Bible Commentaries
Isaías 38

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-8

En aquellos d�as estaba Ezequ�as enfermo de muerte

La enfermedad de Ezequ�as: el marco hist�rico

No puede sorprendernos ahora retroceder a la �poca en que Jerusal�n todav�a estaba bajo el cetro desp�tico de Asiria, ya que el prop�sito de la pieza final ( Isa�as 37:36 ) era simplemente una anticipaci�n para completar el cuadro de los �ltimos problemas asirios. relatando su terminaci�n como lo predijo Isa�as Isa�as 31:8 ).

( F. Delitzsch, DD )

El pasaje paralelo

( 2 Reyes 20:1 ) var�a m�s de lo que tenemos ante nosotros que en el cap�tulo anterior. En la medida en que son paralelos, la narraci�n de Reyes es m�s minuciosa y circunstancial y, al mismo tiempo, m�s exactamente cronol�gica en su disposici�n. Por otro lado, el Salmo es totalmente deficiente en ese pasaje. Todas estas circunstancias favorecen la conclusi�n de que el texto que tenemos ante nosotros es el primer borrador y el otro una repetici�n de la mano del mismo autor. ( JA Alexander. )

La enfermedad y la recuperaci�n de Ezequ�as

Esta enfermedad y recuperaci�n de Ezequ�as de las puertas de la muerte, fue un evento de tal importancia nacional que le hizo encontrar un lugar apropiado aqu�, as� como en los libros hist�ricos. Porque el trono de David, hasta donde sabemos, no ten�a heredero en este momento; y la muerte de Ezequ�as pudo haber sido seguida por alg�n interregno, anarqu�a y toma de la corona por un soldado, que apresur� la ca�da del reino de Efra�n.

Tal fracaso en la sucesi�n, en tiempos de depresi�n y desorganizaci�n nacional, estar�a pre�ado de maldad incluso en Inglaterra ahora; y debemos recordar que en Judea entonces, como en todos los gobiernos orientales y patriarcales todav�a, el car�cter personal del soberano hereditario era de una importancia para el pueblo que ha perdido en gran medida, aunque no del todo, en todos los pa�ses de Europa. excepto Rusia, contrastamos el car�cter y los actos de Ezequ�as con los de su inmediato predecesor y sucesor, y veremos en qu� momento fue que el intervalo por el cual su reinado separ� al de ellos deb�a prolongarse quince a�os;

Y as� esta crisis en la vida personal de Ezequ�as - el hecho no se puede negar, aunque aqu�, como en tantos casos similares, nuestra filosof�a no puede rastrear la conexi�n de causa y efecto se convirti� en el tipo y s�mbolo de la crisis similar en el vida de la naci�n: tambi�n estaba enferma de muerte, y Dios le concedi� un nuevo per�odo de vida despu�s de que pas� la ayuda del hombre. ( Sir E. Strachey, Bart. )

La enfermedad de Ezequ�as

Cuando el profeta vino a �l por primera vez, se dirigi� a �l con palabras que indicaban claramente la gravedad de la enfermedad. �As� ha dicho Jehov�: Pon tu casa en orden�, etc. Por lo tanto, no podemos pensar que se trataba de un simple for�nculo ordinario que afectaba al rey. Tampoco tenemos ning�n fundamento para suponer, como algunos han sugerido, que la enfermedad fue la bubo-peste, lo que no ocurre como un caso aislado, y no tenemos evidencia que nos lleve a pensar que prevaleci� alguna epidemia de tal enfermedad.

Pero podr�a haber sido, y probablemente fue, un �ntrax, que a menudo es algo muy severo y doloroso, que pone en peligro y, a menudo, termina con la vida de quien lo sufre. Para ello una cataplasma de higos ser�a un remedio local adecuado, ya que en la actualidad existen cataplasmas de diversa �ndole. Pero, sin duda, la recuperaci�n del rey fue por interposici�n divina, mediante la cual se evit� el peligro para la vida, y de la cual la prescripci�n de Isa�as no era m�s que un s�mbolo.

La respuesta a su oraci�n, acompa�ada de la promesa de que al tercer d�a subir�a a la casa del Se�or, es prueba suficiente de que la curaci�n de una enfermedad por la que hab�a sido llevado a las puertas de la muerte no fue provocada por medios naturales. ( Sir Risdon Bennett, MD, LL. D. )

�Cu�l fue la enfermedad de Ezequ�as?

Mi amigo, el Dr. Lauder Brunton, me dice que le ha llevado a ver la enfermedad como una �amigdalitis�, por la similitud de los s�ntomas descritos por Isaiah con los de algunos casos de angina (amigdalitis). �En muchos casos�, dice el Dr. Brunton, �que he visto, los dolores en los huesos han sido tan severos que atraen la atenci�n del paciente, con exclusi�n de toda menci�n de dolor de garganta.

Si Ezequ�as sufr�a de amigdalitis, su comparaci�n de un le�n rompi�ndose los huesos es muy acertada, y la hinchaz�n de las am�gdalas tambi�n explicar�a la alteraci�n en su habla, que lo hizo 'parlotear como una grulla o una golondrina'. Los higos secos ser�an casi la �nica cataplasma que podr�a aplicarse al for�nculo en sus fauces, y la r�pida maduraci�n del fur�nculo inflamado en la garganta afectada por el cataplasma explicar�a la r�pida recuperaci�n �. ( Sir Risdon Bennett, MD, LL. D. )

Cada enfermedad es una peque�a muerte

He o�do decir que toda enfermedad es una peque�a muerte; por tanto, Dios nos env�a muchas peque�as muertes para instruir nuestra preparaci�n para la gran muerte. Cuanto m�s a menudo muere un hombre, mejor sabr� morir bien. ( T. Adams. )

El vaso de un enfermo

I. EL MENSAJE enviado a Ezequ�as cuando estaba enfermo.

1. El tiempo.

2. La persona a quien se envi�.

3. La persona por quien fue enviado.

4. El mensaje en s�. "Pon tu casa en orden".

5. La raz�n por la que se le aconseja al rey que lo haga. Morir�s y no vivir�s.

II. EL COMPORTAMIENTO DE EZEQU�AS cuando escuch� el mensaje.

1. Volvi� la cara hacia la pared.

2. �l or�.

3. Llor� profundamente. ( R. Hachet, DD )

Enfermedad de Ezequ�as

1. Estas palabras nos presentan a una persona

(1) del rango m�s alto

(2) en la flor de la vida

(3) y la marea plena de prosperidad, presa de una enfermedad mortal: un caso que deber�a recordarnos, al m�s seguro de todos nosotros, cu�n incierta es nuestra condici�n aqu� en la tierra.

2. Por la bondad de Dios, se le envi� un profeta para advertirle de la preparaci�n que su estado requer�a; y la misma bondad ha provisto que todos ustedes sean amonestados frecuentemente de lo mismo por los ministros de su Palabra. .

3. La amonestaci�n que se le dio fue el medio para prolongar sus d�as en paz y comodidad: y las que se te den, si se reciben de la manera correcta, pueden, tanto natural como providencialmente, contribuir a procurarte vidas m�s largas y felices en este mundo; y ciertamente te llevar� a una vida de felicidad eterna en el pr�ximo. ( T. Seeker, LL. D. )

Los deberes de los enfermos

El texto menciona las obligaciones de las personas enfermas:

I. RESPETANDO A SUS COMPA�EROS. "Pon tu casa en orden". Esta direcci�n bien puede ampliarse para comprender:

1. Debida reglamentaci�n de todos los asuntos que interesen a los enfermos.

(1) El punto principal al que los hombres deben apuntar al resolver sus asuntos temporales es la justicia; y una de las ramas m�s evidentes de la justicia es el pago de deudas.

(2) Adem�s de aquellos a los que com�nmente se les llama acreedores, hay otro tipo: me refiero a aquellos a quienes les hemos hecho da�o y les debemos restituci�n.

(3) Pero como todos tenemos, m�s o menos, necesidad de pedir perd�n, otro de nuestros deberes evidentemente es concederlo a nuestro turno: cuando otros nos han utilizado mal, no �recompensar� o desearles �mal por mal�. . " El expediente al que, se dice, algunos han recurrido, de perdonar si mueren y de vengarse si viven, es un ardid tan tonto para enga�arse a s� mismos y burlarse de Dios, como el coraz�n humano puede concebir.

(4) Lo siguiente, despu�s de proveer para el pago de nuestras deudas, y que, as�, debe hacerse en salud, pero mucho m�s en enfermedad que en nada, es disponer del resto de nuestra sustancia. La regla principal es que no debemos ser gobernados en ella por afectos fantasiosos, mucho menos por resentimientos reprobables.

2. Asesoramiento adecuado a todas las personas con las que est�n relacionados los enfermos.

II. RESPETANDO M�S INMEDIATAMENTE A DIOS YA SUS PROPIAS ALMAS. "Entonces Ezequ�as or� al Se�or". Su oraci�n, de hecho, si toda ella queda registrada en las Escrituras, fue solo para que se recuperara; una solicitud que, por el bien p�blico, ten�a razones urgentes para hacer en primer lugar. Y dado que se le concedi� instant�neamente, no tuvo necesidad de dirigirse m�s a Dios, en relaci�n con su enfermedad, m�s que mediante acci�n de gracias, lo cual hizo.

Pero los que tienen necesidades m�s extensas en ese momento est�n autorizados y obligados a ampliar en proporci�n el tema de sus discursos al trono de la gracia; y, por tanto, me esforzar� por comprender bajo este ep�grafe todos los deberes religiosos de los enfermos.

1. El primer principio de todo respeto a Dios es la fe. De hecho, hay personas muy buenas que, en su enfermedad, se ven tentadas a la incredulidad parcial o incluso total. Y si se les sugiere alguna aparente raz�n para ello, deben investigar y oponerse a respuestas razonables.

2. Autoexamen.

3. El arrepentimiento que requiera nuestro caso.

4. Los enfermos deben ser muy constantes en todos los dem�s ejercicios de piedad privada. Porque como est�n separados de la vida activa, tienen m�s tiempo libre para la contemplaci�n religiosa. Y como quieren toda la mejora y el consuelo que puedan tener, recibir�n el m�ximo de ambos elevando frecuentemente sus corazones al "Dios de la paciencia y la consolaci�n". ( T. Seeker, LL. D. )

La enfermedad y la recuperaci�n de Ezequ�as

I. ESTA ENFERMEDAD FUE MUY GRAVE, por varias razones.

1. Por la naturaleza de la enfermedad, que se supone que ha sido pestilente.

2. El dolor de su malestar se agrav� con la sentencia que el profeta le pronunci� en nombre de Dios. La esperanza de recuperaci�n, que contribuye mucho a la curaci�n de cualquier moquillo, le fue arrebatada.

3. La enfermedad de Ezequ�as y la sentencia de muerte se amargaron con esta consideraci�n, que iba a ser cortado en la fuerza de su edad. Este acortamiento de la vida siempre fue estimado como una de las calamidades de nuestra condici�n mortal; especialmente en una posici�n tan alta y feliz como la de un rey. David or� en contra de ella, diciendo: "Dios m�o, no me lleves a la mitad de mi edad".

4. Lo que hizo que Ezequ�as tuviera m�s ganas de dejar el mundo en este momento fue que no ten�a un hijo que lo sucediera en su trono.

II. SU PETICI�N la hace cumplir con los siguientes argumentos.

1. Le ruega a Dios que recuerde c�mo hab�a caminado ante �l en verdad y con un coraz�n perfecto.

2. Mientras que otros reyes hab�an sido demasiado propensos a consultar su facilidad e intereses carnales en la pr�ctica de la religi�n, Ezequ�as ten�a un celo verdadero y completo por la gloria de Dios en todo lo que hac�a.

III. Lo inst� con llantos y l�grimas importunos, QUE PREVALABAN CON DIOS PARA ESCUCHARLO Y CONCEDER SU PEDIDO. ( W. Reading, MA )

Atenci�n suprema a las preocupaciones espirituales

(con Lucas 10:42 ): - Reflexionemos&mdash

I. SOBRE �LA �NICA COSA NECESARIA� , es decir , la religi�n viva.

II. SOBRE EL CONSECUENTE DEBER DE "PONER NUESTRA CASA EN ORDEN, sabiendo que moriremos y no viviremos". (W. Graham. )

La sinceridad de Ezequ�as

Este vers�culo ( Isa�as 38:3 ) no es una protesta airada, ni un auto-elogio ostentoso, sino una apelaci�n a la �nica prueba satisfactoria de su sinceridad. ( JA Alexander. )

Pon tu casa en orden.

Mortalidad humana

I. Aqu� hemos puesto ante nosotros EL HECHO DE NUESTRA MORTALIDAD. "Morir�s y no vivir�s". Cu�n aptos somos para pensar en la muerte de otras personas, pero no en la nuestra. Estamos listos para decir: ��Oh! No era de extra�ar que muriera un ni�o peque�o y d�bil; no era de extra�ar que muriera un hombre o una mujer anciana y desgastada; no era de extra�ar que esa persona enferma muriera ". Y cuando nos enteramos de muertes repentinas, por alguna extra�a enfermedad o accidente, tenemos la sensaci�n secreta de que no es probable que nos suceda lo mismo a nosotros.

Hab�a algo peculiar en su condici�n o circunstancias, que los hac�a m�s abiertos que nosotros a esa espantosa visita. Sin embargo, �por qu� todo este necio ocultamiento de la verdad? Hasta que seamos capaces de enfrentar esta verdad con valent�a y paz, no habr� ning�n consuelo real para nosotros en este mundo. Cuando nuestro Padre Todopoderoso que est� en los cielos nos env�a un mensaje como este: "Morir�s, y no vivir�s", no es para afligirnos ni afligirnos, sino s�lo para despertar en nosotros esos pensamientos que son necesarios para nosotros en nuestro estado actual del ser.

II. C�MO DEBEMOS "PONER NUESTRA CASA EN ORDEN", ??para poder afrontar con serenidad tanto la llegada real de la muerte como el pensamiento de su llegada. Para el mejor de los hombres, la proximidad de esa �ltima hora terrible es un momento de profunda solemnidad.

1. El primer punto en este trabajo es ver que nuestra esperanza por la eternidad est� colocada sobre un fundamento correcto; y no se puede encontrar otro m�s que lo que Dios mismo ha puesto para que edifiquemos, es decir, Sus propias misericordias gratuitas en Su amado Hijo, Jesucristo.

2. Si queremos "poner nuestra casa" verdaderamente "en orden", debemos recordar que hay una obra que se debe realizar en nosotros, as� como para nosotros. "�Sin santidad nadie ver� al Se�or!" ( JW Colenso, DD )

Preparaci�n para el fin de los tiempos

I. LA ACCI�N URGIDA. "Pon tu casa en orden". Nos referimos&mdash

1. A los asuntos temporales. Esto es evidente en la traducci�n m�s literal: "Encarga de tu casa".

2. A asuntos espirituales.

II. LA RAZ�N. �Porque morir�s, y no vivir�s�.

1. La muerte es segura para todos.

2. El momento es incierto; por lo tanto, es deber de todos estar preparados.

3. El tiempo puede estar muy cerca.

4. Los mejores hombres necesitan una preparaci�n especial.

Ezequ�as no era un mal hombre, pero ten�a un mensaje especial. As� que Dios a menudo se burla de un momento de enfermedad como una advertencia especial. �Cu�nto mejor y m�s feliz ser� cada hombre si ha puesto su casa en orden! ( Homilista. )

Pensamientos de a�o nuevo

El primer domingo del a�o nuevo es sin duda, con todo ministro de Cristo que ve con los ojos y el amor de un verdadero pastor sobre su reba�o, un tiempo para:

1. Reprensi�n general.

2. Protesta.

3. Aliento piadoso.

I. LA AUTORIDAD DE LA COMISI�N. Vino directamente de Dios por boca de Su profeta; y todo lo que proviene de Dios debe estar caracterizado por los atributos de Dios, debe llevar la impresi�n de Su sabidur�a, debe estar pre�ado de los prop�sitos de Su amor.

II. LA SUDENCIA DE LA COMISI�N. �C�mo debe haber sobresaltado al rey en su cama!

III. LA SUSTANCIA DE LA COMISI�N. �Pon tu casa en orden� - esta es la direcci�n; �Porque morir�s, y no vivir�s� - esta es la condenaci�n. T� eres el hombre sobre el que est� puesta la marca, esto lleva los reflejos a casa. �Cu�ndo morir�? �C�mo morir�? �Morir� una muerte dura o pac�fica? �Morir� como un pecador impenitente y desesperado, o como un santo perdonado, redimido y gozoso? ( TJ Judkin. )

Preparaci�n para la muerte

El hecho de que estemos preparados para la muerte har� que nunca llegue antes, pero s� mucho m�s f�cil; y aquellos que son aptos para morir son los m�s aptos para vivir. ( M. Henry. )

Contemplando el momento de la muerte

Quiz�s el momento m�s terrible de nuestras vidas es cuando nos sentimos por primera vez en peligro de muerte. Toda nuestra vida pasada entonces parece ser una nube de palabras y sombras, totalmente externas a las realidades del alma. No solo la ni�ez y la juventud, la felicidad y la tristeza, las esperanzas ansiosas y los temores perturbadores, sino incluso nuestra comuni�n con Dios, nuestra fe en las cosas invisibles, nuestro conocimiento de nosotros mismos y nuestro arrepentimiento, parecen ser visiones de la memoria.

Todo se ha vuelto severo, duro y espantoso. Es como si fuera el comienzo de una nueva existencia; como si hubi�ramos pasado bajo un cielo m�s fr�o, y en un mundo donde cada objeto tiene una nitidez de contorno casi demasiado severo para ser visto. Veamos qu� debemos hacer cuando Dios nos advierte.

I. DEBEMOS HACER NOSOTROS MISMOS ESTA PREGUNTA: �Hay alg�n pecado, grande o peque�o, de la carne o del esp�ritu, que cometemos voluntaria y conscientemente? �sta es, de hecho, la crisis de toda nuestra vida espiritual. Por el consentimiento en un pecado, un hombre es culpable de todo el principio de rebeli�n. Un hombre santo no es un hombre que nunca peca, pero que nunca peca voluntariamente. Un pecador no es un hombre que nunca hace nada bueno, sino que voluntariamente hace lo que sabe que es malo. Toda la diferencia est� dentro de la esfera y la br�jula de la voluntad.

II. A CONTINUACI�N DEBEMOS BUSCAR Y VER SI HAY ALGO EN QUE NUESTRO CORAZ�N EN SUS SECRETOS AFECCIONES EST� EN VARIENCIA CON LA MENTE DE DIOS; porque si es as�, entonces todo nuestro ser est� en desacuerdo con el de �l.

III. Una tercera prueba por la cual ponernos a prueba es LA CAPACIDAD POSITIVA DE NUESTRO SER ESPIRITUAL PARA LA FELICIDAD DEL CIELO. Cuando San Pablo nos invita a seguir la �santidad, sin la cual nadie ver� al Se�or�, seguramente quiso decir algo m�s que una cualidad negativa. Sin duda quiso decir con �santidad� expresar las aspiraciones activas de naturaleza espiritual, sedientas de la presencia de Dios.

IV. Hay DOS CONSEJOS BREVES que conviene a�adir.

1. Que nos esforzamos siempre por vivir para ser semejantes al estado de los hombres justos hechos perfectos.

2. Que muchas veces ensayamos en vida la �ltima preparaci�n que debemos hacer en la muerte. ( HE Manning, DD )

Ezequ�as advirti�

1. Fue advertido.

2. Fue advertido religiosamente. Isa�as fue encargado de la inteligencia.

3. Se le advirti� con consideraci�n. No iba a morir al d�a siguiente, iba a tener tiempo de poner su casa en orden. A veces sentimos que preferimos no tener ese tiempo y, sin embargo, hay una dispensaci�n misericordiosa en el arreglo que le da al hombre la oportunidad de acercarse tranquilamente al final. ( J. Parker, D. D. )

"Pon tu casa en orden"

�Qu� significa este mandato judicial?

I. QUE DEBEMOS DAR CUENTA DE NUESTRA MAYORDOM�A.

II. QUE DEBEMOS SER DILIGENTES EN NUESTRO TRABAJO DIARIO

III. DEBEMOS APRENDER A DEJAR NUESTRAS POSESIONES Y MANTENERNOS LISTOS PARA DEP�SITAR. ( C. Schwartz. )

El pensamiento habitual de la muerte no dolorosa

Llegar� necesariamente el tiempo en que a todo hombre que viva se le dir�n estas palabras: Dios mismo las hablar� en los tratos manifiestos de su providencia, haci�ndonos saber esto de alguna manera que nuestro propio coraz�n interpretar� instintivamente. �Por qu� deber�amos tener miedo de pensar en la muerte?

1. �Responde usted que hay en el hombre un amor natural por la vida? Sin duda la hay. Pero, �qu� es, entonces, esa vida verdadera que est� m�s all�, y para la cual el acto de partida, que llamamos muerte, no es sino la entrada?

2. � O dices que somos naturalmente repelidos por la mortalidad y que rehuimos pensar en la carne sin vida y en descomposici�n? Lo admito, y hay una lecci�n necesaria y saludable en su amargura, porque �c�mo podemos saber qu� es el pecado sin una peque�a concepci�n de lo que es la muerte? Pero ruego que esto sea solo por un tiempo, hasta que el cuerpo resucite en gloria. El horror es para los que viven y miran a los muertos.

3. � O dices que temes a la muerte porque detendr� para siempre todos los planes y actividades de la vida? �Crees que el estado en el que entraremos ser� una calma pasiva? Cada sugerencia y palabra en las Escrituras me parece que apunta a algo muy diferente.

4. � O dices que te alejas de la idea de no volver a ver los cielos azules y las dulces flores, y perder todas las vistas y los sonidos que hacen que este mundo sea hermoso? Una vez m�s, creo que est�s equivocado. Ciertamente, todas las im�genes de la Biblia sugieren una conclusi�n diferente.

5. � O dices que temes a la muerte porque no puedes soportar pensar en separarte de tus seres queridos y perder esa dulce relaci�n y ese feliz intercambio de afecto mutuo que brota del amor? Bueno, toda separaci�n es dolorosa; pero en s� misma, y ??necesariamente, esta separaci�n s�lo necesita ser por un tiempo - una breve separaci�n, con una reuni�n eterna m�s all� de ella, cuando, libres de los peque�os obst�culos que estropean un amor perfecto en la tierra, renovemos un afecto puro. consagrado para siempre por la presencia visible de Dios.

6. �Dices que temes pensar en la muerte porque no est�s seguro de tu estado ante Dios? �Ah! aqu� llegamos al secreto m�s profundo de todos, la verdadera fuente del malestar con el que los hombres piensan en su mortalidad. "El aguij�n de la muerte es el pecado", etc. El Padre Eterno est� dispuesto a perdonar; el Hijo Eterno suficiente para expiar; el Esp�ritu Eterno todopoderoso para convertir y santificar; Listo; mejor dicho, todo suplicante, invitante, recriminatorio, suplicante.

