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Bible Commentaries
1 Reyes 13

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 4-6

Extendi� la mano.

La profec�a contra Jeroboam y sus circunstancias concomitantes

I. Todo el poder y la habilidad humanos comprometidos contra Dios se marchitar�n. La mano del hombre es la marca corporal de su superioridad sobre la creaci�n animal; representa su poder y habilidad. Es el sost�n del cuerpo. Con su h�bil uso imita las obras de Dios en la naturaleza, y por medio de �l env�a sus pensamientos a la posteridad. La mano extendida de Jeroboam fue el tipo de toda la oposici�n humana al gobierno de Dios, especialmente la oposici�n de los gobernantes del mundo.

Su marchitamiento fue la exposici�n de �Ning�n arma Isa�as 54:17 contra ti prosperar� ( Isa�as 54:17 ); �El que se sienta en los cielos se reir� ( Salmo 2:4 , etc.)

II. La bendici�n f�sica es m�s importante para el imp�o que la moralidad de car�cter. La ense�anza de Cristo es: �Si tu mano te es ocasi�n de caer, c�rtala� ( Mateo 18:8 ), no consideres ninguna p�rdida terrena digna de un pensamiento comparada con una herida a la vida espiritual. ( Bosquejo de los sermones de un ministro de Londres. )

Hospitalidad rechazada

Como el hombre de Dios de Jud� rechaza tan noblemente la hospitalidad real de Jeroboam, me acuerdo de Lord Napier. En una ocasi�n, su se�or�a fue enviada a Escocia por la reina en una misi�n real de revisi�n y arbitraje entre un gran duque y sus pobres labradores. El duque, cuya administraci�n iba a ser investigada, tuvo la bondad de ofrecer a su se�or�a su hospitalidad ducal mientras dur� la sesi�n real de revisi�n.

Pero el ayudante de Su Majestad pensaba que ni su Real Ama ni �l pod�an permitirse el lujo de verse comprometidos por un momento, o incluso sospechados, por su s�bdito m�s pobre; y por tanto, su se�or�a se excus� de la mesa del duque y se instal� en la peque�a posada junto al camino. �En cualquier caso, vendr� a la mansi�n�, dijo el ministro, que estaba del lado del agricultor. "Gracias", dijo Napier.

Pero en tus d�as de universidad debes haber le�do a Plutarco sobre la esposa de C�sar. No gracias." Y su se�or�a se aloj� todo el tiempo en el peque�o hotel, y regres� con su ama real cuando termin� su trabajo, no solo con las manos limpias, sino sin siquiera sospechar que ella o �l se adhirieran a �l. "Ven a casa conmigo y refr�scate". Pero el hombre de Dios dijo al rey: "Si me das la mitad de tu casa, no entrar� contigo, ni comer� pan ni beber� agua contigo". De modo que se fue por otro camino y no regres� por el camino por el que hab�a llegado a Betel. ( A. Whyte, DD )

Versículos 11-32

Ahora viv�a un anciano en Betel

El profeta sin nombre

Este pasaje forma parte de una narrativa muy notable.

El elemento milagroso es tan prominente que algunos cr�ticos har�an que se borrara el cap�tulo de las Sagradas Escrituras. Lo natural y lo sobrenatural est�n estrechamente entrelazados, como lo est�n la trama y la trama de una tela, y la destrucci�n de cualquiera de ellos ser�a la disoluci�n pr�ctica del todo; de hecho, en ninguna parte es esto m�s manifiestamente cierto que en la vida y la muerte, en la resurrecci�n y la ascensi�n, en las obras y pretensiones de nuestro Se�or y Salvador Jesucristo. �Qui�n fue este profeta audaz? Josefo lo identific� con Iddo, el vidente; pero el enunciado es meramente conjetural. El hombre debe permanecer en el anonimato, como queda en este cap�tulo.

I. El mensaje entregado por este profeta sin nombre.

1. Su origen divino se afirma expresamente en el segundo verso: �llor�. .. en la palabra del Se�or ". Esta es una frase notable. No se dice que llor� la palabra de Dios, sino que llor� "en" ella, como si su mensaje fuera la esfera en la que viv�a, la atm�sfera que respiraba. Nada podr�a sugerir con m�s fuerza la fuente de la que todos los maestros religiosos extraen su poder. Es la conciencia de tener un mensaje Divino, la certeza de un llamado Divino, la confianza de que lo que tienen que decir es �la Palabra del Se�or�, que es el signo del verdadero profeta.

2. La naturaleza definida de este mensaje merece atenci�n. Se menciona el mismo nombre del vengador, Jos�as, aunque fueron 300 a�os antes de que naciera; y se predijo claramente que los sacerdotes id�latras ser�an asesinados en el altar erigido en desaf�o a Dios, y que el lugar ahora apartado para la adoraci�n pagana ser�a profanado y deshonrado por los huesos de los muertos. Pasaron siglos antes del cumplimiento de esta amenaza, pero finalmente lleg�, y lleg� en el tiempo se�alado, proclamando a todas las edades futuras esta solemne verdad, que es una locura ignorar: �la paga del pecado es muerte.

�Los castigos de Dios nunca son arbitrarios. Son las cuestiones leg�timas del delito o vicio al que pertenecen. El pecador es destruido por su propio pecado. Y esto est� en armon�a con todo lo que sabemos de las obras de Dios. La ciencia est� mostrando los v�nculos entre causa y efecto con una claridad y certeza cada vez mayores; y la doctrina de la evoluci�n revela que las extremidades pueden perecer por desuso o pueden desarrollarse por necesidades de la vida en un nuevo entorno. Esto es cierto en todas partes, no menos en los castigos y privaciones amenazados en las Escrituras, aqu� y en el m�s all�.

II. El coraje que mostr�. Su audacia no es f�cil de sobrevalorar. Fue la conciencia que ten�a el profeta de que �l era el mensajero de Dios lo que le dio este hero�smo. Esto fue lo que prepar� a Mois�s para desafiar la ira de Fara�n, esto lo que impuls� a El�as a estar solo cara a cara con los profetas de Baal; esto que permiti� a Pedro y Juan enfrentarse imp�vidamente al Sanedr�n; y esto hizo que Ambrosio, Knox, Lutero y Zwinglio fueran tipos de hero�smo m�s verdadero de lo que cualquier campo de batalla ha revelado.

III. La seguridad del profeta estaba asegurada, y se dieron las credenciales de su comisi�n, cuando de repente el altar se parti� en dos y se derramaron todas las cenizas. No vemos nada incre�ble aqu�, o en muchas otras se�ales milagrosas mencionadas en el Antiguo y Nuevo Testamento. Los signos sobrenaturales son sin duda las evidencias leg�timas de una revelaci�n sobrenatural. Son simplemente la afirmaci�n de la supremac�a de lo espiritual y lo invisible sobre lo material y lo visible; y si realmente creemos que las cosas vistas no fueron hechas de cosas que aparecen, no debemos ser incr�dulos cuando se dan evidencias de la existencia de estas.

Entre los fen�menos de la naturaleza, todos sabemos que una monta�a puede estar quieta y en silencio durante siglos, aldeas se agrupan alrededor de su base, los hombres se afanan y los ni�os juegan en sus laderas, y no sospechan que sea volc�nica; pero al fin pueden estallar los fuegos subterr�neos, y as� como esa fuerza, escondida durante mucho tiempo, se impone dentro de los l�mites de una ley a medias conocida: as� puede ser, as� ha sido, dentro de los l�mites de una ley desconocida.

Nuestro Se�or Jesucristo dijo audazmente de sus propios milagros: �Si no me cre�is a m�, creed las obras�, �las obras que los admiradores modernos de su ense�anza moral descartar�an fuera de la corte! - y los ap�stoles pusieron la resurrecci�n de Cristo, que algunos explican, en la vanguardia de las evidencias cristianas.

IV. La tentaci�n que resisti�, a la que alude nuestro texto. Jeroboam fall� en el uso de la violencia; pero, sin desanimarse, trat� de vencer al mensajero de Jehov� por medio de la astucia. Sin duda son muchos los que han tenido este tipo de conflictos y conquistas. Tentado a pecar, has respondido: "�C�mo puedo hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?" Sentado entre los pecadores, cuando no pod�as evitarlos, no aprobaste su burla ni siquiera con la m�s leve sonrisa.

Capaz de ganar riqueza y posici�n, se neg� resueltamente a agacharse para hacer lo que sab�a que era vil y falso. En esas horas de triunfo, quisiera suplicarle de la manera m�s v�vida que recuerde, y con la mayor humildad de reconocer, que la victoria vino solo a trav�s de Aquel que lo am�, o puede que finalmente experimente la ca�da que sufri� el profeta despu�s de que obtuvo su primera victoria.

V. La segunda tentaci�n, que no debemos pasar por alto, fue exitosa y fatal. Proven�a de un "profeta anciano", que viv�a cerca, que se acerc� a su consiervo cuando estaba cansado y que, profesando haber recibido el mensaje de Dios, lo indujo a entrar en su casa en Betel y as� desobedecer la mandato del Se�or. Si se pregunta por qu� triunf� esta tentaci�n, mientras que fracas� la de Jeroboam, deber�amos atribuirla a la complacencia y la confianza en uno mismo engendradas por la resistencia exitosa al rey, y al sentido de falsa seguridad que generalmente tiene �xito en una crisis de peligro. Prueba de esto se ve en el hecho de que descans� bajo un terebinto, en lugar de presionar hacia su casa, como se le hab�a dicho que hiciera.

1. Aprenda de esto que la conquista de un mal a menudo conduce al asalto de otro.

2. Aprenda tambi�n que es peligroso quedarse en una escena de tentaci�n, aunque por un tiempo tengamos que adentrarnos en ella para hacer la obra de Dios. Si este profeta no hubiera descansado, en lugar de apresurarse hacia adelante, no lo habr�an alcanzado antes de cruzar la l�nea fronteriza de seguridad entre los dos reinos.

