Bible Commentaries
2 Reyes 6

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-6

El lugar donde vivimos es demasiado estrecho para nosotros.

Una empresa de extensi�n de la iglesia

Si hab�a una iglesia en Israel, la escuela de los profetas sin duda constitu�a una parte de esa iglesia. Eran una comuni�n de hombres piadosos.

I. Esta empresa de extensi�n de la iglesia fue estimulada por el principio de crecimiento. La vieja esfera se hab�a vuelto demasiado estrecha para ellos, la hab�an superado. Este es un principio sobre el cual toda extensi�n de la iglesia deber�a proceder, pero en estos tiempos modernos no solo se ignora, sino que se indigna. Aunque las estad�sticas muestran que las iglesias y capillas en Inglaterra se quedan miserablemente por debajo del alojamiento necesario para toda la poblaci�n, es tres veces mayor de lo que se requiere para el n�mero de asistentes.

II. Esta empresa de extensi�n de la iglesia se llev� a cabo de manera varonil.

1. Se busc� el mejor consejo antes de dar un paso.

2. Cada uno se puso a trabajar honestamente en el asunto. "Llevad de all� cada uno una viga".

III. Esta empresa de extensi�n de la iglesia encontr� dificultades inesperadas. �Y cuando llegaron al Jord�n, cortaron le�a. Pero cuando uno estaba derribando una viga, la cabeza del hacha cay� al agua y grit� y dijo: �Ay, se�or! porque fue prestado ".

IV. Esta empresa de extensi�n de la iglesia obtuvo ayuda sobrenatural cuando fue necesaria. Cuando el hombre que hab�a perdido su hacha y estaba gritando de angustia, Eliseo, el �hombre de Dios� dijo: �D�nde cay�? Y le mostr� el lugar. Y cort� un palo y lo arroj� all�; y el hierro nad�. Por eso dijo: Ll�vatelo. Y extendi� la mano y la tom� �. ( Homilista. )

Edad y juventud

Pocas preguntas son m�s desconcertantes que la pregunta sobre cu�l deber�a ser el car�cter de la relaci�n entre los ancianos y los j�venes. Muchos de nuestros j�venes est�n impacientes por las restricciones que les imponen las personas mayores, mientras que aquellos que han tenido una larga experiencia en el mundo tienden a estar igualmente impacientes por el ardor impulsivo y la inquietud de la juventud.

I. Considere las caracter�sticas de la juventud. Estos son bien conocidos y no reconocerlos debe significar un fracaso en todos los tratos con ellos. "La sabidur�a no llega al ni�o". Debemos tratar a las personas como son, no como deseamos que sean. Entre las caracter�sticas de la juventud seleccionamos algunas: - Insatisfacci�n. Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: �Mira, el lugar donde moramos contigo es demasiado estrecho para nosotros.

�Eliseo parece haber estado muy contento; no as� los j�venes. Quer�an un lugar m�s grande. Deseo de mejora ( 2 Reyes 6:2 ). Este es el resultado del otro. El deseo aumenta y los j�venes quieren medir su fuerza con el mundo.

3. Fuerza. En comparaci�n con los viejos, los j�venes poseen una gran cantidad de energ�a, tanta que no pueden descansar.

4. Descuido. "Cuando uno estaba talando una viga, la cabeza del hacha cay� al agua". Con el menor cuidado de su parte, eso nunca habr�a sucedido. Entonces, �qu� deben hacer los j�venes? Busque la ayuda de aquellos que son mayores y m�s sabios que ellos.

II. Considere los poderes que posee la edad.

1. Tienen conocimiento del mundo. Conocen sus tentaciones, lo sutiles y persistentes que son.

2. Tienen experiencia de la vida humana. Han visto c�mo las vidas que comenzaron con la promesa se apagaban en la oscuridad.

3. Conocen el poder de Dios. Pueden decir en qu� direcci�n se encuentra la victoria. Han visto a Jes�s y han aprendido de �l.

(1) Que nadie piense en el tiempo perdido que se dedica a cultivar la amistad y el amor de los j�venes. Algunas personas superficiales habr�an dicho que el profeta estaba perdiendo el tiempo.

(2) Qu� atenci�n debemos prestarnos a nosotros mismos. Cada hombre reproduce su propio car�cter en los dem�s. "Nadie vive para s� mismo".

(3) Para hacer esto, debemos convertirnos en amigos de Jes�s. Eliseo es un tipo de Cristo. ( A. Jubb. )

Ayudando a alguien

En una ocasi�n, la esposa del general Sir Bartle Frere condujo hasta una estaci�n de tren para encontrarse con su esposo. Ella le dijo al lacayo que fuera a buscar a su amo. El criado, que hab�a estado ocupado durante la ausencia de sir Bartle, pregunt� c�mo deb�a conocer al general. "Oh", respondi� Lady Frere, "busque un caballero alto que ayude a alguien". La descripci�n fue suficiente. El criado fue y encontr� al general ayudando a una anciana a bajar de un vag�n de tren. �Qu� bien para los hombres y mujeres mismos, as� como para el mundo que bendicen, cuando Dios los reconoce como personas que siempre est�n tratando de ayudar a alguien! ( Carcaj. )

Versículo 2

Toma de all� a cada hombre una viga.

Cada hombre un rayo

I. Los hijos de los profetas se procuraron lo que quer�an. La universidad se hab�a vuelto demasiado peque�a. No hab�a espacio suficiente para que el creciente n�mero de personas que se reun�an para recibir instrucci�n a los pies de Eliseo. Ahora bien, en su dificultad, estos j�venes podr�an haber razonado algo de esta manera. Una universidad es por el bien de la naci�n. La instrucci�n que recibimos aqu� debe ser utilizada por nosotros de ahora en adelante en el servicio religioso del pa�s.

El pa�s deber�a, por tanto, construirnos una casa mejor y m�s grande. Es posible que hayan razonado de esta manera y hayan hecho un llamamiento al p�blico religioso para que los ayude. Y as�, en lugar de apelar a los dem�s, resolvieron que como quer�an un edificio m�s grande dejar�an sus libros, tomar�an sus hachas y saldr�an y talar�an los �rboles, construyendo el lugar con sus propias manos. En esto tenemos una ilustraci�n de una vieja m�xima, que si quieres que se haga algo, es mejor que lo hagas t� mismo.

En cuanto a los deberes ordinarios de la vida y las exigencias de los negocios, el predicador tiene poca necesidad de insistir en esta m�xima. Pero se nos puede permitir aplicar la m�xima en el �mbito de la vida y obra de la iglesia. En cada iglesia hay hombres que son grandes conversadores pero peque�os hacedores. Est�n lo suficientemente dispuestos a sugerir mejoras, a se�alar lo que otros deber�an hacer; pero en cuanto a echar una mano ellos mismos, nada est� m�s lejos de sus pensamientos.

Ahora sostengo que ning�n hombre tiene derecho a sugerir una mejora a menos que est� dispuesto a hacer su parte para resolverla. Si todo el que tiene conocimiento de m�sica participara activamente en la salmodia y permitiera que su voz se escuchara en el c�ntico de alabanza, �cu�nto mejor ser�a la adoraci�n! Somos conscientes de la necesidad sobre todo de bendiciones espirituales, de conversiones y avivamiento espiritual en nuestras iglesias.

Si cada uno tan consciente s�lo se expresara as� en privado y en la reuni�n de oraci�n, �qu� reuniones de oraci�n sagradas y qu� avivamientos gloriosos habr�a entre nosotros! Algunas iglesias parecen vivir del sistema de mendicidad.

II. Cada hombre estaba preparado para hacer su parte del trabajo. Incluso en estos tiempos primitivos era un asunto serio construir una casa. La madera tuvo que ser talada y cortada en tablas de tama�o conveniente. Esto requer�a el gasto de fuerza y ??habilidad. Gracias al esfuerzo conjunto y la asistencia mutua, la ardua tarea se cumpli� f�cil y r�pidamente. Y cuando hay unidad entre los miembros de una iglesia, cuando cada miembro es movido por el mismo esp�ritu de ferviente deseo por la prosperidad de la causa de Dios, cu�n poderosa se vuelve la iglesia, cu�n m�ltiples son las organizaciones que se re�nen en torno a ella y cu�n eficientemente se lleva a cabo. .

En una iglesia bien ordenada deber�a haber una tarea para cada miembro. No todos pueden llevar el mismo "rayo". Pero todo hombre debe llevar la carga que le permitan sus fuerzas y prestar todo el servicio que pueda. En las iglesias ordinarias se necesita una considerable suma de dinero durante el a�o para llevar a cabo el ministerio y mantener las escuelas y otras sociedades. Cuando cada miembro da a conciencia a la causa, no lo que otros dan, sino lo que Dios le permite dar, nunca clamar� por falta de fondos.

Si todos los que pudieran ense�ar se ofrecieran como voluntarios para la escuela dominical, si todos los que pudieran orar mostraran sus rostros en la reuni�n de oraci�n, ser�a mejor para ellos y para nuestras iglesias. ( J. Menzies. )

Satisfacci�n de haber hecho la parte del trabajo propia.

Hace varios a�os, cuando se termin� la gran Catedral de Colonia, hubo un gran revuelo en toda Europa. Se hab�an ocupado cuatro siglos en la construcci�n de este maravilloso edificio, uno de los m�s magn�ficos del mundo. La gente acudi� en masa de todas las direcciones para participar en el gran ceremonial de regocijo. Era una multitud numerosa, brillante y de moda. Pero justo en medio de la gente m�s grandiosa estaba un humilde trabajador, con ropa rasgada, un sombrero ruinoso y zapatos hasta la punta de los pies.

Mientras estaba all�, con sus ojos bastante brillantes mientras observaban todas las nobles proporciones de los edificios, se le escuch� exclamar: ��Oh! s�, de hecho, �hemos hecho de �l un "edificio glorioso"! "�Por qu�?", ??Dijo un caballero, que escuch� el comentario, "�qu� tuviste que ver con eso?" El trabajador se volvi� para contestarle, con los ojos todav�a brillantes. �Mezcl� el mortero durante un a�o�, fue la orgullosa respuesta.

Eso es. No todos podemos ser constructores. A veces, es posible que no podamos colocar ni un solo ladrillo sobre la estructura. Pero podemos ayudar todos y cada uno a mezclar el mortero para que otros lo usen, lo cierto es que si no se mezcla el mortero no se puede construir el edificio en s�.

Actividad con prop�sito

Todo depende del esp�ritu con el que trabajemos, el trabajo de muchas personas no significa nada porque no significa nada para ellos. No hay un prop�sito definido en lo que hacen. Vi a un ni�o peque�o tomar un rastrillo en un campo de heno de New Hampshire en julio, y empez� a rastrillar, imitando a los hombres, excepto que los dientes del rastrillo estaban levantados. Rastrillar fue m�s f�cil de esa manera, pero no recogi� heno.

Conozco a algunos predicadores, maestros de escuela dominical y obreros cristianos que hacen todo su rastrillo de esa manera. Rastrillan mucho y hacen muchos movimientos, pero rastrillan con los dientes hacia arriba y nunca recogen heno. Los buenos resultados solo los obtienen las personas que ponen los dientes en el fondo de su prop�sito en lo que est�n haciendo y buscan resultados; esas personas hacen que las cosas sucedan. ( LA Banks, DD )

Versículos 5-7

Pero cuando uno estaba derribando una viga, la cabeza del hacha cay� al agua.

La cabeza del hacha

1. El primer pensamiento que se presenta es, cuando Cristo habita en los corazones de su pueblo, hay una profunda convicci�n interna de nuestra propia estrechez. Los hijos de los profetas que habitaban con Eliseo son conscientes de la estrechez de su morada y anhelan fervientemente la ampliaci�n. As� es con todo verdadero hijo de Dios. El alma que habita en Cristo y Cristo en ella es consciente de su estrechez. Anhela la ampliaci�n.

M�s espacio para Cristo: esta es su intensa respiraci�n interior. Y este anhelo no puede descansar en la inacci�n. Su curso es siempre hacia adelante. �Vayamos, te rogamos, al Jord�n, y cada uno tome de all� una viga, y hagamos all� un lugar donde morar. Y �l respondi�: "Id". �D�janos ir�, ese es su lema. �sta es la �nica forma en que el anhelo interior puede encontrar descanso. Lleva el alma consigo hacia objetivos m�s elevados y aspiraciones m�s santas. Se apodera de todo lo que lo acerque m�s a Dios.

2. Pero observe, no puede haber un movimiento hacia adelante, ning�n ensanchamiento del alma, sin la presencia de Dios con nosotros. �Y uno dijo: Te ruego que est�s contento y ve con tus siervos. Y �l respondi�: Yo ir� �. El lenguaje de este desconocido es el de todo verdadero hijo de Dios, en todas las circunstancias. El creyente sabe que la presencia permanente de Dios con �l solo puede asegurar el crecimiento en la gracia o la seguridad contra el mal.

Sin la presencia constante del Se�or, no tiene nada que le impida caer en la frialdad o la muerte, nada para enfrentarse a los poderes del mal que se encuentran tan densamente en su camino. La presencia del Se�or es su gozo, su pabell�n en la prueba, la tentaci�n y el peligro, su luz en las tinieblas y su vida en la muerte.

3. Vemos estos comentarios confirmados por lo que sucedi� en esta narrativa. �As� que se fue con ellos. Y cuando llegaron al Jord�n, cortaron le�a. Pero cuando uno estaba derribando una viga, la cabeza del hacha cay� al agua ". Aqu�, en este momento cr�tico, el arma que m�s se necesitaba para llevar a cabo el trabajo, la cabeza del hacha, cay� repentina e inesperadamente al agua. �Ay, ay! �C�mo se va a cortar la madera ahora? �C�mo va a seguir el edificio? Qu� vamos a hacer? �Todo ha terminado ahora! De un golpe repentino todo se derrumba y hay un grito de desesperaci�n.

Si Eliseo no hubiera estado con ellos en esta crisis, �qu� podr�an haber hecho? Se habr�an retorcido las manos con dolor in�til, y el trabajo debe haber cesado. �Y no hay tales crisis en la historia de todo creyente? �No tiene la Iglesia de Cristo, en su paso por este mundo, vol�menes de este tipo para registrar? Una gran obra del Se�or est� prosperando cuando, de repente, quien es el centro mismo de ella, de quien todo parece depender, es arrebatado por la muerte. Feliz por los que tienen con ellos la presencia del verdadero Eliseo. Ellos "no se entristecen como otros que no tienen esperanza". Su esperanza est� en Dios.

4. Pero note otra verdad en la raz�n dada para este dolor aqu�: ��Ay, maestro! porque fue prestado ". La cabeza del hacha no era de este hombre. Pertenec�a a otro. Vea c�mo esto se aplica al creyente. Como estos hijos de los profetas que habitaban con Eliseo, �l habita con Cristo. Permaneciendo en �l, se da cuenta plenamente de que todo lo que posee es solo prestado. Pertenece a otro, incluso a Dios. Simplemente se le da para que lo use para la gloria de su Maestro, y nada m�s. No es sino la cabeza del hacha la que se "toma prestada".

5. Pero ahora observe qu� "ayuda muy presente" fue Eliseo: "Y el hombre de Dios dijo: �D�nde cay�?" Eso fue todo. Toda la responsabilidad ahora era de Eliseo. As� ocurre en la vida del cristiano. En todas nuestras circunstancias, el Se�or est� diciendo: ��Qu� es? D�game." Siempre nos pide que le presentemos estas emergencias. Los env�a con este prop�sito para que podamos �mostrarle el lugar.

Cuando esto est� hecho, �l se �encargar� de ti�. No puedes sacar de las profundidades aquello que llenar� tu alma de gozo, pero �l puede. As� fue aqu�: �Y Eliseo cort� un palo y lo ech� all�; y el hierro nad� ". La cabeza del hacha: lo que tu alma necesita, lo �nico que puede permitirte abrirte camino, el verdadero Eliseo puede traer de vuelta a tu alma. Puede parecerles desesperanzado, perdido en las profundidades insondables; y un mundo que no puede ver nada debajo de la superficie puede compadecerse y escribir desesperaci�n en tus esperanzas.

Pero Eliseo, Jes�s, est� contigo. ��Hay algo demasiado dif�cil para el Se�or ?. .. Yo os devolver� los a�os que comi� la langosta, el pulg�n, la oruga y la oruga; y comer�is en abundancia y quedar�is satisfechos, y alabar�is el nombre del Se�or vuestro Dios, que ha obrado maravillosamente t�, y mi pueblo no se avergonzar� jam�s �. �Oh, conf�a en el Se�or! Con garant�as como estas, �c�mo pueden dudar? �l emprender� por ti, y la esperanza perdida �nadar� de nuevo ante tus ojos. "Comer�s en abundancia y te saciar�s, y alabar�s el nombre del Se�or tu Dios".

6. Aqu� se presenta una imagen de muerte y resurrecci�n. Con la cabeza del hacha hundida en las aguas, vemos al hombre �muerto en delitos y pecados�, �lejos� de Dios, un pecador perdido y arruinado. �Qui�n descender� a las aguas de la muerte y lo har� subir? Jes�s, lo ha hecho. �Todas tus olas y tus olas han pasado sobre M�, fue Su clamor. As� descendi� a las profundidades y sac� al pobre perdido. En su muerte ha muerto el pecador. En su resurrecci�n, el creyente ha "resucitado de entre los muertos".

