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Bible Commentaries
3 Juan 1

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículo 1

El mayor al amado Gayo.

Algunos miembros de la Iglesia del primer siglo

Se ha dicho que en el drama de la vida cambia el escenario y cambian las cortinas, pero la trama es la misma y los personajes son los mismos. Esto es cierto; y por eso la historia m�s antigua es en esencia la historia de hoy. Gayo, Di�trefes y Demetrio son nombres antiguos, pero personajes modernos; hombres muertos, pero esp�ritus vivos.

I. Gayo, o el cristiano con armadura completa. De su posici�n en la Iglesia, de su historia personal, no sabemos nada. La luz cae sobre �l solo por un momento; pero en ese momento podemos ver claramente que era un cristiano sim�trico y de �rbita completa.

1. Su alma prosper�, es decir, su vida interior de oraci�n y comuni�n con el Padre iba tan bien, el hombre estaba haciendo un progreso tan manifiesto en la vida espiritual, que San Juan no pod�a formularle ning�n deseo m�s alto que para prosperar en todas las cosas y gozar de salud, como prosperaba su alma.

2. Pero su espiritualidad no se evapor� en sentimiento. No hab�a nada fl�cido o d�bil en el hombre. �l era fuerte en el Se�or. "Me regocij� mucho cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad". No sabemos todo lo que hay debajo de esta frase. Evidentemente, la verdad hab�a sido atacada y Cayo se hab�a levantado en defensa.

3. Y mientras oraba y hablaba, as� viv�a: �as� como andas en la verdad�. Los verdaderos defensores de la fe, los invencibles campeones de la verdad, son todas las almas que practican la verdad. La santidad es un argumento incontestable.

4. Era un cristiano activo (vers�culos 5-7). Aqu� podemos echar un vistazo a la actividad evangelizadora de la Iglesia primitiva. Error estaba ocupado. Muchos enga�adores hab�an salido al mundo. Pero la verdad tambi�n estaba ocupada. Ella hab�a salido al campo. Los hombres cristianos hab�an "salido" "por causa del Nombre". Gaius probablemente no podr�a "salir", pero podr�a ayudar a los que lo hicieron. �l podr�a darles un hogar, asegurarles una audiencia favorable y enviarlos en su camino regocijados.

Y lo hizo, a fondo. Hizo esto, como hizo todo lo dem�s, como para el Se�or. Gains hizo esto, y as� se convirti� en "un colaborador con la verdad". La gente suele hablar de �los trabajadores� en la Iglesia como si fueran una clase peque�a y f�cilmente definida. �Pero qui�nes son los trabajadores? �Los que predican, ense�an, visitan, cantan y organizan? S�; pero no solo estos. Aquellos que solo pueden dar peque�os obsequios de su pobreza, aquellos que rezan por nosotros en secreto, que sonr�en por nuestros esfuerzos, que nos desean lo mejor, que nos aman, �he aqu�, estos tambi�n son trabajadores, colaboradores de la verdad! �Gracias a Dios por la gente tranquila, la gente amable y la gente esperanzada! �Qu� podr�an hacer los �trabajadores� sin los compa�eros de trabajo?

II. Di�trefes representa el oficialismo por completo. Lamento decir que hay pocas dudas de que era el ministro de la Iglesia de la que Gayo era miembro, un ministro de nombre, de hecho, un tirano, un calumniador, un mal hombre.

1. "Le encanta tener la preeminencia entre ellos". No lo llam� por ese nombre. Lo llam� "principio" o "conciencia" o "alto sentido del deber", porque si quieres encontrar las peores cosas, no debes buscarlas bajo las palabras "crimen", "despotismo" o "pecado". , "Pero bajo" conciencia "," deber "," patriotismo "y" principio ". Pero a pesar de las bellas palabras, la esencia del car�cter de este hombre era el amor al poder y el lugar de honor.

2. �Si vengo�, dice el ap�stol, �me acordar� de las obras que hace, parloteando contra nosotros con malas palabras�. S�, "si vengo", Di�trefes encontrar� que Juan no fue llamado hijo del trueno en vano. No deber�a dejarse en manos de San Juan el llevar a Di�trefes al libro. La Iglesia deber�a haber hecho esto. La Iglesia fue en parte culpable de este tirano. �S� que mam� me lo dar� si grito�, dijo un ni�o.

Ay, ay, esa es la pol�tica de la mayor�a de los agitadores. �Creo en los gritos� es el �nico art�culo del credo de Di�trefes en todas las �pocas. Madres d�biles, naciones d�biles, Iglesias d�biles por igual se rinden al grito. Le debemos a Di�trefes decirle la verdad. Venga o no San Juan, hay que condenar la calumnia y oponerse a la tiran�a.

3. Pero el verdadero peligro para la Iglesia no resid�a en la acci�n desp�tica de este hombre, sino en la naturaleza contagiosa de su tiran�a. Hay un poco de Di�trefes en todos los hombres: a todos les encanta liderar; y exist�a el peligro de que esto fuera de Di�trefes se agitara y llamara a los Di�trefes de dentro de otros miembros; no fuera que, oponi�ndose a �l, todav�a lo imitaran. Por lo tanto, San Juan implora incluso a Gayo: "Amado, no imites lo malo, sino lo bueno".

4. "El que hace el bien es de Dios; el que hace el mal, no ha visto a Dios". Deja que quien sea malo, seas t� bueno. Aunque los mismos �ngeles caigan, te mantienes de pie. "Por Al�", dijo Mahoma, cuando fue tentado, "si pusieran el sol a mi mano derecha y la luna a mi izquierda para persuadirme, sin embargo, mientras Dios me diga, seguir� adelante". �S�! no hagas caso al sol ni a la luna. Escuche a Dios. Aunque incluso Di�trefes se vuelva tirano, deja que Gayo siga siendo Gayo. "Un solo hombre con Dios es la mayor�a".

III. Demetrius representa al cristiano inspirador. Era un hombre cuya vida era tal que John sinti� que solo ten�a que nombrarlo para inspirar valor a Gayo. S�, todos conocemos nombres que para nosotros est�n cargados de inspiraci�n. Verlos o escucharlos nos hace m�s fuertes, m�s valientes, mejores. No necesitamos ser ricos, ni famosos, ni eruditos para inspirar a los hombres, solo para ser buenos, honestos, amorosos y puros. Tambi�n nosotros, por la fe en Cristo y por la gracia de Dios, podemos vivir de tal manera que incluso nuestros nombres sean para algunas almas palabras de inspiraci�n y medios de gracia. ( JM Gibbon. )

La tranquilidad de la verdadera religi�n

I. Veamos si, sin traspasar los l�mites de la probabilidad hist�rica, podemos llenar este bosquejo desnudo con alg�n matiz de circunstancia.

1. Tres personas de nombre Gayo o Cayo aparecen en el Nuevo Testamento ( Hechos 19:29 ; Hechos 20:4 ; Romanos 16:23 ; 1 Corintios 1:14 ).

2. Demetrio es, por supuesto, un nombre que huele a la adoraci�n de Dem�ter, la Madre Tierra, y de los alrededores de �feso. Ning�n lector del Nuevo Testamento necesita que se le recuerde el mot�n en �feso, que se cuenta con tanta extensi�n en Hechos 19:1 . La conjetura de que el agitador del turbulento gremio de herreros de plata que hizo santuarios de plata de Diana puede haberse convertido en el Demetrio, el objeto de St.

El elogio de John no es de ninguna manera improbable. Las mismas palabras de Demetrio sobre Pablo evidencian ese sentido inc�modo de los poderes de fascinaci�n que posee el ap�stol, que a menudo es el primer testigo t�mido de una convicci�n reacia.

II. Ahora podemos anunciar el contenido y el estilo general de esta carta.

1. En cuanto a su contenido.

(1) Nos proporciona una prueba valiosa de la vida cristiana, en lo que puede llamarse el instinto cristiano de afecto misionero, que Cayo posee en tal medida.

(2) La Iglesia est� acosada por diferentes peligros provenientes de lugares muy diferentes. As� como la segunda ep�stola advierte a la Iglesia del peligro de la ambici�n especulativa, la tercera ep�stola marca un peligro de la ambici�n personal, arrog�ndose una autoridad indebida dentro de la Iglesia.

(3) Esta breve Ep�stola contiene uno de esos aparentemente simples t�picos espirituales, que hacen de San Juan el m�s poderoso y comprensivo de todos los maestros espirituales. Hab�a sugerido una advertencia a Cayo, que sirve de enlace para conectar el ejemplo de Di�trefes que ha denunciado con el de Demetrio que est� a punto de elogiar. "�Amado!" grita: "No imites lo malo, sino lo bueno". Una peque�a y gloriosa "Imitaci�n de Cristo", una compresi�n de su propio Evangelio, el registro del Gran Ejemplo en tres palabras.

2. El estilo de la Ep�stola es ciertamente el de un anciano. Est� reservado en lenguaje y doctrina. El lenguaje religioso debe ser profundo y real, en lugar de demostrativo. No es seguro jugar con nombres sagrados. Pronunciarlos al azar con el prop�sito de ser efectivos e impresionantes es tomarlos en vano. �Qu� riqueza de amor reverencial hay en eso - "por causa del Nombre!" Esta carta no dice nada de rapto, o profec�a, de milagro.

Se encuentra en la atm�sfera de la Iglesia, tal como la encontramos incluso ahora. Tiene una palabra para amistad. Busca individualizar su bendici�n. Un silencio de la noche descansa sobre la nota. �Ojal� que una velada as� se acerque a nuestra vejez! ( Mons. Wm. Alexander. )

Car�cter cristiano

I. El cristiano ideal.

1. Un coraz�n renovado.

2. Un comportamiento amoroso.

II. La mayor afinidad. El car�cter cristiano atrae hacia s� mismo:

1. Nuestra estima.

2. Nuestra amabilidad.

3. Nuestra confraternidad. ( El p�lpito semanal ) .

El cristiano ideal

Este no es un saludo en el sentido del saludo cristiano habitual al comienzo de las ep�stolas de Pablo y Pedro, sino un simple discurso, para se�alar a la persona a quien estaba destinada la ep�stola.

I. La verdadera caracter�stica de un creyente en Jesucristo: "Amado". Este t�rmino se aplica tanto al Hijo de Dios como a los santos, y los ap�stoles lo usan con frecuencia. Es un t�rmino cari�oso e implica una relaci�n y una afinidad del m�s alto nivel.

1. Amado. Uno con un coraz�n renovado, uno de ternura y simpat�a en lugar de dureza, malestar y crueldad.

2. Amar. El amor de Dios en su coraz�n no era un estanque estancado, sino un riachuelo. Considere la vida cristiana en su car�cter compuesto, y se ver� que el amor lo impregna todo. En cuanto a los recursos internos del pensamiento y el deseo, hay en ellos una dulzura que revela el pozo del amor en el coraz�n. En la vida de Gayo, San Juan vio el reflejo del mayor amor que dio su vida por sus amigos.

3. Adorable. Es casi innecesario afirmar que el objeto del amor de Dios ser� atractivo para todas las mentes puras.

II. La afinidad rec�proca: "A quien amo en verdad". El recuerdo del amado Gayo despierta el amor del amado Juan.

1. A quien amo por el poder de la verdad. El evangelio revela en nosotros la fuerza del amor y en nuestros hermanos cristianos el objeto digno de esa fuerza. El car�cter cristiano atrae hacia s� nuestra estima.

2. A quien amo por amor a la verdad. Ning�n efecto tiene mayor influencia en el coraz�n cristiano que la influencia salvadora del evangelio. No se pudo encontrar un espect�culo m�s efectivo para ganarse el afecto de un ap�stol.

3. A quien amo para promover la verdad. D�gale al obrero cristiano que lo honra y lo ama por causa de su trabajo, y fortalecer� sus manos y alegrar� su coraz�n. ( T. Davies, MA )

Versículo 2

Amado, deseo sobre todas las cosas que seas prosperado y tengas salud, as� como prospera tu alma.

"Cayo el amado"

I. Privaci�n. Cayo fue privado de salud f�sica. La oraci�n de Juan por �l implica que su aflicci�n era severa, que no era una simple dolencia pasajera. Porque la presente aflicci�n no es "gozosa", sino "grave"; y los nervios sensibles de los piadosos sienten el dolor tan intensamente como los m�s abandonados de la humanidad. Y hay un elemento en la aflicci�n que aflige al buen hombre y del que los imp�os no saben nada.

El hecho de que el estado de su salud corporal le impida llevar a cabo determinados fines en beneficio de sus semejantes es una prueba severa y dolorosa para �l. Los afligidos no pueden reunirse con sus hermanos en sus reuniones p�blicas. Esta es una gran p�rdida para ellos. No importa cu�n ansioso haya estado Gayo por ayudar en el trabajo del mundo, lo m�s probable es que el estado de su salud le impidiera hacerlo.

Y, sin embargo, hab�a una cosa muy importante que pod�a hacer: pod�a soportar la aflicci�n con paciencia. Eso no es poca cosa. Sufrir aflicci�n, mostrando un ejemplo de sumisi�n, de mansedumbre y dulzura de temperamento, es uno de los servicios m�s elevados y nobles que Dios ha dado a sus hijos m�s verdaderos.

II. Compensaci�n. Aunque su cuerpo estaba afligido, su alma estaba sana y prosperaba. Su alma se fortaleci� y floreci� en la verdad. Hombres as� son bendiciones invaluables para su �poca; son los pilares sobre los que descansa el tejido moral de su tiempo. Su integridad, su honestidad transparente, sus motivos puros y su fidelidad en todo lo que intentan hacer, es lo que hace que el mundo sea lo que es: un lugar en el que vale la pena vivir.

Un alma que tiene algo de verdad tiene los g�rmenes de la salud espiritual; un alma que est� llena de verdad es vigorosa y crecer� r�pidamente. �Conocer�is la verdad, y la verdad os har� libres�, libres de todo lo que obstaculiza el desarrollo de la vida del esp�ritu. Gayo estaba tan completamente pose�do de la verdad, que camin� en ella; fue el poderoso principio que gui� toda su conducta en su relaci�n con los hombres y Dios.

No se desviar�a el m�s m�nimo grado a la derecha oa la izquierda de sus dictados. No se debe permitir que la embarcaci�n que llegue al �puerto deseado� se salga de las l�neas de la br�jula. Gayo "camin� en la verdad", como el �nico camino que conduce a la casa en lo alto. La verdad tal como est� en Jes�s salva el alma. Adem�s, Gayo pose�a caridad. �Hermanos y extra�os ..., testifiquen de su caridad ante la Iglesia.

En su caso, el amor no era un sentimiento d�bil, una mera efervescencia, sino una pasi�n fuerte y racional del alma. No se content� con amar "de palabra o de lengua" solamente, mostr� su amor con obras de bondad. No era un peque�o fragmento de la naturaleza humana, como una isla diminuta en medio del oc�ano aislada del resto de la tierra; sino una parte noble de la gran totalidad de la humanidad y un miembro modelo de la Iglesia universal del Dios viviente.

III. Compasi�n. Juan sent�a mucho por Cayo en su aflicci�n. La genuina simpat�a fraternal, que es la expresi�n de un coraz�n c�lido y sincero, es como ricas y copiosas lluvias que caen sobre la tierra quemada y agrietada, y parecen apresurarse a correr por las muchas grietas para ablandar las partes divididas y traer juntos de nuevo para que la tierra de muchas piezas pudiera ser sanada. Observe, la simpat�a de Juan en este caso tom� la forma de una oraci�n; or� para que Gayo pudiera prosperar y gozar de salud, incluso mientras su alma prosperaba.

La medida de salud f�sica que deseaba para �l era la medida de salud espiritual de la que disfrutaba entonces. Si esta fuera la regla para la oraci�n, �cu�n pobre, fr�gil y enfermiza ser�a la salud de la gran mayor�a de la humanidad! ��Cu�l es el valor de esta finca?�, Dijo un caballero a otro con quien viajaba, mientras pasaban por una hermosa mansi�n y por campos ricos. �No s� en qu� se valora; S� lo que le cost� a su difunto poseedor.

" "�Cu�nto?" "Su alma." Una pausa solemne sigui� a esta breve respuesta. El difunto poseedor mencionado era el hijo de un hombre piadoso que manten�a a su familia con el trabajo de sus manos. El hijo obtuvo pronto un puesto subordinado en un establecimiento mercantil de esta ciudad. Entonces era profesor de religi�n. Continu� manteniendo una profesi�n respetable hasta que se convirti� en socio de la empresa.

Luego prest� mayor atenci�n a los negocios y menos a la religi�n. Justo antes de morir, dijo: "Mi prosperidad ha sido mi ruina". Muchos pueden preguntarse por qu� se mantienen tan pobres aqu�; no parecen saber que la riqueza espiritual es esencial para el manejo sabio y seguro de las riquezas materiales. ( D. Rhys Jenkins. )

Oraci�n de San Juan por Gayo

I. La prosperidad del alma es la prosperidad principal y m�s valiosa. El pecado es la enfermedad del alma; y cuando su poder es subyugado y los principios y h�bitos de santidad implantados y apreciados por el M�dico Divino y todopoderoso, entonces la salud del alma se restaura y se vuelve pr�spera. En cierta medida es saludable y pr�spero cuando est� lleno de conocimientos �tiles; cuando es capaz de discernir aquellas cosas que difieren; y tiene una clara comprensi�n de la voluntad divina y de los diversos motivos por los que se impone la obediencia a ella.

