Bible Commentaries
1 Samuel 8

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-8

Y sucedi� que cuando Samuel envejeci�, puso a sus hijos por jueces sobre Israel.

Ensayos parentales

Los mejores a veces se encuentran con la m�s amarga decepci�n, y sus canas son derribadas con dolor a la tumba por la conducta sin principios de sus hijos. El hogar m�s ejemplar se ha convertido en un lugar de llanto por la inesperada mala conducta de quienes fueron sus adornos m�s brillantes. Samuel ahora estaba envejeciendo. Aquellos en posiciones altas son naturalmente deseosos de que sus hijos mantengan el nombre de un padre y ejerzan una influencia similar.

Samuel ten�a ese loable deseo, e hizo a sus hijos jueces sobre Israel. El nepotismo ha sido uno de los esc�ndalos m�s graves de la mayor�a de los pont�fices romanos y de no pocos altos funcionarios en todos los pa�ses. Pero hay honrosas excepciones. No se dice que Samuel obr� mal al nombrar a sus hijos para el tribunal judicial. La gente nunca lo acus� de nepotismo. Con suerte, los hijos de tal padre prometer�an la administraci�n de justicia.

Pero el cielo m�s hermoso puede tener una nube que se oscurece, los brotes m�s brillantes pueden marchitarse temprano y una primavera esperanzadora da como resultado una cosecha escasa; de modo que la conducta de los hijos de Samuel desilusion� el coraz�n de un padre y turb� la tierra de Israel.

1. No anduvieron en los caminos de su padre. Mejoraron mal el brillante ejemplo que ten�an ante ellos en casa, donde vieron poco que pudiera cegar sus mentes o pervertir sus corazones. Cuando consideramos la suavidad y la incapacidad de Eli para el mando, no nos sorprende que sus hijos se extrav�en. Pero Samuel fue tan firme, pero generoso con todo, que indicaba una gran depravaci�n en sus hijos el abusar del ejemplo de la vida inmaculada de su padre.

Su conducta demostr� que no hab�an buscado una religi�n personal, sino que hab�an confiado en lo que se unieron en el altar familiar. Por lo tanto, cuando abandonaron los recintos sagrados del c�rculo dom�stico en Ram�, no ten�an ning�n principio de restricci�n. �Cu�l debe ser la experiencia eterna sino remordimiento, angustia y desesperaci�n para aquellos que, con el tiempo, vieron a diario a un padre cristiano, pero nunca buscaron personalmente al Salvador?

2. Ellos "se desviaron en busca de ganancias y aceptaron sobornos". Las calificaciones de un juez las especifica Jetro a Mois�s ( �xodo 18:21 ). Mois�s orden� as� al pueblo en el nombre del Se�or ( Deuteronomio 16:18 ).

Pero los hijos de Samuel no cumplieron con estos requisitos. Fueron descarriados por el amor al dinero. Es asombroso cu�n r�pidamente este pecado de codicia pervierte las facultades morales. El oro, obtenido ilegalmente, quema la conciencia. Quiz�s no hubo un hombre m�s grande en su propia �poca, o en cualquier �poca, que Lord Bacon. Es el padre de la filosof�a moderna y revolucion� las investigaciones de las escuelas. A �l m�s que a ning�n hombre le debe el estudiante de la naturaleza y de la ciencia.

�l confiri� un beneficio duradero a la humanidad al abrir el verdadero m�todo de investigaci�n. Sin embargo, por extra�o que parezca, Lord Bacon fue uno de los abogados m�s inescrupulosos y uno de los jueces m�s deshonestos que jam�s se haya sentado en el banquillo de los ingleses. Su b�squeda de lugar era de lo m�s deshonrosa; y, despu�s de haberse convertido, por los medios m�s innobles, en Lord Alto Canciller, degrad� la oficina legal m�s alta del pa�s aceptando sobornos.

�Tan evidente era el mal y tan notorio que este fil�sofo, que hab�a escrito tanto en alabanza del saber, la virtud y la religi�n, fue acusado por la C�mara de los Comunes y declarado culpable de recibir sobornos por la cantidad de � 100,000! Debe haber sido un espect�culo de lo m�s humillante ver a un hombre como Bacon confesar a sus compa�eros que hab�a sido culpable de corrupci�n. �Este vislumbre del ascenso y la ca�da de este gran hombre proclama en voz alta la insuficiencia de todo menos la gracia y la verdad de Dios para mantener al hombre moralmente erguido.

Poderes intelectuales no gigantes; si hubieran sido suficientes, Bacon se habr�a mantenido firme como una roca; no el �xito mundano: Bacon se sent� a la diestra de la realeza y mantuvo la conciencia de un rey; no mucha confianza: el Lord Hugh Chancellor de Inglaterra fue el tema principal en ese sentido; no celebridad, con eso Bacon podr�a haberse saciado; no grandeza sin bondad, eso es un c�mbalo tintineante.

�Entonces que? La respuesta que la experiencia, la historia y la palabra de Dios se combinan para dar es esta: 'Soy lo que soy, por la gracia de Dios que est� en m�'. El hombre que apaga la luz de la l�mpara que se encendi� en el cielo ya se tambale� hacia su ca�da ". As� actuaron los hijos de Samuel.

3. Ellos "pervirtieron el juicio". Esta fue la consecuencia natural del rumbo que siguieron. No era justicia, sino beneficio lo que buscaban. Su decisi�n no fue lo que exig�a la ley de Dios, sino lo que mejor se les recompensaba por decretar. Su conducta fue sumamente ofensiva para Dios: �El que justifica al imp�o y el que condena al justo, ambos son abominaci�n a Jehov� ( Proverbios 17:15 ).

Samuel fue un padre decepcionado. Evidentemente, hab�a esperado que sus hijos ocuparan su lugar cuando terminaran sus d�as. No hay nada que angustie m�s a un padre que la mala conducta de un hijo. Fue el dolor de Isaac cuando Esa� se asoci� con los id�latras y despreci� la primogenitura patriarcal. Convirti� muchos de los a�os de Jacob en un dolor perenne. Fue la prueba de Aar�n poco despu�s de que se hubiera establecido el sacerdocio en su casa, cuando Nadab y Abi� fueron borrachos al altar y ofrecieron fuego extra�o a Dios.

Fue la calamidad y el castigo de El�, cuando sus hijos imprudentes, a quienes nunca hab�a refrenado, se precipitaron sobre la ruina de su casa. Fue la herida m�s dolorosa de David, cuando uno de sus hijos, tras otro, cometi� locura y maldad en Israel. Los hijos deben considerar la necesidad de una religi�n personal, por medio de la cual se puedan realizar los mejores deseos de un padre y asegurar la felicidad individual de un alma. Sin esto, todos los vientos pueden llevarlo a la deriva, como un barco sin tim�n; puede ser arrastrado por una corriente de maldad. ( R. Steel. )

La familia del ministro

La familia del ministro debe ser un ejemplo para toda su congregaci�n. No puede dejar de dar un gran valor a sus exhortaciones. Lo hizo en el caso del devoto Alleine, de quien se da este testimonio, que, �mientras caminaba por la casa, hac�a alg�n uso espiritual de todo lo que ocurr�a; y sus labios cayeron como un panal de miel a todo lo que estaba a su alrededor ". Cotton Mather es famoso por su familia administrada admirablemente, y sus hijos se levantaron para llamarlo bienaventurado, mientras que su ministerio pertenec�a en gran parte a Dios. La vida dom�stica de Philip Henry es bien conocida; y su hijo Mateo, el comentarista, atribuye con gratitud su propio car�cter cristiano a la educaci�n piadosa de los padres. Tampoco son estos ejemplos solitarios. Se podr�an aducir f�cilmente muchos m�s para ilustrar la formaci�n piadosa. El� descuid� esto, desobedeci� al Se�or e hiri� a sus hijos. (R. Steel. )

Pero se apart� en busca de ganancias y acept� sobornos .

Corrupci�n pol�tica

Desde los primeros per�odos de la historia del mundo, la corrupci�n entre los hombres p�blicos ha tra�do problemas pol�ticos y la ruina nacional. Est� muy extendida, est� en todas partes. Este lamentable estado de cosas puede remediarse:

I. Llenando los cargos subordinados con hombres cuya aptitud haya sido probada por concurso.

II. Los candidatos para el cargo deben elegirse por su car�cter y calificaciones.

III. Los monopolios, ya sean corporativos o individuales, deben regularse para proteger plenamente los derechos p�blicos. ( Revisi�n homil�tica. )

Soborno

Mi responsabilidad es para ustedes, en todos los aspectos de la vida, mantenerse alejados del soborno, todos ustedes. Todo hombre y mujer, en alg�n momento, se ver� tentado a obrar mal a cambio de una compensaci�n. El soborno no puede ofrecerse en dinero. Puede ofrecerse en posici�n social. Recordemos que llegar� el d�a en que la transacci�n m�s secreta de la vida privada y de la vida p�blica ser� objeto de la reprimenda p�blica. No podemos sobornar a la muerte, no podemos sobornar a la enfermedad, no podemos sobornar a la tumba, no podemos sobornar los juicios de ese Dios que truena en mi texto: �El fuego consumir� los tabern�culos del soborno.

" "�Fuego?" dijo el cardenal Beaufort, ��fuego? �No se puede contratar a la Muerte? �El dinero no es nada? �Debo morir y ser tan rico? Se puede decir por lo que dicen en sus �ltimas horas que uno de sus mayores dolores es que tienen que dejar su dinero. Rompo esa ilusi�n. Le digo a ese soborno que se llevar� su dinero. Dios lo envolver� en tu mortaja, o lo pondr� en la palma de tu mano en resurrecci�n, y all� estar�, no el oro fresco, brillante y reluciente que estaba el d�a en que vendiste tu voto y tu principio moral. ; pero all� estar�, un metal caliente que arde y consume tu mano por delante. O, si hay suficiente para una cadena, caer� de la mu�eca, haciendo sonar los grilletes de un cautiverio eterno. El soborno es posesi�n eterna; lo tomas por tiempo, lo tomas por la eternidad. (T. De Witt Talmage. )

Versículo 4

Haznos un rey que nos juzgue como todas las naciones.

Haciendo un rey

Como cuesti�n de notoriedad p�blica, los hijos de Samuel no eran como el mismo Samuel en su tono moral y en su ejemplo moral. Esto nos trae un hecho triste y humillante: que los hijos de grandes hombres y de buenos hombres no siempre son dignos de su parentesco. Hay hombres que pueden hablar con mil oyentes, que son completamente d�biles e impotentes cuando entran en los detalles de la vida com�n y tienen que ense�ar a un solo ni�o en casa y mostrar la luz de Dios en los senderos privados de la vida. En consecuencia, su propio muro de jard�n se derrumba, su propio macizo de flores en casa es todo hierba cultivada, mientras est�n ocupados con los grandes campos p�blicos y los grandes vi�edos del mundo.

1. Esto nos trae el hecho igualmente notable de que la gracia no es hereditaria. Cuando vemos a un buen hombre, esperamos que sus hijos sean como �l. Pero la gracia no desciende en la l�nea familiar. El padre puede ser un ap�stol, el hijo puede ser un blasfemo. Hay circunstancias, sin duda, en las que en el mismo momento en que el padre ha estado predicando el evangelio, su propio hijo, a quien amaba como su vida, ha estado cumpliendo alg�n compromiso profano, ha estado blasfemando el nombre del Dios de su vida. padres! Los ancianos de Israel ten�an un caso.

Estaban preocupados por la naci�n; vieron a los dos hijos de Samuel apartarse de los caminos de su padre; vinieron al hombre cuando era viejo y le contaron acerca de la apostas�a de sus hijos. Dijeron: "Haznos un rey para juzgarnos como todas las naciones". Si alguna vez los hombres aparentemente tuvieron un caso simple, directo y de sentido com�n, los ancianos de Israel tuvieron tal caso. Samuel escuch� esta declaraci�n y la cosa le disgust�.

A ning�n hombre le gusta que se le ignore toda su vida y que se desperdicie su poder sin piedad. Despu�s de todo, hay mucha naturaleza humana y sentido com�n en la visi�n del anciano de los cambios que se le proponen. Parti� de un punto dado; ha trabajado en una determinada l�nea; un hombre no puede desheredar y despojarse de todo su propio saber, cultura, tradiciones y asociaciones, y volver atr�s o avanzar hacia la infancia de movimientos nuevos y sorprendentes.

Ser�a bueno que los hombres pudieran aprender esto m�s profundamente. El joven Englandismo y el joven Americanismo deben ser muy desagradables para los viejos Samuels, los sumos sacerdotes y los venerables profetas. Mostraremos nuestra fuerza mostrando nuestra moderaci�n; �Seremos m�s poderosos cuando estemos m�s sometidos! Samuel se lo cont� al Se�or. Esto es muy sorprendente para quienes viven lejos de Dios. Estos ancianos parecen haber estado siempre viviendo, por as� decirlo, al lado de �l, y no tuvieron m�s que susurrar y fueron escuchados.

Es una especie de proceso de respiraci�n, est� listo, espont�neo como el amor. Samuel se volvi� hacia los ancianos de Israel, escuch� su historia, luego volvi� su rostro y le cont� a Dios acerca de todo. Es una vida maravillosa: Dios siempre est� tan cerca.

2. Samuel vio el exterior del estuche. Samuel vio lo que ahora llamamos el hecho del caso; Dios vio la verdad de eso. Mucha gente no distingue entre hecho y verdad. Hay una diferencia infinita entre hecho y verdad. El hecho es lo que se hace, lo que se ve, lo que tiene forma, y ??que se puede acercar y tocar. La verdad lo subyace. Debemos llegar a la verdad antes de que podamos comprender el hecho en s�.

Esto es siempre necesario, pero especialmente necesario cuando las cosas se complican por consideraciones profundamente morales. El Se�or le explic� el caso a Samuel. Dijo, en efecto: �S�lo te est�n convirtiendo en una herramienta; te has convertido para ellos en una mera conveniencia, o como un chivo expiatorio. Profesan estar profundamente preocupados por la apostas�a moral de tus hijos; no les importa ni un �pice; est�n muy contentos de poder aprovechar cualquier cosa que parezca dar un buen color a su carcasa.

Samuel, Israel ha desechado a su Dios. �Es maravilloso, entonces, que Israel haya desechado al siervo? " �Qu� explicaci�n es esta! �C�mo llega a la ra�z y al n�cleo! �Qu� tema se nos abre aqu�! El gran mundo de las excusas, las explicaciones sociales, los rostros que se hacen a las cosas, las viseras y disfraces que se ponen a la vida para ocultar su corrupci�n, su lepra, su muerte Verdaderamente la palabra de Dios es aguda y poderosa, m�s aguda. que cualquier espada de dos filos! Entonces hay dos juicios en el mundo.

El hombre hace su propio caso, Dios viene con la explicaci�n. El hombre enga�a al hombre con apariencias externas; luego Dios sostiene la luz sobre el caso. �Todas las cosas est�n desnudas y abiertas a los ojos de aquel con quien tenemos que tratar!

3. El Se�or le dijo a Samuel que hiciera rey al pueblo. "Escucharlos; haz lo que te piden; escucha su voz; sin embargo, prot�gelos solemnemente y mu�strales las costumbres del rey que reinar� sobre ellos ". Esta es una instrucci�n que deber�amos hacer bien en llevar a cabo en toda la vida. Hay momentos en que nos vemos obligados a seguir ciertos cursos; cuando todo lo que podemos hacer es protestar. �Entonces que? Cuando escucharon el discurso, dijeron: �No; pero tendremos un rey sobre nosotros.

