Bible Commentaries
2 Samuel 10

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 2-19

Mostrar� bondad a Han�n hijo de Nahas, como su padre me mostr� bondad.

David y Hanun

Aunque David hab�a demostrado su val�a en todas las direcciones del arte de la guerra, su coraz�n estaba inclinado a la paz. La posici�n que hab�a ganado como guerrero naturalmente habr�a hecho que Han�n tuviera m�s miedo de David de lo que David podr�a tener de Han�n. El rey de Israel no pod�a dejar de saber esto, y naturalmente se le podr�a ocurrir que ser�a un acto bondadoso por parte del joven rey de Amm�n enviarle un mensaje que demostrara que pod�a confiar plenamente en sus intenciones amistosas.

El mensaje para Hanun fue otra emanaci�n de un coraz�n bondadoso. Es algo feliz para cualquier pa�s que sus gobernantes y hombres de influencia est�n siempre al acecho de oportunidades para fortalecer el esp�ritu de amistad. Es una cosa feliz en la Iglesia cuando los l�deres de diferentes secciones est�n m�s dispuestos a las medidas, que concilian y curan, que a las medidas que alienan y dividen. En la vida familiar, y dondequiera que se encuentren hombres de diferentes puntos de vista y temperamento, este esp�ritu amante de la paz tiene un gran precio.

Los hombres a los que les gusta pelear y que siempre est�n dispuestos a burlarse, a irritar, a dividir, son las molestias de la sociedad. Entre los amonitas y los israelitas hab�an ocurrido choques en dos ocasiones anteriores, en ambas de las cuales los amonitas parecen haber sido los agresores. El primero de estos fue en los d�as de Jeft�. El segundo fue el choque en Jabes de Galaad al comienzo del reinado de Sa�l.

Cuando los hombres de Jabes, llevados a la raya, suplicaron condiciones de paz, se respondi� con amargura que s�lo se conceder�a con la condici�n de que se sacara el ojo derecho de todo hombre. Fue entonces cuando Saulo mostr� tanto coraje y prontitud. En el m�s breve espacio de tiempo estuvo en Jabes de Galaad en defensa de su pueblo, y con sus t�cticas exitosas infligi� a los amonitas una terrible derrota, matando a una gran multitud y dispersando al resto, de modo que no quedaron dos juntos.

Despu�s de tal derrota, Nahash no pudo tener sentimientos muy amistosos hacia Sa�l. Y cuando Sa�l proclam� a David su enemigo, Nahash naturalmente se inclinar�a al lado de David. Fue hace mucho, mucho tiempo cuando sucedi�, pero el amor tiene una larga memoria, y el recuerdo todav�a era agradable para David. Y ahora el rey de Israel se propone pagarle al hijo la deuda que hab�a contra�do con el padre. Hasta este punto es una bonita imagen; y es una gran decepci�n cuando encontramos que la transacci�n fracasa, y una negociaci�n que comenz� con toda la calidez y sinceridad de la amistad, termina en el salvaje trabajo de la guerra.

Sin embargo, la culpa de este aborto fue notoriamente del otro lado. Nuestra dificultad es comprender c�mo los hombres cuerdos podr�an haber actuado de esa manera. Apenas es necesario decir una palabra para resaltar el car�cter escandaloso de su conducta.

(1) Hubo rechazo a la bondad de David. Ni siquiera fue declinado con cortes�a; fue repelido con desprecio. Siempre es algo serio rechazar las propuestas de bondad. La bondad es una gema demasiado rara para ser pisoteada.

(2) Pero Han�n no solo repeli� la bondad de David, sino que lo acus� de mezquindad y pr�cticamente le lanz� a la cara un desaf�o a la guerra. Representar su aparente bondad como una tapadera mezquina de un prop�sito hostil era un acto en el que Hanun pod�a pensar poco, pero que estaba preparado para herir a David en la vida. Las naturalezas sin escr�pulos tienen una gran ventaja sobre los dem�s en el cargo que pueden traer. En una colisi�n en la calle, un hombre con ropa sucia es mucho m�s poderoso para hacer travesuras que uno con ropa limpia.

A los hombres rudos y sin escr�pulos no les impide con delicadeza presentar acusaciones atroces contra aquellos a quienes estas acusaciones son supremamente odiosas. Tienen poco sentido del estruendo de ellos, y los lanzan sin escr�pulos. Tales flechas envenenadas infligen un gran dolor, no porque las cargas sean justas, sino porque es horrible para las naturalezas refinadas incluso escucharlas.

(3) A estas ofensas, Han�n agreg� otra m�s: el trato desde�oso de los embajadores de David. A los ojos de todas las naciones civilizadas, las personas de los embajadores se consideraban sagradas, y cualquier afrenta o injuria contra ellos se consideraba un crimen odioso. Muy a menudo se eleg�a para esta funci�n a hombres de posici�n eminente, edad venerable y car�cter intachable, y es muy probable que los embajadores de David en Han�n fueran de esta clase.

Por lo tanto, cuando estos hombres fueron tratados con contumedad - la mitad de sus barbas, que eran sagradas, rapadas, sus ropas mutiladas y sus personas expuestas - no pudo haber sido infligido ning�n insulto m�s grosero. Es un momento doloroso en el que el verdadero valor y la nobleza est�n a merced de la insolencia y la vulgaridad, y tienen que soportar sus amargas injurias. Tales cosas pueden suceder en la controversia p�blica en un pa�s donde se permite la m�xima libertad de expresi�n y cuando los hombres de molde rufi�n encuentran contumeramente e insultan sus armas m�s h�biles. En tiempos de persecuci�n religiosa se han lanzado las acusaciones m�s espantosas contra la cabeza de hombres y mujeres piadosos, cuyo verdadero crimen es haberse esforzado al m�ximo por obedecer a Dios.

3. Los amonitas no esperaron una declaraci�n formal de guerra por parte de David. Tampoco se jactaban, cuando recobraban el sentido com�n, de que contra alguien que hab�a ganado tanto renombre como guerrero pod�an estar solos. Su insulto al rey David result� costoso.

4. Se requiere muy poca consideraci�n para ver que las guerras que se registran tan brevemente en este cap�tulo deben haber sido empresas muy serias y peligrosas. El registro de ellos es tan breve, tan poco apasionado, tan simple, que muchos lectores est�n dispuestos a pensar muy poco en ellos. Pero cuando nos detenemos a pensar qu� fue para el rey de Israel encontrarse, en suelo extranjero, con confederados tan numerosos, tan poderosos y tan familiarizados con la guerra, no podemos dejar de ver que fueron guerras tremendas. Fueron preparados para probar la fe y el valor de David y su pueblo al m�ximo. ( WG Blaikie, DD )

Juicios poco generosos

En miles de hombres, la mente, si se revelara, ser�a una c�mara estelar llena de testigos falsos y juicios crueles. Si volvieras a la vieja c�mara estelar de Inglaterra y leyeras los registros hechos de los testimonios dados y las sentencias dictadas por hombres de informaci�n parcial, �qu� literatura infernal ser�an esos registros! Pero peores que estos son los crueles, juicios precipitados y odiosos que los hombres se forman unos a otros en el silencio de la mente, simplemente porque siguen sus intereses, sus sentimientos, sus prejuicios, y no su conciencia, al determinar los hechos y llegar a conclusiones. ( HW Beecher .)

