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2 Samuel 6

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-23

Y David se levant� y fue con todo el pueblo que estaba con �l de Baale de Jud� para traer de all� el arca de Dios.

El arca tra�da a Sion

Para comprender el significado completo de esta transacci�n, ser� necesario recordar qu� era el Arca y cu�l fue la ocasi�n debido a la importancia de su remoci�n de Siloh y su prolongada ausencia del santuario desde ese momento en adelante. Inmediatamente despu�s de la ratificaci�n formal del pacto entre Jehov� e Israel en el monte Sina� ( �xodo 24:1 ), mediante el sacrificio y la comida sagrada de la que participaron los representantes del pueblo en la presencia inmediata de Dios, se le orden� a Mois�s que subiera a la monta�a y recibir los pactos de Dios.

Y la primera instrucci�n dada fue para la preparaci�n de un santuario para que Jehov� pudiera habitar entre ellos (25: 8); y lo primero que se design� para hacer con este prop�sito fue el arca (v. 10) con su propiciatorio (v. 17), de la cual el Se�or le dijo a Mois�s (v. 22): �All� me encontrar� contigo y hablar� contigo de arriba del propiciatorio, de entre los dos querubines que est�n sobre el arca del testimonio, de todas las cosas que te dar� por mandamiento a los hijos de Israel.

�No se hab�a dicho nada como s� acerca del tabern�culo, ni del altar, ni de los sacrificios, ni del sacerdocio. Todo esto era secundario y subordinado al primer asunto esencial, que era la presencia de Dios mismo representado y comprometido en el Arca. El tabern�culo deb�a contener el Arca, y era la casa de Dios, no simplemente porque estaba dedicada a usos sagrados, sino porque Aquel que graciosamente hab�a vinculado su presencia con el Arca habitaba en ella.

Por lo tanto, cuando la impiedad de Israel y la crasa iniquidad de los hijos de El�, los sacerdotes, fue castigada al permitir que los filisteos capturaran el arca de Dios, este fue un evento de la mayor importancia. No se trataba simplemente de que en las adversas fortunas de la guerra se hubiera perdido un tesoro precioso y de gran valor, una reliquia antigua y sagrada que se valoraba con devoci�n y que hasta entonces hab�a sido guardada sagradamente.

Fue una p�rdida absolutamente irreparable. Cuando se quit� el arca, Jehov� mismo se hab�a ido. El tabern�culo fue desde entonces un cascar�n vac�o; los sacerdotes ministraban ante un santuario vac�o. No se hizo ninguna nueva arca para reemplazar a la vieja. Esto fue imposible. Otro cofre podr�a haber sido hecho con el mismo patr�n y dimensiones, y podr�a haber estado recubierto de oro de manera similar. Como figuras de querubines de oro, no se podr�an haber colocado encima de �l.

Podr�a haber sido reproducido exactamente en material y forma; pero este modelo reci�n enmarcado no habr�a sido el Arca. Lo que el Arca era en la estima de Israel, y lo que el historiador sagrado cre�a que era, es suficientemente evidente en su narraci�n. La presencia de Dios se representa tan firmemente ligada a ella por las declaraciones de la historia como por las promulgaciones de la ley. Este largo descuido del Arca desde el tiempo de El� hasta el de David, desde su traslado de Siloh hasta su transporte a Si�n, es completamente inexplicable, pero sobre una hip�tesis, y esa es la explicaci�n proporcionada por los mismos escritores sagrados, a saber, que el Se�or hab�a retirado por el momento la manifestaci�n visible de Israel. La brecha entre Jehov� y su pueblo, creada por sus transgresiones, a�n no hab�a sido sanada.

Y hasta que no se hiciera esto, no volver�a a establecer su morada en medio de ellos. No puede ser porque Samuel ignoraba la existencia del Arca o su significado sagrado. Porque fue criado en el templo de Silo, donde estaba el arca de Dios, y all� estaba dentro de sus recintos sagrados donde Jehov� se le hab�a revelado por primera vez, y predijo la desolaci�n del santuario a causa de la iniquidad practicada all� por los jud�os. , sacerdotes degenerados.

No puede ser porque la ley lev�tica a�n no exist�a, y el car�cter sagrado con el que rodeaba el Arca a�n no se le atribu�a popularmente. Porque los hechos ya citados demuestran lo contrario. No es porque el Arca haya sido considerada con desprecio, por lo que durante tanto tiempo se dej� dormir en silencio, sino precisamente por la raz�n opuesta. Ahora, sin embargo, el largo plazo del disgusto del Se�or ha terminado, y el camino est� preparado para que �l regrese con Su poder y gracia a Su pueblo, para renovar el s�mbolo de Su presencia y para fijar Su residencia nuevamente en medio de ellos.

La enajenaci�n de Jehov� fue eliminada. Y el primer cuidado de David, al ser establecido como rey sobre todo Israel, en el que fue apoyado de todo coraz�n por el pueblo en general, fue llevar el arca a su capital y colocarla all� en un santuario apropiado, de modo que �l podr�a reinar bajo la sombra del Todopoderoso: Jehov� el verdadero rey de Israel, y David gobernando simplemente como su vicegerente.

As�, Jehov� vuelve una vez m�s a Israel y establece su morada en medio de su pueblo. El regreso del Arca no es meramente dar a conocer un vaso sagrado y descuidado desde hace mucho tiempo que pertenece al santuario; es el regreso de Dios mismo a un pueblo al que hab�a abandonado temporalmente. ( WH Verde, DD, LL. D. )

Subieron el arca a Jerusal�n

1. Al llevar el arca a Jerusal�n, el rey mostr� un deseo encomiable de interesar a toda la naci�n, en la medida de lo posible, en el servicio solemne. Un pu�ado podr�a haber sido suficiente para todo el trabajo real que se requer�a; pero miles de personas principales fueron convocadas para estar presentes, y ello sobre la base tanto de rendir el debido honor a Dios como de conferir un beneficio al pueblo. No es s�lo un pu�ado de profesionales los que deber�an ser llamados a participar en el servicio de la religi�n; La gente cristiana generalmente deber�a tener inter�s en el arca de Dios; y en igualdad de condiciones, la iglesia que interesa al mayor n�mero de personas y las atrae al trabajo activo no solo har� m�s por hacer avanzar el reino de Dios, sino que disfrutar� la mayor parte de la vida interior y la prosperidad.

2. El esp�ritu gozoso con el que David y su pueblo realizaron este servicio es otra caracter�stica interesante de la transacci�n. Dios entronizado en Si�n, Dios en medio de Jerusal�n, �qu� pensamiento m�s feliz o m�s emocionante era posible albergar? Dios, sol y escudo de la naci�n, ocupando por Su residencia el �nico lugar apropiado en toda la tierra, y enviando sobre Jerusal�n y sobre todo el pa�s emanaciones de amor y gracia, llenas de bendici�n para todos los que tem�an Su nombre.

3. Pero es posible que el mejor de los servicios se haya realizado de manera defectuosa. Puede haber un descuido criminal de la voluntad de Dios que, como la mosca muerta en el bote de ung�ento del boticario, hace que el perfume emita un olor apestoso. Y as� fue en esta ocasi�n. Lo que los indujo a seguir el ejemplo de los filisteos en lugar de las instrucciones de Mois�s, no lo sabemos y dif�cilmente podemos conjeturar.

No parece haber sido un mero descuido. Tiene una especie de plan deliberado, como si la ley dada en el desierto fuera ahora obsoleta, y en un asunto tan peque�o se podr�a elegir cualquier m�todo que agradara a la gente. Puede que haya sido un error de inadvertencia. Pero que en alg�n lugar hubo una falta grave se desprende del castigo con el que fue visitado ( 1 Cr�nicas 15:13 ).

La gran lecci�n de todos los tiempos es tener cuidado de no seguir nuestros propios recursos en la adoraci�n de Dios cuando tenemos instrucciones claras en Su palabra sobre c�mo debemos adorarlo. Este lamentable suceso puso fin repentinamente al alegre servicio. Te puede suceder que alguna empresa cristiana en la que has entrado con gran celo y ardor, y sin ninguna conjetura de que no lo est�s haciendo bien, no sea bendecida, sino que se encuentre con alg�n duro golpe, que te coloque en una posici�n muy dolorosa. .

Se le ataca con una descortes�a sin igual, se le imponen objetivos siniestros y se declara que el prop�sito de su empresa es herir y desanimar a aquellos a quienes estaba obligado a ayudar. La conmoci�n es tan violenta y tan grosera que por un tiempo no puedes entenderla. Pero cuando entras en tu armario y piensas en el asunto seg�n lo permitido por Dios, te preguntas a�n m�s por qu� Dios debe frustrar tu deseo de hacer el bien.

Sentimientos rebeldes flotan sobre tu coraz�n si Dios te trata de esta manera, ser�a mejor abandonar su servicio por completo. Pero seguramente tal sentimiento nunca encontrar� un lugar establecido en su coraz�n. Puede estar seguro de que el rechazo que Dios le ha permitido encontrar es una prueba de su fe y humildad.

4. El Se�or no abandona a su pueblo, ni lo deja para siempre bajo una nube. No pas� mucho tiempo antes de que el abatido coraz�n de David se tranquilizara. Cuando el arca fue dejada en la casa de Obed-edom, Obed-edom no tuvo miedo de recibirla. Su presencia en otros lugares hab�a sido hasta entonces la se�al del desastre y la muerte. No es tanto el arca de Dios en nuestro tiempo y nuestro pa�s lo que necesita un alojamiento, sino los siervos de Dios, los pobres de Dios, a veces perseguidos fugitivos que huyen de un opresor, muy a menudo hombres piadosos en pa�ses extranjeros que trabajan bajo infinitos desalientos para servir a Dios.

El Obed-edom que los acoja no sufrir�. De nuevo, entonces, el rey David, animado por la experiencia de Obed-edom, sale en estado real para llevar el arca a Jerusal�n. El error que hab�a resultado tan fatal ahora fue rectificado. El freno que hab�a sufrido tres meses antes solo hab�a reprimido sus sentimientos, y ahora se desplegaron con mayor volumen. Su alma estaba conmovida por la idea de que el s�mbolo de la cabeza de Dios se colocar�a ahora en su propia ciudad, cerca de su propia morada; que deb�a encontrar un lugar de reposo permanente en el coraz�n del reino, en las alturas donde hab�a reinado Melquisedec, cerca de donde hab�a bendecido a Abraham, y que Dios hab�a destinado como su propia morada desde los cimientos del mundo.

Sacrific�, toc�, cant�, salt� y bail� ante el Se�or, con todas sus fuerzas; hizo una demostraci�n de entusiasmo que la despiadada Michal, como ella no pod�a comprenderlo ni simpatizar con �l, tuvo la locura de despreciar y la crueldad de ridiculizar.

5. Se notan brevemente algunas otras circunstancias en relaci�n con el cierre del servicio, cuando el arca hab�a sido consagrada solemnemente dentro del tabern�culo que David hab�a levantado para ella en el monte Si�n.

(1) La primera es que "David ofreci� holocaustos y ofrendas de paz delante del Se�or". El holocausto era un nuevo memorial del pecado y, por lo tanto, una nueva confesi�n de que incluso en relaci�n con ese mismo servicio santo hab�a pecados que confesar, expiar y perdonar.

(2) Una vez m�s, encontramos a David despu�s de la ofrenda de los holocaustos y las ofrendas de paz "bendiciendo al pueblo en el nombre de Jehov� de los ej�rcitos". Esto era algo m�s que simplemente expresar un deseo u ofrecer una oraci�n por su bienestar. Fue como la bendici�n con la que cerramos nuestros servicios p�blicos. La bendici�n es m�s que una oraci�n. El siervo del Se�or aparece en actitud de dejar caer sobre la cabeza del pueblo la bendici�n que invoca.

No es que �l o cualquier hombre pueda trasmitir bendiciones celestiales a un pueblo que por fe no se apropia de ellas ni se regocija en ellas. Pero el acto de bendici�n implica esto: estas bendiciones son tuyas si tan solo las tienes. El �ltimo acto de adoraci�n p�blica es un gran est�mulo para la fe. Cuando la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, o la bendici�n de Dios Padre, Hijo y Esp�ritu Santo, o la gracia del Se�or Jesucristo, y el amor de Dios y la comuni�n del Esp�ritu Santo, sean invocados sobre sus cabezas , es para asegurarle que si las acepta a trav�s de Jesucristo, estas grandes bendiciones son realmente suyas.

(3) La tercera cosa que hizo David fue repartir a todos los israelitas, hombres y mujeres, una barra de pan, un buen trozo de carne y una jarra de vino. Fue un acto caracter�stico, digno de una naturaleza generosa y generosa como la de David. Sin embargo, Jes�s no se abstuvo en raras ocasiones de alimentar a la multitud, aunque el acto era susceptible de abuso. El ejemplo tanto de David como de Jes�s puede mostrarnos que, aunque no habitualmente, aunque ocasionalmente, es correcto y apropiado que el servicio religioso se asocie con una comida sencilla.

4. Lo �ltimo que se registra de David es que regres� para bendecir su casa. No se permiti� que los cuidados del Estado y los deberes p�blicos del d�a interfirieran con su deber dom�stico. De esto se desprende claramente que, en medio de todas las imperfecciones de su abigarrada casa, no pod�a permitir que sus hijos crecieran ignorantes de Dios, lo que reprend�a a todos los que, superando a los muy paganos en el paganismo, tienen casas sin altar y sin un dios. ( WG Blaikie, D. D. )

El regreso del arca

I. El traslado del arca de Baale a Jerusal�n. Este per�odo fue el mejor momento de la vida, el poder y la gloria de David, y en �l emprende la gran tarea de confirmar la adoraci�n de Dios. Podemos ver f�cilmente que este empe�o en promover la religi�n era su deber, ya que era rey de un estado religioso; sin embargo, es en esa misma forma y luz que su conducta nos habla con la m�s alta autoridad.

Para gobernantes y magistrados, reyes y ministros, �qu� lecci�n les brinda, qu� consejo tan saludable! Los hombres son seres religiosos, dotados de la facultad de religi�n, que otros animales inferiores no poseen; su deber es, en todas las relaciones de la vida, la religi�n. En la autoridad, el objetivo principal deber�a ser legislar para el verdadero bienestar del sujeto, que est� relacionado �nicamente con la religi�n. Si los gobernantes y legisladores, con cualquier pretexto, sostienen y acogen la idolatr�a en un estado, o se complacen en la tendencia de la multitud a la idolatr�a, decididamente trabajan en la ruina del s�bdito, aqu� y en el m�s all�, as� como en el suyo propio.

II. Las graves ofensas de David. El modo de transporte prescrito se descuid� por completo. Hay hombres bien dispuestos a servir a Dios y darle lo mejor de todos sus bienes, de la vida, del amor, de la raz�n y de la sustancia, que se apresuran indiscreta e ileg�timamente al llamado de la religi�n. Algunos servir�n a Dios, siempre que se omita un art�culo de fe. Otros siempre que se permita un pecado favorito.

Otros, siempre que su propia fantas�a, sus propias concepciones salvajes de la religi�n, su de�smo po�tico y su filantrop�a po�tica, se tomen por religi�n. �Y fallan! �C�mo podr�a ser de otra manera, cuando Dios nunca llam� a ning�n hombre a un credo defectuoso, oa una moralidad defectuosa, ni a despreciar su propia regla de religi�n? �Y se ofenden cuando alg�n juicio ha ca�do en el camino mismo de su servicio, y lo declara nulo y rechazado! Un juicio como la angustia, la muerte, la debilidad espiritual o la ignominia, y el aumento de la insensatez m�s que de la religi�n.

Por estas cosas, Dios puede declarar nuestro servicio deshonrado e inaceptable. La estancia temporal del arca trajo numerosas bendiciones a la casa de Obed-edom. La religi�n, la religi�n de las Escrituras, es el medio de una prosperidad s�lida. El tiempo fue corto que se permiti� aqu� para la prueba de una providencia especial a favor de aquellos que mantuvieron el arca de Dios dentro de sus muros, pero fue suficiente para conferir bendiciones de salud, riqueza y honor.

Y si nuestro tiempo se limita a una hora a partir de este momento, y si podemos llevar con nosotros, no el arca de la ley, sino el arca de la misericordia, el pacto de salvaci�n de Jesucristo, por la fe, que puede poner �Un l�mite a las bendiciones que nos ser�n acumuladas? Amados por Cristo, �qu� nos puede da�ar? amado por Dios, �qu� puede da�ar nuestra paz o da�ar nuestra fortuna? Todos somos candidatos al bienestar terrenal; Cr�anlo, entonces, el �nico y verdadero secreto del �xito, est� en la adoraci�n sincera del Salvador, como Dios de Dioses y Se�or de todos los Se�ores.

III. Durante el progreso del intento exitoso de erigir el arca del Se�or en Jerusal�n, David tom� un papel destacado, como en la primera ocasi�n, en todo el proceso. A todos los hombres, este homenaje p�blico les habla de la misma manera: nos llama a hacer un servicio personal. No podemos transferir a ning�n pr�jimo el desempe�o de deberes religiosos. Como hombres comunes, hacemos muy poco cuando transferimos a otros la transmisi�n de nuestro patrocinio o generosidad.

Debemos con nuestras propias manos, cuando sea posible, alimentar al hambriento, refrescar al cansado y vestir al desnudo; deber�amos, con nuestra propia voz, con el alma presente y con la simpat�a presente, consolar a los afligidos.

IV. El regreso del rey para bendecir a su casa. El rey de Israel, es cierto, abandona la escena p�blica, pero solo es para "regresar y bendecir a su casa", para ensayar la ceremonia del d�a, explicar su importancia, inculcar el valor de la religi�n en todos sus dependientes y sellar las bendiciones del culto p�blico sobre su familia, mediante la piedad dom�stica. En este acto reconocemos estos tres detalles:

1. El mantenimiento personal del honor de Dios ante su familia.

2. Su ansiedad por comunicar las bendiciones de la religi�n a todas las almas bajo Su influencia.

3. La solemne dedicaci�n de esas almas al honor y adoraci�n del Ser Supremo.

V. La audacia, la nobleza y la dignidad de la conducta de David durante los acontecimientos de ese gran d�a, cuando el arca descansaba dentro de los muros de la santa ciudad. Un hombre encontrar� a su enemigo para siempre en su propia casa; o si no, su religi�n ser� procesada y su conducta reprendida con las m�s agudas censuras por sus asociados, y su misma piedad ser� denunciada como mezquina y humillante, deshonrosa y ofensiva. ( CM Fleury, A. M. )

Cuidado del arca

En el segundo vers�culo leemos "David se levant�". Una nueva pasi�n se apoder� de �l; un repentino entusiasmo lo agit� como un gran viento del cielo. No podemos dar cuenta de estas inspiraciones, entusiasmos, nuevas consagraciones y prop�sitos en la vida. A veces decimos: �Por qu� no se levantaron antes los hombres? La respuesta es: No pudieron: el surgimiento de los hombres no est� en ellos mismos. Hay un centro, hay un Trono, hay un Rey viviente, y en conexi�n con estas grandes soberan�as y dominios centrales hay un Esp�ritu misterioso siempre operativo que no caer� bajo nuestros c�lculos, leyes y predicciones en cuanto a sus operaciones en la mente humana y en el coraz�n humano.

2. David se levant� para llevar el arca a la metr�poli. Esta idea no est� exenta de sublimidad, y no sin relaci�n pr�ctica con nuestra propia nacionalidad y nuestra propia civilizaci�n religiosa. S� fuerte en los lugares altos; ver que el trono est� dentro de la operaci�n de la misteriosa influencia del altar; Que no haya gran distancia entre la realeza terrenal y el servicio espiritual. Que cada metr�poli sea la mejor ciudad de todo el pa�s. Deber�a serlo.

