Bible Commentaries
Ageo 1

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-2

Vino la Palabra del Se�or por Hageo.

Deber revelado

El tema principal de todo el cap�tulo es el deber. Deber revelado, deber pospuesto, deber reivindicado Estos dos vers�culos nos dirigen a la revelaci�n del deber. Aqu� tenemos&mdash

(1 )

El momento de su revelaci�n. Todo deber tiene su hora, todo verdadero trabajo tiene su hora.

(2 ) El �rgano de su revelaci�n. "Vino la Palabra del Se�or por Hageo".

(3 ) El orden de su revelaci�n Hageo tuvo que entregar el mensaje a los hombres m�s cercanos a �l, con quienes se identificaba m�s, y tambi�n a los hombres que ten�an m�s poder para influir en los dem�s.

I. El deber es la carga de la revelaci�n divina. El gran prop�sito de la misi�n de Hageo era, en el nombre de Dios, instar a sus compatriotas a realizar una obra que les incumb�a moralmente, a saber, la reconstrucci�n del templo. �Cu�l era la carga de la misi�n de Hageo? carga de toda la revelaci�n Divina - deber. Contiene, es cierto, historias de hechos, efusiones de poes�a, discusiones de doctrina; pero la gran sustancia omnipresente del todo es el deber; su gran voz no es simplemente creer y sentir, sino hacer; considera que la fe y los sentimientos no valen nada a menos que se adopten y se incorporen en el acto correcto. Presenta la regla del deber, proporciona las ayudas al deber, urge los motivos al deber. Este hecho muestra dos cosas:

1. Que la Biblia estudia el verdadero bienestar del hombre. No es un conjunto de creencias y emociones, sino un conjunto de actos y h�bitos. El hecho muestra ...

2. Esa religi�n no practicada es falsa.

II. El deber aumenta con la elevaci�n social. Esto est� impl�cito en la circunstancia de que Hageo fue directamente con el mensaje de Dios a los hombres m�s influyentes del estado, a "Zorobabel, hijo de Shealtiel, gobernador de Jud�, y a Josu�, hijo de Josedec, el sumo sacerdote". Este hecho tiene dos prop�sitos.

1. Dar una advertencia a los hombres en los grandes lugares.

2. Una lecci�n para los ministros. Dejemos que los embajadores del cielo lleven sus mensajes primero, si es posible, a los hombres con autoridad. ( Homilista. )

Versículo 3

Este pueblo dice: No ha llegado el tiempo, el tiempo en que la casa del Se�or debe ser edificada.

Extensi�n de la iglesia

La gente dec�a esto porque pensaba que la empresa era demasiado grande, demasiado ardua, demasiado cara para una naci�n en las circunstancias en que se encontraban. Estos cautivos que regresaron eran solo un peque�o remanente de la poblaci�n de la tierra. Todav�a no se hab�an establecido completamente en sus propias habitaciones. Ten�an enemigos formidables a su alrededor, empe�ados en obstaculizar su trabajo. Trabajaban en la actualidad bajo una angustia extraordinaria, debido al fracaso de su cosecha y sus cosechas; y por lo tanto, aunque admitieron que era necesario hacer el trabajo, dijeron: �Todav�a no; no en estos d�as.

��Cu�ntas buenas obras se pierden al desanimarse! La gran parte de los negocios que se nos env�an al mundo para hacer no se hace, con el pretexto de que es demasiado pronto para ponernos manos a la obra. Pero el profeta le muestra a este pueblo que su pobreza y angustia actuales fueron enviadas por Dios como un castigo por su negligencia pasada y una advertencia sobre su curso futuro. La pobreza que pensaban evitar al no construir el templo, Dios la trajo por no construirlo.

Habi�ndoles descubierto as� la naturaleza del trato de Dios con ellos, les pide que reflexionen sobre ellos.
"Considere sus caminos". Luego les urge el deber inmediato de enmendar sus caminos: �Sube al monte, trae le�a y edifica la casa�; y agrega tambi�n la promesa de aliento: "Y me complacer� en ello, y ser� glorificado, dice el Se�or". El mensaje y la exhortaci�n del profeta no fueron en vano.

El mensaje se dio el primer d�a del sexto mes y el d�a veinticuatro del mes la gente estaba trabajando. Cuando los jud�os fueron inducidos, a causa de su debilidad y pobreza, a descuidar su deber en la restauraci�n del templo, Dios los visit� y los castig� con el aumento de esa misma angustia que era la excusa de su pereza; y aunque entendieron mal la lecci�n, no retir� la mano hasta que, bajo la ense�anza del profeta, aprendieron su significado.

�No se ha desarrollado una obra similar de sabidur�a Todopoderosa en nuestro caso? Cuando hemos sido llevados al olvido de nuestro deber para con Dios, no por la angustia, sino por la arrogancia plenamente alimentada de la prosperidad mundana, �no nos ha sacado �l lecciones de castigo de lo que ha sido la causa misma de nuestro pecado? Nuestras grandes ciudades industriales y comerciales son el v�stago, el desarrollo, la personificaci�n muy caracter�stica del tipo de prosperidad que Dios ha permitido que una naci�n descuidada se ocupe por s� misma.

Y si tal prosperidad es una bendici�n, que no nos preguntemos si el Todopoderoso no ha tra�do sobre nosotros la �ltima y peor denuncia de la palabra prof�tica, y "maldijo nuestras bendiciones porque nos hemos apartado de sus caminos". Poco a poco se nos impone que nuestras discapacidades son tan grandes porque al construir nuestro tejido social hemos omitido el templo de Dios.

Estos son los castigos providenciales con los que Dios corrige a una naci�n, que ha permitido que una poblaci�n crezca alejada de �l, sin haber sido instruida en su ley divina. Y hasta ahora parece que estamos en el estado de los jud�os cuando Dios los visit� por primera vez con escasez y pobreza por haberse olvidado de �l y de Su templo. Estamos haciendo que las consecuencias de nuestra negligencia pecaminosa sean la raz�n de su continuaci�n. Necesitamos que todos tengamos nuestro esp�ritu movido dentro de nosotros para hacer la obra de Dios, s�, incluso aquellos que pueden pensar que ya han despertado a un sentido de sus deberes.

Cuando se colocaron los cimientos del segundo templo en medio de alegr�a y felicitaci�n general, �los ancianos, que hab�an visto la primera casa, lloraron a gran voz�. Se sintieron afligidos al pensar en el estado de humildad de la Iglesia de Dios. . Pero si el hombre en su mezquindad ahora construye mezquina, Dios puede dar a su templo un esplendor propio. La gloria de la �ltima casa puede ser mayor que la gloria de la primera.

En el segundo templo vino la gloria del Hijo de Dios encarnado. Y ahora puede entrar en nuestro templo esa presencia espiritual que le dar� una gloria a�n mayor. Entonces s� fuerte en lo que tu deber te pide que hagas, y fuerte en esa devoci�n abnegada por la que solo puedes hacerlo. Y no dude de que Dios prosperar� y bendecir� la obra que se est� llevando a cabo. ( Obispo E. Denison, DD )

Objeciones al trabajo religioso

Durante unos cuatro meses, Hageo se dedic� a pronunciar sermones prof�ticos para animar a la gente a reconstruir el segundo templo. La gente estaba desanimada. Prepararon sus propias casas, se techaron, pintaron y decoraron, pero se permiti� que la casa del Se�or estuviera desolada. Este descuido surgi� de un principio que prevalece en el coraz�n humano, que lleva a los hombres a imaginar que una atenci�n exclusiva a sus propias preocupaciones ego�stas es la �nica manera de promover sus intereses, no entra en su c�lculo estrecho de que el primer inter�s del hombre es el de glorifica a Dios.

La indiferencia por la causa de Dios ha tra�do muchos y m�ltiples dolores a la persona o comunidad que ha manifestado tal esp�ritu; ni se ha sabido jam�s que el celo por Dios y el amor por su causa hayan pasado desapercibidos o ignorados por �l. Cada esfuerzo. .. de cualquier tipo que sea, para el bienestar de las almas de los hombres, ser� objeto de objeciones. Si esperamos hasta que se satisfagan todas esas objeciones, actuaremos como el tonto que se par� a la orilla del arroyo, esperando hasta que el agua se hubiera ido para que �l pudiera pasar.

Las objeciones surgen de tres clases de personas. Al profano le disgusta el entusiasmo y la locura de tales intentos. Las personas interesadas, cuyas almas estrechas son incapaces de una comprensi�n amplia, tienen cierta l�nea de acci�n, pero se alarman ante cada empresa nueva, magn�fica y extensa. Los hombres buenos e inteligentes a veces sufren prejuicios en sus mentes contra determinadas formas de trabajo. Se pueden tomar ilustraciones de las objeciones a la "Sociedad para la propagaci�n del Evangelio entre los jud�os".

1. La primera objeci�n que se hace a los intentos de esta sociedad es la siguiente: que, considerando el estado actual de los jud�os, la obra de su conversi�n parece ser muy ardua, que dif�cilmente se puede esperar el �xito. Admitimos la dificultad, porque nuestro objetivo no es simplemente producir un cambio de sentimiento respecto al Mes�as, sino hacer un trabajo interno y espiritual en las almas. Pero como esta es la obra de Dios, no podemos ni debemos desesperarnos. El poder pertenece a Dios, y �l ha prometido obrar por medio de Sus siervos.

2. Otra objeci�n es esta: - El tiempo de la conversi�n de los jud�os a�n no ha llegado, porque a�n no ha llegado la plenitud de los gentiles. Pero Cristo ha dicho que no nos corresponde a nosotros conocer los tiempos y las estaciones. Si no s� la hora, �c�mo puedo decir que no ha llegado? Debemos ser guiados, no por lo que Dios ha entregado como una predicci�n, sino por lo que ha ordenado como un deber.

3. Otros est�n dispuestos a decir: �Hay algo en el estado actual de la Iglesia cristiana que nos halaga con esperanzas peculiares de �xito respecto a los jud�os? Si bien el cristianismo continu� puro y sin sofisticaci�n, muchos de los jud�os se convirtieron. �Con qu� poder se convirtieron? Fue por ese instrumento que Dios siempre emplea en la conversi�n de las almas, el testimonio puro de Jes�s.

Cuando el Evangelio perdi� su pureza y sencillez, tambi�n se perdi� el poder de la predicaci�n. La inquisici�n oblig� a muchos jud�os a convertirse en cristianos de nombre. Es cierto que cuando se reform� la Iglesia, se hizo poco por el antiguo pueblo del Se�or. Poco se pod�a hacer, porque el esp�ritu de partido, la intolerancia sectaria, la estrechez de miras paralizaban y debilitaban todos sus esfuerzos.

4. Se dice que surge una dificultad porque los jud�os descubren que queremos convertirlos a alguna secta en particular.

5. Se dice que el estado actual de la naci�n jud�a es especialmente desfavorable para la recepci�n del cristianismo. Pero no es probable que estas dificultades desaparezcan por s� solas si no nos esforzamos por aliviarlas.

6. Tambi�n se dice que los planes de esta Sociedad son ut�picos, porque �d�nde est�n sus medios?

7. Se dice: No hay puerta abierta; espere hasta que Dios abra una puerta en Su providencia, y luego siga adelante. La forma de obtener m�s oportunidades es aprovechar y utilizar el presente.

8. Se dice: �Qu� derecho tienes a interferir con la religi�n de los jud�os? Si tenemos una mejor , debemos compartirla con los dem�s. Otras objeciones son que esta Sociedad est� impulsada por motivos interesados; que hay que sobornar a los jud�os para que hagan una profesi�n cristiana; que nadie m�s que los jud�os pobres se aparta de su antigua fe; que todos los jud�os son impostores; y que esta Sociedad utiliza medios injustificables. ( EJ Jones. )

Dilaci�n

El Se�or estaba disgustado con este pueblo por su objeci�n. Deber�an haber obedecido el mandato que se les dio de inmediato y con seriedad. El profeta protest�, y su protesta no fue en vano.

I. Una r�plica que muchos de ustedes conocen. Tales cosas se presentan para su consideraci�n, y se presentan con amabilidad e inteligencia. Y admites la importancia de las cosas. Por ejemplo, escuchas con respeto cuando se te presenta la necesidad de la tristeza por tu pecado personal. Sin embargo, cuando has admitido esta necesidad, dices en voz baja: �Pero debo ser excusado ahora, no ahora, no ha llegado el momento.

Una vez m�s, prestas atenci�n cuando el ministro se�ala la necesidad del abandono del pecado. Pero, muchas y muchas veces, cuando se ha hecho el esfuerzo de instar al abandono real de los malos h�bitos, al abandono inmediato, continuo y permanente de ellos, usted ha dicho: "�Qu� facilidad es esa!" Bueno, �entonces qu�? �Ah! pero debe ser excusado por el momento. Ahora no. �A�n no es el momento! " Nuevamente, con qu� respeto escuchas cuando el ministro se�ala la necesidad del perd�n de los pecados.

Se les muestra que por profundo que sea el dolor, y por completo y completo que sea el abandono del pecado, existe el pecado despu�s de todo; est� el pecado, con su contaminaci�n, en tu conciencia; y est� el pecado, con su culpa, esperando asentarse en el libro de la memoria de Dios. Esa culpa debe ser cancelada; que la contaminaci�n debe limpiarse. Pero, �cu�l fue el resultado en este caso de s�plica? �Debemos ser excusados ??por el momento.

Ahora no. A�n no es el momento ". Una vez m�s, con qu� respeto ha escuchado cuando se ha hecho el esfuerzo de mostrar la necesidad de cooperaci�n para contrarrestar el padre. Sin embargo, esto se ha cumplido con la misma respuesta procrastinante.

II. Ciertas razones por las que su d�plica est� justificada. �A�n no es el momento�. �Por qu� no?

1. La respuesta de algunos de ustedes es que sus situaciones son especialmente desfavorables para la vida religiosa.

2. Otros dicen que est�n completamente absortos en pasatiempos seculares y en cuidados mundanos.

3. Otros dicen: Oh, mis pasiones y predilecciones est�n completamente fuera de mi control.

4. Otros dicen que nunca me ha visitado ninguna comunicaci�n abrumadora desde lo alto. Y todo el tiempo admites que el pecado ser� confesado y abandonado, que se solicitar� el perd�n y que debes tomar tu lugar entre aquellos que, en el nombre de Dios, est�n tratando de contrarrestar el pecado.

III. Cu�n absolutamente injustificable y cu�n completamente err�nea es tu justificaci�n. Si hay un mandamiento en este libro que es imperativo, es el mandamiento de arrepentirse por el pecado. Si hay un deber que incumbe, es el deber de abandonar el pecado. Si hay una obligaci�n primordial, es la obligaci�n de buscar, a trav�s de Cristo, el perd�n de los pecados. Si hay una responsabilidad que recae sobre la inteligencia humana por parte de la autoridad divina, es la responsabilidad de tomar su lugar del lado del Se�or. Tus razones son indefendibles, insostenibles. Te ruego que marques lo insostenible y que hayas terminado con ellos. ( William Brock, DD )

Todav�a no

La causa de Dios, en todas las �pocas, sufre m�s por sus amigos profesos que por sus enemigos abiertos. Fue el ego�smo, la pereza, el descuido y la apat�a de los jud�os lo que hizo que cesara la obra, despu�s de que se pusieron los cimientos. As� es ahora. Si tuviera una Iglesia de doscientos comulgantes, todos los cuales cumplieran constantemente con todos los reclamos que reconocen constantemente, y si tuviera la gracia para hacer lo mismo, no deber�a temer que cualquier oposici�n pudiera quebrar nuestro poder moral sobre esta comunidad.

No fue la intriga samaritana, sino la apat�a jud�a, lo que permiti� que el templo permaneciera inacabado durante tanto tiempo. La apat�a, no la oposici�n. La direcci�n del profeta es para aquellos que admitieron la afirmaci�n, pero respondieron: "Todav�a no". El trabajo deb�a realizarse en alg�n momento, pero "todav�a no". Esto describe el temperamento de miles de personas que abarrotan nuestras iglesias en este d�a. Ortodoxo pero inactivo. Su inactividad produce resultados desastrosos, de los cuales su ortodoxia no puede salvarlo.

La correcci�n de la opini�n y la ruindad de la conducta pueden coexistir en la historia del mismo individuo. Un aplazamiento de la acci�n, en las cosas que son imperativas en el momento presente, es una negaci�n por la conducta de lo que el intelecto afirma y urge. Coloca toda la vida en una contradicci�n, que debilita los poderes y rompe la influencia.

1. Est� el tema de la atenci�n a la propia salvaci�n personal. No puede haber controversia al respecto. Ning�n asistente serio en la adoraci�n cristiana negar� que es deber del hombre prestar seria atenci�n a su alma. Sin embargo, cu�ntos est�n descuidando por completo la cultura de su alma. Tienen la intenci�n de preocuparse por este asunto, pero todav�a no.

2. �No ha llegado el momento�, provoca tambi�n el aplazamiento del autoexamen honesto. Todo hombre razonable admite que es de suma importancia que todo hombre sepa todo sobre s� mismo. El autoenga�o no sirve de nada. No tiene sentido preferir un breve disfrute de una falsa seguridad. Pero un autoexamen estrictamente honesto es doloroso. Siempre es una revelaci�n de defectos, a menudo de deformidades. La b�squeda de uno mismo conducir�a al arrepentimiento, la fe y una vida cristiana.

