Bible Commentaries
Isaías 13

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-5

La carga de Babilonia

La carga del profeta

Siempre que encontremos la palabra "carga" en esta asociaci�n, significa or�culo, un discurso de fatalidad; nunca est� relacionado con la bendici�n, la esperanza, la oportunidad ampliada o la libertad ampliada; siempre significa que el juicio se acerca r�pidamente y que en cualquier momento puede estallar sobre lo que est� condenado.

( J. Parker, DD )

El poder de ver

�Lo que Isa�as s� vio�. �C�mo lo vio? La palabra "ver" debe definirse todos los d�as. Los ciegos pueden ver. No vemos s�lo con los ojos, de lo contrario, ver�amos muy poco; todo el cuerpo se convierte en ojo cuando se divierte la luz, y los m�s santos ven m�s lejos. "Bienaventurados los de limpio coraz�n, porque ellos ver�n a Dios". Los hombres ven moral, intelectualmente, con simpat�a y visualmente.

�C�mo pudo Isa�as ver esta carga de Babilonia cuando no cay� sobre la orgullosa ciudad durante dos siglos! Entonces, �no hay aniquilaci�n del tiempo y el espacio? �Somos los prisioneros mezquinos que pensamos que somos? �Es as�, que estamos enjaulados por un hierro invisible y sellados por alg�n poder opresor, o cegados por alguna sombra arbitraria o cruel? Podr�amos ver m�s si miramos en la direcci�n correcta; podr�amos ser due�os de los siglos si vivi�ramos con Dios.

Isa�as nunca se cansa de decir que "vio" lo que afirma. No lo describe como si lo hubiera visto otro hombre; habiendo escrito su registro, lo firma, o habiendo comenzado a entregar su profec�a, lo escribe como un hombre escribe su voluntad; comienza afirmando que es su testamento, su propio testigo, porque �l estuvo all�, lo vio y acepta la responsabilidad de cada declaraci�n. ( J. Parker, DD )

"Babilonia" representa el esp�ritu del mundo

En el Nuevo Testamento, Babilonia, m�s que cualquier otra ciudad, representaba la personificaci�n de las fuerzas del mundo contra Dios. En la historia de Israel, Babilonia fue el azote de Dios para ellos. Eran como grano bajo los dientes de la trilladora. En el cautiverio, los jud�os sintieron el peso de la crueldad de Babilonia, de modo que en la literatura prof�tica del exilio, Babilonia se convirti� en el tipo de opresi�n y de la insolencia de la fuerza material.

El pensamiento se remonta a los tiempos primitivos en el Libro del G�nesis, en el que se describe a Babilonia en el vano y arrogante intento de rivalizar con Dios: �Vamos, edifiqu�monos una ciudad y una torre cuya c�spide llegue al cielo; y hag�monos un nombre, no sea que seamos esparcidos sobre la faz de toda la tierra �. Tan profundamente hab�a penetrado la experiencia de la crueldad de Babilonia en el coraz�n de Israel que incluso en el Nuevo Testamento, St.

Juan, en el Libro de Apocalipsis, usa la palabra "Babilonia" para describir el poder material de Roma. No pudo encontrar una palabra mejor que la vieja palabra "Babilonia" para representar la fuerza abrumadora del gran Imperio Romano, con sus legiones de soldados, con su pol�tica que convirti� al mundo entero en una red de nervios que regresa a su centro sensible. en la altiva ciudad del T�ber. S t.

Juan vio m�s all� del brillo y la conquista, y reconoci� en la Roma pagana a la poderosa Babilonia que levanta su imp�a cabeza contra Dios. Para �l, ella era la "mujer escarlata"; �l escuch�, dijo ella en el orgullo de su coraz�n, como el profeta hab�a escuchado a Babilonia decir: "Estoy sentada como una reina y no soy viuda, y no ver� dolor". As�, el mismo nombre "Babilonia" lleg� a adquirir el significado religioso del esp�ritu del mundo; representaba el peso muerto del material que resiste al esp�ritu. ( Hugh Black, MA )

La condenaci�n de Babilonia

Aqu� el profeta pronuncia la ruina sobre el imperio hinchado que parec�a estar tan seguro, y se�ala la evidencia de debilidad a pesar de la aparente prosperidad y la confianza descuidada en los recursos materiales. El desprecio de los derechos humanos, las concupiscencias, el ego�smo y el orgullo de la vida, y el ate�smo imp�o que ignoraba todo esto, declar�, exigir�an su precio inevitable. La crueldad y la opresi�n reaccionar�an sobre el tirano de la forma hist�rica habitual.

