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Bible Commentaries
Job 16

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-3

Consoladores miserables sois todos vosotros.

Consoladores miserables

No son m�s que consoladores arrepentidos que, confundidos con la visi�n de la angustia de los afligidos, se quejan de su culpa (real o supuesta), debilitan el testimonio de su buena conciencia para incitarlos al arrepentimiento y no dejarles ver puerta. de esperanza, pero en malos t�rminos. Aprender&mdash

1. El pueblo de Dios puede acusarse mutuamente y cargarse unos a otros con fuertes imputaciones; de lo cual, aunque una de las partes sea culpable, no se aclarar� completamente qui�nes son (salvo en la propia conciencia de los hombres) hasta que Dios aparezca.

2. El hombre puede acusar tristemente eso a otros de los que ellos mismos son los m�s culpables. Porque los amigos acusaron a Job de haber dicho palabras vanas, o palabras de viento, y sin embargo �l afirma que ellos mismos eran culpables de ello, sin tener una raz�n s�lida en sus discursos, sino solo prejuicios, errores y pasi�n.

3. Los hombres pueden ense�ar doctrina, verdadera y �til en su propia especie, que sin embargo es vana cuando se aplica mal. As� Satan�s puede abusar y pervertir las Escrituras.

4. Los discursos vanos e in�tiles son una gran carga para una mente espiritual, y especialmente para una mente espiritual cansada, que necesita algo mejor.

5. Cuando los hombres est�n llenos de pasi�n, prejuicio o amor propio, se cansar�n de todos los dem�s con sus discursos antes de cansarse. S�, pueden pensar que lo est�n haciendo bien, cuando son una carga para quienes los escuchan.

6. Los hombres no se apartan f�cilmente de sus falsos principios y opiniones una vez que est�n borrachos.

7. As� como los hombres pueden ser audaces y tener la verdad y la raz�n de su lado, muchas veces la pasi�n mantendr� a los hombres para mantener debates cuando a�n no tienen una raz�n s�lida para justificar su camino.

8. Se pondr� a ello la conciencia del hombre, para ver por qu� se fundamenta en los debates. Es triste empezarlos o continuarlos sin causas s�lidas y necesarias, pero solo por prejuicio, inter�s o porque est�n comprometidos.

9. Los hombres deben considerar seriamente de qu� esp�ritu son y qu� los impulsa a trabajar en todo lo que dicen y hacen. ( George Hutcheson. )

Depresi�n espiritual y sus remedios.

I. La angustia espiritual es f�sica, causada por la acci�n de la debilidad corporal y la enfermedad en la mente. O sat�nico, directamente por sugerencias del gran enemigo de las almas. O judicial, que surge de la sensible retirada de la luz del rostro de Dios. La causa general de esta depresi�n es el pecado. Dios ocasionalmente permite que nos sobrevenga, para que podamos conocernos a nosotros mismos y sentir nuestra propia debilidad.

II. C�mo se manifiesta la depresi�n espiritual. La forma m�s com�n es que el que sufre se imagina perdido. El salmista expresa el efecto as�: "Haz que los huesos que quebrantaste se regocijen". El que sufre no encuentra consuelo en la oraci�n; o en las ordenanzas de la religi�n. �Qu� se puede hacer por eso?

1. Simpatice con la v�ctima.

2. Recurra inmediatamente a la oraci�n.

3. Esfu�rcese por descubrir la causa del retiro del favor de Dios.

4. Medita mucho en las promesas de Dios.

5. Medita en el amor y la soberan�a de Dios.

6. Mire al Se�or Jesucristo mismo.

No sigan escribiendo cosas amargas contra ustedes mismos. Este no es el d�a de la condenaci�n. ( M. Villiers, MA )

Consoladores de Job

El oficio del consolador es muy elevado y bendito. Aquel que tiene la lengua de los eruditos y puede hablar una palabra a tiempo al que est� cansado, a menudo puede evitar que la angustia se convierta en desesperaci�n; a menudo puede fortalecer la fe y la esperanza, y alegrar al doliente con la luz de la paz eterna. El que tiene fuerza de convicci�n, claridad de visi�n, conocimiento del amor de Dios, puede prestar uno de los servicios m�s ricos que el hombre puede prestar a sus semejantes.

En el caso de Job, hubo un dolor que ciertamente clam� en voz alta pidiendo consuelo. La piedad de los �ngeles debi� haber descansado sobre �l, sumergido desde tal altura de misericordia en tal abismo de miseria. �No hay consolador? Cuando abundaba la riqueza, ten�a muchos para felicitarlo; �No hay ahora quien llore por �l y sostenga su coraz�n? D�janos mirar. Nunca faltan corazones que se compadecen de las aflicciones de los hombres. Pero una cosa es compadecer con un dolor silencioso y constante; otra cosa es afrontar el dolor mismo y mostrar lo justo y misericordioso que es: y para esta obra valiente y tierna, pocos est�n capacitados.

Y, por tanto, Job tiene que quejarse ( Job 6:15 ) de que sus amigos en los que hab�a confiado eran como los torrentes de invierno, peleando fuertemente, fluyendo valientemente cuando menos se necesitaban; pero sec�ndose en el calor del verano y dejando que las caravanas, que esperaban beber de sus aguas, perezcan de sed. Pero en medio del desconcierto que marca a todos sus amigos, y el encogimiento general de aquellos que deber�an haber tratado de consolar, hay tres de sus viejos amigos, aparentemente por lo que ellos mismos dicen y lo que dice Eli� de ellos, todos hombres al menos. tan viejo como el mismo Job, que se esfuerza por consolarlo.

No al comienzo mismo de su calamidad, sino en un momento en que Job puede decir ( Job 7:3 ): �Me han hecho poseer meses de vanidad�; estos tres hombres se citan y van juntos a consolarlo. El mismo Job las burla, diciendo: �Miserables consoladores sois todos�; no haciendo por tanto justicia a los hombres cuya tarea no era tan f�cil de realizar como piensan algunos de sus cr�ticos.

