Bible Commentaries
Job 19

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-29

Entonces Job respondi� y dijo.

Quejas y confidencias

I. Job quej�ndose amargamente.

1. Se queja de la conducta de sus amigos, y especialmente de su falta de simpat�a.

(1) Lo exasperaron con sus palabras.

(2) Con su persistente hostilidad.

(3) Con su insensibilidad.

(4) Con su supuesta superioridad.

Nada tiende m�s a agravar el sufrimiento de un hombre que las palabras despiadadas y verbosas de quienes discuten sus opiniones en la hora de su angustia.

2. Se queja de la conducta de su Dios. Dios lo hab�a "derribado y confundido": lo hab�a "negado a escuchar y le cerr� el camino". Se queja de que fue completamente "privado de sus honores y su esperanza". Dios incluso lo hab�a tratado como "un enemigo y envi� tropas de calamidades para abrumarlo". Dios hab�a puesto "toda la sociedad en su contra". Estas quejas revelan:

(1) una condici�n de existencia sumamente lamentable;

(2) considerables imperfecciones en el car�cter moral.

II. Trabajo confiado firmemente. Todav�a se aferr� a su fe en Dios como vindicador de su car�cter.

1. Su confianza surgi� de la fe en un vindicador divino.

2. Un reivindicador que alg�n d�a aparecer�a en la tierra.

3. A qui�n ver�a personalmente por s� mismo,

4. �Qui�n lo aclarar�a tan completamente que sus acusadores se llenar�an de autoacusaci�n? "Pero deb�is decir: �Por qu� le perseguimos, si la ra�z del asunto est� en m�?" ( Homilista. )

Versículos 6-7

Sepa nuevo que Dios me ha derrocado.

Las dificultades de la incredulidad

Una cosa es de notar, tanto con Job como con sus amigos, la existencia de Dios es parte del problema, y ??no debe ser descartado ni siquiera hipot�ticamente. Las desgracias de los buenos, la prosperidad de los malvados, las desigualdades y los caprichos del destino son precisamente lo que hay que reconciliar con la existencia de un Dios justo y todopoderoso. La discusi�n parte del supuesto de una Providencia temporal.

Todo el debate gira en torno a lo que los debatientes consideran un terreno religioso. En cierto sentido, la idea de Dios introduce una dificultad en la discusi�n. Si pudi�ramos contemplar el mundo como si no tuviera un orden moral que dependiera de la voluntad de Uno infinitamente bueno y sabio, entonces la dificultad particular de reconciliar las cosas como son con cualquier concepci�n digna del poder y la bondad divinos desaparecer�a repentinamente.

Se sugiere que, cuando se abandona la fe en Dios, la dificultad y la confusi�n desaparecer�n. El mundo, es cierto, no ser� m�s brillante por el abandono de la fe; pero al menos ning�n fuego de pantano enga�oso nos desviar� de los verdaderos objetos de la vida. No sabremos de d�nde venimos ni ad�nde vamos; pero viviremos nuestro peque�o d�a, ni atormentados por vanas preguntas, ni confiando en esperanzas infundadas.

Sin duda, esto es cierto hasta cierto punto, pero s�lo hasta ese punto limitado que implica una falsedad esencial y absoluta. El te�smo trae consigo sus propias dificultades al problema f�sico y moral del universo. Pero, �qu� derecho tenemos a suponer que cualquier hip�tesis, por s� solas que podemos concebirla, lo explicar� todo? �Y no tenemos derecho a dar la vuelta a teor�as rivales y preguntarnos si pueden explicar m�s que las nuestras, o si para ellas el misterio del mundo no es todav�a misterioso? El te�smo, con todo lo que com�nmente se cree que implica, es una explicaci�n de los misterios de la naturaleza y de la vida; pero no una explicaci�n completa.

Tomando sus pretensiones en lo m�s bajo y en lo m�nimo, re�ne los hechos de la vida en una unidad y nos proporciona una teor�a a la luz de la cual pueden correlacionarse y comprenderse. M�s que esto, proporciona una regla pr�ctica de vida. Es precisamente esto lo que la teor�a opuesta no puede hacer. La misma necesidad de su naturaleza es no explicar nada. Deja las tinieblas de la vida tal como las encuentra.

El dolor, el pecado y la p�rdida son con �l hechos fundamentales; ni tiene el m�s leve destello de luz para arrojar sobre su absoluta negrura. El caso podr�a ser diferente si la naturaleza humana no tuviera un lado de relaci�n con el infinito, o incluso si esa relaci�n s�lo la aprehendiera uno aqu� y all�. El misterio del universo no ser�a nada para nosotros si no tuvi�ramos la facultad de conocerlo y sentirlo. Pero, con unas pocas y parciales excepciones, este intento de pasar de lo finito a lo infinito nos pertenece de manera inerradicable a todos.

Un pensador astuto dijo una vez que si no hubiera un Dios, ser�a necesario inventar uno. Los hombres nunca consentir�n permanentemente en el estrechamiento del poder y la vida. La eternidad y el infinito a�n pueden tener sus secretos en un dominio inexorable, pero nunca dejaremos de ir en busca de ellos y de mantenernos m�s altos y mejores para la b�squeda. Concediendo por un momento que estas aspiraciones y anhelos son errores, remanentes de un estado inferior, cosas de las que creceremos, �se altera materialmente el aspecto del caso? Todav�a estoy cara a cara con los hechos de la existencia: todav�a tengo que encontrarme, soportar y sacar lo mejor de mi destino.

No podemos silenciar permanentemente la curiosidad sobre el universo simplemente rechazando una sola explicaci�n familiar del mismo. Al dejar de creer en un Dios, no hizo absolutamente ning�n progreso en la explicaci�n del misterio del universo. S�lo ha vuelto al punto de vista de la incertidumbre absoluta y la perplejidad en blanco. Considere el misterio del dolor y su misterio correlativo del mal: el mal, es decir, en su lado f�sico y moral.

El te�smo no lo explicar�. Se�ala paliativos de la misma. Sugiere que est� relacionado con el poder de elecci�n en el hombre y, por lo tanto, es necesario para el gobierno moral del mundo. A�n as�, estas respuestas no cubren toda la pregunta. Pero, �est� el ate�smo mejor o peor? �Son el dolor y la injusticia m�s soportables, menos peso sobre la conciencia comprensiva, porque se los considera hechos desnudos, en blanco, absolutamente inexplicables? El ate�smo escapa a las dificultades caracter�sticas del te�smo s�lo al precio de cargarse con una dificultad propia.

Seg�n cualquier teor�a, hay al menos un conjunto de humanidad en una direcci�n ascendente. El te�smo tiene mucho trabajo para dar cuenta del mal en el mundo; �Puede el ate�smo explicar lo bueno? �C�mo deber�a moverse toda la creaci�n, hacia un �evento lejano�, y elevarse sobre las ruedas del tiempo cada vez m�s alto, a menos que sea llamado y bajo la inspiraci�n de Dios? Una ilustraci�n m�s. Todos conocemos demasiado bien el significado del desperdicio y la p�rdida humanos.

Dime que esto es simplemente una cuesti�n de ley f�sica. Pero, al decir esto, �ha explicado lo que necesita explicaci�n? No puedo responder a esas preguntas, lo s�; pero no sue�es que no te pesan tambi�n. Tienes que enfrentarlos tan bien como yo, y soportar el dolor, la desolaci�n y el pensamiento de la separaci�n, sin la esperanza de la inmortalidad y la permanencia de una presencia Divina. ( C. Beard, BA )

Versículo 14

Mis parientes han fracasado.

La inconstancia de los amigos

�Qu� hay m�s dulce que un la�d bien afinado, y qu� hay m�s delicioso que un amigo fiel, que puede alegrarnos en el dolor con un discurso sabio y afectuoso? Sin embargo, nada se desafina antes que un la�d, y nada es m�s voluble que un amigo. El tono de uno cambia con el clima, el del otro con la fortuna. Con un cielo despejado, un sol brillante y una brisa suave, tendr�s muchos amigos; pero que la fortuna frunzca el ce�o, y el firmamento se cubra, y entonces tus amigos resultar�n como las cuerdas de un la�d, de las cuales apretar�s diez antes de encontrar una que aguante la tensi�n o mantenga el tono. (Lo tengo. )

Versículo 20

Y escap� con la piel de mis dientes.

Salvado por los pelos

Job lo tuvo dif�cil. Con fur�nculos, duelos, bancarrota y una esposa insensata, deseaba estar muerto. Su carne hab�a desaparecido y sus huesos estaban secos. Sus dientes se consumieron hasta que no qued� nada m�s que el esmalte. Grita: "Me escap� con la piel de los dientes". Ha habido alguna diferencia de opini�n sobre este pasaje. St. Jerome, Schultens, los doctores Good, Peele y Barnes han probado sus f�rceps en los dientes de Job.

Niega mi interpretaci�n y dice: "�Qu� sab�a Job sobre el esmalte de los dientes?" Sab�a todo al respecto. La cirug�a dental es casi tan antigua como la tierra. Las momias de Egipto, con miles de a�os de antig�edad, se encuentran hoy con relleno de oro en los dientes. Ovidio, Horacio, Salom�n y Mois�s escribieron sobre estos importantes factores del cuerpo. A otras quejas provocadoras, creo que Job hab�a a�adido un dolor de muelas exasperante; y poniendo su mano sobre el rostro inflamado, dice: �Me escap� con la piel de mis dientes.

�Un escape muy estrecho, dices, para el cuerpo y el alma de Job; pero hay miles de hombres que hacen un escape igualmente estrecho para su alma. Hubo un tiempo en que la divisi�n entre ellos y la ruina no era m�s gruesa que el esmalte de un diente; pero como Job finalmente escap�, ellos tambi�n lo han hecho. ( T. De Witt Talmage. )

Versículo 21

Ten piedad de m�, porque la mano de Dios me ha tocado.

La pasi�n de cristo

Apta ilustraci�n de un sufriente m�s perfecto: uno m�s santo que Job y uno involucrado en un dolor m�s profundo.

I. En muchos aspectos existe una analog�a entre los que sufren.

1. Cristo fue un sufriente inocente y ben�volo.

2. Pero, �cu�ndo no fue �l un sufriente?

3. C�mo aumentaron sus sufrimientos a medida que se acercaba a su fin.

4. Era la mano de Dios la que lo hab�a tocado.

5. Job sufri� por s� mismo y por su propio beneficio; Cristo, no por s� mismo, sino por nosotros y en nuestro lugar.

II. C�mo debe manifestarse nuestra l�stima.

1. Por el movimiento ordinario de nuestros sentimientos.

2. Debemos despertar estos sentimientos utilizando todos los medios.

3. Nuestra compasi�n debe manifestarse en el odio al pecado.

4. Si nuestra compasi�n es sincera, sentiremos un profundo inter�s por el resultado de sus sufrimientos. ( F. Cierre, AM )

La compasi�n un deber humano

Aflicciones como las de Job eran suficientes, uno hubiera imaginado, para arrancar una l�grima de piedad a su m�s implacable enemigo. Seguramente no requerir�a ninguno de los afectos afectos y tiernas sensibilidades de la amistad para despertar la compasi�n en el coraz�n en una ocasi�n como esta. Con los sentimientos comunes de la humanidad, uno se imaginar�a imposible contemplar las aflicciones de Job y no llorar por ellas.

Estos supuestos amigos, sin embargo, hicieron o�dos sordos a sus s�plicas y, bajo el manto de la amistad, continuaron hiri�ndolo con el trato m�s poco generoso e inhumano. El mundo en el que vivimos est� lleno de miseria. La angustia aparece ante nosotros en mil formas diferentes; y en todas sus formas suplica nuestra atenci�n, con una importunidad a la que el coraz�n humano y generoso es incapaz de resistir.

De todas las dem�s, la escena de calamidad m�s conmovedora que podemos contemplar es cuando un pr�jimo es a la vez oprimido por las dificultades de la miseria y atormentado por los dolores de la aflicci�n corporal. Todo hombre debe considerarse a s� mismo como inmediatamente dirigido en s�plicas como esta; porque todo hombre es, o deber�a ser, amigo de los desdichados. La compasi�n es una deuda que una criatura humana tiene con otra; una deuda que ninguna distinci�n de secta o partido, ninguna imperfecci�n de car�cter, ning�n grado de ingratitud, crueldad o crueldad cancelar�, La compasi�n es una planta que florece en el coraz�n humano, como en su tierra natal.

Tan grande es la satisfacci�n que resulta de los sentimientos de la humanidad, que apenas hay consideraci�n que reivindique m�s plenamente la sabidur�a y la bondad del Ser Supremo, al permitir los numerosos males de la vida humana, que �sta, que nos brinden una oportunidad. de ejercitar los afectos m�s amables y de participar de los placeres m�s nobles. El ejercicio de esta disposici�n es igualmente necesario para ganarnos la estima y el amor de nuestros hermanos.

Y mostrar compasi�n por aquellos que est�n en peligro es la manera de calificarnos para la aceptaci�n Divina en el gran d�a. Recordemos que ser compasivo no es simplemente sentir y apreciar las emociones de l�stima en nuestro coraz�n, sino aprovechar cada oportunidad de expresarlas con nuestras acciones. ( W. Enfield. )

Obst�culos a la simpat�a

La simpat�a es particularmente propensa a la inhibici�n de otros instintos que su est�mulo puede provocar. El viajero a quien rescat� el buen samaritano bien pudo haber provocado tal temor o disgusto instintivo en el sacerdote y el levita que pasaban frente a �l, que su simpat�a no pudo llegar al frente. Entonces, por supuesto, los h�bitos, las reflexiones razonadas y los c�lculos pueden comprobar o reforzar la simpat�a de uno, al igual que los instintos de amor u odio, si existen, por el individuo que sufre.

Los instintos cazadores y belicosos, cuando se despiertan, tambi�n inhiben absolutamente nuestra simpat�a. Esto explica la crueldad de las agrupaciones de hombres que se acosan entre s� para cebar o torturar a una v�ctima. La sangre sube a los ojos y la oportunidad de la simpat�a se ha ido. ( James, Psicolog�a. )

Versículos 23-24

�Oh, que mis palabras estuvieran ahora escritas!

Anhelo de trabajo por un monumento permanente

El deseo de Job se ha visto satisfecho; su memorial ha encontrado inscripci�n en una tablilla en comparaci�n con la que la roca de granito es basura, y lleva una hoja seca.

Ha encontrado entrada en la "Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre". Ning�n templo de la fama como este. Este deseo agonizante de Job de encontrar un monumento es demasiado natural para resultar extra�o. Nada es m�s com�n en las escenas de muerte que encontrar al que se va recuperando sus fuerzas d�biles y utilizar con entusiasmo sus �ltimas respiraciones para dar las cargas finales que ser�n honradas religiosamente, y con miradas dolorosamente nost�lgicas tratar de hablar despu�s de que el poder vocal se haya ido. Muchas e impresionantes son las lecciones que aqu� se agolpan en la mente.

1. Digamos lo que tenemos que decir, y hagamos lo que tenemos que hacer, a tiempo, para que durante la vida podamos vivir de tal manera que en la hora de la muerte solo tengamos que morir.

2. Tengamos cuidado de no decir ni hacer nada en la vida que anhelemos en la muerte. �Ay! in�tilmente - para no decir o deshacer.

3. Hablemos, sobre todo, en nombre de Dios y del Evangelio; porque, si estamos conscientes y en nuestro sano juicio, eso ser� lo que estaremos m�s ansiosos de hacer al morir, que cada palabra pueda fotografiarse a s� misma en la roca eterna, y hablar con su influencia viviente muchos a�os despu�s de nuestra muerte. estan muertos. ( J. Guthrie, DD )

El deseo de Job de tener un registro permanente

Como habla Job, acostumbrado al uso de la riqueza. Primero piensa en un pergamino en el que su historia y su afirmaci�n pueden escribirse y conservarse cuidadosamente. Pero se da cuenta de inmediato de lo perecedero que ser�a, y se inclina ante una forma de memorial como la que emplearon los grandes hombres. Se imagina un acantilado en el desierto con una inscripci�n monumental que lleva que una vez que �l, el Emeer de Uz, vivi� y sufri�, fue expulsado de la prosperidad, fue maldito por los hombres, fue desgastado por la enfermedad, pero muri� sosteniendo que todo esto le sucedi� injustamente, que no le hab�a hecho ning�n da�o a Dios ni al hombre.

Se interpondr�a en el camino de las caravanas de Lema para que lo leyeran las generaciones venideras. Los reyes representan en las rocas sus guerras y triunfos. Como alguien de dignidad real, Job usar�a los mismos medios para continuar su protesta y su nombre. ( RA Watson, DD )

El Redentor

La opini�n secular es que Job expresa aqu� una confiada esperanza de recuperaci�n de su lepra y de justificaci�n ante los ojos de los hombres. El punto de vista espiritual es que Job mira m�s all� de la muerte y expresa su fe en la vida futura del alma o en la resurrecci�n del cuerpo. Es necesario decir algunas palabras, primero sobre la evidencia externa del significado del pasaje, y luego sobre la interna. Ambos me parecen apuntar decisivamente a su interpretaci�n espiritual.

I. La evidencia externa est� a su favor.

1. Job no esperaba recuperaci�n en absoluto, y mucho menos confiaba en ella como algo que no pod�a dejar de suceder. En palabras como estas ( Job 17:1 ) vemos cu�l era su expectativa de vida : �Mi aliento est� corrompido, mis d�as se han extinguido, los sepulcros est�n listos para m�; o estos ( Job 17:11 ; Job 17:15 ): �Mis d�as pasaron, mis prop�sitos se rompieron, incluso los pensamientos de mi coraz�n ... �D�nde est� ahora mi esperanza? en cuanto a mi esperanza, �qui�n la ver�? Incluso si vacil� entre la esperanza y el miedo, no podr�a utilizar un lenguaje que implica la m�xima certeza.

2. La traducci�n de la Septuaginta (hecha por jud�os que deben ser supuestamente capaces de entender las palabras hebreas, y hecha por ellos mucho antes de que Jesucristo sacara a la luz la inmortalidad y ense�ara la doctrina de la resurrecci�n de entre los muertos) da el sentido espiritual de el pasaje: "�l levantar� mi cuerpo, despu�s que estas cosas presentes hayan sido destruidas".

3. El Targum jud�o en el pasaje (que debe estar libre de todo sesgo cristiano) tambi�n est� totalmente a favor del sentido espiritual. Doy su traducci�n de un gran erudito hebreo (Delitzsch, a lo que uno de nuestros hebra�stas brit�nicos m�s competentes me dice que no tiene nada que agregar): �S� que mi Redentor vive, y de ahora en adelante Su redenci�n surgir� (se har� realidad) sobre el polvo (en el que ser� disuelto); y despu�s de que mi piel est� sana de nuevo, esto suceder�, y desde mi carne volver� a contemplar a Dios �.

II. La evidencia interna est� a�n m�s fuertemente a favor del sentido espiritual.

1. Observe la gran solemnidad con la que se introduce la declaraci�n (vers�culo 23), y cu�n inconsistente es esto con la idea de que Job se refiere a la recuperaci�n de su lepra y desea inscribir ese hecho en la roca para la ense�anza de la posteridad.

2. Marque a continuaci�n la perfecta seguridad del escritor, que est� totalmente de acuerdo con la fuerte convicci�n de la fe espiritual, pero est� bastante fuera de lugar con respecto a una expectativa secular.

3. La nota clave sublime y espiritual de todo el pasaje parece totalmente fuera de armon�a con cualquier sentimiento que termine en una mera bendici�n temporal.

4. �Ver a Dios�, que es el peso de su confianza, es seguramente algo m�s y m�s profundo que la recuperaci�n de la salud. Para no detenerme m�s entonces en cuestiones de interpretaci�n, y evitando cr�ticas verbales minuciosas, doy en sustancia el significado probable del pasaje y paso a considerar la ense�anza espiritual que implica en anticipaci�n al Evangelio. Debe considerarse como una inscripci�n de roca.

S� que mi Meta vive para siempre, y que �l, como sobreviviente, estar� sobre mi polvo, y despu�s de que esta piel m�a sea destruida, sin embargo, desde mi carne ver� a Dios; a quien volver� a ver; mis ojos lo ver�n, y no otro para m�; por esto tambi�n mis riendas se alargan.

I. �Qui�n y qu� es el Redentor?

1. �l es el Goel. La palabra tiene dos significados, y se ha discutido cu�l es el correcto aqu�. Significa el vengador de la sangre y el pariente. Aquellos que han adoptado la visi�n secular del pasaje han sostenido que debe tener solo el significado anterior. Pero seguramente han olvidado que el oficio de vengador de sangre no pod�a ejecutarse hasta despu�s de la muerte de la persona a vengar; y que esta es una de las indicaciones de que Job no espera con ansias la recuperaci�n, sino algo despu�s de la muerte.

Pero si preguntamos cu�l es el significado de la ra�z, la idea original en el Goel, seguramente no es dif�cil de determinar. �Se convirti� un hombre en pariente del asesinado porque era el vengador de su sangre? �O no se convirti� en vengador porque ya era pariente y, por lo tanto, fue llamado a vengarlo? Esta �ltima es la verdad; y por lo tanto, af�n es la primera idea del Goel: �hueso de nuestro hueso y carne de nuestra carne.

