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Deuteronomio 10

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Dos tablas de piedra.

Las tablas de piedra-�Qu� simbolizan?

Estos se hicieron antes de cualquier parte del mobiliario del tabern�culo. Su historia presagia su trascendente importancia. Ning�n compendio de verdad moral puede pretender compararse con ellos, por gloria y grandeza de origen; por simplicidad y plenitud de adaptaci�n a las necesidades del hombre, o por exhibiciones sublimes de las perfecciones divinas. Una transcripci�n tan ilustre de los atributos morales de Dios y sus pretensiones sobre la suprema adoraci�n de los hombres, y de sus obligaciones mutuas, se busca en vano entre los registros de la sabidur�a humana.

�Qui�n sino Jehov� mismo puede revelar las perfecciones de Su propio ser? �De qui�n es el derecho de dictar leyes al universo moral, si no su Autor? Pero Jehov� existe como los Elohim, la pluralidad de personas en la unidad esencial. �Tiene la emisi�n de estas diez palabras alguna referencia especial a esta personalidad? Ciertamente; el testimonio de Jes�s es el esp�ritu de profec�a. Todo lo que el hombre conoce verdaderamente de las perfecciones Divinas, lo sabe a trav�s de las ense�anzas de la segunda persona en los Elohim: los Loges Divinos, por quienes fue hecho el mundo y sin los cuales nada de lo que fue hecho fue hecho.

Fue la voz del Verbo, luego hecho carne, el mismo Verbo que dijo H�gase la luz, y fue la luz, que tron� desde la cumbre de la monta�a ardiente estas diez palabras, y luego las entreg� a Mois�s a lo largo de las filas. de los �ngeles. Esto ser� evidente al comparar algunas Escrituras ( Salmo 68:17 ; Salmo 68:20 ; Efesios 4:1 ; Deuteronomio 33:2 ).

Todo el sistema de observancias ceremoniales es evang�lico: todos se relacionan con el esquema de salvaci�n del Evangelio. "Porque a nosotros", dice Pablo ( Hebreos 4:2 ) "fue anunciado el Evangelio, as� como a ellos". En cuanto al tipo de piedra utilizada, nos quedamos a�n m�s a oscuras que en cuanto a la madera, y por lo tanto inferimos que no tiene importancia.

Solo esto es claro, que eran fr�giles, que se hicieron a�icos cuando fueron arrojados de las manos de Mois�s. Tampoco tenemos nada espec�fico en cuanto a su tama�o, a menos que sea que Mois�s parece haberlos bajado del monte ( �xodo 32:19 ), en sus propias manos, de donde podemos inferir que no eran muy gruesos, y no pod�an haberlos hecho. med�a m�s de cuarenta y dos o tres pulgadas de largo y veintis�is de ancho.

La primera sugerencia de un significado simb�lico es la durabilidad. El grabado sobre piedra da una sensaci�n de permanencia. Job, en su dolor, exclama ( Job 19:23 ): ��Oh, si mis palabras estuvieran escritas ahora! �Oh, que estuvieran impresos en un libro! que fueron esculpidos con pluma de hierro y puestos en la roca para siempre �. Luego procede a expresar su fe en el Redentor viviente, y su esperanza en una resurrecci�n gloriosa: verdades estas, que deseaba perpetuar para siempre.

Las primeras tablas representaban la ley de Dios escrita en el coraz�n del hombre en su creaci�n: o, podemos decir, la raza humana: Ad�n, con la ley creada en �l. La ruptura de las tablas indica la ca�da del hombre y la desfiguraci�n total de la ley y la imagen de Dios. El reemplazo de las tablas por Mois�s, y la reescritura de la ley sobre ellas, por el poder del gran Redentor, ilustra a la fuerza toda su obra de restaurar al hombre al pleno dominio de la santa ley, o, en otras palabras, la restauraci�n. de la ley a su poder gobernante sobre �l; o no digamos el segundo Ad�n, el modelo de todos los redimidos.

Poner al hombre bajo el poder de la ley, la protecci�n de la ley contra la violencia y la profanaci�n, y la seguridad de su leg�timo dominio, es la gran idea aqu� expuesta. Todo a su alrededor est� encerrado dentro de su recinto dorado. El cofre es realmente precioso, costoso y hermoso, pero las joyas que contiene son un tesoro invaluable. Sin embargo, en relaci�n con las observaciones anteriores, de que las ordenanzas ceremoniales son ordenanzas del Evangelio, es importante distinguirlas del asunto legal del antiguo pacto.

Las diez palabras y las diversas aplicaciones de sus principios a lo largo del Pentateuco, son muy diferentes de los sacrificios, las lustraciones, las quemaduras de incienso, las ciudades de refugio, etc. obras - el mismo pacto hecho con Ad�n. Pero este �ltimo, uni�ndose y calificando y se�alando el camino de cumplimiento del primero, transmuta el todo en el nuevo pacto, o verdadero Evangelio, que le fue revelado a Ad�n antes de su expulsi�n del Para�so. ( George Juntem, DD )

Las nuevas tablas

I. El rompimiento de las tablas. Las tablas mismas eran en todos los aspectos m�s notables. Observe, primero, que eran "las tablas del pacto". Dios dijo: �Estos son mis mandamientos, gu�rdalos, y yo soy tu Dios, ser� gloria en medio de ti, y muro de fuego alrededor de ti; quebrantan Mis mandamientos, desobedecen Mi voluntad, hay una infracci�n del pacto, y la seguridad se ha ido, la gloria se ha ido.

�El pecado fue la violaci�n del pacto; el pecado fue la anulaci�n y la ruptura del pacto. Habi�ndose cometido el pecado, habiendo tenido lugar la transgresi�n, el pacto hab�a terminado. Esto lo indica Dios en el hecho de que Mois�s quebranta las tablas de la ley, porque Mois�s en este asunto act�a como mediador de Dios; est� investido de la autoridad divina y se le ordena hacer lo que hizo en esa capacidad y en nombre de Dios.

Se dice que estaba muy enojado, su ira se encendi�; pero fue una ira santa y justificable, causada por un celo grande y elevado por la verdad y por Dios, por lo que no se pronuncia censura sobre ella. Este acto de romper las tablas se parec�a a las acciones figurativas realizadas por los profetas hebreos en tiempos posteriores. Es como Jerem�as rompiendo el odre y diciendo a los ancianos de los jud�os: �As� ser� quebrantado este pueblo y esta ciudad.

"O cuando se le ordena que tome un cinto, y que vaya con �l al r�o �ufrates, y lo ponga en un lugar h�medo hasta que se pudra y sin valor: entonces es -" De esa manera ser�s llevado cautivo en Babilonia ". Ezequiel, de la misma manera, recibe la orden de tomar los bienes de su casa, sus "cosas", y llevarlas sobre sus hombros de una vivienda a otra lejos, una acci�n figurativa, indicativa de la misma verdad, que hab�a para ser una mudanza de la gente lejana.

Y tenemos un caso en el Nuevo Testamento donde se toma el cinto de Pablo: �As� ser� atado el hombre�, dijo Agabo, �el que tiene este cinto�. Era un modo de instrucci�n habitual, ordenado por Dios para que lo usaran sus profetas y los maestros del pueblo hebreo; y supongo que este acto de Mois�s rompiendo las tablas es el ejemplo m�s llamativo y ejemplar, ya que est� a la cabeza y aparentemente es el primero.

El quebrantamiento de las tablas por parte del mediador de Dios significa para el pueblo por parte de Dios la abrogaci�n del pacto, y que, en lo que a �l respecta, ya no es su Dios y ocultar� su rostro de ellos. Exactamente lo mismo en esencia, creo, es con otro caso memorable registrado en el Nuevo Testamento. Cuando Cristo muri�, cuando dijo en la cruz: �Consumado es�, �el velo del templo se rasg� en dos, de arriba abajo�, y Dios dijo: �V�monos de aqu�; esta ya no es mi casa; este pueblo ya no es mi pueblo.

�Como hubo violaci�n del pacto por el pecado, hay repudio del pacto por parte de Dios. Finalmente, creo que da a entender que el pacto sobre el mismo principio nunca debe renovarse, porque las tablas se rompieron en pedazos. No fue simplemente en dos piezas; probablemente fueron aplastados juntos en la mano de Mois�s antes de que se estrellaran contra el suelo; se rompieron en escalofr�os, de modo que las partes no pudieron volver a unirse.

Fue una ofensa que ocasion� la expulsi�n del jard�n; es una ofensa que ocasion� la ruptura de las tablas del pacto; y si hay una transgresi�n en cualquier agente moral, la inocencia desaparece, la culpa viene y la justificaci�n por la ley es de ahora en adelante y para siempre una imposibilidad absoluta y profunda.

II. La renovaci�n de las tablas. Supongo que hay un misterio en ello, que hay m�s intenciones de las que se ven a primera vista. A Mois�s, como observas, se le ordena que prepare mesas nuevas y que suba al monte con ellas en la mano. Se le representa haciendo esto de acuerdo con el mandamiento divino; y, para que comprendan el misterio y vean claramente el punto que estoy tratando de abrirles, marcar�n primero las cosas que precedieron a la escritura de los Diez Mandamientos nuevamente en las tablas que trajo Mois�s.

Eran estos. El pecado del pueblo fue perdonado; Mois�s intercedi� a favor de ellos, y Dios dijo: "Los he perdonado en tu palabra". Antes de que la ley sea reescrita, Dios quita las tablas de la mano de Mois�s para hacer esa obra; El perdona la iniquidad de su pueblo; y supongo que ese acto de indemnizaci�n, ese perd�n de parte de Dios, estaba relacionado con el sacrificio ulterior y m�s remoto que el Hijo de Dios har�a por el pecado, cuando vendr�a en carne; y cuando vino en carne, se dice que declar� la justicia de la Deidad, en la remisi�n de los pecados.

Se dice especialmente que los creyentes hebreos recibieron la redenci�n de las edades precedentes, el perd�n de sus transgresiones que hab�an cometido bajo el antiguo pacto, cuando Cristo muri�, y se establecieron en la herencia eterna como consecuencia de esa gran verdad y principio. : y as� el pecado, creo, ha sido perdonado por Dios. Dios afirma Su derecho soberano: Su derecho a condenar a los culpables, Su derecho a indultarlos de acuerdo con Su propia voluntad infinita y gloriosa.

Aqu� est� el perd�n de los pecados y la afirmaci�n de la gracia. Aqu� est� la promesa de su presencia. Mois�s dijo: "Si tu presencia no va con nosotros, no nos lleves de aqu�"; Dios dice: "Mi presencia ir� contigo y te har� descansar". Encontrar� esto en el cap�tulo que precede al relato de la reescritura de la ley por el dedo Divino sobre las tablas de piedra. Luego est� la demostraci�n de Dios.

