Bible Commentaries
Isaías 37

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Ezequ�as. .. alquilar su ropa. .. y entr� en la casa del Se�or

La angustia de Ezequ�as

Ezequ�as probablemente era d�bil de cuerpo y, por lo tanto, hab�a perdido el verdadero valor de alma.

( J. Parker, DD )

El peligro debe llevar el alma a Dios

La mejor manera de frustrar los maliciosos designios de nuestros enemigos contra nosotros es ser conducidos por ellos hacia Dios y hacia nuestro deber, y as� sacarle carne al comedor. El Rabsaces ten�a la intenci�n de asustar a Ezequ�as del Se�or, pero prueba que lo atemoriza ante el Se�or. El viento, en lugar de apartarle del abrigo de viajero, le hace envolverlo m�s cerca de �l. ( M. Henry. )

Versículo 3

Este d�a es un d�a de problemas

El d�a de angustia de Ezequ�as

Acaz, el padre y predecesor inmediato de Ezequ�as en el trono de Jud�, se comprometi� a s� mismo, y pr�cticamente a sus sucesores, a pagar tributo a los reyes de Asiria.

Tal estado de vasallaje, sin duda, Ezequ�as, con raz�n, aunque peligrosamente, se neg� a continuar, y esto es lo que se quiere decir cuando se dice de �l que �se rebel� para ganar al rey de Asiria y no le sirvi� ( 2 Reyes 18:7 ). Podemos estar seguros de que cualquier negativa de Ezequ�as a reconocer al desp�tico rey de Asiria como su se�or supremo no pasar�a sin ser cuestionada, y de ah� la invasi�n de Senaquerib del reino de Jud� con el fin de obligar a la sumisi�n a lo que el rey de Jud�. objet� y se neg� a hacerlo. Esto es lo que constituy� el d�a de angustia de Ezequ�as. ( W. Alnwick. )

Dias de angustia

1. Ezequ�as, pero representa lo que ha sido la experiencia general del hombre, porque probablemente nunca ha vivido un hombre sobre la faz de la tierra cuya suerte no haya sido tener algunos d�as de problemas y molestias.

2. Si no podemos albergar una esperanza razonable de algo como la inmunidad contra los problemas, podemos, sin embargo, esforzarnos por vivir y actuar para que nuestros problemas no sean m�s de lo necesario. No se puede dudar que muchos se traen muchos problemas a s� mismos y se someten a muchos dolores de coraz�n y quemaduras de coraz�n, que nunca deber�an haber conocido, y probablemente no habr�an experimentado si hubieran seguido un curso de conducta diferente, un curso, tal vez, se�alado por aquellos dotados de mayor sabidur�a, prudencia y previsi�n de la que ellos mismos pose�an, pero que por su obstinaci�n de voluntad y determinaci�n injustificable de tomar su propio camino, fueron llevados a rechazar.

3. Por supuesto, no debemos pensar que debido a que muchos y grandes problemas recaen sobre un hombre, necesariamente ha actuado neciamente, ha actuado en oposici�n a cualquier ley de Dios, ya sea natural, religiosa o espiritual. Este fue solo el grave error en el que cayeron los amigos de Job.

4. Solo en el cielo la angustia ser� algo desconocido y donde todas las l�grimas ser�n enjugadas para siempre.

5. No podemos dejar de ver la importancia de estar bien preparados para los d�as de problemas antes de que seamos conscientes de su presencia con nosotros. Si somos lo suficientemente sabios como para prepararnos para ellos, su acercamiento no nos sorprender�, y estaremos en mejores condiciones para luchar con ellos y convertir lo que es un mal en s� mismo en una bendici�n, y tanta ayuda para nosotros. nosotros en nuestro viaje hacia el cielo.

6. No cabe duda de que a menudo una providencia sabia y bondadosa env�a los problemas con este mismo prop�sito.

7. Ahora s�lo me queda hacer unas pocas observaciones m�s sobre c�mo afrontar los d�as de angustia cuando, de ser un asunto de perspectivas o contingentes futuros, se han traducido en hechos reales y severos. Al lidiar con esos d�as, encontraremos mucha instrucci�n y gu�a que nos brinda el ejemplo de Ezequ�as al lidiar con su d�a de angustia. Tan pronto como Ezequ�as se enter� de la invasi�n de Senaquerib, entr� en la casa del Se�or, el refugio seguro del pueblo de Dios en el tiempo de angustia, all� en oraci�n para exponer tanto su problema como su causa ante Dios, y en la Al mismo tiempo, envi� a Eliaquim y Sebna al profeta Isa�as para desear que ese hombre de Dios elevara su oraci�n a favor del remanente que quedaba.

Se nos informa cu�l fue el bendito resultado de esta uni�n de oraci�n por parte del rey y el profeta. El d�a de la angustia termin�, y el sol, que un d�a estaba envuelto en tinieblas, al siguiente, resplandeci� brillante y claro, y todas las nubes fueron barridas del cielo. El proceder tomado por el rey de Jud� en su d�a de angustia y angustia debe recomendarse a todos los que se encuentran en circunstancias similares por su maravilloso �xito.

Es un hecho, a pesar del escepticismo burl�n de algunas personas, que la oraci�n es un poder realmente grande, y que como medio para la consecuci�n de fines compatibles y aprobados por la infinita sabidur�a y bondad, tendr� �xito cuando otros medios, los que los hombres, en su ignorancia, a veces eligen emplear como los mejores y m�s aptos, fracasan por completo en alcanzar el fin al que se aspira. ( W. Alnwick. )

Horas en las que los profetas tienen influencia

En medio de su angustia, Ezequ�as envi� "al profeta Isa�as, hijo de Amoz". Hasta ahora, Ezequ�as ten�a raz�n. Pudo haber ido �l mismo directamente por un acto de fe al Dios viviente, pero ten�a en cuenta la constituci�n de Israel y se vali� de las ordenanzas e institutos designados por el Cielo. Ezequ�as le dio a Isa�as a trav�s de Eliaquim un discurso pat�tico: �Este d�a es un d�a de angustia, de reprensi�n y de blasfemia.

�Hay horas en las que los profetas llegan a disfrutar de su m�xima influencia. Isa�as hab�a sido despreciado y ridiculizado, pero ahora ha llegado su hora, y se levanta como la �nica esperanza de Jud�. La pregunta era: �Qu� puedes hacer t�, Isa�as, para sacar a Israel de todo el peligro que ahora presiona al pueblo de Dios? En el sexto vers�culo vemos cu�n noblemente la actitud de Isa�as contrasta con la actitud de Ezequ�as. En lugar de que la palabra de inspiraci�n procediera del rey, sali� del profeta. ( J. Parker, DD )

Una crisis peligrosa

�Los ni�os han venido al nacimiento�, etc. Evidentemente una expresi�n proverbial de una crisis que se vuelve peligrosa por falta de fuerzas para enfrentarla ( Isa�as 66:9 ; Oseas 13:13 ). ( Prof. J. Skinner, DD )

Versículo 4

Eleva tu oraci�n por el remanente que queda

Oraci�n eficaz

I. LA PERSONA QUE DEB�A PARTICIPAR EN LA OBRA DE INTERCESI�N Fue una de gran eminencia en la Iglesia y la comunidad, un gran y buen hombre, un profeta del Se�or, y alguien que fue complacido con peculiar cercan�a a �l. Las personas de piedad eminente no se contentar�n con las solicitudes ordinarias al trono de la gracia; buscar�n hasta encontrar, y luchar�n hasta vencer. Este fue un d�a de angustia, como lo llama Ezequ�as; y por tanto, deber�a ser un d�a de oraci�n.