Vengador es el siguiente pensamiento involucrado en la palabra: uno que busca reparaci�n por nuestra muerte y, por lo tanto, protege nuestra vida con el pensamiento de que su espada est� detr�s de ella. Y una tercera idea es la de liberaci�n y redenci�n, como propiedad familiar, por alguien "cuyo derecho es redimir". Job espera entonces a ese pariente, un pariente en el sentido m�s amplio, quien, siendo el ideal, cumplir� todos los significados de la instituci�n; que ser�n de la misma sangre; quien proteger� y vengar� esa sangre, despu�s de la muerte, de la cual Job ha de probar; y quien tambi�n le redimir� la herencia perdida. Aqu�, tambi�n, el d�bil dedo de la miseria y la esperanza apunta hacia Aquel que dijo de todo hacedor de la voluntad de Dios: �Este es mi hermano y mi hermana�; nuestro "pariente, seg�n la carne".

2. El Redentor o la meta es una persona eterna. As� que la Septuaginta traduce acertadamente las palabras: "Mi Redentor vive". Job est� pensando y esperando su propia muerte; pero tiene plena confianza en que despu�s de eso se levantar� su pariente y Redentor. Sin embargo, �es seguro que �l tambi�n no pasar� por la muerte? La respuesta del alma de Job es: No; No puede pasar, porque vive para siempre. Despu�s de mi carne es polvo; despu�s, quiz�s, toda carne sea polvo, pero �l, el sobreviviente, estar� sobre la tierra. �Este es un pariente �cuyos a�os son a lo largo (y m�s all�) de todas las generaciones�!

3. A�n m�s y m�s notablemente, el pariente de Job es Divino. Es imposible resistirse a la conclusi�n de que Aquel que es el pariente redentor del vers�culo 25 es tambi�n el Dios del 26. �Y todo el inter�s del pasaje se centra en esto, que el pariente-Redentor de Job es una persona divina, que intervendr� en nombre de Job de ahora en adelante, revel�ndose despu�s de la muerte!

II. �Qu� se espera que haga el Redentor? ( JE viene, DD )

Job encuentra consuelo para s� mismo

Las palabras y los esfuerzos de los consoladores de Job no fueron en vano. A veces, en las inflamaciones corporales, un lenitivo es el mejor tratamiento y, a veces, un contrairritante. No es muy diferente en las inflamaciones del alma. En el caso de Job, tal vez, la mera condolencia habr�a completado su desesperaci�n. Pero cuando lo acusan de hipocres�a del tipo m�s bajo, cuando lo acusan de ser rechazado por Dios y que yace bajo la maldici�n especial del Todopoderoso, entonces su hombr�a se fortalece en el esfuerzo por aplastar la gran mentira.

1. El primer paso de Job hacia la recuperaci�n fue cuando encontr� su voz, aunque solo para maldecir el d�a de su nacimiento. Los amigos que se sentaron en silencio a su lado hicieron esto por �l. Lo revivieron del estupor de su dolor. A veces, una sensaci�n de dolor y una exhibici�n de impaciencia es un signo de un giro favorable hacia una enfermedad grave; lo mismo ocurre con las enfermedades del alma. �Debe llorar, o morir�, canta el poeta de la viuda, cuando �a casa la trajeron muerta a su guerrera.

Por eso, el estupor de la desesperaci�n es siempre uno de los signos m�s graves. Es cierto que un excelente lamentaci�n irrumpe de �l (cap 3. . , Sin precedente en la literatura,) - un modelo en el que una y otra vez nuestra gran dramaturgo ha formado sus representaciones de la desesperaci�n en blanco. La desesperaci�n de Salom�n en el Libro de Eclesiast�s es el resultado del c�nico exceso de lujo, que no encuentra nada en la vida lo suficientemente importante para su consideraci�n.

Pero esta es la desesperaci�n de la agon�a y el dolor, natural y aparentemente incurable. A�n as� marca un ligero avance. Es un s�ntoma d�bil de recuperaci�n del vigor. Los corazones se rompen con un dolor silencioso, no pronunciado. El habla es una especie de v�lvula de seguridad.

2. El segundo paso de Job hacia la comodidad fue orar por la muerte (cap�tulos 6 y 7; especialmente Job 6:8 ). Algunos, ignorantes de la naturaleza humana, alcanzar�an el consuelo imaginario con un gran salto; y si hubieran dibujado con imaginaci�n un cuadro de un Job que encontraba consuelo, su historia habr�a consistido en un registro de su desesperaci�n y de la visita de alg�n profeta bondadoso que declar� la paternidad de Dios.

�sa no es la experiencia habitual de los hombres. �Primero la hoja; luego la oreja; luego el grano lleno en la espiga �; as� la gracia siempre crece. En consecuencia, el siguiente paso hacia la comodidad es, aunque extra�o, excelente. Lamentar un dolor en los o�dos de los hombres fue un alivio, pero marca un avance del tipo m�s grandioso cuando el alma lo eleva a los o�dos de Dios. Job no admitir� la acusaci�n de Elifaz, pero actuar� seg�n la sugerencia de �buscar a Dios y encomendarle su causa.

�l se ve fortalecido por el testimonio general de Elifaz sobre la justicia y la misericordia de Dios, mientras rechaza su insinuaci�n de que Dios est� castigando sus cr�menes. Y as�, el pobre Job vuelve a levantar la vista hacia su Dios. No es una oraci�n adecuada, es demasiado desesperante; tiene poca fe e implica una acusaci�n contra la misericordia de la providencia de Dios. Bendito sea Su nombre, Dios nos permite acercarnos a �l as�.

No echa fuera a ninguno de los que vienen a �l, aunque vengan con las presuntuosas murmuraciones de un �hermano mayor� o con la desesperada agon�a de Job. Todo lo que tengas que decir, d�selo a �l. No es la oraci�n adecuada, sino la oraci�n sincera que Dios quiere. Y cuando un Job viene a �l, en su desolaci�n pidiendo solo morir, el gran Padre mira a trav�s de todas las faltas de la aflicci�n y el cansancio, para compadecerse solo de la gran angustia del alma.

No debe pasarse por alto que antes de que termine la oraci�n, �l puede dirigirse a Dios por uno de Sus nombres m�s nobles: �Oh, Conservador de los hombres� ( Job 7:20 ). �Es el primer nombre b�blico de Dios?

3. Como paso adicional, Job anhela limpiar su car�cter. Al principio, sin duda, esto le import� poco. Si su car�cter fue aplastado por el juicio de Dios, fue solo una v�ctima m�s; y en un mundo de tal desorden �donde s�lo reinaba la decepci�n� habr�a sido algo que no le importaba que todos sus semejantes le fruncieran el ce�o o le sonrieran. Pero al devolverle la ayuda y la gracia, quiere algo m�s, que la aprobaci�n de Dios descanse sobre �l ( Job 9:32 ; Job 8:2 ).

Este anhelo de un arreglo con Dios, de saber por qu� y por qu� est� afligido, �no marca alguna fuerza creciente dentro de �l? Solo de �l, con quien lucharon, Job o Jacob reunieron la fuerza con la que vencieron. Cuando Zoofar lo ataca, con un consuelo a�n m�s amargo que los dem�s, parece estimular a�n m�s la fe de Job. Su fe crece lo suficientemente fuerte como para declarar �aunque me matare, confiar� en �l.

�� He ordenado mi causa; S� que ser� justificado ". ��l tambi�n ser� mi salvaci�n; porque un hip�crita no estar� delante de �l� ( Job 13:15 ; Job 13:18 ; Job 13:16 ). �Qu� esperanza se alcanz� incluso entonces de que Dios a�n lo justificar�a, reivindicando su car�cter, reconociendo la integridad de su prop�sito y la sinceridad de su religi�n! La siguiente etapa que notamos es:

4. Vemos, nuevamente, que Job ora por alguna bienaventuranza en el otro mundo. Hay una distancia maravillosa entre la oraci�n de Job 6:9 - �Ojal� Dios quisiera destruirme�; y la oraci�n en Job 14:13 - "�Ojal� me escondieras en el sepulcro, para que me mantuvieras en secreto hasta que pasara tu ira, para que me pusieras un tiempo fijo y te acordaras de m�!" El otro mundo emerge a la luz.

La muerte no es simplemente el final de esta vida; es una puerta de entrada a otro estado de ser - un lugar donde Dios puede recordar a un hombre, donde �l puede "llamar" y ser "respondido", donde puede mostrar el "deseo", el favor que tiene para la obra de Su manos. A�n no es la esperanza exultante que alcanza, pero sigue siendo una esperanza sumamente preciosa. El alma se siente extra�amente superior a la enfermedad y la descomposici�n, y comienza a especular sobre lo que har� cuando "se deshaga de esta espiral mortal". Un profeta-poeta del siglo XIX ha cantado:

�No nos dejar�s en el polvo,

T� hiciste al hombre, no sabe por qu�;
Cree que no fue hecho para morir:

Y t� lo hiciste, t� eres justo �.

Hace tres mil a�os, a trav�s del mismo tipo de bautismo de dolor, el patriarca lleg� a las mismas conclusiones. El Seol, el lugar de los muertos que parec�a tan vac�o de vida y de ser, se convirti� en su mente en una esfera de actividades divinas: ��Oh, si me escondieras en la tumba, que me pusieras un tiempo fijo y Recu�rdame." "T� llamar�s y yo te responder�". No son solo los te�logos evang�licos los que interpretan esto como un sue�o de encontrar comuni�n con Dios en la calma de una vida despu�s de la muerte tranquila.

Incluso M. Renan, en su traducci�n, tiene el mismo punto de vista. Alguien dice: "La esperanza de la vida eterna es una flor que crece al borde del abismo". Job lo encontr� all�, y vali� toda su angustia para alcanzarlo. Todav�a no es una condena. La duda surge con la pregunta: "Si un hombre muere, �podr� volver a vivir?" Y ah� queda la duda, fielmente registrada. Pero sentida y enfrentada como es la duda, el gran sue�o se reafirma y se fija en su imaginaci�n.

Entonces, a trav�s de las nubes y el sol, sobre las colinas de la visi�n y a trav�s de los valles bajos cuyas vistas son estrechas, el alma contin�a. Al principio, la muerte parec�a deseable s�lo porque parec�a un final absoluto. Ahora, el gran quiz�s-ser que es el comienzo de una vida mejor, donde se manifestar� el deseo de Dios hacia la obra de sus manos, amanece en �l. Se perder�, volver� a �l, le parecer� una noticia demasiado buena para ser verdad.

Ahora lo ha vislumbrado. En el pr�ximo valle lo perder�, pero nunca m�s se desvanecer�. Algunas personas olvidan que cada uno tiene que encontrar su propio credo. El credo no se puede fabricar. Otros pueden darte la verdad; debes encontrar el poder de creerlo. De modo que la fe de los hombres se propaga mediante semillas vivientes de la verdad que caen sobre los corazones vivientes. Pero si hay algo profundamente sugerente en el comienzo de su gran sue�o, la esperanza no se detiene all�, sino que se convierte en una confianza segura, porque Job alcanza una esperanza segura de inmortalidad.

Observas un extra�o aumento de calma en la mente de Job despu�s de que Elifaz y Bildad han hablado. Justo en el grado en que sus amigos se enojan, �l se calma. La ira incluso desaparece de sus respuestas, y en lugar de resentirse por sus reproches, suplica tiernamente por su simpat�a. Esta calma surgi� de su oraci�n; su esperanza de que todav�a pudiera razonar su causa con Dios, y que Dios incluso tomar�a su parte contra s� mismo.

Encontr� un aumento maravilloso en el nuevo pensamiento de que podr�a caminar con Dios en la tierra de los muertos. Y as�, hundi�ndose en una fe simple, por fin le llega el gran consuelo de una esperanza segura y certera, de una inmortalidad bendita. Pocos ojos que no se hayan lavado con l�grimas pueden mirar fijamente al mundo venidero. Dios no da la paz como la da el mundo, sino de una manera completamente diferente, por tormenta y dolor y p�rdida y calamidad de la m�s terrible especie.

As� que los lleva al refugio deseado. Los profetas han sido todos varones de dolores. A veces se ha demostrado un poco de imprudencia al presionar una traducci�n dudosa y al recoger de las palabras de Job un testimonio de la resurrecci�n del cuerpo. Si debe traducir sus palabras: "En mi carne ver� a Dios"; o, "sin mi carne ver� a Dios", es, de hecho, bastante inmaterial. Probablemente estaremos m�s seguros al tomar las palabras de Job en su significado m�s general, ya que dif�cilmente se esperaban detalles de las condiciones futuras. Pero tomando sus palabras en el sentido m�s bajo que todos los int�rpretes admiten que deben llevar; Tomando, digamos, la interpretaci�n del propio M. Renan, qu� maravillosa esperanza expresan.

1. Que Dios ser� su Libertador, Protector de la persona y del car�cter, Guardi�n y Libertador en el mundo invisible.

2. Que despu�s de la muerte y despojado de su cuerpo, se encontrar� a s� mismo sujeto de las m�s ricas misericordias.

3. Su identidad personal se mantendr� indestructiblemente. No se hundir� en la vida general, sino que ser� para siempre un alma separada; ver� a Dios por s� mismo; sus ojos contemplar�n su propio yo, inalterado, unir� a otro.

4. Y en esta personalidad aliviada y rescatada, pero sin cambios, tendr� la mayor de todas las bienaventuranzas: ver� a Dios. Y as� Job descubri� que su muladar se hab�a convertido en una tierra de Beulah, monta�as deliciosas desde las que se ve�a la ciudad de Dios. Las faltas de murmurar y acusar la dignidad de Dios a�n deben corregirse, y su consuelo se perfeccionar� mediante la restauraci�n de las comodidades terrenales.

Dej�ndolos, solo notamos ...

1. El Esp�ritu de Dios nunca est� inactivo donde Su providencia est� obrando.

2. No seguimos f�bulas ingeniosamente inventadas. En todas las �pocas, los mejores han sido los m�s seguros de una inmortalidad de bienaventuranza, y esa fe es una prueba. Mira, llegamos a ese cielo. ( R. Glover. )

Versículos 25-27

Porque yo s� que mi Redentor vive.

De la resurrecci�n (el d�a de Pascua)

Este texto es una profec�a y predicci�n de la gloriosa resurrecci�n de nuestro Salvador Cristo. Una verdad sagrada, que requiere no solo el asentimiento, sino la devoci�n y adoraci�n de nuestra fe. Aqu� Job prev� y predice la resurrecci�n de Cristo. Nos dice que Cristo, que con su muerte lo redimi�, ha vuelto a obtener una vida eterna. Que despu�s de Su ca�da por muerte, �l se recobr� y se levant� de nuevo; permanece, y permanecer�, por fin sobre la tierra.

Y Job profetiza de su propia resurrecci�n, que, aunque ahora estaba en una condici�n agonizante, la muerte ya se hab�a apoderado de �l; sin embargo, sab�a que hab�a esperanza en su muerte, que ser�a levantado de la tumba de la corrupci�n a un estado y una condici�n eterna y bendita.

I. La creencia de Job con respecto a Cristo. Aqu� est�&mdash

1. El objeto salvador de su fe; es decir, Cristo, su Redentor; su Redentor muerto y vivo de nuevo; y volver a aparecer en el �ltimo d�a para juzgar a los vivos y a los muertos. Aqu� hay un inter�s personal que afirma en Cristo. "Mi Redentor".

2. La seguridad de Job. "S�." Expresa plenamente la naturaleza de la fe; est� fuertemente persuadido de lo que cree; lo pone m�s all� de "si" y "y" y suposiciones esperanzadoras. La fe es una evidencia, no una conjetura; no una suposici�n, sino una subsistencia. Este conocimiento de Job parecer� el mayor y m�s admirable, ya que su creencia estuvo acosada por tres grandes impedimentos.

(1) Est� la resurrecci�n de los muertos. Ese es un asunto que est� m�s all� del alcance de la raz�n.

(2) Las cosas a distancia no son discernibles.

(3) La distancia dificulta la vista; pero oscuridad e indisposici�n del aire, mucho m�s. Sin embargo, Job, en las brumas m�s espesas de contrariedad y contradicci�n, ve con claridad y cree con seguridad.

3. Aplicaci�n personal y cercana de Job. La palabra "m�o" hace suyo a Cristo.

II. La creencia de Job con respecto a su propia resurrecci�n. Aunque la muerte ya se hab�a apoderado de �l, se le asegur� que resucitar�a y participar�a de una alegre resurrecci�n.

1. Las diversas verdades incluidas en esta fe de Job con respecto a su propia resurrecci�n. Aprende la verdad de la resurrecci�n. Es m�s f�cil concebir la resurrecci�n de Cristo que la nuestra. �l pone el terreno y el fundamento de su fe. �Por qu� est� seguro de que resucitar�? Porque est� seguro de que Cristo ha resucitado. Podemos discutir fuertemente, desde la resurrecci�n de Cristo hasta la posibilidad de la nuestra. Job espera una resurrecci�n corporal verdadera, real, sustancial. No, aqu� no solo hay una realidad, sino una identidad; tendr� un cuerpo, y el mismo cuerpo.

2. Los movimientos y evidencias de piedad que expresa su fe. Aqu� aparece la gran fuerza de su fe; la presteza y alegr�a de su fe, contra los desalientos actuales. Es un punto de su piedad que anhela ver a su Salvador, contemplar a Dios.

3. Observe el beneficio que Job obtiene de esta meditaci�n. Apoya su esp�ritu en las aflicciones actuales. Lo instala y lo compone. Es su defensa y disculpa frente a las acusaciones de los amigos. ( Obispo Brownrig. )

"Yo s� que mi Redentor vive"

�Cu�ndo se gan� la mayor conquista de Job? �En qu� parte de la lucha maligna marcha adelante con la grandeza de su fuerza? La corona de la crisis ha pasado y la verdadera victoria se obtiene cuando estalla, con un rayo que todo lo ilumina desde las oscuras nubes ondulantes de los dolores de Job, las convicciones sublimemente fuertes, narradas en las palabras familiares, inmortales e inagotables del texto. . Esa es "la hora y el poder" de Job. All� en su Getseman� triunfa.

I. Las convicciones de apoyo de Job.

1. Al principio debemos tener cuidado de que no juzguemos mal nuestros hechos y no lleguemos al poder preciso de las convicciones de Job, d�ndole m�s luz de la que vio y leyendo en sus grandes dichos las ideas de una nueva y en gran parte mundo diferente. Los hombres han le�do en estos vers�culos doctrinas como la redenci�n eterna; la humanidad del Redentor; la resurrecci�n de la carne; y el llamado Segundo Advenimiento.

Tal vez no sea sorprendente que un dicho de una riqueza tan superlativa en s� mismo, tan impresionante en su entorno, conmovedor en su influencia en los corazones de los hijos e hijas del sufrimiento, haya sido ensanchado por los dones de corazones amorosos e investido con las ideas de lectores ansiosos y admiradores. De hecho, es un desaf�o audaz hecho por un mart que sufre a las edades, una apelaci�n de las acusaciones de amigos inteligentes pero equivocados y poco comprensivos, al tribunal del Dios de la eternidad.

No se puede perder el tono de convicci�n en el discurso del hombre. Dice lo que sabe. �l cree y por eso habla. No es deseo o capricho, deseo o voluntad, fe o esperanza, sino un conocimiento absoluto e inquebrantable, cuya voz detiene nuestro o�do atento y dirige nuestro pensamiento expectante. Tres afirmaciones distintas siguen al pr�logo vivificante.

I. Declara que Dios es el vindicador de los hombres que buscan y hacen lo recto. El lenguaje es indicativo de un estado de pensamiento y de vida social totalmente ajeno al nuestro, en el que la administraci�n de justicia procede por l�neas que ya no conocemos. El deber sagrado de los parientes de vengar el da�o causado a sus parientes es la �nica forma social en la que la fe en el poder que hace la justicia encuentra expresi�n, y el parentesco es el principal instrumento para la ejecuci�n de los decretos de justicia, abrazando y cumpliendo. las funciones de polic�a y testigos, juez y jurado, carcelero y verdugo.

Dios es el Goel de Job. Actuar� por �l. �La redenci�n de la p�rdida, el dolor, el mal y la calumnia est� en �l! Del hecho de que est� seguro; del c�mo, cu�ndo y d�nde no dice nada, sino una fe invencible en que, antes de que llegue el "�ltimo" momento de su historia, Dios ser� su Redentor de todos los males de los que entonces es la desgraciada v�ctima, anima y sostiene su esp�ritu de sufrimiento. Eso no es todo.

Job est� seguro de que �l mismo, en su propia persona consciente, ser� el testigo gozoso de esa reivindicaci�n divina. Ve de antemano la gloriosa reafirmaci�n de su integridad. No espera ese claro aqu�. Est� m�s all� de esa esperanza. Es el testimonio personal y consciente de su car�cter reivindicado lo que neutraliza el veneno de la amarga copa que est� bebiendo y lo deja en plena salud espiritual.

Pero incluso ese no es el tesoro m�s preciado de esta coronilla de perlas. La principal, conquistadora y m�s meritoria cualidad en el estado de �nimo de Job es su reconocimiento claro y firme de la ley real pero vagamente revelada de que la suspensi�n de las manifestaciones aceptadas y externas del cuidado y consideraci�n Divinos no es la suspensi�n de lo Divino. simpat�a, ni la retirada del amor y la ayuda Divinos.