Los enormes c�mulos sobre los que descansaban s�lo atraer�an al enemigo, debilitar�an sus manos en la hora de la prueba y la convertir�an, a pesar de su riqueza, en una presa f�cil del saboteador. A Babilonia llegar�a un momento en el que tendr�a m�s dinero que los hombres. Es un cuadro de absoluta ruina que da el profeta, cuando la gran ciudad ser�a despoblada ( Isa�as 13:12 ). ( Hugh Black, MA )

El esp�ritu babil�nico

El esp�ritu babil�nico no ha abandonado el mundo, y toda gran civilizaci�n (porque no se limita a una sola) est� amenazada de la misma manera por la tentaci�n del olvido de Dios, la crueldad de la pura fuerza, la insolencia del orgullo y la confianza vac�a de Dios. poder. Nuestros enemigos son los viejos enemigos con un nuevo rostro en ellos. ( Hugh Black, MA )

Versículo 12

Har� al hombre m�s precioso que el oro fino

La escasez de hombres es un juicio de Dios

Cuando Dios hizo que Su guada�a se balanceara entre las cosechas de Babilonia, no se esperaba que quedara una sola oreja en el campo devastado.

Por tanto, el enunciado es una amenaza, un juicio; no es parte de una conferencia sobre la dignidad de la naturaleza humana, es una ilustraci�n de la inmensidad del alcance de los juicios de Dios. ( J. Parker, DD )

El valor del hombre

Nuestro texto es una promesa disfrazada de amenaza. Es una amenaza para una naci�n, pero una promesa para la humanidad.

1. Una verdadera intuici�n prof�tica llev� a la inserci�n de este poema en la historia de los problemas de Asiria. Babilonia estaba en su plena carrera de conquista cuando Asiria estaba temblando por su ca�da. Pero la historia de Babilonia ya estaba escrita; en ese desprecio por el hombre, que al principio revelaba su orgullo y codicia de posesi�n, se ocultaba su propia condenaci�n. La naci�n tan prodigiosa de vida humana iba a morir por completo; el imperio que no valora a los hombres, por falta de hombres perecer�.

2. � Cu�ntas veces se ha repetido esta historia! La Campagna italiana fue una vez el hogar de una multitud de agricultores; las conquistas de Roma exigieron que se lanzaran legiones contra las tribus b�rbaras. Debido a que no hab�a hombres para labrar la tierra, la Campagna se ha convertido en un pantano repugnante, el refugio de las fiebres, desolado e inhabitable. Espa�a envi� a sus hijos valientes e incondicionales a devastar las tierras de los indios, a apoderarse del oro mexicano y peruano; y Espa�a nunca ha podido producir y nutrir a los hombres que deber�an permitirle ocupar su lugar entre las naciones m�s importantes.

3. Hay otras formas en las que la falta de consideraci�n por los hombres se manifiesta adem�s de la conquista, y la condenaci�n es siempre la misma. "La paz tiene sus victorias no menos c�lebres que la guerra"; las victorias son, �ay! con demasiada frecuencia igualmente inmoral, igualmente fatal. En el fragor de la competencia empresarial, los fil�ntropos profesos y los hombres personalmente humanos (estas dos expresiones no siempre significan lo mismo) se vuelven tan imprudentes con las vidas como el general en el campo.

Creemos que un hombre es m�s precioso que el oro frente a la enfermedad y el sufrimiento; si lo reconoci�ramos habitualmente, se evitar�an muchas enfermedades y sufrimientos. Las escaleras est�n apoyadas contra una casa en llamas; uno tras otro de los internos es rescatado; y cuando el fuego est� en su punto m�s intenso y se supone que todos est�n fuera de peligro, el rostro asustado de un ni�o aparece en una ventana superior. Hay l�grimas entre la multitud y apretones de manos.

