Bible Commentaries
2 Reyes 8

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-6

Entonces habl� Eliseo a la mujer.

La potente influencia de un buen hombre

I. Su consejo es valioso y se actu� con gratitud. Aqu� vemos c�mo la bondad mostrada por la sunamita recibe a�n m�s recompensa. No hay nada tan fruct�fero en la bendici�n como la bondad. En los grandes dilemas de la vida buscamos consejo, no de los fr�volos y malvados, sino de los sabios y buenos. Un buen hombre tiene el destino de muchas vidas en sus manos; una palabra suya tiene mucho peso.

II. Sus actos ben�ficos son tema de conversaci�n popular ( 2 Reyes 8:4 ). Una buena acci�n no se puede ocultar. Tarde o temprano saldr� de la oscuridad en la que se hizo por primera vez y se convertir� en la comidilla de una naci�n, hasta que llegue incluso a o�dos reales. No todas las buenas acciones alcanzan una popularidad tan destacada. Hubo muchas cosas buenas que Eliseo dijo e hizo de las que la historia no se da cuenta. Un buen acto puede ser recordado y aplaudido durante generaciones, mientras que se desconoce el nombre del actor.

III. Su vida santa y altruista es un testimonio de Jehov� en medio de la apostas�a nacional. En la noche m�s oscura de la apostas�a nacional, Israel fue favorecido con un Eliseo, cuya vida divinamente iluminada arroj� un brillante rayo de luz a trav�s de la oscuridad. �Cu�n deplorable la condici�n de esa naci�n de la que se excluye todo valor moral!

IV. Su reputaci�n es el medio para promover los fines de la justicia ( 2 Reyes 8:5 ). Seguramente hubo una providencia divina en acci�n que llev� a la suplicante sunamita a la presencia del rey en el mismo momento en que Giezi estaba ensayando las grandes obras de Eliseo. La justicia triunf�; Su tierra y todos sus productos durante los siete a�os le fueron devueltos.

Requiere poder para hacer cumplir los reclamos de la justicia, y el tipo de poder m�s elevado es la bondad. Es m�s probable que los arreglos de la justicia sean permanentes cuando se producen por la influencia de principios rectos que cuando se imponen mediante la fuerza f�sica. La presencia de un car�cter santo en la sociedad es un poderoso freno a la injusticia y el mal. ( G. Barlow. )

Beneficencia de la vida cristiana

El otro verano, dice el Dr. Abbott, mientras navegaba por las orillas del Sound, aterric� en una peque�a cala; hab�a una torre de faro y una campana de niebla, y el guardi�n nos mostr� la campana de niebla, y c�mo el mecanismo la hac�a sonar cada pocos minutos en la oscuridad y en la noche cuando la niebla se cern�a sobre la costa; y dije: �Ese es el predicador; all� est�, repicando el mensaje de advertencia, repicando el mensaje de instrucci�n, repicando el mensaje de alegr�a; es una gran cosa ser un predicador.

Subimos a la torre del faro. Aqu� hab�a una torre que nunca dijo nada y nunca hizo nada - simplemente se qued� quieta y brill� - y dije: �Ese es el cristiano. Puede que no tenga una palabra que pronunciar, puede que no sea un profeta, puede que no sea un trabajador, puede que no logre nada, pero permanece quieto y brilla, en la oscuridad y en la tormenta, siempre y todas las noches �. La campana de niebla suena s�lo de vez en cuando, pero todo el tiempo y todas las noches la luz sale del faro; todo el tiempo y todas las noches esta luz est� destellando de ustedes si son hijos de Dios.

Efectos permanentes de la piedad

Sir Wilfred Laurier ha dado recientemente un testimonio muy sorprendente de la poderosa influencia del esp�ritu puritano. Se le pregunt� por qu� era absolutamente, en el mejor sentido de la palabra, un imperialista. Sir Wilfred respondi� que cuando era ni�o se cri� en la casa de un granjero escoc�s temeroso de Dios, en cuyo culto familiar estaba presente cada ma�ana y cada noche. Estaba impresionado por la catolicidad del esp�ritu del granjero, pero a�n m�s por el hecho de que el granjero tomaba los asuntos de su casa, su vecindario y todo su pa�s en presencia del Todopoderoso, y buscaba Su bendici�n para todos.

Esta experiencia implant� en el coraz�n de Sir Wilfred una firme convicci�n de que Dios cre� un imperio basado en esa comunidad de esp�ritu para dirigir el mundo. Aqu� est� la influencia de un culto familiar humilde que determina los destinos de un imperio. El humilde granjero de Escocia no se dio cuenta de cu�n amplio ser�a el ministerio del altar de su familia. Poco sab�a �l que mientras oraba y adoraba en aparente oscuridad, estaba moldeando los pensamientos y sentimientos de un gran estadista, y as� moldeando la pol�tica de los estados.

�Qu� dignidad le da esto al altar del hogar, y qu� solemnidad rodea los humildes actos de adoraci�n familiar! Se puede decir de estos humildes ministerios que �sus l�neas se han extendido por toda la tierra, y sus palabras hasta el fin del mundo�. ( Hartley Aspen. )

Versículos 4-6

Y el rey habl� con Giezi.

La providencia especial de Jehov� ilustrada

Nos acercamos, en este cap�tulo, al final de la maravillosa pero muy �til carrera de Eliseo. Sus d�as est�n ahora perceptiblemente contados, y un evento m�s registrado, y �l desaparece de la escena de este mundo. El texto presupone que la reputaci�n de Eliseo se estableci� como un gran y santo hombre "Dime todas las grandes cosas que Eliseo ha hecho". La pregunta del rey es una introducci�n a una ilustraci�n interesante de la obra de la providencia divina, al unir personas y cosas de la manera m�s inesperada, para el avance de los fines de la justicia y la promoci�n de la honestidad.

Aqu� tambi�n se nos recuerda a un viejo conocido, de quien no hemos o�do nada en la historia del profeta durante algunos a�os, a saber, la piadosa sunamita; pero, aunque no encontramos ning�n registro de ella y su familia durante este intervalo, est� claro que su relaci�n con Eliseo se hab�a mantenido y que �l pudo haber sido su consejero y gu�a en muchas situaciones dif�ciles. Se acerca una hambruna prolongada de siete a�os.

Eliseo lo sabe; porque �el Se�or lo hab�a llamado� ( 2 Reyes 8:1 ). Ya se hab�a soportado una hambruna parcial durante un breve espacio a manos del hombre, el enemigo sirio durante el asedio de Samaria. No parece haber tenido ning�n efecto positivo en humillar a la naci�n de la �poca. A medida que se ignore el juicio menor, el Se�or enviar� uno mayor.

Y no dejemos de observar cu�n parcial debe ser esta visita. La buena tierra, la m�s fruct�fera de todas las tierras, ser� destruida con su desoladora evidencia, mientras que, a unas veinte millas de distancia, en el pa�s de los filisteos, hay abundancia. Ciertamente �Jehov� hace est�ril la tierra f�rtil, por la maldad de los que la habitan� ( Salmo 107:34 ); y Su providencia puede f�cilmente dar abundancia aqu� y miseria all�, como el d�a sucede a la noche y la noche al d�a, tal como �l ense�a por Am�s ( Am�s 4:7 ).

As� fue aqu�; porque Eliseo, convocando a la sunamita a su presencia, le advierte y le advierte acerca de la angustia que se avecina, �Lev�ntate, y vete t� y tu casa, y mora dondequiera que puedas morar� (vers�culo 1). Y podemos ver f�cilmente la ventaja que habr�a obtenido la presciencia de Eliseo. Permitir�a a la familia hacer una disposici�n adecuada de la propiedad, mientras todav�a hab�a abundancia en la tierra y la hambruna venidera ocultaba a la gente en general; y as� podr�a llevar consigo lo suficiente para su apoyo en la tierra de los filisteos durante ese per�odo prolongado.

Y as� podemos volver a notar c�mo el Se�or retribuy� su fe y afecto por su siervo ( Mateo 10:41 ). Bueno, el tiempo, que nunca se detiene, sigui� su curso, y los siete a�os hab�an pasado. Lo que sucedi� durante ese per�odo no lo sabemos. C�mo su hijo hab�a crecido hasta convertirse en un hombre, y ahora probablemente era su estancia y consuelo en la tierra del extra�o; �Aconteci� que al cabo de los siete a�os, la mujer volvi� de la tierra de los filisteos, y sali� a clamar al rey por su casa y su tierra� (vers�culo 3).

Y ahora vemos la extraordinaria providencia de Jehov�. El rey, podemos esperar caritativamente, se hab�a beneficiado de la visitaci�n divina, y quien se preocup� poco por el Se�or y sus siervos durante una relativa prosperidad est� ansioso por escuchar acerca del gran profeta en "el d�a de su angustia". O, si adoptamos el punto de vista m�s desfavorable de que ibis procediera, podemos suponer que la mera curiosidad, en un momento de inactividad, llev� al rey a pedirle a Giezi el leproso un relato de �todas las grandes cosas que hab�a hecho Eliseo.

�Y era Giezi, aunque ahora leproso de cuerpo, penitente de coraz�n y limpio de alma? �La terrible correcci�n administrada a su pecado hab�a tenido un final saludable? Es un pensamiento interesante que �la destrucci�n de la carne puede haber sido la salvaci�n del esp�ritu� ( 1 Corintios 5:5 ); pero s�lo puede ser un pensamiento, porque la Escritura guarda silencio.

�Cu�n manifiestas son las orientaciones de una providencia especial! que justo en el momento en que Joram est� escuchando atentamente este sorprendente relato de labios de Giezi, y tal vez quiera una confirmaci�n de la maravilla en su coraz�n - justo en este preciso momento, cuando le estaba contando al rey �c�mo el profeta hab�a restaurado un cad�ver a la vida �(vers�culo 5) - la propia sunamita entra en el atrio:� He aqu�, la mujer, cuyo hijo hab�a sido resucitado, clam� al rey por su casa y por su tierra �. Hay dos investigaciones sobre la que unas pocas palabras aqu� puede decirse: -

I. �Fue una cuesti�n de azar? y respondo negativamente: no fue una cuesti�n de azar. Ning�n hombre convertido se rendir�a ni por un instante a semejante imaginaci�n; pero hay muchos cristianos nominales que piensan y hablan de tales eventos como si fueran una combinaci�n de accidentes afortunados o desafortunados, seg�n sea el caso. �Por qu� no fue una cuesti�n de azar? Porque apreciar la suposici�n es destronar a Jehov� de Su asiento supremo de control absoluto sobre todas las cosas, as� como sobre todas las criaturas vivientes.

Si reflexionamos con calma un poco sobre este punto, tal argumento ubica a la vez todas las causas secundarias, tales como los elementos, las estaciones, las enfermedades y otros movimientos externos que afectan externamente a la familia humana, as� como los motivos e influencias que influyen en la situaci�n. econom�a interna del hombre, m�s all� de la inclinaci�n del Dios todopoderoso sobre todo. Es casi lo mismo en probabilidad que si un individuo argumentara que las obras de un reloj seguir�an adelante y que las ruedas seguir�an su curso regular, sin ning�n resorte real que las pusiera en movimiento.

A diferencia de tal punto de vista, nada de lo que suceda puede ser una cuesti�n de azar en los ojos de un creyente. Su propia experiencia contradecir�a la opini�n, si no tuviera la palabra de Jes�s para sostenerla ( Lucas 12:6 ).

II.Pero, �fue este encuentro inesperado un evento de alguna manera improbable e indigno de cr�dito? Un breve examen de la narraci�n puede anticipar tal pensamiento e impedir su entretenimiento. Hay muchos aqu� que han experimentado, por decir lo menos, sucesos tan improbables como este. Todas las circunstancias son naturales y consistentes. �Qu� m�s natural que la sunamita, al encontrar a su regreso a su propio pa�s que su "casa y su tierra" hab�a sido apropiada por otro, deber�a buscar de inmediato la presencia del rey y "clamarle" por la restauraci�n de sus derechos? �y qu� m�s coherente que el hecho de que se buscara tal presencia, y se ofreciera tal petici�n, en un momento en que, como hemos visto, su majestad probablemente estaba celebrando un tribunal, y Giezi fue admitido para alg�n fin similar? El resultado puede verse como casi necesario,

El rey, detenido por la singular coincidencia y golpeado por esta inesperada confirmaci�n, est� inmediatamente predispuesto a prestar o�do favorable a la oraci�n de la sunamita, y as�, con la decisi�n caracter�stica de un juicio desp�tico, ordena al oficial que no s�lo vea "su" casa y su tierra �restaurada, pero incluso� todos los frutos del campo desde el d�a que ella se fue �(vers�culo 6). La decisi�n fue de acuerdo con las instrucciones dadas a los jueces de Israel: �Defiende al pobre y al hu�rfano: haz justicia al afligido y al necesitado.

Libra al pobre y al menesteroso de la mano de los imp�os �( Salmo 82:3 ). Este feliz resultado est� calculado para fortalecer la fe de todos los que puedan sentir, con el ap�stol, que �la sabidur�a de este mundo es locura para con Dios. Porque escrito est�: Toma a los sabios en su propia astucia �( 1 Corintios 3:19 ).

Quien pueda captar este hecho en lo m�s �ntimo de su coraz�n, ciertamente podr� comprender la persuasi�n del salmista ( Salmo 91:1 ): "El que habita en el lugar secreto del Alt�simo, a la sombra del Todopoderoso morar�". Siente que cualquier cosa que parezca hacer en su contra, realmente funciona para �l. Aprecia esa confianza en el Dios viviente.

Santificar� cada evento de su vida; moderar� sus alegr�as; mitigar� sus dolores; acelerar� la actividad, mientras que templar� la prisa; despertar� la indolencia, mientras que moderar� el celo; sobre todo, siempre impartir� satisfacci�n con resultados, cualquiera que sea la decepci�n por cierto. Pero de nuevo: este feliz final de la sunamita, me temo, no corregir� el error de aquellos que son esc�pticos e incr�dulos de una providencia especial.

Por extra�o que parezca, la circunstancia misma de que los medios por los que se rode� sea natural y probable tendr� a menudo el efecto de endurecer la mente contra mejores impresiones. As� es como los extremos se encuentran con tanta frecuencia y exhiben un car�cter de la m�s desconcertante inconsistencia. El incr�dulo en lo probable ser� el m�s cr�dulo en lo improbable; y el hombre que rechaza el funcionamiento de la providencia divina en eventos naturales y comunes ser� el primero en recibir, s�, y en luchar por esos trabajos en eventos antinaturales y poco comunes.

Por lo tanto, un pagano, como lo describe Ezequiel, �usar� la adivinaci�n al separar el camino, al comienzo de los dos caminos, para saber cu�l tomar; har� brillar sus flechas, consultar� sus im�genes, mirar� en el h�gado �( Ezequiel 21:21 ); y as� un cristiano ignorante y supersticioso, pero nominal, recurrir� al giro de una baraja de cartas, o al enrollamiento de hojas de t� alrededor de una taza de t�, o las l�neas en la mano, pronunciadas sabiamente por un operador misterioso, mientras burlarse abiertamente, o en el coraz�n ridiculizar, la noci�n de direcci�n inmediata que se le da al hombre en un trono de gracia en respuesta a una oraci�n ferviente y eficaz. ( GL Glyn. )

La viuda defraudada; o coincidencias en el archivo

Dios siempre no est� dispuesto a permitirnos sufrir, y sin embargo, si constantemente controlara el sufrimiento, vendr�a un gran mal. Si Israel no hubiera sido visitado durante el reinado de Joram con hambre, un mal peor habr�a ca�do sobre la naci�n; se habr�a hundido en un estado m�s profundo de idolatr�a; una plaga de corrupci�n y oscuridad se habr�a apoderado de la gente y habr�a habido hambre de la Palabra.