VI. La insignificante desobediencia que provoc� tan terrible retribuci�n. Parec�a una peque�a ofensa ir a casa con un hermano profeta para tener una relaci�n placentera y quiz�s provechosa. Pero no hab�a ninguna duda sobre la voluntad de Dios en este asunto. Un acto puede parecer tan insignificante como ese; y, sin embargo, puede implicar un principio trascendental. Fue una peque�a cosa para Eva tomar el fruto del �rbol; pero fue un acto de desobediencia directa y, por lo tanto, trajo la muerte al mundo y todo nuestro dolor. Es en lo que llamamos nimiedades que Dios prueba nuestra obediencia y amor. ( A. Rowland, BA )

La pena de la desobediencia

Puede parecer, a primera vista, que el profeta apenas fue visitado por quebrantar un mandamiento como �ste; y, sin embargo, podemos recordar que Ad�n se trajo la muerte a s� mismo ya todos nosotros mediante un acto de desobediencia muy parecido a este; porque se le mand� que no comiera, pero s� comi�: �por qu� a alguno de sus hijos le ir�a mejor, especialmente cuando peca como este profeta, a quien la palabra de Dios no vino como a otros hombres, inmediatamente en su coraz�n del Esp�ritu Santo? �de Dios? Entristeci� al Esp�ritu Santo.

Pero aunque no pec� intencionalmente, sino que fue tentado de la manera m�s astuta a pecar, la justicia de Dios no pudo perdonarlo; debe hacerse un ejemplo del castigo de la infidelidad en tan alta comisi�n. Tal es el ejemplo: ahora, �c�mo concierne al cristiano?

1. El cristiano es un profeta, porque tiene el don de la Palabra de Dios y de Su Esp�ritu Santo, y la revelaci�n del mundo venidero. Y su profesi�n es protestar y luchar contra la corrupci�n del mundo, contra la cual debe denunciar la ira de Dios que viene sobre los hijos de la desobediencia.

2. Como se le dio al profeta el mandamiento, "no comer pan, ni beber agua, ni volverse por el mismo camino por el que vino", es decir, no tener comuni�n con los pecadores a cuya idolatr�a Dios lo hab�a enviado. denunciar, por lo que el cristiano tiene un mandato especial sobre este tema; se le ha dado tanto en la palabra de su Salvador como en el ejemplo de su Salvador. Como cristianos, no debemos comer y beber por el camino; no debemos desperdiciar nuestro precioso tiempo y sustancia celestial en los placeres carnales de esta vida; pero debemos seguir el camino que Dios nos ha se�alado, sin volvernos a la derecha ni a la izquierda para refrescarnos, porque si lo hacemos, entonces nos apartaremos de Su camino, entonces estaremos en las moradas prohibidas del pecado; menos a�n debemos regresar por el mismo camino por el que vinimos.

3. El profeta fue tentado por un hermano falso; e incluso as� son tentados los cristianos por falsos hermanos, y persuadidos por ellos para que se sienten a la comida y la bebida de la indulgencia pecaminosa, y que regresen por el mismo camino por el que vinieron, retrocediendo, aunque a un ritmo mucho m�s r�pido, por el mismo camino. pasos que han dado en la carrera cristiana.

4. � Y a qui�n eligi� Dios para pronunciar sentencia de muerte sobre �l? Su mismo enga�ador. �Y no es as� continuamente? �No es el tentador en el pecado a menudo el primero en reprochar al tentado por su pecado y en burlarse de �l cuando no tiene remedio? �No es a menudo el primero en abrir los ojos a su estado real y re�rse de �l? Este es el camino de Satan�s, el gran tentador de todos y, por lo tanto, el camino de sus hijos tambi�n. As�, los tentados sienten el pecado como el aguij�n de la muerte.

5. Y ahora mira el final: un le�n se encontr� con el profeta en su camino y lo mat�. �Y no hay ning�n le�n listo para el cristiano infiel tambi�n? S�; el le�n est� a la puerta listo para todos los desprevenidos, mir�ndolos con la boca, mir�ndolos con los ojos, agachado, y listo para saltar en el primer momento favorable, y desgarrar y despedazar el alma.

6. Si Dios pudo visitar con tan estricta justicia la desobediencia de un hombre que fue tentado a creer que estaba obedeciendo a Dios, �c�mo visitar� a los que ceden a la tentaci�n con el claro conocimiento de que est�n desobedeciendo a Dios, y escuchar� a los hombres que saben que no pueden ser profetas de Dios, como lo fue el hombre a quien este profeta escuch�, pero evidentemente son profetas de Satan�s. ( RW Evans, BD )

La tentaci�n y la ca�da del profeta

La Sagrada Escritura da algunas advertencias terribles sobre el poder y el peligro de la tentaci�n. Cabe destacar la ca�da de los hombres de Dios por tentaci�n. Esta narrativa es una advertencia. Trae ante nosotros

1. Generalmente, el tema de la tentaci�n.

2. Especialmente la tentaci�n.

(1) Por medio de nuestros semejantes.

(2) A la desobediencia del mandato expreso de Dios. Por lo tanto, es ilustrativo e ilustrado por otros pasajes de la Escritura.

I. La tentaci�n r�pidamente repelida.

1. Se le hab�a dado un mandato claro a este �hombre de Dios� (vers�culo 9). Pero ninguna raz�n asignada. Esto est� de acuerdo con muchas obligaciones positivas de la ley de Dios.

2. El rey Jeroboam desea que act�e en oposici�n al mandato de Dios.

(1) Es una tentaci�n abierta, reconocida como tal.

(2) Es una tentaci�n del mundo.

(3) Apela al inter�s propio: algo se gana (vers�culo 7). Como la tentaci�n de Eva ( G�nesis 3: 5 ), de Balaam ( N�meros 22: 16-17 ), de Cristo ( Mateo 4: 8-9 ).

3. Lo comprende, resuelve, act�a. Se aparta de ella (vers�culo 10). Como Jos� ( G�nesis 39: 9-12 ). Aprenda: nuestra verdadera seguridad es huir de la tentaci�n.

II. La tentaci�n resisti� d�bilmente.

1. Viene de nuevo la misma tentaci�n: pero no ahora desde el punto de vista del mundo, de abierta enemistad con Dios. Un aparente profeta es tentador (vers�culos 11-15).

2. El hombre de Dios siente alg�n deseo interior de cumplir con la tentaci�n. Hay vacilaci�n en su resistencia; �l dice: "No puedo" y, por lo tanto, "no lo har�". Aprender&mdash

(1) El comienzo de nuestra ca�da es cuando nuestra voluntad comienza a estar en desacuerdo con la ley de Dios; cuando pecamos, pero no nos atrevemos.

(2) Existe el peligro de parlamentar con la tentaci�n.

III. La tentaci�n cedi�.

1. Por tercera vez lo asalta la misma tentaci�n, y con aliciente adicional. Satan�s se convierte en un "�ngel de luz", su emisario asume la posici�n de ministro de Dios (vers�culo 18). Este caso se parece a la cita de Satan�s de las Escrituras ( Mateo 4: 3 ; Mateo 4: 6 ).

2. El hombre de Dios es enga�ado por la insidia de la mentira.

(1) La tentaci�n al principio repelida, luego entretenida, finalmente tiene �xito.

(2) Se rinde y desobedece la Palabra de Dios.

(3) Su pecado se encuentra con juicio directo (vers�culo 24).

Aprender&mdash

(1) La transgresi�n de la ley de Dios en cualquier particular es pecado.

(2) La paga del pecado es muerte.

Conclusi�n: dos pasajes del Nuevo Testamento resumen y refuerzan todo el tema:

1. 1 Corintios 10:13 .

(1) La tentaci�n es una ley de toda la vida humana. El hombre de Dios no est� exento.

(2) La tentaci�n est� regulada por la misericordia de Dios de acuerdo con nuestra capacidad para resistir.

(3) Siempre tenemos abierta una v�a de escape. Generalmente, alej�ndonos r�pidamente de la persona o cosa que nos est� tentando.

2. G�latas 1: 8 .

(1) La tentaci�n a menudo viene del ejemplo o la persuasi�n de nuestros semejantes.

(2) Vendr� como con la autoridad de Dios. Esto especialmente en las tentaciones al escepticismo y la incredulidad en cuanto a la verdad de Romanos 6:23 .

(3) La Palabra de Dios no puede contradecirse. Si parece que lo hace, o alguna interpretaci�n humana lo hace parecer, podemos dudar de nuestros propios puntos de vista o de la interpretaci�n de los dem�s, y debemos adherirnos a la pura verdad de las Sagradas Escrituras. ( TH Barnet. )

El profeta desobediente y el mentiroso, enmascarados en el rostro angelical de la verdad, la primera y �ltima fase del maligno

I. La misi�n de este hombre de Dios en Betel es muy importante. Su Maestro celestial le ha confiado el desarrollo de los juicios divinos al rey Jeroboam, a causa de su gran pecado al hacer sacerdotes de los lugares altos al m�s bajo del pueblo, y como consecuencia tambi�n de su patrocinio abierto y celoso de la idolatr�a m�s abominable. .

1. El momento de la llegada del profeta a Betel. Sucedi� cuando Jeroboam se par� ante el altar para quemar incienso. Enfrentar a un monarca culpable y develar las denuncias divinas amenazadas por su conducta rebelde, no es tarea f�cil.

2. El modo de direcci�n. No se dirige al monarca culpable, sino como si quisiera que Jeroboam sintiera que hab�a perdido el honor de ser tratado como un agente racional, el profeta se acerca al altar inanimado, ese altar junto al cual el rey ahora usurpamente se encontraba para quemar incienso. "�Oh altar, altar!" clama, no en su propio nombre, sino en el nombre del Dios que lo envi�: �As� ha dicho Jehov�.

3. El asunto del discurso del profeta. Ahora bien, es digno de menci�n, que aunque este rey predicho es tan particularmente mencionado por su nombre, ninguno de los reyes de Israel pens� que fuera adecuado para asumir el nombre, hasta que el verdadero y bueno Jos�as mismo apareci� como el ejecutor de toda la venganza de un Dios justo contra el pecado. Este nombre fue dado por el malvado Manas�s a su hijo sin ning�n prop�sito, un nombre que iba a ser la terrible consigna de la ca�da de la idolatr�a practicada por Manas�s y Jeroboam: fue un nombre dado por Manas�s a su hijo, a pesar, ya que estaban, del mismo Manas�s, en diametral oposici�n a la pol�tica de Manas�s

II. Considere su prueba de obediencia. El hombre de Dios, habiendo ejecutado de manera audaz y fiel la grave comisi�n que se le hab�a confiado, se prepara para partir, cuando Jeroboam, ansioso de que pareciera que le dar�a al hombre de Dios alguna recompensa por su bondad al haber pedido a la Majestad del Cielo para devolverle la mano, se le acerca con la amistosa invitaci�n. El profeta, habiendo resistido valientemente, por la gracia de Dios, la tentaci�n de la invitaci�n del rey, ya est� en camino de regreso a Jud�, el camino se�alado por el Se�or para que �l lo tome.