But knowledge is only the foundation of religion. Health of soul chiefly consists in piety and righteousness; in an ardent love to God, a high delight in the exercises of devotion; in a sincere faith in Jesus Christ, and a regular and circumspect conversation, founded upon the principles, and conducted by the rules, of His gospel.

II. Una persona puede tener un alma pr�spera y, sin embargo, desear la prosperidad externa. Sus almas est�n enfermas; y los tabern�culos en los que habitan no parecen ajustarse a la dignidad y el valor de los habitantes. A veces, esto se debe a los trastornos que les transmiten sus padres. Con frecuencia se debe a la indulgencia mal juzgada de sus padres. �Muchos� (como observa el Sr. Baxter, quien fue un ejemplo de ello) �luchan todos los d�as con el dolor y la enfermedad, a trav�s de la locura de sus madres; que los cr�an con delicadeza, y no les niegan nada de lo que les gusta y anhelan, por nocivo que sea para su salud.

�A veces se les hace� poseer las iniquidades de su juventud �; particularmente la impureza, la intemperancia, la holgazaner�a o las pasiones incontroladas. En muchos casos, la mano inmediata de Dios debe reconocerse en las debilidades y languideces de nuestro cuerpo. Ejerce a sus siervos con esta dolorosa disciplina, para mejorar sus corazones, para avivar su diligencia y excitar su simpat�a y preocupaci�n por el bien de los dem�s.

III. Podemos desear y orar muy apropiadamente para que nuestros amigos disfruten de prosperidad temporal, especialmente de salud. Gran parte de la comodidad de la vida depende de la salud. Donde se disfruta de eso, podemos realizar los servicios activos que demandan nuestras diversas relaciones y conexiones, y podemos disfrutar de las bondades de la providencia con deleite y placer. Si un instrumento est� desafinado, la mano m�s h�bil no puede producir armon�a.

Si el cuerpo est� trastornado por el dolor y la enfermedad, el alma no puede actuar con facilidad, libertad y alegr�a. Se necesita mucha fuerza y ??prosperidad de alma para comportarse bien, en medio de d�as y noches fatigosos y meses de vanidad. Por lo tanto, es razonable y apropiado que oremos a ese Dios que levant� este curioso marco y tiene toda la naturaleza bajo Su control, para que podamos prosperar y estar en salud. Y si esperamos su interposici�n, debemos cuidarnos de evitar todo lo que pueda da�ar la salud y tomar los m�todos adecuados para restaurarla y confirmarla, cuando est� deteriorada.

IV. Es feliz para nuestros amigos cuando podemos desear que sean tan pr�speros y saludables como buenos. Solicitud:

1. A los que no tienen prosperidad, ni temporal ni espiritual.

2. A los que tienen prosperidad temporal, pero no espiritual.

3. A aquellos cuyas almas prosperan, pero quieren prosperidad temporal; que, como Gayo, tienen constituciones enfermizas, pero almas sanas. El ejemplo en el texto muestra cu�n irrazonable es concluir que sus almas no prosperan, porque el hombre exterior no lo hace. ( J. Orton, DD )

Prosperidad del alma

I. El car�cter de Gayo.

1. La morada de la verdad de Dios. Camin� en la verdad, fue un colaborador de la verdad, fue amado por la verdad. Al morar en la verdad de Dios, los principios vivientes se implantan en el alma. Son una fuente de manantial, de donde brota el amor, la benevolencia, el bien activo, y el fin es la vida y la gloria eternas.

2. La manifestaci�n externa de su piedad. La verdad molde� y dio forma a su vida exterior. Sus acciones diarias llevaban su santa impresi�n. Su credo no era una cosa y su caminar otra. Como ciudadano del mundo y como miembro de la Iglesia de Cristo, toda su conducta estuvo influenciada por lo que cre�a y profesaba.

3. La fidelidad que lo caracteriz�. Actu� como un buen administrador de la generosidad de Dios.

4. El amor fraternal que mostr�. De esto dieron testimonio sus hermanos en la Iglesia y los extranjeros que visitaban el lugar.

II. Su prosperidad espiritual.

1. Preeminente prosperidad del alma. Esta no es de ninguna manera una condici�n com�n entre el pueblo de Dios: ser m�s pr�spero en los intereses espirituales que en otros intereses.

2. La encarnaci�n viviente de la verdad. La verdad que habita en nosotros surgi� en una acci�n incorporada. Si estamos arraigados y cimentados en la verdad doctrinal por el Esp�ritu Santo, daremos una manifestaci�n viva de eso en nuestra piedad pr�ctica.

3. Soledad devocional combinada con acci�n en�rgica. El cristiano pr�spero vive mucho solo con Dios. Pero tambi�n tiene mucho que ver con la sociedad. Su campo de trabajo es el mundo.

4. Grandeza de coraz�n. Con muchos el yo es el primero y el �ltimo, todo y en todos. La prosperidad espiritual para ellos es algo desconocido.

5. Profunda humildad de alma. Bien se ha dicho que un profesor altivo y autosuficiente es un personaje dudoso; y que las mentes elevadas son como colinas altas, devastadas y est�riles. Podemos decir, entonces, que las mentes humildes son como valles fruct�feros y bien regados.

III. La relaci�n de este tema con nuestras circunstancias.

1. La gran necesidad de la Iglesia de Cristo es la prosperidad del alma.

2. La solicitud individual es necesaria para satisfacer ese deseo.

3. El manantial vital de la prosperidad espiritual se encuentra en la presencia y las poderosas operaciones del Esp�ritu Santo ( Isa�as 44:3 ; Ezequiel 36:25 ; Ezequiel 37:14 ). ( P. Morrison. )

Prosperidad y piedad

Hemos registrado aqu� una de las oraciones m�s notables de las que tenemos alguna informaci�n; porque la palabra traducida como "yo deseo", no s�lo expresa el hecho de que la cosa es deseada, y que la persona que as� lo desea tendr�a placer en obtenerla, sino que conlleva la idea adicional de desearla de tal manera que se convierta en una cuesti�n de petici�n seria y formal. Al considerar la oraci�n:

I. La persona que ofrece esta oraci�n es el ap�stol Juan. Sabemos por todos sus escritos que era eminentemente cari�oso. Si bien su coraz�n abundaba en afecto, segu�a siendo muy exigente en sus puntos de vista. Probablemente no hay ninguna parte del Nuevo Testamento que contenga pruebas del car�cter cristiano m�s severas que las que se encuentran en las tres breves ep�stolas de Juan. Son muy espirituales y entran en gran medida en las obras internas de la gracia de Dios sobre el coraz�n. Manifest� a lo largo de su larga y agitada vida la mayor solicitud por los convertidos bajo su ministerio.

II. La persona por quien se ofreci� la oraci�n - �es por el muy amado Gayo.

1. Primero, su car�cter. Es muy excelente y le hizo ser muy querido por todos los amantes de los hombres buenos. Sin embargo, dos ingredientes se nombran particularmente para formar su personaje. �stos son su piedad y su benevolencia: Con esta uni�n de piedad hacia Dios y buena voluntad hacia los hombres prosperaba su alma. Se dice que una planta prospera y prospera cuando da fruto, un campo cuando abunda en granos preciosos, un cuerpo humano cuando est� sano, vigoroso y activo.

As�, el alma prospera cuando abunda en el amor de la verdad, en el amor de los que sostienen la verdad, y produce el fruto apacible de la justicia en abundancia, en gran medida y en la pr�ctica correspondiente.

2. Pero observe su condici�n. Del lenguaje del texto se deduce que era un hombre de salud d�bil. La palabra griega utilizada en particular fomenta esta idea. Si fue una debilidad permanente de constituci�n o un ataque ocasional de enfermedad, no podemos decir, aunque es obvio por la oraci�n del ap�stol, que �l podr�a estar sano, pero que en ese momento era un inv�lido. Por la oraci�n de que pudiera prosperar, hay razones para suponer que Gayo hab�a sufrido en su propiedad mundana, estaba algo reducido en circunstancias.

Algunos opinan que sufri� persecuci�n y que por la violencia de los malvados se le arrebat� su propiedad. Hay mucha plausibilidad en esta suposici�n. Otros, sin embargo, piensan que debido a su gran generosidad hacia los santos, en realidad se hab�a empobrecido. Esta opini�n se ve reforzada por el relato que tenemos en los Hechos de los Ap�stoles de la liberalidad de los primeros cristianos. De todos modos, la situaci�n de este Gayo era tal que exig�a la oraci�n del ap�stol Juan para que pudiera prosperar nuevamente.

III. La oraci�n ofrecida en nombre de Gayo. Es muy breve, pero muy completo. Es que en todas las cosas pueda prosperar y gozar de salud. As� vemos que es apropiado orar por bendiciones temporales. Adem�s de esto, se hace una promesa especial a los diligentes. Sin embargo, de todas las meras bendiciones temporales, la salud es la m�s valiosa; porque sin �l, no podemos trabajar para Dios ni gozar del bien con el que nos favorece.

Pero esta oraci�n, aunque se refiere a la prosperidad temporal, contiene una peculiaridad; es - que esta prosperidad y esta salud pueden ser proporcionales a la prosperidad del alma. �Oh! �Qu� exaltaci�n da esto a las cosas espirituales sobre todos los asuntos temporales! Aqu� est� la revelaci�n de la sabidur�a: que el estado espiritual del alma es la regla apropiada de la oraci�n y que es la justa norma del deseo de salud y prosperidad. �sta es una regla que opera de manera muy cr�tica, una regla que trata al m�ximo el esp�ritu de oraci�n, as� como la confianza de nuestro coraz�n en Dios.

1. Ahora, al repasar este tema, aprendemos en primer lugar, cu�n cuidadosos ser�an los hombres si esta regla de orar fuera su pr�ctica constante y honesta - si todos en el retiro del armario pusieran esta oraci�n - �Oh Se�or Dios, conc�deme hoy la salud del cuerpo igual a la salud de mi alma. Oh Se�or Dios, conc�deme prosperar en mi negocio, exactamente como prospera mi alma �.

2. En segundo lugar, �cu�n terrible es la p�rdida de la piedad para convertir la propiedad de un medio de gracia en una fuente de peligro y ruina! Si todos los cristianos vivieran en el esp�ritu de esta oraci�n, �c�mo prosperar�an todos los intereses de la religi�n! Una vez m�s, la verdadera piedad buscar� la prosperidad del alma por encima de todas las cosas.

3. Y ahora, finalmente, aprendemos que el da�o de las riquezas est� en el motivo por el cual las deseamos. Si por su propio bien los deseamos, con el prop�sito de acumular, entonces esto es adoraci�n a Mammon. Nuevamente, si los deseamos por el poder o por la gratificaci�n que nos brindan, entonces esto es mero ego�smo. Si, por el contrario, se trata de hacer el bien, esto induce a la benevolencia. ( W. Patten, DD )

Salud espiritual

I. Es una ley de vida que la salud es esencial para el disfrute perfecto.

II. La perfecta salud del alma es la mejor protecci�n contra la fuerza de la tentaci�n. Se reconoce cada vez m�s que las enfermedades corporales se deben no tanto a causas externas como a causas predisponentes. No surge tanto de la presencia de g�rmenes de enfermedades sin ellos, sino de la susceptibilidad del tejido que proporciona el suelo para su r�pido crecimiento. Cuando las semillas de la enfermedad ya est�n en el cuerpo, las causas externas pronto pueden provocar su desarrollo. �No es as� con la vida del alma? Cuando el pulso del alma es d�bil y el tono moral bajo, el hombre pronto sucumbe a la corrupci�n moral.

III. La perfecta salud del alma es esencial para el verdadero crecimiento espiritual. "Los enanos son mucho m�s comunes en la esfera espiritual que en la f�sica". Muchos cristianos permanecen en la etapa m�s temprana de la vida cristiana. Siempre est�n en la ni�ez religiosa.

IV. Los medios a emplear para el mantenimiento de la salud espiritual. Es una condici�n sine qua non que un cristiano sano respire aire puro. Cuando un buzo desciende al mar, se cuida mucho de que le suministren suficiente aire puro desde arriba. Nuestros deberes diarios pueden llevarnos a entornos muy poco agradables para la vida religiosa. Sin embargo, no tenemos derecho a involucrarnos en ninguna situaci�n ni a emprender ninguna actividad en la que la atm�sfera de oraci�n no pueda alcanzarnos.

Nadie espera nutrir y construir una estructura f�sica robusta con meros condimentos y dulces. El resultado pronto se har�a evidente en sangre empobrecida y pulso d�bil. S�, y los hombres no pueden alimentar su alma con peri�dicos diarios y novelas emocionantes. Un viejo escritor dice: �No puedes leer las Escrituras demasiado, y lo que lees no lo puedes leer muy bien, y lo que lees bien no lo puedes entender muy bien, y lo que entiendes bien no lo puedes ense�ar muy bien, y lo que ense�as bien, no lo puedes vivir demasiado bien.

Se pueden recibir alimentos en el sistema, pero el cuerpo no se nutre y fortalece a menos que sus diversas facultades se ejerciten adecuadamente. La mitad de las preocupaciones y aflicciones que afligen a muchos cristianos desaparecer�an si fueran m�s activos para su maestro, "trabajando con ambas manos con empe�o" por su causa. ( JG Grebas. )

Prosperidad espiritual y temporal

I. Una suposici�n hecha, que el alma de aqu�l con respecto a quien se expresa el deseo est� prosperando.

1. �l conoc�a la verdad y la conoc�a bien. Todo aquel que desee ser bendecido con la prosperidad del alma debe conocerla �ntimamente de la misma manera. �La verdad� es la gran revelaci�n del evangelio acerca del camino de salvaci�n por Cristo crucificado por los pecadores. Este es el gran oc�ano, del que todas las dem�s verdades no son m�s que corrientes tributarias, y de cuyo seno se originan todas las lluvias de bendiciones que caen sobre el desierto moral de la vida humana y lo refrescan. Si esta verdad fuera desconocida, �qu� misterios nos envolver�an! �Qu� preguntas incontestables surgir�an ante nosotros! �En qu� incertidumbre vivir�amos, en qu� miedo morir�amos!

2. Gayo crey� la verdad, y todo el que desee la prosperidad del alma debe creerla tambi�n. Aquellos que se contentan con un simple conocimiento especulativo de la verdad Divina, se parecen a aquellos que se sientan a un banquete, pero dejan la comida sin probar ante ellos. �Y qu� vano es hablar de la verdad, profesarla, defenderla, recomendarla, si todo el tiempo nunca recordamos que es nuestro deber creerla!

3. Gayo camin� en la verdad, es decir, vivi� de una manera consistente con los principios del evangelio; y todo aquel que desee alcanzar la prosperidad del alma debe hacerlo de la misma manera. Ahora, si creemos en esta verdad, no podemos dejar de caminar en ella y amar a Dios como nuestro mejor amigo, y sentiremos que �l tiene derecho a todo el servicio que podamos prestar; porque no somos nuestros, sino comprados por el gran precio de la sangre de su Hijo.

Una vez m�s, la verdad del evangelio nos dice que el pecado es una cosa sumamente abominable y peligrosa, y que la santidad es una cosa sumamente excelente y conveniente; y debemos caminar en esta verdad mostrando que realmente la creemos, evitando el pecado y practicando �todo lo que es justo, honesto, verdadero, hermoso y de buen nombre�. De la misma manera debemos caminar en la verdad mostrando nuestra fe en todos los aspectos de la revelaci�n, llev�ndola a nuestra pr�ctica.

4. Gayo amaba la verdad; y sin amor a la verdad es imposible obtener la prosperidad del alma. Si creemos en la verdad, no podemos dejar de amarla, porque es tan gloriosa en s� misma y tan adecuada para nosotros; y si caminamos en la verdad, debemos amarla cada vez m�s, a medida que vamos descubriendo al experimentar cada vez m�s nuevas bellezas y excelencias.

II. Observe el deseo en s�: "Deseo sobre todas las cosas que seas prosperado y tengas salud".

1. El ap�stol expresa aqu� un deseo por la prosperidad mundana de Gayo. La aflicci�n, entonces, no es una bendici�n en s� misma; ni la prosperidad del mundo es en s� misma un mal. Lo que el ap�stol habr�a llamado prosperidad, desde un punto de vista mundano, probablemente habr�a consistido en los dos siguientes detalles: primero, una cantidad tal de las cosas buenas de este mundo que nos preservar� de los cuidados opresivos de la pobreza en uno. mano, y los casi igualmente grandes, y m�s peligrosos, aunque menos desagradables, que siempre deben acompa�ar a la riqueza desmesurada.