3. �C�mo se mover� el arca? Leemos, en el tercer vers�culo, que �pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo y la sacaron de la casa de Abinadab que estaba en Guibe�. Hay un toque de veneraci�n en este arreglo. El carrito era "nuevo". En los tiempos antiguos y en las ciudades orientales, las cosas nuevas daban mucha importancia a las cosas nuevas: el pollino sobre el que montaba Jes�s deb�a ser uno en el que nunca se sentaba ning�n hombre; el sepulcro en el que fue sepultado era un matorral en el que nunca antes hab�a sido puesto un hombre.

Sol�a ??haber una especie de veneraci�n pagana por las cosas nuevas. Sans�n dijo: Si me atan con nuevos conos, deben ser nuevos, entonces ser� d�bil como los dem�s hombres. Despu�s de haber fracasado ese experimento, a�adi�, si me atan con cuerdas nuevas, deben ser nuevas, "nunca ocupado" es la antigua palabra en ingl�s, nunca ocupado antes, entonces mi fuerza ser� como la fuerza de otros hombres. Entonces encontramos aqu� que el carro en el que se iba a llevar el arca es un carro nuevo.

�D�nde estaba la ley? Letra muerta. Podemos sobrevivir a nuestras leyes. Podemos olvidarnos de la Biblia. Podemos acostumbrarnos tanto a pol�ticas y moralidades de nuestra propia invenci�n y construcci�n como para olvidar la ley del Sina�, los mandamientos del Dios viviente. No iban a tener bueyes y carros. Cuando el arca iba a ser transportada, deb�a ser transportada por hombres vivos, y ellos deb�an estar orgullosos del honor supremo de tener parte o suerte en llevar el arca del Se�or.

No miremos esos detalles como peque�as cosas, y supongamos que no importa si el arca se lleva de una manera u otra, siempre que se lleve a su destino apropiado. No hay nada insignificante en el reino de los cielos; no hay nada insignificante en la vida humana, cuando realmente lo entendemos.

4. �Y cuando llegaron a la era de Nac�n, Uza extendi� su mano hacia el arca de Dios y la tom�; porque los bueyes la sacudieron �(v. 6). �Se desviaron naturalmente los bueyes a causa de la era? �No hab�an vuelto ellos tambi�n a casa? �No traicionaron la impaciencia natural cuando se acercaron al lugar donde se guardaba la comida? El arca temblaba bajo el movimiento de los bueyes, Uza, que sin duda era un levita, extendi� la mano y tom� el arca con un prop�sito bien intencionado.

Pero fue asesinado (v. 7). El arca nunca est� en peligro. Ese trono no necesita los contrafuertes de nuestro edificio. �Qu� participaci�n tenemos en mantener las estrellas en su lugar? �Cu�nto de la seguridad de las constelaciones se debe a nuestro arreglo previo, previsi�n y devoci�n? Dios cuidar� de Su propia arca y Su propio reino y verdad en el mundo.

5. David obtuvo una nueva visi�n de la Divina Providencia. No sab�a que Dios era tan cuidadoso, tan cr�ticamente particular. Tal miedo tiene un gran lugar en la educaci�n espiritual. La cultura del alma no debe perfeccionarse con instrumentos musicales, sino con un santo temor. ( J. Parker, DD )

El arca llevada a Sion

I. La buena obra de David obstaculizada por la guerra. Muchos son los males de la guerra. �Qu� arresto para la industria! �Qu� casas destrozadas! �Qu� cosechas arruinadas! �Qu� vidas sacrificadas! �Qu� legado de impuestos opresivos y el peor legado de sentimiento vengativo! �M�ltiples males! Esto tambi�n entre ellos: buenas obras, reforma nacional, libertad ampliada, educaci�n, religi�n detenida. Descuidado es el tabern�culo de Dios cuando se levantan las tiendas de campa�a, y se ahogan en gritos de batalla los c�nticos de Si�n.

No sabemos nada de esto; pero es bueno pensar en ello. La trompeta de guerra no irrita el aire tranquilo del s�bado. Las puertas de la iglesia est�n abiertas para nosotros y las campanas repican su invitaci�n a la adoraci�n. Las guerras, los rumores de guerras, no impactan el dulce y refrescante descanso de nuestras horas de reposo. La paz es nuestra. No siempre es as� en esta tierra. Las iglesias fueron cerradas o convertidas en cuarteles u hospitales militares. Y aunque esto ha sido desconocido en la Inglaterra reciente, se ha sabido en los �ltimos d�as en otras tierras.

Aqu�, reconozc�moslo con gratitud, Dios ha bendecido a su pueblo con paz. Los conflictos de David fueron triunfos; porque �l cuidadosamente "consult� al Se�or". No sali� hasta que se le orden� e hizo lo que se le orden�. Qu� batallas nunca se hab�an librado si los hombres, los estadistas, los reyes, hubieran hecho lo que hizo David. Voz de vidente, or�culo m�stico que no necesitamos. �Tenemos la palabra prof�tica m�s segura; a lo cual hac�is bien en estar atentos, como a una l�mpara que brilla en un lugar oscuro.

�Esto guiar� a los hombres de sus ego�smos y ambiciones y sus incipientes disputas hacia la paz. Dej�monos guiar, cada uno de nosotros, por �l en nuestro trato con los dem�s, y entonces, aunque parezca poco influyente nuestro lugar en la vida del gran mundo, estaremos ayudando a hacer de la guerra una de las barbaridades del pasado. -uno de los horrores felizmente desconocidos del a�o dorado que parece tan lejano, pero que est� por llegar.

II. El buen trabajo de David, cuando comenz�, detenido por la irreverencia. Las glorias del arca hab�an pasado en gran parte a la historia. A�n as�, era el s�mbolo de Dios, todav�a deb�a ser tratado con reverencia; a�n as�, el mandato no ha sido derogado, para que la mano humana no lo toque. Que todo este d�a, pues, tenga cuidado. En medio de esta alegr�a tumultuosa, h�gase la reverencia. La instrucci�n �nica de esa muerte es tanto para nosotros como para David y su pueblo.

Es para todos, y especialmente para aquellos que tienen un papel destacado en la obra y el culto Divino. "Nos burlamos de Dios cuando no tememos". �Irreverencia! No hablo de la irreverencia de la �poca; de padres a hijos; sujetos a gobernadores; de la literatura a la religi�n; ciencia a la revelaci�n. �Piense en la irreverencia en la Iglesia! No necesitamos ir m�s all� de nosotros mismos. El predicador necesita estar atento. Puede que no �maneje con enga�o la Palabra de Dios�, pero puede que lo haga a la ligera; tan familiarizado con �l como para perder de vista de Qui�n es la Palabra.

En cualquier departamento de la labor cristiana debemos velar por que, como predicadores, maestros, visitantes, no olvidemos a qui�n estamos hablando. Gente humilde, puede ser, ni�os pobres, pacientes aburridos e impacientes. �Pero qui�nes son estos? Para ellos, el m�s repugnante de ellos, Cristo muri�. Cada uno dotado de la posesi�n trascendente de un alma que sobrepasa al mundo a pesar de que era "un cris�lito completo y perfecto". Cada uno a trav�s de toda la oscuridad, el trabajo y el cansancio de la vida aqu�, un peregrino a la eternidad.

As� que en la adoraci�n divina. Al entrar en el santuario, que sea para nosotros �nada m�s que la casa de Dios�, no por nuestros pensamientos vagabundos y codiciosos degradados a la tienda de la locura o la cueva de los ladrones. Al abrir la Biblia, que nos es tan familiar como el arca de Uza, trat�mosla con reverencia y "escuchemos con mansedumbre" los mensajes de este "Libro de Dios, este Dios de los Libros". Mientras cantamos, "hagamos melod�as en nuestro coraz�n al Se�or", o la m�sica m�s dulce ser� el pecado.

Mientras oramos, solo pronunciemos el coraz�n, nuestras palabras "la expiraci�n de lo inspirado". En medio de todos los ejercicios de la adoraci�n p�blica y la adoraci�n en el hogar, "habite m�s reverencia en nosotros". Uza "estando muerto, a�n habla".

III. El buen trabajo de David cumplido con alegr�a. Durante tres meses, el arca continu� en la casa de Obed-Edom, trayendo muchas bendiciones a la casa de su cuidador y piadoso cuidador, pero de maneras manifiestas no registradas. Con esto se anim� a David a prepararse para su traslado final a Jerusal�n. Ha aprendido algunas lecciones de la muerte de Uza. Todo debe hacerse con circunspecci�n, �en el orden debido� ( 1 Cr�nicas 15:2 ), que antes extra�amente se hab�a pasado por alto.

Fue una hora trascendente. Poco podemos saber todo lo que signific� para David, cu�ntas esperanzas se estaban coronando: todo lo que signific� para Israel, con quien estaba abriendo una nueva �poca en su gran historia. Hab�an estado cayendo de Dios durante mucho tiempo, el mismo s�mbolo de su presencia descuidado. Pero ahora hab�an llegado tiempos de paz; un hombre elegido y aprobado por Dios era su rey. Les recordar�a que eran el pueblo de Dios, que arca el centro de su culto en la nueva capital controlar�a esa idolatr�a local a la que eran tan propensos; reunirlos en un lugar para sus fiestas santas, los unir�a en una unidad nacional e, infinitamente m�s importante, religiosa.

Esa arca, encerrada en el santuario de su santuario, sin �dolos en ella, testimonia la espiritualidad de Dios. Podemos regocijarnos en Aquel cuyo Nombre es Emanuel, "Dios con nosotros". A su alrededor, los cristianos se re�nen para adorar y, a trav�s de �l, tienen acceso con denuedo al Padre. Por �l Dios nos es declarado, declarado en una vida de sufrimiento humano, pero pureza Divina; en una vida que �anduvo haciendo el bien�, en una muerte que muri� por los pecados del mundo.

M�s de lo que incluso el arca con su gloria shekinah podr�a ser para Israel, es Cristo para nosotros. Una gloria que no se ve hoy en el templo material; no en cualquier �casa hecha por manos�, sino en la transformaci�n, ennoblecimiento del esp�ritu y la vida humanos. En todo hombre salvo, contempla la gloria de Dios en Jesucristo. Sabemos que Dios est� entre nosotros porque tal obra es Divina. ( GF Coster .)

David restaurando el arca

1. Por fin, Dios cumpli� el anhelado deseo del coraz�n de su siervo, y David se convirti� en el jefe y gobernador de Israel. La toma de la ciudadela de Si�n, que hasta entonces nunca hab�a sido arrebatada al enemigo, lo convirti� en el virtual fundador de Jerusal�n; y la supremac�a indiscutible comenz� por primera vez a adherirse al pueblo de Dios. Pero, �de qu� vale la fuerza, a menos que est� completamente sujeto a Dios y sea hecho siervo de su orden y de su verdad? David sab�a muy bien que Israel solo pod�a regular a otros para recibir bendiciones, en la medida en que ellos mismos fueran regulados por Dios.

Ser legislado por Dios era el privilegio distintivo de Israel: era de ellos decir de �l, "mi Rey as� como mi Dios". Entonces, �cu�l fue la condici�n en la que David encontr� el orden de Israel? �Estaba Israel realmente sujeto a los arreglos de Dios? La condici�n del orden de Israel fue determinada principalmente por su relaci�n con el Tabern�culo y sus vasijas, especialmente su relaci�n con el Arca de la Alianza.

Cuando Israel estaba en sus viajes por el desierto, el Arca los precedi�. Cuando el Arca descansaba, su lugar apropiado era el Tabern�culo. De hecho, es cierto que la presencia del Arca en cualquier lugar de Israel era una evidencia de que Dios estaba cerca de ellos y de Su cuidado sobre ellos; pero Su presencia no pod�a ser debidamente reconocida, ni se pod�a mantener el orden de Su verdad, a menos que el Arca estaba en el santuario, y los servicios se�alados los realizaban los levitas y los sacerdotes, seg�n la manera.

El Tabern�culo ca�do - los vasos esparcidos del ministerio - el aislamiento del Arca en una morada desconocida - eran indicios suficientes de que la Verdad y su orden de hecho hab�an ca�do. �Podemos rastrear en estas cosas una semejanza t�pica con los d�as en que vivimos? �Estamos viviendo en una hora en que las verdades de Dios se mantienen en su totalidad y en sus correctas conexiones? o son mantenidos parcialmente, confusamente y fuera de sus correctas relaciones entre ellos - muchos despreciados - muchos perdidos.

Y, sin embargo, �a qui�n le importan estas cosas? Los hombres dicen: �No est� Dios todav�a entre nosotros? �No se salvan todav�a las almas por su gracia? �Por qu�, entonces, deber�amos preocuparnos por Su orden, o por el conocimiento m�s minucioso de Su verdad?

2. Durante el reinado de Sa�l, el Arca no solo se mantuvo separada de todos los otros vasos del Tabern�culo, sino que incluso en su aislamiento, fue descuidada y deshonrada. Fue el sentido de esto lo que actu� principalmente en el alma de David. No parece haber considerado tanto la ausencia de una relaci�n correcta entre el Arca y los otros vasos del Tabern�culo, como haber sido sorprendido por el hecho m�s palpable y asombroso de la falta de una relaci�n correcta entre el Arca e Israel.

Para traer, por tanto, el Arca del lugar de su deshonra; para convertirlo una vez m�s en lo que Israel deber�a buscar y preguntar; y sobre todo, para establecerlo en la ciudadela de Sion, el lugar de supremac�a soberana y fortaleza; estos eran los objetos inmediatos de los deseos de David. En esto estaba cumpliendo su oficio de rey, dando supremac�a a Dios y a su verdad.

3. Pero los siervos de Dios han aprendido con frecuencia que la b�squeda de un fin correcto no implica necesariamente el empleo de los medios correctos. Esto lo demostr� David. A �l y a los eiders de Israel les pareci� f�cil trasladar el arca de Dios a su nueva morada. El deseo era santo, el objeto correcto, y contaban plenamente con la bendici�n instant�nea y sin obst�culos de Dios. Se prepar� un carro: se le unieron bueyes en yugo; sobre ella se coloc� el arca de Dios; y uno a quien nombraron entre ellos, arrastraba los bueyes.

La ordenanza de Dios fue expresa, que nadie m�s que sacerdotes y levitas deb�an manejar los utensilios del santuario; y aunque Dios, cuando el pecado de Israel hab�a llevado el arca a la tierra de los filisteos, donde no hab�a levitas, no hab�a sacerdotes - ten�a la libertad de reemplazar sus propias ordenanzas, pero David no era Dios. David, de hecho, bien podr�a humillarse a s� mismo debido a su error; porque �qu� error podr�a ser mayor que transgredir imprudentemente la solemne ordenanza de Dios, que hab�a dicho que nadie m�s que sacerdotes y.

�Deber�an los levitas tocar las cosas de su santuario? Sin embargo, �no ha proporcionado el cristianismo casos de transgresi�n similar? David infringi� el orden t�pico de Dios y fue castigado; pero cu�nto castigo m�s doloroso merecemos si subvertimos la realidad antit�pica - si llamamos a los no santificados y a los incr�dulos - aquellos que no temen a Dios y no conocen a Cristo, en funciones que pertenecen solo a aquellos que verdaderamente tienen la gracia de Su Esp�ritu.

4. No hab�a gloria visible; ninguna manifestaci�n de la Presencia Divina, mientras David estaba restaurando a Israel el Arca de la Alianza de su Dios, que hab�a sido desterrada por mucho tiempo. Si hubiera sido un d�a en el que Dios estaba manifestando visiblemente Su propia gloria, no habr�a habido peligro de que David fuera considerado indebidamente, incluso si todo el esplendor de la gloria de Israel se hubiera reunido alrededor de su persona. Pero fue de otra manera cuando esa gloria estaba escondida, y cuando el Arca solitaria, exiliada durante mucho tiempo del Tabern�culo de Dios, era el s�mbolo humilde de la presencia de Dios en medio de Su pueblo arrepentido.

El ojo de la fe pudo discernir la bienaventuranza de esa hora; pero el coraz�n de la hija de Sa�l, fiel a su linaje, no vio excelencia en �l. Ella contempl� el gozo de David, no lo entendi�, lo despreci� y lo reprendi�, y encontr� en el d�a de la bendici�n de Israel, un d�a de dolor y castigo duradero para ella misma. Tenemos autoridad de las Escrituras para decir que las cosas que le sucedieron a Israel les sucedieron a ellos como ejemplos, y est�n escritas para nuestra amonestaci�n ( 1 Corintios 10:1 .

Aquellos que lean las Escrituras del Antiguo Testamento, recordando esto, podr�n rastrear muchos rasgos en el aspecto general del cristianismo, que se asemejan demasiado a la condici�n de Israel en el momento del que hemos estado hablando. Cu�n a menudo los cristianos buscan amortiguar su aprehensi�n del desorden y el abandono de la verdad que prevalece a su alrededor, mediante la reflexi�n de que Dios no ha abandonado y nunca abandonar� a su propio pueblo; tal como Israel podr�a haber dicho, en los d�as de Sa�l: "�No est� todav�a el arca entre nosotros?" De hecho, es muy cierto que Dios no abandonar� a su pueblo ;pero, �es la preservaci�n de la ruina final y la liberaci�n de los efectos extremos de la desobediencia lo �nico que debe desear la Iglesia de Dios? �No tienen un testimonio distintivo que mantener, ni un estandarte que exhibir, debido a la verdad de Dios? �No hay eficacia directiva en sus principios, nada que forme el car�cter y determine el camino de aquellos que est�n sujetos a su poder? Si sus principios est�n entre nosotros y no los tenemos en cuenta, �qu� podemos esperar, sino que se diga de nosotros, como se dijo de Israel, �que la verdad ha ca�do en las calles y la equidad no puede entrar.

"Cuando leemos del triunfo y del gozo con que David y todo Israel con �l, llevaron el arca del pacto del Se�or a Sion", con gritos, sonido de corneta, trompetas y c�mbalos. , haciendo ruido con salterios y arpas �, si nos preguntamos qu� indican estas cosas, nos vemos obligados a mirar hacia una hora a�n futura, cuando un mayor que David, uno a quien David tipific� d�bilmente, ser�, como uno de los Los resultados de Sus propios conflictos dan descanso, establecimiento y supremac�a a la Verdad largamente despreciada y perseguida.

Se acerca el tiempo en que esa hora t�pica del gozo de David se cumplir� en ese �ltimo d�a de triunfo, cuando los Salmos de Israel en la tierra se unir�n con los aleluyas de los redimidos de arriba, al decir: �El Se�or Dios omnipotente reina. " Esperamos esa hora, como aquellos que han sido por igual hechos Levitas - Sacerdotes - Reyes; capaz, por tanto, de servir, adorar y contender por �l, durante el tiempo de la debilidad de su pueblo y de la deshonra de su verdad, sin esperar triunfo hasta ese d�a. ( BW Newton .)

El arca trajo corteza

En esta lecci�n hay fuertes contrastes. Aqu� est� el arca de Dios, temida por algunos, deseada por otros; por algunos tratados con temeridad e irreverencia, por otros con santo cuidado. Para el primero, se convierte en ocasi�n de espantosos castigos y miedo; hasta el final, de bendici�n sin mezcla. Como el Evangelio, para algunos es sabor a muerte; a los dem�s, de la vida.