Mois�s dijo: "Te ruego que me muestres tu rostro"; y esa notable visi�n en la hendidura de la roca, Mois�s fue puesto en ella por Dios, y Dios pasando por �l, creo que lo mismo puede decirse de ella como se dijo en siglos posteriores con respecto a la visi�n de Isa�as en el cap�tulo sexto de su profec�a - "Estas cosas dijo Mois�s, cuando vio la gloria de Cristo y habl� de �l". Luego est� la proclamaci�n del nombre Divino: "El Se�or, el Se�or Dios, que perdona la iniquidad, la transgresi�n y el pecado"; y cuando se hace ese anuncio, se dice: �Mois�s se inclin� y ador�.

Entonces, �marcar� usted, aqu� est� el perd�n de los pecados, la afirmaci�n de la gracia divina, la promesa de la presencia divina, la manifestaci�n de la gloria de Cristo, la proclamaci�n de ese nombre asombroso, antes de la reescritura de las tablas? - lo cual prueba, Creo que la reescritura de la ley no fue el regreso al antiguo pacto, o hacer una segunda prueba de ese principio en relaci�n con los israelitas, sino que se bas� en principios completamente diferentes - los principios que se enumeran&mdash perd�n gratuito, revelaci�n de Cristo, su presencia en medio de su pueblo, su nombre lleno de misericordia y amor.

Y vea el efecto de esto: �l escribe la ley por segunda vez; y sobre estos principios se dice: "Bueno, ve y s� obediente". Porque me sorprende que esa es la gran verdad que se manifiesta en la revelaci�n y la econom�a del Evangelio: no es que debamos obedecer la ley y luego apelar a la gracia y misericordia de Dios, sino que Dios, manifestando Su gracia y misericordia. en una salvaci�n gratuita y desbordante, luego dice: �Sea reescrita mi ley; ve y obedece.

En segundo lugar, �qu� se hizo con las segundas tablas? Los comandos no fueron alterados; lo que estaba escrito en las tablas era exactamente lo mismo; pero �qu� se hizo con las segundas tablas? No eran exaltados, como la serpiente de bronce, sobre un asta; no se usaban como estandarte, flotando ante los ojos del pueblo mientras avanzaban hacia sus respectivos campamentos; no lo eran, como Job deseaba que fueran sus palabras, "Escrito con pluma de hierro y grabado en piedra para siempre"; ninguna de estas cosas se hizo, ni nada parecido: se pusieron en el arca, cuyo cofre leemos tanto, y que fue, supongo, el primer art�culo preparado por Mois�s bajo la gu�a del Esp�ritu Santo.

Ese cofre representaba, creo, a Cristo. La ley, nunca guardada por �ngeles, nunca guardada por el hombre en su inocencia, ni por el hombre en su restauraci�n, ni por ning�n ser moral en el universo, como la ley fue guardada por el propio Hijo de Dios; la ley, entonces, fue puesta en el arca. Cristo obedeci� no solo por s� mismo en persona, sino como Fiador y Representante de Su pueblo; �El es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

�Al poner el dedo de la fe en Su persona y en Su vida, siento que �l obedeci� la ley y guard� la ley por m�. La ley se cumpli� en Cristo, y se cumpli� para aquellos cuya causa abraz� y cuyos intereses hab�a emprendido. Marque otra cosa. La tapa de ese cofre sagrado era un plato de oro puro, sobre el cual se rociar�a la sangre del sacrificio de acuerdo con el mandato Divino.

Para el cumplimiento de la ley, la entrega a la ley y a la justicia de todo lo que se puede exigir, hay dos cosas. La primera es la obediencia perfecta. Si hay perfecta obediencia, la ley se cumple; pero si se infringe la ley, lo siguiente es la pena; y si se cumple la pena, la ley se cumple y no pide m�s. Pena y obediencia, las dos �nicas cosas con las que la ley est� familiarizada.

Decimos que en Cristo se pag� la pena: decimos que las iniquidades del hombre fueron transferidas a Cristo, y que �l sufri� por �l, que �tenemos redenci�n por su sangre�. As� que vengo a la sangre de Cristo para la expiaci�n de mis pecados, pongo el dedo de la fe en Su sacrificio y me siento seguro. F�jense una vez m�s: sobre esta tapa estaba el propiciatorio, o constitu�a el propiciatorio; y Dios le dijo a Mois�s: �Ven al propiciatorio�, ya todo el pueblo: �Ven al propiciatorio.

�A trav�s de eso, toda comunicaci�n fue hecha de ellos a Dios, y de Dios a ellos; y de esa hora a esta �o a las arcillas de Daniel y el cautiverio� volvieron el rostro cuando oraron hacia la presencia de Dios, exaltados y entronizados en gracia y misericordia all�. Presagiaba el gran principio: �fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad�; respondiendo a la oraci�n en el ejercicio de la rectitud y la justicia consumadas, as� como de la clemencia, la condescendencia, la misericordia y la gracia.

Una cosa m�s me doy cuenta; y es decir, que en cada extremo de esta placa de oro puro estaba la figura querub�n, en referencia a la cual el ap�stol Pedro dice, �cosas en las cuales los �ngeles desean mirar, con la intenci�n de que a los principados y potestades en el cielo lugares pueden ser manifestados por la Iglesia la multiforme sabidur�a de Dios �. De todo lo que he dicho, infiero que la renovaci�n de la escritura de las tablas no es la renovaci�n del antiguo pacto, sino una representaci�n de la misericordia y la gracia de Dios en Cristo Jes�s, como antecedente de la reescritura y escritura de la ley. los corazones y las conciencias de los hombres.

Solo noto, adem�s, lo que sigui�. Despu�s de la reescritura por el propio dedo de Dios, Mois�s baj�. �C�mo baj�? Con la gloria en su rostro, de modo que no pudieran mirarlo fijamente; y el ap�stol dice que dio a entender que hab�a cosas que los jud�os no ten�an la capacidad de comprender en ese momento. No era apropiado que los conocieran. El velo del rostro de Mois�s insinuaba el velo de ciertos principios profundos que iban a tener una manifestaci�n futura y posterior.

Por lo tanto, creo que, de la misma manera, el romper las tablas y renovarlas da a entender que la ley nunca se cumplir�a sino en Cristo, y que no se podr�a hacer cumplir con seguridad sobre el hombre; al menos, no podr�a producir nada. sino condenaci�n, independientemente de Cristo y de la obediencia que ya ha prestado. Pero, �qu� sigui� adem�s? La terminaci�n del tabern�culo en todas sus partes y proporciones, la ordenaci�n de sacerdotes, el cruce del Jord�n, la entrada a la tierra prometida, de las cuales no podemos hablar ahora; pero creo que resulta en la m�s hermosa conclusi�n, que si estos asuntos precedieron a la reescritura de las tablas, y las tablas entonces escritas se colocaron en las circunstancias peculiares que representa el pasaje, y si tales cosas ocurrieron cuando se hizo esto, entonces no es el antiguo pacto de obras, sino el nuevo pacto de gracia, misericordia y salvaci�n por nuestro Se�or Jesucristo; y as� "la ley es un maestro de escuela, que trae a Cristo". (J. Stratten. )

Las tablas de la ley

1. En el siguiente vers�culo se dice que Mois�s �hizo un arca de madera de acacia� antes de subir al monte con las dos tablas en la mano; mientras que, seg�n el Libro del �xodo (�xodo �xodo 37:1 ), se dice que Bezaleel hizo el arca. Aquellos que buscan rastrear contradicciones en las Escrituras, o variedad de autor�a, por supuesto, se�alan esta "discrepancia". La observaci�n obvia de que se puede decir que uno hace lo que le pide a otro que haga es probablemente una respuesta suficiente a esta dificultad.

2. Sin embargo, no se trata del arca, sino de las tablas de la ley, lo que ahora nos ocupa.

3. La entrega de la ley, el quincuag�simo d�a, seg�n los jud�os, despu�s del �xodo - evento celebrado por la fiesta de Pentecost�s - nos recuerda el contraste entre las circunstancias bajo las cuales la ley antigua y la nueva fueron promulgado. La densa nube, la oscuridad, los truenos, los rel�mpagos, llenaron de alarma a los israelitas. �Cu�n diferentes son los acercamientos a Dios en el Nuevo Testamento! ( Hebreos 12:18 .

) Pero la misma ley moral es obligatoria en ambos; y es ante este hecho, la condescendencia de Dios al escribir por segunda vez las palabras del Dec�logo, nuestros pensamientos est�n invitados en la lecci�n. Consideremos algunas razones para guardar los Diez Mandamientos; y luego, c�mo debemos obedecerlos.

I. Razones para guardar los mandamientos.

1. Vienen de Dios. Esto puede decirse de toda la ley, ceremonial y judicial, as� como moral. Pero seguramente hay una diferencia. No s�lo se promulgaron los Diez Mandamientos, como dice un escritor franc�s, �avec eclat�, y se advirti� al pueblo que se preparara para el evento solemne ( �xodo 19:10 ; �xodo 19:15 ), sino que fueron entregados directamente por Dios.

Las primeras tablas eran "obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas". Las segundas tablas eran obra del hombre, pero la escritura segu�a siendo escritura de Dios ( �xodo 34:1 ). Est�n por encima de la ley ceremonial, como una reducci�n de los deberes del hombre, y son una obligaci�n duradera.

2. Est�n de acuerdo con la ley escrita en el coraz�n del hombre. Est�n totalmente de acuerdo con nuestras intuiciones morales. La Ley Divina no era un c�digo de �tica completamente nuevo, pero era necesaria para que el hombre alcanzara un fin sobrenatural. Adem�s, el sentido moral del hombre estaba expuesto a ser manipulado y deteriorado, para dar finalmente un juicio incierto: tampoco era capaz de discernir siempre claramente entre el bien y el mal; ni alcanz� la esfera del pensamiento y el motivo.

Si el hombre hubiera dependido por completo de una ley escrita, su promulgaci�n no se habr�a retrasado hasta la �poca de Mois�s. Es completamente un error suponer que el Dec�logo hizo pecaminoso el asesinato, el robo, el adulterio y cosas por el estilo. Se los prohibi� porque eran pecadores. Fij� las intuiciones morales del hombre para que no pudieran ser arrastradas por la pasi�n y el ego�smo humanos. Los hizo m�s claros y distintos. Los revisti� de una nueva sanci�n y autoridad.

3. Cuando examinamos el per�odo anterior a la promulgaci�n de la ley, encontramos un sentido del mal de las acciones que proh�be. �Jacob dijo: Aparta los dioses extra�os que hay entre ti�. Esta es una anticipaci�n del primer mandamiento. Quiz�s la observancia previa del s�bado se pueda deducir de �xodo 16:23 .

