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Bible Commentaries
1 Reyes 10

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-13

Cuando la reina de Sab� se enter� de la fama de Salom�n.

La reina de saba

En esta historia, hay varios puntos de vista en los que la Reina de Saba aparece como un tipo y representaci�n de la Iglesia, ya que sabemos que Salom�n es en muchos aspectos un tipo sorprendente de Cristo. Tenemos ilustraciones del trato de Dios con su pueblo y del funcionamiento de la gracia divina, en los siguientes detalles relacionados con la reina de Saba.

I. La soberan�a de la elecci�n de Dios, y la libertad de Su pacto de misericordia y gracia, se establecen en que ella sea llevada al conocimiento de la verdad y sea ense�ada y guiada por el Esp�ritu de Dios. El llamado de Dios no se limita a ning�n tiempo, lugar o pueblo. Se pueden citar a Rahab de Jeric�, Rut la moabita, Nabucodonosor, rey de Babilonia, el rey de N�nive y otros personajes interesantes, junto con esta Reina de Saba, a quien Dios vino en la soberan�a y la gratuidad de Su gracia.

II. Vemos en esta historia c�mo los prop�sitos de Dios seguramente se cumplir�n y se cumplir�n. En la vida de los santos y santos hombres de la antig�edad, ya sea en las Escrituras o en biograf�as privadas, se pueden admirar muchas de estas maravillosas conductas de la Providencia. Cada hijo de Dios puede contarlo en su propia experiencia.

III. Observamos en la experiencia de la Reina de Saba el funcionamiento ordinario del esp�ritu de Dios en el coraz�n. Las preguntas dif�ciles surgen cuando la mente piensa en cosas espirituales y se repiten a lo largo de la experiencia del cristiano.

IV. La conducta de la Reina de Saba es la que deber�a ser la conducta de cada alma con respecto a las cosas Divinas.

V. Como fue con la Reina de Saba, as� es con cada alma instruida y guiada por el esp�ritu, en cuanto al conocimiento y adoraci�n y adoraci�n de Cristo. ( J. Macaulay, MA )

La reina de saba

La reina de Saba fue una seria investigadora. No estaba contenta con los informes que hab�a escuchado en su propia tierra. Ella pens� que sab�a algo que ni siquiera �l podr�a responder. Tendr�a sus propias preguntas formuladas a su manera. Eso es en lo que todo interesado debe insistir. Ning�n hombre puede hacer preguntas a otro hombre. La investigaci�n nunca es la misma; En esencia, puede ser id�ntico, pero en esp�ritu, en tono, en calidad, siempre hay un punto cr�tico y una medida de diferencia, que todo hombre se da cuenta por s� mismo, y debe insistir en dejar claro a la persona a quien se dirigen sus preguntas. .

La reina de Saba fue aqu� una investigadora modelo. Recorri� un largo camino para ver a Solomon. Viaj� hacia el norte, milla a milla, d�a a d�a; y las millas parec�an nada, y los d�as volaban, porque su coraz�n estaba lleno de una gran esperanza de que por fin recibir�a soluciones a los problemas que la hab�an llenado de esp�ritu de inquietud. Se meti� en problemas por su propia cuenta espiritual. Por lo tanto, se convirti� en una oyente preparada.

Las personas que no se ponen en problemas para que su caso sea expuesto y considerado no est�n en una posici�n adecuada para recibir comunicaciones del cielo. No debemos ser meros receptores; Debemos ser suplicantes intensamente interesados ??en nuestras propias oraciones, y tan enriquecidos con paciencia y con la gracia de la expectativa racional, que Dios pueda vernos en una postura de espera, y saber que nos demoramos hasta que se abra la puerta, o la respuesta en alg�n momento. camino venido.

La Reina de Saba represent� el deseo com�n del mundo. La entrevista con el rey se prolong� durante mucho tiempo y se caracteriz� por una confianza suprema.
�Ella se comunic� con �l de todo lo que hab�a en su coraz�n� (vers�culo 2). Hoy en d�a no podemos llegar al coraz�n de la gente. La civilizaci�n ha prestado nuevos recursos a la hipocres�a. Ahora hacemos preguntas simplemente por el simple hecho de formularlas, y ante tales preguntas, el cielo bondadoso es mudo.

Jesucristo respondi� a algunas personas "nunca una palabra". Se ve�a tonto. No estaban hablando de lo que hab�a en sus corazones. Dado un oyente que le dir� al orador todo lo que hay en su coraz�n, y he aqu� que Jes�s mismo se acercar�, y, comenzando por Mois�s, seguir� su camino a trav�s de los profetas y juglares y todos los escritores, hasta que el coraz�n que escucha resplandezca con calidez. hasta ahora desconocido. Las grandes preguntas est�n en el coraz�n.

Dejemos que el coraz�n hable sus dudas y temores, cuente su historia de perversidad, ego�smo, peque�ez, relate todo lo que est� en sus lugares secretos y se obligue a poner en palabras cosas que averg�enzan los cielos; luego veremos si el evangelio deja sin respuesta las grandes preguntas del alma. La Reina de Saba vio con ojo entrenado que los accesorios estaban de acuerdo con la dignidad central: �Y cuando la Reina de Saba hab�a visto toda la sabidur�a de Salom�n, etc.

�(Vers�culos 4, 5). Este fue un razonamiento justo. Podemos razonar desde adentro. Algunos no pueden comenzar desde el punto que est� dentro: porque no tienen experiencia que justifique que asuman el derecho a razonar desde tal origen; pero la Biblia abierta es accesible a todos los hombres, es decir, la Biblia abierta de la naturaleza, la vida y todo el esquema de la providencia. Jesucristo a menudo entrenaba a sus disc�pulos a razonar en el punto que era externo.

El razonamiento sigue siendo el mismo hoy en d�a en todos sus efectos m�s amplios. Cu�n v�vidamente represent� la reina de Saba la fe como sobrecargada: �Sin embargo, no cre� a las palabras� (vers�culo 7). No es de extra�ar. Y aqu� debemos ser amables con aquellos que al escuchar el evangelio, dicen: ��C�mo pueden ser estas cosas? �De d�nde tiene este hombre esta sabidur�a? �Nunca un hombre habl� como este hombre! " Pero la reina de Saba tambi�n mostr� que la imaginaci�n estaba dominada por los hechos: �He aqu�, dijo ella, �no me fue contada la mitad: tu sabidur�a y prosperidad superan la fama que o� (vers�culo 7).

Aqu� est� la verdad de nuevo. Esta mujer es fiel desde el principio de la entrevista hasta el final. Y todo lo que Cristo nos pide es que seamos sinceros y que, a nuestra manera, digamos lo que le hemos visto hacer, y especialmente lo que le hemos visto hacer por nosotros mismos. La reina de Saba tampoco pod�a limitar su encomio y �xtasis al rey mismo. Ella dijo: �Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que est�n siempre delante de ti y oyen tu sabidur�a� (vers�culo 8).

�Y el siervo de Cristo no es bendecido? �Son los que son los m�s humildes y humildes de toda la Iglesia sin beneficio? Es m�s, �no viven todos al sol y comen en la mesa hospitalaria del propio verano de Dios? �Hay alg�n siervo de Cristo que no tenga un cielo propio? Deber�amos ser m�s felices si supi�ramos m�s de nuestros privilegios. Es terrible haber sobrevivido al privilegio cristiano. �Qu� uso hizo Jesucristo de este incidente de la visita de la reina de Saba? Encontramos una respuesta en Mateo 12:42: - �La Reina del Sur se levantar� en el juicio con esta generaci�n, y la condenar�; porque ella vino de los confines de la tierra para o�r la sabidur�a de Salom�n; y he aqu�, uno m�s grande que Salom�n est� aqu� ". �M�s grande que Salom�n� �l responde a preguntas mayores, �l distribuye mayores bendiciones, �l reina en un estado m�s glorioso. ( J. Parker, DD )

La reina de saba

Yo . Que busquemos diligentemente lo m�s alto y lo m�s santo, y no nos contentemos con nada inferior.

II. Que las dificultades y los peligros no deben impedirnos recibir la verdad.

III. Que as� como debemos buscar diligentemente y a pesar de todas las dificultades la verdad divina, as� debemos admirarla cuando la hayamos encontrado. La reina de Saba no intenta envidiosamente criticar o despreciar ninguna de las dotes del rey Salom�n. Admira de todo coraz�n su sabidur�a, su conocimiento, su poder, sus riquezas, su grandeza. Un ejemplo �til para la �poca actual, una �poca especialmente dada a criticar, m�s que a admirar; una �poca que se r�e del romance, ignora el misterio y ridiculiza la idea de lo sobrenatural.

Sabemos que el romance y la realidad son uno, que la vida es en s� misma un misterio y que sin lo sobrenatural no podr�a haber nada natural. La credulidad de edades tempranas puede haber sido excesiva; pero era probable que produjera hechos m�s nobles que el escepticismo y la indiferencia de hoy.

IV. Que en asuntos que conciernen a nuestro bienestar eterno, nos corresponde actuar sobre la base de la evidencia un poco menos que con certeza. A veces se ha objetado al credo cristiano que si Dios lo hubiera enviado como revelaci�n de su voluntad al hombre, deber�a haber sido difundido universalmente y apoyado por evidencia irrefutable. Sin embargo, este argumento, si se lleva a cabo en su consecuencia l�gica, probar�a que Dios deber�a haber prescindido de la necesidad de una revelaci�n al hombre, ya sea manteni�ndolo libre de pecado o proporcion�ndole tal adicional. facultad que le habr�a permitido captar intuitivamente las verdades espirituales. Todas estas sugerencias, sin embargo, son presunciones de ignorancia. Dios eligi� actuar en su trato con los hombres de cierta manera; �Y qu� es el hombre para cuestionar los caminos de Dios?

V. Que los que est�n en presencia de la sabidur�a perfecta deben ser felices. �Felices�, dice la Reina de Sab�, �tus hombres, dichosos estos tus siervos, que est�n continuamente delante de ti, y que escuchan tu sabidur�a�. Con Dios est� la sabidur�a; y, por tanto, aquellos que, ya sea en la tierra o en el cielo, se sienten perpetuamente en Su presencia o vigilados por Su cuidado, son verdaderamente felices.

VI. Que como solo la posesi�n de la sabidur�a que viene de arriba puede hacernos verdaderamente felices, debemos estar preparados para que ofrezca los mejores dones que tenemos. La reina de Saba derrama ante Salom�n sus obsequios m�s valiosos. Lo mejor de nuestra vida, de nuestro trabajo, de nuestros talentos, de nuestras riquezas, debemos darlo a Dios, porque de �l obtuvimos todo lo que tenemos y todas nuestras bendiciones las tenemos a Su voluntad.

VII. Que la posesi�n de la sabidur�a celestial, que son las verdaderas riquezas, compensa con creces la p�rdida de cualquier mam�n injusto. El hombre que ha alcanzado la apreciaci�n y el disfrute de la verdad divina no s�lo es feliz, sino que tambi�n es rico, rico en tesoros que la polilla y el �xido no pueden corromper y que los ladrones no pueden atravesar para robar. ( R. Young, MA )

El ejemplo de una reina

Mudie no tiene una historia m�s interesante con la que seducir las horas de espera de mujeres cansadas y solitarias que esta vieja historia sobre las perplejidades de una mujer y c�mo las resolvi�. Vivi� en �los confines de la tierra� y en un tiempo lejano, pero reconocemos a nuestra hermana de todos modos. Ten�a sus dificultades y sus sue�os como los tenemos hoy. Ten�a todos los anhelos de una mujer para hacer lo correcto, volverse fuerte y sabia, y poder cumplir con eficacia sus importantes deberes.

Ella era una reina y, por lo tanto, ten�a un ferviente deseo de ser la madre de su pueblo. Creemos que estaba ansiosa por asegurarse su amor, lo que, tal vez, no fue muy dif�cil; y anhelaba poseer su reverencia, que era, posiblemente, casi m�s de lo que pod�a lograr. Ten�a una comprensi�n intuitiva de lo que era la verdadera grandeza. Y no hay duda de que sent�a la necesidad de alguien m�s sabio, m�s fuerte, mejor que ella, que le dijera con suavidad, firmeza y sin vacilar qu� hacer y c�mo hacerlo.

Tambi�n ten�a el deseo de saber de la mujer, que generalmente se describe con la palabra "curiosidad", pero al que a menudo se podr�a aplicar el t�rmino m�s noble "aspiraci�n". A ella no le gustaban los secretos, probablemente no podr�a guardar los suyos y se tom� un poco de trabajo para comprender los de otras personas. Pero el mundo estaba lleno de secretos que ella no pod�a comprender. Quer�a saber el significado de todo; pero todos los libros de la tierra estaban escritos en caracteres extra�os que ella no pudo descifrar.

Era de Dios de quien deseaba o�r, de Dios a quien deseaba conocer, de Dios a quien deseaba adorar y obedecer. La reina fue mucho m�s seria que curiosa. Por supuesto que estaba cansada de su viaje. Igualmente, por supuesto, hab�a muchas cosas atractivas para ver en este gran, grandioso lugar al que hab�a llegado. Pero hab�a venido a Jerusal�n con una intenci�n dominante y abrumadora, y nada pod�a apartarla de ella.

En primer lugar, antes de mirar a su alrededor, o incluso de descansar, deb�a tener una conversaci�n larga y cercana con el rey. "Y cuando lleg� a Salom�n, le comunic� todo lo que hab�a en su coraz�n". Pero, �y si ella se sintiera decepcionada? No fue la primera mujer, y ciertamente no fue la �ltima, que ha llegado a un rey entre los hombres, con temblorosa esperanza de que su ignorancia pueda ser instruida y sus dudas disipadas.

�Qu� pasar�a si �l demostrara un poco mejor que otros hombres y ella descubriera que la grandeza de su sabidur�a era solo una pretensi�n y que su superioridad estaba solo en la superficie? �Ay de la reina si esto fuera as�! porque entonces volver�a con cansancio a su propio pa�s, y all� buscar�a desesperadamente en la oscuridad lo que nunca podr�a encontrar. Pero nosotros, que simpatizamos con ella, nos alegra saber que no fue as�.