Cayeron las calamidades nacionales, pero �ay! el inocente ten�a que sufrir con el culpable. La mujer de Sunem hab�a hecho todo lo posible para honrar a Dios y a Sus siervos y, sin embargo, estaba envuelta en la angustia general. Una cosa gan� con su piedad: la advertencia de un profeta. �l le dijo que se fuera y se quedara en una tierra extra�a. El intenso anhelo se funde al final en un movimiento real. Su rostro est� vuelto hacia casa. Sus pasos cansados ??la llevan por fin dentro de las paredes.

Nadie la saluda. Pasa un pariente y ella lo saluda, pero �l, �ay! declara que no tiene el placer de conocerla. A la puerta misma de su propia casa ella llega. En el lugar de donde sol�a dar la bienvenida al caminante, un asalariado la interroga y otro pariente la recibe fr�amente. �A qui�n acudir� en busca de reparaci�n? Va al portal, el lugar de la justicia, y busca, a la manera de Booz, reunir un jurado para decidir entre ella y los hombres que se han apropiado de su propiedad.

Todos se niegan, porque uno y otro le hab�an robado algo. Tienen miedo de tener que vomitar. Est�n temblando ante su reaparici�n. Que vuelva a Filistea o muera de hambre en Sunem. Un tratamiento como este era, para la pobre viuda, m�s dif�cil de soportar que el hambre. Ella podr�a haberlo soportado de extra�os, pero de parientes es verdaderamente amargo. �A qui�n puede recurrir? �Qui�n ejecutar� juicio por los oprimidos? Si Eliseo viviera, sab�a que �l la ayudar�a.

�No se hab�a ofrecido una vez a hablar en su nombre con el rey o el capit�n del ej�rcito ( 2 Reyes 4:13 )? "�Por qu� no deber�a ir directamente al rey?" es su pensamiento repentino. Ella se lo menciona a su hijo. �No tendr� tiempo de escucharnos, madre; nuestra causa ser� un asunto tan insignificante para un gran rey ". �Ah, hijo m�o, tienes raz�n.

Estamos condenados a la pobreza. Una vez fui una mujer honrada en Sunem y pude ayudar a otros, ahora solo puedo ansiar ayuda. La posici�n o las posesiones ya no son para nosotros ". As� reflexionando, y quiz�s murmurando, llega a la presencia del rey. Ella tiembla y est� lista para regresar. Sin embargo, conoce a Joram por su atuendo y su personal. Est� hablando con un anciano, sin duda sobre importantes asuntos de Estado.

Cuando se acerca y vuelve a mirar al compa�ero del rey, imagina reconocer esos rasgos. S�, es Giezi, el que hab�a estado al servicio de Eliseo, el poderoso profeta. Joram acaba de pedirle a Giezi que le cuente algo sobre los hechos de Eliseo, el hombre a quien le deb�a su �xito al comienzo de su reinado. A trav�s de �l, rechaz� a los sirios. Desear�a haber actuado posteriormente m�s en armon�a con los principios del profeta.

Por eso desea saber m�s de ellos. "�Qui�n es ese?" Giezi mira con asombro. �Puede ser �sta la misma mujer e hijo de quien hab�a estado hablando? S�, pero c�mo cambi�, la mujer, y envejeci�. �Y ese joven? Es el hijo de la promesa prof�tica y la restauraci�n milagrosa.

1. Tenemos en esto una ilustraci�n de ciertas coincidencias que nos llegan en la vida y que a menudo tienen un gran efecto en la determinaci�n de nuestro futuro. Algunos hombres toman un rumbo determinado y luego la vida transcurre tranquilamente hasta el final, como una locomotora en una l�nea nivelada. Otras son arrastradas por una corriente y se mueven de aqu� para all� como la corriente o torrente que frena, estrecha y arroja, las desigualdades rocosas sobre las que tiene que fluir o sobre las que tiene que saltar.

Hay ciertos puntos en la vida en los que nos volvemos completamente hacia el bien o el mal, por el tiempo y la eternidad. Es posible que no notemos estos puntos. Hay momentos en los que la vida parece girar como sobre un pivote. La m�s m�nima acci�n, el acontecimiento m�s insignificante, puede bastar para dar el giro, la tez, el cambio de direcci�n a la vida. Recuerdo cuando en gran perplejidad mental sobre una de las doctrinas m�s importantes del Nuevo Testamento, conoc� casualmente, en N�poles, al Dr.

Symington de Escocia, y en una conversaci�n de despu�s de la cena, y durante un paseo por debajo del castillo de St. Elmo, se pronunciaron palabras y pensamientos que me hacen hoy un trabajador cristiano en lugar de un mero agn�stico.

2. La mano de Dios debe trazarse en las minucias de la vida. El Dios poderoso de Israel se preocup� por ella: una viuda pobre, solitaria, rechazada y oprimida. Sus casas y tierras fueron r�pidamente restauradas. El rey actu� con presteza. Los injustos fueron reprendidos. Se castig� a los que quitaron los antiguos hitos. Los terratenientes estaban frustrados con su plan. La mujer de Sunem s�lo pudo exclamar: �Verdaderamente hay un Dios que juzga.

"Es padre de hu�rfanos y marido de viuda". Y todos los que est�n en problemas, aflicciones, perplejidades o que tienen que sufrir por las malas acciones de otros, pueden estar siempre seguros de tener acceso al Rey de reyes y del hecho de que hay un Abogado con el Padre. La Biblia est� llena de indicios de la obra especial de Dios. El hilo plateado de la Providencia recorre todo.

Cristo nos ense�� que hasta los cabellos de nuestra cabeza est�n contados, y que ni un gorri�n cae al suelo sin el aviso Divino. Desde la muerte de Cristo, toda la historia muestra que Dios ha estado trabajando por el bienestar de los hombres y el avance de su reino de bondad en todos los corazones. Los hombres especialmente preparados para grandes obras nacen en diferentes �pocas. Todas las cosas converger�n hacia Su gran fin.

Todo, incluso lo que parece m�s adverso, como la mujer sunamita que buscaba sus tierras, coincidir� con la restauraci�n a Cristo de todos los reinos del mundo. Su derecho es reinar. Los usurpadores no s�lo tendr�n que renunciar a su usurpaci�n, sino que tendr�n que rendir homenaje a Aquel que ha tra�do la victoria.

3. Ahora bien, aunque creemos en la convergencia de circunstancias bajo la direcci�n de Dios, y aunque exhortamos sobre toda la necesidad de buscar la direcci�n Divina y de seguir las indicaciones de la providencia, tambi�n har�amos una advertencia en contra de buscar siempre coincidencias. para guiarnos en toda circunstancia. Podr�amos errar y estar apoyados s�lo en un brazo de carne. Siempre es mejor hacer lo que sugiere el coraz�n cuando act�a bajo la conciencia de una oraci�n ferviente a Dios. Es posible que no busquemos se�ales. Debemos actuar como si todo dependiera de nosotros mismos, pero, al mismo tiempo, descansar en el poder de Dios mediante la simple oraci�n.

4. A veces hay una convergencia de desgracias, una coincidencia en el dolor. Tenemos un dicho familiar que dice que las desgracias nunca vienen solas. Hay per�odos que ponen a prueba la fe severamente. Un hombre puede perder su situaci�n, fracasar en un negocio, ser llamado a pagar una garant�a por alguien en quien confiaba y, al mismo tiempo, tener una esposa enferma e hijos con fiebre. O se encuentra con alg�n accidente y se postra.

La ola de la angustia sucede a la ola, hasta que parece como si no hubiera m�s por venir, y �l exclama: "Todas tus olas y tus olas han pasado sobre m�". Bien para �l si en esos momentos, como la sunamita, busca la ayuda del rey y se aferra a esa misericordia que nunca se retira de los m�s descarriados, o falla en los m�s d�biles. ( F. Hastings. )

Versículos 7-15

Eliseo lleg� a Damasco.

Personajes llamativos

Tenemos aqui&mdash

I. Un rey moribundo.

1. Este rey moribundo estaba muy ansioso. "�Debo recuperarme de esta enfermedad?" Esta era la pregunta que quer�a que Eliseo respondiera. No, puede estar seguro, en negativo. Sabiendo algunas de las maravillas que hab�a realizado Eliseo, con toda probabilidad imagin� que ejercer�a su poder milagroso en su favor y le devolver�a la vida. Todos los hombres temen m�s o menos a la muerte, los reyes quiz�s m�s que otros. Si son imp�os, tienen m�s que perder y nada que ganar. Observar,

2. Su ansiedad lo impuls� a hacer cosas extra�as.

(1) Le result� extra�o pedirle un favor al hombre cuya muerte hab�a buscado con avidez. �Qu� cambio es este! Las �ltimas horas invierten nuestros juicios, revolucionan nuestros sentimientos, derriban a los elevados.

(2) Le result� extra�o pedirle un favor a un hombre cuya religi�n odiaba. Ben-adad era un id�latra.

(3) Le resultaba extra�o hacer regalos costosos a un pobre hombre solitario. �Qu� es para �l la riqueza, la grandeza, la corona, el cetro del monarca m�s poderoso cuando se siente morir? �l cambiar� todo por unas pocas horas de vida. Tenemos aqui&mdash

II. Un profeta patri�tico. �Y Eliseo le dijo: Ve, dile (Ben-adad): Ciertamente sanar�s; sin embargo, Jehov� me ha mostrado que ciertamente morir�. �No hubo contradicci�n en este mensaje. La primera parte fue propiamente la respuesta a la pregunta de Ben-adad. La segunda parte estaba destinada a Hazael, quien, como un cortesano ingenioso y ambicioso, inform� solo de la declaraci�n del profeta en la medida en que se adaptara a sus propios puntos de vista ". Tenemos aqui&mdash

III. Un cortesano ignorante de s� mismo. "Y Hazael dijo: �Pero qu� es tu siervo un perro para que haga esta gran cosa?" La conducta de este hombre, como se registra aqu�, sugiere dos comentarios generales.

1. Los g�rmenes del mal pueden existir en la mente de un hombre malvado, del cual es completamente inconsciente.

2. Por la fuerza de las circunstancias, estos g�rmenes se desarrollan en toda su enormidad. ( Homilista. )

Versículo 10

Ciertamente puedes recuperarte.

Ignorancia del futuro

El tema que propongo discutir es el efecto moral de la ignorancia del futuro.

I. La avidez con la que los hombres buscan conocer el futuro. La gente casi siempre est� dispuesta a creer que algo inusualmente bueno les va a ocurrir; que su suerte ser� excepcional; que su futuro est� en alg�n lugar para ser descubierto por la adivinaci�n, por las l�neas en sus manos, por los cursos de los cuerpos celestes. Ponte de pie junto a la adivina, a la que se ha dirigido una joven, que, en su ignorancia y sencillez, quiere saber qu� suerte humana le espera; si se va a casar o no; si su marido ser� rico o pobre; cu�l es su complexi�n, el color de su cabello y sus ojos, su ocupaci�n, y todas esas minucias sobre �l con las que se ocupa su rebosante fantas�a.

Recordemos los peque�os y sencillos artilugios, como arrancar una margarita a medida que se repiten determinadas frases, a los que recurren ni�os y j�venes; todos surgen de una curiosidad por el futuro, y una impresi�n que se aloja en alg�n lugar de la tierra, o del aire, en una margarita o en una constelaci�n, es el secreto que deseamos conocer. No hay duda sobre la influencia de los agentes sobrenaturales buenos y malos en nuestras vidas; Tampoco hay duda de que los acontecimientos de nuestras vidas son seguidos de cerca por los habitantes de dos mundos.

Si buenos esp�ritus, �por qu� no malos? Hay dos formas en las que un hombre puede afrontar el futuro; uno, mirando el rostro de Dios, confiando en las promesas de Dios, pidiendo el apoyo de los brazos eternos; y el otro, volvi�ndose para invocar los esp�ritus de las tinieblas; haciendo alianza con el diablo para obtener consejo y ayuda del mundo infernal. Y considero todo este deseo de traspasar el velo del misterio que abarca el futuro, excepto cuando caminamos por fe con el Invisible, cuando creemos en Dios y vinculamos nuestro destino con Dios guardando Sus leyes, como inmoral y anticristiano.

II. La ignorancia del futuro, si ese futuro ha de ser desastroso, es siempre una bendici�n para nosotros; mientras que, si ha de ser ventajoso, es una inspiraci�n. Y es entre este posible desastre y la ventaja que los hombres hacen todo el progreso, ya sea intelectual o espiritual. En todo movimiento que se produzca artificialmente, como el movimiento de un carruaje o tierra, o sobre rieles, o el movimiento de un barco a trav�s del agua, siempre hay dos elementos; dos fuerzas actuando y reaccionando.

Est� aquello que impulsa: la fuerza motriz; y aquello que lo resiste, y el resultado es el movimiento. Cuando las ruedas motrices de una locomotora no agarran el ra�l, es decir, cuando el ra�l est� cubierto de escarcha o hielo de modo que no hay resistencia a su revoluci�n, no puede haber progreso: el gran hierro tendido El caballo no es m�s que un juguete que hace girar sus ruedas como un trompo. Estos dos elementos est�n en el vuelo del p�jaro: el golpe del ala y la resistencia del aire.

Cuando los inventores se esfuerzan por encontrar alguna m�quina que navegue por el aire, buscan primero la ligereza. Pero es el peso del p�jaro, as� como el golpe del ala, lo que le da el poder de hacer tan hermosas evoluciones en el aire. El aire es para el cuerpo del ave lo que el agua es para el casco del barco: un medio de resistencia. Como las ruedas del vapor, como el tornillo de la h�lice, como el remo o la paleta del remero son resistidos por el agua, se avanza.

Es as� en la vida humana. El patriarca Job dice: ��Qu�! �recibiremos el bien de la mano de Dios, y no recibiremos el mal? " Es encontrar una mezcla de bien y mal lo que hace al car�cter. Es la contingencia del bien y del mal; la incertidumbre de si ser� uno o el otro, es el motivo principal de la acci�n humana. La gente pregunta, �por qu� Dios no hizo al hombre para que no pudiera pecar? Es como preguntar por qu� Dios no hizo la materia para que un objeto pudiera moverse sin encontrar resistencia; por qu� Dios no hizo al p�jaro para que pudiera volar sin dominar los poderes del aire.

Caminar es solo caer hacia adelante y recuperarse. La recuperaci�n previene el accidente. El beb� comienza con el primer movimiento, pero a�n no es competente para el segundo. Y ning�n hombre camina con Dios sin encontrar una palanca para su alma en el mal que hay en el mundo; solo que �l no quiere nada de eso en �l. En cierto sentido, estamos advertidos respecto al futuro. Tenemos principios generales que se nos han dado.

Estos principios a menudo se expresan en forma de m�ximas. Por ejemplo, decimos que "la honestidad es la mejor pol�tica", con referencia principal a los negocios; que si un hombre gana mucho dinero con un trato deshonesto, est� perjudicando su negocio todo el tiempo; solo est� consiguiendo una cuerda para ahorcarse. El joven que est� estudiando en la escuela escucha esto; no cree que se aplique a sus relaciones con su maestro y sus libros, pero es as�.

Cuando, en el m�s all�, se enfrenta a cuestiones comerciales o intereses comerciales, y descubre que no puede resolver dudas que fueron resueltas por sus libros de texto olvidados, o por su fiel maestro, lo descubre. No es momento de desmontar y apretar la cincha de la silla cuando la batalla est� sobre nosotros. Ninguno de nosotros hubiera sido un hombre m�s triste en la vida al conocer de antemano las calamidades que le sobrevinieron en los �ltimos doce meses.