7. �Dices que temes pensar en la muerte porque el pensamiento entristece y oscurece la vida? Seguramente esto ya no es cierto, si, aceptados en Cristo Jes�s, tenemos paz con Dios. ( E. Garbett, MA )

Prepar�ndose para el final

I. La preparaci�n para la muerte es un deber inmediato, porque NO PUEDES DECIR LO QUE PUEDE TRAER UN D�A.

II. DEBE SER UNA PREPARACI�N TRANQUILA, DELIBERADA E INTELIGENTE. No con p�nico, prisa o tristeza.

III. HAY UN DIOS QUE SE ENCUENTRA, cuyos ojos inspeccionar�n la casa.

IV. EXISTEN ASUNTOS IMPORTANTES QUE DEBEN AJUSTARSE DERIVADOS DE NUESTRAS RELACIONES HUMANAS. ( Revisi�n homil�tica. )

Morir�s

Muerte

I. MUERTE.

1. En sus causas. La principal causa de muerte fue el pecado. Pero la causa inmediata y activa de la mortalidad es la fragilidad de nuestros cuerpos.

2. En su naturaleza. �Qu� es morir! No es para terminar con nuestra existencia. Estamos bien seguros de que nada en el ser puede dejar de ser, ni por s� mismo ni por la influencia de otros seres finitos, sino �nicamente mediante el ejercicio del poder omnipotente del Creador. Morir es someterse a una soluci�n de nuestro modo de existencia actual, en el que el alma inmaterial se separa del cuerpo material, y de ah� en adelante existe solo por un tiempo; mientras que el cuerpo, desprovisto de vida, pierde las cualidades necesarias para conservar su sustancia, se desorganiza y se resuelve en sus elementos primitivos.

�Cu�n cerca est� este mundo del pr�ximo! La sabidur�a y la bondad de Dios han designado un lecho de enfermedad para que sea el precursor general de la muerte. Con esto �l repite solemnemente, y hace cumplir, Sus otras mil advertencias para nosotros y, en nuestro aislamiento de los compromisos y placeres del tiempo, nos da una nueva oportunidad de familiarizarnos con las cosas de la eternidad y hacer las paces con �l. Pero Su sabidur�a descubre de qu� manera nuestro coraz�n enga�oso nos ense�ar� a abusar de Su misericordia, y �l provee contra el mal. Si siempre hubi�ramos tenido la advertencia y la oportunidad de la enfermedad, podr�amos descuidar a Dios hasta que nos fuera dado; y Dios, quiz�s, por lo tanto, ha dispuesto que la muerte a veces venga sin previo aviso.

3. En sus consecuencias. No los ver� como afectan el cuerpo: dej�moslo, sin vida y fr�o, en el ata�d estrecho y en la tumba silenciosa, esperando la trompeta del arc�ngel. Los efectos de la muerte en el alma incluyen, sin duda, la ampliaci�n de sus capacidades, as� como su entrada en el gozo o la miseria eternos.

II. SU PERSONALIDAD. "T�." El joven. Aquellos en la flor de la vida. Los de edad madura, etc.

III. SU CERTEZA. "Morir�s".

1. �Qu� ha sido de toda nuestra raza: Ad�n, No�, etc.?

2. �D�nde est�n las multitudes que han poblado tu ciudad en los �ltimos d�as? Todos los que han vivido antes que nosotros han muerto, y todos los que ahora viven est�n muriendo. ( J. Badcock, LL. B. )

Muerte a veces repentina e inesperada

He conocido a la novia que muere el d�a de su boda, el comerciante cuando atiende a sus clientes, el jugador en el escenario, el cl�rigo en su p�lpito, el humilde cristiano de rodillas en oraci�n, el jurador pronunciando su maldici�n, el ladr�n con su bot�n a su lado. ( J. Badcock, LL. B. )

El cuerpo humano, hermoso pero fr�gil

El hermoso cuerpo del hombre es imposible considerarlo afectado por su fragilidad. Un distinguido fil�sofo, al surgir del estudio de la estructura humana, qued� tan impresionado con esto y con la naturaleza complicada de su maquinaria, y las innumerables partes que deben cumplir debidamente sus funciones para continuar la existencia, de momento a momento, que �l Temblaba y tem�a moverse, no fuera que, al desordenar a alguno de ellos, cayera al suelo un cad�ver. ( J. Badcock, LL. B. )

"La biograf�a de la muerte"

�La biograf�a de la muerte� era el t�tulo de un serm�n predicado por un famoso ministro de Londres. Porque la muerte ha tenido un parentesco, un nacimiento, una historia, una carrera de conquista y victoria, una coronaci�n y un reino, un comedor espantoso y un s�quito de sirvientes y, finalmente, �un historial de desastre, derrota y muerte! El �ltimo enemigo en ser destruido es la Muerte. ( Revisi�n homil�tica. )

Ezequ�as advirti�

�Hay alg�n significado peculiar en el anuncio? No deber�a haberlo. Toda vida es una advertencia de que vamos a morir. ( J. Parker, DD )

Encarando la muerte

Cuando el m�dico le dijo al general Grant que su enfermedad era fatal y que podr�a hacer r�pidamente su terrible trabajo, por un momento pareci� perder, no el coraje, sino la esperanza. Era como un hombre mirando dentro de su tumba abierta. No estaba consternado de ninguna manera, pero la vista segu�a siendo espantosa. El conquistador mirando a su inevitable conquistador: el severo soldado al que los ej�rcitos se hab�an rendido, mirando el acercamiento de ese enemigo al que incluso �l deb�a ceder. ( HO Mackey. )

Mirando por encima del borde

Un ministro piadoso al que le gustaba visitar a sus enfermos y moribundos los s�bados por la tarde, un hermano ministro, que se reuni� con �l en esta misi�n un d�a, le pregunt� por qu� hac�a esto, en lugar de quedarse en casa y preparar sus sermones. �l respondi�: "Me gusta echar un vistazo al l�mite". A veces es una bendici�n para un hombre verse repentinamente al borde de su propia vida, mirarlo con seriedad y oraci�n, y luego volver a la vida las lecciones que ha aprendido all�. ( Cr�nica de la Escuela Dominical .)

Muerte, el toque de la campana del toque de queda

Guillermo el Conquistador estableci� el toque de toque de queda. El significado de esa campana de toque de queda, que son� en el tiempo, era que todos los fuegos deb�an apagarse o cubrirse con cenizas, todas las luces deb�an apagarse y la gente deb�a irse a la cama. Pronto para nosotros sonar� el toque de queda. Los fuegos de nuestra vida se convertir�n en cenizas y entraremos en el sue�o, el sue�o fresco, espero que el sue�o bendito. Pero no hay tristeza en eso si estamos listos. Lo m�s seguro que puede hacer un cristiano es morir. ( T. De Witt Talmage, DD )

Una vida verdadera, la mejor preparaci�n para la muerte.

Un viejo esclavo, cuando su m�dico le dijo que estaba al borde de la muerte, dijo: �Bendito sea, doctor, no deje que eso le moleste; para eso he estado viviendo ". ( Cr�nica de la Escuela Dominical .)

Versículos 2-3

Entonces Ezequ�as volvi� su rostro hacia la pared

El rostro de Ezequ�as se volvi� hacia la pared

El significado obvio es la pared de la habitaci�n, hacia la que se volvi�, no solo para ordenar sus pensamientos o para ocultar sus l�grimas, sino como una expresi�n natural de fuerte sentimiento.

( JA Alexander. )

Autojubilaci�n

El enfermo vuelve el rostro hacia la pared para retirarse a s� mismo y a Dios. ( F. Delitzsch, DD )

Un rechazo natural a la muerte

La voz son� con naturalidad mientras suplicaba al Se�or. El anciano quiere morir; �l dice, estoy viviendo entre extra�os: �qui�n es �l! �y quien es ella? que son esas personas cual es su ocupacion! No s� d�nde estoy: vivir� en el pasado sagrado. Pero el joven de mediana edad no quiere morir. El ni�o no quiere ir a descansar a las nueve de la ma�ana. Sentimos como si tuvi�ramos una llamada para trabajar. ( J. Parker, DD )

El rostro de Ezequ�as se volvi� hacia la pared

El lugar de honor en una habitaci�n del Este es un �ngulo del apartamento, de modo que cualquiera que sea el lado al que se voltee Ezequ�as, su rostro estar� contra una pared y quedar� protegido de la observaci�n. ( EWShalders, BA )

La s�plica de un buen hombre

1. Los hombres santos a veces mencionaron sus buenas obras ante el Se�or, en su oraci�n a �l ( Nehem�as 13:14 ; Jeremias 15:15 ).

2. Cuando mencionaron sus buenas obras ante el Se�or, lo hicieron, en su mayor parte, cuando estaban en problemas.

3. No los mencionaron como causas meritorias de lo que rezaron ( Nehem�as 13:22 ).

4. La raz�n por la que mencionan sus buenas obras en ese momento es:

(1) Para que inclinen m�s al Se�or a la misericordia; porque el Se�or est� m�s dispuesto a mostrar misericordia a los que se esfuerzan por vivir de acuerdo con sus leyes que a los que las descuidan.

(2) Para que pudieran sostenerse contra la flaqueza que pudiera asaltarlos, siendo propensos por naturaleza a ello; porque el testimonio de una buena conciencia produce denuedo para con Dios ( 2 Corintios 1:12 ; 1 Pedro 3:21 ).

Adem�s, Ezequ�as podr�a tener una raz�n especial para impulsarlo a mencionar sus buenas obras, y es esta, porque el Se�or le hab�a hecho una promesa a David ( 1 Reyes 2:4 ). En ese momento, Ezequ�as no ten�a un hijo que lo sucediera en el trono. ( W. Day, MA )

Y Ezequ�as llor� dolorosamente

Las l�grimas de Ezequ�as

En estas l�grimas podemos descubrir

I. UN TEMOR A LA MUERTE COM�N A LA NATURALEZA HUMANA.

1. Este temor a la muerte tiene una causa moral. �Cual es la causa? Una conciencia del pecado y una aprehensi�n de sus consecuencias. Suponiendo que el hombre habr�a muerto, si no hubiera pecado, su muerte, suponemos, en ese caso, habr�a estado libre de todo lo terrible.

2. Este temor a la muerte tiene un ant�doto moral. "�Oh muerte, d�nde est� tu aguij�n?" &C. Aquellos que aplican este remedio, en lugar de temer la mortalidad, granizan; ellos "desean partir", etc.

II. LA INCAPACIDAD DEL MUNDO PARA ALIVIAR LA NATURALEZA HUMANA. Ezequ�as era un monarca. Su hogar era un palacio, y los grandes hombres de la naci�n eran sus asistentes voluntarios. Cualquier riqueza que pudiera conseguir, pod�a conseguirla a sus �rdenes; y, sin embargo, con tanto mundo, �qu� pod�a hacer por �l? �Podr�a levantarlo de su doloroso lecho? �No! �Podr�a silenciar un suspiro o enjugar una l�grima? �No! En verdad, lo m�s probable es que sus posesiones terrenales y su esplendor se sumaran a la espantosa idea de la muerte. El mundo no tiene poder para ayudar al alma en sus dolores y deseos m�s profundos. El alma llora en los palacios.

III. EL PODER DE LA ORACI�N PARA AYUDAR A LA NATURALEZA HUMANA. Estas l�grimas eran l�grimas tanto de oraci�n como de miedo, y su miedo estimul� su oraci�n. �Y cu�l fue el resultado de esta oraci�n? "He visto tus l�grimas; he aqu�, a�adir� a tus d�as quince a�os". Este es un ejemplo notable del poder de la oraci�n, y se registra aqu� para animar a nuestra naturaleza sufriente a dirigir sus clamores al cielo. ( Homilista )

La angustia y la oraci�n de Ezequ�as

Ezequ�as hab�a tratado de servir a Dios fielmente y se le hab�a ense�ado a esperar largos d�as como recompensa. La misma conciencia de su integridad y de su deseo de honrar al Se�or en presencia de su pueblo debi� haber aumentado su angustia. �Cu�l hab�a sido la falla fatal en su servicio que le hab�a tra�do esta inesperada fatalidad? La vida y la inmortalidad no se hab�an enfrentado. La muerte, para �l, parec�a un destierro de la presencia del Se�or.

En la tumba no pudo alabarlo; muerto, no pudo celebrar Su gloria ( Isa�as 38:11 ; Isa�as 38:18 ). Dos veces dice: "Me acabar�s". Rara vez nos damos cuenta de cu�nto le debemos a esa resurrecci�n que levant� el velo que se extendi� sobre todas las naciones.

Pero Ezequ�as nos ense�a cu�nta fuerza, consuelo y gozo se pueden encontrar en la comuni�n con Dios en esta vida. Su experiencia terrenal, que pens� que llegar�a a su fin, era, despu�s de todo, parte de la vida eterna. El v�vido sentido del hebreo de la presencia de Dios con �l en esta vida, si fuera m�s generalmente la nuestra, har�a nuestro temor m�s reverente, nuestra obediencia y sumisi�n m�s completas, y pondr�a fin a gran parte de ese ate�smo pr�ctico que prevalece en el mundo de los Estados Unidos. hoy dia.

No perdamos el consuelo del mensaje que Isa�as trajo a su rey: "He escuchado tu oraci�n, he visto tus l�grimas". Nuestras oraciones pueden ser ignorantes y miopes, puede que no sepamos por qu� orar como deber�amos, pero nuestras l�grimas no se pasan por alto. Cuando nuestra tristeza se queda muda, las l�grimas hirvientes que cuentan el dolor de nuestro coraz�n, conmueven la piedad divina y suplican por nosotros con m�s elocuencia que cualquier palabra que podamos enmarcar. �En todas nuestras aflicciones, �l es afligido�: creer esto es ser consolado. ( EW Shalders, BA )

La oraci�n de Ezequ�as en la aflicci�n

I. LAS CIRCUNSTANCIAS QUE LLEVARON A DICTAR ESTA ORACI�N.

1. Ezequ�as estaba muy afligido. La naturaleza exacta de su enfermedad puede ser dif�cil de determinar. No hay base para la vaga suposici�n de que estaba afligido por la plaga que destruy� a los asirios. La enfermedad probablemente era "un hervor febril" (Ewald), o "un solo carbunco formado debajo de la parte posterior de la cabeza" (Thenius), o "fiebre que termina en un absceso" (Meade). La palabra shejin, traducida como hervir, significa estrictamente inflamaci�n.

El crudo estado de la ciencia m�dica entonces har�a fatales muchas enfermedades que ahora se eliminan f�cilmente. El cuerpo est� sujeto a m�ltiples enfermedades. Pocos tienen una salud perfecta. Sin duda, una mejor salud vendr�a de h�bitos m�s sabios y una fe m�s sencilla. Pero muchas causas de enfermedad son indefinibles. Un cuerpo enfermo a menudo ayuda al crecimiento del alma. Proyecta la sombra de la eternidad sobre el p�fano. Despierta la oraci�n de la manera m�s cruel. Acerca a los que oran m�s a Dios.

2. Ezequ�as cre�a que su aflicci�n ser�a "de muerte". Probablemente alent� una esperanza de recuperaci�n hasta que lleg� Isa�as; aunque, como nos informa Josefo, �los m�dicos se desesperaron de �l y no esperaban ning�n resultado positivo de su enfermedad; como tampoco sus amigos �. La esperanza muere duramente en el pecho de un enfermo. Isa�as, quiz�s, hizo lo que ninguno de los m�dicos o cortesanos de Ezequ�as estaba dispuesto a hacer.

�l entreg� fielmente el mensaje divino. Fue un deber doloroso. Se debe advertir a los moribundos. No hacerlo es una falta de bondad y un pecado. Todos tienen que hacer algunos preparativos cuando la muerte llega inesperadamente. Es necesario poner en orden la casa del alma y la finca.

3. Ezequ�as se encontr� con la muerte con gran desgana. Los hombres generalmente se acobardan ante la muerte en su primer acercamiento. El Dr. Johnson sostuvo que ning�n hombre se enfrentaba a la muerte por voluntad propia. Sin duda, muchos lo han hecho. Pero enfrentarse a la muerte sin desgana no es una prueba directa de la idoneidad para la eternidad. Recuerda "Weary of the World" de Bunyan. Los buenos pueden no estar dispuestos a morir. Ezequ�as no estaba espiritualmente desprevenido. Estaba reacio a morir ...

(1) De la natural aversi�n que sienten los hombres hacia la muerte. Estaba en la flor de la vida. Su dominio de todas las cosas terrenales era firme. La edad afloja el agarre. �l ve tiempo de tranquilidad y prosperidad amaneciendo en su reino, y desea vivir para disfrutarlo.

(2) No ten�a heredero. Es cierto que Manas�s, quien le sucedi�, no era entonces cuerno, porque veinte a�os despu�s ten�a s�lo doce a�os; y la tierra a�n no hab�a comenzado a recuperarse de los estragos tard�os, por lo que su muerte habr�a dejado a la naci�n en una condici�n distra�da, y probablemente la habr�a expuesto a muchas calamidades nuevas �(Kitto).

(3) No tuvo esa clara revelaci�n de inmortalidad que nosotros, como cristianos, poseemos. Considerar�a la muerte como si estuviera "separada de la tierra de los vivos", como si descendiera al silencio. Cristo no hab�a abierto el reino de la inmortalidad a los ojos de los hombres. Esta vida era para �l y se aferraba a ella.

II. ORACI�N DE EZEQU�AS.

1. No expresa el deseo que estaba m�s arriba en su mente. Es posible que no hayamos registrado todo lo que or�: probablemente su oraci�n se interrumpi� abruptamente por el llanto. Sab�a que Dios pod�a interpretar sus palabras rotas, sus suspiros, sus l�grimas. Muchas oraciones se expresan de forma demasiado elaborada. Demuestran su superficialidad con la suave elegancia del lenguaje en el que se pronuncian. Las sensaciones fuertes hacen que la lengua vacile. Mucho de la oraci�n se puede dejar a la omnisciencia, la justicia, la sabidur�a, la ternura y el amor de Dios. Como un padre, interpreta el coraz�n de su hijo.

2. Ezequ�as apela a su vida pasada como una raz�n por la que su vida deber�a prolongarse. Pocos pueden hacer esto. La mayor�a de las vidas est�n tan estropeadas, tan imperfectas, tan pecaminosas, que no pueden presentar ning�n argumento ante Dios. Pero, se ha preguntado, �no hab�a en esta oraci�n un esp�ritu de autocomplacencia contrario al esp�ritu del Evangelio? �No una auto-vestimenta consciente de enga�o, sino una perniciosa auto-ignorancia? Creemos que no.

Ezequ�as vivi� bajo una dispensaci�n de pensamiento religioso que lo llev� a creer que el car�cter y la conducta de un hombre eran las bases sobre las cuales se otorgaba el favor o el disgusto de Dios. Y esto es cierto bajo una dispensaci�n de gracia; aunque nosotros, bajo esa dispensaci�n, nos damos cuenta como Ezequ�as no pudo que toda nuestra virtud es por la ayuda del Esp�ritu de Dios, y poco podemos merecer a sus ojos. El h�bito moderno del autoan�lisis y el af�n de encontrar alg�n mal para condenar a cada paso, para describirnos como los m�s viles de los viles, le era desconocido.

Muchos simplemente intentan descender a alg�n est�ndar imaginario de vileza que suponen es la profundidad adecuada de auto-humillaci�n para alcanzar el favor de Dios. Gran parte de esta confesi�n de ser miserables pecadores no es m�s que un miserable canto. Las confesiones en cama de enfermo est�n expuestas a este peligro. Tal palabrer�a puede ser, como dice Lynch, "de lo m�s sospechoso y espantoso". Lo que Dios desea es una expresi�n honesta de las convicciones de nuestro coraz�n.

Esto dio Ezequ�as. Esta oraci�n fue pronunciada con verdadera humildad. Cualesquiera que hayan sido sus pecados, y los reconoci� (vers�culo 17), pod�a reclamar:

1. Sinceridad. Hab�a caminado ante Dios en verdad. No era consciente de ning�n enga�o, de angulosidades internas, de distorsiones de la conciencia, de sofisticadas coberturas, de actitudes histri�nicas. Vivi� las verdades de su alma.

2. Sencillez de prop�sito. Su coraz�n fue perfecto en su consagraci�n a la gloria divina. No ten�a objetivos dobles. Al edificar la vida religiosa de la naci�n, no hab�a buscado su propio honor, sino el de Dios.

3. Que sus actos hab�an sido regulados como a los ojos de Dios, y hab�an sido para aumentar la bondad en la tierra. Su vida fue de hecho su oraci�n. Habr� que revisar la vida. Una vida de pecado hace terrible el lecho de muerte.

III. LAS EMOCIONES CON LAS QUE FUE OFRECIDA ESTA ORACI�N.

1. Ezequ�as se llen� de dolor. Pero mientras el dolor postra las energ�as mentales y f�sicas, a menudo da gran potencia a la oraci�n. La mirada del alma casi muda de Ezequ�as estaba fija en Dios con suplicante sinceridad, y la intensidad de su dolor detuvo el brazo divino.

2. Hab�a en la mente de Ezequ�as un sentimiento de amarga decepci�n. Esperaba vivir, y sus expectativas se basaban en sus creencias religiosas. En su �poca, bajo la revelaci�n incompleta de los prop�sitos divinos, centrados en la vida y el destino humanos, que entonces se pose�a, la longevidad se consideraba una de las recompensas peculiares de la piedad ( Salmo 90:16 ).

Ezequ�as hab�a cumplido las condiciones y ahora buscaba la recompensa. Estaba decepcionado de Dios. Estar decepcionado de Dios es la m�s terrible decepci�n que puede llenar de amargura el alma de un hombre. Si Dios le falla, �qu� hay en el universo que sea firme? Dios a veces permite que los hombres piensen que no les ha sido fiel. �sta es, quiz�s, la prueba m�s severa que puede soportar el coraz�n humano.

Cristo descendi� a esa �profundidad de aflicci�n� cuando pronunci� Su grito agonizante sobre la cruz. Muchos fallan en esas horas. Pero la verdadera fe puede permitirnos triunfar incluso entonces. Nos permitir� tumbarnos llorando ante Dios, esperando la explicaci�n que nos asegura que Dios puede darnos y nos dar�; aferr�ndose a Sus vestiduras incluso cuando Su rostro parece estar alejado, y Su forma, una vez tan cercana y confiable, ha cambiado y parece alejarse constantemente de nosotros. As� esper� Ezequ�as, llorando de dolor.

3. Tambi�n hab�a dentro de �l el sentimiento de total impotencia. Todos los recursos terrenales le hab�an fallado. Cuando volvi� su rostro hacia la pared, sinti� que ning�n poder en la tierra podr�a ayudarlo. Sus m�dicos, sus asistentes, sus consejeros m�s confiables, no pudieron brindar ninguna ayuda. Solo ten�a a Dios.

Ezequ�as, incluso en tales circunstancias, encontr� a Dios cerca para ayudarlo y salvarlo. Isa�as fue enviado r�pidamente de regreso para consolarlo con el mensaje divino: "He o�do tus oraciones, he visto tus l�grimas; he aqu�, a�adir� a tus d�as quince a�os". Aprender&mdash

1. Que la verdadera piedad nos permitir� buscar y encontrar a Dios en los extremos m�s dolorosos de la vida.

2. Que en nuestras horas de amargo dolor la oraci�n llegue al o�do de Dios y nos traiga alivio y liberaci�n. ( Revista homil�tica. )

Versículos 4-5

He escuchado tu oraci�n

�Fue la recuperaci�n de Ezequ�as una bendici�n absoluta?