Observe c�mo los hombres pueden abrirse camino, cuando est�n tan decididos, a trav�s de todas las advertencias que incluso Dios puede enviar. Observe, el hombre puede salirse con la suya. Hay un punto en el que incluso Dios se retira del concurso. "Mi Esp�ritu no siempre luchar� con el hombre". Si as� lo pensamos, podemos forzar nuestro camino a trav�s de toda advertencia solemne, toda s�plica pat�tica, toda persuasi�n ferviente de parte de un amigo, esposa, esposo, maestro, predicador, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Esp�ritu Santo. ! �Podemos ir al infierno si queremos! Hay una cruz l�gubre y espantosa: �c�rtala! Hay una forma de rodearlo, un camino a trav�s de �l, un camino para superarlo, �puedes llegar all�! �Tonto, cobarde! ( J. Parker, DD )

Israel pidiendo un rey

Deseando parecerse a otras naciones, le pidieron a Samuel que los nombrara rey. Ellos �estaban deslumbrados�, dice John Henry Newman, �con la pompa y el esplendor de los monarcas paganos a su alrededor, y deseaban que alguien peleara sus batallas, alg�n socorro visible del que depender, en lugar de tener que esperar a una Providencia invisible, que lleg� a su manera y tiempo, poco a poco, siendo dispensado silenciosamente, o tarde, o (como podr�an considerar) inadecuadamente.

Debemos notar la forma en que los ancianos expresaron su deseo a Samuel. Sintieron que era necesario mostrar alguna raz�n, si era posible, para su acci�n. Por lo tanto, empezaron por recordarle a Samuel sus a�os avanzados ". Un proverbio griego dice: "Cuanto m�s crece un buen �rbol, m�s sombra da". Samuel no era demasiado mayor para el servicio, pero la gente descarriada que representaban los ancianos (v. 19) aparentemente estaba cansada de su administraci�n.

Las personas mayores deben ser tratadas con mucha amabilidad y no se les debe hablar como si pens�ramos que se interpon�an en nuestro camino. La �ltima parte del discurso de los ancianos no fue m�s bienvenida que su comienzo. Su solicitud fue una afrenta. Pero �l no lo resinti�. En lugar de responderles de inmediato, or� al Se�or. Lutero dice: �Debe ser de un esp�ritu elevado y grande, que se comprometa a servir al pueblo en cuerpo y alma, porque debe sufrir el mayor peligro y la ingratitud.

Samuel era "de un esp�ritu elevado y grandioso". En lugar de meditar sobre el da�o personal que se le hab�a hecho a s� mismo, fue silenciosamente a la presencia de Dios y le expuso todo el caso. �Tenemos dificultades que no podemos resolver? Dejanos rezar. Cecil dice: "Nadie rechaza a un ministro de Dios que cumple fielmente su oficio, hasta que haya rechazado a Dios". Esta observaci�n se aplica a todas las esferas de la vida. El cumplimiento estricto del deber a menudo resulta en p�rdidas personales.

Tomemos el caso de un joven despedido repentinamente por un comerciante sin escr�pulos porque se niega a aprovecharse indebidamente de un cliente. Ese joven debe llevar la voz de Dios diciendo: "Tu se�or no te ha rechazado, me ha rechazado a m�". Con este pensamiento en su coraz�n podr� sufrir alegremente ( Salmo 69:7 ; Colosenses 1:24 ).

La solicitud de Israel fue concedida, pero al mismo tiempo se advirti� seriamente al pueblo de su error. Aqu� se contrastan v�vidamente la soberan�a de Dios y el libre albedr�o del hombre. Aparentemente, la gente gan� su punto, pero en realidad estaban haciendo una vara para su propia espalda ( Salmo 78:29 ; Salmo 106:15 ).

�Cu�n amargamente la naci�n, incluso en el exitoso y glorioso reinado del rey Salom�n, sinti� la presi�n del yugo real, tan verdaderamente predicho por su �ltimo juez, se muestra en la historia de los tiempos que siguieron a la muerte de Salom�n, cuando el el descontento p�blico ante el gobierno brillante pero desp�tico del gran rey dividi� al pueblo en dos naciones �( 1 Reyes 12:4 ).

Sir William Temple dice: "La inquietud en la mente de los hombres por ser algo que no son y tener algo que no tienen, es la ra�z de toda inmoralidad". William Collins, el artista, expresa muy decididamente su opini�n �que si el Todopoderoso nos diera todo lo que sentimos deseosos, con tanta frecuencia tendr�amos que rezarle para que nos lo lleve como para conceder nuevos favores.

�Hemos le�do tal vez del riachuelo que empez� a cansarse de ser un simple riachuelo. Por tanto, pidi� nieves de las monta�as, agua de los torrentes, lluvia de las tempestades; hasta que, concedidas sus peticiones, rompi� sus l�mites y arras� sus hasta ahora deliciosas orillas. Al principio, la orgullosa corriente se regocij� con su fuerza; pero viendo antes de mucho que llevaba desolaci�n en su fluir, que su progreso ahora estaba condenado a la soledad, y que sus aguas estaban para siempre turbias, lleg� a lamentar el humilde lecho que la Naturaleza le excav�: los p�jaros, las flores, los �rboles y los arroyos, hasta ahora los modestos compa�eros de su tranquilo curso ". ( M. Lucas. )

Un rey en lugar de un dios

La historia avanza ahora en un gran paso hacia la vejez de Samuel. No sabemos nada de su matrimonio, su vida familiar y la reuni�n a su alrededor del afecto m�ltiple para el que una naturaleza como la suya debe haber estado bellamente adaptada. Si tenemos alguna pista, es en el nombramiento de los dos hijos que se mencionan en este cap�tulo. Con el mismo esp�ritu con el que nombr� el lugar de la victoria, Ebenezer, Samuel llam� a su hijo primog�nito Joel; es decir, Jehov� es Dios.

Esto debe haber sido como una protesta contra la idolatr�a, el culto a Baal y Astart�, con los que Israel hab�a sido infectado y contaminado. Samuel llam� a su otro hijo Ab�as; es decir, Jehov� es el Padre. Esto deber�a obtener de nosotros una mirada de admiraci�n y reverencia al pensar en las sugerencias fragmentarias de la vida familiar de Samuel. Jehov� era verdaderamente Dios sobre todo, bendito para siempre; Dag�n, Baal y Astart� encarnaban s�lo los conceptos err�neos est�pidos y repugnantes de la naturaleza del hombre y las demandas de Dios. Eran como nada ante el Dios de los dioses.

Pero m�s: Jehov� era un Padre, tierno y fiel al hogar y la naci�n, a los paganos y jud�os. Y esta doble verdad es que el nombramiento de los hijos de Samuel lo presagia. Por primera vez en el Antiguo Testamento se nos anuncia el reconocimiento de esta doctrina fundamental, como lo fue muchas veces despu�s, con nombres ideados en un tiempo de profundo sentimiento y ferviente consagraci�n de coraz�n y hogar a Dios. �sta es la primera evidencia registrada de un esfuerzo por dar testimonio de la seguridad de la adopci�n, de clamar �Abba, Padre! Los dos hijos de Samuel estaban destinados, en el pensamiento de su padre, a ser testigos vivos del Se�or: uno de la grandeza de Dios y el otro de la mansedumbre del Alt�simo.

En esp�ritu, este acto de Samuel no es m�s de lo que deber�a ser el sentimiento y el prop�sito de todos los padres espirituales en sus pensamientos sobre sus hijos. Como a menudo les damos a los ni�os un nombre ancestral que veneramos, o los honramos nombr�ndolos en honor a alguien a quien estimamos en la vida p�blica o privada, nuestros primeros y m�s profundos pensamientos de los ni�os deben ser el anhelo y el prop�sito de que realmente puedan vivir. para la honra de Dios, y llevan, por as� decirlo, �Su nombre en la frente.

�Esto deber�a marcar nuestras principales esperanzas y esfuerzos en su nombre. Pero aqu� llegamos a lo que tan a menudo es motivo de dolor, tristeza y desilusi�n. Con un hombre como Samuel para su padre, y llevando en la singularidad de sus nombres las marcas de una alta designaci�n tan claramente como un brahm�n lleva las marcas de su casta, podr�amos haber esperado que hubieran sentido una restricci�n del pecado. y una inspiraci�n a la rectitud y santidad que los hubiera hecho, al menos, dignos de su padre y abuela.

Los nietos de Ana y los hijos de Samuel, Joel y Ab�as, deber�an haber sido como Timoteo, cuya "fe no fingida" habit� primero "en tu abuela, Loida, y en tu madre, Eunice". Desde el primer hijo del hombre, que fue un asesino, hasta la actualidad, los hijos de los buenos hombres, o, como aqu�, los hijos de los ministros, no han sido proverbiales para aumentar la piedad del mundo o disminuir su pecado.

El hijo de un santo necesita el perd�n que su padre ha encontrado; y el hijo de un pecador no est�, a causa de su terrible parentesco, en desventaja con Dios. Sin embargo, a la vista de los hijos de Samuel, vendr� el recuerdo de que el dolor de Samuel y el lamento de David han sido la tristeza de muchos hombres santos. Samuel no pudo haber consentido a sus hijos en el pecado. La historia nos lleva m�s bien a pensar que los pecados eran tales que no se revelar�an hasta que lleg� la vida p�blica de juzgar en Beersheba.

Es posible que la vida privada de Joel y Ab�as no les haya dado la oportunidad de cometer los graves pecados que marcaron su posici�n judicial. M�s de un hombre vive una buena vida como una persona privada que ser�a un gran pecador si se expone a los peligros de la vida p�blica. Napole�n Podr�a haber vivido y muerto como un hombre decente si hubiera vivido solo en la intimidad y nunca hubiera ingresado en el ej�rcito. Para un ser as�, el mando de hombres con mosquetes y espadas en la mano era como el olor de la sangre a un tigre.

El juez Jeffreys podr�a no haber sido infame si nunca hubiera sido juez. El pecado de los hijos de El� fue la falta de castidad; la de los hijos de Samuel fue la codicia. J�venes, no deben caer como lo hicieron Ofni y Finees; cu�date de no pecar como Joel y Ab�as. Es posible que el eslab�n d�bil no haya tenido que soportar la tensi�n con usted. La vida pronto tendr� que soportar la prueba de tu lado d�bil. Que Dios te impida ceder cuando llegue la presi�n.

1. El pecado de los hijos de Samuel trajo r�pidamente una crisis nacional. La antigua comunidad teocr�tica ya no servir�a. Tendr�an reyes-soldados, y los consiguieron; pero, �cu�ntos de ellos eran mejores que Joel o Abiah, o incluso superiores a Ofni y Finees? Muy pocos. Y desde el primero hasta el �ltimo de ellos, �qui�n de todos los reyes era apto para estar con Samuel? La verdad es que, desde el principio, la mancomunidad gobernada por Dios que se asoci� con nombres como Mois�s y Samuel fue una concepci�n del orden pol�tico y social que a los jud�os nunca les import� apreciar.

Incluso antes de la �poca de Samuel, los hebreos hab�an mostrado un anhelo malsano por una realeza militar visible y un gobierno como el que ten�an los paganos a su alrededor. Cuando Gede�n, ante el llamado de Dios, los llev� a la victoria, el �nico uso de la victoria que hicieron fue decir ateamente a Gede�n: �Domina sobre nosotros, t� y tu hijo y tambi�n el hijo de tu hijo�; y el mejor juicio, la virilidad m�s santa de Gede�n, se ve en su respuesta: �No te dominar�, ni mi hijo te dominar�; el Se�or se ense�orear� de ti.

�Gideon y Cromwell han tratado de ense�ar a los hombres de las naciones a confiar y obedecer a Dios el Infinito m�s que a admirar a los soldados afortunados y a los aventureros exitosos. Los reyes soldados y las nacionalidades, unidos por la espada, no son los agentes preferidos de Dios para elaborar la historia de la humanidad. M�s bien son sus azotes y castigos; y, como todos los poderes devastadores del �ter, no deben ser eternos, sino que tienen sus funciones m�s elevadas, como el fuego de un campo de cultivo, solo como preliminares a procesos m�s racionales y Divinos de vida y crecimiento, en lugar de fuego y muerte.

A algo m�s alto que las tristes miserias de las monarqu�as de soldados que sucedieron a Samuel, al reino ideal del Dios omnipresente en la tierra, fue lo que Isa�as se�al� a los jud�os en los d�as "cuando los reyes sal�an a la batalla". �Porque el Se�or es nuestro Juez, el Se�or es nuestro Legislador, el Se�or es nuestro Rey; �l nos salvar� ". Pero esto era precisamente lo que los hebreos infieles no creer�an.

2. El esp�ritu y la indignidad del movimiento pueden verse en esto: que no pidieron consejo al Se�or ni a Samuel. La historia de esta demanda, y el resultado de ella en el progreso de la monarqu�a, son ilustraciones de la rebeli�n y la pecaminosidad de esconder el consejo del Se�or. Nosotros, especialmente, que profesamos cantar los Ebenezers de la liberaci�n divina, debemos buscar la gu�a de la sabidur�a divina en todas las cosas; confiando en el Se�or con todo nuestro coraz�n, sin apoyarnos en nuestro propio entendimiento; en todos nuestros caminos reconoci�ndole y esperando que �l dirija nuestros caminos.

3. La locura, as� como el pecado del proyecto, se ver� m�s adelante recordando que Dios los hab�a elegido para estar solos y ser la gu�a de todas las naciones; pero su demanda auto-degradante era ser como las naciones. Es posible que hayan sido sorprendidos por el falso resplandor y el esplendor de las monarqu�as que los rodeaban, as� como tambi�n movidos por el miedo a Nahash, el rey de los amonitas. M�s ciertamente ignoraron la alta intenci�n de Dios al establecer Su propia autoridad real entre ellos; y, ignorando el destino superior, cayeron en una degradaci�n menor que la de sus vecinos.

Para que una naci�n olvide su misi�n como la gente m�s liberal y esperanzada de la tierra, y descienda a la infame degradaci�n de ser meros comerciantes, fabricantes de armas y prestamistas de dinero a cualquiera que le d� suficiente inter�s, como parece estar haciendo Inglaterra. -esto es una abdicaci�n, una autodegradaci�n, lo suficientemente vasta y solemne como para hacer una crisis en la historia del mundo; y es un tema tan apropiado para el pensamiento religioso y la consideraci�n solemne y en oraci�n como cualquier cosa que haya sucedido en la historia de Israel.

4. Adem�s, es evidente a partir de la historia que la perniciosa influencia de la rivalidad internacional estaba actuando entre los ancianos de Israel, la rivalidad, es decir, principalmente en los medios de hacer la guerra. Ser como, o mejor que, otras naciones en el poder de la guerra es una ambici�n pobre, y no hace ning�n bien a nadie a largo plazo, sino m�s bien mal en todos lados. Un ni�o nunca tuvo un cuchillo sin querer cortar algo con �l y, lo m�s probable es que no, algo que no necesitara cortar.

As� tambi�n, una naci�n, o mejor dicho, una casta militar nunca tiene un arma grande ahora sin querer dispararla; y lo m�s probable es que dispare a algo que no necesita dispararse. Si, ahora, miras la vida nacional representada por un lado por el juez y por el otro por el rey militar, es posible que encuentres una explicaci�n suficiente del rechazo de Samuel y Dios, m�s profunda que la ocasi�n dada para el rechazo de la injusticia de los hijos de Samuel en Beerseba.

El cargo de juez bajo Samuel fue la regla del derecho, el conocimiento y la consideraci�n, por encima de todas las cosas, de los fines que Dios ten�a en mente. La realeza-soldado era el gobierno vistoso de la mano fuerte, en el que "los ancianos" que vinieran a Samuel tendr�an la mayor ganancia, y la gente se complacer�a al tener los signos externos y visibles de grandeza y fuerza que en la pol�tica y la religi�n muy a menudo cumpla con su deber por la realidad mucho despu�s de que se haya ido.

Principios sencillos de la justicia eterna, �d�nde han estado nunca tan altos en la estima popular y los deseos de las clases privilegiadas, como la vor�gine pretenciosidad del soldado uniformado y el sacerdote? Ciertamente, nunca lo hicieron entre los jud�os; y me temo que no lo hacen entre nosotros hoy en d�a. ( GB Ryley. )

La gente descontenta

No hay nada m�s dif�cil para un padre que presenciar el naufragio moral de sus hijos. Pero este problema personal estaba �ntimamente relacionado con uno m�s abrumador: el descontento y la decadencia de la gente. Mientras este hombre de Dios lamentaba su juicio dom�stico y la p�rdida de su pa�s por la conducta de sus hijos, se introdujo una delegaci�n del pueblo para manifestar el deseo popular y pedir cambios pol�ticos.

