Bible Commentaries
1 Reyes 19

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 3-18

Se levant� y fue por su vida.

La huida al desierto

Esta es una triste secuela del triunfo en el Monte Carmelo. El�as se hab�a olvidado de Jezabel. Al no presentarse en el monte Carmelo, hab�a recibido con esc�ptico desd�n los informes que le hab�an llegado. El fuego del cielo que ella ve�a como un simple truco de prestidigitador. La lluvia que sigui� a la oraci�n del profeta fue una mera coincidencia y, como todos los que hablan con tanta ligereza de coincidencias, nunca pregunt� qu� poder hab�a hecho coincidir los dos eventos.

De modo que sinti� un desprecio absoluto por los cobardes que hab�an estado al margen mientras sus profetas eran masacrados por un loco. Con una furia apasionada, declar� que no era un traidor que abandonara a los dioses de sus padres por orden de un beduino salvaje. Si nadie m�s ten�a el valor de resistir a Elijah, lo har�a ella misma. Entonces se envi� la carta que hizo huir al profeta. �No estamos todos en peligro de repetir el error de El�as y olvidar a nuestro principal adversario? Contamos con las fuerzas opuestas que podemos ver, pero nos olvidamos del conjunto invisible de principados y poderes cuya hostilidad es implacable, que con astucia y sutileza mort�feras esperan nuestras horas sin vigilancia.

El�as tambi�n hab�a quitado los ojos de Dios. "Cuando vio eso, se levant� y fue por su vida". Nos es imposible justificar su huida. Actu� presa del p�nico. No hubo que esperar la gu�a divina. �Oh, qu� l�stima! Un momento de reflexi�n habr�a cambiado todo el aspecto de los asuntos. "No temas, s�lo cree". Jezabel puede enfurecerse, pero Jehov� vive. Una de esas palabras, un ni�o podr�a haberla pronunciado, y la fe del profeta se habr�a disparado, su antiguo coraje habr�a regresado; y en lugar de huir de Jezreel, podr�a haber echado a Jezabel del reino.

Pero, �por qu� sus ojos estaban fuera de Dios? Creo que porque, aunque hasta cierto punto inconscientemente, sus ojos estaban sobre s� mismo. "Es suficiente; ahora, Se�or, qu�tame la vida; porque no soy mejor que mis padres �. �Hab�a pensado que lo era? �Se hab�a sentido animado por el �xito que Dios le hab�a dado? �Hab�a pensado que los gritos de la gente acabar�an con el conflicto? No debemos juzgarlo con crueldad. El primer cuidado de Dios fue darle descanso y sue�o.

Los nervios sobrecargados, el cerebro cansado y el agotamiento f�sico tuvieron mucho que ver con la ca�da del profeta. El encuentro con Acab; la preparaci�n para el concurso; la tensi�n del conflicto mismo, con su tremendo resultado de fe y oraci�n; la emoci�n de la siniestra obra del juicio; la fatiga del largo y r�pido viaje a Jezreel hab�a dejado al profeta en un estado de tensi�n f�sica, que nada m�s que una tranquila y confiada confianza en Dios podr�a haber soportado.

Gran parte del des�nimo y la incredulidad entre los cristianos de hoy es el resultado de las prisas y el sobreesfuerzo. Y despu�s de esto, El�as no se qued� sin un amigo y compa�ero agradable. Eliseo fue llamado desde el arado para que lo siguiera y le sirviera; porque no es bueno que el hombre est� solo. La soledad, aunque es un verdadero medio de gracia, puede convertirse f�cilmente en un medio de dolorosa tentaci�n. As� como se dec�a que la reina Leonor chupaba el veneno de las heridas de su marido (salv�ndole as� la vida), la simpat�a y el amor de su esposa, hermana o hermanos de armas son m�s eficaces para eliminar el aguij�n y el virus de las tristezas y tentaciones de la vida. Si El�as hubiera tenido a Eliseo a su diestra, seguramente no se habr�a olvidado de Dios. Valoremos nuestra comuni�n cristiana. ( FS Webster, MA )

El vuelo al desierto

1. Bien podemos aprender, de esta triste crisis en la historia de El�as, la lecci�n de nuestra propia debilidad y nuestra dependencia de la gracia de Dios. En la vida Divina, a menudo el tiempo m�s peligroso y peligroso para el creyente, es despu�s de una temporada de gran ensanchamiento; cuando se dice a s� mismo: "Mi monte est� fuerte". La armadura espiritual est� suelta; se pone en dec�bito supino despu�s del rubor de la victoria: el r�o audaz y saltador, que acabamos de presenciar dando salto tras salto en cataratas sucesivas, se pierde en los pantanos bajos y pantanosos de la confianza en s� mismo.

2. Cuidado con dar cualquier paso sin la sanci�n divina. Tengamos cuidado de no seguir nuestros propios caminos; no dar ning�n paso solemne e importante a menos que sea de propiedad divina y reconocido. �Recon�celo en todos tus caminos, y �l enderezar� tus veredas�. "Bienaventurado el hombre cuya fuerza est� en ti, en cuyo coraz�n est�n tus caminos".

3. Cuidado con las murmuraciones bajo juicio. Cada uno de nosotros tiene, o puede tener, su d�a de prueba: enfermedad, duelo, esperanzas aplastadas, amargas decepciones, deseos cruzados, aguijones y flechas de los lugares menos esperados. �C�mo vamos a encontrarnos con ellos? �Vamos a dar paso a quejas irritables e irritables? �Vamos a decir: �Estoy cansado de la vida? Ojal� hubiera terminado con toda esta miseria. �Qu� placer es la existencia para este esp�ritu herido, acosado y herido? No, an�mate.

No es suficiente." El Se�or todav�a tiene trabajo por hacer. No es para ti, sino para �l, decir, en su propio tiempo se�alado, como le dijo a Ezequ�as: "Morir�s, y no vivir�s". Si alguna vez hemos sido culpables de pronunciar una oraci�n tan apresurada como la de El�as - "Quita mi vida", estemos agradecidos de que Dios no nos ha dado el cumplimiento de nuestro propio deseo - la ratificaci�n de nuestro propio deseo - y �Nos permiti� morir, no reunidos y sin preparaci�n! ( JR Macduff, DD )

Soledad en la depresi�n religiosa

I. Depresi�n religiosa a ra�z de una gran conmoci�n p�blica.

1. Es una reacci�n natural. Como una cuesti�n de ley mental y moral, tal depresi�n debe seguir a tal excitaci�n.

2. Es una disciplina necesaria. Las continuas conquistas del Carmelo no ser�an buenas para el alma del profeta. A veces debe tener m�s introspecci�n y autocomunicaci�n y menos desaf�o a los enemigos o al aplauso de los amigos.

II. Depresi�n religiosa que produce el sentimiento de absoluta soledad. Bajo el enebro anhela sollozar su vida y luego tres veces m�s pronuncia el pat�tico "solo, solo, solo".

III. Depresi�n religiosa que provoca visiones err�neas de la vida. �l, en su presente soledad pasajera, ten�a dos nociones err�neas que nublaban su visi�n. En primer lugar, pens� que la obra de su vida hab�a sido un fracaso, mientras que hab�a movido la vida religiosa de la gente hasta su centro mismo, y su nombre siempre vive como un s�mbolo del heroico conflicto individual con el mal.

2. Y supuso que la generaci�n de videntes piadosos se hab�a extinguido. Este estado de �nimo a menudo lleva a los hombres a ver el fracaso escrito en sus labores y a sentir que el n�mero de los Cristianos es un c�rculo estrecho en lugar de un c�rculo cada vez m�s amplio de hombres, mujeres y ni�os.

IV. La depresi�n religiosa eliminada divinamente por medios adecuados. Aqu� El�as fue levantado de su depresi�n a trav�s de la instrumentalidad:

1. De la naturaleza.

2. De nueva ocupaci�n. Hab�a trabajo nuevo por hacer.

3. Compa�erismo fresco. Un Eliseo lo estaba esperando.

4. Revelaci�n de hechos olvidados. En la existencia de los 7000 hombres fieles hab�a un hecho de esperanza y aliento que hab�a olvidado. As� que todo esp�ritu exiliado necesita y, si es fiel a Dios, tiene un Apocalipsis. ( UR Thomas. )

C�mo cayeron los valientes

I. Su fuerza f�sica y energ�a nerviosa estaban completamente sobrecargadas. Somos �hechos de manera maravillosa y maravillosa�; y nuestra vida interior es muy sensible a nuestras condiciones externas. Se ha dicho con certeza que las causas m�s triviales: una habitaci�n con calefacci�n, un d�a sin sol, falta de ejercicio; o un aspecto del norte - marcar� la diferencia entre la felicidad y la infelicidad; entre la fe y la duda; entre el coraje y la indecisi�n. Muchos de los que mandan llamar al maestro religioso ser�an m�s sabios si llamaran a su m�dico.

II. Era muy sensible a su posici�n solitaria. "Solo me queda". Algunos hombres nacen para la soledad. Es el castigo de la verdadera grandeza. En ese momento, el esp�ritu humano puede flaquear, a menos que sea sostenido por un prop�sito heroico y por una fe inquebrantable. La sombra de esa soledad se oscureci� sobre el esp�ritu de nuestro Divino Maestro mismo cuando dijo: �He aqu�, la hora viene, s�, ahora ha llegado, en que ser�is esparcidos, cada uno a lo suyo, y me dejar�is solo; y, sin embargo, no estoy solo, porque el Padre est� conmigo �. Si nuestro Se�or se encogi� en la penumbra de ese gran eclipse, no es maravilloso que El�as se acobardara en su penumbra tenebrosa.

III. Apart� la mirada de Dios hacia las circunstancias. Hasta ese momento, El�as hab�a estado animado por una fe espl�ndida, porque nunca hab�a perdido de vista a Dios. �Se mantuvo firme como si viera al Invisible�. La fe siempre prospera cuando Dios ocupa todo el campo de visi�n. Rechacemos mirar las circunstancias, aunque rueden ante nosotros como un Mar Rojo, y a�llen a nuestro alrededor como una tormenta. Las circunstancias, las imposibilidades naturales, las dificultades, no son nada en la estimaci�n del alma que se ocupa de Dios.

Son como el polvo peque�o que se deposita en una balanza y no se considera en la medici�n del peso. Oh hombres de Dios, suban a la monta�a alta, desde donde podr�n obtener una buena vista de la gloriosa Tierra Prometida; y reh�sa que tu mirada sea desviada por hombres o cosas de abajo. ( FB Meyer, MA )

El�as en el desierto

I. La debilidad de El�as.

1. Era un hombre de pasiones similares a las nuestras. Fall� en el punto en el que era m�s fuerte, como lo han hecho Abraham, Mois�s, Job, Pedro y otros.

2. Sufri� una terrible reacci�n. Los que suben bajan.

3. Sufri� una grave decepci�n, porque Acab todav�a estaba bajo el dominio de Jezabel y ella buscaba su vida.

4. Su deseo era una locura: "Oh Se�or, qu�tame la vida". �Huy� de la muerte y, sin embargo, or� por la muerte! No iba a morir nunca. Cu�n imprudentes son nuestras oraciones cuando nuestro �nimo se hunde.

5. El motivo del deseo no era cierto.

II. La ternura de Dios hacia �l.

1. Le permiti� dormir. Esto era mejor que la medicina, la reprimenda interior o la instrucci�n espiritual.

2. Lo aliment� con comida conveniente y milagrosamente nutritiva.

3. Le hizo �percibir� el cuidado angelical: �Un �ngel lo toc�.

4. Le permiti� contar su dolor (vers�culo 10). Este suele ser el alivio m�s f�cil. Expuso su caso y, al hacerlo, tranquiliz� su mente.

5. Se revel� a s� mismo y sus caminos. El viento, el terremoto, el fuego y la voz suave y apacible eran voces de Dios.

6. Le dio buenas noticias: "Sin embargo, me dej� siete mil en Israel". Su sensaci�n de soledad fue as� eliminada.

7. Le dio m�s cosas que hacer: ungir a otros, por quienes los prop�sitos de castigo e instrucci�n del Se�or deber�an llevarse a cabo.

Aprendamos algunas lecciones �tiles.

1. Rara vez es correcto rezar para morir. No podemos destruir nuestras propias vidas, ni pedirle al Se�or que lo haga.

2. Porque el pecador nunca tiene raz�n en buscar morir; �Porque la muerte para �l es el infierno!

3. Para el santo s�lo est� permitido dentro de ciertos l�mites.

4. Cuando deseamos morir, la raz�n no debe ser impaciente, petulante, orgullosa, insolente.

5. No tenemos idea de lo que nos espera en esta vida. Es posible que todav�a veamos prosperar la causa y que nosotros tengamos �xito.

6. En todo caso, confiemos en el Se�or y hagamos el bien, y no debemos tener miedo. ( CH Spurgeon. )

El profeta abatido

I. El abatimiento del profeta.

1. Su intensidad. Por el momento, su depresi�n parece casi abrumadora. Por qu� esto: que no debemos esperar que la piedad m�s sincera, o el mayor servicio a Dios, excluya la posibilidad de que estemos abatidos bajo la carga de la depresi�n y el des�nimo. Puede consistir en una religiosidad genuina estar as� circunstanciado. Aquellos hijos de Dios, en los tiempos antiguos, cuya fe se elev� a las alturas m�s elevadas, y cuyo valor no palideci� ante los peligros m�s extremos, conoc�an bien lo doloroso de tal experiencia.

Es bueno que tengamos en cuenta que la base de la seguridad espiritual es distinta y separada de cualquier estado de mero sentimiento. Los marcos son inciertos, fluctuantes, afectados por innumerables causas sobre las cuales nuestro control es limitado y, por lo tanto, no deben determinarse el car�cter, la posici�n y la seguridad ante Dios. El coraz�n puede hundirse cuando el agarre del alma es m�s fuerte.

2. Las causas del abatimiento del profeta. Las personas olvidan la cercan�a de la conexi�n que subsiste entre su parte material y su parte espiritual, y muchas veces se conectan con una imaginada condici�n err�nea de esta �ltima, lo que m�s propiamente pertenece a un estado m�rbido o trastornado de la primera. Mandan llamar al ministro, cuando deben llamar al m�dico. Cargan sobre la mente una falla que realmente se adhiere al cuerpo. Ni siquiera la religi�n puede curar la melancol�a de algunas personas; son l�gubres o pensativos por temperamento natural, y deben esperar la ma�ana de la resurrecci�n para hacerse de otra manera,

3. Sus efectos sobre su conducta. Lo hab�a sacado de la escena del servicio real, el testimonio valiente y fiel, el enfrentamiento ferviente a los enemigos de Jehov�, para esconderse en las soledades del desierto.

II. El m�todo de alivio de Dios.

1. Dios recupera su fuerza agotada mediante un suministro oportuno de sustento.

2. Pero observe, nuevamente, en el m�todo de alivio de Dios, que �l despierta a Su siervo al esfuerzo. Habi�ndole proporcionado el necesario refrigerio y reposo, le da trabajo que hacer; Le invita a viajar al lejano monte de Horeb.

3. El m�todo de alivio de Dios incluye una manifestaci�n de s� mismo en gloria y gracia. El viaje a Horeb no fue su propio final. El�as fue llevado all� para que pudiera tener comuni�n con la Deidad.

4. En el m�todo de alivio de Dios hubo una correcci�n del error de juicio del profeta, en cuanto a los efectos de sus propias labores y la causa de la verdad. Hab�a pensado que hab�a "trabajado en vano, y gastado sus fuerzas en vano y en vano". ( CM Feliz )

La depresi�n de Elijah

Los mejores hombres tienen sus defectos, pero no los desprecies por eso; as� como no despreciamos una monta�a porque tiene grietas en su costado, o el sol porque tiene manchas en su cara.

I. Algunas de las causas de la depresi�n de El�as.

1. Debilidad f�sica.

2. Maldad desenfrenada.

3. Falta de ocupaci�n.

4. El aparente fracaso de su misi�n.

II. �Qu� lecciones debe ense�arnos este tema?

1. Que los grandes hombres est�n sujetos a cambios repentinos en su estado de �nimo.

2. Que estas temporadas de depresi�n no descristian al hombre. John Bunyan nos dice que los peregrinos progresaban con tanta seguridad hacia la Ciudad Celestial, cuando sub�an la colina Dificultad, atravesaban el valle de la Humillaci�n y se involucraban en un encuentro cuerpo a cuerpo con Apollyon, como cuando se transportaban con las visiones del Monta�as deliciosas, avivadas por las suaves brisas y obsequiadas con los fragantes olores de la tierra de Beulah, donde siempre brilla el sol. �Si es necesario�, dice Pedro, �est�is muy afligidos por muchas tentaciones.

3. Que Dios acude en auxilio de sus siervos en �pocas de depresi�n.

4. Las pruebas severas son fruct�feras para el pueblo de Dios.

5. Que el trabajo es una condici�n esencial para el disfrute. ( H. becada. )

Evitando las sombras

Esta ma�ana mir� desde mi ventana a trav�s de los campos. Not� una vivienda cuyo techo estaba expuesto al sol temprano y alegre. Hab�a habido una tormenta en la noche y la nieve cubr�a el techo. En una hora el calor del sol lo hab�a derretido, salvo donde ca�a la sombra de la chimenea. Ese tono largo y oscuro mantuvo una firme comprensi�n de la frialdad. Me dio una lecci�n matutina, como un texto de las Escrituras.

El hielo de nuestras vidas permanece solo donde est� la sombra. Si no tenemos el calor de Cristo, es porque vivimos en la oscuridad. Si nuestro amor est� helado y nuestra naturaleza inactiva, hay algo entre nosotros y la luz. �Entonces que? Debemos salir de las sombras. El sol brilla y sus rayos est�n llenos de vida. Si caminamos en esta vida, el hielo se derretir� y, en lugar de condiciones mortales, nos convertiremos en r�os de agua viva.

Cristo es el sol. Las sombras no nos pertenecen. Tienen sabor a muerte. El �nico objetivo de Dios es hacernos hijos de vida y luz; luego sigue la santa comuni�n y la santa comuni�n. ( A. Caldwell. )

Des�nimo

Recuerdo que hace muchos a�os me deprim� mucho porque el Se�or, pens�, no hab�a bendecido mi ministerio. Estaba abatido y sol�a hablar desalentadoramente de lo que se estaba haciendo. No hab�a vida en mi ministerio, y esto se prolong� durante tres meses. Un lunes, cuando estaba en el valle y muy abatido, conoc� a un amigo que estaba en la cima de la colina y muy euf�rico. Dijo que hab�a tenido un gran domingo; que tenia yo "�Oh!" Dije: �No tuve uno bueno.

"�Mucho poder?" "No. �Sobre qu� predicaste? " "Oh, prediqu� acerca de No�". Dije: "�C�mo te fue?" �Oh, grandiosamente. �Alguna vez estudiaste a Noah? Dije que pensaba que sab�a todo acerca de No�, porque solo hay unos pocos vers�culos sobre �l. �Oh, si no has estudiado a Noah, deber�as hacerlo. Es un personaje maravilloso ". Despu�s de que se fue, saqu� mi Biblia y le� todo lo que pude encontrar acerca de No�, y mientras le�a, se me ocurri� este pensamiento: Aqu� est� este hombre que fue un predicador de justicia durante ciento veinte a�os, y sin embargo, nunca lo hab�a hecho. un converso fuera de su propia familia.

Fui a la reuni�n de oraci�n despu�s de eso; y hab�a un hombre, que acababa de llegar de un pueblo de Illinois, que habl� de cien j�venes conversos. "�Por qu�?", ??Dije, "�qu� habr�a dicho No� si tuviera cien conversos y, sin embargo, No� no se desanim�?" Entonces, un hombre que estaba muy cerca de m� se levant� y estaba temblando. �Amigo m�o�, dijo, �desear�a que oraras por m�. Me dije a m� mismo: ��Qu� habr�a dado No� si hubiera escuchado eso durante esos ciento veinte a�os y, sin embargo, nunca escuch� la voz de un interrogador, ni uno solo. A�n as�, no se desanim� ". ( DL Moody. )

Versículo 4

Es suficiente; ahora, Se�or, qu�tame la vida.

La petici�n singular de Elijah

Estas palabras en todos los sentidos son notables. Proceden de un cierto estado de la mente, que no es com�n. Las palabras son notables, considerando a la persona que las pronunci�. Fueron pronunciadas por el valiente y brillante El�as. Si consideramos m�s a fondo el momento en que se pronunciaron las palabras, son igualmente notables. Fue justo despu�s de la extraordinaria manifestaci�n del Carmelo. Uno hubiera pensado, despu�s de tal manifestaci�n de la presencia Divina y triunfo decidido, que nunca habr�a estado tan despojado de valor y hundido en una depresi�n tan profunda.

Estas palabras, aunque dichas en la antig�edad, nos han llegado a trav�s de muchas edades; sin embargo, contienen ciertas im�genes en el pensamiento y el sentimiento humanos, que se encuentran m�s o menos en todas partes. Son verdaderas expresiones del alma humana en determinadas condiciones, y nuestro negocio aqu� ser� mencionar algunas de las cosas que son comunes a todas las edades, y m�s o menos a todas las personas.

I. El suspiro del alma en busca de la soledad. En alg�n momento u otro, todos suspiran por la soledad; no se puede destruir el sentimiento, est� profundamente arraigado en el alma humana. Hay ciertas circunstancias en la vida que desarrollan este sentimiento, hasta que se vuelve fuerte y todopoderoso, gobernando toda el alma. Es posible permitir que este sentimiento crezca salvajemente y sobrepase su l�mite natural; pero en s� mismo, y dentro de su propio l�mite, es correcto y necesario.

Antes de que los hombres puedan ser fuertes, deben estar mucho con Dios y con ellos mismos; antes de que puedan ser ricos y maduros, tendr�n que vivir mucho en el jard�n de su mente para desyerbar y abonarlo. Las condiciones bajo las cuales se busca la soledad son diversas.

1. El alma busca la soledad en los dolores del desenga�o. Nacemos para las desilusiones: todos las afrontamos, solo algunos son m�s sensibles a su punto y amargura que otros. A menudo confiamos demasiado en nuestro deseo o somos muy elevados en nuestro deseo, o somos optimistas en nuestra expectativa de que las decepciones no pueden dejar de llegar. Vienen de enemigos y amigos, de prosperidad y adversidad.