1. David, ahora victorioso sobre todos los enemigos, y firmemente asentado en el trono, resuelve traer el arca de Dios largamente descuidada de Quiriat-jearim a Jerusal�n. Descuidado, casi olvidado, durante los reinados de Sa�l e Is-boset, ahora ser� honrado a la vista de toda la naci�n, llevado a la capital y convertido nuevamente en el centro de los servicios religiosos de Israel. El rey hace inmensos preparativos para celebrar su remoci�n con el esplendor y la sensatez adecuados.

La naci�n entera es, por as� decirlo, incluida en sus planes. Los hombres de renombre, los l�deres de las tribus, son convocados de todas partes del pa�s. Los sacerdotes y los levitas se re�nen en sus ciudades esparcidas. Se alcanza a Quiriat-jearim; se forma la gran procesi�n, el arca en medio. De repente se escucha un grito de terror, y ahora otro, y otro m�s. El desorden y la confusi�n se est�n extendiendo de un rango a otro.

Se ve al mismo David levantando las manos con horror como ante una visi�n espantosa. �Cu�l es la causa de este repentino tumulto? �Uza ha muerto junto al arca! Se estremeci� a causa de los bueyes que tropezaban y, extendiendo la mano para sostenerlo, instant�neamente cay� muerto en el camino. �Cu�l podr�a haber sido el significado de esta asombrosa cat�strofe? Sin duda, a muchos lectores de la Biblia les ha parecido un juicio de extra�a y desproporcionada severidad.

Sin embargo, si estudiamos todo el evento, encontraremos que hay circunstancias que ayudar�n mucho a explicar por qu� Jehov� consider� este terrible golpe como justo y necesario. Fue parte de esta lecci�n de reverencia por Su Nombre y presencia, y solo en armon�a con toda la maravillosa historia del arca, cuando Jehov� agreg� instrucciones especiales en cuanto a la manera en que sus asistentes deben cuidarla y en que el tabern�culo y el arca misma deben ser transportados de un lugar a otro.

Solo los levitas deb�an ser empleados en este servicio ( N�meros 4:2 ; N�meros 4:15 ; 1 Cr�nicas 15:2 ), y de estos solo una casa, los hijos de Coat.

No cab�a duda de que Jehov� hab�a pensado que estas instrucciones eran de suficiente importancia como para ser incorporadas en mandatos distintos y escritos; y estos mandamientos en ese d�a fueron completamente ignorados. El hecho de que Uza se apoderara del arca fue un acto prohibido para los sacerdotes, y Uza no era un sacerdote, bajo ninguna circunstancia. Fue en este punto que intervino Jehov�. La naci�n, con el rey a la cabeza, lo estaba honrando nominalmente, pero por la manera ligera e irreverente en que lo hac�an, por la manera negligente y medio pagana en la que, a pesar de toda su pompa, emprendieron este asunto sagrado. , lo estaban deshonrando.

Si Dios era digno de su adoraci�n, �por qu� no se esforzaron lo suficiente en adorarlo de acuerdo con Su Palabra? �C�mo se atrevieron en los mismos actos de Su llamado servicio a quebrantar Su mandato m�s obvio? En cuanto al propio Uza, que fue el que sufri� m�s conspicuamente, es posible que la larga familiaridad con el arca haya engendrado en �l una irreverencia y presunci�n especiales; pero, sin embargo, eso puede ser, su pecado fue compartido por todos los que lo emplearon en estos servicios prohibidos, y as� ocasion� su acto imprudente y culpable.

Un sentimiento de ira y desesperaci�n mezclados se apoder� de la mente de David (v. 8). Si hubiera estado "disgustado" consigo mismo, podr�amos haberlo entendido. Pero de hecho es un misterio si su resentimiento estaba dirigido contra Dios. Nos inclina a temer que su propia gloria fuera en cierta medida su objeto en todos estos magn�ficos servicios. �Estaba enojado porque Dios hab�a convertido su gran fiesta en un d�a de desilusi�n y tristeza nacional, o porque Jehov� lo hab�a deshonrado ante las multitudes con esta abrumadora reprimenda? No podemos decirlo, pero desear�amos que se pudiera haber escrito que David estaba humillado y arrepentido en lugar de estar disgustado.

Y podemos defender su desaliento tan poco como su ira. Parece haber olvidado todo su deber en un ataque de medio malhumor, medio miedo incr�dulo. Abandona en el acto todo el plan de restaurar el arca a su verdadera morada. En lugar de preguntar por el pecado que caus� el problema, act�a como si no hubiera esperanza de perd�n, ni esperanza de servicio aceptable, como si Dios fuera un ser terrible para ser abordado, demasiado caprichoso para complacerlo.

Se nos recuerdan los temores serviles que la presencia de Dios y el pensamiento de su santa majestad todav�a despiertan en los corazones de los hombres pecadores, y de su disposici�n a abandonar todas las muestras de Aquel a quien no pueden recordar excepto con pavor.

2. Pero ahora aparece otro personaje en escena. Es un hombre hasta ahora desconocido. El nombre de Obed-edom siempre ser� honrado como el del hombre que, mientras todos los dem�s estaban llenos de terror y consternaci�n, alej�ndose del arca de Dios con pavor, guardaba en su seno el secreto de un sentimiento muy diferente: mirar sobre el arca en verdad con toda veneraci�n, pero sin miedo, abriendo las puertas de su morada para recibirla, y encontrando en ella una fuente de bien sin mezcla: �l sab�a bien cu�n temiblemente Dios hab�a reivindicado Su santidad cuando el arca hab�a sido deshonrada; c�mo, por una mano invisible, los enormes �dolos hab�an sido arrojados sobre sus rostros y rotos ante �l; c�mo los filisteos hab�an sido heridos por la enfermedad y la matanza; c�mo hab�an sido muertos los hombres de Bet-semes, y c�mo tambi�n Uza hab�a sido herido de muerte a su lado.

Hab�a escuchado el grito de terror de sus captores paganos cuando suplicaron que lo expulsaran de sus costas. Bet-semes, el escenario del terrible juicio a causa del arca deshonrada, estaba apenas a medio d�a de viaje de su hogar, y ahora ve a todos los miles de Israel asustados, indefensos por el miedo repentino, abarrotando los caminos de las monta�as alrededor de su casa. morada, incluso el mismo David ten�a miedo de entrometerse en esta terrible arca.

Ve todo esto y, sin embargo, no teme admitirlo en su casa. Hombre humilde y devoto, comprende que, aunque para los irreverentes y descuidados nuestro Dios es un fuego consumidor, los obedientes no deben temerle. Para el alma obediente y confiada, �l es siempre un Dios de amor. Obed-edom esperaba obedecer a Dios, obedecerle escrupulosamente, con reverencia. Cualquier regla que Dios hubiera prescrito para su observancia, nunca se atrever�a a llamar una peque�a cosa.

No estaba enga�ado por el hecho de que Dios pudiera ser mejor honrado con una gran procesi�n o con cualquier servicio, por m�s deslumbrante que fuera para el sentido humano, que con un sobrio respeto por sus sencillos mandatos. En la casa de Obed-edom hay paz. No descansa solo en el padre. Aqu� se encuentra que el pacto de Dios es un pacto familiar y trae una bendici�n a todo el hogar. Y eran tales que se manifestaban.

No estaban confinados a las almas secretas de esta familia favorecida. O bien su salud, felicidad y prosperidad inusuales eran las que eran evidentes a diario para todos sus vecinos, o bien mencionaron libremente las bendiciones internas de las que disfrutaban para alabanza de Jehov�. Probablemente en ambas formas se conoci� el favor que recibieron de Dios. Y ahora veremos que al haber recibido una bendici�n, se convirtieron en bendici�n.

La felicidad y la bondad de esta familia piadosa extienden su influencia a toda la naci�n. Ellos hacen evidente a una y otra de las multitudes que hab�an huido de Dios por su golpe, que, aunque �l es un Dios santo, no necesita ser temido por ning�n coraz�n humilde y cuidadoso. A trav�s de la difusi�n de la historia de la bendici�n de Obed-edom, todo Israel aprende de nuevo la bondad amorosa del Se�or. El escepticismo que ese d�a de tristeza hab�a rodado sobre la tierra comienza a disiparse.

Los burladores son silenciados, los descorazonados se animan. Aprenden que aunque los reyes m�s altos no deben jugar con la santidad del Se�or, el adorador m�s humilde, ansioso s�lo por obedecer completamente Su sagrada voluntad, encontrar� en �l un Padre lleno de sonrisas y ternura, Obed-edom restaura: la fe de David, y David finalmente lleva a la naci�n de regreso a Dios. Se le da a este aldeano desconocido para instruir y tranquilizar al rey abatido.

De la aceptaci�n del humilde culto de Obed-edom, en contraste con el rechazo de su propia magn�fica formaci�n, el monarca aprende que obedecer es mejor que sacrificar, que no toda la elocuencia de los salmos de David, no toda la juglar�a de sus coros, no todas las multitudes de las tribus de Israel que aplauden, podr�an agradar a Jehov� la mitad de bien que una obediencia seria y exacta a Su palabra escrita. ( A. Mitchell, DD )

El arca, el centro de servicio y adoraci�n

El rey David ten�a dos grandes cosas para lograr: establecer la adoraci�n de Jehov� en el lugar que hab�a elegido por encima de todos los dem�s para su morada, y extender el reino hasta los l�mites asignados a su pueblo. Acababa de ser reconocido como rey de todo Israel. Y ahora el lugar estaba listo para recibir el arca de Dios, la m�s sagrada de todas las cosas sagradas sobre las que se centr� la adoraci�n de Jehov�.

El arca, con su contenido y su cubierta, lleg� a ser naturalmente el centro del servicio y la adoraci�n de Israel. Entonces, traer de vuelta el arca fue restablecer la adoraci�n de Jehov� y centrar a la naci�n en el reconocimiento de Su ley y Su gracia. El tema sugerido por estos eventos es la relaci�n del reconocimiento p�blico de Dios con el bienestar de la naci�n, la familia y el individuo.

I. El descuido del culto p�blico es desastroso para todos estos intereses. No siempre al principio hacia la prosperidad material y, sin embargo, esa condici�n de la sociedad que permite el aumento de la irreligi�n y un creciente desprecio por las instituciones de culto es incompatible con la mejor prosperidad del estado. Nadie puede decir el mal que le sobreviene a un pueblo por el desprecio de sus instituciones religiosas, excepto cuando lo ve ilustrado en la historia de las naciones o en la suerte de las comunidades.

De dos naciones o vecindarios iguales en otros aspectos, uno de los cuales honra la casa del Se�or y el d�a del Se�or, y el otro los trata con negligencia o desprecio m�s positivo, es f�cil profetizar sus caminos contrastados. Cuando el ate�smo se apoder� del coraz�n del pueblo franc�s, condujo a la anarqu�a con su mano derecha roja. Incluso una fe mezclada con falsedad es mejor para la moral y el buen orden de un estado que la falta total de fe.

Es casi tan cierto en la familia. Ser�a totalmente as�, excepto por aquellas influencias que rodean a la familia tan de cerca que no puede aislarse de su poder. Muchos hogares se salvan gracias a los h�bitos religiosos de la comunidad que los rodea, en los que no participa. El reconocimiento de la ley y la gracia divinas son las mejores salvaguardas de la sociedad. Israel sin arca es Israel sin sabidur�a ni fuerza. Sa�l sin el arca es un rey d�bil y descarriado. Samuel, cuyo coraz�n estaba con el arca, era, junto a Dios, la fuerza de Israel.

II. Se nos ense�a a tener debidamente en cuenta las formas de observancia religiosa. El esp�ritu de irreverencia crece r�pidamente. Un descuido de lo que es debido o decoroso conduce f�cilmente a otro, hasta que finalmente requiere una reprimenda aguda o un castigo severo para recordar a los hombres lo que una vez estuvo en cada coraz�n. �No necesitamos una advertencia aqu� en nuestros d�as y con respecto a nuestros servicios de adoraci�n p�blica? En cu�ntas de nuestras congregaciones cristianas, la postura erguida y los ojos abiertos en la oraci�n sugieren dolorosamente una falta de devoci�n reverente.

No se puede ense�ar mejor lecci�n a los j�venes, ni mejor entrenamiento en nuestras escuelas dominicales que la lecci�n de reverencia en el coraz�n hacia las cosas santas, de reverencia en el pensamiento y en el tono cuando leemos la palabra de Su convenio, y de reverencia en la postura. cuando nos acercamos a su propiciatorio.

III. El esp�ritu de nuestro servicio es lo que Dios considera, m�s que su forma. Cuando, en su falso temor, el rey llev� el arca a la casa de Obed-edom, el gitita, el Se�or bendijo a toda la casa durante los tres meses de su estad�a all�. �No es una indicaci�n clara para nosotros de que, despu�s de todo, lo que agrada a Dios no es la exactitud de nuestro ritual, sino la amorosa reverencia de nuestro coraz�n? Todas las formas externas ten�an la intenci�n de promover esta justicia interna.

Si eso fuera necesario, las formas vac�as no podr�an complacer a Dios, y no podr�an hacer ning�n bien al hombre. El Se�or hab�a designado el servicio del tabern�culo y sus fiestas; pero cuando el esp�ritu se fuera de ellos, �l los har�a salir tambi�n. �Dios es un esp�ritu; y los que le adoran deben adorarle en esp�ritu y en verdad �. Esta es la lecci�n, m�s importante que todas las dem�s, que nos llega de las puertas abiertas de la casa de Obed-edom, de la prosperidad que los bendijo y de la paz que siempre acompa�a al reverente, aunque sea el informal. servicio del Se�or. ( Sermones del club de los lunes ).

Subiendo el arca

1. David estaba ahora apenas establecido de nuevo en su reino (despu�s de esta doble derrota de los filisteos) pero se resuelve en establecer la religi�n y el servicio sincero de Dios. �Busca primero el Reino de Dios y todo lo dem�s ser� a�adido� ( Mateo 6:33 ).

2. Cuando David convoc� a esta gran asamblea, no solo para honrar la acci�n, sino tambi�n en defensa del arca en caso de que el enemigo intentara interrumpirlos por su paso. As� que este dise�o era redimir el arca de la presencia de Dios de ese s�rdido descuido durante todo el tiempo de Sa�l.

3. El viaje de Quiriat-Jearim a Jerusal�n podr�a considerarse como un viaje demasiado largo para que los levitas llevaran el Arca de Dios sobre sus hombros de acuerdo con el mandato de Dios ( N�meros 4:14 ; N�meros 7:1 ; N�meros 9:1 ), por lo tanto, por prudencia (que a menudo echa a perder la verdadera piedad), proporcionan un carro nuevo y colocan el Arca de Dios sobre �l.

Este modo de transporte lo hab�an aprendido de los filisteos, un mal precedente, quienes lo hab�an hecho antes de esto sin da�o ni ninguna muestra de desagrado divino, lo hicieron bajo la direcci�n de sus diab�licos adivinos ( 1 Samuel 6:2 ; 1 Samuel 6:7 .

) No hay buenos patrones para la pr�ctica de Israel: No consideraron tan bien que Dios har�a un gui�o a este desorden en los filisteos porque ignoraban las leyes de Dios. Pero �l no lo tolerar�a en su propio pueblo a quien se encomendaron los or�culos de Dios ( Romanos 3:2 ). amaban demasiado su propia comodidad en este momento, por lo que estaban demasiado dispuestos a ahorrar sus propios hombros ( 2 Samuel 6:1 ).

4. Se expresa la gran frialdad de que David y sus treinta mil nobles y todo Israel celebraron la remoci�n del Arca de Quiriat-Jearim Withal (v. 5), Ahio iba delante para guiar a los bueyes y Uza detr�s para asegurar el Arca. de caerse del carro. Entonces se supone que David pronunci� esas palabras: �Lev�ntese Dios y sean esparcidos sus enemigos�, etc. ( Salmo 68:1 ) en este momento, que eran las palabras que se usaban constantemente cuando se quitaba el arca ( N�meros 10:35 .

) Pero, ay, cu�n pronto se estrope� todo este j�bilo y se convirti� en luto, todo este canto en suspiros, simplemente por el tropiezo de los bueyes ( 2 Samuel 6:6 ), Uza observando que el Arca fue sacudida y en peligro de caer, luego extiende la mano para mantenerla firme en el carro. ( C. Ness. )

Buscando el arca del pacto

Durante sesenta y cinco o setenta a�os se hab�a permitido que esta arca del pacto permaneciera en casi total negligencia y olvido. Por fin hab�a llegado el momento de que David interviniera y, en el ejercicio de su autoridad real, la devolviera a la prominencia y la reverencia en la adoraci�n del pueblo.

I. Preguntas sobre el Arca en s�.

1. �Qu� era la llamada "Arca de la Alianza"?

2. �De qu� era el s�mbolo? De la presencia de Jehov� como el "Dios que guarda el pacto" de Su pueblo Israel.

3. �De qu� es se�al el Arca ahora?

(1) Una instituci�n apartada para el Se�or.

(2) Una organizaci�n como la iglesia.

(3) Una ordenanza, como la Cena del Se�or.

(4) Un deber: El altar familiar.

(5) Una doctrina.

4. �Qu� implica la ausencia del Arca? La solitaria pesadez del trabajo realizado sin un ayudante o una promesa de �xito. Esa antigua Arca era solo un s�mbolo; La presencia de Cristo es para nosotros un hecho maravilloso. Eso fue s�lo una se�al de que la compa��a divina estaba cerca; ahora podemos estar seguros de que Jes�s, el Maestro, est� realmente bajo nuestros techos y en nuestro coraz�n.

II. Algunas sugerencias sobre diferentes m�todos de tratar la presencia de Dios.

1. El arca de Dios debe ser tratada con un honor digno. La verdadera humildad se puede mostrar con franqueza; porque hay ocasiones en las que cuesta m�s salir a la necesaria visibilidad y desafiar las cr�ticas de la opini�n p�blica, que permanecer en la clandestinidad, encerrado en una quietud de la m�s profunda reserva.

2. El Arca de Dios puede ser tratada con negligencia culpable. Se hab�a decretado en el comienzo de su historia que este singular cofre deb�a llevarse sobre los hombros de los hombres; para este prop�sito de su manipulaci�n se hab�a construido con anillos a trav�s de los cuales se pod�an pasar palos para que los sacerdotes pudieran llevarlo. Aqu� observamos que Abinadab lo mont� en un carro; y en esto no sigui� el modelo de Mois�s, sino de los filisteos, quienes una vez hicieron la misma falta de respeto. No sirve de nada decir que esto no tuvo importancia. Siempre es de mucha importancia que uno obedezca a Dios y respete cada uno de sus mandamientos exactamente como los da.

3. El Arca de Dios se puede tratar con la mayor exuberancia de gozo. El relato del cap�tulo del que se toma el texto debe complementarse con lo que se agrega en el libro de Cr�nicas: all� nos enteramos de que se estableci� en Jerusal�n una gran escuela de formaci�n musical en preparaci�n paciente para esta ceremonia. No hay nada demasiado bueno en la poes�a, en los instrumentos, en el canto, para Dios que est� sobre todo.

4. El Arca de Dios puede tratarse con una presunci�n fatal: �Y cuando llegaron a la era de Nach�n, Uza extendi� su mano hacia el arca de Dios y la tom�; porque los bueyes lo sacudieron ".

5. El Arca de Dios podr�a tratarse con timidez a medias. �Y David se disgust�, etc.

(1) Estaba �disgustado�: ??la palabra significa aflicci�n similar a la petulancia; estaba decepcionado de todos sus planes.

(2) Ten�a "miedo". Tambi�n hab�a un sentido de penitencia bajo la revelaci�n de la santidad infinita.