Que tome su cruz todos los d�as, no es la cruz de ma�ana la que podemos tomar hoy, aunque la tomemos. Y lo que se llama problemas para pedir prestado es tomar la cruz de ma�ana, siempre imaginaria, antes de que llegue el d�a de ma�ana. El Salvador dice: �Basta hasta el d�a su maldad�, lo que significa que si nos las arreglamos para lidiar con el mal de hoy y vencerlo, es todo lo que Dios espera de nosotros; es la victoria.

Y luego, por otro lado, la certeza de la buena fortuna siempre es enervante. Dios ayuda a los hombres que se ayudan a s� mismos. Caen en la l�nea de Sus prop�sitos; ven la marea que, tomada con su crecida, conduce a la fortuna. Dile a un joven que a los cuarenta a�os valdr� un mill�n de d�lares y que le has hecho da�o.

III. La ignorancia del futuro es una protecci�n contra la tentaci�n de emplear m�todos indirectos y pecaminosos para asegurar lo que se nos ha asegurado que suceder�. Tome este caso de Hazael para ilustrar la tentaci�n que le sobreviene un hombre que sabe que debe ocupar un puesto alto. Dir�as que argumentar�a de esta manera: Bueno, si voy a ser Rey de Siria, que el Dios, cuyo profeta lo predice, me haga rey; No mover� un dedo; menos que nada intentar� encontrar un atajo al trono. Esta fue la forma en que Macbeth deliber�:

�Si el azar me har� rey,

por qu� el azar puede coronarme,

Sin mi agitaci�n ".

Las aspiraciones y capacidades de un hombre son a menudo profec�as de lo que Dios quiere hacer por �l. Si se dijera a s� mismo: "Merezco tal o cual puesto, y no importa c�mo lo consiga"; si entonces se dirigiera a la tarea de suplantar a otro ocupante del lugar, o aspirante a �l, podr�a asegurarse el puesto, pero ha introducido en su copa de la vida lo que lo amargar� para siempre.

No hay grandeza moral en tener un lugar. Lugar sin aptitud para ello; lugar con el recuerdo de la deshonra o la mala direcci�n al buscarlo, es realmente una verg�enza para un hombre. Hazael se convirti� en rey de Siria como Macbeth se convirti� en rey de Escocia, al intentar lograr mediante el crimen lo que ya estaba escrito en el futuro. Pero, �qu� fue Hazael como rey de Siria, qu� fue Macbeth como rey de Escocia, con el predecesor de cada asesinado para abrir el camino al trono? La misma noche de la muerte de Duncan, mientras a�n yac�a all�, el asesinato sin descubrir, y alguien llam� a la puerta del castillo, Macbeth dice:

�Despierta a Duncan con tus golpes;

�Ojal� pudieras! "

Por ejemplo: hay un logro, una posesi�n que deseo, creo que me lo merezco, tengo aptitud para ello, podr�a honrar a mi Hacedor si me complaciera en mi deseo, podr�a beneficiar a mis semejantes. Ahora viene la prueba de mi car�cter. Si estoy dispuesto a cumplir con las condiciones del m�rito, a servir a Dios donde �l me ha puesto, hasta donde pueda; esperar Su tiempo por reconocimiento y promoci�n; si llegara la promoci�n, entonces me ha buscado; No he entrado en alianzas imp�as, no he roto la regla de oro.

La plata, el oro o el lugar de nadie he codiciado. Si, por otro lado, me digo a m� mismo, Dios quiso esto para m�, y quiero tenerlo, y empiezo a trepar por encima de las cabezas de la gente, ya que los hombres a veces intentan salir de la multitud, lo llevo consigo. yo el sentido de mi propia indignidad.

IV. La ignorancia del futuro por nuestra parte no interfiere con la certeza de Dios respecto a �l. Deber�a hacernos confiar en esa certeza. Solo la certeza en alg�n lugar puede brindarnos seguridad. Es habitual decirlo de otra manera, como si la certeza de Dios respecto a un evento futuro pudiera posiblemente impedir el ejercicio de nuestra libertad al poner nuestras fuerzas para vencerla o vencerla. Pero en la esfera del hombre, el hombre es tan libre como Dios en Su esfera.

Y sin alguna certeza, �de qu� sirve la libertad? Hazael ser� rey de Siria. Esto deber�a contentarlo, pero siendo un hombre sin escr�pulos y el rey de Siria enfermo, y en ese particular para �l, su servidor confidencial, una v�ctima f�cil, ya que Duncan lleg� convenientemente &mdashla oportunidad del diablo&mdash al castillo de Macbeth. , Hazael extiende un pa�o h�medo sobre el rostro del rey, lo ahoga y muere, y el trono vacante est� listo para �l.

La certeza de que iba a ser rey de Siria no afect� su conducta. Marque eso. Su conocimiento de la certeza lo hizo. Lo tent� a comprender, por medios inmundos, lo que, si hubiera esperado, hubiera sucedido as�, como lo expresamos. Dios no es menos en los eventos futuros de esta naci�n que en los eventos futuros del reino de Siria o del reino de Israel; Hazael no estaba m�s seguro, hist�ricamente seguro, seguro en la mente de Dios de suceder a Ben-adad de lo que lo est� alg�n hombre de suceder al actual presidente.

Pero la certeza de Dios est� en otro plano de la contingencia que est� en los asuntos de los hombres. La tormenta de lluvia y aguanieve que envuelve los bosques como con armaduras de plata, que hace que cada rama sea como una lanza que los vientos se balancean e inclinan como para alg�n encuentro en caballeros andantes, fue predicha por la oficina meteorol�gica veinticuatro horas antes. vino; fue conocido de antemano y registrado y publicado a la naci�n.

Pero la certeza no afect� la acci�n de las combinaciones atmosf�ricas necesarias para producir la tormenta. Las fuerzas atmosf�ricas norte, sur, este, oeste, se mantuvieron en la mano o se desataron seg�n fuera necesario para el resultado. Dios preside en su propia esfera, asegurando la libertad humana, tocando los resortes de la acci�n, llevando a cabo sus propios planes, haciendo que todas las cosas trabajen juntas para el bien de sus hijos y para su propia gloria.

Nuestra ignorancia del futuro no perturba Sus asuntos. Dios hace que la ira del hombre lo alabe, y refrena el resto de la ira. Deja que los malvados vayan tan lejos como necesitan para probar su libertad, y luego los detiene y se aprovecha, no de lo que pensaban hacer, sino de lo que hicieron. Este es el tipo de alquimia m�s maravilloso. ( JE Rankin, DD )

Versículo 13

�Es tu siervo un perro para que haga esta gran cosa?

Autoenga�o

Sin duda, el sirio fue perfectamente sincero en esta pregunta. Hab�a visto las l�grimas que corr�an por el rostro arrugado del anciano profeta al pensar en las aflicciones que, por la mano derecha fuerte del soldado rudo, llegar�an a su amado pueblo. Hab�a escuchado el sorprendente anuncio de que deb�a emprender una misi�n de destrucci�n, r�pida, terrible y despiadada, y su mente no pod�a admitir la idea de que su coraz�n pudiera volverse tan despiadado o su brazo tan potente.

No era m�s que un capit�n de la hueste siria, que viv�a �nicamente del favor de su amo, y no pod�a comprender c�mo pod�a tener el poder de llevar a cabo tan maravillosas haza�as. Todav�a no estaba muerto a los sentimientos comunes de la humanidad, y no pod�a pensar que as�, de manera tan desenfrenada, tan brutal, tan imprudente, pudiera plantar su tal�n de hierro sobre todo lo m�s sagrado y tierno de la vida humana. Sin embargo, inmediatamente se alej� del profeta para emprender su carrera de ambici�n y sangre.

Al d�a siguiente lo vio de pie como un asesino al lado de la cama del maestro que lo hab�a colmado de favores, al d�a siguiente estaba sentado como un orgulloso usurpador en el trono y, paso a paso, se precipit� hacia abajo. curso del crimen que le hab�a sido bosquejado, verificando cada palabra que el hombre de Dios hab�a pronunciado, y llenando la medida de aquellas iniquidades que arrastraban el golpe del juicio.

As�, miserablemente, Hazael se enga�� a s� mismo. Probablemente nunca hab�a pasado una hora a solas estudiando su coraz�n y, por lo tanto, ignorante de s� mismo, abrigaba una confianza en s� mismo y en su propia virtud, cuya absoluta locura pronto se manifest�. �Fue su caso excepcional? Nada es m�s com�n que los errores de los hombres en cuanto a su propio car�cter, sus peligros especiales, su poder de resistencia al mal.

Hombres que tienen maravillosas adquisiciones y amplios conocimientos, que pueden discutir los problemas de la filosof�a y est�n familiarizados con todos los descubrimientos de la ciencia, es m�s, que son grandes estudiosos del car�cter humano y las influencias por las que se forma; hombres que, de hecho, se enorgullecen de su conocimiento de la naturaleza humana, muestran la m�s miserable ignorancia y caen en los m�s miserables errores en relaci�n con ellos mismos.

No hay ninguno de nosotros, quiz�s, totalmente exento del mal, aunque en el caso de algunos est� m�s desarrollado; pero dondequiera que est�, debe ser una fuente de debilidad para el alma. Creer que somos fuertes donde estamos lamentablemente d�biles, - no saber nada en cuanto al pecado que f�cilmente nos asedia, y no estar preparados para resistir sus ataques, - apreciar la seguridad de una victoria f�cil cuando estamos abiertos a ciertos la derrota, seguramente no es una herida leve para el alma.

Expone a peligros contra los que deber�amos estar siempre alerta. De este autoenga�o, sus causas y resultados, es nuestro prop�sito hablar aqu�, esperando sacar del caso de Hazael lecciones de advertencia solemne e impresionante.

I. Se�alemos sus causas. Los hombres no se preocupan por conocerse a s� mismos y, por lo tanto, no estudian sus propios corazones. Quieren saber todo y a todos menos a s� mismos. Con gusto desgarrar�an el velo del misterio y aprender�an las maravillas de lo espiritual, atravesar�an el Universo, medir�an el Infinito y comprender�an lo Eterno. Pero no les importa saber lo que m�s les preocupa: el verdadero car�cter de sus propias almas.

El autoexamen es un deber que siempre podemos posponer. Los resultados de la negligencia no son evidentes para nosotros de inmediato, mientras que otros apenas son capaces de detectarlos en absoluto, por lo que con demasiada frecuencia se pospone a lo que consideramos la presi�n m�s urgente de otras llamadas. Comparte el destino com�n del trabajo que se puede realizar en cualquier momento; no hay un horario fijo para ello. Mientras todo prospere en el exterior, y no haya conmoci�n violenta que perturbe la estimaci�n demasiado complaciente que estamos dispuestos a formar de nosotros mismos y de nuestras propias actuaciones, o mientras estemos ocupados en los deberes activos del mundo o de la Iglesia, hay muy pocas oportunidades y menos disposici�n para que volvamos los pensamientos hacia nosotros mismos con el fin de determinar el verdadero estado de nuestros propios corazones.

Muy a menudo, la aflicci�n se convierte as� en una bendici�n para nuestras almas. Obliga a la jubilaci�n, proporciona tiempo para pensar, Pit nos oculta mil influencias que confunden y enga�an, y dispone a una cuidadosa b�squeda del coraz�n. Justo en la misma proporci�n son peligrosos los tiempos de prosperidad ininterrumpida, debido a su tendencia inevitable a apresurar el esp�ritu en un torbellino de excitaci�n y placer perpetuos, a intoxicarlo con pensamientos elevados de sus propias capacidades y logros, a inducir un sensaci�n de seguridad en el momento mismo en que el peligro puede ser m�s inminente, y la necesidad de una resistencia severa y viril es mayor.

Pero no debemos olvidar que con todos nuestros esfuerzos por conocernos a nosotros mismos, por muy sinceros que sean, y por muy diligentes que sean, hay influencias que enga�ar�n y desconcertar�n nuestro escrutinio m�s cuidadoso. Apenas podemos ocultarnos a nosotros mismos el hecho de que las circunstancias a menudo revelan a un hombre mismo ya los dem�s lo que realmente es, y eso tanto en el buen sentido como en el mal sentido. Hay poderes que a veces quedan sin desarrollar en la mente simplemente porque no ha habido oportunidades para desplegarlos, hasta que surge alguna circunstancia repentina para llamarlos y el hombre se eleva a la grandeza de la ocasi�n.

De modo que, incluso en nuestra propia experiencia, a menudo hemos visto horas de aflicci�n que provocan cualidades heroicas del coraz�n, que en d�as m�s brillantes y felices permanecen inactivos. A menudo hay profundidades de depravaci�n en los corazones humanos insospechadas y no reveladas hasta que alguna tentaci�n, quiz�s m�s sutil o m�s poderosa que la ordinaria, o que se presenta posiblemente en un momento de especial debilidad, sirve para revelar el triste secreto. El enemigo ha planeado un asalto con habilidad consumada, llega en una hora sin vigilancia, y luego comienzan, despavoridos a una vida repentina, pasiones que hab�an permanecido completamente dormidas, y los hombres son arrastrados a pecados por cuya sola menci�n en otros momentos. hubieran retrocedido horrorizados.

Hazael podr�a haber pasado por la vida con la reputaci�n de un capit�n bravo, un s�bdito leal, un amigo fiel; otros jam�s hubieran so�ado con las feroces pasiones que se agitaban en su pecho y buscaban una salida, si la tentaci�n no lo asaltaba y revelaba la crueldad, la ambici�n, la lujuria que lo convert�a en un traidor, un asesino, un monstruo. Que as� sea con nosotros. Estos corazones son enga�osos y desesperadamente malvados, y su enga�o se muestra principalmente al ocultar su maldad.

Siempre nos est�n cegando a la existencia de los males que m�s tenemos que temer, y persuadi�ndonos de que poseemos alg�n bien que no tiene realidad sino en las fantas�as de nuestro propio orgullo enga�oso y confianza en nosotros mismos. Son como pozas traicioneras cubiertas de una rica vegetaci�n, que esconden las oscuras y profundas aguas de la muerte que yacen debajo. La experiencia es verdaderamente el m�s severo de los maestros; no hay lecciones tan valiosas como las suyas; ninguno, quiz�s, que sea tan probable que sea recordado.

Sin embargo, aqu� se encuentra continuamente impotente. Nuestros corazones encuentran mil excusas. El orgullo induce al olvido, y as� caemos en el mismo error, para expiarlo con la misma pena. Parece que se necesitan mil advertencias para hacernos sentir lo que ense�a Salom�n, habi�ndolo aprendido �l mismo s�lo mediante una disciplina muy humillante: "El que conf�a en su propio coraz�n es un necio". Tambi�n hay una influencia cegadora en el amor propio, que ayuda al enga�o del que hablamos.

Las normas por las que, en su mayor parte, nos juzgamos a nosotros mismos son muy diferentes de las que aplicamos a otros hombres. A todo esto Satan�s ministra con el arte con el que siempre busca realizar sus prop�sitos. Es como un h�bil general que no desenmascara inmediatamente sus bater�as y ataca la fortaleza en sus puntos m�s fuertes, sino que, por el contrario, se acerca gradualmente, acostumbra a sus tropas a la victoria y deprime a sus enemigos con leves ventajas obtenidas en los puntos d�biles. en las l�neas de defensa, mientras tanto, controlando sus recursos y ocultando su preparaci�n, hasta que llegue el momento de hacer saltar la mina y derribar la ciudadela. Rara vez es su pol�tica seducir de inmediato a alguna transgresi�n atroz.