Porque "Salom�n le cont� todas sus preguntas: no hab�a nada escondido del rey". �Mujer feliz! Ahora ten�a tiempo libre para otras cosas. Sin embargo, todav�a hab�a mucha honestidad y franqueza en ella. Record� su desconfianza por las noticias que hab�a escuchado y no podr�a ser del todo feliz hasta que hubiera enmendado honorablemente su incredulidad. No hay una mujer entre nosotros que no quisiera haber tenido la oportunidad de la reina; porque tambi�n nosotros estamos tratando, en medio de la oscuridad de la duda y la incertidumbre, de sentir nuestro camino hacia la luz.

Nosotros tambi�n anhelamos volvernos sabios por el contacto con la sabidur�a y fuertes apoy�ndonos en la fuerza. Nosotros tambi�n tenemos nuestro anhelo de saber m�s y de hacerlo mejor; y creo que con mucho gusto emprender�amos un viaje tan formidable como el de la reina para conseguir lo que queremos. Pero "he aqu�, hay aqu� uno m�s grande que Salom�n". Tenemos la autoridad de nuestro Se�or para usar esta narrativa como una ilustraci�n de la verdad espiritual; y es notable en cu�ntos puntos se parece la reina de Sab� a lo que somos y deber�amos ser, y cu�n verdaderamente Salom�n es una d�bil imagen de Cristo.

1. Pero nuestro deber nos lo ense�a claramente el ejemplo de esta reina. Nunca sabremos m�s de �l a menos que vayamos y veamos; y, si somos mujeres sensatas, eso es exactamente lo que haremos. No debemos temer m�s que esta reina en cuanto a la recepci�n que nos espera. De hecho, lo sabemos de antemano. No se nos dice que se envi� una invitaci�n de Judea a Saba, pero Cristo nos ha invitado de manera m�s clara y apremiante.

�Venid a m�, y yo os har� descansar�, es el mensaje que nos ha transmitido. No, ha hecho m�s, mucho m�s que esto. No ha esperado que vayamos a �l, sino que ha venido a nosotros. "He aqu�, yo estoy a la puerta y llamo". �sta es nuestra oportunidad. �Lo dejaremos pasar o, gracias a Dios, lo aprovecharemos? Oh, hermanas m�as, no permitan que esta Reina del Sur se levante en juicio contra ustedes y las condene, pero sean igualmente resueltas de mente y prontas en la acci�n, y vengan de inmediato a Jes�s.

2. Cuando hayamos dado este primer paso decidido, podemos seguir el ejemplo de la reina en otro particular. "Cuando lleg� a Salom�n, le comunic� todo lo que hab�a en su coraz�n". Y podemos hacer lo mismo cuando hayamos llegado a nuestro Rey. Aprovechemos al m�ximo nuestros privilegios. �Por qu� alguno de nosotros somos d�biles y miserables y estamos llenos de pecado, ya que Jes�s es capaz de hacernos, incluso a nosotros, grandes y buenos, �tiles y felices?

3. Pero cuando lo hayamos probado, sea todo lo que hemos o�do, seamos honestos y dec�moslo.

4. Pero ni �l ni nosotros necesitamos estar satisfechos con palabras. Debe haber un intercambio mutuo de regalos. �Qui�n puede describir la grandeza de su real generosidad?

El amor de Jes�s, que es

Nadie m�s que sus amados lo sabe.

Adem�s, nadie puede contar las cosas preciosas que da a su amada.

5. Hay otro particular en el que somos como la Reina de Saba. "Ella se volvi� y se fue a su propio pa�s"; y tenemos que volver al mundo despu�s de ver a nuestro Rey, y vivir entre nuestra propia gente. Pero deber�amos ser mucho mejores que cuando vinimos a �l por primera vez. ( Marianne Farningham. )

La sabidur�a de Salom�n

Al considerar la entrevista entre estos dos personajes reales, notamos:

I. El rey visitado. Por todos lados hab�a innumerables acumulaciones de riqueza. El pa�s estaba en paz, con un dominio que se extend�a desde Thapsacus, en el �ufrates, hasta Gaza, en el Mediterr�neo. La popularidad del rey fue ilimitada. Escuch� por igual a los s�bditos m�s humildes y a los de porte cort�s, y juzg� a cada uno de acuerdo con esa habilidad que pose�a sin medida.

II. La reina visitante. Su linaje no es seguro, ni el lugar exacto de su dominio. Probablemente era descendiente de Abraham por Keturah, con un reino que ocupaba la mayor parte de Arabia Felix, entre el Oc�ano �ndico y el Mar Rojo. Este reino sabio, cuya capital era Saba, era el m�s rico de los �rabes y, naturalmente, ser�a visitado por las flotas de Salom�n.

III. La visita.

1. Su motivo. No es dif�cil encontrar razones que impulsen a la reina sabina con el deseo de estar en tal presencia. Era f�cil imaginarla impulsada por la curiosidad o por pensamientos de rivalidad. El suyo era un imperio de extraordinaria riqueza. �El rey realmente lo super�? Ella pod�a soportarle regalos que indicaran recursos vastos y variados. �Podr�a poner a sus pies los que denotan importaciones m�s amplias o ingresos m�s amplios? Sin duda, sin embargo, razones m�s valiosas la conmovieron.

�Podr�a resolver los profundos y desconcertantes problemas de su alma? El suyo era un deseo m�s profundo, un anhelo m�s profundo. Como el patriarca Job, su alma estaba conmovida por las preguntas m�s profundas sobre la vida, la muerte y la inmortalidad.

II. Divulgaci�n de la visita.

III. Resultado de la visita. Entre las lecciones sugeridas por el pasaje, tenga en cuenta:

1. La riqueza y la piedad no se oponen necesariamente. El momento de esta visita marca el cl�max de la fuerza y ??la prosperidad de Israel. Nunca antes y nunca despu�s el reino ocup� su lugar entre las grandes monarqu�as de Oriente, capaces de hacer frente a Egipto y Asiria. Hoy, como nunca antes, el deber de la Iglesia es hacer de la riqueza la esclava de la religi�n.

2. Nada m�s que Dios satisface. Ni la riqueza de su propio reino ni la gloria de Salom�n pudieron satisfacer a la reina. En su coraz�n hab�a un vac�o que nada m�s que el conocimiento de Dios pod�a llenar. Las palabras de Agust�n son siempre ciertas: "T�, oh Se�or, nos hiciste para ti, y nuestro coraz�n est� inquieto hasta que descanse en ti".

3. No hay seguridad sino en un coraz�n recto. Es triste que a alguien como Salom�n le llegue un declive. Este gobernante favorecido cay� porque le fue infiel a Aquel que lo hab�a hecho sabio y pr�spero. Su vida se apart� de lo que proclamaban sus labios. Siempre hay peligro cuando la obediencia a Dios no va al mismo ritmo que el conocimiento de Dios; cuando la cabeza tiene m�s entendimiento que el coraz�n tiene amor. �Con toda diligencia guarda tu coraz�n, porque de �l mana la vida�. ( Sermones del club de los lunes ).

La reina de saba

I. El momento del cuento. El momento es el de la grandeza de Israel. Pol�ticamente, su estrella est� en su cenit; su rosa est� en toda regla. En los d�as de Sa�l, un departamento de relaciones exteriores habr�a sido una sinecura. No se reconoci� que Israel tuviera un lugar en la comunidad de las grandes potencias de la �poca. Lo que Italia era en Europa antes de 1859, eso, menos que eso, era Israel en el entonces mundo mediterr�neo, bajo los Jueces e incluso bajo Sa�l.

Pero todo esto ahora ha cambiado. Salom�n ocupa su lugar entre los potentados de la �poca. La extensi�n de su imperio hacia el este lo pone en contacto con las nacientes naciones del valle del �ufrates; hacia el norte, la magn�fica Tiro �a la vez el Londres y el Par�s de la �poca� es su aliado, y su rey es su amigo; hacia el sur, el antiguo Egipto opresor nacional se reconcilia en una amistad fatal, y las casas reales se han encontrado en una alianza de mal ag�ero.

II. El h�roe del cuento. Es algo curioso que, aunque tenemos un relato m�s completo del reinado de Salom�n que del de cualquier otro monarca mencionado en las Escrituras, sepamos comparativamente poco sobre �l. Su personalidad no se destaca de ninguna manera claramente en contra de su tiempo. El mismo resplandor de su magnificencia deslumbra el ojo y oscurece la visi�n. Su reinado ha sido llamado la �Edad Augusta de la naci�n jud�a�.

Dean Stanley, con su caracter�stica felicidad, llama la atenci�n sobre el hecho de que �Salom�n no solo era su Augusto sino su Arist�teles�. �No podr�a haber agregado, "y es Alejandro y su Tim�n tambi�n!" Pero como se encuentra en el momento del que nos ocupamos ahora, est� en todo el brillo de su gloria del mediod�a, sin pron�stico de las nubes de la puesta del sol. A �l as�, ya su capital, que su genio y su riqueza han hecho que sea "la alegr�a de toda la tierra", llega un visitante. Y as� llegamos ...

III. La hero�na del cuento. Al igual que su anfitri�n real, a ella tambi�n se la puede ver vagamente. Su mismo nombre es desconocido. Tiene un t�tulo, pero no un nombre; ella es una reina, y como reina m�s que como mujer podemos ser conocida por nosotros. Y, sin embargo, el motivo de su visita es esencialmente femenino. Es curiosidad, tanto del tipo superior como del inferior combinados. Y no s�lo el motivo era completamente femenino; tambi�n era caracter�sticamente nacional.

Porque, aunque la tradici�n le asigna un origen diferente, no cabe duda de que era �rabe, y los �rabes son, de todos los pueblos, los m�s adictos al chisme y la curiosidad. La tradici�n a la que me he referido la representa como reina de esa ciudad, en una isla del Nilo, que durante tantos siglos, ya sea como tributaria de Egipto o como independiente, fue una de las ciudades poderosas del mundo antiguo, Meroe. .

As� influenciada en su mente - excitada en el lado inferior por la curiosidad inferior y en el lado superior por la superior, uniendo y elevando la curiosidad natural con la aspiraci�n espiritual - el plan de una visita personal y el establecimiento de una amistad personal. y la comuni�n toma forma y crece dentro de ella, hasta convertirse en una exigencia imperativa y dominante. Es una reuni�n muy pintoresca y llena de inter�s: la reina pagana en presencia del rey ungido de Jehov�; piedad natural que busca la luz de la revelaci�n.

As� como los motivos que la llevaron a Jerusal�n fueron de dos �rdenes, de un nivel superior y otro inferior, tambi�n lo ser�an los temas sobre los que �comulgaron� cuando se conocieron. Las tradiciones �rabes, conservando los materiales afines a los gustos �rabes, est�n llenas de historias de enigmas pintorescos y acertijos propuestos y de respuestas ingeniosas, como aquellas en las que siempre se ha deleitado la fantas�a deportiva de Oriente, y por las que Salom�n y Hiram hab�a mantenido correspondencia durante mucho tiempo, hab�a estimulado sus actividades intelectuales y aliviado sus preocupaciones de estado.

La reina, de acuerdo con estas tradiciones, puso a prueba el ingenio y el ingenio real con dispositivos como los siguientes: flores artificiales y naturales para ser reconocidas y marcadas con el uso de la vista solamente; ni�os y ni�as, vestidos igual, para ser detectados y distinguidos; y una copa que no debe llenarse con agua de la tierra ni de la nube. Salom�n ley� el primer acertijo soltando abejas sobre las flores; el segundo, poniendo a los j�venes a lavarse las manos; y el tercero, �haciendo que un esclavo galopara furiosamente sobre un caballo salvaje y llenando la copa con el sudor que fluye! En tan juguetonas maniobras se ejercit� el ingenio de uno y se satisfizo la curiosidad del otro.

Pero no podemos dudar de que estos fueron los relajamientos, no la sustancia de su comuni�n, el alivio no la satisfacci�n del esp�ritu de la reina de Sabsean. Pero, de todos modos, debemos concluir que los s�bditos superiores que, en cierta medida, congeniaban con la mejor naturaleza de ambos, obtuvieron un lugar en su compa�erismo, y que en la reina el rey se asegur� no s�lo un ardiente admirador de s� mismo sino un devoto adorador. de su Dios, un disc�pulo reverente en religi�n y un participante fascinado en las nimiedades.

Y entonces ella pasa por el escenario de Jerusal�n, fuera de la vista, y no la vemos m�s. Las tradiciones que hablan de su matrimonio con Salom�n, y de los tres meses que pas� con ella todos los a�os en Saba, y de su entierro en Tadmor, son absolutamente in�tiles. Ella permanece y figura en estas leyendas, pero carecen de cr�dito y valor. ( Beca GM, BD )

La visita de la reina de Saba

Yo . El cristianismo desaf�a a los m�s grandes del mundo a investigar sus audaces afirmaciones de supremac�a como la �nica religi�n para el alma humana. No fue la mera curiosidad lo que llev� a esta Reina del Sur a ver a Salom�n. Se plante� una pregunta; nada m�s que un r�gido experimento podr�a resolverlo. Cristo se ha representado a s� mismo en el cristianismo; Debe ser probado en el sistema de fe que vino a proclamar.

Y en lo que insistimos es en que toda alma pensante est� obligada a buscar, escudri�ar, tamizar y examinar lo que este Hijo de Dios, que era el Hijo del Hombre, tiene que decir. Esta revelaci�n del cielo para la salvaci�n de los hombres es todo o nada para cada ser inmortal que va al juicio de Dios. Porque pretende ser todo lo que alguien necesita para la redenci�n final de su alma.

II. Los esc�pticos tambi�n podr�an detenerse en expresar sus decisiones de rechazo personal de Cristo hasta que lo hayan entendido completamente. No todos son competentes ni siquiera para no creer. Se requiere mucha reflexi�n para deshacerse del cristianismo por completo. Es un sistema que se basa de manera muy determinante en la conducta; e insiste en que, antes de que cualquier investigador inteligente llegue a una conclusi�n fija, har� un seguimiento de lo que ya sabe incorpor�ndolo a su vida.

