Bible Commentaries
Deuteronomio 31

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-8

Josu�, �l pasar� delante de ellos.

Joshua

La toma de posesi�n de Josu� de la tierra de Cana�n es la figura de nuestra entrada al reino prometido en el descenso del Esp�ritu Santo. Pero el valor de Josu� habla de algo mucho m�s profundo y extenso que esto; como el ap�stol al explicar a Josu� y Cana�n como el verdadero reposo que se encuentra en Cristo, agrega: �Vengamos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia que nos ayude.

�No es, entonces, la valent�a en la batalla lo que Dios nos ense�ar�a por medio de Josu�, pero es una figura de otra cosa, de un valor valiente en Cristo; porque �no luchamos contra sangre y carne�, sino contra poderes espirituales; nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios. Tal es nuestro Josu�, que no ha tomado sobre s� la naturaleza de los �ngeles, sino la simiente de Abraham. Pero como para toda guerra el requisito es el coraje, as� Josu� representa en particular ese coraje de coraz�n que es un gran ingrediente en la "fe que vence al mundo", y en ese "amor perfecto" que "echa fuera el temor.

�Josu� no habla de la virtud y el afecto humanos, sino del poder; no del car�cter del hombre, sino de la victoria en Dios. �Y qu� es esto sino de Dios en Jesucristo? La �nica lecci�n, por lo tanto, es que en todos, y m�s all� de todos, Sus santos, debemos mirar a Jes�s, recordando que �l es tanto Dios como hombre; que es completamente diferente a mirar el ejemplo de cualquier hombre, debido a Su Deidad, Su expiaci�n, el don de Su Esp�ritu; lo miramos y tenemos poder, tenemos poder al mirar; es m�s, al mirar, como dice el ap�stol, �somos transformados en la misma imagen, como por el Esp�ritu del Se�or.

Su ejemplo, de hecho, parece en cierto sentido alejarnos; porque �l es todo perfecci�n, nosotros llenos de imperfecciones. Est� a una distancia tan infinita que no podemos acercarnos a �l. Pero el nombre de Josu� nos acerca; porque por eso sabemos que �l tiene poder para poner Su propia mente en nosotros y hacernos semejantes a �l. Y la raz�n de esto es que nunca podemos mirarlo a �l simplemente como nuestro Ejemplo sin recordar al mismo tiempo que �l es de muchas maneras indeciblemente m�s. Es cuando creemos en �l como nuestro Dios que Su ejemplo mismo se vuelve provechoso para nosotros de una manera perfectamente diferente a cualquier ejemplo de buenos hombres. ( Isaac Williams, BD )

S� fuerte y valiente .

Fuerza y ??corage

La fuerza y ??el coraje son inseparables, y el mandato de ser fuerte es casi equivalente al mandato de ser valiente. "S� fuerte" solo puede significar, "Re�ne la fuerza que tienes". "Sea valiente", significa "Concentre sus fuerzas contra el peligro o la dificultad". El valor, entonces, es la aplicaci�n de la fuerza viril al enfrentar obst�culos. El coraje es un coraz�n fuerte. Etimol�gicamente, sugiere que el coraz�n es el centro m�s interno, "el terreno de reuni�n", de las fuerzas de la hombr�a moral.

De alguien que no puede o no puede reunir sus recursos de fuerza, decimos que est� desanimado, desanimado, se ha desanimado. Se trata, por tanto, de una cualidad racional m�s que animal. Es una virtud en la medida en que implica un esfuerzo racional y autodeterminado para afrontar las contradicciones de la vida. Es una cualidad de car�cter m�s que una condici�n nerviosa o muscular. Es el coraje de la inteligencia y la libertad, el coraje del prop�sito moral autodeterminado, el coraje de la fuerza moral, y tiene muchas formas.

1. Tal valor es ante todo el valor de una fe racional. En toda lucha, f�sica, pol�tica, moral, cualquiera que sea, un hombre necesita un buen equilibrio. El atleta moral que se enfrenta con �xito a las dificultades de la vida debe tener una buena posici�n. La fe nos da pie. El escepticismo es zapador y minero. Quita el suelo de debajo de nuestros pies. Ante cualquier dificultad o peligro, la mente debe estar en una actitud positiva de confianza.

No hay nada m�s que imbecilidad moral en la desconfianza o la duda perpetuas. Un h�bito mental demasiado esc�ptico implica par�lisis moral. La fe es un terreno ventajoso para la batalla. Un hombre puede encontrar cierto terreno firme en s� mismo. Bueno, Dios ha dado fuerza a la humanidad y le da a los hombres una amplia oportunidad para probarla, y el hombre debe poder creer en s� mismo. Desconfiar de uno mismo en caso de apuro es invitar a la derrota.

No es seguro suspenderse en la incertidumbre de la desconfianza en uno mismo. Tambi�n hay que confiar en otros hombres. Nadie puede estar solo. Estamos obligados a creer en nuestros semejantes. Una entrega de la fe en Dios y la providencia dejar�a al mundo en la imbecilidad de la desesperaci�n. Y me pregunto si no hay una fe racional en la hombr�a personal, en el pr�jimo y en el mundo en el que vivimos, una cierta confianza latente o impl�cita en un poder superior y en un orden moral que tiene un principio y un principio racional y moral. objetivo.

Cierto es que cuando los hombres comienzan a pensar �tica y racionalmente se ven obligados a postular la realidad de Dios como base de la confianza en la victoria final de la vida. Este coraje de la fe en Dios es el antiguo coraje hebreo. Se pone el mismo �nfasis en la fe en la �tica de la vida cristiana. Y esto no es algo insignificante en relaci�n con el conflicto moral de la vida. La fe es una virtud fundamental en la batalla de la vida, porque es solo a la fe que agregaremos un coraje viril. Es el Dios de la redenci�n que est� comprometido con nosotros y nos acompa�ar� en la lucha de la vida.

2. Es el coraje de la convicci�n moral racional. La convicci�n implica la acci�n de la verdad en la conciencia. Se aloja all� en el camino de la conquista moral. La verdad moral est� bien atrincherada s�lo cuando est� atrincherada en una conciencia inteligente, y el �nico soldado valiente en su ej�rcito es el hombre que la lleva consigo en su convicci�n moral como un hombre lleva su vida y su fuerza en la sangre de su coraz�n. .

El hombre que est� moralmente dominado por la verdad es �l mismo magistral. Las realidades morales no tienen ra�ces muy profundas solo en la suavidad de la mente. Convencer y persuadir a un hombre, y es posible que no permanezca convencido o persuadido. La verdad debe ir por debajo de la mente y por debajo de la emoci�n, que solo domina transitoriamente la voluntad. Pero ha obtenido una gran victoria cuando se apodera de la conciencia y gana a los hombres para su inteligente servicio.