Dos aspectos de David

En los cap�tulos 10 y 11, vemos al rey David en su mejor momento y tambi�n en su peor momento. El segundo vers�culo del d�cimo cap�tulo comienza casi con el mismo esp�ritu que el primer vers�culo del noveno. En ambos casos, David est� decidido a "mostrar bondad". En el primer caso, mostrar�a bondad a cualquier sobreviviente de la casa de Sa�l, como acabamos de ver, y ahora mostrar� bondad a Han�n, hijo de Nahas, porque el padre de Han�n hab�a mostrado bondad a David en los viejos tiempos de angustia. .

En estos dos casos hist�ricos, David act�a retrospectivamente, en el sentido de que no se propone mostrar bondad a los hombres vivos por s� mismos, sino por alguna virtud o bondad de parte de sus antepasados. Un car�cter meramente t�cnico o literal se habr�a contentado con la acci�n contempor�nea, es decir, no se habr�a molestado en volver al ayer para honrar la memoria de un muerto.

Pero incluso en esta generosa retrospecci�n, David es fiel a su naturaleza po�tica y su entusiasmo religioso. David debe ser acreditado con buenas retenciones en este caso, como lo fue en el caso de proponer la construcci�n del templo y ser amable con cualquier sobreviviente de la casa de Sa�l. Incluso las buenas intenciones tienen un valor distintivo propio. Las aguas dulces no brotan de fuentes amargas. Tener un buen deseo, un deseo desinteresado, un impulso generoso, es tener alg�n grado de influencia divina operando sobre el coraz�n, y hasta ahora es mostrar que el coraz�n no ha sido entregado a la reprobaci�n absoluta. Este es un pensamiento reconfortante. para nosotros.

Hanun respondi� a los consejos de sus consejeros de una manera que supuso aumentar�a su propia popularidad entre sus s�bditos. �l �tom� a los siervos de David, les afeit� la mitad de la barba y les cort� la ropa por la mitad�. Es poco para el honor de la naturaleza humana que no s�lo haya insultos que los hombres puedan lanzarse unos a otros en momentos de pasi�n y desaf�o, sino que hay insultos estudiados que son elaborados a sangre fr�a e infligidos con un sentido de gozo por los crueles. hombres que han creado nuevas formas de humillaci�n social.

El insulto infligido a Israel no fue solo personal, fue profundamente religioso. No, solo David fue deshonrado, sino que Dios mismo fue desafiado. En Lev�tico 19:27 , vemos cu�n estricta era la ley con respecto a este asunto de afeitarse la cabeza. No nos corresponde a nosotros entrar en el valor de tales ordenanzas; Baste decir que eran las distintas ordenanzas del pueblo de Israel y, como tales, ten�an valor e importancia religiosa.

Hay una crueldad en nuestros d�as que busca herir a los hombres por medio de sus convicciones religiosas. Los hombres de hoy se mantienen fuera de posiciones pecuniarias debido a su fe religiosa. El avance social est� prohibido para no pocas personas debido a sus convicciones religiosas. Si tales hombres sin convicci�n, aturdidos y desenfadados, estuvieran dispuestos a adoptar cualquier forma o ceremonia como podr�an adoptar un cambio de vestimenta, su curso de la vida ser�a mucho m�s tranquilo; pero debido a que son serios, incluso hasta la agon�a, sus convicciones se convierten en tantos obst�culos que obstaculizan su progreso.

Los consejeros de Han�n, hijo de Nahash, estaban demasiado cegados por su propia pasi�n para prever los resultados de su insensata pol�tica. Lo que para ellos fue una broma pr�ctica fue una ocasi�n de justa ira hacia el rey a quien hab�an insultado. Es bueno tener en cuenta los recursos del enemigo antes de ser demasiado desafiante o adoptar un proceder de altaner�a. Pero la locura rara vez ve ambos lados de una cuesti�n.

Es una caracter�stica notable del genio de la historia que sea siempre fiel a su propio tiempo. As� como la acci�n de David estar�a ahora fuera de lugar entre las naciones cristianas, cualquier otro camino que el que �l adopt� habr�a estado fuera de lugar en relaci�n con su lesi�n particular. Lea la historia a su propia luz. Es esencial adoptar este canon de interpretaci�n al leer muchas porciones del Antiguo Testamento; de lo contrario, la mente se ver� a menudo arrojada a un estado de desconcierto moral y estar� casi lista para clamar contra el Esp�ritu de Dios. ( J. Parker, DD )

La bondad de un padre retribuida a su hijo

Un buen hombre que conozco muri� muy repentinamente el otro d�a, y cuando se trat� de saldar la cuenta, se comprob� que, si bien con su presencia y trabajo, pod�a ganarse la vida para su familia con su participaci�n en el negocio. negocio, con �l desaparecido no quedaba nada. Todos los ni�os hab�an crecido y pod�an mantenerse por s� mismos, con la excepci�n de un joven que a�n ten�a dos a�os que pasar en la escuela de medicina antes de poder ejercer su profesi�n de m�dico.

Al principio parec�a que deb�a abandonar y trabajar durante un tiempo ahorrando dinero para seguir adelante. Pero en ese momento se adelant� un hombre que dijo: �Hace algunos a�os estaba en un lugar dif�cil y necesitaba mucho un amigo. Justo en el momento cr�tico, tu padre entr� en la brecha y me ayud� de la manera m�s amable y alegre. Entonces dije que si alguna vez ten�a la oportunidad, le devolver�a esa amabilidad. Ahora es mi oportunidad.

Vuelve a la facultad de medicina y termina tu curso y yo me ocupar� de los gastos. Puedes cargarlos a la cuenta de bondad de tu padre ". El que siembra una buena acci�n puede estar seguro de que se trata de una cosecha duradera y resistente, y con certeza traer� su cosecha poco a poco. (L. A. Banks, D. D. )

Versículos 11-12

Si los sirios son demasiado fuertes para m�, entonces t� me ayudar�s.

Patriotismo piadoso

Ayuda mutua. Cuando la ocasi�n lo requiera, dice Joab, t� me ayudar�s o yo te ayudar�. Ahora, esta es una palabra para todos nosotros. Dios ha ordenado que dependamos mutuamente unos de otros; y apenas s� cu�l de los dos es peor, la presunci�n del hombre que se imagina que puede estar solo, o el ego�smo del hombre que no tiene un deseo instintivo de ayudar a su pr�jimo cuando tiene problemas. Por qu�, lejos de la religi�n por completo, es nuestro deber tanto inclinarnos como llevar; por ello, rara vez es cierto que no hay alguien m�s fuerte que nosotros, que pueda ayudarnos; y es igualmente raro que no haya alguien m�s d�bil que nosotros a quien podamos prestar un servicio.