Pero aunque ha resistido una tentaci�n y aparentemente se ha alejado de Betel, todav�a no est� a salvo. Nunca estaremos seguros mientras seamos peregrinos y viajeros en este mundo, que no es nuestro descanso, contra los variados y constantes asaltos de las tentaciones de Satan�s; tan pronto como se supera una tentaci�n, otra est� lista para adelantarnos en el camino de la vida; que nos ense�a a estar siempre alerta y orar.

III. La desobediencia del profeta y su resultado. �C�mo se opone ahora la fe del hombre de Dios a esta tremenda prueba? �l, que hab�a tenido un poco de anterior tan triunfalmente combati� la tentaci�n de comer pan y beber agua en una mesa real, ahora, �ay! se tambalea en su obediencia, y escucha la mentira inveros�mil de un profeta anciano, sancionado, como diab�licamente pretend�a, por la revelaci�n de un �ngel, y consiente en regresar con �l.

La forma m�s peligrosa que puede asumir la tentaci�n es la de una mentira, disfrazada con el manto de la verdad, pronunciada por el lobo voraz vestido con piel de oveja. Por las trampas de esta tentaci�n, el profeta cay� ahora en el laberinto de la desobediencia. Es la tentaci�n maestra de Satan�s. Por esta mentira dorada por la verdad cayeron nuestros primeros padres, y el pecado y la muerte entraron en el mundo. El diablo visti� un bonito exterior, entr� en la entonces atractiva serpiente, se acerc� a nuestra desprevenida madre en esa forma tan lustrosa, y la llev� a fallar en la primera gran prueba de la obediencia humana, que iba a ser la prueba del amor del hombre, la comer del fruto prohibido.

El hombre de Dios, desobediente al mandato divino, acompa�a al anciano profeta de regreso a Betel. All�, muerto a las terribles consecuencias de lo que est� haciendo, refresca el cuerpo exhausto en la junta de hospitalidad. Ciertamente, r�pido y se�alado es el castigo infligido al hombre de Dios, y algunos pueden pensar que el castigo es severo; pero la desobediencia del profeta al comer pan y beber agua se vio agravada por las circunstancias bajo las cuales se cometi�.

Aprenda una lecci�n de esta triste circunstancia, que Jeroboam no pudo aprender, incluso la lecci�n de obediencia a la Palabra de Dios. Mant�ngase solo en la pista se�alada por esa Palabra, aunque un �ngel del cielo podr�a decirle que act�e en contra de su mensaje Divino para su alma. Obedece todos sus preceptos, peque�os o grandes. ( R. Jones, MA )

El profeta desobediente

Tenemos en este relato una ilustraci�n muy sorprendente de la verdad enunciada por el ap�stol Santiago, el hermano del Se�or, en el primer concilio en Jerusal�n, a saber, que "conocidas de Dios son todas sus obras desde el principio del mundo" ( Hechos 15 : 18 ). La predicci�n pronunciada por el hombre de Dios contra el altar en Betel no se cumpli� durante el espacio de 360 ??a�os; y, sin embargo, cuando lleg� el tiempo fijado en los consejos de la Omnipotencia, nada fall� en el cumplimiento de todo lo que �l hab�a declarado que deb�a suceder.

Ahora bien, esta verdad puede brindar consuelo a todos los que aman y temen a Dios. Muchos del pueblo de Dios, cuando escuchan sobre el desbordamiento de la impiedad y la incredulidad, pueden estar casi inclinados a pensar que Dios ha olvidado sus misericordiosas promesas y que en verdad encerrar� su bondad amorosa con disgusto. Pero pueden reprender sus temores incr�dulos como lo hizo David: ��Por qu� te abates, oh alma m�a? �Y por qu� te inquietas dentro de m�? Espera en Dios �( Salmo 42: 1-11 .). Pero debo se�alar algunas lecciones de instrucci�n que esta porci�n de las sagradas escrituras puede proporcionarnos.

1. Y, primero, puede ense�arnos que, siempre que Dios ha declarado claramente Su voluntad, ning�n fundamento de supuesta conveniencia, y declaraciones no menos plenamente autenticadas, por m�s que profesen proceder de �l, deber�an inducirnos a apartarnos de ella. . Esto lo podemos aprender tanto de la conducta de Jeroboam como de la del hombre de Dios. Y, ciertamente, tenemos abundantes ejemplos de su peligro.

Sabemos que los jud�os, que vivieron en la �poca en que nuestro Salvador estaba en la tierra, son acusados ??por �l de invalidar la ley de Dios mediante sus tradiciones; e incluso hasta el d�a de hoy, al escuchar la misma gu�a falaz, aunque nominalmente admiten la autoridad divina de las escrituras del Antiguo Testamento, desperdician todos sus requisitos m�s importantes. Pero, cabe preguntarse, �c�mo surge que los hombres puedan satisfacerse a s� mismos para prestar atenci�n a semejante pretendiente? Y la respuesta es porque, como el viejo profeta, se presenta con una afirmaci�n audaz de su autoridad divina, aunque con tan poca consideraci�n por la verdad como la mostr�. La tradici�n, entre los jud�os, profesa ser una interpretaci�n de la ley dada por Dios a Mois�s y transmitida a trav�s de ancianos, profetas y sabios.

2. Otra lecci�n que se debe aprender de lo que aqu� se registra es que no podemos juzgar el estado eterno de un hombre por la forma en que puede ser sacado de este mundo. Un hombre de Dios peca; ya las pocas horas un le�n lo mata: el profeta mentiroso que lo sedujo vive y se va a la tumba en paz; s�, el malvado Jeroboam contin�a su adoraci�n id�latra y pisa el sepulcro de su reprensor.

�Qu� haremos de esto? Sin duda, tales eventos nos ense�an que debe haber un juicio por venir, cuando todas estas aparentes desigualdades ser�n corregidas, y cuando las recompensas y los castigos ser�n dispensados ??con justicia imparcial y sabidur�a infalible. En la actualidad, el pueblo de Dios est� castigado; pero es para que no sean condenados con el mundo; mientras que los imp�os y los profanos quedan impunes en muchos casos.

3. Una tercera lecci�n que puede aprenderse de esta narraci�n es que no se debe inducir descuidadamente a seguir a ning�n gu�a, cualesquiera que sean sus pretensiones, o cualquiera que sea su aparente santidad. El ap�stol Juan da la siguiente advertencia: �Amados, creed a todo esp�ritu, pero probad los esp�ritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo �( 1 Juan 4: 1 ). Y, si tal consejo era necesario en tiempos apost�licos, ahora se requiere mucho m�s.

4. La �ltima lecci�n que quisiera se�alarles como derivada de este pasaje de la Escritura es que ning�n mandamiento de Dios debe ser tomado a la ligera, y que cuanto m�s cerca est� la gente de Dios, con mayor certeza ser�n castigadas sus transgresiones. La obediencia impl�cita e incondicional ha sido en todas las �pocas la caracter�stica de los siervos m�s eminentes de Dios. ( T. Grantham. )

El profeta desobediente de Jud�

El destino del profeta de Jud� siempre se ha considerado dif�cil. Que sea as� no es de extra�ar. Ciertamente, deber�amos esperar que un castigo tan impactante fuera infligido a un tipo de persona muy diferente. Y es precisamente esa circunstancia la que hace que sea m�s importante que investiguemos el caso. Para resumir lo que se puede decir de �l, se trata de esto:

(1) cumpli� fielmente la parte esencial de su misi�n;

(2) su insignificante transgresi�n era excusable considerando el complot trazado para enga�arlo; y

(3) en cualquier caso, su castigo fue extremo en severidad. Al pensar en la severidad del castigo, no tengo ninguna duda de que inconscientemente infundimos en nuestros pensamientos la suposici�n de que el profeta de Jud� sufri� la muerte eterna, porque se consider� necesario ejecutarlo. En cuanto a su estado futuro, no sabemos nada en absoluto. Sin duda, en el gran d�a su destino se decidir�, no por un acto, sino por su vida.

�Pero cumpli� la parte esencial de su misi�n�. Incluso suponiendo que pudi�ramos entrar tan lejos en la mente Divina como para decir lo que es esencial en cualquier comando; Sin embargo, est� claro que puede haber una gran diferencia entre la parte del mandato divino que era m�s importante, por as� decirlo, en su aspecto misionero y p�blico, seg�n lo consideraba Jeroboam, y la parte de �l que consideraba al profeta personalmente. y ser�a m�s probable que lo probara.

Pero seguramente, dejando a un lado todo pensamiento religioso, sabemos que las �nimiedades� conducen a males graves y, a menudo, son los puntos de inflexi�n de la vida, as� como las pruebas de los principios. Y, como hombres del mundo y hombres de honor, admitiremos que la importancia de un principio no depende de la importancia de aquello a lo que se aplica en alg�n caso particular. Decides sobre la deshonestidad de un hombre, no por la magnitud de su fraude, sino por el hecho.

Una vez que recibimos, no importa c�mo, lo que creemos que es un mandamiento Divino, es evidente que no tenemos derecho a decidir cu�nto de �l quiso Dios que se le atendiera, y cu�nto podemos apartar como inmaterial. Este es el caso de ning�n pecador vulgar, ning�n transgresor irreflexivo de la ley divina, sino uno a quien tenemos justificaci�n para considerar como un hombre de virtud preeminente, honrado por el Rey de reyes al ser elegido para cumplir con un deber dif�cil y peligroso. , y se suministra con instrucciones minuciosas.

La parte dif�cil y peligrosa de su misi�n la desempe��; incluso cumpli� con la parte aparentemente menos importante de rechazar la invitaci�n real. La crisis, como deber�amos pensar naturalmente, hab�a pasado. Pero no fue en el gran asunto, sino en el peque�o asunto que fue juzgado y fracas�; como quien ha escapado de los peligros de las aguas a lo largo de miles de millas de oc�ano enfurecido, a veces se ahoga en el estrecho r�o sin ondas, a la vista de su hogar.