2. El alma suspira a menudo por los solitarios de la vida, cuando est� profundamente convencida de la vanidad y falsedad de la sociedad; cuando el alma ve y siente las faltas y locuras del mundo, a menudo siente el deseo de vivir en alg�n lugar donde no se las ve ni se las oye.

3. La ausencia de una sociedad agradable no pocas veces vuelve el rostro del alma hacia la soledad. Puede haber ocasiones en las que nuestros compa�eros sean demasiado numerosos, as� como muy pocos. El alma desea zafarse de ellos y ser libre, y muchas veces va m�s all� de la civilizaci�n por esta libertad que tanto anhela. Este es a menudo el caso de un refinamiento superior, piedad avanzada, aspiraciones m�s nobles que las de vecinos y amigos.

4. El alma suspira a menudo por la soledad de la vida bajo la influencia del sentimiento religioso. El peligro es que lo que es justo en s� mismo se convierta en un sentimentalismo ciego.

5. El alma es apta, en estado de gran dolor, a suspirar tras la soledad.

6. Este sentimiento puede proceder ya veces de un estado mental m�rbido.

II. El tiempo del alma de abatida depresi�n. Hay una sombra en alg�n momento u otro que atraviesa cada macizo de flores, y una penumbra para cubrir cada sendero soleado. Hay ocasiones en la historia de la mayor�a de los hombres en las que la vida, la m�s preciosa y la primera que desear, es una carga. En este estado del alma, todo el poder del disfrute se ha ido, y todo el poder y el coraje se han ido. El horizonte del alma est� oscurecido por la oscuridad, de modo que no hay belleza ni perspectiva a la vista en ninguna parte.

1. A veces, este estado de abatimiento y depresi�n le sobreviene al alma debido al sentimiento de su propia pecaminosidad.

2. El pensamiento de nuestra propia insignificancia individual tiene una tendencia al mismo resultado.

3. La vanidad consciente del entorno de nuestra existencia actual es otro elemento deprimente de la vida.

4. La oscuridad y la incertidumbre que rodean la vida humana tienden a abatirnos. Las cosas m�s simples se pierden en el misterio; las cosas m�s claras est�n cubiertas de incertidumbre.

5. El fracaso en la realizaci�n de nuestros planes m�s nobles y deseos m�s preciados es otro elemento deprimente que a menudo nos presiona por debajo del nivel de la posici�n correcta.

6. Los males a los que est�n sujetos los hombres es otro medio frecuente de depresi�n humana.

III. La depreciaci�n del alma de s� misma. Algunas personas se desprecian constantemente a s� mismas y se las considera personas sinceras y humildes, mientras que puede ser nada m�s que un h�bito, o peor a�n, una autodespreciaci�n afectada, que otros puedan tener ocasi�n y alcance para elevarlos en alto.

1. Un sentido de autodespreciaci�n se apodera de la mente cuando est� llena de la concepci�n de la Divina Majestad y Su presencia.

2. El sentimiento de autodespreciaci�n impregna el alma en presencia o recuerdo de algunos ejemplos superiores en materia de vida y ambici�n. Un artista de sensible apreciaci�n de la superioridad en presencia de una aut�ntica obra de arte deprecia hasta el polvo sus propias actuaciones. Un poeta con un verdadero sentido po�tico, cuando lee o escucha una gran poes�a como El para�so perdido, se siente muy bajo en su propia opini�n. Tambi�n lo es en otras cosas de la vida.

3. El mismo sentimiento se apodera de la mente del hombre a menudo cuando se compara con el universo material y sus diferentes creaciones en su forma externa y capacidades f�sicas.

4. Este sentimiento tambi�n procede con frecuencia de una revisi�n de la conducta pasada de la propia vida.

5. La autodespreciaci�n es a menudo el lenguaje deprimido del alma, cuando es perseguido y expulsado de la sociedad.

6. Una vez m�s, cuando los males y miserias de la vida son contemplados con calma y seriedad, siendo nosotros mismos sujetos de los mismos, lo poco que hemos hecho o podemos hacer para disminuirlos tiende a la autodespreciaci�n.

IV. El cansancio de la vida del alma y su especial deseo de liberarse de su carga. En muchos casos la vida es una carga, pero es raro, sin embargo, desear deshacerse de la carga al ser liberado de la vida. Hay casos en los que parece casi natural y religioso que los hombres deseen morir, lo que parece casi m�s all� de la sospecha de mal.

1. Cuando una persona piensa que su trabajo est� hecho en esta vida y ya no puede ser de mucha utilidad.

2. Cuando un individuo se vuelve indefenso y requiere el tiempo y la atenci�n de otros para atenderlo, siente que est� estorbando y no puede compensar lo menos que le hayan hecho.

3. Cuando, por su �ntima comuni�n con lo Divino y lo celestial, el alma se siente m�s a gusto del mundo que en �l.

4. Cuando se somete, como en el caso de El�as, a la mano y voluntad de Dios. ( T. Hughes. )

La Orden del Enebro

Hace alg�n tiempo al pasar por Edimburgo notamos la procesi�n de una sociedad amiga cuyo estandarte lo declaraba perteneciente a la Orden del Enebro. Muchos de nosotros pertenecemos a ese orden, y puede resultar �til considerar el sugerente contraste que establecen estos dos textos. En uno, el profeta se hunde en la desesperaci�n; en el otro, es llevado triunfalmente al cielo. �Qu� tiene esto que ver con nosotros? Presenta de forma dram�tica la experiencia del pueblo de Dios en una �poca.

I. El marcado contraste de estos textos es digno de ser recordado en d�as de adversidad mundana. Los tiempos de infortunio y desastre inducen con frecuencia el estado de �nimo expresado en el primer texto. Habiendo sufrido el naufragio de nuestras circunstancias, planes, alegr�as y esperanzas, cortejamos la sombra del enebro y derramamos amargas lamentaciones. �Para qu� vivir? Somos fracasos, y cuanto antes nos quitemos del camino, mejor.

1. Es solo a trav�s de la disciplina que somos aptos para la glorificaci�n. �Coches de fuego, caballos de fuego, un camino m�s all� de las estrellas, diademas luminosas! somos lo suficientemente presuntuosos como para pensar que en cualquier momento estamos preparados para esto. Pero no estamos preparados. La perfecci�n que califica para los lugares altos solo se obtiene a trav�s de alguna forma de sufrimiento.

2. Solo Dios sabe cu�ndo somos aptos para la glorificaci�n. "Es suficiente; ahora, Se�or, qu�tame la vida �. �Estamos lo suficientemente seguros de esto? Cuando castiga a un ni�o, descubre que su opini�n y la suya desconf�an considerablemente de lo que es suficiente.

II. Podemos recordar el fuerte contraste de estos textos en d�as de abatimiento espiritual. Los tiempos de profunda depresi�n vienen en nuestra historia espiritual. La nueva vida de Wesley comenz� con experiencias gloriosas en Aldersgate Street, sin embargo, al cabo de un a�o de estos brillantes sentimientos, encontramos que sufri� tristes reca�das en la oscuridad y la duda; incluso escribi�: "Ahora no soy cristiano". Nos sentimos vencidos en el conflicto espiritual, perdiendo la confianza y la esperanza. Estos tristes d�as de humillaci�n y abatimiento no deben perderse para nosotros. Traen a casa la lecci�n de nuestra indignidad e impotencia personal. "No soy mejor que mis padres".

III. Es posible que recordemos el fuerte contraste de nuestros textos en d�as en que estamos decepcionados por los resultados de nuestro trabajo evang�lico. El�as estaba herido por la desesperaci�n por la causa de Dios. Las palabras desde�osas y abrasadoras de la reina malvada e iracunda lo desanimaron. Todas sus grandes esperanzas para su naci�n y raza iban a expirar en el enebro. Y muy a menudo los hombres m�s fuertes y mejores albergan recelos similares.

Sin embargo, El�as estaba equivocado. Dios obra de manera extra�a, obra en silencio, obra lentamente, pero obra con seguridad. El funeral no ser�a el de El�as. Lo �nico que debemos resolver es no razonar y cuestionar, sino seguir con confianza todas las l�neas y direcciones de Dios en la vida espiritual y la labor evang�lica.Es la moda de algunos novelistas modernos terminar sus historias de la manera m�s atea y desesperada. manera: el misterio y la lucha de la vida que terminan en dolores inconsolables, sacrificios no correspondidos, agravios no compensados, oraciones y esfuerzos sin respuesta; la moraleja palpable de tal tratamiento es que no hay ley, gobierno o prop�sito en la vida humana. Sabemos lo contrario. Creemos en el programa de Dios, tan sabio, tan verdadero, tan bueno; y en nuestros mejores momentos estamos seguros de que Su programa no puede fallar. (WL Watkinson. )

Versículo 5

Mientras yac�a y dorm�a bajo un enebro, un �ngel lo toc�.

La bondad amorosa es mejor que la vida

Tenemos, en este incidente, cuatro pensamientos del amor de Dios.

I. El amor de Dios en su constancia. Es un hecho que todos admitimos; pero que rara vez nos damos cuenta en los momentos de depresi�n y oscuridad a los que todos estamos expuestos. No es dif�cil creer que Dios nos ama, cuando vamos con la multitud a la casa de Dios, con la voz de alegr�a y alabanza, y nos paramos en el c�rculo interior iluminado por el sol; pero es dif�cil creer que �l sienta tanto amor por nosotros cuando, exiliados por nuestro pecado a la tierra del Jord�n y de los Hermonitas, nuestra alma se hunde dentro de nosotros, y lo profundo llama a lo profundo, mientras sus olas y olas surgen. alrededor.

No es dif�cil creer que Dios nos ama cuando, como El�as en Querit y en el Carmelo, cumplimos Sus mandamientos, escuchando la voz de Su palabra; pero no es tan f�cil cuando, como El�as en el desierto, yacemos varados, o, como embarcaciones sin m�stil y sin tim�n, rodamos en el seno de las olas. No es dif�cil creer en el amor de Dios cuando estamos con Pedro en el monte de la gloria y, en el arrebato del gozo, nos proponemos compartir un tabern�culo con Cristo para siempre; pero es casi imposible cuando, con el mismo Ap�stol, negamos a nuestro Maestro con juramentos, y nos averg�enza una mirada en la que los maestros del dolor nos reprochan. Sin embargo, debemos aprender a conocer y creer en la constancia del amor de Dios.

II. El amor de Dios manifestado con especial ternura a causa de un pecado especial. Donde los m�todos ordinarios no sirvan, Dios emplear� m�todos extraordinarios. Hay un ejemplo memorable de esto, que ha brindado consuelo y esperanza a multitudes que han pecado como lo hizo Pedro, y que bendecir�n a Dios para siempre por el registro de los tratos del Maestro con Su siervo ausente. El Se�or envi� un mensaje general a todos sus disc�pulos para que lo encontraran en Galilea.

Pero sinti� que Peter dif�cilmente se atrever�a a clasificarse con el resto; y entonces le envi� un mensaje especial, diciendo: "Ve y dile a mis disc�pulos ya Pedro". As� es como Jes�s trabaja todav�a en los c�rculos de sus disc�pulos.

III. El amor de Dios en su incansable cuidado. Ninguno de nosotros puede medir el poder de perseverancia en el amor de Dios. Nunca se cansa. No se desmaya ni se cansa. No falla, ni se desanima. Soporta todas las cosas; cree todas las cosas; espera todas las cosas; todo lo soporta. Se aferra a su objeto con una tenacidad divina, hasta que la oscuridad y el vagabundeo son reemplazados por la bendici�n de los d�as pasados.

Nos vela durante las horas de nuestra insensibilidad a su presencia; toc�ndonos de vez en cuando; habl�ndonos; y convoc�ndonos a levantarnos a una vida m�s noble y mejor, m�s digna de nosotros mismos, m�s glorificando a �l.

IV. El amor de Dios anticipa la necesidad venidera. Este siempre se destaca como uno de los pasajes m�s maravillosos de la historia del profeta. Podemos entender que Dios le dio, en lugar de un largo discurso, una buena comida y un buen sue�o, como el mejor medio de reclutar sus poderes gastados. Esto es lo que deber�amos haber esperado de Aquel que conoce nuestro cuerpo y recuerda que somos polvo, y que se compadece de nosotros como un padre se compadece de sus hijos.

Pero es muy maravilloso que Dios provea a su siervo para el largo viaje que ten�a por delante: �Lev�ntate y come; porque el viaje es demasiado grande para ti ". ( FB Meyer, BA )

Versículo 7

Lev�ntate y come, porque el viaje es demasiado largo para ti.

El ni�o cansado

1. Ahora, �qu� es todo esto sino el Se�or amamantando a Su propio hijo? El�as ha llegado a una de esas crisis que ocurren en la vida de cada uno, cuando necesita atenci�n y tratamiento especiales; y el Padre que est� en los cielos los da. �l les est� dando, sin embargo, la verdad, que en la etapa de nuestro texto es la condici�n corporal de El�as con lo que el Se�or est� tratando, y nada m�s alto o m�s.

Era principalmente esto lo que estaba mal en ese momento, y es por lo tanto que el Se�or procede en primer lugar a corregirlo. Pero mientras que el texto nos habla as� de la piedad de Dios y nos dice cu�n amplio y meditabundo es, el texto tambi�n nos indica m�todos sabios para tratar con nosotros mismos en circunstancias similares. El Gran M�dico bien puede dejar algo de nuestras restauraciones para que se realicen mediante autotratamiento cuando haya indicado el curso que debe seguir ese tratamiento.

Ahora bien, el cuerpo tiene su propia parte, y no peque�a, incluso en nuestra historia espiritual. Nuestro abatimiento y melancol�a, nuestra propia incredulidad, con frecuencia no tienen una fuente m�s alta o m�s misteriosa que la perturbaci�n de esta m�quina material de nervios y m�sculos a trav�s de la cual el esp�ritu se ocupa del mundo exterior. Por el bien de nuestras almas mismas, por lo tanto, aquellas condiciones corporales que infelizmente responden al esp�ritu, deben ser prevenidas o removidas cuando sean evitables o removibles. El abatimiento no es una virtud, sino una debilidad y una humillaci�n.

2. Cuando el Se�or estaba consolando a El�as en ese lugar solitario, un d�a de viaje al sur de Beersheba, se estaba tramitando all� una par�bola viviente de cosas que se encuentran dentro de la esfera superior de la experiencia puramente espiritual. Cada cristiano de nosotros tiene su viaje por delante. Cada cristiano de nosotros tiene su cansancio no muy lejos dentro de �l. Cada cristiano de nosotros tiene la provisi�n de su Se�or en su almohada, con el bondadoso llamado: "Lev�ntate y come, porque el viaje es demasiado largo para ti". El Se�or sabe muy bien lo grande que es, y sabe muy bien lo grande que es nuestro cansancio en cualquier momento.

3. Est�s pensando en temporadas de reclutamiento espiritual m�s especiales a�n que cualquiera de las que he mencionado. Transcurre un intervalo m�s, y se proponen nuevamente sentarse juntos para conmemorar el logro, con sangre de sacrificio, del viaje m�s maravilloso que jam�s haya recorrido el pie humano en este mundo tan recorrido. Porque, para ser como nosotros, para comprendernos y salvarnos, �l tambi�n tendr�a Su camino mortal; y era "grandioso", ya menudo estaba cansado y, a menudo, se sent�a renovado. Con pensamientos de ese viaje llenando Su propio coraz�n, y deseando que ellos llenen el tuyo, �l te est� convocando nuevamente para que te sientes contigo mismo y alimentes tus flaqueantes gracias con una comuni�n m�s conmovedora con �l mismo, sobre los emblemas del amor que te ha hecho para ser Suyo. ( JA Kerr Bain, MA )

El cansancio del coraz�n en el camino de la vida

1. La primera observaci�n que quisiera hacer sobre este cansancio del coraz�n en el camino de la vida es que no significa necesariamente un alejamiento de Dios. De hecho, es cierto que la vida se vuelve naturalmente "plana, rancia y sin provecho" para los mundanos saciados. Pero tambi�n es cierto que los estados de �nimo de depresi�n y abatimiento llegan incluso a las almas m�s piadosas y, a veces, incluso se asocian con un dolor que nace de la simpat�a por la mente de Dios.

2. La segunda observaci�n que har�a con respecto a esta fatiga espiritual es que a menudo se debe, en gran medida, a causas f�sicas. Y este hecho deber�a ense�arnos dos lecciones. La primera es una lecci�n de tolerancia compasiva. Los j�venes deben tener en cuenta a los ancianos y los fuertes a los d�biles. Y la segunda lecci�n es de prudencia f�sica. Dado que la conexi�n entre el cuerpo y el esp�ritu es tan estrecha y sutil, es nuestro deber mantener nuestros cuerpos lo m�s sanos posible. Las leyes de la salud son las leyes de Dios.

3. Debemos acoger y aprovechar esos mensajeros que Dios env�a para revivirnos y ayudarnos en el camino de la vida. Pero hay otros mensajeros y ministerios, m�s hogare�os y familiares, que pueden ser incluso como �ngeles de Dios para ayudarnos cuando nuestros corazones est�n desgastados y cansados. A veces, las palabras de un himno conocido, cantado en la casa de oraci�n, alegrar�n nuestros �nimos deca�dos y dar�n nueva vida a nuestros pasos.

Tambi�n hay placeres de la literatura en general que no deben despreciarse; muchos ancianos y muchos inv�lidos podr�an decirnos que sus libros hacen mucho para aliviarles el peso de sus enfermedades. La m�sica tambi�n da su propio refresco peculiar. La ciencia, la poes�a, el arte, el humor y la relajaci�n que brindan los placeres simples e inocentes: �por qu� deber�amos despreciar cosas como �stas en su verdadero y debido lugar? El amor es un gran refrescante para la vida humana. Mientras seamos realmente �tiles y �tiles para aquellos a quienes amamos, la vida no puede perder por completo su entusiasmo.

4. Observo que Dios nos ha provisto milagrosamente a todos un alimento especial para el sustento y el refrigerio de nuestras almas. Cristo es "el pan de vida que descendi� del cielo". ( T. Campbell Finlayson, DD )

�rboles de enebro

En experiencias de cansancio y des�nimo y momentos de desesperaci�n, cuando nos parece que no servimos de nada en el mundo, y que no hacemos nada en el mundo, o que solo cometemos errores y da�amos al mundo, llega el enebro y el Angel; Dios pone lugares de descanso en nuestras vidas; Dios nos da la comida de los �ngeles y nos dice que con la fuerza de esa comida debemos levantarnos y emprender nuestro viaje. Quiero que mires conmigo por unos momentos esta ma�ana en algunos de estos lugares de descanso, algunos de estos enebros de la vida.

1. Y primero puse el sue�o, porque Dios lo puso primero. Cuando El�as estaba cansado, desesperado y desanimado, Dios lo puso a dormir. A veces, el servicio m�s religioso que un hombre puede prestarse a s� mismo o al mundo es irse a dormir. �Pero cu�ntas personas ocupadas piensan que realmente el tiempo que pasan durmiendo es una p�rdida! Lamentan todo el tiempo que pasan durmiendo. Pero el Se�or Dios nos hizo de tal manera que necesitamos dormir un tercio de nuestro tiempo.

Y sab�a de qu� se trataba. Gracias a Dios por dormir, eso es en s� mismo un s�mbolo de muerte; �Duerme, esa es la promesa de un nuevo despertar, y as� nos da la sugerencia de ese gran despertar cuando nos levantaremos renovados y vigorizados para el d�a eterno! El padre toma al ni�o cansado en sus brazos y lo mece en la inconsciencia de todo el pecado, la tristeza, el cansancio y la carga de la vida. �No lo considere una p�rdida de tiempo! �No lo veas como algo perdido en la vida! T�malo como Dios quiere que lo hagamos, como el gran regalo de Dios.

2. Junto a dormir, pongo la diversi�n como uno de los enebros de Dios y como parte de la comida angelical de Dios. Recuerda las tres cosas que dice el Libro de Proverbios sobre la alegr�a, que es la forma m�s ligera de diversi�n: primero, que un coraz�n alegre es una fiesta continua; segundo, que un coraz�n alegre alegra el rostro; y, en tercer lugar, que un coraz�n alegre hace bien como una medicina. El coraz�n alegre alegra al coraz�n y as� hace que el rostro sea radiante y, debido a que el rostro es radiante, el alma alegre imparte resplandor a los dem�s.

La alegr�a, la diversi�n, la risa, simplemente pasar un buen rato, es uno de los �rboles de enebro de Dios que �l planta para nosotros, y cuando estamos desanimados y angustiados, �l quiere decir que lo aprovecharemos.

3. La casa es uno de los enebros de Dios. Todos somos conscientes, estoy seguro, de que la esfera de la mujer, sea lo que sea ese globo flexible, se hace cada vez m�s grande; las mujeres se dedican a todo tipo de actividades industriales y les dan a los hombres un trabajo bastante duro por medio de la competencia; en todo tipo de actividades caritativas, que los hombres est�n dispuestos a dejar en manos de las mujeres. Ahora, en general, este es un avance distintivo: la vida m�s amplia de la mujer es algo para ser bienvenido y por lo que se debe regocijar; y sin embargo, como todo crecimiento creciente, tambi�n tiene sus peligros. A veces amenaza con perjudicar la utilidad del hogar. En el orden divino, los hombres son los soldados; la batalla de la vida debe ser realizada por los hombres.

4. La Iglesia debe ser enebro y lugar de reposo. El Dr. Parkhurst ha dicho: "La Iglesia no es el campo del ministro, sino la fuerza del ministro". La Iglesia no debe ser simplemente una Iglesia en funcionamiento, sino tambi�n una Iglesia que da descanso; y cuando los hombres y las mujeres vengan a la Iglesia, deber�an poder encontrar all� el alimento de los �ngeles, un verdadero descanso, alguna inspiraci�n que los devuelva a la vida con nuevo vigor para sus nuevos trabajos. Las campanadas del s�bado no suenan con una canci�n m�s dulce que esta: "�Venid a m� y descansa!"