Creo que por grandes y obvias que fueran sus faltas, quiz�s fueron mejores consoladores para Job que cualquier otro. No le encontraron consuelo, pero hicieron algo mejor, le ayudaron a encontrar el verdadero consuelo para s� mismo. Veamos qu� hay en el car�cter y las expresiones de estos hombres dignos de nuestra observaci�n.

1. Evidentemente, ten�an algunas de las m�s grandiosas cualidades de un consolador. Ten�an un sentido profundo de la calamidad de Job. Todo su porte al principio es hermoso; cuando lo ven, alzan la voz y lloran. Se sientan a su lado en su estercolero y durante una semana entera, en un silencio grave y respetuoso, comparten su dolor. En todas partes, pero especialmente en el dolor, el habla es solo plateada, pero el silencio es dorado.

Con gran pesar, la habitaci�n para admitir la comodidad es peque�a, aunque la comodidad necesaria sea realmente muy grande. El consuelo no es para las primeras etapas de gran dolor, debe insertarse gradualmente, a medida que el alma da espacio para sostenerlo. Y cuando llegue el momento del consuelo directo, deber�a ser l�nea por l�nea, aqu� un poco, all� un poco. Primero, el consuelo del evangelio de la providencia; el consuelo del Evangelio de la salvaci�n en segundo lugar.

Si hubieran sido lo suficientemente sabios como para callar, hab�an sido consoladores casi perfectos. Lo hicieron durante siete d�as, y al hacerlo demostraron que ten�an una gran cualidad del consolador; tomaron una medida adecuada del problema que vinieron a aliviar.

2. Si ten�an un sentido de su calamidad, tambi�n ten�an otra cualidad de gran valor en un consolador: ten�an valor. Entre los innumerables amigos de Job, casi nadie, salvo ellos mismos, tuvo el valor de afrontar su dolor. Lo ten�an. A veces se necesita valor para prohibir el abandono de la desesperaci�n, para negar las acusaciones que la impaciencia hace contra Dios. A veces, como el gran Consolador, hay que empezar por convencer del pecado y llevar a los afligidos a la consolaci�n mediante la penitencia.

3. Tambi�n ten�an algunos de los grandes elementos del credo de consolaci�n. Creyeron, ante todo, que Dios envi� la aflicci�n; y la ra�z de todo consuelo est� ah�. La corona del dolor del dolor es el pensamiento de que reina el azar. Y dondequiera que sintamos que Dios gobierna, y lo que ha sucedido vino por prescripci�n o permiso Divino, tenemos una semilla de consuelo m�s que suficiente. De hecho, como veremos m�s adelante, todo el gran consuelo de Job surge de esto.

Tienen un segundo gran art�culo de fe y consuelo: sus corazones est�n fuertemente anclados en el sentido de la justicia de Dios. En los credos paganos a menudo se asignaba un lugar importante a la envidia y los celos Divinos. Y tambi�n tienen alg�n conocimiento de Su amor. Instan a Job a orar por algo que �l habitualmente responde. Lo instan a que se arrepienta, asegur�ndole que aunque su culpa hab�a sido tan grande, Dios lo perdonar�a. Tienen algunas de las grandes convicciones necesarias para consolar.

Sin embargo, fracasan en su esfuerzo por consolar; y cuando preguntas por qu�, ves que si bien pose�an algunas de las primeras cualidades de consoladores, ten�an otras que estropeaban su trabajo.

1. Primero que todo, su credo, bueno en lo que se refiere, no llega lo suficientemente lejos. Hab�a en �l una cierta estrechez intelectual y moral. Piensan en Dios casi exclusivamente como un juez: recompensa el bien, castiga el mal, perdona la falta que castiga cuando est� debidamente arrepentido. Pero parece que no le dan a Dios margen para ninguna otra actividad. Seg�n ellos, todo lo que hace es recompensa o castigo.

En su opini�n, no tienen un gran futuro que se extienda al otro mundo, en preparaci�n para el cual, la disciplina de varios tipos puede ser �til, incluso donde no hay una transgresi�n especial. Ten�an un credo breve y claro: decir al justo que le ir� bien, decirle al imp�o que le ir� mal, y cualquier refinamiento, como "al que Dios ama, disciplina", les parece algo que estropea la claridad y la fuerza de la verdad salvadora.

Estos hombres pod�an creer en una recompensa para el justo, en la aflicci�n del malhechor, pero la doctrina, �Muchas son las aflicciones del justo�, debilit� las esperanzas de los buenos y destruy� la alarma de los malvados. Por consiguiente, ninguno de ellos puede jam�s dejar de sentir que Job hab�a sido en secreto un pecador m�s que todos los hombres. Debemos tener cuidado con la estrechez y, aunque nuestra luz es m�s completa, recuerde que cometemos un error cada vez que imaginamos que hemos trazado la totalidad de Dios y los planes y la obra de Dios.

Deje un margen modestamente y asuma que Dios har� muchas cosas, cuyas razones son suficientes, pero que nosotros mismos no podemos conocer. Asuma que no podemos entender mucho de Sus caminos, y est� en guardia contra los credos que simplifican demasiado. El hombre es una cosa bastante complicada, y la verdad del hombre no puede reducirse a un conjunto de afirmaciones muy sencillas y muy amplias. Estos consoladores no recordaron que el entendimiento del hombre no era del todo igual para dar cuenta de todos los actos de Dios, y dejaron fuera de la vista todos los resultados probables prospectivos de los tratos de Dios en la idea de que la calamidad no pod�a tener ninguna raz�n excepto alg�n precedente err�neo. Y ten�an otra falta.

