Bible Commentaries
2 Samuel 14

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 5-20

Y ella respondi�: Ciertamente soy una mujer viuda.

La par�bola de la mujer de Tecoa

El contraste entre esta par�bola y la anterior es muy grande. Un profeta inspirado por Dios habl� de la par�bola de la oveja. Este fue hablado por personas teatrales por instigaci�n de un hombre de mundo, uno que, aunque carec�a de principios, pod�a leer el car�cter humano y discernir los motivos humanos a trav�s de una hendidura muy peque�a. La par�bola de Nat�n fue la introducci�n a una reprensi�n abrasadora de la iniquidad de David, la par�bola del Tecoan est� llena de halagos exagerados. La par�bola del profeta se pronunci� para inducir el arrepentimiento en David; �ste ten�a como fin �nicamente la promoci�n de los planes de inter�s propio de Joab.

I. El argumento de la par�bola.

1. Que los que conceden misericordia en el extranjero deben empezar primero por casa. La primera raz�n por la que la mujer insiste en que David deber�a perdonar a su hijo es la disposici�n con la que habr�a perdonado al de ella. Un rey que es misericordioso con sus s�bditos es inconsistente consigo mismo si no perdona a los miembros de su propia familia.

2. Esa enemistad debe morir antes que mueran los enemigos. �Porque es necesario que muramos, y somos como agua derramada por tierra, que no se puede volver a recoger� ( 2 Samuel 14:14 ). Si Absal�n muriera antes de que se llevara a cabo la reconciliaci�n, el coraz�n del padre se entristecer�a profundamente; y si �l mismo muriera antes de que su hijo volviera al favor, bajar�a a la tumba lamentando el alejamiento.

3. El ejemplo del Divino Padre en relaci�n con sus "desterrados".

II. Sus resultados inmediatos y remotos. El resultado inmediato fue la retirada de Absal�n sin reconciliaci�n exterior. �Vu�lvase a su casa y no vea mi rostro� ( 2 Samuel 14:24 ). Los males surgieron de esta medida a medias. Joab se sinti� decepcionado y Absal�n se irrit�.

Lecciones:

1. Que los personajes m�s in�tiles a veces tienen los mejores defensores. Encontramos que este es el caso ocasionalmente en nuestros tribunales de justicia. Los hombres sin car�cter, pero sin nada m�s, con dinero e influencia en abundancia, pueden beneficiarse de los abogados m�s h�biles para sacarlos de las garras de la ley.

2. Que las narrativas imaginarias de la vida humana tienen mayor influencia cuando encuentran una contraparte en nuestra propia experiencia. El poder de una historia puede ser muy grande incluso cuando no contiene nada que se parezca a algo que nos haya sucedido a nosotros mismos.

3. Que los que est�n conscientes de haber cometido grandes pecados no son aptos para lidiar con otros transgresores. El pecado de David incluy� los cr�menes de sus dos hijos, y la conciencia de esto lo debilit� en su prop�sito e inestable en su trato con ellos.

4. Restaurar el favor incondicionalmente es un pecado contra la persona perdonada. ( Un ministro de Londres .)

Versículo 14

Necesitamos morir, y somos como agua derramada por el suelo.

La inestabilidad de las cosas humanas.

I. La inestabilidad de todas las cosas humanas. La mayor�a de los hombres hablan sabiamente sobre la inestabilidad del mundo. No somos lo suficientemente d�biles para negar aquello que la historia de cada d�a nos obliga a admitir. Pero nuestras vidas contradicen con demasiada frecuencia nuestros sentimientos. Fil�sofos en opini�n, somos, en este punto, ni�os en conducta; y adorar las mism�simas reliquias de esa imagen del mundo que previamente hemos hecho polvo y pisado;

II. La comparativa vacuidad e inutilidad de todas las distinciones humanas.

III. La inexactitud de todos los c�lculos humanos. Es asombroso hasta qu� punto los hombres se sienten tentados a convertirse en arquitectos de sus propios planes de vida, en lugar de consultar los modelos que se les presentan en las Escrituras. El orgullo siempre nos seduce a creer que podemos elegir y actuar mejor por nosotros mismos y por los dem�s de lo que nuestro Padre Celestial elegir�a por nosotros. Pero que nuestros c�lculos sean de la naturaleza m�s profunda, que procedan de los hechos y principios m�s incuestionables, �cu�n pronto los confunde a todos una sola circunstancia imprevista!

IV. La vanidad de todas las esperanzas humanas.

V. El valor trascendente de la religi�n real. ( JW Cunningham, A. M. )

La necesidad de la muerte

I. El hombre "tiene que morir".

1. "Debemos morir", debido al decreto inalterable de Dios; "El d�a que de �l comieres, ciertamente morir�s".

2. Adem�s, "tenemos que morir" debido a las enfermedades a las que estamos sujetos como consecuencia del pecado. Si el hombre se hubiera puesto de pie, nunca habr�a conocido nada de enfermedad.

(1) Hay tres puntos de vista que podemos tomar con provecho de la muerte. M�ralo en los dolores que inflige. Tropas de enfermedades malignas asisten al "rey de los terrores"; las fiebres arden, los consumos se desperdician, las plagas se despoblan y las enfermedades de todo tipo atacan el cuerpo humano.

(2) Contempla la muerte en los cambios que produce. El marchitamiento de la hierba, el marchitamiento de la flor, la huida de las sombras y la desaparici�n del vapor son emblemas utilizados por los escritores inspirados para ilustrarnos e imprimirnos la naturaleza de la muerte. �Oh! �Qu� cambio tan terrible e indescriptible produce!

(3) Contempla la muerte en las disoluciones que efect�a. El cuerpo y el alma est�n estrecha e �ntimamente unidos, aunque no podemos decir c�mo act�a el esp�ritu sobre la materia; el salmista comenta: "Hemos sido hechos maravillosamente y con temor"; pero cuando llega la muerte, disuelve la uni�n misteriosa, y luego se cumple el dicho que est� escrito: "Se suelta el cord�n de plata y se rompe el cuenco de oro".

3. Pero vayamos ahora al personaje; y comento que los justos y los malvados "tienen que morir". El malvado �tiene que morir� para que pueda probar plenamente la verdad de las amenazas de Dios. "Debido a que la sentencia contra una obra mala no se ejecuta r�pidamente, el coraz�n de los hijos de los hombres est� plenamente dispuesto a hacer el mal". Los justos "tienen que morir" para recibir la recompensa por sus obras. "Mirad cu�l amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios"; el Se�or primero da gracia y luego la corona con gloria eterna.

II. El lenguaje figurativo cf el texto. El cuerpo, cuando el esp�ritu huy�, se compara con "agua derramada en el suelo, que no se puede volver a recoger". A algunos les puede parecer que este lenguaje argumenta en contra de la doctrina de la resurrecci�n; pero las Escrituras no se contradicen. Cuando el agua se vierte sobre la tierra seca y reseca, no se puede volver a recolectar con la misma pureza y cantidad; pero �lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.

�Est� escrito:� Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto �. Y tan cierto como la cosecha sigue a las primicias, tambi�n se cumplir� la resurrecci�n de los santos a la vida eterna, y la resurrecci�n de los imp�os a la condenaci�n eterna. ( D. Delaney .)

Justicia y misericordia

I. La condici�n conmovedora de la humanidad.

1. Su mortalidad. "Tenemos que morir". �Verdad solemne y conmovedora! Vivimos en un mundo agonizante, �y he aqu�! morimos a diario, ya veces de repente, en un abrir y cerrar de ojos.

2. Las circunstancias indefensas e irrecuperables en las que nos encontramos. "Somos como agua derramada por tierra que no se puede volver a recoger". �Qu� figura tan terrible esta! y sin embargo, �qu� verdad! En cuanto a nosotros mismos y nuestros propios poderes naturales, estamos completamente perdidos, m�s all� de toda recuperaci�n, "como el agua se derrama sobre el suelo".

II. La justicia del Dios Todopoderoso hacia la humanidad. "No respeta la persona de nadie". Es un distribuidor y recompensador imparcial; hace justicia, ama la misericordia y "no hace acepci�n de personas". Como "en toda naci�n, el que le teme y hace justicia, es aceptado con �l".

III. La gracia y la misericordia de Dios se les concedi�. "Sin embargo, �l piensa que los desterrados no sean expulsados ??de �l". ( F. Ellaby. )

Muerte y destierro

I. La universalidad de la muerte.

1. "Debemos morir". Bueno, �por qu� debemos morir? no solo porque la sentencia ha sido denunciada, sino porque sin esta acusaci�n no podr�amos entrar en el estado futuro, cuando sonar� la trompeta y resucitar�n los muertos.

2. Debemos �morir de necesidad� tambi�n para que podamos alcanzar una semejanza con Jes�s m�s perfecta de la que se puede lograr en la tierra. Por eso el ap�stol dice: "Somos sepultados con �l por el bautismo hasta la muerte, etc."

3. Hay otra raz�n m�s por la que debemos �morir�, para que podamos disfrutar de la gloriosa recompensa preparada para aquellos que creen en Cristo. "Este no es nuestro descanso, porque est� contaminado". Aqu� somos "forasteros y peregrinos".

II. La condici�n a la que el pecado nos ha reducido.

1. Desterrado. Y cu�n conmovedor es el relato registrado en G�nesis 3:1 . respetando el destierro de nuestros primogenitores del hermoso para�so donde fueron colocados.

2. Aunque est�n "desterrados", son "los desterrados de Dios". Oh, esto es lo que nos da valor, lo que nos envalentona; que anima con esperanza al alma condenada en el tribunal de conciencia. Pero, �c�mo son de �l? �Somos comprados por precio�, redimidos no con cosas corruptibles como plata y oro, sino con la preciosa, expiatoria y purificadora �sangre de Cristo�.