Y luego, muy posiblemente, se sorprender� de m�s revelaciones que no sospechaba anteriormente. Aqu� hay una gran pertinencia en la espl�ndida figura del viajero Humboldt; dice: �En los l�mites del conocimiento exacto, como desde la costa de una isla elevada, a los ojos les encanta mirar hacia las regiones lejanas. Las im�genes que ve pueden ser ilusorias; pero, al igual que las im�genes ilusorias que la gente imaginaba haber visto desde las Canarias o las Azores, mucho antes de la �poca de Col�n, tambi�n pueden conducir al descubrimiento de un mundo nuevo �. No hay campo de estudio en el que este comentario sea m�s cierto que el que ofrece la investigaci�n religiosa.

III. Los investigadores religiosos no deben dudar en acudir a Jesucristo en busca de una respuesta satisfactoria a todas las perplejidades del alma que los acosan. Si s�lo existieran las revelaciones de Dios en la naturaleza para una direcci�n y un consuelo, no habr�a poca ganancia sobre lo que los paganos tienen en sus poemas y sue�os; porque lo que vendr�a a nosotros ser�a al menos digno de confianza, porque ser�a verdad. Las mejores mentes a menudo han encontrado consuelo en el mundo mudo que las rodea.

Chaucer sol�a decir que caminar por los prados, al amanecer, para ver las flores desplegarse contra el sol, era un espect�culo de dicha que suavizaba todos sus dolores. Henry Martyn, solo y triste, en su lejano campo misional, exclam�: "Incluso una hoja es buena compa��a". Y Ruskin escribe en su ensayo: "�Qu� hermoso pensamiento fue ese, cuando Dios Todopoderoso pens� por primera vez en un �rbol!" Incluso con esto para nuestra Biblia, nuestro Se�or superar�a a Eclesiast�s: "Considere los lirios", etc.

Pero la Palabra viva y la Palabra escrita son mejores para un hombre, inmortal y sensiblemente inteligente, que toda esta comuni�n amistosa con la naturaleza solamente, porque �l est� reflexionando sobre preguntas en su coraz�n. ( CS Robinson, DD )

Belleza atrayendo

Un escritor cient�fico de amplia experiencia y observaci�n declara que todos los insectos recolectores de n�ctar, como la abeja mel�fera com�n, manifiestan una fuerte preferencia por las flores m�s finas. Cuanto m�s perfectos en forma, color y fragancia, m�s se sienten atra�dos por ella, ya que parecen saber por instinto que all� encontrar�n la mayor cantidad de miel. Es del car�cter y la vida de quienes m�s se parecen a �l, que es completamente encantador, que las almas de los dem�s pueden recoger la mayor dulzura del amor y la gracia de Dios. Ser semejante a Cristo es ser atractivo; crecer en gracia, crecer en atractivo divino. ( Ayuda a los oradores ) .

Ella vino a probarlo con preguntas dif�ciles . -

Consultar con Jes�s

Yo . Admire el modo de proceder de esta reina cuando lleg� a Salom�n. Se nos dice, en el texto, que "ella vino a probarlo con preguntas dif�ciles".

1. Quer�a demostrar si �l era tan sabio como le hab�an hecho creer, y su modo de demostrarlo era esforz�ndose por aprender de �l; y si quieres saber cu�l es la sabidur�a de Cristo, la manera de saberla es venir, sentarte a sus pies y aprender de �l. �l mismo ha dicho: �Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de m�; porque soy manso y humilde de coraz�n, y hallar�is descanso para vuestras almas �.

2. La reina de Saba tambi�n debe ser admirada porque, deseando aprender de Salom�n, le hizo muchas preguntas, no solo una o dos, sino muchas. Si quieres conocer la sabidur�a de Cristo, debes hacerle muchas preguntas.

3. La reina de Saba prob� a Salom�n "con preguntas dif�ciles".

II. Imitemos su ejemplo, en referencia a Cristo, que es "m�s grande que Salom�n". Prob�moslo con preguntas dif�ciles.

1. Aqu� est� la primera pregunta dif�cil. �C�mo puede un hombre ser justo con Dios?

2. Aqu� hay otra pregunta dif�cil: �C�mo puede Dios ser justo y, sin embargo, el Justificador de los imp�os?

3. La siguiente pregunta es una que ha desconcertado a muchos: �C�mo puede un hombre ser salvo por la fe sola sin obras, y sin embargo nadie puede ser salvo por una fe sin obras?

4. Aqu� hay otra pregunta dif�cil: �C�mo puede un hombre nacer cuando es viejo? A primera vista, parece como si eso fuera incontestable; pero Jesucristo ha dicho: "He aqu�, hago nuevas todas las cosas".

5. Aqu� hay otra pregunta dif�cil: �C�mo puede Dios, que ve todas las cosas, no ver m�s pecado en los creyentes? Ese es un acertijo que muchos no pueden comprender.

6. Aqu� hay otra pregunta dif�cil: �C�mo puede un hombre ver al Dios invisible? Sin embargo, Cristo dijo: �Bienaventurados los de limpio coraz�n� porque ellos ver�n a Dios; "Y el �ngel dijo a Juan:" Sus siervos le servir�n, y ver�n su rostro ".

7. Movi�ndonos hacia arriba en la experiencia cristiana, aqu� hay otra pregunta dif�cil: �C�mo puede ser cierto que �todo aquel que es nacido de Dios no peca�, pero los hombres que nacen de Dios pecan?

8. Esto tambi�n ayuda a responder otra pregunta dif�cil: �C�mo puede un hombre ser un hombre nuevo y, sin embargo, suspirar constantemente porque encuentra en s� mismo tanto del hombre viejo?

9. Aqu� hay una m�s de estas preguntas dif�ciles: �C�mo puede un hombre estar triste y regocijarse siempre?

10. Tengo una pregunta m�s dif�cil: �C�mo puede la vida de un hombre estar en el cielo mientras todav�a vive en la tierra?

III. Respondamos a ciertas preguntas de car�cter pr�ctico.

1. Primero responda esta pregunta: �C�mo podemos venir a Cristo?

2. "Bueno", dice uno, "suponiendo que se haga, �c�mo podemos hacerle preguntas dif�ciles a Cristo?" Puedes pedirle cualquier cosa de la misma manera que si pudieras verlo.

3. "Pero", dices, "si le pregunto, �c�mo me responder�?" No espere que �l le responda en un sue�o o con cualquier sonido vocal. �l ha dicho todo lo que necesita saber en este Libro. ( CH Spurgeon. )

Preguntas respondidas

�Cu�les fueron estas preguntas? Puede que fueran acertijos como el que recuerda la historia de Sans�n. Preguntar acertijos era un pasatiempo com�n entre los antiguos, especialmente los �rabes. Sin embargo, es poco probable que una reina sensata hubiera viajado desde Arabia hasta Judea simplemente para tener un juego de acertijos. Lo m�s probable es que lo haya hecho para conseguir una soluci�n a las dificultades mentales y morales de lo que llamamos los enigmas de la vida.

Sin duda era una mujer seria y reflexiva; Perpleja por los problemas de su �poca, como algunos de nosotros lo estamos con los nuestros, y sinti� que ser�a un alivio hablar de ellos con alguien m�s sabio que ella. Hay uno m�s grande que Salom�n, a quien podemos probar con preguntas dif�ciles, con quien podemos tener comuni�n de todo lo que hay en nuestro coraz�n. �Lo hemos hecho as�? Si no es as�, no podemos decir que nuestras dudas sean incontestables.

Un corresponsal escribi� al can�nigo Liddon: �Lo �nico que ahora me une al cristianismo es que el �nico de los sistemas de pensamiento con los que entro en contacto parece dar una respuesta funcional a dos preguntas: '�De d�nde soy?' y '�Ad�nde voy?' Todo lo dem�s es oscuro, todo lo dem�s al menos incierto ". Muchos de nosotros estamos apegados al cristianismo por la misma raz�n. Hemos probado a su Fundador con preguntas dif�ciles, y nuestro credo se ha simplificado en una forma como esta: �Acerca de Dios, el alma, una vida futura, el pecado y la tristeza del mundo - acerca de asuntos como estos, s� poco , pero Cristo sabe mucho, y cualquier conclusi�n que fuera suficientemente buena para �l en referencia a ellos es suficientemente buena para m�.

El fil�sofo alem�n Kant nos dice que hay tres preguntas que la humanidad siempre se ha estado haciendo: "�Qu� puedo saber?" "�Qu� debo hacer?" y "�Qu� puedo esperar?" �Qu� respuesta da a estas preguntas Aquel que se llam� a s� mismo el Camino, la Verdad y la Vida? Algunas personas, dice el obispo Butler, �bajo el pretexto de la luz de la naturaleza, rechazan abiertamente toda revelaci�n como incre�ble en su propia naturaleza.

�Las cosas han cambiado desde la �poca de Butler. Pocos piensan ahora que la luz de la naturaleza es suficiente; para la mayor�a de nosotros es Cristo o nada. Hemos llegado a ver que las objeciones hechas al cristianismo pueden ser impulsadas con igual fuerza contra la religi�n natural; que la dificultad, por ejemplo, de dar cuenta de la suposici�n de un Creador bueno para el origen y la continuaci�n del mal en el mundo deber�a ser ser sentido por el de�sta mucho m�s que por el cristiano porque este �ltimo tiene una teor�a de la redenci�n que ofrecer que en todo caso profesa reconciliar el conocimiento previo de Dios del mal con su sabidur�a, poder y bondad.

Esto, junto con la historia y la condici�n actual de la Iglesia de Cristo, hace que sea m�s f�cil ser cristiano que de�sta o te�sta. Pero aqu� viene el agn�stico, y le dice a la humanidad, con sus preguntas recurrentes: �No te preguntes a ti mismo ni a nadie m�s lo que puedes saber sobre Dios, el alma y un estado futuro. Estos asuntos son incognoscibles y es mejor que seas humilde, como yo, y reconozcas el hecho.

En referencia a este estado de �nimo, se puede se�alar que s�lo podemos afirmar que lo desconocido es incognoscible suponiendo, seguramente, cualquier cosa menos humilde, que sabemos todo lo que se puede conocer. Si es cierto que Dios no puede ser conocido por el hombre, ser� la �ltima verdad que el hombre aprender�. �ltimamente escuch� a una mujer inteligente y comprensiva comentar que no hay ser en el Universo al que se compadezca tanto como Dios, porque si �l tiene coraz�n, dijo, debe sentir terriblemente la responsabilidad de crear un mundo como este.

Que Dios siente los dolores del mundo y admite responsabilidad en el asunto que prob� cuando dio a su Hijo para que muriera por ello. �Qu� m�s pudo haber hecho por Su vi�a? Hay el patetismo de una hermosa sencillez en esas palabras del G�nesis: "Se arrepinti� el Se�or Dios, y le doli� en el coraz�n". �No habr�a habido alguna contradicci�n en la naturaleza de las cosas que era tan imposible de prevenir incluso para �l, como ser�a hacer dos y dos cinco en lugar de cuatro? �No se puede decir, por ejemplo, con toda reverencia, que ni siquiera Dios podr�a crear un ser virtuoso sin la disciplina de la prueba, la idea misma que implica una contradicci�n? Plutarco nos dice que Alejandro, rey de Macedonia, sol�a decir que amaba y veneraba a su maestro Arist�teles, tanto como si hubiera sido su propio padre.

�Qu� es lo que no le debemos en este segundo aspecto a nuestro Salvador? Ning�n Salom�n ha respondido ya que tiene la dif�cil pregunta: "�Qu� haremos?" Esto es admitido incluso por aquellos que no aceptan la medida completa de la ense�anza de Cristo. John Stuart Mill, por ejemplo, ha observado que no ser�a f�cil, incluso para un incr�dulo, encontrar una mejor traducci�n de la virtud de lo abstracto a lo concreto que esforzarse por vivir de tal manera que Cristo apruebe nuestra vida.

En cualquier dificultad moral podemos y debemos preguntarnos: "�Qu� quiere Cristo que haga en este asunto?" Pero Cristo hace m�s que capacitarnos para perseverar y saber qu� cosas debemos hacer. Nos da la gracia y el poder fielmente para cumplir lo mismo. En esto se diferencia de los maestros meramente terrenales. Son como un hombre parado en la orilla que le muestra a un hombre que se est� ahogando c�mo se deben mover los brazos al nadar.

Jesucristo rescata a la persona que se est� ahogando, o al menos le da una mano amiga, como lo hizo con Pedro cuando ese ap�stol comenz� a hundirse. Lord Tennyson, en la biograf�a de su padre, nos dice que el fallecido poeta laureado sent�a una admiraci�n inconmensurable por el Serm�n de la Monta�a y por las par�bolas; �Perfecci�n incomparable�, los llam�. Al mismo tiempo sol�a expresar su convicci�n de que �el cristianismo con su divina moralidad, pero sin la figura central de Cristo, el Hijo del Hombre, se enfriar�a, y que es fatal que la religi�n pierda su calidez.

�La pregunta de qu� podemos esperar cuando terminen los pocos a�os de la fiebre intermitente de la vida aqu� en la tierra es respondida por Cristo como ning�n simple hombre, aunque sea tan sabio como Salom�n, podr�a responderla. Aparte de Cristo, no podr�amos saber si la muerte era una puerta o un muro; un despliegue de alas para remontar o el plegado de pi�ones para siempre. Antes de la venida de Cristo, se pensaba que el cuerpo humano era un mero instrumento utilizado por el alma y que no formaba parte del verdadero yo del hombre.

El alma se consideraba libre s�lo cuando al morir se desuni� de ella y se convirti� en la �sombra� de la poes�a cl�sica antigua. Esta era una creencia muy vaga, y una que la investigaci�n f�sica contradice por completo. Los descubrimientos m�s completos en los d�as modernos de la acci�n y reacci�n del cuerpo y el alma, de la necesidad de maquinaria f�sica, no solo para el acto y la palabra, sino incluso para el pensamiento, han demostrado que el cuerpo es parte del verdadero yo del hombre.

