n por s� mismos, y luego entrar en su aborto espont�neo. En segundo lugar, para poder descubrir a�n m�s la insuficiencia de la mera sabidur�a natural y carnal, que a�n no llegaba al conocimiento de Dios.

En tercer lugar, para que pudiera ganar para s� mismo la mayor gloria. El que hace cualquier cosa tras otra que falla, tiene de ah� tanto m�s honor para s� mismo; especialmente si el que falla es uno que finge grandes cosas, como aqu� estaba. El segundo es el cari�o por la obra, "agrad� a Dios". Y esto nuevamente lleva consigo una doble insinuaci�n. Primero, es una palabra de libertad y espontaneidad, agrad� a Dios, es decir, lo hizo por su propia voluntad e inclinaci�n, no siendo movido a ello por nada fuera de s� mismo.

En segundo lugar, es una palabra de deleite y complacencia, �agrad� a Dios�, es decir, le fue muy aceptable; Se sinti� muy complacido, contento y satisfecho al hacerlo, como nada m�s. El tercero es el medio por el cual se realiza la obra, y que aqu� se nos expresa por la locura de la predicaci�n. Donde de nuevo hay dos particulares considerables de nosotros.

Primero, los medios en s� mismos considerados en su propia naturaleza, y eso es la predicaci�n, mediante la predicaci�n para salvar a los creyentes. En segundo lugar, la calificaci�n de este medio como la denominaci�n que se le atribuye, y que es mezquina y despreciable. Aqu� se le llama la locura de la predicaci�n. Primero que nada, comenzaremos con el segundo, a saber, los medios en su denominaci�n, la locura de la predicaci�n, borra como es, en verdad, pero como es m�s bien en la aprehensi�n de los hombres.

Ahora bien, hay una doble cuenta que se nos puede dar de esto. Primero, de vez en cuando de otros con respecto a su porte: porque en verdad, como muchos hombres ordenan el negocio, es la locura de predicar; hay alg�n tipo de personas en el mundo que tienen mucho que responder ante Dios por la ofensa que dan a este respecto, y el esc�ndalo y la mala noticia que traen sobre la propia ordenanza de Dios por su manejo indigno de ella.

Pero, de nuevo, en segundo lugar, hay una ocasi�n para pensar que predicar es una tonter�a por demasiada amabilidad y afectaci�n. Cuando hagamos de la predicaci�n un mero negocio de ingenio y algo para hacer cosquillas a la fantas�a, un discurso aireado y vac�o, llevado con un lenguaje altisonante, pero sin tocar ni acercarnos al coraz�n, ni pronunciar nada que pueda ser provechoso para nosotros. el alma. En segundo lugar, originalmente de ellos mismos en lo que respecta a sus propios razonamientos perversos.

Y aqu� hay diversas cosas sobre las que razonan falsamente. Al principio, piensan mal en la predicaci�n, por la naturaleza y condici�n de los instrumentos que se emplean y mejoran en ella; hombres pobres, fr�giles y d�biles como ellos. Si un �ngel pudiera ser el dispensador de �l, entonces podr�a ser que tuvieran algunos pensamientos elevados al respecto. En segundo lugar, en lo que respecta al tema de la misma y el tema sobre el que est� familiarizado.

Y esto es, Cristo crucificado, esta es la locura de la predicaci�n, esa es no solo la ordenanza, sino la doctrina; y no solo la predicaci�n, sino lo que se predica. Y as� no s�lo en la narraci�n, sino en la parte exhortativa de la misma; cuando persuade a los hombres a negarse a s� mismos, a atravesar sus m�s dulces pasiones. En tercer lugar, en cuanto a la forma y modo de proceder en �l. Que no se trata tanto de raz�n y demostraci�n, como de proposiciones m�s bien simples.

Cuarto, por defecto mezclado con orgullo. Y mucho de eso primero, a saber, la denominaci�n de la ordenanza, como se la denomina aqu�, la locura de la predicaci�n. El segundo son los medios y la ordenanza en s� mismos simplemente considerados, y eso es la predicaci�n; este es el medio de obrar la salvaci�n; Dios salva a los creyentes mediante la predicaci�n. Primero, predicando los hace creyentes; y luego, siendo creyentes, les concede la salvaci�n.

Este es el orden y el m�todo que usa Dios. Esa ordenanza pobre y mezquina en la que el mundo piensa con tanto desprecio y no cuenta m�s que la necedad; sin embargo, tiene esta excelencia de que es un medio para llevar a los hombres al cielo; y Dios se complace en usarlo para este prop�sito. Si es una tonter�a, es una tonter�a salvadora, y eso es mucho mejor que una sabidur�a destructiva. Para un mejor manejo de este punto, hay dos detalles que podemos considerar provechosamente aqu�.

Para el primero, qu� es la predicaci�n: no es simplemente hablar algo de religi�n, hacer un discurso err�tico y err�tico, y nada al respecto. Pero la predicaci�n es una mejora ministerial y autorizada de las verdades y doctrinas de las Escrituras, para el bien y beneficio de las almas de los hombres y la obtenci�n de su salvaci�n eterna. El mostrar a los hombres su miseria por naturaleza, y el beneficio que pueden obtener de Cristo, con sus accesorios, esto en una palabra es predicar, soplar m�s, por la eficacia de esta ordenanza, y de d�nde viene a ser tan poderosa, esto es simplemente de la ordenanza de Dios.

Como es Su instituci�n quien la ha ordenado y designado para que sea as�. �Le agrad�, ciertamente hay un relato del negocio. �Pobre de m�! la predicaci�n considerada en s� misma es una voz pobre y vac�a, y no pudimos hacer gran cosa en absoluto. No son los dones del predicador, no es la naturaleza del argumento, no es la fuerza del asunto, no es la dulzura de la expresi�n, no es ninguna de todas estas cosas en s� mismas lo que hace que la predicaci�n sea tan poderosa. un medio de transporte no, sino la ordenanza de Dios que ha designado para obrar por estos medios, y el Esp�ritu de Dios que se complace en estar de acuerdo con ella en obrar.

La mejora de este punto para nosotros mismos para su aplicaci�n puede ser doble. Primero, en lo que concierne a los ministros, hay un tema muy bueno para que ellos nos aviven y nos animen en nuestro trabajo, y el cumplimiento consciente del mismo sin desmayarnos ni desmayarnos. Una vez m�s, aprendamos tambi�n por lo tanto mucho m�s fielmente a cumplir y hacer que nuestro objetivo principal sea emprenderlo, que fue el objetivo principal de Dios al ordenarlo.

En segundo lugar, aqu� hay algo tambi�n para el pueblo, y es tanto m�s cuidadosamente prestar atenci�n a esta ordenanza de la predicaci�n, y tener cuidado de despreciarla como una cosa d�bil y necia; los que desprecian la predicaci�n, en efecto desprecian el creer. Y, adem�s, que esto nos ense�e con qu� afecto debemos acudir a las ordenanzas, la predicaci�n y el o�do de la Palabra, es decir, como aquellos que esperan y desean la salvaci�n de ella como el fin al que est� destinada.

No vayamos a un serm�n sobre un premio o una mera prueba de ingenio. Ahora, el cuarto es el trabajo o dise�o en s� mismo que tenemos en las �ltimas palabras: "Para salvar a los que creen". Donde, entre muchas otras cosas que podr�amos observar provechosamente con respecto a la salvaci�n, en la naturaleza de la misma, y ??las causas de la misma, y ??los medios de la misma, y ??cosas por el estilo, en este momento s�lo me concentrar� en lo que est� aqu� especialmente presentado a nosotros, y esos son los sujetos de la misma: los creyentes.

Y aqu� hay de nuevo dos cosas a las que se extiende esta restricci�n. Primero, aqu� hay una restricci�n del beneficio de predicar a la fe. Y en segundo lugar, aqu� hay una restricci�n del beneficio de la salvaci�n a la fe. No hay nadie que se beneficie predicando m�s all� de lo que cree; y no hay ninguno que participe de la salvaci�n, sino s�lo los que no creen. Y por la fe salvadora, aqu� se la atribuye a s� misma.

Primero, como la gracia radical y fundamental, y la que da vida y vigor a todo lo dem�s. En segundo lugar, se le atribuye la fe, porque es aquello por lo que agradamos a Dios ( Hebreos 6:6 ). En tercer lugar, es la fe la que se aferra a Cristo, quien es el Autor de la salvaci�n eterna ( G�latas 2:20 ).

En cuarto lugar, es la fe lo que da m�s gloria a Dios ( Romanos 4:20 ; 2 Tesalonicenses 1:10 ). En quinto lugar, la fe es lo que m�s vence las tentaciones y somete a todos los enemigos de nuestra salvaci�n ( Efesios 6:16 ).

Por �ltimo, se dice que la fe salva como la condici�n que Dios requiere y tendr� en los que ser�n salvos; y esto fue suficiente, aunque nada m�s, para dar cuenta de ello. En todos estos aspectos se le atribuye la salvaci�n. Pero, �qu� es esta fe de la que hablamos todo este tiempo, y en qu� consiste? Seguro que no es un mero asentimiento a la verdad revelada; aunque eso sea algo que pertenece a �l, sin embargo, esto no es todo.

Pero la fe salvadora tambi�n calma la fe: �Justificados por la fe, tenemos paz para con Dios� ( Romanos 5:1 ). Para el surgimiento de la fe, viene de la predicaci�n y es adecuada a la doctrina de la Palabra. Aquellos que desprecian la ordenanza, no tienen la gracia. Por sus frutos, funciona por amor.

1. Nos da miedo desagradar a Dios.

2. Nos hace valientes para Dios.

3. Nos hace amar a los hijos de Dios.

4. Cambia y altera bastante nuestra conversaci�n del mal al bien. ( Thomas Horton, D. D. )

La necedad y la excelencia de la predicaci�n

Dios frecuentemente emplea instrumentos en el cumplimiento de sus prop�sitos tan inadecuados, como para hacer manifiesto que la excelencia del poder proviene de �l mismo. Fue antes del estruendo de los cuernos de carnero que se derrumbaron los muros de Jeric�, etc. y es por la locura de la predicaci�n que las almas se salvan. Nota&mdash

I. La aparente necedad de la predicaci�n.

1. � Cu�n inadecuados son los medios en s� mismos para lograr mucho! �Qu� poco ha podido lograr la elocuencia humana en otros campos? Cierto; Una vez, la audiencia de un orador, forjada por su invectiva, exclam�: "�Marchemos contra nuestro enemigo!" Pero ese efecto pronto desapareci�. Y en el trato ordinario de la humanidad; observe el efecto de la mera persuasi�n, cuando choca con las pasiones, los intereses y los gustos de los hombres.

2. Pero la insuficiencia de la instrumentalidad ser� a�n m�s evidente cuando recordemos que los primeros predicadores del evangelio no ten�an grandes dones y no ten�an ninguna ventaja de rango o influencia. Eran pescadores iletrados, que no ten�an excelencia en el habla; y teniendo en cuenta la masa de ministros de todas las edades, �cu�n pocos han tenido pretensiones de trascender los poderes de persuasi�n!

3. Pero si pasamos a considerar el gran tema de la predicaci�n, la necedad de la predicaci�n ser� a�n m�s obvia. La cruz de Cristo siempre ha sido para el jud�o una piedra de tropiezo y para los griegos una locura.

4. Y a�n m�s nos sorprender� la insensatez de la predicaci�n si consideramos cu�n contrario al sesgo natural es ese efecto al que apunta la predicaci�n. Su objetivo es hacer que los hombres �se nieguen a s� mismos�, que crucifiquen la carne con sus afectos y concupiscencias; vivir por la eternidad y no por el tiempo.

II. Su verdadera sabidur�a y excelencia.

1. Es una ordenanza del Dios Todopoderoso. El juda�smo se propag� mediante ceremonias y tipos; las religiones falsas generalmente se han propagado a espada; pero es la peculiaridad preeminente de la religi�n de Jes�s, que por la simple apelaci�n de la verdad a la conciencia y al coraz�n, tiene su potencia y su triunfo. La omnisciencia s�lo pod�a inventar, y la gracia infinita debe haber impulsado la mejor de todas las m�quinas.

2. Es la ministraci�n del Esp�ritu de Dios. Estamos bajo la dispensaci�n del Esp�ritu, y el Esp�ritu se comunica principalmente y con mayor frecuencia a trav�s de la predicaci�n.

3. El tema con el que los jud�os tropezaron, y que los griegos estimaron necedad es para los que son llamados "Cristo poder de Dios y sabidur�a de Dios".

4. Se asiste con grandes y graciosos resultados. �Por qu� no estamos reunidos, como nuestros antepasados, bajo la encina, para pasar por nuestras oscuras org�as de impiedad y sangre? �Por qu� tenemos las artes, las ciencias, la literatura y todo lo que caracteriza a un pueblo civilizado? Estos son los triunfos externos del cristianismo. Pero no son nada comparados con sus triunfos internos, eternos. �Cu�ntas multitudes ha hecho pasar de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud de Satan�s a la gloriosa libertad del Hijo de Dios!

Conclusi�n: Si, por un lado, la predicaci�n parece tan tonta y, por el otro, es tan sabia y poderosa ...

1. No caiga en la falsa noci�n del d�a de que la educaci�n debe ser el gran regenerador de la humanidad.

2. Cu�n defectuosos deben ser muchos de ustedes cuando van a escuchar la predicaci�n de la Palabra tanto como el mundo va al teatro; cuando vas a escuchar las palabras del hombre en lugar de la Palabra de Dios.

3. �Cu�nto les incumbe a los cristianos de este pa�s multiplicar esa maquinaria que es la gran ordenanza de Dios, para promover esa justicia que exalta a una naci�n? ( Canon Stowell .)

La predicaci�n del evangelio

El principal medio por el cual las bendiciones de esta revelaci�n se han comunicado a la humanidad es la predicaci�n de la Palabra, un medio de instrucci�n que, en la �poca de San Pablo, era en gran medida nuevo para el mundo. En efecto, se hab�a empleado en la sinagoga jud�a, en la lectura de la ley y los profetas; pero su empleo era muy limitado, tanto en lo que respecta a los temas que abarcaba como a las personas a las que iba dirigido; y en toda la extensi�n de las naciones paganas, la pr�ctica era completamente desconocida.

En Grecia, con mucho la m�s famosa de estas naciones por su conocimiento y refinamiento, hab�a magn�ficos templos, en los que se observaban muchas ceremonias espl�ndidas en honor de los dioses, y una variedad de oficiales consagrados a los servicios de devoci�n; pero no hab�a ninguna instituci�n como la de la predicaci�n, para explicar al pueblo los principios de su sistema religioso. Por eso, cuando los ap�stoles de Cristo salieron a predicar el reino de Dios y desplegaron claramente sus doctrinas y sus objetivos, su plan de conducta provoc� sorpresa.

Los griegos en particular lo ridiculizaron como una tonter�a, como un plan de reforma ideado torpemente, y debido a la simplicidad y debilidad de quienes se dedicaron a �l, incapaces de responder a un fin valioso.

I. La predicaci�n del evangelio ha contribuido en un grado notable a mejorar las capacidades intelectuales de la naturaleza humana y a difundir, a trav�s de una esfera m�s amplia, los principios del conocimiento �til. Lanz� a la circulaci�n del pensamiento humano un nuevo acervo de principios muy interesantes, principios bien establecidos, fruct�feros en importantes consecuencias y aptos para ejercitar todas las facultades superiores del entendimiento.

Entren� a un orden numeroso de hombres y los oblig�, por la misma naturaleza de su empleo, a cultivar sus talentos intelectuales, a cultivar h�bitos de pensamiento regular y a estudiar el m�todo m�s eficaz para dilucidar y confirmar las doctrinas que ense�aban. Este orden de hombres se mezcl� con la masa del pueblo y lo coloc� en una situaci�n en la que su ejemplo e instrucciones no pod�an dejar de sacar y mejorar la capacidad de razonamiento de sus oyentes. Esta instituci�n proporciona, adem�s:

II. Un rico e inagotable tesoro de consuelo para todo individuo que lo emplee con las debidas disposiciones. Numerosos son los males a los que nos sometemos en el transcurso de nuestro peregrinaje terrenal. En el santuario de Dios vemos desvelado el plan de la Providencia y, a trav�s del ministerio de la Palabra, descubrimos el orden y la belleza que surgen de las tinieblas. La l�nea de pensamiento que se nos presenta all�, y que se vuelve habitual por su recurrencia frecuente, tiene una tendencia directa y poderosa a calmar las agitaciones de un coraz�n atribulado y restablecer nuestra confianza en Dios.

All� aprendemos que Dios es bueno con todos; que, por medio de Cristo, es reconciliable incluso con los culpables; que Su gobierno del universo est� libre de defectos; que el aparente desorden que nos rodea es esencial para la naturaleza de nuestro estado de prueba y produce bien; que incluso las aflicciones son con frecuencia mensajeros de su amor. Pero las doctrinas que la predicaci�n del evangelio conserva y difunde en todos los �rdenes del pueblo, no s�lo tienden a iluminar el entendimiento de los hombres y a aliviar los males de la vida. Ellos son tambi�n&mdash

III. Medios poderosos de nuestra mejora moral. El sistema de deberes que contiene el evangelio es el m�s perfecto en s� mismo, y se adapta m�s sabiamente a las exigencias de la naturaleza humana. Llega a los pensamientos y las intenciones del coraz�n; prescribe con una minuciosidad y precisi�n que no deja lugar a malentendidos, la conducta adecuada para todas las situaciones en las que podemos ser llamados a actuar; y hace cumplir sus preceptos por los motivos m�s espantosos e interesantes que pueden operar en la mente. ( James Finlayson, D. D. )

Versículos 22-24

Porque los jud�os piden una se�al y los griegos buscan la sabidur�a.

El cristianismo visto en tres aspectos

I. Como asociado con un gran hecho. "Cristo crucificado". Esto tal vez mir� ...

1. Hist�ricamente. Como hecho hist�rico, es el m�s ...

(1) Famoso.

(2) Influyente.

(3) Mejor autenticado.

2. Teol�gicamente

(1) Revela lo Divino y es una poderosa expresi�n de la idea, el gobierno y el coraz�n de Dios.

3. Moralmente. Est� plagado de sugerencias m�s:

(1) Aceleraci�n.

(2) Elevaci�n.

(3) Santificar.

II. Asociado a la opini�n popular. No ten�a suficiente del magn�fico ritualismo filos�fico para el especulativo y pedante griego, ni suficiente del magn�fico ritualismo religioso para el jud�o sensual e intolerante. Y ahora, para millones, no es nada. Para el esc�ptico es una f�bula; para el formalista un credo o una ceremonia.

III. Asociado con la conciencia cristiana. �Pero a los que son llamados�, etc. El cristiano ve la sabidur�a m�s elevada en un sistema que, al salvar a un pecador:

1. Manifiesta la justicia de un soberano insultado.

2. Aumenta la influencia del gobierno moral.

3. Mantiene intactos todos los principios de la libertad moral.

4. Desarrolla, fortalece y perfecciona todos los poderes del alma. ( D. Thomas, DD )

Jud�o, griego y cristiano

El cristiano de hoy puede entender mal al cristiano del a�o 50. Quiz�s si lo hiciera, se sentir�a mucho m�s como el griego o el jud�o que como el cristiano.

1. Piense en Pablo en Corinto.

(1) La ciudad estaba llena de jud�os, a veces viles y pobres, que hac�an el trabajo m�s mezquino; rico a veces, y capaz de jugar como m�s le beneficiaba.

(2) All� tambi�n estaba el griego, argumentativo en su propio comercio y superando todas las cuestiones relacionadas con los principios y beneficios del comercio.

(3) All� tambi�n estaba el romano, pensando que el mundo hab�a sido hecho para ser conquistado, y �l era el conquistador del mundo.

(4) Y Pablo predicaba, y el jud�o aborrec�a y despreciaba; el griego sonri� con gran desd�n; el romano toleraba en su orgullosa indiferencia; y es posible que lo hayas visto alguna noche robando por el muelle, el peque�o hebreo de aspecto mezquino, que a�n no pod�a ser conquistado, pero que resolvi� que su evangelio conquistar�a a los hombres, encontrando la entrada por una escalera principal a un aposento m�s humilde, donde el El esclavo liberado durante una hora por su amo, o el merodeador que escapaba de la carga y descarga de su barco, o el porteador que buscaba alivio de su fatigada carga durante el d�a, se reun�an con sus peque�as ofrendas para escuchar al predicador, grande, a pesar de su mezquindad, dignidad y poder.

Si Pedro hubiera ido a Corinto, Pedro habr�a predicado y apenas habr�a sabido, y menos preocupado, c�mo pensaba y sent�a la gente; pero el esp�ritu agudo y creativo de Pablo pod�a insertarse en el cerebro del romano y mirar a trav�s de sus ojos; en el intelecto del griego, y juzgar con su cinismo; en la imaginaci�n del hebreo, y sentir con su coraz�n, so�ar con su fantas�a.

2. Aqu� tienes la reminiscencia de tiempos pasados, y esa reminiscencia se manifiesta en tres series de ant�tesis.

(1) Hay tres personas t�picas: el jud�o, el griego y el cristiano.

(2) Las tres personas t�picas tienen tres misiones caracter�sticas. El jud�o requiere una se�al, la sabidur�a griega, el cristiano predica a Cristo.

(3) Hay tres actitudes t�picas de un tema. Cristo es para el jud�o una piedra de tropiezo, para el griego locura, para el cristiano el poder y la sabidur�a de Dios. Lo que exig�a el jud�o era una visi�n de poder; lo que buscaba el griego era una fuente de sabidur�a; lo que el cristiano encontr� �fue poder y sabidur�a en uno. Mire, entonces, a estas tres personas, con sus b�squedas y actitudes caracter�sticas. Son viejos, son nuevos; pertenecen a diecinueve siglos distantes, viven hoy.

I. El jud�o. Ilustre era su linaje, y pod�a sentir que estaba en el rostro de personas que eran de ayer y de la tierra, mientras �l era de la eternidad y de Dios. Su fundador fue Abraham, amigo de Dios, el m�s grande de los hombres fieles; su legislador fue Mois�s, autor de una ley que vino directamente de Dios. La literatura de Grecia y Roma era de la tierra; el suyo era un libro que Dios hizo. No, adoraban �dolos; ador� al �nico Creador.

Y as�, el hombre orgulloso era el jud�o, el m�s orgulloso por esta raz�n: era due�o de Dios en lugar de que Dios lo poseyera a �l. Admiti� tanto a Dios, que determin� los t�rminos mismos en los que otros hombres deb�an tener y conocer a Dios. Y as� dijo, cuando se par� ante el nuevo evangelio, �Mu�strame una se�al�: pero seg�n los mismos t�rminos, ning�n milagro era posible. El jud�o dijo: �Soy la gran obra de Dios; a mayor que yo no hay en el mundo: yo soy el signo; mu�strame una mayor ".

2. � Ah, jud�o! si hubieras podido ver al Cristo, habr�as visto a uno mayor. Piense en El; Ni�o. �l es de tu propia raza orgullosa, pero humilde de coraz�n, que da descanso al alma. �Tienes motivo de orgullo, oh jud�o! a�n mayor por la humillaci�n. De tus lomos brot�; sin embargo, para �l solo ten�as la Cruz. Vea c�mo �l �rompi� la barra odiosa de su nacimiento�; mira c�mo, rompi�ndolo, no lleg� a ser un jud�o local y estrecho, sino Hijo del Hombre, pero Hijo de Dios.

Vea c�mo, a trav�s de �l, Dios se convirti� en el nuevo Ser para el hombre: el Padre. �l es Dios manifiesto, testigo de esto: que el pecado del hombre es la tristeza de Dios, el sufrimiento del Dios salvador del hombre. De millones se ha elevado el clamor por el Padre. Desde el cielo, el Padre se inclina para buscar a los hijos. Aqu�, a trav�s de Su Hijo, viene a crear una gran familia de Dios, y un griego y un jud�o se vuelven hermanos; Roman olvida el imperio y el color hind�; el negro pierde la esclavitud, el hombre deja de ser hombre, la mujer deja de ser mujer, todos se vuelven uno en Cristo. �Milagro reclamas y buscas, oh jud�o! para ti un milagro te traigo!

II. El griego.

1. �l tambi�n ten�a su ilustre ascendencia. Hizo este gran descubrimiento: libertad, virilidad a trav�s de la libertad. Lee las inscripciones de los reyes asirios que te cuentan c�mo conquistaron imperios, pero no te cuenten los ej�rcitos que perdieron y los ej�rcitos que destruyeron sin piedad ni arrepentimiento. Lea los registros de los monumentos egipcios y le dir�n c�mo un gran rey, para preservar su propio polvo, construye una poderosa pir�mide, arrojando a miles de hombres en su construcci�n.

Los griegos, al crear un estado libre, crearon la idea misma de la hombr�a. El hombre libre es el hombre razonable, ordenado, social, gozoso, de vida completa. �l tambi�n descubri� para siempre el arte y la belleza. F�jense en esas colosales figuras que est�n junto al Nilo: fr�as, impasible; tomen a esos grandes monarcas asirios, masivos, insensibles a la piedad, sensibles s�lo al poder; o miren al hind�, con su dios, s�mbolo de muchas cabezas, muchos brazos, muchos pechos, horrible s�mbolo de una raza sin belleza; Tomemos el griego descubriendo que la forma humana es divina.

�Puedes decir cu�nto le debe el buen hombre a la raza que descubri� la belleza en los hombres? Mira la poes�a. Discurso conciso para la emoci�n m�s profunda. Piense tambi�n en lo que significa la filosof�a: la pasi�n por lo verdadero, la b�squeda del bien. Se lo debemos al griego; pero cuando le hablaste de Cristo, se volvi� y dijo: ��D�nde est� la sabidur�a? Es un b�rbaro y usa un lenguaje que no puede ser llamado lenguaje con gracia o verdad. Piense en �l tambi�n, como lo represent� su artista posterior, coronado de espinas. Amamos a los bondadosos y amamos a los grandes; no amamos esto ".

2. � Pero, oh griego! �Has pensado en el significado de ese Cristo? Amas la libertad, la hiciste; pero mira c�mo atas al hombre todav�a en una pasi�n que lo convierte en un esclavo. Este Cristo puede tomar al hombre atado en la esclavitud del pecado, hacerlo un hombre libre que ama la ley de Dios y ama obedecerla, y hacerlo ciudadano de un reino eterno. Hiciste arte; Pero piensa en la belleza que hay en Cristo, cu�n radiante es la bondad que hace que solo �l sea �el absolutamente encantador.

��l crea el arte m�s raro del ser santo, de la vida santa. Crees que tu poes�a es genial; pero, mire, �l ha hecho todo el tiempo, todo el universo - m�s a�n, la misma eternidad misma, po�tica. �No ha llenado cada vida que se vive con un significado po�tico, al traer a la Deidad a la humanidad, al elevar a la humanidad a la Deidad? �Y es tu sabidur�a, griego! que amas? Vean, entonces, en este Cristo est� el gran misterio del ser: Dios que hizo el mundo, el fin para el cual Dios lo hizo, el medio por el cual �l ha de alcanzar Su fin, el m�todo glorioso por el cual las criaturas dispersas y multitudinarias Quienes se han alejado de �l pueden, mediante la santa concordia, el hermoso amor y la perfecta devoci�n, ser llevados a una sociedad salva en �l. �Oh griego! en �l est�n todos los tesoros de la sabidur�a y del conocimiento; en El tienes todas las cosas.

III. El cristiano. Se dice: "Si quieres conocer a un poeta, vete y vive en la tierra del poeta". Entonces, si quieres conocer a Cristo, apela a la experiencia cristiana. En �l hay dos cosas: poder, casualidad, creatividad; sabidur�a, adaptativa, constructiva. Cristo aporta a la reconstrucci�n de los hombres poder que puede tomar a los perdidos y volverlos a hacer hasta que se conviertan en los m�s santos; sabidur�a para tomar lo que �l ha rehecho, y moldearlo, desarrollarlo, guiarlo, hasta que su promesa inicial se convierta en un desempe�o m�s rico.

Hay poder en Cristo, porque �l puede salvar hasta lo sumo; hay sabidur�a en Cristo, porque Cristo puede santificar lo que ha salvado. Ahora est�s cara a cara con el mal y la necesidad de los hombres; �De qu� otra manera puedes curarlo? Puede llamar a su filosof�a de ayuda. La filosof�a har� una clase selecta y culta, que despreciar� a la multitud y se volver� c�nica a trav�s del sentido de su propia preeminencia.

Llamemos a la teor�a social, que sostiene que se deben crear nuevas condiciones para que los hombres puedan ser felices y perfectos. Puede invocar la Ley del Parlamento; y sin embargo, todos estos juntos fracasan en hacer lo que Cristo ha logrado. ( AM Fairbairn, D. D. )

Ofensiva del evangelio al orgullo humano

1. Viene en forma de predicaci�n y ofrece sus bendiciones solo a la fe.

2. Describe a Jes�s crucificado como el poder y la sabidur�a de Dios.

3. Declara que todo esto, que a los hombres les parece necedad y debilidad, es m�s sabio y m�s fuerte que toda la sabidur�a y el poder del mundo. ( J. Lyth, D. D. )

Las causas del rechazo del evangelio

I. El ansia jud�a de ...

1. Lo ostentoso.

2. Lo milagroso.

II. El amor gentil por ...

1. El intelectual.

2. La est�tica.

III. En ambos el orgullo que no se somete a la sencillez de la fe. ( J. Lyth, D. D. )

El evangelio y sus oponentes

Observar&mdash

I. Los grandes obst�culos del evangelio en tiempos apost�licos.

1. Prejuicio jud�o.

2. Filosof�a gentil.

II. Estos son tipos generales de error humano, por ejemplo , farise�smo y saduce�smo; Epicure�smo y estoicismo; Ritualismo y Racionalismo; la justicia propia y la presunci�n.

III. Su total incompatibilidad con el evangelio.

1. El evangelio requiere humildad; estos son los hijos del orgullo.

2. El evangelio insiste en la fe. Estos exigen demostraci�n. ( J. Lyth, D. D. )

C�mo triunf� el evangelio

I. Su tema. Cristo crucificado. Su Divinidad, sacrificio, oficios, poder redentor, gobierno universal.

II. Sus dificultades.

1. Prejuicio jud�o.

2. Sabidur�a gentil.

III. Sus triunfos en los llamados,

1. Cristo, el poder de Dios:

(1) Superar las dificultades.

(2) Proporcionar medios: Su expiaci�n, Palabra, Esp�ritu.

(3) Determinaci�n de condiciones.

(4) Contrarrestar la depravaci�n humana.

(5) Elecci�n de instrumentos.

(6) Exponer el error y el pecado.

2. Cristo, el poder de Dios en:

(1) La Encarnaci�n.

(2) La aplicaci�n del evangelio.

(3) Sus �xitos.

(4) Sus resultados. ( J. Lyth, D. D. )

Los jud�os piden una se�al, los griegos buscan sabidur�a

En este vers�culo, el ap�stol ilustra y confirma la expresi�n que hab�a pasado de �l en el vers�culo anterior, con respecto a la locura de la predicaci�n. Primero, en la demanda de los jud�os; y en segundo lugar, en la persecuci�n de los gentiles. Los jud�os necesitan una se�al y los griegos buscan sabidur�a. Primero hablaremos de ellos de manera conjunta, pues coinciden en una noci�n, y luego solidariamente en lo que es propio de cada uno.

Primero, en conjunto, donde debemos saber tanto, la demanda de los jud�os, "Los jud�os piden una se�al". Aqu� hab�a un error en ambos, en cuanto a la recepci�n del evangelio de Cristo: de donde podemos observar en general entonces, primero esto: que la corrupci�n de la naturaleza act�a y mejora de manera diferente en diferentes rangos y condiciones de personas. Aqu� hay jud�os y gentiles, personas de diferente temperamento y estado de �nimo, pero ambos tienen su censura; el uno en la exigencia de una se�al y el otro en la b�squeda de la sabidur�a; ambos, en una naturaleza diversa, ten�an sus debilidades y fallas.