III. El procedimiento divino para la recuperaci�n del hombre. Aqu� aprendemos:

1. Que aunque la salvaci�n es totalmente por gracia, los pecadores son salvos por la intervenci�n de medios.

2. Que el �xito de estos medios no se origina en la astucia del hombre, sino en el poder, la sabidur�a y la bondad de Dios. ( J. Wilcox, M. A. )

Una provisi�n inesperada de misericordia

En estas palabras de la mujer sabia hab�a un gran principio de verdad, que se aplic� err�neamente en este caso. David no ten�a ning�n derecho a interferir con la ley de Dios. La ley de Dios dec�a que el asesino deb�a morir, y David no ten�a autoridad para interferir con lo que Dios hab�a dise�ado. Se dispuso que, al huir a una de las ciudades de refugio, Absal�n podr�a hacer que su caso se investigara legalmente; y si hubiera alguna duda de que �l era el culpable, podr�a ser legalmente absuelto.

David ten�a poder para interponer este examen legal, pero no ten�a poder para interferir con el debido curso de la ley, seg�n lo establecido por Dios mismo, excepto que en verdad deber�a haber alguna duda con respecto a la aplicaci�n de la ley de Dios al presente caso, o salvo que haya alguna duda sobre la culpabilidad de Absal�n. Pero no nos detendremos m�s en la aplicaci�n inmediata de las palabras, el principio contenido en ellas es de aplicaci�n universal. "Debemos morir todos, y ser como el agua derramada por el suelo, que no se puede volver a recoger".

I.La muerte debe ser considerada en s� misma como un mal.En esta verdad generalmente admitida tenemos una insinuaci�n o prueba de que existe una disputa entre el hombre y su Hacedor, entre la criatura que es aplastada antes que la polilla, y el Creador que es "el Anciano de d�as", el Dios eterno e infinito. �No tiene ninguna consecuencia que exista una disputa como esta? �Podemos contemplar la realidad de ello, como lo demuestra la muerte de nuestros semejantes, y nuestra propia propensi�n a la muerte, sin que un pensamiento serio tome posesi�n de nuestras mentes, en cuanto a la necesidad de la reconciliaci�n con Dios? La pelea debe ser compensada, o estaremos arruinados para siempre; la disputa deber�a resolverse de inmediato, o podr�amos estar fuera del alcance de la reconciliaci�n.

II. La provisi�n inesperada que Dios en su bondad ha hecho para nuestro consuelo y paz. Leemos en el texto: "Dios tampoco respeta a nadie; sin embargo, concibe medios para que los desterrados no sean expulsados ??de �l". Ver� esto traducido en el margen, "Porque Dios no le ha quitado la vida, tambi�n ha ideado medios para que Sus desterrados no sean expulsados ??de �l", lo que da a entender que, aunque existe una disputa entre el pecador y su Creador, Dios no procede de inmediato a determinar la disputa, ya que ha hecho provisi�n para la restauraci�n y seguridad de ese pecador; Ha ideado medios por los cuales los desterrados pueden ser restaurados y, mientras tanto, conservados.

Ahora, vea esta provisi�n de la bondad de Dios tipificada bajo la ley jud�a. El homicida que sin saberlo hab�a matado a un hermano oa un vecino era por ley expulsado de la sociedad; pero se hizo una provisi�n de que si hu�a a la ciudad de refugio, y se deb�a probar all� que no hab�a matado intencionalmente a su hermano o amigo, entonces, a la muerte del sumo sacerdote, deber�a ser puesto en libertad, y se le permiti� regresar nuevamente a su c�rculo familiar.

Observa en esto que Dios "ide� medios por los cuales los desterrados no podr�an ser expulsados ??de �l para siempre". Vemos la misma provisi�n tambi�n en el caso del leproso. Vea, nuevamente, c�mo esta provisi�n se anuncia en el Evangelio de Cristo. Todas las instituciones t�picas de la ley estaban destinadas a dar sombra a las grandes verdades del Evangelio. El homicida y el leproso presagian el estado del pecador bajo la condenaci�n de la ley divina, y no apto, debido a su contaminaci�n, para la sociedad de Dios y sus �ngeles.

Por lo tanto, a los ojos de Dios se le considera una persona desterrada, que nunca podr� obtener la entrada en el reino; pero Dios ha ideado medios para restaurar a los desterrados. El Se�or Jesucristo ha venido al mundo y muri� por la culpa del pecador; Ahora es el gran Refugio al que, si el pecador huye, se salvar� de la condenaci�n que merece. La lepra moral y espiritual queda as� limpiada; "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado". ( W. Cadman, M. A. )

Sin embargo, �inventa medios para que sus desterrados no sean expulsados ??de �l? -

El hijo del rey regresa a casa del exilio.

I. El plan de salvaci�n comenz� en el propio coraz�n de Dios, lleno de amor por nosotros. A veces se ha presentado la idea de que Dios solo estuvo dispuesto a salvar a los hombres despu�s de que Cristo muri� por nosotros y pag� nuestra deuda. Pero todo el plan de salvaci�n, y la venida de Jesucristo para morir por nosotros en la cruz, comenz� en el coraz�n de Dios.

II. El pecado solo nos exili� de la presencia y el favor de Dios. Absal�n huy� de su tierra natal y de la presencia del rey, su padre, porque no solo hab�a pecado contra el amor y la paternidad de David, sino que hab�a quebrantado la ley de la tierra. Fue su propia acci�n la que lo envi� al destierro. Entonces, no es porque Dios haya dejado de amarnos y anhelar nuestra salvaci�n que el pecado nos hace infelices y que el pecador es v�ctima del remordimiento y no encuentra la paz; es m�s bien que el hombre fue hecho para encontrar la felicidad en la presencia de Dios y en la conciencia de armon�a con �l.

III. Es posible que el pecador contrarreste el amor de Dios y anule todos los sufrimientos y la muerte de Jesucristo en lo que a �l respecta. Absal�n hizo justamente eso con aquellos que tan fervientemente buscaban salvarlo. ( LA Banks, D. D. )

Los desterrados de Dios

I. Los desterrados de Dios. Si se quita la met�fora, se llega a esto: no puede estar feliz y pac�ficamente cerca de Dios a menos que est� lejos del pecado. Si toma dos placas de metal pulidas y las coloca juntas, se adherir�n. Si pones media docena de peque�os granos de arena o polvo entre ellos, se desmoronar�n. Y as� nuestros pecados se han separado entre nosotros y nuestro Dios. No separaron a Dios de nosotros.

Su pensamiento, Su conocimiento y Su ternura, todos llegan a cada alma del hombre. Pero nos han separado de �l, en la medida en que nos hacen renuentes a estar cerca de �l, incapaces de recibir la m�s verdadera cercan�a y bendici�n de Su presencia. Ese destierro es autoinfligido. Dios no rechaza a ning�n hombre, pero los hombres lo desprecian y huyen de �l. Muchos de nosotros sabemos lo que es pasar d�as enteros, semanas y a�os, ateos pr�cticos.

Dios no est� en todos nuestros pensamientos. A lo lejos, en las lujosas islas del Mar del Sur, encontrar� ingleses degradados que han elegido m�s bien unirse a los salvajes que tener que esforzarse, trabajar y crecer. Esos pobres peregrinos del Pac�fico, no felices con su degradaci�n, pero revolc�ndose en ella, no son im�genes exageradas de la condici�n, en realidad, de miles de nosotros que vivimos gordos de Dios y, por lo tanto, lejos de la justicia y la paz. .

II. El anhelo de Dios por sus desterrados. La mujer de nuestra historia insin�a, o sugiere, un paralelo que, aunque inadecuado, es profundamente cierto. David era padre de Absal�n y rey ??de Absal�n; y las dos relaciones lucharon entre s� en su coraz�n. El rey tuvo que pensar en la ley y la justicia; el padre llam� a gritos a su hijo. La ofensa del joven no alter� su relaci�n ni afect� el coraz�n del padre.

Todo eso es verdad, mucho m�s profundamente, benditamente cierto, con respecto a nuestra relaci�n, la relaci�n del exiliado errante, con Dios. Todo el precioso valor de la Revelaci�n de Dios en las Escrituras est� en peligro a menos que reconozcamos francamente esto, que Su amor es como el nuestro, se deleita en ser devuelto como el nuestro, y es como el nuestro en que se regocija en la presencia y conoce un sentido de p�rdida en la ausencia. . Y eres t�, t�, a quien �l quiere de regreso; usted que �l quisiera rescatar de su aversi�n al bien y su descuido hacia �l.

III. Los formidables obst�culos para la restauraci�n de los desterrados. Las palabras "desterrado" y "expulsado" en mi texto son iguales en el original; y la fuerza del conjunto se expresar�a mejor si se empleara la misma palabra inglesa como equivalente de ambas. Ahora bien, observe que el lenguaje de esta �mujer sabia�, inconscientemente para s� misma, confiesa que el paralelo que intentaba trazar no iba a cuatro patas; porque lo que le estaba pidiendo al rey era simplemente mediante un acto arbitrario derogar la ley y remitir la pena.

Instintivamente siente que eso no es lo que Dios puede hacer, y por eso dice que �l �inventa medios� por los cuales �l puede restaurar a Sus desterrados. Si ha de haber alg�n perd�n y restauraci�n, deben ser tales que dejen intacta la majestad soberana de la ley de Dios y sin templar el abismo eterno entre el bien y el mal. La ley de Dios es la manifestaci�n del car�cter de Dios; y eso no es algo flexible que pueda doblarse por mandato de una naturaleza d�bil y buena.

El lema de la portada azul de Edinburgh Review, desde hace cien a�os, es cierto: "El juez es condenado cuando el culpable es absuelto". David asest� un golpe fatal al prestigio de su propio gobierno cuando dej� que su hijo se librara d�bilmente de su castigo. Y, si fuera posible imaginar tal cosa, Dios mismo dar�a un golpe fatal a la justicia y el juicio que son los cimientos de su trono si su perd�n fuera capaz de ser confundido con un amor demasiado d�bil. indulgente para ser justo.

2. Adem�s, si ha de haber perd�n y restauraci�n, deben ser tales que aparten el coraz�n del hombre perdonado de su maldad. La misma historia que tenemos ante nosotros muestra que no es todo tipo de perd�n lo que mejora a un hombre.

3. Si ha de haber perd�n y restauraci�n, deben venir de tal manera que no haya duda alguna de su realidad y poder.

IV. La triunfante soluci�n Divina de estas dificultades. La obra de Jesucristo, y solo la obra de Jesucristo, cumple con todos los requisitos. Esa obra de Cristo es la �nica manera por la que se asegura con absoluta certeza que los pecados perdonados ser�n pecados aborrecidos; y que un hombre una vez restaurado se adherir� a su Restaurador en cuanto a su vida. Dios ha ideado un medio. Nadie m�s podr�a haberlo hecho.