De modo que el sexto mandamiento ya estaba en vigor ( G�nesis 9:6 ). Se aborrec�an los pecados contra la pureza ( G�nesis 34:31 ; G�nesis 38:24 ), lo que demuestra que el S�ptimo Mandamiento no era una novedad.

Los hermanos de Jos� se sorprendieron al ser acusados ??de robar la copa ( G�nesis 44:7 ). El pecado de codiciar "la mujer de tu pr�jimo" fue evidentemente reconocido por Abimelec como "un gran pecado" con respecto a Sara ( G�nesis 20:9 ). Todas estas declaraciones, y hay otras antes de la promulgaci�n de la ley, son testigos de la luz moral que Dios ha dado al hombre, independientemente de la gu�a o promulgaci�n externa.

4. La ley moral no convirti� el pecado en pecado, aunque aument� su malicia; pero revel� claramente la cantidad de transgresi�n humana, que antes estaba velada en una niebla. Era como un term�metro cl�nico que mide la altura de la fiebre, que antes podr�a haber sido desconocida. Revela la temperatura del paciente, y por tanto la seriedad o ligereza del caso. �Por la ley�, dice el ap�stol, �es el conocimiento del pecado� ( Romanos 3:20 ).

5. Adem�s, la obediencia a la ley moral de Dios es necesaria para la salvaci�n. �Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos� ( Mateo 19:16 ). San Pablo declara lo mismo ( Romanos 13:8 ). Nuevamente, �la circuncisi�n nada es, y la incircuncisi�n nada es, sino la observancia de los mandamientos de Dios� ( 1 Corintios 7:19 ) San Juan el mismo ( 1 Juan 3:22 ; 1 Juan 3:24 ).

II. �C�mo guardaremos los mandamientos?

1. Con la ayuda de la gracia divina. La ley arroj� luz sobre el principio pecaminoso del hombre y, por su incapacidad para vencerlo, despert� el sentido de necesidad y anhelo de un Salvador. Mois�s dio la ley sin el Esp�ritu, dice un comentarista, pero Cristo dio ambas. Mientras que, por un lado, nos damos cuenta de que no podemos hacer nada sin la gracia; por otro, debemos recordar que podemos hacer todo con �l.

2. Tenemos que guardar todos los mandamientos. No nueve de cada diez. Los mandamientos no son preceptos aislados, para que la violaci�n de uno no toque a otro. Forman, si se me permite decirlo, un cuerpo org�nico de verdad moral, como el Credo un cuerpo org�nico de verdad dogm�tica. �Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos� ( Santiago 2:10 ).

3. Los cristianos tienen que leer los mandamientos a la luz del �Serm�n de la Monta�a�, y as� ver cu�n profundamente cortan. No solo tocan la acci�n externa, sino tambi�n el pensamiento y el motivo.

III. Lecciones:

1. Buscar meditando en la ley de Dios para saber cu�nto exige esa ley de nosotros como cristianos.

2. Examinar la conciencia por los Diez Mandamientos, para descubrir, con la ayuda del Esp�ritu Santo, en qu� los hemos quebrantado: en pensamiento, palabra, obra u omisi�n.

3. Son la forma de vida. ( Canon Hutchings, MA )

Versículo 9

El Se�or es su herencia.

La herencia del Se�or el cristiano

El significado obvio de tener al Se�or como herencia es que nos hemos dedicado a Su servicio, que nos hemos rendido por completo a �l, las energ�as del cuerpo y las facultades de la mente, para hacer Su voluntad y hacer avanzar Su reino. y gloria; nuevamente, que lo hemos asegurado como nuestro para siempre, que estamos apegados a �l como un hombre a una posesi�n que �l no puede enajenar; adem�s, que tenemos, por as� decirlo, el uso del Se�or Dios Todopoderoso, que sus perfecciones y su gracia est�n garantizadas para ser empleadas para nuestro beneficio personal; y, por �ltimo, que estamos disfrutando de esas bendiciones que pertenecen a vivir en un estado de favor con el justo Gobernador del universo.

I. En la vida, el verdadero creyente se da cuenta de la promesa y tiene al Se�or como herencia.

1. Porque deliberadamente lo elige a �l con preferencia a los encantos y encantos del mundo. En la medida en que �l est� separado del mundo, el Se�or se convierte en su herencia; est� m�s estrechamente unido a �l y m�s exclusivamente empleado en Su servicio; percibe la sabidur�a de su elecci�n, saborea las bendiciones que est�n a la diestra de Dios y encuentra una provisi�n para todas sus necesidades de la plenitud que es en Cristo Jes�s; que el Se�or es su porci�n y su �nica herencia, lo ha tomado como suyo, y ha renunciado absoluta y completamente a todos los dem�s menos perfectos y sustanciales.

2. El cristiano tiene al Se�or como herencia, en el sentido de que todas las cosas obran juntas para su salvaci�n final.

3. El verdadero creyente tiene al Se�or por herencia, porque tiene la paz de Dios derramada en su coraz�n. La voz de la experiencia cristiana es un�nime. Dios no se esconde de aquellos que le ha dado a su amado Hijo.

4. El verdadero creyente le ha entregado al Se�or Cristo mismo como su herencia; lo tiene a �l para s� mismo. Es la seguridad de San Juan de que "el que tiene al Hijo, tiene la vida, y el que no tiene al Hijo, no tiene la vida".

II. Pero no solo en esta vida, sino tambi�n despu�s de la muerte, no solo en el tiempo, sino tambi�n en la eternidad, el cristiano tiene al Se�or por herencia. No se ve privado de su porci�n por la separaci�n del alma y el cuerpo, por el cambio de escenario, ni por el comienzo de una existencia espiritual. No solo es suyo ahora, sino tambi�n en el mundo venidero.

1. Primero, �l est� eternamente con �l. Dondequiera que est� el cielo donde Cristo vive y reina, est� la habitaci�n de su pueblo escogido. Est�n con �l donde �l est�, lo ven como �l es, caminan a la luz de Su rostro.

2. Pero la gran verdad se destaca en toda su excelencia cuando encontramos que es la presencia del Se�or lo que constituye la felicidad y el gozo del creyente. Cada gozo y bendici�n de esos lugares benditos se origina en el hecho de que debemos morar en la presencia del Se�or. Su presencia es fuente y manantial de felicidad para cada individuo de Su Iglesia glorificada.

Conclusi�n: tengamos en cuenta:

1. Que si hemos hecho del Se�or nuestra herencia debe ser el criterio de nuestras esperanzas. No tener parte en �l es ser un paria de las promesas, vivir con la ira Divina sobre nuestras cabezas.

2. Preguntemos tambi�n seriamente, �cu�l ser� el estado de aquellos en el pr�ximo mundo que no han hecho del Se�or su herencia? �Pueden concebirse sus almas de alguna manera capaces de participar del gozo celestial? �Hay algo en las circunstancias o en el empleo de los esp�ritus redimidos que pueda llenar la medida de su copa y hacerlos perfecta y eternamente bendecidos? ( H. Hughes, MA )

Versículo 12

�Qu� pide de ti el Se�or tu Dios?

La verdadera vida del hombre

La verdadera vida del hombre es la vida de conformidad pr�ctica con las exigencias divinas. Todo est� resumido y expresado aqu�.

I. Amorosa reverencia.

1. Miedo a no obrar dignamente del objeto de amor.

2. Miedo a ofender al objeto del amor.

II. Obediencia pr�ctica.

1. Dios tiene "caminos", es decir, m�todos de acci�n:

(1) De naturaleza material. El conocimiento de estos es lo que se llama "ciencia".

(2) En la mente moral. El conocimiento de estos es el conocimiento m�s elevado. Encarnado en la vida de Cristo.

2. Caminar en los caminos de Dios es:

(1) El �nico camino recto.

(2) El �nico camino seguro.

(3) El �nico paseo elevador.

III. Servicio cordial.

1. Perfecta libertad.

2. Alegr�a soleada.

3. Completitud total. Todos los poderes en pleno uso. ( Homilista. )

Educado hacia la espiritualidad

Esa fue la intenci�n divina desde el principio. Dios no revela Su prop�sito de una sola vez, pero por consideraci�n a nuestras capacidades, nuestras oportunidades y nuestras necesidades, nos gu�a paso a paso, como el maestro sabio gu�a al joven erudito. �Qu� maestro sabio coloca toda una biblioteca en la mente naciente de la ni�ez? Un cuadro, un juguete, un premio tentador, un pu�ado para seguir y todo lo dem�s cubierto por una sonrisa afable: as� el joven estudioso pasa de p�gina en p�gina hasta que la genialidad de la revelaci�n se apodera de �l y la vida se convierte en un sagrado Pentecost�s.

Este pensamiento proporciona un est�ndar por el cual medir el progreso. �Que somos? �Qu� hemos logrado? �Seguimos entre los elementos mendigos? �Seguimos clamando por una clase de ense�anza que es infantil y que deber�a ser totalmente in�til para nuestra �poca? �O suspiramos para ver las l�neas m�s finas y escuchar los tonos m�s bajos y entrar en el misterio de la adoraci�n silenciosa, tan intensa en todas las santas sensibilidades que incluso una palabra cae sobre nosotros y est� fuera de lugar en circunstancias tan cargadas de lo Divino? �presencia? A�n manteniendo esta misma l�nea de pensamiento, observe c�mo las promesas se adaptaron a la condici�n mental de Israel.

�Qu� promesas pudo entender Israel? Solo promesas del tipo m�s sustancial. Mois�s se dirige a esta necesidad con habilidad infinita ( Deuteronomio 10:22 ; Deuteronomio 11:11 ). A�n conservando la maravillosa consistencia de toda la econom�a, no podemos dejar de notar cu�n bellamente se adaptaron los sacrificios a la condici�n religiosa del pueblo.

Esto explica los sacrificios de hecho. �Cu�l era la condici�n religiosa de la gente? Casi nada religioso. Era una condici�n infantil; era una condici�n en la que la apelaci�n s�lo pod�a tener efecto a lo largo de la l�nea de visi�n. Entonces Dios instituir� una adoraci�n en consecuencia; Dir� a Israel: Trae muchas bestias y m�talas sobre el altar; toma incensarios, prende fuego sobre ellos; no escatim�is en vuestros reba�os y reba�os, ma�z y vino; Tengan un holocausto continuo, y agreguen al holocausto continuo otras ofrendas grandes en n�mero y en valor.