La mayor�a de nosotros que hemos tenido alguna experiencia en la vida, hemos visto casos en los que un hombre que ha puesto su coraz�n con demasiado cari�o en un objeto, lo ha ganado, y con �l (para usar el lenguaje de San Pablo con sus compa�eros de barco) "Mucho da�o y p�rdida". Ha ganado la posici�n que codiciaba; pero tal vez se encuentre cargado con la carga de una responsabilidad aplastante; o tal vez su salud, la �nica condici�n del disfrute, se rompe justo cuando agarra el premio; o tal vez es arrebatado por la muerte, "mientras la carne a�n est� en su boca"; ya los que lo conocieron se les recuerda desagradablemente el fin de la lujuria de Israel en el desierto: ��l les dio su deseo y les envi� flaqueza en el alma.

"Y los hombres pensantes dicen, cuando escuchan este resultado," Deben evitarse los fuertes deseos de bendiciones terrenales ". El Libro de Dios, como libro de la Verdad, da un eco exacto de la experiencia humana en este asunto. Dios accedi� a la solicitud de Ezequ�as y a�adi� quince a�os a su vida. Pero ahora viene la grave pregunta: �Los quince a�os as� agregados demostraron, en el tema, una bendici�n para Ezequ�as personalmente, o para la naci�n que tan dignamente presidi�? La narrativa sagrada da un enf�tico negativo a ambas ramas de la pregunta.

1. Ezequ�as, cuando Dios originalmente se propuso llevarlo consigo, y envi� a Isa�as con el mensaje: �Pon tu casa en orden, porque morir�s, y no vivir�s�, estaba en el cenit de su prosperidad espiritual. Y ahora Ezequ�as iba a ser reunido con sus padres, lleno, si no de a�os, pero de honores, espirituales y temporales. Pero con sus oraciones y sus l�grimas logr� prolongar su tiempo; y el primer resultado de esto, que nos trae la historia, apunta a un declive espiritual en Ezequ�as (cap.

39.). El dulce ung�ento de las gracias de Ezequ�as fue defectuoso y corrompido por la mosca muerta de la vanidad. Si Ezequ�as hubiera muerto cuando Dios le propuso llevarlo, habr�a muerto humilde; como es, muere despu�s de ser humillado por Dios; y todos aquellos que lean la narraci�n pensativamente seguramente dir�n: "Mejor que hubiera muerto al principio".

2. Pero en la vida de los pr�ncipes est�n en juego m�s que intereses personales; y nos vemos llevados a preguntar, en la medida en que se nos ha dado a conocerlos, pueden haber sido los efectos sobre la naci�n jud�a de la adici�n de quince a�os a la vida de Ezequ�as. La respuesta se transmite en estas palabras: "Manas�s (el hijo de Ezequ�as, que sucedi� en el trono) ten�a doce a�os cuando comenz� a reinar"; de modo que si Ezequ�as hubiera muerto cuando Dios quer�a que muriera, Manas�s nunca habr�a existido.

Ahora bien, �qui�n era Manas�s? y �qu� papel jug� en la historia jud�a? Manas�s, por su extraordinaria maldad, que sobrepasaba la de todos los que hab�an ido antes que �l, arruin� a la naci�n que gobernaba. Los cr�menes de Manas�s clamaron al cielo pidiendo venganza, y fueron escuchados mucho despu�s de que el cuerpo de Manas�s se mezclara con el polvo, y mucho despu�s de que el alma de Manas�s se volviera, por la gracia divina, profundamente arrepentida.

Porque cuando el autor de los Libros de los Reyes rastrea el cautiverio hasta su causa original, as� escribe: �Ciertamente por mandato del Se�or vino esto sobre Jud�, quitarlos de su vista, por el seno de Manas�s, seg�n a todo lo que hizo; y tambi�n por la sangre inocente que derram� (porque llen� a Jerusal�n de sangre inocente), que el Se�or no perdon� �. Posiblemente, entonces, si Manas�s no hubiera existido, la gran degradaci�n nacional de los jud�os por el cautiverio, y la demolici�n de la ciudad y el templo, nunca hubiera tenido lugar. ( Dean Goulburn. )

Los ministros deben tener acceso a los enfermos

Adem�s de sus otras lecciones importantes, esta historia ense�a la conveniencia de admitir al ministro de Dios en la c�mara de la enfermedad. Sus palabras tranquilizadoras y la oraci�n de fe, siempre aseguran al que sufre alguna bendici�n, que poco pod�a permitirse perder. Ning�n m�dico inteligente y de mente recta cerrar� la puerta de la habitaci�n del enfermo contra el m�dico del alma. ( JN Norton. )

Ezequ�as una vida prolongada

Tuvo una entrevista con el Dador de vida. ( J. Parker, DD )

Versículos 7-8

Y esto te ser� por se�al del Se�or

La sombra en el reloj solar de Acaz

No debemos imaginar que en este milagro se obtuviera alg�n efecto sobre el movimiento de la tierra alrededor de su eje.

Dios efectu� una refracci�n milagrosa de los rayos del sol en un reloj solar en particular, en la oraci�n del rey Ezequ�as. Fue un milagro, realizado en una esfera en particular, en un lugar en particular, mostrando que se trataba de una persona en particular; y no fue forjado en el orbe solar, sino en la luz solar. ( Bp. Wordsworth. )

La sombra invertida en el reloj solar de Acaz

Este asombroso milagro solo podr�a haber sido afectado por una luz. "M�s brillante que el sol", que se eleva al otro lado del reloj solar. Todos sabemos c�mo la luz el�ctrica invierte la sombra de la luz de gas. En la conversi�n de San Pablo, "la luz del cielo", el brillo Shejin� de Emanuel, eclips� el esplendor del sol del mediod�a. En la ciudad celestial no hay necesidad de que el sol brille sobre ella, ni de la luna para iluminarla, porque la gloria de Dios y del Cordero es su lumbrera.

Desafortunadamente, no podemos decir en qu� lado del templo de Jerusal�n estaba situado el reloj solar de Acaz. Probablemente era un monolito u obelisco, parecido al del terrapl�n del T�mesis, elevado sobre escalones - traducido como "grados" - y destinado a regular las horas de culto p�blico. El sol poniente hab�a arrojado la sombra sobre los escalones; hab�a bajado diez grados, cuando de repente desde la puerta o ventana desde el propiciatorio detr�s del velo de la naos, o templo propiamente dicho, brill� la majestuosa luz de la gloria divina que moraba entre los querubines, invirtiendo la sombra del cielo. sol natural, y convirtiendo para Ezequ�as la sombra de la muerte en ma�ana. ( R. Balgarnie, DD )

La luz del pasado mosaico

Para los ojos ardientes del viejo profeta, la luz que hab�a invertido la sombra del reloj de sol era la vieja �Luz� del pasado mosaico. Hab�a iluminado la tierra de Gos�n en los d�as de oscuridad sobrenatural que cubr�a el resto de Egipto. Hab�a destellado con un brillo m�s que el�ctrico sobre las huestes de Israel mientras luchaban a trav�s de la noche y el mar para escapar del ej�rcito perseguidor del Fara�n.

Se hab�a �deslizado� como un pilar de fuego ante las tribus a trav�s del desierto rocoso, advirtiendo a sus enemigos y guiando al ej�rcito de peregrinos de regreso a la patria. Hab�a sincronizado sus movimientos con esas convulsiones de la naturaleza que detuvieron al Jord�n en la inundaci�n de la cosecha y derribaron los muros de Jeric� en el momento en que estaban preparados para cruzar y capturar la ciudad devota. Y hab�a permanecido sobre Gaba�n como un sol que no se pon�a y como una luna que no se retiraba, mientras Jehov� luchaba por Israel y les daba su �victoria suprema� sobre los cananeos id�latras. Isa�as conoc�a la Luz. ( R. Balgarnie, D. D. )

Cristo la gloria de su pueblo Israel

�Fue esto, me pregunto, lo que evoc� en Isa�as ese estallido de entusiasmo ins�lito en el cap�tulo que comienza, �Lev�ntate, resplandece, porque ha venido tu Luz, y la gloria de Jehov� ha nacido sobre ti�? �Tu sol no se pondr� m�s. ... porque Jehov� te ser� luz eterna, y tu Dios tu gloria �? Si es as�, cu�n apropiadas son las palabras para la ocasi�n. Es f�cil identificar la Luz de Israel con Cristo, la Luz del mundo. ( R. Balgarnie, DD )

Cristo disipa y revierte las sombras de la vida

No considero que est� ejerciendo una presi�n indebida sobre el texto al aplicarlo a Cristo. La Shejin� era la se�al reconocida para Israel de la presencia de su Dios del pacto. Condujo a los magos a Bel�n. Brillaba alrededor de los pastores en la noche de la natividad. Abrum� a Saulo de Tarso en el camino a Damasco. Cristo es la Luz que disipa e invierte nuestras sombras. Cristo se ha disipado y revertido.

I. LA SOMBRA DEL PECADO.

II. LA SOMBRA DEL DOLOR.

III. LA SOMBRA DE LA MUERTE. "Si �l est� en ti", escribi� John Pulsford, "quien es la Luz de la Vida, la misma Luz y la misma Vida, entonces, cuando la luz de las velas de la vida de tu cuerpo se apague, la luz del sol de la vida de tu alma brillar� a tu alrededor. . '( R. Balgarnie, DD )

El gran milagro

El milagro es c�mo comenz� Dios mismo. �Por qu� los hombres siempre atacar�n el punto equivocado, como si fuera algo maravilloso que a un hombre se le agreguen quince a�os a su vida? y, sin embargo, omitimos el maravilloso milagro de que el hombre haya comenzado a vivir. Por tanto, si atacamos qu� misterio podemos, solo retrocedemos y ascendimos hasta que llegamos a la Deidad misma. Ese es el gran misterio y no hay otro. ( J. Parker, DD )

Versículos 9-20

Escritura de Ezequ�as, rey de Jud�

La recuperaci�n de Ezequ�as

1.

Estaba enfermo y luego or�.

2. Est� recuperado y ahora da gracias. ( R. Harris, DD )

Canci�n de Ezequ�as

I. LA INSCRIPCI�N nos conoce:

1. Con el autor de la canci�n.

2. Con la naturaleza de la misma - un poema escrito.

3. Con el argumento de la misma - un canto de acci�n de gracias por la eliminaci�n de la enfermedad y la restauraci�n de la salud.

II. LA DESCRIPCI�N nos presenta sus partes.

1. Una agravaci�n de la miseria anterior de Ezequ�as.

2. Una ampliaci�n de la misericordia presente. ( R. Harris, DD )

La experiencia de Ezequ�as

En la primera parte de este salmo, describe las opiniones y sentimientos que ocuparon su mente cuando se vio aparentemente al borde de la tumba.

1. Aunque hab�a sido uno de los mejores reyes con los que Dios bendijo a una naci�n, consideraba que sus pecados eran grandes y numerosos, y sent�a que, a causa de ellos, estaba justamente expuesto al desagrado divino.

2. De ah� que la muerte le pareciera terrible, y su pavor aument� con las tinieblas que, en ese momento, antes de que Cristo hubiera sacado a la luz la vida y la inmortalidad, se cern�a sobre un estado futuro.

3. Por eso, tambi�n, fue asaltado por temerosos temores de la ira de Dios ( Isa�as 38:13 ).

4. Como consecuencia de estas aprensiones, no pod�a mirar ni pedir ayuda a Dios con confianza, como estaba acostumbrado a hacer. "Mis ojos", exclama, "fallan hacia arriba"; es decir, no puedo mirar hacia arriba, no puedo mirar al cielo en busca de alivio y consuelo, como antes pod�a hacerlo.

5. Y cuando se esforz� por orar, descubri� que no ofrec�a nada que mereciera el nombre de oraci�n; porque prevaleci� la incredulidad y el desaliento. "Como una grulla o una golondrina", dice, "yo tambi�n charlaba"; es decir, mis oraciones eran poco mejores que las quejas de un p�jaro enredado en la trampa del cazador.

6. Finalmente, abandon� toda esperanza y clam� con amargura de alma: "No ver� al Se�or, al Se�or, en la tierra de los vivientes".

7. Pero para los justos se levanta luz en las tinieblas. Lo hizo en este caso. Y tan pronto como amaneci�, la fe revivi�, y clam�, aunque todav�a con voz d�bil: �Oh Se�or, estoy oprimido; emprender por m�; " es decir, s� mi ayuda y mi libertador, haz tuya mi causa y haz por m� todo lo que veas necesario. ( E. Payson, DD )

La oraci�n de Ezequ�as

Es una cepa de lo m�s natural y pat�tica. Es la expresi�n simple de alguien que ha encontrado esta vida hermosa y deseable, y a quien le gustar�a que se le permitiera permanecer hasta que se haya alcanzado el l�mite de la existencia humana. Su misma simplicidad, la misma honestidad con la que describe el aferrarse a la vida y el alejarse de la muerte, ha sido un obst�culo para muchos, ha estado completamente en desacuerdo con sus nociones preconcebidas sobre el estado de �nimo en el que un buen el hombre se encontrar�a en tal hora.

Apelaba a la vida que hab�a llevado, al trabajo que hab�a hecho, a la integridad del prop�sito con el que lo hab�a hecho. Tambi�n se aventur� a recordar, por as� decirlo, al Oidor de su oraci�n, que en su remoci�n habr�a un adorador menos. �El sepulcro no puede alabarte�, etc. Habr�a - tal es el argumento audaz que emplea: - p�rdida para Dios y para s� mismo: si Ezequ�as perdiera todo lo que hab�a apreciado y esperado, Dios tambi�n se ver�a privado de la alabanza y el honor que habr�a sido El suyo en los pr�ximos d�as.

Es un m�todo de protesta que nosotros, que tenemos, por medio de Cristo, la audacia de entrar en el lugar sant�simo, dif�cilmente nos atrever�amos a emplear. Entonces, por otro lado, la alarma no fingida con la que contempla el cambio que se avecina, la evidente superioridad que asigna a la vida presente frente a lo que hay m�s all� de la tumba, no est� de acuerdo con el lenguaje que utilizar�a. uno que abrigaba la gloriosa esperanza que Cristo ha encendido.

Pero, admitido todo esto - incluso puede ser por esto mismo - encontramos en este poema la expresi�n de un coraz�n humano como el nuestro, meditando sobre el gran misterio de la vida y de la muerte, profiriendo, sin reservas, su dolor y queja; encogi�ndose, pero confiando; resistiendo, pero someti�ndose; deleit�ndose en la vida, pero encontrando en Dios su �nica porci�n. El poema no es m�s que el registro de lo que sentir�a cualquier esp�ritu humano al enfrentarse a la muerte y al verla volver a retirarse. ( PM Muir. )

El miedo a la muerte

�Cu�les son los elementos principales de este temor en los escritos de Ezequ�as? �Por qu� su esp�ritu est� oprimido y abrumado a medida que se acerca el gran cambio? Algunas de las razones son las que todos hemos experimentado; otros pueden resultarnos demasiado extra�os.

I. Una raz�n es que DEBE DESPEDIRSE DE LOS GOZOS DE LA VIDA. Fue privado del residuo de sus a�os. La vida hab�a estado para �l llena de inter�s y belleza. A este respecto, incluso hab�a elementos de debilidad en su car�cter. Su amor por el estuche y la exhibici�n se manifest� de varias maneras.

II. Otra y m�s noble raz�n de la tristeza de Ezequ�as se encuentra en el hecho de que estaba a punto de ser cortado de la obra en la que estaba puesto su coraz�n. Ese es un dolor que puede nublar una mente elevada. La idolatr�a que hab�a tratado de aplastar podr�a volver a levantar la cabeza. El ritual que hab�a restaurado pod�a volver a deteriorarse. La esclavitud de la que hab�a mantenido a su pa�s podr�a apoderarse de �l. Porque, despu�s de su d�a, la mano del saqueador podr�a apoderarse de la riqueza que hab�a amasado para el bien de la naci�n, bien podr�a desear que su d�a se prolongara.

III. Se apart� de la muerte como UNA ENTRADA A UNA ESFERA DESCONOCIDA. Es una exageraci�n decir que los reyes y los justos del Antiguo Testamento no ten�an idea de un estado futuro. Hay dichos que infieren que el pensamiento de la vida no estaba limitado por la tumba, que hab�a una convicci�n de uni�n con Aquel que es eterno. Pero los dichos son comparativamente pocos: no hay mayor diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento que la diferencia en la forma en que hablan de la vida en el m�s all�.

Tan tenues, tan fluctuantes, tan inciertas son las alusiones en el Antiguo Testamento, que la revelaci�n del Nuevo bien puede llamarse el traer la vida y la inmortalidad a la luz. Incluso con esa revelaci�n, �nuestro conocimiento de esa vida es peque�o, el ojo de la fe es opaco�; pero, sin ella, el horror de una gran oscuridad puede oprimir naturalmente el alma.

IV. La raz�n que, sobre todo, produjo el arrepentimiento de Ezequ�as al pensar en abandonar el mundo visible es para nosotros la m�s extra�a de todas. Era que DEBER�A ESTAR M�S DISTANTE DE DIOS. "Dije: No ver� al Se�or, ni al Se�or, en la tierra de los vivientes". Esto es para nosotros una extra�a contradicci�n, una prueba de maravillosa ignorancia. Fue exactamente en ese mundo, a cuyos confines se estaba acercando, donde encontrar�a a Dios.

Esto es cierto y hay motivos para nuestro asombro. Pero, �no podr�a Ezequ�as, a su vez, asombrarse de nosotros? �No nos transmite su lamento ninguna lecci�n, ning�n reproche? Estaba afligido ante la perspectiva de no ver m�s a Dios en la tierra de los vivos, de no verlo m�s en las glorias del mundo que lo rodeaba, de no verlo m�s en la adoraci�n de Su templo. Si fu�ramos honestos con nosotros mismos y con los dem�s, �no podr�amos confesar que nuestra conversaci�n sobre ver a Dios en el m�s all� es tanto m�s voluble porque no lo hemos visto aqu�? Olvidamos demasiado que �l est� aqu�. Y un elemento de terror en nuestra imaginaci�n del m�s all� consiste con demasiada frecuencia en el reflejo de que �l est� all�. ( PM Muir. )

El regreso de Ezequ�as a la salud

Si podemos aprender algo de Ezequ�as incluso en su modo imperfecto y desesperado de ver la muerte inminente, mucho m�s podemos aprender de �l en su modo gozoso de dar la bienvenida a la salud que regresa. Que se alegrara no es motivo de asombro.

1. Quiz�s no haya un sentido de gozo m�s agudo que el que acompa�a a la convalecencia, cuando los placeres simples, que alguna vez pudieron haber palidecido, se vuelven a sentir en toda su frescura, cuando se siente realmente que la fuerza est� reanimando el cuerpo debilitado. Para el hombre que ha estado dando vueltas y vueltas en la inquietud y el dolor, la restauraci�n de la paz y la tranquilidad trae un placer antes desconocido.

2. Pero no fue simplemente este deleite en las cosas externas lo que inspir� a Ezequ�as. Fue que la visi�n de Dios volver�a a ser concedida, que el culto que amaba podr�a volver a ofrecerse, que la obra que hab�a sido interrumpida podr�a reanudarse nuevamente, que su recuperaci�n fue una garant�a de

Favor divino, del pecado perdonado y olvidado, y debe despertar la gratitud de su coraz�n, al servicio de toda su vida. Cualquiera que haya sido nuestro pasado, cualquiera que sea nuestro futuro, el presente es nuestro para usarlo, mejorarlo, gastarlo en el servicio de Dios y del hombre. ( PM Muir. )

La enfermedad y la recuperaci�n de Ezequ�as

I. LA AFLICCI�N Y PELIGRO DE EZEQU�AS. Este escrito registra su aflicci�n. De su personaje anterior, tal vez espere encontrar que acoger� el mensaje que anuncia su liberaci�n del sufrimiento, o al menos lo recibir� con calma y sumisi�n. Pero hay dos principios sobre los que explicamos esta emoci�n.

1. De ese amor a la vida que es el instinto m�s fuerte de nuestra naturaleza.

2. Ezequ�as estaba comprometido en una gran e importante obra.

II. LA ENTREGA REALIZADA EN SU NOMBRE.

1. �l remonta su recuperaci�n a Dios.

2. Quiere retener las impresiones saludables que hab�a recibido ( Isa�as 38:15 ).

3. Reconoce la ben�fica influencia de la aflicci�n ( Isa�as 38:16 ).

4. Con gratitud conmemora la bondad divina ( Isa�as 38:17 ). ( HJ Gamble. )

La sabidur�a de llevar un registro de la propia vida.

Es bueno, con el prop�sito de una revisi�n frecuente, llevar un registro de los principales eventos de nuestra vida y de los pensamientos que en circunstancias dif�ciles nos han impresionado m�s profundamente. Esta es la forma de multiplicar y prolongar las ventajas de la experiencia. Tal registro puede ser de gran utilidad tambi�n para nuestros sucesores, y especialmente para nuestros hijos. De todos los per�odos de la vida pre�ados de materiales para un memorial tan instructivo, el de la enfermedad, los soportes que lo acompa�an, los pensamientos que surgen de �l y la influencia que deben ejercer en el curso posterior de nuestra vida, parece tener un reclamo preeminente para darse cuenta.

Es a un registro de este tipo, escrito por el piadoso monarca de Jud�, y que probablemente fue de gran utilidad para su hijo Manas�s, a lo que se refiere nuestro texto; y la consideraci�n de cu�l puede servir para recordarnos a qu� debemos aspirar, y qu� debemos evitar con cautela, en una situaci�n similar. ( J. Leifchild, DD )

Enfermedad y recuperaci�n

I. LAS CAUSAS Y EFECTOS GENERALES DE LAS ENFERMEDADES CORPORALES. El hombre est� mucho m�s expuesto a ataques de esta naturaleza que los simples animales. La organizaci�n peculiar del ser humano y el efecto desgastante de la excitaci�n mental sobre el sistema corp�reo pueden explicar en parte esto. Pero tambi�n deben tenerse en cuenta las causas morales. El pecado es el gran padre de nuestras enfermedades corporales. Aunque algunas condiciones de la sociedad humana est�n m�s expuestas a las enfermedades que otras, sin embargo, ninguna estaci�n en la vida forma una cierta seguridad contra la interrupci�n de la salud.

Incluso la piedad misma, aunque preserva los males espirituales y previene muchas dolencias corporales, est� lejos de ser un escudo contra los rayos de la enfermedad. Tenemos una imagen v�vida, en las quejas de Ezequ�as, del estado humillante tanto del cuerpo como de la mente al que nos reduce la enfermedad. Si bien no se debe dar mucha importancia a lo que las personas enfermas piensan de s� mismas, podemos aprender la conveniencia de evitar esas disposiciones y pr�cticas, mientras estamos en salud, que proporcionar�an una ocasi�n justa y s�lida para el malestar en nuestras horas m�s aburridas. Podemos invitar a Dios a nuestra habitaci�n de enfermo con confianza, cuando no lo hemos alejado de nosotros por impiedad y negligencia en nuestras temporadas m�s felices y pr�speras.

II. LAS ANSIEDADES DE UNA MENTE PIOSA BAJO LA ENFERMEDAD, Y LOS BUENOS EFECTOS DE LA ORACI�N Y LA SUPLICACI�N. El mensaje de Isa�as a Ezequ�as estaba ciertamente calculado para producir alarma y desaliento en cuanto a su recuperaci�n. En esta situaci�n, su deseo de vivir lo movi� a realizar los ruegos m�s fervientes y apasionados. Los buenos hombres de esa �poca sent�an un fuerte apego a la vida, que era mucho m�s excusable en su caso que en el nuestro.