"�Mil libras", dice alguien, "al que rescatar� a ese ni�o!" Unos a�os despu�s, el ni�o es maquinista y, so�oliento por las largas horas de trabajo, lee mal una se�al, arruina su tren y muere, siendo �l mismo el instrumento involuntario de una espantosa calamidad. Y puede ser que el mismo hombre que ofreci� la recompensa, y la hubiera duplicado, quintuplicada, para salvar al ni�o, sea un director de la compa��a ferroviaria, cuya creciente exigencia de trabajo de sus sirvientes ha sido la causa de el desastre.

Y todos somos responsables de estas cosas; mantenemos la presi�n que obliga a los directores, gerentes, comerciantes, a trabajar en sus negocios al m�ximo. Nosotros, los ingleses humanos, necesitamos convertirnos en una humanidad pr�ctica habitual. Dios, mediante sus juicios, tiene que "hacer al hombre m�s precioso que el oro fino".

4. En nuestras discusiones sobre lo que llamamos �la cuesti�n de la poblaci�n�, hay una gran cantidad de inhumanidad inconsciente que seguramente traer� consigo su maldici�n sobre nuestro pa�s. La poblaci�n de estas islas presiona cada vez m�s sobre los medios de apoyo del pueblo. La presi�n se puede aliviar de dos formas. La emigraci�n es uno de ellos. Pero podr�amos hacer mucho modificando nuestras leyes, modificando nuestras costumbres sociales y h�bitos personales, controlando los gastos extravagantes y distribuyendo m�s justamente la tensi�n de la vida, para aliviar la presi�n en el hogar. Es una cuesti�n inquietante si estamos fomentando la emigraci�n de la mejor y m�s sabia forma. Considere a qui�n enviamos y el resultado en nuestro futuro.

5. Nuestro texto es prof�tico, adem�s, de la condenaci�n y disciplina del esp�ritu exclusivo. Tennyson nos ha dado una par�bola de esto en el "Palacio de Arte". Browning tambi�n, en su historia de Paracelso, el hombre talentoso que degener� en un charlat�n, lo ha marcado como uno de los pecados de esa alma extra�amente compleja el ser fil�ntropo, pero sin simpat�a, sin depender de los dem�s.

No tenemos una vida de orgullo, autosuficiencia o exclusividad, ni en la Iglesia ni en la naci�n. Nada en la tierra es valioso cuando el hombre ha perdido su valor. El valor de la riqueza es lo que puede hacer con ella por sus semejantes. El pr�ncipe m�s noble se aparear�a con gusto con el mendigo m�s humilde si lo echaran solos a alguna isla desierta.

6. � Qu� maravilloso es el cumplimiento de nuestro texto en el Evangelio! Es el valor de la humanidad perdida que se nos revela en la redenci�n por Cristo. Cristo no permitir� que lo amemos si no amamos a nuestros hermanos por quienes muri�. Si los hombres no son m�s preciosos para nosotros que el oro, Cristo se vuelve in�til para nosotros.

7. La pasi�n en que se convierte la humanidad cristiana en el coraz�n de los cristianos es el cumplimiento terrenal final de nuestro texto. El primer sentimiento del hombre salvo es la gratitud por la gracia de Dios que lo salv�; y es un sentimiento que permanece. A esto se agrega, en la madurez de la vida cristiana, una confianza abundante en que la gracia que lo salv� puede salvar a todos y cada uno. ( A. Mackennal, BA )

El valor de la vida humana

Probablemente no sea cierto que la vida humana sea m�s apreciada en tiempos de guerra; pero un cierto sentido del valor de las vidas sacrificadas puede caer sobre la gente despu�s de que la guerra ha terminado, cuando la naci�n encuentra sus recursos desperdiciados, y la gente se sienta desolada en sus hogares, esperando a los fuertes y valientes que regresar�n. no m�s. Es una escuela dif�cil en la que aprender esta lecci�n de la preciosidad del hombre; pero si no se puede aprender de otra manera, es muy posible que se imponga al mundo, incluso con una ense�anza tan ardiente. ( W. Gladden, DD )

"�Cu�nto vale?"

Quien escucha la charla de la calle y las tiendas, f�cilmente podr�a tener la impresi�n de que el valor del hombre es un tema de inter�s general. "�Cu�nto vale?" es una pregunta que se escucha a menudo. �Qu� respuestas escuchas? Vale cinco mil d�lares; diez mil; un mill�n; diez millones. Y de uno y otro se dice con una mezcla de l�stima y desprecio: "�No vale para nada!" Antes de la guerra, los hombres y las mujeres eran comprados y vendidos por dinero.