La intercesi�n es el deber de todos los santos. Pero aqu� los ministros deben tomar la iniciativa. Son los centinelas de la Iglesia y los que recuerdan a Dios. Sedequ�as, quien en un tiempo arroj� al profeta Jerem�as a un calabozo, en otro momento dese� interesarse en sus s�plicas y le envi� mensajeros, diciendo: "Ruega ahora al Se�or nuestro Dios por nosotros". Y Dios a menudo perdona a los imp�os por causa de los justos y en respuesta a sus peticiones, as� como la intercesi�n de Abraham fue aceptada por los habitantes de Sodoma.

II. AQUELLOS POR QUIENES SE PIDI� QUE ORAra EL PROFETA fueron �el remanente que qued�; un cierto n�mero conocido por Dios, y que permaneci� despu�s de que el resto fuere esparcido o destruido. Esto deber�a ense�arnos que aunque en nuestras oraciones no debemos olvidarnos de nadie, debemos estar particularmente atentos a nuestros hermanos cristianos, especialmente cuando estamos en un estado de adversidad. Nos conviene tambi�n estar atentos a las calamidades p�blicas y nacionales, as� como a las personales y privadas, y difundirlas ante el Se�or en oraci�n y s�plica.

III. Hay algo observable en cuanto a LA FORMA EN QUE SE PIDE LA INTERCESI�N DEL PROFETA. "Eleva tu oraci�n". Esta forma expresiva de hablar puede ense�arnos a recordar:

1. Que el glorioso objeto de la oraci�n es infinitamente exaltado.

2. La condici�n baja y mezquina del adorador.

3. El secreto de la oraci�n, de acuerdo con la direcci�n de nuestro Se�or, "Cuando ores, entra en tu aposento", etc. Elevar una oraci�n puede denotar lo mismo que expresa David al elevar el alma a Dios, en una eyaculaci�n mental y silenciosa.

4. La importunidad y el ardor de la oraci�n. Al elevar nuestra oraci�n a Dios, nuestro afecto debe elevarse, aunque nuestra voz sea baja y d�bil.

5. La espiritualidad y la mentalidad celestial de la persona comprometida.

6. Audacia y confianza, acompa�adas de la esperanza de ser escuchado y respondido.

7. El fin adecuado de la oraci�n, que no es acercarnos al Ser Divino, sino a nosotros mismos a �l. ( B. Beddome, MA )

Versículo 10

No dejes que tu Dios, en quien conf�as, te enga�e

Un consejo sat�nico

I. PONDEMOS ESTE CONSEJO SAT�NICO. Es una tentaci�n muy peligrosa por tres razones.

1. Porque apela al orgullo natural del coraz�n. Existe un instinto universal que hace que un hombre aborrezca la idea de ser enga�ado. Hay algo en la misma idea que despierta todo el orgullo latente en cada coraz�n.

2. No hay forma de disfrazar el hecho de que si Dios nos enga��, estar�amos en una situaci�n desesperada y, por lo tanto, hay fuerza en la tentaci�n.

3. Los m�todos del gobierno de Dios est�n m�s all� de nuestra comprensi�n, a veces parecen inclinarse hacia la sugerencia del tentador, - por las apariencias uno podr�a decir, "Dios nos va a dejar en la estacada".

II. VAMOS A DAR LA VUELTA Y ROMPEAMOS EL CONSEJO.

1. Podemos romperlo porque llega demasiado tarde. Si Dios es un enga�ador, ya estamos tan completamente enga�ados, y lo hemos sido durante a�os, que es bastante tarde en el d�a por venir y nos aconseja que no lo sea.

2. Podemos romperlo, porque si Dios nos enga�a podemos estar seguros de que no hay nadie m�s que no lo haga. De todo lo que sabemos de nuestro Dios, Su santidad, Su justicia y Su fidelidad, si �l puede enga�arnos, entonces estamos completamente seguros de que no hay nadie en quien confiar.

3. No hay ni un �tomo de evidencia para apoyar la difamaci�n. Escudri�a el mundo y ve si puedes encontrar a un hombre que diga deliberadamente: "He probado a Dios, he confiado en �l y �l me ha enga�ado".

4. Hay pruebas abrumadoras para refutarlo. El hombre nunca confi� en su Dios y fue avergonzado. El cielo, la tierra y el infierno declaran que Jehov� nunca ha enga�ado y nunca podr� enga�ar. ( AG Brown. )

Senaquerib contra Jehov�

Nunca antes en su experiencia, Senaquerib hab�a o�do hablar de un Dios que pudiera resistir su progreso; cre�a en el poder todopoderoso de Asur. ( B. Blake, BD )

Versículos 14-38

Y Ezequ�as recibi� la carta. .. y l�elo. .. y esparcirlo ante el Se�or

Oraci�n y liberaci�n de Ezequ�as

En las luchas, derrotas y triunfo final del antiguo pueblo de Dios en sus conflictos con las naciones circundantes, tenemos una clave para los prop�sitos de Dios con respecto al reino de Cristo y los reinos de este mundo; una clave para la interpretaci�n de los principios y poderes que subyacen al conflicto entre el pueblo de Dios y los incr�dulos de este mundo.

La mano de Dios est� en la historia de esta tierra; Su ojo est� sobre todos los hombres y Su o�do est� atento a sus consejos; en el momento apropiado y en el lugar apropiado, �l frustrar� todas las combinaciones del mal y llevar� a cabo todos Sus prop�sitos de justicia. No es por fuerza ni por poder que los creyentes triunfan sobre sus enemigos espirituales o obtienen sus victorias, sino por la interposici�n del brazo todopoderoso de Dios.

El cap�tulo anterior est� tan �ntimamente relacionado con el de nuestro presente estudio, que los dos deben leerse juntos. Jerusal�n estaba sitiada, o al menos amenazada de asedio y captura por parte del rey asirio. A pesar de todos los esfuerzos de Ezequ�as por comprar la paz para �l y su reino, el rey codicioso, altivo y m�s poderoso estaba decidido a estar satisfecho con nada menos que la posesi�n total y total de la propia Jerusal�n.

(Para un contexto hist�rico adicional, el lector debe consultar 2 Reyes 18:13 13-19; 2 Cr�nicas 32:1 .) El primer mensaje perentorio, con los orgullosos y blasfemos alardes de Senaquerib, puso a Ezequ�as en una gran angustia mental y profunda consternaci�n.