Hab�an visto las crecientes enfermedades de Samuel; hab�an sufrido por la deshonestidad de sus hijos; probablemente tem�an las consecuencias si se llevaban a su l�der; por lo tanto, solicitaron un cambio completo en su pol�tica civil: "Haznos un rey para juzgarnos como todas las naciones". Su gobierno fue teocr�tico. Dios era su rey Pero el pueblo de Israel no pose�a la misma licencia con respecto al gobierno que otras naciones.

Estaban obligados a consultar la voluntad de Dios y buscar la aprobaci�n divina de sus arreglos. No les gustaba estar tan aislados, tan peculiares; se cansaron de los caminos de Dios. La conformidad con el mundo ha sido siempre una gran trampa para la Iglesia. Natural para el coraz�n pecador, tienta a los imperfectos y ha llevado a muchos profesores justos a la reincidencia. La conformidad con el mundo, unida a una profesi�n de fe, ha sido el tropiezo de muchas almas despiertas.

Afecta a la Iglesia, pero no induce al mundo a ser piadoso. Los m�s imp�os saben bien c�mo estimar esta conformidad en los que profesan la fe de Cristo. Lo consideran un intento de servir a dos amos. No los atrae hacia la religi�n, sino que los repele. Refuerza su opini�n sobre la superstici�n del culto y sobre la hipocres�a de los religiosos. Samuel estaba por encima de estas debilidades de mentes innobles.

Pero sab�a que la teor�a del gobierno nacional conoc�a bien la historia pasada y sab�a que las reformas voluntarias no eran ni saludables ni buenas. Las circunstancias que lo ocasionaron fueron para �l m�s conmovedoras: la mala conducta de sus hijos. La conciencia de sus crecientes debilidades contribuy� a probar los sentimientos de este hombre de Dios. Pero ten�a un recurso donde pod�a encontrar compostura, consejo y fortaleza: �Y Samuel or� al Se�or.

�La oraci�n era para �l el ejercicio de la comuni�n con Dios. As� como consultar�as a un amigo probado en tus circunstancias dif�ciles, y ser�as consolado y fortalecido por su prudente consejo, as� lo hizo Samuel con Dios cuando las Providencias eran oscuras y el camino del deber no era claro. La oraci�n a Dios era el recurso constante de Mois�s antes de hablar al pueblo, y por lo tanto, fue solo una vez a lo largo de cuarenta a�os de dif�cil liderazgo en el fatigado desierto que se dice que habl� "sin avisar con sus labios". Nehem�as encontr� su alma fortalecida. con una oraci�n eyaculatoria mientras consideraba qu� respuesta deb�a dar al rey Artajerjes.

Esta era la pr�ctica de Samuel, y hac�a que sus palabras fueran cautelosas y pesadas. Ning�n hombre puede estar tan absorto como para no tener tiempo para orar. El eminente m�dico Boerhaave, cuya pr�ctica era tan grande que "incluso Pedro el Grande y permanecer durante horas en una antec�mara antes de que pudiera ser admitido a una entrevista, sol�a dedicar la primera hora de cada d�a a la oraci�n"; y recomend� esta pr�ctica a otros, �como la fuente de ese vigor que lo llev� a trav�s de todas sus fatigas.

�Aprenda de Samuel c�mo actuar en �pocas de perplejidad. Es en vano colocar la felicidad en el mundo actual. Los israelitas imaginaron que su engrandecimiento temporal ser�a una ventaja para ellos; que un rey y un pomposo s�quito detr�s de �l realzar�an enormemente su importancia. Pero Dios les ense�� que el deseo era pecaminoso y el resultado decepcionante. Byron buscaba gratificaciones tempranas y, por medio de sus altos t�tulos, su espl�ndido genio y sus gustos joviales, ten�a abundantes medios para satisfacer su gran capacidad de placer; pero �l escribi�, como resultado de todo, que �l - �Bebi� cada copa de alegr�a, escuch� cada trompeta de la fama: bebi� temprano - bebi� profundamente - bebi� tragos que millones comunes hubieran apagado; luego muri� de sed, porque no hab�a m�s para beber.

�El gran novelista, Sir Walter Scott, tuvo una carrera tan brillante como la de cualquier literato. Pero el que gratific� a decenas de miles no era un hombre feliz, y en la escena final de su vida no ten�a gozo permanente. Sus esperanzas se hab�an arruinado. Su felicidad hab�a sido eclipsada. Su fortuna se hab�a desvanecido. Estaba empobrecido, avergonzado, envejecido y sin consuelo. Y bajo la influencia de estas experiencias infelices, dijo, mientras estaba sentado en Abbotsford: �Cuando pienso en lo que es este lugar ahora, en comparaci�n con lo que ha sido no hace mucho, creo que se me partir� el coraz�n.

�No tengo otro deseo que que (la puerta enrejada de un lugar de enterramiento) pueda abrirse para m� en un per�odo no lejano. El recuerdo de la juventud, la salud y el poder de la actividad que no se han mejorado ni disfrutado es una escasa tensi�n de comodidad. Lo mejor es que la parada prolongada llegar� a lo largo y lo cerrar� todo ". Su idolatrada existencia tuvo un final melanc�lico. La verdad es que ninguna ventaja terrenal puede dar paz al alma o asegurar su bienaventuranza. ( R. Steel. )

Transiciones pol�ticas.

Cu�n variados y caprichosos son los escenarios de la vida nacional, son alternancias de pecados y dolores. La reacci�n del pensamiento humano es repentina en su naturaleza y extrema en su tendencia. Cuando una vez que sus energ�as son estimuladas, se vuelven inquietas y surgen de un reino a otro.Como los vientos cambian en un momento desde un punto de la br�jula a su extremo opuesto y arrojan al barco de su rumbo destinado, este �mpetu de cambio se desvanece. sobre el alma con tal poder que se tambalea por un tiempo, luego es atrapada por la corriente y llevada en contra de la intenci�n de sus momentos m�s tranquilos.

Por lo tanto, al contemplar la imagen, nos sorprende que un pueblo tan fuerte en su respeto por lo Divino conspire ahora para destronar su autoridad estableciendo las transiciones pol�ticas humanas:

I. fundada en el pretexto m�s fr�volo. Generalmente sucede que las mayores revoluciones se basan en peque�as excusas. As�, nuestras instituciones nacionales ceden al toque de la fantas�a, a la sugerencia del capricho o al esfuerzo de un partidismo equivocado. Este cambio pol�tico fue fundado:

1. Sobre la vejez de Samuel. La conducta de estos ancianos fue cruel e ingrata. Ning�n hombre vivo hab�a servido a sus intereses seculares y religiosos como lo hab�a hecho Samuel, no pod�an permitirse su salida de su senado, y aunque su sol se hab�a puesto, deber�an haber respetado con ternura el brillo persistente que a�n ti�e el horizonte vespertino.

2. Sobre la conducta de los hijos de Samuel. Esta s�plica fue

(1) Injusto con Samuel. Porque, aunque la injusticia de sus hijos fue perjudicial para la comodidad y el �xito nacional, no fue culpa suya sino de su dolor y desgracia.

(2) Fue correctivo. Pero no, el pueblo est� empe�ado en la revoluci�n, la voz de la raz�n se ahoga en el tumulto de la pasi�n.

3. Considere la solicitud de la naci�n.

(1) Fue influyente. �Los ancianos de Israel� (vers�culo 4). Uno habr�a pensado que estos ancianos ten�an la edad suficiente para haber sabido mejor, que las circunstancias de su vida habr�an inspirado simpat�a hacia el padre anciano. Pero no, los hombres mayores a veces se equivocan y los m�s sabios a menudo se equivocan. El rango social no garantiza el sentido com�n.

(2) Fue un�nime.

4. La conducta de Samuel en esta crisis. Apenas podemos imaginar los sentimientos de Samuel al escuchar este deseo de un rey. Est� solo, los compa�eros de su juventud se han ido. �l est� triste; la naci�n de hoy no siente simpat�a por su dolor, sino que se esfuerza por romper el �ltimo lazo que une al anciano con las escenas de su ni�ez.

(1) La oraci�n de Samuel. Samuel actu� en esta crisis como un verdadero hombre, no apelaba ego�stamente a la paciencia del pueblo, no desahogaba su dolor con una rabia ingobernable, sino que ped�a con calma la ayuda del cielo.

II. Como se persigue en antagonismo con la voluntad divina.

1. El permiso divino.

2. La protesta Divina.

�Sin embargo, prot�gelos solemnemente� (vers�culo 9). Dios nunca abandona la naturaleza humana por voluntad propia, usa medios para prevenir el mal, los empuja hasta cierto punto, luego, si se le resiste por la fuerza de la voluntad, se retira y permite que la naci�n produzca una ruina, que se vuelve disciplinaria.

III. como implicando las consecuencias m�s alarmantes.

1. El car�cter desp�tico de su futuro gobernante. A veces Dios hace revelaciones del futuro para disuadirnos del pecado, coloca un �ngel en el camino para advertir y reprender nuestra locura. �l har�a:&mdash

(1) Ignore las relaciones m�s queridas de la vida (vers�culo 11).

(2) Imponga varias cargas de servicio (vers�culo 16).

(3) Su distribuci�n arbitraria de la propiedad (vers�culo 14).

2. La retirada de la simpat�a divina en este extremo (vers�culo 18). Seguramente si algo hubiera podido silenciar la demanda de la naci�n, un cuadro tan espantoso como este, pero la pasi�n es tan intensa, el anhelo nacional tan fuerte, el presente empuja sus mentes esc�pticas, los d�as futuros de la vida son irreales para ellos, de ah� que las duras realidades por venir se desvanezcan en la niebla, y el grito es a�n m�s ferviente: "Pero tendremos un rey sobre nosotros".

lecciones:

(1) El terrible poder de los impulsos inquietos para perturbar la paz nacional.

(2) La ingratitud b�sica de la vida colectiva.

(3) La dignidad de la virilidad noble.

(4) La persistencia del deseo nacional.

(5) La acci�n desenfrenada de la conducta humana. ( JS Exell, MA )

Pidiendo un rey

I. �Por qu� la gente deseaba un rey? Porque el gobierno de los Jueces no les hab�a tra�do ni tranquilidad por dentro ni seguridad frente a los enemigos de fuera. La unidad nacional casi hab�a desaparecido. Parecen doce tribus en lugar de una sola naci�n. Estaban esparcidos por un territorio ancho y dif�cil, atravesado solo por unos pocos caminos miserables. Cuando las incursiones hostiles ca�an sobre regiones expuestas, las porciones tranquilas a menudo eran indiferentes al destino de sus hermanos.

Los jueces que Dios levant� para liberarlos tuvieron poca influencia m�s all� del escenario de sus haza�as. La debilidad del profeta, prematuramente anciano con sus preocupaciones, y la indignidad de sus hijos, aumentaron el descontento popular. Hace muchos a�os, sus padres hab�an querido hacer rey a Gede�n: ahora seguramente hab�a llegado el momento de un gobierno central fuerte. Luego, que se hiciera el cambio mientras Samuel estaba con ellos, en lugar de arriesgar la posibilidad de sucesores poco prometedores.

�No hab�a esperado Jehov� mismo un reino? Tanto a Abraham ( G�nesis 17:6 ) como a Jacob ( G�nesis 35:11 ) se les hab�a prometido que ser�an padres de reyes. Mois�s se hab�a anticipado a la monarqu�a en su discurso final ( Deuteronomio 17:14 ) Todo parec�a favorecer y exigir el paso.

II. �Por qu� fue incorrecta la solicitud? No en el sentido de su necesidad, sino en la forma de buscarlo. El pueblo olvid� su relaci�n de pacto con Jehov�, que eran una naci�n peculiar, con una historia peculiar y una misi�n peculiar. Tal demanda mostr� ingratitud, desconfianza y deslealtad hacia Dios. Quer�an mejorar su gobierno en lugar de reformar su car�cter, y buscaban ayuda en la legislaci�n que solo pod�a provenir de la rectitud.

III. �Por qu� Dios consinti� en lo que no aprob�? Porque, si no pudiera hacer lo mejor por ellos, har�a lo mejor que pudiera. Su desaprobaci�n fue por sus pecados; Su consentimiento, a un cambio no est� mal en s� mismo, probablemente en Su plan. La idea de la realeza pertenec�a a una verdadera concepci�n del Mes�as, y ser�a desarrollada con mayor �xito por el gobierno de reyes justos, ya que la cruz estaba tipificada por los sacrificios Dado que la gente era demasiado infiel para esperar el tiempo de Dios, la resistencia a sus deseos solo pod�a endurecer sus corazones.

La historia de nuestra raza es un registro de la acomodaci�n de un ideal divino a la fragilidad humana. Adem�s de la verdad siempre presente de que todo da�o proviene del pecado y toda felicidad se encuentra en la obediencia a Dios, el valor especial de la lecci�n es ilustrar la verdadera fuente de la grandeza nacional. Esta ley se declara en una declaraci�n divina en el Sina�: �Si en verdad obedec�is mi voz y guard�is mi pacto, ser�is para m� un tesoro peculiar sobre todos los pueblos, porque m�a es toda la tierra.

�Aqu� hay tres declaraciones distintas: primero, toda la tierra es de Dios; segundo, �l elige una sola naci�n como un tesoro peculiar; tercero, el fundamento de la elecci�n, la condici�n del favor, es la justicia nacional. Esta declaraci�n compacta declara la evoluci�n providencial y la selecci�n divina de naciones, lo que resulta en la supervivencia del m�s apto.

1. El orden divino no se compromete a favor de ninguna forma de gobierno. Las formas pol�ticas son medios, no fines. No podemos asumir que una democracia es el ideal. El reino de los cielos es una monarqu�a, que no depende de los votos de los hombres para su autoridad, ni de la legislaci�n humana para sus leyes y penas. Los gobiernos estables son crecimientos, no formas manufacturadas, y el mismo crecimiento no es adecuado para todos los suelos.

Cuando el rey Murat le exigi� a Lord Holland que le hiciera una constituci�n, el sabio estadista respondi�: "Tambi�n podr�a pedirme que le construya un �rbol". Una rep�blica exige inteligencia e inteligencia general. �Qu� ser�a de Rusia o Turqu�a si se hicieran democracias a la vez? El Todopoderoso ha bendecido formas de gobierno muy diferentes. Una constituci�n ideal no har� una naci�n ideal.

2. El orden Divino no est� comprometido con ning�n grado de prosperidad material. Egipto lo ten�a todo, Israel nada; sin embargo, la turba de esclavos fue elegida ante el reino opulento de tesoros y canoso de erudici�n. Asiria, Persia, Grecia, Roma, se han utilizado y descartado en el avance de la iglesia.

3. El orden divino est� comprometido eternamente por la justicia. Este ha sido el principio de selecci�n en la evoluci�n nacional, no el desarrollo de ciertas formas pol�ticas. El bien moral de la raza es el �nico objeto que un Dios santo puede permitir que controle sus destinos. El car�cter cristiano de nuestro gobierno debe afirmarse y mantenerse. Es falso decir que este gobierno no tiene car�cter religioso.

Naci� una naci�n cristiana por la voluntad del hombre y tambi�n por la voluntad de Dios. Seguro que los siglos nos han aportado algo; sobre todo, una primogenitura cristiana. El cristianismo es la "ley com�n" de la tierra. Todos, todos, proclaman que el cristianismo, el cristianismo general, tolerante, el cristianismo independiente de sectas y partidos, ese cristianismo al que se desconocen la espada y el maric�n, el cristianismo tolerante en general, es la ley del pa�s.

