Bible Commentaries
Isaías 25

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Se�or, t� eres mi Dios.

Este cap�tulo mira tan agradablemente a la Iglesia como el primero mira con espanto al mundo. ( M. Henry. )

Calma despu�s de la tormenta

Solo podemos comprender el significado m�s elevado y dulce de este cap�tulo en la medida en que entramos en el esp�ritu del cap�tulo que lo precede. Ese cap�tulo est� lleno de nubes, tinieblas y juicio. La mism�sima terribleidad de Dios es una raz�n para confiar en �l. Probablemente esta visi�n de los atributos divinos no siempre ha sido lo suficientemente v�vida para nuestra conciencia espiritual. Pensamos en Dios y nos asustamos; mientras que cuando lo o�mos tronar, y lo vemos esparciendo sus flechas de rel�mpagos a su alrededor, y lo vemos derramando desprecio sobre los poderosos que lo han desafiado, debemos decir: �Mira! Dios es amor.

�Qu� golpea? Ning�n ni�o peque�o, ninguna mujer paciente, ning�n coraz�n roto, ning�n rostro empapado de l�grimas de contrici�n. �Sobre qu� cae Su pu�o? - sobre la arrogancia, sobre la altivez, sobre la vanidad, sobre la plenitud de uno mismo. Rechaza a los orgullosos con una respuesta de desprecio a su oraci�n de patrocinio. Dios solo es terrible para el mal. Esa es la raz�n por la que su terrible maldad debe ser un est�mulo y un atractivo para las almas que conocen su pecado y piden perd�n en la Cruz. ( J. Parker, DD )

Canci�n de seguridad

I. LA AFINIDAD QUE SE RECLAMA. �Oh Jehov�, t� eres mi Dios�. Esta afinidad fue predeterminada por Dios Padre; se exhibe de la manera m�s conspicua en la persona de Dios Hijo; es revelado, m�s all� de toda posibilidad de duda, al coraz�n de los elegidos de Dios por Dios el Esp�ritu Santo

II. LAS MARAVILLAS RECONOCIDAS. "Has hecho maravillas". s�lo seleccionar� tres de mir�adas: Su obra vicaria, la extensi�n del reino del Redentor y la liberaci�n de almas preciosas individualmente por conversi�n a Dios.

III. LA PRIMERA CAUSA ETERNA AVISADA. "Tus consejos de anta�o". ( J. Hierros. )

La fidelidad de dios

Esa perfecci�n divina que celebra el profeta es fuente de consuelo para todo el que "tiene sed de justicia".

I. ENUMERE VARIAS INSTANCIAS PASADAS DE LA FIDELIDAD DE DIOS.

1. Conectado con la historia del diluvio.

2. Su conducta hacia el pueblo de Israel.

3. Su promesa al padre de los fieles, de que �en su simiente todas las naciones de la tierra ser�n bendecidas�, una promesa que luego fue confirmada repetidamente por los profetas.

4. En el cumplimiento de los tiempos, Dios envi� a Su Hijo, G�latas 4:4 mujer, etc. G�latas 4:4 ). Habiendo producido as� un ejemplo de la fidelidad de Dios de cada uno de los varios reinos de la naturaleza, la providencia y la gracia, procedo a:

II. DEDUZCA TALES INFERENCIAS COMO EL SUJETO PARECE SUGERIR.

1. Debemos apreciar la gratitud.

2. Es un privilegio de los cristianos devotos mantener una confianza inquebrantable en Dios, con referencia tanto a la Iglesia de Cristo como a las circunstancias de los creyentes individuales.

(1) No podemos dudar de la perpetuidad y prosperidad futura de la Iglesia.

(2) Ya que el Se�or es fiel, que el cristiano que est� en un estado de pobreza recuerde que su Salvador ha dicho: �No te preocupes por decir: �Qu� comeremos, o qu� beberemos, o de qu� seremos? vestido. ... Vuestro Padre Celestial sabe que ten�is necesidad de estas cosas �, etc.

(3) Ya que Dios es fiel, que aquellos que sientan la fuerza del pecado que habita en sus corazones, recuerden que est� prometido: "El pecado no se ense�orear� de vosotros, porque no est�is bajo la ley, sino bajo la gracia".

(4) Para los cristianos temerosos, el tema tambi�n est� calculado para proporcionar un gran alivio. Debe inspirar una confianza alegre y afectuosa.

(5) En resumen, este atributo ilustre presenta un asilo, sean cuales sean las tormentas que se te llame en el camino del deber a soportar.

3. El sujeto debe despertar un temor saludable. Porque la fidelidad de Dios a su palabra y prop�sito es un atributo no menos temido por los impenitentes que valorado por los creyentes. ( T. Sims, MA )

"Dios m�o"

T� eres mi Dios, que me invitaste a una relaci�n sagrada contigo, que me inclinaste a entregarme a m� mismo y a todas mis preocupaciones en Tus manos, y a escogerte como mi Dios. T� eres mi Padre, que me alimentaste y me criaste entre Tus hijos. T� eres mi Amigo, que me has colmado de una rica profusi�n de favores. Eres la Porci�n que he elegido, en cuya posesi�n gozar� de la felicidad m�s permanente.

T� eres mi Dios y, por tanto, mi felicidad ser� completa. Reclamo humildemente de Tu suficiencia total la provisi�n de todas mis necesidades; de Tu sabidur�a, direcci�n y conducta; de Tu poder, asistencia y protecci�n; de tu amor, refrigerio y consuelo; de tu misericordia, perd�n y bendici�n; de tu fidelidad, estabilidad y apoyo; y de tu paciencia, tolerancia y longanimidad.

Me resigno alegremente a m� mismo ya todos mis intereses a Tu direcci�n y disposici�n; y, con obediente afecto, consagro todos mis poderes y facultades a Tu honor, a quien soy ya quien sirvo, para que puedan ser empleados en promover Tu gloria. ( R. Macculloch. )

Exaltando al Se�or

Exaltar al Se�or nuestro Dios es:

1. Proclamar el glorioso honor de Su majestad.

2. Exaltar las abundantes riquezas de Su gracia.

3. Magnificar sus excelencias trascendentes.

4. Celebrar, con afectuosa gratitud, Su maravillosa bondad amorosa. ( R. Macculloch. )

Versículo 4

Porque has sido una fortaleza para los pobres

"Pobres" y "necesitados"

Entre los nombres aplicados al pueblo de Dios hay tres que estaban destinados a desempe�ar un papel enorme en la historia de la religi�n.

En la versi�n en ingl�s, estos aparecen como dos: "pobres y necesitados"; pero en el original son tres. En Isa�as 25:4 : �Has sido una fortaleza para los pobres y una fortaleza para los necesitados�, �pobre� traduce una palabra hebrea, �dal�, literalmente, �vacilante, vacilante, d�bil�, luego �delgado� o � magro �, luego� pobre �en fortuna y estado; �Necesitado� literalmente traduce el hebreo �'ebhyon�, en lat�n �egenus�.

�En Isa�as 26:6 :� El pie del pobre y los pasos del necesitado �,� necesitado �se traduce en� dal �, mientras que pobre se traduce en� 'ani �, una forma pasiva -� forzado, afligido, oprimido �, luego �Miserable�, ya sea bajo persecuci�n, pobreza, soledad o exilio, y por lo tanto �domesticado, apacible, manso�. Estas tres palabras, en sus ideas fundamentales de "enfermedad", "necesidad" y "aflicci�n" positiva, cubren entre ellas todos los aspectos de la pobreza f�sica y la angustia. ( Prof. GA Smith, DD )

Pobreza en Oriente

En Oriente, la pobreza casi nunca significa una desventaja f�sica por s� sola; en su tren siguen mayores discapacidades. Un oriental pobre no puede estar seguro de que se jugar� limpio en los tribunales del pa�s. Muy a menudo es un hombre agraviado, con un fuego de justa ira ardiendo en su pecho. Una vez m�s, y lo que es m�s importante, la desgracia es para el vivo instinto religioso de los orientales una se�al del alejamiento de Dios. Para nosotros, la desgracia es tan a menudo s�lo la crueldad, a veces real, a veces imaginada, de los ricos; el desocupado desahoga su ira contra el capitalista, el vagabundo agita el pu�o tras el carruaje en la carretera.

En Oriente no se olvidan de maldecir a los ricos, pero tambi�n recuerdan humillarse bajo la mano de Dios. Con un oriental desafortunado, la convicci�n es suprema, Dios est� enojado conmigo; He perdido su favor. Su alma anhela ansiosamente a Dios. ( Prof. GA Smith, DD )

La pobreza de coraz�n de Israel

Estos eran cuatro aspectos de la pobreza de coraz�n de Israel: hambre de perd�n, hambre de justicia, hambre de hogar y hambre de Dios. ( Prof. GA Smith, DD )

Un refugio de la tormenta

Un refugio de la tormenta

Los escritores sagrados emplean las condiciones de nuestra tierra y sus diversos fen�menos para representar muchas circunstancias de la vida humana. Los problemas, especialmente cuando son pesados ??y expresan el desagrado divino, se representan en las Sagradas Escrituras como tormentas.

I. ESTE ES UN MUNDO DONDE LAS TORMENTAS A MENUDO SE REUNEN Y LAS TEMPESTAS EN ESTE PLANETA NUNCA EST�N FUERA DE LUGAR. La tormenta tiene su misi�n tanto como la calma. Entre los hombres, la adversidad de todo tipo es un agente poderoso para lograr las operaciones espirituales necesarias.

II. ESTE ES UN TIEMPO DE TORMENTAS Y LAS TEMPESTAS AQU� NO EST�N FUERA DE TEMPORADA. Los d�as del hombre sobre la tierra son como el invierno de su vida. La muerte es el tiempo de la semilla, y la inmortalidad es la primavera, el verano y la cosecha. Cuando llegan la primavera y el verano, la nieve y el granizo est�n fuera de temporada; pero durante el invierno de nuestro ser, el granizo, la nieve y la lluvia est�n en temporada.

III. CADA TORMENTA SE LEVANTA Y GUIADA BAJO LA OJO Y LA MANO DE DIOS. El viento tempestuoso no lo sorprende. Decidi� que soplar�a en ese momento, desde ese lugar, con tal fuerza y ??con efectos particulares. Tampoco lo domina. El viento tormentoso simplemente cumple Su palabra.

IV. EL OBJETO DE CADA TORMENTA ES BUENO, AUNQUE LA EXPERIENCIA ACTUAL NO ES GOZOSA, SINO QUE GRAVE. De ah� la necesidad de un refugio para el hombre de Dios. �Ha marcado con qu� frecuencia se habla de Dios como "un refugio"?

V. UN LUGAR PARA SER UN REFUGIO DEBE ESTAR FUERA DE LA TORMENTA O, SI EST� EN MEDIO DE �L, DEBE SER M�S FUERTE QUE LA TORMENTA. Pero, �c�mo es que nosotros, hijos de los hombres, llegamos a refugiarnos en Dios? El Evangelio nos llega con su voz de cortejo. En la mediaci�n de Jes�s, en su simpat�a, amor y poder encontramos refugio. Y venimos a hacer de todos los pactos y promesas de Dios distintos refugios. Hay un puerto o refugio en cada punto de peligro.

�Vienes a la pobreza? Hay promesas para los pobres. �Eres viuda? Hay promesas para la viuda. Y todas las esperanzas que despiertan estos pactos se convierten a su vez en tantos refugios. En este mundo, la tranquilidad de mente y coraz�n es algo absolutamente imposible para un hombre que no descansa en su Dios. Si sientes la necesidad de un refugio, en ese dolor que otro profesa despreciar, puedes encontrar el refugio mismo que buscas en tu Dios. �Y por qu�? Di que tu sensibilidad surge de la debilidad. Bueno, Dios se compadece de tu debilidad. ( S. Mart�n. )

Versículos 6-9

Un fest�n de cosas gordas

La fiesta del Evangelio

I. LA FIESTA.

1. Las bendiciones espirituales se encuentran aqu�, como en otros lugares, bajo el emblema de la fiesta ( Proverbios 9:2 ; Lucas 14:16 ; Mateo 22:4 ). En Cristo, y en Su Evangelio, se hace provisi�n para nuestro refrigerio en varios aspectos.

(1) La verdad se concede al entendimiento.

(2) Belleza (las amables perfecciones de Dios y Cristo), bondad, amor, esperanza, alegr�a.

(3) Tambi�n se hace provisi�n para el sustento de la vida Divina en el alma Juan 6:32 ; Juan 6:47 ).

(4) En el Evangelio no hay apenas provisi�n, sino �una fiesta�; Provisi�n abundante. Una rica variedad de verdades y descubrimientos claros y satisfactorios sobre ellas. Misericordia abundante, para quitar la culpa m�s agravada y para dar seguridad de perd�n, reconciliaci�n y paz. Gracia abundante, para purificar de toda contaminaci�n y enriquecer con santidad y consuelo. Hay una provisi�n m�s agradable, rica y deliciosa.

Pero, para quien? Para aquellos que tienen su gusto espiritual rectificado y tienen discernimiento espiritual ( 1 Corintios 2:14 ). "Un fest�n de cosas gordas". El obispo Lowth dice, "de los manjares"; "De cosas gordas llenas de tu�tano", o "de manjares exquisitamente ricos". Las verdades del Evangelio ensanchan, ennoblecen y consuelan la mente; su gracia enriquecedora, vigorizante y reconfortante para el esp�ritu; sus doctrinas, preceptos, promesas, exhortaciones, dulces y preciosos.

Provisi�n estimulante y estimulante. �Vinos sobre l�as�; o vinos a�ejos (Lowth). Las verdades del Evangelio brindan la m�xima satisfacci�n y consuelo a los creyentes. "Bien refinado". Refinado de toda mezcla impura y carnal.

2. � Pero d�nde se hace la fiesta? �En este monte� Esto se dice en alusi�n a Judea, un pa�s monta�oso, y especialmente a Jerusal�n y el monte Si�n, cuya primera provisi�n se hizo. All� Cristo muri� y resucit�, primero se derram� el Esp�ritu, se predic� el Evangelio y se form� la Iglesia cristiana. Pero la Iglesia cristiana misma se describe a menudo en sentido figurado bajo los t�rminos, Jerusal�n y el monte Si�n ( Hebreos 12:22 ).

3. �Investigamos m�s para qui�n se hace esta fiesta y en qu� t�rminos pueden participar de ella? Est� hecho "para todas las personas", en los t�rminos del arrepentimiento y la fe.

4. A esta fiesta estamos invitados. Pero no conocemos por naturaleza nuestra falta de estas bendiciones, ni el valor de ellas, ni la forma de obtenerlas. Para remediar este mal tenemos:

II. UNA GRACIA PROMESA. "Destruir� el rostro", etc. El "rostro de la cubierta" se pone por un hypallage, para el "cubrimiento de la cara". La expresi�n hace referencia al velo que estaba sobre el rostro de Mois�s, o al del tabern�culo y el templo, ambos emblem�ticos de la oscuridad de esa dispensaci�n. Pero mucho m�s oscura fue la dispensaci�n bajo la que estaban los paganos. Tambi�n se pretende el velo de la incredulidad ( Romanos 11:32 ); y el del prejuicio.

Estos velos son quitados por la predicaci�n clara y poderosa del Evangelio ( 2 Corintios 3:12 ). Por la circulaci�n de las Escrituras. Por el �esp�ritu de sabidur�a y revelaci�n� ( Efesios 1:17 ). Por el �coraz�n vuelto al Se�or� ( 2 Corintios 3:16 ) y la fe en Jes�s ( Juan 12:46 ). Aqu� tenemos una profec�a manifiesta de la iluminaci�n y conversi�n tanto de jud�os como de gentiles, y de la difusi�n universal de la religi�n.

III. EL EFECTO PRODUCIDO (vers�culo 8). El Mes�as, que es la "luz del mundo", es la "luz de la vida".

1. "Se tragar� a la muerte en victoria".

(1) La muerte espiritual, introducida por el pecado de Ad�n, es absorbida por la victoria. Por lo tanto, �el que tiene al Hijo, tiene la vida; y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.

(2) Muerte temporal.

2. "El Se�or Dios enjugar� las l�grimas de todos los rostros". Quitar� los sufrimientos y las aflicciones, y sus causas para siempre ( Apocalipsis 21:4 ).

3. �Y la reprensi�n de su pueblo�, etc. Esto implica que el pueblo de Dios ha estado, y estar� m�s o menos, bajo reproche, en todas las �pocas, hasta que llegue el per�odo glorioso aqu� mencionado.

IV. EL GOZO Y EL TRIUNFO DEL PUEBLO DE DIOS (vers�culo 9). Sus enemigos ahora les reprochan: "�D�nde est� tu Dios?" Pero, �cu�l ser� entonces la respuesta del pueblo del Se�or? �He aqu�, este es nuestro Dios�; hemos confiado, esperado, esperado en �l, y ahora �l nos ha salvado. De ahora en adelante tendremos el fruto eterno de Su gloriosa presencia. La presencia de Dios permanecer� con la Iglesia (vers�culo 10). ( J. Benson, DD )

Una fiesta de gordura

Esta profec�a abarca la dispensaci�n del Evangelio. Primero, nos presenta la dispensaci�n del Evangelio en su actual estado de gracia. El profeta dice: "En este monte Jehov� de los ej�rcitos har� a todos los pueblos banquete de manjares". Por "este monte" el profeta se refiere al monte Si�n; y desde el monte de Sion literal fue donde sali� la Palabra del Se�or, predicada en primer lugar por el precursor de Cristo, y luego por el mismo Hijo de Dios encarnado.

Y todas las bendiciones que han fluido a la Iglesia y al mundo nos han llegado desde Jerusal�n - esa Jerusal�n que es el tipo de la Iglesia cristiana Y observar�n que esta dispensaci�n del Evangelio, con sus bendiciones y sus privilegios, se habla de bajo la imagen familiar de una fiesta. Esta imaginer�a est� eminentemente calculada para presentarnos una idea de la plenitud de la gracia del Evangelio.

