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Bible Commentaries
Ezequiel 14

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-11

Estos hombres han puesto sus �dolos en su coraz�n.

�dolos del coraz�n

El Se�or ahora va a escudri�ar el coraz�n, a sacar los rincones de lo m�s rec�ndito de la mente, el �dolo y el pecado favorito. Proceder� a hacer un trabajo espiritual; �l dejar� a un lado el martillo con que rompi� el muro, y nunca m�s rasgar� ni rasgar� las vestiduras que cubren la falsedad: entrar� en el coraz�n, nombrar� uno por uno los �dolos que ocupan ese santuario secreto; �l los nombrar�, los traer� a juicio, y conducir� la m�s penetrante de todas las cr�ticas, el juicio del pensamiento, el motivo y el prop�sito del hombre.

�Entonces vinieron a m� algunos de los ancianos de Israel� - vinieron para ser examinados, pesados, medidos y juzgados. Ning�n cargo puede salvar a los hombres de la cr�tica divina. �Qu� reconfortante es este pensamiento, aunque terrible en algunos aspectos! Ser�a bueno que nuestros jueces fueran juzgados, de lo contrario, �qui�n puede decir hasta qu� extremos de locura podr�an llegar, acosados ??por la ambici�n o heridos por la envidia y la malicia en asuntos posteriores? Cuanto m�s alto sea el cargo, mayor ser� la responsabilidad; cuanto mayores son los privilegios, mayor es el pecado si se sienten ultrajados; cuanto m�s brillante sea el genio, m�s infame ser� la travesura si se pervierte ese genio.

El hombre capaz, el hombre de facultad y educaci�n, puede cometer m�s pecados en un momento de lo que un alma pobre y sin educaci�n puede hacer en toda su vida. La elevaci�n agrava el pecado. El lugar de la enfermedad indica su car�cter fatal: "en su coraz�n". �sta es una enfermedad card�aca. Los hombres casi susurran cuando indican que alg�n amigo padece una enfermedad del coraz�n; hay desesperanza en el tono: se debe hacer una gran concesi�n, dicen, para un hombre que sufre de una enfermedad card�aca; no debe asustarse, ni excitarse, ni abalanzarse sobre �l de repente; sus deseos deben ser satisfechos, deben incluso anticiparse en la medida de lo posible; y cualquier peque�a impaciencia que pueda mostrar debe ser considerada con caridad.

La charla es humana, la consideraci�n est� llena de afecto, las condiciones impuestas son sugeridas por la raz�n. �No hay una enfermedad m�s alta del coraz�n? �Cu�l es el significado de esta enfermedad del coraz�n, esta idolatr�a en lo m�s �ntimo del alma? Cuando una enfermedad moral es del coraz�n, significa que la enfermedad se agrada, se disfruta; es vino bebido detr�s de la puerta, es una fiesta de cosas gordas que se comen en secreto; cada bocado tan dulce, tan bueno, tan rico.

Cuando una enfermedad es del coraz�n en un sentido moral y espiritual, significa que est� consentida; es voluntario, es personal, es deseado; habr�a una sensaci�n de p�rdida sin �l. Las enfermedades de este tipo tambi�n son las m�s dif�ciles de erradicar. No est� en la piel o podr�a cortarse; no est� en el miembro, o podr�a ser amputado, y el cuchillo podr�a anticipar la mortificaci�n: el mal est� en el coraz�n; ning�n cuchillo puede tocarlo, ninguna persuasi�n puede alcanzarlo; no se puede hacer nada con �l, excepto una cosa: solo un milagro del Esp�ritu Santo puede superar esa dificultad y convertir esa enfermedad en salud.

"No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo". �Somos acusados ??de idolatr�a del coraz�n? No tenemos �dolos de un tipo visible, puede ser, pero podemos ser los m�s paganos en nuestros corazones. Decimos: �Cu�n penoso es que la pobre naturaleza humana se postra ante la piedra y la piedra y la adore! y nosotros, paganos inflados, adoramos un becerro de oro, una corona de oropel, un nombre que suena, una pol�tica astuta. �Somos acusados ??de idolatr�a del coraz�n? Ciertamente lo somos.

Ning�n hombre puede escapar a esta acusaci�n. Es sutil, de gran alcance, casi imposible de erradicar. Si no enfrentamos tales dificultades, nuestra piedad es un estuco que se despegar� con el tiempo h�medo y dejar� la espantosa fealdad moral expuesta al desprecio del p�blico. La duda puede ser un �dolo utilizado para disminuir la responsabilidad. Otros, nuevamente, pueden tener en el coraz�n un �dolo llamado Ignorancia, guardado all� con el prop�sito de disminuir el servicio: no iremos a los lugares oscuros de la ciudad, entonces no necesitaremos atender los gritos que se dice que est�n surgiendo all�. de la humanidad dominada y desesperada; seguiremos por la v�a ancha, donde abunda la luz de gas; veremos la superficie y la forma exterior de las cosas, y luego nos retiraremos a descansar, diciendo que, digan lo que digan los fan�ticos, realmente hay mucha felicidad s�lida en la ciudad.

�No tenemos un �dolo en el coraz�n que llamamos ortodoxia, que guardamos all� para ampliar la licencia moral? �No hay una ortodoxia intelectual y una heterodoxia espiritual unidas a menudo en un mismo hombre? "Por tanto, di a la casa de Israel: As� ha dicho el Se�or Dios: Arrepent�os". �Cu�ndo concluy� el Se�or un discurso sin un tono evang�lico? La Biblia es terrible en su denuncia, terrible m�s all� de todos los otros libros en su denuncia del pecado y su amenaza de perdici�n; sin embargo, a trav�s de �l, y a trav�s de �l de nuevo, y gobern�ndolo, hay un esp�ritu de clemencia y piedad y misericordia y esperanza, s�, a trav�s de la boca ardiente del infierno yace la sombra de la Cruz. ( J. Parker, DD )

Idolatr�a mental

El padre de la filosof�a y la ciencia modernas nos ha mostrado que hay en la mente del hombre, como hombre, �dolos naturales que act�an como impedimentos para su adquisici�n de conocimiento y su b�squeda de la verdad. Hasta que estos �dolos sean derribados, despedazados y quitados, es simplemente in�til que el hombre busque el conocimiento. Sus esfuerzos ser�n neutralizados y sus resultados viciados. Ahora bien, si esto es as� en el asunto de la ciencia humana, no es menos digno de nuestra consideraci�n en el asunto de la verdad divina y del conocimiento de Dios.