Esta variada obra de corrupci�n seg�n el tema en el que se encuentre, puede ser considerada de diversas maneras como procedente de diversas causas. En primer lugar, a veces por la diferencia de edad y constituci�n del cuerpo: hay algunos pecados que son m�s propios de una edad y temperamento, y otros que son m�s propios de otra. De nuevo, en segundo lugar, a veces procede de una diferencia de asalto y tentaci�n; as� como hay varios temperamentos y constituciones con respecto a los hombres mismos, tambi�n hay varias extracciones de estas constituciones con respecto a c�mo Satan�s las mejora.

En tercer lugar, procede de una diferencia de empleo y educaci�n, y una vocaci�n particular, en la que se establecen los hombres. Primero, que desde aqu� no debemos en ning�n momento estar seguros y presuntuosos en nosotros mismos de nuestra libertad de cualquier pecado o enfermedad en particular; aunque no seas culpable de tal pecado, puede ser que seas culpable de otro, que en su g�nero puede ser igualmente malo. De nuevo, en segundo lugar, observe esto: que todos los hombres por naturaleza tienen alguna disputa o excepci�n u otra contra la Palabra de Dios, y algunos fingen apartarla de ellos.

"Los jud�os piden una se�al, y los griegos buscan la sabidur�a"; Ninguno de ellos estaba en lo cierto en todos los sentidos, y as� deber�a ser. Esto es lo que siempre ha existido en todas las �pocas y �pocas de la Iglesia. En tercer lugar, observe en general esto: que es un gran asunto para el entretenimiento de cualquier ministerio lo que la gente ha sido usada y acostumbrada anteriormente; que com�nmente tiene una gran influencia con ellos. Porque vea aqu� en esta Escritura actual c�mo era ahora con estos dos tipos de personas, los jud�os y los gentiles.

Los jud�os hab�an estado acostumbrados a las se�ales hasta ahora bajo Mois�s y los profetas, y por lo tanto, nada les servir�a ahora sino las se�ales todav�a. Y los gentiles, estaban acostumbrados a su filosof�a y ret�rica. Esto nos muestra qu� causa tenemos por tanto, como para tener cuidado de qu� principios admitimos en cualquier momento de nosotros mismos, para bendecir a Dios que tiene alg�n tiempo en Su providencia hasta ahora tan bien ordenado para nosotros.

Vengo ahora a ellos m�s claramente en particular, para considerarlos en sus diversas proposiciones, a saber, la demanda de los jud�os por s� misma, y ??la b�squeda de los gentiles nuevamente por s� misma. Primero, para la demanda de los jud�os: "Los jud�os piden una se�al". El ap�stol habla de esto como una especie de debilidad y crueldad en ellos: y as� fue, como puede aparecer en estos detalles. En primer lugar, nos denota esa estupidez y estupidez que hab�a en ellos.

Un signo es una cosa que se acomoda al sentido externo y est� ordenada para la ense�anza de aquellos que son de entendimiento bajo y que no pueden alcanzar la espiritualidad de los misterios divinos; ahora as� fue aqu� con estos jud�os. Y esta es la disposici�n de la mayor�a de los dem�s hombres por naturaleza a verse afectados de esta manera en s� mismos. As� sucedi� con el ap�stol Tom�s en la resurrecci�n de Cristo ( Juan 20:25 ).

Que cuanto m�s carnal es un pueblo, m�s se deja llevar por tales asuntos, y no se queda satisfecho con la evidencia que la Escritura les ofrece; y procede de aqu�, porque no han ejercitado sus sentidos para discernir las cosas que difieren. En segundo lugar, aqu� estaba tambi�n su infidelidad e incredulidad, que tambi�n est� impl�cita en esto, que pidieron una se�al.

Las se�ales, dice el ap�stol Pablo ( 1 Corintios 14:22 ), no son para los que creen, sino para los que no creen; y en consecuencia, todav�a se han usado (como veremos) en ocasiones como estas, ya sea para comenzar la fe donde ha faltado, o para fortalecerla donde ha sido d�bil; son un argumento de incredulidad donde se dan, pero especialmente lo son donde se requieren.

Mientras que los jud�os exigen una se�al, muestran su infidelidad, que todav�a est�n en un estado de incredulidad ( Juan 1:11 ), "A los suyos vino, y los suyos no le recibieron". As� sucedi� con este pueblo: y si supi�ramos de d�nde vino a ser as�, el ap�stol nos dice: �Porque el dios de este mundo les hab�a cegado los ojos, para que no les brillara la luz del glorioso evangelio de Jesucristo. �( 2 Corintios 4:3 ).

Bien, que nos ense�e a todos nuestros particulares a prestar atenci�n �no sea que haya en alguno de nosotros un coraz�n de incredulidad que se aparte del Dios viviente�; s�, cuidemos de admitir escr�pulos y dudas en los puntos principales del cristianismo; porque si comenzamos una vez, nunca habremos terminado. Y ese es el segundo mal en esta demanda de los jud�os al pedir una se�al, a saber, su infidelidad. El tercero es su hipocres�a; hubo mucha falsedad y doble trato en esta petici�n suya; por eso, no ten�an la intenci�n de recibir la verdad.

�sta es la manera de los hip�critas de fingir una insatisfacci�n en los medios cuando no les gusta la cosa; cuando no favorecen la conclusi�n, cuestionan el argumento. En cuarto lugar, aqu� estaba su insolencia y comportamiento indigno en la presentaci�n de esta demanda; y eso como se expresa tambi�n en diversos detalles, de los que podemos tomar nota brevemente. En primer lugar, aqu� estaba su ridiculez y presunci�n, en el sentido de que prescribir�an y limitar�an a Dios a un camino propio: piden una se�al.

Pero aqu� estaba el aborto espont�neo de estos jud�os, que le ense�ar�an a Dios, le pondr�an una regla y un punto al que le determinar�an; que cuando �l quisiera que se hiciera predicando, ellos lo har�an por milagro. Y cuando los ap�stoles les llevaran un serm�n, necesitar�an tener una se�al. Esta es una regla segura: que en las cosas de Dios especialmente, como en todas las dem�s, debemos ser gobernados por Dios mismo.

Pedir una se�al era aqu� una presunci�n. Nuevamente, as� como puede haber una falta en pedir uno, as� tambi�n puede haber una falta en rechazar uno, cuando Dios nos ofrece uno: observe que este fue el aborto espont�neo de Acaz ( Isa�as 7:11 ). Pero ahora donde Dios coloca un letrero, all� tiran el letrero, hacia abajo. Como por ejemplo ahora en el sacramento de la Cena del Se�or.

Aqu� tiran el letrero. As�, los que est�n tan a favor de las se�ales en otro momento, como los propios jud�os, para exigirlas cuando les plazca; aqu�, cuando Dios les ofrece una, no la tendr�n. En segundo lugar, aqu� estaba su perentoriedad e importunidad, requieren una se�al; es decir, no hay remedio, pero deben tener uno a toda prisa. Si lo hubieran pedido con modestia y sobriedad, aunque lo hubieran pedido, tal vez no hubiera habido tanto en �l: ha habido algunos de los siervos de Dios que han pedido se�ales, y no se les ha culpado por ello; Gede�n pregunt� a uno y lo ten�a en su vell�n h�medo y seco ( Jueces 6:37 ).

Ezequ�as, nuevamente, pregunt� a uno ( 2 Reyes 20:8 ). En tercer lugar, aqu� estaba su malicia y perversidad, �requieren una se�al�, como si hasta ahora nunca la hubieran tenido. A los jud�os se les manifestaron signos de Cristo, tanto por �l mismo en Su propia Persona particular, como tambi�n en Sus siervos los ap�stoles; ten�an prodigios arriba en el cielo, y se�ales abajo en la tierra; como est� en Hechos 2:19 , y en el vers�culo 22 del mismo cap�tulo - �Vosotros varones de Israel o�d estas palabras, Jes�s de Nazaret, hombre aprobado por Dios entre vosotros por milagros, prodigios y se�ales que Dios hizo por medio de �l en medio de ti �, etc.

Y nuevamente (vers�culo 43), �Los ap�stoles hicieron muchas maravillas y se�ales�. Y ( Marco 16:20 ), "El Se�or confirm� la Palabra con las se�ales que la segu�an". Entonces vemos que no quer�an se�ales y, sin embargo, como si hubieran estado totalmente desamparados, aqu� las requieren; esto era ahora una horrible perversidad y malicia en ellos, y un menosprecio tanto del poder como de la bondad de Dios mismo.

El segundo es la investigaci�n o la b�squeda de los gentiles, "Los griegos buscan la sabidur�a". Por griegos aqu� debemos entender a todas las dem�s naciones adem�s de los jud�os. Ahora bien, el gran saber y elocuencia de los griegos fue ocasional y accidentalmente a trav�s de su corrupci�n, no en la naturaleza de la cosa en s�, un gran obst�culo para ellos por abrazar el conocimiento salvador de Cristo; estaban tan cautivados por las presunciones y aprensiones de su propio ingenio y sus excelentes partes, que la predicaci�n de la Cruz no les pareci� m�s que una tonter�a; no creer�an nada ahora en religi�n sin un argumento y una demostraci�n.

En resumen, hay dos cosas especialmente aqu� prohibidas por este pasaje de los ap�stoles. Primero, restringir las verdades y doctrinas de la religi�n a las aprehensiones de la raz�n carnal, la sabidur�a de la carne. Esto fue culpa de estos griegos, y debemos tener cuidado de que no sea nuestra. Y la raz�n de esto es que, en verdad, la religi�n es un misterio, y las cosas que se proponen en el evangelio est�n por encima del alcance del ingenio humano.

�Por qu�, sino entonces debemos dejar de lado toda clase de raz�n en materia de religi�n? �Es el cristianismo un negocio irracional? �Y el evangelio nos priva de nuestro ingenio y entendimiento ordinario? No, no importa; la religi�n no est� en contra de la raz�n, pero est� por encima de ella. La suma de todo es �sta, esa raz�n puede mejorarse en religi�n, pero la religi�n no se limita a la raz�n; la fe y la recta raz�n no se cruzan, aunque de hecho no siempre se encuentran; es m�s, de hecho, la religi�n es en realidad la mayor raz�n y sabidur�a de todas, porque es la raz�n y la sabidur�a de Dios mismo, que es la inteligencia m�s elevada.

Y eso es lo primero que se grav� aqu� en estos griegos en el texto, su b�squeda de la sabidur�a, es decir, la sabidur�a de la carne, al restringir la religi�n a la raz�n, lo cual es algo que aqu� se nos proh�be. La segunda es la sabidur�a de las palabras al adulterar la ordenanza de la predicaci�n con la afectaci�n de la elocuencia humana; esto no debemos hacerlo nosotros ni, ni en predicadores ni en oyentes.

Esta fue otra cosa en estos griegos que buscaban sabidur�a, rechazaron la doctrina de Cristo, porque no les fue presentada con la excelencia del habla y la sabidur�a humana, lo que el ap�stol Pablo hizo declinando con prop�sito, como nos dice ( 1 Corintios 1:17 ; 1 Corintios 2:1 ).

Para la correcta comprensi�n de este punto, para que no nos equivoquemos, no prohibimos aqu� todo uso del aprendizaje o la elocuencia humanos en referencia a la predicaci�n; pero - Primero, que este no sea el principal negocio que pretendemos: podemos usar estas cosas por el momento, pero este no es el principal para que nos cuidemos, como ni�os que miran m�s la portada del libro. de lo que hacen lo que est� contenido en �l.

En segundo lugar, debemos considerar la naturaleza de esta elocuencia y sabidur�a, qu� es; hay una expresi�n atractiva adecuada a la naturaleza del asunto y el argumento del que se habla, que muy bien puede convertirse en un predicador del evangelio; pero las l�neas fuertes y la grandilocuencia son muy poco agradables e impropias. En tercer lugar, para la medida de hacerlo, debe hacerse con mucha moderaci�n y moderaci�n; Me refiero a la mezcla de ingenio y aprendizaje humano en la predicaci�n; como salsa, pero no como carne.

Por �ltimo, debe tenerse en cuenta la naturaleza del aud�fono en s�, con el que debemos ocuparnos, que sean los que sean capaces de hacerlo y donde pueda servir como una ventaja para la transmisi�n de la doctrina misma. Con estas y otras explicaciones similares puede haber un buen uso de la elocuencia y el habla humanos; pero por lo dem�s, en exceso y fallando en la forma de hacerlo, es muy peligroso e inconveniente.

Y eso especialmente, como primero, muchas veces quita la eficacia de las ordenanzas y anula la Palabra de Dios. En segundo lugar, adem�s de esto, es lo que no es tan aceptable en su mayor parte para un coraz�n espiritual. En tercer lugar, Dios mismo no obra com�nmente por ellos: "Por la locura de la predicaci�n salva a los que creen". ( Thomas Horton, D. D. )

La razonabilidad del evangelio

El mal existe, es el resultado del pecado, que es una falta de afecto por Dios, y su curaci�n es por Cristo crucificado. Dios est� limitado en su modo de curaci�n por las capacidades y dotes de la naturaleza humana.

I. El evangelio no puede ser un sistema de fuerza. Debe ser uno de los motivos.

II. El amor no se puede transferir a voluntad de un objeto a otro. Dios debe hacerse hombre para asegurar el afecto del hombre.

III. El odio en el coraz�n humano s�lo puede ser conquistado y superado mediante un amor abnegado manifestado. La primera obra de Dios es ense�ar a los hombres su pecaminosidad y su necesidad de salvaci�n. Sin fe es imposible agradar a Dios. No hay otra v�a para el coraz�n humano que la que Dios ha probado.

IV. Los deberes y prohibiciones del evangelio son exigidos por nuestra naturaleza. Los cient�ficos sociales admiten esto. La oraci�n, la alabanza, la adoraci�n son tan necesarias para el crecimiento del alma como la comida, el ejercicio y el descanso para los poderes corporales.

V. Las recompensas y los castigos del evangelio est�n de acuerdo con la naturaleza, con la raz�n, con esos principios sobre los cuales actuamos en la vida diaria. Esta sabidur�a de Dios se adapta perfectamente a los deseos del hombre y satisface las necesidades del hombre. ( Mons. Fellowes .)

Pero predicamos a Cristo crucificado. -

Un predicador ortodoxo

I. El tema principal del ministerio de Pablo.

1. La Persona declarada en su ministerio. Cristo, no los patriarcas, profetas, etc. Los hombres de renombre en la historia no deben suplantar a Jes�s.

2. La expiaci�n proclamada en su ministerio. Tenemos que hablar a las masas, no a la ciencia, la filosof�a, etc., sino a un Se�or crucificado.

II. Las grandes dificultades en el ministerio de Pablo.

1. La superstici�n de los jud�os. Desde�aron el evangelio porque apelaba a su naturaleza espiritual. No quer�an un Mes�as sufriente. Si buscamos se�ales, somos supersticiosos. Estamos rechazando las nuevas de "Cristo crucificado".

2. El escepticismo de los griegos. Un Cristo crucificado se les apareci� como una f�bula. Muchos en esp�ritu todav�a est�n haciendo lo mismo.

III. El car�cter divino del ministerio de Pablo.

1. La universalidad del evangelio. El glorioso evangelio es para toda la humanidad.

2. El poder del evangelio. La muerte de la Cruz es la mayor manifestaci�n del poder de Dios.

3. El conocimiento del evangelio. Cristo muestra la m�s alta sabidur�a de Dios. Nadie puede instruirnos correctamente sino Cristo, y nunca aprenderemos la sabidur�a de Dios a menos que nos sentemos al pie de la Cruz.

Conclusi�n:

1. No hay otra forma de salvaci�n que la revelada en el evangelio de un Salvador crucificado.

2. Que nunca seamos de la clase que rechaza y desprecia el m�todo de redenci�n de Dios.

3. Entre el conflicto del poder y la sabidur�a, Cristo es la encarnaci�n viviente de la fuerza m�s grande del mundo.

4. Debemos creer en el evangelio antes de que podamos experimentar su influencia salvadora. ( A. Buckley .)

Nuestra predicaci�n

I. Su gran tema. Cristo crucificado. Nosotros&mdash

1. Declare la naturaleza de Su muerte.

2. Exhiba sus beneficios.

3. Persuadir a los hombres para que busquen inter�s en ella.

II. Su recepci�n.

1. Algunos lo rechazan con desprecio.

2. Algunos lo reciben con respeto y ventaja. ( J. Lyth, D. D. )

La predicaci�n de San Pablo en Corinto

I. Lo que predic� San Pablo. �Cristo crucificado�, es decir , no tanto los sufrimientos de Cristo en la Cruz como las doctrinas relacionadas con la Cruz y todos los beneficios que nos asegura. El predic�

1. La dignidad de Aquel que sufri�.

2. Su humillaci�n.

3. Su disposici�n.

4. La verg�enza de su muerte.

5. La intensidad de sus sufrimientos. Su muerte fue prolongada, no repentina. Sufri� por los hombres, por los demonios, por Dios.

II. Algunas razones de su predicaci�n. Hab�a&mdash

1. Razones personales. Se le confi� una dispensaci�n. San Pablo predic� as� porque se le orden�. �Ay de m�, etc.

2. Razones doctrinales. Predic� a Cristo crucificado porque junto a la cruz:

(I) La ira de Dios se aplaca. Dios estaba dispuesto a apaciguarse; pero la justicia de Dios no podr�a apaciguarse si no fuera por la muerte de Cristo.

(2) La ley de Dios est� silenciada. Por cada incumplimiento de sus mandamientos, la ley truena contra nosotros: "El alma que pecare, esa morir�". Pero Cristo ha sufrido todas las maldiciones de la ley quebrantada a favor nuestro. ��l nos redimi� de la maldici�n de la ley, hecho por nosotros maldici�n�. "Ahora no hay condena", etc.

(3) Nuestra culpa se elimina. Si la ley de Dios, que hemos quebrantado, ha sido satisfecha por Cristo, entonces necesariamente debe seguir la eliminaci�n de nuestra culpa.

(4) El poder del diablo est� sometido.

(5) Se promueve la santidad El Dr. Chalmers nos dice que, mientras predicaba solo deberes morales, no ve�a resultados en sus labores. Toda la vehemencia de su poderosa oratoria no tuvo el peso de una pluma para hacer sobrio al borracho y limpio al hombre imp�o. Pero cuando comenz� a predicar la expiaci�n, vio en abundancia los preciosos frutos de la santidad; y entonces John Berridge nos dice que durante seis a�os predic� moralidad a sus feligreses en Stapleford hasta que apenas qued� un hombre moral en la parroquia; pero cuando el Esp�ritu de Dios le ense�� a levantar a Cristo, la gente acudi� al santuario con profunda preocupaci�n por sus almas.

(6) Se abre el cielo.

Conclusi�n: Por lo tanto, vemos el deber de los ministros, es decir, caminar en los pasos de Pablo.

1. Fue enf�ticamente un predicador. Nosotros tambi�n, que somos ministros, debemos aspirar a ser predicadores. La comisi�n de nuestro Se�or dec�a: "Id por todo el mundo y predicad". "Cristo me envi�", dice Pablo, "no a bautizar, sino a predicar el evangelio". Otros, hombres sin inspiraci�n, han dicho lo mismo. Latimer dijo: "Quita la predicaci�n, quita la salvaci�n". San Cris�stomo afirma: �Todo mi sacerdocio es ense�ar y predicar el evangelio. Este es mi sacrificio ".

2. Pero, �qu� vamos a predicar? Cristo crucificado. Los socinianos predican a Cristo, pero solo como un ejemplo brillante, no como un sacrificio vago. Pero nosotros, como San Pablo, predicamos a Cristo crucificado, porque sabemos que esta es la �nica predicaci�n que Dios Esp�ritu Santo honrar�. Como dice Cecil, �Un fil�sofo puede filosofar a sus oyentes, pero la predicaci�n de Cristo solo los convertir�. Los hombres pueden predicar a Cristo de manera ignorante, torpe y absurdamente, pero Dios dar� esa eficacia a la predicaci�n, porque est� decidido a magnificar Su propia ordenanza ". ( C. Clayton, M. A. )

Predicaci�n apost�lica

I. Su asunto. El ap�stol opone su tema, por un lado, a los maestros judaizantes, que ense�aron a los conversos que deb�an ser circuncidados y guardar las leyes de Mois�s; y, por otra parte, a los fil�sofos gentiles, que dedicaron mucho tiempo a arengar elocuentemente sobre la belleza de la virtud y la deformidad del vicio; pero quienes, con todas sus artes de la ret�rica, nunca pudieron guiar a un alma al cielo.

II. Su manera exhibieron la Cruz de Cristo.

1. Como fin de la ley para justicia.

2. Como el �nico fundamento de una esperanza segura de ser aceptado por Dios.

3. Como el �nico objeto leg�timo de la gloria de un cristiano.

4. Como el incentivo m�s poderoso para la obediencia.

Conclusi�n: d�jame preguntarte ...

1. �Qu� piensas de Cristo?

2. �Qu� influencia ha tenido el tema en ti? ( J. Hooper .)

Predicaci�n apost�lica

I. Su gran tema. Los ap�stoles establecieron:

1. La dignidad de la persona de nuestro Salvador como el verdadero Mes�as de Dios.

2. La perfecci�n de Su expiaci�n. Habiendo puesto los cimientos en Su Divinidad, esto sigui� naturalmente.

3. La plenitud de su redenci�n. Cristo muri� por todos los hombres y, por lo tanto, estamos capacitados para ofrecer salvaci�n a todos. Esta es una bendici�n que conduce a todos los dem�s.

II. La acogida que tuvo esta doctrina.

1. "Para los jud�os fue una piedra de tropiezo".

2. Para los griegos era una tonter�a.

3. "A los llamados, as� jud�os como griegos, Cristo poder de Dios y sabidur�a de Dios". Estas perfecciones se descubren admirablemente si consideramos:

(1) El m�todo que tom� Dios para dar a conocer a la posteridad decadente del hombre sus designios misericordiosos.

(2) Los hombres que Dios seleccion� para llevar el mensaje de salvaci�n al mundo.

(3) Los t�rminos f�ciles que el Se�or ha fijado para ser beneficiados por la redenci�n.

(4) Los grandes efectos que ha producido esta doctrina. ( E. Oakes .)

La predicaci�n apost�lica: su tema y efectos

I. El gran tema de la predicaci�n apost�lica. La crucifixi�n de nuestro Se�or fue el gran centro de su predicaci�n, pero su alcance fue mucho m�s amplio. Predicaron a Cristo en ...

1. La Divinidad de Su persona.

2. La perfecci�n de Su expiaci�n.

3. La variedad de Sus oficios.

4. Las bendiciones de su redenci�n.

5. La universalidad de Su gobierno.

II. La diversidad de efectos que acompa�an a la publicaci�n de este evangelio.

1. Para los jud�os fue una piedra de tropiezo, y para los griegos una locura; "A los que son llamados" -

(1) La sabidur�a de Dios. Esta sabidur�a se muestra en ...

(a) El maravilloso m�todo por el cual se eliminaron las dificultades que se interpon�an en el camino de la restauraci�n del hombre ca�do.

(b) La perfecta adaptaci�n de los medios que proporciona para la consecuci�n de la salvaci�n humana. Primero, el sacrificio de Cristo. Segundo, la dispensaci�n del Esp�ritu Santo.

(c) Su tendencia directa a contrarrestar una de las manifestaciones m�s evidentes de la depravaci�n humana: el orgullo.

(d) En la selecci�n de los instrumentos que fueron ordenados para propagarlo.

(e) El per�odo designado para su proclamaci�n.

(f) La facilidad de esos t�rminos en los que se otorgan los beneficios.

(2) El poder de Dios se muestra en:

(a) Los diversos actos mediante los cuales se llev� a cabo el estupendo plan.

(b) La influencia Divina que acompa�� a la publicaci�n de esta doctrina.

(c) El progreso triunfal que el evangelio ha logrado contra toda oposici�n.

(d) Su influencia en los destinos presentes y eternos del hombre. ( J. Bowers .)

Predicando a Cristo crucificado

1. La predicaci�n es una agencia previamente desconocida, que el cristianismo ha creado para s� mismo, y as� como el evangelio ha sido verdaderamente aprehendido, ha buscado; expresi�n puramente a trav�s de esta forma. Racional�celo en una filosof�a, y el p�lpito se convierte en una tribuna desde la que dar una conferencia; confunde con un misterio m�gico, y el p�lpito queda desierto para el altar. Pero el cristianismo no es "una sabidur�a" para los "griegos" ni "una se�al" para los "jud�os"; es un mensaje divino para el cual la predicaci�n debe ser siempre el veh�culo apropiado.

2. Cuando colocamos nuestro p�lpito moderno junto al de los hombres apost�licos, hay una divergencia bastante amplia. La suya fue simple, directa, hist�rica; se construy� sobre unos pocos hechos que se aferraron a una Persona central. La nuestra es elaborada, discursiva, te�rica. Hasta cierto punto, esta diferencia no solo es natural, sino adecuada. Porque los ap�stoles eran predicadores misioneros, dirigi�ndose a hombres para quienes todo era nuevo.

Nosotros, que ministramos entre un pueblo moldeado por las verdades que predicamos, debemos atravesar un campo m�s amplio y no podemos negarnos a usar lo que el pasado cristiano ha tra�do para ilustrar o confirmar el antiguo mensaje. En accesorios ayuda a que el p�lpito se haga m�s rico cada a�o; sin embargo, debido a esta riqueza tan vergonzosa, el predicador corre el peligro de ser enga�ado demasiado lejos de su trabajo designado.

I. El gran tema del p�lpito.

1. El evangelio se ofrece a s� mismo como un plan de restauraci�n; y comienza con un evento que eleva el esquema por encima del paralelo: el descenso a nuestra raza de Dios mismo. En ning�n otro momento la creaci�n toca a la Divinidad en una comuni�n tan extra�a.

2. Si estimamos el momento singular de este hecho, no nos sorprender� encontrar todo el curso tanto de la naturaleza como de la providencia mirando hacia �l.

(1) As�, en la constituci�n de la naturaleza se establecieron materiales para ese rico simbolismo que a la luz de las Sagradas Escrituras nos corresponde leer. Cuando, por ejemplo, la luz difundida a trav�s del espacio recibi� un hogar para nosotros en el sol, parece haber estado presente en el pensamiento de Dios la reuni�n final de Su gloria omnipresente en Cristo como la luz espiritual del mundo.

Y cuando, bajo las leyes de la vida org�nica en animales o plantas, muchas partes fueron entretejidas y sostenidas en acci�n colectiva por una fuerza indescubierta, residente en una parte, pero penetrando el todo, �l quiso presagiar la misteriosa conjunci�n de las almas creyentes en una sola. , incluso Jes�s, por el Esp�ritu vivificante que procede de �l.

(2) Lo mismo ocurre con la providencia. Esas l�neas extra�amente divergentes que traza la historia tienen un punto de reensamblaje en el advenimiento de Jesucristo. Preparar a las naciones para ello en el cumplimiento de los tiempos, y elaborar sus frutos desde entonces, debe ser la clave de los intrincados movimientos de la providencia en todos los tiempos.

3. Si el plan cristiano de salvaci�n a trav�s de Dios encarnado es, por tanto, el centro de gravedad del mundo, entonces su propio centro de gravedad es la Cruz. El pensamiento moderno es fuerte porque reconoce la Encarnaci�n; pero es d�bil porque no ve el resultado necesario del Advenimiento en la Cruz. El evento del G�lgota lleg� a completar y explicar el evento de Bel�n. Cristo tom� nuestra naturaleza para redimir nuestras almas; naci� para morir. As� llegamos al coraz�n del cristianismo. Ese es un evangelio insensible que brilla sobre el hecho de la expiaci�n con frases vagas; lo que lo ignora o lo niega es otro evangelio por completo.

4. Pero sobre estos hechos, �cu�l es el mensaje que descansa? No simplemente que el hombre Jes�s era en realidad el Hijo de Dios y se convirti� en uno de nuestra propia raza; ni que hace muchos siglos sufri� generosamente y muri� por nosotros; pero que el Dios-Hombre, que una vez anul� la culpa en Jerusal�n y gan� la liberaci�n, est� aqu� y, por lo tanto, puede salvar a todos los que conf�an en �l. Tiene un perd�n que gan� como hombre, pero lo otorga como Dios.

Este Cristo actuando con Su acceso directo y contacto con los hombres, debemos predicar. Predicamos a un Cristo que, por haber sido crucificado una vez, ya no est� muerto; pero aun ahora y siempre est� infundiendo poder y vida en los corazones humanos; y de este poder central de Cristo para dar el Esp�ritu Santo como fruto de Su �rbol amargo, se ramifican m�ltiples obras espirituales como los milagros de Su ministerio terrenal.

II. Las consideraciones que deben regular su entrega desde cada p�lpito. Pentecost�s dio lenguas a los disc�pulos. Ese fue el cumplea�os de la predicaci�n. El nuevo mensaje trajo una nueva expresi�n; y los tiempos de despertar religioso han sido se�alados por un nuevo desarrollo de los dones de predicaci�n. As� fue en el renacimiento del siglo XIII, del XV, del XVIII. Entonces, �cu�l es esta voz novedosa que el evangelio de Cristo ha encontrado por s� mismo?

1. En cuanto a la materia, no se puede admitir nada que sea completamente extra�o, y todo lo que es af�n tiene derecho a estar aqu� s�lo en la medida en que pueda servir a la deriva principal del predicador e ilustrar o elogiar su mensaje. �sta no es una regla de exclusi�n estricta; porque dif�cilmente hay un departamento de pensamiento o conocimiento humano que no est� relacionado con Jesucristo. Sin embargo, la regla tiene un valor constante.

�Qu� montones de conocimientos sagrados han enterrado a veces el simple mensaje! �Qu� sutilezas teol�gicas intrincadas han dejado perplejo al oyente! El evangelio se ha discutido con m�s frecuencia que se ha predicado. Nada tiene derecho a aparecer en un serm�n excepto porque contribuye a la claridad y el efecto del mensaje sobre Cristo.

2. En cuanto a la forma del mensaje, debe estar en el declarativo principal. Si es fiel a su naturaleza, no puede ser otra cosa. Admite, de hecho, encarnaci�n en un credo; ha dado a la filosof�a sus principios m�s ricos y profundos; antes de que salga la �nica ley de �tica; sin embargo, ninguno de ellos es el evangelio. En su esencia desnuda, es una salvaci�n ofrecida en la persona de un Salvador. Como tal, se publicar�.

Esta forma declarativa implica dos elementos subordinados. Encontramos envueltos en el objeto de la predicaci�n dos cosas, una persona y un hecho. Ahora bien, estos deben dar a la predicaci�n a la vez un car�cter hist�rico y personal. Ese cristianismo tiene sus ra�ces en el pasado y tuvo un lugar de nacimiento que lo vincula a un punto de la historia. Todo lo que concierne a la vida de Cristo, con sus presagios, sus automanifestaciones y cada paso registrado que condujo al logro de la redenci�n, debe ocupar un lugar destacado en el p�lpito cristiano. Sin embargo, lo hist�rico debe mezclarse con el elemento personal; y ese ministerio es el mejor que conduce directamente al Salvador viviente y ayudante. ( J. Oswald Dykes, DD )

Cristo crucificado

Primero, el carruaje del ap�stol, en cuanto al orden de su ministerio; y en segundo lugar, la doctrina del ap�stol, en cuanto a la naturaleza de esos puntos y verdades que fueron entregadas en ella. Primero, por su carruaje; esto se nos insin�a mucho en la part�cula adversativa "pero", donde hay estas cosas m�s considerables: primero, su contrariedad de esp�ritu; vemos claramente que Pablo y el resto de los ap�stoles con �l tomaron un camino completamente contrario al que requer�an tanto jud�os como gentiles; uno requer�a una se�al y el otro buscaba sabidur�a; pero no acomodaron a ninguno, sino que predicaron a Cristo crucificado.

�Qu� aprendemos de ah�? Que es el deber y la sabidur�a de un ministro cruzar los humores carnales de los hombres; cuando la gente afecte tal tipo de predicaci�n que no sea provechosa para ellos, especialmente para hacerlos fallar en sus expectativas. Los m�dicos, cuando sus pacientes son inmoderados en tener sed de bebida, se lo ocultan. Y la raz�n de esto es que la satisfacci�n de tales humores los alimenta y les da fuerza.