Con demasiada frecuencia, el sentimiento del mundo es "cada uno por s� mismo": la supervivencia, si no del m�s apto, al menos del m�s fuerte. Deje que los atrevidos y �giles empujen al frente, y los d�biles vayan a la pared. Hay mucho de esto en los negocios, como algunos de ustedes saben; ciertos hombres, dando codazos y empujando hacia adelante, sin importarles a qui�n empujan o pisotean bajo sus pies, si tan solo tienen �xito ellos mismos.

El resultado es que muchos compa�eros buenos, capaces y dignos, simplemente porque no tienen la audacia, la insolencia de los dem�s, se quedan atr�s y se desaniman. Ahora es aqu� donde debe entrar el principio cristiano, equilibrando y regulando los diversos elementos en acci�n, dando confianza a los d�biles y generosidad a los fuertes, asegurando as� la mayor cantidad de �xito y felicidad.

II. Hero�smo varonil, "Tened buen �nimo y comport�monos con valent�a". Nunca en el campo de batalla el oficial grit� al sentimiento m�s noble del hermano oficial. De hecho, el ej�rcito ha producido grandes hombres cojos, h�roes en el verdadero sentido del mundo. Pero ni por un momento quisiera dar la impresi�n de que los h�roes est�n confinados a campa�as y campos de batalla. Me atrevo a afirmar que en las esferas m�s comunes de la vida civil y prosaica se pueden encontrar ejemplos de un igualmente noble; aunque menos vistoso, hero�smo.

Hay h�roes del taller, del mostrador, de la oficina, del mercado, cuyo valor puede ser sometido a una tensi�n tan severa como si estuvieran en el campo de batalla, en medio del resplandor del fr�o acero y el traqueteo. de mosqueter�a. Cuando un hombre tiene que luchar contra la pobreza, las p�rdidas, las deudas incobrables, las decepciones, las tentaciones: y todav�a mantiene la cabeza al viento, sigue luchando con valent�a, se niega a hundirse, sigue jurando �confiar en Dios y hacer lo que sea�. Bien �digo, aunque no tiene charreteras en los hombros ni medallas en el pecho, es tan verdaderamente un hombre y un h�roe como si hubiera asaltado una ciudadela.

�Sea valiente y seamos portados bien�, ser�a un excelente lema para los empleados en muchos establecimientos de Londres. Quiere el "coraje" de sus principios, y luego no tener miedo de su "comportamiento". Cuando la vida de un hombre est� dominada por el �nico objetivo, no ganar dinero, no encontrar placeres ociosos, sino complacer a su Maestro en el cielo, es maravilloso cu�nto respeto inspira y cu�nta pura felicidad interior disfruta.

III. Verdadero patriotismo. Escuche nuevamente al general Joab: "An�mate, hermano, y comport�monos con valent�a por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios". Ahora notar�s el motivo que adujo. �Bravo! �Hijos de Sarvia! �Dios y nuestra patria� fue su grito. No fue un grito tonto y vac�o de Jingo, como el que hemos escuchado en nuestros d�as de una chusma hist�rica que clama por la gloria, pero que volver�a la cola con el primer disparo que zumb� alrededor de sus o�dos; era un llamado a la acci�n y al peligro, impulsado por el amor a Israel y al Dios de Israel.

Se�ores, el patriotismo es uno de los sentimientos m�s nobles que puede ocupar el pecho humano; pero no hay patriotismo tan puro y desinteresado como el que se enciende en el altar del amor a Dios. Nunca hubo un ejemplo m�s notable de ello que el intr�pido oficial brit�nico al que ya he advertido. La autonegaci�n caracteriz� toda su carrera. Despu�s de todo su gran trabajo en China, el general Gordon dej� el pa�s tan pobre como entr�, habiendo rechazado todas las recompensas. Cuando el Emperador le envi� una suma de 10.000 libras esterlinas, la dividi� entre sus tropas.

A su llegada a Inglaterra declin� todos los honores, prefiriendo enterrarse en la oscuridad. A las mismas medallas que le fueron derramadas no les dio ning�n valor, e incluso las fundi� para brindar alivio a los necesitados. L�stima genuina. �Y que el Se�or haga lo que bien le agrada�. No me atrevo a decir que Joab fue un santo, ni quisiera responder por muchas de las cosas que hizo; pero en esta ocasi�n, ciertamente, su conducta y su lenguaje fueron admirables y dignos de imitar.

�Abisai�, parece decir, �t� y yo haremos nuestro mejor esfuerzo y dejaremos el asunto en manos de Dios. No podemos ordenar el �xito, pero podemos cumplir con nuestro deber y dejar el resultado en manos m�s altas que las nuestras ". Es bueno ver a un soldado temeroso de Dios. Es una caracter�stica interesante de nuestro tiempo que haya en el ej�rcito brit�nico una cantidad muy considerable de piedad profunda y no afectada. Algunos de nuestros oficiales m�s altos, algunos de nuestros generales m�s distinguidos, tanto en el extranjero como en casa, son verdaderos hombres de Dios.

No obstante, son valiosos como soldados como soldados. Tienen m�s coraje y menos miedo que los dem�s. Un hombre es todo el soldado m�s valiente por ser cristiano. Cuando la verdadera piedad se implanta en una naturaleza valiente y valiente, forma un car�cter espl�ndido. Por un cristianismo noble y hermoso, encomi�ndame a un soldado convertido. �El general Gordon�, dice uno de los peri�dicos matutinos, �no es un hombre cuyas acciones o cuyas fortunas puedan estimarse seg�n el est�ndar ordinario al que se someten los asuntos humanos.

Su car�cter singularmente puro y noble impresiona a todos aquellos con los que entra en contacto. �l cree que siempre est� cumpliendo una misi�n de una autoridad m�s alta que cualquier gobierno terrenal. Un hombre de este molde heroico, que combina una porci�n no peque�a de sabidur�a mundana con la integridad de un santo y la sencillez de un ni�o, puede caminar con seguridad en lugares donde cualquier otro pie resbalar�a. Pero, por otro lado, el general Gordon avanzar�a silenciosamente hacia lo que sab�a que era una destrucci�n segura, si cre�a que hacerlo era su deber ". ( J. Thain Davidson, D. D. )

Ayuda mutua: gran necesidad de la sociedad

La verdadera y �nica cura para la miseria y el descontento que existen en nuestro pa�s me parece que reside en la comuni�n personal y regular de los mejores con los peores &mdashhombre con hombre&mdash hasta que cada cristiano, como su Salvador, se convierta en uno con los que van a ser salvos; hasta que pueda ser hueso de sus huesos, simpatizar, ense�ar, llorar, regocijarse, comer y beber con ellos como uno con ellos en la carne. El mundo no creer� porque no puede ver que el cristianismo es verdadero, al ver su realidad en la maravillosa unidad de Cristo y Su pueblo. ( Norman McLeod, D. D. )

Ayuda mutua

Se ha publicado un libro escrito por el pr�ncipe Kropotkin sobre "Ayuda mutua", en el que sostiene que hay muchas m�s pruebas en la naturaleza de "ayuda mutua" que de "la lucha despiadada de cada uno contra todos". �l expone un caso muy s�lido a favor de la afirmaci�n "que la ayuda mutua entre miembros de la misma especie ha tenido mucho m�s que ver con su supervivencia que la lucha ego�sta". Reconocemos de inmediato que un mundo evolucion� mediante la lucha de todos contra todos.

