Bible Commentaries
Job 21

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-34

Pero Job respondi� y dijo.

Tercera respuesta de Job

Hay m�s l�gica y menos pasi�n en este discurso que en cualquiera de los discursos anteriores de Job. Sinti� que se opon�an al dogma de los amigos:

I. A su conciencia de rectitud. Si su dogma era cierto, �l deb�a ser un pecador por encima de todos los dem�s, porque sus sufrimientos eran del car�cter m�s agravado. Pero sab�a que no era un gran pecador.

1. Esta conciencia lo inst� a hablar.

2. Le dio confianza para hablar.

3. Lo inspir� con solemnidad religiosa. Los caminos providenciales de Dios con el hombre son a menudo terriblemente misteriosos. Bajo estos misteriosos eventos, el silencio solemne en lugar de la controversia es lo que m�s nos conviene.

II. A su observaci�n de los hechos.

1. Vio a hombres malvados a su alrededor. Se�ala su hostilidad hacia Dios y su devoci�n a s� mismos.

2. Vio a hombres tan malvados muy pr�speros. Prosperan en sus personas, sus propiedades y su posteridad.

3. Vio a hombres malvados felices viviendo y muriendo. Job declara estas cosas como una refutaci�n del dogma que sus amigos sosten�an e instaban contra �l.

III. Seg�n su conocimiento hist�rico. Se refiere al testimonio de otros hombres.

1. Observaron, como yo lo he hecho, que los malvados a menudo est�n protegidos en calamidades comunes.

2. Que pocos, si alguno, se encuentran para castigar a los malvados en el poder.

3. Que el malvado vaya a la tumba con tanta paz y honor como los dem�s hombres.

IV. A su teor�a de la providencia. Aunque nada aqu� expresa la creencia de Job en un estado de retribuci�n m�s all� de la tumba, creemos que est� impl�cito. No veo c�mo puede haber una religi�n real, que es el amor supremo al Autor de nuestro ser, donde no hay una fe bien establecida en un estado futuro. Conclusi�n. El sistema de Dios de gobernar la raza ha sido el mismo desde el principio. �l nunca ha tratado con la humanidad aqu� sobre la base del car�cter.

Es cierto que hay destellos ocasionales de retribuci�n divina que revelan distinciones morales y requieren conducta moral; pero son s�lo ocasionales, limitados y prof�ticos. No ser�a posible tener un argumento m�s fuerte para un estado futuro de retribuci�n plena y adecuada, que el que proporciona el sistema de gobierno de Dios para el mundo. ( Homilista. )

Versículo 7

�Por qu� viven los malvados?

Raz�n de la existencia de los malvados en la tierra.

I. Como testigos para dar fe.

1. La cantidad de libertad con la que est� dotado el hombre. Cu�n libre es el hombre comparado con todo lo que le rodea.

2. La maravillosa paciencia de Dios.

3. La existencia de un elemento extraordinario en el gobierno Divino de este mundo. Sabemos que en el cielo los seres viven y son felices porque son santos; se nos ense�a que en el infierno hay una miseria inexpresable porque hay un pecado tan terrible. Pero aqu� hay hombres que viven a menudo hasta una buena vejez, que a menudo poseen todo lo que pueden desear de consuelo terrenal, y sin embargo se rebelan contra Dios, sin arrepentimiento, sin fe, sin amor, y nos preguntamos por qu� este mundo es, por lo tanto, una excepci�n.

La Tierra est� bajo un gobierno mediador. Este gran misterio del sufrimiento de Cristo por el hombre, y la prolongaci�n de su probaci�n, solo puede explicar el otro gran misterio, que a los hombres de esp�ritu degradado y vida imp�a se les permite vivir aqu� en lugar de ser desterrados al infierno.

II. Como instrumentos de disciplina.

1. Al llamar la resistencia. �Bienaventurado el hombre que soporta la tentaci�n; cuando sea probado, recibir� la corona de la vida �. Los malvados son a menudo como el cincel con el que Dios esculpe el car�cter del hombre bueno, el fuego con el que se purifica.

2. Llamando a la benevolencia del cristiano. Nuestra compasi�n, oraciones, autosacrificio, trabajo, todos son provocados por la existencia de los malvados.

III. Como balizas para advertir.

1. En cuanto al progreso del pecado.

2. En cuanto a los efectos del pecado.

IV. Como criminales a reformar. Este es el gran final de su prolongada vida. El mundo es un gran reformatorio. ( Urijah R. Thomas. )

�Por qu� la vida?

? -

1. Que tengan la oportunidad de reconciliarse con Dios.

2. Que sean instrumentos de bien para los dem�s.

3. Que puedan mostrar la longanimidad y la paciencia de Dios.

4. Que puedan proporcionar un argumento para un futuro estado de retribuci�n.

5. Que puedan demostrar la equidad de su propia condenaci�n eterna. ( G. Brooks. )

�Por qu� viven los malvados?

Acumulan fortunas que ensombrecen la tierra, y confunden todas las tablas de seguros de vida sobre el tema de la longevidad, algunos de ellos octogenarios moribundos, o tal vez nonagenarios, o posiblemente centenarios. Acab en el palacio y El�as en el desv�n. Herodes inmundo en el trono, y Pablo, los consagrados, retorc�an sogas para hacer tiendas. Manas�s, el peor de todos los reyes de Jud�, vive m�s tiempo.

Si bien la regla general es que los malvados no viven la mitad de sus d�as, hay casos en los que viven hasta una edad avanzada en para�sos de belleza y lujo, con todo un colegio de m�dicos gastando su habilidad en el intento de una mayor prolongaci�n, y luego tener un funeral con ata�d bajo monta�as de alcatraces y una procesi�n con todos los mejores carruajes de la ciudad brillando y tintineando en el tono, llevando el pobre gusano del polvo a su agujero en el suelo con una pompa que podr�a hacer que el paso esp�ritu de alg�n otro mundo piensa que el arc�ngel Miguel estaba muerto.

Sube entre las grandes residencias de nuestras ciudades y lee las placas de las puertas y observa cu�ntas de ellas tienen nombres de hombres poderosos por la iniquidad comercial o social, vampiros del siglo, Gorgonas de las edades. Cada rueda de su carruaje es un Juggernaut mojado con la sangre de los sacrificados a su avaricia y malvado designio. Hombres que son como Cal�gula, que deseaba que todas las personas estuvieran en un solo cuello para poder cort�rselo de un solo golpe.

�Oh, los muertos! los muertos! qu� procesi�n de libertinos, de usureros, de infames charlatanes, de charlatanes legales, de monstruos que acaparan el mundo. �Qu� ap�stoles del despojo! �Qu� demonios encarnan a miles de hombres que han concentrado todas sus energ�as de cuerpo, mente y alma en un esfuerzo prolongado, siempre intensificado e implacable para sacrificar, destruir y consumir el mundo! No te culpo por hacer la pregunta temblorosa, palpitante, ardiente, resonante y espantosa del texto: "�Por qu� viven los malvados?" ( T. De Witt Talmage. )

Versículo 13

Y en un momento baja a la tumba.

Cosas supeditadas a un momento

Todo lo que comienza, comienza en un momento, y lo que termina, termina en un momento. Los pensamientos y prop�sitos se forman en un momento, los planes contemplados durante a�os se deciden en un momento, instant�neamente. En tan poco tiempo todo cobra vida y expira. En un momento plantamos una semilla que tarda siglos en crecer, pero que, en un momento, la tormenta puede arrojar al suelo. El rayo puede, en un momento, hacer estallar el trabajo de mil a�os.

El car�cter de un hombre puede arruinarse en un momento. En poco tiempo comienza a bajar. Romper la ley de la gravitaci�n y la creaci�n se estrellar�a. Job est� moralizando as� con sus amigos, y le parece extra�o que un evento les ocurra a los justos y a los malvados. Es un texto r�pido y tiene una terminaci�n repentina.

1. La vida es una cosa muy peque�a. Puede aplastarse como aplastar�amos una c�scara de huevo. No hace falta una hora para dar el golpe que lo har� temblar. De hecho, lo maravilloso es que con una cosa tan peque�a vivamos, porque la muerte acecha a nuestro alrededor: las fuerzas destructivas son tan densas que parece como si la tierra no estuviera hecha de otra cosa. La pestilencia suena a la puerta de nadie para anunciar su llegada, pero llega de repente y arrastra a cientos de hombres a la tumba. Estamos al borde de la tumba todos los d�as.

2. Algunos hombres piensan que la muerte est� muy lejos cuando el precipicio est� justo a su lado, y es probable que caigan en �l en cualquier momento. Los j�venes no est�n m�s libres de los enemigos de la destrucci�n que sus padres. Lo grande y lo peque�o, lo bueno y lo malo, desaparecen en un momento. �Qu� nos rescatar� del dominio de la muerte? Mois�s en la cima de Pisgah podr�a alegar que solo ten�a 120 a�os, que sus ojos no estaban nublados, que deseaba mucho entrar en la tierra prometida, pero la s�plica era demasiado d�bil, y lo acost� all� en la cima del monte. .

El hombre de negocios puede alegar que es joven y saludable, y que sus planes a�n no se han cumplido; pero la muerte es inexorable, y �l inclina la cabeza y abandona el esp�ritu. Carlos I y Mar�a Antonieta podr�an alegar su sangre real, o la voluntad popular en su exaltaci�n, pero el hacha del verdugo les cort� la cabeza y sus excusas en un momento. La muerte no se preocupa por ninguna de estas cosas.

3. Cu�n repentinamente, tambi�n, vuelan sus flechas. Como aquella noche en Egipto, cuando de repente a la medianoche se vio en la oscuridad el brillo de la espada del �ngel destructor, y, en un momento, el primog�nito de toda esa tierra pas� de la vida a la muerte. El hijo del rey y el cautivo encadenado yacen uno al lado del otro en el abrazo de la muerte, y un reino est� llorando. Qu� repentina la salida de Dickens, Thackeray y otros se apresur� a marcharse antes de que se escribiera el �ltimo cap�tulo y se secara la �ltima p�gina.

Y a veces la muerte agrava su trabajo, y lleva a miles al campo de batalla, y los corta y desgarra; o, en el vapor, quema y escalda la carne de sus huesos. Aprenda de las fuerzas destructivas que est�n cerca para no tentar a la Providencia con descuido y negligencia. Mucho se atribuye a la Providencia, que debemos atribuir a nosotros mismos. �Y estemos siempre listos, ya que s�lo un paso entre nosotros y la tumba! ( Anon. )

Versículo 14

Apartaos de nosotros; porque no deseamos el conocimiento de tus caminos.

Las riquezas de la gracia

Job muestra que los hombres inicuos pueden prosperar en vida y salud (vers�culo 7); en su multitud de hijos (vers�culo 8); en tranquilidad y seguridad (vers�culo 9); en el �xito y aumento de su sustancia (vers�culo 10); en riqueza, seguridad y placer (vers�culos 11, 12, 13). Job establece dos cosas: su pecado, en el texto; su castigo, en el vers�culo 13. El texto contiene tres cosas: el desprecio de la gracia por los hombres inicuos.