Apel� al profeta Isa�as, quien lo anim� a guardar silencio y confiar en Dios (vers�culos 1-7). Un rumor repentino de un ej�rcito marchando a su retaguardia provoc� una desviaci�n del prop�sito de Asiria, pero mientras tanto, envi� otro mensaje arrogante a Ezequ�as, advirti�ndole que no pod�a resistir e insinuando su regreso para capturar la ciudad. mensaje (vers�culo 14), y nuevamente perturb� a Ezequ�as, pero aparentemente su fe en Dios no se tambale�, por lo que recurri� nuevamente al templo y difundi� todo el asunto ante el Se�or y busc� ayuda y liberaci�n.

I. LA ORACI�N DE EZEQU�AS. Ezequ�as era un hombre justo, aunque no perfecto. Estaba habituado a la oraci�n.

1. El lugar y la actitud de la oraci�n. "Ezequ�as subi� a la casa del Se�or". Este era el terreno adecuado para hacer peticiones. Dios hab�a prometido encontrarse con su pueblo all� y escuchar y responder sus oraciones ( 2 Cr�nicas 7:14 ). Ahora no tenemos ning�n lugar en particular para orar, pero tenemos un Nombre por el cual suplicar: el nombre de Jes�s, y �todo lo que pidamos en Su nombre�, cumpli�ndose tambi�n otras condiciones, �nos ser� hecho.

�Jes�s es el verdadero� lugar de encuentro �entre Dios y su pueblo; �l es el verdadero terreno sobre el que se debe rezar. Por �l tenemos acceso a Dios ( Efesios 2:14 ). Entonces Ezequ�as hizo otra cosa. Tom� la carta altiva e insolente del Rabsaces y "la difundi� ante el Se�or". As� que debemos confiar en Dios y �en todo, con oraci�n y s�plica con acci�n de gracias, dar a conocer nuestra petici�n a Dios� ( Filipenses 4:6 ).

Con demasiada frecuencia planeamos nuestra propia liberaci�n o nuestro propio trabajo y luego le pedimos a Dios que lo ratifique, mientras que lo primero que debemos hacer es difundir el asunto de una vez por completo ante Dios, someti�ndonos con reverencia a Su plan y voluntad, buscando en Su sabidur�a lo correcto. cosas que hacer.

2. La direcci�n. Aqu� hab�a un recuerdo reverente de Su majestad y un llamado silencioso a Su poder, en el que tambi�n Ezequ�as renov� su propia confesi�n de fe: "Oh Se�or de los ej�rcitos, Dios de Israel". Israel estaba en problemas, y Dios era el Dios de Israel, no una mera deidad titular, sino el gran Dios de los ej�rcitos. �sta es una designaci�n familiar de Dios y Jehov�, y se refiere a Su soberan�a y poder universales.

"Que habita entre los querubines". Esta es una referencia al hecho de que Dios se hab�a complacido en hacer Su morada en el propiciatorio entre esas misteriosas figuras llamadas querubines, desde cuyo lugar siempre se inclin� bondadosamente hacia Su pueblo. Si los querubines simbolizan la encarnaci�n (de lo que, al menos, no tengo ninguna duda), entonces la referencia a la posici�n de Dios entre ellos, o, como dir�amos ahora, �Dios en Cristo�, es muy significativa.

David hizo un llamamiento similar para decir ahora: �Dios en nombre de Israel:� Escucha, Pastor de Israel; T� que habitas entre querubines, resplandece. Estimula tu fuerza y ??ven y s�lvanos �( Salmo 80:1 ). "T� eres el Dios, solo t�, de todos los reinos de la tierra". Los puntos de vista de Senaquerib eran que cada naci�n y reino ten�a sus propios dioses (36: 18-20), pero Ezequ�as atribuye a Dios no solo la soledad en Su ser, sino la unidad y la soberan�a universal sobre todos los reinos de la tierra.

Por lo tanto, pod�a interferir en los planes del rey asirio con el prop�sito de frustrarlos, as� como tambi�n salir en defensa de su propio pueblo peculiar; adem�s, hubo una refutaci�n y repudio de los presumidos dioses �dolos que hab�an sido comparados con �l. "T� hiciste los cielos y la tierra". Es un pensamiento favorito de Isa�as y de los antiguos profetas, y de hecho de todos los jud�os que fueron instruidos en el conocimiento de Dios, unir su poder redentor con su poder creativo. As� se entreg� Ezequ�as a todos los grandes atributos de Dios antes de comenzar su petici�n.

3. La s�plica. �Inclina tu o�do y oye, abre tus ojos y mira�. �Pasar�n todos los actos de este fanfarr�n vanidoso y orgulloso sin Tu observaci�n? �Pasar�n por Tu o�do todas sus palabras escandalosas con las que te ha derogado abiertamente? La verdadera oraci�n siempre se refiere a la gloria de Dios, por mucho que nuestros propios deseos y necesidades personales est�n involucrados en las cosas solicitadas. �No te enga�e tu Dios en quien conf�as� (vers�culo 10). "Se�or, refuta y deshazte de ese escandaloso discurso y reproche".

4. Confesi�n. Ezequ�as no ignoraba las dificultades que se le presentaban, los peligros a los que se enfrentaba, ni la veracidad de las afirmaciones de la carta sobre el poder de Senaquerib. "En verdad, Se�or, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones y sus pa�ses, y han arrojado sus dioses al fuego". Durante dos siglos hab�an tenido una firme carrera de conquista.

No se pod�a negar esto; y muchos de los pa�ses y reinos que hab�an sucumbido a su poder eran mucho m�s fuertes que el de Ezequ�as en ese momento. Por lo tanto, hubo cierta demostraci�n de verdad en lo que dijeron ( 2 Reyes 15:19 ; 2 Reyes 15:29 ; 2Re 16: 9; 2 Reyes 17:5 ; Isa�as 20:1 ).

La fe no ignora las dificultades ni cierra los ojos a los precedentes en los que el enemigo ha triunfado, pero luego es audaz en la creencia de que Dios puede; y que lo que puede parecer un fracaso se debe a otras causas adem�s de la falta de poder o la fidelidad al pacto por parte de Dios.

5. La fe en la que se hizo la oraci�n. Habiendo admitido Ezequ�as la proeza del gran enemigo, procede a decirle al Se�or que el triunfo de Senaquerib sobre otras naciones y sus dioses no prueba nada en este caso, por el hecho de que los dioses de las naciones no eran dioses en absoluto, sino meros �dolos de madera y piedra, obra de manos de hombres. Ezequ�as, al declarar as� su fe en Dios por encima de todos los �dolos, parece tambi�n invocar a Dios para que haga evidente esta verdad a los asirios. Aqu� su celo por Dios se eleva moment�neamente por encima de su ansiedad por Jerusal�n.

6. La petici�n. "Ahora pues, Se�or Dios nuestro, l�branos de su mano". Esta es la petici�n simple, breve y completa. Solo s�lvanos. No dictamos los medios, no dictamos la naturaleza de la salvaci�n. A veces, las oraciones m�s eficaces son las m�s breves. �Dios, ten misericordia de m�, pecador�, fue una oraci�n muy breve. Tambi�n lo fue �Se�or, s�lvame�, pero ambos fueron escuchados y respondidos; tambi�n lo fue el de Ezequ�as.