El segundo elemento de prosperidad que desear�a el buen hombre ser�a probablemente un fluir tranquilo y f�cil de sus asuntos, sin grandes dificultades, grandes �xitos o grandes reveses. Y tal prosperidad es lo que podemos desear para nosotros y para nuestros amigos.

2. El ap�stol expresa un deseo por la salud corporal de su amigo. Esto es necesario para completar la idea de comodidad mundana; porque sin esto, todo lo que ese rango es capaz de dominar o la riqueza que adquirir se disfrutar� poco. Cuidar la salud del cuerpo es un deber; porque Dios no ha hecho una obra de arte tan fina como para ser destruida sin cuidado. El hombre es un ser compuesto, que consta de dos partes: alma y cuerpo; y si es un deber cuidar de uno, es igualmente un deber cuidar del otro, aunque ciertamente es un deber de una importancia muy inferior, y uno de cuya negligencia hay mucho menos riesgo de quejarse.

III. El l�mite adjunto: "Deseo sobre todas las cosas que seas prosperado y tengas salud, as� como prospera tu alma".

1. Cuando deseamos la prosperidad y la salud de nuestros amigos, el l�mite "seg�n prospere tu alma" es necesario para su propio bien. Si deseamos prosperidad mundana para un hombre malo, en general deseamos lo que endurecer� su coraz�n y desviar� su mente de Dios de manera m�s eficaz. Pero para alguien cuya alma est� realmente prosperando, la salud y la prosperidad son cosas buenas. Podemos estar seguros de que cualquier riqueza o influencia de un hombre verdaderamente bueno, cuya religi�n sea pr�spera, le permita hacer, lo prestar� todo a lo que, al hacer el bien a los dem�s, le har� bien a s� mismo.

2. Pero si la prosperidad del alma es necesaria para hacerla segura para el individuo mismo, es igualmente necesario hacer que su salud y prosperidad sean una bendici�n para los dem�s. ( W. Dickson. )

Prosperidad espiritual

Hay dos mundos en los que vive todo hombre, dos escenas de existencia distintas pero igualmente reales en las que pasamos los d�as y las horas de la vida. Al mundo exterior, con sus objetos e intereses materiales, ning�n hombre pertenece total o exclusivamente. No tienes m�s que cerrar el ojo o abstraer los pensamientos de las cosas externas, e instant�neamente pasas a otra regi�n :. te conviertes, por as� decirlo, en el habitante de un mundo interior, esa extra�a y misteriosa regi�n de pensamientos, sentimientos y deseos, de memoria, conciencia y voluntad, ese microcosmos, ese peque�o pero m�s real mundo dentro de cada pecho humano.

En correspondencia con estos dos mundos, el externo y el interno, se puede decir que hay dos vidas que todos llevamos: la vida externa de los sentidos, la vida interna oculta y la historia del alma. La vida material visible no es m�s que el andamio bajo el cual se levanta la vida eterna e invisible. Con respecto a cada uno de nosotros, ha habido, desde los albores de nuestra existencia, una historia tanto mental como material: una vida del alma, un curso de progreso o retroceso interno, una serie de cambios para bien o para mal en la vida. el car�cter de ese misterioso habitante debajo de cada pecho, m�s digno de ser narrado, tenso, si lo crey�ramos, con un inter�s m�s profundo, m�s trascendental que las fortunas y vicisitudes de nuestra carrera exterior.

En el pasaje que tenemos ante nosotros, el ap�stol, como percibir�n de un vistazo, hace referencia a los dos cursos de la experiencia humana de los que acabamos de hablar: el exterior y el interior. El texto es simplemente una expresi�n de deseo afectuoso por el bienestar de alguien que parece haber sido muy querido por el escritor. Es el saludo amistoso de un creyente a un hermano en Cristo. Y percibes que la forma particular que toma no es meramente un simple deseo por la felicidad del amigo, sino un deseo m�s espec�ficamente por su felicidad, su prosperidad, a la vez en la vida interna y externa.

I. De lo que en el lenguaje del mundo se denomina com�nmente prosperidad, quiz�s los dos elementos principales son la riqueza y el poder. Ahora bien, hay en la condici�n espiritual del hombre elementos an�logos a �stos, de los cuales puede decirse que consiste su prosperidad interior.

1. Hay, se necesitar� muy poca reflexi�n para percibir, una riqueza que puede ser predicada tanto de la vida interior como de la exterior. El dinero, la propiedad, los bienes mundanos, no son posesiones m�s reales que el pensamiento, el conocimiento, la sabidur�a. Tampoco son las comodidades y los lujos externos, las gratificaciones del sentido y el apetito que pueden obtener los primeros, m�s literalmente, lo que es propio del hombre, lo que le pertenece, lo que lo enriquece, que los afectos c�lidos, una imaginaci�n f�rtil, un recuerdo almacenado. con informaci�n y, sobre todo, con un coraz�n lleno de la gracia de Dios.

La fraseolog�a com�n de la vida reconoce este hecho, cuando hablamos, por ejemplo, de "una mente ricamente amueblada", una mente "rica en recursos intelectuales", "una rica veta de pensamiento", "un amplio arsenal de informaci�n", y similares. Tampoco se diga que este es simplemente el lenguaje de la met�fora. Tomemos a dos hombres, uno en circunstancias comparativamente estrechas, pero poseedor de grandes habilidades y logros mentales; el otro, rebosante de dinero, pero de alma estrecha e ignorante; no dudar�a en decir cu�l es realmente el m�s rico de los dos.

Y si esto es cierto del mero intelecto, si incluso el conocimiento secular constituye una riqueza m�s valiosa que cualquier posesi�n externa, seguramente no menos verdadero debe ser el mismo pensamiento cuando se aplica a la sabidur�a que hace sabia para la salvaci�n. �Seguramente ese hombre es en verdad el m�s rico, que lleva en su seno el tesoro de un alma en paz con Dios, y segura para toda la eternidad! Porque el dinero, la propiedad, toda posesi�n mundana, est� fuera del hombre.

No entra en el alma. Puede separarse de �l. No es m�s que un accidente, no una propiedad esencial de su ser. Pero el conocimiento, la fe, la mentalidad espiritual, el amor a Cristo, son una especie de riqueza que penetra y se transfunde a trav�s de la esencia misma del hombre. La suya tambi�n es la �nica riqueza invariable. Un alma, en la que est� impresa la imagen de Cristo, es algo precioso en todas partes y para siempre; no tiene, como la riqueza del hombre, un valor diferente en diferentes pa�ses y en diferentes �pocas; pasar� corriente por todas partes, est� libre del universo.

La suya, finalmente, es la �nica riqueza duradera. Llegar� el momento en que los m�s ricos deber�n abandonar para siempre su riqueza. Lo �nico que podr�s conservar es lo que has acumulado en el alma misma. Eso solo saldr� con el alma a la eternidad.

2. El otro elemento, com�nmente incluido en la idea de "prosperidad", es el poder. Se le estima universalmente como un hombre pr�spero en sus circunstancias externas que est� avanzando o ha pasado de una relativa humildad y oscuridad a una posici�n de eminencia e influencia en la sociedad. Ahora bien, con esto tambi�n hay un paralelo en la vida interior. Podemos ser poderosos tanto por dentro como por fuera. En el peque�o mundo dentro del pecho hay posiciones de rango, dominio, autoridad a las que podemos aspirar o de las que podemos caer.

Hay una real sujeci�n, degradaci�n, esclavitud de esp�ritu, a la que podemos ser reducidos; hay un poder real, libertad, emancipaci�n, al que podemos alcanzar. No es una mera met�fora, por ejemplo, cuando, en lenguaje com�n, decimos que el hombre derrochador es "esclavo de sus apetitos".

II. Las razones por las cuales esta prosperidad del alma debe ser considerada en nuestros deseos como el est�ndar o medida de la prosperidad externa.

1. �Puede alguien dudar de que la riqueza, el poder, la prosperidad no son bendiciones donde la gracia de Dios no ha llegado antes que ellos? �Que no es bueno ser feliz si primero no somos santos? �La vida exterior rica, alegre, feliz, y la ant�tesis moral oscura interior! Es bueno ser gay, donde la alegr�a es real. Pero no es bueno, no es apropiado, es, por as� decirlo, la cosa m�s triste bajo el cielo, ser alegre donde hay toda raz�n para estar triste.

Tambi�n es muy agradable contemplar el tono rojizo en la mejilla y el brillo brillante en el ojo de la salud. �Pero nunca has sentido que ning�n espect�culo es tan verdaderamente melanc�lico como el brillo antinatural de los ojos, o el brillo que a menudo se acumula en la mejilla de la tisis, m�s hermoso a medida que se acerca el final? Y, sin embargo, por tristes que sean estos contrastes, hay algo m�s verdaderamente lamentable, hay algo m�s terrible, porque una tristeza moral, en la vista que los esbirros de la prosperidad exterior, del bienestar y la felicidad mundanos, no pocas veces presentan a un observador reflexivo. ojo.

Mirando la vida de un hombre irreligioso, consciente de lo r�pido que la corriente del tiempo lo lleva hacia lo invisible, �no se impone en la mente una sensaci�n de algo horriblemente incongruente en toda esta alegr�a, como la alegr�a de los hombres en un hundimiento? barco, o salvajes gritos de risa de alguna tripulaci�n que se apresuraba hacia el borde del torrente.

2. La prosperidad exterior no es deseable por el bien de un hombre, si no va acompa�ada de la interior, debido a la mala influencia moral que tiene sobre su propio car�cter. Para un hombre irreligioso, nada es m�s despreciable que un flujo ininterrumpido de bien mundano. S�lo en la medida en que el roc�o de la gracia oculta de Dios descienda sobre el coraz�n, puede ser seguro para un hombre estar expuesto al sol ardiente de la prosperidad mundana; y si ese elemento secreto de fuerza y ??fertilidad no se suministra continuamente, el calor abrasador debe extinguir r�pidamente, en el suelo espiritual, toda cosa verde y hermosa.

3. No es s�lo por el propio bien del hombre, sino tambi�n por el bien de los dem�s, que debe prosperar exteriormente s�lo en la medida en que prospera su alma. Porque, obviamente, la riqueza, el poder, la influencia, todas las ventajas externas, son tantos medios para hacer el bien o el mal puestos en manos de un hombre; y si tales ventajas ser�n para beneficio o perjuicio de la humanidad, depende del car�cter interior de aquel a quien se conf�an.

La humanidad pierde cuando un ego�sta prospera; se benefician de la prosperidad de los generosos y de mente liberal. Estos �ltimos reciben las bendiciones de la providencia de Dios como el sol recibe la luz, para iluminar y alegrar al mundo, o como la planta sana las influencias de la naturaleza, para esparcirlas nuevamente en fertilidad y fragancia. Los primeros, por el contrario, como una excrecencia en el �rbol frutal absorbiendo la humedad que pudo haber ido a producir hojas y frutos, reciben cualquier bendici�n de la mano de Dios s�lo para retenerla o abusar de ella; o, como una mala hierba, atrae las geniales influencias del suelo y la atm�sfera de la vida s�lo para envenenar todo el aire que los rodea. ( J. Caird, DD )

El cumplido del A�o Nuevo cristiano

Esta es la expresi�n del Nuevo Testamento de una f�rmula a la que nos hemos acostumbrado desde nuestra juventud, y es igualmente ben�vola, conveniente y hermosa. Tal expresi�n es m�sica para el coraz�n de quien la escucha; y es la expresi�n de un inter�s noble y cristiano en quien la pronuncia.

1. Miremos, entonces, la benevolencia de este deseo. El cristianismo es un sistema de benevolencia, es m�s, no solo de benevolencia, o de buenos deseos, sino de buenas obras. Cada l�nea que est� escrita en el evangelio est� cargada de amor.

2. En segundo lugar, observe en este deseo del anciano Juan el hecho de que su deseo ben�volo va m�s all� del a�o que pasa; y le desea no solo la prosperidad del cuerpo, sino tambi�n la salud y la prosperidad del alma. Le desea no solo un feliz a�o nuevo, sino una feliz eternidad. �Deseo m�s que nada que seas prosperado y tengas salud, as� como prospera tu alma�. Y ese deseo que mira al hombre y lo considera como el sujeto simplemente de este mundo, es muy imperfecto. Es el menos digno de un cristiano.

3. Observe ahora en el siguiente lugar la amplitud de este deseo.

4. Pero note nuevamente el car�cter discriminatorio de este deseo. �Amado, deseo que seas prosperado y tengas salud, as� como prospera tu alma�. En otras palabras, si lo traduzco a una fraseolog�a com�n, es: Gayo, estoy ansioso por tu salud; Deseo que seas un hombre rico y un gran hombre, un hombre sano y un hombre feliz, pero deseo a�n m�s que tu alma est� en lo cierto en su relaci�n con Dios. Tal es el deseo de Juan expresado a Gayo; y nada puede ser m�s razonable que esto.

5. As� vemos en esta oraci�n de Juan, no solo benevolencia, sino amplitud y discriminaci�n; tambi�n vemos en �l intensidad. No es una simple expresi�n, un deseo con los labios, que no tiene contraparte en el coraz�n. En las Escrituras hay cortes�a, pero es cortes�a del cristianismo. Pero, �qu� es esta prosperidad del alma de la que se habla? Estoy seguro de que estar� de acuerdo conmigo cuando digo que debe estar precedido por un estado de aceptaci�n con Dios por medio de Jesucristo nuestro Se�or. No solo un cambio de estado, que es justificaci�n, sino un cambio de naturaleza, que es regeneraci�n.

Habiendo notado, entonces, estos dos como preliminares a la salud del alma, observemos cu�les son algunos de los signos y caracter�sticas de la salud real del alma.

1. Dir�a, en primer lugar, que un sentimiento creciente y cada vez m�s profundo de indignidad a los ojos de Dios es uno de los mejores y m�s inequ�vocos signos de un estado de gracia y salud del alma.

2. Otro signo es una comprensi�n m�s clara de la idoneidad y suficiencia de Cristo como nuestro Salvador.

3. Otro signo de la salud de esta alma es una mayor capacidad de ense�anza.

4. Otro signo de esta salud espiritual ser� un mayor deleite al escuchar el evangelio.

5. Otra evidencia de esta prosperidad del alma es menos esclavitud al mundo. As� como un cristiano crece en verdadera prosperidad espiritual, se preocupar� menos por lo que los hombres dicen de �l y m�s ansioso de que Dios piense bien de �l.

6. Otro signo de esta verdadera prosperidad y progreso espiritual es una mayor aquiescencia en la voluntad de Dios. El n�mero y la frecuencia de sus vacilaciones es evidencia de que est� lejos de la verdad espiritual. ( J. Cumming, DD )

Deseos de a�o nuevo

La vida puede convertirse en una par�bola, si as� lo hacemos. Nuestros deseos de A�o Nuevo o nuestros anhelos y anhelos por alg�n bien terrenal pueden recordarnos esas bendiciones m�s elevadas sin las cuales todo hombre viviente es pobre, esos grandes dones que son m�s preciosos que todos los tesoros de este mundo, y sin embargo, no est�n m�s all� de su alcance. del pobre marginado, que vaga por ella sin hogar y sin amigo.

I. Perm�tanme decir, primero, que cuando hablamos de prosperidad, todo hombre, como primera condici�n, pide estar seguro y libre. Si no puedo sentarme c�modamente en mi propia casa, si no me atrevo a dormir sin un guardia en la puerta de mi habitaci�n, si me agacho y observo en mi guarida, ning�n hombre en sus sentidos pensar�a en llamarme feliz y pr�spero. Un reino ser�a un pobre soborno por el que aceptar una vida as�.

Ahora solo decimos la simple verdad cuando declaramos que el siervo de Dios es el �nico hombre seguro en el mundo. Otros pueden tener un paso audaz y una mirada orgullosa; pueden sentirse seguros porque caminan con la multitud, y pueden tomar el camino de los tontos al vivir en el presente, sin preocuparse por el futuro; pero no hay escapatoria de las amplias declaraciones de las Escrituras en cuanto a nuestra muerte en el pecado y nuestra vida en Cristo, no hay una reversi�n de la sentencia que deja a todo hombre impenitente y no santificado sin esperanza.

II. Perm�tanme hablar de otra cosa que entra en gran parte en la noci�n com�n de prosperidad: salud y bienestar corporales. Nuestros saludos comunes van en esta direcci�n. Las dolencias son un serio inconveniente para la felicidad de los hombres. Sin embargo, �qu� plaga se cierne sobre las almas de los hombres, y pocos comprenden la mitad de su malignidad y peligro!

III. Otro elemento de la prosperidad es el �xito; avance, quiero decir, a diferencia de la mera posesi�n.

IV. Debo mencionar otro en particular, que la mayor�a de los hombres consideran un requisito primordial para una vida pr�spera o feliz: los amigos. ( JH Gurney, MA )

La salud y prosperidad del alma.