3. Esta misma s�plica conduce a un aplazamiento de la confesi�n p�blica de Jes�s. Cristo, naturalmente, espera un reconocimiento p�blico de mi amistad con �l. Es Su merecido. Es mi deber.

4. Por �ltimo, entramos en la Iglesia. Todos los cristianos profesantes se unen para reconocer que las cosas m�s grandes deben hacerse por Jes�s. �Por qu� no hacemos esas cosas nosotros? Porque somos las personas que decimos: "No ha llegado el momento, el momento en que se debe construir la casa del Se�or". Hay tres influencias que producen en nosotros este esp�ritu da�ino de procrastinaci�n.

(1 ) Exageramos las dificultades.

(2 ) Nuestra codicia.

(3 ) Una disposici�n a esperar hasta que todo est� listo.

Ninguna experiencia parece poder curar a los hombres de esta propensi�n. Probablemente nunca hubo una empresa de ninguna magnitud para la que todas las cosas estuvieran completamente preparadas. Si todas las grandes mejoras de la �poca se hubieran retenido hasta que las cosas estuvieran listas, nunca se hubieran presentado. Han tenido que luchar a su manera. Cu�ntos males surgen de la dilaci�n, especialmente para aquellos que admiten que lo que posponen ciertamente debe hacerse.

�C�mo adormece la conciencia al cegar los sentidos y embotar la sensibilidad! Este esp�ritu de procrastinaci�n nos opone al plan de Dios, que debe ser el mejor plan. El tiempo de Dios es ahora. Nunca habr� un mejor momento para venir a Jes�s que este. No lo pospongas. No dejes que el ego�smo, la codicia o la pereza te hagan posponer. Su regreso a Dios, su reconocimiento de Jes�s, su nueva vida debe comenzar en algunos ahora; oh, por tu paz, crecimiento y felicidad eterna, que sea este "ahora". ( Charles F. Deems, DD )

Esperando el momento adecuado

1. Es un pecado espantoso, aunque habitual en la Iglesia, cuando lo que es el fruto principal y el fin de todas sus liberaciones, y un medio principal de su felicidad, y que parec�an estimar m�s cuando lo quer�an, es m�s descuidado. cuando sean entregados, y tengan ocasi�n de dar testimonio de su afecto y agradecimiento: as� fue la construcci�n del templo para este pueblo, y sin embargo, esta "casa est� desolada".

2. Es la forma m�s peligrosa de pecar, cuando el pecador finge afecto a Dios, cuando m�s lo perjudica a �l y a Sus asuntos, y cuando se cree capaz, con justas pretensiones, de excusar, si no de justificar su camino: As� que �Pec� este pueblo, sin alegar desafecto, pero que "no ha llegado el momento", etc.

3. Como el Se�or puede permitir que se coloquen obst�culos muy grandes en el camino de una obra que a�n �l llevar� a cabo; as�, un pueblo que no desafecte abiertamente la obra, puede pecaminosamente concurrir a obstruirla. Esto ellos hacen

(1 ) Cuando no son sensibles a los obst�culos en el camino, pero pronto se ven obstaculizados.

(2 ) Cuando descuidan o pasan de un deber conocido bajo cualquier pretensi�n de la providencia o la voluntad secreta de Dios.

(3 ) Cuando se ve impedido de su deber de hacer avanzar la obra de Dios por cualquier peligro.

(4 ) Cuando buscan tiempos en los que no habr� dificultades, pero todas las ventajas de hacer la obra de Dios en esos tiempos y en espera de ellos residen en el deber presente.

(5 ) Cuando la verdadera causa de la negligencia de los hombres, que pone a muchos leones en el camino, es el amor a sus propias cosas e intereses privados.

4. La propia conciencia de los hombres, cuando hablan imparcialmente, los convencer� de pecado atroz, cuando estudien para promover su propio inter�s, en descuido de los asuntos de Dios.

5. La negligencia pecaminosa de un pueblo en los asuntos de Dios, aunque los tiempos nunca fueron tan peligrosos, los vuelve despreciables, sean cuales sean sus privilegios, y provoca que Dios los rebaje para conocerse mejor a s� mismos. ( George Hutcheson. )

Deber aplazado

�No ha llegado el momento, el tiempo en que se debe construir la casa del Se�or�. No cuestionan la conveniencia o la obligaci�n del trabajo. Durante el cautiverio, se nos dice en otra parte, que colgaron sus "arpas en los sauces" y lloraron cuando "se acordaron de Si�n". A menudo, tal vez, en esas circunstancias, resolvieron, en caso de que alguna vez fueran restaurados, reconstruir ese templo que era la gloria de su tierra; pero ahora que est�n all� en el lugar, y las ruinas que yacen ante ellos, su ardor se enfr�a y dicen: "No ha llegado el momento".

I. Cobard�a. No dijeron: �No construiremos el templo, lo dejaremos en ruinas�, fueron demasiado cobardes para eso. Sus conciencias los hac�an incapaces de tomar tal decisi�n. Los hombres que descuidan el deber son demasiado cobardes para decir: "Nunca lo haremos, nunca estudiaremos las Escrituras, ni adoraremos a Dios".

1. El pecado es cobard�a.

2. El pecado es cobard�a porque la conciencia, el elemento verdaderamente heroico, est� siempre en su contra.

II. Ego�smo. Se pusieron a trabajar por sus propios intereses privados.

1. El ego�smo es una perversi�n del amor propio.

2. El ego�smo es fatal para el inter�s propio.

III. Presunci�n. "No ha llegado el momento". �C�mo sab�an eso? �Fueron jueces de tiempos y estaciones? �Son lo suficientemente imperiosos como para alegar la providencia como patr�n de su desobediencia? "Id, ahora, los que dec�s hoy y ma�ana".

1. Tal presunci�n siempre es culpable. Implica que sabemos mejor que nuestro Creador acerca de los tiempos y las estaciones.

2. Tal presunci�n es siempre peligrosa. Pisa un terrible precipicio. ( Homilista. )

Excusas para descuidar el deber religioso

Mientras la gente se cuidaba y consultaba sus propios intereses, se descuid� la construcci�n del templo. Que el templo no fue construido hasta el reinado de Dar�o, fue ocasionado por el hecho de que los prefectos de Ciro molestaban mucho a los jud�os, y Cambises era sumamente hostil hacia ellos. Pero cuando se les devolvi� la libertad y Dar�o les permiti� con tanta amabilidad que construyeran el templo, no tuvieron excusa para demorarse.

Sin embargo, es probable que en ese momento tuvieran muchas disputas sobre el tiempo; porque pudo haber sido que ellos, aprovechando cualquier pretexto para cubrir su pereza, hicieron esta objeci�n, - que hab�an ocurrido muchas dificultades, porque fueron demasiado precipitados, y hab�an sido as� castigados por su prisa, porque se hab�an precipitado temerariamente emprendi� la construcci�n del templo. Y tambi�n podemos suponer que tomaron otro punto de vista del tiempo como si a�n no hubiera llegado, porque f�cilmente se les podr�a ocurrir esta objeci�n: �Es cierto que la adoraci�n de Dios debe ser preferida a todas las dem�s cosas; pero el Se�or nos concede esta indulgencia, para que podamos construir nuestras propias casas; y mientras tanto atendemos a los sacrificios.

�No han vivido nuestros padres muchas �pocas sin templo? Entonces Dios qued� satisfecho con un santuario; ahora se erige un altar y se ofrecen sacrificios. Entonces, el Se�or nos perdonar� si aplazamos la construcci�n del templo hasta el momento adecuado. Pero mientras tanto, cada uno puede construir su propia casa, para que luego el templo pueda ser edificado m�s suntuosamente a gusto �. Sin embargo, esto puede haber sido, nos parece cierto, que los jud�os estaban tan ocupados con sus preocupaciones dom�sticas, con su propia comodidad y con sus propios placeres, que le daban muy poca importancia a la adoraci�n de Dios.

�sta es la raz�n por la que el profeta estaba tan disgustado con ellos. Declara que dijeron: �A�n no ha llegado el momento de edificar la casa de Jehov�. Repite aqu� lo que los jud�os sol�an alegar para disfrazar su pereza, despu�s de haber demorado mucho tiempo, y cuando no pod�an, salvo con un descaro consumado, aducir nada en su propia defensa. Sin embargo, vemos que dudaron en no prometer perd�n a s� mismos.

As� tambi�n los hombres se entregan a sus pecados, como si pudieran llegar a un acuerdo con Dios y pacificarlo con algunas cosas fr�volas. Vemos que este era el caso entonces. Pero tambi�n podemos ver aqu�, como en un espejo, cu�n grande es la ingratitud de los hombres. �Y c�mo es el caso a d�a de hoy? Vemos que a trav�s de un notable milagro de Dios, el Evangelio ha brillado en nuestro tiempo y hemos emergido, por as� decirlo, de las moradas de abajo.

�Qui�n levanta, por su propia voluntad, un altar a Dios? Por el contrario, todos consideran lo que es ventajoso s�lo para ellos mismos; y mientras est�n ocupados con sus propias preocupaciones, la adoraci�n de Dios es desechada; no hay cuidado, no hay celo, no hay preocupaci�n por ello; m�s a�n, muchos se benefician del Evangelio, como si fuera un negocio lucrativo. No es de extra�ar, entonces, que la gente haya despreciado tan vilmente su liberaci�n y casi haya borrado su recuerdo.

Como el templo de Dios es espiritual, nuestra culpa es m�s atroz cuando nos volvemos tan perezosos; ya que Dios no nos manda que recolectemos madera, piedras o cemento, sino que construyamos un templo celestial en el cual �l sea verdaderamente adorado. Por lo tanto, cuando nos volvemos tan indiferentes, como esa gente fue tan severamente reprendida, sin duda nuestra pereza es mucho m�s detestable. La construcci�n del templo espiritual se aplaza cuando nos volvemos devotos de nosotros mismos y solo consideramos lo que es ventajoso para nosotros individualmente. ( Juan Calvino ) .

El deber de construir la casa del Se�or

Estas personas se alegraron de tener una excusa para dejar de construir la casa del Se�or para construir casas para ellos mismos. Aunque encontraron mucho tiempo y medios para adornar sus propias casas de una manera costosa, la casa del Se�or qued� en ruinas. �Son las �nicas personas que alguna vez han actuado de esta manera? �No hemos sido igualmente negligentes en hacer la obra del Se�or? Puede que no seamos llamados a edificar la casa del Se�or de piedra y cemento; pero hay otro requisito de trabajo, incluso el trabajo del alma; y de eso ni nosotros ni ning�n otro cristiano podemos salvarnos.

Todo cristiano est� llamado a participar en la edificaci�n espiritual de la Iglesia del Se�or, mediante la oraci�n y la acci�n de gracias, la fe y la justicia, la santidad y el amor; porque esta es la verdadera Iglesia del Se�or. La Iglesia del Nuevo Testamento es la congregaci�n de creyentes. Pero cualquier obst�culo, por insignificante que sea, ahora se considera insuperable; cualquier excusa, por insignificante que sea, se considera perfectamente v�lida, si es solo para mantener a una persona alejada de la Iglesia.

Incluso cuando venimos a la Iglesia, �estamos todos diligentemente empleados en la construcci�n de la casa del Se�or? No es de los cuerpos de los hombres, sino de sus corazones, almas y mentes, que se edifica la casa del Se�or. Cuando venimos a la Iglesia, como miembros de la congregaci�n de Cristo, venimos, o al menos deber�amos venir a Cristo. Adem�s, todo cristiano debe ser un templo de Dios. Ya lo es, como St.

Pablo les dice a los Corintios; y deber�a llegar a serlo cada vez m�s. �sta deber�a ser la gran obra de su vida, edificarse a s� mismo como tal, con la ayuda del Esp�ritu de Dios que mora en �l. Este es nuestro trabajo, un trabajo largo y laborioso, encajar todos nuestros pensamientos y sentimientos de ser edificados en la casa de Dios, purific�ndolos del mortero sin templar de este mundo. Cuando as� se purga, �c�mo vamos a unirlos? Por buenas obras; por obras de santidad y amor.

Nos corresponde, a todos y cada uno, hacer de la gran obra de nuestra vida la edificaci�n de la casa del Se�or, tanto en nuestro coraz�n, alma y mente, como en la congregaci�n de Su pueblo. Debemos tener cuidado de realizar ambas obras juntas; porque ninguno prosperar� sin el otro. ( Julius C. Hare, MA )

La casa de desechos

Uno de los efectos m�s palpables de la Ca�da es que ha llevado al hombre a vivir para s� mismo. El pecado es esencialmente ego�sta y uno de los primeros efectos de la redenci�n es hacer que el hombre viva para los dem�s. El verdadero cristianismo siempre saca al hombre de s� mismo. Sin embargo, el cristiano lleva consigo un cuerpo pecaminoso, que siempre anhela la indulgencia. El peligro constante del cristiano es que la gloria de su Salvador deje de ser primordial para cualquier otra consideraci�n.

Cristo debe ser el primero, o el alma encontrar� una necesidad en todo. Observe el nombre que Dios toma aqu�: "Se�or de los ej�rcitos". Cuando Dios est� a punto de pedirle algo a su pueblo, o de suministrarle algo a su pueblo, este es el nombre con el que generalmente se dirige a ellos en el Antiguo Testamento. Observa el pecado de la gente aqu�. �No ha llegado el momento de que se edifique la casa del Se�or�. No fue una negaci�n del reclamo de Dios sobre ellos, fue un despojo de Dios.

�No es este el pecado del d�a de hoy ?, Dios pide Su lugar en el coraz�n del pecador, y la respuesta es: �Todav�a no�. El pecado de todos, convertidos y no convertidos, es el de despojar a Dios. No tenemos el valor, la franqueza, para rechazar por completo Su reclamo. Agregamos burla a nuestro pecado al reconocer la justicia de un reclamo que hemos determinado internamente que nunca se cumplir�.

Mientras vivimos en nuestras casas con techo y la casa del Se�or est� en ruinas, �cu�l es la consecuencia incluso en esta vida? El final de todo lo que hicieron, estas personas se perdieron. Cristo es el fin, lo satisfactorio en todos. Trabajar sin �l debe terminar en vanidad, si Dios les recuerda su desilusi�n en todo, y la causa de A causa de Mi casa que es desolada �. �Qu� es este aliento con que el Se�or sopla sobre todo? El soplo de su Esp�ritu marchita todo lo que hacemos, porque su casa est� en ruinas.

�Qu� es el remedio divino? "Considere sus caminos". Pase revista a su coraz�n, su vida, su historia diaria. Establece el deber de la hora y pon tu coraz�n en hacerlo. ( F. Whitfield, MA )

El juicio por descuidar la construcci�n de la casa del Se�or

Dios nunca se contenta con confundir a sus enemigos. No confunde para destruir; Confunde para salvar. Los caminos por los que �l lleva a cabo este prop�sito son varios. Uno de los m�s comunes es el que se nos presenta en el texto. Viendo que el motivo por el que abandonamos Su servicio es que podemos entregarnos a nuestro propio servicio, viendo que el yo es la m�scara que Satan�s se pone para alejarnos de Dios, y que los cebos con los que nos tienta son los placeres del pecado y los encantos de la autocomplacencia, Dios misericordiosamente nos muestra la vanidad de esos placeres, la miseria y el enga�o de esa autocomplacencia.

Env�a una gran aflicci�n para humillar nuestro orgullo, para demostrarnos que, apoy�ndonos en las cosas terrenales, nos apoyamos en una ca�a rota. Luego, en el punto �lgido de nuestras angustias, env�a a sus mensajeros para explicar su significado y prop�sito. Agudiza los aguijones de la conciencia; Hace resaltar las letras de la ley, como las letras que la mano escribi� en la pared del palacio del rey Beltsasar. Esta gente consideraba la tierra como su sirviente, extendida bajo sus pies con el �nico prop�sito de cumplir sus �rdenes, satisfacer sus necesidades y mimar sus deseos.

Por tanto, Dios se dign� mostrarles que la tierra no era su siervo, sino el suyo; que no se extendi� bajo sus alas para cumplir sus �rdenes, sino las de �l. Si el sol y la lluvia estuvieran encerrados en el cielo, la tierra no producir�a ning�n aumento, a pesar de todo lo que el hombre pudiera hacer para lograrlo. El profeta de Dios le pide al pueblo que "considere sus caminos", y que todos los tratos de Dios fueron dise�ados para probarles c�mo, en la forma en que caminaban, aunque deb�an sembrar mucho, cosechar�an poco, aunque comieran. , no tendr�an suficiente, aunque bebieran, no se llenar�an de bebida, para vestirse, pero ninguno estar�a caliente, y para que el salario que ganaran se pusiera en una bolsa. con agujeros.

Todo esto lo hizo Dios, no para dejarlos en su confusi�n, sino para sacarlos de ella. Si se levantan, trabajan y edifican la casa del Se�or, �l todav�a se deleitar� en ella y ser� glorificado en la casa que le construir�n. Este mensaje tambi�n se nos env�a. Es un mensaje de miseria; pero tambi�n es un mensaje lleno de advertencias, un mensaje de misericordia que sigue a las advertencias, con el fin de que las advertencias no se malinterpreten, sino que se vean en su verdadera luz y produzcan el efecto que se pretend�a producir.