(3) Fue desconsiderado: "As� que David no quiso trasladarle el arca del Se�or a la ciudad de David, sino que la llev� aparte a la casa de Obed-edom el Getheo". No se atrevi� a llevar el Arca m�s lejos, sino que la deposit� junto al camino tan r�pido como sus alarmados asistentes pudieron sacarla de las ruedas.

6. El arca de Dios puede ser tratada con una devoci�n apropiada y afectuosa: �Y el arca del Se�or permaneci� en la casa de Obed-edom el Gitita durante tres meses; y el Se�or bendijo a Obed-edom ya toda su casa�. Por supuesto que recibi� su recompensa; porque Dios es bueno con los hombres a quienes considera fieles a cualquier encargo. Se cita a Josefo diciendo que, mientras que antes de Obed-edom era pobre, de repente, en estos tres meses, su propiedad aument�, incluso para la envidia de sus vecinos.

Matthew Henry dice, con su brillo habitual, que el Arca �pag� bien por su entretenimiento; es bueno vivir en una familia que entretiene el Arca, porque todo lo relacionado con ella le ir� mejor �. La piedad familiar siempre es rentable. Podemos tener la presencia real de Dios con nosotros y nuestros hijos, si aceptamos Su Palabra como nuestra gu�a y Su amor por nuestro refugio para siempre. ( CS Robinson, D. D. )

Versículo 3

Y pusieron el arca de Dios sobre un carro ahora.

Novedades en religi�n y su fin

El arca se saca de su lugar de descanso en medio del gozo reverente de la asamblea y se coloca en un veh�culo especialmente fabricado para el tr�nsito, mientras "Uza y Ahio, los hijos de Abinadab, arrastran el carro nuevo".

I. El hecho de que el arca fuera colocada sobre un carro nuevo muestra c�mo, en el deseo de servir a Dios, incluso un buen hombre puede equivocarse. Es un hecho corroborado por la experiencia, y apoyado por la voz de la historia, que el hombre en su mejor momento no es m�s que una criatura errante. Su locura se exhibe a menudo en sus mejores momentos. En su punto m�s alto de sabidur�a, el paso m�s elevado de conocimiento.

se manifiesta su debilidad de juicio y su insensatez. La afirmaci�n de la infalibilidad no es m�s que la ambici�n del ni�o: la metedura de pata del ciego. �No ser�a una mejora maravillosa en el viejo estilo de las cosas tener un carro nuevo? �No armonizar� con el nuevo orden establecido? No prestes atenci�n a ese plan gastado y obsoleto de llevar el arca; abandonar los postes viejos y tener un "carro nuevo". Salvar� los hombros de los levitas; ser� una caracter�stica nueva a su manera; ser� admirado por su construcci�n y elogiado por el uso al que se dedicar�.

Y as� razonamos en nuestro trabajo para Dios. La antig�edad no gana nuestra reverencia. Los viejos postes con los que nuestros padres hac�an su trabajo se consideran obsoletos e in�tiles, y arrastramos nuestro �carro nuevo� cada vez que se requiere nuestro trabajo. Comenzar algo nuevo, inventar alguna novedad, olvidando todo el tiempo que el camino de Dios es el mejor.

II. Vea hasta qu� punto se tolera la novedad en la religi�n. La vieja acusaci�n contra los atenienses sigue siendo v�lida para muchos en los tiempos modernos. La novedad atrae la admiraci�n dondequiera que se encuentre. Tenga un carro nuevo y el mundo se detendr� y se quedar� mirando. Afecta la originalidad, incluso si es algo falso, y puedes hablar a los o�dos que te escuchan. No te detengas a hacer preguntas sobre el decoro; no respetes el pasado; Sea extravagante y sensacional, y reunir� a una multitud.

Nos hemos vuelto liberales de una vez. Los mandamientos de Dios carecen de autoridad en esta era; puede ser religioso de la manera m�s apropiada. Por supuesto, tenga un carrito. Si tiene dudas sobre la Divinidad del Salvador, puede tener un carro Unitario; si cree que el modo de adoraci�n inconformista es demasiado aburrido y que es deseable m�s belleza est�tica en el servicio, entonces tenga un carro ritualista; si tienes alg�n escr�pulo acerca de la inmortalidad de tu alma, entonces hazte con el carro aniquilacionista; si admira que la religi�n sea "hecha por un abogado", entonces tenga un carro cat�lico romano; si crees que la Iglesia deber�a ser un club, donde todo puede ser cre�do y todo negado, entonces ten un carro Broad Church.

Deshazte de los viejos postes; Los �carritos nuevos� son la moda de esta �poca amante de las novedades. Deja que todas las cosas anticuadas se pudran. Reforma tus planes, mejora tus m�todos, pon a prueba tu genio inventivo, produce un "carro nuevo". �Oh! �Cu�nto nos gustan las novedades! La �ltima novedad es la mejor. El �ltimo credo nuevo; la �ltima cr�tica sobre la "religi�n sobrenatural"; la �ltima expresi�n del cient�fico; la �ltima teor�a esc�ptica del profesor; estas son las cosas que merecen la admiraci�n.

Pero dame religi�n sin estos inventos. Que sea puro y simple, sin adiciones hechas por el hombre: el arca vieja llevada por las varas consagradas. Quita esos sustitutos burlones. �Porque nadie puede poner otro fundamento que el que est� puesto, el cual es Jesucristo�.

III. ver las consecuencias ruinosas de las novedades en religi�n. Partieron con el carro, pero pronto los desastres le sobrevinieron en el camino; y Uza, alzando la mano para estabilizar el arca que ca�a, fue golpeado por las ruedas. Eso puso fin al sistema de "carro nuevo" con David. Le ense�� una lecci�n que nunca olvid�. Nunca despu�s de eso pidi� otro. Volvi� inmediatamente a los postes abandonados. Mantengamos el camino de Dios en la religi�n, y mientras el esp�ritu de la �poca clama por algo nuevo, estemos al lado de lo viejo y reverenciamos el arca. ( WJ Hall .)

Versículo 5

David y toda la casa de Israel jugaron delante del Se�or.

Alegr�a en la religi�n

La orquesta probablemente fue tan r�stica y grosera como la procesi�n. "Instrumentos hechos de madera de abeto" suena extra�o, y probablemente el texto deber�a enmendarse del relato en 1 Cr�nicas, que dice, "con todas sus fuerzas, incluso con canciones". Los instrumentos especificados son de dos cuerdas y tres de percusi�n. Las �casta�uelas� deber�an ser �sistra�, que se usaban mucho en las ceremonias religiosas y consist�an en anillos colgados de varillas de hierro u otro metal, que hac�an un ruido �spero cuando se agitaban.

Al igual que la m�sica oriental en general, nuestros o�dos nos habr�a parecido un "ruido alegre", en lugar de una concordia de sonidos dulces. Pero significaba alegr�a y alabanza, y eso era lo principal. Su cercan�a sentida deber�a ser, como dice el salmista, "el gozo de mi gozo". Gran parte de nuestra religi�n moderna es demasiado l�gubre, y se cree que estar triste y de semblante mortificado es un signo de devoci�n y mentalidad espiritual.

Indiscutiblemente, el cristianismo lleva a los hombres a la presencia continua de verdades muy solemnes acerca de s� mismos y del mundo que bien pueden hacerlos sobrios y hacer que lo que el mundo llama alegr�a sea incongruente.

�No hay m�sica en la vida

Eso suena �nicamente con una risa idiota ".

Pero el Var�n de Dolores dijo que su prop�sito para nosotros era que su gozo permaneciera en nosotros, y que nuestro gozo fuera completo; y aprehendemos imperfectamente el Evangelio si no sentimos que sus gozos �abundan m�s� que sus dolores, y que incluso arden con m�s fuerza, como las luces de las boyas de seguridad, cuando los mares tempestuosos los empapan. ( A. Maclaren, DD )

Versículos 6-7

Uza extendi� su mano hacia el arca de Dios.

Uza; o el peligro de la familiaridad con las cosas sagradas:

Algunos quieren hacernos creer que esto fue un accidente; que Uza, en el esfuerzo por salvar el arca, se disloc� el hombro o se rompi� el brazo y muri� de una hemorragia. Sin embargo, se nos dice que fue un juicio divino. David lo entendi� as�, y "estaba disgustado". Ahora, con esta terrible visitaci�n, Dios ten�a la intenci�n de ense�ar una lecci�n de gran importancia. Es uno que necesita ser pronunciado incluso en este d�a con �nfasis, a saber, la necesidad que existe de la m�s profunda reverencia en todas las cosas relacionadas con el servicio Divino, y el peligro que surge de la familiaridad excesiva con las cosas sagradas.

1. Uza era un levita y conoc�a o deber�a haber conocido los mandamientos de Dios con respecto al arca. En N�meros 4:15 , est� escrito que los que ten�an que llevar el arca �no tocar�an cosa santa, para que no murieran�, no solo eso, sino que el arca deb�a ser cubierta, y as� mantenida fuera de la mirada de el irreverente. Esto se hab�a descuidado. Una vez m�s, lo que deb�a llevarse solo sobre los hombros de los hombres se puso en un carro. Esta fue una gran negligencia.

2. Entonces es probable que la ofensa de Uza fuera agravada por el hecho de que no tuvo suficiente reverencia por el mandato divino. El arca hab�a estado durante setenta a�os bajo el cuidado de su padre y su familia. Eleazar, que hab�a sido apartado para cuidarlo, probablemente estaba muerto. Puede ser que ni Uzah ni Ahio su hermano hayan pensado alguna vez que era importante que se consagraran a la obra.

Ellos, presumiendo su ascendencia lev�tica, pueden haber asumido informalmente el puesto de asistentes. La familiaridad constante con �l puede haberlos llevado a pensar en �l incluso con algo de desprecio. Era como un mueble in�til. Es posible que hayan olvidado lo entretejida que estaba el arca con la vida religiosa y nacional. Para ellos pudo haber parecido una especie de Nehushtan. Otros lo miraban con expectaci�n y reverencia, pero para ellos no era m�s que madera y oro.

Y as� muchos miraron la cruz de Cristo como si fuera madera y su muerte como un martirio, olvidando que tienen un valor infinito como signo y sello de la expiaci�n del pecado y de la salvaci�n del mundo. No hab�a ninguna virtud en el arca, como tampoco en la cruz misma, aparte de la designaci�n de Dios. La voluntad revelada de Dios hace toda la diferencia con respecto a cualquier acto u observancia. Sin duda, Uza hab�a tocado el arca de una manera demasiado familiar antes, y pudo haber sido pasada por alto; ahora lo hace p�blicamente, y como el mal resultar�a de su ejemplo, el juicio sigue.

(1) Algunos dir�an: "Pero qu� insignificante es el pecado, comparado con la severidad del castigo". El pecado nunca es una nimiedad. La desobediencia a Dios no es una bagatela. Las pocas palabras de negaci�n de Peter fueron pronunciadas con facilidad, pero sus consecuencias no fueron una insignificancia. Unas pocas gotas de �cido pr�sico introducidas en el sistema son insignificantes, en lo que respecta al tama�o y la sustancia, pero no a los resultados. Tocar el arca irreverentemente no era una bagatela; indicaba un estado de �nimo que no concordaba con el cargo que ocupaba.

(2) Adem�s, hubo que detener la atenci�n de la gente y enfatizar la necesidad de reverencia. Por tanto, el pecado no pas� de largo. Surgi� un gran beneficio. Como en el caso de los hombres de Bet-semes, surgi� la exclamaci�n: "�Qui�n podr� estar delante del Se�or?" as� que aqu� encontramos a David diciendo: "�C�mo vendr� a m� el arca de Dios?" Se dej� una profunda impresi�n de la necesidad de pureza de su parte y de justicia inquebrantable por parte de Dios.

3. Uza pec� con los ojos abiertos. Conoc�a los comandos. Pec� con la advertencia de Bet-semes antes que �l. Pec� p�blicamente y pereci� repentina y miserablemente. Fue un juicio repentino y severo, pero esa era una �poca severa, y la gente solo pod�a ser influenciada por esos medios. David vio la raz�n de la visitaci�n, y por eso, cuando reuni� valor para seguir adelante en lugar de subir a Jerusal�n, se desvi� hacia Obed-edom el Gitita, uno que no solo era un levita sino probablemente un coatita, a quien correspond�a con raz�n. para llevar el arca.

Se puede objetar que el castigo fue innecesariamente severo, ya que las intenciones de Uza eran buenas. Esto es muy plausible; pero las buenas intenciones no siempre justifican las malas acciones. Muchos han sido descarriados por este sofisma. No podemos hacer el mal para que venga el bien. Dios no permitir� que se rompan sus leyes con el pretexto de servirle. No podemos ceder a un curso de conveniencia con el pretexto de glorificar a Dios.

No se debe permitir lo que sea realmente malo, y estuvo mal que Uzah rompiera el mandato Divino y, por lo tanto, tal vez llevara a otros a una irreverencia similar. Uza muri� al lado del arca de Dios. �Que terrible! Sin embargo, �qu� advertencia para las edades! Participar en servicios religiosos o estar conectado con cosas sagradas no puede asegurar la salvaci�n. Por lo tanto, debemos vigilar cualquier tendencia a la frivolidad o la ligereza en la adoraci�n divina o en el tratamiento de temas sagrados.

Usar las Escrituras para se�alar una ocurrencia o considerar el libro Divino como un libro ordinario no es una buena se�al. No debe haber indiferencia en la adoraci�n o en escuchar la verdad de Dios. �No es tal descuido un indicio de indiferencia ante la presencia de ese Esp�ritu Divino en el que creemos? �Podemos ser audaces y desalmados en presencia del Rey del Cielo? ( F. Hastings .)

Las penas de la naturaleza por desobediencia

1. �Cu�ntos hay que, como Uza en nuestro texto, profanan el arca de Dios por desobediencia voluntaria a sus leyes? y, por tanto, como �l, tendremos que sufrir ciertas consecuencias. La muerte parece una pena severa por simplemente tocar el arca, pero vemos que se inflige la misma pena por lo que parecen faltas muy peque�as contra las leyes de la salud casi todos los d�as de nuestra vida. As�, por ejemplo, hay dos grandes e importantes leyes relacionadas con nuestra salud corporal, la desobediencia a la que inevitablemente trae su castigo apropiado: una, la ley de que si queremos estar sanos debemos estar limpios, decanos tanto en el cuerpo como en la vivienda; el otro la ley de que el aire que respiramos debe ser puro y fresco.

Y recuerde que todos podemos obedecer estas leyes si queremos; no es el dinero o la falta de dinero lo que marca la diferencia entre un hogar saludable y uno insalubre. Hay muchas casas en las que el marido no gana m�s que un salario semanal ordinario y, sin embargo, la caba�a y sus muebles est�n limpios: las ventanas se abren regular y adecuadamente y el aire es dulce y puro, �y por qu�? Porque, mientras el esposo est� haciendo su trabajo afuera, la esposa tambi�n est� cumpliendo con su deber adentro, pero desafortunadamente hay algunas casas donde esto no es as�, y luego, las leyes de Dios est�n siendo quebrantadas, tan seguramente como la pena le lleg� a Uza. �Viene en esa casa? A menudo se presenta en forma de mala salud, fiebre a veces, o m�s a menudo esa constante languidez y debilidad que hace que el trabajo sea un cansancio e incluso la vida misma una carga.

2. Hay leyes de adoraci�n, la primera de las cuales nos la dio nuestro Salvador mismo. Dios es Esp�ritu, y los que le adoran deben adorarle en esp�ritu y en verdad. Y la segunda ley de la adoraci�n, si no nos la dio exactamente nuestro Salvador, de todos modos nos llega con el sello de Su aprobaci�n. Es la ley de una adoraci�n constante, no una adoraci�n de los labios solo cuando el coraz�n est� lejos, sino una adoraci�n en la que el coraz�n y la voz se unen �para hacer una sola m�sica.

�Es as� con nosotros? Si no, �no ser�a bueno pensar en la lecci�n que nos ense�� el destino de Uza? Entrar en la casa de Dios sin reverencia por el due�o de la casa; venir a unirnos (o profesar unirnos) con nuestros labios en la confesi�n del pecado, mientras no sentimos pesar por el pecado; venir con la oraci�n de perd�n en nuestros labios, mientras no deseamos nada en nuestro coraz�n; para cantar los salmos sobre la hermosura de la santidad y los himnos sobre las alegr�as del cielo, cuando la santidad nos desagrada, y el cielo un hogar donde en el coraz�n y en la mente nunca vamos; �Qu� es eso sino una profanaci�n, y qu� otra pena puede traer que la pena de muerte espiritual? Para un servicio fr�o, despiadado e indiferente, �c�mo es sino una vida enferma y malsana, una vida sin energ�a ni entusiasmo? una vida que en realidad es solo una muerte en vida? Entonces, �qu� haremos?

(1) Dos cosas; Primero debemos enmendar nuestras vidas, y aprender a obedecer ese mandato de San Pablo, "Les suplico, hermanos", y

(2) debemos recordar la lecci�n contenida en el hecho de que si bien no se puede rociar sangre sobre el arca, la figura de este mundo donde reina la ley y el orden, sin embargo, sobre el propiciatorio, la figura del cielo, donde Dios en misericordia est� entronizado, la sangre del sacrificio deb�a ser ofrecida. Y ese sacrificio debemos ofrecerlo de acuerdo con lo que Cristo ha mandado. ( G. Bladon, B. A. )

Un error y sus consecuencias

�Qu� dec�a la ley? N�meros 3:29 ; N�meros 4:4 ; N�meros 7:6 .

1. El hombre puede olvidar, pero no a Dios. Si Dios ha aclarado algo alguna vez, no debemos pensar (como Balaam) que cambiar� de opini�n al respecto.

2. Las circunstancias alteradas no afectan la verdad.

I. La muerte era seg�n la ley el castigo o la transgresi�n. Ejecutado en casos �nicos. ( N�meros 15:32 ; Jos 7: 15-25; 1 Reyes 13:21 .) El principio de tal castigo sin duda aparece en 1 Corintios 11:30 .

II. la reverencia se convierte en seres finitos al acercarse al Infinito, el Amor y el celo no son suficientes; existe peligro de descuido o ligereza. Debemos trabajar en nuestra salvaci�n "con temor y temblor", para hablar "con mansedumbre y temor", para servir "con reverencia y temor piadoso".

III. Dios no necesita la ayuda del hombre, aunque condesciende en usarla. Llevamos la mano al arca cuando defendemos la causa de Dios con armas carnales. ( RE Faulkner .)

El destino de Uza

Debe recordarse que muchas manos deben haber tocado el arca ese d�a en el proceso de subirla al carro; que ninguno de estos ayudantes fue herido, y que por lo tanto no fue el hecho de tocar, sino el esp�ritu con el que toc�, lo que hizo culpable a Uza. Probablemente tengamos raz�n si le atribuimos una irreverencia temeraria, ignorando por completo la santidad del arca, consider�ndola como �una cosa imp�a (es decir, com�n).

�No ten�a conciencia de la presencia Divina en �l. Hab�a sido un mueble en la casa de Abinadab desde que ten�a memoria, y aunque, sin duda, hab�a sido custodiado y apartado all� "para usos comunes, se hab�a acostumbrado a" su presencia, y la familiaridad se hab�a desvanecido. su asombro. La misma causa produce efectos similares en muchos de nosotros con respecto a cosas m�s santas que un arca de madera de acacia.