Su desprecio por los medios de gracia. La blasfemia de sus vidas. Del primero de ellos, - el desprecio de la gracia por parte del imp�o, observe esta doctrina: - Que el imp�o ni siquiera desea la gracia salvadora. Un verdadero deseo de gracia es un apetito sobrenatural por la gracia que no se tiene por su bondad. Cuatro cosas en este apetito:

1. Es un apetito del alma por la gracia, cuando el coraz�n incluso se sale de s� mismo para alcanzar la gracia. Un apetito hambriento significa un hambre no fingida, que es insoportable sin carne, de modo que quien verdaderamente desea la gracia no puede estar sin gracia: nada puede satisfacerlo sino la carne, aunque ten�a todas las riquezas del mundo. El hambre es irremediable, as� que quien verdaderamente desea la gracia no deja a Dios solo, sino que la pide y la llora. Y el hambre es humilde, no es elecci�n en su carne, se contentar� con cualquier cosa.

2. Es un apetito sobrenatural, que se distingue del que tienen los hombres naturales y, sin embargo, odian la gracia.

3. Es un apetito o deseo por la gracia que no se ha tenido. Ning�n deseo es deseo en verdad, sino deseo verdadero; porque la gracia est� por encima del alcance de la naturaleza; porque la gracia es contraria a la naturaleza; porque la gracia es un infierno para el hombre natural. El primer paso hacia la gracia es ver que no tenemos gracia. La gracia que desean los imp�os no es la verdadera gracia. Tus manos y tu coraz�n est�n llenos de corrupci�n, de modo que aunque la gracia est� a tus pies, no la puedas recibir, a menos que vac�es tus manos y tu coraz�n.

Por tanto, si hay alguna lujuria, aunque nunca tan querida, alg�n pecado en el pecho, del cual no te separar�s; es una se�al evidente de que no tienes un verdadero deseo de la gracia. Es un deseo vehemente, si es cierto; un deseo tibio no es un deseo verdadero. Aunque el deleite sea un efecto del verdadero deseo, sin embargo, tambi�n es un signo de gracia, porque la gracia in potentia est� en la ordenanza de Dios. Por tanto, el hombre que desea la gracia, se deleitar� en las ordenanzas de la gracia.

Cuantas m�s demoras, mayor se vuelve el deseo; Los retrasos son como el costo del petr�leo en el fuego, lo que hace que la llama sea mayor. Si tus deseos son verdaderos, has obtenido alguna gracia; exam�nate, pues, a ti mismo. Aquellos que verdaderamente desean la gracia, desean los medios de la gracia. Los hombres que deseen una cosecha de ma�z, tendr�n que pagar el costo, las cargas y los dolores de arar, desgarrar y sembrar su tierra. �C�mo conseguiremos que nuestros corazones deseen verdaderamente la gracia?

1. Aprenda a conocerlo. La gracia es algo tan admirable, que si los hombres lo supieran, no podr�an apostar a desearlo. El sabor de la gracia es dulce y delicado, que si pudi�ramos saborearlo una vez, nuestros corazones siempre se llorar�an por �l, y tendr�amos poca lujuria por el mal contrario. Si deseas la gracia, entonces purga de tu alma los malos humores del pecado. Miedo de ofender a Dios, porque el temor del mal es el deseo del bien.

El deseo de los justos es solo bueno; desea que Dios, y Cristo, y el amor eterno de Dios en Cristo se le manifiesten, y en eso descansa; pero la esperanza de los imp�os es la indignaci�n, �l solo desea el yo vil del mundo; pero la ira del cielo est� con eso, y �l lamentar� su propia alma, porque por tales cosas viles debe rechazar el bien eterno, y descuidarlo. En Dios todo est� bien. Dios es tan bueno que sin �l nada es bueno. ( William Penner, BD )

La oraci�n del pecador

I. Esta oraci�n nos revela la terrible condici�n del coraz�n humano. M�s bajo que esto, ni el hombre ni el demonio pueden hundirse, porque �qu� es sino decir: "Maldad sea mi bien, las tinieblas sean mi luz"? Aqu� tenemos el cl�max de la audacia criminal. El cl�max del autoenga�o. Y el cl�max de la ingratitud.

II. Esta oraci�n nos muestra la cercan�a de Dios al hombre. La dificultad no es que el hombre encuentre a Dios, sino evitar encontrarlo. En esta oraci�n subyace una profunda conciencia de la presencia divina. El pecador enga�a que Dios est� cerca, pero estar�a completamente sin �l, si pudiera.

III. Esta oraci�n expresa la convicci�n de los hombres de que las demandas del Se�or sobre ellos se basan en la raz�n y la verdad. Dios los invita a razonar con �l, a considerar sus caminos, a determinar el car�cter de sus mandamientos. No desean el conocimiento de los caminos de Dios. Es esta renuencia a prestar atenci�n al Evangelio, esta indisposici�n a pensar en las cosas eternas, lo que endurece a los hombres en su pecado y necedad, y asegura su destrucci�n.

IV. Esta oraci�n nos presenta el gran contraste que existe entre los convertidos y los inconversos. Aquellos que no est�n convertidos, oren en su coraz�n y en sus vidas para que el Se�or se aparte de ellos. Los convertidos tienen sed de Dios como el ciervo suspira por las corrientes de agua.

V. Esta oraci�n ilustra la gran paciencia de Dios. El mismo hecho de que los hombres ofrezcan esta oraci�n y a�n vivan, muestra la paciencia y la compasi�n del Se�or de la manera m�s sorprendente.

VI. La respuesta a esta oraci�n conlleva las m�s graves consecuencias para quienes la ofrecen. Si perseveras, la respuesta vendr�. Hay un l�mite m�s all� del cual los hombres no pueden pasar impunemente. Es una cosa terrible ser dejado solo por Dios, ser permitido pecar sin freno y beber iniquidad como agua. Este es el resultado de la respuesta a la oraci�n. ( HB Ingrain. )

El lenguaje de la impiedad

Cuanto m�s hace Dios por los hombres malvados, m�s afectados est�n por �l.

I. Observe el lenguaje de la prosperidad impenitente.

1. "Ellos dicen". No solo lo conciben en sus pensamientos, sino que lo expresan con palabras. Las personas est�n perdidas ante todo temor y verg�enza cuando, en lugar de reprimir, o incluso ocultar sus pensamientos pecaminosos, pueden publicarlos en el extranjero y dejar que el mundo conozca su fuerte propensi�n al mal.

2. "Ellos dicen a Dios". Hablar con el Se�or es un gran privilegio, y hacerlo con humildad, reverencia y deleite es un deber importante. Qu� opuesto es el lenguaje que estamos contemplando. �Cu�n lleno de irreverencia y atrevida impiedad!

3. "Apartaos de nosotros". La presencia divina es sumamente deseable para un buen hombre, y no puede ser feliz sin ella; pero es muy diferente con el coraz�n carnal.

4. Dicen imp�amente: "No deseamos el conocimiento de tus caminos". Los pecadores no solo son ignorantes, sino que est�n dispuestos a seguir si�ndolo. No les gusta la forma en que Dios camina. Y son igualmente contrarios a la forma en que Dios ha dirigido a sus criaturas a caminar, el camino de la santidad y la felicidad, la humildad y la abnegaci�n, la fe y el amor y la obediencia evang�lica.

II. Las fuentes de esta impiedad. No se puede dar raz�n alguna para algo tan irrazonable en s� mismo.

1. Esta ignorancia procede del orgullo.

2. Del ate�smo pr�ctico.

3. Del odio y la aversi�n.

4. Del miedo y el pavor servil.

5. Hay una total contradicci�n de la naturaleza que hace que el pecador se oponga a Dios y al conocimiento de sus caminos. Reflexiones

(1) Sin considerar la depravaci�n de la naturaleza humana, nada podr�a parecer m�s inexplicable, porque nada puede ser m�s irracional, que el hombre debe sentir aversi�n a Dios y al conocimiento de sus caminos.

(2) Si alguno se atreve a decirle a Dios: �Ap�rtate de nosotros; no deseamos el conocimiento de tus caminos �, que se estremezca ante las consecuencias. Si Dios le toma la palabra, se entregar� a la dureza de coraz�n. ( B. Beddome, MA )

Dios repudi�

I. Dios ofrece instruir y guiar a los hombres en el conocimiento de sus caminos. Los imp�os no podr�an decirle a Dios: Vete, a menos que �l se acerque a ellos. Ninguna verdad es m�s clara que el hecho de que nuestro Se�or realmente desea instruir a los hombres en Sus caminos para bendecirlos con Su favor. En la Biblia, Dios ha revelado los m�todos por los cuales podemos aprender Su voluntad, obtener Su gracia y ser salvos; y esta Palabra, con todas sus ofertas invaluables, su providencia la ha puesto en nuestras manos.

En todas las capacidades del pensamiento humano puede haber una idea m�s maravillosa, m�s vasta que �sta: �el soberano absoluto y omnipotente, en lugar de someter a los sujetos rebeldes con el poder, buscando perseverantemente ganarlos por el amor!

II. Algunos rechazan estas bonitas ofertas. La respuesta pr�ctica de cada alma no regenerada, familiarizada con el Evangelio, a estas ofertas de Dios, es "Ap�rtate de m�". Esta es la expresi�n virtual, no solo de los derrochadores y profanos, sino de todos los que pr�cticamente repudian la ley del Se�or como regla de sus vidas. Todo pecador hace de la gratificaci�n de sus propias propensiones y deseos, no de la voluntad del Se�or, la regla de su vida. Incluso lo que hace que es correcto y bueno, lo hace porque elige, no porque Dios lo requiera.

III. La extra�a raz�n del pecador para su rechazo a Dios. "No deseamos". Sin embargo, el intelecto humano anhela el conocimiento. Los hombres quieren saber qu� pueden ense�ar la historia, la literatura, la filosof�a y la ciencia. Pero de los caminos del gran Dios, que hizo y gobierna todas las cosas, no desean saberlo. Vea algunas de las causas de esta irracional aversi�n.

1. El modo de adquirir conocimiento de Dios es demasiado humillante para la voluntad humana depravada.

2. Una incredulidad sutil, apenas reconocida, en la inspiraci�n y autoridad de la Biblia.

3. La raz�n suprema es el amor al pecado,

4. Otros no desean ahora un conocimiento de los caminos de Dios. Todav�a no, pero en alguna temporada futura conveniente esperan aprender m�s sobre este asunto. ( JL Burrows, DD )

Versículo 15

�Qu� provecho obtendr�amos si le oramos?

La rentabilidad de la religi�n

Primero perm�tanme exponer la doctrina de que ning�n hombre puede sostener la visi�n cristiana de la personalidad y el dominio de Dios sin que toda su naturaleza intelectual sea ennoblecida. Ya no mira las cosas superficialmente; ve m�s all� de la nube gris y fr�a que limita la visi�n de los hombres que no tienen a Dios; toda la esfera de su vida intelectual recibe la luz de otro mundo. �La diferencia entre su estado anterior y su condici�n actual, es la diferencia entre la tierra a la medianoche y la tierra en el resplandor y la esperanza de una ma�ana de verano! Esta no es una mera declaraci�n.

Es una declaraci�n basada en la experiencia m�s distintiva y feliz de nuestras propias vidas, y tambi�n basada en los primeros principios del sentido com�n. Cuanto m�s finas y claras sean nuestras concepciones de la idea Divina, m�s noble y m�s fuerte debe ser nuestra capacidad y capacidad intelectual. Cuando la idea misma de Dios entra en el curso del pensamiento del hombre, la calidad de su pensamiento cambia; su perspectiva de la vida se ensancha y se ilumina; su tono se somete a la veneraci�n y su curiosidad se castiga en la adoraci�n.

