Bible Commentaries
Daniel 3

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Nabucodonosor, el rey, hizo una imagen de oro.

�dolos gigantes

No carecemos de una confirmaci�n hist�rica de la narrativa en cuanto a la existencia de gigantescos �dolos de oro entre los babilonios. Herodoto escribe que en su �poca hab�a en Babilonia una imagen de �dolo de oro de doce c�bicos de altura; y, lo que es a�n m�s notable, otra autoridad, hablando obviamente de la misma estatua, menciona que todo extra�o estaba obligado a adorarla antes de que se le permitiera entrar en la ciudad.

Diodorus Siculus menciona una imagen encontrada en el templo de Bolus de cuarenta pies de altura, que algunos piensan que era la misma que la imagen dorada de Nabucodonosor. Otras im�genes casi paralelas en magnitud se mencionan en la historia. El Coloso de Ner�n ten�a ciento diez pies de altura. El Coloso de Rodas ten�a setenta codos de altura y era considerado una de las siete maravillas del mundo. Seg�n la historia cl�sica, se necesitaron trece a�os para construir este coloso; y al ser derribado por un terremoto, tan grande fue su peso, a� la tierra y se enterr� bajo tierra.

Estos hechos hist�ricos muestran que tales im�genes no eran inusuales y que no era imposible construirlas mediante el arte antiguo. Sin embargo, el Coloso de Ner�n y de Rodas no era de oro; ni suponemos que la imagen de Nabucodonosor fuera de oro macizo. Debe haber sido hueco o hecho de madera y cubierto de oro. No parece que los antiguos hicieran m�s que peque�as im�genes de oro macizo. Las proporciones de esta imagen est�n desordenadas, a menos que entendamos que la altura incluye el grosor del pedestal, lo que me parece que deber�amos hacer. ( WA Scott, DD .)

Versículo 2

Entonces el rey Nabucodonosor envi� a reunir a los pr�ncipes, los gobernadores.

Sociedad

La sociedad, la uni�n de muchos por el inter�s de todos, parece haber sido siempre un objeto principal del cuidado y la protecci�n de Dios. Su providencia, en el orden de la naturaleza, est� manifiestamente dirigida a reunir a los hombres, a unirlos entre s� por los poderosos lazos de la responsabilidad mutua y por los sentimientos imborrables de justicia y humanidad.
En la ley revelada o escrita, Dios ha hecho que la religi�n y la sociedad avancen juntas.

De alguna manera, los ha fusionado entre s�. Al definir nuestras obligaciones con respecto a �l mismo, �l ha definido nuestros compromisos mutuos entre nosotros. Todos los preceptos del dec�logo tienden a la utilidad general de la humanidad. El objeto del Evangelio es hacer de todos los habitantes del mundo un solo pueblo, de ese pueblo una sola familia; e imbuir a esa familia de una sola aspiraci�n: �Santo Padre, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.

�Y podemos afirmar de Jesucristo en referencia a la Sociedad, lo que �l afirm� de S� mismo en referencia a la ley antigua, que �l� no vino para destruir, sino para cumplir �. De hecho, la relaci�n que mantenemos entre nosotros da origen a cuatro descripciones del deber esenciales para la felicidad de la humanidad y la tranquilidad de la condici�n social. Deberes pol�ticos, que son la base de la sociedad; deberes magisteriales, que son su seguridad; deberes caritativos, que son sus v�nculos; deberes convencionales, que son sus elegancia.

Ahora, es solo la religi�n la que hace cumplir y santifica esos deberes y, por lo tanto, es la �nica que realmente protege los intereses de la sociedad. Ahora bien, el error de todos los dem�s perjudiciales para la sociedad, y sin embargo un error muy com�n, es imaginar que las diversas condiciones existentes en el mundo no son m�s que el resultado de la casualidad o de la necesidad, que no es necesario Remitirse a la sabidur�a divina para la explicaci�n del hecho de que, una vez comprobados nuestros deseos, es perfectamente natural que busquemos en la industria de los dem�s aquellos recursos que no podemos descubrir en nosotros mismos: que este intercambio de servicios ha producido esa variedad de condiciones en las que se divide la sociedad, y que, independientemente de la Providencia, la naturaleza ha conferido autoridad al padre de una familia, la fuerza ha dado gobierno a los reyes,

�Un padre (y este es el t�tulo por el que se deleita en ser llamado) olvidar�a a sus hijos y dejar�a sus perspectivas de futuro inciertas y vacilantes? No; y, por lo tanto, la religi�n nos muestra su providencia dirigida a suplir abundantemente nuestras necesidades e incluso lujos. �Y c�mo? Pues, por medio de esa variedad de condiciones sociales, de las que solo �l es el Autor. Porque, �qu� otro Ser que �l, que de la discordia de los elementos suscit� la armon�a del universo, podr�a unir e incorporar tantas influencias contrarias y dirigirlas hacia un solo fin? �Qu� otro Ser que �l, que con unos granos de arena detiene la furia de las olas, podr�a disciplinar tantas pasiones furiosas y fijar los l�mites invisibles que no pueden traspasar?
Sin embargo, no puedo negar que a menudo se hace una objeci�n enga�osa a esta verdad fundamental; y es decir, la gran desigualdad de condiciones entre la humanidad.

��Por qu�, se puede decir, ��por qu� del mismo barro se hacen vasos de honra y vasos de deshonra? �Por qu� esa inmensa distancia que separa a un hombre de otro? �Por qu� tantos goces y tanta libertad por un lado, y tantas privaciones y tanta servidumbre por el otro? �Dios acepta personas? " �Qu� le pide que haga? �Que deber�a establecer una completa igualdad entre nosotros? Supongamos que lo ha hecho, y entrometidos observemos las consecuencias.

Todos somos igualmente independientes, igualmente poderosos, igualmente grandes, igualmente ricos. Y ahora cu�ntanos en qu� nos beneficiar�a esa independencia. �Deber�amos ser competentes para suplir todos nuestros propios requisitos y no deber�amos tener la necesidad de solicitar a otros que nos ayuden en nuestra necesidad? �De qu� nos beneficiar�a nuestro poder? �A qu� uso podr�amos aplicarlo? �De qu� nos beneficiar�a nuestra grandeza? �Atraer�a hacia nosotros una sola part�cula de homenaje o de respeto? �De qu� nos servir�an nuestras riquezas? �c�mo podr�amos emplearlos? Esa completa igualdad una vez establecida, �durar�a mucho? �Seguir� satisfecha nuestra ambici�n? �Aguantar�a pacientemente a tantos iguales? �No aspirar�a a la dominaci�n? �Y qu� restricci�n ser�a aplicable para controlarlo? Todos deber�amos ser rivales y estar continuamente en un estado de guerra civil.

Una vez establecida esa completa igualdad, �qui�n de nosotros se encargar�a de cultivar la tierra, de suplir las necesidades m�s urgentes, de procurar las necesidades ordinarias de la vida? �Qu� ley, qu� autoridad habr�a para obligarnos a hacerlo? Deber�amos perecer como consecuencia de nuestra grandeza y abundancia; no deber�amos obtener nada m�s que cosas superfluas sin valor mientras necesit�ramos comida y refugio reales.

En resumen, hacer que todos los hombres sean igualmente afortunados no es m�s que otro t�rmino para hacerlos a todos igualmente miserables. Debe haber un jefe de estado, para que el estado pueda escapar a la imposici�n de muchos tiranos; debe haber grandes hombres, "pr�ncipes y gobernadores", para proteger a los d�biles; debe ser guerreros y capitanes � � para defender el pa�s; debe haber magistrados, �jueces�, �consejeros y alguaciles� para prevenir la injusticia y castigar el crimen; debe haber ricos, "los tesoreros", para emplear el trabajo y recompensarlo; deben estar los pobres y los necesitados, para que los inconvenientes que trae la pobreza sirvan de acicate a la indolencia y de advertencia a la pereza.

La sociedad descansa sobre estos diferentes estados como si fueran contrafuertes que la sostienen. Ahora bien, ser�a perfectamente superfluo en m� demostrarles que el trabajo es la condici�n en la que existe la sociedad - que en ciertos aspectos incluso las conmociones pol�ticas mismas son menos peligrosas que la apat�a y la pereza - que la felicidad consiste en el entendimiento mutuo que debe existen entre varias clases, que actuando concertadamente y dependiendo unas de otras para un intercambio de buenos oficios, se encuentran por diferentes caminos que confluyen hacia un mismo centro.

Bien, es s�lo la religi�n la que imparte un verdadero �mpetu a esa actividad, por el �nfasis peculiar que pone en el cumplimiento concienzudo de los diversos deberes sociales, deberes tan peculiares de cada condici�n separada, que cada individuo debe cumplirlos personalmente. -tan esencial, que ocupar�n el primer lugar en el examen, que en el �ltimo gran d�a instituir� el Juez Soberano- tan indispensable, que su ausencia implica tambi�n una ausencia de piedad, ya que �sin santidad nadie ver� El Se�or.

��La pol�tica humana vigila con tanta atenci�n los intereses de la sociedad? �Se levanta para protestar con igual severidad contra esos espectadores indiferentes que cosechan abundantemente en el campo donde no sembraron? De la vasta multitud de hombres que componen la sociedad, �cu�n pocos la sirven por otros motivos que no sean la ambici�n o el emolumento! El amor a la gloria impulsa a los primeros, la sed de riquezas influye en los segundos.

Afortunadamente, la naturaleza condena desde su nacimiento a la mayor parte a luchar y trabajar. Y ahora observe la gloria distintiva de nuestra santa fe. No contento con imponer el cumplimiento de los distintos deberes sociales, establece tambi�n la forma en que dichos deberes deben cumplirse. �No es un servicio a la sociedad que la religi�n prescriba que los deberes del estado se cumplan con inteligencia? " Abundan en conocimiento y en toda diligencia.

�Y qui�n puede dejar de sentir cu�n fatal para los intereses de la sociedad ser�a la influencia de los que est�n en el poder si carecieran de los conocimientos necesarios? Si fueran guerreros, a pesar de su valor e intrepidez, �a qu� peligros no expondr�an a su pa�s? �O no es un servicio a la sociedad que la religi�n prescriba que los deberes del Estado se cumplan con decoro? �Estudien para estar tranquilos y para hacer sus propios asuntos y para trabajar con sus propias manos, para que puedan caminar honestamente hacia los que est�n afuera.

"�O la religi�n no confiere ning�n beneficio a la sociedad cuando ordena que el motivo de la acci�n cuando servimos a nuestros semejantes debe ser el deseo de agradar a Dios -" no perezosos en los negocios, fervientes en esp�ritu, sirviendo al Se�or? " Ning�n otro motivo ser�a lo bastante puro ni lo bastante noble para elevarnos por encima de las consideraciones humanas y de nuestro propio inter�s. Si el cristianismo se practicara universalmente, incluso all� solo donde se profesa, si toda la humanidad regulara su conducta por las m�ximas del Evangelio y tuviera cuidado de guiarse �nicamente por motivos celestiales; con Dios sobre todo disponiendo todo seg�n Su sabidur�a, regulando todo por Su voluntad, animando todo por Su Esp�ritu, enriqueciendo todo con Su generosidad, santificando todo por Su gracia, sustentando todo con Su poder - a la vista de un estado de sociedad como esto, �Qui�n no estar�a tentado a exclamar con Balaam, mientras contemplaba el campamento de Israel: "Cu�n hermosas son tus tiendas, oh Jacob, y tus tabern�culos, oh Israel?" (J . Jessopp, MA .)

Versículos 4-5

A ustedes se les ordena, oh pueblo.

La importancia del imperativo

No podemos prescindir de esta palabra "comando" en nuestra educaci�n religiosa. Es una palabra divina. Ser�a instructivo trazar la historia de ese t�rmino y estudiar su significado en las diversas relaciones que asume. La Biblia est� llena de mandamientos; en G�nesis manda el Se�or, en el Apocalipsis hay una voz de mando; y Jes�s, Jes�s misericordioso, manso, paciente, tierno, manda - �l dice: �Un mandamiento nuevo os doy.

Entonces, �c�mo puede Jes�s dar mandatos? Por lo que �l es. Dios puede dar mandatos porque es Dios; y no s�lo eso, sino que, siendo Dios, conoce la naturaleza humana y puede abordarla en sus propios t�rminos y de acuerdo con la l�nea de sus propios instintos y necesidades. Cuando truena Sus mandamientos, no hay nada que ofenda la constituci�n mental o moral sobre la cual la voz dominante recae con inefable autoridad.

El comando despierta algo que ya est� dormido en la naturaleza. Debemos tener nuestros deberes en primera instancia en forma de mandatos, pero solo Dios puede decir qu� mandatos no son arbitrarios, sino naturales, y operan en la l�nea del instinto y la intenci�n divina. Lo que es un mandamiento para un hombre es tarea f�cil para otro. Algunas naturalezas duras y casi impenetrables requieren ser ordenadas, agitadas, despertadas; y otros escuchan la palabra del Se�or y se lanzan a ella en obediencia que parece entenderlo todo antes de que sea plenamente hablado.

Muchos han endulzado la amargura de su suerte con un uso amplio y adecuado de las promesas, quienes han olvidado que toda promesa tiene detr�s o cerca de ella un mandato correspondiente. Nunca se ha permitido que el modo imperativo caiga en desuso en la Biblia; es, "Hijo, dame tu coraz�n"; es, "Amaos los unos a los otros"; es, "Escucha mis palabras y hazlas". Trazamos, entonces, la l�nea divisoria entre la autoridad humana y la soberan�a divina, entre un decreto arbitrario y un mandamiento que est� en armon�a con la sabidur�a y el amor de Dios, y en armon�a con la peculiaridad de la constituci�n y la capacidad humanas. ( Joseph Parker, DD .)

Versículo 5

Sonido de corneta, flauta, arpa.

Instrumentos musicales orientales

La mayor�a de los instrumentos aqu� enumerados todav�a se utilizan en la actualidad, pero algunos de ellos se han vuelto obsoletos. La corneta es una trompeta de bronce fabricada en el pa�s y utilizada en m�sica marcial. Hay varios tipos de flautas, tanto simples como dobles. Ya no se usa el arpa, ni el "salterio", que es un instrumento similar de la misma clase; han sido reemplazados por ood, que proporciona un sonido m�s rico y es m�s port�til.

El �sackbut� es una tamboora, una especie de guitarra, de varias formas y tama�os; en su forma m�s completa y perfecta, mide tres pies y nueve pulgadas de largo, tiene diez hilos de alambre fino y cuarenta y siete escalones. Se toca con una p�a y, a menudo, tiene incrustaciones de n�car y maderas valiosas. Sin embargo, a menudo es de menor tama�o y materiales menos costosos. El "dulcimer" es un kanoon o lijadora.

El "kanoon" es el original de nuestro piano, probablemente ambos derivados de la lira y el arpa, de donde el piano se llam� por primera vez un clavic�mbalo. Este instrumento consta de una caja de dos pulgadas de profundidad y de forma irregular, siendo su mayor longitud de treinta y nueve pulgadas y su ancho de diecis�is. Solo hay veinticuatro notas y, como el piano, cada nota tiene tres cuerdas, que se afinan con una tecla.

La caja de resonancia se encuentra debajo de las cuerdas, est� perforada y cubierta con piel de pescado donde descansa el puente. El int�rprete pone el instrumento de rodillas y golpea las cuerdas con el �ndice de cada mano, a la que se sujeta una p�a de cuerno. Otra forma de este instrumento, llamado �santur�, es un kanoon doble, y se acerca a�n m�s a nuestro piano; las cuerdas son de alambre y solo dobles; se golpean con martillos de madera en la mano. Cuando se usa en una procesi�n, este instrumento se suspende del cuello por medio de una cuerda. ( HJ Van Lennep, DD .)

La religi�n del ceremonial

�Son todas las prendas de colores tantas visiones de belleza? �Hay alguna tensi�n religiosa en el estruendo de las trompetas de bronce y el latido de los tambores militares? La mayor�a de las personas que vemos reunidas en torno a grandes lugares de inter�s estar�an encantadas en casa, escuchando la voz de un ni�o, un amigo o un p�jaro. �Las im�genes externas llenan el alma? �Es suficiente tener un Dios pintado? �Qu� es de extra�ar si comenzamos adorando las cosas que se ven? Ese curso parecer�a ser natural y parecer�a capaz de justificarse mediante un razonamiento s�lido de tipo preliminar.

�Qui�n no podr�a, ignorando otra deidad, adorar al sol? �A veces parece ser casi Dios! Cu�n multitudinarias son sus fases, cu�n m�ltiple es el apocalipsis en el que muestra sus incontables riquezas; ahora tan p�lido, como si estuviera cansado, un ojo medio cerrado en el sue�o durante mucho tiempo necesitado, largamente retrasado; y luego en plena pompa, cada rayo, por as� decirlo, vivo, y todo el cielo asombrado y deleitado con esta visi�n de gloria, como si escondido dentro de esa fuente de llamas y calor, all� yac�an diez mil veces diez mil veranos, y diez mil veces diez mil oto�os purp�reos, con toda su generosidad de frutos y flores y benison, para el sustento y la nutrici�n de los hombres; luego perdido entre las nubes, donde, efectivamente, parece divertirse pintando mil academias con una sola mirada; mira como llena las nubes y parece moldearlas, o caer en su forma, haci�ndolas arder y brillar y brillar, y las reviste de colores inimaginables e intransferibles; �Una vista maravillosa y gloriosa! �Qui�n no podr�a descubrir su cabeza en presencia de tal gloria, y decir: Ciertamente, esta es la puerta al menos que se abre a los palacios de Dios?

Adorar a la naturaleza parecer�a correcto en ciertas etapas de desarrollo. Dios lo hizo; Dios hizo la hierba verde y la flor sonrojada; las grandes colinas, escaleras a alturas que el hombre nunca subi�; Dios hizo los valles y las monta�as; �Y qu� le dicen estas fuentes al o�do que oye? Solo el verdadero oyente puede decirlo; el hombre vulgar no oye nada en esa salpicadura de agua, pero el alma refinada oye en ella melod�a y canto, m�sica religiosa y un indicio de otra m�sica que podr�a agradar al o�do de Dios.

A medida que crecemos en sabidur�a, en capacidad, en entendimiento, en simpat�a, cerramos nuestros ojos sobre el universo y decimos que ya no es para nosotros una imagen que deber�amos buscar con prop�sitos de adoraci�n; pero vemos dentro, por una introspecci�n divinamente dirigida, el verdadero altar, el verdadero santuario, el verdadero centro de adoraci�n aceptable. As� crecemos de lo natural a lo espiritual, y cuando hemos obtenido la medida de nuestro crecimiento decimos: "Dios es un Esp�ritu"; si todav�a conservamos la imagen, es como deber�amos conservar un s�mbolo, lo que nos ayud� antes de ver la cosa significada.

Si nuestra religi�n es en color, forma, actitud est�tica y movimiento, nuestra religi�n seguramente se convertir� en nada; pero si nuestra piedad vive en la eternidad, si se alimenta de la omnipotencia y la gracia de Dios, como se muestra en la Cruz de Cristo, permanecer� para siempre. ( Joseph Parker, DD .)

Versículos 8-9

Oh rey, vive para siempre.

La configuraci�n de la imagen dorada

Estas �ltimas palabras, "Oh rey, vive para siempre", fueron dise�adas por quienes las pronunciaron como la expresi�n de la adulaci�n m�s burda y servil, y sin duda fueron consideradas por el monarca a quien iban dirigidas como la efusi�n espont�nea de un reverencial y devoto lealmente.

I. Primero, entonces, las palabras de este SALUTATION , �Oh rey, vive para siempre , � fueron, en la boca de los caldeos, manifiestamente pronunciada con un prop�sito doble; para disimular la malignidad de los cortesanos y adular la vanidad, si no para imponer la credulidad del rey. Ahora bien, no nos encargamos de determinar si estos caldeos ten�an alguna noci�n en absoluto de un estado de existencia despu�s de la muerte, o de ser as�, cu�les eran esas nociones; pero dif�cilmente podemos concebir que aquellos que cre�an que la Divinidad era de la sustancia de la plata y el oro pudieran tener una concepci�n razonable de la esencia espiritual, la parte intelectual e inmaterial del hombre.

A juzgar por esto, no podr�an haber esperado nada m�s, y no podr�an haber buscado nada mejor despu�s de la muerte, que ser resueltos en su elemento primordial de polvo, y llegar a ser como los brutos que perecen. Su saludo, por lo tanto, debe haber sido el cl�max del absurdo, porque muestra a primera vista lo que para ellos era una imposibilidad perfecta: la violaci�n de una ley fundamental y universal de nuestro ser.

Sab�an que el rey no pod�a, en el curso de la naturaleza, "vivir para siempre"; sab�an que as� como los antiguos monarcas de las naciones echaban a cada uno en su propia casa, as� el amplio territorio de Nabucodonosor debe contraerse antes de mucho tiempo al estrecho ata�d. Pero halagan a los orgullosos para traicionar a los inocentes; deificaron a un tirano manchado de sangre y caprichoso, para poder condenar a muerte a tres extranjeros y cautivos inofensivos, a quienes odiaban.

Ahora, este es un verdadero retrato del mundo en todas las �pocas. Exalta al opresor y pisotea al inocente. Podemos considerar a Nabucodonosor, entonces, en esta etapa de su carrera, como un esp�cimen consumado del favorito de este mundo, el cortejado, el envidiado, el admirado, el adorado. El universo yac�a postrado a sus pies. Esto, entonces, es un esp�cimen y una muestra de la mentira del mundo. Promete al imp�o lo que nunca podr� otorgar, y amenaza a los siervos del Se�or con la p�rdida de lo que no puede quitar; de modo que mientras enga�a a Nabucodonosor en el encaprichamiento de creer que �l, por ser un monarca sobre los hombres, podr�a convertirse en un fabricante de dioses, ata de pies y manos a los siervos del �nico Dios vivo y verdadero, y los arroja a la tierra devoradora llama, porque no temen a los que solo pueden matar el cuerpo,

II. Y ahora volvamos del humilde rey de Babilonia, PARA RASTREAR EL LUGAR PR�CTICO DEL ASUNTO SOBRE NOSOTROS MISMOS . Es cierto que en nuestra �poca y en nuestro pa�s ha cesado la persecuci�n por causa de la religi�n, y con ella los milagros que anta�o produjeron una extra�a liberaci�n, y los consuelos y apoyos espirituales que suspendieron las leyes de la naturaleza y sostuvieron al confesor bajo el azote. y el m�rtir en medio de las llamas: pero no hay cambio en la enemistad de la carne contra el Esp�ritu, ni en el barril del mundo hacia Dios.

Cierto es que el opresor ya no tiene al mando el horno de fuego ardiendo, ni el foso espantoso de los leones; pero el maligno todav�a hace lo que puede, aunque ya no puede hacer lo que har�a. Si el arma del mundo ya no es la crueldad, lo es contumamente; si ya no es tortura, es rid�culo. �Viva para siempre�, estas palabras son un memorial de nuestra propia inmortalidad, y deben llamar a todos a considerar, seg�n los principios establecidos en las Sagradas Escrituras, si el que ha nacido para la eternidad tambi�n est� viviendo para ella.

Ahora bien, nosotros, como estos intr�pidos y devotos hijos del fiel Abraham, no podemos al mismo tiempo postrarnos ante el �dolo de oro y adorar al Dios vivo; debemos estar igualmente decididos en nuestro servicio con ellos. �Examinaos a vosotros mismos�, entonces, �si est�is en la fe; probaos a vosotros mismos ". ( T. Dale, MA .)

Versículos 12-18

No sirven a tus dioses, ni adoran la imagen de oro que t� has erigido.

La imagen dorada

En el �ltimo cap�tulo leemos de una imagen que Nabucodonosor vio en visi�n. En este cap�tulo nuestra atenci�n se dirige a una imagen real que ese monarca erigi� en honor a sus dioses. Esta imagen estaba hecha de oro. No podemos suponer que toda la estructura haya consistido enteramente en ese metal. Por rico que fuera Nabucodonosor, ni �l ni ning�n otro pr�ncipe pose�an tanta riqueza disponible como se hubiera requerido para construir una figura de oro macizo de iguales dimensiones a la mencionada en este pasaje.

Debemos suponer que la estructura consist�a en un pedestal o eje coronado por una imagen, que la imagen propiamente dicha estaba hecha de oro, que el pedestal estaba formado por alg�n material m�s b�sico y que la altura se refiere �nicamente a la elevaci�n de la imagen. del suelo, y no a su tama�o. Esta imagen "fue erigida en la llanura de Dura en la provincia de Babilonia". Algunos suponen que Dura era el nombre de una extensa llanura en las cercan�as de la capital.

Otros, de gran autoridad en geograf�a b�blica, opinan que se trataba de alg�n recinto dentro de la ciudad adyacente al templo de Bolus. Del pasaje mismo estar�amos dispuestos a inferir que debe haber estado fuera de la ciudad y a cierta distancia, porque si estaba dentro de los muros de Babilonia no hab�a necesidad de decir, como se hace aqu�, que estaba �en el provincia de Babilonia ". Se han mantenido diversas opiniones con respecto al fin que ten�a a la vista Nabucodonosor en la erecci�n de esta imagen.

Algunos opinan que deseaba reclamar para s� un lugar entre los dioses, y que la imagen fue erigida como s�mbolo exterior de su deificaci�n. Nabucodonosor era evidentemente un aspirante a hombre. No vemos ninguna raz�n para suponer que Nabucodonosor pretendiera con esta imagen, p�blica, declarada y formalmente, reclamar honores divinos para s� mismo. Si tal hubiera sido su intenci�n, sin duda se habr�a anunciado claramente en la proclamaci�n mediante la cual se ordenaba a sus s�bditos que lo adoraran.

Los acusadores hablan de la negativa de los tres ni�os a adorar la imagen como una negativa a adorar a los dioses del rey. Por tanto, del testimonio de todas las partes interesadas en este asunto se desprende que la imagen fue erigida en honor a los dioses del rey. En todas las �pocas y en todos los pa�ses, cuya historia pol�tica conocemos, la religi�n se ha degradado a un motor del Estado y un instrumento de tiran�a.

De ah� que los profesos ateos hayan afirmado que la religi�n es una mera invenci�n de los gobernantes para sujetar a la humanidad. Esta afirmaci�n es autodestructiva El hecho de que los gobernantes hicieran uso de la religi�n como medio para sostener y fortalecer su gobierno, implica evidentemente que la religi�n tuvo una existencia previa, y que recurrieron a ella como un instrumento de pol�tica a causa de los grandes gobiernos. influencia que hab�an percibido que pose�a sobre la mente de los hombres.

La uniformidad nacional en materia de religi�n ha sido siempre el �dolo de los pol�ticos. La conformidad con la religi�n establecida ha sido una de las pruebas m�s comunes de lealtad. No cabe duda de que al establecer esta imagen, Nabucodonosor ten�a un fin similar en perspectiva. No fue erigido simplemente como una se�al de reverencia a sus �dolos, sino tambi�n, podemos concebirlo, como un expediente pol�tico para fortalecer y consolidar su gobierno, promoviendo la uniformidad de religi�n entre sus s�bditos.

Para �l, probablemente parecer�a que este paso no solo estaba justificado por las razones ordinarias en favor de la uniformidad, sino que lo exig�a el estado peculiar del imperio babil�nico. Gran parte de ese imperio hab�a sido adquirido recientemente. Estaba compuesto por muchas naciones, jud�os, egipcios, moabitas, amonitas, sirios, edomitas. Los puestos bajo su gobierno y los puestos en su ej�rcito estar�an ocupados por personas de todos estos pa�ses.

Para unir un reino compuesto de forma tan diversa y obtener la supremac�a permanente sobre pa�ses tan recientemente adquiridos, nada parecer�a m�s probable que lograr que todos sus s�bditos fueran de una sola religi�n. La religi�n, ya sea de un individuo o de una naci�n, es el v�nculo m�s permanente de conexi�n entre el presente y el pasado. La religi�n ejerce una poderosa influencia en la formaci�n del car�cter; Por lo tanto, mientras estas diversas naciones mantuvieran una diversidad de opiniones, nunca se fusionar�an completamente en un solo imperio.

Una vez erigida la imagen, Nabucodonosor orden� a todos los que estaban bajo su autoridad, pr�ncipes, gobernadores, capitanes, jueces, tesoreros, alguaciles y todos los gobernantes de las provincias, que acudieran a su dedicaci�n. Habiendo sido convocado, �Un heraldo clam� en voz alta: A vosotros se manda, oh pueblos, naciones y lenguas, que a la hora que o�s el sonido de la corneta, flauta, arpa, saco, salterio, dulcimer y toda clase de m�sica os postr�is y ador�is la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha erigido; y el que no se postrare y adore, en la misma hora ser� echado en medio de un horno de fuego ardiendo.

En esta proclamaci�n hay dos cosas: Primero, el mandamiento de postrarse y adorar la imagen; que se extendi� a todas las personas especificadas, sin excepci�n. En segundo lugar, la pena denunciada contra los que se negaron. Visto a la luz de la ley divina, esta proclamaci�n fue sumamente tir�nica. Fue un ultraje violento contra los derechos m�s sagrados de los seres humanos. Pero con esta proclamaci�n, Nabucodonosor se constituy� en el supremo dictador en religi�n de todo su reino; de ese modo usurp� las prerrogativas de la Deidad, al interponer su autoridad entre la conciencia de la criatura y la voluntad de su Creador.

Ordenar a sus s�bditos que se postraran y adoraran la imagen era convertir la ley, baluarte de la libertad, en un motor de opresi�n. �Pero cu�nto m�s odiosa y detestable parece su conducta cuando pensamos en la espantosa pena adjunta a la proclama! En este caso, las leyes penales son siempre criminales, a los ojos de Dios. Siempre es incorrecto intentar propagar la religi�n por la fuerza. Es contrario a la naturaleza de la religi�n.

Es contrario a la naturaleza del hombre. Es de lo m�s tonto y poco conveniente en cuanto a pol�tica. Intentar propagar la religi�n por la fuerza es convertir el poder en la norma del derecho, que se opone a la naturaleza del hombre como un ser razonable, y al culto a Dios como un servicio razonable. �Y qu� podr�a ser m�s tonto? Est� intentando una imposibilidad. La fuerza no puede llegar a la mente. La fuerza puede convertir en cobardes, puede convertir en impostores, puede convertir a hip�critas y ap�statas, pero nunca lo hizo, y nunca podr� convertir a un hombre.

Por tanto, �qu� puede ser m�s inconveniente en un gobierno que perseguir a los hombres por adherirse a su religi�n? �No es el �xito de tal medida el memorial de la ignominia de una naci�n? Porque, cuando las personas son inducidas a caer y adorar lo que creen que est� mal, �no proclaman que est�n sacrificando su integridad, que est�n violando su conciencia, que son servidores del tiempo y ap�statas, y que son hombres en cuyos principios no se puede depender, cuando el inter�s y el deber est�n desunidos.

La ley promulgada por Nabucodonosor fue de lo m�s tir�nica, de lo m�s irrazonable en s� misma y de la m�s inadecuada en cuanto a pol�tica. El mandato de Nabucodonosor se cumpli� con la mayor rapidez. �Qu� espect�culo lamentable fue este, ver a los gobernantes de una gran naci�n inclin�ndose ante la tiran�a, ver seres racionales e inmortales rindiendo homenaje a una figura formada de materiales inanimados, ver a las criaturas de Dios adorando una creaci�n del hombre! Y sin embargo, con tres excepciones, toda la masa reunida se postra y la adora como un solo hombre.

Las tres excepciones fueron los excelentes compa�eros de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego. Sin sentirse intimidados por la presencia del rey, ni intimidados por los terrores del horno de fuego ardiendo, se negaron a postrarse y adorar la imagen de oro que el rey Nabucodonosor hab�a levantado. Este acto estaba justificado y exigido por la ley moral. En el segundo mandamiento est� escrito: "No te har�s imagen tallada", etc.

En el bullicio de esa extensa escena, el rey de Babilonia no vio su negligencia. Pero los reyes desp�ticos siempre est�n rodeados de esbirros que, en tal caso, est�n dispuestos a actuar como esp�as e informantes. �Entonces se acercaron unos caldeos y acusaron a los jud�os�. Incapaces de explicar su conducta sobre la base de cualquier principio conocido de la pol�tica de la corte, se esforzaron mediante ingeniosas insinuaciones para representar su conducta ante el rey de la manera m�s odiosa, probablemente Nabucodonosor se sinti� orgulloso del magn�fico espect�culo que presentaban las llanuras de Dura ese d�a.

Podemos concebir que su esp�ritu se elev� dentro de �l con el oleaje de la m�sica y los aplausos de los adoradores. Su orgullo se sentir�a halagado al pensar que �l era el se�or de esta asamblea de gobernantes. Por tanto, esta informaci�n le sobrevino como un rayo ca�do de un cielo despejado. �Y c�mo actuaron estos jud�os cuando su Dios fue as� insultado y se les impuso la alternativa de inclinarse ante la imagen o quemarse en el horno? Se dieron por vencidos como hombres.

Se pueden deducir muchas lecciones valiosas de este pasaje, particularmente con respecto a la manera en que debemos adoptar y el esp�ritu con el que debemos adherirnos a una profesi�n de religi�n. Hay pocas cosas en las que los hombres act�en con mayor frivolidad que en el asunto solemne de hacer profesi�n de religi�n. Hay muchos que caen en lo que es m�s popular. Otros se adhieren a lo que est� m�s de moda entre las clases altas de la sociedad, y prefieren caminar por el amplio camino de la destrucci�n con los hombres de moda que por el estrecho camino de vida sin ellos.

�Con qu� frecuencia las leyes humanas han ordenado lo que proh�be la ley divina? �Cu�ntas veces ha sido perseguido el pueblo de Dios porque no estaba dispuesto a entregar al C�sar lo que es de Dios? Hay temporadas en las que no es f�cil obedecer a Dios en lugar de al hombre. Puede traer ruina a nuestras fortunas y reproche a nuestros nombres. Puede exponernos a una muerte violenta e intempestiva. Pero incluso en estos casos deber�amos entregar nuestras vidas en lugar de separarnos de nuestras convicciones concienzudas.

En tal emergencia, el coraje natural "se desmayar� y fallar�". El formalista se convertir� en un cobarde; el hip�crita se convertir� en ap�stata; y nadie puede mantenerse firme sino aquel que tiene confianza en el car�cter divino, y sobre la base de esta confianza es capaz de resignarse impl�citamente a la direcci�n divina. ( William White .)

Juventud piadosa

Primero, tenemos una religi�n estatal que persigue a las personas por sus opiniones religiosas y las amenaza de muerte si no cumplen con sus decretos. Lo segundo que nos llama la atenci�n son las medidas tomadas para popularizar la religi�n del rey y persuadir a la gente de que la abrace. Estas medidas fueron dobles. Eran seductores y minatorios. Estaban dirigidos a los gustos sensuales y miedos naturales del hombre.

Si las voluptuosas ondas de la m�sica de todo tipo de instrumentos no pod�an hacer que la gente se desmayara y adorara a Bel, entonces el horno iba a hacer su trabajo. �Y no tenemos nada como esto en nuestros tiempos? El rey deseaba que estos j�venes cumplieran su decreto, pero no les demostr� la verdad de su religi�n. Hubo muchos argumentos halagadores que estos j�venes podr�an haber impulsado contra la convicci�n de su educaci�n anterior y a favor de cumplir con el mandato del rey, que no urgieron, ni siquiera parecen haber permitido tener ni siquiera un momento de consideraci�n. .

Podr�an haber dicho, pero no lo dijeron as�, que era su deber obedecer al rey y adorar la imagen, porque esta era la religi�n establecida del imperio. Eligieron obedecer a Dios antes que al hombre, solo Dios es el Se�or de la conciencia. Es posible que estos j�venes tambi�n hayan insistido, pero no lo hicieron, que era m�s conveniente postrarse y adorar la imagen. Marque su situaci�n. Eran cautivos en manos de un absoluto monarca oriental, que pod�a arrancarles la cabeza en cualquier momento y nadie preguntaba nunca por qu� ni por qu�. Adem�s, fueron promovidos a lugares de poder, donde pudieron, tal vez, hacer muchas cosas amables por sus sufrientes compatriotas.

Recordaron su antiguo Catecismo hebreo, que les hab�a ense�ado que Dios les hab�a dicho: "No te inclinar�s ante ning�n dios �dolo, ni los adorar�s". En la Santa Palabra de Dios se ense�a claramente que lo correcto es siempre la verdadera conveniencia. Puede que no lo parezca; pero siempre se encontrar� as� al final. Estos tres j�venes hebreos tampoco insistieron en que se vieron obligados a obedecer el mandamiento del rey porque ten�an grandes obligaciones personales para con �l.

Les hab�a mostrado mucha bondad y les hab�a colmado de honores; pero su deber para con Dios era m�s fuerte que la gratitud hacia el rey. Los empleadores, padres, maestros y benefactores pueden imponerle grandes obligaciones personales; pero debes seguir tu conciencia en materia de religi�n. "El que ama a padre o madre m�s que a m�, no puede ser mi disc�pulo". Tampoco insistieron en que estar�an pasados ??de moda y marcados por su singularidad si no adoraban esta imagen dorada.

La singularidad asumida por ser singular o famoso es despreciable e indica una mente d�bil; pero ser singular como resultado necesario de no pecar como otros lo hacen, es digno de un cristiano. Cuando el deber nos exige ser singulares, no debemos vacilar. No te preocupes que la multitud est� en tu contra, si Dios est� contigo. "Si los pecadores te quisieren enga�ar", dice Dios, "no consientas". �No sigas a la multitud para hacer el mal.

�Estos j�venes tampoco insistieron en el terrible castigo al que fueron expuestos al desobedecer el mandamiento del rey. �Hay alg�n joven aqu� que se est� diciendo a s� mismo: �Me convertir�a en cristiano; Deseo salvar mi alma; pero si lo hago, debo renunciar a tales y tales placeres; �Debo cerrar mi tienda el domingo y dejar mis paseos en el lago el d�a del Se�or? " �Y si te cuesta todos estos placeres salvar tu alma? �No ser�a mejor ser arrojado al horno de fuego que el cuerpo y el alma arrojados al infierno para siempre? "�De qu� le servir� al hombre ganar el mundo entero y perder su alma?" Tus privilegios son mayores que los de Sadrac, Mesac y Abednego. El Evangelio les ha revelado su gracia, gloria y riquezas. Entonces, �c�mo puedes escapar si descuidas una salvaci�n tan grande? Pero �por qu�? �Piensas?

1. No pudieron obedecerlo debido a la fuerza de sus impresiones religiosas.

2. La consistencia de car�cter y profesi�n les prohib�a adorar �dolos. Eran hebreos. Hab�an confesado que Jehov� era su Dios. No pod�an obedecer al rey sin negar al Dios de sus padres. �Qu� satisfacci�n habr�a sido, piensa usted, para sus piadosos padres, que en sus hogares de Jerusal�n se hab�an esforzado tanto por instruirlos en la ley y en la adoraci�n del Dios verdadero, si hubieran visto con qu� firmeza sus hijos se adhirieron a la ley? a los principios que hab�an implantado con tantos miedos, l�grimas y oraciones? Nunca se permitan asimilar ning�n credo o hacer algo que no sea coherente con su alegr�a, educaci�n, privilegios y destino.

3. Estos j�venes hebreos se negaron, porque estaban sostenidos por la esperanza de liberaci�n. �Cuando pases por las aguas, yo estar� contigo; y por los r�os, no te desbordar�n. Cuando pases por el fuego, no te quemar�s, ni las llamas te encender�n ". Cre�an que Dios har�a que todas las cosas trabajaran juntas para su bien. Las lecciones especiales del horno de fuego de Dura a los j�venes del siglo XIX son:

I. I N LA cort�s, pero firme negativa DE ESTOS H EBREW YOUTHS , tenemos un modelo para ellos en MENOS circunstancias dolorosas . Cuando la providencia de Dios llame a m�rtires, entonces �l dar� la gracia suficiente para la crisis. Sin embargo, debe quedar bien establecido el principio de que si llega el d�a en que se le pide que renuncie a su libertad o libertad religiosa, o muera en el campo de batalla o en la hoguera, preferir�a firmemente lo �ltimo. El punto anterior, en nuestros tiempos libres de persecuci�n, es convertirnos en verdaderos seguidores de Cristo.

No faltan autores y maestros p�blicos que argumenten que estos j�venes debieron haber cumplido con los deseos del rey, porque la religi�n de Bel era la religi�n establecida del imperio. Como s�bditos leales, deber�an haber abrazado la misma religi�n que profesaba su rey. Esta es la vieja doctrina decadente carcomida, que el gobierno o el rey es la cabeza de la iglesia, y el guardi�n de la conciencia del pueblo.

Esa no es la ense�anza de la Biblia. El Reino de Jesucristo no es de este mundo; ni ha dado a ning�n poder humano la autoridad de promulgar leyes para �l. Las Escrituras son la �nica regla de fe. El mormonismo prevalece en Utah; si voy a Salt Lake, �debo convertirme en morm�n? El brahminismo es la religi�n establecida en ciertas partes de la India y China, �deben los ingleses y estadounidenses que van all� convertirse en hind�es? Si vive en Constantinopla, �debe, por tanto, convertirse en musulm�n? Si vive en Par�s, �es correcto que se convierta en infiel, papista o socialista? o si en Alemania, un pante�sta o un protestante, simplemente porque cualquiera de estos puede ser el credo establecido o predominante a su alrededor? Es monstruoso suponer que el deber de un hombre para con su Creador debe ser decidido por un est�ndar como �ste.

La �nica autoridad que obliga a la conciencia es la autoridad de Dios. Es el elemento m�s potente de la vida social o individual. Puede ser arrojado sobre las olas de la furia popular, o hacia el este en el s�ptimo horno caliente de la persecuci�n, o ser pisoteado hasta el polvo por el tal�n de hierro del despotismo; pero es absolutamente imperecedero. "Suyos son los a�os eternos de Dios". Tampoco pueden morir los que caen en su gran causa.

II. A S C Hristian YOUNG MEN usted tiene , TANTO , LA GRAN consuelo de saber que los mayores esfuerzos de las m�s poderosas MEN son totalmente in�tiles CONTRA EL G VANGELIO DE C Hrist . Todo el poder de la tierra y del infierno no puede quemar una sola verdad de la palabra de Dios; ni todos los papas y asambleas, gabinetes y ej�rcitos del mundo pueden agregar una sola doctrina o precepto a la Biblia necesaria para la salvaci�n.

III. Aprenda entonces, y aunque esta lecci�n se ha ense�ado antes, debo repetirla, que la verdadera conveniencia es el verdadero principio. "El camino del deber es el camino de la seguridad". "La honestidad es la mejor pol�tica." As� sucedi� con Jos�. As� sucedi� con Daniel y sus tres amigos. Siempre ha sido as� con los grandes y los buenos. Cualquier cosa que Dios te llame a hacer oa sufrir, no temas obedecer. �l estar� contigo en todo aquello a lo que te llame.

Si te llama a entrar en el horno de fuego, no dudes ni un momento. �l estar� contigo y te sostendr� o te librar�, o lo har� propicio para tu bien superior y futuro. ( WA Scott, DD .)

Imagen de oro de Nabucodonosor

En el segundo cap�tulo, que precede inmediatamente a la historia del �dolo de oro, tenemos un relato de una visi�n prof�tica otorgada a Nabucodonosor, y en la que se presagiaban los destinos de los cuatro grandes imperios seculares cuya fundaci�n sucedi� a la fundaci�n del reino de Israel. , y precedi� a la fundaci�n del cristianismo. Ahora bien, en esta visi�n se debe notar que estos imperios fueron exhibidos al rey bajo la apariencia de una gran estatua o imagen.

Y explicando el significado de esta extra�a y tremenda aparici�n, Daniel se dirige al rey as�: "T� eres esta cabeza de oro". Ahora bien, hay una circunstancia en la descripci�n del �dolo de oro establecida en la llanura de Dura en el pr�ximo cap�tulo que ha desconcertado mucho a los comentaristas y ha sido utilizada por algunos cr�ticos para desacreditar toda la narrativa. Esta circunstancia es la absoluta desproporci�n del �dolo.

Suponiendo que haya sido una figura humana, �c�mo podemos imaginar una estatua que represente una figura humana de sesenta codos de alto y s�lo seis codos de ancho? �Una estatua cuya altura es exactamente diez veces mayor que su ancho? Ahora, para m�, esta monstruosa desproporci�n parece insinuar a la vez una concepci�n diferente de lo que era el �dolo. Creo que fue una representaci�n de la imagen que el rey hab�a contemplado poco antes en su sue�o prof�tico.

Pero f�jense, no de toda esa imagen. Daniel hab�a explicado las otras partes de la terrible aparici�n como que denotaban otros reinos menos exaltados por naturaleza, menos gloriosos en apariencia que el del monarca babil�nico. �l era "la cabeza de oro". En consecuencia, la imagen que instal� en la llanura de Dura fue, concibo, una representaci�n no de la imagen completa de la visi�n, sino simplemente de la cabeza de oro, elevada sobre un pedestal del mismo metal, lo suficientemente alto como para exhibirla completamente. a toda la multitud reunida para adorarlo.

La imagen de la llanura de Dura era, en otras palabras, la imagen del sue�o prof�tico, en lo que concierne al yo de Nabucodonosor; era la representaci�n de s� mismo como el soberano m�s poderoso que el mundo hab�a visto, o ver�a jam�s; y la adoraci�n que demandaba por ella era una deificaci�n del mero poder mundano y la grandeza en su propia persona. Esta hip�tesis parecer� menos sorprendente cuando recordemos que los reyes orientales eran a menudo �de hecho, generalmente� considerados como emanaciones de la Deidad, encarnaciones de Sus atributos; y fueron abordados con exactamente las mismas formas de adoraci�n que se usaban para la Deidad que representaban o encarnaban.

Y en este caso, la representaci�n del poder sobrehumano y la grandeza del rey podr�a parecer en realidad estar autorizada por la visi�n prof�tica de la que Nabucodonosor la hab�a adoptado. Visto bajo esta luz, podemos percibir de inmediato por qu� todos los grandes funcionarios del imperio, los pr�ncipes, capitanes, jueces, alguaciles y todos los gobernantes de las provincias se reunieron para su dedicaci�n - del pueblo en general no se dice nada - -y por qu� se denunci� un castigo tan extraordinario y terrible a quienes pudieran negarse a postrarse ante �l.

El funcionario que no adorar�a la representaci�n consagrada del poder y el lugar de su propio monarca en la historia del mundo podr�a con justicia, seg�n las ideas orientales, ser considerado un traidor. Nada m�s que la deslealtad podr�a rechazar el culto exigido. �Por qu� no deber�a mostrar a todos sus oficiales de estado las revelaciones que le hizo la Divinidad y explicadas por el maestro de los magos? �Por qu� no exigir que se paguen honores divinos a la representaci�n divinamente revelada de su propio gran lugar en los destinos del mundo, en la historia de la raza humana? Suponiendo que esta concepci�n de la conexi�n entre la visi�n del segundo cap�tulo y el �dolo del tercer cap�tulo sea correcta, �cu�n significativa no nos da una pista de la propensi�n del coraz�n humano a convertir incluso los beneficios de Dios en veneno! Nabucodonosor de Babilonia,

Se le hab�a favorecido con una revelaci�n de los destinos no de un solo reino, sino de todo el poder secular, sea cual sea, antes del advenimiento de Cristo. Pero, en lugar de prestar atenci�n a la impresionante advertencia, en lugar de una saludable lecci�n de humildad, una convicci�n de la nada de todo mero poder mundano, se hab�a envanecido tanto con que le dijeran que �l era el primero y el m�s grande de esos temporales. poderes que tan pronto ser�an destruidos por el gran Poder espiritual, como para convertir el mismo emblema de advertencia en un emblema de impiedad audaz y blasfema.

Dios interviene por milagro, no en todos los casos en que tal interposici�n pudiera parecer deseable, sino s�lo en casos peculiares y cr�ticos, casos que marcan �pocas y deciden grandes destinos. Ahora bien, tal fue el caso preeminente de los tres j�venes en el horno de fuego ardiente. El pueblo de Dios hab�a sido completamente subyugado por el poderoso aut�crata de Babilonia. Si los tres jud�os hubieran perecido en el horno destinado a aniquilar a todos los que no quisieran rendir honor divino a la encarnaci�n del poder humano, la causa de Dios podr�a, quiz�s, haberse perdido; Su pueblo podr�a haber estado tan desanimado que ning�n remanente hubiera mantenido la verdad. Aqu�, entonces, hab�a un caso digno para la interposici�n divina.

1. Aprendemos individualmente del comportamiento de los tres jud�os ante el terrible rey de Babilonia, que no tenemos nada que ver con la conveniencia cuando los principios est�n en juego. �Cu�n plausible es que no se hubieran razonado por s� mismos si se hubiera consultado la conveniencia! No eran pol�ticos. Simplemente preguntaron: �Ha prohibido Dios a su pueblo inclinarse y adorar �dolos, o no? Si lo ha hecho, ning�n razonamiento puede corregir lo que ha dicho que est� mal.

Y como la orden era clara y directa, sintieron que su obediencia deb�a ser clara y directa. Dejemos que este magn�fico ejemplo de perseverancia heroica en el camino del deber nos ense�e esa lecci�n simple pero dif�cil de c�mo decir NO cuando somos tentados o amenazados para hacernos hacer lo que sabemos que est� mal. El hombre que ha aprendido esa lecci�n puede atravesar el horno de fuego de este mundo ileso, ileso, sin que ni siquiera el olor de su llama pase sobre �l; porque al lado del que tambi�n ha vencido la tentaci�n caminar� uno, cuya forma ser� verdaderamente "la forma del Hijo de Dios".

2. Las mismas consideraciones se aplican con m�s fuerza y ??en mayor escala al caso de la Iglesia de Cristo en la tierra y en todas sus partes. La historia de esa iglesia es una de las m�s extra�as y tristes jam�s escritas por la pasi�n humana y el error humano en el transcurso del tiempo. C�mo los mismos consuelos de Dios, las dulces ordenanzas del Evangelio, por la astucia del adversario de Dios y la feroz estrechez de miras del hombre, se han transformado en l�tigos de escorpiones, con los cuales el celo sin amor y el orgullo arrogante han azotado generaci�n tras generaci�n, S� demasiado bien quien sepa algo de la historia del cristianismo. ( CP Reichel, DD )

Es verdad

Si quieren llegar a ser seguidores del Se�or Jesucristo, ser� bueno que calculen el costo. Nuestro Se�or ten�a la costumbre de pedir a los hombres que consideraran lo que podr�a implicar su servicio. Su declaraci�n frecuente era: "El que no toma su cruz y sigue en pos de m�, no es digno de m�". Si contamos con la facilidad en esta guerra, estaremos muy decepcionados; debemos luchar si queremos reinar. Una raz�n de esto es que el mundo, como Nabucodonosor, espera que todos sigamos sus modas y obedezcamos sus reglas.

El dios de este mundo es el diablo y reclama obediencia impl�cita. El pecado, de una forma u otra, es la imagen que Satan�s establece y requiere que sirvamos. La tiran�a del mundo es feroz y cruel, y aquellos que no adoren su imagen encontrar�n que el horno de fuego ardiente a�n no se ha enfriado. La flauta, el arpa, el saco y el salterio del mundo deben sonar para ti en vano. Una m�sica m�s noble debe encantar tus o�dos y hacerte desafiar las amenazas del mundo.

Se debe tomar la posici�n del verdadero creyente, y debe determinar que obedecer� a Dios en lugar de al hombre. El amor del mundo y el amor de Dios no se mezclar�n m�s que aceite y agua. Intentar una fusi�n de estos dos es traer confusi�n a su coraz�n y a su vida. Como Sadrac, Mesac y Abednego le dijeron a Nabucodonosor, los verdaderos creyentes dir�n al mundo: �No serviremos a tus dioses, ni adoraremos la imagen de oro que has erigido.

�Ahora, si puedes negarte a pecar, si puedes negarte incluso a parlamentar con la iniquidad, te ir� bien. Si se destaca por la verdad y la rectitud, su conciencia aprobar� su posici�n, y esto en s� mismo no es un peque�o consuelo. Ser� algo ennoblecedor que tu virilidad haya demostrado su fuerza, y tender� a fortalecerla. Quiz�s algunos de ustedes dir�n: �No nos postraremos ante los dioses del mundo, sino que adoraremos a Dios solamente; seguiremos a Cristo, y nadie m�s.

�Esta es una decisi�n valiente; nunca te arrepentir�s si te mantienes firme hasta el final. Nos alegra o�rle hablar as�; pero es verdad? "�Es verdad?" Est� muy bien profesar, pero "�es verdad?"

I. Seguidor de Cristo, prep�rate para la pregunta "�Es verdad?"

1. No cuente con vivir desapercibido, porque una luz feroz golpea a cada cristiano. Seguro que te encontrar�s con alguien a quien respetes o temes, quien te preguntar�: "�Es verdad?" Nabucodonosor fue un gran personaje para estos tres santos hombres; era su se�or desp�tico, su patr�n, su amigo influyente. En sus manos descansaban sus libertades y sus vidas. Adem�s, era su benefactor, porque los hab�a colocado en un alto cargo en su imperio.

Muchos cristianos j�venes son probados con esta tentaci�n. Se pueden obtener muchas ventajas mundanas gan�ndose el favor de ciertos hombres imp�os que son como peque�os Nabucodonosor; y este es un gran peligro. Aquel que es su superior, su empleador, su patr�n, les pide que hagan el mal. Ahora viene la prueba. �Aguantar�n la hora de la prueba? Dicen que pueden soportarlo, pero �es cierto? Nabucodonosor habl� en tono perentorio, como si no pudiera creer que ning�n mortal sobre la tierra pudiera tener la presunci�n de disputar su voluntad.

No puede concebir que alguien empleado bajo su patrocinio se atreva a resistir sus �rdenes; pregunta indignado: "�Es verdad?" �No lo creer�! �Debe haber estado mal informado! Te encontrar�s con personas tan acostumbradas a ser obedecidas que les cuesta mucho que no te apresures a cumplir sus deseos. El padre infiel le dice a su hijo: �John, �es cierto que vas a un lugar de culto en contra de mis deseos? �C�mo te atreves a prepararte para ser mejor que tu padre y tu madre? " A menudo, los hombres imp�os profesan que no creen en la conversi�n de sus compa�eros de trabajo.

�Es cierto, John, que te has vuelto religioso? �Un chico lindo! �Es verdad? Insin�an que est�s loco, que tu ingenio se ha vuelto loco y que eres v�ctima de fan�ticos. No podr�s pasar por la vida sin ser descubierto; una vela encendida no se puede esconder. Algunas personas buenas tienen el sentimiento de que ser�a prudente ser muy reticentes y esconder la luz debajo de un celem�n.

Tienen la intenci�n de permanecer ocultos todo el tiempo de guerra y salir cuando se distribuyen las palmas. Esperan viajar al cielo por los caminos traseros y esconderse en la gloria disfrazados. �C�mo fue que Sadrac, Mesac y Abed-nego subieron al frente cuando se dio la orden del rey? No pod�an reprimirse constantemente. Eran hombres p�blicos, dominados por provincias, y era necesario que dieran ejemplo.

Tengan la seguridad, hermanos m�os, de que en alg�n momento u otro, en las vidas m�s tranquilas, llegar� un momento para tomar una decisi�n abierta. Llegar�n d�as en los que debemos hablar o demostrar que somos traidores a nuestro Se�or y a Su verdad.

2. Para estar completamente preparado para responder a las preguntas de los opositores, act�e sobre la base de razones s�lidas. Est� preparado para dar una raz�n de la esperanza que hay en usted con mansedumbre y temor. Sea capaz de demostrar por qu� es un creyente en Dios, por qu� adora al Se�or Jesucristo, por qu� conf�a en Su sacrificio expiatorio y por qu� lo convierte en el regulador de su vida. P�dale al Se�or que le ayude a ponerse a trabajar con las razones b�blicas al alcance de la mano; porque �sas son las mejores razones y tienen una gran autoridad sobre ellas; de modo que cuando se le haga la pregunta: "�Es verdad?" es posible que pueda decir: �S�, es verdad, y por eso es verdad.