Nuestra dificultad, y la de Job, es creer en el Dios vivo, en Su amor inquebrantable. �La suspensi�n de los signos ordinarios del favor divino no es prueba alguna de cambio de prop�sito o amor agotado por Dios! �No es �sa la prueba de nuestra fe? Debido a que la felicidad no es nuestra porci�n y el poder no est� en nuestras manos, �no concluimos que Dios no se "deleita" en nosotros? No tenemos reparos en cuanto a Su existencia, pero si lo es, �por qu� se esconde? Resista la sofisma diab�lica que identifica un cielo sin nubes con un sol existente, afirma que lo invisible es lo inexistente y lo infeliz es lo profano.

Dios es amor. Esa es Su naturaleza, la esencia de Su ser; no un accidente, una emoci�n ocasional o un estado de �nimo pasajero; y por lo tanto �l es, como Job vio y sinti�, el Redentor y Vindicador de todas las almas que lo buscan sinceramente y lo sirven diligentemente; la garant�a de que el hombre derrotado, humillado y oprimido ser� liberado y exaltado para contemplar el triunfo de la justicia eterna; y el testimonio de que el hombre es en el presente, y aqu� en este mundo, marcado y desfigurado por el mal, aunque sea, el objeto de la lastimosa simpat�a, el cuidado redentor y la protecci�n constante de Dios.

II. El origen fruct�fero de estas convicciones fortalecedoras en la mente de Job. Porque a menudo es m�s importante saber por qu� un hombre dice lo que tiene que decir, que saber qu� es lo que dice. No hace falta decir que la declaraci�n m�s amplia y de mayor alcance de Job se queda indeciblemente lejos de la abolici�n de la muerte y el traer la vida y la inmortalidad a la luz, lograda por el Evangelio de Cristo; pero lo que le falta en plenitud y amplitud, lo gana en la intensidad ardiente y el resplandor de que brota, y los motivos sublimes que lo instan e impulsan, no solo a hablar, sino tambi�n a codiciar un p�lpito monumental e inmortal para sus palabras. .

Sus dichos forman una ventana a trav�s de la cual miramos dentro de su alma; una l�mpara encendida por cuyo rayo claro vemos el funcionamiento de su mente, y nos asociamos, no solo con sus ideas, sino consigo mismo, ya que esas ideas nacen en su alma y toman su lugar en su vida. El impulso, el aguij�n para el ascenso de Job al cielo, es el sufrimiento mismo; la misma agudeza de su tribulaci�n provoca el rebote, empuja su pensamiento muy lejos hacia las cosas invisibles y eternas, lo lleva sobre el r�o oscuro y proporciona el trasfondo para su visi�n del triunfo final.

Pero aunque el impulso de hablar proviene de los mismos sufrimientos que sus amigos citan como testigos de su hipocres�a y falta de sinceridad, el poder del ala, la fuerza motriz es obviamente hacia adentro, y de la mente y el esp�ritu.

1. En primer lugar, en la genealog�a de las convicciones de Job se encuentra su pasi�n por poner la gran fe controladora y limpia de su vida en la excelencia inmaculada y la simpat�a viva de Dios con los hombres, directamente frente a todas las aparentes contradicciones, ca�ticas perplejidades y desconcertantes enredos de su experiencia; y as� demostrar que la opini�n de los tres amigos recibir�a su perdici�n como esencialmente una mentira y un libelo, m�s tarde, si no antes.

2. Podemos atribuir a Job con justicia el deseo de guiar a los amigos a la percepci�n del �nico principio verdadero en la cr�tica de la vida. Son las v�ctimas del sentido. Juzgan por las apariencias. Y todav�a los hombres se aferran a lo trivial y accidental, y descuidan las cuestiones m�s importantes de principio, prop�sito y esp�ritu.

3. La raz�n m�s profunda y el motivo m�s fuerte de todos con Job debe haber sido un anhelo insaciable de que la verdad que hab�a vivido, sentido y sufrido pudiera asegurar una carrera inmortal de iluminaci�n y bendici�n. Dios es mejor para nosotros que nuestros mejores deseos y da una bendici�n m�s grande que nuestras oraciones m�s completas. ( J. Clifford, MA )

La seguridad del cristiano de una gloriosa resurrecci�n

I. El ilustre de quien se habla. El Redentor." Las palabras "redimir" y "Redentor" aparecen con frecuencia en el Libro sagrado. Canjear es comprar o comprar, y la persona que compra as� recibe el nombre de "Redentor". Como nuestro Redentor, �l era:

1. Divinamente designado. "Dios envi� a su Hijo, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley". Aqu� se atribuye a Dios el acto ben�volo de enviar al Redentor.

2. �l es nuestro Redentor por precio; �l "se dio a s� mismo por nosotros".

3. �l es nuestro Redentor por poder; es decir, nos libr� del cautiverio y la miseria del pecado y, en consecuencia, de la ira de Dios y del castigo del infierno.

4. �l es el Redentor viviente. El conocimiento de un Redentor viviente proporcion� un consuelo indecible a la mente de Job. "Mi Redentor vive". S�, estaba vivo en los d�as de Job y, de alguna manera, estaba comprometido en promover su bienestar temporal y eterno; en consecuencia, tal consideraci�n disip� sus temores, le permiti� enjugarse las l�grimas transportado por la alegr�a y le proporcion� una brillante perspectiva de una feliz inmortalidad.

Desde entonces, el Redentor ha hecho una visita a nuestro mundo para efectuar la obra de redenci�n. Despu�s de lo cual, ascendi� a la mansi�n celestial de donde vino. �l vive, y porque �l vive, nosotros tambi�n viviremos.

II. Un evento importante anticipado. �En el �ltimo d�a estar� sobre la tierra�, etc. El �ltimo d�a a veces se llama �el �ltimo d�a� y �el gran d�a�. Es el d�a al que apuntan todos los dem�s d�as; el d�a en que todos los dem�s d�as terminar�n.

1. �l estar� parado para redimirnos de la muerte; �l nos rescatar� del poder de la tumba. No importa d�nde est� esa tumba. Pero Job anticip� no solo una resurrecci�n, sino una gloriosa: "En mi carne ver� a Dios".

2. Resistir� en el d�a postrero; estar de pie para dirigir, o m�s bien para invitar a Su pueblo a su morada eterna. �Donde yo estoy�, dice �l, �vosotros tambi�n pod�is estar�. Vea al Redentor de pie en el �ltimo d�a, a la cabeza de Su pueblo, un n�mero que ning�n hombre puede contar, vestido de blanco inmaculado, con coronas imperecederas sobre sus cabezas. "En mi carne ver� a Dios". "En mi carne". Carne que ya no est� expuesta al trabajo, la tristeza, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte; las cosas anteriores habr�n pasado.

III. La seguridad del cristiano. No profesamos tener ninguna revelaci�n extraordinaria o inspiraci�n personal; sin embargo, sabemos que tenemos un Redentor viviente y que �l nos resucitar� en el �ltimo d�a.

1. Sabemos por el testimonio de la Sagrada Escritura. Los profetas del Antiguo Testamento y los ap�stoles del Nuevo nos han proporcionado clara y sin miedo un tesoro de informaci�n excelente sobre este tema. Y, sobre todo, nuestro Se�or Jes�s, en quien est�n escondidos todos los tesoros de la sabidur�a y el conocimiento, sac� a la luz la vida y la inmortalidad.

2. Pero tenemos evidencia adicional de nuestra resurrecci�n en la resurrecci�n del Se�or Jes�s.

Concluiremos comentando:

1. Este conocimiento del Redentor es interesante y capaz de apoyar la mente.

2. Este conocimiento es de suma valor, ya que alegra la mente en medio de las penas, los peajes, los sufrimientos y las pruebas de esta regi�n hostil, y susurra al esp�ritu desfallecido.

3. Este conocimiento calma el pecho atribulado en la hora del duelo.

4. Este conocimiento apoya al cristiano, suaviza su almohada e ilumina su perspectiva en los momentos extremos de la vida.

5. Este conocimiento le da al buen hombre la seguridad de mezclarse con los piadosos de su familia y con los amigos cristianos en la mejor tierra para siempre.

6. �No es �ste, por tanto, el conocimiento m�s interesante? ( A. Worsnop. )

Fe triunfando sobre las circunstancias

I. Las circunstancias de Job cuando pronunci� esta profec�a. Todos hemos o�do hablar de la paciencia de Job y conocemos bien la serie de pruebas que la provocaron. Nos hemos compadecido de �l en su adversidad y nos hemos regocijado con �l en su primer y �ltimo estado de prosperidad. La conducta imprudente de sus amigos amarg� mucho los sufrimientos. Es una conducta tan imprudente como esta la que causa tanto da�o como desdicha en el mundo en general.

Si nuestra miseria es atribuible a nosotros mismos, sabemos de d�nde est� el desorden y, en general, por el mismo conocimiento, sabemos c�mo proporcionar un remedio, si el caso no es del todo desesperado. Si Dios nos aflige, cuando habla, habla para ser entendido. Si �l se complace en someter nuestra fe y obediencia a una prueba severa pero sana, con un solo golpe o una larga serie de pruebas, el asunto es enteramente entre Dios y la propia alma del hombre.

II. Observa la fe de Job. �Yo s� que mi Redentor vive�, etc. La lecci�n m�s dif�cil que el hombre debe aprender en esta escuela de su probaci�n es la sumisi�n a la voluntad de Dios. El permiso del mal en el mundo, ya que es uno de los misterios ocultos del justo gobierno de Dios, as� es, como era de esperar naturalmente, una piedra de tropiezo y una roca de esc�ndalo, con la que la incredulidad suele impedir la progreso incluso de un cristiano.

La fe apoy� al santo Job, no solo bajo sus inigualables privaciones, sino bajo una carga mucho m�s irritante, las acusaciones y sospechas de amigos. En este doloroso dilema, incapaz de reivindicar su inocencia ante los que, sin embargo, sospechaban que era culpable, es llevado sobre las alas de la fe, por encima de la cabeza, por as� decirlo, de muchas edades intermedias, hasta ese momento glorioso en el que debe comparecer ante Dios en la justicia imputada de su Salvador.

"Yo s� que mi Redentor vive". �Podr�as entonces darte cuenta de las glorias y conocer los misterios del reino de los cielos? Imita la fe y la paciencia de Job en sus diversos estados y pruebas complicadas. ( John Stedman, DD )

La fe de Job en el Redentor

I. El car�cter del Redentor de Job. Solo hay un Redentor de hombres culpables.

1. Su persona. Una Persona Divina, que posee la naturaleza, los t�tulos y las perfecciones verdaderas y apropiadas de la Deidad. Pose�do de perfecta humanidad. En todo hecho como nosotros, excepto sin pecado. As� se convirti� en el "pariente" de todo hijo del hombre. Por tanto, era tanto humano como divino.

2. Su obra. �C�mo nos redimi�? De la depravaci�n natural, por la pureza de Su naturaleza. De las exigencias de la ley, por Su perfecta obediencia a todos sus mandamientos. De la imposici�n de la maldici�n, por Su muerte en la Cruz. "Ser hecho una maldici�n por nosotros". Del poder de Satan�s y la muerte, por Su resurrecci�n de entre los muertos. �l redime del poder del pecado ya la imagen de Dios, por la influencia del Esp�ritu que env�a a los corazones de su pueblo.

�l redime al cielo entrando por nosotros con Su sangre preciosa y recibiendo las almas de Su pueblo a Su diestra en gloria. �l redimir� por su omnipotencia, todos los cuerpos de sus santos, de la corrupci�n y del sepulcro, en el �ltimo d�a.

II. Profesi�n de Job de �l. "Mi Redentor".

1. Apropiaci�n. Los �ngeles, los demonios y los incr�dulos no pueden decir esto. El creyente humilde y devoto se da cuenta y lo dice.

2. Garant�a. "S�." En religi�n hay conciencia y certeza. �l es nuestro porque somos pecadores, y fue dado para salvar a los pecadores. �l es nuestro porque creemos en �l. Lo sabemos porque lo amamos.

3. Confianza. En la existencia inmutable de Cristo. Vive ahora. Por tanto, se cumplir�n sus promesas, se mantendr� su causa, se glorificar� su Iglesia; y sus santos vivir�n con �l por los siglos de los siglos. Solicitud&mdash

(1) Este tema debe ser el apoyo y el gozo del cristiano en las tentaciones, aflicciones y muerte.

(2) Ser� el c�ntico de los redimidos para siempre.

(3) Inste a todos a venir y experimentar el poder salvador de este Redentor viviente. ( J. Burns, DD )

Yo se que mi Redentor vive

I. Primero que nada, entonces, con el patriarca de Uz, bajemos al sepulcro. El cuerpo acaba de divorciarse del alma. El cuerpo es llevado sobre el f�retro y enviado a la tierra silenciosa; est� rodeado por los movimientos de tierra de la muerte. La muerte tiene una gran cantidad de tropas. Si las langostas y las orugas son el ej�rcito de Dios, los gusanos son el ej�rcito de la muerte. Estos guerreros hambrientos comienzan a atacar la ciudad del hombre.

La piel, el muro de la ciudad de la humanidad, est� completamente derrumbado, y las torres de su gloria cubiertas de confusi�n. Con qu� rapidez los crueles invasores desfiguran toda belleza. El rostro adquiere negrura; el rostro est� contaminado de corrupci�n. �D�nde est� la belleza ahora? No se puede distinguir lo m�s hermoso de lo m�s deformado. La vasija tan delicadamente labrada en el torno del alfarero es arrojada al muladar con los tiestos m�s viles.

La piel se ha ido. Las tropas han entrado en la ciudad de Alma Humana. Y ahora prosiguen con su obra de devastaci�n; los merodeadores despiadados caen sobre el cuerpo mismo. Est�n esos nobles acueductos, las venas por donde sol�an fluir los arroyos de la vida, estos, en lugar de ser r�os de vida, se han taponado con la tierra y los desperdicios de la muerte, y ahora hay que despedazarlos; no se salvar� ni una sola reliquia de ellos.

F�jense los m�sculos y los tendones, como grandes carreteras que, penetrando en la metr�poli, llevan la fuerza y ??la riqueza de la virilidad; su curioso pavimento debe ser levantado, y los que transitan por �l deben ser consumidos; cada hueso tunelizado, y cada arco curioso, y cada v�nculo anudado deben romperse y romperse. Pero estos invasores no se detienen aqu�. Job dice que luego consumen sus riendas. Solemos hablar del coraz�n como la gran ciudadela de la vida, la torre del homenaje interior y el torre�n, donde el capit�n de la guardia se mantiene firme hasta el final.

Los hebreos no consideran el coraz�n, sino las v�sceras inferiores, las riendas, como el asiento de las pasiones y del poder mental. Los gusanos no perdonan; entran en los lugares secretos del tabern�culo de la vida, y el estandarte es arrancado de la torre. Habiendo muerto, el coraz�n no puede conservarse y cae como el resto del marco, presa de los gusanos. �Se ha ido, se ha ido todo! La Madre Tierra ha devorado a su propia descendencia.

�Por qu� deber�amos desear tenerlo de otra manera? �Por qu� deber�amos desear preservar el cuerpo cuando el alma se ha ido? El embalsamamiento de los egipcios, esos maestros ladrones del gusano, �qu� ha hecho? Ha servido para mantener por encima del suelo algunos pobres y marchitos trozos de mortandad para venderlos como curiosidades, para ser arrastrados a climas extranjeros y contemplados por ojos irreflexivos. No, deja ir el polvo; cuanto antes se disuelva, mejor. �Y lo que importa es c�mo va! �Qu� pasa si las plantas con sus ra�ces absorben las part�culas? �Qu� pasa si los vientos lo soplan a lo largo de la carretera? �Qu� pasa si los r�os lo llevan a las olas del oc�ano?

II. Ahora, habiendo descendido as� a la tumba, y no visto all� nada m�s que lo repugnante, miremos hacia arriba con el patriarca y contemplemos un sol que brilla con el comportamiento presente. "Yo s�", dijo, "que mi Redentor vive". La palabra �Redentor� que se usa aqu� est� en el Goel original - pariente. El deber del pariente, o Goel, era este: supongamos que un israelita hubiera enajenado su propiedad, como en el caso de Noem� y Rut; Supongamos que un patrimonio que hab�a pertenecido a una familia hubiera fallecido por pobreza, era el negocio de Goal, el negocio del redentor, pagar el precio como pariente m�s cercano y recomprar el patrimonio.

Booz estaba en esa relaci�n con Rut. Ahora, el cuerpo puede ser considerado como la herencia del alma: la peque�a granja del alma, esa peque�a parcela de tierra en la que el alma ha estado acostumbrada a caminar y deleitarse, como un hombre camina en su jard�n o habita en su casa. . Ahora, eso se vuelve alienado. La muerte, como Acab, nos quita la vi�a que somos como Nabot; perdemos nuestro patrimonio patrimonial. Pero nos volvemos hacia la Muerte y decimos: �S� que mi Meta vive, y �l redimir� esta herencia; Lo he perdido; T� me lo quitas legalmente, oh Muerte, porque mi pecado ha perdido mi derecho; He perdido mi herencia por mi propia ofensa y por la de mi primer padre, Ad�n; pero vive Uno que comprar� esto de vuelta.

Recuerde, tambi�n, que siempre se consider� que era el deber del Goel, no solo redimir por precio, sino, cuando eso fallaba, redimir por poder. Por lo tanto, cuando Lot fue llevado cautivo por los cuatro reyes, Abraham llam� a sus propios jornaleros y a los siervos de todos sus amigos, y sali� contra los reyes de Oriente, y trajo de vuelta a Lot y a los cautivos de Sodoma. Ahora, nuestro Se�or Jesucristo, quien una vez jug� el papel de pariente al pagar el precio por nosotros, vive y �l nos redimir� con poder.

�Oh Muerte, tiemblas ante este nombre! �T� conoces el poder de nuestro pariente! �Contra su brazo no puedes estar parado! �Oh, qu� gloriosa la victoria! No habr� batalla. Viene, ve, vence. El sonido de la trompeta ser� suficiente; La muerte volar� espantada; y de inmediato de lechos de polvo y arcilla silenciosa a los reinos del d�a eterno se levantar�n los justos. A�n quedaba un tercer deber del Goel, que era vengar la muerte de su amigo.

Si una persona hab�a sido asesinada, el Goel era el vengador de la sangre; agarrando su espada, inmediatamente persigui� a la persona que hab�a sido culpable de derramamiento de sangre. As� que ahora, imagin�monos a nosotros mismos como heridos por la Muerte. Su flecha acaba de traspasarnos el coraz�n, pero en el acto de expirar, nuestros labios pueden jactarse de venganza, y ante el rostro del monstruo clamamos: "S� que mi Meta vive". Puedes volar, oh Muerte, tan r�pido como quieras, pero ninguna ciudad de refugio puede esconderte de �l; �l te alcanzar�; �l se apoderar� de ti, oh t�, monarca esquel�tico, y vengar� mi sangre sobre ti.

Cristo ciertamente se vengar� de la muerte por todo el da�o que la muerte ha hecho a sus amados parientes. Pasando en nuestro texto para notar la siguiente palabra, parece que Job encontr� consuelo no solo en el hecho de que ten�a un Goel, un Redentor, sino que este Redentor vive. �l no dice: "Yo s� que mi Goel vivir�", sino que "�l vive", teniendo una visi�n clara de la autoexistencia del Se�or Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos.

�l es el Se�or y dador de vida originalmente, y ser� especialmente declarado como la resurrecci�n y la vida, cuando las legiones de Sus redimidos ser�n glorificadas con �l. Miremos a nuestro Goel, entonces, que vive en este mismo tiempo. A�n as�, la m�dula del consuelo de Job, me parece, reside en esa peque�a palabra "mi". "Yo s� que mi Redentor vive". �Oh, apoderarse de Cristo! S� que en Sus oficios �l es precioso.

Pero, queridos amigos, debemos adquirir una propiedad en �l antes de poder disfrutarlo realmente. �Qu� me importa la miel en el bosque si, como los israelitas que se desmayan, no me atrevo a comer? �Qu� es el oro en la mina para m�? Los hombres son mendigos en Per� y mendigan el pan en California. Es oro en mi bolso lo que satisfar� mis necesidades comprando el pan que necesito. Entonces, �qu� es un pariente si no lo es para m�? Un redentor que no me redime, un vengador que nunca defender� mi sangre, �de qu� sirvieron esos? Pero la fe de Job era fuerte y firme en la convicci�n de que el Redentor era suyo.

Hay otra palabra en esta consoladora frase que sin duda sirvi� para dar un gusto al consuelo de Job. Era que pod�a decir: "Lo s�". Decir: "Eso espero, eso espero", es c�modo; y hay miles en el redil de Jes�s que casi nunca llegan mucho m�s lejos. Pero para llegar a la m�dula del consuelo debes decir: "Lo s�". "Si", "peros" y "tal vez" son asesinos seguros de la paz y la comodidad.

Las dudas son cosas tristes en tiempos de dolor. No me gustar�a morir con una mera esperanza mezclada con sospecha. La seguridad es una joya por su valor pero no por su rareza. Es el privilegio com�n de todos los santos si tienen la gracia para alcanzarlo, y esta gracia el Esp�ritu Santo la da gratuitamente. Seguramente si Job en Arabia, en esas �pocas oscuras y brumosas en las que solo hab�a la estrella de la ma�ana y no el sol, cuando ve�an una tilde, cuando la vida y la inmortalidad no hab�an salido a la luz, si Job antes de la Venida y el Adviento todav�a podr�a decir, "lo s�", usted y yo no deber�amos hablar menos positivamente. Dios no permita que nuestra positividad sea presunci�n.