II. El resultado. Est� aqu� en el caso de Hazael, y adem�s se ha visto en multitudes. Los hombres, inconscientes de su propia debilidad, ciegos a los peligros que los rodean, seguros de su propia seguridad y encaprichados por ese miserable amor propio que les hace creer que no pueden hundirse en las mismas profundidades del pecado que los dem�s, contin�an hasta que son traicionados en alg�n acto de maldad que los cubre de verg�enza.

As� fue con Peter. Poco pod�a calcular los resultados de esa autodependencia que alimentaba dentro de su pecho; nunca podr�a perder su amor o perder su lealtad al Maestro a quien su coraz�n estaba tan fuertemente apegado. El Se�or le advirti� en com�n con otros. O tomemos el caso de Lot: un joven, lleno de vida, energ�a y esp�ritu, estaba a punto de separarse de su honorable t�o, habiendo elegido la hermosa ciudad de Sodoma para su residencia.

Es cierto que la gente era muy perversa, pero la tierra era muy rica. Es cierto que debe vivir en medio de muchas cosas que afligir�an su alma justa. �Pero que hay de eso? Hab�a dinero que ganar - sus reba�os aumentar�an - �l ser�a un gran hombre, y eso para �l, como con muchos todav�a, era el gran, el punto decisivo - no ten�a por qu� ser part�cipe de los pecados de aquellos entre los que habitaba; ador� a Dios y pudo adorarlo en Sodoma como en cualquier otro lugar.

�No es as� alguna vez? Dile a ese joven feroz, apasionado y descarriado, que crecer� para ser el asesino: �Esas concupiscencias descuidadas, a las que das las riendas, te llevar�n al crimen m�s atroz y te envolver�n en la destrucci�n m�s terrible: est�s sembrando el viento, pero cosechar� el torbellino - tu coraz�n se convertir� en la morada de cada principio vil - tu vida un cat�logo oscuro de pecados contra Dios y el hombre - tu muerte ser� una de ignominia y verg�enza.

"�No ser�a su respuesta:" Tu sirviente es un perro para que haga esto? " O el que ahora critica la verdad de Dios, como si fuera una mentira. Hubo una hora en la que no se atrevi� a hablar as�. Si hubieras estado a su lado cuando escuch� por primera vez la voz demon�aca que susurr� en su o�do las sugerencias de la duda, o cuando balbuce� con acento tartamudo su primer desaf�o al Evangelio; cuando por primera vez se uni� a la risa contra la verdad, consider�ndose inteligente, audaz y valiente, porque se hab�a atrevido a escandalizar lo que �l llamaba los prejuicios de alg�n siervo sincero de Dios, al despreciar lo que consideraba m�s sagrado. -�Le hubiera dado, como amigo ansioso, entonces la advertencia fiel: �Cuidado; est�s dando el primer paso en un camino descendente; seguir�s y seguir�s despreciando toda religi�n;

"�Qu�! �No voy a pensar por m� mismo? �Debo caminar por los viejos surcos, aceptar los viejos dogmas y pronunciar los viejos shibboleth? porque no soy esclavo de los prejuicios, �me he convertido en un infiel? " "�Es tu siervo un perro para que haga esto?" Hay aqu� hoy un joven que acaba de perder el temprano fervor de su profesi�n, ese primer amor que alguna vez pareci� ser tan intenso que nada lo detendr�a o empa�ar�a.

Se est� volviendo m�s descuidado; alguna herida a su amor propio, o alguna fantas�a ociosa, lo ha expulsado de un puesto de trabajo cristiano; apenas est� comenzando a deshacerse de las ataduras que hasta ahora le hab�an sujetado. Si tuvieras el don de la inspiraci�n, �podr�as presentarlo ante s� mismo como lo ser� con el tiempo, un profesor fr�o, desalmado e in�til, cuya religi�n es para �l poco m�s que una carga, contento con una asistencia formal un s�bado por la ma�ana a la la casa de Dios, �no retroceder�a horrorizado de la visi�n y exclamar�a: ��Oh, no! No puedo llegar a ese estado de espantosa tibieza; No elijo estar atado como los dem�s; Me gusta tomar mi propio curso, pero no me hundir�a a un nivel como ese.

�Hay un hombre completamente envuelto en el mundo. Nunca piensa, habla, trabaja para otra cosa. Tambi�n podr�a, mejor dicho, no tener alma; la trata con total indiferencia. �Fue siempre as�? �Ah, no! Hubo un tiempo en el que tembl�, lleno de emoci�n, sinti� que un d�a u otro ser�a cristiano. Imagin� que pod�a hacer una pausa a su propio placer; nunca pens� que fuera posible para �l hundirse en el mundano ego�sta e insensible que es ahora.

Si este es el relato verdadero de la naturaleza humana, si tal es la debilidad de nuestro propio coraz�n, �cu�n manifiesta la necedad y la culpa de ese esp�ritu farisaico en el que tantos se entregan, justific�ndose y condenando a sus hermanos! Entonces, �c�mo nos muestra el conjunto la necesidad de esa gran provisi�n que Dios ha hecho? Siendo as� nuestros corazones, as� descarriados, as� enga�osos, as� ignorantes, �qu� necesidad de ese Esp�ritu Santo, que es el �nico que puede dar sabidur�a, fuerza, santidad! ( JG Rogers, BA )

Hazael: mal detectado

La primera menci�n de Hazael se encuentra en el Primer Libro de los Reyes ( 1 Reyes 19:15 ), donde se nos dice que El�as despu�s de su regreso de Horeb lo ungi� para ser rey. La pr�xima vez que se habla de �l es como primer ministro del rey de Siria y como mensajero enviado al profeta. Curiosamente, Ben-adad env�a a interrogar a alguien que es un sirviente del Dios repudiado por su propia naci�n.

El rey desea saber si se recuperar� de su enfermedad. Env�a un presente de la mano de Hazael. El profeta detect� all� alg�n designio ego�sta. El profeta, en respuesta a la pregunta, dice que Ben-adad puede, en el curso normal de las cosas, recuperarse, pero pronto ve que se acerca un final fatal; sospecha un dise�o siniestro en el mensajero. Un espanto estremecedor se apodera del profeta.

Las l�grimas comienzan a fluir por las mejillas, pero ninguna palabra sale de los labios. Una visi�n est� ante los ojos de Eliseo. Hazael espera. Finalmente pregunta: "�Por qu� llora mi se�or?" Entonces el profeta predice lo que har� el propio Hazael, desolando tierras y destruyendo a los indefensos. Hazael exclama: ��Soy un perro para que haga esta gran cosa?�, Lo que significa que no estaba tan bajo como para hacer tal maldad, o que �l, un simple perro, no podr�a lograr tanto.

Esto en armon�a con la versi�n revisada. La probable intenci�n era repudiar la opini�n formada sobre �l por el profeta como mala e indigna. Casi sospechaba que las l�grimas se refer�an al mal que har�a, y sin embargo, parece no haber reconocido a s� mismo cu�n poderosos eran los g�rmenes del mal en �l por obrar mal a otros, y especialmente cu�n traicioneros eran sus conspiraciones secretas contra el rey. .

1. Las propensiones malvadas en nuestro coraz�n a menudo se nos ocultan. Ignoramos las capacidades para el mal y el bien que se encuentran en nosotros. Hazael no conoc�a su propio coraz�n. No habr�a reconocido que era tan ambicioso, inescrupuloso o asesino. Todos tenemos un reino de misterio dentro. Hay muchos v�stagos en los oscuros pasajes del coraz�n. Pocos se atreven a levantar el espeso velo que se cierne sobre algunos de ellos.

Tenemos habitaciones secretas, solo reveladas por el movimiento de paneles deslizantes. A veces, los paneles no se distinguen f�cilmente. Estamos enga�ados en nosotros mismos. No nacemos totalmente depravados, pero nuestra naturaleza, como una m�quina silenciosa, produce incesantemente pecados de diversos matices y grados de enormidad. Un pedazo de tierra arada en invierno parece tan marr�n y libre de malas hierbas como otro, pero deje que las lluvias desciendan y el sol de primavera descanse sobre �l, entonces subir�n las malas hierbas que ahogan la nueva cosecha de grano.

As� que con los corazones. Un hombre puede ser como otro por un tiempo, pero pronto las circunstancias mostrar�n qu� mal se esconde en el alma de uno y qu� bondad se desarrolla en el otro. Ambos pueden desconocer lo que se puede desarrollar. Irwine, el vicario del sentido com�n, le dijo a su antiguo alumno Donnithorne: �Un hombre nunca puede hacer nada que se aparte de su propia naturaleza. Lleva dentro de s� los g�rmenes de su acci�n m�s excepcional; y si nosotros, los sabios, nos volvemos eminentes tontos en cualquier ocasi�n en particular, debemos soportar la conclusi�n leg�tima de que llevamos unos pocos granos de locura a nuestra pizca de sabidur�a ".

2. Si se revelaran ciertos males que existen en los g�rmenes de nuestra alma, posiblemente deber�amos negar su presencia. Somos como Hazael, reacios a tener una mala o mala opini�n de nosotros mismos. Vemos nuestro retrato reflejado en la c�mara, pero nos vamos y �enseguida� olvidamos qu� clase de hombres somos. Ese chico de aspecto afable de la escuela repudiar�a la posibilidad de que alguna vez rompiese el coraz�n de una madre por su desenfreno y su juego.

Ese novio orgulloso repudiar�a la posibilidad de que �l alguna vez hablara con dureza o tratara brutalmente a esa ni�a confiada, coronada de azahar, cuyo brazo redondeado descansa sobre el suyo, y cuyos ojos llenos reflejan su amor. El "atesorar�" se convierte en ocasiones en el "he aplastado". Ese hombre culto, noble de semblante y noble en su posici�n, repudiar�a la sugerencia de que su peque�a debilidad un d�a lo rebajar�a al nivel del pobre hombre, que con atuendos andrajosos y rostro manchado merodea por la esquina del p�blico esperando ganar un premio. cobre sosteniendo un caballo.

Las circunstancias son tan poderosas para desarrollar cambios de mentalidad que poco imaginamos. El rumbo perverso en el que entramos es como subir a un carrito en un plano inclinado; si alguna vez perdemos poder sobre �l, nos precipitamos hacia la destrucci�n a un ritmo acelerado constantemente.

3. Todo el pecado oculto del alma puede ser revelado por Dios. Eliseo pudo revelar a Hazael a s� mismo. Dios le dio el poder. El conocimiento que Dios tiene de nosotros no es el resultado de la observaci�n y el juicio, como el hombre adquiere conocimiento de su pr�jimo, sino un conocimiento absoluto. Cristo, cuando estuvo en la tierra, no necesit� que nadie testificara de los hombres, porque "sab�a lo que hab�a en el hombre". Sin intentar demostrar a los hombres que eran pecadores, levant� la antorcha de la verdad ante la conciencia e hizo que los hombres se sintieran culpables; como cuando Pedro dijo: "Ap�rtate de m�, porque soy un hombre pecador, oh Se�or"; o cuando el joven gobernante se fue tristemente porque ten�a muchas posesiones; o cuando los acusadores de una mujer d�bil se apartaron de Aquel que dijo: �El que est� sin pecado, que le arroje la primera piedra.

�As� como un m�sico h�bil puede colocar sus dedos sobre las teclas y sacar la m�sica m�s dulce o revelar los defectos del instrumento, as� Cristo toc� el alma humana y revel� su verdad oculta o hizo sonar sus notas discordantes. Nos muestra que ser pecador ya es bastante malo, pero que ser endurecido y descarado en ello es espantoso.

4. Cuando se revela el estado pecaminoso, �ay! la advertencia no siempre se toma. Hazael deber�a haber tomado las palabras del profeta como una insinuaci�n de que deb�a ser misericordioso con los dem�s y consigo mismo. Pero, por mucho que se estremezca y se estremezca ante la imagen de s� mismo que se le presenta, no se aparta del mal. Los "medios para hacer malas acciones hacen que las malas acciones se cometan". Todo hombre tiene que estar atento. El cable no es m�s fuerte que el eslab�n m�s d�bil, ni el car�cter que la mezquindad oculta.

El pecado secreto no crece en un d�a, aunque puede germinar en un momento. Un predicador escoc�s ilustr� bellamente esto refiri�ndose a la diminuta semilla que dej� caer el p�jaro que pasaba en una grieta de una roca, y que, brotando, creci�, y en el transcurso de los a�os por sus poderosas ra�ces movi� la enorme roca hasta que cay� al suelo. lago. As� que debemos tener cuidado con el pensamiento insignificante del pecado. Debemos buscar por el poder del Esp�ritu de Dios.

Seamos sinceros en la b�squeda y firmes en el desalojo del mal oculto. �Es mal genio, enga�o, murmuraci�n, car�cter asesino, travesuras astutas o borrachera abierta, dureza y crueldad? �Fuera con �l, con la fuerza de Dios! ( F. Hastings. )

"�Tu sirviente es un perro?"

Hazael se acerc� al profeta para preguntarle si su maestro se recuperar�a de su enfermedad. La respuesta es ambigua. En lo que respecta a la enfermedad en s�, podr�a recuperarse. Sin embargo, sus d�as estaban contados; y el prop�sito de matarlo ya se estaba formando en el coraz�n de su hasta entonces fiel servidor. El profeta vio ante �l no solo al enemigo del rey, sino tambi�n al hombre que de una manera infligir�a terribles males sobre Israel.

La idea de los horrores que estaban a punto de sobrevenir a su pueblo hizo llorar al hombre de Dios. Hazael pregunta la causa de su dolor. Eliseo le cuenta con franqueza, y en los t�rminos m�s claros, lo que sucedi� en un futuro no muy lejano. Hazael retrocede horrorizado al ver en este espejo prof�tico la imagen de su propia bajeza. "�Tu sirviente es un perro?" El profeta parece evadir la pregunta; y, sin embargo, en su respuesta tenemos la explicaci�n completa y completa, si no a Hazael, al menos a nosotros, de todo lo ocurrido.

�El Se�or me ha mostrado que t� ser�s rey de Siria�. �Es este hombre, entonces, un hip�crita vil y culpable? �Es un hombre que se esconde bajo el manto del afecto fingido por su amo y la reverencia por la humanidad sus diab�licos designios? La respuesta que demos a estas preguntas determinar� para nosotros el uso que se har� de esta parte de la historia sagrada. Estoy dispuesto a tomar la propia estimaci�n que el hombre tiene de s� mismo como, en general, el mejor y el m�s verdadero.

Creo que por el momento estaba realmente consternado por la descripci�n de su vida futura; y que cuando pronunci� esta exclamaci�n, no pudo darse cuenta de que era posible que alguna vez fuera culpable de los hechos nombrados por el profeta. �C�mo, entonces, puedes decir, vamos a dar cuenta del hecho de que �l realmente hizo todo lo que predijo Eliseo, si no era un hip�crita? Hay quienes piensan que el posterior asesinato fue un accidente, en lo que respecta a Hazael. Me temo que esta teor�a carece de pruebas. En todo caso, tenemos el registro de sus tratos con Israel que corroboran plenamente las declaraciones del profeta.

I. Hazael no tuvo en cuenta la influencia de las circunstancias sobre el car�cter humano. Hay una doctrina de las circunstancias completamente en desacuerdo, no solo con las ense�anzas de las Escrituras, sino tambi�n con la experiencia y las convicciones m�s profundas de la humanidad, una doctrina que afirma, o parece afirmar, que las circunstancias hacen a los hombres, y que la �nica diferencia entre el santo m�s noble y el criminal m�s bajo hay una diferencia simplemente en la estructura del cerebro y el car�cter del entorno.