Todos somos exiliados de Dios a menos que la sangre de Cristo nos haya acercado. En �l, y solo en �l, puede Dios restaurar a Sus desterrados. En �l, y s�lo en �l, podemos encontrar un perd�n que limpie el coraz�n y asegure la eliminaci�n del pecado que perdona. En �l, y s�lo en �l, podemos encontrar, no una tal vez, ni una certeza subjetiva, sino un hecho externo que proclama que, en verdad, hay perd�n para todos nosotros. ( A. Maclaren, D. D. )

Medios para restaurar a los desterrados

I. Una gran proscripci�n universal proclamada por Dios contra todos nosotros, como miembros de una raza rebelde. Todos hemos quebrantado su ley, deliberada y perversamente nos hemos rebelado contra la majestad del cielo; somos, por tanto, en nuestro estado natural, desterrados, expulsados ??de su amor y favor, esperando el momento en que se cumpla la sentencia de su ira, y �Apartaos, malditos�, encender� su llama de rel�mpago en nuestros esp�ritus.

El Dios siempre bendito ha ideado medios por los cuales podemos ser liberados de este estado de exilio; y los medios son muy similares a los que aludi� la mujer de Tecoa, y precisamente se nos ocurre lo que le ocurri� al homicida. Ahora, �qu� le pas� al asesino de hombres? En primer lugar, en cuanto mat� a un hombre sin darse cuenta, sabiendo que los familiares lo perseguir�an para vengar la muerte, huy� a pie, como decimos, a la ciudad de refugio m�s cercana; y cuando lleg� una vez a las puertas de esa ciudad, estaba seguro.

Incluso as�, el Se�or Jesucristo fue para nosotros en los d�as pasados ??por una ciudad de refugio, y huimos a �l. Pero aunque este es el gran medio para restaurar al hombre exiliado a la comuni�n con su Dios, sin embargo, debido a la depravaci�n de nuestra naturaleza, no nos servir�a de nada, �acaso Dios no orden� los medios para hacer que estemos dispuestos a aprovecharlo? . En la mayor�a de los casos es la predicaci�n del Evangelio lo que restaura el vagabundeo.

La predicaci�n de la Palabra es la gran agencia salvadora de Dios entre la humanidad. Pero adem�s de la predicaci�n vocal del Evangelio, la misma palabra impresa de Dios es un predicador a trav�s del ojo. Muchos son llevados al arrepentimiento y la fe por la enfermedad. Lo mismo ocurre con la influencia cristiana.

II. Nuestros destierros secundarios. �Pobre de m�! el pueblo de Dios a veces cae en pecado; se vuelven descuidados y caminan a distancia de su mejor amigo, y entonces el pecado prevalece contra ellos; pero el Se�or ha provisto los medios para hacerlos volver de su deambular. ��l restaura mi alma�. El Esp�ritu Santo, aunque entristecido, regresar�, convencer� de nuevo a sus siervos del pecado y los guiar� con llanto y s�plica a su Salvador. Hay otro tipo de destierro que se produce no tanto por el pecado principalmente como por el desaliento.

III. Una lecci�n pr�ctica que se extrae de todo esto.

1. La primera aplicaci�n de esa regla es la siguiente: puede haber alguien, padre, madre o alg�n otro pariente, que se haya visto obligado, como pensaba, a negar y no reconocer m�s a un hijo o un hermano. Grandes ofensas han tra�do por fin ira a tu pecho y, como piensas, ira muy justificable. �Oh, celebra este d�a con el perd�n total de todos los que han hecho algo contra ti! Y no digas simplemente: "Bueno, lo har� si me lo piden"; eso no es lo que Dios hace, �l es el primero en el asunto e inventa los medios.

Tratar. Considerar. Idear medios. "�Quieres que me rebaje?" A veces, rebajarnos es elevarnos mucho m�s a los ojos de Dios. La �ltima aplicaci�n de la lecci�n ser� la siguiente: que cada cristiano idee medios para llevar a Jes�s a los desterrados que lo rodean. Debemos, como Iglesia cristiana, ser incansablemente laboriosos en la b�squeda de los expulsados ??y desterrados del Se�or que viven en nuestro vecindario. ( CH Spurgeon .)

Exiliados tra�dos de vuelta

�A qu� te refieres con destierro? Bueno, significa ser ahuyentado y llevar grilletes. Significa amarga ausencia de casa. Significa en algunos lugares, y en ocasiones, una expatriaci�n a Siberia para ahondar en las minas y ser encadenado. S�, toda la raza est� desterrada. Nuestros primeros padres fueron desterrados del para�so. Los �ngeles recreantes desterrados del cielo. Toda la familia desterrada de la paz.

�D�nde est� el hombre mundano que tiene algo digno del nombre de felicidad? �Qu� son esas miradas ansiosas de los corredores, de los banqueros, de los comerciantes, de esos hombres en la casa club, de esa gran multitud de gente que vaga por Broadway? Desterrado de Dios. Desterrado de la paz. Desterrado del cielo. Est�s desterrado, "Sin embargo, Dios piensa los medios por los cuales los desterrados no ser�n expulsados ??de �l". Bueno, �cu�les son algunos de los medios por los que "Dios ha ideado que los desterrados no sean expulsados ??de �l?"

I. En primer lugar, el sendero que sube por las grietas del Calvario en forma de calavera. Constantino ha designado esa colina como aquella en la que muri� Jes�s. Dean Stanley dice que hay en esa colina fragmentos rotos de roca caliza hendidura evidentemente del terremoto de la crucifixi�n. Y es a trav�s de esa fisura de la roca que pasa nuestro camino hacia el perd�n; a trav�s del terremoto de la convicci�n, bajo el goteo carmes� de la cruz.

II. Entre los medios que Dios ha ideado para que los desterrados no sean expulsados ??de �l, noto a�n m�s influencias espiritistas. No me refiero a ninguna influencia subida de la tierra y eterializada, sino al Esp�ritu Divino. Algunos lo llaman el Consolador; Es mejor para mi prop�sito que lo llame el poder salvador de almas de las naciones. Cuando esa influencia cae sobre un hombre, �qu� extra�amente act�a! El llora. El tiembla. Dice y hace cosas que cinco minutos antes no le hubieran podido persuadir o contratar para que dijera o hiciera. Oh, es un esp�ritu poderoso.

III. Entre los medios que �Dios ha ideado para que los desterrados no sean expulsados ??de �l, noto, tambi�n, el entorno cristiano. Existe la influencia de la piedad ancestral. �No hubo un buen hombre o mujer en su l�nea ancestral? �No hay una Biblia vieja alrededor de la casa, con la cubierta gastada y las hojas hacia abajo, d�ndote la pista de que hubo alguien que or�? �Hab�a un altar familiar en el que sol�a inclinarse? Es posible que la alfombra se haya gastado y que la silla se haya vendido por muebles viejos, y la rodilla que estaba arrodillada sobre uno y al lado del otro nunca volver� a ser d�cil en la adoraci�n terrenal; pero t�, recuerda, �no te acuerdas? �Ah! esa casa cristiana, el recuerdo de ella esta noche casi inunda tu alma. ( T. De Witt Talmage .)

Un anticipo del Evangelio

Los expositores generalmente consideran que la mujer de Tecoa, en esta apelaci�n, alude a la misericordiosa disposici�n divina por la cual un homicida podr�a, a la muerte del Sumo Sacerdote, regresar a su hogar desde la ciudad de refugio, a la que �l, in fraganti , hab�a huido del vengador de sangre in fraganti. Sin duda, David entender�a m�s; y para nosotros, Evangelio en mano, las palabras significan m�s que para ella o para David. Ilustran los grandes hechos:

I. Que los hombres pecadores son exiliados morales. Esto se confirma:

1. Por Escritura

(1) en declaraci�n,

(2) intimidaci�n,

(3) par�bola;

2. Por la experiencia de los pecadores

3. Por la confesi�n del penitente.

II. El Evangelio es el medio de Dios para recuperar exiliados morales. "Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo". El Evangelio:

1. Revela una forma clara de retorno;

2. Proporciona motivo suficiente;

3. Prorratea la ayuda abundante. ( UR Thomas .)

La restauraci�n de los desterrados de Dios

Estas palabras ocurren en el curso de una maravillosa pieza de s�plica femenina. Con un poder maravilloso y con el instinto agudo de una mujer en lo que respecta al coraz�n, esta Tekoite, por lo dem�s desconocida, aboga por la causa del malhadado Absal�n. Aunque la mente de Joab era la que la dirig�a, la de ella era el arte que arrojaba tal color sobre la causa que ten�a que suplicar, que el alma del rey se conmovi� y gan� su pleito.

No es f�cil ver la fuerza del razonamiento que une estas afirmaciones. Probablemente, en lugar de estar conectado l�gicamente, hay una gradaci�n en el pensamiento, por lo que la frase final es la m�s fuerte y est� destinada a hacer el trabajo m�s efectivo. Lo que la mujer quiere es la restauraci�n del desterrado; y se refiere a la clemencia divina para provocar y justificar lo humano.

I. Sus desterrados; �Quienes son? En cierto sentido, todos somos desterrados, ya que por el momento nuestra relaci�n con el Padre Infinito est� oscurecida; incluso aquellos que tienen en s� los impulsos de la filiaci�n espiritual, aunque digan: "Ahora somos hijos de Dios", deben agregar, "todav�a no parece lo que seremos". Y aquellos que no han entrado en la luz y la dulzura de esa filiaci�n reconocida est�n muy lejos, como se puede decir, de su verdadero hogar.

El tiempo fallar�a, incluso para personificar la historia de los desterrados de Dios. Las andanzas de David; La huida de El�as al desierto; el cautiverio de las tribus; y la historia de los profetas, todos ilustran la verdad de nuestro texto. No est�n abandonados por Dios ni siquiera en la tierra extra�a. La historia de los marginados es siempre interesante. Mire el reba�o esparcido a trav�s de las persecuciones, ahora de los jud�os, ahora de las autoridades romanas.