5. Y luego est� la hora tranquila. En Wellesley College, en Massachusetts, una universidad para mujeres j�venes, hay veinte minutos reservados todos los d�as para una hora tranquila. Durante esos veinte minutos se espera que todas las j�venes est�n en su habitaci�n; no debe haber paso por los pasillos; no debe haber vida de conversaci�n, ni risa. Lo que hace la joven en su habitaci�n es entre ella, su propia conciencia y su Dios.

Puede leer, puede estudiar, puede orar, puede pensar, puede hacer lo que quiera; s�lo que no debe molestar a otros alumnos en otras habitaciones. Durante veinte minutos un momento de tranquilidad. Deber�amos tener nuestra hora tranquila; al menos, diremos, nuestro tranquilo cuarto de hora. ( Lyman Abbott, DD )

El viaje es demasiado grande para ti. -

El viaje de la vida

Con respecto al viaje de la vida, Dios dice: "Es demasiado grande para ti". Est� m�s all� de tus poderes naturales. Necesitas una fuerza sobrenatural que te permita lograrlo. Los hombres tardan en admitir su debilidad, especialmente cuando son j�venes e inexpertos. Est�n llenos de valor y no les aterroriza ni el desierto ni la monta�a. Es bueno comenzar la vida con este elevado esp�ritu. Todo joven necesita un poco de disposici�n temeraria para distinguirse.

El coraje es una cualidad magn�fica. Pero los hombres siempre son castigados por la experiencia. M�s de un escalador alpino ha comenzado a escalar una alta monta�a con una confianza sublime en su habilidad de pie y en su capacidad de resistencia. Pero cuando lleg� a cierta altura, se le fallaron los nervios. El viaje fue demasiado grande para �l. El texto ha sido ilustrado por diez mil hombres. Livingstone se consagr� a la exploraci�n africana.

Realiz� dos viajes, pero el tercero fue demasiado grande para �l. Su salud fall�. Dos de sus sirvientes lo abandonaron y se llevaron su botiqu�n. "Nunca so��", escribi�, "que deber�a perder mi preciosa quinina". Una de las �ltimas anotaciones de su diario fue: �Estoy p�lido, sin sangre y d�bil de sangrar profusamente desde el 31 de marzo pasado. Una arteria desprende un torrente copioso y me quita las fuerzas; �Oh, cu�nto anhelo que el Poder Supremo me permita terminar mi trabajo! " Cuando ya no pudo trabajar, lo llevaron sobre un marco de madera con un poco de pasto y una manta encima.

Y cuando pudo soportar que no lo llevaran m�s lejos, sus fieles sirvientes le construyeron una peque�a caba�a, y en esa tosca estructura muri�. Fue un gran viajero. Contribuy� mucho a nuestro conocimiento de �frica Central. Las razas de color le deben una gran deuda de gratitud. Fue uno de los cristianos m�s valientes. Pero el viaje de exploraci�n africana fue demasiado grande para �l. La exploraci�n del �rtico, una vez m�s, ha fascinado intensamente a los navegantes, los exploradores mar�timos y los cient�ficos.

Nos faltar�a tiempo para hablar de todos los valientes, desde Frobisher hasta Franklin, y desde Franklin hasta el teniente Greeley, que han penetrado en las regiones de hielo. Algunos han regresado para contar la historia de su experiencia, y otros han muerto congelados. Pero no han logrado llegar al Polo Norte. A�n queda el secreto para tentar el hero�smo de los hombres del futuro. Para los navegantes de todas las naciones, el viaje de exploraci�n del �rtico ha sido demasiado grande.

En 1870, el fallecido Napole�n de Francia declar� la guerra a Guillermo de Alemania. Alemania estaba unida y, bajo el liderazgo de la Prusia protestante, estaba destinada a cambiar el equilibrio de poder en Europa. Napole�n tuvo miedo y decidi� luchar con la esperanza de conquistar y retener el liderazgo de Europa �l mismo. Sin embargo, el problema demostr� que lamentablemente hab�a calculado mal su fuerza. En pocas semanas tuvo que depositar su espada a los pies del emperador alem�n. El viaje de la guerra agresiva fue demasiado grande para �l.

1. Toma la vida cristiana. Durante los �ltimos diez a�os ha habido un avivamiento de la evangelizaci�n. Mediante una variedad de m�todos se ha llegado a los imp�os y se ha tra�do a miles a la Iglesia. Me regocijo en este hecho con todo mi coraz�n. Pero las iglesias no se han visto fortalecidas por estas adhesiones como algunos de nosotros esper�bamos. Las misiones populares atraen a los miembros m�s d�biles de la comunidad.

Estas personas son d�biles en temperamento original, y algunas de ellas se han debilitado por completo a causa de los malos h�bitos que han seguido. El camino de la vida cristiana es demasiado grande para las personas que persiguen h�bitos como estos.

2. Lleva la vida ministerial. Aqu� hay un ministro. Ingres� a la profesi�n sagrada cuando a�n era joven. Ten�a un agudo sentido de la responsabilidad y era muy susceptible con respecto a la disciplina externa; y estas dos cosas lo mantuvieron bien durante diez o quince a�os. Despu�s de eso, permiti� que su vida espiritual decayera, y luego su debilidad constitucional comenz� a manifestarse. Una tendencia intelectual lo llev� por mal camino. Al final renunci� al ministerio. Mir� hacia atr�s desde el arado del Evangelio, y desde entonces no ha sido apto para el reino de Dios. El camino de la vida ministerial fue demasiado grande para �l.

3. Tome el entusiasta. Es optimista con respecto a todo lo fresco. Si se inicia alguna nueva forma de actividad religiosa, se siente fascinado por ella de inmediato. Pero despu�s de un tiempo pierde su inter�s en �l. El viaje de una devoci�n cristiana ininterrumpida es demasiado grande para el entusiasta espasm�dico.

4. Tome la vida cristiana pr�ctica. El esfuerzo individual tiene un descuento. El esfuerzo organizado est� a la orden del d�a. Los hombres tienen la noci�n de que pueden hacer muy poco a menos que act�en en una multitud y hagan una exhibici�n. Alg�n d�a habr� una reacci�n a favor de modos de servicio tranquilos, instructivos e individuales, y cuanto antes, mejor. Pero no debemos esperar las condiciones ideales para cumplir con nuestro deber.

Los hombres se asociar�n y debemos aprender a actuar en asociaci�n. Tenemos una multiplicidad de organizaciones y debemos ayudar a trabajarlas. El temperamento de la �poca es pr�ctico y debemos simpatizar con �l. Debemos servir a Cristo en las formas y h�bitos sociales de la generaci�n. Lo haremos con alg�n sacrificio de nuestros puntos de vista y sentimientos, pero debemos soportarlo por amor a Cristo. ( T. Allen. )

La consideraci�n de Dios por nuestra fragilidad

Los conductores descuidados y crueles a menudo cargan sus caballos m�s all� de sus fuerzas, y la pobre criatura tira y tira hasta caer. Los ingenieros audaces y tontos ejercer�n demasiada presi�n sobre sus calderas o intentar�n forzar m�s potencia de un motor de la que puede proporcionar. Pero nuestro Maestro garantiza que las tareas se equilibrar�n con la fuerza precisa que poseemos. �l conoce nuestro cuerpo: Recuerda que somos polvo. �l conoce la presi�n exacta que podemos soportar. �l conoce la m�xima carga que podemos levantar. �l es un Creador fiel, porque es un Sustentador constante. ( Ayuda para los oradores ) .

Versículo 8

Y fue con la fuerza de esa comida cuarenta d�as.

La comida de El�as

I. La comida del profeta.

1. La fiesta sacramental es igualmente sencilla y sencilla.

2. Sin embargo, �es esta una comida misteriosa?

II. La peculiar indignidad del profeta en esta ocasi�n.

1. � La Cena del Se�or es una comida preparada para los pecadores!

2. Es cierto que deben ser pecadores arrepentidos y con el coraz�n quebrantado.

3. Es para los siervos de Jes�s cansados, agobiados y atribulados.

III. El gran beneficio que obtuvo el profeta de esta comida, aunque era tan indigno.

1. Los beneficios espirituales no est�n necesariamente tan ligados a la fiesta cristiana. ( F. Close, MA )

Pensamiento sobre la vida

Este incidente sugiere tres cosas.

I. Una posibilidad indeseable en la vida humana. El hecho de que un hombre haya vivido cuarenta d�as y cuarenta noches sin comer, ciertamente nos impresiona con la posibilidad de que se le mantenga en la existencia sin comida para siempre. La posibilidad es obvia. Pero un estado as� ser�a claramente muy indeseable. Si los hombres continuaran aqu� sin comida, se producir�a una inactividad desastrosa. La falta de comida mantiene al mundo en acci�n, mantiene en funcionamiento los miembros y las facultades de los hombres. �Qu� ser�a de la vida sin acci�n? una cosa d�bil y sin valor.

II. El elemento de apoyo de toda la vida. �Qu� fue lo que mantuvo vivo a El�as sin comida? La voluntad de Dios, nada m�s; y esto es lo que sustenta todas las existencias creadas en todo momento. "El hombre no puede vivir solo de pan". La voluntad de Dios puede matar de hambre a los hombres con pan y sostenerlos sin �l. Es �l, no las sustancias materiales, ni la comida, quien sustenta la vida. Puede hacerlo con medios o sin medios, seg�n le plazca. No confiemos en los medios ni en las causas secundarias, sino en Aquel que es la �Fuente de la vida�.

III. El cuidado divino de una vida piadosa. Que Dios cuide a su pueblo individualmente es

(1) De acuerdo con la raz�n;

(2) ense�ado por las Escrituras;

(3) atestiguado por la experiencia del bien. ( Homilista. )

Versículos 9-12

Y lleg� all� a una cueva.

Dios manifest�ndose al hombre

Podemos aprender tres cosas del pasaje que tenemos ante nosotros.

I. Dios investiga los motivos que gobiernan la conducta humana. "Vino a �l palabra de Jehov�, y le dijo: �Qu� haces aqu�, El�as?"

1. Cuando Dios investiga los motivos que gobiernan la conducta humana, se acerca al hombre. �Vino palabra de Jehov� a El�as�.

2. Cuando Dios investiga los motivos que gobiernan la conducta humana, interroga al hombre. "�Qu� haces aqu�, El�as?"

(1) La vida es estado de servidumbre. "�Qu� haces?" El hombre debe servir.

(2) La vida requiere un servicio personal. "�Qu� haces?"

(3) La vida contiene esferas especiales de servicio. "�Qu� haces aqu�?"

II. La conducta humana se ve afectada por la vida religiosa de la comunidad. Tres cosas afectaron la conducta de El�as.

1. El pacto de Dios hab�a sido abandonado.

2. Los altares de Dios hab�an sido destruidos.

3. Los siervos de Dios hab�an sido muertos.

III. Dios controla la conducta humana por medio de las agencias m�s amables.

1. Los grandes logros se logran en la naturaleza mediante agencias amables.

2. Los grandes logros se logran en gracia por agencias amables.

(1) Dios obra sobre el entendimiento por medio de agentes amables. El Evangelio es �una voz apacible y delicada; pero el poder de Dios para salvaci�n a todos �, etc.

(2) Dios somete la voluntad intranquila por medio de agentes suaves. La vida de Cristo fue "una voz suave y apacible". Y Cristo dijo: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, lo har�", etc.

(3) Dios renueva el coraz�n contaminado por agentes amables. El Esp�ritu Santo es "una voz suave y apacible". ( Analista del predicador ) .

�Qu� haces aqu�, El�as? -

La responsabilidad del hombre como agente

El pensamiento maestro contenido en esta pregunta parece ser responsabilidad del hombre. "�Qu� haces aqu�?" Yo soy tu Se�or y Maestro; no tienes ning�n derecho aqu� sin consultarme. Exijo raz�n para tu conducta.

I. El hecho de que el hombre tiene todas las condiciones primarias de responsabilidad. Se plante� la pregunta: �Qu� debe poseer cualquier criatura para que sea responsable ante Dios por sus acciones? Nuestra respuesta ser�a una triple capacidad: la capacidad de comprender, obedecer y transgredir la voluntad divina. Si una criatura no tiene el primero: el poder de comprender lo que su Hacedor requiere de �l, no podr�a ser considerado responsable en equidad por no rendirlo.

II. Ese hombre tiene una profunda conciencia de su responsabilidad.

III. Al hecho de que la sociedad trata en todas partes con los hombres como responsables. Una locomotora lanza su aplastante peso sobre un hombre y lo mata; una ola choca contra una fr�gil barca y entierra a todos a bordo en el inmenso abismo; o una bestia salvaje despedaza a un ser humano; �Tiene la sociedad los mismos sentimientos hacia ese motor, esa furiosa ola o bestia, que hacia ese hombre que acaba de asesinar a su hermano? No, hay en el �ltimo caso, como en ninguno de los dem�s, denuncia popular y venganza. Se siente que se ha ultrajado a la justicia y que el destructor debe ser tratado como un criminal. Todos los arreglos de la sociedad se basan en el principio de que sus miembros son responsables.

IV. Al hecho de que la Biblia lo ense�a en todas partes. Est� impl�cito en todos sus llamamientos a los indecisos. �Escoged hoy a qui�n sirv�is�. Est� impl�cito en sus acusaciones contra el pecador. "No quer�is venir a m� para que teng�is vida". Est� impl�cito en su representaci�n del d�a del juicio. �Dios traer� a juicio toda palabra ociosa�. �No se enga�en, no se burlan de Dios; Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar� �. De hecho, la misma existencia de la Biblia lo implica. ( Homilista. )

Una pregunta de dios

Podemos considerar esta pregunta como dirigida a los siguientes casos:

I. Al enga�ador en la cueva de la hipocres�a. Dios le pregunta al enga�ador en la cueva de la hipocres�a: "�Qu� haces aqu�?" Enga�ar, dices, enga�ar y ser enga�ado, �enga�ar a qui�n? No es un diablo; porque todo diablo que conoce al hip�crita, sabe que es un hip�crita. �Qui�n? No es un �ngel; porque todo �ngel que conoce al enga�ador, sabe que es un enga�ador. No el Esp�ritu Santo; porque lucha con el hombre incluso en esta su hipocres�a.

No el Salvador; porque El escudri�a el coraz�n. No el Padre de los esp�ritus; porque incluso ha conocido de antemano la carrera del hip�crita. Enga�ando, dices, �por cu�nto tiempo? Como mucho, solo durante unos breves a�os, �y luego la revelaci�n! Enga�ando, �y para qu�? �Qu� provecho hay del enga�o y la hipocres�a? El hombre que dice abiertamente: "Soy ateo, soy de�sta, soy esc�ptico, no tengo religi�n", es mucho mejor que el que, con incredulidad de coraz�n, hace una profesi�n de cristianismo. . "�Qu� haces aqu�?" dice Dios al enga�ador en la cueva de la hipocres�a.

II. Dios dirige esta pregunta al pecador notable en la cueva del supuesto secreto. Pocos transgresores notables pecan abiertamente. Hay algo malo en el pecado. Ves a los hombres colarse en los lugares predilectos del vicio. Van cuando creen que la oscuridad los cubre. �Aqu�! Dios dice, �aqu�! �Y tu marido! �Aqu�! Dios dice, en el umbral de estos lugares, �y t� un padre! �Aqu�! Dios dice, �y t� te comprometiste con la virtud impoluta y con el amor desprevenido! �Aqu�! arriesgando el dinero que un padre diligente y cuidadoso le ha proporcionado! �Aqu�! gastando el patrimonio que te ha dejado una madre devota y amorosa! �Aqu�! Hombres y hermanos, ustedes hablan de secreto, no existe el secreto.

Nunca lo ha sido; y nunca podr� ser. El pecador notable en la cueva de su supuesto secreto es reconocido por Dios, quien lo llama y habla de �l por su nombre. "�Qu� haces aqu�, El�as?"

III. "�Qu� haces aqu�?" Dios le dice al pecador arrepentido en la cueva de la desesperaci�n. �Qu� est�s haciendo? La desesperaci�n no puede asegurar el perd�n. La desesperaci�n no puede traer paz. La desesperaci�n no puede purificar el coraz�n. La desesperaci�n no rezar�. La desesperaci�n no puede encontrar ninguna promesa. Y, lo que es m�s, la desesperaci�n, en el coraz�n de un pecador arrepentido, no tiene ni garant�a ni justificaci�n.

IV. "�Qu� haces aqu�?" Dios le dice al hombre convertido en la cueva de la no confesi�n. Aqu� hay un hombre que sigue el consejo de los imp�os; un hombre que se interpone en el camino de los pecadores; un hombre sentado en el asiento de los desde�osos. Se convierte, pero est� en yugo con los incr�dulos; est� conectado con la injusticia, con la injusticia en sus negocios, con la injusticia en sus recreaciones, con la injusticia en sus conexiones y amistades. Y Dios le dijo: �Sal de en medio de ellos, y apartaos, y no toqu�is lo inmundo�.

V. A los piadosos, en la cueva de la jubilaci�n lujosa y la reclusi�n f�cil, Dios se dirige a la misma pregunta.

VI. Tambi�n habla a los piadosos en la cueva de la misantrop�a y el disgusto. Hay una cueva de Adullam, un antiguo centro tur�stico para personas religiosas, y se ha mantenido bien. Hay tal cueva cerca de cada Iglesia de Dios; y all� han acudido constantemente los contentos consigo mismos y los descontentos con todos los dem�s. ( S. Mart�n. )

Un llamado al autoconocimiento

Todo marinero sabio quiere saber en el mar d�nde est� su barco, cu�l es su longitud y latitud. Hace a�os, cuando estaba cruzando el Oc�ano Atl�ntico, tuvimos una larga racha de mal tiempo con niebla. Durante varios d�as y noches no se hab�an visto ni el sol ni las estrellas. Hab�amos navegado por estima y no sab�amos d�nde est�bamos exactamente. Una noche, mientras estaba en cubierta, hubo una grieta repentina en las nubes y la Estrella Polar brill�.

Se envi� la palabra ai; una vez al capit�n, y recuerdo c�mo el capit�n se puso al otro lado de la br�jula y tom� una observaci�n de esa estrella, porque quer�a saber exactamente d�nde estaba. Todo sabio quiere saber d�nde se encuentra f�sicamente, si tiene un coraz�n sano y unos pulmones sanos. Puede descubrir que su condici�n f�sica no es tan buena como esperaba, pero si su condici�n f�sica es mala, quiere saberlo, para poder protegerse de los peligros en los que podr�a sumergirse.

Muchos hombres yacen en la tumba esta noche porque ten�an un coraz�n d�bil y no lo sab�an. Es muy importante en todos los asuntos de este mundo, que sepamos exactamente d�nde estamos, pero es infinitamente m�s importante que sepamos d�nde estamos en los asuntos de la eternidad. ( Thomas Spurgeon. )

Elijah en la cueva

Esta extra�a narraci�n sirve para ilustrar las siguientes cosas:

I. La falibilidad de un santo eminente. Sin duda, El�as fue un santo eminente. Sus ense�anzas, milagros, oraciones y el testimonio de la palabra de Dios lo demuestran. Pero no era perfecto, y el hecho de haber huido a la cueva lo demuestra. �Por qu� se retir� a la soledad?

1. La falta de �xito. No somos jueces del �xito. El �xito tampoco es la regla de vida correcta.

2. La corrupci�n de su �poca. La misma raz�n por la que �l, entre todos los hombres, deber�a estar en la vida p�blica.

3. El miedo a la persecuci�n.

II. La minuciosidad de la providencia de Dios. Dios sab�a d�nde estaba.

1. Dios sabe todo sobre el hombre individual. Jacob en Betel, Jon�s en el mar, Mois�s en Madi�n, Juan en Patmos y ahora El�as en la cueva.

2. Dios exige del hombre individual una cuenta de s� mismo. "�Qu� haces aqu�?"

(1) Eres un ser razonable y debes tener razones para tu conducta. �Qu� son?

(2) Eres un ser moral y eres responsable ante M� de tu conducta. La Providencia tiene que ver tanto con lo m�s diminuto como con lo m�s vasto.

III. El orden del procedimiento Divino. Esta terrible manifestaci�n fue lo primero. Luego vino la "voz suave y apacible".

1. Este es un tipo de las dispensaciones de Dios con la raza en general. Primero vino lo terrible y luego lo m�s pac�fico. El juda�smo es lo terrible, el cristianismo lo suave. "No hab�is venido al monte que puede ser tocado", etc.

2. Este es un tipo del trato de Dios con su pueblo individualmente. Primero debe venir la tormenta, el terremoto y el fuego de la convicci�n moral; y luego la "voz suave y apacible", etc.

IV. La fuerza de la agencia pac�fica.

1. El Pac�fico es m�s manifiestamente Divino. �El Se�or no estaba en el viento�, etc. Pero �l estaba en la �voz apacible y delicada�. Dios es un "Dios de paz". La naturaleza muestra esto. Las tormentas son excepciones. La historia de Cristo muestra esto. ��l no hizo que se oyera su voz�, etc. La influencia de su evangelio muestra esto.

2. El pac�fico es moralmente m�s eficaz. Ni los truenos de la ley civil ni las fulminaciones de un declamador desalmado pueden tocar el alma. Nada puede viajar a su asiento excepto el dulce mensaje de la verdad en el amor. "Tu mansedumbre me ha engrandecido". ( Homilista. )

Versículo 10

He estado muy celoso del Se�or Dios de los ej�rcitos.

Impaciencia de los resultados

En momentos de depresi�n, los m�s sabios pueden caer en ella, pero sin embargo es un error, como sugieren las siguientes observaciones del Dr. Storrs: �Todav�a no veo la catedral, cuando entro en el confuso patio de la cantera y veo all� las piedras a medio labrar, los toscos bloques que poco a poco se van a adornar con capiteles. Pero cuando por fin se terminan en forma y se juntan, el edificio poderoso se eleva en el aire, un salmo perdurable en la roca.

Todav�a no veo la imagen, cuando miro la paleta, con sus manchas y manchas y grumos de color. Poco a poco, cuando el h�bil pincel del pintor ha distribuido esos colores, veo la radiante belleza de la Virgen, el patetismo de la Magdalena. Todav�a no veo el reino perfecto de Dios sobre la tierra, pero veo los colores que se van a mezclar en �l. Veo la roca ya medio cincelada de la que ser� labrada, y no me voy a desanimar ahora, cuando ya se ha logrado tanto ".