Israel debe mantenerse ocupado; el ocio ser� destrucci�n. Debe haber siete s�bados en la semana, y siete de esos siete deben estar especializados en ayuno, festividad u observancia sagrada. No le d� tiempo a Israel para descansar. Cuando haya tra�do un becerro, env�ale por otro; cuando haya matado un carnero, pide mil m�s; esto le resultar� instructivo. Debemos cansarlo hacia una aspiraci�n m�s elevada; comenzar esta aspiraci�n ser�a batir el aire, o hablar una lengua desconocida, o proponer una serie de imposibilidades espirituales.

Los hombres deben ser capacitados de acuerdo con su capacidad y su calidad. Todo el sistema ceremonial de Mois�s constituye en s� mismo �en su sabidur�a tan rica, su maravillosa adaptaci�n al car�cter y temperamento de la �poca� un argumento incontestable a favor de la inspiraci�n de la Biblia. Hasta ahora la l�nea ha sido coherente desde su inicio, �qu� maravilla, entonces, si culmina en una espl�ndida palabra? Esa palabra se introduce aqu� y all�.

Por ejemplo, en Deuteronomio 10:12 , aparece la palabra; en Deuteronomio 11:1 , se repite. �Cu�l es esa palabra culminante? �Cu�nto tiempo se ha retenido! Ahora que est� escrito, lo vemos y lo reconocemos; llega en el momento adecuado y se coloca en el lugar adecuado: - "Amarlo". ( J. Parker, DD )

Exhortaci�n a servir al Se�or

�Qui�n obedece este mandato? Una parte de mis oyentes lo obedece en cierto grado. Estima a Dios por encima de cualquier otro objeto. Consideran Su gloria como su mayor inter�s y la comuni�n con �l como su suprema felicidad. Su mayor dolor es que sus corazones traicioneros sean tan propensos a alejarse de �l. Sus deseos m�s fervientes lo persiguen. Y cuando en una hora favorable encuentran a Aquel a quien su "alma ama", lo retienen y no lo dejan ir.

No tengo ning�n reproche por estos. �Pero son todos tales? Ojal� todos lo fueran. Pero no hay servicio sin amor. "El amor es el cumplimiento de la ley". El amor supremo a Dios ciertamente producir� abnegaci�n por Su causa. Habitualmente evitar� todo lo que �l ha prohibido y obedecer�, no una parte, sino todo lo que �l manda. El amor supremo buscar� la comuni�n con su objeto m�s que cualquier placer mundano.

Jadear� tras �l y despu�s de una mayor conformidad con �l; buscar� Su gloria como el mayor inter�s; renunciar� al mundo ya los �dolos y cultivar� una mente celestial. A menos que tengamos lo que producir� todos estos efectos, no tenemos un amor supremo por Dios; y si no tenemos amor supremo, no tenemos amor en absoluto; y si no tenemos amor, como no hay estado neutral, somos sus enemigos. Fue Dios quien te hizo lo que eres y te puso en un mundo que �l hab�a provisto ricamente para tu uso.

�No tienes nada que ver con �l o �l contigo? �Te imaginas que te cre� y te levant� tanto por encima de las bestias, y te puso en un mundo en el que hab�a gastado tanto trabajo, para que pudieras alejarte de �l en las regiones de las tinieblas? para que puedas buscar tu felicidad en �l y vivir en rebeli�n contra �l? �Que podr�as pasar tu vida solo prepar�ndote para vivir en este estado transitorio? �O que vivas solo para comer y beber? Como Dios es veraz, te envi� a su mundo con el mismo fin que un amo env�a a un siervo 'a su vi�a: a trabajar por �l.

�l te ha enviado al campo abundantemente provisto de poderes y medios para servirle, y te ha ordenado estrictamente que uses estos talentos en Su servicio. No digas que �l est� demasiado por encima de ti para ser aprehendido. �l se ha abatido a S� mismo y se ha extendido ante ustedes en Sus obras y Su palabra, y es s�lo para la incredulidad que �l es invisible. Habi�ndote enviado a Su vi�a, �l te cuida para ver si eres fiel o no.

�No tiene nada que ver contigo? Sus ojos est�n sobre ti en todo momento, en el fondo de tu coraz�n. �Tu Creador te dej� suelto por el mundo, para que corrieras en busca de tu propia imaginaci�n, sin ley ni restricci�n, con la intenci�n de no mirar m�s all� de ti, sino de echarte de Su cuidado? �Ay de ti si hubiera hecho esto! aunque esto, me temo, lo has deseado a menudo. Pero no hizo tal cosa.

Su intenci�n todav�a era seguirte con Su cuidado, como criaturas amadas, a quienes Sus propias manos hab�an formado - para ejercer gobierno sobre ti - para establecer comuni�n eterna contigo - para llevar tus deseos hacia �l - para llenarte con Su propia sublime felicidad, y hacerte parte de un reino armonioso, bendito y glorioso. Para lograr estos fines, �l te someti� a la ley, una ley admirablemente calculada para unirte a �l y consumar tu felicidad.

Los irracionales se quejar�n de cualquier cosa, y los murmullos han llenado el mundo porque esta ley requiere el coraz�n. Pero si fuera de otra manera, si Dios renunciara a sus derechos sobre el coraz�n y se compusiera solo para el servicio externo, �ser�a mejor entonces? �Podr�an ser felices aqu�, podr�an ser felices en el cielo, sin un coraz�n santo? Es mejor que nunca hayan nacido antes que ser excusados ??de amar a Dios. Si Dios renunciara a su ley, a�n ser�an desdichados por la eternidad sin amarlo.

La ley no prescribe nada m�s que lo que en la naturaleza de las cosas es esencial para la felicidad. A partir de este momento debes renunciar a tu Biblia o entender que Dios te considera rebeldes por no amarlo y servirlo con todo el coraz�n y el alma. No admite excusa. Su alegaci�n de que no puede, solo se declara culpable. Un coraz�n que se niega a amar al Creador y Redentor del mundo, es precisamente por lo que Dios te condena: es el rebelde m�s vil del universo. ( E. Griffin, DD )

Los requisitos de Dios

Las exacciones de Dios, si somos cristianos, son nuestras propias ofrendas voluntarias. Lo que Dios exige es lo que los corazones agradecidos deban dar con alegr�a.

1. Ante todo �temerle�. No estar aterrorizado, esa es la religi�n del hombre natural. A menos que sea ense�ado por Dios, los hombres lo miran con alarma. De ah� que la religi�n sea para ellos algo sepulcral y sombr�o. Para el cristiano todo es al rev�s. No tiene alarma; corteja la presencia de Dios y siente que esa presencia es la inspiraci�n de la esperanza y la alegr�a.

2. A continuaci�n, "andar en todos sus caminos". Todos los caminos proceden de una fuente y terminan en la misma nuevamente. Hay variedades de expresi�n, pero una religi�n. Camino de justicia, camino de verdad, camino de paz y camino de agrado.

3. Luego "amarlo". Si el miedo ordenado fuera terror, ser�a imposible amar. El amor es el germen en el coraz�n que florece y estalla en todos los frutos fragantes que exige la santa ley de Dios. La ley, como el imperioso capataz, dice: "Dame fruto", y t� no puedes; pero el amor, suave, progresivamente, origina y desarrolla todos los frutos del Esp�ritu. La ausencia de este amor es la ausencia del cristianismo.

Este amor, perdido en la Ca�da, recuperado por la Cruz, es el resultado de ver el amor de Dios por nosotros. La medida y la extensi�n es "todo vuestro coraz�n". No fr�o, calculando preferencia; pero un apego c�lido y cordial, un apego no ciego e ininteligible, sino con toda el alma.

4. Tambi�n �servirle�, servicio en el sentido de adoraci�n. La palabra liturgia significa estrictamente servicio; aqu� servicio significa adorar, orar y alabar; adoren exteriormente, p�blicamente y en privado con todo el coraz�n. Aprendemos la esencia de toda adoraci�n verdadera y aceptable ante Dios. No es gloria material, esplendor ritual; pero profundidad de sinceridad, intensidad de amor, la supremac�a de Dios en el coraz�n.

5. �Cu�l es el final de todo esto? Primero, Dios pide esto, no para su beneficio, sino para nuestro bien. �No hay ning�n beneficio en reunirse en la casa de Dios, en descargar el coraz�n agradecido en alabanza? Cuando le dan la mayor gloria, adoraci�n y homenaje a Dios, la reacci�n es lluvia de bendiciones, misericordias y privilegios sobre ustedes mismos. Dios requiere esto en Su Palabra, en tiempos de aflicci�n y prosperidad.

Lo requiere para que se vean los efectos santos y para que los hombres sientan que la religi�n purifica. Tambi�n es bueno para el mundo. La mejor evidencia de que son cristianos est� en lo que sienten, sufren, sacrifican y hacen; no como siervos que obedecen por recompensa, sino como hijos que sirven a Dios por afecto. ( J. Cumming, DD )

Una exigencia imperativa

S�, �y qu� exige el Se�or de nosotros?

1. Reverencia: "Pero temer al Se�or tu Dios".

2. Obediencia "Para andar en todos sus caminos". Ir cuando �l nos diga y tomar el camino que �l ha preparado para nosotros. Matthew Henry dice: �Debe ser el cuidado de cada uno de nosotros seguir al Se�or plenamente. Debemos, en un curso de obediencia a la voluntad de Dios y servicio a su honor, seguirlo universalmente, sin dividirnos; con rectitud, sin fingir; alegremente, sin discutir; y constantemente, sin declinar: y esto es seguirlo plenamente ".

3. Amor - "Y amarlo". Esta exhortaci�n viene bellamente para evitar que la reverencia se convierta en terror y la obediencia en servilismo.

4. Servicio - "Y servir al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n y con toda tu alma". La convicci�n, los principios, la verdad, el sentimiento y la emoci�n encuentran su nivel en el servicio, como lo hacen las aguas del r�o en el mar. La vida, de todo tipo, es energ�a desde adentro hacia un objeto externo.

5. Diligencia - "Para guardar los mandamientos del Se�or y sus estatutos, que yo te ordeno hoy para tu bien". ( T. Davies. )

Versículos 14-16

El eligi�. .. t� por encima de todas las personas.

Elecci�n y santidad

I. Al exponer la elecci�n, debo hacer que observen, en primer lugar, su extraordinaria singularidad. Dios se ha elegido un pueblo que nadie puede contar, de los hijos de Ad�n. Ahora bien, esto es una maravilla de maravillas, cuando llegamos a considerar que el cielo, incluso el cielo de los cielos, es del Se�or. Si Dios debe tener una raza escogida, �por qu� no eligi� a uno del majestuoso orden de los �ngeles, o de los querubines y serafines en llamas que est�n alrededor de Su trono? �Por qu� no se fij� en Gabriel? �Qu� podr�a haber en el hombre, una criatura inferior a los �ngeles, para que Dios lo seleccionara a �l en lugar de a los esp�ritus angelicales? Les he dado, entonces, alguna raz�n al comenzar, por qu� deber�amos considerar la Elecci�n de Dios como algo singular.