No podemos conocer a Dios, a quien conocer es la vida eterna, mientras no se eliminen estos obst�culos naturales. No podemos servirle aceptablemente mientras, en lugar de ser destronados, todav�a est�n establecidos en nuestros corazones. Entonces, �cu�l es el significado pr�ctico de esta verdad? Primero, debe haber un solo ojo para el conocimiento de Dios. Si no hemos determinado con nosotros mismos que Dios, y el conocimiento de Dios y el temor de Dios, es m�s deseable, y si personalmente no lo deseamos m�s que la riqueza, la comodidad, el �xito o el aplauso de Dios. hombres, o posici�n en la vida, o influencia, o comodidad, o cualquier otra cosa, entonces nunca seremos tan puntuales en nuestros deberes religiosos, nunca tan celosos por el honor externo de Dios, nunca tan ansiosos por el triunfo de principios particulares, o una fiesta en particular, o una causa en particular,

Una vez m�s, no solo debe haber una percepci�n clara e intachable de Dios como el �nico objeto de nuestros servicios, sino que tambi�n debe haber una disposici�n a sacrificar cualquier cosa para conocerlo y servirlo. Cu�ntos hay en el d�a de hoy, no gracias a Dios, que no pueden permitirse el lujo de ser religiosos, porque eso no trae consigo ning�n insulto en nuestro tiempo, sino todo lo contrario, sino cu�ntos hay que no se atreven a seguir la Verdad dondequiera que sea. ella puede liderar, que no puede permitirse el lujo de obedecer sus propias convicciones y, por lo tanto, sofocarlas con las excusas del decoro, el uso o la conveniencia.

Esto es algo dif�cil, y lo es porque las afirmaciones de la verdad y el �dolo en el coraz�n no pueden reconocerse a la vez. Y no hay condici�n de vida en la que esto no se aplique. Es dif�cil para el hombre de ciencia, cuyo nombre ha sido identificado con ciertas teor�as y principios, sacrificar su nombre y su justa fama a la creciente convicci�n de contrateor�as y principios que dejar�n el pasado en blanco, o mostrar�n que ha sido as�. un error.

Es dif�cil para el partidario religioso, cuya vida ha transcurrido en un molde particular, y cuyas simpat�as est�n ligadas a una forma de opini�n y pr�ctica, ceder a la fuerza de la verdad cuando viene con la autoridad de la convicci�n a la mente y obliga al reconocimiento de errores y malentendidos previos. Pero m�s que esto, es dif�cil no abordar la consideraci�n de la verdad religiosa con un sesgo distintivo; pero es cierto que la existencia de tal sesgo debe da�ar nuestra apreciaci�n de la verdad.

A menos que podamos ver todo alrededor de una cosa, no podemos tener una verdadera aprehensi�n de la cosa. Podemos verlo parcialmente, pero no tendremos una concepci�n de �l como un todo. El �dolo en posesi�n de la mente impedir� la entrada de la idea verdadera. Pero si esto es cierto, y en la proporci�n en que lo es, hay ciertos principios generales a los que nos corresponde a todos prestar atenci�n cuando nos acercamos a la adoraci�n de Dios. En primer lugar, debemos vaciarnos de nosotros mismos.

Debemos llegar como si nuestro conocimiento actual de Dios no fuera nada, y como si Dios todav�a fuera conocido y aprendido. Todo lo que tenemos debe sacrificarse por el bien de lo que debemos tener y ganar. Mientras el pecado, en una de sus innumerables formas, est� al acecho en el coraz�n o en la conciencia, el servicio a Dios ser� en vano, porque la b�squeda de la verdad es una mentira. Es esa deshonestidad practicada, es esa lujuria acariciada, es ese amor propio mimado, es esa indolencia incurable, es esa imaginaci�n voluntariamente profanada, es esa malicia y envidia que vicia todo tu culto y hace de toda tu religi�n una mentir.

Hay uno que escudri�a el coraz�n y lo limpia porque lo escudri�a. Hay Aquel cuya sangre nos limpia de todo pecado, si estamos dispuestos a caminar en la luz, como �l est� en la luz. Es en comuni�n personal directa con este buscador de corazones, con este portador de pecados, pero solo as�, que nos volvemos sin pecado. Pero si se permite que algo interfiera con esa relaci�n y comuni�n personal directa, no importa lo que sea, aunque sea alguna palabra sagrada u ordenanza propia, ese es un �dolo que interfiere con nuestra adoraci�n y servicio a �l, y por tanto, un �dolo que debe ser derribado. ( S. Leathes, DD )

Idolatras preguntando a Dios

I. �Qu� se entiende por el establecimiento de �dolos?

1. Es opresivo para los hombres en su estado natural pensar en el Dios espiritual, omnipresente y que escudri�a el coraz�n. En consecuencia, han reducido su concepci�n de Dios a algo que puede ser aprehendido por los sentidos. De este modo, han tratado de satisfacer el instinto religioso dentro de ellos, mientras que al mismo tiempo se complacen a s� mismos. Es mucho m�s f�cil tener un objeto de adoraci�n que podamos ver, tocar o saborear. Un �dolo tampoco es tan exigente como el Dios incorruptible y que odia el pecado. Al ser material, no puede requerir la adoraci�n del coraz�n.

2. No corremos peligro de adorar �dolos de madera y piedra. Pero la tendencia de la naturaleza humana es siempre la misma, y ??donde no hay gracia renovadora, hay algo creado por la criatura que es idolatrado: puede ser alg�n lugar de poder, riqueza, placer sensual, ni�o o creaci�n del esp�ritu. mente.

(1) Existe esta idolatr�a cuando tenemos la intenci�n de pecar o de pecar.

(2) Existe esta idolatr�a cuando establecemos ideas particulares en nuestro coraz�n de las que no queremos apartarnos.

II. El indagador. Estos israelitas no quisieron establecer sus �dolos completamente al este de Jehov�. Todav�a ten�an la intenci�n de conectarlo con su historia pasada como su deidad nacional. Y entonces podemos entender que vayan a consultar a uno de los profetas del Se�or. Hab�a contracorrientes en su vida. Estaba la corriente id�latra que los llev� a hacer lo que estaba prohibido por Dios y, sin embargo, estaba la vieja corriente que los llev� a consultar a Dios. Todav�a podemos encontrar una analog�a con esto.

1. Existe esta indagaci�n cuando pedimos luz y ayuda en la oraci�n, mientras que al mismo tiempo estamos decididos a seguir lo que nos agrada.

2. Existe esta pregunta cuando escudri�amos la Biblia mientras estamos resueltos a ver en ella solo ciertas cosas.

III. El trato divino.

1. Por qu� debe ser in�til preguntarle a Dios mientras seguimos nuestro propio camino.

(1) Dios requiere sumisi�n.

(2) Dios requiere sinceridad.