7. El argumento. El argumento de Ezequ�as est� todo reunido en esta consumaci�n, "para que los reinos de la tierra sepan que t� eres Jehov�, aunque s�lo t�". Los verdaderos creyentes anhelan siempre que otros puedan conocer a su Dios. Es correcto que deseemos que los nuestros conozcan a Dios, e incluso a nuestros amigos, pero es parte del verdadero esp�ritu cristiano desear que incluso nuestros enemigos conozcan a Dios, anhelar ver incluso a todas las naciones de la tierra. llevado a un conocimiento salvador de la verdad.

Esta fue una verdadera oraci�n misionera de Ezequ�as. A veces, el conocimiento de Dios solo se puede difundir mediante el derrocamiento de alg�n gran poder pol�tico o la eliminaci�n de alg�n enemigo gigantesco, como Asiria y Senaquerib. Result� ser as� en este caso.

II. LA ENTREGA. Despu�s de su oraci�n (no sabemos cu�nto tiempo despu�s), Isa�as, quien parece haber sido informado sobrenaturalmente de la oraci�n, y de la misma manera puesto en posesi�n de la respuesta de Jehov�, "envi� un mensaje a Ezequ�as", ya que �l hab�a presentado la asunto concerniente a Senaquerib a Dios en busca de ayuda y liberaci�n, su solicitud ser�a escuchada y respondida. Los siguientes vers�culos dan cuenta de la respuesta.

1. La promesa. La primera parte de esta promesa es en el sentido de que �la virgen hija de Sion te despreci� y se burl� de ti; la hija de Jerusal�n ha movido su cabeza contra ti �(vers�culos 22, 23). Esto parece ser no solo una respuesta al Rabsaces por su vana y blasfema jactancia, sino tambi�n una seguridad para Ezequ�as. La hija de Sion, como una doncella virgen, era en s� misma d�bil y desamparada; sin embargo, ella consideraba todas las amenazas de los asirios con desprecio y desprecio, y mov�a la cabeza en tono de burla hacia �l, ya fuera desafiando su ataque o sigui�ndolo con burla en su retirada de la ciudad.

Luego sigue un mensaje directo al asirio, en el que Dios lo reprende por sus jactanciosas blasfemias y le recuerda c�mo en las eras pasadas Dios ha derrocado y destruido a las naciones que se hab�an atrevido a oponerse a Jehov�. Luego se le dice que el ojo de Dios ha estado sobre �l, y que ahora Jehov� estaba a punto de �ponerle un garfio en la nariz� y sacarlo del pa�s con desprecio, sin ni siquiera darle la gloria de una batalla.

Luego sigue otra promesa al resto de Jud� de que nuevamente �echar�n ra�ces hacia abajo y dar�n fruto hacia arriba� (vers�culos 24-32). Luego viene de nuevo el "Por tanto" de Dios, concerniente a los asirios.

(1) �No entrar� en la ciudad�, ni siquiera lo suficientemente cerca para dispararle la primera flecha preliminar, mucho menos lo suficientemente cerca para usar escudos, o incluso levantar un terrapl�n contra ella con el prop�sito de un asedio. El ej�rcito de Senaquerib no estaba entonces bajo los muros, sino que se estaba reuniendo en la distancia, cuando la "carta" lleg� a Ezequ�as. Dios ahora le asegura al rey que no se acercar� a la ciudad. Deber�a ser liberado, y eso sin siquiera un asedio.

(2) "Defender� esta ciudad para salvarla por mi propio bien". Esto, por supuesto, significaba que, incluso sin la ayuda secundaria del hombre, �l lo defender�a de una manera sobrenatural, y eso por Su propio bien. El Rabsaces hab�a desafiado a Dios y despreciado su nombre, mientras se jactaba de su propia destreza o la de su rey. Dios reivindicar�a Su nombre y salvar�a Su ciudad mediante tal demostraci�n de poder sobrenatural, sin la intervenci�n inmediata del hombre, que no dejar�a ninguna duda en la mente de los asirios en cuanto al hecho de que el Se�or era Dios en verdad. De vez en cuando Dios ha hecho tales cosas solo para aclarar el testimonio y dejar a los hombres sin excusa para su oposici�n por motivos de ignorancia. Lo hizo con Fara�n, quien desafi� Su poder.

2. El cumplimiento. �Entonces el �ngel del Se�or sali� e hiri� en el campamento de los asirios ciento cuatro mil cinco; y cuando se levantaron por la ma�ana, he aqu� que todos eran cad�veres ". Esta fue una visita terrible. Tanto m�s que se hizo de noche y en perfecto silencio ( 2 Reyes 19:35 ). �Qui�n puede resistir sus juicios? �Qui�n es lo suficientemente fuerte para luchar contra Dios? Que los imp�os se maravillen antes de perecer por la reprensi�n de su rostro y el aliento de su boca.

3. La humillaci�n de Senaquerib. Debe haber sido una terrible humillaci�n para este orgulloso rey emprender su marcha por la misma ruta por la que se hab�a acercado a Jerusal�n, no cargado con el bot�n de la ciudad capturada, llevando a miles de los principales hombres y pr�ncipes, y al mismo rey Ezequ�as en su tren cautivo triunfal, pero con su ej�rcito destrozado para ser el linaje de los pa�ses que hab�a sometido, y un referente entre su propia gente.

Debemos imaginar que entr� en N�nive con tambores ahogados, o sin tambor alguno, con estandartes enrollados o arrastrados. Cuando Dios se levanta para humillar a los orgullosos, lo hace a fondo. Le esperaba otra humillaci�n. Subi� despu�s a la casa de su �dolo para adorar, no inmediatamente, porque parece haber vivido unos veinte a�os despu�s de esta derrota. Pero, en cualquier caso, en lugar de que su dios lo defendiera, y mucho menos le asegurara m�s victorias, sus propios hijos, que deber�an haber estado al lado y consolar a su padre, conspiraron juntos y lo mataron. As� termin� la carrera de este orgulloso fanfarr�n, y as� comenz� el declive de este gran poder asirio. ( GF Pentecost�s, DD )

Oraci�n y liberaci�n de Ezequ�as

Se dice de Ezequ�as que "confi� en el Se�or Dios de Israel". Con referencia a este lado de su car�cter, observemos algunas lecciones sugeridas por esta historia de su problema y su liberaci�n.

I. LA FE DESCUBRE A DIOS. El rey de Jud� necesitaba tal discernimiento para estar seguro de que Dios estaba de su lado. Debe haberse sorprendido cuando el comisionado asirio le dijo: �No creas que Jehov� tomar� parte de ti; este es el mensaje de mi maestro para ti: 'El Se�or me dijo: Sube contra esta tierra para destruirla' �. Esa no fue la primera ni la �ltima vez que los hombres malos reclamaron la autoridad divina.