Esto entonces se encuentra con todos aquellos cuyo comportamiento es completamente contrario a esto, que hacen que no las necesidades de sus oyentes, sino sus afectos, sean la regla de su ense�anza; y si hay algo de mal humor o humor m�s que otro, que prevalece y abunda en ellos, seguramente se aplicar�n a eso en el curso de su ministerio. En segundo lugar, tenemos aqu� en este pasaje la humildad y la abnegaci�n del ap�stol, en el sentido de que aqu� hizo a un lado aquellas cosas en las que de otra manera se habr�a gloriado y dispuesto a s� mismo; aqu� neg� su propia sabidur�a, conocimiento y elocuencia, y logros como �stos, para poder hacer avanzar mejor el evangelio de Cristo.

Pablo hab�a sido arrebatado al para�so, y se le hab�a hecho part�cipe de los misterios admirables que all� le fueron revelados, de modo que ahora deber�a condescender a la predicaci�n de puntos tan familiares, y eso de una manera tan familiar, como lo hace aqu� �ntimamente para nosotros. Esto, digo, era un asunto que deb�a ser muy apreciado en �l. "Predicamos a Cristo crucificado". Hab�a un gran asunto en eso, para criaturas tan pobres como nosotros.

�Qu� nos ense�a esto ahora sino esto, esa clase de ense�anza sencilla y familiar y el esclarecimiento de los misterios de la religi�n de una manera f�cil y clara, es lo que bien puede llegar a ser el m�s grande y m�s erudito que existe; No es ninguna verg�enza ni menosprecio para ning�n maestro. Y realmente, �por qu� no, si de hecho lo consideramos todos? primero, hay mucho m�s arte y habilidad a veces en �l que de otra manera; predicar a Cristo crucificado, y verdades fundamentales de religi�n como estas, y de la manera en que deben ser predicadas, requiere mucha m�s sabidur�a como perteneciente a ella que muchos otros puntos adem�s, que pueden ser para algunos vanos tipo de mentes parecen estar muy por encima de ellos.

Es m�s f�cil predicar fantas�as y nociones que predicar verdades s�lidas; es m�s f�cil predicar con las seductoras palabras de la sabidur�a del hombre, que predicar con la poderosa evidencia y demostraci�n del Esp�ritu de Dios. En segundo lugar, a medida que hay m�s habilidad en ello, tambi�n hay m�s modestia y menos tentaci�n y peligro de aborto espont�neo; el desahogo de extra�as especulaciones, y la predicaci�n plausible a los humores y afectos de los hombres a este respecto, no est� exenta de cierto riesgo de orgullo y autoaplauso en aquellos que lo har�n.

En tercer lugar, tambi�n hay beneficio y ventaja para nuestros oyentes en lo que respecta al bien de sus almas. Adem�s, si hablamos del aprendizaje humano y de la elocuencia misma, debemos saber que esto no contradice ni contradice una predicaci�n sencilla. A veces puede haber mucho aprendizaje en un serm�n sencillo y en el comienzo de una verdad clara en ese serm�n. En tercer lugar, aqu� est� su fidelidad e imparcialidad a cualquiera de las partes en la indefinici�n de los temas a los que se extiende esta doctrina, tanto a jud�os como a gentiles; predica a Cristo crucificado a ambos, como una doctrina que bien podr�a ajustarse a ambos.

Y en particular no s�lo los jud�os, que eran un pueblo de capacidades m�s bajas, sino tambi�n los griegos, que eran un pueblo de m�s aprensiones. Y un ministro no ofende a sus oyentes con tales puntos, sean quienes sean. En primer lugar, porque son puntos que en verdad tienen un alcance muy profundo en la religi�n. En segundo lugar, los m�s sabios y eruditos que son, puntos como estos pueden muy bien convertirse en ellos, en tanto que son puntos necesarios y que tienden a la salvaci�n misma.

Si los sabios quieren ser salvos, deben alegrarse de escuchar las verdades salvadoras: solo hay un camino de salvaci�n para ellos, y todos los dem�s adem�s. Aquellos que tienen la mayor habilidad en f�sica, se alegran de tomar las mismas pociones para su salud que otros toman. En tercer lugar, de nuevo, hay esto adem�s de considerable en ello, que hay una profundidad infinita en estos asuntos, que nunca podremos alcanzar o sumergirnos suficientemente, y aquellos que nunca supieron tanto de ellos, sin embargo, todav�a son capaces de saber. m�s.

Adem�s, adem�s, necesitamos afectos incluso all� donde no necesitamos informaci�n. �sta es una base especial para la predicaci�n de verdades claras a grandes ingeniosos, con el fin de trabajar en sus corazones y atraer su amor y afecto hacia ellos. No despreciemos las doctrinas comunes de la religi�n, ni las consideremos demasiado bajas para nosotros; lo cual, como ning�n hombre es demasiado bueno para predicar, tampoco nadie es demasiado bueno para escuchar, ni para haberles impartido y comunicado.

En cuarto lugar, hay aqu� una cosa m�s en su pr�ctica, y es esta, a saber, su sabidur�a y discreci�n en el curso que tom� aqu� para curar y quitar los malestares de estos jud�os y gentiles en referencia a la predicaci�n; y eso es por el ejercicio mismo de la predicaci�n. Lo consideraron la locura de la predicaci�n. Bien, �c�mo hace ahora el ap�stol para liberarlos de este error? pues, no lo hace de otra manera que predicandoles.

Y hay una buena raz�n para esto: primero, porque una gran ocasi�n de prejuicio de la gente contra la predicaci�n es porque de hecho no la conocen. En segundo lugar, porque hay una autoridad en la predicaci�n, y una eficacia que la acompa�a, que impone respeto. Pero tanto del primer particular, a saber, el carruaje del ap�stol en cuanto a la ordenaci�n de su ministerio, que hemos visto en cuatro casos diferentes.

El segundo es la doctrina del ap�stol para los puntos entregados por �l, y eso es Cristo crucificado. Esta fue la cuerda sobre la que el ap�stol insisti� aqu�, y la lecci�n que ense�� principalmente; de donde podemos observar tanto, que Cristo crucificado es el objeto principal y el asunto de nuestra predicaci�n. Pero, �por qu� Cristo crucificado, en lugar de exhibir a Cristo en alguna otra consideraci�n? �Por qu� no m�s bien Cristo encarnado, ya que esa fue la primera noticia de �l? �O por qu� no resucit� Cristo, o ascendi� Cristo, que fue mucho m�s glorioso? Seguramente hay una muy buena raz�n para ello: primero, porque les dar�a lo peor de Cristo al principio, para mostrar que no se avergonzaba de �l, ni del evangelio que lo dio a conocer, sino que por esto �l �Podr�a prepararlos mejor para otras verdades,

La Cruz de Cristo es la primera letra de todas en el alfabeto cristiano. Los comienzos de Dios con nosotros suelen ser los m�s tediosos. Sus conclusiones y cierres son en su mayor parte muy dulces y c�modos. En segundo lugar, porque Cristo crucificado, es virtualmente e impl�citamente todo lo dem�s; porque �por qu� se encarn� Cristo? fue con este fin que �l podr�a ser crucificado. En tercer lugar, este era el misterio que m�s nos preocupaba por el bien y el beneficio que se derivan de �l; Su muerte fue lo que pacific� la ira de Dios y pag� la deuda que se deb�a por nuestros pecados.

Por �ltimo, Cristo crucificado, porque esto fue en lo que este pueblo tuvo una participaci�n particular como instrumental; ellos mismos hab�an participado activamente en la crucificaci�n de Cristo. Por lo tanto, en consecuencia, encontraremos que esta era la pr�ctica de los ap�stoles en todo el curso y camino de su ministerio. Y as� es que es la obra principal de nuestra, es la doctrina que debe ser principalmente predicada por nosotros; y eso sobre las siguientes consideraciones.

Primero, como es una doctrina de la mayor humillaci�n, es una doctrina humillante y convincente. Si preguntamos c�mo se hace esto, respondo con un acto de reflexi�n y consideraci�n especial a este prop�sito, a saber, a partir de ah� tomando nota de esta naturaleza penosa y odiosa del pecado; los que no hacen nada del pecado, pueden ver aqu� lo que es ahora, en el precio que se pag� por �l, y el dolor que sufri� para expiarlo en Cristo crucificado.

Esta doctrina de la Pasi�n de Cristo, es as� en este modo de proceder una doctrina de humillaci�n, y por lo tanto m�s apta para ser impulsada en el curso de nuestro ministerio. Y eso porque esta es una parte principal de nuestro ministerio, humillar a los hombres y convencerlos del pecado. En segundo lugar, esta doctrina de Cristo crucificado, ya que tiene motivo para ser la obra principal de nuestro ministerio, por cuanto es una doctrina humillante; as� tambi�n tiene raz�n para ser as�, porque es una doctrina consoladora, y una doctrina del mayor consuelo posible.

Primero, como la muerte de Cristo nos mantiene alejados de la ira de Dios y nos compra la paz con Dios el Padre; para eso lo hace, como podemos ver en Colosenses 1:19 . En segundo lugar, nos obtiene la paz con los �ngeles y con todas las dem�s criaturas, ya sea en el cielo o en la tierra. En tercer lugar, nos libera del poder y dominio del pecado.

En cuarto lugar, nos libera del poder y la tiran�a de Satan�s ( Colosenses 2:15 ). En quinto lugar, de la servidumbre y la servidumbre a la ley ceremonial, Cristo crucificado nos huye de aqu� ( Colosenses 2:14 ). En sexto lugar, nos libera de los temores desmedidos de la muerte y la disoluci�n final ( 1 Corintios 15:55 ; Hebreos 2:14 ).

Ahora bien, esta doctrina que contiene tanta dulzura y comodidad en ella, �qu� se sigue de ah�, pero que, en consecuencia, deber�a ser una parte principal de nuestro ministerio para impartirla? En tercer lugar, ya que es una doctrina de la m�s rica y abundante gracia; porque contiene en �l el amor supremo de Dios hacia la humanidad y la altura de su misericordia para con nosotros. En Cristo crucificado hay una combinaci�n de todas las riquezas y misterios del evangelio: fue Su amor encarnarse, ser tentado, perseguido por nosotros; s�, pero Su Pasi�n fue la realizaci�n y perfecci�n de todo lo dem�s ( Juan 15:13 ).

�Qu� es entonces predicar a Cristo crucificado? Para responder a esto, debemos saber tanto, que el significado de esto no es este, que no debemos predicar de ning�n otro tema sino solamente de la muerte de Cristo; porque hay muchos otros puntos adem�s de los cuales es necesario que un ministro hable, y que un cristiano tambi�n escuche. Primero, en lo que respecta a nuestra predicaci�n, que debemos predicar esto principalmente, y hacer que la gente sea sensible a este punto m�s especialmente que a cualquier otro, porque la bisagra del evangelio gira en torno a este punto, y somos ministros del evangelio.

En segundo lugar, para el orden de nuestra predicaci�n, hacer todo en referencia a esto; luego predicamos a Cristo crucificado, no s�lo cuando hablamos de este argumento para el tema particular del mismo, sino tambi�n cuando predicamos puntos que son introductorios y preparatorios del mismo, o que son superestruidos y fundamentados en el mismo. En tercer lugar, por la manera de nuestra predicaci�n, luego predicamos a Cristo crucificado, cuando predicamos a Cristo y la doctrina de Cristo de una manera grave y sobria; esto queda claro por la oposici�n que el mismo ap�stol Pablo establece ( 1 Corintios 2:2 ), donde coloca esta predicaci�n de Cristo crucificado como opuesta a la excelencia del habla humana. ( Thomas Horton, D. D. )

Predicando a Cristo

La expresi�n significa:

I. Predicar sus doctrinas. Si digo que Newton se ense�a en nuestras universidades, me refiero a que se ense�an sus doctrinas; y predicar a Cristo crucificado es predicar sus doctrinas ( Hechos 15:21 ). Por ejemplo, el mundo dice: Resent� por una lesi�n; Cristo dice: Perdona a tus enemigos. Por lo tanto, si predicamos el perd�n, �no estamos predicando a Cristo, aunque no se pueda hacer una menci�n clara de Su Divinidad o de la doctrina de la Expiaci�n? El mundo dice: complazca sus inclinaciones; Cristo dice: S� puro en los �ltimos recovecos de tu mente.

Entonces, el que vive una vida pura est� ense�ando a Cristo, aunque no en todas las ocasiones lo nombre. En el Serm�n de la Monta�a y en la Ep�stola de Santiago, no hay una palabra con respecto a la Expiaci�n; Pero si trabajamos con las verdades contenidas en ellos, predicamos a Cristo.

II. Predicar la verdad en conexi�n con una persona; no es meramente pureza, sino el Puro; no s�lo la bondad, sino el Bueno, al que adoramos. Observe las ventajas de este modo de predicaci�n.

1. Hace que la religi�n sea pr�ctica.

2. Nos da algo que adorar, porque podemos adorar a una persona, pero no podemos adorar los principios.

III. Predicando la entrega a la voluntad de Dios. San Pablo no predicar�a a Cristo vencedor, sino a Cristo crucificado, a Cristo humilde. Puede que conozcas a un hombre una vez que sepas qu� es lo que adora. ( FW Robertson, M. A. )

Predicando a Cristo y predicando los tiempos

El arzobispo Leighton fue una vez reprendido p�blicamente por no "predicar los tiempos". "�Qui�n", pregunt�, "predica los tiempos?" Se respondi� que todos los hermanos lo hicieron. �Entonces�, replic�, �si todos ustedes predican los tiempos, seguramente pueden permitir que un hermano pobre predique a Cristo y la eternidad�. ( Director Edwards .)

Cristo crucificado

Tenemos aqui&mdash

I. Un evangelio rechazado.

1. Por el jud�o. El jud�o era un hombre respetable en su �poca; toda la religi�n formal estaba concentrada en su persona. Para �l, el hecho de que Jes�s fuera el carpintero de Nazaret era una prueba segura de que no era el Mes�as. �Se inclina ante el nazarino! En consecuencia, hizo o�dos sordos a Paul. Adi�s, viejo jud�o. �Pobre de m�! que Cristo, que fue tu piedra de tropiezo, ser� tu Juez. Pero voy a encontrar al jud�o aqu�.

T� tambi�n tienes una religi�n que amas, en lo que respecta al exterior. Cuando les digo que todo su ir a la casa de Dios, sus cantos y oraciones, todo pasa por nada si su coraz�n no est� bien con Dios, la Cruz se convierte en piedra de tropiezo. Otro esp�cimen del jud�o es completamente ortodoxo; no piensa en formas y ceremonias. Aqu�, en este �tico oscuro de la cabeza, su religi�n ha establecido su morada; tiene una mejor sala en su coraz�n, pero su religi�n nunca va all�.

Tiene dinero, mundanalidad, amor propio, orgullo; y, en consecuencia, una vez que comienzas a darte cuenta y le dejas ver lo que es por naturaleza y en lo que debe llegar a ser por gracia, el hombre no puede soportarlo.

2. Por el griego. Es una persona de un exterior bastante diferente al jud�o. No le importan las formas de religi�n. Aprecia la elocuencia; Admira un dicho inteligente; le gusta leer el �ltimo libro nuevo; y para �l el evangelio es locura. Es completamente sabio. Preg�ntele cualquier cosa y lo sabr�. Si eres mahometano, te escuchar� con mucha paciencia. Pero si le hablas de Cristo, �Deja de hablar�, dice, �No quiero escuchar nada sobre eso.

�Este caballero griego cree toda la filosof�a menos la verdadera; estudia toda la sabidur�a excepto la sabidur�a de Dios. Una vez cuando lo vi, me dijo que no cre�a en ninguna religi�n; y que era mejor vivir como dictaba la naturaleza. En otra ocasi�n habl� mal de todas las religiones y crey� que estaban bien en su lugar; y que si un hombre fuera sincero, al fin estar�a bien. Le dije que no lo cre�a y �l dijo que yo era un intolerante.

En otra ocasi�n habl� con �l un poco sobre la fe. �l dijo: �Bien; esa es la verdadera doctrina protestante ". Pero luego insinu� algo sobre la gracia gratuita; pero eso fue para �l una locura. Ah, hombre sabio, tu sabidur�a te dejar� aqu�, pero �qu� har�s en las crecidas del Jord�n?

II. El evangelio triunfante. �A nosotros los que somos llamados� & c. Ese hombre rechaza el evangelio, desprecia la gracia y se r�e de �l como un enga�o. Aqu� hay otro que tambi�n se ri� de ello; pero Dios lo puso de rodillas. El jud�o y el griego nunca despoblar�n el cielo. Los coros de gloria no perder�n ni un solo cantor por toda la oposici�n de jud�os y griegos. John Bunyan dice: �La gallina tiene dos llamadas, el cacareo com�n, que da cada hora, y el especial, que significa para sus polluelos.

�As� que hay un llamado general para cada hombre; la otra es la llamada de los ni�os. Ya sabes c�mo suena la campana sobre el taller para llamar a los hombres a trabajar, esa es una llamada general. El padre va a la puerta y grita: "�John, es la hora de cenar!", Esa es la llamada especial. La llamada que salva, es como la de Jes�s, cuando dijo: �Mar�a�, y ella le dijo: �Rabboni�; cuando dijo: "Saulo, Saulo, �por qu� me persigues?" y "Zaqueo, baja". No puedo dar la llamada especial; Solo Dios puede d�rselo, y se lo dejo a �l.

III. El evangelio admirado; para nosotros, los que somos llamados por Dios, es poder de Dios y sabidur�a de Dios. Debe ser una cuesti�n de pura experiencia. Si eres llamado por Dios esta ma�ana, lo sabr�s. No entiendo c�mo se puede matar a un hombre y luego volver a vivir sin saberlo.

1. El evangelio es para el verdadero creyente una cosa de poder. �Qu� es lo que hace que el joven se dedique como misionero a la causa de Dios? �Qu� es lo que obliga a ese ministro, en medio del c�lera, a estar junto a la cama de alguien que tiene esa terrible enfermedad? �Y qu� anima a esa mujer t�mida a atravesar esa cueva de ladrones? Es el poder del evangelio. Pero contemplo otra escena.

Un m�rtir es apresurado a la hoguera; la llama se enciende. �Qu� lo hace permanecer impasible en las llamas? El poder de la Cruz. He aqu� otra escena. No hay multitud all�; es una habitaci�n silenciosa. Hay un pobre jerg�n y una ni�a tendida sobre �l, con el rostro p�lido por la tisis. Juana de Are no era ni la mitad de poderosa que esa chica. Esc�chala cantar: ��Jes�s! amante de mi alma �, etc., mientras cierra los ojos en la tierra y los abre en el cielo. �Qu� le permite morir as�? El poder de Jes�s crucificado.

2. Para un creyente, el evangelio es la perfecci�n de la sabidur�a, y si a los imp�os no les parece as�, es debido a la perversi�n de su juicio. Ha sido costumbre hablar de infieles como hombres de gran intelecto. Pero esto es un error; porque el evangelio es la suma de la sabidur�a; un tesoro de la verdad. Nuestra meditaci�n sobre �l agranda la mente. Confiere sabidur�a a sus estudiantes. Un hombre que ama la verdad, como lo es en Jes�s, est� en el lugar adecuado para seguir con ventaja cualquier otra rama de la ciencia. Una vez, cuando le� libros, reun� todos mis conocimientos en confusi�n; pero desde que pongo a Cristo en el centro, todas las ciencias han girado en torno a �l. ( CH Spurgeon .)

Cristo crucificado

La Cruz es el tema del predicador. En todas las �pocas y pa�ses, este tema del ap�stol ha prestado a la voz del predicador los tonos m�s emocionantes y a su esp�ritu la m�s profunda sinceridad. La predicaci�n es tanto la sabidur�a del hombre como la de Dios. Es la forma m�s sencilla, sabia, natural y eficaz de asentar nuestras creencias en el coraz�n y la conciencia de los hombres. Pero entre todos los predicadores de todas las edades, los predicadores de la Cruz se destacan. La Cruz conmueve el coraz�n, encadena el esp�ritu, como ning�n otro tema de este universo puede hacerlo.

I. "Los jud�os exigen una se�al, y los griegos buscan la sabidur�a". "Jud�os y griegos". Estos no son nombres del pasado. El mundo todav�a se divide as� en sus aspectos morales.

1. Los jud�os exigen una se�al. Dos pensamientos siempre chocaban en la mente jud�a. Los primeros esplendores de su historia nacional y su actual esclavitud y verg�enza. El restaurador del reino de Israel era la descripci�n nacional del liberador esperado; pero cuando vieron que el �nico imperio que Cristo cuidaba estaba sobre el coraz�n y la conciencia de los hombres, que no hab�a posibilidad de una restauraci�n nacional, se apartaron de �l.

Pero sab�a lo poco que ayudar�a a la Tierra el establecimiento de una sociedad como la que so�aban los jud�os. Hay muchos hombres en un tumulto popular que se quita la gorra y grita "�Libertad!" cuya noci�n de libertad es el libertinaje m�s grosero o la tiran�a m�s severa. Y muchos jud�os asistir�an a una marcha triunfal y romper�an el aire con Hosannas, quien, cuando oy� hablar de una reforma moral interna como primer acto de obediencia, cambiar�a su grito por "�Crucif�calo!" Tomo al jud�o que �busca una se�al� como el representante de esa b�squeda de una regeneraci�n externa de la sociedad que ha vivido en los corazones de los hombres de este mundo en todas las �pocas.

El socialismo es su manifestaci�n m�s moderna. La esperanza de que si se reorganizaba la sociedad, se volv�a a dividir la propiedad y se daba un buen comienzo a todos, el hombre ser�a bendecido. "La dificultad no est� ah�", dicen los predicadores del evangelio: "sus corazones necesitan la cura, no sus circunstancias". Los jud�os "buscaban una se�al", incluso una pista, de que Jes�s era algo parecido a lo que representaban sus fantas�as; y cuando no dio m�s se�al que su cruz vergonzosa, gritaron: �Mejor C�sar que �l.

�Y el mundo est� lleno de buscadores de se�ales. Hombres que buscan la redenci�n, pero que malinterpretan por completo su naturaleza. Las rep�blicas francesas, la Nueva Jerusal�n, todos significan lo mismo. Los hombres esperan que Dios comience desde fuera en lugar de desde dentro.

2. Los griegos buscan la sabidur�a. Los griegos representan a aquellos que tratan de encontrar a Dios mediante la b�squeda. El intelecto griego estaba desesperadamente desconcertado en la b�squeda. El ate�smo en blanco fue el resultado de ello en todas las escuelas filos�ficas. Un altar al Dios desconocido mantuvo el recuerdo del esfuerzo en la mente del populacho; pero todos los pensadores de la tierra hab�an sido llevados, en ausencia de revelaci�n, a la desconcertada pregunta de Pilato "�Qu� es la verdad?" Algunos dijeron: �Existe tal cosa, pero el hombre no puede tener ninguna esperanza de encontrarla.

"Algunos dijeron:" �Tush! no existe tal cosa en el universo en absoluto ". Que la historia de un hombre crucificado en un pa�s oscuro y deshonrado fuera lo que hab�an estado buscando infructuosamente durante siglos era un insulto a su entendimiento. En ellos estaba la misma indisposici�n radical para aceptar un evangelio que exig�a un cambio interior y espiritual. Fue solo despu�s de largas batallas que el intelecto, con el ala rota, cay� sangrando sobre el seno de la revelaci�n, y cur� sus heridas y renov� su vida en el s�mbolo de la Cruz, una vez odiado.

Pero el intelecto es esencialmente inquieto. En todas las �pocas, la batalla se renueva y debe librarse con �xito variable. Y en esta era los buscadores de sabidur�a son desenfrenados, proclamando que no de Dios, sino del hombre, se debe hacer la pregunta: "�Qu� debo hacer?" - que nuestra propia naturaleza, tratada honestamente, suplir� todo lo que es necesario; que la Cruz es un insulto a la sabidur�a y la benignidad del Padre; que Jes�s es el primero de los hombres, un modelo admirable, pero que sue�an los que dicen: "Nos ha sido hecho por Dios sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n". Es mucho m�s f�cil, mucho m�s agradable a la vista, buscar la sabidur�a que buscar la santidad.

II. Predicamos a Cristo crucificado. Lea Romanos 3:21 ; Romanos 5:1 ; Romanos 6:3 ; Filipenses 2:5 ; Hebreos 2:9 ; Hebreos 4:14 ; 1 Corintios 15:45 . En Cristo crucificado, los siguientes hechos se presentan como el evangelio:

1. El amor del Padre en el sacrificio del Hijo. Felipe ten�a un significado mucho m�s profundo del que quiz�s era consciente cuando dijo: "Mu�stranos al Padre". Ninguno de los dioses del paganismo estaba contento con el paganismo, porque no pod�an mostrar al Padre, no sab�an lo que significaba la paternidad; pero esos hombres ten�an un evangelio poderoso que pod�a decir: �De tal manera am� Dios al mundo�, etc. No le decimos lo que Dios deber�a ser o hacer, o se puede esperar que haga, sino lo que Dios ha hecho.

"�He aqu� a Cristo Jes�s y al crucificado!" All� Dios revela Su car�cter, revela Su coraz�n. "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo". Jud�os buscando una se�al, Griegos buscando sabidur�a a tientas, se vuelven ac�: "Mirad cu�l amor nos ha dado el Padre". �Es esta verdad locura o sabidur�a? �Es debilidad o poder? �Vale menos la vida para el hombre que sabe que el Padre lo ama, o vale m�s? Y el mundo, �es mejor o peor creer que Dios lo ama y que, por el seguro prop�sito del amor, lo redimir� para s� mismo? Lleva esa creencia al coraz�n del mundo, tu sue�o se cumple - �tu edad de oro ha sido restaurada!

2.La redenci�n realizada por la obra del Hijo. La imagen de la humanidad que Dios contempla es la de los esclavos, atados a un poder ajeno y usurpador. La evidencia de esta condici�n, nos encuentra en todas partes. El pecado hab�a entrado en el mundo, el pecado lo hab�a dominado; Dios entr� en ella para romper las ataduras del pecado y restaurar el mundo a s� mismo y a �l. �No es nada que los predicadores de este evangelio deban clamar a las almas sin esperanza de victoria, Libertad! un hombre ha conquistado, un hombre ha vivido libre de pecado; �Un hombre cuyo esp�ritu puede encadenar tu esp�ritu con su atracci�n viviente de tal modo que te asegure la victoria tambi�n? La justicia p�blica del universo est� satisfecha, su ley ilustrada y magnificada, y el pecador, con la conciencia herida, pero comenzando a abrigar la esperanza de la restauraci�n, est� satisfecho de que un Dios de santidad, de justicia, ser� honrado todav�a, mientras , el culpable, se salva! Los hombres se re�an y lo llamaban locura; pero el infierno tembl�, Satan�s se acobard�, porque comprendieron la atracci�n de la Cruz. El Conquistador de Satan�s clam�: �Consumado es�, y entreg� a manos como Pablo el estandarte de la Cruz, quien clam�: �Yo predico a Cristo crucificado�, etc.

3. La gloria ganada por el sufrimiento y la Cruz de Jes�s, que debe iluminar el cielo eternamente ( Filipenses 2:6 ). El sol es el centro del mundo de la naturaleza; la Cruz, del mundo del esp�ritu. Pero aqu� hay una extra�a contradicci�n. El sol es el objeto m�s glorioso de la creaci�n, llena todo el cielo con su esplendor; pero la Cruz es para todos los hombres, naturalmente, un objeto de pavor y aversi�n, y est� asociada con la verg�enza, la agon�a y la muerte.

Pero as� como el sol ha demostrado durante siglos ser el centro de nuestro mundo de la naturaleza, la Cruz ha demostrado ser el centro del mundo del esp�ritu, ha encadenado a los esp�ritus m�s poderosos y progresistas a su �rbita ( Apocalipsis 5:6 ). . Aqu�, f�jense, est� el cuadro m�s espl�ndido del cielo que se haya pintado en cualquier lugar; sin embargo, esto debe significar que la Cruz, lejos de desaparecer de la vista cuando el velo cae sobre la triste historia de la tierra, sigue siendo el objeto de inter�s, el centro de atracci�n a trav�s de la eternidad. Que esto debe ser as� nos parecer� si consideramos:

1. La Cruz debe ser para siempre la manifestaci�n de la profundidad, la ternura, la fuerza del amor de Dios.

2. Mientras que la Cruz ser� para los santos para siempre el v�nculo de comuni�n con su Se�or resucitado y glorificado, el Se�or mismo, mientras recuerda la Cruz como el instrumento de Su agon�a, la contempla como la fuente de gloria y bienaventuranza. ( J. Baldwin Brown, B. A. )

Cristo crucificado

I. La doctrina. Cristo crucificado.

1. La luz.

2. La esperanza.

3. La ley del mundo.

II. Su ofensiva.

1. Una piedra de tropiezo.

2. Necedad.

III. Sus triunfos - en los que creen.

1. El poder de Dios.

2. La sabidur�a de Dios. ( J. Lyth, D. D. )

Cristo crucificado

Es una conjunci�n de palabras muy extra�a: el Ungido de Dios crucificado. Sin embargo, para este mismo prop�sito fue ungido, y nuestra predicaci�n es la predicaci�n de "Cristo", que es la gloria de Su Persona; pero es "Cristo crucificado" que est� en la ignominia y verg�enza de Su sufrimiento. Al dividir el texto tomaremos cada palabra.

I. Una palabra de posici�n: "Pero".

1. No todo el mundo hace esto; otros tienen otras cosas que hacer.

2. El "pero" parece sugerir oposici�n, es decir, las disputas que prevalecieron en Corinto. �Qu� debemos hacer cuando encontremos gente peleando? Si somos prudentes, los dejaremos tranquilos y, a pesar de todo, diremos: "Pero predicamos a Cristo crucificado". He conocido una Iglesia dividida en tantas divisiones como miembros, y ha llegado un cristiano de buen coraz�n que acaba de predicar a Cristo crucificado y, de alguna manera, antes de que se dieran cuenta, los miembros se fundieron en uno.

3. Sin embargo, me parece que el "pero" se refiere a las personas muy sabias para quienes la Cruz era una locura. Estaban "al tanto de los tiempos", "segu�an el ritmo del progreso", por lo que predicaron a Cristo tan mejorado que ya no era el evangelio, sino "otro evangelio". Me gusta la grandiosa forma de Paul de ense�ar a los gn�sticos, o los conocedores; se uni� a los "ignorantes", porque dice: "Decid� no saber nada entre ustedes excepto a Cristo y a �l crucificado". �Que estos gn�sticos prediquen lo que quieran, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado�.

4. Conocemos a algunos hermanos cuya religi�n consiste siempre en enmendar la religi�n de los dem�s. Puede que est�s predicando sutilezas de doctrina, de teor�as, de profec�a, etc., mientras que lo que se necesita es la cura para las almas de los hombres que mueren por falta de conocimiento, y el conocimiento que ellos quieren est� envuelto en estas dos palabras. , "Cristo crucificado".

5. Y si Pablo hubiera estado aqu�, habr�a hecho alg�n comentario acerca de las supersticiones de esta �poca, porque hay algunos que parecen pensar que Dios es mejor honrado por edificios de arquitectura hermosa y servicios suntuosos. Nuestro amigo ha construido un retablo, ha decorado una mesa santa, ha preparado el presbiterio y cree haber tra�do de vuelta el cristianismo medieval; pero predicamos a Cristo crucificado.

II. Una palabra de personalidad: "Nosotros". �Por qu� lo hacemos? Porque&mdash

1. �l nos salv�. No podemos dejar de predicar esto, porque cada d�a es el descanso y refugio, la alegr�a y el deleite de nuestras almas.

2. Nos inspira. Predicamos a Cristo crucificado, porque hace a�os �l puso su mano sobre nosotros y dijo: "Id, predicad mi evangelio".

3. Parece la obra maestra de Dios. El cielo y la tierra est�n llenos de Su majestad, y tanto en la naturaleza como en la providencia aprendemos a adorar al siempre presente y eterno. Pero en Emmanuel, Dios con nosotros, hay la mayor parte de Dios.

4. Somos tontos, como dice el enemigo.

(1) Cualquier necio puede decir lo que es superior; y en verdad, hermanos, yo mismo soy un gran necio en ese sentido, porque lo m�s importante en m� es Cristo crucificado.