El pr�ncipe Kropotkin sostiene que el cuidado de los dem�s est� en el coraz�n de las cosas; el mundo se ha construido sobre este principio. El difunto profesor Drummond reconoci� "la lucha por la vida de los dem�s" en el mundo, y trat� de reconciliar esto con la "lucha por la existencia" de Darwin o por la propia vida, sugiriendo que el principio altruista apareci� con la madre en su preocupaci�n. por su descendencia.

Kropotkin lo niega y presenta una gran cantidad de evidencia para demostrar que la lucha por la vida de los dem�s es un instinto natural implantado en la naturaleza misma. Dios no se limit� a trabajar para lograrlo en la maternidad: bas� todo el progreso en �l. ( David Waiters .)

Las cualidades militares de Joab

El peligro despert� lo mejor de Joab. Feroz y truculento como sol�a ser, ten�a el metal de h�roe en �l, y en esa hora oscura ardi� como un pilar de luz. Las sonoras palabras que le dirigi� a su hermano cuando se separaron, sin saber si volver�an a encontrarse, son como un toque de clar�n. Sacan aliento de la separaci�n de fuerzas, que podr�a haber deprimido, y se comprometen alegremente con las dos divisiones a ayudarse mutuamente.

�Qu� pasar�a, Joab, si los sirios fueran demasiado fuertes para ti y los amonitas para Abisai? Esa muy posible contingencia no se contempla en sus palabras. La confianza precipitada es imprudente, pero los soldados de Dios tienen derecho a ir a la batalla sin anticipar una derrota total. Tal expectativa puede cumplirse por s� misma y, por otro lado, creer que venceremos contribuye en gran medida a convertirnos en vencedores.

�No contiene la promesa de ayuda mutua de Joab una lecci�n aplicable a todas las divisiones del gran ej�rcito de Dios? En presencia de la coalici�n del mal, �no es la separaci�n de los amigos del bien una locura? Cuando los hombres malos se unen, �no deber�an mantenerse unidos los hombres buenos? La derrota o victoria de uno es la derrota o victoria de todos. Servimos bajo la misma bandera y, en lugar de encerrar nuestras simpat�as dentro de los estrechos l�mites de nuestro propio regimiento, e incluso sentir cierta satisfacci�n por las dificultades en las que otro se ha metido, deber�amos sentir que si �un miembro sufre, todos los miembros sufren con eso �, y deber�an estar dispuestos a ayudar a todos nuestros compa�eros soldados que necesiten ayuda.

La autoconservaci�n, as� como la camarader�a y, sobre todo, la lealtad a Aquel por quien luchamos, deben conducir a eso; porque si Abisai es aplastado, Joab correr� mayor peligro. ( A. Maclaren, D. D. )

V�nculo de uni�n

Los antiguos regimientos tebanos lucharon con tanta desesperaci�n en el campo de batalla o en la batalla porque era el principio de la ciencia militar tebana que aquellos que estaban uno al lado del otro en el rango deber�an ser siempre, si era posible, amigos �ntimos. Aprendamos, en nuestra gran batalla de la vida, el secreto del afecto y la confianza mutua. ( David Walters .)

Versículo 12

Ten buen �nimo y d�janos jugar a los hombres

De coraje

En esas palabras tienes estas dos partes: la valent�a de su resoluci�n: �An�mate y d�janos jugar a los hombres.

"La humildad de su sumisi�n:" Y el Se�or haga lo que bien le parezca ". O, si se quiere, as�: una exhortaci�n al verdadero valor noble en la primera parte, "Ten buen �nimo", etc. y, en segundo lugar, una humilde resignaci�n de s� mismo y causa y �xito en las manos de Dios; "Y el Se�or haga lo que bien le parezca". Su exhortaci�n se refuerza con diversos argumentos: �Es para nuestro pueblo.

�Los amonitas y los sirios est�n ahora cerca de nosotros, si no se portan con valent�a, su pueblo es saqueado, saqueado, cautivo, atropellado; y, por lo tanto, "tenga valor y hagamos de hombres". Y por las ciudades de nuestro Dios.

I.Para la descripci�n del buen coraje, puede tomarlo as�: El buen coraje es esa disposici�n bondadosa del coraz�n por la cual un hombre, siendo llamado por Dios a cualquier servicio, se aventura en las dificultades, ya sea para hacer el bien o soportar el mal, y eso sin temor. .

Aqu� hay cuatro o cinco cosas considerables en esta descripci�n.

1. El buen coraje es una disposici�n afable. Hay una audacia moral y una audacia natural, y esto no es un buen coraje, porque el primero est� en los paganos y el segundo en las bestias brutas.

2. Una vez m�s, hay una desesperaci�n pecaminosa por la cual los hombres son aptos y est�n listos para precipitarse sobre todo lo que es malo, y son pecaminosamente valientes, y piensan que �l es un tonto o un ni�o que no bebe, y se emborracha, y se prostituye y toparse con todo tipo de maldad: esto no es buen coraje. El buen coraje est� ligado a esperar en el Se�or.

3. Una vez m�s, hay un cavalierismo jactancioso, fanfarr�n y jactancioso que no tiene verdadero coraje. Tal arrogante fue el Rabsaces, quien dijo: "Con nosotros est� el valor y el coraje"; cuando desafi� a los ej�rcitos y siervos del Dios viviente. El buen coraje es la salud de la mente; esta jactancia, jactancia, jactancia es la hinchaz�n de la mente, no el coraje.

4. Una vez m�s, hay una disposici�n feroz, enojada y vengativa, por la cual los hombres est�n listos para correr sobre las crueldades: esto no es buen coraje, "El justo es valiente como un le�n". El le�n mismo es misericordioso, no vengativo; si una criatura se acuesta delante de �l, la perdonar�. Es una disposici�n de coraz�n amable. La verdad es que el coraz�n del hombre es el patio de artiller�a donde se entrenan continuamente todos los pensamientos de coraje.