Pero el mensaje no se env�a simplemente a las naciones, tambi�n se env�a a las personas. Nadie se entreg� jam�s a la obra de construir la casa del Se�or, sin permitir que su coraz�n se distraiga con el deseo de construir una casa u otra para �l. El mensaje se aplica a nosotros en todas sus partes. Nosotros, como ellos, hemos sido liberados del cautiverio. Hemos sido llamados a la obra de edificar la casa del Se�or que nos entreg�, de edificarla exteriormente, cada vez que se nos presenta una ocasi�n para hacerlo, de edificarla continuamente uni�ndonos a nuestros vecinos en Su adoraci�n, y de edificarla diariamente en nuestras propias almas.

As� como somos como los israelitas al tener este deber, tambi�n somos como ellos al descuidarlo. En lugar de hacer la obra del Se�or, hacemos lo que consideramos nuestro propio trabajo. Pero si el yo es el se�or de la casa que construimos, sean cuales sean los materiales, cuando se borra el dorado, se descubre que son preocupaciones, celos e inquietudes. Cada casa en la que el yo se establece como amo, es una casa de muerte.

Puede parecer lleno de vida; pero es la casa de la muerte, de la muerte moral, que es la primera muerte, y siempre trae a la otra en su tren. �sta debe ser la condici�n de quienes descuidan su deber de edificar la casa del Se�or. Todo lo que hagan estar� vac�o y no ser� rentable. Los que edifican la casa del Se�or siempre tienen suficiente. ( Julius C. Hare, MA )

Religi�n nacional

Por grandes que sean los deberes de cualquier hombre que est� llamado a cumplir, o por grandes que sean sus pecados a causa de su negligencia pasada, no se queda sin la esperanza de perd�n o la promesa de socorro. Este pasaje fue concebido como una reprimenda por el descuido de un deber visto y reconocido. Ese deber era una consideraci�n piadosa y santa por el templo y el servicio del Se�or. El descuido fue que, mientras estaban ansiosos por el esplendor y la comodidad de sus propias viviendas, permitieron que la casa del Se�or quedara en ruinas.

La culpa no era solo del pueblo, sino tambi�n de sus pr�ncipes y gobernantes. Teniendo en cuenta todas las circunstancias de este caso, se ofrecen las siguientes propuestas para nuestra debida consideraci�n:

1. Que los gobernantes y jefes de naciones, que son siervos de Dios y est�n obligados a conformarse a Su voluntad y a buscar sobre todas las cosas promover Su gloria, son responsables ante Dios por todos sus caminos y obras, tanto individual como oficialmente. y, sobre todo, como cualquier otra persona. Pero vivimos en tiempos extra�os. Los principios del car�cter m�s peligroso, y absolutamente subversivos de todo sentimiento santo y buen gobierno, se abordan abiertamente y se patrocinan con audacia en las grandes asambleas de la naci�n.

Por lo tanto, incumbe un doble deber a todos los que desean lo mejor para el bien de la naci�n y el verdadero bienestar de sus semejantes. Las responsabilidades mutuas de cada uno, el gobernante y el gobernado, deben hacerse cumplir de manera simple y pr�ctica, sobre la base del Verbo Divino, que es su debida autoridad.

(1 ) Sostenemos que todos los hombres, en todas partes, son responsables ante Dios. Todas las almas est�n en la mano de Dios. El hombre no puede ser despojado de esta responsabilidad, dondequiera que se le coloque o como quiera que se le den las circunstancias.

(2 ) Esta obligaci�n y responsabilidad recae con un peso mucho mayor sobre algunos. Donde se da m�s, se requerir� m�s.

(3 ) Los gobernantes y jefes de naciones son tan responsables en su capacidad individual como los dem�s, y en su capacidad oficial incluso m�s que los dem�s.

(4 ) Son los siervos positivos de Dios. No en el sentido salvador de la palabra, sino en el sentido responsable del t�rmino.

(5 ) Por lo tanto, los gobernantes y jefes de naciones est�n bajo la obligaci�n positiva, invariable e inmutable de buscar sobre todas las cosas promover el honor y la gloria divinos. Nada puede liberarlos de estas demandas; nada puede atenuar o alienar estas afirmaciones.

(6 ) Son tan responsables ante Dios por todos sus caminos y obras en su gobierno u oficial, como ellos y otros son responsables ante Dios por todos sus actos en su capacidad meramente personal o individual. A menudo se dice que el poder gobernante est� por encima de la ley y, por lo tanto, no rinde cuentas a nadie. Pero esta es una doctrina sumamente peligrosa y calculada para conducir al libertinaje m�s sin ley.

2. Que est�n obligados, por todo motivo y consideraci�n, tanto de alarma como de est�mulo, a tomar esto en serio; para considerar c�mo les va el asunto; e indagar cu�l puede ser su probable terminaci�n, tanto con ellos mismos como con los dem�s; ya sea en juicio o en misericordia; ya sea en las agradables aprobaciones, o en la fuerte ira del Dios Todopoderoso.

(1 ) �Puede alguien con seguridad descuidar los deberes que Dios requiere de sus manos?

(2 ) �No debe ser algo terrible incurrir en el desagrado del Dios Todopoderoso? Su ira es como fuego consumidor.

(3 ) �No tratar� Dios, en el �ltimo d�a de cuentas, tan imparcial y justamente con los poderosos y grandes como con los humildes y mezquinos?

(4 ) �Puede alg�n hombre dejar de lado la autoridad divina o anular la responsabilidad de la criatura?

(5 ) �Dejar� alguna vez el Se�or a cualquier hombre que sinceramente se proponga hacer Su voluntad sin Su ayuda y bendici�n?

(6 ) �Qu� bendiciones no ser�a el ejercicio de tal autoridad, de tal manera, el medio de difusi�n! Reflexiones

1. Cu�n necesario es que los pr�ncipes y gobernantes est�n claramente informados de lo que Dios requiere de sus manos.

2. � Cu�n cuidadosos deben tener de no abusar del poder con el que est�n cargados!

3. Cu�n grande debe ser la culpa de todos los que intentan obstaculizar a tales pr�ncipes y gobernantes en el cumplimiento concienzudo de sus deberes.

4. �Qu� tan lejos estamos todav�a de ese estado de cosas que deber�a existir? ( R. Shittler. )

Consecuencias temporales del pecado

En el trato de Dios con su pueblo antiguo, encontramos los principios de su gobierno en todas las edades del mundo. Dios no se interes� m�s en la historia del mundo en ese entonces que ahora. Entonces no interfiri� m�s constantemente en los asuntos de los hombres de lo que lo hace ahora. La �nica diferencia es que los hombres sol�an ver la mano de Dios donde no encontramos ning�n rastro de ella. En todas las calamidades y bendiciones de la vida escucharon la voz de Dios.

Y Dios todav�a nos habla en todos los eventos de la vida. Podemos encontrar muchas razones filos�ficas para ellos, pero �qui�n escucha el nombre de Dios en relaci�n con ellos? Esta negaci�n persistente del gobierno de Dios es una de las fases m�s tristes de la vida p�blica entre nosotros. El profeta le dice a la gente que su pobreza y angustia se deben directamente al cuidado ego�sta de s� mismos y al descuido de la casa de Dios.

El principio subyacente puede establecerse as�: el descuido de las leyes y demandas de Dios, ya sea en este mundo o en el pr�ximo, nunca resulta en ning�n bien. .. En la direcci�n particular que Dios dio con respecto a este templo, podemos encontrar los principios que deben guiarnos en la construcci�n de todas las casas para Su gloria y adoraci�n. Encontramos una severa condena de esa costumbre especialmente moderna de prodigar riquezas al aumentar los lujos y las bellezas de nuestras viviendas privadas y edificios p�blicos, mientras que nos contentamos con que el Se�or habite en una casa apenas igual a nuestros graneros o establos.Qu� f�cil es es encontrar indicios de providencia contra una obra para la que estamos poco dispuestos.

La indolencia, el ego�smo, el miedo a los problemas y los gastos fueron las verdaderas causas del retraso en la construcci�n de la casa del Se�or en la �poca de Hageo. �Qu� fe ilimitada tiene la gente en la providencia cuando la providencia parece hablar del lado de sus propias inclinaciones; pero qu� sordos son los hombres a la voz de la providencia cuando contradice sus propios deseos! Dios les dice a estas personas: "Consideren sus caminos". �Qu� has ganado con tu descuido de Mi casa? Pens� que al hacerlo as� escapar de la pobreza, sin embargo, la pobreza ha llegado.

�Tu ego�smo y mezquindad han producido los resultados que esperabas? Dios no dice nada sobre el insulto que se le ofreci� a s� mismo en esta negligencia. Este es el argumento final contra el pecado, y el que quiz�s toca m�s a los hombres. El pecado es una violaci�n de la ley de Dios; pero a los hombres les importa poco eso. Es la ingratitud m�s b�sica; pero a los hombres les importa poco eso. M�s a�n: es la locura m�s consumada. El hombre que hace el mal no es solo un pecador, es un necio.

Considere, �qu� ha hecho el pecado por usted? �Responde el pecado a tu prop�sito? Las leyes de Dios son tanto para esta vida como para la pr�xima. La forma m�s segura de asegurar la prosperidad y la felicidad es reconocerlas. La forma m�s segura de traer sobre nosotros la adversidad y la miseria es vivir desafi�ndolas. Las leyes de Dios se reivindican a s� mismas ahora. La prosperidad y la felicidad aqu� dependen tanto de nuestro reconocimiento de las leyes de Dios como la prosperidad y la felicidad en el mundo venidero. �Qu� implic� el descuido de esta gente de la casa de Dios, y c�mo afectar�a esto su prosperidad material?

1. Implicaba el miedo a un peque�o gasto. Pero la mezquindad nunca vale la pena.

2. Mostr� un gran ego�smo. En tiempos de desastre, �a qui�n puede recurrir el ego�sta? El ego�smo no sirve en el mundo hoy en d�a. Dios puede destruir nuestra prosperidad de tres formas diferentes.

(1 ) Puede hacer que nuestro trabajo sea improductivo.

(2 ) Puede que nos quite el poder de disfrutar lo que hemos ganado.

(3 ) Nuestras ganancias pueden desaparecer tan pronto como lleguen.

D�jame preguntarte de nuevo: �Qu� ganamos si descuidamos a Dios? �Qu� prosperidad podemos obtener o disfrutar sin Su bendici�n? �De qu� felicidad tenemos aferramos tan firmemente que �l no nos la puede quitar? �Cu�l es nuestra fuerza si provocamos al Se�or para que pelee contra nosotros? �Es prudente olvidar a Dios? Dios dice: "El que peca contra m�, agrava su propia alma". ( BG Wilkinson. )

Indolencia

La indolencia en la obra del Se�or es un gran pecado. M�s de un cristiano clamando "�Oh, mi delgadez!" Ser� mejor que seas honesto y llores Oh, mi pereza. Un cristiano indolente es tan an�malo que el Dr. Dwight da el siguiente testimonio: - �Entre todos aquellos que, seg�n mi conocimiento, parec�an haberse vuelto sinceramente arrepentidos y reformados, recuerdo s�lo a un holgaz�n. Y este hombre se volvi� trabajador desde el momento de su conversi�n ". ( AJ Gordon, DD )

Miembros inactivos de la Iglesia

En un cargo anterior, un s�bado, sub� al p�lpito los registros de la Iglesia, los puse sobre el p�lpito, los abr� y dije: �Hermanos, aqu� est�n los registros de la Iglesia. Encuentro que muchos de ustedes cuyos nombres est�n aqu� abajo est�n fuera de servicio ". Algunos tem�an que leyera los nombres, porque en ese momento algunos de ellos estaban metidos en el peor tipo de reservas de petr�leo y estaban ociosos en cuanto al trabajo cristiano. Pero si los ministros de Cristo en Brooklyn y Nueva York, y en todas las ciudades, hoy, llevaran los registros de la Iglesia al p�lpito y leyeran, �oh, qu� alboroto habr�a! ( T. De Witt Talmage. )

Eludiendo la carga

Thomas Highat agonizaba. Era capataz en un gran astillero de construcci�n naval en Greenock. Hab�a que levantar un largo y pesado tronco de madera, y �l hab�a ocupado su lugar junto con los hombres debajo de �l para ayudar en el transporte. Mientras avanzaba la procesi�n, un tipo mezquino al que le gustaba escabullirse en su trabajo, dej� caer su hombro y la carga cay� con fuerza repentina sobre el hombro de Thomas Highat, que no era tan alto.

Se produjo una lesi�n grave, el m�dico la declar� fatal. Mientras yac�a en su lecho de muerte, le dijo a su ministro, el Rev. A. Davidson: �No deber�a estar aqu� todav�a. Fue porque fulano de tal no resisti� su carga ". Es en muchas iglesias, como en ese astillero, donde a algunos se les hace sufrir seria e innecesariamente, porque el pesado final del trabajo les queda a ellos, porque algunos de sus camaradas no hacen frente a su carga.

Retraso irreligioso

1. Los hombres siempre tienden a posponer la religi�n con sobras y sobras, y sirven a Dios con lo que no les cuesta nada. En las cosas externas de la religi�n, est�n mucho m�s dispuestos a trabajar para s� mismos que para Dios; y si tienen tiempo que no se puede utilizar de otra manera, o fondos que no est�n muy al d�a, para darlos a la tesorer�a del Se�or, y si se insta a un gasto mayor de cualquiera de ellos, para alegar que �no ha llegado el momento� de haz este trabajo.

En las cosas internas de la religi�n se muestra el mismo esp�ritu. Los j�venes, los de mediana edad y los ancianos, todos postergan por igual la gran obra, con el argumento de que "el tiempo no ha llegado", la estaci�n conveniente que, como el horizonte, retrocede a medida que Hageo 1:2 ( Hageo 1:2 ). .

2. Nuestros gastos en nosotros mismos, mientras pretendemos no tener nada para Dios, dar�n un testimonio enf�tico y terrible contra nosotros. Los techos tallados y los ornamentos costosos tendr�n lengua en el d�a del juicio ( Hageo 1:4 ).

3. Nadie gana nada si trata de enga�ar a Dios. Hace un trato tonto, intercambia un bien real por una chucher�a perecedera, y al final pierde incluso lo que gan� ( Hageo 1:6 ).

4. Una consideraci�n cuidadosa de los tratos de Dios con nosotros a menudo nos indicar� la voluntad de Dios con respecto a nosotros. Los eventos de la vida son los jerogl�ficos en los que Dios registra sus sentimientos hacia nosotros, cuya clave se encuentra en la Biblia ( Hageo 1:6 ).

5. La obediencia a Dios es un avance de Su gloria ( Hageo 1:8 ).

6. La desobediencia a Dios a menudo, incluso en esta vida, Hageo 1:9 en desilusi�n y desastre ( Hageo 1:9 ).

7. Dios no ha abandonado el universo a la acci�n ciega de las leyes generales, sino que est� tan relacionado con ese universo como para poder dirigir sus leyes al cumplimiento de sus prop�sitos, ya sea recompensando el bien, castigando al mal o respondiendo. oraci�n, sin trastornar o destruir la acci�n normal de esas leyes mismas ( Hageo 1:11 ).

8. La verdadera religi�n se manifiesta temiendo al Se�or y obedeciendo la voz de Su siervo ( Hageo 1:12 ).

9. La presencia de Dios con un hombre es la mejor bendici�n que puede recibir, porque incluye todo lo dem�s ( Hageo 1:13 ).

10. Dios est� esperando ser misericordioso y se encontrar� con el vagabundo que regresa, incluso antes de que su mano haya comenzado el trabajo real de Su servicio ( Hageo 1:13 ).

11. Todo buen impulso, o avivamiento de la religi�n en el coraz�n de los hombres, es producido por el poder directo de Dios, a trav�s del Esp�ritu Santo ( Hageo 1:14 ).

12. La obediencia a los mandamientos de Dios siempre terminar� en una bendici�n, mientras que la desobediencia siempre terminar� en una maldici�n, si no en el tiempo, seguramente en la eternidad. ( TF Moore, DD )

Versículos 3-4

�Es hora de que habites, oh vosotros, en tus casas con techo, y esta casa est� desolada?

Edificio de la iglesia

El decreto de Artajerjes prohib�a la construcci�n tanto del templo como de la ciudad, pero parece que la gente hab�a persistido, a pesar del decreto, en la construcci�n de viviendas para ellos mismos, aunque no se hab�a avanzado con el templo. La misi�n de Hageo y Zacar�as era animar a la gente a la obra que hab�a sido abandonada durante mucho tiempo, reprender a los indolentes y animar a los abatidos. Las excusas del pueblo, como las de los hombres que difieren los deberes religiosos a temporadas m�s convenientes, no eran m�s que se�ales de una resoluci�n secreta de escapar, si era posible, por completo de un trabajo que deb�a interferir con actividades m�s agradables.

Nuestro texto contiene la protesta del profeta, con la excusa de que no hab�a llegado el momento de construir la casa del Se�or. El templo puede no ser indispensable en el cristianismo espiritual, pero ciertamente es valioso. Puede haber privilegios adjuntos que no tenemos derecho a esperar en ning�n otro lugar. No tenemos por qu� confundir nuestro caso con el de los jud�os, aunque dirigimos a los cristianos la refutaci�n del texto, como si el cambio de dispensaci�n no hubiera cambiado su pertinencia y fuerza.