(2) Los tontos siempre pueden decir lo que se les dice. No son buenos inventos. Hay algunos que llevan consigo una piedra de toque por la que juzgan la inspiraci�n misma: su conciencia interior y el tono general de la opini�n p�blica. Pablo, por supuesto, no sab�a mucho sobre eso, porque estaba �crucificado para el mundo� y el mundo para �l, y no le importaba mucho la opini�n p�blica.

(3) Los necios generalmente hablan cuando est�n asombrados, y confesamos que nos ha asombrado el amor de Dios en Cristo Jes�s nuestro Se�or.

(4) Los tontos generalmente pueden hablar si se les obliga, y confesamos que ese es exactamente un punto que explica nuestra locura. "�Ay de m� si no predico el evangelio!" No podemos atribuirnos ning�n m�rito cuando predicamos a Cristo crucificado, porque est� dentro de nosotros como fuego, y no podemos evitar hablar de �l.

(5) Y seguramente los hombres pueden hablar cuando haya un gran peligro. Si se incendiara una casa y fuera necesario entregar a un pobre, no supongo que antes de que un hombre llevara la escalera de incendios hasta una ventana, usted lo detendr�a para ver si pod�a aprobar un examen en Oxford. Y as�, mientras los hombres perecen, se nos debe permitir que les prediquemos lo �nico que los salvar�, es decir, Cristo crucificado.

(6) Estamos decididos, como lo har�a cualquier otro tonto sensato, a detenernos en lo que sabemos hasta que aprendamos algo mejor. En el estado de Massachusetts se aprob� una resoluci�n de que el estado deber�a ser guiado y gobernado por las leyes de Dios hasta que tuvieran tiempo de mejorar algunas; y hemos determinado que predicaremos a Cristo crucificado hasta que encontremos algo mejor.

III. Una palabra de acci�n �Nosotros predicamos� o proclamamos como heraldos. Somos trompetistas de Cristo, vamos delante de �l para preparar Su camino. Por lo tanto, algunos han dicho que el predicador deber�a predicar principalmente el segundo advenimiento. Indudablemente; pero primero deber�a poder decir: "predicamos a Cristo crucificado", no "predicamos a Cristo glorificado". Porque predicar significa proclamar, por eso proclamamos a Cristo como Rey.

Someteos a El. No es una cuesti�n de elecci�n contigo. No es "�Elegir�s alg�n rey?" pero ��l es Rey; someterte a �l ". Tampoco se nos pide que adornemos a Cristo crucificado. Creo que a veces nos estamos metiendo en grandes errores con los sermones. Dora el oro y coloca tus colores en el lirio, pero deja a Cristo solo, y si no puedes hacer nada m�s que simplemente contar la historia del amor de Dios al proporcionar una expiaci�n, cu�ntalo y deja esas hermosas palabras en casa.

IV. Las dos �ltimas palabras: "Cristo crucificado".

1. Predica a todo Cristo. Cuando Pablo dice: "Predicamos a Cristo crucificado", me parece que dice: "Predicamos la parte m�s objetable de Cristo". Me gusta un hombre cristiano que predica todo lo que cree. �Ahora, Paul, esto es muy imprudente de tu parte. Hay un caballero jud�o, un hombre de grandes recursos; si pudi�ramos llevarlo a la Iglesia, muy probablemente podr�a construir una capilla, y usted predicar�a a Cristo.

Y luego estaba un caballero griego. Ahora, �por qu� no predicaste a Cristo en Su gloria, o dijiste poco acerca de �l? No podemos esperar que estos amigos jud�os y griegos se conviertan a nosotros, si nos mantenemos r�gidos en la vieja ortodoxia. Toda la corriente de pensamiento te lleva a creer que hay mucho en mahomedanismo y brahminismo, y es una gran l�stima llevar estos puntos distintivos tan lejos.

�Me imagino que escucho a alguien dici�ndole eso a Paul! �Vinimos aqu� para complacer a los hombres? Te acuso de que nunca ofendas innecesariamente a nadie; pero si la verdad ofende a alguien, que se ofenda; porque es mucho mejor ofender a todo el mundo que ofender a tu Maestro.

2. As� como predicamos a todo Cristo, esto es todo. Pero tenemos algunas otras doctrinas. S�; pero todos est�n relacionados con esto. Cuando ha dicho eso, lo ha dicho todo.

3. Lo predicamos como todos. Eso es todo. Si te conviertes, toda tu salvaci�n est� en Cristo crucificado. "Oh, pero quiero un coraz�n nuevo". Acude a �l por ello. "Oh, pero quiero sentir mi necesidad". �l te da esto, as� como todo lo dem�s.

4. Todos predicaremos a Cristo. �Pero no todos somos ministros�, dice uno. Espero que todos prediquen a Cristo, ustedes que no son ministros. Un ministro dijo una vez: �Ahora todos deben ense�ar a Jes�s y tratar de llevar a otros a Cristo; todos deben decir lo que saben ". Hab�a un hombre negro en la galer�a que grit�: "�Qu� har�?". Pero su ministro se detuvo, porque Sam era el miembro m�s ignorante de la Iglesia, y dijo: �Sam, no me refiero a ti; porque no sabes m�s que tu AB C.

"Dat tiene raz�n, sar", dijo; "Hay algunos negros que no conocen AB C - Sam les ense�e eso". Ustedes, j�venes conversos que no saben mucho acerca de Cristo, saben algo que otros pecadores no saben. Vaya y d�galo, y cada parte que obtenga, vaya y d�gaselo. Lo aprender� mucho mejor si lo ense�a usted mismo.

5. A todos predicamos a Cristo crucificado. (CH Spurgeon .)

Cristo crucificado

I. Predicamos, es decir , proclamamos, anunciamos. Com�nmente, sin embargo, en el Nuevo Testamento, la voz, a diferencia de otras agencias, suele ser la intenci�n. "La fe viene por el o�r". Hay otros instrumentos que han sido muy honrados. Por ejemplo, el evangelio est� impreso. La prensa es un gran poder para el bien. Una vez m�s, el evangelio puede estar pintado. Los sermones han procedido tanto de los estudios como de los estudios, y la galer�a de im�genes ha ilustrado de manera impresionante la gloriosa obra de la gracia.

Zinzendorf remont� sus convicciones m�s profundas al efecto producido en �l por una representaci�n del Salvador crucificado. Y esto no es maravilloso. Mira la "�ltima Cena" de Leonardo; la �Transfiguraci�n� de Rafael; o, la "Luz del mundo" de Holman Hunt. �No te conmueven? Sin embargo, es principalmente mediante el habla como se llega a la mente y se toca el coraz�n. �Agrad� a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaci�n.

Un misionero experimentado ha comentado: �Nunca he visto a un chino llorar por un libro; pero he visto a un chino llorar bajo un serm�n ". Tenemos los sermones de George Whitfield y las oraciones de Edward Irving, y la raz�n por la que no te afecta como a los dem�s es porque ellos escucharon, mientras que t� solo lees.

II. Predicamos a cristo: Pablo llamaba habitualmente la atenci�n de sus oyentes hacia una Persona. �Predicamos a Cristo�: Cristo tal como era, la �nica ofrenda perfecta y acabada por el pecado humano: Cristo tal como es, el Mediador entre Dios y el hombre; Cristo como ser�, el Juez de toda criatura. Al adoptar tal curso, los ap�stoles siguieron al Maestro mismo. Cristo predic� a Cristo. �Yo digo�, �Yo soy�, �Yo hago�, �Yo har�: �cu�ntas veces estas palabras salieron de Sus labios! Ning�n profeta se atrevi� a hablar mientras hablaba. El poder de este ministerio cristiano est� en la presentaci�n, no simplemente de grandes verdades, sino de la verdad tal como es en Cristo Jes�s.

III. Predicamos a Cristo crucificado. Porque&mdash

1. Cristo crucificado revela a Dios. "En esto percibimos el amor de Dios". Escribe la biograf�a de Col�n y no digas nada de Am�rica, habla de Caxton y guarda silencio sobre la imprenta, alude a Wyckliffe e ignora la Reforma, entonces que prediquemos a Cristo y olvidemos a Cristo crucificado.

2. Cristo crucificado restaura al hombre. Entonces Paul encontr�. Habl� por experiencia. A un indio norteamericano se le pregunt� por los medios por los cuales �l y sus hermanos se hicieron cristianos. La respuesta fue: �Un predicador vino una vez y, deseando instruirnos, comenz� probando que hab�a un Dios. En lo que le dijimos: '�Bien! �Y crees que lo ignoramos? Ahora vuelve de donde vienes.

Otro predicador apareci� y dijo: 'No debes robar, no debes mentir', etc. Le respondimos: '�Crees que no lo sabemos? Ve y apr�ndelo primero t� mismo, y ens��ale a la gente que t� perteneces a no hacer estas cosas '. Alg�n tiempo despu�s de esto, Christian Henry, uno de los hermanos, vino a mi choza, se sent� a mi lado y me dijo: 'Vengo a ti en el nombre del Se�or del cielo y de la tierra.

�l te hace saber que con gusto te salvar�a y te rescatar�a del miserable estado en el que mientes. �Con este fin se hizo hombre, dio su vida por la humanidad y derram� su sangre por ellos! Sobre esto, se acost� en una tabla en mi choza y se durmi�, fatigado por el viaje. Pens�, �qu� clase de hombre es este? All� yace y duerme tan dulcemente. Podr�a matarlo de inmediato y arrojarlo al bosque, �y a qui�n le importar�a? Pero no le preocupa.

Sin embargo, no pude deshacerme de sus palabras; y aunque me fui a dormir so�� con la sangre que Cristo hab�a derramado por nosotros. As�, por la gracia de Dios, se produjo el despertar entre nosotros �. �Qu� lecci�n para todos los obreros cristianos! Contempla el secreto del poder. Cristo crucificado es la esperanza del mundo. ( TR Stevenson .)

La crucifixi�n de cristo

I. Fue de lo m�s amargo y doloroso.

II. Fue de lo m�s vil y vergonzoso. Nunca por los romanos legalmente infligidos a los hombres libres, sino s�lo a los esclavos. Hay en la naturaleza del hombre un aborrecimiento del abuso vergonzoso no menos fuerte que las peque�as antipat�as al dolor. De ah� que no sea maravilloso que, como un hombre trascendentemente bueno, Cristo haya sido afectado tan poderosamente por esos sucesos, seg�n esa eyaculaci�n en las liturgias griegas: "Por tus padecimientos desconocidos, oh Cristo, ten piedad de nosotros".

III. Ten�a algunas ventajas particulares que conduc�an al cumplimiento del principal designio de nuestro Se�or.

1. Es muy notorio y dura un tiempo competente. Porque si �l hubiera sido destituido en privado, o enviado de repente, no se le habr�a prestado tanta atenci�n, ni habr�a sido probado tan plenamente para la confirmaci�n de nuestra fe y convicci�n de infidelidad; ni su excelente porte bajo tal aflicci�n habr�a resplandecido de manera tan ilustre; por tanto, la Divina providencia se las arregl� para que, como el curso de su vida, tambi�n la manera de su muerte fuera m�s conspicua y notable.

2. Por esta clase de sufrimiento se significaba evidentemente la naturaleza de ese reino que �l ten�a la intenci�n de erigir: un reino puramente espiritual, que consiste en el gobierno de los corazones de los hombres. No se podr�a presumir que dise�� ning�n otro reino que se sometiera a esta forma de sufrimiento.

3. Por tal muerte se descubri� la providencia especial de Dios, y Su gloria se ilustr� en la propagaci�n del evangelio. De ese modo se glorific� mucho �la excelencia� del poder y la sabidur�a divinos: por medios tan impotentes e improbables, logrando tan grandes efectos.

4. Este tipo de sufrimiento a los padres devotos les pareci� en muchos aspectos significativo o lleno de emblemas instructivos y admonitivos.

(1) Su postura en la cruz podr�a representar para nosotros esa caridad grande y comprensiva que �l llev� en Su coraz�n hacia nosotros, extendiendo Sus brazos de bondad, piedad y misericordia, con ellos, por as� decirlo, para abrazar al mundo.

(2) Su ascenso a la Cruz podr�a indicar Su desempe�o de ese alto oficio de Sumo Sacerdote universal para todas las edades y para todas las personas, siendo la Cruz un altar.

IV. Correspondi� a las profec�as y tipos que lo presagiaban.

V. Seg�n sea aplicable a nuestra pr�ctica. Ninguna contemplaci�n es m�s eficaz para la santificaci�n de nuestro coraz�n y nuestra vida que �sta; �Por qu� buen afecto no se enciende la meditaci�n sobre �l? �Qu� virtud no engendrar� y abrigar� en nosotros?

(1) Amor.

(2) Gratitud.

(3) Esperanza.

(4) Obediencia.

(5) Penitencia.

(6) Miedo.

(7) Disuasi�n de cometer pecado intencionalmente.

(8) Alegr�a en la contemplaci�n.

(9) Caridad para con el pr�jimo.

(10) Desprecio por este mundo.

(11) La inspecci�n voluntaria y el sustento alegre de la Cruz.

Dado que el uso y los frutos de la Cruz de nuestro bendito Salvador fueron tan excelentes, no podemos tener ninguna raz�n para ofendernos o avergonzarnos de ello. ( I. Barrow, D. D. )

La cruz de cristo

Nota&mdash

I. Su sencillez.

1. Era caracter�stico de los jud�os exigir se�ales o portentos. La se�al especial que buscaban era la de alguna manifestaci�n de la Shekinah para abarcar al Mes�as. Pero la tendencia era m�s general: era el anhelo por lo maravilloso que todav�a caracteriza a las naciones orientales, que aparece en la licencia de invenci�n y credulidad �rabes, y que entre los jud�os alcanz� su punto m�s alto en las extravagantes ficciones de los escritores rab�nicos.

El proverbio "Credat Judaeus" muestra el car�cter que hab�an obtenido entre los romanos por su disposici�n a aceptar los absurdos m�s salvajes; y esta disposici�n a buscar se�ales se elogia expresamente en la Mishn�. Hasta cierto punto, esta tendencia se encuentra con los milagros del evangelio ( Juan 2:11 ; Hechos 2:22 ).

Sin embargo, en general se desanim� ( Mateo 16:4 ; Juan 4:48 ). Y lo que as� se insin�a en los Evangelios lo sigue aqu� el ap�stol. En respuesta a la demanda de se�ales, produjo la parte menos deslumbrante, la menos milagrosa de la carrera de Cristo.

Cuanto m�s amplia supongamos que la evidencia de los milagros del Evangelio, o cuanto m�s portentosa su naturaleza, tanto m�s sorprendente es el testimonio de Cristo y sus ap�stoles de la verdad de que no es sobre ellos que se construir� la estructura principal.

2. Esta sencillez fue tambi�n un reproche a las exigencias intelectuales de los griegos. La sutileza de la discusi�n que hab�a aparecido en las numerosas escuelas de especulaci�n griega, y que apareci� despu�s en las divisiones teol�gicas de los siglos IV y V, no necesitaba ahora, como en la �poca de S�crates, ser reprimida por una filosof�a m�s verdadera. sino por algo que deber�a dar a los hombres hechos en lugar de especulaciones, de carne y hueso en lugar de palabras y teor�as.

Este nuevo punto de partida fue proporcionado por la constante representaci�n del ap�stol de la crucifixi�n. Su forma exterior les era familiar; Ahora les tocaba a ellos descubrir su aplicaci�n interna a ellos mismos.

II. Su humillaci�n. Para entrar en la fuerza de esto, debemos imaginar un estado de sentimiento que, en parte por el efecto producido en el mundo por este mismo pasaje y el esp�ritu que describe, est� completamente alejado de nuestra experiencia presente. No solo el s�mbolo exterior de la Cruz es glorificado a nuestros ojos por la verdad de la religi�n que representa, sino que el mismo hecho de la conexi�n entre el cristianismo y la humillaci�n es una de las pruebas de su excelencia divina.

Pero en su primera propagaci�n, como ahora en partes del mundo externas a la cristiandad, fue muy diferente. La crucifixi�n fue y es un "esc�ndalo" para los jud�os como una deshonra para el Mes�as. Cristo ha sido llamado por ellos en burla "Toldi", "el hombre que fue colgado"; y los cristianos, "los siervos del ahorcado". Y en el Cor�n, la supuesta ignominia de la crucifixi�n es eludida por la historia de que los jud�os, en una ceguera judicial, crucificaron a Judas en lugar de a Cristo, que ascendi� de sus manos al cielo.

La misma objeci�n fue sentida por los griegos y romanos educados; gravado como el cristianismo entonces estaba a sus ojos con asociaciones tan bajas. Nada muestra la confianza del ap�stol con m�s fuerza que la prominencia que le da a una ense�anza tan impopular. Filipenses 2:5 contiene la profec�a del triunfo del cristianismo no solo a pesar, sino por medio de este gran obst�culo.

Y ahora la Cruz est� consagrada en nuestras obras de arte m�s famosas, en nuestros mayores recuerdos hist�ricos, en nuestros m�s profundos sentimientos de devoci�n. La sociedad que consisti� casi exclusivamente en la primera instancia de las �rdenes inferiores, ahora ha abarcado dentro de ella a toda la civilizaci�n del mundo. ( Dean Stanley .)

La Expiaci�n adaptada a todos

Hay una necesidad en la mente humana que nada m�s que la Expiaci�n puede satisfacer, aunque puede ser una piedra de tropiezo para el jud�o y una necedad para el griego. En palabras de Henry Rogers: �Est� adaptado a la naturaleza humana, como puede serlo una medicina de bateador para un paciente. Quienes lo han tomado, probado su eficacia y recuperado la salud espiritual, proclaman con alegr�a su valor. Pero para aquellos que no lo han hecho, y no lo intentar�n, es una poci�n desagradable todav�a ". ( CH Spurgeon .)

En touto nika

�La necedad de Dios? �La debilidad de Dios? �Puede Dios ser d�bil? �Puede Dios ser tonto? No, dice San Pablo. Porque tan fuerte es Dios que su misma debilidad, si parece d�bil, es m�s fuerte que toda la humanidad. Tan sabio es Dios, que su misma necedad, si parece necia, es m�s sabia que toda la humanidad. Entonces, �por qu� hablar de la debilidad de Dios, de la necedad de Dios, si no es ni d�bil ni necio? San Pablo no dijo estas horribles palabras por s� mismo. Los jud�os, que buscaban una se�al, los griegos, que buscaban sabidur�a, las dec�an. Hay hombres que las dicen ahora. Ahora, �c�mo es esto?

I. Los jud�os requer�an una se�al; una se�al del cielo; una se�al del poder de Dios. Truenos y terremotos, ej�rcitos de �ngeles que se vengan de los paganos; estos eran los signos de Cristo que esperaban. Y todo lo que les dio San Pablo fue un signo de la debilidad de Cristo. Entonces dijeron los jud�os: Este no es Cristo para nosotros. Entonces respondi� San Pablo - �D�bil? Les digo que lo que les parece debilidad es el poder mismo de Dios.

D�bil, avergonzado, despreciado, agonizante, todav�a es el Conquistador; y por fin atraer� a todos a s� mismo. Lo que te parece debilidad es el poder mismo de Dios "; el poder de sufrir todas las cosas para hacer el bien; y eso conquistar� el mundo, cuando las riquezas y la gloria, y los ej�rcitos, s�, el mism�simo trueno y el terremoto, hayan fallado por completo.

II. Los griegos buscaban sabidur�a. Esperaban que Paul discutiera con ellos sobre astutos puntos de la filosof�a; y todo lo que les dio les pareci� una mera tonter�a. Podr�a haber discutido con estos griegos, porque era un gran erudito y un verdadero fil�sofo, pero no lo har�a. Lo que usted necesita, y lo que ellos necesitan, no es filosof�a, sino un coraz�n nuevo y un esp�ritu recto. Entonces debes saber esto, que Dios te am� tanto que condescendi� a hacerse hombre, y a entregarse a la muerte, incluso a la muerte de cruz, para poder salvarte de tus pecados.

Y a eso, esos orgullosos griegos respondieron: �La cruz? Cu�ntele su historia a los esclavos, no a nosotros. Entregarse a la muerte de cruz es una necedad, y no la sabidur�a que queremos. Entonces respondi� San Pablo: Cierto, la cruz es la muerte de un esclavo y un desdichado; y por tanto, esclavos y miserables me oir�n, aunque ustedes no (vers�culos 26-31). Ustedes los griegos, con toda su filosof�a, han estado tratando durante cientos de a�os de descubrir las leyes del cielo y de la tierra, y arreglar el mundo con ellas; y no lo has hecho.

Ni siquiera han arreglado sus propios corazones y vidas. Pero lo que su aparente sabidur�a no puede hacer, lo har� la aparente necedad de Cristo en Su Cruz. Que lo que les parece necedad es la misma sabidur�a de Dios. Debes saber que cuando todos tus argumentos y filosof�as hayan fallado en ense�ar a los hombres lo que deben hacer, una mirada sincera y penitente a Cristo en Su Cruz les ense�ar�. Y de ellos brotar� esa Iglesia de Cristo, que reinar� sobre todo el mundo, cuando usted y sus filosof�as se hayan convertido en polvo. Conclusi�n:

1. Aprendamos

(1) Ese amor abnegado que Cristo mostr� en Su Cruz es m�s fuerte que toda pompa y poder, todos los ej�rcitos, riquezas, gobiernos; s�, que es el poder mismo de Dios, por el cual todas las cosas consisten, que mantiene unidos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos.

(2) Que ese amor es m�s sabio que todos los argumentos, doctrinas, filosof�as, sean verdaderas o falsas.

2. �Quieres ser poderoso? Luego mire a Cristo en Su Cruz; a lo que a los hombres les parece su debilidad; y aprende de �l c�mo ser fuerte. �Quieres ser sabio? Entonces mire a Cristo en la Cruz; y en lo que a los hombres les pareci� su locura; y aprende de �l c�mo ser sabio. Porque tarde o temprano, espero y conf�o, encontrar� la verdad que San Buonaventura (el mismo sabio y fuerte) sol�a decir: que todas las ense�anzas del mundo nunca le hab�an ense�ado, tanto como la visi�n de Cristo sobre el Cruz. ( G. Kingsley, M. A. )

Versículo 24

Pero para los llamados, as� jud�os como griegos, Cristo poder de Dios y sabidur�a de Dios.

La ofensa y el �xito de la Cruz

Dios siempre ordenar� en Su providencia que algunos en todo momento reciban Su evangelio. Primero, para la realizaci�n de sus propios elegidos. En segundo lugar, Dios tambi�n lo tendr� para honrar su propia verdad y la doctrina misma que se entrega. En tercer lugar, para animar las labores de sus propios siervos y ministros que se emplean en la predicaci�n del evangelio. Por tanto, esta observaci�n debe ser mejorada por aquellos que son ministros para acelerar su trabajo; por cuanto all� donde Dios los llame, m�s o menos ser� su ayudante.

En segundo lugar, observe esto, que un ministro para el �xito de su doctrina debe considerar especialmente c�mo se relaciona con aquellos que son m�s piadosos y religiosos; as� lo hace el ap�stol Pablo aqu�, no se molesta tanto en pensar c�mo fue aceptado por aquellos jud�os y griegos, sino c�mo fue para los que fueron "llamados". El fundamento de esto es este: Primero, porque tales como estos tienen la mejor habilidad y juicio en el trabajo; todo el mundo estudia m�s bien para aprobarse a s� mismo en cualquier negocio que emprenda con los obreros m�s que con los chapuceros.

En segundo lugar, como estos, llegan a la Palabra m�s libres de prejuicios y afectos carnales. Al borracho nunca le gustar� ese predicador que presiona la sobriedad, ni al ad�ltero el que predica la castidad. En tercer lugar, aquellos que son llamados piadosamente y con eficacia son los m�s dignos de consideraci�n por su entretenimiento de la obra, porque est�n m�s destinados a la obra misma. Esto condena la disposici�n y pr�ctica contrarias de muchos que m�s consideran c�mo su doctrina toma y es aceptada de los que son grandes, sabios y poderosos en el mundo, que c�mo se toma con los que son buenos y piadosos.

Llegamos ahora a las palabras m�s de cerca en s� mismas, "pero a los llamados", etc., donde tenemos estas dos partes principalmente considerables. Primero, el �xito del evangelio considerado simplemente en s� mismo, "Cristo el poder de Dios", etc. En segundo lugar, las partes a las que as� se establece de dos maneras. Primero, en su calificaci�n personal, "A los llamados". En segundo lugar, en su calificaci�n nacional, �tanto jud�os como griegos.

�Para ellos, por lo tanto, es eficaz y exitoso. Empezamos en primer lugar por las fiestas; y eso ante todo en sus calificaciones personales. "A los llamados". Para una mayor apertura de la misma, hay estas tres cosas especialmente considerables de nuestra parte. Primero, el Autor de la misma a quien llama. Ese no es otro que el mismo Dios. As�, en 1 Corintios 1:9 de este cap�tulo actual, �Dios es fiel por quien fuisteis llamados�, etc., y 2 Tesalonicenses 2:14 - �A lo cual os llam� por nuestro evangelio�, hablando de Dios.

Y 2 Pedro 1:3 - �Por el conocimiento de Aquel que nos llam�; todav�a habla de Dios. Es Dios y solo �l el Autor de nuestro llamamiento eficaz. Por lo tanto, aprendamos a darle la alabanza y la gloria de todos, "y mostrar las virtudes de Aquel que nos llam�". Y consideremos Su llamado como el manantial y la fuente de todo el bien que proviene de nosotros.

Primero, libremente por su propia voluntad, sin que nadie lo mueva ni lo convenza de que lo haga. Y en segundo lugar, dulcemente en la preservaci�n de la libertad natural de la voluntad en el ejercicio de la misma. Y en tercer lugar, pero con fuerza en una atracci�n irresistible del coraz�n hacia la aceptaci�n de Sus movimientos celestiales. En segundo lugar, para los sujetos de esta vocaci�n, qui�nes son los llamados; esto lo tenemos de Dios para ser s�lo los elegidos ( Romanos 8:30 ).

Esto ahora, en consecuencia, lo quita de cualquier calificaci�n personal en nosotros mismos como el original y la causa de esto para nosotros. Y esto para los sujetos de esta vocaci�n, qui�nes son; para el general, son los elegidos. El tercero son los t�rminos de d�nde y hacia qu�. Esto nos lo expone la Escritura en diversas expresiones, primero de las tinieblas a la luz ( Colosenses 1:12 ).

Del poder de Satan�s a Dios ( Hechos 26:18 ). Del mundo a la comuni�n de Cristo y los santos ( 1 Corintios 1:9 ). De un estado de infierno, ira y muerte, a un estado de vida, paz y salvaci�n ( 1 Tesalonicenses 5:9 ; 2 Tesalonicenses 2:14 ).

Estos son los t�rminos de d�nde y hacia qu�. Y esto nos muestra la excelencia y dignidad de nuestra vocaci�n considerada en s� misma. Vengo ahora a ellos en segundo lugar, en su calificaci�n natural tanto jud�os como griegos; esto debe tomarse en relaci�n con la referencia anterior. En el vers�culo anterior, el ap�stol hab�a desprestigiado a los tales, en cuanto a su rechazo y mal entretenimiento del evangelio, afirmando que era para los jud�os una piedra de tropiezo y para los griegos una locura.

Ahora que no se puede confundir aqu� con la condena de todas estas naciones en general, aqu� califica esta censura. �Pero a los que se llaman as� jud�os como griegos�, etc. Al imponer censuras en cualquier momento a una comunidad de personas, ya sean naciones o sociedades de hombres, debemos prestar atenci�n, mientras criticamos a algunos, que no condenamos a todos indefinidamente. Esta restricci�n es un requisito, en primer lugar, para evitar el des�nimo en los condenados, para que no turbemos la mente de los inocentes.

No romper la ca�a cascada, etc. En segundo lugar, evitar el esc�ndalo en los luchadores y que los dem�s no se sientan ofendidos por ello. En tercer lugar, para evitar la injusticia en nosotros mismos y para que no podamos emitir juicios err�neos. Esto, por lo tanto, se encuentra con la temeridad o la malicia de muchas personas en este particular; Tendr�s gente para condenar a toda una compa��a, de modo que no escatimen a nadie en ella.

Pero para hablar m�s particularmente de las palabras, "A los que se llaman tanto jud�os como griegos". Vemos aqu� que Dios tiene Su n�mero y porci�n, m�s o menos en todas las personas y naciones sin ninguna diferencia. Esto se nos puede compensar a partir de estas consideraciones. Primero, tanto jud�os como gentiles son los sujetos de la elecci�n de Dios. En segundo lugar, Cristo muri� por ambos. Ambos tienen el mismo inter�s en Cristo.

En tercer lugar, tienen tanto inter�s en el evangelio como en los medios de salvaci�n; esto fue aclarado cuando Pedro fue a Cornelio ( Hechos 11:17 ). La consideraci�n de este punto presente nos es �til hasta ahora, ya que nos ense�a dos cosas: primero, orar por el llamado y la conversi�n de los jud�os. Y en segundo lugar, orar por el cumplimiento y la plenitud de los gentiles.

Pero, de nuevo, un poco m�s all�, estas palabras pueden tomarse aqu�, no s�lo en un sentido hist�rico, sino tambi�n en un sentido moral; no s�lo como se hablaba particularmente de estas dos naciones, los jud�os y los griegos, sino tambi�n como se hablaba de las personas que se destacaron por su sencillez o sabidur�a, siendo los jud�os notorios por su estupidez y los griegos famosos por su conocimiento. Y entonces hay esto en �l, que Dios tiene Su suerte y su porci�n entre los eruditos y los ignorantes; no hay excepci�n en el punto de conversi�n.

El fundamento de esto sigue siendo �ste, el benepl�cito y la voluntad de Dios, que no hace acepci�n de personas. Por tanto, que no se excusen aqu� los ignorantes. Una vez m�s, para aquellos que son eruditos, no se dejen descansar en su aprendizaje humano. Ahora, el segundo es el �xito de esta predicaci�n en s�, "Cristo, poder de Dios y sabidur�a de Dios"; donde podemos observar c�mo as� como el ap�stol se cruz� con estos jud�os y griegos en lo que deseaban, as� tambi�n cumpli� de alguna manera con ellos.

Cristo es para los que son llamados sabidur�a y poder de Dios. Primero, �l es considerado tan absolutamente y simplemente en S� mismo en todo el oficio de Su mediaci�n. Para el poder de Dios, primero, esto se manifest� - Primero, en Su encarnaci�n, cuando naci� de una virgen pura. En segundo lugar, en Su crucifixi�n y muerte. En tercer lugar, en Su resurrecci�n ( Romanos 1:4 ; 2 Corintios 13:4 ).

En cuarto lugar, en Su ascensi�n y llegada al juicio ( Marco 14:62 ; Mateo 24:30 ). Por �ltimo, como en lo que le fue hecho, as� tambi�n lo hizo por �l ( Mateo 28:18 ).

As� fue Cristo el poder de Dios. En segundo lugar, era la sabidur�a de Dios; como Dios manifest� en �l su sabidur�a, y como en �l estaban escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y del conocimiento ( Colosenses 2:3 ). Y aqu� Cristo fue la sabidur�a de Dios en diversas explicaciones. Como ... Primero, al elegir un medio adecuado y adecuado para reconciliar Su justicia y misericordia.

En segundo lugar, al elegir un medio tan improbable e inesperado y, por lo tanto, confundir la sabidur�a del mundo. En tercer lugar, al proporcionar a Cristo todos los dones que le conven�an para desempe�ar el oficio que le hab�a encomendado. Y as�, tanto el poder de Dios como la sabidur�a de Cristo fueron considerados absolutamente en Su propio oficio. En segundo lugar, tambi�n lo era relativamente, en orden y referencia a los creyentes, "para los que fueron llamados" era el poder y la sabidur�a de Dios.

Primero, digo que �l estaba tan estimativamente, en las aprehensiones y opiniones que ten�an de �l; lo contaban como la sabidur�a y el poder de Dios. La raz�n de esto es esta, porque ahora, despu�s de la conversi�n, los hombres tienen un nuevo entendimiento y ven las cosas con otros ojos que antes. En segundo lugar, es as� para los que son efectivamente llamados, en el sentido de que tiene una influencia responsable sobre sus personas y en cada particular.