Ven a tiempos m�s recientes y lee la historia de los valdenses, los hugonotes y los escoceses Covenanters. Estos hombres tambi�n sab�an c�mo Dios dise�a "medios para que sus desterrados no sean expulsados ??de �l". Quite su libertad exterior de culto; arroja a estos hombres al desierto; que sus cuerpos sean encarcelados en c�rceles inmundas o entregados a la tortura o la muerte; el esp�ritu encuentra su camino hacia los secretos del amor divino y veranos en su sonrisa.

Aunque son marginados, no son expulsados ??de �l. Pero ac�rcate a�n m�s a casa; la vida individual incluso ahora ilustra la verdad. Tomemos el caso, para nada infrecuente, del retiro forzado y el alejamiento de cualquiera de todo lo que antes le hab�a parecido �til, incluso esencial, para la vida religiosa.

II. Regrese a esa escena del jard�n, nos dijo en el primer libro. Cuando llegamos a esa historia, y escuchamos c�mo el hombre y la mujer fueron expulsados ??del jard�n; si lo le�ramos sin pensar, dir�amos: Qu� terrible es perder tanto; y ahora, por supuesto, Dios siempre est� enojado. "As� que expuls� al hombre"; y fue desterrado, y, en cualquier jard�n en el que haya entrado, no ha entrado en el jard�n del Ed�n desde entonces.

Toda su vida ahora es, en cierto sentido, una b�squeda del Ed�n a tientas. Qu� extra�o, si nunca hubi�ramos le�do algo as� de nuestra historia de vida y la historia de la vida de los hombres d�a a d�a, Dios parece tramar contra s� mismo. �l destierra, "pero concibi� medios para que los desterrados no sean expulsados ??de �l". Una cosa lleva a la otra; �Ad�nde lleva este destierro? Vaya, conduce a una tierra cubierta de espinas; s�, pero tambi�n a un Salvador coronado de espinas.

Conduce a mucho trabajo y amargura en los corazones de los hombres, pero tambi�n conduce a la labor de Dios y a la aflicci�n del alma de Cristo, de la cual �l estar� satisfecho. El camino desde el Ed�n se convierte (a trav�s del dise�o de Dios) en el camino de regreso al Ed�n; un Ed�n, podemos decir con certeza, donde las palmeras se agitan y los laureles florecen, para saludar y adornar la frente del conquistador.

III. Los variados agentes mediante los cuales este buen pensamiento y sentimiento de Dios se transmite a Sus desterrados, �qu� quiero decir con esto? Pero que toda la variada red del esfuerzo cristiano es prueba del sacerdocio de toda la Iglesia de Dios. Y es este sacerdocio el que necesita una manifestaci�n m�s clara. Los entrelazamientos de lo que llamamos esfuerzo divino y humano pueden expresarse en unas pocas palabras sencillas.

Cuando entramos mucho en contacto con los hombres, me refiero a aquello que traiciona su vida interior, mientras encontramos en ellos mucho que nos duele y nos deja perplejos, no dejamos de encontrar repetidas y sorprendentes pruebas de las verdades de la Biblia, y especialmente de la verdad que estoy tratando de revelar. Bueno, aunque en estas y en innumerables formas vemos pruebas de la exigencia y seriedad del amor de Dios, es para aquellos que son iluminados por la Luz Divina extender la antorcha y dar un significado a los vagos e inexpresados ??anhelos del coraz�n humano. despu�s de Dios.

Entre los medios ideados por Dios se encuentran los lazos de parentesco, de humanidad com�n, que, santificados por el amor e iluminados por la luz de Dios, s�lo se dirigen correctamente bajo la gu�a de Aquel que vino a buscar y salvar lo que es. perdi�. �Perdido, pero suyo! "Sus desterrados", aunque su naturaleza est� empapada por la cruel humedad de su largo destierro en la naturaleza. Suyo, no ser pasado por alto por �l. Piense en ello a la luz de su negligencia hacia ellos, y su negligencia hacia �l tambi�n. El Rey y el Padre se unen en esto, la restauraci�n de los desterrados. ( GJ Procter. )

El invento teco�ta y divino

I. Aquellos que est�n en un estado de exilio o alienaci�n de Dios lo son por su propio acto y deseo, no por el de Dios. Como Absal�n, que era vanidoso, cruel, traicionero, ego�sta, desalmado, ambicioso y asesino, nos hemos rendido al pecado. Como �l, conscientes de la culpa, pero encontrando seguridad temporal en la Corte de Geshur, hemos sabido que �ramos pecadores, pero hemos pensado que en cualquier momento bastar�a para reconocerlo.

Nosotros en este mundo estamos donde Dios puede llegar. La esperanza y la restauraci�n son posibles aqu�; pero Ay; hay un estado en el que la alienaci�n puede volverse eterna, en el que la esperanza y la fe en la misericordia divina son imposibles. Desterrados ahora, ay, por nuestro propio acto, por nuestra propia dureza e incredulidad, podemos ser, podemos ser, ciertamente a�n m�s desterrados. Dios se compadece de nosotros, pero no puede ni nos obligar� a amarlo. Un arroyo entre las colinas de Mendip, despu�s de elevarse en la oscuridad a lo lejos bajo las colinas, persigue millas su camino r�pido y sinuoso entre las cavernas, y luego, justo debajo de uno de esos contrafuertes rocosos del cielo, en el desfiladero de Cheddar, emerge repentinamente a la luz, se extiende en un peque�o lago, luego se precipita sobre un vertedero, hace girar un molino, limpia la hierba de la pampa, recibe la ropa venenosa y los desechos de las f�bricas de papel, se sumerge bajo t�neles oscuros,

As�, con nuestra vida, elev�ndose en el misterio, sigue su camino sujeta a diversas influencias malignas, y llama a ser limpiada o puede sumergirse nuevamente en las cavernas de la oscuridad o ser llevada al brillante mar abierto. Estamos en la luz ahora. Tenemos el poder, que se le niega a un r�o, de negarnos a estar sujetos a la afluencia del mal. Podemos rezar. Podemos mirar a Dios. Podemos decir perd�n, limpiarnos, salvarnos. Podemos implorar a Dios que vuelva a convertir nuestro cautiverio como arroyos en el sur. Llamamos a decir con intensidad: "�Dios, salva a tu desterrado de ser expulsado de Ti!"

II. El medio que Dios dise�a para salvar al hombre de un mayor alejamiento. El teco�ta, al hablar de Dios como un "medio inventado" para traer de regreso a los desterrados, hab�a captado un vislumbre maravillosamente claro de un evangelio venidero. Este era uno de los rayos que se elevaban por encima de las colinas sombr�as de los a�os intermedios y las observancias ceremoniales, que habla de ese sol naciente del amor divino que luego brill� en la refulgencia del mediod�a desde la cruz del Calvario.

1. El s�bado es su instituci�n para dar descanso al hombre y la oportunidad de pensar en sus intereses eternos. Fue �hecho para el hombre� y no solo estaba destinado al descanso f�sico, sino tambi�n espiritual.

2. La revelaci�n es otra forma de traer al hombre de regreso. A Ad�n, No�, Abraham, Jacob, Mois�s, David, Pedro, Pablo, Dios se ha revelado. A trav�s de ellos y de otros nos ha hablado.

3. Por la instituci�n del culto p�blico, ya sea alrededor del altar en la cima de la colina, en la tienda de Silo, en el templo de Jerusal�n, en las sinagogas esparcidas por muchos pa�ses o en las iglesias que se han levantado por todo el mundo. . �l ha estado haciendo arreglos para sacar a los hombres del pecado y alegrarlos cuando "suban a la casa del Se�or".

4. La disposici�n de un sistema de sacrificios est� en armon�a con las ideas de todas las edades y todas las razas como medio de restauraci�n de la presencia Divina. En el sacrificio de Cristo, nuestra restauraci�n est� asegurada por la muerte de Aquel que sufri�, "el justo por los injustos, para llevarnos a Dios". El sacrificio del Calvario no fue un mero dispositivo, sino el resultado natural del amor Divino. Mediante la intervenci�n de la mujer de Tecoa, se restaur� a un hijo exiliado, pero solo para ceder a un pecado m�s profundo.

Cuando somos devueltos por la misericordia Divina, deber�a ser para dejar que la pureza de la vida enfatice la gratitud del coraz�n. Cristo intercede; Dios espera recibir a los desterrados; pero los medios que ha ideado no siempre son �tiles. La indiferencia y la diab�lica oposici�n del hombre, �ay! puede estropear el efecto incluso de los designios divinos. ( F. Hastings .)

El regreso de los desterrados

La flecha fue directamente a la marca. La obra que se suscit� se dirigi� de inmediato a Amn�n, y Joab se levant� y trajo a casa al desterrado de Geshur, y una vez m�s Absal�n se qued� en casa. Para nosotros que miramos hacia atr�s en la escena del Antiguo Testamento a trav�s de toda la luz y gloria de la Cruz de Cristo, estas palabras tienen una bendita plenitud de significado. "Sin embargo, �l piensa que los desterrados no sean expulsados ??de �l".

1. Puede ser que en el sentido m�s claro y literal de estas palabras, la apelaci�n deba hacerse como se hizo a David. Las mujeres sabias de Tecoa, vienen hoy en medio de nosotros y toman sus lugares delante de algunos de nosotros, y hacen el llamamiento de que llevemos a casa a los desterrados. Has sido agraviado y herido, pero te haces un mal mayor al alimentar tu amargura. Te has enfadado, avergonzado, humillado.

Verdadero. Sin embargo, �no es hora de que lo pasado sea pasado? No puedes deshacer la travesura. Ah� est�. Pero, �no lo empeora todo mil veces tu perpetuo pensamiento y tu conversaci�n? �No es mejor dejar que los muertos entierren a los muertos que mantener vivo un pasado muerto mediante el pensamiento y la ira, y darle tal poder de herir y molestar? Recuerda que este esp�ritu duro y amargo es un pecado doloroso. Deshaces tus propias oraciones y ahogas la mejor vida dentro de ti al alimentar tu ira.