5. Nuevamente, digo, por lo cual un hombre es llamado por Dios a cualquier servicio. El llamado de Dios es la base del coraje de un cristiano. Esto fue fingido en el discurso de Rabsaces; "�No me envi� el Se�or?" Y esta fue, en verdad, la base del coraje de Josu�: "Ten �nimo, �no te lo he mandado?" A�ado, todo esto debe hacerse sin miedo: y por lo tanto, en las Escrituras, estos van juntos: �Ten �nimo; no temas, ni desmayes �. Cuanto m�s aumentan los temores de un hombre, m�s disminuye su valor; y cuanto m�s aumenta el valor de un hombre, m�s disminuyen sus temores.

II. En tiempos malos, en tiempos de peligro, la valent�a es muy necesaria. En tiempos de peligro, el buen coraje es la fuerza de un hombre, es el esp�ritu de un hombre, es el resplandor del coraz�n de un hombre, es la vida de la vida de uno. Dice Salom�n: "El esp�ritu del hombre sostendr� su enfermedad". Sin fuerza no hay carga de carga. Ahora bien, este es el camino para ser fuerte, para estar bajo las cargas en los tiempos malos: "Ten �nimo, y �l fortalecer� tu coraz�n".

1. Una vez m�s, los tiempos malos est�n llenos de cambios, y el buen coraje nos mantendr� alejados del poder de esos. S�neca tiene buen habla: es un hombre robusto a quien la prosperidad no seduce; pero es el m�s robusto de todos a quien el cambio de las cosas no perturba. Y en otro lugar, dice �l, no tiene una gran mente que pueda ser doblegada por las injurias. Y los tiempos malos est�n llenos de injurias. Sin valor, un hombre se dejar� doblegar f�cilmente por ellos; inclinado al pecado y inclinado a lo malo.

2. Nuevamente, los tiempos malos son muy costosos. Entonces un hombre ser� llamado a disponer mucho: su patrimonio, su casa, su libertad, su cuerpo, su todo: y no hay afecto, no hay disposici�n que gaste tanto como el coraje; el buen coraje har� que un hombre gaste y se gaste para Dios.

III. Si es as�, ver� cu�l es nuestro deber: ser "valientes y jugar a los hombres". ( W. Bridge, M. A. )

Cuatro pilares de la fuerza nacional

I. Debe haber una inteligencia general para conservar los mejores intereses del gobierno popular. Hasta ahora, nunca hemos podido medir el poder de elevaci�n de una inteligencia com�n o general sobre comunidades y naciones. Alguien ha dicho que �un libro de ortograf�a y una copia del Nuevo Testamento arrojados a la tierra levantar�n millones de toneladas de ignorancia y superstici�n. Ensanchar�n las calles, amontonar�n los palacios comerciales en cada mercado, levantar�n el techo de la caba�a del pobre y expulsar�n a los fantasmas y demonios de cada bosque y soledad de la monta�a.

��Sabr�as el poder de un intelecto bien equipado y las fuerzas multiplicadoras de la educaci�n? Si�ntate por un momento a los pies del estad�stico. Aqu� aprender� que solo una quinta parte del uno por ciento de nuestra poblaci�n se grad�a de nuestras universidades, sin embargo, este peque�o pu�ado de hombres ha proporcionado el treinta por ciento de todos los congresistas, el cincuenta por ciento de todos nuestros senadores, el sesenta por ciento de todos nuestros miembros. presidentes, y m�s del setenta por ciento de todos nuestros jueces supremos.

Vea a ese anfitri�n inspirador liderando la vanguardia de los ej�rcitos de nuestra civilizaci�n. All� vienen con paso majestuoso, trescientos mil hombres; hombres y mujeres capacitados que han superado ex�menes satisfactorios, y cuya competencia es difundir una inteligencia m�s generalizada entre la gente, y capacitar a nuestros hijos para una ciudadan�a eficiente. Tenemos diez veces m�s maestros que habitantes de Atenas cuando era due�a de Grecia y legisladora del mundo.

Tenemos m�s de treinta veces m�s maestros que Jenofonte en la legi�n inmortal. Tenemos m�s de doce veces m�s maestros que soldados en el ej�rcito de An�bal, cuando descendi� de los Alpes a las llanuras de Italia y sacudi� a los habitantes con un miedo mortal. Tenemos cincuenta veces m�s maestros que soldados que siguieron a C�sar por el Rubic�n hacia la conquista del mundo.

Podemos depender mucho de estos hombres y mujeres cultivados y entrenados para fortalecer el imperio del pensamiento. Las magn�ficas posibilidades que tienen ante ellos se manifiestan cuando consideramos el hecho de que tienen bajo su tutela a m�s de doce millones de estudiantes, cuatro veces m�s que los habitantes de las trece colonias cuando nuestros padres ganaron la libertad para la humanidad. Pero, �qu� significa inteligencia, mero poder mental o ejercicio escolar si falta el elemento del coraje heroico? Desprovisto de esto, el erudito se convierte en un simple pigmeo; junto con �l se convierte en un gigante.

II. �Ten �nimo�, grita el heroico Joab. Mucha valent�a, dices, en el campo de batalla. S�, y no obstante, se necesita valent�a en las luchas diarias de la vida. Hay males que exterminar y abusos que corregir. Debe mantenerse la santidad de la ley y nuestras instituciones libres deben perpetuarse y defenderse a toda costa. Queremos hombres que sean leg�timamente serios.

William Lloyd Garrison toc� la nota clave del �xito cuando dijo: �Lo digo en serio. No me equivocar�. No voy a disculparme. No retroceder� ni una pulgada y ser� escuchado. La apat�a del pueblo es suficiente para hacer que cada estatua salte de su pedestal y apresure la resurrecci�n de los muertos ". Es el hombre de empresa heroica que se abrir� camino a trav�s de los muros negros de la ignorancia, la oposici�n y el prejuicio, y crear� para �l y sus coadjutores un mundo nuevo. Necesitamos coraje en los conflictos cotidianos de la vida.

Ning�n cobarde puede lidiar con �xito con la pobreza, con deudas, socios sin escr�pulos, fracasos y tentaciones. Debe tener coraje para permanecer firme, mantenerse firme y, si es necesario, estar solo. Se necesita valor varonil para estar solo frente a la oposici�n. Todo hombre necesita valor cuando va a ejercer el sagrado oficio de su franquicia; y debe poner tanta conciencia en su voto como en sus oraciones. No se desanime porque no est� del lado popular. Con trescientos hombres en el lado derecho, Gede�n puso en fuga a ciento treinta y cinco mil hombres de guerra.

III. Sea leal a su propia convicci�n de deber y derecho. Se dice del �ltimo y m�s grande ap�stol de nuestro Se�or que "no consult� con carne ni con sangre". Sacrific� todo lo que hab�a apreciado de car�cter terrenal para poder ser fiel a sus convicciones del deber. Cuando se enter� de que el camino que se hab�a trazado estaba plagado de dificultades y que �le esperaban cadenas y encarcelamientos�, su respuesta fue clara y enf�tica: �Ninguna de estas cosas me conmueve.