La virtud de sus ciudadanos individuales es la verdadera esperanza de la naci�n. Los pecados que acarrearon la destrucci�n de las naciones muertas han sido los pecados de los individuos. El estado como corporaci�n no tiene alma. Conocemos s�lo dos existencias morales, Dios y el hombre; y la conducta que Dios recompensa en los individuos asegurar� su bendici�n sobre la acci�n asociada. Una comunidad puede ser rica o pobre, puede estar bajo un monarca o un presidente: �son sus miembros justos? - entonces tendr�n prosperidad nacional; �Son viles? Su naci�n ser� maldita. ( Sermones del club de los lunes )

Pidiendo un rey

Las revoluciones a veces tienen lugar sin gran entusiasmo popular o sin el liderazgo de grandes hombres. La historia que tenemos ante nosotros presenta tal caso. Los dramatis personae son los ancianos de las tribus, los representantes del pueblo; Samuel el profeta, juez y h�roe, y Sa�l, el agente menos libre de todos, cuyo tama�o excepcional contrasta con la peque�ez de la figura que recorta en esta primera escena de una tragedia nacional.

La revoluci�n, aunque silenciosamente lograda, fue importante y permanente. La introducci�n de un nuevo instrumento bajo la teocracia, separ� para siempre el oficio prof�tico del gobierno civil. De ahora en adelante, el profeta y el magistrado son distintos en cuanto a su cargo y, a menudo, antag�nicos en cuanto a la pol�tica. Ambos son prominentes en el desarrollo del dise�o mesi�nico. La libertad del individuo y la igualdad del ciudadano nunca han sido previstas tan justa y sabiamente como bajo la ley hebrea.

Nunca se conoci� un pueblo m�s libre desde el �xodo hasta el reinado de Salom�n. La idea de la autoridad real no era nueva para los hebreos. A su alrededor hab�a peque�as monarqu�as m�s o menos absolutas, y por tradici�n y comercio estaban familiarizados con los grandes reinos del Nilo y el �ufrates. La demanda de un rey vino de los ancianos de las tribus. Vinieron fortalecidos con las Escrituras, citando a Mois�s en Deuteronomio 17:14 , simplemente preguntando qu� hab�a predicho el Se�or y registrado por su gran legislador como un posible evento en su historia.

Apuntaban a una centralizaci�n del poder que combinar�a a las tribus con fines defensivos. Para su incredulidad que no pudo mirar m�s all� del hombre, parec�a que Samuel no iba a tener sucesor. La historia de las revoluciones populares muestra que no hubo una falta inusual de sabidur�a pol�tica entre aquellos compatriotas de Samuel. De hecho, su error siempre ha sido la sabidur�a com�n del mundo. La historia griega y romana muestra cu�n natural es que las naciones busquen alivio de la anarqu�a popular en tiranos, dictadores y emperadores.

La historia medieval repite c�mo el sufrimiento popular, las industrias y la propiedad buscaron escapar de las tiran�as feudales bajo el cetro de los reyes. Entonces los hebreos argumentaron falsamente. Para conseguir una posible concesi�n constitucional adoptan modales y m�todos llenos de insulto e ingratitud hacia Samuel y sacrilegio e impiedad hacia Dios. El error pol�tico, as� como el crimen religioso, de los hebreos fue acusar sus problemas no a los magistrados corruptos y la anarqu�a popular, sino a su constituci�n nacional.

Ahora bien, se puede admitir que esta constituci�n era defectuosa en la lujuria de poder tan pronto como el pueblo perdi� el sentido de sus obligaciones teocr�ticas y de Jehov� como su Rey actual. La decadencia de la fe y la vida teocr�ticas fue siempre la �nica se�al de debilidad en la comunidad hebrea, y la �nica disoluci�n de su seguridad, de otro modo inexpugnable. Sus libertades eran invencibles contra enemigos internos o externos siempre que fueran fieles a la moral del pacto inspirado; pero la apostas�a los hizo vulnerables y, finalmente, expuso su vida nacional a una herida mortal.

En esta hora de peligro eclesi�stico y pol�tico, Samuel llev� el asunto en oraci�n a Dios. Al ilustre jefe, la respuesta de Dios es llena de gracia, simpat�a y patetismo: �No te rechazaron a ti, sino que me rechazaron para que yo no reinara. sobre ellos." Esta respuesta ense�a:

1. Que esta oraci�n por un rey era una apostas�a esencial ( Salmo 118:9 ). Al descender a las pol�ticas pol�ticas de las naciones circundantes, violaron sus relaciones de pacto y se expusieron a la esclavitud bajo el pr�ncipe de este mundo. La causa final de todo absolutismo sacerdotal y pol�tico se encuentra en la implacable enemistad de Satan�s hacia la soberan�a divina y la libertad humana. �La conciencia nos vuelve cobardes a todos�, y los temores, la consecuencia inevitable de la piedad en declive, les hacen desconfiar de la protecci�n y la gu�a de Jehov�.

2. Que esta oraci�n por un rey fue el estallido de un vicio hereditario Este fue el rechazo de la soberan�a de Dios. Ahora hicieron exactamente lo que sus patriarcas le hicieron a Jos� y sus padres a Mois�s, los representantes de esa soberan�a.

3. Que esta oraci�n por un rey era una idolatr�a pr�ctica (vers�culo 8).

4. Que Dios conceda la obstinada oraci�n de desconfianza (vers�culos 9, 19-22).

5. Sin embargo, la oraci�n fue concedida bajo una protesta solemne y una advertencia clara (vers�culos 9-18). El gobierno original del mundo dise�ado por Dios no era ni una monarqu�a, ni una aristocracia ni una rep�blica. Ninguno de estos es compatible con la soberan�a individual otorgada en la creaci�n del hombre. Pero la teocracia estaba por encima de la cultura �tica del pueblo, demasiado sublime para la educaci�n moral de sus escuelas La gran libertad personal conferida por la constituci�n mosaica degener� en anarqu�a social y administraci�n d�bil, y la infidelidad extranjera y el socialismo penetraron y corrompieron las creencias religiosas y modales nacionales de la gente.

El estatus moral de la gente era indigno del gobierno libre que Dios les hab�a dado. La concentraci�n bajo la soberan�a directa de Dios era m�s posible que bajo una dinast�a humana. Esto lo demuestra su propia historia. Dios solo es Rey. La idea m�s noble de gobierno, individual o social, es una teocracia, y bajo ella la paridad de ciudadanos. Tampoco es necesario que este estado sea ut�pico si la gente est�, como debe ser y puede estar, bajo un culto b�blico.

La unidad y perpetuidad nacionales es una cuesti�n de �tica, y no de comunidad de raza, tradici�n e historia, de leyes y lengua, de literatura y religi�n. Estos �ltimos son v�nculos adicionales, pero la historia, desde los hebreos hasta los estadounidenses, muestra cu�n d�biles son para preservar la unidad nacional. El escepticismo y la infidelidad son signos seguros de degeneraci�n mental y moral en la civilizaci�n. La realeza es una prerrogativa divina y la propiedad pertenece al Hijo de Dios. Nuestra seguridad es la confianza en Dios por el reconocimiento en la familia, la escuela y la legislatura de Jesucristo como Rey, Sus doctrinas como ley y Sus preceptos como pr�ctica ( GC Heckman, DD )

Exigencia de lo tangible y visible

�No estamos todos en la misma condenaci�n? La vida de fe, que depende de un brazo invisible y escucha la ley de un Rey invisible, es dif�cil, el sentido clama por algo de lo que pueda darse cuenta y aferrarse. Lutero, en una de sus cartas, tiene una par�bola que cuenta c�mo mir� la b�veda del cielo, y busc� en vano los pilares que la sosten�an, y c�mo tem�a que, al no tener apoyos visibles, se cayera.

A todos nos gustar�a ver las columnas de apoyo. Un camino alpino sin parapeto nos parece m�s peligroso que si una pared, por baja que sea, lo valla al costado del precipicio. "Danos un rey" no es m�s que la forma antigua del anhelo universal de algo "m�s sustancial" que la palabra desnuda de un Dios a quien los sentidos no pueden captar. �Cu�ntos de nosotros preferir�amos tener un buen equilibrio en nuestro banquero antes que la promesa de Dios: �Tu pan te ser� dado, y tu agua asegurada�! �Cu�ntos de nosotros llamamos a los soportes visibles "realidades s�lidas" y a las fuerzas invisibles "m�sticas", es decir, irreales! �Cu�n pocos de nosotros creemos que lo Invisible es lo real y s�lido, lo visible, lo pasajero y lo fantasmal! Examinemos nuestras ideas gobernantes, y las encontraremos muy parecidas a las que enviaron a los ancianos a Samuel, clamando por un rey. (A. Maclaren, DD )

Versículos 7-9

Escucha la voz del pueblo en todo lo que te digan.

Oraci�n respondida bajo protesta

La oraci�n es sin duda un ejercicio muy saludable cuando uno se agita m�s all� de sus fuerzas. Cuando los ancianos de Israel acudieron a Samuel, descubri� que la complicaci�n era demasiado profunda para que la pudiera tratar un anciano como �l; y as� fue en oraci�n a Dios. Al final, aprenderemos que la petici�n de estos descontentos fue concedida, pero con la respuesta vino la retribuci�n y la consternaci�n final. Las oraciones a veces son respondidas bajo protesta. Pasemos, pues, de inmediato en nuestra b�squeda.

I. Tendremos que comenzar con una exposici�n justa y detallada de la narrativa tal como se nos presenta.

1. Este vers�culo, adem�s de referirse a nuestro punto principal, contiene una valiosa lecci�n propia: Rechazar la Divina Providencia es rechazar el gobierno Divino y perder el favor Divino. No tiene ning�n sentido una declaraci�n de que aceptamos la ley de Dios en general, pero nos reservamos el derecho a la libertad pr�ctica en referencia a los detalles. �El fin de todo gobierno civil�, dice un pensador antiguo, escribiendo para nuestro tiempo tan sabiamente como para el suyo, �es vivir bien seg�n el placer Divino.

�Seguramente somos cristianos, pero en general, ya sabes; posiblemente no tan particulares como podr�amos ser, pero siempre con un decidido respeto por la religi�n. Ahora bien, esto no servir�; Jesucristo es todo para un hombre, o no es nada. En toda la historia de la humanidad, nunca ha habido un l�der m�s apto para imponer nuestra lealtad o para ganar nuestro amor. Se nos ha dicho que los antiguos reyes persas sol�an elegir, para la educaci�n y preparaci�n de sus pr�ncipes, a los cuatro mejores hombres del reino: el hombre m�s justo, el hombre m�s sabio, el hombre m�s valiente y el hombre m�s templado. para que cada nuevo soberano pudiera tener las mayores ventajas y llegar al trono real mejor preparado para gobernar al pueblo.

Cristo es el Pr�ncipe de un reino que es supremo en el universo. Cuando las Providencias de Dios nos convocan a seguir a Jes�s como nuestro Se�or, rechazarlo es tambi�n rechazar al Se�or que nos hizo y desafiarlo cuando es m�s nuestro amigo.

2. Debe tener presente, tambi�n, a medida que avanza esta narraci�n, que la desobediencia voluntaria, repetida continuamente, se convierte en rebeli�n asentada. La respuesta que recibi� Samuel le record� que este no era un caso nuevo de rechazo repentino de la soberan�a divina. Esa naci�n realmente se hab�a acostumbrado a hacerlo. Nunca hab�an mostrado nada m�s encomiable desde que salieron de la tierra de Fara�n; demostraron ser un pueblo torpe y desgarbado cuando Mois�s estaba tratando de manejarlos en el desierto.

Cuando uno se libera de las ben�ficas restricciones de Dios, es sorprendente ver cu�n terriblemente malvado puede ser en un momento de r�pida desmoralizaci�n. Cosas aparentemente inocentes se convierten en la funesta ocasi�n, a veces incluso en el instrumento, del violento estallido del vicio. Es una de las intensas severidades de Montaigne decir de estas personas ateas que �infectan la materia inocente con su propio veneno.

�A algunos esc�pticos les gusta hacer esto en sus argumentos imprudentes. Obligan a la ciencia natural, siempre leal y reverente al Creador del universo, a decir una mentira y dar falso testimonio contra Dios. Es el conteo deliberado del gobierno Divino lo que pone a este universo en una posici�n tan falsa. La �nica manera eficaz de lidiar con una experiencia tan peligrosa es dejar que se salga con la suya hasta que est� cansado y agotado por sus locuras y est� listo para regresar penitente a Dios.

3. As� que ahora llegamos al punto al que empezamos a llegar. Las oraciones humanas a veces se otorgan con una protesta Divina. �Momento solemne es aquel en el que Dios da a cualquier hombre o naci�n en juicio lo que se le pidi� con petulancia y orgullo! Ahora entendamos que las circunstancias pueden erigirse; un hecho predestinado en un pecado responsable, por el cual aquellos que son los actores deben rendir cuentas al final.

El Se�or dijo que estos descontentos en Israel podr�an tener su deseo y, sin embargo, les acusa de la culpa de la transacci�n. Adem�s, esta misma demanda del pueblo hab�a sido prevista y predicha p�blicamente trescientos a�os antes. Y, sin embargo, todo este procedimiento ahora estaba mal; fue prematuro y apresurado, y se llev� a cabo sin hacer referencia a la voluntad dominante de Jehov�. La Providencia de Dios no restringe la iniquidad de ning�n hombre. La preordenaci�n no tiene nada que ver con el libre albedr�o. Esos ancianos estaban haciendo su propio mandato, no el de Dios; y sufrieron por ello.

II. Pasemos ahora de esta historia al �nico principio que ilustra tan v�vidamente. Vale la pena insistir en una valiosa advertencia como la que se da aqu�. Se nos dice que dejemos que nuestros corazones vayan en oraci�n continuamente hacia Dios, y Dios nos conceder� nuestros deseos. Pero aqu� aprendemos que ni siquiera las respuestas que obtenemos son de fiar siempre. �Qu� significa esto en la experiencia real?

1. Significa que todas las peticiones deben ofrecerse y todos los deseos deben ser presionados, de acuerdo con la voluntad del Se�or antes que la nuestra. Si nos empujamos hacia adelante, la Divina Providencia frecuentemente cerrar� el camino. Si ahora insistimos, a veces se ve que la barrera se aleja silenciosamente; entonces podemos tener nuestra solicitud si continuamos presion�ndola. Pero, �es esto seguro o prudente? esa es la pregunta seria.

Es la criatura que se erige a s� misma contra el juicio supremo de su Creador y toma su caso en sus propias manos. Cuando un hombre es inteligente y su conciencia le dice que Dios no concede exactamente su oraci�n, sino que s�lo la permite, �es mejor para �l perseverar en ella con la confiada esperanza de que el valor lo llevar� a un lugar seguro?

2. Y por otra parte, esta declaraci�n significa que bajo protesta Dios concede la oraci�n de un cristiano, la respuesta ser� una disciplina positiva en lugar de una bendici�n. ( CS Robinson, DD )

Versículo 10

Y Samuel cont� todas las palabras del Se�or al pueblo que le ped�a un rey.

Una advertencia para los obstinados

Cuando estaba a punto de enmarcar el Tabern�culo en el desierto, Dios instruy� especialmente a Mois�s para que lo hiciera seg�n el modelo que le hab�a sido mostrado en el monte santo. Cuando Jerem�as fue apartado para el oficio prof�tico, para el cual se confes� incapaz, Dios dijo: �Ir�s a todo lo que yo te env�e; y todo lo que yo te mando hablar�s �( Jeremias 1:7 ).

La regla con respecto a todos los predicadores del evangelio tiene una forma similar: �Si alguno habla, hable como las palabras de Dios� ( 1 Pedro 4:11 ); �Se requiere de los mayordomos que el hombre sea hallado fiel� ( 1 Corintios 4:2 ).

La fidelidad ministerial es la plena declaraci�n de la palabra de Dios a la conciencia de los hombres. "�Qui�n es un mayordomo fiel y verdadero?" pregunt� Latimer de anta�o. ��l es veraz, �l es fiel, que no acu�a dinero nuevo, sino que lo busca acu�ado por el buen due�o de la casa; y ni lo cambia ni lo recorta, despu�s que se le quita para gastar, sino que gasta hasta lo mismo que ten�a de su Se�or; y lo gasta como su Se�or le ha mandado.