Primero, �l es el poder de Dios para ellos ( 2 Corintios 13:3 ), "Poderoso en ti". Y eso de nuevo en varios aspectos. Primero, en Su muerte, la mortificaci�n de sus concupiscencias ( G�latas 2:20 ; Romanos 6:6 ).

En segundo lugar, en Su resurrecci�n, para resucitarlos. Primero, corporalmente en sus cuerpos ( 1 Corintios 6:14 ). En segundo lugar, espiritualmente en sus almas ( Colosenses 2:12 ). En tercer lugar, Cristo es poderoso en los creyentes para conquistar y vencer las tentaciones y luchar contra los principados y potestades ( Efesios 6:10 ).

En cuarto lugar, soportando aflicciones que sin este poder nunca podr�an soportar. Por �ltimo, en la perseverancia final ( 1 Pedro 1:5 ; Judas 1:24 ). As� es Cristo el poder de Dios para ellos. En segundo lugar, �l es la sabidur�a de Dios para ellos tambi�n en diversos aspectos.

Primero, revel�ndoles la mente y la voluntad de Dios en aquellas cosas que conciernen a su salvaci�n ( 1 Corintios 1:30 ). En segundo lugar, d�ndoles discreci�n para caminar de manera digna de su llamamiento celestial y para honrar la religi�n con su conversaci�n. En tercer lugar, d�ndoles un esp�ritu de discernimiento para juzgar correctamente a las personas, los tiempos y las cosas.

Por �ltimo, ense��ndoles a Deuteronomio 32:29 sus d�as y a considerar su �ltimo fin ( Deuteronomio 32:29 ; Salmo 90:12 ). ( T. Horton, D. D. )

El poder de Dios y la sabidur�a de Dios

�Qu� fue lo que en el cristianismo enfureci� principalmente a los escribas y fariseos? Les desagradaba su sencillez, que contrastaba con su ceremonial; su pureza, que desaprobaba su disoluci�n; pero lo que m�s detestaban era la Cruz. Tampoco la ignominia y la agon�a que Jes�s sufri� por s� mismos podr�a ser fascinante para nadie. �Qu� fue, entonces, lo que indujo a tantos a reconocer en Cristo crucificado �el poder de Dios y la sabidur�a de Dios�? Respondo&mdash

I. La humillaci�n de Cristo fue judicial. De modo que sus enemigos profesaron considerarlo. Pero no fueron consistentes en sus acusaciones, y la sentencia de Pilato no ha sido confirmada por el sentido de justicia del hombre. Y, sin embargo, se mantuvo la justicia en su muerte; y este mantenimiento de la justicia alaba y hace querer Su muerte a seguidores endeudados. Fue cortado, pero no por s� mismo. Pero, �c�mo pueden los sin pecado sufrir con justicia por los pecadores? De hecho, los efectos de la iniquidad a menudo recaen sobre los inocentes.

Pero, �est� la sustituci�n tan completamente excluida de nuestros propios procedimientos forenses que deber�a burlarse de la idea misma? Un modo establecido de castigo es la multa, pero las multas a menudo se pagan por poder. Si un culpable languideciera en un calabozo por no poder pagar la suma exigida y un amigo la pagara por �l, la sensaci�n no ser�a que la justicia se hubiera ultrajado, sino que la ley se cumpli� mientras se manifestaba la generosidad y se aliviaba la miseria.

La doctrina clara de las Escrituras es que los sufrimientos de Cristo fueron sacrificados ( Hebreos 9:26 ). Aqu� hay un camino para el perd�n en el que la justicia misma brilla resplandeciente y es m�s honrada con el indulto que con innumerables retribuciones. Aqu� hay un camino para los pecadores que ascienden al cielo, pero que desalienta el pecado y lo vuelve infinitamente detestable. Y si tal es el car�cter y la influencia del sufrimiento del Salvador, �no es Cristo crucificado �poder de Dios y sabidur�a de Dios�?

II. La humillaci�n de Cristo estuvo acompa�ada de manifestaciones de su dignidad. Ciertamente, su humillaci�n fue profunda. Y, sin embargo, toda esta humillaci�n era adecuada a la dignidad. La suya era esa dignidad que a menudo fue atacada, pero nunca menoscabada: una dignidad que parece, como un edificio majestuoso o un promontorio sublime visto de noche, m�s vasto e imponente por la penumbra que lo rodea. Y nunca encontramos al Hijo en circunstancias de humillaci�n especial sin alg�n sello o muestra de reconocimiento y favor paternos que lo acompa�e. Note las circunstancias que acompa�aron a Su nacimiento, bautismo, muerte, etc.

III. La humillaci�n de Cristo, en su esp�ritu y objetos, trasciende infinitamente todas las dem�s exhibiciones de excelencia y gloria moral. Mirarlo&mdash

1. En relaci�n con la v�ctima. �Qu� obediencia filial cuando dijo: "De la copa que mi Padre me ha dado, no la beber� yo?" �Qu� cumplimiento de la justicia cuando cumpli� con los reclamos de una ley quebrantada y, al contemplarla en toda su magnitud, pudo decir al expirar: �Consumado es�. Qu� amistad con los pecadores cuando muri� por ellos para ganarles la admisi�n a Su gloria.

2. En relaci�n a nuestra raza. En este sentido, es la gran manifestaci�n del amor de Dios al hombre ( Juan 3:16 ; 1 Juan 4:9 ).

3. En relaci�n a sus efectos. �Qui�n puede disputar su prodigiosa influencia? Han cambiado visiblemente el aspecto del mundo. Vea el poder de este amor manifestado en el ap�stol de los gentiles. Y este fue solo un ejemplo ilustrativo de innumerables multitudes. ( D. King, LL. D. )

Cristo, el poder y la sabidur�a de Dios

Yo personalmente. Cristo considerado como Dios y el hombre es:

1. El poder de Dios.

(1) Desde toda la eternidad. �Todas las cosas por �l fueron hechas�, etc.

(2) Pero cuando vino a la tierra, dio abundantes pruebas de su poder en sus milagros y resurrecci�n.

(3) �l es el poder de Dios ahora, porque "est� sentado a la diestra de Dios". �l tiene las riendas de la Providencia en Sus manos y es la Cabeza Soberana de la Iglesia, el Se�or del cielo y de la muerte y del infierno.

2. La sabidur�a de Dios.

(1) Las grandes cosas que hizo antes de todos los mundos fueron pruebas de su sabidur�a. Plane� el camino de la salvaci�n; �l construy� los cielos. Observe el mundo y vea todas sus innumerables pruebas de la sabidur�a de Dios.

(2) Y cuando se hizo hombre, dio suficientes pruebas de sabidur�a. En la ni�ez asombr� a los m�dicos con sus preguntas; y en la edad adulta confundi� al fariseo, al saduceo y al herodiano. Y cuando paraliz� a los que vinieron a apresarlo con sus incomparables palabras.

(3) Y ahora que �l es nuestro Abogado ante el trono, ahora que las riendas del gobierno est�n en Sus manos, tenemos abundantes pruebas de que �l es la sabidur�a de Dios.

II. En Su evangelio. Ese evangelio es ...

1. Algo de poder Divino.

(1) �C�mo podr�a haberse establecido si no tuviera en s� mismo un poder intr�nseco? �Qui�n lo difundi�? �Por doctores eruditos, guerreros feroces? No, por pescadores, ignorantes, iletrados. �C�mo lo difundieron? �Por sus espadas? No, pero con sus sencillas palabras. Pero, �qu� era este evangelio? �Era algo agradable a la naturaleza humana? No, era un evangelio de la moral m�s estricta, era un evangelio con delicias completamente espirituales. Y, sin embargo, se extendi�. �Por qu�? Porque tiene el poder de Dios.

(2) �C�mo se ha mantenido? Ning�n camino f�cil ha tenido el evangelio. La buena barca de la Iglesia ha tenido que abrirse camino a trav�s de mares de sangre. Pero "la sangre de los m�rtires" ha sido "la semilla de la Iglesia". Ha sido como la hierba manzanilla, cuanto m�s se pisa m�s crece.

(3) No me sorprende que la Iglesia haya sobrevivido a la persecuci�n, tanto como me asombra que haya sobrevivido a la infidelidad de sus profesos maestros. Desde los d�as de Di�trefes hasta los �ltimos tiempos, hombres de todo tipo han entrado en sus filas y han hecho todo lo posible para desviarla. E, incluso ahora, cuando noto el declive de muchos; cuando veo la falta de unci�n y la oraci�n, ella debe tener el poder de Dios dentro de ella, o de lo contrario habr�a sido destruida.

(4) No son pocos de ustedes los que estar�an dispuestos a darme testimonio de que digo la verdad. Hay algunos que eran borrachos, etc., y ahora est�s aqu�, tan diferente como la luz de la oscuridad.

2. La sabidur�a de Dios. Los intelectos de Locke y Newton se sometieron a recibir la verdad de la inspiraci�n. Qu� gran cantidad de literatura debe perderse si el evangelio no es verdadero. Ning�n libro fue tan sugerente como la Biblia.

III. En el coraz�n.

1. El poder de Dios:

(1) Para la salvaci�n.

(2) En tentaci�n.

(3) En problemas.

2. La sabidur�a de Dios. Si quiere ser un hombre completamente instruido, el mejor lugar para comenzar es comenzar en la Biblia, comenzar en Cristo. Pero la sabidur�a no es conocimiento, sino el uso correcto del conocimiento; y el evangelio de Cristo nos ayuda al ense�arnos el uso correcto del conocimiento. ( CH Spurgeon .)

El cristianismo, la sabidur�a y el poder de Dios

La sabidur�a de cualquier esquema se demuestra por la excelencia de sus efectos y la simplicidad y adecuaci�n de los medios por los que se producen. El poder se ve en la superaci�n segura y f�cil de los obst�culos que se interponen en el camino del �xito. Aplicando estas pruebas al esquema de la redenci�n, por medio de la muerte expiatoria de Cristo, veremos lo suficiente para satisfacernos de que tenemos una manifestaci�n trascendente del poder de Dios y la sabidur�a de Dios. Considere la influencia del cristianismo en:

I. El mundo en general.

1. La sabidur�a de Dios se ve en:

(1)La excelent�sima excelencia de sus resultados. Cuando apareci�, la condici�n espiritual de la humanidad era deplorable. Entre los gentiles parec�a haber desaparecido todo conocimiento del Dios verdadero, y entre los jud�os la luz de la revelaci�n estaba oculta por espesas nubes de prejuicio e ignorancia. Parec�a la medianoche del mundo, pero cuando esta oscuridad estaba en su peor momento, surgi� el Sol de Justicia. Antes de que las antiguas supersticiones cedieran su dominio, los r�gidos formalismos de una econom�a sombr�a dieron lugar a realidades espirituales vivientes; las viejas tradiciones se volvieron decr�pitas, la religi�n volvi� a ser un morador en el coraz�n del hombre, el reino del vicio qued� herido como con una par�lisis muerta, los lazos de la sociedad se volvieron a unir y se hicieron m�s firmes que nunca, la filosof�a, en lugar de complacer las pasiones del hombre , se convirti� en ministro de sus virtudes, la poes�a sumergi� su copa resplandeciente en el r�o del agua de la vida, el arte se ba�� en la luz del cielo; de modo que sobre todo el campo de los intereses humanos se extendi� una influencia que proclama la sabidur�a suprema de Aquel por quien todo hab�a sido propuesto y realizado.

(2) La sencillez de los medios empleados. Unos pocos hombres pobres y analfabetos salieron para convertir la raza, para decirle al mundo que su Maestro era la Deidad encarnada, que hab�a muerto por los pecados del mundo y hab�a subido al cielo, y que a trav�s de �l hab�a libre remisi�n de pecado y felicidad eterna para todos los que quieran venir a Dios por medio de �l. Eso fue todo. Sin deslumbramiento del poder mundano; sin recursos de aprendizaje mundano; sin artificios de ret�rica carnal; no cortejar el favor o la ayuda de los grandes o sabios.

(3) La idoneidad y adecuaci�n de estos medios al fin previsto. El dise�o no era establecer el cristianismo de ninguna manera.

(a) Si el fraude o la fuerza, por ejemplo, se utilizan en su nombre, se le confiere un perjuicio y no un beneficio; pues, siendo una religi�n de verdad y amor, ser�a contradictorio suponer que pudiera ser ayudada por la falsedad o la tiran�a.

(b) Como su objetivo es regular todo el ser del hombre por principios y motivos espirituales, s�lo puede interferir con esto para mezclar sus apelaciones con cualquier cosa que se dirija a la naturaleza carnal y terrenal del hombre.

(c) Como su gran prop�sito es erigir en el alma del hombre un imperio indiviso para Dios, es necesario que se le haga sentir que no se basa en la elocuencia o la ciencia, sino en la palabra que Dios le ha dicho. que sus esperanzas de perd�n y gracia deben descansar.

(d) �Qui�n, entonces, no ve en los medios empleados una agencia m�s sabiamente adaptada para lograr este fin y no otro? Si los ap�stoles no hubieran venido haciendo milagros, la prueba de su comisi�n divina habr�a sido defectuosa; si hubieran obrado milagros con m�s frecuencia, habr�an incurrido en el riesgo de unirles a una multitud que se sinti� atra�da por su poder, pero que no ten�a verdadero amor por su doctrina.

Si hubieran sido hombres de espl�ndidas habilidades, podr�an haberse apoyado tanto en ellas como para ocultar al pueblo el car�cter puramente divino de su doctrina y misi�n. Si se hubieran puesto bajo la protecci�n o hubieran buscado promover su causa con los recursos del poder humano, el imperio que habr�an fundado no se habr�a basado simplemente en el valor inherente de la doctrina que ense�aron.

2. El poder de Dios se ve en los obst�culos que ha superado. Estos obst�culos eran de un tipo que bien podr�a haber desanimado a cualquiera que no fuera el hombre que se sent�a sostenido por la Omnipotencia. Cuando pensamos en lo dif�cil que es efectuar incluso una peque�a reforma en alg�n sistema corrupto y establecido desde hace mucho tiempo; c�mo el inter�s, la moda y el prejuicio, e incluso a veces los mejores sentimientos de nuestra naturaleza, se levantan contra cualquier intento de desplazar errores o usos consagrados por el tiempo: bien podemos admirar la audacia de los ap�stoles que salieron para derrocar todas las religiones que entonces Disfrut� del homenaje de la carrera.

Y cuando consideramos su escasez, analfabetismo y pobreza, el car�cter sencillo de su maquinaria y la repugnancia al orgullo humano de sus doctrinas; cuando vemos todo el saber, la riqueza y el poder del mundo prohibiendo su progreso; cuando veamos encender los fuegos de la persecuci�n; y cuando veamos c�mo hacer frente a todo esto, ellos no ten�an armas sino palabras, bien podemos quedarnos maravillados por el valor que llev� a los ap�stoles de Cristo a descender a la arena para luchar en Su causa. Pero sab�an perfectamente de qu� se trataban. Sab�an que por humilde que sea el instrumento, se vuelve irresistible cuando el agente es el Todopoderoso (vers�culos 27, 28).

II. Sobre individuos.

1. Aqu� hay un hombre que estuvo una vez lejos de Dios, descansando en Su justo desagrado. �M�ralo ahora! Ha sido acercado a Dios; ha encontrado el perd�n de todos sus pecados; y espera la citaci�n del juez para entrar en su presencia con la buena esperanza de una absoluci�n triunfal en su bar. �Cu�n trascendente el cambio en la condici�n, el car�cter y las perspectivas de ese hombre! �Y con qu� sencillez se ha logrado todo, mediante la mera recepci�n y comprensi�n de la verdad acerca de Cristo y de �l crucificado! Y a pesar de los tremendos obst�culos que se han logrado, los obst�culos de los viejos h�bitos de maldad, la fuerte marea de las costumbres y la moda, y los incesantes asaltos del que anda buscando a quien enga�ar y destruir. �Qui�n puede negarse a ver en tales cosas una agencia sobrenatural?

2. Al juzgar este tema, no debemos olvidar que la redenci�n del pecador es elevarlo a un estado m�s alto de ser y de bienaventuranza que aquel del que cay� Ad�n. Por la obra del evangelio en su alma, el hombre se acerca m�s a Dios; se le coloca bajo motivos superiores para amar y servir a Dios; y extrae del favor divino restaurado una profundidad de alegr�a que aquellos que nunca han perdido ese favor no pueden alcanzar.

�Qu� maravilloso es esto! �Qui�n puede negarse a contemplar aqu� la obra de Aquel cuyo atributo es "por parecer malo" ser "todav�a educando bien" - de Aquel que es "excelente en el consejo" y "maravilloso en la obra"? ( WL Alexander, D. D. )

Predicando la cruz

Se observar� un aire de singular ant�tesis que impregna este pasaje y los versos con los que est� conectado. La sabidur�a del mundo se contrasta con la inescrutable sabidur�a de Dios; y su ciencia alabada con su propia locura palpable, como se evidencia en una ignorancia antinatural pero universal de Dios. Las cosas que considera necedades se colocan en honorable competencia con las que falsamente reverencia como sabias.

Una vez m�s, el ciego enamoramiento de los jud�os se contrapone a la in�til curiosidad de los griegos; el prejuicio de uno contra la burla insolente del otro. El texto mismo invita a prestar nuestra atenci�n a una descripci�n breve pero muy completa del car�cter y gran tema del ministerio apost�lico. Fue la predicaci�n de "Cristo crucificado". Y su tema era, netas las verdades de la religi�n natural, no los preceptos de la virtud moral, sino la obra y la gloria del Salvador, como inseparablemente asociado con Sus propios sufrimientos y muerte. Dejenos considerar&mdash

I. Ese aspecto de repugnancia y locura que el evangelio ha presentado en todas las �pocas a la mayor parte de la humanidad. Las certificaciones exigidas para el establecimiento de un nuevo sistema religioso obviamente deben variar con la condici�n de aquellos a quienes se presentan. La mayor fuerza de la argumentaci�n puede gastarse en vano si no concuerda, en su forma y en su porte, con nuestras costumbres de pensamiento.

Hay dos clases generales en las que las mentes humanas pueden dividirse ventajosamente, con referencia a este dise�o: las que son susceptibles de ser manipuladas por medio de objetos externos y las que se ven afectadas principalmente por la fuerza de la raz�n abstracta. Ahora bien, para estas grandes clases hay formas espec�ficas de prueba adaptadas respectivamente. Est� la evidencia que estamos acostumbrados a denominar externa, consistente en acreditar se�ales y hechos reales, y tambi�n la que llamamos interna, a saber, la razonabilidad, congruencia, utilidad y adecuaci�n moral de los sistemas, considerados en s� mismos.

Ninguno de estos deber�a faltar en una religi�n que asume ser Divina. Por lo tanto, la demanda a la que se refiere el ap�stol, si se hizo con inteligencia y sinceridad, no podr�a haber sido ignorada. Era natural, y no pod�a estar equivocado, que pidieran, en un caso, un signo, para mostrar que un instituto, en todas sus partes tan singulares, ten�a verdaderamente la impronta de la divinidad; y en el otro, para las manifestaciones de la sabidur�a celestial, para evidenciar que lo que supuestamente era revelaci�n estaba m�s all� del alcance del artificio y del poder de la falsedad.

Su culpa radica solo en esto. Fue con sentimientos pervertidos y prejuicios obstinados que acompa�aron esta exigencia. Sin embargo, estas dos formas de evidencia fueron proporcionadas de manera amplia y unificada. Aquellos que, con una mente abierta a la convicci�n, hab�an contemplado los milagros del Salvador, quedaron asombrados por la revelaci�n de Su poder. �Sabemos�, dijeron ellos, �que eres un Maestro enviado por Dios; porque nadie puede hacer los milagros que T� haces, a menos que Dios est� con �l.

"Los que hab�an escuchado con franqueza sus discursos se asombraron de los descubrimientos de su sabidur�a sobrehumana, exclamando:" Nunca un hombre habl� como este hombre ". En diferentes casos, de hecho, parecer�a que cada uno de estos tipos de evidencia prevaleci� alternativamente. Probablemente fue la curaci�n del impotente, m�s que la predicaci�n de Pablo, lo que oblig� a la multitud en Listra a exclamar: �Los dioses han descendido a nosotros en semejanza de hombres.

Sin embargo, en los casos ordinarios la evidencia interna estaba inseparablemente ligada a la externa, y se proporcionaba igualmente una respuesta para la satisfacci�n o el silenciamiento, ya sea de quienes exig�an una se�al o de quienes buscaban sabidur�a. Observemos, adem�s, la fuerza del t�rmino aqu� empleado para describir el m�todo adoptado en su publicaci�n del evangelio - "Nosotros predicamos" - proclamar, anunciar, a la manera de un heraldo, al que fue crucificado en Jerusal�n.

Requerimos de todos los hombres lealtad en Su nombre; y, denunciando todas las pretensiones rivales, atribuirle un dominio absoluto. Presentamos estas afirmaciones, no como temas de debate, sino de testimonio. Nuestro llamado es menos a la raz�n que a la conciencia, y m�s a la subyugaci�n real del alma que a cualquiera de las dos. Y, sin embargo, como si la mezquindad de sus circunstancias externas no se hubiera opuesto lo suficiente a todas las expectativas jud�as, fue enf�ticamente como "el Crucificado" que lo proclamaron.

Por muy f�cil que hubieran podido arrojar este hecho a una relativa oscuridad, insistiendo en Su inflexible constancia, Su incomparable benevolencia, Su heroica entrega a s� mismo, Su resurrecci�n; sin embargo, desde�ando todas esas evasiones, se�alaron con regocijo su crucifixi�n, ahora como un sacrificio, ahora como un triunfo, y as� parec�an invitar al desprecio y el odio unidos de la humanidad. No es f�cil concebir adecuadamente la cantidad de convicci�n impulsiva e imperiosa que debi� haber sido necesaria, en esa �poca anterior, para proclamar de esta manera, como el Cristo, a uno que hab�a sido crucificado.

Reconocer esa creencia, frente al desprecio universal, defenderla cuando su simple anunciaci�n parecer�a un ultraje en nombre mismo de la raz�n, debi� exigir, no digo una grandeza de hero�smo moral, sino una fuerza y ??firmeza de voluntad. persuasi�n, como la que el mundo rara vez ha presenciado. Pero tal como el evangelio se les apareci� a los jud�os y griegos de las primeras edades, tal sigue siendo esencialmente su aspecto, cuando se lo ve en su car�cter primitivo y sencillo, a multitudes en todos los pa�ses.

Lo odian o lo desprecian por las mismas razones. Para algunos de ellos es motivo de ofensa e irritaci�n; para otros, una de burla o negligencia orgullosa. Est�n los supersticiosos, que detestan su sencillez, y los especulativos, que rechazan sus exigencias pr�cticas. En cuanto a una clase, es demasiado espiritual para su dependencia de las ordenanzas externas, y demasiado humillante para halagar o confirmar su dependencia de s� mismos.

En cuanto a la otra, se deriva originalmente de una fuente desconocida para todos sus sabios, establecida por pruebas no aprehensibles por sus investigaciones y experimentos, y reforzada por sanciones destructoras de su tan cacareada libertad, recomendada por alicientes que apelan no a la raz�n, sino a la fe. Ambos pueden conspirar para reconocer algo a lo que llaman por su nombre, pero que tiene tan poco de sus caracter�sticas nativas como de su energ�a inherente.

En otros lugares, aunque se profesan sus doctrinas, su esp�ritu se evapora. En oposici�n, por tanto, a todos esos intentos de modificar o disfrazar su car�cter, alegamos intr�pidamente la conducta de los primeros disc�pulos. Porque nunca debe olvidarse que tal como fue la fuerza de su convicci�n, tal tambi�n debe haber sido la plenitud de la prueba que la sustentaba; y as�, la medida de su confianza es tambi�n la medida de la credibilidad de todo el marco y la estructura del evangelio.

Por lo tanto, lo que para ellos fue evidencia se convertir�, de dos maneras, en evidencia para nosotros; mientras vemos, no s�lo la creencia en la que se origin�, sino ese car�cter real y vivo que la creencia, as� generada, se encontr� en la pr�ctica para crear. Tampoco estaba fuera de lugar su confianza. El evangelio demostr� ser igual a cada emergencia y adaptado a cada dise�o. Esta consideraci�n nos lleva a examinar:

II. Esas manifestaciones trascendentes del poder y la sabidur�a divinos con las que se ha visto acompa�ar al evangelio, por todos los que han comprendido correctamente sus principios o se han embebido de su esp�ritu. Esforc�monos, por tanto, por formarnos conceptos definidos del sentido en el que el ap�stol pretende caracterizar la excelencia del evangelio, cuando lo llama �el poder de Dios y la sabidur�a de Dios.

Es evidente que hay dos aceptaciones principalmente, en las que esta declaraci�n puede entenderse, ya sea como denotando que ese evangelio, y los grandes eventos que da a conocer, constituyen una manifestaci�n eminente del poder y la sabidur�a de Dios, o bien que son una instrumento mediante el cual se encuentra eminentemente que opera Su poder y sabidur�a. Seg�n determinemos sobre una u otra de estas aplicaciones, el gran esquema mediador se comparar� naturalmente con diferentes partes de la obra divina, con las que se ver� que posee afinidades diferentes, aunque no incongruentes; y cuya analog�a consigo misma puede ayudarnos a comprender con mayor precisi�n y de manera m�s impresionante a sentir su importancia.

Si seleccionamos lo primero, la labor de la redenci�n humana exigir� ser comparada con esas manifestaciones de la agencia del Creador presentadas en la estructura del universo f�sico, o bien con esas esencias m�s exaltadas formadas por Su palabra de la nada, los �ngeles y los esp�ritus de los hombres. Si es lo �ltimo, entonces se nos ense�ar� a comparar la doctrina de la redenci�n, en sus efectos pr�cticos, con las energ�as inagotables de la naturaleza, y sus innumerables e innombrables influencias, para avivar, renovar, embellecer ese maravilloso marco, ya sea de naturaleza sensible o material. cosas con las que estamos rodeados.

Por el uno, nuestra atenci�n se dirige a la obra y el proceso de redenci�n; por el otro, a las nuevas que lo proclaman. Es el Salvador mismo en la Cruz que, en uno, resplandece con toda la gloria de la omnipotencia, llevando las cargas de un mundo culpable; y en el otro, es Su evangelio, reconociendo, por la gracia de Su Esp�ritu, el sublime prop�sito de su renovaci�n. Quiz�s no sea necesario separar por completo estas referencias, o decidir tan rigurosamente entre ellas, ya que cualquiera de ellas deber�a excluirse en las observaciones que siguen.

Si pensamos en el designio que se llev� a cabo y en los objetivos alcanzados sobre la Cruz, c�mo se reajustaron los reclamos discordantes en la administraci�n divina, c�mo se derrocaron los principados infernales y c�mo se suprimieron decisivamente los males; si hacemos referencia al honor que as� se asegur� al gran Gobernante, y el beneficio adquirido a Sus dominios, al progreso de Su justicia y misericordia; Si vemos la maldici�n que azot� la tierra, ahora detenida, estamos listos para retomar el lenguaje del texto en su primera y m�s simple aplicaci�n, y para hablar de la crucifixi�n del Mes�as como la �ltima y m�s grande de esas maravillas que son revelado para siempre en la sabidur�a y el poder de Dios.

O, si examinamos los efectos reales que fluyen de la proclamaci�n del evangelio, y lo se�alamos permanentemente como un instrumento para la renovaci�n de la humanidad, estaremos igualmente preparados para adoptar, aunque en otro sentido, el sentimiento que tenemos ante nosotros. No hablamos de su eficacia para mejorar la condici�n secular de los hombres. Nuestra referencia actual es a consecuencias de car�cter superior; es para esas transformaciones espirituales, de las cuales el evangelio siempre, desde los primeros tiempos, ha sido productivo en todas partes.

Para los altares de: el paganismo no se hundi� solo; pero las fortalezas del pecado dentro del alma fueron igualmente demolidas. La noche de la falsedad se disip� y los fantasmas del error �huyeron. El sue�o de la conciencia se rompi�. Se desat� el cautiverio de los afectos y se invit� al alma prisionera a arrojar sus cadenas. El mundo se renov� a su alrededor. Por lo tanto, con la mayor justicia, no menos que con la mayor magnificencia, que esta doctrina de la redenci�n se describa bajo las denominaciones aqu� empleadas; y no sin raz�n se le asigna un lugar tan eminente, cuando el ap�stol lo llama por los nombres de esos dos grandes atributos que se destacan en el conjunto de las perfecciones divinas: sabidur�a y poder.

Y debe ser as�; porque sin una sabidur�a consumada, un ser de poder ilimitado ser�a muy incapaz del control de innumerables agentes libres y responsables; pero sin un poder igual a Su inteligencia, un ser de sabidur�a infinita, desconcertado por Sus propios designios y perdido en la inmensidad de Sus propios prop�sitos, ser�a suprema e infinitamente miserable. Su combinaci�n en igual medida, por lo tanto, como es inseparable de Su naturaleza, se requiere igualmente para Su rectitud y Su felicidad.

Cada uno tiene su propia esfera de acci�n, y cada uno su est�ndar de excelencia independiente. Es el poder que saca de la nada; sabidur�a que arregla y embellece. El poder es la fuente de los elementos; sabidur�a, de afinidades; poder, de fuerzas innatas y energ�as no dirigidas; sabidur�a, de adaptaciones �tiles y resultados beneficiosos. El poder puede crear un caos; la sabidur�a debe fabricar un mundo. Su poder encuentra sus testigos en el rel�mpago y el torbellino; Su sabidur�a, en esas proporciones delicadas y justas que encajan con los elementos m�s destructivos para sostener y nutrir la vida.

Quiz�s sea el poder lo que m�s nos asombra en las producciones de la naturaleza; sabidur�a, que despierta nuestra mayor admiraci�n en las disposiciones de la providencia; sino la uni�n de ambos, que contemplamos, con el m�s sublime arrebato, en el misterio de la redenci�n. Es un ejercicio supremo y soberano de poder perdonar el pecado, pero un arreglo de la m�s profunda sabidur�a para hacer que ese perd�n sea consistente con el honor del Legislador y la seguridad de Su dominio.

El poder podr�a rescatar; la sabidur�a redimir�a. Contemplamos el poder todopoderoso que levanta de entre las naciones la ascendencia del Mes�as, preserva Su linaje intacto a trav�s de tantas edades y cumple, mediante un milagro continuo, lo que una vez hab�a sido pronunciado por un decreto inalterable: �El cetro no se apartar� de Jud� ni legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo; ya �l ser� el recogimiento del pueblo.

Pero no discernimos menos de sabidur�a, ordenando todas las cosas por la cooperaci�n de causas naturales, que, cuando el Mes�as largamente esperado lleg� realmente, el estado, tanto del mundo como de Su propio pueblo, deber�a ser tal como para asegurar Su rechazo, y dar lugar incluso a Su muerte; y, sin embargo, hacer que las consecuencias de Su ministerio sean las m�s ampliamente efectivas, haciendo que sus noticias se difundan y su influencia se experimente con la mayor certeza y certeza, en todos los pa�ses.

�Cu�n ilustre se revela la acci�n de la omnipotencia, cuando por fin, aunque levantado sobre una cruz, se convierte en el Conquistador de la muerte, el Saqueador de la tumba, el Libertador de las almas cautivas y el Emancipador de un mundo esclavizado! Y, sin embargo, por conspicuos que sean estos descubrimientos, las caracter�sticas de una sabidur�a infalible y terrible son al menos igualmente perceptibles. Es parte de tal sabidur�a alcanzar los mayores fines sin gastos profusos o ineficaces; restringir la divulgaci�n prematura de sus objetos; para proveer, infaliblemente, contra ocasiones emergentes y eventos contingentes; neutralizar la oposici�n y los obst�culos; o convertir las fuerzas oponentes en auxiliares y aliados �tiles; y as� asegurar sus resultados, de una manera exenta de complicaci�n o verg�enza, as� como de exhibici�n ostentosa o sin sentido.