II. LA FE PIDE A DIOS POR LIBERTAD. El ej�rcito de Jud� entendi� muy bien que no eran rival para los asirios: eran mucho m�s d�biles en n�mero y estaban desmoralizados por una larga experiencia de derrota y servidumbre. Sennacherib se hab�a esforzado por aumentar esta impresi�n. Cuando esta carta lleg� a Ezequ�as, "subi� a la casa del Se�or y la extendi� delante del Se�or". Ese era su privilegio, ese es el derecho de todo aquel que cree; es nuestra prerrogativa como hijos de Dios. �l nos ofrece ayuda en cada extremidad, solo requiriendo que sintamos nuestra necesidad.

III. LA FE INSPIRA LA FE. Ezequ�as �confi� en el Se�or�, pero no siempre. Como la mayor�a de los hombres, le resultaba m�s f�cil creer cuando ve�a el camino. Cuando el ej�rcito asirio se dirig�a hacia Jerusal�n, en la primera parte de su reinado, se asust�: se olvid� de su Dios y se olvid� de s� mismo, enviando incluso al invasor este mensaje humillante: �He ofendido; Vu�lvete de m�: lo que me pongas llevar� yo ( 2 Reyes 18:14 ).

Y su incredulidad se extendi�. La gente, que en el mejor de los casos ten�a poco esp�ritu, ahora, siguiendo a su l�der, se rindi� desesperada. Pero el rey, en su angustia, recibi� una inspiraci�n: un amigo hab�a sido levantado para su liberaci�n. Fue el profeta Isa�as; un hombre que supo confiar en el Se�or en todo momento; cuando el cielo estaba m�s oscuro, pod�a ver las estrellas m�s all�. Cuando, despu�s de la ca�da de Samaria, los l�deres propusieron una alianza con el rey egipcio, "No", dijo, "�ay de los que bajan a Egipto en busca de ayuda!".

�� Como p�jaros que vuelan, as� defender� el Se�or de los ej�rcitos a Jerusal�n; defendi�ndola tambi�n la librar� �. Esa fe inspir� a Ezequ�as, d�ndole un refuerzo de valor que muy pronto necesit�. Se reuni� y organiz� sus fuerzas para la defensa, y luego fue personalmente entre la gente, con la exhortante exhortaci�n: "S� fuerte y valiente", etc. Su fe inspir� fe en ellos.

IV. LA FE Vence (vers�culos 33-36). �Qu� liber� a Ezequ�as? No su generalidad; no su ej�rcito era �el �ngel del Se�or. ( TT Holmes. )

La carta de Senaquerib

Est� mal hablar con orgullo y profanamente, pero es peor escribir as�, porque eso argumenta m�s deliberaci�n y dise�o; y lo que est� escrito se difunde m�s, y dura m�s, y hace m�s da�o. El ate�smo y la irreligi�n escritos sin duda ser�n contados para otro d�a. ( M. Henry. )

La oraci�n de Ezequ�as

El profesor Cheyne se refiere a un sorprendente paralelo en la versi�n egipcia del derrocamiento de Senaquerib. �En esto, el monarca (Sethos) muy angustiado, entr� en el santuario interior, y ante la imagen del dios (Ptah) lament� el destino que le esperaba. Mientras lloraba, se qued� dormido y so�� que el dios ven�a y se pon�a a su lado, pidi�ndole que se alegrara y saliera valientemente al encuentro de la hueste �rabe (asiria), que no le har�a ning�n da�o, ya que �l mismo enviar�a los que deber�an ayudarlo ". ( Herodoto. )

La oraci�n es una v�a de escape

Conozco un antiguo castillo en una roca alta, que sol�a estar guarnecido por soldados. Desde el interior del castillo, un pasaje largo y sinuoso, excavado en la roca s�lida y llamado Agujero de Mortimer, conduce directamente debajo de la ciudad y se abre a una gran distancia. Era la v�a de escape para la guarnici�n en un caso de extrema. La oraci�n es una puerta de liberaci�n y nadie puede cerrarla. ( P�gina de IE. )

Oraci�n de ayuda respondida

�Cuando�, dijo una vez Sir Josiah Mason, �he hecho todo lo que he podido y no veo un camino claro, me digo a m� mismo, Dios me ayude. He sacado a relucir todo mi juicio, mi cerebro no puede hacer m�s, as� que, por favor, d�me un empuj�n ". "Y", agreg�, "me empujan, porque tan seguro como pido ayuda, la ayuda llega". ( Cr�nica de la Escuela Dominical. )

Versículo 23

�A qui�n has reprochado y blasfemado?

La idea salvadora de Isa�as de Dios

Isa�as en su d�a salv� a Jerusal�n al ense�arle al pueblo una mejor idea de su Dios. Durante cuarenta a�os hab�a sido testigo de un pensamiento m�s verdadero de Dios, y por fin lleg� la crisis y el triunfo de su habilidad pol�tica religiosa. Jerusal�n se habr�a rendido a Asiria si Isa�as no hubiera llevado finalmente al rey y al pueblo, en su desesperaci�n, a la fe en Dios de la que hab�a sido testigo durante cuarenta a�os.

A la hora en que el asirio estaba haciendo su r�pida marcha hacia la ciudad, dos pilares de la confianza del pueblo hab�an cedido por completo: su confianza en Egipto y su confianza en su religi�n. Isa�as les hab�a dicho una y otra vez que estos soportes estaban podridos y que ceder�an cuando llegara el choque. Y lo hicieron cuando por fin vino el azote de las naciones que hab�an arrasado otras ciudades antes de que llegara a Jerusal�n.

Por un momento, la picard�a de la desesperaci�n popular se ilumin� con una luz salvaje de pasi�n y jolgorio: "Comamos y bebamos", dec�an, "que ma�ana moriremos". Entonces lleg� la hora del triunfo de la verdad de toda la vida del profeta. Condujo a un pueblo sobrio y a un rey humilde al Santo de Israel ( Newman Smyth, DD )

La divina santidad y paternidad

La verdad hist�rica es que dondequiera que prevalece una mejor idea de Dios, los hombres son entregados. La lecci�n profunda, permanente y en todo momento muy necesaria es que la ense�anza m�s verdadera del profeta sobre Dios es para la salvaci�n de una ciudad. El tema sobre el que debemos preguntarnos es si estamos siendo salvados por ideas m�s verdaderas y m�s fuertes de nuestro Dios. �Estamos salvando nuestra sociedad, nuestro vecindario, nuestra ciudad, nuestra tierra mediante un conocimiento m�s noble de Dios?

1. �Espera lograr la redenci�n de los hombres mediante la educaci�n? Es un medio, un instrumento afilado para el bien o el mal, pero el Rabsaces podr�a blasfemar en dos idiomas. Tenemos que enfrentarnos a la pregunta: "�Qu� levadura es para mantener a la escuela misma de la corrupci�n moral?"

2. Pero se dice que se puede lograr mucho mediante la ciencia sanitaria y pol�tica. Indudablemente. Incluso Acaz hizo algo bueno cuando se ocup� del suministro de agua de Jerusal�n por temor a un sitio, aunque no escuch� una palabra de lo que Isa�as le dec�a junto al estanque superior en el campo del lavador. Pero si Isa�as no hubiera sido el coraz�n y el alma de la ciudad en su hora cr�tica, todo el trabajo que los reyes hab�an hecho en la reparaci�n de las murallas y el cuidado de los cursos de agua, nunca hubiera dejado fuera a los asirios. Tarde o temprano tendremos que ir al Dios de quien dependemos, si queremos construir algo de valor permanente.