Todo ministro es, o deber�a ser, un m�dico de almas. Deber�a saber c�mo sentir el pulso del alma y leer sus s�ntomas espirituales. Tiene la experiencia de su propia vida interior. Debe comprender el arte de la anatom�a. Debe conocer la �ntima conexi�n de lo espiritual con lo f�sico. �Est� el nivel de su buena salud religiosa al nivel de su salud corporal? �Qu� c�modo, qu� robusto, qu� activo, qu� capaz es tu cuerpo! pero tu alma, tu vida real dentro de tu cuerpo, �c�mo te va? �Cu�l ser�a el resultado de un examen cuidadoso esta ma�ana de la salud de su alma?

I. Examinemos, en primer lugar, cu�l puede ser en este momento la enfermedad del alma a la que est�s sujeto y que ahora puedes estar sufriendo. Puede ser que su alma se vea mejor y m�s saludable que nunca en su vida. Pero interiormente te est�s debilitando cada vez m�s; no lo sabe, apenas lo siente. Piensas que todo est� bien; que ma�ana estar�s mejor: �eso es consumo! O no tiene ning�n sentimiento religioso en absoluto; no eres feliz ni infeliz.

Tu poder vital est� desapareciendo, pero no sabes que est� disminuyendo, no te importa: eso es par�lisis, �par�lisis progresiva! O, por el contrario, est�s muy emocionado; hablas mucho de religi�n, a menudo muy tontamente, muy salvajemente. Tus palabras son extravagantes; no puedes reprimirte; todo es alt�simo: �eso es fiebre! O has corrido hacia el extremo opuesto; cada pluma es una carga, cada sombra te angustia.

Eres miserable. �Eso es inanici�n o melancol�a! Es una enfermedad card�aca. O tu alma generalmente parece correcta. Pero hay un lugar muy adolorido y malo, y no puedes deshacerte de �l, crece: esa es una �lcera, �quiz�s c�ncer! O, peor a�n, alguna inmoralidad est� viciando tu alma. Un pecado permitido es minar todo lo bueno: eso es veneno, �veneno de la sangre! O todo lo que es bueno y verdadero en ti est� muriendo, muriendo lentamente, seguramente. Ahora no hay dolor; no hay dolor: eso es mortificaci�n: �eso es muerte!

II. Pero ahora la pregunta es, �cu�l es el remedio? �Cu�les son los secretos de la recuperaci�n de la vida espiritual de un alma enferma?

1. El primer remedio, el m�s importante y seguro, es acudir de inmediato al Buen y Gran M�dico; �l puede y curar� a todos.

2. Entonces ve y haz exactamente seg�n Sus �rdenes.

3. A continuaci�n, b��ese en sangre. �l te mostrar� la fuente y �l mismo har� el lavado.

4. Tome las medicinas que le recete. Quiz�s ser�n amargas, muy amargas: penitencia, l�grimas, p�rdidas, aflicciones, severa autodisciplina, �puede ser una amputaci�n! �Pero habr� algo muy dulce para quitar la amargura y calmar todo el dolor!

III. Pero ahora d�jame suponer, que est�s "en salud", que "tu alma prospera", o, como la palabra est� en el original, m�s literalmente, que "tu alma est� en una buena manera" - �qu� debes hacer? para mantenerse bien?

1. Primero, mant�ngase muy cerca del Buen M�dico a quien le debe su recuperaci�n, y cons�ltelo muy a menudo, y espere su respuesta.

2. Luego, use Su prescripci�n, porque �l es el Consejero del alma, siempre dispuesto a escuchar con paciencia; �l conoce el tratamiento exacto que requiere tu constituci�n y Sus remedios son infalibles.

3. Entonces, nunca debes olvidar dos cosas: una, el hecho de que tienes alma, y ??la otra, que tu alma es una cosa muy delicada, f�cil e inmediatamente afectada por todas las cosas externas, y tiene una gran tendencia a las reca�das. .

4. En cuarto lugar, debes tener mucho cuidado con el ambiente en el que vives; �Procura que sea una atm�sfera pura, libre de toda impureza!

5. Tu alma no debe omitir nunca sus ejercicios diarios: alguna buena obra que tienes entre manos para Dios, alguna obra de amor. ( J. Vaughan, MA )

Salud del alma

I. Examinaremos las palabras del texto.

1. �Deseo�; m�s correctamente, "Yo oro". La oraci�n es un deseo santificado. Convierte tus deseos en oraciones.

2. "Para que seas prosperado". Podemos pedir prosperidad para nuestros amigos; especialmente si, como Gayo, sirven a Dios y su causa con su sustancia.

3. "Y estar en salud". Esto es necesario para el disfrute de la prosperidad. �Qu� ser�a de todo lo dem�s sin �l?

4. "As� como tu alma prospera". Nos sorprende este deseo: �la salud espiritual de Gayo se convierte en el est�ndar de su prosperidad exterior! �Nos atrevemos a orar as� por muchos de nuestros amigos? �Nos atrevemos a orar as� por nosotros mismos? �Cu�l ser�a el resultado si esa oraci�n fuera respondida?

II. Mencionaremos los s�ntomas de la mala salud.

1. Una temperatura baja. La tibieza es una mala se�al. En los negocios, un hombre as� har� poco camino; en religi�n, ninguno en absoluto.

2. Un coraz�n contra�do. Si no amamos a los hermanos, algo anda mal en nosotros.

3. Falta de apetito en cuanto a alimento espiritual.

4. Dificultad para respirar. Cuando la oraci�n es un deber fastidioso, todo est� mal en nosotros.

5. Un letargo general: falta de voluntad para el servicio santo, falta de coraz�n, etc.

6. Un deseo ingobernable de cosas malsanas.

III. Le sugeriremos medios de recuperaci�n.

1. Busque buena comida. Estudie la Palabra.

2. Respire libremente. No reprimas la oraci�n.

3. Ejerc�tese para la piedad. Trabaja para Dios.

4. Regresa a tu aire natal: respira la atm�sfera del Calvario.

5. Vive junto al mar. Habita cerca de la suficiencia total de Dios.

6. Si estas cosas fallan, he aqu� una vieja receta: � Carnis et Sanguinis Christi. Esto tomado varias veces al d�a, en un trago de l�grimas de arrepentimiento, es una cura segura.

IV. Concluiremos con una exhortaci�n.

1. Hermano Christian, �es un asunto peque�o ser d�bil y d�bil? Necesitas todo tu vigor. Ve al Calvario y recl�cate.

2. � Pecador, est�s muerto, pero la vida y la salud est�n en Cristo! ( CH Spurgeon. )

Prosperidad del alma

�A qui�n consideras un hombre pr�spero para este mundo? Hay varios elementos que entran en esa condici�n. El primero, podemos decir, es la salud. Otro son las riquezas. Un buen nombre es otro. Un gusto cultivado, una mente bien almacenada y regulada, el ocio y la afici�n por la lectura y el estudio tambi�n son indicadores de prosperidad. Ahora bien, �en qu� aspectos responde la prosperidad del alma a estos elementos de la prosperidad temporal? Debe tenerlos todos para alcanzar la mayor prosperidad.

Primero, el alma debe estar sana. Un alma sana es aquella cuyas facultades son s�lidas y en ejercicio armonioso: el ojo del entendimiento trasl�cido, los m�sculos de la voluntad fuertes, los nervios de la conciencia sensibles; todas las facultades receptivas y digestivas de la verdad divina sanativa. Tambi�n hay riquezas que el alma puede recolectar y disfrutar. Hay tesoros alcanzables que son esenciales para la prosperidad espiritual.

El mismo t�rmino que describe la recolecci�n de oro, describe los tesoros del Esp�ritu. "La bendici�n del Se�or enriquece". Es posible que acumulemos las "abundantes riquezas de Su gracia", las "inescrutables riquezas de Cristo" y luego "las riquezas de Su gloria". Incluso "el oprobio de Cristo es mayor riqueza que los tesoros de Egipto". Entonces, si quieres tener un alma pr�spera, debes tener un alma rica.

Una buena reputaci�n tambi�n es necesaria para la prosperidad espiritual, no siempre a los ojos de los hombres, de hecho, porque el mundo hablar� mal de ti si fueras tan santo como Jes�s, pero a los ojos de Dios. Y, sin embargo, el mundo, incluso cuando se burla y abusa, se gana con una vida pura. Tiene un alma pr�spera que merece la confianza y la estima de sus semejantes por su veracidad, pureza y benevolencia, ya sea que el mundo se lo conceda o no.

�Necesito decir que un gusto refinado, cultivado por el estudio de la verdad Divina y por la comuni�n con los corazones m�s puros y la comuni�n con las vidas m�s hermosas de la Iglesia de Dios, es una ayuda admirable para la promoci�n y preservaci�n de la salud del alma? Y, en resumen, el progreso, el avance, el �xito en industrias religiosas santas y �tiles, es una marca y un m�todo de prosperidad del alma. Si no llama al z�ngano y al rezagado, que siempre est� retrocediendo y devorando su capital y comerciando solo con sus antiguas acciones, un hombre pr�spero en cualquier negocio mundano, �c�mo puede llamar a uno un cristiano pr�spero que no tiene empresa religiosa? �Qui�n se satisface a s� mismo con su vieja experiencia y, por lo tanto, sin progreso no tiene m�s que un stock antiguo y un capital disminuido para aprovechar? Thrift utiliza el pasado y lo lleva hacia el presente,

Si miramos al mundo exterior, encontraremos que muchos tienen prosperidad temporal sin espiritual. Sus cuerpos son mimados; sus almas est�n muertas de hambre. Algunos tienen prosperidad espiritual sin temporal. Muchos de los santos de Dios se encuentran entre los pobres de este mundo, con pocas comodidades y ninguno de los lujos que el dinero puede comprar. Sin embargo, pueden ser los que el Se�or ama y gu�a. Muchos no tienen prosperidad temporal ni espiritual.

No todos los pobres son puros por dentro. Algunos gozan de prosperidad tanto temporal como espiritual. Hay algunos hombres ricos que son piadosos. Hay m�s personas cuyas circunstancias son c�modas, que, por encima de las necesidades y sin temor a la pobreza, disfrutan de los placeres de la vida tanto como sus vecinos m�s ricos. Y con esta buena medida de prosperidad mundana, unen los mayores goces de la paz con Dios, la fe en Jesucristo, los consuelos del Esp�ritu Santo y la agradable comuni�n con la sociedad m�s pura y refinada de la tierra.

Estos son los que dan poder y belleza a la Iglesia, y cuya existencia entera es beneficio y bendici�n para el mundo. Esto es lo que rez� San Juan por Gayo: vigor y recursos terrenales que corresponden a la sinceridad de su piedad. Si la salud de su alma se relacionara con la salud de su cuerpo, �c�mo ser�a con su alma? El cuerpo, en muchos casos, al volverse como el alma, se transformar�a de fuerza y ??salud en debilidad y enfermedad.

El tema nos ense�a que a menudo existe una falta de armon�a entre un car�cter interno y nuestras circunstancias externas. Los ricos en bienes de este mundo a menudo son muy pobres en riquezas piadosas. Mejoran el favor de Dios en todos los negocios seculares y hacen tesoros en la tierra. Descuidan e ignoran la gracia de Dios, y no atesoran en s� mismos tesoros para el cielo. Por tanto, hay discordias en la naturaleza humana que el evangelio ha dado para armonizar. �Oh! no consientan seguir siendo m�s ricos o pr�speros en los tesoros mundanos que en los espirituales. ( JL Burrows, DD )

Gayo y la prosperidad de su alma

�Se puede decir de nosotros, hermanos m�os, lo que Juan dice aqu� de su querido amigo Gayo? Pregunt�monos, a los ojos de Dios, si nuestras almas han tenido verdadera prosperidad espiritual el a�o pasado. El alma de Gayo estaba prosperando. Gayo estaba en prosperidad moral y espiritual. Y Juan, y todos los hombres buenos, vieron que el alma de Gayo estaba en prosperidad, y se regocijaron al verlo. Gayo prosper� en el conocimiento de la verdad, en el amor de la verdad y en la obediencia de la verdad. Prosper� tambi�n en su fidelidad a todo lo que emprendi�, tanto con Juan, como con los hermanos y con los extra�os.

1. �Ha prosperado tu alma bajo la predicaci�n de la verdad? �Ha sido �ste, o cualquier otro p�lpito, de alguna ayuda y servicio real para su vida espiritual el a�o pasado? Y, si es as�, �en qu� se ha manifestado la prosperidad de tu alma? Y si no ha experimentado tal prosperidad, �por qu� no?

2. Pero en estos d�as, usted no es independiente del p�lpito, de hecho, pero no depende totalmente de �l, ni es instruido por �l, como muchos hombres. Tienes dinero para comprar libros y tienes tiempo para leer libros. Un hombre es conocido por sus libros. Un hombre no siempre puede elegir a su ministro. Pero siempre puede elegir sus libros. Ahora, honestamente, �los libros sobre Dios, y sobre el alma y Dios, te hacen sentir inc�modo? De hecho, �alguna vez ha abierto, y por su propia voluntad y gusto, un libro as� de fin de a�o para el otro?

3. Pero puedo ser una gran autoridad en los mejores libros; Puede que sea un gran coleccionista y devorador de libros devocionales; y sin embargo, todo el tiempo, puede que yo mismo sea un hombre nada espiritual y sin devociones. Philo durante estos veinte a�os ha estado recopilando y leyendo todos los libros espirituales de los que pudo o�r. Philo te llevar� sesenta kil�metros en invierno para tener una conversaci�n sobre libros espirituales o para ver una colecci�n m�s grande que la suya.

Pero Fil�n nunca piensa en lo maravilloso que es que un hombre que sabe que la regeneraci�n es el mundo entero deber�a contentarse con libros sobre el nuevo nacimiento, en lugar de nacer de nuevo �l mismo. Porque lo �nico que ha cambiado en Philo es su gusto por los libros. Ya no est� muerto para el mundo, no m�s liberado de s� mismo, tan reacio a entrar en guerra consigo mismo y negar sus apetitos, como hace veinte a�os.

Sin embargo, todo va bien con Fil�n: no sospecha de s� mismo. �Ha sido mejor de lo que ha o�do acerca de la oraci�n este �ltimo a�o? Te digo que te est�s degollando si vienes, te sientas y consientes serm�n tras serm�n sobre la oraci�n secreta y espiritual, y sigues siendo el mismo hombre sin oraci�n y sin esp�ritu que has sido toda tu vida.

4. S�crates, el m�s sabio de los griegos, sol�a insistir en que una vida sin un constante interrogatorio no era una vida verdadera en absoluto. "Con�cete a ti mismo", fue el m�s sagrado y urgente de los textos sagrados de su dios a S�crates. Pero uno m�s grande que S�crates nos ha predicado, y sobre textos a�n m�s santos y conmovedores. �C�mo prospera su dial�ctica en sus almas? Para decirlo de la manera m�s elemental y superficial: �Sabes tanto como el pecado que te acecha, y cu�l es realmente? �Sabes de ti mismo lo que todos tus amigos ven en ti con tanto dolor y verg�enza? �Y de qu� se regocijan y se r�en todos tus enemigos? El interrogatorio de Cristo, �lo ha incluido entre los motivos que lo mueven en todo lo que piensa, dice y hace? �Est� la santa y espiritual ley de Dios dentro de su coraz�n?

5. Una vez m�s: tome de entre miles de cosas que podr�an presentarse como pruebas seguras de la prosperidad del alma; tome el perd�n de las ofensas. �sta es quiz�s la �ltima gracia a la que incluso los hombres bondadosos y los hombres que prosperan en la gracia alcanzan. C�sar no olvid� nada m�s que las heridas. �C�mo se encuentra en esta important�sima obediencia?

6. Solo una prueba m�s de tu prosperidad. La "domesticaci�n de la lengua", como la llama el hermano de nuestro Se�or. Si est� prosperando con esa gran tarea, entonces est� bien encaminado a ser un "hombre perfecto" como lo dice James. Todos los caminos del viejo mundo conduc�an a Roma. Y todas las prosperidades del alma apuntan a la oraci�n. �Qu� a�o! �y el comienzo de qu� prosperidad! ser�a para ti, si descubrieras por ti mismo, este a�o, algo del poder, la alegr�a y la dulzura de la oraci�n secreta. ( A. Whyte, DD )

Salud

es la base de toda la actividad humana. Un hombre enfermo ni siquiera puede pensar con salud. Los hombres se sorprender�an si pudieran realizar una encuesta para descubrir cu�ntas de las cosas que han llenado el mundo de enemistades y cargado de errores se remontan a un trastorno estomacal. �Qui�n se har�a a la mar en un barco con fugas? ( K. Braune, DD )

La salud es lo principal

En una ocasi�n, un eminente literato y un miembro de la C�mara de los Lores estaban hablando con el duque de Albany cuando la conversaci�n gir� en torno a lo que ofrec�a la mejor oportunidad de una vida feliz. El literato dijo que las personas en una posici�n intermedia que no ten�an ambiciones que no pudieran satisfacer estaban en el estado m�s feliz. La conversaci�n prosigui� y uno de los oradores le dijo al duque que su propia posici�n deb�a ser feliz. �Olvidas�, dijo, �soy el peor de todos. Quiero lo principal. Es salud - salud - salud �.