En este asunto, el cristianismo est� de acuerdo con la ciencia. Ense�a la resurrecci�n del cuerpo, o que habr� una existencia continua del alma y el organismo, que en el pr�ximo mundo el alma no estar� desnuda, sino vestida. Jesucristo es la Cabeza y Representante de nuestra raza, y al resucitar �l mismo de entre los muertos, sac� la vida y la incorrupci�n de la neblina de la especulaci�n a la luz tranquila y clara de los hechos. ( EJ Hardy, MA )

C�mo actuar cuando est�s perplejo

Muy a menudo nos confundimos, tiramos y nos esforzamos. El Dr. Arnold, de Rugby, sol�a decir que su mente pod�a descansar tan silenciosamente ante un misterio confesado como ante la presencia de una verdad descubierta. Ser�a mejor para nosotros si cultiv�ramos una confianza m�s serena como la del Dr. Arnold. En la naturaleza de las cosas debe haber misterio. Ciertamente, existe algo llamado l�mite a nuestra capacidad. Ciertamente, por lo tanto, la acci�n y el conocimiento de un Dios ilimitado deben tener con frecuencia una mirada nebulosa para nosotros.

Ciertamente, la uni�n de la verdad revelada en un sistema exacto y armonioso puede ser un trabajo que va m�s all� de nuestros poderes simplemente finitos. Las verdades se unen, pero en un punto tan lejos del alcance de nuestra visi�n finita que no podemos ver su matrimonio. Entonces, �qu� vamos a hacer? Agarre firmemente ambas verdades reveladas, y donde el punto de su uni�n se extienda m�s all� de la regi�n de nuestra capacidad finita, espere humildemente y conf�e firmemente. ( Revisi�n homil�tica. )

Cristo, el revelador de la verdad

La grandeza del mundo antiguo culmin� en S�crates y Plat�n, y la grandeza de S�crates y Plat�n culmin� en su poder para hacer preguntas, y no en su poder para responderlas. El mundo antiguo inici� problemas; Quedaba que el nuevo mundo los resolviera. En esto radica una de las diferencias vitales entre los sabios de Oriente y Occidente y el fundador del cristianismo; vest�an meros buscadores de la verdad: �l era su revelador. ( Cynddylon Jones. )

Versículo 2

Ella vino a Jerusal�n con . .. camellos que desnudos especias.

Un evangelio de especias dulces

1. Todos los te�logos est�n de acuerdo en hacer de Salom�n un tipo de Cristo, y en hacer de la Reina de Saba un tipo de todo buscador de la verdad; y asumir� la responsabilidad de decir que todo el nardo, la casia y el incienso que la reina de Saba le llev� al rey Salom�n sugiere poderosamente las especias dulces de nuestra santa religi�n. El cristianismo no es una colecci�n de tecnicismos agudos, hechos angulares, tablas cronol�gicas y.

estad�sticas secas. Nuestra religi�n se compara con el incienso y la casia, pero nunca con la solan�cea. Es un manojo de mirra. Es una pizca de luz sagrada. Es un destello de fuentes frescas. Es una apertura de puertas opalinas. Es una colecci�n de especias. Quiera Dios que fu�ramos tan sabios al llevar especias a nuestro Divino Rey como lo fue la Reina Balkis al llevar las especias al Salom�n terrenal.

2. Necesitamos poner m�s sabor y animaci�n en nuestra ense�anza religiosa; ya sea en la reuni�n de oraci�n, en la escuela dominical o en la iglesia. Los ministros necesitamos m�s aire fresco y m�s sol en nuestros pulmones, en nuestro coraz�n y en nuestra cabeza. �Te sorprende que el mundo est� tan lejos de convertirse cuando encuentras tan poca vivacidad en el p�lpito y en los bancos? Queremos, como el Se�or, plantar en nuestros sermones y exhortaciones m�s azucenas del campo.

En otras palabras, queremos m�s canela y menos cart�lago. Dejemos que esto sea as� en todos los diferentes departamentos de trabajo a los que el Se�or nos sigue. Seamos claros. Seamos serios. Cuando hablamos con la gente en una lengua vern�cula que puedan entender, estar�n muy contentos de venir y recibir la verdad que les presentamos. Quiera Dios que la reina Balkis llevara sus dromedarios cargados de especias a todos nuestros sermones y exhortaciones en las reuniones de oraci�n.

3. M�s que eso, queremos m�s vida y sabor en nuestro trabajo cristiano. Los pobres no quieren tanto que los gimen como a los que les canten. Con el pan y las medicinas y las prendas que les des, que haya un acompa�amiento de sonrisas y un en�rgico aliento.

4. La religi�n es dulzura y perfume, nardo, azafr�n, canela, casia, incienso y todas las especias dulces juntas. Simplemente col�quelo en el soporte junto a la almohada de la enfermedad. Atrapa las cortinas y perfuma el aire sofocante. Endulza la taza de medicina amarga y arroja un brillo sobre la penumbra del enrejado torneado. Es un b�lsamo para el lado dolorido y un vendaje suave para la sien que duele.

Eso llev� a Samuel Rutherford a un jolgorio de deleite espiritual, mientras estaba en agon�as f�sicas. Se ayud� a Richard Baxter hasta que, en medio de una complicaci�n de enfermedades tales como quiz�s ning�n otro hombre sufrido, escribi� El Santo ' s eterno descanso. Y derram� luz sobre el calabozo de John Bunyan, la luz de la puerta resplandeciente de la ciudad resplandeciente. Y es bueno para el reumatismo, la neuralgia, el des�nimo y la tisis; es el catolic�n de todos los trastornos.

S�, sanar� todos tus dolores. Alguien no pod�a entender por qu� un viejo erudito cristiano alem�n sol�a estar siempre tan tranquilo, feliz y lleno de esperanza cuando ten�a tantas pruebas, enfermedades y dolencias. Un hombre se escondi� en la casa. Dijo: "Me refiero a observar a este viejo erudito y cristiano"; y vio al anciano cristiano ir a su habitaci�n y sentarse en la silla junto al estrado, abrir la Biblia y comenzar a leer.

Ley� una y otra vez, cap�tulo tras cap�tulo, hora tras hora, hasta que su rostro se ilumin� con las noticias del cielo, y cuando el reloj dio las doce, se levant�, cerr� la Biblia y dijo: �Bendito Se�or, estamos en los mismos t�rminos de siempre. Buenas noches. Buenas noches." ( T. De Witt Talmage, DD )

Ella se comunic� con �l de todo lo que hab�a en su coraz�n . -

Comuni�n del coraz�n

I. Debemos estar en comuni�n con Jes�s de todo lo que est� en nuestro coraz�n.

1. Dile a Jes�s todo lo que hay en tu coraz�n, porque el descuido del trato con Cristo, del tipo m�s �ntimo, es poco generoso con �l.

2. Y debemos decirle todo lo que hay en nuestro coraz�n, porque ocultar algo a un amigo tan sincero traiciona el triste hecho de que hay algo malo que ocultar.

3. Si no podemos decirle a Jes�s todo lo que hay en nuestro coraz�n, muestra falta de confianza en Su amor, o Su simpat�a, o Su sabidur�a, o Su poder.

4. Estoy bastante seguro de que si lleva a cabo el plan que le estoy recomendando, le proporcionar� una gran tranquilidad; mientras que, si no lo hace, seguir� sintiendo mucha inquietud.

5. Si no viene a Jes�s y tiene comuni�n con �l de todo lo que est� en su coraz�n, perder� Su consejo y ayuda, y el consuelo que proviene de ellos.

6. A veces, nuestro h�bito de reticencia hacia Jes�s se ve agravado por nuestro af�n de contar nuestros problemas a los dem�s. En el momento de la prueba, a menudo imitamos al rey Asa, quien, cuando estuvo enfermo, "no busc� al Se�or, sino a los m�dicos".

II. No necesitamos dejar de tener comuni�n con Cristo por falta de temas.

1. Primero, est�n tus dolores.

2. Entonces, tambi�n, cu�ntele sus alegr�as, porque �l puede tener una comuni�n m�s verdadera tanto con los alegres como con los tristes.

3. Tambi�n puede ir a Jes�s y contarle todo sobre su servicio.

4. Luego, a continuaci�n, ve y cu�ntale a Jes�s todos tus planes.

5. Cuando tenga alg�n �xito, vaya y d�gaselo. Los setenta disc�pulos regresaron a Jes�s con gozo, diciendo: "Se�or, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre".

6. Y cuando tengas alg�n fracaso, cuando tus esperanzas se desilusionen, ve y cu�ntaselo todo a Jes�s.

7. D�gale todos sus deseos. Si deseas algo que debes desear, y puedes desear, d�selo a �l. Dile tambi�n todos tus miedos. D�gale que tiene miedo de caer.

8. Dile todos tus amores.

III. Nunca dejaremos de tener comuni�n con Cristo por falta de razones.

1. Primero, es sumamente ennoblecedor tener comuni�n con el Hijo de Dios; �Y verdaderamente nuestra comuni�n es con el Padre y con su Hijo Jesucristo�.

2. Tambi�n es muy beneficioso estar en comuni�n con Cristo.

3. � Qu� consolador es hacer esto! Olvidas tus dolores mientras comulgas con �l. �Qu� santificador es! Un hombre no puede deleitarse en el pecado mientras camina con Cristo. �Qu� delicioso es tambi�n estar en comuni�n con Jes�s! No hay otro gozo que sea comparable con �l, y nos prepara para los gozos superiores de arriba. ( CH Spurgeon. )

Versículos 4-9

Y cuando la reina de Sab� vio toda la sabidur�a de Salom�n.

La Reina del Sur contra los hombres de esta generaci�n

1. Cuando la Reina de Saba vino a Jerusal�n, no vino a criticar, no vino a ahuyentar lo que pudiera ver con una disposici�n envidiosa o celosa, petulante o incr�dula, cuestionadora. Evidentemente, estaba preparada para un fest�n y lo consigui�. Ven aburrido, ven con las persianas bajadas y las contraventanas subidas, y te ir�s as�. Creo que ese elemento est� en el evangelio, y el otro lado es: ven con el esp�ritu puro y obtendr�s la bendici�n pura.

Venga sin esperar nada y no obtendr� nada. �Qu� es nada? Nada es lo que obtienes en la iglesia, porque viniste a buscarlo. �Oh, ven esperando! Aunque el predicador puede ser muy aburrido y muy plano, el Se�or se acordar� de usted, y el Se�or se recordar� a s� mismo, y antes de que usted o yo nos demos cuenta, a trav�s de Su gracia, �nuestros corazones pueden ser hechos como los carros de Aminadab! A veces, el Se�or viene con una rapidez maravillosa, simplemente porque hay personas sentadas aqu� que valen su lugar y �l no puede decepcionarlas.

2. Y Salom�n le cont� todas sus preguntas. No hab�a nada escondido o secreto que �l no le dijera. Y si esta mujer vino de los confines de la tierra para hablar de cuestiones dif�ciles, as� llegaremos al Salom�n celestial. �Qui�n de nosotros no tiene su pregunta dif�cil? Tu pregunta torturadora, que tortura tu propia alma; su pregunta que no puede obtener respuesta en ning�n otro lugar? �Oh, qu� preguntas profundas y dif�ciles, casi hab�a dicho, son naturales en nuestras mentes cuando comenzamos a reflexionar y a pensar muy poco! Quien soy yo �A d�nde voy? S�, hay preguntas dif�ciles.

�Ven a Cristo con ellos! No desprecio las investigaciones de nadie ni la ciencia de nadie, pero como la verdad del Salom�n celestial est� en m� y es amado por m�, conf�o en tener cada vez m�s el m�s sano y perfecto desprecio por su desprecio por el Cristo de Dios. Dej�monos dotar a todos con el odio de su odio, el desprecio de su desprecio. S�, ven a Aquel que es m�s grande que Salom�n, y �l responder� las preguntas dif�ciles.

3. Adem�s, �Y cuando la reina de Sab� vio de la sabidur�a de Salom�n�, etc. �Cuando vio�, �qu�? "Cuando ella vio toda la sabidur�a de Salom�n y la casa que �l hab�a construido". �Has visto la casa del Salom�n celestial? Es decir, �has visto Su persona? Es m�s hermoso que los hijos de los hombres. Nunca viste a �l como �l. Piense en Su Deidad, y piense en Su hombr�a, y piense en la forma perfecta en que estos dos se unen.

All� camina junto al lago de Galilea, un hombre entre los hombres; y sin embargo, la gloria eterna de la Deidad est� en ese hombre de Nazaret. Esta es la casa que el Padre le construy�, esta estructura humana, esta carne humana y esta naturaleza humana nuestra; �piensa en eso! �Qui�n, qu� arquitecto amonton� una casa como la casa en la que el Hijo de Dios habit� y en la que vivir� por los siglos de los siglos? El Eterno en lo humano; �Pi�nsalo! As� como nosotros, seg�n un plan humano, y seg�n un modelo humano, hueso de nuestro hueso; de lo contrario, nunca podr�amos entenderlo.

Su gloria ser�a solo un destello cegador y un resplandor que no nos revelar�a nada. Pero Dios construy� la persona de Cristo como un segundo Ad�n; �Hueso de nuestro hueso, carne de nuestra carne� y, sin embargo, tan alto, imponente y desbordado, tan ancho y ancho, como nosotros, y sin embargo tan diferente de nosotros.

4. "Y el asiento de sus siervos y la asistencia de sus ministros, y sus ropas". Cuando vio eso, como dice el octavo vers�culo, estall�: "Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos que est�n continuamente delante de ti y oyen tu sabidur�a". �Oh, creyente, quiero hacerme eco de la palabra de la Reina de Saba, dicha en ese lejano d�a! �Conoces al Hijo de Dios? �Has entrado en la casa de la fe? �Eres suyo, y est�s en una relaci�n tan estrecha con �l, que te entregas en cuerpo, alma y esp�ritu, en sacrificio vivo y ayuda, para su servicio y gloria? Entonces escucha esta palabra: Feliz eres t�.

