Bible Commentaries
Deuteronomio 20

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-4

Cuando salgas a la batalla.

Guerra justa

I. Comprometidos para lograr el prop�sito de Dios. "En el nombre de nuestro Dios iremos nuestros estandartes".

II. Sancionado por la voluntad de Dios.

1. La voluntad de Dios se determina por su presencia.

2. La voluntad de Dios es declarada por sus siervos.

III. Conducido por los preceptos de Dios. ( J. Wolfendale. )

La vida cristiana una guerra

I. Esta guerra es contra enemigos poderosos.

1. Gran n�mero.

2. Terrible en equipamiento.

II. En esta guerra se necesitan hombres justos.

1. Buenos l�deres.

2. Buenos soldados.

(1) Soldados conscientes del derecho.

(2) Soldados dispuestos a servir.

(3) Soldados llenos de coraje.

III. En esta guerra no debemos desanimarnos.

1. La providencia de Dios nos anima. "Te sac� de la tierra de Egipto". Hay una referencia constante a esta liberaci�n de lo m�s sorprendente e instructiva. La historia despliega la providencia divina; abunda en pruebas de omnipotencia y promesas de ayuda. Se citan ejemplos para animar la fortaleza y la virtud.

2. La presencia de Dios est� con nosotros. "El Se�or tu Dios est� contigo". No meramente como comandante, sino que "va contigo" al mayor peligro. No como un espectador, como Jerjes, que ve�a el conflicto desde lo alto, sino "para luchar por ti" con la determinaci�n de salvarte. El Se�or tu Dios, no es un general com�n, �que va contigo; �l no te dejar� ni te desamparar� ". ( J. Wolfendale. )

No tengas miedo.

Miedo prohibido

Israel hab�a visto poca guerra, solo algunos roces en su viaje con adversarios inferiores. Las cosas pronto se volver�an m�s serias. De ah� la alarma y la necesidad de amonestaci�n y aliento. Todos los cristianos son soldados y libran una buena guerra. Es una guerra necesaria y dif�cil, que contin�a en todas las estaciones y en todas las condiciones. Las fuerzas de sus enemigos pueden ser superiores en n�mero, vigilancia, sabidur�a y poder. De ah� el peligro de alarma y necesidad de fortaleza en el guerrero. Nadie tiene mejores motivos para el coraje que nosotros; no en nosotros mismos, porque entonces debemos fracasar.

I. La presencia divina: "Porque el Se�or tu Dios est� contigo". Ant�gono dijo a sus tropas, consternado por el n�mero del enemigo: ��Por cu�ntos me consideras? Pero Dios es omnisciente y omnipotente. "Los que est�n con nosotros son m�s que ellos que �l con ellos". "Mayor es el que est� en nosotros que el que est� en el mundo".

II. Su agencia: "Quien te sac� de la tierra de Egipto". Para un jud�o, esto no era solo una prueba, sino una promesa; no solo mostr� lo que pod�a hacer, sino que fue un comprobante de lo que har�a. �l es siempre el mismo y nunca deja que se deshaga lo que ha hecho. Extra�o hubiera sido, despu�s de abrir un pasaje por el mar, haberlos ahogado en el Jord�n. �Qu� se habr�a pensado de Su gran nombre, despu�s de ponerse a la cabeza de ellos para conducirlos a Cana�n, si hubiera permitido que fueran vencidos por el camino? Aquel que comienza el trabajo, no solo puede terminarlo, sino que lo comienza con el mismo prop�sito. "El que no escatim� ni a su propio Hijo, sino que lo entreg� por todos nosotros, �c�mo no nos dar� tambi�n con �l todas las cosas?" ( W. Jay. )

Versículos 5-9

D�jalo ir y vuelve a su casa.