Cuando un hombre reviste de santidad moral lo que considera verdad, lo mantendr� frente a todos los interesados ??y avanzar� con �l frente a toda oposici�n. Los hombres no sacrifican mucho ni apoyan lo que sostienen con indiferencia. Pero la calidad de la correcci�n no es suficiente. Los seres vivos se sostienen de ra�z y necesitan una buena tierra. El suelo moral racional es el �nico suelo apto para la verdad que uno sostiene con tenacidad y defiende con coraje.

La virtud pasiva de la humildad es ciertamente una virtud cristiana, pero es una humildad que debe ir acompa�ada de la audacia m�s heroica y agresiva. Esa fue una Iglesia valiente, esa Iglesia Apost�lica. No se detuvieron a sopesar los peligros con los deberes. Hablaron y actuaron y aceptaron las consecuencias, y obtuvieron una victoria sin igual en la historia de la humanidad. No fue la contemporizaci�n, no fue el recorte pol�tico, no fue la cobard�a partidista lo que fund� el cristianismo.

La fuerza es lo que busca este mundo y lo que seguramente respetar�. No demasiado audaz, no audacia superficial; el coraje sobrio de una fuerte convicci�n moral: este es el coraje cristiano, y esto es lo que el mundo necesita hoy.

3. Una devoci�n racional tambi�n se encuentra en la base de un car�cter fuerte y valiente. La devoci�n implica un objeto a alcanzar, sobre el cual uno concentra sus energ�as. Hay una meta por alcanzar. Se encuentra m�s all� de todo obst�culo, dificultad o peligro intermedio, y para alcanzarlo uno concentra el esfuerzo en �l. Cualquier tipo de devoci�n, incluso la m�s com�n, implica unir las fuerzas personales de uno en torno a un prop�sito central y dominante para alcanzar el objeto deseado con todo riesgo y a pesar de todas las dificultades.

Y aqu� est� el terreno de reuni�n del coraje. De hecho, �qu� es el coraje sino la devoci�n a un objeto deseado frente a todos los obst�culos? Ahora, todo esfuerzo concentrado y persistente en el trabajo de la vida debe concentrarse en este prop�sito central, y este prop�sito superar� con �xito todas las dificultades que se encuentran dispersas a lo largo de todo el camino de la vida. Una vida as� debe ser una vida fuerte y valiente. Es la vida de alguien que pone el objeto de su esfuerzo mucho m�s all� del pico m�s lejano de la monta�a de dificultad terrenal, y que tiene un prop�sito inclusivo y dominante que superar, dominando todas las barreras hasta alcanzar el objetivo de su vida.

Este poderoso prop�sito de alcanzar la meta de la vida es una especie de devoci�n. La vida moral del mundo depende de las relaciones personales. Alguna forma de piedad es necesaria para la moralidad. Es predominantemente cierto en el dominio superior de la religi�n. La restricci�n del amor de Cristo es el coraz�n de la devoci�n cristiana. �Y qu� es la valent�a cristiana sino la autoconservaci�n confiada y amorosa del alma para las tareas de la vida, frente a toda dificultad, obst�culo y peligro, por sentimiento y principio de gratitud a Aquel que es leg�timo Se�or y Amo de la vida? ?

4. A una fe, convicci�n y devoci�n racionales se le debe agregar una esperanza racional como corona y finalizaci�n de una vida cristiana fuerte y valiente. Lo que buscamos debe ser alcanzable en alguna medida y al menos en la forma, o la fuerza y ??el coraje fallar�n. Si la esperanza fallara, la batalla de la vida terminar�a. Por todo el campo, los hombres caer�an y no volver�an a levantarse. Los poderes de la hombr�a fallar�an y el final ser�a un lamento universal de desesperaci�n.

Por tanto, tienes esperanza y, por tanto, tienes valor para la batalla de la vida. Y siempre hay una abundante reserva de esperanza para el mundo en general. En todo el mundo vemos sus conquistas. El coraz�n del hombre en una vida de lucha es la demostraci�n de que el bien est� detr�s y antes. Es el testimonio de Dios. Que sea posible en medio de las barreras monta�osas de la vida es un indicio de que el bien es la ley de la vida y el bien su objetivo final.

�Qu� mundo es este, y qu� vida es esta vida humana! Si este peque�o fragmento fuera el final, a veces parece que ning�n poder de la �ltima derrota podr�a aplastar las energ�as de esta extra�a criatura en lucha, el hombre. Est� bastante claro que �l construy� el mundo para la conquista, incluso para la conquista material. Pero tambi�n fue construido para la conquista moral, y lo que necesitamos es esperanza para la conquista moral. Conquistar el mundo no es conquistar las fuerzas no adiestradas del alma, ni conquistar el pecado, ni conquistar la muerte.

Estamos conquistando el mundo material en esta naci�n nuestra, pero el materialismo y el animalismo y el ego�smo s�rdido nos est�n conquistando. Pero no todos los hombres est�n conquistando la batalla de la vida material. Las notas de descontento que nos rodean son un buen augurio. Pueden presagiar la desolaci�n de una tempestad venidera. Muchos abandonan la lucha. �Qu� haremos con los desconcertados? Despu�s de todo, �no es el mayor n�mero con el que enferma el mundo? Y hay una peque�a secci�n gozosa de este mundo en lucha, cargada con los dolores comunes, pero gozosa a�n, que durante casi diecinueve siglos ha estado cantando la canci�n de la esperanza para mantener en el coraz�n a la cansada hermandad y hermandad.

La literatura de la esperanza es muy rica. Y sugiere cu�nto se necesita el canto de la esperanza en los desconciertos de la vida. El verdadero objetivo de la vida es "donde m�s all� de estas voces haya paz". Necesitamos una mano divina para arrancar las tinieblas de la vida y revelar la corona que brilla para el vencedor en medio de las glorias del reino perfecto de la redenci�n. El c�ntico de la esperanza de la redenci�n es un c�ntico nuevo para la tierra.

Es esta esperanza de redenci�n eterna la que mantiene al alma en su herencia celestial. El valor para el conflicto moral de la vida, el valor para enfrentar el poder del pecado y del �ltimo gran enemigo, es el valor de la esperanza cristiana. ( LO Brascow, DD )

El Se�or, �l es el que va delante de ti.