III. Y ahora, en tercer lugar, como anticipaci�n del deleite futuro, perm�tanme recordarles la otra parte del texto. Job no solo sab�a que el Redentor viv�a, sino que anticip� el tiempo en que "permanecer� en los �ltimos d�as sobre la tierra". Sin duda, Job se refiri� aqu� al primer advenimiento de nuestro Salvador, al tiempo en que Jesucristo, "el Goel", el Pariente, deber�a estar sobre la tierra para pagar en la sangre de Sus venas el precio del rescate, que en verdad estaba en garant�a. y la estipulaci�n se pag� antes de la fundaci�n del mundo en promesa.

Pero no puedo pensar que la visi�n de Job se qued� all�; esperaba la segunda venida de Cristo como el per�odo de la resurrecci�n. No podemos respaldar la teor�a de que Job se levant� de entre los muertos cuando nuestro Se�or muri�, aunque algunos creyentes jud�os sostuvieron esta idea con mucha firmeza en alg�n momento. Estamos convencidos de que "los �ltimos d�as" se refiere al advenimiento de la gloria y no al de la verg�enza.

Nuestra esperanza es que el Se�or venga a reinar en gloria donde una vez muri� en agon�a. Observe que Job describe a Cristo de pie. Algunos int�rpretes han le�do el pasaje, "En los postreros d�as estar� contra la tierra"; que como la tierra ha cubierto a los muertos, como la tierra se ha convertido en el osario de los muertos, Jes�s se levantar� a la contienda y dir�: �Tierra, estoy contra ti; �Entrega a tus muertos! " Bien, sea as� o no, la postura de Cristo, de pie sobre la tierra, es significativa.

Muestra Su triunfo. �l ha triunfado sobre el pecado, que una vez, como una serpiente en sus espirales, hab�a atado la tierra. Ha derrotado a Satan�s. En el mismo lugar donde Satan�s obtuvo su poder, Cristo obtuvo la victoria. Luego, en esa hora auspiciosa, Job dice: "Pecado de mi carne, ver� a Dios". Oh, bendita anticipaci�n: "Ver� a Dios". �l no dice: "Ver� a los santos", sin duda los veremos a todos en el cielo, sino que veremos a Dios.

N�tese que no dice: "Ver� las puertas de perlas, ver� las paredes de jaspe, ver� las coronas de oro y las arpas de armon�a", sino "Ver� a Dios"; como si eso fuera la suma y sustancia del cielo. "En mi carne ver� a Dios". Los de limpio coraz�n ver�n a Dios. Se deleitaban en verlo en las ordenanzas por fe. All� en el cielo tendr�n una visi�n de otro tipo.

Por favor, observe, y luego concluir�, c�mo el patriarca lo considera como un verdadero disfrute personal. "A quien mi ojo ver�, y no a otro". No me traer�n un informe como lo hicieron con la reina de Sab�, pero ver� al rey Salom�n por m� mismo. Podr� decir, como lo hicieron los que hablaron con la mujer de Samaria: �Ahora creo, no por tu palabra que me trajo un informe, sino que lo he visto por m� misma.

�Habr� una relaci�n personal con Dios; no a trav�s del Libro, que es como un vaso; no a trav�s de las ordenanzas; pero directamente, en la persona de nuestro Se�or Jesucristo, podremos estar en comuni�n con la Deidad como un hombre habla con su amigo. ( CH Spurgeon. )

El Redentor viviente

Job parece no haber albergado ninguna expectativa de liberaci�n de sus problemas en el mundo actual. Por lo tanto, espera el mundo m�s all� de la muerte y la tumba para la felicidad perfecta y el reposo sin interrupciones. Haga algunas observaciones generales para abrir el pasaje.

1. Dios, en Su abundante misericordia, ha provisto un Redentor para el hombre ca�do. La palabra "redentor" aqu� significa "pariente m�s cercano".

2. El Redentor viviente ha sido la esperanza de los santos bajo cada dispensaci�n de gracia y en cada per�odo del mundo.

3. Ninguna angustia o sufrimiento puede romper esos lazos que unen al creyente a su Salvador.

4. Cuando el creyente haya alcanzado el conocimiento de su inter�s en el Redentor, esto le proporcionar� un gran consuelo y aliento en el sufrimiento y la angustia.

Considere ahora el apoyo y el consuelo que los creyentes deben obtener de la seguridad de que su Redentor vive.

1. Debe brindar a los cristianos consuelo y apoyo cuando luchan con un cuerpo de pecado y muerte, saber que su Redentor vive; quien al fin ser� "glorificado en sus santos".

2. Puede proporcionar al cristiano apoyo y consuelo en la �poca de pobreza y miseria.

3. Puede brindar al creyente apoyo y consuelo en la perspectiva de la muerte y el mundo eterno.

4. Y bajo todas las angustias y aflicciones a las que est� expuesta la Iglesia en este mundo perverso.

5. Y tambi�n con respecto a las calamidades p�blicas y los juicios que amenazan el lugar o el pa�s donde se echa la suerte del creyente.

(1) Por lo tanto, vea con qui�n estamos en deuda por todos los privilegios, las bendiciones y la seguridad que ahora disfrutamos.

(2) Anim�monos a confiar en Cristo en toda exigencia y dificultad futuras.

(3) Que los cristianos hagan de su gran estudio vivir para el honor y la alabanza de este Redentor vivo y exaltado.

(4) Que los pecadores que perecen se preocupen mucho por interesarse por el Redentor viviente. ( James Hay, DD )

La expectativa confiada de Job

En esta confesi�n, Job declara que el Mes�as prometido es su Salvador; y profesa su fe en su venida al juicio; la resurrecci�n de los muertos; y la visi�n beat�fica.

I. La cuesti�n de la comodidad.

1. Que hay un Redentor. Implica que �l es nuestro pariente seg�n la carne o por encarnaci�n. Que pag� un precio a Dios por nosotros en Su Pasi�n. Que sigue la ley contra Satan�s y nos rescata con su poder; todos los cuales son motivos notables de comodidad.

2. Que es su Redentor. Job, mediante una solicitud fiduciaria, establece su propio t�tulo e inter�s. La fe se apropia de Dios para nuestro propio uso y comodidad.

3. El siguiente motivo de consuelo es que nuestro Redentor vive. Esto es cierto de Cristo, ya sea que lo consideres como Dios o como hombre. El hecho de que Cristo vuelva a vivir en su resurrecci�n es una demostraci�n visible de la verdad del Evangelio en general, y en particular del art�culo de la vida eterna. Su vida despu�s de la muerte fue la solemne exoneraci�n de nuestra Fianza de los pecados imputados a �l, y una muestra de la aceptaci�n de Su prop�sito.

Su vivir implica su capacidad para interceder por nosotros y aliviarnos en todas nuestras necesidades. Su vivir es la ra�z y la causa de nuestra vida; porque habiendo comprado la vida eterna, no s�lo para s� mismo, sino para todos sus miembros, vive siempre para transmitirla y mantenerla en ellos.

4. Otro motivo de consuelo es la certeza de la persuasi�n. "S�." Esto implica una comprensi�n clara de este misterio; y una certeza de persuasi�n, que incluye una certeza de fe o de sentido espiritual.

II. La aplicabilidad de este consuelo en nuestras aflicciones. Tales como problemas y dificultades p�blicas; angustias espirituales; calamidades externas; calumnias y calumnias; y muerte. Exhortaci�n - Cree y d�jate persuadir de esta verdad. Esfu�rcese por llegar al m�s alto grado de asentimiento. ( T. Manton. )

El triunfo del creyente

1. Las aflicciones no disuelven la relaci�n querida entre el Redentor y los redimidos.

2. Jesucristo, como es el �nico Redentor del hombre ca�do, lo ha sido todo el tiempo, incluso desde el principio.

3. Un creyente puede obtener una c�moda evidencia de una relaci�n especial con Cristo y de inter�s en �l.

4. El creyente que sabe que vive su Redentor, tiene en �l un manantial de abundante consuelo, cualquiera que sea la aflicci�n que sufra o sufra aqu�.

I. C�mo el t�tulo de Redentor pertenece a Cristo. Con raz�n se le llama Redentor por triple cuenta. Con respecto al estado de esclavitud en el que nos encuentra. Su relaci�n con nosotros. Y lo que, en esa relaci�n, �l hace por nosotros. Como nuestro pariente, �l nos redime pagando el precio de nuestra redenci�n; y rescat�ndonos de la tiran�a de Satan�s.

II. Los creyentes deben y deben acudir a Cristo, el Redentor viviente, en busca de alivio y consuelo en todos sus problemas.

1. Como criaturas ca�das, no hay venida al Padre sino a trav�s de un Mediador.

2. Cristo es el �nico Mediador entre Dios y el hombre.

3. �l es provisto y exaltado por Dios para este mismo fin, para que los cansados ??y cargados, bajo cualquier carga, puedan acudir a �l en busca de alivio y descanso.

4. Para aquellos que creen que �l es precioso, por la experiencia que han tenido de Su poder y gracia.

III. Es de gran utilidad para el consuelo de los creyentes, al mirar al Redentor provisto, saber que �l vive y que �l es de ellos. Puede decirse de �l que vive como Dios, y como Emanuel, Dios-hombre. Como divino y resucitado. La resurrecci�n habla del valor y la eficacia de su muerte y sacrificio. Su vivir nuevamente confirma la verdad de su doctrina y promesas.

3. No es una peque�a adici�n al consuelo del cristiano que Cristo viva en el cielo. Y Cristo tambi�n es de ellos; en relaciones personales amables y serviciales con ellos.

IV. C�mo los creyentes pueden obtener el apoyo adecuado de ah�, bajo las pruebas con las que pueden ser m�s presionados.

1. Qu� sienten ante una cuenta p�blica; su tierno sentido de los problemas de la Iglesia y su preocupaci�n por sus hermanos en la misma casa de la fe, a causa de las cosas duras que sufren y la profunda angustia en la que a veces se encuentran. �l vive y tiene el giro de todas las grandes ruedas de la providencia.

2. En cuanto a las calamidades p�blicas que puedan ocurrir en nuestros d�as, o que lleguen al lugar donde se echa nuestra suerte. La voz de Cristo para todos es: "No tem�is".

3. En la pobreza y la necesidad, pellizcando necesidades y aprietos, podemos mirar hacia arriba con consuelo mientras podemos decir: "S� que mi Redentor vive".

4. En cuanto a p�rdidas sustanciales, o parientes cercanos y queridos, dolores corporales, injurias y reproches de enemigos y duras censuras de amigos, con lo que sea que el cristiano pueda sufrir desde el cielo, tiene lo suficiente para alimentar su consuelo en poder di: "Yo s� que mi Redentor vive".

5. Como privados del sentido del favor de Dios.

6. En cuanto a las tentaciones de Satan�s, las artima�as y asaltos del poder de las tinieblas.

7. Bajo el aflictivo sentido del pecado, como culpa y corrupci�n.

8. Como en la soledad acerca de encontrar el camino al cielo a causa del error y la ilusi�n.

9. Bajo persecuci�n de sufrimiento por causa de Cristo y devoci�n a �l.

10. La vida del Redentor es la seguridad del creyente contra el temor y el peligro de la apostas�a.

11. Afligido por la muerte de los justos, cristianos privados o ministros.

12. Para que el Redentor viva, mantenga el gozo del creyente cuando llegue a morir. Solicitud&mdash

(1) Que su fe est� bien fundada y firme en esta gran verdad, que hay un Redentor que vive.

(2) �Cu�nto est� preocupado a todos por cuidar un inter�s en un Redentor viviente?

(3) Para ello, que todo coraz�n se abra a un Redentor viviente.

(4) Tener un Redentor viviente, seguir su ejemplo y caminar en sus pasos.

(5) Anhela estar con tu Redentor viviente. ( D. Wilcox. )

Gloria de la resurrecci�n

La fe se pone a prueba cuando la mano de Dios nos toca. Sin embargo, incluso entonces el patriarca Job crey� en la venida de Cristo, a quien no hab�a de ver en la tierra; cre�a que el Redentor que vendr�a �semejante a nosotros�, tambi�n ten�a entonces vida en S� mismo, y vendr�a a redimirlo tambi�n. "Yo s� que mi Redentor vive". �l deber�a al final "hacer frente al �ltimo", as� como al Primero, con poder "sobre el polvo"; y aunque los gusanos se alimentaran y perforaran este pobre cuerpo, �l mismo, por s� mismo, deber�a, desde esa misma carne, contemplar y contemplar a Dios.

�Lo s�, dijo el patriarca. La verdadera fe es s�lida, segura como el conocimiento. Dios lo escribe en el coraz�n, y el coraz�n sabe lo que cree, con m�s certeza que los sentidos saben lo que perciben. Vea c�mo Job contrasta, no solo la vida con la muerte, sino la vida como producto de la muerte. Y as� debe ser. Despu�s de que nuestros cuerpos a causa del pecado se volvieron sujetos a la corrupci�n, hab�a sido una miseria interminable para ellos haber vivido para siempre.

Y as� Dios el Hijo tom� nuestra naturaleza sobre �l en su pureza, para convertirnos en un nuevo origen del ser. Para nosotros naci� como hombre. Por nosotros, para pagar el rescate por nosotros, muri�. Por nosotros, no por �l mismo, resucit�. Jes�s resucit� para darnos todo lo que �l es. Despu�s de Su resurrecci�n, el mismo ser de Su cuerpo fue espiritual. La gloria de Cristo comenz� con la tumba. En cuanto a �l, tambi�n para nosotros, si somos Suyos, la tumba es el vest�bulo a la gloria.

Claudio dice: "Las se�ales de descomposici�n son el canto del gallo a la resurrecci�n". Sin embargo, el cambio y la transformaci�n deben comenzar aqu�. Consiste en entregar primero toda nuestra alma a Dios, entreg�ndonos a su gracia transformadora, para que �l nos cambie como quiera; y luego, con paso firme e inquebrantable para obedecer cada impulso de Su gracia, esto te parecer� dif�cil hasta que conozcas la dulzura de agradar a Dios. ( EB Pusey, DD )

El conocimiento seguro de Job

I. Job ten�a un verdadero amigo en medio de amigos crueles. Lo llama su Redentor y lo mira en su angustia. La palabra hebrea tendr� tres traducciones, como sigue:

1. Su pariente. El pariente m�s cercano de todos. Ning�n pariente est� tan cerca como Jes�s. Ninguno tan familiar ni tan amable. Voluntariamente. No forzado a ser hermano, sino tambi�n de coraz�n y por su propia elecci�n de nuestra naturaleza: por lo tanto, m�s que hermano. No me averg�enzo de poseerlo. �No se averg�enza de llamarlos hermanos� ( Hebreos 2:11 ).

Incluso cuando lo abandonaron, los llam� �hermanos m�os� ( Mateo 28:10 ). Eternamente. �Qui�n nos separar�? ( Romanos 8:35 ).

2. Su Vindicador. De toda acusaci�n falsa alegando las causas de nuestra alma. De toda burla y burla; porque el que en �l cree, no ser� avergonzado ni confundido. Tambi�n de verdaderas acusaciones; llevando nuestro pecado �l mismo y convirti�ndose en nuestra justicia, justific�ndonos as�. De las acusaciones de Satan�s. "�El Se�or te reprenda, oh Satan�s!" ( Zacar�as 3:2. ) �El acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado� ( Apocalipsis 12:10 ).

3. Su Redentor. De su persona de la esclavitud. De sus propiedades, privilegios y alegr�as perdidas, de la mano del enemigo. Redimiendo tanto por precio como por poder.

II. Job ten�a bienes inmuebles en medio de la pobreza absoluta. Habla de "mi Redentor", tanto como para decir: "Todo lo dem�s se ha ido, pero mi Redentor sigue siendo m�o y vive para m�". El quiere decir&mdash

1. Lo acepto como tal, dej�ndome en sus manos.

2. Ya he sentido algo de Su poder y estoy seguro de que todo est� bien para m� incluso ahora, ya que �l es mi Protector.

3. Me aferrar� a �l para siempre. �l ser� mi �nica esperanza de vida y muerte. Puedo perder todo lo dem�s, pero nunca la redenci�n de mi Dios, el parentesco de mi Salvador.

III. Job ten�a un parentesco vivo en medio de una familia moribunda. "Mi Redentor vive". Pose�a al gran Se�or como siempre viviente, como "el Padre eterno", para sostenerlo y consolarlo. Como jefe de su casa, para representarlo. Como intercesor, para suplicar en el cielo por �l. Como defensor, para preservar sus derechos en la tierra. Como su justicia, para limpiarlo al fin. Nuestro Divino Vindicador mora en el poder de una vida sin fin.

IV. Job ten�a absoluta certeza en medio de asuntos inciertos. "S�." No ten�a ninguna duda al respecto. Todo lo dem�s era cuestionable, pero eso era seguro. Su fe lo hizo seguro. La fe trae evidencia segura; fundamenta lo que recibe y nos da a conocer. Sus pruebas no pod�an hacerle dudar. �Por qu� deber�an hacerlo? No tocaron la relaci�n de su Dios, ni el coraz�n de su Redentor, ni la vida de su Vindicador.

Sus dificultades no pod�an hacerle temer el fracaso en este punto, porque la vida de su Redentor era una fuente de liberaci�n que proven�a de s� mismo y que nunca tuvo dudas. Sus caviladores amigos no pudieron apartarlo de la segura convicci�n de que el Se�or reivindicar�a su justa causa. Mientras Jes�s viva, nuestros personajes est�n a salvo. Feliz el que puede decir: "S� que mi Redentor vive". �Tienes este gran conocimiento? �Act�a de acuerdo con tal garant�a? �No adorar�s a esta hora con devoci�n a tu amado pariente? ( CH Spurgeon. )

Mi redentor

No es necesario llevar estas palabras demasiado lejos. Perdemos mucho al intentar encontrar en un pasaje como este lo que en realidad no est� en �l. Supongamos que Job se refiere a Goel, el hermano mayor de la familia, cuyo negocio era redimir, proteger y conducir a la libertad; supongamos que se trata de una imagen oriental, eso no es motivo para decir que no es nada. m�s. Ha habido profec�as inconscientes; los hombres han pronunciado palabras, sin saber lo que estaban diciendo; as� dijo Caif�s al concilio: �No sab�is nada, ni pens�is que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y que no perezca toda la naci�n�, sin saber �l mismo lo que dec�a.

Debemos tener en cuenta la regi�n inconsciente de la vida, el cintur�n misterioso que rodea los llamados hechos y letras; debemos permitir ese horizonte p�rpura, tan visible, tan inaccesible. Ser�a un maestro imprudente que dijera: Job sab�a todo lo que entendemos por Cristo, resurrecci�n e inmortalidad; pero ser�a a�n m�s imprudente quien dijera que cuando su alma hab�a sido sometida a este alto grado de entusiasmo en el ardor de su piedad, no sab�a nada de la gloria venidera.

Deja que Job hable literalmente, e incluso entonces deja un margen. Aqu� encontramos a un hombre en el punto m�s extremo del progreso humano; imag�nelo a los ojos; dicen que el progreso del mundo, o la educaci�n del mundo, es un proceso largo y misterioso; y aqu�, he aqu�, hay un hombre que ha llegado al punto m�s extremo: un paso m�s all� y se caer�: all�, sin embargo, permanece hasta que se llena el vac�o, hasta que el vaticinio se convierte en experiencia, hasta que la experiencia se convierte en historia, hasta que la historia , de nuevo, mediante una maravillosa acci�n espiritual, se transforma en profec�a y predice una �poca m�s brillante y una tierra m�s justa.

Ha habido hombres que han estado en los titulares de la historia: no se atreven a dar un paso m�s, o se perder�an en el mar sin l�mites. As�, el mundo ha sido educado y estimulado por el vidente, el so�ador, el profeta, el maestro y el ap�stol. Nunca ha habido hombres deseando que hayan estado a la vanguardia de las cosas, viviendo la vida extra�a, a menudo lamentable, a veces exultante, del profeta.

Lo que era un sue�o para Job es una realidad para nosotros. Podemos completar todo lo que Job hubiera dicho si hubiera vivido en nuestros d�as; ahora podemos decir: "S� que mi Redentor vive, y que estar� en el d�a postrero sobre la tierra". Cuando se canten estas palabras, no crean que son las palabras de Job las que se cantan; son las palabras de Job con el significado de Cristo. S�, sentimos que debe haber un �Redentor�.

�Las cosas son tan negras y equivocadas, tan corruptas, tan torcidas, tan completamente inimaginables, con tal costura de injusticia atravesando todo, que debe haber un Goel, un primog�nito, un hermano mayor, un Redentor. Es la gloria de la fe cristiana proclamar la personalidad y la realidad de este Redentor. No me averg�enzo del Evangelio de Cristo, porque es la omnipotencia de Dios, la misma omnipotencia de la Trinidad para todo aquel que cree.