En ese momento Dios se me revel� en Su gracia y me abri� los ojos ciegos para ver las cosas con una luz verdadera �. Cuando la mente est� establecida, es m�s probable que el coraz�n est� firme. Conozca su deber y los argumentos que lo respaldan, y es m�s probable que se mantenga firme en la hora de la tentaci�n.

3. A continuaci�n, tenga cuidado de proceder siempre con profunda sinceridad. La profesi�n superficial pronto termina en una completa apostas�a. Solo el trabajo del coraz�n resistir� el fuego. Necesitamos una religi�n con la que podamos morir.

4. Hecho esto, acost�mbrese a actuar con solemne determinaci�n ante Dios en todos los asuntos que conciernen a la moral y la religi�n. Muchas personas muy decentes no son aut�nomas, sino que dependen de la ayuda de otros. Son como las casas que nuestros constructores de Londres construyen tan r�pidamente en largas filas; si no se ayudaban a mantenerse el uno al otro, todos har�an payasadas a la vez, porque ninguno de ellos pod�a estar solo.

Cu�nto hay de religi�n de sociedades an�nimas, donde los hip�critas y los formalistas se mantienen en el rostro. Donde las cosas no van tan mal como esto, hay muy poco establecimiento personal en la fe. Mucha gente tiene una religi�n de �apoyo�. Si se llevaban a su ministro, o alguna otra persona importante, su pared trasera desaparecer�a y ellos vendr�an al suelo. Necesitamos hoy en d�a poner nuestro rostro como un pedernal contra el pecado y el error.

Debemos proponer en nuestro propio coraz�n lo que haremos, y luego cumplir con nuestro prop�sito. Feliz el que se atreva a acertar con dos o tres. M�s feliz a�n es el que se mantendr� a la derecha, incluso si la opci�n dos o tres deber�a abandonarla. El que puede estar solo es un hombre en verdad; todo hombre de Dios deber�a serlo.

5. Una vez m�s, cuando se forme su determinaci�n, act�e a la luz de la eternidad. No juzgues la situaci�n por la amenaza del rey y por el calor del horno de fuego ardiendo, sino por el Dios eterno y la vida eterna que te espera. No dejes que la flauta, el arpa y el costal te fascine, sino escucha la m�sica de los glorificados. Los hombres te miran con el ce�o fruncido, pero puedes ver a Dios sonri�ndote, por lo que no te conmueves.

Puede ser que todos ustedes sean liberados de su situaci�n a menos que puedan hacer un gui�o al mal y ser el instrumento de la injusticia. Cont�ntate con perder el lugar en lugar de perder la paz. Ahora estoy seguro de que estos buenos hombres cre�an en la inmortalidad, o nunca se habr�an atrevido a la violencia de las llamas. Estos valientes se atrevieron a la rabia de un tirano enfurecido porque vieron al Invisible, y mal respeto a la recompensa de la recompensa.

Tambi�n debes vivir mucho en el futuro, o de lo contrario perder�s la fuente principal de la fuerza santa. �Dios nos haga campeones de su santa causa! El hero�smo solo puede ser obrado en nosotros por el Esp�ritu Santo. Al rendir humildemente toda tu naturaleza al poder del Divino Santificador, ser�s fiel a tu Se�or hasta el final.

II. Pero ahora, en segundo lugar, SI NO PUEDES DECIR QUE ES VERDAD , �ENTONCES ? Si, de pie ante el Dios que escudri�a el coraz�n en este momento, no puede decir: "Es verdad", �c�mo debe actuar? Si no puedes decir que tomas la cruz de Cristo y est�s dispuesto a seguirlo a todos los peligros, esc�chame y aprende la verdad.

1. No hagas profesi�n alguna. Si no es cierto que renuncias a los �dolos del mundo, no profeses que es as�. Es innecesario que un hombre profese ser lo que no es; es un pecado de superaci�n, una superfluidad de picard�a.

2. Si ha hecho una profesi�n y, sin embargo, no es verdad, sea lo suficientemente honesto como para dejarla; porque nunca puede ser correcto mantener un fraude. Una profesi�n falsa es un crimen y perseverar en ella es un pecado presuntuoso. Entonces, �volver�s a tus viejas costumbres?

3. Estoy seguro de que lo har� si no puede responder a la pregunta de mi texto; pero recuerde que, al hacerlo, tendr� que desmentir su conciencia. Muchos de ustedes que no son firmes en sus resoluciones, saben lo que es correcto. Nunca podr�s sacar esa luz de tus ojos que ha brillado en ellos desde

Espada de Dios. Nunca m�s puedes volver a pecar tan barato como los dem�s; ser� obstinaci�n y obstinaci�n en tu caso.

4. Recuerde tambi�n que al ceder al miedo del hombre se est� degradando a s� mismo. Llegar� el d�a en que el hombre que se avergonz� de Cristo, �l mismo se avergonzar�; se preguntar� d�nde puede esconder su cabeza culpable.

5. Si su confesi�n de fe en Jes�s y su oposici�n al pecado no es cierta, es mejor que la retire y guarde silencio; porque con una pretensi�n infundada deshonrar�s la causa de Dios, y har�s que el enemigo tome oprobio contra su pueblo. Si Sadrac, Mesac y Abed-nego se hubieran presentado ante Nabucodonosor y hubieran hecho un compromiso, habr�a deshonrado el nombre del Se�or. Supongamos que hubieran dicho: �Oh rey, creemos en Jehov�, pero apenas sabemos qu� hacer en nuestras circunstancias especiales.

Deseamos complacerte, y tambi�n tememos la idea del horno de fuego ardiendo, y por lo tanto debemos ceder, aunque nos duele mucho �. Vaya, habr�an avergonzado el nombre de Israel. Oh, no hables de principios y luego embolsa tus principios porque no est�n de moda, o te costar�n p�rdidas y desprestigio. Si haces esto, ser�s enemigo del Rey de reyes.

6. Quiero que recuerdes tambi�n que si renuncias a Cristo, si lo dejas en obediencia a los mandamientos del mundo, est�s renunciando a la vida eterna y la bienaventuranza eterna. Puede que pienses poco en eso esta noche, debido a tu locura actual; pero pensar�s diferente en poco tiempo. Pronto puede que usted se acueste en una cama de enfermo mirando hacia la eternidad, y entonces su estimaci�n de la mayor�a de las cosas sufrir� un gran cambio.

III. Pero ahora, en tercer lugar, consideremos lo que sigue SI ES VERDADERO . Espero que muchos de los presentes puedan poner las manos sobre el coraz�n y decir en voz baja: �S�, es verdad; estamos decididos a no inclinarnos ante el pecado, pase lo que pase �.

1. Bien, entonces, si es cierto, tengo esto mucho que decirle: d�galo cuando se le pida. Declare su determinaci�n. Esto lo fortalecer� en usted mismo y ser� el medio para apoyarlo en los dem�s. �Es verdad?

2. Entonces acepta con gozo la prueba que viene de ella. No te acobardes ante las llamas. Decidid en vuestras mentes que, por la gracia divina, ninguna p�rdida, ni cruz, ni verg�enza, ni sufrimiento, os har� jugar al cobarde. Di, como los santos ni�os: "No tenemos cuidado de responderte en este asunto". No se encogieron ante el rey y gritaron: �Te suplicamos que no nos eches en el horno de fuego.

Tengamos una consulta contigo, oh rey, para que podamos arreglar las condiciones. Puede haber alg�n m�todo por el cual podamos complacerte y, sin embargo, mantener nuestra religi�n ". No; ellos dijeron: "No tenemos cuidado de responderte en este asunto". Puede perder mucho por Cristo, pero nunca perder� nada por Cristo. Puede perder por el tiempo, pero ganar� por la eternidad; la p�rdida es pasajera, pero la ganancia es eterna.

3. Si es cierto que est� dispuesto a seguir a Cristo de esta manera, cuente con la liberaci�n. Nabucodonosor puede arrojarlo al fuego, pero no puede retenerlo all�, ni puede hacer que el fuego lo queme. El enemigo te arrojar� atado, pero el fuego aflojar� tus ataduras y caminar�s en libertad entre las brasas ardientes. Ganar�s con tus p�rdidas, te levantar�s con tus derrotas. Muchos hombres pr�speros deben su posici�n actual al hecho de que fueron fieles cuando ten�an empleos humildes. Haz lo correcto por el amor de Dios, sin considerar ninguna consecuencia, y las consecuencias ser�n lo suficientemente correctas. Si se ocupa de la causa de Dios, Dios se ocupar� de usted.

4. Si defiendes a Jes�s, al justo, al verdadero, al puro, al templado y al bueno, no solo ser�s librado, sino que har�s un gran bien. Este Nabucodonosor era un bien pobre; sin embargo, se vio obligado a reconocer el poder de estos tres hombres decididos y santos. El hombre que puede ocultar sus principios y sus creencias y hacer un poco de mal, no es nadie.

Es un chip en la papilla; no dar� sabor a nada. Pero el que hace lo que cree correcto; y no puede ser expulsado de �l, ese es el hombre. No puedes sacudir al mundo si dejas que el mundo te sacuda; pero cuando el mundo descubra que tienes coraje en ti, te dejar�n en paz. Nabucodonosor se vio obligado a sentir la influencia de estos hombres. ( CH Spurgeon. )

Los j�venes hebreos

I. LA CONDUCTA SINGULAR DE ESTOS J�VENES . All� est�n tres hombres erguidos, cuando todos est�n inclinados, que se atreven a desobedecer la orden del rey, que conocen una autoridad m�s alta que la de cualquier potentado terrenal. .. Bueno para nosotros si hemos aprendido a juzgar nuestras acciones de otra manera que no sea por la voz popular y el ejemplo popular. Si nuestra pregunta es, no lo que dice la multitud, sino lo que dice el Se�or.

II. T HE SINGULAR DE PRUEBA DE ESTOS j�venes hebreos . El castigo que pronunci� Nabucodonosor contra los que desobedecieran su decreto fue arrojarlos a un horno de fuego ardiendo. Esta forma de castigo parece haber sido com�n en Babilonia. Jerem�as habla de "Sedequ�as y Acab, a quienes el rey de Babilonia as� en el fuego". Que fue as�, es adem�s evidente por el hecho de que el horno deb�a calentarse �siete veces m�s de lo que sol�a calentarse.

Entonces, ante una condenaci�n tan terrible, estos j�venes decidieron permanecer fieles a su Dios, que se negaron a conformarse con la idolatr�a que los rodeaba. Qu� prueba de su fe; y cu�n fuerte debe haber sido la fe de ellos que les permiti�, frente a todo esto, permanecer "firmes e inamovibles". "Aunque los mate, en �l confiar�n". Nabucodonosor, lamentablemente, no es el �nico que se ha atrevido a dictar una religi�n a sus semejantes y ha tratado de imponer su mandato mediante la severa l�gica de las llamas.

No hace mucho, visitamos la ciudad vieja de St. Andrews y vimos d�nde Patrick Hamilton y George Wishart sufrieron en medio de los incendios �por la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo: el hedor de los leones infectando a tantos como soplar ". Y, mientras miramos hacia el continente europeo, vemos muchos espect�culos similares. Ahora en Francia es un Shuch, en Bohemia un Huss; �Y no ha estado Espa�a en los �ltimos tiempos recogiendo la mies que sembr� cuando reyes y nobles se reunieron y miraron con ojos imp�os a los seguidores de Cristo que sufr�an en medio de las pilas en llamas?

III. T HE SINGULAR LIBERACI�N DE ESTOS HEBREO YOUTHS ( W. R . Inglis .)

La prueba ardiente

No imprudentemente dijo una vez una anciana matrona escocesa que "es f�cil pronunciar la cuarta petici�n del Padrenuestro cuando hay suficiente pan en la casa". Sin embargo, si uno no tiene suministro y no tiene los medios para conseguir un bocado, se requiere una fe fuerte para presentar la s�plica correctamente. De manera similar, se puede afirmar que es f�cil confesar a Cristo cuando no se adjuntan dolores ni castigos a la confesi�n de creer en �l.

Lo m�s probable es que las personas seguras de s� mismas y jactanciosas fracasen en un tiempo de prueba as�; mientras que los mansos y retra�dos ser�an soportados, porque sintieron la debilidad de apoyarse en el brazo del Todopoderoso. Se ha dicho a menudo y con verdad que la gracia de la muerte no se concede hasta la hora de la muerte; ni se confiere plenamente la gracia de la humilde osad�a en la causa del Se�or, hasta que se presenta una ocasi�n que exige su ejercicio.

A estas alturas, parece que han pasado veintitr�s a�os desde que Daniel fue elevado a la posici�n de gobernador de toda la provincia de Babilonia, y sus tres amigos especiales se convirtieron en gobernadores de distritos subordinados. Mientras tanto, el imperio hab�a experimentado mucha prosperidad en todos los departamentos. Se cree que Nabucodonosor hab�a vencido durante estos a�os a no pocos reinos que limitaban con el suyo. Egipto hab�a ca�do bajo su dominio, exactamente como lo hab�a profetizado Jerem�as; y al oeste o al sur de Caldea no hab�a ninguno lo suficientemente fuerte como para disputar la soberan�a del rey de Babilonia.

Olvidando la lecci�n que le hab�a ense�ado su sue�o con respecto a la imagen compuesta, comenz� a imaginar que para su dios-�dolo Bel, o Baal, su gran �xito se deb�a por completo. Evidentemente, sin pedirle consejo a Daniel, propuso obligar a todos los que estaban bajo su gobierno a rendir homenaje a este �dolo. Como muchas naciones se hab�an visto obligadas a someterse a s� mismo, decidi� que tambi�n deb�an adorar a su dios.

�D�nde estaba Daniel en este per�odo? Posiblemente ya le hab�a dicho a su maestro que deb�a ser excusado de asistir a la dedicaci�n de la imagen; y como el rey no pod�a correr el riesgo de perder sus servicios, se permiti� su ausencia. Posiblemente pudo haber asistido al monarca durante la adoraci�n del �dolo y se neg� a inclinarse ante �l; pero su gran influencia impidi� que nadie se atreviera a acusarlo.

Pero es mucho m�s probable que estuviera ausente de la capital y se dedicara a distancia en relaci�n con alg�n asunto urgente del Estado. Incluso pudo haber sido despedido intencionalmente por el rey y, por lo tanto, no tuvo oportunidad de participar con sus hermanos en su protesta contra la idolatr�a. Si hubiera estado presente, bien podr�amos juzgar que habr�a estado a su lado, como culpable como ellos, o, si �l mismo no hubiera sido acusado, habr�a utilizado sus mayores esfuerzos con Nabucodonosor en su favor. El monarca estaba muy emocionado. Hizo que Sadrac, Mesac y Abed-nego fueran inmediatamente presentados ante �l. Claramente repiti� su mandato, que se inclinaran ante su �dolo, o morir�an.

I. W E preferir�a SUFRIMIENTO AL PECADO . Haber doblado la rodilla ante la imagen de oro en la llanura de Dura habr�a sido una transgresi�n agravada por parte de cualquiera de los hijos de Jacob. Sab�an bien que no hab�a otro Dios sino el Dios de Israel, y el primero y segundo mandamientos de la ley moral prohib�an estrictamente tal acto. Es mejor correr el riesgo del castigo amenazado que, al ceder, deshonrar a su Creador y desechar sus almas.

Maravillosamente fueron estos confesores de Jehov� rescatados del fuego devorador; porque el Se�or, a quien honraban, ten�a grandes prop�sitos a los que servir mediante su preservaci�n. Supongamos, sin embargo, que hubieran sido reducidos a cenizas, �habr�an sido perdedores por su fidelidad? �Seguro que no! S�lo cuanto antes hubieran alcanzado el reposo que queda para el pueblo de Dios. Uno de los primeros confesores del Se�or Jes�s fue llamado a presencia del Emperador de Roma y amenazado con el destierro si se atrev�a a seguir siendo cristiano.

"A m� no me puedes desterrar", fue la noble respuesta, "porque el mundo es la casa de mi Padre". �Pero te quitar� la vida�, dijo el Emperador. "No, pero no puedes, se�or, porque mi vida est� escondida con Cristo en Dios". a Te privar� de tus tesoros �, continu� el Emperador. �No tengo tesoros que puedas apoderarte�, fue la respuesta, �porque mi tesoro est� en el cielo y mi coraz�n est� all�.

"Pero te alejar� del hombre, y no te quedar� ning�n amigo", "No, que no puedas", respondi� el testigo audaz y fiel, "porque tengo un amigo en el cielo, de quien no puedes separarme. Yo te desaf�o. No hay nada que puedas hacer para lastimarme ". Cuando el riesgo de p�rdida es mucho menor que en el caso al que nos acabamos de referir, siempre es mucho mejor sufrir que pecar.

El muchacho de los pa�eros del norte de Irlanda, que no quiso ayudar a su empleador a enga�ar a un cliente y, en consecuencia, se qued� a la deriva, no perdi� nada por su integridad. Por esta misma circunstancia se convirti� en ministro del evangelio y luego ascendi� a una posici�n eminente en su profesi�n. Hay poca probabilidad de que alguno de nosotros est� expuesto a una prueba tan ardiente como los tres jud�os en Babilonia. Sin embargo, es posible que tengamos que enfrentarnos a mucha persecuci�n insignificante si seguimos fielmente al Cordero y demostramos con nuestras vidas que somos Suyos.

II. L TAKE CARE ET nosotros que no sigue ante la imagen ORO ERIGIDO entre nosotros . No solo en Gran Breta�a, sino en todas las tierras bajo el sol, este �dolo levanta la cabeza. Aquellos que adoran en su santuario probablemente abarcan, con mucho, el mayor n�mero de todos los linajes, tribus y naciones. �No tendr�s dioses ajenos delante de m�, dice Jehov�. Sin embargo, en el mismo templo de Dios est� este �dolo erigido por sus devotos, y multitudes de adoradores se arrodillan con devoci�n.

No se necesita una dulce m�sica de saco, salterio o arpa para inducir a los hombres a adorar. Esta idolatr�a incluso se considera respetable. En Am�rica, este �dolo es conocido irreverentemente con el nombre de "El d�lar todopoderoso"; con nosotros se llama simplemente riqueza o dinero. Un comerciante, que ten�a un amplio conocimiento de varias clases de la comunidad, sol�a afirmar como su opini�n seria que el amor al dinero arruina quiz�s m�s almas que incluso las bebidas alcoh�licas.

Como otros pecados, este culto a las mammon nunca habita solo. A su debido tiempo se convierte en el padre fecundo de muchas cosas viles, que, finalmente, se convertir�n en escorpiones, para atormentar el alma que los nutri�. Cu�n reconfortante es saber que la riqueza imperecedera e inalienable puede obtenerse simplemente por aceptar. "El DON de Dios es la vida eterna, y esta vida est� en Su Hijo". ( Revista original de la Secesi�n .)

El horno ardiente

Es imposible saber cu�nto tiempo despu�s de los eventos registrados en el �ltimo cap�tulo tuvo lugar la creaci�n de esta gran imagen. Sin embargo, se presume que han transcurrido varios a�os. La construcci�n de esta enorme imagen al dios favorito de Nabucodonosor, probablemente el dios de las batallas, ten�a muchas probabilidades de celebrar y conmemorar, con el esplendor adecuado, el triunfo final de sus brazos sobre todas las naciones de la tierra (v.

4). La profunda impresi�n causada en su mente por el recuerdo e interpretaci�n de su terrible sue�o por parte de Daniel parece haberse desvanecido, ya que lo encontramos colocando una imagen de oro y requiriendo que todos sus s�bditos la adoren. Este fue un acto tir�nico de uniformidad, destinado a consolidar la religi�n y la pol�tica del imperio. No sabemos d�nde estaban Daniel, Ezequiel y otros israelitas eminentes en este momento, o hasta qu� punto la masa de jud�os cautivos cumpli� con este decreto; pero parece que los tres j�venes pr�ncipes, que con Daniel hab�an sido fieles en negarse a comer la carne del rey, y que posteriormente hab�an sido elevados a altos cargos pol�ticos en la provincia de Babilonia, se negaron, o al menos fracasaron, en rendir homenaje a el �dolo.

I. T HE RAGE DE N EBUCHADNEZZAR . Nabucodonosor estaba en la cima de su poder; hab�a introducido una gran estatua, en forma de imagen de su dios de la batalla, para celebrar a sus soberanos universales; su decreto de obediencia universal a su dios, que tambi�n era un acto de homenaje a s� mismo, parece haber sido generalmente obedecido. La deserci�n de estos pr�ncipes de la obediencia parece haberle recordado que, despu�s de todo, hab�a quienes miraban m�s all� de �l y m�s alto que su dios imaginado en busca de un verdadero rey.

Solo le quedaban dos cursos abiertos. Debe reconocer de inmediato el derecho de los hebreos a su libertad religiosa o debe suprimirlos. Hacer lo primero ser�a negar y deshacer todo lo que estaba involucrado en la gran celebraci�n que ahora se est� llevando a cabo; mientras que, al hacer cumplir sumariamente el decreto de uniformidad, especialmente sobre las personas de los altos funcionarios del estado, pens� que podr�a aumentar su poder y con un golpe de severidad someter a todos sus s�bditos.

Hay varios puntos de evidencia de que su conciencia se despert� al igual que su ira. Cuando nos negamos a obedecer a la conciencia, siempre estamos dispuestos a enfurecernos y hacer lo prohibido por la conciencia con diez veces m�s violencia. Este rey de Babilonia es s�lo el tipo de todas las potencias mundiales que le han sucedido, que se han enfurecido contra la fe de los elegidos de Dios y han tratado de destruir esa fe mediante la violencia.

1. El arresto de los tres pr�ncipes. �Entonces llevaron a estos hombres ante el rey�. �Cu�ntas veces desde entonces los hijos de la fe han sido acusados ??y llevados ante los reyes y sus magistrados, para dar cuenta de su fe y responder por su desobediencia a alg�n decreto imp�o y tir�nico pronunciado con el prop�sito de destruir la �fe que una vez fue entregada a los santos? . " El mismo medio de que se sirven los reyes paganos para reprimir la fe, se convierte en el instrumento de Dios para su difusi�n universal.

2. La alternativa temible. Despu�s de todo, el rey parece haber respetado mucho a estos pr�ncipes y secretamente deseaba encontrar una v�a de escape para ellos. La vista de ellos y el recuerdo de su fiel servicio y de las peculiares marcas del favor divino que les hab�a sido otorgado por un momento enfri� su rabia.

3. La vana jactancia del rey. "�Y qui�n es ese Dios que te librar� de mis manos?" Este poco de vana jactancia nos recuerda el discurso de Fara�n a Mois�s: ��Qui�n es Jehov� para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? No conozco a Jehov�, ni dejar� ir a Israel �. ( �xodo 5:2 ) Tambi�n de la proclamaci�n desafiante de Senaquerib a Ezequ�as y Jerusal�n: ��Qui�nes son ellos entre todos los dioses de los pa�ses que han librado su pa�s de mi mano, para que el Se�or libere a Jerusal�n de mi mano? ? " ( 2 Reyes 18:35 .

) Y sin embargo, Dios destruy� a Fara�n, y puso un gancho en la nariz de Senaquerib con el cual lo condujo en ignominia de regreso a su propia ciudad, para perecer miserablemente a manos de sus hijos. �Cu�n vac�as son las jactancias, cu�n ilimitada la locura de los hombres que desaf�an a Jehov� al conflicto!

II. T HE DEFENSA DE LA PRINCES .

1. No tengo cuidado de responder. "Oh Nabucodonosor, no tenemos cuidado de responderte en este asunto". �Hab�a susurrado ya el Esp�ritu Santo en sus corazones la instrucci�n que Jes�s dio despu�s a sus disc�pulos? �Cuando os entreguen, no os preocup�is de c�mo o qu� hablar�is, porque en esa misma hora se os dar� lo que hab�is de hablar�. ( Mateo 10:19 .

) �Cu�n tranquilos estaban estos j�venes ante el rey! Dios responder� por nosotros cuando llegue la emergencia. La discusi�n no servir� contra su poder arbitrario sobre nosotros, o contra la injusticia de su decreto tir�nico.

2. Su confesi�n de fe. "Nuestro Dios a quien servimos". Al dar su respuesta, anunciaron claramente que cre�an en el �nico y verdadero Dios, y a �l a quien serv�an. Esta fue su justificaci�n para no inclinarse ante el �dolo que el rey hab�a erigido, ni adorar a ninguno de sus dioses. Su fe no era especulativa, sino real. Domin� sus vidas y asegur� su alegre servicio. El pleno poder de la fe no siempre se manifiesta hasta que llega el momento de la necesidad, pero, una vez que surge la emergencia, la fe surge y se afirma.

3. Su confianza en Dios. "Si es as�, nuestro Dios puede librarnos del horno de fuego ardiendo, y �l nos librar� de tu mano, oh rey". Note esto, que aunque su fe era absoluta en cuanto a Dios mismo y su relaci�n con �l, sin embargo, no era absoluta en cuanto a su liberaci�n del horno de fuego, solo en cuanto a la capacidad de Dios para librarlos.

4. Listo para morir. Si lo peor llegaba a lo peor, estaban listos para morir.

III. I N el horno y OUT de nuevo . Dios no promete a sus santos inmunidad contra el sufrimiento en este mundo; por otro lado, nos dice que nos ha elegido en un horno de aflicci�n.

1. Los pr�ncipes son arrojados al horno.

2. Una terrible advertencia. Ahora sucedi� algo extra�o. Cuando los tres hombres que llevaron a estos pr�ncipes al horno se acercaron a la puerta abierta para derribar a sus v�ctimas indefensas, una repentina corriente de aire envi� un volumen de llamas que los mat� en el acto. Dios pareci� advertir en ese momento que era peligroso tocar a sus santos o hacerles da�o.

3. El asombro del rey. Hace un tiempo estaba furioso; ahora lo vemos temblar de asombro. No solo lo asust� la r�pida muerte que se apoder� de sus tres valientes, sino que, mientras miraba las furiosas llamas, vio un espect�culo maravilloso. He aqu� un hecho con el que no hab�a contado. Por alg�n poder misterioso los j�venes �hab�an apagado la violencia del fuego� ( Hebreos 11:34 ), y estaban acompa�ados por la presencia de otro hombre, que parec�a tenerlos bajo su protecci�n.

No es necesario que intentemos discutir este maravilloso milagro de liberaci�n. Si hab�a un cuarto hombre real y objetivo en el horno con los tres pr�ncipes, y si ese cuarto era el mismo Hijo de Dios que descendi� en una forma corporal temporal, como quiz�s el �ngel del Se�or, o si el rey vio a un visi�n, no tiene importancia material. Que hubo un milagro se desprende del hecho de la seguridad de los pr�ncipes en la llama.

No hay nada antecedentemente imposible en la verdad literal de todo el asunto. �Porque los ojos del Se�or est�n sobre los justos, y sus o�dos atentos a sus oraciones, pero el rostro del Se�or est� contra los que hacen el mal. �Y qui�n es el que os har� da�o si segu�s lo que es bueno? " ( 1 Pedro 3:3 , 1 Pedro 3:3 ) ( GF Pentecost�s, DD .)

I. T HE UNHOLY objeto que fue ofensivos para su conciencia Era como un d�spota orgulloso, arrogante, del Este, con un ej�rcito siempre victorioso, para se�alizar un gran triunfo, por alguna gran imagen colosal instalaci�n. Era m�s que un memorial, era una deificaci�n de s� mismo. Estos monarcas babil�nicos no se contentaban con ser reyes o incluso sacerdotes, deb�an ser dioses, objeto de la veneraci�n de su pueblo. Les ayud� a mantener su tac�n de hierro sobre el cuello de sus s�bditos y a alimentar su propia vanidad.

Tres inconformistas

II. T odio que NATURAL de sus enemigos . �sta era su oportunidad. Hab�an estado observando y esperando esto. No es de extra�ar que se aferraran a �l con avidez. No hay amor entre los hijos de las tinieblas por los hijos de la luz. Los salvos de la cruz siempre tienen su cruz que llevar. Hay compa�eros de trabajo y asociados que nunca tardan en convertirte en el blanco de todo su bazo y derramar toda la malicia de su alma sobre ti.

Los altos cargos que estos j�venes ocupaban en el Estado los expon�an a la mayor vehemencia de persecuci�n. Es la forma del mundo de fomentar la hostilidad contra los que est�n por encima de ellos y buscar una oportunidad para derrocarlos. Hay hombres que se infiltrar�n en el poder sobre sus cabezas, si no hay otra manera. Sin embargo, es mejor perseverar con Cristo que ir solo sin �l.

III. T se neg� PUERTA DE ESCAPE . Cuando sus acusadores presentaron la acusaci�n ante el rey, parece haber motivos para creer que el primer arrebato de ira del rey fue ante la sensaci�n de su posible p�rdida: no pod�a soportar pensar que tres de sus gobernantes m�s capaces hab�an sido tan tontos. como para exponerse a la muerte. Pod�a permitirse perder una gran cantidad de acusadores de ese tipo mejor que perder a un joven hebreo.

Posiblemente, tambi�n, el astuto rey vio a trav�s de sus celos demasiado velados. De todos modos, el rey les ofreci� una v�a de escape. En efecto, sus palabras sugieren lo que llamamos gratamente diplomacia: �Solo di que cometiste un error, no entendiste bien el significado de mi edicto, y har� que se repita toda la ceremonia por tu bien, entonces pueden inclinarse y salvarse. . " Muchos de nosotros hubi�ramos ca�do en esa trampa; fue un compromiso tan ingenioso.

Se necesitaba una gran decisi�n de car�cter para responder bien. Un d�a, el oficial lleg� a Bunyan en su prisi�n, en Bedford Bridge, y le dijo: �Ahora, Bunyan, si quieres salir libre, puedes; s�lo se impone una condici�n insignificante, y es que te abstengas de predicar ". �Si eso es todo�, respondi� Bunyan, �entonces no puedo salir libre, porque tan seguro como llegue a ese campo, me levantar� y predicar� a Cristo.

�Esa �nica condici�n era la condici�n imposible. Tienen sus batallas que pelear, tal vez los problemas no est�n tan claros como en los casos que tenemos ante nosotros, pero ruego que se apresuren a discernir lo correcto de lo incorrecto y se apresuren a hacer lo correcto.

IV. Ahora bien, un gran coraje moral como este debe nacer de GRANDES CONVICCIONES . Con Sadrac, Mesac y Abed-nego, val�a la pena tener convicciones y morir por ellas. Para estos j�venes, Dios era m�s grande, m�s alto que el rey. Dios fue primero, el rey segundo. Su primera consideraci�n no fueron sus perspectivas, sino su deber. No tiene el esp�ritu de m�rtir que act�a con indiferencia. Cuando no se inclina ante el edicto del mundo, no espere que se le acredite con convicciones concienzudas, ser� rebajado a la obstinaci�n.

Cuando John Bunyan se neg� a guardar silencio, se mostr� obstinado. Cuando estos hebreos se negaron a adorar �dolos, se obstinaron. As� dicen sus perseguidores, pero la posteridad les ha hecho justicia y la ha declarado acto de conciencia; esp�ritu de fidelidad a Dios.

V. T HREE COSAS QUE creado su noble conducta .

1. Hicieron de la religi�n algo personal. No se trataba del estado o de la comunidad, sino de la individualidad realizada; y responsabilidad personal ante Dios. Ninguna otra religi�n que no sea la personal merece ese nombre. Ning�n otro salvar� tu alma.

2. Se hab�an arrepentido ante Dios y hab�an puesto su confianza en �l. Se hab�an apartado del mal con la mente y el coraz�n y se hab�an puesto a buscar la justicia.

3. Ponen las cosas eternas antes que las temporales. Vieron el mundo en su verdadera luz y lo tomaron en su verdadera estimaci�n. Lo eterno perdura, lo temporal pasa. ( F. James .)

Devoci�n al principio

I. TEN�AN CONDICIONES . No eran simplemente israelitas de nombre; creyeron en el Dios de Israel '. No ser�a de extra�ar que, tan lejos de casa y en condiciones tan adversas, el recuerdo de su religi�n ancestral hubiera cesado gradualmente y su devoci�n se desvaneciera. Pero su piedad era, aparentemente, m�s que una herencia; antes de su transporte, se hab�a arraigado en el coraz�n, la conciencia y la vida.

Si la religi�n es una mera cuesti�n de forma, puede cambiarse tan f�cilmente como uno se cambia de abrigo; pero cuando toma posesi�n del alma, acompa�a a un hombre para siempre. De ah� la importancia de las convicciones. Cre�an en Dios, en las verdades que les hab�a revelado, en las responsabilidades morales que les hab�a impuesto. La palabra "creencia" es, para algunos, derivada del by-lifian saj�n , es decir, aquello por lo que vivimos.

II. T HEY eran leales a sus convicciones . Fueron llamados a pasar por una dura prueba. Se acercaba el d�a de la dedicaci�n de la imagen dorada. �Que deber�an hacer?

1. Podr�an evitar todos los problemas uni�ndose a las aclamaciones de la multitud y postr�ndose ante la imagen de oro.

2. Podr�an postrarse como una simple cuesti�n de forma, diciendo: �Despu�s de todo, la religi�n es del coraz�n; y sabr� Dios que por dentro le estamos dedicados �. Pero el compromiso, en una cuesti�n de bien o mal, es el subterfugio de los d�biles e indignos.

3. La �nica alternativa era quedarse en casa ese d�a. �Por qu� no? Entonces debieron decirse unos a otros: �Somos tres cobardes�. Dios quer�a que salieran al llano de Dura y predicaran un serm�n sobre la piedad heroica.

III. G OD cuidado de ellos . �l siempre cuida de los suyos. Aqu� hay una palabra segura de promesa: "Nunca te dejar� ni te desamparar�". ( D. J . Burrell, DD ).

Sobre la conducta de Sadrac, Mesac y Abed-nego

Sadrac, Mesac y Abed-nego eran tres j�venes muy j�venes, adoradores del Dios verdadero en una tierra pagana. Fueron expuestos a mucha persecuci�n y angustia a causa de su religi�n, pero pudieron actuar con fidelidad y prudencia "en medio de una generaci�n torcida y perversa". El verdadero cristiano se ver� obligado a detener la corriente circundante; habr�, debe haber oposici�n; si fuera del mundo, el mundo amar�a a los suyos; pero como no es del mundo, sino escogido del mundo, el mundo lo odiar�.

Ahora imaginemos a una persona, y especialmente a un joven, como los tres individuos mencionados en el texto, en tales circunstancias. �Cu�n dif�cil y doloroso a menudo es el cumplimiento del deber! �Cu�nta necesidad hay de alg�n ejemplo animador, o de un consejo afectuoso y fiel, para evitar que tal persona ofenda la conciencia y olvide sus obligaciones para con su Redentor! Ser fiel donde los �teres son infieles, adorar a Dios de verdad en una familia, una parroquia, un barrio, en el que casi todos los que nos rodean conspiran para olvidarlo.

S�lo puede realizarse con la ayuda de Aquel que es a la vez Consolador y Santificador. Se desprende de la narraci�n que el rey Nabucodonosor levant� una imagen de oro y orden� a todos sus s�bditos que se postraran y la adoraran. De la misma manera, en el barro actual, el pecado en sus diversas formas es un �dolo al que el mundo se deleita en servir. Por naturaleza somos sus esclavos y devotos; y no es hasta que hayamos aprendido, como esos tres j�venes, a salir del mundo y adorar al Dios verdadero, que comenzamos a sentir la carga de este servicio.

Constantemente se presentan nuevos �dolos para confirmar al pecador en su esclavitud y para tentar al verdadero cristiano de su lealtad a Dios. Babilonia seguramente abundaba en �dolos; sin embargo, se debe crear uno nuevo para la ocasi�n; y as� el mundo siempre est� variando sus tentaciones. Cualquiera que sea la �ltima mala costumbre, la �ltima nueva forma de pecar, se espera que los hombres la sigan. Por lo tanto, tan pronto como se dio el mandato, �pr�ncipes, jueces, gobernadores, capitanes, tesoreros, alguaciles, consejeros y gobernantes�, con el pueblo en general, todos un�nimes acudieron ansiosamente al rito id�latra.

Estas tres personas s�lo se mencionan como no cumpliendo con la orden, una prueba de que incluso el cristiano m�s joven no debe avergonzarse de la religi�n o rechazarla; es decir, porque puede haber pocos a su alrededor que piensen tan seriamente como �l mismo. �Deber�an todos los ricos, los sabios de este mundo, los alegres, los espl�ndidos, estar en contra de la religi�n seria? si se a�aden mil nuevos cebos y atractivos para desviarnos de �l; si a cada momento de nuestro camino surgen peligros insospechados y persecuciones; sin embargo, podemos aprender del ejemplo que tenemos ante nosotros una lecci�n de fe, constancia y confianza en Dios.

Descubrimos que estos tres j�venes no cortejaron el martirio ni la persecuci�n; no estallaron en invectivas violentas contra otras personas; no dieron ninguna ofensa voluntaria, ense�ando as� otra lecci�n muy �til e importante. El cristiano no debe afectar nada que pueda atraer justamente la oposici�n del mundo. Deber�a vivir en paz con todos los hombres, tanto como en su interior, pero cuando esto sea imposible, y la ofensa surja enteramente del lado del mundo que no le agrada su ferviente piedad, sin poder impugnar su car�cter o conducta. , puede aprender del ejemplo que tenemos ante nosotros c�mo actuar para glorificar a Dios y preservar su propia paz mental.

�He aqu�, entonces, este ilustre ejemplo! Firmes y decididos por Jehov�, estos tres m�rtires se acercaron al accidentado lugar. La vida o la muerte era la alternativa. No se abr�a ante ellos ninguna v�a humana de escape. As�, tentados a vacilar, por un lado, por el temor a los tormentos y la muerte, tambi�n podr�an ser seducidos, por el otro, por esperanzas de recompensa. Incluso podr�an estar dispuestos a alegar que el sacrificio fue peque�o.

Estos y varios otros razonamientos pueden entrar naturalmente en sus mentes; y si Faith no se hubiera ejercitado poderosamente, sin duda habr�a superado su resoluci�n. Pero esta gracia divina pudo, en medio de todo, preservarlos. Si esta gracia divina existiera con pleno vigor en nuestras mentes, incluso el cristiano m�s joven y t�mido ser�a capaz de resistir todos los artificios del mundo, la carne y el diablo; y decir con Josu� de anta�o: �Escoged hoy a qui�n sirv�is; pero yo y mi casa serviremos al Se�or.

�En lugar de sentir verg�enza o miedo de confesar el nombre de un Redentor crucificado, y de vivir como sus fieles disc�pulos, debemos usar el lenguaje decidido que tenemos ante nosotros; y, poniendo toda nuestra confianza y confianza en el brazo de apoyo de un Padre todo misericordioso, debemos aprender a hacer todo ya soportarlo todo, en lugar de abandonar la causa de nuestro Redentor. Hay cuatro cosas que a menudo son obst�culos poderosos en el camino del cristiano joven; a saber, los encantos del placer, los mandatos de la autoridad, el temor a la persecuci�n y las enga�osas solicitudes de amistad y bondad. Todo esto ocurri� en el caso que tenemos ante nosotros; y en un grado mucho mayor de lo habitual, o incluso nunca, tiene lugar en la �poca actual.

1. Vencieron, en primer lugar, los encantos del placer. �Qu� escena tan festiva ten�an ante ellos! La �corneta, flauta, arpa, saco, salterio, dulcimer y toda clase de m�sica�, unieron sus notas persuasivas para tentarlos a pecar. El placer asumi� todas sus formas m�s cautivadoras y seductoras para cortejar su conformidad. Sin embargo, aunque en medio de la salud y la juventud, constantemente se negaron a unirse a la multitud para hacer el mal; Consideraron el oprobio de Cristo mejor que todos los cebos envenenados del mundo.

Eran, sin duda, considerados por quienes los rodeaban como personas l�gubres y precisas, que se quejaban de lo que otros consideraban placeres inocentes, pero sab�an el lado que hab�an tomado; tambi�n conoc�an el poder y el amor de su Padre celestial, y no tem�an el resultado.

2. Tampoco, nuevamente, los mandatos de la autoridad podr�an tentarlos a cometer este pecado. Fueron forasteros y cautivos en tierra extranjera; la mano del poder estaba sobre ellos; se les representaba como facciosos, enemigos a la vez del gobierno y de la religi�n del pa�s; Nabucodonosor, un monarca desp�tico, se enfureci� contra ellos, pero se mantuvieron firmes. Sab�an que la primera autoridad a la que hay que obedecer es Dios.

3. El temor de la persecuci�n, ya lo hemos visto, tambi�n lo vencieron con valent�a; tampoco resistieron menos las enga�osas solicitudes de bondad y amistad. M�s de un cristiano joven, que podr�a haber desafiado todos los terrores de la persecuci�n abierta, ha cedido a esta tentaci�n y ha arruinado para siempre su alma, por esa amistad con el mundo que es enemistad contra Dios. No as� estos ilustres enfermos.

Aunque hab�an recibido innumerables bondades de Nabucodonosor, y estaban en camino de recibir muchas m�s; aunque alimentado por su generosidad y cargado de sus favores; sin embargo, cuando la religi�n iba a ser el sacrificio, no lo har�an, no se atrevieron a hacerlo. El resultado es bien conocido; Dios obr� un milagro a su favor; Su presencia estaba con ellos en el fuego; mientras que sus perseguidores fueron consumidos en el mismo acto de arrojarlos a las llamas, una terrible prueba del peligro de oponerse a la causa o al pueblo de Dios.

Ni siquiera las vestiduras de estos confesores triunfantes estaban chamuscadas; nada se consumi� en el horno excepto sus ataduras. Se volvieron m�s libres de lo que eran antes de ser arrojados a las llamas; y de la misma manera el cristiano, en la actualidad, que lleva resueltamente la cruz de su Redentor, a menudo encuentra que cuanto m�s es perseguido por causa de la justicia, m�s disfruta de libertad y felicidad en su propia mente.

Sus grilletes se consumen en el fuego, y con frecuencia se vuelve m�s audaz y perseverante en la causa de Dios, por los mismos esfuerzos que se hacen para vencer su constancia. ( Observador cristiano .)

Los tres testigos de las llanuras de Dura

I. Las lecciones que ense�a la narrativa de los Santos ni�os.

I. En cuanto a la realidad de la fe.

(1) Result� en constancia. Fueron perfectamente respetuosos y, sin embargo, absolutamente decididos en su curso.

(2) Result� en una estimaci�n adecuada de sus deberes de lealtad a su soberano y de devoci�n a su Dios.

(3) Result� en una confianza perfecta en que Dios los mantendr�a y sostendr�a.

2. En cuanto a la recompensa de la fe. En sus esperanzas no se sintieron defraudados; porque ten�an la presencia de Dios que los salv�. ( Isa�as 43:2 ; Isa�as 63:9 )

II. Aplicaci�n de la narrativa a nuestra �poca. La llanura de Dura es una imagen del mundo; Nabucodonosor y su imagen derraman el culto a Mamm�n al que la humanidad est� llamada de com�n acuerdo y por todos los medios. Pero los verdaderos siervos de Dios se niegan; no pueden servir a Dios ya Mamm�n.

1. La elecci�n requiere una fe profunda y duradera, que

(1) Se atreve a ser singular; y

(2) Es valiente, constante, perseverante e intr�pido. Sadrac, Mesac y Abed-nego no solo se conservaron, sino que tambi�n fueron los medios para promover la causa de la religi�n verdadera en el reino de Babilonia; y as� ser� el caso de aquellos que sufren por la verdad. ( F . Thorne .)

La negativa a adorar la imagen dorada

A veces, y con raz�n, se ha se�alado que la verdad es mucho m�s maravillosa que la ficci�n. Ciertamente, han ocurrido acontecimientos en la historia de los hombres individuales a los que ninguna narraci�n ficticia puede abordar.

I. En primer lugar, observe, EL MANDATO DEL PODER IMPERIAL QUE SE HAB�A EMITIDO . La persona de quien eman� el mandato ahora referido fue Nabucodonosor, el monarca del vasto y hermoso imperio de Babilonia. Como novedad en el mandato que ten�amos ante nosotros, hab�a un pecado atroz y presuntuoso; y nos esforzaremos por advertir en qu� elementos consisti� ese atroz y presuntuoso pecado. Y comentamos

1. Que fue una usurpaci�n tir�nica m�s all� de los justos l�mites de la autoridad civil. El monarca de Babilonia no ten�a, ni ning�n otro monarca o persona investida con posici�n o poder mundano, el derecho de controlar o intentar influir en las profesiones religiosas y el comportamiento religioso de sus s�bditos. Los gobiernos humanos fueron creados por arreglo divino, para que los monarcas pudieran ordenar las cosas correctamente en su capacidad secular o pol�tica; y su leg�timo poder de interferencia se extiende s�lo a los actos abiertos que son socialmente beneficiosos, por un lado, o que son socialmente perniciosos y perjudiciales, por el otro. La obediencia a �rdenes razonables a este respecto es una obligaci�n; pero la obediencia a los mandamientos que intentan controlar la opini�n y la conciencia no es obligaci�n en absoluto.

2. Una vez m�s, observar� de este mandato, que fue una impiedad audaz contra la majestad y las pretensiones del �nico Dios verdadero. Sin duda recuerdas de inmediato la ley que ese Creador hab�a promulgado en los primeros tiempos, en denuncia directa de la apostas�a mencionada, pronunciada por Su propia voz y escrita por Su propio dedo: "No tendr�s dioses delante de m�". "No te har�s ninguna imagen tallada", etc.

3. Una vez m�s, observar� de este mandato, que fue un cruel ultraje a los impulsos de la benevolencia y de la humanidad. Amenazar a los hombres dici�ndoles que, si no se postraban y adoraban una imagen dorada, ser�an arrojados all� a un horno de fuego para que soportaran las peores y m�s atroces agon�as que puede sufrir el cuerpo humano, era, de hecho, m�s all� de toda expresi�n salvaje. Y aqu� no podemos dejar de observar una ilustraci�n de la agudeza del poder desp�tico en todos los per�odos de tiempo.

II. T HE manera en que se tratada de esta MANDATO IMPERIAL .

1. Y primero, observar� que hubo firmeza. Seamos �valientes por la verdad sobre la tierra�; y dejemos que sea nuestro objetivo constante, que siendo �seguidores de aquellos que por medio de la fe y la paciencia heredan las promesas�, podamos entregarnos a la esperanza resplandeciente de estar finalmente unidos en su gloria.

2. Y de nuevo, observar�n, que adem�s de la firmeza, tambi�n hab�a mansedumbre. No hubo ebullici�n de autosuficiencia ni de ira; hab�a respeto por la dignidad real y la posici�n social; hab�a tolerancia, hab�a tranquilidad, estaba dispuesto a sufrir; resistieron el mal, pero no se rebelaron contra la pena. Siempre es importante, al defender los derechos de conciencia y de la verdad religiosa, que de la misma manera la apacibilidad se mezcle con el coraje y la gentileza con la resoluci�n.

La falta de este esp�ritu entre los que han defendido el derecho de conciencia y de la verdad a menudo ha infligido un profundo da�o a la mejor y m�s santa de las causas. Ha habido la indulgencia de un dogmatismo rudo y vehemencia; no es raro que se haya recurrido al uso de la fuerza, la lucha en las batallas y un esfuerzo tras las represalias; e incluso cuando la venganza hubiera herido profundamente tanto a la libertad como a la religi�n, y hubiera retrasado y retrasado con tristeza el tiempo de su progreso y la era de la libertad final,

III. T PRINCIPIOS Aquel sobre el que el tratamiento de dicho mandato fue fundada , y sobre el cual estaba justificado . Observar�, en el an�lisis de la narrativa, que fueron principios dignos de la ocasi�n, y que reivindicaron ampliamente el rumbo que se segu�a.

1. Observe, hab�a convicci�n de su deber y responsabilidad para con Dios. Su lenguaje es: "nuestro Dios a quien servimos". Estaban dotados de reverencia y amor por �l, y estos principios, asociados con la relaci�n que encarnaban, imped�an por necesidad moral que pudieran ser culpables de la flagrante impiedad de adorar p�blicamente, en presencia de inmensas masas, una cosa esculpida por arte y dispositivo del hombre, creado por las bajas pasiones del hombre por los malos designios y los bajos del hombre. En el principio enunciado de esta manera, como observar�n, tomaron el terreno m�s elevado bajo las influencias m�s elevadas: la religi�n, impartida y preservada por el Esp�ritu de Dios.

Dios. Y esto es lo �nico digno de la ocasi�n en que deben reivindicarse los derechos de la conciencia y de la verdad.

2. Una vez m�s, observar� tambi�n, hab�a confianza en el poder y la disposici�n de Dios para librar. Hemos visto que el monarca de Babilonia lanz� este desaf�o: "�Qui�n es ese Dios que te librar� de mi mano?" Y luego respondieron: �No tenemos cuidado de responderte en este asunto. Si es as�, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo, y �l nos librar� de tu mano, oh rey.

�Apreciemos la confianza ahora. Apreci�moslo para nosotros mismos y sepamos que "nada nos separar� del amor de Dios, que es en Cristo Jes�s el Se�or". Apreci�mosla en nombre de la causa que nos es querida como nuestros esp�ritus inmortales: la causa de la gloria del Redentor en la salvaci�n del hombre y la conversi�n del mundo; y nunca seamos culpables ni siquiera de so�ar con una era como cuando la iglesia estar� en peligro. Los sistemas falsos, que han usurpado el nombre, pueden estar en peligro, pero la verdadera iglesia nunca. �Puede estar en peligro el trono del Padre eterno?

IV. L OS RESULTADOS EN LOS QUE SE EMITI� EL TRATAMIENTO AS� VINDICADO Y JUSTIFICADO . Observar� aqu� lo que una singular combinaci�n de circunstancias reclama de la narrativa nuestra consideraci�n. El resultado inmediato fue la imposici�n del castigo. �Entonces Nabucodonosor se llen� de ira, y la forma de su rostro se cambi� contra Sadrac, Mesac y Abed-nego; por tanto, habl� y orden� que calentaran el horno uno siete veces m�s de lo que se sol�a calentar.

�Observe el m�todo en el que se logr� esa liberaci�n. Por �ltimo, debe observar las caracter�sticas por las que se distingui� esta liberaci�n. Fue logrado por la agencia del Hijo de Dios; y sus caracter�sticas requieren ser notadas. Como observar�n, estaba indiscutiblemente atestiguado. No hab�a nada equ�voco en el modo en que se conoc�a la liberaci�n. Y esto s�lo indica un principio general en las interposiciones divinas: que cuando Dios interviene para el bienestar y la liberaci�n de su pueblo, no hay nada incierto; no hay tal entremezcla de instrumentos secundarios que no podamos separar o discernir la interferencia del poder de la gran Primera Causa; siempre hay algo en cada evento por el cual una mente devota e iluminada es capaz de pronunciar �Dios est� aqu�; aqu� est� la obra de Dios.

�Y es un hecho delicioso en la historia de la iglesia ahora, como lo estar� en los anales de la iglesia en el futuro, que dondequiera que Dios interfiera por el bienestar de su pueblo, �l realiza Su obra a fondo. Observamos nuevamente que la liberaci�n produjo una gran impresi�n p�blica. La impresi�n, como se produjo de inmediato, se nota en los �ltimos vers�culos del cap�tulo: �Habl� Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envi� a su �ngel y libr� a sus siervos. que confiaron en �l, y cambiaron la palabra del rey, y entregaron sus cuerpos para no servir ni adorar a ning�n dios excepto a su propio Dios.

Por tanto, hago un decreto, que todo pueblo, naci�n y lengua que hable algo incorrecto contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea cortado en pedazos, y sus casas sean convertidas en muladar; porque no hay otro Dios que pueda librar despu�s de esta clase. Entonces el rey promovi� a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia �. El decreto manifest� una poderosa impresi�n en la mente del monarca. Algunas lecciones m�s especiales.

1. Y, en primer lugar, aprendemos de la narrativa que tenemos ante nosotros el valor de la piedad primitiva.

2. Nuevamente, aprendemos tambi�n la inmensa importancia que tiene la decisi�n para Dios bajo las circunstancias m�s dif�ciles. Si el ejemplo de estos j�venes hebreos en esta crisis hubiera sido deficiente, incluso si su piedad personal hubiera permanecido intacta, �qu� mal habr�a sido la consecuencia! Si se hubieran inclinado con alguna debilidad mental, o se hubieran ausentado lejos bajo alguna pretensi�n o excusa plausible, �cu�n diferente habr�a sido el resultado! �No se alzar� una voz para Dios en medio de esa vasta asamblea, y el honor de Dios se comprometi� profunda y dolorosamente en esa naci�n y en otras naciones por siglos!

3. Y luego, finalmente, aprendemos la locura de oponerse al pueblo ya la causa de Dios. No puede ser obstaculizado por los halagos ni por la oposici�n del mundo; se levanta en medio de la ruina de los imperios, y no sufre en medio de la furia de las naciones contendientes; cabalga sobre el torbellino y dirige la tormenta, y nunca cesar� su manifestaci�n hasta que establezca un imperio limitado s�lo por los l�mites del universo, y terminando s�lo con la destrucci�n del mundo.

Procure no oponerse a eso, individualmente o por combinaci�n, que es indestructible. �El que se sienta en los cielos se reir�, y el Se�or se burlar� de ti�; y as� ser�, hasta que "perezcas del camino cuando Su ira se encienda un poco". ( J. Parsons .)

Los tres jud�os en Babilonia

Es realmente un espect�culo triste y terrible: contemplar a un gran monarca y a los personajes que representan a la poblaci�n de un gran imperio, con quiz�s una multitud numerosa de la gente com�n, reunidos con tal prop�sito. �Considere lo que deber�a ser el hombre en la tierra!
Reflexione, que el estado correcto hubiera sido, que toda la humanidad debiera ser adoradores inteligentes y solemnes del Dios verdadero, solo de �l; el estado meramente correcto, debajo del cual, la escena se convierte en un espect�culo de horror y miseria, porque falta el principio vital de todo bien.

Piense, entonces, en ese gran imperio, esa prodigiosa multitud de esp�ritus humanos (y casi todo el resto de la humanidad igualmente hundido) dispuestos a postrarse en adoraci�n de una figura de metal, de manos de los art�fices. M�ralos en tales postraciones, en todo el mundo, y di: �el hombre no ha ca�do! Entre ese estado y el estado simplemente, meramente correcto, �cu�n terrible es la diferencia! En la incalculable masa humana de todo un mundo id�latra, se nos muestra aqu� y all� un individuo, o una combinaci�n diminuta de individuos, peque�as part�culas brillantes, muestras de lo que habr�a sido el estado correcto del mundo.

Pero si no fueran m�s que espec�menes de lo que era correcto, entonces, �qu� poder de pensamiento puede estimar, qu� lenguaje puede describir, esa condici�n de la sustancia general, de la cual brillan en contraste! El estado correcto del sol es ser un orbe lleno de resplandor; que aunque haya algunos puntos peque�os y puntos m�s tenues, deber�a ser en efecto una luminaria completa y gloriosa. Imag�nense, entonces, si pueden, esta refulgencia apagada y convertida en negrura sobre todo su glorioso rostro, excepto aqu� y all� un punto diminuto, emitiendo un rayo brillante como una peque�a estrella.

�Qu� fen�meno m�s espantoso! y si continuaba as�, la ruina total del sistema. Pero tal, en la historia que tenemos ante nosotros, contemplamos la condici�n de la raza humana, de la cual ese imperio era una provincia tan grande. Vemos a tres hombres verdaderos y fieles en el gran principio esencial, entre las innumerables huestes que se hundieron, degradaron y perdieron, en cuanto a lo que es la materia supremamente esencial para el hombre. En otras tierras paganas, sin embargo, en la misma �poca, no exist�a tal cosa.

En Babilonia, unos pocos. Observe, est� en la naturaleza de las cosas que el mal prevaleciente deba ser ambicioso para prevalecer por completo. Y aqu� deb�a ser llevado a juicio, si alguno se atrever�a a negarse a ser id�latra, de conformidad con toda la gran asamblea. La historia del designio por parte del monarca ser�a curiosa si pudi�ramos conocerla. C�mo deber�a concebir un proyecto as�. �No hab�a suficientes dioses en su ciudad e imperio para todo el culto y las ofrendas por las que la gente pod�a ahorrar tiempo y dinero? Lo menos extra�o en el caso, fue quiz�s (porque era un hombre), que deber�a olvidar lo que hab�a aprendido por experiencia del Dios de Daniel, aunque, por su propia confesi�n en ese momento, era "un Dios de dioses". y superior a todos los conocidos en su imperio o en el mundo.