El a�o Nuevo

I. "el Se�or". Se�or�o, reinado, gobernador, ll�melo como quiera, la autoridad central de cualquier orden de gobierno encarna una verdad que es universalmente deseada, un poder que puede mantener bajo control a otros poderes, y alrededor del cual pueden centrarse. Puedo ver a lo largo del camino inexplorado terribles amenazas, desafiantes y resistentes a los enemigos internos y externos. Dolor, sufrimiento, pecado y tentaci�n; una prosperidad cuando lo abandonemos, una adversidad cuando lo olvidemos.

�Hay alguien que pueda dominar todo esto? Es en el hallazgo de ese se�or�o que se asegura la felicidad, la seguridad del a�o. Mantenga esa palabra, �El Se�or�, ante usted durante todo el a�o; recibir �rdenes de �l para la marcha diaria; rep�rtese ante �l cada noche. �El Se�or reina!

II. "�l es el que va antes". Tienes un a�o por delante. No se puede vivir sin pensar en el futuro. El error est� en pensar en el ma�ana sin pensar en el Dios de ma�ana. Dios se ha ido antes que t�.

III. "�l estar� contigo". De la providencia surge el deseo de compa�erismo, compa�erismo. No dudo que Dios se complace en estar con nosotros; pero seguramente el mayor placer deber�a estar en nuestro estar con �l. �l lo sabe y satisface nuestros deseos de compa�erismo.

IV. "�l no te fallar�". �Qu� poco creemos en la omnipotencia de Dios, que respalda todo su amor! No podemos agotar Sus recursos. No se nos puede colocar en ninguna posici�n en la que �l no pueda ayudarnos.

V. "Ni te desamparar�s". �Entonces no temas ni desmayes! ( AD Spong. )

Valor, con Dios como nuestro l�der

Piense en la diferencia que supone para los hombres afrontar dificultades, privaciones, peligros si sus ojos est�n puestos en un l�der a quien conocen y en quien conf�an, aunque sea un hombre como ellos. Siempre recordar� una descripci�n que se me dio una vez de un cuerpo de tropas inglesas cargando cuesta arriba bajo fuego pesado para ganar una posici�n fuerte. Mientras cargaban, y cuando el fuego enemigo hab�a empezado a afectarles seriamente, se refugiaron un rato; cesaron las p�rdidas y el peligro, y se detuvieron para recomponerse.

Pero luego vino la verdadera prueba; m�s all� del refugio hab�a otro tramo abierto de pendiente, completamente expuesto; hab�an descubierto lo que significaba avanzar bajo el fuego, y vieron que ser�a peor que nunca all�. Fue uno de esos momentos que resaltan en los hombres el amor natural por la vida, que hacen que sea m�s dif�cil mantenerse recto y firme. Fue el comienzo de nuevo lo que fue tan contracorriente; comenzando de nuevo, con la experiencia de p�rdidas pasadas, con la certeza de m�s p�rdidas �a nadie le gustaba empezar� y ya estaban bajo el refugio un poco m�s de lo necesario; parec�a casi como si se negaran a salir y continuar.

Y luego, por el acto de un hombre, por la gracia de Dios, todo sali� bien de nuevo; un joven oficial salt� al mont�culo al borde del refugio, y con una ovaci�n los hombres lo siguieron sin vacilar. Era la pista que quer�an, la sensaci�n de que alguien iba delante de ellos, la sensaci�n de tener a alguien a quien seguir lealmente, hasta la muerte si era necesario. Ese llamado a seguir a alguien en quien confiamos, ese sentido de quien nos precede: es una ayuda maravillosa para el coraje y la perseverancia, cuando las cosas se nos ponen dif�ciles.

Y hay una lucha en la que todos la queremos, en la que todos podemos tenerla: la lucha, la lucha muy real y dura contra nuestras tentaciones de hacer el mal. "El Se�or, �l es el que va delante de ti". Es dif�cil enfrentarse a que se r�an de ellos, que le den un puntaje, que lo menosprecien por hacer lo correcto. Pero Cristo nos ha precedido en ese camino; Fue despreciado, burlado, se ri� de �l; tenemos un l�der a seguir cuando se nos prueba de esa manera.

Es dif�cil soportar la injusticia, perdonar de todo coraz�n a los enemigos; pero ha ido antes que nosotros all�. Or� por los hombres que le clavaban las manos en el Calvario. Es dif�cil renunciar a los placeres, decir "No" a los deseos naturales de uno, mantener el cuerpo en sujeci�n; pero ha ido antes que nosotros en eso: ayun� cuarenta d�as; Pas� noches enteras en oraci�n en las colinas; No ten�a d�nde recostar la cabeza.

Es dif�cil soportar el dolor con paciencia, o seguir con la misma carga fatigosa d�a tras d�a; pero nunca podremos tener tanto que soportar como �l soport�. Ser� dif�cil, quiz�s, afrontar la muerte correctamente, con calma, cuando llegue el momento; pero en ese misterioso viaje tambi�n �l ha ido antes que nosotros, y miles y miles de Sus soldados han avanzado silenciosamente y sin temor a morir, porque estaban seguros de que �l no los dejar�a ni los abandonar�a.

Es maravilloso pensar en el gran ej�rcito que ha seguido, que est� siguiendo a Aquel que ha ido antes por ese camino de verdad, lealtad y paciencia. Unos en un tipo de trabajo, otros en otro, se han puesto a seguir por ese camino accidentado y fatigado; tropezar a menudo, puede ser, pero no caer; aferr�ndose a �l d�a tras d�a, para mantener un prop�sito puramente desinteresado y para cumplir con su deber. Hombres y mujeres, ricos y pobres, j�venes y viejos, soldados, estudiantes, estadistas, obreros, hombres de negocios: sobre ellos viene la tentaci�n, y la debilidad los ata, y los pecados pasados, tal vez, los averg�encen; pero buscan Su perd�n y anhelan humildemente que, de todos modos, �l no los deseche ni los deje desolados en la oscuridad.

Y as� contin�an luchando, m�s cerca, tal vez, todo el tiempo de lo que ellos imaginan, de Aquel que va delante de ellos; a�o tras a�o m�s seguro de su constante cuidado y amor por ellos; M�s seguro que a pesar de toda la aspereza y la pendiente no hay camino como el suyo: no hay otra manera en la que un hombre crezca tanto en virilidad y fuerza, para que aprenda a amar tanto a Dios como al hombre. ( Obispo Paget. )

No temas ni desmayes.

Sin miedo

Gloriosas palabras de aliento para un pueblo que sale al encuentro de fuerzas opuestas, enemigos terribles y peligros desconocidos.