No es s�lo en la hora de la persecuci�n o del peligro abierto y obvio que debemos estar en guardia. A menudo nos preparamos para eso. Es en los sucesos m�s peque�os de la vida que debemos ser cuidadosos y estar atentos a la oraci�n, si los principios est�n involucrados. �Y en qu� pocas cosas no est� involucrado, despu�s de todo? El pensamiento, sin duda, sugiere peligro en estas "peque�as cosas"; pero �no los reviste tambi�n de dignidad? �No los levanta del polvo? �Qu� puede ser peque�o en la acci�n o en el sufrimiento mediante el cual el car�cter puede ser probado y el alma probada? ( JO Coghlan, DD )

Sobre el car�cter del hombre de Dios que vino de Jud�

Ahora, para llegar a un entendimiento correcto de la conducta del �hombre de Dios que vino de Jud�, y para apreciar el error del cual fue culpable y por el cual sufri�; ser� necesario recordar cu�n cr�ticas fueron las circunstancias en las que fue llamado a actuar; cu�n extensos y sagrados eran los intereses que, m�s o menos, iban a estar involucrados en el desempe�o de su misi�n en Betel.

Vino en misi�n expresa, para denunciar la apostas�a de los tiempos. Lleg� a confrontar al autor mismo de todas estas travesuras mientras estaba de pie junto al altar de su propio orgullo; para contarle a �l ya sus adoradores ignorantes de su blasfemia e iniquidad; para profetizar el d�a en que la venganza se�alada de Dios se derrame sobre el altar ante el cual se arrodillaron tan ciegamente; cuando uno de Sus siervos ungidos, de la raza real de David, purgara con temor esa tierra de sus cr�menes; Deber�a destruir las casas y todos los sacerdotes de la idolatr�a reinante, y quemar las mismas reliquias de sus cuerpos en los altares de su culto profano.

Nada, por lo tanto, podr�a haber sido m�s importante, nada m�s lleno de confianza, que la misi�n de Aquel que fue enviado de Jud� a Betel. Sus instrucciones deben haber sido de la m�s solemne; y tenemos razones para saber que fueron expresas y minuciosas en todas las cosas. Ahora, al revisar la conducta del profeta, estamos de pie. Dotado de una clave para una correcta aprehensi�n de su error y la causa de su se�al de castigo.

Al principio de su conducta, cuando la tentaci�n era manifiesta y la trampa pero torpemente tendida, actu� en todos los aspectos con fidelidad y decisi�n. Aqu�, entonces, se vuelve una pregunta natural: �en qu� hab�a consistido la gran culpa del hombre de Dios? Es cierto que hab�a desobedecido el mandato divino; pero �no fue la fuerza de ese mandato cancelada de alguna manera por lo que profesaba el viejo profeta? �Pudo haber juzgado el profeta de Jud� que su hermano mayor le estaba mintiendo? si no, �por qu� este gran y sumario castigo? La respuesta a esto es que el "hombre de Dios" deber�a haber juzgado.

Deber�a haber recordado que, por una parte, estar�a obedeciendo a su Hacedor, cuya voluntad conoc�a plenamente; por el otro, estar�a escuchando a un simple mortal, cuya verdad y autoridad no conoc�a, pero que incluso ten�a buenas razones para sospechar. Contra los dictados de la conciencia y el juicio sereno, cedi� a este �ltimo; y por lo tanto se someti� al desagrado y condenaci�n de su Dios.

En tiempos de apostas�a e incredulidad como aquellos, las acciones leves asumieron la importancia de las grandes; especialmente si depende de la voluntad conocida de Dios. El profeta de Jud� fue colocado en una plaga notoria e importante; y era fundamental que su conducta en �l estuviera marcada de manera significativa. En cuanto al castigo en s�, solo sabemos que afect� al cuerpo; ni una palabra sabemos del destino del alma. Lecciones

1. Lo que Dios ha ordenado y santificado, no puede ser una bagatela. Si es solo una part�cula, una tilde de su voluntad, es suficiente. El menor compromiso de nuestra parte puede tender a un mal que no conocemos; y nuestro �nico camino seguro y correcto es la obediencia simple e impl�cita.

2. Una vez m�s, debemos estar siempre en guardia contra el efecto de cualquier santidad aparente en la profesi�n. �Yo tambi�n soy profeta como t��, fue la roca sobre la que se hundi� el profeta de Jud�. No nos dejemos enga�ar tanto. Sabemos d�nde buscar la voluntad revelada de Dios; sabemos d�nde buscar su interpretaci�n y ejecuci�n autorizadas.

3. Finalmente, mirando el ejemplo desde un punto de vista m�s general, dejemos que nos ense�e el peligro de todo coqueteo, vacilaci�n y demora. No nos encontremos sentados bajo la encina junto al camino; holgazaneando en la carretera del mundo. No podemos jugar y holgazanear mientras pasamos, en una regi�n de contaminaci�n y culpa. Dondequiera que haya alguien irreflexivo, vac�o, indiferente a su salvaci�n eterna, ese hombre es marcado primero como presa por su enemigo eterno. ( J. Puckle, MA )

El profeta desobediente

I. La gran eminencia profesional y espiritual de este joven profeta que sali� de Jud�. Pertenece a esa gran compa��a de hombres y mujeres de todas las edades y pa�ses que han contribuido mucho al servicio de Dios, mucho al bienestar de sus semejantes, mientras estuvieron en la tierra. Solo se recuerda lo que hicieron y no qui�nes eran. Pero en cuanto a su alta posici�n entre sus compa�eros, no cabe duda.

1. Esto se desprender�a, en primer lugar, de la misi�n divina que le fue confiada.

2. Y el alto car�cter y capacidad del profeta an�nimo de Jud� se desprende, en segundo lugar, de la manera en que cumpli� su misi�n.

II. Y ahora vino su juicio. Ahora, es natural preguntar, �cu�l fue el motivo del viejo profeta al tomarse tantas molestias para inducir al joven a hacer lo que estaba mal? �Fue el viejo profeta un falso profeta del tipo que unos a�os m�s tarde abund� en Israel durante el predominio del culto a Baal? �Estaban realmente sus simpat�as del lado de Jeroboam y de la nueva religi�n del becerro egipcio, y pensaba algo justo si tan solo pudiera arruinar al valiente joven que, en una ocasi�n de tan capital importancia, hab�a cubierto tanto la religi�n advenediza como el rey advenedizo con un descr�dito tan grande y p�blico?�

Esto es lo que han pensado algunas autoridades eminentes, pero no se puede conciliar f�cilmente con la Secuela de la historia: porque �c�mo se le puede confiar a un falso profeta el mensaje que anuncia al profeta de Jud� el castigo de su transgresi�n? �C�mo habr�a insistido un profeta que se opon�a a toda la misi�n y obra del profeta de Jud� en darle un entierro honorable en su propia tumba? Una vez m�s, si el viejo profeta estaba en el coraz�n del lado de Jeroboam y de la adoraci�n del becerro, �c�mo vamos a explicar que confirme la predicci�n del profeta de Jud� acerca de la destrucci�n venidera del altar en Betel? Es imposible suponer que el viejo profeta no fuera un verdadero profeta de Dios, que se hab�a establecido en Betel.

Y aqu� debemos observar que este viejo profeta, aunque un verdadero profeta, era evidentemente una persona sin agudeza de conciencia, sin un alto sentido del deber. All� estaba, asentado en Betel, presenciando el establecimiento triunfal de la nueva idolatr�a y del sacerdocio falso, no comisionado e intrusivo. No parece que tuviera el coraz�n para decir una palabra contra los procedimientos profanos de Jeroboam, aunque no dud� en reclamar la autoridad celestial para un mensaje que sab�a que estaba dictado �nicamente por sus propios deseos.

Evidentemente, era un viejo profeta tolerante, que no se avergonzaba de escr�pulos cuando ten�a un objeto a la vista, y la aparici�n en escena de un hombre m�s joven, conspicua por el coraje y la energ�a en la que �l mismo era personalmente deficiente, naturalmente habr�a lo afect� de una manera doble.

III. Vea aqu� un ejemplo tr�gico de abuso de autoridad. El profeta de Betel ten�a el tipo de autoridad que acompa�a a la edad y la posici�n. Es una autoridad que llega en cierta medida a todos los que viven lo suficiente; es una autoridad que pertenece especialmente a los padres de familia y a los altos funcionarios de la Iglesia o del Estado, a los grandes escritores, a los fil�ntropos conspicuos, a la eminencia p�blica en cualquier capacidad.

Es una sombra de una autoridad m�s grande e invisible que as� descansa sobre Sus representantes terrenales, e inviste a esta o aquella criatura de un d�a con algo de la dignidad de lo eterno. �Qu� puede ser m�s lamentable que cuando, deliberadamente o sin pensar, se emplea contra Aquel cuya autoridad sola hace que sea lo que es? �Qu� m�s lamentable que cuando los ancianos hacen m�s dif�cil el logro de la verdad y la bondad para quienes las admiran, o cuando, como este profeta de Betel, seducen deliberadamente a los j�venes por los senderos del pecado, apelando a su simple confianza en el sabidur�a de a�os m�s maduros, o su reverencia por la pretensi�n de ense�ar, que desaparecer�a r�pidamente si el mundo en general se uniera a ellos para socavar la lealtad a los mandamientos de Dios? �Ah! hay profetas de Betel en todas las edades.

Esta disposici�n a desalentar elevados y generosos ideales del deber que no se han presentado a una generaci�n mayor, o peor a�n, han sido descuidados por ella, no es desconocida en la historia de la Iglesia cristiana. Puede que haya tenido lugar un gran movimiento, en el que Dios el Esp�ritu Santo ha puesto ante una generaci�n de hombres m�s j�venes una concepci�n m�s alta de lo que realmente significan la verdad y el servicio de Dios de lo que se les hab�a ocurrido a sus predecesores.

Siempre es posible, o m�s que posible, que en un movimiento como este los hombres cometan errores, y que tal movimiento sea mucho mejor para la influencia restrictiva, estabilizadora y orientadora de la autoridad. Pero cuando la autoridad, en lugar de guiar, desanima, en lugar de hacer el mejor uso del fuego sagrado -del que, al fin y al cabo, no hay demasiado en el mundo- se pone a trabajar deliberadamente para extinguirlo, las consecuencias son desastrosas. .

IV. El profeta de Jud�, que se hab�a enfrentado a la muerte y hab�a rechazado las cortes�as reales en el altar de Betel, cay� cuando fue tentado por el anciano profeta. Se puede pensar que el profeta m�s joven cre�a sinceramente que sus propias instrucciones ser�an canceladas por el supuesto mensaje del �ngel a su hermano mayor en Betel. Un momento de pensamiento le habr�a dicho, deber�a haberle dicho que esto no pod�a ser. Sab�a que Dios se hab�a hablado a s� mismo; sab�a que Dios no se contradice.