2. Les faltaba fe en el hombre. Es f�cil comprender c�mo los hombres deber�an sospechar. Cuando sentimos cu�nta energ�a volc�nica hay en la maldad de nuestro propio coraz�n, es probable que creamos con demasiada facilidad en la maldad de los dem�s. Las fallas son comunes, las ca�das son comunes, pero la hipocres�a deliberada es demasiado rara para justificar una f�cil suposici�n de su existencia por motivos leves. Si un pensamiento vacilante de que su amigo debe haber sido culpable de grandes pecados, y toda la hipocres�a de su religi�n, era perdonable, �deber�an haberse asentado tan fija y r�pidamente en esta creencia, y sin ninguna evidencia, primero conjeturar y luego afirmar culpabilidad m�s all�? el de cualquier otro? Esta incredulidad en Job es un pecado por el cual Dios posteriormente los reprende.

Es algo serio admitir en el coraz�n de uno cualquier incredulidad en la integridad esencial de otro. Mant�n la fe en el hombre si quieres consolar al hombre. A estos hombres les faltaba fe en sus semejantes y, como Job los llam�, se convirtieron en "falsos testigos de Dios", como consecuencia de ello. Quiz�s la semana de silencio se deba tanto al suspenso como a la simpat�a, tanto a un cierto recelo acerca de su teor�a como a la compasi�n.

Pero tan pronto como Job "maldijo su d�a" y dio rienda suelta al murmullo que, por natural que fuera, no fue sin pecado, entonces el recelo moment�neo se desvanece y comienzan su trabajo. Elifaz, m�s gentilmente que los dem�s, con poco m�s que un indicio de la direcci�n en la que cree que Job har�a sabiamente para avanzar. Bildad sigue con una expresi�n llena de sinceridad descort�s: �Si tus hijos hubieran pecado contra �l, y �l los hubiera desechado en su transgresi�n, �l restaurar�a tu prosperidad si oras.

Zofar, que es m�s tosco que los dem�s, le dice rotundamente que "Dios le exige menos de lo que merece su iniquidad". Cuando Job declar� su inocencia y expres� su anhelo de estar cara a cara con Dios y les record� que la prosperidad de los imp�os era tan universalmente observada como sus calamidades, no disminuyeron en absoluto su censura. En toda forma de insinuaci�n y acusaci�n lo acusan de alg�n gran crimen.

Hasta que por fin el propio Elifaz se atreve a formular acusaciones espec�ficas de inhumanidad. �Pobre trabajo! ser as� golpeado por acusaciones; cuando la ternura reconfortante era su necesidad y su deber. Sin embargo, no estoy seguro de que sea digno de compasi�n. No pudieron darle consuelo, pero lo llevaron a encontrarlo por s� mismo. Y al encontrarlo por s� mismo, lo consigui� con m�s firmeza y riqueza de lo que podr�a haberlo encontrado listo en sus labios. Hay que recordar varias cosas.

1. Es bueno actuar como consolador.

2. El amor es el gran requisito previo para hacerlo. La simpat�a alivia m�s que cualquier filosof�a del dolor.

3. Una interpretaci�n estrecha de los caminos del amor de Dios es una falta com�n de aquellos que quieren consolar.

4. Debe haber tiempo para que crezca el consuelo, y puede llegar en una forma muy diferente a la que lo esperamos.

5. Por fin Dios lleva a todos los sinceros a un consuelo sumamente rico y grande. ( Richard Glover. )

Consoladores de Job

Estas palabras expresan la opini�n de Job sobre sus amigos. Tampoco es un juicio severo. Estos amigos desaprovecharon y desaprovecharon su oportunidad. Quer�an estar en la filosof�a del asunto. Muchos hombres ahora, cuando se les pide que ayuden a un vecino, est�n m�s dispuestos a �rastrear la historia de la facilidad� que a prestar ayuda. Los consoladores de Job merec�an el ep�teto de �miserables� porque:

I. Olvidaron que la aflicci�n no es necesariamente punitiva. Y, a la inversa, toda exaltaci�n no es bienaventuranza. Los consoladores de Job vieron solo la superficie y razonaron a partir de lo que vieron. No discriminaron entre las circunstancias de Job y las del hombre Job. No discriminaron entre el cuerpo de Job y Job. Permitiendo que la aflicci�n de Job cayera pesadamente sobre su alma, no era necesariamente un castigo por ese motivo. Dios somete a su pueblo a pruebas y disciplinas, as� como a castigos. Los hombres cristianos est�n en la escuela de Cristo y deben aceptar su disciplina.

II. No discriminaron entre medios y fines. No hacerlo es un grave error en asuntos religiosos; no hacerlo es una superstici�n pr�ctica. Un hombre considera que la asistencia a la iglesia, la lectura de la Biblia, la asistencia a las ordenanzas son fines en lugar de medios. �Entonces que? Disminuye la necesidad sentida por el coraz�n contrito y humillado. Es m�s, nunca se elevar� a la regi�n de lo espiritual, por lo que nunca adorar� a Dios de manera aceptable.

III. Nunca beneficiaremos a un pr�jimo arroj�ndole el pasado en los dientes. Incluso si un ni�o ha sido malo en el pasado, solo lo endureceremos insistiendo en el hecho. Nuestro Se�or nunca twitte� a los hombres sobre su pasado. Los consoladores de Job asumieron gratuitamente que el pasado de Job no se hab�a gastado bien, por lo que merecieron el ep�teto de �miserable�. Todos necesitamos consuelo; solo podemos obtenerlo en Cristo.