2. C�mo Dios muestra la inutilidad de preguntarle mientras estamos empe�ados en nuestro propio camino. "Yo, el Se�or, le responder�".

(1) �l permite que nuestra disposici�n produzca alg�n resultado terrible que nos averg�ence. Estamos arruinados en nuestra propiedad o en nuestra salud. Alg�n ni�o a quien idolatramos puede resultarnos una pena.

(2) �l nos permite entrar en abatimiento y desesperaci�n. Nadie que ponga un �dolo en el lugar de Dios est� por encima de estar desquiciado. Especialmente el devoto que tiene su pecado favorito es la probable v�ctima del abatimiento.

(3) O nos permite endurecernos para que no podamos ver la diferencia entre el bien y el mal. ( R. Einlayson, BA )

�dolos en el coraz�n

I. El principio establecido. Como un im�n atrae de la basura s�lo los trozos de hierro por los que tiene afinidad, as� la idea de �dolo en la mente de un hombre har� que se fije en lo que sea que le sirva y descuide todo lo dem�s. La misma Palabra de Dios no ser� m�s que un espejo en el que ve reflejado el pensamiento que posee su alma.

II. El funcionamiento de este principio.

1. Los ap�stoles, como el resto de los jud�os, ten�an la firme convicci�n de que el Mes�as ser�a un gran Pr�ncipe temporal.

2. Otro ejemplo se encuentra en aquellos que buscan un sistema de gobierno de la Iglesia en el Nuevo Testamento.

3. La controversia sobre la condenaci�n final de los incr�dulos. Restauracionista, aniquilista y creyente en un tormento sin fin: todos apelan a la misma Palabra y, a menudo, a los mismos textos.

III. Uso pr�ctico. Tres �dolos comunes

1. El pensamiento de que arrepentirse del pecado y volverse a Jes�s en la �ltima hora ser� suficiente.

2. El pensamiento de que las buenas obras no son esenciales para la salvaci�n.

3. El pensamiento de que la nueva vida de fe debe ser introducida con un gran y abrumador espasmo de sentimiento. ( J. Ogle. )

Los �dolos en el coraz�n una barrera a la verdad

I. Los �dolos que est�n en el coraz�n y los tropiezos que est�n delante del rostro, son los pecados que a veces se le imputan al pueblo de Dios.

II. Hombres que profesan preguntar por Dios mientras sus �dolos est�n en su coraz�n y sus piedras de tropiezo ante sus rostros; o la crasa inconsistencia de buscar mezclar el servicio de Dios con la b�squeda del pecado.

1. Los hombres pueden orar por influencia de la costumbre.

2. De las impresiones de la conciencia.

3. Desde el deseo de estar de pie, bien con sus semejantes.

4. De un deseo de �ame de reconciliarse con Dios.

III. Dios tomando nota de los �dolos que hay en el coraz�n de los hombres y de los tropiezos que est�n ante sus rostros, o de las advertencias fieles que Dios dirige a los que siguen el pecado mientras profesan servirle.

1. �l da a entender que nos conoce perfectamente.

2. Nos dice que no puede responder a las peticiones de aquellos que se entregan al pecado.

3. Nos muestra cu�n irrazonable es esperar que le preguntemos. ( Predicador evang�lico. )

Enfermedad card�aca la peor enfermedad

Manton dice: ��Qu� pensar�amos de un hombre que se quejaba de dolor de muelas o de un corte en el dedo, cuando todo el tiempo estaba herido en el coraz�n? �No te parecer�a muy extra�o? Sin embargo, los hombres lamentar�n cualquier cosa antes que la depravaci�n de sus corazones. Muchos confesar�n sus pensamientos errantes en oraci�n, pero no reconocer�n el alejamiento de sus corazones de Dios. Se arrepentir�n de haber hablado con enojo, pero no de tener un coraz�n apasionado.

Reconocer�n la violaci�n del s�bado, pero nunca lamentar�n su falta de amor por Jes�s, que es un asunto del coraz�n. La maldad de su coraz�n no les parece nada: su lengua, sus manos, sus pies, son todo lo que notan. �Qu�! �Llorar�n por un dedo cortado y no sentir�n miedo cuando les claven una daga en las entra�as? Oh, locura de los pecadores, que jueguen m�s con esa enfermedad que es la m�s peligrosa y est� en el fondo de todos los dem�s males.

La gran queja de Dios de los hombres es que ponen en sus corazones �dolos en los que ellos mismos no piensan. Ciertos en nuestros d�as se han ido tan lejos que incluso niegan que el coraz�n humano est� enfermo. �Entonces que? Solo prueba la conexi�n �ntima entre el coraz�n y los ojos. Un coraz�n pervertido pronto crea un ojo ciego. Por supuesto, un coraz�n depravado no ve su propia depravaci�n. Oh, que pudi�ramos llevar a los hombres a pensar y sentirse bien acerca de sus corazones; �pero este es el �ltimo punto al que podemos llevarlos! Se pasean por la zarza y ??se lamentan por todos y cada uno de los males, excepto la fuente y la fuente de todos.

Se�or, ens��ame a mirar dentro. Que pueda atender m�s a m� mismo que a mis actos. Purifica el manantial, para que el arroyo no se contamine m�s. Comenzar�a por donde T� comienzas, y te suplicar�a que me des un coraz�n nuevo. T� dices: "Hijo m�o, dame tu coraz�n". Se�or, te lo doy, pero al mismo tiempo oro: �Se�or, dame un coraz�n nuevo�; porque sin esto mi coraz�n no es digno de que lo tengas. ( CH Spurgeon. )

Idolatr�a en el coraz�n

Los viajeros nos dicen que hay una tribu en �frica tan entregada a la superstici�n que llenan sus chozas y casuchas con tantos �dolos que ni siquiera dejan lugar para sus familias. �Cu�ntos hombres hay que llenan su coraz�n con los �dolos del pecado, de modo que no hay lugar para el Dios viviente ni para ninguno de sus santos principios! ( John Bate. )

Versículo 4

Yo, el Se�or, responder� al que venga conforme a la multitud de sus �dolos.

Respondido seg�n sus �dolos

Con ellos, como perverso, el que todo lo ve, en la frase terriblemente audaz del salmista, �se mostrar� perverso�; incurrir�n en ese castigo que la Escritura describe como cegamiento de sus ojos y endurecimiento de su coraz�n, y que consiste esencialmente en que se les deje a s� mismos sin la luz que no buscan con sinceridad &mdashdejados, de hecho, para tomar a su manera, y ver qu� saldr� de ella.