"Tal hombre fue Samuel, quien" cont� todas las palabras del Se�or al pueblo ". Esta fidelidad es esencial para el desempe�o adecuado del oficio ministerial, como lo fue del prof�tico. El miedo al hombre no puede alterar la doctrina del p�lpito. El predicador de la palabra debe declarar todo el consejo de Dios, ya sea que los hombres escuchen o se abstengan. Antes de que el pueblo procediera a hacer un cambio de gobierno, Samuel declar� la manera en que el rey deb�a reinar sobre ellos.

Samuel no mostr� al pueblo lo que deb�a ser un rey, eso estaba escrito en los libros de la ley de Mois�s; pero lo que ser�a. En Oriente, los reyes mantienen una gran magnificencia, viven con el mayor lujo y satisfacen sus pasiones. Seguidos por aduladores m�s viles que ellos mismos, pronto van m�s all� de las enmiendas y, seguros de su autosuficiencia, hacen caso omiso de las quejas y agravios de sus s�bditos.

Tales eran los hombres que llevaban corona en los d�as de Samuel, y los monarcas orientales no han cambiado mucho desde entonces. Pero cuando se desea fervientemente un objeto, todo lo relacionado con �l se ve a trav�s de los lentes de colores del espectador. El pueblo de Israel solo vio la magnificencia, no el lujo; la dignidad, no el gasto; el poder, no la opresi�n de un rey. Estaban dispuestos a correr delante de un carro real, eso no ser�a esclavitud.

Se alistar�an en un ej�rcito, eso no ser�a un yugo. Le dar�an lo mejor a un rey hebreo, eso no ser�a ning�n sacrificio. El entusiasmo del pueblo no vio ning�n mal en una corona real o en un s�quito cortesano. Como los ni�os peque�os, las pasiones de un pueblo son ciegas al futuro. Tendr�n su deseo, aunque resultar� su ruina. As�, las facciones francesas tendr�an sus objetivos en la era revolucionaria, sin importar el mal que causaron, la sangre que derramaron, la religi�n que blasfemaron, el Dios que deshonraron, hasta que la Rep�blica Roja fue m�s cruel que nunca la monarqu�a desp�tica.

As� el pecador tendr� su deseo, aunque ponga en peligro su alma por delante. El avaro tendr� oro, aunque se convierta en su �dolo, y su esp�ritu inmortal adore al becerro de oro. El borracho tomar� su bebida, aunque degrada su ser, arruina su car�cter, mendiga a su familia y maldice su alma. El pecador tendr� su pecado aunque lo arruine para siempre. Pero existe un peligro personal que resulta de la complacencia de motivos incorrectos y de la b�squeda ansiosa del pecado.

El alma se degrada, se hace culpable y se expone a la retribuci�n. Puede que se despierte demasiado tarde para volver sobre sus pasos, para obtener el perd�n y la salvaci�n. La decisi�n actual de estar bien con Dios es, por tanto, un deber imperativo, ya que es la garant�a de la bendici�n futura. Aunque Samuel fue fiel al pueblo al declarar las palabras de Dios, no lo es menos al ensayar las palabras del pueblo de Dios. La decidida indicaci�n de la voluntad popular no altera los puntos de vista de Samuel ni lo tienta a apartarse de Dios.

Puede regresar a la presencia de Dios con la misma rectitud con la que hab�a venido de ese lugar sagrado. Las mareas del sentimiento popular no se lo llevaron. �l podr�a estar solo en su devoci�n a Dios si todo el pueblo rechazara la palabra del Alt�simo. Actu� como comisionado de Jehov� y, por lo tanto, present� el deseo del pueblo ante el trono de Dios. Estaba dispuesto a acatar la decisi�n divina.

Dios concedi� la petici�n del pueblo y Samuel dio la informaci�n correspondiente. Esto no indicaba la aprobaci�n divina de su conducta; porque mostraba que ellos deb�an asumir la responsabilidad del paso. Se convierten en nuevas oportunidades de hacer el bien si se mejoran correctamente, o en medios de convicci�n del pecado cometido. Ten�an confianza en las oraciones de Samuel y estaban dispuestos a aceptar el problema. "La historia del mundo", dice un comentarista juicioso, "no puede producir otro caso en el que se form� una determinaci�n p�blica para nombrar un rey y, sin embargo, nadie se propuso a s� mismo ni a ninguna otra persona para ser rey, sino que remiti� la determinaci�n por completo. a Dios." ( R. Steel. )

Versículos 19-20

Y ellos dijeron: No, pero tendremos un rey sobre nosotros.

Un rey deseado

Si nos preguntaran cu�l es el sentimiento predominante que se calcula que producir� el estudio de esta historia, deber�amos responder en una palabra: decepci�n.

I. La petici�n de los israelitas nos trae una visi�n melanc�lica del progreso de la degeneraci�n en una comunidad. No requiere ning�n esfuerzo percibir en este deseo de los israelitas la renovada manifestaci�n de la disposici�n descontenta y rebelde que prevaleci� en el campamento del Mar Rojo y en ocasiones posteriores en el desierto; pero ahora estaba marcado por una mayor firmeza de determinaci�n criminal y de prop�sito que deshonra a Dios.

Fue el pecado de los padres reviviendo, pero con mayor intensidad, en la persona de los hijos. Esta visi�n del caso es, en gran medida, admonitoria. Ninguno de nosotros, quiz�s, piensa lo suficiente en la conexi�n entre nosotros y el futuro. Cada �poca ejerce una influencia muy considerable sobre la que la sigue, y los hombres de cualquier �poca en particular son responsables ante Dios en una medida muy grande y conmovedora de las caracter�sticas del per�odo que puede venir despu�s de ellos. La degeneraci�n de las comunidades es, despu�s de todo, el problema. degeneraci�n de los individuos; y quien hace el esfuerzo de prevenir en la conducta de un solo individuo la continuaci�n del pecado - quien intenta en el caso de un solo individuo elevar el tono de la moral, hasta ahora proporciona un mejor estado de cosas para la �poca que vendr� despu�s de �l.

Si mirando la clamorosa asamblea que la narraci�n nos trae como ahora rodeando a Samuel y pidiendo un cambio en la forma de gobierno, preguntamos de d�nde aprendieron esos bajos pensamientos de Dios que los llevaron tanto a deshonrarlo como a desear ponerlo a un lado para dejar lugar a un gobernante terrenal? la �nica respuesta adecuada y correcta ser�a: "De los que fueron antes que ellos". Vivimos para una era futura, y virtualmente tenemos el car�cter de esa era en nuestras manos, ya sea en lo que respecta a la naci�n, la iglesia o la familia.

II. La escena que nos presenta esta demanda de Israel por un rey, nos ense�a lo peligroso que es permitir que nuestros pensamientos vayan en una direcci�n incorrecta y que nuestros deseos se centren en un objeto equivocado. Y esto por una raz�n que se nos transmite muy claramente en el tenor de la narraci�n: el efecto absorbente de un pensamiento err�neo, y su consiguiente poder de arrojar al olvido todos esos pensamientos y objetos contrarrestadores que de cualquier otra fuente pudieran sugerirse. .

Rastree el progreso de este �nico deseo equivocado, en Israel, de tener un rey. �No hab�a nada que decir del otro lado? M�s bien podr�amos preguntar: �No es extremadamente f�cil concebir el efecto contrarrestante que en la primera etapa podr�a haberse presentado a tal deseo al recordar sus privilegios reales en ese momento? Hay una sublimidad incomparable, la sublimidad de la condescendencia y la gracia, en la idea misma de una teocracia.

Pero si su sublimidad no apelaba a su sentido moral, su peculiar ventaja podr�a haber apelado a su autoestima. El deseo de honrar a Dios se hizo cada vez m�s fuerte. Al menos, sin embargo, se podr�a haber esperado que se sintieran conmovidos por una descripci�n v�vida de las consecuencias no deseadas que Dios declar� que ocurrir�an en el nuevo arreglo. Sin embargo, despu�s de todo, esto no es m�s que una imagen de la vida real, aplicable a todas las �pocas.

Contiene una advertencia fiel. Dice: �Cuidado con el primer deseo equivocado, no le des aliento. Tenga cuidado con la primera desviaci�n del pensamiento. Aseg�rese de tener raz�n al principio en sus planes y prop�sitos, porque despu�s, debido a la fuerza misma con la que los pensamientos err�neos excluyen todas las sugerencias en sentido contrario, puede que sea demasiado tarde para modificarlo ". A los j�venes les dice especialmente: "En los prop�sitos que atesoras, los planes que propones, los cambios que contemplas, los objetos sobre los que dejas descansar tus afectos, cuidado con un error al principio".

III. Es importante que estudiemos cuidadosamente el mal esencial del motivo que aqu� operaba en la mente de la naci�n hebrea. Ese motivo era ... que pudieran ser como otras personas. Y si en un estado de �nimo pensativo hacemos un estudio de las causas que han producido la desolaci�n moral en las comunidades desde ese d�a hasta el presente, no aparecer� ninguna cuya operaci�n haya demostrado ser m�s da�ina, m�s intensamente activa para da�ar que esta: un deseo de ser como los dem�s.

Muchas veces ese joven sali� de la casa de Dios lleno de convicci�n y listo para resolver que, sin importar lo que hicieran los dem�s, �l servir�a al Se�or. Pero se volvi� para echar otra mirada al mundo, y el pensamiento vino junto con la mirada, flotar mucho de su inter�s mundano depend�a de la amistad de quienes lo rodeaban, y que si esperaba que fueran sus amigos, sus opiniones y sus los h�bitos no deben oponerse a los suyos.

Cedi� al principio de ser como ellos; y habi�ndose parecido a ellos en el tiempo, su suerte ahora a lo largo de la eternidad se parece tambi�n a la de ellos. �Pobre de m�! �la ruina de las almas que envuelve este principio! y, debemos, agregar, el naufragio de la comodidad terrenal tambi�n. ( JA Miller. )

Versículo 20

Haznos un rey que nos juzgue como todas las naciones.

Haciendo un rey

Como cuesti�n de notoriedad p�blica, los hijos de Samuel no eran como el mismo Samuel en su tono moral y en su ejemplo moral. Esto nos trae un hecho triste y humillante: que los hijos de grandes hombres y de buenos hombres no siempre son dignos de su parentesco. Hay hombres que pueden hablar con mil oyentes, que son completamente d�biles e impotentes cuando entran en los detalles de la vida com�n y tienen que ense�ar a un solo ni�o en casa y mostrar la luz de Dios en los senderos privados de la vida. En consecuencia, su propio muro de jard�n se derrumba, su propio macizo de flores en casa es todo hierba cultivada, mientras est�n ocupados con los grandes campos p�blicos y los grandes vi�edos del mundo.

1. Esto nos trae el hecho igualmente notable de que la gracia no es hereditaria. Cuando vemos a un buen hombre, esperamos que sus hijos sean como �l. Pero la gracia no desciende en la l�nea familiar. El padre puede ser un ap�stol, el hijo puede ser un blasfemo. Hay circunstancias, sin duda, en las que en el mismo momento en que el padre ha estado predicando el evangelio, su propio hijo, a quien amaba como su vida, ha estado cumpliendo alg�n compromiso profano, ha estado blasfemando el nombre del Dios de su vida. padres! Los ancianos de Israel ten�an un caso.

Estaban preocupados por la naci�n; vieron a los dos hijos de Samuel apartarse de los caminos de su padre; vinieron al hombre cuando era viejo y le contaron acerca de la apostas�a de sus hijos. Dijeron: "Haznos un rey para juzgarnos como todas las naciones". Si alguna vez los hombres aparentemente tuvieron un caso simple, directo y de sentido com�n, los ancianos de Israel tuvieron tal caso. Samuel escuch� esta declaraci�n y la cosa le disgust�.

A ning�n hombre le gusta que se le ignore toda su vida y que se desperdicie su poder sin piedad. Despu�s de todo, hay mucha naturaleza humana y sentido com�n en la visi�n del anciano de los cambios que se le proponen. Parti� de un punto dado; ha trabajado en una determinada l�nea; un hombre no puede desheredar y despojarse de todo su propio saber, cultura, tradiciones y asociaciones, y volver atr�s o avanzar hacia la infancia de movimientos nuevos y sorprendentes.

Ser�a bueno que los hombres pudieran aprender esto m�s profundamente. El joven Englandismo y el joven Americanismo deben ser muy desagradables para los viejos Samuels, los sumos sacerdotes y los venerables profetas. Mostraremos nuestra fuerza mostrando nuestra moderaci�n; �Seremos m�s poderosos cuando estemos m�s sometidos! Samuel se lo cont� al Se�or. Esto es muy sorprendente para quienes viven lejos de Dios. Estos ancianos parecen haber estado siempre viviendo, por as� decirlo, al lado de �l, y no tuvieron m�s que susurrar y fueron escuchados.

Es una especie de proceso de respiraci�n, est� listo, espont�neo como el amor. Samuel se volvi� hacia los ancianos de Israel, escuch� su historia, luego volvi� su rostro y le cont� a Dios acerca de todo. Es una vida maravillosa: Dios siempre est� tan cerca.

2. Samuel vio el exterior del estuche. Samuel vio lo que ahora llamamos el hecho del caso; Dios vio la verdad de eso. Mucha gente no distingue entre hecho y verdad. Hay una diferencia infinita entre hecho y verdad. El hecho es lo que se hace, lo que se ve, lo que tiene forma, y ??que se puede acercar y tocar. La verdad lo subyace. Debemos llegar a la verdad antes de que podamos comprender el hecho en s�.

Esto es siempre necesario, pero especialmente necesario cuando las cosas se complican por consideraciones profundamente morales. El Se�or le explic� el caso a Samuel. Dijo, en efecto: �S�lo te est�n convirtiendo en una herramienta; te has convertido para ellos en una mera conveniencia, o como un chivo expiatorio. Profesan estar profundamente preocupados por la apostas�a moral de tus hijos; no les importa ni un �pice; est�n muy contentos de poder aprovechar cualquier cosa que parezca dar un buen color a su carcasa.

Samuel, Israel ha desechado a su Dios. �Es maravilloso, entonces, que Israel haya desechado al siervo? " �Qu� explicaci�n es esta! �C�mo llega a la ra�z y al n�cleo! �Qu� tema se nos abre aqu�! El gran mundo de las excusas, las explicaciones sociales, los rostros que se hacen a las cosas, las viseras y disfraces que se ponen a la vida para ocultar su corrupci�n, su lepra, su muerte Verdaderamente la palabra de Dios es aguda y poderosa, m�s aguda. que cualquier espada de dos filos! Entonces hay dos juicios en el mundo.

El hombre hace su propio caso, Dios viene con la explicaci�n. El hombre enga�a al hombre con apariencias externas; luego Dios sostiene la luz sobre el caso. �Todas las cosas est�n desnudas y abiertas a los ojos de aquel con quien tenemos que tratar!

3. El Se�or le dijo a Samuel que hiciera rey al pueblo. "Escucharlos; haz lo que te piden; escucha su voz; sin embargo, prot�gelos solemnemente y mu�strales las costumbres del rey que reinar� sobre ellos ". Esta es una instrucci�n que deber�amos hacer bien en llevar a cabo en toda la vida. Hay momentos en que nos vemos obligados a seguir ciertos cursos; cuando todo lo que podemos hacer es protestar. �Entonces que? Cuando escucharon el discurso, dijeron: �No; pero tendremos un rey sobre nosotros.