Pero tengo que ofrecer otros. Observe, el texto no solo dice: "He aqu�, el cielo, el cielo de los cielos es del Se�or", sino que agrega, "tambi�n la tierra con todo lo que hay en ella". Sin embargo, otro pensamiento para hacer que la elecci�n de Dios sea verdaderamente maravillosa. Dios ten�a un poder ilimitado de creaci�n. Ahora bien, si �l quiso tomar un pueblo que deber�a ser Sus favoritos, que deber�a estar unido a la persona de Su Hijo, �por qu� no hizo una nueva raza? Cuando Ad�n pec�, habr�a sido bastante f�cil hacer desaparecer al mundo.

�Pero no! En lugar de hacer un pueblo nuevo, un pueblo puro que no pod�a pecar, �l toma un pueblo ca�do y lo levanta, y eso tambi�n, por medios costosos; por la muerte de su propio Hijo, por la obra de su propio Esp�ritu; para que estas sean las joyas de Su corona para reflejar Su gloria para siempre. �Oh, singular elecci�n! Mi alma est� perdida en Tus profundidades, y solo puedo hacer una pausa y gritar: �Oh, la bondad, oh, la misericordia, oh, la soberan�a de la gracia de Dios�. Habiendo hablado as� de su singularidad, paso a otro tema.

2. Observe la libertad sin restricciones de elegir el amor. En nuestro texto, esto se insin�a con la palabra "s�lo". �Por qu� amaba Dios a sus padres? Por qu�, solo porque �l lo hizo. No hay otra razon. Llego a la parte m�s dif�cil de mi tarea. Elecci�n en su justicia. Ahora defender� este gran hecho de que Dios ha elegido a los hombres para S� mismo, y lo considerar� desde un punto de vista bastante diferente al que se suele tomar.

Me dices, si Dios ha elegido a algunos hombres para la vida eterna, que ha sido injusto. Te pido que lo pruebes. La carga de la prueba recae en ti. Porque quiero que recuerdes que nadie se lo merec�a en absoluto. Dios no da�a a nadie al bendecir a algunos. Lo defiendo de nuevo en otro terreno. �A cu�l de ustedes ha rehusado Dios alguna vez su misericordia y amor, cuando usted ha buscado su rostro? �No te ordena Su Palabra que vengas a Jes�s? �Y no dice solemnemente: "El que quiera, venga"? Dices que es injusto que algunos se pierdan mientras que otros se salven.

�Qui�n hace que se pierdan los que se pierden? �Dios te hizo pecar? �Alguna vez te ha persuadido el Esp�ritu de Dios de hacer algo incorrecto? �Alguna vez la Palabra de Dios lo ha reforzado en su propia justicia propia? No; Dios nunca ha ejercido ninguna influencia sobre ti para hacer que vayas por el camino equivocado. Toda la tendencia de Su Palabra, toda la tendencia de la predicaci�n del Evangelio, es persuadirlo a que se vuelva del pecado a la justicia, de sus malos caminos a Jehov�.

II. Pasemos ahora a la elecci�n en sus influencias pr�cticas. Ver�s que el precepto est� anexado a la doctrina; Dios te ha amado m�s que a todas las personas que hay sobre la faz de la tierra; por tanto, �circuncidad el prepucio de vuestro coraz�n y no se�is m�s r�gidos�. Se rumorea que la elecci�n es una doctrina licenciosa. Es mi deber demostrarle que es todo lo contrario. �Bueno, pero�, exclama uno, �conozco a un hombre que cree en la Elecci�n y, sin embargo, vive en el pecado.

�S�, y supongo que eso lo desmiente. De modo que si puedo ir por Londres y encontrar a un tipo borracho y andrajoso, que cree una doctrina y vive en el pecado, el hecho de que la crea la refuta. �L�gica singular, eso! Pero vuelvo a mi prueba. Se establece como una cuesti�n de teor�a que esta doctrina es licenciosa. La idoneidad de las cosas prueba que no es as�. La elecci�n ense�a que Dios ha elegido a algunos para que sean reyes y sacerdotes para Dios.

Cuando un hombre cree que ha sido elegido para ser rey, �ser�a leg�tima una inferencia extraer de ella: �Soy elegido para ser rey; por tanto, ser� un mendigo; Soy escogido para sentarme en un trono, por tanto, vestir� harapos �? Por qu�, dir�as: "No habr�a ning�n argumento, no tendr�a sentido". Pero hay tanto sentido en eso como en tu suposici�n, que Dios ha elegido a Su pueblo para que sea santo, y sin embargo, el conocimiento de este hecho los volver� imp�os.

�No! el hombre, sabiendo que Dios le ha otorgado una dignidad peculiar, siente obrar en su seno el deseo de vivir a la altura de su dignidad. Una vez m�s, no s�lo la idoneidad de las cosas, sino la propia cosa demuestra que no es as�. La elecci�n es una separaci�n. Dios ha apartado al que es piadoso para s� mismo, ha separado a un pueblo de la masa de la humanidad. �Esa separaci�n nos permite sacar la inferencia de esta manera: - �Dios me ha separado, por lo tanto vivir� como viven los dem�s�? �No! si creo que Dios me ha distinguido por su amor discriminatorio y me ha separado, entonces escucho el clamor: �Salid de en medio de ellos y apartaos, y no toqu�is lo inmundo, y yo ser� un Padre para vosotros. . " Era extra�o que el decreto de separaci�n engendrara una uni�n imp�a. No puede ser. ( CH Spurgeon. )

Todas las cosas sirven al bienestar de los hijos elegidos de Dios

Veo a una madre que, cuando cae el crep�sculo y el beb� duerme, y porque duerme de sus brazos, va recogiendo del suelo sus juguetes, los lleva al armario y se lleva las vestiduras que se han tirado. , y revolviendo el fuego, barriendo el hogar, dando cuerda al reloj y recogiendo libros dispersos, tararea para s� melod�as bajas mientras se mueve por la habitaci�n, hasta que todo el lugar vuelve a estar ordenado, limpio y en orden.

�Por qu� la habitaci�n es tan preciosa para ella? �Es porque hay un papel tan hermoso en las paredes? porque hay una alfombra tan bonita en el suelo? �Porque los muebles de la habitaci�n son tan agradables a la vista? Todos estos no son nada en su opini�n, excepto como sirvientes de esa peque�a criatura suya: el beb� en la cuna. Ella dice: �Todas estas cosas sirven a mi coraz�n mientras mecio a mi hijo.

�Todo el globo terr�queo no es m�s que una cuna, y nuestro Dios lo mece, y considera todas las cosas, incluso el mundo mismo, como instrumentos para la promoci�n de nuestro bienestar. Cuando �l hace la tempestad, la pestilencia o la tormenta, cuando hace que las edades en sus revoluciones cambien el mundo, todo es para servir a Su propio coraz�n a trav�s de Sus hijos: los hombres. Cuando caminamos por este mundo, no atravesamos largos archivos de leyes que no tienen un dise�o; estamos caminando por un mundo que tiene leyes naturales, que debemos conocer y observar: sin embargo, estas deben tener su maestro, y Cristo es �l. Y todos estos est�n hechos para ser nuestros siervos porque somos hijos de Dios. ( HW Beecher. )

El llamado electivo de Dios

Estas palabras ten�an la intenci�n de dejar claro a los israelitas cu�nto hab�an sido honrados por Dios al recibir tal preeminencia entre las naciones. Por eso debemos tener siempre presente qui�n nos llama a trav�s del Evangelio y se ha acercado a nosotros en �l. Es Dios, que no es solo la tierra, sino el cielo de los cielos. De estas palabras de Mois�s podemos deducir:

I. Cu�n grande y poderoso es el Dios que nos llama a s� mismo, cu�n sabio y sol�cito por el bien de los hombres, y c�mo lo ha demostrado en todas las regiones de la creaci�n que le pertenecen.

II. Aquel que tiene todas las cosas en su mano y se preocupa por todas, puede tener un cuidado especial y peculiar por cada individuo, y as� podemos tener plena confianza en �l.

III. Deber�a sorprendernos y confundirnos m�s all� de toda medida pensar que el gran Dios deber�a habernos llamado criaturas d�biles y d�biles a tan gran gracia y favor; que incluso deber�a haber enviado a Su Hijo para nuestra redenci�n, y que quer�a que nos convirti�ramos en templos del Esp�ritu Santo. De hecho, a muchos les resulta inconcebible que Dios haya destinado nuestro globo, uno de los m�s peque�os de los mundos, para un honor tan alto.

Esto les parece tan absurdo, que por ello echar�an por tierra el cristianismo. Olvidan que la grandeza de Dios radica en esto, que �l atiende y cuida tanto a los peque�os como a los grandes. Para el infinito Jehov�, la distinci�n entre peque�o y grande no es lo que nos parece. Mois�s entendi� esto.

IV. En estas palabras aparece la insinuaci�n de un plan Divino integral que Dios dise�� con respecto a la creaci�n a trav�s de lo que logr� hacia esta parte inferior de ella. As� ya lo hab�a proclamado a ese pueblo elegido antes que todos los dem�s. �Con la verdad que yo vivo, dice el Se�or, toda la tierra ser� llena de la gloria del Se�or� ( N�meros 14:21 ).

As� proclam� que por la elecci�n de Israel ten�a en vista la salvaci�n de todos los pueblos; una verdad ya revelada en la bendici�n de Abraham, en cuya simiente todas las naciones ser�n bendecidas. Aun as�, podemos decir que, en la elecci�n de nuestro globo para este dise�o especial, �l contempla la renovaci�n y glorificaci�n del universo. �En Cristo, en el cumplimiento del tiempo, reunir� todas las cosas, tanto las que est�n en el cielo como las que est�n en la tierra� ( Efesios 1:10 ; Colosenses 1:20 ). Debemos dejar al cuidado de Aquel que son "los cielos y los cielos de los cielos".

V. La responsabilidad de aquellos tan favorecidos ser� mayor si se apartan de la incredulidad y la desobediencia. Si estas cosas son as�, las palabras de Mois�s nos dan suficiente aliciente para aferrarnos con decisi�n y fidelidad a lo que se nos ofrece en el Evangelio y en la revelaci�n de la voluntad de Dios. No fracasemos en nuestra parte, ya que podemos estar seguros de que �l no fallar� quien ha llegado tan lejos en Cristo hacia nosotros. ( JC Blumhardt. )

Circuncida, pues, el prepucio de su coraz�n y no sea m�s r�gido .