Algunos hombres ense�an esto, pero nadie lo cree o act�a en consecuencia, ya sea en sus sentimientos con respecto a sus propias acciones, o en sus juicios sobre el car�cter moral de las acciones de su amigo. Pero debemos, mientras rechazamos una doctrina tan monstruosa, recordar que, en un sentido muy real, las circunstancias tienen poder sobre el car�cter y la vida.

II. Las circunstancias llevan a los hombres a nuevas tentaciones nunca antes sentidas. Hazael, rey de Siria, o incluso con el trono a su alcance, ser�a una persona muy diferente de Hazael, el sirviente de honor de su amo. El lenguaje de Hazael no debe considerarse hip�crita, sino el lenguaje de alguien que no hab�a sondeado las profundidades de su propio car�cter y que no sab�a nada de los cambios que le traer�an las circunstancias alteradas.

III. Mi texto parece sugerir que mucho de lo que entre nosotros pasa por virtud puede ser simplemente un vicio que no se manifiesta en las circunstancias. �Cu�nto deben las mujeres que a veces son jactanciosas al hecho de que el mundo es m�s duro en juzgar sus pecados que en el caso del otro sexo! �Cu�nto al hecho de que est�n m�s protegidos por las circunstancias! �Que la conciencia pronuncie su voz! No siempre porque fueras m�s santo o m�s fiel a Dios que tu hermano; sino porque nunca estuviste expuesto a sus tentaciones, porque en la providencia de Dios has estado m�s protegido de ti mismo o de los dem�s.

El rico no sabe nada de las tentaciones del hombre presionado por las circunstancias, y de ah� sus duras e injustas censuras. El pobre, protegido por su mism�sima pobreza, no conoce las tentaciones de los amamantados en el regazo de la riqueza; por eso, cuando se entera de los pecados del otro, se halaga a s� mismo por su superioridad. No se lo debe a su hero�smo moral, sino a su entorno. He hablado mucho del poder de las circunstancias.

Que nadie piense que es la criatura de su entorno. Por la gracia de Dios puede elevarse por encima de ellos y triunfar sobre ellos, haciendo que sus mismas pasiones ministren su �xito y haciendo de sus enemigos sus benefactores. ( J. Fordyce. )

"�Tu sirviente es un perro?"

En la teor�a de la gente de esa �poca, algunos dioses pod�an hacer algunas cosas y otros dioses pod�an hacer otras cosas. Hab�a dioses especiales, como hay m�dicos especiales: m�dicos de la vista; m�dicos para el o�do; m�dicos de enfermedades nerviosas; m�dicos para operaciones quir�rgicas; m�dicos para cada departamento de curaci�n. Aunque cada uno puede hacer algo de todo, cada uno tiene alguna especialidad.

Y as� fue con estos dioses. Hab�a dioses de las colinas y dioses de los valles y dioses de esta naci�n, y dioses de esa naci�n, pensaban. Seg�n su noci�n, exist�a una gran variedad en los talentos y capacidades de estos dioses. Por lo tanto, cuando cualquier hombre ten�a alguna empresa que realizar, o alguna enfermedad que curar, naturalmente buscaba la ayuda de un tipo particular de dios, como naturalmente buscamos un cierto tipo de practicante cuando estamos afligidos por una enfermedad.

No es extra�o, por tanto, que cuando Ben-adad se puso enfermo y se enter� de que Eliseo estaba all�, deber�a haberse dicho a s� mismo: "Probar� a su Dios". �El rey dijo a Hazael� (quien parece haber sido su primer ministro en general), �Toma un presente en tu mano, y ve, encuentra al hombre de Dios, y consulta al Se�or, por �l, diciendo: recuperarse de esta enfermedad? " Eso era oriental.

Los obsequios no se consideraban incorrectos, y siempre que alguien quer�a algo era bastante natural que se llevara algo y lo comprara; pero tales cosas en los tiempos modernos adquieren un aspecto diferente. Este venerable profeta anciano, muy avanzado en a�os, fij� sus ojos en este sinverg�enza con una mirada tan penetrante que el rostro del hombre se confundi�, y su color fue y vino.

Fue el discurso m�s penetrante posible. �Y Hazael dijo: �Por qu� llora mi Se�or? Y �l respondi�: Porque s� el mal que har�s contra los hijos de Israel: sus fortalezas incendiar�s, y sus j�venes matar�s a espada, y aplastar�s a sus hijos, y destrozar�s a sus mujeres con ni�o. Y Hazael dijo: Pero, �qu� es tu siervo un perro para que haga esta gran cosa? No parece que el hecho de que iba a ser el rey de Siria lo molest�.

Tampoco fue esto lo que agit� al profeta. Era la visi�n de la gran crueldad que seguir�a bajo su mano cuando llegara al trono. El profeta vio, levant�ndose en visi�n ante �l, provincias asoladas; vio sangre fluir como r�os de agua; vio la rapi�a y la crueldad m�s b�rbaras por todos lados. Fue la visi�n de estos terribles desastres nacionales lo que hizo que se le llenasen de l�grimas los ojos del profeta; y fue el horror de una administraci�n como la que se le hab�a imaginado lo que pareci� golpear a Hazael con sorpresa y rebeli�n.

�Parti�, pues, de Eliseo y vino a su se�or; quien le dijo: �Qu� te dijo Eliseo? Y �l respondi�: Me dijo que ciertamente te recuperar�as �. Bueno, era casi cierto; pero lo que es casi cierto es mentira. Le cont� al rey una parte de lo que hab�a dicho Eliseo, pero no le cont� el resto. No dijo: �El profeta declar� que ciertamente morir�s, aunque te recuperes.

�No le dijo que el profeta dijo que podr�a recuperarse, que no hab�a nada en el camino de su recuperaci�n en lo que respecta a su enfermedad. Su declaraci�n fue, claramente, "�l dice que sanar�s". El rey estaba muy enfermo; estaba demasiado d�bil para ayudarse a s� mismo; y quiz�s cuando estaba dormido, Hazael dijo para s� mismo: �No lo matar�; Solo le cubrir� la cara con un pa�o h�medo.

As� que moj� el pa�o en agua y lo puso sobre el rostro del rey, quien, debido a su extrema debilidad, no pudo deshacerse de �l y se asfixi�. �Es una manera tan f�cil�, podr�a haber dicho Hazael, ��para que �l muera! No he derramado su sangre, gracias a Dios. Ni siquiera lo estrangul�. Podr�a haberlo hecho; pero yo no. Mantuve mis manos alejadas del ungido del Se�or. Solo le puse un pa�o h�medo en la cara; y si no pod�a respirar no era culpa m�a.

Cada hombre debe cuidarse a s� mismo ". Pudo haber razonado de esta manera; pero no es probable que lo haya hecho, porque probablemente no tuvo la conciencia suficiente para hacerlo necesario. Habiendo dispuesto del rey de esta manera suave, se convirti� en gobernante en su lugar; y en cuanto a cu�l fue su reinado, no nos queda ninguna duda. Sabemos que barri� la tierra y llev� a sus ej�rcitos a trav�s de Palestina y despej� el territorio de los filisteos.

Sabemos que puso sitio a Jerusal�n y fue comprado con un presente de todos los vasos de oro que hab�a en el templo. Sabemos que, en su carrera desp�tica, todas sus victorias se ti�eron de sangre. Sabemos que la destrucci�n de la propiedad que caus� no tuvo fin. Sabemos que ni la mitad de la iniquidad que cometi� fue predicha por el profeta. Sabemos que destruy� a hombres, mujeres y ni�os sin restricciones.

Y aunque no tenemos una historia completa de los males que cometi�, sabemos que un monstruo que har�a lo que se nos informa que hizo no dejar�a nada sin hacer, en forma de crueldad, que estaba en su poder de hacer. hacer. Ahora, notar� que en el momento en que Hazael se acerc� al profeta, y esta visi�n de su crueldad le fue dada a conocer, debe haber sentido una aut�ntica repulsi�n por ella.

Es probable que cuando el profeta le dijo lo que vio le sorprendi�. Creo que es muy probable que cuando el profeta le dijo que �l deber�a reinar en lugar del rey, �l dijera dentro de s� mismo: �S�, eso es lo que he estado buscando; eso es lo que quise hacer �; pero cuando el profeta le mostr� cu�l deber�a ser el car�cter de su administraci�n, no tengo ninguna duda de que dijo, creyendo lo que dijo: �No soy capaz de tal cosa.

�A�n no estaba en el poder. Todav�a era un suboficial. Nunca le hab�an hecho la prueba. No sab�a qu� supremac�a funcionar�a en �l. No hab�a tenido la responsabilidad de un reino sobre sus hombros. No sab�a c�mo se ver�a afectado por la indulgencia que vendr�a con el control de la riqueza ilimitada. No sab�a cu�l ser�a el aumento del orgullo en �l. No sab�a cu�l ser�a su apetito por elogios.

No sab�a c�mo se ver�a afectado su vanidad. No sab�a qu� furia se encend�a en �l con la oposici�n. No sab�a qu� medidas desp�ticas podr�a verse obligado a adoptar por las circunstancias. Sin duda, sinti� como lo hacemos a menudo con respecto a las cosas que vemos hacer a otros, cuando nos parece imposible que alguna vez las hagamos aunque estemos hechos de la misma materia que ellos; y cuando su futuro le fue revelado, cuando el velo se rasg�, y se vio a s� mismo como iba a ser, en las diversas etapas de su historia posterior, se estremeci� al verlo: y dijo: ��Cuenta usted? yo un perro? y no hab�a otro nombre tan bajo como ese en Oriente.

"Un perro", "Un perro muerto", "La cabeza de un perro", estos parecen haber sido los t�rminos que med�an la mayor contundencia y desprecio; y �l dijo: "�Soy un perro para que profetices estas cosas acerca de m�?" Le parec�a absolutamente imposible que los hiciera; y, sin embargo, sigui� adelante y los hizo. Puede haber una duda en cuanto a si el profeta ten�a raz�n al presentar ante Hazael una declaraci�n de las cosas que deb�an cumplirse, que ser�an en la naturaleza de la levadura, y suscitar�an en �l ambiciones que podr�an hacerlo infiel a su rey. ; pero no parece que el plan de destruir al monarca y ocupar su trono estuviera entonces por primera vez en la mente de Hazael.

El profeta no llev� a cabo este plan alterando su fidelidad al ofrecerle la perspectiva del cetro y la corona. La tendencia natural de revelar la visi�n del profeta a Hazael, si Hazael hubiera sido un hombre honesto, en lugar de inducirlo a la carrera que le esperaba, habr�a sido ponerlo a observarse a s� mismo, para que pudiera evitar el cumplimiento de tan deshonrar una profec�a.

Este caso est� lleno de material de inspiraci�n. Uno de los primeros puntos que deseo hacer en relaci�n con la breve historia es que nadie puede decir de antemano cu�l ser� el efecto sobre �l de una determinada situaci�n o una determinada tentaci�n. Un hombre puede ser capaz de decir: �No pecar� por avaricia: puedo ser puesto en circunstancias en las que me derrumbar� por la autocomplacencia; pero no me derrumbar� por la avaricia.

Puede que me abrumen varios apetitos; pero la avaricia no es uno de ellos ". Un hombre puede saber que est� seguro en ese aspecto en particular. Muchos hombres pueden decir: "Todo lo que pueda vencerme en el camino del pecado, no ser� crueldad". Muchos hombres tienen raz�n al decir: "S� que ninguna circunstancia me volver� brutal, aunque puede haber circunstancias que me vuelvan malvado". Pero, en general, los hombres saben tan poco sobre s� mismos que no ser�a seguro para ning�n hombre decir: �Puedo decir c�mo debo actuar en cualquier situaci�n en la que me coloquen; S� que ninguna tentaci�n puede entrar en mi coraz�n; S� c�mo me afectar�an esta, aquella y otras influencias; S� c�mo deber�a actuar si tuviera poder.

Como cuando los hombres miran hacia la vida, ignoran lo que har�an si se encontraran en tal o cual situaci�n, o si se les dieran tales y tales cosas; por eso, cuando los hombres miran hacia la vida, no pueden formarse una estimaci�n justa de lo que har�an para evitar el mal. Un hombre dice: "Nada podr�a convertirme en un borracho". Otro hombre dice: �No creo que nada en el mundo pueda convertirme en un ladr�n.

�Ninguno de los dos sabe c�mo se le puede afectar hasta que haya estado bajo la tentaci�n y la prueba. Lord Clive, cuando regres� a Inglaterra, y estaba pensando en su administraci�n en la India, y reflexionando c�mo, despu�s de haber conquistado las provincias, entr� en la casa del tesoro de los raj�s y vio oro sin medida (all� se contaba la plata como nada; siempre estaba con descuento), y contempl� cestas llenas de rub�es y diamantes, se inform� que hab�a dicho: ��Dios m�o! Tiemblo cuando pienso en la tentaci�n en la que estaba.

Me pregunto si he salido honesto ". Al mirar hacia atr�s y pensar en ello, sinti� que a Tie no le gustar�a volver a pasar por la misma experiencia. Tem�a que no ser�a seguro confiar en s� mismo la segunda vez en esas circunstancias. Este es el testimonio de un hombre adulto con respecto a un caso extremo de propensi�n a la tentaci�n, y no puede decir, hasta que haya sido juzgado, lo que har�a en una situaci�n determinada.

Los hombres no saben qu� efecto tendr� sobre ellos la adulaci�n. Aqu� hay un banco de nieve que reposa tranquila y obstinadamente contra el viento del norte, durante todo enero, todo febrero y durante la primera parte de marzo; y dice: "�Crees que ceder�a el paso a la influencia suave y d�bil de la primavera despu�s de haber resistido las r�fagas heladas y las heladas punzantes del invierno?" Y sin embargo, el sol llega sonriendo y riendo y haciendo cosquillas y halagando poco a poco; y el banco cambia de opini�n; y gradualmente se hunde y se hunde; y poco a poco todo se ha ido.

Un hombre podr�a tan bien comprometerse a decir lo que har�a si fuera alcanzado por una plaga, como a decir lo que har�a si fuera puesto en tal o cual circunstancias de la vida. �C�mo puede un hombre parado en las frescas monta�as de Vermont saber qu� har�a si tuviera fiebre amarilla en Nueva Orleans?: Nadie puede decir, a juzgar por el presente, qu� har� si se encuentra en tal o cual lugar en el futuro no probado.

Pero una cosa sabemos: que con respecto a todos los sentimientos y sentimientos m�s generosos, reflexionar sobre ellos, pensar en ellos, tiende m�s bien a capacitarnos para alcanzarlos; y que, por otro lado, con respecto a todos los aspectos inflamatorios de la naturaleza humana - los apetitos y las pasiones - reflexionar sobre ellos tiende a fortalecerlos. La mera posesi�n de cosas il�citas e il�citas en la mente de un hombre es en s� misma una preparaci�n para su esclavitud.

No es seguro para un hombre llevar consigo simples pensamientos de maldad. No es seguro para un hombre imaginar lo que har�a si tuviera la oportunidad de robar y darle vueltas al tema en su mente. No tengo ninguna duda de que Hazael pens� mucho en este asunto de la sucesi�n; y no tengo ninguna duda de que en el momento en que hubo una oportunidad, especialmente en el momento en que el profeta le dijo que hab�a una oportunidad, de que �l se convirtiera en rey, estaba preparado para ejecutar el plan que de antemano hab�a girado en su mente y mantenido en suspenso. all�.