La utilidad de la salud

Un cortac�sped con una buena guada�a har� m�s en un d�a que otro que tiene una mala puede hacer en dos; todo trabajador conoce el beneficio de tener sus herramientas en orden; y todo viajero conoce la diferencia entre un caballo alegre y uno cansado. Y los que han probado la salud y la enfermedad saben lo �til que es en toda obra de Dios tener un cuerpo sano y un esp�ritu alegre, y una presteza y prontitud para obedecer la mente. ( R. Baxter. )

Versículo 3

Me regocij� mucho cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de la verdad que hay en ti.

Hermoso es el cuadro presentado en este vers�culo. Aqu� tenemos hermanos participando en relaciones cristianas, averiguando la condici�n moral de los dem�s y teniendo un inter�s vivo y profundo en todo lo que pertenece a la educaci�n del alma en la fe de Cristo. �sta es una excelente prueba de hombr�a moral. Cuando encontremos hombres dispuestos a dar el mayor cr�dito por el crecimiento y la sinceridad de sus hermanos en la fe, podemos aceptar tal testimonio como prueba de que ellos mismos est�n firmemente arraigados en grandes principios y se asemejan cada vez m�s a Aquel cuyo nombre soportar, y cuyas perfecciones es el trabajo de sus vidas ilustrar. ( J. Parker, DD )

Gayo

Ahora vamos a estudiar el car�cter de Gayo, el anfitri�n sincero y generoso de Demetrio, el tranquilo pero firme oponente de la intolerancia y la tiran�a de Di�trefes, y el estudio deber�a sernos muy bienvenido desde entonces, si no ha subido tan alto como el evangelista ferviente y celoso, menos a�n ha ca�do tan bajo como el parlanch�n amante de la preeminencia que no ced�a ni siquiera al ap�stol mismo.

Con su primer toque, St. John toca la nota de fondo, o la nota clave, de toda la m�sica que iba a componer el car�cter del hombre. Gayo fue uno que "anduvo en la verdad", y as� anduvo en ella que los hombres "dieron testimonio de su verdad". La palabra griega que aqu� se traduce "verdad" podr�a, si valiera la pena hacer el cambio, convertirse en "realidad". Pero si digo que Gayo fue un hombre verdadero, un hombre genuino, un hombre real, cuya vida fue de una sola pieza, cuya conducta diaria fue el resultado pr�ctico y la inferencia de las verdades en las que cre�a, tal vez pueda ayudarlo a hacer alguna concepci�n. del significado del ap�stol.

A�n as�, implica mucho m�s de lo que dice, y debemos intentar recuperar sus implicaciones tambi�n. Podemos, y debemos, inferir de su �nfasis en la palabra "verdad" que a Gayo le importaban m�s los hechos que las palabras; que no hubo ese divorcio infeliz entre sus profesiones y sus acciones, su credo y su conducta, que podemos ver en Diotrofes y reconocer con demasiada claridad en nosotros mismos. No mir� hacia un lado y camin� hacia otro.

No dijo una cosa y quiso decir otra. No aprob� lo mejor y sigui� el rumbo peor. No hab�a hipocres�a ni falta de sinceridad en �l. �l, todo el hombre, estaba "en la verdad". Pase lo que pase, ning�n peligro, ning�n atractivo, lo sacar� o lo alejar� de su rutina constante y habitual, o lo har� infiel a la fe y al servicio de Cristo. Y tambi�n podemos inferir que Gayo no fue alguien que traer�a el esp�ritu y los m�todos del mundo a la Iglesia.

Di�trefes podr�a ser tan ego�sta, tan obstinado, tan ambicioso, tan sutil e intrigante como lo era antes de entrar en la comunidad cristiana. Pero eso no era posible para un hombre verdadero, un cristiano genuino, como Gayo, que realmente cre�a la verdad tal como es en Jes�s. Tampoco podr�a un verdadero hombre, en el sentido del ap�stol, ceder a esa tentaci�n a�n m�s sutil y fatal por la que son vencidos aquellos en quienes la religi�n degenera, como parece haber hecho en Di�trefes, en mero eclesi�stico o sectarismo.

Un inter�s demasiado agudo y exclusivo en el exterior de la copa y el plato es tan peligroso en la Iglesia como en cualquier otro lugar. Y la caridad de Gayo era tan conspicua como su falta de mundo. No solo hab�a recibido y entretenido a extra�os, que tambi�n eran hermanos, y hab�a adelantado a Demetrio ya otros evangelistas viajeros en su viaje; continu� recibi�ndolos y sirvi�ndoles incluso cuando Di�trefes se lo prohibi� y hab�a persuadido a la Iglesia para que excomulgara a quienes se aventuraran a recibirlos.

No pod�a hacer otra cosa, porque caminaba en la verdad. Tampoco iba a ser convencido de su lealtad a la verdad, o amenazado de hacerlo. La verdad en todas sus formas era bienvenida para �l, que quien la ense�ara, que quien parloteara contra ella. Era su deber recibir a los hermanos aunque fueran extra�os. Una cierta autenticidad y plenitud, entonces, una cierta firmeza y lealtad, combinada con una gran amplitud y tolerancia, parece haber sido caracter�stica del hospitalario y bondadoso Gayo.

Estaba en la verdad. Camin� en la verdad. Hubo un claro acuerdo, una fruct�fera armon�a entre sus principios y su pr�ctica que dio unidad y fuerza a su vida. Podr�a ser fiel a la verdad, venga de donde venga. Pod�a ser fiel a los hombres, incluso cuando eran vilipendiados y expulsados ??de la Iglesia. Ahora bien, esta lealtad grande, firme pero suave a la verdad es tan esencial para un car�cter cristiano genuino, real y fuerte ahora como lo era entonces: una lealtad que no solo puede oponerse a la intolerancia estrecha de un Di�trefes, y simpatizar con el celo desinteresado de un Demetrio, pero tambi�n puede traer las grandes y generosas verdades en las que creemos que influyen en nuestra vida y pr�ctica diarias, y nos obligan a recibir y hacer avanzar a todos los que sirven a la verdad �para que seamos colaboradores con la verdad �, ense�an.

Antes de que podamos ponernos incluso en el modesto nivel de Gayo, debemos preguntarnos: "�Qu� riesgos hemos corrido, qu� sacrificios hemos hecho, qu� agradables compa�erismos hemos puesto en peligro, para que podamos defender verdades impopulares, o respaldar a los hombres que los estaban imponiendo y defendiendo? Hay hombres, sin duda, que tienen una lucha terrible que librar en los recintos sagrados de su propia alma antes de que puedan hacer de la religi�n la inferencia dominante y el poder de sus vidas; y de �stos, quiz�s, no debemos esperar mucho servicio p�blico hasta que se haya decidido el tema del conflicto interno; aunque creo que, incluso en esta guerra personal interna, ser�an de gran ayuda si la hicieran m�s impersonal y se preocuparan y lucharan por la salvaci�n de otros hombres en lugar de simplemente luchar por su propia mano.

Y hay otros hombres que est�n tan absortos y agotados por los trabajos y los cuidados, las ocupaciones y las irritaciones de sus negocios diarios que tienen todo lo que pueden hacer para llevar el esp�ritu de la religi�n a sus tareas diarias, y han no queda ni ocio ni energ�a para obras de utilidad p�blica. Recuerde, no se nos dice que Gayo disuadi� a Di�trefes, o que hizo una defensa magistral de St.

John, o incluso que tuvo un papel destacado, ya sea en la gesti�n de los asuntos o en la conducci�n de los servicios de la Iglesia. Todo lo que se nos dice de �l es que mostr� mucha simpat�a por los extra�os que John hab�a encomendado a la Iglesia, que su simpat�a tom� formas muy pr�cticas, y que la ejerci� a riesgo, y tal vez a costa, de perder la simpat�a. de hermanos que no eran extra�os y con quienes adoraba habitualmente. ( S. Cox, DD )

El testimonio de otros

I. Fe en la posesi�n.

1. La aceptaci�n incondicional de la verdad.

2. La armon�a de la verdad con nuestra naturaleza moral.

II. Fe en acci�n.

1. La fe en acci�n es un ejercicio saludable y vigorizante de toda nuestra vida.

2. La fe en acci�n es un poder que se ejerce sobre los dem�s.

III. Fe registrada. Los testigos fieles que dieron su testimonio en presencia de San Juan fueron muestras de otros que dieron su testimonio ante el tribunal del mundo.

1. Es un r�cord que vale la pena hacer. Escribir las obras, las pruebas y las victorias de la fe no es una p�rdida de tiempo ni de materiales.

2. Vale la pena ensayar.

3. Vale la pena conservarlo. Su influencia es maravillosa. La l�mpara de otro fortalece la luz de la nuestra, para aclarar el camino cristiano.

IV. La influencia refleja de la fe. Gayo era el hijo del ap�stol en la fe. C�mo se ilumin� el alma del anciano ministro cuando los hermanos le relataron las buenas nuevas concernientes al alma en la que �l hab�a contribuido decisivamente a salvar. ( T. Davies, MA )

Fama

es como un barco que recibe a todos los pasajeros, como un vag�n que entretiene a todos, buenos y malos. Las cosas malas van al exterior y las cosas buenas van al exterior, pero aqu� est� la diferencia.

1. Las cosas malas van r�pido, las buenas lentamente; uno vuela como �guilas, el otro se arrastra como caracoles.

2. Uno se agranda, el otro se disminuye.

3. El que todos conocen, pero algunos de los dem�s.

4. Las cosas malas no cesan; los hombres son como moscas que siempre insisten en las llagas; el informe de cosas buenas es como un alboroto que cae r�pidamente en el pa�s.

5. Aquel de quien hablamos con deleite; nos agrada poco hablar del otro, pero deber�amos testificar del uno m�s que del otro. Seamos testigos de las virtudes con que Dios ha adornado a todos. Redundar� en su gloria, y ser� un acicate para pinchar a otros hasta el mismo punto. ( W. Jones, DD )

Versículo 4

No tengo mayor alegr�a que escuchar que mis hijos caminan en la verdad.

El cristiano andando en la verdad

Esto es poco m�s que una repetici�n de una declaraci�n hecha por el ap�stol en la ep�stola anterior. All� se dirige a una madre piadosa y la felicita por la prosperidad espiritual de algunos miembros de su familia. Aqu� se dirige a un querido amigo y lo felicita por la prosperidad de su alma con casi las mismas palabras.

Yo verdad. "�Que es la verdad?" dijo Pilato a nuestro Se�or con una mezcla de incredulidad y desprecio, como si la verdad fuera algo que no se descubriera en ninguna parte; y la misma pregunta la han hecho los sabios de la tierra con los mismos sentimientos desde Pilato hasta nuestros d�as. El verdadero cristiano sabe d�nde se encuentra, porque lo ha encontrado. Su Dios no s�lo le ha hecho sentir su importancia y encendido en �l un deseo por ello, le ha mostrado la cosa misma, le ha revelado, le ha comunicado Su verdad: para que el hombre la tenga; la tiene en la mano cada vez que toma su Biblia; lo tiene en su mente y en su coraz�n, porque ha le�do su Biblia, y con la ayuda de Dios la ha entendido y cre�do.

Esa es la verdad de la que habla el ap�stol en este texto. Es la revelaci�n que Dios nos ha hecho acerca de las cosas espirituales y eternas en su santa Palabra, y m�s particularmente el evangelio del Se�or Jesucristo, lo que forma una parte tan principal de esa revelaci�n.

II. Caminando en �l. El t�rmino "caminar" en las Escrituras, cuando se usa como se usa aqu�, siempre es expresivo, no de un acto o dos, sino de un curso continuo de actuaci�n. Caminar en la verdad, entonces, significa m�s que para un hombre una vez en su vida descubrir y abrazar la verdad; implica adem�s de esto una familiaridad diaria con �l, tenerlo constantemente ante su mente, y su mente y su vida siendo constantemente influenciadas y actuadas por �l.

1. Que nos aferremos a la verdad de Cristo; habiendo tenido nuestras mentes iluminadas para descubrirlo y abiertas para recibirlo, lo retenemos en nuestra mente, y esto en su forma pura, simple y sin adulterar.

2. Una profesi�n continua de la verdad de Cristo.

3. Vivir en la pr�ctica habitual de la misma.

III. El gozo de este ap�stol cuando escucha que sus hermanos cristianos as� andan. �l expresa esto, observa, en t�rminos muy fuertes. No dice que no tenga un gozo igual a este, pero s� dice que no tiene ninguno por encima de �l: "No tengo mayor gozo que escuchar que mis hijos caminan en la verdad". Y este lenguaje fuerte nos muestra claramente dos cosas.

1. La altivez de su propio car�cter. Este ap�stol favorecido, honrado, con todos sus recuerdos del pasado y todas sus anticipaciones radiantes del futuro, con el cielo casi abri�ndose sobre �l, dice que obtiene tanta felicidad del caminar santo de los dem�s como de cualquier otra fuente. Sabemos d�nde aprendi� esto. Vemos el esp�ritu del Maestro resplandecer nuevamente en el disc�pulo. �Qu� era el yo para el bendito Jes�s cuando estaba en juego el bien de nuestras almas perdidas?

2. La gran importancia de este santo caminar en la verdad. Un hombre as�, estamos seguros, nunca se habr�a regocijado en lo m�s m�nimo.

(1) Es importante, primero para nosotros.

(a) Es la mejor prueba que podemos tener de nuestra pertenencia a Cristo, de la sinceridad y realidad de nuestra fe en �l.

(b) Nuestro disfrute del Evangelio, nuestro consuelo y felicidad espirituales, depende de ello.

(c) Nuestra santificaci�n o santidad depende totalmente de la permanencia del lugar que la verdad de Cristo tiene dentro de nosotros.

(2) Nuestro caminar continuo en la verdad es importante tambi�n para nuestros semejantes. Cada profesor indeciso y vacilante del evangelio de Cristo entre nosotros difunde una mala influencia a su alrededor: hace da�o en el mundo aunque no tenga la intenci�n de hacerlo; mientras que todo seguidor constante de la verdad hace el bien en el mundo, aunque apenas lo vea. ( C. Bradley, MA )

El gozo del ministro cristiano

I. Andar en la verdad implica:

1. Sinceridad de principio, honestidad de intenci�n, frente a todo disimulo o enga�o.

2. Decidido apego a la doctrina evang�lica.

3. Consideraci�n habitual de la santidad personal.

4. Progreso en excelencia cristiana.

II. Por qu� este andar en la verdad debe ocasionar el gozo de los ministros cristianos.

1. En tu caminar cristiano somos testigos de la realidad de tu religi�n personal.

2. Caminar como cristianos asegura su felicidad personal.

3. Cuando caminan como cristianos, tenemos evidencia de fidelidad ministerial - que se les dice la verdad; que el camino de la verdad est� marcado y recomendado.

4. En su caminar como cristianos, observamos el fruto de nuestros esfuerzos por su bien.

5. Cuando caminan como cristianos, contemplamos el aumento de la causa del Redentor en el mundo.

6. Caminando como cristianos, vemos en ustedes los socios de la felicidad que esperamos en un mundo futuro.

Conclusi�n&mdash

1. Si los que �andan en la verdad� son nuestro gozo, es evidente qui�nes son nuestro dolor: todos los que no andan en la verdad; que "andan en tinieblas"; que �andan desordenadamente�; que "andan en la carne"; que "andan en pos de sus propias concupiscencias imp�as".

2. Al andar, no en la verdad, sino en la injusticia, la causa de Dios es deshonrada, sus enemigos triunfan, sus amigos se ven afectados dolorosamente.

3. Miremos bien a nosotros mismos y prestemos atenci�n a nuestro propio esp�ritu y conversaci�n. ( T. Kidd. )

Caminar en la verdad

I. El tema del ministerio apost�lico - era la verdad; no s�lo la verdad en el sentido estricto del t�rmino, sino la verdad en su sentido m�s elevado, verdad inconfundible, verdad infalible, la verdad sin la cual no podemos ser felices ni aqu� ni en el m�s all�. Puede que no tenga mucho conocimiento en referencia a la geolog�a, la astronom�a o la bot�nica, puede que no tenga mucho conocimiento de estas cosas y no sufra mucho; pero en referencia a esto, si no lo tienes, eres un tonto en verdad, y si lo tienes, eres sabio para la salvaci�n. Es necesario para nosotros mientras estamos aqu� y para nuestro bienestar en el futuro.

II. La forma de ese ministerio. �No tengo mayor gozo que escuchar que mis hijos caminan en la verdad�. Digo que el ministerio del ap�stol se caracteriz� por una gran seriedad y afecto. No hay ministro que sea �til sin �l.

III. El gozo y la satisfacci�n del ministerio del ap�stol. El tema de este gozo del ap�stol fue escuchar que sus hijos andan en la verdad.

1. Caminar en la verdad es mantener la verdad evang�lica.

2. Caminar en la verdad es guardar y disfrutar constantemente la verdad. Nos da una paz s�lida, es "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento".