Y una mano irreverente metida entre tales santidades, incluso con el prop�sito de ayudarlos, es pecado. Tampoco debemos olvidar que este incidente se encuentra al comienzo de una nueva �poca en el desarrollo de la religi�n en Israel, y que, as� como Anan�as y Safira perecieron al comienzo de la historia de la Iglesia, Uza yac�a muerta junto al arca, un lecci�n y una advertencia para una nueva era. ( A. Maclaren, DD )

El punto de vista de Dios sobre el pecado

El Sr. Hervey ilustra as� la gran verdad de la diferente apariencia del pecado a los ojos de Dios y al ojo del hombre. Dice que puedes tomar un insecto peque�o y con la m�s peque�a aguja hacer un pinchazo tan peque�o que apenas puedas verlo a simple vista; pero cuando lo miras a trav�s de un microscopio ves una enorme rasgadura, de la que sale una corriente purp�rea, que te hace parecer a la criatura como si hubiera sido golpeada con el hacha que mata un buey.

Es s�lo un defecto de nuestra visi�n el que no podamos ver las cosas correctamente; pero el microscopio los revela como realmente son. El ojo microsc�pico de Dios ve el pecado en sus verdaderos aspectos. ( CH Spurgeon .)

Un Dios preciso

��Por qu� eres tan preciso?�, Le dijo uno a un puritano. �Se�or�, dijo, �sirvo a un Dios muy preciso�.

Versículos 11-12

El Se�or bendijo a Obed-edom y a toda su casa.

El arca en la casa de Obed-edom

Los vagabundeos del arca y los efectos contrarios que su presencia produjo seg�n la forma de su recepci�n, son s�mbolos de una gran verdad que recorre toda la vida humana y se manifiesta muy especialmente en el mensaje y la misi�n de Jesucristo. Todas las cosas tienen una doble posibilidad en ellas: de bendici�n o de da�o. Todo lo que agarramos tiene dos asas, y depende de nosotros mismos qu� asa agarramos y si recibiremos un impacto que mata o fuerza y ??bendici�n por el contacto.

Perm�tanos, entonces, trazar dos o tres de las esferas en las que podemos ver la aplicaci�n de este gran principio, que hace la vida tan solemne y tan espantosa, que puede hacerla tan triste o tan alegre, tan vil o tan noble. .

I. La doble operaci�n de todos los tratos externos de Dios. Todos los eventos est�n destinados a hablar sobre el car�cter, a hacernos mejores de diversas maneras, a acercarnos m�s a Dios y a llenarnos m�s de �l. Y ese �nico efecto puede producirse por los incidentes m�s opuestos as� como el verano y el invierno, con toda su ant�tesis, tienen un solo resultado en la abundante cosecha. Aqu� hay dos hombres juzgados por la misma pobreza.

Golpea al uno, lo vuelve escu�lido, quejumbroso, infiel, irreligioso; y al otro, lo estabiliza, lo calma y lo endurece, y le ense�a a mirar m�s all� de las cosas vistas y temporales, hacia las riquezas extraordinarias a la diestra de Dios. Aqu� hay dos hombres probados por la riqueza; el oro entra en las venas de un hombre y lo amarillea como con ictericia, destruyendo todo lo noble, generoso, impulsivo, apagando sus primeros sue�os y entusiasmos, cerrando su coraz�n a la dulce caridad, infundi�ndolo con un falso sentido de importancia, e imponi�ndole la terrible responsabilidad de las posesiones mal empleadas y ego�stamente empleadas.

Y el otro, probado de la misma manera, de su riqueza se hace amigos que lo acogen en moradas eternas y se hace tesoros en el cielo. Un hombre est� condenado y el otro se salva por el uso de la misma cosa. Aqu� hay dos hombres sometidos a los mismos dolores; el uno est� absorto en su ego�sta consideraci�n de su propia miseria, cegado a todas las bendiciones que a�n permanecen, descuidado el deber y ajeno a las tareas m�s sencillas, Y va por ah� diciendo: "Oh, si hubieras estado aqu�"; o "si - si" hubiera sucedido algo m�s, entonces esto no habr�a sucedido.

Y el otro, pasando por las mismas circunstancias, encuentra que, cuando le quitan los puntales, se arroja sobre Dios, y, cuando el mundo se oscurece y todos los caminos a su alrededor se oscurecen, mira hacia un cielo que lo llena. M�s lleno de estrellas mansas y veloces que se acumulan al caer la noche, y dice: �Es el Se�or; que haga lo que bien le parezca �. Aqu� hay dos hombres probados por la misma tentaci�n; lleva cautivo a un hombre, el otro por la gracia de Dios lo vence, y es el m�s fuerte, el m�s dulce, el m�s suave y el m�s humilde a causa de la terrible lucha.

No hay nada seguro que le haga bien a un hombre; nada necesariamente le hace da�o. Todo depende del hombre mismo y del uso que haga de lo que Dios en su misericordia env�a. Dos plantas pueden crecer en el mismo suelo, ser alimentadas por el mismo roc�o y bendici�n de los cielos, ser iluminadas por el mismo sol, y una de ellas se elaborar� con todos los jugos dulces y fragancias, y la otra elaborar� un mortal veneno. As� que la vida es lo que t� y yo queremos hacer, y los eventos que nos suceden son para nuestro ascenso o nuestra ca�da, seg�n determinemos que ser�n, y seg�n como los usemos.

II. La doble operaci�n del car�cter y la presencia de Dios. El Arca era el s�mbolo de un Dios presente, y Su presencia est� destinada a ser la vida y el gozo de todas las criaturas, y la revelaci�n de �l debe ser solo para nuestro bien, dando fuerza, justicia y paz. Pero la misma doble posibilidad que he se�alado como inherente a todo lo externo pertenece aqu� tambi�n, y un hombre puede determinar con qu� aspecto de la infinitud multifac�tica de la naturaleza divina se mantendr� en relaci�n.

Estos trozos de vidrio en nuestras ventanas est�n tan coloreados que algunos de ellos se cortan e impiden pasar a trav�s de ciertos rayos de luz blanca pura. Y la naturaleza moral de los hombres, la inclinaci�n de sus corazones y el conjunto de sus voluntades y energ�as, cortan, si puedo decirlo, partes de la luz blanca e infinita del car�cter divino multifac�tico, y los ponen en relaci�n s�lo con alguna parte y segmento de ese gran todo que llamamos Dios.

Y as� el pensamiento de Dios, la conciencia de Su presencia, puede ser como el Arca que era su s�mbolo, ya sea terrible y para ser guardado, o para ser recibido y bendecido para ser sacado de ella. Luego, nuevamente, esta misma dualidad de aspecto se une al car�cter y la presencia de Dios desde otro punto de vista. Porque, seg�n la variedad del car�cter de los hombres, Dios est� obligado a tratarlos como en diferentes relaciones, debe manifestar Su juicio, Su justicia, Su justicia punitiva. El Dios actual tiene que modificar sus tratos de acuerdo con el car�cter de los hombres.

III. La doble operaci�n del evangelio de Dios.

1. Eso se ve en los efectos permanentes del evangelio sobre el car�cter de un hombre. Recibida por la simple fe en Jesucristo, nos trae la clara conciencia del perd�n, el sereno sentido de la comuni�n, el gozoso esp�ritu de adopci�n, la justicia arraigada en nuestro coraz�n y que se manifiesta d�a a d�a en nuestra vida; trae toda elevaci�n, fortalecimiento y ennoblecimiento para toda la naturaleza, y es lo primero que nos hace realmente hombres como Dios quiere que todos seamos.

El rechazo fortalece todos los motivos malignos para el rechazo y se suma a la insensibilidad del hombre que ha rechazado. El hielo de nuestras aceras en invierno, que se derrite en la superficie durante el d�a y se vuelve a congelar por la noche, se vuelve m�s denso y resbaladizo. Y un coraz�n que se ha derretido y luego se ha vuelto a congelar es m�s duro que nunca. El martilleo que no se rompe solidifica y endurece lo que se golpea.

No hay hombres tan dif�ciles de alcanzar como hombres y mujeres, como multitudes que han sido golpeadas por la predicaci�n desde que eran ni�os, y que no han entregado su coraz�n a Dios. El arca te ha hecho da�o si no te ha hecho bien. El evangelio de Cristo nunca es inerte, una cosa u otra hace por cada alma a la que llega. O se ablanda o se endurece. O salva o condena. "Este Ni�o est� preparado para el ascenso o la ca�da de muchos". ( A. Maclaren, D. D. )

El arca en la casa de Obed-edom

1. David (considerando primero lo mal que les hab�a ido a los filisteos por su aborto espont�neo hacia el arca, y despu�s de eso, c�mo cincuenta mil betshemitas hab�an perdido la vida por haber espiado irreverentemente en ella, y ahora Uza estaba muerto por tocarla) �fue Temeroso de Jehov� �( 2 Samuel 6:9 ) para que Dios no avanzara m�s en el camino de Sus juicios, tanto sobre �l mismo como sobre Su pueblo, viendo que ya hab�a sido tan severo por el error circunstancial de una mente piadosa, y m�s tales errores podr�an f�cilmente ser cometidos por �l u otros, si prosiguen en su viaje a Jerusal�n: As� que David estaba en una gran situaci�n, y no se atrevi� a tratar m�s en un asunto tan peligroso.

2. Esta haza�a de David algunos denominan como su humildad, sin presumir de proceder, sino desistir, al ver que el desagrado divino parec�a dec�rselo, hasta que Dios le dio una nueva direcci�n; pero lo m�s probable es que David descubri� en este hecho una gran enfermedad; porque como Pedro M�rtir argumenta excelentemente sobre este punto, si David no sab�a que era la voluntad de Dios que el arca fuera llevada a la ciudad de David en Sion, entonces �l no deber�a haber comenzado su remoci�n sobre su propia cabeza, pero si �l Si Dios lo autorizaba, entonces no deber�a haber desistido en este momento debido a este des�nimo.

Ese viejo sofista Satan�s puso una falacia sobre David aqu�, porque el arca no fue la causa de esta calamidad, sino el pecado, que, al ser removido, podr�a haber encontrado a Dios reconciliado. David debi� haber considerado que el asunto de esta acci�n era bueno, pero hubo alguna falla en la manera de actuar, que �l, descubri�ndola y reform�ndola, debi� haber procedido, teniendo la palabra de Dios para autorizarlo, para llevar el arca a Jerusal�n. , sin temor a m�s peligro.

3. David lleva el arca a la casa de Obed-edom ( 2 Samuel 6:10 ) donde:

(1) Obed-edom era un levita ( 1 Cr�nicas 15:1 ; 1 Cr�nicas 18:1 ; 1 Cr�nicas 21:1 ; 1 Cr�nicas 24:1 ; 1 Cr�nicas 16:5 ; 1 Cr�nicas 26:4 ) y ciertamente un buen hombre, que al encontrar a David sin saber qu� hacer con el arca, le pidi� que su casa pudiera hospedarla por el momento, que estaba cerca de Jerusal�n, porque era la era de Nach�n (donde cay� este desastre). se nombra aqu� ( 2 Samuel 6:6 ) �como la era de Arauna� (donde luego se construy� el templo) se nombra ( 2 Samuel 24:22 24:18; 2 Samuel 24:22 .

A este hombre se le llama gitita, no porque fuera filisteo de Gat, porque era un israelita de la tribu de Lev� como el anterior, sino porque hab�a residido en Gat, siendo (como dice Pedro M�rtir) desterrado all� con David por parte de Sa�l, cuando sean muertos los sacerdotes del Se�or; y encontramos que los levitas a veces se vieron obligados a residir donde pod�an encontrar un lugar ( Jueces 17:8 ) o �l era de Gat-rimm�n, una ciudad de levitas ( Josu� 21:24 ; Josu� 21:26 ).

(2) El arca trajo una bendici�n a Obed-edom y a toda su casa (v. 11). Algunos dicen, c�mo se atrevi� David a exponer a su vecino a ese peligro del que se libr�. Dios tom� bien este acto de fe de manos de Obed-edom, y lo bendijo en sus reba�os, en sus frutos, y en todos sus asuntos y acciones, y no solo en sus temporales, sino tambi�n en sus espirituales, para mostrar qu� liberal. Dios pagador es para con todos los peque�os y los grandes, que favorecen sus preocupaciones y promueven Su Reino.

No ser�n perdedores, sino grandes ganadores, los que le brindar�n a �l oa sus siervos el debido entretenimiento; como Lab�n fue bendecido por recibir a Jacob, Potifar y el carcelero principal de Jos�, la viuda de Sarepta de El�as, la sunamita de Eliseo, Zaqueo de Cristo, como Obed-edom aqu� por albergar el arca de Dios. La tercera parte de este cap�tulo es el transporte del arca desde la casa de Obed-edom hasta el lugar que le corresponde en la ciudad de David.

Las observaciones al respecto son:

1. La remoci�n del arca de all� con ocasi�n de que David oyera c�mo el arca hab�a sido entretenida no solo sin ning�n da�o, sino tambi�n con gran ventaja para Obed-edom. Aunque no hab�a sido as� (como leemos) para Abinadab, quien probablemente no le hab�a dado un entretenimiento tan noble y reverente como lo hizo Obed-edom, y por lo tanto no fue bendecido como �l: David comienza a pensar en su propia p�rdida. , que si el arca hubiera estado este medio a�o en su propia casa (de acuerdo con su primer dise�o) todas esas bendiciones sobre Obed-edom hubieran sido otorgadas sobre �l y su casa; y es una maravilla que David desatendiera la consulta con Dios por parte del Urim sobre este asunto. Ahora, esas noticias impulsan a David a renovar su dise�o anterior, cuando vio que el peligro hab�a pasado (v. 12).

2. David reconoce su falta anterior cometida al llevar el arca sobre un carro, etc., pero ahora debe llevarla sobre los hombros de los levitas, de acuerdo con el propio mandato de Dios, como antes, y encontrando su obediencia a Dios aqu� (buscando a Dios en el debido orden) hasta ahora admitimos que el Se�or ayud� a los levitas con un poder invisible a soportarlo, ya que les parec�a ligero y sin carga ( 1 Cr�nicas 15:2 ; 1 Cr�nicas 15:13 ; 1 Cr�nicas 15:26 .

) David, ante este est�mulo, ofrece un becerro y un carnero cada s�ptimo estado, as� como en el primer estadio (v.18) en testimonio de su agradecimiento a Dios, por no haberlos abierto como lo hab�a hecho en su empresa. ( C. Ness. )

Por que Obed-edom encontr� el arca una bendici�n

Pero el arca del Se�or hab�a estado en la casa de Abinadab cuarenta a�os, y no leemos de ninguna bendici�n en particular que cayera sobre esa casa. Eso es muy posible. Los hombres pueden tener a Dios en la casa y no saberlo. Los hombres pueden tener la Biblia en casa y nunca leerla; o los hombres pueden leer la carta y nunca entrar en el esp�ritu del libro. Hay una diferencia entre el mero alojamiento y la hospitalidad generosa y agradecida.

�Qu� diferencia hay entre una ceremonia y una bienvenida: mera cortes�a que casi equivale a una veneraci�n mec�nica, y simpat�a cordial, aprecio amoroso, un coraz�n que se abre en grandes estallidos de afecto hacia Dios por su compasi�n, amor y misericordia m�ltiple! Abinadab y Obed-edom, en realidad, no eran los mismos hombres. No todos obtenemos la misma ventaja de la Biblia. Un hombre la lee y es una carta: muy r�gida, formal, pedante, que se lee como una proclamaci�n real o como un documento antiguo del que el significado y la fuerza inmediata de alguna manera se han desvanecido.

Otro hombre lee la Biblia como si acabara de ser escrita - un mensaje inmediato del cielo - una expresi�n reconfortante del coraz�n condescendiente de Dios, un discurso pronunciado de manera audible, con toda la fascinaci�n y persuasi�n de la m�sica celestial. No todos obtenemos la misma ventaja de la Iglesia. La asistencia al culto divino puede ser una ceremonia; o podemos anhelar la apertura de las puertas de la casa del Se�or; podemos "prevenir" el sol - estar all� antes de que la luz est� all�, esperando, anhelando, anhelando ser admitidos, y encontrar en el lugar, habl�ndonos �l mismo, �ngeles de Dios consoladores aunque invisibles. Obed-edom es una palabra que significa obediencia. La palabra obediencia se encuentra casi literalmente en la palabra. Obed-edom. ( J. Parker, DD )

El cultivo de la adoraci�n defectuosa

A partir de sucesos particulares, determinamos principios generales. Hay una uniformidad en la administraci�n del gobierno moral de Dios, no menos cierta que la que se demuestra que existe en las leyes del universo f�sico. Sobre este axioma se suspende todo razonamiento moral. Si se cuestiona su verdad, no tendremos base sobre la cual basar nuestras persuasiones, cuando desalentar�amos la comisi�n del pecado o alentar�amos la pr�ctica de la virtud.

El Ser Supremo no est� acostumbrado a actuar por impulsos repentinos. De hecho, sus procedimientos pueden parecer a veces a la vista limitada de sus criaturas meras circunstancias incidentales, sin hacer referencia a principios generales y ulteriores; pero que en realidad no lo son, lo sabemos por la rectitud e inmutabilidad de su car�cter. Dado que Dios bendijo la casa de Obed-edom, porque estaba voluntariamente consagrada a su servicio, inferimos que bendecir� a otras familias que act�en de manera similar.

De ah� que su ejemplo se convierta en argumento y est�mulo a la piedad dom�stica. No se puede imaginar que la mera circunstancia de que el arca fuera depositada en su casa, aparte de los sentimientos de afectuosa veneraci�n que ten�a por ella como representante simb�lico de la presencia de Dios, hubiera arrastrado despu�s de ella la bendici�n registrada. Pero fue el hecho de que vio en �l el �rgano acreditado de la gloria de Jehov�, la prenda de Su gracia y el trono de oro de Su misericordia, y que en consecuencia lo recibi�, lo acarici� y present� los sacrificios espirituales de su devoci�n familiar. antes de ella, lo que la convirti� en una fuente de bendici�n para �l y para toda su casa.

Por tanto, pretendo aprovechar la conducta de Obed-edom para recomendar el cultivo de la religi�n familiar. Es cierto que nuestras casas no se pueden apropiar como la suya para el honor especial de Dios. Ning�n tipo palpable y divinamente designado de Su presencia invisible busca ser admitido en nuestras tiendas. Sin embargo, pueden llegar a ser Sus templos, apartados y consagrados a prop�sito para Su morada. Podemos actuar sobre el mismo principio que gobern� al piadoso gitita, y as� asegurarnos una recompensa similar.

1. Perm�tanme comenzar con la observaci�n de que nada puede ser m�s apropiado en s� mismo, o m�s convertirse en personas que profesan actuar bajo el sentido de su dependencia de Dios, que la observancia de una devoci�n especial cuando comienzan por primera vez en la ocupaci�n de su vida. casas. Tal circunstancia marca una �poca en la historia de una familia. En muchos casos, de hecho, es coincidente con la formaci�n de una nueva familia.

Pero ya sea cuando asumen por primera vez esa importante posici�n que los constituye a los jefes de un hogar separado, o si en alg�n per�odo posterior de su historia familiar ingresan en una nueva morada, es una gran piedad de los cristianos se�alar tal evento por alg�n ejercicio religioso distinto de naturaleza dom�stica. Entonces, que se levante el altar, se celebre el agradecido Ebenezer y se implore el acceso de Dios a la morada de sus siervos con oraci�n ferviente y creyente.

En cada nuevo puesto en el que sea colocado por los nombramientos de la Divina Providencia, el hombre de Dios considerar� no solo un deber, sino un privilegio de inestimable valor, ponerse a s� mismo y a quienes le son queridos bajo Su salvaguarda y gu�a. . Pocos de los eventos que llenan la breve cr�nica de nuestra existencia terrenal est�n cargados de m�s consecuencias para el bien o para el mal que los traslados que hacemos de un lugar a otro, mientras proseguimos nuestro viaje hacia el lugar de descanso final del hombre.