El cristianismo, a diferencia del juda�smo, no est� ligado a lugares; sus ordenanzas pueden celebrarse en todas partes. Entonces, �qu� necesidad hay, bajo este nuevo y mejor pacto, de estructuras dedicadas a usos sagrados, o qu� p�rdida es para nosotros si �esta casa est� en ruinas�? Es contrario al orden establecido de la providencia que los milagros deban emplearse cuando el resultado pueda lograrse por medios ordinarios.

Se ha confiado a la Iglesia la propagaci�n de la verdad divina. Por tanto, las ordenanzas p�blicas son indispensables; y se deben proporcionar lugares adecuados para tales ordenanzas. Podemos luchar con seguridad por lo indispensable, bajo la dispensaci�n existente, de santuarios o iglesias, sosteniendo que las ciudades sin estos edificios sagrados ser�an ciudades que pronto deben ser completamente hundidas en la irreligi�n y ocupadas por una poblaci�n que no teme a Dios.

No podemos perdonar a nuestras iglesias mejor que los jud�os a su templo. En la medida en que permitimos que cualquier ciudad , o cualquier parte de nuestra poblaci�n se vea privada de los medios p�blicos de gracia, fijamos en esa ciudad o poblaci�n algo de la misma incapacidad religiosa que se impuso en Jerusal�n, mientras su templo estaba en ruinas. No se culpa a los jud�os por haber construido sus propias casas, sino por no haber construido, al mismo tiempo, la casa de Dios. Dondequiera que haya una comunidad, debe haber una casa dedicada a Dios. ( H. Melvill, BD )

Diligencia en la obra de Dios

Propongo animaros a una mayor diligencia ya un celo m�s ferviente en la obra y causa de Dios.

I. Una depresi�n existente en la causa de Dios. Hay una imperfecci�n dolorosa en la obra de Dios tal como existe en la actualidad. La causa de Dios no est� de ninguna manera en el estado que desean los cristianos. �Cu�les son las escenas que se nos presentan en pa�ses donde se profesa el cristianismo? En nuestra propia tierra, �qu� vemos? �Qu� hay en otras tierras cristianas y paganas? Nos vemos obligados a confesar que el templo de Dios est� asolado. Somos demasiado propensos a triunfar: somos propensos a olvidar el estado actual de las cosas. No desesperamos; pero no sentimos lo suficiente.

II. La gratificaci�n temporal puede perseguirse sin descuidar los esfuerzos que Dios exige con tanta justicia. Estas personas viv�an en casas con techo, mientras el templo de Dios estaba en ruinas. Vemos ahora la riqueza, los talentos, el genio, la propiedad, plenamente utilizados para los intereses personales y alejados de la causa de Dios. Especialmente se puede notar el descuido de las afirmaciones de las misiones cristianas. Viendo nuestros esfuerzos en conexi�n con las demandas de Dios y de los hombres, debemos confesar seguramente que hay muchas demandas sin respuesta, muchos deberes sin cumplir. Mira el texto.

III. Como desafiar el empleo de nuestros diversos talentos e instar a las demandas de Dios.

1. Considere la naturaleza de las obligaciones bajo las cuales est� colocado por Dios, con respecto a los servicios que est� llamado a prestar.

2. Considere la naturaleza peculiar del sistema del Evangelio que ha abrazado. �No se pronuncia sentencia sobre todos los ingratos y desobedientes?

3. Considere que, si bien no hay esta energ�a en la causa de Dios, hay una cantidad, una cantidad terrible de miseria que descansa sobre sus semejantes.

4. Considere la posibilidad de �xito. Dejemos entonces que la enorme importancia del trabajo, y la consideraci�n del pasado descuido del mismo, lo impulse a esforzarse. ( James Parsons. )

Versículo 5

Ahora pues, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Considerad vuestros caminos.

Preparaci�n para la auto-enmienda

El prop�sito de esta profec�a es persuadir a los jud�os de esa seguridad perezosa en el descuido de su deber que ya los hab�a expuesto al desagrado de Dios. Ten�an dificultades externas de circunstancias, pero su principal obst�culo era su propio descuido y torpeza, su falta de respeto por Dios y las cosas santas. De este estado de insensibilidad Dios envi� a su profeta para sacarlos.

Sus palabras aqu� principalmente no importan m�s que que era hora de que ese pueblo rebelde observara y considerara diligentemente todos sus trabajos y dolores, y las obras de sus manos, y vieran a qu� se lleg� todo. Este, sin embargo, no es el �nico dise�o. Deb�an considerarlo con miras a enmendar sus vidas y liberarse de esos pecados que estaban causando el disgusto de Dios. Cu�nto se parece nuestro caso al de los jud�os en la �poca de Hageo.

El templo que debemos edificar ahora es la Iglesia y el cuerpo de Cristo; no con piedras y madera de los montes, sino con materiales vivos, siendo Cristo el fundamento y la principal piedra angular. La edificaci�n de este santo templo consiste en promover el cr�dito y el honor de la religi�n entre los hombres, y en desacreditar, en el curso de nuestra vida, y toda la tendencia de nuestro discurso, todo vicio y blasfemia, y todo lo que sea incompatible con la religi�n; y esto, es demasiado cierto, no hemos tenido el coraje y la constancia para hacerlo. Nosotros, los de esta naci�n, en general, no hemos estado promoviendo el inter�s p�blico y la causa protestante, como deber�amos haberlo hecho. Por tanto, las palabras del profeta son aplicables a nosotros.

I. La persona que habla. Es ese Ser quien te ha proporcionado todas las bendiciones que has disfrutado; quien ha sido tu continua seguridad y protecci�n. �l nunca puede imponernos ning�n mandamiento que no sea necesario para nosotros, y que tiende en gran medida a nuestro propio inter�s. �l es infinitamente sabio y, por lo tanto, sabe perfectamente qu� es lo que m�s nos conducir� a nuestro inter�s y felicidad. Hay otros argumentos, quiz�s de m�s fuerza que estos. En el texto, se le llama por ese t�tulo terrible, "El Se�or de los ej�rcitos", lo que significa que tiene derecho sobre nosotros y todas nuestras acciones, porque �l nos cre� y todas las cosas.

II. El consejo o la orden que se da. "Considere sus caminos". Un comando muy sencillo y sencillo. El original es: "Pon tu coraz�n en tus caminos". Observa, atiende, vigila todas tus acciones.

1. Muestre las travesuras de la desconsideraci�n.

(1 ) Nos entregamos por ello a la ignorancia m�s est�pida e insuperable que se pueda imaginar.

(2 ) Nos abrimos enteramente al poder de nuestros deseos.

(3 ) Nos somete a la tiran�a y los insultos de nuestro gran enemigo espiritual.

2. Algunas de las ventajas y necesidad de consideraci�n. Las benditas ventajas de la consideraci�n nunca pueden enumerarse. Nos da fuerza y ??vigor en el desempe�o de todos nuestros deberes. Es el �nico medio para proporcionarnos argumentos adecuados y resoluciones victoriosas contra toda tentaci�n y artificio del diablo. Y como nos permite no omitir ning�n deber, destruye y conquista eficazmente todos los deseos e inclinaciones amadas.

3. Responder a algunas objeciones del diablo planteadas en nuestras mentes en contra de la consideraci�n.

(1 ) Es sumamente dif�cil y molesto para algunos estar siempre en guardia y vigilando contra nosotros mismos. Pero la cuesti�n para nosotros no se refiere a la dificultad, sino a la necesidad y al deber.

(2 ) Estar siempre lleno de nociones del poder, la justicia y la venganza de Dios, debe hacernos muy melanc�licos. Pero entre en la religi�n correctamente, y pronto descubrir� que, en lugar de melancol�a, su alma se llenar� del gozo, la vida y el vigor m�s verdaderos y satisfactorios. ( John Gale, DD )

La gran importancia en la vida de la reflexi�n y el autoexamen frecuentes

La facultad de repasar nuestras vidas pasadas conlleva una obligaci�n evidente sobre todos los hombres de ejercerla constante y rectamente. Es un principio que implica por su propia naturaleza una autoridad sobre el conjunto de nuestra conducta; y todos nos sentimos �ntimamente obligados a obedecer sus dictados. Dios nuestro Hacedor nos dice continuamente a cada uno de nosotros, con la voz interior de nuestro propio pecho: �Considera tus caminos.

�En medio de tantas pasiones y apetitos como componen nuestro marco; tantos des�rdenes con los que nacemos; tentaciones tan poderosas que nos rodean por todos lados, no podemos esperar que la m�s cuidadosa atenci�n a nosotros mismos nos mantenga completamente libres de fallas. Por un peque�o descuido de la cultura, un suelo tan fruct�fero de malas hierbas pronto se cubrir� con ellas. Las mejores inclinaciones de las mejores mentes, si se las deja a s� mismas, se volver�n locas y degeneradas.

Un deber tan claro y necesario, Dios sin duda esperar� que lo cumplamos con mucha fidelidad. Lo que manda el Todopoderoso, nos interesa hacerlo, nunca omitirlo. La cobard�a de no escudri�ar nuestras heridas las har� inevitablemente fatales. Posiblemente no estemos convencidos de que nuestro comportamiento sea de una importancia tan infinita y eterna. Es importante examinar, si lo es o no. Quiz�s hayamos preguntado y pensamos que hay razones para dudar de lo que com�nmente se nos ense�a acerca de estos asuntos.

Pero, � cu�ndo empezamos a pensar eso? �Y de qu� dudamos? Seguramente no de todos los art�culos de fe y de todas las obligaciones de la vida. �Hemos considerado bien qu� son los indudables y hasta qu� punto deber�an influir en nuestra conducta? Nos resulta demasiado f�cil, por as� decirlo, juzgar muy favorablemente casi las peores acciones que hemos cometido. Pero Dios ve todo en su verdadera luz y magnitud, y seguramente entonces es nuestra preocupaci�n verlo as� tambi�n.

�Hemos examinado entonces, como en Su presencia, nuestras vidas y corazones? �Con qu� criterio hemos probado su inocencia o culpa? La pr�ctica de los dem�s no puede justificarnos m�s de lo que la nuestra puede justificarlos. �Hemos hecho todo lo posible por despojar nuestro examen de la parcialidad propia, iluminarlo con la instrucci�n de amigos y libros piadosos y juiciosos y, sobre todo, dirigirlo por la infalible Palabra de Dios? Nuestro trabajo es examinarnos a nosotros mismos ahora, como para vivir m�s cristiano que nunca.

�Y por d�nde podemos empezar mejor que por lo que le debemos al que nos hizo? Le debemos adoraci�n, fe en lo que ense�a, obediencia a lo que manda. �Qu� tan plenamente poseemos la autoridad de la religi�n, la practicamos? �Vivimos de alguna pasi�n indigna? Si tenemos claros tanto la mundanalidad como la vanidad, �qu� podemos responder con respecto al placer? Con respecto a otras indulgencias, �hemos actuado como se convierte en naturalezas racionales, dise�adas para prepararnos, por la disciplina de esta vida, para la felicidad espiritual en una mejor? Otro tema de examen muy material son nuestros resentimientos.

�No tenemos mala voluntad con nadie? Nuevamente, �cu�l es la tendencia de nuestro discurso y conversaci�n comunes? �Es favorable a la religi�n, a la probidad, a la decencia, a la buena voluntad entre los hombres, o al contrario? Nuestro comportamiento debe ser regulado, no solo hacia nuestros semejantes en general, sino con una mirada m�s cercana a las relaciones m�s generales de la vida. �Tenemos cuidado con el tipo de ejemplo que les damos a los dem�s para que lo copien? Tampoco debemos detenernos en considerar cu�les han sido nuestras fallas; s�lo eso ser�a una especulaci�n de poca utilidad: deber�amos proceder a pensar qu� debe seguirse de ellos.

�Somos profundamente conscientes de que, en todo lo que hemos hecho mal, hemos provocado a un Dios sant�simo? �Y no tienes derecho a perd�n, y mucho menos a la felicidad en el m�s all�, sino a trav�s de la misericordia obtenida por nuestro bendito Redentor? ( T. Secker. )

El uso y beneficio de la meditaci�n Divina

Dos cosas notables en el texto. La repetici�n y el cumplimiento de ella nuevamente ( Hageo 1:7 ). El beneficio que obtuvo; los llev� al arrepentimiento. Doctrina - La meditaci�n seria de nuestros pecados por la Palabra es un medio especial para hacer que los hombres se arrepientan. La meditaci�n es un ejercicio firme de la mente para una mayor investigaci�n de la verdad. Cuatro cosas en la meditaci�n:

1. Un ejercicio de la mente.

2. Un ejercicio firme. No es un destello repentino de la vanidad del hombre, sino que se basa en una verdad.

3. Es para realizar una consulta adicional. Le gustar�a saber m�s de esas verdades que est�n sujetas a �l. La meditaci�n tira del pestillo de la verdad y mira cada armario, cada armario y cada �ngulo.

4. Trabaja para afectar el coraz�n. La meditaci�n re�ne todas las armas y re�ne todas las fuerzas de los argumentos para presionar nuestros pecados y hacerlos pesar sobre el coraz�n. La meditaci�n, habiendo empaquetado todos los art�culos contra el alma y tra�do todas las colinas de la cuenta, fija el pecado sobre el alma, hace que el alma lo sienta, de modo que debe ser convencido sin ninguna evasi�n. Es con la Palabra como con un b�lsamo.

Si un hombre tiene un ung�ento tan bueno, no sanar� si se lo pone y se quita constantemente. S�lo si se deja reposar, el ung�ento curar� la herida. �Qu� pensaremos de aquellos que son reacios a practicar este deber de meditaci�n, pero lo suficientemente entusiastas para meditar en sus propios asuntos mundanos? El pobre piensa que no tiene tiempo para este tedioso deber; el rico cree que no lo necesita; los malvados no se atreven a hacerlo; as� que ning�n hombre lo har�. Los obst�culos u obst�culos de la meditaci�n seria son:

1. Compa��a en vano.

2. Multitud de compa��as mundanas. El que se sobre-emplea, sus meditaciones del cielo son meditaciones de ensue�o; sus pensamientos so�ando pensamientos, nunca podr� meditar seriamente en el bien de su alma. Con una buena mente meditante, ning�n hombre llegaba a ocupaciones de cables hambrientos.

3. Ignorancia. Un hombre no puede meditar en algo que no conoce, ni t� en tus pecados, si no eres h�bil en el cat�logo de Dios de tus pecados.

4. Aversi�n del coraz�n; que consta de tres cosas:

(1 ) En el descuido del coraz�n.

(2 ) En ejecuciones de la misma. El coraz�n es como un p�caro vagabundo, preferir�a que lo colgaran a que lo ataran a su parroquia.

(3 ) En el cansancio del coraz�n. Esto puede servir de terror a todos aquellos que, por todo esto que se ha dicho, se atrevan a sentarse sin �l. Si meditas correctamente, sep�rate para otras cosas. Observe los momentos de privacidad: ma�ana, tarde, cuando el coraz�n se conmueve durante el serm�n o la Santa Cena. Fr�tate a ti mismo y a tu memoria. Despierta tu coraz�n. Utilice la meditaci�n para reprimir; porque los hombres suelen dar poca cuenta de sus pecados. Pero dir�s: �C�mo llegar� a sentir mi carga? Tres cosas est�n aqu� por descubrir.

1. El terreno sobre el que debe levantarse nuestra meditaci�n.

(1 ) Medita en la bondad, la paciencia y la misericordia de Dios, que ha sido abusada por cualquiera de tus pecados.

(2 ) Medita en la justicia de Dios; porque �l es igualmente misericordioso.

(3 ) Medita en la ira de Dios.

(4 ) Medita en la constancia de Dios.

2. La manera de seguir la meditaci�n hasta el coraz�n.

(1 ) Pesa y reflexiona sobre todas estas cosas en tu coraz�n.

(2 ) Despojate del pecado y m�ralo completamente desnudo; porque el pecado tiene una manera de cubrirse y disfrazarse con placer, provecho, facilidad.

(3 ) Sum�rgete en tu propia alma y coraz�n. Hay una fuerza fuerte en tu coraz�n, que no siente sus pecados.

(4 ) Antic�pese y prevenga su propio coraz�n. Medita lo que tu coraz�n desear� alg�n d�a, si no se humilla; y cu�ntaselo a tu alma.

3. C�mo poner vida y poder en la meditaci�n.

(1 ) Deja que la meditaci�n atormente el coraz�n, te persiga con las miradas infernales de tus pecados y s�gala con la terrible venganza de Dios.

(2 ) Deja que la meditaci�n siga tu coraz�n, como deber�a perseguirte, as� que deja que te siga en los mismos pasos. Porque el coraz�n es m�s astuto y m�s dif�cil de rastrear por su olor, cuando el coraz�n se ha ocupado con abundancia de buenos deberes y ha alcanzado diversas gracias. Estos buenos deberes y gracias comunes ahogan el olor de la maldad del coraz�n.