3. Una vez m�s, cuando los hijos espirituales caminan en la verdad, son cristianos consistentes. Caminar no es la posici�n de un cristiano perezoso. ( H. Allen, MA )

El gozo de los padres y el pastor

I. Primero, entonces, una de las mayores alegr�as de los padres es que sus hijos anden en la verdad: �l no tiene mayor alegr�a.

1. Y aqu� debemos comenzar con la observaci�n de que es un gozo peculiar de los padres y madres cristianos. Ning�n padre puede decir desde su coraz�n: �No tenemos mayor gozo que escuchar que nuestros hijos caminan en la verdad�, a menos que ellos mismos est�n caminando en la verdad. Ning�n lobo reza para que su descendencia se convierta en oveja.

2. Observemos, entonces, a continuaci�n que el gozo mencionado en el texto tiene un objeto especial. �No tengo mayor gozo que este, escuchar que mis hijos caminan en la verdad�. Ah� est� el punto, su religi�n pr�ctica, su ejemplificaci�n real del poder del evangelio sobre sus vidas. Esto prueba que la ense�anza fue bien recibida, que el sentimiento no fue mera excitaci�n, que la profesi�n no fue una falsedad o un error, sino que se hizo en verdad.

3. Es un gozo saludable, en el que podemos disfrutar plenamente sin el menor temor, porque es superior en su car�cter a todos los gozos terrenales. Ahora, cuando nuestros hijos caminan en verdad y en amor a Dios, nos alegra que otro coraz�n est� consagrado a Su servicio. Bien podemos regocijarnos en la salvaci�n y en la santificaci�n de nuestros hijos e hijas, porque as� es como se extender� el reino de Cristo en el mundo.

4. Les dir� por qu� este es particularmente el gran gozo de algunos padres cristianos: es porque lo han convertido en un tema de oraci�n importuna. Lo que nos llega por la puerta de la oraci�n entra en la casa con m�sica y baile.

5. Este gozo tiene un efecto vivificante. Todos los que alguna vez lo han sentido saben la energ�a que pone en ellos. �Alguno de sus hijos se ha convertido mientras que otros siguen sin ser salvos? Entonces les exhorto a que lo que el Se�or ha hecho por algunos los aliente en lo que respecta a los dem�s.

6. Una vez m�s, esta gran alegr�a de la que hemos hablado es muy solemne en su entorno, porque implica esta alternativa: "�Y si mis hijos no caminaran en la verdad?" Bueno, eso significa para nosotros durante esta vida muchos dolores, noches de insomnio y d�as de ansiedad.

II. Puede ver el texto como especificando la mayor recompensa del pastor. �No tengo mayor gozo que escuchar que mis hijos caminan en la verdad�. Ning�n ministro debe estar en reposo a menos que vea que su ministerio produce fruto, y que hombres y mujeres nacen para Dios por la predicaci�n de la Palabra. A menudo conoce a los que son hijos del predicador; eran para Juan, de lo contrario �l no podr�a haber hablado de ellos como "mis hijos", y no podr�a haber tenido gozo en ellos como sus hijos.

De esto deduzco que es deber de todo aquel que recibe beneficio espiritual, y especialmente conversi�n, de cualquiera de los siervos de Dios, hac�rselo saber. V�stase de Cristo p�blicamente en el bautismo, de acuerdo con Su mandato: �nase a Su Iglesia y tenga comuni�n con las personas entre las cuales ha nacido para Dios. Seg�n nuestro texto, parece que Juan ten�a el h�bito de o�r hablar de sus hijos espirituales: "No tengo mayor gozo que o�r", f�jense, "que o�r que mis hijos andan en la verdad". Eso implica que, si haces profesi�n de tu fe, la gente hablar� de ti. John no podr�a haber escuchado si otros no hubieran hablado. ( CH Spurgeon. )

El mayor gozo de un ministro

I. �Cu�l es el gran objetivo del deseo de un ministro en nombre de su pueblo?

1. Anhela contemplar en ellos una consistencia santa, un elevado estado de afectos celestiales y una cuidadosa atenci�n a los deberes de la moral.

2. En ellos espera encontrar una firmeza que desaf�e la tentaci�n, y no puede ser desviado de su prop�sito, ni por las tentaciones de los sentidos ni por los terrores de la persecuci�n.

3. As� como un padre desea ver en sus hijos un avance gradual hacia la madurez tanto en sus facultades corporales como intelectuales, el ministro anhela el progreso de su pueblo hacia la perfecci�n.

II. De ah� que la consecuci�n de ese objetivo le llene de tan exaltada alegr�a.

1. Porque es s�lo por esto que se responden a los fines de su ministerio.

2. Porque solo por esto Dios puede ser glorificado.

3. Porque sin esto no pueden tener ninguna esperanza de encontrar a su gente en los reinos de la bienaventuranza. ( Bocetos de sermones. )

El mayor gozo del ministro

I. La relaci�n espiritual m�s elevada: "mis hijos".

1. Solicitud.

2. Cari�o.

II. El mayor regocijo posible.

1. Es el mayor gozo que surge del tema mayor. La salvaci�n del hombre es la obra m�s grande de Dios.

2. Es el mayor gozo debido a la mayor influencia. Los conversos fueron expuestos a fuertes tentaciones y sometidos a feroces persecuciones.

3. Es el mayor gozo debido a la mayor perspectiva. ( T. Davies, MA )

Versículos 5-6

T� haces fielmente todo lo que haces a los hermanos y a los extra�os.

Lealtad a la fe

En estas pocas palabras se nos presenta la suma y sustancia de la vida cristiana. Nos transmiten que aquel a quien se dirig�a era simplemente leal a la verdad y leal al deber, mientras que esta, la lealtad de su ser, brotaba en acto de una fuente del m�s puro amor. Estos, en el cristiano, no se pueden separar. El mero fil�sofo puede presentarnos un estado de lealtad a la verdad, ya que la verdad se encuentra en las regiones de la ciencia.

Si desciende a las entra�as de la tierra y trata de leer la maravillosa estructura de la habitaci�n temporal de los hombres, se supone que es leal a los hechos oa la verdad tal como la encuentra. O, si su negocio se encuentra en la superficie del mundo, y cuestiona los �rboles de los bosques, las flores del campo o la hierba de la tierra, siempre mantiene su intelecto en lealtad y pronuncia las cosas tal como son. .

O, si se eleva de la tierra y atraviesa el firmamento estrellado, trata de medir, pesar y contar el n�mero de estrellas, es el ministro de la verdad, el int�rprete de las obras y los caminos del Creador Omnipotente. Todo esto, en la medida en que es una actitud de la raz�n humana, est� bien y bien. Pero todo esto, por eficaz que sea para dar fuerza y ??ensanchamiento al intelecto del hombre, no logra la plena lealtad a la verdad recomendada en los escritos sagrados.

La verdad all� revelada contiene el conocimiento de Jes�s, el Salvador del mundo. Muestra al entendimiento humano el �nico camino que conduce del pecado a la piedad, de la miseria a la felicidad, de la muerte a la vida. Pero mientras que, con sencillez infantil, el mensaje del amor divino debe recibirse en el entendimiento, con la misma sencillez la ley del amor divino debe recibirse en el coraz�n.

La conciencia del cristiano genuino debe regirse por los mandamientos de Jes�s. Nuestro Se�or es Rey en Sion. Solo �l legisla, y solo exige la lealtad infranqueable de la conciencia del hombre. No se pretende que los hombres no distingan entre el bien y el mal hasta que hayan abierto la Biblia. Hombres de todas las edades, en todos los pa�ses, han entrado en el mercado del mundo tratando de mantener un est�ndar de verdad.

Para este legislador, legislando para la conciencia y el coraz�n, el disc�pulo de Jes�s se convierte de inmediato y sin interrupci�n en su se�or. La lealtad a Aquel que habl� como nunca ha hablado ning�n hombre surge de la confianza en Aquel que muri� como nunca muri� el hombre. La fidelidad a Jes�s como nuestro leg�timo Se�or est� esencialmente entretejida con la fidelidad a Jes�s como el Se�or nuestra justicia. Y este era el estado de Gayo: un cristiano que hac�a todo lo que hac�a con los hermanos y con los extra�os, en la fe que Dios le hab�a ense�ado, y bajo la convicci�n de su conciencia que as� le hab�a ordenado su Se�or.

Pero esto no es todo; todav�a hay otro elemento, el impulso siempre vivo y en constante movimiento que impulsa al conjunto hacia adelante. Es amor, el fin del mandamiento, de un coraz�n puro, una buena conciencia y una fe sincera. M�s all� de la maravillosa firma de la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador escrito en la sangre de la Cruz, el Esp�ritu de amor procedente del Padre y del Hijo viene a encender esta llama divina en cada seguidor de Jes�s.

En cada cristiano, �l es el Esp�ritu de poder, de amor y de una mente sana. Ninguna religi�n encontrada entre los hombres, e inventada por los hombres, pretende jam�s la morada de este agente infinito: el renovador moral del alma. Su presencia en el hombre es la presencia del amor santo. En esto contemplamos el poder viviente que mueve el coraz�n del reino de Dios; la vida que reanima a toda alma fiel al Mes�as, y une para siempre, bajo el lazo perfecto, a los s�bditos del Rey eterno.

Tales son, entonces, los tres elementos esenciales que forman la vida cristiana y el car�cter cristiano el esp�ritu de fidelidad a todo lo que la Palabra de Dios revela; el esp�ritu de lealtad a todo lo que manda la Palabra de Dios; y, por �ltimo, el esp�ritu de amor que anima e impulsa al conjunto. Qu� divina sencillez. ( J. Paterson, DD )

Adelante en su Viaje seg�n un tipo piadoso.

Haza�as nobles

I. La norma de las obras nobles, "dignas de Dios".

1. Gayo estaba animado por el motivo m�s puro. Ser caritativo es digno de alabanza, pero servir a Dios es mejor. No recibi� la gloria de los hombres.

2. Hizo lo mejor que pudo. La cuesti�n no era si el hecho era digno de Gayo, sino si ser�a aceptable para Dios.

3. Ten�a el mejor final a la vista. Fue la gloria de Dios. Trataba bien a los sirvientes por amor al Amo.

II. La inspiraci�n de obras nobles, "Quien dio testimonio de tu amor ante la Iglesia".

1. Hechos dignos de ser ensayados. Los cristianos no necesitan dedicarse a conversaciones in�tiles mientras tanta historia valiosa espera ser contada.

2. Hechos dignos de imitar. La vida de Gayo puede fallarnos en algunos detalles; si es as�, mire la vida de Jes�s. ( El p�lpito semanal ) .

Versículos 7-8

Por amor de su nombre salieron.

Misiones cristianas

I. Motivo, conducta y desinter�s de los misioneros.

1. Su motivo: "por amor de su nombre" - por el servicio de Cristo.

2. Su conducta: "salieron". Con el evangelio en la mano y el Salvador en el coraz�n, se abre camino a trav�s de los desiertos ardientes y el desierto aullante, desafiando la furia de los climas.

3. Su desinter�s: �no tomar nada� de aquellos a quienes son enviados. Cuando un artesano o comerciante abandona su pa�s natal por tierras extranjeras, es con la esperanza de hacer una fortuna; o cuando un navegante emprende un arduo viaje de descubrimiento, es con la esperanza de inmortalizar su nombre. No as� el misionero cristiano.

II. Los motivos poderosos y alentadores que tenemos para �ser colaboradores de la verdad� contribuyendo a la gran obra de propagar el evangelio.

1. Es el mandato de nuestro Divino Redentor: "Id por todo el mundo", etc.

2. Todo ser inteligente y responsable necesita el evangelio, que es el �nico que puede suplir todas sus necesidades morales y espirituales.

III. �Cu�l es nuestro deber ante estas conmovedoras llamadas a nuestras simpat�as y benevolencia?

1. Existe un gran celo por la difusi�n del conocimiento, por un lado, y un evidente af�n de recibir instrucci�n, por el otro.

2. Las facilidades para propagar el evangelio son ahora mayores que nunca.

IV. los benditos efectos que han resultado realmente para la humanidad a trav�s de la bendici�n divina en los esfuerzos misioneros.

V. Los distinguidos privilegios religiosos con los que somos preeminentemente favorecidos. ( TH Casa, BD )

Misioneros primitivos

I. El ejemplo de los misioneros primitivos.

1. Ten�an buenos principios. Esto se desprende de su salida, no solo por mandato de Jesucristo, sino "por amor de su nombre".

2. Estaban activos en medio de escenas de dificultad. "Ellos salieron".

II. El caso de los cristianos privados, es decir, qu� deber les exige hacer en nombre de los misioneros.

1. Somos �colaboradores� de la verdad cuando sugerimos lo que est� calculado para animar a los ministros cristianos en su sagrada carrera.

2. Somos "colaboradores de la verdad" cuando contribuimos al sustento pecuniario de los ministros cristianos.

3. Somos �colaboradores de la verdad� cuando intercedemos fervientemente en nombre de los ministros y de todos aquellos a quienes se esfuerzan por llevar al conocimiento de la verdad. ( OA Jeary. )

Empresa misionera

I. El motivo. Sentir una gran compasi�n por las almas que perecen es un buen incentivo, pero trabajar para la gloria de Dios es mejor.

1. El nombre glorioso. Su brillo est� en cada p�gina de la historia.

2. El nombre de gracia. �Y su nombre se llamar� Jes�s�.

3. El nombre perdurable. Mientras el sol brille en los cielos.

II. La empresa. Salieron a proclamar este nombre.

1. Una empresa de autosacrificio. Se abandon� toda perspectiva terrenal.

2. Una empresa peligrosa. No solo el peligro que surge de causas naturales, sino de la persecuci�n. Significaba posiblemente la muerte.

3. Por tanto, empresa de fe.

III. La discreci�n. No aceptaron la hospitalidad de aquellos que podr�an haber entendido mal su motivo. Tuvieron cuidado de que nada obstaculizara el trabajo. Su objetivo era tanto la prosperidad como el trabajo. ( El p�lpito semanal ) .

Por el bien del nombre

En todos los manuscritos m�s antiguos, la frase es: "Por amor al nombre". El significado es el mismo, pero su expresi�n es m�s sorprendente en la forma general.

I. �Por amor del nombre� es el ruego �til en la oraci�n aceptable. Dios se ha revelado a s� mismo en Cristo. El nombre es el personaje; el nombre de Dios es el car�cter de Dios manifestado entre los hombres. �l mismo tiene un nombre glorioso, y nuestro conocimiento de ese nombre se ha completado, redondeado, cumplido, solo en Cristo. Orar en su nombre, por tanto, es reconocer a Dios en �l, en toda su personalidad, en toda su historia, en lo que ha hecho y sufrido por nosotros.

II. �Por amor del nombre� es en grado preeminente el resorte y la fuerza motriz de la santa obediencia. Este es el significado del texto en su propia conexi�n. Estos hombres salieron con un esp�ritu de auto-consagraci�n que no hizo preguntas, que no fij� l�mites; salieron a contarle al mundo la noticia. Y vivieron de las noticias que contaron. Cuando tuvieron mucho consuelo exterior, fue santificado por el �nombre.

�Cuando no ten�an consuelo, el evangelio era una compensaci�n. El evangelio se beneficiar�a de su abnegaci�n, que resolvi� la cuesti�n en un momento. Tampoco fue este un impulso pasajero que perteneciera exclusivamente a los primeros d�as. Se multiplic� en gran n�mero de casos, continu� de �poca en �poca. Todo el secreto de tal lealtad, de tal perseverancia, de una vida tan desinteresada, tan divina, reside en esto: �Por amor del nombre.

�Que nadie diga que en este asunto vivimos del pasado, y que siempre estamos hablando de una gloria que se ha desvanecido entre los hombres. �Responded a las tumbas de los misioneros en las llanuras indias! y vosotros, m�rtires por Cristo, muertos recientemente. �Vosotros, gloriosa compa��a de almas consagradas! T� y tus trabajos son m�s para la ciudad y m�s preciosos para el Estado que los puentes y viaductos, la procesi�n real y la pompa regia.

�Qu� es esencialmente este servicio cristiano? Significa la consagraci�n del yo redimido en su totalidad a la gloria de Cristo y al servicio de nuestros semejantes bajo �l. El amor de Cristo tiene esta peculiaridad perfectamente �nica, que es el amor de Dios y el amor del hombre en uno; y cuando, �por amor del nombre�, nos entregamos a Dios y vivimos para Dios, entonces somos influidos por este amor que todo lo abarca.

Y tan ciertamente como lo somos, "somos m�s que vencedores". Porque el amor es invencible. Entonces, �qu� importancia debe tener para un cristiano estar lleno de amor, lleno del amor de Cristo por �l, lleno de amor r�pido a Cristo, lleno del poder del "nombre"? ( A . Raleigh, DD )

Colaboradores de la verdad.

Ayudantes de la verdad

I. Somos "colaboradores de la verdad" cuando nos rendimos a la influencia de la verdad. Las agencias m�s poderosas solo efect�an su trabajo a trav�s de la cooperaci�n.