No es como si Dios estuviera ofreciendo provisi�n a los hombres hambrientos lo suficiente, como deber�amos decir en el lenguaje com�n, para mantener juntos el cuerpo y el alma. No es una provisi�n escasa: no es una provisi�n simplemente de pan y agua. Ahora, para ver lo que se quiere decir, apliquemos esto, en primer lugar, a la dispensaci�n del Evangelio en su relaci�n con los pecadores a quienes se dirige primero la invitaci�n. Se�ala, en el primer vers�culo, que es una fiesta de cosas gordas.

Es una fiesta de vino en las mejores condiciones: vino a�ejo, posado sobre sus l�as, y que debido a su edad ha alcanzado ahora su mejor y m�s selecto sabor. Ahora, observemos cu�n acertadamente ilustra esto la provisi�n del Evangelio en su aspecto a aquellos a quienes todav�a se dirige el mensaje y la invitaci�n. Cuando, por ejemplo, como ministros, somos llamados a entregar esta invitaci�n bajo cualquier circunstancia, sentimos que estamos completamente libres de cualquier limitaci�n en cuanto a las personas, o por cualquier limitaci�n en cuanto a la cuesti�n de la suficiencia y adaptaci�n a aquellos que son invitado.

No es, quiero decir, una escasa hospitalidad que Dios ha proporcionado. No es tal que el que tiene que entregar la invitaci�n en esta iglesia, o en cualquier otro lugar en medio de las calles de Londres, tenga que considerar: �Bueno, el Evangelio s�lo est� destinado a una cierta clase de pecadores; el Evangelio solo est� destinado a ciertos tipos de pecados; y antes de entregar esta invitaci�n tengo que decidir si este es un caso que conviene, - si este es un caso que est� incluido en la disposici�n que se hace, - si no puedo estar enga�ando y decepcionando a este hombre.

�No hay tal cosa. Es una fiesta; es una fiesta de cosas gordas; y es una fiesta de los vinos m�s selectos. �Qu� significa todo esto cuando nos despojamos de las im�genes, cuando miramos esto no como una hermosa pieza de poes�a prof�tica, sino en su realidad, en su relaci�n real con los hombres a quienes se dirige el Evangelio? Significa decir que hay abundante y rica provisi�n para cada pecador. Significa decir que Dios en Su amor ha provisto para el caso de cada hombre.

Significa que las bendiciones de la salvaci�n que tenemos para ofrecer en Jesucristo no son bendiciones escasas, - que no son bendiciones tales que nos dejen alguna duda sobre si resolver�n el caso de este hombre en particular, sino que la salvaci�n que en Cristo es fiesta, y fiesta de cosas gordas. Y luego, nuevamente, adopte el aspecto de este Evangelio hacia aquellos que ya han recibido la invitaci�n y que est�n, por as� decirlo, sentados a la mesa de la fiesta.

Todo creyente que est� en Cristo es como un hombre sentado en una fiesta perpetua. Cada d�a es, en este sentido, un d�a de fiesta para �l. Cada d�a es un d�a en el que debe alimentarse de Cristo y nutrir su alma con las ricas y costosas bendiciones de la salvaci�n. Es mejor tener la fe m�s d�bil que ser un incr�dulo. Pero, �es esta la condici�n en la que Dios quiere que se encuentre su pueblo creyente? Yo digo que no hay tal cosa.

Dios quiere que t� recibas y recibas sin dudar y recibas sin reservas, cuando vengas a Cristo, la plenitud y la gratuidad de Su gracia. Tiene la intenci�n de que le creas cuando dice: "Tus pecados te son perdonados". �l no espera de ti que te contentes con decir: �Ah, en alg�n momento u otro Dios perdonar� mis pecados: hay esperanza de que mis pecados sean perdonados.

Quiere hacerte sentir, y desea que te des cuenta d�a a d�a, que no es simplemente pan y agua, sino que es vino y leche. Existe esta continuidad ininterrumpida entre lo que llamamos "gracia" y lo que llamamos muy propiamente "gloria". Observa c�mo esto aparece claramente al final del pasaje, porque el profeta fluye de una cosa a otra de la manera m�s natural posible.

Lo que quiero que se�alen en particular, como una de las principales cosas que quisiera inculcarles, es c�mo, comenzando con esta Palabra del Se�or en Jerusal�n, comenzando por quitar el grito de los rostros de todas las personas, -comenzando con la invitaci�n a arrepentirse, creer y recibir la remisi�n de los pecados a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo; el profeta contin�a con lo que finalmente encontramos al final de la dispensaci�n; con qu� naturalidad, como si no hubiera ruptura, como si fuera solo un fluir de gracia hasta que, si puedo expresarlo as�, el r�o de gracia se pierde en la vasta extensi�n del oc�ano de gloria.

Parece que no hay abismo. De hecho, dondequiera que haya en cualquier joven o en cualquier anciano, en cualquier mujer o en cualquier ni�o, una obra de gracia - gracia real y salvadora - ese es el principio, y la gloria con todos sus detalles y toda su bienaventuranza. , todas sus compa�erismos y todas sus ocupaciones, no ser�n m�s que la plena floraci�n y el pleno desarrollo y la plena consumaci�n de esa obra de gracia que se inicia.

Bueno, ya ve, estos est�n mezclados en el texto; y el ap�stol dice que Dios en ese d�a cumplir� la profec�a de Isa�as, y que "destruir� la muerte en victoria". No lo har� antes. La muerte no es devorada por la victoria, incluso cuando muere el cristiano triunfante. Pero el ap�stol dice, interpretando las palabras del profeta: �Entonces se cumplir� la palabra que est� escrita�; es decir, cuando se oiga la voz del arc�ngel, y suene la trompeta, y cuando los sepulcros entreguen a sus muertos, y cuando los que hayan descendido al sepulcro en cuerpo natural, en deshonra, en corrupci�n, en la debilidad, resucitar� en poder y en incorrupci�n y en gloria, - �entonces ser� llevado al pasado el dicho que est� escrito: La muerte es devorada por la victoria.

�Y a esto le seguir� el cumplimiento de la declaraci�n del profeta, interpretada por la figura del Apocalipsis. Entonces Dios debe enjugar todas las l�grimas. Las l�grimas, como sabemos, en la tierra, tienen muchas fuentes. Est�n las l�grimas de la penitencia: no tendremos que derramarlas m�s. Est�n las l�grimas de angustia a causa del dolor temporal y el duelo y el sufrimiento corporal: no tendremos que derramarlas m�s.


Hay l�grimas de ansiedad en medio de todas las preocupaciones urgentes de la vida. Hay l�grimas de desaliento y decepci�n. No tendremos que deshacernos de ellos m�s. Hay otra fuente de l�grimas mientras a�n estamos en el cuerpo. Usted y yo a menudo hemos derramado l�grimas por otra causa: l�grimas de alegr�a. �Y por qu� derramamos l�grimas de alegr�a? Porque el gozo es a veces tan repentino, es tan profundo, es tan grande, nos domina y nos transporta tan completamente, que el cuerpo d�bil no puede soportarlo; y el resultado es que las l�grimas corren por nuestras mejillas y, como decimos no pocas veces, �lloramos de alegr�a.

�No habr� llanto de gozo despu�s de la resurrecci�n. Porque, aunque tengamos el gozo, estaremos capacitados para soportarlo: tendremos el gozo, incluso el gozo de nuestro Se�or, pero toda nuestra naturaleza ser� lo suficientemente fuerte para disfrutar de ese gozo, y as� no habr� m�s l�grimas. ( JC Miller, DD )

"En esta monta�a"

La imaginaci�n de un poeta y la visi�n clara de un profeta de la meta hacia la que Dios conducir� a la humanidad est�n en su punto m�s alto en este gran c�ntico del futuro, cuyas palabras aladas hacen m�sica incluso en una traducci�n. Sin duda, parte del hecho comparativamente peque�o de la restauraci�n de la naci�n exiliada a su propia tierra. Pero va mucho m�s all� de eso. Ve, toda la humanidad asociada con ellos para compartir sus bendiciones.

Es la visi�n del ideal de Dios para la humanidad. Eso hace que sea m�s notable que el profeta, con esta amplia perspectiva, insista con tanto �nfasis en el hecho de que tiene un centro local. Esa frase "en este monte" se repite tres veces en el himno; dos de los casos tienen al lado de ellos las expresiones �todas las personas� y �todas las naciones�, como para unir el origen local y la extensi�n universal de las bendiciones prometidas.

Las dulces aguas que se derramar�n por el mundo brotan de un manantial abierto "en esta monta�a". Los rayos que han de iluminar toda tierra fluyen desde una luz que arde all�. Las esperanzas del mundo para esa edad de oro que los poetas han cantado y hacia la que han trabajado fervientes reformadores sociales, y de la que este profeta estaba seguro, descansan en un hecho definido, hecho en un lugar definido, en un tiempo definido.

Isa�as conoc�a el lugar, pero no sab�a qu� se deb�a hacer o cu�ndo deb�a ser. T� y yo deber�amos ser m�s sabios. La historia nos ha ense�ado que Jesucristo cumple la visi�n buena que inspir� las brillantes palabras del profeta. Podr�amos decir, con permisible licencia, que �esta monta�a�, en la que el Se�or hace las cosas buenas que magnifica este c�ntico, no es tanto Si�n como el Calvario. ( A. Maclaren, DD )

La fuente de la esperanza del mundo

I. �DE D�NDE PROCEDEN LOS ALIMENTOS DEL MUNDO? Los fisi�logos pueden decir, al estudiar la dentici�n y el aparato digestivo de un animal, de qu� se supone que debe vivir, ya sean vegetales o carne, o una dieta mezclada de ambos. Y puedes saber, estudi�ndote a ti mismo, de qu� o de qui�n est�s destinado a vivir. Mira estos corazones tuyos con sus anhelos, sus clamantes necesidades. �Alg�n amor humano satisfar� el hambre del coraz�n de los m�s pobres de nosotros? �No! Mire estas tumultuosas voluntades nuestras que se imaginan que quieren ser independientes y realmente quieren un amo absoluto a quien es una bendici�n obedecer.

La misma estructura de nuestro ser, nuestro coraz�n, voluntad, mente, deseos, pasiones, anhelos, todo con una sola voz proclama que el �nico alimento para un hombre es Dios. Jesucristo trae la comida que necesitamos. �En esta monta�a se prepara una fiesta. .. para todas las naciones ". Note, que aunque no aparece en la superficie, y para los lectores ingleses, la fiesta de este mundo, en la que se satisfacen todas las necesidades y se satisfacen todos los apetitos, es una fiesta de sacrificio.

�Ojal� los hombres serios, que est�n tratando de curar los males del mundo y a�n las necesidades del mundo, y est�n dejando a Jesucristo y Su religi�n fuera de su programa, se preguntaran si no hay algo m�s profundo en el hambre de la humanidad que sus hornos? alguna vez se puede hornear pan.

II. �DE D�NDE VIENE EL DESCUBRIMIENTO QUE DA LUZ AL MUNDO? Mi texto repite enf�ticamente, "en esta monta�a". El cuadro pat�tico que aqu� se insin�a, de un manto oscuro que se extiende sobre el mundo entero, sugiere la idea de duelo, pero a�n m�s enf�ticamente la de oscuridad y tristeza. El velo impide la visi�n y apaga la luz, y esa es la imagen de la humanidad tal como se presenta ante este profeta: un mundo de hombres enredados en los pliegues de un manto oscuro que cubr�a sus cabezas y los envolv�a alrededor, y les impidi� ver; los encerr� en tinieblas y enred� sus pies, de modo que tropezaron en la penumbra.

Es un cuadro pat�tico, pero no va m�s all� de las realidades del caso. Hay un hecho universal de la experiencia humana que responde a la figura, y es el pecado. Esa es la cosa negra cuyos pliegues de �bano nos obstaculizan, y nos oscurecen, y excluyen las visiones de Dios y la bienaventuranza, y todo el glorioso azul sobre nosotros. El punto d�bil de todos estos esquemas y m�todos a los que me he referido para ayudar a la humanidad a salir del pantano y hacer a los hombres m�s felices, es que subestiman el hecho del pecado.

Solo hay una cosa que trata de manera radical el hecho de la transgresi�n humana; y ese es el sacrificio de Cristo en el Calvario, y su resultado, la inspiraci�n del Esp�ritu de vida que estaba en Jesucristo, sopl� en nosotros desde el trono mismo.

III. �DE D�NDE VIENE LA VIDA QUE DESTRUYE LA MUERTE? "Se tragar� a la muerte en la victoria". O, como probablemente la palabra significa m�s correctamente, "Se tragar� la muerte para siempre". Ninguna de las otras panaceas para los males del mundo intenta siquiera lidiar con esa �sombra temida del hombre� que se encuentra al final de todos nuestros caminos. Jesucristo se ha ocupado de eso. ( A. Maclaren, DD )

El hombre necesitado y su provisi�n moral

I. LA HUMANIDAD ES MORALMENTE FAMILIAR - EL CRISTIANISMO TIENE DISPOSICIONES. �Un banquete de cosas gordas�, etc. La inquietud febril y la carrera ferviente en pos de algo que a�n no se ha logrado, muestran el estado de hambre y sed del alma. El cristianismo tiene las provisiones, que son:

1. Adecuado: "para todas las personas".

2. Variado: "vinos y grasas llenas de tu�tano".

3. Agradable: "vinos con l�as bien afinados".

II. LA HUMANIDAD ES MORALMENTE BENIGNADA - EL CRISTIANISMO TIENE ILUMINACI�N. ��l destruir� en esta monta�a�, etc. Los hombres est�n envueltos en la tristeza moral; ellos tienen su "entendimiento". .. oscurecido � Efesios 4:18 ). �El velo est� sobre sus corazones� ( 2 Corintios 3:15 ).

La oscuridad f�sica es bastante mala, la oscuridad intelectual es peor, la oscuridad moral es la peor de todas. Es una ceguera al Ser m�s grande, a las mayores obligaciones y a los mayores intereses. El cristianismo tiene luz moral. Cristo es "la luz del mundo". De hecho, el cristianismo da las tres condiciones de la visi�n moral: - la facultad visual; abre los ojos de la conciencia; el medio, que es la verdad; y el objeto, que es Dios, etc.

III. LA HUMANIDAD EST� MORALMENTE MUERTA, EL CRISTIANISMO TIENE VIDA. "Se tragar� a la muerte en la victoria". Los hombres est�n �muertos en delitos y pecados� El valle de los huesos secos es una imagen de la humanidad moral. La insensibilidad, el sometimiento total a las fuerzas externas y la ofensividad son algunas de las caracter�sticas de la muerte. El cristianismo tiene vida. Sus verdades con el toque de una trompeta sacan a los hombres de sus tumbas morales. Su esp�ritu se est� acelerando. "T� te ha dado vida", etc.

IV. LA HUMANIDAD ES MORALMENTE INFELIZ - EL CRISTIANISMO TIENE BENDICI�N. Hay l�grimas en "todos los rostros". Vaya al mundo pagano, y no habr� nada m�s que la miseria moral. Toda la creaci�n moral gime: pasiones en conflicto, reflexiones arrepentidas, aprensiones apremiantes, hacen miserable el mundo. El cristianismo proporciona bienaventuranza.

V. LA HUMANIDAD ES MORALMENTE REPRODUCIDA - EL CRISTIANISMO TIENE HONOR. "Y quitar� la reprensi�n de su pueblo de toda la tierra". El hombre se reprende moralmente a s� mismo; es reprendido por su pr�jimo; es reprendido por su Hacedor. Est� bajo "condenaci�n". Y la reprimenda es justa. El cristianismo elimina esto. "Por tanto, ahora no hay condenaci�n para los que est�n en Cristo Jes�s". Exalta al hombre al m�s alto honor. ( Homilista. )

Velos quitados y almas festejadas

I. EL LUGAR ESPECIFICADO. "En esta monta�a". A menudo se habla de las monta�as en las Escrituras, y se hicieron cosas maravillosas en algunas de ellas. El arca descansaba sobre una monta�a; Abraham ofreci� a su hijo Isaac en una monta�a, etc. La Iglesia puede compararse a una monta�a:

1. Por su notoriedad.

2. Por su exposici�n a tormentas.

3. Por su estabilidad.

4. Porque es hermoso y beneficioso. Las monta�as rompen la monoton�a del paisaje, son buenas para refugiarse y son ricas en sustancias valiosas. La Iglesia es una cosa de belleza moral y debe ser rica en fe, amor y celo.

II. EL NEGOCIO A HACER EN ESTA MONTA�A. Deben destruirse las coberturas faciales y los velos. La gente tiene que estar preparada para una fiesta: y con el rostro velado y la boca apagada no pueden ver ni comer. Las mantas que el pecado ha puesto sobre todas las personas son:

1. Ignorancia. El pecado hizo a Ad�n tan ignorante que trat� de esconderse de la presencia de un Dios omnipresente y omnisciente arrastr�ndose entre los �rboles en el Jard�n del Ed�n. Y sus hijos tambi�n ignoran a Dios.

2. Verg�enza y miedo servil. Esto aleja a los hombres de Dios como lo hizo con su primer padre.

3. Incredulidad; haciendo que los hombres rechacen a Cristo y se tambaleen ante las promesas de Dios. De miles de mentes, tales coberturas, a pesar de ser gruesas y fuertes, han sido arrancadas y destruidas.

III. LA FIESTA QUE DEBE SEGUIR. La Iglesia no es meramente un lugar de diversi�n, o una sala de conferencias, sino el lugar del banquete del alma, donde se pueden disfrutar todas las delicias del Cielo. En una fiesta generalmente se encuentra:

1. Variedad.

2. Mucho. Las reservas de Dios nunca se pueden agotar.

3. Se espera buena compa��a. En esta fiesta tienes la nobleza de Dios en la tierra, pr�ncipes y princesas, reyes y sacerdotes, y eres favorecido con la presencia del mismo Rey de reyes. En ning�n otro lugar fuera del cielo la empresa puede ser m�s selecta.

4. Aqu� todo es gratis. (" V " en Homilist. )

Fiesta de bodas entre Cristo y su Iglesia en Tiro

Estas palabras son prof�ticas y no pueden tener una ejecuci�n perfecta todas a la vez, pero se ejecutar�n gradualmente. Mostrar� por qu� Cristo, con sus beneficios, prerrogativas, gracias y consuelos, se compara con una fiesta.