Si lo buscamos en la fama, el dinero, los amigos, el saber, cualquier cosa que pertenezca exclusivamente a este mundo, llegar� el momento en que exclamaremos de estas cosas: �Miserables consoladores sois todos vosotros�, que esa frase no se pronuncie en eternidad. ( JS Swan. )

Consoladores miserables

Fr�o consuelo que algunos ministros brindan a las conciencias afligidas; su consejo ser� igualmente valioso que el del monta��s que, seg�n los informes, vio a un ingl�s hundirse en un pantano en Ben Nevis. �Me estoy hundiendo�, grit� el viajero. "�Puedes decirme c�mo salir?" El monta��s respondi� con calma: "Creo que es probable que nunca lo hagas", y se alej�. ( CH Spurgeon. )

No hay consuelo en el canto

Esas personas son incompetentes para el trabajo de llevar consuelo que no tienen nada m�s que pedo para ofrecer. Hay quienes tienen la idea de que debes gemir por los afligidos y afligidos. Hay momentos de dolor en que un rostro alegre que se refleja en el alma de un hombre vale mil d�lares para �l. No te quejes por los afligidos. Tome las promesas del Evangelio y d�galas en un tono varonil. No tengas miedo de sonre�r si te apetece.

No conduzcas m�s coches f�nebres a trav�s de esa pobre alma. No le digas que la angustia fue preordenada; No ser� ning�n consuelo saber que estaba por llegar un mill�n de a�os. Si desea encontrar f�rulas para un hueso roto, no use hierro fundido. No les diga que es la justicia de Dios la que pesa el dolor. Quieren o�r hablar de la tierna misericordia de Dios. ( T. De Witt Talmage. )

El fil�sofo mundano no consuela

Viene y dice: �Vaya, esto es lo que deb�as haber esperado. Las leyes de la naturaleza deben salirse con la suya �; y luego se vuelven elocuentes sobre algo que han visto en los ex�menes post-mortem. �Ahora, lejos de toda la filosof�a humana en esos momentos! �Qu� les importa a ese padre y a esa madre de qu� enfermedad muri� su hijo? Est� muerto y no importa si el problema estaba en la regi�n epig�strica o hipog�strica.

Si el fil�sofo es de la escuela estoica, vendr� y dir�: Debes controlar tus sentimientos. No debes llorar as�. Debes cultivar un temperamento m�s fr�o. Debes tener autosuficiencia, autogobierno, autocontrol �: un iceberg reprochando a un jacinto tener una gota de roc�o en el ojo. ( T. De Witt Talmage. )

Los volubles son consoladores miserables

La gente voluble es incompetente para el trabajo de dar consuelo. Bildad y Elifaz ten�an el don del lenguaje, y con sus palabras casi molestaron a Job. �Ay de esa gente voluble que va por las casas de los afligidos y habla y habla y habla y habla! Ensayan sus propios dolores y luego les dicen a los pobres que sufren que se sienten mal ahora, pero que despu�s de un tiempo se sentir�n peor.

�Silencio! �Espera que con un fino yeso de corte de palabras se cure una herida profunda como el alma? Da un paso muy suave alrededor de un coraz�n roto. Habla muy suavemente en torno a aquellos a quienes Dios ha privado. Entonces sigue tu camino. La profunda simpat�a no tiene mucho que decir. ( T. De Witt Talmage. )

El consolador debe haber experimentado dolor

Las personas que no han pasado por pruebas no pueden consolar a los dem�s. Es posible que hablen muy bien y que le brinden una gran dosis de sentimiento po�tico; pero mientras que la poes�a es un perfume que huele dulce, es un ung�ento muy pobre. Si tienes una tumba en un camino y alguien viene y la cubre con flores, todav�a es una tumba. Aquellos que no han sufrido por s� mismos no conocen el misterio de un coraz�n quebrantado.

No conocen el significado de la falta de hijos, y el no tener a nadie a quien acostar por la noche, o estar de pie en una habitaci�n donde cada libro, cada imagen y cada puerta est� llena de recuerdos: el felpudo donde ella se sent�, la taza. del que bebi�, el lugar donde se par� en la puerta y aplaudi�, las extra�as figuras que garabate�, los bloques que construy� en una casa. �Ah, no! usted mismo debe tener problemas antes de poder consolarlos en otros. ( T. De Witt Talmage. )

Versículo 7

Pero ahora me ha fatigado.

Cansancio bajo la aflicci�n

La palabra "�l" no est� en el original. Algunos lo entienden de su dolor y tristeza, y leen as�: �Y ahora me ha fatigado�, o mi dolor me ha cansado. Otros lo entienden de lo dicho por sus amigos; Tus tediosos discursos y tus censuras m�s severas me han agotado el �nimo y me han fatigado. Nuestra traducci�n nos lleva a una persona y nuestra interpretaci�n nos lleva a Dios. Job en todas partes reconoce que Dios fue el autor y ordenador de todos sus dolores. Se hace referencia al cansancio de la mente, y es el cansancio m�s doloroso.

1. Un estado de aflicci�n es un estado fatigoso. El sufrimiento cansa m�s que el hacer; y nadie est� tan cansado como los que se cansan de no hacer nada.

2. Algunas aflicciones son un cansancio tanto del alma como del cuerpo. Hay aflicciones que atraviesan y hay aflicciones que son s�lo superficiales.

3. Algunas aflicciones no solo afligen, sino que perturban la mente. No s�lo perturban las comodidades, sino tambi�n los poderes y facultades de la misma. Un hombre que sufre algunas aflicciones apenas puede hablar con sentido mientras act�a con fe, o hacerlo racionalmente mientras vive con gracia.

4. Un hombre piadoso puede cansarse extremadamente de sus aflicciones. Los mejores no siempre pueden regocijarse en las tentaciones, ni triunfar bajo la cruz. Los verdaderos creyentes, como tienen m�s paciencia al hacerlo, tambi�n al sufrir; sin embargo, incluso su paciencia no siempre se mantiene; ellos, como Job, a veces hablan apesadumbrados y quej�ndose. ( Jos� Caryl. )

Versículo 11

Dios me ha entregado a los imp�os.

Rastreando todo a Dios

Pero Job obtiene una noci�n de la realidad de las cosas cuando las remonta a Dios, salvando: "Dios me entreg� a los imp�os, y me entreg� en manos de los imp�os". Empiezo a sentir que incluso el diablo no es m�s que un sirviente negro en la casa de Dios. Hay un sentido, quiz�s dif�cilmente abierto a una definici�n en palabras, en el que el diablo pertenece a Dios con tanta certeza como el primer arc�ngel. No hay una provincia separada del universo de Dios: el infierno arde en el mismo estrado de Su trono.