La circuncisi�n en comparaci�n con el bautismo

I. La circuncisi�n espiritual: su significado.

1. Declarado en el Antiguo y Nuevo Testamento, como, en el texto, tambi�n en Jeremias 4:4 , y en otros lugares.

2. Hablado como un sello de la justicia de la fe ( Romanos 4:11 ).

3. Se dice que representa la renuncia y el corte de lo superfluo de la carne ( Colosenses 2:11 ).

4. Por tanto, la verdadera circuncisi�n es una obligaci�n eterna y universal.

II. Circuncisi�n literal. Temporal y preparatoria.

1. Solo para hombres.

2. Reemplazado por el bautismo.

III. Circuncisi�n y bautismo.

1. Dos puntos en los que se diferencian.

(1) El bautismo, en su sentido literal, tomado como un rito externo, es una obligaci�n universal y continua, es decir, continua mientras dure esta dispensaci�n.

(2) Tomada en su sentido literal, la circuncisi�n era el rito de iniciaci�n del antiguo pacto, como el bautismo es del nuevo.

2. Tres puntos de semejanza.

(1) En un sentido espiritual, ambos tienen el mismo significado. Ambos apuntan a la renovaci�n del coraz�n que se requiere de todos.

(2) Ni la circuncisi�n ni el bautismo tienen valor como meros ritos, sin la compa��a de la gracia espiritual que tipifican ( G�latas 5:6 ; 1 Pedro 3:21 ). ( Archibp. Whateley. )

La cura de la obstinaci�n

Es algo muy digno de observarse, que muchos de los signos externos y visibles, que Dios ha ordenado a su pueblo que use al adorarlo, tienen algo en ellos para recordarnos de alguna manera el sufrimiento, la aflicci�n, el dolor, la abnegaci�n. , muerte. As�, la Sagrada Comuni�n es el recuerdo de la muerte de nuestro Salvador, Su muerte violenta y amarga. Pero de todas las ceremonias de la Iglesia, no hay ninguna que nos presente tan claramente nuestro llamado al sufrimiento, como la que desde el principio siempre ha acompa�ado al bautismo; la firma de los reci�n bautizados con el signo de la Cruz.

La Cruz es la mism�sima altura y profundidad de todo sufrimiento. As� como la Cruz bautismal est� en la vida cristiana, as� fue la circuncisi�n entre el pueblo antiguo de Dios. Fue Su marca, hecha de por vida, en la misma carne de quienes le pertenec�an, apart�ndolos, de alguna manera, para el sufrimiento y la abnegaci�n. Fue un anticipo de la Cruz; agregue, como tal, nuestro Salvador mismo lo recibi�. As�, ya sea que miremos el ejemplo de nuestro Se�or, o las formas sacramentales que �l ha ordenado, tanto antiguas como nuevas, para acercar a Su pueblo a �l, de cualquier forma se nos ense�a a considerar felices a los que perduran; a considerar la aflicci�n y la angustia como el sello de Dios, puesto sobre aquellos que le pertenecen particularmente, y no temer nada tanto como recibir nuestro consuelo en este mundo.

Pero si esto es as�, entonces, en la medida en que avancemos con prosperidad y tranquilidad, tendremos que mortificarnos y mantener en orden nuestras pasiones; para que por nuestras propias acciones, si agrada a Dios, podamos proveernos algo as� como el debido castigo, que nuestros hermanos afligidos realmente tienen que soportar. Esta, nuestra abnegaci�n, debemos practicar en los peque�os asuntos: debe acompa�arnos en nuestro caminar diario, ya que todo jud�o lleva consigo la marca de la circuncisi�n, visiblemente impresa en su carne.

No debemos mantener nuestra paciencia y dominio propio para ejercitarnos solo en ocasiones grandes y solemnes; debemos estar continuamente sacrificando nuestra propia voluntad, seg�n la oportunidad, a la voluntad de los dem�s. No hay fin, en resumen, de las muchas peque�as cruces que, si se llevan en silencio de una manera cristiana, por la gracia de Dios, har�n la obra de la aflicci�n y ayudar�n a domar nuestras orgullosas voluntades poco a poco. Digo, domestiquen nuestras orgullosas voluntades, porque la Sagrada Escritura establece esto como uno de los objetos particulares para los cuales fue designada la circuncisi�n, para que el pueblo de Dios pueda aprender por ella, no solo a superar lo que com�nmente se llama los deseos de la carne, sino el sentimiento de ira, envidia y orgullo tambi�n; como el texto parece insinuar especialmente: Circuncida, por tanto, el prepucio de su coraz�n, y no sea m�s terco.

Como si la terquedad y la obstinaci�n, y, en una palabra, la obstinaci�n (porque ese es el significado de un cuello r�gido), fueran curadas con el mismo tipo de disciplina que las pasiones sensuales, la lujuria y la codicia. En resumen, no es dif�cil comprender c�mo el cuerpo, que afecta mucho a la mente, puede ser domesticado y sometido, mediante un m�todo de ayuno tranquilo y discreto, acompa�ado, por supuesto, de limosnas y oraci�n.

Y un poco de consideraci�n demostrar� que la misma disciplina debe hacer mucho bien tambi�n a las pasiones del alma. Si nos abstenemos de complacer nuestros apetitos corporales, por el bien de agradar a Dios y obtener Su gracia, �no hay mejor posibilidad de que lo recordemos, cuando seamos tentados a complacernos con pensamientos descontentos, desagradables, orgullosos, temperamentos obstinados de cualquier tipo? �clasificar? Por supuesto, no quiero decir que este beneficio sea consecuencia del mero ejercicio externo del ayuno, sino solo si una persona lo realiza religiosamente, en el temor de Dios, en el deseo de acercarse a Cristo y en humilde obediencia a su voluntad, dado a conocer en Su Evangelio y por Su Iglesia.

De lo contrario, el mero ayuno, as� como la mera oraci�n, o la mera lectura, o el mero ir a la iglesia, pueden convertirse en una trampa del diablo. Pero, por tanto, no debe omitirse m�s que esos otros ejercicios sagrados; pero practicado, como dije, en el temor de Dios, cuya sola falta es el temor, lo que puede hacer que cualquiera pueda depender de uno u otro deber sagrado, dejando fuera el resto. ( Sermones sencillos de los colaboradores de " Tracts for the Times ").

Versículo 18

�Qu� pide de ti el Se�or tu Dios?

La verdadera vida del hombre

La verdadera vida del hombre es la vida de conformidad pr�ctica con las exigencias divinas. Todo est� resumido y expresado aqu�.

I. Amorosa reverencia.

1. Miedo a no obrar dignamente del objeto de amor.

2. Miedo a ofender al objeto del amor.

II. Obediencia pr�ctica.

1. Dios tiene "caminos", es decir, m�todos de acci�n:

(1) De naturaleza material. El conocimiento de estos es lo que se llama "ciencia".

(2) En la mente moral. El conocimiento de estos es el conocimiento m�s elevado. Encarnado en la vida de Cristo.

2. Caminar en los caminos de Dios es:

(1) El �nico camino recto.

(2) El �nico camino seguro.

(3) El �nico paseo elevador.

III. Servicio cordial.

1. Perfecta libertad.

2. Alegr�a soleada.

3. Completitud total. Todos los poderes en pleno uso. ( Homilista. )

Educado hacia la espiritualidad

Esa fue la intenci�n divina desde el principio. Dios no revela Su prop�sito de una sola vez, pero por consideraci�n a nuestras capacidades, nuestras oportunidades y nuestras necesidades, nos gu�a paso a paso, como el maestro sabio gu�a al joven erudito. �Qu� maestro sabio coloca toda una biblioteca en la mente naciente de la ni�ez? Un cuadro, un juguete, un premio tentador, un pu�ado para seguir y todo lo dem�s cubierto por una sonrisa afable: as� el joven estudioso pasa de p�gina en p�gina hasta que la genialidad de la revelaci�n se apodera de �l y la vida se convierte en un sagrado Pentecost�s.

Este pensamiento proporciona un est�ndar por el cual medir el progreso. �Que somos? �Qu� hemos logrado? �Seguimos entre los elementos mendigos? �Seguimos clamando por una clase de ense�anza que es infantil y que deber�a ser totalmente in�til para nuestra �poca? �O suspiramos para ver las l�neas m�s finas y escuchar los tonos m�s bajos y entrar en el misterio de la adoraci�n silenciosa, tan intensa en todas las santas sensibilidades que incluso una palabra cae sobre nosotros y est� fuera de lugar en circunstancias tan cargadas de lo Divino? �presencia? A�n manteniendo esta misma l�nea de pensamiento, observe c�mo las promesas se adaptaron a la condici�n mental de Israel.

�Qu� promesas pudo entender Israel? Solo promesas del tipo m�s sustancial. Mois�s se dirige a esta necesidad con habilidad infinita ( Deuteronomio 10:22 ; Deuteronomio 11:11 ). A�n conservando la maravillosa consistencia de toda la econom�a, no podemos dejar de notar cu�n bellamente se adaptaron los sacrificios a la condici�n religiosa del pueblo.

Esto explica los sacrificios de hecho. �Cu�l era la condici�n religiosa de la gente? Casi nada religioso. Era una condici�n infantil; era una condici�n en la que la apelaci�n s�lo pod�a tener efecto a lo largo de la l�nea de visi�n. Entonces Dios instituir� una adoraci�n en consecuencia; Dir� a Israel: Trae muchas bestias y m�talas sobre el altar; toma incensarios, prende fuego sobre ellos; no escatim�is en vuestros reba�os y reba�os, ma�z y vino; Tengan un holocausto continuo, y agreguen al holocausto continuo otras ofrendas grandes en n�mero y en valor.

Israel debe mantenerse ocupado; el ocio ser� destrucci�n. Debe haber siete s�bados en la semana, y siete de esos siete deben estar especializados en ayuno, festividad u observancia sagrada. No le d� tiempo a Israel para descansar. Cuando haya tra�do un becerro, env�ale por otro; cuando haya matado un carnero, pide mil m�s; esto le resultar� instructivo. Debemos cansarlo hacia una aspiraci�n m�s elevada; comenzar esta aspiraci�n ser�a batir el aire, o hablar una lengua desconocida, o proponer una serie de imposibilidades espirituales.

Los hombres deben ser capacitados de acuerdo con su capacidad y su calidad. Todo el sistema ceremonial de Mois�s constituye en s� mismo �en su sabidur�a tan rica, su maravillosa adaptaci�n al car�cter y temperamento de la �poca� un argumento incontestable a favor de la inspiraci�n de la Biblia. Hasta ahora la l�nea ha sido coherente desde su inicio, �qu� maravilla, entonces, si culmina en una espl�ndida palabra? Esa palabra se introduce aqu� y all�.