�Danos algunos hombres m�s que prefieran tener raz�n que ser populares, que prefieran estar en armon�a con Dios y con la conciencia que con el partido o las declaraciones del partido. Es posible que no se te pida que demuestres tu lealtad como lo hicieron los h�roes en Gettysburg, Atlanta y el desierto, pero todav�a hay enemigos formidables que enfrentar y conquistar. Estos pondr�n a prueba tu temple. Piense en las fuerzas de la intemperancia, la creciente maldad del juego, la falta de castidad, la infidelidad y la espantosa variedad de pol�ticos y demagogos sin escr�pulos.

La lealtad nunca signific� m�s que ahora. La sufrida esposa, hermandad y maternidad de la naci�n est� pidiendo en voz alta una reparaci�n. Los oprimidos buscan alivio y ayuda en nosotros. Desilusionarlos es demostrar que es un rec�ndito en el fideicomiso m�s importante y sufrir la derrota en la batalla m�s grande jam�s librada.

IV. El cuarto pilar que mencionamos es la religi�n evang�lica. La ciencia y el arte han hecho maravillas. El mundo est� asombrado por sus logros. Han domesticado feroces bestias de presa y sometido los elementos de la naturaleza. Han atravesado el oc�ano, han aniquilado la distancia, han unido continente a continente, han dado vida al vapor, una lengua al alambre y una voz al rel�mpago. Pero estas feroces pasiones en el coraz�n humano son m�s feroces que las bestias de presa, y las fuerzas perturbadoras m�s tumultuosas que los vientos tormentosos y las tempestades de la naturaleza y m�s dif�ciles de controlar que los elementos m�s sutiles.

Ninguna habilidad humana puede dominarlos. S�lo la ciencia cristiana, tal como se ense�a en la escuela de Jesucristo, puede capacitar al hombre para dominarlos. Hay un campo m�s amplio para la Iglesia hoy que nunca. �Egipto y Etiop�a� no solo nos est�n extendiendo la mano, sino que Europa y Asia est�n estrechando la nuestra, y en lugar de estar bajo la necesidad de cruzar el inquieto Atl�ntico, nuestro trabajo se ve facilitado por su llegada a nuestras propias puertas.

Finalmente, la religi�n borra la culpa de la conciencia y aleja la oscuridad de la mente. Da esperanza al coraz�n, luz a los ojos y fuerza a la mano. Har� que la vida sea agradable, que el trabajo sea dulce y que la muerte triunfe. Da fe a los temerosos, valor a los t�midos. Roba la tumba de sus terrores y la muerte de su aguij�n, y dora el camino hacia la futura morada del hombre con un brillo eterno. ( Pastor GW .)

Jugando al hombre

I. Los motivos por los que debemos actuar. Joab apel� a

(1) el patriotismo del pueblo. Este era un acorde tierno, y responder�a de inmediato con los tonos de la m�s fuerte simpat�a. �Qu� cosas maravillosas se han clonado en nombre del patriotismo! El registro de los hechos de Hereward, el �ltimo de los ingleses, de Hampden, Cromwell, Pym, de Washington, Tell, Garibaldi, etc., qu� ilustraciones proporcionan del poder del amor de "nuestra gente". Cristo vino a �las ovejas de prueba de la casa de Israel.

�Y orden� a sus ap�stoles que� comenzaran desde Jerusal�n �; y, aunque todo el mundo reclama nuestras simpat�as y ayuda, sin embargo, nuestro primer y cada vez mayor reclamo es nuestro propio pueblo: y por ellos debemos luchar ardientemente y orar. Joab apel� a

(2) la filantrop�a del pueblo. Los soldados deb�an recordar los centros de poblaci�n, las grandes colmenas de la industria, "las ciudades" con sus abundantes miles: y al pensar en mujeres y ni�os, deb�an "jugar a los hombres" en el d�a de la batalla. Todos los hombres de gran coraz�n sienten amor por su raza, as� como por su propio pa�s y sus compatriotas; y hombres como Wilberforce y Howard, y Moffatt y Livingstone, nos han mostrado lo que se puede soportar y lograr cuando la filantrop�a toma fuerte posesi�n del pecho humano. Joab apel� a

(3) la piedad del pueblo. "Ciudades de nuestro Dios". Cuando hacemos cualquier esfuerzo para iluminar y elevar a los hombres, debemos recordar que nos estamos poniendo por aquellos a quienes Dios ha creado, preservado y redimido; todas las almas son suyas. Pueden estar en manos de extraterrestres; unas fauces de poder diab�lico, han usurpado el lugar del rey leg�timo; pero debemos avanzar, armados con toda la panoplia de Dios, para pelear la batalla del Se�or y ganar el mundo para �l.

II. El esp�ritu que deber�a animarnos. La calidad moral de cualquier trabajo que hacemos reside en la intenci�n; y el �xito de cualquier trabajo que intentemos depende principalmente del esp�ritu con el que lo llevemos a cabo. Joab inculc�

(1) un esp�ritu magn�nimo. No bastaba que los soldados estuvieran armados, que fueran numerosos y marcharan contra el enemigo; deben tener amor por Dios y su pa�s, generosidad y nobleza, o no lo conseguir�n. Deben tener un coraz�n de soldado as� como tambi�n una vestimenta de soldado: "Ten �nimo". Joab inculc�

(2) hombr�a. "Juega al hombre". Hay algunos hombres que son anfitriones en s� mismos; hombres como Alexander y Wellington contaban entre sus soldados por miles. Joab sinti� que no quer�a inv�lidos, lisiados o ni�os en la batalla, sino �hombres�, hombres que atacar�an y resistir�an en la hora del conflicto; no cobardes ni esclavos, sino valientes, hombres libres, para el ej�rcito de Israel. Este es el gran deseo de esta y de todas las �pocas.

En nuestras iglesias, que ocupan los diversos cargos, queremos hombres de buen juicio y corazones varoniles; en nuestras escuelas, y en todos los departamentos del trabajo cristiano, queremos virilidad, no puerilidad, ni picard�a, ni sentimentalismo ni austeridad. La dulzura de la mujer y la masculinidad del hombre combinadas, entonces tenemos la verdadera masculinidad.

(3) Resignaci�n. "Haga el Se�or como bien le parezca". Esto inspirar�a y sostendr�a a los hombres; deb�an hacer todo lo posible, ser valientes y varoniles, y dejar los resultados en manos de Dios. Cuando avanzamos en nuestra santa cruzada contra el pecado y nos esforzamos por ganar renombre por el nombre que est� sobre todo nombre, debemos avanzar con un esp�ritu resignado, en sumisi�n al poder, la sabidur�a y la bondad de Dios. Porque �la batalla es del Se�or�, y �l sabe mejor qu� cantidad de �xito ser� mejor que nos aseguremos y veamos. ( FW Marr�n .)