I. En cuanto a LA ELECCI�N DE LAS COSAS. En una fiesta, todas las cosas son de lo mejor; as� son las cosas que tenemos en Cristo. Son lo mejor de todo. El perd�n por el pecado es un perd�n de perd�n. El t�tulo que tenemos para el Cielo, a trav�s de �l, es un t�tulo seguro. El gozo que tenemos por �l es el gozo de todos los gozos. La libertad y la libertad del pecado, que �l compr� para nosotros con Su muerte, es la libertad perfecta. Las riquezas de la gracia que tenemos por �l son las �nicas riquezas duraderas y duraderas.

II. Hay VARIEDAD. En Cristo hay variedad que responde a todas nuestras necesidades. �Somos tontos? El es sabidur�a. �Tenemos culpa en nuestra conciencia? 7 �l es justicia, y esta justicia nos es imputada, etc.

III. Hay SUFICIENCIA COMPLETA. Hay abundancia de gracia, excelencia y suficiencia en Cristo.

IV. Una fiesta es para EMPRESA. Esta es una fiesta de bodas, en la que estamos contra�dos con Cristo. De todas las fiestas, las bodas son las m�s suntuosas.

V. Para una fiesta ten�is LAS VESTIDAS M�S ELEGIDAS, como en las bodas del Cordero, �lino blanco y humo� ( Apocalipsis 19:8 ).

VI. Esto fue SIGNIFICADO EN TIEMPO ANTIGUO POR LOS JUDIOS.

1. En la fiesta de la Pascua.

2. El man� fue un tipo de Cristo.

3. La dura roca en el desierto, cuando fue golpeada con la vara de Mois�s, pronto brot� agua en abundancia, la cual preserv� la vida a los israelitas; as� Cristo, la roca de nuestra salvaci�n, cuando Su costado precioso fue corneado con la lanza ensangrentada sobre la Cruz, la sangre brot�, y de tal manera y tal abundancia, que por el derramamiento de ella nuestras almas se conservan con vida.

4. Todas las fiestas anteriores en tiempos pasados ??eran s�lo tipos de esto.

5. En la Santa Cena tienes una fiesta, una fiesta de variedades, no solo pan, sino vino, para mostrar la variedad y la plenitud del consuelo en Cristo.

VII. Debido a que no puede haber fiesta donde el mayor enemigo est� en vigor, �L SE TRAGA LA MUERTE EN VICTORIA. ( R. Sibbes, DD )

La fiesta del Evangelio

En la �nica circunstancia de que la fiesta predicha por el profeta iba a ser una fiesta "para todo el pueblo", hay una referencia obvia a la dispensaci�n del Evangelio; porque las fiestas entre los jud�os eran m�s o menos exclusivas, y en ning�n caso, ni siquiera en las ocasiones de m�s intenso inter�s y alegr�a, eran accesibles a los gentiles por invitaci�n abierta e indiscriminada. Adem�s, en el contexto posterior, hay una predicci�n sobre la conquista de la muerte por parte de los creyentes, que es citada por S.

Pablo ( 1 Corintios 15:1 ), y �l lo aplica directamente al resultado m�s bendito y triunfante de la muerte de Cristo. Esta cita da a toda la predicci�n un aspecto neotestamentario.

I. QUI�N SE REPRESENTA QUE HACE ESTA FIESTA. "El Se�or de los ej�rcitos". Este es uno de los nombres de Dios, que evoca la majestad de Su naturaleza. �l habita en medio de los �ngeles resplandecientes, controla la marea m�s tempestuosa de la batalla, prescribe sus cursos a las grandes luces del firmamento; sin embargo, aunque as� es todopoderoso, independiente, supremo, hace un banquete para el hombre contaminado y culpable. Tampoco es una fiesta en el sentido corriente del t�rmino.

A medida que el mundo est� ahora constituido, se puede decir que �l se ha esparcido en tal fest�n en las riquezas de ese universo que �l ha ideado tan h�bilmente y tan generosamente adornado. Hay una fiesta en sus aspectos de belleza y grandeza, en su inmensidad y variedad, en su perfecci�n y magnificencia, en sus maravillosas leyes y diminutas disposiciones. A�n m�s; Hay un fest�n en las comodidades, los privilegios y los placeres de la vida civilizada, en los medios para adquirir conocimiento, en la protecci�n de las leyes justas, en las bendiciones de la constituci�n nacional, en el progreso de las naciones. y en los triunfos o la raz�n. Pero muy diferente es la fiesta predicha en el texto. Es una fiesta espiritual; una fiesta para los indignos; una fiesta que requer�a que se hicieran arreglos importantes antes de poder ofrecerla.

II. LA ESCENA DEL ENTRETENIMIENTO. "En esta monta�a". �Esta monta�a� significa Si�n o Jerusal�n, que fue el escenario selecto de manifestaci�n y adoraci�n Divina al pueblo elegido. Sion lleg� a identificarse con la Iglesia de Dios; y en el Antiguo Testamento se emplea con frecuencia como sin�nimo de ella. Se le llama enf�ticamente �el monte de la casa del Se�or�. Su gran distinci�n consist�a en esto: era el escenario donde la presencia divina se manifestaba en una gloria visible, y donde se respond�an las oraciones de los fieles.

En cierto sentido, podr�a decirse que la fiesta se prepar� en el per�odo en que se anunci� la predicci�n del texto. Mientras los jud�os creyentes esperaban los servicios espirituales del templo, participaron de esta fiesta. Verdades de indecible importancia ocuparon su atenci�n; sus mentes fueron elevadas, consoladas y tranquilizadas por ellos; y, cuando descendieron del monte sagrado, nuevamente para ocuparse de los deberes y cuidados ordinarios de la vida, debi� haber sido con corazones renovados y alegres, con satisfacci�n consciente y con una tranquilidad establecida.

La plena revelaci�n del Evangelio, sin embargo, fue m�s apropiada y enf�ticamente el momento de la fiesta. Ahora bien, se podr�a decir que esta revelaci�n completa se hizo en Si�n o en Jerusal�n. Fue en el templo de Sion donde el ni�o Redentor fue reconocido por primera vez por el anciano Sime�n; all� fue dedicado al Se�or por Su madre, Mar�a. De vez en cuando, aparec�a dentro de sus puertas, dirigi�ndose al pueblo; mientras que, en una ocasi�n memorable, afirm� Su autoridad como su amo expulsando a los mercaderes de palomas y a los cambistas, por quienes hab�a sido profanado imprudentemente.

All� tambi�n, debe recordarse, fue la escena de Su �ltimo sufrimiento: all� derram� la sangre de la expiaci�n, y all� aboli� la muerte al morir. Cuando dej� nuestro mundo, fue en Jerusal�n donde sus ap�stoles comenzaron a predicar por primera vez; Fue �en un aposento alto� donde se reunieron un�nimes, y oraron, el Esp�ritu descendi� en abundancia, y por medio de un serm�n, se agregaron tres mil conversos a la Iglesia.

Jerusal�n sigui� siendo escenario de asombrosos triunfos. La ciudad de los profetas fue sacudida hasta el centro; se extendi� la fiesta de la gracia; la invitaci�n fue anunciada libremente; Multitudes de lejanas tierras paganas escucharon el sonido del Evangelio y se agolparon en la escena del entretenimiento. Hay una peculiaridad con respecto a esta fiesta que debe ser considerada. No es, como otras fiestas, restringido en cuanto a tiempo o lugar; es una fiesta para todos los tiempos y para todos los lugares.

III. LA FIESTA MISMA. Es una fiesta de las mejores cosas. Consideramos que este lenguaje figurativo es sorprendentemente descriptivo de las bendiciones peculiares que ofrece el Evangelio al hombre culpable y arruinado. Esta provisi�n crece por distribuci�n; como los panes milagrosos del Evangelio, los fragmentos despu�s de cada participaci�n son m�s abundantes que el suministro original.

IV. LOS INVITADOS PARA QUIEN SE HACE LA FIESTA. "Todos." No hay distinci�n ni l�mite. Esta fiesta presenta un marcado contraste con las fiestas que suelen realizar los hombres. Cuando los hombres invitan a un banquete, seleccionan una clase: parientes, amigos o, quiz�s con m�s frecuencia, vecinos ricos. Pero la fiesta predicha en el texto, ser� una fiesta "para todos". La inmensidad de su extensi�n ilustra sorprendentemente el poder y la misericordia del Divino Animador. Conclusi�n: - Hay una pregunta de inmensa importancia: �Has aceptado la invitaci�n para venir a esta fiesta? ( A. Bennie, MA )

Buen �nimo por Navidad

Dios, en el vers�culo que tenemos ante nosotros, se ha complacido en describir las provisiones del Evangelio de Jesucristo. Otras interpretaciones son todas planas y obsoletas, y completamente indignas de expresiones como las que tenemos ante nosotros. Cuando contemplamos a la Persona de nuestro Se�or Jesucristo, cuya carne es en verdad carne, y cuya sangre es en verdad bebida, ofrecida en el monte escogido, descubrimos entonces una plenitud de significado en estas graciosas palabras de sagrada hospitalidad. Nuestro Se�or mismo estaba muy interesado en describir Su Evangelio bajo la misma imagen que la que se emplea aqu�.

I. LA FIESTA. Se describe como que consta de viandas de lo mejor, mejor dicho, de lo mejor de lo mejor. Son cosas gordas, pero tambi�n son cosas gordas llenas de tu�tano. Se ofrecen vinos de los m�s deliciosos y vigorizantes, vinos con l�as, que conservan su aroma, su fuerza y ??su sabor; pero estos son muy antiguos y raros, ya que se han conservado durante tanto tiempo que se han vuelto bien refinados; por mucho tiempo se han purificado, aclarado y tra�do a m� el m�s alto grado de brillo y excelencia.

1. Examinemos las bendiciones del Evangelio y observemos que son cosas gordas y cosas gordas llenas de tu�tano:

(1) Justificaci�n completa.

(2) Adopci�n.

(3) Todo hijo de Dios es objeto de amor eterno, sin principio ni fin.

(4) Uni�n a Cristo.

(5) Resurrecci�n y vida eterna.

2. Cambiando el curso del pensamiento y, sin embargo, manteni�ndome realmente en el mismo tema, perm�tanme presentarles las copas de vino. Consideraremos que estos simbolizan las alegr�as del Evangelio.

(1) Una de las alegr�as m�s queridas de la vida cristiana es la sensaci�n de perfecta paz con Dios.

(2) Una sensaci�n de seguridad.

(3) Comuni�n con Dios.

(4) Los placeres de la esperanza, una esperanza m�s segura y firme, m�s brillante y gloriosa.

(5) Estos gozos del creyente son de origen antiguo. Los vinos viejos se entienden por "vinos bien refinados"; se han mantenido por mucho tiempo sobre las l�as, han extra�do toda la virtud de ellos y se han limpiado de todo el material m�s burdo.

(6) La plenitud de su excelencia, porque el vino con l�as conserva su sabor y conserva su aroma; y hay una plenitud y riqueza en las bendiciones de la gracia divina que las hace querer en nuestros corazones.

(7) Su naturaleza refinada. Las alegr�as del Evangelio son elevadas.

(8) Cu�n absolutamente incomparables son las provisiones de la gracia.

II. LA SALA DE BANQUETES. "En esta monta�a". Aqu� hay una referencia a tres cosas: el mismo s�mbolo tiene tres interpretaciones.

1. Literalmente, la monta�a sobre la que est� construida Jerusal�n. Aqu� se hace referencia al monte del Se�or sobre el que se encontraba Jerusal�n; la gran transacci�n que se cumpli� en Jerusal�n sobre el Calvario ha hecho a todas las naciones una gran fiesta.

2. Con frecuencia se usa Jerusal�n como el s�mbolo de la Iglesia de Dios, y es dentro de los l�mites de la Iglesia que se realiza la gran fiesta del Se�or para todas las naciones. La monta�a a veces significa la Iglesia de Dios exaltada a su gloria de los �ltimos d�as.

III. EL ANFITRI�N de la fiesta. En el banquete del Evangelio no hay un solo plato tra�do por el hombre. S� que a algunos les gustar�a traer algo al banquete, al menos algo a modo de adorno y adorno, para que pudieran compartir el honor; pero no debe ser, el Se�or de los ej�rcitos hace la fiesta, y ni siquiera permitir� que los invitados traigan sus propios vestidos de boda; deben detenerse en la puerta y ponerse el manto que el Se�or ha provisto, porque la salvaci�n es toda la gracia de principio a fin.

El Se�or provee soberanamente como �Se�or de los ej�rcitos�, y suficientemente como Jehov�. Necesitaba la suficiencia total de Dios para proporcionar un fest�n a los pecadores hambrientos. Si Dios extiende la fiesta, no debe ser despreciado. Si �l provee la fiesta, d�jele que tenga la gloria de ella.

IV. LOS INVITADOS.

"Para toda la gente." Esto incluye no s�lo al pueblo elegido, los jud�os, cuyos or�culos fueron los or�culos, sino que abarca a los gentiles pobres incircuncisos, a quienes Jes�s acerc�. ( CH Spurgeon. )

Una rica fiesta para las almas hambrientas

Los profetas de la antig�edad profetizaron de la gracia de Cristo que vendr�a a nosotros ( 1 Pedro 1:10 ); y de �stos, ninguno m�s que nuestro profeta evang�lico.

I. EL HACEDOR Y MAESTRO DE LA FIESTA, el Se�or mismo. Es una fiesta real, con la que el rey de Sion agasaja a sus propios s�bditos. Particularmente, es el Se�or Cristo, el Hijo de Dios, quien, compadeci�ndose de la condici�n de hambre de los pobres pecadores, fue a expensas de esta costosa fiesta para ellos; porque el Hacedor es el mismo que se traga la muerte en la victoria ( Isa�as 25:8 ). Se le atribuye un t�tulo belicoso, el "Se�or de los ej�rcitos" porque hay un estandarte en la casa de banquetes de Cristo; y esta fiesta mira hacia atr�s y hacia adelante a una guerra.

II. LOS INVITADOS A LOS QUE SE OFRECE ESTA FIESTA. Est� hecho para "todas las personas". La invitaci�n se da a todos los que se cruzan en su camino, sin distinci�n ni excepci�n de ning�n tipo de personas.

III. LA C�MARA DE INVITADOS DONDE SE CELEBRA ESTA FIESTA. �En este monte�, es decir, el monte Sion, es decir, la Iglesia.

IV. EL ASUNTO DE LA FIESTA. Una fiesta importa abundancia y variedad de entretenimiento; y aqu� no falta nada que sea adecuado para las almas hambrientas. En este valle del mundo que yace en la maldad, no hay nada para que el alma se alimente m�s que carro�a, nada m�s que lo que ser�a aborrecido, excepto por aquellos que nunca estuvieron acostumbrados a lo mejor: pero en esta monta�a, hay una �fiesta de cosas gordas �, las cosas m�s agradables para quienes las prueban, m�s nutritivas para quienes se alimentan de ellas; y estos est�n "llenos de tu�tano", lo m�s satisfactorio para el alma.

En este valle del mundo no hay nada m�s que aguas fangosas, que nunca podr�n saciar la sed del alma, sino que deben arruinarla con la escoria peg�ndose siempre a ellas; pero aqu�, en esta monta�a, hay "vinos con l�as bien refinados". ( T. Boston, DD )

La fiesta preparada por Jesucristo

I. MUESTRE LA NECESIDAD ABSOLUTA DE ESTA DISPOSICI�N. Un mundo perdido, por la ca�da de Ad�n, el gran pr�digo, fue reducido a una condici�n de hambre. El Rey del Cielo puso a Ad�n, y su posteridad en �l, a una mesa bien cubierta en el para�so, en este mundo inferior, haciendo un pacto de amistad con �l y con ellos en �l. Pero el hombre se vio arrastrado a la rebeli�n contra Dios, Ad�n y toda su posteridad fueron expulsados ??de la c�mara de invitados, la familia se rompi� y se dispers�, sin dejar nada de ellos.

1. En caso de necesidad, Ad�n nos dej� con corazones hambrientos, como el hijo pr�digo ( Lucas 15:16 ). Todo el mundo se encuentra no autosuficiente y, por lo tanto, su alma se aferra a algo sin ella misma para satisfacerlo. Tambi�n a nosotros nos dej� sedientos de conciencia, abrasados ??y quemados por el calor.

2. En cuanto al suministro, nos dej� sin ninguna perspectiva, pues se interrumpi� toda comunicaci�n con el Cielo. Se declar� la guerra a los rebeldes, por lo que no se pudo transportar provisiones desde all�. Los hijos de Ad�n, abandonados del cielo, cayeron mendigando a la puerta del mundo, si es as�, podr�an encontrar descanso y satisfacci�n en la criatura. El hombre natural nace llorando, vive buscando y morir� decepcionado si no se lo lleva a la fiesta de las cosas gordas.

II. EXPLIQUE CU�L ES LA DISPOSICI�N QUE CRISTO HA PREPARADO PARA LAS ALMAS DE TAN FAMOSO MUNDO. Este, en una palabra, es Su precioso yo; el Hacedor de la fiesta es el asunto de ella.

III. CONSIDERE QU� TIPO DE FIESTA ES.

1. Es una fiesta sobre un sacrificio ( 1 Corintios 5:7 ).

2. Es una fiesta del pacto ( Hebreos 13:20 ).

3. Es una fiesta de bodas ( Mateo 22:1 ). El Se�or Cristo es el Novio, y la hija cautiva de Sion la esposa.

4. Es una fiesta que tiene respeto a la guerra. El Se�or de los ej�rcitos lo hizo. Mira hacia atr�s a ese terrible encuentro que Cristo tuvo con la ley, con la muerte, con el infierno y el sepulcro, a causa de sus redimidos, y esa gloriosa victoria que obtuvo sobre ellos, mediante la cual obr� la liberaci�n de sus gente. Es provisto y presentado a su pueblo para animarlo y fortalecerlo para la guerra espiritual contra el diablo, el mundo y la carne; y nadie puede participar verdaderamente de ella, excepto aquellos que est�n resueltos en esa batalla, y est�n decididos a seguirla, hasta que obtengan la victoria completa en la muerte.

5. Es una fiesta de destete. Hay un tiempo prefijado en el decreto de Dios, en el cual todos los que son Suyos, por gracia convertidora, ser�n destetados de su alimento natural.