Esta l�nea de lenguaje b�blico ha causado dificultades que no se pueden pasar por alto; m�s a�n, porque un pasaje en el que se encuentra ( Isa�as 6:10 ) es de todos los pasajes del Antiguo Testamento el que se cita con mayor frecuencia en el Nuevo Testamento; y San Juan, con sorprendente distinci�n, atribuye al Se�or el "cegamiento" y el "endurecimiento".

La explicaci�n debe encontrarse en esa ley de la vida �tica por la cual la perseverancia en la voluntad propia - el proceso, como lo llama Shakespeare, en un pasaje terriblemente v�vido, de "endurecerse en la crueldad" - produce inevitablemente insensibilidad moral. Todos los moralistas serios, cualquiera que sea su punto de vista teol�gico, admitir�n que esto es un hecho; y todos los que creen en un Dios ver�n en �l una revelaci�n de su car�cter, de modo que cuando funcione, de hecho, permitir� que siga su curso.

Y es el m�todo de los escritores de las Escrituras imprimir el hecho en la mente de los hombres con una viveza concreta, al representar tal acci�n de parte de Dios como una imposici�n penal literal. Ah�, de todos modos, est� el hecho, y tenemos que considerarlo. Tememos tambi�n y estemos en guardia, no sea que, por falta del prop�sito simple en el que nuestro Se�or insiste en Su gran serm�n, tambi�n nosotros quedemos en la gran oscuridad que aguarda como una sombra sobre la dureza del coraz�n. . ( Canon Bright. )

La plaga del �dolo

La visi�n de un hombre determina qu� tipo de revelaci�n aceptar�. Lo guiar� en la elecci�n de su profeta: "Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus �dolos en su coraz�n, y han puesto la piedra de tropiezo de su iniquidad delante de su rostro: �deber�an ser interrogados por ellos?" ( Ezequiel 14:3 ). Cuando un indagador viene con su �dolo en su coraz�n, no es un indagador, sino un demandante; ha tra�do consigo la �nica respuesta que est� dispuesto a recibir: cae sobre la piedra de tropiezo de su iniquidad, y pierde la luz de la estrella resplandeciente de la ma�ana.

�C�mo reverbera ese �seg�n� a trav�s de los mensajes del profeta! Aqu� declara que cada �dolo lleva consigo una mentira que ser� cre�da como verdad. Hay una atm�sfera en la que el verdadero profeta no puede respirar y hablar con claridad; el falso profeta puede y ese es el desastre. �La maldad vendr� sobre la maldad, y el rumor ser� sobre el rumor; entonces buscar�n una visi�n del profeta; pero la ley perecer� del sacerdote, y el consejo de los ancianos �( Ezequiel 7:26 ). cuando florecen los �dolos, perecen los ideales. ( SE Lewis. )

Versículos 5-6

Todos est�n alejados de M� a trav�s de sus �dolos.

Alienaci�n de Dios

Leemos aqu�, en las propias palabras de Dios, Su regla de tratar con las personas que vienen a �l con cierta disposici�n mental.

1. La palabra �distanciados� implica una condici�n anterior de relaci�n cercana y afecto, de la que han ca�do desde entonces. No aplicar�as el t�rmino a los extranjeros. No se dir�a de un franc�s que estuvo alejado de este pa�s, simplemente porque nunca perteneci� a �l; pero si un ingl�s residiera tanto tiempo en Par�s como para perder su patriotismo y su inter�s por nuestros asuntos, se dir�a que estaba distanciado.

As� que, de nuevo, no dir�as de un simple conocido, si dejaras de verlo, que est� alejado de ti; pero si el amor de un viejo amigo se enfr�a, si un ni�o se vuelve indiferente a su hogar, o un marido fracasa en su devoci�n por su esposa, usted describe tal ca�da como un distanciamiento. Con este temperamento, ciertos ancianos de Israel se presentaron ante el profeta de Dios. Vinieron a consultar Su voluntad y buscar Su ayuda.

�Qu� autoenga�o es, entonces! �Qu� ceguera de coraz�n! �Hombres que vienen a Dios para preguntarle, y no saben que hay algo dentro de ellos que impedir� que Dios los escuche! �Qui�n los ha persuadido de que vengan por este camino? �Sin voz m�s que la de su propio coraz�n! Y, sin embargo, �dices que es su coraz�n el que bloquea el camino de Dios contra ellos? "�Alejados de m� por sus �dolos!" Oh, para nosotros, que podemos ser como estos ancianos de Israel, �cu�n duro nos presiona este gobierno de Dios! Como ellos, solo que mucho m�s favorecidos en todas las bendiciones espirituales, con todo para volver nuestros pies hacia Dios, las mismas corrientes de la sociedad nos balancean en esta direcci�n, la brisa de la moda nos impulsa suavemente hacia aqu�, la mano de la costumbre con su constante pero casi presi�n sin sentir sobre el tim�n de nuestra vida diaria para guiarnos dentro del refugio de la Iglesia.

Aprendemos a decir nuestras oraciones y la oraci�n se convierte en un truco de palabras. Las Biblias son baratas y est�n en la mano de todo hombre. Y sin embargo, incluso ahora, puede haber entre nosotros algunos que no recuerden, que con �dolos en nuestro coraz�n estamos alejados de Dios, �y que no seremos indagados por �l en absoluto!

2. Pero esto no es lo peor. La pregunta que Dios hace espera la respuesta "No"; y, sin embargo, no es la respuesta que le da. Su respuesta nos permite tener una visi�n m�s cercana de sus misteriosos tratos con el hombre. Lo vemos obrar por una regla de la que no sabemos nada, una regla de misterio, maravillosa e inescrutable, pero que el ejemplo y la experiencia nos ense�an que �l aplica con infalible fuerza. Cuando hombres as� alejados y alejados de �l de coraz�n se presentan en persona ante �l, �l no les niega una audiencia.

Ellos rezan - �l escucha - su oraci�n es respondida: �pero cu�n fatal es el regalo que �l concede! "Yo, el Se�or, responder� al que venga conforme a la multitud de sus �dolos". �Qu� ilustraciones de la conducta divina ofrecen las Escrituras tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento! Los jud�os clamaron por un rey, y Dios les dio uno, pero de esta manera: �Te di un rey en mi ira, y lo quit� en mi ira.

�Ellos clamaron en el desierto por carne, -� Entonces comieron, y se saciaron, porque �l les dio su propio deseo; no se decepcionaron de su lujuria. Pero mientras a�n ten�an la carne en la boca �, etc.,� y mataron a los escogidos que estaban en Israel �. Balaam recibi� a los mensajeros del rey por segunda vez, y aunque Dios le hab�a respondido una vez, profes� preguntarle de nuevo.