Elementos de la verdadera hombr�a

I. Coraje. El coraje no es mera intrepidez. En muchas naturalezas hay una indiferencia impasible ante el peligro. Se dice que Nelson nunca supo qu� era el miedo. El verdadero coraje siempre implica un amor supremo por el bien. El derecho es m�s apreciado por la facilidad, la comodidad, la propiedad, la salud, incluso la vida misma, y ??por ello todos se sacrifican voluntariamente cuando es necesario. El mejor ejemplo de verdadero valor moral lo tiene Pablo, quien por el bien de lo que cre�a que era correcto, se enfrent� a los mayores peligros y con un valor audaz enfrent� a sus mayores enemigos. No ten�a en cuenta su vida como algo querido por �l para poder cumplir con sus obligaciones.

II. generosidad. "Hagamos el papel de hombres para nuestro pueblo y para las ciudades de nuestro Dios". El hombre ego�sta, el hombre que vive para s� mismo, y s�lo para s� mismo, est� desprovisto del elemento principal de la verdadera hombr�a. No nos "hacemos los hombres" cuando luchamos por nuestros propios peque�os intereses, o luchamos por nuestra propia peque�a secta, sino cuando nos levantamos de los dictados de la generosidad pura y luchamos por el bien de los dem�s.

III. Piedad. "El Se�or haga lo que bien le parezca". La verdadera piedad es un consentimiento devoto a la voluntad del gran Dios, y sin esto no puede haber grandeza de car�cter. No es hasta que colocamos su voluntad en la regla suprema de nuestra vida que experimentamos la pulsaci�n de un verdadero coraz�n varonil. ( Homilista .)

La religi�n y el patriotismo son los componentes de los buenos soldados.

"An�mense, y hagamos el papel de hombres". El valor es un car�cter esencial de un buen soldado, no una violencia salvaje y feroz; no una insensibilidad temeraria ante el peligro, ni una temeridad testaruda para precipitarse en �l; no la furia de las pasiones enardecidas, desprendidas del gobierno de la raz�n; pero coraje tranquilo, deliberado y racional; una fortaleza firme, juiciosa y reflexiva; el coraje de un hombre y no de un tigre; un temperamento como el que Addison atribuye con tanta justicia a los famosos Marlborough y Eugene:

Cuyo valor no habitaba en una inundaci�n turbulenta

De esp�ritus
en ascenso y sangre fermentada; pero alojado en el alma, con la virtud dominada,
inflamada por la raz�n y enfriada por la raz�n.

La campa�a.

Este es el verdadero coraje, y el que todos debemos apreciar. Esto har� que los hombres se mantengan alerta y cautelosos contra las sorpresas, prudentes y deliberados en la concertaci�n de sus medidas, y firmes y decididos en su ejecuci�n. Pero sin esto caer�n en peligros insospechados, que los golpear�n con salvaje consternaci�n; Evitar�n mezquinamente los peligros que son superables, o se precipitar�n precipitadamente hacia los que no tienen causa, o evidentemente fatales, y desperdiciar�n sus vidas en vano.

Hay algunos hombres que, naturalmente, tienen esta actitud heroica. El sabio Creador ha adaptado el genio natural de la humanidad con una sorprendente y hermosa variedad al estado en el que se encuentran en este mundo. El que hizo volar la imaginaci�n de un Homero o un Milton; el que dio penetraci�n a la mente de Newton; el que hizo de Tubal-Ca�n un instructor de artesanos en bronce y hierro, y dio habilidad a Bezaleel y Aholiab en obras curiosas; es m�s, el que envi� a Pablo ya sus hermanos a conquistar las naciones con las armas m�s suaves de la pura verdad, los milagros y el amor de un Salvador crucificado; �l, incluso ese mismo poder bondadoso, ha formado y levantado a un Alejandro, un Julio C�sar, un Guillermo y un Marlborough, y los ha inspirado con este esp�ritu emprendedor e intr�pido; los dos primeros en azotar un mundo culpable,

Hay algo glorioso y atractivo en peligro para mentes tan nobles; y sus pechos laten con generoso ardor cuando aparece. "El Se�or haga lo que bien le parezca". Esto puede verse desde varios puntos de vista; como:&mdash

I. Puede entenderse como el lenguaje de la incertidumbre y la modestia. Hagamos todo lo que podamos; pero despu�s de todo, el tema es incierto; todav�a no sabemos a qu� lado inclinar� Dios la victoria. Un lenguaje como este nos conviene en todas nuestras empresas; suena como una criatura, y Dios aprueba esa humildad t�mida. Pero para complacer esperanzas optimistas y confiadas de victoria, para jactarnos cuando nos ponemos nuestra armadura, como si nos la estuvi�ramos quitando, y para derivar nuestras grandes esperanzas de nuestro propio poder y buena gesti�n, sin tener en cuenta la providencia de Dios, esto es demasiado se�orial y presuntuoso para unos mortales tan d�biles; tal insolencia generalmente se mortifica; y un esp�ritu tan altivo es el precursor de una ca�da.

II. Este lenguaje, "El Se�or haga lo que bien le parezca", puede considerarse como expresi�n de una firme convicci�n de que el acontecimiento de la guerra depende enteramente de la providencia de Dios. Hagamos nuestro mejor esfuerzo; pero al fin y al cabo, seamos sensibles, que el �xito no depende de nosotros; que est� enteramente en manos de un Dios que todo lo gobierna. Que Dios gobierna el mundo es un art�culo fundamental tanto de la religi�n natural como de la revelada: no es una gran haza�a de la fe creer en esto: no es m�s que un peque�o avance m�s all� del ate�smo y la infidelidad absoluta.

No conozco ning�n pa�s del mundo en el que deba hacerme cargo de los argumentos para probar esto. Los paganos dieron pruebas contundentes de que lo cre�an, por medio de sus oraciones, sus sacrificios, sus or�culos de consulta, antes de embarcarse en la guerra; y por sus costosas ofrendas y solemnes acciones de gracias despu�s de la victoria. �Y se discutir� un principio tan claro como este en una tierra cristiana? No; todos lo creemos especulativamente; Pero eso no es suficiente; dejemos que nuestro esp�ritu quede profundamente impresionado por �l, y nuestra vida sea influenciado por �l: vivamos en el mundo como en un territorio del imperio de Jehov�.

III. Para que estas palabras, �El Se�or haga lo que bien le parezca�, expresen una humilde sumisi�n a la disposici�n de la Providencia, que el evento se desarrolle como ser�a. No tenemos la disposici�n del evento, ni sabemos cu�l ser�; pero Jehov� lo sabe, y eso es suficiente: estamos seguros de que har� lo mejor, en general; y nos conviene consentir.