Yo, incluso yo solo, me quedo . -

La cura de Dios para la depresi�n

As� fue como Dios anim� a un trabajador valiente en su momento de depresi�n. Los signos del tiempo eran ominosos. Acab se sent� en el trono, con una reina poderosa y sin escr�pulos a su lado. Un tribunal corrupto hab�a producido una naci�n corrupta. Israel hab�a negado su alta y singular elecci�n, y hab�a alardeado de su infidelidad ante el cielo. No es de extra�ar que el profeta busque el fin de su pat�tico y aparentemente ineficaz ministerio.

"Yo, incluso s�lo yo, me quedo". Pero estaba equivocado. Hab�a m�s bondad en la naci�n de la que �l percib�a. La respuesta de Dios fue: "Me he dejado siete mil en Israel". Una palabra necesaria para esto funcion� en todas las �pocas, quiz�s nunca m�s necesaria que hoy. �sta es una gran �poca para la publicidad. Nuestro trabajo se realiza en la plataforma como nunca antes. En pol�tica, en reforma social, en filantrop�a, estimamos nuestra fuerza por el n�mero que se une a nuestras procesiones y asiste a nuestras manifestaciones.

Dif�cilmente se puede decir de la religi�n organizada: "No llora, ni alza, ni hace o�r su voz en la calle". Pero no imaginemos que la religi�n espiritual se limita a lo que se exhibe ante el ojo p�blico, ni tratemos de estimar el progreso cristiano mediante un censo de la Iglesia. La obra de Dios prosigue cuando el profeta deja de predicar y se retira del mundo en un profundo abatimiento.

�Me dej� siete mil�. Frente a todo el esc�ndalo que deshonr� a Italia y a la Iglesia en el siglo XV, Savonarola a�n pod�a se�alar un testimonio vivo del poder divino que se pod�a ver constantemente en la vida de los humildes disc�pulos. Contempor�neo de nuestra Restauraci�n inglesa, con todas sus abominaciones, encontramos a Herbert, Vaughan, Crashaw, Milton y algunos de los cantantes espirituales m�s dulces que Dios le ha dado a nuestra naci�n.

Es f�cil ver el poder de los baales en Inglaterra hoy en d�a: la negaci�n pr�ctica de Dios que se encuentra en los lugares altos; la corrupci�n y el fraude que de vez en cuando manifiestan su arraigado poder en el mundo comercial; el ego�smo, la crueldad de muchos de nuestros placeres y b�squedas; la timidez, el compromiso injusto, las inconsistencias de las iglesias y los feligreses. Estas cosas, por desgracia, son muy obvias.

�Entonces que! Dios preserva su remanente y nunca olvida a los siete mil. La virtud no es tan sensacional como el vicio, ni atrae la misma atenci�n, pero es m�s fuerte y sustancial. Londres no deber�a ser juzgado por Piccadilly por la noche. Fuera de la vista del visitante casual, se encuentra la pureza y la paz de miles de hogares donde los padres viven y oran, y donde los hermanos y hermanas aprenden el gozo de la ayuda mutua.

La bondad aparece en lugares inesperados. Animado por esto, cada alma debe volver al deber del momento. "Ve por tu camino". Los siete mil pertenecen a Dios, el deber nos pertenece a nosotros. En presencia de los poderosos baales, puedo cumplir con el deber que tengo a mi lado. Puede que no seamos capaces de hacer a�icos el �dolo en el Senado o en el mercado, pero ahora podemos hacer a�icos su poder dentro de nuestras propias vidas.

No obstante, recuerde que nuestra propia lealtad a Dios ayudar� a otros, aunque no seamos conscientes de ello. Siete mil corazones fueron alentados por esa valiente posici�n sobre el Carmelo, pero El�as no sab�a nada de eso. Nuestras ciudades extraen hoy con frecuencia su agua de lagos distantes. En profundos canales subterr�neos se transporta la preciosa corriente para subir a nuestros hogares. El�as se concibi� a s� mismo como un lago solitario �en relieve entre las colinas.

Pero de �l proced�an corrientes de aguas vivas que limpiaban y refrescaban los corazones humanos en lugares distantes. La lealtad a Dios no cesa en s� misma; encuentra un aliado indestructible dentro de cada alma. Una defensa valiente de lo correcto lleva a menudo a la decisi�n a quienes se titubean entre dos opiniones, mientras que reprende a los malos y anima a los buenos. ( Trevor H. Davies. )

La fuerza y ??la debilidad de la simpat�a humana.

Esta fue la hora m�s oscura en la historia del profeta, y esta es una triste revelaci�n de la debilidad que se encuentra en un personaje que posee tantos elementos de fuerza. Hay dos verdades que nos proponemos ilustrar aqu�.

I. La bienaventuranza de la simpat�a humana. Dios no ha dise�ado que vivamos solos. Re�ne a los hombres en familias. �l re�ne a su pueblo en iglesias para que puedan permitirse ayuda mutua, tomar sus respectivas partes en una obra com�n y compartir juntos una recompensa com�n. �l requiere que todos seamos eslabones en esta gran cadena de amor, a�adi�ndole algo de fuerza y, sin embargo, recibiendo fuerza de ella a nuestro turno.

II. Los l�mites de la simpat�a humana. Aunque su poder para ayudar y consolar sea grande, su influencia tiene l�mites. Es solo dentro de un cierto rango, y ese rango comparativamente estrecho, que puede llevar a cabo su ministerio de amor. Hay una vasta regi�n de experiencias espirituales, algunas brillantes y alegres, pero m�s de car�cter triste y sombr�o, estrechamente cercado por barreras que nunca podr� traspasar. Es enf�ticamente cierto que hay una amargura que cada coraz�n debe probar por s� mismo, y que tiene alegr�as con las que ning�n extra�o puede entrometerse.

1. M�s particularmente, observamos que las perplejidades m�s serias de la vida generalmente deben ser resueltas por nosotros mismos.

2. Una vez m�s, los conflictos m�s severos de la vida deben ser combatidos por nosotros mismos. Las tentaciones de otro hombre no son m�as, las dudas de otro hombre no son m�as, las perplejidades de otro hombre no son m�as, y por lo tanto, independientemente, debo resistir y luchar.

3. As� que con los dolores m�s pesados ??tenemos que soportar. Son aquellos que ning�n amigo, por muy querido que sea, puede comprender o compartir plenamente.

4. Por eso, en algunas de las obras m�s importantes de la vida, tenemos que estar solos. El mundo siempre ha tardado en reconocer a sus mejores benefactores, e incluso los hombres que por sus descubrimientos en la ciencia han contribuido m�s al avance de la civilizaci�n y al aumento de la riqueza, por lo general han tenido un camino solitario y penoso, a menudo peligroso. , se desconfiaba de sus ense�anzas, se describ�an sus objetivos como ut�picos, se despreciaban a s� mismos como visionarios tontos. ( JG Rogers, BA )

Solo, pero no expiado

He aqu� una valent�a real y justa. En el Museo Brit�nico vi el MS. de una carta del general Gordon a su hermana, fechada en Jartum, el 27 de febrero de 1884: �He enviado a Stewart a recorrer el r�o Nilo Blanco ya otra expedici�n para hacer retroceder a los rebeldes en el Nilo Azul. Con Stewart se ha ido Power, el c�nsul brit�nico y corresponsal del Times ; as� que me quedo solo en el vasto palacio, pero no solo, porque siento una gran confianza en la presencia de mi Salvador.

Conf�o y me mantengo en el hecho de que ni un solo gorri�n cae al suelo sin el permiso de nuestro Se�or; tambi�n que basta por el d�a es el mal. Todas las cosas son gobernadas por �l para Su gloria, y es rebeli�n murmurar contra Su voluntad �Una valent�a real surge de la unidad con Dios. �No necesitamos todos ese tipo de coraje para este nuevo a�o?

Versículos 11-21

Y �l dijo: Sal, y ponte sobre el monte delante del Se�or.

La visi�n de El�as

I. El hombre mismo. Una gran alma escarpada que se eleva por encima de los hombres de su �poca, su cabeza envuelta en las glorias del cielo. Pero aunque se destaca de la �poca en la que vive como uno de los elegidos de Dios, es un hombre con un coraz�n humano capaz de regocijarse y desanimarse incluso como los dem�s.

II. Su terrible misi�n. Ser el agente de los juicios divinos. Estaba lleno de justa indignaci�n al ver que la antigua adoraci�n de su pa�s, la confianza en el �nico Dios viviente, fue reemplazada por una religi�n que no era m�s que una forma de paganismo. Y el Dios de Israel, que era un Dios celoso, celoso de que los afectos de su pueblo se desviaran hacia otro, le dio poder al profeta para hacer la terrible obra de destrucci�n.

III. La visi�n de Dios. Cuando El�as hizo el terrible acto de sangre, la reacci�n del esp�ritu fue tan grande, el abatimiento tan abrumador, que se alegr� de alejarse de toda la sociedad y dirigirse a un lugar desierto para orar por su muerte. La ira de Elijah hab�a sido el fuego de un amor profundo y apasionado. El amor de Dios a veces se enciende en destellos de ira que hacen que la tierra misma se tambalee y se tambalee. �Qu� es la justicia de Dios sino su amor destellando en retribuci�n airada? Nunca discuta, como muchos lo hacen, que debido a que Dios es amor, no castigar� el pecado. Aprender&mdash

1. Que en las terribles crisis de la vida el hombre fiel busque alguna visi�n especial de Dios.

2. Distinguir entre el celo ciego que destruye y el celo inteligente que edifica.

3. Que si bien se usa el poder de Jehov� para aplastar el mal, la voz del amor es necesaria para edificar a los hombres en justicia. ( R. Thomas, MA )

Sobre el monte

1. El Se�or se le acerc� all� con una pregunta inquisitiva. Cada palabra le lleg� a casa con reprimenda. "�Qu� haces aqu�, El�as?" Este es el momento de actuar, la obra de reforma apenas ha comenzado; los ancianos de Israel deben ser alentados y guiados en su protesta contra la idolatr�a del Estado. Eres un hombre de acci�n; �Qu� haces t�, el campe�n del Monte Carmelo, el protagonista de esta guerra santa, t� El�as, cuyo nombre declara que el Se�or es tu Fortaleza? �Qu� haces aqu�, escondido en esta cueva l�gubre, lejos del reba�o disperso que necesita urgentemente tu cuidado vigilante? Elijah retrocede ante una respuesta directa.

El yo sigue siendo lo m�s importante en sus pensamientos, casi se jacta de su lealtad a Dios. Lamenta profundamente la infidelidad y la apostas�a de la naci�n y se queja de que su propia vida est� en peligro. Sus ojos todav�a est�n sobre s� mismo. Pero El�as est� preocupado por s� mismo y piensa que su valiente campeonato de la causa de Dios deber�a haber recibido un reconocimiento diferente. Hijo de Dios, nunca te compadezcas de ti mismo; compadecerse de los dem�s. Todo el cielo se preocupa por ti; est� mal cuidarse de uno mismo.

2. Despu�s de la pregunta inquisitiva vino una orden solemne. Dios dijo: "Sal y p�rate sobre el monte delante del Se�or".

3. Despu�s del solemne mandamiento vino una manifestaci�n Divina, una maravillosa demostraci�n de la majestad y el poder de Dios. Y en los dolores que Dios tom� con Su malhumorado siervo, moviendo toda la creaci�n, por as� decirlo, para ense�arle lecciones, aprendemos cu�n querido era El�as por Dios. La barrera del resentimiento y la autojustificaci�n desapareci�. El�as se cubri� el rostro con su manto y se present� ante el Se�or. Seguramente era una par�bola de la variedad de operaciones divinas.

Y as� como el hurac�n y el terremoto prepararon el camino, haciendo que la voz suave y apacible fuera m�s impresionante y apabullante, el ministerio de El�as hab�a hecho su trabajo. Hab�a sido enviado con hambre, fuego y espada; y ahora todo Israel estaba despierto, y estaba m�s dispuesto a escuchar la "voz apacible y delicada".

4. Pero despu�s de la manifestaci�n divina vino la comisi�n divina. Dios ten�a m�s trabajo para El�as. No deb�a dejarse de lado ni ser reemplazado. �l iba a ser fortalecido y animado por la compa��a de Eliseo; pero El�as todav�a iba a ser el siervo honrado de Dios, el mensajero escogido de Dios. De hecho, habr�a sido algo penoso que una repentina falta de fe lo hubiera descalificado para el servicio futuro. Dios todav�a ten�a confianza en El�as. ( FS Webster, MA )

Algunos errores con respecto al terremoto

El terremoto ha sacudido a la Ciudad Reina del Sur y ha dado cenizas a Charleston por su belleza.

1. Como hecho cient�fico, no hay m�s de Dios, Su sabidur�a, poder o prop�sito, que se muestra en un terremoto que en el crecimiento silencioso de la hierba en el patio de nuestra puerta; no m�s de Dios en el cicl�n que en el aliento perfumado de las flores; no m�s de Dios en la conflagraci�n encendida por el rel�mpago o el volc�n que en el resplandor del calor animal en nuestros cuerpos. El tic-tac constante, apenas audible, de un reloj revela tanto de la inteligencia y el prop�sito de su art�fice como lo hace el sonido del reloj en la campana del campanario; y estas cosas alarmantes de la naturaleza no son m�s que el golpe m�s fuerte del mecanismo del universo.

Las grandes mentes muestran su grandeza reconociendo lo grande en las cosas peque�as, reconociendo a Dios en las cosas comunes de la observaci�n diaria. Sir David Brewster levant� las manos y grit�: ��Gran Dios! �Cu�n maravillosas son tus obras! cuando estudi� un poquito de materia animada. Un distinguido naturalista escribi� sobre la puerta de su estudio: "Sea reverente, porque Dios est� aqu�". Jes�s ilustr� la Divina Providencia, no por acontecimientos que sacudieron al mundo, sino por la ropa del lirio y el ala flotante del gorri�n.

2. Es un error imaginar que hay lecciones m�s profundas de la impotencia y la dependencia del hombre que se pueden aprender de estas cosas asombrosas que las que se deber�an aprender de los sucesos cotidianos. Cincuenta hombres murieron por el terremoto; pero muchos mueren cada noche en esta ciudad sin que se observe el menor temblor en la superficie de la tierra hasta que sus sobrevivientes caven sus tumbas. El misterioso visitante se llev� una propiedad valorada en millones de d�lares; pero la ley com�n de la decadencia est� todo el tiempo haciendo que nuestras habitaciones vuelvan a convertirse en polvo original.

3. Es un error imaginar que los hombres tomar�n m�s en serio estas lecciones y buscar�n m�s persistentemente el favor de Dios, porque sus juicios m�s asombrosos est�n en la tierra. Los habitantes de N�poles no son menos mundanos y desconsiderados porque el Vesubio mantiene su bandera de humo todo el tiempo sobrevolando la ciudad, y con tanta frecuencia los despierta con el estallido de lava que destella su resplandor a trav�s de sus ventanas.

Aunque se sienta en el borde tembloroso de la destrucci�n y sus hijos juegan en los mont�culos de Pompeya y Herculano enterrados, N�poles es uno de los lugares m�s imp�os de la faz de la tierra. El Mediterr�neo oriental se encuentra en el gran cintur�n de terremotos. Sus islas y costas est�n desgarradas por convulsiones, muchas de ellas ocurridas en tiempos hist�ricos y no pocas en la memoria de la generaci�n actual.

Sin embargo, este siempre ha sido el cintur�n de la corrupci�n humana. Antioqu�a y Chipre, centros de terremotos, fueron los asientos del paganismo y la inmoralidad m�s abominables. Hay un proverbio oriental: "Dios viene a nosotros sin campana". Las impresiones Divinas m�s profundas son las que se hacen silenciosamente en el coraz�n, no por el viento, ni por terremotos, ni por fuego, sino por la �voz apacible y delicada� de Su esp�ritu. Estos acontecimientos alarmantes no pueden hacer m�s que captar nuestra atenci�n moment�neamente.

Son como una mano que nos toca para despertarnos, pero el que seamos mejorados o no depende de que pongamos la lecci�n en el coraz�n, escuchando dentro del alma la voz espiritual. �Recuerda cu�n bellamente habla San Agust�n del hablar de Dios con el alma humana, una descripci�n exquisita de la voz apacible y delicada? �l y M�nica estaban conversando sobre cosas espirituales - �Entonces nos dec�amos a nosotros mismos: Si el tumulto de la carne se calla, calla las im�genes de la tierra, y las aguas y el aire, calla tambi�n los polos del cielo, s�, la mism�sima alma callada para s� misma.

.. silenciaron todos los sue�os y revelaciones imaginarias, cada lengua y cada signo. .. y solo �l debe hablar. ... si pudi�ramos escuchar su palabra, no a trav�s de ninguna lengua de carne, ni voz de �ngel, ni sonido de trueno, ni en oscuro acertijo de semejanza. .. pero podr�a escuchar a s� mismo. ... �no era esto entrar en el gozo del Se�or? " ( Revisi�n homil�tica. )

La divulgaci�n en el monte

Podemos aprender de este incidente:

I. Que los hombres no son llevados a reconocer a Dios simplemente por manifestaciones externas de poder o grandeza. Elijah necesitaba esta lecci�n. Mir� la aparici�n del Carmelo para hacer que los israelitas renunciaran a su idolatr�a y se inclinaran ante la autoridad de Jehov�; y como no lo hicieron, se sinti� defraudado y le falt� el coraz�n. Por lo que vio en Horeb, estar�a convencido de que las demostraciones externas de poder o gloria no eran suficientes para llevar a los hombres al arrepentimiento.

Nuestro Se�or, en los d�as de su carne, se encontr� constantemente con quienes buscaban se�ales y prodigios como �nico medio de producir fe. Y los hombres todav�a muestran el mismo sentimiento en la importancia que dan a algunas circunstancias externas para producir arrepentimiento: calamidad, duelo, aflicci�n.

II. Que las circunstancias externas pueden ayudar a que los hombres reconozcan a Dios. Mientras que algunos dependen demasiado de lo externo y circunstancial, otros van al extremo opuesto y los ignoran por completo en la obra de Dios, mientras que tienen un lugar en esa obra. Es posible que la calamidad o la aflicci�n no produzcan arrepentimiento, pero tienden a subyugar el esp�ritu y hacerlo m�s susceptible a la obra de Dios. Rompen el barbecho y lo preparan para la semilla de la verdad.

III. Ese verdadero arrepentimiento es producido por la voz de Dios. Fue cuando El�as escuch� la �voz apacible y delicada� que envolvi� su rostro en su manto, sali� y se par� a la entrada de la cueva.

IV. Esa obra cristiana es necesaria para la salud espiritual. A El�as se le orden� regresar al desierto de Damasco y hacer el trabajo que se le hab�a asignado. Obedeci� y nunca m�s volvimos a leer que se alejara. Muchos cristianos se deprimen y deambulan por caminos prohibidos debido a la inactividad. El trabajo ferviente para Dios los restaurar�a y preservar�a. ( El estudio y el p�lpito. )

El�as en Horeb

I. La verdadera revelaci�n de Dios al hombre es sencilla. El torbellino, el terremoto y el fuego no parecieron conmover mucho al profeta. La voz solitaria, suave y apacible, sin nada de desconcertante, llam� la atenci�n sobre el hablante y el mensaje. Es un error que los hombres a menudo cometen el buscar con m�s confianza las revelaciones de Dios en las cosas grandes que en las peque�as. Para ilustrar el funcionamiento de la Divina Providencia, toman �pocas enteras de la historia.

Utilizan un sistema de numeraci�n en el que las dinast�as y las naciones son los d�gitos. Trazan los lentos procesos mediante los cuales alg�n mal monstruoso finalmente se extingue, o alguna gran verdad finalmente se establece en soberan�a, y dicen, vean c�mo evidentemente Dios dirige los asuntos del mundo. Para nuestro Se�or, un gorri�n muerto al lado del camino significaba como leche, porque dijo: ��No se venden dos gorriones por un cuarto? y ninguno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.

�No es posible que todos los hombres sean estudiantes profundos; pero todos los hombres necesitan profundamente que Dios se les revele, no despu�s de una investigaci�n prolongada, y una o dos veces en la vida, sino todos los d�as, y en cada nueva emergencia de experiencia; y eso es posible para ellos, porque, para los hombres correctos, Dios es discernible tanto en elementos como en agregados.

II. La verdadera revelaci�n de Dios al hombre es inteligible. El profeta de Horeb podr�a haber dudado del significado total de las maravillas con las que Dios precedi� a Su presencia: la �voz suave y apacible�, hablando en una frase inteligible, no pod�a malinterpretarse. Era completamente razonable que, cuando la revelaci�n asumiera esa forma, el profeta se inclinara con reverencia y reconociera la verdadera presencia de Dios.

Es cierto que hay una manifestaci�n de Dios en el universo f�sico, pero la revelaci�n de �l es en gran parte incidental. No hay evidencia de que Dios construyera este fino marco de la naturaleza simplemente o principalmente para instruir a los hombres en cuanto a Su car�cter y voluntad. Tiene otros usos. Por cierto, una casa expresa los gustos y deseos de su constructor; pero no fue construido para ese prop�sito, sino para proporcionar un hogar a una familia.

Y por lo tanto, y adem�s, las ense�anzas de la naturaleza con respecto a Dios son vagas y generales. La revelaci�n m�s verdadera de Dios con respecto a Su car�cter y voluntad, es Su revelaci�n intencionada: las Escrituras inteligibles, dadas con el �nico fin de hacer a los hombres sabios espiritualmente.

III. La revelaci�n m�s verdadera de Dios al hombre es a menudo, si no siempre, personal. El torbellino, el terremoto y el fuego no parec�an tener ning�n mensaje especial para el profeta; pero la voz dijo: "�Qu� haces aqu�, El�as?" Era la personalidad que se dirig�a a la personalidad, y el profeta reconoci� que las palabras proced�an de la boca de Dios.

IV. La verdadera revelaci�n de Dios al hombre es pr�ctica. "�Qu� haces aqu�, El�as?" era la carga de la "voz apacible y delicada". Era una acusaci�n de que el profeta estaba fuera de su deber y una urgencia para que volviera a su lugar desierto. Hay algo de instrucci�n en el Evangelio, pero m�s de incitaci�n. Viene a los hombres pecadores y dice: Arrepi�ntanse; a los hombres que dudan, y dice: Cree; a los hombres que sirven, y dice: Corre, lucha, lucha.