No debemos permitirnos creer que hay poderes rivales y dinast�as en competencia en ning�n sentido que disminuya la omnipotencia de Dios. Si dices, como han dicho �ltimamente algunos distinguidos fil�sofos, Dios no puede ser todopoderoso porque hay maldad en el mundo, est�s limitando la discusi�n dentro de un l�mite demasiado estrecho. Debemos esperar la explicaci�n. Dale tiempo a Dios. D�jelo trabajar en Su eternidad.

Ahora no se nos pide que respondamos preguntas. �Oh! �Podr�amos callar y decir: No sabemos? no nos presione para obtener respuestas; que la paciencia tenga su obra perfecta: este es el momento del trabajo, de la educaci�n, del estudio, de la oraci�n, del sacrificio: esta pobre escena del crep�sculo no es ni suficientemente hermosa ni suficientemente grande para admitir toda la explicaci�n de Dios: debemos llevar adelante nuestra estudia al lugar que es tan elevado como el cielo, al tiempo que es tan infinito como la eternidad.

Todos tenemos sufrimiento. Todo hombre es golpeado en alg�n momento. No dejes que el que sea capaz de usar alguna fuerza hable con desprecio de su hermano d�bil. Es f�cil para un hombre que no tiene la tentaci�n en una determinada direcci�n dar un serm�n a otro al ir en esa direcci�n. Lo que queremos es una comprensi�n m�s justa de los dem�s. Deber�amos decir: Esto, hermano m�o, no puede soportar tal o cual fuego; por tanto, tratamos de interponernos entre �l y la llama: este otro hermano puede soportar ese fuego perfectamente bien, pero hay otro fuego al que no se atreve a acercarse; por tanto, debemos interponernos entre �l y el temible horno, sabiendo que todos tenemos alguna debilidad, alg�n punto de falla, alguna firma del polvo. �Bienaventurados los que tienen un coraz�n grande, generoso, real y divino! Cuanto m�s puede un hombre perdonar, m�s se parece a Dios. (Joseph Parker, DD )

Versículos 17-19

No por ninguna injusticia en mis manos.

La confianza de un buen hombre

En estas palabras Job nos libra:

1. La confianza de un hombre piadoso.

2. Ese tipo de angustia e indignaci�n enfermizas, ese medio desmayo, ese reproche con Dios, que a veces llega a un exceso incluso en los hombres buenos y piadosos.

3. El fundamento de su confianza y su liberaci�n de esta su enfermedad. ( John Donne. )

Mi testimonio est� en el cielo y mi r�cord es alto.

El trillado testimonio de la vida

I. En referencia a Job.

1. Una declaraci�n de su fe.

2. Una confesi�n de su sinceridad.

3. Una prueba de su devoci�n.

II. En referencia a nosotros mismos.

1. En �pocas de sospecha de s� mismo.

2. Bajo los asaltos de la calumnia.

3. Ante la perspectiva de la muerte. ( G. Brooks. )

Versículo 22

Cuando vengan algunos a�os, entonces ir� por el camino de donde no regresar�.

La brevedad de la vida humana

Doctrina - La llegada de unos pocos a�os nuevos nos sacar� de este mundo, para nunca volver a �l.

I. En qu� aspectos nos quedan pocos a�os por venir.

1. En comparaci�n con los muchos a�os a los que se extendi�, en alg�n momento, la vida del hombre.

2. En comparaci�n con los a�os del mundo que han pasado.

3. En comparaci�n con la gran obra que tenemos que hacer, a saber, nuestra obra de salvaci�n y generaci�n.

4. En comparaci�n con la eternidad.

II. �Por qu� se menciona el venir, y no el ir, de los pocos a�os?

1. Porque, para cuando han entrado completamente, ya han salido.

2. Porque ese a�o por fin comenzar� a llegar del que nunca veremos desaparecer.

III. Cuando los pocos a�os nos han despedido, no hay vuelta atr�s.

1. Los hombres no pueden regresar ( Job 16:14 ).

2. Dios no los traer� de regreso. Mejora&mdash

(1) Que los hombres sopesen seriamente consigo mismos que ahora est�n un gran paso m�s cerca de otro mundo de lo que estaban.

(2) Que miran atr�s con humildad su camino y consideran los muchos pasos equivocados que han tomado en sus �ltimos a�os.

(3) Que renueven la aceptaci�n del pacto y establezcan medidas para su seguridad en otro mundo.

(4) La eternidad es un negocio de gran peso. La felicidad del otro mundo es demasiado grande para que seamos indiferentes y seamos enga�ados por Satan�s y nuestros vanos corazones. ( T. Boston, DD )

La brevedad y la fragilidad de la vida humana.

Este no es uno de los discursos irritantes de Job; es uno en el que est� emitiendo los enunciados de una filosof�a inspirada, y sugiere algunas reflexiones pr�cticas, tanto sobre la fragilidad de la vida como sobre los problemas irreversibles de la muerte.

I. La brevedad y fragilidad de la vida humana. "Cuando vengan unos a�os". Casi todas las im�genes que puedan pensarse que denotan transitoriedad, ligereza, breve duraci�n, cambios repentinos, se encontrar�n en las Escrituras como un emblema de la vida humana. Nuestros d�as se representan como pasando de nosotros, como el �guila se apresura hacia su presa, como el r�pido poste vuela en su misi�n, como los barcos de Ebeh abren un camino a trav�s de las aguas, como la lanzadera del tejedor se lanza a trav�s de la telara�a, como la lanzadera. las nubes se mueven en el aire.