I. El asegurador. "El Se�or." La misma palabra implica reinado, gobernaci�n, autoridad, poder.

II. La seguridad. Tres promesas.

1. Previsi�n. "Ve antes."

2. Compa�erismo. "Estar contigo".

3. Constancia. "No fallar�".

III. La inferencia. Nuestro Padre nunca duerme, nunca se cansa; y si �l es todo lo que promete, �c�mo podemos temer? ( Homilista. )

Versículos 10-12

Leer�s esta ley.

La lectura p�blica de la ley

Aqu� se dan las instrucciones para la lectura p�blica de la ley.

1. Para ser le�do en �la fiesta de los tabern�culos�, la m�s grande de todas sus fiestas, cuando, una vez terminadas la cosecha y la vendimia, ten�an m�s tiempo libre para asistir a ella. Esta fiesta se celebr� en �el a�o de la liberaci�n�, el momento m�s adecuado que se pod�a elegir para leer la ley; porque entonces el pueblo qued� libre de deudas, problemas y preocupaciones de naturaleza mundana, y tuvo la libertad de atenderlo sin distracciones.

2. La ley deb�a ser le�da por Josu�, el gobernador en jefe, y por otros que ten�an el cargo de instruir al pueblo. As�, el mismo Josu� ley� a la congregaci�n ( Josu� 8:34 ); Jos�as y Esdras ( 2 Cr�nicas 34:30 ; Nehem�as 8:2 ).

Pero Josafat emple� sacerdotes y levitas ( 2 Cr�nicas 17:9 ). Esta lectura p�blica era en parte deber del rey, dicen los jud�os, que la inici�, y que luego fue retomada por los sacerdotes.

3. La ley deb�a ser le�da a o�dos de todo Israel (vers�culo 11).

(1) Jud�os piadosos que sin duda ten�an copias le�das en sus propias casas.

(2) Alguna porci�n se le�a en la sinagoga todos los d�as de reposo ( Hechos 15:21 ).

(3) En el tiempo de Josafat se le�a por su mando en las diferentes ciudades de Jud�, y los sacerdotes y levitas instru�an a la gente para que saliera de ella, pero en cada a�o de publicaci�n se le�a la ley, no solo p�blicamente a todos los habitantes de Jud�. personas, pero en todas partes, y leer desde una copia original, que sirvi� como un est�ndar por el cual se probaron todas las dem�s copias.

4. Toda la congregaci�n debe reunirse para escuchar la ley.

Por lo tanto, aprende

1. Que cuando nuestras deudas sean remitidas y seamos llevados a la libertad de los hijos de Dios, entonces nos deleitaremos en escuchar y obedecer a nuestro Se�or liberador en cada llamado del deber.

2. La Palabra de Dios, siendo nuestra �nica regla, debe ser le�da y conocida por todos; �Cu�n cruel el intento, y cu�n contrario a la voluntad divina, de mantenerlo cerrado al pueblo en una lengua desconocida y de establecer la ignorancia por la ley!

3. Nada deber�a involucrarnos m�s sol�citamente que la instrucci�n temprana de nuestros hijos en el conocimiento de las Sagradas Escrituras, que es la �nica que puede hacerlos sabios para la salvaci�n. ( J. Wilson. )

Versículo 13

Que sus hijos. .. puede escuchar y aprender a temer al Se�or.

Piedad temprana

I. Los cristianos generalmente consideran que la piedad en los ni�os es extraordinaria, o al menos poco com�n; y quiz�s haya pocos hijos piadosos. En comparaci�n con el n�mero de ni�os bendecidos con padres piadosos y ense�ados en las escuelas cristianas, que est�n presentes cuando se administran las ordenanzas p�blicas de la Iglesia de Cristo, los ni�os que manifiestan verdadera piedad ciertamente no son muchos.

Si nuestra observaci�n es precisa, los padres, maestros y pastores cristianos, con suficiente confianza, no buscan ni esperan encontrar piedad en los ni�os. Si empleamos aquellos medios que est�n divinamente ordenados para la conversi�n de seres humanos en nuestros esfuerzos en nombre de los ni�os, �por qu� no deber�amos esperar resultados inmediatos y tempranos?

II. Es cierto que los suspiros de un ni�o no son pesados; no son, como en el alma de la masculinidad y la feminidad, olas del oc�ano, sino m�s bien como las ondas sobre las aguas de alg�n lago protegido. Es cierto que las emociones de un ni�o no son las robustas flores de un robusto �rbol frutal, sino la tierna y delicada flor de un �rbol que hasta ahora ha dado poco m�s que la promesa de frutos.

Sin embargo, esa flor, que los vientos rasgar�n y sacudir�n, es el brote de vida; esa ondulaci�n en el lago muestra susceptibilidad en el agua hacia su elemento hermano, el aire; y esas l�grimas de roc�o muestran que la tierra y el cielo, el hombre y Dios, est�n trabajando en la naturaleza del ni�o. Si la comprensi�n de un ni�o es menos iluminada, el alma es m�s sensible; si el juicio est� menos formado, la conciencia es m�s tierna; si hay poca fuerza de prop�sito, el coraz�n se endurece menos por el enga�o del pecado.

III. Si la piedad decidida est� al alcance de un ni�o, �c�mo es posible que la ausencia de piedad en los ni�os no nos angustie m�s, y que la piedad en los ni�os no sea m�s nuestro objetivo y esperanza, y que no sea con mayor frecuencia la carga de nuestra vida? �oraci�n? �Por qu�, como algunos, siempre sospechan de un ni�o que profesa ser piadoso? Los hijos piadosos son obra de Dios, creados por Jesucristo, y si queremos ser el medio de guiar a los ni�os a la verdadera piedad, debemos pedirles que miren a nuestro Salvador Jes�s.

Le digo a �l, no a �l. Hay una gran diferencia entre estas cosas. El ni�o mira al Rey cuando va a verlo proceder en estado para abrir el Parlamento; pero mira a su madre cuando depende de ella para el suministro de sus necesidades diarias. ( S. Martin, DD )

Per�odos de vida susceptibles

En la pintura al fresco es necesario tirar los colores mientras el yeso a decorar est� h�medo. La regla es: "Trabajar mientras permanece la humedad"; de ah� la necesidad en esta rama particular del arte de un plan definido de colores bien mezclados y de una mano r�pida y firme. El principio tiene una aplicaci�n m�s amplia. Hay momentos en que el car�cter humano es especialmente susceptible a la impresi�n, como el per�odo de la juventud temprana, ocasi�n de gran dolor, gran alegr�a o gran cambio, momentos en los que la influencia que ejerces ser� recibida f�cilmente y se hundir�. profundamente.