7. "Y extendi� la mano y la tom�". La fe es la mano. �Realmente lo ha hecho y ha tomado a Jes�s para su alma? �Es religi�n contigo o con Jes�s? �Cuales? ( F. Whitfield, MA )

La cabeza de hacha perdida

La recuperaci�n de Eliseo de la cabeza de hacha perdida es un triste obst�culo para los racionalistas. El milagro les parece infantil. No pueden explicarlo y no les gusta aceptarlo. El cristiano, sin embargo, no juzga la Palabra de Dios. No es razonable creer en Dios y oponerse a los milagros; ni somos jueces id�neos en cuanto a lo que es o no es una causa suficiente para que Dios interfiera, como lo llamamos, con sus propias leyes, sino para aprender m�s sobre la fidelidad y el cuidado atento de Dios.

El colegio del profeta estaba repleto; no hab�a ning�n diente para el creciente n�mero de estudiantes. Esto fue muy alentador. No hab�a habido tal dificultad en los d�as de El�as; pero Eliseo hab�a cosechado donde El�as hab�a sembrado. Esta bendici�n implic� una mayor responsabilidad. Siempre es as�; la recompensa del trabajo es m�s trabajo. No puede haber que quedarse quieto o descansar sobre nuestros remos. El mandato Divino es siempre �No escatimes�, �Est�rate.

�Debemos seguir avanzando siempre, tanto en la b�squeda de la santidad personal como en nuestros esfuerzos por ganar vidas para Dios. Por lo tanto, desean construir y lo hacen con prudencia. Pero, a pesar de la presencia de Eliseo, surgi� una gran verg�enza. �Ay, amo,� grit�; "Porque fue prestado". Era un hombre honesto. Pudo haber exclamado: "Qu� herramienta m�s est�pida e in�til: el propietario merece perderla"; o, �Eso no es culpa m�a, fue pura casualidad; qu� bueno que no sea m�o.

�No debemos permitir que se hable mal de nuestro bien. El deshonor a menudo se suma a la causa de Dios si no nos preocupamos por lo que se les debe a los dem�s. Eliseo vio que ser�a para la gloria de Dios que la cabeza del hacha fuera restaurada. Pero qu� hermosa par�bola hace la historia. Todos somos trabajadores de Dios. Trabajamos con poder prestado. Este poder puede perderse, no solo por indolencia y negligencia, sino incluso por exceso de energ�a en la obra de Dios.

Los carpinteros de Dios a veces muestran m�s fuerza que habilidad. La energ�a de la carne o la sabidur�a de la carne no dejan lugar para que Dios act�e, por lo que el poder se pierde. Aprenda entonces c�mo se puede recuperar el poder perdido.

1. El hombre dej� de trabajar. Por supuesto, dices; �C�mo pod�a talar �rboles cuando no ten�a la cabeza del hacha? Pero los obreros cristianos no siempre son tan sabios; piensan compensar con su propia energ�a y seriedad la falta de poder divino. Usan el mango de la sabidur�a humana o el estatus eclesi�stico, aunque el poder cortante e impulsor de Dios se ha perdido.

2. Le dijo a Eliseo de inmediato. Eso es siempre lo primero que debe hacer. Ve y dile a Jes�s; confiesa que has perdido el poder. En este caso la confesi�n se hizo p�blicamente. A veces es bueno que los ministros y trabajadores reconozcan abiertamente que han perdido la bendici�n que ten�an. Sin embargo, en general, basta con dec�rselo a Jes�s. No es necesario que se lo cuente a los dem�s; lo ven por s� mismos.

3. Le mostr� a Eliseo el lugar donde cay�. Siempre es bueno ser definitivo. Confiesa exactamente d�nde perdiste el contacto. Quiz�s te envaneciste con tu �xito; o comenzaste a desconfiar y dudar cuando lleg� ese problema; o fue contaminado por esa empresa; o permitiste que ese nuevo inter�s, ese libro o juego, te robara tu tiempo secreto con Dios.

4. Eliseo inmediatamente lo puso a su alcance. Interprete a su gusto, el vaciado de la madera. Hay un poder que siempre trae a nuestro alcance la bendici�n perdida: es la Cruz del Calvario. La preciosa sangre de Cristo ha puesto al alcance de la fe todas las bendiciones que necesitamos. Lleva la Cruz para que cargue con tu paz y tu poder perdidos, y de inmediato est� a tu alcance.

5. El hombre extendi� la mano y la tom�. Debe haber una apropiaci�n personal de la fe. Hizo esto por orden de Eliseo. Haga lo mismo por mandato del Se�or Jes�s, quien todav�a les dice a Sus disc�pulos: "Recibid el Esp�ritu Santo". ( FS Webster, MA )

El hacha prestada

I. Que es un privilegio de la gente esperar y recibir la interposici�n divina, cuando se ven superados por problemas o desgracias, en cualquier empresa loable. La empresa en la que estaban comprometidos estos j�venes era tanto loable como loable. "�Dentro del agua!" Qu� suceso tan inusual y desconcertante. Qu� trivial hubiera sido si hubiera ca�do sobre la tierra. As� es la vida. Es lo inesperado lo que sucede.

Es lo que podr�a llamarse los sucesos est�pidos y fastidiosos de la vida lo que causa gran parte de nuestros problemas y desilusiones diarias. Este joven evidentemente fue descuidado, o no habr�a permitido que el hacha se soltara. Tambi�n aprendo de esta narraci�n que, si un hombre pobre no tiene un hacha, y no puede comprar una, Dios no tiene objeciones si debe ir a un vecino y pedirle una prestada.

II. Que es un privilegio del pueblo de Dios buscar y recibir la interposici�n Divina en �pocas de leg�tima ansiedad y preocupaci�n. Todo hombre honesto debe preocuparse si ha tomado prestada la propiedad de otro y no puede devolverla seg�n lo prometido. Los cristianos, especialmente, deber�an ser muy sensibles en este punto. Una religi�n que no hace a un hombre honesto y veraz es despreciada y ridiculizada por el mundo, y con raz�n, porque es peor que ninguna religi�n en absoluto. Este joven ten�a un noble sentido del honor y la equidad. Al mirar la interposici�n divina, en nombre de este joven ansioso y decepcionado, extraigo lecciones de aliento.

1. Asegur�monos, en primer lugar, de que el negocio, la empresa de la que surgen nuestros problemas, es leg�tima y adecuada.

2. Que entramos en ella con el esp�ritu correcto. Que, durante su enjuiciamiento, buscamos entrar y salir bajo la sonrisa de Dios.

3. Que nuestros problemas no son el resultado de nuestra propia ignorancia, indolencia o pecado, sino de causas que no sospech�bamos y sobre las cuales no ten�amos control. El hacha est� fuera y en el agua. Ansiedad leg�tima y preocupaci�n de lugares inusuales e insospechados. El celo y la energ�a de este joven le trajeron este problema. Supongo que algunos hombres podr�an haber usado ese hacha todo el d�a, y puede que no se haya deslizado ni un cuarto de pulgada, pero �l la balance� como un hombre que intenta hacer volar las astillas.

Por lo tanto, deber�a decir que sali�, y todo este problema vino. Por lo tanto, el hombre que trabaja con ambas manos de coraz�n, en sentir almas para el templo espiritual del Se�or, seguramente se causar� problemas. Una Iglesia fr�a y formal y el mundo inicuo se unir�n para oponerse y hacerle da�o. De hecho, cualquier hombre que tenga algo digno del nombre de celo por la causa de Dios, pronto encontrar� motivos para una leg�tima preocupaci�n acerca de s� mismo, su reputaci�n y su trabajo.

III. Ese m�todo de interposici�n de Dios, a favor de su pueblo, es frecuentemente a trav�s de la instrumentalidad humana. Eliseo fue el instrumento que Dios us� para ayudar a este joven a salir de su problema. As� que ahora, Dios a menudo nos ayuda, incluso responde a nuestras oraciones, a trav�s de personas a las que les ha dado la voluntad y el poder para hacerlo. Hay muchos ejemplos sorprendentes de la interposici�n de Dios a favor de su pueblo, en asuntos temporales.

IV. Que, aunque en este caso la interposici�n fue milagrosa, el final no estaba completamente asegurado sin la cooperaci�n humana: "Ll�vatelo". En la econom�a divina, el hombre debe ser m�s que una mera negaci�n, debe ser m�s que un receptor pasivo de las interposiciones y bendiciones de Dios. �l nos ha elevado a la dignidad de colaboradores consigo mismo, en la gran obra de rescatar a nuestra raza maldita por el pecado del servicio y dominio de Satan�s.

As� como Dios y el hombre trabajan juntos en la naturaleza, �l siempre hace lo sobrenatural, produciendo la semilla y las vastas posibilidades de vida durmiendo en la faz de la naturaleza, y las influencias externas adecuadas para suscitarlas: y el hombre, como si todo depend�a de �l, limpiar el terreno, sembrar la semilla, cortar malezas y cardos, arreglar sus campos, jardines y huertas, hasta que la faz de la naturaleza sea un para�so de belleza y bendici�n. Entonces, en el mundo espiritual, el prop�sito de Dios es a trav�s de la cooperaci�n humana y divina. Oh, por la ansiosa prontitud de este joven al captar nuestras bendiciones perdidas. Reflexiones: -

1. Aprenda de esta narraci�n que Dios no est� disgustado con Su siervo celoso y de todo coraz�n, quien por su celo adicional se incapacita a s� mismo o pierde su hacha; y que preferir�a obrar un milagro, ponerlo en buen estado, que verlo perezoso y somnoliento en su trabajo.

2. Que todo hombre que haya perdido su hacha de poder espiritual debe volver a encontrarla o, en lo que a �l respecta, la obra de Dios se detendr�. Ese hombre ocioso entre los obreros de Dios cuenta m�s de uno en el agregado de su influencia. Su sola presencia retardar� al trabajador y aflojar� los movimientos de muchos.

3. Que en �pocas de infortunio, es bueno estar tranquilo, y no empeorar las cosas por nuestra propia impulsividad e imprudencia. Como el hombre que vi en un taller de m�quinas que se rasc� la mano al intentar poner la correa en una m�quina, y se enfad� tanto que cort� la correa en pedazos, pero tuvo que reemplazarla, al costo de casi el salario de una semana. .

4. Que el pecador no deber�a hacer su caso m�s desesperado al continuar pecando contra Dios. Que es peligroso, poco varonil, suma muy desagradable a Dios que uno se agregue deliberadamente a la bajeza moral de su caso, necesitando as� un milagro mayor de misericordia Divina, para poder salvarlo. ( T. Kelly. )

La cabeza de hacha de hierro que nadaba

�Nuestras pruebas son a menudo la sombra de misericordias venideras. Dios aparecer� en el reflujo de la marea. Cambiar� el a�o en el d�a de invierno m�s corto. Cuando nos haya mostrado toda nuestra dependencia de �l mismo, extender� Su brazo glorioso y obrar� liberaci�n ". La vida del verdadero hijo de Dios est� constantemente vigilada, guiada, protegida y bendecida, como si los esp�ritus brillantes que asisten alrededor de Su trono vinieran visiblemente para ministrar a los herederos de la salvaci�n.

La idea de que el Todopoderoso, que hizo y gobierna todas las cosas, no podr�a cambiar el curso habitual de la naturaleza como para hacer que el hierro nade, es simplemente absurda. En el funcionamiento de una gran imprenta, si algo sale mal con el papel, el alimentador s�lo tiene que tocar una palanca con el pie y, mientras los movimientos ordinarios de la prensa no se alteran, la impresi�n no se produce en el hoja.

La habilidad y el genio del hombre han puesto bajo su control las leyes de la naturaleza hasta el punto de que los barcos de vapor y el tel�grafo llegan a pa�ses lejanos. Y aun as�, el Dios de la naturaleza dobla estas poderosas fuerzas para complacerlo a Su propio agrado, Dios le dio poder a Eliseo para que se hiciera amigo del joven desconsolado, cuando lament� la p�rdida de la cabeza del hacha. Y en cada generaci�n desde entonces, ha permitido a otros fieles hacer la obra de Eliseo y hacer nadar el hierro.

El insignificante y licencioso Carlos II encerr� a John Bunyan en la c�rcel de Bedford y lo mantuvo all� con su Biblia durante doce largos a�os. All�, el calderero despreciado escribi� El progreso del peregrino , y es probable que ese hierro nade durante muchas edades a�n por venir. La era tibia en la que vivimos se satisface con las oraciones ordinarias, la fe ordinaria, las obras ordinarias y, por lo tanto, tiene que soportar las bendiciones ordinarias.

El poder de Dios para hacer cosas maravillosas no es menos que en la antig�edad; y Su mano s�lo parece acortada, porque la fe se ha extinguido en los corazones ego�stas y mundanos, de que �al que cree todo le es posible� ( Marco 9:23 ). ( JN Norton. )

La restauraci�n del hacha

No se puede negar que la restauraci�n del hacha perdida fue milagrosa, si consideramos:

1. Que el hombre que lo perdi� apel� al profeta, y solo a �l, en busca de ayuda en su extremidad, como la �nica persona que pod�a ayudarlo, porque era la �nica persona a quien se le hab�a dado para ejercer un poder sobrenatural.

2. Que el hacha sali� a la superficie en el mismo lugar donde se dej� caer. El Jord�n es un r�o r�pido, y si el hacha hubiera flotado por alguna causa natural, habr�a subido a la superficie m�s abajo del arroyo.

3. Los medios utilizados para levantarlo no estaban en modo alguno adaptados al fin que se buscaba. La narrativa sugiere:

I. Que la realizaci�n de las grandes obras del mundo depende en gran medida de que las peque�as cosas funcionen correctamente. Una gran victoria puede perderse si se rompe el pasador de una rueda de artiller�a. Los hijos del profeta no pod�an levantar una casa para la honra de Dios sin la ayuda de un hacha. "Grandes pesos cuelgan de peque�os cables".

II. Que lo peque�o y lo grande depende enteramente de su relaci�n. Para muchos hombres, la p�rdida de un billete de cinco libras ser�a una mera bagatela, apenas digna de menci�n; para millones ser�a la p�rdida de toda su capacidad para alimentar y vestir a sus familias durante muchos d�as. As� que hab�a muchos hombres en Israel para quienes la p�rdida de un hacha no habr�a sido nada, pero para este miembro de una comunidad pobre era una desgracia tan grave que solo pod�a remediarse con un milagro.

III. El problema m�s peque�o que le sobreviene a un siervo de Dios, o a una comunidad de hombres dedicados a su servicio, es asunto de ayuda divina. El Se�or Dios Todopoderoso es en verdad el �Alto y Sublime que habita en la eternidad� ( Isa�as 57:15 ), sin embargo, �l �considera todas las obras de los hombres� ( Salmo 33:15 ), �Sus ojos est�n abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres �( Jeremias 32:19 ), y� �l tambi�n mora con el de esp�ritu humilde y contrito �( Isa�as 57:15 ). Esto es suficiente para explicar Su interposici�n en el asunto del hacha perdida. ( Bosquejos de los sermones. )

Milagros �ticos

�Oh, qu� miedo tienen algunas personas de estos milagros! Un joven compa�ero de estudios y predicador de hoy, bajo la influencia de la cr�tica moderna, me dijo que no pod�a tragarse este milagro - �de todos modos es muy estrecho de golondrina! - no pod�a tragar este milagro sobre el hacha. -cabeza que nad�, �porque, ya sabes�, dijo, �tiene un aspecto sospechoso. Estoy bien, conf�o �, dijo,� estoy bien con los milagros de nuestro Se�or.

Pero entre t� y yo, M'Neill, ese milagro, ya sabes, no es �tico ". Esa es la gran palabra, "�tico"; si no eres �tico, no est�s en eso. "�No es �tico!" Yo dije. �Bueno, eso es muy divertido. Es muy �tico, seg�n yo. �Quiere decir ", le dije," si me presta un hacha, que es bastante �tico volver con un poco de palo y la cabeza?

.. �desaparecido! Pues �, dije,� el milagro se basa en la �tica. Dios estaba tan ansioso de que el hombre que la tom� prestada le devolviera el hacha, tal como la tom� prestada, que obr� milagros en nombre de la �tica que subyace en los pr�stamos y los pr�stamos ". Y luego dijo: "No tengo ninguna dificultad con los milagros de nuestro Se�or, porque son �ticos". �Bien,� dije, �hay uno de los milagros de nuestro Se�or, y si eres aprensivo con la cabeza del hacha que nad�, entonces l�gicamente deber�as ser aprensivo con eso, tambi�n, aunque nuestro Se�or lo hizo, por eso. es este tipo de 'milagro grotesco', haciendo una demostraci�n del poder divino.

Recuerda �, dije,� un d�a cuando nuestro Se�or tuvo que pagar sus impuestos y no parec�a tener suficiente dinero suelto sobre �l; es una especie de toque pat�tico, ya sabes, no ten�a suficiente dinero suelto. dinero sobre �l, pero evidentemente consideraba �tico pagar impuestos, y quer�a pagarles, y, por supuesto, la corbata podr�a haberla pedido prestada a alguien, o podr�a haberla obtenido de una forma u otra; pero a pesar de estas cr�ticas, �l se fue e hizo una demostraci�n de lo milagroso, y dijo: 'Ve al mar y echa un anzuelo, y el primer pez que salga, encontrar�s mis impuestos en su boca'.