Las exenciones en la guerra

Los soldados deben estar tan libres de preocupaciones y cobard�a como sea posible. Wellington declar� que "el poder de los ej�rcitos m�s grandes depende de lo que el soldado individual sea capaz de hacer y soportar". Aqu� est�n exentas cuatro clases: -

I. Los involucrados en negocios. El soldado deja su negocio privado cuando se alista para servir a su pa�s. El granjero deja su arado, el mec�nico su tienda y el comerciante su tienda. En Israel no estaban llamados a servir aquellos que, por las circunstancias y perspectivas, sentir�an m�s intensamente las dificultades.

1. Los que se dedican a dedicar una casa. Deben regresar a su casa para que no se la dedique otro.

2. Aquellos que se dedican a plantar un vi�edo deben disfrutar de su fruto. La construcci�n y la plantaci�n son buenas y necesarias para la comunidad, pero estorban al soldado.

II. Aquellos obstaculizados por lazos sociales. ��Qu� hombre se ha desposado con mujer y no la ha tomado� ( Deuteronomio 20:7 ; Deuteronomio 24:5 ). �Se consider� una gran dificultad dejar una casa sin terminar, una nueva propiedad a medio cultivar y un matrimonio contra�do recientemente sin consumar, y las exenciones permitidas en estos casos se basaban en el principio de que el coraz�n de un hombre est� profundamente absorto con algo en un distancia, no se mostrar�a muy entusiasta en el servicio p�blico.

�En un ej�rcito debe haber un coraz�n, un prop�sito y un deseo de complacer al comandante. En el cuerpo de soldados cristianos hay total obediencia a la voluntad del Capit�n de nuestra Salvaci�n.

III. Los deficientes en calificaciones personales. A los miedosos y pusil�nimes no se les permiti� hacer la guerra.

1. En calificaciones morales. Algunos piensan que el miedo mencionado surgi� de una mala conciencia, lo que hace que un hombre tema el peligro y la muerte. Los hombres de vidas sueltas y libertinas suelen ser cobardes y maldiciones para un ej�rcito. Por tanto, los que estaban conscientes de la culpa deb�an ser despedidos. "Una conciencia culpable no necesita acusador." �La conciencia nos vuelve cobardes a todos�.

2. En calificaci�n natural. La alusi�n parece ser una cobard�a natural. Los hombres reverencian la valent�a, pero los cobardes son objeto de desprecio. Wellington dijo de algunos extranjeros que huyeron del campo de Waterloo: �D�jalos ir; estamos mejor sin ellos ". No debe haber miedo en los oficiales ni en los hombres. No hay cobardes en las filas para que el ej�rcito no huya ante el enemigo. ( J. Wolfendale. )

Temeroso y pusil�nime. -

Desfallecimiento

Por tanto, el ej�rcito podr�a reducirse considerablemente; debemos recordar, sin embargo, que la reducci�n puede significar un aumento. No conquistamos por n�mero sino por calidad. Un h�roe vale diez mil cobardes. C�sar es en s� mismo m�s que en todas sus legiones. La calidad cuenta para todo en las mayores batallas y en los momentos m�s arduos de la vida. Dada la calidad adecuada, el problema es seguro. La calidad nunca cede; la calidad nunca se supera; La calidad agita un desaf�o en sus �ltimos momentos, y parece decir: �Me levantar� de nuevo y continuar� la lucha desde el otro lado.

�As� que el ej�rcito se redujo y, sin embargo, el ej�rcito se increment� en el mismo proceso de reducci�n. Hoy se repite el gran discurso: ��Qu� hombre temeroso y pusil�nime? que se vaya y vuelva a su casa, no sea que se desmaye el coraz�n de sus hermanos y el de sus hermanos �. No podemos negar el hecho de que la mayor�a de los profesores cristianos son pusil�nimes; no son almas heroicas. �Cu�l es la explicaci�n de la pusilanimidad? Falta de convicci�n.