�Sellar�as vidas y corazones a tu alrededor con la belleza de los patrones celestiales, los har�as brillar con los tonos de la gracia celestial? Aseg�rese de su plan, tenga sus materiales listos y pinte mientras el yeso est� h�medo. ( WA gris. )

Versículo 14

Se acercan tus d�as en los que debes morir.

El acercamiento de la muerte

I. Aquellos que viven principalmente para este mundo tratan de no pensar en la muerte, porque nada les gustar�a m�s que vivir aqu� para siempre. Pero el cerrar los ojos ante la proximidad de la muerte no hace que se aleje de nosotros, y por lo tanto, nuestro proceder m�s sabio y seguro es prepararnos para su venida, ya sea cerca o lejos.

II. La muerte no ocupa en la Palabra de Dios ese lugar que ocupa en esa religi�n nuestra que profesa derivarse de la Palabra de Dios. En el Nuevo Testamento, la muerte se trata simplemente como una cosa abolida. La segunda venida de Cristo es siempre, en las exhortaciones del Nuevo Testamento, sustituida por la muerte. La muerte, a los ojos de la fe, no es el final, sino el principio de todo; es el comienzo de la "vida que no tiene fin".

III. Si Cristo le ha robado a la muerte su aguij�n, no nos incumbe mirar a la muerte como si no lo hubiera hecho. Consideremos el acercamiento de la muerte como algo que �l quiere decir que deber�a acercarnos m�s a �l. Debemos orarle, ya que se acercan los d�as en que debemos morir, para que la muerte no nos encuentre desprevenidos. Y mientras miramos hacia el futuro, debemos comprometer nuestro camino y nosotros mismos bajo Su custodia. ( FE Paget. )

Acerc�ndose al final

No hay un d�a fijo; es un "acercamiento" del que se habla. Por tanto, la palabra puede dirigirse a todo hombre muy avanzado en la vida. Hay un per�odo en el que el camino se convierte en una pendiente descendente, y al pie de la colina se encuentra el �ltimo lugar de descanso terrenal. Este es el camino de Dios. Les dice que el final se "acerca". De vez en cuando parece cortarlos de repente como con un golpe inesperado; sin embargo, tal vez lo repentino est� m�s en apariencia que en realidad.

Nacer es tener un aviso para dejar de fumar; vivir es morir. Todo pecado nos quita una parte de la vida; no podemos tener un mal pensamiento sin que disminuya la cantidad de vida que llevamos dentro. No podemos tener un pensamiento noble, o encontrar un camino libre en nuestro coraz�n para un impulso sublime, sin aumentar la suma total de nuestra vida, sin comenzar nuestra inmortalidad. As�, el hombre es m�s fuerte despu�s de la oraci�n que antes; as�, cada himno dulce y santo env�a un estremecimiento de alegr�a a trav�s del alma que canta.

Que cada hombre se d� cuenta de que debe morir. Desde un punto de vista literario es un lamentable lugar com�n; pero desde el punto de vista de la experiencia real y todos los problemas de la muerte, es un anuncio sublime y espantoso. Pero Mois�s debe morir. Nunca hemos asociado la idea de la muerte con Mois�s. Siempre ha sido tan fuerte: el campamento nunca se detuvo debido a su mala salud; siempre estuvo a la cabeza; su voz era clara y suave; sus ojos eran brillantes y r�pidos, y sin embargo tan afables, como si no pudieran ocultar la sonrisa que hab�a en su coraz�n.

Sin embargo, los �rboles m�s fuertes ceden al tiempo de silencio; la fuerza m�s poderosa se inclina en la debilidad y la angustia: Sans�n muere, H�rcules se convierte en una figura de la historia antigua; no hay hombre que permanezca para siempre. Ahora que Mois�s est� subiendo la monta�a, no podemos dejar de pensar en las dificultades que ha soportado durante toda su vida. Lea la historia de su asociaci�n con Israel y diga si hay un "Gracias" en toda la tumultuosa historia.

�Alguien habla desde el ej�rcito y dice: En el nombre de Israel te doy gracias? No conocemos a algunos hombres hasta que los vemos alejarse de nosotros. �Qu� tensi�n hab�a tambi�n sobre el lado religioso de su naturaleza! No ten�a recreaci�n: el arco nunca se desdoblaba; siempre lo llamaban para escuchar al Se�or comunicar alguna nueva ley, alg�n nuevo cargo o direcci�n. A su veneraci�n se dirigi� un llamamiento continuo.

�Qu� preguntaba si su rostro ten�a un aspecto de solemnidad? �Qu� era de extra�ar si sus ojos estaban iluminados con los mismos esplendores que hab�a contemplado? Entonces, �no va a ver Mois�s a Cana�n? A Mois�s ahora no le importar�a ver ninguna tierra fluyendo leche y miel. Ver� la parte superior de Cana�n, la tierra feliz donde las flores nunca se marchitan, donde el verano est� garantizado para durar eternamente. As�, Dios educa a los hombres. Mois�s sube a la monta�a para morir.

Est� bien; tal hombre deber�a morir en una monta�a. La escena est� llena de simbolismo; es r�pido en sugesti�n espiritual. Los hombres pueden morir en las monta�as si as� lo desean; o los hombres pueden morir en valles oscuros si as� lo desean. Morir en la monta�a es morir en el cielo. El lugar de nuestra muerte, en cuanto a su importancia y honor, estar� determinado por la vida que llevemos. Morimos tal como vivimos y, por as� decirlo, donde vivimos.

Mois�s vivi� una vida de monta�a: era un monta��s; vivi� en las colinas y en las colinas muri�. �No ser� as� con nosotros? Por deber bien hecho, por aflicci�n bien soportada, por paciencia bien probada, por entrega total, por imitaci�n y seguimiento continuos de Cristo, podemos morir en alg�n monte elevado, fresco por el roc�o o resplandeciente por el sol, el punto m�s cercano a los cielos. Morir a tal altura es comenzar a vivir. ( J. Parker, DD )

Versículos 22-30

Mois�s, por tanto, escribi� este c�ntico.