En este libro no hay reverencias de comodidad para los holgazanes; no hay cunas de inacci�n donde puedan mecerse y so�ar; no hay c�maras vac�as donde puedan tejer sus telara�as de especulaci�n. Para todo hombre, esta Escritura viene con su llamado a la acci�n inmediata y seria. ( Club de lunes. )

Manifestaci�n de Dios a El�as en Horeb

Aprendemos aqu�

I. Que Dios tiene la intenci�n de que la obra divina en la naturaleza prepare a los hombres para una revelaci�n m�s elevada. Esta fue la intenci�n de los milagros de Cristo.

II. Cuando los hombres escuchan con reverencia las formas inferiores de ense�anza, Dios les da la revelaci�n m�s elevada. Nicodemo permiti� que la ense�anza de Cristo en sus milagros le trajera la convicci�n de su misi�n divina en su coraz�n ( Juan 3:2 ); cu�n gustosamente lo llev� el Salvador a los misterios m�s profundos de Su reino ( 1 Reyes 19:16 ).

III. Que aunque el poder f�sico de Dios es lo suficientemente fuerte como para aterrorizar a los hombres y someterlos, �l har� que obedezcan mediante persuasi�n moral. El profeta anhelaba el derrocamiento eterno de las fuerzas del mal, por lo que podr�amos llamar la omnipotencia f�sica de Dios. ( Bosquejos de los sermones de un ministro de Londres. )

Versículo 12

Una voz suave y apacible.

La voz suave y quieta

I. Esta visi�n deber�a ense�arnos que Dios est� a menudo m�s realmente presente en las cosas peque�as y en los agentes silenciosos y sin ostentaci�n que en las cosas que nos parecen grandes y los agentes que pensamos que son los m�s impresionantes. Somos propensos a buscar a Dios en la tormenta, el terremoto y el fuego, y pasar por alto a Dios en las suaves y apacibles voces de la naturaleza. Pero Dios no est� m�s en el rel�mpago bifurcado que desgarra la roca que en el rayo de sol que juega con la ondulante ola; No est� m�s en la catarata rugiente que en la silenciosa gota de roc�o; No est� m�s en los cielos llenos de lentejuelas, cuyas estrellas agrupadas atraen nuestra mirada, que en la flor diminuta cuya belleza desprotegida pisoteamos bajo nuestros pies.

Dios no est� m�s en los grandes acontecimientos de las naciones que en los incidentes m�s peque�os en la vida de las personas. El que cuenta las estrellas, tambi�n cuenta los cabellos de nuestra cabeza. De hecho, las agencias m�s poderosas de la naturaleza son generalmente las m�s silenciosas en su funcionamiento y, a menudo, trabajan en la m�s profunda oscuridad. Pero esto es especialmente cierto en relaci�n con Dios mismo. �l es el agente m�s grande y, sin embargo, trabaja en la m�s profunda oscuridad.

En cierto sentido, �l hace todo y, sin embargo, lo hace de manera tan silenciosa y secreta que hay quienes dicen que no hace nada, que de hecho no hay Dios. Como en el mundo natural, as� en el mundo espiritual, las fuerzas m�s fuertes son las que menos se ven. �El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de d�nde viene ni a d�nde va; as� es todo aquel que es nacido del Esp�ritu.

�No siempre se hace lo mejor donde hay m�s ruido. "En verdad, t� eres un Dios que te escondes, oh Dios, Dios de Israel". �l no sale y toca una trompeta ante �l cuando est� a punto de hacer una gran y buena obra. Las agencias que incluso ahora est�n haciendo el mayor bien en la sociedad no son las m�s ostentosas y autoritarias. No es mediante los parlamentos, los ej�rcitos y la polic�a que se mantiene la mancomunidad y se preserva la paz. Una fuerza m�s fuerte que todas estas es la levadura de la vida religiosa que opera silenciosamente en las familias.

II. Esta visi�n es un ejemplo de la forma en que Dios se revela a los hombres de manera muy general. Env�a mensajeros para preparar Su camino. Estos mensajeros est�n capacitados para arrestar y despertar nuestra atenci�n, y luego �l mismo viene y nos habla en �una voz apacible y delicada�. Dijo: "Adelante", etc. ( 1 Reyes 19:11 ). Estas cosas son una alegor�a y un ejemplo de los tratos de Dios. Envi� la ley y los profetas con todos sus truenos y terremotos para preparar el camino del Evangelio.

1. A menudo nos env�a el torbellino de la adversidad.

2. Dios envi� un terremoto. Esto puede representar eventos en la providencia a�n m�s severos, como el duelo, que se trag� objetos fuera de la vista m�s queridos para ti que la propiedad, el deseo de los ojos y los tesoros vivientes del coraz�n amoroso.

3. Dios envi� un fuego. Ese fuego puede representar acertadamente la aflicci�n personal. Esto a menudo se compara con un horno: consume la salud y, a menudo, nos acerca la eternidad m�s que incluso la muerte de un amigo.

4. Luego viene la "voz suave y apacible". �sta es preeminentemente la Voz de Dios. Las otras dispensaciones est�n destinadas �nicamente a preparar el camino para esta Voz. Dios no nos inflige ni nos entristece porque se complace en hacerlo, sino porque desea hablarnos, y no escucharemos hasta que seamos as� arrestados. Los tonos plateados de la voz de Dios son constantemente escuchados por aquellos cuyos o�dos est�n inclinados a escuchar.

III. Esta visi�n contiene un ejemplo del mensaje que Dios dirige constantemente a los hombres.

1. Es una palabra de reprensi�n por haberlo abandonado. "�Qu� haces aqu�, El�as?" �sta es la pregunta que le hace a un hombre que est� fuera de su lugar adecuado: �Qu� est� haciendo aqu�?

2. Esta palabra de reprensi�n tambi�n se dirige al descarriado. Dios le dice: �Qu� est�s haciendo aqu�? - en pecado, entre cascarillas y cerdos, despu�s de haber comido del man� escondido, y haber estado en comuni�n con Dios y Cristo y los mejores de la tierra y los poderes del mundo. venir.

3. Esta palabra de reprensi�n tambi�n se dirige al cristiano que ha abandonado el puesto del deber.

4. El mensaje tambi�n contiene una palabra de exhortaci�n: "Ve, vuelve". Esto es lo que Dios le dice al pecador: "Vu�lvete, vu�lvete a m�, y yo volver� a ti". ( A. Clark. )

La voz suave y quieta

Hay algunas verdades importantes que nos ense�� el relato de los tratos del Se�or con El�as, verdades dignas de una lectura en oraci�n.

I. Las atracciones del Evangelio son mucho m�s poderosas de salvar que las intimidaciones de la ley. �sta es una lecci�n que la demostraci�n de la majestad de Dios y el efecto subsiguiente de Su apacibilidad ten�an la intenci�n de ense�ar. No le� de ninguna impresi�n producida en la mente del profeta por las convulsiones de la naturaleza, aunque puedo suponer que su misma sangre se hel� ante la impresionante escena que presenci�.

Pero descubro que cuando la �voz apacible y delicada� cay� sobre su o�do, fue herido en el coraz�n y humillado a los pies de Jehov�. Los terribles fen�menos ilustraron la entrega de la Ley; la voz suave la entrega del Evangelio. La Ley fue dada en medio de truenos, fuego y terremoto; el Evangelio sali� de los labios santificados del amado Hijo de Dios. La Ley amenaza; invita el Evangelio. La Ley hiere; el Evangelio sana.

El uno habla de muerte; el otro apunta a la vida. El que nos impone cargas penosas de llevar; el otro nos llama a deberes encantadores de cumplir. El uno sostiene la pena y el l�tigo; la otra recompensa y amor.

II. Se puede considerar que la �voz apacible y delicada� y sus efectos sobre El�as muestran que Dios obra con m�s �xito mediante agentes silenciosos e invisibles. �sta es una verdad que se nos prueba a diario en el mundo natural. All� el Todopoderoso eleva silenciosamente Sus monta�as, excava Sus valles, nivela Sus llanuras, perfora el seno de mares expansivos, da belleza a los cielos, gu�a mundos en sus �rbitas, ti�e Sus flores con tonos hermosos y hace nectarios Sus frutos.

Ning�n hombre escucha un sonido o ve un movimiento donde el Gran Arquitecto est� llevando a cabo algunos de Sus gigantescos planes. Cu�n suavemente cae el roc�o, cu�n silenciosamente viaja el rayo de sol, cu�n silenciosa es la electricidad en sus movimientos. �Pero qu� agencias efectivas son estas! �C�mo alegran y hacen fecundo el rostro de la naturaleza por ellos!

1. La �voz apacible y delicada� del Esp�ritu Santo ha realizado maravillas. Viniendo a nosotros como el Esp�ritu de la Verdad, el Esp�ritu Santo nos muestra en la palabra escrita y predicada nuestro retrato de cuerpo entero, y luego revela ante nuestra mirada las maravillosas bellezas del Dios-Hombre.

2. La �voz apacible y delicada� de la conciencia nos habla a menudo. Su expresi�n no es audible para el o�do externo, sin embargo, los corazones m�s valientes se han acobardado ante ella. Hombres que han permanecido impasible ante los truenos de la adversidad y el torbellino de la persecuci�n, han sucumbido a los susurros de este monitor interno.

3. Dios hace un gran uso de la �voz apacible y delicada� de la influencia individual. Hemos vivido con algunos que han dejado brillar su luz ante los hombres, y esa luz ha brillado sobre nuestros corazones, revel�ndonos la deformidad y la muerte que hay dentro. ( JH Hitchens. )

La voz suave y quieta

Las mentes d�biles logran sus mezquinos fines con mucho ruido y esfuerzo; la Mente Infinita se deleita en lograr los mayores resultados en silencio y mediante la operaci�n de peque�as causas; y las pruebas m�s satisfactorias de la presencia de Dios se encuentran en la �voz apacible y delicada� con la que nos habla.

1. Es as� en el mundo natural. Vemos a Dios como lo vio El�as, rasgando las monta�as con su viento impetuoso; o�mos su voz en el trueno, el terremoto y la tormenta; pero, �cu�l es el efecto de todas estas terribles manifestaciones de sus atributos en comparaci�n con el de la �voz apacible y delicada� que nos llega de todas las partes de sus obras? Con mucha frecuencia se descubrir� que esas terribles manifestaciones del Dios de la naturaleza no tienen como resultado un bien moral duradero; mientras que esa "voz suave y apacible", que nos habla en cada exhibici�n sonriente de Su benevolencia en la tierra, y desde cada mundo brillante sobre nosotros, casi nos obliga a adorar, y hace que nuestros afectos surjan cuando El�as sali� de la cueva. y se inclina en humilde reverencia ante un Dios presente.

2. Y nuevamente podemos ver nuestro texto ilustrado en las providencias de Dios. Cuando somos testigos de un repentino golpe de duelo; cuando vemos a una familia o un individuo visitado por alguna calamidad se�al, alg�n golpe terrible y abrumador, es probable que nos digamos a nosotros mismos: "Seguramente tal advertencia no ser� en vano". Pero, �no suele ser en vano? Despu�s de esperar alg�n tiempo, �no encontramos que el terror moment�neo y la agitaci�n del golpe han disminuido? �Y que cuanto mayor es la calamidad, m�s profunda aparentemente es la estupidez de aquellos a quienes se env�a, despu�s de que ha pasado?

3. Y as� es, nuevamente, en el mundo espiritual. Juan el Bautista no hizo milagros, sino que todos acudieron a �l; Nuestro Salvador realiz� tantas obras poderosas que casi todos los habitantes de Judea podr�an haber visto algunas de ellas, y sin embargo, para la comprensi�n humana, el resultado fue menos exitoso. No es improbable que un solo serm�n de San Pedro, en el d�a de Pentecost�s, debido a la influencia del Esp�ritu, haya logrado m�s conversos que todas las maravillas que realiz� nuestro Salvador.

Los milagros se dirigen al entendimiento. No afectan el coraz�n; y es el coraz�n el que necesita ser movido; es la conciencia la que debe despertarse antes de que pueda haber una reforma moral. ( WH Lewis, DD )

El poder de las fuerzas silenciosas

1. El materialismo y la espiritualidad est�n siempre en guerra, siempre lo han estado. Las afirmaciones del primero, de que lo exterior y s�lo visible - aquello que podemos ver, sentir y tocar - o que el qu�mico, el microscopista o el f�sico pueden examinar y analizar, solo es digno de ser considerado o de clasificarse como conocimiento, tiene muchos defensores sinceros. Aquellos que creen que detr�s de todos los fen�menos naturales hay un reino de vida espiritual, tan real, tan tangible para el sentido superior, y que sostienen que esto tambi�n es conocimiento, aunque sea personal, son un gran grupo de personas. diremos un ej�rcito en crecimiento? Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente; de ah� la imposibilidad de convencer a un materialista de estas cosas.

Pero hay un materialismo no dogm�tico, sino real, del que estamos rodeados todo el tiempo. Estamos en contacto con �l en todas partes. Si nos afecta inconscientemente. No podemos deshacernos de �l. Esto se puede reconocer en nuestra vida religiosa con m�s frecuencia de lo que estamos dispuestos a admitir. Nuestras actividades toman sobre s� mismas muchas formas materialistas, muchas �tiles, algunas cuestionables, y apenas podemos encontrar tiempo para sentarnos a escuchar la �voz apacible y delicada.

�Trabajamos en desventaja. Nuestra herencia, nuestro medio ambiente no nos ayudan, y la vida que habitualmente vivimos no nos coloca en una posici�n ventajosa, sino en la que es necesario un esfuerzo constante y una vigilancia para evitar conclusiones err�neas.

2. Todas las grandes cuestiones de la reforma var�an pero su objetivo es m�nimo. La divergencia no es el resultado de la falta de un prop�sito en una direcci�n, sino m�s bien de una percepci�n inteligente de las causas que producen nuestras perturbaciones morales. El sentimiento p�blico est� dispuesto a denunciar la falta de virtud o principio. El rumor est� listo para continuar con su corriente constante la carro�a moral, hasta que la masa putrefacta contamine y destruya el orden social de la sociedad, y sin embargo, la causa de gran parte de nuestro mal no se comprende ni se perturba.

Tanto los cristianos como los moralistas olvidan su raz�n y buen sentido com�n en la emoci�n, y se vuelven como el lago cuando los perturba una tormenta. Sus tranquilas aguas est�n revueltas y activas. Sus olas son altas y poderosas, y llevan sobre su corona la cresta digna de la agitaci�n madura. Los elementos nos asustan y temblamos de miedo. Pero, �y la tormenta? �Es necesario que los granjeros y otras personas de la orilla del lago se enga�en a s� mismos diciendo que las aguas del lago est�n subiendo? �Necesitan buscar otras viviendas para que el agua no suba tanto que sus granjas y casas se desborden por el gran aumento de agua? No no.

Muy pronto la tormenta amaina. El seno del lago luce su habitual calma pac�fica. Las nubes se abren y Dios sonr�e a trav�s de la luz c�lida y brillante, diciendo: "Paz, enmudece". La levadura del Evangelio que levanta �tres medidas de harina� es un poder silencioso e insinuante. Las verdaderas reformas nunca llegan de otra manera. Se necesita tiempo y el resplandor c�lido y saludable de los corazones cristianos unidos en la sociedad para ayudarla a elevar la vida a un lugar de existencia espiritual.

3. La voz silenciosa que habla a nuestro coraz�n, habla en un idioma que inspira nuestro respeto. Es posible que no podamos pensar en palabras. Todos somos sensibles a misterios m�s profundos de los que nuestro entendimiento puede resolver. Las convicciones m�s fuertes de la vida han surgido de estos sentimientos m�s profundos del alma. Nos proporcionan alimento para la reflexi�n y nos dan el combustible que calienta el coraz�n a una energ�a que no se calmar�.

Las manifestaciones ruidosas de la vida pasan desapercibidas y no las tememos; pero la voz silenciosa nos despierta. Todos somos atenci�n, nuestros corazones tiemblan de miedo o alegr�a. Los pasos firmes de todas las grandes fuerzas de la vida nunca son anunciados antes de su llegada, diciendo: �He aqu�, vengo! No se les ve sino que se les conoce por lo que hacen, y otros los elogian. La vida fuerte es tranquila y modesta, digna y poderosa.

La luz y el calor, la electricidad y muchos otros agentes para bien o para mal, seg�n las circunstancias lo hagan, act�an silenciosamente en las c�maras secretas de la naturaleza. Dios ha hecho al hombre no solo a Su imagen moral, sino que la naturaleza y el hombre son m�s fuertes cuando aparentemente silencioso y sereno. Hay dignidad en el pensamiento de una vida as�. Hay un asombro inexpresable en la presencia de tal Dios que en las c�maras secretas de una eternidad en silencio da a conocer a la vida dentro de nosotros Su voluntad.

4. Dejamos atr�s gran parte de nuestra fe religiosa cuando recurrimos a la fuerza f�sica en lugar de la moral en nuestro trabajo. Es entonces cuando la orden para la solicitud es, "Debes", "Lo har�s", cuando las silenciosas y todopoderosas influencias del poder moral deber�an ganar. Cuando la Iglesia de Cristo asumi� una organizaci�n fuerte y ejerci� un gran poder temporal, como en la Edad Media, fue porque hab�a perdido la fuerza moral que proporciona una espiritualidad omnipresente. "No es con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi esp�ritu, dice el Se�or".

5. �Cu�n listos estamos, al ver la debilidad de la Iglesia - su falta de �xito en ganar a muchos del pecado - para huir a la cueva de la desesperaci�n, como lo hizo el profeta El�as, y por lo tanto en los confines de los recursos naturales? tratar de protegernos a nosotros mismos. Este es uno de los graves errores del pueblo de Dios. Los hombres est�n ocultos en sus profesiones, en sus negocios, en sus actividades ego�stas, y parecen no tener el valor moral o la inclinaci�n para mantenerse erguidos como hombres de Dios, diciendo: �Juzgad, mi Dios es Jehov�.

�No se diferencian del profeta El�as en la cueva, y cuando el Se�or le dice al alma que descuida as� los altares de Dios, cuando el Se�or le habla al hombre o la mujer que descuida as� las ordenanzas de la casa de Dios, la Iglesia, la reuni�n de oraci�n, el altar de la familia, la respuesta viene como en la antig�edad: �He estado muy celoso por el Se�or Dios de los ej�rcitos; porque los hijos de Israel han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y matado a tus profetas, y yo, yo solo , me qued� ".

6. Las influencias que son poderosas para elevarse del abismo a una vida piadosa no son ruidosas ni demostrativas, sino silenciosas e insinuantes. Todas las verdaderas reformas comienzan en el coraz�n de la humanidad y son significativas porque son espirituales, m�s que materialistas. Como el aire que nos calienta cuando se enfr�a, nos ba�a en �l y nos infunde una nueva vida antes de que nos demos cuenta. Aun as�, Dios viene a ti y a m� en las silenciosas influencias de la vida. ( JM La Bach. )

Cristianismo-una voz

I. El cristianismo es una voz, no solo un libro, sino tambi�n una voz. Otras religiones tienen libros: el mahometanismo tiene un libro, y tambi�n es un gran libro antiguo, llamado Cor�n. Algunas de sus historias son iguales en belleza a las historias del Libro del G�nesis, pero el mahometanismo no tiene voz. Mahoma est� muerto y su voz calla en la tumba. El hinduismo tiene libros, y tambi�n libros interesantes, llamados Veda y Shaster.

Est�n llenos de himnos y preceptos, algunos de ellos iguales en pureza y espiritualidad a algunos de los Salmos y Proverbios del Antiguo Testamento, pero el hinduismo no tiene voz. Los grandes profetas del hinduismo, que pensaron en los libros, est�n muertos y sus voces ya no se escuchan. El cristianismo tambi�n tiene un libro. Es m�s hermoso que el Cor�n y m�s po�tico y espiritual que el Veda o el Shaster. Pero el libro del cristianismo tambi�n es una voz.

El profeta del cristianismo no est� muerto. Cristo est� vivo y llena todas las palabras de la Biblia con una voz viva. Habla de nuevo, a trav�s de Su esp�ritu, las mismas palabras que pronunci� cuando estuvo en la tierra. Aqu� est� la gran diferencia entre la Biblia y cualquier otro libro. La voz del cristianismo es una voz reveladora. Dios no es para ser visto, solo escuchado. �Nadie ha visto a Dios jam�s; el Unig�nito Hijo que est� en el seno del Padre, �l le ha dado a conocer.

Y todav�a lo declara. Como dijo uno: "Cuando miramos, con el ojo de la fe, a Cristo en la historia, solo contemplamos al hombre, pero o�mos al Dios". Solo el hombre es visible, pero el Dios invisible habla. Dios no se ve en el mundo de la materia, pero es escuchado.

II. El cristianismo es una peque�a voz. �No ser�a mejor si fuera una gran voz que llenara el mundo con su melod�a y cautivara a todos los o�dos con su encantadora m�sica? Parece que s�; pero cuando estudiamos el tema m�s de cerca, encontramos que lo que parece ser una desventaja es una gran bendici�n.

1. Una voz para los m�s d�biles. Es una peque�a voz, que el o�do humano puede captar como un todo. Uno de los ruidos m�s fuertes que puede producir el arte es el de un ca��n que descarga su peligroso contenido en el aire, pero el o�do humano es demasiado peque�o para asimilarlo en su totalidad; s�lo una peque�a parte del sonido entra en nuestros o�dos cuando pasa por el aire. Uno de los sonidos m�s fuertes que puede producir la naturaleza es el de un trueno, que desgarra el aire con su sonido y eco, pero solo una peque�a parte llega a nuestros o�dos, transportado por las ondas de aire.

Hay sonidos demasiado grandes y horribles para que el o�do humano los asimile como un todo. La voz que el hombre pueda captar debe ser peque�a. La voz del cristianismo ha sido ordenada peque�a por Dios para que el o�do humano peque�o y d�bil pueda asimilarlo todo.