III. LAS MANIFESTACIONES ESPIRITUALES Y DIVINAS CON LAS QUE SE ACOMPA�AR� LA LIBERACI�N DE LA ENFERMEDAD EN EL CASO DEL PUEBLO DE DIOS. La eliminaci�n de los enfermos corporales fue la menor parte de su liberaci�n; fue acompa�ado y seguido con un dulce sentido de la eliminaci�n de la culpa de su alma, y ??con la presencia de los rayos de alegr�a del favor divino. A veces es un fin de Dios, en el caso de la aflicci�n de su pueblo, prepararlos para tales manifestaciones y probar el poder de los principios divinos al conferir una superioridad sublime a todas las impresiones de la escena circundante.

IV. LA INFLUENCIA QUE TIENE LA VISITACI�N DE LA ENFERMEDAD, LOS APOYOS QUE DEBAJA Y LA ENTREGA DE �L, EN EL CASO DE HOMBRES BUENOS,

DEBEN TENER EN SU FUTURA CONDUCTA. Los efectos beneficiosos de tal visitaci�n se limitan con demasiada frecuencia a las horas de su resistencia, o se extienden solo a un breve per�odo despu�s de su terminaci�n. Esto surge de la influencia de escenas y circunstancias externas sobre la mente, y de la tendencia natural de un cambio en una de operar un cambio similar en la otra. S�lo se puede prevenir mediante una resistencia debida a tal tendencia y un cuidadoso esfuerzo por preservar, mediante la meditaci�n y la revisi�n frecuentes, los justos descubrimientos hechos por nosotros en nuestra aflicci�n, y los sentimientos adecuados que entonces abrigamos, en referencia al car�cter de la angustia. la vida humana y la importancia de la religi�n. Probablemente la gran causa de las reca�das pecaminosas se encuentre en el olvido de nuestras misericordias. Solicitud&mdash

1. El sujeto puede ser �til para quienes a�n no han sido afectados. Vemos en los sufrimientos de los dem�s cu�n precaria es la continuidad de nuestras comodidades, y nuestro vigor y salud para disfrutarlas.

2. A los afligidos en vano se les puede dar una reconvenci�n saludable. La aflicci�n se encuentra a menudo entre los �ltimos recursos empleados por la infinita sabidur�a y misericordia para nuestro beneficio.

3. Aquellos que est�n trabajando bajo la presi�n de la enfermedad pueden, especialmente si son cristianos, aprender a convertirla, mientras dure, en buena cuenta, as� como a obtener un beneficio de ella para el futuro. Hay muchas consideraciones consoladoras y reconciliadoras. Est� plagado de un designio ben�volo por parte de Aquel que lo permite o lo provoca. ( J. Leifchild, DD )

Cara a cara con la muerte

1. Sin embargo, la muerte es temida y resistida, sobre todo por aquellos que est�n en medio de sus d�as. Vale la pena investigar las razones de esto.

2. Las palabras m�s solemnes del hombre se pronuncian cuando se encuentra cara a cara con la muerte; entonces, si es que alguna vez, forma una estimaci�n correcta de la vida y de la preparaci�n para la muerte.

3. La oraci�n es un poder real. ( W. Wheeler. )

Poema de Ezequ�as

El poema o salmo en el que Ezequ�as describe su experiencia puede dividirse en dos partes.

I. C�MO SE VE LA MUERTE ( Isa�as 38:10 ). Hay un punto en la subida diaria de los cielos por el sol en el que parece estar quieto, una pausa antes de descender por la ladera occidental. Ezequ�as sinti� que hab�a llegado a ese meridiano de su vida. En la tranquilidad, o mediod�a, de sus d�as, iba a entrar por las puertas de la tumba.

P�rdida de la presencia de Dios, p�rdida de la compa��a y los intereses humanos: esto era lo que significaba la muerte para �l. Su edad, su t�rmino natural de vida, iba a dejarse llevar como la tienda de un pastor que ha sido golpeada, su vida enrollada como un trozo de tela cortada de los zumbidos del telar del tejedor. La noche l�gubre de su dolor, cuando sus propios huesos parec�an rotos, y s�lo pod�a gemir y llorar como un p�jaro solitario y llorando, �qu� bien lo recordaba, qu� amarga experiencia! Sus ojos fallaron al mirar hacia arriba, pero mir� hacia arriba; abrumado por el dolor y la debilidad, su alma todav�a lloraba.

"S� t� mi fiador". No sab�a qu� decir, porque Dios lo hab�a hecho todo. Nunca, a trav�s de todo el respiro de los a�os que le fue asignado, podr�a olvidar la amargura del alma. El recuerdo de eso siempre lo castigar�a. Algunos de nosotros nunca hemos sabido lo que es pasar horas de dolor y debilidad, con la muerte aparentemente cerca y, en ausencia de esta experiencia, el relato del rey enfermo de su triste noche ser� dif�cil de entender. Pero cualquiera que haya estado en el valle sombreado reconocer� la veracidad del cuadro y la piedad sincera de que Ezequ�as mira hacia arriba a Dios.

II. C�MO SE VE LA VIDA RESTAURADA ( Isa�as 38:16 ). En primer lugar, es consciente de lo precioso que es su castigo. Hab�a aprendido en esas horas oscuras y terribles lecciones que nunca antes hab�a aprendido. Fue en experiencias profundas de necesidad y de la ayuda presente que Dios le dio entonces, que encontr� la verdadera vida de su esp�ritu.

Hab�a descubierto el amor de Dios por su alma y hab�a obtenido la seguridad del perd�n que era un gozo indescriptible. Bienaventurado el que, mirando a Dios en el rostro de Jesucristo, pueda decir: "Echaste todos mis pecados a tus espaldas". �Qui�n se volvi� de Dios? La vida para �l es una oportunidad para alabar a Dios, para dar a conocer su verdad, para testificar ante todos la disposici�n del Se�or para salvar. Esta historia es un cap�tulo de una biograf�a antigua, la historia de un alma en un trato personal y cercano con Dios. Nos recuerda que �l es una ayuda muy presente en los problemas, y que nadie que se vuelva a �l con confianza y esperanza ser� jam�s rechazado. ( EW Shalders, BA )

Versículo 10

Ir� a las puertas de la tumba

Vistas de la tumba

1 .

Sin duda fue de la veneraci�n a los muertos, que primero surgi� la pr�ctica de depositar sus cenizas alrededor del templo donde los vivos adoran. Ese polvo, que una vez fue alquilado por un esp�ritu inmortal, ese polvo, a trav�s del cual una vez brillaron la inteligencia y los sentimientos de un esp�ritu inmortal, se convierte en s� mismo en consagrado a la fantas�a. Recogi�ndola alrededor del lugar que m�s honramos, confiamos en sacarla del alcance de la intrusi�n profana.

2. Al cristiano le parece una propiedad peculiar en este arreglo sencillo y conmovedor. El polvo de los difuntos es doblemente valioso para el cristiano, que sabe que "este mortal" est� destinado a "vestirse de inmortalidad". Al colocarlo cerca del templo de nuestro Dios, parece que expresamos nuestra humilde confianza en la promesa que �l nos ha dado; parece que lo dejamos bajo Su propia protecci�n especial.

3. La pr�ctica que surgi� de la reverencia por los muertos, se ve reforzada poderosamente por su utilidad para los vivos. Si escuchamos el pensamiento, hay en �l una elocuencia irresistible, que alrededor del lugar donde nos reunimos para adorar a nuestro Dios, duermen las cenizas de nuestros padres y de nuestros hermanos. Actuamos como tontos cuando eliminamos de nuestras mentes cualquier tema, por poco atractivo que sea su aspecto, por el cual nuestro bienestar espiritual podr�a avanzar de manera tan esencial. ( A. Brunton, D. D. )

Apelaciones de la tumba

1. �Venid aqu�, orgullosos! Mira a tu alrededor en esta escena de quietud universal y mu�stranos el rastro de esas distinciones en las que te glor�as. Dinos cu�l es noble y cu�l es polvo vulgar.

2. Venid ac�, vosotros que os estim�is a vosotros mismos por las gracias de vuestra forma exterior. �Tienes el valor de afrontar aqu� el aspecto de lo que tarde fue hermoso?

3. Venid ac�, devotos de la riqueza; y mu�stranos en este recept�culo de polvo humano, qu� ventajas han bajado a la tumba con el que te precedi� en tus ansiosas labores. Las riquezas de este mundo no descienden a la tumba. Pero hay tesoros cuyo valor sobrevive a la tumba.

4. Los hijos de la intemperancia y la insensatez, aquellos que una vez fueron sus asociados en los disturbios, son depositados en la tumba. Silencioso es ahora el ingenio que iba a encantar para siempre; y apag� la sonrisa que nunca se desvanecer�a! �Est�s preparado para un cambio como este?

5. Hijo de sabidur�a, santidad y piedad, tus asociados tambi�n duermen aqu�.

6. Ven ac� y p�rate junto a esta tumba reci�n formada. Es la tumba de tu enemigo. No puede hacerte da�o ahora. Lamentas pensar que el recuerdo de las heridas que hab�a hecho o sufrido puede haber agonizado su lecho de muerte. Te estremeces ante la idea de que muri� abominando y aborreci�ndote, o pidiendo en vano la reconciliaci�n y la paz; que el esp�ritu que parti� pudo haberse ido de aqu�, sin perd�n o sin perd�n. �Hay, entonces, alguien con quien, en este momento, tengas enemistad? �Ve�, mientras que la lecci�n a�n es c�lida en tu coraz�n, �deja tu ofrenda delante del altar�, etc.

7. La reverencia y el apego te llevan al lugar donde yace el instructor de tu juventud, el gu�a de tu infancia. Todas las lecciones de su sabidur�a se precipitan sobre tu recuerdo, mientras est�s junto a su tumba. Mejora el momento, es rico en utilidad.

8. La escena que lo rodea bien puede incitarle a un autoexamen. Porque, mira, aqu� est� tu igual en edad. Comenz� contigo la carrera de la vida, alegre y descuidado como t�. Lo mismo con los tuyos eran sus b�squedas. Lo mismo con los tuyos eran sus esperanzas. �Ves ese espacio vac�o a su lado? S�lo Dios sabe cu�n pronto ser�s llamado para llenarlo. En esta tierra de sombras una cosa es cierta: la muerte; �Una cosa es necesaria�, es un inter�s en Aquel que ha vencido a la muerte y al sepulcro. ( A. Brunton, DD )

Las puertas de la tumba

La regi�n de la tumba est� limitada. Dios guarda las puertas.

I. EL TEMOR DE TODOS LOS HOMBRES. Mediante&mdash

1. Pecado.

2. Miedo natural a lo desconocido.

3. Falta de fe.

II. EL DESTINO DE TODOS LOS HOMBRES.

1. Cierto.

2. Los hombres pueden acercarse a estas puertas y regresar, pero una vez pasadas, son pasadas para siempre.

3. Son los portales de alegr�a o aflicci�n sin fin. ( WO Lilley. )

Estoy privado del residuo de mis a�os

El acortamiento de la vida humana

Las palabras del texto sugieren naturalmente esta observaci�n general: que Dios priva a muchos de la raza humana del residuo de sus a�os.

I. CONSIDERE CUANDO DIOS HACE ESTO.

1. Dios priva del residuo de sus a�os a todos aquellos a quienes llama fuera del mundo antes de que hayan alcanzado los l�mites de la vida que se encuentran en las Escrituras.

2. A quienes llama fuera del mundo antes de que hayan alcanzado los l�mites de la vida fijados por la Providencia. Aunque las Escrituras limitan la vida a setenta u ochenta a�os, la Providencia a menudo la extiende a un per�odo m�s largo.

3. Quienes mueren antes de haber alcanzado los l�mites de la vida que les imponen las leyes de la naturaleza. La naturaleza pone l�mites a todo tipo de vida en este mundo. Por lo tanto, todos los que mueren por enfermedad, accidente, violencia o cualquier otra causa que no sea el curso de la naturaleza, est�n realmente privados del residuo de sus d�as.

II. Investigue POR QU� DIOS ACORT� AS� LA VIDA DE LOS HOMBRES.

1. Ense�ar a los vivos que no depende de ellos en lo m�s m�nimo.

2. Ense�ar a la humanidad su constante y absoluta dependencia de s� mismo.

3. Ense�ar a los vivos la necesidad de estar continuamente preparados para otra vida.

4. Ense�ar a los vivos la importancia de mejorar fielmente la vida mientras la disfruten.

5. Dios a veces puede acortar los d�as de los malvados para evitar que hagan el mal en el futuro.

6. Dios a veces puede acortar la vida de sus fieles siervos para evitar que vean y sufran calamidades p�blicas.

III. MEJORA.

1. Si Dios no siempre priva a los hombres del residuo de sus a�os, sino que permite que algunos alcancen los l�mites de la naturaleza, entonces es correcto orar por la vida de los ancianos y de los j�venes.

2. Si Dios priva a los hombres con tanta frecuencia del residuo de sus a�os, entonces es extremadamente irrazonable y peligroso halagarnos con la esperanza de vivir un gran tiempo en el mundo.

3. Debemos tener cuidado de no depender demasiado de la vida de los dem�s, as� como de la nuestra.

4. La larga vida es un gran favor adem�s de distintivo.

5. Si Dios siempre tiene buenas y sabias razones para privar a los hombres del residuo de sus a�os, entonces es tan razonable someterse a Su providencia en un caso de mortalidad como en otro. ( N. Emmons, DD )

El residuo de a�os

La vida tiene crisis. Los hombres a menudo sienten como si se les hubiera devuelto la vida. La sabidur�a nace en esas horas. El residuo de la vida se mira con reverencia. El residuo del a�o

YO SOMOS, CON NOSOTROS, INCERTIDOS.

II. DEBE SER GUIADO POR LAS EXPERIENCIAS DE A�OS PASADOS.

III. DEBE SER M�S SERENO Y FELIZ.

IV. DEBE SER M�S PIO Y FRUTAL EN BIEN PARA LOS DEM�S. ( WOLilley. )

Versículo 11

Dije, no ver� al Se�or

La angustia de Ezequ�as

I. LA AFECCI�N DE EZEQU�AS POR EL PENSAMIENTO DE NO VER A DIOS. Esto manifest� ...

1. Verdadero afecto hacia Dios.

2. Fervientes deseos de la revelaci�n de la gloria de Dios.

3. Poder espiritual para aprehender a Dios.

II. DECEPCI�N DE EZEQU�AS POR EL PENSAMIENTO DE NO VER A DIOS EN LA TIERRA. �l lo ver�a ...

1. En liberaciones efectuadas para su pueblo.

2. En manifestaciones divinas en el templo.

3. En divina bendici�n sobre s� mismo y sobre la naci�n. Felices los que desean ver a Dios. Puede ser visto en esta tierra de muerte. En la verdadera tierra de los vivientes, m�ralo siempre cara a cara. ( WO Lilley. )

No ver� m�s al hombre con los habitantes del mundo.

Uno, y solo un per�odo de prueba, un arreglo ben�volo

(con Lucas 16:26 ): - Hay dos hechos que dan a la muerte una profunda solemnidad.

1. Separa al hombre para siempre de sus conexiones en este mundo. Ezequ�as sinti� esto ahora. Job sinti� esto. �Cuando vengan unos a�os�, etc. �Qu� hombre vivo no se ha impresionado con esta idea! La vieja escena de sus primeras impresiones, trabajos ansiosos, tiernas amistades y queridas asociaciones queda para siempre. Por m�s dif�cil que sea este mundo, contiene mucho de lo que queremos.

Aqu� sentimos las primeras sensaciones de vida; aqu� surgieron las primeras l�neas de pensamiento; aqu� hemos recibido los elementos de nuestro car�cter; aqu� todas nuestras alegr�as han sido experimentadas, nuestras pruebas soportadas y nuestras labores procesadas. Aqu� duerme el polvo de nuestros padres y nuestros amigos. Dejar todo esto para siempre es un pensamiento triste.

2. Separa al hombre para siempre de todos los medios probatorios de mejora. Abraham le dio esta idea al hombre rico en el mundo de perdici�n: le asegur� que hab�a un "abismo" infranqueable entre �l y todos los medios de recuperaci�n. Despu�s de la muerte, el personaje parece estereotipado. Este es un hecho m�s solemne que el otro, aunque quiz�s no tan profundo y sentido en general. Ser separados para siempre, si somos malvados, de Biblias, santuarios y toda influencia y ayuda mediadora; tener un abismo infranqueable entre todo lo que es brillante y bello en el universo y uno mismo; �qu� solemne esto! Este hecho, profundamente solemne, no es ni cruel ni injusto, sino muy ben�volo por el contrario.

I. HAY M�S BONDAD EN ESTE ACUERDO PARA EL INDIVIDUO MISMO. Tres hechos ilustrar�n esto.

1. En caso de que un hombre tuviera un segundo per�odo de prueba y �ste fracasara, su culpa y su miseria se ver�an agravadas considerablemente.

(1) El castigo ser� propiedad de los privilegios y oportunidades abusados. �El que conoce la voluntad de su Maestro y no la hace�, etc. "Si no les hubiera hablado", dijo Cristo, "no hubieran tenido pecado". �Cu�l es la culpa de un pagano en comparaci�n con un hombre que vive en tierras cristianas?

(2) Los privilegios y oportunidades relacionados con su primera libertad condicional son tales que imponen una responsabilidad incalculable. �El que menospreci� la ley de Mois�s muri� sin misericordia�, etc. Entonces, �cu�l ser�a la culpa de un hombre que no solo hubiera vivido una primera prueba, sino una segunda?

2. El hombre que abus� de la primera libertad condicional tendr�a m�s probabilidades de abusar de la segunda. Si un hombre pasa por todas las influencias curativas de la naturaleza de la primera probaci�n, la literatura sagrada, los santuarios, los consejos y amonestaciones de los piadosos, el ministerio del Evangelio, y no es salvo, sino endurecido, por todos, no habr�a una certeza de que , si entrara en un segundo per�odo de prueba, �el segundo tambi�n fallar�a?

(1) Porque entrar�a en el segundo con sensibilidades endurecidas. No lo hizo el primero. Comenzamos nuestra existencia aqu� con tiernas conciencias.

(2) Entrar�a en el segundo con h�bitos confirmados. Se preguntar�: �No se pueden traer algunas nuevas influencias sobre el alma en la segunda probaci�n que no actuaron sobre ella en la primera? Preguntamos: �Qu� nuevas influencias son posibles? Solo podemos concebir dos tipos: el penal y el misericordioso. �Se convertir�n los sufrimientos penales? Y en cuanto a las influencias misericordiosas, �puede haber m�s poder misericordioso sobre el alma que ahora? �Puede Dios dar una expresi�n m�s conmovedora y poderosa de su amor que al enviar a su Hijo unig�nito?

3. El conocimiento del hombre de una segunda probaci�n tender�a a contrarrestar en su mente la influencia salvadora de la primera.

(1) Fortalecer�a ese principio procrastinado en su naturaleza que lo lleva ahora a posponer la cuesti�n de su salvaci�n.

(2) Fortalecer�a esa presunta tendencia de su naturaleza que lo induce a correr el riesgo del futuro. ( Homilista. )

Versículo 12

Como tienda de pastor

La inconstancia de la vida terrena

Dice �la tienda de un pastor�, porque eso representa la inconstancia y la incertidumbre de nuestra vida, m�s que cualquier otra tienda.

La tienda del soldado puede permanecer largamente montada en un lugar, como en asedios y cosas por el estilo; pero los pastores cambian el lugar de su tienda todos los d�as, debido a la oportunidad de pasto fresco para su ganado. ( W. Day, MA )

Como tienda de pastor

I. EL LOTE DEL HOMBRE NO TIENE PERMANENCIA.

II. SE QUITA F�CILMENTE.

III. PUEDE SER QUITADO R�PIDAMENTE.

IV. A menudo se quita de repente.

V. SE REMUEVE A OTRO LUGAR. ( WO Lilley. )

He salido como un tejedor mi vida

El arte de tejer

El arte de tejer parece haber sido coet�neo con los primeros albores de la civilizaci�n. No sabemos d�nde ni en qu� momento se invent�; pero encontramos que a una edad temprana en la historia del mundo los egipcios manifestaron una gran habilidad en ello. Las vestimentas de lino fino como las que us� Jos� fueron producto de telares egipcios, y se dice que los espec�menes existentes de la tela de momia de Egipto se comparan favorablemente con la mejor batista de los tiempos modernos.

Hay varias referencias incidentales a este arte en las Escrituras. Se nos dice que el bast�n de la lanza de Goliat era como la viga de un tejedor. Job dice que sus d�as son m�s r�pidos que la lanzadera de un tejedor. Y entre los experimentos que intent� Dalila para averiguar el secreto de la fuerza de Sans�n, encontramos uno que consisti� en tejer los siete mechones de su cabello con la red de su telar. �Ella lo asegur� con el alfiler, y le dijo: Los filisteos sean contigo, Sans�n; y despert� de su sue�o y arranc� la clavija de la viga y la telara�a.

�Aqu� tenemos referencias a algunas de las partes del telar tal como existe en la actualidad, la viga, la lanzadera, el pasador al que se un�a la red. De hecho, aprendemos con autoridad confiable que aunque la introducci�n de la maquinaria ha hecho algunos cambios importantes en el telar utilizado por los antiguos, sus caracter�sticas esenciales permanecen inalteradas. ( WV Robinson, BA )

El hombre como tejedor

Necesitamos, por tanto, s�lo un ligero conocimiento del arte de tejer en su estado actual para que podamos comprender el significado de nuestro texto. Supongamos que hay un hombre ante su telar. La urdimbre le ha sido suministrada por su maestro y fijada a la viga del tejedor. Los hilos pasan por encima del telar y la trama es atravesada por medio de la lanzadera. Luego, la red se completa y se enrolla sobre otra viga.

Cuando se ha tejido la longitud requerida de tela, se cortan los hilos de la urdimbre, y si el maestro no tiene m�s trabajo para el tejedor, se le despide de su empleo. ( WV Robinson, BA )

La red de la vida

La vida es como una red de la que el hombre es el tejedor, y el maestro puede cortar los hilos en cualquier momento y despedir al tejedor del telar.

I. LA VIDA ES COMO UNA RED, DE LA CUAL DIOS SUMINISTRA LOS MATERIALES, Y DE LA CUAL EL HOMBRE ES EL TEJEDOR.

1. Dios suple la urdimbre de la vida.

(1) Esto consiste en parte en las capacidades de un hombre y en parte en las circunstancias de un hombre. Es diferente en casi todos los casos; pero en cada caso forma el material que est� en la base de la vida de un hombre. No hay dos hombres exactamente iguales. Un hombre entra en la vida con una fuerte constituci�n f�sica. Otro, tal vez su hermano, entra en la vida lisiado. Un hombre hereda un intelecto fuerte, que en su ni�ez lo coloca en la cima de su escuela, y en sus �ltimos a�os lo convierte en el l�der de sus compa�eros.

Otro nace con una comprensi�n lenta y aburrida. Un hombre nace con gustos y tendencias que lo convertir�n en artista o poeta; otro con pasiones que lo hundir�n en la clase criminal si se les permite desarrollarse. Un hombre es de car�cter d�bil, virando como el gallo del tiempo con cada respiro de la opini�n p�blica. Otro tiene un car�cter fuerte. Es firme y persistente, y no permite que ninguna dificultad lo desanime o angustie. �Cu�n diferente es la urdimbre de la vida en estos casos!