Al�grate, oh, hombre; regoc�jate, oh, creyente; �Levanta las manos ca�das y las rodillas d�biles! �Por qu� est�s deprimido, gimiendo y gimiendo, y para siempre colgando tu cabeza como una espada�a? �Qu� yo, en presencia de tal Rey, te atrever�s a lamentar y suspirar? �Qu�! �Te sentar�s en un banquete como este y empezar�s con el rostro sucio y manchado de l�grimas? "�Por qu� est�s abatido, oh, alma m�a, y por qu� est�s inquieto dentro de m�?" Si eres el siervo cercano de este Rey de reyes y Se�or de se�ores, s� m�s como tu obra; Mira como si un gran honor y gloria hubieran llegado repentina e inesperadamente a alguien que era esclavo hasta que este Cristo, por Su verdad, sabidur�a y gracia, te redimi� y te hizo de nuevo, y te dio un lugar en Su casa para siempre y siempre.

"La carne de su mesa". �Has pensado en eso? �Y qu� mesa tan espl�ndida! y los platos en la mesa! y la carne en los platos! No podr�a haber traducido la tarjeta del men� si hubiera obtenido el rescate de un rey. Y se lo cuenta a sus hijos, y ha llenado toda su alma, su memoria y su imaginaci�n. Bueno, bueno, si eso est� en las cosas de la vida, y es genuino, y es leg�timo, hay algo bueno en eso - eso, hombre, eso es en religi�n.

La carne de su mesa; Pi�nsalo. �Mira los platos en esa mesa! �Mire la abundancia proporcionada a ese pueblo, no de tipo corporal y carnal, sino la fiesta abundante por su raz�n, por su conciencia, por su coraz�n! �Mira las pilas que est�n ah�, las cosas que necesitas, absolutamente necesitas, para llenar tu alma! Mira el vino y el pan del cielo; �Mira la gracia, mira el perd�n! En este monte el Se�or ha hecho para todos los pueblos un banquete de manjares; de vinos sobre las l�as! �Mira tanto las delicias como los b�sicos! Mire, mire, todas las cosas en Cristo que el coraz�n pueda concebir.

"La comida de su mesa, y el asiento de sus siervos, y la asistencia de sus ministros, y sus vestidos". El mundo puede mostrar grandes cosas en la vestimenta, y tambi�n la Iglesia; Cristo tambi�n. Oh, pobre hombre, pobre mujer, pobre predicador, solo miremos a nosotros mismos mientras nos vemos reflejados en algunos de esos espejos centelleantes en el sal�n de banquetes del amor y la gracia de Cristo, y veremos algo en el camino de la magnificencia. �vestir! �Vestida de qu�? Con Cristo mismo. Con maravillosa gracia y poder, el que viene se pone a s� mismo, como un vestido suelto, sobre cada alma en lealtad a �l.

5. Hay una cosa m�s que notar que le quit� el coraz�n a la Reina de Saba. "La subida por la que Salom�n subi� a la casa del Se�or". Estaba casi abrumada; el coraz�n y la carne empezaron a tambalearse un poco y a tambalearse ante la vista de este esplendor material. �Qu� es la subida a la casa del Se�or? Cuando pienso en la subida por la que ha subido al templo del Se�or; es decir, cuando pienso en la resurrecci�n de Cristo, la espl�ndida escalera por la que, oh Se�or, subiste a lo alto; cuando veo la resurrecci�n de Cristo; cuando miro hacia arriba por esa brillante escalera, entonces glorias tras glorias irrumpen en la mente, el coraz�n y la imaginaci�n.

"�Subiste a lo alto, llevaste cautiva la cautividad!" Seguramente, cuando se abri� esa magn�fica escalera, cuando Cristo ascendi� a la gloria m�s alta, entonces los �ngeles y arc�ngeles estallaron: �Alzaos, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotros, puertas eternas, y dejad que el Rey de Gloria entra ". Nuevamente te exhorto, nuevamente me exhorto a m� mismo, mira - �He aqu� las glorias del Cordero! Mire a su Se�or ascendido, vea Su gloria de resurrecci�n; vea la magnificencia de su resurrecci�n, y nunca deje que sus ojos se cierren a ella de nuevo, nunca.

Ahora bien, �qu� vamos a decir de todo esto? Oh, es una l�stima criticar, pero cuando uno piensa en c�mo la gente se arrastra y se arrastra hacia la casa de Dios y se sienta con las manos en los bolsillos, y luego se arrastra y sale de nuevo, y comienza a quejarse; y en lugar de decir: ��Bendito, bendito! �Feliz, feliz! �Oh, mi Salvador! �Oh, su sabidur�a! Oh, las profundidades de las riquezas de la sabidur�a y el conocimiento de Dios, cu�n inescrutables son sus juicios y sus caminos inescrutables; que su nombre perdure para siempre, y dure tanto como el sol �- no, en lugar de eso, te arrastras hacia afuera, y de qu� puedes quejarte, y de qu� puedes encontrar fallas, y cu�n oscuro y l�gubre puedes �Mira! �Que no sea as�! ( J. M ' Neill. )

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La sabidur�a de Salom�n

Buena fue la b�squeda de la reina ferviente, y grande fue Salom�n, cuya sabidur�a busc� escuchar; pero mucho mejor el anhelo de la "sabidur�a de lo alto", ya que el Hijo de Dios es "mayor" que el hijo terrenal de David.

I. La sabidur�a es digna de una b�squeda diligente.

1. La sabidur�a no viene sin buscar. Las madres baleares cuelgan la comida de sus hijos en las ramas de los �rboles, y deben pasar hambre hasta que puedan derribarlos con el arco. As� que Dios deja que la veta de oro mire a trav�s de la roca, pero que no quede abierta. Pone las profundidades de las estrellas al alcance del telescopio, pero no a simple vista. Los secretos de la naturaleza se entregan al ingenio y no a la apat�a de los hombres. "Las nubes pueden hacer caer t�tulos y propiedades", pero "la sabidur�a debe comprarse". En vano, sin embargo, es "el precio de la sabidur�a en la mano de un necio", si �l "no tiene coraz�n para ello".

2. La sabidur�a es lo principal. Todo lo dem�s es un ap�ndice. Dean Stanley dice, �nuestro �xito en la vida depende no solo de una perspectiva correcta, es decir, ver las grandes cosas como grandiosas, sino del orden correcto, es decir, buscar lo primero en primer lugar. En vano el rico �acumula muchos bienes durante muchos a�os para su alma, si no se ha asegurado primero de tener un� alma �m�s all� de esta noche. La sabidur�a �ten�a (aun) en su mano izquierda riquezas y honra� para Salom�n. Ella, y no ellos, lo dio a conocer en "los confines de la tierra".

3. La sabidur�a es similar a la piedad. Es la justicia de la mente como es la justicia del coraz�n y la vida. El sabio conoce la verdad, el religioso conoce la verdad. Y esta es la sabidur�a pr�ctica; porque todo pecado es necedad. El pecador se rompe a s� mismo o se pulveriza debajo de la roca que siempre est� en el camino y sobre la cual edifica el sabio. La verdadera ciencia no est� m�s en �ngulo recto con la verdadera religi�n que la tabla de multiplicar con un trato honesto.

II. Los verdaderamente sabios son verdaderamente grandes.

1. Ten�a un conocimiento poco com�n de los hechos de la naturaleza, de los "�rboles", las "hierbas", las "aves", los "reptiles" y los "peces".

2. �l "sab�a" mejor que la mayor�a "lo que hab�a en el hombre". Sus escritos muestran un amplio conocimiento de los asuntos y de las agencias m�s sutiles que afectan a los hombres.

3. Ten�a "grandeza de coraz�n". Su gran intercambio con otros pueblos le hab�a aportado amplitud de miras y deliberaci�n. Sus declaraciones no son provincianas ni ef�meras; son fruto del juicio, no de la pasi�n, por lo que pertenecen a todos los hombres en todos los tiempos.

4. Ten�a una mirada eminentemente r�pida y penetrante. No mir� alrededor de la circunferencia, sino que dispar� de inmediato al centro.

III. Lo terrenal no es m�s que la sombra de lo verdadero. A pesar de lo encomiable que era el celo de la reina y los espl�ndidos logros del rey, hab�a defectos manifiestos en ambos, porque ...

1. Su noci�n de la naturaleza y funci�n de la sabidur�a era baja. Su prueba suprema fue la capacidad de responder "preguntas dif�ciles", y cuando domin� sus acertijos, qued� satisfecha.

2. La sabidur�a de Salom�n no pudo salvarlo de la ruina. Toda sabidur�a mundana es falible, su alcance est� limitado a las inducciones de la experiencia y su atractivo estrecho, ya que apunta principalmente a motivos prudenciales. Los "sabios se toman en su propia astucia"; sabios en abstracto y para los dem�s, son ciegos y d�biles para s� mismos.

3. En su vejez lo pronunci� "vanidad" y se�al� m�s all�. ( JB Thomas, DD )

El valor de la sabidur�a

Podemos considerar a la reina de Saba como una mujer que pag� un gran precio por la sabidur�a.

I. El sentido en el que la sabidur�a est� abierta a todos nosotros.

1. Los objetos de la naturaleza nos rodean; la vida humana se gasta en nuestra presencia; s�lo necesitamos el ojo abierto, el o�do que oye, la mente comprensiva, y seremos sabios en esa direcci�n.

2. El registro de la religi�n revelada, de la verdad divina, se obtiene por unos pocos centavos.

3. Jesucristo, quien en s� mismo es la sabidur�a de Dios, se ofrece a s� mismo a nosotros como nuestro Salvador, nuestro Amigo, nuestro Gu�a, si le damos nuestro coraz�n, si tomamos Su mano.

4. La vida eterna, con todo lo que incluye, tanto aqu� como en el m�s all�, es �el don de Dios� ( Romanos 6:23 ).

II. El sentido en que es costoso.

1. Gran parte de la sabidur�a pr�ctica de la vida solo se obtiene a partir de una experiencia de sufrimiento. Los compramos en el mostrador de experiencia.

2. La persuasi�n fija del origen divino de la fe cristiana a menudo s�lo se alcanza despu�s de la ruptura de la confianza temprana; despu�s de una duda dolorosa y desconcertante; despu�s de una investigaci�n seria y prolongada; despu�s de la espera en oraci�n. Con mucha tribulaci�n, muchos esp�ritus entran en el reino de la verdad.

3. El ingreso a nuestro curso cristiano a menudo se acompa�a de luchas internas o p�rdidas externas.

4. El logro de las alturas m�s elevadas de la sabidur�a es el resultado del esfuerzo paciente, del pensamiento sagrado, de la oraci�n ferviente, del autosacrificio. Porque solo podemos ver a Dios con el coraz�n puro ( Mateo 5:8 ). Solo el amor comprende el amor; nada m�s que la excelencia espiritual apreciar� la belleza espiritual. �Solo los buenos disciernen a los buenos�.

III. El valor supremo de la sabidur�a. ( Anon .)

Versículo 5

La carne de su mesa y el asiento de sus sirvientes.

En la mesa del rey

�Ser tallado en la mesa por un gran pr�ncipe ser�a considerado un favor tan grande como la comida misma. Para quitar las bendiciones externas de la mano de Dios, para que �l se acuerde de nosotros y env�e nuestra provisi�n en todo momento; esto agrada la misericordia y aumenta nuestro deleite en ella �. De hecho, �qu� dar�an la mayor�a de los hombres si pudieran decir: "La reina misma tall� para m�, y estaba muy ansiosa de que yo estuviera bien provisto"? Pero cada creyente tiene al Se�or mismo como su Proveedor.

Carga nuestra mesa y llena nuestra taza. La providencia no es otra cosa que la provisi�n de Dios. �l mide nuestras alegr�as, pesa nuestros dolores, designa nuestras labores y selecciona nuestras pruebas. No hay bocado en el plato del santo que no sea de los graznidos del Se�or, a menos que haya sido tan necio como para extender su mano hacia la iniquidad. ( CH Spurgeon. )

El rey y sus sirvientes

Aquellos que entretienen a un rey cuentan al recibir su tren. No conviene que venga solo. Entonces, aquellos que reciben a Jes�s por fe en sus corazones, reciben tambi�n Su Iglesia, Sus ministros, Su Palabra y Su causa. Se llevan al Salvador y todas Sus pertenencias. Como dice el viejo proverbio, "�mame, ama a mi perro", as� ellos aman a todos los que pertenecen a Jes�s por amor de su Se�or. Cuando Jes�s viene con el perd�n, trae todas las gracias con �l y nos alegra tenerlas todas: no solo la fe, sino el amor, la esperanza, la paciencia, el coraje, el celo y toda la banda de virtudes. Ser�a in�til decir: "Cristo est� en m�", si ninguna de las gracias de su Esp�ritu se aloja en nuestras almas. ( CH Spurgeon. )

Su ascenso por el cual subi� a la casa del Se�or . -

Ascenso al culto

No existen pasos como estos en ning�n lugar del mundo. Un paso a la honra, un paso a las riquezas, un paso a la gloria mundana, estos est�n en todas partes, pero �qu� son estos para los pasos por los cuales los hombres ascienden a la casa del Se�or? El que entra en la casa del Se�or, entonces, es un hombre que asciende; como se dice de Mois�s, subi� al monte de Dios. Es ascender para entrar en la casa de Dios.

El mundo no cree esto; piensan que es bajar para subir a la casa de Dios; pero est�n en un terrible error. Entonces, los pasos por los cuales los hombres suben al templo son, y deben ser, opuestos a los que los hombres dan a sus concupiscencias y glorias vac�as. Por lo tanto, se dice que tales pasos no solo se alejan de Dios, sino que se apoderan del camino hacia la muerte y el infierno ( Salmo 44:18 ; Proverbios 2:18 ; Proverbios 5:5 ; Proverbios 7:25 ). ( John Bunyan. )

Versículo 7

Sin embargo, no cre� las palabras hasta que llegu�.

Ver y creer

Esta Reina de Saba no se contentar�a con conocimientos de segunda mano. Vale la pena seguir su ejemplo. Nunca descanse satisfecho con conocimientos de segunda mano. La gran crisis ha pasado, y la vida cristiana comienza en toda su belleza y fuerza cuando el o�do da lugar al ver y la gloria del Cristo vivo se convierte en un hecho presente y en el factor rector de la vida diaria. Hay algo que falta en tu experiencia a menos que puedas decir: �Mis ojos han visto.