La �ltima canci�n

El anciano que conocemos desde hace tanto tiempo muere cantando. Todos los hombres deber�an morir as�; todos los hombres pueden morir as�; Dios no escatima en su don del canto o el privilegio de la m�sica; la m�sica estaba en su prop�sito mucho antes que el habla; todas las cosas terminar�n en una gran canci�n. Hay canciones sin palabras; hay canto sin voz articulada y audible: podemos cantar con el esp�ritu y con el entendimiento. Bienaventurados los que, antes de subir a Nebo a morir, cantan en el valle y, por as� decirlo, se pierden de vista rodeados de sus mantos de canto; para este fin estamos invitados en Cristo, y en Cristo este es el �nico fin posible, a saber, el triunfo, el canto; el arrebato de la expectativa y la inspiraci�n de la esperanza.

La canci�n deb�a ser un "testigo" de Dios "contra" los hijos de Israel - digamos, m�s bien, entre �l y los hijos de Israel. Testificar no siempre implica acusaci�n; con la misma frecuencia implica confirmaci�n, aprobaci�n. Encarna en s� mismo un testimonio seguro, fuerte por su indiscutibilidad. Mois�s escribi� la canci�n "el mismo d�a". Hablamos de nuestros esfuerzos de genio y del tiempo requerido para la elaboraci�n de tal o cual intento de servir al santuario; pero si puedes escribir una canci�n, puedes escribirla de una vez.

Aqu� es cierta la m�xima del gran poeta franc�s: le dijo uno a V�ctor Hugo: "�No es dif�cil escribir poes�a �pica?" "No", dijo el gran genio de su �poca, "no, f�cil o imposible". �Cu�les son las caracter�sticas de una gran canci�n?

1. La primera caracter�stica m�s notable de esta canci�n es que es intensamente teol�gica. La palabra clave es Dios - en Su majestad, en Su compasi�n, en Su justicia, en Sus l�grimas - Dios es una especie de encarnaci�n miles de a�os antes del evento de Bel�n.

2. Otra caracter�stica de la canci�n es su amplia historia humana. Lea el cap�tulo treinta y dos de un extremo a otro y encontrar� un registro de eventos hist�ricos. Los hechos son los pedestales sobre los que colocamos m�sica esculpida. Debemos conocer nuestra propia historia si queremos conocer los m�s altos argumentos religiosos y aplicar con indiscutible y ben�fica habilidad los grandes llamamientos cristianos. El testimonio debe estar en nosotros mismos: debemos conocer, gustar, sentir y manejar la Palabra de Vida y vivir de ella, volviendo a ella como el hambre vuelve al pan y la sed vuela velozmente a las fuentes centelleantes.

Cuando tenga dudas sobre los misterios religiosos, lea su propio registro personal: cuando la metaf�sica sea demasiado alta o demasiado profunda, examine los hechos, junte las piezas de sus vidas, vea c�mo se convierten en una forma, una casa no hecha con manos, un templo construido en el cielo. Los d�as no deben separarse unos de otros, deben vincularse y mantenerse en todo el simbolismo y la realidad de su unidad.

3. Por lo tanto, otra caracter�stica de la canci�n es su registro de providencia. Dios encontr� a Jacob �en una tierra desierta, y en un desierto desolado y aullante; Lo condujo �, etc .; y luego vienen todos los detalles del cuidado y el amor providenciales, y todo el atractivo sublime que surge de la bondad indiscutible de Dios. No necesitamos que la providencia sea probada con argumentos prolijos, porque nosotros mismos somos ilustraciones vivientes de la cercan�a, grandeza y amor de Dios.

Nunca debemos renunciar a este brazo de nuestra panoplia; esta arma es un arma fuerte y aguda; debemos, al usarlo, testificar lo que hemos visto y conocido, y debemos magnificar a Dios con hechos que han ocurrido dentro de los l�mites de nuestra propia observaci�n y experiencia. Todo cristiano es un milagro; toda vida cristiana es una Biblia; cada experiencia devota es una prueba de la posibilidad de inspiraci�n.

4. La canci�n tambi�n es acusatoria: �Jesur�n engord� y pate�; engordaste �, etc. Cuando una canci�n acusa, �qu� terrible es la acusaci�n! �Qui�n espera que una canci�n vuelva sobre el cantante y lo acuse de ingratitud, presunci�n u olvido? Nuestros himnos son testigos a favor y en contra de nosotros; nuestra propia m�sica tiene algunas cosas claras que decirnos; incluso en el canto no escapamos a la justicia.

Los c�nticos de la Biblia no son meros sentimientos melodizados y convertidos en una especie de lujo est�tico: los c�nticos b�blicos son teolog�a b�blica, estatutos b�blicos, preceptos b�blicos, intervenciones divinas y providencias. ( J. Parker, DD )

Canto de despedida de Mois�s

Una caracter�stica m�s notable y sobresaliente de esta gran canci�n es su serie de dibujos para la imaginaci�n popular, y su gran variedad de figuras v�vidas, para ense�ar y castigar a un pueblo de dura cerviz. No hay nada h�roe del razonamiento abstracto o del an�lisis fr�o. Todo se presenta en forma concreta como una naci�n a�n en su infancia espiritual. Este es el c�ntico educativo de Israel. En tono, es a la vez tierno y aterrador.

Sus im�genes, a veces ganadoras, a veces sorprendentes, se prestan a las m�s c�lidas protestas y llamamientos. �Qu� gr�ficos y memorables son sus emblemas! Las palabras divinas se comparan al principio con la suave lluvia y el roc�o; Dios mismo es la Roca, para estabilidad y fidelidad; Su adiestramiento de Israel, como el �guila con sus polluelos; el pueblo, buey intratable y terco resentido con el yugo; su conducta ap�stata, la de una esposa infiel; el amor Divino resplandeciendo y resplandeciendo a su alrededor como el fuego de los celos conyugales, y Su indignaci�n como una hueste armada - estas y otras figuras siguen en r�pida sucesi�n, muchas de ellas derivadas de las experiencias de Israel en el desierto.

Porque es la poes�a del desierto la que domina la canci�n. Pero mientras que las im�genes se derivan del pasado, la canci�n en s� llega al futuro. Es, de hecho, un bosquejo prof�tico de la historia jud�a, dise�ado para albergar en el coraz�n de la naci�n la solemne verdad de que

"El dolor sigue la pista mal, como el eco sigue a la canci�n".

Esta es la profec�a primitiva o moral, el tipo y canon de toda obra prof�tica futura, ya que el primer c�ntico de Mois�s fue el tipo de todo lo que iba a ser espiritualmente po�tico. ( AH Drysdale, MA )

La oda de despedida

Por sublimidad po�tica, piedad piadosa, protesta santa y advertencia solemne, esta oda de despedida nunca ha sido superada, y proporciona una prueba incidental del hecho de que, a diferencia de la mayor�a de los otros hombres, Mois�s continu�, hasta el final de su larga vida, crecer en esas cualidades de imaginaci�n y entusiasmo ardiente que generalmente se consideran caracter�sticas especiales de la juventud. Hay en �l una maravillosa combinaci�n de la fuerza de la virilidad con la experiencia de la vejez, y de la fuerza imaginativa de la juventud con la sabidur�a que proporcionan los a�os crecientes.