2. La voz del cristianismo se ordena peque�a para que otras voces puedan ser empleadas para repetirla, predicarla y vivirla. Y a medida que lo reproducen se transforman en la misma cualidad melodiosa.

III. El cristianismo es una voz tranquila o, seg�n la traducci�n galesa, que sin duda es mejor aqu�, el cristianismo es una voz silenciosa. Es una voz; es silencio, contradicci�n en los t�rminos, pero no en las verdades mismas. Es una voz para algunos; es silencio para los dem�s. Es una voz para el o�do de la fe, pero es silencio para el o�do de la incredulidad. Es una voz para los hijos de Dios, pero es silencio para los hijos del diablo.

Hay una m�sica en este mundo que nadie puede escuchar excepto aquellos a quienes la gracia divina les ha abierto los o�dos espirituales. La gente del mundo se jacta de la m�sica de la �pera y el teatro, pero a�n no han escuchado al director del coro celestial dar la nota clave a los santos de la tierra. El mundo a�n no ha escuchado la m�sica m�s dulce: la voz de Aquel que hizo dormir la tormenta con Su �Paz, enmudece.

�Debemos tener nuestros o�dos espirituales abiertos por Cristo; entonces escucharemos Su Voz. La voz del Abridor de nuestros o�dos espirituales ser� la primera que escuchemos, y siempre ser� la m�s dulce. La voz m�s dulce de la tierra es la voz de Cristo a los santos.

1. Es una voz silenciosa, para que Dios pueda contar el secreto de su reino a sus hijos, para que el diablo, que est� junto al codo, no pueda o�rlo. Dios tiene secretos para impartir a su pueblo que nadie debe escuchar.

2. El cristianismo es una voz silenciosa, para que los d�biles, los doloridos y los moribundos la escuchen sin ser heridos. Hay eventos en la vida humana en los que la voz del mundo y la sociedad es demasiado fuerte y dura para que la escuchemos sin sentir dolor. Mientras caminaba, hace unos a�os, por las calles de Cardiff, not� que una parte de la calle estaba cubierta con paja de diez o doce cent�metros de profundidad.

Me qued� pregunt�ndome para qu� serv�a. Al no poder resolver el misterio, me aventur� a preguntarle a un polic�a, que estaba al lado, cu�l era el significado de la calle cubierta de paja. �En esa casa�, dijo, se�alando al otro lado, �hay una joven de veinti�n a�os, en la �ltima etapa de tisis, y no soporta el ruido de las trampas y los pasos que pasan por la calle. , por eso han cubierto la calle de paja para que los veh�culos y la gente pasen en silencio.

�Vi a trav�s del misterio de la calle cubierta de paja de inmediato. El ruido del comercio era demasiado fuerte y �spero para que la joven t�sica pudiera escucharlo sin sentir dolor; su o�do moribundo no pudo soportarlo. Pero hay una voz tan tranquila y dulce que la joven moribunda pudo escuchar con placer: la �voz suave y apacible� del amor divino. ( R. Williams. )

El susurro de dios

I. Qu� significado ten�a esta par�bola para El�as.

1. Me parece, en primer lugar, que el Se�or le ense�ar�a que, aunque se sintiera decepcionado, a�n podr�a vivir con un prop�sito y hacer una buena obra para Dios.

2. Dios quiere que Su siervo comprenda que �l no est� limitado por medios, m�todos e instrumentos. No por una continuaci�n de los triunfos del Carmelo, sino por otros medios m�s simples, Dios llevar�a a cabo Su programa.

3. Jehov� quiere que El�as recuerde que su ejemplo ha logrado m�s de lo que hab�a supuesto.

II. Pero esta par�bola, sin duda, tiene que ver con nosotros mismos.

1. Existe esta verdad, entre otras, de que Dios emplea medios inesperados.

2. La locura de confiar en las apariencias. Las demostraciones de poder no deben alentarse ni alegrarse. La elocuencia, el estilo y la cultura tienen todo su lugar. Las grandes fuerzas de la naturaleza guardan silencio.

3. Dios a veces se demora, pero eventualmente se manifiesta.

4. La misericordia es m�s poderosa que el juicio. ( T. Spurgeon. )

La voz suave y quieta

1. Esta �voz apacible y delicada�, para nosotros, es tanto la conciencia como Jes�s. Es Jes�s, actuando por Su sabidur�a, Su verdad, Su cortes�a, Su mansedumbre, Su justicia y Su santidad, en nuestra conciencia. Y la �voz apacible y delicada� del afecto dice: �Grande es el intelecto; gloriosa es la b�squeda de la verdad, el conocimiento, el descubrimiento; �gloriosa la aplicaci�n de estas cosas en lo que llamamos arte! Glorioso todo eso.

M�s hermoso a�n, m�s verdaderamente humano es el amor de una hermana por su hermano, el amor de una madre por su hijo. El amor es m�s hermoso que el pensamiento, tan glorioso como el pensamiento ". �Nos dice la conciencia que este Dios vela por nosotros, que act�a seg�n las leyes? Pero esas leyes son mucho m�s variadas de lo que sospechamos, mucho m�s complicadas de lo que sospechamos. Es un viento del oeste que sopla, creo que un poco al sur.

�Crees que es un accidente? Todo es el resultado de leyes, leyes e influencias - antecedentes, podemos llamarlos - que han estado en funcionamiento durante cuatro mil a�os o m�s antes de hoy. Es muy dif�cil conocer todas esas leyes; es m�s, es humanamente posible e impracticable. Pero Dios tiene todos esos antecedentes en Su mano. Para decirlo con reverencia, pi�nselo con reverencia, que el Gran Mec�nico no tiene m�s que tocar algunos de esos remotos y complicados eslabones de la cadena de antecedentes, o de causa y efecto, si as� lo quiere llamar; s�lo tiene que tocar algunos de los eslabones m�s elevados, m�s remotos, menos visibles, menos conspicuos, menos comprobables de la cadena de antecedentes, y cambia; y no tendr�is viento del oeste ni del sudoeste, sino del norte o del este. �Nos habla la conciencia de este Gran Ser,

2. Esta voz le fue articulada a Elijah. ��Qu� haces aqu�, El�as? Ve, vuelve �, dice esta voz; "Ve, vuelve por tu camino al desierto de Damasco". Extra�o profeta, este El�as. Extra�a historia, muy a menudo pasada por alto y no notada en absoluto. �Regresa! �a donde? �A Jerusal�n? No. �Vuelve! �a donde? �A las ciudades sagradas del reino de Israel? No. �A d�nde? Al desierto. Otro desierto; no este del sur, sino m�s all� de tu propia Galaad, al norte de eso, al este de eso, vete a ese desierto, que pertenece a Damasco, la ciudad principal de los sirios, los gentiles incircuncisos. Ah, �crees que Dios no se preocupa por los incircuncisos, los sirios y los jud�os? ( J. Macnaught. )

La voz suave y quieta

Tenemos que considerar c�mo Dios trat� a su hijo desanimado y ausente.

I. Dios le habl�. En alguna cueva oscura, entre esos precipicios rasgados, se aloj� El�as; y, mientras esperaba, en pensamientos solitarios, el fuego ard�a en su alma. Pero no tuvo que esperar mucho. �He aqu�, vino a �l la palabra del Se�or�. Esa palabra le hab�a llegado a menudo antes. Le hab�a llegado en Thisbe. Le hab�a llegado en Samaria, despu�s de haberle dado su primer mensaje a Acab. Le hab�a llegado cuando Cherith estaba seca.

Hab�a venido a convocarlo de las soledades de Sarepta al revuelo de la vida activa. Y ahora lo descubri� y volvi� a �l. No hay lugar en la tierra tan solitario, ninguna cueva tan profunda y oscura, que la palabra del Se�or no pueda descubrir y llegar a nosotros. "�Qu� haces aqu�, El�as?" �Cu�n a menudo se hace esa pregunta! cuando un obrero cristiano, muy necesitado, abandona su puesto, debido a alguna dificultad imprevista, o para obtener satisfacci�n y comodidad ego�stas; a ese lecho de la indolencia, oa ese claro del bosque donde soplan suaves brisas, llega la pregunta, "�qu� haces aqu�?" Cuando alguien dotado de grandes facultades cava un hoyo en la tierra y entierra el talento confiado por Dios, permaneciendo inactivo todo el d�a entre los holgazanes de la plaza del mercado, debe sonar de nuevo la pregunta: "�Qu� haces aqu�?" La vida es el momento de hacer.

El mundo es un gran taller, en el que no hay lugar para drones. Dios mismo obra como el gran Maestro de obras. Hay mucho que hacer. Maldad para sacrificar; bueno para construir; los esc�pticos deben ser dirigidos; pr�digos para recuperar; pecadores para ser buscados, �qu� haces aqu�? �Levantaos, cristianos, dejad vuestras cuevas y hacedlo! No hagas para ser salvo; pero siendo salvo, hazlo!

II. Dios le ense�� mediante una hermosa par�bola natural. Pero en esta par�bola natural Dios parec�a decir: �Hija M�a, me has estado esperando para que conteste tus oraciones con se�ales y prodigios sorprendentes; y debido a que estos no se han dado en una forma marcada y permanente, me has considerado negligente e inactivo. Pero no siempre me encuentro en estos grandes movimientos visibles; Me encanta trabajar con suavidad, suavidad y sin ser percibido; He estado trabajando as�; Estoy trabajando tan todav�a; y hay en Israel, como resultado de Mi apacible y apacible ministerio, 'siete mil, todas las rodillas que no se doblaron ante Baal, y toda boca que no lo bes�.

'�S�, y �no fue el apacible ministerio de Eliseo, que sucedi� a la tormentosa carrera de su gran predecesor, como la� voz apacible y delicada �despu�s del viento, el terremoto y el fuego? �Y no es probable que su vida discreta y sus milagros obtuvieran m�s bien real que el que obtuvieron las espl�ndidas haza�as de El�as? A menudo caemos en errores similares. Cuando deseamos promover un avivamiento, buscamos asegurar grandes multitudes, mucha impresi�n evidente, predicadores poderosos; influencias comparables al viento, el terremoto y el fuego.

Cuando estos est�n presentes, damos cuenta de que estamos seguros de tener la presencia y el poder de Dios. Su Esp�ritu desciende como la paloma, cuyas alas no tiemblan en el aire quieto. �Vamos a animarnos! Dios puede no estar trabajando como esperamos; pero est� trabajando. Si no en el viento, a�n en el c�firo. Si no en el terremoto, a�n en la angustia. Si no en el fuego, pero en el calor del verano. Si no en el trueno, pero en la �voz suave y apacible.

�Si no en multitudes, pero en corazones solitarios; en l�grimas silenciosas; en los sollozos quebrados de los penitentes; y en multitudes, quienes, como los siete mil de Israel, son desconocidos como disc�pulos. ( FB Meyer, BA )

Una forma m�s excelente

Encontramos paralelos instructivos en las vidas de Mois�s y Juan el Bautista; o, si preferimos un ejemplo moderno, pensemos en Frederick Robertson, un d�a predicando en una iglesia abarrotada de Brighton, al d�a siguiente arrastr�ndose en el piso de su estudio. Solo para las naturalezas m�s nobles es posible tal abatimiento. Y, sin embargo, ese desaliento estaba mal. Fue injusto con Dios. El abatimiento de El�as fue injusto con el pasado.

"�No soy mejor que mis padres!" �He fallado, y ellos tambi�n! �Por qu� seguir trabajando? �Por qu� poner a prueba el cerebro fatigado? �Por qu� continuar la lucha in�til? �Vale la pena trabajar as�? �Merecen la pena aquellos por quienes trabajo? As� que nos lamentamos, as� que nos desanimamos. Y, sin embargo, el reino de Dios viene entre nosotros, y el d�a del Se�or se acerca. Pero lo que m�s nos interesa es conocer, no la grandeza de esta escena, sino su verdadero significado.

�Cu�l es la verdad al final de esta historia y c�mo la traduciremos en palabras sencillas? �Cu�l es el significado real de estas experiencias? Me parece que El�as gan�, a trav�s de ellos, tres cosas.

1. Primero, obtuvo nuevos puntos de vista de Dios. El profeta se hab�a equivocado. Supuso que el fuego del Carmelo era el �nico s�mbolo por el cual Dios pod�a darse a conocer, que los terremotos, los truenos y las tormentas eran la expresi�n de su naturaleza esencial. Elijah hab�a tratado de doblegar la voluntad obstinada de los hombres mediante m�todos de fuerza. Nunca pens� en otra forma. Magnific� el rigor de Dios con un celo que no le pertenecer�a. Pero en la soledad y el silencio de Horeb, aprendi� la dulzura de Dios.

2. Obtuvo, en segundo lugar, nuevas visiones de su trabajo. "�Qu� haces aqu�?" La crueldad de Jezabel, la apostas�a de Israel, el fracaso de los esfuerzos pasados, la incertidumbre del futuro, ninguno de estos, ni todos juntos, fueron suficientes para justificar que El�as abandonara su deber. Dios le dio a su siervo un vistazo de la obra que a�n estaba por hacer.

3. Sobre todo, El�as aprendi� en Horeb un nuevo m�todo de apelaci�n. El m�todo de coerci�n hab�a fallado, el m�todo de asombro hab�a fallado. Hab�a una forma mejor. Forzar amenazas, denuncias nunca servir�n. Los hombres no pueden tener miedo a la bondad. Pero donde los m�todos de truenos y rel�mpagos han fallado, la influencia gradual, silenciosa y omnipresente de los fieles siete mil puede tener �xito. ( A. Moorhouse, MA )

El poder de la influencia silenciosa

I. Es un poder que Dios generalmente emplea para realizar Su obra.

1. En el gobierno del mundo material. �Cu�n silenciosamente trabaja �l con la gran maquinaria de la naturaleza! No se escucha ni un sonido. Los poetas hablan de la "m�sica de las esferas"; pero es una m�sica que nunca ha ca�do en sus o�dos.

2. En la dispensaci�n de la Providencia. A veces imaginamos que no escuchamos nada m�s que el viento tormentoso, o el terrible terremoto, arrasando con todas nuestras esperanzas. El fuego de la desaprobaci�n divina parece arder m�s ferozmente y nos sentimos listos para perecer. Pero estos no son los principales agentes empleados por nuestro Padre en la dispensaci�n de Su Providencia. "Despu�s del incendio, una voz suave y apacible".

3. En la renovaci�n del alma. �El viento, el terremoto y el fuego� pueden usarse como medios preparatorios para la gran obra de conversi�n. La influencia del Esp�ritu en el coraz�n es secreta, silenciosa y eficaz.

II. Es un poder que produce el mayor bien. Es una locura pensar que, debido a que una influencia es silenciosa, no puede ser eficaz.

1. Despierta el pensamiento. El viento, el terremoto, el fuego, a veces perturban el sue�o de un alma en pecado.

2. Opera sobre el coraz�n. La tempestad ruidosa puede afectar las pasiones, agitar los sentimientos animales; pero no puede llegar al coraz�n del pecador.

3. Regula las acciones. El mismo poder que impresiona el coraz�n tambi�n moldear� y dar� forma a las acciones de la vida. A menudo se comenta que "el ejemplo es m�s poderoso que el precepto". La raz�n de esto es evidente.

III. Es un poder que perdura en sus efectos. �Por qu� es tan duradero el poder de la influencia silenciosa?

1. Es emblem�tico de la presencia Divina. Dios no estaba en la terrible tempestad que precedi� a la "voz apacible y delicada".

2. Se convierte en un elemento vivo del nuevo personaje. El creyente en Cristo es una nueva criatura. ( JH Hughes. )

Dios escuch� en la voz apacible y delicada

I. Cuando Dios viene a reprender a los hombres por sus pecados, por lo general se les manifiesta o se dirige a ellos, no por sus obras, ya sea de la creaci�n o de la providencia, sino con una �voz apacible y delicada�. As� fue en la instancia que tenemos ante nosotros. Todos hab�is conocido algo de la fuerza de los vientos; has sentido temblar tus habitaciones ante la furia de la explosi�n. Y no pocos de ustedes han sido testigos de pruebas m�s terribles de su poder en el oc�ano.

Has visto las olas que se elevan hasta convertirse en monta�as y se convierten en espuma. Has sentido que el barco de labor se tambalea debajo de ti, mientras es sacudido por una tempestad que parec�a suficiente para desgarrar las monta�as y romper las rocas; y has visto que la tempestad se calma. Pero, como te respetaba, Dios no estaba en el viento, ni en la calma que sucedi�. Viste Su mano, no escuchaste Su voz en ninguna de las dos.

Si entonces lo escuchaste en algo, fue en una �voz suave y apacible� dentro de ti. Adem�s, el globo que habitamos, aunque no esta parte particular de �l, a menudo ha sido convulsionado por los terremotos m�s terribles y desoladores. Incluso algunas partes de Nueva Inglaterra se han agitado en un grado suficiente para provocar angustiosas aprensiones. Pero, �las naciones as� visitadas encontraron a Dios en el terremoto? �Lo encontraron nuestros padres all� como instructor y reprobador? Lejos de ahi.

Nunca los sobrevivientes han sido reformados por tales eventos. De hecho, los terremotos de Nueva Inglaterra ocasionaron una especie de p�nico religioso. Un escritor, que entonces era uno de los ministros de Boston, nos informa que inmediatamente despu�s del gran terremoto, como fue llamado, un gran n�mero de su reba�o vino y expres� el deseo de unirse a la iglesia. Pero al conversar con ellos, no pudo encontrar evidencia de mejora en sus puntos de vista o sentimientos religiosos, ni convicciones de su propia pecaminosidad; nada, en resumen, sino una especie de miedo supersticioso, ocasionado por la creencia de que el fin del mundo estaba cerca.

Todas sus respuestas demostraron que no hab�an encontrado a Dios en el terremoto. Lo mismo puede decirse de otros medios. Los ministros pueden dar voz y expresi�n a la Biblia, que es la Palabra de Dios. Como Santiago y Juan, pueden ser "hijos del trueno" para los pecadores impenitentes. Pueden derramar una tempestad de declamaci�n apasionada y elocuente. No se puede hacer nada eficaz a menos que Dios est� all�, a menos que hable con su "voz apacible".

II. Que cuando Dios habla a los hombres con esta voz, les habla personalmente o, por as� decirlo, los llama por su nombre. Esto lo hizo en el caso que tenemos ante nosotros. Se dirigi� al profeta por su nombre, El�as.

III. Que, cuando Dios habla a los hombres con esta �voz apacible y delicada�, por lo general comienza por poner su atenci�n en ellos mismos, su conducta y su situaci�n. Le dijo al profeta: "�Qu� haces aqu�, El�as?" una pregunta que se adapt� admirablemente para convencerlo, reprenderlo y humillarlo. ( E. Payson, DD )

La voz suave y quieta

El otrora triunfante portavoz del Se�or ha perdido temporalmente su exuberante fe y est� sumido en una oscura desesperaci�n. Soy libre de confesar que obtengo un poco de consuelo incluso del dolor del profeta. Hay algo en la naturaleza humana que nos hace sentir m�s parecidos a los hombres que ocasionalmente sufren la derrota. Cuando el ap�stol Pedro es muy atrevido, atrevi�ndose incluso a la muerte en presencia de los grandes de la tierra, parece muy lejano al ni�o de la vacilaci�n y la duda; pero en la hora de la debilidad de Pedro, cuando se aparta de los enemigos que lo acosan, se convierte en uno m�s entre la multitud.

Su impulsividad hace humano incluso su martirio. Los sentimientos de miseria de Paul prestan humanidad incluso a sus �xtasis, y sus indecibles visiones no se encuentran en tierras demasiado remotas. Ahora piense en este poderoso simbolismo que se presenta ante el abatido profeta. �Cu�l ser�a su significado? Su significado era este, y aprendi� la lecci�n: la impotencia comparativa puede rugir bajo la apariencia de tempestad y fuego; La omnipotencia puede moverse en susurros.

La debilidad se esconde en lo aparentemente abrumador; La omnipotencia se esconde en una aparente impotencia. �Dios estaba en lo d�bil! El�as dej� el monte con sus concepciones completamente cambiadas. Creo que puedo verlo descendiendo del lugar del apocalipsis con este pensamiento llenando su vida: �El viento est� en mi contra, y el terremoto, y el fuego, pero �qu� hay de eso? La respiraci�n est� conmigo y la inconmensurable voz de Dios est� en el viento.

�Es bueno para nosotros recordar que los aparentemente d�biles, si la voz fantasmal est� en ello, es trascendentemente m�s poderoso que los batallones masivos de imp�os. Cuando hube escrito estas palabras, mir� las paredes de mi estudio y vi el gran cuadro de Munkacsy, "Cristo ante Pilato". Hay una multitud enorme, brutal y aullante, la encarnaci�n misma de una fuerza brutal e irresistible. Parece como si la multitud violenta pudiera llevarse todo delante de ella.

�De pie frente a la multitud que grita y se agita est� la figura mansa del Maestro! �Parece como si una mano fuera de la turba violenta pudiera aplastarlo como una polilla! Y, sin embargo, ahora sabemos que en esa Figura silenciosa habitaba el secreto de la Omnipotencia, y el Se�or no estaba en la turba. Hace alg�n tiempo, estaba en el castillo de Stirling y el gu�a me se�al� el campo de Bannockburn y se deleit� con su descripci�n de la sangrienta refriega.

Me apart� de la contemplaci�n de la lucha material y vi el p�lpito de John Knox. Permit� que los dos s�mbolos se enfrentaran entre s�, y ellos consagraron para m� la ense�anza dada a El�as en los d�as de anta�o. El poder fantasmal sugerido por el p�lpito era de una importancia infinitamente mayor que el poder carnal sugerido por el campo de batalla. Recuerdo un d�a que pasaba por la carretera, junto a las obras de los Sres.

Armstrong, esa vasta f�brica de armamentos destructivos. Casi me qued� asombrado por la magnitud del equipo y por los tremendos problemas de su trabajo. Cerca vi una peque�a capilla metodista; podr�a haber sido puesto en un peque�o rinc�n de las obras de Armstrong, �pero se convirti� para m� en el s�mbolo de lo perdurable y lo eterno! La respiraci�n fantasmal estaba en el peque�o y sencillo edificio, y las creaciones de sus ministerios se encontrar�n cuando los erizados armamentos se hayan convertido en polvo.