(3 ) Alegra tu coraz�n delante de Dios, y deja que la meditaci�n lo lleve ante su trono. Quejarse a Dios; y tu queja debe estar llena de dolor. Debe ser una queja completa de todos tus pecados y de todas tus concupiscencias. Debe ser con el agravamiento de todas las circunstancias de tus pecados, lo que puede mostrar que son odiosos. Debe ser una queja de autocondena. Deja que la meditaci�n, cuando ha elevado tu coraz�n delante de Dios, te arroje delante de �l. Motivos

1. Es una locura no meditar.

2. Ser�as reacio a tener la marca de un r�probo.

3. Ser�as reacio a robarle a Dios su honor.

4. O que todo el culto que le das a Dios sea abominable; pero as� ser� sin meditaci�n, antes y despu�s de ella. ( W. Fenner, BD )

Considere sus caminos

Hab�an pasado casi veinte a�os desde que un resto del pueblo de Dios hab�a regresado al cautiverio. Esti�rcol todo ese tiempo no se hab�a hecho nada para restaurar el templo. Sin embargo, la gente hab�a pensado en su propia comodidad: viv�an "en casas con techo". Hageo se levant� para se�alar su error. Grita: "Considera tus caminos" Para que descubran:

1. La raz�n de sus desgracias - Que fue �que hab�an pensado en s� mismos y se hab�an olvidado de Dios. Es la explicaci�n de toda la infelicidad. Si quieres ser miserable, s� ego�sta. El ego�smo no mira lo que tiene, sino lo que no tiene; arroja ojos codiciosos sobre lo que otros tienen. El ego�sta piensa m�s en lo que tiene que en lo que es y no tiene en cuenta las necesidades de los dem�s. Todas estas son muchas puertas a la infelicidad. El que quiera salvar su vida, la perder�.

2. El secreto de la bienaventuranza. "Dad a Dios lo que es de Dios". �Construye el templo�, dijo Hageo. P�ngase en armon�a con Dios y sus prop�sitos. Los fil�sofos han descubierto que la felicidad no se encuentra cuando se busca directamente. B�scalo oblicuamente. "Vive para los dem�s". Pero la doctrina falla porque los hombres son pecadores. Unirse a ellos es unirse a ellos en su pecado, y el pecado es la puerta de toda desdicha.

La felicidad solo puede llegar viviendo para otro, cuando ese otro no tiene pecado. Vive para Dios y se descubre el secreto de toda bienaventuranza. Esta es la verdadera "Imitaci�n de Cristo", cuya "comida y bebida" era para hacer la voluntad de Su Padre. ( Herbert Windross. )

Pensamientos cuaresmales

La Cuaresma es la temporada que nuestros antepasados ??han designado para que consideremos y enmendemos nuestros caminos, y regresemos, a�o tras a�o, en coraz�n y alma a ese Se�or y Padre Celestial de quien nos alejamos diariamente. Necesitamos un tiempo en particular en el que podamos sentarnos deliberadamente y mirar nuestra propia alma fijamente a la cara, y presentar nuestras cuentas a Dios, y estar completamente avergonzados y aterrorizados por esos relatos, cuando encontremos, como veremos, que no puedo responderle a Dios una cosa entre mil.

La prisa y el ajetreo de los negocios nos quitan a diario el arrepentimiento y el examen de conciencia. Mucho por lo que un hombre deber�a orar, se olvida de orar. Muchos pecados y faltas de los que deber�a arrepentirse se le escapan de la vista en la prisa de la vida. Mucho del bien que podr�a hacerse se pospone y se deja de lado, a menudo hasta que es demasiado tarde. Se puede decir que el bullicio continuar� en Cuaresma tanto como siempre.

"�C�mo podemos dedicar m�s tiempo a la religi�n entonces que en otras ocasiones?" Hay una respuesta s�lida y verdadera a esto. No es mucho m�s tiempo al que se les pide que renuncien, ya que es m�s coraz�n. Llegar� el momento en que se ver�n a s� mismos en una verdadera luz; cuando no se parecer� a su alma un mero par�sito a su cuerpo, pero usted encontrar� que usted est�tu alma. Entonces no habr� olvido que tienes almas, y dejarlas en un segundo plano, para ser alimentadas en los minutos impares, o dejarlas morir de hambre, no m�s hablar de dedicar tiempo al cuidado de tus almas; sus almas se tomar�n el tiempo para s� mismas entonces - y la eternidad tambi�n; entonces lo ser�n todo para ti, �quiz�s cuando sea demasiado tarde! Luego pruebe, para esta breve temporada de Cuaresma: el plan que aconseja el Se�or del cielo y de la tierra, y busque primero el reino de Dios y Su justicia.

No necesitas estar inactivo ni un momento m�s en Cuaresma que en cualquier otro momento. Puede tomar diez minutos m�s por la ma�ana y t� por la noche. Cuando hay voluntad, hay un camino. Entonces decidan que habr� voluntad. Exam�nese a s� mismo y sus acciones. Preg�ntese: "�Voy hacia adelante o hacia atr�s?" �No podemos todos encontrar tiempo en esta Cuaresma para deshacernos de estos pecados nuestros, confesarlos con verg�enza y dolor, y tratar como hombres de sacudirlos? ( C. Kingsley, MA )

De consideraci�n y meditaci�n atendidas con resoluci�n

I. La naturaleza de este ejercicio religioso. La meditaci�n parece tener una naturaleza superior a la consideraci�n. Este �ltimo es una operaci�n de la mente para la conversi�n y reforma de la vida; pero el primero es el trabajo continuo de aquellos que ya han cambiado en sus corazones y vidas, y han alcanzado algunas mejoras en religi�n y piedad. La meditaci�n incluye en ella la consideraci�n, pero es algo m�s, s�, mucho m�s.

Ellos est�n de acuerdo en esto, que ambos son una seria reflexi�n y animadversi�n sobre aquellos asuntos relacionados con la religi�n que nos han puesto ante nosotros, con el fin de que podamos obtener ventaja al fijar nuestros pensamientos en ellos y, por lo tanto, volvernos m�s piadosos y santos. . Considere los objetos adecuados de meditaci�n. Estos somos nosotros mismos; Dios; Su palabra; Sus trabajos; acciones de los hombres; esos solemnes entretenimientos de nuestros pensamientos, que com�nmente se llaman las "cuatro �ltimas cosas".

II. El valor y la excelencia, la vasta utilidad y ventaja de la meditaci�n.

1. Es el empleo adecuado de mentes racionales.

2. Este ejercicio bien ordenado, har� desaparecer la holgazaner�a y las vanas diversiones.

3. Mejora poderosamente las facultades del alma. El conocimiento, la raz�n, el juicio y una correcta comprensi�n de las cosas, con serenidad y consistencia mental, son sus frutos.

4. Promueve maravillosamente todas las partes de la devoci�n y la religi�n.

(1 ) Fija la mente y, por lo tanto, es �til para preservar en nosotros un sentido constante de Dios en nuestras almas y para mantener una disposici�n constante en nuestras mentes hacia la bondad y la santidad.

(2 ) Engendra mentalidad celestial.

(3 ) Promueve la oraci�n, que es la clave de la devoci�n y el oficio principal de nuestra religi�n.

(4 ) Ayuda a todos los deberes de la religi�n y al ejercicio de todas las gracias del Esp�ritu Santo, sazonando el coraz�n con pensamientos salados y piadosos.

(5 ) No solo promueve la religi�n, sino tambi�n las comodidades y los consuelos que la acompa�an.

III. La travesura de la desconsideraci�n; o el descuido de este excelente deber de meditaci�n. Esto es culpa de los hombres cristianos, y eso por lo que generalmente fracasan: no reflexionan sobre sus caminos. La queja es: "Mi pueblo no tiene en cuenta". Los hombres rara vez pecan por ignorancia. La falta de consideraci�n es la gran fuente de todos sus desastres.

IV. Orientaciones para el correcto manejo de nuestras meditaciones.

1. No deben entregarse a la inmoderaci�n en este ejercicio, sino usar la prudencia y la discreci�n.

2. Cuando meditamos en las cosas divinas, debemos mantenernos dentro de los l�mites debidos. Muchos son demasiado curiosos y curiosos en sus contemplaciones. Ser�an "m�s sabios de lo que est� escrito".

3. Se debe elegir alg�n lugar apropiado para la meditaci�n: alg�n retiro del ruido y el bullicio del mundo.

4. Cuando est� as� solo, debe estar muy ocupado; porque la privacidad y la soledad no son recomendables a menos que est�n bien empleados.

5. Se debe reservar un tiempo apropiado. El cierre del d�a es muy adecuado. El d�a del Se�or est� organizado para brindar oportunidades. Despu�s de leer o escuchar la Palabra de Dios, es �til un tiempo de meditaci�n. En la Cena del Se�or. En tiempos de angustia o angustia. Y en tiempos de gran misericordia y liberaci�n. Las calificaciones adecuadas de este deber son las siguientes. La oraci�n debe acompa�ar siempre a la meditaci�n.

Debe ir acompa�ado de los afectos, o de lo contrario es un ejercicio muy seco e in�til. Y la resoluci�n debe seguir a la meditaci�n. La meditaci�n no solo debe producir resoluci�n, sino tambi�n acci�n. Los pensamientos devotos ministran a los esfuerzos y empresas religiosas. ( John Edwards. )

En el deber de considerar nuestros caminos

"P�ngalos en serio". Reflexiona sobre ellas, medita sobre ellas, p�salas con madurez. Es la falta de esta reflexi�n y consideraci�n lo que ahora nos trae dificultades y angustia, y pronto traer� juicios m�s severos. A la voz de advertencia de Hageo, la gente escuch� con prudencia. Para nosotros, sin embargo, las palabras transmitir�an un significado que no ser�a exactamente el mismo que el que los jud�os obtendr�an de ellas.

Para nosotros, el mandamiento impondr�a el escrutinio de nuestra vida y conducta, pero nos obligar�a a compararlos con los preceptos de una ley nueva y m�s perfecta, el pacto de gracia. �Pero cu�n pocos consideran sus caminos! �Cu�n pocas veces es posible, incluso con alarma, dar vida a los que est�n muertos en delitos y pecados! Sin considerar sus caminos, sin una reflexi�n pr�ctica, su estado es de peligro inminente. Para los j�venes, m�s especialmente, este consejo es sumamente necesario. ( AB Evans, DD )

Autoexamen

A la voz alentadora de su Divino Protector, a trav�s del profeta, el esp�ritu de los jud�os revive, su celo se enciende y sus manos se entregan con gozo nuevamente para hacer la obra del Se�or. Podemos aprender que el Todopoderoso conoce y observa todas las acciones humanas, y tarde o temprano en esta vida, y ciertamente en la pr�xima, castigar� la negligencia de aquellos que desobedecen Sus mandamientos. El texto contiene �instrucci�n en justicia.

� The power of reflection is one of those characteristics by which our nature is adorned. The other animals enjoy or suffer only for the present. The exalted spirit of man, made in the image of supreme intelligence, subjects to his view the future and the past. As this power distinguishes us from all other animals, it is most becoming in us to employ it. We should strive to be acquainted with our spiritual state, that we may know, when at a throne of grace, what we have to confess, what to ask to be forgiven, wherein to pray to be encouraged and strengthened. The negligent and careless worshipper cannot be acceptable unto God. This self-examination is a matter of some difficulty.

I. Ilustre la naturaleza del deber. Para regular nuestra conducta tenemos el poder de juzgar entre el bien y el mal: el conocimiento de Dios y sus perfecciones: una revelaci�n de la voluntad divina y la asistencia prometida del Esp�ritu de Dios: y la certeza de un futuro estado de retribuci�n. Todos estos medios para regular nuestros caminos se�alan la misma l�nea de conducta. Los cristianos deben considerar sus caminos en referencia a cada uno de estos diferentes medios de direcci�n, y les permitir�n determinar su estado con respecto al conocimiento, la fe, el amor, el arrepentimiento y la nueva obediencia.

1. Considere sus caminos por el poder de distinguir el bien del mal. Aunque seamos llamados a la �luz maravillosa del Hijo de Dios�, este poder original de nuestra mente no se extingue, ni se reemplaza su ejercicio. En muchos casos debe ser nuestra �nica gu�a, porque la revelaci�n divina no desciende a detalles minuciosos. Este poder a menudo est� sesgado y debilitado por los prejuicios y la pasi�n.

2. Considere sus caminos en referencia a Dios. Considere en qu� luz deben aparecer sus acciones ante este Dios que todo lo ve: si han sido tales como �l ten�a derecho a esperar, y si fue conveniente para usted realizarlas. Compare su conducta con la rectitud de la naturaleza Divina y con las obligaciones bajo las cuales miente.

3. Considere sus caminos en referencia a la voluntad revelada de Dios. Como nuestros juicios son a menudo defectuosos, es conveniente que nos examinemos a nosotros mismos con esa regla m�s clara que se nos da en las Escrituras, en la que se describen claramente los deberes que le debemos a Dios, a la sociedad, a los individuos y a nosotros mismos.

4. Considere sus caminos con referencia a la inmortalidad y un estado de retribuci�n. Esta vida es de continuidad incierta.

II. El hombre rehuye el cumplimiento del deber de considerar sus caminos. No est� dispuesto a sopesar sus acciones, porque sabe que, al hacerlo, se preparan para �l la mayor�a de los sentimientos desagradables. �Pero esta conducta es racional o juiciosa! De considerar nuestros caminos surge la perseverancia en la santidad. Un hombre debe examinarse a s� mismo para poder reformarse. No puede haber disculpas por dejar de lado este trabajo.

Ciertamente es dif�cil, pero lo manda nuestro Dios, de quien depende nuestro destino. Es necesario para promover esa santidad en la que debe fundamentarse nuestra felicidad. �Seremos disuadidos por esta dificultad de tomar esas medidas saludables que son esenciales para nuestra paz eterna? ( L. Adamson. )

Versículo 6

El que gana salario, gana salario para meterlo en una bolsa con agujeros.

La bolsa con agujeros

El profeta levant� su voz de advertencia y suplic� a sus hermanos pecadores que "consideraran sus caminos", para resolver por s� mismos el hecho curioso y alarmante de que, mientras se afanaban por su gratificaci�n temporal y sembraban al voleo con mano generosa, el retorno de tales labores era tan magro e insatisfactorio, incluso como si uno hubiera sido lo suficientemente miope como para depositar el salario que tanto le cost� ganar en una bolsa con agujeros. La historia de las naciones, como la de los individuos, se repite siempre.

1. Entran en esta descripci�n aquellas personas que se enorgullecen de la acumulaci�n y posesi�n de riquezas.

2. Ese hombre est� poniendo su dinero en una "bolsa con agujeros", y est� gastando una gran parte de �l en cosas que ministran principalmente al orgullo y la vanagloria. Ruskin dice: �Una d�cima parte del gasto que se sacrifica en vanidades dom�sticas, si no se pierde absoluta y significativamente en comodidades y obligaciones dom�sticas, si se empleara sabiamente, construir�a una iglesia de m�rmol para cada ciudad de Inglaterra.

3. Esas personas est�n poniendo sus riquezas �en una bolsa con agujeros�, quienes est�n robando a la Iglesia de Dios sus leg�timos diezmos, para tener m�s para dejar a sus hijos. La riqueza heredada es tan a menudo una maldici�n como una bendici�n. La ociosidad es una fuente de miseria, y no hay una perdici�n de car�cter m�s mortal. El padre sabio le dar� a su hijo la educaci�n que lo capacite para el oficio o la profesi�n que �l prefiera, y luego le dar� el privilegio de empujar su propia fortuna en el mundo.

El obispo Doane dijo de los hombres que deber�an "hacer un Estado", que "est�n hechos por abnegaci�n". En lugar de la pregunta ego�sta del devoto del mundo, �cu�nto puedo sacar de esta vida en cuanto a vestimenta, vida elevada, envidia, admiraci�n, diversi�n? puede ser este nuestro esfuerzo, ��Cu�nto ser� esta vida m�a (tan corta y tan incierto) salir de m� en amorosa entrega al servicio de mi Se�or?� ( John N. Norton, DD )

Una bolsa con agujeros

(una charla con los ni�os): - En la antig�edad, la gente guardaba su dinero en bolsas, y todav�a la gente lo guarda en bolsitas que llamamos carteras. "�De qu� sirve una bolsa de dinero si est� llena de agujeros?" Sin embargo, el profeta dice que la gente de su �poca pon�a su dinero en bolsas de chupar. Quiere decir que intentaron quedarse con algo mucho m�s precioso que el dinero de esta manera imprudente. Habla de sus �salarios.

�Siempre lamentamos perder algo valioso. Sin embargo, la forma de perder algo es ponerlo en una bolsa con agujeros. Por tanto, �qu� decepci�n expresa aqu� el profeta! La sensaci�n de p�rdida es m�s intensa cuando perdemos algo que nos hemos ganado. Hay algunas personas que tienen lo que llamamos ganancias inesperadas. Tal "ganancia inesperada" tiene generalmente, como manzanas ca�das, un hematoma. No es ni la mitad de bueno que cuando lo ganamos nosotros mismos.

Ahora bien, estas personas en el texto se hab�an ganado lo que perdieron. La palabra que se usa aqu� para "salario" denota ganancias duras. Espero que sus hijos aprendan en la vida a ganarse su propio salario. Lo mejor en la vida es trabajar por lo que obtenemos. Son pocos los que saben usar el dinero sin saber primero c�mo ganarlo. Estas personas sab�an c�mo ganar dinero, pero no sab�an c�mo cuidarlo. La mitad de la batalla de la vida es para ganarla; y la otra mitad es saber d�nde colocar y c�mo usar lo que ganamos.