3. �Cu�l es, entonces, nuestro mejor pensamiento salvador de Dios?

(1) Estamos llegando a conocer mejor la Paternidad Divina de los hombres.

(2) Sin embargo, esta primera verdad de la Paternidad Divina de los hombres, y Su Paternidad especial hacia el hijo de Su confianza y amor, no agota nuestro conocimiento redentor de Dios. Nuestro texto exalta al Santo de Israel. La visi�n de Isa�as de Aquel cuya gloria llena toda la tierra fue la visi�n del Santo. En la santidad del profeta vio las falsedades del atrio y al pueblo ardiendo como con fuego eterno.

Y cuando Jesucristo, en ese momento sublime del que San Juan ha dado testimonio en el cap�tulo diecisiete de su Evangelio, resumi� toda su ense�anza de toda la vida en su �ltima oraci�n por los disc�pulos, alz� los ojos al cielo y dijo: Padre. , Santo Padre, oh Padre justo.

(3) Hay una manera en particular por la cual nosotros, con toda nuestra mundanalidad, podemos ser llevados m�s plenamente al poder salvador de estas verdades de Dios. Es a trav�s de nuestro creciente sentido de la omnipresencia de Dios, de la inmanencia divina, de Emanuel, Dios con nosotros. ( Newman Smyth, DD )

Dios la defensa de su pueblo

Un magistrado en Hamburgo una vez levant� el dedo y le dijo al Sr. Oncken, el predicador bautista: ��Ve ese dedo, se�or? Mientras pueda levantar ese dedo, te bajar� ". �Puedo ver�, dijo el Sr. Oncken, �lo que t� no puedes ver; Puedo ver el poderoso brazo de Dios, y mientras ese brazo est� levantado para mi defensa, nunca podr�s derribarme ". ( Edad cristiana. )

Versículos 31-32

El remanente

La ra�z y el fruto del cristianismo

I. LOS REMANENTES QUE SE DICE HAN ESCAPADO. Verdaderamente, esta es una descripci�n de la Iglesia del Se�or en cada �poca. Estrecho es la puerta, etc. As� tambi�n ahora queda un remanente seg�n la elecci�n de gracia �. Este remanente que queda est� muy angustiado. Una caracter�stica peculiar de este peque�o remanente es que han escapado. Est�n separados de la gran mayor�a de profesores. Han escapado del poder reinante del pecado; de la sentencia de la ley; de uno mismo y de la confianza en uno mismo, y de toda aprensi�n de la segunda muerte.

II. Eche un vistazo a SU SER EL HIJO DE UNA TRIBU DISTINGUIDA. Aunque Jos� tuvo una exuberancia de bendiciones pronunciadas sobre �l por su cari�oso padre, y probablemente las comprendi� todas, tanto en el punto de vista temporal como espiritual; sin embargo, la verdadera dignidad descansaba sobre la casa de Jud�. Marque aqu� el sentido evang�lico de esta declaraci�n, que Jud�, los pocos escogidos, la propia Iglesia viviente del Se�or, tiene el cetro entre ellos, el cetro de justicia de su glorioso Se�or que surgi� de Jud�, y est� gobernando y reinando entre ellos. ellos. Se disfruta de su presencia, se sienten sus muestras de amor, se experimentan las alegr�as de su salvaci�n entre los que son una minor�a, el peque�o reba�o que �l ha elegido y redimido para s� mismo.

III. EL ORIGEN DE SU VIDA. Tienen ra�z. �Qu� es una ra�z? Es una vida oculta, oculta. Si no tienes m�s religi�n de la que se ve, no vale la pena que la poseas. El verdadero cristiano tiene una vida oculta. Es un principio constante y creciente. Incluso en las estaciones invernales y en los tiempos dif�ciles, deber�a haber por lo menos los frutos de la humildad y el abatimiento y la mansedumbre y la mansedumbre, los frutos de la mente de Cristo. Y esto est� echando ra�ces hacia abajo.

IV. SU TENDENCIA HACIA ARRIBA CON FRUTALIDAD. El creyente en Jes�s tiene una vida que siempre tiende hacia arriba. Si la tierra te satisface, tu religi�n no vale ni una gota. Los frutos que esta tribu lleva hacia arriba son diversos y abundantes. Se dice que �los frutos del Esp�ritu� son �amor, gozo, paz, longanimidad, bondad, mansedumbre, fe; Contra tales cosas no hay ley. Son forajidos, no hay ley para ellos. "Los frutos de la justicia son por Jesucristo". Observe su tendencia ascendente: "para alabanza y gloria de Dios". ( J. Hierros. )

El remanente

Los escritores sagrados suelen hablar de un "remanente" como el �nico heredero de las promesas. La palabra �remanente�, tan constantemente usada en las Escrituras, es la se�al de la identidad de la Iglesia, en la mente de su Divino Creador, antes y despu�s de la venida de Cristo. ( JHNewman, DD )

El remanente de dios

Podemos aprender

1. No albergar pensamientos mezquinos de nuestro Se�or, porque hay pocos cristianos sinceros.

2. Valorar la verdadera religi�n y sus profesores.

3. El celo de Dios por sus hijos al obrar liberaciones tan maravillosas para ellos, aunque son tan pocos en n�mero.

4. Reconozcamos nuestra dependencia de Dios, y consideremos a �l como nuestra �nica defensa y salvaci�n en tiempos de angustia, busc�ndolo, como lo hizo Ezequ�as aqu�, con devotas oraciones y s�plicas, y anhelando la ayuda de Su Iglesia y ministerio, como este rey hizo con el profeta Isa�as, para obtener de �l una respuesta de paz y amor. ( W. Reading, MA )

Enraizamiento y fructificaci�n

Esta es una promesa para animar a un pueblo abatido. Es la forma que tiene el vidente de mirar a trav�s de las nubes y encontrar la luz del sol. Jud� hab�a permanecido como un �rbol espl�ndido, con ra�ces profundas y ramas anchas. El hurac�n lo hab�a golpeado y fue arrancado de ra�z. Los reyes de Asiria hab�an ca�do sobre el pueblo de Dios como una escopeta de destrucci�n. Su clamor a Dios trajo de vuelta la seguridad de que Su mano todav�a estaba sobre los reyes de Asiria y que ten�a una gran esperanza que ofrecer a Jud�, la esperanza de que el remanente creciera de nuevo, echando ra�ces hacia abajo y dando fruto hacia arriba.

No se necesita un gran comienzo para lograr un gran crecimiento. Arraigar por el bien de fructificar: es un pensamiento b�blico familiar. "Ser� como �rbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en su tiempo". En la par�bola, la semilla que creci� tan r�pidamente se sec� porque no ten�a ra�z. La higuera que no dio fruto se sec� desde la ra�z. Y as� sucesivamente, probablemente veinte veces en las Escrituras, donde el enraizamiento y la fructificaci�n est�n conectados.