Vino con �dolos en el coraz�n, su afecto alejado de Dios: �y cu�l fue el resultado? �Dios prohibi� su oraci�n? �Oh, que lo hubiera hecho! �Rechaz� su oraci�n? �Pobre de m�! �l lo concedi�, diciendo: "Lev�ntate y ve con ellos". Y Balaam, demasiado feliz de obtener el permiso, fue. Pero la ira de Dios se encendi� porque �l fue; y al final cay� de pecado en pecado, vendi�ndose a s� mismo para hacer la obra del tentador; y muri� entre los enemigos de Dios, sus propias oraciones piadosas y bendiciones resonaban la maldici�n del hip�crita en sus o�dos.

Hay otro ejemplo m�s cercano a la persona del bendito Se�or mismo; y por tanto la advertencia es m�s terrible. Jes�s escogi� s�lo a doce para ayudarlo en su obra; e incluso en uno de estos mir� - un hombre con �dolos en su coraz�n - y dijo de �l: "�No te he elegido a los doce, y uno de ustedes es un diablo?" Este se acerc� a Cristo como los once: pas� como uno de ellos. Estuvo con ellos casi hasta el final; solo quer�a un poco de tiempo para irse y finalmente arreglar la trama, y ??ese tiempo lo ten�a.

Dios le dio la oportunidad, - digamos que no le dio, pero le permiti�. Jes�s lo mir� y dijo: "Lo que haces, hazlo pronto". �Alguna vez se escuch� una oraci�n as�? �Alguna vez el hombre en la tierra respondi� as� a la multitud de sus �dolos?

3. El prop�sito de Dios al responder a los malos deseos de los corazones alienados de Su amor. Su coraz�n se convertir� en su lazo, la red en la que ser�n atrapados, la trampa en la que ser�n atrapados. Tus talentos, gustos, afectos y deseos dominantes, los dones con los que la mano de la naturaleza te ha enriquecido, la herencia con la que comenzaste en la vida, tu fuerza f�sica, tu juventud, tu belleza, tu ingenio, tu atractivo, su temperamento afable, su poder de simpat�a, su gracia de modales, su aptitud para los negocios, su fuerte voluntad, su influencia sobre los dem�s - con esto hizo sus moldes temprano en la vida: le han tra�do despojos relucientes y reservas de consuelo y has enriquecido tu hogar con placeres y riquezas.

Pero estos mismos instrumentos de ganancia, �qu� m�s has hecho con ellos? �Te han enredado demasiado en el mundo? �Te impidi� tu camino hacia Dios? te implic� peligrosamente con otros? �Ha atrapado a otros y ha creado una confusi�n inextricable en sus proyectos de una vida pac�fica, santa y feliz? Y ahora, a medida que envejece, �est� tan involucrado en los negocios de este mundo que no puede escapar de sus fatigas? Cuando Cristo, el leg�timo Amo de tu coraz�n, te llama desde la tranquila orilla y te pide que dejes tus redes y te conviertas, si no expresamente en "pescadores de hombres", pero al menos en siervos de Su obra, tu coraz�n estar� libre para �SIGUELO? �Es tu coraz�n suyo en absoluto? No, �es tu coraz�n el tuyo para dar? �No lo hab�is regalado ya a los �dolos, a los dioses falsos, al mundo? o puede ser, �has perdido tu coraz�n en el pecado! (Archidi�cono Furse. )

Cosas que alejan el coraz�n de Dios

Fue un comentario verdadero y hermoso hecho por la madre de Wm. Allan, el qu�mico cu�quero, cuando ella buscaba que su hijo prestara m�s atenci�n a la religi�n y dedicara menos tiempo a la prosecuci�n de sus estudios en su ciencia favorita y fascinante: �Recuerda, muchacho, que Cristo ech� incluso el palomas fuera del templo ". La lecci�n que se ense�� con tanta gentileza fue efectivamente tomada en serio. El joven Allan aprendi�, con provecho duradero, que el m�s inocente y leg�timo de los objetos terrenales de inter�s no puede ocupar ese lugar central en nuestros afectos que nuestro Salvador reclama para s� mismo; pero en las almas de los redimidos, todos los dem�s deseos, sin doloroso esfuerzo, se dispondr�n a las debidas distancias de este centro.

Arrepent�os y apartaos de vuestros �dolos. -

Arrepentimiento

1. El arrepentimiento es volverse del pecado a Dios. No es un cambio, sino un cambio del juicio, para que los hombres juzguen de otra manera de Dios, de sus leyes y caminos, del pecado, de s� mismos, que antes; un cambio de la voluntad y los afectos, de modo que sean llevados total y completamente a Dios ( Joel 2:12 ).

2. El arrepentimiento es un acto continuo. Es una gracia, y debe tener su operaci�n diaria, as� como otras gracias. Donde brota un manantial, siempre fluye.

3. Los pecadores deben animarse a s� mismos y hacer todo lo que est� en su poder para promover su conversi�n a Dios. �Apartaos de vuestros �dolos�; use todos los argumentos que pueda para hacer que sus corazones se aparten de los �dolos y de otros caminos pecaminosos. Considerar&mdash

(1) Que est�n separados del Se�or ( Isa�as 59:2 ).

(2) La vida de ese hombre es corta, y los placeres del pecado s�lo por una temporada.

(3) El atesoramiento diario de la ira y el peligro de la impenitencia final ( Romanos 2:5 ). Es un sello de condena.

(4) Las condenas del coraz�n y la conciencia de un hombre ( Isa�as 57:20 ).

(5) Absoluta necesidad de arrepentirse y volverse a Dios ( Lucas 13:3 ). "Si no os arrepent�s, todos perecer�is igualmente".

4. El verdadero arrepentimiento y el volverse al Se�or se manifiesta en sus efectos y frutos: ha encontrado fruto ( Mateo 3:8 ), fruto digno ( Lucas 3:8 ). Ahora, aqu� hay tres efectos en estas palabras:

(1) Cuando el alma se vuelve verdaderamente a Dios, busca convertir a otros; no se contenta con haber venido a Dios, sino que muchos hubieran venido a �l.

(2) No prescinde de ning�n pecado; no dice: Se�or, ten misericordia de m� en esto, sino que se aparta de �todas las abominaciones�, de todo �dolo, el pecado m�s atrevido ser� entonces para �l ( Oseas 14:8 ).

(3) Evita las ocasiones de pecado y las apariencias del mal. ( W. Greenhill, MA )

Pecado no tolerado

Cuando su gente en Wittenberg le mostr� sus licencias para pecar, la respuesta de Lutero fue: "A menos que se arrepientan, todos perecer�n". "Por favor, Dios, har� un agujero en su tambor", dijo, cuando escuch� por primera vez que Tetzel vend�a estas indulgencias. ( An�cdotas de Lutero. )

Versículo 7

Que se separa de m�.