Por ejemplo, en Deuteronomio 10:12 , aparece la palabra; en Deuteronomio 11:1 , se repite. �Cu�l es esa palabra culminante? �Cu�nto tiempo se ha retenido! Ahora que est� escrito, lo vemos y lo reconocemos; llega en el momento adecuado y se coloca en el lugar adecuado: - "Amarlo". ( J. Parker, DD )

Exhortaci�n a servir al Se�or

�Qui�n obedece este mandato? Una parte de mis oyentes lo obedece en cierto grado. Estima a Dios por encima de cualquier otro objeto. Consideran Su gloria como su mayor inter�s y la comuni�n con �l como su suprema felicidad. Su mayor dolor es que sus corazones traicioneros sean tan propensos a alejarse de �l. Sus deseos m�s fervientes lo persiguen. Y cuando en una hora favorable encuentran a Aquel a quien su "alma ama", lo retienen y no lo dejan ir.

No tengo ning�n reproche por estos. �Pero son todos tales? Ojal� todos lo fueran. Pero no hay servicio sin amor. "El amor es el cumplimiento de la ley". El amor supremo a Dios ciertamente producir� abnegaci�n por Su causa. Habitualmente evitar� todo lo que �l ha prohibido y obedecer�, no una parte, sino todo lo que �l manda. El amor supremo buscar� la comuni�n con su objeto m�s que cualquier placer mundano.

Jadear� tras �l y despu�s de una mayor conformidad con �l; buscar� Su gloria como el mayor inter�s; renunciar� al mundo ya los �dolos y cultivar� una mente celestial. A menos que tengamos lo que producir� todos estos efectos, no tenemos un amor supremo por Dios; y si no tenemos amor supremo, no tenemos amor en absoluto; y si no tenemos amor, como no hay estado neutral, somos sus enemigos. Fue Dios quien te hizo lo que eres y te puso en un mundo que �l hab�a provisto ricamente para tu uso.

�No tienes nada que ver con �l o �l contigo? �Te imaginas que te cre� y te levant� tanto por encima de las bestias, y te puso en un mundo en el que hab�a gastado tanto trabajo, para que pudieras alejarte de �l en las regiones de las tinieblas? para que puedas buscar tu felicidad en �l y vivir en rebeli�n contra �l? �Que podr�as pasar tu vida solo prepar�ndote para vivir en este estado transitorio? �O que vivas solo para comer y beber? Como Dios es veraz, te envi� a su mundo con el mismo fin que un amo env�a a un siervo 'a su vi�a: a trabajar por �l.

�l te ha enviado al campo abundantemente provisto de poderes y medios para servirle, y te ha ordenado estrictamente que uses estos talentos en Su servicio. No digas que �l est� demasiado por encima de ti para ser aprehendido. �l se ha abatido a S� mismo y se ha extendido ante ustedes en Sus obras y Su palabra, y es s�lo para la incredulidad que �l es invisible. Habi�ndote enviado a Su vi�a, �l te cuida para ver si eres fiel o no.

�No tiene nada que ver contigo? Sus ojos est�n sobre ti en todo momento, en el fondo de tu coraz�n. �Tu Creador te dej� suelto por el mundo, para que corrieras en busca de tu propia imaginaci�n, sin ley ni restricci�n, con la intenci�n de no mirar m�s all� de ti, sino de echarte de Su cuidado? �Ay de ti si hubiera hecho esto! aunque esto, me temo, lo has deseado a menudo. Pero no hizo tal cosa.

Su intenci�n todav�a era seguirte con Su cuidado, como criaturas amadas, a quienes Sus propias manos hab�an formado - para ejercer gobierno sobre ti - para establecer comuni�n eterna contigo - para llevar tus deseos hacia �l - para llenarte con Su propia sublime felicidad, y hacerte parte de un reino armonioso, bendito y glorioso. Para lograr estos fines, �l te someti� a la ley, una ley admirablemente calculada para unirte a �l y consumar tu felicidad.

Los irracionales se quejar�n de cualquier cosa, y los murmullos han llenado el mundo porque esta ley requiere el coraz�n. Pero si fuera de otra manera, si Dios renunciara a sus derechos sobre el coraz�n y se compusiera solo para el servicio externo, �ser�a mejor entonces? �Podr�an ser felices aqu�, podr�an ser felices en el cielo, sin un coraz�n santo? Es mejor que nunca hayan nacido antes que ser excusados ??de amar a Dios. Si Dios renunciara a su ley, a�n ser�an desdichados por la eternidad sin amarlo.

La ley no prescribe nada m�s que lo que en la naturaleza de las cosas es esencial para la felicidad. A partir de este momento debes renunciar a tu Biblia o entender que Dios te considera rebeldes por no amarlo y servirlo con todo el coraz�n y el alma. No admite excusa. Su alegaci�n de que no puede, solo se declara culpable. Un coraz�n que se niega a amar al Creador y Redentor del mundo, es precisamente por lo que Dios te condena: es el rebelde m�s vil del universo. ( E. Griffin, DD )

Los requisitos de Dios

Las exacciones de Dios, si somos cristianos, son nuestras propias ofrendas voluntarias. Lo que Dios exige es lo que los corazones agradecidos deban dar con alegr�a.

1. Ante todo �temerle�. No estar aterrorizado, esa es la religi�n del hombre natural. A menos que sea ense�ado por Dios, los hombres lo miran con alarma. De ah� que la religi�n sea para ellos algo sepulcral y sombr�o. Para el cristiano todo es al rev�s. No tiene alarma; corteja la presencia de Dios y siente que esa presencia es la inspiraci�n de la esperanza y la alegr�a.

2. A continuaci�n, "andar en todos sus caminos". Todos los caminos proceden de una fuente y terminan en la misma nuevamente. Hay variedades de expresi�n, pero una religi�n. Camino de justicia, camino de verdad, camino de paz y camino de agrado.

3. Luego "amarlo". Si el miedo ordenado fuera terror, ser�a imposible amar. El amor es el germen en el coraz�n que florece y estalla en todos los frutos fragantes que exige la santa ley de Dios. La ley, como el imperioso capataz, dice: "Dame fruto", y t� no puedes; pero el amor, suave, progresivamente, origina y desarrolla todos los frutos del Esp�ritu. La ausencia de este amor es la ausencia del cristianismo.

Este amor, perdido en la Ca�da, recuperado por la Cruz, es el resultado de ver el amor de Dios por nosotros. La medida y la extensi�n es "todo vuestro coraz�n". No fr�o, calculando preferencia; pero un apego c�lido y cordial, un apego no ciego e ininteligible, sino con toda el alma.

4. Tambi�n �servirle�, servicio en el sentido de adoraci�n. La palabra liturgia significa estrictamente servicio; aqu� servicio significa adorar, orar y alabar; adoren exteriormente, p�blicamente y en privado con todo el coraz�n. Aprendemos la esencia de toda adoraci�n verdadera y aceptable ante Dios. No es gloria material, esplendor ritual; pero profundidad de sinceridad, intensidad de amor, la supremac�a de Dios en el coraz�n.

5. �Cu�l es el final de todo esto? Primero, Dios pide esto, no para su beneficio, sino para nuestro bien. �No hay ning�n beneficio en reunirse en la casa de Dios, en descargar el coraz�n agradecido en alabanza? Cuando le dan la mayor gloria, adoraci�n y homenaje a Dios, la reacci�n es lluvia de bendiciones, misericordias y privilegios sobre ustedes mismos. Dios requiere esto en Su Palabra, en tiempos de aflicci�n y prosperidad.

Lo requiere para que se vean los efectos santos y para que los hombres sientan que la religi�n purifica. Tambi�n es bueno para el mundo. La mejor evidencia de que son cristianos est� en lo que sienten, sufren, sacrifican y hacen; no como siervos que obedecen por recompensa, sino como hijos que sirven a Dios por afecto. ( J. Cumming, DD )

Una exigencia imperativa

S�, �y qu� exige el Se�or de nosotros?

1. Reverencia: "Pero temer al Se�or tu Dios".

2. Obediencia "Para andar en todos sus caminos". Ir cuando �l nos diga y tomar el camino que �l ha preparado para nosotros. Matthew Henry dice: �Debe ser el cuidado de cada uno de nosotros seguir al Se�or plenamente. Debemos, en un curso de obediencia a la voluntad de Dios y servicio a su honor, seguirlo universalmente, sin dividirnos; con rectitud, sin fingir; alegremente, sin discutir; y constantemente, sin declinar: y esto es seguirlo plenamente ".

3. Amor - "Y amarlo". Esta exhortaci�n viene bellamente para evitar que la reverencia se convierta en terror y la obediencia en servilismo.

4. Servicio - "Y servir al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n y con toda tu alma". La convicci�n, los principios, la verdad, el sentimiento y la emoci�n encuentran su nivel en el servicio, como lo hacen las aguas del r�o en el mar. La vida, de todo tipo, es energ�a desde adentro hacia un objeto externo.

5. Diligencia - "Para guardar los mandamientos del Se�or y sus estatutos, que yo te ordeno hoy para tu bien". ( T. Davies. )

Versículo 19

Uds. Eran extra�os.

El reclamo del extra�o

Tanto en la econom�a jud�a como en la cristiana, deb�a mostrarse una bondad especial al extranjero.

I. La pretensi�n del extranjero no se basa en ninguna doctrina de derecho abstracto, sino en la desventaja de su posici�n. Dif�cilmente se puede decir que tenga alg�n derecho. El es un extranjero. Viene sin ser invitado. Solo busca su propio beneficio. �Por qu� deber�a hacerme amigo de �l? Lo �nico que busca es abrirse camino y afianzarse, probablemente a costa m�a o de mi vecino. Adem�s, es imposible entablar amistad con �l sin correr riesgos.

No se sabe nada de su historia ni de su car�cter. �Por qu� dej� el lugar donde se le conoc�a? Si no pudo tener �xito all�, �por qu� deber�a esperar tener �xito aqu�? El mero hecho de que tuvo que venir entre extra�os y comenzar la vida de nuevo es motivo de cautela y reserva. Todo esto es cierto. �Por qu� deber�as preocuparte por �l? Sin embargo, debes preocuparte. Y la simple raz�n es que su extra�eza lo coloca en una terrible desventaja.

En el Antiguo Testamento siempre se le clasifica con la viuda y el hu�rfano. Son la clase indefensa. Y debido a que son presa f�cil de la astucia y la maldad, Dios hace una provisi�n especial para ellos. Entra en una comunidad ignorante de todo el orden bien establecido de su vida. Los lugares comunes de su vida son novedades para �l. �Qu� objeto para desplumar! El marinero en la costa y el joven Evergreen en el c�sped son ejemplos sorprendentes de la disposici�n con la que el forastero ingenuo es v�ctima de hombres astutos y malvados.