�El orgullo del intelecto. Oh, si est�s turbado, y si te aturdes y tropiezas con lo milagroso, Jes�s ser� el mayor tropiezo y piedra de ofensa de todos los hacedores de milagros en la Biblia. ( John M'Neill. )

Preocupaci�n divina

El mariscal franc�s Turenne fue el h�roe de los soldados. Compart�a todas sus dificultades y confiaban plenamente en �l. Una vez, cuando las tropas atravesaban un pesado pantano, algunos de los soldados m�s j�venes se quejaron. Pero los mayores dec�an: �Conf�a en ello, Turenne est� m�s preocupado que nosotros; en este momento est� pensando c�mo librarnos. �l vela por nosotros mientras dormimos. �l es nuestro padre, y no quiere que pasemos por tal fatiga a menos que tenga un gran final a la vista que a�n no podemos descifrar.

��Cu�nto m�s felices y m�s fuertes ser�amos si con esta clase de simple confianza confi�ramos en el Capit�n de nuestra Salvaci�n, Jesucristo, que vino a la tierra para compartir todas nuestras dificultades! ( Carcaj. )

Versículos 8-23

Entonces el rey de Siria pele� contra Israel.

Eliseo en Dothan

�Viendo lo invisible! Aqu� est� el joven empresario. Pasa sus d�as en una sala de recuento cerrada y mohosa, levantando figuras interminables, o detr�s de un mostrador de mal gusto, vendiendo mercanc�as. Pero ve algo m�s que el libro mayor y la casa de recuento y los productos secos. Ve una hermosa casa, una c�lida chimenea, una familia feliz y una capacidad f�cil para la vejez. Es esta vislumbre de lo invisible lo que le hace trabajar, temprano y tarde, sin quejarse y con paciencia.

Lo mismo ocurre con el inventor. Estaba Palissy, el alfarero, que trabaj� diecis�is a�os para perfeccionar su invento. Pero vio algo m�s delante de �l que el barro y el torno del alfarero. Ten�a en su mente todo el tiempo el hermoso jarr�n que, despu�s de esos a�os agotadores, deb�a producir. Howe ten�a ante �l la m�quina de coser perfecta mientras trabajaba en sus toscos experimentos, y Morse ten�a en su mente la m�quina de tel�grafo perfecta y Stephenson la locomotora perfecta, mucho antes de que nadie m�s pudiera percibir estas m�quinas.

Fue la visi�n de lo invisible lo que dio valor a estos hombres. Nada grande o bueno se hubiera logrado nunca si estas visiones de lo invisible no hubieran llamado a los hombres hacia hechos gloriosos. No, no podr�amos soportar esta vida de rutina, deber�amos morir de cansancio de hacer lo mismo una y otra vez, �no nos animaban estos destellos de lo invisible? Sin duda, entonces, esta lecci�n que nos ense�a Eliseo en Dot�n sobre el poder invisible de Dios es de suma importancia pr�ctica.

Si nos dimos cuenta de lo invisible como �l se dio cuenta, nosotros tambi�n deber�amos ser siempre valientes, tranquilos y confiados. Para obtener una impresi�n m�s definida, pregunt�monos cu�les son las caracter�sticas de este poder espiritual invisible, como aqu� se revela.

I. En primer lugar, se nos ense�a su fuerza y ??plenitud. Las fuerzas de Dios que luchan por nuestras almas, si pudi�ramos verlas, son m�s y m�s fuertes que las fuerzas del diablo que luchan contra nuestras almas. No importa cu�n lleno de maldad y tentaci�n est� este mundo que vemos y sentimos, el mundo invisible est� m�s lleno de motivos e incitaciones a la verdad y la justicia, si pudi�ramos obtener la visi�n.

El borracho suele insistir, como excusa, en que su apetito es tan fuerte que no puede vencerlo; el hombre mundano permite que su amor por el dinero domine todos los dem�s impulsos; el libertino deja que sus concupiscencias ganen la victoria; y luego estos hombres se quejan de que las tentaciones, las circunstancias y el entorno son demasiado fuertes para resistirlos. Pero todo el tiempo las huestes de Dios est�n alrededor y listas para luchar por ellos, si tan s�lo se les llame, y estas huestes son m�s fuertes que el apetito, la avaricia y la lujuria. Todo el tiempo la corona cuelga sobre sus cabezas; y la corona, si quisieran verla, es m�s atractiva que el rastrillo de esti�rcol;

II. Que estos poderes invisibles del bien est�n muy cerca de nosotros. Los caballos invisibles y los carros de fuego rodeaban a Eliseo. La colina en la que se encontraba Dothan estaba llena de ellos. El joven solo tuvo que abrir los ojos, y ah� estaban. Los carros ruidosos y los relinchos de los caballos de los sirios no estaban m�s cerca del hombre de Dios que los corceles celestiales. He le�do la historia de un prisionero que se fug� en nuestra �ltima guerra, que vag� durante muchos d�as y noches, buscando las l�neas de la Uni�n.

Por fin, en el crep�sculo del crep�sculo temprano, lleg� a un campamento que supuso pertenec�a a los confederados. Antes de que se diera cuenta, fue rodeado por los piquetes y capturado, para que lo llevaran apresuradamente a prisi�n, como pensaba; pero cu�l fue su sorpresa y alegr�a, al mirar un t�tulo m�s de cerca, al descubrir que era el azul Uni�n, y no el gris Confederado, lo que llevaban los soldados. Sus amigos lo hab�an capturado. Cuando pensaba que sus amigos estaban lejos, todos estaban sobre �l. Errante y fugitivo de Dios, alza tus ojos, las huestes de tus amigos te rodean. Dios est� cerca de ti.

III. La agencia de la oraci�n para revelar lo invisible. Una y otra vez en esta breve historia, la oraci�n del profeta fiel mueve el brazo que mueve al mundo. En respuesta a sus propias oraciones devotas, sin duda, �l mismo vio a las huestes invisibles, de modo que pudo decir con calma y confianza a su siervo: "M�s son los que est�n con nosotros que los que est�n con ellos". Cu�n a menudo se ha ilustrado esto en otras vidas adem�s de la de Eliseo.

Cuando los magos no pudieron interpretar el sue�o de Nabucodonosor, Daniel or� a Dios, y sus tres perdones se unieron a �l en oraci�n. �Entonces�, dice la sencilla narraci�n b�blica, �se le revel� el secreto a Daniel en una visi�n nocturna�. �Entonces Daniel bendijo al Dios del cielo, y dijo: Bendito sea el nombre de Dios por los siglos de los siglos, porque suya es la sabidur�a y el poder. �l revela las cosas profundas y secretas; �l sabe lo que hay en las tinieblas, y la luz mora con �l �. "Hay un Dios en el cielo que revela secretos", es su afirmaci�n audaz y confiada al rey.

IV. El s�mbolo que Dios us� para animar y animar a su siervo en Dothan. Envi� caballos y carros celestiales, y llen� el monte con ellos. Los mismos medios que us� el enemigo para angustiarlo y aterrorizarlo, Dios us� para defenderlo y animarlo. Cada hogar sirio que hab�a sufrido da�os fue duplicado por un corcel celestial que hab�a venido a salvar. Todo carro hostil ten�a por doble un carro amistoso.

El enemigo no pod�a enviar nada contra �l que Dios no pudiera igualar, y m�s que igualar, en su defensa. Aqu� tambi�n hay un pensamiento �til para nosotros. Nos parece que Satan�s es m�s ingenioso y poderoso que nunca. Se adapta con una habilidad tan agradable a cada edad y etapa particular de la vida. A veces parece que ten�a el dominio y que nada pod�a vencer a los caballos y carros con los que nos ataca.

Creemos que los males de nuestro tiempo son peculiares. Intemperancia, quebrantamiento del s�bado, leyes de divorcio laxas, deshonestidad, mundanalidad en la Iglesia: por todo este cat�logo de males, gemimos y pensamos que nunca una hueste de caballos y carros del diablo se aline� contra Dios y la verdad. Pero si pudi�ramos abrir nuestros ojos, deber�amos ver que las huestes del mal son exactamente recibidas y igualadas en todo momento por las huestes de Dios.

Deber�amos ver que, bien como los poderes de las tinieblas est�n adaptados para derribar, los poderes de la luz est�n mejor adaptados para acumularse; que Dios siempre est� listo para la emergencia; que nunca puede haber un caballo y un carro del mal que �l no pueda igualar y vencer exactamente. ( Sermones del club de los lunes ) .

La salvaguardia de Eliseo

El pueblo de Dios puede hacer uso de estas palabras en referencia a sus adversarios con m�s frecuencia de lo que piensa; pero que nadie las aplique a la ligera; fue triste cometer un error en un asunto as�. En lo que respecta a Eliseo, El pudo mostrar prueba de lo que afirm�. Parecer�a que el profeta era, por as� decirlo, el representante visible de la Providencia de Dios, que estaba comprometida con la preservaci�n de su pueblo.

1. Observe la prueba que tenemos aqu� de la gran paciencia de Dios para con su pueblo. Israel le hab�a provocado mucho con sus idolatr�as y rebeliones, pero aun as� fueron ayudados y advertidos del peligro inminente, y recibieron innumerables pruebas de que el Dios de Israel era el Se�or supremo de toda la tierra. Y fue solo cuando fallaron todos los medios y Efra�n se uni� a sus �dolos, que Dios finalmente lo entreg� al saqueador.

2. Otra reflexi�n nos la sugieren las miserables sospechas de Ben-adad. Este hombre libr� una guerra injusta con el pueblo de Israel y, por lo tanto, estaba involucrado en un curso nefasto, y cuando las cosas se le opon�an, estaba listo para imaginarse toda clase de deserciones traicioneras por parte de sus sirvientes. �Qu� terrible mal momento debieron de haberlo pasado con �l cuando sus asuntos no prosperaron como �l esperaba y sus indignas sospechas estaban naciendo! M�s de un hombre inocente ser�a mirado con el ce�o oscuro de la aversi�n, y muchos fieles deben haber visto que su amo y se�or lo ten�a desconfiado. Y ninguno de ellos pudo decir una palabra acerca de lo que todos deben haber visto.

3. La forma en que Eliseo trata a los sirios es digna de consideraci�n. Y confesemos de inmediato que es ilegal en cualquier circunstancia decir una mentira, y esto demostrar� que, en nuestra opini�n, Eliseo no dijo nada. Por el contrario, tras un examen estricto parecer� que dijo lo que era literalmente cierto. Ya no estaba en la ciudad, porque hab�a avanzado para encontrarse con ellos; y cuando los hubo tra�do a Samaria, cumpli� su palabra y se les revel�, aunque entonces les toc� el turno a ellos de tener miedo.

Si esa explicaci�n no es suficiente, y si se supone que en ciertas condiciones una persona puede decir lo que es falso para promover alg�n buen fin, ser� bueno que cualquiera que tenga esta opini�n insegura s�lo act�e en consecuencia cuando est� seguro de ello. seguro de tener el mismo monitor que ten�a Eliseo para guiarlo. Si, por otro lado, se hace una excepci�n al hecho de que Eliseo pretend�a enga�ar a los sirios, no tenemos ninguna defensa que ofrecer, porque creemos que no se requiere ninguna.

4. Al leer este y otros pasajes de las Escrituras en los que se registra el maravilloso poder de la oraci�n, ser� bueno tener debidamente en cuenta las circunstancias en las que ocurrieron estos casos. Cualquiera que intente frustrar a un ej�rcito en nuestros d�as por medio de la oraci�n y ninguna otra arma, como hizo Eliseo, correr�a un gran riesgo de ser burlado por sus dolores, sin ninguna ventaja para oponerse a �l.

Debemos recordar que Israel era la Iglesia visible, y que Dios se complaci� en ofrecer una prueba milagrosa del cuidado y la superintendencia que ejerci� sobre ella. Adem�s, la oraci�n era el �nico medio que ten�a Eliseo. Nunca aconsej� al rey que disolviera su ej�rcito y confiara completamente en sus oraciones por la preservaci�n de s� mismo y de la naci�n. Pero el poder de la oraci�n puede no ser menor ahora que en la antig�edad, aunque sus efectos son menos evidentes. ( J. Murray. )

Dentro del c�rculo de llamas

I. El poder y el peligro del santo.

1. Observe a qu� alturas de poder puede llegar un santo.

2. Vea c�mo el peligro espera a la piedad que llega al poder. �D�nde est� el merodeador que puede tolerar tranquilamente la mano de un santo? "D�janos, �qu� tenemos que ver contigo?" lloran los desaforados cuando los piadosos los detienen. La ambici�n se convierte en rabia, echando espuma como rompientes desconcertados al pie del acantilado.

II. Dentro del c�rculo de llamas y en reposo. Dos hombres est�n en el anillo de serafines. Uno es un santo, el otro un posible santo. Uno est� sereno; el p�nico se lleva al otro. La serenidad de Eliseo es la tranquilidad de un hombre cuyas cuerdas del coraz�n est�n amorosamente sostenidas en las manos del Poder Infinito, una tranquilidad que solo se rompe con una alabanza creciente, como una ola a veces se eleva, se blanquea y se convierte en m�sica en en medio de un suave mar azul; o por la alegr�a m�s profunda, la risa de un alma intr�pida que enfrenta el peligro.

En los procesos de sublimaci�n, Eliseo se ha vuelto consciente de una visi�n cada vez m�s aguda de la vida que los hombres llaman invisible; y de una familiaridad con esa tierra fronteriza de la vida humana, y ese infinito m�s all� del cual brotan las ayudas celestiales. La serenidad es el aire quieto, ba�ado en una luz sonriente, que envuelve el alma que trafica con firmeza con Dios el Imp�vido, Dios el Inquebrantable. Es la respiraci�n tranquila de la fe acunada en "los brazos eternos".

III. Dentro del c�rculo, pero asustado.

1. El criado de Eliseo est� temblando. Es como �una ca�a sacudida por el viento� al pie de un pe�asco de granito. Aunque el anillo de fuego los ci�e a los dos, no alcanza la serenidad. Donde Eliseo vio la hostia blanca como el sol, su criado encontr� un espacio en blanco. El espacio en blanco sobre la colina coincidi� con un espacio en blanco en su alma. De poco le sirvi� que sus ojos fueran j�venes y m�s agudos para detectar los muebles comunes de la tierra que los del anciano, su amo.

Incluso si Eliseo hubiera sido ciego como una piedra, y los ojos del joven fueran tan espl�ndidos que pudiera fijar las formas de las motas voladoras; o diga el lugar a una milla bajo mares grises donde la Euplectella esconde su hermosura en lodo; o imaginar los sistemas astrales corriendo en el infinito m�s all� de la reluciente cerca de la V�a L�ctea, tal visi�n no valdr�a ni un pensamiento al lado de la visi�n, la visi�n cada vez m�s amplia y fortalecida del coraz�n puro y espiritual del vidente. Todas las ventajas de la vida no son herencia de la juventud. La santidad es heredera de cada vez m�s. La l�mpara de la fe ilumina un mundo m�s amplio y m�s amplio que el resplandor del sol.

2. El vidente que ha salvado a su rey ahora salva a su propio siervo. Profundamente en la santidad, como parte integral de ella, est� esta asombrosa versatilidad de ayuda. Por encima de la cabeza del joven vuela la oraci�n de Eliseo. Todos los d�as, tales intercesiones fluyen hacia el cielo, llevando a menudo la fe y el amor m�s maduros que la Iglesia militante puede mostrar. ( J. Dunk. )

La defensa integral de los fieles

I. Que las fuerzas m�s grandes de este mundo son las fuerzas que llamamos espirituales e invisibles, y que los hombres fuertes, valientes e intr�pidos son los hombres que creen en estas fuerzas, se apoyan en ellas y, en cierto sentido, las ven y las captan. No es as� con el hombre de hechos y cifras, con lo que la Biblia llama la mente oscurecida de los hijos de este mundo. �l anula todo lo que no puede ver ni medir.

Est�pidamente piensa que los cinco sentidos abarcan todo. Hace un balance de sus recursos materiales, cuenta hombres, armas, maquinaria y dinero, agrega quiz�s un poco de cerebro, conocimiento cient�fico, inteligencia intelectual, y luego concluye que tiene todo el equipo que necesita para la batalla de la vida, o al menos todo el equipamiento que se pueda adquirir. Vu�lvase a la Biblia, y de inmediato se encontrar� en la compa��a de hombres cuyo poder est� en otras armas, que est�n cubiertos con la panoplia invisible de Dios, y que ven a su alrededor los carros y caballos espirituales.

Tienen poco en cuenta las masas y el n�mero de materiales. Se r�en de figuras enormes. Un grano de fe supera los recursos de un reino. Y no hay duda de su heroica fuerza y ??valent�a. El esc�ptico lo llamar�a imaginaci�n, pero es el tipo de imaginaci�n que les confiere un poder maravilloso. Porque estos hombres son los amos del mundo; todos tienen un toque de lo sobrehumano.