�Es la eterna distinci�n entre el mundo y la Iglesia, los hijos de la �poca y los hijos de la eternidad. �Hab�is visto as� al Hijo? �Se te ha revelado la gloria de Jes�s de tal manera que captura tu coraz�n y priva al pecado y al mundo de su poder para seducirlo? �O tu conocimiento de Jesucristo es todav�a de segunda mano, poco convincente, insatisfactorio, ineficaz? Tomamos a esta Reina de Saba entonces como un buscador modelo de la verdad, una de esas almas sinceras y genuinas de quienes Jes�s dijo: "Todo el que es de la verdad oye Mi voz".

I. Ella fue fiel a las necesidades de su propio coraz�n. Como gran reina, podr�a haberse absorto f�cilmente en los asuntos de Estado o en los placeres de la vida de la corte. Pero no permitir�a que ni siquiera el estruendo de un imperio ahogara la voz de su propio coraz�n. En algunos lugares se insta seriamente al suicidio espiritual como el ideal de la religi�n verdadera. Se insta a las personas a que se olviden por completo de sus propias almas y se preocupen o pretendan preocuparse s�lo por otras personas.

Esta Reina de Saba dej� todo lo dem�s a un lado hasta que su vida interior se corrigi�. Porque aunque era una reina, no estaba satisfecha. Ante ella segu�an surgiendo preguntas que no se atrev�a a dejar de lado y no pod�a responder.

II. Esta reina de Saba demostr� su sinceridad haciendo una investigaci�n personal. Ning�n hombre puede plantear las preguntas de otro, porque ning�n hombre puede leer el coraz�n de otro. Nunca podr� ser salvado por un proxy. El hambre de su coraz�n nunca ser� satisfecha hasta que haga una aplicaci�n personal a Jesucristo. Y debes preocuparte por eso. Aquellos que nunca se han metido en problemas, rara vez obtienen respuestas a sus preguntas.

Por supuesto que puedes escuchar el evangelio sin tener que viajar 1500 millas. Pero con muchos hay una barrera entre ellos y Jesucristo m�s dif�cil de superar que 1500 millas de espacio. Es la barrera de casi 1900 a�os. La Biblia parece una historia tan antigua. Se trata de un estado de la sociedad tan diferente al nuestro. Es un libro oriental que lleva un vestido oriental, y su ense�anza est� llena de referencias a las costumbres e ideas jud�as.

La educaci�n que puede entender perfectamente a Tennyson o Browning a menudo se encuentra completamente perdida en la lectura del Nuevo Testamento. Aquellos que quieran encontrar a Cristo en la Biblia deben esforzarse mucho para dominar la historia de G�nesis y �xodo y los tipos de Lev�tico, o nunca entender�n ni los Evangelios ni las Ep�stolas. Tambi�n podr�a esperar comprender el c�lculo diferencial a la luz de la naturaleza que pensar en comprender la Biblia sin dedicar a�os a un paciente estudio sistem�tico de la misma.

Cuando la palabra de Dios era escasa y preciosa, los hombres la estudiaban y meditaban en ella d�a y noche. Ahora que la Biblia est� en manos de todos, los hombres creen que la conocen porque pueden citar algunos vers�culos extra�os, aunque no se han esforzado por dominar su profunda ense�anza. No se tomar�n la molestia de hacer una consulta personal. Ciertamente, la Reina de Saba se levantar� y condenar� todo eso.

III. Esta reina fue genuinamente cierta en su entrevista privada con Salom�n. "Ella se comunic� con �l de todo lo que hab�a en su coraz�n". Ella no hab�a tenido la intenci�n de hacer esto. Sus preguntas hab�an sido cuidadosamente preparadas, todas formuladas en t�rminos generales y en tercera persona. �C�mo se puede explicar esto? �C�mo se puede responder a esto? �C�mo actuar en estas circunstancias? Pero cuando lleg� a Salom�n ya no era "�C�mo se puede?" sino "�C�mo puedo?" Sinti� de inmediato que su disfraz hab�a sido penetrado.

Salom�n ley� su coraz�n y extrajo con perfecto tacto todos sus anhelos e inquietudes personales. Sea sincero en su trato con Dios. Nunca intente usar una m�scara en la presencia de Dios. Tan pronto como realmente te acercas a Dios, te das cuenta de que est�s involucrado personalmente. Usted es el culpable culpable que necesita propiciaci�n y perd�n, usted es el enfermo e indefenso que necesita el toque del Buen M�dico. Nunca podr� tener una entrevista satisfactoria con Dios hasta que ocupe el lugar que le corresponde.

IV. La reina de Saba fue sincera en la confesi�n que hizo de su anterior incredulidad. Ella era una buscadora sincera, sincera y de todo coraz�n, pero no era creyente cuando lleg� a Jerusal�n. Tal incredulidad es sumamente saludable. Es la incredulidad de aquellos que est�n asombrados por la grandeza del mensaje del evangelio. �Alguna vez te has asombrado as�? �Te ha llegado a casa como la mayor maravilla del mundo que Dios deber�a amar a los pecadores? �Alguna vez al escuchar las gozosas nuevas de un Salvador capaz de hacerlo?

salvo lo m�ximo, de un Dios dispuesto a perdonar y olvidar todos tus pecados, de un trono de gracia al que todas las almas necesitadas pueden huir en busca de socorro, dijo en tu coraz�n: �Es demasiado bueno para ser verdad, no puedo creerlo �? Salom�n no se molest� cuando la reina de Saba dijo: "No cre� las palabras". Es la incredulidad ciega que no ve gloria en el amor redentor la que merece reprensi�n, no la fe d�bil que est� tan deslumbrada por �l que apenas puede creer que sea verdad. ( FS Webster, MA )

B�squeda de la verdad

Yo . Ese rumor sobre la verdad deber�a llevarnos a indagar sobre su realidad. Cu�ntos se contentan con el mero rumor o informe de lo ocurrido. No conviene contentarse con rumores; debe haber alg�n esfuerzo para aprender la verdad por nosotros mismos. Escuchar debe resultar en acci�n. Cuando hayamos escuchado, debemos buscar un conocimiento personal de los hechos.

II. Que las realidades relacionadas con la verdad resultar�n m�s grandes que los rumores.

1. Si nuestras b�squedas surgen de nuestra curiosidad, hasta que se convierte en una ansiedad por acumular conocimientos, nunca dejaremos de adquirir m�s de lo que buscamos. La venta al por menor de impresiones nunca es lo mismo que la posesi�n de experiencia: una es infinitamente m�s rica de lo que la otra puede indicar.

2. Nada de lo que se nos pueda decir acerca de Jesucristo puede igualar lo que sabremos cuando hayamos estado con �l por nosotros mismos. El ojo del alma debe contemplar Su gloria antes de que Su grandeza y Su belleza puedan ser apreciadas y comprendidas. Por lo tanto, nada de lo que se pueda escribir sobre �l parece igualar lo que el alma, cuando se le entrega, ha experimentado de Su amor.

3. Hay algunas cosas que en su relato parecen trascender las creencias. Si el relato de ellos ha estimulado la investigaci�n, entonces cualquier escepticismo latente con el que se hayan tratado los hechos es beneficioso: estamos haciendo el uso correcto de la duda cuando buscamos la verdad. La experiencia personal es el mejor criterio de verdad. ( UR Gardner. )

La visita de la reina

Yo . Aprenda primero de este tema lo hermoso que es cuando la posici�n social y la riqueza se entregan a Dios. Si hay aqu�llos que han sido favorecidos por la fortuna, o, como mejor podr�a decirlo, favorecidos por Dios, entregue todo lo que tiene y todo lo que espera ser al Se�or, que bendijo a esta Reina de Saba. Ciertamente, no te averg�enza que te encuentren en compa��a de esta reina.

Me alegro de que Cristo haya tenido sus amigos imperiales en todas las �pocas. Elizabeth Christina, reina de Prusia; Marie Feoderovna, reina de Rusia; Marie, emperatriz de Francia; Helena, la madre imperial de Constantino; Arcadia, de sus grandes fortunas, construy� ba�os p�blicos en Constantinopla y se afan� por la elevaci�n de las masas; La reina Clotilda conduciendo a su marido ya tres mil de sus guerreros armados al bautismo cristiano; Isabel de Borgo�a entregando su guante enjoyado a un mendigo y esparciendo grandes fortunas entre los afligidos; El Pr�ncipe Alberto cantando "Rock of Ages" en el Castillo de Windsor; y la reina Victoria de inc�gnito leyendo las Escrituras a un pobre moribundo. De nuevo&mdash

II. �Qu� es la seriedad en la b�squeda de la verdad? �Sabes d�nde estaba Sheba? Fue en Abisinia, o algunos dicen en la parte sur de Arabia Felix. En cualquier caso, estaba muy lejos de Jerusal�n. Para llegar de all� a Jerusal�n tuvo que cruzar un pa�s infestado de bandidos y atravesar desiertos abrasadores. Cuando veo esa caravana cubierta de polvo, cansada y exhausta, caminando penosamente por el desierto y entre los bandidos, hasta llegar a Jerusal�n, digo: �Hay un buscador ferviente de la verdad.

�Pero quieres que te llegue la verdad; no quieres ir a �l. Hay personas que se cruzan de brazos y dicen: �Estoy listo para convertirme en cristiano en cualquier momento; si he de ser salvo, ser� salvo; y si me pierdo, estar� perdido ". Un hombre que dice eso y lo sigue diciendo, se perder�. Jerusal�n nunca vendr� a ti; debes ir a Jerusal�n. La religi�n del Se�or Jesucristo no vendr� a ti; debes ir y conseguir religi�n.

Saca los camellos; ponte todas las especias dulces, todos los tesoros del cari�o del coraz�n; empezar por el trono. �Aguijonea a los camellos! Jerusal�n nunca vendr� a ti; debes ir a Jerusal�n. Toma el reino de los cielos con violencia. Urge a los camellos. De nuevo&mdash

III. La religi�n es una sorpresa para cualquiera que la entienda. Esta historia de la nueva religi�n en Jerusal�n y de la gloria del rey Salom�n, que era un tipo de Cristo, esa historia contin�a y contin�a, y es contada por cada viajero que regresa de Jerusal�n. La religi�n es siempre una sorpresa para quien la capta. La historia de la gracia: una vieja historia. Los ap�stoles lo predicaron con ruido de cadenas; los m�rtires lo declararon con brazo de fuego; los lechos de muerte la han afirmado con visiones de gloria, y los ministros de religi�n la han sondeado a trav�s de los callejones, las carreteras, las capillas y las catedrales.

Ha sido cortado en piedra con cincel y extendido sobre el lienzo con l�piz; y ha sido recitado en la doxolog�a de grandes congregaciones. Y, sin embargo, cuando un hombre llega por primera vez a contemplar el palacio de la misericordia de Dios, y a ver la realeza de Cristo, y la riqueza de Su banquete, y la exuberancia de Sus asistentes, y la hermosura de Su rostro, y el gozo de Su servicio, exclama con oraciones, con l�grimas, con c�nticos, con triunfo, "�La mitad, la mitad no me fue contada!" ( T. De Witt Talmage, DD )

La realidad m�s all� del informe

Una breve enumeraci�n y factura de algunos de los aspectos de la verdad y la vida cristianas.

1. La primera de estas riquezas de la gracia debe ser nombrada el libro eterno y vivificante que llamamos la Biblia. En cuanto a su certeza, integridad y poder, "no se ha dicho ni la mitad".

2. Poeta, artista o predicador no ha dicho ni la mitad acerca de la sabidur�a, el poder y el amor de Dios en el universo creado. Se debe estudiar tanto el mundo de Dios como su Palabra. "La naturaleza es cristiana y nos predica".

3. No se ha dicho ni un diezmo de la gloria de las palabras, obras y vida de Cristo.

4. El santo m�s optimista apenas ha so�ado con el poder del evangelio para salvar, s�, "hasta lo �ltimo". Los milagros modernos , como los que escribe Leila Thompson, deber�an convertirse en hechos comunes.

5. No se ha dicho ni la mitad de las bienaventuranzas y posibilidades de la experiencia cristiana: �sobre todo lo que pedimos o Efesios 3:20 � ( Efesios 3:20 ).

6. Cu�n d�bil es nuestra concepci�n de las oportunidades doradas de la actividad y utilidad cristianas.

7. � Y qui�n puede delinear, qui�n puede tabular las atracciones del cielo? Ese es el verdadero hogar del alma, la sociedad ideal y el reino sin mancha, la Iglesia sin mancha ni tacha. La exclusi�n de todo mal, la inclusi�n de todo lo que es puro, verdadero y bueno. ( Parroquia de P. Ross . )

Superando todo pensamiento

El amor de Dios sobrepasa todo conocimiento; el hombre no puede captarlo. Cuando Col�n aterriz� en Am�rica, no sab�a que hab�a descubierto un vasto continente. No sab�a nada de sus vastos r�os, sus grandes lagos y valles. �Qu� sab�a �l sobre la riqueza de minerales escondidos en sus monta�as? As� que nos llevar� todos nuestros d�as descubrir el amor de Dios; de sus profundidades no sabemos nada. Necesitaremos toda la eternidad para comprenderlo.

Solo los realistas pueden apreciar

Las palabras y los dones de la reina sugieren amplias verdades. Su experiencia de que la realidad trascendi� todo informe y expectativa se repite en cada coraz�n que se aferra fielmente a Jes�s y le trae sus preguntas y dudas. "�l debe ser amado antes de que te parezca digno de tu amor". As� como, despu�s de todo el discurso de los poetas desde el principio del mundo, la dulzura del amor no ha sido contada, y todo coraz�n que es bendecido por �l siente que es m�s de lo que todas las palabras pueden declarar; as�, despu�s de todo lo que los santos y evangelistas han dicho de Cristo, cada alma que entra en comuni�n fiel con �l encuentra que �la mitad no le fue contada�.