IV. CONFIRMAR QUE TODAS LAS PERSONAS QUE VENGAN, PUEDAN VENIR Y PARTICIPAR DE ESTA FIESTA.

1. Cristo invita a todos sin distinci�n, incluso a los peores pecadores, a esta fiesta espiritual.

2. �Con qu� fin env�a Jes�s a sus mensajeros con la comisi�n de invitar a todos a venir, si no fueron bienvenidos? ( Mateo 22:9 ).

3. Se toma terriblemente mal cuando alguien se niega a venir.

V. MEJORA PR�CTICA. ( T. Boston, DD )

La fiesta del Evangelio

En esta fiesta sagrada hay ...

I. GRAN ABUNDANCIA. Las inescrutables riquezas y toda la plenitud, que agrad� al Padre habitar en Jesucristo. Aqu� los santos reciben grandes cantidades de conocimiento; grados de santidad que los llevar�n gradualmente hacia adelante para ser perfectos como su Padre Celestial es perfecto; y consolaciones tan abundantes que los llenen de gozo inefable y lleno de gloria.

II. RICA VARIEDAD. Perd�n del pecado, etc. El Esp�ritu Santo para renovar, santificar, consolar, etc .; fuerza para el cumplimiento del deber, apoyo en la aflicci�n, etc. Aqu� est� la leche de la Palabra para los ni�os, carne fuerte para aquellos cuyos sentidos se ejercitan para discernir el bien y el mal, el agua de vida para los sedientos, el pan de vida para los hambrientos, y los frutos m�s selectos para los d�biles y languideces.

III. EXCELENTE DISPOSICI�N. "Cosas gordas, llenas de tu�tano", etc.

IV. Estos se unen con GRAN FESTIVIDAD Y ALEGR�A entre los que participan de la fiesta. ( R. Macculloch. )

Versículos 7-8

Y �l destruir� en este monte la faz de la cubierta echada sobre un pueblo.

La remoci�n de la cubierta

I. EL EVANGELIO DESTRUYE LA CUBIERTA QUE OCULTA LA VERDADERA NATURALEZA DEL HOMBRE. La cobertura del pecado siempre ha ocultado la naturaleza, la nobleza de la naturaleza, las capacidades de la naturaleza y las posibilidades de la naturaleza en la humanidad. La cubierta es gruesa y tosca. La ignorancia, la brutalidad, la discordia, la guerra, las costumbres b�rbaras, el saqueo y las inmoralidades flagrantes son los hilos del textil. Est�n tan estrechamente entrelazados que las mismas caracter�sticas de la naturaleza humana quedan ocultas.

Quite la cubierta. Has visto la tierra cuando el invierno ha pose�do sus valles, sus bosques, sus jardines y sus campos. La escarcha ha arado el suelo. El aguanieve ha destruido todo vestigio de verdor. Incluso la hoja de hiedra est� cubierta de nieve. La primavera destruir� esa cubierta y la vida se disparar� desde las ra�ces hasta las ramas m�s altas. De modo que el advenimiento de Cristo introdujo influencias revitalizadoras, y la verdadera naturaleza del hombre se descubre en palabras amables y obras de bondad.

Nuestros antepasados ??nunca pensaron que la naturaleza hab�a escondido minerales tan preciosos en el coraz�n de las monta�as. Hace unos a�os, ni siquiera nosotros ten�amos la idea de que, en lo m�s profundo del seno de la tierra, los pozos de petr�leo esperaban ser llevados a la superficie. La cubierta se ha quitado desde entonces, y estos objetos de valor han visto la luz. Jesucristo hundi� flechas a trav�s de la corteza exterior del pecado y sac� minerales preciosos para fundirlos en el horno de Su amor, moldearlos en Su ejemplo y circular a trav�s de los siglos.

II. EL EVANGELIO DESTRUYE LA CUBIERTA QUE OCULTA LA VERDADERA NATURALEZA DE DIOS. La comuni�n con la fuente de la paz fue rota por la primera sombra de culpa. El hombre en la oscuridad siente temor del Dios que lo cre�. Este miedo se convierte en aversi�n y la aversi�n en indiferencia y la indiferencia en desaf�o. El necio desea en su coraz�n que no haya Dios, y la aversi�n se convierte en un rechazo positivo a tener a Dios en sus pensamientos.

Pero el pecado no ha logrado eliminar todo rastro de Dios en la mente humana. El pecador no puede cerrar por completo sus ojos y o�dos a aquellas manifestaciones y voces que le imponen la idea de Dios. Bajo el encubrimiento del pecado, las concepciones de �l se mantienen en desacuerdo con Su naturaleza y en oposici�n a Sus tratos. Cristo vino a revelar al Padre. El poder de la reconciliaci�n est� en esa palabra.

III. EL EVANGELIO DESTRUYE LA CUBIERTA QUE OCULTA LA VERDADERA AFINIDAD ENTRE HOMBRE Y HOMBRE. "A �l ser� el recogimiento del pueblo". La base de la Iglesia es la uni�n con el Padre. Nos encontramos en �l antes de que nos encontremos unos con otros. El prejuicio nacional y la casta social, las enemistades familiares y la animosidad personal perecer�n bajo la influencia de la Cruz; la humanidad se elevar� a la uni�n con el Padre, y "Dios ser� todo y en todos".

IV. EL EVANGELIO DESTRUIR� LO QUE OCULTA EL FUTURO. "Se tragar� a la muerte en la victoria". Fue una nueva declaraci�n cuando Uno dijo: "Yo soy la resurrecci�n y la vida". ( T. Davies, MA )

Versículo 8

Se tragar� la muerte en la victoria

Muerte tragada en victoria

I. EL TEXTO PONE A CRISTO ANTE NOSOTROS EN LA ACTITUD DE CONQUISTADOR SOBRE LA MUERTE. ��l devorar� a la muerte en la victoria�, se dice, y nuevamente en Oseas, �Oh muerte, yo ser� tus plagas; Oh sepulcro, yo ser� tu destrucci�n �; mientras que en Timoteo es a�n m�s sorprendente, leemos: �Pero ahora se manifiesta por la aparici�n de nuestro Salvador Jesucristo, que aboli� la muerte y sac� a la luz la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.

Pero, �cu�l es la clase de muerte de la que el advenimiento de Cristo iba a ser absorbido? No es la muerte espiritual, porque �cu�ntos yacen bajo su poder ahora, muchos que han visto el d�a de Cristo, pero que a�n no se han regocijado en su luz ni se han rendido a su poder! Tampoco alcanza jam�s los compromisos de su pacto de tragarse la muerte eterna. Esto tambi�n tiene sus v�ctimas permitidas, as� como la muerte espiritual, siendo una, de hecho, tanto la secuencia como la pena de la otra.

Es evidente, por tanto, que la expresi�n debe limitarse a la muerte del cuerpo, esa muerte que, a causa de la primera transgresi�n, pasar�a a todos los hombres la pena y el fruto del pecado. Ahora bien, esta muerte debe ser tragada, apagada, absorbida, como implica la palabra original, como algo que el mar podr�a enterrar en sus profundidades o el fuego se descompondr�a en sus formas elementales.

II. PERO, �C�MO SE EFECTO ESTA DEGORCI�N DE LA MUERTE POR CRISTO? A esto tenemos una respuesta completa del ap�stol Pablo. �El aguij�n de la muerte�, dice, �es el pecado; y la fuerza del pecado es la ley. Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se�or Jesucristo �. Aqu� se asume en primer lugar que la muerte tiene un aguij�n, que hay una punza de pavor y horror que surge de la contemplaci�n de la muerte, meramente como pena, como algo indisolublemente ligado al mal m�s all� de s� mismo, y un sentido del merecido ce�o de Dios. . Por lo tanto, para mostrar que Cristo hab�a vencido a la muerte, debemos mostrar que fue victorioso sobre el aguij�n de la muerte y que se trag� el pecado en la victoria.

1. Y esto lo hizo en su vida. De esta manera, Cristo obtuvo su victoria sobre el pecado; la obtuvo tambi�n, no mediante la manifestaci�n de los poderes ocultos de la Deidad, ni mediante ning�n socorro invocado que se dar�a a su voluntad desde el mundo ang�lico, sino por medios dentro del mundo. alcance del m�s humilde de sus seguidores para mandar. As�, en el aguij�n destruido de la muerte, se sentaron las bases para su abolici�n definitiva.

La mortalidad ya no era tan terrible como antes. Los creyentes est�n atados a las conquistas del Salvador. �Porque yo vivo, vosotros tambi�n vivir�is; porque yo he vencido, vosotros tambi�n vencer�is; el pecado no se ense�orear� de vosotros, porque resist� su poder en el desierto, porque la muerte y el aguij�n de la muerte han sido tragados en victoria �.

2. Una vez m�s, se dice que Cristo se trag� la muerte, porque ha cumplido con las obligaciones de esa ley a la que la muerte debe toda su autoridad. Como la muerte no podr�a haber tenido aguij�n si no hubiera sido por el pecado, as� el pecado no podr�a haber existido si no hubiera sido por la ley. �La ley es la fuerza del pecado�, dice la Palabra. �Por qu�? Porque donde no hay ley, no hay transgresi�n. �La ley entr� para que abunde el delito.

�Y esta ley nunca se relaja, nunca se puede relajar. Santo, no puede soportar ninguna mancha; justo, no puede tolerar ninguna remisi�n de penas; bueno, no fomentar� la desobediencia en muchos por compasi�n fuera de lugar hacia unos pocos; y los que est�n bajo esta ley deben estar eternamente bajo ella. No hay esperanza para nosotros, ni ayuda todav�a, a menos que podamos ser redimidos de su maldici�n, liberados de su esclavitud, liberados de sus obligaciones por Aquel que magnificar� sus pretensiones y lo har� honorable; y Cristo ha hecho todo esto, y al hacerlo, se traga la muerte, al menos la muerte como muerte, porque la fuerza de este �ltimo enemigo ahora se ha apartado de �l.

La ley, que era el �nico t�tulo de propiedad de Satan�s, est� clavada en la Cruz. Ahora es toda la tierra de Emmanuel: la tierra y el para�so, lo que se ve y lo que no se ve, la vida y la inmortalidad. "Se ha tragado la muerte en victoria".

3.Y luego, una vez m�s, debemos incluir la tumba como parte de las cosas conquistadas de las que se habla en el texto. Como la muerte, tiene su victoria, una victoria casi universal. Distinciones que no conoce, edad que no considera: es la casa designada para todos los vivos. "Porque si creemos que Jes�s muri� y resucit�, as� tambi�n traer� Dios con Jes�s a los que durmieron". "�Oh tumba!" dice el ap�stol, "�d�nde est� tu victoria?" Donde, cuando tus llaves est�n en las manos del Salvador, cuando tu polvo es un dep�sito guardado, cuando los cuerpos de los fieles confiados a ti son siglo tras siglo arrojando su materialismo burdo, para que en la regeneraci�n de un glorificado y cuerpo espiritual que pueden permanecer en los �ltimos d�as sobre la tierra? Porque, que el conocimiento del profeta mir� hasta ahora, es evidente por lo que dice un poco m�s adelante en el pr�ximo cap�tulo, Isa�as 26:19 ).

As� destruir� Cristo a la muerte en victoria; y se agrega: "El Se�or Dios enjugar� las l�grimas de todos los rostros". El mismo �rbol prohibido cuyo sabor mortal trajo la muerte a nuestro mundo, trajo consigo todo nuestro dolor. Si no hubi�ramos conocido la muerte, no hubi�ramos conocido las l�grimas. Todo el "cuerpo de pecado ser� destruido"; el esp�ritu glorificado no puede vacilar ni volver a caer: toda disciplina correctiva habr� terminado: no habr� lecciones que aprender, ni enfermedades que someter, ni murmuraciones que reprimir, ni apegos equivocados que corregir.

Ning�n esp�ritu descarriado tratar� jam�s de escapar de esas santas mansiones, ni languidecer�n las gracias que se alimentan de esa fuente eterna, sino toda la compa��a de los redimidos, santificados por el poder de un Esp�ritu Todopoderoso, y hechos uno con Cristo por medio de tu sangre del pacto eterno esperar� en devotos ministros en el Rey de los santos en un servicio que no conocer� el cansancio, y en un reino que no tendr� fin. �Se tragar� la muerte en victoria, y enjugar� toda l�grima de todos los rostros�.

Y ahora echemos un vistazo a una o dos conclusiones pr�cticas que se derivar�n de nuestro tema.

1. Por lo tanto, uno de sus efectos deber�a ser fortalecernos contra el miedo a la muerte. Este miedo, he dicho, es un instinto para nosotros, est� incorporado, por as� decirlo, a nuestra naturaleza deca�da y ca�da; no est� necesariamente conectado con ninguna anticipaci�n de lo que vendr� despu�s, sino que surge de un sentimiento aparentemente universal de que la muerte es un castigo por el pecado; que originalmente el hombre no fue hecho para morir, que se ha hecho alg�n mal a los ben�ficos prop�sitos del Creador, del cual nuestra muerte es el fruto amargo. Entonces es parte de la victoria de Cristo tener el gobierno no solo sobre la muerte, sino sobre toda esa regi�n de lo invisible a la que conduce la muerte.

2. Nuevamente, nuestro tema deber�a sugerirnos la sabidur�a de la sumisi�n instant�nea a la autoridad del Salvador. Parecer�a que se contempla un doble fin al otorgar este dominio absoluto sobre la muerte, a saber, que debe ser omnipotente para conquistar y poderoso para salvar: un terror para sus enemigos y un protector para sus amigos, y uno u otro de estos todos somos. El mundo entero de seres responsables se divide en los que est�n bajo el cetro y los que est�n bajo la vara. Pero, �por qu� deber�amos enemistarnos con Aquel que asumi� el imperio universal s�lo para que pudiera ser nuestro amigo, s�lo para que nada le falte a la plenitud de Su propia obra?

3. �Es necesario que le recuerde que esta bendita promesa que hemos estado considerando, como todas nuestras promesas de Adviento, pertenece a los creyentes, y s�lo a los creyentes? As� como hay una muerte que Cristo no se trag�, as� tambi�n hay l�grimas que el Se�or Dios no ha prometido enjugar, pero que, con justo disgusto por sus despreciadas misericordias, dejar� fluir para siempre. ( D. Moore, MA )

Victoria en la muerte

I. El que en victoria ha devorado la muerte es el SE�OR DIOS.

II. EL CUMPLIMIENTO DE LA PROMESA. Pero para el prop�sito eterno de Dios en Cristo Jes�s, todo hijo e hija de Ad�n debe haber bebido para siempre de la copa de la ira sin mezcla, como justa recompensa por su enemistad con Dios.

III. LAS PERSONAS Y SUS CARACTERES o descripciones que dir�n: �He aqu�, este es nuestro Dios; le hemos esperado y �l nos salvar� �, etc. ( F. Silver ) .

Luz en oscuridad

I. LA VERDAD AFIRMADA. "Se tragar� a la muerte en la victoria". La redenci�n de Jesucristo trata de ambas partes de la naturaleza del hombre, su alma y su cuerpo. Pero la aplicaci�n de la redenci�n al cuerpo a�n est� diferida. Hay&mdash

1. La eliminaci�n de todo dolor. �El Se�or Dios enjugar�, etc.

2. Habr� la eliminaci�n de la reprimenda del pueblo de Dios; por lo cual entender�a la muerte, que seguramente es el mayor reproche bajo el que se encuentra ahora el pueblo de Dios.

II. EL HIMNO DEL TRIUNFO que cantan los santos resucitados en el momento mencionado en nuestro texto. �Y se dir� en aquel d�a: He aqu�, este es nuestro Dios; le hemos esperado, y �l nos salvar� �, etc. Es imposible que entremos plenamente en el sentimiento de triunfo contenido en este vers�culo, mientras estamos en el valle de la humillaci�n y la aflicci�n. El idioma es el idioma de la victoria, y eso a�n no lo hemos recibido.

Sin embargo, hay partes en este himno a las que ya podemos unirnos. El lenguaje de nuestro texto es el lenguaje de la realizaci�n presente del triunfo esperado. "He aqu�, este es nuestro Dios". Est� la manifestaci�n de Jehov�. "Lo hemos esperado". En tiempos pasados ??"le hemos esperado". En el dolor, en la angustia, en la agon�a de esp�ritu, "le hemos esperado". Cuando la muerte ha entrado en nuestra familia y cuando el dolor amargo ha entrado en nuestro coraz�n, �lo hemos esperado.

�Y la oscuridad, la niebla y la nube se han disipado. "Lo hemos esperado, nos alegraremos y nos regocijaremos en su salvaci�n". La doble verdad, entonces, que se nos presenta en nuestro texto es la afirmaci�n de la victoria venidera y la seguridad del gozo que ser� nuestro cuando se logre esa victoria. ( E. Bailey, MA )

Muerte tragada

�C�mo pueden ser felices los que est�n en la casa de banquetes de la monta�a mientras la muerte asola abajo? El Se�or dice en referencia a eso, que �l "devorar� a la muerte en victoria". No debemos enmendar esa expresi�n: "tragar". Hay un sonido en �l que es igual a una anotaci�n. O�mos un chapoteo en el Atl�ntico infinito, y lo que se hundi� se fue para siempre. No era m�s que una piedra. La muerte no debe ser mitigada, aliviada, arrojada a una perspectiva que la mente pueda contemplar sin agon�a; es para ser tragado. �D�jalo ir! La muerte no tiene amigos. ( J. Parker, DD )

La gracia de la muerte

Sin embargo, en otro aspecto, �cu�n graciosa ha sido la muerte en la historia de la humanidad! Qu� dolor ha aliviado; qu� heridas ha arrojado al sepulcro silencioso; qu� tumulto y pol�mica ha terminado. Los hombres han encontrado un altar en la tumba, una casa de reconciliaci�n en el cementerio, m�sica para el coraz�n en el peaje y el latido del �ltimo toque. Incluso la muerte debe tener su tributo. ( J. Parker, DD )

Victoria sobre la muerte

Hay cuatro grados de esta victoria.