Mois�s desafiando el poder de Egipto; Gede�n con su peque�o regimiento cargando contra el vasto ej�rcito de Madianitas; El�as con grandeza solitaria desafiando a la furiosa chusma de los profetas de Baal; Daniel desprecia a los pr�ncipes del rey, a los nobles y a los leones hambrientos de Babilonia; Pedro y Juan resistieron con desprecio a los magistrados intimidadores. Magn�ficas figuras eran todas estas. Dar�amos todos nuestros bienes para ser como ellos.

Sin embargo, fue simplemente su creencia en las fuerzas invisibles lo que los convirti� en lo que eran. Vieron los carros de fuego y los ej�rcitos del cielo. Sab�an que Dios y la Omnipotencia estaban de su lado, y s�lo los caprichos y las pasiones de los hombres contra ellos.

II. Siempre son estas fuerzas invisibles con las que contamos hoy en nuestra guerra cristiana. Lo que llamamos fe es solo la visi�n de Eliseo y el coraz�n firme que trae. La fe, si no est� rodeada por ej�rcitos invisibles, est� nerviosa, inspirada y energizada por pensamientos, elevaciones y confidencias que hacen que un hombre sea m�s que un rival para sus semejantes. Sin eso, la batalla por la verdad de Dios y seguir adelante ser�a un asunto desamparado y desesperanzado.

Los valientes luchadores en �l siempre son superados en n�mero y superados. Los censos religiosos nos llenar�an de desesperaci�n si pes�ramos las fuerzas espirituales en una balanza ordinaria. Donde hay un hombre sumamente serio en esta lucha, hay diez que se mantienen apartados y diez m�s tibios. Las probabilidades est�n aparentemente en el lado del mal. Sin embargo, nunca nos desanimamos hasta que hayamos perdido toda la fe. Siempre somos optimistas hasta que nuestros ojos se vuelven ciegos a las fuerzas invisibles.

Estas fuerzas invisibles est�n operando sobre todos los hombres. Tenemos aliados en el coraz�n de cada hombre. Cuando est� m�s en contra de nosotros, hay algo en �l que est� a favor de nosotros. Todo hombre tiene visiones ocasionales de los carros de fuego. Hay un trono de juicio que nunca podr� olvidar por completo. Hay una justicia eterna que �l sabe que debe tener en cuenta. Hay algo en cada hombre que secretamente se pone del lado del bien. Hay conciencia, memoria, inquietud y un temor acechante del mismo Dios a quien niega. La guerra no es desigual, como parece.

III. Recuerde que estas e innumerables fuerzas invisibles se encuentran alrededor de todo aquel que est� decidido a vivir la vida cristiana. A menudo escuchamos hablar de las dificultades de la vida cristiana. Creo que escuchamos m�s sobre sus dificultades que sobre sus ayudas. Nos metemos en la vena murmuradora de los hijos de Israel, que siempre estaban magnificando sombras en monta�as y tarifas ordinarias en gigantes terribles.

Sin embargo, seguramente hay otro lado m�s brillante y m�s divino en todo lo que los ojos oscurecidos no ven y que la mente abatida a menudo olvida. Hay muchas cosas en contra de la vida piadosa, pero hay m�s a favor. S�, tenemos m�s ayudas que tentaciones, m�s inspiraciones que des�nimos, m�s alicientes y alas que inconvenientes y cadenas. ( JG Greenhough, MA )

Defensores de Eliseo

I. Dios es el protector de su pueblo. �Era Eliseo mucho m�s querido para el coraz�n de Dios que sus otros hijos que solo por �l las fuerzas del cielo descendieron a la tierra? �No puede todo el pueblo de Dios decir: �El Se�or de los ej�rcitos est� con nosotros, el Dios de Jacob es nuestro refugio�?

II. La realidad y cercan�a del mundo invisible. Lo invisible no es lo irreal. Solo necesit� abrir los ojos, y nada m�s, para revelarle a este joven agencias nunca antes vistas e insospechadas. Somos ciudadanos de dos mundos: uno material y otro espiritual. No podemos recordarnos con demasiada frecuencia este hecho: que el mundo que vemos no es el �nico en el que vivimos. Todo a nuestro alrededor es otro, vasto y poderoso, aunque invisible y silencioso.

Cuando el Dr. Judson estuvo en Rang�n por �ltima vez, tratando de ganar terreno para el Evangelio, escuch� un d�a que el salvaje magistrado birmano hab�a colocado guardias con �rdenes de apresar a todos los nativos que se vieran salir de la casa del maestro. La Sra. Judson escribe: �Nunca olvidar� la expresi�n del rostro de mi esposo, como si realmente perforara lo invisible, cuando exclam�. �Les digo, si tuvi�ramos el poder de verlos, el aire a nuestro alrededor estar�a lleno de esp�ritus contendientes, buenos y malos, que luchan por dominarlos.

Por muchos y fuertes que sean nuestros enemigos, nuestros amistosos ayudantes son a�n m�s numerosos y poderosos. El guardaespaldas de Eliseo era m�s que un rival para el anfitri�n sirio. Fila tras fila se ergu�an a su alrededor, incontables como rayos de sol; carros que eran olas de fuego, y caballos que eran nubes de fuego. De modo que las huestes defensoras de Dios rodean a su pueblo, invisibles, innumerables, invencibles.

III. El ministerio de los �ngeles. Como hijos de Dios por creaci�n, los de la raza humana no estamos solos. Hay otra raza de seres inteligentes, con quienes, por el hecho de una paternidad com�n, estamos casi emparentados. Son nuestros hermanos en la casa de la descendencia divina. Ellos son los mayores, nosotros los m�s j�venes, los nacidos. Con ellos no hay ni infancia ni edad, porque no llegaron a existir, no por generaciones sucesivas, sino que surgieron en todas sus huestes brillantes, de estatura plena, en un solo mandato de voluntad creativa.

No son una bandada de so�adores ociosos, deambulando por calles de oro, acostados sobre nubes lanudas, escuchando la m�sica de las fuentes, su tarea m�s grave es practicar la salmodia y llevar su parte en un gran coro. La palabra nos asegura que est�n empleados, cada uno, en prestar servicio en esta vida terrenal a los que son herederos de la salvaci�n. Hay algo impresionante y estimulante en pensar que estamos constantemente rodeados por estos ayudantes invisibles.

Ning�n poder del mal puede evitar su escrutinio. Dondequiera que acecha un enemigo, un �ngel observa. Nos atienden en nuestras soledades, caminan a nuestro lado en peligro y se mezclan con nosotros en nuestras solemnes asambleas. Sobre los afligidos, los tentados, los afanados, los moribundos, se doblegan con verdadera y tierna simpat�a. ( George W. Brown. )

Nuestros aliados

Dothan no es un lugar inusual para la residencia, al menos ocasional, de un cristiano. A veces, el cristiano est� en el Dothan ...

(1) De circunstancias dif�ciles;

(2) de las decepciones comerciales;

(3) del resurgimiento repentino de un viejo pecado que cre�a vencido;

(4) de un dolor abrumador;

(5) de enfermedad y falta de energ�a f�sica;

(6) de una duda escalofriante.

Dothan asediado no es un lugar tan inusual para un cristiano. Pero, en la historia antigua, Eliseo, aunque estaba en Dothan, y tan asediado, no ten�a miedo. Es bueno, en medio del estr�s y la tensi�n de la vida, contar a nuestros aliados. A menudo he encontrado un gran aliento al hacerlo.

1. Aunque un hombre est� en Dot�n, Dios el Todopoderoso es su aliado.

(1) Cuando un hombre contempla este universo, lo fascinante que ve es el cambio perpetuo. El universo es una gran procesi�n de efectos. Lo que al principio llamamos causas, en el an�lisis se resuelve en efectos. Pero todo efecto debe tener una causa. Todo efecto debe tener una causa adecuada al efecto. La causa inicial debe ser Dios el Todopoderoso, ya que solo una causa Todopoderosa puede ser eficaz para efectos tan vastos y variados.

(2) El dise�o evidente en todas partes. Pero el dise�o implica mente; la mente implica pensamiento; el pensamiento implica un pensador; un pensador implica una persona. Y as�, un hombre se eleva a la concepci�n de una Persona Todopoderosa, por encima de �l y alrededor de �l.

(3) El hombre se mira a s� mismo y descubre que, por todos lados, limitaciones de todo tipo lo atan; pero lo finito implica un Infinito, un Uno ilimitado; y as� brota dentro de �l la intenci�n del Infinito.

(4) El hombre descubre que tiene conciencia. Esa conciencia representa la justicia. Debe haber alguna causa justa, de la cual tal conciencia, que protesta por la justicia, sea efecto. Y as� el hombre llega a la intenci�n de un Dios santo y justo. Y cuando un hombre se encuentra en Dothan y elige lo m�s correcto que conoce, puede estar seguro de que este Dios Todopoderoso, infinito, personal y santo es su aliado.

2. Considere adem�s, aunque un hombre est� en Dot�n, Cristo el Salvador es su aliado. El Salvador es evidencia

(1) Del amor divino. �Tanto am� Dios al mundo que dio a su Hijo unig�nito�, etc.

(2) De la Divina cercan�a; en la Encarnaci�n, la Deidad asume nuestra naturaleza.

(3) Del perd�n Divino mediante la Expiaci�n. Y cuando un hombre est� en Dot�n confesando y abandonando el pecado, puede estar completamente seguro de que Cristo el Salvador es su aliado.

3. Considere adem�s, aunque un hombre est� asediado en Dothan, el Esp�ritu Santo es su aliado. Juan 16:1 . est� lleno de promesas aqu�.

4. Considere adem�s, aunque un hombre est� en Dot�n, los �ngeles buenos son sus aliados ( Hebreos 1:14 ).

5. Considere adem�s, aunque un hombre est� en Dot�n, la Providencia de Dios es su aliada ( Romanos 8:28 ).

6. Considere adem�s, aunque un hombre est� en Dot�n, las promesas de Dios son sus aliados. No temas, pues, a causa de las oposiciones, a causa de tu debilidad, a causa de tus errores, incluso a causa de tus pecados, a causa de la muerte. Cuenta tus aliados. "Los que est�n con nosotros son m�s que los que est�n con ellos". ( W. Hoyt, DD )

Seguro en medio de peligros

Se cuenta que, en el primer d�a espantoso de la lucha contra el fuego a bordo de la Ciudad de Roma, los pasajeros hab�an sido expulsados ??de las cabinas de proa y sus camarotes se trasladaron a popa. Era imposible preparar la comida de la noche en el primer camarote, y tambi�n estaba servida a popa. Es un hecho notable que la disciplina del barco hizo posible servir la cena, y quiz�s a�n m�s notable que la mayor�a de los pasajeros se reunieran y muchos de ellos lo disfrutaran.

De hecho, fue incluso una comida alegre, y el esp�ritu predominante parec�a reflejar el lema de la L�nea Atl�ntica, "Seguro en medio de los peligros". Si los viajeros pudieran sentarse y cenar tranquilamente y con buen �nimo, sabiendo que estaban a cientos de millas de tierra y un terrible fuego ard�a en la bodega debajo de ellos, debido a su fe en el capit�n y la heroica fidelidad del capit�n. tripulaci�n, cu�nto m�s deber�amos en el viaje de la vida confiar en el Gran Capit�n y enfrentar las tormentas de la vida humana con buen �nimo y confianza, ( LA Banks, DD )

Versículo 17

Se�or, te ruego que abras sus ojos para que vea.

El poder de ver

Aqu� hay una escena que es digna del l�piz del mejor artista, pero una escena de tal sencillez y belleza que ning�n artista podr�a mejorarla. Representa la lucha triunfal de la simple verdad desarmada contra los batallones masivos y enviados por correo, del error. Nos presenta a un hombre, con una gran alma de amor, que se levanta en la omnipotencia de su fe para desafiar a los reyes y a todos sus huestes contratados. Se pueden encontrar lecciones de este tipo en casi todas las p�ginas de la historia.

"La carrera no es para los ligeros, ni la batalla para los fuertes". Es al pensador, al vidente, al piadoso, a quien pertenece la victoria. Cree m�s que los dem�s porque ve m�s. Vive en dos mundos y extrae sus fuerzas de ambos. Los carros y los jinetes de la verdad siempre lo rodean, y los ve, aunque los que est�n cerca de �l no tienen ojos para ver. Esta es la sencilla historia del incidente con el que est� conectado nuestro texto.

Al mirar el relato, uno no puede dejar de quedar impresionado por la firme e inquebrantable confianza de Eliseo. Su criado era ciego y estaba muy atemorizado. Todav�a no se hab�a formado el h�bito de mirar las cosas invisibles. Pod�a hacer un balance de las masas materiales pero no ten�a percepci�n de las fuerzas espirituales. Diez mil hombres con sus carros, caballos y espadas eran para �l hechos tercos; hechos que, hasta cierto punto, pod�a medir y calcular.

Pero los poderes del lado de su amo no los pod�a medir ni comprender. Pod�a apreciar la habilidad de Eliseo, sab�a lo valiente que era. Pero tambi�n sab�a que Eliseo era solo uno, y que si se sumaba a s� mismo, aunque su pobre coraz�n vacilante ser�a un segundo muy malo, que, incluso entonces, habr�a diez mil con brazos y dos sin brazos. Ninguna perspectiva podr�a ser menos prometedora y sombr�a.

Parec�a que bien podr�an lanzarse contra la monta�a que luchar contra una fuerza tan numerosa y bien equipada. Entonces fue cuando la fe y la confianza del profeta brillaron. Con dos ojos claros fijos en lo invisible, examinando con la maravillosa mirada de la perspicacia espiritual las inconmensurables fuerzas del Dios viviente, respondi� alegremente: "No temas, porque m�s son los que est�n con nosotros que los que est�n con ellos", y luego, mirando a su criado, y compadeci�ndose de su terror nervioso, a�adi�: "Se�or, te ruego que abras sus ojos para que vea". Hay verdades espirituales ense�adas por este incidente que son de considerable valor. Aqu� vemos

1. Lo que da a los hombres dominio y confianza es el poder de ver. �Qu� es lo que marca la diferencia entre el gran hombre y el peque�o, entre el pensador y el payaso, entre el h�roe y el cobarde, entre el santo y el pecador, entre los Paul y los Neros? Puede decirse que hay cientos de cosas que compensan esta diferencia. Pero anal�celos y encontrar� que se centran principalmente en uno.

Los hombres m�s grandes, sabios y puros son, en cierto modo, profetas, o videntes, como sol�an ser llamados; los hombres que ven m�s lejos, ven m�s profundo, ven m�s que otros hombres. Tu poeta no es un mero manipulador de palabras, un tintineo de rimas. Es alguien que ve destellos de semejanza, analog�as brillantes, pensamientos angelicales y heroicos, donde los hombres comunes no ven nada m�s que lo que es com�n y poco interesante. Su artista es alguien que puede ver m�s en un apacible paisaje holand�s de lo que otros pueden ver en un atardecer italiano o en los Alpes nevados.

Su escultor puede ver m�s en un gitano rudo y sin lavar de lo que el ojo com�n puede ver en un �ngel vestido de blanco. A veces consideramos a estos hombres como creadores. Pero no crean nada; todo est� creado para ellos. Lo que hacen es simplemente ver lo que encuentran. �George Eliot� sol�a tejer sus maravillosos romances a partir de los hechos comunes de los hogares y las vidas comunes. Parec�a demorarse en la preferencia amorosa entre lo que era com�n; sin embargo, encontr� milagros y maravillas y episodios emocionantes en cada p�gina.

Ella no los cre�, los encontr�. Estuvieron all� todo el tiempo; todo lo que se quer�a era el ojo abierto, el poder de ver. �AI! los grandes l�deres y pensadores a cuyos pies nos hemos sentado para recibir instrucci�n, o por cuyas palabras y obras hemos sido encantados, consolados e inspirados, �han sido simplemente hombres y mujeres que han mirado las cosas con ojos m�s grandes que los dem�s. Han sido los amos del mundo porque han visto m�s de lo que han visto los sirvientes.

Cristo vio lo que los ojos ciegos no pod�an ver y, por lo tanto, estaba tranquilo y gozoso, incluso en presencia de agon�a y muerte. Para otros, s�lo exist�a la cruz, las burlas, los lamentos, los gritos feroces de una multitud fanfarrona. Para �l hab�a un gran mundo m�s all�. Pod�a reconocer un poder moral que entretej�a los corazones de los hombres y de las naciones por igual. Algunos me dicen que la vida de un hombre es rica en proporci�n a sus posesiones materiales.

Ninguna falacia fue m�s enga�osa; un hombre es rico s�lo en la proporci�n que tiene el poder de ver. Un hombre encontrar� m�s placer en una flor que es demasiado pobre para comprar que otro en alg�n para�so terrenal que es completamente suyo. Un libro que cuesta cincuenta centavos es un tesoro m�s rico para algunos que una misi�n que cuesta diez mil d�lares al a�o para otros. Un cap�tulo en el Evangelio es un campo de oro m�s rico para muchas almas humildes que una propiedad se�orial para un voluptuoso cansado cuya visi�n est� empa�ada por el exceso y el libertinaje.