No tengo ninguna duda de que se dijo a s� mismo muchas veces: ��Por qu� Ben-adad deber�a estar en el trono m�s que yo? No es mejor que yo. No es tan capaz como yo. No s� por qu� un rey enfermo debe gobernar m�s que un general bien. No ser�a malo para m� apartarlo y ocupar su lugar. Y si lo hiciera, �qu� pasar�a? �Qu� har�a yo con su familia? No es que tenga la menor idea de hacer tal cosa; pero en caso de que deba hacerlo, �cu�l ser�a el resultado? " Y cuando un hombre ha pensado en una cosa de esa manera una, y dos, y muchas veces, persigui�ndola d�a y noche, luego de un tiempo lo persigue, y hay una preparaci�n en �l para la ejecuci�n de tales hechos como �l. ha contemplado en caso de que surjan exigencias que le brinden la oportunidad.

Y no es seguro para ning�n hombre reflexionar sobre el vicio, el crimen, cualquier cosa que corrompa la fibra, la integridad, la pureza de su alma. Nadie sabe cu�l es la fermentaci�n que continuar� a trav�s de sus pasiones, cuando se disparen en la direcci�n del mal, porque hay una fermentaci�n que contin�a a trav�s de las pasiones. No puedo describirlo con un nombre mejor que ese. O�mos hablar de �l en filosof�a como una idea dominante, como una monoman�a.

Vemos manifestaciones de ellos en muchas direcciones a lo largo de la vida. Muchos hombres caen bajo la influencia de esta fermentaci�n y los calienta; piensan en ello hasta que se calientan debajo de �l. Muchos hombres con respecto a las pasiones abren una imaginaci�n espeluznante y traen pensamientos t�rridos, y su alma huele y fermenta. Los hombres son asesinos, ad�lteros, ladrones, borrachos y glotones en el reino de la imaginaci�n.

Y lo mismo ocurre con los hombres con respecto a la guerra de la vida. Suponen que otros se van a derrumbar, pero que ellos mismos est�n a salvo; piensan que no hay peligro para ellos; y sin embargo, todo un cargador que llevan consigo, al ser incendiado, explota y derrama sobre ellos elementos de destrucci�n. Vayan a la c�rcel y encontrar�n all� a personas encarceladas por delitos que en un principio no pensaron que alguna vez se convertir�an en culpables, y que, si alguna vez se les ocurri� la idea, dijeron: �Yo nunca llegar� a serlo.

�Es probable que no haya uno entre cien de los que est�n en la c�rcel por delitos, y cuya vida est� manchada para siempre, que, cuando era joven, esperara con ansias cualquier carrera como la que ha realizado. ( HW Beecher. )

La yesca del diablo

I. El hecho de que un hombre tenga un aborrecimiento natural de cierto pecado no es garant�a de que no cometer� ese mismo pecado. Hazael es fiel a la naturaleza humana. El pecado es insidioso y un pecado se deriva de otro pecado. El pecado a veces es como una bola de nieve que se rueda cuesta abajo donde la nieve es profunda. Crece muy r�pido. Cuidado con los comienzos del pecado, porque no hay crecimiento tropical que pueda desarrollarse tan r�pidamente como un pecado que brota en el lecho caliente de un coraz�n que no es fiel a Dios.

II. Una buena disposici�n y un deseo general de hacer lo correcto no son garant�a de que uno no terminar� su carrera libr�ndose del pecado. Sin duda, Hazael era un hombre amable, afable y de buen humor. Ben-adad hab�a sido un gran rey y un muy buen juez de los hombres, y la conducta de Hazael hab�a sido tal que su amo confiaba impl�citamente en �l. Hazael era pol�tico y amable y todo lo dem�s con todos los hombres, pero nadie sospechaba que tuviera un prop�sito definido para hacer algo malo, y no es probable que tuviera tales prop�sitos.

III. Los principios definidos de rectitud son la �nica garant�a de que uno mantendr� una buena carrera hasta el final. Al carecer de ellos, Hazael fue derrocado. A falta de estos, ser�s derrocado. Eres como un barco que ha tenido un accidente en el mar y, sin control, ha estado a la deriva a merced del viento y las olas; pero alg�n h�bil ingeniero se ha hundido en el caos de maquinaria rota y la ha reparado, y el capit�n, con el tim�n en sus manos de nuevo, y con toda la fuerza de las grandes m�quinas en el coraz�n del barco respondiendo a su orden, va valientemente adelante en los dientes del vendaval.

El hombre o la mujer con un deseo genuino de ser bueno, pero sin un compromiso definido, va a la deriva a merced de las circunstancias. Pero el d�a en que entregas tu coraz�n a Cristo, permites que �l entre en tu coraz�n y tome el mando, comienzas una carrera que avanza constantemente, haciendo lo correcto sin importar las circunstancias o las condiciones que te rodeen.

IV. Debemos tener cuidado con el car�cter de nuestras meditaciones secretas. Tenga cuidado con las cosas en las que piensa cuando est� solo, cuando est� so�ando despierto; las cosas que permites volver a la mente y tomar el sol en el calor de tu imaginaci�n y deseo. �Por qu� deber�a tener tanto cuidado con el car�cter de estas cosas? Ahora bien, esa es una pregunta muy importante, porque estoy seguro de que es una tentaci�n muy insidiosa para las personas que tienen muchos buenos deseos e impulsos, personas que rehuir�an cualquier proposici�n abierta para hacer el mal, asumir que no hay nada de malo en permitir la imaginaci�n y la sala de meditaci�n del alma para albergar hu�spedes ilegales.

Sin embargo, mira lo que hizo por Hazael. Esa profec�a fue como un rel�mpago en la yesca del diablo que estaba en la mente y el coraz�n de Hazael. Si su mente y su coraz�n hubieran sido puros y buenos, nunca hubiera so�ado con no esperar hasta que Dios le abriera el camino para ser rey. Pero su imaginaci�n y su coraz�n estaban todos preparados, y la mecha diab�lica se coloc�, y solo se necesit� la cerilla encendida para transformar a ese hombre Hazael, a quien todos supon�an, y que pensaba que era un hombre amable y bueno, en un hombre. mentiroso y asesino.

V. Las circunstancias externas sobre las que no tenemos control suelen ser un factor potente en nuestras vidas. La llegada de Eliseo a Damasco y su profec�a sobre Ben-adad y Hazael, fueron factores que llevaron la carrera de Hazael a un enfoque. Puede que ma�ana suceda algo de lo que no sabes nada ahora, que puede llevarte a cometer un pecado que esta noche no crees posible. ( LA Banks, DD )

Sobre el personaje de Hazael

En este pasaje de la historia se presenta un objeto que merece nuestra seria atenci�n. Contemplamos a un hombre que, en un estado de vida, no pod�a contemplar ciertos cr�menes sin sorpresa y horror; que sab�a tan poco de s� mismo, como para creer que le era imposible preocuparse jam�s por cometerlos; ese mismo hombre, por un cambio de condici�n, se transform� en todos sus sentimientos y, al elevarse en grandeza, elev� tambi�n en culpa; hasta que por fin complet� todo ese car�cter de iniquidad que una vez detestaba. De ah� que surjan naturalmente las siguientes observaciones.

I. Los sentimientos de aborrecimiento por la culpa son naturales en la mente humana. La respuesta de Hazael al profeta muestra cu�n fuertemente los sent�a. Esta es la voz de la naturaleza humana, aunque todav�a no est� endurecida por la iniquidad. Ciertamente, algunos vicios son m�s odiosos para la mente que otros. La Providencia ha se�alado sabiamente el borde m�s agudo de esta aversi�n natural contra los cr�menes que son de naturaleza m�s perniciosa y destructiva; como la traici�n, la opresi�n y la crueldad.

Pero, en general, la distinci�n entre el bien y el mal moral est� tan marcada que imprime a casi todos los vicios el car�cter de vileza. Presentar a cualquier hombre, incluso al m�s ignorante y sin educaci�n, un ejemplo evidente de injusticia, falsedad o impiedad; d�jelo verlo en un momento fresco, cuando ninguna pasi�n lo ciega y ning�n inter�s lo deforma; y descubrir�s que su mente inmediatamente se rebela contra ella, tan vergonzosa y vil, mejor dicho, como merecedora de un castigo.

Por lo tanto, al razonar sobre el car�cter de los dem�s, por m�s que los hombres puedan confundir los hechos, generalmente alaban y culpan de acuerdo con los principios de la sana moralidad. Con respecto a su propio car�cter, una notoria parcialidad tambi�n suele confundir su juicio. Pero es notable, que ning�n pecador jam�s se confiese directamente a s� mismo, que ha sido culpable de una iniquidad flagrante y flagrante. Tal poder posee sobre todo coraz�n humano la innegable dignidad de la virtud y la reconocida vileza del vicio. Estos sentimientos son las impresiones restantes de esa ley que originalmente fue escrita en la mente del hombre.

II. Que tal es la ignorancia del hombre de su propio car�cter, tal la fragilidad de su naturaleza, que un d�a puede volverse infame por esos mismos cr�menes que en la actualidad detesta. Esta observaci�n est� demasiado bien verificada por la historia de Hazael; y se podr�an traer otros mil casos para confirmarlo. Aunque no hay nada que toda persona deba conocer tan a fondo como su propio coraz�n, sin embargo, por la conducta de los hombres, parece que no hay nada con lo que est�n menos familiarizados.

Siempre m�s propensos a adularse que deseosos de descubrir la verdad, conf�an en poseer todas las virtudes que no han sido puestas a prueba; y se consideran seguros contra todos los vicios a los que hasta ahora no han sido tentados. Mientras su deber penda en la especulaci�n, parece tan sencillo y tan elegible que no pueden dudar de que lo cumplir�n. Nunca entra en su mente la sospecha de que en la hora de la especulaci�n y en la hora de la pr�ctica, sus sentimientos pueden diferir ampliamente.

Su disposici�n actual, de la que se convencen f�cilmente, seguir� siendo la misma; y, sin embargo, esa disposici�n cambia con las circunstancias en todo momento. El hombre que resplandece con los c�lidos sentimientos de la devoci�n imagina que le es imposible perder ese sentido de la bondad divina que ahora derrite su coraz�n. Aquel a quien su amigo hab�a salvado recientemente de la ruina, conf�a en que, si alguna emergencia penosa pone a prueba su gratitud, preferir� morir antes que abandonar a su benefactor.

Quien vive feliz y contento en la frugal industria, se pregunta c�mo un hombre puede entregarse al placer disoluto. �Alguna de esas personas fue informada por un esp�ritu superior de que pronto llegar�a el momento en que una demostrar�a ser un ejemplo de impiedad escandalosa, la otra de traici�n a su amigo y la tercera de todo ese lujo extravagante que deshonra a una fortuna creciente? ; cada uno de ellos testificar�a tanta sorpresa y aborrecimiento como lo hizo Hazael, al escuchar las predicciones del Profeta.

Es muy posible que sean sinceros en sus expresiones de indignaci�n; porque la hipocres�a no siempre debe imputarse a hombres cuya conducta es inconsistente. Hazael se desanim� en serio cuando sinti� con tanto ardor la imputaci�n de crueldad. En los casos que he descrito, �en qu� se ha convertido, se puede preguntar, esos sentimientos de aborrecimiento por la culpa, que una vez se sintieron con tanta fuerza? �Est�n totalmente borrados? o, si en alg�n grado permanecen, �c�mo se las arreglan esas personas para satisfacerse a s� mismas al desempe�ar un papel que sus mentes condenan? Aqu�, hay un misterio de iniquidad que requiere ser revelado.

Latente y secreto es el progreso de la corrupci�n dentro del alma; y cuanto m�s latente, m�s peligroso es su crecimiento. Ning�n hombre se vuelve de repente completamente malvado. La culpa nunca muestra toda su deformidad a la vez; pero mediante el conocimiento gradual nos reconcilia con su apariencia y difunde imperceptiblemente su veneno a trav�s de todos los poderes de la mente. Todo hombre tiene alguna pasi�n querida, que generalmente proporciona la primera introducci�n al vicio.

Un vicio trae a otro en su ayuda. Por una especie de afinidad natural se conectan y entrelazan; hasta que sus ra�ces lleguen a extenderse amplia y profundamente por toda el alma. Cuando la culpa se vuelve evidente, la conciencia se esfuerza por protestar. Pero la conciencia es un principio tranquilo. La pasi�n es fuerte e impetuosa; y crea un tumulto que ahoga la voz de la raz�n. Une, adem�s, el artificio a la violencia; y seduce al mismo tiempo que impulsa.

Pues emplea el entendimiento para imponerse a la conciencia. Idea razones y argumentos para justificar las corrupciones del coraz�n. Se apela a la pr�ctica com�n del mundo. Se hacen bonitas distinciones. Se encuentra que los hombres se encuentran en circunstancias tan peculiares, que hacen que ciertas acciones sean excusables, si no irreprensibles, que, en otra situaci�n, se confiesa, habr�an sido criminales.

Por un proceso como �ste, hay razones para creer que una gran parte de la humanidad avanza de paso en paso en el pecado, en parte apresurada por la pasi�n y en parte cegada por el autoenga�o, sin ning�n sentido justo del grado de culpabilidad que conlleva. se contraen. Sin embargo, es apropiado observar que, aunque nuestros sentimientos nativos de aborrecimiento por la culpa pueden nacer o eludirse de tal manera que pierdan su influencia en la conducta, esos sentimientos que pertenecen originalmente a nuestro marco y que nunca han sido totalmente erradicados. del alma, todav�a retendr� tanta autoridad, como, si no para reformar, al menos, en algunas ocasiones, para castigar al pecador.

S�lo durante un curso de prosperidad, el vicio es capaz de llevar a cabo sus enga�os sin perturbaciones. Pero, en medio de las situaciones oscuras y meditadas de la vida, la conciencia recupera sus derechos; y derrama toda la amargura del remordimiento en su coraz�n, quien ha apostatado de sus principios originales. Bien podemos creer que, antes del final de sus d�as, las primeras impresiones de Hazael volver�an.

III. Que el poder que adquiere la corrupci�n para pervertir los principios originales del hombre se debe con frecuencia a un cambio de sus circunstancias y condici�n en el mundo. Cu�n diferente era Hazael el mensajero de Ben-adad, de Hazael el rey; el que se sobresalt� ante la menci�n de la crueldad, �del que vade� en sangre! De esta triste y sorprendente revoluci�n, el Profeta asigna enf�ticamente la causa en estas pocas palabras; El Se�or me ha mostrado que t� ser�s rey de Siria.

Esa corona, esa corona fatal, que se colocar� sobre tu cabeza, derramar� una influencia maligna sobre tu naturaleza; y producir� ese cambio en tu car�cter, que ahora no puedes creer. �De qui�n es la experiencia del mundo tan estrecha como para no proporcionarle ejemplos similares a �ste, en condiciones de vida mucho m�s humildes? Tan grande es la influencia de una nueva situaci�n de fortuna externa; da un giro tan diferente a nuestro temperamento y afectos, a nuestras opiniones y deseos, que ning�n hombre puede predecir lo que demostrar�a su car�cter, si la Providencia elevara o deprimiera sus circunstancias en un grado notable, o lo arrojara a alguna esfera de acci�n , muy diferente de lo que estaba acostumbrado en su vida anterior.

Las semillas de varias cualidades, buenas y malas, se encuentran en todos nuestros corazones. Pero hasta que maduran las ocasiones adecuadas y las hacen avanzar, permanecen inactivas y muertas. Est�n cubiertos y escondidos dentro de los recovecos de nuestra naturaleza; o, si brotan, es bajo una apariencia que a menudo nos equivocamos, incluso nosotros mismos. Esto puede, en cierto modo, considerarse no tanto una alteraci�n del car�cter producida por un cambio de circunstancias como un descubrimiento del car�cter real que antes estaba oculto.