O tambi�n, nuestra vida es una flor vestida de gloria por un d�a, una tienda de pastor, que al d�a siguiente ser� trasladada a otro lugar, un vapor que se encrespa por un momento en una forma hermosa y luego se disuelve en la nada: una sombra que arroja su audaz silueta a trav�s de nuestro camino y, en un instante, se marcha para no dejar rastro. Pero consideremos algunos de los sentidos en los que se puede tomar esta expresi�n, unos a�os.

Por lo tanto, puede tomarse en un sentido contingente con una triste referencia a la incertidumbre de la vida, a la conciencia que deber�a estar presente en todos nosotros, que la mano gu�a invisible que golpe� a nuestro amigo durante el a�o pasado puede llevarnos a humillarnos. el siguiente. Desde este punto de vista, la palabra "pocos" puede tomarse en su sentido m�s severo y absoluto. Puede significar tres a�os, o dos a�os, o incluso uno, pero corresponde al m�s joven, al m�s fuerte y al m�s lleno de esperanza entre nosotros, hablar como lo hizo Job.

Cada d�a arroja una nueva confusi�n sobre nuestras probabilidades calculadas de duraci�n de la vida. La muerte parece estar siempre encontrando alguna puerta nueva que hab�amos dejado fuera de nuestra cuenta y que no hab�amos previsto; parec�a ser una contingencia demasiado remota para ser contada entre las probabilidades humanas. Pero com�nmente, la palabra "pocos" se usa en alg�n sentido comparativo. Se dice que los obreros en el campo del Evangelio son pocos comparados con la abundancia de la mies; se dice que los que encuentran el camino de la vida son pocos comparados con aquellos a quienes se les escapa el camino; y as�, en el texto, los a�os de nuestra vida se dicen a los pocos, comparados con las muchas cosas que hay que hacer all�, para prepararnos para una condici�n de inmortalidad.

La comparaci�n nos resulta natural. En todas las grandes obras por hacer, casi intuitivamente consideramos como un elemento de la dificultad la cuesti�n del tiempo. La sorpresa de los jud�os cuando supusieron que nuestro Se�or iba a decir que reconstruir�a su templo despu�s de que fuera destruido, no fue que �l lo reconstruyera, sino que lo que hab�a costado cuarenta y seis a�os lograrlo, �l deber�a poder hacerlo. para hacer en tres d�as.

Bueno, la edificaci�n del templo espiritual no siempre requiere cuarenta y seis a�os, aunque puede requerir sesenta a�os y diez. Pero cualquiera que sea el l�mite desconocido, los a�os siempre parecen acortarse a medida que se acerca ese l�mite; o como el trabajo por hacer en �l permanece en un estado inacabado. El hecho, como puede percibir, clama en voz alta contra la locura de todos los arrepentimientos tard�os. Subyugar el poder del pecado, liberarse de los lazos del mundo, cambiar el sesgo de un coraz�n malvado y adquirir el gusto y el gusto por la santidad, volverse h�bil en esas adquisiciones m�s elevadas de la vida santa: c�mo Espera, c�mo tener esperanza, c�mo estar en silencio, c�mo permanecer quieto, �oh, queremos una larga vida para esto! Grace puede prescindir de �l a veces, y lo hace; como cuando nuestros j�venes justos son quitados del mal venidero;

Pero en todos los casos en los que se concede m�s tiempo, se requiere m�s tiempo; y luego, si se desperdicia una parte de estos a�os, qu� atrasos de trabajo se arrojan al resto; y as� no logramos ning�n avance. Tenemos todo para desaprender y deshacer. Pero, de nuevo, creo que el tiempo que nos queda se describe con la frase �pocos a�os�, porque por muchos que sean, parecer�n pocos cuando hayan pasado.

Por la verdad de esto, puedo apelar con confianza a la experiencia de los ancianos. Puede que tengas muchos a�os de vida, pero no te parecer�n muchos cuando los hayas vivido. Lo que parece sugerir el texto es que la duraci�n del futuro debe medirse por la estimaci�n de la mente de la duraci�n del pasado. Suponga, por ejemplo, que le quedan diez a�os m�s de vida; para saber si se trata de un tiempo largo o corto, m�delo por lo que te parece ahora la duraci�n de los �ltimos diez a�os.

Algo importante y notable ocurri� en ese momento; date cuenta del hecho de que despu�s de un lapso correspondiente para el futuro no ser�s visto m�s. Tal m�todo de medir la duraci�n de los d�as desde el otro extremo de la l�nea no puede dejar de dejar en el coraz�n una impresi�n saludable de la brevedad de la vida. Por tanto, calculemos todos nuestra longitud de arcillas de acuerdo con la tabla de vida de Job; Consideremos nuestros a�os al rev�s, es decir, no por lo que est�n en perspectiva, sino por lo que parecer�n en la revisi�n.

Observo otro pensamiento, que dif�cilmente podr�a haber estado fuera de la mente del patriarca, cuando habl� de los a�os que le quedaban como pocos, a saber, que deb�an ser pocos - incomparables, y m�s all� de toda reducci�n aritm�tica pocos - en comparaci�n con los a�os. vida que iba a tener �xito. Esto deber�a ser siempre un elemento en el c�lculo del tiempo del cristiano. Nunca alcanzaremos la verdadera duraci�n de nuestros a�os sin �l.

Si el ap�stol Pablo, al escribir a los corintios, hubiera tomado como gu�a alguno de nuestros calendarios humanos, habr�a dicho: �Esa leve aflicci�n que ha estado sobre m� durante casi treinta a�os�; pero en lugar de esto, recuerda que el tiempo no debe ser estimado por este est�ndar en absoluto. La duraci�n del servicio debe compararse con la duraci�n de la recompensa: aumenta uno y disminuyes el otro, y esto sin l�mite; de modo que si la duraci�n de la recompensa subsiguiente se vuelve infinitamente grande, la duraci�n del servicio se vuelve inapreciablemente peque�a.

�A qui�n le importa ser rey por un d�a? �Qui�n por un bocado de carne se convertir�a en el sirviente de otro por el resto de su vida? O, por otro lado, �qui�n no soportar�a el dolor por una noche para estar seguro de que al d�a siguiente entrar�a en una vida de alegr�a sin fin? "De donde no volver�".

