Bible Commentaries
Isaías 24

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-5

He aqu�, el Se�or vac�a la tierra

"La tierra,"

�La tierra�, no la �tierra� (R .. marg . ) De Jud� o Palestina. "La profec�a va mucho m�s all� de todas las condiciones particulares o nacionales". ( J. Skinner, DD )

Las fuentes y consecuencias de la anarqu�a

I. LAS FATALES CONSECUENCIAS DE LA ANARQU�A. De �stos podemos convencernos al ver la grandeza de las bendiciones que destruye la anarqu�a. �Feliz el pr�ncipe, feliz el pueblo, cuando el gobierno leg�timo est� bien establecido, sabiamente administrado, debidamente honrado y alegremente obedecido! Se protegen las personas, el car�cter y las propiedades de los inocentes; se conserva el buen orden; y los deberes de cada situaci�n, empleo y rango diferentes se cumplen fielmente.

El cuerpo pol�tico est� sano y seguro. El genio distinguido y la penetraci�n, mejorados en sabidur�a por una atenci�n cuidadosa y una larga experiencia, son como ojos para la comunidad: mientras que las manos del mec�nico y el obrero satisfacen sus necesidades. Estas bendiciones se interrumpen cuando se suspende el poder de tal gobierno; y, cuando se destruye, cesan. La anarqu�a, al nivelar todos los rangos, transgrede una gran ley de la naturaleza y del Dios de la naturaleza; y detiene una fuente principal de felicidad social.

Donde las habilidades, las disposiciones, las situaciones y los placeres difieren, el poder y la influencia no pueden ser iguales. Una tierra, donde no hay orden, es una tierra de tinieblas y de sombra de muerte. Una comunidad, que no tiene ojos ni gu�as, debe vagar y perecer en los caminos de la destrucci�n y la miseria.

II. LAS FUENTES DE LA ANARQU�A, en gobernantes o s�bditos, transgrediendo las leyes y descuidando las m�ximas que prescribe la raz�n o la revelaci�n, para asegurar la felicidad y la paz de la sociedad.

1. La anarqu�a se produce al violar las leyes que prescriben el patriotismo, el esp�ritu p�blico, el amor a la libertad y el respeto por los derechos de la humanidad.

2. El descuido de las m�ximas de la sabidur�a, ense�adas por la raz�n o las Escrituras, es a veces la fuente inmediata, ya veces remota, de la anarqu�a.

3. La anarqu�a es ocasionada y el poder de prevenirla o eliminarla disminuida por gobernantes y s�bditos que transgreden los preceptos de la industria y la frugalidad.

4. La anarqu�a es ocasionada por el descuido de las leyes de la raz�n y la revelaci�n, que prescriben la paz y la uni�n. Todo reino dividido contra s� mismo es asolado.

5. La anarqu�a es ocasionada por transgredir las grandes leyes de la religi�n. La religi�n produce la uni�n m�s perfecta: porque inspira, con el mismo principio general de acci�n, la suprema consideraci�n de la gloria de Dios, el afecto sincero hacia nuestro pr�jimo y la voluntad de sacrificar todo lo que en su propia naturaleza se oponga, o, a trav�s de peculiar circunstancias, se vuelve incompatible con estos. ( J. Erskine, DD )

Desolaci�n nacional

I. LA NATURALEZA DE LA CALAMIDAD QUE DEBER�A LLEGAR A LA TIERRA - el vac�o o desolaci�n de la tierra. �sta es una de las varas que Dios sostiene sobre la cabeza de las personas, para hacerlas temer al Hun Lev�tico 26:19 ; Deuteronomio 28:38 ).

II. EL AUTOR O LA CAUSA EFICIENTE DE TAL DESOLACI�N es Dios. No sucede, digamos, por casualidad.

III. LOS MEDIOS O SEGUNDAS CAUSAS por las que Dios asola una tierra. Pestilencia, espada, fuego, clima fuera de temporada, criaturas nocivas, etc.

IV. LA CAUSA MERITORIOSA (vers�culo 5). ( W. Reading, MA )

Versículo 2

Y ser�, como con el pueblo, ir con el sacerdote

La asimilaci�n mutua de ministro y pueblo.

El ministro hace al pueblo y el pueblo hace al ministro.