Intelectualmente, la idea de Dios es una gran idea. Entra en la mente, como la luz del sol asustar�a a un hombre que anda a tientas por un camino que se eleva sobre los abismos en medio de una penumbra sin estrellas. La idea de "Dios" no puede entrar en la mente y mezclarse silenciosamente con el pensamiento com�n. Dondequiera que vaya esa idea, lleva consigo revoluci�n, elevaci�n, supremac�a. Me refiero, por favor, a observar, no a un fr�o asentimiento intelectual a la sugerencia de que Dios es, sino a una fe sincera y reverente en su ser y gobierno.

Tal fe nunca abandona la mente como la encontr�. Convierte el intelecto en un templo; establece dentro de la mente un nuevo est�ndar de medida y valoraci�n; y las luces menores palidecen por la intensidad de su brillo. �Es esta mera declaraci�n? Es una declaraci�n; pero es el enunciado de la experiencia; es la expresi�n de lo que nosotros mismos sabemos; porque al compararnos con nosotros mismos somos conscientes de que hemos conocido y amado al Dios de nuestro Se�or Jesucristo, y que desde que lo hicimos, nuestra vida intelectual ha brotado del polvo y se ha refrescado en fuentes a las que s�lo pueden acceder aquellos. que viven en Dios.

�sta, entonces, es la primera posici�n que presento para su pensamiento y consideraci�n, a saber: que ning�n hombre puede abrigar con reverencia y confiar en la idea de que Dios es, sin que toda su naturaleza intelectual sea elevada a un plano m�s alto del que ocupaba. antes de; sin que su mente reciba un gran acceso de luz y vigor. �Me dice que conoce a algunos hombres que profesan creer en Dios, y que creen sinceramente en Su existencia y Su gobierno, y sin embargo son hombres sin amplitud intelectual, sin especialidad en el camino de la cultura intelectual y la nobleza? Te escucho; S� lo que dices y lo creo.

Pero, �me dir�s qu� habr�an sido esos hombres, peque�os como son ahora, de no ser por la religi�n que hay en ellos? S� que en la actualidad son muy diminutos, intelectualmente hablando, extremadamente peque�os y microsc�picos. Pero, �qu� habr�an sido si la idea de la existencia y el gobierno de Dios nunca hubiera tomado posesi�n de su naturaleza intelectual? Adem�s de eso, est�n en la l�nea de progreso. Hay en ellos un germen que puede desarrollarse, que puede, mediante una cultura diligente, un cuidado reverente, convertirse en la influencia suprema en sus vidas mentales.

Por favor, recuerde tales modificaciones cuando est� dispuesto a burlarse de los hombres que, aunque tienen un Dios en su fe y en su coraz�n, a�n no se distinguen por una fuerza intelectual especial. Usted me dice que conoce a algunos hombres que nunca mencionan el nombre de Dios y que, por lo tanto, parecen no tener religi�n alguna; que son hombres de muy brillante poder intelectual, muy f�rtiles en recursos intelectuales, y que en conjunto se han distinguido en el imperio de la Mente.

Yo lo creo. Pero, �podr�a decirme qu� podr�an haber sido estos hombres si hubieran a�adido a la grandeza intelectual un esp�ritu de reverencia y adoraci�n? �Seguramente puede decirme que esos hombres no habr�an sido m�s grandes si hubieran sabido lo que es adorar al �nico Dios vivo y verdadero? No solo hay un ennoblecimiento de la naturaleza de un hombre, como un todo, por su aceptaci�n de la idea cristiana de Dios, hay m�s.

Eso en s� mismo es una ventaja inexpresable; pero hay un beneficio a�n mayor, en la medida en que hay una limpieza y purificaci�n vital del ser moral del hombre. Que el hombre reciba la idea cristiana de Dios, que crea plenamente en Dios, tal como lo revel� el Se�or Jesucristo, y que se d� una nueva sensibilidad a su conciencia; ya no se pierde en los laberintos de una casu�stica astuta; va directamente a la norma absoluta y final de justicia; todas las relaciones morales se simplifican; el deber moral se vuelve transparente ;. sabe lo que es correcto y lo hace; conoce el mal de lejos y lo evita. ( Joseph Parker. )

Oraci�n provechosa

Al observar el contexto, ver� de inmediato con qu� esp�ritu se formula esta pregunta. Job pone las palabras en boca de hombres imp�os, cuya prosperidad no pod�a entender, "�Por qu�," pregunta, "�viven los imp�os, envejecen, s�, se vuelven poderosos?" Al describir su condici�n externa, dice: �Su semilla est� establecida� (vers�culos 8-13). Pero bendiciones como estas, en lugar de evocar una acci�n de gracias como "Bendice, alma m�a, al Se�or, y no olvides todos sus beneficios", haz que se olviden de �l, incluso que lo desaf�en.

Es un utilitarismo extremo y ofensivo el que impulsa la indagaci�n, y en estos d�as si pudiera demostrarse con una demostraci�n matem�tica que rezar siempre produce ventaja material, si la prosperidad y la oraci�n estuvieran asociadas invariablemente, como afortunadamente no lo est�n, el n�mero de rodillas. inclinados en la adoraci�n exterior aumentar�a indefinidamente, y para toda apariencia exterior deber�amos convertirnos en una naci�n de oraci�n.

Pero las perplejidades se acumulan en torno al tema de la oraci�n a hombres de un tipo mucho m�s noble que los contemplados en las palabras que tenemos ante nosotros. La uniformidad de la as� llamada naturaleza, la ausencia de cualquier expresi�n de simpat�a visible para el ojo humano, o audible para el o�do humano, ya sea de la naturaleza o del Dios de la naturaleza, en momentos en que estamos desmayados por el miedo o abrumados por la ansiedad; la inmutabilidad de Dios, incluso la sublime verdad de la realidad de la Paternidad Divina llevan a algunos a pensar: �Bueno, si Dios es en realidad mi Padre, seguramente har� lo mejor posible por m�, ya sea que le ore o si no lo hago ". Intentemos, pues, llevar la cuesti�n de nuestro texto a una atm�sfera m�s elevada y m�s pura que la que, como lo pide una prosperidad material y atea, lo rodea.

I. Ahora, para dar alguna respuesta a la pregunta, debemos poder decir a qui�n oramos, y debemos tener una idea clara de lo que entendemos por oraci�n. Abordemos primero estas preguntas. Cuando hablamos de oraci�n, �a qui�n rezamos? Ahora bien, es evidente que la oraci�n s�lo puede dirigirse a un Ser personal. Si decidimos a Dios en un destino inexorable, de cuya implacable garra es imposible escapar, entonces la cuesti�n de nuestro texto no tiene sentido.

El destino implica un destino inevitable que de ninguna manera se puede alterar. O si convertimos a Dios en una mera fuerza, energ�a o tendencia, que trabaja mec�nica y ciegamente sin pensamiento, sentimiento o voluntad, la pregunta tampoco tiene sentido. Es simplemente un absurdo rezarle a una fuerza, una energ�a o una tendencia. O si Dios es un Dios desconocido, de quien y de cuyo car�cter no podemos hablar con certeza, entonces en ning�n sentido cristiano completo de la palabra podemos orarle.

O, si mientras le atribuimos atributos tales como la omnipotencia y la omnisciencia, pensamos en �l como muy alejado de este mundo, habiendo delegado sus asuntos a ciertas fuerzas que, completamente aparte de �l, act�an de acuerdo con ciertas leyes, como decimos, leyes. que �l ha establecido, pero con el que no tiene m�s conexi�n, entonces es simplemente absurdo orar. O si pensamos en �l como obrando arbitrariamente Su propia voluntad, que no tiene nada que ver con el bienestar de Sus criaturas, es manifiestamente absurdo orar.

Ahora todos admitir�n que tales concepciones, tan corrientes entre nosotros, son tan contrarias como pueden ser a lo que Jes�s nos ense�� sobre Dios. Pero si bien podemos rechazarlos, �nuestra concepci�n de Dios se eleva al nivel de lo que Jes�s nos ense��? Para muchos el pensamiento central sobre Dios es el que subyace a la expresi�n, para muchos quiz�s el m�s com�n de todos, y esa comuni�n a la que debemos, quiz�s, m�s a la influencia del Libro de Oraciones que a cualquier otra causa, la expresi�n � Dios Todopoderoso.

�Un poder que no puede ser limitado, una presi�n de la que no hay escapatoria, una naturaleza que no conoce cambios, son los elementos principales de la concepci�n que muchos tienen sobre Dios. Pero tales atributos f�sicos no constituyen una base suficiente para la oraci�n. Pueden existir, en gran medida, en combinaci�n con otros atributos que hacen que la oraci�n sea un absurdo. E incluso si agregamos atributos intelectuales, como el conocimiento infinito, una sabidur�a que no puede errar en pensamiento o en hechos, estamos lejos de haber alcanzado la concepci�n central de Dios tal como Jes�s nos lo revel�.

Su objetivo declarado al venir al mundo es, como �l nos asegur� repetidamente, revelar a Dios, seguramente el hecho es lleno de significado de que �l nunca enfatiz� estos atributos, que ponemos en primer plano, atributos tales como el infinito, la inmutabilidad, la eternidad, omnipotencia, etc. La gran pregunta es: �Qui�n es Aquel a quien pertenecen tales atributos? Hablar de Dios como el Todopoderoso, el Eterno, el Inmutable, al preguntar qui�n es Dios, es tan exacto y lleno de significado como si al definir la rosa, tuvi�ramos que hablar de ella como "el dulce" o "el rojo.

�Queremos saber qui�n es el infinito, qui�n es eterno, qui�n es omnisciente, qui�n es inmutable. Y esta es la pregunta a la que responde Cristo. Nos revela la naturaleza de Dios, no simplemente sus atributos. Nos dice qui�n es todopoderoso, qui�n es inmutable, etc. Y no hay duda alguna en lo que ense��. La paternidad no es un mero atributo de Dios.

Padre es la �nica palabra que establece Su naturaleza; Aquel de quien se afirman todos estos atributos es el Padre justo, el Santo Padre, el Padre ideal. Es el Padre, entonces, quien est� al tim�n del universo, sobre todos y en todos, constre�ido en todo lo que �l hace sin ninguna ley, excepto la ley de Su santa voluntad. Es �l para quien el bienestar de todos, sin excepci�n, es indescriptiblemente querido, m�s querido que el bienestar de su amado hijo para usted.

II. Pregunt�monos ahora qu� queremos decir con oraci�n. Usado en un sentido general y menos exacto, a menudo incluye todo lo que se comprende en la comuni�n con Dios: adoraci�n, confesi�n, acci�n de gracias, intercesi�n. En su sentido m�s estricto y exacto, significa simplemente pedir, como cuando nuestro Se�or dijo: "Pide y recibir�s". La mejor definici�n que he visto de oraci�n es la del difunto TH Green, de Oxford, cuando dice: "La oraci�n es un deseo referido a Dios". Ahora, evidentemente, lo que le pedimos a Dios debe ser regulado en gran medida por lo que pensamos de �l.