Dada una Iglesia convencida, y una Iglesia heroica es la consecuencia; dada una Iglesia incierta, no convencida, y tienes una Iglesia que cualquier ambiente puede afectar y sobre la que cualquier charlat�n puede imponerse. Debemos, por tanto, volver a los fundamentos, a los principios centrales, a las realidades primarias; y habi�ndose asegurado de esto, el resto se arreglar� solo. �D�nde est� la convicci�n? Puede haber muchas concesiones: puede haber una fuerte indisposici�n para oponerse, negar o desacreditar problemas teol�gicos y usos religiosos, pero lo que se necesita es algo m�s: claro, bueno. -convicci�n razonada y fuertemente fundamentada; y donde esto gobierna la mente, todas las facultades son puestas en servicio, y la batalla de la vida se lleva a cabo con decisi�n heroica y caballeroso olvido de s� mismo.

En Israel se entend�a bien que el hombre pusil�nime hace m�s da�o del que supone. Es lo mismo en todo el mundo y en todos los tiempos. El hombre t�mido dice: "Me sentar� detr�s". �Su retiro detr�s significa que simplemente un hombre se ha ido del frente? Significa infinitamente m�s: es una p�rdida de influencia, una p�rdida de simpat�a, una p�rdida de liderazgo. Un profesor cristiano no tiene la libertad de decir que permanecer� en la sombra; permitir� los reclamos de otros; cualquier lugar, por oscuro que sea, le servir�.

�No teng�is paciencia con los hombres que dicen tales mentiras! No tienen derecho a quedarse atr�s; su misi�n deber�a ser encontrar el mejor lugar y despertar todas las energ�as, despertar el don que hay en ellos; y todo hombre deber�a sentir que la batalla depende de �l. La influencia desalentadora de la pusilanimidad es imposible de describir con palabras. Es mejor tener una congregaci�n de seis almas de luz, fuego y amor, que tener una gran multitud sin convicci�n, tranquila, fl�cida en sentimiento y pensamiento, sin realidades centrales y fundamentos en los que se pueda confiar.

��Qu� hombre hay que sea temeroso y cobarde? D�jalo ir �: no es una p�rdida; su partida es la ganancia de todos los que quedan atr�s. �Cu�n maravillosamente se muestra la pusilanimidad! En una facilidad es el miedo a la herej�a. En otro caso, es el miedo a las cr�ticas. �Qu� dir� la gente de al lado? �Qu� pensar� la Iglesia contigua? �Qu� otros hombres declarar�n su juicio? En otro caso, es el miedo a las sensaciones.

No debemos publicitar, porque algunas personas podr�an malinterpretarlo; no debemos tener demasiada m�sica, porque hay personas incapaces de seguir el misterio de la alabanza; no debemos tener nada inusual. Tener hombres tan pusil�nimes en la Iglesia es la prueba m�s amarga por la que Cristo tiene que pasar ahora. Hay otro desmayo que es m�s bien para el m�rito del hombre que lo experimenta: un desmayo que surge de un gran servicio, un esfuerzo prolongado y una noble consagraci�n sacrificial.

Cuando un hombre derrama su vida por la causa, bien puede desmayarse de vez en cuando. Un hermoso sentimiento en las Escrituras describe su condici�n: �desfallecido, pero persiguiendo� - extendiendo el brazo en la direcci�n correcta, mirando por el camino correcto y diciendo en muda elocuencia: �Dame tiempo para respirar y me reunir� contigo de nuevo. ; d�jame descansar un rato; no me quites la espada; en uno o dos d�as como m�ximo estar� al frente del vuelo.

�Ese es un desmayo que puede ser el comienzo de una gran fuerza. Por tanto, Dios tiene misericordia de nosotros; No sintiendo simpat�a por la timidez, el miedo y la cobard�a, tiene una compasi�n infinita por aquellos que, habi�ndose desgastado en el servicio, necesitan espacio y tiempo para respirar. ( J. Parker, DD )

Versículos 16-18

No salvar�s con vida nada que respire.

Exterminio de los cananeos

�No es esta feroz irrupci�n en Cana�n con fuego y espada precisamente similar a la ola de conquista mahometana? �Es diferente de la m�s despiadada de las invasiones paganas? �C�mo podemos justificar una adquisici�n de territorio como esta, mientras somos, al menos en teor�a, tan escrupulosos en agregar un acre de tierra injustamente adquirida a nuestros dominios, y no podemos permitir que se derrame una gota de sangre, incluso en una raza conquistada? , sin preguntar? La clave de esta dificultad se dio en la primera confirmaci�n de la concesi�n otorgada a Abraham.