Ahora, en cada uno de estos se revela �la profundidad de las riquezas, tanto de la sabidur�a como del conocimiento de Dios�, en el proceso de la misericordia redentora. Seleccionamos s�lo un descubrimiento m�s de la uni�n de estos atributos que se exhiben en el evangelio, a saber, en el efecto pr�ctico de todos sobre el coraz�n y la conducta de los hombres. Cuando Dios hab�a creado la materia del globo y estaba a punto de poner en movimiento la estupenda masa primero, quedaba un problema a�n sin resolver, del cual su bienestar y permanencia depend�an esencialmente.

Era esta: �Cu�l era esa direcci�n espec�fica en la que se pod�a dar un impulso que deb�a originar, por el mismo acto, esos movimientos complicados pero inseparables que aseguran la perpetuidad de su lugar en el sistema general, y la regularidad de los cambios que se est�n produciendo? demandado por su propio servicio inmediato? Aqu�, entonces, hab�a una ocasi�n para la manifestaci�n combinada e igual de poder y sabidur�a.

Ninguno de los dos pudo lograr el prop�sito, por separado de sus compa�eros. De ah� sigui� el dulce intercambio del d�a y la noche, la agradecida vicisitud de las estaciones, la admirable diversidad de clima, suelo y temperatura, la perpetua frescura del aire y del oc�ano, la inagotable plenitud de la vida, su constante renovaci�n y su innumerable diversidad. . Todo estaba asegurado en un momento, pero destinado a continuar, sin interrupci�n ni descanso, hasta que la misma mano se interpusiera para detener su avance o cambiar su rumbo.

Tal es el fen�meno an�logo, pero presentado en una escala m�s sublime y en conexi�n con elementos m�s espantosos, en el mundo, no de la materia, sino de la mente, y en relaci�n, no con los eventos f�sicos de la naturaleza, sino con el destino del alma imperecedera. . El problema aqu� era determinar cu�l era ese poderoso impulso que, en un acto, deb�a combinar todo lo que era esencial para su felicidad separada con todo lo que era necesario para el orden del universo moral; cu�l es ese movimiento misterioso que, una vez impreso en �l, debe continuar para siempre sin gastar, asegurando la integridad de su naturaleza, junto con la perpetuidad de sus relaciones; c�mo la energ�a del deber podr�a unirse con la calma de la dependencia; rectitud de acci�n, con sencillez de confianza; aspiraciones insaciables, con sumisi�n irresistible; la conciencia de la libertad perfecta,

Ese impulso solo se puede transmitir por medio del amor. Todo fue efectuado por la Cruz. Y �oh! �Qu� maravillosas transformaciones atestiguan la grandeza de ese impulso �nico y omnipotente! �Qu� beneficiosas consecuencias se aseguran a lo largo de toda la br�jula de nuestra existencia espiritual! �Qu� ricas y felices producciones surgen juntas, para revelar tanto su energ�a como su dise�o! De ah� que el amor derive su llama, la adoraci�n su incienso, la gratitud su canto, la esperanza de sus m�s bellas visiones, el temor de sus terrores m�s purificadores, la humildad y la paciencia sus motivos m�s permanentes y el m�s firme apoyo.

La raz�n encuentra aqu� la indagaci�n m�s elevada, la contemplaci�n el objeto m�s sublime, la memoria los recuerdos m�s dulces. Y as� prevalece el poder de la Cruz para santificar todo el car�cter tanto del pensamiento como de la acci�n; as� como la misma savia que humedece la ra�z se convierte en verdor en el follaje, fragancia y belleza en la flor. Por tanto, se comete pecado, no tanto para ser rechazado porque es peligroso como para ser odiado porque es imp�o; mientras que el cumplimiento del deber est� asegurado m�s por su similitud con las tendencias de una naturaleza renovada, que por su mera conexi�n con la adquisici�n de la felicidad.

Y la manera en que se obtienen estos resultados es igualmente aplicable a cada orden de intelecto y a cada condici�n de la sociedad. Adem�s, la creencia justa y pr�ctica de estas verdades est� lejos de estar limitada por los l�mites de su revelaci�n estrictamente intelectual. Operan para salvar y purificar, no porque sean racionales o bellos, sino porque son Divinos; estando en armon�a con toda nuestra naturaleza espiritual, y procediendo de la misma mano que ha modelado la constituci�n de nuestro ser.

Por tanto, m�s de un viajero es guiado por estas luces del cielo, por las cuales nunca penetraron las maravillas de su mecanismo; y sus "dulces influencias" a menudo se dan cuenta donde se desconocen sus m�sticas glorias. Y ahora m�ralo en sus efectos no menos maravillosos sobre nuestras afinidades sociales y nuestra conducta, y sobre la relaci�n del individuo con el bien del todo. Suavizar la ferocidad b�rbara, refinar los h�bitos de los civilizados, fortalecer las bandas de simpat�a humana y entrelazar m�s firmemente los lazos de la fraternidad universal; estos son los m�todos por los cuales asegura una difusi�n sin restricciones y un control cada vez mayor. Intentemos ahora deducir y aplicar a prop�sitos pr�cticos.

III. Las reflexiones que esta revisi�n, en sus dos partes, est� preparada para proporcionar.

1. Creo que no se puede dudar de que un calculador optimista, a juzgar por la rapidez y el n�mero de los primeros triunfos del evangelio, hubiera esperado, antes de este per�odo, su difusi�n mucho m�s amplia y sin obst�culos. �Tales�, podr�a decir, �fueron sus efectos cuando comenz� a ser proclamado entre las naciones. �Por qu� han desaparecido esos efectos en una medida tan grande? Pero el c�lculo se har�a ignorando tanto el evangelio como la naturaleza humana.

Observa lo que realmente est� logrando dondequiera que se predique con fidelidad y sencillez. O que se estimen sus resultados en su car�cter m�s esencial. La experiencia de veinte siglos ha dado testimonio uniforme de esta verdad, que ning�n otro aparato est� adaptado a la obra trascendental de la renovaci�n humana; y que incluso cuando esto se emplea, su eficacia depende, en gran medida, de que su aplicaci�n sea libre y sin trabas.

2. Es natural preguntar: �Ha sido la Iglesia en todo momento debidamente considerada con el m�todo en el que s�lo ella puede anticipar la prosperidad, en sus esfuerzos por la difusi�n del evangelio, y c�mo puede leg�timamente recomendarlo a la aprobaci�n y la confianza? Como cuesti�n de revelaci�n divina, seguramente deber�amos presentarla sin adiciones ni reducciones. Incluso en sus acompa�amientos externos y las circunstancias que acompa�an a su ministerio, debemos preservar la misma subordinaci�n de todas las cosas al descubrimiento de su grandeza nativa.

La majestuosidad de los suntuosos edificios y los esplendores de un hermoso ritual est�n poco en armon�a con la religi�n de la Cruz. La refulgente belleza del evangelio no requiere, y su majestad lo proh�be, tales mejoras.

3.No podemos dejar de admirar el m�todo adoptado por los primeros defensores del cristianismo para asegurar la difusi�n de sus principios, y as� aprender de qu� manera perseguir el mismo objetivo para nosotros. Les presentaron, como hemos visto, con la franqueza de una proclamaci�n inquebrantable y solemne. �Debe el hombre ser seducido por la aquiescencia, o seducido por la fe, cuando no se trata de principios especulativos, sino de hechos estupendos, sobre los que se suspende su redenci�n? �O debe abrirse la puerta de la vida con la pompa de la ceremonia y la voz de la m�sica, antes de que el paria condescienda a entrar por ella, aunque el vengador de la sangre est� detr�s de �l y la espada de la justicia ya est� encendida y desenvainada? Adem�s, si vamos a juzgar cu�l podr�a haber sido el resultado de tal acomodaci�n por su efecto en los tiempos modernos,

4. � Cu�n poderoso es el aliciente, y cu�n claro el directorio, para buscar por nosotros mismos un inter�s en las bendiciones de esta gran salvaci�n! Si es la producci�n de tal sabidur�a y poder, nuestra esperanza nunca se ver� defraudada.

5. � Qu� prueba se proporciona en esta descripci�n para determinar si verdaderamente hemos recibido el esp�ritu del evangelio! Si se ajusta con sabidur�a infinita y se arma con un poder infinito, entonces, �cu�les deber�an haber sido sus efectos, y cu�les han sido realmente? �Ha vencido nuestros vicios, ha erradicado nuestras propensiones al mal, ha humillado nuestra presunci�n? De nuevo, �es irresistible y absoluto? �No es un mal suplantado por otro, sino todo, cada vez m�s, por este nuevo elemento del bien? �Es el efecto del principio cristiano consistente y uniforme? �Impregna nuestra conducta total e imparte su car�cter a todas nuestras acciones? Si no, �qu� es nuestra religi�n sino un sepulcro blanqueado, hermoso por fuera, pero lleno de muerte por dentro? Entonces, no nos quedemos nunca satisfechos con principios dudosos o inoperantes.

6. Se nos ense�a a contar con el progreso futuro y los triunfos finales del evangelio. As� organizado y as� sostenido, podr�a parecer que garantiza incluso su propia perpetuidad. �Qu� necesidad tenemos de encogernos a causa de los desvar�os de la blasfemia, las conjeturas de la falsa sabidur�a, las hechicer�as del genio pervertido, las burlas del ingenio, las antipat�as del gusto, el capricho de la pasi�n, los asaltos de la incredulidad? �No ha encontrado ya el evangelio enemigos al menos tan formidables? Finalmente, no podemos dejar de recordar cu�n grande debe ser la gloria en la que todos fluir�n. �Qu� consumaci�n cuando esta escena de maravillas se desarrolle perfectamente! ( RS McAll, D. D. )

Cristo el poder de Dios

1. Redimir un mundo.

2. Para salvar a los pecadores.

3. Para someter al pecado ya Satan�s.

4. Para establecer su reino.

5. Para quitar la maldici�n y hacer todo nuevo. ( J. Lyth, D. D. )

El poder de Dios en el autosacrificio

I. �Es Dios un ser pasible o impasible?

1. Parecer�a derivarse de la infinitud de Su poder creativamente eficiente y de la inmensidad de Su naturaleza que �l debe ser impasible. Adem�s, �l es solo esp�ritu, y lo que llamamos fuerza no puede tocarlo.

2. Pero despu�s de todo debe haber alg�n tipo de pasividad en Dios, de lo contrario no podr�a haber un car�cter genuino en �l. Una Deidad de hierro fundido no podr�a imponer nuestro amor y reverencia. La belleza de Dios es que siente de manera apropiada hacia todo; que siente la maldad como maldad y la bondad como bondad: dolorido por uno, complacido por el otro. Una gran parte de todas las virtudes tienen, de hecho, un elemento de pasibilidad en ellas, y sin ese elemento no podr�an existir. De hecho, la grandeza de car�cter culmina en la proporci�n y coordinaci�n adecuadas de estos elementos pasivos. Y Dios es grandioso por ser grandioso en sentimientos.

3. Hacemos una distinci�n entre lo que llamamos virtudes activas y pasivas. Si imparto caridad, esa es mi virtud activa; si recibo un insulto sin querer vengarlo, esa es mi virtud pasiva. Y sin esto en sus variedades, deber�amos ser solo sin caracteres, troncos secos de madera en lugar de hombres cristianos. O, si seguimos actuando quietos, s�lo deber�amos ser m�quinas activas; pues, �qu� mejor es la donaci�n activa de una caridad si no hay con ella ning�n sentimiento de compa�erismo o una pasi�n compasiva que la convierta en caridad? Ahora Dios debe tener estas virtudes pasivas tan verdaderamente como los hombres.

�C�mo, entonces, concebiremos que �l los tenga cuando, de hecho, es impasible? La salvaci�n est� aqu�; Dios, siendo f�sicamente impasible, es moralmente pasible, es decir, es un Ser cuya perfecci�n misma es lo que siente el significado moral de las cosas. Puede sentir ingratitud cuando no puede sentir un golpe. Puede detestar la impureza cuando no puede ser herido por ning�n asalto. Se complace y gratifica con actos de sacrificio cuando no puede ser consolado o enriquecido por la benevolencia.

Un term�metro no es m�s exactamente y delicadamente pasivo al calor que al m�rito y dem�rito de todas las acciones. En consecuencia, esta es la representaci�n que se da de �l en las Escrituras. Por lo tanto, �l es bendecido seg�n el m�rito y la belleza de todo lo que se hace correctamente. Oli� un dulce sabor en el sacrificio de Noah. Se complace en los que esperan en su misericordia. Es tierno con los obedientes, compadeci�ndose de los que le temen como un padre se compadece de sus hijos.

Por otro lado, �cu�ntos dolores de sentimiento sufre en su relaci�n con escenas de maldad humana? El suspiro del prisionero se presenta ante �l para despertar su simpat�a. En todas las aflicciones de su pueblo, �l mismo es afligido. Y, de la misma manera, se dice que �l est� afectado por toda clase de sentimientos desagradables en relaci�n con toda clase de malas acciones; dolorido disgustado, enojado, etc.

4.Pero este doloroso sentimiento con respecto al mal, �qu� es esto sino asumir la infelicidad o, al menos, la felicidad disminuida de Dios? �C�mo, entonces, salvaremos Su infinita bienaventuranza? Simplemente descartando nuestros c�lculos de aritm�tica y mirando hechos. Parece ser una buena aritm�tica que, si se hace alguna resta de la felicidad infinita de Dios, �l no puede ser infinitamente feliz. No, al contrario, �l puede ser incluso m�s bienaventurado por la sustracci�n, porque para ver que siente bien hacia el mal, a pesar del dolor sufrido por �l, para saber que est� derramando la plenitud de Su amor sobre �l, estar estudiando ahora, en sacrificio consciente, una misericordia salvadora - de esto brota un gozo m�s profundo que el dolor, y, por una ley fija de compensaci�n santa, el mar de Su bienaventuranza se mantiene continuamente lleno. Todas las naturalezas morales existen bajo esta ley de compensaci�n. Recibir el mal correctamente es dominarlo, sentir dolor debido a �l es mantenerse en un gozo soberano.

II. Hasta aqu� he hablado de la virtud pasiva de Dios, principalmente en cuanto a sentir hacia lo moral justo seg�n su calidad. Pero hay una pasividad moral mucho m�s alta y que va m�s all�, es decir, una pasividad de la misericordia o el sacrificio.

1. En esto un ser bueno o perfecto no s�lo siente el bien o el mal seg�n lo que es, sino que soporta voluntariamente el mal, para convertirlo en lo que no es, para recuperarlo y sanarlo. No se necesita una pureza extraordinaria para que alguien sienta el disgusto en la contemplaci�n de lo que es vil, pero someter la comodidad a la resistencia de la maldad, para recuperarla y dominarla, requiere lo que es mucho m�s dif�cil.

2. Justo aqu�, entonces, comenzamos a abrirnos al verdadero significado de "Cristo el poder de Dios". No hay poder tan grande, incluso entre los hombres, como el que vence al mal soportando el mal. Precisamente aqu� el mal se vuelve insoportable para s� mismo. Puede argumentar contra todo menos el sufrimiento de la paciencia: esto lo desarma. Todo su fuego se ha agotado. Cristo crucificado es poder de Dios, porque muestra a Dios en la abnegaci�n, porque saca y hace hist�rica en el mundo la virtud pasiva de Dios.

Con esto abre nuestro sentimiento humano, por malo y ciego que sea, verti�ndose en sus recovecos m�s profundos y ba��ndolo con su influencia purificadora y creadora de nuevo. Tiene la m�xima eficacia porque es poder moral, no fuerza f�sica. Por eso es que tanto se dice de Cristo como un poder reci�n descubierto, el poder de Dios para salvaci�n: el Hijo de Dios con poder; el poder de Cristo. El poder est� concebido para ser tal que Cristo sea realmente nuestro nuevo Creador. Somos su hechura, creados para buenas obras.

3. �Pero c�mo parece que la vida y la muerte de Cristo a�aden una eficacia tan grande al car�cter conocido de Dios? �No fue todo lo que se nos mostr� en Su muerte, revelado expl�citamente en el Antiguo Testamento? All� se representaba a Dios debidamente afectado por todo mal de acuerdo con su verdadera naturaleza; disgustado, aborrecible, etc. Pero tener estas cosas adscritas formalmente a Dios es una cosa, y muy diferente tenerlas vividas y actuadas hist�ricamente en el mundo.

Las perfecciones que se nos presentan con meros ep�tetos tienen poco significado; pero las perfecciones vividas y actuadas antes de que los sentidos, en condiciones sociales, tengan otro grado de significado. Y si esto es cierto respecto a la mera pasividad de la sensibilidad de Dios hacia el bien y el mal, cu�nto m�s cierto es cuando hablamos de �l en sacrificio. Tal impresi�n o concepci�n de Dios nunca se extrajo, como una verdad positiva, de ninguno de los ep�tetos que hemos citado.

Y la naturaleza no le da la apariencia de evidencia. Casi tan pronto podr�amos buscar el sacrificio en una m�quina de vapor como en la naturaleza. Cu�n necesario, original, poderoso es, entonces, el Dios del sacrificio, el que soporta el mal y lo toma como una carga para llevarlo, cuando lo vemos luchando bajo la carga. �En alg�n lugar hay un poder maravilloso escondido en la Cruz! Y el sufrimiento es f�sico, un sufrimiento forzado.

III. Entonces, si Dios es f�sicamente impasible, �c�mo parece que se expresa de alguna manera en la pasi�n de Cristo? �C�mo lo presenta la pasi�n como en sacrificio?

1. Por la impasibilidad f�sica de Dios no se quiere decir que no pueda sufrir por consentimiento o por auto-sujeci�n, sino s�lo que no puede ser sometido involuntariamente. Negar Su libertad de existir bajo condiciones asumidas siempre que haya razones suficientes para hacerlo podr�a incluso ser una infracci�n mayor de Su poder que mantener Su pasibilidad natural.

2. Podemos ver claramente que no hay dificultad en la Pasi�n de Cristo que no exista tambi�n en la Encarnaci�n misma. �C�mo puede existir el Ser Infinito Dios en condiciones finitas? �C�mo (porque esa es solo otra forma de la misma pregunta) puede sufrir el Impasible? Y, sin embargo, ser�a una suposici�n muy severa decir que Dios no puede, para expresarse y adelantar Su negociaci�n con el pecado, sujetarse, de alguna manera misteriosamente calificado, a estas condiciones imposibles.

3. Sea como fuere, hay formas de conocimiento que son m�s breves y sabias que los procesos de la cabeza. En esta Pasi�n de Jes�s debe ser suficiente que mire la aflicci�n de un sentimiento divino y contemple el espect�culo de Dios en sacrificio. Esto lo veo y nada menos. Visiblemente no es un hombre. Siento una divinidad en �l. �l me inunda con un sentido de Dios, tal como no recibo de todas las obras de Dios y otros mundos.

Y cuando estoy junto a Su Cruz, no quiero ning�n respaldo l�gico; lo suficiente como para poder ver el coraz�n de Dios, y en toda esta maravillosa Pasi�n conocerlo como soportando la contradicci�n de los pecadores. �Por qu� deber�a debatir el asunto en mi coraz�n cuando tengo al Dios del sacrificio en mi coraz�n? El que as� me soporta, me somete y yo me rindo.

�Oh, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo! lo que llevaste en tus manos y pies benditos, no puedo soportarlo. S�calo todo. Esc�ndeme en las profundidades de Tu amor doliente. Conclusi�n:

1. Aprendamos aqu� a concebir mejor la grandeza de Dios. Su grandeza culmina en el sacrificio. Si s�lo fuera sabio, omnipotente, eterno, justo; incluso eso lo presentar�a como un objeto digno de la m�s profunda reverencia, pero en la Pasi�n de Jes�s �l es m�s. All� Su poder es la fuerza; aqu� est� el sacrificio. All� asombra el ojo; aqu� toca y transforma el coraz�n. El Dios de la mera amplitud servir� para divertir la imaginaci�n de los ingeniosos: el Dios del sacrificio s�lo puede aprobarse a s� mismo ante un pecador.

2. Y aqu� es donde nuestro evangelio llega a ser un poder tan grande. No es, por un lado, el poder de la omnipotencia cayendo en golpes secretamente regeneradores. Tampoco es, por otro lado, una mera apelaci�n de gratitud que atrae el alma a Dios por la consideraci�n de lo que ha hecho. No; este maravilloso poder es Dios en sacrificio. Este es el poder que ha creado y enviado a casa, como trofeos, en todas las edades pasadas, sus incontables mir�adas de almas creyentes, reci�n creadas y glorificadas.

3. Y ustedes que han conocido este amanecer del Se�or, �qu� certificaci�n tienen en este sacrificio de la simpat�a de Dios! �Cu�n intensamente personal es �l para ti! Acude a �l en todos tus problemas. Cuando las cargas de pecado consciente sean m�s pesadas para ti, y parezca que incluso te est�s hundiendo en sus fangos, dir�gete a �l como el Dios del sacrificio. Tenga tambi�n como lecci�n que usted mismo tendr� m�s poder cuando est� m�s preparado para soportar el mal; que dar�s fruto y ser�s fuerte, no por tu fuerza, no por tu discurso, no por tus palabras, sino solo cuando est�s con Cristo en sacrificio. ( H. Bushnell, D. D. )

El misterio del poder

I. La cruz representa tres grandes ideas que resumen lo que todos necesitamos para el cumplimiento de la vocaci�n.

1. La idea del deber. En el misterio moral de la Pasi�n vemos esta caracter�stica especial en el Hombre Representativo. �l subordin� perfectamente cada deseo impecable de comodidad, o deseo de liberaci�n, al cumplimiento del infinito reclamo del deber, aunque lo llev� a Su muerte.

2. La idea del amor. Estoy seguro en la penumbra de la Pasi�n que "Dios es Amor". Y esta fuerza de la Pasi�n tiene fuerza para atraer el alma al Redentor con deseo infinito. El amor implica generosidad de servicio; �Me am�, se entreg� por m�, suscita la generosa respuesta �amor por amor�. Ahora bien, este es un poder espiritual de la Pasi�n que me atrae y me permite amar a Dios.

3. La idea de santidad. Por eso nombramos esa hermosura perfecta que es la suma de la gloria moral de Dios. Ahora bien, para la criatura existe la posibilidad de captar y aprehender la belleza celestial. El hecho se vio en Jes�s crucificado, y por los infinitos m�ritos de la Pasi�n se garantiza al hombre una participaci�n en la gracia, en la vida del Hombre de los hombres. Jes�s crucificado es la fuente, la promesa de este poder.

II. En la cruz hay poder divino.

1. He visto las olas salvajes de una tormenta atl�ntica. El viento estaba aullando a un tono de tempestad, las nubes formaban una masa sobre una masa de negrura como la tinta, solo aliviada por un resplandor de fuego v�vido. Las olas se elevaron y se hundieron de nuevo en monta�as inquietas y valles inestables de mar hirviente. �Un espect�culo espl�ndido! �el espect�culo de la naturaleza en ejercicio de un tremendo poder desenfrenado!

2. He visto las grandes locomotoras de Chicago bombeando con ritmo constante e incesante sus trescientos millones de galones hora a hora desde las profundidades centrales de Michigan, para el uso de esa ciudad m�s extra�a del Nuevo Mundo.

3. Empec� a convertirme en la Scuola di San Rocco de Venecia, y de repente me encontr� cara a cara con ese cuadro grandioso y pat�tico del Crucificado, exhibido all� estos siglos con los colores vivos del genio de Tintoretto.

4. Naturaleza, Invenci�n Mec�nica, Arte: cada uno muestra el misterio del poder. Pero el poder que consuela al esp�ritu hundido, enciende los mejores afectos del coraz�n, cambia y vigoriza la voluntad severa o debilitada, y transforma el alma corrompida a la semejanza del ideal divino - un poder moral, espiritual, sobrenatural - ese es el el m�s grande de todos. �Ah! que se encuentra en el Crucificado; se convierte en posesi�n de la criatura por uni�n con Cristo.

III. En la Cruz est� el poder de Dios para salvaci�n.

1. �Qu� es ser salvo? �Es para hacer una inversi�n satisfactoria en un seguro contra el castigo final, cuando aqu�, en nuestro peregrinaje mortal, tenemos, por as� decirlo, "nuestra aventura", y la pasi�n y la ambici�n han tenido su juego irrestricto? Ciertamente no.

(1) Debe colocarse habitualmente en una plataforma superior de pensamiento, y despertar a una sinceridad de dolor varonil y permanente por cualquier motivo o acciones indignas o incorrectas de nuestros.

(2) Es tener esa luz del coraz�n, esa fuerza de voluntad, esa ansiosa pureza de los afectos, por cuya fuerza amamos las olas del dolor, sostenernos con mansedumbre bajo la tensi�n del �xito, y en las horas m�s oscuras, como en los momentos m�s brillantes, no fallan en el altruismo y la verdad.

(3) Es salir de las rutinas de la convenci�n; es estrangular la traici�n del yo; es tener el ojo claro y el entendimiento espiritual del habitante de la eternidad; avanzar en aptitud para desempe�ar nuestro papel como ciudadanos de esa bendita mancomunidad que pronto llegar�: "el cielo nuevo y la tierra nueva en los que mora la justicia".

(4) En una palabra, es tener el coraz�n de un hombre, como su Creador lo concibi�, puro, tierno y amoroso; es con ese coraz�n amar a Dios suprema y perfectamente; y en Dios, perderse en el amor por los dem�s, �eso es ser salvo!

2. �Puede ser esto nuestro? T� has respondido: "Puede", �oh Jes�s m�o! mi Redentor! La lecci�n proviene del Crucificado; su poder, su posibilidad de la sangre preciosa. ( Canon Knox-Little .)

El poder divino del cristianismo

Tenga en cuenta tres consideraciones preliminares.

1. El cristianismo es la �nica religi�n hist�rica. El budismo, el brahminismo y el mahomedanismo tienen una historia, pero el cristianismo solo se basa en una historia. No podr�a haber surgido en ning�n otro lugar que no sea donde lo hizo. Fue la consecuencia del juda�smo y la realizaci�n de la idea mesi�nica. El cristianismo tambi�n es hist�rico porque se basa en la historia de Jes�s. No se puede separar el cristianismo de Cristo. Sus doctrinas son simplemente la interpretaci�n de la historia de Cristo.

2. Hab�a una preparaci�n en todas partes para la expansi�n del cristianismo, si pod�a probar su verdad. El mundo civilizado estaba entonces bajo el dominio de Roma. Las viejas religiones estaban perdiendo su control, por lo que hab�a una disposici�n a escuchar a un nuevo pretendiente religioso. Tambi�n hubo paz en todo el imperio. Hubo en la providencia "el cumplimiento de los tiempos". Pero estas circunstancias favorables no habr�an servido de nada si los predicadores cristianos no hubieran podido reivindicar la verdad de la historia sobre la que descansaba.

3. Si bien el cristianismo ten�a fuertes pasiones, intereses ego�stas y prejuicios que superar, a�n ten�a, en las necesidades morales y espirituales del hombre, deseos que profesaba satisfacer. Y ahora, pasemos a considerar los conflictos que el cristianismo tuvo que librar y en los que mostr� su poder y atestigu� su verdad.

I. El conflicto con un juda�smo corrupto. Con el juda�smo de Mois�s y los profetas, el cristianismo no pod�a tener conflicto. �No pens�is que vine a destruir la ley o los profetas�, etc.

1. Pero que una contienda con el juda�smo contempor�neo era inevitable se ver� en el estudio de sus caracter�sticas principales. Nota&mdash

(1) La opini�n predominante en cuanto al car�cter y la misi�n del Mes�as. El Mes�as era la esperanza de los jud�os. Pero leyeron mal las profec�as; y lo invistieron con una dignidad mundana que nunca le fue reclamada.

(2) No se les pas� por la cabeza que habr�a alg�n cambio material en su adoraci�n bajo el Mes�as. Cre�an que a�n quedaban los sacerdotes, el templo y su imponente ritual.

(3) Los jud�os hab�an sido durante mucho tiempo el pueblo peculiar de Dios; y cre�an que seguir�an si�ndolo.

2. Cuando vino el Mes�as, �d�nde, preguntaron, estaba Su esplendor real? �D�nde estaba la restauraci�n nacional que traer�a Su venida? Pero los ap�stoles ense�aron el reinado de Jes�s; que la salvaci�n era solo creyendo en �l; que el culto sacrificial deb�a cesar; que la salvaci�n era tanto para los gentiles como para los jud�os. �C�mo esperar�a que los jud�os recibieran esta religi�n? Tal como lo encontramos fue recibido, con un desprecio y un odio que pronto se plasm� en una amarga persecuci�n.

Pero a pesar de todo el poder de la jerarqu�a y de los prejuicios y persecuciones del pueblo, el cristianismo se arraig� en Jerusal�n. La amarga oposici�n encontrada aqu� se encontr� donde los ap�stoles encontraron jud�os. Pero poco a poco la nueva fe venci�; la Iglesia suplant� a la sinagoga.

II. El conflicto con la filosof�a del mundo gentil. Cuando vino Cristo, la actividad literaria en el imperio romano fue grande; y en los principales centros de poblaci�n hab�a escuelas, o colegios, que estaban abarrotados de estudiantes.

1. Miremos, entonces, la ense�anza de estas escuelas, y veremos lo que el cristianismo tuvo que encontrar. Los estoicos, aunque sosten�an que Dios era el alma del mundo, eran virtualmente pante�stas. En moral, se distinguieron por su austeridad. Consideraban que un hombre hab�a alcanzado la perfecci�n cuando era indiferente tanto al placer como al dolor. Los epic�reos, por el contrario, eran pr�cticamente ateos. No teniendo nada que esperar ni temer de la muerte, se dispusieron a extraer de este mundo todo su placer. Su m�xima era: "Comamos y bebamos, que ma�ana moriremos".

2. Ahora bien, �d�nde estaba la probabilidad de que el cristianismo se recomendara a los estoicos o epic�reos, si debajo de su doctrina no hubiera existido la base s�lida de un hecho incontestable? �La idea de que los fil�sofos griegos aceptaran a un jud�o como su maestro y a un jud�o crucificado como su Salvador! Tampoco estuvieron m�s conciliados cuando tuvieron una exposici�n m�s completa de la verdad y el deber cristianos, y llegaron a ver cu�nto se les exig�a en la crucifixi�n de todos los deseos de la carne.

Y Pablo no estaba ciego a esto. Pero el cristianismo triunf�. Los fil�sofos no pudieron contradecir sus hechos; y aunque su ense�anza fue humillante para su orgullo, y opuesta a sus pasiones, gan� su camino. Y antes de que pasaran muchos a�os, algunos de los m�s capaces y cultos de ellos se encontraron entre los defensores del cristianismo.

III. El conflicto con las religiones paganas.

1. Estos estaban en doctrina y adoraci�n directamente opuestos al cristianismo. Los paganos estaban rodeados de dioses, y toda su vida p�blica y privada estaba entretejida con el servicio de estos dioses. La vieja religi�n pagana se hab�a entrelazado alrededor de todo el hombre. Y luego el ceremonial de adoraci�n pagana fue de lo m�s imponente. Ten�a sus magn�ficos templos. Adem�s, esta antigua religi�n fue patrocinada y defendida por el Estado.

2. Ahora bien, la mism�sima pretensi�n del cristianismo era adecuada para despertar a los devotos de esta idolatr�a en su contra. Declar� que no hay m�s dios que el Dios que est� en Jesucristo reconciliando consigo al mundo. Aqu� no tolerar�a ning�n compromiso, no permitir�a ning�n homenaje dividido. Y entonces el cristianismo no ten�a ni un templo espl�ndido ni un servicio imponente. No vino recomendado ni por la grandeza mundana de su fundador ni por la de sus ap�stoles.

Exig�a una revoluci�n completa de su vida, una revoluci�n que solo podr�a tener el efecto de empobrecer a decenas de miles que engordaban con los ingresos de la idolatr�a. Si la historia del evangelio no hubiera sido cierta, ning�n intento podr�a haber sido m�s desesperado que derrocar la vieja idolatr�a. Pero, aunque las fuerzas que se opon�an al cristianismo lo eran, las derrot�.