�Cu�nto vale? Entonces, en algunos sectores, era una cuesti�n simplemente comercial; una pregunta a la que se podr�a dar una respuesta perfectamente literal. Que no sea bueno profundizar un poco m�s de lo que el uso com�n entra en el significado de esta frase y preguntar, con toda seriedad, no con respecto a este o aquel hombre, sino con respecto al hombre, a cualquier hombre, a cada hombre, "�Cu�nto vale la pena? "

I. EL HOMBRE VALE M�S QUE SUS INSTITUCIONES. Muchas personas han supuesto que el fin principal del hombre era apoyar determinadas instituciones. Tenemos muchos indicios de este error en nuestro estudio de las personas cuya historia est� contenida en la Biblia. Pensaban que su ley ceremonial era mucho m�s sagrada que los hombres que adoraban por medio de ella. Si su ritual obstru�a el crecimiento humano, paralizaba la virtud o mataba la caridad, no importaba; �stos deben retroceder y dejar que el ritual sea exaltado.

Y cuando Cristo les dijo que el s�bado fue hecho para el hombre y no el hombre para el s�bado, que los hombres eran m�s importantes que toda esta maquinaria ritual, se asombraron y escandalizaron; lo llamaron blasfemo. Este no es un fen�meno singular. La historia est� llena de la evoluci�n de esta tendencia. En todo el mundo, a lo largo de los siglos, los hombres se han convertido en esclavos de los sistemas. Cuando Cristo vino, sus ense�anzas estaban tan completamente fuera de armon�a con esta noci�n que la gente estaba bastante desconcertada por ellas.

Lo que se ha dicho sobre los sistemas religiosos es igualmente cierto para los sistemas pol�ticos. Ahora y siempre ha existido una noci�n predominante de que las personas fueron hechas para los gobiernos y no los gobiernos para las personas; que es m�s importante que reinen determinadas dinast�as, o que determinadas instituciones pol�ticas se mantengan intactas, o que determinados partidos permanezcan en el poder, o que se adopten determinadas pol�ticas, que que los hombres sean libres, sabios, buenos y pr�speros. .

No es cierto que las instituciones humanas no tengan valor; a menudo son de gran valor. Pero no son fines; son instrumentos. De ello se deduce que son los mejores sistemas los que mejor ayudan al desarrollo de la virilidad.

II. EL HOMBRE VALE M�S QUE SUS POSESIONES M�S COSAS. Esta es otra de esas verdades, a menudo en nuestros labios, pero que no creemos m�s de la mitad. Prueba de ello es el respeto que se le da a la riqueza, incluso cuando se une a quien no es m�s que una caricatura de la hombr�a; incluso cuando es el bot�n lo que ha sido ganado por la degradaci�n de la virilidad. �Cu�n claras son las pruebas ante nuestros rostros todos los d�as de que las multitudes no creen que un hombre sea m�s precioso que el oro! No es s�lo el rico quien se extrav�a en este asunto; los pobres caen en el mismo error.

Dicen que el dinero no hace al hombre, lo dicen con rabia y amargura, no pocas veces; pero su conducta a menudo muestra que, despu�s de todo, piensan que el dinero s� hace al hombre. Su envidia de los ricos los convence. �No hay en nuestra propia conducta, a veces, ilustraciones claras de este hecho? �No nos encontramos a menudo prefiriendo el oro a la virilidad? �Trabajamos m�s diligentemente para aumentar nuestras posesiones que para mejorarnos a nosotros mismos? No es cierto que la propiedad no tenga importancia; Las pertenencias del hombre son buenas en la medida en que contribuyen al desarrollo de su car�cter.