"No permita Dios que me glor�e sino en la Cruz de nuestro Se�or Jesucristo". Tampoco podemos consentir en cambiar Su nombre: �qu� palabra m�s dulce que �Redentor�? �Qu� palabra m�s poderosa? Un poema en s� mismo; un apocalipsis en sus posibilidades; Amor divino encarnado. �Oh, ven T�, de qui�n es el derecho! ��Qui�n es �ste que viene de Edom, con vestiduras te�idas de Bosra? �Este que es glorioso en Su ropa, que viaja con la grandeza de Su fuerza? Yo que hablo en justicia, poderoso para salvar �. Ese mismo Hijo de Mar�a, Hijo del Hombre, Hijo de Dios. �Ac�ptalo como tu Redentor! ( Joseph Parker, DD )

La gran esperanza de Job

Entendamos claramente el punto y el valor del argumento. No es que un hombre que ha servido a Dios aqu� y sufrido aqu� deba tener una gozosa inmortalidad. �Qu� hombre es lo suficientemente fiel para hacer tal afirmaci�n? Pero el principio es que Dios debe vindicar su justicia al tratar con el hombre que ha creado, el hombre que ha llamado a confiar en �l. No importa qui�n sea el hombre, cu�n oscura haya sido su vida, �l tiene este derecho sobre Dios, que para �l la justicia eterna debe quedar clara.

Job clama por su propia justificaci�n; pero la duda acerca de Dios envuelta en la difamaci�n lanzada sobre su propia integridad es lo que le irrita el coraz�n; de ah� se levanta en protesta triunfal y audaz esperanza. Debe vivir hasta que Dios aclare el asunto. Si muere, debe revivir para que todo quede claro. Y observe, si s�lo los hombres ignorantes ponen en duda la Providencia, la resurrecci�n y la redenci�n personal del creyente no ser�an necesarias.

Dios no es responsable de las tonter�as que dicen los hombres, y no podr�amos esperar la resurrecci�n porque nuestros semejantes tergiversan a Dios. Pero Job siente que Dios mismo ha causado la perplejidad. Dios envi� el rel�mpago, la tormenta, la terrible enfermedad; es Dios quien, por muchas cosas extra�as de la experiencia humana, parece dar lugar a dudas. De Dios en la naturaleza, Dios en la enfermedad, Dios en el terremoto y la tormenta, Dios cuyo camino est� en el mar, y Su camino en las aguas impetuosas, de este Dios, Job clama en esperanza, en convicci�n moral, a Dios. el Vindicador, el eternamente justo, autor de la naturaleza y amigo del hombre.

Esta vida puede terminar antes de que se haga la plena revelaci�n del derecho; puede dejar a los buenos en las tinieblas ya los malos alardeando de orgullo; el creyente puede caer avergonzado, y el ateo tiene la �ltima palabra. Por lo tanto, una vida futura con juicio pleno debe reivindicar a nuestro Creador, y toda personalidad involucrada en los problemas del tiempo debe avanzar hasta la apertura de los sellos y el cumplimiento de las cosas que est�n escritas en los vol�menes de Dios.

Siendo esta evoluci�n para la etapa anterior y la disciplina de la vida, no resuelve nada, no completa nada. Lo que hace es proporcionar al esp�ritu despierto material de pensamiento, oportunidad de esfuerzo, los elementos de la vida; con prueba, tentaci�n, est�mulo y moderaci�n. Nadie que viva para cualquier prop�sito o piense con alguna sinceridad puede perder en el curso de su vida al menos una hora en la que comparte la tr�gica contienda, y agrega el grito de su propia alma al de Job, su propia esperanza a eso. de edades que se han ido, esforz�ndose por ver la Meta que emprende por cada siervo de Dios.

Mediante lentos ciclos de cambio, el vasto esquema de la Divina providencia se dirige hacia una gloriosa consumaci�n. El creyente lo espera, viendo a Uno que ha ido antes que �l, el Alfa y la Omega de toda vida. Por fin llegar� el cumplimiento de los tiempos, el tiempo predestinado por Dios, predicho por Cristo, cuando se establecer� el trono, se dar� el juicio y comenzar�n los eones de la manifestaci�n. ( Robert A. Watson, DD )

Mi redentor

Luego salen de los labios de Job palabras en las que los traductores cristianos han respirado una distinci�n, una esperanza y una certeza, que sin duda trasciende con mucho la fe sublime, pero tenue, del original. "Yo s�", grita, "que mi Redentor, mi Salvador, mi Vindicador, vive". Vive, porque �l no es otro que el Dios viviente, no m�s inscripci�n muda, ning�n Goel humano o vengador, en quien Job descansa su fe.

�Y �l, al final�, cuando todo este amargo conflicto haya terminado, �estar� sobre la tierra�, o m�s bien, �sobre el polvo�, el polvo de la muerte en el que me estoy hundiendo. "Y" incluso "despu�s de mi piel", esta pobre piel con todo lo que envuelve, "est� destruida", incluso cuando "el primog�nito de la muerte" y el mismo "Rey de los Terrores", de quien hablas, han hecho lo peor - "todav�a", incluso entonces, no "en", sino m�s bien "de" (en el sentido m�s probable de "quitado de" o "sin") "mi carne", aunque mi cuerpo se molde� en el polvo, "Ver� a mi Dios" - el Dios ahora oculto, el Dios a quien hab�a apelado antes para esconderlo por un tiempo del mundo de los muertos, y luego llamarlo.

Se manifestar� por fin a su amigo olvidado, que habr� sobrevivido por ello al impacto del Destructor de carne; �A quien ver�, prosigue, s�, yo, presa de la muerte, �lo ver�, lo ver� por m� mismo�. (O verlo �de mi lado�, la frase es ambigua ) . �S�, mis ojos lo ver�n a �l, a m� y no a otro. Mis riendas �, mi coraz�n m�s �ntimo,� consumen �y se derriten� dentro de m� �ante la visi�n.

.. El coraz�n enfermo se desmaya de alegr�a. La desesperaci�n da paso a la alegr�a. El pobre sufriente torturado, que una y otra vez ha mirado la muerte inevitable que le espera, como el l�mite de sus d�as, como el �ltimo separador entre �l y su Dios, se eleva a la regi�n de una esperanza sublime, arrebatada. No nos atrevemos a escribir en sus palabras toda la �esperanza segura y cierta de una resurrecci�n gozosa� que expresa el cristiano; menos a�n esa anticipaci�n de un levantamiento corporal de la tumba, de un revestimiento de su esp�ritu en carne, que el pasaje respira en la gran traducci�n latina, querida por siglos para la cristiandad occidental.

Reconocemos incluso en las palabras familiares de nuestra propia versi�n anterior, frases y pensamientos que superan las aspiraciones del patriarca, la fe del patriarca. Pero a pesar de todo eso, cuando hemos despojado al pasaje de todo lo que es adventicio, todo lo que, incluso inconscientemente, importa en su marco las ideas y la fe de otra �poca y posterior, todav�a escuchamos el grito del santo del viejo mundo, mientras se encuentra cara a cara con el Rey de los Terrores; �Aunque mi hombre exterior se pudra y perezca, sin embargo, Dios se revelar� a m�, a mi verdadero yo.

�Planta, como bien se ha dicho, la bandera del triunfo en su propia tumba. Y sus palabras, de una forma u otra, han vivido m�s de lo que esperaba. Sobrevivir�n al pergamino por el que suspir�, la misma roca en la que ahora deseaba verlos grabados. ( Dean Bradley. )

La esperanza de la restauraci�n

Trans. as�, "Porque yo s� que mi Goel vive, y (mi) Vindicador se levantar� sobre la tierra". Los Padres, tanto orientales como occidentales, consideraron este pasaje como un texto de prueba, no solo de la inmortalidad del alma, sino tambi�n de la resurrecci�n del cuerpo. Algunos incluso vieron en �l una prueba concluyente de la divinidad de Cristo. Esta visi�n prevaleci� durante la Edad Media. Pero esta interpretaci�n es ahora generalmente rechazada por cr�ticos y comentaristas, aunque en alg�n momento fue casi universal. Deben considerarse dos puntos de vista.

I. Job esperaba restauraci�n en esta vida. Esta vista nunca ha sido popular. Algunos acad�micos lo apoyan por los siguientes motivos:

1. El idioma requiere tal interpretaci�n.

2. Todo lo que haya en el pasaje que pueda aplicarse a un cuerpo resucitado, tambi�n puede referirse con igual fuerza a un cuerpo restaurado en esta vida.

3. Si este pasaje se refiere a una vida futura, es extra�o que esta gloriosa doctrina no se presente m�s plenamente: Eli� lo pasa en silencio. No se encuentra ni una palabra al respecto en los sublimes discursos del Todopoderoso.

4. La cuesti�n de la restauraci�n del favor de Dios en otra existencia ni siquiera se plantea incidentalmente.

5. No hay fuerza en la afirmaci�n que se hace a menudo de que no podemos limitar la expectativa de liberaci�n de Job a esta vida sin disminuir la evidencia y el poder de su fe. Esto es mera ret�rica. En lugar de rebajar su fe, aumenta.

6. Hubiera sido m�s satisfactorio para Job haber sido liberado de las acusaciones injustas que se le imputan, y haber sido justificado por el Todopoderoso, quien no pod�a errar, en presencia de sus amigos y conocidos, en el mismo escenario de el conflicto aqu� en la tierra.

7. Ciertamente, esto habr�a sido m�s ventajoso para los contempor�neos de Job, para quienes estaba destinada la nueva revelaci�n.

8. El desenlace, o cuesti�n final, favorece este punto de vista.

II. Job no esperaba liberaci�n en esta vida, mordida en un estado incorp�reo, despu�s de la muerte. Se han aducido los siguientes argumentos a favor de este punto de vista.

1. Esto es evidente por el significado sencillo del texto. Las dos cl�usulas del vers�culo 26 no son antit�ticas, porque la segunda tiene el mismo pensamiento que la primera, y debe leer: "Y despu�s que mi piel sea as� destruida, y sin mi carne (cuerpo) ver� a Dios". Despu�s de mi piel, sin mi carne y sin polvo, son equivalentes paralelos.

2. Que Job no esperaba liberaci�n en esta vida tambi�n se muestra en su deseo de que sus protestas de inocencia se graben en la roca para siempre.

3. Que Job no esperaba restauraci�n aqu� en la tierra se desprende claramente de sus propias palabras en otras partes del libro. .. Despu�s de sopesar cuidadosamente los argumentos a favor y en contra, nos vemos obligados a concluir que Job esperaba restauraci�n en esta vida. �sta es la interpretaci�n m�s natural. Tambi�n concuerda con el desarrollo de la doctrina en el Antiguo Testamento, ya que es un paso intermedio entre el mosa�smo y el cristianismo en lo que respecta al sufrimiento y la retribuci�n en esta vida.

Y al aceptar este punto de vista, nadie se ve obligado a concluir que Job no ten�a esperanza ni conocimiento de la inmortalidad, sino solo que en este pasaje no se hace referencia a la vida futura. ( WW Davis, Ph. D. )

Preciosa experiencia

I. La forma m�s elevada de conocimiento es la conciencia de que tenemos un Redentor.

1. Este es el conocimiento que disminuye la distancia entre nosotros y Dios. Sea lo que sea el pecado, es el alejamiento del alma de la fuente de todas sus alegr�as. El pecado nos ha hecho estar "lejos" de Dios. Se le niega su lugar en el pensamiento. Est� excluido de los consejos de la voluntad. Su propio monitor, la conciencia, es indiferente a su presencia. El coraz�n ha buscado la comuni�n de otros amantes, pero todos han dejado "un vac�o doloroso", que clama: "Tampoco hay entre nosotros un hombre de d�a que pueda poner su mano sobre nosotros.

�Esto ha sido intentado por muchos. Los profetas, sacerdotes y reyes extendieron sus manos hacia arriba hacia Dios y hacia abajo hacia el hombre, pero sus brazos eran demasiado cortos. Fil�sofos, moralistas y fil�ntropos se han esforzado por llenar el abismo y allanar el camino para que las partes contendientes se acerquen entre s�, tambi�n todos han desaparecido en ese espantoso abismo. Pero hay "un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre". �Hemos sentido el toque reconciliador de Su mano? �Yo s� que mi Redentor vive�, es la �nica respuesta.

2. Este es el conocimiento que elimina todas las diferencias. No podemos encontrarnos con Dios, no podemos disfrutar a Dios, con la carga de la culpa en nuestra alma. La voz de la justicia en el cielo clama contra nosotros; la voz de la conciencia interior no es menor en su denuncia.

3. Este es el conocimiento que restaura la plena armon�a entre nosotros y el Padre. No existe otra plataforma desde la que podamos analizar toda la situaci�n.

II. Que la forma m�s elevada de conciencia es la fe en un salvador viviente. "Mi Redentor vive". Si es posible, llevemos el texto a un toque m�s cercano a nuestra vida. Una de las funciones de la fe es convertir el cristianismo hist�rico en un poder vivo en el alma, representando la vida de Jes�s en la nuestra.

1. El Redentor viviente es la vida de fe. La fe se apoya en un seno vivo y obtiene su consuelo de un coraz�n vivo.

2. El Redentor viviente es la permanencia de la fe. El hebreo Goel era el pariente m�s cercano que veng� los errores de su hermano y redimi� su vida y sus propiedades. Nuestro Salvador es ese pariente m�s cercano que vela por nuestros asuntos y velar� por que se haga justicia. Hermanos, recuerden que �l es el custodio de su car�cter y reputaci�n. El hombre que asesta un golpe a sus circunstancias, debe encontrarse con Jes�s y resolver el asunto con �l. �No se venguen ustedes mismos�, sino �pongan toda su preocupaci�n sobre �l, porque �l se preocupa por ustedes�.

3. El Redentor viviente es la satisfacci�n de la fe. El que puede decir "�Mi Redentor!" tiene suficiente. Las cosas de la vida son transmisibles. El hombre acude a su abogado para que le entreguen la propiedad que ha comprado. Cuando termina, dice: "Quiero que hagas mi testamento". Luego ejecuta el instrumento, "doy y lego", etc. Pero "mi Redentor" no es una posesi�n transitoria; permanece la herencia del alma para siempre. Tom�s hizo una noble confesi�n: "Mi Se�or y mi Dios".

III. El triunfo final de la fe ser� el encuentro del santo y el Salvador. �A quien ver�, etc. La fe lanzar� su barca al mar de Su presencia.

1. Se reivindicar�n sus derechos y se explicar�n todos sus juicios. Se iluminar� todos los pasajes dif�ciles de tu vida. Faith dijo todo el tiempo que Sus juicios son justos y verdaderos; entonces lo entender�s. Ese d�a ser� un comentario de todos los Cap�tulos de la vida, porque �el d�a lo revelar�.

2. Comuni�n inmediata con Jes�s. En ese d�a todos se desviar�n, y nuestros ojos se deleitar�n con la visi�n beat�fica, porque "le veremos tal como es". Estos ojos, que han llorado muchas veces, lo ver�n a la clara luz del cielo. Mil veces gracias, nobles profetas y ap�stoles, por sus hermosas fotos de �l, ahora vemos a Jes�s mismo.

3. La fe realizar� todas las anticipaciones y esperanzas. �Cu�l es tu pasi�n dominante? �es poes�a? Entonces la musa estar� en las alturas del Parnaso, �M�sica? La melod�a de la cruz habr� atra�do hacia s� todas las armon�as del universo. �Belleza? La rosa de Sharon estar� all�. �Vida? Vivir. En cuanto a la maravillosa expresi�n del texto a la luz de las circunstancias en las que se encontraba el patriarca, tenemos aqu� un cuadro maravilloso de la fe.

En presencia de tal fe, �permitiremos que la nuestra se inquiete y tema ante las peque�as dificultades? Pon todas las dificultades y sufrimientos de tu vida al lado de los que soport� el patriarca, y palidecer�n y morir�n. Sin embargo, es posible que no seamos los hombres fuertes en la fe que sugiere su estatura. Mira a tu Goel. ( T. Davies, MA )

El Redentor viviente

Schultens sugiere que el patriarca, en los versos anteriores, se refiere a una inscripci�n sobre una piedra sepulcral. Job conf�a en Dios para su vindicaci�n total y definitiva. Con la esperanza de bajar a la tumba bajo el reproche de la culpa, quer�a grabar en la piedra a la puerta de su sepulcro, que su confianza estaba en su Redentor.

I. El significado del t�rmino Redentor, aplicado a nuestro Se�or Jesucristo. La palabra Meta tiene dos significados. Uno, mancharse o contaminarse con sangre; el otro, para rescatar, redimir o recomprar. Los deberes de un Redentor entre los jud�os inclu�an: liberar a un pariente del cautiverio por la fuerza o por rescate; y comprarlo cuando su libertad hab�a sido perdida por las deudas, recomprando una herencia que hab�a pasado de las manos de un pariente m�s pobre; defendiendo el derecho de aquellos que eran demasiado d�biles para sostener su propia causa.

Todos estos oficios del Redentor, el Se�or Jes�s estaba capacitado para sostenerlos, y los ha ejecutado o ejecutar� por nosotros. Para convertirse en nuestro Redentor, �l se convirti� en nuestro pariente. El t�tulo de Redentor de Cristo pretende tres cosas principales.

1. Expiaci�n o satisfacci�n hecha a la ley divina a favor de su pueblo.

2. Liberaci�n y salvaci�n de su pueblo de todos sus enemigos y dificultades.

3. Asegurarles una herencia eterna de vida y bienaventuranza.

II. La excelencia del Se�or Jes�s como Redentor viviente. Aquel a quien Job sab�a que era su Redentor es el Hijo unig�nito de Dios en quien confiamos. La excelencia de Cristo como nuestro Redentor viviente se ve en Su resurrecci�n, en Su poder y en Su gloria. ( Geo. W. Bethune, DD )

El conocimiento y el triunfo de Job

I. Se proporciona un Redentor para los pecadores de la humanidad. Job confiesa claramente esta importante verdad en la solemne profesi�n de fe que hace en el texto. El car�cter de Redentor se atribuye, con peculiar propiedad, a Dios nuestro Salvador. Para poder obtener la redenci�n eterna y completa para nosotros, en el cumplimiento de los tiempos, Dios envi� a su propio Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Nunca hubo un Redentor tan glorioso como Dios manifestado en carne. Nunca se pag� un precio por la redenci�n como el de la preciosa sangre de Cristo. �l nos redime de todo mal.

II. �l es un Redentor viviente que ha logrado nuestra redenci�n. No se dice que el Redentor ha vivido o vivir�, sino que "vive". No tiene principio de d�as ni fin de vida; el "mismo ayer, hoy y siempre". Como Dios, vive por los siglos de los siglos. Como Redentor, se le llama Cordero inmolado desde la fundaci�n del mundo, en el prop�sito y la promesa de Dios.

III. El Redentor viviente permanecer� en el �ltimo d�a sobre la tierra. Lit .: "�l ser� el �ltimo sobre la tierra". �l volver� a pararse sobre la tierra, o sobre la tierra, seg�n puedan significar las palabras. Vendr� con gloria para resucitar los cad�veres de su pueblo y juzgar al mundo con justicia.

IV. Los redimidos entre los hombres afirman tener relaci�n con su Redentor. "Mi Redentor". Job expresa la confianza de una fe viva en su relaci�n �ntima con el Redentor eterno, en quien cre�a y confiaba, con los otros patriarcas de edades tempranas.

V. Los cuerpos mortales de los redimidos ser�n consumidos, pero ver�n a Dios. Aunque la muerte no hace m�s para el alma del hombre que la separa del cuerpo con el que est� unida, destruye por completo la curiosa estructura del cuerpo. El poderoso Redentor resucitar� a todos sus redimidos del poder de la tumba. Sus almas, cuando est�n en el estado separado, lo contemplan con los ojos de la mente; pero despu�s de la resurrecci�n lo contemplar�n en su carne con sus ojos corporales.

VI. El conocimiento de todo esto apoya a los siervos de Dios bajo las pruebas actuales y la perspectiva de la muerte. El mismo Job fue un ejemplo notable de la verdad de esta observaci�n. ( W. M ' Culloch. )

La confianza de Job

I. El t�tulo bajo el cual se habla aqu� de Cristo. "Redentor." Nuestro Redentor ha superado en su obra a los redentores entre los jud�os. Todo lo que pod�an hacer por su pariente asesinado era matar al asesino.

II. Job habla del Redentor como si viviera en el momento en que habl�. Y as� fue. �Antes que Abraham fuera, yo soy�, dijo de s� mismo. Nunca hubo un per�odo en el que no lo fuera. �l era virtualmente el Redentor de los hombres, aunque en realidad no hab�a realizado su redenci�n.

III. El inter�s personal que Job reclama en el Redentor. Aqu� no hay incertidumbre ni duda, pero la m�s completa seguridad. Un inter�s personal en Cristo es absolutamente necesario si quieres ser salvo.

IV. Una verdad importante respecto a la futura manifestaci�n del Redentor. El tiempo del advenimiento a veces se llama el "�ltimo tiempo", el �ltimo o los �ltimos d�as. Sin embargo, es m�s probable que las palabras de Job se refieran a la segunda venida de Cristo, que ser� literalmente el �ltimo o el �ltimo d�a.