No es ,, �Cu�ntos amigos tienes? pero, �cu�nto puedes ver en cada amigo? No es, �Qu� tan lejos has viajado? pero, �cu�nto puedes ver sin viajar? Un hombre puede encontrar m�s en su propia casa de lo que otro puede encontrar en una gira alrededor del mundo. Paul era un hombre mucho m�s rico y feliz que C�sar, aunque C�sar era due�o del mundo y Paul no pose�a nada, simplemente porque ve�a m�s. Vio un alma infinita en cada hombre que conoci�; vio el mundo de posibilidades en cada ni�o; vio la eternidad estampada en todos los cambios del tiempo; vio los buenos prop�sitos de Dios escribiendo l�neas de oro debajo de cada p�gina de dolor y pecado; vio los ricos colores del cielo transfigurando cada escena terrenal, y su vida se llen� hasta desbordar.

�Como afligidos, pero siempre gozosos; como si nada, pero poseyendo todas las cosas ". Hombres como los Ap�stoles son los esp�ritus maestros, los esp�ritus valientes y alegres del mundo. No son los que tienen mucho, son los que ven mucho y los que nos hacen llorar cada vez que entramos en su sociedad. �Se�or, abre nuestros ojos, para que tambi�n nosotros veamos�. Ahora, de todo esto, se sigue que nuestra oraci�n diaria por nosotros mismos y por los dem�s es la oraci�n por el poder de ver.

2. Pero para que podamos ofrecer esta oraci�n correctamente, debemos ser conscientes de nuestra necesidad. Ning�n hombre se apasionar� en su clamor de ayuda si no se da cuenta de su propia impotencia. Nada es m�s com�n que los hombres se imaginen que lo que no ven no existe. Se dice que un perro se retuerce en agon�a bajo la m�sica m�s exquisita; cuanto m�s elevada es la m�sica, m�s se retuerce el perro.

Pero, �qui�n piensa peor de la m�sica por ese motivo? Lo m�ximo que puedes hacer es sentir l�stima por el perro. Cuando las vibraciones de un acorde musical alcanzan cierta rapidez, los o�dos ordinarios ya no oyen la m�sica. Es demasiado alto, demasiado refinado; mi sentido, demasiado espiritual. Es s�lo el o�do atento de un m�sico experimentado el que puede captarlo en ese momento. La misma ley se aplica a toda la vida, y deber�a ser una advertencia contra nuestra cr�tica demasiado pronta, y deber�a comprobar nuestros juicios defectuosos y poco caritativos.

Hay muchos hombres que piensan que es f�cil sondear un alma humana y asimilar la suma de sus misterios. Pero tambi�n podr�a intentar medir los cielos de Dios con un cristal de �pera. Los hombres y mujeres que son para nosotros como puertas cerradas, con c�maras oscuras y vac�as detr�s, est�n llenos de los tesoros m�s selectos para aquellos que han encontrado la llave secreta. Son como instrumentos cerrados para nosotros, que no dan m�sica a nuestro toque porque nuestras manos carecen de la astucia que se requiere para tocarlos.

Pero tan pronto como nuestro parentesco con ellos nos muestre qu� acordes debemos tocar y c�mo tocarlos, toda su naturaleza estallar� en sinfon�as, y se convertir�n para nosotros en una fuente inconmensurable de deleite y alegr�a. Cristo dijo: "El pr�ncipe de este mundo viene y nada halla en m�". �De lujo que! El pr�ncipe del mundo mira en el alma real y divina - o piensa que mienten - y declara que no encuentra nada.

La misma plenitud de Dios, la fuente desbordante de amor y deleite eternos, es para el pr�ncipe del mundo solo vac�o, tinieblas y silencio. Un hombre puede ser inteligente para analizar la luz y destilar nubes, y sin embargo, no tiene el discernimiento del artista. Puede ser h�bil con el cincel, la sierra, el martillo y el bistur�, pero cuando tiene que lidiar con una corriente magn�tica o una chispa el�ctrica, puede estar tan indefenso como un ni�o.

Estas sutilezas se le escapan porque ni sus instintos ni su discernimiento son suficientemente finos. Y de la misma manera hay dogm�ticos astutos que piensan que saben todo acerca de las cosas de Dios, que se r�en de aquellos que profesan ver m�s de lo que ven, pero que ellos mismos nunca tocan la franja misma del tema de las cosas divinas. Tienen ojos, pero no ven, y ninguno m�s de lo que necesitan orar: �Se�or, abre nuestros ojos para que tambi�n nosotros veamos.

�La oraci�n del salmista fue:� Abre mis ojos, y mirar� las maravillas de tu ley �. Para el ojo com�n este libro es un libro de letras y s�labas, de oraciones y p�rrafos, de versos y cap�tulos. Pero a los ojos del cristiano reflexivo e iluminado, el hombre con perspicacia espiritual, cada cap�tulo brilla de belleza y vibra de vida. Hace alg�n tiempo me encontr� con una imagen que representaba a dos mujeres muy afligidas.

De pie detr�s de las sillas en las que estaban sentados apareci� la figura de Cristo extendiendo sus manos sobre ellos. No pod�an verlo, porque sus ojos estaban nublados, pero no obstante, �l estaba presente con ellos. �l estaba cerca en todo Su resplandor refulgente, con todo Su compasivo consuelo y con todo Su poder de ayuda. Al pie de la imagen estaba escrito este vers�culo:

Inaudito, porque nuestros o�dos est�n embotados,

Invisible, porque nuestros ojos est�n apagados,

Camina sobre la tierra, el Maravilloso,

Y todas las grandes obras se hacen por �l.

Lo que necesitamos entonces, hermanos, es el poder de ver, de ver los carros y los caballos en las monta�as; ver a Dios a nuestro alrededor; para ver el fuerte brazo derecho del Todopoderoso extendido para ayudarnos; para ver que las nubes m�s oscuras y los entornos m�s amenazadores est�n bajo el poder que todo lo controla del Padre Eterno. Y, viendo esto, tendremos la esperanza del profeta, y la fe del profeta, y la confianza del profeta en que los que est�n con nosotros son m�s que los que est�n contra nosotros. La oraci�n, entonces, que conviene continuamente a nuestros labios d�a y noche es: "Se�or, te rogamos, abre nuestros ojos para que veamos". ( W. Jubb. )

La visi�n permitida al siervo de Eliseo como ilustrativa de la verdadera fe del alma

1. Aqu� vemos, como a trav�s de un microscopio, el acto o proceso de fe en el alma humana. �Qu� es la fe? "Es", dice el ap�stol, "la certeza de lo que se espera, la convicci�n de lo que no se ve"; es decir, es la facultad que alcanza lo que est� m�s all� de los sentidos, pero que lo aprehende como cierto, al menos tan cierto como las cosas que vemos. La fe, entonces, no es un acto de la imaginaci�n natural.

La imaginaci�n se ocupa de lo que no es; fe con lo que es; imaginaci�n con una ficci�n; fe con hecho. Los objetos de la fe y los objetos de la imaginaci�n pueden tener esto, si se quiere, en com�n, que ambos est�n fuera del alcance de la vista natural. Pero, entonces, existe esta diferencia, que los objetos de la fe, siendo, como son, reales, pueden volverse visibles a un sentido superior al del ojo corporal; mientras que los objetos de la imaginaci�n nunca pueden ser visibles para el alma; siendo ficciones, por hermosas que sean, se le ocurren al alma siempre como tales, como ficciones, puede ser, de su propia creaci�n, no como realidades.

Cuando los hombres hablan de la fe como una forma viva y en�rgica de la imaginaci�n, quieren dar a entender esto, sin decir en t�rminos que lo hacen: quieren dar a entender que as� como el poeta Virgilio proyect� una imagen del mundo inferior a partir de lo inmenso. riqueza de su imaginaci�n, por eso los evangelistas y ap�stoles han trazado sus propias bellas im�genes del cielo, y sus horribles descripciones del infierno y del juicio, en las p�ginas de nuestros Testamentos, con la ayuda de una extraordinaria variedad de la imaginaci�n religiosa.

Los evangelistas y ap�stoles, sea lo que fuere, lo digo con reverencia, no eran poetas, eran eminentemente prosaicos; y la observaci�n de Rousseau de que el inventor de la historia del Evangelio no debe haber sido menos maravilloso que su h�roe, si no hubiera recibido ninguna ayuda desde arriba, es al menos una respuesta satisfactoria a esta teor�a de la fe que hace el trabajo de pura imaginaci�n. Por qu�, dicen los ap�stoles con S.

Peter, "No hemos seguido f�bulas ingeniosamente inventadas"; los ap�stoles exclaman con San Juan: "Lo que hemos visto y o�do, os lo declaramos"; Y entre los cristianos ordinarios, �no es una cuesti�n de experiencia diaria que los creyentes m�s fervientes y pr�cticos son constantemente personas que carecen excepcionalmente de la facultad de la imaginaci�n y que miran todas las preocupaciones de la vida como una cuesti�n de hecho? manera que proh�be la idea de que nunca, bajo ninguna circunstancia, den riendas a la fantas�a? En el caso que tenemos ante nosotros, el criado de Eliseo no cre�, por un acto de imaginaci�n, una imagen espl�ndida en el aire, a la manera de Milton o Rubens, una imagen de seres ardientes dando vueltas alrededor de la forma de su amada, de su amo en peligro.

La cosa era psicol�gicamente imposible. Ten�a el ojo puesto en el duro y amenazador hecho que ten�a ante s�, en las l�neas de las tropas sirias que hab�an sido enviadas para capturar al profeta su maestro. Por el momento, no pod�a ver nada m�s all� de la esfera de los sentidos. Pero el mundo de los esp�ritus era algo completamente independiente de su imaginaci�n. No obstante, habr�a estado all� si nunca lo hubiera visto; as� como las tropas sirias habr�an estado all� si el criado de Eliseo hubiera nacido ciego y nunca los hubiera visto.

Su nuevo poder de ver los carros y caballos de fuego barriendo alrededor de Eliseo no cre� estas formas y seres espirituales; all� estaban, ya sea que �l y otros hombres los vieran o no. La nueva vista del hombre no pudo crear, como su ceguera no pudo haber destruido, la realidad sobrenatural. S�, pero lo oigo susurrar, hay un sentido com�n basado en nuestra experiencia ordinaria, que se resiste a estas nociones de un mundo invisible, en realidad alrededor de nosotros.

Pero, �cu�l es el valor real de este llamado sentido com�n? Cuando apareci� el cometa de octubre de 1858, un conferenciante hizo un recorrido por algunas aldeas rurales de Devonshire, con el fin de contar a la gente del campo algunos datos sobre el hermoso objeto que, noche tras noche, atra�a gran parte de su atenci�n; y, entre otros puntos, se refiri� a los c�lculos que hab�an hecho los astr�nomos sobre la enorme longitud de la cola del cometa.

Recuerdo haber escuchado a un compatriota que trat� esta parte de su conferencia con una incredulidad despectiva: "Vi el cometa yo mismo", dijo el hombre a una multitud comprensiva de aldeanos, "Vi el cometa yo mismo, y su cola ten�a solo cuatro pies de largo. ; �Y c�mo vamos a creerle a este hombre que desciende como un h�roe para decirnos que son tantos millones de millas? " Ahora bien, ese era el sentido com�n de la vista ordinaria, enfrentado al sentido com�n de la percepci�n superior de la naturaleza que se obtiene mediante la investigaci�n cient�fica.

El astr�nomo, con el telescopio de Lord Russell a su disposici�n, ve, no imagina, los cuerpos celestes completamente fuera del alcance de su vista ordinaria o la m�a; y el siervo de Eliseo, cuando los ojos de su esp�ritu se abren, ve - es con la ayuda de una nueva facultad espiritual - ve lo que no hubiera querido, lo que no podr�a haber imaginado, ve el mundo de los esp�ritus flotando en todo su poder y su belleza alrededor de su amo en peligro de extinci�n.

La fe tampoco es s�lo la conclusi�n, el acto final, de un proceso de razonamiento natural. Si este fuera el caso, si la fe fuera simplemente la conclusi�n de un silogismo, necesariamente se seguir�a que todas las personas con buen entendimiento deben ser necesariamente creyentes en el cristianismo. Sabemos que muchas personas de grandes habilidades naturales, como Voltaire, son y han sido incr�dulos; y esto por s� solo parecer�a mostrar que algo m�s que inteligencia est� impl�cito en un acto de fe.

Ning�n hombre cuya mente no estuviera alterada podr�a aceptar una proposici�n de Euclides y negarse a aceptar una conclusi�n; pero mucha gente lee las Evidencias de Paley , o, lo que es m�s importante, lo que el mismo San Pablo dice sobre la resurrecci�n, y sin embargo no admiten la conclusi�n de Paley y San Pablo de que el cristianismo viene de Dios. Si creer en el cristianismo fuera simplemente un asunto del entendimiento natural, no podr�a serlo.

Ser�a tan inevitable creer en San Pablo como intelectualmente creer en Euclides. �Por que es esto entonces? �Por qu� la aceptaci�n de la verdad religiosa no es tan imperativa para el entendimiento humano como la aceptaci�n de la verdad matem�tica? Porque el acto de fe no es simplemente un acto de la inteligencia; porque es un acto de toda la naturaleza interior, un acto de los afectos y la voluntad, as� como un acto del entendimiento.

"Con el coraz�n", dice San Pablo, "el hombre cree para la justicia". Los afectos y la voluntad tienen mucho que decir a todo acto puro de fe. El entendimiento no puede obligar a la fe. Si la fe fuera simplemente un asentimiento del entendimiento a una conclusi�n justificada por evidencia suficiente, est� claro que San Pablo nunca podr�a hablar de ella como lo hace cuando escribe a los Romanos y G�latas.

Les dice que eso es lo que justifica ante Dios. Bueno, la bondad de comprensi�n no podr�a ser m�s raz�n para nuestra aceptaci�n ante Dios que miembros fuertes o retenci�n de memoria. As� se habla de fe en el Nuevo Testamento porque es una prueba de la naturaleza moral, porque un hombre cree en la evidencia, aunque no en evidencia absolutamente obligatoria, en obediencia a los impulsos de su coraz�n y voluntad.

�Qu� es lo que hace que el deseo, el coraz�n, por un lado, y la evidencia a disposici�n del entendimiento, por el otro, resulten en lo complejo, en el acto perfecto de fe? �Qu� es lo que enciende la chispa sagrada que combina as� la acci�n del entendimiento y los anhelos del coraz�n en el acto �nico que reemplaza mientras los combina? El Se�or abri� los ojos del joven; y �l vio: y he aqu� caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.

�La fe es, en �ltima instancia, el fuego que se enciende en el alma por un rayo del cielo, por un rayo de gracia. Es un regalo de Dios. Es un regalo fresco, que la naturaleza no puede ni rivalizar ni anticipar. Eliseo podr�a haber insistido en muchas consideraciones que, en raz�n, deber�an haber satisfecho a su siervo de que Dios y sus santos estaban ahora, como anta�o, cerca, que la presencia cercana de los sirios no equival�a a una raz�n real para desesperaci�n.

�No hab�a ayudado Dios al patriarca Jacob? �No hab�a librado a Israel en el desierto, ya David de la bestia salvaje, ya El�as recientemente del poder de Acab y de Jezabel? �Se supon�a que abandonar�a a Su profeta ahora, o que, sucediera lo que pudiera pasar, no estaba preocupado o sin poder? Eliseo no discuti�. Hay momentos en los que la discusi�n es m�s valiosa; hay momentos en los que es peor que in�til.

Eliseo or�. Ahora bien, esto concuerda exactamente con lo que se nos ense�a sobre la fe en el Nuevo Testamento. La fe se representa all� como un nuevo sentido espiritual, como una investidura o don concedido al alma por el Esp�ritu Santo. Se contrasta con la vista natural. �Caminamos por fe y no por vista�, dice San Pablo. Se contrasta con la raz�n natural. �El hombre natural�, dice San Pablo, �no percibe� las cosas del Esp�ritu de Dios, ni las puede conocer, porque se disciernen espiritualmente.

Es una raz�n m�s elevada que la raz�n que da la naturaleza; es una vista superior y m�s perfecta, que Dios otorga por encima de la vista de la naturaleza, que la naturaleza no puede, si quisiera, lograr. "La fe", dice de nuevo San Pablo, "no es de ustedes, es el don de Dios". No me malentiendas. �Digo que la raz�n natural no tiene ning�n oficio que desempe�ar en el trabajo de establecer nuestras convicciones religiosas? No.

Si esto fuera as�, no meramente la teolog�a evidencial de la Iglesia, sino gran parte del lenguaje de la Biblia misma, que sin duda apela a la raz�n, ser�a un gran error. La raz�n puede hacer mucho por la fe. La raz�n se apoya en la fe, como lo hizo el Bautista en Cristo nuestro Se�or. Ella es la mensajera que va ante el rostro de la fe para preparar su camino dentro del alma. La raz�n puede explicar, puede inferir, puede combinar, puede reducir las dificultades a sus verdaderas proporciones, puede aprovechar las consideraciones que muestran lo que, en conjunto, es de esperar; pero aqu� debe detenerse.

Ella no puede hacer la obra de la gracia de Dios; no puede cambiar, no puede transfigurar la naturaleza moral para permitirle corresponder a las conclusiones �del intelecto iluminado; no puede abrir los ojos del joven y hacerle ver.