Y si oramos al Dios y Padre de nuestro Se�or y Salvador Jesucristo, hay ciertos pensamientos acerca de �l que nunca estar�n ausentes cuando le pedimos algo. La primera es que el Padre puede conceder todo lo que le pidamos. Este es el verdadero lugar para la omnipotencia. Su poder no est� limitado por ning�n l�mite, excepto s�lo aquellos de imposibilidades f�sicas o morales. No hay l�mites de fuerza, porque no hay fuerza en la que �l no est�.

La fuerza es simplemente el modo de Su obra. Ninguna ley lo limita, porque la ley es simplemente un t�rmino que usamos para expresar lo que hemos aprendido en el modo aparentemente inviolable de Su acci�n. No hay entidad, ning�n ser con la naturaleza que est� fuera de �l y que lo controle en alguna medida. Aparte de lo que es f�sica y moralmente imposible, Dios puede hacer todo. No es nada incre�ble que �l resucite a los muertos.

No hay enfermedad que �l no pueda curar. No hay calamidad que �l no pueda evitar. "�l es capaz de hacer todas las cosas mucho m�s abundantemente de lo que podemos pedir o pensar". Una vez m�s, no hay l�mite en el lado de la voluntad de Dios de darnos lo que deseamos tener. Esto es simplemente un axioma si se concede la gran verdad central del cristianismo. Pero todo esto parece estar completamente en desacuerdo con los hechos que nos miran a la cara.

Parece negado a bocajarro por las experiencias de la vida. Con una angustia indecible escrita en el rostro levantado, y el cuerpo ba�ado en sudor ensangrentado, el grito es extorsionado de nosotros en todo momento: �Oh, Padre, qu�tame esta copa�, pero hay que beberla hasta las heces. El sost�n de alguna familia dependiente, que apenas ha conocido una hora ociosa, que ha gastado lo poco, tanto de medios como de fuerzas, en la peque�a finca que ha labrado, obligado a vender todo lo que pueda conservar la honestidad de su nombre. , se desplaza hacia alg�n centro metropolitano.

Temprano y tarde, semana tras semana, se esfuerza por encontrar un empleo con el que mantener al lobo alejado de su hogar, pero en vano. Cuando regresa a casa por la noche, ve el hambre y la desesperaci�n impresos en el rostro que ama mucho m�s que a la vida. �Qu� intensidad da la agon�a del amor a su oraci�n? Pero ninguna mano est� extendida, y muere de coraz�n roto. Si no hay l�mite en el lado de la disposici�n del Padre para contestar la oraci�n, entonces, �oh! �Por qu� no responde a oraciones como estas y salva a sus hijos de tan abrumadores dolores? Thomas Erskine, quien, siendo antes de su edad, fue por supuesto incomprendido, en alg�n lugar pregunta: "Si a Dios le ha tomado incontables edades hacer un pedazo de piedra arenisca roja vieja, �cu�nto tiempo le tomar� perfeccionar un alma humana?" En otro lugar escribe,

�No conozco ning�n punto de vista, salvo el contenido en palabras como �sas, desde el cual cualquier luz puede verse jugando en la oscuridad. Nada puede disipar eso por completo. Pertenece al hecho primordial de la libertad humana. Pero si es verdad que la vida presente no es m�s que el fragmento m�s diminuto de un fragmento en la vida de cualquiera de nosotros; si es cierto que la vida es interminable, que la educaci�n que Dios nos ha dado nunca cesar� en ning�n caso hasta que seamos perfectos, entonces no hay tinieblas aqu� que no intensifiquen el resplandor venidero.

De modo que la �nica respuesta, y el �nico l�mite para la respuesta de Dios a la oraci�n, es lo que implican las palabras: �Esta es la voluntad de Dios, tu santificaci�n�; o, en las palabras que tiene en la Ep�stola a los Hebreos, "Para nuestro provecho, para que seamos part�cipes de Su santidad". Ahora perm�tanos a la luz de estas verdades, recordando a qui�n oramos, recordando que el �nico l�mite de Sus respuestas a nuestra oraci�n no es la incapacidad o la falta de voluntad para responder, sino el prop�sito de Su santo amor de hacernos perfectos como �l es perfecto. , consideremos, a la luz de estas verdades, la pregunta: "�Qu� provecho obtendremos si le oramos?" Queda perfectamente claro por lo que se ha dicho, que si la oraci�n es verdadera oraci�n, sea por lo que sea, se le habr� adjuntado, si no en palabra, al menos en esp�ritu: �No lo que quiero, sino lo que sea. Tu quieres.

�No puede ser de otra manera si tenemos una concepci�n digna de Aquel a quien oramos. Si ese l�mite est� unido a nuestra oraci�n, no hay nada en absoluto que no podamos hacer apropiadamente el tema de la oraci�n. Entonces, �debemos orar por el �xito en nuestro llamado mundano, que Dios nos bendiga en nuestra canasta y agreguemos en nuestra tienda? Por todos los medios; s�lo que se recuerde que el �xito en la forma en que deber�amos elegirlo ser�a muy probablemente lo peor para nosotros, y ciertamente no lo tendremos si lo hiciera.

�Debemos orar por la restauraci�n de la salud, cuando parece que la vida est� a punto de terminar prematuramente, o cuando alguien amado intensamente por nosotros parece estar marchit�ndose? Por todos los medios; s�lo entonces no debemos olvidar que en todo lo que es desconcertante habilidad m�dica, Dios probablemente nos est� preparando para el golpe que, solo porque �l es amor, debe dejar caer sobre nosotros. La oraci�n suprema es �H�gase tu voluntad.

�Cualquier oraci�n que se superpone a los l�mites all� establecidos es la oraci�n de presunci�n, no la oraci�n de la fe verdadera. No he hablado, ni es necesario, de la oraci�n por lo que com�nmente se llama bendiciones espirituales. Oramos, y con propiedad, por crecimiento en la gracia, por la pureza de vida, por el gozo del coraz�n, por el dominio de uno mismo, para que seamos librados de la falta de caridad, la envidia, las malas palabras y la codicia, para que seamos transparentemente veraces, para que podemos ser pacientes, generosos, valientes y fuertes.

Pero incluso aqu� no debemos olvidar que la respuesta a la oraci�n puede llegar con tanta certeza a trav�s del fracaso como del �xito. Puede venir a trav�s de la revelaci�n del mal que est� en nosotros, as� como a trav�s de la subyugaci�n de tal mal, que la oraci�n, "No nos dejes caer en la tentaci�n", solo puede ser respondida por completo cuando hemos pasado por experiencias tales que Considere todo gozo cuando caemos en las m�s espantosas tentaciones.

Que hay provecho en tal oraci�n quien puede dudar, especialmente para las personas que han pasado el meridiano de la vida, y conf�o en que los m�s j�venes se dar�n cuenta poco a poco. Digo que hay provecho en tal oraci�n. Es posible que no obtengamos exactamente lo que pedimos, sin duda a menudo no lo obtendremos, pero �no hay beneficio? Si cuando un padre se ve obligado a decir "no" a su hijo, mira con amor a los ojos de ese ni�o y pone su mano afectuosamente sobre la cabeza de ese ni�o, �no hay beneficio? Podemos sentir m�s sensiblemente el toque Divino, y podemos ver m�s claramente el rostro Divino cuando el amor Divino dice �no.

"Alguien ha dicho:" El hombre que ora de rodillas no ora lo suficiente ". Indudablemente. El mandato apost�lico es: "Orad sin cesar". "�Qu� provecho obtendremos si le oramos?" Ser� en un tono de gratitud que se vuelve cada vez m�s profundo hasta el final. En eso, cada uno de nosotros puede hacer la pregunta que hemos estado considerando esta ma�ana. ( Caleb Scott, DD )

Sobre la naturaleza de la oraci�n aceptable

I. Objeciones planteadas contra el deber de la oraci�n.

1. �No conoce el Dios Omnisciente nuestros deseos y deseos mucho mejor que nosotros mismos? Respuesta: �No es la oraci�n un reconocimiento de nuestra dependencia de Dios para la vida, el aliento y todas las cosas? Toda criatura inteligente debe reconocer su dependencia. La autosuficiencia no es propiedad de ning�n ser creado.

2. Otra objeci�n se deriva de la inmutabilidad de la naturaleza divina. Ninguna petici�n nuestra, se ha dicho, podr� jam�s cambiarlo. Respuesta: Aunque la oraci�n no produce ning�n cambio en Dios, puede, a trav�s de las influencias prometidas de Su gracia, cambiar el temperamento y la disposici�n de nuestra mente y prepararnos para recibir las bendiciones que �l ha prometido a quienes lo invocan. con sinceridad y verdad. El cambio, entonces, no est� en Dios, sino en nosotros mismos.

3. Otra objeci�n - Como todo evento est� predestinado, es en vano que imaginemos que los prop�sitos eternos de Dios pueden revertirse; o que se apartar� de Su sistema en el gobierno del universo, a fin de satisfacer nuestros deseos. Respuesta: aplique este modo de razonamiento a los asuntos ordinarios de la vida, y su falacia aparecer� de inmediato. Los grandes deberes de la religi�n personal descansan sobre una base de obligaci�n similar a la de todos los deberes ordinarios de la vida.

Seg�n el mismo principio sobre el que act�a el agricultor, cuando ara su tierra y siembra su semilla, estamos moralmente obligados a mejorar todos los medios y ordenanzas de la religi�n. La oraci�n no es incompatible con los decretos divinos; es uno de los medios que conducen a su realizaci�n.

II. La naturaleza de la oraci�n aceptable.

1. La oraci�n debe ser el deseo del coraz�n.

2. Las oraciones deben ser solo por las cosas que Dios ha prometido dar.

3. Deben ser fervientes y perseverantes.

4. Deben ofrecerse con fe. Debemos creer que Dios puede y est� dispuesto a conceder nuestras peticiones.

III. Se�ale algunas de las ventajas de la oraci�n.

1. Es fijar el coraz�n en Dios, el verdadero centro de su felicidad.

2. Al fijar el coraz�n en Dios, la oraci�n lo prepara para recibir sus m�s ricas bendiciones.

3. El beneficio de la oraci�n se siente particularmente en la hora de la aflicci�n y la angustia, y en la perspectiva inmediata de la muerte. Para dar una respuesta completa y satisfactoria a la pregunta del texto, considere al hombre en su capacidad social, as� como individual, en el culto social y familiar. ( James Ross, DD )

Interrogatorio

Los hombres en general no son lo suficientemente conscientes de la importancia de la forma de hacer preguntas. De tanta importancia es la manera, que podr�amos citar buenas preguntas como evidencia de hombres malos. Por ejemplo, la pregunta del fara�n: "�Qui�n es el Se�or para que le obedezca?" Ahora bien, nada en s� mismo podr�a ser m�s razonable que esta pregunta. El fara�n era un pagano, y esta es solo la pregunta que un misionero desear�a que un pagano hiciera.

Pilato hizo la pregunta: "�Qu� es la verdad?" Una pregunta adecuada, pero siempre citada como prueba del estado de indiferencia culpable de su mente; porque se nos dice que no esper� una respuesta. La pregunta en nuestro texto es una indagaci�n razonable, pero aqu� es parte de un discurso de los m�s malvados de la humanidad. Podemos suponer que pregunt� de varias maneras.

1. De una manera insignificante e impertinente.

2. De una manera incr�dula.

3. En un esp�ritu de total impiedad.

4. Como una investigaci�n seria y adecuada.

1. De una manera trivial; como si un hombre dijera: ��No me molestes! Lo que dices puede ser muy cierto; pero en este momento no siento ninguna preocupaci�n al respecto ".