Punto de contacto perturbado por el pecado

El Dr. Cortland Meyers dice que una de las campanas el�ctricas en su casa se neg� recientemente a sonar. No pudo descubrir la causa. Se mand� llamar a un electricista. Despu�s de pasar un rato sobre �l, descubri� que justo debajo de la campana, tan insignificante que resultaba casi imperceptible, hab�a un lugar donde se perd�a el punto de contacto. A menudo sucede lo mismo con la Iglesia. �La bater�a est� bien, la maquinaria y los cables est�n bien, pero el punto de contacto est� defectuoso�: la desobediencia, el orgullo, la codicia han alejado el coraz�n de Dios. ( R. Ventilaci�n. )

El poder del pecado para separar al hombre de Dios

Un hombre nunca llega al final de la distancia que lo separa del Padre, si su rostro se aparta de Dios. Cada momento aumenta la separaci�n. Dos l�neas comienzan una de la otra en el �ngulo m�s agudo, est�n m�s alejadas una de la otra cuanto m�s se producen, hasta que por fin una puede estar al lado del trono de Dios y la otra hacia las profundidades m�s profundas del infierno. . ( A. Maclaren. )

Versículo 11

Para que la casa de Israel no se desv�e m�s de m�.

Castigo del pueblo de Dios

Manton dice: �Se usa m�s escuadrado, tallado y corte en una piedra que se va a colocar en un palacio se�orial que en un edificio ordinario; y la vid se poda cuando no se cuida la zarza, y mucho menos para que crezca en toda su longitud �. Esto deber�a reconciliar a los creyentes con sus castigos. Las zarzas ciertamente lo pasan bien y crecen seg�n su propio placer.

Hemos visto sus largos brotes que se extienden a lo largo y ancho, y ning�n cuchillo los ha amenazado mientras se deleitaban con los comunes y las tierras bald�as. La pobre vid est� devorada tan de cerca que de ella quedan pocos tallos desnudos. Sin embargo, cuando llega el momento de la limpieza y se amontonan las zarzas para quemarlas, �qui�n no preferir�a ser la vid? ( CH Spurgeon. )

Versículos 12-14

Aunque estos tres hombres, No�, Daniel y Job, estuvieran en �l, no deb�an librar sino sus propias almas.

El l�mite de la influencia

La solemnidad de esta seguridad aumenta por el hecho de que constituye una gran excepci�n al tenor general del gobierno divino. Una y otra vez Dios ha salvado la tierra a causa de los justos que estaban en ella: habr�a perdonado las ciudades de la llanura si Abraham hubiera podido encontrar diez almas orantes en toda su poblaci�n corrupta; Bendijo la casa de Potifar por amor de Jos�; Permiti� que la intercesi�n de Mois�s protegiera a Israel del juicio bien merecido; por amor de Pablo, salv� el barco en la tormenta.

En el texto nos encontramos con una variaci�n tajante del m�todo general: No�, Daniel o Job ya no cuentan por m�s de uno; el d�a de la intercesi�n prevaleciente est� por cerrar; el car�cter debe individualizarse y la difusi�n de los beneficios colaterales debe desaparecer para siempre. Por terrible que parezca en la primera lectura, hay un pozo de consuelo bastante profundo en todo este desierto de desolaci�n. Se observar� que aunque la oscuridad tra�da sobre la tierra por el pecado es muy grande, sin embargo, a trav�s de toda la penumbra, las figuras de No�, Daniel y Job se ven en toda su viveza y sugesti�n pat�tica, mostrando que los ojos del Se�or est�n sobre los justos, y que su memoria es preciosa para �l.

Sin embargo, est� claro que el texto est� destinado a ser una advertencia m�s que un consuelo, y es con este esp�ritu que debemos abordar su interpretaci�n. Es una advertencia para hombres individuales. No pueden decir cu�n pronto ser�n llamados a cesar su ministerio de intercesi�n. Sin embargo, esto es especialmente una advertencia para los hogares. �Cu�n terrible es esta tragedia, que un hombre ya no sea el sacerdote de su propia familia! El hijo ser� separado del padre y la hija de la madre, y comprender� en un terrible individualismo de posici�n cu�n cierto es que cada alma debe dar cuenta de s� misma a Dios.

El Se�or no perdonar� a los ni�os cuando se hayan descarriado, habiendo quebrantado todos los votos santos y quebrantado todos los mandamientos emitidos desde el cielo. �Tambi�n enviar� bestias salvajes entre ustedes�, etc. Esta es una amenaza que puede operar de dos maneras; ya sea porque los hijos han perdido la confianza divina, o porque los padres han abandonado el camino correcto y s�lo pueden ser devueltos a casa mediante procesos de aflicci�n y desolaci�n.

Esta es una advertencia tambi�n para las naciones. La naci�n se salva gracias a la Iglesia viviente que est� dentro de ella. Los profetas no deben dejar de orar por la tierra en la que viven. En medio del tumulto pol�tico y el alboroto, la voz de su oraci�n puede parecer un sonido d�bil, sin embargo, el genio mismo de su fe los llama a mantener despejado el camino entre el cielo y la tierra para una relaci�n grande y provechosa.

En el misterio de la intercesi�n no podemos entrar, pero encontramos que est� en el coraz�n mismo de las cosas, una regla y una ley, un juicio y una bendici�n, una oportunidad grande en sus posibilidades, pero que siempre se apresura a una conclusi�n solemne. El gran principio de la mediaci�n est�, por supuesto, m�s v�vida y gloriosamente representado por el ministerio de nuestro Se�or Jesucristo; pero incluso en Su caso, el sacerdocio debe cesar, la oraci�n larga y amorosa por los dem�s llegar� a un final perpetuo: �Entonces vendr� el fin�, etc.

Vivimos en un gran per�odo de intercesi�n; el Esp�ritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles; no debemos temer porque nuestra oraci�n se detiene y tropieza en la mera elocuencia de su expresi�n; la elocuencia de la oraci�n est� en su sinceridad; Dios mirar� al hombre de coraz�n contrito y humillado, y pondr� en �l se�ales de aprobaci�n. Un don maravilloso es tener el don de intercesi�n, el poder de expresar con palabras celestiales las necesidades de otros hombres y el poder de suplicar a Dios en nombre de aquellos que nunca suplican por s� mismos.

Algunos suplicantes pueden orar por s� mismos; otros solo pueden orar acerca de grandes eventos y grandes temas; otros, m�s semejantes a Cristo, parecen llevar el mundo en sus corazones y abogar por continentes e imperios en grandes intercesiones. Tengamos una visi�n clara del sistema de gobierno espiritual bajo el cual vivimos. Debemos concluir todas nuestras oraciones, y de hecho comenzarlas y continuarlas, con el sentimiento, �Por el amor de Cristo.