�C�mo puedes inclinarte y pedir perd�n a Dios si retienes tu propio perd�n? ' Si esta mujer, con su estratagema, pudo prevalecer con el rey, seguramente la Cruz de Cristo prevalecer�a con nosotros. Alza tus ojos al Crucificado. Por su amor, abre de par en par la puerta del coraz�n y deja que el amor fluya con tanta libertad y tanta gracia como su amor nos salud�. Idear medios. Sea ingenioso para descubrir formas de amar. Tenemos una sola vida.

2. Pero adem�s: aqu� hay una palabra bendita para todos nosotros. Esta es la historia de todas las edades: un resumen del Evangelio. El tiempo comenz� con la escena de los desterrados al salir del Jard�n del Ed�n. Luego viene el centro de todos los tiempos, de todas las cosas: Cristo y la Cruz, la Cruz sobre la cual cuelga el Salvador del mundo, acerc�ndonos a los que estamos lejos a Dios por Su sangre. Y a lo lejos vemos el fin de todos los tiempos en la escena de los desterrados tra�dos a casa; y se oye el grito: ��Aleluya! porque el tabern�culo de Dios est� con los hombres.

�Qu� medios ha ideado nuestro Dios para que los desterrados no sean expulsados? El don de Su Hijo, las grandes provisiones de Su gracia en Jesucristo, el llamado de amor, sabidur�a y gloria en �l, las mil preciosas promesas que nos hablan de la Palabra, la inspiraci�n y la influencia de Su Esp�ritu, la fuerza de santo ejemplo y ense�anza: todos estos son medios que �l dise�� para llevarnos a casa con �l.

�Qu� ingenioso es el amor de Dios, qu� incansable y h�bil! Cu�ntos dispositivos hay que desconcertar, cu�ntas s�plicas hay que resistir, si a�n persistimos en vivir en el pa�s lejano. Nunca hay ninguna circunstancia en la vida diaria, nunca ninguna ocasi�n, pero el Esp�ritu bendito busca volverse para dar cuenta de nuestro regreso al hogar. Piense en estos desterrados; d�jalos pasar delante de nosotros. Como Absal�n, habitaron anta�o en el palacio del Rey.

La feliz libertad de la c�mara del rey era de ellos; se sentaron a la mesa del Rey y vieron el banquete del Rey; tuvieron el gozo de una comuni�n profunda y constante, y les fue f�cil pasar tranquilamente dentro de la sala del banquete y descansar en la paz de su amor. �Qu� m�sica llen� el alma! Se rieron del miedo. Todo era una profunda paz y agradecimiento que no conoc�a la necesidad y apenas conoc�a un deseo m�s all� de �l mismo.

�Pobre de m�! de cu�ntos, de cu�ntos todo esto es cierto. Llegaron a la ciudad desde el campo, de alguna peque�a compa��a de cristianos, felices y devotos, donde el alegre servicio a �l llenaba todos los d�as. Pero aqu� se afloj� el apego. Quiz�s no hubo bienvenida cuando el extra�o iba y ven�a. Quiz�s tanto la timidez del campo como la indiferencia de la ciudad tuvieron algo que ver con eso. De todos modos, sucedi� que se abandonaron las viejas costumbres; se jug� con las cosas dudosas hasta convertirlas casi en necesidades; se toleraba a los compa�eros dudosos hasta que se hicieron amigos y hubo que aceptar sus costumbres.

Con una estratagema se despert� la piedad del rey, y Joab llev� a casa a los desterrados, pero estuvo dos a�os enteros en Jerusal�n y no vio el rostro del rey. Oh, no es as� que nuestro Padre trata con nosotros. Escuche, deje que el coraz�n se apodere de �l: "Cuando a�n estaba muy lejos, su padre lo vio y corri� y se ech� sobre su cuello y lo bes�". Nada fue suficiente para hacer; nada fue suficiente para dar. Ese gran amor no pudo satisfacerse. ( MG Pearse .)

La expiaci�n una necesidad

Ahora, observe, David no dej� de ser padre porque era rey, y no dej� de ser rey porque era padre. Ahora, contemple al Dios eterno en la relaci�n en la que se encuentra con su criatura, el hombre. Observe, primero, en cierto sentido limitado, Dios es el Padre de todos nosotros. "Todos somos Su descendencia". Pero recuerde, esto es s�lo en cierto sentido definido; es decir, cada uno es un hijo de Dios, en tanto que es la descendencia del hombre, que fue creado y recibi� su vida directamente del Ser Supremo, y en la medida en que cada uno de nosotros es llamado a la existencia por Su voluntad soberana.

Ahora, encontrar� que aquellos que no est�n dispuestos a aceptar la Expiaci�n siempre pondr�n un gran �nfasis en este punto de vista de la paternidad de Dios. Dir�n: ��No es Dios un Padre? y si es nuestro Padre, �no es natural que se entristezca por sus hijos? A lo que respondo se�alando nuestra historia. �No era David un padre, y no ten�a un coraz�n de padre? Si. �Por qu� no perdon� David a Absal�n? Porque era m�s que un padre: era un rey.

Me dices que Dios es tu Padre. S�, estoy dispuesto a admitir que, en el sentido que he definido, �l es. Perm�tanme se�alar, sin embargo, que �l no es el Padre de todos nosotros en el pleno sentido de esa palabra. Si no has recibido "el Esp�ritu de Su Hijo", ese "esp�ritu de adopci�n, por el cual clamamos Abba, Padre", no est�s ocupando la relaci�n filial hacia �l a la que tienes derecho y, por lo tanto, no tienes derecho. para sacar tales inferencias como lo har�a de otra manera a partir de la analog�a de la relaci�n terrenal.

Ahora miremos de cerca esta imagen. Observo, primero, que el coraz�n del anciano David anhela por su hijo Absal�n. Aunque Absal�n es un criminal, el padre desea perdonarlo; pero la justicia y el honor se lo prohibieron. Cu�n ansioso estaba por hacerlo: pero entonces, ya sabes, era un rey. Otro pensamiento se levanta contra el deseo ardiente: �Soy rey, y si perdono a mi propio hijo, la gente dir� que soy culpable de favoritismo.

�Bueno, �qu� se iba a hacer? No servir� de nada que el rey se deprima y se sienta miserable por el asunto. De alguna forma u otra, Absalom debe ser recuperado. De modo que Joab se sinti�, movido, sin duda, en parte por la simpat�a y en parte por la pol�tica, esperando sacar lo mejor de sus relaciones tanto con el presente como con el futuro monarca. Entonces �l ide� un plan. Se apodera de una mujer astuta, tan astuta como �l, y la pone en el camino del rey; y cuando el rey pasa, ella gana su o�do con un doloroso lamento de angustia: "�Socorro, rey!" Uno estaba muerto; no pod�a recuperarlo, y el sacrificio de la vida del �nico hijo que le quedaba no lo devolver�a a la vida.

�l estaba muerto; y ahora ven�an los representantes de la ley para llevarse el �ltimo apoyo, la �nica alegr�a que le hab�a dejado en el mundo. La viuda gan� el d�a, pero �qu� hab�a pasado? La misericordia hab�a triunfado sobre el juicio. �Y cu�l es la secuela de esta victoria de la misericordia sobre el juicio? Con el tiempo, el aplastante y abrumador estallido de indignaci�n divina sobre esas tribus culpables y su l�der m�s culpable.

Veo el bosque del monte Ephraim apestando a sangre humana, y veinte mil cad�veres esparcidos por el suelo, y suspendidos en ese roble, un espect�culo para todos los tiempos, veo al parricidio de coraz�n traidor, �con las jabalinas en el coraz�n! Esa es la secuela. Y, mientras contemplo el campo de batalla empapado de sangre; cuando pienso en las l�grimas de las viudas y el llanto de los hu�rfanos; cuando pienso en la miseria, la devastaci�n que maldijo la tierra; cuando escucho el lamento de un pa�s golpeado resonando en los o�dos de Dios, descubro lo que hace la mera fantas�a, cuando se permite que la misericordia triunfe sobre la justicia.

Se�alo el vasto holocausto, los espantosos cad�veres amontonados unos sobre otros, y pregunto: "�Qui�n mat� a todos estos?" La respuesta es: "Mercy los mat�". No menos importante, se�alo ese roble fatal, donde el cuerpo de Absal�n cuelga suspendido, con las jabalinas clavadas a trav�s de su cuerpo tembloroso y hasta su coraz�n, y pregunto: "�Qui�n mat� a ese desgraciado miserable?" y la respuesta es: �La misericordia lo mat�.

"�l nunca hubiera estado presente en ese campo de batalla, o hubiera estado en condiciones de elevar ese nivel de rebeli�n, por lo que nunca habr�a tra�do sobre su propia cabeza esa terrible retribuci�n, si no hubiera sido objeto de esa misericordia real". a lo que no ten�a derecho. La misericordia fue su perdici�n; esta es la solemne moraleja de esta tr�gica historia. Con una lecci�n como esa ante nuestros ojos, nos volveremos hacia el Poderoso Monarca del Universo y nos aventuraremos a decir: ��Oh Dios! �Por qu� has de pedir expiaci�n? �Por qu� no nos perdonas sin expiaci�n alguna? Me pregunto qu� clase de mundo deber�amos tener si Dios actuara de acuerdo con tales principios.

Me pregunto qu� tipo de universo deber�amos tener si Dios actuara de acuerdo con tales principios. Dios no lo hace. Dios no lo har�. Ahora, procedo a preguntar, �qu� habr�a sido necesario para que Absal�n pudiera haber sido rescatado de su destierro sin peligro para su rey, su pa�s o �l mismo? Habr�an sido necesarias dos cosas, al menos. Primero, habr�a sido necesario que la dignidad moral y la majestad de la ley fueran reivindicadas de manera ejemplar.

Seguramente las circunstancias del caso exig�an nada menos que esto. Si se ha de llamar a Absal�n a la corte del rey, de una forma u otra debe arreglarse de modo que la ley no sufra por ello, que el criminal no pueda se�alar a ese pr�ncipe y decir: ��Ah! hay una prima sobre el pecado ". En segundo lugar, y no menos, habr�a sido necesario que se hubiera efectuado un cambio radical en el car�cter de Absalom, de modo que la repetici�n de tales ofensas se hubiera vuelto muy improbable, si no imposible.