Pero, entonces, �el nuevo dios deb�a superarlos a todos ellos y tambi�n a ese Dios? Si no es as�, �qu� necesidad? y lo que acabo de reclamar? y �qu� lo har�a sobresalir as�? Es una conjetura de algunos eruditos (Grocio) que podr�a dise�arse como el acto de deificar, en lugar de expresar y proclamar la deificaci�n de su padre fallecido. En cualquier caso, uno de los principales impulsores del asunto fue la propia importancia del monarca.

A �l le correspond�a mostrarse se�or incluso de la religi�n de sus s�bditos. A �l le correspond�a constituir un dios para ellos, si as� lo deseaba. Luego estaba el proceso; un examen del p�blico, o m�s bien de los tesoros reales - el oro recolectado y calculado - la consulta y el empleo de artesanos - operaciones de herrer�a - declaraciones frecuentes o inspecciones del progreso - quiz�s informes circulados a trav�s del imperio de el gran negocio que estaba sucediendo.

Lo m�s probable es que el mandato imperial al gran hombre de todas las provincias hubiera sido enviado alg�n tiempo antes, se�alando la hora; y que el �dolo fue erigido pero inmediatamente contra el d�a especificado. Esta gran asamblea fue convocada para el acto de dedicaci�n. Los grandes hombres hab�an sido convocados como una especie de representantes de todo el pueblo del imperio. Quiz�s ninguno de ellos dej� de estar all� por alg�n principio de conciencia contra la idolatr�a.

Y en cuanto a la conducta voluntariamente complaciente de la asamblea, uno est� un poco dispuesto a maravillarse de que el rey haya preparado un expediente de persuasi�n como el que �l se�ala, para hacer cumplir su mandato, es decir, el horno, que Estaba preparado y llamativo cerca de la estaci�n del monarca y el �dolo. Ciertamente, no estaba acostumbrado a experimentar ninguna desobediencia a sus �rdenes.

�Por qu�, entonces, este argumento de persuasi�n a la mano? Esto podr�a ser por mera pompa desp�tica, para impresionar el terror ante la sola idea de algo as� como la desobediencia. Pero se puede sospechar que esto posiblemente se hizo por instigaci�n de los que odiaban a Daniel y sus tres amigos. �Su fe fue advertida de otro Monarca, y tambi�n de otro incendio! un temor apropiado de qui�n, y de qui�n, vencer� a todos los dem�s miedos.

�No temas a los que pueden matar el cuerpo, pero despu�s de eso no tienen m�s que hacer; pero temed a aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno �. Seguramente estar�an en el lugar, sin que sus enemigos usaran la fuerza. Se les asegur� que, en el caso que nos ocupa, no se debe permitir un gran d�a de triunfo para la idolatr�a y el imp�o orgullo del poder, sin ser perturbados por al menos una protesta en nombre del Todopoderoso.

�Era para ellos, cuando su Se�or eterno iba a ser deshonrado, escabullirse en una impunidad vil? Y, adem�s, �iban a dar a su propia gente, en cautiverio all�, la lecci�n y el ejemplo de traicionar, incluso negativamente, su religi�n, la �nica verdadera en la tierra? Sab�an cu�l era su deber y se dispusieron a cumplirlo. Parecer�a que este deber reca�a solo en ellos. Podr�a surgir una pregunta acerca de los numerosos otros jud�os que estaban en Babilonia: �qu� fue de ellos? �Fueron excluidos en esta gran ocasi�n? Se ha conjeturado, en respuesta, que, dado que este iba a ser el acto principal y solemne de sancionar, autorizar, establecer el nuevo culto, la gente com�n podr�a, en esta primera instancia, quedar fuera de la cuenta por ser considerada sin peso; que s�lo se buscaba a los principales hombres del imperio,

Entonces, tres hombres vinieron al suelo bajo la terrible vocaci�n de desafiar la autoridad, el poder y la ira de un alto potentado: la indignaci�n de todos sus poderosos se�ores y la furia de un fuego devorador. Admiramos la entrega heroica en todas las dem�s situaciones; nos alegra ver, por ejemplo, a Leonidas y su peque�o grupo tomando tranquilamente su puesto en las Term�pilas frente a innumerables legiones.

Pero aqu� hab�a una posici�n a�n m�s noble adoptada por hombres que estaban en condiciones de asumirla, porque estaban seguros de que no la abandonar�an. Podemos suponer la m�xima calma, la manera m�s discreta en estos tres hombres; que pertenece a la verdadera fortaleza invencible. Y no tuvieron ocasi�n de comenzar con un desfile, �de hacer un florecimiento de celo prematuro! �Ya bastaba con la exposici�n! Deb�an �ser un espect�culo para Dios, los �ngeles y los hombres.

�No hab�a nada que pudieran necesitar decir; hab�a pasado el momento de la consulta, el cuestionamiento o la exhortaci�n mutua. Estaban en el lugar equivocado, si es que a�n quedaba algo por decidir. �Pero piense en el breve intervalo de suspenso y silencio entre la conclusi�n de la proclamaci�n del heraldo y la primera nota de la se�al-m�sica! �Cu�les ser�an sus sensaciones al esperar que golpeara? �Piense en la intensidad de la escucha! �Cu�nto se puede decir que vive el alma en esos momentos, cuando no est� asombrada y at�nita! �Y bajo qu� dictado, bajo qu� convicci�n, estaban realizando sumisamente, al menos en apariencia, el acto m�s solemne que pueden hacer los seres humanos, los seres creados? El mero dictado de una criatura, que un d�a se convertir�a en polvo.

As�, esta orgullosa, numerosa y se�orial asamblea reconoci� que ni sus cuerpos ni sus almas eran los suyos. Pero as� lo reconocieron, tambi�n, los tres hombres que permanecieron de pie. Sus cuerpos y sus almas no eran de ellos para entregarse, ni a un monarca ni a un �dolo. Pertenec�an a otro Poder; ya �l, sus cuerpos, si as� lo dispusiera, ser�an ofrecidos en sacrificio en ese altar que estaba lleno de llamas a la vista de ellos.

Ir�amos, quiz�s, al extremo de la posibilidad, si supusi�ramos en ellos un dominio de s� mismos tan perfecto que pudieran mirar a su alrededor con pesar y compasi�n en este amplio campo de humanidad postrada y degradada. Pero no tuvieron mucho tiempo para mirar; hab�a ojos vigilantes sobre ellos, aunque no parece que fueran los del rey mismo. Sus devociones fueron interrumpidas y convertidas en sorpresa e indignaci�n por los acusadores de estos tres hombres.

Estos acusadores entendieron bien su profesi�n. Y luego, con la verdadera direcci�n de cortesanos aduladores, pusieron la supuesta impiedad en forma de deslealtad. Fue contra �l que se cometi� la ofensa, m�s que contra el dios. "�No te han mirado, oh rey!" Y este arte tan efectivo nunca ha sido olvidado por los odiadores y perseguidores de los manifestantes en nombre de la verdadera religi�n.

Los tres recusantes de Babilonia fueron instant�neamente ordenados a la presencia real. Y el potentado, impotente ante la "rabia y la furia" que lo agitaban, a�n mostraba un resto de disposici�n razonable. No se pod�a poner en duda la verdad de la acusaci�n; pero expres� su asombro por su conducta, como lo que dif�cilmente pod�a creer contra ellos. No tuvo que esperar mucho por su decisi�n.

�No tenemos cuidado de responderte en este asunto�; es decir, �no tenemos ning�n pensamiento o deliberaci�n que dar a la alternativa; no nos queda ninguna duda o vacilaci�n; no buscamos evasi�n ni demora; nuestra decisi�n es absoluta, porque nuestro deber es claro ". Algunos cr�ticos eruditos han dado, como expresi�n m�s exacta del sentido del original, una construcci�n alterada de los dos vers�culos juntos, as�, �Si nuestro Dios, que puede librarnos, nos librar� o no, sea conocido por t� �, etc.

; quitando as� la expresi�n aparente de su seguridad de que �l los librar�a. No podemos saber en qu� grado esperaban una interposici�n divina extraordinaria, pero esta construcci�n de su respuesta los exhibe en un car�cter a�n m�s elevado, m�s completo, de magnanimidad y dedicaci�n. En el m�s extremo de la furia, orden� que el fuego se aumentara a la intensidad correspondiente.

�Siete veces m�s caliente� - una frase que no tiene una importancia num�rica estricta, sino que significa la m�xima intensidad posible, por medio del combustible m�s eficaz que se podr�a suministrar r�pidamente. Nuestro m�rtir, Ridley, consumiendo lentamente en la hoguera, suplic� fervientemente: "�Dame m�s fuego, m�s fuego!" La uni�n de estos tres hombres fue un acto superfluo. Pero ten�a cierta apariencia judicial; y los expuso m�s formalmente en el car�cter de criminales y v�ctimas.

Y ahora la consumaci�n, la sanci�n suprema, parecer�a sumarse al establecimiento y la autoridad de la nueva divinidad y adoraci�n mediante un sacrificio humano. Pero el asunto no iba a terminar as�. Podr�a haber terminado as� sin un juicio pol�tico al Divino Gobernador del mundo, con respecto a estos Sus fieles servidores; porque tiene derecho a exigir un martirio absoluto, una entrega real de la vida por su causa, y muchas veces lo ha requerido.

Pero, en este caso, si hubiera terminado as�, habr�a parecido a todo el imperio como un triunfo completo y una sanci�n ganada a la idolatr�a. Entre los grandes hombres de la asamblea habr�a mucha autocomplacencia por no ser tan locos y desesperados fan�ticos. Los enemigos personales de estos tres hombres (y muchos de los que debieron haber tenido, que los odiaban por su incorruptible virtud p�blica), estos tambi�n ten�an ahora su momento de viva satisfacci�n.

Pero los jefes y se�ores id�latras no ten�an todo el deleite para s� mismos, que hab�a en ese momento, en ese campo, �la exaltaci�n m�s animada de todas, brillaba en medio de las llamas del horno! Est� m�s all� de nuestras facultades concebir las primeras sensaciones de los hombres, repentinamente sumergidos en medio de una vasta masa de fuego, de la m�s furiosa intensidad, en sus cuerpos vivos y susceptibles, que incluso una chispa habr�a herido, y sin embargo sin sentir dolor, sin terror.

Podemos imaginar un asombro moment�neo, pero r�pidamente se transform� en una plena conciencia de exquisito deleite. Sin embargo, est� m�s all� de nuestro poder traer tal hecho a nuestra comprensi�n. Considere, es de acuerdo con las leyes y relaciones naturales que se produce el placer, es decir, la condici�n constituida del placer humano. Pero cuando, en un caso raro, por la voluntad y la agencia divinas, el placer ha de surgir de una inversi�n perfecta y estupenda de esas leyes naturales, nos vemos desterrados de cualquier poder y medio para estimar ese placer.

La atenci�n de Nabucodonosor parece haber continuado fija en el recept�culo de fuego, quiz�s con algo de aplazamiento por lo que hab�a hecho; posiblemente con cierto grado de duda, o suspenso de expectativa, respetando la consecuencia. Parece haber sido el primero en percibir que su furia y la condenaci�n que le hab�a otorgado se vieron frustrados. Y con esa pronta honestidad que parece evidente en su car�cter, fue el primero en proclamarlo.

Nabucodonosor los llam� en voz alta para que salieran. �Ten�a alguna autoridad para hacerlo? Podr�a haber dejado a la discreci�n de su espl�ndido visitante y asociado conducirlos cuando lo juzgara en el momento adecuado. Esta vez, estaban claramente m�s all� de la jurisdicci�n del monarca. En cuanto al monarca, ese espacio de fuego era como un tramo de otro mundo. Y adem�s, no podr�an tener ning�n deseo de salir.

Era la regi�n m�s sublime y encantadora en la que jam�s hab�an vivido. Por fin, los tres hombres salieron del fuego, dejando que su compa�ero celestial partiera, como el �ngel de Manoa, que ascendi� en la llama. Fueron contemplados por la asombrada y humillada asamblea de grandes; y el efecto del fuego no hab�a pasado a sus propias vestiduras ni a sus cabellos. ( J. Foster .)

El horno ardiente; o, Principio Verdadero Ejemplificado

El hombre es un adorador. Si no hubiera un Dios ante cuyo santuario pudiera doblar sus rodillas, se convertir�a en objeto de adoraci�n. Tenemos un ejemplo notable de esto en la narrativa que tenemos ante nosotros. �Cu�l fue el designio del d�spota babil�nico al erigir esta colosal imagen? Se pueden dar dos respuestas diferentes a esta pregunta. Ten�a la intenci�n de ser una expresi�n de su gratitud a la deidad que imaginaba que le hab�a prosperado tanto en el campo de batalla, o como una representaci�n de s� mismo bajo el t�tulo del tan esperado "Hijo Divino", o soberano universal de el mundo.

El hecho de que convocara a todos los grandes oficiales del imperio para que estuvieran presentes en su inauguraci�n es una clara prueba de que no se trataba de un �dolo ordinario. No es probable que hubiera ordenado as� a todos los oficiales que abandonaran sus labores y puestos de servicio simplemente para aumentar la magnificencia y el esplendor de una escena ordinaria. El orgulloso monarca ten�a a la vista algo de mucha mayor importancia; deseaba asegurarse el homenaje de sus principales oficiales y, a trav�s de ellos, el de sus numerosos s�bditos.

Entonces, el terrible castigo amenazado por la desobediencia al mandato real es una prueba m�s de la gran importancia que el d�spota babil�nico atribu�a a esta ceremonia. Esta amenaza estaba en perfecta consonancia con el despotismo de Caldea y el esp�ritu de esa �poca ignorante. Pero a pesar de la severidad de la amenaza, los tres hebreos se encontraron fieles a sus principios y se atrevieron a oponerse a la impiedad del rey.

�C�mo podr�an rendir homenaje a un �dolo? Cada principio de su religi�n, cada sentimiento de su coraz�n, se rebelaba contra el mismo pensamiento. El honor debido a su Dios no lo derrochar�n en su monarca.

I. T PRINCIPIOS RUE dura prueba . Todos los principios, tarde o temprano, ser�n puestos a prueba. Hay un horno de fuego que pondr� a prueba los principios y motivos de cada coraz�n. La prueba en el caso de los j�venes hebreos fue particularmente severa.

1. Tuvieron que oponerse a la voluntad de un benefactor poderoso.

2. Tuvieron que incurrir en el odio de un p�blico emocionado.

3. Tuvieron que renunciar a los honores y emolumentos del cargo.

4. Tuvieron que enfrentarse a la muerte en una de sus formas m�s terribles.

II. VERDADERO PRINCIPIO NOBLEMENTE MANTENIDO .

1. Su comportamiento tranquilo. La verdadera piedad posee un dulce poder sustentador.

2. Su fuerte fe. Su idioma era el idioma de la fe; el lenguaje de un coraz�n piadoso que conf�a firmemente en la fidelidad del Cielo. Su fe se apoder� de dos cosas. El poder de Dios: "Nuestro Dios puede librarnos del horno de fuego ardiendo". Y tambi�n su disposici�n: "Y �l nos librar� de tu mano, oh rey". Estos dos elementos forman la base de la verdadera fe. Conf�as en esa persona porque crees que puede y est� dispuesto a hacerse amigo de ti.

3. Su determinaci�n inflexible. "Pero si no, no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la imagen de oro".

III. VERDADERO PRINCIPIO ULTIMADAMENTE TRIUNFANTE . Se obtuvieron varios puntos muy importantes con este glorioso triunfo del verdadero principio.

1. Se fren� la ambici�n imp�a del monarca.

2. Se estableci� la personalidad viva del �Hijo Divino�. Las deidades de los gentiles fueron creaciones de su propia fantas�a. Probablemente Nabucodonosor no ten�a fe en ellos. Pero la persona que vio en el "horno de fuego" no era un mito, sino una persona viva real. El Dios de Sadrac y sus compa�eros era una persona viva, no un objeto imaginario que adoramos, ni una idea, sino un Dios que tiene un coraz�n para amarnos y un brazo para salvarnos.

3. Se confirm� la fe de los d�biles y vacilantes. �Su amarga aflicci�n casi hab�a llevado a la desesperaci�n a los pobres cautivos hebreos? El suceso en la llanura de Dura reavivar�a su esperanza y los llenar�a de asombro y gratitud. Muchos exiliados desconsolados se animar�an mucho, su fe se fortalecer�a y las brasas de su amor religioso se avivar�an en una llama.

4. Se promovi� eficazmente el bienestar de los jud�os cautivos. Su trato a los exiliados ser�a m�s humano y generoso; y naturalmente inferir�an que el pueblo cuyo Dios intervendr�a as� en su favor no deb�a ser despreciado.

5. El honor del Dios verdadero aument� enormemente. �Cu�n valiosa es la piedad vital! Posee un poder sustentador. Trae sobre el alma la m�s rica bendici�n de Dios. Sea fiel a ella. Deje que sus principios vivos se ejemplifiquen en su vida. ( JH Hughes .)

Tres h�roes

Babilonia, adonde los jud�os fueron llevados cautivos por Nabucodonosor, era un pa�s pagano e id�latra, una circunstancia que debi� ser muy angustiosa para el pueblo fiel de Dios, y agreg� mucha amargura a la angustia de su condici�n esclavizada. Fue una prueba lo suficientemente dura para que la gente peculiar hubiera visto su hermosa ciudad de Jerusal�n destruida, su pa�s convertido en un desierto desolado y aullante, y ellos mismos fueron arrastrados lejos de su amada patria hacia un clima extra�o y hostil.

Sin embargo, habr�a sido un alivio para ellos si, en la tierra de su exilio, hubieran encontrado un pueblo cuyas simpat�as y pr�cticas religiosas hubieran estado en armon�a con las suyas, o incluso si su suerte se hubiera echado en alg�n desierto. , isla deshabitada, donde, como Juan en Patmos, podr�an haber adorado a su Dios sin obst�culos ni obst�culos. �Pero cu�n terriblemente molesto debe haber sido, al menos para los reflexivos y devotos entre ellos, vivir en medio de un pueblo totalmente entregado a la idolatr�a! En general, no aparece cu�l fue el efecto moral de las idolatr�as predominantes de los caldeos sobre los jud�os exiliados; probablemente fue desfavorable. A�n as�, es muy gratificante saber que hubo algunos hombres en Babilonia que no mancharon sus vestiduras, sino que se mantuvieron sin mancha de la corrupci�n circundante.

I. Aprendemos que LA PIEDAD EMINENTE PUEDE MANTENERSE EN MEDIO DE LAS PRUEBAS M�S GRAVES . A veces nos sentimos tentados a creer que el hombre es criatura de circunstancias externas, que su car�cter est� formado para �l, no por �l; y que, en consecuencia, no puede ser virtuoso, ya que no es responsable. La narrativa que tenemos ante nosotros est� calculada para mostrar el error de esta noci�n y para establecer el hecho importante de que la libertad de la mente humana no es destruida, ni la agencia moral del hombre dejada de lado, por ninguna circunstancia en la que pueda ser colocado. salvo y salvo los que impliquen la p�rdida de la raz�n o el eclipse del intelecto.

Es cierto, de hecho, que las circunstancias nos influyen con frecuencia; nuestros h�bitos reflejan con demasiada frecuencia la forma y el color de las circunstancias que nos rodean de vez en cuando. Es bueno cuando se permite que las circunstancias que favorecen el crecimiento de la piedad y la piedad derramen su influencia santificadora sobre nuestro car�cter. Pero, a la fuerza de las malas circunstancias - esas circunstancias que en s� mismas tienden a fomentar el desarrollo de la impiedad y el pecado - no necesitamos, no debemos, de ninguna manera, ceder.

Somos responsables de nuestro car�cter. Debemos, cada uno de nosotros, dar cuenta de s� mismo a Dios. Nunca olvidemos que nuestro Dios nos ha hecho agentes libres y responsables; que lo m�s razonablemente posible es que nos obligue a cumplir con todos nuestros deberes de manera constante e inquebrantable; y en el �ltimo d�a no admitiremos ning�n motivo por la infidelidad de la que hemos sido culpables en esta vida. �Muchos hombres se lamentan de sus desgracias y desean que se les cambie el lugar para poder vivir m�s f�cilmente en el cristianismo.

Si un hombre no puede ser cristiano en el lugar donde est�, no puede ser cristiano en ninguna parte �. La vida cristiana siempre ha sido, y debe ser, una vida abnegada y portadora de la cruz; y la futura y gloriosa recompensa eterna del Cielo es para ellos, y s�lo para ellos, que, por buena noticia y mala noticia, han seguido al Cordero adondequiera que va. Los tres hebreos piadosos - Sadrac, Mesac y Abed-nego - fueron colocados en medio de las pruebas m�s duras, como pocos en nuestros d�as, pero demostraron ser fieles a su Dios. Para ser obedientes a su Dios, tuvieron que resistir las tentaciones m�s poderosas: enfrentarse a los peligros m�s formidables.

1. Tuvieron que rebelarse contra la autoridad real. �El rey Nabucodonosor fue lo que se llamar�a un hombre de grandes ideas y grandes empresas. El gran imperio que hab�a ganado y consolidado comprend�a muchas naciones diferentes, con diferentes dioses y diferentes formas de servicio religioso. Al ver que todas estas naciones le obedec�an como rey y estaban sujetas a su absoluto dominio, le pareci� razonable que su dios compartiera su triunfo, y que, como hab�a un solo civil, tambi�n deb�a haber un solo religioso. obediencia.

Por lo tanto, decidi� instalar una vasta imagen dorada de su dios en la llanura de Dura, y que, a una se�al dada por bandas de m�sica, todas las personas reunidas en la vasta llanura en el momento de la dedicaci�n cayeran. y adora esta imagen ". La religi�n del cielo no es de ninguna manera adversa, sino m�s completamente favorable, a la obediencia civil. Los hombres buenos han sido siempre los s�bditos m�s aut�nticos y los mejores ciudadanos; y la prevalencia de la piedad entre un pueblo es la mejor garant�a para la estabilidad del trono que se basa en la justicia, y la seguridad m�s segura para el cumplimiento efectivo de todas las leyes que son justas y buenas.

Pero as� como la esfera del gobernante civil es limitada, tambi�n lo son las obligaciones del s�bdito. El sentido moral no puede estar limitado por las leyes del Parlamento; la voluntad no puede ser coaccionada por la espada del magistrado. Era un dicho de Napole�n Bonaparte: "Mi gobierno termina donde comienza el de la conciencia". Hubiera sido bueno si todos los gobernantes civiles hubieran reconocido este principio. Se habr�a ahorrado mucho derramamiento de sangre.

Cuando las leyes de los hombres armonizan con las leyes de Dios, el buen hombre no puede sentir dificultad alguna en cuanto al deber respecto a ellas. Pero si se intenta obligar a obedecer leyes diametralmente opuestas a las leyes de Dios, entonces no puede quedar ninguna duda sobre c�mo debe actuar el buen hombre. Debemos obedecer a Dios antes que al hombre. �Hombres nobles! no eran revolucionarios imprudentes, ni pol�ticos fan�ticos; pero hombres que comprendieron hasta qu� punto estaban obligados a honrar al hombre; y que entendieron bien y sintieron profundamente que no hab�a ninguna consideraci�n que pudiera, de ninguna manera, liberarlos de su obligaci�n de servir solo a Dios.

2. Tuvieron que actuar desafiando la costumbre popular. �Gran espect�culo moral! �El verdadero hero�smo de este! Aqu� no hay ninguno de sus lamentables servidores del tiempo que no se atrevan a diferir de la multitud haciendo lo correcto; aqu� no hay nada de su compromiso religioso comprometido con una apariencia imp�a de conformarse con el mundo. No siguieron malas costumbres, para que no se les considerara singulares. Despreciaban la religi�n de moda, y eran lo suficientemente grandes y buenos, aunque eran jud�os, para permanecer fieles al Dios de sus padres frente a una naci�n de id�latras.

�No fue una acci�n valiente? Los guerreros nunca hicieron algo tan noble. Los h�roes m�s orgullosos de la Tierra nunca ganaron tales laureles, �nunca merecieron tal fama! Si quieres ser genial en el mejor y m�s alto sentido, atr�vete a serlo. Si hay un espect�culo m�s despreciable que otro, es ese alma mezquina a la que ves t�midamente, cobardemente, agach�ndose a una costumbre popular que en su conciencia sabe que est� mal, y siguiendo innoblemente a una multitud para hacer el mal.

Se requiere poco coraje moral, p�blica y fielmente para cumplir con el deber cuando es popular hacerlo. Es relativamente f�cil llevar el nombre cristiano y atender las ordenanzas cristianas cuando y donde est� de moda hacerlo. Pero atreverse a ser singular, ponerse del lado de "la gente peculiar", soportar el desprecio del mundo, hacer lo que pocos tienen coraz�n y conciencia para hacer: eso exige piedad pura, sin devoci�n al lugar com�n, m�s que tibia amor a Dios y su causa.

En la actualidad, las tentaciones de renunciar e ignorar la religi�n por completo no son como las que conoc�an los m�rtires. Nuestro peligro viene de otra parte. Nuestros peligros se esconden bajo las pretensiones religiosas que encuentran el favor general. Hoy en d�a est� de moda ser religioso. S�lo los infieles y "nuestros �rabes de la ciudad" son irreligiosos ahora. Es una verg�enza no pertenecer a una iglesia u otra. La demanda es por algo m�s genuino: una religi�n falsa est� demasiado extendida.

La apariencia de piedad es abundante. El poder de esto es realmente raro. Los hombres ser�n religiosos; pero est�n mucho m�s ansiosos por ganar el mundo que por salvar sus almas. Mientras sirven a Dios de alguna manera, sus corazones van en pos de la codicia. La costumbre es, como siempre lo ha sido, el enemigo severo e inquebrantable de todo cristianismo serio, espiritual y completo. Los hombres generalmente tienen poca simpat�a por la religi�n sincera y purificadora de vida de Jesucristo.

�Los negocios son negocios� para ellos, y la religi�n no tiene derecho a mostrar su rostro en el almac�n o en el taller, en el mostrador o en la bolsa. La moralidad estricta no pagar�; no pueden permitirse hacer lo correcto. Sus vecinos recurren a los �trucos del oficio�, y enga�an, dicen mentiras y enga�an; y ellos tambi�n deben hacerlo, o bien pueden dejar el negocio de una vez. Es una tonter�a hablarles de aplicar las reglas cristianas a los llamamientos seculares.

�Ser�a perfectamente ruinoso! Y luego, en cuanto a los usos sociales y los h�bitos dom�sticos, �qu� tiene que ver la religi�n con estas cosas? Est� muy bien cantar y orar, e ir a la iglesia tambi�n. Pero nunca pensar�as en convertirte en puritanos y hacer que la religi�n se base en la vestimenta, en nuestros hogares y en nuestras diversiones. El �estilo� debe mantenerse. Deben conservarse las apariencias. No debemos ser considerados malos, etc.

Por lo tanto, miles hablan y se disculpan por la conformidad m�s completa con el mundo vertiginoso e indiferente. Lo repito, quien sea fiel a su Dios en estos d�as, debe atreverse a romper las costumbres imp�as, debe ser lo suficientemente valiente para diferenciarse de los dem�s. El que se detiene a preguntarse: �Qu� hacen los dem�s? o �Cu�les son las opiniones y pr�cticas religiosas de los dem�s? no puede ser un verdadero disc�pulo del Se�or Jesucristo.

Tu Salvador exige de ti una fidelidad completa e intransigente a la verdad y la equidad. �l requiere que usted tome Su voluntad como su propia regla; y tan completamente �l te tendr� en sujeci�n a Su autoridad, que, cualquier cosa que hagas, ya sea que comas o bebas, �debes hacerlo todo para Su gloria!

3. Tuvieron que resistir las demandas del inter�s propio. Fue a un costo severo, un inmenso sacrificio, que estaban preparados para cumplir con sus obligaciones para con el Dios vivo y verdadero (v. 6). Por esto, parecer�a que la muerte por quemar vivo era un castigo muy antiguo por "herej�a". Era un castigo habitual entre los babilonios. Jerem�as, al denunciar a los falsos profetas Acab y Sedequ�as, predijo que el rey de Babilonia los matar�a: �Y de �stos ser� tomado maldici�n por toda la cautividad de Jud� que est� en Babilonia, diciendo: Se�or, haz de ti como Sedequ�as y como Acab, a quienes el rey de Babilonia as� al fuego.

�Vean, entonces, cu�n terrible era la amenaza con la que Nabucodonosor trat� de promover la adoraci�n de su dios. Qu� prueba tan severa de la firmeza piadosa de estos tres jud�os piadosos (v. 13, 15). �Te habr�as preguntado si, en tales circunstancias, temblaron y se propusieron alg�n modo contemporizador de escapar de tan espantoso castigo? Ah, las amenazas no pueden intimidarlos. Esta noble respuesta nos recuerda lo que Agust�n relata de Cipriano, que cuando los cortesanos lo persuadieron de que conservara su vida, porque fue con gran desgana que el emperador lo consagr� a la muerte, los aduladores de todos lados lo instaron a redimir su vida por la negaci�n del cristianismo, respondi�: �No puede haber deliberaci�n en un asunto tan sagrado.

As� que nuestros tres h�roes declaran que no les preocupa en absoluto reivindicar su conducta o deliberar sobre la conveniencia del paso que estaban dando. �Nuestras conciencias est�n obligadas a servir solo al Dios del cielo, y solo a �l adoraremos, a pesar de todas las consecuencias�. Pero muchos pueden, como Peter, jactarse grandiosamente de cu�n valientemente actuar�n. Nada los mover� de su perseverancia cristiana hasta que llegue la crisis, hasta que llegue la hora del autosacrificio, de la acci�n pronta y abnegada, entonces se desmayan y se apartan.

No as� los tres hebreos piadosos. No eran ninguno de tus h�roes parlantes. Sus obras fueron tan gloriosas como sus palabras. �No somos demasiado dados a servir el tiempo? �No nos disuade a menudo de actuar fielmente nuestras convicciones por el temor de perder la amistad de alguien o de incurrir en el ce�o fruncido de alguien? �Por el miedo a sufrir la p�rdida de ciertos emolumentos mundanos, o de perder ciertas ventajas sociales? �Nuestra devoci�n a Cristo se caracteriza por toda esa energ�a viril, ese valor indomable que rompe todas las barreras y vence todas las dificultades?

II. Aprendemos cu�les son LAS FUENTES Y ALIMENTOS DEL VERDADERO HEROISMO MORAL .

1. Todo es posible para los que creen. Ah� est� el secreto de su hero�smo. No fue el coraje natural de los animales, no fue una insensibilidad estoica, no fue la indiferencia por la vida, no fue el amor a la distinci�n o la ambici�n por la fama, fue la fe en Dios.

2. Dios est� siempre presente con su pueblo fiel (v. 21-25). No tenemos ninguna raz�n para suponer que Nabucodonosor pens� que la cuarta persona era Jesucristo, el Hijo de Dios; de �l no debe haber sabido nada. �Un solo �ngel�, dice Calvino, �fue enviado a estos tres hombres; Nabucodonosor lo llama Hijo de Dios, no porque pensara que �l era Cristo, sino seg�n la opini�n com�n entre todas las personas de que los �ngeles son hijos de Dios, ya que cierta divinidad resplandece en ellos, y por eso generalmente llaman a los �ngeles hijos de Dios. Dios.

Seg�n esta costumbre habitual, dice Nabucodonosor, el cuarto hombre es como el hijo de un dios ". Sin duda, Nabucodonosor reconoci� la interposici�n divina en lo que le pareci� un �ngel; Dios sol�a por el ministerio de los �ngeles y de otra manera visiblemente intervenir en nombre de Su pueblo, y de la manera m�s extraordinaria para efectuar liberaciones para ellos; y, sin duda, fue Dios quien apareci� en forma humana con los tres hebreos en el horno de fuego, para consolarlos, sostenerlos y librarlos, y para convencer a sus enemigos de que estaban bajo la protecci�n de.

Cielo y, por tanto, a salvo. No buscamos ninguna manifestaci�n palpable de la presencia Divina que nos acompa�e en nuestras pruebas. No buscamos una liberaci�n milagrosa de las manos de nuestros enemigos. Sin embargo, Dios ha prometido estar con nosotros para ayudarnos y socorrernos, para que podamos exclamar triunfalmente: "Si Dios est� con nosotros, �qui�n contra nosotros?" "Un hombre de la derecha con Dios de su lado es la mayor�a, aunque est� solo, porque Dios es multitudinario sobre todas las poblaciones de la tierra". Para que puedas decir con valent�a: "Dios es nuestro refugio", "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".

3. La influencia social de la fidelidad intransigente al deber por parte del pueblo de Dios es poderosa (v. 28, 29). Vemos aqu� el funcionamiento natural de una vida verdaderamente consistente. �Vosotros sois la sal de la tierra�, etc. ( Mateo 5:13 ); �La semilla santa es el linaje de la tierra� ( Isa�as 6:13 ).

"Un hombre deber�a comportarse en el mundo como lo har�a un naranjo si pudiera caminar arriba y abajo en el jard�n, balanceando el perfume de cada peque�o incensario que sostiene en el aire". Ah, �cu�ntos de nosotros hacemos esto? �Cu�ntos de nosotros recomendamos al mundo la religi�n que poseemos mediante una vida constante e inflexible?

4. Los honores distinguidos coronar�n la fidelidad del pueblo de Dios (v. 30). ( John Williams .)

El poder de la piedad juvenil

La historia de estos tres j�venes nos ense�a las siguientes lecciones.

1. Los hijos de padres respetables pueden verse reducidos a circunstancias humildes.

2. Los ni�os privados de la protecci�n de sus padres a veces ascienden en el mundo y prosperan.

3. La religi�n es el mejor preservador de la juventud cuando se separa de sus padres y amigos.

4. Los efectos de la educaci�n religiosa temprana son generalmente buenos. La piedad de estos j�venes era muy vigorosa. Considere el poder de la piedad de estos j�venes.

I. I TS PRINCIPIO . Fue apego al Dios verdadero.

1. Su apego a Dios era natural y, por tanto, fuerte. El hombre fue hecho para Dios. Lo antinatural es d�bil. La conformaci�n antinatural del cuerpo se acompa�a de debilidad y dolor. El cuerpo privado de los medios naturales de apoyo pronto se debilita. El ejercicio antinatural de los afectos sociales los desperdicia. Lo mismo ocurre con los poderes morales. La idolatr�a no es natural en el hombre. Es debilidad. No puede razonar; no puede distinguir entre materia y mente. No tiene comuni�n con los mundos espirituales; hunde el esp�ritu; le quita a Dios su derecho y al hombre la felicidad. Dios es para el hombre todo lo que su naturaleza quiere.

2. Su apego era individual.

3. Su apego fue uniforme.

II. Me TS MANIFESTACIONES . Es maravilloso, si lo consideramos.

1. Su destituci�n de medios religiosos. Sin el culto p�blico, la protecci�n de los padres se expone al fanatismo, por ejemplo, la sociedad de los id�latras.

2. La fuerza de su tentaci�n.

3. La ternura de su edad. Ten�an poco m�s de veinte.

4. Su n�mero era peque�o. Solo quedaban tres. Pero fuimos uno en la vida, la muerte.

III. Me TS IMPRESIONES en los que fue testigo de ello.

1. El rey admiraba su car�cter.

2. Llamado la atenci�n sobre �l.

3. Bendito Dios.

4. Los promovi�. ( Caleb Morris .)

El esp�ritu m�rtir

Este episodio de los tres jud�os en Babilonia es una revelaci�n del esp�ritu m�rtir, por lo que, siglos despu�s, el escritor cristiano de la Ep�stola a los Hebreos los incluy� en su gran lista de los h�roes de la fe, como aquellos que � apag� la violencia del fuego ". Fueron campeones de una causa que a menudo ha sido disputada desde entonces en la historia de las naciones, y en ninguna tal vez m�s tajantemente que la nuestra.

Fueron los derechos de conciencia lo que afirmaron, mientras permanec�an tranquilos y confiados ante el rey furioso. Mostraron lo que los hombres pueden hacer bajo el dominio de un noble principio. La vida, que estaba en su mejor momento, dignidades de oficina y dulces de poder, que hab�an sido probadas, estaban dispuestos a dejarlas por el bien de la conciencia. Ning�n sofisma los ceg� al punto real en cuesti�n; no pod�an inclinarse ante ese �dolo pagano, ni siquiera ante el rey.

Afrontaron la prueba y salieron victoriosos de ella; habr�an salido igualmente victoriosos si sus cuerpos hubieran sido carbonizados en el horno. El suyo era el esp�ritu intr�pido que han manifestado los m�rtires o "testigos" de todas las �pocas. La respuesta que le dieron al rey de Babilonia ha encontrado muchos ecos en la hoguera o en el bloque. Tales, por ejemplo, fueron las palabras pronunciadas por el joven m�rtir escoc�s en el cadalso (Hugh M'Kail, 1666). "Aunque soy juzgado y condenado como rebelde entre los hombres, espero, incluso para esta acci�n, ser aceptado como leal ante Dios". ( P .

H. Hunter .)

Los tres j�venes hebreos

Para la dif�cil tarea de actuar sobre la base de un principio religioso fijo, el ejemplo es m�s �til que el precepto.

I. T HESE YOUTHS �No , para salvar sus vidas , confirmar, incluso un solo acto de idolatr�a (v. 12) si no hubieran sido verdaderos servidores de Dios que f�cilmente habr�an tranquilizado su conciencia con excusas como �stas.

1. Todos obedecen la orden.

2. Despu�s de todo, fue un acto pol�tico m�s que religioso.

3. Si no cumplieron con el mandato real, su conducta podr�a malinterpretarse. Pero los hombres de principios religiosos no preguntan si ser�n malinterpretados, sino cu�l es su deber para con Dios.

II. T HEY se neg� a PARLEY sobre el curso de DUTY (v. 16). Nuestra negaci�n incluso a discutir el curso del deber, cuando la conciencia lo reconoce simple e instintivamente, es una prueba de firmeza y constancia religiosas.

III. T HEY confianza impl�cita EN G OD ' S providencia especial DE H ES PERSONAS (v. 17). Cuando nuestro aferramiento a la verdad divina disminuye o se debilita, confiamos en el brazo de la carne y en recursos in�tiles. Ejemplos: Asa y los m�dicos ( 2 Cr�nicas 16:12 ); Israel y los carros de Egipto Isa�as 31:1 ).

Aquellos cuyos corazones est�n firmes y que demuestran ser verdaderos en la ardiente prueba de la prueba, retroceden sobre sus l�neas internas de reducci�n. Se dan cuenta del hecho de que el Se�or reina y supervisa personalmente el orden de los acontecimientos, de modo que se refrena la ira del hombre, y tambi�n que Dios mira con celo cuidado a su propio pueblo.

IV. T HEY NO considerar las consecuencias de su constancia (v. 18). Dios no se ha comprometido a obrar siempre un milagro o hacer algo extraordinario para liberar a su pueblo. Como regla general, no debemos esperar tales interposiciones. Si estuvi�ramos perfectamente seguros de tal ayuda, �cu�l ser�a el valor de mantenernos firmes en busca de la verdad? Fue tanto un milagro de gracia que los tres j�venes permanecieran constantes como un milagro de la providencia que se mantuvieran a salvo en el horno de fuego. Determinar nuestra conducta, independientemente de las consecuencias que puedan seguir, muestra el valor de nuestra vida religiosa.

V. T HEY HONRADO G OD ante el mundo y G OD ESPECIALMENTE los honr� . As� como las concesiones imp�as y las negaciones cobardes conducen a la verg�enza y la confusi�n, el coraje inquebrantable y el actuar seg�n los principios religiosos conducen a la felicidad y al honor. Esto se ilustra en el presente caso.

1. Est�n protegidos de forma segura del menor da�o en el horno de fuego. Los mismos elementos est�n hechos para respetarlos (v. 24, 25, 27).

2. El Hijo de Dios los bendice con Su compa��a (v. 25; Isa�as 43:2 ; Proverbios 18:10 ).

3. Su perseguidor, Nabucodonosor, les otorga mayor honor (v. 30; Proverbios 16:7 ). �Es nuestra religi�n una religi�n de moda, forma, educaci�n o de realidad y principios? Si es lo primero, en tiempos de prueba caeremos; si es lo �ltimo, por la gracia de Dios seremos mantenidos firmes. Los cristianos deben estar preparados para enfrentar una ardiente prueba de tentaci�n en alg�n per�odo de su carrera. Esto fortalecer� y purificar� su fe. ( C . Neil, MA .)

Los inconformistas de Babilonia

La adoraci�n a los h�roes es la �nica forma de religi�n, si me permiten llamarlo as�, que une al mundo entero. Atr�vete a las grandes cosas, m�ralas a la cara, y de inmediato estar�s seguro de la corona de laurel. Lo que el mundo tiene que decidir es la m�xima valent�a. Algunos tipos de h�roes se te ocurren a la vez. Est� el tipo soldado, por ejemplo. Se precipitar� a trav�s de una tormenta de uvas y se parar� primero sobre el parapeto del enemigo, cubierto de heridas.

O aqu� hay otro, est� el bombero. Se precipitar� a trav�s del humo sofocante y el calor abrasador, y saldr� pronto con la vida que ha rescatado de las llamas. O aqu� est� el guardacostas. Nadar� a trav�s de las olas hirvientes, con una cuerda entre los dientes, hasta el barco que se ha quedado varado. Nobles tipos de coraje, todos ellos, h�roes dignos de cruces y honores. Pero hay una cosa que decir con respecto a todos estos, todos tienen un fuerte incentivo al hero�smo: la mirada y el aplauso de los espectadores.

Pero si desea saber qui�nes son los verdaderos h�roes de los hombres, pregunte qui�nes son los que se atreven a hacer lo correcto, simplemente porque es lo correcto, sin la seguridad de que el mundo lo aplauda, ??solo con la certeza de la desaprobaci�n: de pie solos. Ser honesto cuando la honestidad es la mejor pol�tica, tener raz�n cuando las l�neas generales del bien y el mal est�n marcadas y reconocidas por todos los hombres, eso es bueno; pero atreverme a ser honesto, bueno y verdadero cuando no es la mejor pol�tica, cuando no es popular, recomi�ndame al hombre de esta clase como el h�roe m�s alto.

Y fue de tal hero�smo que los hombres de nuestro texto son un ejemplo. La imagen dorada. Ninguna figura emerge de la niebla de la antig�edad m�s claramente definida que Nabucodonosor. Ocupa un gran espacio en las Escrituras, y las bibliotecas desenterradas de Oriente est�n llenas de los registros de su gloria. Siendo todav�a solo pr�ncipe heredero, hab�a arrasado triunfalmente en Siria y Palestina, y hab�a infligido una severa derrota a Egipto.

M�s grande que sus victorias en el extranjero fue su conquista de la magn�fica ciudad de Babilonia, con sus colosales murallas y templos, que con justicia puede llamarse su creaci�n. A una cierta magnificencia y generosidad de car�cter uni� una inmensa arrogancia, un temperamento ingobernable y una crueldad vengativa; sin embargo, era tan religioso que todos los registros de sus hechos se atribuyen a su dios. �Cu�l es el significado de este decreto? Sin duda, en primer lugar, fue en gran parte pol�tico, un m�todo, no imprudente, de unir los muchos elementos diferentes de su imperio disperso y asegurar su propia supremac�a.

Pero no es dif�cil ver que el dios de Nabucodonosor era, despu�s de todo, solo una deificaci�n del mismo Nabucodonosor. El verdadero hombre sale con frases como estas: ��No es esta la gran Babilonia que yo he edificado? .. �Qui�n es ese Dios, que puede librarte de mis manos? " S�, la imagen, revestida de oro, brillando al sol all�, es una imagen erigida para el �xito y la gloria humana.

Es el poder mundano triunfante. Hombres y mujeres, la imagen de Dura nos acompa�a todav�a. Ya no est� encarnado en una forma externa de �dolo o rey. Es el esp�ritu del mundo, el esp�ritu de la gloria, la riqueza y el �xito terrenales; y un esp�ritu recto y se�orial es, imponente, como la imagen de Nabucodonosor, en lo alto y adornado, tambi�n, como �l, con oro resplandeciente. Todav�a tiene atractivo; re�ne en �l toda la m�sica, el arte y el refinamiento, todo lo que deleita los sentidos y facilita el homenaje de sus adoradores; pero es arbitrario y caprichoso como siempre.

Ninguna religi�n o moralidad puede controlarlo. Su primer mandamiento es: "No tendr�s dioses ajenos delante de m�"; y a pesar de toda su belleza y refinamiento, es cruel, oh, mortalmente cruel. Res�stelo y se hinchar� de rabia. Resiste todav�a, y se abre el horno, ya no el horno de le�a o brea. Hemos cambiado todo eso. Los tiempos son refinados, pero a�n conserva su enemistad mortal, tan afilada como siempre.

Si ya no es un horno, tiene desprecio y desprecio y ostracismo social. La imagen destella, suena la m�sica, el rey mira, y en un momento la gran asamblea est� postrada como un campo de ma�z ante una tempestad repentina. P�rpura escita, lino blanco fino, todos besan el polvo. Solo as�, solo as�. Siempre que se eleva el esp�ritu del mundo, el poder mundial cae con un consentimiento. Car�cter, religi�n, estos no importan nada.

Riqueza, espect�culo, rango, gloria, estos son tus dioses, oh Israel. �Qu� tipo de hombre es el que nos pides que adoremos? Dicen que ha roto el coraz�n de su esposa; no importa, "inclina la cabeza"; y de inmediato toda la multitud hace su salaam universal. Aqu� llega otro espl�ndido carruaje. �Felicitaciones! Se dice: �Qui�n es �l? �Qu� ha hecho? Ha hecho su fortuna. Dicen que ha sacado sus millones de la cuneta.

�Que importa eso? El es un hombre rico. Inclinen sus cabezas; y nuevamente hay un reconocimiento universal de la vieja imagen de Dura. Nuestro dios es el �xito. Esta es la gran Babilonia que ha construido. Y as�, cuando suena la m�sica la escena de Dura se repite en todas las �pocas, y la imagen dorada sigue siendo adorada por todos. �No por todos! Gracias a Dios, todav�a quedan h�roes. Consideremos lo que tuvieron que hacer.

Se nos dice que eran hombres j�venes en el umbral mismo de la vida. S�, �y cu�ndo es la vida tan dulce? �Cu�ndo es la hierba tan verde, el sol tan brillante y la luz sobre la tierra y el mar tan agradable? �Cu�ndo es tan dif�cil darle la espalda y dejarlo todo? Y no solo la vida estaba ante ellos, sino, mira, una vida llena de ventajas. �No dir�an: �Dios , perd�n por una vez?

Encontramos demasiado el ruido de la multitud, la ira del rey y los encantos de la m�sica. �Dios nos perdone? Ten�an un muy buen precedente al respecto. Recuerde que cuando Naam�n el sirio fue curado, le dijo al profeta, tomando al Dios del profeta como suyo en esto: �El Se�or perdone a tu siervo, que cuando mi se�or entra en la casa de Rimm�n para adorar all�, se apoya en mi mano, y me postro en la casa de Rim�n; cuando me postrar� en la casa de Rimm�n, el Se�or perdone a tu siervo en esto.

"Y el profeta dijo:" Vete en paz ". �Y no hubo ning�n profeta que les dijera a estos hombres que su pecado era muy peque�o y que podr�an ir en paz? Hab�a m�s alto que el rey ese d�a. �Soportaron como si vieran al Invisible�. Pero todav�a no hemos tocado el colmo de su hero�smo. Sigamos la narrativa. La lengua de la envidia se pone a la vez envejeciendo. Ver�s que la lengua envidiosa es la lengua de los caldeos, y no debes sorprenderte de eso cuando encuentres en el cap�tulo anterior que tenemos un registro de una victoria sobre los caldeos a manos de Jehov�.

No pueden soportar ser as� humillados, postrarse. Puede escuchar palabras cortantes como estas: "�Recto!" "�Qui�nes son ellos para que se establezcan, en verdad!" "�M�s sagrado que todos los dem�s!" Solo as�, solo as�. �Adoras conmigo? No; te atreves a ser diferente. �C�mo te atreves? �Qui�n eres t� para que te creas que yo estoy equivocado y t� tienes raz�n? Entonces el rey se enter� y se llen� de ira.

�No te extra�as del rey? Pero hace poco hab�a dicho de una verdad: "tu Dios es un Dios de dioses y un Se�or de se�ores". Y, sin embargo, le conven�a olvidar. La interferencia anterior del Dios de los dioses hab�a estado bastante en l�nea con su pol�tica �. �Y si el Dios de dioses y el Se�or de se�ores me interpretan mis sue�os y me dan satisfacci�n, no tengo nada que objetar a que sea Dios de dioses; pero si interfiere con mi se�or�a, si me baja de mi pedestal y mi imagen dorada, erigida para mi gloria, �ah! Entonces, �qui�n es ese Dios que librar� de mi mano? " Esa es la moralidad del mundo, el dios del mundo.

Conoc�an a Dios. Bueno, ten�an su respuesta. �Oh, Nabucodonosor, no tenemos cuidado de responderte en este asunto. Si es as�, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo, y �l nos librar� de tu mano, oh rey. Pero si no, oh rey, sea sabido que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que has erigido ". "Pero si no.

Hombres y mujeres, me pregunto si ven el asombroso hero�smo de estas tres palabras. �Qu� significa? �Ah! esto es lo que significa. La religi�n paga. La honestidad es la mejor pol�tica. Si no te llevas bien en este mundo, lo har�s en el pr�ximo. Si eres bueno, est� el cielo; si eres malo, hay infierno. Lo mejor es ser bueno. Pero si todo ese arreglo suyo para la recompensa del bien y el castigo del mal se trastornara esta noche, �d�nde estar�a su moralidad? Te conviene ser un compa�ero honesto.

Tiene la reputaci�n de sus compa�eros. Pero esa esperanza est� m�s all�, pero si no, si no hay recompensa por tu bondad, si no hay cielo que te mantenga despierto, si no hay infierno que te aterrorice, nada m�s que lo correcto, eso es correcto, si es recompensa o no. Me pregunto si tendr�as el valor suficiente para decir: �Si no, oh rey, s� consciente de que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.

�Pero suceden cosas maravillosas. Con asombroso poder dram�tico se nos presenta en esta narrativa. �Entonces Nabucodonosor se asombr�, se levant� y dijo:� �He aqu�! Veo a cuatro hombres sueltos, caminando en medio del fuego, y la forma del cuarto es como el del Hijo de Dios �. Ah, sea cual sea la interpretaci�n que hagas de ese vers�culo, en toda la doctrina la historia es cierta para siempre. La verdad vive en el horno.

Fue algo grandioso lo que esperaban estos hombres cuando dijeron: "Nuestro Dios puede librarnos del horno, y �l nos librar�". Eso fue genial, pero �qui�n de los hombres alguna vez pens� en esta cosa m�s grande con mucho: "Nuestro Dios puede librarnos en el horno"? Estos hombres salieron libres; nada se quem� excepto las ataduras que sus compa�eros les hab�an puesto. La lecci�n de todo esto es esta, esa verdad - no, perm�tanme decir esto, para hablar en el lenguaje del Nuevo Testamento - la verdad, nosotros est� en Jes�s, la devoci�n a Cristo, es una cosa separada del mundo por como Una l�nea tan marcada como en los d�as de Nabucodonosor, y para los j�venes, s�, y los ancianos, viene la misma elecci�n por un lado, el se�or trayendo a s� mismo todas las ventajas mundanas, rode�ndose todav�a de corneta. , flauta, arpa, saco, salterio y dulcimer, y toda clase de musica, con el horno no muy lejos, est� reclamando su lealtad; ya su lado est� su Se�or y Maestro, pidi�ndole que testifique y sea fiel a �l, a Su Persona, a Su expiaci�n, a Su resurrecci�n, a todo lo que �l es y todo lo que �l nos ha dado; y te ha preguntado: "�Qu� har�s hoy?" �Ah! el mundo dice: �No hay necesidad de ser tan agudo; tengamos nociones aireadas y creencias mal definidas; tengamos un margen grande, en el cual sea l�cito ahora inclinarse ante la imagen de oro, y ahora inclinarse ante Jehov�. tengamos nociones aireadas y creencias mal definidas; tengamos un margen grande, en el cual sea l�cito ahora inclinarse ante la imagen de oro, y ahora inclinarse ante Jehov�. tengamos nociones aireadas y creencias mal definidas; tengamos un margen grande, en el cual sea l�cito ahora inclinarse ante la imagen de oro, y ahora inclinarse ante Jehov�.

" No no. Agudo - agudo sigue siendo la l�nea divisoria - la adoraci�n all�, Cristo aqu�; la m�sica all�, el horno aqu�, y para su elecci�n. �Dios te ayude en ese d�a cuando las dos fuerzas luchan por tu lealtad! Digo, Dios te ayude a decir: �No tenemos cuidado de responderte en este asunto. Si es as�, el Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo, y �l nos librar�. Pero si no, no serviremos a tus dioses ni adoraremos la imagen de oro que has erigido ". ( W. J . Macdonald .)

La prueba de fuego

El mundo corona con la guirnalda heroica a los que se han distinguido por su valor en el campo de la contienda carnal, �pero hay algo que ha probado las almas de los hombres m�s que la boca de un arma lista para verter su contenido en el pecho desprotegido de los hombres. un soldado." De modo que ha habido h�roes que nunca pusieron un escuadr�n en el campo, o desnudaron el pecho ante los halagos de acero del enemigo y los ce�os fruncidos, halagos y mazmorras, y la cruz y la estaca, no han tenido poder para desviarlos de la derecha.

I. T acusaci�n que �l . Ning�n hombre puede esperar escapar de la calumnia. Pero feliz es el hombre que puede ser atacado solo por sus virtudes: su adhesi�n a los principios religiosos. Y tal es la vil pasi�n de la envidia, que se marchita ante la alegr�a de otro y odia la excelencia que no puede alcanzar �y, por lo tanto, buscar� elevarse restando valor a la reputaci�n de otro.

II. T SE PRUEBA . El juicio de estos j�venes fue uno de los m�s extraordinarios a los que fueron sometidos los hombres. Fue as� como por fuego. Ahora, la verdad y la virtud est�n a prueba. �Cu�l ser� el problema? Venid, �ngeles soberbios en fuerza; venid, todo el mundo que pende de la esperanza de la verdad de la religi�n, y aguarda el resultado. �Pero si no, �que se lo sepa, oh rey! que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la imagen de oro que has erigido ". La respuesta ilustra:

1. El deber de agradar a Dios antes que a los hombres. "No tenemos cuidado de responderte en este asunto". Pero justo aqu� se encuentra el texto en el que tantos fallan. Los hombres tienen cuidado de responder a sus semejantes, en lugar de a Dios, por su conducta. La opini�n p�blica es la gran imagen de oro ante la que se postran en adoraci�n. La moda tambi�n coloca su gran imagen dorada y manda a todos a inclinarse y adorarla.

Ha pasado a ser un aforismo: "M�s te vale salir del mundo que pasar de moda". Dios dice: "No os conform�is a este mundo, sino transformaos mediante la renovaci�n de vuestra mente". Tambi�n hay una gran imagen dorada configurada en forma de costumbres sociales imperantes, mediante la cual se juzga a las personas si har�n lo correcto o si se ajustar�n al ejemplo de la empresa en la que se encuentran.

2. La confianza de que Dios los cuidar�a si lo honraban. �Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente, y �l nos librar� de tu mano�. Y su conocimiento del car�cter de Dios les asegur� que ning�n da�o real les vendr�a en el camino de su deber para con �l. Pero su respuesta fue m�s all�; si no lo hubiera hecho, le habr�a faltado un gran elemento de fuerza, que veremos m�s adelante.