II. Somos �colaboradores de la verdad� al mostrar su poder en nuestras vidas. Si quieres juzgar por la luz el�ctrica, ve y ve c�mo funciona, y cuando ves mansiones, pasillos y calles iluminadas, te impresiona la grandeza y la utilidad del descubrimiento m�s de lo que lo estar�an todos los escritores y conferenciantes que intentan describir sus m�ritos. Entonces, cuando ves a un hombre templado, recto y benevolente, feliz en medio de los males circundantes, paciente en el sufrimiento, amable en la oposici�n, firme en la defensa de lo que es correcto, ves lo que la educaci�n no puede hacer, lo que el esfuerzo humano no puede lograr, lo que puede s�lo ser� realizado y exhibido por aquellos que conocen y reciben la verdad. Est�n impresionados, convencidos, llevados a admirar y desear la misma experiencia ustedes mismos.

III. Mediante la oraci�n podemos ser �colaboradores de la verdad� ( 2 Corintios 1:11 ).

IV. Podemos ser, y debemos ser, �colaboradores de la verdad� mediante contribuciones personales y pecuniarias. Debemos ser, como Cayo, hospitalarios y generosos. Se honra a los hombres que luchan las batallas de su pa�s, que hacen descubrimientos en la ciencia, que mejoran las artes de la vida civilizada; pero te digo que haber vivido la verdad, haber contribuido al avance de la verdad, contar� m�s en la eternidad del futuro que todas las coronas de honor que los vencedores hayan ganado o toda la riqueza que el millonario haya amasado alguna vez. . ( R. Sewell. )

Compa�eros de ayuda a la verdad

�Qu� honor distintivo ha puesto Dios sobre sus escogidos para que no solo los haga part�cipes de su gracia, sino tambi�n instrumentos para comunicar esa gracia a otros? No solo el intelectual y el sabio, no solo el obispo y el sacerdote, sino el d�bil y el despreciado.

I. El tesoro precioso confiado a los disc�pulos de Cristo. "La verdad." Es la Verdad de Dios. No simplemente porque se puede decir que toda la verdad es de Dios. No es la verdad obtenida de las obras de Dios, no es la verdad obtenida por los esfuerzos de la raz�n humana, no es la verdad tal como se descubre al investigar la misteriosa p�gina de la providencia, de la que habla el ap�stol, pero es la Verdad revelada por Dios mismo.

La verdad de Dios. Porque "toda la Escritura es inspirada por Dios". La Verdad de Dios: que �l ha autenticado mediante incontestables milagros, a los que �l ha dado el sello y el car�cter de Su propia gloria. La Verdad de Dios: porque, como Dios la registr�, Dios la transmite a la mente y al coraz�n de los creyentes. Est� escrito: "Todos tus hijos ser�n ense�ados por Dios". Es la Verdad de Dios que nos ha sido confiada, y es la verdad que toca la eternidad.

Quita esta simple palabra y le quitar�s al mundo toda su luz moral, espiritual, eterna. Tambi�n es la verdad para salvaci�n. No revela simplemente nuestro origen, nuestro deber, nuestro destino; no nos revela simplemente la ley que hemos transgredido; no revela simplemente as� al hombre lo que profundizar� su culpa y oscurecer� su condenaci�n; pero hace todo esto para preparar el camino para las revelaciones de esa obra inefable: la redenci�n de la humanidad perdida a trav�s de la encarnaci�n, muerte y sangre del propio Hijo de Dios.

II. �Cu�l es el deber de aquellos a quienes Dios ha confiado un tesoro tan incalculable? �Cu�l es su deber hacia esa verdad? "Por tanto, debemos recibirlos, para que podamos ser colaboradores de la verdad". Y en primer lugar, est� claro, nuestro deber es �recibir la verdad en el amor� para nuestras propias almas. �Qu� pretendemos ayudar a construir el arca si nosotros mismos no entramos en ella? Pero si "recibimos la verdad en el amor de ella", se desprende claramente de toda la tendencia del evangelio que veremos esa verdad como un tesoro confiado a nosotros, los mayordomos, y "se requiere en los mayordomos que un hombre ser hallado fiel.

�Evidentemente, la verdad no est� dise�ada para unos pocos, sino para muchos; no para una naci�n elegida, sino para el mundo entero. No hay exclusividad en el evangelio. Entonces, �la verdad tal como es en Jes�s� no puede comunicarse por s� misma. Dios no ha hecho ninguna provisi�n para que la verdad se propague por s� mismo. No ha ordenado que se difunda tanto por el anzuelo escrito como que sea proclamado principalmente por la voz viva.

Por lo tanto, es querido que la verdad se conf�e a la Iglesia, para que la Iglesia sea �colaboradora de la verdad�, ayud�ndola en su gloriosa carrera; d�ndole su carro en el que pueda cabalgar sobre �conquistar y vencer�; suministrando, por as� decirlo, el vendaval que ha de desplegar las velas del barco, cargado con la �perla de gran precio�, para que la lleve alrededor del mundo.

III. �C�mo podemos cumplir con esta responsabilidad? y, �c�mo pueden los m�s humildes de nosotros cumplir con su deber en este alto asunto? ( H. Stowell, M. A. )

Compa�eros de ayuda a la verdad

1. Hablando amigablemente a los predicadores de la verdad. Ezequ�as habl� c�modamente a los levitas, lo cual fue un alegato de sus corazones, como la palabra importath.

2. Por instrucci�n privada de otros, como Priscila y Aquila hicieron con Apolos. Los jefes de familia que catequizan a sus familias son grandes colaboradores de la verdad.

3. Como los que se disculparon por ellos.

4. sac�ndolos de los peligros. As� que los que bajaron a Pablo en una canasta a trav�s del muro de Damasco fueron colaboradores de la verdad que Pablo predicaba.

5. Ayud�ndolos a su mantenimiento. Lo mismo hizo Ezequ�as al ordenar al pueblo que pagara sus diezmos y ofrendas a los sacerdotes y levitas, por lo que fueron animados en la ley del Se�or ( 2 Cr�nicas 31:4 ).

6. Al ministrarles cosas temporales, al recibir a los predicadores de la verdad en nuestras casas, al aliviar sus necesidades, al brindarles todo el consuelo que podamos, al enviarles si est�n en peligro. ( W. Jones, DD )

Todos deber�an ser compa�eros de ayuda

En los viejos tiempos de los entrenadores, antes de que los ferrocarriles fueran tan comunes como lo son ahora, observ� un aviso sobre el monto de las tarifas de primera, segunda y tercera clase en uno de estos entrenadores. Como todos los asientos parec�an iguales, tom� un boleto de tercera clase, esperando estar tan bien como aquellos con boletos de segunda o primera clase, y adem�s, deber�a tener la satisfacci�n de haber ahorrado mi dinero. Sin embargo, al pie de una colina empinada, el conductor se detuvo y grit� en tono estent�reo: �Pasajeros de primera clase, qu�dense en sus asientos; los pasajeros de segunda clase bajan y caminan; los pasajeros de tercera clase empujan detr�s.

"Seamos todos pasajeros de tercera clase, no sentados c�modamente mirando mientras otros hacen el trabajo, ni alej�ndonos de �l, sino empuj�ndonos hacia atr�s con todas nuestras fuerzas, y as� ayudando y alentando a los l�deres a menudo sobrecargados y sobrecargados que est�n soportando la carga y el calor del d�a. ( F. Clarkson. )

Versículos 9-11

Di�trefes, que ama tener la preeminencia.

Di�trefes

Adem�s de la luz que arroja esta breve ep�stola sobre el estado de la Iglesia cristiana hacia fines del siglo I, nos presenta �los retratos en peque�o� de tres hombres notables: Demetrio, Di�trefes y Gayo. Debemos estudiar a un hombre de un car�cter muy inferior: el vanidoso, irritable y locuaz Di�trefes, cuya religi�n parece haber sido bastante compatible con una moralidad escurridiza.

No se nos dice qu� fue exactamente por lo que Di�trefes se ofendi�, ya sea en la carta de San Juan o en la conducta de Demetrio; pero no es dif�cil ofender a un hombre que tiene un sentido indebido de su propia importancia y cuyo amor propio puede incendiarse con cualquier f�sforo, por muy inocente que sea. San Juan claramente implica que fue una herida a su amor por la preeminencia, su determinaci�n de ser el primero y exigir un homenaje que no merec�a.

Pero cualquiera que sea el pinchazo que recibi� su vanidad, el car�cter del hombre se manifiesta en su resentimiento totalmente desproporcionado y extravagante por la ofensa. En su resentimiento, se opone a hombres mucho m�s sabios y mejores que �l; pone en peligro la paz de la Iglesia; disminuye su n�mero y fuerza. Nada menos que la excomuni�n de todos los que se hab�an atrevido a diferir de �l, de todos los que se hab�an aventurado a recibir a los evangelistas a quienes �l no recibir�a, y a quienes les hab�a prohibido recibir, lo satisfar�a.

Pero la constituci�n democr�tica de la Iglesia primitiva no permitir�a que un hombre, por eminente que fuera, excomulgara a quienes lo hab�an ofendido, simplemente porque lo hab�an ofendido. Antes de que se les diera esa sentencia extrema, debi� ganarse a la mayor�a de sus miembros y de sus compa�eros para su lado. Debe haber tomado un desv�o hasta su final. Y, de hecho, un hombre de dones inferiores y de un esp�ritu menos informado por la gracia de Cristo, que estar� primero, se presentar� e intentar� gobernar una congregaci�n cristiana libre, debe tomar este camino.

Debe jugar con la ignorancia, e incluso con la piedad, de quienes lo siguen, debe afectar una sabidur�a superior, o una ortodoxia superior. No dejar� que los hechos hablen por s� mismos, sino que se dispone con su lengua simplista a lamerlos y quitarlos de su forma natural. No puede permitir que el aprendizaje, la sabidur�a, la piedad, la experiencia ejerzan su influencia natural y ben�fica, sino que debe a todo riesgo contrarrestar esa influencia y sugerir razones plausibles para no ceder a ella.

�De qu� otra manera puede ganar y mantener una preeminencia que no se merece? No hay nada en la ep�stola que sugiera que Di�trefes sostuviera puntos de vista doctrinales err�neos, o que cayera en lo que se llaman pecados graves y manifiestas. Si hubiera sido poco ortodoxo, de hecho, o flagrantemente inmoral, nunca habr�a ganado esa eminencia en la Iglesia que insisti� en convertir en preeminencia. Todo lo que se le culpa es la presunci�n y la seguridad en s� mismo que lo hicieron impaciente por la rivalidad o la resistencia, y lo impulsaron a buscar el poder en lugar de la utilidad.

Cualquier hombre que se salga con la suya es muy probable que acabe mal. Cualquier hombre que insista en que la Iglesia siga su camino, est� seguro de que ser� un gu�a ciego, que conducir� a los que lo siguen a una zanja, y quiz�s los dejar� en la zanja cuando �l mismo salga de ella. Pero tal vez se est� preguntando: ��C�mo indujo Di�trefes a sus compa�eros a seguir su ejemplo, ya que deben haber sido, al menos la mayor�a de ellos, buenos hombres que no era probable que excomulgaran a sus semejantes por un exceso de caridad o por hiriendo su vanidad? Y la respuesta a esa pregunta la sugiere St.

Palabras de Juan: "No nos recibe"; "Parloteando contra nosotros con palabras perversas (o maliciosas)". Sin embargo, Di�trefes dif�cilmente podr�a haber negado abiertamente la autoridad de un ap�stol tan venerado y amado como San Juan. No; pero puede haberlo cuestionado indirectamente. Es posible que se haya extendido sobre la independencia de la Iglesia, de cada comunidad de creyentes separada, sobre su competencia y derecho a administrar sus propios asuntos, a nombrar a sus propios agentes, a decidir sobre su propio curso de acci�n, y haber preguntado si lo har�an. sufrir, si ser�a correcto sufrir, cualquier forastero, por honrado y amado que sea, para gobernarlos y controlarlos.

Incluso pudo haberse persuadido a s� mismo, as� como a otros, de que Juan hab�a tomado un nuevo rumbo y estaba dando un nuevo tono al pensamiento y la vida cristianos, y que la Iglesia corr�a un peligro no peque�o de ser desviada de sus antiguas normas, y pensando demasiado en la misericordia y muy poco en la severidad de Dios. Si no pudiera decir sin rodeos: "Quiero ser el primero en esta Iglesia, que se me oponga", o "Odio a Gayo y sus pretensiones de aconsejar y gobernar", o "No me agrada Demetrio, y resiento su falta". de deferencia hacia m� �, al menos pod�a apelar a la memoria y las ense�anzas de su venerado fundador, y confesar su preferencia por el evangelio de San Pablo sobre el de S.

John. Porque ahora debemos recordar que se nos dicen dos cosas acerca de Di�trefes. Se nos dice no s�lo que le encantaba tener la preeminencia, sino tambi�n que fue maldecido con una lengua voluble, que "todav�a estar�a hablando"; pues, �cu�ntas veces una lengua fluida lleva a un hombre adonde, en su estado de �nimo razonable, no ir�a, y lo traiciona a posiciones que no habr�a asumido voluntariamente? Se�or.

Hablador, como lo llama Bunyan, puede hacer, y a menudo lo hace, tanto da�o como el Sr. Illwill. Es su propio camino lo que quiere, no el mejor camino, no el camino que ser� m�s beneficioso para los dem�s; y si no puede conseguirlo por medios justos, a menudo se rebajar� a medios sucios o dudosos, provocando divisi�n y descontento, parloteando con palabras maliciosas contra los que se oponen a �l cuando las palabras justas ya no le servir�n.

Y si el prurito de hablar puede llevar al parloteo de palabras ociosas e incluso maliciosas, la codicia de poder conduce com�nmente a un abuso de poder. John, o Demetrius, me ha desairado. Gayo no me cede ni a m� ni a mis deseos. Ha recibido a hermanos extra�os sin consultarme, o cuando supo que yo les hab�a prohibido la recepci�n. Nada, entonces, me inducir� a recibirlos. Mover� cielo y tierra contra ellos, y contra todos los que los ayuden, sean ellos quienes quieran �- cuando un hombre ha llegado una vez a ese punto, y Di�trefes parece haberlo alcanzado, no est� lejos de ninguna mala palabra o cualquier obra mala.

Ning�n castigo es m�s desagradable para alguien que aquel con el que Juan amenaza a Di�trefes: "Le recordar� sus palabras y sus obras", ll�velo a reservar para ellos en su propia presencia y en la de la Iglesia. Nada les disgusta tanto como verse obligados a enfrentarse a sus propios susurros y ver c�mo suenan en o�dos honestos e imparciales, o incluso en sus propios o�dos ahora que su excitaci�n e irritaci�n han disminuido.

Di�trefes, entonces, era un hombre que no era necesariamente ni del todo malo; un hombre que puede haber tenido muchas buenas cualidades y haber prestado alg�n servicio a la Iglesia; pero sus buenas cualidades se mezclaron y sus buenos efectos viciados por una exorbitante presunci�n y locuacidad. �Amado�, exclama San Juan, cuando termin� su miniatura de Di�trefes, �no imites lo que es malo, sino lo que es bueno.

El que hace el bien es de Dios; el que hace el mal, no ha visto a Dios �. Y por esta exhortaci�n no entiendo que �l d� a entender que Di�trefes era un hombre absolutamente malo que nunca hab�a visto a Dios, que nunca hab�a dado el primer paso hacia una participaci�n de la naturaleza divina, como tampoco quiere decir que Demetrio, a quien inmediatamente comienza a describir, era un hombre completamente bueno en quien no se pod�a encontrar falta. Pero entiendo que quiere decir que un hombre vanidoso, demasiado aficionado a o�rse hablar, demasiado empe�ado en ocupar el primer lugar, est� cerrando los ojos contra la visi�n celestial y puede hacer tanto da�o como si sus intenciones fueran malas.

El ap�stol puede dar a entender que, como indudablemente Demetrio estaba haciendo un buen trabajo, era un buen hombre; y que Di�trefes, en la medida en que se opuso y paraliz� ese trabajo, estaba haciendo un trabajo malo y tom� su lugar entre los hombres malvados. ( S. Cox, DD )

Di�trefes

Yo te mostrar� qui�n no es diotrephes.

1. Aquel cuyo andar y conversar piadosos le asegura la total confianza de los hermanos y, por lo tanto, le da una gran influencia.

2. Aquel cuyos talentos y educaci�n necesariamente lo convierten en un hombre de influencia.

3. Ni aquel, cuya sabidur�a y prudencia bien conocidas y probadas, lo hacen muy buscado en sus consejos.

4. Estos hombres generalmente no buscan influencia. Es inevitable. Los sigue como su sombra.

II. Procedo a mostrar qui�n es diotrephes.

1. A veces es un hombre a quien nunca se le rompi� la voluntad. Como miembro de la Iglesia, espera que la familia de Cristo le ceda el paso. Es voluntarioso y testarudo, a menudo tan irracional como un simple animal.