Observe c�mo los hombres pueden abrirse camino, cuando est�n tan decididos, a trav�s de todas las advertencias que incluso Dios puede enviar. Observe, el hombre puede salirse con la suya. Hay un punto en el que incluso Dios se retira del concurso. "Mi Esp�ritu no siempre luchar� con el hombre". Si as� lo pensamos, podemos forzar nuestro camino a trav�s de toda advertencia solemne, toda s�plica pat�tica, toda persuasi�n ferviente de parte de un amigo, esposa, esposo, maestro, predicador, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Esp�ritu Santo. ! �Podemos ir al infierno si queremos! Hay una cruz l�gubre y espantosa: �c�rtala! Hay una forma de rodearlo, un camino a trav�s de �l, un camino para superarlo, �puedes llegar all�! �Tonto, cobarde! ( J. Parker, DD )

Israel pidiendo un rey

Deseando parecerse a otras naciones, le pidieron a Samuel que los nombrara rey. Ellos �estaban deslumbrados�, dice John Henry Newman, �con la pompa y el esplendor de los monarcas paganos a su alrededor, y deseaban que alguien peleara sus batallas, alg�n socorro visible del que depender, en lugar de tener que esperar a una Providencia invisible, que lleg� a su manera y tiempo, poco a poco, siendo dispensado silenciosamente, o tarde, o (como podr�an considerar) inadecuadamente.

Debemos notar la forma en que los ancianos expresaron su deseo a Samuel. Sintieron que era necesario mostrar alguna raz�n, si era posible, para su acci�n. Por lo tanto, empezaron por recordarle a Samuel sus a�os avanzados ". Un proverbio griego dice: "Cuanto m�s crece un buen �rbol, m�s sombra da". Samuel no era demasiado mayor para el servicio, pero la gente descarriada que representaban los ancianos (v. 19) aparentemente estaba cansada de su administraci�n.

Las personas mayores deben ser tratadas con mucha amabilidad y no se les debe hablar como si pens�ramos que se interpon�an en nuestro camino. La �ltima parte del discurso de los ancianos no fue m�s bienvenida que su comienzo. Su solicitud fue una afrenta. Pero �l no lo resinti�. En lugar de responderles de inmediato, or� al Se�or. Lutero dice: �Debe ser de un esp�ritu elevado y grande, que se comprometa a servir al pueblo en cuerpo y alma, porque debe sufrir el mayor peligro y la ingratitud.

Samuel era "de un esp�ritu elevado y grandioso". En lugar de meditar sobre el da�o personal que se le hab�a hecho a s� mismo, fue silenciosamente a la presencia de Dios y le expuso todo el caso. �Tenemos dificultades que no podemos resolver? Dejanos rezar. Cecil dice: "Nadie rechaza a un ministro de Dios que cumple fielmente su oficio, hasta que haya rechazado a Dios". Esta observaci�n se aplica a todas las esferas de la vida. El cumplimiento estricto del deber a menudo resulta en p�rdidas personales.

Tomemos el caso de un joven despedido repentinamente por un comerciante sin escr�pulos porque se niega a aprovecharse indebidamente de un cliente. Ese joven debe llevar la voz de Dios diciendo: "Tu se�or no te ha rechazado, me ha rechazado a m�". Con este pensamiento en su coraz�n podr� sufrir alegremente ( Salmo 69:7 ; Colosenses 1:24 ).

La solicitud de Israel fue concedida, pero al mismo tiempo se advirti� seriamente al pueblo de su error. Aqu� se contrastan v�vidamente la soberan�a de Dios y el libre albedr�o del hombre. Aparentemente, la gente gan� su punto, pero en realidad estaban haciendo una vara para su propia espalda ( Salmo 78:29 ; Salmo 106:15 ).

�Cu�n amargamente la naci�n, incluso en el exitoso y glorioso reinado del rey Salom�n, sinti� la presi�n del yugo real, tan verdaderamente predicho por su �ltimo juez, se muestra en la historia de los tiempos que siguieron a la muerte de Salom�n, cuando el el descontento p�blico ante el gobierno brillante pero desp�tico del gran rey dividi� al pueblo en dos naciones �( 1 Reyes 12:4 ).

Sir William Temple dice: "La inquietud en la mente de los hombres por ser algo que no son y tener algo que no tienen, es la ra�z de toda inmoralidad". William Collins, el artista, expresa muy decididamente su opini�n �que si el Todopoderoso nos diera todo lo que sentimos deseosos, con tanta frecuencia tendr�amos que rezarle para que nos lo lleve como para conceder nuevos favores.

�Hemos le�do tal vez del riachuelo que empez� a cansarse de ser un simple riachuelo. Por tanto, pidi� nieves de las monta�as, agua de los torrentes, lluvia de las tempestades; hasta que, concedidas sus peticiones, rompi� sus l�mites y arras� sus hasta ahora deliciosas orillas. Al principio, la orgullosa corriente se regocij� con su fuerza; pero viendo antes de mucho que llevaba desolaci�n en su fluir, que su progreso ahora estaba condenado a la soledad, y que sus aguas estaban para siempre turbias, lleg� a lamentar el humilde lecho que la Naturaleza le excav�: los p�jaros, las flores, los �rboles y los arroyos, hasta ahora los modestos compa�eros de su tranquilo curso ". ( M. Lucas. )

Un rey en lugar de un dios

La historia avanza ahora en un gran paso hacia la vejez de Samuel. No sabemos nada de su matrimonio, su vida familiar y la reuni�n a su alrededor del afecto m�ltiple para el que una naturaleza como la suya debe haber estado bellamente adaptada. Si tenemos alguna pista, es en el nombramiento de los dos hijos que se mencionan en este cap�tulo. Con el mismo esp�ritu con el que nombr� el lugar de la victoria, Ebenezer, Samuel llam� a su hijo primog�nito Joel; es decir, Jehov� es Dios.

Esto debe haber sido como una protesta contra la idolatr�a, el culto a Baal y Astart�, con los que Israel hab�a sido infectado y contaminado. Samuel llam� a su otro hijo Ab�as; es decir, Jehov� es el Padre. Esto deber�a obtener de nosotros una mirada de admiraci�n y reverencia al pensar en las sugerencias fragmentarias de la vida familiar de Samuel. Jehov� era verdaderamente Dios sobre todo, bendito para siempre; Dag�n, Baal y Astart� encarnaban s�lo los conceptos err�neos est�pidos y repugnantes de la naturaleza del hombre y las demandas de Dios. Eran como nada ante el Dios de los dioses.

Pero m�s: Jehov� era un Padre, tierno y fiel al hogar y la naci�n, a los paganos y jud�os. Y esta doble verdad es que el nombramiento de los hijos de Samuel lo presagia. Por primera vez en el Antiguo Testamento se nos anuncia el reconocimiento de esta doctrina fundamental, como lo fue muchas veces despu�s, con nombres ideados en un tiempo de profundo sentimiento y ferviente consagraci�n de coraz�n y hogar a Dios. �sta es la primera evidencia registrada de un esfuerzo por dar testimonio de la seguridad de la adopci�n, de clamar �Abba, Padre! Los dos hijos de Samuel estaban destinados, en el pensamiento de su padre, a ser testigos vivos del Se�or: uno de la grandeza de Dios y el otro de la mansedumbre del Alt�simo.

En esp�ritu, este acto de Samuel no es m�s de lo que deber�a ser el sentimiento y el prop�sito de todos los padres espirituales en sus pensamientos sobre sus hijos. Como a menudo les damos a los ni�os un nombre ancestral que veneramos, o los honramos nombr�ndolos en honor a alguien a quien estimamos en la vida p�blica o privada, nuestros primeros y m�s profundos pensamientos de los ni�os deben ser el anhelo y el prop�sito de que realmente puedan vivir. para la honra de Dios, y llevan, por as� decirlo, �Su nombre en la frente.

�Esto deber�a marcar nuestras principales esperanzas y esfuerzos en su nombre. Pero aqu� llegamos a lo que tan a menudo es motivo de dolor, tristeza y desilusi�n. Con un hombre como Samuel para su padre, y llevando en la singularidad de sus nombres las marcas de una alta designaci�n tan claramente como un brahm�n lleva las marcas de su casta, podr�amos haber esperado que hubieran sentido una restricci�n del pecado. y una inspiraci�n a la rectitud y santidad que los hubiera hecho, al menos, dignos de su padre y abuela.

Los nietos de Ana y los hijos de Samuel, Joel y Ab�as, deber�an haber sido como Timoteo, cuya "fe no fingida" habit� primero "en tu abuela, Loida, y en tu madre, Eunice". Desde el primer hijo del hombre, que fue un asesino, hasta la actualidad, los hijos de los buenos hombres, o, como aqu�, los hijos de los ministros, no han sido proverbiales para aumentar la piedad del mundo o disminuir su pecado.

El hijo de un santo necesita el perd�n que su padre ha encontrado; y el hijo de un pecador no est�, a causa de su terrible parentesco, en desventaja con Dios. Sin embargo, a la vista de los hijos de Samuel, vendr� el recuerdo de que el dolor de Samuel y el lamento de David han sido la tristeza de muchos hombres santos. Samuel no pudo haber consentido a sus hijos en el pecado. La historia nos lleva m�s bien a pensar que los pecados eran tales que no se revelar�an hasta que lleg� la vida p�blica de juzgar en Beersheba.

Es posible que la vida privada de Joel y Ab�as no les haya dado la oportunidad de cometer los graves pecados que marcaron su posici�n judicial. M�s de un hombre vive una buena vida como una persona privada que ser�a un gran pecador si se expone a los peligros de la vida p�blica. Napole�n Podr�a haber vivido y muerto como un hombre decente si hubiera vivido solo en la intimidad y nunca hubiera ingresado en el ej�rcito. Para un ser as�, el mando de hombres con mosquetes y espadas en la mano era como el olor de la sangre a un tigre.

El juez Jeffreys podr�a no haber sido infame si nunca hubiera sido juez. El pecado de los hijos de El� fue la falta de castidad; la de los hijos de Samuel fue la codicia. J�venes, no deben caer como lo hicieron Ofni y Finees; cu�date de no pecar como Joel y Ab�as. Es posible que el eslab�n d�bil no haya tenido que soportar la tensi�n con usted. La vida pronto tendr� que soportar la prueba de tu lado d�bil. Que Dios te impida ceder cuando llegue la presi�n.

1. El pecado de los hijos de Samuel trajo r�pidamente una crisis nacional. La antigua comunidad teocr�tica ya no servir�a. Tendr�an reyes-soldados, y los consiguieron; pero, �cu�ntos de ellos eran mejores que Joel o Abiah, o incluso superiores a Ofni y Finees? Muy pocos. Y desde el primero hasta el �ltimo de ellos, �qui�n de todos los reyes era apto para estar con Samuel? La verdad es que, desde el principio, la mancomunidad gobernada por Dios que se asoci� con nombres como Mois�s y Samuel fue una concepci�n del orden pol�tico y social que a los jud�os nunca les import� apreciar.

Incluso antes de la �poca de Samuel, los hebreos hab�an mostrado un anhelo malsano por una realeza militar visible y un gobierno como el que ten�an los paganos a su alrededor. Cuando Gede�n, ante el llamado de Dios, los llev� a la victoria, el �nico uso de la victoria que hicieron fue decir ateamente a Gede�n: �Domina sobre nosotros, t� y tu hijo y tambi�n el hijo de tu hijo�; y el mejor juicio, la virilidad m�s santa de Gede�n, se ve en su respuesta: �No te dominar�, ni mi hijo te dominar�; el Se�or se ense�orear� de ti.

�Gideon y Cromwell han tratado de ense�ar a los hombres de las naciones a confiar y obedecer a Dios el Infinito m�s que a admirar a los soldados afortunados y a los aventureros exitosos. Los reyes soldados y las nacionalidades, unidos por la espada, no son los agentes preferidos de Dios para elaborar la historia de la humanidad. M�s bien son sus azotes y castigos; y, como todos los poderes devastadores del �ter, no deben ser eternos, sino que tienen sus funciones m�s elevadas, como el fuego de un campo de cultivo, solo como preliminares a procesos m�s racionales y Divinos de vida y crecimiento, en lugar de fuego y muerte.

A algo m�s alto que las tristes miserias de las monarqu�as de soldados que sucedieron a Samuel, al reino ideal del Dios omnipresente en la tierra, fue lo que Isa�as se�al� a los jud�os en los d�as "cuando los reyes sal�an a la batalla". �Porque el Se�or es nuestro Juez, el Se�or es nuestro Legislador, el Se�or es nuestro Rey; �l nos salvar� ". Pero esto era precisamente lo que los hebreos infieles no creer�an.

2. El esp�ritu y la indignidad del movimiento pueden verse en esto: que no pidieron consejo al Se�or ni a Samuel. La historia de esta demanda, y el resultado de ella en el progreso de la monarqu�a, son ilustraciones de la rebeli�n y la pecaminosidad de esconder el consejo del Se�or. Nosotros, especialmente, que profesamos cantar los Ebenezers de la liberaci�n divina, debemos buscar la gu�a de la sabidur�a divina en todas las cosas; confiando en el Se�or con todo nuestro coraz�n, sin apoyarnos en nuestro propio entendimiento; en todos nuestros caminos reconoci�ndole y esperando que �l dirija nuestros caminos.

3. La locura, as� como el pecado del proyecto, se ver� m�s adelante recordando que Dios los hab�a elegido para estar solos y ser la gu�a de todas las naciones; pero su demanda auto-degradante era ser como las naciones. Es posible que hayan sido sorprendidos por el falso resplandor y el esplendor de las monarqu�as que los rodeaban, as� como tambi�n movidos por el miedo a Nahash, el rey de los amonitas. M�s ciertamente ignoraron la alta intenci�n de Dios al establecer Su propia autoridad real entre ellos; y, ignorando el destino superior, cayeron en una degradaci�n menor que la de sus vecinos.

Para que una naci�n olvide su misi�n como la gente m�s liberal y esperanzada de la tierra, y descienda a la infame degradaci�n de ser meros comerciantes, fabricantes de armas y prestamistas de dinero a cualquiera que le d� suficiente inter�s, como parece estar haciendo Inglaterra. -esto es una abdicaci�n, una autodegradaci�n, lo suficientemente vasta y solemne como para hacer una crisis en la historia del mundo; y es un tema tan apropiado para el pensamiento religioso y la consideraci�n solemne y en oraci�n como cualquier cosa que haya sucedido en la historia de Israel.

4. Adem�s, es evidente a partir de la historia que la perniciosa influencia de la rivalidad internacional estaba actuando entre los ancianos de Israel, la rivalidad, es decir, principalmente en los medios de hacer la guerra. Ser como, o mejor que, otras naciones en el poder de la guerra es una ambici�n pobre, y no hace ning�n bien a nadie a largo plazo, sino m�s bien mal en todos lados. Un ni�o nunca tuvo un cuchillo sin querer cortar algo con �l y, lo m�s probable es que no, algo que no necesitara cortar.

As� tambi�n, una naci�n, o mejor dicho, una casta militar nunca tiene un arma grande ahora sin querer dispararla; y lo m�s probable es que dispare a algo que no necesita dispararse. Si, ahora, miras la vida nacional representada por un lado por el juez y por el otro por el rey militar, es posible que encuentres una explicaci�n suficiente del rechazo de Samuel y Dios, m�s profunda que la ocasi�n dada para el rechazo de la injusticia de los hijos de Samuel en Beerseba.

El cargo de juez bajo Samuel fue la regla del derecho, el conocimiento y la consideraci�n, por encima de todas las cosas, de los fines que Dios ten�a en mente. La realeza-soldado era el gobierno vistoso de la mano fuerte, en el que "los ancianos" que vinieran a Samuel tendr�an la mayor ganancia, y la gente se complacer�a al tener los signos externos y visibles de grandeza y fuerza que en la pol�tica y la religi�n muy a menudo cumpla con su deber por la realidad mucho despu�s de que se haya ido.

Principios sencillos de la justicia eterna, �d�nde han estado nunca tan altos en la estima popular y los deseos de las clases privilegiadas, como la vor�gine pretenciosidad del soldado uniformado y el sacerdote? Ciertamente, nunca lo hicieron entre los jud�os; y me temo que no lo hacen entre nosotros hoy en d�a. ( GB Ryley. )

La gente descontenta

No hay nada m�s dif�cil para un padre que presenciar el naufragio moral de sus hijos. Pero este problema personal estaba �ntimamente relacionado con uno m�s abrumador: el descontento y la decadencia de la gente. Mientras este hombre de Dios lamentaba su juicio dom�stico y la p�rdida de su pa�s por la conducta de sus hijos, se introdujo una delegaci�n del pueblo para manifestar el deseo popular y pedir cambios pol�ticos.