Y esto no es todo: hay una maravillosa mezcla de las diversas relaciones en las que Mois�s estuvo a la vez con Dios y con el pueblo. Alaba a Jehov� con el fervor de un seraf�n y suplica al pueblo con la ternura de un padre. Se ocupa de los temas nacionales con el esp�ritu de un estadista y advierte de la ruina venidera con la severidad de un profeta. Ahora los acordes son suaves y bajos, como si vinieran de las cuerdas de un arpa e�lica agitada por la brisa de una suave v�spera de verano; enseguida son ruidosos y tempestuosos, como si una r�faga de apasionada intensidad se hubiera apoderado de su esp�ritu; ahora se iluminan con el recuerdo de las misericordias de Dios, y de nuevo descienden, como cargados con la carga el�ctrica de la ira venidera de Dios.

Por supuesto, en todo lo que habl� fue inspirado por el Esp�ritu Santo; pero, como el Esp�ritu us� no s�lo los �rganos vocales, sino el alma del hombre, esta oda prueba de manera concluyente que si Mois�s no hubiera sido el legislador y estadista m�s grandioso de su naci�n, e incluso del mundo, podr�a haber sido uno de los m�s grandes. los poetas m�s nobles. Tambi�n muestra que hab�a en �l la extraordinariamente rara alianza de una mente consciente de la importancia de los m�s m�nimos detalles de la legislaci�n, con un alma cuyas alas pod�an elevarse hasta las regiones m�s elevadas del pensamiento y el sentimiento.

Con los ojos intactos, mir� una luz m�s intensa que la del sol com�n, y con una fuerza incesante ascendi�, incluso a la edad de sesenta a�os, una altura m�s et�rea que la de Pisgah; de modo que, si esta oda se hubiera encontrado en otro lugar que no fuera la Biblia, los meros cr�ticos literarios se habr�an extasiado ante su exquisita manifestaci�n de belleza en el regazo del terror. ( WM Taylor, DD )

El canto agonizante de Mois�s

El tema del c�ntico es Jehov� y Su pueblo, y el contenido del mismo se da en Deuteronomio 32:3 . La fidelidad de Jehov�, el Dios de la verdad, la Roca de la salvaci�n y la infidelidad de su pueblo voluble y necio, tales son claramente las ideas principales del c�ntico. En los desarrollos posteriores, hay tres cosas que se establecen de manera muy poderosa.

I. Lo que Israel le debe a Dios ( Deuteronomio 32:7 ). Aqu� las grandes cosas que Dios hab�a hecho por ellos se manifiestan en unas pocas delineaciones audaces, mezclando fuerza y ??patetismo en un grado maravilloso. Muestra c�mo desde el principio Dios hab�a puesto sus ojos atentos sobre ellos, c�mo hab�a guiado la historia de todas las dem�s naciones de una manera subordinada a su bienestar, convirti�ndolas y su desarrollo en el centro hist�rico del mundo antiguo; c�mo los hab�a encontrado vagabundos pobres e indefensos en el desierto, y los hab�a formado en un pueblo all�: su propio pueblo, a quien hab�a alimentado, guiado y educado como una madre tierna, y finalmente los llev� a la tierra buena que �l les hab�a prometido, exalt�ndolos entre las naciones de la tierra y d�ndoles todas las cosas en abundancia para que las disfruten.

II. �C�mo pagar� Israel la deuda? A esta pregunta el canto prof�tico da una triste respuesta. Israel pagar� su deuda de gratitud a Dios con una ingratitud vil, comenzando con la autocomplacencia y pasando a descuidar a Jehov� y la adoraci�n de dioses extra�os. Tal es el triste cuadro prof�tico en Deuteronomio 32:15 . As� Israel paga a Dios.

III. �C�mo recompensar� Dios a Israel? Casi todo lo que queda del c�ntico lo retoma la terrible respuesta a esta pregunta, exponiendo c�mo Dios se da cuenta primero de ella y se llena de indignaci�n; c�mo esconde Su rostro y deja a Su pueblo solo y con los amargos frutos de su ingratitud; c�mo les quita sus preciados privilegios y se los da a los que hasta entonces no hab�an sido �pueblo�; c�mo, finalmente, desata sobre ellos toda la furia de su venganza, y destruye por completo su lugar y naci�n.

Todo esto lo encontramos realizado en la historia. Toda la historia de la fundaci�n de la Iglesia cristiana, especialmente a la luz en la que la pone el gran ap�stol, que cita una y otra vez las palabras de este c�ntico en relaci�n con la vocaci�n de los gentiles, es un cumplimiento de esta advertencia. palabras de Mois�s. Todo esto es muy oscuro; pero es oscuro s�lo para aquellos que �abandonan a Dios y menosprecian la Roca de su salvaci�n� ( Deuteronomio 32:15 ).

La misma fidelidad de Dios a Sus amenazas m�s terribles es una raz�n adicional por la que los que creen en �l deben ejercer una confianza inquebrantable en �l. Entonces, tambi�n, si examinas el c�ntico en su totalidad, lo encontrar�s lleno de evidencia de la bondad y la gran paciencia del Se�or. Aunque hay justicia inflexible, tanto en la profec�a misma como en su cumplimiento, sin embargo, a lo largo de todo es evidente que �l habla y act�a, �el que no se deleita en la muerte del que muere�; quien �no quiere que nadie perezca, sino que todos se vuelvan a �l y vivan. Hemos visto este c�ntico como un testimonio contra Israel.

Este era sin duda su dise�o original; pero su alcance es mucho m�s amplio. Esta canci�n fue escrita para un testimonio contra todos los que disfrutan de los privilegios de Israel y siguen los pecados de Israel. Incluso entre los gentiles, aunque todos son igualmente bienvenidos, y los privilegios exclusivos ahora se han eliminado por completo en Cristo Jes�s, ha habido y hay quienes est�n muy por delante de los dem�s con respecto a las ventajas de que disfrutan.

Primero vinieron las razas griega y latina, unidas en el poderoso Imperio Romano. A ellos primero, entre los gentiles, se les predic� el Evangelio; y por ellos primero, como naci�n y raza, fue recibido el Evangelio. No hab�an transcurrido trescientos a�os desde la muerte de �Jes�s de Nazaret� hasta que la fe de �ese mismo Jes�s� fue la religi�n establecida del Imperio Romano; y poco despu�s los privilegios del Evangelio estuvieron al alcance de casi la totalidad de esa vasta poblaci�n.