Nunca contamos cabezas, pero asegur�monos de Dios. Un hombre con Dios es la mayor�a. El hombre del lado de la "voz apacible y delicada" debe volverse por fin abrumador. Un hombre en un taller rodeado de compa�eros que se burlan y se burlan, movi�ndose en un ambiente completamente invencible a la gracia, seguramente conquistar� si tiene la compa��a del Esp�ritu Santo. Un trabajador me dijo hace un rato, hablando del car�cter poco agradable de su taller: "�Debo salir de �l!" Le dije que no estaba tan seguro de eso.

Le dije que hab�a elegido el camino de Elijah para salir de la dificultad. Lo inst� a creer en la soberan�a del Todopoderoso y a permanecer fiel hasta el fin. Podemos desgastar al antagonista m�s valiente. Nuestra contienda puede ser tan silenciosa como el tiempo, pero ser� igualmente invencible. ( JH Jowett, MA )

La voz suave y quieta

Por comuni�n con Dios debe entenderse el sentido de su presencia, que llena la conciencia con una fuerza moral viva igual a la obra de la regeneraci�n. Cuando se dice que Dios no estuvo en la tormenta, el terremoto o el fuego, entendemos que tales manifestaciones de Dios no se encomendaron al juicio de El�as, ya que probablemente afectar�an los cambios por los que �l or�. Entonces Dios se acerc� m�s y le habl� como "amigo a amigo", lo que le dio la seguridad de que el coraz�n humano puede alcanzarse eficazmente sin los terrores del Sina� o la destrucci�n de los profetas de Baal. La regeneraci�n del hombre es esencialmente moral, que s�lo puede lograrse por medios morales, medios que traer�n la �voz apacible y delicada� de Dios al alma.

I. Una respuesta a la demanda siempre recurrente de la iglesia por lo maravilloso. "�Qu� se�al muestras?" es la pregunta que se repite con frecuencia.

II. Una respuesta a la tendencia materialista de la �poca. Una gran cantidad de personas educadas sostiene que las obras de la naturaleza brindan un campo suficiente para la mente humana. Los ejercicios religiosos, dicen, como se observa al decir oraciones, cantar himnos, escuchar sermones y construir iglesias, abstraen la mente de las maravillas del universo. Nunca hubo mayor error. �C�mo puede la voz de Dios en el alma obstaculizar la contemplaci�n de sus obras?

III. Una respuesta al santo distra�do. El�as necesitaba una comunicaci�n especial de su Dios. El terremoto, la tormenta y el fuego no lograron calmar su miedo. La voz vino para fortalecer su fe. ( T. Davis, MA )

Iglesias tranquilas

Es un error com�n suponer que una iglesia est� muerta porque no est� haciendo ruido. Algunas personas manten�an una ronda continua de reuniones de t�, bazares, Dorcases, fiestas navide�as y trompetas, y anunciaban lo mismo como signos de vida espiritual. Un hombre insensato una vez hizo una distinci�n entre sudor e inspiraci�n. Debe haber puesto sus ojos en las personas en cuesti�n. La vida espiritual es generalmente tranquila. Puede haber per�odos de intensa excitaci�n, pero no pueden durar. Debemos recordar que el r�o no es m�s profundo donde hace m�s ruido. ( J. Parker, DD )

A trav�s de la tormenta para calmar

Hay algunos esp�ritus que deben pasar por una disciplina an�loga a la sostenida por El�as. La lucha de la tormenta debe preceder a la "voz suave y apacible". Hay mentes que deben estar convulsionadas por la duda antes de que puedan descansar en la fe. Hay corazones que deben romperse por la decepci�n antes de que puedan elevarse a la esperanza. Bienaventurado el hombre que, cuando la tempestad ha pasado su furor, reconoce la voz de su Padre en su tono bajo, y descubre la cabeza y dobla la rodilla como lo hizo El�as.

A muchos esp�ritus les parece como si Dios les hubiera dicho: �En la quietud del sol y en las formas ordinarias de vida no pueden encontrarme; pero, como Job, en la desolaci�n de la tempestad ver�s Mi forma y oir�s Mi voz, y sabr�s que tu Redentor vive �. ( FW Robertson. )

Versículo 15

Y el Se�or le dijo: Ve, vu�lvete.

"Ve, vuelve"

Es un pensamiento muy solemne, que un pecado puede para siempre, en lo que concierne a este mundo, arruinar nuestra utilidad. No siempre es as�. A veces, como en el caso del ap�stol Pedro, el Se�or en su gracia restaura y vuelve a comisionar para Su obra, al que podr�a haber sido considerado incapaz de volver a participar en ella. Apacienta Mis ovejas. Apacienta Mis corderos ". Pero contra este caso podemos poner otros tres, en cada uno de los cuales parecer�a como si el �ngel centinela, que prohibi� el regreso de nuestros padres al Para�so, estuviera estacionado con estrictos mandatos para prohibir cualquier regreso al antiguo puesto de servicio noble. .

El primer caso es el de Mois�s; el m�s manso de los hombres; el siervo del Se�or; la nodriza de la naci�n jud�a, cuyas intercesiones los salvaron una y otra vez de la destrucci�n. Sin embargo, debido a que habl� sin avisar con sus labios, y golpe� la roca dos veces, con incredulidad y pasi�n, se vio obligado a soportar la terrible sentencia: �Por cuanto no me cre�steis para santificarme a los ojos de los hijos de Israel, no introducir� a esta congregaci�n en la tierra que les di.

El segundo caso es el de Sa�l, el primer rey desventurado de Israel, cuyo reinado se abri� tan auspiciosamente, como una ma�ana sin nubes, pero que pronto se impuso a s� mismo la sentencia de deposici�n. Sin embargo, fue solo para un solo acto. Alarmado por la larga demora de Samuel y por la dispersi�n del pueblo, entr� precipitadamente en una provincia de la que estaba expresamente excluido y ofreci� el sacrificio con el que los israelitas sol�an prepararse para la batalla.

El tercer caso es el de El�as. Nunca fue reinstalado en el puesto que hab�a ocupado antes de su fatal huida. Es cierto que se le pidi� que regresara de camino, y se le indic� que hiciera alg�n trabajo. Pero esa obra fue la unci�n de tres hombres, que deb�an compartir entre ellos el ministerio que �l podr�a haber cumplido si tan solo hubiera sido fiel a sus oportunidades y fiel a su Dios. La obra de Dios debe continuar; si no por nosotros, entonces, a trav�s de nuestros fracasos, por otros tra�dos para suplir nuestro lugar. "Ve, vuelve por tu camino al desierto de Damasco", etc.

I. La variedad de instrumentos de Dios. Hazael, rey de Siria; Jeh�, el rudo capit�n; y Eliseo, el joven agricultor. Es notable c�mo Dios cumple sus prop�sitos a trav�s de hombres que solo piensan en trabajar por su propio camino salvaje. Su pecado no se disminuye ni se perdona porque est�n ejecutando los designios del Cielo; todav�a se destaca en toda su deformidad maligna. Y, sin embargo, aunque se les hace responsables del mal, no es menos evidente que hacen todo lo que la mano de Dios y el consejo de Dios determinaron antes que se hiciera. Jos� consol� a sus hermanos, despu�s de la muerte de su padre, dici�ndoles que aunque pensaban mal contra �l, Dios lo hizo para bien, para salvar a mucha gente con vida.

II. Nadie puede escapar por completo de los tratos personales de Dios. Las redes de Dios no est�n todas construidas con las mismas mallas. Los hombres pueden escapar a trav�s de algunos de ellos; pero no pueden escapar a trav�s de todo. Si eluden el ministerio del Evangelio, ser�n atrapados por alg�n trabajador serio, apto para el trato personal. Si logran evadir todo contacto con la voz viva, es posible que la p�gina impresa todav�a los alcance.

Si evaden toda la literatura religiosa, a�n pueden ser sujetos repentinos de los esfuerzos del Esp�ritu. �Al que escapare de la espada de Hazael, Jeh� lo matar�; y al que escapare de la espada de Jeh�, Eliseo lo matar� �.

III. Dios nunca pasa por alto a uno de los suyos. El�as pens� que solo �l se quedaba como amante y adorador de Dios. Fue un gran error. Dios ten�a muchos ocultos. �Sin embargo, me dej� siete mil en Israel, todas las rodillas que no se doblaron ante Baal, y toda boca que no lo bes�. No sabemos nada de sus nombres ni de su historia. Probablemente eran desconocidos en el campamento o en la corte: oscuros, sencillos y humildes.

Su �nico testimonio fue un largo rechazo a las solicitudes de los viles ritos de la idolatr�a. Gimieron y lloraron en secreto; y hablaban a menudo unos a otros, mientras el Se�or escuchaba y escuchaba. Pero todos eran conocidos por Dios, y estaban inscritos entre sus joyas, y contados como un pastor le dice a sus ovejas. Los cuid� con infinita solicitud; y fue por ellos que levant� al bueno y gentil Eliseo para que continuara con el cuidado y la disciplina de sus almas. ( FB Meyer, BA )

Regreso al deber

I. Mientras El�as viajaba de regreso a trav�s del desierto, uno de sus sentimientos sin duda ser�a el siguiente: un profundo dolor a causa de su falta de fe pasada, y un saludable sentido de su debilidad para el tiempo venidero. Cada paso de ese viaje hacia atr�s debe haber recordado, con dolor y verg�enza, el recuerdo de su indigna huida e indigna incredulidad.

II. Otro sentimiento que tuvo El�as, al salir de su cueva, debe haber sido un sentido vivo y aprensi�n de la gran misericordia de Dios. �Qu�, en retrospectiva de la reciente y maravillosa manifestaci�n, quedar�a m�s especialmente en el recuerdo del profeta? Ni el viento, ni el terremoto, ni el fuego; pero la "voz apacible y delicada".

III. Podemos suponer que otro sentimiento albergado por El�as al salir de su cueva y regresar a trav�s del desierto, ser�a un prop�sito fijo y la resoluci�n de una obediencia nueva y m�s devota. En duelo por un pasado indigno, penetrado por un vivo sentido del amor de Jehov�, seguir�a adelante y hacia adelante, resuelto m�s que nunca en una vida de amor agradecido y de servicio activo e inquebrantable, hasta que Dios viera oportuno acogerlo en Su carro de fuego. ( JR Macduff, DD )

Versículo 18

Sin embargo, me dej� siete mil en Israel.

La cantidad desconocida

No podemos saber qu� es un hombre simplemente por lo que hace. Puede ser un pintor que nos muestra sus cuadros; esa vista no da idea de si es bello por dentro. Puede que sea un comerciante con el que tratamos; eso no nos dice si se ocupar� de los talentos de su Se�or hasta que �l venga. Puede que sea un mec�nico que realiza alg�n trabajo manual para nosotros; eso no significa que est� trabajando por la comida que perece, y tambi�n por la que permanece para vida eterna.

Necesitamos obtener m�s que las acciones de un hombre para que podamos percibir lo que es. Debemos aprender cu�les son sus verdaderos pensamientos. "Como un hombre piensa en su coraz�n, as� es �l". Debemos ser capaces de formarnos ideas claras de lo que le gusta y lo que no le gusta; lo que encuentra fallas en los dem�s, y que de buena gana lograr�a con ellos. En tal condici�n estamos en lo que respecta a nuestro conocimiento de Dios. Sus obras en la naturaleza no nos informan de lo que �l es.

I. Esta inc�gnita es una provisi�n hecha por las operaciones secretas de Dios. �Me quedan�, o como leemos en la Ep�stola a los Romanos, �Me he reservado siete mil�. El Se�or afirma as� que su existencia en Israel se debi� a Sus propios arreglos, que estaba llevando a cabo Sus prop�sitos por otros m�todos distintos a los que hab�a encomendado a El�as, e independientemente de �l.

El secreto de las operaciones del Se�or bien puede avergonzar el proceder de tantos que profesan ser Sus siervos designados, erigi�ndose como jueces y conden�ndose a misericordias no pactadas, lo que significa con demasiada frecuencia deseos sin compasi�n producidos por el a pesar de los corazones fan�ticos, aquellos que no est�n de acuerdo con ellos.

II. Esta inc�gnita es objeto de constante inspecci�n por parte de Dios. �l sabe cu�ndo y d�nde se doblan las rodillas; cu�ndo y d�nde se moldean sus labios para un beso. �l ve las resoluciones que han tomado y que esas resoluciones no se han incumplido. Todos y cada uno en particular son designados por Su testimonio como Su pueblo elegido, aunque nunca se clasificaron entre los supuestos defensores de Su reino.

III. Esta inc�gnita alienta esperanzas indefinidas en cuanto a la amplia gama sobre la que se extiende la lealtad a Dios. Dios quiere siervos fieles mucho m�s que los profetas, ap�stoles y predicadores. El deseo de la extensi�n de Su reino, que moldea sus oraciones y esfuerzos, sus quejas y desaliento, es un deseo que es s�lo una peque�a salida de Su anhelo inconmensurable. Lo ven haciendo del Evangelio su poder para la salvaci�n de los hombres, en quienes hab�an perdido la esperanza.

Esclavos, criminales, can�bales, fil�sofos enaltecidos con orgullo y hombres ignorantes dogm�ticos en su ignorancia; hombres y mujeres, sobre quienes los f�tidos vapores de las concupiscencias carnales pend�an oscuramente, y los ni�os peque�os, apenas capaces de decir que el mal los ensucia, todos y cada uno de ellos han llegado a ser conocidos como puntales inquebrantables en la casa terrenal del Se�or. �Qu� base hay para dudar de que �l haya levantado a muchos m�s con Su gracia obradora de maravillas de los que hemos llegado a nuestro conocimiento?

1. Un impulso al servicio continuo del Se�or.

2. La gu�a para cada alma. Se encuentra en las palabras de Jes�s al responder a la pregunta: "Se�or, �son pocos los que se salvan?" No intent� responder; Envi� a los interrogadores a sus propias conciencias, con el mandato: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha". ( DG Watt, MA )

Los siete mil

I. Podemos aprender de esta declaraci�n de Dios a El�as, en respuesta a su queja, a no tomar nunca una visi�n demasiado l�gubre o abatida de la posici�n y las perspectivas de la Iglesia. Por m�s reducida que sea en n�mero, influencia y piedad, la Iglesia de Dios aparentemente puede llegar a ser; por muy d�bil que sea la chispa, no se puede apagar; no puede morir. El verdadero Israel a menudo y otra vez ha sido reducido al reflujo m�s bajo: la zarza ardiendo con fuego lista para ser consumida; pero el Dios viviente estaba en la zarza y ??desafi� las llamas destructoras.

II. A partir de la lecci�n reci�n extra�da y sugerida por ella, podemos aprender m�s a tener cuidado con los juicios severos sobre nuestros semejantes y hermanos cristianos. Hab�a una autosuficiencia injustificable en El�as, afirmando tan audazmente: "�Yo, incluso yo solo, me queda!" No le correspond�a a �l (�el hombre de pasiones similares�) hacer una afirmaci�n tan radical e incondicional: repudiar la fe de los dem�s y sentirse tan confiado en la suya propia.

La peor fase que puede asumir la justicia propia es cuando nos constituimos en censores religiosos; y sobre la base de alguna supuesta santidad superior, di, con aire arrogante: "Retrocede, porque soy m�s santo que t�". El sentimiento de Elijah se ha desarrollado en los tiempos modernos en la exclusividad denominacional; - secta secta no eclesi�stica. Uno que dice: "Me quedo solo". Yo solo soy �la Iglesia�, por descendencia apost�lica y eficacia sacramental.

Otro, �Solo me queda�, porque las congregaciones a mi alrededor est�n durmiendo, y solo la m�a ha experimentado un avivamiento y un despertar. No, no; silenciar estos pensamientos censuradores y juicios apresurados del partido. �Qui�n eres t� que juzgas a otro? "�Qui�n est�s tan dispuesto a espiar la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la viga en el tuyo?" Siempre ha habido, y siempre habr�, "una Iglesia oculta". �El reino de Dios no viene con observaci�n.

�A menudo hay oro puro en el mineral de aspecto m�s tosco; - a menudo hay el guijarro m�s raro en la roca m�s escarpada; - a menudo hay las flores m�s hermosas en el freno m�s enredado o en el dell m�s remoto.

III. Reunamos otra lecci�n m�s de esta consoladora seguridad de Dios a El�as: el poder influyente de un gran ejemplo. El sentimiento de Elijah era que estaba solo; que se hab�a esforzado, testificado y sufrido en vano; que en vano hab�a pronunciado sus altos mandatos; dio p�blicamente su testimonio al Jehov� viviente; vivi� su vida de fe, abnegaci�n y oraci�n. Su triste pensamiento era que ahora iba a poner fin a una existencia in�til, infructuosa y sin prop�sito; que, a pesar de todo lo que hab�a hecho por la causa de la verdad Divina, todav�a podr�a haber estado deambulando como un pirata, o apacentando sus reba�os como pastor en su Galaad natal.

"No", dice Dios, a este poderoso cosechador, "siete mil almas han sido segadas principalmente por tu hoz". Dondequiera que haya corazones valientes, audaces, honestos, rectos y amantes de Dios en este mundo, seguramente emanar� un silencio, puede ser, pero sin embargo, una vasta influencia para el bien. "Nadie vive para s� mismo". �Qu� no puede hacer una palabra! �Un consejo solemne! �Una precauci�n necesaria! ( JR Macduff, DD )

Santidad oculta

Un santo de Dios consistente - �Qu� queremos decir con la palabra �santo�? Todos los que son apartados para el uso del Maestro, que son santificados y fortalecidos por Su gracia para servirle, son Sus santos. �Qu� es esa vida?

I. Es una vida cuya ra�z est� oculta, aunque se pueden ver sus frutos, al menos en parte.

II. La santidad se nutre m�s en tiempos de depresi�n y aflicci�n. Es de un tiempo tal que Dios est� hablando aqu�: "Tengo siete mil que no han doblado la rodilla ante Baal". ( W. Denton, MA )

Los fieles siete mil

Aprendemos de estas palabras:

I. Que los hombres a menudo se enga�en con respecto a la fuerza de la Iglesia de Dios. Muchos han pose�do un sentimiento similar al expresado por El�as. Han mirado la prevalencia del pecado, en todos los rangos y condiciones de vida; han contemplado la indiferencia generalizada hacia la religi�n, y eso tambi�n en medio del privilegio y el esfuerzo religiosos; y ante tal vista, su coraz�n les ha fallado; han pensado que el pueblo de Dios eran muy pocos y se han sentido tentados a pensar que sus esfuerzos por aumentar el n�mero eran in�tiles y, bajo tal tentaci�n, muchos han renunciado a su trabajo.

II. Que Dios tiene un conocimiento perfecto de su propio pueblo. Es posible que los hijos de Dios no puedan reconocerse unos a otros, especialmente en tiempos de persecuci�n, lo que puede impedir que los hombres hagan una confesi�n abierta de su fe. E incluso en tiempos ordinarios, hay muchos que pueden no sentirse llamados a hacer esta confesi�n, por lo que su relaci�n con Dios permanece desconocida para quienes los rodean. Pero Dios los ve y los conoce.

III. Que Dios puede mantener a su pueblo en medio del pecado y el mal m�s extendidos. No en vano los cristianos temen por s� mismos y por los dem�s cuando el pecado y la maldad abundan, y cuando las tentaciones son numerosas y poderosas. Conocen su propia debilidad y tambi�n saben cu�ntos han ca�do en el conflicto con el pecado.

IV. Que los hombres sean fieles a su deber y dejen los resultados en manos de Dios. ( T. Cain. )

Los escondidos de dios

"Un jardinero sabe qu� ra�ces hay en la tierra mucho antes de que aparezcan y qu� flores producir�n". Mire el jard�n en invierno y no sabr� que hay preparaci�n para la primavera; pero el jardinero ve con el ojo de su mente: aqu� un c�rculo de copas de oro, como si fueran a un banquete real, y all� un grupo de bellezas blancas como la nieve, inclinadas con exceso de modesta pureza.

Su ojo sabe d�nde duermen los narcisos y las an�monas, esperando levantarse con toda su hermosura; y ha aprendido el secreto de las pr�mulas y las violetas, que esperan emboscadas hasta que el primer soplo c�lido de la primavera las haga revelarse. Aun as�, el Se�or conoce a sus escondidos mucho antes del d�a de su manifestaci�n con �l. �l ve Su Iglesia antes que Sus ministros la vean, y declara acerca de los paganos de Corinto. "Tengo mucha gente en esta ciudad". ( CH Spurgeon. )

Cristianos desconocidos para el mundo

Hay estrellas puestas en los cielos por la mano de Dios, cuya luz nunca ha llegado al ojo del hombre; gemas yacen depositadas en la tierra, que a�n no han sido descubiertas por la investigaci�n del hombre; flores que han crecido con una belleza sonrojada antes del sol, que nunca han sido vistas por el florista; por lo que puede haber cristianos hechos por Dios, que est�n ocultos al conocimiento y al ojo del mundo. ( R. Venting. )

Versículos 19-21

Y encontr� a Eliseo.

El labrador de Abel-mehol�

I. Una caracter�stica marcada de Eliseo era el contentamiento con su posici�n y la voluntad de cumplir con sus deberes, por humilde que fuera. Cu�n pocos, pose�dos de dones, est�n dispuestos a esperar el llamado de Dios; �Cu�n pocos, incluso sin dones, o que se imaginan tener dones, est�n dispuestos a esperar! Parece olvidarse que la incapacidad de servir a Dios en �unas pocas cosas� es evidencia de la incapacidad de servirle en muchas, y quien no puede hacer posible la fidelidad en lo poco, nunca se le puede encomendar lo grande.

Hay una gran diferencia entre la adoraci�n y el servicio. Servimos a Dios en nuestras propias casas, habi�ndolo adorado en Su casa. El servicio es trabajo, y trabajar para �l donde �l nos coloca, no donde nosotros nos colocamos. Si no podemos o no servimos a Dios en el lugar humilde y en los deberes diarios que �l nos ha asignado, seguramente nunca podremos ni lo haremos en ning�n otro lugar o circunstancia.