2. Veamos en esta historia un remedio contra el desaliento, como suelen sentir los buenos cristianos al contemplar el estado del mundo en determinados per�odos. Todo parece ir en contra de la causa del derecho, de la verdad, de Dios.

3. "El enemigo grita as�, y los imp�os se acercan tan r�pido, que tienen la intenci�n de hacerme alg�n da�o, tan maliciosamente se ponen contra m�". El grito del salmista lo repite la Iglesia, arrodillada a los pies del trono de Cristo. Se repite a lo largo de los siglos. Los asaltantes intelectuales, los adversarios pol�ticos, todas las pasiones, todos los prejuicios, todos los malentendidos de una humanidad no regenerada, descienden y asedian al profeta en Dot�n.

Todo podr�a parecer perdido una y otra vez si no fuera porque, una y otra vez, los ojos del esp�ritu se abren para percibir que los que est�n con nosotros son m�s que los que est�n con ellos. Coraje; lo invisible es m�s grande que lo visible, lo eterno seguramente sobrevivir� a las cosas del tiempo. Un acto de fe puede traspasar el umbral de la puerta que nos separa de ese mundo que est� m�s all� de los sentidos, y puede corregir de inmediato la aparente preponderancia del mal mediante una visi�n del trono y los recursos del Todo bueno.

Y vea tambi�n en esta historia nuestro verdadero patr�n de nobleza. Ha sido un dicho com�n, citado una y otra vez �ltimamente, para explicar y justificar los cambios en el continente que han tenido lugar en los �ltimos diez a�os, que es mejor ser ciudadanos de un gran estado que ciudadanos de un peque�o uno. Hermanos, es mejor por muchas razones, por esta entre las dem�s: hay una inspiraci�n para el bien que proviene del sentido de compa�erismo amplio y noble, de asociados y guardianes altos y distinguidos, que se les niega a quienes son miembros de un peque�a sociedad que no lo tiene.

Y, en Su reino, Dios nos ha proporcionado esto. Abarca ambos mundos, el mundo invisible y el visible. "Hab�is venido", dice el ap�stol, escribiendo a los cristianos convertidos, "hab�is venido por vuestra conversi�n al monte Si�n, a la ciudad del Dios viviente, la Jerusal�n celestial, y a la innumerable compa��a de �ngeles, a la asamblea general. de la Iglesia de los primog�nitos cuyos nombres est�n escritos en el cielo, y a Dios, juez de todos, ya los esp�ritus de los justos perfeccionados.

�La Iglesia es, pues, una sociedad mundial, que consta aqu� de los fieles, all� de los �ngeles bienaventurados y de los esp�ritus de los muertos, unidos en los lazos de una comuni�n indisoluble, y todos alineados bajo el trono de tronos, el trono de Dios, el trono de Jes�s. �Piensas que esta elevada convicci�n no inspira nada como el odio al pecado, el anhelo de una vida superior, el deseo de vivir como deber�an vivir los compa�eros de los seres que constituyen la casa de Dios y que son nuestros conciudadanos predestinados? El anfitri�n sirio puede presionarnos mucho; la multitud de tentaciones, malos pensamientos y malos conocidos; de recuerdos inquietantes; pero cuando, a la voz de la oraci�n, la oraci�n de la Iglesia o la nuestra, nuestros ojos se abren a las realidades que nos rodean y por encima de nosotros, debemos recordar que tenemos un destino ante nosotros y los medios a mano para prepararnos para �l.

3. Por �ltimo, vemos aqu� el secreto de la oraci�n real y eficaz. �Por qu� la oraci�n, especialmente la oraci�n p�blica, en tantos casos, no es nada mejor que la m�s fr�a de las formas fr�as y desalmadas? Especialmente por dos razones. Los hombres entran en ella sin tener ning�n conocimiento verdadero de s� mismos, de sus pecados y necesidades, as� como de sus esperanzas y temores, de su estado real ante Dios, as� como de su reputaci�n a los ojos de los hombres: en un Palabra, no tienen un conocimiento verdadero de aquello para lo que la oraci�n gana algo as� como un remedio, y por lo tanto no tienen ning�n inter�s personal propio que puedan importar e identificarse con el lenguaje p�blico de la Iglesia.

Por ejemplo, no saben lo suficiente de s� mismos como para decir, con algo parecido a la sinceridad ante Dios, que se han descarriado y desviado de Sus caminos como ovejas descarriadas, o que hay ciertas cosas que por su indignidad no se atreven y por su propia naturaleza. ceguera que no pueden pedir. �sta es la primera raz�n. Pero hay un segundo. La oraci�n es algo tan fr�o y despiadado en muchos casos porque los hombres no ven nada de Aquel a quien se dirige la oraci�n, nada de Dios, nada de Jes�s, nada del mundo espiritual alrededor del trono, nada de la majestad, la belleza, la gloria que rodea a Dios, tal como es posible, realmente posible a nuestra mirada finita y ciega, nada de la adoraci�n eterna que lo rodea, nada de los ministros suyos que hacen sus placeres. ( Ca��n Liddon. )

Ceguera y realidad

Cierra los ojos (as� es como a veces me recupero de la infidelidad de media hora), cierra los ojos; �Ha cesado la acci�n de la casa porque no puedes verla? �Est�n todos los ni�os muertos porque no los puedes ver? �Ha cesado el amor su dulce funci�n porque no puedes ver a la sirvienta, la madre o la hermana, a trav�s de las cuales opera esa funci�n? �La exclusi�n provocada por la ceguera ha aniquilado la econom�a dom�stica o comunitaria? Abre los ojos: todos tus amigos te rodean, todo el ministerio de la casa ha estado sucediendo, aunque no pudiste verlo.

�Qu�! �Tenemos el poder de aniquilar todas las realidades m�s sublimes simplemente cerrando los ojos? Pues entonces tapar�amos el sol; Bueno, entonces barrer�amos los cielos por la noche de todas sus joyas; Por qu�, entonces deber�amos convertir el verano en la negrura de la absoluta tristeza. As� que nuestros ojos internos est�n cerrados en la actualidad; pero eso no requiere la ausencia de esp�ritus, �ngeles, ministros divinos, siervos enviados para ministrarnos por el Rey del Cielo. ( J. Parker, DD )

Fe y vista

La fe es ver y razonar lo que el telescopio es a simple vista. Mediante el uso de este poderoso instrumento, los planetas m�s distantes se nos dan a conocer en detalle. Se ha publicado un mapa de Marte que muestra mares en forma de canales, islas y grandes monta�as cubiertas de nieve. La fe acerca lo distante, hace que lo espiritual sea m�s real y nos permite morar en lugares celestiales. ( R. Venting. )

Los caballos y carros de Dios

I. Dios es el factor invisible pero constante en la vida de hombres y mujeres. El rey de Siria hizo sus planes y trat� de llevarlos a cabo con su mejor astucia, pero todos salieron mal porque estaba luchando contra Dios. No tuvo en cuenta a Dios. Dios es el factor m�s importante en nuestras vidas y no hay absolutamente ninguna certeza de nuestro �xito a menos que Dios est� trabajando en armon�a con nosotros. Como dice Joseph Parker al comentar este caso, es la Cantidad Desconocida la que preocupa a los hombres y les hace sentir que despu�s de haber completado su aritm�tica su conclusi�n es una mentira.

II. El mundo de los esp�ritus est� cerca de nosotros. No es un mundo mudo y muerto, todo el d�a, hierro y oro, sin voz ni o�do. No es un mundo delgado y vac�o, todo aire y espacio. No, de hecho: nuestro Padre Celestial tiene muchos hijos, un universo poblado de ellos, las criaturas de Su amor, tal como somos nosotros. El ingenio del cielo no se agot� cuando Dios hizo el cuerpo humano; Tiene millones de �ngeles vestidos con formas espirituales; cuerpos que quiz�s no veamos con nuestro ojo terrenal, pero cuerpos no por ello menos reales e infinitamente m�s duraderos que los que vemos. La Biblia es un libro de �ngeles.

III. El ej�rcito de Dios acampa entre el alma confiada y sus enemigos. El ej�rcito del cielo super� en gran medida al de los sirios. He visto a un hombre que hab�a sido rescatado de pecados terribles y apetitos crueles acosados ??por una legi�n de lujurias y tentaciones diab�licas que clamaban por su alma, y ??me he preguntado si ser�a capaz de derrotarlos y seguir su camino con firmeza. paso hacia el cielo.

Y me he regocijado al ver y presenciar que, a pesar de todos los aullidos y ladridos de los lobos de la tentaci�n, el hombre se hizo m�s fuerte, su rostro m�s firme, sus ojos brillaban con un valor m�s elevado y su frente estaba glorificada con ideales m�s elevados. Entonces supe que el secreto era que entre �l y la manada de tentaciones diab�licas estaban acampadas las huestes de los �ngeles de Dios.

IV. Mediante la oraci�n podemos pasar de la vida de la vista a la vida de fe. ( LA Banks, DD )

Caballos y carros de fuego

I. El ej�rcito sirio que rodea a Eliseo, s�mbolo de las fuerzas que alguna vez se han enfrentado a la verdad. El ataque contra Eliseo y su sirviente fue muy injusto, y las fuerzas aparentemente muy desiguales: �una hueste armada contra dos hombres desarmados! Perm�tanos notar

1. Que los enemigos eran muchos - "un gran ej�rcito". Parec�a desproporcionado y completamente absurdo; y la huida del profeta y su siervo parec�a desesperada.

2. Los enemigos eran hombres poderosos, armados con caballos y carros, que presentaban una apariencia muy formidable e imponente, y amenazaban con barrer a todos delante de ellos.

3. Los enemigos eran malignos, se hab�an deslizado sigilosamente al amparo de la noche, y ten�an la intenci�n de abalanzarse sobre el hombre de Dios y arrestarlo con violencia. Se les hab�a dicho que el profeta hab�a sido la causa de todas sus derrotas, por lo que se sentir�an muy rencorosos y vengativos, y estar�an ansiosos por capturar al hombre que consideraban su mayor enemigo. Aqu� tenemos un s�mbolo de las fuerzas que alguna vez se han enfrentado a la verdad.

II. El profeta Eliseo en medio del ej�rcito sirio un tipo de todo verdadero defensor de la verdad. Eliseo estaba desarmado con armas carnales; y no hab�a ido a Dothan para destruir la vida de los hombres, sino para salvarlos. No era un enemigo, sino un amigo del verdadero progreso y los mejores intereses de los hombres; y en su mansedumbre e inofensividad es un modelo de todo hombre verdadero, piadoso y cristiano.

1. Eliseo estaba alerta. No hab�a ido a Dothan para pasar el tiempo ociosos, porque, temprano en la ma�ana, �l y su sirviente estaban en movimiento para continuar con su trabajo y cumplir con su misi�n.

2. Eliseo estaba tranquilo ante el peligro. Su criado se alarm� mucho cuando vio a la hueste armada y dijo: "�Ay de m�, se�or m�o! �C�mo haremos?" Pero Eliseo estaba tranquilo y dijo: "No temas". No hizo de la carne su brazo, ni confi� en la liberaci�n de lo que pod�a ver con el ojo de los sentidos. Admiti� la debilidad humana, pero aprehendi� la fuerza Divina. Puso su confianza en Dios, por lo que su mente se mantuvo en perfecta paz.

3. Eliseo encontr� refugio en la oraci�n. Cod ya le hab�a mostrado que ten�a un gran anfitri�n de su lado; y ahora desea que su sirviente pueda ver tambi�n al ej�rcito.

III. Los caballos y carros de fuego sobre la monta�a, un emblema de las fuerzas que siempre est�n luchando del lado de la verdad.

1. Eran invisibles a los ojos de los mortales. El profeta Eliseo tuvo la visi�n espiritual para discernirlos; pero el criado no pudo verlos hasta que su visi�n espiritual fue descubierta. Los caballos y carros de fuego, formidables y reales como eran, no eran palpables a la vista humana.

2. Eran innumerables. La monta�a estaba llena de ellos. Eliseo estaba completamente rodeado de guerreros celestiales; el ej�rcito del cielo fue reunido y organizado como en v�speras de una terrible batalla.

3. Eran invencibles. Tomar su posici�n en las monta�as sugiere la idea de que ser�an inamovibles e inexpugnables; y parec�an ser "de fuego", y el fuego, lo sabemos, sugiere las ideas de agresi�n e irresistibilidad. Los caballos y carros de Siria en el valle no ser�an nada comparados con esta gran hueste de fuego sobre las monta�as. ( FW Marr�n. )

Realidades invisibles

La vista es algo maravilloso porque estamos conectados y asociados con las cosas que nos rodean. Un hombre que nunca ha visto es solo autosuficiente y no sabe nada de la riqueza de las glorias que est�n a su alcance. Es bueno pensar a veces en lo que ser�a nuestra p�rdida si nuestro mundo estuviera circunscrito por la �rbita de nuestros propios cuerpos oscurecidos. La visi�n es uno de los dones m�s maravillosos y benditos de Dios.

I. El alcance de la penetraci�n humana es limitado. Este es un hecho indiscutible.

1. Incluso con nuestros maravillosos �rganos de visi�n, hay muchas cosas materiales que no podemos percibir. Piense en la vida animal. �Cu�n infinitamente peque�as algunas de sus existencias! Son demasiado peque�os para nuestra percepci�n. Una medida de una pinta puede contener tantas criaturas vivientes como habitantes tenga el mundo. El microscopio nos ha ense�ado en los �ltimos a�os que, a nuestro alrededor, por todos lados, existen existencias tan peque�as y numerosas que apenas podemos concebir su multitud.

Pero m�s all� del alcance de nuestro microscopio m�s poderoso, a�n existen mundos de vida inexplicables. Piense en las part�culas de materia inanimada. Un rayo de sol en una habitaci�n oscura revelar� la existencia de miles de part�culas que normalmente no podemos observar, y abre un maravilloso campo de imaginaci�n sobre lo que puede haber m�s all�.

2. Adem�s de los objetos materiales, hay cosas inmateriales que la �poca no puede percibir: electricidad, sonido, calor; el olor no se puede ver pr�cticamente.

3. M�s all� de todo esto est� el mundo espiritual. Que esto est� cerca de nosotros lo sabemos. Dios est� en todos lados. Satan�s est� en todas partes. Por lo que sabemos, hay millones de seres angelicales e incluso esp�ritus humanos dentro de nuestra llamada, pero no pueden ser vistos.

II. Las relaciones entre el pueblo de Dios y el mundo a menudo se malinterpretan. No podemos tomar un ejemplo m�s sorprendente que el de nuestro Se�or mismo. Aparentemente, hab�a un compatriota pobre y sencillo, pobre y despreciado, que pasaba de un lugar a otro, atendido por unos pocos seguidores, a�n m�s pobres y m�s abandonados que �l. Y, sin embargo, todos los recursos del universo estaban al alcance de los dedos de este Hombre.

En una palabra, toda la creaci�n habr�a afirmado Su posici�n y habr�a vengado Su causa. Diez legiones de �ngeles asistieron a Su curso, y solo tuvo que hablar para obedecer las cosas inanimadas. Y como sucedi� con Cristo, as� sucedi� con Su pueblo antes y despu�s de Su aparici�n terrenal. Algunas reflexiones pr�cticas impulsar�n este tema a nuestra consideraci�n.

1. La fe no es una cuesti�n de idealidad o imaginaci�n. Es una realizaci�n de hechos reales. No se trata de suponer que podamos ser salvos o que Dios nos ayudar�, sino de comprender el hecho de que Dios ha salvado y que realmente ayuda. Es la evidencia de cosas invisibles.

2. Cu�n tonto es el abatimiento o la desesperaci�n por parte del pueblo de Dios. No hay circunstancia tan oscura ni condici�n tan extrema como para estar sin la ayuda Divina. Los recursos de Dios est�n siempre cerca, son mucho m�s poderosos y m�s numerosos que los de cualquier adversario.

3. Dios no hace alarde de su poder. Tanto los enemigos como los amigos no lo ven, pero siempre est� listo para un ejercicio inmediato. ( Homilista. )

Ignorancia de lo invisible debido a limitaciones de los sentidos.

La ciencia se burla de la fe y, sin embargo, a menudo se ve obligada a contradecirse. Huxley dice: �El maravilloso silencio del mediod�a de un bosque tropical, despu�s de todo, se debe solo a la torpeza de nuestro o�do; y si los o�dos pudieran captar los murmullos de estos peque�os remolinos, mientras giran en las innumerables mir�adas de techos vivientes que constituyen cada �rbol, deber�amos quedar at�nitos como con el rugido de una gran ciudad ". Por tanto, no se dice que debido a que no tenemos sensaci�n de ellos, estos soplos no tienen existencia. Reclamamos el argumento a favor de Dios y del mundo espiritual. Nuestra ignorancia de esto puede deberse �nicamente a la torpeza de nuestro o�do.

La realidad de lo invisible

Ha visto alumnos en la pizarra tratando de trazar un c�rculo perfecto o una l�nea recta para una demostraci�n matem�tica. Algunas l�neas producidas se considerar�an exitosas y se pronunciar�an perfectamente rectas o exactamente curvas. Pero, ponles un vaso fuerte, a�aden desigualdades. Com�nmente, cuando hemos hecho nuestro mejor esfuerzo para dibujar l�neas, agregamos, como procedemos a demostrar, �Ahora supongamos que es una curva o una l�nea recta perfecta.