�Qu� cambio con respecto a los d�as de m�rtir, los d�as de esconderse en las catacumbas! �No era tan cierto de los cristianos del Imperio Romano como lo fue del antiguo Israel, que Dios los hab�a "encontrado en una tierra des�rtica", los hab�a "conducido de un lado a otro", los hab�a "guardado como a la ni�a de sus ojos"? y �los hab�a "hecho cabalgar sobre las alturas de la tierra" y les hab�a dado "comer de la cosecha de los campos"? Bueno, �c�mo pagaron entonces las personas favorecidas su deuda de gratitud? �No fue la vieja historia otra vez? Jeshurun ??engord� y pate�.

"Ellos" engrosaron, se espesaron, se cubrieron de gordura; luego abandonaron a Dios y menospreciaron la Roca de su salvaci�n ". Se volvieron autoindulgentes, "terrenales, sensuales, diab�licos". La corrupci�n de los modales y la corrupci�n de la doctrina se establecieron "como un diluvio"; se volvieron hacia "dioses extra�os"; adoraron a santos y reliquias, y se postraron ante im�genes; adoraron la hostia consagrada.

La misma luz que hab�a en ellos se convirti� en tinieblas, y "�cu�n grande era esa oscuridad!" Y as� como antes la herencia de la verdad y la bendici�n hab�a pasado del jud�o al gentil, ahora pas� del romano al teut�n. Estas razas teut�nicas del norte hab�an sido "ning�n pueblo" a los ojos del imperio de Roma. Solo se les conoc�a como b�rbaros, tanto en lenguas griegas como latinas. Sin embargo, este "no pueblo", estos "b�rbaros", que hab�an ca�do uno a uno ante el poder conquistador de Roma, se convirtieron en el mismo pueblo que cay� en herederos del legado de la verdad divina y de las grandes bendiciones que acompa�an a su posesi�n.

Porque, aunque la primera reforma pareci� funcionar durante un tiempo tambi�n entre las razas latinas, fue s�lo por un tiempo; el dominio de la corrupci�n era demasiado firme para que perdurara, y todos recayeron en la oscuridad de la que al principio parec�an estar listos para emerger, mientras que entre las razas germ�nicas la luz de la verdad segu�a brillando y difundi�ndose sobre un �rea cada vez m�s amplia. . Y ahora son las razas teut�nicas las que est�n en la posici�n del Israel de anta�o, y principalmente las que hablan el idioma ingl�s.

�Qui�n puede decir lo que nosotros, que hablamos el idioma ingl�s, le debemos a Jehov�, �la Roca de nuestra salvaci�n�? �D�nde nos �encontr�? �No fue realmente "en una tierra des�rtica" - un desierto muy aullante? Vea lo que eran los primeros brit�nicos cuando escucharon por primera vez el nombre de Jehov�. �Y c�mo los ha �guiado� el Se�or desde entonces! Cu�n tiernamente �soport� a nuestros padres, ense��ndoles gradualmente el uso de esa libertad que ha crecido con el crecimiento de Gran Breta�a y fortalecido con su fuerza.

�Y c�mo nos ha hecho ahora "montar sobre las alturas de la tierra" y "nos ha dado el crecimiento de los campos"! Porque, �no es un hecho patente que los destinos del mundo en este momento, bajo Dios, est�n influidos por aquellos que hablan nuestra lengua materna, mientras que la gran masa de la riqueza del mundo est� en sus manos? Y todo esto se lo debemos a Aquel que es "Cabeza de todas las cosas". No solo nuestros ricos privilegios espirituales, sino incluso nuestra grandeza temporal, nuestra posici�n, poder y riqueza en el mundo, se lo debemos a Jehov�, Dios de Israel, �la Roca de nuestra salvaci�n.

�Bueno, �c�mo� pagamos al Se�or �? �No es muy a la antigua? �No es la riqueza la autocomplacencia y el lujo? �Y no nos est�n llevando estos, como pueblo, a olvidarnos de Dios, y �a la ligera estima de la Roca de nuestra salvaci�n�? �No hay muchos "dioses extra�os" entre nosotros: Mammon, Fashion, Pleasure? �Y qu� hay de este triste resurgimiento de la superstici�n de la Edad Media? �No se ha escrito el signo de Roma con pluma de hierro y punta de diamante? �Y por qu� esta prisa por volver a ser part�cipes de su pecado y de sus plagas? Oh, �no es esta canci�n un testimonio contra nosotros tambi�n? Dios es verdaderamente paciente, y est� bien que lo sea, o �d�nde deber�amos estar hoy las personas de habla inglesa? Pero su paciencia tiene un l�mite, como se desprende del pasado. ( JM Gibson, DD )

Versículo 27

Tu cuello r�gido.

Cuellos r�gidos

Hay mucha gente terca. Se encuentran en el taller, en la oficina y en casi todas partes. No me sorprender�a en absoluto si tuvi�ramos muchos en esta asamblea cuyos cuellos est�n tan r�gidos como es posible. Hay much�simos cuellos r�gidos por el orgullo y el ego�smo. Hay algunos hombres que est�n ahorrando dinero; que viven en sus casas de propiedad absoluta; cuyos cuellos est�n demasiado r�gidos para ver que deben pagar el alquiler de la caba�a en la que viven sus pobres padres ancianos, que, por casualidad, en alg�n pueblo rural est�n recibiendo ayuda parroquial.

Hay otros tipos de rigidez en el cuello. Desde nuestra ni�ez, a la mayor�a de nosotros se nos ha ense�ado a amar al Salvador, a confiar en Dios y a hacer el bien. Sin embargo, me temo que muchos de nosotros hemos hecho caso omiso de los consejos de quienes nos amaban, y nos hemos vuelto tan imprudentes que muchos de nosotros hemos endurecido nuestros cuellos contra la religi�n. Hay una tendencia, de vez en cuando, a burlarse de la religi�n y hablar de ella como si todo fuera una tonter�a.

Hay muchos hombres que endurecen el cuello. Esto es imprudente. Tome el Nuevo Testamento y estudie esa vida de Jesucristo, como hombres sensibles. Mire el libro, examine sus p�ginas y aprenda su religi�n. No endurezc�is el cuello contra Dios, contra la pureza, contra la santidad. ( Charles Leach. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Deuteronomy 31". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/deuteronomy-31.html. 1905-1909. Nueva York.