I. THE FIRST WAS OBTAINED BY CHRIST IN HIS OWN PERSON, in single combat with death and hell. Christ taking upon Himself our sins, death assaults Him with all his strength and terror, and appears, at first, to get the better. It kills Him and lays Him in the grave. But as Samson arose by night, and carried away the �gates of Gaza, bars and all,� so Christ, though shut up in the grave, and a great stone rolled upon it, arose in the night, and carried away the gates and bars of death and the grave, and bare them to the top of Mount Zion, to be His footstool in heaven.

II. El segundo grado de esta victoria es LA ALTERACI�N DE SU NATURALEZA PARA TODO EL PUEBLO DE DIOS. Antes, era un pasaje a prisi�n; ahora, es un pasaje para salir de la c�rcel. Era el camino a la oscuridad, la miseria, la desesperaci�n y el tormento; ahora es el camino a la luz, la paz, el triunfo y la alegr�a inmortal. Antes, era una p�rdida, ya que el que muri� perdi� todas sus posesiones; ahora, es ganancia.

III. El tercer grado es LA ALTERACI�N DE NUESTROS JUICIOS, AFECCIONES Y APREHENSIONES CON RESPECTO A LA MUERTE, que a menudo se ve de manera sorprendente en la experiencia de la muerte de los creyentes.

IV. El �ltimo est� en LA RESURRECCI�N GENERAL. "Entonces se cumplir� el dicho que est� escrito". ( El evangelista. )

La victoria de cristo

I. EL SANTO Y HONORABLE VICTOR. ��l�, el Rey de gloria; ��l�, el Se�or Cristo; ��l�, el Hijo co-igual y co-eterno del Padre; ��l�, a quien se llama en el vers�culo 6, �el Se�or de los ej�rcitos�; ��l�, quien, aunque �l �pens� que no era un robo ser igual a Dios, se despoj� a s� mismo y tom� la forma de un siervo, se humill� y se hizo obediente hasta la muerte, la muerte del Cruz �, para poder obtener la victoria sobre la muerte especificada en el texto.

1. Las victorias de su vida y muerte en su propia persona.

(1) Su combate en solitario con el tentador.

(2) Lo encontramos atacado por los francotiradores del diablo: los saduceos, los escribas y los fariseos.

(3) Nuestro glorioso Vencedor ahora entra en el mismo territorio del "rey de los terrores", para poder vencerlo en sus propios dominios.

(4) Avancemos desde este punto, solo para marcar Sus victoriosos procedimientos en las invencibles operaciones de Su gracia; porque, debes saber, cuando �l desciende a la tierra para llevar a cabo los triunfos de Su redenci�n, �l encuentra a todas las personas por quienes �l derram� Su sangre preciosa, �muertas en delitos y pecados�; y "�l se tragar�" esa "muerte en victoria".

(5) Este glorioso Vencedor llevar� a cabo una guerra civil en los corazones de Su pueblo.

II. LOS INTERESES ASEGURADOS POR ESTAS VICTORIAS.

1. Los intereses de las tribus de Israel, y podemos escribir sobre estos intereses un dulce pasaje de las Escrituras: "Entonces todo Israel ser� salvo en el Se�or con salvaci�n eterna".

2. Adem�s, aqu� se honra el car�cter oficial de Cristo, y ese es un inter�s peculiarmente suyo.

3. Si bien el honor de Cristo debe ser mantenido por Su victoria y estar blasonado ante todos los mundos, la relaci�n que existe entre �l y Su Iglesia es muy querida por Su coraz�n.

III. LA SAGRADA, LA DULCE PAZ, SIEMPRE RESUELTA POR LAS VICTORIAS DE NUESTRO GLORIOSO VICTOR. Los soberanos profesan generalmente que el objeto de su lucha es establecer la paz en condiciones honorables, de modo que no se perturbe f�cilmente; y no les interesa proclamar la paz hasta que se haya establecido en t�rminos tales que no sea probable que vuelva a romperse f�cilmente. Ahora, nuestro glorioso Conquistador ha establecido la paz para toda Su Iglesia; es m�s, �l mismo se ha convertido en su paz. ( J. Hierros. )

La marcha progresiva de la muerte un conquistador

En la naturaleza, Dios est� constantemente "trag�ndose la muerte en victoria". En primavera abre un mill�n de tumbas e inunda el mundo de vida. De hecho, en todas partes hace de la muerte la ministra de la vida. La muerte genera, nutre y desarrolla la vida. Pero el texto nos se�ala su victoria sobre la mortalidad del hombre, y sigamos la marcha del conquistador triunfante en esta direcci�n.

I. VEMOS SU PRIMERA CONQUISTA EN LA RESURRECCI�N DE CRISTO. La v�ctima m�s fuerte que jam�s haya tenido la muerte fue Cristo. El Sanedr�n jud�o cooper� con el poder romano e hizo todo lo posible para mantener a su V�ctima en la tumba. Pero apareci� el Conquistador de la muerte, invadi� el territorio de la mortalidad, abri� las puertas de la prisi�n, rompi� los grilletes y condujo al prisionero a una vida nueva y triunfante.

II. VEMOS SU PR�XIMA CONQUISTA EN DESTRUIR EN LA HUMANIDAD EL MIEDO CF MUERTE. La esencia, el aguij�n, el poder de la muerte, no est�n en el mero art�culo de disoluci�n del alma y del cuerpo, sino en los pensamientos y sentimientos de los hombres con respecto al evento. Superar, por tanto, en la mente humana todos los pensamientos terribles y sentimientos aprensivos acerca de la muerte, es la forma m�s eficaz de triunfar sobre ella.

III. VEMOS SU CONQUISTA CORONADA EN LA RESURRECCI�N GENERAL.

1. No hay nada incre�ble en la resurrecci�n general.

2. Hay circunstancias que hacen que el evento sea sumamente probable.

3. Las declaraciones de Dios lo hacen absolutamente cierto. ( Homilista. )

Muerte

I. EL ENEMIGO es tan formidable que justamente se le llama "el rey de los terrores". Los conquistadores de la tierra han sido ellos mismos conquistados por este destructor universal. Aunque es la destrucci�n de la naturaleza y, en consecuencia, la aversi�n de la naturaleza, la naturaleza no conoce ning�n m�todo para resistir su violencia. No puedes evitar los acercamientos de este enemigo; pero puedes evitar que se produzcan en tu destrucci�n.

II. EL CONQUISTADOR DE LA MUERTE. La dignidad de su persona y la grandeza de su poder lo capacitan para esta conquista. El Pr�ncipe de la vida, que ten�a vida en s� mismo; que ten�a poder para dar su vida y poder para volver a tomarla; �l, y solo �l, pod�a vencer a la muerte.

III. LAS MARAVILLAS DE ESTA CONQUISTA. Para que nuestro Se�or pudiera justamente y en campo abierto encontrarse con el rey de los terrores, vino al primer mundo de Ad�n, donde este formidable enemigo hab�a llevado sus conquistas de lejos y de cerca, y donde nadie se encontr� capaz de resistirlo. Entr� en �l como un beb� de d�as. Esto le dio a la muerte y al infierno una ventaja extra�a, aunque aparente, sobre �l. Se enorgullec�an de poder destruirlo mientras eran un infante indefenso.

Lo intentaron. Asesinaron a todos los dem�s beb�s en Bel�n, desde los dos a�os o menos. Solo el Ni�o Jes�s, que vino a luchar con la muerte y triunfar sobre el infierno y la tumba, escap� de sus manos. La muerte y el infierno, aunque frustrados en su primera aparici�n, no se desesperan. Apareci� "en semejanza de carne de pecado". Por eso, se enorgullec�an de que, aunque no lo hab�an destruido, cuando era un ni�o, por la espada de Herodes, podr�an destruirlo, cuando se hiciera hombre, induci�ndolo al pecado, lo que da a la muerte su poder destructor.

El pr�ncipe de este mundo lo tienta a la desesperaci�n, a la presunci�n, al suicidio, a adorar al diablo. Pero, aunque lo atac� con todo su poder y pol�tica, no pudo encontrar corrupci�n en �l que pudiera encender con su tentaci�n. Si hubiera aparecido, lo que un d�a har�, como el resplandor de la gloria del Padre, y la imagen expresa de su persona, la muerte y el infierno habr�an huido de �l. Pero vino a este mundo, �var�n de dolores y experimentado en el dolor.

Los poderes de las tinieblas esperaban que las fatigas, la angustia y la perplejidad que soport� lo hundieran y lo desanimaran, o lo llevaran a dejar inconclusa su obra. Aqu� nuevamente est�n decepcionados. Lo que ocasion� la angustia m�s exquisita, no ocasion� un deseo irregular, ni un pensamiento lamentable. Mediante la obediencia de unos pocos a�os, realizada en circunstancias tan dif�ciles, trajo una justicia eterna y logr� lo que todos los �ngeles del cielo no podr�an haber hecho en millones de edades.

Dios lo hizo pecado por nosotros ( 2 Corintios 5:21 ). El Pr�ncipe de la vida es sepultado. All� sus enemigos esperan detenerlo. Pero el gozo de los malvados fue breve. Aquel que, al morir, hab�a pagado �ntegramente nuestras deudas, al resucitar de entre los muertos recibe una amplia y p�blica liberaci�n. Tal fue la maravillosa victoria obtenida por Jes�s. Para los creyentes se obtiene esta victoria.

IV. LA INTEGRIDAD DE LA CONQUISTA DE CRISTO SOBRE LA MUERTE.

1. Las grandes cosas que realiz� en la tierra.

(1) No hubo una acci�n criminal, una palabra pecaminosa, un pensamiento o deseo irregular, del cual Su pueblo fuera culpable, que �l no expi�.

(2) Jes�s no ha dejado un precepto, una jota o una tilde de la ley sin cumplirse. La ley es amigable con el creyente, porque el mejor Amigo y Cabeza del creyente le ha hecho un honor infinito.

(3) Cristo ha redimido a su pueblo de toda maldici�n.

(4) El diablo tiene el poder de la muerte; y no hay un solo diablo que no haya sido vencido y llevado en triunfo por Cristo en la Cruz, donde los poderes de las tinieblas ciertamente pensaron haber triunfado sobre �l ( Hebreos 2:14 ).

(5) Cristo, por su justicia, ha obtenido el poder de vencer la muerte y la tumba, con todo lo que los precede, acompa�a o sigue, para el bien espiritual y eterno de su pueblo, en una bendita subordinaci�n a su propia gloria.

2. La plenitud de la conquista de Cristo sobre la muerte, como lo demuestra Su exaltaci�n y Su gloria. Fue resucitado de entre los muertos por Su Dios y Padre, como un Dios justo y un Salvador. Dios lo exalt� hasta lo sumo, y le dio un nombre sobre todo nombre. La altura de Su exaltaci�n habla de la grandeza de Su victoria. Si hubiera sido de otra manera, �l no habr�a sido investido con una autoridad total y un poder suficiente para levantar de entre los muertos, en gloria, todos los cuerpos de Sus santos, dondequiera que hayan muerto, o por cu�nto tiempo hayan estado enterrados en la tumba; y para cambiar tambi�n sus cuerpos, quienes ser�n hallados con vida en Su segunda venida. La segunda venida de Cristo ser� la demostraci�n m�s completa de que ha vencido por completo a la muerte. ( J. Erskine, DD )

Victoria sobre la muerte

I. Propongo hacer ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE ESTA EXPRESI�N SINGULAR: �Se tragar� a la muerte en la victoria�. El mismo sonido de las palabras transmite la idea de un conflicto terrible. Un pobre gusano del polvo que expira es la ocasi�n y el tema del concurso. Pero, mientras nos despertamos y nos humillamos con vistas justas de la naturaleza formidable de la muerte, aumentemos la confianza al observar c�mo la expresi�n del texto trae a este conflicto el celo infinito de la Deidad. El efecto, en la experiencia de los cristianos moribundos, debe ser una abundante sensaci�n de victoria.

II. Preguntemos POR QU� M�TODOS EL SABIO Y MISERICORDIOSO DIOS LEVANTA A SU PUEBLO A LA POSESI�N DE LA VICTORIA SOBRE LA MUERTE.

1. Esto se hace mediante una clara y poderosa revelaci�n de la gloria de Dios.

2. Mediante una poderosa aplicaci�n del sacrificio de Jesucristo a la conciencia. Tal ha sido la experiencia uniforme de los m�rtires cristianos, luchando con Satan�s y con la muerte en todas sus formas espantosas (Apocalipsis 1 Corintios 15:55 ).

3. Los cielos se abren sobre cada creyente moribundo. Tu Dios se traga la muerte en victoria mostr�ndote los bellos campos, r�os, frutos de Su para�so en los cielos.

4. Te descubre la vanidad de todos los objetos terrenales, te impresiona con la imperfecci�n y la miseria inevitables de tu condici�n de peregrino. En ese nuevo nacimiento, que acerca al pecador a Dios a trav�s de Cristo, el alma se eleva a un mundo nuevo y ya no es capaz de idolatrar groseramente los objetos terrenales, como lo hac�a antes. Al mismo tiempo, comienza el verdadero disfrute de las cosas creadas l�citas.

5. Para el triunfo final, el Se�or concede a su pueblo un final bendito de sus deseos santificados, respetando los objetos en el tiempo. Este cumplimiento de los deseos en el tiempo se relaciona con puntos particulares de logro espiritual interno, o con temas de especial inter�s con respecto a la causa y el reino de Cristo sobre la tierra; y, en algunos casos, a bendiciones y liberaciones, otorgadas en referencia a individuos con quienes el cristiano est� peculiarmente relacionado.

6. Para que esta obra de Dios sea perfecta, el alma se eleva por encima de los dolores del cuerpo.

7. La tosca extra�eza del mundo de los esp�ritus se quita por las penetrantes visiones de la fe del Dios invisible; el Mediador reinando en carne humana; el car�cter de los esp�ritus redimidos; y de seres angelicales inmaculados, con quienes el cristiano, a punto de ser liberado de la tierra, siente una alianza af�n.

III. LOS DIFERENTES PERIODOS Y SITUACIONES EN LOS QUE LA VICTORIA SOBRE LA MUERTE ES DISFRUTADA POR LOS SANTOS DEL ALT�SIMO.

1. Esta bendita victoria se disfruta, con una anticipaci�n gradual, desde el d�a de su eficaz llamamiento y conversi�n a Dios.

2. Este goce anticipado de la victoria, tierna y poderosamente impresa en el alma cristiana por la simpat�a hacia sus amigos y hermanos moribundos.

3. Por fin llega el per�odo solemne y se�alado. Es la felicidad del cristiano establecido saber que ahora no se debe buscar un camino nuevo y sin probar. Solo tiene que repasar sus viejos ejercicios de fe, resignaci�n, paciencia y deseo espiritual.

4. El alma disfruta de esta victoria sobre la muerte durante el per�odo de su separaci�n del cuerpo.

5. Avanzamos ahora a esa escena de la victoria, que las lenguas de los hombres y de los �ngeles no pueden describir ( 1 Juan 3:2 ). Aplicaci�n: - A partir de este tema se abren varios deberes, que unen peculiarmente a quienes est�n seguros en alg�n grado de estar en el camino hacia tal victoria ( 2 Pedro 3:14 ). ( J. Love, DD )

Victoria sobre la muerte

I. CONSIDERAR LA VICTORIA POR LA QUE SE TRAGA LA MUERTE. Las palabras se refieren al encuentro que tuvo el Redentor con el rey de los terrores, cuando sufri� en la habitaci�n de los pecadores. Aqu�, entre otras cosas, las siguientes, de manera especial, merecen nuestra atenci�n.

1. Su agotamiento del poder de la muerte someti�ndose a su golpe. Cuando muri�, fue bajo la presi�n de la ira divina; pero ese sacrificio fue suficiente y no se puede exigir m�s. El golpe por el que cay� el Redentor no dej� fuerzas en su enemigo.

2. Su manifestaci�n, por Su resurrecci�n, que fue completamente liberado de su dominio.

3. El capacitar a su pueblo para vencer el miedo a la muerte.

4. �l preserva a Su pueblo a salvo en la muerte, para que no sean heridos por su aguij�n cuando sus cuerpos deben someterse a su poder.

5. �l liber� a su pueblo completamente de todos los restos de su poder, mediante la resurrecci�n de sus cuerpos en el �ltimo d�a.

II. LA FELIZ CONSECUENCIA de esta victoria en la devoraci�n de la muerte. La frase "tragar" expresa la destrucci�n m�s completa.

1. La muerte es devorada por la victoria de Cristo, de modo que nunca puede aparecer como un enemigo para lastimarse a s� mismo. La culpa de la que fue acusado como fianza de los pecadores dio a la muerte todo su poder sobre el Redentor. Al expiar esa culpa, sin embargo, se quita el poder de la muerte.

2. La muerte es devorada por la victoria de Cristo, en la medida en que esta victoria la priva de todo poder para da�ar a cualquiera de su pueblo. Ahora no hay muerte de la que el pueblo de Dios tenga motivos para temer.

(1) La muerte no puede separar a los creyentes de Dios.

(2) La muerte no puede privar a los creyentes de la sociedad de sus hermanos en Cristo.

(3) La muerte no puede privar a los hijos de Dios de sus privilegios espirituales.

(4) La muerte no puede impedir que los creyentes disfruten plenamente de esa felicidad y gloria que Cristo ha perseguido y preparado para ellos en el estado celestial. ( G. Campbell. )

Jes�s victorioso sobre la muerte

I. LOS COMBATIENTES; los dos m�s poderosos que jam�s se hayan encontrado. Por un lado est� la muerte, con su boca devoradora, un campe�n que nunca pudo encontrar su pareja entre los hijos de los hombres, hasta que el gran ��L�, en el texto, entr� en las listas contra �l, Jesucristo, quien siendo el hombre, era capaz de sentir la fuerza de la muerte; pero siendo tambi�n el Se�or de los ej�rcitos ( Isa�as 25:6 ), no pudo sino ser vencedor por fin.

II. EL ENCUENTRO DE LOS COMBATIENTES, impl�cito en estas palabras, "�l se tragar� a la muerte en la victoria". Aunque la muerte no pudo alcanzarle el golpe mortal, lo persigui�, dispar� sus flechas venenosas contra �l todo el tiempo, hasta que llegaron a un encuentro cercano en la Cruz, donde luch� contra �l hasta la tumba, el lugar apropiado de la muerte. su dominio. Entonces el Mediador tuvo la primera ca�da.