III. ES DEBIDO A SU FAMILIA CON DIOS QUE EL HOMBRE ES DE TAN ILUSTRIA VALOR. Y nada parece m�s seguro que estos poderes pueden, por desuso o mal uso, verse afectados y finalmente perderse. Y as�, separado por su propio acto de la fuente de toda luz y amor, es abandonado por todos los impulsos generosos, por todas las aspiraciones santas, y se deja arrastrar por el fango del ego�smo y la carnalidad. ��Cu�nto val�a cuando muri�? �Alg�n hombre puede preguntar. �Qu� pasa si el vidente debe responder: "�l era el heredero de la inmortalidad, pero vendi� su primogenitura por una canci�n". ( W. Gladden, DD )

El fin de la civilizaci�n

El fin de la civilizaci�n no es el dinero, sino los hombres. ( Hugh Black, MA )

La verdadera historia de un hombre

La verdadera historia de un hombre no es la historia de sus guerras y conquistas, ni siquiera de su comercio; la verdadera historia de un hombre es la historia de su conciencia, la historia de su desarrollo moral; porque s�lo eso puede dar permanencia y seguridad a sus otros logros en la ciencia, el arte, la invenci�n, el pensamiento. ( Hugh Black, MA )

Civilizaci�n defectuosa

Si, en la frase de Bacon, "la raza y disposici�n de la gente no es fuerte", su civilizaci�n es un fracaso estrepitoso. ( Hugh Black, MA )

El cristianismo dignifica al hombre: el agnosticismo tiende a decantarlo

En la ense�anza de Cristo, el hombre est� tan dignificado por su conexi�n con Dios y por su destino inmortal, que todo el que realmente crea en este credo debe sentirse condenado si trata mal a su hermano. Pero despoja al hombre, como hace el agnosticismo, de toda la grandeza y el misterio con que lo reviste el cristianismo, deja de creer que viene de Dios, que es semejante a seres m�s grandes que �l que lo cuidan, y que su alma es infinita. vale la pena porque tiene ante s� un desarrollo interminable, y �durante cu�nto tiempo ser� posible apreciar para �l la reverencia que le hace ganar consideraci�n y ayuda? La brevedad de la existencia del hombre le da, seg�n la ense�anza actual del agnosticismo, una pat�tica pretensi�n de ayuda instant�nea; pero qui�n sabe si en una sociedad entregada a la incredulidad el argumento no podr�a decirse al rev�s, �El coraz�n ego�sta razonando que los sufrimientos que deben terminar tan pronto no importan? Fue en la generaci�n anterior a la Revoluci�n Francesa cuando surgi� la filosof�a atea.

Los profetas de la �poca estaban prediciendo una era de paz y hermandad, cuando la pasi�n ego�sta deber�a desaparecer y la crueldad y el mal no molestar�an m�s al mundo. Pero, cuando su ense�anza hubo hecho su trabajo, su fruto apareci� en la Revoluci�n misma, cuyas indecibles inhumanidades dieron a nuestra raza tales miradas a las oscuras profundidades de su propia naturaleza que nunca podr�n ser olvidadas. Es doloroso recordar que el mismo Rousseau, el m�s elocuente y, en algunos aspectos, el m�s noble ap�stol de la nueva fe, mientras predicaba la fraternidad universal, envi� a sus propios hijos uno a uno, a medida que nac�an, al Hospital de Exp�sitos, para ahorrarse la molestia y los gastos de su apoyo.

La Revoluci�n hizo mucho trabajo destructivo para el cual hab�a llegado la hora; pero fue una prueba gigantesca de que el amor necesario para la obra de reconstrucci�n debe buscarse en una fuente sobrehumana. ( J. Stalker, DD )

John Ruskin sobre el valor de la virilidad

Con esto concuerda con la gran lecci�n de las ense�anzas de John Ruskin y de su vida: uno de los m�s grandes ingleses, el m�s grande de todos como maestro pol�tico, con algo de la pasi�n y el poder de un profeta. Nunca se cans� de insistir en esta distinci�n entre dinero y hombres. Est� en la ra�z de todos sus escritos econ�micos. Ha sido calificado como un fan�tico, a diferencia de la maquinaria y los ferrocarriles y no es necesario aceptar sus ense�anzas sobre el dinero en todos los puntos; todo esto no es m�s que un malentendido de �l por parte de lectores irreflexivos y casuales.

Lo mejor de su pensamiento es solo una protesta contra el credo materialista imperante. Vivi� y muri� protestando por que el hombre es m�s valioso que los descubrimientos o los aparatos de ingenier�a o los aparatos el�ctricos. Dijo en su noble lenguaje: �Se puede descubrir que las verdaderas bases de la riqueza son espirituales y no en la roca sino en la carne. Quiz�s incluso llegar� el momento en que se ver� que la consumaci�n de toda riqueza consiste en producir tantas criaturas humanas de pura sangre y ojos brillantes como sea posible.