Dijeron: "Pero si Dios no nos libra, no serviremos a tus dioses". Si no se hubiera agregado esto, se podr�a haber dicho: �No es de extra�ar que sean tan heroicos, teniendo la seguridad de que Dios los salvar�a del castigo amenazado; en otras palabras, estaban dispuestos a servir a Dios mientras estuvieran exentos de sufrimiento; siempre y cuando les haya ido bien en este mundo ". Ese era el tipo de religi�n que los vecinos de Job pensaban que ten�a: una religi�n mercenaria.

3. Tenemos en esta respuesta una exhibici�n de verdadero principio como fundamento de una vida religiosa. Se reg�an por principios. �La verdadera religi�n�, dice Albert Barnes, �es un prop�sito determinado para hacer el bien, sean cuales sean las consecuencias. Venga riqueza o pobreza, honor o deshonra, vida o muerte, la mente est� firmemente concentrada en hacer el bien ". Un hombre que ama lo correcto y est� decidido a hacer lo correcto porque en el fondo de su alma tiene un reconocimiento de la eterna bienaventuranza de la virtud, no es el que querr� traer d�biles excusas para la conformidad mundana; porque hacer lo que tiene dudas en su propia mente no est� bien.

El que se empe�a en salvar su alma no pondr� excusas d�biles para ceder a la tentaci�n. En definitiva, el principio, y no el impulso, ser� el motor de su actividad religiosa. La verdadera religi�n es un prop�sito determinado de vivir para Dios, pase lo que pase.

III. W E ahora a la condenaci�n y la liberaci�n de estos j�venes a los hombres como PROPUESTA FINAL DEL GENERAL de nuestro tema . Fueron arrojados al horno de fuego ardiendo. Aunque hab�an sido tan fieles a Dios, �l permiti� que fueran llevados a este terrible lugar. Ahora que Nabucodonosor pronuncie su burla infiel: "�Qui�n es ese Dios que te librar� de mis manos?" Incluso la fe misma puede estar tan probada como para decir: �Es vano servir a Dios; �l es tan indiferente a nuestros esfuerzos por complacer a Hire, o es impotente contra el mundo.

Pero no se apresure a juzgar. Dios no los salv� del horno, pero entr� con ellos y los protegi� all�. Entonces, su pueblo puede no estar exento de pruebas, pero tienen la presencia de Jes�s en estas pruebas. �En el mundo tendr�is tribulaci�n�, y a trav�s de una gran tribulaci�n entrar�is en el Reino de los Cielos. Pero si ve que es necesario que entremos en esas pruebas, nos dar� benditas compensaciones.

Y luego, si �l considera conveniente ponernos en el horno para purificarnos, santificarnos y prepararnos para la gloria, es porque �l sabe que hay algo en nosotros que vale la pena probar. Los hombres no arrojan escoria en el crisol, algo sin valor, y se sientan all� mir�ndolo. Entonces, si est�s en el horno, hay algo en ti que Dios valora, y mediante este proceso lo desarrollar�. �Caminaron en medio del fuego y no sufrieron ning�n da�o.

�Cu�n fiel a la historia del pueblo de Dios en todas las edades del mundo: caminando en medio del fuego y no quemado. De esto aprendemos que no son las circunstancias externas de un individuo las que pueden da�arlo. Su bienestar depende del estado interior del coraz�n. Por tanto, el cristiano tiene una fuente de consuelo que ninguna influencia terrenal puede desviar u obstruir. Pero el mismo fuego que era inofensivo para los siervos de Dios destruy� a sus enemigos.

Y as� es como esas pruebas bajo las cuales los cristianos est�n felices son abrumadoras para aquellos que no tienen fe en Dios. No puedo dejar este tema sin pensarlo dos veces m�s. Estos hombres fueron llamados a salir del horno. Y eso no fue todo; fueron promovidos en el reino. De los fuegos de la prueba a los que Dios nos somete, siempre surge un estado de vida m�s elevado. Pero este estado superior es producido por aquellas experiencias que nos parecen tan dif�ciles.

Nos elevamos sobre el naufragio de lo terrenal a lo celestial. Despu�s de haber sido probados bien, vino el rey y llam� a estos j�venes fuera de la prueba, del horno. Entonces el rey los promovi� en la provincia de Babilonia. Y as� Dios, cuando haya visto que hemos sido suficientemente probados y preparados para un mundo mejor, nos llamar� fuera del horno y nos promover� al reino de la bienaventuranza eterna. ( JT Murray. )

Tres nombres en lo alto de la lista

�No has visto en tu �poca a hombres seriamente impresionados? Pero despu�s de un tiempo lo olvidaron todo, y finalmente se convirtieron en los m�s ac�rrimos oponentes de la verdad ante la cual parecieron inclinarse una vez. Sabemos, entonces, qu� esperar; que algunos que parecen peces casi desembarcados, sin embargo, volver�n a meterse en el arroyo. Este gran rey de Babilonia fue un monarca absoluto. Su voluntad era ley; ning�n hombre se atrevi� jam�s a discutir con �l. �Qui�n se diferenciar�a de un caballero que podr�a respaldar sus argumentos con un horno de fuego o con la amenaza de despedazarte y convertir tu casa en un estercolero?

I. En primer lugar, al pensar en estos tres valientes jud�os, consideremos LAS EXCUSAS QUE PODR�AN HABER DADO . Fueron acusados ??por los caldeos, que tan recientemente hab�an sido salvados de la muerte por Daniel y sus tres amigos. La forma m�s segura de ser odiado por algunas personas es ponerlas bajo una obligaci�n. Pero en este caso la ira del hombre fue para alabar a Dios. Podr�an haberse dicho a s� mismos: �Es perfectamente in�til resistirse.

No podemos luchar contra este hombre. Si nos sometemos, lo hacemos de mala gana; y seguramente, siendo forzados a hacerlo, seremos muy poco culpados ". Es una mala excusa, pero es una que he escuchado a menudo. �Oh� , dice un hombre, �debemos vivir, ya sabes; debemos vivir. " Realmente no veo ninguna necesidad para ello. De nuevo, podr�an haber dicho: �Estamos en tierra extra�a, y �no est� escrito por uno de nuestros sabios: 'Cuando est�s en Babilonia, debes hacer lo que hace Babilonia'? Por supuesto, si estuvi�ramos en casa, en Judea, no pensar�amos en tal cosa.

�Es Dios el Dios de esta isla y no el Dios del continente? �Alguna vez nos ha dado permiso para hacer en el extranjero que no podemos hacer en casa? Es una excusa vil, pero se hace con bastante frecuencia. Tambi�n podr�an haber dicho: "Estamos en el cargo"; y viendo que estaban encargados de los asuntos de la provincia de Babilonia, podr�an haber encontrado alguna dificultad para separar su religi�n privada de su deber p�blico.

Un hombre es elegido para una sacrist�a parroquial, un consejo o una junta, y cuando una vez llega a sentarse en esa junta, parece haber dejado su honestidad en casa. No digo que siempre sea as�, pero lamento decir que a menudo ha sido as�. Tan pronto como el funcionario se ha puesto la t�nica del cargo, su conciencia se ha desvanecido. Pero, entonces, eran hombres pr�speros. Estaban avanzando en el mundo, y creo que Dios envi� esta prueba a Sadrac, Mesac y Abed-nego, porque estaban prosperando.

Podr�an haber dicho: "No debemos desperdiciar nuestras oportunidades". Entre los peligros para los cristianos, quiz�s el mayor sea el de acumular riquezas: el peligro de la prosperidad. �Que Dios nos conceda que nunca convertiremos sus misericordias en una excusa para pecar contra �l! T�, que eres rico, no tienes m�s libertad para pecar que si fueras pobre. Una vez m�s, adem�s, podr�an haberse excusado as�. La colocaci�n de esta imagen no fue del todo un acto religioso.

Fue simb�lico. La imagen ten�a la intenci�n de representar el poder de Nabucodonosor y, por lo tanto, inclinarse ante �l era un homenaje pol�tico al gran rey. �No podr�an hacer esto con seguridad? Podr�an haber dicho: "Estamos vinculados pol�ticamente". �Oh, cu�ntas veces escuchamos que se menciona esto! Se le dice que considere la diferencia entre el bien y el mal en todas partes, excepto cuando se mete en pol�tica; luego qu�date con tu fiesta en las buenas y en las malas.

El bien y el mal se desvanecen a la vez. Lealtad a su l�der, ese es el punto. Se podr�a haber encontrado un ung�ento muy reconfortante para su conciencia en ausencia de cualquier orden de renunciar a su propia religi�n. Es posible que se hayan animado mutuamente a someterse, diciendo: "No estamos llamados a abjurar de nuestro Dios". No necesitan creer que el �dolo es divino, ni confesar la m�s m�nima fe en �l; en sus corazones podr�an hacer una reserva mental mientras se inclinaban, y podr�an haberse susurrado unos a otros, y haber dicho que era un diablo y no Dios.

Puede ser que hayan excusado a su propia conciencia diciendo que se postraron a la m�sica , y no a la imagen, ni que se inclinaban al rey en lugar de a su imagen. Cualquier cosa, de hecho, servir� de excusa, cuando el coraz�n est� 'empe�ado en comprometerse; y, especialmente en estos d�as poco entusiastas, es muy f�cil encontrar una raz�n enga�osa para una acci�n falsa, si se le atribuye alg�n beneficio temporal.

La caridad moderna fabrica una multitud de excusas para cubrir los pecados con todos. Sin embargo, podr�a haberse obtenido un argumento m�s fuerte del hecho de la sumisi�n universal al decreto. "Todos los dem�s lo est�n haciendo", podr�an haber dicho. Aunque millones se inclinaron, �qu� ten�a eso que ver con ellos? Te pido que cultives una personalidad valiente. En el servicio de Dios, las cosas no pueden ir contando cabezas.

Podr�an haber dicho: �Es solo por una vez, y no por mucho tiempo. Diez minutos m�s o menos, una vez en la vida, para complacer al rey; un acto tan trivial no puede hacer ninguna diferencia; en cualquier caso, no es suficiente para desafiar el horno de fuego. Tratemos todo el asunto como una gran broma. Ser�a rid�culo desperdiciar nuestras vidas por una bagatela ". Ni siquiera durante unos minutos en su vida estos tres valientes negar�an a su Dios.

�Que su fe obstinada sea la nuestra! Otra excusa que pudieron haber hecho fue: �Podemos hacer m�s bien viviendo que si nos echan en un horno. Es cierto, si somos quemados vivos, damos un testimonio r�pido de la fe de Dios; pero si vivimos, �cu�nto m�s podr�amos lograr! Ver� que somos tres jud�os, y nos asignan un alto cargo, y hay muchos jud�os pobres que est�n cautivos. Podemos ayudarlos.

Siempre hemos visto que se hace justicia al pueblo de Dios, a nuestros compatriotas, y sentimos que nos elevan a nuestro alto cargo con el prop�sito de hacer el bien. Ahora, ya ve, si nos convierte en intolerantes y no nos deja ceder, acorta nuestras oportunidades de utilidad ". Si un acto de pecado pudiera multiplicar por diez mi utilidad, no tengo derecho a hacerlo; y si parece probable que un acto de justicia destruya mi aparente utilidad, todav�a tengo que hacerlo.

Pero tambi�n podr�an haber dicho: "De verdad, esto es m�s de lo que se puede esperar de nosotros". Recuerde lo que Jes�s dijo a las multitudes que iban con �l: �Si alguno viene a m� y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, ya sus hijos. y hermanos; y hermana, s�, y tambi�n su propia vida, no puede ser mi disc�pulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de m�, no puede ser mi disc�pulo �.

II. En segundo lugar, aseguremos nuestro coraz�n admirando LA CONFIANZA QUE POSE�AN . Lo expresaron de manera muy enf�tica y clara. Ten�an una fe definida, s�lida y cuadrada.

1. Primero, dijeron: "Oh Nabucodonosor, no tenemos cuidado de responderte en este asunto". La palabra "cuidado" all� no le da el significado. L�elo: "No nos preocupa mucho c�mo responderte". Respondieron con mucho cuidado; pero no estaban ansiosos por la respuesta. No deliberaron. No dudaron. Dijeron: "Nabucodonosor, podemos responderte de inmediato sobre ese punto".

2. En segundo lugar, no juzgaron que les correspondiera responder en absoluto. Encuentro que puede leer, como en la Versi�n Revisada, �Oh Nabucodonosor, no tenemos necesidad de responderte en este asunto�, es decir, �No te responderemos. No nos corresponde a nosotros responderte. Has metido a otra Persona en la pelea �Entonces f�jate en lo que dicen. "Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo".

3. Ellos declararon su fe en el Dios Omnipotente, sabiendo que, si �l quer�a, ning�n hombre valiente de Babilonia podr�a arrojarlos en ese horno. Es m�s, a�aden : "Y �l nos librar� de tu mano, oh rey". Tanto si se quemaron en el fuego como si no, estaban seguros de que ser�an liberados. Si alguno de ustedes se encuentra en grandes dificultades y problemas, tentado a hacer el mal, no, presionado para hacerlo, y si hace lo correcto, parece que ser� un gran perdedor y un gran sufrimiento; cree esto: Dios puede librarte.

�l puede evitar que tengas que sufrir lo que supongas que puedas; y si no lo previene, puede ayudarte a sobrellevarlo y, en poco tiempo, puede convertir todas tus p�rdidas en ganancias, todos tus sufrimientos en felicidad. El Se�or nos ha ayudado en el pasado, nos est� ayudando en el presente y creemos que nos ayudar� en todo momento.

III. Pero aqu� est� el punto que quiero destacar m�s, el tercero, LA DETERMINACI�N A LA QUE HAB�AN LLEGADO . "Yo no", si Dios no nos libera en absoluto, "te sea sabido, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que t� has erigido". �Gran lenguaje! �Noble resoluci�n!

1. No basaron su lealtad a Dios en su liberaci�n. No dijeron, como hacen algunos, �Servir� a Dios si me paga por hacerlo. Servir� a Dios si �l me ayuda en tal o cual momento ". No, le servir�an por nada; el de ellos no era el amor de armario.

2. Resolvieron que obedecer�an a Dios a toda costa. Caminemos por este heroico camino. Pero algunos dir�n: �Es demasiado dif�cil. No se puede esperar que los hombres amen a Dios lo suficiente como para morir por �l ". No, pero hubo Uno que nos am� lo suficiente como para morir por nosotros, y morir mil muertes en una, para poder salvarnos. Si Cristo nos am� tanto, debemos amarle as�. �Bueno�, dice uno, �creo que es imposible.

No pod�a soportar el dolor ". Es posible, porque muchos lo han soportado. Puede que nunca te llamen a un juicio como ese; pero aun as�, si no puedes soportar las peque�as pruebas, �c�mo soportar�as las grandes? Para permitirnos obtener el esp�ritu de estos tres hombres santos, debemos tener, primero, un sentido claro de la presencia Divina. Si un hombre siente que Dios lo est� viendo, no doblar� su rodilla ante un �dolo; ni har� el mal; porque los ojos de Dios est�n sobre �l.

A continuaci�n, debemos tener un sentido profundo de la ley divina. Ya les he recordado la ley. �No tendr�s dioses ajenos delante de m�, etc. Sobre todo, para mantenernos bien, debemos tener un poderoso sentido del amor Divino. Nunca obedeceremos a Dios hasta que por Su gracia tengamos corazones nuevos, y esos corazones est�n llenos de amor por �l a trav�s de Jesucristo. "�Pero qu� hicieron estos tres hombres?" dice uno; �Simplemente no inclinaron la cabeza y fueron arrojados al horno de fuego.

�Que hicieron?" Influyeron en su edad, su gente y todo el tiempo. Estos tres hombres influyeron en la ciudad de Babilonia y en todo el imperio babil�nico. Ciertamente influyeron en el rey Nabucodonosor. Estos tres hombres despiertan la admiraci�n del cielo y la tierra. Un tonto los habr�a se�alado y dicho: �Ah� van tres tontos: caballeros de alto cargo, con grandes ingresos, esposas y familias.

Solo tienen que quitarse el gorro y pueden vivir de su riqueza; pero si no lo hacen, ser�n quemados vivos; y no lo har�n. Ser�n quemados vivos. Son tontos ". S�, pero el Hijo de Dios no lo cre�a as�. Cuando en el cielo les oy� hablar as� al rey Nabucodonosor, dijo: ��Valientes, valientes! Dejar� el trono de Dios en el cielo para ir y estar a su lado �; e invisiblemente descendi�, hasta que donde los fuegos brillaban como un vasto rub�, donde la llama feroz hab�a matado a los hombres que arrojaron a los tres confesores en el horno de fuego ardiente, vino y se detuvo. ( C. H . Spurgeon .)

La verdadera forma de tratar el pecado y lo que resulta de �l

La verdadera forma de tratar el pecado es mediante una religi�n de principios. Y ese tipo de religi�n se muestra espl�ndidamente en las Escrituras. En la llanura de Dura se levantar� una imagen dorada de noventa pies de altura. Est� plateado, no s�lido, y �no est�n todos los �dolos plateados? Todo objeto de adoraci�n, salvo solo Dios, es vac�o y enga�oso. Bueno, el concurso est� terminado. La imagen se alza resplandeciente. El rey es hermoso en su trono.

Los oficiales m�s altos del reino abarrotan la llanura. La m�sica estalla y se hincha. Y toda la llanura a la vez est� llena de adoradores postrados. Excepto que todav�a hay tres hombres. No han ca�do. No adoran. �Quienes son? Son cautivos hebreos de Jerusal�n. Han escuchado la orden m�s alta que la del rey: �No tendr�s dioses ajenos delante de m�; no te inclinar�s ante ellos ni los adorar�s.

�Obedecer�n este mandato m�s elevado. Y all� est�n en medio de la hueste arrodillada, erguidos, solos; con firmeza en sus rostros, con fe en sus corazones, con Dios sobre ellos, con todo el mundo debajo de sus pies. Aqu�, sin duda, hay una religi�n de principios. No es un entusiasmo pasajero; no simplemente una profesi�n decorosa y de buen tiempo; no un sentimentalismo d�bil y vacilante, sino un principio de vida profundo, interior, inamovible y resistente, que mantiene a sus poseedores en cursos rectos y definidos y los reviste de hero�smo.

Considere el fundamento de tal religi�n de principios. La doctrina correcta es uno de sus fundamentos. La doctrina es algo que se ense�a. A Sadrac, Mesac y Abednego se les hab�a ense�ado la verdad de que Jehov� es supremo. Hay una inmensa importancia en la doctrina correcta. La religi�n correcta es la teolog�a correcta aplicada; la pr�ctica correcta es la doctrina correcta llevada a cabo; la vida correcta es el credo correcto vivido. Debes aprender la voluntad de Dios antes de poder hacerla sin vacilaciones.

La resoluci�n correcta es otro de los fundamentos de una religi�n de principios. No solo debe recibirse la doctrina correcta, sino que junto con ella debe ir la determinaci�n de practicarla a toda costa. La doctrina no debe ser una semilla, cuidadosamente envuelta y colocada en alg�n caj�n secreto; debe ser una semilla plantada, y ayudada a crecer, florecer y fructificar por todas las brisas, y todas las lluvias, y toda la luz del sol.

La doctrina correcta debe, a trav�s de una resoluci�n santa, obligar a la acci�n a coincidir consigo misma. Considere las pruebas de esta religi�n de principios. Es r�pido. �Oh, el desperdicio de la vida en debatir el deber! �Oh, la debilidad del argumento y el contraargumento! Oh, la angustia del esp�ritu aturdido por los ruidos de la disputa consigo mismo. Oh, la claridad, la rectitud y la fuerza de la vida que, mirando a Cristo en busca de la verdad, valientemente hace la verdad de una vez.

Observe la gran prontitud de estos tres hebreos. �Estamos decididos y decididos; no tiene cuidado de responderte en este asunto, oh rey. " Esta religi�n de principios es consciente de los peque�os asuntos. ( Wayland Hoyt, DD .)

Intolerancia religiosa

I. TENEMOS AQU� UN CASO DE INTOLERANCIA RELIGIOSA . La escena del texto se sit�a en una tierra del Este. Parecer�a que la voluntad del monarca era suprema. Su palabra era ley; debe ser obedecido. Y esta autoridad no se limit� simplemente a asuntos de estado; parece haber entrado tambi�n en la regi�n de la religi�n. Esto siempre es peligroso. Importa poco cuando sucede; es casi seguro que surjan problemas a menos que se renuncie por completo a la libertad de pensamiento y la libertad de conciencia.

Fue esta afirmaci�n arrogante la que mantuvo a muchos estados de Europa en las cadenas de la ignorancia y la superstici�n durante demasiado tiempo. Fue esto lo que encendi� el alma de Lutero y lo llev� a ser un reformador. Afirmamos con �nfasis que, a nuestro juicio, ning�n hombre tiene derecho a interponerse entre Dios y el alma.

1. Todo hombre debe tener la libertad de adorar a Dios de acuerdo con su propia conciencia y luces.

2. La ley debe proteger a todo hombre en el disfrute de esta libertad, siempre que no interfiera en el goce de los mismos derechos y libertades por parte de otros. Mi libertad de acci�n debe estar limitada por los derechos y libertades de los dem�s. El rey ten�a perfecto derecho a configurar su imagen. Pero cuando trat� de obligar a otros a hacer lo que �l hizo, interfiri� con sus libertades, que deber�an haber sido la medida de las suyas. La ley deber�a protegernos a todos por igual en nuestra religi�n, si no interferimos con los derechos de nuestro pr�jimo.

3. Ning�n hombre deber�a sufrir una discapacidad civil debido a sus creencias religiosas.

4. Ning�n hombre debe tener preferencia en asuntos civiles debido a su profesi�n religiosa.

II. W E un ejemplo de RELIGIOSA FIDELIDAD .

1. Debemos ser fieles a nuestro Dios, incluso si tenemos que estar solos. Viviendo como lo hacemos en tiempos en que la religi�n es popular y asistir al culto p�blico es respetable, no podemos darnos cuenta plenamente de todo lo que significa estar solos por Dios.

2. Debemos ser fieles a nuestro Dios, incluso si nos hace parecer infieles a los hombres. Estos hombres hab�an recibido mucho en este reino. Eran hijos de pueblos conquistados, hombres de una raza ajena y extranjera, hijos del cautiverio y prisioneros de guerra. El favor real los hab�a perdonado y salvado. Por triste y doloroso que sea parecer ingratos a aquellos a quienes estamos obligados, no debemos deshonrar a nuestro Dios. Es mejor perder la amistad del hombre que el favor de Dios.

3. Debemos ser fieles a Dios, incluso si eso nos trae p�rdidas. Una religi�n que no cuesta nada vale s�lo lo que cuesta. �Consider� Mois�s lo que ganar�a si hac�a causa com�n con su propio pueblo, a quien Dios quer�a que librara? Bien puede dudar si alguien alguna vez sufre mucho a largo plazo debido a la fidelidad a Dios. ( C. Leach , DD .)

Los m�rtires

Los hombres de esta raza son los capitanes de la gran hueste de Dios por derecho nativo. Son los hombres enviados para liderarlo cuando se forme, para unirlo cuando se rompa y para inspirarlo con su propia conducta en el campo. Los hombres que pueden decir: Si tengo �xito o fracaso, como el mundo cuenta el �xito o el fracaso, si sufro o triunfo, si muero o vivo, una cosa hago, la voluntad de Dios en la medida en que me sea dada a conocer. ; y una cosa no har�, la voluntad del mundo, la carne y el diablo, forman ese n�cleo viviente de fuerza y ??valor en el ej�rcito de Cristo.

La presencia de estos j�venes jud�os en la corte caldea es un ejemplo conspicuo de la interposici�n visible de una mano divina en el gobierno del mundo. El jud�o fue el testigo vivo del cuidado de Dios por el bienestar pol�tico de los hombres. Somos propensos a subestimar la influencia del jud�o en el mundo de su tiempo. Lo vemos estrecho, ego�sta y exclusivo, y f�cilmente pasamos por alto la notable influencia que ejerci� en los momentos cr�ticos sobre los pueblos circundantes.

La obra de Jos� en Egipto no es en realidad m�s que una muestra de la obra que la gente, voluntaria o involuntariamente, se vio obligada a realizar para la humanidad. En Daniel probablemente culmin� la influencia, hasta que San Pablo ley� toda la comisi�n. La crisis que registra Daniel es uno de los principales ejes de la historia universal.

I. Estudiemos EL ESP�RITU DE M�RTIR COMO AQU� SE REVELA .

1. Estos hombres hab�an alcanzado la condici�n en la que la convicci�n hab�a pasado m�s all� del alcance de la perturbaci�n o la pregunta. Las colinas eternas no estaban tan firmemente arraigadas como la fe en el Dios del cielo, y la bendici�n esencial de servirle, estaba arraigada en esos corazones j�venes. El desgarro de todo el sistema mundial que los rodeaba no habr�a destruido ninguna de sus creencias y esperanzas m�s queridas ( Salmo 46:1 ). Su Dios hizo el mundo y pod�a crear mundos nuevos a su gusto; pero �l fue el mismo, desde la eternidad hasta la eternidad, y Su palabra debe permanecer, cualquier otra cosa en el universo que caiga.

2. Ellos eran de ese temperamento, y hab�an llegado a esa fuerza y ??unidad de car�cter, que pod�an declarar: Hay cosas que no podemos decir, hay cosas que no podemos hacer, cueste lo que cueste; es absolutamente imposible; aqu� tiramos nosotros; no podemos hacer otra cosa, que Dios nos ayude. Yo digo que eran de ese temperamento, y hab�an llegado a esa fuerza y ??unidad de car�cter. Debe haber ambos para hacer m�rtires, testigos del Dios del cielo como �stos.

Si debe ser as�, debe serlo. Dios ayudanos; debe ser. No podemos hablar, no podemos hacer, esta horrible mentira. �Sea sabido para ti, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que t� has erigido�.

3. Debe morar en todos los esp�ritus m�rtires una fe inquebrantable en la mano omnipotente de Dios. "Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos". Su poder para gobernar es tan claro para nosotros como la luz del sol. �l puede optar por ayudarnos ahora y entregarnos de manera significativa. �l puede optar por dejarnos sufrir, pero nada puede hacer perder nuestra fe en Su Poder para salvar. Estamos seguros de que debe hacerse Su voluntad; Su causa debe triunfar; Sus sirvientes, sus soldados, deben ser coronados.

Puede estar aqu�; puede estar ah�; no lo cuestionamos; los tiempos est�n en su mano. Pero aqu� o all� estar�, con tanta certeza como �l reina. Un hombre puede decir con firmeza invencible: no puedo hacer esto, prefiero morir, incluso cuando crea que la muerte es aniquilaci�n. Pero esta fe es esencial para el esp�ritu gozoso del martirio cristiano; el j�bilo ante la perspectiva de una muerte de dolor y verg�enza que estall� en las palabras: �Estoy listo para ser ofrecido, y el momento de mi partida est� cerca.

He peleado una buena batalla, he terminado mi carrera, he guardado la fe: de ahora en adelante me est� guardada una corona de justicia, que el Se�or, el Juez justo, me dar� en ese d�a �. Para morir as�, hay que creer que aquello por lo que muere reinar�, y �l con �l, en la eternidad.

II. Entenderemos mejor el temperamento de estos hombres CUANDO LO COMPARAMOS CON UN REGISTRO QUE DESCRIBE MUY FIELMENTE LA CALIDAD DE MUCHO QUE VA POR EL NOMBRE DE LA VIDA RELIGIOSA G�nesis 28:16 ). �Bend�ceme, prospere mi viaje, tr�eme a casa de nuevo y te servir�, eran los t�rminos del pacto de Jacob en Betel.

Pero si la cruz es pesada, la abnegaci�n dura, la batalla larga y dura, el clamor es: �Por qu� me has sacado? "�No es esto lo que te dijimos: D�janos para que sirvamos a los egipcios?" Cu�n grandiosamente junto a estos t�rminos de negociaci�n resuena el claro desaf�o del texto. M�s de un hombre entra en el camino del peregrino con la creencia de que Dios har� que su camino sea suave, agradable, pr�spero, y termina estando tan aferrado a la verdad y la justicia que dir�a con bastante calma con estos hombres: �Sea sabido por ti, Oh rey, que no sirvamos a tus dioses, ni adoremos la imagen de oro que has erigido.

�No se desanime si encuentra que la fe flaquea en la hora de la prueba. Al comienzo de una batalla, cuando las primeras balas comienzan a sonar, el soldado m�s audaz se recupera. Cuando su sangre est� caliente, no piensa en ellos m�s que en las gotas de lluvia de verano. Ruega al Maestro para que tu fe no falle.

III. Miremos LA ESCUELA EN LA QUE LOS HOMBRES SON ENTRENADOS PARA TAL DIOS : COMO VIGOR Y VALOR que era la voluntad de Dios que practicaran en grandes cosas. Estaban tan decididos contra las peque�as cumplidas como contra las grandes. Es un gran error pensar que los hombres pueden saltar en un momento de gran excitaci�n a una altura tan gloriosa de fuerza y ??coraje. Nada m�s que la hombr�a cristiana entrenada puede soportar tal tensi�n.

�dolos! El mundo esta lleno de ellos. Tambi�n los �dolos de oro y las multitudes diarias inclinan sus almas para adorar. �Est�s entrenado para decir: Eso no puedo hacer, ese truco que no puedo practicar, esa mentira que no puedo decir, que la lujuria no me complacer�, ese �xito mundano al que no me aferrar�, aunque la vida penda de ello? No puedo hacerlo; �Dios ay�dame! ( JB Brown, BA .)

Coraje y fidelidad

I. LA IMPIEDAD DE NEBUCHADNEZZAR AL ERRAR ESTE �DOLO , y usar medios para obligar a todas las personas, especialmente a sus cautivos, a postrarse y adorarlo.

II. El coraje y la fidelidad ejemplares de estos hombres, al resistir la pasi�n impetuosa del rey y sufrir todos los efectos de su rabia y furia, antes que ceder a la impiedad de adorar a su �dolo.

III. El feliz resultado de su constancia y el triunfo de su fe en este conflicto.

I. En cuanto al �dolo en s�, aunque el texto sagrado no dice nada sobre su forma, creo que no hay duda de que fue hecho con la figura de un hombre; algunos piensan que estaba destinado a Bolus, el fundador de la familia real babil�nica; otros, para Nabopollasser, el padre de este rey; pero una tercera opini�n es que era un modelo de esa imagen que Nabucodonosor hab�a visto en su sue�o, en el cap�tulo anterior, que �l podr�a tomar como el genio de su reino, y que, por lo tanto, podr�a esperar hacer propicio para �l. �l y sus asuntos, dedic�ndole esta magn�fica estatua y ofreci�ndole honores y adoraciones divinas.

Esto, en verdad, era bastante agradable para la teolog�a de los antiguos gentiles, quienes as� veneraban a sus peculiares y tutelares deidades. Pero era m�s imperdonable en este rey que en otros, a causa del largo comercio que ten�a con los jud�os, lo que hace imposible concebir que pudiera ignorar este primer y m�s grande art�culo de su religi�n, que no exist�a m�s que un solo Dios, y que deb�a ser adorado de una manera espiritual, sin ning�n parecido material.

Conoc�a bien a Daniel y a estos tres hombres, a quienes hab�a designado para que fueran criados en su corte y preparados para los altos cargos de su reino, a los que r�pidamente los prefiri�. No me detendr� ahora para preguntar hasta qu� punto puede ser l�cito imponer la profesi�n de religi�n verdadera incluso mediante sanciones temporales. Hay un celo por Dios, que su propia palabra aprueba en magistrados y ministros; y hay un celo sin conocimiento, que desemboca en una persecuci�n criminal, por la cual S.

Pablo dice que obtuvo misericordia porque actu� con ignorancia ( 1 Timoteo 1:1 ). Pero seguramente Nabucodonosor no pudo alegar esta excusa. Debe estar familiarizado con la religi�n de estos hombres; ten�a las mayores obligaciones para con su Dios, y estaba obligado a ellos por las leyes de la hospitalidad y por el fiel servicio que podemos suponer con raz�n que le prestaron en sus respectivas posiciones.

II. Pasemos ahora a la contemplaci�n del EJEMPLAR VALOR Y FIDELIDAD DE ESTOS HOMBRES , que resistieron la impetuosa pasi�n del rey y prefirieron sufrir todos los efectos de su rabia y furia antes que ceder a la impiedad de adorar a su �dolo. Este es un claro argumento de que sus esperanzas se extendieron m�s all� de esta vida; porque si hubieran pensado que el horno de fuego podr�a haber acabado con su ser, y que no deber�a haber quedado nada de ellos para que Dios recompensara o castigara en otro estado, creo que se habr�an inclinado ante esta imagen en lugar de quemarse. para ello.

Porque, sin embargo, algunos afirman que la verdad es mucho m�s hermosa y connatural para el alma del hombre que la falsedad, que un hombre sabio la preferir�a incluso por s� misma, aunque no se esperaba nada despu�s de esta vida; Sin embargo, si se vindicara con la extinci�n total de todo el hombre, y que, por el contrario, su alejamiento prolongar�a su existencia y su felicidad, puedo pensar que en tal caso se convertir�a en una regla de sabidur�a permitida. , para alejarse de la verdad cuando no pod�a sostenerse sin sufrir la p�rdida de alma y cuerpo por el bien de ella.

Y este fue el motivo de la certeza, por qu� estos m�rtires del Dios verdadero entregaron tan alegremente sus cuerpos a las llamas, someti�ndose a �l, para vivir o morir, como �l vio m�s conducente a Su propia gloria; creyendo firmemente que si el fuego disolv�a sus cuerpos, sus almas pasar�an a Su presencia m�s inmediata y ser�an part�cipes de Sus inmortales felicidades. Creo que no necesito decir mucho para persuadir a quienes tienen un conocimiento competente de los sufrimientos de los santos m�rtires, de que muchos de ellos han dado la mejor evidencia de que los consuelos de Dios han superado con creces los tormentos de los hombres en sus mayores extremidades.

III. T EDICI�N SE FELIZ DE ESTOS HOMBRES ' S CONSTANCIA , y el triunfo de su fe en este conflicto. El rey enfurecido ten�a poder para arrojarlos al fuego, pero no ten�a poder para hacer que el fuego los quemara. El rey, cuando llam� a sus consejeros en esta ocasi�n, les dijo que la forma del cuarto hombre era como la del Hijo de Dios. Con esto podr�a querer decir que parec�a ser una persona majestuosa y muy augusta; un hombre divino, como dir�amos.

Esto es tanto como la expresi�n a veces importa. Pero debido a que no pod�a pensar que un hombre de carne y hueso pudiera entrar all� y preservar a los que sufr�an de una manera tan milagrosa, m�s bien debe querer decir que fue alg�n Ser Divino enviado desde el Cielo para este prop�sito. A esto se objetar� que no es cre�ble que Nabucodonosor supiera nada de este Hijo de Dios, para poder decir que esta persona era como �l.

Y podemos admitir f�cilmente que no lo hizo; y, sin embargo, esta objeci�n no invalida en absoluto nuestra hip�tesis. Porque el rey podr�a querer decir en general que parec�a ser una persona divina; y esta persona podr�a ser el �nico y particular Hijo de Dios, quien con toda probabilidad apareci� sobre la tierra en forma humana en alguna ocasi�n mucho antes de Su encarnaci�n. ( W. Reading MA )

I. C ONSIDER LA PRUEBA DE SU OBEDIENCIA . Debe admitirse que las circunstancias aumentan el valor de las cosas buenas en s� mismas. �Por qu� se elogi� la generosidad de la viuda, se ech� todo el archivo rico al tesoro? Se nos dice que echaron de su abundancia; pero ella, de su miseria, ech� todo lo que ten�a. El hombre que no se envanece en el tiempo de prosperidad, es el hombre humilde; el que no es abatido cuando est� en peligro, y cuando todas las fuerzas de los dem�s hombres fallan, este es el hombre valiente.

1. Podr�an alegar autoridad. Fue su soberano quien les orden� postrarse y adorar la imagen, y los hombres buenos deben ser s�bditos leales. S�, pero hay que hacer una distinci�n: debemos distinguir entre preocupaciones civiles y religiosas, y debemos obedecer a Dios en lugar de al hombre. Pero esta conducta a menudo ha dado a los siervos de Dios un car�cter de insubordinaci�n. As�, Jes�s fue acusado de sedici�n y Pablo de tumultuoso.

2. Podr�an alegar obligaci�n. Nabucodonosor hab�a tomado a estos cautivos de entre los hebreos y los hab�a elevado a puestos de confianza y emolumentos. Nada suplica con tanta fuerza como la bondad; los favores unen el coraz�n, y los hombres buenos son sensibles a las obligaciones. No hay mayor prueba que no poder complacer a un amigo. �El que ama a padre y madre m�s que a m�, no es digno de m�: esta es la prueba.

3. Podr�an alegar la universalidad del ejemplo. Todos a su alrededor cedieron; y �por qu� deber�an ser singulares? La singularidad, por s� misma, siempre muestra una mente vanidosa, y la singularidad en las peque�as cosas descubre una mente d�bil. La decencia requiere que no destaquemos en las cosas peque�as; pero en las cosas importantes, donde se va a perder un alma y Dios es deshonrado, debemos estar �separados , y no tocar lo inmundo.

�Un pez muerto nadar� con la corriente; es uno vivo el �nico que puede nadar en su contra. As� fue como Enoc camin� con Dios solo y en medio de la oposici�n. Por lo tanto, No� fue un predicador de justicia en un mundo pecaminoso, y Mois�s se neg� a ser llamado hijo de la hija de Fara�n. No tienes miedo de ser singular en la mayor�a de las cosas; no tienes miedo de ser singularmente sabio, singularmente rico, singularmente feliz. La mejor sabidur�a es la "que es de arriba", y la mejor felicidad es la eterna. Cuando se le pida que haga el bien, nunca pregunte qu� est�n haciendo los dem�s o qu� se dir� de usted.

4. Observe lo espantoso de la pena. A veces te quejas de que tus pruebas son demasiado para tu virtud. �Oh�, dices, �si seguimos en este curso en particular, lo haremos�, pero escuchemos tus pruebas, �estaremos expuestos a la hoguera ardiente, arrojados al foso de los leones�. No, nada parecido. �Ser� privado de libertad�; nada parecido. �Reducirse a querer�; nada parecido.

"No; pero para atender a las devociones familiares y de armario �, le escucho decir,� debemos levantarnos un poco antes. �Oh! pero, si no profanamos el s�bado y abrimos nuestras tiendas el domingo, perderemos algunos de nuestros clientes. Si no nos conformamos con el mundo, se burlar�n de nosotros ". �Dios eterno! �Estos son los m�rtires de tu religi�n en nuestros d�as!

II. T HE principio de su obediencia . Una conducta tan probada y, sin embargo, tan triunfante, debe haber tenido un principio que la sustentara. Un hombre bajo la influencia de principios no estar� bajo el control de las circunstancias ni bajo la influencia de un impulso moment�neo; si un buen hombre yerra, act�a por principio. Pero, �qu� los arm�? �Podemos encontrar un principio igual al efecto producido? Los siervos de Dios han hecho grandes cosas y han sufrido grandes pruebas; y precisamente lo que les ha permitido sufrir es aquello a lo que algunos temen, a saber.

, fe. La fe no conduce al libertinaje. Es solo por la fe que podemos hacer buenas obras. Pero la fe debe tener algo a lo que aferrarse, actuar y trabajar. En la fe de estos tres j�venes hab�a tres cosas en las que actuar.

1. El poder de Dios. "Nuestro Dios", dijeron, "puede librarnos". ��l es el Hacedor del cielo y de la tierra; �l suspendi� las leyes de la naturaleza, hizo nadar al hierro y resucit� a los muertos; y puede hacer todas las cosas mucho m�s abundantemente de lo que podemos pedir o pensar �. Fue aqu� donde los jud�os fallaron; preguntaron ', ��Puede Dios proporcionar una mesa en el desierto? �Puede tambi�n dar carne? Toda la naturaleza puede cambiar; pero Su palabra no puede fallar: "�l puede convertir la sombra de la muerte en la ma�ana".

2. Consideraba el car�cter de Dios. "��l nos librar� de tu mano, oh rey!" Quiz�s pensaron que era probable que Dios obrar�a un milagro a su favor; tal vez tuvieran alg�n presentimiento interior de ello en sus mentes; quiz�s concluyeron esto de las Escrituras. Sin duda hab�an le�do en el libro de los Salmos: "Lo librar� y lo honrar�, y le mostrar� mi salvaci�n". Se ha comprometido a liberar a su pueblo en el d�a de la angustia, y lo har�, ya sea aqu� en forma parcial o en el m�s all� por completo.

3. Consideraba una indemnizaci�n futura en otro mundo. �Qu�! �Persistieron todav�a en su determinaci�n, aunque la consecuencia ser�a una muerte dolorosa? S�; pero no podr�an haberlo regalado como aniquilaci�n. Si no hubiera existido otro mundo, no les habr�a correspondido sacrificar la vida; su martirio, en este caso, habr�a sido una locura. Deben, entonces, haber cre�do en un estado de recompensa futura.

A menos que llevemos la perspectiva de una vida futura y eterna a nuestra conducta, cederemos a la tentaci�n; y es por falta de esto que el mundo nos extrav�a. Cuando pensamos en otro mundo, �cu�n infinitamente superior parece a la vida presente!

III. Note EL EFECTO DE SU OBEDIENCIA . �C�mo termin�? Promoviendo la gloria del Maestro a quien serv�an y los intereses de la religi�n que profesaban. Cuando el pueblo de Dios sufre en el cumplimiento de su deber, glorifica a Dios y muestra c�mo �l puede librar a los que conf�an en �l. Result� en su propio honor y ventaja. No se quedaron mucho tiempo en el horno; pero esos fueron momentos dorados. �Oh, qu� paz y gozo en Dios sintieron! �Y qu� santas resoluciones formaron mientras estaban en el horno? Para concluir:

1. Seamos agradecidos por la biograf�a de las Escrituras; estemos agradecidos de tener ante nosotros el ejemplo de tantos hombres buenos que, mediante la fe y la paciencia, heredan ahora las promesas.

2. Si son siervos de Dios, su gracia es necesaria para ustedes. Nos alegra vivir bajo un gobierno paterno y no estar expuestos a la furia y el capricho de los tiranos.

3. Mientras los infieles te ridiculizan y los enemigos de Cristo tergiversan tu conducta, hay algo en la religi�n de Cristo que te apoyar�; hay una realidad en �l que no se puede encontrar en nada m�s. ( W. Jay. )

Los tres j�venes hebreos

La Iglesia de Dios ha sufrido mucha persecuci�n. Esto, aunque en s� mismo un mal, ha producido bien. Mediante la persecuci�n se ha probado la sinceridad de los profesores religiosos, se ha detectado la hipocres�a de los enga�adores, se han ejercitado y mejorado las gracias de los hombres buenos.

I. Las circunstanciasque ocasion� el discurso. Babilonia, la c�lebre capital del antiguo imperio caldeo; un lugar no menos notable por su magnificencia que su idolatr�a. Nabucodonosor era un pagano; el patr�n real de las pr�cticas id�latras; un monarca muy poderoso y ambicioso. �Y se logr� el objetivo de este imperioso pr�ncipe? �Asegur� el cumplimiento universal? No; estos tres j�venes, mencionados en el texto, se atrevieron a negarse. �Entonces Nabucodonosor, en su ira y furor�, �compa�eros muy inadecuados para un rey! �Cu�n poco calificado estaba este hombre para gobernar naciones poderosas, que no ten�a dominio sobre su propio esp�ritu! �Este gusano de la tierra se pone a competir con Jehov�! �Desaf�a al Alt�simo, el Rey del Cielo! �Desaf�a el poder de la Omnipotencia! Es el sentimiento de un infiel, hinchado de orgullo y ardiendo de pasi�n.

II. El TEMPERO DE LA MENTE descubierto en la direcci�n. Posee una belleza poco com�n y es muy instructivo.

1. Serenidad digna. "No tenemos cuidado de responderte en este asunto". No hab�a nada en lo m�s m�nimo irrespetuoso en esta frase; no eran indiferentes a su situaci�n ni desatend�an su lenguaje y comportamiento; m�s bien da a entender que no estaban perplejos acerca de la respuesta que deb�an dar. El rey estaba sumamente agitado, pero no vemos nada de agitaci�n en estos j�venes; estaban perfectamente reunidos y compuestos.

No comenzaron a declamar contra los �dolos de Babilonia, ni contra la iniquidad de este sanguinario edicto. Notamos aqu� la influencia de la religi�n genuina; es igual en todas las edades y en todos los pa�ses. En la medida en que se posee, aquieta la mente; lo conserva imperturbable; somete esas airadas pasiones que perturban el pecho de muchos cuando se frustra su voluntad, cuando se cruza su inclinaci�n. �Te quejas de la falta de dominio propio y de dominio del temperamento en presencia de los que te insultan y te persiguen?

2.Piedad decidida. En presencia de un monarca imperioso, adicto a la pr�ctica de la idolatr�a y decidido a reducir todo a su alrededor de la misma manera, estos j�venes confiesan expl�citamente "el Dios a quien servimos". S�, el hombre que ama a Dios en su coraz�n no se averg�enza de su apego, ni teme declararlo en cada ocasi�n apropiada. La piedad decidida produce valor cristiano; y esto no consiste en rudeza; no obliga a un hombre a entrometerse en conversaciones religiosas en todas las empresas y en todo momento; sin embargo, cuando se atacan violentamente sus principios, cuando se insulta la honra de Dios y del Evangelio, el verdadero cristiano no ser� cobarde, sino decidido y firme. Pida a Dios que fortalezca este principio celestial en ustedes, que fortalezca su coraz�n y su mente, que los proteja de la verg�enza pecaminosa,

3. Creer en la confianza es notablemente evidente. �Si es as�, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y �l nos librar� de tu mano, oh rey. " Parece que ten�an la secreta expectativa de que, si se permit�a que Nabucodonosor llevara a cabo sus amenazas, su Dios, de alguna manera, los rescatar�a. No estamos seguros de si recibieron alguna indicaci�n de esto que les fue dada desde el Cielo.

Confiaron en el Dios viviente, y por fe �perseveraron como viendo al Invisible. �Preg�ntense, �cu�l es la naturaleza y cu�les son las bases de su confianza? �Est� tu esperanza en Dios? �Se basa en Su verdad y en la certeza de que �l asegurar� Su propia gloria? �Pobre de m�! la confianza de la mayor�a se tambalea f�cilmente, y la fe flaquea con cada viento de prueba.

4. Resoluci�n firme, en todo caso, de obedecer a Dios en lugar de al hombre. Una variedad de consideraciones podr�an haber sacudido su constancia y haberlos conducido a una obediencia. Anotemos aqu�, a disposici�n de muchos profesores de religi�n en la actualidad. �No podr�as haber superado esta dificultad sin arriesgar tu vida? �No habr�as contemporizado un poco? �No habr�as cedido y luego, por alg�n expediente, habr�as arreglado los asuntos con tu conciencia? S�, algunos han zanjado puntos mucho m�s dif�ciles.

III. Los EFECTOS notables que produjo la direcci�n. En Nabucodonosor fueron efectos de una ira m�s violenta; despert� toda su ira maligna, que apareci� en la deformaci�n de su rostro; estaba "lleno de furia, y la forma de su rostro cambi�". Henry comenta: �Si los hombres apasionados se miraran la cara en un espejo, se sonrojar�an de su propia locura y volver�an su disgusto contra ellos mismos.

�Pero se acerca el d�a en que los orgullosos tiranos ser�n llamados a rendir cuentas, no s�lo por las crueldades que ellos mismos han practicado, sino tambi�n por las que han instigado a otros a cometer; y un ajuste de cuentas espantoso ser� ". Este tema sugiere algunas palabras:

1. A los j�venes. El caso de estos j�venes hebreos les transmite instrucci�n con una energ�a peculiar y demuestra la gran necesidad de un principio religioso firme. Es cierto que no vives en la corte de Babilonia; pero vives en un mundo pecaminoso, rodeado de los enemigos de Dios y de tus almas. No se coloca una imagen de oro que se te haya ordenado adorar; pero hay otras trampas, una variedad de otras pruebas, que pondr�n a prueba tu sinceridad y determinar�n a qui�n sirves.

Y ustedes, padres, no nos sorprende que los j�venes, en la actualidad, se sometan tanto a la vanidad y al vicio; tan contento de nadar con la corriente y seguir las modas corruptas de la �poca; porque �qu� debe obstaculizar? �Qu� deber�a inducirlos a resistir? Sus mentes no est�n basadas en principios, no est�n provistas de conocimientos religiosos; y por falta de esto, sus conciencias tienen poco sentido del mal, sus corazones no est�n inclinados al bien, se quedan sin ninguna restricci�n efectiva.

2. A profesores indecisos. Hay muchos de esos; y muchos no sospechan de s� mismos hasta que son juzgados. Es f�cil seguir la religi�n mientras el mundo sonr�e; pero cuando frunce el ce�o, cuando amenaza, cuando injuria y persigue, entonces se descubre la iniquidad secreta de multitudes; sus principios se abandonan y sus puntales ceden. Recuerde, si la religi�n exige algo, exige el coraz�n. Debes decidirte, o no eres nada. �Es as� que te dejas llevar por las fascinaciones del mundo? No sabes nada del Evangelio como deber�as saber.

3. Se dirigen a los creyentes afligidos y perseguidos. Para ti, este tema habla de un est�mulo peculiar. Nunca hubo una ilustraci�n m�s sorprendente, o un cumplimiento m�s exacto de la promesa: �Cuando pases por el fuego, no ser�s quemado; ni la llama se encender� sobre ti ". Y a ti Jehov� les habla, as� como a los creyentes de todas las edades: "Yo estar� contigo" - "Yo te librar�".

4. �Hay perseguidores aqu�? Este tema te habla de cerca. Y perm�tanme recordarles el espantoso final de tales personajes. V�alo en la muerte de Herodes, que fue devorado por gusanos; v�alo en la condenaci�n de Fara�n, quien, con su ej�rcito, se hundi� como plomo en las impetuosas aguas; y verlo en la condici�n degradada de este altivo monarca caldeo. M�s de un hombre es un opresor, un perseguidor, en su propia casa.

Su influencia, posiblemente, no llegue mucho m�s lejos; o puede tener ese respeto por su reputaci�n y su inter�s mundano, lo que lo obliga a refrenar su pasi�n en su trato general con los hombres. Pero m�relo en su propio c�rculo dom�stico, observe su temperamento en su propia familia; cu�n a menudo la rabia y la furia hierven en su pecho, la ira distorsiona su semblante, e incluso Nabucodonosor dif�cilmente podr�a ser m�s irracional en algunos de sus requisitos. ( T . Kidd .)

Sadrac, Mesac y Abed-nego

Consideremos la heroica constancia y fidelidad de esos devotos siervos de Dios, y esforc�monos por obtener de ella materia para nuestra instrucci�n y aliento. Ahora, apenas puedo concebir una prueba de fe m�s dura que la que tuvieron que pasar estos hombres, o cualquier circunstancia adecuada para someter la verdad y la realidad de sus principios a una prueba m�s severa. Si hubieran sido objeto de una persecuci�n implacable durante alg�n tiempo antes, su facilidad habr�a sido muy diferente.

Sus mentes habr�an estado, en cierta medida, preparadas para la terrible crisis que les esperaba. Porque es bien sabido c�mo una larga serie de aflicciones y pruebas desata todos los lazos que nos unen a la vida y quita la amargura de la muerte. Pero esa no era la condici�n de los confesores audaces y santos que ahora estamos considerando. Su condici�n, su estado exterior, era feliz. Podr�an haber sido llamados los hijos de la fortuna.

. La prosperidad mundana hab�a iluminado su camino: hab�an sido promovidos a puestos de dignidad y confianza. Es s�lo mantenerse dentro de los l�mites m�s estrictos de la raz�n y la probabilidad suponer que ten�an tanto para vincularlos a la vida. Esta fue una alternativa espantosa. Y aqu� podemos hacer una pausa y preguntar: �Oh! �C�mo se habr�a alejado de ella la hipocres�a, c�mo se habr�a alejado de ella la profesi�n vac�a? - �C�mo habr�a dado la espalda el mero formalista? - Casi hab�a dicho, �c�mo habr�a sido el creyente d�bil y t�mido que no estaba a la altura de la prueba? Pero la gracia de Dios fue magnificada en estos hombres.

El fuego que consume la escoria solo purifica el oro. El santo prop�sito fue fijado. No debe haber ning�n compromiso, ninguna concesi�n; la conciencia les dijo que el acto estaba mal. Su voz era primordial. Hay quienes se burlan de esos sagrados registros de martirios por la verdad, y los atribuir�an a la puntuaci�n de fanatismo salvaje, o a la ambici�n de conseguir un nombre. Pero, �podr�a ser as� en el caso que tenemos ante nosotros? �Qu� motivo podr�a impulsarlos a partir de consideraciones seculares? No pod�an obtener honores como m�rtires moribundos; no hab�a ning�n inter�s que defender.

No ten�an el poder del ejemplo de otros antes que ellos para estimularlos a buscar el glorioso nombre de un m�rtir. �Oh, me gustar�a ver c�mo el fanatismo salvaje, o el entusiasmo acalorado, o el fuego de la falsa excitaci�n, podr�an resistir tal prueba! �C�mo se degradar�an en tales circunstancias! No, debemos rastrear el coraje inflexible y la constancia de estos hombres hasta una fuente superior y m�s noble.

Y ahora era la hora del suspenso sin aliento; ahora se esperaba que los gritos de agon�a salieran del horno de fuego. Pero no; todo estaba silencioso como la tumba. No pod�a ser que la muerte hubiera hecho su trabajo tan pronto. Cuando, �he aqu� la misteriosa maravilla! ... �Qu� sello es este que irrumpe en la vista del monarca? ��No fueron arrojados tres hombres en el horno de fuego?� - pero, he aqu�, �l ve a cuatro hombres, caminando; y el cuarto es como el Hijo de Dios. Ahora, es delicioso ver a Dios as� abiertamente honrando la fidelidad de Sus siervos.

Pero esta, as� como todas las dem�s Escrituras, fue escrita para nuestra instrucci�n; y no vivimos en una �poca en la que la lecci�n que est� capacitada para ense�arnos ya no es necesaria. No es porque se apaguen las llamas del martirio, o se enfunda su espada, que, por lo tanto, ya no se necesita el esp�ritu, el esp�ritu intransigente de los m�rtires. No, en cada per�odo de la iglesia hay una verdad que debe mantenerse con una fidelidad inflexible; el error al que hay que oponerse con audacia inquebrantable.

Siempre hay una demanda por esa unicidad de prop�sito, esa simplicidad de prop�sito, que no se dirige ni a la derecha ni a la izquierda, en lo que concierne a los intereses de la verdad. Son tiempos en los que los principios que tanto se distinguieron en estos santos hombres son tan necesarios como siempre. Es bien sabido cu�ntos sentimientos latitudinarios est�n ahora en el exterior. Sabemos bien con qu� argumentos plausibles se pueden sostener opiniones tan opuestas a la verdad como la luz a las tinieblas.

Y no es una prueba ordinaria de sinceridad lo que aguarda a los j�venes, especialmente cuando son arrojados a la sociedad de hombres que son infinitamente superiores a ellos en inteligencia, logros literarios y habilidad para argumentar, para mantener sus principios con mansedumbre, pero con osad�a. Ciertamente, el cristiano est� llamado a actuar de manera consecuente y decidida; para mostrar claramente a qui�n pertenece; salir y estar separados; ser �una ep�stola viviente, conocida y le�da por todos los hombres.

�El amor a la verdad de Dios es su car�cter distintivo; y un compromiso de la verdad de Dios, o cualquier cosa que tienda a disminuir o borrar los l�mites entre la verdad y el error, tendr� su reprobaci�n incondicional. La verdad de Dios es lo que ama m�s que la vida misma; y esa verdad es simple y �nica. Ser�a bueno preguntarnos, de vez en cuando, ��Qu� sacrificios hacemos en defensa de la verdad? �Qu� hacemos y sufrimos por la causa de nuestro Divino Maestro? " Nadie puede decir cu�nto pueden promover los intereses de la religi�n verdadera el cristiano �mostrando, a partir de una buena conversaci�n, su fe con mansedumbre de sabidur�a.