�No podemos comprender el misterio de esta tierra y, sin embargo, sentimos lo s�lido que es y lo imposible que ser�a para nosotros orar sin ella. En Cristo encontramos a Dios. Es a trav�s de Cristo que encontramos acceso al trono de la gracia celestial. No suplicamos a Cristo como si estuvi�ramos suplicando a una deidad arbitraria, que no har�a nada por nosotros mismos, sino que solo lo har�a por mediaci�n de Su Hijo, o debido a Su parcialidad por alguien a quien �l llama Su Unig�nito. .

Aunque nuestras oraciones deben ser escuchadas por causa de Cristo, �sin embargo, Cristo mismo fue dado por nuestra causa! En esto est� el amor, que cuando a�n �ramos pecadores, Cristo muri� por nosotros. Dios envi� a su Hijo a buscar y salvar lo que se hab�a perdido. ( J. Parker, DD )

Un enga�o disipado

I. La justicia del m�s piadoso no puede beneficiar al imp�o.

1. Probamos esto, primero, refiri�ndolos a nuestro texto y pidi�ndoles que lo lean por ustedes mismos. F�jense c�mo se enciende la ira del Se�or, y c�mo las palabras brotan como rel�mpagos de los labios del Alt�simo.

2. A continuaci�n, les pido que examinen m�s detenidamente los retratos de estos hombres de Dios, que se presume que fueron los abogados de los acusados ??y que causaron tanto asombro, porque con todos sus alegatos especiales perdieron notablemente su caso. El Se�or declara que si se juntaran los tres, no salvar�an ni a su hijo ni a su hija.

3. Esta verdad puede confirmarse m�s observando el curso de la Providencia en lo que respecta a las cosas de esta vida. Si los m�ritos de amigos y padres podr�an asegurar la salvaci�n de sus parientes o hijos, debemos esperar ver al �hijo o la hija� de un hombre justo protegido del castigo total de sus propias fechor�as; pero tenemos pruebas de que no es as�.

4. Por doloroso que sea, debo llevar la afirmaci�n un paso m�s all�. La justicia de los hombres buenos no ha servido para salvar a sus parientes de los terrores del mundo venidero. Ca�n, �d�nde est�s esta noche? �Est�s sentado aqu�? �Y sue�as que tu hermano Abel ahora con Dios puede bendecirte de alguna manera? Eso no debe ser. Disipa el enga�o.

II. Las oraciones de los m�s grandes intercesores no pueden servir si los hombres persisten en su incredulidad.

1. Recuerde que todas las oraciones de hombres piadosos no pueden alterar la naturaleza del pecado, y si no pueden alterar la naturaleza del pecado, entonces los que contin�an en �l deben perecer.

2. Adem�s, las oraciones de los hombres buenos no pueden alterar las condiciones del futuro eterno, mientras el presente permanezca igual. No hay ley m�s inmutable que la de que �ser bueno es ser feliz�, y ser malo es, tarde o temprano, ser miserable. Tiene que ser as�. No conf�en, por tanto, en las oraciones de los dem�s, sino que vengan a Cristo por ustedes mismos, para que sean limpiados del pecado y hechos id�neos para el cielo.

3. Tal vez usted diga: �Se�or, no pens� que la oraci�n ser�a suficiente para efectuar un cambio en mis circunstancias sin un cambio correspondiente en m� mismo; pero pens� que de alguna manera, mediante la oraci�n, me ver�a obligado a creer y a arrepentirme ". �Obligado a creer y a arrepentirse? Bueno, hombre, �qu� clase de arrepentimiento y fe debe ser el que proviene de la compulsi�n? ( CH Spurgeon. )

Buenos hombres: su poder y su debilidad

I. Dios reconoce la existencia de hombres buenos. Hab�an pasado muchas edades desde que dos de los hombres mencionados aqu�, No� y Job, dejaron el mundo. Sin embargo, Dios no los olvid�. Sus historias le parec�an frescas. Los buenos hombres est�n siempre ante la mente de Dios. Son �tenidos en memoria eterna�.

2. Dios aprecia los servicios de los hombres buenos. El lenguaje implica que No�, Daniel y Job podr�an hacer mucho por el mundo. Dios se ha complacido en dotar a los hombres de poder para grandes logros, y cuando este poder se usa correctamente, concede la sonrisa de su aprobaci�n.

III. Dios limita la influencia de los hombres buenos. Estos hombres pod�an hacer mucho, hab�an hecho mucho; pero hab�a mucho que no pod�an hacer. Cuando nos alcance una retribuci�n justa, los servicios de los mejores hombres que jam�s hayan existido ser�n in�tiles.

IV. Dios asegura la salvaci�n de los buenos. Su justicia asegura su salvaci�n. Un hombre justo, un hombre recto en su relaci�n con Dios, plenamente absuelto ante su Hacedor, y recto en los principios y prop�sitos de su propia alma, est� a salvo en todas partes, a salvo en medio de los juicios m�s terribles del cielo. ( D. Thomas, DD )

No�, Daniel y Job

Si miramos la historia de los tres hombres santos mencionados en el texto, encontraremos que salvaron sus almas o sus vidas por su justicia. Y es manifiestamente de acuerdo con nuestro propio sentido m�s profundo del derecho y la justicia que esto sea as�; la noci�n de que las buenas acciones traer�n una recompensa, y que las malas acciones traer�n un castigo, es demasiado profunda para ser erradicada. Percibes cu�n a fondo fue asumido como un principio por Abraham ( G�nesis 18:25 ), como debe serlo por cualquiera que tenga un sentido de la bondad de Dios, y que crea que los sentimientos de derecho y justicia que encuentra en su propia alma no son m�s que el reflejo de la imagen de Dios all�, - asumido como un principio, digo, que Dios har�a una diferencia entre el mal y el bien, y permitir�a que un hombre justo viva por su justicia.

Precisamente el mismo tipo de doctrina se puede encontrar en el Nuevo Testamento. Pues volvamos a la solemne descripci�n que nuestro bendito Se�or nos ha dejado sobre el juicio final; Me refiero a la descripci�n que est� contenida en San Mateo 25:1 . �Qui�n dir�, con esta descripci�n del juicio ante �l, que el juicio final no ser� un juicio seg�n las obras, que la justicia no salvar� las almas con vida? La descripci�n es solo un boceto, no pretende ser completa; pero esta caracter�stica est� ah�, no se puede deshacer de ella, es la que da a todo el juicio su tono y su complexi�n.