I. LA INFLUENCIA DEL MINISTRO.

1. Como predicador y maestro, sobre las concepciones de la verdad y el deber, el entendimiento de la Palabra de Dios y la conducta pr�ctica de la gente.

2. Como hombre, en su propio ejemplo y vida.

3. Como pastor, en su relaci�n pastoral con su reba�o.

4. Como l�der p�blico de reformas, etc.

II. LA INFLUENCIA DEL PUEBLO.

1. En conseguirle audiencia. D�ndole sus propios o�dos y atenci�n y reuniendo a los dem�s.

2. Haci�ndolo elocuente. Gladstone dice: "La elocuencia est� derramando sobre una audiencia en una ducha lo que primero se recibe de la audiencia en forma de vapor".

3. Haci�ndolo espiritual. Pueden animarlo al crecimiento espiritual y la cultura; a la predicaci�n fervorosa y edificante. Pueden orar por �l y ayudarlo a sentir que quieren y desean solo alimento espiritual.

4. Haci�ndolo un poder para el bien. Arist�teles dice: "La verdad es lo que una cosa es en s� misma, en sus relaciones y en el medio a trav�s del cual se ve". Goethe dice: "Antes de quejarnos de que la escritura es oscura, primero debemos examinar si todo est� claro por dentro". En el crep�sculo, un manuscrito muy sencillo es ilegible. De modo que la actitud de un oyente limita en gran medida el poder de un predicador; la cooperaci�n de un miembro de la Iglesia puede aumentar indefinidamente la eficacia del trabajo de un pastor. ( Revisi�n homil�tica. )

Predicadores afectados por sus congregaciones

Hace unos a�os, despu�s de que un ministro predicara en una capilla wesleyana no lejos de mi casa, uno de los funcionarios m�s antiguos del circuito comenz� a hablarle de las glorias de una generaci�n pasada y dijo con cierto fervor: �Ah Se�or, hab�a grandes predicadores en aquellos d�as ". "S�", fue la respuesta del ministro, "y hab�a grandes oyentes en aquellos d�as". La respuesta fue acertada y justa. Si los predicadores forman y disciplinan a sus congregaciones, es igualmente cierto que las congregaciones forman y disciplinan a sus predicadores. ( RW Dale, LL. D. )

Al igual que con el comprador, tambi�n con el vendedor

Comprando y vendiendo

La compra y la venta son de una fecha muy antigua. El primer caso del que leemos ocurre en la historia de Abraham. La compra realizada fue un lugar de enterramiento; y est� relacionado con la muerte de Sara, la esposa de Abraham. Varias naciones y estados se han distinguido en diferentes �pocas por su comercio y comercio. En la antig�edad podemos enumerar Arabia, Egipto y especialmente Tiro, la ciudad coronada donde �los comerciantes eran pr�ncipes, donde los traficantes eran los honorables de la tierra.

En tiempos m�s modernos podemos mencionar a Grecia, Roma, Venecia, Hanse, Espa�a, Portugal y sobre todo Gran Breta�a. Bien podr�a Napole�n Buonaparte llamarnos una naci�n de comerciantes. ( RW Overbury. )

Los deberes relativos de compradores y vendedores

I. SE�ALA ALGUNOS DE LOS MALOS POR LOS CUALES SE VIOLA LA RELACI�N ENTRE EL COMPRADOR Y EL VENDEDOR. Esta relaci�n es violada por cada violaci�n de esos dos principios importantes que se encuentran en la base de toda la sociedad: la justicia y la verdad. La justicia consiste en dar a cada uno lo que le corresponde; y verdad o veracidad para mantener nuestros compromisos y evitar la mentira y el disimulo. Se violan estos principios y los deberes relativos que de ellos se derivan:

1. Por la pr�ctica de todo tipo de fraude en la transacci�n comercial.

2. Contratando deudas sin perspectivas razonables de poder pagarlas.

(1) Pero, �qu� puede hacer un individuo que en el curso de sus negocios regulares se encuentra, a trav�s de la fluctuaci�n a la que es responsable cada rama del comercio, insolvente al final del a�o? Si es un hombre de car�cter honorable y comerciante, no querr� amigos que est�n dispuestos a prestarle una suma suficiente para sacarlo de sus dificultades actuales y permitirle hacer una nueva prueba bajo la bendici�n de Dios. para tener �xito en la l�nea de negocio que ha seguido hasta ahora.