Pero he visto personas que trabajaron muy duro y, sin embargo, al final de la vida entraron en la eternidad como indigentes. Se ocuparon de lo que llamamos dinero: no pusieron su riqueza en una bolsa con agujeros. Pero nunca recordaron que el dinero de este mundo no pasa corriente en el pr�ximo. Hay otro tipo de moneda necesaria para el pr�ximo mundo. Morir rico en las cosas del mundo significa muchas veces morir pobre con respecto al mundo venidero. ( David Davies. )

El peor enemigo del trabajo

El enemigo m�s persistente y abrumador de las clases trabajadoras es el licor embriagador. Trabajar es peor enemigo que el monopolio y peor que el capital asociado. Anualmente estafa a la industria con un gran porcentaje de sus ganancias. Proclamo una huelga universal contra las bebidas alcoh�licas que, si se mantiene, ser� el alivio de las clases trabajadoras y la salvaci�n de la naci�n. Cuando agota la energ�a f�sica de un trabajador, agota su capital.

El trabajador estimulado cede ante el trabajador no estimulado. Cuando un ej�rcito sale a la batalla, el soldado que tiene agua o caf� en su cantimplora marcha m�s f�cil y lucha mejor que el soldado que tiene whisky en su cantimplora. S�lo Dios sabe lo que sufre el borracho, en su cuerpo, en su casa y, sobre todo, en la p�rdida de su alma. ( T. De Witt Talmage, DD )

Imprevisi�n nacional

Se puede instar a la objeci�n contra la introducci�n de cuestiones sociales y pol�ticas en los p�lpitos cristianos. Sin embargo, no se puede objetar con justicia el tratamiento desde el p�lpito de esa rama de la pol�tica social de la imprevisi�n nacional. Aqu�, en la �poca de Hageo, los medios de vida eran abundantes y, sin embargo, los hombres estaban insatisfechos. La imprevisi�n nacional de los jud�os fue un castigo por su negligencia hacia Dios, mientras que nuestra imprevisi�n nacional es un obst�culo para nuestro verdadero acercamiento a �l como naci�n.

Vea el enorme desperdicio de medios y comodidades causados ??por nuestra autocomplacencia nacional, y la absoluta necesidad, y casi la inanici�n, que de ah� resulta para millones de nuestros semejantes; o, cuando pensamos en la creciente pasi�n por la bebida destructiva, �no debemos ver una descripci�n maravillosa de nuestro estado actual en esta otra cosa que Dios nos dice que consideremos: �Com�is, pero no ten�is suficiente; Bebes, pero no te sacias de beber.

�Es una noci�n com�n pero err�nea que la ense�anza de la Biblia generalmente se opone a las nociones mundanas de prudencia. Los hombres citan las palabras de nuestro Salvador, �No te preocupes por el ma�ana�, sin el contexto de nuestro Salvador. Su objetivo era evitar que el hecho de que el cuidado de proporcionar las cosas terrenales les hiciera descuidar las cosas celestiales. La posesi�n de competencias no es un delito. Nuestro Salvador muestra que el desperdicio es un malvado, y la destituci�n deliberada es un pecado, no solo como una ofensa y un problema para la pol�tica social, sino como una iniquidad contra el honor de Dios, quien, al ordenar que el hombre debe comer pan con el sudor de su frente, ha puesto sobre todo hombre el deber de autoabastecimiento.

Los ap�stoles se�alan el pecado de la imprevisi�n en t�rminos no mesurados. Nunca contemplan un estado de cosas en el que los hombres esperar�n que sus semejantes, en cada caso de necesidad, satisfagan todas sus necesidades. Ense�an, como lo hizo nuestro Salvador, la dependencia de Dios, pero no del hombre. Considere la prevalencia de este pecado de imprevisi�n. La imprevisi�n nacional existe en Inglaterra sin paralelo en toda la creaci�n. ( WL Blackley, MA )

Una mala inversi�n

I. Con respecto a gran parte del dinero que ganan los hombres, podemos decir que se pone en una bolsa con agujeros. Mire a un hombre que es un tipo de los que ponen sus ganancias en una bolsa con agujeros. �l trabaja duro. Con el amanecer se levanta. Come el pan de la prudencia. Siempre est� al acecho de la "oportunidad principal", es decir, de aumentar las acumulaciones del No.

1. No siempre se preocupa por los m�todos por los que gana. Solo le importa ver c�mo aumenta su equilibrio. Nunca se sabe que se lo tome con un ataque de generosidad. Se limita a s� mismo, y puede que sea su familia, a todos los placeres para que pueda aumentar sus ahorros. De este modo, escarbando y agarrando, resoplando y mintiendo, convierte el mickle en muckle. Encuentra que los centavos se convierten en libras, las decenas crecen a cientos y los cientos a miles.

Obtiene respeto, se ve favorecido con solicitudes de ayuda. Pero ha estado poniendo su ganancia en una bolsa con agujeros, si ha ganado incorrectamente su riqueza, y si se ha inclinado ante eso, ador�ndola solo. Recuerde que no puede llev�rselo al morir. Ser�a in�til si pudiera. Son muchos los que, aun sin ganar mucho, se hacen esclavos de su particular l�nea de trabajo. No piensan en las preocupaciones m�s elevadas de la vida.

Pero toda su vida se afanan sin contentamiento; han murmurado y preocupado, envidiado a otros, incluso los han tergiversado. En una "bolsa con agujeros" han puesto todo lo que apenas han ganado. Luego hay muchos que realmente podr�an ganar y ganan mucho, pero lo desperdician. No saben ad�nde se ha ido el dinero, y si supieran ad�nde se ha ido, no se lo confesar�an a s� mismos ni a los dem�s.

II. Con respecto a muchos de los placeres que buscan los hombres, se manifiesta la verdad del texto. Decimos �muchos� porque todo placer no es pecado, y buscarlo a veces puede ser un deber fuerte. �Pobre de m�! algunos estropean la recreaci�n leg�tima y suficiente obteniendo placeres ilegales. Sin duda, est�n poniendo sus esfuerzos en una "bolsa con agujeros". As� tambi�n con placeres secretos y robados. Las almas ceden a los deseos del coraz�n, a las concupiscencias de la carne, y como la cosa est� oculta, se frotan las manos y dicen que no he hecho nada malo. En ninguna complacencia pecaminosa podemos encontrar una gratificaci�n duradera. Ese hecho, cuyo recuerdo enrojece el rostro, no tiene ninguna cualidad que pueda ser realmente satisfactoria.

III. Con respecto a nuestros esfuerzos sin ayuda por reformar la vida, se aplica la verdad del texto. Descubrimos que el diablo es un mal amo, que la paga del pecado es muerte. Empezamos a ver que esta vida se ha desperdiciado, que hemos vivido para nosotros mismos. Entonces comenzamos a luchar, con nuestras propias fuerzas, para mejorar el car�cter y vencer los pecados. Quiz�s logremos alg�n peque�o progreso por un tiempo. Pronto descubrimos que ha sido solo por un tiempo, y que la ra�z del pecado todav�a est� en nuestra alma.

Entonces el hecho comienza a mirarnos a la cara, que si pudi�ramos evitar todo pecado en el futuro, si pudi�ramos conquistar toda tendencia al pecado en nuestros corazones, todav�a tenemos una gran cuenta del pecado que no ha sido perdonado. La ley no debe ser violada ni deshonrada. Por tanto, �l toma, en la Persona de Cristo, nuestros pecados y los carga. "�l magnifica la ley". Luego nos perdona gratuitamente por amor de Cristo. Todo el pasado puede ser como si no hubiera sido.

Todo pecado puede ser completamente borrado. Dios en Cristo ha provisto una forma de lidiar con el pecado que no podemos entender, pero que podemos aceptar. Confucio dijo: "Se puede quitar una mancha de un diamante puli�ndolo cuidadosamente, pero si tus palabras tienen la menor mancha, no hay forma de borrarlas". Esto es cierto para las disposiciones pecaminosas del alma. Solo Cristo puede borrarlos. Nuestra justicia propia, que es un esfuerzo por expiar con nuestras propias fuerzas, es como un salario metido en una bolsa con agujeros.

IV. Con respecto a los intentos de muchos de obtener diversos tipos de conocimiento, podemos afirmar el principio del texto. Hay quienes est�n incesantemente indagando, leyendo y, sin embargo, saben muy poco. Van de un lado a otro, pero aunque ven mucho, retienen poco. Muchos escuchan una gran cantidad de conferencias, de sermones, pero parecen saber poco m�s. Leen sus Biblias, pero aumentan poco su conocimiento.

Ahora, mire hacia atr�s y vea cu�nto ha le�do, escuchado y conocido. �Cu�l ha sido el efecto sobre el car�cter, el coraz�n, la vida? �No se ha metido en una bolsa con agujeros? �Cu�ntas veces has o�do hablar del sacrificio de Cristo y del amor infinito de Dios? �Ha tenido alg�n efecto? �Ha tenido alg�n efecto en la vida? Amargo fue el llanto de la madre que despu�s de diez a�os de cuidar a un ni�o imb�cil me dijo: "Despu�s de todo mi amor, ella nunca parece notarme m�s f�cilmente que un extra�o". �Ah! eso es precisamente lo que Jes�s tiene que decir de nosotros. Su amor ha sido arrojado sobre nosotros, ha sido puesto en una "bolsa con agujeros". ( Revista homil�tica. )

La bolsa con agujeros

Para aplicar esta figura del profeta a nuestros propios tiempos y circunstancias, en una palabra a nosotros mismos, veamos cu�l es �la bolsa con agujeros� en la que con demasiada frecuencia se depositan las ganancias honestas.

I. La extravagancia es una bolsa as�. Me refiero a gastar m�s en algo de lo que justifican nuestros ingresos. El obispo Patrick comienza un cap�tulo con una advertencia notable: "Considera tu propia suficiencia". Pese bien lo que es igual a usted, y esto puede aplicarse tanto a nuestros ingresos como a cualquier otra cosa. Si nos permitimos en cualquier caso un gasto, sin importar cu�l sea el objeto del mismo, que sea inadecuado para nuestras circunstancias e inconsistente con nuestros medios, no hay otro nombre para esto que yo sepa que extravagancia; I.

e (para rastrear la palabra hasta su derivaci�n) un vagar m�s all� de los l�mites justos dentro de los cuales deber�a estar nuestro curso. Existe una cierta adecuaci�n entre nuestra posici�n y circunstancias, por un lado, y nuestros gastos, por el otro, que el buen gusto discernir� instintivamente; cualquier despilfarro en una direcci�n debe implicar pobreza en la otra: no digo una �bolsa con agujeros�, pero una bolsa con un agujero dejar� salir todo el dinero, el que es para las necesidades necesarias, as� como el que se gasta. sobre el lujo.

�No es la extravagancia culpa de la �poca? �No viven los hombres de todas las clases tan cerca de sus ingresos que apenas es posible evitar ir m�s all�? Solo hay dos formas de afrontar esa dificultad: debemos ganar m�s o gastar menos.

II. Hay otra bolsa con agujeros: desechos. Esto, aunque se parece a la extravagancia en algunos aspectos, es algo diferente, porque la extravagancia es superfluo; el desperdicio puede ser de cosas necesarias. Me temo que esta es una falta cada vez mayor. Lo veo dondequiera que voy: desperdicio de combustible y comida, desperdicio de dinero, desperdicio de tierra, desperdicio de sus productos. Sin embargo, Aquel que, por un milagro repetido dos veces, hizo pan suficiente y de sobra para miles en el desierto, estaba atento a lo que hab�a terminado; y nos dej� una lecci�n memorable: �Recoge los fragmentos que quedan, para que nada se pierda.

�Los j�venes apenas saben cu�nto se puede hacer simplemente sin desperdiciar nada. Tengo un pastor honesto cerca de m� que una vez me ofreci� un pr�stamo de 200 libras. Conozco a otro que ha ahorrado lo suficiente para comprarle una peque�a granja. �Cu�l fue su secreto? No desperdiciaron nada. Han tenido suficiente para ganarse la vida, suficiente para la salud, para la comodidad, y de sobra cuando llegue el d�a de la debilidad y la escasez. Su bolso no ten�a agujeros.

III. Similar a la extravagancia y el desperdicio es el exceso. Esto, de hecho, participa del car�cter de los otros dos; pero tiene adem�s este elemento, que es extravagancia y es derroche, ambos empleados en uno mismo, y ambos en detrimento de uno mismo. Si s�lo recuerda algunos de los c�lculos que ahora nos son familiares a todos, ver� lo que es una bolsa con agujeros para las ganancias de la naci�n en general.

�M�s de 100 millones se gastan en el reino cada a�o en bebida! Esta es la gran bolsa con agujeros en los que es demasiado probable que se pongan las ganancias h�biles, las ganancias duras y las ganancias costosas. Ese espantoso, ese lamentable h�bito de la intemperancia es un solvente que derretir� una fortuna por grande que sea, y un hombre por fuerte. No importa lo que se ponga en la bolsa, a trav�s de ese agujero desaparece y deja al due�o como la bolsa hecha jirones. ( AC Bishop, MA )

Versículo 7

As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Considerad vuestros caminos.

El llamado de dios

I. La persona que emite este comando. Note el car�cter divino del hablante. El "Se�or de los ej�rcitos". Este nombre, que contiene en �l toda perfecci�n, exige nuestra atenci�n y desaf�a nuestro asombro. Omnipotencia, omnisciencia y autoridad ilimitada unen sus rayos en un resplandor de gloria en este car�cter verdaderamente augusto, "El Se�or de los ej�rcitos".

II. El comando en s�. "Considere sus caminos". Fija tus pensamientos en ellos con diligencia, seriedad y aplicaci�n de coraz�n. Sean honestos con ustedes mismos, serios y particulares en la indagaci�n de su verdadero car�cter ante los ojos de Dios. El comando implica que ...

1. Dios nos ha dado una revelaci�n de su voluntad como la regla de nuestro deber y la norma por la cual debemos examinar nuestra conducta. Las Escrituras forman el directorio y la regla por la cual debemos probar nuestros caminos, y que Dios en misericordia nos ha dado por Su propia revelaci�n para este prop�sito.

2. Dios nos ha dotado de poderes de recogimiento y reflexi�n. Mediante estos podemos traer las transacciones de toda nuestra vida a la vista actual y organizar las diversas acciones de ellas en su orden y colores adecuados. Es nuestra sabidur�a conversar con nuestras horas de partida, para que aprendamos a redimir el tiempo.

3. As� como Dios ha dado tanto la regla como la capacidad para el ejercicio de este deber, el cumplimiento del mismo es necesario y ventajoso.

(1 ) La consideraci�n frecuente e imparcial de nuestros caminos tiende a humillarnos ante el estrado del glorioso Jehov� y a convencernos de nuestra debilidad, indignidad, mezquindad e insignificancia.

(2 ) La consideraci�n diligente y frecuente de nuestros caminos ir� acompa�ada de esta ventaja adicional de conducirnos a una dependencia cordial y completa de Dios, tanto para la direcci�n como para la asistencia en cada deber.

(3 ) El cumplimiento de lo requerido en nuestro texto nos llevar� a ver y reconocer que la salvaci�n de un pecador es, y debe ser, todo por gracia y misericordia. Entonces ya no nos jactaremos de nuestro buen coraz�n, la integridad de nuestra conducta o nuestros deberes regulares. Clamaremos por misericordia. Si quiere ser un cristiano humilde, dependiente y sensible a sus obligaciones para con la gracia gratuita de Dios, sea frecuente e imparcial en la consideraci�n de sus caminos.

III. Apela a la conciencia de todo hombre ante los ojos de Dios.

1. Dir�jase a la parte despreocupada e indiferente de los oyentes.

2. Aquellos que han experimentado s�lo algunas leves convicciones de pecado, pero una preocupaci�n pasajera por su salvaci�n.

3. Aquellos que son reincidentes. Inv�telos a pensar seriamente sobre su estado actual y peligro.

4. Aquellos que son verdaderos creyentes. �Cu�n torcidos aparecer�n incluso sus caminos en la rese�a! Cu�n lento es su avance en el camino del deber y la obediencia. En general, como la consideraci�n de nuestros caminos es un gran deber, requiere nuestra atenci�n actual y m�s seria. El presente ahora es la temporada que exige despacho. Hoy debemos escuchar la voz de Dios, antes de que la enfermedad nos incapacite o la muerte nos lo impida. ( J. King, BA )

Una direcci�n a los sirvientes

Debe ser la gran preocupaci�n de cada uno de nosotros �considerar nuestros caminos�; pensar en ellos; para buscarlos y probarlos. Aplicado a los sirvientes, tratamos:

I. Sus deberes.

1. Tu primer deber es con Dios. Deben volverse a �l como verdaderos penitentes, buscar el perd�n a trav�s de los m�ritos de Jesucristo, lavarse en Su sangre preciosa y creer en las promesas que �l ha dado en Su Evangelio.

2. La oraci�n ferviente es un deber que los siervos descuidan con demasiada frecuencia. El cansancio por la noche y el levantarse tarde por la ma�ana son las causas.

3. La lectura diligente de las Escrituras. Los m�s ocupados pueden encontrar o hacer tiempo para esta mejora espiritual.

4. Asistir constantemente a la casa de Dios. Siempre que, es decir, puede asegurar una oportunidad. "La fe viene por el o�r".

5. Considere su deber para con sus empleadores. Como el deber de fidelidad o fidelidad; un estricto respeto por la verdad; obediencia; mantener tu temperamento. Es �til y prudente hacer un amigo, como lo llamamos, de su amo y amante.