Podr�a haberse sentido avergonzado por el momento por la confiada historia del viejo profeta sobre el �ngel, si no sospechara, como bien podr�a haber sospechado, que todo no estaba bien y que hab�a deshonestidad en alguna parte. Cuando alguno de nosotros conoce con certeza una parte de la voluntad Divina, simplemente tenemos que actuar de acuerdo con ella, dejar que otros digan lo que quieran. Ninguna autoridad terrenal puede cancelar, suspender o prescindir de un deber que est� perfectamente claro para nuestra propia conciencia.

Se ha sostenido que el castigo otorgado al profeta de Jud� fue un castigo desproporcionadamente severo. Perdi� su vida, dicen los hombres, no por cometer asesinato, no por cometer adulterio, sino solo por comer pan en un lugar en particular. Despu�s de todo, el mandamiento de abstenerse de comer y beber en Betel no era un precepto moral, era solo un precepto positivo. Pero hay momentos en que los preceptos positivos adquieren una gran importancia moral, y hay personas sobre las que la observancia de los preceptos positivos ejerce, o puede ejercer, la obligaci�n m�s alta, personas en cuya facilidad un precepto positivo asume un car�cter claramente moral. ( HP Liddon, DD )

Desobediencia visitada

I. Su car�cter general: "El hombre de Dios". La propia designaci�n puede servir para denotar, en aquellos a quienes se refiere:

1. Su empleo especial.

2. Sus calificaciones especiales. As� como Dios los ocup� en su obra, tambi�n los prepar� para ella.

3. Su eminente devoci�n.

(1) Observa su fidelidad y celo

(2) Observe su mansedumbre y apacibilidad.

(3) Observe tambi�n su fortaleza y desinter�s (vers�culos 7-9).

II. Su tentaci�n (vers�culos 11-18). Esta tentaci�n fue ...

1. En el momento y las circunstancias adecuados.

2. Por un agente adecuado: - un viejo profeta. Venerable a trav�s de la edad, - un profeta en vestimenta y apariencia, - y profesando una revelaci�n directa y especial (vers�culo 18.)

III. Su ca�da. Aqu� debemos culpar

1. Su falta de vigilancia.

2. Su f�cil credulidad y sumisi�n.

3. Su transgresi�n positiva.

IV. Su castigo. ( Bocetos de sermones .)

El profeta desobediente

I. Cumpli� con un deber verdaderamente heroico y luego no cumpli� con el m�s ordinario. Jeroboam no estaba de humor para escuchar a un profeta de la tierra de Jud�. En ese momento hab�a una brecha entre Israel y Jud�, y �l no deseaba que esa brecha fuera sanada. Estaba lleno del orgullo de su poder reci�n adquirido como rey sobre Israel, y lleno de envidia y odio hacia el reino rival de Jud�. Hab�a establecido servicios religiosos en Dan y en Betel, para que su pueblo no tuviera que subir a Jerusal�n.

Podemos realizar el acto verdaderamente heroico en alguna gran crisis de nuestra vida y mostrar que estamos dispuestos a morir en lugar de ser desobedientes a Dios, y sin embargo, en las m�ltiples pruebas y deberes de nuestra vida diaria podemos dejar de apreciar el esp�ritu y revelar la mente de Cristo. Son los peque�os deberes, las preocupaciones triviales, las peque�as desilusiones y aflicciones de nuestra vida diaria lo que m�s severamente pone a prueba nuestra fe, y es en ellos donde corremos m�s peligro de deshonrar a nuestro Se�or.

II. Este hombre de Dios resisti� muy noblemente una tentaci�n y luego fue vencido por una segunda y m�s sutil tentaci�n.

III. Este profeta es un ejemplo de aquellos que casi llegan al final de la vida con honor y luego la terminan con verg�enza. �Cu�n a menudo encontramos que hacia el atardecer de la vida los hombres ceden a la tentaci�n que los cubre de verg�enza y que estropea toda la gloria de su vida! El Dr. Dale dijo una vez que a menudo se predicaban sermones especiales para el beneficio de los j�venes, pero era igualmente necesario dar consejos especiales a los hombres de edad madura, porque las tentaciones que asaltan a los hombres cuando el fuego del entusiasmo juvenil se ha extinguido, son a menudo m�s peligrosos y m�s mort�feros en sus efectos que los que atacan a los j�venes. ( G. Hunsworth, MA )

El resultado fatal de la desobediencia

I. El �xito del profeta.

1. Su repentina desaparici�n. La historia guarda silencio sobre su nacimiento, educaci�n y familia; su mismo nombre est� oculto, simplemente, "El hombre de Dios, que vino de Jud�". Los viajeros nos dicen que el r�o Jord�n, despu�s de brotar de las monta�as del Anti-L�bano, corre bajo tierra por millas, y luego se precipita repentinamente, una corriente fuerte y transparente, y serpentea hacia el Mar Muerto. Aun as�, la historia primitiva de este profeta atraviesa el oscuro t�nel del silencio, invisible para el ojo mortal; pero en Betel se lanza a la vida p�blica con rapidez y fuerza, y es m�s f�cil imaginar que describir el efecto de su inesperada aparici�n tanto en el rey como en el pueblo. Fue una emboscada moral.

2. Su severa honestidad. Cuando lleg� a la escena de la acci�n, no rehuy� sus deberes, sino que proclam� su mensaje como un hombre que sent�a lo terrible de su posici�n.

3. Su temperamento perdonador. En lugar de aprovechar la desgracia que sufri� el rey ap�stata, el hombre de Dios or� para que se le devolviera la mano.

II. La transgresi�n del profeta. Bajo nuestro cambiante cielo occidental, a menudo hemos visto el sol brillando brillantemente por la ma�ana, y al mediod�a su rostro sonriente estaba velado por nubes oscuras. As� que la ma�ana de la vida de este hombre fue exitosa y prometedora, pero pronto y de repente el esplendor meridiano de su car�cter qued� empa�ado por las nubes de la desgracia. Los mejores hombres tienen sus defectos.

1. Su indecisi�n de car�cter. La indecisi�n es una gran mancha en el car�cter de un hombre, una grieta por la que escapa el vapor de la resoluci�n, y un impedimento en su camino para realizar cualquier acto heroico.

2. Esa tentaci�n es m�s fuerte cuando se presenta en forma de amistad. Este profeta renegado lo atrajo a la red con falsas pretensiones. �No nos preocupan estos falsos profetas en los tiempos modernos? S�, se encuentran en el p�lpito y debajo de �l, y sin embargo, no dejar�n la religi�n en paz, sino que persisten en ofrecer fuego extra�o sobre el altar de Dios, como los hijos de Aar�n, y, como ellos, recibir�n su recompensa.

III. La muerte judicial del profeta. Los juicios del Se�or son verdaderos y justos en su totalidad. Su muerte muestra ...

1. Que la desobediencia es un gran pecado.

2. Una vez que un hombre se sale del camino del deber, est� fuera del camino de la seguridad. A menudo escuchamos a la gente quejarse de la Providencia, mientras que sus desgracias surgen de su propia locura. Toda la angustia que viene de Dios para encontrarnos, �l las fortalece seg�n los d�as para soportarlas y vencerlas; pero los problemas que surgen del temperamento perverso y el capricho voluntario en nosotros, no podemos responsabilizar a Dios de ellos, y por eso debemos cargarlos o arrastrarlos nosotros mismos.

El deber es como el "c�rculo m�gico" de los viejos magos: todo lo que estaba dentro era perfectamente seguro, pero todo lo que estaba fuera del anillo pod�a ser destruido. El deber tambi�n es un c�rculo m�gico: mientras estamos dentro, la destrucci�n es imposible.

3. Dios mostr� misericordia en el juicio. Aunque al le�n se le permiti� matarlo, no se le permiti� darse un fest�n con el cad�ver. Los historiadores naturales dicen que el rey del bosque no atacar� nada excepto cuando tenga hambre. En este caso no sabemos con certeza si ten�a hambre o no, pero se nos dice tanto, que �el le�n no se hab�a comido el cad�ver ni hab�a desgarrado el asno�. �Animal cruel! �Hasta aqu� vendr�s, y no m�s.

�El hombre de Dios tuvo un entierro; el profeta de Betel celebr� la ceremonia y fingi� estar de luto y dijo: "�Ay, hermano m�o!" Las naciones y las familias a menudo profesan llorar por aquellos a quienes han maltratado durante su vida. ( WA Griffiths. )

La ley de la obediencia

Como la hoja muerta no obedece a nada, cae revoloteando de su rama, reconociendo tard�amente la ley de la gravedad; mientras que nuestra gran tierra, cubierta de ciudades y civilizaciones, responde instant�neamente a la ley de la gravedad. En efecto, el que desobedece cualquier ley de la naturaleza se lanza contra sus ruedas para ser aplastado hasta convertirlo en polvo. Y si la desobediencia es destrucci�n, la obediencia es libertad. Obedeciendo la ley del vapor, el hombre tiene un motor.

Obedeciendo la ley del habla, tiene elocuencia. Obedeciendo la ley del fuego, tiene calor. Obedeciendo la ley del pensamiento sensato, tiene liderazgo. Obedeciendo la ley de Cristo, tiene car�cter. La piedra obedece a una ley, la gravedad, y no se mueve. El gusano obedece a dos leyes y agrega movimiento. El p�jaro obedece a tres leyes y puede volar tanto como pararse o caminar. Y a medida que el hombre aumenta el n�mero de leyes que obedece, aumenta la riqueza de la naturaleza, la riqueza, la fuerza y ??la influencia.

La naturaleza ama las paradojas, y esta es su paradoja principal: el que se inclina para llevar el yugo de la ley se convierte en hijo de la libertad, mientras que el que ser� libre de la ley de Dios lleva una bola y una cadena durante todos sus a�os. La filosof�a alcanz� su m�xima expresi�n en el principio de Cristo. "El amor es el cumplimiento de la ley". ( ND Hillis, DD )

Desobediencia en un punto

�Hay alguna diferencia donde me toc� el cuchillo del asesino? �Ya sea en la cara, en el brazo o sobre el coraz�n? Puede decir que solo toc� una parte. S�, pero fue a m� a quien atac�; s�lo toc� una parte, pero fue culpable de lesionar todo el cuerpo, ya que fue todo el cuerpo el que recibi� el impacto y sinti� el dolor. �Hay alguna diferencia en el lugar donde Prusia ataca en su guerra contra Francia? �Ya sea en Estrasburgo, Metz, Fontainebleau o Epernay? Ella podr�a decir: �Oh, solo he tomado una o dos ciudades.