V. La bienaventurada esperanza que se entrega al patriarca. Se refiere a la inevitable suerte del hombre al morir. Pero viviremos de nuevo. Job podr�a decir: "En mi carne ver� a Dios". Cuando viera a Dios, aprender�a el prop�sito de su aflicci�n. Entonces su personaje quedar�a libre de las calumnias que se le hab�an hecho. La confianza de Job en ver a Dios ser�a una fuente de gozo, en la medida en que ver a Dios es el cielo mismo. ( W. Cardall, BA )

Confesi�n de Job

Se refiere a

I. El Salvador prometido. Habla de �l ...

1. Como redentor. Un t�tulo especialmente aplicable al Se�or Jes�s.

2. Como Redentor viviente. Lo cual se aplica a esa grandiosa y consoladora verdad, la resurrecci�n de nuestro Se�or de entre los muertos. Sin embargo, las palabras pueden referirse a Su divinidad m�s que a Su resurrecci�n.

3. Como Redentor en quien ten�a un inter�s peculiar. Su Redentor en particular. "Mi Redentor vive".

4. Como un Redentor que permanecer� en los �ltimos d�as sobre la tierra. Esto puede referirse a la encarnaci�n, pero tambi�n debe referirse a la gran resurrecci�n.

II. La alegre resurrecci�n de Job de entre los muertos.

1. C�mo se detiene en los efectos que producir�a la muerte en su cuerpo.

2. C�mo, desafiando toda dificultad que pudiera obstruirlo o entorpecerlo, expres� su esperanza segura de una alegre resurrecci�n.

Tenemos aqu� las opiniones de este antiguo creyente con respecto a:

1. La resurrecci�n del cuerpo. El cuerpo, despu�s de la resurrecci�n, ser�a carne verdadera, no un esp�ritu, delgado y sutil como el aire, como algunos han imaginado en vano. En la resurrecci�n recibir�a el mismo cuerpo que ten�a en la tierra. Se indica la naturaleza de esa felicidad a la que ser�a admitido el siervo de Dios, despu�s de su resurrecci�n. Fue la visi�n beat�fica de ese Dios y Salvador en cuya presencia hay plenitud de gozo.

Pero s�lo as� lo ver�n los que le han recibido aqu� como su Redentor, por una fe que purifica el coraz�n, vence al mundo, obra por el amor y mantiene las buenas obras. ( John Natt, BD )

D�ndose cuenta del segundo advenimiento

La lecci�n m�s dura, m�s severa y �ltima que el hombre tiene que aprender sobre la tierra es la sumisi�n a la voluntad de Dios. Toda esa santa experiencia que alguna vez tuvo que ense�ar se resuelve en esto, la lecci�n de c�mo decir con afecto: "No como yo quiero, sino como t�". Lenta y obstinadamente nuestros corazones aceptan eso. El registro m�s antiguo que tenemos de esta lucha en el seno humano se encuentra en este Libro de Job.

En las duras y rudas �pocas en que vivi� Job, cuando los hombres no se concentraban en sus sentimientos como en siglos posteriores, la obra de coraz�n de la religi�n era manifiestamente la misma cosa ferviente y apasionada que es ahora. �Qu� es el Libro de Job sino el registro de las primeras perplejidades de un alma? La doble dificultad de la vida resuelta all�, la existencia del mal moral: la cuesti�n de si el sufrimiento es una se�al de ira o no.

Job apel� del tribunal de la opini�n del hombre a un tribunal donde la sinceridad ser� aclarada y reivindicada. Apel� a los tratos oscuros de un Dios cuyo camino es esconderse, a un Dios que estar� sobre esta tierra en el claro resplandor de un amor en el que la sospecha misma no puede descansar una duda. Era fe que se filtraba a trav�s de la niebla y discern�a la tierra firme que est� m�s all�.

I. La certeza de la interferencia de Dios en los asuntos de este mundo.

1. Superintendencia actual. La primera verdad contenida en eso es la existencia personal de Dios. No es la casualidad, ni el destino, lo que se sienta al volante de las revoluciones de este mundo. Es un Dios vivo. Ser religioso es sentir que Dios es el "siempre cercano". La fe es esa extra�a facultad por la cual el hombre siente la presencia de lo invisible. No debemos arrojar a estas palabras de Job un significado que Job no ten�a, Job era un Emir �rabe, no un cristiano.

Todo lo que Job quiso decir fue que sab�a que ten�a un Vindicador en Dios arriba. Por fin, Dios mismo interferir�a para probar su inocencia. Dios nos ha dado, para que nuestra fe descanse, algo m�s distinto y tangible de lo que le dio a Job.

2. La segunda verdad impl�cita en la existencia personal de un Redentor es la simpat�a. Fue la parte m�s aguda de la prueba de Job que ning�n coraz�n latiera al mismo ritmo que el suyo. En medio de esto, parece haber surgido en su coraz�n un extra�o poder para calmar que no estaba solo. Note la peque�a palabra de apropiaci�n, Mi Redentor. El poder se muestra por la condescendencia de Dios hacia lo vasto; simpat�a por su condescendencia hacia los peque�os.

3. La tercera cosa impl�cita en la presente superintendencia es la vindicaci�n de los errores de Dios. La palabra traducida aqu�, Redentor, tiene un significado peculiar. Job profesaba su convicci�n de que hab�a un campe�n o un vengador que alg�n d�a luchar�a por sus errores.

4. Hay una futura reparaci�n de los males humanos, que se pondr�n de manifiesto a la vista. Habr� una interferencia personal visible. Si usamos sus palabras, debemos aplicarlas en un sentido superior. Algunos suponen que la segunda venida de Cristo significa una aparici�n de Jes�s en la carne para reinar y triunfar visiblemente. Pero toda manifestaci�n se�alada del derecho y la reivindicaci�n de la verdad en el juicio se llama en las Escrituras una venida del Hijo del Hombre. La percepci�n visual de Su forma ser�a una peque�a bendici�n; la presencia m�s elevada y verdadera es siempre espiritual y realizada por el esp�ritu.

II. Los medios para realizar esta interferencia. Hay una diferencia entre saber algo y darse cuenta. Job sab�a que Dios era el vindicador de los males. Era cierto, pero para Job era extra�o, oscuro y desconocido. Se sugieren dos formas de realizar estas cosas. Uno es la meditaci�n. Nadie olvida lo que la mente ha meditado durante mucho tiempo. Apenas puedes leer las palabras de Job sin imaginarte las s�labas de un hombre que estaba pensando en voz alta.

La otra es esta: Dios se asegura de que sus hijos se den cuenta de todas estas cosas por medio de la aflicci�n. Si alguna vez un hombre es sincero, es cuando siente dolor. Hay muchas cosas que nada m�s que el dolor puede ense�arnos. El dolor es el que se da cuenta. ( FW Robertson, MA )

Una liberaci�n espiritual

En estas notables palabras, Job no anticipaba una mera liberaci�n temporal de sus aflicciones, sino que expresaba su confianza en una liberaci�n superior, conectada con otro estado del ser y que involucraba su felicidad inmortal.

I. El car�cter glorioso que contempla. Un "Redentor". La palabra se usa para el Vengador de sangre (Goel) de la antig�edad. Los profetas usan el t�tulo de �Redentor� como un apelativo de Jehov�, y con una adaptaci�n peculiar se le asigna al Se�or Jesucristo, en quien, se dice, tenemos redenci�n. Con propiedad y fuerza, el Mediador entre Dios y el hombre est� investido con el nombre de nuestro �Redentor�.

�El Mediador fue sin duda el objeto revelado y reconocido de fe y esperanza en los tiempos patriarcales. El futuro Mes�as era el ser que ahora contemplaba Job cuando hablaba de un Redentor.

II. Las verdades importantes que afirma. El primero se refiere al estado actual del Redentor: �l "vive" o "ahora vive". A Su ser, no se le puede asignar ning�n comienzo, por remoto que sea. Concebimos que el patriarca le atribu�a ahora una adscripci�n espec�fica, como esencialmente "el viviente", y lo reconoc�a en ese atributo de eternidad absoluta que proporciona una base tan inamovible para la confianza y el gozo de los santos a lo largo de cada per�odo de la vida. el mundo.

La segunda de estas verdades se refiere a la futura manifestaci�n del Redentor. "Se levantar� (se levantar�) en el d�a postrero sobre (sobre) la tierra". Consideramos que esto es una predicci�n del �ltimo d�a. La cl�usula significa: "Se levantar� triunfante sobre las ruinas de la mortalidad". De la certeza de ese acontecimiento, la verdad divina deriva la idoneidad y la eficacia de sus llamamientos. �De qu� manera y con qu� sentimientos mira hacia el d�a de la revelaci�n de Jesucristo?

III. La esperanza personal que Job se entrega. Estas notables palabras son fuertes afirmaciones de un inter�s personal en la gracia y redenci�n de Aquel que en los �ltimos d�as ha de aparecer en Su gloria como Juez; y son una anticipaci�n de la felicidad eterna para luego ser premiada y disfrutada. Las expresiones aportan varios comentarios.

1. La muerte debe ser sufrida uniformemente antes de que la felicidad de los verdaderos creyentes pueda completarse.

2. A la llegada de �los �ltimos d�as�, los cuerpos de los creyentes ser�n resucitados en un estado refinado y glorificado.

3. Los creyentes, en su estado de restauraci�n, disfrutar�n de la presencia y la amistad de Dios para siempre.

IV. La confianza absoluta que afirma Job. "S�." Estas expresiones de certeza del patriarca no surgieron de un impulso equ�voco. Nosotros, que ahora estamos entre los herederos de la promesa, le decimos al mundo que tambi�n tenemos la misma confianza. "Sabemos en qui�n hemos cre�do". ( J. Parsons. )

La fe y la expectativa del patriarca Job

1. El car�cter glorioso atribuido a Jesucristo. Redentor. Goel. Cristo se convirti� en nuestro pariente de sangre, nuestro pariente seg�n la carne, y como tal, el derecho de redenci�n recay� sobre �l. Este derecho lo ejerce.

1. Redimiendo nuestra herencia perdida de vida eterna.

2. Redimi�ndonos de la esclavitud del pecado.

3. �l venga la sangre de su pueblo sobre su asesino Satan�s.

II. Cristo es el "Viviente", que posee vida en s� mismo y es la fuente de vida para aquellos a quienes vino a redimir. Como Dios, este es un t�tulo peculiarmente apropiado para �l, porque posee vida independiente y eterna. Su existencia como nuestro Redentor es de eterna a eterna.

III. Este Redentor viviente har�a su aparici�n en la tierra en alg�n per�odo futuro. La resurrecci�n de los muertos es un evento reservado para la segunda aparici�n de nuestro Redentor en el �ltimo d�a. Note la confianza segura con la que el patriarca se interesa en este Redentor viviente, que permanecer�a en los �ltimos d�as sobre la tierra. Utiliza el lenguaje de la apropiaci�n, �Mi Redentor.

��l infiere la consumaci�n de su propia redenci�n por medio de Cristo resucit�ndolo de entre los muertos y permiti�ndole disfrutar de la visi�n beat�fica de Dios. Estas sublimes verdades son especialmente adecuadas para consolar a los hijos de Dios en medio de todos los sufrimientos, ansiedades y dolores de la vida y la muerte. ( Peter Grant. )

La confianza del creyente en el dominio de Cristo despu�s de la muerte

I. La sujeci�n del cuerpo al dominio de la muerte. El hombre est� compuesto de cuerpo y alma. Morir debemos.

II. El sometimiento de la muerte al dominio de Cristo. Jes�s vino a destruir la muerte; Vendr� a completar Su obra. La resurrecci�n de los muertos ser� universal.

III. El car�cter en el que Cristo afirmar� su dominio. Redentor.

1. Hab�a un amor infinito en el precio de la redenci�n.

2. Hay un poder omnipotente en la aplicaci�n de este trabajo.

3. Habr� una fidelidad inmutable en la realizaci�n de este trabajo. Qu� fuente de consuelo en todos los cambios, problemas y duelos del mundo.

IV. El triunfo final de Cristo sobre la muerte constituir� la felicidad final de todos los redimidos. El texto admite dos sentidos.

1. Ver� a Dios mi Redentor en este mi cuerpo.

2. Ver� a Dios en mi carne, es decir , en esa carne que asumi� para convertirse en mi Redentor. ( Edward Parsons. )

El poder de permanencia de las certezas

La afirmaci�n triunfal de Job de su confianza en Dios est� merecidamente catalogada como el pasaje m�s importante de todos sus discursos. Las aletas de su ancla se han apoderado de la inamovible Roca de las Edades; y el furor de la tempestad, y las olas embravecidas y el mar agitado, no pueden arrancar su barco de sus amarras. Sostenido por el fuerte agarre de lo invisible, puede desafiar todo lo que es visible, y en la superficie; y los ataques m�s furiosos de Satan�s no tienen poder para desalojarlo o perturbar su persuasi�n bien fundada.

Mi Redentor se levantar� al final. Job y sus amigos hab�an estado luchando primero. Mi Redentor se levantar� al final; y �l entrar� m�s tarde en la escena. Y resolver� el asunto sin resistencia, a su manera. Y este ser� el acuerdo final de este caso tan controvertido. Y nadie vendr� en pos de �l para cambiar lo que ha hecho. Abraham vio el d�a de Cristo; y Job se regocij� al ver el d�a de Cristo; y se alegr�. Era la simiente de Abraham a quien el "Padre de los fieles" esperaba. Fue su Divino Redentor lo que alegr� el alma creyente del hombre de Uz. ( William H. Green, DD )

Certidumbre

El esc�ptico ve que sus recelos se multiplican y sus dudas se espesan. El creyente, por regla general, los ve a todos desaparecer. Schiller, el gran pensador alem�n, va a su estudio, se sienta como de costumbre en su escritorio, escribe con esa habilidad magistral que lo distingui�, comienza una nueva oraci�n, escribe la palabra �pero� y luego muere. Los grandes defensores del escepticismo siempre mueren con una duda, expiran con un �Pero.

�El cristiano, sin embargo, crece en la fe a medida que se acerca a la muerte. �Lo s� � - en mi carne, etc. Cristo m�o : - Dean Stanley nos dice que el Dr. Arnold sol�a hacer que sus hijos dijeran: �Cristo muri� por m�, en lugar de la frase m�s general, �Cristo muri� para nosotros." "Me pareci�", dice alguien cuya relaci�n con �l nunca se extendi� m�s all� de estas lecciones, "ser notable por su h�bito de comprender todo lo que se nos dice en las Escrituras". ( Vida del Dr. Arnold. )

Tendencias naturales a la disoluci�n.

En todo organismo vivo existe una ley de muerte. Solemos imaginar que la naturaleza est� llena de vida. En realidad est� lleno de muerte. No se puede decir que sea natural que una planta viva. Examine su naturaleza completamente y tendr� que admitir que su tendencia natural es la muerte. Se evita que muera por una mera dotaci�n temporal, que le da un dominio ef�mero sobre los elementos, le da el poder de utilizar durante un breve lapso la lluvia, el sol y el aire.

Retira esta dotaci�n temporal por un momento y se revela su verdadera naturaleza. En lugar de vencer a la Naturaleza, se vence. Las mismas cosas que parec�an ministrar su crecimiento y belleza, ahora se vuelven contra �l y lo hacen decaer y morir. El sol que lo calent� lo sec�; el aire y la lluvia que lo alimentaron lo pudrieron. Son las mismas fuerzas que asociamos con la vida las que, cuando aparece su verdadera naturaleza, se descubre que son realmente los ministros de la muerte. ( H. Drummond. )

La ley de la justicia universal e infalible

�De d�nde vino nuestro sentido de la justicia? Solo podemos decir de Aquel que nos hizo. �l nos dio una naturaleza tal que no podemos ser satisfechos ni encontrar descanso hasta que un ideal de justicia, es decir, de verdad actuada, se enmarque en nuestra vida humana, y se haga todo lo posible para realizarlo. De esta verdad actuada todo depende, y hasta que se alcance estaremos en suspenso. .. Justicia hay en todo asunto. La veracidad de la naturaleza en cada punto del rango f�sico es una veracidad de la sobrenaturaleza para la mente del hombre, una correlaci�n establecida entre la existencia f�sica y espiritual.

Dondequiera que se presenten el orden y el cuidado, hay una exaltaci�n de la raz�n humana, que percibe y se relaciona. �Es importante que cada uno de los gases tenga leyes de difusi�n y combinaci�n, que act�e de acuerdo con esas leyes, afectando invariablemente la vida vegetal y animal? A menos que esas leyes se aplicaran con constancia o equidad en todo momento, todo ser�a confusi�n. �Es importante que el p�jaro, utilizando sus alas adaptadas para el vuelo, encuentre una atm�sfera en la que su ejercicio produzca movimiento? Aqu� tambi�n hay una equidad que entra en la propia constituci�n del cosmos, que debe ser una forma de la �nica ley suprema del cosmos.

Una vez m�s, es importante que el pensador encuentre secuencias y relaciones, una vez establecidas, una base s�lida para la predicci�n y el descubrimiento, que pueda confiar en s� mismo en las l�neas de investigaci�n y tener la certeza de que, en cada punto, �Para el instrumento de investigaci�n hay verdad que responde? Sin esta correspondencia, el hombre tendr�a un lugar real en la evoluci�n, revolotear�a con una sensibilidad sin sentido y sin relaci�n a trav�s de una tormenta de incidentes f�sicos.

Avanza hacia los hechos mentales m�s importantes, las ideas morales que entran en todos los departamentos del pensamiento. �Cesa ahora la fidelidad ya trazada? �Est� el hombre en este punto m�s all� de la ley de fidelidad? Esta vida puede terminar antes de que se haga la plena revelaci�n de la vista; puede dejar a los buenos en las tinieblas ya los malos alardeando de orgullo; el creyente puede caer en la verg�enza, y el ateo tiene la �ltima palabra.

Por tanto, una vida futura con pleno juicio debe reivindicar a nuestro Creador. Nadie que viva para cualquier prop�sito o piense con alguna sinceridad puede perder en el curso de su vida al menos una hora en la que comparte la tr�gica contienda, y suma el grito de su propia alma al de Job, su propia esperanza a eso. de edades que se han ido, esforz�ndose por el Goel que, bajo, toma por cada siervo de Dios, "Yo s� que mi Redentor vive", etc. ( RA Watson, DD )

En mi carne ver� a Dios. -

La resurrecci�n general

Ahora, esta cl�usula de nuestro texto ha sido entendida por la Iglesia de Cristo a lo largo de todas las edades, como una expresi�n de la seguridad de Job de la resurrecci�n general del cuerpo en el �ltimo d�a, y tal parece ser el significado sencillo y directo del pasaje. Otros, sin embargo, parecen pensar que Job, en estas palabras, se refiere solo a una resurrecci�n metaf�rica, es decir, una restauraci�n a su felicidad y prosperidad anteriores.

Pero si esperaba tal resurrecci�n, entonces su constante anhelo por la proximidad de la muerte, como su �nica esperanza de alivio, parece totalmente inexplicable. Fue bajo estas circunstancias de aflicci�n acumulada que Job pronunci� las palabras del texto. Qu� fuerte es la fe, qu� ricos los consuelos de la religi�n, qu� poderosa influencia divina que elev� el esp�ritu del patriarca por encima de los males de su tabern�culo terrenal, y mientras, de cerca, contemplaba el acercamiento del ��ltimo enemigo�. , �Iluminado y avivado por el Sol de Justicia, para registrar sus sentimientos y encarnar sus perspectivas.

"Yo s� que mi Redentor vive". El verdadero estado del caso est� aqu�: Job mira hacia el per�odo en que deber�a convertirse en inquilino de la casa designada para todos los vivientes, como el debido de sus dolores; y su dolor era hundirse en la tumba en la estimaci�n de sus semejantes como alguien castigado por Dios por su hipocres�a; pero su gozo era que habr�a una resurrecci�n general del cuerpo, a la que seguir�a un juicio general, cuando las sombras deb�an ser eliminadas de su car�cter, y ese car�cter se presentar�a en su propia rectitud inmaculada.

Decimos, entonces, que en el texto, Job dirige nuestra atenci�n a la resurrecci�n general. "En mi carne ver� a Dios". Ahora, a menos que el cuerpo de Job fuera remodelado, la declaraci�n en el texto no podr�a realizarse. El hombre fue creado al principio con cuerpo y alma, y ??as� vivir� por toda la eternidad. El hecho en s� es cierto; pero no sabemos c�mo se llevar� a cabo. Entonces nuestros cuerpos sufrir�n alg�n cambio.

Nuestros cuerpos ahora est�n adaptados a un estado terrenal; pero el cuerpo resucitado se adaptar� al estado celestial. Estos cuerpos sufrir�n muchos cambios generales; este corruptible se vestir� de incorrupci�n; este mortal se vestir� de inmortalidad; esta deshonra se vestir� de gloria; esta debilidad aumentar� el poder, y as� sucesivamente. Estos cuerpos sufrir�n muchos cambios particulares; todas las imperfecciones, todas las deformidades ser�n eliminadas; todas las variedades, que surjan del clima, del empleo, de las enfermedades, etc., sin duda ser�n eliminadas.

Ahora, sin duda, esto se encontrar� con un cambio correspondiente en la conformaci�n de nuestros cuerpos. Entonces, nuestros cuerpos estar�n hechos de materiales imperecederos. Pero, en medio de todos estos cambios, nuestros cuerpos ser�n esencialmente los mismos; modelado seg�n el cuerpo glorioso de nuestro Se�or y Maestro ascendido. S�, cuando suene la trompeta del arc�ngel, en la plenitud de la omnipotencia, estos cuerpos que durante mucho tiempo han reposado en las silenciosas c�maras de la tumba, se levantar�n, de sus polvorientos lechos, superiores a la enfermedad y la muerte.