Hab�an visto las crecientes enfermedades de Samuel; hab�an sufrido por la deshonestidad de sus hijos; probablemente tem�an las consecuencias si se llevaban a su l�der; por lo tanto, solicitaron un cambio completo en su pol�tica civil: "Haznos un rey para juzgarnos como todas las naciones". Su gobierno fue teocr�tico. Dios era su rey Pero el pueblo de Israel no pose�a la misma licencia con respecto al gobierno que otras naciones.

Estaban obligados a consultar la voluntad de Dios y buscar la aprobaci�n divina de sus arreglos. No les gustaba estar tan aislados, tan peculiares; se cansaron de los caminos de Dios. La conformidad con el mundo ha sido siempre una gran trampa para la Iglesia. Natural para el coraz�n pecador, tienta a los imperfectos y ha llevado a muchos profesores justos a la reincidencia. La conformidad con el mundo, unida a una profesi�n de fe, ha sido el tropiezo de muchas almas despiertas.

Afecta a la Iglesia, pero no induce al mundo a ser piadoso. Los m�s imp�os saben bien c�mo estimar esta conformidad en los que profesan la fe de Cristo. Lo consideran un intento de servir a dos amos. No los atrae hacia la religi�n, sino que los repele. Refuerza su opini�n sobre la superstici�n del culto y sobre la hipocres�a de los religiosos. Samuel estaba por encima de estas debilidades de mentes innobles.

Pero sab�a que la teor�a del gobierno nacional conoc�a bien la historia pasada y sab�a que las reformas voluntarias no eran ni saludables ni buenas. Las circunstancias que lo ocasionaron fueron para �l m�s conmovedoras: la mala conducta de sus hijos. La conciencia de sus crecientes debilidades contribuy� a probar los sentimientos de este hombre de Dios. Pero ten�a un recurso donde pod�a encontrar compostura, consejo y fortaleza: �Y Samuel or� al Se�or.

�La oraci�n era para �l el ejercicio de la comuni�n con Dios. As� como consultar�as a un amigo probado en tus circunstancias dif�ciles, y ser�as consolado y fortalecido por su prudente consejo, as� lo hizo Samuel con Dios cuando las Providencias eran oscuras y el camino del deber no era claro. La oraci�n a Dios era el recurso constante de Mois�s antes de hablar al pueblo, y por lo tanto, fue solo una vez a lo largo de cuarenta a�os de dif�cil liderazgo en el fatigado desierto que se dice que habl� "sin avisar con sus labios". Nehem�as encontr� su alma fortalecida. con una oraci�n eyaculatoria mientras consideraba qu� respuesta deb�a dar al rey Artajerjes.

Esta era la pr�ctica de Samuel, y hac�a que sus palabras fueran cautelosas y pesadas. Ning�n hombre puede estar tan absorto como para no tener tiempo para orar. El eminente m�dico Boerhaave, cuya pr�ctica era tan grande que "incluso Pedro el Grande y permanecer durante horas en una antec�mara antes de que pudiera ser admitido a una entrevista, sol�a dedicar la primera hora de cada d�a a la oraci�n"; y recomend� esta pr�ctica a otros, �como la fuente de ese vigor que lo llev� a trav�s de todas sus fatigas.

�Aprenda de Samuel c�mo actuar en �pocas de perplejidad. Es en vano colocar la felicidad en el mundo actual. Los israelitas imaginaron que su engrandecimiento temporal ser�a una ventaja para ellos; que un rey y un pomposo s�quito detr�s de �l realzar�an enormemente su importancia. Pero Dios les ense�� que el deseo era pecaminoso y el resultado decepcionante. Byron buscaba gratificaciones tempranas y, por medio de sus altos t�tulos, su espl�ndido genio y sus gustos joviales, ten�a abundantes medios para satisfacer su gran capacidad de placer; pero �l escribi�, como resultado de todo, que �l - �Bebi� cada copa de alegr�a, escuch� cada trompeta de la fama: bebi� temprano - bebi� profundamente - bebi� tragos que millones comunes hubieran apagado; luego muri� de sed, porque no hab�a m�s para beber.

�El gran novelista, Sir Walter Scott, tuvo una carrera tan brillante como la de cualquier literato. Pero el que gratific� a decenas de miles no era un hombre feliz, y en la escena final de su vida no ten�a gozo permanente. Sus esperanzas se hab�an arruinado. Su felicidad hab�a sido eclipsada. Su fortuna se hab�a desvanecido. Estaba empobrecido, avergonzado, envejecido y sin consuelo. Y bajo la influencia de estas experiencias infelices, dijo, mientras estaba sentado en Abbotsford: �Cuando pienso en lo que es este lugar ahora, en comparaci�n con lo que ha sido no hace mucho, creo que se me partir� el coraz�n.

�No tengo otro deseo que que (la puerta enrejada de un lugar de enterramiento) pueda abrirse para m� en un per�odo no lejano. El recuerdo de la juventud, la salud y el poder de la actividad que no se han mejorado ni disfrutado es una escasa tensi�n de comodidad. Lo mejor es que la parada prolongada llegar� a lo largo y lo cerrar� todo ". Su idolatrada existencia tuvo un final melanc�lico. La verdad es que ninguna ventaja terrenal puede dar paz al alma o asegurar su bienaventuranza. ( R. Steel. )

Transiciones pol�ticas.

Cu�n variados y caprichosos son los escenarios de la vida nacional, son alternancias de pecados y dolores. La reacci�n del pensamiento humano es repentina en su naturaleza y extrema en su tendencia. Cuando una vez que sus energ�as son estimuladas, se vuelven inquietas y surgen de un reino a otro.Como los vientos cambian en un momento desde un punto de la br�jula a su extremo opuesto y arrojan al barco de su rumbo destinado, este �mpetu de cambio se desvanece. sobre el alma con tal poder que se tambalea por un tiempo, luego es atrapada por la corriente y llevada en contra de la intenci�n de sus momentos m�s tranquilos.

Por lo tanto, al contemplar la imagen, nos sorprende que un pueblo tan fuerte en su respeto por lo Divino conspire ahora para destronar su autoridad estableciendo las transiciones pol�ticas humanas:

I. fundada en el pretexto m�s fr�volo. Generalmente sucede que las mayores revoluciones se basan en peque�as excusas. As�, nuestras instituciones nacionales ceden al toque de la fantas�a, a la sugerencia del capricho o al esfuerzo de un partidismo equivocado. Este cambio pol�tico fue fundado:

1. Sobre la vejez de Samuel. La conducta de estos ancianos fue cruel e ingrata. Ning�n hombre vivo hab�a servido a sus intereses seculares y religiosos como lo hab�a hecho Samuel, no pod�an permitirse su salida de su senado, y aunque su sol se hab�a puesto, deber�an haber respetado con ternura el brillo persistente que a�n ti�e el horizonte vespertino.

2. Sobre la conducta de los hijos de Samuel. Esta s�plica fue

(1) Injusto con Samuel. Porque, aunque la injusticia de sus hijos fue perjudicial para la comodidad y el �xito nacional, no fue culpa suya sino de su dolor y desgracia.

(2) Fue correctivo. Pero no, el pueblo est� empe�ado en la revoluci�n, la voz de la raz�n se ahoga en el tumulto de la pasi�n.

3. Considere la solicitud de la naci�n.

(1) Fue influyente. �Los ancianos de Israel� (vers�culo 4). Uno habr�a pensado que estos ancianos ten�an la edad suficiente para haber sabido mejor, que las circunstancias de su vida habr�an inspirado simpat�a hacia el padre anciano. Pero no, los hombres mayores a veces se equivocan y los m�s sabios a menudo se equivocan. El rango social no garantiza el sentido com�n.

(2) Fue un�nime.

4. La conducta de Samuel en esta crisis. Apenas podemos imaginar los sentimientos de Samuel al escuchar este deseo de un rey. Est� solo, los compa�eros de su juventud se han ido. �l est� triste; la naci�n de hoy no siente simpat�a por su dolor, sino que se esfuerza por romper el �ltimo lazo que une al anciano con las escenas de su ni�ez.

(1) La oraci�n de Samuel. Samuel actu� en esta crisis como un verdadero hombre, no apelaba ego�stamente a la paciencia del pueblo, no desahogaba su dolor con una rabia ingobernable, sino que ped�a con calma la ayuda del cielo.

II. Como se persigue en antagonismo con la voluntad divina.

1. El permiso divino.

2. La protesta Divina.

�Sin embargo, prot�gelos solemnemente� (vers�culo 9). Dios nunca abandona la naturaleza humana por voluntad propia, usa medios para prevenir el mal, los empuja hasta cierto punto, luego, si se le resiste por la fuerza de la voluntad, se retira y permite que la naci�n produzca una ruina, que se vuelve disciplinaria.

III. como implicando las consecuencias m�s alarmantes.

1. El car�cter desp�tico de su futuro gobernante. A veces Dios hace revelaciones del futuro para disuadirnos del pecado, coloca un �ngel en el camino para advertir y reprender nuestra locura. �l har�a:&mdash

(1) Ignore las relaciones m�s queridas de la vida (vers�culo 11).

(2) Imponga varias cargas de servicio (vers�culo 16).

(3) Su distribuci�n arbitraria de la propiedad (vers�culo 14).

2. La retirada de la simpat�a divina en este extremo (vers�culo 18). Seguramente si algo hubiera podido silenciar la demanda de la naci�n, un cuadro tan espantoso como este, pero la pasi�n es tan intensa, el anhelo nacional tan fuerte, el presente empuja sus mentes esc�pticas, los d�as futuros de la vida son irreales para ellos, de ah� que las duras realidades por venir se desvanezcan en la niebla, y el grito es a�n m�s ferviente: "Pero tendremos un rey sobre nosotros".

lecciones:

(1) El terrible poder de los impulsos inquietos para perturbar la paz nacional.

(2) La ingratitud b�sica de la vida colectiva.

(3) La dignidad de la virilidad noble.

(4) La persistencia del deseo nacional.

(5) La acci�n desenfrenada de la conducta humana. ( JS Exell, MA )

Pidiendo un rey

I. �Por qu� la gente deseaba un rey? Porque el gobierno de los Jueces no les hab�a tra�do ni tranquilidad por dentro ni seguridad frente a los enemigos de fuera. La unidad nacional casi hab�a desaparecido. Parecen doce tribus en lugar de una sola naci�n. Estaban esparcidos por un territorio ancho y dif�cil, atravesado solo por unos pocos caminos miserables. Cuando las incursiones hostiles ca�an sobre regiones expuestas, las porciones tranquilas a menudo eran indiferentes al destino de sus hermanos.

Los jueces que Dios levant� para liberarlos tuvieron poca influencia m�s all� del escenario de sus haza�as. La debilidad del profeta, prematuramente anciano con sus preocupaciones, y la indignidad de sus hijos, aumentaron el descontento popular. Hace muchos a�os, sus padres hab�an querido hacer rey a Gede�n: ahora seguramente hab�a llegado el momento de un gobierno central fuerte. Luego, que se hiciera el cambio mientras Samuel estaba con ellos, en lugar de arriesgar la posibilidad de sucesores poco prometedores.

�No hab�a esperado Jehov� mismo un reino? Tanto a Abraham ( G�nesis 17:6 ) como a Jacob ( G�nesis 35:11 ) se les hab�a prometido que ser�an padres de reyes. Mois�s se hab�a anticipado a la monarqu�a en su discurso final ( Deuteronomio 17:14 ) Todo parec�a favorecer y exigir el paso.

II. �Por qu� fue incorrecta la solicitud? No en el sentido de su necesidad, sino en la forma de buscarlo. El pueblo olvid� su relaci�n de pacto con Jehov�, que eran una naci�n peculiar, con una historia peculiar y una misi�n peculiar. Tal demanda mostr� ingratitud, desconfianza y deslealtad hacia Dios. Quer�an mejorar su gobierno en lugar de reformar su car�cter, y buscaban ayuda en la legislaci�n que solo pod�a provenir de la rectitud.

III. �Por qu� Dios consinti� en lo que no aprob�? Porque, si no pudiera hacer lo mejor por ellos, har�a lo mejor que pudiera. Su desaprobaci�n fue por sus pecados; Su consentimiento, a un cambio no est� mal en s� mismo, probablemente en Su plan. La idea de la realeza pertenec�a a una verdadera concepci�n del Mes�as, y ser�a desarrollada con mayor �xito por el gobierno de reyes justos, ya que la cruz estaba tipificada por los sacrificios Dado que la gente era demasiado infiel para esperar el tiempo de Dios, la resistencia a sus deseos solo pod�a endurecer sus corazones.

La historia de nuestra raza es un registro de la acomodaci�n de un ideal divino a la fragilidad humana. Adem�s de la verdad siempre presente de que todo da�o proviene del pecado y toda felicidad se encuentra en la obediencia a Dios, el valor especial de la lecci�n es ilustrar la verdadera fuente de la grandeza nacional. Esta ley se declara en una declaraci�n divina en el Sina�: �Si en verdad obedec�is mi voz y guard�is mi pacto, ser�is para m� un tesoro peculiar sobre todos los pueblos, porque m�a es toda la tierra.

�Aqu� hay tres declaraciones distintas: primero, toda la tierra es de Dios; segundo, �l elige una sola naci�n como un tesoro peculiar; tercero, el fundamento de la elecci�n, la condici�n del favor, es la justicia nacional. Esta declaraci�n compacta declara la evoluci�n providencial y la selecci�n divina de naciones, lo que resulta en la supervivencia del m�s apto.

1. El orden divino no se compromete a favor de ninguna forma de gobierno. Las formas pol�ticas son medios, no fines. No podemos asumir que una democracia es el ideal. El reino de los cielos es una monarqu�a, que no depende de los votos de los hombres para su autoridad, ni de la legislaci�n humana para sus leyes y penas. Los gobiernos estables son crecimientos, no formas manufacturadas, y el mismo crecimiento no es adecuado para todos los suelos.

Cuando el rey Murat le exigi� a Lord Holland que le hiciera una constituci�n, el sabio estadista respondi�: "Tambi�n podr�a pedirme que le construya un �rbol". Una rep�blica exige inteligencia e inteligencia general. �Qu� ser�a de Rusia o Turqu�a si se hicieran democracias a la vez? El Todopoderoso ha bendecido formas de gobierno muy diferentes. Una constituci�n ideal no har� una naci�n ideal.

2. El orden Divino no est� comprometido con ning�n grado de prosperidad material. Egipto lo ten�a todo, Israel nada; sin embargo, la turba de esclavos fue elegida ante el reino opulento de tesoros y canoso de erudici�n. Asiria, Persia, Grecia, Roma, se han utilizado y descartado en el avance de la iglesia.

3. El orden divino est� comprometido eternamente por la justicia. Este ha sido el principio de selecci�n en la evoluci�n nacional, no el desarrollo de ciertas formas pol�ticas. El bien moral de la raza es el �nico objeto que un Dios santo puede permitir que controle sus destinos. El car�cter cristiano de nuestro gobierno debe afirmarse y mantenerse. Es falso decir que este gobierno no tiene car�cter religioso.

Naci� una naci�n cristiana por la voluntad del hombre y tambi�n por la voluntad de Dios. Seguro que los siglos nos han aportado algo; sobre todo, una primogenitura cristiana. El cristianismo es la "ley com�n" de la tierra. Todos, todos, proclaman que el cristianismo, el cristianismo general, tolerante, el cristianismo independiente de sectas y partidos, ese cristianismo al que se desconocen la espada y el maric�n, el cristianismo tolerante en general, es la ley del pa�s.