El primer paso que dan se vuelve de inmensa importancia. De �l depender� en un grado mucho m�s all� de lo que cualquier previsi�n prudencial nuestra pueda calcular, la complexi�n de todo su curso futuro. Ni de su curso simplemente. Otros, adem�s de ellos mismos, est�n implicados en su determinaci�n de abrir o cerrar sus puertas al arca de Dios. Dar la bienvenida a la entrada de Dios a su casa en las oficinas de la religi�n dom�stica es convertirse en los benefactores de todas sus conexiones, as� como asegurar su bendici�n sobre ellos mismos; mientras que la negativa a recibirlo y entretenerlo como hu�sped de la familia puede resultar en su propia exclusi�n externa, y la de muchos m�s, de la familia de Su pueblo rescatado, cuando se re�nan en las mansiones del Cielo.

2. Esta consagraci�n de su casa a Dios, procedo a se�alar, implica la observancia perpetua de la oraci�n familiar. No habr�a sinceridad en el procedimiento por el cual, al entrar en su habitaci�n, debe instalar un altar, si la presentaci�n del �nico sacrificio en esa ocasi�n especial fuera todo lo que plane�. Su solicitud, si se rige por los principios de la piedad genuina, ser� detener la Presencia Divina.

Si invitas a tu Padre Celestial, cuando armes tu tienda, desear�s que nunca m�s la abandone. De todas las diversas formas bajo las cuales los hombres se combinan en la vida social, la constituci�n familiar es la �nica que tiene su origen inmediatamente en Dios. Otros pactos en los que se moldean pueden tener la aprobaci�n de su aprobaci�n, pero esto es producto de sus propias manos. �l provee los lazos que nos unen en las dulces conjunciones de la vida dom�stica.

Se le atribuye, como un ejemplo de su amor, que "hace que los solitarios se sientan en familias; que hace a la est�ril para que cuide la casa y sea una alegre madre de hijos". En sus personajes sociales, En consecuencia, incumbe a las familias reconocerlo. No es suficiente que los individuos que los componen adoren separados, cada uno en el retiro de su armario, sino que sobre el cabeza de familia recae como una obligaci�n sagrada reunirlos, ma�ana y tarde, juntos para ofrecer sus alabanzas y alabanzas. sus oraciones. Los componentes del culto familiar son tres: la lectura de la Palabra de Dios; la celebraci�n de la alabanza de Dios; y oraci�n.

(1) Dado que el Ser Divino nos ha comunicado graciosamente el conocimiento de Su voluntad, y ha puesto en nuestras manos el volumen que la contiene, es el dictado de la raz�n que; deber�amos consultarlo en todas las ocasiones adecuadas. Nada puede ser m�s claro que eso; el autor y dador del libro sagrado lo dise�� para guiar a la humanidad en todas las relaciones de la vida. De ah� su maravillosa adaptaci�n a todos ellos.

Es rentable para todos los prop�sitos. En �l se imponen todos los deberes, y se comunican instrucciones a cada individuo, en cualquier modificaci�n de circunstancias que pueda suponer que se le coloque. Las relaciones familiares las reconoce especialmente, fijando reglas y animando a los padres, a los hijos y a los sirvientes. Y todo esto lo hace adem�s de la revelaci�n de esas verdades trascendentales relacionadas con la culpa y la redenci�n humanas, la salvaci�n por la cruz de Cristo, la regeneraci�n por el Esp�ritu Santo, y las glorias y dolores de la eternidad, en los cuales toda la posteridad de Ad�n tiene una preocupaci�n com�n e igual. La inferencia es demasiado obvia para evitarla, de que, aunque cada uno por s� mismo deber�a escudri�ar las Escrituras, deber�an ocupar un lugar destacado en las devociones del hogar.

(2) La celebraci�n de la alabanza de Dios constituye la segunda parte del culto familiar. Lo menciono as� claramente, porque, aunque la adoraci�n y la acci�n de gracias est�n comprendidas en la noci�n general de oraci�n, me parece muy deseable que, siempre que se pueda hacer convenientemente, se preste una atenci�n especial a esta deliciosa y celestial. parte de la adoraci�n. La m�sica es el lenguaje del sentimiento y, en general, del sentimiento elevado y alegre; y cuando el coraz�n guarda armon�a, con la voz, y las dulces modulaciones de la salmodia son instintivas, por as� decirlo, con los afectos del alma, parece que nos elevamos en la escala del goce y nos aproximamos al estado del bendito.

(3) Resta que hablo de oraci�n. ( E. Steane .)

La naturaleza y la rentabilidad de la religi�n familiar.

I. La naturaleza de la religi�n familiar. De acuerdo con el lenguaje narrativo de la familia, se puede decir que la religi�n consiste en admitir humilde y agradecidamente el arca de Dios en nuestra casa. Recibir el arca de Dios en nuestras casas, es recibir a Aquel a quien el arca representaba y simbolizaba, s�, Jesucristo. Dejad que Cristo sea recibido en nuestras casas y se producir�n efectos; y demostrar� Su presencia poderosa y llena de gracia con nosotros.

En un particular, de hecho, manifestaremos especialmente Su morada con nosotros, a saber, en el establecimiento de Su adoraci�n en nuestra casa, en un llamado social diario en Su nombre por parte de todos los miembros de nuestra casa. Es mediante la celebraci�n regular de la adoraci�n familiar que convertimos nuestras habitaciones en templos para el Se�or y demostramos que hemos admitido Su arca en nuestra casa.

II. De la utilidad de la religi�n familiar. Las cosas est�n tan ordenadas en la sabidur�a de Dios que el deber y el inter�s est�n estrechamente unidos. Es una verdad que cuanto m�s atentos est�n los hombres a su deber, m�s paz y felicidad reales disfrutar�n. La Escritura nos dice que "la piedad tiene la promesa de la vida que ahora es"; y la raz�n, si la escuch�ramos, nos dir�a lo mismo.

Nos dir�a que esas personas deben experimentar el disfrute m�s real a quienes Dios mira con el mayor favor. Pero no es s�lo de esta manera indirecta e incidental que se manifiesta la utilidad de la religi�n familiar. Debe rastrearse en sus efectos m�s inmediatos y pr�cticos. "El Se�or los bendijo". Hubo una manifestaci�n peculiar de la presencia, el favor y la protecci�n Divina, difundida alrededor de Obed-edom y todo lo que le pertenec�a. El poder y la bondad de Dios fueron, por as� decirlo, ejercidos singularmente en su favor. ( E. Cooper .)

Se desea una religi�n pr�spera

Un te�logo de la tumba ha observado bien que mientras el arca tra�a la plaga, todos se alegraron de librarse de ella; pero cuando trajo una bendici�n a Obed-edom, lo consideraron digno (de) entretenimiento, Muchos poseer�n un arca de bendici�n, una verdad pr�spera: pero �l es un Obed-edom de hecho que poseer� un perseguido, arrojado, desterrado arca. ( J. Trapp. )

Haz espacio para el arca

No creas que el arca te empobrecer�. Obed-edom no guard� rencor a un peque�o rinc�n del arca de Dios. El diablo podr�a haber susurrado: �De todas las casas, la tuya parece ser la que menos puede tener el arca de Dios. Eres un hombre pobre, hay muchos ni�os y necesitas ese rinc�n como cuna. Los vecinos dicen: ��Qu� necio es Obed-edom al tener el arca en su lugar! Pues no le sobra ni un rinc�n; le est� incomodando mucho; y otro dice: 'Me alegro de no ser tan tonto.

Necesito todo el espacio que tengo para esposa e hijos y sacos de trigo. No veo lo que quiere decir Obed-edom al entrar en el arca ". S�, pero Dios hizo rico a Obed-edom. El arca permaneci� all� durante tres meses, y Dios puso de manifiesto la prosperidad de Obed-edom. Josefo dice: "El arca toc� a Obed-edom como el m�s pobre del lugar, y dej� indicios de que era el m�s rico". Hay una foto. Oh, si ayudas al arca, Dios te ayudar�, nunca temas. Echa algo y tr�elo. Que sea primero, y Dios se encargar� del pago. ( J. Robertson .)

Versículos 14-15

Y David bail� delante del Se�or.

Usos religiosos de la m�sica y el baile

Las naciones de Oriente siempre han combinado la danza y la m�sica con sus ceremonias religiosas m�s solemnes. No hay nada fr�volo o trivial en la manera en que los orientales se esfuerzan por los movimientos r�tmicos y los gestos del cuerpo para expresar alegr�a y alabanza. As� como nuestra m�sica puede dividirse en sagrada, marcial y oper�stica (incluyendo en esta �ltima todas las melod�as m�s ligeras), as� todav�a hay entre los mahometanos tres clases de danza muy distintas, correspondientes a estas tres divisiones.

De las diversas alusiones a la danza en las Sagradas Escrituras, podemos creer razonablemente que sus danzas, as� como su m�sica, se han reducido con pocos cambios con respecto a sus predecesores jud�os. De la tercera clase de danza, realizada exclusivamente por mujeres, no necesitamos decir nada. Tal era la danza de la hija de Herod�as ante Herodes; tales son las exhibiciones de las bailarinas de Egipto, o las ni�as Nautch de la India, todas ellas una abominaci�n para el Se�or.

En Oriente, los sexos siempre bailaban por separado; ni fue de otra manera cuando David encabez� la procesi�n triunfal ante el arca. Los hombres los precedieron con un paso brincando, meci�ndose al son de la m�sica; luego siguieron los m�sicos, y despu�s de ellos las doncellas bailando solas. Tuve la oportunidad de ver una danza tan religiosa en 1881, cuando Arabi Pasha encabez� la procesi�n con la alfombra sagrada, para la Kaaba de La Meca, fuera de El Cairo en su camino hacia el santuario del profeta.

�sta es una de las mayores ceremonias del mahometismo; y la alfombra, el regalo del califa, se renueva s�lo a intervalos de varios a�os. Fue llevado en camello y rodeado por tropas; pero al frente hab�a una gran multitud de ulemas y derviches, con el principal muftis a la cabeza, saltando, brincando, balanceando los brazos y girando al comp�s del estruendo de tambores, trompetas y platillos que los segu�an. ( HB Tristram, D. D. )

Versículo 16

Michal, la hija de Sa�l, mir� por una ventana.

El creyente y el burlador contrastan

I. El temperamento y la conducta de un burlador de la religi�n. Mical despreci� a David en su coraz�n, porque, siendo rey, pens� que era impropio de su dignidad y despectivo para su lugar alto en Israel, que recibiera el arca de Dios con saltos y danzas. Y as� es, en este d�a, en muchos de los �mbitos de la vida m�s elevados. El servicio de Dios queda como un empleo demasiado servil para los que est�n entre los poderosos de la tierra, y apto s�lo para los pobres, los analfabetos y los miserables de la tierra; como si el servicio de Aquel ante quien los arc�ngeles se postran con adoraci�n reverencial, el Cordero inmolado desde la fundaci�n del mundo, estuviese por debajo de la atenci�n de los que perecer�an para siempre, si no los mira con amor y no los lava. de sus pecados en esa sangre, que ahora pisotean con gran desd�n.

A�adi� profundamente al juicio de David que entre todas las multitudes de Israel nadie lo despreciaba excepto Mical, su esposa. Hubo mucha y cortante crueldad en la forma del reproche de Michal; y es uno de los rasgos espantosos de nuestra naturaleza ca�da y perdida que la severidad y agudeza de la oposici�n por causa de la verdad, que los siervos de Cristo experimentan de los enemigos de Cristo, es proporcional a la cercan�a de la relaci�n o conexi�n entre los fiestas; as� como las guerras civiles de nuestra propia tierra, y de todas las tierras, han sido invariablemente m�s sanguinarias en sus batallas, m�s implacables en sus confiscaciones y m�s crueles en sus ejecuciones que las que se libraron con estados extranjeros.

Mical no se content� con despreciar a David en su coraz�n y, sin embargo, mostrarle respeto exterior; pero cuando �l regres� de glorificar a Dios y bendecir al pueblo para bendecir a su propia casa, ella lo recibi� a su entrada, y con un sarcasmo profundo y amargo y una iron�a le exclam�: ��Cu�n glorioso era el Rey de Israel hoy! " Su deber como esposa, su deber como s�bdita, fueron olvidados y deshonr� a su esposo y a su soberano ante su pueblo y su familia.

�Cu�n terrible es la enemistad del coraz�n de un pecador contra Dios en Cristo! �Cu�n espantosamente rompe todas las barreras que se oponen a su indulgencia, y se inclina continuamente cuando lo vemos barriendo, no solo todas las caridades, sino todas las decenas de la vida dom�stica! �Y, sin embargo, hablamos de la dignidad de la naturaleza humana! �Que Dios nos ayude y corrija nuestros enga�os sobre este punto cardinal de Su propia verdad y Escritura!

II. La mente y el esp�ritu de un verdadero creyente. En un amplio y palpable contraste, el car�cter de David se mantuvo con el de Mical; y como uno exhibi� el tono y el temperamento de un burlador de la religi�n, el otro ejemplificar� la mente y el esp�ritu de un verdadero creyente en el Se�or Jes�s. Se regocijaba en el servicio, que de ese modo fue castigado con reproche, y le fue contado por verg�enza. David dijo a Mical: �Fue delante de Jehov�, que me escogi� antes que tu padre, y antes de toda su casa, nombrarme por pr�ncipe sobre el pueblo de Jehov�, sobre Israel; por tanto, jugar� delante del Se�or.

�Y aqu� est� el s�lido fundamento b�blico del gozo, la gloria y la gratitud de un creyente hacia Dios. �Qui�n lo hizo diferir? Nada crucifica tan plenamente el yo como la visi�n de distinguir el amor en el pacto de gracia, escribir nuestros nombres en el libro de la vida, sellar el registro en nuestro coraz�n y pedirnos que descansemos en la bendita convicci�n de que hemos obtenido misericordia y seremos uno con Cristo para siempre.

Si es llamado a servir a Jehov�, a confesarlo abiertamente y a reconocerlo incluso entre los incr�dulos, en Su propia casa, no se acobardar�, sino que tomar� la cruz de esta santa singularidad y la llevar� con alegr�a en pos de Jes�s. �Eres considerado vil y mezquino, porque prefieres el servicio de Aquel que te compr� con Su sangre, a la infidelidad de un mundo que yace en el maligno? Sea a�n m�s vil, a�n m�s vil, si de ese modo le llegara alguna gloria. ( RP Buddicom .)

El respeto por el marido es un deber

Hay algo muy notable en este Michal; ella concibi� un amor apasionado por David, cuando, cuando era un joven, �l se par� ante ella, ruborizado por el �xito sobre el le�n y el oso, y sosteniendo en su mano la cabeza del filisteo asesinado. Pero pas� el tiempo, y David tom� el arca de la casa de Obed-edom, y �bail� delante de ella con todas sus fuerzas, y Mical, la hija de Sa�l, lo vio y lo despreci� en su coraz�n; y, m�s que eso, sali� a recibirlo y lo insult�.

Ahora aqu� tenemos un car�cter perfectamente consistente: una mujer que por su disposici�n natural amaba lo heroico, varonil y generoso; pero, en el momento en que se introdujeron verdaderos principios religiosos, la admiraci�n se transform� en desprecio. Solo pod�a mirar un lado del personaje, el natural; lo sobrenatural que no pod�a apreciar. Lee muchas lecciones a todos los miembros de la raza humana, y especialmente a las mujeres.

En la forma general de su car�cter, ella era, como mujer, lo que Saulo era como hombre: capaz de apreciar las virtudes naturales de un hombre, y conservando la profesi�n de religi�n s�lo como la cubierta de un profundo abismo de escepticismo e infidelidad. .

1. El primer rasgo sorprendente de su car�cter es la admiraci�n de lo heroico por s� mismo, la estimaci�n indebida del hombre en su vigor, triste �xito, y la tendencia a adorar en ese santuario.

2. Pero Michal fue tan estrecha y limitada en otras ocasiones como lo hab�a sido audaz y noble en estas. David bail� ante el arca y ella lo despreci�. Si buscamos la causa de esta inconsistencia, parecer� consistir en una especie de ego�smo. �Ella lo despreciaba! La mujer es esencialmente celosa, fue creada as�, y deber�a serlo, es su provincia. Ella fue creada para recibir una cantidad de atenci�n y devoci�n, cuya mejor preservaci�n radica en sus celos. Pero los celos pueden asumir demasiado el aire de ego�smo. Puede volverse ego�sta, estrecho y estrecho:

3. Pero, de nuevo, Michal no pudo apreciar especialmente el acto religioso, mientras que s� pudo apreciar el del mero h�roe mundial. Ella era como su padre. Pertenec�a a su relaci�n, a su padre, no a su capacidad como mujer. En esto ella era diferente a su hermano Jonat�n, quien apreci� y valor� plenamente el elemento religioso en el car�cter de David. Las mujeres a menudo aplican el mismo est�ndar que se les ha dado al nacer para juzgar los sucesos ordinarios que caen dentro del alcance habitual de sus deberes a aquellos que fallan sin ellos, y por consiguiente, mediante un juicio falso, desprecian lo que no pueden comprender.

De modo que se permite que la prudencia apague la luz de las virtudes m�s luminosas y que los arreglos de una casa trastornen los de la Iglesia. Las faltas de temperamento violento, falta de respeto a un esposo o padre, irritabilidad a los hijos, injusticia a los sirvientes, se cuentan como de poca importancia, ya que se ejercen para ahorrar un chel�n; mientras que la verdad ser� que la precauci�n trasciende con mucho en la enfermedad moral la falta que se pretende controlar.

4. Pero nuevamente, Mical despreci� a David en su coraz�n, y sigui� su desprecio interior con palabras de insulto y reproche. Esto parece inferir no solo un desprecio por David, sino tambi�n un desprecio querido, un desprecio no expresado durante mucho tiempo, y porque oculta lo m�s peligroso y melanc�lico. No trat� de frenarlo, permiti� que el sentimiento se agitara y trabajara dentro de ella hasta que estall� en las expresiones del texto.

Es un deber respetar a un marido. Independientemente de arreglar su casa, atender sus horas de cuidado, de enfermedad o de cansancio, al margen del deseo de defenderlo del reproche y de evitar la imputaci�n de culpa. Hay un deber en el profundo, interior y apreciado sentimiento de respeto. El oficio del marido debe respetarse tanto como el de los padres o el de gobernante civil. La mujer debe "ver que respeta a su marido".

5. Mical despreci� peculiarmente el acto de David, su danza ante el arca, ella dijo que �l era como "los vanidosos"; ella lanz� un lenguaje oprobioso sobre el hombre que con muchas debilidades era el hombre conforme al coraz�n de Dios. Es triste cuando alguien busca descubrir la falla de su hermano; m�s triste a�n cuando ese hermano es alguien a quien Dios ha puesto el sello de su aprobaci�n; lo m�s triste de todo, cuando un ni�o busca exponer a los padres, o una esposa al esposo.

Pero el castigo de Michal fue significativo. No ten�a hijos, y eso porque despreciaba a David. No importaba la cantidad de verdad que tuviera a su cargo. No importaba c�mo la apoyaran los dem�s. No importaba cu�nto encontrara c�mplices en su c�rculo de la sociedad o amigos, ella no era la persona para censurar a su esposo. Ella no fue el instrumento de su reproche. Si hab�a alguien que deber�a serlo, no era Michal. Ella al menos ten�a la culpa: cay� bajo la maldici�n de Dios, sin tener en cuenta la verdad o la justicia de su acusaci�n. ( E. Monro .)