II. Igualmente marcada fue la disposici�n de Eliseo para escuchar el llamado de Dios. Es peligroso adelantarse o quedarse atr�s de la providencia o del llamado de Dios. Si el Se�or tiene una obra para nosotros, nos llamar� a ella. Pero debemos cultivar un esp�ritu de disposici�n atenta y de oraci�n. No es que esperemos una llamada audible del cielo, ni confiemos en una voz interior, sino que Dios dispondr� de todas las cosas de tal manera que dejar� muy claro nuestro deber. Para esto debemos contentarnos con esperar; cuando llegue, debemos estar dispuestos a obedecer y seguir.

III. Otra caracter�stica de esta narrativa es la voluntad personal de Eliseo de seguir el llamado de Dios hasta sus mayores consecuencias. ( A. Edersheim, M, A., DD )

Abel-meholah

Hay mucho en esta historia que nos da �nimo y direcci�n. Deteng�monos un momento para recoger sus lecciones.

1. Observe, entonces, en primer lugar, el cuidado ejercido por Dios en asegurar una sucesi�n constante de maestros para su pueblo. Siempre es independiente de cualquier hombre individual. Jes�s ha declarado que las puertas de la tumba no prevalecer�n contra Su Iglesia; y as� como, aqu�, Eliseo estaba listo para tomar el lugar de El�as, com�nmente se encontrar� que cuando un siervo del Maestro es removido de la tierra, o es enviado a otro campo de trabajo, ha habido, tal vez inconscientemente para s� mismo, ya los que le rodean, otro condujo, a trav�s de un curso de formaci�n, a ocupar el puesto que ha quedado vacante.

2. Observe, en segundo lugar, aqu� el honor que Dios concede a la industria en el trabajo diario com�n. Eliseo no fue llamado mientras estaba ocupado en sus devociones privadas, aunque, a juzgar por su car�cter por la pronta respuesta que dio en este momento, se nos justifica al decir que su armario no ser�a descuidado; pero fue mientras segu�a el arado cuando El�as se le acerc� y le ech� el manto encima.

Por tanto, Dios quiere ense�arnos que no debemos descuidar nuestros asuntos diarios, y que Su rica bendici�n descender� sobre nosotros mientras le servimos, ya sea que ese servicio sea de un tipo especialmente devocional o de una descripci�n m�s com�n y ordinaria.

3. Observe, en tercer lugar, que se necesita una formaci�n especial para trabajos especiales. Vimos que, para los estrictos deberes que El�as ten�a que desempe�ar, estaba particularmente capacitado por la soledad de sus primeros a�os de vida y la desgarrada grandeza de las escenas en medio de las cuales viv�a. Eliseo, por otro lado, fue entrenado para el ministerio m�s pac�fico y gentil al que fue enviado, por la vida hogare�a de la casa de su padre y las tranquilas influencias de las actividades agr�colas.

Como muchos otros ministros, su primera universidad fue su hogar; y all�, como se nos garantiza creer, por la prontitud con que lo entregaron a su nueva obra, sus padres lo educaron en la educaci�n del Se�or. Pero este no fue todo el entrenamiento de Eliseo. Durante siete a�os despu�s de los incidentes que hemos estado considerando, fue compa�ero y amigo de El�as; y as� estuvo bajo las mejores influencias preparatorias para su trabajo.

4. Observe, en cuarto lugar, que Dios encuentra uso para las distintas individualidades de Sus siervos. Hay "diversidad de dones, pero el mismo Esp�ritu". No todos los ministros de Dios est�n hechos seg�n el mismo patr�n. Hay rasgos individuales de car�cter y disposici�n, tan distintivos de cada uno como lo son los contornos del rostro de cada uno. Juan es bastante diferente de Pedro y Pablo es diferente de ambos. �Qu� contraste encontramos entre El�as y Eliseo!

5. Una vez m�s: la conducta de Eliseo aqu� nos proporciona un hermoso ejemplo del esp�ritu y la manera en que debemos responder a la llamada del Se�or Jesucristo. Si hemos representado correctamente sus puntos de vista en cuanto al significado del acto realizado por El�as en �l, Eliseo debe haber calculado completamente el costo del paso que estaba a punto de dar para responder al llamado de Jehov�. Sab�a que deb�a dejar su casa.

Tambi�n sab�a que con un Acab en el trono, una Jezabel en el palacio y una poblaci�n id�latra esparcida por todo el pa�s, los deberes del oficio prof�tico no solo ser�an onerosos, sino tambi�n peligrosos. Sin embargo, no consult� con carne y sangre, sino que se levant� r�pida y decididamente y fue tras El�as. Ahora, as� deber�a ser con nosotros y con Cristo. ( WM Taylor, DD )

El llamado de Eliseo

Pensamos en el llamado de Eliseo. Era agricultor de Abel-mehol�, en la llanura del Jord�n. El nombre de su padre (es todo lo que sabemos de �l) era Shaphat, "el juez".

I. El llamado Divino lo encontr� ocupado en su trabajo. Nuestro Salvador llam� al apostolado a hombres trabajadores y no ociosos. Matthew de la aduana; Pedro, Andr�s, Juan y Santiago de su trabajo como pescadores; y Natanael de la gran labor espiritual de la oraci�n ferviente debajo de la higuera; ya Pablo de su intencionada industria asesina mientras se afanaba hacia Damasco. Es as� en el Antiguo Testamento.

Mois�s estaba cuidando el reba�o de Jetro cuando de la zarza ardiendo, sin quemar, son� la voz irresistible que lo envi� a una de las p�ginas m�s ilustres de toda la historia. La llamada lleg� a Gede�n cuando estaba trillando trigo; a David, cuidando las ovejas de su padre; a Am�s, cuidando ganado; a Eliseo, siguiendo el arado. Hab�a una sagacidad cabal en ese rey famoso que persegu�a en sus vagabundeos hogare�os a los holgazanes ociosos de la calle con "�Fuera, se�or, y trabaje un poco!" que anim� a las mujeres del puesto a tener las manos ocupadas mientras esperaban la costumbre, de manera obligatoria, en efecto; y si no se animaban con su deseo, los llen� junto con sus puestos. Evitar�a en todas partes los diversos y generalizados males de la indolencia.

II. El llamado divino fue inesperado para �l. Fue buscado; no busc�. Dios lo vio en la oscuridad rural y lo desafi� al reconocimiento y servicio nacional. �Cu�l hab�a sido su ambici�n, cu�l hab�a sido la animada esperanza de su vida? Tem�a a Dios m�s que a muchos, y sin duda deseaba ser un maestro considerado, un hijo obediente, un verdadero amigo, el consolador de los abatidos, una luz en el hogar y en la aldea vecina.

Y pensar en instancias inglesas. Qu� improbable que un granjero de Huntingdonshire se convirtiera en el monarca m�s noble de Inglaterra, aunque sin la corona, de la que �l, de hecho, bien podr�a prescindir. O en un d�a m�s reciente, qu� improbable que un joven carpintero ingl�s se convierta en el ap�stol de los mares del sur, o que un joven jardinero escoc�s se convierta en el ap�stol de �frica del Sur. As�, Dios derrama desprecio sobre el juicio humano, "para que, como est� escrito: El que se glor�a, glor�ese en el Se�or".

III. El llamado era uno al autosacrificio y al peligro. De la narraci�n se desprende claramente que Eliseo estaba en circunstancias f�ciles. Ten�a sirvientes y mucho ganado; �l era el heredero de �stos en cualquier caso. Una tranquila y agradable vida en el campo era suya, con el gran milagro de la naturaleza siempre ante sus ojos, trabajo en el campo abierto bajo el azul del cielo, pero "una vida que llev� d�as melodiosos". Un hombre sereno, movi�ndose en medio de un entorno sereno, mirando con mente contemplativa el transcurso de las estaciones, los rostros de hombres conocidos y los sagrados rollos de las Escrituras hebreas.

Hermanos, nuestro llamado a Cristo y al servicio cristiano implica alg�n sacrificio. Con �nfasis reiterado, Cristo dice eso. No ha pintado Su reino con los colores de la fantas�a. Habla tanto de la cruz como de la corona; de �mucha tribulaci�n� as� como trono eterno.

IV. La llamada fue aceptable para Eliseo. Despu�s de echar su manto sobre Eliseo, El�as se apresur� a seguir su camino. Hizo una pausa para no exponer la llamada; las exposiciones iban a seguir. No obligar�a a ning�n hombre a una peligrosa compa��a consigo mismo. Sigui� adelante, y los pastores asombrados lo observaron. Y sobresaltado Eliseo - porque la cosa se hab�a hecho de repente - se recupera.

V. La aceptaci�n del llamado de Eliseo se celebr� con una fiesta. El evento fue digno de celebraci�n. El honor, con cualquier peligro, hab�a llegado a �l, y m�s brillante que cualquier corona. El hombre se encendi�. Estaba radiante de haberse ido. De ahora en adelante iba a sostener otro arado. Dej� todo: aldea nativa, amigos, patrimonio, padres. Con su beso y bendici�n, la fiesta termin�. �Y no llega ning�n llamado a nosotros? �A Cristo, y luego al servicio cristiano? Acept�moslo, y entonces los �ngeles "comenzar�n a alegrarse", �con un gozo que nunca terminar�! �Oh celebraci�n celestial! ( GT Coster. )

Llamado

Desde el momento en que el manto cay� sobre �l, todo cambi�.

1. La nueva vida fue una de devoci�n a El�as. Eliseo podr�a haber dicho: "Para m�, el vivir es El�as". A�os despu�s fue conocido por este t�tulo, "Eliseo, que derram� agua en las manos de El�as". Y est�s llamado a una vida de devoci�n al Se�or Jes�s. Cristo debe ser el centro de tu vida. La llamada llega con mayor urgencia debido a la consternaci�n y la desesperaci�n en que se abre el presente siglo. �Lev�ntate y vive por Jes�s; s� de todo coraz�n para hacer a Jes�s Rey �.

2. La nueva vida fue una de separaci�n. No pod�a unirse a Elijah sin dejar el antiguo hogar. Surgieron nuevos intereses; nuevos deberes ocupaban su tiempo; nuevos deseos y ambiciones llenaron su coraz�n. Hab�a que dejar atr�s la vieja vida; estaba completamente alejado de �l. Y as� es con todo verdadero seguidor de Cristo. La cercan�a a Cristo produce la separaci�n del mundo. Los nuevos intereses y ocupaciones desplazan a los viejos, al igual que las j�venes hojas verdes de la primavera empujan de las ramas las hojas muertas que hab�an resistido todas las tormentas invernales.

3. La nueva vida estaba, al principio, llena de dificultades y peligros. Eliseo particip� en el exilio de El�as. Su amo era un hombre marcado y fugitivo. El manto del profeta no era un manto de estado. En aquellos d�as, nadie m�s que los sacerdotes de Baal fueron recibidos en la corte. El�as no ten�a ninguno de los privilegios y la protecci�n que un gobierno cristiano brinda a los siervos de Dios en Inglaterra. Y para nosotros tambi�n, aunque vivamos en tiempos mejores, est� la cruz.

Todav�a es cierto; "El que no lleva su cruz y viene en pos de m�, no puede ser mi disc�pulo". Incluso hoy, puedes evadir tu cruz solo negando a tu Se�or. No podemos vivir para la comodidad, las riquezas y el placer si seguimos a Cristo.

4. Y la nueva vida fue de privilegio y poder especiales. Ese manto era un signo de ambos. Lo mismo ocurre con todos los que aceptan el manto de Cristo. Ver�s a Dios cara a cara y compartir�s Sus secretos, estando siempre en Su c�mara de presencia, para que no temas la ira de los hombres. ( FS Webster, MA )

La llamada de un joven

Todas las circunstancias relacionadas con el llamado de Eliseo y la respuesta de Eliseo al llamado, indicar�an que el joven estaba muy familiarizado con El�as y con sus caminos. Las circunstancias relacionadas con el llamado de Eliseo son sumamente pintorescas e interesantes. Elijah no se detiene a hablar. En cambio, pasando cerca del joven, toma el manto de profeta de sus hombros y lo arroja sobre los hombros del asombrado Eliseo, y avanza a grandes zancadas sin decir una palabra.

Ahora, evidentemente, Eliseo hab�a tenido largas conversaciones con El�as sobre este asunto, y �l sab�a lo que significaba ese manto. Sab�a tan bien como si El�as hubiera hablado con �l durante una hora que significaba el llamado de Dios para �l, para que abandonara su actual orden de vida y saliera con El�as, para compartir su trabajo y tambi�n para compartir su peligro. El�as aprecia la situaci�n y dice: "Vuelve de nuevo, porque �qu� te he hecho?" El can�nigo Liddon dice que esto deber�a traducirse: "�Ve, vuelve, porque cu�n grande te he hecho!" Es decir, El�as acepta que vaya a despedirse de su pueblo, pero impresiona en su mente que debe regresar r�pidamente, ya que el llamado de Dios le ha conferido un gran privilegio y un alto honor. La despedida es muy bonita y muy significativa.

1. Primero, el precioso privilegio de El�as en que se le permitiera ser el instrumento en la mano de Dios para llamar a un hombre tan espl�ndido como Eliseo a la obra del Se�or. El�as nunca hubiera podido hacer esto si no hubiera sido un buen hombre. Eliseo sinti� esta influencia. No fue tanto lo que El�as dijo, ni tampoco lo que hizo, sino la oraci�n constante y la comuni�n con Dios, la comuni�n con lo Invisible, mantuvo en El�as una atm�sfera espiritual que ten�a algo de cielo en ella.

Eliseo no podr�a haberlo descrito, pero lo sinti�, y cuando estaba con El�as, Dios, la bondad y el cielo eran las cosas m�s reales del mundo, agradar a Dios parec�a ser el �nico bien y entristecer el coraz�n de Dios. la desobediencia parec�a ser el �nico peligro real de la vida.

2. Aqu� hemos ilustrado la manera correcta de recibir y responder al llamado de Dios. Eliseo responde r�pidamente. Corre tras Elijah. Siente que no hay tiempo que perder. El�as va con paso r�pido y largo, y pronto estar� fuera del campo. Si lo deja pasar desatendido, puede perder la oportunidad para siempre, por lo que corre tras el profeta y le asegura su aceptaci�n. No solo eso, sino que procede a quemar todos sus puentes detr�s de �l.

No, lo hace tan p�blico como puede. Mata su yugo de bueyes, quema su arado, hace una fiesta de despedida y proclama con valent�a a todos sus vecinos que ha sido llamado por Dios y que se marchar� con El�as en respuesta a ese llamado. Y le digo a cada hombre o mujer inconverso que est� aqu�: Ese es el �nico camino seguro o sabio. Dios te llama a aceptar la salvaci�n a trav�s de Jesucristo y a servir a Cristo en tu vida diaria. ( L A. Banks, DD )

El llamado de Eliseo

I. Entre otras lecciones pr�cticas sugeridas por el llamamiento de Eliseo, observemos la variedad de car�cter entre los siervos de Dios. Nunca hubo dos individuos m�s opuestos que estas dos luces de esta era en Israel, tanto en entrenamiento como en temperamento mental. El uno era el ni�o rudo del desierto, sin parentesco ni linaje registrados. Su hogar agradable y apropiado, la selva de Cherith, la penumbra del Carmelo, la sombra del enebro del desierto, los terribles acantilados del Sina�, un mensajero directo de la ira del cielo, �el profeta del fuego! El otro es entrenado y alimentado bajo el techo de un hogar afable, mezcl�ndose a diario en el intercambio de afecto dom�stico, amoroso y amado.

Y hay las mismas diferencias notables, las mismas hermosas, hasta este momento, en la Iglesia de Cristo. Lutero y Knox, los El�as de su tiempo, tuvieron su vocaci�n en preparar el camino para los Zwinglis y los Melanctones, los mensajeros m�s amables de la paz; voladura de las rocas, excavando el bloque �spero, sin forma y sin labrar. , - para ponerlo en manos de estos escultores m�s refinados para pulir en forma y belleza.

II. Podemos recoger, como segunda lecci�n, el honor que Dios otorga a las ocupaciones seculares ordinarias de la vida. Se encuentra a Eliseo, no participando en la adoraci�n del templo en Jerusal�n o Samaria, ni siquiera en meditaci�n y oraci�n en el retiro de la vivienda de su padre, sino en su arado, conduciendo ante �l su yunta de bueyes. Esta es otra de las lecciones reiteradas en las Escrituras en cuanto a la dignidad y santidad del trabajo, y el reconocimiento Divino del mismo.

III. Una vez m�s, observe, en el caso de Eliseo y sus padres, el esp�ritu de gozoso autosacrificio manifestado en el llamado del deber. Grande, sin duda, como fue el honor de convertirse en el profeta consagrado de Dios; no podemos pensar en su aceptaci�n del alto cargo sin, al mismo tiempo, haber sugerido la idea de la abnegaci�n. Qu� lecci�n para nosotros, esta abnegaci�n del yo por Dios y el deber.

�Qu� hemos entregado de nuestra comodidad mundana, nuestros placeres, nuestro dinero, nuestros hijos, nuestras ventajas, por �l y Su causa? �Qu� hemos hecho para desarmar el poder de los pecados acosadores, cortando, como Eliseo, la ocasi�n de ellos, - diciendo: �Dejen que los bueyes, los implementos, los aparejos, todos vayan, y perezcan en las llamas, si roban nuestros corazones? de Cristo, o Cristo de nuestros corazones �? Matthew cerr� la puerta de su peaje detr�s de �l: nunca volver�a a entrar. Los magos de �feso quemaron sus libros m�gicos para que nunca m�s pudieran correr el riesgo de verse envueltos en sus hechicer�as. ( JR Macduff, DD )

El�as pas� a su lado y le arroj� su manto. -

Influencias cristianas

I. C�mo llama Dios a sus obreros. Cuando en el siglo XVII uno de los famosos plat�nicos de Cambridge, como se les llamaba, pas� a su reposo, sus afligidos disc�pulos exclamaron en las mismas palabras de Eliseo a El�as: �Padre m�o, padre m�o, carro de Israel y sus jinetes. ! " expresando as� su sentido de p�rdida ante esa comuni�n de fuerza que marcaba el car�cter de su amo.

Una y otra vez Dios ha levantado hombres que, como estos plat�nicos de Cambridge, han reverenciado el don divino de la raz�n as� como de la revelaci�n, quienes, aunque se han mantenido al margen de los partidos de la Iglesia y la pol�tica, se han esforzado por ense�ar y mostrar el car�cter. de Dios el Padre, el ejemplo de Dios el Hijo, el amor y la comuni�n de Dios el Esp�ritu Santo, hombres que se han sentido seguros de que en pocos a�os, ning�n nuevo descubrimiento de la ciencia podr�a ense�ar por el momento una verdad como esta: "Bienaventurados los de limpio coraz�n, porque ellos ver�n a Dios".

II. La influencia de las buenas vidas. Pero, adem�s, le lleg� la llamada de Eliseo, como le lleg� a Mateo, en su trabajo ordinario, en su granja y en su mercader�a, y, recordemos, ya no era el mismo hombre despu�s que antes. eso.

III. Misioneros silenciosos. Pero nuevamente, cuando El�as pas� junto a Eliseo, ciertamente fue una influencia personal, pero tambi�n lo fue, hasta donde sabemos, y como se ha se�alado m�s de una vez, tambi�n fue una influencia silenciosa. Y as�, la acci�n del profeta al menos nos sugiere la consideraci�n de esa influencia silenciosa, impresionante y probada por la que todos estamos tan estrechamente rodeados. Qu� notable influencia, por ejemplo, se le atribuye a ese libro tan famoso en el siglo pasado, y tan popular entonces en Inglaterra y Estados Unidos, Law's Serious Call.

Qu� prueba de la infalible influencia que se atribuye a la efusi�n de un alma santa y devota la proporciona el mero hecho de que William Wilberforce, John Wesley y Samuel Johnson se refirieron a ese libro como el origen de sus primeras impresiones serias sobre la religi�n.

IV. La influencia de los buenos libros. Llegamos a las impresiones que dudo que no nos hayan llegado a todos de una forma u otra a partir de la lectura de una biograf�a popular, de una breve memoria en el peri�dico, de nuestros libros de devoci�n favoritos. De hecho, podemos estar agradecidos por estas muchas influencias silenciosas. Puede que est�n haciendo, seguramente lo est�n haciendo, la obra de Dios en el mundo. Nuestros ojos han estado fijos desde hace mucho tiempo, y frente a los acontecimientos recientes con renovado inter�s y fresco asombro, sobre ese maravilloso pueblo de Oriente, los japoneses.

Hace poco tiempo una empresa editora emprendedora de Jap�n decidi� publicar una serie de biograf�as hist�ricas. La primera fue la vida de Confucio, la segunda la de Budda, la tercera la de Jes�s de Nazaret. La biograf�a de nuestro Se�or fue editada por un joven estudiante japon�s, que no era cristiano, quien la escribi� simplemente tal como estaba en los Evangelios sin ofrecer ninguna opini�n propia en cuanto a su verdad o falsedad.

En pocas semanas se agot� toda la primera edici�n de ese libro. Aqu�, nuevamente, hab�a una influencia silenciosa que penetraba donde nunca se hab�a escuchado la voz viva del misionero para el intelecto vivificante y tocaba el coraz�n. �Podemos dudar de que Dios el Esp�ritu Santo, a trav�s del libro, lleve a muchos a preguntar de d�nde tiene este Hombre la sabidur�a, de d�nde provienen las maravillas? ( RJ Knowling, DD )

Amistad humana

La voz en la cueva de Horeb dijo muchas cosas; pero dijo una cosa que, en mi opini�n, fue especialmente �til para el desarrollo futuro de Elijah: le indic� d�nde encontrar un amigo humano. Si hab�a algo que Elijah necesitaba para suavizarlo, era eso. Parece que nunca sinti� la influencia de los lazos dom�sticos. Toda su vida hab�a sido una de guerra, de conmoci�n p�blica, de luchas pol�ticas y religiosas.

Superiores que ten�a, inferiores que ten�a, pero hasta ahora no hab�a tenido igual. No hab�a nadie que le tomara la mano y le dijera: "Somos hermanos". Un hombre en tal posici�n necesita la mitad de la m�sica de la vida. Cuando la voz lo envi� a Eliseo, lo envi� a una nueva escuela. ( George Matheson ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "1 Kings 19". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/1-kings-19.html. 1905-1909. Nueva York.