�El creyente est� obligado a promover la causa de su Maestro, al m�ximo de su capacidad, sus medios y su oportunidad. Las lecciones silenciosas de un santo ejemplo son siempre poderosas. Puedes ser fiel "en medio de una generaci�n perversa y perversa". El esc�ndalo de la cruz a�n no ha cesado; y el cristiano est� llamado a llevar una cruz. Y ser�a bueno que, a veces, nos examin�ramos sobre el tema de nuestras pruebas y ejercicios por amor de Cristo.

Si no tenemos ninguno, examinemos y busquemos diligentemente la causa; tenga cuidado de que nuestra exenci�n no se deba a un compromiso o una concesi�n defectuosa, a inclinarse ante la imagen dorada de la conveniencia. ( D. Kelly, BA )

Los inconformistas de Babilonia

Tenemos aqui:

1. Un ejemplar de intolerancia religiosa. Solo Dios es "Se�or de la conciencia". La fe y la adoraci�n de un hombre son cosas que se interponen entre �l y su Creador. Esta libertad es mi derecho de nacimiento como hombre.

2. C�mo se puede afrontar la intolerancia religiosa. Estos tres j�venes simplemente se negaron a hacer lo que Nabucodonosor orden�; o, en palabras modernas, respondieron a su mandato con "resistencia pasiva". No tolerar�an ninguna excusa, ninguna casu�stica. Con similar firmeza y humildad deber�amos enfrentarnos a la intolerancia todav�a.

3. Una ilustraci�n del apoyo que Jes�s da a sus seguidores cuando son llamados a sufrir por �l. Estos j�venes fueron liberados por completo, incluso cuando Pedro fue sacado de la c�rcel un d�a despu�s. Los siervos de Dios no siempre salen de las tribulaciones, pero siempre son apoyados a trav�s de ellas.

4. En materia de intolerancia religiosa, as� como en algunas otras cosas, lo opuesto al mal no siempre es correcto. Nabucodonosor abandon� el intento de coaccionar a estos j�venes. Eso estuvo bien; pero emiti� un edicto en referencia a Jehov� que conten�a elementos no menos objetables que su mandato de adorar la imagen. No ten�a m�s derecho a hacer pedazos a los hombres por hablar mal de Jehov� que a poner a Sadrac en las damas por no adorar su imagen. Ambos edictos eran igualmente injustificables. ( WM Taylor, DD .)

Los tres testigos de las llanuras de Dura

Es posible que seamos, y a menudo se nos someta, a juicios similares en especie, aunque tal vez no en grado. Sin embargo, si la fe y la constancia triunfaron en un caso tan se�alado como �ste, y en circunstancias en las que se esperaba que la fr�gil naturaleza humana cediera, hay muchas m�s razones por las que no deber�an ceder ante ataques menos vehementes, y con mayores ventajas de su lado. Oremos a Dios para que nuestras fuerzas sean iguales a nuestros d�as.

En compa��a de la idolatr�a vemos tiran�a y opresi�n; estas cosas odiosas siempre se encuentran en uni�n. Observe tambi�n el celo con el que los hombres que son guiados por los enga�os de Satan�s propagan sus errores. Y la causa de la verdad y la piedad debe ser apoyada por la influencia leg�tima, las oraciones fervientes; los santos ejemplos, de todos en cada estaci�n, ya sea alta o baja. .. �Cu�les son las tentaciones que nos inducen a quebrantar los mandamientos de Dios? Alg�n placer presente que bien podr�a perderse; alguna conveniencia de la que se podr�a prescindir f�cilmente; alguna ganancia de dinero que se convierte en p�rdida cuando se obtiene; cierta conformidad con el humor de aquellos a quienes solemos admirar con respeto, pero cuya sonrisa se compra cara por el sacrificio de principios y la p�rdida del favor de Dios.

Investigue el la�d sobre los principios que impulsaron a estos campeones de la verdad. Fue ese principio de fe el que tanto se nos insiste en las Sagradas Escrituras. Ese temor de Dios es el principio de la sabidur�a. �Soportaron como si vieran al Invisible�. Tenemos, en esta narrativa, una exhibici�n m�s v�vida del trabajo pr�ctico de la fe. Muchas personas no pueden entender por qu� se debe poner tanto �nfasis en la fe. En el caso de estos fieles siervos de Dios, contemplamos lo que la fe puede hacer. Nos eleva por encima del mundo y nos soporta contra el dolor y la adversidad. ( HJ Hastings, MA .)

La importancia de un verdadero credo

�Por qu� hombres como estos jud�os bajo la dispensaci�n del Antiguo Testamento, y los cristianos ahora y en todo momento, est�n dispuestos a entregar la vida y todo por Dios? Es porque una religi�n verdadera es lo �nico que ilumina la conciencia, y as� la entrena y fortalece para investirla de poder real en la direcci�n de nuestras vidas. Cuando los hombres han sentido su voluntad iluminada por el conocimiento divino y santificados por la morada del Esp�ritu Santo, entonces eligen el servicio de Dios con tanta firmeza y gozo que ning�n terror terrenal puede sacudirlos o moverlos de su base segura.

Esto, entonces, es lo que la religi�n hace por nosotros. Nos reviste de poder. Bajo las religiones falsas, la conciencia permanece en un estado rudimentario, y aunque aprueba o condena, y dice que esto es correcto o incorrecto, act�a d�bil e ignorantemente, y es un monitor muy d�bil. Y con tan poca ayuda, la vida de los hombres se hunde en una mezquindad. Pero una fe verdadera y el Esp�ritu Santo ayudan a edificar la conciencia y, en primer lugar, le dan luz, mediante la cual distingue claramente el bien y el mal; y, en segundo lugar, poder, de modo que hable a la voluntad con toda autoridad y diga: �Esto har�s, y esto dejar�s sin hacer.

La conciencia hab�a decidido hac�a mucho tiempo, para Shadrach y sus compa�eros, lo que iban a ser sus vidas. Y bajo su influencia no pod�an abandonar la fe que hab�a iluminado la conciencia y le hab�a dado este poder; ni podr�an ser falsos con ese Dios que hab�a sido su paz y felicidad, y que sab�an que era el �nico Gobernador Todopoderoso tanto en el Cielo como en la tierra abajo. ( Dean Payne-Smith, DD .)

El deber de la profesi�n religiosa

Al principio, los Ironsides de Oliver Cromwell estaban vestidos de todos modos y de todas formas; pero en el tumulto con los caballeros, a veces suced�a que un Ironside era derribado por error por la espada de uno de sus propios hermanos, por lo que el general dijo: "Ustedes visten abrigos rojos, todos ustedes". Lo que Cromwell dijo que quer�a decir, y que ten�an que ir con sus batas rojas, porque se considera esencial en la guerra que los hombres sean conocidos por alg�n tipo de regimiento.

Ahora, ustedes que son de Cristo, no anden como si estuvieran avergonzados del servicio de su Maestro. Ponte tus batas rojas; Quiero decir, salgan como cristianos reconocidos. ( C. H . Spurgeon .)

Cristianos invencibles

La rosa de Jeric� florece en medio de un entorno que carece de todo aquello en que se deleiten las plantas: en el desierto caliente, en las grietas rocosas, junto al camino polvoriento y en el mont�n de basura. M�s a�n, el feroz sirocco lo arranca de su lugar y lo arroja lejos sobre el oc�ano, y all�, empujado por las tormentas y sacudido por las olas de sal, a�n vive y crece. Por lo tanto, el cristiano debe crecer en todas y cada una de las circunstancias en las que puede ser arrojado: en el dolor, en las dificultades, en la desgracia, en el sufrimiento. En �l hay una vida inmortal y deber�a ser invencible. ( Se�al .)

Versículos 17-18

Si es as�, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo.

Nuestra defensa segura

Estas almas estaban bajo la tentaci�n m�s fuerte posible de hacer algo que hubiera sido un acto de total infidelidad a Dios y que les hubiera costado su propio respeto por s� mismos. Si hubieran cedido a la amenaza real, habr�an hecho algo por lo que el robo nunca podr�a haberse perdonado. Habr�a sido un acto de diversi�n y verg�enza. No es solo para las grandes ocasiones que debemos estar preparados. Una y otra vez se nos ocurrir� la oportunidad de la constancia valiente, la tentaci�n de la �concesi�n indigna o de la sumisi�n que acabar�a en verg�enza. �D�nde encontraremos nuestra defensa?

I. I CONVICTION N ABSOLUTO . �El Dios a quien servimos puede librarnos�, dijeron estos jud�os disidentes. No hab�a duda sobre eso. Recordaron lo que Jehov� hab�a hecho en el pasado, las liberaciones que hab�a realizado; y en respuesta a la incredulidad del rey, respondieron con la absoluta convicci�n del poder divino para salvar. Para nosotros es casi todo tener un sentido profundo de algunas grandes certezas espirituales.

Cuando los males penden sobre nuestra cabeza, cuando nuestras perspectivas se ven amenazadas, cuando la salud, la libertad o la vida est�n en juego, es muy importante pararse sobre la torre de algunas certezas s�lidas. Dios est� cerca de nosotros; �l nos observa y espera nuestra constancia con inter�s y aceptaci�n Divinos; �l recompensar� la fidelidad con su favor amoroso; No permitir� que suceda lo peor, salvo que sea correcto

y bueno que suceda; Cristo se compadecer� de nosotros si sufrimos y descender� con nosotros a las aguas m�s profundas a las que podamos descender. Si Dios es por nosotros, podemos permitirnos tener al mundo en contra nuestra (Mt Romanos 8:31 ). Es un fuerte baluarte en el d�a del asalto tener algunas convicciones inexpugnables como estas dentro de nuestras almas.

II. UNA FUERTE ESPERANZA . �Y �l nos librar� de tu mano. .. pero si no"; en otras palabras, tenemos la esperanza prevaleciente de que nuestro Dios ejercer� Su poder a favor nuestro. Su estado de �nimo era el siguiente: sab�an que Dios estaba con ellos, y era para ellos, que estaba atento a su oraci�n y su confianza; eso era seguro. No pod�an estar seguros de si �l justificar�a su fe mediante una intervenci�n milagrosa en su favor o si les impart�a la gracia divina para que pudieran dar testimonio de m�rtir de la verdad.

Su fuerte esperanza era que �l los librar�a as�. Nos est� abierto actuar y sentir as�. Estamos en grave peligro de desastre financiero, o de ser atacados por una enfermedad, o de perder reputaci�n, o de un duelo severo, o de una grave decepci�n, o de un fracaso social o profesional. Pedimos liberaci�n. No nos corresponde a nosotros prescribir al Se�or de nuestra vida c�mo interpondr� por nosotros. Podemos decirnos a nosotros mismos: "Dios nos dar� nuestro deseo, pero si no", podemos albergar no una confianza presuntuosa, sino una esperanza que nos sostiene.

III. UNA RESOLUCI�N INQUILIBLE : "No serviremos a tus dioses", etc. Incluso si no se les concediera la esperanza de liberaci�n corporal, se retirar�an a las certezas espirituales sobre las que se basaron, determinar�an fijamente no creer en sus convicciones, no en ofender a su Dios, no abandonar la verdad, no defraudar a sus compatriotas y correligionarios en la hora de la prueba.

A la orgullosa amenaza del imperioso y confiado monarca opusieron la determinaci�n inamovible de las almas rectas que cre�an en Dios; su resoluci�n fue incondicional, no debilitada por la sombra de una duda, invencible. Dejad que los j�venes salgan al conflicto de la vida en este esp�ritu devoto, heroico, y a ellos tambi�n les llegar� la victoria y la corona. ( W . Clarkson, BA ).

Fe victoriosa sobre el miedo al hombre

Los ejemplos de la victoria de la fe sobre los terrores del mundo son �tiles para los creyentes en su estado militante. La victoria de la fe relatada en nuestro texto parecer� brillante cuando recordemos el n�mero de combatientes, la situaci�n en la que se encontraban, la forma en que fueron atacados y la fuerza y ??el terror de la oposici�n con la que se enfrentaron.

I. W E le dar� una breve CUENTA DE LA Hombres Ilustres , cuyos nombres est�n en TEXTO , y su alabanza en la iglesia. Respecto al n�mero, eran solo tres; un peque�o n�mero para comparecer ante el Se�or Dios de Israel en oposici�n a la idolatr�a del rey, la corte y el imperio de Babilonia. Por naci�n y profesi�n eran israelitas, que hab�an sido llevados a Babilonia en el cautiverio de su pa�s. Eran de la tribu de Jud�, y com�nmente se cree que eran de la simiente del rey, o familia real. Estaban en lugares de poder y confianza en Babilonia.

II. DAREMOS ALGUNA CUENTA DEL TESTIMONIO QUE TESTIMONARON ESTOS ILUSTROS HOMBRES , Y MEDIANTE EL QUE SUPERARON . No fue un testimonio de su propia estructura. El Se�or Dios de Israel lo enmarc� y escribi�, y orden� que se observara. ��l estableci� un testimonio en Jacob, y estableci� una ley en Israel, la cual mand� a nuestros padres que la dieran a conocer a sus hijos.

�Ese ramo del testimonio por el cual aparecieron estos principescos testigos, no solo hab�a sido escrito en tablas de piedra por el dedo de Dios; pero, seg�n su promesa, estaba escrito en sus corazones. Hab�a sido puesto en el arca de su testimonio, que ahora se hab�a perdido; pero tambi�n fue puesto en sus mentes por Su Esp�ritu Santo, del cual no pudo ser borrado. �Vosotros sois mis testigos, dice Jehov�, y mis siervos que yo he escogido, para que me conozc�is y cre�is, y entend�is que yo soy: antes de m� no fue formado Dios, ni lo ser� despu�s de m�.

�� No tem�is, ni teng�is miedo; aun sois mis testigos. �Hay un dios a mi lado? s�, no hay dios, yo no conozco ninguno ". "Yo soy el Primero, y Yo soy el �ltimo, y fuera de M� no hay Dios". La raz�n insertada en la ley satisfizo la conciencia de todo israelita piadoso: "Porque yo, el Se�or tu Dios, soy un Dios celoso". Alentados y atemorizados por la raz�n soberana en �l, los testigos principescos entraron en la llanura con la audacia de la fe, se pararon ante un monarca altivo sin meditar el terror, y hablaron con la dignidad de los hombres que tem�an a Aquel que no dar�a Su gloria a otro. ni su alabanza a una imagen de oro en el llano de Dura.

Sin duda, conoc�an los Salmos de David y las profec�as de Isa�as. En los Salmos de David se encuentran estos pasajes: "Grande es el Se�or, y digno de alabanza en gran manera, m�s temible que todos los dioses; porque todos los dioses de las naciones son �dolos, pero el Se�or hizo los cielos". �Confundidos todos los que sirven a las im�genes talladas, que se jactan de los �dolos�. ��Por qu� dir�n las gentes: �D�nde est� ahora su Dios? Pero nuestro Dios est� en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.

Sus �dolos son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, pero no hablan; ojos tienen, pero no ven. Tienen o�dos, pero no oyen; tienen narices, pero no huelen. Tienen manos, pero no manejan; tienen pies, pero no caminan, ni hablan con la garganta. Quienes los hacen son semejantes a ellos; as� es todo aquel que en ellos conf�a �. En las profec�as de Isa�as, encontramos estos y varios otros pasajes del mismo significado.

"No tienen conocimiento los que levantan la madera de su imagen tallada, y oran a un dios que no puede salvar". �Sacan oro de la bolsa y pesan plata en la balanza; y contrata a un orfebre, y lo convierte en un dios; caen, s�, adoran. Lo cargan sobre el hombro, lo cargan y lo ponen en su lugar, y �l permanece de pie; no se quitar� de su lugar; s�, se le clamar�, pero no podr� responder, ni salvarlo de su angustia.

Acu�rdate de esto y mu�strate hombres, recu�rdalo, oh transgresores. Yo soy el Se�or, y no hay nadie m�s, no hay dios fuera de m� �. Bajo esa dispensaci�n, en Babilonia, como en Jerusal�n, los creyentes viv�an de acuerdo con la palabra.

III. Intentaremos DAR ALGUNAS CUENTAS DE SU MANERA DE MANTENER EL TESTIMONIO ESTABLECIDO , que recibieron, creyeron y mantuvieron firme. Los testigos, al mantener su testimonio para el honor del Dios de Israel, se comportaron:

1. Con discreci�n. Nabucodonosor, en su altivez e intolerancia, a�adi� rudeza e insolencia a la idolatr�a, y desafi� imp�amente el poder del Dios de Israel: "�Qui�n es ese Dios que te librar� de mis manos?" Los testigos, sin embargo, no lo llaman tirano, ni id�latra, ni opresor, aunque, de hecho, �l era los tres. Al contrario, se expresan con discreci�n y dulzura: "�Oh, Nabucodonosor!" "�Oh rey!" En su lenguaje no dan motivo para irritaci�n, ni ante ning�n tribunal, ni para acusarlos de despreciar el dominio.

2. Con serenidad y presencia de �nimo. Ni la ira ni el miedo los turbaron. La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, rein� en sus corazones. La causa en la que aparecieron no necesit� la ira del hombre para apoyarla; y el temor de Dios, que es un principio tranquilo y sereno, fortaleci� sus mentes contra el temor del hombre.

3. Con confianza en el fresco vivo, como Dios y su Dios. Lejos de avergonzarse de �l y del testimonio que hab�a establecido en Israel, reconocen en ellos su correcci�n y su inter�s en �l, ante una numerosa y espl�ndida convocaci�n de sus enemigos. Si su reconocimiento es jactancia, es jactancia en el Se�or, que es un ejercicio de fe.

4. Con firmeza. Esto fue permanecer firmes en la fe y renunciar a s� mismos como hombres.

5. Con rectitud. Nada torcido, ni perverso, ni enga�oso, aparece en su conducta. Si hubieran consultado de carne y hueso, se podr�an haber sugerido razones para paliar alguna desviaci�n de la integridad. Pero la carne y la sangre no fueron consultadas. Los testigos eran verdaderamente israelitas, en cuya conducta no hab�a enga�o.

Lecciones:

1. El comportamiento mezquino y cruel del poderoso potentado, que proyect� y autoriz� las criminales solemnidades de ese memorable d�a. La venganza brillaba en sus ojos, con una fiereza que se asemejaba a la dama de su horno. Esto fue poco masculino, imprudente, imp�o, imp�o: "Dejad del hombre, cuyo aliento est� en su nariz".

2. Observe la violencia de la superstici�n armada con poder. Nada lo satisfar� sino la conciencia o la vida de hombres rectos y santos. Uno habr�a pensado que el rey y la corte de Babilonia podr�an haber estado satisfechos con la reverencia de esa gran asamblea, sin enjuiciar a tres disidentes de una naci�n diferente y una religi�n diferente.

3. Observe las angustiosas alternativas a las que se han reducido los fieles testigos de Dios.

4. Observe la bondad de Dios al apoyar a sus testigos en tales extremos. �Cu�les fueron estos tres testigos? En s� mismos eran d�biles y temerosos como los dem�s hombres. �C�mo se les preserv� del desmayo y de la deshonra, mediante cumplimientos indignos, el testimonio por el que se presentaban? El Se�or estuvo junto a ellos y dijo: �No tem�is, porque yo estoy con vosotros; no desmayes, porque yo soy tu Dios; te fortalecer�, te ayudar�, te sostendr� con la diestra de mi justicia.

"Fortalecidos con todas las fuerzas seg�n Su glorioso poder, por Su Esp�ritu en el hombre interior", se mantuvieron firmes, repelieron la ira del rey y el terror de su horno, y obtuvieron una gloriosa victoria, "El pueblo que sabe su Dios ser� fuerte y har� proezas ".

5. Observe la sabidur�a de contar, antes de que las tentaciones y las pruebas asalten nuestra fe, el costo de mantener firme nuestra profesi�n hasta el final.

6. Observe la naturaleza y eficacia de la fe en Dios:

(1) La naturaleza de la fe en Dios, que es recibir y descansar en la subvenci�n que �l nos da a S� mismo como el Se�or nuestro Dios.

(2) La eficacia de la fe en Dios. La eficacia de este principio es poderosa. A trav�s de ella, los hombres d�biles y t�midos han resistido hasta la sangre, luchando contra el pecado. ( A . Shanks .)

Confianza absoluta en Dios

Aqu� se presenta un caso en el que podr�a haber una alternativa, y se presenta otro caso en el que no podr�a haber alternativa. "Que no." Hay aquello que puede suceder y hay aquello que puede que no suceda. Si nuestro Dios nos librar� o no - y de esto hay una duda - "no serviremos a tus dioses, oh rey", de eso no hay duda. La confianza de los justos en Dios nunca est� fuera de lugar.

Pero esta confianza de los justos debe ser absoluta, de ninguna manera distintiva. Debe ser en Dios mismo, no en Dios haciendo por ellos esto o aquello ". No deben exigirle nada; deben confiar en �l simplemente. Esta es la palabra que nos viene de la historia del horno de fuego. La muerte por quema era un castigo babil�nico. A los m�rtires de Dios a veces se les deja sufrir. La fe en Dios, no en la liberaci�n de Dios, sino en Dios mismo, va m�s all� de todo destino terrenal; llega hasta �l.

Si s�lo podemos ver la forma del "Cuarto", ning�n horno por el que tengamos que pasar seguir� manteniendo su calor. Cerca de nosotros, si nos esforzamos por ser fieles a nuestro Padre y Su amor, podemos ver al mism�simo Hijo de Dios. Hubo uno que dijo, y se lo dijo a todos Sus verdaderos siervos, cualquiera que sea su condici�n, y en cualquier �poca que vivan, �Yo estoy con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

�Si el conocimiento de Aquel que dijo eso s�lo ser� por la misericordia de Dios, nos lo concedi�; si tenemos el poder de comprender el hecho de Cristo y Su salvaci�n; no con la sombra de una fantas�a, sino con un agarre fuerte y real; luego la llanura de Dura, o el horno de fuego, los tranquilos pastos de la vida, o el terreno accidentado, el caminar suelto ileso o el consumir las llamas, habr� un alcance en nuestras almas m�s all� de ellos.

Conociendo a Dios, confiaremos absolutamente en �l. Y luego, en cuanto a los cambios y las contorsiones de esta vida misteriosa, en la que todos debemos asumir, ciertamente nuestra parte accidentada, quiz�s nuestra parte dolorosa, habremos superado la esperanza ansiosa o el miedo enervante. En cuanto a las aflicciones de la vida, en palabras de esperanza podemos decir: ��l nos librar�; pero si no." Inevitablemente, el punto est� abierto, y la confianza de la fe asume, acepta la duda y la traspasa; pero en cuanto a la muerte, y las condiciones m�s all� de la muerte, no hay alternativa para el humilde y sincero creyente en Cristo.

�Qu� dijo, el m�s noble de todos los cristianos, cuando lleg� a los l�mites de este valle y mir� hacia su oscuridad, sabiendo que deb�a pasar inmediatamente a �l? �Qu� dijo? �Ahora estoy listo para que me ofrezcan, y el momento de mi partida se acerca. De ahora en adelante me est� guardada una corona de justicia, que el Se�or, el Juez justo, me dar� en ese d�a �. S t.

Pablo habla aqu� de manera bastante positiva. Admite que no es posible un segundo caso. Aqu� no hay lugar para "pero, si no". Eso puede adaptarse a la vida de nuestra mortalidad. El creyente en Dios est� aqu� seguro de Dios, pero no est� seguro de lo que Dios har� con �l. Dios no se ha comprometido a nada terrenal, excepto a Su amor sobre todo. Dios nos hace a todos semejantes a San Pablo en esto; y la vida puede ser optimista y alegre con nosotros, o incluso templada y tranquila, pero si no, al menos cuando "camine por el valle de sombra de muerte, no temer� mal alguno, porque t� est�s conmigo". La forma del Cuarto estar� all�, y �l no es (como dijo el Rey de Babilonia) �como el Hijo de Dios�, �l es el Hijo de Dios. ( M. Wright, MA .)

Firmeza en la hora de la prueba

Estos jud�os se encontraban en un dilema perfecto. La vida y la muerte se presentan ahora para su elecci�n: la vida con todas sus bendiciones si se conforman, la muerte en todos sus terrores si se niegan a cumplir. Si hubieran consultado con carne y hueso, al formarse su determinaci�n o al enmarcar su respuesta, qu� multitud de argumentos convincentes y plausibles podr�an haberse encontrado para justificar su cumplimiento.

No estaban obligados a renunciar al Dios a quien hab�an estado dedicados hasta entonces, a conjurar Su nombre, a abandonar Su adoraci�n y a profesar al dios de Nabucodonosor como el �nico Dios vivo y verdadero. No se requer�a tal profesi�n; Todo lo que era necesario era un acto externo de homenaje, que podr�a haberse hecho con un rechazo secreto de la imagen como un dios, y una protesta mental ante los ojos del cielo de que todav�a no pose�an a nadie m�s que al Dios de sus padres, y adoraban nadie m�s que el invisible Jehov�.

Pero estos hombres, por una negativa previa, ya hab�an levantado su testimonio contra la idolatr�a de la que hab�an sido testigos; y su obediencia ahora, despu�s de tal testimonio, no pod�a ser considerada de otra manera que como un acto involuntario de constre�imiento, en el cual su sentimiento de constre�imiento destru�a su culpa. Naturalmente, una multitud de consideraciones deben haberse sugerido para paliar el crimen.

Pero no se dio ninguna se�al de retractaci�n, no apareci� ning�n signo de indecisi�n. Se dirigieron al rey en t�rminos tranquilos pero intransigentes. El principio que movi� a estos j�venes fue una consideraci�n escrupulosa de la voluntad de Dios y una confianza profundamente arraigada en su poder y promesas. La idolatr�a era un pecado prohibido y denunciado por Dios como una derogaci�n del honor que se deb�a a Su nombre. Desafiando el castigo que los amenazaba, resolvieron adherirse al simple cumplimiento del deber, desde�ando los subterfugios que sugerir�a la carnalidad.

La aplicaci�n de esta historia est� lejos de ser remota. De hecho, es muy poco probable que alguno de ustedes sea colocado en circunstancias tan cr�ticas. Pero pueden ser sujetos de dictados tir�nicos de otra parte, incluso de ese mundo en el que moran, y de esos maestros que moran dentro de ustedes: sus concupiscencias, sus apetitos, sus pasiones. A menudo se puede presentar la tentaci�n para hacer que se desv�e del camino de la rectitud.

Puede encontrarse con muchos que ridiculizar�n su fe, y m�s que ridiculizar�n su pr�ctica, si eso est� en estricta conformidad con la fe que profesa. Pero no necesitamos tanto advertirles contra los dem�s como advertirles contra ustedes mismos. Hay tiranos dentro que te obligar�an a hacerles reverencia. El dinero, los placeres sensuales, las vanidades, etc. , todos tienen algo dentro de ti a lo que apelan. ( J. Glason. )

Coraje en la mejor de las causas

�ste es uno de los ejemplos m�s admirables de fortaleza y magnanimidad. El comportamiento de estos hombres fue a la vez respetuoso y sin encogerse, libre de cualquier cosa que se acercara a una reprimenda o expresi�n de resentimiento, pero al mismo tiempo completamente libre de miedo. Cu�n admirablemente armoniza su respuesta con las instrucciones de nuestro Se�or a sus disc�pulos: �Cuando se�is llevados ante reyes y gobernantes.

... os ser� dado a la misma hora en que deb�is hablar �. Cu�ntos y cu�n gloriosos han sido los triunfos que este principio divino de una fe consciente en la gracia y la providencia de Dios, en todos los tiempos y pa�ses, ha permitido que su pueblo, por d�bil que sea en s� mismo, logre. En el ejemplo que tenemos ante nosotros, inspir� a los j�venes jud�os con una libertad de ansiedad perfectamente sublime. �C�mo su magn�nima respuesta enrojece esa profesi�n de religi�n tibia y pusil�nime con la que muchos de nosotros estamos contentos, que rechaza el sacrificio m�s trivial o la abnegaci�n en el servicio de Dios, y se asusta incluso ante la sombra del peligro? No corremos peligro de ser llamados a resistir hasta la sangre, luchando contra el pecado.

Nuestro peligro actual se encuentra en la direcci�n opuesta, de ser completamente dominados por la facilidad y el afeminamiento del refinamiento moderno, en el riesgo de ser absorbidos por la pereza espiritual y la autocomplacencia. Nuestro peligro surge principalmente de dentro, de esa codicia que es idolatr�a. Cuando se le llama a pasar por pruebas de fuego, el cristiano recto puede, con la m�s absoluta confianza, buscar la protecci�n y el apoyo especiales de su Se�or. En cada tentaci�n, por feroz o terrible que sea, �l abrir� una puerta de escape o nos dar� la gracia para soportar la prueba. Ning�n fuego tan intenso como para vencer su amor. ( WF Vance, MA )

Escrupulosidad

�En qu� posici�n tan dif�cil se colocaron estos tres j�venes! No jugaron con sus conciencias. Compare su comportamiento con el esp�ritu complaciente mostrado por Naam�n el sirio. Las personas que, por lo tanto, son s�lo medio conscientes, son muy propensas a mostrar este esp�ritu complaciente siempre que se relacionen con personas que son totalmente irreligiosas. En los diversos asuntos de la vida diaria, los concienzudos, los semiconscientes y los inconscientes, a menudo se ven obligados a tratar entre s�.

Es contrario al sentido com�n, as� como a toda modestia cristiana, que el cristiano a veces y en lugares no sea llamado por la diferencia de principio entre �l y alg�n otro que s�lo es cristiano de nombre; pero parece ser el deber de todos los cristianos, cuando se mezclan en los asuntos de este mundo con los imp�os, estar listos para dar testimonio de la verdad, siempre que las circunstancias requieran tal testimonio.

Un esp�ritu complaciente puede ser pecaminoso. Si tuvi�ramos m�s reverencia por la conciencia, consider�ndola nada menos que el mismo Dios habl�ndonos, no deber�amos estar buscando ansiosamente hasta d�nde podr�amos llegar sin pecado, haciendo que la conciencia cediera el paso a nuestra conveniencia. ( W. H . Nanken, MA .)

El horno ardiente

Los tres j�venes, Hanan�as, Misael y Azar�as, a quienes el rey de Babilonia llam� Sadrac, Mesac y Abed-nego, no fueron al horno de fuego con la profec�a de que ser�an preservados, como lo hizo David cuando avanz� contra Goliat. David declar�: "Hoy el Se�or te entregar� en mi mano". Los tres hebreos de Babilonia no ten�an tal perspectiva que les ofrec�a. Fueron al horno de fuego sin ninguna garant�a de liberaci�n.

Su valor de fe fue mayor que el de David en el caso aludido. La fe de estos tres se pone de manifiesto cuando consideramos que el horno de fuego era una realidad en perspectiva para ellos. Si Dios les hubiera revelado que no deb�an ser tocados por las llamas, su fe habr�a descansado en Su palabra de liberaci�n; pero ahora descansaba en su car�cter de sabidur�a, verdad y amor.

Era una fe m�s elevada y grandiosa que la mera fe en una liberaci�n especial prometida. Era una confianza plena e impl�cita en que Dios har�a lo mejor y nunca abandonar�a a Sus propios siervos. Por lo tanto, no es en el milagro que encontramos hoy nuestra lecci�n. Tal vez nunca m�s se vuelva a realizar un milagro as�. Hombres tan verdaderos y santos como Sadrac, Mesac y Abed-nego no se han salvado milagrosamente de la tortura f�sica y la muerte, y ning�n santo de Dios tiene derecho a esperar tal intervenci�n.

Nuestra lecci�n es m�s profunda que esto. La exclamaci�n de los tres no fue "El Se�or nos librar� de la fuerza del fuego", sino "El Se�or puede librarnos del fuego". Y aqu� hay una gran diferencia. Aqu� est� impl�cito un conocimiento espiritual del car�cter de Dios como el Dios de su pueblo, porque la oraci�n impl�cita es: "Y el que pueda as�, har� por nosotros lo mejor"; y que esta es la frase impl�cita que conocemos por lo que sigue: �y �l nos librar� de tu mano, oh rey.

�Se les asegura que Dios les dar� la liberaci�n de la ira del rey, aunque puede ser sac�ndolos del cuerpo. Hay una grandiosa y eterna liberaci�n ante ellos. La lecci�n, entonces, que debemos aprender leg�timamente de estos h�roes de la fe es la de no preocuparnos por los Nabucodonosor y los hornos de fuego que est�n en nuestro camino, y eso no porque ser�n quitados, sino porque el Dios Omnipotente, nuestro Dios. , est� dirigiendo todo, y nos dar� la gran liberaci�n.

En nuestra baja visi�n de las cosas, nos sentimos tentados a decir: �Vaya, esto es muy insatisfactorio; aqu� no hay aliento. Ser�a mucho mejor si nos llegara la promesa de que el fuego no nos quemar�, que no sufriremos dolores ni dificultades y que todo ser� f�cil ante nosotros. �Por qu� Dios no puede hacer esto? " Bien, ciertamente �l podr�a, en lo que respecta a la habilidad, pero �qu� ser�a de Su amor entonces, porque ciertamente es cierto que a quien el Padre ama, �l disciplina?

1. El primer punto, entonces, en nuestra lecci�n de los tres hebreos es tener fe en Dios como nuestro Dios. Hay una extra�a comprensi�n err�nea de la fe, la fe cristiana, en algunas mentes. Parece que lo consideran una confianza ciega en que suceder�n ciertas cosas. Solo ponga su mente en un evento y est� perfectamente seguro de que vendr�, y vendr�. No hay ni una pizca de fe cristiana en tal presunci�n, sino el enemigo y el obst�culo mismo de la fe.

La fe cristiana es fe en Dios, Su car�cter, Su voluntad, Sus promesas, como se revela en Jesucristo Su Hijo. La fe cristiana tiene a Dios como objeto y seguridad. Mantiene todas las cosas sujetas a Su sant�sima voluntad, y sabe que todas las cosas est�n dirigidas por esa voluntad para el bien del alma. No intenta marcar el rumbo de Dios, pero est� satisfecho con ese rumbo, cualquiera que sea.

Le pide a Dios dones especiales, pero desea la sabidur�a infinita de Dios para decidir sobre el dar, porque una fe verdadera reconoce humildemente la miop�a humana y sabe bien que el deseo humano puede ser muy perjudicial si se concede. Aqu� est� la diferencia radical entre el creyente y el mundo. �l est� en comuni�n con Dios, y la gracia de Dios es su consuelo y defensa, mientras que el mundo se resiste a la gracia y no tiene una promesa divina ni una experiencia celestial en la que descansar.

2. El segundo punto de nuestra lecci�n de los tres hebreos es que la fe implica servicio. �Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos�, es la exclamaci�n de los tres h�roes. Esto deja de lado por completo una fe especulativa, que es la fe com�n de tantos a los que se les llama cristianos. La ortodoxia en opini�n no es fe. Debe haber una acci�n correspondiente al credo. As� como no puede haber una fe verdadera sin un servicio activo, tampoco puede haber seguridad de fe.

El cristiano que perezosamente no se ocupa de nada m�s que de su comodidad terrenal presente, nunca mirar� los hornos de fuego con compostura. Ahora, el servicio del Se�or es el uso de los medios divinos de gracia para nosotros y para los dem�s. Su gracia est� obrando en nuestra tierra para Su gran prop�sito de salvaci�n, y �l nos elige para ser Sus colaboradores. El campo es el coraz�n humano, nuestro coraz�n y el coraz�n de los dem�s.

Como siervos de Dios, nos ocuparemos de esta obra asignada con seriedad. Es de esta manera que nuestra fe crecer� en proporciones de poder vencedor que no temer�n a Nabucodonosor ni a su horno de fuego. Sin ese servicio, no podemos expresar tal crecimiento. La salvaci�n no viene de fuera y por arte de magia. Es por una vida que tiene la fe como motor. Los tres hebreos simplemente estaban actuando con su vida de fe cuando se negaron a inclinarse ante el �dolo del rey. Era la operaci�n natural de una vida piadosa.

Sirvieron al Se�or. Esa era la posici�n de su alma. Vivieron de acuerdo con ese servicio. �La cosa es perfectamente clara. Toda nuestra vida nos dirige. No adoraremos tu �dolo, y el horno de fuego ardiendo no es un argumento ". As� es como un alma al servicio del Se�or siempre responder� a una invitaci�n a pecar, incluso cuando la acompa�e una amenaza. La raz�n por la que tantos cristianos ceden es porque no sirven a Dios. Llevan el nombre de Cristo y se sirven a s� mismos y al mundo. No tienen valor porque no tienen fe.

3. El tercer punto de nuestra lecci�n de los tres hebreos es que el servicio de Dios va en contra de los requisitos del mundo. Por tanto, debe haber una colisi�n. Un hombre que sirva a Dios chocar� con el mundo. Nabucodonosor no era m�s que un esp�cimen del mundo. El mundo insistir� en alguna forma de idolatr�a de todos, y amenazar� con el horno de fuego por desobediencia. El mundo odia a Dios y no reconocer� sus demandas exclusivas.

Las costumbres pol�ticas, comerciales y sociales ejercer�n una presi�n tir�nica sobre el alma, y ??el cristiano en nombre de su Dios tendr� que resistir. El horno de fuego tiene diferentes formas. Cuanto m�s resuelto es, m�s ira tiene el mundo y m�s caliente har� el fuego. Entonces es la oportunidad para que el cristiano triunfe en su fe y pruebe la gloria de su posici�n como con Dios.

El enga�o, la infracci�n del s�bado, la impureza, el fraude, la mentira, la intriga, a los que las costumbres de la �poca atraen al cristiano, son todas formas de idolatr�a, porque son rebeliones contra Dios en pos de los dioses de la codicia, la ambici�n o la carnalidad. Ahora, no hay otro tratamiento de estos por parte de la resistencia piadosa, sino positiva, abierta e intransigente, a cualquier costo. Entonces, la �nica posici�n del cristiano que estar�a en paz con Dios y consigo mismo es la posici�n de los tres hebreos: la posici�n de la fe.

All� est� afligido sin dudas, ansiedades ni remordimientos. �l sabe que Dios estar� con �l, incluso si es un valle de sombra de muerte el que debe atravesar. Encontrar� el consuelo inefable de la presencia divina y sentir� a cada paso la mano fuerte de su Dios. No echar� de menos a los amigos terrenales en una compa��a tan exaltada. En contraste con este creyente firme, est� el que teme la oposici�n del mundo y se esfuerza por calmarla y someterla.

Esto siempre se hace entregando a Dios por el mundo. Este cristiano es el m�s miserable de todos los hombres. Se pone peor que el horno de fuego en las torturas de su conciencia, en su incapacidad para hacer nada satisfactorio del mundo, en su propio desprecio por s� mismo y en su perspectiva l�gubre y vac�a. ( H. Crosby. )

El horno ardiente

Fue en el a�o dieciocho de Nabucodonosor, seg�n la Septuaginta, que coloc� esta imagen de oro en la llanura de Dura. Si esa fecha es correcta (y no parece haber raz�n para desacreditarla), se hizo para celebrar la reciente destrucci�n de Jerusal�n y el sometimiento de varios enemigos de Babilonia desde la India a Etiop�a.

I. T HE SECRETA DE LEALTAD es una confianza sencilla y sin molestias en Dios. Por supuesto, no puede haber lealtad sin fe; ninguno para el hombre, ninguno para Dios. Lo que nos impresiona en el caso de estos j�venes hebreos es que su confianza fue tan serena. Y ahora, cuando se les impone la presi�n del mandato del rey, no se toman desprevenidos; no se sienten abrumados por la sorpresa o la consternaci�n.

Conf�an en Dios. Creen en su palabra. Pero el brazo en el que se apoyaban era omnipotente. La sabidur�a a la que confiaron su camino fue ilimitada. Jehov� los cuid�. Los hab�a guardado; Los mantendr�a en el futuro. El verdadero coraje es el m�s tranquilo. Pedro y Juan miraron los rostros del Sanedr�n y les plantearon simplemente la pregunta: �Si es justo escuchar a vosotros m�s que a Dios, juzgad.

Pablo, procesado ante los reyes romanos y los gobernadores hebreos, se aparta de su propia defensa por una queja t�cnica, para entregar el mensaje que su maestro le hab�a acusado. Una fidelidad as� basada est� preparada para cualquier emergencia. No es una tensi�n; es solo una confianza. No entra en actos heroicos; es inconsciente que es heroico. Durante el tiempo de la guerra civil, se habl� mucho sobre la extraordinaria valent�a del almirante Farragut al hacerse amarrar al m�stil mientras pasaba los fuertes bajo fuego en Mobile.

En respuesta a una persona que pregunt� al respecto despu�s, dijo: �No puedo entender por qu� le dan tanta importancia a mi subida al techo principal. No fue nada especial lo que hice en Mobile, y no me amarraron all� en absoluto. Al entrar en acci�n, o en cualquier momento de peligro, siempre sub�a all�, porque sent�a que era mi deber estar donde pudiera pasar por alto todo en persona, y ser visto por todos los hombres, y darles un ejemplo de compartir. sus riesgos ". El verdadero coraje no promete, ni toma postura, ni explica. Contin�a silenciosamente y act�a. No le importa responder.

II. T PRUEBAS SE de lealtad se permite de Dios. Tampoco es una contradicci�n a la constancia de su cuidado por su pueblo que sea as�. El Se�or puede hacer mejor por los suyos que protegerlos de todas las dificultades. Incluso sus dones y gracias espirituales merecen algo mejor en sus manos que un refugio. Piden cultivo, oportunidad de desarrollo, privilegio de crecimiento.

La protecci�n contra el mal deja de ser una bondad m�s all� de cierto punto. Es m�s fortalecerse que abrigarse. Los �rboles que crecen siempre en el bosque, protegidos de la fuerza de los vientos, nunca obligados a luchar contra la tormenta, crecen hacia la luz, pero no extienden sus ramas sobre la tierra ni sus ra�ces abajo. Si la barrera por la que uno de ellos ha sido protegido de los vientos fuera quitada de repente, la primera r�faga de la tempestad la derribar�a.

No est� reforzado contra �l. Se mantiene firme, no porque sea fuerte, sino porque tiene soporte. Pero en la ladera de la monta�a crece el roble o el cedro. Desde un �rbol joven, la brisa ha jugado con �l, y se ha unido pero resistido. E igualmente, �qu� poder de disciplina, qu� oportunidad de valent�a, de qu� desarrollo de fuerza se ver�an privados la iglesia y el cristiano de hoy, si, mediante pruebas m�s delicadas pero no menos minuciosas, su lealtad no fuera puesta continuamente en peligro? prueba.

III. T HE SOPORTE DE LEALTAD se prometi� y asegur�. "Como tus d�as, as� ser�n tus fuerzas". "Te bastar� mi fuerza". "Ciertamente estar� contigo."

IV. T HE reivindicaci�n de Loyality ES CIERTO . ( Sermones del club de los lunes ).

El horno ardiente ardiente y su lecci�n

Las estrellas son visibles en la oscuridad y los h�roes se ven en persecuci�n y problemas. Si estos hombres hubieran permanecido siempre en medio de la paz y la tranquilidad de Cana�n, podr�an haber perecido sin dejar ni siquiera sus nombres en las p�ginas de la historia. Este no es un caso singular y aislado. Toda la historia, secular o sagrada, est� llena de ellos. La oscuridad antediluviana hizo brillar a Noah. La esclavitud egipcia hizo brillar a Mois�s.

El catolicismo romano hizo brillar a Lutero. La oscuridad nacional de Inglaterra hizo brillar a Cromwell. La principal gloria del hombre es la obediencia a Dios. Todo lector encuentra un encanto en el cautiverio babil�nico. Hay algo que cautiva y deleita el alma del hombre y tiene una poderosa influencia en su vida. La sabidur�a, la riqueza, la autoridad, la esclavitud y la idolatr�a que se amontonan unas sobre otras en la narraci�n con su luz y su sombra, pueden ser borradas de la p�gina, pero el poder permanece que mueve el pecho del hombre.

Toma ese �nico secreto, y todas las cosas augustas y deslumbrantes se ver�n desprovistas de su encanto y poder. Somos parte de la sabidur�a del mago y la riqueza del rey; pero mantenemos con tenacidad la confianza inquebrantable de Sadrac, Mesac y Abed-nego. Pasamos por alto todo lo dem�s y nos aferramos a esto, porque es la principal gloria del hombre y su bien m�s duradero. El arte imponente del mago, la previsi�n del astr�logo, el dicho f�cil del adivino, pueden ser grandiosos; pero ese poder que poseen estos tres cautivos, que les permite desafiar al rey y vivir para Dios, es mucho m�s glorioso.

La riqueza del rey solo enriqueci� el cuerpo y dej� el alma tan pobre como antes; durar�a unos pocos a�os y luego desaparecer�a para siempre. Pero la fe de los cautivos enriqueci� al "hombre interior" con una vida y una bienaventuranza que perdurar�a a lo largo de las edades ocultas de la eternidad. La principal gloria del hombre no es la grandeza exterior, sino una firme confianza en Dios; porque es un poder para ayudar en medio de los afanes de la vida, en medio de la experiencia de la muerte y las posibilidades desconocidas del futuro.

Esto ha sido verificado por toda la historia y la experiencia. El palacio del fara�n est� adornado con todas las artes y la magnificencia de la tierra. Ovejas y bueyes, ma�z y vino, poder y abundancia est�n por todos lados. Todo lo que uno pueda desear para hacer la vida alegre y alegre est� cerca. Un sinn�mero de sirvientes y soldados esperan cumplir sus �rdenes. Pero no anhelamos ninguna de esas cosas; pasamos por alto todos ellos como sin valor. Anhelamos el esp�ritu y la fe del esclavo Jos�. Porque la humilde obediencia del esclavo, y no la grandeza exterior del rey, es la principal gloria del hombre.

1. El valor de esta fe se ve en que dio a los cautivos audacia para expresar sus convicciones.

2. El valor de esta fe se ve en que prepar� a los cautivos para la adversidad y el sufrimiento.

3. El valor de esta fe se ve en que asegur� a los cautivos una noble victoria. Dios estuvo al lado de sus siervos, desconcert� a sus oponentes y les dio una gloriosa victoria. Los enemigos de Dios pueden parecer vencedores al principio, pero Jehov� solo retras� la victoria de su pueblo para que, cuando llegara, fuera m�s notoria y distinguida. Para luchar contra Dios y contra

El pueblo de Dios siempre significa derrota y ruina al final. El fara�n y su ej�rcito fueron enterrados en una tumba de agua mientras persegu�an a los israelitas. ( J . Hubbard .)

El horno ardiente

Sadrac , Mesac y Abed-nego eran hombres �ntegros contra los cuales nadie pod�a acusar a nadie sino en los asuntos de su Dios. Pero �nicamente por su adhesi�n a la causa divina, fueron arrojados al horno de fuego ardiente.

1. Con esto podemos recordarle lo que es importante tener en cuenta en todos los matices, para que, para la adhesi�n a Dios, estemos expuestos a grandes dificultades y peligros. Al principio se predijo que "habr�a enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer", y ninguna predicci�n se ha cumplido de manera m�s sorprendente. Los nacidos seg�n la carne siempre han perseguido a los nacidos seg�n el Esp�ritu. �Qu� injurias se le han hecho as� a la iglesia!

2. Aunque estos j�venes estaban amenazados por el peligro, aunque todo lo que les era querido estaba en peligro, sin embargo, se adhirieron abiertamente a Dios. No fingieron una excusa para ausentarse de la dedicaci�n. No se contentaron con adherirse a Dios en su coraz�n, mientras se postraban ante el �dolo con sus cuerpos. Al ser acusados, no hab�an recurrido a ning�n disfraz enga�oso o ambig�edad sutil.

Y, aunque todo lo que se parezca a la ostentaci�n debe evitarse como pecado, debemos escuchar abiertamente nuestro testimonio de Dios, independientemente de las dificultades que podamos encontrar. No es suficiente que deseemos el bien a la causa de Dios en nuestro coraz�n, no es suficiente que deseemos y oremos por su triunfo, no es suficiente que le demos ayuda secreta, mientras permanecemos abiertamente entre sus enemigos. . Cuando alguien reconoce que una causa es buena y se opone a confesar su apego, por el odio en que puede incurrir o el peligro al que puede estar expuesto, es una prueba inequ�voca de que el miedo y el favor del hombre tienen m�s valor. efecto sobre sus mentes que el temor y el favor de Dios. Cristo no se avergonz� de reconocernos p�blicamente. Dios y los �ngeles, los hombres y los demonios, lo vieron p�blicamente morir por nosotros en la cruz.

3. Su adhesi�n a Dios no solo fue abierta, tambi�n fue resuelta. Nada como vacilaci�n o suspenso aparece en su conducta. Sus mentes parecen tan resueltas como si todos los incentivos hubieran sido de gran ayuda por parte del deber, tan resueltas como si la adhesi�n a Dios hubiera sido el camino de avance, en lugar de conducir, como lo hizo, a un ardiente �Sea sabido por ti, Oh rey, que no sirvamos a tus dioses ni adoremos la imagen de oro que has erigido.

�Debemos tener cuidado con todo como detenernos, vacilar y vacilar. En las Escrituras se habla de un estado de �nimo vacilante, vacilante e indeciso en el lenguaje del desprecio. �Por qu� os detuvisteis entre dos opiniones? si Jehov� es Dios, entonces el�jalo a �l; pero si Baal es Dios, entonces el�gelo.

4. La adhesi�n de Sadrac, Mesac y Abed-nego a Dios fue firme. Muchos son audaces cuando el peligro est� lejos, y se desmayan cuando se acerca la hora de la prueba. Pero estos j�venes eran firmes e inamovibles. No solo declararon su resoluci�n de sufrir todo, sino que de hecho se sometieron a ser arrojados al horno cuando se calent� siete veces. �S� fiel hasta la muerte, y te dar� la corona de la vida.

�Mucho depende de la firmeza de los soldados en el d�a de la batalla: el problema del conflicto y el destino de su pa�s. Adherirse abierta, decidida y firmemente a la causa de la gloria de Dios, a pesar de todas las pruebas y dificultades, no es un asunto f�cil. Aquellos que son llamados a tal trabajo har�an bien en calcular el costo y considerar sus habilidades. Es solo Dios quien puede ense�ar las manos para esta guerra y los dedos para esta lucha.

Y �l ha prometido hacerlo. �No ha dicho �l: �No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios. Te fortalecer�, s�, te ayudar�, s�, te sustentar� con la diestra de mi justicia. B�state mi gracia, y mi fuerza se perfeccionar� en tu debilidad �. Estas promesas se cumplieron, en el caso de sus tres testigos, en los llanos de Dura.

Cuando los llam� a un trabajo m�s que ordinario, les proporcion� m�s fuerza que la ordinaria. Dios no solo apoy� a sus tres siervos bajo la prueba a la que fueron expuestos; �l, a su debido tiempo, los entreg�. Esta liberaci�n fue milagrosa en muchos aspectos y, en la medida en que este fue el caso, no podemos esperar que se haga tal interposici�n en nuestro favor. Pero la forma de su liberaci�n fue en muchos aspectos similar al m�todo ordinario de Dios de intervenir por su iglesia y su pueblo.

(1) Esta liberaci�n fue oportuna. Tuvo lugar en el mejor momento. En el ejercicio de la sabidur�a infinita, Jehov� discierne y aprovecha los momentos cr�ticos y, aunque su pueblo pueda pensar que �l tardar� en venir, nunca llegar� demasiado tarde.

(2) Esta liberaci�n fue de tal naturaleza que no podr�a haber sido concebida de antemano. Y la manera en que Dios entrega a su iglesia y a su pueblo es, en general, completamente diferente de lo que cualquiera podr�a haber concebido de antemano.

(3) La liberaci�n de estos tres ni�os tuvo lugar inmediatamente despu�s de que su confianza en Dios y su sumisi�n a su voluntad hubieran sido completamente probadas. Se ponen en la mano de Dios.

(4) Esta fue una liberaci�n semejante a la de Dios. Se mostr� a s� mismo como obra de Dios. Todo el poder y el ingenio del universo creado no podr�an haber salvado a estos j�venes despu�s de haber estado tanto tiempo en ese terrible horno. Aunque no se les hab�a concedido ninguna manifestaci�n visible de la Deidad, el hecho de su conservaci�n en el fuego habr�a demostrado que los brazos del Dios Todopoderoso los rodeaban. Todas las liberaciones puras y santas provienen de Dios, y generalmente llevan sobre ellas la huella de Su mano. El libertador de los tres hijos fue uno en la forma del Hijo de Dios.

(5) Su liberaci�n, por lo tanto, vino de un Dios 'en Cristo. Y todas las liberaciones de los santos provienen de un Dios en alianza, y vienen a trav�s de la segunda persona en la adorable Trinidad. �l no es solo el Salvador del alma, tambi�n es "el Salvador de Israel, y su ayuda en el tiempo de angustia".

(6) Al liberar a sus testigos del horno, Dios justific� su conducta. Mostr� que al negarse a obedecer a Nabucodonosor, hab�an hecho lo que �l aprob�. �Cu�n grandemente los honr� en medio de sus enemigos, cuando de esta manera los reconoci� visiblemente como Sus amigos, y alter� las mismas leyes de la creaci�n a causa de ellos! Y al liberar a los que hab�an sufrido por Su causa, Dios generalmente reivindica su testimonio y honra sus nombres.

(7) En resumen, esta fue una liberaci�n muy maravillosa. Proporcion� una demostraci�n notable del poder, la sabidur�a y la bondad amorosa del Se�or. "Esta es la obra del Se�or, y maravillosa a nuestros ojos". Y en las mayores obras de liberaci�n de Dios, hay en general algo tan sobrehumano, algo tan parecido a Dios, que llena de admiraci�n a todo observador serio. �Qu� cosas maravillosas ha hecho a favor de su pueblo! �Cu�n bienaventurado es ese pueblo cuyo Dios es el Se�or! �l puede llevarlos a trav�s del fuego y del agua al lugar rico ". Y har� las peores y m�s severas dispensaciones que les sobrevengan, para promover el honor de sus nombres y el bienestar eterno de sus almas. ( William White .)

Los tres hebreos en el horno

�No soy un hip�crita. No hago profesi�n de religi�n �, es decir, te jactas de tu enemistad abierta y constante hacia Dios. Esto no es lo peor. Esta impiedad de conversaci�n, que escuchamos todos los d�as, si es que significa algo, insin�a, por supuesto, que una profesi�n de religi�n nunca se puede hacer con sinceridad, que no existe la verdadera piedad; y demuestra que las personas que hablan as� son, no s�lo pecadores en sus vidas, sino infieles en sus corazones.

Ojal� estos c�nicos estudiaran la narrativa que tenemos ante nosotros. Se dice que nadie puede comerse la presencia de esa estatua incomparable, el Apolo Belvidere, sin erguirse instintivamente, sin sentir que su propia forma se dilata y se vuelve m�s alta y noble a la vez; y hay que tener l�stima del hombre que puede contemplar la grandeza moral de estos j�venes h�roes sin ser consciente de no s� qu� elevaci�n de coraz�n y prop�sito. Un alma verdadera se alejar� del historial de tan imp�vida lealtad a Dios y la conciencia con un nuevo traje de fe y esperanza.

I. Al desarrollar las lecciones del texto, comencemos con LA NARRATIVA , analicemos este pasaje en la historia de nuestra raza. Y, primero, �qui�n puede mirar la escena aqu� retratada sin sonrojarse por la degeneraci�n y corrupci�n de nuestra raza? El espect�culo presenta un panorama brillante. La ma�ana es luminosa, y el sol de oriente enciende un resplandor en todas las llanuras de Dura, sus rayos se reflejan en la plata y el oro y los diamantes, en los que se encuentran pr�ncipes, s�trapas, pares, toda la aristocracia enjoyada de esa magn�fica corte. arreglado.

En lo alto de un trono de estado real, hermoso con pompa y esplendor b�rbaros, se sienta el monarca caldeo. Y desde el centro de este desfile oriental e imponente, se eleva, resplandeciente y deslumbrante, la imagen colosal, el centro de atenci�n de todos los ojos, atrayendo la admiraci�n y el homenaje de esa multitud incontable. El espect�culo es grandioso; pero �qu� exhibici�n de la naturaleza humana! Por todos lados contemplo la tierra alfombrada con el verde m�s suave, esmaltada con una exuberante exuberancia de flores abigarradas y fragantes.