IV. Estas palabras, en su conexi�n, pueden insinuar que, que el evento sea lo que sea, nos dar� la satisfacci�n de pensar que hemos hecho lo mejor que pudimos. No podemos ordenar el �xito; pero hagamos todo lo que est� a nuestro alcance para obtenerlo, y tenemos motivos para esperar que de esta manera no seremos defraudados. ( S. Davies, A. M. )

La confianza en Dios y el ejercicio de la valent�a, nuestro deber en tiempos de peligro nacional

I. Los intereses que tenemos en juego. Nuestro pueblo y las ciudades de nuestro Dios: es decir, nuestros derechos civiles y nuestra religi�n. La defensa de sus personas y posesiones contra el poder ilegal y el goce seguro de los medios de la felicidad aqu� y en el futuro, fueron los grandes motivos que indujeron a los hombres a someterse originalmente al gobierno. Y cada gobierno en particular es bueno o malo, ya que responde o no responde a estos prop�sitos.

II. El esp�ritu con el que debemos defendernos de ellos. "Seamos valientes y hagamos de hombres". Estas palabras pueden parecer expresar el deber de los soldados �nicamente: y, sin duda, lo expresan de manera peculiar; y, junto con los siguientes, muestran claramente que un fuerte sentido de la religi�n y una preocupaci�n virtuosa por el bienestar com�n son los verdaderos principios que dar�n a los militares valent�a y �xito, como lo hicieron con aquellos cuya historia relata el texto. Pero a�n as�, la traducci�n m�s literal es: "Esfu�rzate y fortalezc�monos los unos a los otros".

III. Una humilde dependencia del cielo para el acontecimiento de todos. ( T. Secker .)

Crecimiento de la lealtad, el hero�smo y el patriotismo

As� como el instinto maternal se hab�a cultivado durante miles de generaciones antes de que existiera el clan, durante muchas �pocas sucesivas de turbulencia, el instinto patri�tico, que impulsa a la defensa del hogar, se cultiv� bajo pena de muerte. Los clanes defendidos por guerreros d�bilmente leales o cobardes seguramente perecer�an. La valent�a inquebrantable y el patriotismo devoto eran virtudes necesarias para la supervivencia de la comunidad y, por lo tanto, se conservaron hasta que en los albores de los tiempos hist�ricos, en la sociedad de clanes m�s grandiosamente militante, encontramos la palabra "virtus" connotando precisamente estas cualidades, y no Cuanto antes se abre el fat�dico abismo en el foro antes de que un Curtius salte alegremente a �l, para que la Commonwealth pueda ser preservada de cualquier da�o. ( Fiske, "A trav�s de la naturaleza a Dios" ).

Publicidad en la vida religiosa y en los hechos

Joab le dice a su hermano Abisai: "Hagamos de hombres para nuestro pueblo", reconociendo que los dos, como campeones en la hueste, ser�n vistos y notados; que ser�n m�s que vistos, que ser�n imitados y que su coraje estimular� el coraje de los dem�s. Por tanto, se puede decir que Joab reconoce el deber de actuar para ser visto. Pero hay una amplia distinci�n entre esto y el deseo de los fariseos posteriores, que hicieron sus actos religiosos en p�blico con el prop�sito de ser vistos por los hombres.

La imitaci�n convincente es algo mejor y m�s dif�cil que ganar aplausos. Es m�s f�cil para un hombre conseguir doscientos para aplaudirlo por su virtud superficial, que conseguir que dos lo sigan en el ejercicio de alguna oscura. El hombre que gobierna su esp�ritu puede ser m�s grande que el que toma una ciudad, pero por lo tanto no ocupar� un lugar tan grande en el pensamiento del mundo, ni se hablar� tanto de �l. ( Carcaj .)

Versículo 13

Y se acerc� Joab y el pueblo que con �l estaba en la batalla.

Victoria

Una cosa es cuando los hombres pueden luchar o volar, y otra cuando deben luchar o morir. Los sirios en la batalla a que se refiere el texto ten�an la opci�n de luchar o volar, de lo contrario, deb�an luchar o morir. Presionado por el valor y la obstinaci�n de las fuerzas de Joab, huyeron a su propia ciudad Medeba, una ciudad en sus fronteras, ante la cual acamparon para proteger su costa.

�Cu�l fue el resultado de la victoria sobre los sirios a la que se refiere el texto? �Qu� sino el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham (el cap�tulo quince del G�nesis y el vers�culo dieciocho), y repetida a Josu� (el primer cap�tulo y el cuarto vers�culo) de que las fronteras de Israel deber�an extenderse hasta el r�o �ufrates? �Desde el desierto y este L�bano�, dijo Dios, �hasta el gran r�o, el r�o �ufrates, toda la tierra de los hititas, y hasta el gran mar hacia la puesta del sol, ser� vuestra costa.

�Poco sab�an los sirios, y poco conoc�an a los amonitas, y tambi�n David debi� haber conocido d�bilmente los prop�sitos del Todopoderoso que estaban ligados a la guerra. A�n as�, esos prop�sitos estaban fijos, y el Se�or, a su debido tiempo, demostr� que �l mismo hab�a obtenido la victoria; Porque en las orillas del �ufrates, como en las orillas del Jord�n, se levantaron aleluyas al Rey de Israel, Rey de reyes y Se�or de se�ores, que sobre todo reina y reinar� omnipotente, haciendo que la ira del hombre lo alabe. .

Pero la huida de los sirios y su desconcierto en Medeba no result� inmediatamente, como podemos imaginar, en paz. Eran como la mayor�a de las otras naciones b�rbaras y rapaces, obstinadas, encaprichadas y obstinadas hasta el final. Habr�amos pensado que la derrota que experimentaron, incluso en su propio pa�s y antes de su basti�n, les habr�a ense�ado una lecci�n y les habr�a inducido a hacer propuestas de paz.

Pero no; hacen un nuevo intento de recuperar su honor perdido y de frenar el avance de las armas victoriosas de David. Las fuerzas que se hab�an dispersado �ltimamente se reunieron de nuevo y, como leemos en el vers�culo quince, "se reunieron". De nuevo, hemos visto que Joab, antes de la batalla, supuso lo peor, que uno de ellos se ver�a obligado a devolver; y en ese caso que el otro, a una se�al dada, env�e un destacamento para relevarlo: �Si la ocasi�n es, t� me ayudar�s, y yo te ayudar�.

�Aqu� hay un reconocimiento de la impotencia mutua y la ayuda mutua. �Est�n los soldados de Cristo fortaleciendo las manos unos a otros en su guerra espiritual, el fuerte socorriendo y ayudando al d�bil? �Los que por gracia han sido vencedores de la tentaci�n, aconsejan, consuelan y oran por los que son tentados? "Yo he orado por ti", dijo Cristo a Pedro, "para que tu fe no falte; y cuando te conviertas, fortalece a tus hermanos". ( GM Irvine, M. A. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "2 Samuel 10". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/2-samuel-10.html. 1905-1909. Nueva York.