Cuando la tierra de Cana�n le fue entregada a �l y a sus descendientes, se le dijo que no pod�an entrar inmediatamente en posesi�n, "porque la iniquidad de los amorreos no se hab�a cumplido". La transferencia de territorio fue, pues, vista y tratada desde el principio como una transacci�n judicial. Dios se reserva el derecho que todos los soberanos deben reservar y se reservan: el derecho de sacar a los infractores de la tierra y de confiscar sus bienes.

En otros aspectos, esta invasi�n encuentra un paralelo en casi todos los siglos de la historia y en todas las partes del mundo. De hecho, es por la conquista que la civilizaci�n se ha extendido y se est� extendiendo sobre la tierra, y en la carrera del progreso las naciones cuyas iniquidades est�n plenas, es decir, que han ca�do demasiado bajo para la redenci�n nacional, han sido barrido por las razas m�s puras y fuertes.

En esto, por lo tanto, no hay diferencia entre la conducta de Israel y la conducta de otras grandes naciones. La diferencia consiste en esto: mientras que otras naciones han impulsado sus conquistas por amor a la ganancia o la gloria, o por el orgullo de su l�der o el mero deseo de aventura, Israel entr� en Cana�n como siervo de Dios, una y otra vez advirti� que eran simplemente de Dios. espada de la justicia, y que si se olvidaban de esto y comenzaban a pensar que fue su propio poder el que les hab�a vaciado la tierra, ellos mismos sufrir�an el mismo exterminio.

Entre esta y muchas otras conquistas aparentemente similares hab�a, en resumen, toda la diferencia que hay entre una ejecuci�n justa que alegra los corazones de todos los hombres buenos, y un asesinato que nos averg�enza de nuestra naturaleza. ( Marcus Dods, DD )

Conquista desinteresada

La diferencia entre los jud�os y los dem�s pueblos es precisamente esta: - Todas las grandes naciones de las que leemos han realizado conquistas extensas y, en general, saludables. Sus triunfos han sido el medio de difundir la ley, el gobierno, la civilizaci�n, donde de otro modo no hubieran llegado. Han barrido a personas d�biles, corruptas y sensualizadas, que se hab�an convertido en adoradores de animales o adoradores del diablo, y hab�an perdido todo sentido de su dignidad humana.

Pero sentimos que las naciones que han hecho estas obras las han hecho en gran parte para su propia gloria, para el aumento de su territorio, por instigaci�n y satisfacci�n de l�deres particulares. Todos los resultados m�s elevados y benditos de su �xito, que es imposible no reconocer, han sido manchados y corrompidos por las innobles y ego�stas tendencias que se han mezclado con ellos y han sido sus motivos; de modo que estamos continuamente perplejos con la pregunta, qu� juicio formaremos de ellos, o qu� diferentes causas podemos encontrar para tales efectos opuestos.

Hay una naci�n a la que se le ense�a desde el principio que no debe salir a ganar ning�n premio para s� misma, para llevar a casa la plata o el oro, las ovejas o los bueyes, los sirvientes o las sirvientas; que debe ser simplemente el instrumento del Se�or justo contra aquellos que estaban contaminando Su tierra y haci�ndola inadecuada para la habitaci�n humana. ( FD Maurice, MA )

El mandato de extirpar a los cananeos

Este mandato de extirpar a los cananeos es considerado por muchos como una de las principales dificultades del Antiguo Testamento. La dificultad no radica tanto en la cosa en s�, como en nuestra visi�n defectuosa de Dios, o de la relaci�n del correo con �l, o del car�cter sobrenatural de la revelaci�n hecha a Mois�s. Se observar� que la objeci�n se basa (o no tiene fuerza) en la supuesta inconsistencia de este mandamiento con la justicia y equidad divinas.