6. Considere su deber para con sus compa�eros de servicio. Deben mostrar gran cuidado, ternura y afecto por el bienestar de los dem�s. Esfu�rzate por conducir a tus compa�eros por los caminos de la paz, recomendando, tanto con el precepto como con el ejemplo, h�bitos religiosos. Ay�dalos de acuerdo con la capacidad que Dios te da, cuando se encuentren en alguna angustia.

II. Sus pruebas y tentaciones.

1. Su eliminaci�n anticipada de sus amigos. El servicio no es como en casa, por m�s c�modamente que se encuentre. El hogar es el hogar, por muy hogare�o que sea.

2. Si es un siervo cristiano, los h�bitos irreligiosos de las familias con las que vive es otra prueba.

3. La mundanalidad de tus compa�eros de servicio. Estas pruebas traen tentaciones. Y existen tentaciones morales especiales para las sirvientas.

III. Sus privilegios.

1. Deseos suplidos sin implicar ansiedad personal.

2. Oportunidad de recibir la Cena del Se�or.

3. Poder para ayudar en la obra del Se�or. ( James R. Starey, MA )

�Ad�nde vas?

Toda obra, con todo secreto, reaparecer� en el tribunal de Cristo, sea buena o mala. Un viaje termina en alguna parte; cada paso es en alguna parte. Entonces, �ad�nde vamos cada uno de nosotros? De algunos cambios debes ser consciente, en algunos sin duda te has regocijado. Pero �qu� pasa con sus almas? �De qu� manera han cambiado? �Son m�s aptos para su fin, para aquello para lo que Dios los cre�? Si no ha usado la gracia de Dios en el �ltimo a�o, est�, humanamente hablando, menos en la forma de usarla el pr�ximo.

�Te preparar�as para cualquier cosa que te importe en esta vida mientras te preparas para la eternidad? No te preparar�as as� para ninguna carrera en esta vida. Dios ha dividido nuestras vidas en porciones menores. Pero cada lugar de descanso deber�a darnos una pausa, y obligarnos a entrar en nosotros mismos, y hacernos pensar, por un tiempo en el este, si hemos progresado tan poco en el camino, o nos hemos sentado en el camino, o si hemos desviado por completo fuera del camino.

"Considere sus caminos". Considere lo que ha estado haciendo, lo que est� haciendo y hacia d�nde se dirigen esas acciones. �Pon tu coraz�n sobre ellos�, tu coraz�n, el asiento de tus afectos. �C�mo, si no lo ha hecho, va a emprender esto considerando sus caminos? �C�mo har�as si sospecharas que est�s fuera de tu camino en esta tierra? Si pudiera verlo, mirar�a hacia atr�s a su punto de partida y ver�a c�mo, poco a poco, se ha desviado del camino correcto.

Luego, mire hacia atr�s a los primeros d�as, vea por qu� pasos menores o mayores se apart� primero del camino angosto; mira c�mo los malos h�bitos se fortalecen con la repetici�n. "C��ete a ti mismo de cabo a rabo", dice el profeta, "y as� sigue". Entonces progresar�s, no si no encuentras qu� culpar, sino si culpas lo que encuentras. Cuando no pusiste tu coraz�n en tus caminos, incurriste diariamente en casi innumerables pecados, en pensamiento, palabra, deseo, acci�n, s�, y en la omisi�n del deber. Entonces juzga a ti mismo para que no seas juzgado por el Se�or. ( EB Pusey, DD )

Versículo 8

Trae le�a y construye la casa.

El edificio se levanta

I. Una operaci�n importante que se est� realizando. "Construyendo la casa".

1. Su naturaleza real. La construcci�n del templo de Dios en el monte Sion. El templo de Salom�n hab�a sido desmantelado y arrasado. El primer acto de los cautivos restaurados fue reconstruir el templo, para que pudieran realizar una vez m�s el culto divino. Su significado espiritual fue la formaci�n y el perfeccionamiento gradual a trav�s de generaciones sucesivas de la Iglesia espiritual de Dios, bajo la dispensaci�n del Evangelio de su Hijo, que en las Escrituras se conoce por la semejanza de una casa o un templo.

2. Sus dificultades concomitantes. Adversarios externos a su alrededor. Los mismos jud�os surgieron obst�culos poderosos. Su n�mero era escaso y sus recursos, escasos; algunos estaban deprimidos y temerosos, y otros eran indiferentes y ap�ticos. En ese momento se iniciaron sutiles objeciones contra la realizaci�n del trabajo. Dificultades que la acci�n com�n y el esfuerzo com�n podr�an desesperar de eliminar.

Estos hechos sugieren las circunstancias que acompa�aron a la erecci�n del templo espiritual de la gracia divina, bajo el Evangelio de nuestro Se�or Jesucristo. La obra tiene que progresar en medio de una inmensa dificultad y oposici�n. La enemistad externa ha abundado, surgida de la depravaci�n radical y la alienaci�n del coraz�n humano contra Dios, y empleando contra Su verdad todas las armas del tacto y la fuerza: impostura pagana, superstici�n anticristiana, fanatismo mahometano, impiedad infiel, desprecio y negligencia mundanos.

Y los profesos amigos del Evangelio han interpuesto serias dificultades en el camino del progreso y el �xito. Qu� injurias se han producido por las corrupciones de la Iglesia; por las divisiones de la Iglesia; y por la indolencia de la Iglesia. La inercia de algunos de nosotros ha sido un da�o muy grave al progreso de la verdad y la justicia. Ha contra�do los recursos de la Iglesia; le ha dado a la Iglesia un aspecto falso y una reputaci�n falsa a los ojos del mundo.

Ha amortiguado el celo y paralizado las energ�as de hombres piadosos, activos y devotos; y ha impedido el anuncio de principios salvadores a multitudes, que han vivido as� en la ignorancia, han muerto en las tinieblas y se han hundido en la desesperaci�n.

II. Una agencia en relaci�n con la cual se llevar� a cabo esta operaci�n.

1. Es instrumental y secundario. Se exig�a el esfuerzo personal de los jud�os mismos, y se alistaba bajo la direcci�n de ciertos hombres que hab�an sido designados especialmente por Dios para ese prop�sito. La agencia instrumental y secundaria, designada con el prop�sito de promover los designios de la misericordia divina, bajo el Evangelio de nuestro Redentor, consiste en las labores devotas de hombres que han sido redimidos.

Cuando el Salvador hubo completado Su propia misi�n personal entre los hijos de los hombres, entreg� el instrumento que hemos notado, principalmente a aquellos a quienes hab�a constituido Sus ministros: algunos entre ellos para trabajar en puestos temporales, y otros nuevamente para ser levantados en larga sucesi�n, y en tal sucesi�n trabajar hasta el fin de los tiempos.

2. Es una agencia eficiente y suprema. La agencia divina, relacionada con la instrumentalidad de los hombres, era dirigirlos en sus consejos y dar eficiencia y �xito a sus movimientos. Es la agencia del Se�or Jesucristo y la agencia del Esp�ritu Santo. Zacar�as presenta a Cristo como la piedra fundamental del edificio y como el arquitecto del edificio. El Esp�ritu se presenta bajo la figura de los �siete ojos�.

Los obst�culos permanecer�an intactos, la �gran monta�a� siempre nos mirar�a con el ce�o fruncido con un poder igual y absoluto, si no fuera por la agencia que aqu� se afirma y se reivindica. El mejor instrumento ideado y empleado por el hombre, y operando con cualquier industria y habilidad, no avanzar�a ni un solo paso, si no fuera por la agencia afirmada y reivindicada aqu�.

III. Un resultado en el que esta operaci�n, as� realizada, terminar�. La operaci�n se completar� triunfalmente. Se trajo la l�pida del templo. Y podemos anticipar con seguridad la consumaci�n segura y se�alada de los esfuerzos, que en la causa de Dios ahora, aunque de manera inadecuada, estamos ayudando a promover. Habr� que completar la estructura de la gracia divina.

Nada puede da�ar el progreso y el avance de nuestra religi�n. Y, completada triunfalmente, redundar� eminentemente en la gloria divina. Y el triunfo final ser� aclamado con �xtasis y �xtasis por todos los santos seres creados. Solicitud&mdash

1. � Qu� est�mulo para los que ya est�n comprometidos y trabajando para Dios!

2. � Qu� reprensi�n para los que profesan la religi�n de Jes�s, que a�n son indolentes e inactivos!

3. � Qu� advertencia para los que se declaran hostiles a Dios ya su verdad! ( James Parsons. )

El santuario construido

Es en vano sostener que existe una correspondencia exacta entre la Iglesia jud�a y la cristiana. Sin embargo, como fueron constituidos y gobernados por la misma autoridad, y con los mismos grandes fines, la historia de los primeros no puede estar m�s que pre�ada de instrucciones adaptadas a la condici�n y necesidades de los segundos. Los principios de verdad y justicia son inmutables. Estas observaciones son aplicables a la parte actual de la historia jud�a.

Los cautivos que regresaron dejaron la casa de Dios en ruinas hasta que hubieron hecho suficiente provisi�n para ellos y sus familias. Con este proceder, Dios estaba disgustado y los castig� de una manera que correspond�a exactamente con la ofensa. Quer�an acumular m�s del mundo para ellos y sus familias. Pero Dios hizo abortar cada trabajo de sus manos. Por la sequ�a y el hambre, sec� las fuentes de sus ganancias y marchit� sus esperanzas. No hay nada que haga que este caso sea inaplicable a la Iglesia cristiana. La gran ley de la providencia de Dios, a este respecto, se mantiene incluso hasta el d�a de hoy.

1. Dios, desde el principio, ha sido adorado en templos hechos con manos. Mientras los jud�os pasaban por el desierto, construyeron un tabern�culo port�til para la adoraci�n de Dios. Cuando terminaron sus migraciones, construyeron un templo costoso y magn�fico en honor de Jehov�. As� ha sido en todos los tiempos donde se ha conocido a Jehov�. Incluso las naciones paganas han tenido en todas partes edificios p�blicos dedicados a los ritos de su adoraci�n id�latra. Nunca hubo una comunidad que no consagrara al objeto de su culto alguna estructura,

2. En lo que respecta a la religi�n verdadera, estos edificios han sido construidos por mandato de Dios. V�anse los mandamientos dados a Mois�s y a Salom�n. La historia no registra ni un solo ejemplo del poder omnipresente y santificador de la religi�n en ninguna comunidad donde las convocatorias regulares y declaradas del pueblo para la adoraci�n de Dios hayan sido abolidas.

3. Una casa de culto, donde el pueblo pueda reunirse para hacer un reconocimiento p�blico de Dios y ofrecerle su homenaje, es indispensable para la difusi�n de las bendiciones de la religi�n y la perpetuaci�n de sus instituciones. Las ventajas resultantes de una convocatoria del pueblo en per�odos establecidos para la instrucci�n religiosa son perfectamente obvias. Dejemos que la casa de Dios se deteriore, que el santuario sea demolido y los lazos m�s fuertes del estado social se disuelvan, y todas las combinaciones de esfuerzo o simpat�a para sostener las ordenanzas o propagar las doctrinas de la religi�n lleguen a su fin. .

La religi�n podr�a, en estas circunstancias, no tener existencia organizada. Las solemnes convocaciones de la Iglesia de Cristo constituyen el coraz�n, cuyas pulsaciones env�an el fluido vital a trav�s de todas las ramificaciones del sistema. Que se abandonaran sus asambleas del s�bado, y su existencia llegar�a r�pidamente a su fin.

4. Los ministerios de la casa de Dios tienen una poderosa influencia sobre la inteligencia y el buen orden de la comunidad. Hay susceptibilidades a la influencia religiosa que pertenecen a la naturaleza del hombre. Deben ser desarrollados y entrenados bajo la instrucci�n de las Escrituras, o deben asumir un car�cter de alguna cultura supersticiosa e inadecuada. Los objetos presentados ante la mente en el santuario, por un ministerio capaz y escritural, son del car�cter m�s exaltado y autoritario.

�C�mo es posible que la exhibici�n constante de temas como estos no produzca una elevaci�n y expansi�n del intelecto a trav�s de todos los grados de la sociedad que ninguna otra agencia es capaz de producir? Cu�n grande debe ser el poder moral del p�lpito. Los principios del Evangelio son todos santos. �De d�nde proceden los autores de delitos? No recuerdo que un solo individuo que era un adorador habitual en el santuario fuera condenado por un delito en una prisi�n estatal.

A�n quedan intereses m�s elevados que garantizar esta agencia: los intereses del alma. En la casa de oraci�n hay manifestaciones peculiares de la gloria divina. Aqu� las almas se preparan para el cielo.

5. El edificio destinado a este alto prop�sito debe, en cierto sentido, corresponder al gran dise�o de su construcci�n.

(1 ) Deber�a ser un verdadero exponente de la estimaci�n en la que la gente sostiene las instituciones de la religi�n.

(2 ) Debe resultar atractivo, por su belleza arquitect�nica por fuera y por sus arreglos bien organizados por dentro, como sea consistente con los prop�sitos sagrados y santos para los cuales est� dise�ado para servir.

(3 ) Cuando se hace necesario erigir una casa para el culto de Dios, la gente debe considerar bien el car�cter del Ser a quien se va a consagrar, y cuidar que la estructura sea tal que no lo ser�n. avergonzado de presentarle como expresi�n de su gratitud y amor. Palabras de clausura

1. Debemos ante todo al santuario la inteligencia, el refinamiento, el buen orden que impera en las comunidades cristianas y la seguridad de vida y propiedad de la que disfrutamos.

2. No recomendamos gastos extravagantes en la construcci�n de una casa para la adoraci�n de nuestro Dios. Tendr�amos todo lo simple y casto, pero, si la capacidad del pueblo lo permitiera, rico y c�modo.

3. Para realizar una obra de tal magnitud, se exige la m�xima armon�a; una perfecta uni�n de puntos de vista y esfuerzos. Los consejos divididos siempre tienden a la debilidad y la ruina.

4. Nada m�s que el esp�ritu de una liberalidad ilustrada y ampliada ser� igual a las demandas de tal emergencia, como la construcci�n de una casa para ser consagrada a la adoraci�n de Jehov�.

5. La condescendencia de Dios, al registrar Su nombre en templos hechos con manos, y al permitir que Sus criaturas pecadoras lo busquen y adoren all�, debe excitar nuestro mayor asombro, gratitud y amor por siempre. ( JW Adams, DD )

El est�mulo para edificar la casa del Se�or

En la Palabra de Dios, las advertencias y amenazas siempre van acompa�adas de exhortaciones y promesas. Si no fuera as�, las amenazas nos beneficiar�an poco. Es cierto que s�lo en el Evangelio se manifiesta el amor de Dios en su plenitud. Solo en el Evangelio las promesas prevalecen poderosamente sobre las amenazas. As� como Dios manda a los jud�os que suban al monte y traigan le�a para construir Su casa, as� tambi�n nos manda a nosotros que subamos al monte con el mismo prop�sito.

�A qu� monta�a? Al monte de la fe; a la monta�a del deber. La fe es una monta�a dif�cil de escalar para todos, sobre todo para los que han vivido en la incredulidad. El deber tambi�n es una monta�a dif�cil de escalar para todos, sobre todo para aquellos que han estado viviendo en la autocomplacencia. Esta es la recompensa que nos promete, si subimos la empinada monta�a de la fe y el deber de buscar las gracias con las que debemos construir la casa de Dios.

�l nos asegura que se complacer� en esa casa y ser� glorificado en ella. �Qu� poderoso motivo es este! Deber�a tener un gran dominio sobre cada uno de nosotros. Si Dios se complace en nuestro trabajo, ese trabajo tambi�n debe ser bendecido sobre nosotros. Dios es infinitamente m�s misericordioso y generoso de lo que el hombre puede creer o concebir. Ve los primeros impulsos de un esp�ritu obediente en el coraz�n; y cuando los ve, los bendice, los fortalece y los ayuda a avanzar.

Tan pronto como Zorobabel y el resto del pueblo comenzaron a obedecer la voz del Se�or, el profeta Hageo fue enviado a decir: "Yo estoy contigo, dice el Se�or". Hab�a estado con ellos mucho antes. Hab�a mostrado Su maravillosa bondad amorosa de varias maneras. Sin embargo, les envi� esta reconfortante seguridad. Tampoco es menos bondadoso, menos misericordioso, menos generoso, menos misericordioso con nosotros que nos hemos convertido en sus hijos en Cristo Jes�s.

�l viene a nosotros desde el principio por Su Esp�ritu. �l ha estado con nosotros, como nuestro Gu�a, Maestro y Director, durante todo nuestro viaje a trav�s del desierto del mundo, desde nuestra ni�ez en adelante. Es a trav�s de �l que hemos sido llevados, siempre que hemos sido llevados, a la asamblea de Su pueblo en Su santo monte de Sion. Siempre nos ha enviado sus profetas. Sin embargo, cuando empezamos a volver nuestro coraz�n hacia �l, tan pronto como deseamos sinceramente obedecerle y servirle, �l viene a nosotros de manera m�s clara, m�s abierta y m�s manifiesta, y nos env�a un mensaje para animarnos con la seguridad. que �l est� y estar� con nosotros.