Ning�n pintor puede poner las glorias derretidas del atardecer en su lienzo. Ninguna descripci�n puede dar a quien no la ha escuchado una verdadera impresi�n de la majestuosidad y el patetismo de la atronadora m�sica de Beethoven. Nada m�s que probar por nosotros mismos puede decirnos cu�n bueno es el Se�or. Incluso aqu� Jes�s da �de comer del man� escondido�, y los secretos de su amor solo los conoce el coraz�n amante. Ning�n hombre que lo rechaza conoce correctamente a Aquel a quien rechaza. ( A. Maclaren, DD )

Versículo 9

Por cuanto am� Jehov� a Israel para siempre, por eso te puso por rey.

Cristo nombrado Rey

La reina de Sab� reconoce y alaba a Jehov� como el autor del avance de Salom�n. Ella observa que fue una evidencia de la consideraci�n especial de Dios por �l, que fue puesto en el trono de Israel, el pueblo peculiar de Dios. Y observa adem�s, que fue una muestra del gran y eterno amor de Dios por Israel, que un pr�ncipe tan sabio y piadoso fuera puesto sobre ellos. Que estas palabras se apliquen con mucha m�s justicia a nuestro Se�or Jesucristo, a quien Dios "puso por rey en su santo monte de Sion". Veamos c�mo se aplican las palabras a Cristo, y qu� raz�n tenemos para bendecir a Dios por un nombramiento tan sabio y lleno de gracia.

I. La designaci�n o nombramiento de Cristo como cabeza y rey ??de la Iglesia fue un ejemplo evidente del deleite de Dios en �l. As� se confiri� un gran honor al Hijo de Dios. Es un honor estar empleado de alguna manera para Dios. Desde este punto de vista, la obra de los ministros cristianos es honorable, y conviene en ellos magnificar su oficio. Es un honor para los �ngeles ser ministros de Dios y hacer Su voluntad.

Pero a Cristo se le confiri� un honor destacado al ser investido con una autoridad tan grande, exaltado a un dominio tan extenso, y al tener todas las cosas bajo sus pies. Esta fue una evidencia de que amaba la justicia y aborrec�a la iniquidad, que Dios as� lo exalt�.

II. El nombramiento de Cristo como Rey de la Iglesia es un ejemplo notable del amor de Dios al hombre. Porque amaba al mundo, hizo rey a Jesucristo, para hacer justicia y juzgar. Fue una evidencia del amor de Dios por los hombres, que �l nombr� profetas y maestros para instruir y reclamar un mundo ignorante, id�latra y pecaminoso. Pero en proporci�n a la excelencia de las personas encargadas de esta obra, se manifestar� el amor y la gracia divinos.

Es un plan misericordioso, para rescatar al mundo de la ignorancia, la superstici�n y el vicio; erigir un reino espiritual en �l; para destruir las obras del diablo y librar a los hombres de la peor esclavitud. Pero manifestar a Su Hijo con este prop�sito, fue un ejemplo asombroso de misericordia. Las perfecciones de su naturaleza, y especialmente sus excelencias morales, lo califican para esta obra. ( J. Orton. )

Versículo 10

He aqu�, la mitad no me fue contada.

La funci�n religiosa del lenguaje

Este incidente nos trae las penas de una gran reputaci�n. Una vez que un hombre despierta la expectativa popular, es su esclavo. Cada uno de sus actos debe ser de ahora en adelante tit�nico, cada palabra casual debe destellar y golpear como uno de los rayos de J�piter. La oscuridad tiene esta ventaja, que nos da la oportunidad de ser valorados por nuestro valor, e incluso de sobrepasar ocasionalmente nuestra fama. Aquellos que aspiran a la notoriedad deben estar seguros de sus recursos, de lo contrario solo se levantar�n para caer, y su final ser� peor que su comienzo.

Porque no les es dado a muchos superar una gran reputaci�n, como hizo Salom�n en su concurso de ingenio con la reina de Saba. Sin embargo, es m�rito de esta reina que su admiraci�n super� a su envidia; y su agradecido homenaje tom� la forma de c�lidos elogios y valiosos obsequios. No es frecuente, como he dicho, que el lenguaje no haga justicia a la grandeza humana; pero hay ciertas grandes y �ltimas realidades en el universo de Dios de las que es cierto que nunca se ha contado la mitad de su gloria.

I. La funci�n del lenguaje. Y primero perm�tanme intentar aclarar qu� es el lenguaje y su funci�n en relaci�n con el pensamiento. El lenguaje es una dote distintivamente humana, y su lugar es formar un puente entre una mente y otra, de modo que las ideas, emociones e intenciones de un hombre puedan llegar a ser conocidas por sus semejantes y que todos puedan compartir la mente de cada uno. Ahora bien, los pensamientos son, ante todo, reproducciones de cosas; y dado que, en las �pocas lejanas en que se desarroll� por primera vez el lenguaje, los pensamientos de los hombres eran casi exclusivamente de su entorno f�sico y sus necesidades, encontramos que las palabras fundamentales de cada lengua son nombres de objetos materiales o de las impresiones que ellos hacen en el mente primitiva e infantil.

Y cuando el horizonte mental del hombre se ensanch� y su comprensi�n de las ideas abstractas se fortaleci�, en lugar de inventar nuevos nombres para estas operaciones superiores de su mente, vincul� cada pensamiento abstracto a un s�mbolo f�sico, y us� con ese prop�sito las palabras que ya estaban en boga. A algunos de nosotros nos sorprender�a, si estudi�ramos el asunto, descubrir qu� gran parte de nuestro vocabulario intelectual, moral y religioso tiene ra�ces f�sicas.

Derecha significa recto; esp�ritu significa viento; transgresi�n, el cruce de una l�nea; arrogante, el levantamiento de una ceja. Todav�a usamos la palabra coraz�n para denotar no solo el �rgano f�sico, sino tambi�n las emociones abstractas del amor; y la palabra cabeza, no s�lo para esa parte del cuerpo, sino tambi�n para los procesos intelectuales que se supone que tienen lugar dentro de ella. Y aqu� tenemos la primera sugerencia de la belleza y la imperfecci�n del lenguaje como veh�culo de la mente.

Es hermoso porque, mediante el uso de im�genes naturales, empleamos la naturaleza como s�mbolo del mundo espiritual del cual ella es la antec�mara, o como un dedo �ndice, apuntando lejos de s� misma hacia los misterios m�s profundos del mundo espiritual. El lenguaje nos ayuda a darnos cuenta de que estas monta�as y nubes, estos �rboles y flores, esta tierra, cielo, mar, todav�a tienen m�s que decir cuando nos han contado todo sobre sus propiedades f�sicas.

Las palabras son el s�mbolo del esp�ritu, y cada objeto natural que connotan es una letra de alguna palabra divina. As�, cuanto m�s claramente nos ha demostrado que el lenguaje nace de los sentidos, m�s espirituales se ven sus usos; porque las hojas, los capullos, los frutos, la l�nea del horizonte, las masas de las monta�as, la espuma de las olas del oc�ano, las estrellas eternas que florecen cada noche en los cielos, son un vasto rollo iluminado en el que, en letras carmes� y doradas, el verde y la negrura de la medianoche , se difunde el mensaje del Eterno.

Pero ahora, si la base f�sica del lenguaje es parte de su belleza y su poder, tambi�n es una fuente de su debilidad. No hay fil�sofo que no reconozca que la materia y la mente son las realidades m�s divididas del universo. Lo espiritual y lo material est�n en polos opuestos de nuestra experiencia. Sin embargo, tenemos que usar el uno no solo para ilustrar sino para expresar el otro. Lo espiritual tiene que revestirse de una imagen material para poder ser comunicable.

Nuestras almas son como prisioneras en la celda de los sentidos, capaces de comunicarse entre s� solo a trav�s de estrechas lagunas de los ojos y los o�dos. Por eso, al tratar con las realidades profundas del esp�ritu, nunca seremos capaces de expresar exactamente lo que pensamos y sentimos. Toda gran oraci�n es un esfuerzo infructuoso por expresar un pensamiento elusivo en palabras demasiado torpes para contenerlo. Siempre se significa m�s de lo que parece.

Nos sentimos como titanes que tienen la fuerza y ??la pasi�n suficientes para jugar con las colinas y arrojarse monta�as unos a otros, pero que no pueden poner sus manos en nada mejor que un pu�ado de guijarros en los que ejercitar sus m�sculos. �Tanto m�s grande es el sentido que el cuerpo, tanto m�s fino es el esp�ritu que la materia! El lenguaje humano no puede abarcar las riquezas espirituales y la inmensidad de la vida m�s de lo que una entrada estrecha puede contener el oc�ano.

Y entonces podr�a continuar mostrando, con una l�nea de ejemplo tras otra, c�mo es que en asuntos espirituales - donde los misterios del alma, y ??Dios, y la vida eterna se ciernen oscuramente dentro y alrededor de nosotros - cuando nosotros Hemos hecho lo que hemos podido para abarcarlos en el pensamiento y describirlos con palabras, "la mitad no ha sido contada". M�s all� de nuestro alcance a�n se extienden las agitadas aguas, a�n despunta el amanecer del este, a�n ascienden las nieves eternas. Si esto es bastante claro, se siguen algunas conclusiones importantes.

II. El misterio de la religi�n. La primera conclusi�n a la que nos conducen es la siguiente: podemos comprender la gran diferencia entre los resultados claros del pensamiento cient�fico y las preguntas inciertas y debatibles que a�n nos ponen a prueba en nuestras teolog�as. El hombre llano - el que ahora se llama habitualmente el "hombre de la calle" - y el pensador cient�fico nos est�n lanzando constantemente a nosotros, te�logos y predicadores, que si bien ven su camino con tanta claridad en las cosas pr�cticas y en el trato con las leyes de la materia, nunca parecemos estar de acuerdo por mucho tiempo en nada.

Eso es bastante cierto, pero la inferencia que extraen es incorrecta. Si el pensamiento religioso se ocupara de las realidades materiales, nuestras conclusiones al respecto ser�an tan claras, supongo, como la regla de tres o los teoremas de Euclides. Pero no se trata de la materia, que es la base del lenguaje, sino del esp�ritu, que s�lo puede utilizar el torpe instrumento que se le presta de la mejor manera posible. Siendo esto as�, no es razonable esperar la misma exactitud de pensamiento en teolog�a que en ciencia.

Estamos luchando con realidades demasiado grandes para nosotros y con armas forjadas en un horno demasiado fr�o para el trabajo. El hombre, es cierto, est� hecho para la ciencia, porque es la criatura del tiempo y del espacio; y sabemos algo de su entorno, y est� bien. Pero a�n m�s, el hombre est� hecho para la religi�n, porque es el hijo de la eternidad, y en las cosas poderosas del esp�ritu encontramos nuestra vida m�s verdadera y m�s elevada; y as�, incluso a costa de ser condenados a una b�squeda sin fin, debemos luchar con el misterio que es tambi�n el espejismo de la religi�n.

Y no podemos dejar las realidades espirituales solas por otra raz�n. Porque en esta b�squeda y batalla superiores hay una recompensa suprema. Aqu� est�n los problemas supremos y las esperanzas y aspiraciones de nuestra alma. En esta regi�n oscura y tremenda encontramos nuestro verdadero yo, nos encontramos unos a otros, encontramos a Dios, nuestro Creador y Redentor. Y al luchar con las realidades de la religi�n, el alma crece, se da cuenta de su verdadero yo, se recupera, progresa en todo lo que es santo y bueno, como de ninguna otra manera.

2. Y aqu� quisiera se�alar una trampa obvia pero perpetua que se encuentra en el camino de todos los pensadores religiosos. Ese es el peligro de pensar que cualquiera puede llegar a la finalidad en el pensamiento teol�gico. �Con qu� frecuencia se ha olvidado esta advertencia o ni siquiera se ha reconocido? Es el pecado acosador de los te�logos, y de los concilios de la Iglesia, y de todos los traficantes de sistemas, imaginar que han alcanzado la meta �ltima de la certeza religiosa.

Con demasiada frecuencia, en su prisa por alcanzar el reposo religioso, han tratado el elevado tema de la teolog�a �Dios, el alma, la personalidad, la expiaci�n� como si pudiera tabularse como el contenido de un museo. Pero los museos son para cosas muertas, no para almas vivientes. Dejemos que los credos tengan su lugar. Que se eleven como expresiones espont�neas de la fe com�n de las comunidades cristianas, como las formas cambiantes del �rbol de la verdad siempre vivo y en crecimiento.

Pero directamente afirman ser m�s; directamente, para cambiar la figura, profesan ser diferentes a las marcas de agua alta del pensamiento devoto, y para ser vinculantes en la mente y el coraz�n de los hombres vivos, se convierten en diques, reprimiendo la marea creciente; son muros de prisi�n que excluyen la luz y el aire. La �nica actitud digna hacia los grandes misterios de la vida espiritual, entonces, es la de humildad.

3. Una palabra de conclusi�n para el hombre sencillo. �D�nde entra en este gran, ancho y misterioso mundo del pensamiento religioso? No ha tenido ning�n entrenamiento en el pensamiento exacto; no es un l�gico; no tiene tiempo, y menos ganas, para sumergirse en los desconcertantes problemas de la teolog�a. Sin embargo, tiene su lugar y funci�n en la religi�n. Porque es asunto suyo vivir grandes verdades aunque no pueda comprenderlas.

Puede tener una fe razonable, aunque no pueda dar razones completas de su fe. Y siempre debemos recordar que si no fuera por el hombre o la mujer cristianos sencillos, ordinarios, devotos y m�s o menos irreflexivos, la ocupaci�n del te�logo desaparecer�a. Porque es la experiencia y la conciencia religiosas cotidianas lo que proporciona al te�logo su material. Por lo tanto, vivamos todos la vida.

Pongamos a prueba la religi�n. "Sigamos el destello". Oremos, luchemos y luchemos contra la tentaci�n. Con la fuerza de Dios y por su gracia redentora, sigamos a Jes�s y demos prueba de sus promesas. ( E. Griffith-Jones, BA )

Versículo 12

El rey hizo columnas de �rboles de almug para la casa del Se�or.

Fuerza y ??dulzura

Los pilares y los salterios fueron hechos de la misma madera, y en este sentido podemos tomar el �rbol del texto como s�mbolo de la fuerza y ??dulzura inherentes al car�cter cristiano.