IV. El conflicto con el esp�ritu licencioso de la �poca. Bajo las antiguas religiones paganas, un hombre pod�a considerarse religioso sin ser moral. Pero bajo Cristo, la moralidad es parte de la religi�n. El cristianismo arroj� su luz sobre la maldad del pecado, revel� su terrible destino e hizo un llamado a los hombres, que valoraban su paz eterna, a ceder a ese Divino Salvador que hab�a muerto por ellos y resucitado, y con fe simple a dar sus corazones para ser gobernado por �l, para ser santificado por �l.

No era un apego barato lo que buscaba. Ahora bien, �podr�an los ap�stoles haber ganado conversos de las masas degradadas si no hubieran podido mostrarles que la historia del evangelio era verdadera? �Y si la gente no hubiera sentido que hab�a algo en �l que hablaba como nada le hab�a hecho a su conciencia y su coraz�n? Conclusi�n:

1. El �xito del cristianismo frente a estas fuerzas es, por tanto, una prueba concluyente de que procede de Dios. Pero para que se confirme esa conclusi�n, debemos mirar la rapidez con la que se extendi� el cristianismo. Apenas hab�a terminado el siglo III, cuando el emperador Maximino, uno de los enemigos m�s ac�rrimos, se vio obligado a decir, en uno de sus edictos, que casi todos �hab�an abandonado el culto a sus antepasados ??por la nueva secta�.

2. �Y cu�l ha sido su historia desde entonces? Uno a cuadros pero muy instructivo. Otras religiones, como las del budismo y el mahometismo, han surgido y se han extendido ampliamente; pero han demostrado que no tienen poder de reactivaci�n. Dondequiera que se hayan deteriorado, nunca se han restaurado. Pero el cristianismo tiene un poder de avivamiento que hace que env�e nuevas ramas. S�, mientras las antiguas religiones est�n muertas o muriendo, el cristianismo vive y se extiende.

3. Y este avance es precisamente lo que se predijo. Cuando un reformador, inflamado de entusiasmo, comienza su trabajo, suele anticipar un triunfo r�pido. Pero Jes�s anim� a su pueblo sin tales esperanzas. Les dijo que tendr�an tribulaci�n en el mundo, pero les asegur� que finalmente Su reino triunfar�a. Y el resultado ha estado de acuerdo con la profec�a. ( A. Oliver, B. A. )

Cristo la sabidur�a de Dios

1. En su naturaleza eterna.

2. En Su encarnaci�n.

3. En su mediaci�n.

4. En su exaltaci�n.

5. En la aplicaci�n del evangelio.

6. En sus gloriosos resultados. ( J. Lyth, D. D. )

Cristo la sabidur�a de Dios

I. En la misteriosa constituci�n de Su persona. Uno de los profetas lo llama "el Maravilloso". Cuanto m�s lo miremos, m�s se elevar� la maravilla de Su persona. Pero la sabidur�a de Dios se hizo eminentemente conspicua en la constituci�n de Cristo como propiciaci�n por el pecado. Se requer�an dos naturalezas, un sufrimiento y un sacrificio satisfactorio. El sufrimiento no ser�a sin satisfacci�n; la satisfacci�n no se puede lograr sin sufrimiento.

1. Se requer�a una satisfacci�n infinita, por lo tanto hab�a una sola naturaleza que pod�a presentarla. Y aqu� est� ese fundamento sobre el que descansa la Divinidad de Jes�s.

2. Pero se requer�a otra naturaleza para el sufrimiento; porque la Deidad, considerada en abstracto, no puede sufrir. Y no s�lo se requer�a sufrimiento, sino sufrimiento humano; la pena impuesta a la transgresi�n de la ley se adapta a la naturaleza humana. Pero era necesario que esta naturaleza humana fuera pura. Se requer�a una �cosa santa�: el cordero deb�a ser sin defecto y sin mancha.

3. Era, adem�s, necesario que estas dos naturalezas se constituyesen en una sola persona; y la uni�n de las dos naturalezas fue tan perfecta como requer�a la infinita sabidur�a de Dios; porque no hubo cambio ni confusi�n de las naturalezas. La Deidad , con toda su inefable gloria, no se deterior� por su uni�n con la humanidad. S� que hay sabidur�a desplegada en cada evoluci�n del car�cter Divino; y por grande que fuera hacer al hombre, m�s grande era hacer a Dios-hombre.

II. En los gloriosos resultados de Su expiaci�n.

1. La consumaci�n del gran prop�sito de Dios de redimir al hombre. El gran plan redentor comenz� con el Padre, quien �tanto am� al mundo�, etc. Y aqu� est� la dificultad: Dios es un Ser infinitamente justo. Dios vio el terrible caos que hab�a causado el pecado, y �c�mo iba a repararlo? La justicia requer�a la ejecuci�n de la pena. S�lo hab�a dos modos de proceder. La sabidur�a de Dios podr�a haberse mostrado en destrucci�n. Pero, oh, cu�nto m�s ilustre brilla Su sabidur�a en la recuperaci�n de maul

2. La manifestaci�n de los atributos Divinos en su gloria perfecta y armonizada. Aqu� contemplas la justicia, la verdad, la bondad, el amor; pero lo son por completo. �Cu�ndo hemos contemplado semejante espect�culo? Los atributos del Ser Divino se hab�an manifestado en la historia ang�lica: todos Sus atributos amables, en referencia a los que guardaron su primer estado, y todos Sus atributos temibles en la historia de los que se rebelaron; pero hab�a dos teatros separados y distintos para estas revelaciones.

Tampoco la historia humana proporciona un paralelo. El camino de la providencia ha exhibido ocasionalmente un atributo y luego otro. A veces justicia, como en el diluvio o en el derrocamiento de las ciudades de la llanura; a veces la verdad, como en la emancipaci�n de los hebreos; en un momento, justicia severa, y luego en otro, misericordia sonriente; pero estaba reservado para el evangelio exhibirlos en un brillo combinado y armonioso; y cuando Jes�s vino a redimir nuestro mundo, todos los atributos de Dios vinieron con regocijo con �l: "Justicia y misericordia se unieron, justicia y paz se abrazaron".

3. La manera triunfante en que nuestro Se�or conquist� a sus enemigos. Cristo se encontr� con Satan�s a su manera: la cruz era el arma de Satan�s. Pero por esa misma Cruz fue la ilustre simiente de la mujer que hiri� la cabeza de la serpiente y destruy� los poderes de las tinieblas; y fue por la Cruz que Cristo despoj� y triunf� sobre los principados y potestades, los exhibi� abiertamente y los someti� al desprecio angelical.

4. El establecimiento m�s firme del gobierno divino. El gobierno divino es un gobierno de motivos, y todos los dem�s tipos de gobierno son coercitivos e irracionales. �Hubo alguna vez una revelaci�n del amor de Dios como la que resplandeci� en la cruz? �Y el amor no engendra amor? Donde mucho se perdona, mucho se ama; y tal visi�n de Dios une a todos los esp�ritus.

III. En la pr�ctica dispensaci�n de Su evangelio. La Iglesia, ya sabes, es el teatro mediante el cual la sabidur�a de Dios se da a conocer a los principados y potestades. Los �ngeles son nuestros compa�eros de estudios, �y qu� ven? En primer lugar, los agentes: pobres galileos, sin nada que ofrecer a los sabios, nada al comerciante, nada al pol�tico. Si los primeros predicadores del evangelio hubieran sido investidos con todos los atractivos conocimientos de las escuelas, las m�s espl�ndidas verdades del evangelio se habr�an oscurecido por la grandeza humana; pero cuanto menos hab�a del hombre, m�s hab�a de Dios.

�Y no percibes cu�n asombrosamente se manifiesta la sabidur�a de Dios en la adaptaci�n de los descubrimientos de �l mismo a nuestras concepciones? All� se sienta un pobre hu�rfano, all� una viuda pobre, all� un hu�rfano desolado; y el evangelio les brinda todo el consuelo que solo Dios puede impartir. Pero, adem�s de esto, est� la influencia que lo acompa�a. Para el mero ojo de la filosof�a esto no es nada; pero entra un pobre, y mira, y no hay nada que lo golpee; pero poco a poco las escamas caen de sus ojos, poco a poco una nueva influencia se apodera del coraz�n, y �l exclama: "�Dios est� en este lugar y yo no lo sab�a!" F�jese en el pobre publicano, golpe�ndose el pecho, gimiendo la �nica s�plica del pecador: �Dios, ten misericordia de m�, pecador� ( T. Lessey ).

El evangelio es la suma de la sabidur�a;

un ep�tome del conocimiento; un tesoro de la verdad; y una revelaci�n de misteriosos secretos. �Ah, queridos amigos! si busc�is la sabidur�a, la ver�is desplegada en toda su grandeza; no en el equilibrio de las nubes, ni en la firmeza de los cimientos de la tierra; no en la marcha mesurada de los ej�rcitos del cielo, ni en los movimientos perpetuos de las olas del mar; no en la vegetaci�n con todas sus formas m�gicas de belleza, ni en el animal con su maravilloso tejido de nervios, venas y tendones; ni siquiera en el hombre, la �ltima y m�s sublime obra del Creador.

�Pero vu�lvete a un lado y contempla esta gran vista! un Dios encarnado sobre la Cruz; un sustituto de expiaci�n por la culpa mortal; un sacrificio que satisface la venganza del cielo y libera al pecador rebelde. Aqu� est� la sabidur�a esencial; entronizado, coronado, glorificado. Admirad, hombres de la tierra, si no sois ciegos; y ustedes que se glor�an en su conocimiento, inclinen sus cabezas con reverencia y reconozcan que toda su habilidad no podr�a haber ideado un evangelio de una vez tan justo para Dios, tan seguro para el hombre. ( CH Spurgeon .)

Filosof�a divina

1. Nuestra �poca est� ansiosa por la b�squeda del conocimiento. Profesa ser una �poca que ama y busca la verdad. Ha obtenido una gran comprensi�n de los procesos oscuros de eso que se llama "naturaleza". �Dondequiera que ha girado sus pasos, ha encontrado reservas de verdad. En todo esto hay sabidur�a que hacemos bien en estudiar. Sin embargo, todos estos son solo partes, un todo, del cual nada menos que la infinidad de Dios es la medida.

De ah� que, si bien en todas las regiones de la creaci�n se pueden ver porciones de esta sabidur�a, s�lo en el Hijo de Dios, en Cristo Jes�s, Verbo encarnado, est� contenido el todo poderoso. �l, y solo �l, es "la sabidur�a de Dios".

2. La expresi�n �la sabidur�a de Dios�, as� aplicada a Cristo, no significa simplemente que �l es infinitamente sabio. Supongamos que tenemos un arquitecto capaz y un buen palacio construido por �l, en el que ha arrojado todo su genio; decimos de s� mismo, es h�bil, pero decimos de su trabajo, est� su habilidad, est� la personificaci�n exterior de todo lo que hay en �l, y sin la cual no podr�as haber sabido lo que hay en �l.

De otros edificios erigidos por �l podemos decir que hay alguna habilidad; pero s�lo de su obra maestra deber�amos decir que es la habilidad o la sabidur�a del hombre. As� ocurre con el poeta y su obra magna. As� es con respecto a Cristo. En las obras de la creaci�n, Dios ha manifestado fragmentos de su sabidur�a, pero en Cristo la ha resumido y expuesto en su totalidad.

3. La sabidur�a es una de las �ltimas cosas que tenemos la costumbre de conectar con el nombre de Cristo. Conectamos con �l la salvaci�n, el perd�n, la vida, la justicia, el amor. Sin embargo, es sabidur�a que Dios se asocie tan especialmente con Cristo. ��l, de Dios, nos ha sido hecho sabidur�a�. "En �l est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento". Cuando Dios lo mira, lo que ve especialmente en �l es sabidur�a.

4. El tema es muy amplio; tomamos aqu� s�lo la secci�n que se relaciona con la persona del Cristo.

(1) En esto hay dos partes: la Divina y la humana; y �stos, tanto en s� mismos como en su uni�n, distinci�n, ajuste, cooperaci�n, armon�a, componen esa Persona gloriosa. Todo el Creador est� en �l, y toda la criatura est� en �l; sin embargo, ambos conservan las propiedades distintas e inalteradas por la uni�n. En el hombre se ve a Dios; en Dios se ve al hombre. Todo lo que es glorioso en la Deidad y todo lo que es excelente en la humanidad se re�ne en una sola persona y se manifiesta plenamente en �l. Mediante esta uni�n, estas dos partes se revelan entre s�; el cielo se revela a la tierra y la tierra se revela al cielo.

(2) Parece ser uni�n solo en un solo punto; porque es con un cuerpo y un alma que la Deidad est� unida. Pero ese �nico punto es suficiente; ese eslab�n une las naturalezas. Para amarrar un barco no necesitamos mil cables, cada uno sujeto a un tabl�n o larguero separado; un cable fuerte, fijado en un punto, asegura el conjunto y conecta todo el barco con su ancla.

(3) Tampoco fue con una etapa particular de nuestro ser que se form� esta uni�n; pero con todos; desde el primer momento de la concepci�n en el �tero hasta la muerte y la tumba. Si el Hijo de Dios se hubiera unido a la humanidad en su madurez, no habr�a habido uni�n ni simpat�a por las diferentes etapas de la vida y el crecimiento humanos. ( H. Bonar, D. D. )

El evangelio adaptado al estado y las circunstancias del hombre

I. Ese hombre, aunque dotado de la capacidad de recibir informaci�n, sin embargo, por sus propios esfuerzos sin ayuda, es totalmente incapaz de adquirir el conocimiento de aquellas verdades con las que principalmente le importa conocerlo.

II. Que al ser iluminado con el verdadero conocimiento de Dios y de su deber, necesariamente debe estar impresionado con un profundo sentido de su propia depravaci�n y culpa.

III. Que tiene una conciencia de obligaci�n moral e ideas de excelencia moral, que la experiencia le dice que no puede cumplir y realizar por sus propios esfuerzos.

IV. Que est� sometido a muchas aflicciones, por las cuales, seg�n los principios de la raz�n, no puede explicar ni descubrir para qu� buenos prop�sitos tienden.

V. Que aunque siente tanto presagios como deseos de un estado futuro del ser, sin embargo, de la luz de la naturaleza, no obtiene seguridad de su existencia, ni ninguna informaci�n cierta al respecto. ( John Kemp .)

Cristo es nuestra sabiduria

I. �C�mo debemos entender esto?

1. Objetivamente. Ya que solo �l es el objeto del que habla toda la verdadera sabidur�a ( Colosenses 2:3 ). La sabidur�a es divina o humana, la sabidur�a de Dios o de los hombres. �l es la sabidur�a de Dios, como el poder de Dios (cap. 1:24), porque el poder divino y la sabidur�a divina nunca fueron tan manifiestos en nada de lo que hizo como en Cristo, es decir, en los grandes obra de nuestra redenci�n por �l.

Todas sus obras est�n hechas con sabidur�a ( Salmo 104:24 ; Proverbios 3:19 ). Gobierna el mundo con sabidur�a, ordenando sabiamente todos los eventos para el gran fin de Su propia gloria y el bien de Su pueblo. Pero sobre todo, en nuestra redenci�n por Cristo.

En Efesios 3:10 se le llama la Efesios 3:10 sabidur�a de Dios, tal como los �ngeles se maravillan. �l solo es el objeto de toda nuestra verdadera sabidur�a. Hay otras cosas de las que habla la sabidur�a, pero ninguna como Cristo ( 1 Corintios 2:2 ; Filipenses 3:7 ).

2. Efectivamente, ya que �l es el autor y consumador de todo lo que en nosotros es la verdadera sabidur�a. Ahora, eso es gracia; la gracia es verdadera sabidur�a, y nada m�s lo es. �C�mo se dice que Dios nos ha hecho sabidur�a?

(1) con respecto al nombramiento y designaci�n eternos.

(2) Con respecto a la aplicaci�n efectiva, en el cumplimiento del tiempo.

�Cu�les son los actos especiales de esta sabidur�a, por los cuales puede parecer si somos as� convertidos, tan sabios?

(1) Si Cristo nos ha sido hecho sabidur�a, en cierta medida estamos convencidos de nuestra propia locura; este es el primer paso ( 1 Corintios 3:18 ). El necio se cree sabio ( Proverbios 26:12 ). Como los fariseos ( Juan 9:40 ).

Un sabio se conoce a s� mismo como un necio, como David ( Salmo 73:22 ). Agur ( Proverbios 30:2 ). Ahora pregunte: �C�mo est� conmigo? �Cu�l es la opini�n que tengo de m� mismo?

(2) Si Cristo nos ha sido hecho sabidur�a, seremos llevados a ver la excelencia y utilidad de la sabidur�a, y comenzaremos a valorarla en gran medida, y a suplicarla a Dios antes que a cualquier otra cosa en el mundo.

(3) Si Cristo nos ha sido hecho sabidur�a, hemos elegido a Dios para nuestro mayor bien y fin supremo, y al Se�or Jesucristo como nuestro �nico camino hacia �l. Si es as�, somos sabios; si no, hasta el d�a de hoy somos tontos. El acto correcto de sabidur�a es determinar la elecci�n de los fines correctos; como en otras cosas, as� en las cosas espirituales, las cosas del alma. Investigue cu�l es su principal bien y su fin m�s elevado.

(4) Si Cristo nos ha sido hecho sabidur�a, nos ha ense�ado a temer al Se�or ya apartarnos del mal ( Job 38:28 ). Existe esta diferencia entre sabidur�a y conocimiento: el conocimiento es especulativo, la sabidur�a est� en pr�ctica. Muchos tienen una gran cantidad de los primeros que no tienen ninguno de los segundos; buenas cabezas, pero malos corazones y malas vidas.

Vea las propiedades de la sabidur�a celestial ( Santiago 3:17 ). As� fue con David ( Salmo 119:98 ; Efesios 5:15 ).

(5) Si Cristo nos ha sido hecho sabidur�a, ha hecho para nosotros las cosas del tiempo como nada, y las cosas de la eternidad, todas en todos; ha alterado nuestros pensamientos y b�squedas. �Cu�les son las cosas buenas temporales, riquezas, honor, placer, en comparaci�n con las cosas buenas eternas?

II. Las inferencias pr�cticas. Si Cristo es hecho sabidur�a para los que est�n en �l, y solo para aquellos, entonces ...

1. Los que no est�n en �l, no son sabios. Nabal es su nombre, y la locura est� con ellos. Las personas sin Cristo son tontas. Lo demuestro con tres argumentos:

(1) Eligen como tontos. �No es tonto que cuando uno le ofrece un guijarro y otro una perla elige el guijarro y rechaza la perla? �No fue Esa� un necio al separarse de su primogenitura por un plato de potaje?

(2) Cuentan como tontos. Se consideran sabios y las personas religiosas una compa��a de tontos, cuando ellos mismos son tontos y sabios religiosos ( Juan 7:48 ; Lucas 18:10 ). Cuentan con el tiempo venidero como propio y presumen en consecuencia; cuando, �ay! no es tan. Cuentan con ir al cielo cuando mueran, pero est�n miserablemente equivocados.

(3) . Lo llevan como tontos. El carruaje del necio es vano y espumoso; no hay seriedad en �l. Lo lleva como un tonto que abraza a su peor enemigo contra su pecho y le da la espalda a su mejor amigo; �Y no es as� el pecador?

2. Aquellos que sean sensibles a su falta de sabidur�a, y quieran ser sabios, pueden aprender de aqu� ad�nde ir y qu� hacer para lograrlo. El camino es aplicarte al bendito Jes�s, quien nos ha sido hecho por Dios sabidur�a. Y aboga por este texto: Se�or, �no eres hecho para nosotros por Dios sabidur�a? �Qu� necesidad hay de este alegato? Necesidad universal, todos los d�as, en todo. Los que m�s tienen necesitan m�s.

(1) No podemos llevarlo como deber�amos en cualquier relaci�n sin sabidur�a, ni como superiores, inferiores o iguales. �Qu� necesidad tienen los magistrados de sabidur�a ( Salmo 2:9 )! Una convicci�n de esto hizo que Salom�n preguntara como lo hizo ( 1 Reyes 3:7 ).

Los ministros est�n en la misma situaci�n ( Colosenses 1:28 ). Qu� plaga son los pastores necios ( Zacar�as 11:15 ). Tambi�n lo son los amos de familia, maridos, esposas, padres.

(2) Tampoco podemos llevarlo como deber�amos, en cualquier condici�n, sin sabidur�a. Si prosperamos y prosperamos en el mundo, se necesita sabidur�a para manejarlo de manera que no seamos atrapados, no destruidos por �l. Si en la aflicci�n es necesario, que podamos mantener el medio entre el desmayo y el desprecio.

(3) Tampoco podemos llevarlo a cabo como deber�amos en cualquier deber para con Dios o con el hombre sin sabidur�a. Si oramos, necesitamos sabidur�a que no pedimos mal.

(4) Tampoco podemos llevarlo como debi�ramos en cualquier caso dif�cil que se nos presente, ni decir c�mo determinar lo mejor, sin sabidur�a ( Eclesiast�s 10:10 ).

3. Aqu� es un consuelo inefable para todos los verdaderos creyentes, que Jesucristo se hizo sabidur�a, es decir, como algunos lo interpretan, que toda esa sabidur�a infinita que est� en �l como Dios, y toda esa sabidur�a infundida que �l ten�a como Dios -el hombre en el que creci� ( Lucas 2:52 ), todo nos ha sido entregado, para ser empleado para nuestro bien.

Apliquelo&mdash

(1) A nuestros asuntos privados particulares, especialmente en los grandes giros de nuestras vidas. Si est�s en Cristo, �l te las ordenar�, y las ordenar� sabiamente ( Efesios 1:11 ), de acuerdo con el consejo de Su voluntad. Por lo tanto, som�tase a Sus disposiciones en silencio, con paciencia; de elecci�n, alegremente; la sabidur�a quiere que as� sea.

(2) A los asuntos p�blicos de la Iglesia y la naci�n. ( Felipe Enrique .)

Versículos 25-28

Porque la locura de Dios es m�s sabia que los hombres; y la debilidad de Dios m�s fuerte que los hombres.

El evangelio contemplado por el hombre y empleado por Dios

I. Su doctrina - es necedad, pero m�s sabia que los hombres.

II. Sus agencias son d�biles, pero m�s fuertes que los hombres. ( J. Lyth, D. D. )

Porque veis vuestra vocaci�n, hermanos. -

El llamado cristiano

1. La palabra "llamamiento" significa la gran verdad primaria de la religi�n, a saber, que nuestra vida errante est� gobernada por una voluntad por encima de ella, y es capaz de recibir influencias de atracci�n del Esp�ritu de Dios. Tambi�n se habla del empleo com�n de un hombre como su "vocaci�n". Pero este uso descubre el mismo origen; porque debe haber surgido en d�as en que se cre�a en verdad que los asuntos de cada hombre en el mundo eran un nombramiento sagrado.

Una fe viva no solo justifica ese punto de vista, sino que lo requiere; pues supone que en el alma que ha confesado su vocaci�n hay un poder de santa consagraci�n supremo sobre todas las elecciones y b�squedas de la mente.

2. La expresi�n despierta cierto sentimiento de misterio. Se sugiere m�s de lo que el entendimiento capta claramente. Pero hay algo aqu� que es bastante claro para el sentido com�n y, al menos para los estados de �nimo serios, muy bienvenido. �Cu�ntas semanas podremos vivir alguno de nosotros sin llegar a alg�n lugar donde se sienta como un consuelo racional creer que todo nuestro camino fue ordenado para nosotros por Aquel que ve el fin desde el principio? Si hay un �llamamiento�, hay uno que llama, y ??quien al llamar tiene derecho a ser escuchado.

De ello se deduce que existe un objeto tan preeminente que lograrlo es cumplir el gran prop�sito de nuestro ser, y no lograrlo es perder el fin principal. Son solo los insignificantes los que conciben su vida sin un plan y nunca han escuchado la llamada del Maestro: "Ve, trabaja hoy en Mi vi�a". Tan cierto es esto, que se ha observado de los hombres m�s eficientes y dominantes en la historia del mundo, que eran aptos para representarse a s� mismos como guiados por alg�n Poder m�s all� de ellos mismos: un demonio, un genio, un destino, o una Deidad.

Pero el ap�stol se refiere a algo m�s elevado y santo que cualquier sentimiento de ensue�o como este. Apoy�ndose en las verdades del evangelio, hablando a aquellos que nominalmente lo han aceptado, los llama a un sentido m�s solemne y profundo de lo que requiere de ellos: �Vosotros veis, hermanos, vuestra vocaci�n�. La verdad es clara; lo ves. No es de los hombres, sino de Dios, quien llama. Cristo ha vivido y pide seguidores vivos.

3. Es notable la perseverancia con que el Nuevo Testamento se aferra a esta concepci�n particular de la relaci�n cristiana. Se dice que los disc�pulos son "los llamados por Jes�s", "llamados de las tinieblas a la luz maravillosa", "llamados a la libertad", "llamados a la paz", "llamados a la vida eterna", "llamados" primero, para ser despu�s " justificado y glorificado �,� llamado a heredar una bendici�n �,� llamado en un solo cuerpo �y� una esperanza �,� llamado por la gracia de Dios �a la� santidad �, a� su reino y gloria �, con� un llamamiento santo, �� Un llamamiento celestial.

Los ap�stoles son �llamados� de un lugar, trabajo, sufrimiento, alegr�a, a otro. �Andar digno de la vocaci�n� se convierte en asunto de una conciencia cuidadosa. Hacer que nuestro "llamamiento y elecci�n sean seguros" es la victoria de nuestra guerra. La promesa que domina toda ansiedad en cuanto al resultado es "Fiel es el que os llama". Note las ense�anzas prominentes de este idioma.

I. Que el negocio de una vida cristiana es algo especial, un "llamado" en s� mismo, que debe distinguirse de todas las dem�s ocupaciones. Un car�cter cristiano nace de su propia ra�z, crece seg�n sus propias leyes y da su propio fruto peculiar. Debe tener un comienzo, del cual el Nuevo Testamento en todas partes habla como nacer en una nueva vida. Entonces debe haber un crecimiento hacia una mayor fuerza y ??bondad, sin fin. Aqu�, por tanto, hay un nuevo principio de conducta. Es un llamado divino. Pablo habla como si no se pudiera pensar en una b�squeda en comparaci�n con ella.

II. Que esta idea de una �vocaci�n� individualiza no solo la obligaci�n cristiana, sino la persona cristiana. Pablo no ten�a ninguna concepci�n de un cristianismo social aparte de la justicia personal de los hombres que componen la sociedad. Es tu vocaci�n. Es en vano para nosotros felicitarnos unos a otros por un estado de integridad y orden general si toleramos la depravaci�n en nosotros mismos o en la clase a la que pertenecemos.

Si tenemos aqu� una comunidad de mil personas, en la que queremos ver florecer las gracias cristianas, nuestro �nico camino es ir a trabajar y convertir a uno ya otro de los mil en una persona cristiana, cada uno comenzando por s� mismo. �Cu�n cansado e indignado debe estar Dios al escuchar las alabanzas fariseas de una religi�n, legislaci�n, literatura, pa�s cristianos, de oradores y escritores que no permiten que el cristianismo venza a nadie de sus propensiones al placer o al orgullo! La vocaci�n es un asunto individual. Ya lo ven, cada uno por s� mismo. El trabajo es para cada uno. �Arrepent�os�, �Amar�s al Se�or tu Dios�, �Toma la cruz y ven en pos de m�, son para cada uno. "Ves tu vocaci�n".

III. Que, a pesar de todo esto, la verdad de Cristo es un asunto, no de aplicaci�n parcial, sino de aplicaci�n universal. El esp�ritu cristiano, la revelaci�n, el privilegio y las promesas no est�n destinados a una clase de hombres seleccionados arbitrariamente aqu� y all�; no para unas pocas personas de especial inclinaci�n constitucional o cuyas circunstancias les predisponen a un plano espiritual del ser, haci�ndoles m�s f�cil alcanzarlo.

La Biblia no hace tales excepciones. "El que quiera". El cristiano tampoco es un �pice menos universal e imparcial por el hecho de que es especial y requiere una consagraci�n personal. Al contrario, su especialidad es la base misma de su universalidad. Cuanto m�s definido, importante y escudri�ador hagas que sea el mandamiento cristiano, m�s los principios de su justicia enviar�n su presi�n a todos los aspectos de la vida, y el esp�ritu de su caridad difundir� su fragancia en cada rinc�n y rinc�n de la casa. De la humanidad.

Si hubiera variaciones que excusaran a los hombres de este llamado, se podr�a esperar que existieran en su naturaleza, en su lugar o en su tiempo. Sin embargo, �qu� lejos est�n estas cosas de constituir una disculpa por desatender el deber de un disc�pulo!

1. Considere las desigualdades del equipo intelectual. No hay mucha probabilidad de que los hombres busquen liberarse de la obra cristiana y crucen por un motivo de enfermedad mental. Es m�s probable que la petici�n de exenci�n surja en el cuarto opuesto, y sea una pretensi�n de dones o una cultura superior a la necesidad de la fe, independientemente de las humillantes doctrinas del Crucificado ( 1 Corintios 1:20 ).

2. Tome la excusa de las fortunas externas desfavorables. �Qu� son esas fortunas? �Pobreza y penuria? A los pobres se les predic� primero el evangelio, y en todos los tiempos es con ellos que sus verdades sencillas y consoladoras han encontrado su acogida m�s cordial y fruct�fera. �Riqueza y posici�n? Pero a quienes se les da mucho, mucho se les pedir�. �O es el estado ocupado y satisfecho de la mediocridad pecuniaria o una competencia? Sin embargo, ese es el mismo estado por el que, de todos los dem�s, se representa a un sabio como rezando, y que el sentido com�n pronunciar�a m�s favorable a una piedad �til y saludable.

De hecho, todo el esp�ritu honesto de nuestra religi�n rechaza la idea evasiva de que cualquier posici�n puede liberar al hijo de Dios de amar a su Hacedor, servir a su Salvador y vivir en caridad piadosa con sus semejantes.

3. Los aspectos cambiantes de los tiempos son igualmente impotentes para absolver a una sola conciencia de su responsabilidad por un caminar y una conversaci�n cristianos. Los principios no cambian con los per�odos. El Cristo de quien est� escrito que �l es el mismo ayer, hoy y siempre, no est� sujeto a fluctuaciones, ni en la medida de Su afecto ni en Sus demandas de lealtad.

Conclusi�n: ves tu llamado:

1. Familias. En todo santuario dom�stico Cristo pone la ley de una econom�a consagrada y santa. Pon tu casa en orden; porque estos tabern�culos terrenales ser�n destruidos. Y mientras duran, no perciben calma ni luz permanente, salvo a trav�s de ventanas invisibles que se abren hacia el cielo sin sombras y sin divisiones.

2. Padres. Para ejercer su confianza, tendr� que sentir que el car�cter cristiano de cada ni�o comprometido a su cargo es inconmensurablemente el inter�s m�s urgente de su oficina parental.

3. Hombres de acci�n. �Os he escrito a vosotros, j�venes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros�. ( Bp. Huntington .)

He aqu� tu llamado

Un hecho concreto de fe. Nuestra vida vaga y errante es atra�da por un magnetismo y dominada por una voluntad superior a s� misma y supremamente sabia y buena: el Esp�ritu de Dios. He aqu� tu llamado

I. Es de dios. Supremo, autoritario, irreversible. El llamado de la sabidur�a y el amor. "Fiel es el que os llama".

II. Sus gloriosas y completas bendiciones. Llamados de las tinieblas a la luz maravillosa: "a la libertad", "a la paz", "a la vida eterna", a la "santidad", a "Su reino y gloria". Es "un llamamiento celestial", "un llamamiento santo".

III. Es un modo de vida especial y distintivo.

IV. Es intensamente personal.

V. Incluye al hombre en su totalidad en todas sus relaciones en la vida. ( Homil�tica Mensual .)

C�mo es que no son llamados muchos sabios seg�n la carne, no muchos valientes, no muchos nobles.