Sin embargo, al mismo tiempo, es cierto que el hombre mismo sufre un cambio. Para que se les d� la oportunidad a ciertas disposiciones, que hab�an estado inactivas, de esforzarse sin restricciones, por supuesto, se fortalecen. Por medio del predominio que obtienen, otras partes del temperamento son derribadas; y as� se hace una alteraci�n en toda la estructura y sistema del alma. Es un hombre verdaderamente sabio y bueno que, mediante la asistencia divina, sigue siendo superior a esta influencia de la fortuna en su car�cter, que habiendo absorbido una vez sentimientos dignos y establecido principios de acci�n adecuados, contin�a constante a �stos, cualesquiera que sean sus circunstancias; mantiene, a lo largo de todos los cambios de su vida, un tenor de conducta uniforme y sostenido; y lo que aborreci� como malo y perverso al principio de sus d�as,

El ejemplo de la degeneraci�n de Hazael nos lleva a reflexionar, en particular, sobre los peligros que surgen de las estaciones de poder y grandeza; especialmente cuando la elevaci�n de los hombres a estos ha sido r�pida y repentina. Pocos tienen la fuerza mental necesaria para soportar tal cambio con templanza y dominio propio. De toda la visi�n que hemos tomado ahora del tema, podemos, en primer lugar, aprender las razones por las cuales la Providencia estableci� una variedad de condiciones y rangos entre la humanidad.

Obviamente, esta vida est� destinada a ser un estado de prueba y prueba. No se requiere ning�n juicio de caracteres con respecto a Dios, que ve lo que hay en cada coraz�n y sabe perfectamente qu� parte actuar�a cada hombre, en todas las posibles situaciones de fortuna. Pero debido a los hombres mismos y al mundo que los rodeaba, era necesario que se llevara a cabo un juicio y se hiciera una discriminaci�n de caracteres; para que la verdadera virtud se separe de las falsas apariencias de ella, y la justicia del Cielo se muestre en sus retribuciones finales; a fin de que las faltas de los hombres pudieran ser descubiertas por ellos mismos, de modo que pudieran proporcionarles la debida instrucci�n y promover su enmienda; y para que sus personajes pudieran mostrarse al mundo en todos los puntos de vista, lo que podr�a proporcionar ejemplos de imitaci�n o advertencias de peligro.

En segundo lugar, aprendemos, de lo dicho, la importancia de atender, con el m�ximo cuidado, la elecci�n que hacemos de nuestro empleo y condici�n de vida. Se ha demostrado que nuestra situaci�n externa frecuentemente opera poderosamente sobre nuestro car�cter moral; y por consiguiente, est� estrictamente conectado, no s�lo con nuestro bienestar temporal, sino con nuestra felicidad o miseria eterna.

Aquel que podr�a haber pasado sin culpa y recto por ciertos caminos de la vida, eligiendo infelizmente un camino donde se encuentra con tentaciones demasiado fuertes para su virtud, se precipita en la verg�enza aqu� y en la ruina sin fin en el m�s all�. En tercer lugar, aprendemos de la historia que se ha ilustrado, nunca para juzgar la verdadera felicidad, simplemente por el grado de avance de los hombres en el mundo.

Traicionada siempre por las apariencias, la multitud no se deja llevar tanto por el espect�culo como por la pompa de la vida. Piensan que todo aquel que se eleva muy por encima de los dem�s en rango es bendecido. ( H. Blair, DD )

Ben-adad y Hazael-Eliseo llorando

La curaci�n de Naam�n el sirio fue recordada durante mucho tiempo en Damasco. No es de extra�ar, por tanto, que Ben-adad el rey, aunque id�latra, al encontrarse en las garras de una enfermedad que amenazaba su vida, estuviera ansioso por consultar al profeta Eliseo. La respuesta del profeta fue ambigua. En lo que respecta a la enfermedad en s�, el rey podr�a recuperarse; pero el prop�sito de matarlo ya estaba en el coraz�n de su mism�simo comisionado.

El hombre de Dios estalla en l�grimas. Las tierras y ciudades m�s bellas de Israel, Hazael las destruir�a por completo. La esperanza de Israel, sus j�venes, ser�a despiadadamente asesinada. Y hubo otras barbaridades an�nimas y casi incre�bles. El cortesano est� clavado en la tierra con horror. Repudia la imagen del espejo prof�tico. Al pensar en tales cr�menes, retrocede ante su propio yo futuro.

"�Tu sirviente es un perro?" exclama con indignaci�n, "para cometer tal masa de iniquidades?" Eliseo no responde, salvo esto; pronto ser�a rey de Siria, y luego dej� a Hazael para inferir el resto.

1. Perm�tanme comentarle a un coraz�n que no est� del todo corrompido que el auto-repudio de Hazael es natural. �Vamos a mirar a este pr�ncipe sirio, mientras est� en presencia de Eliseo, simplemente como un hip�crita? Yo creo que no. Creo que su retroceso ante su futura culpa, como se narra aqu�, fue perfectamente genuino. Creo que cuando pronunci� las palabras: "�Tu siervo es un perro?" fue completamente incapaz de darse cuenta de que alguna vez podr�a ser el autor de los cr�menes predichos.

La historia, por tanto, es fiel a la naturaleza. Supongamos que a Ca�n le hubieran dicho que un d�a levantar�a su garrote contra su hermano y lo derribar�a al suelo, �no habr�a dicho, y dicho con tanto sentimiento apasionado como Hazael, "�Es tu sirviente un perro?" �Podemos dudar de que David hubiera pronunciado el mismo idioma si alguien hubiera predicho su conducta en el asunto de Ur�as? Creo que fue el momento en que Judas incluso habr�a retrocedido, en protesta despreciativa y estremeci�ndose de terror, preguntando en relaci�n con el terrible crimen que cometi� despu�s: "�Es tu siervo un perro?" Esta es solo la voz de la naturaleza humana, a�n no endurecida por la iniquidad. Cuando ninguna pasi�n lo ciega y ning�n inter�s distorsiona los sentimientos de su coraz�n, el hombre m�s ignorante y menos instruido a menudo se rebelar� contra el pecado y el crimen.

2. Aunque para un coraz�n no totalmente corrompido, el auto-repudio de Hazael es natural, la ignorancia del hombre de su propio car�cter es tal que un d�a puede ser culpable de los mismos pecados que por el momento cree que son imposibles. Eliseo ten�a raz�n; Hazael estaba equivocado. No conoc�a su propio coraz�n. "Aunque me muera contigo, no te negar�". Sabemos qui�n dijo eso. Cristo conoc�a a Pedro mejor que Pedro se conoc�a a s� mismo. "Antes que el gallo cante dos veces, me negar�s tres veces". Deteng�monos aqu� y recopilemos algunas lecciones solemnes para nosotros.

(1) En primer lugar, cuid�monos de lo que es el mal en sus primeros comienzos. Esa roca s�lida y fosilizada es s�lo el resultado de sucesivas acumulaciones de arena suelta; y un car�cter como el de Hazael es s�lo el resultado de la acci�n y el poder de los principios del mal que se les permite crecer y desarrollarse en el alma, sin obst�culos ni obst�culos. La vida en ninguna parte crece por los monstruos. Ese beb� necesita aire puro y alimentos nutritivos. Incluso as� con toda influencia maligna y camino perverso; alim�ntalos y crecer�n.

(2) Una vez m�s. Cuid�monos de lo malo en su remero propulsor. Hazael se fue r�pidamente a la ruina. Es la historia de muchos pr�digos. Sin embargo, estoy dispuesto a admitir que un cambio de circunstancias y condiciones puede, en un sentido muy real, tener un poder importante sobre el car�cter y la vida humanos. No creo que el hombre sea la criatura de las circunstancias, que son las circunstancias las que hacen a los hombres, y que la �nica diferencia entre el santo m�s noble y el criminal m�s bajo es una diferencia simplemente en la estructura del cerebro y la naturaleza de su posici�n. en la vida.

Al mismo tiempo, las circunstancias suelen tener una influencia real en el car�cter humano. Si Hazael nunca se hubiera sentido halagado por Ben-adad -porque en opini�n de muchos suplant� a Naam�n- si nunca hubiera estado dentro del c�rculo de una corte, la ambici�n no santificada nunca lo habr�a pose�do para apoderarse de una corona; y si no hubiera tomado la corona, sosteniendo el estribo real, por as� decirlo, en el mismo momento en que estaba agarrando el cetro real, nunca habr�a sido el hombre de sangre en el que se convirti� despu�s. Nuestra experiencia de la vida debe ser en verdad estrecha, si no podemos recordar ilustraciones afines. Tomemos a Robert Burns:

�Oh! si se hubiera quedado con Bonnie Doon,

Y aprendi� a frenar sus pasiones salvajes,

No hab�amos llorado su destino inicial,

Ni la piedad llor� por el hijo de la naturaleza.

Southey, hablando del primer Napole�n, tiene esta observaci�n: �Hab�a dado indicios de sus talentos militares en Toulon; tambi�n hab�a mostrado un poco de naturaleza despiadada en Par�s en sus primeros a�os; pero en ese momento nadie conoc�a el alcance de su habilidad o su maldad, y tal vez ni siquiera �l mismo sospechaba ". Nuevas circunstancias traen nuevas tentaciones. Ese muchacho, criado en la tranquilidad del campo, entra en la vida de la ciudad.

En unos pocos a�os, los viejos h�bitos, de hecho, las formas muy antiguas de pensar y ver las cosas, han cambiado. Sea amable en sus juicios sobre los dem�s; s� severo, sumamente severo, en tus juicios sobre ti mismo. ( HT Howat. )

Hazael: revelador de la naturaleza humana

I. El sentido de la virtud en la naturaleza humana. Cuando el profeta con l�grimas le cont� a Hazael las crueldades despiadadas que perpetrar�a, parec�a tener tal sentido de virtud dentro de �l que se sorprendi� por la monstruosidad y dijo: ��Qu�! �Tu sirviente es un perro? No necesitamos suponer que fingi� este asombro, sino que fue real, y que ahora produjo una repulsi�n por las crueldades que le dijeron que pronto perpetrar�a.

Todo hombre tiene un sentido del derecho dentro de �l; de hecho, este sentido es un elemento esencial en nuestra constituci�n, la sustancia moral de nuestra hombr�a, el n�cleo de nuestra naturaleza, nuestro ego moral; es lo que llamamos conciencia.

II. Las malas posibilidades de la naturaleza humana. Este hombre, que se sorprendi� ante la idea de perpetrar tales atrocidades al principio, de hecho las promulg� unas horas despu�s. Los elementos del diablo est�n en todo hombre, aunque �l no lo sepa. Los huevos de buitre del mal est�n en todos los corazones depravados; s�lo se requiere un cierto calor de la atm�sfera exterior para incubarlos en la vida. La virtud de muchos hombres es dormir al vicio.

Los elementos malignos del coraz�n son como p�lvora, pasivos, hasta que cae sobre ellos la chispa de la tentaci�n. Los monstruos m�s grandes de la historia de la humanidad fueron considerados inocentes y amables. "Muchos hombres", dice un autor moderno, "si pudieran vislumbrar en la juventud inocente lo que ser�a veinte o treinta a�os despu�s, orar�an con angustia para que pudieran ser apresados ??en su juventud antes de llegar a eso". �Cu�l es la moraleja de esto? La necesidad de un cambio de opini�n.

III. La auto-ignorancia de la naturaleza humana. Cu�n ignorante de s� mismo y de su coraz�n era Hazael cuando dijo: "�Es tu siervo un perro para que haga esta gran cosa?" Los hombres no saben lo que son. La auto-ignorancia es la m�s com�n de todas las ignorancia; el m�s culpable de toda ignorancia; la m�s ruinosa de toda la ignorancia.

IV. La velocidad resiliente de la naturaleza humana. Hoy este hombre parec�a simpatizar con los justos y los buenos, ma�ana toda su naturaleza arde de injusticia y crueldad; hoy se eleva con los �ngeles, ma�ana se deleita con los demonios torturadores. Las almas pueden caer de la virtud r�pidamente como las estrellas fugaces. Una hora pueden arder en el firmamento, la siguiente yacen profundamente en el barro. ( Homilista. )

El poder progresivo del pecado

Estas palabras pueden tener dos significados. Pueden indicar un horror por lo que el profeta hab�a revelado y un retroceso ante tal bajeza; o simplemente un sentimiento de que tales hechos sangrientos son posibles solo para un rey, y que �l no era un rey, sino un perro, m�s bien. Ambas interpretaciones tienen esto en com�n, que una mirada al futuro revela cosas sorprendentes. La vida de nadie resulta exactamente como �l espera, a menudo al rev�s.

Dios abri� los ojos del profeta para contemplar la carrera de Hazael; lo vio asesinar a su rey, ascender al trono y, al frente de ej�rcitos devastadores, invadir Israel y entregar la tierra al pillaje y la sangre. Hazael retrocede sorprendido, si no horrorizado; no tiene el poder para hacerlo, si quisiera; quiz�s quiere decir que no lo har�a si pudiera. Pero todo result� cierto, sin embargo; y la experiencia de Hazael es, en esencia, la de los hombres en estos d�as.

Ning�n pecador sabe lo que le queda por hacer. Los personajes y destinos de los hombres son sorpresas incluso para ellos mismos. El menor pecado, si no se controla mediante el arrepentimiento y la enmienda, se convertir� en el mayor.

I. Vea c�mo se forman los h�bitos. Cuando a un acto le sigue otro del mismo tipo, es como cuando un pie sigue a otro y se abre un camino. Una sola gota, destilada de la ladera cubierta de musgo, no forma un arroyo, sino que deja que la gota siga a la gota, y la corriente fluir� y acumular� fuerza y ??volumen hasta que ahueque los valles, cincele las rocas y alimente el oc�ano. Entonces los h�bitos, fuertes como la vida, surgen de peque�os actos que se suceden, gota a gota, �Cada uno es hijo de sus propias obras�, dice Cervantes, y Wordsmith, m�s bella a�n, �El ni�o es el padre del hombre . "

II. Vea c�mo un pecado engendra otro. As� como las gracias vienen, no solas, hab�a tres de ellas, dec�an los antiguos, as� una virtud lleva a otra de la mano; y la m�sica permanece en el eco, que a veces es m�s suave que la voz de los padres. As� tambi�n, en el reino inverso del mal, un mal necesita a otro, para esconderlo o lograr sus fines. Es una peque�a cosa mentir, cuando uno ha cometido un crimen que no soporta la luz; y algo com�n a�adir a un crimen otro mayor que �l mismo.

�Los muertos no cuentan cuentos�, y cuando no se puede evitar el relato de cuentos de otra manera, se invoca el silencio de la tumba; y el hombre se convierte en asesino, que antes era demasiado cobarde para que se conociera un pecado menor. El pecado es como el derramamiento de aguas, al principio un chorro de agua que un dedo podr�a detener, al final un diluvio que vuela arrastrando al hombre y sus obras a la ruina. El pecado es fuego; al principio, una chispa, una gota, pod�a extinguirse, al final una conflagraci�n que tomaba ciudades con sus alas y convert�a las rocas primitivas en polvo.

III. Considere, tambi�n, qu� complicaciones surgen de la providencia de Dios. Si no pasaba nada nuevo, un hombre podr�a, en cierta medida, controlar su pecado; pero siempre est� sucediendo lo nuevo e inesperado, y por lo tanto el pecador debe hacer otra cosa, algo que no esperaba ni deseaba hacer, pero cuya realizaci�n es necesaria por lo que ha ocurrido; el fracaso anal en esto es un fracaso en todos.