�S�, pero Francia es una unidad y su gobierno es un cuerpo; de modo que dondequiera que Alemania golpee, ya sea un peque�o pueblo, un ferrocarril, un fuerte o una ciudad, tiene la intenci�n de asesinar a Francia en el coraz�n. As� es la ley de Dios un solo cuerpo, que contiene la voluntad abierta y la naturaleza del Se�or. Si lo trata con violencia en cualquier momento, asesta un golpe a todo el gobierno, al mismo trono de Dios.

La ley de Dios es una esfera perfecta, y si la estropeas o la desfiguras, la estropeas y desfiguras como un todo, y le das un golpe a toda su simetr�a y belleza. Todos entendemos esta unidad de gobierno. Si un maestro establece reglas para sus alumnos, y un alumno ofende deliberadamente al m�s peque�o de ellos, se opone a su maestro. Si mi padre tiene ciertas reglas para guiarme, no necesito romperlas todas para oponerme a �l, porque en la m�s m�nima de ellas puedo enfrentar y oponerme a su autoridad; y al desobedecer una regla de la casa, disputo el derecho de mi padre a hacer cumplir el resto. As� ocurre con la ley de Dios. La desobediencia, incluso en un punto, es el hombre en toda su naturaleza contra Dios en toda Su naturaleza. ( FF Emerson. )

Versículos 18-19

�l le dijo: Yo tambi�n soy profeta como t�.

Verdades sobre la conciencia

I. La conciencia, por s� sola, no es una gu�a suficiente para la vida. Todas las noches, en la parte delantera de la locomotora mientras avanza a toda velocidad a trav�s de la oscuridad, los rayos de los faros brillan y atraviesan la penumbra una milla m�s adelante. Entonces, dicen muchos, el hombre mismo es luminoso. Rod�alo con cualquier oscuridad, y de inmediato es atravesado y arrojado a un lado por un resplandor de resplandor inherente. Pero ni la Escritura ni la experiencia sustentan tal noci�n.

Sin embargo, la conciencia es una gu�a para la vida. Sin embargo, la conciencia en s� misma no es una gu�a suficiente para la vida. Porque la conciencia no posee el poder de originarse. No puede hacer lo correcto ni lo incorrecto. Es solo nuestro poder de reconocer la distinci�n ya hecha, y tan eterna como los cielos. Y, al igual que un ojo ciego no puede distinguir entre la noche y el d�a; as� como una tabla gu�a mal escrita puede sacar al viajero cansado y hambriento del calor y la ayuda del hogar; as�, una conciencia ciega y mal informada puede conducir hacia el mal en lugar de hacia el bien.

Y por lo tanto, si un hombre quiere hacer lo correcto, no solo debe seguir su conciencia, sino que debe seguir una conciencia educada en el conocimiento de una ley superior; de un est�ndar m�s alto que �l mismo; una conciencia conformada y doblada a alguna regla exacta y supremamente reinante. �sta, entonces, es la pregunta m�s importante: �d�nde puede la conciencia encontrar tal iluminaci�n y educaci�n? La respuesta es inmediata.

En la Biblia y especialmente en el car�cter de Cristo, sobresaliendo de las p�ginas de la Biblia, recogiendo en s� el vigor de su ley, la hermosura de su misericordia, la conquista de su invitaci�n. Dios manifestado en carne es la verdadera norma y educaci�n para la conciencia.

II. Aprenda el peligro de hacer sentir, en lugar de una conciencia iluminada, la prueba de la vida. Sentir no es gobernar. La conciencia, educada por el mandato y la ense�anza divina, siempre debe gobernar.

III. Conozca el peligro de un error de conciencia. No es menos error. No es menos seguro que el pecado. El profeta fue enga�ado a conciencia. Eso no impidi� la retribuci�n divina. Hace toda la diferencia lo que crea un hombre. Hace toda la diferencia si un hombre se aferra concienzudamente a lo que es falso. Dios no solo ha dado conciencia; Tambi�n ha dado luz a la conciencia. Es deber del hombre mantener su conciencia a la luz que Dios le ha dado. ( W. Hoyt, DD )

El camino del tentador

I. Que el tentador de nuestra raza ataca al mejor de los hombres. El hombre que ahora fue v�ctima de la tentaci�n no era otro que un profeta del Se�or. �l era el delegado designado por el Cielo. Mientras estamos en este mundo, estamos en el terreno del tentador. Sus agencias juegan densamente a nuestro alrededor y nos ponen a prueba en cada punto de nuestro car�cter. Si somos invulnerables en una parte, somos probados en otra. A trav�s de ellos, los mejores hombres han sido superados en faltas.

Una vez convirtieron al manso Mois�s en una criatura de furor tormentoso; el David de mentalidad espiritual se convirti� en un ad�ltero espantoso; el audaz e indomable Peter en un despreciable cobarde. "El que piensa estar firme, mire que no caiga".

II. Que el tentador de nuestra raza act�a invariablemente por medio del hombre. �C�mo se le apareci� ahora el esp�ritu tentador a este profeta de Jud�? No en forma de serpiente, como apareci� en la antig�edad en el Ed�n, ni en forma de �ngel, sino en forma de hombre. El diablo llega al hombre a trav�s del hombre, act�a sobre el hombre por el hombre. Busque el diablo en el hombre. El hombre es el tentador del hombre. El hecho de que el hombre sea el tentador del hombre muestra:

1. La degradaci�n moral de la naturaleza humana. El hombre se ha convertido en la herramienta de Satan�s. Los falsos religiosos, los hip�critas, los infieles, los blasfemos, los carnales, �qu� son? Los instrumentos del diablo, para seducir y corromper a sus semejantes. �Qui�n destruir� sus obras? Hay Uno que puede, y a �l lo miramos, y confiamos en Su fuerza que todo lo conquista. El hecho de que el hombre sea el tentador del hombre muestra:

2. La necesidad de una vigilancia constante. En los c�rculos sociales, est� siempre en guardia; tenga cuidado en cuanto a las compa�erismo que forma, en cuanto a los libros que lee, en cuanto a las gu�as que sigue.

III. Que el tentador de nuestra raza siempre asume el atuendo de la bondad. La tentaci�n le lleg� a este �viejo profeta� no solo a trav�s de un hombre, sino bajo el manto de la piedad.

�Oh, que el enga�o robe formas tan suaves!

El hecho de que el tentador adopte siempre el atuendo de la bondad ense�a:

1. La latente simpat�a por la virtud que a�n existe en la naturaleza humana. Si los hombres sintieran una simpat�a natural por el error como error, lo incorrecto como incorrecto, el diablo no tiene por qu� disfrazarse as�. Todas las manifestaciones err�neas, hipocres�as, pretensiones huecas, en este mundo falso, son un homenaje pr�ctico rendido a esa simpat�a por la virtud y la verdad que todav�a existe en la naturaleza humana. El mismo diablo apela a esto para tener �xito. El hecho de que la tentaci�n act�e bajo la forma de bondad ense�a:

2. La importancia de cultivar el h�bito de mirar a trav�s de las apariencias. "Las cosas no son lo que parecen." Todo hombre "camina en vano espect�culo". Cepille el barniz y examine la madera; suene la moneda y pru�bela; Derrite el metal y determina su valor. No creas a nadie porque dice que es un profeta; no conf�es en nadie porque dice que es cristiano; No cedas a nadie porque profesa amarte.

IV. Que el tentador de nuestra raza generalmente se convierte en el atormentador de su v�ctima. Esta conducta atormentadora de los tentadores es:

1. Una cuesti�n de necesidad. Un tentador es un pecador, y ning�n pecador tiene consuelo que ofrecer a un pecador.

2. Prof�tico. Muestra lo que debe ser el caso para siempre. La respuesta de cada llamado en el futuro mundo de la miseria, del infiel a su disc�pulo agonizante, del seductor a su v�ctima atormentada ser� ��Qu� es eso para nosotros? oc�pate de eso ".

V. Que el tentador de nuestra raza una vez cedido pueda llevar a cabo nuestra ruina. En el destino f�sico de este profeta, se nos recuerdan dos cosas:

1. El curso de la justicia. Ese cad�ver tirado al borde del camino es una homil�a elocuente contra el pecado. En �l, la voz de la justicia declara, con un �nfasis contundente, que el cumplimiento incluso de la tentaci�n m�s plausible es un pecado, y que el pecado incluso en un hombre bueno y un verdadero profeta debe ser castigado. En el destino f�sico de este profeta se nos recuerda:

2. La interposici�n de la misericordia. El le�n hambriento, contrariamente a sus instintos, en lugar de devorar a su v�ctima, lo mira como un amable guardi�n. La justicia hizo que ese le�n hiciera tanto, pero la misericordia lo impidi� hacer m�s. La misericordia triunfa sobre el juicio. Aqu� se simboliza la filosof�a de toda la historia humana. La justicia va con la naturaleza. La naturaleza del le�n era destruir. La misericordia interrumpe el curso de la justicia. Era contrario a la naturaleza del le�n cuidar a su v�ctima en lugar de devorarla.

VI. Que el tentador de nuestra raza se ve obligado a rendir homenaje a la virtud que ha atacado. No hay un ser en el universo, ni siquiera el pr�ncipe de los tentadores, que no est� obligado por las leyes de la conciencia a respetar la virtud que busca destruir. ( Homilista. )

Disfraces de pecado

Se dice que hace unos a�os un destacamento de cuarenta soldados rusos - parte de una avanzada guardia de reconocimiento - cruz� el r�o Yalu, Corea, hasta una isla en medio del r�o, y all� se cambiaron de traje, de modo que pueden aparecer como colonos civiles en lugar de invasores militares. Se dice que esta fue una de las muchas caracter�sticas de la invasi�n de Corea que oblig� a la reciente lucha entre Jap�n y Rusia. De modo que el pecado y el error a menudo se presentan de manera amistosa, cuando su intenci�n es muy agresiva y destructiva. Necesitamos mucha sabidur�a Divina para reconocer las artima�as de nuestros enemigos.

El mal bajo la apariencia del bien

Sir Charles Follett, el jefe de HM Customs, hablando sobre los ingeniosos trucos de los contrabandistas, dice: �Hemos tenido muchas evasiones extraordinarias bajo nuestro conocimiento. Por ejemplo, cuando se examinaron accidentalmente hogazas de pan de aspecto inocente, se descubri� que se les hab�a quitado cada part�cula de miga y el interior estaba repleto de tabaco comprimido. Este es solo un ejemplo de m�ltiples muestras de astucia para introducir bienes prohibidos.