El reclamo del esposo sobre la reverencia de la esposa

La esposa se encargar� de reverenciar a su marido, dice el ap�stol. S�; pero incluso el mismo Pablo habr�a admitido que era imposible que Mical reverenciara a David de una vez ese d�a. Paul habr�a necesitado haber escuchado a Michal temprano esa ma�ana cuando ella se qued� en casa en el palacio. No, �l habr�a necesitado tener su coraz�n mientras ella a�n era la hija de Sa�l en el palacio de Sa�l. Es decirle a una cascada que fluya cuesta arriba para decirle a Michal en este momento que reverencia a David.

La reverencia no llega ni siquiera ante una orden divina. La reverencia no surge en un d�a. La reverencia es el resultado de una larga ense�anza y una larga formaci�n. La reverencia tiene sus ra�ces en el coraz�n y en el car�cter; y el coraz�n y el car�cter solo vienen y producen reverencia a medida que avanza la vida. Puede que todo sea cierto, pero el ap�stol no dice eso. No dice que ninguna de las esposas a las que escribi� llegara demasiado tarde para reverenciar a sus maridos.

�l se lo dice a todas las esposas, y espera que todas las esposas que lo escuchen lo tomen en serio y lo hagan. Y, sin embargo, sus maridos, sus mejores maridos, est�n en tantas cosas tan dif�ciles, tan imposibles de reverenciar. Est�n tan lejos de los sue�os y visiones de su joven esposa. Est�n tan llenos de faltas, locuras, temperamentos y h�bitos a los que ninguna esposa puede estar ciega. La mayor�a de los maridos tienen tan poca dificultad, despu�s de haber sido maridos durante alg�n tiempo, para facilitar, o, de hecho, posible que sus esposas contin�en am�ndolos, respet�ndolos y reverenciando. Todas nuestras esposas tienen d�as tristes, solitarios y profundamente decepcionados en casa, en parte culpa nuestra y en parte de ellos, pero sobre todo nuestra, de los que no sabemos nada. ( Alex. Whyte, DD )

La falta de simpat�a de Michal por David

Fue el mejor d�a de la vida de David. Y, es triste decirlo, fue la grandeza del d�a para David lo que lo convirti� en un d�a de muerte para Mical, la hija de Sa�l. Mical, la hija de Sa�l, muri� ese d�a de una extra�a enfermedad: un profundo disgusto por las cosas que eran el mayor deleite de su esposo. Un profundo disgusto que se hab�a convertido en un profundo disgusto hacia David, hasta que ese profundo disgusto y aversi�n estall� ese d�a en un odio franco y un insulto deliberado.

Debes comprender todo lo que fue el arca de Dios para David, y la devoluci�n del arca a casa, antes de que puedas comprender completamente toda la cat�strofe de ese d�a. Usted mismo tendr�a que ser una especie de David antes de mirar con la debida reverencia y amor a David ese d�a. Porque David estaba fuera de s� ese d�a. David nunca hizo nada a medias, y mucho menos su adoraci�n a Dios. Fue como aquel d�a mucho despu�s en esa misma ciudad cuando le�mos que sus disc�pulos se acordaron de que estaba escrito: El celo de tu casa me consumi�.

Entonces, con todas sus fuerzas, y ustedes saben algo de lo que era todo el poder de David en tales asuntos, con todas sus fuerzas, David salt� y bail� ante el Se�or hasta que Mical lo despreci� en su coraz�n. Los sordos desprecian siempre a los que bailan. Los sordos no escuchan la m�sica. Y, por otro lado, aquellos que escuchan la m�sica, no pueden entender a los que se quedan quietos. David no pod�a entender c�mo Michal pudo quedarse quieto ese d�a.

Pero el o�do de Mical nunca se hab�a abierto a la m�sica del arca. No la hab�an educado y no ten�a la costumbre de subir a la casa del Se�or y cantar y tocar como David. Si Michal se hubiera casado en el Se�or: si Michal hab�a reverenciado a su esposo; hab�a tenido ganas de complacer a su marido; Si hubiera tocado el salterio y el arpa, aunque solo fuera por �l, �qu� feliz esposa habr�a sido Mical, y David qu� feliz esposo! Si David no hubiera tenido un yugo tan desigual, Mical habr�a puesto sobre el hombro de David ese d�a un efod por el que ella hab�a trabajado ese d�a con sus propias manos; y al clavarlo en �l, habr�a cantado y dicho: Vestir� de salvaci�n a sus sacerdotes, y sus santos dar�n voces de j�bilo.

Y entonces todo ese d�a en Jerusal�n habr�a sido como en el Mar Rojo cuando Miriam la profetisa tom� un pandero en su mano, y todas las mujeres la siguieron con panderos y danzas. Pero no fue as�. Porque Mical se sent� en su casa ese gran d�a en Israel y abandon� su propia misericordia. Michal no estaba en el esp�ritu de ese d�a. Y as� fue como despreci� a David en su coraz�n cuando las mismas puertas de bronce y hierro estaban levantando sus cabezas ante el salmo de David para dejar entrar al Rey de Gloria ( Alex. Whyte, D. D. )

Versículo 20

David regres� para bendecir a su casa.

Adoraci�n familiar

1. No puede haber duda de que estas palabras tienen la intenci�n de denotar que cuando termin� la obra p�blica del d�a, David regres� a su propia morada para implorar la bendici�n del Dios Todopoderoso sobre su familia con oraci�n y s�plica.

I. En cuanto a las obligaciones de culto familiar.

1. Empiezo por observar que este deber surge de la relaci�n que mantienen las familias con Dios. �l es su Fundador y Benefactor. �l "coloca a los solitarios en familias"; los hijos "son su heredad, y el fruto del vientre su recompensa". �El deber del culto social resulta de la colocaci�n del hombre en la sociedad? He aqu� una sociedad del tipo m�s cercano y entra�able, en la que hay una comunidad clara y sentida de deseos y necesidades, una conjunci�n de intereses m�s estrecha que la que posiblemente pueda subsistir en cualquier otra situaci�n.

2. Si bien la relaci�n entre las familias y Dios muestra la obligaci�n de adorar en familia, la relaci�n entre el cabeza de familia y sus varios miembros no lo hace menos evidente. Est� investido de cierta autoridad delegada sobre ellos, que est� obligado a emplear para la promoci�n de la gloria divina. El poder que as� posee es un departamento de la mayordom�a que el gran propietario encomienda al cuidado de los hombres: y si se descuida, si su responsabilidad no se siente habitualmente, es un mayordomo infiel y no debe rendir cuentas. .

3. Tan consonante es este deber para con los sentimientos naturales del coraz�n humano que incluso las naciones paganas parecen haber sido conscientes de su correcci�n; porque adem�s de sus deidades tutelares que se supon�a que presid�an ciudades y naciones, y a quienes se les pagaban honores p�blicos en ese car�cter, leemos acerca de los "penates", o dioses dom�sticos, a quienes las familias dirig�an sus devociones. Tales fueron, con toda probabilidad, los "terafines", o im�genes esculpidas, que Raquel se llev� cuando dej� la casa de su padre, Lab�n el sirio; y tambi�n las que Miqueas, un hombre del monte Efra�n, ten�a en su morada, por lo que contrat� a un joven para que oficiara como sacerdote o capell�n dom�stico.

4. Pero la obligaci�n de este deber aparecer� m�s claramente cuando prestemos atenci�n a lo que las Escrituras nos ense�an al respecto.

II. Las ventajas que se derivan del fiel cumplimiento de este deber.

1. Cuando se acompa�a de una disposici�n mental adecuada, el culto familiar ejerce una influencia sumamente beneficiosa incluso sobre los intereses temporales de quienes lo practican. No puede dejar de dar cierto orden y regularidad a todas las preocupaciones del hogar; porque, al realizarse a una hora determinada, por la ma�ana y por la tarde, tanto el jefe como los miembros de la casa se rendir� cuenta de que sus asuntos est�n en un estado tal que pueda realizarse con comodidad; y as� se adquirir�n h�bitos de regularidad y prontitud, que deben resultar muy propicios para la econom�a y la comodidad dom�sticas.

2. La influencia del culto dom�stico en la promoci�n de los intereses temporales de una familia es a�n m�s evidente por su tendencia a promover la industria en los negocios y la sobriedad de vida. El hombre que ofrece sus deseos a Dios por el bienestar de su hogar siente que por ese mismo acto se ve obligado a concurrir de todas las formas posibles hacia ese fin; y nadie puede seguir orando por mucho tiempo pidiendo una bendici�n para sus asuntos seculares, mientras que al mismo tiempo descuida sus asuntos y gasta su tiempo y su sustancia en la holgazaner�a y la disipaci�n.

3. La atenci�n a este deber est� calculada para promover los intereses mundanos de una familia, en la medida en que atrae la bendici�n de Dios sobre sus labores. Es solo Su bendici�n lo que enriquece y hace prosperar, y �de qu� manera es m�s probable que se obtenga esa bendici�n que si toda una familia se une en oraci�n y se la pide a Dios todos los d�as? "La maldici�n del Se�or est� en la casa de los imp�os, pero �l bendice la morada de los justos".

4. Otro beneficio mucho m�s valioso que se deriva del fiel cumplimiento de este deber es su tendencia, bajo la bendici�n de Dios, a promover los intereses espirituales y eternos de quienes lo practican. Es uno de los medios m�s importantes a trav�s del cual Dios ha prometido transmitir las bendiciones de la salvaci�n. Nos ha asegurado por medio de un ap�stol que �la oraci�n ferviente y eficaz del justo vale mucho�.

5. El cumplimiento regular de este deber no es menos ventajoso para los miembros de su hogar. Para algunos, es cierto, la adoraci�n familiar, como todos los dem�s medios de gracia, puede no producir ning�n beneficio espiritual o de salvaci�n. Como hay algunos lugares de terreno tan completamente est�riles e impenetrables, que ninguna cultura puede hacerlos fecundos, as� tambi�n hay algunos corazones tan duros e insensibles que la instrucci�n m�s sabia, las oraciones m�s fervientes y el ejemplo m�s santo no producen impresi�n en ellos. ellos.

Sin embargo, podemos afirmar con seguridad que la devoci�n familiar, cuando se observa puntual y fielmente, tiene una tendencia muy poderosa a formar las mentes de un hogar en el amor y la pr�ctica de la religi�n. �Qui�n no conoce la fuerza de las primeras impresiones y la fuerza de los primeros h�bitos?

6. La influencia del culto familiar tampoco se limita a los miembros del hogar que participan en �l. Tiene una tendencia a promover el bienestar m�s verdadero y permanente de la comunidad en general. La sociedad se basa en la reverencia por la ley, y nada puede sostenerla tan bien como la reverencia por la ley de Dios. Es la caricatura de este principio, la servidumbre religiosa, sobre la que los despotismos continentales en este momento se esfuerzan por apoyar sus tronos tambaleantes. Tenemos en este pa�s la bendita realidad en gran medida, el respeto iluminado y genuino por la ley divina y entre las masas populares.

7. La influencia del deber que estamos recomendando tampoco es m�s �til y extensa que duradera. Adem�s de las bendiciones impartidas a un vecindario, una congregaci�n, una ciudad, una naci�n, puede haber bendiciones esparcidas a lo largo de una larga trayectoria de generaciones. De una casa pueden surgir muchas casas; cada uno de estos puede volver a convertirse en un manantial de poder moral y religioso. As�, una semilla ser� preservada y multiplicada para servir a Dios, la cual le ser� contada por una generaci�n.

III. Algunas de las excusas o disculpas m�s populares por el descuido del deber del culto familiar.

1. Una de las disculpas m�s comunes es la falta de tiempo. El tiempo que es necesario para la realizaci�n de este ejercicio puede redimirse f�cilmente del sue�o, la ociosidad, los negocios o la diversi�n. Adem�s, las ventajas de asistir al servicio compensar�an con creces el gasto de tiempo. Por el esp�ritu de orden y regularidad que, como hemos visto, tiende a producir, se ahorrar� tiempo, en lugar de perderse, mientras que, al atraer la bendici�n de Dios a sus labores, sus s�plicas unidas promover�n el �xito de sus empleos mundanos. �La suerte se echa en el regazo; pero toda su disposici�n es del Se�or �.

2. Pero una excusa m�s plausible para el descuido del deber del culto familiar es la falta de capacidad. Pero perm�tanme suplicar a los que se quejan de esta incapacidad para que recuerden que en la oraci�n, como en otras cosas, la facilidad y la correcci�n s�lo se adquieren mediante la pr�ctica y el uso frecuentes. Nunca podr� formarse un juicio preciso sobre sus calificaciones hasta que haya realizado la prueba. Otra raz�n que algunos han ofrecido para descuidar la oraci�n familiar es que no pueden superar su natural desgana y timidez para dedicarse a la oraci�n en presencia de otros.

Verg�enza de participar en la oraci�n familiar es virtualmente avergonzarse de la religi�n misma; y cu�n terriblemente criminal debe ser tal conducta, contra la cual se apuntan denuncias como las siguientes: �Cualquiera que se averg�ence de m� y de mis palabras, el Hijo del Hombre se avergonzar� de �l, cuando venga en la gloria de su Padre , con los santos �ngeles ".

4. Hay otros que alegan como excusa para descuidar este deber que hab�a sido descuidado durante tanto tiempo que no saben c�mo empezar. Ellos piensan que introducir la adoraci�n familiar ahora solo ser�a exhibir su propia inconsistencia de car�cter.

5. S�lo hay una excusa m�s sobre la que solicitamos su atenci�n, a saber, la de quienes reconocen la razonabilidad del deber recomendado, pero se resisten a atenderlo, por temor a la oposici�n, la censura. y el rid�culo que puedan recibir de sus familias. Pero les preguntar�a a los que insisten en esta petici�n si alguna vez han realizado el experimento. Si no es as�, �c�mo sabr�n si no es un obst�culo que existe s�lo en su propia imaginaci�n? Existe, incluso en el peor de los hombres, una reverencia natural por la santidad, y creo que son extremadamente raros los casos en los que los miembros de una familia desalientan o censuran abiertamente las ordenanzas de la religi�n. ( P. Grant. )

Bendici�n del hogar

Deber�as bendecir a tus hogares.

I. Por sus oraciones. Los sacrificios espirituales de oraciones y alabanzas siempre ser�n presentados en el altar dom�stico por aquellos que est�n conscientes de los intereses espirituales de sus familias. Ser� su pr�ctica constante llevarlos de la mano, por as� decirlo, al trono de la gracia celestial, y all� orar devotamente con ellos y por ellos. No es posible estimar la importancia de tales compromisos, en el gran e importante negocio de bendecir nuestros hogares. Deber�as bendecir tus hogares,

II. Por sus instrucciones. "Que el alma est� sin conocimiento, no es bueno". De ah� la importancia de un conocimiento s�lido de las Escrituras para los j�venes de nuestras diferentes familias. Deber�as bendecir tus hogares,

III. Por tu disciplina. Se dice de David que "no hab�a ofendido a Aron�as en nada al decir: �Qu� has hecho?" �Cu�n negligente fue este individuo renombrado e ilustre, en este caso particular, de una parte muy importante del deber de los padres! Todo aquel que est� familiarizado con la relaci�n y las obligaciones de los padres, y que est� familiarizado con la gesti�n y direcci�n de una familia, debe ser plenamente consciente de la importancia de la disciplina para la comodidad, el buen orden y la regularidad.

Debe establecerse, en nuestras diferentes casas, una conexi�n inviolable entre autoridad y obediencia. Recuerde que la disciplina es la ley establecida por Dios. Lo ejerce en su familia; y debemos en el nuestro. Deber�as bendecir tus hogares,

IV. Con tu ejemplo. No solo en la iglesia y en el mundo, sino tambi�n en sus diferentes familias, la fe debe ser mostrada por sus obras. ( W. Snell .)

Religi�n dom�stica

Estas palabras parecen dar a entender lo que en todo caso es cierto de otros relatos de este gran y buen hombre, que la devoci�n dom�stica era su pr�ctica habitual. Para �l, la religi�n no era un asunto restringido a tiempos y lugares; pero era un h�bito sagrado, que lo acompa�aba al campamento y al armario, al armario y al c�rculo familiar; y su ejemplo es particularmente digno de nuestra atenci�n, porque es el de un hombre, que no se consideraba en ning�n grado exento de las m�s sagradas obligaciones de la vida dom�stica por los m�ltiples deberes de su posici�n p�blica y elevada. Aprovechemos, entonces, de �l para hacer algunas observaciones sobre la importancia de la religi�n en la familia.

I. La religi�n dom�stica tiende a promover el bienestar temporal de las familias. La prosperidad de toda familia depende del esp�ritu y la pr�ctica correctos de sus miembros. En el curso natural de las cosas, s�lo debe buscarse como recompensa de una industria virtuosa y bien dirigida; es consecuencia de la armon�a y el orden, la sobriedad y la diligencia, la discreci�n y la integridad en los asuntos de la vida.

II. La religi�n familiar es recomendada por el apoyo sustancial y el consuelo que brinda en todas las �pocas de pruebas y aflicciones dom�sticas. Todo cabeza de familia tiene no solo ciertos deberes de naturaleza social y secular que cumplir, sino un curso de prueba que atravesar, que requiere paciencia y resignaci�n a la voluntad de Dios. No es necesario que descansemos sobre las aflicciones de la vida dom�stica que tan a menudo convierten la morada del gozo en un escenario de dolor desgarrador. Todos sabemos que la mejor y m�s pr�spera familia es susceptible de sufrir esas desilusiones, p�rdidas y tristezas que son comunes a la sociedad en todas sus formas.

III. Adem�s, se recomienda poderosamente la religi�n familiar como uno de los medios m�s eficaces para promover la causa de la verdad y la piedad. El servicio de Dios es el gran objeto por el cual los seres humanos est�n unidos bajo la constituci�n dom�stica y dotados del gran poder de los afectos sociales. Si busca el fin final en algo que no sea esto, debe ser algo limitado meramente a los objetos de una vida transitoria y, por lo tanto, distante inconmensurablemente de todo lo que se relaciona inmediatamente con el inter�s de las criaturas pecaminosas e inmortales. Ahora bien, la gran importancia del culto familiar, en referencia a los grandes designios de la constituci�n dom�stica, debe ser evidente bajo cualquier aspecto que consideres el tema.

1. Si lo contemplas en referencia a aquellos a quienes se ha confiado la autoridad dom�stica, evidentemente debe serles de gran ventaja en el desempe�o de sus sagrados deberes. El padre y el amo son, como tales, responsables ante el Juez de todos por la forma en que act�an con respecto a los preciosos medios de utilidad puestos a su disposici�n. Las almas de sus hijos y dom�sticos est�n confiadas a su cuidado.

2. La adoraci�n y el temor de Dios en las familias deben tender directamente a refrenar las malas tendencias de aquellos que est�n bajo autoridad ya promover de la manera m�s eficaz su bienestar espiritual. Todo hogar que reconozca debidamente la autoridad del Padre supremo en los ejercicios de devoci�n declarados, es una escuela de suma importancia para la adquisici�n de los mejores principios y h�bitos.

3. Estas observaciones bastar�n, sin embargo, para mostrar la enorme importancia de la religi�n familiar en relaci�n con los intereses generales del cristianismo. Es con la educaci�n conducida sobre principios religiosos que el mundo, bajo la bendici�n divina, siempre estar� principalmente en deuda por todo lo que posea de genuina sabidur�a y bondad. �Feliz, entonces, tres veces feliz, es la familia animada por el esp�ritu de devoci�n y regulada por los principios del cristianismo! En un mundo de pecado y dolor, presenta una escena muy refrescante para la vista: un hogar de paz y bendici�n, un jard�n del Se�or, donde se ve crecer y florecer los �rboles de la justicia con el fruto de la inmortalidad.