(2) La urdimbre de la vida comprende, adem�s, el entorno temprano de un hombre, su ascendencia, su posici�n social, su educaci�n temprana, su formaci�n religiosa. Un hombre nace con una cuchara de plata en la boca, a otro se le vierte el l�quido ardiente por la garganta antes de cumplir muchas semanas. Uno est� rodeado por el sol del amor y la opulencia; otro entra a la vida en los fr�os vientos de la adversidad y la cruel opresi�n.

Un hombre nace en una aldea rural y su vida temprana est� llena de experiencias del mundo exterior en toda su pureza y belleza; otro nace en una gran ciudad, en medio del rugido del tr�fico y la bulliciosa emoci�n de la vida de la ciudad. Uno nace en una tierra donde el aire est� cargado de idolatr�a; otro est� rodeado de influencias cristianas. �Cu�n diferente es la urdimbre de la vida en todos estos casos! Ahora Dios proporciona esto; y no nos corresponde a ninguno de nosotros murmurar ante Sus arreglos. Para esto, al menos, sabemos que Dios no requiere de un hombre m�s de lo que posee.

2. La trama de la vida, tal como la concebimos, consiste en los deseos, prop�sitos y resoluciones que aplicamos a nuestras capacidades y circunstancias. Hay quienes tejen con el hilo burdo del ego�smo, quienes usan su fuerte naturaleza f�sica para la satisfacci�n de sus apetitos corporales, quienes permiten que sus fuertes poderes de razonamiento los levanten en rebeli�n contra Dios, quienes oprimen y aplastan a sus hermanos m�s d�biles con sus voluntades firmes y naturalezas imperiosas.

Cuando se teje un hilo grueso en una urdimbre fina, la tela no es buena. Tampoco puede ser buena esa vida que tiene un prop�sito ego�sta entretejido en el plan Divino. Pero hay otros que tejen con el fino hilo de la consagraci�n cristiana, y la red de sus vidas no puede dejar de ser agradable a los ojos de Dios. Es cierto que la trama de la vida nos es suministrada tanto como la urdimbre, y sin embargo, cada hombre posee el poder de elegir el hilo que tejer� en su vida.

Es nuestro elegir entre el prop�sito ego�sta o el prop�sito de Cristo. Cualquier tejedor puede dejar a un lado el hilo que su maestro le ha proporcionado, sustituirlo por un hilo inferior y trabajar con �l. Y eso es exactamente lo que muchos est�n haciendo. Por un lado, el Esp�ritu Divino lo impulsa a todo lo que es noble y bueno; y del otro lado est�n los esp�ritus de las tinieblas, que no pueden obligar a un solo hombre a elegir el mal, pero s� pueden tentarlo a hacerlo; y si un hombre, ya sea por indiferencia o por presunci�n, se deja influir por lo que es malo, por la vida que as� se estropea, es responsable ante Dios.

II. DIOS SABE MEJOR DE TODO CUANDO LA RED DE LA VIDA EST� REALMENTE TERMINADA. Los griegos cre�an que el destino estaba tejiendo la red de la vida humana y que ellos determinaban cu�ndo deb�a ser cortada del telar. El nuestro es un credo m�s verdadero y reconfortante. No es un destino cruel, sino un Padre amoroso lo que determina para nosotros la longitud de la estructura de la vida.

1. A veces pensamos que algunas vidas se terminan antes de que se completen. �Qu� significa la columna rota, que con tanta frecuencia se ve en nuestros cementerios, pero que alg�n amigo de luto piensa que una vida, quiz�s m�s cara que cualquier otra, ha sido cortada antes de completarse? Pero Dios sabe mejor cu�ndo una vida est� realmente acabada. Toda vida se acaba cuando el prop�sito de Dios en esa vida se ha cumplido. La vida de Jes�s solo alcanz� los treinta y tres cortos a�os; pero a nadie se le ocurre sugerir que hubiera sido mejor si hubiera vivido hasta los sesenta. Su trabajo estaba terminado.

2. Nuevamente, �no hay muchos que nos parecen haber vivido mucho tiempo despu�s de que terminara su trabajo en la tierra? Puede ser que en la espera paciente de sus vidas, en la tenue gloria de su atardecer, �l tenga algunos hilos para que entretejen en la urdimbre que �l ha provisto.

3. Pero despu�s de enrollar la tela, debe desenrollarse nuevamente. �Cu�n pocos son los que pueden, sin emoci�n, echar una mirada retrospectiva a su vida pasada! �Para algunos es un castigo mayor del que pueden soportar! �Y hay alg�n hombre, por bueno que sea, que pueda pensar en el pasado sin arrepentirse? El recuerdo de la bondad de Dios, en verdad, puede llenarlo de gratitud, gozo y asombro; pero el recuerdo de su participaci�n en el tejido de la vida debe llenarlo de dolor y verg�enza.

Y esta vida debe ser Desenrollada ante los ojos escrutadores del Gran Maestro, en la luz feroz que late alrededor de Su trono. "Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo". �C�mo podemos soportar presentarle a Dios vidas tan imperfectas y manchadas de pecado? Tomemos coraje. Porque �no hay algunos de pie ante el trono cuyas vidas no fueron mejores que las nuestras? �C�mo pueden pararse ah�? �Han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero.

Y nosotros tambi�n podemos recibir el perd�n y la limpieza donde ellos lo recibieron. El Gran Maestro bien podr�a decir que los tejedores tan torpes y desleales como nosotros no deber�an tener lugar en Su servicio ni en Su hogar. Pero �l nos recibir� por amor a Su amado Hijo. ( WV Robinson, DD )

Dos casos t�picos: Judas Iscariote y Pablo

Judas Iscariote fue un hombre de cuyas capacidades sabemos poco. Podemos inferir, sin embargo, que pose�a algunos dones valiosos, o sus hermanos en el apostolado nunca le habr�an asignado el importante oficio de portador y limosnero del peque�o grupo. Sabemos que sus circunstancias fueron inusualmente buenas. Fue atra�do, junto con los otros ap�stoles, a los pies de Jes�s por las palabras llenas de gracia que salieron de su boca.

Durante tres a�os acompa�� a nuestro Se�or en sus viajes. Escuch� los discursos que pronunci� y vivi� bajo la influencia de su car�cter. Esta fue la distorsi�n de su vida. Pero, �qu� teje en �l? �Es avaricia, o es venganza, o es una idea engre�da de que puede forzar el triunfo de su Maestro, o es una amarga decepci�n por el car�cter espiritual del reino de Cristo, lo que forma la trama de su vida? Sea lo que sea, es un hilo oscuro y �spero.

Satan�s entra en �l. Traiciona a su Maestro incluso con el beso de la lealtad y el cari�o. Y cuando llega a mirar la telara�a que ha tejido, �l mismo est� tan abrumado por el dolor y el remordimiento, que se aparta del telar. ��l fue, se fue y se ahorc�. Saulo de Tarso era un hombre muy diferente; un hombre de constituci�n f�sica d�bil, pero de intelecto fuerte; un hombre de profunda conciencia y gran entusiasmo.

Secado en un hogar confortable y entrenado en el farise�smo de su �poca, teje en su vida temprana un hilo simplemente espeluznante de persecuci�n de los cristianos. Jes�s se encuentra con �l en el camino a Damasco y se entrega por completo a las influencias que se ejercen sobre �l. �Qu� cambiada est� su vida! Tiene que soportar severos sufrimientos f�sicos; tiene innumerables persecuciones que afrontar; pero entretejido en todos los hilos de la providencia divina est� el gran prop�sito de la consagraci�n al servicio de Cristo.

En adelante, el lema de su vida es: "Para m�, el vivir es Cristo". Cristo es el objetivo de todos sus trabajos, de todos los sufrimientos de Iris, de todos sus �xitos. Y ahora que esa vida se nos revela en las Escrituras, se reconoce que es una de las m�s nobles y mejores que jam�s se hayan vivido sobre la tierra. ( WV Robinson, DD )

La vida de jesus

Pero incluso esa vida palidece ante la gloria resplandeciente que brota de la �nica vida perfecta sobre la tierra, la vida de Aquel que fue a la vez Hijo de Mar�a y Hijo de Dios. Nacido en el establo de la posada de Bel�n, criado en la humilde casa de Nazaret, siguiendo la vocaci�n de un carpintero, pose�a poco que los hombres codiciar�an. Pero esa vida fue gloriosa, no por sus circunstancias, sino por su elevado y santo prop�sito.

�El negocio de mi Padre�, ese fue el objetivo que se puso delante de s� mismo desde el principio; y ese fue el objetivo que persigui� hasta el final de su carrera. Cuando por fin ha llegado el momento supremo, puede gritar triunfalmente: "Consumado es". Ha glorificado a Dios en la tierra, ha terminado la obra que le fue encomendada. Como Su propia t�nica sin costuras, Su vida fue de una sola pieza.

Y vivi� por nosotros, muri� por nosotros. Confiando en �l, siguiendo sus pasos, nuestras vidas pueden, en cierta medida, ser como las suyas. M�s humildes que apenas pueden ser; pero �hay alguno que est� tan lleno de gloria? ( WV Robinson, DD )

La vida humana un tejido

I. VALE LA PENA MIRAR EL TRABAJO MISMO. Ahora que es esto? La formaci�n del car�cter personal. Hay dos grandes elementos que bien podr�an corresponder con la urdimbre y la trama del tejedor. El primero puede representar los principios de la confianza b�blica en Dios; perd�n, providencia, esperanza, etc. Estos, como la urdimbre del tejedor, son fuertes y est�n firmemente fijados. El segundo son nuestros propios actos cotidianos. Cada uno es un hilo, tejido en el personaje; ambos son necesarios en la confecci�n de telas: tambi�n lo son la fe y las obras, en el tejido del car�cter. Ahora observe sobre este trabajo lo que es.

1. La propia del tejedor. No me refiero a que los materiales, ya sea antes o despu�s de la confecci�n, le pertenezcan a �l, sino a la obra en s�. Mil tejedores pueden usar la misma lana en com�n, mientras que el trabajo de cada uno ser� producto de cada obrero individual. Ahora bien, este es un hecho solemne en el tejido de personajes. Cada hombre est� haciendo, y debe hacer, lo suyo; nadie puede hacerlo por �l, ni Dios puede d�rselo.

2. Es una obra de progreso creciente. Tenemos que elegir, no si el trabajo continuar�, sino solo si el trabajo ser� bueno o malo.

3. Es una obra de creciente facilidad. Al principio es dif�cil, pero pronto, y en proporci�n a la asiduidad del tejedor, se vuelve diestro y puede cantar todo el d�a en su telar; �Ay, �l tambi�n tendr� mucho de qu� cantar! Lo mismo ocurre con el tejido de personajes.

4. Es un trabajo de sentimiento cambiante. Puede que estemos llenos de gozo o dolor, alegr�a o tristeza, pero dejemos que el trabajo contin�e. La tela m�s fina a menudo se teje mientras trabajamos ( Job 7:6 ). �Pobre trabajo! �Pensaste poco en lo que hab�a en tu telar entonces! �Todas las edades admiran ese trabajo tuyo! Tejedora cristiana, no pienses demasiado en tus marcos y sentimientos.

II. VALE LA PENA MIRAR LOS MATERIALES. Estas son las doctrinas de la verdad, todos los agentes del Esp�ritu y, en particular, todos los acontecimientos de la vida, todos los llamados a la abnegaci�n, el deber, la confianza y la rectitud que proporciona nuestra suerte. Observa de ellos:

1. Son como la lana del tejedor, todos suministrados por el Maestro. Y el Maestro da el material que mejor se adapta al trabajador.

2. Despu�s de todo, son s�lo materiales. Son valiosos por el bien de la tela, m�s que por s� mismos. El hombre que trabaje mejor con el peor material, recibir� la mejor paga y elogios, y viceversa. Recuerda siempre que el papel que juegas en el drama de la vida es la elecci�n de Dios, la manera de interpretarlo solo es tuyo. Estos materiales son abundantes. Al maestro nunca le faltan por lo que el trabajo debe ser corto. Todo trabajador tiene las manos ocupadas.

III. VALE LA PENA MIRAR EL FINAL. "He cortado", etc. Observar&mdash

1. La tela dura para siempre. La tela se gasta, el personaje no.

2. El trabajo termina al morir. Entonces, el telar debe detenerse para siempre. No deshacer trabajos malos, terminados o inacabados, malos o buenos. La lanzadera est� quieta, y las tijeras cortan la tela, y se entrega.

3. El Maestro lo inspecciona. Aqu�, la reputaci�n ser� nada; car�cter, todos. Se llevar� al sol, ???????????.

4. El Maestro lo dispone seg�n su valor. Al revisar todo esto, piense:

(1) � Qu� misericordia es que seamos perdonados y preparados para esta obra!

(2) � Qu� motivo para comenzar el trabajo temprano!

(3) � Cu�n pronto no nos quedar� nada m�s que nuestro trabajo! Riqueza, pobreza, salud, enfermedad, etc., �todo quedar� atr�s! ( W. Wheeler. )

Versículo 14

Llor� como una paloma

"Llor� como una paloma"

Las posesiones del mundo son a menudo el medio para aliviar los dolores de la vida y aumentar sus goces.

Lo que la experiencia nos ense�a al respecto lo permite la Palabra de Dios. La prosperidad es reconocida por �l como un tema de gratitud. Pero es innegable que las riquezas en s� mismas son insuficientes para hacernos felices. En todas las estaciones, la limitaci�n de su poder es obvia; pero en ning�n momento parece m�s sorprendente que cuando el rey de los terrores desaf�a a un potentado terrenal, y descubre que "no hay descarga en esa guerra". La historia relacionada con nuestro texto nos proporcionar� un ejemplo.

I. LAS CAUSAS DEL DUELO. Esta imagen de duelo como una paloma no se limita a este pasaje ( Isa�as 59:11 ; Ezequiel 7:16 ; Nah�m 2:7 ). Ahora supondremos que las notas de luto quejumbrosas de la paloma son descriptivas de varias clases de hombres de dolor.

1. Comenzaremos con los que est�n de luto por la misma causa que el autor de nuestro texto. Fue una angustiosa enfermedad la que hiri� el esp�ritu del monarca y la perspectiva que le presentaba de una cierta disoluci�n. Si, mientras lloras lastimeramente como una paloma, tu duelo es como el de una paloma porque es manso y sumiso, tu duelo seguir� siendo real.

2. Otra fuente de duelo es la adversidad de las circunstancias mundanas.

3. Otras fuentes de dolor se encuentran en la frialdad de los antiguos amigos, la traici�n de aquellos en quienes confiabas o la persecuci�n de aquellos que deber�an alentar y apoyar.

4. Otra causa com�n de duelo como una paloma es la partida de seres queridos.

5. Otra fuente de duelo es el recuerdo de la iniquidad.

II. SUS REMEDIOS O ALIVIOS.

1. Para los afligidos de cuerpo hay un consuelo obvio: la posibilidad de su curaci�n. La tranquilidad que tenemos ante nosotros es, por tanto, alentadora. Otro apoyo en la aflicci�n corporal es la conformidad que nos da a nuestro Se�or. Una vez m�s, Jesucristo ha "sacado a la luz la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio".

2. �Cu�l es, a continuaci�n, nuestro alivio en caso de que las circunstancias mundanas se arruinen? La posesi�n de riquezas no es un criterio seguro de la aprobaci�n de Dios. Si tus p�rdidas terrenales te han llevado a la reflexi�n y te han llevado a juzgar correctamente los bienes terrenales; si los cambios y las posibilidades de esta vida mortal te han inducido a poner tu afecto en las cosas de arriba; si han quebrantado tu esp�ritu orgulloso, te han tra�do a Cristo y te han asegurado un inter�s en sus �riquezas inescrutables�, entonces no llores como una paloma, sino canta como una alondra.

3. Tocamos a continuaci�n el dolor que surge de la deshonra que nos hacen amigos familiares. Consideramos esto como una maldici�n: Dios puede convertirlo en una bendici�n. Sol�amos confiar en el hombre; am�bamos a la criatura con un apego demasiado ardiente. En adelante pensamos m�s en ese Amigo �m�s unido que un hermano�; �Quien es el mismo ayer, hoy y siempre�; acerca de qui�n tenemos el privilegio de exclamar: '�A qui�n tengo yo en los cielos sino a ti? "&C.

Si el maltrato del que nos quejamos consiste en persecuci�n por causa de la justicia, las palabras de nuestro Se�or en la bienaventuranza suministran todo el consuelo necesario: �Bienaventurados vosotros cuando los hombres os insulten�, etc. "As� como los padecimientos de Cristo abundan en nosotros, as� tambi�n nuestro consuelo en Cristo".

4. La separaci�n de aquellos a quienes amamos era la cuarta causa de duelo por la que deb�amos buscar un alivio. Aunque en tierras remotas, pisan la misma tierra. El oc�ano embravecido es bondadoso con cada uno de nosotros: lleva en su seno a los veloces mensajeros que llevan el intercambio de se�ales de que muchas aguas no pueden apagar nuestro amor. Las malas hierbas de la viudez pueden entrelazarse con flores de alegr�a; porque �el defensor de la viuda es Dios en su santa morada.

�Se silenciar� el lamento del hu�rfano; porque Dios es "Padre de hu�rfanos". Dios puede dar "un lugar y un nombre mejor que el de hijos e hijas". Y es una peque�a cosa que "los justos son quitados del mal por venir"; que "descansan de sus trabajos"; que est�n "presentes con el Se�or"?

5. La �ltima fuente de duelo que notamos fue el recuerdo de la iniquidad. �La herida es incurable? ��No hay b�lsamo en Galaad? �No hay all� m�dico?" ( TW Thomson, MA )

Aflicci�n la ocasi�n de murmurar

�Como una gr�a�, etc.

I. LAS AFICCIONES A MENUDO PROVOCAN ARRASTRE Y MURMUROS TENIDOS. Ellos a menudo&mdash

1. Oscurecer la bondad de Dios.

2. Gu�anos a olvidar misericordias pasadas.

3. Oscurece nuestro futuro.

II. Las aflicciones que conducen a erupciones y murmuraciones tontas nos exponen a grandes peligros morales. Entonces podemos ...

1. Interprete incorrectamente la providencia de Dios.

2. Pierda el beneficio que Dios quiso.

3. Deshonrarlo.

4. Desacreditar nuestra profesi�n religiosa.

III. LAS AFICCIONES QUE HAN PRODUCIDO ARRASTRE Y MURMUROS TENIDOS, DICHOS MURMUROS DEBEN SER RECONOCIDOS. Esta voluntad&mdash

1. Muestre nuestro sentido de la maldad de nuestra conducta.

2. Tiende a reparar la lesi�n que pudimos haber causado.

3. Obtenga el perd�n de Dios. ( WO Lilley. )

Oh Se�or, estoy oprimido; emprender por m�

El alma oprimida que busca la interposici�n divina

Si el hombre alguna vez pronunci� el lenguaje, que todos los hombres deber�an adoptar; si alguna vez un hombre ha presentado una petici�n que todos los hombres deben presentar ante el propiciatorio, es esta.

I. TODOS NECESITAN QUE ALGUIEN SE ENCARGUE POR USTED. Alguien que haga suya su causa y que le ayude a realizar ese trabajo del que depende su felicidad eterna. Necesitas a alguien para emprender ...

1. Para apoyarlo y consolarlo en las pruebas de la vida y llevarlo a salvo a trav�s de ellas.

2. Ser tu gu�a a lo largo de la vida. Necesita un gu�a, un consejero, que sepa no solo lo que hay en el hombre, sino tambi�n lo que todo hombre demostrar� ser en la vida futura. Pero si necesita una gu�a que respete este mundo, cu�nto m�s respete el mundo venidero,

3. Necesita a�n m�s a alguien que se comprometa a brindarle asistencia eficaz para someter a sus enemigos espirituales, los enemigos que se oponen a su salvaci�n.

4. Por encima de todo, necesita a alguien que pueda y se comprometa a defender su causa en el cielo y lograr una reconciliaci�n entre usted y Cuatro Dios justamente ofendido.

II. NO HAY NADIE EN LA TIERRA O EN EL CIELO QUE PUEDA Y DISPUESTO A EMPRENDER POR USTED, EXCEPTO EL SE�OR JESUCRISTO. ( E. Payson, DD )

El gran recurso del cristiano

Apenas hay sentimiento m�s doloroso que el de la desolaci�n. Las Escrituras se refieren a �l con frecuencia. Miqueas 7:1 .) Cuando este sentimiento nos sobreviene por primera vez, hay como una postraci�n total de fuerza. Considerar&mdash

I. EL CRISTIANO EN JUICIO. El texto es aplicable:

1. Al joven cristiano que acaba de asumir los deberes de la vida.

2. Al joven que inicia su carrera religiosa.

3. Al cristiano perplejo en el camino del deber.

4. Al cristiano convencido de pecado.

5. Al cristiano en estado de dolor por la p�rdida de un ser querido y cercano a �l.

6. Al cristiano en su lecho de muerte.

7. Al cristiano que se presenta ante el Se�or en Su segunda venida.

II. EL RECURSO DEL CRISTIANO. El mundo tiene muchos recursos. El cristiano tiene solo uno. Pero ese es de un valor infinitamente mayor que todos los pose�dos por un mundo inconverso e imp�o. ( M. Villiers, MA )

El alivio del alma agobiada

I. �CU�L ES LA CAUSA DE SU OPPRESI�N?

1. �Es alguna carga de tristeza la que ha ca�do sobre ti, alguna p�rdida, o cruz, o desilusi�n, que te ha mostrado la fugaz incertidumbre de todos los tesoros terrenales?

2. �Es alguna persecuci�n de los imp�os?

3. � O se queda perplejo por el fracaso de alg�n plan bien trazado? �O el resultado infructuoso de sus esfuerzos por eliminar los prejuicios e iluminar la ignorancia y mejorar el coraz�n de los hombres?

4. � O te acosan tentaciones, casi demasiado fuertes para que la carne y la sangre las soporten?

5. �No es simplemente por el enga�o de su coraz�n, sino por su �desesperada maldad� que su coraz�n se hunde dentro de usted?

II. �NO SEGUIR�S DICIENDO: �SE�OR, EMPRESA POR M͔?

1. �C�mo se compromete Dios por nosotros? �Es quitando del pecador toda tentaci�n al pecado? �Es quitando al afligido y afligido la causa inmediata de su aflicci�n, y restaurando todas las cosas de acuerdo con su deseo miope? No, es un proceso muy diferente. Sugerir� a su coraz�n buenas resoluciones y santos impulsos; y si los aprecia, el esp�ritu de Jes�s le dar� medidas de gracia especial.

Y en cuanto al que est� abatido por el dolor, no es la manera de Dios revertir Su sentencia y eliminar de inmediato la causa. Pero �l nos da tal fe en �l, que creemos que "los pensamientos que piensa de nosotros son pensamientos de paz y no de maldad". Y en la medida en que la fe se hace o�r, la voz de la angustia se apaga.

2. Qu� base de confianza tenemos en que Dios emprender� por nosotros.

(1) �No tenemos su promesa m�s segura?

(2) �No tenemos la experiencia de todos los siervos del Alt�simo?

(3) Pero adem�s y m�s all� de la Palabra de Dios y la experiencia de los santos, que los israelitas compartieron en la antig�edad, tenemos el conocimiento de la Encarnaci�n de nuestro Se�or Jesucristo, y de todos los frutos y consecuencias que crecer a partir de esa bendita doctrina. ( DABeaufort, MA )

El anhelo de simpat�a encontrado en Cristo

Existe una desproporci�n tan grande entre un hombre y algunos de sus propios sentimientos, entre la vida interior y exterior de un hombre, que lo sorprendente no es que a veces debamos sentir la carga de la existencia, sino que deber�a haber alguna. hombre que no deber�a estar siempre diciendo: "Estoy oprimido".