Por supuesto que observa la simple naturalidad de la misma. Eso es a lo que estamos acostumbrados en todas partes. Eso es lo que debemos esperar en la vida espiritual. Los �rboles y las plantas echan ra�ces hacia abajo y dan fruto hacia arriba. Tambi�n las almas; cada uno en su suelo apropiado y cada uno en su fruto apropiado, pero por procesos que son tan naturales en un caso como en el otro. No se puede explicar el proceso en ning�n caso sin Dios; lo necesitas al principio, en el progreso y al final.

Y lo encuentra obrando a trav�s de las leyes que ha promulgado. La vida espiritual no es una excepci�n al resto de la ronda de la vida; es la misma vida natural, tiene sus leyes tan nativas de ella como las leyes naturales son nativas del resto de la vida. Luego observa c�mo el enraizamiento es invisible, subterr�neo, impensable, y la fructificaci�n est� por encima del suelo, en evidencia, a la luz. Aqu� se pone al desnudo la necesidad de la vida interior y tambi�n de la vida exterior.

Ninguno es indiferente al otro. No quieres ra�ces por s� mismas y no puedes tener fruto sin ellas. Si vas a mejorar la calidad del fruto, a menudo debes empezar por un mejor cuidado de la ra�z. En ese hecho radica uno de los enigmas de la historia y de la vida humana. No es dif�cil saber cu�ndo empez� a aparecer la fruta, pero la ra�z siempre resulta desconcertante. Por tanto, es dif�cil encontrar la influencia de la fruta que ya tiene sobre la fruta m�s madura y rica.

Tomemos la esfera de la educaci�n. No es dif�cil saber cu�ndo apareci� la primera escuela que podr�a llamarse con justicia una escuela p�blica; pero es absolutamente imposible encontrar qui�n origin� primero la idea de la que es fruto: la idea de la igualdad de los derechos mentales de los hombres. Es bastante seguro que hubo un tiempo en que esa idea no dio frutos, si es que existi�. Y es evidente, tambi�n, que el fruto de los a�os de las escuelas ha reaccionado a la idea ra�z, agrandando y mejorando.

Ahora tenemos mejores escuelas porque tenemos una mejor idea b�sica a partir de la cual cultivarlas. Y as� llegamos a una palabra sobre las dos partes de nuestra vida personal: esta vida ra�z invisible que estamos viviendo y la vida fruct�fera que estamos destinados a vivir. Siempre existe el peligro de que uno sea descuidado en el cuidado del otro. Por un lado, hay muchos que buscan desarrollar la vida interior, como por s� misma, buscando obtener una nueva belleza interior, gracia y seguridad, sin dejar que la vida interior se afirme en la vida exterior vista.

Por otro lado, hay algunos que se preocupan bien por la vida exterior, hacen mucho por el Maestro, est�n activos en toda buena obra, pero se preocupan poco por la vida interior, la vida ra�z, de la cual debe crecer la vida vista si sea ??una vida segura. Ambos son dignos de elogio por lo que hacen; cada uno debe ser advertido por lo que no hace. La vida que est� escondida con Cristo en Dios debe ser vista por los hombres para la gloria de Cristo.

�No ve usted, una medida de ocultaci�n y una medida de publicidad, una cierta ocultaci�n de la vida y una cierta revelaci�n de la vida, un grado de secreto y un grado de apertura? Los hombres a los que m�s admira, sospecho, son hombres que siempre parecen tener una cierta reserva de poder, pero no son hombres que viven detr�s de barreras, a quienes nunca se acercan con ning�n sentido de compa��a. Tienen una vida interior, un arraigo hacia abajo, fuera de tu vista, y no lo olvidas al tratar con ellos; pero tambi�n tienen una vida exterior asertiva, fruto de esa vida interior.

Ll�velo un poco m�s lejos en la vida personal hacia los fundamentos de la religi�n. Cada uno de nosotros lleva consigo un cierto conjunto de convicciones, un cierto conjunto de art�culos de credo, que son su propiedad personal e inviolable. Pueden ser similares o diferentes al paquete de cualquier otra persona. Hay algunos de nosotros cuyas posesiones de esta manera son muy peque�as, y tendemos a pensar que los credos y las doctrinas no son importantes; vamos a la acci�n, a la conducta.

Decimos que el mundo no te juzga por lo que crees, sino por lo que haces. Y hay una medida de verdad en ello, por supuesto: pero �somos tan ignorantes como para no conocer el poder de una poderosa convicci�n? �No nos damos cuenta de la tremenda energ�a de | �Una ra�z de fe que da frutos? Por tanto, no basta con decir que hacemos esto o aquello que es bueno. Eso est� dando fruto hacia arriba; Pero el poder de dar fruto y la calidad del fruto, su poder de alimentar y refrescar al mundo, ser� limitado, est�n seguros de ello, por la cantidad de fuerza que han reunido las ra�ces de la vida.

Deben ir lejos y profundo, o las ramas pronto se atrofiar�n y morir�n de hambre. Este mismo principio de ra�z y fruto se aplica a la iglesia de Cristo. Ha habido momentos de acento equivocado en cualquiera de las dos fases de la vida. A veces, la iglesia ha parecido existir por s� misma, cuid�ndose de s� misma, contando que su tarea termin� cuando lo hizo y descuidada de ese verdadero fruto que debe ser su gloria.

Luego ha habido ocasiones en las que, en el gozo de dar fruto, se ha descuidado la fuerza interior de la iglesia. Ese es un fuerte acento en la ra�z de la iglesia, su credo, su vida interior. Por otro lado, �qui�n no ha observado la debilidad de la mera reuni�n de personas en torno a ning�n est�ndar en particular? Ese es un extremo. No son pocas las iglesias que tocan el otro extremo. La predicaci�n es fiel y veraz, las personas est�n bien adoctrinadas en la fe, sostienen las grandes verdades del evangelio sin vacilar, pero no hacen un ataque exitoso contra el mundo.

Y la misma necesidad y el mismo peligro no solo est�n en el p�lpito, sino tambi�n en los bancos. Supongo que hay pocas iglesias cuya gente no est� llamada a un cuidado constante en mantener el equilibrio entre las demandas de su propia iglesia, que es obra de ra�z, y las demandas del reino en general, que es obra de frutos. Aparece marcadamente en materia de benevolencia. Siempre hay unos pocos para quienes es un dolor casi positivo ver que el dinero se va de la iglesia.

Algunos resienten todo lo que se destina a misiones extranjeras; algunos todo lo que sale a cualquier parte. Se regocijan mucho m�s con una gran donaci�n para gastos locales que con una gran donaci�n para caridad o misiones. Por otro lado, hay algunos que descuidan las demandas de la iglesia local, se irritan por las llamadas a ella, se sienten atra�dos por lo externo. No he descrito las bases de ninguna iglesia en estos extremos, pero he indicado las dos l�neas de riesgo a las que est� sujeta una iglesia.