�Cu�n astuto es nuestro gran enemigo para introducir en nuestras almas su contrabando. Malos pensamientos, deseos y acciones, cubiertos con las excusas m�s inocentes e inofensivas; de modo que necesitamos la sabidur�a de arriba si no queremos olvidar sus maquinaciones. ( HO Mackey. )

Versículos 20-22

Y sucedi� mientras se sentaban a la mesa.

Los dos profetas errantes

1. Si la palabra de Dios ha hablado, la visi�n o la interpretaci�n que esencialmente la contradice no puede seguirse sin destrucci�n. Nada menos que una revelaci�n real y bien atestiguada podr�a haber proporcionado una mejor excusa para apartarse de la palabra del Se�or; y sin embargo, por partir fue muerto. Aqu� est� escrita una lecci�n, por as� decirlo, en el arco del cielo, y como advertencia a todas las generaciones, para que no se aparten, bajo ning�n pretexto, de la clara palabra de Dios.

Todo lo que �l ha dicho debemos creer y obedecer, y no se debe permitir que un �ngel del cielo lo contradiga. Podemos comparar las Escrituras con las Escrituras para determinar lo que �l realmente ha dicho; pero estando determinado eso, no debemos permitir que nuestro propio razonamiento, ni la autoridad o el razonamiento o el rid�culo o las glosas de otros debiliten nuestra confianza en cualquier verdad revelada. Los hombres vuelven a actuar la parte tan fuertemente condenada en la historia que tenemos ante nosotros.

Dejan la clara revelaci�n de Dios para otro gu�a m�s acorde con sus sentimientos. Por sugerencia de otros que pretenden tener un conocimiento superior, o por el solo caso de sus propios corazones depravados, se apartan de la verdad y el deber desafiando las claras prescripciones de la palabra de Dios. Que tengan cuidado. Estos caminos conducen "a la muerte" y estos "pasos se apoderan del infierno". El Dios Todopoderoso los desgarrar� como a un le�n, y no habr� quien los libere. Todo esto se vuelve m�s cre�ble cuando vemos, como lo hacemos en el relato que tenemos ante nosotros:

2. Que es alg�n prejuicio ego�sta y pecaminoso lo que lleva a los hombres a abandonar la lana de Dios por las f�bulas. En la tranquilidad actual, es m�s claro por qu� influencia y por qu� proceso mental el hombre de Dios lleg� a creer la mentira fatal. Fue impulsado por un apetito despertado por una larga abstinencia. Presionado por el hambre y desmayado por la sed, en un clima bochornoso en el calor del d�a, apenas escuch� el sonido en su o�do que Dios lo hab�a liberado de la pesada restricci�n, se apresur� a llegar a la conclusi�n de que as� era.

Abri� el o�do para escuchar las refrescantes nuevas, como har�a con sus labios resecos para recibir el refrescante trago. Cualquiera puede casi ver las operaciones de su mente, quien alguna vez ha estudiado la suya. Ese deseo ego�sta de gratificaci�n personal, esa impaciencia bajo la restricci�n de un mandato pesado, lo predispuso a aceptar la sugerencia y a creer (porque sin duda cre�a) que Dios lo hab�a liberado de la prohibici�n. Con qu� facilidad los hombres creen que lo que desean deber�a ser verdad. Ning�n hombre se apart� de la revelaci�n de Dios para creer una mentira, sin ser guiado por un prejuicio ego�sta y pecaminoso.

3. Percibimos en esta historia c�mo los hombres, e incluso los profetas, mentir�n para apartar a otros del camino del Se�or. Los sacerdotes jud�os y los soldados romanos conspiraron igualmente para enga�ar al mundo, con una mentira deliberada, de ese hecho infinitamente importante sobre el que descansa todo el Evangelio. Cada renacimiento de la religi�n saca a relucir confesiones de este tipo. La religi�n de estas diversas clases es una religi�n sustentada, no por su raz�n, sino por sus pasiones. As� sucedi� con la religi�n de Jeroboam.

4. Puede ser nuestro deber dar testimonio contra los errores y vicios, como para negarnos a comer o beber o asociarnos con aquellos en quienes se encuentran. Y cuando el mal es tan grande como para exigir esta acusada condena, ning�n sentimiento de cortes�a debe desviarnos del curso del deber; tampoco debe estigmatizarse tal retraimiento como falta de caridad o intolerancia. Todo esto est� plenamente respaldado por la historia que tenemos ante nosotros.

5. Aprendemos de la historia que tenemos ante nosotros que una fuerte resistencia a la tentaci�n no nos proteger� de la muerte si finalmente somos vencidos. Este hombre de Dios se opuso noble a la tentaci�n por la que cay�. Cuando los hombres han resistido la tentaci�n durante mucho tiempo y finalmente son vencidos, tienden a presentar alguna excusa por la resistencia que han hecho. Pero no hay excusa. La virtud de su resistencia pasada queda aniquilada. Han pecado, y la sentencia es que deben morir.

6. A los seductores se les suele convertir en instrumentos para castigar a sus propias v�ctimas. El anciano profeta, despu�s de atraer al hombre de Dios a su casa y mesa, se convierte en el �rgano de la terrible denuncia contra �l. El tentador se convierte en instrumento de castigo. En el pecado y en las cosas pecaminosas se encuentra el castigo del pecado. Si tocas lo que est� contaminado, te atravesar� con un dardo.

7. De esta secci�n iluminada de la Divina providencia aprendemos que los hombres buenos, cuando transgreden, a menudo son castigados m�s severamente en esta vida que los malvados. En lugar de estar protegidos por la santidad de su profesi�n, su cercan�a a Dios, la dignidad de su oficio o cualquier servicio que hayan prestado, con frecuencia reciben una doble porci�n de la copa del temblor. Pero hay otra raz�n por la cual, bajo ciertas circunstancias, Dios castiga a sus hijos en esta vida m�s que a otros. Cuando sus pecados son p�blicos, le corresponde a �l enjugar la aspersi�n as� arrojada sobre s� mismo.

8. Este fragmento de la historia ofrece una muestra de la complejidad de la providencia de Dios, y particularmente los efectos extensos que a veces est�n relacionados con el castigo de su pueblo, m�s all� de los fines inmediatos del castigo. En el caso bajo consideraci�n, los fines inmediatos a la vista eran repudiar la comuni�n que el profeta hab�a tenido con los id�latras, y mostrar a esos id�latras el aborrecimiento del pecado por parte de Dios y su determinaci�n inalterable de castigarlo a quienquiera que lo encontrara.

Pero adem�s de estos fines, la muerte milagrosa del profeta por desobedecer lo que hab�a declarado p�blicamente como parte de sus instrucciones, proporcion� una prueba irresistible de su misi�n divina y de la verdad de la predicci�n que hab�a lanzado contra el altar de los �dolos. . A su muerte tambi�n su cuerpo fue dejado en Betel, donde su sepulcro, con una inscripci�n amplia y legible, cerca del templo de los �dolos, diariamente entreg� de nuevo las mismas denuncias del cielo, y demostr� ser un testimonio permanente contra los id�latras.

9. Dios corrige a sus hijos "en medida" y no desata toda su ira, pero en medio de la "ira" recuerda la "misericordia". As� siempre rompe el golpe con el que castiga a sus hijos; y cuando el fin de la imposici�n es respondido, �l les abre el coraz�n de un Padre. Y al fin, cuando por el pecado los haya hundido en la muerte, se pondr� a guardar su polvo hasta que la �ltima ma�ana lo ordene . ( ED Griffiths, DD )

Versículo 24

Y cuando se fue, un le�n lo encontr� en el camino y lo mat�.

Un agudo castigo acuerda

Pero, sin duda, ser asesinado por un le�n en el camino a casa era un castigo demasiado severo por cenar con un profeta y un �ngel; conciencia inc�moda y todo. Pero luego, �algunos pecados�, dice esa noble pieza, el Westminster Larger Catecism, �reciben su agravio de las personas ofensivas; si son de edad m�s madura, mayor experiencia en la gracia, eminentes por profesi�n, dones, lugar, oficio y, como tales, son gu�as para otros, y cuyo ejemplo es probable que otros sigan.

�El mismo caso, al pie de la letra, del hombre de Dios de Jud�. La sublimidad de sus servicios p�blicos esa ma�ana hab�a establecido en adelante un est�ndar correspondiente para su vida privada. Y esta es una de nuestras mejores compensaciones por predicar la gracia de Dios y la ley de Cristo. Nuestra oficina aviva nuestra conciencia; hace que la ley nos hunda cada d�a m�s y m�s profundamente; y nos obliga a una vida p�blica y privada de la que de otro modo hubi�ramos escapado.

La predicaci�n retrocede con golpes terribles sobre el predicador. Recorta su libertad de la manera m�s tir�nica; lo sigue a lo largo de toda su vida de la manera m�s despiadada. Pi�nselo bien y calcule el costo antes de convertirse en ministro, anciano, maestro de Escuela Sab�tica o joven comulgante. S�, seguramente fue un peque�o pecado, si alguna vez hubo un peque�o pecado, cenar esa noche de s�bado en la mesa de un anciano profeta, y eso, tambi�n, por invitaci�n de un �ngel ( A. Whyte, DD )

Versículos 26-32

Y cuando se enter� el profeta que lo hab�a hecho volver del camino.

Sobre el car�cter del antiguo profeta de Betel

El examen m�s detenido de la conducta de este hombre no facilita su comprensi�n; ni tampoco sabemos lo suficiente sobre �l como para satisfacernos al pronunciarnos decididamente sobre el tema. Sin embargo, hay circunstancias en su historia que arrojan luz sobre ciertos puntos de su car�cter; y dales suficiente claridad para que aprehendamos una deriva en ellos y veamos una instrucci�n que nos transmiten.

La primera circunstancia que notar�a es la que encontramos en el cap�tulo veintitr�s del Segundo Libro de los Reyes; donde leemos, en el vers�culo dieciocho, que se dice que las reliquias del que fue sepultado junto al hombre de Dios son "los huesos del profeta que sali� de Samaria". Era originario de Samaria, la capital de su pa�s; y ahora, en su vejez, lo encontramos trasladado a Betel; el mism�simo monte de la corrupci�n, el templo del sacrilegio, el mism�simo trono y fortaleza de ese �hijo de Nabat�, que hab�a �hecho pecar a Israel con tanto temor.