2. Con un esp�ritu de incredulidad, no exactamente el de un ateo.

3. En un esp�ritu de impiedad atrevida. Hay esp�ritus que pueden volverse completamente contra el Todopoderoso con un ce�o fruncido de aversi�n, y pueden alejarse de toda apelaci�n a sus conciencias con respecto a las demandas de Dios y la gloria de Cristo.

4. Pero suponemos que esta pregunta se formula con gran sencillez. �D�ganos (podr�amos decirle al investigador), �ha estado haciendo esta consulta durante mucho tiempo? �Cu�nto tiempo? Aunque solo sea �ltimamente, es muy maravilloso. �C�mo es que lo has aplazado tanto tiempo? �C�mo no fue una de tus primeras preguntas? Piensen las personas que no han hecho la indagaci�n, cu�n extra�o es que la hayan descuidado, mientras Dios los ha sostenido en todo momento hasta ahora, en medio de todas las manifestaciones de misericordia. ( John Foster. )

�Hay raz�n o provecho en la oraci�n?

As� hablaban los esc�pticos en los d�as de Job. As� hablan ahora los hombres esc�pticos. La cuesti�n de la oraci�n no es una cuesti�n de ciencias naturales; entra dentro del dominio de la ciencia moral. Y las cuestiones morales deben juzgarse mediante evidencia moral. La oraci�n es una cuesti�n que se encuentra enteramente entre Dios y el alma del hombre y, en consecuencia, est� bastante alejada del campo de la investigaci�n cient�fica y fuera de la regi�n del an�lisis cient�fico.

�Est� el alma del hombre constituida de tal modo que haga de la oraci�n un elemento esencial de su ser espiritual? �Y Dios nos ha dado a conocer su mente y voluntad en referencia a la oraci�n? Cada Persona de la Sant�sima Trinidad ha dado a conocer Su voluntad sobre el tema de la oraci�n. Podemos responder a la pregunta del texto apelando a la experiencia personal de multitudes de todas las �pocas pasadas. La historia y la biograf�a son testigos del beneficio y el valor de la oraci�n.

Aprendemos el valor de una bendici�n cuando se nos quita. �Cu�l ser�a la condici�n moral del mundo si no hubiera oraci�n? �Cu�nto tiempo existir�a nuestra religi�n sin la oraci�n? ( Obispo Stevens. )

El beneficio de la oraci�n

Los hombres son reacios a invocar a Dios.

I. Exponer y reprender las nociones indignas, err�neas y carnales que algunos entretengan en la oraci�n.

1. Quieren subordinarlo solo a sus intereses temporales; oran solo por salud, prosperidad, larga vida y, sin embargo, se imaginan a s� mismos como personas religiosas.

2. Algunos lo desprecian por completo, porque no encuentran que responda a este bajo prop�sito.

3. Algunos ingresan sus oraciones en el cielo solo como una especie de cuenta deudora y acreedor contra sus pecados.

4. Otros ven la oraci�n como su �ltimo recurso. Cuando est�n "al final de su ingenio, entonces claman al Se�or". La mano de hierro de la adversidad, pero nada m�s dobla sus rodillas obstinadas.

II. Hay un tipo de beneficio m�s elevado en la oraci�n.

1. Las oraciones justas obtendr�n el perd�n de los pecados.

2. Un coraz�n nuevo es otra bendici�n esencial que se obtiene mediante la oraci�n.

3. Otra bendici�n invaluable es que el Esp�ritu Santo more en nosotros.

4. La oraci�n puede obtener Su gracia liberadora en todas las exigencias, o apoyo bajo ellas.

5. La oraci�n ganar� el reino de los cielos.

III. El terreno sobre el que los que oran correctamente tienen la seguridad de obtener todos estos beneficios.

1. El car�cter revelado de Dios.

2. Las promesas expresas de Dios son nuestra seguridad. La obra y el oficio de Cristo forman otra base de seguridad muy importante. �l es nuestro intercesor para suplicar por nosotros, presentar nuestras oraciones y hacerlas cumplir por su propio m�rito. ( El evangelista. )

La oraci�n es un ejercicio provechoso

I. El ejercicio asumido. "Si le oramos". La oraci�n implica:

1. Una conciencia de deseo. El hombre es una criatura necesitada. La miseria es su herencia. Est�n mejor capacitados para orar quienes se conocen m�s a s� mismos.

2. La oraci�n supone un Ser capaz de suplir nuestras necesidades. Este Ser debe conocer nuestras necesidades y poseer suficiente benevolencia y poder para suplirlas. As� es el Todopoderoso. Las oraciones a los santos o �ngeles son imp�as, ya que transfieren el homenaje del Creador a la criatura; y absurdo, ya que los �ngeles son tan dependientes como los hombres.

3. La oraci�n implica un acercamiento al Todopoderoso. El hombre es ajeno a Dios; lejos de la justicia original. Cuando comienza a orar, su mente se vuelve hacia Dios. De ah� que la oraci�n se llame sentir en pos de Dios, mirarlo, buscar su rostro y derramar el coraz�n delante de �l.

4. La oraci�n incluye una expresi�n de nuestros deseos. Podemos expresar plenamente nuestros deseos; debemos hacerlo con humildad e importuna. Debemos orar con fe.

II. La investigaci�n instituida. ��Qu� provecho deber�amos tener?�, Etc. El ego�smo prevalece universalmente en el mundo. Los hombres malvados son invariablemente ego�stas. Debido a que la oraci�n se considera in�til, por lo tanto, se descuida. No hay ejercicio bajo el cielo acompa�ado de tanto provecho como la oraci�n.

1. La oraci�n contribuye a eliminar el mal. Del mal moral. Del mal natural: aflicci�n y opresi�n.

2. La oraci�n es fundamental para obtener el bien. Todo bien, para el cuerpo y el alma, para el tiempo y la eternidad. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones. )

Las ventajas de la oraci�n

1. El placer y la satisfacci�n que acompa�an inmediatamente a los diversos actos e instancias de un temperamento devoto.

2. La oraci�n por una influencia natural calma nuestras pasiones y nos hace considerados y sabios.

3. La oraci�n establece nuestra integridad y virtud contra las tentaciones; as� nos hace felices en nosotros mismos y nos gana la estima y la confianza de los dem�s, que son de la mayor ventaja en la vida.

4. La oraci�n producir� un noble gozo y confianza en Dios, y una alegr�a y tranquilidad permanentes, en medio de toda la incertidumbre de los acontecimientos.

5. Si podemos confiar en los dictados m�s claros de la raz�n, o en las promesas de revelaci�n m�s expresas, un temperamento y una conducta religiosos ciertamente nos procurar�n una gu�a, ayuda y suministros peculiares de un Dios siempre presente, aunque no siempre podemos conocerlos y asignarlos claramente.

6. La oraci�n es el mejor alivio en toda angustia, y especialmente cuando se acerca la muerte. ( W. Amory. )

�Es la oraci�n de alguna utilidad?

1. Surgen dudas sobre el uso de la oraci�n en la mente de los hombres que no sienten necesidad.

2. Por hombres que desagradan la oraci�n.

3. Por hombres que tienen en cuenta la uniformidad de la naturaleza.

4. Las dudas tambi�n surgen del hecho de que multitud de oraciones parecen sin respuesta. ( DG Watt, MA )

El beneficio de la oraci�n

Nos hace bien de varias formas.

1. Hay un cierto alivio en nuestros sentimientos sobrecargados que se obtienen mediante la oraci�n al Todopoderoso. Un pasaje sorprendente ocurre en el c�lebre art�culo de Tyndall, que propone un plan mediante el cual se debe poner a prueba la eficacia de la oraci�n. Si bien niega claramente a la oraci�n el poder de lograr resultados objetivos, o resultados fuera de nosotros, Tyndall admite que el ejercicio no es del todo vano y sin valor.

Hace algo bien. Sus palabras son: �Hay un anhelo del coraz�n, un anhelo de ayuda que no sabe de d�nde. Ciertamente de ninguna fuente que vea. De un tipo similar es el amargo grito de la liebre cuando el galgo est� casi sobre ella. Abandona la esperanza por sus propios esfuerzos y grita. Es una voz enviada convulsivamente al espacio, cuya pronunciaci�n es un alivio f�sico ". La oraci�n es un alivio f�sico.

En esto radica su valor. En momentos de angustia, el alma se alivia al dar expresi�n vocal a su angustia. La condenaci�n no se evita con la oraci�n - no puede tener un resultado posible de ese tipo - pero la oraci�n domina el dolor con el que el alma anticipa la calamidad.

2. La oraci�n es valiosa como ejercicio intelectual. A medida que las facultades mentales se ponen en pr�ctica con este acercamiento a la Deidad, la mente se beneficia con la oraci�n de la misma manera que los fornidos se benefician con un giro en la gimnasia. Los temas m�s profundos y nobles nos involucran en nuestras direcciones a Dios; y al expresar nuestros pensamientos generalmente en palabras, tenemos la ventaja adicional de sentirnos obligados a tener claridad y definici�n en nuestras concepciones.

3. Seg�n esta teor�a, la oraci�n es valiosa con respecto a lo que hace por nuestra naturaleza moral y espiritual. La parte emocional de nuestro ser se acelera con este ejercicio Divino. Puede ver de inmediato c�mo la humildad, la paciencia, la resignaci�n y cualidades similares se desarrollan en nuestro coraz�n por este medio. El contacto con un Ser infinitamente santo tambi�n estimular� nuestra admiraci�n y deseo por lo puro, lo bueno y lo noble.

Si no puedo beneficiar a otro con mis oraciones, puedo, al menos, mediante el intercambio y la comuni�n que tengo con Dios en ellas, asegurarme el impulso moral y el tono moral. La oraci�n es un medio de gracia, no porque asegura para nuestra santificaci�n alg�n bien sobrenatural, sino porque nos pone en comunicaci�n y conversaci�n cercana con un Ser Santo. ( AF Forrest. )

La oraci�n result� ser un ejercicio provechoso

I. El ejercicio asumido. "Si oramos", etc. La oraci�n implica cuatro cosas:

1. Una conciencia de deseo. El hombre es una criatura necesitada. Est�n mejor capacitados para orar quienes se conocen m�s a s� mismos.

2. La oraci�n supone un objeto capaz de suplir nuestras necesidades. Este Ser debe conocer nuestras necesidades y poseer suficiente benevolencia y poder para suplirlas. Tal es el Todopoderoso, a quien se considera en este vers�culo como objeto de oraci�n. Las oraciones a los santos de los �ngeles son imp�as, ya que transfieren el homenaje del Creador a la criatura; y absurdo, ya que los �ngeles son tan dependientes como los hombres.

II. La investigaci�n instituida. "�Qu� beneficio deber�amos tener?" etc. El ego�smo prevalece universalmente en el mundo. No hay ejercicio bajo el cielo acompa�ado de tanto provecho como la oraci�n.

1. La oraci�n contribuye a eliminar el mal. Del mal moral. Jabes or� para que Dios lo protegiera del mal; y Dios le concedi� lo que pidi�. David dijo: �Confesar� mis transgresiones al Se�or; y perdonaste la iniquidad de mi pecado. " Del mal natural. Aflicci�n. ��Est� afligido alguno de vosotros? d�jelo rezar ". �Entonces clamaron al Se�or en su angustia, y �l los libr�, etc.