Porque cada uno es un peligro. Uno es un aumento de la ra�z y un retraso en el crecimiento del fruto; el otro es una magnificaci�n del fruto y un descuido de la ra�z. Pero no se puede expresar el hecho esencial de enraizar y dar frutos en t�rminos de dinero. No cede a ning�n t�rmino que no sea el de la vida. Dejando la iglesia como una organizaci�n, deje que su mente se vuelva a usted mismo como un cristiano vivo, destinado a echar ra�ces hacia abajo y dar fruto hacia arriba.

La Palabra aclara cu�l debe ser la tierra de ra�z del cristiano: "Para que, arraigados y cimentados en el amor, crezc�is en �l en todas las cosas". De los primeros cristianos se dijo: "Mira c�mo se aman unos a otros". La fuerza de la iglesia en la historia ha sido la comuni�n �ntima que ha unido a su gente y los ha convertido en un solo cuerpo. Su poder interior ha residido en gran parte en su arraigo en el amor.

Pero no solo en eso. La Palabra nuevamente nos invita a ser arraigados y edificados en Cristo mismo. Ah� radica el poder real, el env�o de la ra�z de la vida m�s y m�s profundamente en �l, hasta que el alimento de la vida provenga de �l. Hemos visto innumerables empresas que comenzaron en nombre de la religi�n, florecieron como lo hizo la semilla de la par�bola y pronto se marchitaron, sin que sus ra�ces se vieran hacia la tierra de alimentaci�n.

Y lo que ha aparecido as� en gran parte aparece en muchas vidas de forma peque�a. Los hombres individualmente tambi�n se esfuerzan por dar fruto sin arraigarse en Cristo, sin sacar de �l la savia de vida misma de su ser. Dios mantiene a Su iglesia fiel a su suelo, enraiz�ndola en el amor, enraiz�ndola en Aquel que es la vida misma de Dios revelada a nosotros los hombres para nuestra salvaci�n. ( CBMcAfee, DD )

Versículo 33

No entrar� en esta ciudad

Los temas trascendentales involucrados en la derrota de Senaquerib

Quiz�s no nos damos cuenta de la magnitud de la crisis, no solo en la vida y la suerte de Isa�as, sino en la historia de los jud�os y, la consanguinidad, del mundo en general.

No es exagerado decir que si Senaquerib hubiera tomado Jerusal�n, con toda probabilidad humana los jud�os habr�an dejado de existir como naci�n, y el mundo no habr�a estado preparado para la venida de Cristo. Todav�a no hab�an llegado a un punto en su formaci�n en el que la vida nacional y la religi�n pudieran haber sobrevivido a una calamidad como la que un siglo m�s tarde se apoder� de Jerusal�n en la �poca de Jerem�as; y hay muchas razones para creer que si hubieran sido llevados cautivos ahora, simplemente habr�an sido absorbidos por el paganismo, como sin duda lo fueron las diez tribus. ( Edward Grubb, MA )

Jerusal�n y Leyden

El sitio de Jerusal�n nos recuerda el sitio de Leyden en d�as posteriores. Guillermo el Silencioso (como lo hab�a hecho Ezequ�as antes que �l) puso su �nica confianza en la liberaci�n de Dios. En la �ltima noche del asedio, y cuando la ayuda del hombre parec�a desesperada, Dios vino en su ayuda, y con Su oc�ano y tempestad libr� a Leyden, e infundi� tal terror en sus enemigos, que cuando amaneci�, los espa�oles hab�an huido, presa del p�nico, durante la oscuridad. Leyden se sinti� aliviado, y cada persona dentro de sus muros se dirigi� a la gran iglesia para regresar gracias al Dios Todopoderoso. ( Cr�nica de la Escuela Dominical. )

Liberaci�n

La historia del pueblo de Dios es una historia de liberaci�n que se repite con frecuencia. Hace a�os, el sult�n de Turqu�a declar� que todo misionero cristiano ser�a desterrado en un d�a determinado. Los cristianos se reunieron en ferviente oraci�n y uno dijo: "El gran Sult�n del universo puede cambiar todo esto". �l hizo. El sult�n de Turqu�a muri� el mismo d�a que hab�a nombrado para la expulsi�n de los misioneros, y se les permiti� quedarse. ( JSDrummond. )

Versículo 36

Entonces el �ngel del Se�or sali�

La destrucci�n del ej�rcito de Senaquerib

La narraci�n no dice aqu� (pero ver Isa�as 30:30 ) qu� medios secundarios, si es que se usaron, no excluye el uso de medios secundarios. Como se�ala Dean Plumptre, un historiador moderno se detendr�a en los detalles de la pestilencia. Para Isa�as, que hab�a aprendido a ver en los vientos a los mensajeros de Dios ( Salmo 104:4 ), no era nada m�s que el "�ngel del Se�or". ( Tiempos expositivos. )

Un paralelo en la historia inglesa

En la historia inglesa hay un paralelo sorprendente con los acontecimientos de este per�odo de la historia jud�a. Eduardo VI, bajo la tutela de Cranmer, hab�a establecido una forma pura de culto religioso en Inglaterra. A su muerte, la reina Mar�a trastorn� todo y llev� al retiro a aquellos que escaparon de los incendios de Smithfield por su lealtad a la fe protestante. Con Isabel amaneci� una nueva era, y la vida religiosa del pa�s se manifest� con gran entusiasmo, resultando en el derrocamiento de la Armada.

El reinado de Acaz fue semejante al de Mar�a; con el ascenso de Ezequ�as comienza un reinado como el de Isabel, teniendo en su curso la magn�fica derrota de las huestes de Senaquerib por el brazo del Se�or. ( B. Blake, BD )

Versículo 38

Sus hijos lo hirieron con la espada

La ignominia de Senaquerib

La historia sagrada parecer�a implicar que este desastroso final lleg� de inmediato; pero aqu� veinte a�os de ignominia no cuentan para nada.

"Los molinos de Dios muelen lentamente, pero se muelen hasta convertirse en polvo". Senaquerib muri� en 681 a. C., unos doce a�os despu�s de Ezequ�as. ( B. Blake, BD )

Hijos de Senaquerib

Los dos parricidas huyeron a la tierra de Ararat, por lo tanto a Armenia Central; La historia armenia deriva de ellos las tribus de los sassunianos y arzrunianos. De la casa real de este �ltimo, entre los que era com�n el nombre propio Senaquerib, surgi� Le�n el armenio, a quien Genesio describe como de sangre asirio-armenia. Si es as�, no menos de diez emperadores bizantinos pueden considerarse descendientes de Senaquerib. ( F. Delitzsch, DD )

Humillaci�n de Napole�n I.

Napole�n dijo que "Dios siempre estuvo del lado de los batallones m�s grandes", y Dios arroj� la mentira a sus dientes. ( SK Hocking. )

El fin de la ambici�n mundana

Tomemos a los gobernantes m�s grandes que jam�s se hayan sentado en un trono. Alejandro, que llor� porque no quedaban m�s naciones por conquistar, por fin prendi� fuego a una ciudad y muri� en libertinaje. Hannibal muri� por el veneno administrado por �l mismo. C�sar, habiendo conquistado trescientas ciudades, fue apu�alado por sus mejores amigos. ( GS Bowes. )

.

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Isaiah 37". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/isaiah-37.html. 1905-1909. Nueva York.