II. Los irreversibles problemas de la muerte.

1. Aqu� debemos se�alar el alcance moral de la expresi�n. Job no debe entenderse como si excluyera la posibilidad de su regreso a la tierra para visitar a sus amigos y renovar sus empleos, para contar la historia de la vida por segunda vez; su prop�sito es, manifiestamente, indicar la estabilidad de su estado espiritual. cuando estos pocos a�os de vida se hayan agotado. Su significado es, ir� al lugar de donde no regresar� para ninguno de los prop�sitos disponibles de salvaci�n, para el arrepentimiento, para la oraci�n, para hacer la reconciliaci�n.

Es un lugar donde todo es determinado, inalterable, definitivo; donde como cae cada �rbol, as� reposa; donde el que es injusto es injusto todav�a; donde el santo ser� santo todav�a. Hab�a usado un lenguaje similar en el cap�tulo 7. �Como la nube se consume y se desvanece; as� que el que desciende al Seol, no volver� a subir �. A lo que no podemos agregar inadecuadamente la exhortaci�n del sabio: �Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo con tus fuerzas; porque no hay obra, ni artificio, ni conocimiento, ni sabidur�a en el sepulcro adonde vas �.

2. Y ahora perm�tanme recopilar algunas de las lecciones de nuestro tema. Me dirijo a muchos que deben retomar las palabras de nuestro texto en su sentido m�s literal. "Cuando vengan algunos a�os, ir� por el camino de donde no regresar�". Tus a�os por venir deben ser pocos, porque tus a�os pasados ??han sido muchos. Bueno, �qu� has estado haciendo con esos muchos? Y tu trabajo, �c�mo lo soporta? �Tu vida ha sido todo en vano, todo in�til, toda la tierra, terrenal? �No has hecho nada de tu d�a de gracia y visitaci�n? Y sin embargo, tu sol se est� poniendo.

Como as�, deber�a ense�arnos a fijar nuestros corazones en el verdadero descanso, mientras contin�an nuestros pocos a�os, y a prepararnos gradualmente para nuestro descanso final cuando estos a�os hayan pasado. Dejemos que nuestras almas se queden en el reposo correcto ahora. Sabemos d�nde est�, qu� es, qui�n dice: �Venid a m� todos los que est�is trabajados y cargados, y yo os har� descansar�; Descanse de los golpes de un mundo cambiante, descanse de las sacudidas de un coraz�n ansioso, descanse de las acusaciones de una conciencia reprensora, descanse de las sugerencias de una mente abatida y temerosa. Ad�ntrate en el arte de morir a diario, de anticipar la convocatoria a un mundo eterno. ( D. Moore, MA )

Calma ante la perspectiva de la muerte

�Por qu� deber�amos estar pensativos y melanc�licos cuando pensamos cu�n cerca est� nuestro fin? �Est� triste el centinela cuando se acerca la hora de relevar a la guardia? �Est� triste el vagabundo en tierras lejanas cuando vuelve su rostro hacia su hogar? �Y por qu� no deber�amos alegrarnos de pensar que nosotros, extra�os y extranjeros aqu�, pronto partiremos hacia la verdadera metr�poli, la patria de nuestras almas? No s� por qu� un hombre deber�a estar arrepentido o asustado mientras observa c�mo el mar hambriento devora su "banco de tiempo" en el que se encuentra, aunque la marea casi ha llegado a sus pies, si sabe que el fuerte de Dios El brazo se extender� hacia �l en el momento en que la arena se disuelva debajo de sus pies, y lo sacar� de muchas aguas y lo colocar� en lo alto por encima de las inundaciones en esa tierra estable donde "ya no hay mar". ( A. Maclaren.)

La extrema brevedad de la vida humana

I. El hecho en s�. Est� de acuerdo con las representaciones de las Escrituras. Nuestra vida casi se parece a la calabaza de Jon�s, que surgi� en una noche y pereci� en una noche. Nuestra vida es corta, si consideras ...

1. La duraci�n real de la vida. Setenta a�os, y la ternura infantil se transforma en decrepitud, el ni�o en el pecho de su madre se convierte en el hombre de los cabellos canosos, tambale�ndose bajo la presi�n de las dolencias y hundi�ndose r�pidamente en la tumba fr�a y silenciosa.

2. Los millones que mueren j�venes. Se dice que, con mucho, el mayor n�mero de seres humanos muere en la infancia. �Y cu�ntos mueren en la juventud!

3. Los objetos trascendentales a los que tenemos que atender en esta vida. No vinimos a este mundo simplemente para existir, o simplemente para pasar una mera vida animal; Vinimos a prepararnos para la eternidad, para nuestros destinos finales e irrevocables m�s all� de estos estrechos confines. Aqu� tenemos que arrepentirnos, buscar un inter�s en Cristo, amar, servir, glorificar a nuestro Creador, trabajar en su causa, cultivar nuestras facultades, disciplinar nuestros corazones, antes de nuestra entrada en un estado de existencia inmortal. m�s all� de la tumba. Todo esto por hacer y, sin embargo, tan poco tiempo para su realizaci�n.

4. Las trascendentales interrupciones que experimentamos en nuestra atenci�n a estos deberes esenciales. �Qu� cuidados llenan esta peque�a vida nuestra! �Qu� dolores, qu� tentaciones, qu� p�rdidas y cruces, para desviar nuestra atenci�n de nuestras grandes preocupaciones!

5. El testimonio uniforme de la Escritura con respecto a ella.

6. Su contraste con esa temible eternidad a la que nos apresuramos. Nuestra vida m�s all� de esta escena presente ser� proporcional, en su duraci�n, a la vida de Dios, eterna como el trono en el que �l se sienta y balancea el universo.