�Y por qu� deber�amos desear deshacernos de �l, cuando el principio en el que se basa est� tan completamente de acuerdo con todo nuestro sentido del derecho, y tambi�n de acuerdo con esas otras palabras de Cristo en las que �l declara que aquellos que han hecho �El bien resucitar� a resurrecci�n de vida, y los que hicieron lo malo a resurrecci�n de condenaci�n? Y por qu� tambi�n, con tales palabras de nuestro Se�or ante nosotros, deber�amos vacilar en dar a las palabras de Santiago su fuerza plena e inquebrantable cuando dice: �Ved, entonces, c�mo por las obras el hombre es justificado y no por s�lo fe �? ( Obispo Harvey Goodwin. )

Versículos 19-20

O si env�o una pestilencia.

Calamidad p�blica un llamado a la humillaci�n privada

Conf�e en ello, tenemos necesidad y, a medida que pasen los a�os, tendremos m�s y m�s necesidad de recordarnos a nosotros mismos la Mano invisible que nos env�a nuestras bendiciones o las retira de nosotros. Los nuevos dispositivos de habilidad mec�nica tienden a mantener a Dios fuera de nuestra vista. La simple maquinaria que depend�a del viento o de la corriente para moverse no permit�a que los hombres olvidaran tan f�cilmente su dependencia inmediata de Dios.

Su albedr�o se oscurece a medias cuando se vuelven independientes del aliento del cielo y de la humedad que desciende de arriba. Y as� existe el peligro constante de caer en el ate�smo pr�ctico, si nos permitimos, en la mera contemplaci�n de una ley natural separada de su Autor Divino; o atender a sus resultados, sin advertir la causa revelada de su funcionamiento. No es un menosprecio para la ciencia natural declarar que, si se persigue con un esp�ritu que no sea piadoso, a veces tiene una tendencia a oscurecer la visi�n de Dios: a interponer nombres duros y frases t�cnicas entre �l y nosotros; y pr�cticamente para mantenerlo fuera de nuestra vista.

No, el progreso mismo de la civilizaci�n, el aumento de la riqueza, el refinamiento y el lujo, todos tienen la misma tendencia. La mesa que se sirve a diario sin nuestro cuidado ayuda a mantener a Dios fuera de la vista. Y el valor especial de la Escritura se ve en la forma incondicional y menos ceremoniosa en la que hace a un lado esta red de palabras; pone a Dios, el Dador, en un lugar destacado; y reivindica Su absoluta soberan�a en la creaci�n.

Cuando Cristo dice: ��l hace que su sol salga�, su lenguaje es del todo acient�fico, sin duda; pero declara una verdad que para el alma devota es de suma importancia; a saber, que los cuerpos celestes son todas Sus criaturas; y que, en realidad, los fen�menos que les acompa�an no son sino la expresi�n visible de Su voluntad. Mientras hombres reflexivos investigan la historia natural de una calamidad que, a menos que se detenga, inevitablemente presionar� con terrible severidad a los pobres; que, si se propaga, puede contagiar todas nuestras puertas, ocasionar� la muerte dentro de nuestras fronteras. hogares y oscurecer todo hogar dom�stico; - "un camino m�s excelente" se nos revela en la Sagrada Escritura; un m�todo que est� al alcance de todos.

Me refiero, por supuesto, a los actos individuales de arrepentimiento, a los esfuerzos personales en pos de la santidad, al uso sincero de la oraci�n privada. La menci�n especial de tres de los principales santos de Dios, �No�, Daniel y Job�, nos recuerda que debemos, como individuos, buscar apartar la ira de Dios de esta Iglesia y naci�n. �Qu� se dir�, sobre todo, de nuestra despreocupaci�n por las necesidades espirituales de los paganos ignorantes, de nuestros propios compatriotas en el extranjero, de nuestros conciudadanos aqu� en casa? ( Dean Burgon. )

Versículo 23

Y sabr�is que no hice sin causa todo lo que hice en ella, dice el Se�or Dios.

Esperando la vindicaci�n de Dios

I. Las verdades dudadas. En todas las �pocas, como en la nuestra, los hombres han dudado de la bondad y justicia de Dios y han murmurado por sus actos. Rechazan el consuelo y acusan a Jehov� de crueldad. Habla de los sufrimientos de Jes�s por nosotros, y el agn�stico declara que es simplemente otro ejemplo de injusticia.

II. Causas del escepticismo. Pregunte por una raz�n de duda, y el racionalista afirma que el dolor contradice la bondad o el poder del Ser Divino. Pero las razones dadas no siempre son causas. El dolor es ego�sta y las l�grimas nos ciegan. La mayor�a de las personas en problemas son como un barco dirigido por un capit�n descuidado, y abandonado con la lona llena cuando estalla la tempestad. Nos hundimos porque no estamos preparados para los vendavales.

Los hombres se entregan a falsas esperanzas, rechazan todas las advertencias, esperan todo menos la muerte, y cuando llega el fin, claman que han sido agraviados. La costumbre les hace considerar un pr�stamo como una posesi�n y lo llaman robo de restauraci�n.

III. La futilidad de la duda. �De qu� sirve la duda de las verdades fundamentales del cristianismo? �Como funciona? Un pecador que sufre castigo es endurecido por la duda de la justicia de Dios y desanimado del arrepentimiento por la cuesti�n de Su misericordia. Una santa en agon�a y pr�xima a la muerte se ve sumida en una oscuridad m�s profunda por la duda de todo lo que le queda. La duda confirma al transgresor y roba el consuelo al santo. Entonces, �para qui�n es bueno?

IV. Consuelo en la verdad de Dios. Si pudi�ramos mirar el pecado en su espantosa deformidad, su profunda culpa, sus efectos inhumanos, con una visi�n s�lida, ser�amos lentos para quejarnos. Si Dios no castigara el mal moral, no podr�amos respetarlo, y si permitiera que el mal no se corrigiera, los santos no podr�an esperar. La prisa y la impaciencia nos ocultan la verdad. Si pudi�ramos ver los resultados del sufrimiento en el car�cter, podr�amos consolarnos.

La historia es un relato del martirio del hombre. Pero los m�rtires no se han quejado. Han preferido la verdad, la belleza, la bondad a las alternativas y no se han arrepentido del precio. �Podemos confiar en Dios y esperar? Y mientras espera, no se quede inactivo. Hay obras dignas de arrepentimiento. Los vientos de Dios son dif�ciles de enfrentar como "vientos en contra", pero son de gran ayuda para aquellos que navegar�n con ellos. El prop�sito divino trabaja para corregir el mal y edificar el bien. Edifica con Dios y no tendr�s nada que derribar. ( CR Henderson, DD ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Ezekiel 14". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/ezekiel-14.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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