Fuentes frescas brotan de las arboledas y arroyos transparentes murmuran a trav�s del valle. Respiro olores deliciosos. Me refrescan los c�firos m�s b�lsamos. El cielo y la tierra se regocijan en su hermosura. De la naturaleza me dirijo al hombre, �y qu� encuentro? Recuerde, aqu� no hay turba de ignorantes y brutales, sino el monarca y sus patricios: toda la sabidur�a, el refinamiento y el honor acumulados del imperio.

�Qu� vemos desplegado de manera abierta y arrogante en todos ellos? La idolatr�a, la hostilidad a Dios, el ego�smo, la crueldad, la malicia m�s vengativa. En este innumerable anfitri�n, qu� diversidad de talento, gusto y car�cter; pero esas abominables pasiones reinan en cada seno. Y esta depravaci�n fluye de una fuente inagotable en el coraz�n humano. En toda esta multitud aqu� hay solo tres hombres que adoran al Dios verdadero, �y qu� han hecho? �a qui�n han herido? Es una simple burla hablar de libertad si la mente y la conciencia no son libres.

Las personas, los bienes, las vidas de sus s�bditos est�n a disposici�n absoluta del aut�crata caldeo. Sin embargo, esto no es suficiente. Su mandato imperial controlar� su religi�n, encadenar� sus almas. Los fines del gobierno son temporales, no espirituales. El Salvador pose�a omnipotencia, pero no la us� para imponer Su religi�n con medidas que no ten�an relaci�n con la verdad de Su doctrina. �l dijo: "Todo el poder en el cielo y en la tierra me es dado; ve y ense�a a todas las naciones".

II. T HE DE CONDUCTA estos hebreos , y el ejemplo, que Dios aqu� se propone de esa constancia y decisi�n de car�cter, sin la cual no podemos ni ser fiel a la verdad, a Jes�s, ni a nosotros mismos. La decisi�n de car�cter no debe confundirse nunca con la obstinaci�n. Firmeza templada con mansedumbre, esto es lo que necesitamos, si queremos ser verdaderos cristianos. Cuanto m�s estudie la conducta del Redentor, m�s admirar� la combinaci�n incomparable de estas virtudes en �l.

No es nada raro encontrarse con personas que se enfadan por la firmeza y la decisi�n; cuando en realidad es mera, pura y franca obstinaci�n que traicionan �una pertinacidad perversa y obstinada� en la que no hay m�s fuerza moral que la que hay en el peso muerto que fija una pesada e inerte masa de roca a la tierra. La otra cualidad, la gentileza, es m�s amable, pero casi nunca est� unida a la energ�a m�s elevada.

There is softness, tenderness, sweetness of disposition; but the character is effeminate. Firmness tempered with gentleness&mdashthis is true decision of character; not the rigid, inexorable, iron hardness of the dead tree, which cannot bend without breaking; nor the weakness of the osier which bends and remains bent; but the innate, elastic vigour of the young oak, which only becomes more erect, and strikes its roots more deeply into the earth, by yielding to every breeze and complying with every pressure.

�Cu�l es el primer elemento en la verdadera decisi�n de car�cter? Es una adhesi�n inflexible y controladora a la voluntad de Dios en todas las cosas y en todo momento. �Cu�l es el siguiente elemento en la verdadera decisi�n de car�cter? Es un esp�ritu armado e intr�pido al enfrentar el peligro, al cumplir con las responsabilidades de nuestra estaci�n. Cu�n propensos somos a rehuir el deber. Estos jud�os eran hombres de un esp�ritu diferente. Al principio, de hecho, nos sentimos tentados a preguntar: �Por qu� vinieron al suelo? Pero, sin mencionar que la cobard�a no podr�a haberles servido de nada, nunca puede servir de nada en la causa de Dios, �era que hombres como ellos tuvieran miedo? �Era este un momento para que los siervos del Alt�simo fueran cobardes? Aqu� no es un asunto menor; una gran alma nunca se preocupar� por peque�os asuntos.

Dios y su gloria est�n a punto de ser ultrajados. El tercer elemento en la decisi�n de car�cter surge de los que se acaban de indicar. Es un desprecio valiente por las consecuencias. En el momento en que empecemos a pensar en la conveniencia, a preguntarnos tr�mulos, �cu�l ser� el efecto sobre nuestro inter�s, posici�n o reputaci�n, si somos fieles? en ese momento nos hemos ido, hemos ca�do. Y toda esta tenacidad de prop�sito es perfectamente tranquila, como la verdadera fuerza siempre es la calma.

Hombres y hermanos, una simple confianza en Dios es el ingrediente m�s esencial de la sublimidad moral del car�cter. Eleva al hombre muy por encima de toda la tierra y lo equipa para soportar cualquier cosa y desafiarlo todo. Si Dios es por �l, �qui�n contra �l? Cu�n indispensables son la energ�a y el coraje para el cristiano, no es necesario que te lo digan. �Ser�as �til? debes decidirte; la piedad no es suficiente; debes tener reputaci�n de piedad.

�No deshonrar�as tu profesi�n? debes decidirte. Pero, ahora, �c�mo puede esta firmeza y fortaleza ser forjada y sostenida en seres tan d�biles e inconstantes? Respondo: Por fe, y solo por fe; de ah� la exhortaci�n: "A�ada a su fe virtud", es decir, valor. La fe es la fuente de la que debe brotar esta gracia imponente y de la cual debe ser alimentada; �Y con qu� invencible coraje, con qu� imp�vido desprecio por el peligro y la muerte, no inspira la simple confianza en Dios a estos j�venes h�roes? Observe la noble singularidad de los hebreos.

Tampoco fue �ste un entusiasmo pasajero, uno de esos impulsos repentinos que pueden apresurar a un esp�ritu generoso a hacer sacrificios heroicos, de los que luego puede arrepentirse. Para que se les d� espacio para reconsiderar su determinaci�n, el rey protesta con ellos; pero son inamovibles.

III. T HE resultado de este fuego de prueba ; e inculque en usted la gran lecci�n que ense�a. La expresi�n �de lo que sol�a ser� muestra que este horno era el lugar de castigo para los criminales; y es probable que su suelo fuera ahora un lecho de las horribles cenizas dejadas por ejecuciones anteriores. Es el m�todo de Dios 'siempre hacer que la malicia de los que persiguen a su pueblo retroceda sobre s� mismos.

�El imp�o es atrapado en la obra de sus propias manos�. �Y qu� es todo esto sino el tipo de un cristiano, cuando se le llama a pasar por el fuego - temblando, tal vez, ante el horno - pero despu�s, con admiraci�n y gratitud adoradoras, exclamando: �Dios m�o, qu� bueno es? para m� que fui afligido? " Esto no es todo. Este horno no solo es una especie de cielo para estos j�venes nobles, sino que vean c�mo glorifican a Dios en este d�a de su visitaci�n.

Testigos que testifican desde la eternidad. Porque el lugar en el que se encuentran no pertenece a esta tierra. Testigos que miran con sublime desprecio al rey y toda la pompa y el equipaje de su poder. Testigos que no se alaban a s� mismos. Un cristiano nunca se arroga ninguna fuerza o m�rito; atribuye toda su salvaci�n, desde el principio hasta el final, a la gracia soberana. Por �ltimo, testigos cuyo testimonio es a la vez y para siempre decisivo.

No es con palabras, ni predicaci�n, ni formas, que debemos honrar a Dios y Su verdad; es por nuestra fidelidad que los hombres pueden ver nuestras buenas obras y glorificar a nuestro Padre que est� en los Cielos �. Lecciones:

1. Y, primero, dejemos que esta narrativa refuerce nuestra fe y constancia. El secreto de la fuerza cristiana es un secreto a voces; es un h�bito de gracia el confiar en Dios en todo momento. El canto de los Tres Santos Ni�os es uno de los Libros Ap�crifos. El hombre que escribi� esa hermosa composici�n, si no se inspir� a s� mismo, ten�a el poder de inspirar a otros. Nada puede ser m�s conmovedor que toda la historia, que les recomiendo.

2. Cu�n amable es la religi�n de Jesucristo. Para el alma fiel, es realmente cierto que "todo el camino al cielo es el cielo". Incluso cuando todo es brillante, cu�n necesaria es esta religi�n para el hombre. Pero, �est� cargando cruces y haciendo sacrificios por Jes�s y su causa? Si no, est�s prefiriendo alg�n �dolo a �l, y �cu�l debe ser el final? ( R. Fuller .)

Versículo 18

Que no serviremos a tus dioses.

Decisi�n cristiana

Sadrac, Mesac y Abed-nego eran tres j�venes muy j�venes, adoradores del Dios verdadero, que viv�an en una tierra pagana. Fueron expuestos a mucha persecuci�n y angustia a causa de su religi�n, pero pudieron actuar con fidelidad y prudencia "en medio de una generaci�n torcida y perversa". La religi�n, cuando es genuina y activa, excitar� inevitablemente el odio o el desprecio del mundo.

El cristiano genuino se ver� obligado a detener el torrente; habr�, debe haber, oposici�n; si �l �fuera del mundo, el mundo amar�a a los suyos; pero como no es del mundo, sino escogido del mundo, por eso el mundo le aborrece �. �Qu� dif�cil, a menudo y doloroso el cumplimiento del deber! �Cu�nta necesidad hay de alg�n ejemplo animador, o de un consejo afectuoso, fiel y sabio, para evitar que tal persona ofenda la conciencia y olvide sus obligaciones para con su bondadoso Salvador! Ser fiel en una familia, en un vecindario en el que casi todos los que nos rodean conspiran para olvidar a Dios, ser sinceros en la religi�n donde nuestros amigos, asociados y conexiones son descuidados e indiferentes, para abandonar el pecado y el mundo. , y la tentaci�n, donde todo nos invita a amarlos y seguirlos, no es tarea f�cil.

S�lo puede realizarse con la ayuda de ese Esp�ritu Santo, que es a la vez consolador y santificador. Nabucodonosor, no satisfecho con sus dioses existentes, orden� a todos sus s�bditos que se postraran y adoraran una nueva imagen que hab�a erigido. De la misma manera, el pecado en sus diversas formas es un �dolo al que el mundo se deleita en servir.
Por naturaleza somos sus esclavos y devotos; y no es hasta que el Esp�ritu nos ha ense�ado a adorar a Dios en verdad ya renunciar a las vanidades del mundo que comenzamos a sentir la carga de este servicio.

Constantemente se presentan nuevos �dolos para confirmar al pecador en su esclavitud y para tentar al verdadero cristiano de su lealtad a Dios. Cualquiera que sea la �ltima mala costumbre, la �ltima nueva forma de pecar, se espera que los hombres la sigan. �Deber�an todos los ricos, los sabios de este mundo, los alegres, los espl�ndidos estar en contra de la religi�n seria? si se a�aden mil nuevos cebos y atractivos para desviarnos de �l; En caso de que surjan peligros y persecuciones insospechados a cada momento en nuestro camino, sin embargo, podemos aprender del ejemplo que tenemos ante nosotros una lecci�n de fe, constancia y confianza en Dios, y ser incitados por el apoyo misericordioso brindado a sus siervos de anta�o. , para entregarnos a �l como un Creador fiel, sabiendo que con la �tentaci�n �l tambi�n abrir� un camino para nuestra evasi�n.

�El cristiano no debe afectar nada que pueda provocar la oposici�n del mundo; si vive santa, justa e indiscutiblemente, como debe hacerlo, y si demuestra en su vida y conduce la fe, la esperanza, la oraci�n de un verdadero disc�pulo de Cristo, la oposici�n surgir� casi inevitablemente sin que �l la busque. Deber�a, en la medida en que est� en �l, si es posible, vivir �en paz con todos los hombres.

�Algunos de los obst�culos m�s poderosos en el camino del cristiano joven son las tentaciones del placer, los mandatos de la autoridad, el temor a la persecuci�n y las solicitudes enga�osas de amistad y bondad. Soy muy consciente de que se puede abusar de este principio. El entusiasmo puede imaginar, y la hipocres�a, una comisi�n divina para los excesos m�s salvajes; y se puede oponer resistencia sobre asuntos muy insignificantes y sin importancia.

Pero el principio existe a pesar de todo. Los principios m�s claros y valiosos corren el riesgo de sufrir abusos. Sab�an que la primera autoridad a la que hay que obedecer es Dios; y que aunque todas las dem�s autoridades deb�an competir con esto, sin embargo, ese era su Maestro, incluso ese Mes�as que apareci� para su apoyo y consuelo caminando en medio de las llamas devoradoras. M�s de un cristiano joven, que podr�a haber desafiado todos los terrores de la persecuci�n abierta, ha cedido a esta tentaci�n y, si no ha arruinado para siempre su alma, al menos ha estropeado su paz actual, y ha puesto en peligro su alma por el bien de esa amistad con el mundo �que es enemistad contra Dios.

�No as� estos heroicos sufridores. Entonces, si valoramos nuestras propias almas, si valoramos las almas de los dem�s, si valoramos la causa de Aquel que merece todo nuestro amor y gratitud, seamos decididos, �firmes, inquebrantables�. Pero recuerde, que la decisi�n cristiana se ejerce con respecto a asuntos de verdadera importancia, y cuando el mandato de Dios es claro y distinto. Entre los simples hombres mundanos, a menudo se exhibe una cierta firmeza de esp�ritu en asuntos de indiferencia, as� como en asuntos de momento.

Una firmeza como �sta es una mera obstinaci�n nativa de car�cter. Al mismo tiempo, en asuntos de actualidad, la decisi�n cristiana se manifiesta con prontitud y perseverancia inquebrantables. Y tal fue el caso en el que estas personas del llano de Dura fueron llamadas a actuar. Se atac� el fundamento mismo de toda religi�n verdadera. Era un caso, por tanto, que demandaba imperiosamente la decisi�n que exhib�an.

Todo lo precioso en principio religioso, as� como todo lo tremendo en sanciones religiosas, requer�a que actuaran como lo hicieron. La verdadera decisi�n cristiana mantiene sus ojos en la ley eterna de Dios. El hombre de verdadera firmeza cristiana no admite ning�n pensamiento de compromiso con el pecado o con el error. La pol�tica del hombre siempre ser� estrecha, a menos que adopte consideraciones extra�das de la eternidad. El que consulta su conveniencia e intereses temporales, que ha sido controlado en un momento por la ley de Dios, y en otro por la voluntad del hombre, aprender� demasiado tarde que ha actuado seg�n un plan para no ser admitido en transacciones con el eterno.

Realmente intenta una tarea dif�cil; el de unir el servicio de Dios y Mammon. �No hay en su comportamiento nada como un compromiso con el pecado y el error? �Son todas las demandas de Cristo recibidas con alegr�a y cumplidas con prontitud? �No hay una combinaci�n del servicio de Dios y el servicio del mundo? ( H. Irwin, BA .)

La elecci�n de los m�s altos

Estas palabras representan el gran desaf�o del coraz�n humano contra el mal destino. Quienes creen en el origen naturalista de la conciencia olvidan que sus mayores logros no se han alineado con el sentimiento popular, sino que lo han desafiado. Han sido victorias de minor�as m�s que de mayor�as. Sin embargo, tal sacrificio nunca ha fallado o puede fallar. Los tres ni�os hebreos son una figura de los h�roes morales del mundo.

No debatieron qu� deber�a hacerse en cuestiones de conciencia. A menudo se dice que lo mejor es pensar primero. Solo tengo dos cosas que decirles que surgen de este texto. La primera es que la suprema necesidad espiritual del momento es una moralidad extenuante, y la segunda es que no hay moralidad digna de ese nombre que no nazca en conflicto. Puede parecerle extra�o si digo que la suprema necesidad espiritual del momento es una moralidad en�rgica.

�Qu� tiene que ver la moralidad con la espiritualidad? Todo. No hay verdad espiritual que no tenga un significado moral y coloque al hombre que la recibe bajo una obligaci�n moral. Es una espiritualidad barata que no exige nada a la conciencia. No deseo identificar moralidad con espiritualidad, pero declaro que nunca podr�n separarse. Hoy nos enfrentamos a dos actitudes aparentemente contrastadas de la mente moderna hacia el cristianismo.

En primer lugar, vemos ante nosotros una admiraci�n por el valor �tico del cristianismo, por el car�cter de su Fundador, por el ideal que �l estableci�, pero junto a esto viene una desconfianza muy considerable y generalizada hacia sus dogmas. Es digno no solo de imitaci�n, sino del m�s completo homenaje que pueda rendir el coraz�n de un hombre. Cristo est� en lo m�s alto, Cristo est� en primer lugar, Cristo es mi Dios. Pero sobre eso no me preocupa discutir en este momento.

Creo que a Cristo no le preocupa tanto lo que decimos acerca de qui�n es �l, pero s� le preocupa mucho la obediencia que le rendimos. Hay una necesidad hoy de calidez de devoci�n y entusiasmo moral por las cosas m�s elevadas que, despu�s de todo, est�n cerca de nosotros todos los d�as. La pobreza en estas cosas conduce al pesimismo. Toda verdad espiritual hace esta exigencia moral. La mejor manera de que ustedes, j�venes, encuentren la verdad sobre Cristo, sobre Dios, sobre el Cielo, es ser buenos.

Lo bueno y lo verdadero son, en �ltima instancia, uno. Haz una buena acci�n y el universo te responder� que est� "Bien hecho". Cada uno de ustedes se inclina ante un ideal moral escrito en su coraz�n. Puede resultarle infiel, pero si lo obedece fielmente, lo llevar� a la luz. Quien o lo que sea que haya forjado ese ideal dentro de ti es tu Dios, y tu Dios hace Sus demandas sobre ti no simplemente a veces de vez en cuando, sino todo el tiempo y en todas partes.

La mayor necesidad, repito, de la actualidad, es la necesidad de una forma vigorosa de moralidad. Haz hombres que no tengan miedo de rendir homenaje a la conciencia, y lograr�s ese tipo de car�cter que Cristo mismo se deleita en honrar. Pero para ir a mi segundo punto, no hay bondad que valga la pena tener que no nazca en el conflicto. Haga una distinci�n entre lo moralmente bello y lo moralmente sublime.

Conf�o que todos hayan le�do el ensayo de Edmund Burke sobre lo sublime y lo bello. Recordar� que �l declara que uno de los ingredientes de lo sublime es un sentimiento parecido al miedo, el miedo en presencia de un miedo desconocido a una experiencia que pueda llegar. Ahora, j�venes, lo moralmente bello puede no contener nada de ese ingrediente en particular. Lo moralmente sublime va a la formaci�n del car�cter y, a la larga, no puede ser diferente de lo moralmente bello.

No hay nada m�s atractivo que la inocencia de la infancia. �Es la infancia ideal? No, pero la semejanza infantil s� lo es. Pasar�s de lo moralmente bello a lo moralmente sublime. Comience con la semejanza de un ni�o si quiere llegar al car�cter de Cristo. Si atraviesas lo moralmente sublime, debes estar preparado para encontrarte con Apollyon en el Valle de la Humillaci�n y los demonios en la oscuridad del Valle de la Sombra de la Muerte.

Sencillez, naturalidad, transparencia de car�cter, ausencia de arrogancia, son caracter�sticas del ni�o. Es notable, pero espl�ndido, pensar que dentro est�n las mismas cosas que el mundo est� empezando a exigir de la humanidad. Pru�belo usted mismo. Examine su propia virtud y vea si ha obtenido estas cualidades. Esa no es una virtud que se gana f�cilmente. El falso acento de la religiosidad hoy dice mucho sobre la humildad donde la humildad no existe, y un hombre puede llegar a esa peligrosa condici�n cuando, como se ha dicho verdaderamente, est� orgulloso de su propia humildad.

Hacer lo que uno quiere no es una gran virtud a los ojos de Dios. Todos los d�as nos enfrentamos a la elecci�n entre lo superior y lo inferior, la imagen dorada o el horno de fuego. A veces surge una gran crisis en la vida. Tenemos que elegir entre Dios y Mammon, la conciencia o una ganancia moment�nea. En tales crisis, parece que nos abandonamos a nosotros mismos, pero en realidad nunca nos abandonamos a nosotros mismos. En la hora m�s oscura est� a nuestro lado ese Amigo desconocido.

La mayor�a de nosotros queremos que Dios nos rescate antes de que llegue la crisis. Rara vez hace eso, pero nos rescata del otro lado de esta ardua actividad mediante la cual el car�cter es derrotado, ganado y ganado. Cuando Dios nos llama a una crisis, Dios nos lleva a un conflicto. Es como si hubiera una barrera que cruzar, y del otro lado, y solo del otro lado, est� el agua quieta y la seguridad. Dios no da sus rescates de este lado.

Es una agencia maligna que mantendr�a a un hombre alejado de aquello por lo que se gana su hombr�a. Aqu� hay una oportunidad en las grandes crisis de la vida: aventurarse por el bien y dejar el futuro a Dios. Suponiendo, entonces, que en esta casa de oraci�n hay un hombre que me escucha cara a cara con el horno de fuego ardiendo, le dir�a: Haz de este hombre humilde tu ideal. No tenga cuidado con su respuesta.

Los primeros pensamientos son mejores en situaciones como esta. Juega al hombre. �Nuestro Dios puede librarte� del horno de fuego ardiendo, pero si no, �si no? Entonces no te inclines. Deje el futuro a �l. Algunos de ustedes se sienten tentados instant�neamente a comprometerse con el ideal. Cuidado con lo que est� haciendo. Est�s arriesgando algo m�s alto de lo que crees, alej�ndote de ti, puede ser, la gran oportunidad de Dios. La fidelidad siempre est� reivindicada.

Hay una grandeza en la victoria moral. Si fuera de otra manera, el mundo de Dios estar�a mal hecho. Ning�n hombre que haya probado el valor de la justicia ha tenido motivos para lamentar su elecci�n. Escuche la llamada del bien inflexible. Atr�vete a confiar en �l y obedecer. ( RJ Campbell, MA .)

Car�cter versus circunstancias

El reino de Babilonia est� en el apogeo de su poder y prosperidad. El gran Nabucodonosor se ha convertido en un poderoso y poderoso potentado. Su misma palabra es ley en todo ese vasto reino. Est� acostumbrado a la estricta obediencia en todos los asuntos de estado. Dado que sus s�bditos est�n bajo un control tan perfecto; ya que no se atreven a oponerse a sus planes ni frustrar sus prop�sitos, �l cree que les ordenar� cu�l ser� su religi�n.

Hay muchas religiones en el reino del rey Nabucodonosor; hay muchos dioses a los que se sacrifica; muchas im�genes de piedra ante las cuales el pueblo se inclina. Pero Nabucodonosor cambiar� este orden de cosas. Har� una imagen de gran estatura. Llega el d�a. Se ha reunido una gran multitud. La estatua se presenta con mucha pompa y exhibici�n. �Otra victoria para Nabucodonosor! �Grande es el rey de los babilonios! �Poderoso es el monarca de los caldeos! Maravilloso es el poder que ejerce sobre sus s�bditos; porque su religi�n, incluso, est� sujeta a su mandato.

Pero, �qu� trit�n es este que oye? �Qu� extra�o informe es este que trae su mensajero? "Hay tres hombres en tu reino, oh rey", dice el mensajero, "que no obedecieron tu mandato real, ni se inclinaron ante tu mandato". ��Tres hombres en todo mi reino que se atreven a desobedecer! �Tres s�bditos en todo mi reino que ignoran mis �rdenes! �Quienes son? �Son generales de guerra que se han vuelto altivos? �Son hombres ricos que se han vuelto influyentes? �Son pol�ticos de fama con los que est� el poder, que se atreven as� a resistir al rey? �Hablad, mensajeros, sus nombres! �Quienes son?" �Ni la riqueza ni el poder ni el linaje real es de ellos, pero son tres cautivos tra�dos de Judea que se atreven a resistir tu propio edicto.

Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, oh rey, no te han mirado ni han adorado la imagen de oro que has erigido ". Entonces Nabucodonosor mand� que trajeran ante �l a los tres infractores. Les habla de la ley que han violado y les repite la pena en que han incurrido. Una pena terrible, una pena de muerte o una ejecuci�n terrible. Pero les dar� una oportunidad m�s. Nuestro texto forma parte de la respuesta que los jud�os cautivos dieron al rey en la hora del juicio.

1. Estos israelitas fueron fieles a sus principios, a pesar de las dificultades y frente a la oposici�n. Fueron tan leales y verdaderos en Babilonia como siempre lo hab�an sido en Jerusal�n. Mantuvieron su religi�n tan pura e inmaculada como cautivos como siempre lo hicieron como ciudadanos libres. Las circunstancias estaban tremendamente en su contra, pero eran el tipo de hombres que no ceden ante las circunstancias. La opini�n popular estaba fuertemente en contra de ellos, pero eran el tipo de hombres que no se dejan influir por la opini�n p�blica equivocada. Ten�an valor adem�s de gracia; coraje y piedad.

2. Hay muchas personas que son lo suficientemente buenas siempre que est�n rodeadas de buenas influencias, pero al�jalas de esas influencias y caen en la tentaci�n y caen. Algunos hombres, que son muy buenos ciudadanos de Jerusal�n, pierden toda su piedad tan pronto como llegan a Babilonia. Los hombres que poseen decisi�n de car�cter y firmeza de prop�sito son los hombres que est�n donde otros caen. Los j�venes vienen aqu� a nuestra ciudad desde sus casas de campo. Algunos ascienden a puestos de responsabilidad y honor; otros se hunden en vidas degradadas y bajas. �Cu�l es la diferencia?

La diferencia no radica en las circunstancias que rodean a estos hombres, sino en el car�cter que poseen.

3. Ese joven est� a salvo, donde sea que lo pongan, que tiene el valor consagrado, la determinaci�n divina, la devoci�n heroica a los principios, que estos tres j�venes tuvieron. Para saber qu� ser� de un hombre, no indague tanto en su entorno, sino mire al hombre mismo y vea c�mo est� hecho. Cuando ese joven deja su casa para ir a una ciudad lejana, no mire tanto la reputaci�n de esa ciudad como el car�cter de ese joven, si leyera su futuro.

J�venes, llegar�n a sus vidas horas dif�ciles; en vuestras experiencias se introducir�n circunstancias adversas. Pero no tendr�s una experiencia m�s dif�cil y no tendr�s que enfrentarte a circunstancias m�s dif�ciles que las de los tres cautivos de Judea. Y encontraron que el Dios a quien adoraban, en casa, y a quien eran fieles en el extranjero, no los abandon� en la hora de la ira de Nabucodonosor, sino en medio del horno de fuego, �l estaba con ellos, y de todo mal. Los entreg� a salvo. Su Dios es tu Dios. El que les dio fuerza para resistir, te dar� poder para vencer. ( CG Mosher .)

Tres m�rtires hebreos

Este esp�ritu perseguidor es de una fecha muy antigua en la historia de la locura humana. Que la citaci�n del rey se reuniera con el cumplimiento general no es nada maravilloso. Acostumbrados como hab�an estado los pr�ncipes y nobles asirios al culto de los �dolos, no es de extra�ar que rindieran obediencia instant�nea e impl�cita al mandato real. No era m�s que a�adir otro al calendario de los dioses de Caldea, y gratificaba esa pasi�n por la variedad en los objetos de culto que es caracter�stica del esp�ritu de idolatr�a.

I. Al observar la conducta de estos confesores hebreos, la primera circunstancia que nos llama la atenci�n es que NO TRICIONARON ESTA OPORTUNIDAD DE MANIFESTAR SU CELO Y CONSTANCIA . La erecci�n de la imagen dorada no fue obra de un d�a. Se emplearon muchos preparativos, y la escena que se exhibir�a en la llanura de Dura fue conocida a lo largo y ancho del pa�s.

Pero en medio de toda la preparaci�n para esta nueva exhibici�n de locura humana, este insulto a la Majestad del Cielo, Sadrac, Mesac y Abed-nego no creyeron que fuera su deber interferir. Les bastaba con expresar su testimonio de la fe de sus padres cuando se les llamaba leg�timamente a hacerlo, y mostrar su aborrecimiento del �dolo cuando se les ordenaba postrarse ante �l. Estaban preparados para el martirio, pero no lo cortejaron; estaban dispuestos a desafiar y desafiar la ira del tirano, pero no buscaron provocarla prematuramente.

Ese celo hacia adelante, que busca oposici�n y busca reproches, no forma parte del car�cter cristiano; y salir del �mbito en que lo ha colocado la Providencia para censurar los errores que prevalecen en el mundo, o para hacer una declaraci�n inoportuna de sus opiniones y sentimientos, es ir m�s all� de la esfera del deber leg�timo, y provoca su � bueno para ser mal hablado ". Si el cristiano se adhiere a la senda clara y obvia del deber, y busca llevar una vida santa y sin mancha, encontrar� suficientes dificultades para ejercitar su fe y paciencia, y suficientes oportunidades para probar y exhibir la fuerza y ??el vigor de sus principios. , sin ir m�s all� del �mbito de su vocaci�n ordinaria, ni cortejar publicidad y distinci�n innecesarias.

II. T HE SUPERIORIDAD DE ESTOS HEBREAS M�RTIRES DE LA seducci�n del placer merece nuestra consideraci�n siguiente. Un ligero examen de su historia te dejar� satisfecho de que estaban en ese momento de la vida cuando esas atracciones con las que Nabucodonosor introdujo su imagen dorada tienen el mayor poder sobre las mentes iluminadas y cultivadas. No eran, hasta donde atestigua la historia que tenemos ante nosotros, los burdos y repugnantes placeres del mero sensualismo, con los que se celebraba la introducci�n de la imagen dorada en el n�mero de las divinidades caldeas.

Se ofrecieron placeres de una descripci�n m�s refinada y atractiva para seducir y enga�ar a los pr�ncipes y nobles de Babilonia. Se emplearon todos los encantos de la m�sica oriental para recomendar esta escena de insensatez id�latra y para ahogar toda investigaci�n acerca de la sabidur�a y propiedad de la medida. Pero estos cautivos hebreos fueron superiores a la atracci�n. Es probable que otros placeres placenteros acompa�aran a los poderes de la m�sica en esta memorable ocasi�n; pero, cualquiera que sea la descripci�n que fueran, y las pasiones a las que se dirigieran, no ten�an poder para suprimir o extinguir ese temor de Dios que era el sentimiento dominante y maestro de sus almas.

Nos dicen que estemos en guardia contra la influencia seductora incluso del placer inocente. �La flauta y el dulcimer, el salterio y el saco, la corneta y el arpa� eran en s� mismos inocentes instrumentos de deleite, y, empleados en el servicio de Dios, habr�an llenado a Sadrac y sus compa�eros de un gozo sagrado; pero, prostituidos con el prop�sito de la idolatr�a y el pecado, sus notas eran disonantes y perdieron para estos hombres santos todo su poder de agradar.

Y as� nos ense�an c�mo deben estimarse los placeres, que son en s� mismos inocentes y susceptibles de ser convertidos en ministros de nuestro perfeccionamiento. El pecado nunca es tan insidioso como cuando viene acompa�ado de estos placeres que en s� mismos son inocentes. Nunca permitas que tu gusto por cualquier goce, que en s� mismo puede ser inofensivo, te reconcilie con escenas o indulgencias con las que el ingenio culpable de los hombres puede haberlo asociado. Nuestros placeres favoritos deben ser vistos con celos y rechazados cuando los vemos prostituidos con el prop�sito de la iniquidad.

III. Manteniendo su fidelidad, estos piadosos hebreos RESISTIERON TODAS LAS INFLUENCIAS DE LA BONDAD Y LA AMISTAD . En todas las provincias fueron vistos como los favoritos del poderoso monarca, y muchos ojos envidiosos se dirigieron a la eminencia que hab�an alcanzado. Por lo tanto, estaban vinculados al rey por los lazos de gratitud y por las perspectivas de favores futuros. Los hombres que tem�an tan verdadera y profundamente a Dios no pod�an faltar en rendir todos los honores leg�timos al rey.

Pero la cuesti�n que ahora los abrumaba se refer�a a intereses m�s elevados que el favor de un monarca, y todo el honor y la riqueza que pod�a otorgar. A los fieles siervos de Dios se les exigen con frecuencia sacrificios similares de inter�s mundano al principio religioso �del sentido de la gratitud al sentido del deber�; y donde los principios religiosos y el sentido del deber se apoderan adecuadamente del coraz�n, estos sacrificios se hacen sin vacilaci�n ni desgana.

Estos confesores hebreos habr�an retenido con gusto el favor y la amistad del rey de Babilonia; pero cuando �stos no pudieron ser retenidos sino a expensas de su coherencia religiosa y por el sacrificio de sus intereses inmortales, estuvieron dispuestos a renunciar a ellos.

IV. Cuando admiramos esta superioridad a la influencia de la bondad y la amistad en la causa de la religi�n, LA FIRMEZA Y MAGNANIMIDAD CON LAS CUALES BRAZARON LA MUERTE EN SU FORMA M�S CRUEL MERITAN UNA MEDIDA A�N M�S ALTA DE NUESTRA CONSIDERACI�N . En este momento de mayor peligro, el sentimiento de autoconservaci�n, el todopoderoso amor instintivo a la vida, podr�a haber susurrado, y sin duda susurr�, alguna excusa a la conciencia para cumplir con la orden del rey.

Tales son las consideraciones que realzan la fe y la fortaleza de estos confesores. Para concluir, dirijamos ahora nuestra atenci�n a la manera en que el Cielo honr� su fe y constancia en la hora de la prueba. ( J. Johnston .)

Sadrac, Mesac y Abed-nego, o decisi�n religiosa

La decisi�n del car�cter nunca parece m�s verdaderamente grandiosa que cuando se muestra desafiando el peligro y despreciando la muerte.

I.Al mirar EL CAR�CTER DISTINGUIENTE DE LA DECISI�N RELIGIOSA , como se ilustra en esta historia:

1. Parece elevado en su principio. Es bastante evidente que en esta facilidad no se ejerc�a para gratificar un mero impulso de sentimiento. No surgi� de un deseo tonto de afectar la singularidad, ni de una mera determinaci�n de oponerse a la autoridad del rey. No; pero fue una posici�n noble en defensa de los derechos de conciencia, fue una firme resistencia a una demanda injusta, fue una noble determinaci�n de obedecer a Dios en lugar de a los hombres.

Si Nabucodonosor hubiera ordenado a Sadrac y sus compa�eros que realizaran alg�n servicio dif�cil pero legal, creemos que lo habr�an realizado; pero deseosos como estaban de obedecerle, no se atreven a hacer esto, con el riesgo seguro de desobedecer a Dios - sab�an que Jehov� ten�a demandas infinitamente m�s altas sobre su obediencia que cualquier rey terrenal - sab�an que en el dec�logo llevaban expresamente y se les orden� solemnemente que evitaran el pecado de la idlolatr�a, y ni siquiera el mandato imperioso de un Nabucodonosor, ni las manifestaciones m�s feroces de su disgusto, pudieron hacerlos desviarse de su deber, o sacudir su constancia para con el Rey de reyes.

Digo, su decisi�n, en este asunto, fue elevada en su principio. Fue as� porque se bas� en un sentido inteligente del deber. La raz�n, el juicio y la conciencia se alinearon del lado de los principios; mientras que toda esa riqueza mundana pod�a ofrecer, y todo lo que el poder mundano pod�a acusar, se alist� en el ayudante de la conveniencia. �No era noble en estos hombres, en tales circunstancias, mantenerse firmes en sus principios? Pero, de nuevo, su decisi�n fue elevada en principio porque era una afirmaci�n de la inalienabilidad del derecho del hombre en todo momento a pensar y actuar por s� mismo en todos los asuntos de religi�n.

�Qu� derecho ten�a el rey de Babilonia de promulgar leyes sobre el tema de la religi�n? Como monarca de un reino terrenal, es cierto, ten�a una jurisdicci�n temporal sobre sus s�bditos y ten�a perfecto derecho a ejercerla. Pero percibes que Nabucodonosor no estaba contento con esto. Acostumbrado a blandir el cetro de hierro del despotismo sobre los cuerpos de los hombres, quiso en vano dominar tambi�n sus esp�ritus.

Pero Nabucodonosor todav�a ten�a que aprender una lecci�n muy importante - todav�a ten�a que aprender que hay un poder en el esp�ritu del hombre para romper las cadenas que lo esclavizar�an - todav�a ten�a que aprender la supremac�a de la conciencia, y la poder del principio religioso para permitir a un hombre avanzar hacia su objeto incluso con la muerte misma a la vista.

2. Me gustar�a se�alar que la decisi�n religiosa, como se ilustra en esta historia, parece tener el car�cter de una firmeza intransigente. A lo largo de toda la conducta de Sadrac y sus compa�eros no aparece el menor indicio de un deseo de acomodar las cosas o de lograr un compromiso entre los principios y la conveniencia. Pero, adem�s, sig�moslos hasta la presencia del rey altivo, ante el cual pronto fueron arrastrados por el juicio pol�tico de sus enemigos sedientos de sangre; y aqu�, qu� llamativa la escena.

V�alos enfrentados a todo lo que sea m�s adecuado para intimidar y horrorizar la naturaleza humana. Una vez m�s, si los seguimos hasta la �ltima y m�s terrible prueba de su constancia, veremos la firmeza intransigente de su decisi�n religiosa. Pero incluso este mandato b�rbaro no sacudi� su constancia. Vieron la furia del rey, oyeron su orden cruel, pero no se inmutaron.

II. EL MOMENTO IMPORTANTE DE SU MANIFESTACI�N . Solo requiere un conocimiento hist�rico limitado del estado del mundo en el momento en que Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron llamados a actuar sobre �l, para saber que fue una �poca de gran degradaci�n mental y deshonra moral. Parec�a haber en ese per�odo una concentraci�n de esfuerzos por parte de los poderes de las tinieblas para apagar la �ltima chispa de religi�n vital que a�n quedaba sobre la tierra, y por una pol�tica desesperada para sumergirse en una penumbra a�n m�s profunda a un ya demasiado aterradoramente ignorado. mundo, y Sadrac y sus compa�eros parecen haber sido los instrumentos designados en manos de Dios para derrotar esta pol�tica infernal y para preservar esta �nica chispa restante de la extinci�n total.

�No fue esa una temporada cr�tica, cuando, ante un universo reunido, fueron llamados a combatir el poder confederado de las tinieblas y a reivindicar la majestad insultada de Jehov�? A estos hombres les correspond�a, con su conducta, mostrar si toda la familia del hombre deb�a ser llevada cautiva p�blicamente por el diablo a su voluntad, o si, al presentarse con valent�a como testigos de Dios, la obra de las tinieblas deb�a ser detenida, y Satan�s privado de su triunfo.

Y aqu� perm�tanme preguntarme, antes de continuar, si el presente per�odo de tiempo no es uno que exija de manera preeminente la manifestaci�n de una decisi�n religiosa por parte de los profesos siervos de Dios.

III. T HE BENEFICIOSO RESULTADOS resultante de la decisi�n religiosa, como se ilustra en la historia que nos ocupa. Si la oportunidad nos hubiera permitido, podr�amos habernos detenido en las consecuencias beneficiosas que resultaron de esta decisi�n para los propios individuos que la ejercieron. No fue s�lo una manifestaci�n de su coherencia y una prueba de la realidad de su religi�n, sino que les asegur� el respeto del rey y abri� un camino para un engrandecimiento y un honor mundanos a�n mayores.

Podr�amos haber ampliado a�n m�s el efecto de esta decisi�n en las mentes de los jud�os cautivos en Babilonia. Sin duda, aquellos de los hebreos que se hab�an inclinado a la imagen, mediante una pol�tica de cumplimiento del tiempo, se avergonzar�an de su conducta inconsistente y culpable, mientras que los que lo hubieran hecho a trav�s de una vacilaci�n y debilidad consciente ser�an inspirados con una nueva energ�a y celo. Tambi�n podr�amos haberle mostrado extensamente el poderoso cambio que esta manifestaci�n de decisi�n tendi� a efectuar en los puntos de vista y prop�sitos del orgulloso rey de Babilonia; y, sin duda, tambi�n en las opiniones y prop�sitos de aquellos que lo rodeaban.

�Oh! recordemos siempre que con Sadrac, Mesac y Abed-nego somos llamados a presentarnos ante un mundo imp�o como testigos de Dios, y que, como su pueblo profesante, cada una de nuestras acciones tiene una influencia directa o indirecta sobre el destino de el mundo. Si somos fieles a nuestra confianza, se le dar� a nuestra religi�n un sello de realidad que convencer� a los m�s reacios y convertir� al mundo; pero si somos infieles, el reino de las tinieblas se perpetuar� y Satan�s triunfar�.

Perm�tanme concluir en el lenguaje de un conocido escritor: �De esto, cristianos, pueden estar seguros de que no pueden permanecer neutrales. Cada momento que vives est�s testificando a favor o en contra de la religi�n. Cada paso que das pisas cuerdas que vibrar�n por toda la eternidad. Cada vez que mueva las teclas t�ctiles cuyos sonidos resonar�n en todas las colinas y valles de Kenyon, y resonar�n a trav�s de todas las oscuras cavernas y b�vedas del infierno.

En cada momento de sus vidas est�n ejerciendo una tremenda influencia que hablar� sobre los intereses inmortales de las almas que los rodean. �Est�s dormido mientras toda tu conducta ejerce tal influencia? ( G. W . Pegg ).

Principio religioso activo

I. EL PRINCIPIO POR EL CUAL CONTENDEMOS DEBE SER VERDADERO . �sta deber�a ser nuestra primera consideraci�n. El est�ndar del bien o del mal es la Biblia. Estos j�venes no ten�an ahora que investigar si la idolatr�a estaba permitida o no. Aunque la revelaci�n de la voluntad divina, que ten�an, no fue tan completa y clara como aquella con la que somos favorecidos, fue bastante decisiva en este tema, y ??lo sab�an. Nosotros tambi�n debemos estar familiarizados con las Escrituras, de modo que cuando se nos proponga cualquier l�nea de conducta, podamos decir instant�neamente si debemos seguirla o no.

II. T PRINCIPIOS RUE debe mantenerse CONTRA toda la oposici�n .

III. T RUTH debe mantenerse en el esp�ritu de amor . Esto es de gran importancia y, a menudo, se descuida. Pero si fallamos en esp�ritu y manera:

1. Da�amos nuestra causa ante los hombres; que pronto perciben nuestra inconsistencia y ponen un peque�o precio a nuestras exhortaciones malhumoradas.

2. Nos privamos de la ayuda del Todopoderoso; sin el cual nuestros m�s fervientes esfuerzos ser�n en vano.

IV. T AQU� EST�N est�mulos abundante para los Estados Unidos as� a mantener los principios correctos . Estos j�venes se sintieron animados por la seguridad de que el poder y la bondad de Dios se ejerc�an a favor de ellos. Sab�an que Dios era "capaz" y los librar�a de la mano del rey.

V. G RESULTADOS LORIOUS seguir� el mantenimiento constante DE DERECHO PRINCIPIO . En el caso que tenemos ante nosotros, los confesores mismos fueron preservados y honrados, y el Dios a quien serv�an fue glorificado. ( Edward Thompson. )

Testigos de la verdad

Esta escena es una de las m�s sublimes y majestuosas que la mente humana puede concebir. Por un lado, se representa el poder humano en su forma m�s grandiosa y abrumadora. En el otro lado tenemos a tres hombres que se apartan y se niegan a unirse al acto por el que todos los dem�s se encuentran. Aqu� est� el contraste entre la grandeza espiritual y la grandeza humana. Cada uno completo y el m�s alto de su tipo.

1. Nos preguntamos �qu� fue lo que dio a estos tres hombres el poder de resistir la voluntad de este gran monarca y mantenerse firmes aunque estuvieran solos en medio de un mundo reunido? Y la respuesta es obvia. Simplemente, sintieron la importancia de la verdad de la que fueron testigos. Sab�an que estaban defendiendo la religi�n verdadera contra la falsa.

2. Aqu�, entonces, est� la lecci�n que nos ense�a la escena; que nos hemos impuesto el deber de dar testimonio de la verdad; y que para poder dar testimonio de la verdad, debemos tener una percepci�n interna del valor de la verdad a la que se debe dar testimonio. Se nos dice particularmente en las Escrituras que este es uno de nuestros grandes deberes como siervos de Dios. Toda la naci�n jud�a confiada con los or�culos de Dios.

Cuando Sadrac, Mesac y Abed-negro dieron testimonio, como lo hicieron de esta manera sorprendente, de la verdad de la unidad y la naturaleza espiritual de Dios, y en contra de la adoraci�n de los �dolos, cumplieron con sus deberes especiales como jud�os, e hicieron lo que Dios hab�a enviado al pueblo jud�o al mundo para hacer. Y a nosotros, los cristianos, tambi�n se nos dice en las Escrituras que debemos ser testigos de la verdad, como iban a ser los jud�os, aunque de una verdad m�s alta que la que ten�an los jud�os.

Nuestro Se�or mismo tuvo esto como uno de Sus grandes oficios ( Juan 18:37 ). Y los Ap�stoles ( 1 Juan 1:1 ). Y todos los cristianos est�n investidos en cierta medida con el oficio de dar testimonio de la verdad de la revelaci�n cristiana ( Mateo 5:16 ).

3. Y as� como a los cristianos se les impone el oficio, se les coloca en un mundo que prueba ese oficio con severidad, se opone a las grandes tentaciones y ejerce una influencia abrumadora contra el cumplimiento de ese deber. La escena descrita en el Libro de Daniel es de hecho simb�lica. La gran Babilonia que se visti� de majestad en esa ocasi�n y erigi� su �dolo de oro, ha ca�do, pero hay otra Babilonia que a�n contin�a, y siempre continuar� hasta que Cristo venga de nuevo al juicio.

Tan imponente y carnalmente majestuoso, grande y sublime como siempre. Vayamos a donde queramos, nos sigue. Y qu� poderosa influencia ejerce sobre nuestras mentes, la misma influencia que la que puso a prueba la fe de Sadrac, Mesac y Abed-nego en la llanura de Dura. Sin duda, sintieron la fuerza dominante de ese gran espect�culo, y ten�an sentimientos y debilidades naturales de los hombres. Fue la influencia del mundo visible a lo que resistieron.

4.As� pues, siendo tal el oficio que tienen los cristianos y las tentaciones bajo las que tienen que ejercerlo, �cu�l es, en realidad, la forma en que se realiza este deber? �Encontramos cristianos mostrando con sus vidas y con los objetivos que persiguen aqu�, su fe en la eternidad, dando testimonio de la gran verdad de la dispensaci�n del Evangelio, que nuestro Se�or por Su resurrecci�n de entre los muertos sac� a la luz la vida y la inmortalidad? �O no encontramos que la gran regla de toda acci�n adoptada por ellos es hacer lo que hacen los dem�s, pensar como piensan los dem�s y apuntar a conseguir lo que todos los dem�s se esfuerzan por conseguir? Es decir, �no hace la gran masa de gente exactamente lo mismo que hubieran hecho Sadrac, Mesac y Abed-nego, si a la proclamaci�n del heraldo y al sonido de la m�sica,

5. El oficio de testimonio, sin embargo, de la verdad divina, rechazado como es por la generalidad, como si fuera algo m�s de lo que podr�a esperarse de los hombres, es tanto un privilegio como un deber, y trae, si es fielmente ejecutado, grandes recompensas para quienes lo ejecutan. No podemos concebir nada m�s sublime que el triunfo de los tres grandes testigos de este cap�tulo. Es uno de los grandes triunfos de la fe, una de esas grandes anticipaciones del triunfo final del bien sobre el mal, que la Escritura ha registrado para nuestro aliento.

(Mois�s, El�as, etc.) Los hombres fueron atados, el horno se calent�, etc. (Describa el resultado). La fuerza de toda la tierra desapareci� en un momento, en presencia de Aquel que caminaba en medio del fuego, y cuya forma era como la del Hijo de Dios.

6. He aqu�, en verdad, un triunfo de esa fe que da testimonio de la verdad; y, como he dicho, esta escena es simb�lica. Es la figura de una verdad profunda que se mantiene ahora y que podemos aplicar a nosotros mismos. Los hombres conocen la verdad, pero no la testificar�n. Sin embargo, podemos aventurarnos a decir, y con certeza, que nunca, en ninguna ocasi�n, por ninguno de los m�s humildes siervos de Dios, este oficio de testimonio de la verdad fue ejecutado sin recompensa. En la adversidad un compa�ero; en el fuego caminando con �l el Hijo de Dios. ( Canon Mozley .)

Fe victoriosa sobre el miedo al hombre

I. SOBRE EL OBJETO DE NUESTRA FE . Por estos santos escritos conocemos y reconocemos que �l es el Se�or nuestro Dios en Cristo.

1. �l es el Se�or, cuyo �nico nombre es Jehov�.

(1) Su existencia. Cuando Mois�s pregunt� su nombre, se hizo esta revelaci�n: �Yo soy el que soy�, lo que implica que �l es el que existe, que es y que era y que ha de venir, sin variaci�n ni sombra de variaci�n. La certeza de Su existencia es un logro elevado en la vida de fe, y es esencialmente necesario para adorarlo y glorificarlo como Dios. Esto lo inferimos de las repeticiones de estas solemnes palabras: "Sabr�is que yo soy el Se�or"; y de las palabras del ap�stol: "El que se acerca a Dios, debe creer que �l existe, y que es galardonador de los que lo buscan".

(2) Su gloria. La excelencia de Su ser, sabidur�a, poder, santidad, justicia, bondad y verdad, es la gloria en �l que la fe contempla, cree, reconoce, admira y adora. En el ejercicio de �l, los creyentes a veces se regocijan en uno de Sus atributos, ya veces en otro, ya que estos parecen adecuados para sus tentaciones y pruebas. Los tres testigos ante el rey de Babilonia descansaban en su poder, bondad y soberan�a; "Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos". Pero la fe abarca la totalidad de sus excelencias, como la gloria revelada y trascendente de su gran objetivo.

2. El objeto de la fe es el Se�or "nuestro Dios". Dice al o�do de su pueblo: "No desmayes, porque yo soy tu Dios"; y al escuchar Su discurso, dicen: "Este Dios", que habla en Su santidad, es "Nuestro Dios". �Quieres un ejemplo? ver�s uno en el Salmo dieciocho: �El Se�or es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; mi Dios, mi fuerza, en quien confiar�; mi escudo, y el cuerno de mi salvaci�n, y mi torre alta �.

3. El objeto de la fe es el Se�or nuestro Dios en Cristo. En la fe de los pecadores, esta consideraci�n de �l es esencialmente importante. Sin un mediador de justicia, expiaci�n y reconciliaci�n, no podemos tener relaci�n con �l al creer. "Por Cristo creemos en Dios, quien lo levant� de los muertos, para que nuestra fe y nuestra esperanza est�n en Dios". Esta consideraci�n del objeto de la fe no es peculiar del Nuevo Testamento.

Aunque la revelaci�n fue comparativamente oscura, el primer creyente y todos los que siguieron lo tuvieron ante ellos y lo vieron verdaderamente. Dios estaba entonces, como ahora, en Cristo. Los testigos de Babilonia vieron que el anal cre�a en �l como en Cristo; y en el horno ten�a una prueba sensata de ello.

II. Concerniente al fundamento de la fe . La base sobre la que nos apoyamos y edificamos para creer, es el registro o testimonio de Dios, que se nos revela como el Se�or nuestro Dios en Cristo. Este registro, testimonio o testimonio, la fe cree que es verdadero, recibe como bueno, descansa en como seguro y construye con apropiaci�n, seg�n su direcci�n, con plena seguridad de su estabilidad. La verdad es que la fe no puede sostenerse ni construirse sobre ning�n otro terreno.

A menos que tengamos Su propio testimonio ante nosotros, no podemos glorificarlo al creer. Ser�a suponer, y no creer, llamarlo nuestro Dios por cualquier otro motivo. Aunque la fe de los creyentes no los fija siempre en el mismo pasaje, siempre se basan en alg�n pasaje del testimonio revelado. Nunca cambian de terreno, pero no siempre construyen en el mismo lugar. En el testimonio, que es el fundamento de la fe, hay un orden que no debe pasarse por alto, ya que seg�n �l se regula el ejercicio de la fe.

El Objeto glorioso, al principio de la ley, dice: "Yo soy el Se�or tu Dios"; y en el cuerpo del mandamiento particular, que se dirigi� a sus testigos en la llanura de Dura en busca de testimonio, lo repite, diciendo: "Yo, el Se�or tu Dios, soy un Dios celoso". Al escuchar esta declaraci�n de gracia desde Su trono, la fe avanza y con valent�a avanza su afirmaci�n, diciendo: "Este Dios es nuestro Dios". En este mismo orden proceden los testigos, y a�aden virtud a su fe.

3. Sobre el ejercicio de la fe. En el ejercicio de la fe hay:

(1) El conocimiento de su glorioso Objeto, en la concesi�n revelada que �l hace de s� mismo en Cristo, como el Se�or nuestro Dios. La verdadera fe incluye el verdadero conocimiento de su Objeto, el �nico Dios vivo y verdadero. Y estos testigos entendieron lo que afirmaron, cuando dijeron: "Dios nuestro, a quien servimos". Conoc�an a su Dios, entend�an la concesi�n que �l mismo les hab�a concedido y cre�an que al recibirla no estaban poniendo su sello en una falsedad.

(2) En el ejercicio de la fe existe la persuasi�n de que la concesi�n divina es fiel y verdadera. La persuasi�n es forjada en el coraz�n por el Esp�ritu de fe y se basa en la concesi�n de la palabra de fe.

(3) En el ejercicio de la fe existe la convicci�n de que todos aquellos a quienes se les revela y conocen en la palabra de verdad, tienen la garant�a y el mandato de creerla y recibirla. Esta convicci�n es clara y, al creer, aparece y opera en la mente con toda la fuerza y ??belleza de la verdad. Los t�rminos de la subvenci�n son sin limitaci�n.

(4) El ejercicio de la fe incluye la confianza o el descanso del coraz�n en la concesi�n, ya que es fiel y verdadera, y digna de toda aceptaci�n. "El Se�or es mi Dios, seg�n su palabra". Las dudas se dispersan, los miedos huyen, la tormenta en la conciencia se calma y la paz y la alegr�a brotan en el coraz�n, que sobrepasan todo entendimiento. De estas discusiones, sobre el objeto, el fundamento y el ejercicio de la fe, inferimos:

1. Que creer en Dios es un ejercicio garantizado y autorizado en todos los extremos. Garantizable, porque est� permitido; autorizado, porque est� ordenado.

2. Que la acci�n gratuita, que es la base de la fe, procede de un rescate encontrado y una expiaci�n hecha. La gracia reina en �l. El reino de la gracia, sin embargo, es una administraci�n justa.

3. Inferimos la inmoralidad de la incredulidad. Muchos en la iglesia visible no consideran que la incredulidad sea una inmoralidad. La disciplina no puede imponerle las manos, ni los ministros pueden hacer otra cosa que clamar contra ella.No obstante, es una inmoralidad clamorosa, negar la verdad de Dios en Su palabra, despreciar la bondad amorosa del Salvador del mundo, resistir la esp�ritu de santidad, y ahogando en destrucci�n y perdici�n multitudes de almas preciosas. ( A. Shanks .)

Hero�smo cristiano

El servicio de Cristo exige el hero�smo m�s verdadero y m�s elevado. Este mundo es radicalmente hostil a Cristo y su religi�n, y ning�n disc�pulo, en cualquier �poca o pa�s, puede ser, en todas las cosas y en todo momento, fiel a su Maestro, en el pleno sentido del t�rmino, sin encontrar oposici�n y obst�culos que exigir�n el m�s alto tipo de hero�smo para enfrentar y superar. En la historia de la iglesia no faltan ejemplos del hero�smo m�s sublime.

Los tenemos en No�, en la construcci�n del Arca; en Abraham, en el sacrificio de Isaac; en Daniel; en los tres hebreos dignos; en Pablo y los otros disc�pulos; en la larga lista de profetas, m�rtires y testigos de la verdad, y en la vida de misioneros como Brainerd, Martyn, Carey, Judson, Morrison y Harriet Newell. Y en el gran cuadro de honor, le�do en el �ltimo d�a, se encontrar�n los nombres de innumerables miles de verdaderos h�roes, cuyas haza�as nunca fueron reconocidas en la tierra: hombres y mujeres que, en la vida humilde o en puestos privados. , lejos de la observaci�n de los hombres, heroicamente soportado y forjado para el Maestro, �y gan� una corona tan brillante como cualquiera que llevara un santo m�rtir! Nunca hubo mayor necesidad de hero�smo cristiano que en la actualidad.