�S�, dibujar lo mejor que podamos, luego supongamos que es lo que hemos intentado, que es lo mejor que hemos hecho. Una curva absolutamente perfecta existe solo en la imaginaci�n, o indicada por la f�rmula del matem�tico. El astr�nomo trabaja seg�n la curva perfecta que requiere su f�rmula, no seg�n la l�nea imperfecta de sus propios instrumentos. Desacredita la precisi�n de la l�nea visible, pero pone toda su confianza en lo invisible.

Los espacios sin huellas de los cielos est�n cortados por curvas de perfecta exactitud. Pero el ojo nunca los ve. Tal perfecci�n de l�neas existe tambi�n en nuestra imaginaci�n, pero nunca se reproduce en figuras de nuestra creaci�n. Las l�neas imaginarias son, por tanto, las realidades verdaderas y perdurables, los patrones perfectos en los que creemos y en los que trabajamos, mientras que nuestras figuras no son m�s que esfuerzos imperfectos de reproducci�n, sombras inciertas de la realidad.

Y esa es la realidad de lo invisible, en la que creemos. En otras palabras, lo invisible, seg�n nuestro tema, es m�s real que lo visible. Todos creemos que la curva perfecta de los cielos sin caminos y de la imaginaci�n es algo m�s hermoso que la de nuestra regla y nuestros divisores. La geometr�a del cielo supera a todas las geometr�as de la p�gina impresa. Y as� lo creemos, aunque uno es visto mientras que el otro existe s�lo en la imaginaci�n o en la mentira, pero potencialmente en la f�rmula del matem�tico.

Ahora, encontraremos que cualquiera que sea nuestro camino en los reinos del pensamiento o de la acci�n, las cosas invisibles son los agentes m�s poderosos del universo e incluso de nuestra vida diaria pr�ctica. Tiene un est�ndar empresarial, social y cristiano modelo. Nunca lo logras del todo, pero ah� est�n los modelos invisibles que nunca abandonar�s, si eres un hombre verdadero y en crecimiento. De ah� mi tema, La realidad de lo invisible.

Los c�rculos que dibuja el ni�o, declaro que son lo irreal, mientras que el c�rculo invisible que intenta imitar es la realidad. Eso est� por encima de la cr�tica y es eterno. Pero es una realidad invisible. Tomemos el tema del crecimiento vegetal. No podemos ver crecer nada, no importa lo r�pido que sea. Podemos ver, al final de las veinticuatro horas, que ha crecido, pero el movimiento en el proceso nuestros ojos no pueden enfocar lo suficientemente finamente como para detectarlo.

Sin embargo, nadie ser�a tan irracional como para cuestionar si puede haber crecimiento en veinticuatro horas, simplemente porque no puede ver el movimiento. Escuch� a un granjero decir de su ma�z: "Creci� tan r�pido anoche que es posible que lo hayas escuchado crecer". Habl� jocosamente. Pero lo mismo podr�a haberse dicho con sobria seriedad y precisi�n cient�fica, si tan solo el o�do humano fuera lo suficientemente sensible para detectar el sonido que realmente hizo el cultivo.

Un ingenioso hombre de ciencia invent� un instrumento para probar el poder del crecimiento vegetal. Al aplicarlo a una planta de su jard�n, el instrumento revel� un poder de elevaci�n equivalente a tres toneladas. Quiz�s deber�amos querer ver ese instrumento bien probado. A�n as�, revel� un poder real y obliga a nuestra creencia en gran medida. Tomemos otra ilustraci�n, en el �mbito del sonido. Todos hemos escuchado m�sica que nos encant� por la exquisita delicadeza y uniformidad de su fluir.

Entonces recuerdas notas de viol�n de tal refinamiento, que cuando cesaron te sorprendiste y medio aturdido, como quien regresa de un reino espiritual. Pero la ciencia prueba, tan claramente como prueba cualquier cosa, que el aire est� lleno de m�sica, que todos no captamos s�lo porque nuestros �rganos auditivos son demasiado toscos para detectarla. Sin embargo, los inteligentes creen en una m�sica tan inaudita. Porque el sonido es ocasionado por las vibraciones del aire, y el experimento demuestra que el sonido m�s bajo que el o�do humano m�s agudo puede escuchar proviene de vibraciones a una velocidad de 16 �5 por segundo, y el m�s alto al alcance del o�do es la velocidad de 38.000 vibraciones por segundo.

Pero las vibraciones causadas por la luz en movimiento llegan a 765.000.000.000.000 por segundo. De modo que extra�amos cualquier m�sica que haya entre los 38.000 y los 765.000.000.000.000 en vibraci�n. �Qu� poco escuchamos! El viento veloz ruge a trav�s de las copas de los �rboles que sobresalen de nuestra casa, y las cuerdas del arpa A Eolian vibran en las notas m�s dulces al c�firo que respira a trav�s de �l en el alf�izar de nuestra ventana.

Creemos en el rugido del viento y en las notas del arpa porque las escuchamos. Pero las mismas leyes que producen estos sonidos hacen que la m�sica sea una necesidad de cada gota de lluvia que cae o de cada copo de nieve flotante. Incluso los mismos rayos del sol, la luna y las estrellas deben cantar mientras se abren paso a trav�s del aire hacia nuestros ojos. �Creeremos en las leyes del sonido que se mantienen perfectamente a trav�s de cada paso hasta el punto de nuestro l�mite en el poder de escuchar, y luego negaremos que esa misma ley se mantenga m�s all� del alcance de nuestros o�dos? Seguramente no.

Seguimos la ley con nuestra creencia y nuestra imaginaci�n se adentra en el reino de lo inaudible, y all� nos deleitamos con m�sica sobrenatural. No estamos acostumbrados a sujetar la Biblia a la precisi�n de la ciencia f�sica en sus ense�anzas morales; pero el salmista estaba declarando la verdad cient�fica, como aparecen los hechos ahora, cuando escribi�: "T� haces las salidas de la ma�ana y de la tarde para cantar" - "para regocijarte", nuestros traductores lo tradujeron, en lugar de cantar, como la palabra Significa, s�lo porque ignoraban entonces lo que ahora sabemos, que la mir�ada de rayos del sol naciente y poniente deben comenzar y seguir su camino r�pido, cada uno cantando su propia canci�n dulce, sin una interrupci�n instant�nea.

El aullido de la tempestad en la que creemos y el zumbido del ala diminuta del mosquito. �Obligaremos a la ley que produce esos sonidos a permanecer suspendida justo donde ya no podemos o�r m�s? No. Si podemos escuchar el zumbido del mosquito m�s peque�o que jam�s hayamos visto, f�cilmente creemos que puede haber un zumbido demasiado refinado para que nuestros o�dos lo capten. Un rayo de luz no puede entrar en tu habitaci�n para tu despertar por la ma�ana sin cantar sus buenos d�as, ni partir por la noche salvo dejando en el aire su delicado nocturno.

La ciencia lo demuestra y, aunque nuestros o�dos son demasiado toscos para dar testimonio de los hechos, creemos. No es de extra�ar que la Biblia cuente c�mo "las estrellas de la ma�ana cantaban juntas". Eso no es fantas�a po�tica, por licencia. Es un hecho cient�fico. Tambi�n todos creemos en la gravedad, aunque invisible. La electricidad, tambi�n, �cu�n firmemente creemos en eso y en sus maravillas a�n no reveladas, aunque es demasiado sutil para que el ojo humano la detecte, porque debemos tener en cuenta que ning�n ojo humano ha visto jam�s electricidad! Vemos el destello que hace, en movimiento, pero nunca la electricidad en s�.

No conozco nada en la naturaleza f�sica que ilustre tanto la realidad de lo invisible como la electricidad. Es f�sico y, sin embargo, se nos escapa como un esp�ritu. Parece ser la mejor atenuaci�n posible de lo f�sico al borde de lo espiritual. Pero creemos en el hecho de la electricidad tan firmemente como creemos en el hecho de la madera y la piedra. Espero que no se canse de estas ilustraciones y mucho menos pierda el sentido de nuestro texto, o sospeche que el hablante lo ha perdido.

"Los que est�n con nosotros son m�s que los que est�n con ellos". A la luz de nuestras ilustraciones, este texto comienza a decir: Quienes creen y conf�an en realidades invisibles tienen m�s con ellos que quienes s�lo creen en lo que pueden tocar, saborear, o�r y ver. El matem�tico que demuestra, imagina y cree en un c�rculo absolutamente perfecto tiene algo mejor en lo que continuar que el ni�o que se detiene contento con su l�nea imperfecta de tiza.

El m�sico que acepta las leyes de la naturaleza e imagina y cree en la m�sica inaudita del aire exterior, las melod�as indescriptibles del sol naciente y poniente y las estrellas siempre resplandecientes, tiene infinitamente m�s con �l que el que s�lo cree en el sonidos que puede hacer o escuchar, incluso como el pianista sordo que escuch� una vez, que se volvi� loco de �xtasis cuando sus dedos volaron sobre el teclado, aunque no escuch� ning�n sonido.

Todo lo cual nos ayuda a decir, con poder acumulativo, que el hombre que cree con todas sus fuerzas en un reino de esp�ritus fuera de la vista, y en el esp�ritu humano y su eternidad, tiene mucho m�s con �l que el que cree solo en este cuerpo de putrefacci�n y polvo, sin tener nada seguro m�s all� de su entierro en la tumba, y hablando siempre con incertidumbre del mundo de los esp�ritus y sus seres queridos que se fueron de �l.

El hombre que cree, como el �nico punto principal de la vida, en sus posibilidades de placeres presentes de comer, beber, deleites familiares y todas las indulgencias que el dinero puede comprar, s�, incluso en los placeres del pensamiento sobre las cosas presentes - �l, Digo, tiene muchos menos con �l que el que, disfrutando de todo esto en su lugar, vive principalmente en lo invisible, en la vida de su alma, y ??cree en la familia eterna del Padre eterno, en el desarrollo eterno y creciente. poder del alma para gozar, en las pasiones y placeres humanos, purific�ndose siempre hasta que su humanidad se afilie con la divinidad, lo finito con lo infinito, goz�ndolo para siempre.

Este es el ejemplo de la realidad de lo invisible que he intentado ilustrar. Ese ej�rcito con caballo, carro y lanza fue instant�neamente conquistado por esta hueste invisible, aunque no se dio un golpe visible. El poder espiritual gobern� las fuerzas f�sicas y fueron llevados cautivos como ni�os d�biles. Estaban pose�dos interiormente y espiritualmente desarmados. Esa hueste angelical, la energ�a espiritual de Jehov�, era la realidad; el ej�rcito con estandartes no era m�s que la sombra del poder real.

Ahora, la Biblia est� llena de este tipo de cosas. Es el esfuerzo de Dios imprimir en este mundo los hechos de lo invisible. Esto es lo que quisiera que aceptaras como realidades. Dios, se nos dice y creemos, reina no solo entre los habitantes de la tierra, sino tambi�n entre los ej�rcitos del cielo. �l no depende �nicamente de este mundo como su campo de reclutamiento. Cuando Su pueblo aqu� est� peligrosamente asediado, cuando Sus causas est�n en peligro debido a fuerzas f�sicas que no pueden ser igualadas por otras fuerzas que tambi�n son f�sicas, entonces �l llama a los ej�rcitos espirituales para que vengan al rescate. ( JH Taylor, DD )

La ceguera de los hombres y la cercan�a del mundo espiritual

Para los ojos de la incredulidad y la desconfianza, este mundo exterior visible lo es todo. Su valor es el �nico valor asignable; su historia la �nica historia verdadera; sus peligros son los �nicos peligros que hay que evitar; su ayuda es la �nica ayuda que se debe buscar. All� no hab�a carros ni caballos; pero hubo huestes espirituales, que se mostraron ante la imaginaci�n del joven. Retomemos la visi�n que se le presenta al joven en el texto, como una reprimenda a la desconfianza, y en general a la incredulidad, ese estado de �nimo mundano, contento con el exterior de las cosas, del que, en una hora de peligro, procede la desconfianza. .

El incr�dulo, se nos ense�a, es un hombre superficial y un hombre ciego. Hay cosas de las m�s trascendentales en todo el mundo, que �l no puede percibir ni aprehender. Hay un mundo a su alrededor. en �l,. m�s grande, m�s poderoso, m�s duradero que la base rocosa de la tierra, con orientaciones sobre la vida y el destino de una importancia incalculable, un mundo que lo encuentra en cada mano, lo sigue mientras viaja a trav�s de este mundo hacia los silenciosos trabajos de los que no puede penetrar, cuya existencia, por tanto, no entra en sus planes ni afecta a sus deseos.

�No est� ciego en una incredulidad tan espesa? O, si admite en su mente la existencia de un mundo as�, y continuamente vuelve a caer en la desconfianza, de modo que la bondad le parece que no tiene poder de su parte, �no es todav�a un hombre de ojos llorosos, cuyo ojo necesita abrirse para poder ver el conjunto de fuerzas espirituales que est�n bajo el mando de Dios? Apliquemos el texto a esa forma particular de incredulidad, a saber, la desconfianza, a la que se hace referencia especialmente. La ceguera y la pecaminosidad de la desconfianza se har�n evidentes cuando tengamos en cuenta los planes y recursos del mundo invisible.

Es parte del plan que este mundo invisible no se manifieste por interferencias obvias en el orden actual de las cosas: todo lo que podemos tocar, saborear, ver u o�r, sigue por ley y procesa tanto como si no hubiera Dios. Es otra parte, que, aunque el mal ha entrado en el sistema, y ??aunque hay un conflicto eterno entre el mal y el bien, sin embargo, �l no realiza ning�n acto de poder, quien debe ser concebido para estar del lado del bien y amarlo. con todo su coraz�n. Ahora bien, la ceguera de tal desconfianza se pone de manifiesto a partir de consideraciones ya impl�citas en nuestro texto.

1. Dios est� siempre activo y siente una intensa simpat�a por lo que es bueno y verdadero. Entre esto y el ate�smo, no hay t�rmino medio, porque el hombre desconfiado de este d�a no caer� en la creencia epic�rea de que Dios es indiferente a las cosas humanas y no est� dispuesto a interferir; o en la creencia maniquea, que existe una competencia igual entre la luz y la oscuridad. Siendo as�, decimos que Dios debe tener un plan, y que el plan puede consistir en parte en dejar solos a los combatientes subordinados del lado del bien y del mal, sin interferencia divina a favor de lo que Dios debe amar.

Es como si el general de un ej�rcito, cuyas tropas eran crudas y necesitaban ser acostumbradas por una larga disciplina a las penurias militares y la habilidad militar, las dejara sufrir derrotas parciales hasta que estuvieran maduras para algunos grandes movimientos de batalla decisiva. �Debe un general as�, necesariamente, tener un coraz�n duro o desprovisto de amor por su pa�s y su causa? De modo que Dios puede permitir que contin�en los conflictos de este mundo a fin de unir los corazones de su pueblo leal a s� mismo. El poder de la ayuda divina puede estar cerca y listo, si se realiza un acto de confianza.

2. Pero pasamos a considerar la actitud que adopta la incredulidad con respecto al poder y la presencia espiritual. Hay una forma de duda m�s radical y mortal que la desconfianza. La desconfianza cree y no cree a la vez, o pasa de un lado a otro en sus diversos estados de �nimo y aprensi�n, de un estado mental a su opuesto, pero hay una incredulidad que est� fija e inquebrantable por cualquier ataque de creencia, que no reconoce ninguna espiritualidad. agencia o ninguna que afecte la conducta.

La desconfianza vislumbra de vez en cuando los caballos y los carros de fuego, y vuelve a perder la vista, como perdemos de vista una estrella o una monta�a lejana en el horizonte; pero la incredulidad no ve ni oye nada excepto las im�genes y los sonidos de este mundo material. La incredulidad debe admitir, mientras niega, la existencia de alg�n tipo de mundo espiritual. El incr�dulo, aunque sea materialista y sensualista, reconoce esas fuerzas inmateriales que llamamos alma humana.

3. En este mundo espiritual invisible, aunque lo confinemos a la humanidad, est�n sucediendo grandes y m�s notables acontecimientos, que el incr�dulo es demasiado ciego para percibir, o a los que no da su verdadero valor. Miremos algunos de estos eventos o clases de eventos que pertenecen a este reino espiritual, para estimar su importancia y la ceguera de quien no los toma en cuenta.

Nos referimos primero a la vida de un hombre que alguna vez fue oscuro e inadvertido en una naci�n oscura, que por la fuerza de Su vida y de Su car�cter ha influido en m�s almas y ha hecho m�s por la vida interior del hombre que todos los dem�s seres humanos juntos. �Cu�les ser�an las manifestaciones externas de la naturaleza, los modales, la moral, la ley, el arte, la ciencia, el gobierno del hombre, aparte de Jesucristo? y sin embargo, su provincia peculiar es la regi�n invisible del alma.