Pero si, despu�s de haber renovado el intento, la providencia divina no considera conveniente tener �xito en sus esfuerzos, entonces por una falsa verg�enza de aparecer como es en las circunstancias mundanas ante sus semejantes, continuar en el negocio hasta que involucre a muchos otros en la ruina. es de lo m�s injustificable.

(2) Adem�s, si un individuo que ha fracasado en la deuda de otro, en cualquier momento futuro debe poseer los medios para pagar sus deudas, sostenemos que la justicia requiere que as� lo pague.

3. Otra forma en la que se viola la relaci�n entre compradores y vendedores es, haci�ndonos responsables de las deudas ajenas, cuando no disponemos de capital suficiente para justificarlo.

4. Por la pr�ctica muy prevalente de la venta a precios inferiores. �D�nde cae la herida? Primero, sobre los pobres operarios, que trabajan d�a y noche con el sudor de su frente, para proporcionar comodidades y lujos para los rangos m�s altos de la sociedad, mientras que su trabajo es remunerado a un precio que dif�cilmente evita que ellos y sus familias mueran de hambre. La otra parte sobre la que recae el da�o son otros comerciantes de la misma l�nea, quienes, evitando el uso de medios tan inescrupulosos y opresivos para obtener grandes ganancias, pierden una parte o la totalidad de su costumbre.

II. MUESTRE LA IMPORTANCIA DEL TEMA.

1. En una visi�n secular. La prosperidad permanente de nuestro comercio y, en consecuencia, el bienestar temporal de la sociedad dependen de los principios que impregnan nuestras transacciones comerciales. Toda desviaci�n de los principios correctos inflige da�o en alguna parte y, en proporci�n a la extensi�n de esa desviaci�n, contribuye a aumentar la suma de la angustia nacional. Las naciones, como tales, son castigadas en esta vida, los individuos en el futuro.

Un Ser invisible, muy poco reconocido en los mercados comerciales, preside nuestros asuntos nacionales y distribuye o retiene las bendiciones nacionales en la medida en que se reconocen pr�cticamente los principios de la verdad y la justicia eternas.

2. En una visi�n religiosa. Bien se ha dicho que "un cristiano es el estilo m�s elevado de hombre".

(1) Un hombre al que no le importa por qu� medios obtiene dinero, siempre que logre hacer una fortuna, no puede ser cristiano. El car�cter y la condenaci�n de tales personas est�n escritos con demasiada claridad en las Escrituras como para confundirlos con un solo momento.

(2) Quiz�s no reflexionamos suficientemente que el predominio del amor a la ganancia es igualmente incompatible con la verdadera piedad; aunque un sentimiento de justicia y benevolencia, unido al respeto propio, puede llevarnos a aborrecer y rechazar todo lo que es deshonroso en los negocios.

(3) Tampoco debemos omitir observar que, si bien el predominio habitual de un esp�ritu mundano es incompatible con la piedad personal, el predominio demasiado grande de ella es altamente perjudicial. O levanta a un hombre con vanidad y orgullo, o lo deprime con ansiedad y cuidado; ambos lo incapacitan para el servicio de Dios. En la medida en que el esp�ritu del mundo prevalece sobre el pueblo de Dios, limita su piedad y utilidad, y contrarresta el fin por el cual est�n constituidos �una generaci�n escogida, un real sacerdocio, una naci�n santa, un pueblo peculiar� - - "para que manifestaseis las alabanzas de aquel que os llam� de las tinieblas a su luz maravillosa". ( RW Overbury. )

Versículo 5

Tambi�n la tierra est� contaminada por sus habitantes

La tierra contaminada por el pecado

Los habitantes de la tierra la contaminan con sus pecados: los hijos de Israel contaminaron la tierra de Dios al llenar Su herencia con los cad�veres de sus cosas abominables, con sus idolatr�as, con sus invenciones malvadas y sus caminos corruptos.