Esta bendita seguridad se otorga a todos los que sinceramente desean y se esfuerzan por obedecer a Dios. Sienten que tienen una sabidur�a superior a la suya para guiarlos, que tienen una fuerza m�s all� de la suya para apoyarlos. �Que todos seamos llevados a ese estado en el que Dios se complacer� y ser� glorificado en nosotros! ( Julius C. Hare, MA )

Dios glorificado en la edificaci�n de iglesias.

��Cu�les son los muros que levantamos, a menos que Dios se complazca en ellos? Justo lo que es un cuerpo sin alma, sin esperanza, sin esp�ritu, sin provecho. �Ser� Dios en verdad glorificado de los hombres? Hay una cosa m�s extra�a, es que Dios sea tan poco glorificado por los hombres. Ser�a profano e imp�o hablar de aquellos que glorifican a Dios, que viven sin "temor de Dios ante sus ojos". �Cu�ndo es glorificado Dios?

1. Cuando alguno se convierta a Aquel que, hasta ahora, de acuerdo con malos principios o en contradicci�n con principios mejores, se haya alejado de �l o haya transgredido contra �l.

2. Cuando los hombres aceptan el camino de salvaci�n que �l ha preparado. Cuando se acepta la oferta del Evangelio y los hombres agradecen a Dios por su don inefable, Dios es glorificado.

3. Cuando los que se han arrepentido hagan �obras dignas de arrepentimiento�, vivan �con rectitud, sobriedad y piadosa� y esperen Su reino celestial. Dios es deshonrado cuando cualquiera que profesa llevar su yugo sobre s� camina indignamente �de la vocaci�n a la que es llamado�; cuando alguno, que se hace pasar por sus amigos, es realmente enemigo de la Cruz de Cristo.

4. Cuando los hombres se salvan. Esta es la corona de todos; y verdaderamente es la gloria de Dios. Quienquiera que sea apto para recibir la herencia celestial, solo la atribuir� a Dios. �El que se glor�a se gloriar� en el Se�or�; Reconocer� que Su Esp�ritu lo influy�, Su sabidur�a lo gui�, Su bondad lo convirti�, Su poder lo defendi�, y que con algo menos que esa mano todo suficiente, debe haberse hundido bajo los peligros con los que fue asaltado. ( TB Verano, DD )

El deber de construir la casa espiritual de Dios

El templo material de Dios en Jerusal�n era t�pico del templo espiritual que se erig�a en el coraz�n del pueblo. Las palabras del texto son aplicables:

I. A la casa espiritual que se levantar� en el coraz�n de cada individuo. San Pablo, escribiendo a los Corintios, dice: �Vosotros sois templo de Dios; y el Esp�ritu de Dios mora en ti ". Sin embargo, �qu� ministro puede mirar por encima de su congregaci�n y no ver una prueba manifiesta de que, en el caso de demasiados, este templo est� completamente en ruinas? Incluso donde hay una buena raz�n para creer que la basura de los h�bitos pecaminosos ha sido limpiada, los cimientos correctamente colocados y el edificio est� progresando, la mayor�a no permitir� que 'los impedimentos y obst�culos que ocurren perpetuamente, traduzcan las exhortaciones del profetas a la vez saludables y oportunos? Algunos pueden decir: �Qu� podemos hacer al respecto? �No es la construcci�n de esta casa espiritual obra de Dios? S� lo es.

Pero debido a que el templo material de Dios no iba a ser levantado por el poder humano, sino por el Esp�ritu de Dios, se inst� al pueblo a perseverar y no temer ning�n obst�culo; y es porque Dios obra en nosotros tanto el querer como el hacer, por eso se nos exhorta. para trabajar nuestra propia salvaci�n con temor y temblor. El hombre no puede hacer nada en las cosas espirituales sin Dios, y Dios rara vez act�a sin tener el agrado de utilizar la cooperaci�n del hombre. Debemos estar activos en la realizaci�n de este edificio espiritual, para que el Se�or se complazca en �l y sea glorificado por ello.

II. A la Iglesia de Cristo en nuestra propia tierra. Pero hay muchos que viven en nuestra tierra sin ordenanzas cristianas y en un estado de paganismo. Luego hay un llamado a "construir esta casa".

III. A la Iglesia de Cristo en todo el mundo. Nuestra caridad debe comenzar en casa, pero no debe quedarse all�. El esfuerzo misionero tiene un efecto reflejo. Si alguna vez hubo una Iglesia, o naci�n, a la cual Dios, por Sus dispensaciones providenciales, podr�a suponerse de una manera especial que dijera: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio", esa Iglesia y esa naci�n es nuestra propio. ( T. Grantham, BD )

Versículo 10

Por tanto, el cielo sobre ti se quit� del roc�o, y la tierra se quit� de su fruto.

Penas de naturaleza

Con respecto a la retenci�n del roc�o y de los productos, sabemos que los profetas tomaron de la ley lo que serv�a para ense�ar al pueblo y lo acomodaron a sus propios prop�sitos. Las maldiciones de la ley son generales ( Deuteronomio 11:17 ). Por tanto, es lo mismo que si el profeta hubiera dicho que lo que Dios hab�a amenazado por Mois�s se cumpli� realmente.

No deber�a haber sido para ellos una cosa nueva, que cada vez que el cielo negaba su roc�o y su lluvia, era una se�al de la ira de Dios. Pero como, en este d�a, durante las guerras, el hambre o la pestilencia, los hombres no consideran esta verdad general, es necesario hacer la aplicaci�n: y los maestros piadosos deber�an sabiamente prestar atenci�n a este punto, es decir, recordar a los hombres: seg�n lo que el estado de cosas y las circunstancias requieran, que Dios pruebe con hechos lo que ha testificado en su Palabra.

Dios da a entender que los cielos no se preocupan por proveernos, y por destilar roc�o para que la tierra d� fruto, y que tambi�n la tierra, aunque llamada madre de los hombres, no abre por s� misma sus entra�as, sino que el Tanto los cielos como la tierra dan testimonio seguro de su amor paterno y tambi�n del cuidado que ejerce sobre nosotros. Entonces Dios muestra, tanto por los cielos como por la tierra, que �l nos provee; porque cuando los cielos y la tierra nos administran y nos suministran las bendiciones de Dios, as� declaran Su amor hacia nosotros.

As� tambi�n, cuando el cielo es, por as� decirlo, de hierro, y cuando la tierra con las entra�as cerradas nos niega la comida, debemos saber que est�n comisionados para ejecutar en nosotros la venganza de Dios. Porque no son solo los instrumentos de Su generosidad, sino que, cuando es necesario, Dios los emplea con el prop�sito de castigarnos. ( Juan Calvino ) .

Versículo 12

Obedeci� la voz del Se�or su Dios.

La voz del se�or

1. La Palabra de Dios en la boca de Sus siervos no surtir� efecto hasta que Su autoridad sea vista y reconocida en ella, y Sus siervos vean como viniendo en Su nombre. Consideran este mensaje como "la voz del Se�or y las palabras de Hageo".

2. Ser� un medio notable para hacer efectiva la Palabra, cuando adem�s de la autoridad absoluta de Dios, hablando en Su Palabra, ellos consideren y crean Su inter�s en Su pueblo, y que Aquel que habla, reprende y dirige, es su Dios c�mplice, a quien deber�an ser reacios a ofender o desobedecer, tanto como sea Su relaci�n, a pesar de sus faltas; porque as� se nombra aqu� al Se�or: "El Se�or su Dios".

3. Cuando se ve a Dios hablando en Su Palabra como parte del pecador, y cuando se cree en Su amor por todo eso, incluso en Su reprensi�n har� que el pecador culpable y herido se asuste mucho, se quebrar� y derretir�. �l, y le har� mirar sus caminos anteriores, en los que se ha acostado seguro, con mucho espanto y horror; porque el fruto del primero es: "Y el pueblo temi� delante del Se�or".

4. Cuando el temor de Dios, hablando en Su Palabra, en Su majestad y bondad, haya tenido lugar en el coraz�n, pondr� a los hombres a obedecer en alguna medida lo que se manda; porque el pueblo, con este temperamento, "obedeci� la voz del Se�or".

5. Es un caso dulce y bendito como el que los hombres en el poder son modelos y aliento para otros, al someterse a la Palabra del Se�or en la boca de Sus siervos, y cuando la aflicci�n de un pueblo no obstaculiza su respeto a los mandamientos. , como se marca aqu�.

6. Puede animar a los siervos de Dios a continuar con su trabajo, cuando consideren la gran bendici�n que Dios puede, ya veces concede a sus esfuerzos m�s all� de toda probabilidad; porque aqu�, por un serm�n, todo el pueblo se dedica a una obra largamente descuidada, en medio de muchas dificultades. ( George Hutcheson. )

Deber sigui�

I. El deber que se sigue es la obediencia a la voz divina. �El pueblo obedeci� a la voz del Se�or su Dios�, etc. Dios tiene una voz para los hombres.

1. Su voz se revela. Les habla en la naturaleza, la historia, la Biblia; en estos �ltimos d�as, especialmente, por Su Hijo. La voz divina es comprobable. Se puede distinguir de todas las dem�s voces que caen en el o�do del alma humana.

2. Su voz es autoritaria. La obediencia a esta voz es justa, sabia, urgente.

II. El deber seguido asegura el favor divino. "Entonces habl� Hageo el mensajero del Se�or en el mensaje del Se�or al pueblo, diciendo: Yo estoy contigo, dice el Se�or". Esta promesa significa m�s que presencia. �l est� con todos; �l llena el universo; �l est� con los malos y los buenos. Significa bendecir, iluminar, guiar, apoyar, dignificar y hacer feliz. Dios siempre est� del lado de los obedientes.

III. El deber seguido implica asistencia divina. �Qu� impuls� a estos hombres que durante tanto tiempo hab�an descuidado el deber a dedicarse ahora en serio a �l? �El Se�or despert� el esp�ritu de Zorobabel�, etc. Los hombres nunca se entregar�n al deber a menos que el Se�or los despierte. Esto lo hace constantemente. Por&mdash

1. Las amonestaciones de la providencia.

2. Los dictados de la conciencia.

3. La predicaci�n del Evangelio.

4. Los esfuerzos del Esp�ritu. ( Homilista. )

Versículo 13

Luego habl� Hageo, el mensajero del Se�or, en el mensaje del Se�or al pueblo.

El mensaje de Jehova

Esto significa en su capacidad oficial como mensajero o embajador de Jehov�, con la autoridad de Aquel en cuyo nombre habl�. Hay algo muy hermoso en el repentino cambio de tono que se manifiesta en el mensaje de Dios. El pueblo a�n no hab�a empezado a trabajar, pero en cuanto se mostr� dispuesto a hacerlo, el tono severo y reprobador de Dios se cambia por uno de la m�s exquisita ternura. Es como si se hubiera apresurado a olvidar su anterior infidelidad y a asegurarles que, a pesar de todo, no s�lo estaba dispuesto a estar con ellos, sino que en realidad estaba con ellos tan pronto como sus corazones se volvieron hacia �l.

Esta presencia de Dios se considera con raz�n como la mayor bendici�n que se les puede otorgar y la m�s segura garant�a de �xito. Ten�an a su alrededor los mismos enemigos celosos que antes hab�an detenido la obra, pero Dios les asegura que ahora �l estaba con ellos, y que nada deber�a permitirse de nuevo que obstaculice la obra. ( TV Moore, DD )

El mensajero del Se�or proclama la uni�n

Mensajero de Jehov�. Los ministros son mensajeros. No todo hombre que sube a un p�lpito es un mensajero. Solo Dios puede nombrar mensajeros.

II. El mensaje del Se�or. Su mensaje es de misericordia, de vida eterna. Es el evangelio. La salvaci�n como don de Dios. No de obras. Se excluye toda jactancia.

III. El mensaje es para la gente. Los elegidos de Jehov� son un pueblo peculiar, un pueblo comprado, un pueblo especial, elegido y redimido. No podemos decir qui�nes son los elegidos.

IV. El mensaje especial en el texto. "Estoy con usted." Jehov� est� siempre con Su pueblo, ha estado y estar� eternamente. ( JJ West, MA )

Versículo 14

Y el Se�or despert� el esp�ritu de Zorobabel.

Revolviendo el Esp�ritu

No es justo restringir la influencia del Esp�ritu a una sola cosa, como hacen algunos, que imaginan que los israelitas fueron confirmados en su buena resoluci�n, como dicen, habiendo antes obedecido espont�neamente la Palabra de Dios. Estos separan, sin raz�n, lo que debe leerse en el profeta como conectado. Porque Dios despert� el esp�ritu de Zorobabel y de todo el pueblo; y por eso recibieron el mensaje del profeta y estuvieron atentos a sus palabras.

Entonces, tontamente, se imaginan que los israelitas fueron guiados por su propio libre albedr�o a obedecer la Palabra de Dios, y luego que sigui� alguna ayuda del Esp�ritu Santo, para hacerlos perseverar firmemente en su curso. Pero el profeta declar�, en primer lugar, que el pueblo recibi� respetuosamente su mensaje; y ahora explica c�mo fue, incluso porque Dios hab�a tocado el coraz�n de todo el pueblo.

Debemos notar la expresi�n, cuando se dice que el esp�ritu de Zorobabel y de todo el pueblo se agit�. Sabemos que prevaleci� mucha pereza, especialmente entre la multitud. Pero en cuanto a Zorobabel y Josu�, ya estaban dispuestos, pero se demoraron hasta que se reprendi� la frialdad bajo la cual trabajaron. Pero el profeta aqu� simplemente quiere decir que se volvieron as� obedientes a trav�s del impulso oculto de Dios, y tambi�n que se hicieron firmes en su prop�sito.

Dios no forma nuevas almas en nosotros cuando nos atrae a su servicio, sino que cambia lo que est� mal en nosotros; porque nunca deber�amos estar atentos a su Palabra, si no nos abriera los o�dos; y no habr�a ninguna inclinaci�n a obedecer si no volviera nuestros corazones; en una palabra, tanto la voluntad como el esfuerzo fallar�an inmediatamente en nosotros, si no a�adiera Su don de perseverancia. ( Juan Calvino ) .

El deber de los gobernantes, ministros y la comunidad de promover y aumentar los medios de gracia.

Por muy grande que sea la indiferencia hacia la causa de Cristo y, en ella, hacia el bienestar de la raza humana, es una fuente de aliento sentir que no solo est� impregnando nuestra tierra �una semilla santa, que es la sustancia �de la Iglesia, de donde brotan sus ramas frutales; pero que el n�mero est� aumentando - lentamente, quiz�s, pero ciertamente - de aquellos que, profesando creer en el Evangelio, sienten la obligaci�n de aplicar sus verdades y sus responsabilidades a la gu�a de su conciencia y la regulaci�n de su pr�ctica.

1. Considere la necesidad de mayores medios de gracia para nuestros compatriotas. Esta necesidad surge del incalculable aumento de nuestra poblaci�n. De estas personas, la inmensa mayor�a se congrega en masas en la metr�poli y en los distritos comerciales y manufactureros. Pero, �cu�les son las circunstancias morales en las que han surgido y surgen cada hora? �Es con una expansi�n de la Iglesia nacional, acorde con las necesidades de la naci�n? Lamentablemente no.

Entonces, �d�nde est� la base sobre la que se sustenta el deber social? �C�mo podemos permitirnos un fanatismo tan salvaje como para esperar los frutos de la honestidad, la sobriedad y el afecto, el respeto por la propiedad o el cargo, la autoridad, el respeto por el decoro, la paz y la virtud, entre multitudes que crecen sin estar familiarizadas con el �nico v�nculo de qu� obligaci�n moral ata la conciencia; �ignorante de la �nica fuente de donde fluye el afecto relativo y social, y despojado de esa influencia suavizante que la familiaridad con los medios de la gracia y la amable simpat�a de las relaciones pastorales engendran y mantienen? Adem�s, todo acto de da�o se pone en marcha para corromper a los hombres cada vez m�s, para enunciar sus pasiones innatas y para oponer su felicidad e inter�s imaginarios a todo lo que es santo, venerable y bueno.

Pocos de nosotros, quiz�s, estamos familiarizados con el alcance de esa agencia de Satan�s, una prensa malvada, que trabaja entre nosotros. Admitida la necesidad, �sobre qui�n recae el deber de satisfacerla? Sobre todos, sobre cada uno, seg�n la capacidad que Dios ha dado.

1. La voz del cielo apela al gobernante civil. Sobre �l recae la obligaci�n de velar por el bienestar moral de los que est�n a su cargo, ya que s�lo con esto se pueden alcanzar los fines del gobierno, la paz, el orden y la seguridad.

2. La obligaci�n recae especialmente sobre los ministros de religi�n. La Iglesia de Cristo debe ser testigo de Dios, dando testimonio al hombre de las cosas de la eternidad; para ser una luz de la verdad, dispersando la oscura y turbulenta desolaci�n de la falsedad, la superstici�n y la impiedad.

3. El deber recae sobre �todo el resto del pueblo�, toda la comunidad de cristianos profesantes. Aquel que habla de la "Iglesia" como que abarca solo al clero, y no a "toda la congregaci�n de hombres fieles", habla de manera no b�blica, desvergonzada e imprudente. Si hay alguna clase de personas sobre quienes este deber recae con m�s responsabilidad que otras, es sobre los terratenientes, comerciantes y fabricantes, quienes obtienen su riqueza y su disfrute congregando multitudes para habitar en sus tierras o trabajar. para ellos. ( John Garbett, MA )

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Haggai 1". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/haggai-1.html. 1905-1909. Nueva York.