Pero la mera misericordia no produjo, no pudo, producir esto; por el contrario, podr�a esperarse que engendre insensibilidad e indiferencia ante las amenazas de la ley, y que haga que el culpable perdonado piense a la ligera en un delito que podr�a pasarse por alto con tanta facilidad. Era el mismo hombre moralmente despu�s de recibir el perd�n del rey que antes: tan vengativo, despiadado, traicionero, cruel. Por lo tanto, su presencia en la corte de David era un peligro necesario para la sociedad, y los resultados que siguieron no son sorprendentes.

Concluimos, entonces, que estas dos cosas son necesarias antes de que la prerrogativa de la misericordia pueda ser ejercida por un soberano sabia y bien, y sin perjuicio de su autoridad, del estado o del destinatario individual de ella. Tenga esto en cuenta y entonces podr� comprender mejor la necesidad de la expiaci�n. Primero, la reivindicaci�n de la majestad de la taw; �rido, en segundo lugar, la transformaci�n completa del car�cter del delincuente.

David tampoco pudo comp�s en este caso. Ning�n ingenio humano podr�a resolver el problema; as� que en la justicia y en el derecho no pod�a haber nada m�s que que Absal�n permaneciera preso. Ahora hemos observado que esta sabia mujer de Tecoa, cuando discute el asunto con David, se�ala los tratos de Dios con el hombre como su justificaci�n de su s�plica; pero es digno de menci�n que lo hace de una manera muy cautelosa y cautelosa.

La verdad es que ella sab�a mucho m�s de teolog�a que muchos de nuestros profesores modernos. �Qu� dice ella? Si examina su argumento cuidadosamente, ver� que, estrictamente hablando, no lleva su propia conclusi�n. Hay una falacia l�gica en ello. Ponlo as�: �Debes seguir el ejemplo de Dios, David; no puedes equivocarte al hacer lo que Dios hace. Dios dise�a medios por los cuales Su 'desterrado' no ser� expulsado de �l; por lo tanto, puedes recordar el tuyo sin idear ning�n medio en absoluto, sino mediante un mero ejercicio arbitrario y desp�tico de la prerrogativa de la misericordia.

Puede que no puedas hacerlo como Dios lo hace, pero, con o sin medios, hazlo ". Ver� que el argumento no se sostiene. Fue un sofisma; pero fue un sofisma que triunf�, porque estaba dirigido al coraz�n en lugar de a la cabeza. Ahora ella nos ense�a aqu� una gran verdad. De hecho, Dios "ide� medios por los cuales los desterrados no ser�n expulsados ??de �l". �Cu�les son los medios? Se�alo sin vacilar la Cruz del Calvario y digo: �Existen los medios.

Puede estar seguro de que si cualquier otro medio hubiera respondido al gran prop�sito, Dios lo habr�a adoptado. Si cualquier otra cosa hubiera cumplido con los requisitos del caso, seguramente, seguramente, de alguna otra manera el gran problema se habr�a resuelto. Pero s�lo hab�a un medio, lo digo con reverencia, que incluso la sabidur�a de Dios pod�a sugerir. "Predicamos a Cristo crucificado". Los jud�os llamaron a esto una piedra de tropiezo.

No vieron la necesidad de una expiaci�n; quer�an un rey. �Crees que Dios puede mostrar misericordia? Supongo que ciertamente todos estamos de acuerdo con eso, al menos. Aquellos que repudian la expiaci�n admiten que Dios puede mostrar misericordia. A continuaci�n, �cree que Dios deber�a mostrar misericordia? Seguramente aqu� tambi�n estamos todos de acuerdo, todos somos criaturas pobres, fr�giles, falibles, y en estas circunstancias es muy necesario que se nos extienda la misericordia.

Muy bien; comenzamos con dos puntos en com�n. �Es esto lo m�s lejos que podemos llegar juntos? �No podemos encontrar otro punto en com�n? �No estar� de acuerdo conmigo en que, al mostrar misericordia, Dios tiene el derecho de condicionar el ejercicio de su prerrogativa soberana de cualquier manera que parezca m�s acorde con la sabidur�a y la bondad? Seguramente no se opondr� a esa posici�n, �verdad? Si estoy regalando favores, favores gratuitos, favores inmerecidos, y elijo poner alguna condici�n a esos favores, seguramente tengo derecho a hacerlo si as� lo deseo.

�No es as�? Ciertamente. �Viene la misericordia por derecho o por gracia? Seguramente estar�s de acuerdo conmigo en que proviene de la gracia. Ning�n pecador tiene derecho a la misericordia Divina. Bueno, si proviene de la gracia, es decir, si es un don gratuito, Dios tiene el derecho de calificarlo de acuerdo con Su propia mente, cualquiera que sea esa mente. "Bueno", responde usted, "pero Dios no act�a de una manera tan arbitraria y desp�tica". Muy cierto.

Pero, �qu� pasa si Dios elige calificar Su administraci�n de misericordia de tal manera que la misericordia, en lugar de ser un premio al crimen, sea un preventivo del crimen? �Y eso qu�? Oh, si los hombres que desprecian la Expiaci�n pudieran ver la maravillosa sabidur�a, la verdadera filosof�a, que se esconde detr�s de la Expiaci�n, deber�amos poner fin a la cr�tica desde�osa que tan a menudo se interpone entre el alma y Dios.

Cuando Dios decidi� extender misericordia hacia el mundo ca�do, tambi�n decidi� que esa misericordia deber�a ser una doble bendici�n; y para que pudiera ser una doble bendici�n se ocup� de que su misericordia no fuera otorgada promiscuamente, por as� decirlo, sino que fuera otorgada en tal forma que, por un lado, la majestad de la ley de Dios y la la antipat�a eterna e inmutable de Dios contra el pecado debe manifestarse claramente a los ojos de todos; mientras que, por otro lado, el car�cter moral del pecador deber�a ser tan completamente cambiado y revolucionado que en lugar de que la misericordia sea prima sobre la culpa, por el contrario, la misericordia deber�a hacer al pecado impotente y despojar a los poderes tiranos del infierno de todos sus poderes. dominio sobre el hombre.

Ese es el verdadero significado de la expiaci�n. �Como se hace? "Dios dise�a medios por los cuales los desterrados no ser�n expulsados ??de �l"; y el primer medio es que �l reivindica su ley y la hace honorable. Dices que no era lujuria que �l cargara con nuestros pecados. Det�ngase un momento. No habr�a sido justo si hubiera sido algo menos que Dios. No habr�a sido justo si el Dios eterno hubiera puesto la carga de la culpa de una criatura sobre la cabeza de otra: pero �quiere usted decirme que Dios no tiene derecho a hacer lo que le guste consigo mismo? �Quiere decir que Dios no tiene derecho a reivindicar su propia ley? Y el segundo es que no s�lo el Sufridor fue Divino, sino que sufri� en forma humana y como hombre, y que como tal hab�a un �gozo que se le puso delante.

��Qu� fue esa alegr�a? El gozo de la pura benevolencia ; la alegr�a de poder rescatar a los hijos de la tierra en su camino a la perdici�n; el gozo de poder restaurar una raza ca�da y volver a consagrar a Su Padre un mundo profanado; la alegr�a del amor triunfante. La corona y la recompensa de Jesucristo Hombre Hombre deben ser obtenidas por �l en Su humanidad, de acuerdo con las palabras del profeta, �Cuando vea Su descendencia�; �Cuando vea el fruto de la aflicci�n de su alma, y ??se sacie�; cuando una Iglesia rescatada se re�na en Su presencia y se agrupa en torno a Su persona, derramar� a trav�s de una brillante eternidad la ofrenda continua de alabanza incansable y agradecida a Aquel que los am� y se entreg� a S� mismo por ellos.

Bueno, ah� est�; Los maravillosos medios de Dios. �Tiene algo que decir en contra? �No ten�a Dios el derecho de proporcionar tales medios si le parec�a bien? Ahora consideremos sus efectos. Primero, tenemos una reivindicaci�n suprema de la actitud de Dios hacia el pecado. �Qu� m�s se quiere? Una cosa m�s, o la Expiaci�n a�n puede fallar en su prop�sito. Una cosa m�s es exigida por las circunstancias del caso.

�Qu� es? Que la aceptaci�n del beneficio implicar� necesariamente una transformaci�n radical del pecador. �C�mo se va a realizar? Por un hombre que intenta pasar una nueva hoja. No; eso no lo afectar�. Si paso una nueva hoja, sigo siendo el mismo hombre ahora que ayer, con los mismos motivos, los mismos impulsos, las mismas tentaciones, las mismas debilidades. �Quieres decir que puedes convertirte en un nuevo hombre con una resoluci�n? Qu� tonto es la gente cuando habla de esta manera.

�No saben algo sobre la fuerza del h�bito? "Si alguno est� en Cristo, nueva criatura es". Cuando el alma cansada se dirige a la Cruz del Calvario, �qu� ve? Lo primero que ve es un moribundo. Todos ustedes lo han visto. Preguntas cu�l ha sido Su vida. Lees el registro aqu� y dices: "�Qu� mal ha hecho?" y aun mientras esperas en vano una respuesta, miras de nuevo, y esta vez descubres, bajo la forma de un moribundo, la augusta presencia del Dios vivo.

"Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo". Entonces, desconcertado y asombrado, vuelves a mirar este extra�o espect�culo. M�s inquisitivamente que nunca, fijas tu mirada en la abrumadora vista. �Qu� significa? Has visto al moribundo; has visto al Dios presente; �Qu� ves ahora? Lo que m�s se opone a Dios es el pecado. ��l fue hecho pecado por nosotros que no conocimos pecado.

Pero observe, es el pecado crucificado, no el pecado triunfante, el pecado clavado en el madero y ejecutado, no el pecado que hace su propia obra mortal. Una vez m�s vuelves la mirada hacia la cruz de Cristo. �Hay algo m�s que ver? Pones al m�ximo tus poderes de visi�n, con la mirada ansiosa y concentrada de la fe. �Qu� ves ahora? Has visto al moribundo; has visto al Hijo de Dios; has visto el pecado crucificado.