( R. Macculloch. )

Transgresi�n

�Han transgredido las leyes� de la naturaleza, de la conciencia y de las naciones: las leyes ceremoniales, judiciales y morales que les ha entregado Jehov� mismo. Estas leyes, estampadas por la sagrada autoridad del �nico gran Legislador, que deb�an haber observado religiosamente, las transgredieron presuntuosamente, omitiendo hacer lo que �l requer�a y cometiendo lo que �l hab�a prohibido. ( R. Macculloch. )

La tierra maldita por el bien del hombre

La Biblia no apoya la teor�a de que la materia en s� misma es mala. Dios cre� todas las cosas; �Y vio Dios todo lo que hab�a hecho; y he aqu�, estaba muy bueno ". Por tanto, cuando leemos en la Biblia que la tierra est� maldita, leemos que est� maldita por causa del hombre; cuando leemos de su desolaci�n, es como el efecto del crimen del hombre. ( GA Smith, DD )

El pacto eterno

El pacto es el de No�, y la ley contra el derramamiento de sangre ( G�nesis 9:5 ). ( AB Davidson, LL. D. )

Versículo 15

Por tanto, glorificad al Se�or en el fuego

Glorificando al Se�or en los fuegos

El hijo sufriente de Dios lo glorificar� en el fuego.

I. RECONOCIENDO SU PODER. El mismo Todopoderoso que aliment� a El�as, en los terribles d�as de escasez, y que liber� a Daniel del poder de los leones, todav�a vela y provee para su pueblo.

II. RECONOCIENDO SU SABIDUR�A. �l sabe (como ning�n mortal miope puede hacerlo) cu�ndo es seguro que disfrutemos de la prosperidad y cu�ndo es necesario para la salud de nuestra alma soportar la decepci�n y los problemas.

III. POR UN FRANCO RECONOCIMIENTO DE SU BONDAD. Si Nuestro Padre Celestial hubiera dejado de sentir inter�s en nuestro bienestar, no habr�a empleado los medios para hacernos bien. ( JN Norton. )

I. QUIENES SE ESPERA QUE GLORIFIQUE AL SE�OR.

1. �glorificar� se ejemplifica en 1 Cr�nicas 29:10 . Entonces los malvados no pueden hacer eso ( Job 20:5 ).

2. Pero la Iglesia triunfante s� ( Apocalipsis 7:11 ).

3. Y la Iglesia militante debe tener este �nico objetivo. Tomemos como ejemplo a San Pablo ( Filipenses 3:10 ).

El Se�or glorificado por su pueblo que sufre

II. CU�LES SON LOS FUEGOS EN LOS QUE GLORIFICAMOS A DIOS.

1. Auto-humillaci�n decidida, etc .; deberes desagradables, pero religiosos.

2. Los problemas personales suelen ser desconcertantes. Se da fe, no para aniquilarlos, sino para soportarlos.

3. Juicios de otros.

4. Nuestras aflicciones corporales.

5. Entre los "fuegos" m�s calientes se encuentran los dardos de fuego. Pablo fue as� juzgado.

6. Enemistad contra nuestra amada Iglesia. Enemigos dentro y fuera.

7. Miedo a la muerte.

III. PERO UNO EST� SIEMPRE PRESENTE EN LOS INCENDIOS.

1. En ellos una vez, solo.

2. Conduce a los dem�s de forma segura.

IV. LOS FUEGOS EST�N ARDiendo POR PERMISO DE DIOS. Como poderosos remedios de cirujano o m�dico.

1. Manifestar a sus elegidos.

2. Purificar.

3. Fortalecer. La oposici�n vigoriza. ( WW Tyler. )

C�mo honrar a Dios en los problemas

"Ya sea que com�is, que beb�is o que hag�is cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios". �Qu� amonestaci�n tan extensa es esta! Y, sin embargo, incluso esto no incluye todo el reclamo de Dios sobre nosotros. Se nos exige que lo honremos, no solo en todo lo que hacemos, sino en todo lo que sufrimos.