En alg�n extremo lejano, puedo incluso imaginar que Inglaterra puede arrojar todos los pensamientos de posesi�n de riquezas a naciones b�rbaras, y que mientras los soles del Indo pueden brillar del turbante de la esclava, ella, como una madre cristiana, puede por fin llegar a las virtudes y tesoros de la pagana, y poder conducir a sus hijos, diciendo: 'Estas son mis joyas' �. ( Hugh Black, MA )

Hombres m�s valiosos que el dinero

Malos a la tierra, apresurarse a los males una presa,

Donde la riqueza se acumula y los hombres decaen.

( O. Goldsmith. )

Dinero para hombres

El predicador promet�a un d�a de problemas para la gran Babilonia. �He aqu�, grit�, �el d�a del Se�or viene, cruel�, etc. Luego lleg� al mism�simo abismo y al extremo de su desolaci�n. Ya es bastante malo que la tierra pierda sus cosechas y todo el grano en pie sea pisoteado bajo los pies de los caballos de guerra; lo suficientemente malo como para que el fuego consumidor se apoderara de sus casas; lo suficientemente malo como para que el orgullo se convierta en verg�enza, la riqueza en pobreza, el poder en cautiverio.

Pero, hasta ahora, quedaba la esperanza, pues quedaban los hombres. D�janos hombres y viviremos. D�janos a los hombres y puedes hacer lo peor que puedas; el d�a pasar�, y ma�ana repararemos el da�o, comenzaremos de nuevo y nos vengaremos de ti todav�a. Pero no habr� hombres. Las viudas y los hu�rfanos buscar�n por las calles arruinadas, y el hombre ser� un espect�culo tan raro como una bolsa de oro. El texto pone el �nfasis, no en el dinero, sino en los hombres.

Y eso es el cristianismo. Eso es lo que ense�� el Maestro. Lo que todos necesitamos, ya sea que tengamos grandes posesiones o peque�as posesiones, es interesarnos por los hombres. La parte de un hombre o una mujer cristianos es dedicarse a mejorar la vida de alguien. El mejor bien se obtiene cuando se ayuda a uno; cuando un hombre va a su vecino y se familiariza con �l, se convierte en su amigo personal, se compadece de �l y lo eleva.

No tendr� que ir muy lejos para encontrar a alguien que est� peor que usted. Lleva a ese alguien. Inter�sate en esa vida infeliz. Quiz�s haga falta dinero; tal vez lleve tiempo; tal vez te lleve a ti mismo. D�se usted mismo, de todos modos, y todo lo que necesite. Pero, sobre todo, est� generosamente interesado. Una de las personas m�s serviciales que conozco vive en una calle trasera, en un barrio desagradable, en una casa peque�a.

Todos en ese vecindario la conocen y ella los conoce a ellos y a sus hijos. Acuden a ella en sus problemas y ella les muestra su simpat�a. En cuanto al dinero, tambi�n lo dar�a si tuviera algo para dar. Ella se entrega. Toda la calle es mejor porque ella vive en ella. Pero si tuviera los medios que algunos tienen, �qu� har�a, me pregunto? �Caer�a ante la tentaci�n de una vida c�moda? �Llegar�a, tal vez, a pensar que porque ten�a un mont�n de mantequilla en el pan, tambi�n lo ten�an todos los dem�s? �Y porque estaba contenta, todos los murmullos de la gente descontenta no eran m�s que refunfu�os innecesarios? De todos modos, es cierto que las personas m�s bondadosas, reflexivas y serviciales, las m�s r�pidas en soportar los inconvenientes m�s duros para un vecino, las m�s dispuestas a levantar a los que est�n ca�dos, son los pobres.

No es su dinero lo que queremos tanto como su inter�s. Queremos su propio esfuerzo personal, mano a mano y de coraz�n a coraz�n. El mejor uso que se puede hacer del dinero es utilizarlo para la elevaci�n de los hombres. ( George Hedges, DD )

Cristo descubri� el alma humana

Escuch� que uno de los campos de diamantes de Sud�frica fue descubierto de esta manera. Un d�a, un viajero entr� en el valle y se acerc� a la puerta de un colono, donde un ni�o se divert�a arrojando piedras. Una de las piedras cay� a los pies del forastero, quien la recogi� y se dispon�a a devolverla riendo, cuando algo brot� de ella que le detuvo la mano y le aceler� el coraz�n.