I. HAY POCAS MENTES QUE NO BUSCAN LA SIMPAT�A. Es un instinto de nuestra naturaleza que debemos apoyarnos en alguna parte. Casi todo error, toda superstici�n, toda mundanalidad, se resuelve finalmente en el sentimiento de que el hombre debe apoyarse; pero se apoya en una base equivocada. Es sobre este gran principio en el pecho del hombre que el Evangelio se asienta y lo se�ala a Cristo. Lo presenta como el gran empresario de pompas f�nebres para todas las necesidades de su pueblo.

II. �CU�LES SON LOS COMPROMISOS DE CRISTO PARA NOSOTROS?

1. Se ha comprometido a pagar todas nuestras deudas: son muy grandes.

2. Se ha comprometido a que nunca estaremos solos. "Nunca te dejar� ni te desamparar�".

3. Se ha comprometido a que nunca seas realmente vencido. "Mi fuerza se perfecciona en la debilidad".

4. Se ha comprometido a colocarte en el lado soleado de todo lo que ha pasado en la vida; porque "El que me sigue, no andar� en tinieblas, sino que tendr� la luz de la vida".

5. Se ha comprometido a que siempre tengas un lugar de refugio. �Venid a m� todos los que est�is trabajados�, etc.

6. Se ha comprometido a que la muerte sea para ti s�lo un nombre, no una realidad. "El que en m� cree, no morir� jam�s". ( J. Vaughan, MA )

"Emprende por m�"

Ezequ�as aqu� representa su enfermedad como un alguacil que lo hab�a arrestado y lo estaba llevando a la prisi�n de la tumba, y por lo tanto ora para que el Se�or lo libere o lo libere de sus manos. ( J. Gill, DD )

Dios necesitaba en la hora de la muerte

Diez d�as antes de la muerte del difunto Dean Burgon, dijo: "Nada m�s que los brazos eternos pueden apoyarme ahora". ( F. Harper, MA )

El grito de un esp�ritu oprimido

Nuestra individualidad es fuerte en el sufrimiento. El ego se levanta para deshacerse de las cadenas que lo atan.

I. UN GRITO DE UN ESP�RITU OPRIMIDO. El esp�ritu humano est� oprimido con:

1. Pecado.

2. Circunstancia.

3. Problema.

4. Misterios de la vida.

II. UN GRITO DIRIGIDO AL VERDADERO AYUDANTE.

1. Solo Dios puede emprender la causa del alma.

2. Solo �l puede traer verdadera liberaci�n.

3. �l librar� a los que lo busquen.

4. Sus liberaciones son eternas ( WO Lilley. )

Versículo 15

�Qu� deber�a decir?

Un alma desconcertada

Tal exclamaci�n escap� de los labios de Josu�, y fue el lenguaje de amarga decepci�n, porque Israel huy� ante sus enemigos ( Josu� 7:8 ). Las mismas palabras fueron pronunciadas por nuestro adorable Se�or cuando Su alma se sinti� abrumada por el dolor ante la perspectiva de Sus agon�as y sudor sanguinolento, Su cruz y muerte en sacrificio ( Juan 12:27 ).

Aqu� es el lenguaje de alguien que estaba lleno de perplejidad por las dispensaciones de la Divina Providencia. Tal es el caso de nosotros a veces; Nuestras circunstancias son tan dolorosas, tan diferentes de lo que hab�amos anticipado, que con perplejidad exclamamos: "�Qu� dir�?" Debemos decir

1. Que los tratos de Dios son muy misteriosos.

2. Que las palabras de Jes�s siguen siendo verdaderas: "En el mundo tendr�is tribulaci�n".

3. Que algunas de las promesas de Dios requieren una fe fuerte para creerlas.

4. Que Dios har� lo que le plazca con sus propios hijos.

5. Que la prueba de la fe es a menudo muy severa, sumamente dolorosa.

6. Que se requiere paciencia y perseverancia en nuestras pruebas.

7. Que cuando Satan�s obstaculiza, nadie m�s que Dios puede ayudar eficazmente; por lo tanto, debemos mirarlo a �l.

8. Que por m�s accidentado que sea el camino, el fin compensar� con creces sus fatigas y pruebas, porque el fin ser� bendito. ( James Smith. )

Ir� suavemente todos mis a�os

Problemas pasados ??recordados

La Versi�n Revisada lo dice: "Ir� en silencio todos mis a�os, a causa de la amargura de mi alma". La lectura marginal de la Versi�n Revisada es: "Ir� en procesi�n solemne todos mis a�os a causa de la amargura de mi alma". Eso significa "a causa de" - ya que guardo en la memoria la amargura de mi alma. Para que podamos enunciar el significado de nuestra Escritura as�: De ahora en adelante caminar� de manera solemne, sumisa y reverente, recordando siempre y con gratitud la amargura de la que ha sido liberada mi alma. ( W. Hoyt, DD )

Escapar de la muerte da un nuevo sentido a la vida

De ahora en adelante debe caminar con paso y semblante de conquistador; o con el cuidado de un adorador que ve al final de su carrera el trono del Dios Alt�simo y hace toda su vida un ascenso all�. ( Prof. GA Smith, DD )

Outlook en la aflicci�n

I. UNA ACUERDA SABIA. La ambici�n imprudente es una locura. Nuestro escenario de acci�n est� contaminado, inseguro y desvanecido. Somos d�biles y moribundos. Caminar en humildad, desconfianza en uno mismo y temor santo es sabidur�a.

II. SU CAUSA. Las aflicciones cambian nuestra visi�n de la vida. Nos cambian. La sabidur�a a menudo nace de la amargura del alma. Una aflicci�n severa deber�a ser una �poca en la vida de un hombre. Deber�a acabar con sus locuras y hacer de su futuro algo m�s tierno, gentil y adorable. ( WO Lilley. )

Versículo 16

Oh Se�or, por estas cosas viven los hombres

Aflicci�n relacionada con la vida

La concepci�n y la calidad de vida afectadas por la disciplina de cualquier forma de juicio, ese es el tema.

I. Tome LA CONCEPCI�N DE LA VIDA EN SU TOTALIDAD, y vea c�mo eso es modificado o alterado por experiencias como aquellas por las que pas� Ezequ�as. Aquellos que no han tenido una experiencia tan cr�tica en ninguna forma, nunca han despertado completamente a la diferencia que hay entre la mera existencia y la vida. En el sue�o hay una existencia tan real como cuando estamos despiertos; pero �qu� miserable ser�a la vida si fuera un sue�o constante! Sin embargo, hay algunos entre nosotros en quienes, aunque su tiempo est� ocupado y su intelecto sea agudo y vigilante, el esp�ritu duerme.

Son como el terrateniente en cuya propiedad hay una mina de plata sin descubrir, que no es m�s rico por su riqueza oculta, y de quien ni siquiera se puede decir que la posea. Nada ha llegado para revelarlos a ellos mismos, o para darles un sentido vivo de la existencia de Dios y su relaci�n con �l. Nada les ha abierto los ojos a las posibilidades de la vida que a�n no se han desarrollado en ellos. Un d�a ha sido para ellos como otro; y la monoton�a ininterrumpida de su experiencia ha fomentado en ellos la expectativa de que las cosas seguir�n siempre con ellos como siempre lo han sido.

As� verifican las palabras del salmista: "Porque no han cambiado, por eso no temen a Dios". Pero cuando algo como lo que le sucedi� a Ezequ�as les llega, entonces hay un despertar completo, aunque tambi�n rudo, y descubren que a�n no han comenzado a vivir. Uno puede ver esto f�cilmente ejemplificado en el devoto del placer. O tomemos el caso de aquel cuyo objeto en existencia ha sido la acumulaci�n de riqueza.

II. Pasando a LA CALIDAD DE VIDA, podemos ver c�mo eso tambi�n se ve afectado por tales experiencias de aflicci�n. Aqu� se evocan o desarrollan muchas caracter�sticas del car�cter mediante la prueba.

1. Existe el elemento de fuerza, ya sea en su ejercicio pasivo como resistencia paciente, o en su manifestaci�n activa como energ�a perseverante. El poeta ha captado la verdad cuando pide a sus lectores que "aprendan a sufrir y sean fuertes". El que no ha conocido aflicci�n, se agota f�cilmente. El viejo marinero, que casi ha naufragado, no se siente consternado por una tormenta de verano. Lo mismo ocurre con la vida en su conjunto. Encontrar�s a los personajes m�s fuertes siempre entre los que han sido m�s afligidos. Debemos, entonces, reconciliarnos con las aflicciones por las cuales solo puede desarrollarse.

2. Podemos ver que experiencias como esta de Ezequ�as tienen una gran influencia en producir altruismo en un hombre. Cuando un hombre ha estado en las garras del �ltimo enemigo y se ha recuperado; o ha estado un poco a punto de perder todo lo que ten�a y se ha escapado, se puede comprender c�mo tal experiencia lo saca de s� mismo. Intensifica para �l la idea de la vida como una mayordom�a para Dios, y ve la locura de hacer que todas las corrientes de su esfuerzo corran hacia �l. La vida de benevolencia de Howard fue el resultado de una enfermedad cr�tica; y de multitudes m�s que de �l se puede decir que se despojaron de su ego�smo en el crisol de la prueba.

3. Pero es s�lo una ampliaci�n de este comentario cuando afirmo que la simpat�a nace de experiencias como las de Ezequ�as. Quien quiera ayudar, primero debe sufrir. El que quiere ser un salvador debe estar en alguna parte y de alguna manera haber estado en una cruz.

4. Experiencias como la de Ezequ�as tienen mucho que ver con la utilidad de la vida de un hombre. La utilidad no es algo que se pueda dominar a voluntad. En la mayor�a de los casos, es el resultado de una disciplina; y es pose�do por quienes, en gran medida, son inconscientes de que lo est�n ejerciendo. Depende mucho m�s de lo que es un hombre que de lo que hace, o, si es por lo que hace o dice, eso de nuevo se debe mucho a lo que es, y lo que es ahora ha sido determinado por la historia. a trav�s del cual ha sido tra�do.

Eso se ve en el caso de un m�dico. Su experiencia contribuye mucho m�s a su formaci�n que su formaci�n universitaria. Tambi�n es as� en las cosas espirituales. La ayuda de otro para nosotros en la prosecuci�n de la vida cristiana est� determinada m�s por su experiencia personal que por su preeminencia intelectual. Aqu� est� el secreto de la diferencia entre un hombre y otro en el asunto del poder del p�lpito.

Debo a�adir una advertencia. No son todas las aflicciones las que producen tales resultados; y si alguna prueba lo har� o no depende enteramente del esp�ritu con el que se lleve. ( WM Taylor, DD )

La vida de Lutero enriquecida por la prueba

Lutero sol�a decir que sus tres grandes maestros eran la oraci�n, el estudio y la prueba; y cualquier lector de su vida puede percibir que si se le hubiera requerido en la primera parte de su carrera que enfrentara algunos de los peligros que lo amenazaron en una fecha posterior, habr�a vacilado en su curso. Pero a trav�s de la experiencia menor gan� fuerza para la prueba m�s severa; y as� sucedi� que lo que lo habr�a horrorizado al principio le caus� casi tan poca impresi�n al final como "el silbido del viento ocioso que no mir�". ( WM Taylor, DD )

Simpat�a engendrada por problemas

Aquellos de nosotros que hemos perdido a ni�os peque�os sentimos un impulso dentro de nosotros para decir una palabra de consuelo a cada padre que est� pasando por una experiencia similar. De hecho, fue en relaci�n con una aflicci�n de ese tipo que me llam� la atenci�n por primera vez este texto. Solo unas semanas antes hab�a enterrado a una hija amada, la luz de la casa, y hab�a ido a asistir a una reuni�n del S�nodo donde un ministro de honor, que hab�a pasado por la misma prueba con m�s frecuencia que una vez antes, se acerc� a m� y me llev� me tom� de la mano, y me dijo, refiri�ndose a mi dolor: �Por estas cosas viven los hombres.

Eso fue todo, pero cada a�o sucesivo desde entonces ha dado una nueva verificaci�n de sus palabras, �oh! cu�n a menudo en el intervalo he podido consolar a otros con el consuelo con el que fui consolado por Dios, y la eficacia del consuelo radica en gran parte en el hecho de que fue ofrecido por alguien que hab�a probado su valor por s� mismo. ( WM Taylor, D. D. )

La vida del espiritu

Cualquiera que est� realmente vivo, es decir, tiene vida en su esp�ritu, la vida de un hombre y no una bestia, la �nica vida que es digna de ser llamada vida, entonces esa vida se mantiene en �l de la misma manera que se guard�. en Ezequ�as. Veamos, entonces, qu� cosas fueron las que dieron vida espiritual a Ezequ�as.

1. � Gran gozo, gran honor, gran �xito, riqueza, salud, prosperidad y placer? �No tan!

2. A Ezequ�as le sobrevino un problema tras otro.

3. La muerte le pareci� una cosa fea y malvada, tal como es; el �ltimo enemigo del Se�or. �l conquist� la muerte resucitando de entre los muertos: pero nosotros morimos. Ezequ�as vivi� antes de que el Se�or Jes�s viniera a traer la vida y la inmortalidad a la luz resucitando de entre los muertos; y, por tanto, lo tem�a, porque no sab�a lo que vendr�a despu�s de la muerte. Rez� mucho para no morir.

4. �Cu�l fue el uso de su enfermedad y su terror si, despu�s de todo, su oraci�n fue escuchada, y despu�s de que el Se�or le hab�a dicho: "Morir�s, y no vivir�s" - eso no sucedi�; pero sucedi� todo lo contrario? De este uso, al menos; le ense�� que el Se�or Dios escuchar�a las oraciones de los hombres mortales. �No vale la pena pasar por alguna miseria para aprender? Ezequ�as no or� correctamente. Se consideraba mejor hombre de lo que era. Pero �l rez�. Y luego descubri� que el Se�or estaba listo para salvarlo; que lo que el Se�or deseaba no era matarlo, sino hacerlo vivir de manera m�s real, plena, sabia y viril.

5. Lo que Ezequ�as vio, pero tenuemente, debemos verlo claramente. Porque el Evangelio nos dice que el mismo Se�or que castig� y ense�� y luego salv� a Ezequ�as, se hizo carne para que �l pudiera en Su propia persona llevar todas nuestras enfermedades y llevar nuestras debilidades; para que comprenda todas nuestras tentaciones y sea tocado por el sentimiento de nuestras debilidades. El que hizo, el que aligera a todo hombre que viene al mundo, el que les dio todos los pensamientos correctos y todos los sentimientos sanos que hayan tenido en sus vidas, �l cuenta sus l�grimas; �l conoce tus dolores; �l es capaz y est� dispuesto a salvarte al m�ximo. Por tanto, no tem�is vuestras propias aflicciones. ( C. Kingsley, MA )

Mima de la lucha con la muerte

La esperanza y el gozo regresaron con la salud restaurada, y vemos ( Isa�as 38:16 ) lo que Ezequ�as trajo consigo de su lucha con la muerte.

1. Una nueva paz.

2. Perd�n.

3. Un nuevo sentido de la dignidad de la vida y de las realidades eternas envolventes.

4. Un sentido gozoso del amor personal de Dios por �l. ( EWShalders, BA )

El beneficio f�sico puede derivarse de la enfermedad.

Por extra�o que parezca, no es menos cierto que una enfermedad aguda suele alargar la vida y fortalecer la salud. Como un barco atracado para reparaciones, una enfermedad o un accidente deja a un hombre a un lado por un tiempo fuera del alcance del trabajo y la preocupaci�n, y el resto de la mente y el cuerpo restablecen el equilibrio de sus energ�as agotadas. La fiebre tifoidea tratada con �xito a menudo aclara todo el sistema, as� como una chimenea se limpia prendi�ndole fuego; y una enfermedad grave a menudo act�a como una advertencia solemne, lo que lleva a los hombres a considerar sus caminos y su trabajo, y a disminuir la tensi�n que est� sobrecargando el sistema, o a abandonar alg�n vicioso h�bito de autocomplacencia que est� poniendo el hacha en el ra�z del �rbol . ( W. Johnston, DD )

Los usos de la aflicci�n

La alusi�n de nuestro texto no es a la vida del cuerpo, sino a lo que es mucho m�s importante, la vida del alma. �De qu� manera las enfermedades graves o las aflicciones de cualquier tipo conducen, por la bendici�n de Dios, a la creaci�n y desarrollo de nuestra vida espiritual?

I. LA AFLICCI�N NOS ENSE�A TODA NUESTRA DEPENDENCIA DE DIOS.

II. La aflicci�n nos despoja de la justicia propia. Ezequ�as cedi� a los insidiosos impulsos de la justicia propia y la auto-glorificaci�n. La aflicci�n era el proceso de desvestirse por el que se le ped�a que pasara, la escuela en la que deb�a aprender tanto su indignidad como su debilidad. Y en este despojo de toda justicia propia estaba la vida de su esp�ritu.

III. LA AFLICCI�N NOS LLEVA A REALIZAR Y DISFRUTAR DE LA PLENITUD DE CRISTO. Cuando Ezequ�as se despert� al sentido de su falta de justicia ante Dios, esperaba andar suavemente en la amargura de su alma todos los a�os de su vida. Pero la idea moralista de la inocencia y la excelencia ya no es la lanza rota en la que apoyarse y perforar su mano. El Sol de Justicia ha surgido con curaci�n en Sus alas; la amargura y la inquietud desaparecen a la vez, y Ezequ�as ve lo que nunca antes hab�a visto con tanta claridad: que en el amor de su alma, el Se�or, su Dios en el pacto, hab�a afligido su cuerpo, hab�a librado as� su alma del pozo de corrupci�n, y hab�a echado todos sus pecados a sus espaldas.

IV. LA AFLICCI�N SANTIFICADA NOS ESTIMULA EN LA OBRA CRISTIANA. Ezequ�as aprendi� en el lecho de la enfermedad que s�lo hay doce horas en el d�a, que la noche llega cuando nadie puede trabajar, y que el breve per�odo de la vida debe mejorarse con diligencia y devoci�n. Y es cuando nos acostamos en el lecho de una enfermedad grave, con el tiempo en el pasado y la eternidad en el futuro cercano, que nos daremos cuenta en toda su solemnidad de la importancia y responsabilidad de la vida, y resolveremos, si se nos perdona como Ezequ�as un poco m�s. para recuperar fuerzas antes de que nos vayamos de aqu� para no ser m�s, que nuestro fin principal sea glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre. ( W. Johnston, DD )

La vida del espiritu

Ezequ�as era un rey rico y pr�spero. Rodeado por las dignidades del rango, los refinamientos de la elegancia y las gratificaciones de la voluptuosidad, �l, sin duda, los ve�a como el final y el deleite de su ser, y no deseaba nada, no conoc�a nada mejor ni m�s all� de ellos. No; muy diferente era su car�cter; muy diferentes eran las cosas de las que hablaba. Estas palabras no fueron dichas en �la casa de sus armas�, sino en la c�mara de su enfermedad; no en la mesa festiva de sus banquetes reales, sino en el div�n de la lasitud y el dolor. Intentemos, con algunos ejemplos, verificar su contemplaci�n pensativa; y esto, para que aprendamos �a contar nuestros d�as, para que apliquemos nuestro coraz�n a la sabidur�a�.

1. Tomemos el caso de un profeso burlador de la religi�n. Es detenido, supondremos, por el brazo de la Omnipotencia, en su conducta libertina; es arrojado por una mano m�s fuerte que la suya sobre el lecho del dolor y el abatimiento; aprende por primera vez a temblar; lo supondremos humillado, convertido. La aflicci�n santificada fue el primer paso. Esto abland� el suelo pedregoso: esto prepar� el coraz�n para impresiones santas. �No estar� tal persona dispuesta a exclamar con Ezequ�as: "Por estas cosas viven los hombres, y por ellas es la vida del esp�ritu"?

2. Imag�nese un hombre descuidado e indiferente a la religi�n, aunque no un burlador empedernido. Est� demasiado ocupado con el mundo para pensar en su seguridad eterna. Pero Dios lo humilla. En el silencio y la soledad de la aflicci�n se ve obligado a pensar. �Qu� motivo tendr� tal tal para bendecir eternamente al que hiere para sanar, al que mata para dar vida?

3. Imaginemos a un cristiano rebelde e inconsistente llevado a una profunda aflicci�n. Regresa a Aquel a quien hab�a abandonado.

4. Mira al fariseo. Dios lo pone a la vista de la muerte y la eternidad. Se desenmascara para s� mismo y comienza a exclamar: "�Qu� debo hacer para ser salvo?" �Qu� bendici�n ha sido la aflicci�n para un personaje as�!

5. El cristiano abatido. �Cu�n a menudo alguien as� ha tenido motivos para exclamar de aflicciones, que �de estas cosas viven los hombres�! La temporada de debilidad y angustia es a menudo la que Dios selecciona para las manifestaciones m�s brillantes de su amor y ternura. ( Sermones familiares ) .

La restauraci�n de la fe

En la especial tranquilidad de Ezequ�as, la fe fue restaurada por un gran impacto, que lo puso en contacto con la realidad. Dios se le apareci�, no como a Ad�n, en el fresco del d�a, sino cuando lleg� a Job, en el torbellino y el eclipse, y Ezequ�as supo que hab�a estado viviendo en un espect�culo vano. La respuesta de su alma fue r�pida y triste: "De estas cosas viven los hombres, oh Se�or".

I. EL GOLPE QUE SOBRIO EZEQU�AS FUE COM�N. No hizo m�s que ponerlo cara a cara con la muerte. El proceso mediante el cual se restaur� su dependencia de Dios fue sencillo. Pero hay choques mucho peores que este, y la recuperaci�n de ellos a una vida semejante a la de Dios es larga y terrible. Hay cosas que al principio parecen aniquilar la fe y transformar una naturaleza indiferente o feliz en una amargura seria, incluso salvaje.

Uno de ellos es el advenimiento de una enfermedad irrecuperable, debilidad prolongada o dolor prolongado. Entonces Dios perdona nuestra ira humana, pero al principio le hablamos con rudeza. Es una ira oscura, y puede crecer en intensidad hasta que la fe y el amor se pierdan por esta vida; pero no llegar� a ese punto si tenemos algo de grandeza de alma, si estamos abiertos al toque del amor humano. Un d�a, la historia del Evangelio en toda su dulce sencillez atrae y ablanda el coraz�n del que sufre.

Lee que el sufrimiento de Cristo en el autosacrificio trajo redenci�n al hombre. Seguramente, parece so�ar que esto no es un hecho aislado. Yo tambi�n, en mi aparente inutilidad, soy uno con el Gran Obrero: llevo con Cristo mi cruz por los hombres. Esto no es solo la restauraci�n de la fe, es la victoria de la vida.

II. PERO HAY COSAS M�S TERRIBLES QUE UNA LARGA ENFERMEDAD. Est� ese naufragio que viene del amor deshonrado. Muchas cosas son terribles, pero ninguna es peor que �sta. En algunos no hay m�s remedio que la muerte, y mucho m�s all� de la ternura inmanente de Dios. Pero hay muchos que se recuperan, a quienes Dios conduce avena del desierto al tranquilo jard�n de una vida nocturna de paz, utilidad e incluso alegr�a.