I. EL ESTADO AQU� SUPUESTO. "En los incendios". Despojado de met�foras, el pasaje supone un estado de sufrimiento. En este estado podemos encontrarnos:

1. Como hombres. "El hombre nace para los problemas cuando las chispas vuelan hacia arriba".

2. Como cristianos. �Muchas son las aflicciones del justo�.

II. EL DEBER AQU� DISFRUTADO. "Glorificad al Se�or en el fuego". La gloria de Dios es esencial o declarativa. No podemos agregar a lo primero. Pero, "los cielos cuentan la gloria de Dios". Todas sus obras le alaban. �C�mo? Por las impresiones y exhibiciones de Sus perfecciones; mostr�ndonos lo que es y lo que se merece. Por lo tanto, los cristianos son designados para "presentar las alabanzas" - virtudes - excelencias - "de Aquel que los llam�", etc .; que es hecho por su lengua y sus vidas. Por lo tanto, glorificamos a Dios en nuestras aflicciones cuando reconocemos verbal y pr�cticamente:

1. Su agencia.

2. Su rectitud. �l es "justo en todos sus caminos y santo en todas sus obras".

3. Su sabidur�a.

4. Su bondad.

5. Su poder.

III. LAS RAZONES.

1. Porque tienes la mejor oportunidad. La escena, naturalmente, despierta la atenci�n. Nada es tan impresionante como las gracias de un

Christian en problemas.

2. Las obligaciones que tienes para con el Dios bendito.

3. La esperanza deber�a influir en ti. "Ciertamente hay recompensa para los justos". ( W. Jay. )

Glorificando a Dios en la aflicci�n

�Nunca hubo una aflicci�n como la m�a�, dijo un pobre enfermo, revolc�ndose inquieto en una cama de enfermo, en un hospital de la ciudad. "No creo que haya habido nunca un dolor tan terrible". "Una vez", se pronunci� d�bilmente desde la cama de al lado. El primer orador hizo una pausa por un momento y luego comenz�, en un tono a�n m�s impaciente: �Nadie sabe por lo que paso; nunca nadie sufri� m�s dolor ". "Uno", se susurr� de nuevo desde la cama contigua.

�Supongo que te refieres a ti misma, pobrecita! pero ... �Oh! no a m� mismo, no a m� mismo �exclam� la otra, con el rostro p�lido enrojecido como si le hubieran ofrecido alg�n mal, no a ella sino a otro�. Hubo una breve pausa, y luego la voz dulce y gentil pronunci� las palabras sagradas: �Habiendo entrelazado una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y una ca�a en su mano derecha; e inclinaron la rodilla ante �l. y se burlaban de �l, diciendo: �Salve, Rey de los jud�os! Y le escupieron, tomaron la ca�a y le golpearon en la cabeza.

Y cuando llegaron a un lugar llamado G�lgota, le dieron a beber vinagre mezclado con hiel. Y lo crucificaron. Y hacia la hora novena, Jes�s clam� a gran voz, diciendo: Dios m�o, Dios m�o, �por qu� me has desamparado? La voz ces� y la enfermera entreg� una taza de agua de cebada, aromatizada con un �cido agradecido, a los labios de ambos enfermos. �Gracias, enfermera�, dijo el �ltimo orador.

�Le dieron a comer hiel y a beber vinagre�. "Ella est� hablando de Jes�s", dijo la otra mujer enferma, "pero hablar de sus sufrimientos no puede curar los m�os". "Pero aclara el de ella", dijo la enfermera. "�Me pregunto c�mo?" �C�llate!" dijo la enfermera. La voz suave comenz�: �Ciertamente �l llev� nuestros dolores, y carg� con nuestros dolores. Herido fue por nuestras rebeliones; �l fue molido por nuestras iniquidades: el castigo de nuestra paz fue sobre �l; y por sus llagas fuimos curados �. Ciertamente, incluso en medio de la aflicci�n y el sufrimiento, los verdaderos hijos de Dios aprender�n a glorificarlo. ( JN Norton. )

El reconocimiento de Galileo de Dios en su ceguera

Qu� conmovedor ese dicho del ciego Galileo: "Le agrad� a Dios que fuera as�, y tambi�n debe agradarme a m�". ( JN Norton. )

"Los incendios"

El t�rmino "fuegos" es una designaci�n local que significa el este, como la tierra del amanecer o de la luz del amanecer, y por lo tanto se opone al oeste, que se representa en la siguiente cl�usula como "las islas del mar". La liberaci�n es aquella que exige un coro de alabanza de un extremo a otro de la tierra. ( TW Chambers, DD )

Versículo 17

Miedo y foso y lazo est�n sobre ti

Miedo, y el hoyo y la trampa

Las expresiones aqu� utilizadas parecen haber formado un dicho proverbial, como se desprende de que el profeta Jerem�as las repiti� ( Jeremias 48:43 ).