I. I N PULPITO . La marea del cambio, del error insidioso y seductor, de la mundanalidad y la decadencia espiritual, se est� elevando y golpeando terriblemente contra los viejos fundamentos de la fe, la espiritualidad y una vida piadosa. El p�lpito de hoy es asaltado por influencias m�s poderosas y peligrosas que si estuvi�ramos en medio de una persecuci�n ardiente. Mantenerse firme por Dios y la verdad, y "la sencillez que es en Cristo" - para levantar en alto el estandarte de la justicia y librar una guerra sin concesiones contra el pecado y el error en todas sus formas - requiere el hero�smo de los ap�stoles y m�rtires. Ojal� nuestros p�lpitos en todas partes, en la ciudad y en el campo., Respondieran a la demanda.

II. I N ALL los paseos DE PRIVADA , C Hristian LIFE . Este es un d�a que pone a prueba la fidelidad del coraz�n a Cristo. Oh, hay tantos falsos Cristos en el mundo, falsas normas de deber, experiencias falsas, "esp�ritus mentirosos y seductores", malos ejemplos y declinaciones, y tanta "conformidad con el mundo" y adoraci�n de "mam�n", y la rebaja del nivel del discipulado, que para satisfacer las demandas plenas de los seres semejantes a Cristo y el servicio de Cristo requiere m�s hero�smo que el que se necesitar�a para enfrentar la hoguera. �Ay, qu� poco de eso, comparativamente, vemos!

III. I N el gran misionero TRABAJO , A LOS QUE G OD est� llamando a su pueblo .

IV. I N LA MART DE NEGOCIO . Terrible es la tensi�n aqu�, y cu�ntos fallan y se hunden en el terrible naufragio y la lluvia del car�cter, muchos de ellos tambi�n llevan el nombre de Cristo; y todo porque no tienen verdadera hombr�a, verdadero valor para enfrentar la tentaci�n y el desastre, no tienen suficiente hero�smo para vivir de acuerdo con los principios de justicia.

V. I N P�BLICA DE VIDA , EN POL�TICA , en todos los lugares de honor y TRUST . Aqu� se exige el hero�smo y el hero�smo del sello genuino. Atr�vase a hacer el bien, aunque se pierda el cargo, o fracasen las elecciones, o venga la pobreza, o el clamor lo asalte. �Hacer el bien es ganar! Hacer o confabular es perder, �siempre! ( JM Sherwood. )

Ni adores la imagen de oro que has erigido .

Firmeza en medio de los peligros

A la orden del rey, los tres j�venes hebreos salieron ilesos del fuego. Las mismas escenas, que difieren simplemente en los detalles menores, se han presenciado m�s de una vez en la tierra. El mundo entero es una amplia llanura de Darn, en la que se establece una imagen dorada. El Dios del cielo proclama su voluntad soberana. Divinidades rivales establecieron sus afirmaciones infundadas. Todos tienen su proporci�n debida de adoradores abyectos.

1. El hombre del mundo se postra ante la imagen de oro. Adora lo que le parece m�s cercano a �l. La popularidad, el poder y el lugar son lo m�s importante en sus pensamientos. Hace del mundo un �dolo. Nada es "real" a sus ojos que no se pueda acu�ar en dinero y que no lo ayude en sus ambiciosos planes.

2. El cristiano tiene pleno alcance para el ejercicio del esp�ritu decidido manifestado por los j�venes hebreos, en un caminar constante con Dios. "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jes�s, sufrir�n persecuci�n". Si eres lo que debes ser, ning�n grado de prudencia y reserva te librar� por completo de la oposici�n y la malicia de un mundo imp�o. Parece, a primera vista, muy dif�cil; pero tiene sus bendiciones. ( John N. Norton. )

Versículos 19-28

Que deben calentar el horno siete veces m�s de lo que se suele calentar.

El horno ardiente

I. LA PERSONA QUE HIZO QUE SE HAGA . Este d�spota oriental estaba entonces en el cenit de su gloria. Fue el maestro reconocido del mundo. La pompa y el boato de esa reuni�n religiosa nunca ha sido superada. Con profundo asombro, �se pararon ante la imagen que hab�a erigido Nabucodonosor� (v. 4).

II. T HE personas que fueron lanzadas dentro del horno ardiente ardiente y por qu� . Estos fueron Sadrac, Mesac y Abed-nego - "los tres ni�os hebreos", que fueron llevados a Babilonia en cautiverio . B. C . 606. Eran de nacimiento real. Primero se dieron a conocer al negarse a comer "la carne del rey". �Por qu� fueron arrojados al horno ardiente? Fue porque se negaron a hacer aquello que ofender�a al Dios viviente.

Escuche la respuesta dada por esos hebreos: �Sea sabido, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que t� has erigido� (v. 18). Cual es nuestra respuesta? Observe, hay una gran palabra en este vers�culo ahora citado. �Es la palabra "no " ! �No serviremos a tus dioses! �Oh esta palabra, "no"! �Qu� grandioso es!

1. Contiene toda la decisi�n de 5:16. All� dicen: "No tenemos cuidado de responderte en este asunto". �No hay necesidad de hablar sobre este tema, oh rey. Est�s decidido a hacer; �nosotros tambi�n! " �Gloriosa decisi�n! Nunca hay un "no" donde hay la menor vacilaci�n o parlamentar con el pecado.

2. Esta palabra "no" contiene toda la fe de 5:17. "Si es as�, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno ardiente". Esto es lo que dijo una vez el gran Pablo: �El Se�or me librar� de toda obra mala y me preservar� para su reino celestial� ( 2 Timoteo 4:18 ). �Qu� gloriosa confianza semejante!

3. El "no" que tenemos ante nosotros contiene el valor m�s profundo. Ese d�a era popular inclinarse ante la imagen; el "heraldo" de boca prestada proclam� la pena de no adorar. Sin embargo, los valientes hablaron con valent�a. Con decisi�n, fe y valor, somos los �nicos que podemos hacer frente a los males de nuestros d�as. Debido a que Sadrac y sus amigos dijeron "red", fueron arrojados al fuego.

III. T HE persona que entreg� ELLOS , Y POR QU� . Era el Dios Todopoderoso (v. 28). �Por qu�? Porque �confiaron en �l� (v. 28). A esto se refiere el vers�culo en Hebreos 11:33 - ��quien por medio del fuego subyug� reinos�! Es la fe que vence al mundo. La fe es la poderosa fuerza moral de la �poca. Los Ap�stoles le dijeron al Se�or, y nosotros tambi�n debemos: �Aumenta nuestra fe� ( Lucas 17:5 ). Observar:

1. La plenitud de esta liberaci�n: �Ni un cabello de su cabeza fue chamuscado� (v. 27). As� que Dios siempre salva, est� completo o no lo salva.

2. Fueron arrojados al horno "atados", pero pronto caminaron "sueltos" entre las llamas (v. 24, 25). �Oh, c�mo Satan�s ha tratado de atarnos en nuestras aflicciones, pero en el mayor dolor: cuando el horno se ha calentado �siete veces�, hemos tenido libertad y gozo. �Por tanto, si el Hijo os liberare, ser�is verdaderamente libres� ( Juan 8:36 ).

IV. T as personas beneficiadas por el horno de fuego , y por qu� .

1. Los tres hebreos se beneficiaron al recibir otra maravillosa evidencia del poder de la gracia; siendo promovido a un rango oficial m�s alto en el reino (v. 30). Este fue el resultado de la decisi�n, la fe y el coraje.

2. Nabucodonosor se benefici� al ser devuelto al conocimiento de Dios que, a�os antes, hab�a profesado ( Daniel 2:47 ).

3. Sin duda se benefici� la gran multitud que ese d�a hab�a adorado la imagen de oro. Todos vieron que el Dios verdadero era Aquel a quien adoraban los hebreos. La decisi�n del Se�or Jes�s es la mejor manera de ganar a los malvados para Su adoraci�n y servicio. ( Momento de Alfred W. )

Persecuci�n religiosa

Tenemos en este cap�tulo un caso conmovedor de un intento de castigar a los hombres por tener ciertas opiniones y por actuar de conformidad con ellas. Cuando leemos sobre un caso de persecuci�n como este, se nos ocurre hacer ciertas preguntas.

1. �Qu� es la persecuci�n? Es dolor infligido, o alguna p�rdida o desventaja en persona, familia u oficina, debido a tener ciertas opiniones. Ha tenido dos objetos. Uno para castigar a los hombres por tener ciertas opiniones, como si el perseguidor tuviera derecho a considerar esto como una ofensa contra el Estado; y el otro, una visi�n profesada de recuperar a los que sufren y salvar sus almas.

Con respecto al dolor o sufrimiento que implica la persecuci�n, no es material qu� tipo de dolor se inflige para que constituya persecuci�n. Cualquier sufrimiento corporal; cualquier privaci�n de comodidad; cualquier exclusi�n del cargo; cualquier levantamiento de uno al reproche p�blico; o cualquier forma de burla, constituye la esencia de la persecuci�n. Cabe agregar que no pocos de los inventos m�s distinguidos por infligir dolor , y conocidos como refinamientos de la crueldad, se han originado en tiempos de persecuci�n, y probablemente habr�an sido desconocidos si no hubiera sido con el prop�sito de restringir a los hombres de el libre ejercicio de opiniones religiosas.

La Inquisici�n ha sido muy eminente en esto; y dentro de los muros de esa temida instituci�n es probable que el ingenio humano se haya agotado para idear los modos m�s refinados de infligir tortura a la estructura humana.

2. �Por qu� se ha permitido esto? Entre las razones pueden estar las siguientes:

(1) Para mostrar el poder y la realidad de la religi�n. Parec�a deseable someterlo a todo tipo de pruebas, a fin de demostrar que su existencia no pod�a explicarse excepto en el supuesto de que proced�a de Dios. Si los hombres nunca hubieran sido llamados a sufrir a causa de la religi�n, habr�a sido f�cil para los enemigos de la religi�n alegar que hab�a poca evidencia de que fuera genuina o valiosa, porque nunca se hab�a probado ( Job 1:9 ).

Tal como est�, ha sido sometido a todas las formas de prueba que los hombres malvados pudieran idear, y ha demostrado estar adaptado para enfrentarlos a todos. La obra de los m�rtires se ha hecho bien y la religi�n, en tiempos de martirio, ha demostrado ser todo lo que deseaba ser.

(2) Para promover su difusi�n en el mundo. �La sangre de los m�rtires� ha sido �la semilla de la iglesia�; y es probable que la religi�n en tiempos pasados ??haya debido mucho de su pureza y de su difusi�n al hecho de que ha sido perseguida.

(3) Para preparar a los que sufren para un lugar exaltado en el cielo. Los que han sufrido persecuci�n necesitaban pruebas al igual que otros, porque todos los cristianos las necesitan, y las suyas llegaron en esta forma. Algunos de los rasgos m�s hermosos del car�cter cristiano se han puesto de manifiesto en relaci�n con la persecuci�n, y se han hecho en la hoguera algunas de las exhibiciones m�s triunfantes de preparaci�n para el cielo.

3. �Cu�les han sido los efectos de la persecuci�n?

(1) Ha sido el punto establecido que la religi�n cristiana no puede ser destruida por la persecuci�n.

(2) El efecto ha sido difundir la religi�n perseguida. La forma en que se han soportado los sufrimientos infligidos ha demostrado que hay realidad y poder en ello. ( John Cumming, DD )

En el horno ardiente

Note las ense�anzas del milagro.

I. T TUBO SOLAMENTE que viven por encima del mundo puede permitirse dejar de TI O perderlo . El hombre que tiene bendiciones temporales sin comuni�n con Dios no puede darse el lujo de desobedecer las leyes o costumbres del mundo ( Hebreos 11:14 ).

II. T HE medios adoptados para extinguir VERDAD SER� UTILIZADO extender su influencia . El carcelero de Filipos, no contento con golpear a sus prisioneros, los arroj� a la prisi�n interior; sin embargo, entrar� en esta prisi�n y, arrodill�ndose, suplicar� ayuda a sus prisioneros. Los mismos medios que tomaron en esa ciudad los magistrados para silenciar a Pablo y Silas hicieron que fueran m�s estimados y, en consecuencia, que las palabras que hab�an hablado recibieran m�s atenci�n.

III. O NE INTERPOSICI�N ESPECIAL de la Providencia en A LIFETIME no garantizar� exenci�n de un destino ordinarias a otro per�odo . Pedro se salv� de la espada de Herodes, pero sufri� el martirio en su vida posterior.

IV. T HE AGENTES DE G OD que han sido condenado p�blicamente SE P�BLICAMENTE reivindic� . El Hijo de Dios fue condenado p�blicamente y ejecutado por los jud�os como un malhechor, pero alg�n d�a lo reconocer�n como su Se�or con �He aqu�, este es nuestro Dios; le hemos esperado � Isa�as 25:9 ). ( Bosquejos de un ministro de Londres .)

Versículo 24

Entonces el rey Nabucodonosor se asombr�.

El asombro de Nabucodonosor mientras miraba dentro del horno ardiente

Considere las causas de su asombro.

I. H E se sorprendi� de EL N�MERO contempl� en el horno �Lo! Veo cuatro hombres; �y la forma del cuarto es como el Hijo de Dios! " Algunos han imaginado que con la expresi�n "Hijo de Dios" Nabucodonosor se refer�a a un hijo de J�piter, o de Baal, o de alguna otra deidad pagana; pero ciertamente es mucho m�s razonable suponer que por el poder de Dios, quien "hace que la ira del hombre lo alabe", y de quien leemos, "El que est� sentado en los cielos se reir�", el rey se vio obligado a pronuncia una gran verdad a pesar de la furia de su esp�ritu y las tinieblas de su alma.

�No parece claro que Jehov� estaba entonces tratando con Nabucodonosor esencialmente de la misma manera en que lo hab�a hecho, siglos antes, con Balaam, cuando hizo que su oposici�n lo alabara, y cuando, a pesar de �la locura del profeta, Se vio obligado, en lugar de maldecir a Israel, a pronunciar, bajo un poder que no pudo resistir, verdades que no entend�a, cuando habl� de la venida de "una estrella de Jacob", y proclam�: "Yo lo ver�, pero no ahora; lo ver�, pero no de cerca �? �Podemos fallar a la luz de las Escrituras en reconocer al cuarto en el horno como "el Mensajero del pacto" de quien leemos: "En todas sus aflicciones fue afligido, y el �ngel de su presencia los salv�"; �El Verbo� que iba a ser �hecho carne y habitar entre los hombres, el unig�nito del Padre, lleno de gracia y de verdad �? Esa causa del asombro del rey, ver cuatro en el horno, se vuelve para nosotros ilustrativo de una verdad preciosa: que Dios, nuestro Salvador, est� con Su pueblo en el horno de la aflicci�n.

"El Se�or ama a los justos". Amado hombre, los prepara para el hogar; y la aflicci�n, "si es necesario", es uno de los medios preparatorios empleados por Aquel "cuyo fuego est� en Sion y su horno en Jerusal�n". Pero tampoco otros est�n libres de prueba. El mundo tiene sus hornos. �No estaba Ca�n en un horno cuando dijo: "Mi castigo es mayor de lo que puedo soportar"? �No fue Belsasar, cuando, con las rodillas temblorosas y el alma aterrorizada, se acobard� ante la escritura en la pared: �Pesado en la balanza y hallado falto�? �No era Judas, cuando, arrojando al suelo las treinta piezas de plata, como si quem�ndose no sus dedos sino su alma, sali� y se ahorc�? Y multitudes que ahora vagan por los caminos del pecado, est�n en hornos de aflicci�n.

Pero cuando los siervos del Se�or est�n en el horno de la aflicci�n, est�n en el horno que est� "en Jerusal�n", y no est�n solos en �l. Aquel que controla y regula su calor, y puede, a su gusto, sacarlos de �l, est� con ellos en �l, como "el consuelo de Israel, su Salvador, en el tiempo de angustia". "No te dejar� sin consuelo". ��Mira! Estoy contigo siempre"; "Mi gracia es suficiente para ti."

II. Otra causa del asombro del rey fue la siguiente: � NO TIENEN DA�O. " �Qu� ilustrativo de la preciosa verdad de que el pueblo de Dios no recibe da�o en el horno de la aflicci�n! As� parece haber sentido el salmista cuando dijo: "El Se�or te guardar� de todo mal; �l guardar� tu alma". Que nos descubran errores en el juicio, enga�os en el coraz�n, justicia propia en el esp�ritu y m�ltiples deficiencias que antes hab�amos pasado desapercibidas en nuestro car�cter y en nuestra vida, puede ser sumamente humillante y doloroso por un tiempo, pero est� lejos de serlo. hiriente para el alma; porque tales son algunos de los resultados expresamente intencionados de la aflicci�n santificada que, al no da�ar ninguna de las gracias cristianas, da nuevo vigor a la fe, nuevo brillo a la esperanza, nuevo ardor a los santos afectos y un tono de nueva devoci�n a todo el esp�ritu y la vida. . Seguramente, entonces, se convierte en el pueblo de Dios, en medio de las diversas pruebas de la vida,

III. El hecho de que el rey viera en el horno a "cuatro hombres sueltos , mientras que ilesos", fue otro motivo de asombro. No s�lo el poder, sino el pensamiento, la discriminaci�n y la influencia directriz actuaban en medio de las llamas. Aquel que �dirige su rel�mpago hasta los confines de la tierra�, Se�or de todos los elementos, el Dios de la naturaleza y las leyes de la naturaleza, hizo que el fuego actuara s�lo en la direcci�n y para los fines que �l quer�a.

Actu�, pero solo para quemar bonos. Esa causa de asombro ilustra otra verdad preciosa: que la aflicci�n santificada quema los lazos: los lazos del pecado, de Satan�s y del mundo. Los hijos de Dios, que vuelven a enredarse en lazos de diversa �ndole, a menudo son puestos por la mano infalible de un Padre fiel y amoroso en el horno de la aflicci�n; ya su debido tiempo, quemadas las ataduras, son sacados del horno para sentir de nuevo y, a menudo, mucho m�s que antes, "la gloriosa libertad de los hijos de Dios".

IV. Otra causa del asombro del rey parece haber sido �sta: SU COMPORTAMIENTO EN EL HORNO: �caminando en medio del fuego�, tan tranquilo, due�o de s� mismo, gozoso. Qu� ilustrativo de otra verdad preciosa, que el pueblo de Dios no solo es apoyado sino capacitado para estar "gozosos en la tribulaci�n". Antes de que la multitud de espectadores asombrados se marchara, seguramente debieron haber fijado sus ojos muy intensamente durante unos momentos en el rey, el horno y los tres fieles servidores de "un gran Dios". Hagamos lo mismo.

1. El rey. �Cu�l es ahora el estado de su mente? Una cosa que dijo fue esto: "No hay otro Dios que pueda librar despu�s de esta clase". "Es cierto, oh rey". Pero, �hay alg�n otro dios que pueda librarnos? �D�nde estaban tus dioses, oh Babilonia, cuando algunos de sus devotos devotos, esos "valientes", estaban siendo quemados hasta morir incluso fuera del horno? Lamentablemente, �Nabucodonosor no pudo recurrir a una explicaci�n racional y correcta de esa oportunidad tan favorable de mirar completamente la pregunta, "�Qu� es la verdad"? �Y no mucho despu�s se le vio comiendo hierba con las bestias del campo! Qu� lecci�n en cuanto a la importancia de mejorar cada temporada de oportunidades especialmente favorables, cada d�a de visitaci�n especialmente misericordiosa.

2. El horno. Lea como en letras de luz entre las glorias que menguan, lecciones como estas: �El camino del deber es el camino de la seguridad�; �Como mis d�as, as� ser�n mis fuerzas�; �A los que honran� a Dios, �l �honrar�; �Bienaventurados todos los que en �l conf�an�.

3. Los tres probados que han salido como oro �.

(1) Son hombres j�venes, no levitas, ni sacerdotes, sino hombres j�venes que han estado ocupados en asuntos seculares y en posiciones de gran exposici�n a muchos atractivos y tentaciones: j�venes representativos.

(2) El alcance de la utilidad de esos tres j�venes nunca se conocer� completamente hasta que el tiempo ya no lo sea.

(3) Habiendo glorificado a Dios en el fuego, nadie pod�a decir, por su apariencia, que hab�an estado cerca del horno. ( Joseph Elliot .)

Versículo 25

He aqu�, veo a cuatro hombres sueltos, caminando en medio del fuego.

Consolaci�n en el horno

La narraci�n de la gloriosa audacia y la maravillosa liberaci�n de los tres santos hijos, o m�s bien campeones, est� bien calculada para despertar en la mente de los creyentes firmeza y perseverancia en la defensa de la verdad en los dientes de la tiran�a y en las mismas fauces de la muerte. Que los j�venes especialmente, ya que eran j�venes, aprendan de su ejemplo tanto en asuntos de fe en la religi�n como en asuntos de integridad en los negocios, que nunca sacrifiquen sus conciencias.

Tener la conciencia tranquila, llevar un esp�ritu inocente, tener un coraz�n libre de ofensas, son riquezas mayores que las que las minas de Ofir podr�an ceder o el tr�fico de Tiro podr�a ganar. Mejor es una cena de hierbas donde hay amor que un buey atascado y contienda interior con �l. Una onza de tranquilidad vale una tonelada de oro; y una gota de inocencia es mejor que un mar de lisonjas.

I. El lugar donde Dios ' S a menudo las personas . En el texto encontramos a tres de ellos en un horno de fuego ardiendo, y por singular que sea literalmente, no es algo extraordinario espiritualmente, porque, a decir verdad, es el lugar habitual donde se encuentran los santos. Los antiguos contaban que la salamandra viv�a en el fuego; lo mismo puede decirse del cristiano sin f�bula alguna.

Es m�s bien una maravilla cuando un cristiano no est� en juicio, porque para los vagabundos en un desierto, la incomodidad y la privaci�n ser�n, naturalmente, la regla m�s que la excepci�n. Es a trav�s de �mucha tribulaci�n� que heredamos el reino.

1. Primero, est� el horno que los hombres encienden. Como si no hubiera suficiente miseria en el mundo, los hombres son los mayores torturadores de sus semejantes. Los elementos en toda su furia, las bestias salvajes en toda su ferocidad, y el hambre y la pestilencia en todos sus horrores, apenas han demostrado ser tan enemigos para el hombre como lo han sido los hombres mismos. La animosidad religiosa es siempre el peor de todos los odios e incita a los actos m�s diab�licos; la persecuci�n es tan implacable como la muerte y tan cruel como la tumba.

A veces el cristiano siente el calor del horno de la persecuci�n abierta. Otro horno es el de la opresi�n. En el horno de hierro de Egipto, los hijos de Israel fueron sometidos a dura servidumbre en ladrillo y cemento; y sin duda muchos del pueblo de Dios est�n en posiciones en las que son poco mejores que esclavos. Tambi�n est� el horno de la calumnia.

2. En segundo lugar, hay un horno que Satan�s sopla con tres grandes fuelles; algunos de ustedes han estado en �l. Es dif�cil de soportar, porque el pr�ncipe del poder del aire tiene gran dominio sobre los esp�ritus humanos; conoce nuestros puntos d�biles y puede atacarnos para cortarnos lo m�s r�pido posible. �l aviva el fuego con el estallido de la tentaci�n. Luego trabaja el segundo fuelle de acusaci�n. Sisea en el o�do: ��Tus pecados te han destruido! �El Se�or te ha abandonado completamente! �Tu Dios no tendr� m�s misericordia! Entonces nos acosar� con sugerencias de blasfemia; porque mientras atormenta como con insinuaciones, tiene una manera de proferir cosas inmundas contra Dios y luego arrojarlas en nuestros corazones como si fueran nuestros.

3. Y en tercer lugar, hay un horno que Dios mismo prepara para su pueblo. Est� el horno del dolor f�sico. Un horno a�n peor, quiz�s, es el del duelo. Entonces, sumado a esto, se aglomerar�n sobre nosotros p�rdidas y sufrimientos temporales. El negocio que pensamos enriquecer�a, empobrece.

4. El contexto nos recuerda que a veces el cristiano est� expuesto a pruebas muy peculiares. El horno se calent� siete veces m�s; estaba lo suficientemente caliente cuando se calent� una vez; pero supongo que Nabucodonosor hizo echar brea y alquitr�n, y toda clase de combustibles para que se apagara con mayor vehemencia. Verdaderamente, a veces el Se�or parece tratar as� con Su pueblo. Es un calor particularmente feroz que los rodea, y gritan: "Ciertamente yo soy el hombre que ha visto aflicci�n; puedo tener precedencia sobre todos los dem�s en el reino del dolor".

5. No me gusta dejar este punto sin observar, tambi�n, que estos campeones santos estaban indefensos cuando fueron arrojados al horno. Est�n encuadernados; y muchos de nosotros tambi�n hemos sido atados, de modo que no pudimos levantar la mano o el pie para ayudarnos a nosotros mismos. �Bastante dif�cil en la que estar! �Qui�n no se estremece! Ciertamente, ninguno de nosotros lo elegir�a; pero no tenemos elecci�n, y como dijimos con David: "Me escoger�s mi heredad", si el Se�or decide escogerla para nosotros entre las brasas de fuego, es el Se�or, que haga lo que le parezca. �l bien. Donde Jehov� coloca a sus santos, en realidad est�n a salvo, aunque en apariencia est�n expuestos a la destrucci�n.

II. QU� PIERDEN ALL� ? Mira el texto y te quedar� claro que perdieron algo. Sadrac, Mesac y Abed-nego perdieron algo en el fuego: no sus turbantes, ni sus t�nicas, ni sus calzas, ni un cabello de sus cabezas o tablas, no; �entonces que?

1. Por qu�, perdieron sus ataduras all�. Observe: ��No echamos a tres hombres atados en medio del fuego? Mira, veo a cuatro hombres sueltos, caminando en medio del fuego �. El fuego no los lastim�, pero rompi� sus ataduras. �Bendita p�rdida esta! Las p�rdidas de un verdadero cristiano son ganancias en otra forma. Ahora, observe esto cuidadosamente, que muchos de los siervos de Dios nunca conocen la plenitud de la libertad espiritual hasta que son arrojados en medio del horno.

�Quieres que te muestre algunos de los lazos que Dios desata para su pueblo cuando est� en el fuego del odio humano? A veces rompe las cuerdas del miedo al hombre y del deseo de agradar al hombre. Cuando la persecuci�n se desata, es maravillosa la libertad que le da al hijo de Dios. �Nunca una lengua m�s libre que la de Lutero! �Nunca una boca m�s valiente que la de John Knox! �Nunca un discurso m�s atrevido que el de Juan Calvino! �Nunca un coraz�n m�s valiente que el que lat�a bajo las costillas de Wickliffe!

2. Una vez m�s, cuando Satan�s nos mete en el horno, a menudo es el medio para romper las ataduras. Cu�ntos cristianos est�n atados por los lazos de marcos y sentimientos; los lazos de depender una vez de algo interno, en lugar de descansar en Cristo el gran sacrificio. Las tentaciones feroces pueden ser como olas que ba�an al marinero en una roca; pueden acercarnos m�s a Cristo. Es un mal viento que no trae bien a nadie; pero el peor viento que Satan�s puede enviar es bueno para el cristiano, porque lo apresura m�s cerca de su Se�or. La tentaci�n es una gran bendici�n cuando suelta nuestros lazos de autoconfianza y dependencia de marcos y sentimientos.

3. En cuanto a las aflicciones que Dios env�a, �no desatan nuestras ataduras? Las dudas y los temores son m�s comunes para nosotros en medio del trabajo y los negocios que cuando los deja a un lado la enfermedad.

III. W SANTOS HAT hacer all� . �Mira, veo a cuatro hombres sueltos, caminando en medio del fuego�. �Caminando! Caminan - es un s�mbolo de alegr�a, de tranquilidad, de paz, de descanso - no revolotean como fantasmas inquietos, como si fueran esp�ritus incorp�reos que atraviesan la llama; pero caminar con pasos reales, pisar brasas como si fueran rosas, y oler las llamas de los sulfurosos como si no produjeran m�s que perfume arom�tico.

Enoc "camin� con Dios". Es el paso del cristiano, es su paso general; a veces corre, pero su paso general es caminar con Dios, caminar en el Esp�ritu; y veis que estos buenos hombres no apresuraron el paso, ni lo aflojaron, siguieron andando como sol�an hacerlo; ten�an la misma santa calma y paz mental que disfrutaban en otros lugares. Su caminar muestra no solo su libertad, su tranquilidad, su placer y su calma, sino que muestra su fuerza. Sus tendones no se rompieron, estaban caminando. Estos hombres no ten�an andar cojeando, caminaban, caminaban en medio del fuego.

IV. W HAT no perdieron HAY . El texto dice: "Y no tienen da�o". All� no perdieron nada.

1. Pero podemos decir primero de ellos, que sus personas no sufrieron da�o. El hijo de Dios no pierde en el horno nada de s� mismo que valga la pena conservar. No pierde su vida espiritual, que es inmortal; no pierde sus gracias, las refina y multiplica, y su brillo se ve mejor a la luz del horno.

2. El cristiano no pierde all� sus vestiduras. Ves sus sombreros y calzas, y sus abrigos no estaban chamuscados, ni hab�a olor a fuego en ellos; y lo mismo ocurre con el cristiano: su manto es el hermoso vestido que el mismo Cristo hizo en su vida, y que ti�� con la p�rpura de su propia sangre. Como no le da�a la edad, ni la polilla, ni el gusano, ni el moho, tampoco puede ser tocado por el fuego. S� que le temes a ese horno, �qui�n no? Pero valor, valor, el Se�or, que permite que ese horno se caliente, te guardar� en �l, �por lo tanto, no desmayes!

V. W HO estaba con ellos en el horno . Hab�a un cuarto, y era tan brillante y glorioso que incluso los ojos paganos de Nabucodonosor pod�an discernir un brillo sobrenatural a su alrededor. �El cuarto�, dijo, �es como el Hijo de Dios�, no puedo decir qu� apariencia hab�a puesto Cristo, que fue reconocible por ese monarca pagano; pero supongo que apareci� en un grado de esa gloria en la que se mostr� a su siervo Juan en el Apocalipsis.

Debes ir al horno si quieres tener los tratos m�s cercanos y queridos con Cristo Jes�s. Siempre que el Se�or se aparece, es a Su pueblo cuando est� en una postura militante. El pensamiento m�s rico del que quiz�s pueda vivir un cristiano es este: que Cristo est� en el horno con �l. S� que para los mundanos esto parece un consuelo muy pobre, pero si nunca has bebido este vino no puedes juzgar su sabor.

�Qu� debe ser vivir con las llamas eternas! El coraz�n de uno late fuerte al pensar en los tres pobres hombres arrojados en ese horno de Nabucodonosor, con su brea ardiente y su bet�n levantando sus serpentinas de llamas, como si prendieran fuego a los cielos; sin embargo, ese fuego no pod�a tocar a los tres ni�os, no era fuego consumidor. Pero, ten cuidado, hay Uno que es �fuego consumidor�, y una vez lo deja arder con ira, y nadie puede librarte.

�l te llama a dejar tus pecados y mirar a �l, y entonces nunca morir�s, ni sobre ti se encender� la llama de la ira porque su poder se gast� en �l, y �l sinti� el horno de la ira divina, y pis� el resplandeciente carbones para toda alma que crea en �l. ( C. H . Spurgeon .)

Los dos aspectos de la vida

Ahora, lo que quiero derivar del pasaje como ilustraci�n es esto: que hay dos aspectos de la vida; uno que se describe aqu�, como Nabucodonosor lo describi� a sus consejeros, y como reconocieron que era; y el otro, como aparece al ojo de la fe, que nos es representado por este rey, que ten�a los ojos abiertos para ver lo que aparentemente sus consejeros no vieron. Los tres hombres, entonces, siendo arrojados al horno de fuego, pueden tomarse como ejemplos de la vida cotidiana; lo que el mismo Nabucodonosor pudo percibir puede ser tomado como esa interpretaci�n y glorificaci�n de los hechos ordinarios de la vida cotidiana que la Biblia, la religi�n y el cristianismo enf�ticamente pueden arrojar sobre todas las circunstancias de nuestra existencia aqu�.

Ahora bien, esto puede tomarse como un patr�n de todas las circunstancias de la vida. Existe la manera ordinaria, com�n, pr�ctica, prosaica de mirar todo; y como las cosas se ven as�, se muestran mucho como lo hacen las caracter�sticas naturales de esta ciudad en una de nuestras aburridas y brumosas ma�anas de noviembre. No hay nada para deleitarse, no hay poes�a, no hay luz en ellos; todos parecen aburridos, muertos y plomizos.

Pero, entonces, hay otro aspecto, y es el que el rey ten�a los ojos abiertos para percibir; y observas que lo que vio fue algo totalmente diferente de lo que eran las cosas a los ojos de sus consejeros, y de lo que eran como �l pensaba que deb�an ser. �l dijo: "Mira , veo cuatro hombres". Hay otro ah�. Estos hombres no est�n solos; no se les deja lidiar con la violencia de la llama; tienen un amigo con ellos; y, adem�s, como estaban echados atados, as� ahora percibe que est�n desatados, los ve tambi�n andando en medio del fuego.

Observe que estuvieron expuestos a todas estas poderosas llamas. Les permiti� bajar hacia ellos, pero estaban caminando en el fuego y no sufrieron ning�n da�o. As� ocurre con la vida cristiana. El cristiano no se libra de la tentaci�n; no es uno de los que nunca se exponen a un juicio; no hay exenci�n forjada en su favor; tiene su suerte con otros hombres; se pone de su parte con otros hombres; ya veces su suerte y su parte son peores que las de otros hombres, o al menos as� lo parecen.

Sin embargo, est� capacitado para caminar en medio del fuego. Ahora bien, est�n aquellas personas que siempre adoptan la visi�n com�n y pr�ctica de la vida, y son las personas tediosas. No conozco gente tan tediosa, tan dif�cil de tratar, como aquellos que siempre ven las cosas con su luz gris y apagada, precisamente como son; mientras que aquellos que pueden arrojar a lo com�n y corriente el espejismo de una existencia divina y de una vida superior, que pueden arrojar poes�a a la escena, esas son las personas que son interesantes, esas son las personas que saben con qui�n es un gozo y un privilegio serlo.

Entonces, nuevamente, observe muy a menudo que podemos estar en medio del peligro y no saberlo. �Qui�n puede decir de cu�ntos peligros se ha preservado? Es muy posible que muchos de nosotros de vez en cuando pasemos por encima de dificultades y peligros de los que no tenemos ni idea, y probablemente nunca descubramos que hemos sido preservados de la dificultad y el peligro. �No es este el caso de muchos de nosotros? O, por otro lado, es posible que caminemos en medio del peligro y sepamos que estamos en medio del peligro, como estos hombres sab�an que estaban; y luego, a veces, no somos conscientes de esa protecci�n invisible e invisible que est� cerca de nosotros.

Ahora quiero que aprendas a ver esto, a creer en ello. Nosotros, como cristianos, caminamos por fe y no por vista, y no debe haber emergencia ni prueba en la que el cristiano entre en el que se sienta dejado solo; siempre debe saber que hay alguien all� con �l, un amigo poderoso, el m�s fuerte de los fuertes, y que la forma de ese invisible es como el Hijo de Dios. Oh, es solo la Palabra de Dios, es solo el poder de la religi�n, es solo la verdad del cristianismo y la presencia de la gracia de Dios, lo que puede arrojar la luz a lo ordinario, lo aburrido y lo com�n. de la gloria del Sol de Justicia, que lo embellece todo de oro y hace que todo brille como con la luz de la gloria de Kenyon.

Eso, y solo eso, puede hacer que la vida sea gloriosa; eso, y solo eso, puede endurecer su coraz�n para que pueda soportar toda oposici�n y todas las pruebas, y pueda ser como hombres en el d�a del Se�or. Esa pregunta: "�No echamos a tres hombres atados en medio del fuego?" s�lo pod�a responderse de una manera: "�Cierto, oh rey!" Pero fue la gracia de Dios, fue el misterio de la promesa de Dios y la presencia de Dios lo que permiti� a ese gran rey decir: �He aqu�, veo a cuatro hombres sueltos, caminando en medio del fuego, anales tienen sin da�o el olor del fuego no les ha pasado.

No ten�a poder para da�arlos o herirlos porque hab�a Uno con ellos que era m�s poderoso que las llamas, y la forma de ese cuarto Poderoso era como el Hijo de Dios �. Ahora, es algo muy notable que en este Libro del profeta Daniel, el cuarto y �ltimo de los cuatro grandes profetas, tengamos un anticipo tan extraordinario, si puedo decirlo, del evangelio venidero de Jesucristo. Pero cuando el rey dice aqu�: �El cuarto es como el del Hijo de Dios.

"Es imposible, y nos vemos a nosotros mismos que es imposible, que pueda referirse a una de esas personas que son llamadas por una figura ret�rica" ??hijos de Dios ". Debe significar el Hijo de Dios, quien es, por eminencia y excelencia, el unig�nito Hijo de 'Dios, el que est� hecho a la imagen de Dios y a la semejanza de Dios, que es de Dios y de Dios, y que est� en la exacta relaci�n con Dios que un ni�o tiene con su padre.

As�, pues, es la glorificaci�n que se ofrece a todo cristiano en todos los tiempos de la vida. La vida, sin duda, para todos en las circunstancias m�s ventajosas, tiene su aspecto aburrido. �Todos sab�amos lo que es viajar por un camino que no tiene variedad, que no es m�s que mon�tono de principio a fin, y sentimos el efecto de ese viaje en nuestro esp�ritu. La vida tiene esos viajes para todos nosotros, incluso en las circunstancias m�s favorables.

Lo que queremos es que esas circunstancias no se alteren, porque puede ser que nunca se alteren, y ciertamente cuando m�s sentimos su monoton�a no es tan probable que se alteren, pero lo que queremos es algo que haga a prueba de su aburrimiento y monoton�a, algo que nos dar� fuerzas para enfrentarnos a ellos, algo que derramar� la luz del sol del d�a eterno sobre la oscuridad y la tristeza de la ma�ana que se extiende sobre las monta�as, y nos encender� con ella un glorioso d�a en el cual y por el cual podemos caminar de hora en hora con la presencia de Aquel cuya forma es como la del Hijo de Dios.

Ahora, �tienes esta presencia del Hijo de Dios contigo? Estoy bastante seguro de que lo quieres. Estoy seguro de que no hay nadie cuyo coraz�n no anhele a un amigo. A veces, un amigo solitario vale una mina de riqueza para nosotros, y si tenemos uno de esos amigos podemos considerarnos ricos. Ahora bien, hay un amigo as� para cada uno de nosotros en la persona del Hijo de Dios, que tambi�n es el Hijo del Hombre �, as� se compadeci�.

�Ese Hijo del hombre y el Hijo de Dios est� muy cerca de cada uno de nosotros; y si queremos verlo, debemos tener los ojos abiertos como se abrieron los ojos de este gran rey. Es solo por la fe que podemos contemplarlo. No se nos dice que estos tres hombres supieran siquiera que hab�a un cuarto con ellos. S�lo a un hombre le fue dado ver ese cuarto, y s�lo le fue dado reconocer en �l la forma �como la del Hijo de Dios.

�El Hijo de Dios puede estar con nosotros ahora. �l est� con nosotros ahora, porque ha prometido estar con nosotros. Lo que queremos fortalecernos es saber que �l est� con nosotros, y sentir que la forma de ese Hijo de Dios es en verdad la forma del Hijo del Hombre, que fue crucificado por nosotros, que resucit� de entre los muertos por nosotros. , y que ahora est� sentado a la diestra de Dios, para interceder siempre por nosotros. Pero, oren para que se abran sus ojos, para que en cada necesidad que tengan en esta vida, en cada prueba y tentaci�n, puedan sentir que el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre est� con ustedes. ( Dean Stanley .)

Y la forma del cuarto es como el Hijo de Dios.

Locura del polite�smo y el pante�smo

No puede haber confianza ni confianza firme donde los hombres suponen que hay una multitud de dioses. Porque un dios puede tener que ceder ante otro, o puede encontrar su poder limitado por el dominio de otro. Los griegos de anta�o cre�an que hab�a disputas, enemistades y divisiones entre los habitantes de su Olimpo, y que una deidad pod�a tener que sacrificar los intereses de sus devotos para obtener alguna concesi�n para otros favoritos.

Feliz fue el Israel de anta�o en la creencia en un solo Dios, y muchas fueron las obras de hero�smo que se obtuvieron en la fuerza de esta convicci�n. Tampoco puede haber paz mental y serena fortaleza donde el �nico dios es la mera suma del ser del universo. Para el pante�sta, Dios no es una persona, omnisciente, omnipresente, todopoderoso, que ve, conoce y se interesa por todo lo que hace. Para �l, Dios es un poder ciego, el mero agregado del funcionamiento de la naturaleza y el hombre, del que �l mismo forma parte y en el que finalmente ser� absorbido.

Tal deidad no tiene existencia separada, ninguna acci�n separada, ning�n conocimiento separado, ninguna voluntad personal, ninguna esfera especial de deber. El hombre puede ver, pero el dios, que es la mera suma de toda la visi�n humana y animal, �l mismo no ve. El hombre puede trabajar y la naturaleza puede emplear sus energ�as f�sicas y vegetativas, pero la suma de todo este trabajo no puede hacer nada. Sea lo que sea, ni siquiera tiene existencia para y en s� mismo, y no puede inspirar esperanza, no puede dar al hombre ning�n valor en el peligro, ning�n consuelo en el dolor, ninguna fuerza para la acci�n correcta.

Un dios as� es un nombre, no un ser, y para �l no existe la responsabilidad. Y la absorci�n en �l al morir significa simplemente dejar de tener una existencia separada. En la vida somos la parte actuante, pensante y energizante del dios pante�sta, ser absorbidos por �l en la muerte es caer en la inconsciencia. Ni en el polite�smo ni en el pante�smo hay nobleza de pensamiento, ni nada que haga al hombre mejor y le ayude a volverse semejante a un dios en la tierra.

Es responsabilidad de un Juez todopoderoso, omnisciente y justo que eleva al hombre a la verdadera altura de su dignidad, como ser dotado por Dios de libre albedr�o y conciencia; y la respuesta a la pregunta de por qu� Dios ha hecho este mundo como es, y ha colocado al hombre en una situaci�n tan llena de dificultades, se encuentra en el pensamiento de que s�lo soportando la carga de la responsabilidad el hombre puede ser apto para el servicio de Dios. servicio en el cielo.

Aqu�, en la tierra, los hombres se elevan en valor moral e influencia social mediante la responsabilidad que llevan debidamente; y toda la doctrina de un juicio futuro, y de recompensas y castigos eternos, tiene un gran prop�sito: impresionar las mentes de los hombres con el sentido de que son responsables ante un Juez justo por todo lo que piensan, dicen y hacen. Fue este sentido de responsabilidad hacia un Dios personal lo que dio a estos tres m�rtires jud�os su gran coraje, su fuerza para resistir a un monarca desp�tico, su tranquilidad y alegr�a en la hora del sufrimiento. ( Dean Payne-Smith, DD .)

El Hijo de Dios en el horno de fuego

Las palabras finales no deben leer "el Hijo de Dios", sino "un Hijo de Dios". Nabucodonosor era un pagano, ignorante de las altas ense�anzas religiosas de los jud�os, y ciertamente no estaba familiarizado con la doctrina cristiana de la segunda Persona en la Trinidad. La cuarta figura en el horno le pareci� divina en su belleza, majestad, gloria, una forma divina.

I. UNA REVELACI�N EN UN HORNO ARDIENTE . Ya sea que la apariencia sorprendente fuera un �ngel, o Cristo antes de Su encarnaci�n, o cualquier otro modo de manifestaci�n Divina, en cualquier caso fue una revelaci�n de Dios.

I. Dios solo necesita ser revelado para ser visto. El existe siempre; Se le ve a intervalos raros. No existe m�s cuando se lo ve que cuando no se lo ve. El velo oculta Su luz, pero no la apaga. Todo lo que necesitamos es que se levante el velo. Entonces se reconocer� al Dios omnipresente.

2. Dios se revela en el horno de fuego de la angustia. La escritura invisible comienza a aparecer cuando se sujeta al fuego. Los personajes brillan repentinamente con su verdadera luz en temporadas de tormenta, terror y dolor. Dios se revela en momentos cr�ticos de agon�a y necesidad.

3. El mundo exterior ve la revelaci�n en el horno de fuego. Los tres j�venes no son los �nicos favorecidos con la alegre visi�n de la presencia celestial. Nabucodonosor tambi�n ve la maravillosa apariencia. De hecho, es solo �l quien se dice expresamente haber observado esta figura adicional en el horno. Dios fue revelado por medio de los jud�os fieles, pero para que el mundo pagano pudiera contemplarlo.

La visi�n de Dios en la pasi�n de Cristo est� abierta a la mirada del mundo y puede captar la atenci�n de aquellos que est�n ciegos a la revelaci�n diaria de la naturaleza divina. �No puede ser este hecho una explicaci�n del misterio del sufrimiento? Adoptamos una visi�n demasiado estrecha y personal de la misi�n del dolor. Tiene extremos m�s grandes y anchos que la ventaja privada del propio paciente. �No pueden otros ser llamados a soportar el dolor para que a trav�s de las llamas que encienden sus propias almas, la luz de la Meta pueda destellar sobre sus semejantes?

II. LA COMPA��A D IVINA EN PROBLEMAS HUMANOS .

1. Dios est� con su pueblo en sus problemas. No solo mira desde el cielo. La piedad procedente de la serena altura de la perfecta bienaventuranza s�lo puede agravar la tortura de aquellos que se retuercen en la c�mara de tortura de la aflicci�n. Pero Dios nos dice que en todas las aflicciones de Su pueblo �l es afligido. Cristo vino al mundo para sufrir con los hombres. Estaba con San Esteban en la sala del consejo, con San Pablo en la c�rcel de Filipos.

2. La reconfortante presencia divina depende de la fidelidad del pueblo de Dios. Hay problemas en medio de los cuales no nos atrevemos a esperar ver el resplandor del rostro de nuestro Salvador. Si �l aparece en ellos, nuestra conciencia nos dice que debe ser con una mirada de dolor o enojo, y una voz que dice: "�Qu� haces aqu�?" El problema que nos acarrea la indiferencia negligente o la desobediencia culpable a la voluntad de Dios no invita a la reconfortante comuni�n divina.

3. La presencia Divina en los problemas es una seguridad contra todo da�o real. Las crueles llamas juegan con sus posibles v�ctimas tan inofensivamente como las hojas del bosque. Secta la presencia de Cristo y todo ir� bien. ( W . F . Adeney, MA )

Un hijo de Dios en el fuego

La cr�tica esc�ptica se ha pronunciado contra todo esto, por mostrar demasiado de lo maravilloso para creerlo. Pero con el Todopoderoso una cosa no es m�s dif�cil que otra. Puede hacer un sol abrasador en los cielos con tanta facilidad como hacer una margarita en el prado. Algunos han insistido en que no era apropiado para la Deidad mostrar tales maravillas aqu�. Pero, �qui�n puede decidir qu� es y qu� no se convierte en un Ser cuyos pensamientos nadie puede sondear? Y cuando consideramos que millones de Su pueblo escogido estaban entonces en servidumbre en ese imperio; que el gran objetivo de su presencia all� era purgarlos de sus idolatr�as; que no exist�an ministerios ordinarios para este fin; que aqu� hab�a un pueblo grande y poderoso que no conoc�a a Dios, desprovisto de cualquier medio eficaz de familiarizarse con Su majestad y poder superiores;

�Qui�n puede decir que no hubo ocasi�n suficiente para tal demostraci�n de la omnipotencia eterna? Y vea tambi�n el efecto. Se emiti� un decreto desde el trono a �todo pueblo, naci�n y lengua�, recitando el prodigio, proclamando la majestad de Jehov� y prohibiendo, bajo pena de muerte, hablar de �cualquier cosa mal contra el Dios de Sadrac, Mesac, y Abed-nego �. Y desde entonces estos hombres fueron promovidos y honrados por el imperio como testigos vivientes del Dios viviente. ( Joseph A . Seiss, DD ).

Almas verdaderas

I. MAMENTAMENTE LO intent� . "Caminando en medio del fuego".

II. M ORALMENTE INCONQUISIBLE . No toda la influencia del monarca y sus ministros podr�a romper su prop�sito o hacerlos infieles a Dios. No puedes conquistar un alma verdadera.

III. E ESENCIALMENTE INJUSTABLE . "Y no tienen ning�n da�o". "�Qui�n es el que os har� da�o si segu�s lo que es bueno?" "No temas al que puede matar el cuerpo".

IV. D IVINAMENTE ACOMPA�ADO . "La forma del cuarto es como el Hijo de Dios". �Qu� espect�culo para el monarca! �No le despert� la conciencia, crees? Dios siempre acompa�a a su pueblo. "Mira, estoy contigo siempre". ( Homilista .)

Sadrac, Mesac y Abed-nego

I. SU TENTACI�N .

II. T FIDELIDAD HEREDERO .

1. Estaban solos (v. 7). �No podr�an caer en la corriente y realizar el acto exterior con reserva interior?

2. Luego la terrible alternativa: �En la misma hora ser�is arrojados en medio de un horno de fuego ardiendo� ( Daniel 3:15 ). Nada m�s calculado para inspirar terror. Pero, como San Policarpo, "prefirieron el fuego que dura una hora y luego se enfr�a, al tormento perpetuo del fuego eterno". De la misma manera, los m�rtires cristianos, St.

Lawrence y otros, estaban preparados para sufrir terribles torturas de parrilla y fuego en lugar de perder el favor de Dios al negar a Cristo. Pero estos �tres hijos� fueron fieles en los d�as del antiguo pacto, cuando Cristo no hab�a dado a conocer el amor de Dios al hombre, ni el Esp�ritu de Dios a�n moraba personalmente entre los hombres; esto acent�a su valent�a.

3. Luego observe su disposici�n a soportar la tortura.

III. T RESCATE HEREDERO .

1. Fue milagroso. Un antiguo escritor enumera ocho milagros en esta lecci�n; pero, sin entrar en minucias, el hecho de que no fueran consumidos por las llamas ciertamente solo pod�a deberse a la intervenci�n divina.

2. Fue el cumplimiento de la profec�a: �Cuando pases por el fuego, no te quemar�s; Ni llama sobre ti se encender� � Isa�as 43:2 ). "La llama", dice San Cris�stomo, "liber� al cautivo, y ella misma fue atada por el cautivo". La realidad del fuego fue mostrada por las cadenas fundidas; y las muertes de los que arrojaron a los tres ni�os al fuego; pero la promesa divina fue evidenciada por su preservaci�n.

3. El modo del rescate fue a trav�s del instrumento de un �ngel: �La forma del cuarto es semejante al Hijo de Dios�; �Un hijo de los dioses� (RV), es decir, un �ngel. Algunos int�rpretes antiguos pensaban que aqu� se refer�a a Cristo mismo (Tertuliano, San Agust�n), de quien Nabucodonosor hab�a o�do de Daniel, y por lo tanto ser�a clasificado con las �teofan�as�; pero San Jer�nimo dice: "En verdad era un �ngel". La presencia visible del �ngel fue una prueba para el rey de que la liberaci�n de los tres j�venes fue el resultado de la protecci�n de Dios y de ning�n enga�o. De manera similar, Dios

liber� a Jerusal�n del poder de los asirios por el ministerio de un 2 Reyes 19:35 ); los ap�stoles de la prisi�n ( Hechos 5:19 ; Hechos 12:7 ); y San Juan del caldero de aceite llameante.

4. La liberaci�n fue completa. La integridad marca todas las obras de Dios. No hay medias tintas ni artima�as imperfectas: s�lo las cadenas est�n destruidas, no sus vestidos, ni sus cabellos chamuscados, ni el olor a fuego les ha pasado (v. 27).

IV. L ESCIONES .

1. La tentaci�n puede ser fuerte, pero la fidelidad a la conciencia deber�a ser m�s fuerte. La tentaci�n, aunque fuerte, nunca es abrumadora ni una excusa para el pecado ( 1 Corintios 10:13 ). Los tres hijos fueron fieles hasta la muerte; fueron, como San Juan, m�rtires de voluntad ( Apocalipsis 2:10 ).

2. Lo que dise�� Nabucodonosor es llevado a cabo inconscientemente por multitudes entre nosotros. Caen ante la imagen de oro; adoran las riquezas y hacen un dios de "las riquezas de la injusticia"; y esta codicia �es idolatr�a� ( Colosenses 3:5 ; Efesios 5:5 ).

3. Admiremos e imitemos la valent�a de los tres hijos al desobedecer el mandato real, y pongamos del lado de Cristo y Su Iglesia, si alguna vez la obediencia a los poderes del mundo implicara una violaci�n de las Leyes de Dios.

4. Regocij�monos en la liberaci�n divina. �El �ngel de Jehov� acampa alrededor de los que le temen, y los Salmo 34:7 � Salmo 34:7 ). El horno de Nabucodonosor es una imagen de la "prueba de fuego" de la persecuci�n, de la pasi�n sensual y de la aflicci�n; pero para los que son fieles, como los tres hijos, la tentaci�n y la tribulaci�n son tiempos de manifestaci�n Divina, de refinamiento y elecci�n, y de una mayor entrega total.

�He aqu�, te he refinado, pero no como la plata; Te escog� en el horno de la aflicci�n �( Isa�as 48:10 , RV). ( El Pensador .)

Los tres ni�os en el horno

Esta transacci�n es t�pica. Establece la seguridad de los santos de Dios en la hora de su mayor peligro, junto con la raz�n de esa seguridad. El fuego representa la prueba, la persecuci�n, porque el fuego consume, devora, destruye. Un horno es la imagen misma de la destrucci�n en su forma m�s salvaje. Haber ca�do atado en un horno as�, y haber sido visto de inmediato caminando suelto, es la imagen m�s viva posible de perfecta seguridad en medio de un peligro tremendo. La presencia de un compa�ero, y �l el Hijo de Dios, explica el resto de la maravilla, porque da cuenta de esa seguridad que antes era simplemente inexplicable.

1. En cada prueba se promete la victoria a la fe; la misma fe que en el llano de Dura "apag� la violencia del fuego".

2. El fuego de la tentaci�n est� ilustrado por la seguridad de los tres ni�os en el horno. El hombre est� a salvo, porque el Se�or est� con �l.

3. Aqu� se nos ense�a a contemplar la seguridad de los hijos elegidos de Dios en ese tremendo d�a cuando "el Se�or Jes�s ser� revelado desde el cielo con sus �ngeles poderosos en llamas de fuego". Dios Todopoderoso, cons�rvanos en la adversidad; as� que est� con nosotros en medio de la tentaci�n; Absu�lvanos en ese tremendo d�a, �incluso por Su propia misericordia! ( Anon .)

La Divina Presencia en el Fuego

Esta historia tiene una sugerencia de gran alcance. Representa un conflicto que se repite con frecuencia. Se erige como la imagen del hombre frente a los elementos feroces que se le oponen: el hombre en su agon�a, el hombre en su hero�smo, el hombre tambi�n en su consuelo. No se necesita mucha intuici�n para percibir un aspecto de la universalidad de la historia. El hombre y el fuego: eso es la vida. Demasiado pronto decimos, el hombre es arrojado al fuego del dolor y el sufrimiento.

Necesita alguna intuici�n, o alguna reflexi�n, para percibir el otro aspecto de su universalidad. Si el hombre y el fuego se describen como vida, el hombre y el fuego y la presencia Divina caminando con el hombre en el fuego, eso es religi�n. Es algo que se nos da el poder de percibir a un hombre m�s grande que el hombre en el fuego. Mire de nuevo al hombre en el fuego. Tomo al hombre primero como un ser intelectual.