Corren en el mismo molde que el de Jesucristo - ser�n adornados con esplendor vivo - esplendor y honor superando el brillo del sol del mediod�a, y continuar�n coexistiendo con las edades de la eternidad. En este per�odo glorioso, nuestros cuerpos estar�n exentos de esas enfermedades que ahora asolan nuestro mundo. Decimos, tal remodelaci�n de la tela que el pecado ha disuelto y destruido, Job anticip� en las palabras del texto; pero esperaba otro evento, a saber, el juicio general.

�Y aunque despu�s de mi piel los gusanos destruyan este cuerpo, en mi carne ver� a Dios; a quien ver� por m� mismo, y ver�n mis ojos, y no otro; aunque mis riendas se consuman dentro de m� ". El significado de estas palabras, "A quien ver� por m� mismo", es, estar� delante de Su trono; Defender� mi propia causa; Podr� contar mi propia historia y recibir� de sus manos una justa recompensa.

Ahora mis amigos me tergiversan; ahora mis parientes me malinterpretan; ahora soy tratado como un hip�crita por los de mi propia casa. Pero se acerca un per�odo en el que estar� ante el tribunal del Omnisciente, cuando estas nubes ser�n disipadas por el brillo de Su aparici�n, y aparecer� ante un mundo reunido, ante los �ngeles y ante los esp�ritus de los hombres justos creados. perfecto, como el siervo sincero y devoto del Alt�simo.

Esto, sin duda, hab�a sido fuente de mucho consuelo y consuelo para el patriarca, y sin duda arrojar�a una especie de calma sobre su turbado pecho cuando pensara en el d�a de la restituci�n que se avecinaba. Ese d�a en el que deber�a ver a Dios de su lado, no alejado, sino como su amigo. Esto es a menudo una fuente de mucha alegr�a para los cristianos en general. No es infrecuente que nubes de calumnia se ciernen sobre su car�cter; a menudo sus acciones y motivos son mal interpretados por sus propios amigos cristianos; a menudo son mal representados por los malvados y los imp�os; pero deber�a ser una fuente de gozo para ellos el hecho de que su historial est� en lo alto - su testimonio est� con Dios; no deben ceder a un principio de venganza, sino vivir como hombres que tienen en perspectiva el per�odo de cuentas, cuando todos los hombres recibir�n de acuerdo con las obras realizadas en el cuerpo. (S. Hulme. )

Job y la resurrecci�n del cuerpo

Que Dios se abstuvo de decirle al mundo antiguo la promesa de la resurrecci�n se comprende f�cilmente. Muchas otras verdades importantes, verdades cardinales, aceptadas por el mundo moderno y necesarias para su vida y movimiento, fueron retenidas, y por la misma raz�n. La mente humana promedio, incluso entre Su pueblo elegido, era demasiado simple, d�bil e ignorante para apreciar pensamientos tan trascendentes y refinados. Pero esta raz�n no se aplicaba a una mente y un alma como las de Job.

Las cimas de las monta�as captan la gloria de la luz del sol que viene mucho antes de que llegue a los niveles inferiores. Sabemos que Dios se lo revel� a Mois�s cuando, en la soledad y el silencio del desierto, habl� desde la zarza ardiente. �Por qu� no deber�a revelarlo a Job, Su siervo, Su adorador, Su fiel amigo, que estaba librando su batalla desesperada con los enemigos, por as� decirlo, "de su propia casa", con el tormento de su cuerpo y la angustia de �su alma? ( DH Bolles. )

Vision de dios

En cierto sentido, la raz�n y la Biblia nos aseguran que Dios no puede ser visto. �l es el Inaccesible, el Invisible. Hay un sentido solemne en el que se le puede ver, y en el que se le debe ver tarde o temprano. Hacemos tres comentarios sobre esta visi�n del alma:

I. Implica la capacidad m�s alta de una criatura moral. El poder de ver las formas sublimes del universo material es una gran dotaci�n. El poder de ver la verdad y de investigar "la raz�n de las cosas" es una dotaci�n mucho mayor; pero el poder de ver a Dios es la m�s grandiosa de todas las facultades. Ver a Aquel que es la causa de todos los fen�menos, la vida de todas las vidas, la fuerza de todas las fuerzas, el esp�ritu y la belleza de todas las formas, esta facultad tiene el alma humana. Depravaci�n, �ay! la ha cerrado de tal manera en general que no hay nadie en su estado no regenerado que vea a Dios. Jacob dijo: "Dios est� en este lugar y yo no lo sab�a".

II. Implica el privilegio m�s sublime de una criatura moral. "Bienaventurados los de limpio coraz�n, porque ellos ver�n a Dios". "En tu presencia hay plenitud de gozo".

III. Incluye el destino inevitable de una criatura moral. Todas las almas deben entrar en contacto consciente con �l, tarde o temprano "todos debemos comparecer ante Su tribunal". Cada alma debe abrir su ojo y fijarlo en �l de tal manera que �l se le aparezca todo, y todo lo dem�s menos sombras. El per�odo del ate�smo, el indiferentismo religioso, termina con nuestra vida mortal. ( Homilista. )

La vista de Dios encarnado

La felicidad del cielo es el Dios que ve; y debido a que nuestro Se�or y Salvador es Dios encarnado, Dios el Hijo se hizo hombre, tomando para s� un alma y un cuerpo como los nuestros, por lo tanto, ver a Cristo era, para los hombres fieles, una especie de cielo sobre la tierra, y perderlo de vista. , como lo hicieron en Su Pasi�n, fue como ser desterrado del cielo. Por supuesto, entonces, Su venida nuevamente ante sus ojos fue la mayor felicidad que pudieron tener.

No digo que San Juan, Santa Mar�a Magdalena y los dem�s fueran todos plenamente conscientes en ese momento de que Aquel a quien hab�an visto morir, y a quien ahora vieron resucitar, era el Dios verdadero y eterno. Probablemente llegaron poco a poco, algunos en un momento, otros en otro, al pleno conocimiento de esa asombrosa verdad. Pero tanto sab�an con certeza, que no podr�an ser felices sin verlo.

La visi�n de Dios fue la misma bendici�n que Ad�n perdi� en el Para�so, y que la pobre naturaleza humana ca�da, en la medida en que no fue completamente corrupta, siempre ha estado sintiendo y anhelando. Los santos hombres antes del tiempo de la primera venida de nuestro Se�or en la carne, miraban, por fe, la felicidad de ver a Dios. Pero los ap�stoles, y los que estaban cerca de �l cuando vino, realmente ten�an esa felicidad.

Disfrutaron en su vida de ese privilegio que Job tuvo que esperar hasta que lleg� al otro mundo. En su carne vieron a Dios. Algunos de ellos incluso tocaron a Dios y lo tocaron con las manos. Cuando supieron que �l hab�a resucitado, fue su vida y gozo, la luz de sus ojos y el deleite de su alma, su consuelo, su esperanza y su todo, regresar de nuevo despu�s de parecer perdidos. Por eso la Pascua fue un d�a tan brillante para ellos.

Despu�s de cuarenta d�as, prometi� enviar su Esp�ritu Santo, que lo har�a realmente, aunque invisible, m�s cerca de ellos de lo que hab�a estado hasta entonces. Sobre la fe de esta promesa, nosotros y todos los cristianos vivimos incluso ahora, y si no hemos perdido nuestras bendiciones bautismales, somos felices. Pero nuestra felicidad es tan d�bil e imperfecta, en el sentido de que todav�a no vemos a Cristo. Los ap�stoles vieron a Cristo, pero a�n no eran miembros de Su cuerpo; somos miembros de su cuerpo, pero a�n no lo vemos.

Estas dos cosas, que ahora est�n separadas, se unir�n en el otro mundo; y unidos, nos har�n felices para siempre. He aqu�, ha confundido el relato de su resurrecci�n, tan terrible para los pecadores, con las muestras m�s conmovedoras de su misericordia. Desde el momento de su resurrecci�n hasta la hora de su ascensi�n, nunca se cansa de darles se�ales por las que puedan reconocerlo, por glorificado que sea, como el mismo Jes�s apacible y misericordioso, el mismo Hijo del Hombre, a quien hab�an recibido. conocido tan bien en la tierra.

No pens�is que la gracia condescendiente de nuestro Maestro en todas estas cosas se limit� �nicamente a esos disc�pulos. Seguramente nos llega a nosotros y a todos los que creen en �l por la palabra de los ap�stoles. Aunque est� a la diestra de Dios, su cuerpo y alma humanos est�n all� con �l, y toda su compasi�n fraternal por los hijos perdidos de los hombres, y tierna compasi�n hacia aquellos que se mantienen lejos y les golpean el pecho.

Todas estas bendiciones de la presencia de nuestro Se�or est�n selladas y aseguradas con la promesa del Esp�ritu Santo, que nos hace miembros de �l, primero en Su bautismo y luego en la santa comuni�n. ( Sermones de colaboradores de " Tracts for the Times ").

La idea de Job sobre la resurrecci�n

La pregunta que se hace con respecto a este pasaje es, �se refiere al Mes�as ya la resurrecci�n de los muertos? �O a una expectativa que ten�a Job, de que Dios se presentar�a como su vindicador de alguna manera como se declara que lo hizo despu�s?

1. Argumentos que se aducir�an para mostrar que el pasaje se refiere al Mes�as ya la resurrecci�n de entre los muertos.

(1) El lenguaje que se utiliza es tal que describa apropiadamente tales eventos. Esto es indudable, aunque m�s en nuestra traducci�n que en el original.

(2) La impresi�n que causar�a en la masa de lectores, y en particular en los de sentido sencillo y sobrio, que no ten�an una teor�a que defender.

(3) La probabilidad de que alg�n conocimiento del Mes�as prevaleciera en Arabia en el tiempo de Job. Esto debe admitirse, aunque no se puede demostrar con certeza ( N�meros 24:17 ).

(4) La probabilidad de que se encuentre en este libro alguna alusi�n al Redentor, la gran esperanza de los santos antiguos y la carga del Antiguo Testamento.

(5) La pertinencia de tal visi�n para la comodidad y su adecuaci�n para dar a Job el tipo de consuelo que necesitaba.

(6) La importancia que el mismo Job atribuy� a su declaraci�n y la solemnidad de la manera en que la present�. Este es quiz�s el argumento m�s fuerte.

2. Los argumentos de peso que muestran que el pasaje no se refiere al Mes�as y la resurrecci�n.

(1) El lenguaje, interpretado de manera justa, no implica necesariamente esto.

(2) Es incompatible con el argumento y con todo el alcance y la conexi�n del libro. El Libro de Job es estrictamente un argumento, una serie de razonamientos claros y consecutivos. Discute una gran indagaci�n sobre la doctrina de la Divina Providencia y el trato divino con los hombres. Si hubieran pose�do el conocimiento de la doctrina de la resurrecci�n de los muertos, habr�a terminado todo el debate.

No solo habr�a enfrentado todas las dificultades de Job, sino que deber�amos haberlo encontrado recurriendo perpetuamente a �l, coloc�ndolo en todas las variedades de formas, apelando a �l para aliviar sus verg�enzas y exigiendo una respuesta de sus amigos. .

(3) La interpretaci�n que se refiere a la resurrecci�n de los muertos es incompatible con los numerosos pasajes en los que Job expresa una creencia contraria.

(4) Los amigos de Job, Eli� o Dios mismo no se refieren a este asunto como un tema de consuelo.

(5) Suponiendo que se refiere a la resurrecci�n, ser�a incompatible con los puntos de vista que prevalec�an en la �poca en que se supone que Job vivi�. Est� completamente adelantado a esa edad.

(6) Todo lo que las palabras y frases transmiten justamente, y todo lo que exige el argumento, se satisface plenamente con la suposici�n de que se refiere a alg�n evento tal como se registra al final del libro. Dios apareci� de una manera correspondiente al significado de las palabras, aqu� sobre la tierra. Vino como el Vindicador, el Redentor, el Goel de Job. Vindic� su causa, reprendi� a sus amigos, expres� su aprobaci�n por los sentimientos de Job y lo bendijo nuevamente con prosperidad y abundancia que regresaban.

La enfermedad del patriarca pudo haber avanzado, como �l supon�a. Puede que su carne se haya consumido, pero su confianza en Dios no estaba fuera de lugar y se present� como su vindicador y amigo. Fue una noble expresi�n de fe por parte de Job; mostr� que ten�a confianza en Dios, y que en medio de sus pruebas realmente confiaba en �l; y fue un sentimiento digno de ser grabado en la roca eterna, y de ser transmitido a los tiempos futuros. Fue una lecci�n invaluable para los que sufr�an, mostr�ndoles que la confianza pod�a y deb�a depositarse en Dios en las pruebas m�s severas. ( Albert Barnes. )

Versículo 28

Pero deb�is decir: �Por qu� le perseguimos?

Tolerancia a la intolerancia

Una de las cosas m�s dif�ciles de este mundo es que los tolerantes tengan que tolerar la intolerancia, que los liberales tengan que soportar la iliberalidad, que los caritativos tengan que soportar la intolerancia. Podemos concebir que una persona intolerante se sienta molesta por la intolerancia de los dem�s; pero es porque su intolerancia no es del mismo tipo que la suya. Para los c�mplices de principios teol�gicos particulares y los partidarios de sistemas religiosos particulares, t�rminos como intolerancia, antiliberalidad y falta de caridad no tienen ning�n significado.

Con ellos no existen tales cosas. Seg�n sus ideas, no se puede ser demasiado intolerante mientras se sea ortodoxo; ni demasiado antiliberal, siempre que tenga raz�n; ni demasiado poco caritativo, siempre que est� del lado correcto; que, singularmente, suele ser el lado fuerte. La intolerancia, a sus ojos, no es m�s que coherencia. Es dif�cil tener que tolerar la intolerancia. Esto es lo que el patriarca tuvo que hacer, durante todo y adem�s de las dolorosas calamidades que el Todopoderoso permiti� que cayeran sobre �l.

Fue un caso en el que cualquiera podr�a haber gritado: "S�lvame de mis amigos". El libro est� lleno de las recriminaciones de los amigos por un lado y las reprimendas de Job por el otro. Pero la causa defendida por el patriarca fue la causa de la humanidad en general, contra los jud�os y cualquier otra forma de intolerancia. Si ves a un hombre dando buenos frutos en su vida, sabiendo algo de s� mismo y m�s de Dios, aunque no est� de acuerdo con usted en todos los puntos, hable mientras habla, o utilice las formas que utiliza, - no sospeche de �l, no piense lo peor de �l ni lo menosprecie; pero di, m�s bien, para confusi�n de todos los que quisieran hacerlo: "�Por qu� debo perseguirlo, si la ra�z del asunto se encuentra en �l?" ( Alfred Bowen Evans. )

Ver la ra�z del asunto se encuentra en m�. -

La ra�z del asunto

I. Lo que pretend�a el patriarca con la ra�z que hab�a en �l. Puede emplearse una ra�z para cualquier principio del que procedan los efectos. A veces, la met�fora se emplea por un buen principio, como en la par�bola del sembrador, donde los que se marchitaron porque "no ten�an ra�z", carec�an del buen principio del que procede la vida espiritual. Podemos encontrar varios puntos de analog�a entre el principio de fe en el alma y la ra�z de cualquier planta o �rbol que vegeta en nuestra tierra.

1. La ra�z son los men�s de estabilidad. Tambi�n lo es la fe. As� como la ra�z equilibra cada planta, desde el gigantesco roble y el alt�simo cedro, hasta el hisopo que crece en la pared, la fe equilibra y sostiene el alma y el car�cter del cristiano.

2. La ra�z - y la fe - son los canales de nutrici�n. As� como los ciervos fibrosos de la ra�z de cualquier planta absorben la humedad que suministra la tierra, as� la fe recibe el Esp�ritu que imparte el Salvador. As�, la idea de vitalidad est� �ntimamente relacionada con la fe en el enraizamiento del Verbo Divino.

3. La fe es la fuente de producci�n espiritual. Los bot�nicos nos dicen que la ra�z desempe�a el papel de un padre tierno, al preservar la planta embrionaria en su seno; y as� todos los tallos, hojas, p�talos y frutos se encuentran en la ra�z. Aqu� la analog�a es muy completa; porque as� como la ra�z es la fuente de producci�n de la planta, la fe es la fuente de todas las dem�s gracias del alma.

II. C�mo el patriarca manifest� que esta bota estaba en �l.

1. Por la confesi�n que pronunci�. La fe siempre ha sido el padre de una buena confesi�n. Job podr�a decir: "S� que mi Redentor vive".

2. Por la satisfacci�n que manifiesta. La fe en el Hijo de Dios satisfizo su mente bajo todas las desolaciones.

3. Por la disposici�n que mostr�. �Cu�l fue su paciencia sino el resultado de la fe?

III. Lo que esperaba el patriarca. Tolerancia y simpat�a de sus hermanos en la fe. Muchos de nosotros cometemos un gran error al albergar pensamientos poco caritativos y al usar palabras descuidadas en referencia a aquellos que tienen "la ra�z del asunto en ellos". ( J. Blackburn. )

Fe una ra�z

La fe es la ra�z de ese �rbol cuya flor y fruto es la justicia. No se produce mucha fruta sin ra�ces. Generalmente las ra�ces est�n escondidas, pero siempre est�n ah�. A veces son antiest�ticos, pero son muy necesarios. Es un jardinero necio que los descuida, o permite que las bestias o los insectos los destruyan. Tan �ntima es la relaci�n que existe entre la fe y la rectitud. Esta era utilitaria puede encontrar fallas en la cuidadosa cultura de la fe en lo invisible, pero estas ra�ces, tan feas a muchos ojos, han producido frutos deliciosos.

Mientras el mundo clama con tanto entusiasmo por los frutos de vidas puras y hechos nobles, �por qu� deber�a despreciar las ra�ces de las que brotan las mejores virtudes? Las obras cristianas no son m�s que una fe y un amor animados, como las flores son capullos de primavera animados. ( JL Jackson. )

La ra�z del asunto

�Cu�l es el significado de "la ra�z del asunto"? Todo parecer�a depender de la ra�z; si nos equivocamos all�, nos equivocamos en todas partes. Ahora bien, �qu� entendemos por "ra�z"? A veces hablamos de una cura radical. Simplemente significa una cura de ra�z; no es una cura de los s�ntomas, no un alivio del dolor por el momento, sino que va directo a la ra�z. Si la ra�z es correcta, vale la pena salvar el �rbol; si la ra�z es correcta, el hombre se salva.

La ra�z es el hombre. No es tu abrigo, pero tu personaje eres t�. Oh, si pudi�ramos mirarnos unos a otros desde la ra�z, habr�a diez mil veces mejores hombres en el mundo de lo que creemos que hay. Pero no podemos hacer que los hombres miren las ideas fundamentales, los prop�sitos fundamentales. Ahora, la ra�z eres t�; lo que eres en la ra�z, que realmente eres ante Dios. La ra�z es el verbo del que proceden todas las dem�s palabras.

Aqu� est� el verbo; �C�mo voy a tratar este verbo largo? Ret�rele la cola; ese es el primer acto en la verdadera gram�tica. Qu�tale la cola, t�rala, ah� queda la ra�z; eso es lo que tienes que afrontar. Cuidado con las calificaciones artificiales, cuidado con los certificados humanos, si sobre todo no est� la firma de Dios. Entonces la ra�z es el hombre. �Siempre lo juzgamos as�? �Qu� dicen del hombre? Sus �rarezas.

" �Bien? Sus "excentricidades". �Bien? Sus "enfermedades". Eso es un poco m�s profundo, pero no mucho. �Lo que de ella? Sus "peculiaridades", �qu� hay de ellas? Todav�a no has dicho nada; eso no es cr�tica. �Cu�l es el prop�sito del hombre en la vida? Habla de eso. "�Oh muy bueno!" Entonces ese es el hombre, y �por qu� deber�amos t� y yo hablar de sus rarezas y rarezas? Aqu� hay un hombre de quien dicen: �Notar�as, estoy seguro, su falta de brillo; ver�as que hab�a mucha gaucherie en todo su aire y sus modales.

" Si, lo v�. "Usted observ� que no era metropolitano en su porte, que hab�a muchos distritos agr�colas a su alrededor". S�, hab�a muchos distritos agr�colas a su alrededor. Bueno, que mas? �Vas a desanimarme con ese juicio? Oh, dime qu� es en su alma, en su ra�z, en su primera idea, en su m�s grande aspiraci�n. Ese es el hombre; as� es como Dios nos juzga.

Y aqu� hay un hombre de quien dicen: "�l cometi� muchos errores, �sabes?" S�, lo hizo. �Qu� haremos con �l? �Dir�s? �Por qu� no me hablas de su veracidad? Debemos ser juzgados por nuestra veracidad, que es permanente, constante, omnipresente, y no por nuestras incidencias accidentales sobre alguna gran verdad y nombrarla. Muchos hombres han dicho la verdad ocasionalmente y no est�n llenos del esp�ritu de la verdad.

Y muchos hombres son malinterpretados sobre este asunto porque buscamos puntos de juicio equivocados. Muchos hombres son incomprendidos por timidez; no se hace justicia a s� mismo. Y muchos hombres estar�an mejor en la vida privada, se har�an m�s justicia a s� mismos, pero por timidez, por miedo. Quiere ser tan bueno, y tan correcto en todo su comportamiento y relaciones exteriores, que tropieza en el mismo acto de tratar excesivamente de caminar con rectitud.