( Salmo 107:6 ). Ezequ�as or� y llor� en su aflicci�n, y Dios dijo: "He aqu�, yo te sanar�" ( 1 Reyes 20:5 ). Tristeza. �Encontr�, dijo David, �angustia y dolor; luego invoqu� el nombre del Se�or�, etc. ( Salmo 116:1 ).

2. La oraci�n es fundamental para obtener el bien. Todo bien, para el cuerpo y el alma, por el tiempo y la eternidad, est� prometido a la oraci�n. Y el beneficio de la oraci�n supera infinitamente cualquier otro beneficio. Es divino. La ganancia mundana consiste en reba�os, reba�os, dinero, etc. Esto, en fe, gracia, amor, felicidad, etc. Es mental. La ganancia mundana es sensual, todo para el hombre exterior; pero el que ora se enriquece interiormente; todos sus poderes intelectuales se aprovechan.

Es completo. El beneficio mundano est� circunscrito y limitado por el tiempo; el beneficio de la oraci�n es ilimitado. Es universal. Las ganancias mundanas nos afectan parcialmente; esto, en cuerpo, alma y sustancia.

Y la ganancia que surge de la oraci�n se asegura sin riesgo y se retiene sin ning�n temor a la privaci�n.

1. La conducta de los imp�os es imp�a. No solo viven sin oraci�n, sino que viven como si Dios no tuviera derecho a exigirles este deber.

2. La conducta de los imp�os es err�nea. Consideran que la oraci�n es un ejercicio in�til y, por lo tanto, la descuidan. Pero este c�lculo es totalmente infundado. La oraci�n vale mucho.

3. La conducta de los imp�os es ruinosa. Sin oraci�n, la salvaci�n es inalcanzable ( Proverbios 1:24 ). ( J. Benson. )

La utilidad de la oraci�n

Estas palabras son una objeci�n de hombres audaces, imp�os y profanos contra el deber de la oraci�n. El �nfasis del argumento se deriva de su falta de rentabilidad; se dice que no nos proporciona las ventajas que cabr�a esperar de �l. Pero debido a que a Dios le agrada incitarnos a la observancia de sus mandamientos mediante la promesa de una recompensa, y debido a que hay bendiciones peculiares anexas a este deber de oraci�n, no insistir� en el derecho absoluto de Dios a exigirlo.

Los objetores deben demostrar que la oraci�n no es provechosa, ya sea por la raz�n o por la experiencia. Deben probar que Dios no puede o�r las oraciones o que no lo hace; que es incompatible con la noci�n de Dios de que las oraciones de los hombres deben prevalecer sobre �l; o que por medio de la prueba se ha encontrado que nunca se ha logrado convencerlo. Pero si los hombres pueden probar por la naturaleza o los atributos de Dios, que las oraciones de los hombres no pueden prevalecer sobre �l, no necesitan preocuparse por demostrar que no lo es.

Pero si podemos probar que Dios a veces es obrado por las oraciones de los hombres, no necesitamos molestarnos en probar contra ellos, que �l puede ser obrado. Las bendiciones que recibimos, las hacemos, las propias de los objetores, siguen nuestras oraciones; pero no reconocer�n que son las consecuencias de nuestras oraciones. Las objeciones con las que nos ocupamos ahora son ofrecidas por aquellos que son due�os del ser de Dios y reconocen Su providencia, Su poder y Su bondad, pero plantean dificultades con respecto a la utilidad de la oraci�n.

Dicen que Dios es un Ser inmutable, no solo en Su naturaleza y esencia, sino tambi�n en Sus consejos y prop�sitos; y por lo tanto, no debe dejarse llevar por las oraciones a enviar obsequios sobre los clamorosos e importunos que los solicitan. Todo cambio, dicen, entre los hombres argumenta debilidad y enfermedad mental. Entonces, �acusaremos a Dios de esta debilidad? No puede cambiar sus prop�sitos para mejor, porque siempre son perfectamente buenos y sabios.

Cualesquiera sean las dificultades que pueda haber en esta objeci�n, no son tan grandes como para quebrantar nuestra seguridad de que Dios escucha las oraciones de los hombres. Porque la inmutabilidad de Dios no se puede probar mejor con la raz�n o con las Escrituras que su disposici�n a suplir las necesidades de quienes lo invocan. No es m�s incompatible con las perfecciones de Dios ser vacilante y cambiante que ser sordo a las oraciones de sus siervos y no poder o no querer conceder sus peticiones.

Tratar� de mostrar que Dios puede ser inmutable y, sin embargo, que las oraciones de los hombres pueden influir en �l; o, que es todo uno, que pueda conceder a los hombres aquellas cosas que le pidan, que, sin tales peticiones, no conceder�a. Los prop�sitos de Dios no son tan absolutos como para excluir todas las condiciones. Decide otorgar sus favores a los hombres, no indiscriminadamente, sino a hombres de tal o cual condici�n.

Dios determina dar gracia a los humildes y perd�n de los pecados a los arrepentidos. La humildad y el arrepentimiento son, por tanto, las condiciones por parte del hombre. Dios, por su infinita sabidur�a, prev� las necesidades y disposiciones de todos los hombres. Una de sus disposiciones requeridas es la oraci�n. Sin embargo, los objetores pueden dudar de si la dependencia que Dios requiere debe necesariamente expresarse y evidenciarse mediante la oraci�n.

Porque dicen que podemos confiar en Dios y, sin embargo, no invocarlo. Es m�s, incluso puede ser una se�al de nuestra total confianza y seguridad, que nos sometemos impl�citamente a Su voluntad y no le molestemos con nuestras peticiones. A este falso razonamiento se puede responder que si esta dependencia de Dios significa algo, debe ser, a todos los efectos, lo mismo que una oraci�n mental. Porque la oraci�n consiste en la elevaci�n del alma a Dios.

En cuanto a la objeci�n, que si somos dignos de los favores de Dios, �l nos los conceder� sin pedirlos; esto es fr�volo, ya que en la estima de Dios s�lo son dignos los que piden. Pedir es un requisito para que seamos dignos hasta ahora; y lo que por nuestra propia indignidad no podemos esperar, podemos esperar de la bondad de Dios, a trav�s de los m�ritos de Cristo. Cuanto m�s amable o escrupulosamente examinemos los fundamentos de este o cualquier otro deber religioso, m�s plenamente estaremos convencidos de la razonabilidad de la misma.

Las mentes d�biles y enfermizas, que suelen asumir sus deberes con confianza y sin prueba, son demasiado aptas, cuando escuchan cualquier cosa que parezca plausible, exhortada contra la necesidad de tales deberes, para ser f�cilmente desviados. S�lo queda que, habiendo meditado con madurez, e imparcialmente examinando los m�ritos de la causa, plenamente convencidos de la razonabilidad del deber, nos dediquemos a un cumplimiento fiel y concienzudo del mismo; que estando completamente persuadidos de la utilidad de la oraci�n, no pasamos por alto nuestro propio inter�s, ya que por descuidar la oraci�n perdemos las muchas e indecibles ventajas que podemos esperar de ella; pero que, al orar a Dios con frecuencia, humildad y fervor, podamos dar la mejor, la m�s breve y completa prueba de la utilidad de la oraci�n de nuestra propia experiencia.

As� como abogamos por la experiencia por la utilidad de la oraci�n, los objetores abogan por la experiencia en contra de que sea provechosa. Dicen que las bendiciones por las que oramos no se conceden; los males contra los que oramos no se eliminan. Para hacer de este un argumento convincente contra la oraci�n, se debe suponer:

1. Que debido a que Dios a�n no ha considerado nuestras oraciones, no lo har� en el futuro.

2. Que debido a que Dios no ha prestado atenci�n a algunas oraciones, por lo tanto no prestar� atenci�n a ninguna.

3. Que debido a que Dios no responde a las peticiones particulares de aquellos que le rezan, por lo tanto, no toma en cuenta sus oraciones. Como todo lo contrario es cierto, el argumento del objetor es malo. La oraci�n es un deber tan importante, tan necesario y tan ventajoso, que no podemos esforzarnos demasiado para establecerla sobre los terrenos m�s firmes y asentarla sobre sus verdaderos cimientos. Note la principal de esas cualidades que son m�s esenciales para una oraci�n v�lida y eficaz.

1. Conf�a en Aquel a quien oramos.

2. Atenci�n de la mente mientras rezamos.

3. Un ferviente deseo de aquello por lo que oramos.

4. La m�s profunda humildad de alma y cuerpo en el acto de orar.

Argumenta los siguientes puntos:

(1) Las mismas oraciones repetidas pueden tener alguna fuerza; de modo que el desprecio de Dios por nuestras primeras oraciones no es una buena raz�n para que debamos desistir de renovar nuestras peticiones.

(2) Otras oraciones sustituidas en la habitaci�n de las que no hayan sido escuchadas, podr�n ser contestadas; de modo que la indiferencia de Dios hacia alguna clase de oraciones no es raz�n para nuestro intermedio de todos.

(3) Aunque Dios no concede las peticiones particulares de los que le rezan, puede que a�n considere sus oraciones; de modo que la negaci�n absoluta y perentoria de Dios a nuestras peticiones no es un buen argumento en contra de orarle. ( Obispo Smallridge. )

�Es la oraci�n in�til?

Si la oraci�n debe tener alg�n lugar en la esfera de la vida humana es claramente una cuesti�n de suma importancia. Para los cristianos, la oraci�n es la simple necesidad de una vida reci�n nacida: la expresi�n instintiva de un deseo consciente; y Dios no puede ignorarlo m�s de lo que una madre tierna puede bromear con el llanto de su beb� indefenso. Sin la oraci�n, el deber religioso degenerar�a en una rutina trillada, comenzada con desgana y terminando con un suspiro de alivio.

Fuera de los l�mites de la Iglesia cristiana, hay demasiados en todos los grados sociales que ven la oraci�n como un s�ntoma de debilidad intelectual, de alarma supersticiosa o de enga�o fan�tico. Examine los fundamentos sobre los que se basa esta noci�n, m�s especialmente en la medida en que la sostienen aquellos que han aprendido un poco de nuestra ciencia y filosof�a modernas.

1. Se supone que la oraci�n es in�til debido a la inmutabilidad del car�cter de Dios. No hay un lugar de descanso l�gico entre el te�smo y el ate�smo, entre un Dios absolutamente perfecto y ning�n Dios en absoluto. Concede Su existencia, y toda excelencia debe pertenecerle, tan completa y finalmente, que sea incapaz de sumar o restar. �Por qu� esperar conmover a un Ser as� con s�plicas mortales? �Qu� respuesta pueden tener sino a sus propios ecos tristes? La objeci�n as� planteada se basa en un error fundamental.

Entendida correctamente, la oraci�n no tiene la intenci�n de cambiar a Dios; est� dise�ado m�s bien por su influencia refleja, para cambiarnos a nosotros mismos; para elevarnos al c�rculo de Su comuni�n transformadora. La inmutabilidad no debe confundirse con la insensibilidad. La gloria suprema de la naturaleza de Dios es que �l se siente apropiadamente hacia todas las cosas, inalterablemente dolido por lo que est� mal, inalterablemente complacido por lo que est� bien; y el objeto supremo de la oraci�n es traernos a relaciones con �l de tal manera que la plenitud benigna de Su Deidad, libre de todos los caprichos caprichosos, pueda fluir con invariable voluntad y certeza por nuestra ayuda y felicidad.