I. La primera caracter�stica del verdadero cristiano es la fuerza. "Pilares para la casa del Se�or y para la casa del rey". El almug-�rbol ten�a la veta compacta, la fibra firme, y s�lo la madera de ese tipo era apta para los pilares. El pueblo de Dios primero debe ser fuerte en esp�ritu. Nuestro Se�or mismo se distingui� por su sublime fe y valent�a, y Sus ap�stoles y disc�pulos compartieron Su supremo poder y confianza, soportando triunfalmente inmensa tensi�n y sufrimiento, como un pilar de su tremenda carga.

Otro punto a destacar es este: en los diversos cat�logos de las virtudes que se dan en el Nuevo Testamento las virtudes viriles son tan ampliamente reconocidas como en los sistemas �ticos m�s austeros de Grecia y Roma. Y esta fuerza de convicci�n, severidad de principios y constancia de prop�sito, esta fuerza de car�cter y conducta, formaron la base de la belleza y dulzura que distinguieron a los cristianos primitivos.

1. Sin fuerza no hay belleza en la vida. Sin profundidad y minuciosidad, el car�cter no alcanza la dulzura. Decimos, "La belleza es superficial"; pero en realidad es un consuelo de la filosof�a en el que el consuelo es muy superior al de la filosof�a, porque la belleza brota de las ra�ces y fundamentos de las cosas. La belleza de la tierra es mantenida por fuerzas que operan debajo de la superficie; el florecimiento del rostro humano est� asegurado por la salud de los �rganos ocultos en las profundidades del cuerpo; y el encanto y la dulzura del car�cter brotan del alma; brotan del alma cuando son puros y fuertes.

Sin firmeza y vigor, el car�cter no alcanza la belleza y la dulzura. La realidad, la solidez y la energ�a son la base de todo encanto satisfactorio de modales y conducta. Escondidas dentro de las hojas del �rbol hay ramas robustas, debajo de la piel floreciente se esconden huesos bien unidos, el verde descansa sobre granito y la base de las flores no es rara vez de hierro y pedernal. As� que el encanto genuino de car�cter es imposible sin una gran conciencia, puntos de vista serios, principios inflexibles, pureza de mente y coraz�n firme, pura e intransigente.

No existe un camino corto y f�cil a la gracia de la vida; su secreto es la fuerza y ??la integridad del alma. Buscando hacer la vida dulce, primero haga sonar su coraz�n, porque de la pureza org�nica radical florece la verdadera cortes�a, la dulzura y las m�ltiples gracias de la vida. "Todo lo que es puro, todo lo que es amable". Lo puro viene antes que lo bello. No aplique parches, polvos y pinte la cara, obtenga salud en el centro; no enga�es tu vestido, consigue una mejor figura; no revise su etiqueta, sea transformado en el esp�ritu de su mente.

Profundidad, fuerza, vitalidad, libertad, armon�a, amor, alegr�a son las ra�ces del hermoso car�cter cristiano. �Del coraz�n mana la vida�, y en el amor de Dios, la gracia del Se�or Jesucristo y la comuni�n del Esp�ritu Santo, encontramos el secreto de la dulzura satisfactoria y duradera.

2. As� como no hay verdadera gracia de la vida sin fuerza, tampoco hay servicio eficiente sin ella. �Hizo columnas para la casa del Se�or�. Los hombres eficientes para el elevado servicio santo en la Iglesia de Dios deben poseer cualidades positivas, elementos de fuerza y ??estabilidad, independencia de pensamiento, rectitud de car�cter, firmeza de fe y poder de paciencia y sacrificio. Los hombres quisquillosos en todas las denominaciones parecen ser pilares, pero en realidad son pobres criaturas de poca importancia.

El secreto de la eficiencia es la realidad. Pronto se detecta hierro pintado con listones; sin sinceridad, fuerza y ??olvido de s� mismo, el servicio es superficial y est�ril. �E hizo columnas para la casa del rey�. Si hemos de prestar un servicio real y permanente al Estado, necesitaremos las fuertes y excelentes cualidades del car�cter cristiano. No podemos hacer una columna de bamb�: debe haber algo en ella, algo de coraz�n de roble, solidez de m�rmol, textura de hierro y bronce. "Quien quiera convertirse en un pilar en la Iglesia o en el Estado, primero debe ser un pilar en hechos y en verdad". Al que venciere, le har� columna en el templo de mi Dios, y no saldr� m�s ".

II. La caracter�stica complementaria del verdadero car�cter cristiano es la dulzura, "tambi�n arpas y salterios para los cantores". La fragancia y la m�sica proced�an de la madera que amueblaba los pilares: as� el car�cter cristiano sugiere armon�a, suavidad, dulzura. El Sr. St. John, el naturalista, relata que cuando exploraba los recovecos de las Tierras Altas con frecuencia entraba en contacto con hombres que viv�an al estilo rudo de las Tierras Altas, y al principio los consider� taciturnos, desapercibidos, est�pidos; pero mientras �l continuaba viviendo entre ellos, apareci� la verdad: apreciaban sus majestuosas colinas y lagos m�s profundamente que su visitante, en su alma estaba el amor a la belleza, y en sus labios la ley de la bondad; eran realmente pensadores, poetas, santos.

Muchos cristianos que alteran la cortes�a y provocan el reproche del esteticismo son realmente los m�s amables y adorables de los hombres y mujeres. Prohibiendo la mirada apresurada y el juicio superficial del diletantismo, es solo el exterior lo que est� sin cortar y sin pulir, lo que es, despu�s de todo, infinitamente mejor que el refinamiento social que esconde la podredumbre moral. Harriet Martineau, escribiendo sobre la decepcionante revelaci�n del verdadero Walter Scott en La vida de Lockhart, termina con esta justa reflexi�n: �Si los grandes hombres caen por debajo de nuestras expectativas, recordemos que hay otro punto de vista desde el que se debe mirar el asunto. en - que ganamos as� un nuevo sentido de la gloria y la belleza de la virtud y la incorruptibilidad en la humilde materia de la vida cotidiana.

�Los diestros expositores introducen en el espect�culo de flores flores que averg�enzan a sus modestos vecinos, pero cuando se adjudican los premios estas pretenciosas flores son rechazadas cuando se descubre que sus hojas y p�talos son artificiales y adulterados; as�, el gran D�a condenar� a muchos art�culos manufacturados y conferir� la recompensa final a las flores del campo cuyo encanto sea la verdad y la dulzura.

Por lo tanto, magnificamos la conciencia a cada paso y pensamos en mostrar cu�nto tenemos de ella ignorando las obligaciones de la gracia y difuminando la belleza de la santidad cada vez que tiende a revelarse. Una concepci�n perversa del puritano deforma nuestros santuarios, empobrece nuestro culto y arruina nuestro car�cter. En el estudio de la casa para expresar la dulzura del car�cter cristiano. Uno de los mejores aspectos de los tiempos modernos es el arte que se est� abriendo camino en los hogares humildes y da el toque de gracia a cada cosa m�s humilde, dom�stica y necesaria.

�El objetivo del arte es expresar lo sublime en lo trivial�, dijo JF Millet; y si en el hogar revelamos nuestra sublime fe y rectitud al hacer con gracia muchas peque�as cosas, el hogar ser� mucho m�s feliz de lo que es a veces. En el �mbito empresarial hay mucha necesidad de dulzura. En ning�n lugar es m�s eficaz la mansedumbre que en el severo mundo del trabajo y el comercio. Se dice que la seda es m�s fuerte que el acero, y la gentileza de un hombre fuerte lo vuelve casi omnipotente como puede llegar a ser un mortal.

La lira debe figurar en los negocios tan bien como las columnas firmes y duras; y el buen comportamiento y el discurso persuasivo en aquellos que gobiernan sin un momento de rendici�n del derecho y la autoridad, son m�s influyentes que cualquier estallido de ira vulgar. En lugar de un garrote, pruebe con un salterio. En toda nuestra relaci�n con la sociedad en general, debemos cultivar esta gracia de esp�ritu y vida. Un escritor esc�ptico en una revista actual sostiene que las viejas evidencias del cristianismo est�n completamente desacreditadas, y que la �nica consideraci�n que ahora da sanci�n y efectividad a su afirmaci�n es �la belleza del car�cter de Jesucristo.

�No estamos de acuerdo ni por un momento con este argumento; pero es innegable que ninguna evidencia del cristianismo es tan imponente como la extra�da de la incomparable y trascendente belleza de nuestro Se�or. ( WL Watkinson. )

Versículo 22

El rey ten�a en el mar una armada de Tharshish.

Las lecciones de la prosperidad

El per�odo del reinado de Salom�n fue el per�odo de mayor esplendor comercial, pol�tico e intelectual que Israel conoci�.

I. Las ventajas de un estado de prosperidad. Los cristianos a veces est�n dispuestos a mirar con sospecha la riqueza y la grandeza. Lord Bacon dijo que la prosperidad era la bendici�n del Antiguo Testamento y la adversidad la bendici�n del Nuevo Testamento. Pero este aforismo puede malinterpretarse muy f�cilmente. La prosperidad es la bendici�n del Nuevo Testamento tanto como lo es del Antiguo. En su propia naturaleza, en su leg�tima influencia, en su dise�o divino, la prosperidad debe considerarse una bendici�n.

Uno de los antepasados ??de Emerson ten�a la costumbre de rezar para que ninguno de su posteridad fuera rico. Es f�cil imaginar a un hombre ofreciendo una oraci�n como esa por su posteridad, aunque ser�a algo lamentable, pero dif�cilmente encontrar� un hombre cuerdo que ofrezca tal oraci�n por s� mismo. La prosperidad terrestre sigue siendo una de las bendiciones de Dios.

1. La prosperidad es una bendici�n, ya que ampl�a el rango de nuestro disfrute f�sico.

2. La prosperidad es una bendici�n, ya que da m�s libertad a los poderes intelectuales del hombre y hace posible una vida intelectual m�s plena. Elihu Burritt lamenta que el campesino ingl�s sea un pintor ciego que crea en la ladera cuadros gloriosos en verde y dorado, pero extra�amente insensible al esplendor que crea. Ruskin se queja de que pocas personas miran al cielo. Emerson escribe con pesar que mientras paseaba por la playa en �xtasis con el asiento azul y espiritual, los pescadores bronceados no ten�an nada que decirse entre s� excepto: "�C�mo est� el pescado?" Y la mayor�a de nuestros maestros intelectuales nos azotan por descuidar las im�genes y los sonidos de una creaci�n gloriosa.

3. La prosperidad es una bendici�n, ya que brinda la oportunidad de expresar el car�cter m�s elevado. La prosperidad correctamente utilizada, verdaderamente santificada, lleva el car�cter a sus manifestaciones m�s elevadas y brillantes. La humildad nunca es m�s hermosa que cuando se viste de escarlata; la moderaci�n nunca es m�s impresionante que cuando se sienta en los banquetes; la sencillez nunca es m�s deliciosa que cuando habita en medio de la magnificencia; la pureza nunca es m�s divina que cuando sus vestiduras blancas se ven en los palacios; La dulzura y la bondad nunca son m�s conmovedoras que cuando las muestran los grandes y poderosos.

4. La prosperidad es una bendici�n, ya que nos permite actuar con m�s volantes nuestras aspiraciones m�s nobles. Es muy cierto que muchos de los que prometen grandes cosas cuando llega su barco de oro, sin embargo, a la llegada de ese gallardo barco, inmediatamente ponen todo el cargamento en dep�sitos aduaneros, pero las almas nobles se regocijan enormemente al descubrir que su poder aumenta para glorificar a Dios en el servicio de la humanidad.

II. Los peligros de un estado de prosperidad. Tiene sus peligros para una naci�n. Las naves de Salom�n arruinaron; lo mismo hicieron los barcos de Cartago, de Grecia, de Roma; tambi�n lo hicieron los ricos argosies de Espa�a. El otro d�a en Whitby me mostraron las ruinas de la antigua abad�a. En el lado sur, el muro est� mucho m�s ruinoso que en el norte, mostrando, al parecer, que la luz del sol hab�a sido m�s destructiva que todas las tormentas salvajes del Mar del Norte.

De modo que el sol de la prosperidad a menudo ha resultado m�s fatal para el imperio que las tempestades m�s amargas de peligro, miseria y conflicto. Hay mucha materia m�rbida en todas partes, y el sol de la prosperidad pronto la desarrolla de manera desastrosa. La prosperidad tiene sus peligros para el individuo. Se dice que las aves del para�so a menudo se capturan al intoxicarse con los bosques de especias en los que se posan, y todos hemos visto hombres y mujeres excelentes, con la luz del cielo en sus ojos y la belleza de la santidad en su vida. caer v�ctimas miserables a la prosperidad.

Algunos hombres ricos degeneran terriblemente, al igual que algunos hombres populares. En las praderas americanas, los viajeros se detienen a veces debido a que las ruedas de sus carros quedan bloqueados por las flores que all� crecen tan profusamente; y muchos nobles peregrinos al cielo han sido obstaculizados, detenidos fatalmente, por las flores doradas y p�rpuras de la fortuna que el cielo, en su bondad, hab�a hecho brotar en su camino.

El bien inferior puede destruir el bien superior; a medida que un hombre se enriquece en oro, puede empobrecerse en la fe, en la virtud, en la caridad, en la esperanza. El cristianismo nos da un ideal social de inter�s y eficacia primordiales. La maldici�n de las antiguas civilizaciones fue el ego�smo. �Me hice grandes obras; Me edifiqu� casas; Yo plant� vi�as �, etc. ( Eclesiast�s 2:4 ).

Los yoes se ponen de pie como un regimiento de granaderos. Aqu� estaba la maldici�n de las naciones antiguas, en el arrebato de su poder y prosperidad. Aqu� est� la maldici�n de gran parte de la prosperidad de hoy. El ego�smo es la roca sobre la que naufragan los ricos argos, la roca sobre la que se hace a�icos la grandeza de las naciones y la felicidad de los hombres. Cristo cambia el yo en nosotros, el mi en nuestro. El cristianismo nos brinda la mayor medida de poder moral. ( WL Watkinson ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "1 Kings 10". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/1-kings-10.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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