�Qu� ves ah� ahora? Te dir� lo que veo. Veo mi yo culpable clavado en esa cruz - yo mismo, el delincuente, representado en la persona de �l, el Santo, que voluntariamente ha consentido identificarse conmigo; Veo a mi corrupto "anciano" obteniendo lo que su pecado ha merecido. San Pablo vio esto mientras miraba la cruz y exclam� con valent�a: "Estoy crucificado con Cristo". �Entonces que? Si soy crucificado con Cristo, entonces, gracias a Dios, entre yo y mi antiguo yo, sobre el cual la ley de Dios ha hecho su obra, hay una separaci�n real.

He terminado con esa vieja vida m�a. La vieja naturaleza crucificada queda en la tumba de Jes�s; all� se echa la carga de mis pecados. De ahora en adelante, el poder de mis pecados se rompe, y entro en una nueva vida, y memorizo ??relaciones nuevas y benditas. "Yo vivo, pero no yo, pero Cristo vive en m�". �No ves que un hombre no puede reclamar el beneficio de la Expiaci�n sin admitir primero la justicia de la sentencia ilustrada por la Expiaci�n? y, en segundo lugar, sin verse a s� mismo por la fe como separado por la fuerza de esa sentencia, as� sufrida, de toda conexi�n con la vida anterior de pecado; ni, en tercer lugar, sin entrar en una nueva y gloriosa relaci�n con el Dios vivo.

Aquel que es sepultado y resucitado con Cristo ya est� en posesi�n del poder de una vida sin fin y, por lo tanto, disfruta de una nueva fuerza moral, animada por nuevos motivos y encendida por nuevos deseos. As� sale de la cruz una "nueva criatura" en Cristo Jes�s. No puede darse el lujo de prescindir de la Expiaci�n. Sus cabezas lo necesitan, sus corazones lo necesitan, sus vidas lo necesitan. Quiera Dios que todos entendi�ramos su motete de poder m�stico Ahora, nuestro texto afirma que Dios ha ideado medios por los cuales los desterrados no deben ser expulsados ??de �l.

En este momento estamos desterrados, pero, gracias a Dios, todav�a no somos expulsados. Aquellos de ustedes que a�n no han sido restaurados al favor Divino son desterrados. La luz gozosa de la misericordia de Dios no descansa sobre sus vidas ni sobre sus corazones. Est�s desterrado: ya se ha registrado en tu contra la terrible sentencia de destierro. Joven, �saben lo que es estar en algo parecido a la comuni�n espiritual con Dios? �Es Dios una realidad para ti, un amigo presente? ��l habita en vuestros corazones? No: porque ustedes est�n desterrados, ya desterrados, algunos de ustedes.

Pero recuerde, aunque est� desterrado, el coraz�n de Dios anhela por usted. El mensaje de la Cruz para usted - si lo escucha - seguramente equivale a esto: ��Ven a casa, regresa a casa, desterrados! �Vuelve a casa, vuelve a casa, almas errantes! �Vosotros que hab�is encontrado la salida de la presencia divina y hab�is perdido el camino en un mundo desolado, volved a casa! ( W. Hay Aitken, M. A. )

Los desterrados restaurados

I. El destierro. Absal�n vive en Geshur. No es su lugar natal, no es su patria; hay un exiliado y un extranjero; est� viviendo una vida de destierro. Absal�n, como transgresor, est� condenado por la ley, y para escapar de esa condena, vive en Geshur, un hombre desterrado. Se ha desterrado a s� mismo; su conciencia reconoce el crimen que ha cometido, y la justicia del destino que se cierne sobre �l, por lo que huye de su pa�s, de la casa de su padre.

Aqu� tenemos una imagen del estado del hombre como pecador. El hombre, como pecador, vive en el destierro. A veces este destierro se har� sentir: hay momentos en que el alma del hombre echar� un pensamiento anhelante sobre la casa del Padre, como el hijo pr�digo en la tierra lejana, cuando el hambre aprieta, cuando los placeres del pecado se han desgastado. ellos mismos, y una sensaci�n de necesidad presiona; entonces surge el recuerdo del hogar. Estos anhelos no son m�s que los recuerdos del hogar, el suspiro de los hombres en el destierro, porque aunque el destierro ha pasado a trav�s de largas generaciones, los recuerdos del hogar no se han desvanecido por completo del alma.

II. Los medios ideados. "Sin embargo, �l inventa medios, etc." La expresi�n parece implicar que hubo una dificultad en el camino. Deben idearse medios, la sabidur�a debe ponerse a trabajar para descubrir un plan, un plan mediante el cual los desterrados puedan ser restaurados. Cual fue la dificultad? El rey estaba muy ansioso por que Absal�n volviera ( 2 Samuel 13:39 ).

No lo ocult�. Joab lo percibi�. Aqu�, entonces, estaba el rey anhelando a su hijo desterrado. Lo amaba aunque era un transgresor. Ahora traduzca lo temporal en espiritual. Hay hombre. como os hemos mostrado, en estado de destierro, desterrado de la presencia de Dios por causa del pecado, viviendo lejos de Dios; y est� Dios, lleno de amor por los desterrados, anhelando su regreso; pero existe la dificultad: Su amor no puede dejar de lado Su justicia.

"�No har� bien el Juez de toda la tierra?" �Qu� medios se idear�n? �D�nde se encontrar� la sabidur�a para resolver la dificultad? El texto dice, Dios inventa medios. En la historia que ves, hay una tercera persona que aparece en escena. El rey no dice nada de traer de vuelta a Absal�n. Absalom no env�a ninguna solicitud para ser restaurado; pero Joab toma el asunto, y por el arte pol�tico del que fue un maestro concienzudo, logra su fin.

Ahora en los medios que Dios ha ideado, aparece una tercera persona, una se interpone entre el Padre y el desterrado. Ve el coraz�n del Padre anhelando por los perdidos; �l sabe que mientras Dios odia el pecado, ama al pecador, y por eso se ocupa del asunto. �He aqu�, vengo a hacer tu voluntad, oh Dios�. Aqu� est�n los medios que �l ide�. �Tanto am� Dios al mundo que dio a su Hijo unig�nito, para que todo aquel que en �l cree no se pierda, mas tenga vida eterna.

"Sin embargo, �l piensa en medios". El mensaje del evangelio es simplemente la declaraci�n de esto. Se supera la dificultad; se quita la barrera; el camino est� abierto; ahora no hay nada que impida que Dios reciba de regreso al pecador, nada que impida que el pecador regrese en confianza a Dios. Cuando el rey se tranquiliz� para con Absal�n, a causa de la intercesi�n de Joab, leemos que Joab fue a Gesur y trajo a Absal�n a Jerusal�n.

Absalom no vacilaba ni se negaba a regresar. Joab le dijo que todo estaba bien con el rey, que el rey anhelaba su regreso, por lo que lleg� de inmediato a Jerusal�n. Pero en las cosas espirituales el asunto es muy diferente. El embajador de Cristo continuamente insta a los exiliados a regresar. Les dice que se ha hecho la paz, propiciaci�n por su pecado, y que el Padre anhela su regreso, listo para acogerlos y recibirlos en su abrazo de amor.

Sin embargo, hay vacilaci�n, indiferencia, aversi�n, postergaci�n, si no absoluta negligencia y desprecio. �Es tan dulce el destierro, es tan deseable el exilio? Sabes que no eres feliz, no puedes estar lejos de Dios, lejos de casa. Entonces, �por qu� vacilar? por qu� objetar; �Por qu� detenerse entre dos opiniones? �Es que piensas en lo que tendr�s que renunciar? �Qu�! las cosas que no pueden satisfacer, no pueden impartir una felicidad s�lida, pero deben perecer en el uso, ponlas todas en la balanza, y las encontrar�s m�s ligeras que la vanidad misma.

III. El resultado. Lo tienes en el �ltimo verso. "El rey bes� a Absal�n". Ese beso fue el beso de la paz. Hablaba del perd�n perfecto, hablaba de una reinstalaci�n en el coraz�n de amor del padre. Lo mismo ocurre con aquellos que aceptan el mensaje del evangelio y, por fe en Cristo, regresan a Dios. Tienen el beso de paz del Padre. De ellos est� la promesa: �He borrado como una densa nube tus rebeliones, y como una nube tus pecados.

"Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redenci�n que es en Cristo Jes�s". Son reinstalados en el favor y el cari�o del Padre. "Mirad cu�l amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios". "El rey bes� a Absal�n". No hab�a distancia, no hab�a reserva. La libertad de acceso a Dios en todo momento a trav�s de Cristo es la porci�n de todo verdadero creyente. El Padre no tiene palabra de reproche o reproche para su hijo arrepentido. Est� escrito: "Nunca m�s me acordar� de sus pecados y de sus iniquidades". ( R. Page, M. A. )

El plan cristiano es un dispositivo de amor

Es un dispositivo divino, que consiste en gemidos dispuestos por nuestro Padre celestial para evitar que sus desterrados sean finalmente expulsados ??de �l. No es un plan para despertar la compasi�n de Dios, sino un dise�o que manifiesta, revela, expresa y transmite la misericordia que perdura para siempre. Este designio divino es, por tanto, un esquema de amor paterno divino. Y viendo que el amor en sus formas ordinarias no puede alcanzar los objetos cuando se hunden por debajo de su estado normal, el amor que planific� el sistema cristiano es esa variedad de amor que llamamos "gracia", es decir, el amor que persigue sus objetos cuando se retiran vestidos. con la t�nica escarlata de la verg�enza culpable, el amor aferrado a ella, los objetos cuando han demostrado ser los m�s indignos, el amor para vencer el mal con el bien y el amor asumiendo una forma de gracia para los que no son amados y no amados.

Tal amor es como una planta de renombre, o una flor del para�so, floreciendo en un pozo horrible; es como una vid selecta o un �rbol de productos preciosos que da su fruto dorado, no en su propia tierra rica y c�lida, sino en arcilla fr�a y fangosa; es como un arca de refugio flotando sobre aguas tan tormentosas que han hecho naufragar a todas las dem�s embarcaciones; es como una luz preciosa que permanece sobre el horizonte despu�s de que el sol se ha puesto repentinamente en terribles tormentas.