Escuche las palabras en las que un destacado novelista de Alemania, Jean Paul, habla de �l: �Jes�s, el m�s puro entre los poderosos, el m�s poderoso entre los puros, con su mano traspasada levant� reinos de [sus goznes, la corriente de siglos de su lecho, y todav�a gobierna las edades en su curso. Un individuo que una vez pis� la tierra, que solo por la omnipotencia moral control� otros tiempos y fund� una eternidad propia; aquel que, de suave floraci�n y f�cil de dibujar como una flor solar, ardiendo y atrayendo como un sol, a�n, en Su forma apacible, se movi� y se volvi� �l mismo y naciones y siglos juntos hacia el sol primordial que todo lo ilumina: es que todav�a Esp�ritu, al que llamamos Jesucristo.

Si �l existi�, o hay una Providencia, o �l es esa Providencia. S�lo la ense�anza silenciosa y la muerte silenciosa fueron las notas con las que este Orfeo superior dom� a los hombres-bestias y convirti� las rocas en ciudades con su m�sica ". El poder, entonces, por el cual se aliment� esta maravillosa vida de Jes�s, era totalmente del mundo espiritual. �Y con qu� instrumentos ha trabajado tan poderosamente en los corazones y los caracteres humanos? Por los espirituales, por el sentimiento de culpa, el anhelo de la pureza y la paz del alma, por el ofrecimiento del perd�n y las promesas de asistencia vivificante a los contritos, por una vida y ejemplo de amor y santidad unidos, por develar a Dios y al la vida interminable del alma.

4. Estos eventos del mundo espiritual entre la humanidad dependen de la existencia y presencia de un mundo espiritual por encima de la humanidad. Esto es ciertamente obvio, y ha salido a la luz cuando miramos la vida de Cristo y de aquellos que lo siguieron en una vida espiritual. Si el incr�dulo est� en un terreno seguro y verdadero, no hay nada que deba regir la vida excepto la tierra material y sus leyes, los deseos, principalmente los animales, y algunos de los principios sociales.

Si el hombre espiritual tiene raz�n, hay un mundo superior, m�s all� de las leyes de la materia, el deseo y la sociedad. El ejercicio de su raz�n, conciencia y afectos lo ha introducido en un conjunto diferente de realidades, que a su vez implican la existencia de personalidades reales por encima del hombre. Ahora reconoce las leyes de un universo moral: leyes creadas para regular el pensamiento y, por lo tanto, que emanan de un ser que ha planeado y pensado.

El pecado mismo, sentido en su conciencia, conduce sobre �l la justicia del universo. Una vez que se admite que Dios es una realidad, hay un sistema centrado en Su trono; d�jelo por un momento, en pensamiento, concibir que Dios no existe, y el mundo espiritual entre los hombres se vuelve oscura e inexplicablemente incompleto.

5. Si, ahora, existe un mundo as� con Dios por centro, es el colmo de la ceguera no verlo. Esto es obvio a partir de una gran variedad de consideraciones. Si existe un mundo as�, debe tener una importancia infinita en comparaci�n con el mundo de la materia; los intereses del alma est�n ligados a ella, y vivir como si dependieran de la tierra debe ser una ruina personal.

6. Tal ceguera debe ser superada por un acto Divino de abrir los ojos. Los hombres bien pueden orar: "Se�or, abre sus ojos para que vea". Y el incr�dulo mismo, si un destello de luz cae sobre �l, bien puede orar pidiendo ayuda del Dios de la luz. Si existe un contraste tan completo entre los mundos de los que hemos hablado, es necesario que los viejos h�bitos de pensamiento, fortalecidos a trav�s de una vida no espiritual, hagan que la aprehensi�n espiritual sea sumamente dif�cil. ( TD Woolsey. )

Las cosas invisibles

I. La fuerte presi�n de las cosas externas y visibles sobre nosotros que todav�a estamos en el cuerpo.

1. Est� el negocio de la vida.

2. Est�n los placeres de la vida.

3. Est�n las pruebas de la vida.

II. Y, sin embargo, la historia que tenemos ante nosotros est� dise�ada para mostrar cu�n cerca, todo el tiempo, se encuentra otro mundo y otra vida, todos juntos de esp�ritu, y cielo, y Dios.

III. �Cu�les son, entonces, estas otras verdades, estas otras realidades, tal como las revela la Palabra de Dios?

1. La revelaci�n de la providencia de Dios.

2. Pero el pensamiento de la providencia, y de lo que la hace, tiene un aspecto tanto de miedo como de alegr�a.

3. Sin embargo, no hablemos de Dios, como si fuera s�lo un Observador, y no principalmente y, sobre todo, el Amigo del hombre.

IV. Un hombre pasa de la vida de la vista a la vida de fe, por esa apertura de los ojos de que habla el texto. ( Dean Vaughan. )

Nuestros aliados angelicales

�Comenc� mi vida�, dice el Sr. M'Neill, �en el servicio ferroviario, y me ense�� las mejores bendiciones de mi vida�. Pero, como dijo en la reciente reuni�n de �Bienvenida� en Exeter Hall, �Siempre me gusta estar conectado con algo grande. Yo mismo comenc� mi vida como un muchacho en el ferrocarril. Solo ten�a quince a�os y trabajaba en una estaci�n al borde del camino, ganando el magn�fico salario de seis chelines a la semana. Me sent� bastante peque�o en m� mismo, pero luego me multipliqu� por toda la Compa��a.

Habl� de la cantidad de camiones, el enorme tr�fico, la cantidad de pasajeros que llevamos cada a�o, los inmensos recibos de la Compa��a �. A partir de esto, el Sr. M'Neill sugiri� la siguiente lecci�n: �Entonces yo les dir�a a los obreros en peque�as misiones oscuras donde no hay grandes recepciones como esta, donde incluso las iglesias saben poco de su trabajo. Multipl�cate por los grandes ej�rcitos, invisibles pero potentes, que luchan de tu lado.

Los que est�n con nosotros son m�s que los que est�n con ellos. Dios podr�a llenar nuestras calles en cualquier momento con los escuadrones y batallones de los redimidos. Rango tras rango podr�an ascender ante nosotros, estos invisibles y poderosos. Piense en ellos cuando camine por las calles de Londres y sienta el poder insultante del mundo y del diablo ".

El ojo abierto

No estoy aqu� para sermonear sobre el ojo humano; pero puedo recordarles que es naturalmente agudo, m�s agudo que los ojos de muchos animales. M�s agudo que el del perro, m�s agudo incluso que el del zorro; s�lo los p�jaros de ojos brillantes nos superan en este asunto. Ven mientras vuelan lo que a veces no vemos, incluso cuando lo buscamos. Pero, �oh, qu� diferencia hay en los poderes de la percepci�n humana! Es decir, dos hombres, aparentemente muy parecidos en otros aspectos, diferir�n mucho en este asunto.

Uno de ellos har� un viaje alrededor del mundo y no ver� casi nada; otro hombre pasear� por un camino rural y se sorprender� a s� mismo ya todos los que luego informa, con las cosas que vio en el suelo, en el seto y en el aire por encima de �l. Los romanos, seg�n escuch�, describieron a un hombre que no ten�a la facultad de percepci�n as� proverbialmente: dijeron: �Atraviesa el bosque y no ve fuego�. Esto no significa que no pueda ver.

No, no es realmente ciego; tiene los ojos abiertos, pero la facultad de ver, en el verdadero sentido de la palabra, parece haberle sido negada. �No fue el Dr. Johnson quien dijo "que algunos hombres aprenden m�s en una diligencia de Hampstead que otros en una gira por Europa?" Es una gran cosa tener ojos exigentes, como, por ejemplo, los ojos de un naturalista. Bien se ha dicho que siempre que has aprendido a distinguir las aves, los animales y las cosas de un pa�s, es como si se te concedieran nuevos ojos; no ojos hacia afuera, sino hacia adentro, porque abrimos un nuevo par de ojos directamente comenzamos a comprender los detalles de una cosa. ( Thomas Spurgeon. )

Versículo 19

Y Eliseo les dijo: Este no es el camino.

La gu�a de la vida

El profeta entr� valientemente en medio de ellos, mientras Alfred entraba en el campamento de los daneses, y a los confundidos hombres les dijo: "Este no es el lugar, y esta no es la ciudad". Los desvi� y los llev� a Samaria, exactamente el lugar donde no quer�an estar. Ahora, Eliseo hizo todo esto con un prop�sito generoso: y su acci�n queda redimida por la magnanimidad que acariciaba. �Pero no es una imagen de gran parte de ese enga�o y desorientaci�n que nos est� sucediendo perpetuamente en la vida?

I. �Rutas equivocadas! ��Este no es el camino, y esta no es la ciudad! �No es cierto que miles de hombres est�n bajo una ilusi�n en ese punto? Sabes que debe haber el �nico camino en la vida que sea mejor para un hombre. Debe haber un camino para el hombre por este mundo que sea mejor que cualquier otro, un camino que le convenga mejor, en el que se d� cuenta de su personalidad y en el que preste el mejor servicio a la comunidad.

Debe haber un camino que sea el mejor. Pero, �hay algo m�s claro que el hecho de que un gran n�mero de hombres en este mundo nunca se han adentrado en ese camino y viven sin un plan y sin un prop�sito? �No es cierto que en muchas vidas est�n totalmente mal encaminadas, sin rumbo, sin prop�sito? El Sr. Seton, el gran viajero, advierte en un lugar la dificultad de mantenerse en una direcci�n recta. Hay una tendencia en los hombres a volverse siempre imperceptiblemente hacia la derecha o hacia la izquierda.

Entonces, en Australia, partir� por la ma�ana hacia alg�n asentamiento particular en la distancia. Todo el d�a viajas creyendo que est�s en el camino correcto. Est�s encantado, al atardecer, de ver el asentamiento, pero cuando llegas te das cuenta de que es el lugar que dejaste por la ma�ana. Has tomado un circuito, has deambulado. �No es esa una imagen de multitud de vidas? Vagan por el desierto.

Hay una imagen de vagabundeo, vagabundeo, �una vida sin rumbo y sin prop�sito! Y digo que es una imagen de la vida que viven las multitudes. Lo �ltimo en lo que piensan en su vida es en un programa, en un progreso. Rutas equivocadas!

II. �Gu�as traidores! Cu�ntos hombres y mujeres, en cada esquina, que est�n dispuestos a atraerte por caminos que conducen a la muerte. "Este no es el camino", dicen, el camino a la escuela dominical, "esta no es la ciudad". �Que es entonces? "El hip�dromo", te dicen, "el teatro"; y as� te llevan a Samaria. Hubo un caso dado en los peri�dicos, de un naufragio en la costa de Australia, mientras estaba bajo la direcci�n de un piloto capacitado.

Fue un incidente de lo m�s misterioso, pero cuando vinieron a examinar al piloto descubrieron que estaba ciego. El barco hab�a estado bajo la direcci�n de un piloto ciego. Ahora han establecido una regla para examinar la visi�n de los pilotos cada pocos meses. �Pilotos ciegos! Hay muchos de ellos. Est�n demasiado listos para darte la direcci�n. Algunos de ellos te enga�ar�an por ignorancia, otros por malicia, muchos por inter�s.

En nuestras grandes ciudades tenemos pilotos ciegos para guiarte hacia las brumas de la incredulidad, el pesimismo y el ate�smo; pilotos ciegos para llevarte a pr�cticas y placeres que destruyen el alma. �Gu�as traidores! gu�as ciegos! �Qu� otra cosa? Goles fatales. �Y los condujo a Samaria�. Abrieron los ojos con asombro al encontrarse en Samaria. Y much�sima gente abre los ojos con asombro, a medida que avanza en la vida, en los lugares particulares a los que ha llegado. Empiezan su vida con designio y con exaltadas esperanzas, pero pocos a�os despu�s, cu�ntos descubren que en lugar de llegar a Jerusal�n, han llegado a Samaria.

III. La gu�a divina. �Mira toda la naturaleza hoy! Es una ayuda maravillosa para nosotros en este punto. �Mira la naturaleza inanimada! �Mira el gran mundo hermoso! �C�mo es que este mundo es una visi�n de orden y belleza? �Oh! dices, es porque cada �tomo tiene su lugar, tiene su tarea y el mundo en general es tan magn�fico, tan soberbio, tan musical, porque los �tomos individuales sobre los que est� construido est�n debidamente ajustados y ordenados correctamente.

La magnificencia del conjunto es consecuencia de una justa disposici�n del �tomo. Los cient�ficos nos dicen que cada �tomo tiene sus caracter�sticas, su lugar, su servicio y la grandeza del mundo es el resultado de un �tomo bien ordenado. Casi hab�a dicho que si un �tomo estuviera fuera de su lugar, el equilibrio del mundo se romper�a, no, el mundo mismo se romper�a. �Crees que cada �tomo que forma este planeta est� dispuesto con justicia y, sin embargo, Dios no se ocupa de un hombre? �Puedes creer por un momento que hay un gobierno sobre las elecciones y no un gobierno sobre las almas? No se trata de teolog�a.

Un hombre est� cerrado a ella por la ciencia misma de nuestra �poca, que no hay nada accidental sino que una gran ley impregna toda la naturaleza, dirigiendo y controlando y moldeando todo con espl�ndidas consecuencias. Y si dejas la naturaleza inanimada y llegas a lo que puedo llamar vida instintiva, ver�s lo mismo. Mire las aves, �sus aves migratorias! �Hay algo m�s asombroso que la forma en que entienden su camino y su objetivo?

Eso no parece un caos. Y es casi m�s maravilloso a�n con los insectos. Un gran naturalista franc�s dice que a veces lleva insectos en una caja oscura a kil�metros y kil�metros. No saben nada sobre la direcci�n en la que se dirige. Nunca hab�an estado all� antes y, sin embargo, cuando regresa despu�s de soltarlos, los encuentra all�. �C�mo es? Bueno, dice, es porque tienen una conciencia topogr�fica.

"�Conciencia topogr�fica!" Eso lo explica. Y as� encuentran el camino de regreso de esa manera h�bil y asombrosa. Casi m�s maravilloso lo es todav�a con la mariposa. Si hay una criatura fant�stica en el mundo es la mariposa. Se mueve en zigzag, arbitrariamente aqu� y all�, y m�s all� sobre el muro del jard�n. Dices que todo es arbitrario. �No! No lo es. Las mariposas conocen su camino.

Se mueven en una direcci�n determinada. Se dice que las polillas y las mariposas provienen del sur de Francia e incluso de �frica central; y estas delicadas y delicadas criaturas encuentran su camino a trav�s de mares y continentes. �No parece que, despu�s de todo, hubiera un gran Pensador detr�s de las cosas? Mariposa, abeja, p�jaro, todos tienen un singular instinto de direcci�n. Ahora, lo que quiero decirte es esto (y siempre me gusta encontrar una base naturalista para una doctrina espiritual): �crees que hay una ley para guiar a un p�jaro de �frica a trav�s de los cielos velados? una ley para guiar a un insecto por un pa�s; una ley que conduce una polilla por miles de millas; y que no hay ley que gobierne la vida individual de la humanidad? No puedes pensarlo.

Busque a Dios en busca de gu�a en todas las preguntas de su credo. Hay mucha gente que te puede dar un credo, pero nadie entiende toda la verdad de esa manera. Cada hombre debe ir a Dios por s� mismo, y el Esp�ritu de Dios lo guiar� a toda la verdad. Y en todas las cosas terrenales busque esa gu�a. ( WL Watkinson. )

Versículos 25-33

Y hubo una gran hambruna en Samaria.

Hambre, juicio de Dios

El lenguaje de la verdad, como se percibe, form� la primera parte de sus palabras, y el lenguaje de la desesperaci�n la conclusi�n.

I. Que cualquier mal que se env�e sobre un pa�s, es enviado por Dios. Esto lo confirma un pasaje del profeta Am�s ( Am�s 3:6 ), en el que el profeta dice: "�Habr� mal en una ciudad sin que el Se�or lo haya hecho?" Aqu� hay un gran rey, con un poderoso ej�rcito, para acosar a una naci�n, nominalmente para su propio prop�sito, seg�n los designios de su propio coraz�n, sin ninguna referencia a Dios en absoluto; pero en realidad, se debe cumplir simple y llanamente lo que Dios ha mandado y declarado de antemano.

Entonces conoces la historia de las plagas de Egipto, la forma en que las langostas fueron enviadas a la tierra y la forma en que "hab�a piojos en todos sus lugares". Dios los envi� all�; Habiendo determinado que el mal vendr�a sobre la gente.

II. Que dondequiera que abunda el pecado, se espera el juicio. Pero Dios ha declarado positivamente que el pecado ser� castigado. "Aunque se junten mano a mano, los imp�os no quedar�n sin castigo". Los hombres pueden usar toda su sabidur�a; pero su sabidur�a es una absoluta locura.

III. Que a pesar del pecado debe ser seguido por el juicio, sin embargo, el juicio es la �obra extra�a� de Dios.

IV. Que dudar de la voluntad de Dios de mostrar misericordia provoca al se�or. Para que perciban, la determinaci�n de Dios es que los hombres, tarde o temprano, lo reconocer�n: mientras que, por otro lado, sabemos que la fe lo honra . ( HM Villiers, MA ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "2 Kings 6". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/2-kings-6.html. 1905-1909. Nueva York.