Es en raz�n de la comprensi�n que las bestias no poseen que surge una agudeza adicional al sufrimiento humano. Tenemos memoria, tenemos anticipaci�n; y de ellos salen fuegos feroces para aumentar nuestra agon�a. El dolor, que llega a los hijos de los hombres, llega con un llamado a su conciencia. El hombre puede anticipar, y sabe que el dolor que entra en su vida hoy es el indicio de algo que est� actuando all�, y vive con el temor constante de que vuelva a ocurrir.

De la memoria y la anticipaci�n surge la agon�a de la retrospectiva y la agon�a del suspenso. Por la misma ley de nuestro ser intelectual sufrimos m�s que las bestias. Pero, �te separar�as de �l? Aunque sabes que las capacidades con las que est�s dotado te hacen capaz de un sufrimiento mayor, no renunciar�s a los dones dolorosos. Es precisamente a medida que crecemos en la escala del ser que nuestro poder de sufrimiento crece con �l.

Somos seres razonables, y porque lo somos, sufrimos m�s. Considere al hombre como un ser moral. Estos hebreos sufrieron debido a su lealtad a una ley m�s alta que la ley de autoconservaci�n. �Por qu� debe sufrir un hombre concienzudo? Es solo porque es concienzudo. No puede desmoralizarse a s� mismo, y la ley interior se impone y le hace afrontar el mayor dolor. Pero esto proclama su grandeza.

�l es el m�s grande porque es el testigo de una ley que es m�s grande, m�s verdadera, m�s profunda que cualquiera de las leyes externas que tocan el mundo f�sico. De otra manera, su sentido del derecho lo hace sufrir. Debe hacer lo correcto, aunque el mundo frunza el ce�o, porque la ley divina dentro de �l se est� imponiendo sobre la ley exterior. Su sufrimiento surge de esto: su capacidad para comprender la lealtad que le debe a la ley superior.

Considere al hombre como un ser espiritual. Los hombres, en la historia de la religi�n, han mostrado una conciencia espiritual. Hay cosas que, aunque no est�n mal, s� lo est�n para ellos. La causa est� dentro de ellos mismos. Otros no pueden entender. El hombre ha reconocido una ley de su ser, que es m�s profunda que la ley del Dec�logo. Cualquier cosa que le parezca que lo arrastra hacia abajo est� mal para �l, porque es hostil a su mejor vida.

Se entristece con cualquier cosa que obstaculice el desarrollo espiritual de su ser. En todo esto, el Se�or Jes�s es nuestro modelo. M�rcalo en su tentaci�n; ver el est�ndar moral. El sufrimiento me parece una orden del cielo, que obliga a los hombres a dar testimonio de lo Divino que est� dentro y debajo de las leyes eternas del derecho y de la manifestaci�n de una presencia como la del Hijo de Dios. �Cu�l ser� la ley por la cual un hombre pasar� por el fuego, y el olor a fuego no pasar� sobre �l? �Cu�n pocos, habiendo entrado en el fuego de la vida, salen sin cantar, sin tocar, sin que les llegue el olor del fuego! �No est�n los hombres manchados para que sepas que han sufrido? Se han chamuscado en el fuego.

�Qu� nobles y grandes parecen las pocas almas que pasan por el fuego y salen ilesas! �Son los hombres que se mantuvieron firmes en la batalla! �Qu� es la ley? En cada cosa universal hay alguna ley. Los hombres a cuyo lado camina el Hijo de Dios, que triunfan sobre el ardor de la llama, son los hombres que han tenido una victoria anterior a esa. Su victoria sobre el fuego fue precedida por su victoria sobre la multitud.

No se inclinar�an. Debemos retroceder m�s. Estos hombres fueron los primeros vencedores de s� mismos. El hombre que triunfa sobre s� mismo es el hombre que triunfa sobre el mundo; y el hombre que vence al mundo, vence al fuego que est� en el mundo. Esa es la ley. Pero cuando ha descubierto una ley, est� muy lejos de haber descubierto todo lo que necesita. No siempre es f�cil poner en pr�ctica la ley.

�Qu� fuerza act�a detr�s de la ley? En medio del fuego se revel� una cuarta figura, y su forma era semejante a la del Hijo de Dios. En medio del fuego estaba la presencia Divina. La fuerza motriz fue la energ�a divina, la vida divina, la presencia divina. La ley del �xito es el autocontrol, pero el poder para hacer efectiva la ley est� en la presencia Divina. La vida tiene poco sentido a menos que reconozca que dondequiera que se enciende el fuego, all� tambi�n est� la presencia Divina.

Reconocer eso es parte de la fe; trabajar y vivir de acuerdo con eso es el poder de la fe. Otra pregunta que esta verdad puede responder. Estamos llamados a sufrir, �y qui�n resolver� su dolor? Se da el dolor para que lo Divino pueda manifestarse. La cruz iba a ser el s�mbolo de la agon�a del mundo y tambi�n de la presencia Divina. ... Entonces cultivemos el autocontrol como protesta contra la frivolidad de la vida que destruye el coraz�n, contra la sensualidad de la vida que corrompe la conciencia, contra la deshonestidad intelectual que perturba la pura visi�n de lo que debe ser la vida. Mientras hacemos esto, no estaremos solos. Aquel que visti� nuestra naturaleza camin� ante nosotros por los caminos del sufrimiento. Cuando la llama se encienda sobre nosotros, �l estar� con nosotros. ( W. Boyd-Carpenter, DD .)

Fuego permanente

I. SU PREPARACI�N PARA EL D�A DEL JUICIO . Lleg� no desprevenido. El deber es f�cil cuando no hay un le�n en el camino. En la narrativa solo vemos a los tres valientes en el d�a del juicio. Su coraz�n estaba arreglado antes de que llegara. Sin dudarlo, se dirigieron a la llanura de Dura. Estuvieron de pie en el d�a malo porque estaban bien preparados, bien equipados para �l. Los grandes hombres no son conocidos por el mundo hasta que son grandes.

As� que nos sobrevendr�n las pruebas; tentaciones agudas. Revelar�n nuestro car�cter, de qu� tipo es. Seamos todos los d�as hombres puros, altruistas, que conf�an en Cristo y que imitan a Cristo. Entonces, todos los d�as ser�n una preparaci�n para el momento terrible en que la tentaci�n nos asaltar� como fuego; y estaremos firmes en el d�a malo.

II. T HE REALIZACI�N DE LA tres en el d�a de la prueba . Estaban en aparente aislamiento. Hacer el bien es m�s f�cil cuando vamos con la multitud. Pero cuando estamos solos, entonces es la agon�a. Solo sin estar solo. Cristo es el Hacedor de grandes hombres, grandes corazones. M�s de un joven est� haciendo valientes, atrevi�ndose a estar solo en medio de terribles tentaciones a la impureza.

III. T DELIVERANCE HEIR en el d�a de PRUEBA . El ojo del rey est� en el horno, y ve un cuarto, uno que parece un hijo de los dioses. Nos identificamos con el �ngel Jehov�, el mensajero del pacto. La presencia de Cristo puede convertir incluso un horno en el para�so. Su libertador fue fuerte. �l ser� nuestro y nos salvar�, si lo buscamos, del pecado, de todo mal, de todo lo que nos har� da�o. Entonces conf�a en �l. ( G. T . Coster ).

Un serm�n a los bomberos

Los eventos aqu� registrados probablemente ocurrieron en el a�o dieciocho de Nabucodonosor. Acababa de regresar de una guerra triunfante, trayendo consigo el bot�n de naciones subyugadas y cautivos innumerables. En esta coyuntura se inclin� a hacer una pausa. Pens� que hab�a llegado el momento de inaugurar una nueva era. Primero, sin embargo, debe estar seguro de la lealtad de estas razas. Los cimientos deben colocarse firmemente antes de proceder a erigir la superestructura sobre ellos.

As� que decidi� el ceremonial que tuvo lugar en la vasta llanura de Dura. Era conocido por ser un hombre devoto a su manera; un adorador entusiasta de su dios Merodach. La ceremonia no fue un mero desfile ocioso; no era s�lo una cuesti�n de pol�tica de Estado, era un acto de gratitud, debido a la deidad a la que cre�a que deb�a sus victorias y su trono. Es bueno tener esto en cuenta si queremos entrar en las verdaderas dificultades tanto del monarca como de sus recalcitrantes monarcas jud�os.

La l�nea de conducta a la que los tres jud�os se sintieron obligados fue considerada por Nabucodonosor como una rebeli�n abierta y un insulto tanto para �l como para su dios. Estos jud�os ten�an ante s� una alternativa muy dolorosa y angustiosa: actuar en oposici�n a sus propias convicciones m�s profundas al adorar a un �dolo, o bien someterse a una muerte horrible. Podemos imaginar su ansiedad, conferencia y oraci�n mutuas.

Cuando se hizo la negativa p�blica, el monarca se enfureci�. Ser barbudo por sus propios funcionarios en un momento as�, en presencia de tanta multitud, habr�a puesto a prueba la paciencia de hombres m�s pacientes que �l. Ten�a un temperamento apasionado. El rey sinti� que estaba comprometido a luchar con el Dios de los hebreos.

1. Nos inclinamos a elogiar la indomable resoluci�n de estos j�venes; pero debemos ir detr�s de ellos y darnos cuenta de su confianza en el Jehov� invisible y en las promesas de Su palabra. Fue eso lo que los hizo varoniles. Los tres j�venes encontraron su camino hacia una posici�n espiritual, lo que les permiti� soportar la ira del rey, porque pudieron ver a un Rey m�s grande, aunque invisible, detr�s de �l.

2. En este cap�tulo tenemos un duelo entre la potencia mundial y el Se�or Dios mismo. Tenemos en ella a la Iglesia de Dios casi en su punto m�s bajo. Tenemos el mundo en toda la plenitud de su poder y en toda la insolencia de su autoridad. �Podemos sobrestimar el valor de un testimonio como este de la fidelidad de Dios? Quite esta historia de los tres ni�os de la Biblia, �y cu�n infinitamente grande habr�a sido la p�rdida de la iglesia!

3. Un pensamiento para nosotros mismos. De alguna forma, es posible que todos tengamos que atravesar el fuego. Cualquiera de nosotros puede ser probado por la seducci�n de sus sentidos; las trampas de la vida empresarial, la amarga p�rdida y la desaparici�n, o el filo agudo de una agon�a corporal prolongada. Procuremos tener con nosotros, como la tengamos, la presencia del Cristo personal, de Jes�s el gran Sumo Sacerdote, el �ngel de la Alianza. Entonces pasaremos a trav�s de la llama, y ??no se acumular� ni nos quemar�. As�, en nuestro peque�o camino, daremos gloria a Dios y fuerza a otros pueblos. ( Gordon Calthrop, MA .)

Seguridad con el Maestro de los Elementos

La llama reconoci� la presencia de Aquel que la hizo y se inclin� reverentemente ante el Hijo de Dios, as� como en otras ocasiones las aguas del mar lo poseyeron, los vientos lo escucharon y toda la naturaleza le respondi� y le obedeci�. La llama perdi� su poder de consumir, porque le orden� que no lo hiciera Aquel que la encendi� al principio. La naturaleza es d�cil en la mano de Jes�s. �l es el Se�or de la creaci�n; No tiene m�s que hablar, y todas las cosas responder�n en diez mil ecos: "Habla, Se�or, tus siervos oyen". Estos j�venes hebreos, nos dice el ap�stol Pablo en su Ep�stola a los Hebreos, �apagaron la violencia del fuego� por su fe. ( J . Cumming ).

Jes�s con nosotros en la hora de la angustia

Cristiano, no tendr�s que atravesar el r�o sin tu Maestro. Recordamos una vieja historia de nuestra ni�ez, c�mo el pobre Robinson Crusoe, hundido en una playa extranjera, se regocij� al ver la huella del pie de un hombre. As� sucede con el cristiano en su angustia; no se desesperar� en una tierra desolada, porque hay la huella de Cristo Jes�s en todas nuestras tentaciones, nuestras angustias. Sigue regocij�ndote, cristiano; est�s en un pa�s habitado; tu Jes�s est� contigo en todas tus aflicciones y en todas tus aflicciones. Nunca tendr�s que pisar el lagar solo. ( C. H . Spurgeon .)

Versículo 28

Entonces habl� Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envi� a su �ngel y libr� a sus siervos.

El esp�ritu persecutor

La ocasi�n de estas palabras debe ser demasiado conocida para repetirse en todas sus circunstancias.

I. T HE causa particular del gran peligro que �stos tambi�n fueron llevados a . No servir�an ni adorar�an a ning�n dios excepto a su propio Dios. No hay nadie que tenga una concepci�n de Dios pero que deba permitirle ser infinito en todos Sus atributos. Pero el infinito implica unidad; y si este ser es Uno, la adoraci�n Divina debe ser debida �nicamente a �l. Esto hizo que Dios prohibiera a los jud�os servir a los dioses de las naciones vecinas, bajo penas tan severas.

As� como Dios mostr� su aprobaci�n por la negativa de esos jud�os a adorar la imagen mediante el milagro que obr� en su liberaci�n, as�, no lo dudo, pero �l ha mostrado tantas maravillas al liberar a esta naci�n tan a menudo por su constancia en la misma negativa, aunque, en todos los dem�s aspectos, el m�s indigno de la menor de Sus misericordias.

II. E XAMINE LOS PRETENSOS DE CRUELDAD RELIGIOSA . Lo son, ya sea para promover la gloria de Dios o el bien de nuestro pr�jimo. La crueldad no es apropiada para ninguno de estos prop�sitos. Por gloria de Dios se entiende probablemente el perfeccionamiento de la noci�n de Dios que los hombres tienen por la luz de la naturaleza; o hacer que Su voluntad revelada sea m�s f�cilmente aceptada por ellos. Con la humanidad en un estado de naturaleza, el miedo oblig� al reconocimiento de un ser superior, por lo que su adoraci�n era cruel y sus modales b�rbaros.

Cuando comenzaron a establecerse en sociedades, y cuando reflexionaron sobre la primera causa de los beneficios que disfrutaban y descubrieron la bondad de Dios, entonces el amor creci� como el principio de su alegre obediencia, y su adoraci�n fue incruenta y alegre, y su modales inocentes y entra�ables. La mejora de la naturaleza humana consiste en las nociones de bondad en lo Divino. Pero si, cuando los hombres hab�an llegado hasta aqu� gracias a la luz de la naturaleza, alguien se hubiera puesto en marcha y fingiera haber ofendido a su pr�jimo, por una comisi�n particular de Dios y para su gloria, entonces el amor debe haber dado lugar de inmediato a miedo, y la naturaleza humana se volvi� salvaje y salvaje de nuevo.

Tome el otro pretexto, que la violencia tiene como objetivo promover el Evangelio. �Qu� contradictorio y absurdo es esto! Esto es para recomendar el amor por el odio, la misericordia por la crueldad y el perd�n por la destrucci�n. Lo que distingue al Evangelio es su disposici�n tan admirable a engendrar amor y paz, justicia y caridad entre todos los hombres. Aqu� el perd�n se convierte en beneficencia y la humanidad se exalta en caridad.

Aqu� las heridas se devuelven con oraciones y las maldiciones con bendiciones. Los fariseos ense�aron que era l�cito odiar a los enemigos. Los c�nicos renunciaron a toda la humanidad. Los estoicos consideraron la compasi�n como una enfermedad. Todas las dem�s sectas eran deficientes en este particular. Pero el cristianismo mejor� la naturaleza humana a semejanza de lo Divino. Los disc�pulos de Nuestro Se�or deb�an distinguirse del mundo entero por su �amarse unos a otros.

��Y qu� ejemplos nos dej� el gran Maestro? �Se atrever�n entonces los hombres a encarcelar, empobrecer y asesinar a sus hermanos en el nombre de este Jes�s? Otra pretensi�n de crueldad religiosa es que puede promover el bien de nuestro pr�jimo. Esto generalmente se disfraza bajo el enga�oso pretexto del celo. Pero el verdadero celo debe emplearse primero en nosotros mismos. El celo es tan necesario para la vida de devoci�n como el calor natural lo es para el cuerpo.

La religi�n debe ser un libre consentimiento del alma; s�lo puede ser aceptable a Dios si es voluntario. �C�mo puede obtenerse plena convicci�n si no es mediante un uso suave, un razonamiento tranquilo y un buen ejemplo? Nunca se puede obligar a la voluntad a dar un asentimiento sincero, despu�s de toda la violencia que se puede ofrecer. Adem�s, todo error, considerando la vanidad de la humanidad, es de naturaleza tierna y agradable; se requiere una gran cantidad de direcci�n y direcci�n para que las personas reconozcan que est�n equivocadas, especialmente en cuestiones de religi�n.

Lo m�ximo que podemos esperar de la fuerza es un cumplimiento exterior. La violencia puede arrancar la confesi�n de la boca, pero no obstaculizar� las maldiciones, al mismo tiempo, en el coraz�n. Puede asustar a las personas para que falsifiquen, pero no persuadirlas para que crean. Una raz�n particular contra la temeridad de la crueldad celosa es que los buenos no deben sufrir con los malos. Las verdaderas causas de la crueldad religiosa son:

1. El orgullo y la altivez del poder.

2. El esfuerzo por recomendarnos al hombre en lugar de a Dios.

3. La opini�n de que tal violencia es meritoria para la expiaci�n de pecados anteriores.

III. C OMPARE la liberaci�n mencionados en el texto con el nuestro . Estos hombres confiaron en Dios. ( J. Adams .)

La prueba ardiente

Primero, la idolatr�a es costosa. El cap�tulo nos habla de una estatua alta y un �dolo de oro erigido por el rey de Babilonia. La superstici�n y la idolatr�a no ser�n mezquinas, no escatimar�n en gastos; pero sea caro y suntuoso mantener un culto inventado y supersticioso.

1. Nabucodonosor no debe tener un dios diminuto; seis codos de ancho, sesenta codos de alto. �Qu� es esto para la inmensidad infinita de nuestro Dios, que llena el cielo y la tierra?

2. Tambi�n debe ser de metal, duradero y duradero. Una imitaci�n burlona de la eternidad del Dios verdadero.

3. Debe ser rico y costoso, todo de oro batido. "Sus �dolos", dice David, "son plata y oro". Puede avergonzarnos a los cristianos, que somos tan mezquinos en mantener y embellecer la adoraci�n de nuestro Dios. En segundo lugar, la erecci�n de este �dolo se realiza con la mayor autoridad. En tercer lugar, se hace con gran pompa y solemnidad. En cuarto lugar, se realiza con gran contenido y universalidad.

Todos los gobernadores y pr�ncipes de las provincias est�n reunidos, todos comprometidos en este culto id�latra. Este pecado de idolatr�a ha sido un mal generalizado. En quinto lugar, se impone con todo rigor y severidad; es m�s, se presiona al pueblo con crueldad y tiran�a. Sangre, fuego y persecuci�n, son los grandes promotores de la idolatr�a. Crueldad, es la marca de la iglesia maligna.

Tales son los refuerzos de la idolatr�a; lejos del temperamento del verdadero cristianismo. En sexto lugar, a pesar de toda esta violencia al presionar, y esta gran generalidad de someterse a este mandato id�latra, sin embargo, aqu� unos pocos, tres hombres, que niegan su conformidad y se niegan a involucrarse en esta impiedad p�blica. En la mayor universalidad y prevalencia de la impiedad, sin embargo, Dios tiene algunos que resisten la superstici�n y dan testimonio de Su verdad. San Pablo lo habla con otro prop�sito, pero es cierto tambi�n en este caso, Dios no se deja sin testimonio. En s�ptimo lugar, a estos se les aplica la pena de la ley en todos los extremos.

1. Aunque solo tres.

2. Ellos, hombres de gran posici�n y empleo, puestos por el rey sobre los asuntos de la provincia de Babilonia, �tiles al Estado.

3. Pac�fica, sin sedici�n ni tumulto.

4. No hay blasfemos de este dios reci�n creado, sino s�lo los que se niegan a hacerlo, y eso por el bien de la conciencia.

Aqu� est� la furia de la idolatr�a. Bueno, �cu�l es el �xito? eso es extraordinario y milagroso. Dios da paso a estos hombres de sangre, les permite hacer todo lo posible; No salva a estos tres santos hombres mediante el rescate o la prevenci�n; No los protege del fuego, sino que los conserva en �l. Son, como Mois�s su zarza, ardiendo, pero no consumidos, La voz del Se�or divide las llamas del fuego. Y esta liberaci�n, no es secreta, pero conspicua a los ojos y la observaci�n de Nabucodonosor.

Entonces, este pasaje de la Escritura nos informa un solemne testimonio dado por Nabucodonosor de esta milagrosa liberaci�n de estos tres santos hombres. Y este, su testimonio, aparecer� en tres evidencias y manifestaciones del mismo. Primero, aparece en una bendici�n agradecida del Dios Todopoderoso por esta liberaci�n llena de gracia (v. 28), "Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego". En segundo lugar, aparece en un mandato estricto y una provisi�n para Su gloria, que proh�be a todos los hombres, bajo una pena severa, blasfemar o decir algo incorrecto contra el Dios de estos santos hombres (v.

29). En tercer lugar, aparece en una promoci�n y un avance honorables de estos tres dignos a lugares de dignidad y autoridad en la provincia de Babilonia (v. 30). Y aqu� tenemos: Primero, La acci�n de bendecir. junto con el agente, Nabucodonosor. En segundo lugar, el Objeto o Persona a quien le atribuye esta bienaventuranza, es decir, el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, En tercer lugar, el beneficio por el cual lo bendice, es decir, el env�o de Su �ngel para realizar esta liberaci�n. . Y, en cuarto lugar, los motivos reconocidos por los cuales Dios los entreg�, son cuatro:

I. Quia servi . Eran sus siervos.

II. Quia confidentes . Porque confiaron en �l.

III. Quia constantes. Fueron decididos y constantes en la santa profesi�n. Cambiaron la palabra del rey.

IV. Quia martyres . Eligieron sufrir la muerte por su Dios y su religi�n; preferir�an morir antes que deshonrarlo. Entregaron sus cuerpos para no servir ni adorar a ning�n dios excepto a su propio Dios. No amaron sus vidas hasta la muerte para ser fieles a �l. Venimos al Primero, el acto de bendici�n y bendici�n de Nabucodonosor, el reconocimiento agradecido que hace de esta gran liberaci�n.

Es mucho escuchar alabanzas y bendiciones de Dios de la boca de un hombre as�. Bueno, esta bendici�n de Nabucodonosor tiene algunas chispas de humanidad en ella. Estar contento y complacido por salvar la vida de los hombres, por evitar el derramamiento de sangre, tales acciones de gracias son agradables. Para tomar una nota m�s particular de esta bendici�n y bendici�n de Nabucodonosor, consideremos esto en una doble noci�n.

I. Veamos qu� hay de bueno y loable en �l.

(1) Eso es algo encomiable. No prosigue obstinadamente, ni renueva su persecuci�n; un milagro lo detiene, y de inmediato desiste. �l no est�, como lo han estado otros tiranos perseguidores, m�s enfurecido por esta extra�a liberaci�n. Esa fue la impiedad de Fara�n.

(2) �l bendice a Dios por esta liberaci�n; �l no discute por el milagro, como lo hizo alguna deidad falsa o por medio del enga�o. Sabemos que Fara�n y sus siervos, Jannes y Jambres, resistieron los milagros que hizo Mois�s; los contaban como trucos de malabares y encantamientos, y no se rend�an ante ellos como operaciones divinas. As� hicieron los fariseos con los milagros de nuestro Salvador; �l echa fuera demonios por Beelzebub el pr�ncipe del diablo. Es la pr�ctica habitual de los infieles cuestionar y vilipendiar las maravillosas obras de Dios. Pero este rey aqu� es m�s ingenioso; habla con rectitud y reverencia de ellos.

(3) Se da cuenta del milagro; no se afana por ocultarlo; no da ning�n mandamiento de que nadie hable de ello; pero est� dispuesto a dar un testimonio honorable de ello. La malicia ama y trabaja para oscurecer y oscurecer tales evidencias del poder de Dios cuando hacen contra ellos. De tal esp�ritu eran los jud�os obstinados. �C�mo se dispusieron a sofocar la gloria de la resurrecci�n de Cristo? Diga: �Fue robado mientras dorm�amos, sus disc�pulos sacaron su cuerpo de la tumba; no se trataba de una resurrecci�n ",

Hemos visto lo encomiable de esta bendici�n; pero a�n tiene sus defectos; algo falta aqu� en Nabucodonosor, se habr�a esperado m�s de �l.

(1) Est� muy complacido con su liberaci�n; pero, sin embargo, no hay se�ales de dolor o remordimiento por su crueldad hacia ellos, ni una confesi�n de su culpa. Las evidencias milagrosas del poder de Dios deber�an engendrar en nosotros otros efectos adem�s del asombro y la admiraci�n; deben hacernos reflexionar sobre nosotros mismos y nuestros pecados. Como sucedi� con San Pedro cuando Cristo obr� un milagro en su barco con la gran sequ�a de peces; �Qu� dijo Peter? �Se�or, ap�rtate de m�, porque soy un hombre pecador� ( Lucas 5:8 ).

(2) Bendice a Dios y aplaude el milagro, y ah� se detiene; pero no se siente atra�do por ella a una conversi�n religiosa, a creer en ese Dios que hab�a obrado cosas tan grandes para la liberaci�n de sus siervos. Un hombre puede verse muy afectado por la gloria de las obras de Dios, y alabarlas y magnificarlas; pero si no tiene otro trabajo sobre nosotros, se pierde y se derrama. Cristo acusa a los jud�os de este defecto. Reprendi� a las ciudades donde se realizaron la mayor�a de sus maravillas, porque no se arrepintieron. Produjeron admiraci�n, pero no conversi�n.

(3) Bendice a Dios a favor de estos hombres, pero no a favor de �l mismo; No bendice a Dios que milagrosamente hab�a impedido su malvado designio al destruir a estos santos hombres. Es una gran misericordia de Dios evitar que suframos el mal, pero es una gran misericordia de Dios evitar que hagamos el mal, que nuestras malas intenciones no se lleven a cabo. San Pablo reconoce estas dos misericordias, tanto para librarlo de sufrir el mal como para preservarlo de hacer el mal ( 2 Timoteo 4:17 ).

Hemos terminado con la bendici�n. Vamos ahora, en segundo lugar, a la Persona a quien se le atribuye, el Autor de esta liberaci�n; es decir, el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego. Vea aqu�, �l atribuye esta gran obra al Autor correcto, al Dios verdadero; no lo imputa a ninguna deidad falsa. �l es quien env�a liberaci�n a su pueblo. �l es quien obra la salvaci�n en medio de la tierra. Pero, sin embargo, �por qu� hace este reconocimiento de Dios bajo esta expresi�n, el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego? Este discurso de Nabucodonosor:

I. Implica tres errores en �l.

II. Implica tres verdades en s� mismo.

(1) Consid�relo como el discurso de un hombre ignorante, de uno que no ten�a conocimiento del Dios verdadero sino sobre esta evidencia y manifestaci�n presente de �l. Dios ten�a otros t�tulos m�s antiguos por los que se le conoc�a. �l era el Dios del cielo, el Se�or de toda la tierra, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; �xodo 3:15 fue Su nombre para siempre, este es Su memorial por todas las generaciones ( �xodo 3:15 ).

(2) Este discurso, procedente de este rey, es el lenguaje de la idolatr�a. Nabucodonosor tiene sus dioses, antiguos y nuevos, y supone que estos hombres tienen otro Dios por s� mismos, y le gusta mucho.

(3) Este discurso, es el lenguaje de quien persiste todav�a en su infidelidad. �l llama a este gran Dios obrador de maravillas el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego; no lo llama su dios, a pesar de toda esta gran evidencia de Su divina majestad. No abandona ni desecha a sus antiguos dioses falsos. Estos son los errores en este discurso de Nabucodonosor.

Pero mire este discurso en s� mismo, y por eso lleva consigo una insinuaci�n de tres verdades.

(1) Nos muestra la relaci�n cercana que la religi�n nos da con nuestro Dios, se apropia de Dios para sus siervos, lo convierte en su Dios de una manera especial. La piedad hace que Dios sea nuestro Dios y que nosotros seamos su pueblo.

(2) Este nombre y denominaci�n que se le llama el Dios de estos tres hombres; es el honor y la dignidad de esta su noble confesi�n, el apegarse a Su servicio, aunque mueran por ello. Hab�an honrado Su nombre, y ahora Dios honra sus nombres, los coloca entre Sus t�tulos de honor. Los que le honran, ser�n honrados por �l. Mientras que los espantap�jaros y los renegados ser�n olvidados, su nombre ser� arrojado como vil. Dignos como estos, sus nombres no ser�n borrados del Libro de la Vida. Confesar� sus nombres ante su padre y sus santos �ngeles.

(3) Este t�tulo, el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, implica un nuevo reclamo que Dios hace a estos tres hombres por obrar su liberaci�n; se han convertido en sus siervos, �l se ha convertido en su Dios, por derecho de rescate y liberaci�n. Nuevas liberaciones multiplican y fortalecen el t�tulo de Dios sobre nosotros, como David confiesa ( Salmo 116:16 ): "Se�or, en verdad soy tu siervo, soy tu siervo, y el hijo de tu sierva, t� has desatado mis cadenas". Vamos, en tercer lugar, al siguiente particular, el trabajo de esta liberaci�n mediante el env�o de un �ngel.

I. �Qu� es la misericordia? - liberaci�n.

II. �Qu� es el ministro y el instrumento? c�mo se realiza 7 - por el env�o de un �ngel.

I. La gran obra aqu� es la liberaci�n y la liberaci�n de estos hombres del da�o y la destrucci�n. De hecho, la liberaci�n es la obra en la que Dios se deleita, mediante la cual se dar� a conocer como el Dios verdadero. Samuel lo convierte en la prueba de un dios falso, "que no pueden sacar provecho ni librar" ( 1 Samuel 12:21 ).

Y el profeta reprende a Amas�as por elegir a esos dioses que no pudieron librar a su propio pueblo de sus manos ( 2 Cr�nicas 25:15 ). Y esta liberaci�n, es la m�s admirable

(1) porque de una destrucci�n presente. No es a modo de prevenci�n; No los mantiene alejados del peligro, sino que los rescata cortados de �l.

(2) Porque fue una liberaci�n de una terrible destrucci�n, de una muerte atormentadora de lo m�s cruel, del horno ardiente. Como es el peligro, as� es la liberaci�n.

(3) Porque fue una liberaci�n total; ni el m�s m�nimo da�o hecho, ni un cabello de sus cabezas pereci�.

II. Para el instrumento, fue el env�o y el env�o de un �ngel.

(1) Admira y glorifica a la gran majestad de nuestro Dios, a quien sus gloriosos �ngeles siempre est�n atendiendo, despachando r�pidamente su voluntad y sus mandamientos. Nabucodonosor tiene sus pr�ncipes y gobernadores, capitanes y consejeros, todos presentes en �l con gran pompa y magnificencia. Ay, �qu� es esto para el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego? Tiene sus legiones de �ngeles.

(2) Vea aqu� la seguridad de la iglesia. Los santos �ngeles est�n listos para rescatarlos y liberarlos.

(3) Que los perseguidores de la iglesia vean contra qui�n pelean, contra un pueblo que puede ser rescatado por la fuerza de los �ngeles. Deber�a infundir terror en los perseguidores m�s poderosos. En cuarto lugar, la cuarta cosa notable en este reconocimiento de Nabucodonosor son los motivos que alega por qu� Dios obr� esta liberaci�n para estos tres hombres. Son cuatro:

I. Vean ahora que habla honradamente de estos hombres, los considera siervos del Dios Alt�simo. Antes, los estim� hombres rebeldes, refractarios, turbulentos, �los que ser�n m�s sabios, en verdad! Y esta consideraci�n, que son sus siervos; es un motivo bien alegado por qu� son entregados, Su fiel servicio; es una protecci�n segura.

1. A sus siervos Dios les promete protecci�n.

2. Sus siervos, bajo este t�tulo, suplican protecci�n.

II. Porque confiaron en �l, por eso los libr�. Y la fe tiene este poder prevaleciente con Dios:

(1) Porque le atribuye la gloria de Su atenci�n y especial cuidado sobre nosotros.

(2) Porque le atribuye la gloria de Su portero, que �l puede salvarnos en abundancia. Estos tres hombres dijeron confiadamente: �Nuestro Dios puede librarnos� (v. 17). La fe se aferra a la fuerza de Dios; cuando toda ayuda falla, entonces la fe recae sobre Dios. Esta confianza en Dios prevalece

(3) porque nos obliga a utilizar �nicamente los medios de liberaci�n que Dios nos permite. La infidelidad nos har� cambiar por nosotros mismos de manera ilegal.

(4) Porque nos ense�a a confiar en �l sin limitaci�n, ni prescribiendo tiempo ni camino, c�mo o cu�ndo debe librarnos; pero le deja todo en santa sumisi�n. El tercer motivo por el que Dios los entreg� es:

III. Porque fueron constantes en su religi�n. Eso se expresa en estas palabras: "Han cambiado la palabra del rey". No ser�an dominados por el mandato del rey y, por lo tanto, pecar�an contra Dios. Hay mayor deber y mayor seguridad en obedecer a Dios que al hombre. Llegamos al �ltimo motivo que inclin� bondadosamente a Dios a obrar esta liberaci�n; es decir:

IV. Ellos entregaron sus cuerpos para no servir ni adorar a ning�n otro dios sino solo a su propio Dios. Y la bondad de esto, su adhesi�n piadosa a Dios, se manifestar� en dos cosas: Primero, en su absoluto rechazo de este mandamiento id�latra. En segundo lugar, en su pronta entrega al castigo por su negativa. Primero, vea la plenitud de su rechazo.

(1) No se les impuso ninguna negaci�n o renuncia de su propio Dios, una entrega de su religi�n; pero s�lo se les exig�a un reconocimiento conjunto de otro dios con �l.

(2) Su piedad aparece en el hecho de que no realizar�an ni siquiera un acto de adoraci�n ilegal y supersticiosa, ni ceder�an al rey al realizar una acci�n id�latra.

(3) Se niegan a hacer cualquier adoraci�n corporal externa, a honrar este �dolo con un gesto externo inclin�ndose o inclin�ndose ante �l.

(4) No se conmueven con el ejemplo general y la concurrencia de todos los dem�s, pueden contentarse con ser considerados singulares y soportar el desprecio y el reproche de una multitud disidente. No; el torrente y la corriente de la pr�ctica com�n no los llevar� a la idolatr�a.

(5) No ceder�n, aunque para evitar y escapar de un peligro inminente y mortal. Entonces, �no unir�n estos hombres la adoraci�n de un �dolo junto con la adoraci�n de su propio Dios, y eso no en el menor grado, ni para evitar el mayor tormento? Primero, esta verdad fue tipificada en la ley lev�tica ( Lev�tico 19:1 ), donde toda mezcla y mezcla de diversas religiones est� t�picamente prohibida. En segundo lugar, esto se represent� en la destrucci�n que Dios trajo sobre Dag�n, el �dolo de los filisteos.

En tercer lugar, esta mezcla en la religi�n, servir al Se�or y, sin embargo, conformarse con la adoraci�n de cualquier otro dios; es contrario

(1) a la unidad de Dios.

(2) Es contrario a Su soberan�a. �l es el �nico Gobernante, el �nico Potentado ( 1 Timoteo 6:15 ).

(3) Esta adoraci�n de cualquier otro dios, pero solo del Dios verdadero, es contraria a la suficiencia total de Dios.

(4) Esta uni�n de otros dioses con el Dios verdadero, es opuesta y contraria a la naturaleza de la religi�n, que nos lleva a la adoraci�n de un solo Dios. Dios orden� a su pueblo que usara un altar como se�al y testimonio de un solo Dios para ser adorado.

Por eso es que

(1) la religi�n nos ata, nos ata estrictamente a la adhesi�n a un solo Dios.

(2) Religi�n, es un pacto, y sangra nuestro servicio, nuestra fuerza, nuestra devoci�n solo a nuestro Dios. No podemos servir a Dios y Mammon. Hemos visto la negativa de estos hombres a adorar a cualquier otro dios, excepto a su propio Dios; sin embargo, queda una cosa, que est�n dispuestos a someterse a sufrir la pena y sufrir el martirio. Ellos entregaron sus cuerpos, sufrir�an la muerte, en lugar de cometer idolatr�a.

Y esto, su rendici�n, tiene cuatro cosas observables en �l:

(1) Es pasivo; se entregan a la muerte; no se apresuraron a morir por sus propios medios.

(2) Al ceder sus cuerpos, es sumiso; se rindieron, no se opusieron obstinadamente ni lucharon contra �l.

(3) Su rendimiento fue pleno y pleno. Entregaron sus cuerpos; no se contentaron con sufrir algunos sufrimientos menores, la p�rdida de sus lugares, que eran grandes en la provincia; pero dedican su vida a la honra de su Dios.

(4) Su sufrimiento, es voluntario. Ceder significa una separaci�n voluntaria y una renuncia a sus vidas. Eran pasivos en incurrir en la muerte, pero activos en la aceptaci�n. ( G . Stradling .)

Versículo 29

No hay otro Dios que pueda librar despu�s de esta clase.

El gran libertador

Estas son las palabras de un rey pagano. No son menos bienvenidos por ese motivo, pero quiz�s lo sean m�s. El testimonio de un santo tiene, por supuesto, su valor especial, pero el testimonio de un pecador tiene un valor en s� mismo, especialmente cuando le ha sido obligado por el poder de Dios mismo. Este testimonio involuntario me parece que excede en valor el testimonio de aquellos de quienes deber�amos esperar tal testimonio.

Puede estar seguro de que Nabucodonosor no tuvo prejuicios a favor de Jehov�. Esto lo dijo s�lo por compulsi�n, pero lo dijo con acento de convicci�n. No se trataba de una cuesti�n de teor�a, sino de experiencia con �l. Tambi�n es cierto que este testimonio dista mucho de ser satisfactorio. Nos encontramos deseando que Nabucodonosor hubiera ido mucho m�s lejos. Ojal� hubiera omitido esas �ltimas tres palabras: Eso tendr�a una gran expresi�n de frijoles: �No hay otro Dios que pueda librarme.

Pero supongamos que hubiera omitido otras tres palabras y simplemente dijera: "No hay otro Dios", qu� mejora habr�a sido. Oh, pero era un principiante joven, debes recordar; reci�n estaba comenzando a caer bajo las influencias divinas. Esta es una repetici�n del alfabeto, y lo supera maravillosamente bien considerando. Espere hasta que Dios haya terminado con �l, y encontrar� que ha hecho un progreso maravilloso.

Lea su testimonio despu�s de haber sido humillado al ser conducido a los campos para comer hierba como el buey. Ante Dios y t� has terminado con �l, �l puede haber dado un registro como el que hizo Nabucodonosor hacia el final de su carrera: �Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y honro al Rey del cielo, todas cuyas obras son verdad, y el juicio de sus caminos; ya los que andan con orgullo �l puede humillarlos �.

I. T ESTA AQU� NO OTRAS G OD que puede entregar de un peligro ABRUMADORA TAL . Hay muchas caracter�sticas relacionadas con este estuche que lo hacen especial. Podemos extender el significado de la frase de Nabucodonosor.

1. No hay otro Dios que pueda librar de tentaciones tan fuertes. Trate de ponerse en la posici�n de estos tres j�venes.

2. Adem�s, estos hombres fueron liberados de sus acusadores, porque recordar�n que "se acercaron unos caldeos y acusaron a los jud�os". Espero que hab�an estado en la mirada - a cabo por esta oportunidad. Ahora mira, porque sabes el final de la historia, cu�n maravillosamente los jud�os fueron liberados de las manos de aquellos que estaban tratando de hacerlos tropezar y destruirlos. Esc�chame, si est�s aqu�, quien, si contaras tu historia, tendr�a que decir: �Uno de mis mayores problemas es que estoy muy vigilado; me rodean como abejas; �No tengo descanso ni paz! quieren hacerme tropezar, atraparme en mis palabras, enredarme en mi charla, si tan solo pudieran encontrar una ocasi�n en mi contra, y tengo medio miedo de que lo hagan.

�Les exhorto a que no tengan miedo de que lo logren. Si tienes miedo, ellos lo tendr�n; pero si simplemente conf�as en Dios y haces lo correcto, �l te librar� de las manos de tus acusadores. No debes temer lo que el hombre pueda hacerte. "Si Dios es por ti, �qui�n contra ti?"

3. Una vez m�s, los santos ni�os fueron liberados de la ira del rey, y les garantizo que fue una ira de naturaleza no ordinaria. Hay indicios de que Nabucodonosor fue un hombre de mente justa, al menos hasta cierto punto. Les dio a estos delincuentes la oportunidad de retractarse y, hasta cierto punto, parece haberlos tratado con una humanidad encomiable. Pero cuando se enoj�, no hubo duda.

Ahora lea la secuela de la historia. El le�n se ha convertido en un cordero; el que ten�a ganas de saltar sobre ellos desde la espesura ahora se encoge ante ellos, acobardado y cobarde. El que hab�a blasfemado contra su Dios ahora lo alaba; El que hab�a amenazado con destruirlos ahora los pone en alto en la provincia de Babilonia. Me pregunto si habr� alguien presente que tenga que lidiar con aquellos que ceden al mal genio. Bueno, no me sorprende mucho que le tengas un poco de miedo, pero, oh, si Dios est� contigo y t� con �l, �l puede hacer que la ira de Sus enemigos lo alabe.

4. Del ardor del fuego tambi�n se salvaron estos j�venes. �Oh, cu�n gloriosamente entrega Dios! Puede que hagan lo peor que puedan; solo le da a Dios la oportunidad de hacer lo mejor que puede. Que se amontonen en el combustible, que digan todo mal contra ti falsamente por causa de �l. Dios est� a la altura de ellos y m�s que a la altura de la emergencia. Me pregunto cu�l es la dificultad por la que se afana ahora.

�Es el poder del pecado innato? "No hay otro Dios que pueda librar despu�s de esta clase". Puede ver por todas partes hombres y mujeres que han sido liberados del poder del pecado. No creas que los mares del dolor deben abrumarte. Dios puede convertir tu suspiro en canto.

II. T ESTA AQU� NO OTRAS G OD que entrega MEDIANTE maravillosos, . Piense en los m�todos que Dios emple� en este caso para liberar a sus siervos de su extremo.

1. En primer lugar, inspir� su confianza. �No los admiraba y se regocijaba en ellos mientras le�amos la historia de su comportamiento ante el rey? No se sent�an intimidados en lo m�s m�nimo por su augusta presencia, ni asustados por su temible amenaza. Bueno, esa es la forma en que Dios trabaja con el coraz�n de los hombres. Los est� preparando para la prueba por la que van a pasar. Dios nunca nos env�a a trav�s de ninguna prueba sin antes prepararnos.

2. �No fue tambi�n Dios quien los impuls� a una heroica confesi�n de su fe? Puedo imaginarme a un hombre lleno en su coraz�n con santa valent�a, y sin embargo fallando en expresarlo. Fueron totalmente independientes de las consecuencias. Sin embargo, no estaban solos, porque Dios estaba con ellos.

3. Entonces Dios los ayud� a tener una maravillosa paciencia. Fue el esp�ritu de paz y paciencia lo que los mantuvo amables y valientes. "No hay otro Dios que pueda librar despu�s de esta clase". Algunos hombres pueden abrirse camino a trav�s de las dificultades, pero los hombres a quienes Dios ayuda pueden quedarse quietos y ver la salvaci�n del Se�or.

4. N�tese tambi�n que Dios permiti� que estos j�venes fueran metidos en el horno. Dios lo ha permitido, pero solo con el prop�sito de que Su fuerza se perfeccione en tu debilidad, y que eventualmente te lleve a un lugar rico.

5. Recuerde tambi�n que Nabucodonosor, para su gran sorpresa, vio la forma de un cuarto caminando entre las llamas. No sab�a qui�n era. Us� una expresi�n que, creo, ha sido algo incomprendida. No ten�a idea de que podr�a ser el amado Hijo de Dios, nuestro bendito Salvador. No es probable que hubiera o�do hablar siquiera de tal Uno. Realmente dijo: "La forma del cuarto es como un Hijo de Dios", y luego dijo que Dios hab�a enviado a su �ngel para salvar a sus siervos.

Oh, si hubiera sabido lo que creo que es el hecho real, que Jes�s mismo, la segunda Persona de la Trinidad, se puso al lado de Sadrac, Mesac y Abed-nego, se habr�a preguntado infinitamente m�s. Oh, esta es la maravilla de las maravillas, que en la hora de nuestra extremidad, Cristo viene directamente a nosotros, camina a nuestro lado, nos toma de la mano y, con Su presencia, nos anima y nos salva. �Oh, qu� Dios tan misericordioso es el nuestro!

III. T ES AQU� HAY OTRO G OD que puede entregar DE MANERA NOTABLE . Sus m�todos son notables y extra�os, pero la naturaleza del parto nos sorprende a�n m�s.

1. Ning�n otro Dios salva tan f�cilmente. No hay ninguna se�al en toda esta historia de ning�n estiramiento particular del brazo Divino. No hay exhibici�n visible y ostensible del poder divino. Por ejemplo, no hay un estallido repentino de una tromba de agua para apagar estas llamas; ning�n viento impetuoso que soplara para apagar el fuego. Dios obr� un milagro, lo reconozco con mucho gusto, pero las fuerzas que emple� fueron silenciosas y secretas. Dios a menudo obra de esa manera. Esperas que �l te libere. �S�! pero no le impongas la forma de liberaci�n. �l sabe en cada detalle lo que es mejor, y somos prudentes al dejarlo todo en sus manos.

2. Puede estar seguro de que obra con eficacia. No hay otro dios que haga su obra tan a fondo como el Dios de los hebreos. Tan completa fue la entrega que el rey se asombr�. Supongo que los grilletes se forjaron hasta el punto de mayor resistencia, pero el fuego parece haber centrado toda su fuerza en los grilletes que el rey hab�a puesto a sus prisioneros. Oh, bienvenidos fuegos de persecuci�n, y tambi�n de tentaci�n, si el fin �ltimo es hacerme m�s libre de lo que era antes, quemar los lazos que me un�an.

Pero sobre ellos mismos el fuego no ten�a poder. Y no tanto como el olor a fuego les pas�. Existe una vieja leyenda que dice que cantaron en medio de las llamas. No s� si eso fue realmente as�, pero s� que no se chamuscaron en las llamas, porque Dios quit� el poder del fuego, de modo que caminaron ilesos. Todas las cosas son posibles con el cielo ( Thomas Spurgeon ).

Versículo 30

Entonces el rey promovi� a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

Sadrac, Mesac y Abed-nego

Siempre que nos enteramos de la designaci�n de alguien para un cargo en el gobierno, la primera pregunta que hacemos es: �C�mo lo consigui�? en general, para determinar si tenemos o no en control alg�n inter�s como el que ha tenido �xito. Y por eso es interesante preguntar c�mo estos hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, llegaron a ser promovidos en la provincia de esa Babilonia que, despu�s de todo, no es tan diferente de esta Babilonia.

Por supuesto, sabemos c�mo sucedi�, ya que lo hemos le�do en la lecci�n una y otra vez. Pero tratemos de colocarnos en la posici�n de personas que no sab�an m�s que el hecho de que hab�an sido promovidas. �Cu�l ser�a su conjetura sobre la forma en que obtuvieron el favor real? Me atrevo a decir que usted deber�a decidir de inmediato que la promoci�n ha sido el resultado de alg�n tipo de "recorte", o de lo que se llama gratamente "compromiso sensato y sabio".

�Veo el esp�ritu en todas partes. El genio y el hombre de principios en la pol�tica no est� en ninguna parte, excepto si quiere trabajar en una crisis. Y, en la iglesia m�s mundana del mundo, el diplom�tico que se afirma lo es todo y el genio argumentativo no es nada. El uno est� cargado de honores; el otro est� reservado para su uso, para ser encendido y apagado seg�n las circunstancias. Si dices: �El milagro marc� la diferencia; permita que haya tanto tiempo de servicio y compromiso como desee en el d�a de hoy; sin embargo, si algo parecido a lo que le�mos en el cap�tulo que tenemos ante nosotros realmente sucedi� incluso ahora, ning�n gobierno, ni liberal ni conservador, podr�a resistir las afirmaciones de hombres como Sadrac, Mesac y Abed-nego.

Incluso admitiendo eso, lo que no hago por un momento, pregunto �qu� caus� el hecho alarmante que usted dice que habr�a establecido sus pretensiones y asegurado su promoci�n? No descendi� del cielo como algo para se�alar a sus favoritos y para aterrorizar al monarca pagano y hacer que actuara con un esp�ritu conciliador hacia los s�bditos de un poder superior. No; �Qu� efecto tuvo? Esto solo en lo que respecta al rey.

Le impresion� el car�cter de los hombres con los que ten�a que tratar. La liberaci�n llam� la atenci�n y atestigu� el car�cter de estos hombres; pero fue el car�cter as� atestiguado lo que asegur� su promoci�n. Para entender sus personajes debemos, creo, hacer dos cosas:

1. Debemos deshacernos de la idea prevaleciente de que aquellos de quienes se habla con aprobaci�n en la Biblia eran buenos como algo natural, y respiraban y exhalaban piedad, virtud y abnegaci�n en el curso ordinario de las cosas. ; mientras que, en cambio, los condenados, estando, por supuesto, en el mismo ambiente, �son mucho m�s imperdonables de lo que deber�amos ser por no ser buenos! No puedo intentar probar lo absurdo de esta noci�n; Solo puedo recordarte que es absurdo.

Pero adem�s de deshacernos de la idea de que era f�cil para estos hombres hacer lo que hicieron, creo que, para poder apreciar su car�cter, debemos tratar de averiguar c�mo podr�an haberlo hecho de otra manera, con miras a la �promoci�n�. �- si ellos vivieron en nuestros propios d�as� iluminados �. �C�mo podr�an haber procedido a razonar con su conciencia si hubieran tenido la ventaja de nuestro conocimiento superior? Ten�an muchas formas de escapar.

Como s�bditos leales, era su deber hacer lo que mandaba el rey; y, por supuesto, �este fuerte sentimiento de lealtad se ver�a algo reforzado por la consideraci�n de la alternativa del fuego en caso de su represi�n! Estos hombres podr�an, entonces, haberse razonado a s� mismos para cumplir con el argumento de que deb�an obedecer a los poderes establecidos; y su lealtad podr�a haber sido estimulada y confirmada por la contemplaci�n del horno alternativo.

Cuando escucho o leo el caso de estos hombres citados como casos en los que "la Iglesia" se opuso al "Estado" y recibi� la sanci�n divina, y se me pidi� que considerara a Sadrac, Mesac y Abed-nego como prototipos de los modernos violadores de la ley. ley declarada por los tribunales a la que se sometieron voluntariamente cuando entraron en el ministerio de la Iglesia inglesa, en virtud de la cual mantienen su cargo y sus emolumentos, y de la cual pueden retirarse cuando les plazca - me siento incapaz de argumentar con aquellos que pueden ser enga�ados por esa falacia.

El paralelo con Sadrac, Mesac y Aben-nego no es el hombre que recibe una posici�n o emolumento, o ambos, del Estado y del Establecimiento, y luego desobedece la ley declarada constitucionalmente por el Estado; pero el disidente que se niega a adorar lo que �l considera la imagen de oro erigida por el Estado, y que se niega a ocupar cargos y emolumentos antes que estar bajo el control del Estado, o, en otras palabras, de la C�mara de los Comunes.

Si tiene raz�n o no es otra cuesti�n. Pero es inteligible; puede citar a Sadrac, Mesac y Abed-nego, porque no obtiene nada del rey Nabucodonosor; pero si desobedezco la ley, no puedo reclamar el martirio por tal autoridad b�blica. Soy el oficial reconocido de Nabucodonosor, y mi deber es obedecer su ley, que acept� con los ojos abiertos, o dejar de estar bajo esa ley, lo que puedo hacer cuando me plazca.

Debes tener paciencia conmigo cuando digo que mi argumento no se tocar� diciendo que estos eran hombres que serv�an al Dios verdadero, y que se les pidi� que adoraran a un �dolo. Se les pidi� bajo presi�n que hicieran lo que pensaban que estaba mal. Si juzgaron correctamente o no, no es la cuesti�n. Eran hombres que no ten�an contrato con el Estado. Pero dejando de lado por completo el alegato de "lealtad", si me hubieran consultado sobre c�mo manejar mejor su conciencia en vista del horno objetable; Quiero decir, si me hubieran consultado como alguien cuyo �nico negocio era sacarlos de la dificultad y mantenerlos fuera del fuego, deber�a haber dicho: �M�ralo de esta manera; todo es cuesti�n de forma.

'�Por qu� deber�a ser quemado por una forma? Incl�nate con tu cuerpo; eso no es nada; no te inclinas con tu coraz�n; eso es todo." �Cu�l ser�a la respuesta a este alegato sobre la mera forma? Simplemente esto: la forma no es nada y el coraz�n lo es todo; pero la asociaci�n de ideas es tal, con seres como nosotros, que cuando una forma se asocia con una idea, ser� cuesti�n de mucho tiempo y mucho trabajo cortarlas.

La bandera brit�nica es mucho material de lana, pero si la insultas, insultas a la gran naci�n que en idea est� asociada con ella. Y as�, si estos hombres se hubieran inclinado all� y luego, sin importar lo que hubiera en su coraz�n, simplemente habr�an creado una impresi�n incorrecta, sacrificado un principio o, para decirlo en palabras m�s sencillas, actuado como una mentira. Nuevamente, podr�an haber dicho que podr�an �causar disturbios al desobedecer el mandato real� y que, como siervos de Jehov�, deb�an �promover la paz.

" �Cual es la respuesta? Ciertamente paz, pero no al precio de los principios. Una vez m�s, podr�an haber dicho que �todos iban a ir� y que ser�a mejor que no fueran singulares. Yo digo que podr�an haber dicho esto, porque no ser�a un argumento. Y en busca de una respuesta pr�ctica en esta era eminentemente pr�ctica, me gustar�a saber cu�ntas de las diversas reformas de las que todos estamos orgullosos fueron realizadas y trabajadas por hombres que no fueron singulares durante muchos d�as.

Pero podr�an haber tenido una raz�n a�n m�s sutil y refinada para obedecer. Por esta sola obediencia, podr�an haberse dicho en su coraz�n y haberse dicho unos a otros, �deber�an �conciliar� al rey, y as� poder hacerle bien espiritual despu�s! Pero, despu�s de todo, el mejor de sus argumentos concebibles llegar�a a esto. Deben resumirlo en esta simple pregunta: "�Har� el mal para que venga el bien?" Ellos dijeron no.

�Lo que era correcto lo sab�an; no sab�an cu�l podr�a ser el resultado de hacerlo, y no era de su incumbencia. La obediencia es nuestro negocio. Su resultado, con toda reverencia lo digo, es asunto de Dios. Nuestro pr�ximo paso generalmente lo deja bastante claro. Esta era su fe pr�ctica, y esta debe ser la nuestra, si queremos tener la forma que camina con nosotros en medio de nuestras pruebas de fuego, ya sean vistas o escondidas, de ser �la forma del Hijo de Dios.

�Estos hombres fueron promovidos a lugar; �Por qu�? Porque hab�an demostrado ser "un poder". Y habr�an sido �un poder�, a pesar de Nabucodonosor y de todos los dem�s reyes que vivieron antes o despu�s, ya sea que obtuvieran los lugares o no. �Por qu�? Porque contra la realeza, contra la opini�n p�blica y frente a la muerte, actuaron de acuerdo con su conciencia, y confiaron en ese Dios cuya vela dentro de ellos sab�an que era esa conciencia.

La alternativa presentada a Sadrac, Mesac y Abed-nego es esencialmente la misma que se presenta a menudo a todos, altos y bajos, j�venes y viejos. Todos tenemos que afrontarlo, no una vez, sino diez mil veces en la vida. Y sabemos que cuando ese Libro sea abierto, los muertos - entre los cuales t� y yo debemos ser contados un d�a - ser�n juzgados, como ahora juzgamos a Sadrac, Mesac y Abed-nego, �seg�n las cosas que est�n escritos en ese Libro ". ( J. C . Coghlan,

DD)

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Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Daniel 3". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/daniel-3.html. 1905-1909. Nueva York.