II. Mejora este hecho.

1. Meditando sobre la brevedad de la vida; usar todo lo que pueda ayudarlos a impresionar profundamente sus mentes con este hecho solemne.

2. Tenga cuidado de no desperdiciar la vida.

3. Mejora la vida. "Aprovecha los momentos fugaces a medida que pasan".

4. Tenga siempre presente la incertidumbre de la vida.

5. Recuerde que estos pocos a�os de su existencia pronto pasar�n.

6. Recuerde que no habr� regreso a este mundo presente. Vivamos mientras vivimos. Tengamos todos a la vista el final de nuestro viaje. Aprendamos a morir a diario. Busquemos inter�s en la gracia, la sangre, la justicia y la intercesi�n del bendito Redentor. ( F. Pollard. )

El viaje final anticipado

I. Considere el viaje trascendental que aqu� se anticipa. Bajo la figura de un viaje, Job dirige nuestra atenci�n a ese per�odo importante, cuando el esp�ritu inmortal debe abandonar las cosas terrestres y nuestros cuerpos perecederos deben ser enviados a la tumba silenciosa. Este viaje puede considerarse:

1. Solemne por naturaleza. Hay una solemnidad indescriptible en la muerte, incluso para el hombre que est� mejor preparado para el evento. El camino est� inexplorado; al menos, la experiencia de los que se han ido es de muy poco beneficio para los supervivientes: para saber qu� es morir, debemos adentrarnos en el valle tenebroso. El viaje es de descripci�n solitaria; debemos realizarlo solos y desatendidos; la ternura del afecto y la pompa del carruaje son de muy poca utilidad en la hora de la mortalidad.

2. Indiscutible en su certeza.

3. Desconocido en su inicio. El momento en que seremos llamados a comenzar este trascendental viaje est� sabiamente oculto a nuestra vista. Nuestro paso a la tumba puede ser a trav�s de a�os de dolor punzante; o por un golpe repentino podemos ser lanzados a la eternidad.

4. Importante por sus consecuencias. La hora de la muerte pone fin a toda posibilidad de mejora espiritual.

II. Describe el efecto que deber�a producir esta anticipaci�n. La anticipaci�n de un viaje, tan trascendental en su naturaleza y consecuencias, deber�a:

1. Obtener un examen serio respetando nuestro estado de preparaci�n. El hombre por naturaleza no est� preparado para este importante evento.

2. Estimular s�lo el miedo en aquellos que no est�n preparados.

3. Estimular a los justos a una vigilancia constante.

4. Proporciona una fuente de consuelo al cristiano afligido. Espera con solemne deleite ese per�odo en el que ser� llamado de este estado de sufrimiento y dolor a las regiones bienaventuradas de la inmortalidad. Considera la hora de la disoluci�n como el momento de su introducci�n a la sociedad angelical, el empleo celestial, una plenitud de felicidad, las glorias desveladas de su Redentor, y todo lo eterno en duraci�n. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones. )

Nuestro ultimo viaje

I. Reconozcamos nuestro viaje inevitable. Ir� por el camino de donde no volver�. Aplic�moslo cada uno a s� mismo. El hecho de que todos los hombres sean mortales tiene poco poder sobre nuestras mentes, porque siempre hacemos una excepci�n t�cita y posponemos el d�a malo para nosotros. �C�mo se manifiesta la individualidad de un hombre en la hora de su muerte! �Qu� ser tan importante se convierte! Las diferencias en el lecho de la muerte surgen fuera de car�cter y no fuera de rango.

En la muerte, el elemento financiero parece despreciable, y lo moral y lo espiritual llegan a ser los m�s estimados. �C�mo vivi�? �Cu�les fueron sus pensamientos? �Cu�l era su coraz�n hacia Dios? �Se arrepinti� del pecado? La individualidad del hombre es clara, y el car�cter del hombre ante Dios, y ahora tambi�n es evidente que la muerte prueba todas las cosas. Si miras a este pobre moribundo, ver�s que ha pasado el tiempo de las pretensiones y las imposturas.

II. Ahora, contemplemos su significado. Muy pronto tendremos que iniciar nuestra solemne y misteriosa peregrinaci�n. Por lo tanto, si hay algo doloroso que soportar, bien podemos soportarlo con alegr�a, porque no puede durar mucho. Cuando lleguen algunos a�os, nos habremos ido de la espina y el brezo que ahora pinchan y hieren. Por lo tanto, tambi�n, si hay alguna obra que hacer para Jes�s, hag�mosla de inmediato, o de lo contrario nunca la haremos, porque cuando lleguen algunos a�os habremos ido de donde no volveremos.

III. Ahora, considere el hecho de que no regresaremos: "Cuando vengan algunos a�os, entonces ir� por el camino de donde no regresar�". A las ocupaciones de la vida: sembrar y cosechar y segar; a las moradas de la vida, a los estoicos y a la casa de campo; a los placeres de la vida. A los compromisos del santuario, la mesa de la comuni�n, el p�lpito o el banco, no volveremos. No es necesario que deseemos volver.

�Qu� hay aqu� que deber�a tentarnos a permanecer en este mundo o inducirnos a volver a �l si pudi�ramos? A�n as�, podr�a suponer en un estado futuro algunas razones para desear regresar. Supongo que podr�amos tener en nuestro coraz�n, por ejemplo, el deseo de deshacer el da�o que hicimos en la vida. No puedes volver para cumplir esos buenos prop�sitos, que todav�a son como frutos inmaduros. Tampoco podemos volver a rectificar alg�n error que hayamos cometido en el trabajo de nuestra vida, ni siquiera volver a cuidarlo, para conservar lo bueno en �l.

IV. Y ahora preguntemos ad�nde iremos. En algunos aspectos les ocurre a todos por igual, porque todos emprenden el largo viaje. Todos van a la tumba, que es el lugar de todos los vivos. Entonces, todos avanzaremos en nuestro camino hacia la resurrecci�n. ( CH Spurgeon. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Job 16". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/job-16.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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