III. EL PROBLEMA DE LA BATALLA. La muerte, que en todas las dem�s batallas gana lo que pierde el partido, pierde el d�a aqu�; la victoria est� del lado del Mediador muerto. El Salvador muerto vuelve a revivir, se levanta sobre la muerte, se erige vencedor sobre �l, incluso en sus propios territorios, rompe los barrotes del sepulcro, quita el aguij�n con el que luch� contra �l, y lo pone a �l y a todas sus fuerzas en la derrota; para que nunca m�s pueda volver a mostrar su rostro contra �l ( Romanos 6:9 ).

IV. LA B�SQUEDA DE LA VICTORIA DEL MEDIADOR, hasta que sea completa para aquellos que son Suyos, as� como para �l mismo. El enemigo vencido tiene todav�a muchas fortalezas en su mano, y mantiene prisioneros a muchos de los redimidos, para que no puedan moverse; otros, aunque pueden moverse, no pueden ir a ninguna parte, pero deben arrastrar las bandas de la muerte tras ellos. Pero el Mediador buscar� la victoria hasta que la elimine por completo de Su reino, para que no se vea m�s all� para siempre, como una cosa que ha sido tragada ya no se ve en absoluto. ( T. Boston, DD )

Jes�s victorioso sobre la muerte

I. LA BATALLA.

1. �Bajo qu� car�cter ha peleado el Se�or de la vida esta batalla?

(1) Como Jefe y Representante del mundo electo.

(2) Como su Redentor y Libertador ( Oseas 13:14 ). La presa no podr�a ser arrebatada al Poderoso, sin precio y sin poder.

(3) Un Capit�n o General a la cabeza de Su pueblo ( Hebreos 2:10 ).

2. El ataque que le hizo la muerte.

(1) La muerte levanta su fuerza contra �l, es decir , la ley.

(2) Mientras tanto, el que tiene el poder de la muerte ( Hebreos 2:14 ) avanza contra �l; Satan�s lo ataca en el desierto con las tentaciones m�s graves.

(3) La congregaci�n de hombres muertos en delitos y pecados se levantan contra �l ( Isa�as 53:3 ). Judas lo traiciona, los jud�os lo miran boquiabiertos como un le�n, clamando: Crucif�calo; Pilato lo condena; Es azotado, coronado de espinas, herido en la cabeza coronada; Su cuerpo, atormentado hasta descoyuntarse, clavado a la Cruz, all� cuelga burlado y atravesado con una lanza.

(4) La muerte viene con su aguij�n sobre �l, lo traspasa en el coraz�n y lo arroja muerto.

II. LA VICTORIA CRISTO OBTENIDA.

1. C�mo se obtuvo.

(1) Por Su muerte. Este fue el golpe decisivo. "Para que por la muerte �l pueda destruir a la muerte, y al que tiene el poder de la muerte". Fue una victoria como la �ltima victoria de Sans�n sobre los filisteos, cuando derrib� la casa y muri� �l mismo con los filisteos en su ca�da; y por eso clam� en la cruz: "Consumado es".

(2) Por Su resurrecci�n.

2. �Qu� clase de victoria ha obtenido Jes�s sobre la muerte?

(1) Una victoria muy cara; le cost� al glorioso Conquistador Su preciosa vida.

(2) Una victoria completa con respecto a s� mismo, aunque todav�a no con respecto a sus miembros ( Romanos 6:9 ).

(3) Una victoria gloriosa, santos y �ngeles cantando el canto triunfal.

(4) Una victoria eterna. El poder de la muerte est� irremediablemente roto.

III. LA PERSECUCI�N.

1. Cristo desata las ataduras de la muerte espiritual.

2. Desata el lazo de la muerte legal.

3. Destruye el cuerpo de muerte en el creyente.

(1) Es crucificado y su destrucci�n est� asegurada en la conversi�n del alma a Dios ( Romanos 6:6 ; G�latas 5:24 ).

(2) Se debilita y mortifica cada vez m�s, en los avances graduales de la santificaci�n ( Romanos 8:13 ).

(3) A la muerte del cuerpo, el cuerpo de la muerte es completamente destruido.

4. �l seca todos los dolores de la muerte.

5. �l trae a todo su pueblo a salvo a trav�s del valle de sombra de muerte.

6. Ahora, la muerte no tiene nada de Cristo sino los cuerpos de los santos, ni un pie de tierra en Su reino sino la tumba; y �stos tambi�n los arrancar� de su mano en la resurrecci�n.

7. Como consecuencia de la victoria absoluta sobre la muerte, ser� encerrado y confinado por las edades de la eternidad a las regiones inferiores ( Apocalipsis 20:14 ).

IV. MEJORA PR�CTICA.

1. Sean cristianos vivos, como los que est�n vivos de entre los muertos por medio de Jesucristo.

2. �nase a la cuesti�n con el Conquistador en la b�squeda de la victoria en sus propias almas.

3. S�mate al Conquistador en la b�squeda de la victoria en el mundo, especialmente en los lugares donde vives.

4. Cree esta verdad con aplicaci�n en todos tus esfuerzos por la santidad.

5. S� destetado del mundo y a�ora el d�a en que la muerte sea devorada por la victoria. ( T. Boston, DD )

Muerte abolida

No tendremos m�s que ver con la muerte que con el guardarropa en el dique del gobernador o del presidente. Nos detenemos en ese guardarropa y dejamos a cargo de un sirviente nuestro abrigo, nuestros chanclos, nuestra ropa exterior, para que no se nos impida entrar en la brillante ronda del sal�n. Bueno, cuando salgamos de este mundo vamos a un banquete de reyes, y a una recepci�n de reyes, y en la puerta de la tumba dejamos el manto de carne y los envoltorios con los que nos enfrentamos a las tormentas de este mundo. .

Al final de una recepci�n terrenal, bajo el cepillo y la escoba del portero, se nos podr� entregar el abrigo o el sombrero mejor que cuando lo renunciamos, y el manto de humanidad finalmente nos ser� devuelto mejorado, iluminado, y purificado y glorificado. ( T. DeWitt Talmage, DD )

La resurrecci�n de los muertos

La nube m�s alta, m�s alta que las moscas del halc�n, m�s alta que las moscas del �guila, �de qu� est� hecha? Gotas de agua del Hudson, otras gotas del East River, otras gotas de un estanque estancado en las llanuras de Newark, all� arriba, encarnadas en una nube, y el sol las enciende. Si Dios puede hacer una nube tan brillante con gotas de agua, muchas de ellas sucias e impuras y tra�das a kil�metros de distancia, �no puede �l transportar los fragmentos de un cuerpo humano de la tierra y construir con ellos un cuerpo radiante? ( T. De Witt Talmage, DD )

El Mes�as, el vencedor de la muerte

Lo que es muy curioso es que la mayor�a de los videntes hebreos vieron en su Mes�as al vencedor de la muerte. Y lo que lo hace curioso es que los jud�os, por regla general, no esperaban una vida m�s all� de la tumba. La vida eterna, la vida que, como mero incidente de su carrera, puede enfrentarse a la muerte y conquistarla, les era desconocida; no eran conscientes de ello incluso cuando lo pose�an. Solo para unas pocas almas raras fue esta gran verdad, esta gran esperanza revelada, y eso solo en sus momentos m�s raros y exaltados.

Obedecer los mandamientos de Dios, prestarles el servicio que les exig�a y disfrutar de Su favor aqu� y ahora era suficiente para ellos. Incluso los profetas mismos se ocuparon principalmente de esta vida presente, con sus tareas y deberes urgentes; o, si viajaban m�s all� de ella, era sobre la vida futura de la naci�n en la tierra sobre la que especulaban y sobre la disciplina mediante la cual deb�a purificarse y ampliarse hasta abarcar a toda la familia del hombre.

Pero cuando esperaban el advenimiento del Mes�as, todos los horizontes de su pensamiento se ampliaron. Todo lo que pueda cambiar y perecer, �l debe permanecer, para ser por siempre el Se�or y Amigo de los hombres. ( S. Cox, DD )

La previsi�n jud�a de la inmortalidad

Y esta previsi�n de la inmortalidad no parece haber sido una mera inspiraci�n, un secreto revelado por el Esp�ritu de toda sabidur�a y conocimiento. Aparentemente, tambi�n fue el resultado de un proceso l�gico, una inferencia de hechos morales con los que estaban familiarizados. Porque todos los profetas sosten�an que el Mes�as vendr�a a redimir a los hombres, primero a los jud�os, pero tambi�n a los gentiles, de sus pecados, para establecerlos en el servicio y atraerlos a la familia de Dios.

Pero la muerte es simplemente la paga y el fruto del pecado. Redimir del pecado es, por tanto, abolir la muerte, arrancarla de ra�z, cortarla de la fuente. Esto parece, hasta donde podemos rastrearlo, haber sido el fundamento de su esperanza en el Cristo vencedor de la muerte. Y por lo tanto, en la medida en que estaban seguros de que �l salvar�a a los hombres de sus pecados, estaban m�s plenamente persuadidos de que, al vencer el pecado, �l tambi�n vencer�a y aniquilar�a la muerte.

Nadie de la buena hermandad ha dado una expresi�n m�s noble a esta esperanza animada y sustentadora que el profeta Isa�as en las palabras, "Y �l destruir� en este monte", etc. ( S. Cox, DD )

El velo y la telara�a de la muerte destruidos por Cristo

El profeta habla de la muerte como "un velo" que oscurece las percepciones de los hombres, o incluso ciega sus ojos a los hechos que es esencial para su bienestar que deben conocer; y como �una red� en la que sus poderes activos se enredan y paralizan; y declara que en el d�a en que Dios, en lugar de pedir banquetes y sacrificios de hombres, �l mismo proporcionar� un sacrificio y banquete para el mundo, este velo cegador, esta red que encadena y frustra, ser� finalmente y por completo destruido.

��l destruir� la muerte para siempre. Cu�n verdaderas son estas descripciones figurativas de la muerte para la experiencia humana, qu� fina perspicacia po�tica y firme comprensi�n imaginativa revelan, como de alguien que tiene la vista y la mano en el hecho, es obvio a simple vista, y se vuelve m�s obvio que el m�s meditamos sobre ellos. Siempre el velo que oscurece los ojos es tambi�n una telara�a que enreda los pies, ya que solo tenemos que observar los movimientos de cualquier ciego para saberlo.

La falta de visi�n y la actividad deficiente van juntas por necesidad; mientras que la ceguera implica, al menos, una par�lisis parcial de todos los poderes activos. As� como estar sin Dios es estar sin esperanza, as� estar sin la esperanza de la inmortalidad es sufrir un eclipse mental que no puede dejar de limitar nuestro alcance y menoscabar nuestras energ�as morales. S�lo tenemos que considerar las condiciones morales, el colapso moral de los hombres y las naciones, de quienes se ha ocultado la vida futura, o sobre quienes no ten�a poder pr�ctico, para aprender cu�n terriblemente, en ausencia de esta esperanza, el ideal moral se degrada y las energ�as morales debilitadas.

Estoy lejos de negar que incluso los hombres para quienes esta vida es toda, por una proeza maravillosa y admirable de sabidur�a y bondad natural, en la convicci�n de que ser sabio es mejor que ser rico, ser bueno mejor que ser rico. sea ??sabio, vivir para los dem�s mejor que vivir para uno mismo. Pero no s�lo hombres como estas raras y heroicas excepciones a la tensi�n general, sino que incluso ellos mismos, por admirables que sean sus esp�ritus, no pueden conocer una alegr�a firme, una paz duradera.

La vida humana est� y debe estar llena de injusticia, as� como de miseria, para aquellos que no creen en un m�s all� en el que todos los males deben ser enmendados, todas las penas convertidas en alegr�a, todas las p�rdidas en ganancia. Y cuando entierran a sus muertos fuera de su vista, �con qu� amargos y desesperados dolores deben desgarrarse sus corazones! �Cu�n horrible debe ser la oscuridad, ininterrumpida y sin alivio, que se posa sobre ellos! ( S. Cox, DD )

Concepciones imperfectas de la victoria de Cristo sobre la muerte su efecto en la vida pr�ctica

Ni siquiera ahora que Cristo ha abolido la muerte y ha sacado a la luz la vida y la inmortalidad, hay alg�n concepto err�neo de este logro Divino en el que caemos que no se convierte en un velo que oscurece nuestros ojos y una telara�a que enreda nuestros pies.

1. Aquellos, por ejemplo, que mientras profesan albergar esta gran esperanza, pr�cticamente la abandonan y que, por lo tanto, sacrifican el futuro al presente, �no est� todav�a el velo en sus corazones, la telara�a alrededor de sus pies?

2. As�, nuevamente, en un grado menos pero suficientemente obvio con aquellos que conciben tan mal la vida y la muerte como para sacrificar el presente por el futuro; que se pierden o renuncian a todos los usos dulces y saludables del mundo porque no han aprendido lo que el Evangelio ense�a claramente, que usar y disfrutar sabiamente este mundo presente es la mejor de todas las preparaciones para el mundo venidero.

3. E incluso aquellos que, a pesar de la ense�anza del Evangelio, pensar�n en la disoluci�n como muerte m�s que como victoria sobre la muerte, o como separarlos y alienarlos de los seres queridos a quienes han perdido de vista, en lugar de traer a sus �perdidos�. �M�s cerca de su verdadera vida y uni�ndolos a ellos m�s cerca porque por lazos invisibles y espirituales, - incluso estos tienen sus ojos todav�a empa�ados por el velo que Cristo vino a levantar, y sus pies todav�a enredados en la red de la cual �l vino para entregar sus pies. ( S. Cox, DD )

�Cristo ha destruido la muerte?

La muerte, como mero fen�meno, estaba en el mundo antes del pecado; y por lo tanto, como un mero fen�meno, puede permanecer y permanece en el mundo despu�s de que el pecado ha sido quitado. Pero, los que tenemos el discurso de la raz�n, aunque no tengamos la penetraci�n m�s penetrante de la fe, �somos v�ctimas de lo visible y lo aparente que no podemos distinguir entre sustancia y fen�menos, entre el mero acto de disoluci�n, que parece ser �La condici�n inevitable de un desarrollo espiritual superior y todo lo que hace que la muerte sea realmente la muerte para nosotros? ( S. Cox, DD )

La victoria de cristo sobre la muerte

De esta victoria sobre todo lo que es digno de ser llamado muerte, Cristo nos ha dado dos pruebas en las que puede apoyarse nuestra fe; uno en Su transfiguraci�n, y el otro en Su resurrecci�n de entre los muertos. ( S. Cox, DD )

Victoria sobre la muerte y el dolor

�Se tragar� a la muerte en la victoria; y el Se�or Dios enjugar� las l�grimas de todos los rostros �, un pasaje del cual el poeta Burns dijo que� nunca podr�a leerlo sin llorar �.

I. LA PROMESA DE TRAGARSE LA MUERTE EN VICTORIA. Esta promesa, as� como la que la sigue, puede tener una alusi�n principal a la resucitaci�n del pueblo jud�o despu�s de su cautiverio, pero esto es solo una alusi�n, como en Oseas 13:14 . Cu�l es el significado �ltimo que aprendemos de las palabras entusiastas de San Pablo: "As� que, cuando este corruptible se haya vestido de incorrupci�n", etc.

Fue una promesa gloriosa cuando se dio por primera vez, pero no se conoc�a su significado completo, ni se entender� completamente hasta que se cumpla realmente. Sin embargo, las revelaciones del Evangelio nos permiten formarnos una idea m�s amplia de cu�l ser� ese cumplimiento.

1. La muerte de nuestro Se�or Jesucristo, como expiaci�n por el pecado y como homenaje a las exigencias de la ley, ha eliminado, para su pueblo, lo que principalmente hace que la muerte sea terrible. Que con el hombre, el se�or de las criaturas inferiores, el cuerpo deba morir tal como lo hacen, es suficientemente humillante. Sin embargo, por muy grave que sea, no es la caracter�stica m�s solemne del caso. �Despu�s de la muerte el juicio�, y, para un alma imp�a, �qu� terrible esa audici�n! Pero al creyente se le perdona el pecado.

"La fuerza del pecado en la ley". Pero la ley se satisface, s�, magnificada por la obra expiatoria del Redentor. La paz puede, por tanto, tomar ahora el lugar de esa aprensi�n que antes era la �nica alternativa a la despreocupaci�n insensata.

2. Dado que la muerte del Salvador no solo libera a los creyentes de la culpa y la condenaci�n, sino que es el canal por el cual la gracia �reina por la justicia para la vida eterna�, la muerte se convierte para ellos en la puerta de entrada de la vida y el pasaje al cielo. Aqu� Dios los educa mediante la disciplina de la vida, y a menudo en la c�mara de la enfermedad, para Su reino y la recepci�n de la promesa. Luego los llama a casa para que la posean, y es la muerte la que trae la convocatoria.

3. A�n as�, la casa terrenal est� en ruinas. La muerte parece haber triunfado todav�a all�. Pero incluso esas ruinas se construir�n de nuevo.

II. ELIMINAR LAS L�GRIMAS DEL DOLOR. Las dos cosas est�n �ntimamente relacionadas, y la segunda surge de la primera. La muerte es una de las prol�ficas causas de dolor. Si bien no est� reconciliado con Dios, el pensamiento de la mortalidad, si un hombre piensa seriamente en los grandes problemas de su ser, proyecta una sombra oscura sobre sus anticipaciones del futuro. E incluso entre los cristianos las separaciones que ocasionan la muerte son causa frecuente de tristeza. ( ET Prust. )

Cristo el vencedor de la muerte

Tennyson cuenta, en los "Idilios del Rey", de un caballero que luch� con la muerte. Y cuando lo hubo vencido y atravesado sus horribles atav�os, "apareci� el rostro brillante de un ni�o floreciente". De modo que Cristo ha vencido a la muerte por nosotros y, penetrando en su terror, ha sacado a la luz no la muerte, sino "la vida y la inmortalidad". ( Cr�nica de la Escuela Dominical. )

Miedo a la muerte eliminado

Whitfield, el pr�ncipe de los oradores sagrados, predicaba a una multitud acerca del amor de Dios: su altura, su amplitud, su infinitud. Un ni�o pobre, ignorante y descuidado lo escuch� y bebi� todo lo que dijo con los ojos abiertos y el coraz�n abierto. Poco tiempo despu�s, la pobre ni�a fue golpeada por una enfermedad mortal. Un cristiano visit� su lecho de paja.
"Hija", dijo, "�tienes miedo de morir?" "No", respondi� ella, "no tengo miedo de morir, quiero ir al Dios del Sr. Whitfield". ( P. Norton. )

DL Moody al morir

El Sr. Moody dijo una vez: �Alg�n d�a leer� en los peri�dicos que DL Moody, de East Northfield, est� muerto. �No creas ni una palabra! En ese momento estar� m�s vivo de lo que estoy ahora. Habr� subido m�s alto, eso es todo; sali� de esta vieja vivienda de arcilla a una casa que es inmortal, un cuerpo que la muerte no puede tocar, que el pecado no puede manchar, un cuerpo semejante a Su propio cuerpo glorioso ". Robert Hall ' s de muerte : - Sra.