Sin embargo, hay otros actos de Dios, igualmente terribles e igualmente indiscriminados en sus efectos, que nunca pretendemos poner en tela de juicio. Cuando, por ejemplo, el Todopoderoso env�a un terremoto o una pestilencia, no hay queja de injusticia; y, sin embargo, el terremoto y la pestilencia no perdonan ni edad ni sexo ni rango, sino que envuelven a todos en la misma ruina. �El fuego, la hambruna o el c�lera discriminan entre sexos, o perdonan a los ancianos o los j�venes? Si la espada de Israel fue comisionada para destruir todo lo que respiraban los cananeos, ciertamente no fue m�s indiscriminado que estos otros juicios de Dios.

Si no nos atrevemos a afirmar o incluso insinuar injusticia en el caso de uno, tampoco podemos hacerlo racionalmente en el caso del otro; ni podemos negar al Todopoderoso el derecho a elegir tal o cual m�todo de castigar a un pueblo culpable, ya sea por terremoto o hambruna, pestilencia o guerra. Adem�s, podemos recordar que la aniquilaci�n de un pueblo est� tan lejos de ser un hecho nuevo o sin precedentes, que eventos similares en la sabidur�a dominante de Dios han estado ocurriendo continuamente desde los albores de la historia.

Por ejemplo, no necesitamos viajar m�s all� de nuestras propias costas. �D�nde est�n los habitantes originales de Inglaterra? El brit�nico fue sometido por los sajones, el saj�n fue expulsado por los normandos y los daneses, dejando cada raza, sin embargo, alg�n rastro de s� misma en la sangre y el ganado del pa�s. Sin embargo, la raza original ha sido m�s completamente extirpada que nunca lo fueron las razas cananeas durante la ocupaci�n hebrea de Palestina.

A�n m�s completa ha sido la desaparici�n de los indios norteamericanos. El hombre rojo ha sido conducido cada vez m�s hacia el sol poniente, hasta que la raza parece amenazada con el exterminio absoluto, y en realidad est� extinta en un �rea veinte veces mayor que la de Palestina. Parece ser una ley invariable que el salvaje retrocede ante el hombre civilizado. No podemos justificar todos los medios por los que se logra este resultado, ni paliar los cr�menes oscuros y monstruosos que se han perpetrado en nombre de la civilizaci�n; sin embargo, es un hecho evidente que el Gobernante de las naciones se complace en ordenar, o permitir, que las naciones sean expulsadas de su herencia ancestral y sus lugares ocupados por otros.

As� vemos que lo que les sucedi� a los cananeos est� sucediendo continuamente en la historia de las naciones. Desde este punto de vista, el fen�meno de la destrucci�n de las naciones cananeas no est� solo. Puede referirse a una clase. Y no hay m�s motivo para disputar la justicia divina con respecto a la destrucci�n de esas personas que con respecto a la desaparici�n de decenas y quiz�s cientos de otras razas antiguas de la faz de la tierra; porque no puede sostenerse que haya diferencia alguna, en lo que respecta a la justicia y la equidad, si una naci�n es extirpada por la guerra, destruida por el hambre o la pestilencia, o dejada perecer, como los abor�genes de Australia, por un agotamiento desesperado e impotente. ( LH Wiseman MA )

Versículo 19

No destruir�s los �rboles.

Tala de �rboles frutales

Se observar� que esta instrucci�n se da a los jud�os en el caso de que vayan a la guerra contra cualquier ciudad. No se plantea ninguna cuesti�n de mera horticultura en relaci�n con esta medida cautelar. Es el desenfreno lo que est� prohibido; no es el arte lo que se denuncia. Por supuesto, los �rboles que no daban frutos estaban disponibles para la guerra, pero los �rboles que pod�an utilizarse con el prop�sito de mantener la vida humana deb�an considerarse en cierto sentido sagrados e inviolables.

Una prohibici�n de este tipo tiene un elevado significado moral. Cuando los hombres van a la guerra est�n en sangre caliente; todo parece hundirse ante la determinaci�n de repeler al enemigo y establecer una gran victoria. Pero aqu� los hombres, en su mayor excitaci�n, deben discriminar entre una cosa y otra, y no deben permitirse convertir las exigencias de la guerra en una excusa para el desenfreno o para la destrucci�n de la propiedad que tiene una �ntima relaci�n con el sustento humano.