Los hombres no se lanzan de golpe al crimen; son empujados hacia �l por una fuerza desde atr�s. A menudo se detendr�an si pudieran, incluso quisieron hacerlo, pero se lanzaron a una corriente que, sin su ayuda, se ensancha y profundiza y, tal vez, se convierte en un Ni�gara. Hay dos lecciones que aprender:

1. Miedo al pecado. Es la lecci�n fundamental de la vida. �Temblad y no peques�. Tenga cuidado con las doctrinas, cuyo efecto pr�ctico es hacerle pensar menos en la maldad del pecado. Deje que el Sina� y el Calvario sean sus maestros. Las leyes de Dios en este mundo son terriblemente severas. Espere al menos lo mismo en el mundo por venir. El amor de Dios no evita una cantidad infinita de sufrimiento en la vida; es presunci�n creer que lo har� en el pr�ximo. El amor de Dios no es indulgencia indiscriminada; no es menos amor por la ley que por aquellos que caen bajo su infracci�n. El mundo de hoy lo prueba; el mundo en todas las edades lo hace.

2. Otra lecci�n. Contempla tu futuro eterno en el presente conmovedor. Como el roble est� en la bellota y el r�o en la fuente, as� el hombre est� en el ni�o y la eternidad est� en el tiempo. De modo que los destinos eternos est�n madurando como frutos del tiempo. ( WJ Buddington, DD )

Las l�grimas del profeta

�Qu� maravilla que Eliseo llorara? �Qui�n no llorar�a si pudiera ver lo que se avecina en su pa�s? �El coraz�n de qui�n no se derramar�a en sangre para saber lo que queda por hacer en la tierra de su nacimiento o en el pa�s de su adopci�n? Si los hombres de anta�o hubieran podido ver c�mo la civilizaci�n se convertir�a en un motor de opresi�n, c�mo la tierra entera gemir�a bajo el peso de las borracheras y las cervecer�as y las casas del infierno de todos los nombres; si hubieran podido ver c�mo se vend�a la verdad en el mercado, y c�mo no habr�a necesidad de m�s martirio, seguramente habr�an sufrido la muerte violenta del dolor.

El coraz�n solo se puede leer en el santuario. No se puede leer a trav�s del periodismo, ni la cr�tica, ni el comentario pol�tico, ni combinaciones de ning�n tipo que excluyan el elemento Divino; para saber qu� har� Hazael, deje que Eliseo lo lea. El periodista nunca podr�a haberlo le�do; podr�a haberlo llamado cabezota, intr�pido, sagaz, estadista; pero el profeta dijo: �Prender�s fuego a sus fortalezas, y matar�s a espada a sus j�venes, y atropellar�s a sus hijos, y destrozar�s a sus mujeres encintas�. Tu carrera es un curso de estragos.

Solo en el santuario sabemos qu� son realmente las cosas. Cuando el p�lpito se convierta en una torre de Dios, un fuerte del cielo, entonces el predicador podr� decir, como ning�n otro hombre puede decir, qu� es el coraz�n y qu� har� el coraz�n en circunstancias que a�n no se han revelado. Pero, �de d�nde tiene el predicador este poder? Lo tiene como un don divino. ( J. Parker, DD )

Alarmante

Mi tema, como lo sugieren las palabras que tenemos ante nosotros, es la ignorancia com�n y con demasiada frecuencia fatal de los hombres en cuanto a la maldad de sus propios corazones.

I. Expongamos y expongamos esta ignorancia. Nuestra ignorancia de la depravaci�n de nuestros propios corazones es un hecho sorprendente, Hazael no cre�a que fuera lo suficientemente malo como para hacer ninguna de las cosas aqu� anticipadas. "�Es tu siervo un perro para que haga esta gran cosa?" Podr�a haber sido lo suficientemente consciente de que su coraz�n no era Tan puro, pero podr�a consentir en hacer muchas cosas malas; sin embargo, se cre�a incapaz de cometer cr�menes tan flagrantes como los que el profeta le hab�a predicho.

�Ah, la ignorancia de Hazael es nuestra en mayor o menor grado! Solo Dios conoce la vileza del coraz�n humano. Hay una profundidad debajo, un manantial oculto, en el que no podemos fisgonear. En esa profundidad m�s baja, hay un abismo a�n m�s profundo de corrupci�n positiva que no necesitamos sondear. �Dios nos conceda que sepamos lo suficiente de esto para humillarnos y mantenernos siempre bajos ante �l!

II. Pero ahora paso al uso pr�ctico de nuestro tema, mir�ndolo de dos maneras.

lo que proh�be y lo que sugiere. La depravaci�n de nuestra naturaleza proh�be, en primer lugar, aventurarse o presumir de jugar y jugar con la tentaci�n. Cuando un cristiano pregunta: "�Puedo ir a un lugar as�?", �Deber�a parlamentar as� consigo mismo? �Es cierto que la tentaci�n es muy fuerte all�, pero no ceder�. Ser�a peligroso para otro hombre, pero para m� es seguro. Si fuera m�s joven, o menos prudente y circunspecto, podr�a estar en peligro; pero he pasado los d�as de la pasi�n juvenil.

He aprendido por experiencia a ser m�s experto; Creo, por tanto, que puedo aventurarme a zambullirme, y espero nadar donde los hombres m�s j�venes se han dejado llevar por la marea y los menos estables se han ahogado ". Todo ese hablar como este proviene del mal y engendra el mal. La carne orgullosa se jacta de su pureza y se convierte en presa de todos los vicios. Que aquellos que se sienten de una constituci�n peculiarmente sensible no se aventuren en un lugar donde abundan las enfermedades.

Si supiera que mis pulmones est�n d�biles y propensos a la congesti�n, deber�a retroceder ante el aire viciado y cualquier atm�sfera viciosa. Si sabes que tu coraz�n tiene ciertas inclinaciones al pecado, �por qu� ir y tentar al diablo para que se aproveche de ti? Pero, de nuevo, sabiendo lo viles que somos por naturaleza, sabiendo de hecho que somos lo suficientemente malos para cualquier cosa, tomemos otra precauci�n. No se jacten, ni se jacten de ninguna manera.

Presuma no decir: �Nunca har� esto; Nunca har� eso ". Nunca te atrevas a preguntar, con Hazael: "�Es tu siervo un perro para que haga esta gran cosa?" Mi experiencia me ha proporcionado muchas pruebas de que el fanfarr�n de moralidad no es el hombre al que hay que dirigirse. Sobre todo, evite a esos hombres que se creen inmaculados, y nunca tema una ca�da Si hay un barco en el mar de Dios cuyo capit�n declara que nada podr� hundirlo jam�s, mant�ngase alejado, s�base al primer barco con goteras para escapar de ella, porque ella seguramente se hundir�.

Dale a un barco la bandera de la humildad, y est� bien; pero los que extienden la bandera roja del orgullo y se jactan de ser firmes y elegantes, y nunca se hundir�n, chocar�n contra una roca o se hundir�n en el mar abierto.

III. Y dejemos que este hecho, que no conocemos nuestra propia bajeza, nos ense�e a no ser duros, o demasiado severos, con aquellos del pueblo de Dios que inadvertidamente han ca�do en pecado. Sea severo con su pecado; nunca lo toleres; que tus acciones y tu conducta prueben que odias el vestido manchado de carne, que aborreces la transgresi�n, no puedes soportarla y debes deshacerte de ella. Sin embargo, siempre distinga entre el transgresor y la transgresi�n.

No pienses que su alma est� perdida porque sus pies resbalaron. No se imagine que, debido a que se ha descarriado, no puede ser restaurado. Si debe haber una censura de la iglesia sobre �l, no obstante, tenga cuidado de actuar de tal manera que �l, en penitencia de esp�ritu, pueda regresar gozosamente. S� t� como Juan lo fue con Pedro.

IV. Dejando ahora este punto de precauci�n, consideremos, a modo de consejo, qu� sugerencias positivas pueden surgir. Si somos as� depravados y no conocemos el alcance total de nuestra depravaci�n, �qu� debemos hacer entonces? Sin duda, debemos lamentarnos diariamente ante Dios por esta gran pecaminosidad. Estamos llenos de pecado, as� que renovemos constantemente nuestro dolor. No nos hemos arrepentido del pecado en toda su extensi�n, a menos que nos arrepintamos de la disposici�n al pecado, as� como de la comisi�n real del pecado. Debemos deplorar ante Dios, no solo lo que hemos hecho, sino esa depravaci�n que nos hizo hacerlo.

V. Y cuando hayas terminado, ten cuidado de caminar todos los d�as muy cerca de Dios, buscando los suministros diarios de Su gracia. ( CH Spurgeon. )

Versículos 17-24

Joram - comenz� a reinar.

Lecciones de la vida de Joram

Este es un breve fragmento de la historia de un rey, la historia de Joram. Por breve que sea, contiene muchas verdades pr�cticas.

I. Esa piedad no es necesariamente hereditaria. Los padres, por regla general, transmiten sus cualidades f�sicas e intelectuales a sus hijos, pero no su car�cter moral. Joram era un hombre malo y un rey perverso, pero era el hijo de Josafat, que era un hombre de piedad distinguida, y rein� sabia y ben�ficamente sobre Israel durante veinticinco a�os. De �l se dec�a que �cuanto m�s aumentaban sus riquezas y honra, m�s se enaltec�a su coraz�n en los caminos del Se�or� ( 2 Cr�nicas 17:5 ).

�Pero qu� diferente era su hijo! Uno de los primeros actos de su gobierno fue dar muerte a sus seis hermanos y a varios de los principales hombres del imperio. Pero aunque la piedad no es necesariamente hereditaria, porque los ni�os son agentes morales: �entonces qu�? �No deben los padres hacer nada para impartir a sus hijos todo lo que es bueno en su car�cter? �Sin duda no! Se les ordena �educar a un ni�o en el camino que debe seguir cuando es peque�o.

Donde los hijos de padres piadosos resultan ser libertinos y corruptos, por regla general, se puede atribuir alg�n defecto a la conducta de los padres. Incluso en la vida de Josafat, detectamos al este dos defectos parentales.

1. Al permitir que su hijo forme alianzas imp�as.

2. Al conceder a su hijo una indulgencia demasiado grande. Lo elev� al trono durante su propia vida. Lo incorpor� a la sociedad real demasiado pronto y, por lo tanto, le proporcion� abundantes medios para fomentar su vanidad y ambici�n.

II. Que los reyes inmorales son maldiciones nacionales. �Qu� males trajo este hombre a su pa�s! A trav�s de �l, el reino de Jud� perdi� a Edom (que hab�a sido su tributario durante ciento cincuenta a�os), que �se rebel� y se convirti� en el enemigo decidido de Jud� para siempre ( Salmo 137:7 ). Libna tambi�n �se rebel� al mismo tiempo.

�Esta era una ciudad en la parte suroeste de Jud� asignada a los sacerdotes, y una ciudad de refugio. Siempre ha sido as�. Los reyes malvados, en todas las �pocas, han sido las mayores maldiciones que han afligido a la raza. Otra verdad pr�ctica es:

III. Que la muerte no hace acepci�n de personas.

1. La muerte no respeta la posici�n de un hombre, por alta que sea.

2. La muerte no respeta el car�cter de un hombre, por m�s vil que sea. Joram era un hombre malo y absolutamente incapaz de morir; pero la muerte no espera la preparaci�n moral. ( David Thomas, DD )

Influencia perniciosa de una esposa malvada

Joram, hijo del buen Josafat, anduvo por los malos caminos de los reyes de Israel, e hizo lo malo ante los ojos del Se�or. Porque, f�jense en la raz�n dada por el historiador inspirado: Joram hizo lo que era malo a los ojos del Se�or, porque ��ten�a por esposa a la hija de Acab!�. �Qu� secretos indicaba esa �nica raz�n! �Qu� volumen de tragedia encierra esa breve frase! La responsabilidad parece en gran parte transferida de �l y puesta sobre su esposa, que era una pensadora m�s sutil, un car�cter m�s desesperado, con un cerebro m�s grande y una voluntad m�s firme, con m�s acento y fuerza de personalidad.

�No os un�is en yugo desigual:� no mires el matrimonio a la ligera; no supongan que es un juego para el d�a que pasa, un destello y un desvanecimiento, una excitaci�n hilarante, un sorbo de vino, una ronda pasajera de amables saludos, que luego se desvanece como un eco tembloroso. Tenga cuidado con las conexiones que forme y no suponga que las leyes de Dios pueden dejarse de lado con impunidad. Nuestra vida familiar explica nuestra actitud e influencia p�blicas.

Lo que somos en casa lo estamos realmente en el extranjero. Esposas, no destruyan a sus maridos: cuando quieran hacer el bien, ay�denlos; cuando propongan donar a la causa de la caridad, sugiera que la donaci�n se duplique, no que se divida; cuando quisieran ayudar en cualquier obra buena y noble, br�ndeles simpat�a, oraci�n y bendici�n. Nunca conocimos a un hombre de ning�n poder p�blico duradero que no fuera creado por su esposa, y nunca conocimos a un p�blico que apreciara plenamente el valor de ese ministerio.

Es secreto; est� en casa; no se ve, no est� escrito con tiza en una pizarra, no est� dorado en un techo alto, es silencioso, pero vital. Hemos visto a un hombre decaer en su vida de iglesia, y nos hemos preguntado por qu�, y era su esposa, la hija de Acab, quien lo estaba degradando, reduci�ndolo y empeque�eci�ndolo en su pensamiento y simpat�a. Hemos visto a un hombre aumentar su influencia p�blica, y hemos descubierto que era su esposa quien lo animaba, lo ayudaba, le dec�a que estaba en el camino correcto y le deseaba buena suerte en el nombre del Se�or. .

Aseg�rese de que su hogar sea el correcto: tenga un hogar hermoso, moral y religiosamente; una casa sagrada, un santuario donde la alegr�a es el �ngel que canta, y luego, cuando vienes al exterior al mercado, al p�lpito o al parlamento, o al comercio y al comercio, o a cualquiera de las relaciones sociales de la vida, traer� contigo toda la inspiraci�n que proviene de una casa que florece como un jard�n o brilla como un sol de verano. ( J. Parker, DD )

Versículos 25-29

En el duod�cimo a�o de Joram.

Kinghood: lo convencional y lo verdadero

Mirando al rey Ocoz�as, como aqu� esbozado, dos puntos llaman nuestra atenci�n.

I. Un rey por herencia f�sica. Este hombre proven�a del linaje de reyes.

1. Este arreglo no es Divino. Todo lo que se puede decir es que Dios permiti�, no orden� su existencia.

2. Este arreglo es absurdo. Que un hombre se convierta en gobernante por su nacimiento es un ultraje al sentido com�n. Solo ser�n futuros reyes de car�cter real, inteligencia y filantrop�a. El hombre m�s grande de la comunidad se convertir� en su rey. Lo que se llama lealtad es un lacayo ego�sta y degradado, no un homenaje devoto por el bien. �No se nos ordena "honrar al rey"? S�, pero se da a entender que es digno de honor. �Debemos honrar a hombres como Enrique VIII, Carlos II y otros monstruos mon�rquicos similares, que, ay! abundan en la historia? No; den�ncialos, arr�jalos de sus tronos.

II. Un monstruo de ascendencia moral. �l era descendiente de uno de los m�s despiadados y corruptos del pueblo hebreo que ayunaba "llenando la medida de sus iniquidades". Este hombre, como la descendencia de todos los padres inicuos, heredar�a el esp�ritu, absorber�a los principios e imitar�a el ejemplo de sus padres. ( D. Thomas, DD ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "2 Kings 8". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/2-kings-8.html. 1905-1909. Nueva York.