Era un diamante. El ni�o jugaba con �l como si fuera una piedra com�n; el pie del campesino lo hab�a despreciado; la rueda del carro lo hab�a aplastado; hasta que el hombre que lo conoc�a lo vio y reconoci� su valor. �No era el mismo trato descuidado que estaba recibiendo el alma cuando Jes�s lleg� al mundo y lo descubri�? �Alma de ramera, hundida en el barro y la inmundicia de la iniquidad! por qu�, un fariseo no se manchar�a los dedos para encontrarlo. �El alma de un ni�o! los escribas sol�an discutir en sus escuelas si un ni�o ten�a alma o no. ( J. Stalker, DD )

La virilidad m�s que las pertenencias

�Has visto alguna vez el Apollo Belvedere? Es la estatua de un hombre, cincelada en m�rmol, una de las figuras m�s nobles que ha producido el arte. �Crees que esta estatua se har�a m�s noble o m�s hermosa si los hombres pusieran anillos de oro en sus dedos y brazaletes de oro en sus mu�ecas, y cordones de cuentas de oro en su cuello, y la engalanaran con cintas, botones y flecos? ! �No restar�an m�ritos estos adornos de mal gusto a la simple dignidad y majestad de ese modelo de gracia y fuerza varoniles? Bueno, los accidentes de la riqueza y el rango y el cargo y la posici�n no pueden agregar mucho m�s adorno o valor a un verdadero hombre que las baratijas como estas a la belleza del Belvedere Apolo. Su hombr�a en s�, para toda clara percepci�n, es algo infinitamente m�s grandioso y divino que estas pertenencias. (W. Gladden, DD )

La riqueza de la virilidad

Un cacique de las Highlands que estaba de visita en Inglaterra fue objeto de burlas por la pobreza de su pa�s, en la mesa de su anfitri�n, la ocasi�n fue cuando los grandes candelabros de plata se encendieron en el espacioso sal�n del castillo ingl�s, y en una r�faga de patriotismo equivocado. (bastante com�n en un escoc�s) el monta��s declar� que hab�a visto mejores candelabros en su propio castillo en Escocia. Se hizo una apuesta y no pudo retirarse.

El hermano del laird, que comprendi� la terrible situaci�n en la que se encontraba su hermano, coloc� en la mesa a cada lado a un gigantesco monta��s que sosten�a en su mano derecha una espada desenvainada y en su izquierda una antorcha encendida, y antes de que los extra�os se recuperaran de su sorpresa, dijo: ��He aqu� los candelabros de la casa de mi hermano! Ninguno de estos hombres conoce otra ley que la lealtad. �Comparar�as con estas las riquezas del oro? �C�mo dicen ustedes, caballeros, que su apuesta se gana o se pierde? ( H. Black, MA )

Versículo 17

He aqu�, incitar� a los medos contra ellos

Los medos

A los medos no les importa el oro, sino la sangre, aunque sea la sangre de ni�os y beb�s.

( Sir E. Strachey, Bart. )

Los medos y el oro

�Vosotros medos y otros que ahora me escuchan, s� bien que no me hab�is acompa�ado en esta expedici�n con miras a adquirir riquezas.� - Discurso de Cyrus a su ej�rcito. ( Jenofonte, Cyrop. V. )

La medea

El peor terror que nos puede asaltar es el terror de las fuerzas, cuyo car�cter no podemos sondear, que no paran de parlamentar, que no comprenden nuestro idioma ni nuestros sobornos. Fue tal poder con el que la ingeniosa y lujosa Babilonia se vio amenazada. Con el dinero, los babilonios hicieron todo lo que quisieron y creyeron que todo lo dem�s era posible. Hab�an subvencionado a reyes, comprado enemigos, seducido a los pueblos de la tierra. El enemigo que Dios ahora les envi� era impermeable a esta influencia.