��Por qu� estaba all�? �Hab�a ido all� apesadumbrado y consternado por los actos de su pr�ncipe, para protestar contra ellos y corregirlos? �Se hab�a ido, celoso del celo y el afecto por el honor de su Dios y de su Iglesia? �Pobre de m�! no; podr�a haber ido sin un deseo u objeto como este, o no habr�a requerido la misi�n especial de Dios de uno de Sus profetas de Jud�, �declarar la verdad violada ante el rey, los sacerdotes y la gente en Betel! Es demasiado claro que el viejo profeta debe haber sido, al menos, una parte que consinti� en los hechos que hab�an hecho de Israel una abominaci�n a los ojos de Dios.

Incluso debi� haber preferido el nuevo orden de cosas bajo esta revoluci�n espiritual de Jeroboam, o no debi� haberse quedado donde deb�an, d�a tras d�a, haber violado sus h�bitos y escandalizado sus principios de religi�n.

1. Que la carga de causar esta miseria y pecado deb�a recaer principalmente en el cargo del viejo profeta, no puede haber ninguna duda. Aunque la delincuencia del hombre de Dios fue grande, la culpa de su hermano anciano fue mucho mayor; el primero, de hecho, cedi� injustificadamente a la tentaci�n, pero el segundo asumi� un papel adecuado s�lo para la malicia del mismo Satan�s. Nuestro bendito Se�or habl� con su caracter�stica expresi�n de vigilancia, cuando uni� el car�cter de �mentiroso y asesino�; y se�al� a algunos de los jud�os que su "padre el diablo" hab�a sido "destructor desde el principio, porque no permaneci� en la verdad, ni hab�a verdad en �l".

2. Lo siguiente que debemos observar es la fe y el coraje singulares de su conducta, despu�s de haber sido obligado a anunciar el castigo de su propia v�ctima, y ??despu�s de que el resultado de su traici�n se hubiera roto, en su espantosa realidad, en su mente. Evidentemente, la compunci�n y el remordimiento se apoderaron de su mente cuando emprendi� la dolorosa misi�n de traer de regreso a un entierro honrado y un profundo luto al hombre a quien hab�a llevado a este prematuro final. Vio y reconoci� el dedo de Dios en esto.

3. Adem�s, es evidente que para este momento debe haber sido tocado con las verdades que Dios hab�a proclamado por boca de su siervo, y la venganza generosamente ganada reservada por los clamorosos pecados de Israel. Porque, de acuerdo con las palabras de nuestro texto, advirti� solemnemente a sus hijos del cumplimiento seguro de �la palabra que fue clamada por la palabra del Se�or contra el altar en Betel, y todas las casas de los lugares altos que estaban en el ciudades de Samaria �; esto, dijo, �ciertamente se cumplir�.

�Y que hubo arrepentimiento en la conducta posterior del viejo profeta; y que Dios se complaci� misericordiosamente de mirarlo con ojos compasivos, hay algo de esperanza en el tema del evento, tal como sucedi� en el propio tiempo de Dios. Porque cuando Jos�as hubo cumplido la divina venganza de todas las abominaciones de Betel; hab�a depuesto a sus sacerdotes, destrozado sus lugares altos y profanado sus altares; y estaba en el acto de tomar los muertos de los sepulcros del monte y quemarlos en los altares del pecado anterior; leemos que religiosamente perdon� �el sepulcro del var�n de Dios que vino de Jud�; y que dejaron en paz sus huesos, junto con "los huesos del profeta que vino cachorro de Samaria". �Un acto de misericordia, este, en un d�a de severa y generalizada retribuci�n!

Lecciones:

1. Apenas necesito decir que este ejemplo dirige su primera y m�s amplia reprimenda contra todos aquellos que, consciente y deliberadamente, se opondr�an y pervertir�an la verdad. Esta es una especie de culpa tan monstruosa y ofensiva a los ojos de Dios y del hombre; tan meramente malicioso en toda su deriva, pol�tica y esfuerzo; que uno pensar�a que s�lo hay que anotarlo, ser rechazado y aborrecido a la vez.

Fue el primer origen de toda la corrupci�n y la miseria en el rostro de la creaci�n pura y perfecta de Dios; la causa de la degradaci�n del hombre, y la maldici�n de la tierra por causa de �l: por ella "el pecado entr� en el mundo, y por el pecado la muerte".

2. Pero adem�s, hay una modificaci�n del pecado del viejo profeta, en el que a veces podemos caer, sin llegar a su m�xima extensi�n. Tenemos tendencia a enamorarnos de nuestras propias opiniones particulares de lo que nos complace pensar que es la verdad; apreciarlos y propagarlos, sin garant�a suficiente de su base s�lida y s�lida en lo que es correcto. ( J. Puckle, MA )

La tumba y su epitafio

�Enti�rrenme�, dijo el anciano arrepentido a sus hijos que estaban llorando alrededor de su miserable lecho de muerte, �enti�rrenme en la misma tumba con los huesos del hombre de Dios de Jud�. Y los hijos del viejo profeta enterraron as� a su padre. Y una tumba espantosa que estaba en Betel, con un epitafio espantoso sobre ella. Ahora, suponga esto. Suponga que usted fue enterrado bajo el mismo principio terrible: �en la tumba de qui�n estar�an sus huesos esperando junto con los de �l hasta la �ltima trompeta para presentarse ante Dios y el hombre juntos? �Y cu�l ser�a tu epitafio y el suyo? �Ser�a esto: �Aqu� yacen el mentiroso y su v�ctima�? �O ser�a esto: �Aqu� yace el seductor y el seducido�? �O ser�a esto: "Aqu� yace el que odia y lo odi� hasta la muerte"? �O ser�a esto: "Aqu� yace el anfitri�n tentador y el invitado demasiado dispuesto a ser tentado"? O, si eres un ministro, �ser�a esto: �Aqu� yace un perro mudo, y junto a �l uno que fue un predicador abarrotado en la ma�ana de sus d�as, pero un n�ufrago antes de la noche�? Ay, hermano m�o. (A. Whyte, DD )

Versículos 33-34

Jeroboam no se apart� de su camino.

Jeroboam: un estudio de personajes

Decididamente, Jeroboam hab�a tenido un buen comienzo con una perspectiva halagadora de �xito, una rara oportunidad para sobresalir tanto temporal como espiritualmente. Hubo la promoci�n del rey, y por Dios la promesa condicional de la realeza, junto con Su presencia gu�a, protectora y consejera. Regnancy permanente para �l y sus hijos despu�s de �l. Por lo tanto, teniendo a Dios para empezar, y la infalible promesa de Dios en la que descansar, siempre que cumpliera las condiciones, �qu� podr�a tener mejor, qu� m�s? �Un gran comienzo! Una espl�ndida oportunidad de marchar hacia la codiciada meta del �xito en el umbral mismo de una empresa de vida no probada.

Pero cada hermosa ma�ana no termina en un atardecer despejado; tampoco todos los comienzos que tuvo Jeroboam culminaron en una continuaci�n en el bien. El comienzo puede ser la mejor parte en la vida de un hombre. As� sucedi� con Jeroboam.

1. Hab�a una desconfianza manifiesta en Dios. Evidentemente, se hab�a olvidado de la promesa de Dios de estar con �l y establecer su casa y su reino.

2. Esta desconfianza en Dios llev� a apartarse de Dios. Apoy�ndose en su propio entendimiento, resolvi� construir dos altares y dos becerros de oro, y colocar uno de ellos en Betel y el otro en Dan, los puntos extremos de su reino.

3. Otro punto que nos llama la atenci�n en la historia de este hombre es su desprecio a la advertencia y al siervo de Jehov�. Estas historias de la Biblia se repiten hoy en las vidas que nos rodean. Hay muchos hombres a quienes Dios les ha dado un buen comienzo en la vida. Han sido bendecidos con una entrada auspiciosa al mundo, con un entorno social y religioso muy favorable y �til, padres temerosos de Dios, una formaci�n religiosa, un hogar confortable, buena educaci�n, tacto comercial, puntos de vista de sentido com�n sobre la vida y los hombres. y cosas, y, sobre todo, con el llamado del Cielo a la comuni�n y la piedad.

Cada uno ha comenzado bien, con altas metas y nobles prop�sitos. El favor del p�blico los ha recibido, el �xito ha florecido en su camino de empresa y esfuerzo, hasta que, con el sudor del cerebro y la fuerza de sus m�sculos, y la sonrisa de la Providencia, han tomado un rumbo firme y directo hacia la riqueza y la posici�n. Pero, como en el caso de Jeroboam, la prosperidad temporal ha sido seguida por la degeneraci�n espiritual. Un ascenso en el mundo ha resultado en un descenso en gracia.

Sin embargo, estas personas no se quedan sin previo aviso. A los ministros de Dios se les ordena profetizar contra ellos. Esto se hace, aunque provoca enojo y desfavorece. La fidelidad muchas veces pierde popularidad y posici�n, pero asegura el �Bien hecho� de Dios. Reprender el pecado en las alturas, arrancar la m�scara del rostro del hip�crita, denunciar el �dolo favorito de un hombre (indiferencia, intemperancia o impureza) es como tocar la p�lvora con un lucifer.

Debe esperar una explosi�n, si no una expulsi�n. La persecuci�n de alguna forma te acosar�; pero no tem�is, porque el que ha dicho: "No toqu�is a mi ungido, ni hag�is da�o a mis profetas", os cubre con sus alas y hiere a vuestros perseguidores con la vara del juicio.

�l desperdicia sus fuerzas y marchita su salud.

1. Aprenda de este estudio del car�cter la influencia de una vida.

2. Aprenda tambi�n el peligro de intentar da�ar a los verdaderos siervos de Dios. "El que os toca, toca a la ni�a de mis ojos".

3. Por �ltimo, tenga cuidado con el poder en desarrollo del mal. Las pl�ntulas del pecado que encuentran un suelo agradable se convierten en una cosecha de aflicci�n. Primero el riachuelo del mal, al fin el r�o de la corrupci�n. Jeroboam fue de mal en peor. Despreciar a Dios se convirti� en un abandono de Dios. La adoraci�n por medio de s�mbolos se convirti� en una absoluta idolatr�a. Ning�n hombre tiene la intenci�n de convertirse en un borracho cuando se lleva el primer vaso a los labios, pero da el primer paso hacia �l.

Las posibilidades del pecado - los recursos del mal reprimidos en la naturaleza de cada hombre - ninguna mente puede medir, ninguna lengua puede decir La seguridad solo est� en la salvaci�n del pecado, la salvaci�n a trav�s de la cruz - plena, libre, eterna ( JO Keen, DD ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "1 Kings 13". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/1-kings-13.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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