Es como ... �ah! �A qu� lo compararemos? Queremos una clase alta de figuras m�s all� de todo lo que hayamos visto, y un estilo de met�foras que no tenemos el poder de crear. Nunca sentimos nuestra pobreza e impotencia como cuando tratamos de hablar de la gracia de Dios. Pero lo que queremos decir ahora es que el esquema cristiano es creado por el genio de la gracia divina. Todo amor puede inventar y dise�ar, pero esta forma de amor es la m�s h�bil y f�rtil en invenci�n.

El genio de la imaginaci�n puede escribir poes�a, pero las expresiones de la gracia son la poes�a m�s dulce, profunda y divina. El primero puede pintar belleza, pero la gracia crea y restaura la belleza, dando belleza a las cenizas. El primero puede representar la vida, pero la gracia restaura la vida. El esquema cristiano es producto del amor divino. ( Samuel Mart�n .)

Versículo 25

Pero en todo Israel no hab�a nadie tan alabado como Absal�n por su hermosura.

Absalom una contradicci�n

A los antiguos, y en particular a los orientales, les gustaba mucho destacar la altura de un hombre. Su idea era que cuanto mayor era la estatura, m�s apto era el hombre para la sociedad de los dioses. El Antiguo Testamento es en gran medida un libro que toma nota de las caracter�sticas externas, alaba la excelencia f�sica y estima a un alto precio todas las bendiciones materiales. �Pero qu� iron�a hay en un caso como el de Absal�n! Dado, un gran f�sico y un poco de alma, y ??digamos si alguna iron�a puede ser m�s espantosa y humillante.

Tales contradicciones somos a veces para nosotros mismos y entre nosotros. Nuestras circunstancias pueden ser lo mejor de nosotros: la casa puede ser m�s grande que el inquilino; los muebles pueden ser m�s valiosos que su due�o. Entonces, �qu� hay que hacer? Una mancha como esta no debe tolerarse. Cuando un hombre es consciente de que representa esta iron�a, debe mirar a su alrededor y decir que el d�a de hoy pondr� fin a la intolerable falta de armon�a y, al menos, buscar� introducir una reconciliaci�n entre lo externo y lo interno, de modo que el alma pueda prosperar y estar en salud como el cuerpo, o el cuerpo puede prosperar y estar en salud como el alma, seg�n las circunstancias especiales de cada caso individual. ( J. Parker, D. D. )

Versículos 29-32

Absal�n envi� a buscar a Joab . .. pero no quiso venir a �l.

El campo de cebada en llamas

Absal�n hab�a huido de Jerusal�n por temor a la ira de David; despu�s de un tiempo se le permiti� regresar, pero no fue admitido en presencia del rey. Deseando fervientemente ser restaurado a sus antiguos puestos de honor y favor, le suplic� a Joab que fuera a �l, con la intenci�n de pedirle que actuara como mediador. Joab, habiendo perdido mucho de su agrado por el joven pr�ncipe, se neg� a venir; y, aunque lo llamaron repetidamente, se neg� a asistir a su deseo.

Absal�n, por tanto, pens� en un plan muy perverso, pero muy eficaz, para traer a Joab a su compa��a. Orden� a sus siervos que prendieran fuego al campo de cebada de Joab. Esto hizo que Joab se enojara y preguntara: "�Por qu� tus siervos prendieron fuego a mi campo?" Esto era todo lo que quer�a Absal�n; deseaba una entrevista y no fue escrupuloso en cuanto al m�todo por el que la obtuvo.

La quema del campo de cebada llev� a Joab a su presencia, y los fines de Absal�n se cumplieron. Omitiendo el pecado de la acci�n, tenemos aqu� una imagen de lo que a menudo hace nuestro Dios misericordioso con el mejor y m�s sabio dise�o. A menudo env�a por nosotros, no para su beneficio, sino para el nuestro; quiere que nos acerquemos a �l y recibamos una bendici�n de sus manos, pero somos insensatos, fr�os y malvados, y no iremos.

�l, sabiendo que no vendremos por ning�n otro medio, env�a una prueba seria: prende fuego a nuestro campo de cebada, lo cual tiene derecho a hacer, ya que nuestros campos de cebada son mucho m�s suyos que nuestros. En el caso de Absalom estuvo mal; en el caso de Dios, tiene derecho a hacer lo que quiera con los suyos. �l nos quita nuestro deleite m�s selecto, sobre el cual nos hemos propuesto el coraz�n, y luego preguntamos a sus manos: "�Por qu� contiendes conmigo?"

I. El texto con referencia a los creyentes en cristo. No podemos esperar evitar la tribulaci�n. Si los campos de cebada de otros hombres no se queman, los nuestros s� lo ser�n. Si el Padre no usa la vara en ning�n otro lugar, seguramente har� inteligentes a sus verdaderos hijos. Vuestro Salvador os ha dejado un doble legado: "En el mundo tendr�is tribulaci�n, pero en m� tendr�is paz". El oro debe ser probado en el fuego; y verdaderamente Jehov� tiene fuego en Sion y su horno en Jerusal�n.

1. Primero tienes, esta dulce reflexi�n, que no hay maldici�n en tu cruz.

2. Que todos tus problemas te son distribuidos por la sabidur�a y el amor divinos. En cuanto a su n�mero, si �l los nombra diez, nunca podr�n ser once. En cuanto a su peso, el que pesa los montes en balanza y los collados en balanza, se encarga de medir tus aflicciones, y no tendr�s ni un grano m�s de lo que Su infinita sabidur�a considera conveniente.

3. Que bajo tu cruz tienes muchas comodidades especiales. Hay cordiales que Dios da a los santos enfermos y que nunca pone a los labios de los sanos. Las cavernas oscuras no retienen a los mineros, si saben que all� se encuentran los diamantes: necesitas un miedo neto al sufrimiento cuando recuerdas las riquezas que aporta a tu alma. No se oye al ruise�or sin noche, y hay algunas promesas que solo nos cantan cuando estamos en apuros.

En el s�tano de la aflicci�n se guarda el buen vino a�ejo del reino. Nunca ver�s el rostro de Cristo tan bien como cuando todos los dem�s te dan la espalda �. Cuando haya entrado en tal confusi�n que la sabidur�a humana est� desconcertada, entonces ver� la sabidur�a de Dios manifiesta y clara.

4. Que tus pruebas produzcan tu bien duradero acerc�ndote cada vez m�s a tu Dios.

(1) Nuestro Padre celestial a menudo env�a por nosotros y no iremos. Nos env�a para que ejerzamos una fe m�s sencilla en �l.

(2) En otro momento nos llama a una comuni�n m�s estrecha con �l. Hemos estado sentados en el umbral de la puerta de la casa de Dios, y �l nos pide que avancemos al sal�n de banquetes y cenemos con �l, pero rechazamos el honor. Nos ha admitido en los aposentos interiores, pero todav�a hay aposentos secretos que a�n no se nos han abierto; Nos invita a entrar en ellos, pero nos detenemos. Jes�s anhela tener una comuni�n cercana con su pueblo.

(3) Con frecuencia, la llamada es a una oraci�n m�s ferviente.

(4) A menudo, tambi�n, nos llama a un estado m�s elevado de piedad.

II. Algunas palabras para el pecador.

I. Dios tambi�n ha enviado por ti, oh hombre inconverso, Dios ha enviado muchas veces por ti. Temprano en tu ni�ez, las oraciones de tu madre buscaban cortejarte para el amor de un Salvador, y las primeras instrucciones de tu padre piadoso fueron tantas mallas de la red en las que se deseaba que te llevaran; pero has roto todo esto y has vivido para borrar las primeras impresiones y las promesas de la juventud.

2. Si Dios los est� enviando, �los est� escuchando? ( CH Spurgeon .)

Quemando el campo de cebada

Ahora, as� como el joven y astuto pr�ncipe trat� con Joab para traerlo a �l, as� Dios emplea un r�gimen de disciplina muy a menudo para traer corazones descarriados a S� mismo. Es posible que muchos lectores hayan incendiado su campo de cebada; hay algunos incluso ahora cuyos campos est�n envueltos en llamas o cubiertos con las cenizas de esperanzas apagadas. Con los reincidentes, este m�todo suele ser el �ltimo recurso de Dios.

�l ve que los vagabundos descarriados se preocupan m�s por sus posesiones terrenales que por Su honor o Su servicio. As� que los toca en el lugar m�s tierno y barre los objetos que aman demasiado. Se han convertido en id�latras, y �l los convierte en �tomos con severidad.

Medidas obligatorias

Durante dos a�os enteros, Joab no prest� atenci�n al hijo de David que hab�a regresado, pero en el momento en que se incendi� su campo de cebada, hizo a Absal�n una visita de investigaci�n. Absal�n fue astuto. Quiz�s lo consider� como un �ltimo recurso y pens� que el fin lujuriosamente ser�a el medio. Pero hay un uso espiritual de este incidente que vale la pena considerar. �No es as� que cuando no vamos a Dios amorosamente, voluntariamente, �l prende fuego a nuestros campos de cebada, diciendo: Ahora orar�n? Abandonamos Su Iglesia, abandonamos Su libro, nos liberamos de toda responsabilidad religiosa; Dios llama y no escucharemos; luego �l prende fuego a toda la cosecha, y nos volvemos religiosos instant�neamente.

Somos m�s ricos si hemos perdido un campo de cebada y hemos encontrado al Dios de la cosecha. �l nos recompensar� con el campo de cebada, si es as� que aceptamos la providencia correctamente y decimos: "Este es el pensamiento de Dios con respecto a nosotros". ( J. Parker, D. D. )

Versículo 33

Y el alma del rey David anhelaba ir a Absal�n.

La tierna solicitud de un padre por su hijo

�Recuerdo bien�, dice un escritor actual, �el efecto que produjo en mi mente cuando un sirviente me dijo, poco despu�s de haberme recuperado de una peligrosa enfermedad, que durante la crisis de la enfermedad se vio a mi padre mudarse l�grimas. Aunque lejos de ser un padre severo, no era un hombre emocional; y la declaraci�n fue una revelaci�n para m�, al menos en grado. Hace ya m�s de medio siglo, pero nunca se olvidar� �.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "2 Samuel 14". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/2-samuel-14.html. 1905-1909. Nueva York.