Hall, al observar un cambio en el semblante de su marido, se alarm� y exclam�. "�Esto no puede estar muriendo!" �l respondi�: �Es la muerte; es muerte, muerte! " La Sra. Hall luego le pregunt�: "�Se siente c�modo en su mente?" Inmediatamente respondi�: "�Muy c�modo, muy c�modo!" Y exclam�: �Ven, Se�or Jes�s, ven ...�. Vacil�, como si fuera incapaz de pronunciar la �ltima palabra. Una de sus hijas se anticip� a �l diciendo "R�pido", ante lo cual su padre, que part�a, le dirigi� una mirada expresiva del m�s complaciente deleite. ( Rey ' s de la carretera. )

El Se�or Dios enjugar� las l�grimas de todos los rostros

El lago de las lagrimas

Ser�a una suma para un aritm�tico decir el tama�o del lago que habr�an producido todas las l�grimas derramadas por la humanidad.

I. Notemos LAS L�GRIMAS EN ALGUNAS CARAS.

1. �Cu�ntos ni�os peque�os lloran cuando se les podr�a haber hecho regocijarse! A menudo esperamos de los ni�os m�s de lo que tienen sabidur�a o fuerza para realizar. M�s de un ni�o llora hasta quedarse dormido cuando podr�a haber cantado si lo hubieran tratado correctamente.

2. Ha habido r�os de l�grimas en los rostros de las esposas de nuestro pa�s.

3. Son muchas las l�grimas que derraman las viudas.

4. Est�n las l�grimas de los afligidos.

5. Luego est�n las l�grimas de esa clase de personas de las que al mundo no le gusta hablar: los "desafortunados".

6. Y luego hay muchos que alguna vez fueron miembros de nuestras Iglesias, que se han apartado del camino; y no hubo mano amable que los recogiera.

7. Recuerda las l�grimas provocadas por el peso aplastante de la monta�a de la pobreza. Las organizaciones ben�ficas son sistemas excelentes, pero no es aconsejable exagerar. Debido a que hay tantos enga�adores, no prueba que no haya algunos que sufren. Seamos justos con los pobres.

8. Son muchas las l�grimas que derraman mujeres cuyos rostros son muy sencillos. Se pasan por alto en favor de los que tienen mejores figuras y rostros m�s bonitos.

9. Tambi�n una gran proporci�n de los que nos rodean est�n lisiados y, a menudo, son descuidados.

II. LAS L�GRIMAS DEL MUNDO NO SE HAN DERRAMADO EN VANO. Las l�grimas de la esclavitud han tra�do la libertad; las l�grimas de la ignorancia han sido la causa de que la educaci�n se haya puesto al alcance de todo ni�o sano de nuestra tierra; las l�grimas provocadas por la pestilencia nos han obligado a limpiar nuestros pueblos y aldeas; y las l�grimas derramadas bajo el flagelo de la opresi�n nos han dado libertad de conciencia.

Las l�grimas de la pobreza nos han dado el deseo de aliviarla. Las l�grimas de dolor y enfermedad han provocado nuestro espl�ndido sistema m�dico: los hospitales y dispensarios de nuestro pa�s. Las l�grimas a menudo conducen a la alegr�a. El llanto puede durar una noche, pero la alegr�a a menudo nos llega por la ma�ana.

III. LAS L�GRIMAS DE LA AFLICCI�N Y EL JUICIO SON NECESARIAS. Si la aflicci�n no hubiera sido necesaria, Cristo la habr�a llevado sobre Su propia cabeza. Las aflicciones son para nosotros como papel de lija, para suavizarnos y pulirnos para ocupar nuestro lugar en la sociedad del Cielo. Las pruebas son para nosotros en la prueba del hierro. Se coloca sobre la plancha en el taller un peso mayor que el que debe soportar en su servicio exterior; y por eso se te impone un gran peso aqu�.

IV. LA MANO LICITANTE. Es la mano de un Padre, de un Amante, de un Salvador, de un Amigo; es la mano del Se�or Dios! ( W. Birch. )

Hombre nacido para problemas

Hay una f�bula que cuando Aflicci�n escuchaba el rugido del mar, extendi� una rama de sauce y trajo a la orilla un hermoso cuerpo. Mientras yac�a sobre la arena, J�piter pas� y, fascinado con su belleza, insufl� vida y movimiento en el cuerpo, y lo llam� hombre. Muy pronto hubo una discusi�n sobre a qui�n deber�a pertenecer este hombre. Aflicci�n dijo: "Yo soy la causa de su creaci�n"; La Tierra respondi�: "Yo proporcion� los materiales"; y J�piter inst�: �Le di animaci�n.

Los dioses se reunieron en consejo solemne y se decidi� que la aflicci�n poseer�a al hombre mientras viviera; que la Muerte deber�a recibir su cuerpo y J�piter poseer su esp�ritu. Esta es la f�bula, casi cierta. ( W. Birch. )

El poder de Dios para enjugar las l�grimas

De todas las cualidades que asignamos al Autor y Director de la naturaleza, la m�s envidiable con mucho es la de poder "enjugar todas las l�grimas de todos los ojos". ( Robert Burns. )

Versículo 9

Y se dir� en ese d�a: Este es Dios.

Esperando a Dios en tiempos de oscuridad

Isa�as est� pensando, en primer lugar, en la victoria de Ezequ�as sobre Senaquerib.

No fue un d�a cualquiera que vio la derrota del ej�rcito asirio ante los muros de Jerusal�n. Apenas podemos comprender el terror y la consternaci�n con que un jud�o religioso debi� contemplar el crecimiento de esos poderosos despotismos orientales que, alz�ndose uno tras otro en el gran valle del �ufrates y el Tigris, aspiraban nada menos que a la conquista de lo conocido. mundo. La victoria de un conquistador como Senaquerib signific� la extinci�n de la vida nacional y la libertad personal del pueblo conquistado; significaba a menudo un transporte bastante violento de sus hogares, la separaci�n de sus familias, con todos los acompa�amientos degradantes y penales de una completa subyugaci�n.

Signific� esto por las ciudades paganas conquistadas; para Jerusal�n signific� esto y m�s. El conocimiento y la auto-adoraci�n de Dios mantenidos por instituciones de designaci�n divina, mantenidos solo en ese peque�o rinc�n del ancho mundo, estaban vinculados a las fortunas del estado jud�o, y en la victoria de Senaquerib estar�a involucrada no meramente una humillaci�n pol�tica, pero oscuridad religiosa. Cuando, entonces, sus ej�rcitos avanzaron por el continente una y otra vez, haciendo de una ciudad un mont�n y de una ciudad cercada en ruinas, y por fin aparecieron ante Jerusal�n, cuando la explosi�n de los terribles fue como una tormenta contra la muralla. , hab�a una consternaci�n natural en cada alma religiosa y patri�tica.

Parec�a como si un velo o cubierta, como el que se extend�a sobre las cosas santas en el ritual jud�o, se extendiera cada vez m�s por todas las naciones a cada paso del avance del monarca asirio, y en esas horas de oscuridad todo verdadero hombres de coraz�n en Jerusal�n esperaban a Dios. Los hab�a liberado de la esclavitud egipcia. Les hab�a dado el reino de David y Salom�n. El que hab�a hecho tanto por ellos no los abandonar�a ahora.

A Su propia manera, en Su propio tiempo, �l reprender�a a este insolente enemigo de Su verdad y Su pueblo, y este anhelo apasionado por Su intervenci�n aviv� el ojo y derriti� el coraz�n de Jerusal�n cuando por fin lleg�. La destrucci�n de la hueste de Senaquerib fue uno de esos momentos supremos en la historia de un pueblo que nunca podr� ser vivido de nuevo por la posteridad. La sensaci�n de liberaci�n era proporcional a la agon�a que la hab�a precedido.

A Isa�as y sus contempor�neos les pareci� como si un dosel de espesa oscuridad se levantara de la faz del mundo, como si los recuerdos de la matanza y la muerte fueran absorbidos por completo en el absorbente sentido de liberaci�n, como si las l�grimas de la ciudad hubieran sido absorbidas. fue borrado y la reprensi�n del pueblo de Dios fue quitada de la tierra, y por lo tanto del coraz�n de Israel brot� una bienvenida proporcional al ansioso anhelo que lo hab�a precedido: �He aqu�, este es nuestro Dios; lo hemos esperado; �l nos salvar� ". ( HP Liddon, DD )

Dios en la historia

El reconocimiento de la presencia de Dios en los grandes momentos decisivos de la historia humana es natural en todas las �pocas para las mentes religiosas. Dios, por supuesto, est� aqu� en tiempos tranquilos, cuando todo va bien, como si estuviera regulado por una ley inmutable. Pero Su presencia se presenta ante la imaginaci�n de manera m�s v�vida cuando todo parece estar en juego, cuando los recursos humanos ordinarios de confianza y esperanza est�n claramente cediendo, cuando nada m�s que un giro brusco y repentino en lo que parece el curso predestinado de los acontecimientos puede evitar algunos. cat�strofe fatal.

Esto es lo que sent�an nuestros antepasados ??en tiempos de la Armada Espa�ola. Esto es lo que se sinti� en todas las mentes religiosas de toda Europa cuando se rompi� el poder del Primer Napole�n, primero en Leipsic y luego en Waterloo. ( HP Liddon, DD )

Un pron�stico del juicio final

Pero m�s all� del presente inmediato que Isa�as ve, puede ser indistinto, en un futuro lejano. El juicio de Asiria, como el de Egipto en una �poca anterior, como el de Babilonia despu�s, presagi� alg�n juicio universal, alg�n juicio sobre todos los enemigos de Dios. La acci�n divina visible a peque�a escala fue en s� misma una revelaci�n de los principios sobre los cuales se gobierna el mundo, y que un d�a se ver� que lo gobernaron en el sentido m�s amplio e inclusivo, y por lo tanto, la predicci�n de Isa�as del c�ntico que ser�a ser cantado por Israel en la derrota de Senaquerib es una predicci�n del c�ntico que ser� cantado por los redimidos cuando Cristo nuestro Se�or venga al juicio. ( HP Liddon, DD )

Cristo nuestro Dios

Pero entre los d�as de Ezequ�as y el juicio final, hay otro evento siempre cercano al pensamiento del profeta: la aparici�n del gran Libertador en medio de la historia humana: �He aqu�, este es nuestro Dios�. Cristo no es para nosotros los cristianos, simplemente o principalmente, el predicador o heraldo de una religi�n de la que otro ser, distinto de �l, es el objeto. El credo del Evangelio no dice as�: "No hay m�s Dios que Dios, y Cristo es Su profeta". Autor y fundador del cristianismo, es tambi�n al mismo tiempo su sujeto y su sustancia. Podemos decir, con verdad, que Cristo es el cristianismo. ( HP Liddon, DD )

Esperando a dios

I. Contempla EL OBJETO GLORIOSO que estamos invitados a contemplar. "He aqu�, este es nuestro Dios". Las palabras expresan fuertes emociones de placer, admiraci�n y gozo, que surgen de las misericordiosas interposiciones hechas a favor de Su pueblo, mediante las cuales Jehov� se manifest� presente entre ellos. Aunque Dios es invisible a nuestros ojos corporales, lo contemplamos cuando discernimos con sensatez esos efectos visibles que no pueden ser producidos por ning�n otro que no sea Su brazo omnipotente.

Entre �l y nosotros subsiste una relaci�n cari�osa rec�proca, un afecto tierno mutuo, una relaci�n placentera continua, una concordia sumamente agradable y una uni�n �ntima de inter�s y designio.

II. Considere EL CONVERTIRSE EN EJERCICIO en el que se emple� la Iglesia. "Lo hemos esperado". La repetici�n de las palabras insin�a claramente la gran seriedad y perseverante diligencia con que los santos hab�an esperado en el Se�or su Dios. Este deber incluye:

1. Deseo ferviente.

2. Expectativa viva.

3. Santa serenidad mental ( Lamentaciones 3:26 ; Isa�as 30:15 ). Esta sagrada tranquilidad del alma reprime esas inquietudes inquietas y pensamientos tumultuosos, que perturban la mente y no son aptos para el correcto desempe�o de este o cualquier otro deber.

Compone el alma atentamente para observar cada s�ntoma del acercamiento divino, cada apariencia de la cual se pueden deducir consecuencias favorables, y cada oportunidad que debe ser mejorada con diligencia. Da un freno oportuno a esa precipitaci�n y prisa que surge de la inquietud por nuestra condici�n actual y de la dolorosa ansiedad por la liberaci�n inmediata.

III. Asista a LA CONFIANZA SEGURA en Dios que la Iglesia expres� con estas palabras: ��l nos salvar�. En todas las �pocas han visto al Se�or como su Salvador. La salvaci�n de las manos de sus enemigos, que sin duda se pretend�a principalmente en las palabras que tenemos ante nosotros, se emplea como una imagen, para ensombrecer una salvaci�n de una naturaleza infinitamente superior e importante.

IV. Examine LA RESOLUCI�N CONSECUENTE adoptada por la Iglesia. "Nos alegraremos y nos regocijaremos en su salvaci�n". En esta salvaci�n, que se adapta admirablemente a nuestro car�cter y circunstancias, debemos alegrarnos y regocijarnos. ( R. Macculloch. )

Tercer domingo de Adviento

(1) En esta lecci�n hay un entrelazamiento de alabanza y profec�a.

(2) Las palabras �le hemos esperado� describen la postura de la Iglesia en todo momento, pero especialmente en esta �poca. En el Antiguo Testamento, los jud�os esperaban la primera venida de Cristo. La luz de la primera profec�a se hizo m�s amplia y brillante a medida que se acercaba el cumplimiento. La Iglesia espera la segunda venida.

I. �QU� IMPLICA ESPERAR?

1. Fe. Los cristianos creen en la promesa de su venida ( 1 Corintios 1:7 ). Aquellos que han reducido el credo cristiano a sus dimensiones m�s peque�as han incluido en �l la creencia en la segunda venida de Cristo como Juez.

2. Deseo ( 2 Timoteo 4:8 ; Apocalipsis 22:20 ; Filipenses 3:20 ; Romanos 8:19 ).

3. Paciencia ( Santiago 5:7 ).

4. Preparaci�n.

II. �POR QU� ESPERAR TAN LARGO?

1. La cuesti�n se debati� en la Edad Media. �Por qu� se retras� tanto la Encarnaci�n? �Por qu� no se aplic� inmediatamente el remedio a la enfermedad? No nos corresponde a nosotros cuestionar los caminos de Dios; pero, aunque las aceptamos en el esp�ritu de fe, sin embargo, habi�ndolo hecho, debemos ejercitar nuestra raz�n con reverencia, en la medida de lo posible, en asuntos de fe.

2. Una de las razones de este retraso de la Encarnaci�n se deriva de la condici�n del hombre. Tuvo que ser humillado por el sentimiento de su pecaminosidad para poder sentir la necesidad de un Libertador. El remedio no s�lo tiene que ser garantizado, sino aceptado, y por eso hay que quebrar el orgullo humano. Vemos la misma providencia en los pecadores individuales como en un microcosmos. Dios permite que el hijo pr�digo siga su curso descendente hasta que recupere el sentido y la miseria lo lleve al punto de inflexi�n.

3. Todas las demoras en los acercamientos de Dios son por el bien del hombre para que pueda prepararse para recibirlo. El ministerio del Bautista es una manifestaci�n visible de esta necesidad de preparaci�n.

III. �QU� ESTAMOS ESPERANDO? �He aqu�, este es nuestro Dios�, etc.

1. Se admite que hay una referencia primaria a las maravillosas intervenciones de Dios a favor de su pueblo, ya sea en liberaciones contempor�neas o posteriores. Cualquiera que sea la aplicaci�n hist�rica, no puede ser m�s que un tipo del cumplimiento pleno de la profec�a en la Persona de Cristo. �l solo "se traga la muerte en la victoria"; y "enjuga las l�grimas de todos los rostros".

2. El texto se cumple con la Encarnaci�n. "Este es nuestro Dios." Se�ala el misterio de que nuestro Se�or es una persona divina y que, por lo tanto, puede "salvarnos". Esto despierta el himno de gozo: "Nos alegraremos y nos regocijaremos en su salvaci�n". Esta no es una mera liberaci�n temporal, sino la libertad de los poderes de las tinieblas: la salvaci�n del alma, el perd�n de los pecados, el don de la gracia, la esperanza de la gloria; estos profundos dones interiores despiertan tales cuerdas de alabanza en los redimidos, que todo gozo y acci�n de gracias por las liberaciones terrenales no son m�s que un leve preludio de su j�bilo.

El gran misterio, �El Verbo se hizo carne y habit� entre nosotros�; la gran verdad "A ti te ha nacido un Salvador"; la gran experiencia, �alguna vez fuisteis tinieblas, ahora sois luz en el Se�or�; por estas se cumple la bendita promesa de que el velo de las tinieblas y el lamento de dolor por medio de Cristo ser�n quitados, y la voz de el regocijo y la salvaci�n sea en los tabern�culos de los justos.

IV. LECCIONES.

1. El texto nos impresiona el uso correcto del Adviento como una temporada de preparaci�n para la venida de Cristo.

2. Esta preparaci�n debe consistir en el arrepentimiento del pecado y la fe en Cristo.

3. Las palabras del texto expresan la alegr�a de una ferviente comuni�n navide�a. "Este es nuestro Dios; le hemos esperado �; porque �el que me come, �l tambi�n vivir� por m� ( Juan 6:57 ).