No lo juzgues mal; empate es un alma buena. Y muchos hombres son incomprendidos por la pobreza. Tiene buen juicio, tiene una mente amplia, pero no tiene dinero, y piensa que la pobreza deber�a escabullirse hacia un rinc�n. Mi objetivo es mostrarles que debemos llegar a la ra�z de un hombre antes de saber qu� es ese hombre. No mires su apariencia exterior, sino mira, como Dios mira, su coraz�n. �La ra�z� significa m�s de lo que parece significar al principio.

No es el fruto, pero debe dar fruto, o debe cortarse y quemarse. No puedes tener esta ra�z maravillosa, invisible e inescrutable en ti sin tener alguna prueba de su existencia; debes cultivar algo bueno. Ahora bien, �cu�l es tu fruto? Aqu�, nuevamente, est� el peligro de un juicio social incorrecto. Existe el juicio de todo el mundo sobre los dem�s. Somos �rboles plantados a la diestra del Se�or y creo en �rboles frutales de todo tipo.

No creo en un cristianismo tan absolutamente oculto que nunca se haga ver, sentir o conocer en ninguna de las manifestaciones y acciones de la vida. �Cu�l es la ra�z en un hombre? Cristo, Cristo recibi� personalmente, oficialmente, expiablemente, en toda la grandeza y patetismo de su car�cter sacerdotal; no a Cristo el Ejemplo a quien puedo guardar en un estante, sino a Cristo el Dios viviente que debo esconder en mi coraz�n si quiero tenerlo.

Aqu� est� la esperanza de la heterodoxia. Est� en la ra�z. Sabes que sientes curiosidad por ver las cosas, �no es as�? Bueno, pero �qu� piensas de Cristo? �Oh, lo amo. Se�or, t� sabes todas las cosas, t� sabes que te amo �. Pero, �lo ama de verdad? "S�." Entonces eres ortodoxo. ( J. Parker, DD )

La ra�z del asunto

Tomo la figura expresiva de nuestro texto para dirigirme a aquellos que evidentemente tienen la gracia de Dios incrustada en el coraz�n, aunque emanan una peque�a flor y dan pocos frutos; para que puedan ser consolados, si es que hay evidencia clara de que al menos la ra�z del asunto se encuentra en ellos.

I. Nuestro primer objetivo, entonces, ser� hablar de aquellas cosas que son esenciales para la verdadera piedad en contraste, o, mejor dicho, en comparaci�n con otras cosas que deben considerarse como brotes en lugar de como ra�z y base. El �rbol puede prescindir de algunas de sus ramas, aunque la p�rdida de ellas puede ser una lesi�n; pero no puede vivir en absoluto sin sus ra�ces: las ra�ces son esenciales. Y as� hay cosas esenciales en la religi�n cristiana. Hay doctrinas esenciales, experiencias esenciales y hay pr�ctica esencial.

1. Con respecto a las doctrinas esenciales. Es muy deseable que nos establezcamos en la fe. Pero siempre estamos dispuestos a confesar que hay muchas doctrinas que, aunque extremadamente preciosas, no son tan esenciales, pero que una persona puede estar en un estado de gracia y, sin embargo, no recibirlas. Un hombre con vista d�bil y visi�n imperfecta puede entrar en el reino de los cielos; de hecho, es mejor entrar all� con un solo ojo, que teniendo dos ojos y siendo ortodoxo en doctrina, ser echado al infierno de fuego.

Pero hay algunas verdades distintas de la revelaci�n que son esenciales. Siempre debemos considerar la doctrina de la Trinidad como una de las ra�ces del asunto. Un Evangelio sin fe en el Dios vivo y verdadero - Trinidad en Unidad y Unidad en Trinidad - es una cuerda de arena. As� como la esperanza de hacer que una pir�mide se erija en su c�spide como para hacer un evangelio sustancial cuando la Deidad real y personal del Padre, el Hijo y el Esp�ritu Santo se deja como un punto de encuentro o disputado.

Asimismo, es esencial la doctrina del sacrificio vicario de nuestro Se�or Jesucristo. Cualquier campana que no suene en ese punto es mejor que se derrita directamente. Entonces, nuevamente, la doctrina de la justificaci�n por la fe es una de las ra�ces del asunto.

2. Pasando a otro departamento de mi asignatura; hay ciertas cuestiones fundamentales en referencia a la experiencia. Es algo muy feliz tener una experiencia profunda de la propia depravaci�n. Puede parecer extra�o, pero as� es, un hombre dif�cilmente tendr� una visi�n elevada de la preciosidad del Salvador que no haya tenido tambi�n una visi�n profunda de la maldad de su propio coraz�n. Las casas altas, ya sabes, necesitan cimientos profundos.

Sin embargo, debes morir antes de que puedas ser part�cipe de la resurrecci�n. Sin embargo, me atrever� a decir todo esto, es posible que usted sea realmente un hijo de Dios y, sin embargo, la plaga de su propio coraz�n puede que se comprenda muy poco. Debes saber algo de esto, porque ning�n hombre jam�s vino ni vendr� a Cristo a menos que primero haya aprendido a detestarse a s� mismo, y a ver que en �l, es decir, en su carne, no mora el bien.

Tambi�n es algo feliz tener una experiencia cercana a Cristo Jes�s; saber qu� significa la palabra �comuni�n�, sin necesidad de anotar la biograf�a de otro hombre. Pero aunque todo esto est� bien, recuerda que no es imprescindible. No es una se�al de que no est�s convertido porque no puedes entender lo que es sentarse bajo Su sombra con gran deleite. Puede que te hayas convertido y, sin embargo, dif�cilmente hayas llegado tan lejos.

Ahora bien, �cu�l es la ra�z del problema experimentalmente? Bueno, creo que la verdadera ra�z es de lo que Job ha estado hablando en los vers�culos que preceden al texto: "Yo s�", dice, "que mi Redentor vive". Debe haber en conexi�n con esto el arrepentimiento del pecado, pero este arrepentimiento puede estar lejos de ser perfecto, y tu fe en Cristo puede estar lejos de ser fuerte; si Cristo Jes�s es tu �nico consuelo, tu ayuda, tu esperanza, tu confianza, entonces entiende, esta es la ra�z del asunto.

3. �No dije que pr�cticamente hab�a una ra�z del asunto? S�, y por Dios que todos tuvi�ramos pr�cticamente las ramas y los frutos. Estos vendr�n en su tiempo, y deben venir, si somos disc�pulos de Cristo; pero nadie espera ver frutos en un �rbol una semana despu�s de haber sido plantado. Es muy deseable que todos los cristianos est�n llenos de celo. La verdadera ra�z del asunto es pr�cticamente esta: �Una cosa s�; mientras que yo estaba ciego ahora veo; las cosas que una vez am�, ahora las odio; las cosas que una vez odi� las amo; ahora ya no es el mundo, sino Dios; ya no la carne, sino Cristo; no m�s placer, sino obediencia; no m�s lo que yo quiero, sino lo que Jes�s quiere.

�Hay quienes cumplen ciertos deberes con un motivo de conciencia, para hacerse cristianos, como observar el s�bado, celebrar el culto diario de Dios en sus familias y asistir a los servicios p�blicos de la casa del Se�or con regularidad. Pero no distinguen entre estos actos externos, que pueden ser los adornos que visten una vida sin gracia, y los frutos del buen vivir que surgen de una constituci�n santa, que es la ra�z de la obediencia genuina.

Algunos h�bitos y pr�cticas de hombres piadosos pueden falsificarse f�cilmente. Por lo general, puede determinar si ha llegado a la ra�z del problema por sus propiedades caracter�sticas. Sabes que una ra�z es algo que se arregla. Las plantas sin ra�ces pueden arrojarse sobre la pared; pueden pasarse de mano en mano; pero la ra�z es algo fijo. Bien, ahora, si tienes la ra�z del asunto, est�s fijado a Dios, fijado a Cristo, fijado a las cosas Divinas.

Si se siente tentado, no se dejar� llevar pronto. �Oh, cu�ntos profesores hay que no tienen ra�ces! Cons�galos en compa��a piadosa, y ser�n tales santos; pero cons�galos con otra compa��a, �y si digo que son demonios! No tienes ra�ces a menos que puedas decir: ��Oh Dios! mi coraz�n est� fijo, mi coraz�n est� fijo; por resoluci�n severa y por pacto firme Tuyo soy; ata el sacrificio con cuerdas hasta los cuernos del altar.

�Una vez m�s, una ra�z no es solo una cosa que repara, sino una cosa que da vida. �Qu� es lo que primero hace fluir la savia en la primavera? Pues es la ra�z. �Ah! y debes tener un principio vital; debes tener un principio vivo. Algunos cristianos son como esos juguetes que importan de Francia, que tienen arena; la arena corre hacia abajo, y alg�n peque�o invento los gira y los trabaja mientras la arena est� corriendo, pero cuando la arena se acaba, se detiene.

Una ra�z tambi�n es una cosa receptora. Los bot�nicos nos dicen muchas cosas sobre los extremos de las ra�ces, que pueden penetrar en el suelo en busca del alimento particular del que se alimenta el �rbol. �Ah! y si tienes la ra�z del asunto en ti, enviar�s esas ra�ces a las p�ginas de las Escrituras, a veces a un libro de himnos, a menudo al serm�n, ya la Providencia de Dios, buscando algo de lo que tu alma pueda alimentarse. De ah� se sigue que la ra�z se convierte en una cosa proveedora, porque es una cosa receptora. Debemos tener una religi�n que viva de Dios y que nos proporcione la fuerza para vivir para Dios.

II. Dondequiera que est� la ra�z del asunto, hay mucho terreno para la comodidad. Suena ah� en mis o�dos el suspiro, el gemido, la triste queja - �No crezco como quisiera; No soy tan santo como quiero ser; No puedo alabar y bendecir al Se�or como quisiera; Me temo que no soy una rama fruct�fera cuyas ramas corren sobre el muro �. S�, pero �la ra�z del problema est� en ti? Si es as�, an�mate, tienes motivo de gratitud.

Recuerde que en algunas cosas usted es igual al cristiano m�s grande y maduro. Sois comprados con sangre, oh peque�os santos, como la santa hermandad. Eres tan hijo adoptivo de Dios como cualquier otro cristiano. Est�s verdaderamente justificado, porque tu justificaci�n no es una cuesti�n de grados. Aunque "menos que nada puedo gloriarme, y la vanidad confesar", sin embargo, si la ra�z del asunto est� en m�, me regocijar� en el Se�or y me gloriar� en el Dios de mi salvaci�n.

III. Donde sea que est� la ra�z del asunto, ah� debemos cuidar que lo veamos con ternura y con amor. Si te encuentras con profesores j�venes que tienen la ra�z del asunto en ellos, no empieces a condenarlos por falta de conocimiento. La gente debe comenzar a decir "Dos veces dos son cuatro", antes de que puedan llegar a ser muy eruditos en matem�ticas. Ahora les pregunto, a modo de solemne investigaci�n escrutadora: �Tiene usted la ra�z del asunto? ( CH Spurgeon. )

La sustancia de la verdadera religi�n

Siempre comprender� mejor un pasaje de las Escrituras si presta atenci�n a su conexi�n. Job en el vers�culo que tenemos ante nosotros est� respondiendo a Bildad el suhita. Ahora, este Bildad en dos ocasiones hab�a descrito a Job como un hip�crita, y explicaba su terrible angustia por el hecho de que, aunque los hip�critas pueden florecer por un tiempo, finalmente ser�n destruidos. En los dos amargos discursos que pronunci� describi� al hip�crita bajo la figura de un �rbol que es arrancado de ra�z o muere hasta la ra�z.

La inferencia que quiso hacer fue la siguiente: t�, Job, est�s completamente seco, porque toda tu prosperidad se ha ido y, por lo tanto, debes ser un hip�crita. No, dice Job, no soy un hip�crita. Lo probar� con tus propias palabras, porque la ra�z del asunto todav�a est� en m�, y por lo tanto no soy un hip�crita. Aunque admito que he perdido ramas, hojas, frutos y flores, no he perdido la ra�z del asunto, porque mantengo la fe esencial tan firmemente como siempre; y por lo tanto, seg�n tu propio argumento, no soy un hip�crita, y "Deber�as decir: �Por qu� lo perseguimos, si la ra�z del asunto est� en m�?" Hay algo en la religi�n verdadera que es su ra�z esencial.

I. Nuestro primer pensamiento ser� que esta ra�z del asunto puede estar claramente definida. No nos quedamos a oscuras en cuanto a cu�l es el punto esencial de la verdadera religi�n: puede establecerse con absoluta certeza. Esta es la ra�z del asunto, creer en el Dios encarnado, aceptar Su liderazgo, reclamar Su parentesco y confiar en Su redenci�n. Mire a�n m�s el texto y se dar� cuenta de que la ra�z del asunto es creer que este Pariente, este Redentor, vive. Nunca podr�amos encontrar consuelo o salvaci�n en alguien que hab�a dejado de existir.

II. Este asunto fundamental se describe de la manera m�s instructiva mediante las palabras que tan constantemente he repetido "la ra�z del asunto". �Qu� significa esto?

1. Primero, �no significa eso que es esencial? "La ra�z del asunto". Para un �rbol, la ra�z es absolutamente esencial; es un mero poste o trozo de madera si no tiene ra�z. Puede ser un �rbol de cierto tipo sin ramas, y en ciertas estaciones sin hojas, pero no sin ra�z. As� que, si un hombre tiene fe en el Redentor, aunque est� desprovisto de otras mil cosas m�s necesarias, sin embargo, el punto esencial est� resuelto: el que cree en Cristo Jes�s tiene vida eterna.

2. La ra�z, nuevamente, no es solo lo que es vital para el �rbol, es de la ra�z de donde procede la fuerza vital por la cual el tronco y las ramas se nutren y sostienen. Hay esperanza de que un �rbol, si se corta, vuelva a brotar, al olor del agua reverdecer�; mientras haya ra�z, habr� m�s o menos vitalidad y poder para crecer, por lo que la fe en Cristo es el punto vital de la religi�n; el que cree, vive.

3. Nuevamente, se le llama la �ra�z del asunto� porque comprende todo lo dem�s; porque todo est� en la ra�z. La santidad del cielo est� guardada en la fe de un pecador arrepentido. Mira el bulbo del azafr�n; es una cosa pobre, mezquina y nada prometedora, y sin embargo, envuelta dentro de ese paquete marr�n, hay una copa de oro, que a principios de la primavera se llenar� de sol: no se puede ver ese maravilloso c�liz dentro del bulbo; pero el que lo puso all� sabe d�nde ha escondido Su tesoro.

Las lluvias y el sol desenvolver�n los envoltorios, y saldr� esa copa delicada que se colocar� sobre la gran mesa de la naturaleza de Dios, como un indicio de que la fiesta del verano est� por llegar. La santidad m�s alta en la tierra se esconde dentro de la sencillez de la fe de un pecador.

III. Esta ra�z del asunto puede discernirse personalmente como propiedad de un hombre. Job dice a sus amigos que se burlan de �l: "Deber�as decir: �Por qu� lo perseguimos, si la ra�z del asunto est� en m�?" Note el curioso cambio de pronombres. "Deber�as decir: �Por qu� le perseguimos, si en �l se encuentra la ra�z del asunto?" as� es como las palabras se ejecutar�an naturalmente. Pero Job es tan ferviente para limpiarse de la insinuaci�n de Bildad de que es un hip�crita, que no hablar� de s� mismo en tercera persona, sino que declarar� claramente: �La ra�z del asunto est� en m�.

Job parece decir: �La parte vital del asunto puede estar o no en ti, pero est� en m�, lo s�. Puede que no me crean, pero yo s� que es as�, y les digo a la cara que ning�n argumento suyo puede robarme esta confianza; porque como s� que mi Redentor vive, s� que la ra�z del asunto est� en m� �. Mucha gente cristiana tiene miedo de hablar de esa manera. Dicen: �Humildemente espero que sea as�, y conf�o en que sea as�.

�Eso suena muy bien; pero esta bien �Es as� como los hombres hablan de sus casas y tierras? �Posees un peque�o dominio absoluto? �Te escuch� responder: "Espero humildemente que mi casa y mi jard�n sean m�os"? �Cu�les son, entonces, sus t�tulos de propiedad tan cuestionables que no sabe?

1. Tenga en cuenta que a veces es necesario buscar esta ra�z. Job dice, �la ra�z del asunto est� en m�, como si la hubiera buscado y hubiera descubierto qu� m�s se hab�a escondido. Las ra�ces generalmente se encuentran bajo tierra y fuera de la vista, al igual que nuestra fe en el Redentor. Puedo entender que un cristiano dude de si es salvo o no, pero no puedo entender que sea feliz mientras sigue dudando de ello, ni feliz en absoluto hasta que est� seguro de ello.

2. Y note nuevamente, la ra�z del asunto en Job era algo interno. "La ra�z del asunto se encuentra en m�". �l no dijo: "Yo uso el atuendo exterior de un hombre religioso"; no, pero "la ra�z del asunto est� en m�". Si ustedes, mis oyentes, est�n en posesi�n de la esencia del verdadero cristianismo, no radica en su profesi�n externa. La verdadera piedad no se puede separar del hombre piadoso; se teje en �l tal como un hilo entra en la esencia y sustancia de la tela.

3. Cuando la gracia se encuentra en nosotros, y realmente creemos en nuestro Redentor, debemos confesarlo; porque Job dice: �La ra�z del murmullo se encuentra en m�. Yo s� que mi Redentor vive �. �No hay algunos entre ustedes que nunca hayan dicho tanto como eso?

4. El hecho de que tengamos la ra�z del asunto en nosotros ser� un gran consuelo para nosotros. �Ay�, dice Job, �mi siervo no vendr� cuando lo llame, mi esposa me es extra�a, mis parientes me fallan, pero s� que mi Redentor vive. Bildad y Zofar, y otros de ellos, todos me condenan, pero mi conciencia me absuelve, porque s� que la ra�z del asunto est� en m� �. Los cr�ticos pueden encontrar fallas en nuestra experiencia, y pueden llamar a nuestras fervientes declaraciones despotricar, pero esto no afectar� la verdad de nuestra conversi�n, o la aceptaci�n de nuestro testimonio de Jes�s.

Si el pajarito dentro de nuestro pecho canta dulcemente, es de poca importancia si todos los b�hos del mundo nos ululan. Hay m�s consuelo real en la posesi�n de una fe simple que en la persuasi�n cari�osa de que est�s en un estado de gracia elevado.

5. Este hecho tambi�n ser� su defensa contra los oponentes. Por tanto, puedes responderles a la manera de Job: �No debes condenarme; porque, aunque no soy lo que deber�a ser, ni lo que quiero ser, ni lo que ser�, la ra�z del asunto se encuentra en m�. Por tanto, s� amable conmigo ". Si nuestros amigos son sinceros en su apego al Redentor, trat�moslos como nuestros hermanos en Cristo.

IV. Esta ra�z del asunto debe ser respetada con ternura por todos los que la vean. "Deber�as decir: �Por qu� le perseguimos, si la ra�z del asunto est� en m�?"

1. � Qu� reprimenda es esta a las persecuciones que han llevado a cabo los cristianos nominales entre s�, secta contra secta! �C�mo pueden desgarrarse y devorarse unos a otros los que conf�an en el mismo Salvador? Si creo y apoyo mi alma en la �nica salvaci�n que Dios ha provisto en Cristo Jes�s, ten caridad para conmigo, porque esta roca nos llevar� a ti y a m�. Esto deber�a poner fin a todas las persecuciones religiosas.

2. Pero a continuaci�n deber�a ser el fin de todas las denuncias poco generosas. Si s� que un hombre realmente cree en Jesucristo, es posible que no lo trate como a un enemigo.

3. M�s all� de esto, la pregunta es: "�Por qu� lo perseguimos?" Podemos hacerlo mediante una fr�a desconfianza. No nos dejemos apartarnos en santo aislamiento de cualquiera que tenga la ra�z del asunto en ellos. �Por qu� debemos perseguir a tales? ( CH Spurgeon. )

Las ra�ces dan fijeza

Una ra�z es algo que repara. Las plantas sin ra�ces pueden arrojarse sobre la pared; pueden pasarse de mano en mano; pero una ra�z es una cosa reparadora. Con qu� firmeza est�n los robles enraizados en la tierra. Puede pensar en esos viejos robles del parque; siempre tan lejos has visto las ra�ces salir de la tierra, y luego vuelven a entrar, y has dicho: "�Por qu� yo a qu� pertenecen estas fibras gruesas?" Seguramente pertenecen a uno de esos viejos robles tan lejanos.

Hab�an enviado esa ra�z all� para conseguir un buen agarre, de modo que cuando el viento de marzo atraviese el bosque y otros �rboles sean arrancados, abetos, tal vez �rboles que han perdido su fuerza en la copa, mientras que tienen muy poco agarre. en el fondo, los viejos robles se inclinan ante la tempestad, hacen una reverencia a la tormenta, y enseguida vuelven a levantar sus ramas con serena dignidad; no se pueden derribar. Ahora bien, si tienes la ra�z del asunto, est�s fijo, est�s fijo a Dios, fijo a Cristo, fijo a las cosas Divinas. ( CH Spurgeon. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Job 19". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/job-19.html. 1905-1909. Nueva York.