De su pura sierra descendi� sobre la civilizaci�n corrupta un pueblo sencillo, cuyo estandarte era un delantal de cuero, cuyo objetivo no era el bot�n ni la facilidad sino el poder y la maestr�a, que no ven�a a robar sino a desplazar. ( Prof. GA Smith, DD )

Versículos 19-22

Babilonia. .. ser� como cuando Dios derroc� a Sodoma y Gomorra

Las reentradas de la naturaleza

Todo esto, podemos decir, es hist�rico y local.

Por otro lado, todo esto es moral y sugerente. Este proceso puede tener lugar en la Babilonia de la mente. La mente m�s grande solo est� segura mientras adora. El templo intelectual m�s magn�fico s�lo est� a salvo del juicio y el torbellino del cielo en la medida en que su altar se defienda de la aproximaci�n de todo suplicante indigno. Si entregamos el altar de Dios, ya sea mental o eclesi�stico, a custodios equivocados, o lo dedicamos a prop�sitos prohibidos, entonces damos paso a los juicios de Dios: las fieras del desierto yacer�n all�; y las casas que estaban llenas de belleza, color y encanto estar�n llenas de criaturas tristes; y las fieras de las islas clamar�n en sus casas desoladas, y los dragones en sus agradables palacios.

Esto le puede pasar a cualquiera de nosotros. Tenga cuidado con la arrogancia, el orgullo, la mundanalidad, la autosuficiencia; cuidado con la traici�n de los fideicomisos: la naturaleza volver� a entrar si somos infieles. Hablamos de nuestra sabidur�a al poner pactos de advertencia en todos nuestros documentos legales, y especialmente un hombre se asegura a s� mismo que est� doblemente seguro cuando ha obtenido el derecho de reingreso bajo ciertos incumplimientos del acuerdo; se dice a s� mismo con complacencia: Eso es justificable; He dispuesto que, en caso de que algunas cosas fallen, volver� a entrar.

La naturaleza siempre pone esa cl�usula en sus convenios. Ella vuelve a entrar en un momento. Si el jardinero llega demasiado tarde para un d�a con su pala o semilla u otra atenci�n, la naturaleza comienza a volver a entrar; y si se demora una semana, descubrir� que la naturaleza ha hecho grandes avances en la propiedad. Lo mismo ocurre con la educaci�n, con el mantenimiento de la inteligencia, con el mantenimiento de una disciplina sana; rel�jate un mes, y la naturaleza vuelve a entrar, y la naturaleza juega el papel de spoiler.

La naturaleza no es un agricultor ahorrativo y cuidadoso. La naturaleza tiene una funci�n de desolaci�n; ella cultivar� malas hierbas en sus macizos de flores m�s ricos si las descuida por un d�a. Dios vuelve a entrar por el esp�ritu de juicio y por las visitaciones de la ira. En esto, su providencia est� en armon�a con el reino que ha instituido dentro de la esfera que llamamos agricultura, e incluso dentro de la esfera que denominamos por educaci�n o disciplina.

Es un gobierno. Si descuidas tu m�sica durante un mes, encontrar�s al final que la naturaleza ha vuelto a entrar y que no te quieren; no ha tra�do consigo el vestido de boda de preparaci�n al d�a. No debe haber intermedio; la �ltima l�nea debe ser completada. La naturaleza no permitir� que las cosas se hagan a granel, en bruto: la naturaleza no nos permitir� simplemente escribir el nombre; ella tejer� su tejido alrededor de la prenda si hemos descuidado los bordes y hemos prestado atenci�n solo a las partes intermedias. ( J. Parker, DD )

Babilonia: una superstici�n �rabe

Se dice que en este mismo d�a el beduino o �rabe errante tiene un miedo supersticioso de pasar una sola noche en el sitio de Babilonia, y que los nativos del pa�s creen que est� habitado por demonios en forma de cabras. ( Sir E. Strachey, Bart. )

S�tiros

Parece haber existido una antigua creencia entre los propios jud�os de que los demonios tomaban la forma de cabras; de hecho, aparec�an como s�tiros. ( Sir E. Strachey, Bart. )

S�tiros

La palabra con la que la mayor�a de las versiones y comentaristas concuerdan con la LXX al traducir �demonios� o �s�tiros� se usa en Lev�tico 17:7 2 Cr�nicas 11:15 para los demonios que adoraban los jud�os. ( Sir E. Strachey, Bart. )

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Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Isaiah 13". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/isaiah-13.html. 1905-1909. Nueva York.