2. A veces es un hombre rico. Sus riquezas le dan autoridad en el mundo; y da por sentado que deben hacerlo en la Iglesia.

3. A veces es un hombre de cierto conocimiento y mucha volubilidad, que se imagina que su capacidad debe dar autoridad a su opini�n.

III. Procedo a poner diotrephes en acci�n. Si el ministro no lo toma por consejero, es su enemigo. Con cada movimiento encuentra fallas a menos que �l lo haya originado.

IV. A continuaci�n, comento sobre el car�cter de diotrephes.

1. Es muy diferente de Cristo, que era manso y humilde.

2. Es muy desobediente a la palabra: "Estime cada uno al otro mejor que a s� mismo".

3. Est� en contra de la igualdad que Cristo ha establecido en su Iglesia.

Observaciones pr�cticas:

1. Di�trefes est� la mayor parte del tiempo en problemas. Siempre buscando deferencia, siempre es probable que piense que es deficiente.

2. La Iglesia no puede tomar un camino m�s seguro hacia los problemas que dar paso a Di�trefes.

3. Di�trefes dif�cilmente ser� amigo del ministro. La influencia natural del maestro religioso lo perturba.

4. Es mejor buscar a Di�trefes en su propio banco. Quiz�s podamos encontrarlo en nuestro propio asiento.

5. Di�trefes a veces est� casado y su pareja puede ser un verdadero compa�ero de yugo. ( Tesoro cristiano. )

Amor por la preeminencia

No es s�lo Di�trefes cuyo car�cter describe mi texto, es la naturaleza humana en general; es todo hombre cuyo coraz�n no ha sido renovado por la gracia.

1. Un coraz�n altivo, una mirada altiva, un temperamento orgulloso, la ambici�n, el esp�ritu, la vanidad, son, m�s o menos, las se�as caracter�sticas del hombre natural. Ning�n hombre as� se contenta con la posici�n en la que a la Providencia le ha placido colocarlo. Todos son por ser m�s grandes de lo que son. Cada uno debe hacer cumplir su propia voluntad, su propio humor gratificado. Las cosas deben hacerse exactamente a su gusto, y la voluntad y el placer de todas las dem�s personas deben ceder ante los suyos.

2. �De d�nde surge este �amor de la preeminencia�? �A qu� se le atribuye? A una terrible ignorancia de nosotros mismos. Todos tenemos, naturalmente, una opini�n muy alta de nuestros propios personajes, una vasta noci�n de nuestros propios m�ritos. Realmente no podemos pensar que somos miserables pecadores mientras luchamos por cu�l ser� el mayor.

3. �Es este amor por la preeminencia compatible con un estado de gracia? Busque en las Escrituras la respuesta. De hecho, la Biblia no es un libro nivelador. No borra las distinciones. Pero en cuanto a los hombres de esp�ritu como Di�trefes, de esp�ritu vanidoso, orgulloso y exaltado a s� mismo, la Biblia les da su sentencia de condenaci�n, y nos da a entender en todas partes que el cielo est� cerrado para ellos ( Mateo 18:3 ; 1 Timoteo 3:5 ).

4. Pero, �por qu� el amor a la preeminencia est� tan condenado en la Palabra de Dios? �En qu� consiste la gran culpa de ello?

(1) Primero, es completamente inadecuado para nuestra condici�n de criaturas culpables ca�das.

(2) Hay otra raz�n por la que es tan absolutamente inconsistente con el car�cter de un cristiano amar a la preeminencia. Ese puesto de honor est� preocupado. Pertenece, no al cristiano, sino al Se�or del cristiano, no al pecador salvo, sino al Salvador de ese pecador. ( A. Roberts, MA )

El verdadero m�todo de la eminencia

Los hombres no se equivocan tanto al desear avanzar como al juzgar qu� ser� un avance y cu�l es el m�todo correcto para hacerlo. Un hombre se muestra apto para ir m�s alto si demuestra que es fiel donde est�. Cuando los obreros est�n construyendo los cimientos de vastas estructuras, necesitan mano de obra muy por debajo de la superficie y en condiciones desagradables. Pero cada hilera de piedra que colocan los eleva m�s alto, y, por fin, cuando llegan a la superficie, han puesto un trabajo tan s�lido debajo de ellos que no deben temer ahora levantar sus muros, a trav�s de alt�simos pisos, hasta que pasen por alto. todo el barrio. Un hombre que no le ir� bien en su lugar actual porque anhela estar m�s alto ya es demasiado alto y deber�a ser puesto m�s bajo.

Ambici�n

A menos que puedan ser expertos en aserradoras, no tocar�n una sierra. ( CH Spurgeon. )

Me acordar� de las obras que hace, parloteando contra nosotros.

Diotrefes reprendido

Aqu� San Juan levanta una bandera de desaf�o contra Di�trefes. Todos debemos reunir el mismo valor contra los adversarios de la verdad. Darles demasiadas riendas a los caballos salvajes es malcriarlos a ellos ya sus jinetes; soltar las cuerdas del barco es ahogar el barco; ser demasiado negligente en la Iglesia es derrocar a la Iglesia. Los lenitivos servir�n para peque�as llagas, pero las grandes llagas deben tener tiritas, de lo contrario no curamos, sino que matamos.

Debemos llevar a nuestros propios enemigos, pero nuestras espaldas no deben ser tan anchas como para soportar a los enemigos de Dios. Luego hace una enumeraci�n de sus hechos; est�n en el n�mero cuatro, como cuatro escalones en una escalera, uno m�s alto que otro; el escal�n m�s bajo de todos es su parloteo, el siguiente es el no recibir a los hermanos; el tercero es su prohibici�n de que otros lo hagan; el �ltimo y m�s grande de todos es su expulsi�n de la Iglesia. ( W. Jones, DD )

Hombres censuradores

com�nmente toman lupas para observar las imperfecciones de otras personas, y lentes diminutos para observar sus propias enormidades.

No contento con eso.

Codicia en el pecado

Hay una especie de codicia en el pecado: un hombre codicioso no se contenta con lo que tiene, aunque tiene las riquezas de Creso, todav�a quiere m�s. As� que el que ha comenzado a beber del agua del pecado, necesita beber m�s y m�s. Un hombre que peca es como uno que cae de una colina empinada, no puede quedarse hasta llegar al fondo a menos que haya una parada extraordinaria en el camino; no hay suspensi�n en el pecado a menos que Dios nos detenga por la mano de su Esp�ritu.

No contento con ello, ni �l mismo recibe a los hermanos, lo que no obstante debe hacer, porque al recibir de ellos, recibe a Cristo ( Mateo 25:35 ). Sin embargo, no contento con eso, les proh�be que lo hagan, como el perro en el pesebre que no comer�a forraje ni permitir�a que el caballo se lo comiera; como los fariseos que cierran el reino de los cielos delante de los hombres, no entran ellos mismos ni dejan entrar a otros; Estos son viles miserables, no se dan a los buenos usos ni sufren a los dem�s, disuaden a los dem�s; �stos son culpables de su propia condenaci�n y de la condenaci�n de otros. ( W. Jones, DD )

Versículo 11

Amado, no sigas lo malo, sino lo bueno.

El mal no debe ser imitado

El mal pronto se imita, especialmente en las grandes personas; son un rostro para ella; sus acciones parecen ser leyes. Un hombre tan grande jura profanamente. �Por qu� no puedo jurar yo tambi�n? No; No sigas lo malo en ninguno, no, no en los buenos.

1. El mal es agradable a nuestra naturaleza; pronto se sigue; un poco de persuasi�n servir� el turno; por lo tanto, ten�amos que tener cuidado con eso.

2. Hay muchos instigadores de lo malo, el diablo y sus instrumentos para impulsarnos hacia adelante.

3. El mal es com�n, una mala hierba que crece en todas partes; la bondad es una flor que crece en pocos jardines ( Mateo 7:13 ).

4. El mal, desde la ca�da, es de mayor antig�edad. Hab�a un Ca�n antes que un Abel; por lo tanto, ten�amos que cuidarnos a nosotros mismos, de lo contrario seguiremos el mal antes de darnos cuenta.

5. �A d�nde nos lleva el mal? Incluso al infierno, no la sigas; d�jala ir sola por todos nosotros; sin embargo, tiene demasiados seguidores, incluso a la luz del evangelio. ( W. Jones, D. D. )

El que hace el bien es de Dios; el que hace el mal, no ha visto a Dios.

Devoci�n

Sigue la fe de Abraham, el celo de Finees, la sinceridad de Natanael, la generosidad de Zaqueo y Cornelio; escuche la amonestaci�n de San Pablo ( Filipenses 4:8 ). Pero vayamos a la raz�n de San Juan.

1. Por bondad. �El que hace el bien es de Dios�, no por propagaci�n, sino por imitaci�n; est� lleno de bondad; sea ??usted tambi�n, en cierta medida.

2. Hace lo que es agradable a Dios; es de su familia; �l le sirve y le obedece, por lo tanto, Dios lo recompensar� por ello. Por otro lado, "el que hace el mal, no ha visto a Dios". �Por qu�? Entonces nadie le ha visto, porque todos hacen lo malo. El significado es que se acostumbra a hacer el mal. El piadoso hace el mal, pero es sobre la debilidad; los imp�os lo hacen por obstinaci�n; el uno accidentalmente, el otro propia y naturalmente.

El que anda en tinieblas no puede ver; los hombres malvados caminan en las tinieblas del pecado y la ignorancia, por lo tanto, no pueden ver a Dios. Por tanto, aborrezcamos lo malo; cegar� nuestros ojos y evitar� que veamos a Dios. ( W. Jones, D. D. )

Pecado perjudicial para la vista espiritual

1. El que hace el mal, lo hace voluntariamente, no puede haber visto a Dios en el sentido de haber visto y sentido las demandas y la fuerza de Sus mandamientos. Di�trefes no podr�a haber visto a Dios en los mandamientos, o no habr�a forzado su camino hacia la �preeminencia�, no habr�a retenido amables hospitalidades o hablado cosas desconfiadas del ap�stol.

2. El que hace el mal, voluntariamente hace el mal, no puede haber �visto a Dios� en el ejemplo de Su Hijo.

3. El que hace el mal, voluntariamente hace el mal, no puede haber �visto a Dios� en las iluminaciones de la voluntad divina a trav�s del Esp�ritu Santo. Todo mal resiste sus obras. O, para usar la figura de nuestro texto, todo mal nos ciega a Su presencia y nos deja a tientas en nuestro camino en la oscuridad de nuestro ego�smo. ( El p�lpito semanal ) .

Versículo 12

Demetrio tiene buen testimonio de todos los hombres.

El car�cter cristiano resistir� todas las pruebas

1. La prueba de la opini�n p�blica. Todos los hombres ten�an una buena palabra para Demetrius. Pero hay antipat�as en la mente mundana; �C�mo, entonces, podemos esperar un juicio imparcial? Respondemos que la verdad debe vencer el error como la luz vence a las tinieblas. La deshonestidad solo puede obtener un triunfo temporal sobre la integridad ( 1 Pedro 2:12 ).

2. La prueba de la Palabra de Dios. La norma de car�cter es la ley del Se�or. Usamos la Biblia tanto para comparar como para instruir. Es un espejo en el que ver nuestra verdadera condici�n.

3. La prueba del compa�erismo de la Iglesia. Los cristianos se conocen �ntimamente y, como tales, conocen las fallas de los dem�s; s�, y conocen las dificultades que acosan a una vida santa. Tener una buena palabra de aquellos que nos conocen as� testimonia la autenticidad de nuestro car�cter.

4. La prueba del juicio final. ( El p�lpito semanal ) .

Demetrio

Evangelista, posiblemente profeta, animado por un esp�ritu abnegado y desinteresado, que nac�a de un amor ardiente por Cristo Salvador de los hombres, Demetrio se gan� un triple testimonio.

1. Gan� �el testimonio de todos�, dice San Juan, es decir, el testimonio de todos los hombres buenos, de todos los que fueron capaces de apreciar la bondad. Incluso aquellos que rechazaron su mensaje no ten�an nada que alegar contra el hombre, salvo la sublime locura de un entusiasmo peligroso e in�til; mientras que quienes lo aceptaron de �l, o ya lo hab�an aceptado de otros labios, no pudieron sino admirar la finura de su esp�ritu y el fuego de su celo.

2. M�s, y mejor a�n, gan� "el testimonio de la verdad misma". Porque el que diariamente pone su vida en la muerte para ser fiel a sus convicciones, el que, movido por la gracia y el amor de Cristo, no busca sus propias cosas, sino las de los dem�s; el que se entrega con celo ardiente y valor inquebrantable al servicio de la verdad y la salvaci�n de los hombres, da testimonio de �l la verdad misma, que lo ha hecho lo que es.

Los hombres no desprecian la comodidad y la provisi�n segura para sus necesidades diarias; no afrentan a diario toda forma de peligro y p�rdida, por verdades o creencias que no tienen nada real ni vital en ellas. �Los que hacen tales cosas declaran claramente�; ellos �manifiestan� que son servidores de una verdad, que aman m�s de lo que se aman a s� mismos. Es la verdad misma la que habla a trav�s de ellos y da testimonio de ellos.

3. Por �ltimo, San Juan a�ade su propio testimonio al de los testigos anteriores: �Nosotros tambi�n damos testimonio�. Y cualquier hombre que se haya dedicado al servicio y la difusi�n de una verdad que no ha recibido un reconocimiento amplio o general, comprender� el encanto especial que este testimonio ejercer�a sobre Demetrio. Un personaje muy noble, sobre el que, simplemente describi�ndolo, San Juan ha pronunciado un elogio muy noble.

Perm�tanme recordarles tambi�n que, por muy grande que nos parezca Demetrio, grande en su desinter�s, su devoci�n, su celo, no fue un hombre de gran importancia en la Iglesia primitiva. No es un h�roe distinguido, un hombre de genio espiritual honrado y amado, a quien he tratado de colocar ante ustedes; pero un hombre del que nunca deber�amos haber o�do si no fuera por la insubordinaci�n parlanchina de Di�trefes. ( S. Cox, D. D. )

Un buen nombre

Hay dos cosas que todos debemos procurar: una buena conciencia con respecto a Dios y un buen nombre con respecto a los hombres.

1. Un buen nombre es dulce y agradable; se prefiere antes que las cosas m�s preciosas que los hombres tienen en mayor estima ( Proverbios 22:3 ).

2. Es rentable. La buena fama engorda los huesos. La buena fama engorda al hombre; come, bebe, duerme mejor por ello.

3. Asegura a un hombre mientras est� vivo; los que tienen un mal informe por su trato injurioso son difamados; van, de alguna manera, en peligro de muerte; los que tienen un buen informe caminan con alegr�a y seguridad.

4. Es un consuelo para un hombre, incluso en su lecho de muerte; tiene menos, entonces, para fastidiar y turbar su mente.

5. Nos deja un dulce sabor; cuando estamos muertos es un ung�ento oloroso; la casa oler� a ella un buen rato despu�s. Por tanto, vivamos de tal manera que seamos bien informados de nosotros, en la medida de lo posible, de todos los hombres. Digo, en la medida de lo posible; porque en verdad es imposible; los mejores de todos nosotros deben rendir cuentas para pasar por buen y mal informe al reino de los cielos. ( W. Jones, DD )

Versículos 13-14

Conf�o en verte pronto.

La dulzura del compa�erismo cristiano

1. Su fundamento - la paz. Este es el v�nculo de la comunidad cristiana. No puede existir sin concordia. Las divisiones ahuyentan al Esp�ritu de Dios y abren la puerta a la envidia y la malicia.

2. Su car�cter sagrado, no con tinta y bol�grafo. Es un deseo oculto que solo puede expresarse de una manera adecuada a su propia naturaleza. Puede tomar muchas formas para mostrarse, pero no puede realizarse plenamente sin contacto personal.

3. Sus simpatizantes: los amigos te saludan. Un deseo sincero por el bienestar de los dem�s es una caracter�stica importante de la moral cristiana.

4. Su consideraci�n individual: saluda a los hermanos por su nombre. Cada persona recibi� atenci�n independientemente de su riqueza o posici�n. ( El p�lpito semanal ) .

Salude a los amigos por su nombre.

Los amigos

La palabra "amigo" no aparece a menudo en el Nuevo Testamento, siendo absorbida por la palabra m�s entra�able de "hermano". ( J. Wesley. )

Saluda a los amigos por su nombre

El buen pastor imita a ese buen pastor que "llama a sus ovejas por nombre". ( C. Wordsworth. )

Los verdaderos amigos son escasos

La amistad de la mayor�a de los hombres en estos d�as es como algunas plantas en el agua, que tienen hojas anchas en la superficie del agua, pero casi ninguna ra�z; como tambores y trompetas y estandartes en una batalla, que hacen ruido y espect�culo, pero no act�an; meras amistades fingidas y cumplidas, que pueden inclinarse generosamente, prometer enf�ticamente, hablar plausiblemente y olvidar todo. ( J. Spencer. ) .

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "3 John 1". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/3-john-1.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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