Aluden a los diferentes m�todos de captura de bestias salvajes que se utilizaban antiguamente. El miedo, o terror, era una l�nea ensartada con plumas de diferentes colores, que estaba construida de tal manera que revoloteaba en el aire y hac�a un ruido aterrador, que asustaba a las bestias hacia el pozo, o la trampa, que estaba preparada para ellos. . El hoyo se cav� profundamente en la tierra y se cubri� con ramas o c�sped para enga�arlos y que pudieran caer en �l sin saberlo.

La trampa estaba compuesta de redes, encerrando un gran espacio de tierra que se sab�a que acechaban las bestias salvajes, que se fue estrechando gradualmente, hasta que finalmente se enredaron y encerraron. Nuestro profeta, dirigi�ndose a los habitantes de la tierra, declara que las calamidades correspondientes a cada una de estas formas de destruir las bestias salvajes se apoderar�an de ellas, y que deber�an ser ordenadas de tal manera que los que escaparan de una especie ser�an arrestados. por otra. ( R. Macculloch. )

Versículos 18-20

Los cimientos de la tierra tiemblan

La mejora religiosa de los terremotos

(predicado en 1756): - Las obras de la Creaci�n y la Providencia fueron indudablemente destinadas a la atenci�n y contemplaci�n de la humanidad, especialmente cuando Dios "sale de Su lugar", es decir, se aparta del curso habitual y declarado de Su providencia para castiga a los habitantes de la tierra por sus iniquidades; entonces nos conviene observar la operaci�n de Sus manos con temor y reverencia.

A esto el salmista nos llama repetidas veces: "Venid, ved las obras del Se�or, las devastaciones que ha hecho en la tierra". �Venid y ved las obras de Dios; Es terrible en lo que hace para con los hijos de los hombres �. Este mundo es un estado de disciplina para otro; por lo tanto, entre las obras ordinarias de la Providencia deben enumerarse los castigos de diversas clases y grados: dolor, enfermedad, p�rdidas, duelos, desilusiones.

Pero cuando estos se encuentran demasiado d�biles e ineficaces para su reforma; o cuando, por ser tan frecuentes y comunes, los hombres comienzan a pensar en ellas cosas por supuesto, ya no reconocer la mano Divina en ellas; entonces, el Gobernante universal utiliza ejecutores tan notables y extraordinarios de Su venganza, que no pueden sino despertar a un mundo dormido y hacerlo sensible a Su albedr�o. Estos ministros extraordinarios de su venganza son generalmente estos cuatro: el hambre, la espada, la pestilencia y los terremotos.

I. Deje que el majestuoso y terrible fen�meno de los terremotos le recuerde LA MAJESTAD Y EL PODER DE DIOS Y LA TEMOR DE SU DESAGRADO.

II. Este juicio desolador puede llevarlo justamente a reflexionar sobre LA PECADURA DE NUESTRO MUNDO.

III. Este evento melanc�lico puede llevar sus mentes agradecidas a reflexionar sobre LA BONDAD PECULIAR DEL CIELO hacia nuestro pa�s, en el sentido de que no estuvo involucrado en la misma destrucci�n.

IV. Lo que sugerir�a particularmente a sus pensamientos de las devastaciones del terremoto tard�o, es LA �LTIMA DESTRUCCI�N UNIVERSAL DE NUESTRO MUNDO EN EL JUICIO FINAL. De esto, un terremoto es tanto una confirmaci�n de la raz�n humana como una viva representaci�n ( S. Davies, MA )

"Removido como una caba�a"

( Isa�as 24:20 ): - �Se balancea de un lado a otro como una hamaca�. Esa es la interpretaci�n m�s literal. La hamaca (la misma palabra que en Isa�as 1:8 ) todav�a se usa en todo Oriente por los vigilantes nocturnos de los vi�edos. ( Sir E. Strachey, Bart. )

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Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Isaiah 24". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/isaiah-24.html. 1905-1909. Nueva York.