Dejando de lado todo lo que es meramente incidental en la instrucci�n, el atractivo moral para nosotros es perfecto en integridad y dignidad. La civilizaci�n ha convertido la vida humana en una guerra diaria. Vivimos en medio de contiendas, rivalidades, oposiciones y feroces conflictos de todo tipo, y Dios pone su ley en medio de nuestra vida y nos pide que regulemos todo por su car�cter sagrado. Dios no ha dejado la vida humana en un estado de caos; Sus l�mites lo rodean; Sus leyes escritas y no escritas constituyen sus limitaciones, sus recompensas y sus sanciones; e incluso la guerra en su forma m�s violenta no es cegar nuestros ojos a las demandas de Dios.

Los hombres dicen que todo es justo en el amor y la guerra, pero esta proverbial moralidad no tiene sanci�n en las Sagradas Escrituras. Somos demasiado propensos a defender la exigencia de las circunstancias para atenuar actos que de otro modo no se habr�an cometido. Es evidente que hay momentos en la vida en los que las circunstancias deben triunfar o la ley debe mantenerse. As�, casi todos los d�as se apela a la raz�n y la conciencia.

Cuando lo humano o lo Divino deben caer, el cristiano no debe dudar en su elecci�n. Las victorias pueden comprarse a un precio demasiado alto. Se puede decir que el que da �rboles frutales a cambio de sus triunfos pag� su alma por los premios de este mundo. La vida joven, jactanciosa de su energ�a, insiste en tener sus placeres, cueste lo que cueste, y el viejo se deja rumiar que en su juventud gan� sus victorias cortando sus �rboles frutales.

Se pueden tener dos puntos de vista sobre las circunstancias y los objetos que nos rodean; una es la vista m�s alta de sus posibles usos, y la otra la vista baja que se contenta con ventajas inmediatas. La madera del �rbol frutal puede ser tan �til como cualquier otra madera para contener a un enemigo o servir como defensa; pero el �rbol frutal nunca fue dise�ado para ese prop�sito, y aplicarlo en esa direcci�n es oponerse a la intenci�n de Dios.

Debemos considerar los usos m�s elevados de todas las cosas: un �rbol frutal por fruto; una flor de belleza; un p�jaro para la m�sica; una roca para construir. El poder y el derecho no son t�rminos co-iguales. Tenemos el poder de talar �rboles frutales, pero no el derecho; tenemos el poder de enga�ar a los ciegos, pero no el derecho; tenemos el poder de prostituir nuestros talentos, pero no el derecho. El derecho es a menudo el camino m�s dif�cil en cuanto a su proceso, pero la dificultad del proceso se olvida en el cielo de su emisi�n.

Tener el poder de talar �rboles frutales es tener el poder de infligir un gran da�o a la sociedad. Un hombre puede mostrar un gran poder al cortar un �rbol frutal, pero puede mostrar un poder a�n mayor al negarse a hacerlo. El primer poder es meramente f�sico, el segundo poder es de la naturaleza de la omnipotencia de Dios. La tolerancia es a menudo el �ltimo punto de poder. Amar a un enemigo es mostrar una fuerza mayor de la que podr�a demostrar quem�ndose �l mismo y su casa, sin dejar nada m�s que las cenizas humeantes.

Hay ocasiones en las que se cortan incluso los �rboles frutales. Quiz�s esto no quede claro en la primera puesta. El significado es que el �rbol frutal puede dejar de ser un �rbol frutal. Cuando Jes�s lleg� a la higuera y no encontr� en ella m�s que hojas, la conden� a la esterilidad perpetua y se sec�. Incluso el labrador suplic� que si el �rbol frutal no daba fruto despu�s de una prueba m�s, deber�a cortarse como un estorbo para la tierra.