En conclusi�n, exhortamos a quienes disfrutan de las inestimables ventajas de la disciplina paterna y religiosa a recordar su gran responsabilidad para con Dios y a considerar bien cu�nto depende de la mejora de sus privilegios. ( CR Muston, M. A. )

El deber y las ventajas de la oraci�n familiar

Nuestro texto apunta a la visi�n m�s amplia de la expansi�n del evangelio: la extensi�n de nuestros privilegios religiosos a quienes nos rodean, para que ellos, a su vez, se extiendan como bendiciones a los dem�s.

I. El deber del culto familiar.

1. Primero, entonces, el consentimiento de toda la antig�edad piadosa, de los patriarcas y profetas, de los evangelistas y de los santos, ya sea que vivan en tiendas de campa�a en el desierto o en casas de cedro, en un aposento alto en Jerusal�n o en una caba�a solitaria junto al mar. orilla, con la que todos oraban y bendec�an sus hogares.

2. Por su razonabilidad, por la identidad de intereses y simpat�as que deben existir en un mismo hogar.

3. La consideraci�n de esa ley de mayordom�a que, tanto en lo espiritual como en lo temporal, hace de cada hombre guardi�n de su hermano, instructor de su hermano, consejero de su hermano, sacerdote y amigo. No es necesario que se nos diga qu� pensar�a ese amo que se negar�a a arrebatar a un sirviente de las llamas, o qu� pensar�a ese padre que de sus hijos retendr�a su comida diaria; sin embargo, �en qu� debe ser considerado de otra manera, el que deber�a contemplar a sus siervos d�a tras d�a como tizones sin deshonra en la quema, o que deber�a alimentar a sus hijos s�lo con "la carne que perece", cuando sus naturalezas inmortales estaban hambrientas de lo que " perdura para vida eterna? "

II. Algunas de las ventajas que resultan de una devota observancia de los deberes de la religi�n familiar.

1. El terreno bajo de los intereses mundanos y las comodidades mundanas como fomentadas por ello. Sabes que tu felicidad radica en gran parte en la fidelidad, la confiabilidad, el afecto y el amor de tus dom�sticos: �qu� m�s probable es que encienda tales cualidades dentro de ellos que ser testigo de tu atenci�n diaria y devota del hecho de que t� tambi�n "tienes un Maestro en el Cielo? ? "

2. Una vez m�s, el deber ser� de gran beneficio pr�ctico para ustedes. Cuando se haya levantado de sus rodillas, sentir� que se le impone una solemne necesidad de vivir, hablar y actuar de acuerdo con el esp�ritu de sus oraciones: aunque no sea por un motivo m�s digno que el respeto a su propia consistencia, el temperamento ser� menor. reprimida, la falta de caridad ser� reprimida, el orgullo derribar� su altivez y la ira extender� la mano amable y perdonadora.

3. Otro beneficio de un servicio familiar realizado con devoci�n es bueno para las almas de los dem�s; a las almas de los sirvientes que esperan en ti, de los parientes que permanecen contigo, del extra�o que, aunque sea por una noche, puede estar peregrinando dentro de tus puertas.

4. Una vez m�s, al mantener estas devotas solemnidades en su hogar, se asegura un recuerdo en las intercesiones privadas de sus miembros. Cuando todos recen contigo, todos rezar�n por ti: las paredes de cada c�mara oir�n mencionar tu nombre: la oraci�n velar� por el sue�o de tu ni�o: la oraci�n allanar� para ti el lecho de la languidez: �como los montes alrededor Jerusal�n �, la oraci�n rodear� tu camino diario: como �ngeles de la guarda, la oraci�n estar� alrededor de tu cama. ( D. Moore, MA )

Cu�n glorioso fue el Rey de Israel hoy .

La burla del sarcasmo y la r�plica de la piedad

David simplemente se hab�a despojado de su t�nica y actu� como el resto de la gente al jugar ante Dios. Ella lo acus� de inmodestia; esto, por supuesto, no era m�s que una s�tira lamentable, ya que �l hab�a actuado en todas las cosas sin culpa, aunque con humildad, como el resto de la gente. Su respuesta a ella fue con la habitual acidez. Rara vez parec�a perder los estribos por un momento, pero en este caso lo hizo a medias.

Su respuesta fue: "Fue ante el Se�or que me escogi� antes que tu padre, y antes que toda su casa". De manera significativa, y por as� decirlo inquietantemente, le record� su pedigr�. Y debido a que ella hab�a desairado a su esposo cuando �l hab�a actuado al servicio de Dios de acuerdo con los dictados de su coraz�n, el Se�or la golpe� con una maldici�n, la m�s grande maldici�n que una mujer oriental podr�a conocer, una maldici�n, adem�s, que borr� agot� la �ltima esperanza de su orgullo familiar: se qued� sin hijos hasta el d�a de su muerte.

I. El problema de David. Su problema era peculiar. Ven�a de un barrio donde menos deber�a haberlo esperado. �No ha sido para muchas mujeres cristianas que su esposo ha sido su mayor enemigo en la religi�n, y muchos cristianos han encontrado que la pareja de su propio pecho es el obst�culo m�s dif�cil en el camino al cielo? Las afecciones naturales est�n tan entretejidas con mil ligamentos que no se pueden romper f�cilmente; pero son delicadas como los nervios m�s finos y nunca pueden da�arse sin causar la sensaci�n m�s dolorosa.

II. Justificaci�n de David. �Qu� dijo David para atenuar lo que hab�a hecho? �l dijo: "Fue delante de Jehov�, que me escogi� antes que tu padre, y antes de toda su casa, y me nombr� pr�ncipe sobre el pueblo, sobre Israel; por tanto, jugar� delante de Jehov�". La justificaci�n de David de sus actos fue la elecci�n que Dios hizo de �l. Perm�tanme seleccionar una imagen de las memorias de uno en a�os pasados.

Predica en una iglesia en Glasgow; acaba de ser admitido en la iglesia, el ascenso se abre ante �l, puede ser convertido r�pidamente en obispo si quiere, pero no lo busca. Sin mitra ni beneficio, se dirige a Kennington-common y Moorfields, va a todos los tocones y setos del pa�s, de modo que es Decano Rural de todos los bienes comunes en todas partes, y Canon Residente en ninguna parte. Le arrojan huevos podridos; una vez descubre que su frente ha sido abierta en medio del serm�n, mientras �l ha estado abriendo el coraz�n de los hombres.

�Por qu� lo hace? Los hombres dicen que es un fan�tico. �Para qu� necesitaba Whitfield hacer esto? �Para qu� necesitaba John Wesley viajar por todo el pa�s? Ah� est� el reverendo Sr. Fulano de Tal, con sus catorce vidas, y nunca predica en absoluto; es un buen hombre. "Oh", dice el mundo, "y �l hace algo bueno, depende de ello". Ese es un dicho com�n, "�l hace algo bueno con eso". Y cuando muri�, lo hizo bien, porque silenci� la lengua de la calumnia, dejando nada m�s que una reputaci�n imperecedera detr�s.

Cuando el Sr. Wesley trabajaba abundantemente, dijeron: "Es un hombre rico"; y le cobr� impuestos muy altos por su plato. �l dijo: �Puede tomar mi plato a cualquier precio si lo desea, porque todo lo que tengo son dos cucharas de plata; Tengo uno en Londres y otro en York, y por la gracia de Dios, nunca tendr� m�s mientras haya gente pobre por aqu�. Pero la gente dijo: �Conf�a en ello, lo est�n haciendo bien; �Por qu� no pueden estar quietos como otras personas?

�Lo que otros hombres no pudieron hacer, o no quisieron hacer, lo hicieron; no pudieron descansar antes de hacerlo; pod�an bailar como David ante el arca, degradando el car�cter clerical; podr�an derribar la fina dignidad del p�rroco, para estar como un charlat�n ante los espect�culos de los campos de los p�ramos o en las escuelas de equitaci�n de los campos de los balnearios; podr�an bajar a las tablas del escenario para predicar el evangelio; no se avergonzaban de ser como David; pensaban que toda esta deshonra era honor, y toda esta verg�enza era gloria; y lo soportaron todo, porque su justificaci�n se encontraba en el hecho de que cre�an que Dios los hab�a elegido; y por lo tanto, eligieron sufrir por causa de Cristo, en lugar de reinar sin Cristo.

Y ahora, si crees que Dios te ha elegido y, sin embargo, no sientes que ha hecho grandes cosas por ti, o que tiene un fuerte reclamo sobre tu gratitud, entonces evita la cruz. Si nunca te han perdonado mucho, supera el montante y baja por el carril verde hacia la pradera Bye-path, si te es c�modo caminar, baja all�. Si no le debe mucho al Se�or Jesucristo, evite su servicio, suba al rinc�n cuando suene la trompeta y d�gale a Michal que lamenta mucho haberla disgustado.

Diga: �Nunca volver� a hacer lo mismo, conf�a en m�; Lamento que no le guste; Espero que ahora me perdones; pero como considero que la religi�n es algo que agrada a todos, as� como a m� mismo, nunca volver� a bailar ante el arca ". H�ganlo ahora si no tienen una obligaci�n muy grande para con el Padre de los esp�ritus y nunca han probado el amor distintivo de Dios por sus almas. Pero, oh, algunos de ustedes est�n listos para levantarse de sus asientos y decir: "�Bueno, yo no soy ese hombre!" y ciertamente, como su pastor, puedo mirar a algunos de ustedes a quienes se les ha perdonado mucho.

No hace mucho estabas hasta la garganta en estado de embriaguez; podr�as blasfemar contra Dios. Tal vez no hace mucho tiempo segu�as cometiendo deshonestidad y nunca entrabas en la casa de Dios. Algunos de ustedes eran fr�volos, alegres, descuidados, despreciadores de Dios, sin esperanza, sin Cristo, ajenos a la comunidad de Israel. Bueno, �y qu� te trajo aqu� ahora? Pues la gracia soberana lo ha hecho. La misericordia que has recibido es una completa justificaci�n para cualquier cosa que puedas hacer en el servicio de Dios, cualquier �xtasis que puedas sentir cuando lo adoras, y cualquier exceso de generosidad que puedas mostrar cuando est�s comprometido en avanzar hacia el reino de Dios. tu Se�or y Maestro.

III. No menos digna de nuestra atenci�n fue su resoluci�n. �Que dijo el? "Ser� a�n m�s vil que as�, y ser� vil ante mis propios ojos". Dec�dase, cuando se encuentre en alg�n tipo de persecuci�n, a enfrentarla con semblante pleno. Como la ortiga es el perseguidor; t�calo suavemente y te picar�, pero ag�rralo y no te duele. Af�rrate a los que se te oponen, no con una fuerte venganza, sino con el fuerte agarre de la decisi�n silenciosa, y habr�s ganado el d�a.

No ceda ning�n principio, no, ni la amplitud de un cabello de ese principio. Defiende cada grano solitario de verdad; lucha por ella como por tu vida. Piense en las nieves de los Alpes y recuerde a los valdenses y albigenses, sus grandes precursores. Piense de nuevo en los lolardos, los disc�pulos de Wickcliffe; Piense en sus hermanos en Alemania, quienes, no hace muchos siglos, no, sino hace un siglo, fueron cosidos en sacos, les cortaron las manos, sangraron y murieron: una gloriosa lista de m�rtires.

Todo tu pedigr�, desde el principio hasta el final, est� manchado de sangre. Desde los d�as de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos se ha hecho sufrir la violencia de los hombres; y a ti te ceder�? �Acaso estos tiempos apacibles, estos tiempos apacibles, te quitar�n tu valor pr�stino, te convertir�n en los hijos cobardes de padres heroicos? No, si no est�s llamado a sufrir los sufrimientos de un m�rtir, lleva el esp�ritu de un m�rtir. ( CH Spurgeon .)

Miedo a la emoci�n de la religi�n

Los servicios dominicales fueron muy concurridos y fueron usados ??por Dios para la conversi�n de algunos. Cada noche mostraba nuevos casos de bendici�n, y el �ltimo d�a se me pidi� que visitara al l�der de la clase b�blica, que se hab�a enfermado el lunes al entrar al sal�n y exclam�: "Este es un juicio sobre m�". "�Qu� quieres decir?" dije. �Bueno, la semana pasada or� en p�blico para que el Se�or mantuviera todo entusiasmo fuera de las reuniones, y �l respondi� manteni�ndome fuera de ellas por completo, y no he podido llevar a mis j�venes a ninguna de las reuniones. ellos.

"Es prudente distinguir entre la" religi�n de la emoci�n "y la" emoci�n de la religi�n ". Nunca debemos poner el sudor en lugar de la inspiraci�n, ni el trueno en lugar del rel�mpago. ( Newton Jones .)

Versículo 21

David dijo a Mical: Fue delante de Jehov�, que me escogi� a m� antes que a tu padre.

David bailando ante el arca debido a su elecci�n

�Qu� efecto tuvo esta doctrina, esta experiencia, esta convicci�n interior sobre David?

I. Hizo de Dios el pensamiento principal de David.

1. Este fue especialmente el caso de David en su devoci�n. David ese d�a ador� a Dios en esp�ritu y en verdad. El efecto de esta verdad sobre David fue tambi�n que , as� como el Se�or se hab�a convertido en la gran influencia de su vida y el gran objeto de su adoraci�n, tambi�n era para �l su Se�or supremo.

II. En segundo lugar, crear� en nosotros un desprecio adecuado por la opini�n humana.

1. En su adoraci�n, David no permiti� que las opiniones de los hombres pesaran con �l. �l ador� "delante del Se�or", y all� lo dej�.

2. No busca el honor de la mayor�a. David no busc� la honra que proviene de los hombres.

3. David ni siquiera consult� el juicio de unos pocos.

4. Amados, las doctrinas de la gracia ponen la idea misma de honrar al hombre fuera de la corte con nosotros.

III. Luego, en tercer lugar, un sentido de elecci�n provoca una baja opini�n de uno mismo. David dijo: "A�n ser� m�s vil que esto, y ser� vil ante mis propios ojos". David se humillar�a cada vez m�s ante el Se�or. Un sentido de elegir el amor te volver� vil ante tus propios ojos. Te dir� por qu�.

1. Primero, nunca entender�s por qu� el Se�or te ha elegido. A menudo cantar�s:

��Qu� hab�a en m� que mereciera estima,

�O deleitar al Creador?
'Fue as�, Padre, siempre debo cantar,

'Porque te pareci� bueno' �.

2. Me atrevo a decir que David, en unos pocos pensamientos r�pidos, revis� su antiguo patrimonio.

3. Entonces el rey record� los peligros y problemas que hab�a experimentado.

4. La alta posici�n de David debe haberlo hecho sentir humilde cuando sab�a a qui�n se lo deb�a todo. Mientras tanto, David ten�a un profundo sentido de su indignidad personal. No conoc�a plenamente su propio coraz�n; ning�n hombre lo conoce. Pero sab�a lo suficiente de s� mismo como para hacerlo vil ante sus propios ojos; porque nunca pudo creerse digno de la elecci�n de Dios, y todo lo que implicaba. Nuestro coraz�n adora y se maravilla al pensar en la elecci�n de Dios. A medida que aumentamos en la seguridad de la elecci�n Divina, nos hundimos en nuestra valoraci�n de nosotros mismos.

IV. Un sentido de elecci�n divina fomenta un sentimiento de santa hermandad. Es maravilloso cu�n democr�ticas son las doctrinas de la gracia y cu�n aristocr�ticas son tambi�n. Los elegidos son todos reyes, y cuando nos mezclamos con los m�s pobres de ellos, somos reyes con reyes. La gracia libre despoja a los orgullosos, pero adorna a los humildes. David honr� al m�s humilde de los escogidos del Se�or; porque cuando Michal habl� de lo que dir�an las siervas de sus siervos, respondi�: "De las siervas de las que has hablado, de ellas ser� honrado". Ser estimado por ellos era un placer para �l.

V. El sentido de ser elegido por Dios despierta el deseo de servir a Dios.

1. Dicho servicio ser� personal.

2. Este servicio personal ser� alegre.

3. Este servicio estar� relacionado con el gran sacrificio.

4. Este servicio debe ser considerado.

5. Este servicio debe ser obediente.

6. Este servicio debe ser pr�ctico.

7. Este servicio debe ser visto en casa.

Si eres elegido por Dios, como David, bendecir�s a tu casa. Anhelar� ver a sus hijos e hijas llevados ante Dios.

VI. Un sentido de elecci�n divina excitar� un entusiasmo sagrado.

1. David ten�a un deleite interior en Dios. Dios fue su mayor gozo.

2. En el caso de David, su paz interior se llen� de santa excitaci�n. Ante el arca cantaba, tocaba el arpa, adoraba, y por fin deb�a demostrarlo con el movimiento alegre de su cuerpo.

3. David se sinti� tan exultante que deseaba que todos supieran de su gozo en Dios. Le dijo a toda la multitud que lo rodeaba su deleite en Dios; y ese d�a cant�: "Declaren su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos". ( CH Spurgeon .)

Alabanza irreprimible

Una vez, unos ladrones sitiaron un monasterio para robarle sus tesoros. Los monjes llevaron el �rgano dorado a un r�o cercano y lo hundieron en el agua para protegerlo de las manos de los ladrones. En ciertos per�odos, seg�n cuenta la leyenda, el �rgano se elevaba del r�o y emit�a una m�sica tan deslumbrante como nunca hab�a sido escuchada por o�dos mortales en ning�n otro lugar. Tal instrumento es un coraz�n verdaderamente agradecido, uno en el que est� el gozo del Se�or.

Las inundaciones pueden atravesarlo, pero siempre sale de ellas y canta sus canciones m�s dulces. Nada puede frenar sus elogios. Canta en la noche m�s oscura, su m�sica se extiende hacia la penumbra para animar al cansado peregrino. Un coraz�n agradecido siempre encuentra algo bueno, incluso cuando todas las cosas parecen malas.

Cu�ndo gritar "Gloria"

Billy Bray, el predicador de Cornualles, era un visitante constante entre los enfermos y moribundos. En una ocasi�n estaba sentado al lado de un hermano cristiano que siempre hab�a sido muy reticente y tem�a confesar gozosamente su fe en Cristo. Ahora, sin embargo, estaba lleno de alegr�a. Volvi�ndose hacia Billy, cuyo rostro radiante y palabras soleadas hab�an hecho tanto para producir esta alegr�a, dijo: �Oh, Sr. Bray, estoy tan feliz que, si tuviera el poder, gritar�a '�Gloria!' �Hae, amigo �dijo Billy�, qu� l�stima que no gritaras ��Gloria!�. cuando tuviste el poder! "

Razonabilidad del celo religioso

En el Museo de Historia Natural de Central Park, Nueva York, se puede ver una valiosa mariposa. Se estima que el insecto le cost� a su antiguo due�o, un m�dico de Pensilvania, al menos � 2,000. La mariposa s�lo se encuentra en cierta parte de �frica occidental, y el caballero prepar� una expedici�n y la mantuvo durante m�s de dos a�os, para que el raro insecto pudiera agregarse a su colecci�n entomol�gica.

Si tal celo lo demuestra alguien que desea atrapar una mariposa, �es de extra�ar que los cristianos a veces muestren un entusiasmo inusual? �No deber�an, m�s bien, hacerlo de manera m�s amplia y frecuente, cuando est�n en juego la gloria de Dios y la salvaci�n de las almas que nunca mueren?

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "2 Samuel 6". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/2-samuel-6.html. 1905-1909. Nueva York.