4. Expresan tambi�n una verdadera fe en la Encarnaci�n, esa realizaci�n de lo Divino y lo humano unidos para siempre en la Persona �nica del Hijo de Dios, que conmovi� el alma de Santo Tom�s cuando clam�: �Mi Se�or y mi Dios ! " ( El Pensador. )

Esperando a dios

Entretejida con todas las experiencias humanas est� la conciencia de un conflicto, una opresi�n, un cautiverio. Pero los hombres esperan liberaci�n. Si no fuera as�, el esfuerzo se paralizar�a y la historia se acabar�a. Esta esperanza no es ilusoria; el Dios que ha implantado en los corazones de todos los hombres una anticipaci�n de liberaci�n es un Dios que dar� liberaci�n. Pero las liberaciones no llegan cuando los hombres las desean, las esperan, las esperan. A menudo hay una gran demora.

I. DIOS ESPERA mantiene a los hombres.

I. Notemos cu�n cierto es esto de la historia de nuestra raza. La carrera est� luchando con un gran dolor. Miramos a trav�s de las edades y vemos que cada �poca tiene su carga de aflicci�n. Vamos entre los diversos pueblos de la humanidad, y encontramos que no hay una tribu que no exhiba muestras de la lucha. El Dios eterno ha hablado, y Su voz le ha dicho al mundo que el secreto de la tristeza, la lucha y el dolor del mundo es el pecado del mundo.

Y la conciencia honesta repite la verdad de Dios, pero la misma Voz que le dice al mundo del pecado, tambi�n habla de un Salvador. �Pero cu�nto tiempo tuvo que esperar el hombre antes de que su esperanza se hiciera realidad! E, incluso ahora que Cristo ha venido, Su advenimiento resulta ser, no un gran golpe final de triunfo, sino solo el comienzo de otra espera que, tal vez, debe ser a�n m�s larga.

2. Cu�n cierto es este principio con respecto a la historia de la Iglesia. Dios se est� formando una nueva raza a partir de las ruinas de la antigua. Pero piense c�mo la Iglesia ha tenido que esperar.

3. Cu�n cierto es este mismo principio de la historia de las naciones. Cada naci�n reproduce, en menor escala, la historia de la raza; y cada uno tiene su carga y su mal, cada uno tiene su esperanza. Pero las naciones tambi�n esperan su liberaci�n de la esclavitud y el dolor. �Qu� impresionante ejemplo de espera es la historia de los jud�os! Tambi�n nuestra Inglaterra est� emergiendo s�lo gradualmente de lo que ha sido a lo que ser�. Entonces, de las diversas nacionalidades de Europa, de las multitudes de Asia, de las tribus del �frica oscura y el resto, �qui�n se atrever�a a pensar que se ha alcanzado la meta de su historia!

4. Pero este principio es a�n m�s cierto con respecto a los hombres individuales. Hombres de ciencia, como Galileo; hombres de empresa, como Col�n; hombres de letras, como Milton, que han realizado el trabajo m�s permanente por el mundo, a menudo no han sido debidamente reconocidos como benefactores hasta que se fueron. �No ilustra nuestra propia historia espiritual la misma verdad? �Cu�nto tiempo pasa, a veces, antes de que alcancemos una paz firme, una fe incuestionable; �Cu�nto tiempo antes de que obtengamos una fuerza establecida de pureza y seamos perfectos en el amor!

II. �POR QU� DIOS HACE QUE LOS HOMBRES ESPEREN?

1. It is in accord with God�s universal way of working, so far as we know. We could conceive of a universe in which everything should be immediate and final; but that is certainly not the method of our universe. The records of geology tell of the earth�s slow development; the researches of biology attest the gradual unfolding of life; the annals of history show civilisation, science, and culture only progressing by degrees. So when God, in His providential and spiritual dealings with men, keeps them waiting, this is only in harmony with His general method and plan of work.

2. We must remember the bearing, on this subject, of man�s own free will. Even when on God�s part all is ready, this sometimes interferes to cause long delay.

3. Great moral purposes are served by God�s law of waiting. It accomplishes a three-fold result: it is for the discipline of effort, of patience, of faith. Of course, we may fail to abide the test; but if we yield ourselves to it rightly, God�s principle of delay tends to the working out of one or more of these results.

III. THE WAITING DOES END SOME TIME. Otherwise, the problem would be insoluble, the instincts of man�s own nature would belie themselves, and the very government of God itself would be purposeless. And while, unless man�s own perverseness frustrates God�s designs, the waiting will end some time, it is suggested by these words of Isaiah that the deliverance, when it does come, will be a glad surprise.

It is said that the poet Cowper, so much of whose life had been passed in bitter bondage, and who died at last in despair, wore on his face after death an expression of astonished joy. So it is true of the lesser deliverances of life, that God surprises His people at last with the swift removal of their fears, and with His more abundant benediction. And of the great deliverance which the day of God shall usher in at last, it is said, �As the lightning cometh forth from the east, and is seen even unto the west; so shall be the coming of the Son of Man� Mateo 24:27)&mdashso sudden, so swift, so full! What a paean shall then be sung over a transfigured world! (T. F. Lockyer, B. A.)

Connection between the confidence and the character of the true Christian

I. NOTHING WILL INSPIRE US WITH JOY AND CONFIDENCE IN THE DAY OF JUDGMENT BUT A REAL INTEREST IN JESUS CHRIST. I might go further, and say, that nothing but a good hope of an interest in Christ can give us real, abiding, exalted enjoyment in this life.

II. NONE WILL IN THAT DAY HAVE A REAL INTEREST IN JESUS CHRIST, AND CONSEQUENTLY WILL REJOICE IN HIS SALVATION, BUT THOSE WHO ARE NOW WAITING FOR HIS COMING. This expression of �waiting for Christ,� or other expressions of a like meaning, are frequently used in the New Testament, as descriptive of the character of Christians.

1. To �wait for Christ,� implies a firm belief of His second coming, and of the infinitely momentous consequences which will follow that event. The true Christian is one who �walks by faith, and not by sight.�

2. To �wait for Christ� implies constant endeavour to be prepared for that event.

3. It implies a �patient continuance in well-doing.� (E. Cooper.)

Nativity

I. THE PERSON HERE CELEBRATED: who is made known to us in the prophet�s description of Him, by His actions and by His names. The greatest wonder in this subject is the dignity of the Person who should submit to redeem His Church.

II. THE EXPECTATION OF HIS COMING. However strange it may appear, it is certainly true, that a Saviour was expected both by Jews and heathens, however they might be mistaken with regard to some particular circumstances.

III. LAS OBRAS QUE EL SALVADOR DEBE REALIZAR A SU VENIDA. Los detalles se relatan en el transcurso del cap�tulo ( Isa�as 25:4 ; Isa�as 25:6 ).

IV. Con esta esperanza estamos para CONFORTARNOS A NOSOTROS MISMOS Y A LOS OTROS. "Nos alegraremos y nos regocijaremos en su salvaci�n". El d�a de su nacimiento fue un d�a bendito: �pero cu�l ser� ese otro d�a! Ese ser� nuestro nacimiento; porque s�lo entonces se puede decir que vivimos, cuando el �ltimo enemigo sea conquistado. Cuando vuelva a aparecer, aparecer� como nuestra vida y seremos revestidos de su inmortalidad. ( W. Jones, MA )

La gloriosa aparici�n del gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo

I. ESTO PUEDE DICERSE DE LA ENCARNACI�N DE DIOS. Emmanuel, Dios con nosotros, en una palabra transmite la misma verdad. Cristo no vino por casualidad; No vino en una corriente pasajera de compasi�n; pero con una continuidad de prop�sito G�latas 4:4 ( G�latas 4:4 ).

II. EN LA PRESENCIA PERMANENTE DE SU ESP�RITU, �podemos exclamar con gran gozo: "He aqu�, �ste es nuestro Dios".

III. Otro sentido intermedio en el que podemos considerar que Cristo viene a nosotros - intermedio entre Su ofrenda a S� mismo y el otorgamiento de las influencias de Su Esp�ritu - es LA OFERTA GRATUITA DE SU GRACIA EN EL EVANGELIO.

IV. EN SU EJECUCI�N DE JUICIO EN EL TIEMPO.

1. En verdad se podr�a decir de Jerusal�n, que no qued� piedra sobre piedra; y ahora ella no es Jerusal�n; aunque todav�a se llama la Ciudad Santa, �d�nde est� su gloria? �D�nde est�n sus hijos?

2. Tambi�n sobre el anticristo ha surgido el primer brote del juicio actual.

3. Cristo tambi�n viene a juicio en el tiempo, por muchos de lo que parec�an ser accidentes temporales.

4. Y en sus aflicciones y privaciones, a menudo juzga el abuso de una posesi�n, o la apreciaci�n deficiente de la misma, y ??a menudo en misericordia ejecuta este juicio temporal, a fin de que sus efectos sobre la conciencia despierta puedan obviar y hacer que se evite, ese espantoso castigo que no conoce reversi�n.

V. En cierto sentido, Cristo todav�a tiene que venir. TIENE QUE LLEGAR AL JUICIO FINAL. ( I. Hutchin, MA )

Acci�n de gracias nacional

I. Consideremos LO QUE DEBEMOS ENTENDER AL ESPERAR A DIOS.

1. Se podr�an mencionar casi innumerables casos en los que la naci�n jud�a evidentemente esper� que Dios fuera su salvaci�n.

2. Lo mismo puede observarse con respecto a la humanidad en general.

(1) Las dificultades inseparables que acompa�an a nuestra situaci�n como criaturas dependientes son a veces de naturaleza tan severa y apremiante, acompa�adas de consecuencias tan intrincadas, e incluso a los ojos de la sabidur�a humana tan claramente productivas de eventos fatales, que la raz�n nos mostrar� naturalmente el necesidad de solicitar alivio de un poder m�s ilimitado que el nuestro, y no puede, cuando se mejora adecuadamente, sino ense�arnos a apelar a ese Ser Supremo que dispone todas las cosas de acuerdo con el consejo infalible de Su voluntad.

(2) Y si prestamos atenci�n a las satisfactorias instrucciones de la revelaci�n, esto no solo nos mostrar� la necesidad de tal dependencia, sino que tambi�n nos har� conscientes de su utilidad y ventaja.

II. EN LO QUE SE PUEDE DICHO QUE HEMOS ESPERADO A DIOS.

III. LA NATURALEZA DE ESA SALVACI�N QUE �L HA PRODUCIDO PARA NOSOTROS, y la ben�fica tendencia de tal liberaci�n.

IV. ALGUNAS REFLEXIONES �TILES.

1. Es nuestro deber reconocer esas intervenciones favorables de la Omnipotencia, mediante las cuales se eliminan las calamidades nacionales o se previenen las angustias nacionales.

2. Ser�a muy vil e ingrato no regocijarnos en Su salvaci�n que �l nos ha permitido obtener tan oportunamente.

3. Considere las abundantes ventajas que pueden surgir, si no descuidamos neciamente de mejorarlo, de la bendici�n de la paz. ( RP Finch, MA )

Versículo 10

Moab ser� hollado debajo de �l

Esti�rcol de los juicios de Dios

Una vez que se ha completado el proceso de arado primario, nuestros campos se cubren con esti�rcol apropiado, para que la tierra se enriquezca, y se recogen cosechas m�s grandes en nuestros graneros.

En el mundo en general, que es la agricultura de Dios, sus juicios, que desfiguran y destruyen pa�ses y naciones, est�n claramente destinados, en su influencia m�s remota, a efectuar la subsiguiente fecundidad de esos mismos lugares: y los productos de la justicia, en mayor abundancia, se han reunido entre aquellas personas donde previamente se hab�a derramado toda la medida de la venganza Divina. "Cuando sus juicios est�n en la tierra, los habitantes aprender�n justicia". ( W. Clayton. )

El suelo abonado

Nuestro texto nos proporcionar� una ocasi�n para establecer e ilustrar el ayuno en que la venganza divina abrumar� a los enemigos de la Iglesia; y de su ruina vergonzosa resultar� ventaja para la causa y gloria para las perfecciones de la Deidad.

I. DIOS HA REVELADO SU IRA DEL CIELO CONTRA TODA LA IMPIDENCIA E INJUSTICIA DE LOS HOMBRES; y aunque tardan en ejecutar Sus amenazas, como algunos hombres cuentan con holgazaner�a, el d�a esperado de la venganza del Se�or llegar� con certeza y de repente.

1. Por muy exaltados que hayan sido los ofensores entre los grandes de la tierra, se ha manifestado el justo desagrado de Dios y la venganza los ha abrumado.

2. Como ninguna persona, por elevada que sea, est� exenta del control judicial del Alt�simo; de modo que no se encuentra ninguna parte del mundo donde no se haya proclamado esta verdad.

3. En cada �poca sucesiva, estas verdades han recibido una terrible confirmaci�n.

II. ESTAS SE�ALES PRUEBAS DEL DESAGRADO DE DIOS PROMUEVEN LOS MEJORES INTERESES DE SI�N y, en consecuencia, redundar�n en Su gloria.

1. Se afirma que una gran adhesi�n a la Iglesia en la tierra es la consecuencia inmediata de la ruina de Moab ( Isa�as 26:1 ). En un grado infinitamente m�s asombroso, la destrucci�n final de los enemigos de Sion preceder� al per�odo de su destinada perfecci�n en la tierra.

2. Es agradable ver la fortaleza y el establecimiento de Sion como resultado de la demolici�n de los planes que se formaron para su ruina.

3. La fecundidad rica y abundante de la Iglesia, el campo que Dios bendice, avanza con estas demostraciones de su ira vengativa.

III. CONCLUSI�N.

1. Se nos ense�a a cuya cultura estamos exclusivamente en deuda, si estos frutos de justicia son en nuestro caso el resultado de contemplar los juicios de Dios. El esti�rcol esparcido en el suelo s�lo har� que las malas hierbas, su producto natural, tengan un crecimiento m�s exuberante y repugnante; ni los juicios Divinos, sino para el cuidado y cultivo subsiguientes del Gran Labrador, promover�n el cambio saludable que se desea.

2. No es necesario que nuestra mente, al contemplar cualquier tipo de sufrimiento, vuelva a Aquel que fue magullado o trillado por nosotros; quien, soportando la indignaci�n del Se�or porque hemos pecado contra �l, fue pisoteado como lodo en las calles por hombres imp�os, y finalmente sufri� fuera del campamento; �Y tambi�n a los que, habiendo sido conformados a su muerte, fueron estimados como la desaparici�n de todos los hombres, de quienes el mundo no era digno?

3. Estime correctamente el invaluable privilegio de estar interesado en cultivar el cuidado del gran Labrador. ( W. Clayton. )

Moab

As� como el nombre �brit�nico� en nuestra propia guerra revolucionaria se convirti� en equivalente a �hostil�, sin perder su sentido espec�fico, as� los profetas podr�an amenazar a Moab con la venganza de Dios, sin querer excluir de la denuncia a otros enemigos afines. ( JA Alexander, Estados Unidos )

Versículo 11

Y extender� sus manos en medio de ellos

Explicaci�n

En Isa�as 25:11 a la figura es Moab, luchando en vano por salvarse en el agua del abono; en 11b ��l� es, por supuesto, Jehov�, quien frustra los esfuerzos hechos por Moab.

( Prof. SR Driver, DD )

Nadar para salvar

Este texto representa a Dios como un nadador fuerte, atacando para derribar la iniquidad y salvar las almas de los hombres.

I. NUESTRA CARRERA SE ENCUENTRA EN UNA CONDICION DE HUNDIMIENTO. A veces escuchas a personas hablar de lo que consideran las palabras m�s hermosas de nuestro idioma. Un hombre dice que es "casa", otro hombre dice que es "madre", otro dice que es "Jes�s"; pero te dir� la palabra m�s amarga de todo nuestro idioma, la palabra saturada de m�s angustia, la palabra que explica todo el desprecio y el dolor, el ultraje y la angustia; y esa palabra es "pecado". Dale una oportunidad justa y te inundar� en cuerpo, mente y alma para siempre.

II. ENTONCES �QU� QUEREMOS? �UN NADADOR, un nadador fuerte y r�pido! En mi texto lo tenemos anunciado.

1. Ha notado que cuando un nadador sale a rescatar a alguien, se quita la ropa pesada. Y cuando Cristo dio un paso adelante para salvarnos, se quit� las sandalias del cielo y sus pies quedaron libres; Dej� a un lado el manto de la realeza eterna y sus brazos quedaron libres; luego descendi� a la ola de nuestra transgresi�n, y subi� por encima de Sus pies heridos, y lleg� por encima de la pu�alada de lanza en Su costado; s�, se precipit� hacia el templo lacerado, la marca de la marea alta de Su angustia. Luego, elev�ndose por encima del diluvio, �Extendi� sus manos en medio de ellas, como el que nada extiende las extiende para nadar�.

2. Si alguna vez ha visto a un nadador, notar� que todo su cuerpo se pone en forma de placa. Los brazos est�n flexionados, las manos hacen retroceder el agua, las rodillas est�n activas, la cabeza se echa hacia atr�s para escapar de la estrangulaci�n, todo el cuerpo est� en propulsi�n. Y cuando Cristo salt� a lo profundo para salvarnos, arroj� toda su naturaleza en �l. Est�bamos tan lejos en el mar, y tan profundo en las olas, y tan lejos de la orilla, que nada menos que un Dios completo podr�a salvarnos.

3. Si alguien va a rescatar al ahogado, debe ser independiente, autosuficiente, capaz de ir solo. Cuando Cristo se lanz� al mar para librarnos, no ten�a salvavidas. "De la gente no hab�a nadie que pudiera ayudar". "Todos lo abandonaron y huyeron". Oh, no fue una flotilla la que naveg� y nos salv�. Era una Persona, independiente y sola.

4. Cuando uno est� en peligro, la ayuda debe llegar muy r�pidamente, o no ser� de utilidad. Ese es el tipo de alivio que desea el pecador. El caso es urgente, inminente, instant�neo. ( T. De Witt Talmage, DD )

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Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Isaiah 25". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/isaiah-25.html. 1905-1909. Nueva York.