Los �rboles frutales no deben mantenerse en el suelo simplemente porque en a�os pasados ??dieron fruto. Los �rboles solo est�n disponibles de acuerdo con la fruta que dan hoy. �En esto es glorificado mi Padre, en que llev�is mucho fruto�. ( J. Parker, DD )

Fruta o madera

Un �rbol frutal puede usarse para madera o puede guardarse para fruta. En la legislaci�n de Mois�s hay un mandato que ordena a los hebreos que respeten los �rboles frutales de la Tierra Prometida. Mois�s sab�a que la tierra ser�a ocupada por conquista. Los hebreos tendr�an que sitiar muchos de sus pueblos y ciudades antes de poder entrar en ellos. Para el asedio necesitar�an madera y estar�an dispuestos a destruir los olivares, las palmeras y los naranjos, que siempre han sido la riqueza de Palestina. Como esperaban encontrar su hogar en estos pueblos y ciudades conquistados, era muy importante que se conservaran los �rboles frutales.

1. Las oportunidades y las instituciones de la vida son nuestros �rboles frutales. Pueden usarse para madera o pueden conservarse para frutas. Es posible agotar su poder y vitalidad ahora, o se pueden proteger y desarrollar, y hacer que den fruto de generaci�n en generaci�n. La ley de Mois�s, y sus palabras aqu� o en cualquier otro lugar, son confirmadas por otras partes de la Sagrada Escritura, ordena a los hombres que consideren el futuro.

Las ventajas de la vida est�n dise�adas para quienes vendr�n despu�s de nosotros, as� como para quienes ahora las disfrutan. Somos solo mayordomos. Nuestro inter�s no es m�s que un inter�s de por vida. El futuro m�s no se sacrificar� al presente.

2.Sin embargo, �cu�n a menudo se presencia este sacrificio! Cuando veo a un hombre que est� haciendo una fortuna con pr�cticas deshonestas, siento que est� convirtiendo �rboles frutales en madera; cuando veo a un joven cristiano, absorto en todas las alegr�as de la vida social, ansioso por el baile y la fiesta de naipes y la carrera, siento que est� convirtiendo sus �rboles frutales en madera; cuando veo a un colegial que rechaza la educaci�n que le ofrece su padre, siento que levanta un hacha contra los �rboles frutales; cuando oigo a un hombre decir que su negocio se arruinar� si se hace cristiano, miro a mi alrededor para ver qu� est� construyendo con la madera de sus �rboles frutales; cuando me encuentro con personas que est�n descuidando la salvaci�n de sus almas en aras del placer mundano, tiemblo por los �rboles frutales; cuando escucho a naciones lejanas clamar en vano el evangelio,

3. Hay muchas formas de violar esta ley. El hacha est� ocupada todo el tiempo. Nuestros �rboles frutales se sacrifican constantemente. Porque los hombres prefieren con demasiada frecuencia una gratificaci�n presente a un bien futuro; y tratan de ganar el mundo entero, incluso a riesgo de perder sus almas inmortales. El rico de la par�bola lo hizo y L�zaro no. Y poco a poco uno fue consolado y el otro fue atormentado.

4. En nuestro respeto por el d�a de reposo, este principio tiene lugar e importancia. El s�bado es un �rbol frutal. Puede convertirse en madera. Si tiene un viaje que hacer, puede utilizar el s�bado; si tiene alg�n trabajo que realizar, puede emplear las horas del tiempo santo; si desea vivir por placer, puede contar los d�as de placer en una semana siete en lugar de seis. Por tanto, puede obtenerse una ventaja presente y temporal.

Pero, �y el futuro? �Es correcto o prudente violar la santidad del s�bado? �Podemos prosperar, puede prosperar la naci�n, sin este d�a santo? Sin embargo, si secularizamos el d�a ahora, pronto no quedar� ning�n d�a de reposo; y cuando desaparezca el d�a de reposo, �no desaparecer� tambi�n la libertad, y no desaparecer� el consuelo de nuestros hogares felices? ( HM Booth. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Deuteronomy 20". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/deuteronomy-20.html. 1905-1909. Nueva York.