La virtud de sus ciudadanos individuales es la verdadera esperanza de la naci�n. Los pecados que acarrearon la destrucci�n de las naciones muertas han sido los pecados de los individuos. El estado como corporaci�n no tiene alma. Conocemos s�lo dos existencias morales, Dios y el hombre; y la conducta que Dios recompensa en los individuos asegurar� su bendici�n sobre la acci�n asociada. Una comunidad puede ser rica o pobre, puede estar bajo un monarca o un presidente: �son sus miembros justos? - entonces tendr�n prosperidad nacional; �Son viles? Su naci�n ser� maldita. ( Sermones del club de los lunes )

Pidiendo un rey

Las revoluciones a veces tienen lugar sin gran entusiasmo popular o sin el liderazgo de grandes hombres. La historia que tenemos ante nosotros presenta tal caso. Los dramatis personae son los ancianos de las tribus, los representantes del pueblo; Samuel el profeta, juez y h�roe, y Sa�l, el agente menos libre de todos, cuyo tama�o excepcional contrasta con la peque�ez de la figura que recorta en esta primera escena de una tragedia nacional.

La revoluci�n, aunque silenciosamente lograda, fue importante y permanente. La introducci�n de un nuevo instrumento bajo la teocracia, separ� para siempre el oficio prof�tico del gobierno civil. De ahora en adelante, el profeta y el magistrado son distintos en cuanto a su cargo y, a menudo, antag�nicos en cuanto a la pol�tica. Ambos son prominentes en el desarrollo del dise�o mesi�nico. La libertad del individuo y la igualdad del ciudadano nunca han sido previstas tan justa y sabiamente como bajo la ley hebrea.

Nunca se conoci� un pueblo m�s libre desde el �xodo hasta el reinado de Salom�n. La idea de la autoridad real no era nueva para los hebreos. A su alrededor hab�a peque�as monarqu�as m�s o menos absolutas, y por tradici�n y comercio estaban familiarizados con los grandes reinos del Nilo y el �ufrates. La demanda de un rey vino de los ancianos de las tribus. Vinieron fortalecidos con las Escrituras, citando a Mois�s en Deuteronomio 17:14 , simplemente preguntando qu� hab�a predicho el Se�or y registrado por su gran legislador como un posible evento en su historia.

Apuntaban a una centralizaci�n del poder que combinar�a a las tribus con fines defensivos. Para su incredulidad que no pudo mirar m�s all� del hombre, parec�a que Samuel no iba a tener sucesor. La historia de las revoluciones populares muestra que no hubo una falta inusual de sabidur�a pol�tica entre aquellos compatriotas de Samuel. De hecho, su error siempre ha sido la sabidur�a com�n del mundo. La historia griega y romana muestra cu�n natural es que las naciones busquen alivio de la anarqu�a popular en tiranos, dictadores y emperadores.

La historia medieval repite c�mo el sufrimiento popular, las industrias y la propiedad buscaron escapar de las tiran�as feudales bajo el cetro de los reyes. Entonces los hebreos argumentaron falsamente. Para conseguir una posible concesi�n constitucional adoptan modales y m�todos llenos de insulto e ingratitud hacia Samuel y sacrilegio e impiedad hacia Dios. El error pol�tico, as� como el crimen religioso, de los hebreos fue acusar sus problemas no a los magistrados corruptos y la anarqu�a popular, sino a su constituci�n nacional.

Ahora bien, se puede admitir que esta constituci�n era defectuosa en la lujuria de poder tan pronto como el pueblo perdi� el sentido de sus obligaciones teocr�ticas y de Jehov� como su Rey actual. La decadencia de la fe y la vida teocr�ticas fue siempre la �nica se�al de debilidad en la comunidad hebrea, y la �nica disoluci�n de su seguridad, de otro modo inexpugnable. Sus libertades eran invencibles contra enemigos internos o externos siempre que fueran fieles a la moral del pacto inspirado; pero la apostas�a los hizo vulnerables y, finalmente, expuso su vida nacional a una herida mortal.

En esta hora de peligro eclesi�stico y pol�tico, Samuel llev� el asunto en oraci�n a Dios. Al ilustre jefe, la respuesta de Dios es llena de gracia, simpat�a y patetismo: �No te rechazaron a ti, sino que me rechazaron para que yo no reinara. sobre ellos." Esta respuesta ense�a:

1. Que esta oraci�n por un rey era una apostas�a esencial ( Salmo 118:9 ). Al descender a las pol�ticas pol�ticas de las naciones circundantes, violaron sus relaciones de pacto y se expusieron a la esclavitud bajo el pr�ncipe de este mundo. La causa final de todo absolutismo sacerdotal y pol�tico se encuentra en la implacable enemistad de Satan�s hacia la soberan�a divina y la libertad humana. �La conciencia nos vuelve cobardes a todos�, y los temores, la consecuencia inevitable de la piedad en declive, les hacen desconfiar de la protecci�n y la gu�a de Jehov�.

2. Que esta oraci�n por un rey fue el estallido de un vicio hereditario Este fue el rechazo de la soberan�a de Dios. Ahora hicieron exactamente lo que sus patriarcas le hicieron a Jos� y sus padres a Mois�s, los representantes de esa soberan�a.

3. Que esta oraci�n por un rey era una idolatr�a pr�ctica (vers�culo 8).

4. Que Dios conceda la obstinada oraci�n de desconfianza (vers�culos 9, 19-22).

5. Sin embargo, la oraci�n fue concedida bajo una protesta solemne y una advertencia clara (vers�culos 9-18). El gobierno original del mundo dise�ado por Dios no era ni una monarqu�a, ni una aristocracia ni una rep�blica. Ninguno de estos es compatible con la soberan�a individual otorgada en la creaci�n del hombre. Pero la teocracia estaba por encima de la cultura �tica del pueblo, demasiado sublime para la educaci�n moral de sus escuelas La gran libertad personal conferida por la constituci�n mosaica degener� en anarqu�a social y administraci�n d�bil, y la infidelidad extranjera y el socialismo penetraron y corrompieron las creencias religiosas y modales nacionales de la gente.

El estatus moral de la gente era indigno del gobierno libre que Dios les hab�a dado. La concentraci�n bajo la soberan�a directa de Dios era m�s posible que bajo una dinast�a humana. Esto lo demuestra su propia historia. Dios solo es Rey. La idea m�s noble de gobierno, individual o social, es una teocracia, y bajo ella la paridad de ciudadanos. Tampoco es necesario que este estado sea ut�pico si la gente est�, como debe ser y puede estar, bajo un culto b�blico.

La unidad y perpetuidad nacionales es una cuesti�n de �tica, y no de comunidad de raza, tradici�n e historia, de leyes y lengua, de literatura y religi�n. Estos �ltimos son v�nculos adicionales, pero la historia, desde los hebreos hasta los estadounidenses, muestra cu�n d�biles son para preservar la unidad nacional. El escepticismo y la infidelidad son signos seguros de degeneraci�n mental y moral en la civilizaci�n. La realeza es una prerrogativa divina y la propiedad pertenece al Hijo de Dios. Nuestra seguridad es la confianza en Dios por el reconocimiento en la familia, la escuela y la legislatura de Jesucristo como Rey, Sus doctrinas como ley y Sus preceptos como pr�ctica ( GC Heckman, DD )

Exigencia de lo tangible y visible

�No estamos todos en la misma condenaci�n? La vida de fe, que depende de un brazo invisible y escucha la ley de un Rey invisible, es dif�cil, el sentido clama por algo de lo que pueda darse cuenta y aferrarse. Lutero, en una de sus cartas, tiene una par�bola que cuenta c�mo mir� la b�veda del cielo, y busc� en vano los pilares que la sosten�an, y c�mo tem�a que, al no tener apoyos visibles, se cayera.

A todos nos gustar�a ver las columnas de apoyo. Un camino alpino sin parapeto nos parece m�s peligroso que si una pared, por baja que sea, lo valla al costado del precipicio. "Danos un rey" no es m�s que la forma antigua del anhelo universal de algo "m�s sustancial" que la palabra desnuda de un Dios a quien los sentidos no pueden captar. �Cu�ntos de nosotros preferir�amos tener un buen equilibrio en nuestro banquero antes que la promesa de Dios: �Tu pan te ser� dado, y tu agua asegurada�! �Cu�ntos de nosotros llamamos a los soportes visibles "realidades s�lidas" y a las fuerzas invisibles "m�sticas", es decir, irreales! �Cu�n pocos de nosotros creemos que lo Invisible es lo real y s�lido, lo visible, lo pasajero y lo fantasmal! Examinemos nuestras ideas gobernantes, y las encontraremos muy parecidas a las que enviaron a los ancianos a Samuel, clamando por un rey. (A. Maclaren, DD )

Versículo 22

Escucha su voz y hazlos rey.

"Vox populi, vox Dei"

Quiz�s no hay proverbio m�s familiar, ya que es cierto que no hay ninguno m�s defectuoso que este: "La voz del pueblo es la voz de Dios". Y dado que el lema es lat�n, bien podr�a ir ahora con un comentario sobre �l de uno de los m�s grandes de los antiguos fil�sofos romanos, incluso el mismo Cicer�n, quien dice en su tratado Concerning Laws: �Es sumamente absurdo suponer que todos son las cosas justas las que se encuentran en los decretos e instituciones de un Estado.

No existe tal poder en la sentencia y el mandato de los necios como para que con su voto se pueda invertir la naturaleza de las cosas. La ley no comenz� cuando se escribi� por primera vez, sino cuando tuvo existencia por primera vez; es decir, cuando la mente divina tuvo existencia por primera vez ".

1. La historia nos da la fecha para comenzar y conecta las historias presentes con las de un pasado grandioso y honrado. Samuel todav�a est� a la cabeza de la naci�n, pero fracasando: �Y sucedi� que cuando Samuel era viejo, puso a sus hijos por jueces sobre Israel�. La piedad no se puede transmitir seg�n las leyes f�sicas; y, sin embargo, parece que podr�amos insistir en los beneficios destacados de nacer de una buena estirpe en lugar de ser corrupta.

2. �Qui�nes eran estos hijos de Samuel? Lamentablemente no hay ning�n relato de ellos que d� alguna satisfacci�n. Vale la pena insistir un poco en la lecci�n que aprendemos aqu�: los nombres nobles no cambian los corazones malos ni hacen que los hombres malvados sean aptos para ocupar altos cargos. Samuel probablemente esperaba mucho de esos hijos suyos cuando les dio nombres como estos en el respeto reverente por la antigua fe de Israel. �Joel� significa que Jehov� es Dios; y "Ab�as" significa que Jehov� es mi Padre.

No tenemos evidencia de que estos ni�os se preocuparan por sus hermosos nombres cuando eran peque�os, como lo hizo Samuel por el suyo cuando se mov�a con reverencia en las ministraciones del Tabern�culo, un joven devoto, obediente a Dios y a El�. Seguramente podr�amos esperar que una doncella llamada "Sof�a" no sea tonta, porque su nombre significa sabidur�a. Y as�, "Gertrude" sugiere un personaje de verdad absoluta. Y "Alfred" se convierte en una promesa de paz total.

Y "Leonard" no debe ser un cobarde mientras se le llame como un le�n. �Francis� debe ser franco y �Anna� debe ser amable, o la gente inteligente se reir� cuando se grite su nombre en la sala. Sin duda, Natanael, Teodoro, Elnathan y Dorothy deber�an tener presente todos los d�as y horas que sus nombres significan por igual el don de Dios.

3. La ilustraci�n de todo esto se vuelve cada vez m�s v�vida a medida que avanza la historia; el siguiente vers�culo dice: "Y sus hijos no anduvieron en sus caminos, sino que se desviaron tras las ganancias, y aceptaron sobornos y pervirtieron el juicio". La lecci�n que aprendemos de esto es tanto explicativa como llena de amonestaci�n: la codicia es idolatr�a. Una palabra curiosa es la que aqu� se traduce como "lucro"; es precisamente lo que emple� Mois�s cuando defin�a los deberes y el car�cter de un juez: �Adem�s, proveer�s de todo el pueblo hombres capaces, que temen a Dios, hombres de verdad, que aborrecen la codicia�. Esa palabra "codicia" es la misma que la palabra "lucro" en este vers�culo que tenemos ante nosotros. El antiguo Targum hebreo lo traduce como "el mam�n de la falsedad".

4. En este punto, la narraci�n de las Escrituras comienza a indicar el efecto de toda esta desastrosa corrupci�n en la propia familia de Samuel. �Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y vinieron a Samuel en Ram�. Los matadores siempre encuentran una compa��a f�cil: esa es nuestra lecci�n ahora. Se dice que los cuervos detectan a lo lejos p�jaros de la misma pluma negra y la misma voz l�gubre. Estos "ancianos de Israel" en la historia seguramente podr�an haber sido sobre mejores negocios que ministrar el descontento popular.

Viv�an bajo una teocracia y Dios estaba en lo alto; podr�an haber interferido antes por la represi�n de estos jueces corruptos, y de una manera m�s sabia. Lord Beaconsfield coment� que "es mucho m�s f�cil ser cr�tico que tener raz�n". Joel y Ab�as ya eran bastante malos; nos preguntamos si a los mon�rquicos les gust� m�s el ambiente cuando Sa�l lleg� al poder. El plan procede de manera plausible.

Est� de moda parlotear sobre la voz del pueblo: vox populi, vox Dei : aqu� la voz del pueblo est� directamente en contra de la voz de Dios en un gran tema moral y pol�tico. Mil votos por un mal no son suficientes para corregirlo: una vez nada es nada, dos veces nada es nada, la hora del t� nada es nada, mil veces nada es nada: cu�ntos ancianos israelitas ser�an necesarios para multiplicar nada en cuanto a �Hacer algo al fin? Tantos, respondemos, como en cualquier momento se necesitar�an hombres mal entendidos para corregir el mal.

5. Pero ahora tengamos en cuenta que cuando algo malo tiene que hacerse por s� mismo de alguna manera, requiere una gran cantidad de palabras sin sentido para avanzar hacia el reconocimiento y el �xito. Nuestra lecci�n pr�ctica de esta parte de la historia es la siguiente: a veces se usa un lenguaje elegante para ocultar el pensamiento y no expresarlo. La diplomacia tiene un fuerte sabor a antig�edad. Solo observe c�mo estos ancianos astutos abogan por sus argumentos hip�critas para el derrocamiento del gobierno, y sacuden los escr�pulos de conciencia del fiel anciano con la acusaci�n humillante y cruel de sus hijos.

Esas no eran las verdaderas razones por las que quer�an un rey. Lord Bacon declara que �en todos los gobiernos humanos sabios, los que se sientan al tim�n realizan m�s felizmente sus prop�sitos e insin�an m�s f�cilmente en la mente de la gente, con pretexto y cursos indirectos que con m�todos directos; de modo que todos los cetros y mazas de autoridad deber�an estar torcidos en el extremo superior ". Era un viejo dicho de Pascal que el mundo se satisface con las palabras, y pocos se preocupan por sumergirse debajo de la superficie de ellas.

La l�gica tiene muy poco que ver con las expresiones de un coraz�n malo cuando los pol�ticos comienzan a razonar; y hay verdad en el sarcasmo de uno de los franceses m�s ingeniosos: �Cuando el mayor de un argumento es un error, y el menor una pasi�n, es de temer que la conclusi�n sea un crimen, porque esto es un silogismo del amor propio ". �Por qu� no reprimieron a los hijos y se aferraron a Dios?

6. A medida que leemos, nos sentimos cada vez m�s seguros de que no se debe confiar en las mayor�as ni siquiera entre los hombres m�s sabios. Las mayor�as se pueden conseguir en casi todas las ocasiones para bien o para mal de forma indiscriminada, seg�n la epidemia de entusiasmo popular de la �poca. Lo que se necesita en nuestros d�as es la virtud de un valor individual y de una convicci�n personal. Necesitamos votantes con una conciencia que los impulse a defender las medidas correctas y apoyar a los hombres justos para que las administren. ( CS Robinson, DD ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "1 Samuel 8". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/1-samuel-8.html. 1905-1909. Nueva York.