2.Se supone que la oraci�n es in�til, debido a la fijeza de los prop�sitos de Dios. Todo ser dotado de inteligencia act�a m�s o menos por predeterminaci�n deliberada. �Cu�nto m�s debe ser este el caso de Aquel que es la gran fuente de inteligencia y que ordena todas las cosas seg�n el consejo de Su propia mente! Esta es la verdad simple, pero �presenta alg�n argumento v�lido contra el valor de la oraci�n? �No corre la oraci�n paralela a los designios de Dios, no contra ellos? �No pregunta qu� est� de acuerdo con su voluntad? �No es lo contrario? �No es en s� mismo una parte ordenada del esquema divino - algo ordenado por el eterno Hacedor y Gobernante de nosotros? Los decretos del cielo no proh�ben la s�plica m�s de lo que proh�ben el esfuerzo. La intercesi�n ante Dios no es un intento de frustrar sus prop�sitos,

3. Se supone que la oraci�n es in�til debido a la inmutabilidad de las leyes de Dios. Leyes de la naturaleza, las llaman los hombres. Las leyes de Dios, por las que se rige la naturaleza, ser�a una definici�n m�s precisa e igualmente cient�fica. Se dice: �Alterar� la oraci�n, tanto como un cabello, el curso de esa enorme maquinaria, llamada el �Sistema del Universo�, m�s de lo que el grito de las aldeas que perecen detendr� la avalancha o extinguir� el volc�n? Este razonamiento deja intacto todo el reino de lo sobrenatural; y, despu�s de todo, son las bendiciones espirituales las que conciernen principalmente a la oraci�n y las que constituyen la herencia m�s rica que Dios puede otorgar o que el hombre pueda recibir.

Con respecto a lo f�sico, no es una filosof�a s�lida representar el mundo como un mecanismo de relojer�a, que termin� hace milenios y se dej� correr sin depender m�s del Art�fice Divino. El que hizo el mundo lo sostiene; es la fuente de todas sus energ�as, la gu�a de todos sus movimientos. Incluso la habilidad humana puede utilizar las leyes de la naturaleza. �Es el Creador m�s impotente que la criatura?

4. Se supone que la oraci�n es in�til, debido a la infinitud de la sabidur�a y el amor de Dios. Ning�n incidente en nuestra accidentada historia, ya sea grande o peque�o, est� oculto a Su mirada omnisciente. �Por qu� decirle aquello de lo que ya es plenamente consciente? Ya que �l comprende lo que necesitamos mejor que nosotros mismos, �no conceder� o negar� lo mismo, lo pidamos o no? Pero la oraci�n nunca tuvo un prop�sito tan impertinente como informar a la Deidad o ense�ar sabidur�a y entendimiento al Alt�simo.

Pero de ello no se sigue que Sus bendiciones ser�n distribuidas por igual, buscadas o no buscadas. La oraci�n es el signo de la idoneidad moral para recibir. Debido a que �Dios es amor�, es poco l�gico concluir que debe derrochar Sus tesoros por igual en quienes los solicitan y en quienes los desprecian. La bondad del cielo no es una debilidad amable, ciega, impulsiva. La oraci�n toma lo que ofrece el amor y lo que, sin la oraci�n, nunca puede ser apropiado personalmente.

5. Se asume que la oraci�n es in�til debido a la retenci�n de la respuesta de Dios. Dif�cilmente se puede negar que hay mucha oraci�n que no termina en nada. Cae muerto de los labios y es sepultado en el polvo de las cosas abortadas y olvidadas. �De qu� sirve presentar solicitudes que, por lo tanto, no son atendidas? Pero argumentar de esta manera es saltar a conclusiones totalmente falsas. Mientras esperamos, es posible que la respuesta ya se haya dado de otra forma.

�No puede haber una inclinaci�n indolente a suplicar a Dios que haga precisamente lo que �l espera que hagamos y lo que nos ha dado el poder de hacer nosotros mismos? �El retraso significa necesariamente negaci�n? Seguramente hay causas suficientes para explicar la oraci�n sin respuesta, sin poner en duda su eficacia cuando se ofrece correctamente. Por lo tanto, en lugar de alegar objeciones insostenibles, dejemos que el valor de la oraci�n sea probado por la experiencia individual. ( LB Marr�n. )

El beneficio de la religi�n

Siempre ha habido hombres que estiman el valor de una cosa por sus cualidades comerciales y de comercializaci�n. �Lo que se me aprovecha?� es la pregunta que precede a todo desembolso y gobierna toda acci�n. Estos hombres no tienen ojo para las espiritualidades, los sentimientos, las glorias inexpresables e indecibles de la vida. "�Cu�nto costar�?" es su �nico m�todo para determinar el valor de una cosa.

Esa era la forma en que los hombres de la �poca de Job estimaban la religi�n que profesaba. La religi�n para ellos era una inversi�n. Los conocidos de Job a�n no han muerto. Borre la noci�n que nos ha pose�do, que, de alguna manera, les ir� bien a los justos y a los malvados en el m�s all�, y cu�ntos de nosotros dir�amos las oraciones que ahora decimos, o participar�amos en las formas y ritos de adoraci�n. que ahora captan nuestra atenci�n? Somos religiosos porque creemos que vale la pena.

Tenemos una especie de noci�n ineludible de que pagar� a�n m�s en la vida venidera. Por tanto, la religi�n puede degradarse al ego�smo m�s absoluto, y las funciones m�s elevadas y santas de la vida se convierten en una inversi�n con sabor a mammondom.

I. �Qu� es la religi�n? �Qu� entendemos por servicio? La religi�n no es una observancia, sino una vida; es la uni�n consciente del alma con Dios, manifest�ndose en la conducta y elev�ndose en el habla. Es llevar los principios Divinos de integridad, honestidad, caridad, amor, paz y buena voluntad, en las rondas diarias y los deberes diarios de nuestra vida com�n. Servir a Dios es la obediencia no forzados de amor; el cumplimiento de la voluntad de Dios en cada esfera de la vida a la que agradar� a Dios llamarnos; trabajar, actuar y pensar como aquellos cuyo objetivo es llevar a cabo los prop�sitos de Dios.

Si quieres saber c�mo servir a Dios, aprende a servir a la humanidad viviendo para ella en amorosos ministros y, si es necesario, muriendo por ella. Dios no es servido ni halagado con palabras, posturas, gesticulaciones o la observancia de d�as y horas. El que sirve a su hermano, a su vecino, incluso en las esferas m�s humildes, y por los medios m�s humildes, sirve a Dios. �Tambi�n sirven los que solo se quedan parados y esperan�.

II. �Cu�l ser� el resultado de todo esto? �Qu� recompensas ofrece Dios? �Deber�a estar muy equivocado si dijera: Ninguno? Dios no tiene un sistema para otorgar favores. No paga el servicio con la moneda de C�sar. En lo que respecta al mundo, la religi�n pura y sin mancha no es un trampol�n hacia sus cosas m�s valiosas. Alguna vez fue el trampol�n hacia una cruz. Servir a Dios no es incompatible con las riquezas del mundo; la rectitud y la religi�n no tienen por qu� ser barreras en el camino del progreso mundano. Pero Dios no paga a los hombres por el servicio de esa manera. Perm�tanme se�alar cu�les son mis concepciones de los resultados de servir a Dios.

1. Nos une al Infinito y al Eterno. Sella esta vida pobre e imperfecta con la divina insignia. Toca las cosas s�rdidas de la tierra en santidades y sacralidades.

2. Agregue la paz interior y la satisfacci�n que proviene de la conciencia de estar identificado con el Infinito y el Eterno; la conciencia de que estamos cumpliendo el fin m�s elevado de nuestro ser, y que, venga la vida o venga la muerte, Dios es la fuerza de nuestra vida y nuestra porci�n para siempre. Algunos preguntar�n: �No recompensa Dios el servicio con el cielo? No; el servicio es el cielo, aqu� y en el m�s all�. El cielo ser� el resultado del car�cter: desarrollado, madurado, santificado para el servicio de Dios. No puede haber cielo para el hombre que no ha aprendido a hacer la voluntad de Dios. ( WJ Hocking. )

De la razonabilidad de la religi�n

La religi�n, o el servicio de Dios, es una expresi�n equivalente de una vida virtuosa y buena. La religi�n se basa en la mejor raz�n, teniendo su fundamento en estas tres cosas:

I. La existencia y naturaleza de Dios. El ser de un Dios no es una noci�n ociosa y fantasiosa, sino una verdad sagrada y eterna, atestiguada por todo el universo; de modo que podamos dudar tan razonablemente de si algo existe, como si hay un Dios, que es la causa de todas las dem�s cosas. La obra de Dios en todas partes es una prueba clara de su presencia en todas partes. El mismo Dios, cuya presencia, poder y conocimiento son infinitos, es igualmente sant�simo, justo, bueno, misericordioso, fiel y verdadero, y en todos estos atributos es �sin mudanza ni sombra de variaci�n�. La religi�n debe ser un servicio razonable, fundamentada en la existencia y naturaleza de este Ser Todopoderoso.

II. La naturaleza del hombre. Por tanto, es razonable. Criaturas que son en parte cuerpos y en parte almas. Nuestros cuerpos rodeados de innumerables peligros, y naturalmente d�biles e indefensos; sujeto a m�ltiples deseos, pasiones y enfermedades. Nuestras almas de rango y orden muy por encima de nuestros cuerpos; poseedoras de poderes y facultades excelentes en su naturaleza, pero que pueden convertirse en el fundamento de nuestra culpa y verg�enza, y en el medio de nuestro mayor tormento y miseria. La religi�n solo puede preservar la paz de la mente o restaurarla cuando se pierde. No es solo la paz lo que otorga la religi�n, sino tambi�n los placeres. El alma vive cuando nuestro cuerpo muere.

III. La religi�n se fundamenta en la relaci�n entre Dios y el hombre. Estoy relacionado con Dios como el autor de mi ser y todo lo que pertenece a �l. Dios es la fuente de la felicidad, tanto su objeto como su autor. Reflexiones

1. Cu�n agradecidos debemos estar por el Evangelio de nuestro bendito Salvador, y cu�n altamente debemos valorarlo.

2. El cristianismo se adapta maravillosamente a la naturaleza del hombre como criatura ca�da.

3. Apele a la conciencia de todo hombre, si no es un caso claro cu�l deber�a ser su elecci�n. ( H. Grove. )

Los reclamos y las recompensas del servicio de Dios

Esta pregunta no es dif�cil de responder.

I. Considere estos motivos que deber�an inducirnos a servir a Dios, extra�dos de su car�cter y relaciones. El servicio supone superioridad; porque el mayor es servido por el menor; tambi�n el derecho a nuestros servicios y la capacidad de recompensarlos. Por tanto, afirmamos como motivos para el servicio de Dios:

1. La justicia de Sus reclamos, basada en Su soberana grandeza; basado en el final de nuestra creaci�n; basado en su bondad providencial. Considere c�mo Sus afirmaciones reciben fuerza adicional de la doctrina del Evangelio, por la cual somos declarados Su compra. �A qu� precio nos redimi�!

2. Las recompensas que da a sus siervos. En la vida presente da paz mental; el suministro de cada deseo; protecci�n contra el peligro. En el futuro, �qu�?