El lapso de tiempo hace parte del trabajo. En la quietud de la mediana edad, recordamos nuestra miseria inicial y solo recordamos el amor que sentimos. Se restaura la fe, se renueva la esperanza, cuando, como Cristo, puedes volverte y decir: Padre, perd�nalo, perd�nala, porque no sab�an lo que hicieron.

III. Ha habido y somos muchos de nosotros que somos conscientes de que, a medida que hemos pasado al per�odo posterior de la vida y nos hemos mezclado con el mundo, NUESTRA FE TEMPRANA TAMBI�N HA PASADO. Hemos perdido la fe porque nuestra religi�n pasada fue prestada demasiado de otros. Si deseamos la perfecci�n y no nos contentamos con morir y no amar m�s, la restauraci�n de la fe puede lograrse mediante el trabajo personal del alma.

Merece la pena intentar lo que un esfuerzo personal para ponernos en la relaci�n de un hijo con un padre, con toda la naturalidad y sencillez de esa relaci�n, har� para restaurar la fe y renovar la vida con ternura. (SA Brooke, DD )

Versículos 17-19

He aqu�, por la paz tuve gran amargura

El regreso de alabanza de Ezequ�as por su recuperaci�n

I. UNA AFLICCI�N TRISTE Y FUERTE. "He aqu�, por la paz", etc. La aflicci�n se agrava,

1. Mediante una descripci�n del mismo en su propia naturaleza.

(1) En su calidad: "amargura".

(2) En la cantidad - "gran amargura".

2. Por oposici�n de la bendici�n que se quita - "paz"; una palabra que comprende una bendici�n temporal, y m�s particularmente se toma, en las Sagradas Escrituras, para la salud, una bendici�n sin la cual todas las dem�s bendiciones no las disfrutan.

3. Por la sorpresa de esto: "�Mirad!" como una cosa extra�a.

4. Y esto lo agrav� a�n m�s, si lo entendemos, como debemos hacerlo en un sentido espiritual: que su enfermedad recordaba sus pecados y causaba cierta desconfianza en el amor de Dios, en lugar de esa paz de conciencia que hab�a tenido hasta ahora. , su esp�ritu ahora estaba turbado y muy amargado. Y "un esp�ritu herido, �qui�n puede soportarlo?"

II. UNA MISERICORDIA LIBERACI�N DE ESTA AFLICCI�N. "Est�s enamorado", etc. La misericordia de la liberaci�n no quiere sus circunstancias agravantes; como&mdash

1. De la causa eficiente. Fue Dios lo que lo liber�.

2. Por motivo o causa impulsiva: "amor".

3. Del peligro del que fue liberado, y que nadie ordinario - "un pozo" - "el pozo de corrupci�n", incluso la tumba.

III. UNA MEJORA BENDITA DE ESTA MISERICORDIA. "Porque t� has echado", etc. �sta es la corona de las misericordias, cuando los temporales se acumulan as� con los espirituales; esto es, en verdad, una curaci�n de todo el hombre, cuando la salud mejora para la salvaci�n y la fortaleza del cuerpo va acompa�ada del perd�n de los pecados. Esto es correcto "salvar la salud".

IV. UN AGRADECIMIENTO DE ESTA MISERICORDIA MEJORADA. Eso se establece:

1. Mostrando la imposibilidad de que los muertos cumplan con este deber.

2. Y luego mostrando, no s�lo la posibilidad, sino la probabilidad, de que la voluntad viva, es decir, la misericordia divina, contin�e en vida, y especialmente las que por esa misericordia est�n preservadas del peligro inminente de muerte.

3. Ejemplificado en s� mismo. "Como lo hago yo este d�a". ( A. Littleton, DD )

Los dolores y placeres que acompa�an a la religi�n

I. LA CONDICI�N FELICIOSA DEL BUEN EZEQU�AS EN POSESI�N DE PAZ. �Hablar� de �l como un hombre que goza de salud en su cuerpo? como un rey bendecido con prosperidad y tranquilidad en todos sus dominios? Estos son privilegios invaluables. Consideremos m�s bien a �l como un pecador cuya conciencia ha sido rociada con la sangre de Cristo, en virtud de la cual disfruta de esa paz que consiste en un dulce sentido de la amistad divina.

II. ASISTIR A EZEQU�AS CUANDO SU PAZ ES SEGUIDA POR PROBLEMAS.

III. REFLEXIONE SOBRE EL AMOR DE DIOS, EXHIBIDO HACIA EZEQU�AS al alargar su vida y perdonar todos sus pecados. ( John Rippon. )

La seguridad de la fe

I. LA DIFERENCIA en la que estaba Ezequ�as antes de que nuestro Salvador le hablara en paz y lo liberara de sus pecados.

II. LA SEGURIDAD que ten�a de ser perdonado y aceptado por su Padre Celestial y salvo; y con qu� valent�a testifica que este debe ser el caso de todos los hijos de Dios.

III. LA CAUSA DE TODO, que �l dice fue el amor de Jehov� hacia �l. ( John Cennick. )

El prop�sito del amor de Dios

El prop�sito del amor de Dios es alejarnos de todos los pozos, deyecciones, humillaciones, postraciones, y darnos vida, vigor, triunfo, sentido y garant�a de inmortalidad. ( J. Parker, DD )

Las medicinas y los milagros del amor

I. AMARGURA SALUDABLE. Lo tienes en la primera oraci�n, que en hebreo se parece mucho a lo siguiente: "He aqu�, a la paz (oa la salud) mi amargura amarga". Esto significa&mdash

1. Que Ezequ�as experiment� un gran, triste e inesperado cambio. No nos jactemos nunca del ma�ana, porque no sabemos lo que traer� el d�a.

2. La condici�n de Ezequ�as era de enf�tico dolor, porque dice: "He aqu�, a la paz, Mara, Mara, amarga, amarga". Mara era un lugar notable en los viajes de los hijos de Israel, y Ezequ�as hab�a llegado espiritualmente a un Mara doble. �Alguna vez has pasado por ese camino y bebiste de doble amargura: el ajenjo y la hiel? Algunos de nosotros sabemos lo que significa, porque hemos tenido al mismo tiempo un cuerpo atormentado por el dolor y un alma llena de pesar.

Quiz�s el doble Mara ha llegado en otra forma: es un momento de graves problemas, y justo entonces el amigo en quien confiabas te ha abandonado. O, quiz�s, se encuentra en dificultades temporales y, al mismo tiempo, en grandes dificultades espirituales. El pez volador es perseguido por un enemigo feroz en el mar, y cuando vuela por el aire, las aves de rapi�a se apresuran a lo lejos; de la misma manera, tanto en las cosas temporales como en las espirituales, somos atacados. "Abismo llama a abismo".

3. El significado de nuestro verso no se agota en absoluto con esta explicaci�n; encontramos en �l un significado mucho mejor. �He aqu�, a la paz amargura amargura�, es decir, la doble amargura del rey produjo su paz y salud. Considere primero la palabra en el sentido de salud. Muchas veces, cuando un hombre ha estado extremadamente enfermo, la medicina que ha respondido a su caso ha sido intensamente desagradable para el sabor; pero ha funcionado como un t�nico fortalecedor, ha purgado la causa de la enfermedad y el hombre se ha recuperado.

Ezequ�as dio testimonio de que Dios hab�a santificado su enfermedad corporal y su dolor mental para su salud espiritual. Mientras yac�a de cara a la pared, ley� mucho sobre esa pared que no hab�a visto en ning�n otro lugar. La amargura del alma del rey lo llev� a arrepentirse de su maldad, al ver en qu� hab�a pecado.

4. Esta amarga amargura hizo que Ezequ�as viera la necesidad de su Dios m�s que nunca antes.

II. ENTREGA AMOROSA. El original dice as�: "Y has amado mi alma desde el pozo de la destrucci�n". Tomado en su primer sentido, el rey atribuye al amor de Dios su liberaci�n de la muerte y la tumba, y alaba a Dios por su restauraci�n a la tierra de los vivientes. Pero las palabras de hombres inspirados tienen con frecuencia un significado m�s profundo de lo que parece en la superficie y, de hecho, a menudo ocultan un sentido interno que tal vez ellos mismos no percibieron, y por lo tanto, las palabras del rey son como dichos oscuros en un arpa llena de significado dentro del significado. .

De todos modos, sacando el lenguaje de la boca de Ezequ�as, lo usaremos para expresar nuestras propias emociones, y le daremos un sentido m�s amplio si tal no es el rango original de su significado. Notemos tres cosas.

1. La obra de gracia: "Sacaste mi alma del pozo de la corrupci�n".

(1) Del abismo del infierno.

(2) De la pecaminosidad, un pozo tan horrible como el mismo infierno; de hecho, en algunos aspectos es lo mismo, porque la pecaminosidad es el infierno, y vivir bajo el poder del pecado es ser condenado.

(3) De la terrible conciencia de ira bajo la cual una vez gemimos.

2. El poder que lo realiz�. Amor. El amor divino es un catolicon, una medicina universal. Ninguna enfermedad espiritual puede resistir su poder curativo.

3. El modus operandi de este amor. "Has abrazado mi alma desde el pozo de la corrupci�n". All� est� el ni�o en el hoyo, y el padre, deseando salvarlo, baja al hoyo y abraza a su amado, y as� lo trae a la vida y la seguridad nuevamente. De esta manera cava Jes�s, s�lvanos. �l nos abraz� al tomar nuestra naturaleza y as� convertirse en uno con nosotros. Durante toda nuestra vida, �l est� en comuni�n con nosotros y nos abraza con brazos de gran amor, y as� nos levanta del pozo de la corrupci�n.

III. PERD�N ABSOLUTO. "Porque has echado todos mis pecados a tus espaldas". Este rey Ezequ�as menciona como la causa de su paz y salud restauradas. El pecado era el elemento extra�o en su constituci�n espiritual y, mientras estaba all�, causaba inquietud, preocupaci�n y enfermedad espiritual. Aviso&mdash

1. La carga. Pecados

2. El due�o de esta carga. "Mis pecados."

3. La amplitud de la carga. "Todos mis pecados". El Se�or viene a ocuparse de ellos. Los arroja a sus espaldas. �D�nde puede ser eso? Significa aniquilaci�n, no existencia. ( C . H. Spurgeon .)

Con amor has entregado mi alma

Milagros de amor

�Has amado mi alma desde el pozo de la corrupci�n� (margen).

I. Al principio fuimos AMADOS EN GRACIA.

1. El amor de Cristo a los pecadores fue el tema que llam� nuestra solemne atenci�n al Evangelio.

2. Nos sentamos en la regi�n de la sombra de la muerte, y hubi�ramos permanecido all� si no hubi�ramos sido amados en la fe.

3. En el momento en que la fe entr� en nuestros corazones, vino con ella la gracia hermana, es decir, el arrepentimiento.

II. Hemos sido AMADOS PARA CRECER EN GRACIA. La gran fuerza motriz que nos impulsa hacia adelante siempre ha sido el mismo amor de Dios. El Se�or nos ama por amor al pecado. Nos ama desde el pozo de la idolatr�a. Hay otro pozo de corrupci�n en el que a veces caen los hijos de Dios, a saber, el de la pereza. La �nica cura eficaz para un cristiano dormido es dejar que el amor de Cristo se derrame en su coraz�n.

Lo mismo ocurre con ese abominable pozo del ego�smo, la autoestima, el orgullo y el ego�smo, en el que nuestros pies se deslizan con tanta facilidad. El amor de Cristo es igualmente una cura para el abatimiento y la incredulidad. Muchos hijos de Dios pueden dar testimonio de que el Se�or lo ha amado por su impaciencia.

III. El Se�or NOS AMAR� DE GRACIA A GLORIA. ( CH Spurgeon. )

Liberaci�n de la destrucci�n

He escuchado la historia de un hombre que, viajando tarde y bebiendo, cruz� un estrecho puente peatonal donde hab�a un agua grande y profunda debajo, que el menor tropiezo del pie del caballo habr�a enviado al jinete a su larga casa. . A la ma�ana siguiente, cuando volvi� en s� mismo, cuando le preguntaron por d�nde ven�a y lo llevaron al lugar, la aprensi�n de la aventura de su �ltima noche asombr� tanto sus pensamientos sobrios, que cay� muerto en el mismo lugar al verla. .

Y cuando miramos atr�s a las locuras y vanidades de nuestras vidas pasadas, �c�mo podemos sino asombrarnos con justicia, cuando casi todos los pasos que hemos dado han estado al borde de la destrucci�n! ( A. Littleton, DD )

Abundan los pozos del alma

I. EL HOYO.

1. Horrible.

2. Cerca de todos los hombres.

3. Traicionero en su l�mite.

4. Sin fondo.

II. UNO CONSCIENTE DE LIBERACI�N DE �L.

1. Atribuye su liberaci�n a Dios.

2. Que fue el amor de Dios, y no su m�rito, lo que origin� su liberaci�n.

3. Que todos posean esta conciencia de liberaci�n.

4. Que a menos que el alma sea liberada, se hundir� eternamente en este pozo. ( WOLilley. )

Has echado todos mis pecados a tus espaldas

Un sentimiento de pecado perdonado

I. UN SENTIDO DE PERD�N DADO POR DIOS AL PECADOR.

1. No debemos esperar este sentido de perd�n antes de venir a Cristo.

2. Esta conciencia del perd�n incluye muchas cosas, aunque no es igualmente comprensiva en todas las almas.

3. Pero, dice uno, "�C�mo llega este sentido del perd�n?" Viene de diferentes formas y formas. Muchos hombres reciben su conciencia del perd�n en un instante. Con otros es de crecimiento m�s lento. Esta convicci�n a veces se nos transmite de la manera m�s extraordinaria. He sabido que lo ha tra�do a casa el alma por alg�n dicho singular de un ministro. En otras ocasiones, alguna extra�a providencia ha sido el medio singular de brindar alegr�a y alivio.

4. Perm�tanme detenerme en el gozo que crea este sentimiento de perd�n. No es m�s que tomar a Dios en su palabra, cuando el alma sabe que, como consecuencia necesaria de su fe, es salva. Pero, adem�s de eso, el Esp�ritu da testimonio a nuestro esp�ritu de que somos nacidos de Dios.

II. UN SENTIDO DE PERD�N DISFRUTADO POR EL HOMBRE, NO COMO UN PECADOR, SINO COMO UN NI�O PERDONADO. A veces he escuchado a cristianos no instruidos preguntar c�mo es que cuando un hombre es perdonado una vez, tiene que pedir todos los d�as que sus pecados sean perdonados. La dificultad radica en el olvido de la relaci�n que los cristianos mantienen con Dios. Como pecador, vengo a Cristo y conf�o en �l. Dios es entonces un juez; Toma el gran libro de la corte, borra mis pecados y me absuelve.

Al mismo tiempo, por Su gran amor, me adopta en Su familia. Ahora tengo una relaci�n muy diferente con �l. No soy tanto Su s�bdito como Su hijo. �l ya no es para m� un juez, sino que se ha convertido en un Padre. Y ahora tengo nuevas leyes, una nueva disciplina, un nuevo tratamiento; ahora tengo nueva obediencia. Voy y hago mal. �Entonces que? �Viene el juez y me llama de inmediato ante su trono? �No! �l es un Padre, y ese Padre me trae ante Su rostro y me frunce el ce�o; no, toma la vara y comienza a azotarme.

Nunca me azot� cuando era Juez. Entonces, solo amenaz� con usar el hacha. Si hago algo malo, estoy obligado a acercarme a �l como a las rodillas de un ni�o y decirle: "Padre nuestro que est�s en los cielos, perd�name estas ofensas, como yo perdono a los que me ofenden". ( CH Spurgeon. )

Perd�n se dio cuenta

La historia m�s extra�a que recuerdo haber le�do, con respecto a la paz dada despu�s de una larga temporada de abatimiento, es el caso de la Sra. Honeywood. Viviendo en tiempos puritanos, estaba acostumbrada a escuchar al m�s estruendoso de sus predicadores. Ella qued� tan completamente quebrantada en paz con la conciencia del pecado, que durante, creo, unos diez a�os, si no veinte a�os, la pobre mujer se entreg� a la desesperaci�n.

Parec�a que en este caso, se deb�a realizar una especie de milagro para darle tranquilidad. Un d�a, un ministro eminente de Cristo, conversando con ella, le dijo que a�n hab�a esperanza. Agarrando un vaso de Venecia que estaba sobre la mesa, hecho del material m�s fino que se pueda concebir, la mujer lo arroj� al suelo y dijo: �Estoy perdida, tan segura como que ese vaso se rompe en mil pedazos.

Para su infinita sorpresa, el vidrio no sufri� ning�n da�o, pero permaneci� sin fisuras. Desde ese instante ella crey� que Dios le hab�a hablado. Abri� sus o�dos para escuchar las palabras del ministro y la paz se derram� en su esp�ritu. ( WOLilley. )

Pecados a espaldas de Dios

�La espalda de Dios! �Donde es eso?

I. LOS PECADOS DEL HOMBRE. Quiz�s&mdash

1. Muchos.

2. Varios

3. Atroz.

(1) Son su maldici�n.

(2) No puede alejarlos.

(3) Debe poseerlos para siempre a menos que se interponga la misericordia divina.

II. SU DIVINA REMOCI�N.

1. Solo Dios tiene el derecho de alejarlos.

2. Solo Dios puede.

3. Los quita para no verlos m�s para siempre.

4. �l desecha todo pecado del que se arrepiente. ( WO Lilley. )

Versículos 18-19

Porque la tumba no puede alabarte

La vida de alabanza

Bacon dice: �La prosperidad es la bendici�n del Antiguo Testamento, la adversidad es la bendici�n del Nuevo.

�Habr�a estado m�s cerca de la verdad si hubiera dicho que las bendiciones temporales eran la promesa del Antiguo Testamento, las bendiciones espirituales la promesa del Nuevo. La observaci�n, sin embargo, sugiere pensamientos introductorios a la consideraci�n de nuestro texto desde un punto de vista cristiano.

1. Los jud�os fueron en su mayor parte influenciados por la perspectiva de recompensas y castigos temporales. En este lugar, Ezequ�as parece no tener ning�n pensamiento en una vida futura, y solo se siente conmovido por la perspectiva de dejarla. Hay un desarrollo en la revelaci�n, tanto en este como en otros asuntos.

2. Cuando vino nuestro Se�or, se desarroll� el germen de la doctrina de la vida futura, apenas discernible para la mente espiritual.

I. LOS MUERTOS NO PUEDEN ALABAR A DIOS.

1. Esto es cierto en el caso de la muerte natural. Las manos que alguna vez fueron fuertes para el trabajo ahora est�n insensibles y quietas, no hay "disquisici�n" en los ojos, y el coraz�n no se conmueve por las cosas de alegr�a y dolor que lo emocionaron en la vida.

2. Es cierto de la muerte espiritual, de la cual la natural es en el Nuevo Testamento el tipo constante.

II. LOS VIVOS DEBEN ALABAR A DIOS.

1. Ezequ�as reconoce el deber natural de alabar a Dios; y ser�a extra�o si no fuera as�, porque detenemos la ingratitud de un hombre a otro.

(1) Los paganos nos avergonzar�an si no alab�ramos a Dios; porque daban las primicias de su trigo y lo mejor de las presas tomadas en la caza como ofrendas a sus dioses, y antes de una fiesta les hac�an libaciones.

(2) El salmista es un ejemplo eminente de esp�ritu de alabanza.

2. Pero aquellos que han sido part�cipes de la resurrecci�n espiritual son los �nicos que pueden realmente alabar a Dios, porque son los �nicos que pueden realizar plenamente toda Su bondad.

(1) Dios ha dise�ado todas las cosas para Su alabanza, y las busca en Su pueblo.

(2) Debemos agradecerle por todas las cosas, por "las bendiciones de esta vida, pero sobre todo por su inestimable amor en la redenci�n del mundo". No, tanto por miserias como por misericordias.

(3) Un est�mulo para la alabanza se encontrar� en el recuerdo de la generosidad de Dios. En la mitolog�a griega, Mnemosyne era la madre de las Musas; la memoria es la madre de la alabanza.

3. Pero la alabanza m�s perfecta estar� en el cuerpo espiritual despu�s de la resurrecci�n. ( JG Pilkington, MA )

Ezequ�as en perspectiva de muerte

Ezequ�as fue, en el pleno sentido de la palabra, un buen rey. Se muestra su piedad.

(1) En su conducta con referencia a la idolatr�a.

(2) En su conducta en el asunto del sitio de Jerusal�n por Senaquerib. Pero hay dos pasajes en su vida que muestran el lado d�bil de su car�cter. Uno es exhibir sus tesoros ante los embajadores del rey de Babilonia; el otro es su conducta en lo que respecta a su grave enfermedad.

I. La esencia de la historia es esta, que EN LA PERSPECTIVA DE LA MUERTE, LA FUERZA DE MENTE DE EZEQU�AS SE ROMPI�. Considera la muerte como algo a lo que hay que temer y evitar; habla de ella de una manera en la que ning�n cristiano que haya aprendido la oraci�n del Se�or podr�a aventurarse o incluso desear hablar de ella. Ezequ�as sab�a que deb�a servir a Dios mientras durara la vida; era evidente que no ten�a ninguna revelaci�n expresa m�s all�, y por lo tanto mir� la tumba con consternaci�n.

II. TENEMOS MAYOR AYUDA ESPIRITUAL QUE EZEQU�AS, una luz m�s brillante y bases m�s claras de esperanza, y nos incumbe actuar, no como aquellos que tantearon su camino en el crep�sculo de la antigua dispensaci�n, sino como aquellos sobre quienes el resplandor de el conocimiento de la gloria de Dios ha resplandecido en el rostro de Jesucristo. ( Mons. Harvey Goodwin, DD )

Versículo 19

El vivo, el vivo, te alabar�

La vida correcta

La vida correcta es una vida de alabanza.

Una vida as� es ...

I. LOS M�S HONORABLES.

II. EL M�S BENEFICIOSO PARA EL HOMBRE MISMO.

III. EL M�S BENEFICIOSO PARA LOS DEM�S. �El padre dar� a conocer tu verdad a los hijos�.

IV. LA CONSIDERACI�N DE LA FALTA DE VIDA QUE DEBEMOS INDUCIRNOS A PASAR NUESTRO TIEMPO ES ALABAR A DIOS. Ezequ�as sinti� que los a�os que se le hab�an dado para vivir en la tierra pronto llegar�an a su fin, de ah� el �nfasis puesto en "los vivos, los vivos". ( Homilista. )

La alabanza de los vivos

I. EL ADORADOR. "Los vivos."

II. EL OBJETO Y LA NATURALEZA DE LA ALABANZA RENDIDA. La prolongaci�n de la vida es una causa leg�tima de acci�n de gracias cristiana. Es s�lo en nuestro estado como "los vivos" que tenemos la oportunidad de pronunciar lo que podemos llamar alabanza pr�ctica y generativa - una alabanza que induce a otros a unirse a nosotros en nuestro trabajo - una alabanza que engendra alabanza, y tiende a propagarse, por la bendici�n de Dios, a lo largo y ancho de un mundo ingrato. Es evidente que Ezequ�as se refiri� a este tipo de elogios; porque �l dice: "El padre de los hijos dar� a conocer tu verdad". ( DFJarman, BA )

El valor y uso de la vida

I. EL DEBER DE MEDITAR SERIAMENTE EN NUESTRO SER MISERICORDAMENTE SEPARADO entre los vivos. Es justo y racional regocijarse por esta prolongaci�n de su vida; pero tal regocijo es in�til, a menos que se base en un pensamiento serio de la bendici�n recibida. Regocijarse de estar vivo, por el �nico goce ego�sta que espera obtener de la vida, no es nada mejor que el instinto natural de un simple animal.