Lo mismo ocurre en los negocios y en la sociedad. La mayor�a de la gente considera que es correcto hacer pagar al extra�o por su experiencia y no tiene escr�pulos en aprovecharse de su ignorancia. La gloria de nuestro Jehov� es que �l es la Defensa y Campe�n de los desamparados y oprimidos. El mundo intimida a la viuda, explota a los pobres y considera que el forastero es una presa justa para el saqueo. Pero Dios dice: Mi pueblo proteger� al d�bil, proveer� para el pobre y mostrar� bondad al extranjero.

Una de las razones por las que deb�an mostrar bondad al extra�o era porque es especialmente sensible a las primeras impresiones. Su soledad y relativa impotencia lo exponen a las primeras influencias que le sobrevienen. Est� listo para entrar por cualquier puerta que se abra. �Cu�nto depende de esas primeras influencias! Formar� su estimaci�n de la nueva comunidad a partir de las personas que se apoderen de �l por primera vez. Las primeras impresiones del extranjero sobre Israel se obtendr�an de sus primeras experiencias entre ellos.

Las primeras impresiones duran. Dios estaba celoso por su nombre entre los paganos y los extranjeros. El extra�o est� nervioso, inseguro, aprensivo. Se ofende f�cilmente y es propenso a ver desaires donde no existen. Pero se complace con la misma facilidad y responde f�cilmente al inter�s bondadoso y comprensivo. Estoy convencido de que nuestras iglesias han sufrido grandes p�rdidas en nuestros pueblos y ciudades debido a que descuidaron al extra�o.

Ser�a seguro afirmar que ninguna iglesia prospera si no tiene en cuenta al extra�o. "No olvides mostrar amor al extra�o". Es una figura totalmente pat�tica. A menudo detr�s de �l hay una historia llena de tragedias; su coraz�n est� dolorido, a veces hasta quebrantado; siempre necesita una simpat�a amable y servicial.

II. Nuestro deber para con el extra�o. Nuestro deber va en la l�nea de su necesidad. La ley del Antiguo Testamento lo protege contra la opresi�n, el mal y la aflicci�n. No se tomar�a ninguna ventaja contra �l. Pero no deb�an permanecer al margen y dejarlo severamente solo. Deben tratarlo con hospitalidad. �l con los pobres ten�a que rebuscar del campo, para poder conseguir su pan de cada d�a. En el Nuevo Testamento se extiende la hospitalidad.

Cuidar al extra�o era una de las marcas del car�cter cristiano ( Romanos 12:13 ; 1 Timoteo 5:10 ). Deb�a ser tratado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Pacto como nacido en casa y admitido en los privilegios de la vida nacional y social ( Lev�tico 19:33 ). La raz�n de un trato tan generoso fue triple.

1. La necesidad del extra�o. Eso en s� mismo deber�a ser suficiente. El buen samaritano no se detiene a indagar sobre los m�ritos del hombre desnudo y sangrando al borde del camino. Su necesidad es un pasaporte suficiente para la simpat�a. La filantrop�a disfrazada de detective es algo muy pobre. La gran compasi�n de Jes�s no esper� un certificado de m�rito y respetabilidad antes de curar al que sufr�a o alimentar al hambriento. El hambre del extranjero es de hermandad, m�s que de pan. Alim�ntalo, entonces, con la plenitud de tu coraz�n.

2. "Conoces el coraz�n de un extra�o". Uno pensar�a que eso no necesitar�a exhortaci�n para ser considerado con los extra�os. El recuerdo de un sentimiento de compa�erismo deber�a hacerlos amables. Pero no es as�. El esclavista m�s cruel es el hombre que ha sido esclavo. El sufrimiento no santificado por la gracia no suaviza ni endulza; se endurece y se agria. Pero la ley deber�a mantenerse. Si el sufrimiento no nos hace apreciar los problemas de aquellos que luego pueden estar pasando por la misma experiencia, �qu� podemos apreciar? Somos consolados por Dios, para que a su vez podamos consolar a otros en la misma aflicci�n. Todos hemos sido extra�os, porque comenzamos nuestra vida como "el peque�o extra�o". Recuerda tus experiencias, y cuando veas a un extra�o, haz con �l lo que quisieras que otros debieran haber hecho contigo.

3. Dios ama al extra�o. �El Se�or tu Dios es Dios de dioses, el Se�or de se�ores, un Dios grande ... y ama al extra�o. Amad, pues, al extranjero �( Deuteronomio 10:17 ). El amor de Dios sobrepasa los l�mites de los elegidos. Abarca tanto a los paganos como a los israelitas. Sed imitadores de Dios.

Porque Dios lo ama, debes amarlo por amor a Dios. Este motivo se fortalece mucho en Jesucristo. Por �l somos deudores a todos. Por amor a �l, debemos tomar nuestra cruz y crucificar la carne con sus estrechos afectos y su lujuria ego�sta. En el extra�o puedes encontrar un �ngel. No es que todo extra�o sea un �ngel. Algunos son tiburones. No se le pide que abandone las reglas ordinarias de prudencia y sentido com�n.

Existe toda la diferencia en el mundo entre ser amable con un extra�o y convertirlo en tu amigo �ntimo de inmediato. Pero en el extra�o hay grandes posibilidades. Cuando Dios dio Su gran promesa a Israel, se nos dice que �eran pocos hombres en n�mero, s�, muy pocos y extranjeros en la tierra� ( Salmo 105:11 ).

Solo unos pocos extra�os d�biles, pero herederos de una gran promesa. Los �ngeles tienen el truco de habitar en lugares insospechados; les encanta viajar disfrazados y ser entretenidos desprevenidos. En el extra�o puede encontrar aprecio y gratitud. San Lucas nos dice que cuando Jes�s cur� a diez leprosos, ninguno regres� para expresar su agradecimiento, excepto el que era samaritano y forastero ( Lucas 17:18 ).

En el extra�o puedes encontrar m�s que un �ngel. Puedes encontrar en �l a tu Se�or. En el �ltimo d�a se sorprender� al descubrir que no ha estado ministrando a un hermano necesitado, sino al Se�or Jesucristo. "Era un extra�o y me acogisteis". ( S. Chadwick. )

Experimente un est�mulo a la generosidad

Diderot se levant� el martes de carnaval por la ma�ana y, tanteando en su bolsillo, no encontr� con qu� guardar ese d�a, que pas� vagando por Par�s y sus alrededores. Estaba enfermo cuando regres� a su habitaci�n, se fue a la cama y su casera lo invit� a brindar un poco de vino y brindis. "Ese d�a", le dijo a un amigo en el m�s all�, "jur� que si alguna vez llegaba a tener algo, nunca en mi vida rechazar�a la ayuda de un pobre, nunca condenar�a a un pr�jimo a un d�a tan doloroso". ( Francis Jacox. )

Amabilidad con un extra�o

Un pastor de Pittsburgh escribe: �Fue al final del servicio vespertino del domingo pasado cuando, seg�n mi costumbre, baj� del p�lpito y me dirig� hacia la puerta para saludar a viejos amigos y dar la bienvenida a extra�os. En ese momento se par� ante m� un muchacho t�mido y de aspecto inteligente, que me tom� de la mano con tanta cordialidad que, mir�ndolo a la cara, le dije: '�C�mo te llamas? �Vives en alg�n lugar cercano? 'Mi nombre', dijo con un acento encantador, 'es John Silas.

No vivo aqu�, trabajo en el K ... Hotel. '�C�mo encontraste tu camino aqu�?' 'Te busqu� muchos d�as', respondi� el ni�o; �Vengo de Alemania hace un a�o, sin padre, sin madre. Me encontr� con usted una noche, usted predic� en W- (uno de nuestros suburbios); me estrech� la mano y dijo que se alegraba de verme, y desde entonces he estado buscando su iglesia. El incidente conmovi� profundamente a varios que estaban esperando, y la hospitalidad hacia los extra�os nos parecer� a todos m�s valiosa que nunca ".

Versículo 21

He hecho por ti estas cosas grandes y terribles.

Las grandes obras de Dios

I. En qu� consisten las grandes obras de Dios.

1. En salvaci�n. Dios, que liber� a Israel de la esclavitud de Egipto, ha realizado una gran obra de liberaci�n a favor de la raza humana. M�s grande que cualquier acto de venganza es la interposici�n divina por la cual la humanidad se salva del castigo y la maldici�n del pecado.

2. En el suministro de todos los deseos. El Se�or, que le dio a Israel pan del cielo y agua del pedernal, ha hecho, en la dispensaci�n de Su gracia, un suministro suficiente para las necesidades espirituales de toda la humanidad.

3. En protecci�n y liberaci�n de todos los peligros y de los asaltos de todos los enemigos.

II. Por lo que se inspiran las grandes obras de Dios.

1. Por el espect�culo de la necesidad, la miseria, el desamparo de los hombres.

2. Por la piedad y la bondad amorosa del Coraz�n Infinito.

III. A qu� deben conducir las grandes obras de Dios a los que se benefician de ellas.

1. A la gratitud y alabanza. �Grandes cosas ha hecho Jehov� en nosotros, de las cuales nos alegramos�. "Bendice, alma m�a, al Se�or".

2. A la obediencia alegre. El recuerdo de los favores divinos no solo debe despertar alegr�a; debe recordarnos las demandas de Dios sobre nosotros, sobre nuestro amor, nuestra vida, nuestro todo. ( Familia eclesi�stica. )

Alabanza y obediencia

El que quiera servir a Dios debe comenzar por alabar a Dios, porque un coraz�n agradecido es la fuente principal de la obediencia. Debemos ofrecer la sal de la gratitud con el sacrificio de la obediencia; nuestras vidas deben estar ungidas con el aceite precioso de la gratitud. As� como los soldados marchan al son de la m�sica, mientras caminamos por los senderos de la justicia, debemos mantener el paso al ritmo de las notas de acci�n de gracias. Las alondras cantan mientras montan, as� que debemos magnificar al Se�or por sus misericordias, mientras volamos nuestro camino hacia el cielo.

Nuestra acci�n de gracias no es una golondrina que se va con el verano. Los p�jaros dentro de nuestro pecho cantan todo el a�o, y en un d�a como este su canto es doblemente bienvenido. El fuego de la gratitud nos ayudar� a calentarnos, amontona los grandes troncos de recuerdos amorosos. Ning�n fr�o congelar� la genial corriente de nuestra alma; nuestra alabanza fluir� cuando los arroyos y r�os est�n atrapados en el hielo. Veamos qui�n de nosotros puede regocijarse mejor en el Se�or en todos los tiempos.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Deuteronomy 10". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/deuteronomy-10.html. 1905-1909. Nueva York.