II. Mejora el tema.

1. Piense en el placer de servir a Dios.

2. Piense en la mejora de todos nuestros poderes, porque toda la ventaja es nuestra.

3. Piensa, por el contrario, que si no sirves a Dios, est�s sirviendo al dios de este mundo. �Piense en las recompensas futuras del servicio imp�o! ( J. Walker, DD )

Beneficio del servicio y la oraci�n

Una inducci�n no del todo il�gica de los hechos de la vida. Los malvados prosperaron, los justos fueron derribados. �De qu� sirve servir al Todopoderoso? Respuesta&mdash

I. Todopoderoso lo arreglar� en el futuro. Pero&mdash

1. Este estrecho rango de oraci�n debe tener ayuda ahora.

2. No hay otro mundo aqu� o en ninguna parte es un hecho completo, es decir, ninguna administraci�n diferente en el futuro. La justicia es soberana aqu� y ahora.

3. Sin fuerza con Job y sus amigos; sab�a poco sobre el m�s all�, sobre recompensas y castigos. Se inclinaban a pensar que el servicio de Dios pagaba aqu�. Respuesta&mdash

II. El servicio de Dios es rico en recompensas, aqu� y ahora.

1. El servicio de Dios es el cumplimiento de sus leyes, que siempre paga.

2. Siervo de Dios hace mejor uso de lo que tiene. Los pobres del Se�or est�n mejor que los pobres del diablo.

3. Su servicio paga en car�cter; hace al hombre altruista.

4. Paga en descanso espiritual y gozo.

5. Paga por orar a Dios, porque �l contesta la oraci�n. Indirectamente. No siempre obtengas lo que te piden, sino algo mejor. Directamente. A menudo se le preguntan muchas cosas. El escepticismo dice: "Lo habr�a conseguido, de todos modos". Faith responde: "Dios, no 'de todos modos', me escuch�". Todopoderoso no es entonces una fuerza ciega, no una afinidad qu�mica. Todopoderoso es un soberano que debe decir si responder� a la oraci�n en absoluto, y cu�ndo y c�mo. �Jehov� Dios�, quien �reinar� por los siglos de los siglos�. ( John S. Plumer. )

Versículo 22

�Ense�ar� alguien el conocimiento de Dios?

Independencia mental de Dios

La independencia mental de Dios involucra dos cosas: falta de instrucci�n e irresponsabilidad. Lo primero en el hombre es una calamidad o un crimen. Pero lo que en cualquier inteligencia finita ser�a una desgracia o un pecado, es una perfecci�n gloriosa en Dios. Es la gloria de Dios que no se le pueda instruir, que nadie pueda ense�arle conocimiento. Conoce todas las cosas, reales y posibles. Pero mientras que la primera no deber�a existir en ninguna criatura inteligente, la segunda irresponsabilidad no existe.

Ning�n ser est� autorizado a utilizar su conocimiento de la forma que crea conveniente. Todas las criaturas racionales son responsables del uso de su conocimiento. No es as� con Dios. Puede usar su conocimiento infinito de la forma que le plazca. �l no es responsable ante nadie: todos son responsables ante �l.

I. Que todas Sus operaciones deben emanar de pura soberan�a. Todo lo que existe debe atribuirse al consejo de Su propia voluntad. No recibi� ni el plan ni el motivo de ning�n acto. Creaci�n - redenci�n - conversi�n - cada parte de cada uno - cada movimiento Divino en conexi�n con cada uno - surge de la espontaneidad benevolente.

II. Que todas sus leyes deben ser la transcripci�n de su propia mente. Rara vez es justo considerar las leyes humanas como un reflejo correcto de la mente del soberano, ya que un soberano humano, en la mayor�a de los casos, recibe consejos y sugerencias de otros; pero como Dios no ha tenido "consejero", Sus leyes son la expresi�n de �l mismo. Lo que son, �l es. La historia de Su gobierno es la historia de �l mismo. El poder irresponsable en una criatura ser�a despotismo, pero en Dios ha sido, desde el principio, misericordia.

III. Que todas sus dispensaciones sean aceptadas cordialmente.

1. La rectitud dicta esto. La Mente Absoluta tiene derecho a hacer lo que hace.

2. La conveniencia dicta esto. La oposici�n es in�til. Ning�n ser puede darle una nueva idea o motivo y, por lo tanto, nadie puede desviarlo de Su curso.

IV. Que todas sus revelaciones sean debidamente estudiadas. Debe estudiarse un libro de una Mente absolutamente independiente:

1. Con expectativa de dificultades.

2. Con la m�s profunda reverencia. ( Homilista. )

Versículo 23

Uno muere con toda su fuerza. .. Otro muere en la amargura de su alma.

Providencia reivindicada contra el observador superficial

Lo que m�s obstaculiza a los hombres para comprender la providencia es su tremenda extensi�n. Es como un gran poema, y ??todo lo que una vida o un observador pueden leer son unas pocas palabras, o como mucho, unas pocas l�neas. Dios no siempre muestra su mano. A veces lo hace, y cuando le conviene m�s, lo esconde. Es conveniente que alg�n misterio se cierne sobre las dispensaciones de esta vida. Lo que sea insatisfactorio, por lo tanto, en la actualidad sugiere claramente que el esquema a�n no est� terminado.

La naturaleza insatisfactoria del presente sugiere un futuro. La revelaci�n interviene para decirnos que esta vida no es m�s que el vest�bulo de la existencia. Una o dos consideraciones modificar�n nuestras apresuradas conclusiones con respecto a la verdadera suerte de quienes viven y mueren a nuestro alrededor, sean sus circunstancias aparentemente pr�speras o deprimidas.

1. La felicidad y la miseria no siempre se corresponden con las apariencias. Dependen m�s del estado interno del alma que de su entorno externo y, por lo tanto, se ponen, hasta cierto punto, al alcance de todos.

2. Los hombres juzgan demasiado desde fuera. Es la mirada exterior de la providencia la que nos desconcierta y dificulta la comprensi�n.

Llegamos a las siguientes conclusiones:

1. Dios no es un espectador indiferente de las fortunas humanas, sino que las administra con un plan perfectamente recto.

2. El car�cter enga�oso de las apariencias hace necesario restar mucho a la aparente felicidad y miseria del mundo al comienzo de nuestras investigaciones.

3. Las desventajas f�sicas y la privaci�n de los miembros y los sentidos pueden compensarse en el otro mundo.

4. La dificultad para comprender correctamente la providencia de Dios, surge de la naturaleza compleja de muchos de sus actos, que pueden tener distintas ramas o departamentos, como penal, disciplinario, misericordioso e incluso remunerativo, todo de un solo golpe.

5. Podemos comprender lo suficiente de los hechos Divinos como para permitirnos confiar por el resto.

6. La ra�z de toda felicidad es la buena conciencia, y esta se pone al alcance de todos.

7. Una buena conciencia solo se puede tener y mantener buscando el reino de Dios y Su justicia con todos los medios a nuestro alcance.

8. Y para todos los prop�sitos de la piedad pr�ctica, es m�s necesario que recordemos el brazo supervisor del gran Trabajador, que que entendamos lo que �l est� haciendo. ( William Isaac Keay. )

Versículos 25-26

Uno muere con toda su fuerza. .. Otro muere en la amargura de su alma.

Providencia reivindicada contra el observador superficial

Lo que m�s obstaculiza a los hombres para comprender la providencia es su tremenda extensi�n. Es como un gran poema, y ??todo lo que una vida o un observador pueden leer son unas pocas palabras, o como mucho, unas pocas l�neas. Dios no siempre muestra su mano. A veces lo hace, y cuando le conviene m�s, lo esconde. Es conveniente que alg�n misterio se cierne sobre las dispensaciones de esta vida. Lo que sea insatisfactorio, por lo tanto, en la actualidad sugiere claramente que el esquema a�n no est� terminado.

La naturaleza insatisfactoria del presente sugiere un futuro. La revelaci�n interviene para decirnos que esta vida no es m�s que el vest�bulo de la existencia. Una o dos consideraciones modificar�n nuestras apresuradas conclusiones con respecto a la verdadera suerte de quienes viven y mueren a nuestro alrededor, sean sus circunstancias aparentemente pr�speras o deprimidas.

1. La felicidad y la miseria no siempre se corresponden con las apariencias. Dependen m�s del estado interno del alma que de su entorno externo y, por lo tanto, se ponen, hasta cierto punto, al alcance de todos.

2. Los hombres juzgan demasiado desde fuera. Es la mirada exterior de la providencia la que nos desconcierta y dificulta la comprensi�n.

Llegamos a las siguientes conclusiones:

1. Dios no es un espectador indiferente de las fortunas humanas, sino que las administra con un plan perfectamente recto.

2. El car�cter enga�oso de las apariencias hace necesario restar mucho a la aparente felicidad y miseria del mundo al comienzo de nuestras investigaciones.

3. Las desventajas f�sicas y la privaci�n de los miembros y los sentidos pueden compensarse en el otro mundo.

4. La dificultad para comprender correctamente la providencia de Dios, surge de la naturaleza compleja de muchos de sus actos, que pueden tener distintas ramas o departamentos, como penal, disciplinario, misericordioso e incluso remunerativo, todo de un solo golpe.

5. Podemos comprender lo suficiente de los hechos Divinos como para permitirnos confiar por el resto.

6. La ra�z de toda felicidad es la buena conciencia, y esta se pone al alcance de todos.

7. Una buena conciencia solo se puede tener y mantener buscando el reino de Dios y Su justicia con todos los medios a nuestro alcance.

8. Y para todos los prop�sitos de la piedad pr�ctica, es m�s necesario que recordemos el brazo supervisor del gran Trabajador, que que entendamos lo que �l est� haciendo. ( William Isaac Keay. )

Versículo 34

�C�mo, pues, me consolar�is en vano?

Falso consuelo

Hace algunos a�os, conoc� a una mujer en Filadelfia que estaba ansiosa por su alma y hab�a estado mucho tiempo en ese estado. Convers� con ella y me esforc� por conocer su estado. Me dijo muchas cosas y finalmente dijo que sab�a que deb�a estar dispuesta a esperar en Dios mientras �l la hubiera servido a ella. Dijo que Dios la hab�a esperado muchos a�os antes de que ella prestara atenci�n a sus llamados, y ahora cre�a que era su deber esperar el tiempo de Dios para mostrar misericordia y convertir su alma.

Y ella dijo que esta era la instrucci�n que hab�a recibido. Ella debe ser paciente, esperar el tiempo de Dios y, poco a poco, �l le dar�a alivio. �Oh! locura asombrosa! Aqu� est� el pecador en rebeli�n. Dios viene con el perd�n en una mano y una espada en la otra, y le dice al pecador que se arrepienta y reciba el perd�n, o que se niegue y perezca. Y ahora viene un ministro del Evangelio y le dice al pecador que �espere el tiempo de Dios.

�Pr�cticamente, dice que Dios no est� listo para que se arrepienta ahora, y no est� listo para perdonarlo ahora, y as�, de hecho, arroja la culpa de su impenitencia sobre Dios. En lugar de se�alar la culpabilidad del pecador, al no someterse inmediatamente a Dios, se�ala la falta de sinceridad de Dios al hacer la oferta, cuando, de hecho, no estaba listo para conceder la bendici�n. ( CG Finney. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Job 21". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/job-21.html. 1905-1909. Nueva York.