No muchos sabios, etc., se llaman

I. El hecho.

1. Innegable.

2. Lamentable.

3. Digno de consideraci�n.

II. La raz�n. No es que Dios desprecie la sabidur�a humana, etc.

es Su regalo - pero que estos dones est�n pervertidos -

1. Por orgullo, al juzgar las cosas de Dios que est�n m�s all� del entendimiento humano.

2. Por incredulidad que rechaza la salvaci�n.

3. Por ceguera moral que ocasiona autosuficiencia e independencia. ( J. Lyth, D. D. )

Los pocos y los muchos

1. Hay una gran diferencia entre una declaraci�n hist�rica y una doctrinal. El primero te dice algo que es cierto con referencia a un lugar o tiempo en particular; el �ltimo lo que es siempre y en todas partes verdadero. Por lo tanto, a menudo debe ser un error grave, a menudo rid�culo, tomar el uno por el otro.

2. Ahora, aqu� hay una declaraci�n que a menudo se ha tomado como si fuera doctrinal, aunque es, de hecho, hist�rica, con resultados maliciosos; porque si estas clases siempre han de ser consideradas incr�dulos y no cristianos,

(1) Los hombres reflexivos de todas las clases, s�lo por ese motivo, vacilar�an en abrazar el evangelio. Si el cristianismo solo fuera apto para la mafia, sus perspectivas ser�an malas, especialmente porque la educaci�n de la gente no se ver� afectada por haberse convertido ahora en un asunto nacional.

(2) Ser�a una desgracia para el mundo si avanza lo que llamamos civilizaci�n. Cada generaci�n se acerca m�s que su predecesora a la condici�n de las clases privilegiadas de la sociedad: los sabios, los poderosos, los nobles.

3. Por otro lado, considere el texto como hist�rico y es bastante sencillo. A veces todav�a escuchamos explicaciones sobre c�mo es que los eruditos, los grandes y los nobles no son cristianos, sino ...

(1) Estas explicaciones explican lo que no es el hecho, porque hay tantos cristianos entre la gente culta y aristocr�tica como en cualquier otra clase; y&mdash

(2) Estas explicaciones, por regla general, no dar�an cuenta del hecho, si fuera uno. Es una tonter�a, por ejemplo, decir que los sabios en su vanidad rechazan el cristianismo porque es simple o porque es sobrenatural; porque hay m�s vanidad, no con los que tienen alg�n conocimiento, sino con los que no lo tienen.

4. Ahora, si echamos un vistazo a Corinto, es f�cil entender por qu� las clases especificadas eran m�s reacias que otras a abrazar el cristianismo.

I. En cuanto a los "sabios seg�n la carne".

1. Con estos el ap�stol no se refer�a a los grandes sabios de la antig�edad. Ciertamente no ser�a nada de lo que jactarse si tuvi�ramos que suponer que el cristianismo los rechaz� a ellos o ellos a ellos; porque uno podr�a desear que la mayor�a de los cristianos hubieran alcanzado ideas tan elevadas e iluminadas como algunos en la edad de oro de la sabidur�a griega entretuvieron y ense�aron. Pero tenemos que ver aqu� con los hombres de una �poca degenerada: inteligentes, supuestos sabios, pretendientes del conocimiento universal, que a menudo es m�s grande y ruidoso donde la ignorancia y la frivolidad dividen entre ellos el imperio de la mente humana.

2. Tampoco fueron pensadores de nuestro tipo moderno.

(1) Los principios seg�n los cuales nuestros cient�ficos llevan a cabo sus investigaciones son descubrimientos modernos. Nuestros sabios tratan de descubrir los hechos de la naturaleza, la vida y la historia, y construyen sus teor�as de acuerdo con los hechos. Pero exactamente lo contrario era el camino com�n de los sabios de los que se habla aqu�.

(2) Nuestros pensadores modernos buscan la verdad, y es tan probable que descubran la verdad del cristianismo como otras personas, si no m�s. Estos sabios antiguos, por otro lado, eran m�s bien como nuestras masas ignorantes y supersticiosas, que toman partido sin una sincera investigaci�n y est�n decididos a defender su bando s�lo porque es de ellos.

(3) Nuestros literatos y cient�ficos, en la medida en que son fieles a su vocaci�n, preguntan a cada hombre por s� mismo y por s� mismo, y no tienen lealtad a un partido o maestro, sino �nicamente a la verdad. Pero estos antiguos sabios, como l�deres o seguidores de su escuela, disfrutaban del cr�dito e influencia que ten�an, y estaban celosos de las nuevas opiniones, como posiblemente contrarias a su autoridad y reputaci�n.

II. En cuanto a los poderosos y los nobles.

1. Cuando el cristianismo era nuevo, ten�a todas las desventajas de la novedad.

(1) As� que repeli� m�s a aquellos que ten�an menos que ganar y m�s que perder con cualquier cambio. Estas, por supuesto, fueron las clases privilegiadas aqu� mencionadas.

(2) Recuerde tambi�n que los cambios que amenaz� el cristianismo fueron los m�s violentos y, por lo tanto, los m�s desagradables posibles para estas clases. Eran libres y gran parte de la comunidad eran sus esclavos. Ahora es una m�xima, gracias al cristianismo, que la propiedad tiene sus deberes y sus derechos. Pero esa m�xima no exist�a entonces.

(3) Entonces no fue alg�n magnate de su propio orden elevado, o incluso de su propia raza, quien les dijo a esos se�ores de muchos que se convirtieran en los sirvientes de todos; era una empresa de artesanos, pescadores, esclavos, extranjeros.

(4) Luego considere que el evangelio era evangelio en aquellos d�as. Fue una declaraci�n clara y directa de la verdad de que Dios es amor y la verdadera vida del hombre es amor; que ser ego�sta es estar condenado, amar es salvarse.

2. El evangelio ya no tiene estas desventajas. Cuando los hijos de los nobles son cl�rigos mal pagados, y los soberanos y los estadistas son defensores gratuitos de la fe, no hay nada que impida a los grandes y nobles, como tampoco a los pobres y humildes, profesar el cristianismo. Y, en cuanto a la pr�ctica del cristianismo, el caso no es diferente. Los poderosos y los nobles, como es natural, aceptan ahora, junto con sus honores y sus privilegios, una serie de deberes, p�blicos y sociales, que son prescritos m�s por la opini�n p�blica que por la ley.

Tanto han cambiado las cosas, la propiedad ahora no solo tiene deberes y derechos, sino que tiene menos derechos que deberes, y hay al menos tantas de estas clases como de cualquier otra que exhiba el verdadero esp�ritu del cristianismo en vidas de fe hacia Dios y caridad hacia los hombres. ( J. Servicio, D. D. )

Los beneficios que surgen del aprendizaje humano para el cristianismo

1. De todos los ap�stoles, San Pablo fue el dotado de las mayores facultades naturales, cultivado con el m�s asiduo cuidado, y uno hubiera esperado que hubiera sido siempre el abogado del conocimiento. En contra de esto, sin embargo, el texto se cita a menudo. Pero esto admite una doble construcci�n: �que no muchos sabios seg�n la carne� fueron llamados a creer en el evangelio, o fueron llamados a predicar el evangelio.

Ahora, que la interpretaci�n anterior es err�nea se har� evidente cuando les digamos que, aunque durante la vida de Cristo la mayor�a de los fariseos y gobernantes no creyeron en �l ( Juan 7:48 ; comp. 12:42), inmediatamente despu�s del d�a de Pentecost�s, una gran compa��a de sacerdotes se hizo obediente a la fe ( Hechos 6:7 ), y tambi�n que �muchos de los que usaron artes curiosas en �feso juntaron sus libros y los quemaron delante de todos los hombres� ( Hechos 19:19 ).

Dado que estas dos clases, convertidas a la fe, deben contarse entre los sabios y eruditos, con verdad no se puede decir: �No muchos sabios seg�n la carne son llamados� para convertirse en disc�pulos del Mes�as. As� que concluimos que el texto significa que �no muchos sabios seg�n la carne�, etc., llamaron a los corintios al evangelio.

2. Sin embargo, si se mantiene la exactitud de la presente versi�n, seguimos negando que se haya escrito para advertirnos contra la adquisici�n del aprendizaje humano, ya que el uso y abuso del conocimiento no son id�nticos y el texto as� entendido s�lo podr�a se aplican a los griegos, que prefer�an su sabidur�a a la revelaci�n, ya los jud�os, quienes, habiendo malinterpretado sus Escrituras, necesitaban una se�al para confirmar esa mala interpretaci�n.

El pasaje que se pretend�a aplicar a tales personas nunca puede citarse para condenar lo que solo se vuelve reprensible cuando no se subordina a la religi�n de nuestro Se�or. �sta es una conclusi�n que merece su atenci�n, ya que, si se refuta, tender� a hacer que el erudito piadoso deseche todas las ayudas que pueda derivar de la historia, la cr�tica y la ciencia para explicar y defender los or�culos de Dios.

Que tal proceder resultar�a en un serio detrimento de la religi�n, testimonian abundantemente los registros de nuestra raza. Donde ha prevalecido la ignorancia, ha abundado la infidelidad o la superstici�n, mientras que en el tren del conocimiento se han seguido conceptos m�s precisos de la Deidad y de los deberes sociales. Cuando el cristianismo se estaba extendiendo, muchos de los sabios, de hecho, lo rechazaron, pero los m�s obstinados se encontraron entre aquellos cuyos prejuicios a favor de su antigua fe permanecieron inquebrantables, porque sus mentes no hab�an sido entrenadas por el conocimiento para estimar el valor de las doctrinas propuestas. por su aceptaci�n. Tenga en cuenta, entonces ...

I. Las ventajas del conocimiento para la religi�n.

1. Los anales de la Reforma hablan un lenguaje inconfundible a favor de las adquisiciones humanas.

2. Es del arsenal del saber de donde se han extra�do las armas m�s formidables para resistir los asaltos de la infidelidad.

3. Los beneficios del conocimiento de la ciencia, la historia, etc. para el misionero son simplemente incalculables.

4. El cultivo del conocimiento conduce en gran medida a una correcta comprensi�n de la Biblia.

II. La oposici�n al conocimiento comenz� en tiempos primitivos. Mientras Or�genes y Clemente recomendaban el estudio de la literatura, Tertuliano se declaraba en contra de ella como fuente de aquellas herej�as que perturbaban la paz de la Iglesia. Debido a que los fil�sofos se hab�an equivocado, la filosof�a fue condenada; y, sin embargo, desafiando la experiencia que ha demostrado que no existe una conexi�n necesaria entre la filosof�a y la infidelidad, a pesar del hecho de que Newton, Bacon, Pascal y Boyle han sometido sus poderosas mentes a la ense�anza del evangelio, la misma objeci�n. y la misma s�plica se presenta audazmente.

III. Los abusos de los que es responsable.

1. Antes de la promulgaci�n del evangelio (aunque entonces exist�an mentes tan poderosas como las que desde entonces han adornado las p�ginas de la historia) prevalec�a la inmoralidad m�s crasa entre los sabios de la tierra. De ah� deducimos el hecho de que por s� sola �la sabidur�a del mundo� ahora, como entonces, es incapaz de reformar la moral de la humanidad. �El mundo no conoci� a Dios por sabidur�a�; y los escritos de los infieles han confirmado la afirmaci�n de nuestro ap�stol.

2. Se abusa fatalmente del conocimiento cuando la Escritura es arrancada de su significado obvio para hacerla coincidir con alguna teor�a apreciada o para promover alguna doctrina favorita. Supongamos que por inducci�n de hechos llegamos a una conclusi�n opuesta a cierta porci�n de la Biblia, nuestro deber es extender nuestra observaci�n hasta obtener un resultado de acuerdo con lo indicado en la Palabra de Dios. ( DH Cotes, LL. B. )

La extra�a elecci�n de Dios

Nota&mdash

I. El elector Algunos hombres se salvan y otros no. �C�mo se produce esta diferencia? La raz�n por la que alguien se hunde en el infierno es su pecado, y solo su pecado. Pero, �c�mo es que otros se salvan? El texto responde a la pregunta tres veces: "Dios ha elegido". Esto quedar� claro si consideramos

1. Los hechos. Dios eligi� al hombre ca�do, pero no a los �ngeles ca�dos; Abraham, los jud�os, David, etc. Dios es un rey. Los hombres pueden establecer una monarqu�a constitucional, y tienen raz�n al hacerlo; pero si pudieras encontrar un ser que fuera la perfecci�n en s� mismo, una forma absoluta de gobierno ser�a indudablemente lo mejor. La posici�n absoluta de Dios como rey exige que, especialmente en la obra de salvaci�n, su voluntad sea la gran fuerza determinante.

2. Las cifras

(1) La salvaci�n consiste en parte en una adopci�n. �Qui�n tendr� autoridad en este asunto? �Los hijos de la ira? Seguramente no. Debe ser Dios quien elija a sus propios hijos.

(2) La Iglesia, de nuevo, se llama:

(a) Un edificio. �Con qui�n descansa la arquitectura? �Con el edificio? �Las piedras se seleccionan a s� mismas? No; s�lo el Arquitecto dispone de los materiales elegidos seg�n su propia voluntad.

(b) la novia de Cristo. �Alg�n hombre aqu� estar�a de acuerdo en que alguien lo obligara a ser su esposa?

II. La propia elecci�n. Ahora observe ...

1. Qu� extra�a es la elecci�n que hace. �No ha escogido a muchos sabios�, etc. Si el hombre hubiera recibido el poder de elegir, estas son solo las personas que habr�an sido seleccionadas. �Pero Dios ha escogido�, etc. Si el hombre hubiera gobernado la selecci�n, estas son las mismas personas que habr�an quedado fuera.

2. Es directamente contrario a la elecci�n humana. El hombre elige a los que le ser�an m�s �tiles; Dios elige a aquellos a quienes puede ayudar m�s. Seleccionamos a aquellos que pueden darnos el mejor rendimiento; Dios selecciona con frecuencia a los que m�s necesitan Su ayuda. Seleccionamos a los que m�s lo merecen; Selecciona a los que menos lo merecen, para que su elecci�n se vea m�s claramente como un acto de gracia y no de m�rito.

3. Es muy amable. Es amable incluso en su exclusi�n. No dice, "Ninguno", solo dice, "No muchos"; para que los grandes no queden del todo excluidos. Se proclama la gracia al pr�ncipe, y en el cielo est�n los que en la tierra llevaban coronas y rezaban.

4. Es muy alentador. Algunos de nosotros no podemos presumir de ning�n pedigr�; no tenemos gran conocimiento, no tenemos riquezas, pero a �l le agrad� elegir criaturas tan tontas y despreciadas como nosotros.

III. Los elegidos. Se describen:

1. Negativamente.

(1) "No muchos sabios seg�n la carne". Dios ha elegido hombres verdaderamente sabios, pero los sophoi: los hombres que pretenden ser sabios, los astutos, los metaf�sicos, los rabinos, los m�dicos, los hombres que miran con profundo desprecio a los analfabetos y los llaman idiotas, estos no son elegido en gran n�mero. Extra�o, �no es as�? y sin embargo se da una buena raz�n. Si fueran elegidos, entonces dir�an: ��Ah! �Cu�nto nos debe el evangelio! �C�mo lo ayuda nuestra sabidur�a! "

(2) "No muchos poderosos". Y ve por qu� - porque el mimo del fundamento (Cristo), de los materiales (pecadores), de los constructores (ministros), de sus privilegios aqu�, y de su m�xima gloria en el cielo.

2. Tiene arquitecto. Sabidur�a y poder infinitos. Antes de que se comenzara este edificio, hab�a una intenci�n; es el resultado del dise�o.

3. Tiene una buena base. Cristo, llamado "piedra", para transmitir la idea de estabilidad y durabilidad; y una piedra probada �, para indicar que est� completamente adaptada para responder al prop�sito para el que est� colocada; �Un fundamento seguro�, porque ning�n ataque de sus enemigos, ninguna revoluci�n del tiempo, ninguna conmoci�n cerebral la sacudir� o destruir� jam�s.

4. Tiene una gran superestructura. Est� compuesto por materiales debidamente encajados, para ocupar un lugar en el edificio ( 1 Pedro 2:5 ). Las piedras una vez no tuvieron conexi�n con el edificio, profundamente incrustadas en la cantera de la culpa de la naturaleza; pero por el martillo de la Palabra de Dios y la energ�a del Esp�ritu, han sido desprendidos de la roca, llevados de las tinieblas a la luz, etc. Mediante la regeneraci�n, mediante la santificaci�n, se les capacita para ocupar un puesto en el templo.

5. Tiene obreros: ministros, todos los obreros cristianos, misioneros.

6. Tiene una belleza perfecta ( Salmo 48:1 .; Cantares de los Cantares 6:4 ). Vea las piedras pulidas que llevan la inscripci�n "Santidad al Se�or". Vea su amor, uni�n, benevolencia. Est�n adornados con la justicia de Cristo y llevan la imagen de Dios.

II. El dise�o especial de la erecci�n.

1. Magn�fico. Es "una morada para Dios". �Qu� glorioso habitante! "Dios es conocido en sus palacios por refugio". �He aqu� el cielo de los cielos�, etc.

2. Gracioso ( Isa�as 66:1 ). "El Se�or ama las puertas de Sion".

III. La bendici�n de ser parte de su edificio.

1. Es honorable. Es el edificio m�s glorioso que jam�s se haya construido. Es estar aliado con el glorioso Due�o mismo.

2. Es ventajoso. Se decide el estado de una persona; se ha dado cuenta del poder divino por el cual ha sido instalado en el templo de Dios. Esto produce paz, alegr�a, alegr�a, esperanza. Tiene inter�s en todas las promesas y privilegios de esta casa, y es part�cipe de todas sus disposiciones.

3. Es un estado de seguridad. El propietario nunca permitir� que este edificio sea destruido. �l siempre vela por ella y la defiende; �l es un muro de fuego a su alrededor, los �ngeles lo ministran, todos los atributos de Dios est�n comprometidos para su seguridad. ( Homilista .)

El edificio de Dios de la Iglesia

La met�fora describe la obra de Dios como no la reuni�n de ciertas almas devotas que desean abstraerse de las corrupciones de los paganos que las rodean y dar forma a sus propias vidas de una manera m�s noble. Tales personas podr�an haber vivido en Corinto sin despertar ning�n comentario, sin crear enemistad; lo peor que podr�a haberles sucedido habr�a sido una mofa ociosa como entusiastas luchadores por un ideal de perfecci�n inalcanzable.

Pero al representar el cuerpo cristiano como un edificio divinamente erigido, pinta de un plumazo un cuadro de un sistema social tangible que se eleva en medio del viejo mundo pagano como un nuevo santuario en el centro de una de sus ciudades coronadas por templos, con la Comunidad cristiana que crece en Corinto, con sus grupos de ni�os peque�os y sus ancianos, su ministerio y ordenanzas de culto, sus ejemplos de hogares enteros como el de St.

Stephanas, inscrito por bautismo entre sus miembros. No se trataba de una escuela filos�fica creada por la ense�anza paulina, sino de una estructura omnicomprensiva y omnicomprensiva, levantada por una mano divina, la morada de los poderes y operaciones sobrenaturales, una estructura que invitaba a entrar a ella a trav�s de sus puertas siempre abiertas a todos los seres humanos. raza, edad y clase, el jud�o y el griego, la vasta poblaci�n esclava del viejo mundo, as� como sus ciudadanos m�s privilegiados; y esto con el fin de, habi�ndolos reunido dentro de sus muros, soldarlos en un nuevo sistema social mediante lazos y principios que pronto reemplazar�an los lazos existentes.

Tampoco esto es todo. Un edificio no implica una repentina emanaci�n de opini�n, sino una construcci�n de etapas progresivas, cada una basada en lo que est� debajo; desde los cimientos que esconde la tierra, hasta el pin�culo que se pierde en el aire azul. Y as�, San Pablo habla de que est�n �edificados sobre el fundamento de ap�stoles y profetas�, uniendo a los vivos y a los muertos como una subestructura de la Iglesia de su �poca.

S�, incluso esa Iglesia de los primog�nitos, con toda la luz fresca de su nueva fe, no se considerar�a a s� misma como una criatura de su propia �poca, aunque Cristo mismo hab�a caminado sobre la tierra en esa �poca; pero era saber que sus cimientos se remontaban a las profundidades de la eternidad, que su credo, por breve que fuera, "Cristo, y este crucificado", recog�a en s� todas las revelaciones pasadas de Dios. Su leyenda, St.

Pablo les dir�a que no hab�a ning�n sistema de fe y moral en la superficie de una sola generaci�n; penetr� en el secreto de todos ellos. Los hechos fueron el resultado del consejo determinado de Dios trabajando gradualmente siglo tras siglo hasta su cumplimiento desde el nacimiento de los tiempos. Sus preceptos de amor y santidad no eran preceptos arbitrarios, sino derivados del ser mismo de Dios; as� se hab�a colocado la piedra angular del edificio antes de que los �ngeles mayores comenzaran a hacerlo.

Y como Dios no crea a cada ser humano por separado, sino que lleva adelante Su obra original continuamente, �haciendo de una sangre todas las naciones de los hombres�, as� con la obra de salvaci�n, el Se�or no simplemente une consigo a los que est�n siendo salvos. , pero �l los agrega a la Iglesia, y eso por medio de los que fueron cristianos antes que ellos. As�, como ve, cada generaci�n de bautizados est� unida por una consanguinidad espiritual con las generaciones que le preceden.

Los credos que heredamos de los tiempos, las oraciones cuyos tonos solemnes se prolongan entre nosotros desde los tiempos m�s remotos, como la nota largamente dibujada de la m�sica solemne a trav�s de una catedral; la influencia de santos, m�dicos y confesores, por indestructible que sea esa influencia, les guste o no a los hombres; todo esto no es m�s que la expresi�n exterior de esa continuidad esencial que, mediante el �nico bautismo y el �nico Pan de Vida, Jesucristo, ha asegurado a la comuni�n de sus disc�pulos. ( Mons. Woodford .)

El templo espiritual

I. Su fundamento. Un constructor sabio siempre est� muy atento a esto, porque la estabilidad de la estructura solo puede asegurarse mediante la de los cimientos ( Mateo 7:24 ). De esta manera estamos preparados para encontrar la Iglesia de Cristo representada como construida sobre una roca, es decir, Cristo. En Su naturaleza compleja, �l se convierte, por Su obediencia y muerte, en el terreno sobre el cual los hombres culpables son llevados a pararse y vivir de nuevo en el favor del Todopoderoso ( Hechos 4:11 ).

II. El edificio.

1. La Iglesia de Cristo es un edificio compuesto por seres racionales e inmortales, sacados de un estado ca�do, para mantener una relaci�n �ntima con �l y con Dios a trav�s de �l. Todos est�n unidos a �l en sus corazones por la fe, y se re�nen en esa uni�n. Esta Iglesia tiene tanto una forma exterior como una gracia interior. La Iglesia visible est� compuesta por todos, en todos los lugares, que hacen una profesi�n abierta de fe en Cristo.

Pero muchos de ellos hacen esta profesi�n en ausencia de un principio divino de fe en sus corazones. Estos son solo nominalmente del templo de Dios. Viven de un nombre. "Tienes nombre de que vives, pero est�s muerto". La profesi�n de los dem�s, sin embargo, es la que resulta del principio interior: porque �con el coraz�n se cree para justicia�, etc. Estos son el templo verdadero y real, �edificados juntos para morada de Dios por medio del Esp�ritu.

"As� como el ojo experto del joyero discierne la gema real de la semejanza artificial, y usa medios para hacer manifiesta la diferencia, para que lo precioso pueda ser separado de lo vil, as� Cristo distingue a aquellos en Su Iglesia que son realmente part�cipes de" como fe preciosa �, de aquellos que s�lo tienen la apariencia de ella.

2. Tal es la analog�a que se puede trazar entre el templo espiritual de Dios en la tierra y un edificio material sagrado. Sin embargo, en la medida en que las cosas celestiales superan a las terrenales, son incapaces de ser plenamente representadas por tales, por ejemplo .

(1) Ninguna piedra se mueve a la base. Se saca de la cantera y se lleva a ella para colocarla sobre ella, sin posibilidad de su propia concurrencia. Pero aqu� hay un principio de vida espiritual, como consecuencia del cual el individuo va a Cristo para ser redimido por �l para Dios y hecho para vivir ante Sus ojos. �Para los que cre�is, Cristo es precioso; al cual, viniendo como a piedra viva, vosotros tambi�n �, etc.

(2) Cada piedra de este tejido Divino se une inmediatamente a la Fundaci�n, y todas las que est�n igualmente cerca de ella. Este no puede ser el caso de una construcci�n de materiales. Pero las almas de todos los creyentes en Cristo est�n igualmente �ntimamente unidas a �l por su propia fe personal.

(a) La fe de los padres no puede salvar al hijo, ni la del esposo a la esposa.

(b) Tampoco tenemos ninguna conexi�n salvadora con Cristo por una uni�n externa con Su Iglesia y participaci�n de sus ordenanzas. �Estar en el Se�or� es una frase constante del Nuevo Testamento al describir un estado de salvaci�n.

(3) Cada parte de la edificaci�n espiritual aumenta por s� misma y por el todo mediante la adici�n de otras partes. Esto est� fuera de discusi�n con respecto a cualquier erecci�n del hombre. ( J. Leifchild, D. D. )

Car�cter construido poco a poco

Recuerde que la edificaci�n de un car�cter noble, semejante a Dios y agradable a Dios puede erigirse sobre el fundamento de la fe solo mediante un esfuerzo constante. El crecimiento no es la explicaci�n completa del proceso por el cual un hombre se convierte en lo que Dios quiere que sea. La lucha debe incluirse tanto como el crecimiento, y ni el crecimiento ni la lucha agotan las met�foras del progreso en el Nuevo Testamento. Este otro de mi texto es de constante recurrencia.

Se necesita la met�fora de un edificio para sugerir el esfuerzo lento, continuo, poco a poco. No cr�as el tejido de un car�cter noble de un momento a otro. Nadie llega al l�mite, ni de la bondad ni de la bajeza, por un salto; debe contentarse con el trabajo poco a poco. El car�cter cristiano es como un mosaico formado por peque�os cuadrados en todos menos en n�meros infinitos, cada uno de ellos colocado por separado y colocado en su lugar.

Tienes que construir con un plan; hay que asegurarse de que cada d�a tenga su tarea, cada d�a su crecimiento. Tienes que contentarte con un ladrillo a la vez. Es una tarea que dura toda la vida, hasta que todo est� terminado. Y no cesar� nuestra obra de construcci�n hasta que pasemos de la tierra al cielo. El esfuerzo continuo es la condici�n del progreso. ( A. Maclaren, D. D. )

Alba�iler�a del alma

I. Un buen plan.

1. �Qu� es un buen plan?

(1) Un plan adaptado a su finalidad. Si el edificio est� destinado al estudio, el culto, los negocios, la recreaci�n o la residencia, el plan, para ser bueno, debe adaptarse a su prop�sito.

(2) Un plan est�ticamente agradable. La naturaleza proporciona el instinto est�tico en una variedad ilimitada de formas y matices. Un plan que no abarque todas esas l�neas, curvas, proporciones y matices mezclados que encantan el instinto est�tico no puede considerarse verdaderamente bueno.

2. �Cu�l es el plan sobre el que debe proceder la masoner�a moral? El car�cter de Cristo. Este ideal tiene los dos grandes atributos de excelencia arquitect�nica, aptitud y belleza. Toda la historia muestra que tal ideal no se encuentra en ning�n otro lugar. Los hombres, por desgracia, est�n en todas partes construyendo car�cter sobre otros planes: algunos seg�n el plan del placer sensual, otros seg�n el plan de la codicia comercial, otros seg�n el plan de la vanidad y la ambici�n mundanas. Pero todos son inadecuados y desagradables. En ellos el alma no es feliz ni hermosa.

II. Buenos materiales. Por muy ajustado y hermoso que sea el plano, si los materiales son pobres, las piedras se desmoronan, las tejas gotean, la madera se pudre, el edificio ser� todo menos perfecto. �Cu�les son los materiales con los que vamos a construir un buen car�cter? Son acciones. Si est�n corruptos, los materiales son malos; pero si es bueno, entonces el personaje est� bien. Las buenas acciones son acciones que surgen de una suprema simpat�a por lo supremamente bueno. Tales acciones son el oro y la plata y las piedras preciosas que soportar�n los fuegos del �ltimo d�a.

III. Una buena base. �Cu�l es la buena base de un car�cter? No la mortalidad convencional, ni las observancias religiosas, ni los credos ortodoxos; pero Cristo y solo El. Ver en Mateo 7:1 ., Los destinos del sabio que construy� su casa sobre una roca, y del necio que construy� sobre la arena. Uno soport� la tormenta, pero el otro fue arrasado en completa ruina. ( D. Thomas, D. D. )

Edificio de dios

Ahora bien, esta comparaci�n de la construcci�n supone estas cosas: Primero, que un pueblo en s� mismo no es m�s que basura, y que es Dios quien hace este edificio glorioso. Que como veis el templo fue construido con excelente arte. Los �rboles del bosque y las piedras de la cantera nunca podr�an haberse preparado ni encajar en una estructura tan buena. As� que est� aqu�. Los hombres por su propio poder, su propia habilidad y fuerza, nunca podr�an convertirse en una morada adecuada para que el Se�or descanse.

En segundo lugar, implica que la materia de este edificio debe ser s�lida, preciosa y sustancial. �Oh, que pensaras en esto, lo que deber�as ser! La santidad al Se�or debe estar escrita en sus manos, frentes y toda la conversaci�n. En tercer lugar, implica la presencia misericordiosa y el poder de Dios entre su pueblo. Una casa es el lugar donde un hombre reside continuamente; y esta es una gran raz�n por la que Dios usa esta met�fora para mostrar con qu� descanso y deleite tomar� Su habitaci�n en Su Iglesia.

En cuarto lugar, esta casa o edificio implica que Dios es el Maestro en ella, que s�lo �l puede prescribir las leyes y �rdenes, lo que se har� y lo que no; Designa a cada uno su trabajo y su labor. En quinto lugar, aqu� est� esto m�s adelante en este edificio. No es un edificio ordinario, sino sagrado y santo. Por eso se les llama templo del Dios viviente. Ahora bien, �qu� asombrosa consideraci�n es esta? En sexto lugar, al ser una casa, todos dentro son sirvientes, por lo que deben hacer el trabajo de su Maestro, vivir para �l.

�Todo lo que hagas, hazlo todo para la gloria de Dios� ( 1 Corintios 10:31 ). Por tanto, esta salud, esta riqueza, estas partes, esta vez no es m�a; Debo mejorarlo para mi Maestro. S�ptimo, supone orden y gobierno. La Iglesia de Dios es una casa; ahora que tiene leyes dom�sticas. Pablo se regocij� al ver el orden de la Iglesia y su fe ( Colosenses 2:5 ). En octavo lugar, unidad, amor y concordia entre los que est�n en la misma casa. �Oh, que esto averg�ence todas las animosidades y disputas! �No somos de la misma casa? ( A. Burgess .)

La iglesia un edificio

1. Es un edificio espiritual. Lo que nuestro Se�or Jes�s dice de Su reino es verdad de Su edificio, que no es de este mundo, en �l, pero no de �l ( Juan 15:19 ). Es un edificio de almas.

2. Es un edificio espacioso de vasta extensi�n. �Contempl�, y he aqu�, una gran multitud�, etc. ( Apocalipsis 7:9 ).

3. Es un edificio alto. Aunque parte de �l est� aqu� abajo, sin embargo, su cima es tan alta como el cielo. All� es donde est�n los �ngeles gloriosos y los esp�ritus de los justos perfeccionados; todo este edificio.

4. Es un edificio santo ( Efesios 2:21 ). Santidad al Se�or est� escrito en el frente de este edificio.

5. Es un edificio vivo. Ning�n otro es as�. Los mismos que son vivificados son �edificados sobre el fundamento de los ap�stoles y profetas� ( Efesios 2:1 ; Efesios 2:20 ).

6. Es un edificio ligero. Esto es algo que hace que un edificio sea agradable y c�modo: muchos y grandes ventanales. Todo el mundo adem�s est� en tinieblas; es la Iglesia la �nica que tiene la luz verdadera.

7. Es un edificio seguro y protegido. La Iglesia de Dios es un edificio como el arca ( 1 Pedro 3:20 ).

8. Es un edificio que se expande y crece. ( Felipe Enrique .)

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "1 Corinthians 1". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/1-corinthians-1.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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