II. LA IMPORTANCIA DE TAL BENDICI�N. No hay nada en la creaci�n m�s asombroso que lo que se llama vida; un milagro, de hecho, presenciado perpetuamente y, por lo tanto, generalmente pasado por alto; pero curioso de ser contemplado, y muy dif�cil de comprender en las diversas circunstancias que lo acompa�an.

1. Como mero objeto de curiosidad, una mera pieza de maquinaria, la criatura viviente m�s baja est� por encima del alcance m�ximo de la inteligencia humana.

2. Pero, �cu�nto m�s importante es la vida cuando se la considera un medio de disfrute?

3. �Cu�nto m�s alto a�n se eleva la vida en su inter�s e importancia cuando se considera en conexi�n con una mente comprensiva?

4. Sin embargo, todo esto es lo de menor importancia; y si la vida del hombre no fuera m�s que lo que vemos de ella aqu�, por maravillosa que sea, ser�a solo como un espect�culo vac�o, o como un meteoro fugaz, estallando en la vista y contemplado por un momento, pero desaparecido. para siempre, incluso antes de que pudiera entenderse.

5. Pero esta naturaleza muy fugaz de la vida imparte un valor adicional a su posesi�n, cuando se la ve en su verdadera luz, a saber, como conectada con un estado eterno.

6. �Cu�nto m�s exaltada se vuelve a�n nuestra idea de la vida cuando est� relacionada con la salvaci�n!

III. LA MANERA EN QUE DEBER�AS EXPRESAR ESTA GRACIAS Y UTILIZAR ESTA BENDICI�N. "�l te alabar�".

1. Nada puede ser m�s claramente correcto y razonable que esto, que estamos obligados a vivir para la alabanza de ese Ser bondadoso por cuyo poder y providencia vivimos.

2. Este, en verdad, es el gran fin expreso por el cual fuiste tra�do al n�mero de "los vivos"; la �nica ocupaci�n tambi�n en la que encontrar�s una felicidad s�lida en la vida, a saber, alabar o glorificar a Dios; para hacer de Su voluntad la regla de tu vida, para hacer de Su gloria el objetivo de tu vida.

3. Pero estas palabras expresan evidentemente algo m�s que el mero deber de vivir para la alabanza de Dios, y de alabarlo con m�s fervor cuanto m�s tiempo nos perdona entre los vivos. En particular, parecen proclamar la importancia de la vida solo por este motivo, que nos brinda la oportunidad de mostrar las alabanzas de Dios. De modo que el creyente devoto siente un gusto por la vida, completamente distinto de sus instintos naturales o placeres personales; es decir, en el poder que pone en sus manos de alabar al bondadoso Autor de sus privilegios espirituales y esperanzas eternas.

Tampoco es suficiente decir que a�n mejor podr�a alabar a Dios en los atrios celestiales. Hay llamados a esta alabanza m�s urgentes, y oportunidades de esta alabanza m�s directas, incluso en esta escena mortal, que en el estado eterno; ocasiones para dar testimonio de las perfecciones de Dios, que no se requieren en el cielo arriba; ocasiones para ejercitar vuestras grandes gracias cristianas de fe y caridad, que no se conceden y que no se pueden conceder en un estado de perfecta santidad y felicidad. ( J. Brewster .)

El jud�o valoraba la vida presente

El jud�o, en todo su pensamiento y religi�n, mostr� un agudo sentido del valor de la vida presente. Las mismas deficiencias en sus concepciones religiosas parecen surgir de esta causa. La presencia de Dios en este mundo parec�a oscurecer el futuro de sus ojos, al igual que en �pocas posteriores la brillante visi�n del futuro ha arrojado al presente a la sombra. Pero a medida que el esp�ritu jud�o se entristec�a por la experiencia, el sentido de la presencia de Dios en el mundo se debilitaba.

El jud�o no afloj� su aferramiento a la justicia pr�ctica, pero la fe de la infancia comenz� a perder su sencillez. Sus pensamientos tomaron un rango m�s amplio y comenzaron a dirigirse hacia el futuro. La revelaci�n de Cristo complet� el cambio para el que otras influencias hab�an ayudado a preparar el camino; y la nueva fe se opuso a la antigua, como lo espiritual a lo carnal. ( W . W. Jackson, MA )

La importancia de la vida presente

Pero, �ha desaparecido la concepci�n central de la religi�n jud�a primitiva, o solo ha madurado y purificado? �No es la vida humana, como la hemos experimentado aqu�, en el presente, con todas sus preocupaciones, alegr�as y tristezas, todav�a la gran preocupaci�n de la religi�n? �No nos brinda todav�a el mejor medio para atraer a Dear a Dios y darnos cuenta de Su presencia? �No nos ense�a el mismo Cristo que nuestro primer negocio es en esta vida, cuando ora al Padre que no saque a los disc�pulos del mundo, sino que los guarde del mal? ( WW Jackson, MA )

La visi�n cristiana de la vida

1. El sentimiento que el jud�o hab�a albergado sobre el tema de la muerte difiere lo m�s posible del que albergaba San Pablo. El cambio de sentimiento fue consumado por Cristo, quien "aboli� la muerte y sac� a la luz la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio". La vida del cristiano fue desde entonces "escondida con Cristo en Dios". A partir de entonces, los afectos deb�an estar �puestos en las cosas de arriba.

�Se hab�a declarado la oposici�n entre las cosas del mundo y las cosas de Dios. Pero tan pronto como el cristiano se preguntaba cu�les eran los medios por los que pod�a hacer suyo este punto de vista, s�lo pod�a haber una respuesta. Debe vivir despu�s de eso. Debe llevar el esp�ritu de Cristo al mundo. Pero podr�a elevarse a la altura de su deber aqu�, solo manteniendo su ojo fijo en el patr�n en los cielos.

2. Esta concepci�n de la vida cristiana sugiere reflexiones de dos tipos diferentes:

(1) Si la religi�n trae armon�a y ley a la vida humana, entonces la vida que aspira al ideal de la religi�n es la m�s completa.

(2) Por otro lado, �aceptamos siempre plenamente la revelaci�n humana que nos ofrece la ense�anza de la vida misma? �Reconocemos la divinidad que reside en las actividades e instituciones de la vida secular? ( WW Jackson, MA )

La misericordia peculiar y el negocio de la vida.

I. LA MISERICORDIA DE LA VIDA. �El viviente, el viviente, te alabar�, etc.

II. DONDE CONSISTE LA PECULIAR MISERICORDIA.

1. Preg�ntale al hombre carnal d�nde est� la misericordia de la vida. Y&mdash

(1) Si tiene prosperidad, considera que la misericordia de la vida radica en que el hombre vivo pueda disfrutar de los placeres de los sentidos, la alegr�a y la alegr�a, y pueda acumular riquezas para �l y los suyos; todo lo que la muerte severa roba a un hombre. Pero no hay una palabra de esto aqu�.

(2) Si se encuentra en la adversidad, la pobreza y la enfermedad dolorosa, no puede ver la misericordia de la vida en absoluto, pero piensa que est�n bien los que est�n lejos, que est�n fuera de la pobreza y el dolor, y que se sienten c�modos en el polvo. As� que las cruces le hacen desear estar lejos. En el mejor de los casos, considera que es la misericordia de la vida, que no est� donde podr�a estar peor, es decir, en el infierno. Pero tampoco hay una palabra de todo esto en el texto.

2. Preg�ntale al hombre renovado en estado de �nimo enfermo, d�nde est� la misericordia de la vida. Si disfruta de la prosperidad exterior, estar� dispuesto a reconocer que se encuentra en las comodidades de esta vida. Si se encuentra en una adversidad, los problemas de la vida son tan grandes que, en su opini�n, la misericordia es peque�a; s�lo el cielo se abulta ante sus ojos, y eso como un lugar de descanso de los problemas. Pero tampoco hay nada de esto en el texto.

3. La decisi�n es que la misericordia de la vida radica en el negocio de la vida, es decir, ser �til para Dios en el mundo. �El que vive, el que vive, te alabar�, etc. Lo cual habla de una alta estima por Dios y su servicio, ya que los hombres consideran un favor servir a su pr�ncipe; y un amor ardiente por �l, como los hombres se deleitan en servir los intereses de sus seres queridos. Ahora bien, el negocio de la vida para el que es deseable es doble.

(1) Para alabar o glorificar a Dios en el mundo.

(2) Para propagar Su nombre y alabanza: "El padre dar� a conocer tu verdad a los hijos". El asunto especial de la vida es esforzarnos por que el nombre de Dios pueda adi�s y sea glorificado en el mundo cuando estemos muertos. Considerar&mdash

(a) Qu� tiene acceso a hacer con ese fin; es decir, para alabar a Dios a los m�s j�venes, que probablemente lo har�n cinco despu�s de que �l se haya ido; especialmente a sus propios hijos.

(b) C�mo puede hacerlo, es decir, haci�ndolo conocer a ellos como un objeto digno de su fe. �Dar�s a conocer tu verdad�. ( T. Boston. )

Alabando a dios

I. LO QUE ES ALABAR A DIOS. Es el reconocimiento y la declaraci�n de las gloriosas excelencias de Dios, como �l se ha manifestado en Su palabra y obras, e importa.

1. Creencia del Ser de Dios.

2. El conocimiento de Dios.

(1) De quien es Padre, Hijo y Esp�ritu Santo, un solo Dios.

(2) De lo que �l es.

(3) De lo que ha hecho.

3. El amor de Dios. El amor es la madre de la alabanza.

4. La admiraci�n de Dios, que es amor y estima elevados.

5. Expresarle ese amor y admiraci�n. Esto es doble

(1) Vocal.

(2) Real, por acciones, aunque no acompa�ado de palabras.

II. �CU�LES SON LAS PECULIARIDADES DE LAS ALABANZAS DE LOS VIVOS?

1. Son las alabanzas de todo el hombre, tambi�n en cuerpo y alma ( 1 Corintios 6:20 ).

2. Son alabanzas que pueden difundirse entre los vivos ( Colosenses 3:16 ).

3. Son alabanzas levantadas por el camino al reino celestial.

4. Son alabanzas de fe, no de vista.

5. Son alabanzas a Dios en medio de mucha deshonra que se le ha hecho. ( T. Boston. )

Motivos

1. Dios es el Autor de tu vida.

2. El Conservador de tu vida.

3. El Dador de todo lo que tienes, con el cual puedes honrarlo.

4. Dios pone oportunidades en tu mano para honrarlo.

5. Hay algunos que se ven privados de esas habilidades u ocasiones que tienes para honrar a Dios. El mundo pagano, etc.

6. Hab�is perdido por el pecado todas vuestras habilidades, oportunidades y vuestra propia vida. Su paciencia nos ha sufrido mucho, etc. �No deber�a esto comprometernos a vivir para Su honor?

7. Este fue el dise�o de la redenci�n comprada por Cristo ( Tito 2:14 ).

8. Es el dise�o de la santificaci�n del Esp�ritu ( 1 Pedro 2:9 ).

9. Es una vida perdida que no se vive para el honor de Dios. ( T. Boston. )

Acci�n de gracias y vida de gracias

La acci�n de gracias es buena, pero la vida de gracias es mejor. ( M. Henry. )

Ingratitud com�n

Una se�ora que hab�a escuchado muchas oraciones ofrecidas por los enfermos, en la iglesia de una gran ciudad, le dijo a su esposo: "�Todos los enfermos por los que se ora en nuestra iglesia mueren?" �Pues no�, respondi�, �por supuesto que no; �Pero porque preguntas?" "Supuse que todos murieron", dijo, "�porque casi nunca hab�a o�do hablar de uno que se hubiera recuperado lo suficiente como para dar gracias!" ( JN Norton. )

El padre de los hijos

Propagar la religi�n

�Qu� es propagar la religi�n, el nombre de Dios y la alabanza, a la nueva generaci�n? Eso implica&mdash

1. Tener religi�n nosotros mismos.

2. La profesi�n de religi�n.

3. Deseo de continuar y difundir la religi�n en el mundo.

4. Contribuir con nuestros esfuerzos para acercar a otros, y en particular a la nueva generaci�n, al conocimiento y la pr�ctica de la religi�n. ( T. Boston. )

"El padre de los hijos"

1. Padres del Estado, a sus hijos pol�ticos ( Isa�as 49:23 ).

2. Padres en la Iglesia, ministros y otros funcionarios de la Iglesia, a sus hijos eclesi�sticos.

3. Padres de familia, a sus hijos, sirvientes, etc.

4. Padres en dones o gracias a los que son ni�os en estos aspectos en comparaci�n con ellos ( 1 Juan 2:12 ).

5. Padres en a�os a los que son hijos respecto de la edad a ellos 1 Timoteo 5:1 ). ( T. Boston. )

La obligaci�n de propagar la religi�n

1. Autoridad divina ( Deuteronomio 4:10 ; Deuteronomio 11:19 ).

2. Gratitud a Dios.

3. Justicia para las generaciones anteriores, que nos han propagado la religi�n.

4. Nuestro propio inter�s.

5. Caridad para la nueva generaci�n. ( T. Boston. )

Reclamaciones de ni�os

S�crates dijo una vez: "Si pudiera subir al lugar m�s alto de Atenas, alzar�a mi voz y proclamar�a:" Conciudadanos, �por qu� se dan vuelta y raspan cada piedra para juntar riquezas y cuidan tan poco de sus hijos? �Alg�n d�a debes renunciar a todo? ( C�rculo familiar. )

La relaci�n de los padres es un medio de revelaci�n divina

Las revelaciones de la fidelidad de Dios son preciosas. Son la base de la esperanza humana. Cada vida tiene alguna revelaci�n peculiar de la verdad de Dios en ella. La relaci�n parental, con sus tiernas solicitudes y amores, proporciona un medio de transmisi�n. Este deber debe cumplirse concienzudamente:

I. QUE EL CONOCIMIENTO DE DIOS PUEDE AUMENTAR DE EDAD EN EDAD.

II. QUE LA GRATITUD DE UNA GENERACI�N DEBE GLORIFICAR A DIOS MINISTRANDO A LA VIDA MORAL DE LA PR�XIMA.

III. QUE LA GENERACI�N SIGUIENTE PUEDA TENER UN CONOCIMIENTO SALVADOR DE DIOS Y CONFIAR EN �L. ( WO Lilley. )

Versículo 21

Se recuperar�

Cristo en la habitaci�n del enfermo

I. El Esp�ritu Santo nos muestra un rey y gobernante de hombres, un habitante de palacios, un poseedor de todo lo que el dinero puede obtener, un buen hombre, un amigo de Dios, abatido por la enfermedad como el hombre m�s pobre del reino.

1. Esta es la vieja historia. Despu�s de todo, no hay nada maravilloso en esto. El tabern�culo en el que vive nuestra alma es una m�quina fr�gil y complicada. No me extra�a tanto que muramos sino que vivamos tanto tiempo.

2. � Pero de d�nde viene esta propensi�n a la enfermedad, la dolencia y la muerte? Solo hay un libro que responde a esta pregunta. Ese libro es la Biblia. La ca�da del hombre al principio trajo el pecado al mundo, y el pecado trajo consigo la maldici�n de la enfermedad, el sufrimiento y el dolor. Aqu� se encuentra una de las muchas pruebas de que la Biblia es inspirada por Dios. Explica muchas cosas que el de�sta no puede explicar.

II. Aprenda de este cap�tulo que la enfermedad no es un mal puro. Ezequ�as recibi� un beneficio espiritual de su enfermedad. La enfermedad deber�a hacernos bien. Y Dios lo env�a para hacernos bien.

1. La enfermedad est� destinada a hacernos pensar, a recordarnos que tenemos un alma inmortal; y que si esta alma no se salva, es mejor que nunca nazcamos.

2. La enfermedad est� destinada a ense�arnos que hay un mundo m�s all� de la tumba, y que el mundo en el que vivimos ahora es solo un lugar de entrenamiento para otra vivienda, donde no habr� decadencia, ni tristeza, ni l�grimas, ni miseria. y sin pecado.

3. La enfermedad est� destinada a hacernos mirar nuestras vidas pasadas de manera honesta, justa y concienzuda.

4. La enfermedad est� destinada a hacernos ver la vacuidad del mundo y su total incapacidad para satisfacer las necesidades m�s elevadas y profundas del alma.

5. La enfermedad est� destinada a enviarnos a nuestras Biblias.

6. La enfermedad est� destinada a hacernos orar.

7. La enfermedad est� destinada a hacernos arrepentirnos y romper con nuestros pecados.

8. La enfermedad est� destinada a atraernos a Cristo.

9. La enfermedad est� destinada a hacernos simpatizar con los dem�s. ( Anon. )

Un yeso de higo

La aplicaci�n de higos deja incierto si se debe suponer un for�nculo ( bub�n ) o un carbunclo ( carb�n ). Los higos eran emolientes o maduros populares ; se utilizaron para acelerar el aumento de la hinchaz�n y, por lo tanto, el proceso de materia. ( F. Delitzsch, D. D. )

Versículo 22

�Cu�l es la se�al de que subir� a la casa del Se�or?

Buscando una se�al

La verdadera religi�n es la misma en todos los pa�ses y en todas las �pocas. Por lo tanto, tenemos tanta historia y experiencia del pueblo de Dios registradas en las Escrituras de la verdad, que podemos comparar nuestra experiencia con la de ellos. Tomemos estas palabras y consider�moslas de cuatro maneras:

I. COMO LENGUAJE DE UN HOMBRE DESEO DE VIDA. Hay personas que pueden hablar a la ligera de la muerte; pero es algo solemne morir. �Cu�l fue la entereza de Hume al morir, bromeando de Caronte y su barca, sino como �silbar en voz alta para mantener el coraje�? Pero debemos observar que la muerte no siempre invita incluso a un buen hombre.

1. Vivimos bajo una bendita dispensaci�n; pero, aunque la revelaci�n de la voluntad de Dios es completa, hay quienes a�n no son conducidos a todas sus verdades.

2. A veces, las conexiones de un buen hombre lo atraen y lo atan todav�a a la vida. Un ministro puede desear "partir y estar con Cristo", pero ve una congregaci�n que cuelga de sus labios; un esposo y un padre pueden estar buscando esa bendita esperanza y regocijarse en ella, pero �l sabe que su muerte dejar� a la esposa viuda y a los hijos hu�rfanos. �Hablas de abnegaci�n! �Qui�n se niega a s� mismo como ese hombre que tiene asegurado el cielo y, sin embargo, est� dispuesto a renunciar a la bienaventuranza de a�o en a�o, que est� dispuesto a llorar y luchar por el bien de la utilidad a los dem�s?

3. Las evidencias de gloria de un buen hombre no siempre son claras; esto afectar� su experiencia.

4. Puede haber un evento al que el creyente conceda alguna importancia, que no haya tenido lugar y que pueda producir cierta vacilaci�n en su mente. Seguramente hab�a algo de este tipo con respecto a David; por lo tanto, suplic� que se perdonara la misericordia: "Perd�name, para que recobre las fuerzas antes de irme de aqu� y no ser m�s visto". Sime�n tambi�n ten�a la seguridad de que no ver�a la muerte hasta que hubiera visto al Cristo del Se�or.

5. Tambi�n hay una timidez constitucional en algunos. Si no le temen a la muerte misma, temen morir. Los mismos ap�stoles deseaban entrar en el cielo, si era posible, sin estar desnudos, y por eso dijeron: �Nosotros los que estamos en este tabern�culo gemimos con carga; no porque quisi�ramos estar desnudos, sino vestidos, para que la mortalidad sea absorbida. de vida." El miedo a la muerte no es pecaminoso. La naturaleza debe aborrecer su propia destrucci�n, y si hay algo que pueda reconciliarnos con ella, debe ser sobrenatural.

II. COMO LENGUAJE DE UN HOMBRE ADJUNTO A LA CASA DE DIOS: porque no pregunta: "�Cu�l es la se�al de que subir� a mi trono?" o ��que dar� audiencia a los embajadores o �rdenes a los generales? �Cu�l es la se�al de que encabezar� mi ej�rcito o de que viajar� por mi pa�s? No, pero "�Cu�l es la se�al de que subir� a la casa del Se�or?" �Qu� es lo que une tanto a un buen hombre a la casa de Dios?

1. Quiz�s sea su lugar de nacimiento: nos referimos a su segundo nacimiento; y si no naces dos veces antes de morir una vez, hubiera sido bueno que nunca hubieras nacido.

2. Es un lugar de relaciones sexuales.

3. Es un lugar de instrucci�n.

4. Tambi�n es un lugar de devoci�n. "Mi casa ser� llamada casa de oraci�n". Si Ezequ�as amaba la casa de Dios antes, puede estar seguro de que no la amaba menos ahora, despu�s de haber estado apartado de ella durante tanto tiempo por la enfermedad. Por lo general, conocemos mejor el valor de nuestras misericordias por la falta de ellas. �Qu� agradable es la ma�ana despu�s de la oscuridad de la noche! �Qu� seductora es la primavera despu�s del triste invierno! �C�mo se endulza la salud despu�s de la amargura del dolor! �Y c�mo se ama la libertad con los sufrimientos de la servidumbre!

III. COMO EL LENGUAJE DE UN HOMBRE PREOCUPADO POR DEMOSTRAR SU GRATITUD POR LAS MISERICIONES RECIBIDAS. Lo deseaba, no solo por el disfrute de un privilegio, sino tambi�n por el cumplimiento de un deber. Habiendo experimentado la misericordia de entrega, sab�a que deb�a alabar a Dios, reconociendo su bondad p�blicamente y dedic�ndose nuevamente a su gloria. Tambi�n lo hizo David Salmo 66:13 , etc.

). This is not always the case. There are many whose only concern when in affliction is to escape from it: whereas, a good man dreads the removal of it, unless it be sanctified, and the end of God be answered in bringing him nearer to Himself. A proper improvement of deliverance from sickness does not lie simply in the offering up of a single thanksgiving: it requires a great deal more than this, which will be mere formality and mockery in the sight of God, unless accompanied with real gratitude, and thankful views and feelings; and unless the actions and the life correspond therewith. Hezekiah had a sad falling off. �Hezekiah rendered not again according to the benefit done unto him; for his heart was lifted up.�

IV. COMO EL LENGUAJE DE UN HOMBRE CUYA FE REQUIERE CONFIRMACI�N. "�Cu�l es la se�al de que subir� a la casa del Se�or?" �Por qu�? �No le hab�a asegurado esto el buen Isa�as? Deber�a haberse sentido satisfecho. �l no lo crey�, y lo crey�. �Ah, cristianos! sabes c�mo explicar una experiencia como esta. ( W. Jay, MA )

Miedo a morir

El excelente Dr. Conyers sol�a decir: �No le tengo miedo a la muerte, pero tengo miedo a morir; No le temo al final, sino al pasaje ". Por lo tanto, sol�a decir en oraci�n: "�Oh Se�or, si es Tu bendita voluntad, d�jame morir en Tu bendito servicio!" Y su deseo fue concedido, porque se hundi� en la iglesia, e incluso en el p�lpito. ( W. Jay, MA )

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Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Isaiah 38". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/isaiah-38.html. 1905-1909. Nueva York.